Urutau Setiembre

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Año 10. Número 9. Seembre 2012 - Asociación Guyra Paraguay - PARAGUAY El tapicurú (Mesembrinibis cayennensis) Nota especial sobre la busqueda del Pato Serrucho

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El tapicurú o ibis verde (Mesembrinibis cayennensis), esuna especie de la familia Threskiornithidae, que reúne alos cuervillos, espátulas, bandurrias e íbices. Es una especieneo tropical con una distribución bastante extensaen nuestro continente, encontrándose desde Hondurashasta Argentina.

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Año 10. Número 9. Setiembre 2012 - Asociación Guyra Paraguay - PARAGUAY

El tapicurú(Mesembrinibis cayennensis)

Nota especial sobre la busqueda del Pato Serrucho

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El tapicurú(Mesembrinibis cayennensis)Texto: Andrea FerreiraFotos: Andrea Ferreira y Hugo del Castillo

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El tapicurú o ibis verde (Mesembrinibis cayennensis), es una especie de la familia Threskiornithidae, que reúne a los cuervillos, espátulas, bandurrias e íbices. Es una es-pecie neo tropical con una distribución bastante extensa en nuestro continente, encontrándose desde Honduras hasta Argentina.

Su particular plumaje con brillantes plumas verde esme-ralda, entre otros tonos de verde, le dan nombre a esta especie de cuervillo (también conocido como ibis). Es inquieto y realiza ligeros movimientos de cabeza, mien-tras emite una voz áspera, cavernosa y de poco alcance. Por lo general se los encuentra en parejas o grupos pe-queños y posados en arboles a las riveras de ríos, arro-yos y lagunas. En algunos lugares se los llama también “bandurria habladora” ya que cuando se encuentran en grupos emiten vocalizaciones agudas que asemejan a una conversación que pueden durar hasta media hora. En vuelo, su voz se torna sonora y estridente y suele confundirse con la del anó grande (Crotophaga major) que frecuenta las mismos ambientes.

El tapicurú se alimenta de invertebrados y algunas plantas acuáticas. Anida en ramas altas o vegetación de humedales y realiza la construcción de su nido con for-ma de plataforma. Los pichones son como los padres, pero con menos brillo en las plumas.

Para los observadores de aves, es una especie bastante interesante ya que no es muy frecuente encontrarse con ella en comparación con otras aves acuáticas.

En Paraguay, uno de los lugares donde es más frecuente avistarla es en la Estancia La Graciela y recientemente ha sido registrada por ornitólogos de Guyra Paraguay, en el Pantanal y en Río Apá durante la expedición en búsqueda del pato serrucho.

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El pato serrucho (Mergus octocetaceus) podría estar ya extinto en Paraguay, con un último registro visual hace 30 años, después de la mención de Bertoni hace 100 años. Pocas esperanzas quedan para la especie en Pa-raguay porque habita ríos de aguas transparentes con bosque en galería en buenas condiciones y ese hábitat ha sido degradado por la deforestación, la implanta-ción de pasturas, el avance de los cultivos mecaniza-dos, la erosión, la colmatación de los cursos de agua, el uso de agrotóxicos que terminan en los cursos de agua y la construcción de represas en la región del Bosque Atlántico del Alto Paraná. Anteriormente se lo avistaba en Argentina en los ríos del Parque Nacional Iguazú e inclusive en las cataratas, donde se lo pudo ver hasta 1977. Hoy sólo es posible observarlo en Brasil y el más conocido relicto para la especie es el Parque Nacional Serra da Canastra en Minas Gerais.

El pato serrucho se llama así por tener el pico aserrado para sostener los peces que atrapa, vive exclusivamen-te en el agua y pesca zambullendo, se parece a un mbi-

Expedición en busca del Pato SerruchoTexto: Hugo del Castillo y Romina CardozoFotos: Hugo del Castillo. (Foto del pato serrucho: Nick Athanas)

gua (Phalacrocorax brasilianus) en aspecto y comporta-miento. Según el plan de acción de la especie habita ríos de bosque o rodeados de bosque en galería de un metro o más de profundidad y 10 metros o más de ancho, de aguas claras, con buena corriente, saltos de agua y rápi-dos de piedra. Se zambulle intensamente en remansos y alrededor de correderas para pescar y acostumbra a descansar posado en rocas, troncos y ramas caídas, par-cialmente sumergidos o saliendo sobre el curso de agua y playas ribereñas.

Es una de las especies más amenazadas de las Américas y es clasificada en la mayor categoría de amenaza crítica (CR) a nivel mundial y crítica o regionalmente extinta a nivel nacional. Se piensa que quedan menos de 250 individuos de la especie en la vida silvestre. Como otros patos, es un ave sedentaria y monógama. Se piensa que las parejas se mantienen unidas por toda la vida y que permanecen en un mismo trecho de río de unos 5 km. Esta característica torna a la especie extremadamente sensible a la perdida y degradación de su hábitat. Actual-

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mente inclusive el turismo ecológico, especialmente los deportes acuáticos como el “rafting” el “boya-cross” y el canotaje pueden también representar una amenaza significativa.En un esfuerzo por reencontrar la especie en Paraguay con el apoyo de Mohamed bin Zayed Species Found, y siguiendo el plan de acción navegamos tres ríos de la región norte: Ypane, Aquidabán y Apa. Se verificaron en laboratorio con imágenes satelitales tramos de los ríos con bosque en ambas márgenes y con me-nor impacto antrópico y principalmente que tuvieran acceso para llegar al agua. Se diseñaron las rutas, se midieron las distancias google earth, se establecieron los puntos de encuentro, se cargaron los tracks en los GPSs, se imprimieron las imágenes satelitales con los tracks tanto para el equipo de agua como para el de tierra. Por supuesto, se coordinó con los propietarios sobre caminos, encargados, portones, candados y se emprendió el viaje.

Tuvimos la invaluable ayuda de la Sociedad Geográfica

del Paraguay: un grupo de personas que se dedica a la exploración de cursos de agua, y organiza carreras de aventura. Ellos llevaron dos canoas canadienses de fibra de vidrio de 17 pies de largo con cuatro asientos, de fabricación nacional, y nosotros llevamos un bote inflable Sevylor HF 360 con un motor a batería.El primer río fue el Ypane. Como la noche anterior había llovido y aún había amenaza de lluvia, embarcamos tarde en las dos canoas canadienses con dos y tres personas: remeros y observadores, y fuimos equipados con salva-vidas y pilotos esperando más lluvia. El objetivo era rea-lizar el tramo de 20 km hasta el punto de encuentro en la isla solamente, por haber empezado tarde el trabajo, y luego evaluar la posibilidad de llegar a la confluencia con el Arroyo Guasu. El río tenía buena velocidad, 6.0 km/h pero se estaba enturbiando rápidamente por la lluvia de 35 mm que había caído. Un condimento adicional a este viaje es que recientemente el EPP ha incendiado tres to-padoras y matado a un tractorista en la estancia Terrado a orillas del Ypane .

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El río Ypane estaba magnífico, con barrancas altas, algunas paredes de piedra, bosque alto a ambos lados, pájaros campana (Procnias nudicollis) cantando todo el trayecto, tucanes como Selenidera maculirostris cru-zando el río y el clima componiéndose rápidamente; sorteamos la superficie del agua, las piedras sobresa-lientes, las orillas y las ramas sobre el agua buscando al pato. No se avistaron patos excepto los comunes y algunos mbigua y mbigua mboi (Anhinga anhinga) en más de 30 km de río.

Esa noche nos hospedaron en la casa de Massimo y Angela Coda de la Estancia Ka’i Rague en donde nos atendieron esmeradamente. Al día siguiente seguimos viaje hacia el río Aquidabán, acampamos cerca del puente camino a Vallemi para navegar bien temprano al día siguiente. El río Aquidabán es un río mucho más tranquilo y con aguas bajas con menos de 2 km/h de corriente, pero se veían muchos raigones en el cur-so. El trayecto de unos 20 km hasta Playa Primavera transcurrió sin mayores novedades ni avistamientos de interés, solo se vieron cuatro chorlos de espolón (Vanellus cayanus), usuales habitantes de esas playas de arena. El tramo tenía algún impacto humano por los campamentos de pesca observados, pero lindo bosque de ambos lados, aunque no tenía las características de velocidad y rápidos que le gustan al pato serrucho.

Esa noche acampamos a orillas del arroyo Tagatiya y el día siguiente nos trasladamos al río Apa por el camino a San Carlos en donde empezaron los portones de Es-tancias, indicaciones, encargados, nuevos caminos, etc. Hasta que al final llegamos a Cachoeira, una serie de rápidos y cascadas en el río Apa imposibles de navegar, intimidantes! Realizamos observaciones exploratorias pero sólo encontramos sobre las rocas mbiguas y un tapikuru (Mesembrinibis cayennensis). Acampamos

aguas abajo de la cascada, una playa donde se podía acceder al río, allí había gente pescando en embarca-ciones a motor provenientes del lado brasileño de los hoteles de pesca.

La mañana siguiente fue fantástica: la mejor del viaje, amaneció fresco pero soleado con suave viento del este, empezaron a cruzar los gua’a pytâ (Ara chlo-ropterus), las pavas campanilla (Pipile cumanensis), loros, cotorras y tucanes, se escuchaban monos caraya, vimos además de ellos los monos ka’i; el río estaba espléndido con buena corriente, rápidos de piedra, bosque exuberante a ambos lados y realmente era la segunda buena posibilidad de encontrar el pato des-pués del Ypane.

Desafortunadamente era domingo y había muchísima gente pescando, todos del lado brasileño, con lanchas a motor yendo y viniendo, acampados en las orillas ; se veían varias infraestructuras turísticas o de estancias, tomas de agua, rampas para embarcaciones y antenas de Internet. Avanzada la mañana y habiendo pasado la Serranía de la Reserva Privada Estrella el río se volvió más lento, con playas de arena y con menos gente, contamos 26 individuos de Vanellus cayanus, algunos con crías, además de playeros como Actitis macularia, cinco Pandion haliaetus, rayadores y gaviotines tam-bién criando en la arena, pero ningún pato serrucho en los 20 km del tramo hasta Saite.El equipo de tierra se portó magníficamente manejan-do los tres vehículos de la expedición durante cinco horas por caminos terribles o inexistentes para pasar de una estancia a otra y llegar al punto de encuentro a tiempo. Al reunirnos consideramos nuestra mejor oportunidad de encontrar al pato serrucho agotada y dimos por terminada la expedición con una visita a Cachoerinha, una corredera de piedra famosa para los

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pescadores de dorado en donde realizamos las ob-servaciones finales. En el camino de regreso al casco de la Estancia Estrella, una sorpresa: dos ciervos de las pampas, venado campero o venadillo como se lo conoce en Concepción (Ozotocerus bezoarticus) y, ya saliendo de la estancia la sorpresa final, tres indi-viduos de gua’a pyta (Ara chloropterus) jugando y vocalizando en un árbol que nos permitió acercarnos muchísimo, sacar buenas fotos, captar grabaciones de audio y video.

Agradecimientos:Estamos muy agradecidos a las siguientes institucio-nes y personas por apoyarnos en esta expedición, por permitirnos el acceso a sus propiedades y por alojarnos en sus estancias. Ana María Macedo (Red Privada de Conservación en Tierras Privadas) quien nos ayudara a contactar con los propietarios.Sociedad Geográfica del Paraguay (SGP): Darío Zaldí-var, Conrado Ring, Cecilia Vargas Peña, Flavia Laterza.Estancia Ka’i Rague: Massimo y Angela Coda, propie-tarios. Emilio, encargadoEstancia Primavera: Sr. RuizEstancia Ña Blanca: Blanca y Roque GonzálezEstancia Arrecife: Mabel L. y su hermano CachitoEstancia Estrella: Felino y Javier Amarilla

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Julio y agosto fueron meses bastante tranquilos en términos de actividad aviar en el nido de Guyra. Los la-pachos en flor aseguraron la presencia de tres especies de picaflor, mainumby jetapa (Heliomaster furcifer), mainumby hovyû (Chlorostilbon aureoventris) y kuarahy áva (Hylocharis chrysura), aunque el mainumby jetapa fue mucho más escaso que en años anteriores. Otra especie demostrando interés en las flores de los lapa-chos fue el guyraû (Molothrus bonariensis), aunque su objetivo no es por el néctar ni las flores en sí, sino los gusanos que suelen vivir en la base de muchas flores.

Una especie que aparece todos los años en los alrede-dores de la oficina es el ypekû mbatara (Veniliornis mix-tus) y este año no ha sido distinto. Al menos un indivi-duo fue muy conspicuo durante la última semana de junio y la primera de julio, vocalizando a menudo (un traqueteo agudo y brusco). No hay registros de la espe-cie en la ciudad en el verano, entonces asumimos que son individuos migrantes (¿del Chaco?) presentes sólo durante el invierno austral. Otra especie de carpintero que está presente durante todo el año, en los espacios arbolados más amplios (como el Parque Carlos Antonio López) es el tinguere (Colaptes melanochloros). Los re-gistros en la oficina no son tan frecuentes, pero uno fue concretado durante la primera semana de agosto.

En la edición anterior del Urutaú comentamos acerca de una mini-invasión de kiri kiri’i (Falco sparverius) en el centro de Asunción y uno registrado en el nido. El mismo u otro fue observado el 27 de julio, y se siguió registrando la especie en distintas partes de la ciudad. Otro registro llamativo de una especie de Falconidae

(la familia de los halcones y sus parientes, como los caranchos) fue un total de 14 Kara kara (Caracara plan-cus) observados volando a baja altura sobre el Fondo Ganadero. Aunque es común ver la especie sobrevo-lando la ciudad es raro ver tantos y tan bajo. Otros registros notables fueron dos Torcaza Zenaida auriculata el 25 de julio, una especie mucho menos frecuente en Asunción que en el resto del país; y un Piojito trinador Serpophaga griseicapilla el 19 de julio. El piojito tiene una historia taxonómica muy compleja, y apenas hace 12 años que se tiene claro su ocurren-cia en el Paraguay (ahora se sabe que es un migrante invernal común en el Chaco y en la parte occidental de la Región Oriental). En plumaje es muy parecido al Turi turi (Serpophaga subcristata), pero sus voces son muy distintas. La clarificación de su ocurrencia en el país es muy vinculada al “nido” de Guyra, aunque al primer nido (sobre la calle Bélgica), donde la especie fue re-gistrada por Juan Klavins en julio de 2000. Gracias a su registro, otros observadores pudieron aprender la voz de la especie y aclarar su estado en el país. Con la primavera acercando, empezaron a cantar varias especies de aves, una de las primeras fue un havia korochire pytâ (Turdus rufiventris). Y comenza-mos a registrar el taguató común (Buteo magnirostris) en forma diaria, debido a sus llamativos despliegues aéreos. En septiembre podemos esperar la llegada de varias especies migratorias, como las ubicuas suirirí real (Tyrannus melancholicus) y la corbatita común (Sporophila caerulescens).

Por Rob P. Clay

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Un total de 23 ejemplares del Cóndor de California (Gymnogyps californianus) en libertad y seis a la espera de ser liberados conforman el grupo de aves de esta especie en recuperación en Baja California, anunció la Secretaría de Medio Ambiente de México (SEMARNAT).

En un comunicado, el organismo indicó que estas cifras se corresponden con los resultados del proyecto para la reintroducción del Cóndor de California en la Sierra de San Pedro Mártir, en el noroccidental estado de Baja California.

La primera liberación de esta especie se llevó a cabo en 2002 con seis ejemplares que fueron donados por el Zoológico de Los Ángeles, como parte del trabajo entre México y Estados Unidos para recuperar las poblacio-nes de cóndor en su ámbito de distribución, según la nota.

Tras realizar un recorrido por la región, el titular de la SEMARNAT, Juan Rafael Elvira Quesada, señaló que se ha llegado “al punto de la reproducción de Cóndor de California en condiciones silvestres” y anunció que este año cuentan con 1,5 millones de pesos (114.123 dóla-

res) para el programa.

El monto se destinará a equipo y áreas de manejo y rehabilitación, a atender las contingencias de contami-nación por plomo, y continuar preparando ejemplares nacidos en cautiverio para su regreso a la vida libre en la Sierra de San Pedro Mártir.

La “clave del éxito” del proyecto de reintroducción del cóndor de California en la Sierra de San Pedro Mártir, dijo, es “la conjunción y constancia” de varios elemen-tos como el estado de conservación y las características fisiográficas del ecosistema de la sierra, la baja presen-cia de humanos o la aplicación de un riguroso plan de manejo y monitoreo de las aves en campo.

También se congratuló por la conformación de un equi-po de biólogos expertos, la coordinación entre institu-ciones mexicanas y estadounidenses, la comunicación y la educación ambiental, así como el financiamiento constante de los Gobiernos de México y EU durante los últimos 10 años.Fuente: El Informador de Méximo www.elinformador.com.mx

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Una de las últimas aves que se reproducen en Estados Unidos y Canadá con un destino de invernada comple-tamente desconocido, ha revelado sus secretos. Tras años de investigación, y con algo de suerte, tres inves-tigadores de Colorado han aprendido que los vencejos negros viajan más de 6.000 kilómetros para pasar el invierno en Brasil. Kim Potter, Carolyn Gunn y Jason Beason han estado estudiando a esta ave por más de una década en los estados de Colorado y Nuevo Méxi-co. Cuando el equipo supo del potencial de los geolo-calizadores para resolver el misterio del lugar donde permanecía esta especie durante los meses de invierno del hemisferio norte, actuaron raudamente y reunieron suficientes fondos como para adquirir cuatro dispo-sitivos que se emplearían en el 2009 en Colorado. Ya para el 2010, el entusiasmo les invadió al recuperar tres de los cuatro geolocalizadores. Todos ellos mostraron un patrón común en la ruta y las áreas de invernada. Su manuscrito vio la luz en marzo del 2012 en Wilson Journal of Ornithology (Volumen 1241).

Las tierras bajas de los bosques occidentales de Bra-sil fueron el centro del área de invernada, lo cual es bastante intrigante tomando en cuenta que no existen registros de esta especie en Brasil. Los investigadores contactaron tanto a observadores de aves como guías de terreno en dicho país antes de la publicación de su manuscrito, y muchas de las personas con experiencia en Brasil coincidieron en lo mismo que la identificación de estos vencejos en esa área es extremadamente pro-blemática, debido a la dificultad en la diferenciación del vencejo negro de las otras especies pertenecientes al género Cypseloides que pueden observarse en el área.

Ahora saben al menos que los vencejos negros están efectivamente invernando en el oeste de Brasil.Los geolocalizadores poseen una precisión aproximada de 160 kilómetros, por lo que su estudio no fue capaz de identificar el lugar exacto donde reposa la especie. Para descubrir los lugares específicos en Brasil, será necesario emplear dispositivos de rastreo satelital, y probablemente estemos aún a años de que sean lo suficientemente pequeños como para ser empleados en los vencejos. Esto nos lleva a la conclusión de que herramientas como eBird exhiben un muy importante potencial para descubrir localidades específicas en dicha área, por lo que alentamos a todas aquellas per-sonas con observaciones de vencejos a que reporten lo que han visto (preferiblemente con notas detalladas). Cualquier persona que observe vencejos del género Cypseloides puede ingresar sus datos (eBird tiene cate-gorías para Cypseloides sp. e incluso una más amplia para vencejos sp.), teniendo todos y cada uno de ellos un muy importante valor. Quizás con tus registros se pueda precisar estos sitios de descanso de los vencejos negros durante los meses de invierno del hemisferio norte.Casos como este abren a su vez una ventana para el estudio de aves migratorias chilenas de las cuales se desconocen sus rutas migratorias o lugares de arribo, con especies emblemáticas como el Fío-fío. Para ello vale recalcar que cada avistamiento de aves a lo largo y ancho de Chile ayudará a descifrar enigmas tan fasci-nantes como el resuelto con el vencejo negro.

Foto: Cypseloides senex de Tom StephensonEscrito por: Jason Beason, RockyMountainBirdObserva-tory, Fort Collins, Colorado.

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Floyd Hayes

En esta edición, queremos presentar a una persona que no pertenece al staff de Guyra, pero que sí es bien amigo de la casa. Floyd E. Hayes, Ph.D., es un zoólogo especializado en la ecología, comportamiento y biogeografía de las aves. En su época de estudiante universitario, el Dr. Hayes dedicó un año para enseñar en una escuela primaria en la isla de Kosrae en Micronesia. Trabajó durante tres años como biólogo de vertebrados para el Cuerpo de Paz de los EE.UU., con sede en el Museo Nacional de Historia Natural del Paraguay. Floyd, fue el encargado de recopilar toda la información disponible sobre aves en Paraguay, evaluar todos los registros, revisar los especímenes de las colecciones del Museo, y realizar una serie de viajes por el país para tomar sus propios registros. Es conocido por todos los interesados en la ornitología en nuestro país, por su libro “Estatus, Distri-bución y Biogeografia de las Aves de Paraguay”.

También enseñó biología durante nueve años en el Pacific Union College (ahora Universidad del Sur del Caribe) y la Universidad de las Indias Occidentales en Trinidad y Tobago, y pasó un año trabajando como biólogo de vida silvestre de la División de Pesca y Vida Silvestre de Santo Tomas, Islas Vírgenes de EE.UU.. Dr. Hayes ha sido editor en jefe del Journal of Caribbean Ornithology desde 2005.

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Entre sus hobbies principales, además de la observa-ción de aves, se encuentran el buceo y la escalada de sitios rocosos. Floyd está casado con Marta Francisca Hayes, paraguaya, y tienen un hijo de 21 años llama-do Brett Daniel Hayes. Juntos han vivido en diversas ciudades de los Estados Unidos, así como en Trinidad y Tobago, las Islas Galápagos en Ecuador, Micronesia y por supuesto en Paraguay: San Lorenzo y Guarambaré. Desde el mes de septiembre, Floyd Hayes se encuentra en Paraguay mediante una beca Fullbright, y estará apoyando varias actividades académicas. Esperamos que con Guyra Paraguay pueda realizar un excelente curso de ornitología.

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Foto de Tapa: Tapicurú (Mesembrinibis cayennensis) - Amy McAndrewsDiseño y diagramación: Andrea Ferreira.Recopilación de textos: Alberto Yanosky.Revisión de Textos: Alberto Yanosky, Marie de Bernard.

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