Troleo edicion 35

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REVISTA TROLEO EDICION 35

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La pesca deportiva se consolida en cada torneo que se realiza por todo el litoral mexicano. Desde finales del mes de abril comienza a subir la temperatura en las aguas azul turquesa del Caribe Mexicano con los abundantes torneos que se disputan en diferentes destinos de la gran costa Quintanarroence. Desde la copa Capitán Ferrat en Can-cún hasta la Copa Gobernador en la gran costa maya al sur del estado en Mahahual, cientos de pescadores nacionales e internacionales son convocados por los diferentes organizadores. Destaca por supuesto el torneo de Isla Mujeres, uno de los consentidos de la gran afición y que reúne a más de cien equipos que hacen una verdadera fiesta junto con la enorme comunidad de turistas que se hospedan o visitan a diario la isla de la diosa Ixchel.

La celebración de eventos ya no para hasta finales de año y puertos de fama mundial como Cabo del Este en Baja Sur, Los Cabos, Vallarta, La Cruz de Huanacaxtle, San Blas, Barra de Navidad, Manzanillo, Veracruz, etc. festejan nuevas ediciones o conmemoran algún aniversario como el torneo de sábalo que organiza el Club de Pesca de Coatzacoalcos que festeja 60 años promoviendo la pesca deportiva entre grandes y chicos.

Igualmente en Yucatán tierra de maravillas y con una extensa e ini-gualable costa, apuesta por su primer torneo de pesca deportiva por especies que se llevará a cabo en el mes de junio en el puerto de San Felipe, reconocido por la abundancia de especies como el esmedregal o cobia, peto, jurel, sierra, abadejo, coronado y pargo.

Desde estas líneas deseamos la mejor de las suertes a los que partici-parán en estas justas y el mensaje como siempre será el que dejemos a un lado el hambre de reconocimiento al subir un pez fuera de talla solamente para la foto del recuerdo o el aparente halago de los com-pañeros. Hay que aprovechar la oportunidad de compartir nuestra afición con la naturaleza, con los mares y océanos a los que debemos respeto y los animales que en ellos habitan a los que debemos gran admiración. Pensemos que no podemos defender ante nadie el dere-cho por mejores pescas, cuando nosotros no respetamos los límites.

Mucha suerte a participantes y organizadores de los torneos.

Nos vemos en la próxima captura.Manuel Solís Trejo / DIRECTOR [email protected]

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Por fin nos encontrábamos en esta inmensidad de aguas azules que parpadeaban con el reflejo de la luz. No llevábamos ni una hora y ya el carrete de Martín, mi compañero de pesca, estaba chillando bajo los intentos de fuga de un permit o palometa que huía hacia mayores profundidades. El poderoso pez luchaba para intentar refugiarse en las zonas de arrecifes, Martín some-tía su caña a mucha presión formando peligrosamente un arco perfecto. El sudor comenzaba a caer por la frente de Martín que estaba cada vez más fruncida por la preocupación… hasta que el pez comenzó a mostrar signos de debilidad, y finalmen-te pudo traerlo hacia la superficie. Una vez arriba lo sostuvo firmemente por la cola. Teníamos delante de nosotros un ejem-plar de permit que pesaba aproximadamente 23 libras.

Sumábamos el cansancio de dos días de viaje, volando de Nue-va York a Houston y de ahí hasta Belice para tomar un barco hasta esta hermosa isla, pero desde el mismo momento de la captura del primer permit en Isla Turneffe, todas estas dificul-tades desaparecieron. Tomé varias fotografías del musculoso pez. Era realmente hermoso, con sus flancos plateados y fuer-tes pinceladas de color amarillo, para después liberarlo y verlo desaparecer hacia aguas profundas, Martín agotado, estallaba en una cansada sonrisa.

¡Más permits, más!

El guía sin perder tiempo nos llevó de nuevo por otros per-mits, me tocaba a mí en la parte delantera de la embarcación con la caña de fly. Estaba parado con mucha línea enredada frente a mis pies, mirando de un lado a otro del agua tratando de penetrar a través del mundo de las sombras en lo que la lancha haciendo zig-zag, avanzaba hacia unos arrecifes bas-tante profundos. De repente, me llenó de emoción ver como un gran banco de peces destellando bajo el agua, se acercaba lentamente a la embarcación. El motor se detuvo y pude oír la voz emocionada del guía gritando detrás de mí, ¡a las 11 en punto! ¡A veinte metros!

El banco de peces continuaba acercándose, estaba justo ahí, apenas a 10 metros de la embarcación y cumpliendo al pie de la letra las orientaciones del guía, pude hacer un lance para ver como la mosca de epoxy caía, para zambullirse lentamente en el azul del mar. El banco de peces se movía precisamente di-recto hacia la mosca y al parecer, obedeciendo una voz interior, comencé a recuperar de manera enérgica y rápida para llamar la atención. La mosca salía y entraba al agua a gran velocidad hasta que un gran permit se adelantó a la escuela...parecía que

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atacaría el engaño pero repentinamente al acercarse a la lancha se volteó para dirigirse hacia el fondo… que lástima! Yo no salía de mi asombro. Estaba temblando, los nervios no me dejaban y tan pronto como pude, realicé otro lance y dejé que la mosca se hundiera. Esta vez, había empezado a recoger la línea cuando de repente un fuerte tirón me llegaba al alma, desde mi caña. El ataque fue fulminante para que la caña se doblara y la línea saliera con mucha fuerza, emocionado trataba de recuperar en lo que lan-

zaba amenazas al pez evitando que se fuera hacia los corales del fondo, lo que al parecer tuvo éxito y una larga pelea co-menzó en ese momento.

Diez minutos más tarde me sentaba sosteniendo en mis brazos, un increíble y hermosísimo permit de grandes ojos centellean-tes y áspera piel, que según el guía, también debía sobrepasar las 23 libras. Apenas comezamos y ya habíamos conseguido cada uno un permit de buen tamaño. ¡La diosa fortuna estaba de nuestro lado esa mañana!

Nuestro guía que era el más alegre y motivado del grupo puso el motor en marcha...ya estaba listo para llevarnos al siguiente encuentro, esta vez con los bonefish y los sábalos.

Bonefish, barracudas...

Por la noche y después de una cena digna de reyes, nos senta-mos para hacer el recuento de lo que había sido sin duda, un excelente día de pesca. Recordábamos el encuentro con los

bonefish en las flats, nadando entre nuestras piernas, mientras observábamos barracudas muy grandes y muy cerca, a la caza de sus presas. Esa día también capturé un hermoso sábalo que ofreció gran resistencia y pude vencer casi al final de la tarde.

No podíamos pedir más y esto era sólo el principio. Vendrían cinco días de intensa actividad de pesca y aunque el pronós-tico del tiempo tal vez no mostrara su mejor cara, teníamos muchas esperanzas y un cúmulo de emocionantes experiencias por descubrir.

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Caía la noche y un ronco susurro se escuchaba entre las pal-meras mientras caminábamos por la playa de regreso a nues-tra cabaña. La pesca del siguiente día se llevaría a cabo en el interior de los arrecifes de coral, algo completamente nuevo para nosotros, el guía nos esperaría en el muelle a las ocho de la mañana…

Los complicados bonefish

Nuestro segundo día de pesca llegó para comprender que la pesca en los flats es lo suficientemente difícil y llena de sor-presas. Los vientos habían perdido fuerza durante la noche y aunque en el interior de las bahías el agua estuviera en relati-va calma, el mar no estaba nada tranquilo. Nos comentaba el guía que en días anteriores habian encontrado en esas aguas arrecifales, escuelas completas de bonefish o macabí, pero los bonefish lejos de lo que se piensa, no son nada ingenuos, y no es hasta después de que uno entiende que sólo la correcta estrategia de pesca, la sangre fría y el mover correctamente las moscas nos puede llevar a tener buenos resultados, aunque reconozco que estamos muy lejos de tener sangre fría.

De repente nos encontramos en medio de grandes escuelas de bonefish muy nerviosos, sin embargo, con algo de experiencia y una buena dosis de serenidad y paciencia se puedan capturar buenos ejemplares de esta especie. Estos peces con sus cuer-pos cromados y compactos, sus discretas rayas oscuras y los ojos grandes y expresivos, son grandes nadadores y su pesca es sencillamente irresistible. Son tan rápidos como un rayo, siempre tratan de refugiarse en los corales cercanos y aunque no tuvimos la cantidad de capturas que esperábamos, tenemos que admitir que cada captura, se convirtió en una batalla cru-cial y única, que la hizo inolvidable.

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Las terribles barracudas

Solo hay una especie en los mares que puede entrar a los flats, y ser más veloz que el bonefish: la barracuda... y tiene que ser más rápida porque siente una especial debilidad por la carne de este pequeño acorazado, lo que muchas veces nos deja ob-servar grandes sombras siguiendo las escuelas de bonefish y cuando encuentran la oportunidad, atacan de manera violenta dejándolos desconcertados. Es fácil ver como muchas veces durante el recobro y tras una rápida dentellada, cortan por la mitad otros peces casi de su tamaño, lo que en el bonefish, justifica su naturaleza extremadamente nerviosa.

Pronto descubrimos que al igual que el bonefish, la barracu-da tiene una vista aguda y no son nada tontos pues lanzamos grandes “streamers” con líder de alambre y las barracudas no las atacan. Sólo las moscas más convincentes son capaces de atraer la atención de la barracuda, que con una rápida recupe-

ración pueden llevar a su captura. Tuvimos varios ataques y algunas capturas de feroces ejemplares, en especial una ba-rracuda de cerca de 20 libras que se lanzó sobre mi mosca, justo delante de mis pies. Peleé duro con el pez, todo pasó en una fracción de segundo, el pez saltó fuera del agua tres veces, sorprendiéndome, y poco después la línea desaparecía seguida de la mayoría del líder. Cuando el sonido inconfundible del carrete llegó a su fin, el pez se encontraba a más de cien metros de distancia; me tocaba empezar el laborioso trabajo de per-seguirle y recuperar el terreno perdido. Quince minutos más tarde, cuando me senté en la barca con la enorme barracuda en mis brazos, una oleada de euforia y felicidad me invadió, incluso para olvidarme de los bonefish y los permit por un rato. El resto del día dejé “luz verde” al resto del equipo que con-tinuaban su búsqueda del bonefish. Todavía teníamos asuntos pendientes con otras especies, nos dijeron que el sábalo era difícil de localizar y ese sería uno de nuestros objetivos durante el próximo dia.

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Esquivos sábalos

Los canales y aguas bajas de los manglares se convirtieron en nuestros puntos de pesca en los siguientes días. Nos compro-metimos con la captura del rey de plata que abundaba en estas aguas, sobre todo durante la marea alta, cuando entran a través de los canales exuberantes del manglar. Aunque la tempora-da era un poco prematura, se aseguraba que ya comenzaban a acercarse hacia estas aguas aunque seguramente la captura resultaría todo un reto.

Ese día conseguimos enganchar unos buenos ejemplares de sábalo que intentaban resistirse con grandes saltos y podero-sas carreras que nos sorprendían para cambiar el rumbo de la suerte en décimas de segundo.

Oportunidad “casi” perdida

Uno de estos sábalos mordió la mosca y mientras yo recobraba mi línea, éste corrió a esconderse a un costado del manglar. Conseguí clavarlo bien en uno de los cachetes en el mismo momento que aproximadamente 90 libras de sábalo surgían del agua con un elegante salto acrobático rompiendo el silencio, para caer y zambullirse de forma estruendosa. La lucha se pro-dujo y durante los siguientes diez minutos, ejercí la máxima fuerza con mi caña. El sábalo era sumamente fuerte pero no invencible, ya estaba a punto de tomar al musculoso pez para subirlo mientras el guía grababa la captura desde el barco. El triunfo parecía consumarse hasta que de repente se convirtió en una pesadilla.

Mi caña se flexionó más de lo acostumbrado dejando escapar un fuerte chasquido. ¡Se había partido en dos justo por encima de la empuñadura!

El pez utilizó sus últimas energías para tratar de alejarse pero me las pude arreglar, aun con la caña destrozada, para acer-carlo y poder subirlo a la embarcación, dando fin a nuestra experiencia con el sábalo… y como todo tiene que llegar a su fin, no nos quedaba más tiempo que regresar y preparar nuestro equipaje.

Mientras empacábamos, nos recreamos recordando nuestra es-tancia con un montón de luchas intensas. Emocionantes pesca de bonefish, grandes pargos, agujas, jureles, rainbow runners y barracudas, además de los permit, y más de un puñado de bue-nos intentos para capturar sábalos. El mar nos había castigado los dos últimos días pero a la vez había sido generoso compar-tiendo sus abundantes riquezas, donde además vimos delfines, tortugas marinas, y varios tiburones al acecho, al igual que ra-yas de gran tamaño, sin olvidarnos de los manatíes.

La pesca y la estancia habían sido excepcionales, pero a medi-da que nos separábamos de Turneffe Island Resort con destino a la ciudad de Belice, nos dimos cuenta que también habíamos sido bendecidos con algo más que buenas capturas, fuimos en-riquecidos con muchas experiencias en un paraíso de naturale-za caribeña con buena compañía y el mejor servicio posible… algo que se agradece y hace que valga la pena cada centavo invertido.

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El freno, embrague o “drag” –en inglés- es el atributo más importante del mecanismo del carrete, ya que posibilita cali-brar o graduar la cantidad de fuerza que se contrapone a la bo-bina para impedir o permitir que ésta gire y ceda línea, lo que determinará la fuerza que podemos oponer a la línea ANTES de que llegue a su punto máximo de resistencia y se reviente.

Esta calibración deberá estar determinada según una serie de factores a considerar:

a) La resistencia nominal de la línea que usamos. Este es un factor fundamental y quiero extenderme para explicar que la línea, cuerda o sedal, tiene una resistencia nominal, esto es, una capacidad máxima de carga. Dicha capacidad de carga se mide según el peso muerto que puede sostener una línea sin romperse.

Para efectos de ejemplo, una línea de 30 libras de resistencia puede cargar en peso muerto hasta de 15 kilogramos… pero OJO, hay muchos elementos a considerar, el más importante: los peces no muerden suavemente y van incrementando su ja-lón de manera gradual, sino que al morder generan un tremen-do impacto, un jalón cuya fuerza puede superar por mucho el peso del pez. Por lo tanto, la idea de calibrar el freno de un carrete con línea de 30 libras, para que patine o ceda línea con un peso muerto de 30 libras es totalmente equivocada.

Por otra parte, el pensar que una línea de 30 libras puede pes-car como máximo un pez de 30 libras es igualmente totalmen-te erróneo, pues la línea no tiene que cargar al pez en peso muerto para poder vencerlo. Basta decir que con una línea se puede capturar piezas de muchísimo mayor peso que el de su resistencia nominal…ese es el reto de la pesca deportiva.

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b) La suavidad de nuestro freno, entendida como la relación entre la fuerza necesaria para comenzar a hacer girar la bobina y la fuerza necesaria para mantenerla en movimiento.

c) El ancho y profundidad de la bobina, es decir, el diámetro del punto de salida de la línea, pues a mayor diámetro el torque se incrementa y la fuerza necesaria para romper la inercia se reduce, pero a menor diámetro la relación es inversa.

d) El coeficiente de elasticidad de la línea que coadyuva a ab-sorber los impactos.

Muy buena explicación, pero… ¿A qué resistencia debemos calibrar el freno?

La verdad es que una respuesta categórica no la hay -cuando menos que sea de mi conocimiento-...me explico: hay dema-siados factores que inciden como para poder dar una respuesta exacta. El tipo de línea que usamos influye mucho, pues hay líneas con un coeficiente de elasticidad muy grande como los monofilamentos (el nylon, co polímero, flurocarbono, híbri-das) que amortiguan más los impactos que otras con coefi-ciente cero o casi cero como las líneas trenzadas GSP (Spectra, Dynema o el Dacrón); igualmente la acción de la caña, pues entre más blanda es –acción media o parabólica-, más absorbe el impacto, igual la cantidad de línea que tengamos fuera del carrete en relación con el diámetro de la bobina, el ancho de la cama, el diámetro de la línea usada, entre otros factores… también incide la técnica de pesca que usamos, pues la pesca al troleo y la de jigging, genera impactos mucho mayores que la pesca de casteo y así, podría seguir enumerando factores que pueden afectar la resistencia del freno.

Inevitablemente tendremos que hacer referencia a los tipos de freno que existen y por ahora solo diré que, sin importar la calidad del carrete y los materiales usados, los carretes con-vencionales con freno de palanca son más versátiles y suaves que ningún otro y permiten usar más frenado constante (aun-que algunos fanáticos del spinning extremo pudieran, en vano, tratar de rebatirme).

Haciendo de lado toda la teoría, diré que tradicionalmente los pescadores calibran su freno “al tanteo”, según lo dicta “su mano” al sacar línea del carrete con un jalón. Este método es erróneo y he visto que hasta las manos más educadas tienen enormes variaciones según la calidad, el freno de cada carrete y la línea que se usa. Claro que muchos siempre piensan que si calibran de menos no pasa nada, pues la línea no se reventará, así que se mantienen del lado conservador, pero esto impide sa-car el 100% de provecho al freno y al aparejo completo que se usa. Nada mejor que usar métodos mecánicos comprobados.

METODOS PARA CALIBRAR EL FRENO

Con peso muerto.

Para mí el más exacto de los calibrados y se hace de la siguien-te manera:

Montamos nuestro aparejo completo, caña y carrete juntos con línea en el carrete y la pasamos por las anillas de la caña hasta la punta, le atamos un candado o broche y este a su vez lo su-jetamos a un peso equivalente a ¼ de la resistencia nominal de la línea que vamos a usar y para la cual calibraremos el freno. En mi caso, me he conseguido plomos de 1 libra y ½ libra de peso y tengo un anillo de alambre con broche a ambos lados en el que puedo adicionar o quitar pesos.

Con esto dicho, vamos a un ejemplo práctico: si usamos un aparejo con línea de 10 libras, tenemos que 10 dividido entre 4 = 2.5 libras, y por lo tanto pondré 2 plomos de 1 libra y uno de media libra. Si mi aparejo usa línea de 30 libras, entonces colocaré 7 plomos de 1 libra y uno de media. Y así según la resistencia nominal de la línea pondré o quitaré plomos.

Una vez que tenemos nuestro aparejo armado y conectado el extremo de la línea al peso, aplicamos presión al freno y tra-tamos de levantar el peso con la caña como si estuviéramos pescando. Si el freno cede línea sin poder levantar el peso del suelo, debemos aplicar más freno, pero si cargamos el peso por completo es que tenemos demasiado frenado el carrete. Debe-mos ir apretando el freno poco a poco y repetir la operación, pero cuidado entre ajuste y ajuste, no olviden reposar el peso en el suelo cobrar línea para colocar la punta de la caña casi tocando el broche para no curvar la caña en un ángulo dema-siado agudo.

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¿Cuándo estará el freno adecuadamente calibrado?... cuando podamos levantar el peso y éste caiga suavemente, a un ritmo lento pero constante. Si tenemos que dar jalones o balancear la caña de arriba abajo para que el peso caiga, hay demasiada presión en el freno, pero si cae demasiado rápido entonces el freno no está lo suficientemente ajustado.

Debo agregar que un carrete con un freno de ALTA CALIDAD siempre es “SUAVE”, o sea, aquel cuya fuerza requerida para iniciar el patinado de la bobina sea lo más semejante a la fuerza requerida para mantener la bobina girando.

Este sistema de calibrado del freno a peso muerto funciona muy bien cuando hablamos de aparejos de resistencias ligeras a medias, pero cuando usamos aparejos pesados o muy pesados, emplear este sistema se complica mucho. En estos empleo el calibrado de freno por impacto y es el que a continuación ex-plico.

b) Por impacto

Para el sistema de calibrado por impacto se requiere de una báscula digital o una simple báscula mecánica de resorte, con un tope o seguro que se quede en la marcación ante un jalón.

La idea ahora es nuevamente armar el aparejo completo, como si estuviéramos listos para la pesca, colocando un broche o can-dado al extremo de la línea. Como aquí NO mediremos peso muerto sino un impacto, la idea es que el freno patine al recibir un jalón de 1/3 de la resistencia nominal de la línea. Es decir, si usamos línea de 50 libras, al recibir un jalón de 16.66, si usamos línea de 60 libras deberá ceder línea con un jalón de 20 libras, si empleamos línea de 80 libras cederá con un jalón de 26.66 libras etc.

Para calibrar obviamente se requiere de un compañero que nos ayude en la faena, SUJETE la caña y carrete BIEN FIRME como si estuviera pescando –con cinturón de pelea- y se pare firmemente mientras unimos el candado de la línea a la báscula y damos un jalón para ver cuánto marca la báscula y poder ha-cer los ajustes necesarios.

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Debo anotar que las líneas de monofilamento son muchísimo más flexibles que las trenzadas y por ende, generan mucho ma-yor resistencia a los impactos, por lo que las líneas trenzadas (GSP) suelen calibrarse un poco menos frenadas que las de mo-nofilamento, por eso mismo muchos emplean una sección de monofilamento llamado “top shot” sobre la línea GSP. Por mi parte, desde hace ya más de 10 años que me cambié de forma definitiva a emplear única y exclusivamente líneas GSP e igno-ro esta supuesta regla por completo y desde mi punto de vista se calibra igual el freno si se usa monofilamento que si se usan líneas GSP.

Ahora bien, esto de ninguna forma quiere decir que una vez calibrado el freno así se deja y punto… ¡no!... durante la pelea podemos -y debemos- aplicar un frenado mayor según lo re-quieran las circunstancias, pues el momento cumbre que debe superar el freno sin que la línea se rompa es el pique, que es el punto de mayor impacto, pero durante la pelea, podemos ajustar el freno gradualmente según las condiciones. He tenido casos en que termino la pelea con un frenado hasta 2 ó 2.5 veces supe-rior a aquel con que la inicié y esto se puede hacer de diversas formas. Puede ser que le apliquemos más fuerza a la bobina manualmente presionándola con la mano, o que ajustemos el freno mecánicamente apretando la perilla del freno, la estre-

¿Qué tan fuerte debemos dar el jalón? No hay una respuesta ni remotamente exacta; basta decir que tiene que ser un jalón firme.

Familiarizarnos con el equipo que usamos y el freno que po-demos poner es de vital importancia para un pescador de alto desempeño y calibrar los frenos de la manera más objetiva y mecánica posible en lugar de confiar a la mano, es una forma muy buena de evitar perder capturas por rompimiento de la lí-nea, dándonos por contrapartida seguridad y confiabilidad en el equipo que usemos.

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lla o subiendo la palanca según el tipo de freno del carrete que usamos, o un conjunto de la dos formas; la elección del méto-do correcto nos lo dará la experiencia y el tipo de carrete que usamos y para estos menesteres, el freno de palanca, que nos permite incrementar la presión elevando la palanca del freno, pudiendo volver a la posición de inicio simplemente bajando la palanca al punto de origen -posición de “strike”- es el que apor-ta las mayores comodidades, ventajas y precisión, pues en un carrete de freno de perilla (como los de spinning) o con freno de estrella, no se puede volver a la posición inicial de manera tan precisa como con los de freno de palanca.

Cosejos sobre el cuidado del freno

Por último debo dar algunos breves consejos en relación con los cuidados del freno de sus carretes. Primero que nada, JA-MÁS almacenen sus carretes con el freno apretado; siempre, tras cada uso, debemos aflojar el freno al máximo y colocar la chicharra (si la tienen) para evitar que la bobina gire y se afloje la línea o asegurarla con algún sujetador o liga si es carrete de spinning. Almacenar los carretes con el freno apretado pandea los discos del embrague y con ello se pierde gradualmente la suavidad del freno.

Si usan carretes convencionales con freno de palanca, recuerden que para ajustar la perilla del freno o aflojarla, la palanca debe SIEMPRE estar en “free”, es decir, a bobina abierta; jamás tra-ten de ajustar o aflojar el freno con la palanca en “strike” pues con ello van a pandear los discos del freno y lo arruinarán.

Y finalmente, si sienten que su freno ha perdido suavidad, que se amarra o que es irregular, probablemente requiere de servi-cio y ya sea que ustedes lo puedan realizar o que lo manden a hacer por un experto, háganlo pronto pues ese carrete ya no tendrá un freno confiable.

Soy un ávido pescador y la calibración del freno y conocer la resistencia máxima que se puede aplicar a la línea y al aparejo son temas que siempre me han fascinado. Hoy puedo adjudicar muchas de mis capturas que considero logros personales al ca-librado de mis frenos y sin mentirles, las rupturas de línea por sobredimensionar la presión de mi freno se han vuelo de cero.

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Con el nombre de “Belleza Letal” en enero del 2011 escribí el primer artículo sobre DUO para presentar la marca al merca-do mexicano y después de tres años, confieso haber disfrutado mucho del camino recorrido, al igual que miles de pescadores de México y el mundo, que hoy siguen confiando y se enorgu-llecen de la marca.

Si bien es sabido que el constante crecimiento fué la solución para sobrevivir al principio, el reto por superarse a sí mismo ha guiado a DUO durante casi veinte años a escalar los estándares más altos del mercado, apostando todo a la excelencia como estrategia de trabajo, de su diseñador en jefe y presidente, Ma-zashiro Adachi.

Cada propuesta de Adachi (considerado el mejor diseñador de señuelos de Japón) es una solución precisa para cubrir una de-manda específica, fruto de un talento muy privilegiado, que in-teractúa con la mejor tecnología y una milenaria tradición arte-sanal, para continuar imponiendo pautas dentro de un mercado que en ocasiones, parece no tener nada nuevo que ofrecer.

Sin ningún orden, resulta difícil no pensar por ejemplo, en los triunfos que desde años anteriores viene acarreando la serie Realis muy bien recibida en México, donde los reconocidos Pencil 110 y 85 siguen reportando récords en todo el mundo, lo mismo en agua dulce que salada, a pesar de ser una serie diseñada para la pesca de lobina.

En estos escenarios aún se escuchan los aplausos para sus pa- rientes, los Popper64, otro logro incuestionable de la marca, como lo son los Jerkbait 100 y 120 SP, hoy por hoy los se- ñuelos suspending con el mayor “flashing” en su ran- go, provocado por un excelente movimiento donde sus costados de forma plana y de un alto conside- rable, proporcionan muy buena visualización y reflejos cuando son tocados por la luz.

Debo admitir que con equipo ligero, no usaba señuelos de más de 8 -10 cm, sin embargo llevo varias capturas de robalos, ju-reles y barracudas con el 120 SP que pienso además, cuenta con una de las gamas de color más acertadas de la marca. Y por supuesto, no podríamos hablar del Realis sin mencionar a los pequeños del grupo: los inquietos Vibration, primos de los Flatside y Crank, señuelos – los tres- que bajo una apariencia nerviosa y un nado intenso, parecen esconder un atractivo muy peculiar para los depredadores que en su mayoría, caen rendi-dos a sus encantos.

Siguiendo en el orden de los pequeños, también los Tetra Works fue una serie creada para ocuparse de especies menores en agua salada. Ideales para el rock fishing con equipo light que enca-beza el letal micro minnow TOTO. No son pocos los que segui-mos asombrándonos con los inmensos ejemplares que puede lograr el diminuto PocoPoco, un poper muy pequeño pero muy valiente, como sucede con el Ebikko, que con solo 47mm de largo, es el mejor ejemplo que cuando algo funciona bien: el tamaño no importa.

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Para los que ocupamos la orilla con cañas largas, la serie Tide Minnow Slim, rompiendo el esquema de este tipo de lure nos entregó un señuelo en varios tamaños fuera de cualquier con-cepto anterior para un minnow, de una casteabilidad excelente, un cuerpo muy aerodinámico y un atractivo visual en verdad impactante… todo un cazador de trofeos también en el 2013 y en muchas aguas del mundo que en estos momentos amplía su catálogo con la nueva serie Nature Designs, muy bien recibida en el viejo continente donde sus primeros productos, el Barra-cuda y el Triglia, ya comenzaron a reportar sus frutos.

No a cualquier minnow se le puede apodar “Mother Of All Baits” o lo que es igual MOAB, tampoco detrás de una imagen tan “maternal” se había escondido un arma tan letal y mucho menos, que fuera capaz de atraer casi cualquier especie de las que rondan las costas de aguas bajas, donde debemos también darle espacio (y yo le daría un gran aplauso) a mis dos series preferidas y que considero, de las mejores soluciones de diseño DUO: el Terrif DC-9 Bullet y el Beach Walker Axion95S. Pu-diéramos decir que son de los labios ”más apetecibles” de la

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marca que junto al Bay Ruff Manic forman una trilogía muy difícil de superar. Del Terrif queda poco por decir, que no sea lo que sigue sorprendiendo por su alcance y la versatilidad de explorar con alguno de sus tres tamaños, cualquier cuerpo de agua, mejor cuando estamos en grandes flats para aprovechar el alcance de este señuelo que se comporta muy eficiente en el casteo y mejor aún, en su recobro, con un nivel de flotabilidad único y al que debo mi primer red fish y más de un buen robalo en estas aguas de la Florida.

Si con el DC Terrif garantizamos toda el área cerca a la superfi-cie, cerca del fondo nada más productivo que un Beach Walker Axion95. Aunque admito que tengo varios, perder uno es toda una pesadilla, porque se trata de un gran… gran señuelo. De los mejores “pesos pesados” que he usado y que no me cansaré de recomendar. Es un lure muy cómodo de lanzar debido a su for-ma alargada, su cuerpo de apenas 9.5 cm y más de 30 g de peso, ideal para las llamadas cañas “salmoneras” o tratar de alcanzar grandes distancias con una caña in shore de seis o siete pies.

Otra de sus ventajas es que su labio se funde con el cuerpo, lo que le da a la paleta la robustez necesaria para que pueda venir por el fondo chocando con piedras y estructuras sin sufrir daños mayores y a la hora de lanzar, el hecho de que el cuerpo sea continuación de la paleta o labio, permite que el aire durante el casteo, fluya sin tener resistencia, logrando largas distancias con muy poco esfuerzo. Pero estos no son todos los atributos del Axion, su as debajo de la manga en realidad es su recobro, tan versátil como el pescador quiera intentarlo, lo mismo de forma continua, que a tirones cortos, que haciéndolo subir y bajar en la columna de agua, algo que insisto, les recomiendo mucho experimentar porque no todos los señuelos ofrecen esta

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posibilidad y cada una, más mortal que la otra. Insisto, si fre-cuentan mucho las playas y no lo tienen, traten de obtenerlo y cuando lo tengan: lo van a adorar.

El final de la trilogía, es un estilizado lure, con el que nadie pensaría que algo pueda suceder... a pesar de su aparente ano-rexia, su equilibrio es perfecto y el mejor ejemplo de cuan simple puede resultar un buen diseño, para lograr que este lá-

piz, dardo, espina o como le quieran llamar, genere vibracio-nes muy singulares que muchos “duocaster” conocen como “movimiento manic”. Su gama de colores es muy buena, tan amplia, como la cantidad de movimientos que puede generar el pescador cuando experimenta con la caña, logrando mo-verlo de muchas formas y lograr capturas de “casi” cualquier especie.

El Rough Trail Aomaza llegó hace un año para quedarse. Con una estética y desempeños impresionantes que lo convierten en un pencil muy letal para los grandes depredadores del mar (en la portada de este artículo). Sus reportes, apenas salió a

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pruebas de campo auguraron el rotundo éxito que lo ha lleva-do a la cima de los top water más productivos y requeridos en casi todas las aguas del mundo. La configuración del cuerpo, el peso y el diseño, tanto interior como exterior, son resultado de un trabajo en conjunto con prestigiosos pescadores japone-ses, que recrearon al final un producto de primerísima calidad

que está dando mucho de qué hablar y que junto a otras entre-gas, continúa engrandeciendo los lauros del 2013, donde por supuesto reservamos un gran aplauso para una de las revela-ciones del año: el pequeño SpinBait 80, de la serie Realis.

Superando marcas de venta en varios países, este pequeño en sus dos tamaños y armado con dos hélices, está cambian-do –según afirman muchos- la forma de pescar, imponiendo constantes récords, llevando al pódium a diestros pescadores que apostaron al pequeño “Spin”, mucho más que su suerte.

Su desempeño, que aprovecha las vibraciones del movimiento individual de cada hélice, produce unas pulsaciones muy pe-queñas pero efectivas, que el depredador puede registrar desde muy lejos para localizar su presa, su gama de colores, a pesar de ser muy completa, sumó debido a su demanda cinco nue-vos colores que llegan para sumarse a la lista de triunfos que desde hace mucho tiempo, viene obteniendo la serie Realis.

Resulta difícil entender que el 2013, año que incluye un núme-ro adverso para unos, resulte tan productivo para otros, donde DUO sumó triunfos reales y contundentes que nada tuvieron que ver con la suerte. Pero… ¿será cierto entonces que en las culturas orientales, el 13 es un número divino o mágico…? Algo que no me asombra, si tomamos en cuenta que Nippon Quality... también se escribe con trece letras.

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Para este novel pescador cuya experiencia se li-

mita únicamente a pescar en el Arrecife Alacra-

nes en aguas del Golfo de México, la invitación

era como un sueño hecho realidad: ¿Quieres ir a

pescar salmón a Alaska? Al escuchar la pregun-

ta de mi amigo Mike, no lo podía creer... conocer

Alaska y al mismo tiempo pasar una semana pes-

cando salmón y halibut.... me sonaba fuera de la

realidad... esto fue en el mes de mayo, la fecha del

viaje: la última semana de agosto y el destino: un

lugar llamado Yakutat.

Por: Allan Molina López

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Lo primero que hice fue ubicarme. Yakutat se encuentra en el lado sur de la Bahía de Yakutat, en el Golfo de Alaska y aproxi-madamente a 300 kilómetros de Juneau la capital, cerca de la frontera con la Columbia Británica en Canadá.

Lo más sobresaliente de la bahía de Yakutat es el Glaciar Hubbard, con sus 122 km de largo, es el río de hielo más exten-so de Norteamérica: toda una maravilla de la naturaleza.

La población es de 600 habitantes y no se puede llegar por auto, la única vía de acceso es por avión. Ahora bien, se preguntará el lector, ¿Qué tiene de especial dicho sitio para que considere ir hasta ahí a pescar? Me voy a limitar a decir que es una de las experiencias más increíbles que todo aficionado a la pesca debería de vivir. Es un lugar lejos, muy lejos de la mano y las obras del ser humano... conocida como la última frontera.

Después de un largo viaje, llegamos al lugar que iba a ser nues-tro hogar por la próxima semana: Leonard´s Landing lodge, un complejo de 8 cabañas totalmente equipadas frente al mar, cuya vista domina espectaculares montañas y paisajes de ensueño.

El primer día empezó con un viaje en una lancha de 18 pies a pescar salmón en el mar, específicamente en la bahía de Yakutat. Es una sen-sación espectacular, el mar impone respeto, pero al darse cuenta que uno está pescando rodeado de montañas y picos nevados, se vuelve una experiencia única. Ese primer día, debido a que estaba lloviendo, nos enfocamos a trolear en los alrededores de la bahía y pescar salmón de la variedad “steelhead”.

La pesca se realiza con carnada y el promedio de los pescados que sacamos eran de aproximadamente entre las 16 a 20 libras, cabe aclarar, que en Yakutat se pueden encontrar muchas varie-dades de salmones, incluyendo el salmón rey, que puede alcan-zar un peso de 45 libras.

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Al día siguientenos enfocamos a ir a pescar al Rio Situk, uno de los dos ríos que se encuentran en el área, y fue ahí donde en realidad me di cuenta que estaba ante una experiencia inigualable.

Para llegar al rio, nos fuimos en una camioneta tipo Van por un camino de terracería hasta el punto de entrada al rio, que se encuentra a dos kilómetros en medio del bosque y al que úni-camente se puede llegar a pie a través de senderos, los cuales muchas veces son usados por los osos que habitan el área y una vez en el rio, nos dedicamos a pescar con puros señuelos, ya que la pesca con carnada está prohibida en agua dulce.

Cabe señalar que para un principiante en esas lides, las prime-

ras horas se vuelven toda una enseñanza: hay que aprender des-de la forma en que se lanza el señuelo hasta el lugar en donde uno debe hacerlo caer. Los salmones buscan remansos en los cuales descansan y es ahí donde se debe dejar caer el señuelo, en segundo lugar, hay que esperar que la marea esté baja, ya que de otra forma, es muy difícil la pesca.

Una vez consciente de lo anterior recibí mi primera lección: en el río, los salmones no comen, lo que hacen al sentir el señuelo cerca de ellos es morderlo como si estuvieran realmente moles-tos, lo que conlleva a que prácticamente uno se la pase haciendo casting toda el día, tentándolos hasta que uno de ellos ataca

y cuando lo hacen, empieza la fiesta tratando de llevar al salmón hacia los bancos de arena para evitar que se refugie en los tron-cos y rocas que se encuentran en el cauce del río. En ese primer día, luego de sacar un par de salmones de buen tamaño y des-pués de tener un encuentro cercano con un oso que deambulaba en los alrededores, nos regresamos a nuestro refugio.

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Tomamos un día de descansopara dedicarnos a recorrer el área y apreciar las maravillas natu-rales de la zona como el Parque Nacional y Reserva de la Bahía de los Glaciares, una zona aislada de Alaska, casi impenetra-ble, por lo que la mayoría de los visitantes acceden por barco o transporte aéreo. Sin duda, el principal atractivo del lugar con sus milenarios glaciares que descienden de las montañas has-ta la bahía, desmembrándose en forma de témpanos. También contemplamos múltiples montañas y picos, donde lo salvaje de la vida se hace presente con águilas volando los alrededores, osos pardos y si uno tiene suerte hasta los imponentes alces.

La mañana siguienteSalimos a pescar al río Tsiu, la experiencia que más me gustó del viaje ya que para llegar, se debe alquilar una avioneta y realizar un vuelo de una hora pasando a través de las montañas y aterrizar en las márgenes de arena del río. Este lugar en medio de la nada, es el paraíso para los pescadores: el cauce del río, es muy bajo, -no mide más de 1 metro en sus partes más profun-

das- y no existen obstáculos ya que el fondo es pura arena y la corriente tranquila, y los salmones nadan alrededor de tus pier-nas: pesca sumamente abundante y garantizada. Aquí me sentí realmente parte del equipo de pescadores experimentados con los que iba y con los que disfruté esta experiencia.

Pude librar buenas batallas con un salmón de 26 libras y con varios que rondaban entre las 18 y 20 libras. En estas aguas se debe estar preparado para pescar hasta el agotamiento, ya que

el avión, una vez que te deja, no regresa hasta el final del día.

El penúltimo día regresamos a pescar al mar y nos dedicamos a pescar salmón y halibut. Yakutat es una de las mecas de la pesca de halibut en el mundo lo que se convierte en una experiencia inigualable.

Estos peces se encuentran a una profundidad entre 50 a 150 pies y para pescarlos, es necesario tener una caña con una línea de al menos 100 libras de resistencia debido a su tamaño. Además de salmones y halibut, también se pesca “lingcod” o bacalao largo, lubinas y unos pequeños tiburones que los locales llaman puer-cos, debido al ruido que hacen cuando salen a la superficie.

La última noche llegó y después de tomar un buen whisky acompañado de hielo de glaciar, me entró una especie de nos-talgia. Es difícil decirle adiós a uno de los lugares más espec-taculares que he visitado en mi vida… muy lejos del hombre y muy cerca de la mano del Dios.

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Para los que vivimos rodeados de aguas templadas y cálidos amaneceres, basta una llamada telefónica para comprometernos, agarrar una caña, las pinzas, los señuelos y llegar a la orilla para meternos al agua y esperar el sol peleando, tras alguna captura. Es una práctica totalmente informal, sin protocolos, que se disfruta en casi todas las costas de México de acuerdo a las costumbres, la geografía, las especies y el clima del lugar.

Pero no siempre meterse al agua con una caña de pescar se asume de esta manera tan espontánea y sin formalidades. En algunas cos-tas de la Florida es una forma muy específica de pescar, instituida por generaciones y que se conoce como wadin. Se dice que últi-mamente el wadin ha estado ganando muchos seguidores al pa-recer, porque a que muchos pescadores se han bajado de sus em-barcaciones debido al precio del combustible, el mantenimiento y los costos de las marinas, que como es de suponer, amplifican el presupuesto en medio de una crisis que sigue sin elevar el ancla.

El wadin, el wader y el cadi

Una fría tarde que curioseaba en una tienda de pesca, llegaron va-rios pescadores vestidos con sus wader y portando de esos viveros plásticos, de los que flotan. En la conversación pude distinguir la oración: “we go to wadin….” (nos vamos de wadin) primera vez que oía el término… pero la compra de camarones vivos, la vesti-menta y el acostumbrado: Good luck! del dependiente me confir-maban que se iban de pesca, pero... ¿qué era eso del wadin?

El término wadin está vinculado a vadear, que significa atravesar caminando el fondo, una corriente de agua o un espacio de aguas bajas. Según el Sr. David Conway, editor de la revista Florida Sportsman, la pesca del “wadin” es la modalidad donde el pes-cador se adentra al agua con mucha cautela, para tratar de llegar caminando muy despacio, hasta las especies que anda buscando como pueden ser la corvina, el pámpano, el escurridizo red fish y por supuesto el robalo. De igual manera, pueden capturarse ju-reles, lady fish, lenguados, sargos, sábalos, cat fish, palometas y aunque parezca increíble, también enormes ejemplares de cobias que al igual que tiburones de buen tamaño, pueden encontrarse en los ambientes de aguas bajas de estas costas, como hemos podido ver, los que seguimos a Jeremy Wade en sus episodios de “River Monsters” .

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El wadin es una modalidad de pesca muy arraigada a la cultura deporti-va de algunas zonas como Texas, Misisipi, Alabama y tuvo su origen en el sustento de los primeros indios americanos, que ar-mados con lanzas, arcos y flechas “cazaban” en los ríos y costas bajas lo que necesitaban para comer, en ocasiones, arrastrando una canoa pequeña a modo de alacena.

La pesca con mosca por igual siempre estuvo muy vinculada con esta modalidad de pesca, donde es común desde sus inicios, ver a los fly casters vadear ríos y lagunas en busca del salmón y la trucha arcoíris. El wadin se disfruta todo el año, lo mismo por hombres, mujeres y niños en zonas de orillas de playas, humeda-les, bahías con costas, manglares, ríos, lagos y puede practicarse con cualquier equipo de pesca, lo mismo spinning, bait casting, que usar cañas de salmón & steel head, (conocidas como salmo-neras) pero lo que lo caracteriza no es el equipo, es que la pesca se hace desde dentro del agua, que según los “wadistas” es la mejor forma de pescar... donde se está de tú a tú con el pez en su ambiente, lo que obliga cuando se realiza en invierno o en zonas frías, al uso del wader.

El waderque popularmente muchos conocen como “overoll” es una pren-da impermeable que el pescador se coloca sobre ropa delgada o su ropa interior, de uso obligado en aguas frías o como protec-ción en los meses de verano. Como es ancho, se sostiene con dos tirantes desde los hombros y puede adquirirse con botas o sin ellas, fabricado de algún material plástico o (los mejores) de neopreno.

Además de evitar las gélidas temperaturas del invierno es muy útil en agua salada para escaparse del contacto con las mala-aguas o aguas malas y evitar con las botas, las cortadas de las ostras, las rocas, los pinchazos con los erizos y la intrusión de algunos elementos como el llamado piojo de mar, que en algunas zonas no tan frías, puede propiciar la infección de cualquier herida en contacto con el agua salada y por supuesto, evitar en gran parte la dolorosa picada de la mantaraya, presentes y muy abundantes por cierto, en estas costas a cualquier hora del día.

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Esta prenda que usan también muchos pescadores de kayak, pue-den traer bolsas internas de cierre hermético, y/o grandes bolsillos externos a la altura del pecho donde se pueden guardar accesorios. En su mayoría traen argollas de plástico para colgar, en el pecho y en la espalda (donde los flycaster enganchan se red de mano) y en mi caso a veces engancho el grip plástico. Una recomendación personal sin entrar en detalles: si deciden alguna inversión por un wader, no busquen los más baratos, todos afirman que se perforan con facilidad. Si es posible busquen los de neopreno y si los pue-den comprar con las botas integradas, mejor.

Aunque he visto algunos wader de casi $1,000 USD, les aseguro que con menos de $140 podemos hacernos de algunos modelos que cuidándolos bien, nos pueden durar algunos años. Lo que si es un hecho, es que para los que les gusta esta práctica y viven en zonas con inviernos largos e intensos, el wader es la posibilidad de ampliar las temporadas de pesca, lo mismo en las playas, sobre el kayak, en las bahías que en las zonas de manglar.

Dos tips importantes con el wader, que recomiendan en las mis-mas tiendas: la posición con respecto a la corriente y conocer los “límites”. Lo primero es que si hay corriente fuerte, debemos si-tuarnos de espalda a la dirección de la corriente; no es igual caerse de espalda sin ningún apoyo ni defensa, que irse de frente, donde podemos ver, usar los brazos, las rodillas etc y referente al límite, es tener conciencia de que si estamos vadeando con el agua casi a la altura del pecho, podemos llegar a un punto en que no será posible el regreso y donde por cualquier accidente, si el wader se llena de agua, puede resultar tan riesgoso como no saber nadar.

El cadi es una plataforma que algunos pescadores usan mientras vadean, (que pienso debe su nombre por el asistente que carga los palos de un jugador de golf). En esta especie de plataforma flotante, el pescador lleva el resto de las cañas en sus portacañas o tubos de PVC, tarrayas, el jamo o red, pinzas, lunch y por supuesto las capturas atadas al stringuer. Los cadis existen en muchos modelos y se pueden encontrar de venta en tiendas… ahora, les aseguro que los mejores que he visto son los improvisados por cada pesca-dor partiendo de cualquier superficie que flote, como un bloque de unisel, una base de madera, una tabla de surf para niños o una caja de plástico, a la que le adicionan puntos de amarres, reglas para

medir capturas, portacañas, hieleras y un sinfín de soluciones que responden al gusto de cada quien y que resultan en muchos casos, muestras de la mejor ingeniería popular.

Estoy seguro que para los que acostumbramos esta práctica y que hemos vadeado buenos flats como los de Campeche, Yucatán, Isla Blanca y más al este los de Punta Allen, Boca Paila, etc; un cadi puede auxiliar nuestras caminatas, así que animado y dejándome llevar por la curiosidad, compré de segunda mano una tablita de surf infantil ( base de unisel y foamy, forrada con una tela llamati-va para los chavos) más un par de tensores ($1.10 usd).

Tenía un poco de cuerda en algún cajón más un pedazo de spa-guetti naranja (de esos tubos de foamy para los niños) y usando la caja de mi kayak, en minutos ¡increíble! tenía mi cadi listo. Lo que restaba era agarrar el pole del kayak y salirme de “wadin” y como dicen en mi querido México… ¿saben qué?..

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me funcionó de maravilla, anclándolo con el pole en puntos cer-canos para separarme a castear, regresarme a cambiar señuelos, poner líder con la caña segura en un portacañas, aunque a decir verdad, voy a procurarme una “tabla” mayor para que sea mas estable. También la usé en el kayak y a pesar del frío y gracias al wader, pude disfrutar de algunas salidas a varios puntos, antes de terminar este artículo para sumar algunas fotos a las de archivo.

Al final el uso del cadi, viene resultando parecido a lo que ha-cemos los que pescamos en kayak y nos bajamos para caminar arrastrando el kayak con algunas diferencias: No implica la in-versión del kayak. Puedes llevarlo donde quiera desarmado y por lo mismo, puedes meterlo en zonas que ni el kayak pudiera entrar y su costo, por lo que puede aportar, les aseguro que es irrisible.

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Otros accesoriosson el bastón de vadeo, que recomiendan mucho en textos sobre el wadin, sobre todo en aguas desconocidas o para salir en aguas turbias o de noche. También se comenta de una especie de faja o arnés que se lleva a la cintura que puede tener 1-2 portacañas, una bolsa con una caja para los señuelos, colocar las pinzas etc y algunas argollas para amarrar y poder arrastrar el stringuer (la cuerda con la boya para ensartar las capturas) y aunque he bus-cado, al menos en mi zona no es muy usual, la mayoría de los pescadores se meten al agua solo con el vivero y una caña, otros arrastran sus cadis y en raros casos, solo con la caña.

Buscando fotografiar sobre el tema, llegué anocheciendo muy cerca de un puente donde unos pescadores vadeaban un canal cercano y por estar pendiente de lo que hacían, se hizo casi de noche quedándome sin luz. Por suerte venían hacia mi orilla, eran dos jóvenes puertoriqueños, muy amables por cierto, lo que me posibilitó platicar en lo que recogían sus avíos. Cuando les pregunté por qué no pescaban desde el puente me dijeron: “no es igual esperar que el pez llegue… que salir a buscarlo, sobre todo el vacile de pelearlo dentro del agua...”.

Uno de ellos me contó que cuando sale en kayak se lleva remol-cado su “tabla” (el cadi) y cuando ubica las sardinas en alguna orilla, deja el kayak en un punto con el ancla y sale con el pole (la barra de anclaje) el vivero y el cadi, llevando su tarraya. Cuando se acerca al punto, tira un poco de “chum” (sardinas machacadas de otras salidas, trozos de pan, arroz etc) ancla el cadi con el pole y cuando se acercan las sardinas a comer, lanza la tarraya hasta llenar el vivero, se devuelve al kayak, amarra el vivero detrás, se sube y se aleja a pescar.

En lo que guardaban todo, me comentaron que cuando están so-bre el kayak y ven algún “pe’je” de buen tamaño, que prefieren bajarse y caminar para acercarse lo más posible y lanzar, lo que me llevó a pensar que también lo hacen por el alcance … pen-sando que no se logra la misma distancia casteando un señuelo de 3/8 o media onza por ejemplo, que una sardinita y un flotador, como pescan acá.

Por el resto de la conversación, pudiera pensar que es una moda-lidad donde lejos de nuestros hábitos de meternos al agua para lanzar más lejos, en el caso del wadin en específico, se disfruta mucho el hecho de vadear tratando de ubicar el pez para después lanzar, sobre todo cuando el pescador anda casi a ras de agua, donde los reflejos por el ángulo de visión dificultan (incluso con lentes polarizados) ver lo que sucede debajo de la superficie.

Coincidieron los dos en que hay que ser muy paciente, del hábito de caminar muy despacio arrastrando los pies o de no moverse, de usar lentes polarizados, de no usar ropa con colores brillantes, de no mover mucho el agua ni hacer movimientos bruscos, de

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hacerlo medio agachado si el agua está muy clara, de no hablar… lo que me llevó a pensar en una de las modalidades que más se practica en la pesca con mosca: la pesca a pez visto.

Para los que andamos en kayak y tenemos la tendencia de bajarnos y caminar, siempre resulta in-cómodo y una pérdida de tiempo el regresarnos para cambiar un señuelo o subir las capturas, la posibilidad de arrastrar un cadi

puede ser una buena solución si no queremos estar pendiente del kayak. Muchas veces en Yucatán, con alguna captura en la playa o en las bocanas como la de Telchac o Chabihau, cuando salía-mos dejando atrás los kayaks, había que regresarse constante-mente, bien para desanzuelar el pez, dejar la captura o cambiar señuelo, lo que implicaba una pérdida de tiempo y lo peor, todo

los ruidos y la turbidez que provocábamos inconscientemente, por el constante ir y venir, lo que un cadi a la mano pudiera evitar.

Como resumen, se me hizo una solución sencilla, con materiales que están a la mano y donde la creatividad de cada quien para diseñar y armar su cadi, puede, además de convertirse en un reto, también en una excelente oportunidad para buenos encuentros.

Porque si se organizan torneos de orilla, esta modalidad del wadin puede resultar fácil de convocar para torneos amistosos en playas y costas, donde se pondría de manifiesto además de las habilida-des del pescador, el talento para diseñar y armar cada quien

su cadi y así, cuando algún curioso los vea preparando sus foamys, las cuerdas, los flotadores o cortando los tubos de PVC o poniendose su wader y les pregunte, puedan decir: ¡sí, nos vamos de wadin!

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Atravesamos la sierra Nayarita en una carretera serpenteada y resguardada por enormes árboles de tonos verdes muy intensos para dirigimos hacia Punta de Mita y realizar un tour de recreo y pesca deportiva en las inmediaciones de las Islas Marietas.

Averiguamos entre los lugareños quién pudiera ser nuestro guía de pesca y en breve platica con los pescadores apostados en el pequeño malecón, nos informaron que nadie mejor que el capitán “Nieblas”. Nos lo recomendaron ampliamente pero nos llamó más la atención la forma respetuosa y cariñosa con la que se referían a esta persona, así que nos dirigimos al em-barcadero donde se encontraba anclada su panga de nombre “La Costeña”.

“Ya están listos?... ¿Cuántos vienen?”... se escuchó una voz fuerte que nos hizo voltear y encontrarnos de frente con el ca-pitán Nieblas. Un hombre recio de vestimenta muy humilde, mirada intensa y piel bien curtida por tanta devoción al mar.

Don Justino, llevaba dos cañas de pescar en la mano visible-mente añejas y desgastadas por el uso diario pero que cuidada-ba como si fuera su tesoro más preciado...y seguramente lo era … -¡Buenos días que bien que nos visitan!...pocas personas he conocido que logren cautivarme al instante, con su personali-dad, su don de gentes, pero sobre todo, el amor y la pasión por su trabajo que desde un principio, pudimos percibir.

Antes de partir, Don Justino verifica que todo se encuentre en orden y que tengamos puestos los chalecos salvavidas y con la misma, partimos hacia las Marietas.

Mientras navegábamos, nos contaba que tiene 74 años, naci-do en tierras Nayaritas y que es pescador desde los 9 años. Durante la conversación se daba tiempo de arreglar las cañas, escudriñar el horizonte constantemente y comenzar a soltar las líneas para trolear que se detenían a unos 35 a 40 metros de la embarcación.

“Y puedes utilizar carnada viva o unas rapalas o faldones, eso según lo que quieras capturar, yo prefiero la carnada viva pero el cliente tiene sus preferencias, solo les digo lo que a mí me gusta usar” -comentaba.

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Mientras el capitán nos enseñaba con mucha paciencia sobre el manejo del equipo de pesca, el qué hacer en caso de enganchar un pez, cómo colocar la caña, etc., le pregunté: Don Justino, usted nunca se ha distanciado del mar?

Con la mirada fija en la caña, y sin dejar de ver lo que hacemos con ella nos responde: “El mar y la pesca han sido mi vida y siempre me han entregado de comer y me han dado muchos momentos maravillosos”... -su rostro se enciende y continúa: “En una ocasión hace ya muchos años, creo que en 1974, sa-qué un marlin de 365 kilos, fue una cosa inolvidable, lo pelea-mos entre cuatro, durante cuatro horas y media, llegamos al puerto y fue como una fiesta del pueblo, lo comimos durante varios días, muchas familias se alimentaron de ese pez”.

“Aquí en esta zona, el mar nos ha dado mucho, cuando yo llegué hace años a Punta de Mita se sacaban muchas tortugas, a veces algunas embarcaciones sacaban hasta 150 tortugas por día… ¿y qué pasó? Pues nos la acabamos” -se responde el mismo Justino con nostalgia y continua... “entonces llegaron los biólogos y nos explicaron que no estaba bien que acabá-ramos con la tortuga, ni con otras especies marinas, teníamos que regular nuestra pesca… nos costó trabajo entenderlo…no fue fácil aprender, ya sabe usted niña, nuestra falta de co-nocimiento, sin embargo comprendí y decidí instruirme para ser guía de pesca deportiva…yo lo veo como una forma de agradecerle al mar lo que me ha dado, devolver un pez vivo al mar me garantiza mi trabajo, porque siempre vendrá gente a pescar. Ahora cuando un cliente viene a pescar yo le sugiero que si sacamos varios peces soltemos algunos, claro que puede llevarse unos para comer, pero no todos... el cliente tiene la última palabra, nuestra labor es convencerlo de que hay que retribuir al mar lo que nos da y devolverle un poco de lo que nos brinda. Eso nos garantiza trabajo y muy buenas propinas.

Aquí vienen de todos lados a pescar, los extranjeros son los que más liberan y eso me da tristeza, tal vez no hemos aprendi-do lo suficiente, !imagínese nosotros mismos, los que vivimos del mar!...pero ojalá entendamos algún día”…

La pesca en nuestro país, sobre todo en lugares tan favorecidos por la naturaleza como es Nayarit tiene varias caras, por un lado la cara amable del capitán Nieblas, con el conocimiento y la inteligencia de haber asumido un compromiso con el mar y consigo mismo y la transformación de pescador comercial a un guía de pesca responsable, y la otra no tan amable, la pesca indiscriminada y fuera de toda ley que acaba con las especies y los ecosistemas.

Desgraciadamente hemos visto muy de cerca el rostro amar-go: carretillas llenas de dorados que no alcanzan un peso salu-dable para la especie, carne de marlin y pez vela que ofrecen un sin fin de restaurantes en su menú siendo especies exclusivas para la pesca deportiva y lo más triste: no hay ninguna autori-dad que se dedique a atender esta gran problemática.

Cómo necesitamos a muchos hombres como Nieblas, como ese muy humilde pescador que nombran capitán y que segura-mente merece ese título más que niguno ya que cada encuen-tro con el mar es una cátedra de agradecimiento y respeto a la naturaleza.

Por: Wendy Perera Franco Fotos de Mauricio Elizondo

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