TRIDUO A LA VIRGEN DE LA CABEZA 2015

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TRIDUO A LA VIRGEN DE LA CABEZA 2015 DÍA PRIMERO: VIRGEN DEL AYUNO Muchas veces nos vemos como los amos de la vida y del universo, llenos de riquezas, abundancia, excesos y despilfarro. De esta manera comenzamos a actuar como si no tuviéramos necesidad de Dios. Y nos sentimos vacíos por dentro. El ayuno pone las cosas en su sitio y a cada uno también. La práctica del ayuno ayuda y asegura el control sobre uno mismo, purificando el alma. Tan solo la persona que puede dominarse a sí misma es verdaderamente libre . Nos ayuda a liberarnos de toda esclavitud, y especialmente de la del pecado. Quien no está en posesión de sí mismo, de alguna manera está esclavizado. La fuerza del ayuno es la transformación interior , si tenemos problemas, rencores, amarguras, resentimientos contra personas y no nos reconciliamos. El ayuno socorre a la persona para refrenarse de buscar placeres desordenados. Y al liberarnos de las cosas externas a nosotros, nos liberamos también de las pasiones que encadenan nuestra vida interior. El ayuno nos libera de ciertas ataduras y nos da la libertad para gozar la felicidad . Con el ayuno vivificamos el amor real para los pobres y desposeídos, lo cual modera la diferencia entre ricos y pobres, aliviando las necesidades de los pobres . Y nos proporciona una dimensión de paz que hoy es especialmente necesaria. Lo quo se requiere para transformar la disposición de nuestro corazón y nuestra mente es un regreso radical y absoluto a Dios. El ayuno facilita este retorno. En uno de sus libros, Anselm Grun declara: “El ayuno es el grito de nuestro cuerpo que anda en busca de Dios…” y alcanzará una confianza absoluta en Dios. Ayunar con el corazón quiere decir amar y aceptar en nuestro propio camino a Dios y a María. Y en todos los mensajes recientes y actuales que la Virgen María da a sus elegidos, nos manda decir que está preocupada por la humanidad, y con razón. Pero también nos da una solución, ya que siempre nos pide mucha oración y ayuno. Por otro lado, es la Virgen un testigo de lo que significa renunciar al mundo, a las cosas, a las riquezas, al pecado, a las pasiones, a uno mismo incluso, por tal de poseer a Dios y seguir su voluntad. Ella es la "esclava del Señor". Por ello es virgen, abandonando amores humanos legítimos para amar a Cristo. Y de la Cabeza, pues tuvo buena cabeza a la hora de renunciar y elegir, sabiendo la importancia que tiene cada cosa en relación con el Señor.

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TRIDUO A LA VIRGEN DE LA CABEZA 2015

DÍA PRIMERO: VIRGEN DEL AYUNO Muchas veces nos vemos como los amos de la vida y del universo, llenos de riquezas,

abundancia, excesos y despilfarro. De esta manera comenzamos a actuar como si no tuviéramos necesidad de Dios. Y nos sentimos vacíos por dentro.

El ayuno pone las cosas en su sitio y a cada uno también. La práctica del ayuno ayuda y asegura el control sobre uno mismo, purificando el

alma. Tan solo la persona que puede dominarse a sí misma es verdaderamente libre. Nos ayuda a liberarnos de toda esclavitud, y especialmente de la del pecado. Quien

no está en posesión de sí mismo, de alguna manera está esclavizado. La fuerza del ayuno es la transformación interior, si tenemos problemas, rencores, amarguras, resentimientos contra personas y no nos reconciliamos.

El ayuno socorre a la persona para refrenarse de buscar placeres desordenados. Y al liberarnos de las cosas externas a nosotros, nos liberamos también de las pasiones que encadenan nuestra vida interior. El ayuno nos libera de ciertas ataduras y nos da la libertad para gozar la felicidad.

Con el ayuno vivificamos el amor real para los pobres y desposeídos, lo cual modera la diferencia entre ricos y pobres, aliviando las necesidades de los pobres. Y nos proporciona una dimensión de paz que hoy es especialmente necesaria.

Lo quo se requiere para transformar la disposición de nuestro corazón y nuestra mente es un regreso radical y absoluto a Dios. El ayuno facilita este retorno. En uno de sus libros, Anselm Grun declara: “El ayuno es el grito de nuestro cuerpo que anda en busca de Dios…” y alcanzará una confianza absoluta en Dios.

Ayunar con el corazón quiere decir amar y aceptar en nuestro propio camino a Dios y a María. Y en todos los mensajes recientes y actuales que la Virgen María da a sus elegidos, nos manda decir que está preocupada por la humanidad, y con razón. Pero también nos da una solución, ya que siempre nos pide mucha oración y ayuno.

Por otro lado, es la Virgen un testigo de lo que significa renunciar al mundo, a las cosas, a las riquezas, al pecado, a las pasiones, a uno mismo incluso, por tal de poseer a Dios y seguir su voluntad. Ella es la "esclava del Señor". Por ello es virgen, abandonando amores humanos legítimos para amar a Cristo. Y de la Cabeza, pues tuvo buena cabeza a la hora de renunciar y elegir, sabiendo la

importancia que tiene cada cosa en relación con el Señor.

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DÍA SEGUNDO: VIRGEN ORANTE Es curioso observar cómo vivimos con intensidad cada momento de nuestra vida, sin

desperdiciar ninguno. Para ello, estamos alerta y preparamos todo para vivir a tope. Nuestra vida cristiana no debe ser vivida con menos intensidad para estar alerta y

descubrir la presencia de Cristo en nuestra vida y en nuestro mundo, pues él viene a nosotros y nos libera de nuestras esclavitudes. Para ello, es imprescindible abrir nuestro corazón a Cristo.

La oración es necesaria para vivir en cristiano, aunque para hacer oración es necesario llevar adelante una vida de oración. La oración es un diálogo familiar y piadoso con Dios, un estado de ánimo que nos uniforma con Dios, una pausa para gozar de la compañía de Dios, un silencio interior y exterior para acoger al Señor.

María aparece en el evangelio como modelo de orante. El relato de la Anunciación es un espacio de oración que tiene María, habitual en

ella, como llena de gracia, llena de Dios por los momentos de diálogo con Dios. Esta oración es un diálogo con Dios, intentando descubrir sus planes sobre ella, no es un

monólogo de hablar consigo misma. Y lo importante para este diálogo es la capacidad de escucha que tiene la Virgen con

respecto a Dios. Estos aspectos la convierten en esclava del Señor, es decir, elegida por Dios para realizar

una misión a favor del pueblo, siendo instrumento del Señor. Además, la oración de María la hacen determinarse al servicio de la voluntad divina: "Aquí

estoy yo para hacer tu voluntad". Este "Sí" de María contiene el riesgo de lo inesperado y la seguridad que confiere la confianza en Dios.

Al visitar a Isabel, María proclama el Magníficat, alabando a Dios, con una actitud de agradecimiento por la experiencia de salvación: Dios percibe la humillación de sus fieles y les asiste salvándoles. María se solidariza con todos los pobres de Dios, aquellos que mantienen una actitud de

docilidad confiada en Dios, aun cuando los demás se entregan a intereses demasiado humanos, erigiéndose en sustitutos de Dios e imponiendo sus criterios a los demás.

María canta y alaba a Dios no a título personal, sino en nombre del pueblo. En Caná aparece María preocupada por el buen desarrollo de la fiesta de los

jóvenes esposos. Ella era sólo una invitada, pero toma la iniciativa y está atenta a las necesidades de los esposos. Así se muestra como intercesora y auxiliadora de los demás: "No tienen vino".

Al pié de la cruz, también está María, orando desde el silencio desgarrador. Es la oración de la presencia activa o contemplativa.

La actitud que define la oración de María nos la ofrece San Lucas en su evangelio: "María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón" (2,19.51). Es la actitud del discernimiento contemplativo, para descubrir la presencia oculta de Dios en su vida. Es la capacidad de descubrir, reflexionar y asimilar la Palabra de Dios.

En la escuela de la Virgen de la Cabeza descubrimos actitudes necesarias para nuestra oración. Son las de mirada contemplativa, silencio interior, escucha de la Palabra, intercesión amorosa, estar siempre con Cristo. A ella acudimos para que nos enseñe a orar.

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DÍA TERCERO: MARÍA Y CRISTO, SU TESORO Nosotros nos vemos retratados en las palabras del Evangelio, porque acumulamos

tesoros en la tierra y llenamos nuestro corazón de dinero, coches, tierras, olivas, etc., apegando nuestro corazón a estas cosas penúltimas y necesitándolas como lo primero para vivir.

Sin embargo, nuestro corazón debe estar lleno de Cristo y acumular méritos para alcanzar el cielo, que es lo último y más necesario, nuestro tesoro.

Para María el único tesoro que busca con todas sus fuerzas es Cristo, al que estuvo totalmente unida en la obra de la salvación desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su muerte. Se manifiesta particularmente en la hora de su pasión, cuando la Virgen avanzó en

la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz. Allí, por voluntad de Dios, estuvo de pie, sufrió intensamente con su Hijo y se unió a su sacrificio con corazón de madre que, llena de amor, daba amorosamente su consentimiento a la inmolación de su Hijo como víctima que Ella había engendrado.

Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo y enaltecida por Dios como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte. La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos.

Colaboró de manera totalmente singular a la obra del Salvador por su obediencia, su fe, esperanza y ardiente amor, para restablecer la vida sobrenatural de los hombres. Por esta razón es nuestra madre en el orden de la gracia.

El amor entre la Virgen y su Hijo lo describe el Cantar de los Cantares: "Mi amado es para mí y yo soy para mi amado". De ahí la obediencia de María, a quien es y ama sobre todas las cosas, pues es un amor singular y perfecto: Dios tenía a la Virgen como muy suya y ella tenía a Dios abrazado, amándolo mucho más que a sí misma. Son una misma cosa, con una unión muy perfecta, en todo tiempo y lugar.

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FIESTA A LA VIRGEN DE LA CABEZA La Virgen de la Cabeza es fiel en el dolor.

El ángel le había dicho que iba a ser la madre del Mesías, pero eso no siempre aparecía claro en el desarrollo posterior de los acontecimientos (cruz de Jesús); el camino de fe estaba hecho de dudas, oscuridad y dificultades peregrinación en la fe de María, abandonándose en Dios.

Su misión de ser Madre del Mesías no iba a ser fácil: "una espada te traspasará el alma": el primer "SI" no suele ser difícil; la fidelidad se muestra después, en la perseverancia de la vida de cada día; es una mujer sencilla, de familia pobre, sin milagros; más bien sierva que reina: "he aquí la esclava del Señor"; creyente incluso al pie de la cruz.

Estar junto a la cruz es llevar la cruz. Recordar escenas de madres junto al hijo que se fue. ¿Qué preguntas se hacen en esos momentos? Estar junto a la cruz quiere decir aceptar en silencio el plan de Dios, aunque no se vea a dónde nos lleva, qué quiere con él. Estar junto a la cruz es postura de creyentes. Y exige silencio y fe. No sólo lágrimas.

Estar junto a la cruz no es abandono y soledad: es presencia misteriosa: silencio, presencia, aceptación del plan de Dios, compromiso de aparecer sin vergüenza como la madre de ajusticiado... Falla todo. Fallan todos, menos Dios. Sólo se está de pie teniendo la esperanza abierta y puesta en Dios. Por eso la cruz es la cumbre de la fe.

“Mírala, asistiendo a la agonía del Hijo, y dime luego su hay dolor como el suyo o fortaleza semejante... Las llagas que padecía Jesús en su cuerpo las padecía María en su corazón. Quien entonces se hubiera hallado en el Calvario habría visto dos altares en los que se consumaban dos grandes sacrificios: el uno en el cuerpo de Jesús y el otro en el corazón de María” (San Alfonso).

María es aquí la mujer tierna, pero también la madre inconmovible. El recorte de su silueta sobre el Calvario es un gran símbolo de entereza humana. Es la perfecta realización de aquella casa que, por tener sus cimientos bien clavados en piedra, ni el viento ni las aguas consiguen abatir.

Esta Madre de la Cabeza muestra la fidelidad en nuestro pueblo, pues se cumplen veinte años de la presencia de su imagen entre nosotros. Todo lo cual nos lleva a una especial reciedumbre y perseverancia para con la Virgen, a un amor sin límites, cada vez mayor, y a ser testigo de su fe en nuestro pueblo.

¡Virgen de la Cabeza, ayúdanos en este vigésimo aniversario en que estás con nosotros!