Video Indígena y Antropología Compartida

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7 S E C C I Ó N T E M Á T I C A E ste artículo toma en cuenta el papel del video indígena y la antropología compartida entre comunidades maya-q’eqchi’ de Alta Verapaz, Guatemala. 1 El presente documento analiza las condiciones subjetivas e históricas que sirvieron de contexto para una producción colaborativa entre videastas locales, sus comunidades y mi propia práctica como antropólogo visual, también evalúa algunas de las implicaciones que todo este experimento tuvo entre los participantes. Se apunta que este proyecto llevado a cabo en la comunidad no sólo generó importantes herramientas metodológicas, también nuevos mecanismos para la reconstrucción cultural y social de las comunidades involucradas tras el traumático y violento periodo de guerra civil que les tocó vivir. En este contexto, la producción de videos ofreció un espacio al interior de la práctica más amplia de antropología compartida donde cada participante pudo alcanzar sus propias metas a través de procesos y productos híbridos. Por lo tanto, este proyecto representó una oportunidad para explorar formas en las que la antropología y el video etnográfico pueden ser al mismo tiempo útiles tanto para el investigador como para las comunidades implicadas. Sin embargo, el ejercicio también mostró las contradicciones y complejidades de dicha práctica antropológica en colaboración o “compartida”. Antropología en un hogar en conflicto Fui a la región q’eqchi’ de Alta Verapaz, Guatemala, con el fin de desarrollar mi investigación de doctorado en la segunda mitad del decenio de 1990. Este proyecto buscaba evaluar los usos, posibilidades e impactos de los medios de comunicación electrónicos entre los grupos indígenas del país desde una perspectiva antropológica. Sin embargo, mi interés no sólo era académico. Durante mi periodo de campo, el país estaba emergiendo de uno de los conflictos armados más largos y violentos de Latinoamérica, 2 el impacto político de la cuestión indígena en el ámbito nacional e internacional se incrementaba día con día. Ubicados en las entonces llamadas “áreas de conflicto”, los q’eqchi’ del departamento de Alta Verapaz, grupo maya con cerca de 361 000 miembros, habían sufrido intensamente el conflicto y se encontraban superando la violencia del pasado. En tal contexto, pensaba que el material obtenido a través de un proyecto de video comunitario daría no sólo información etnográfica importante sobre un grupo indígena y sus transformaciones recientes, sino potencialmente VIDEO INDÍGENA Y ANTROPOLOGÍA COMPARTIDA: UNA EXPERIENCIA COLABORATIVA CON VIDEASTAS MAYA-QEQCHIDE GUATEMALA Carlos Y. Flores Carlos Y. Flores, Departamento de Antropología, Universidad Autónoma del Estado de Morelos, UAEM.

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Una mirada del vídeo indígena.

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  • 7S E C C I N

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    Este artculo toma en cuenta el papel del videoindgena y la antropologa compartida entrecomunidades maya-qeqchi de Alta Verapaz,Guatemala.1 El presente documento analiza lascondiciones subjetivas e histricas que sirvieron decontexto para una produccin colaborativa entrevideastas locales, sus comunidades y mi propia prcticacomo antroplogo visual, tambin evala algunas delas implicaciones que todo este experimento tuvo entrelos participantes. Se apunta que este proyecto llevado acabo en la comunidad no slo gener importantesherramientas metodolgicas, tambin nuevosmecanismos para la reconstruccin cultural y social delas comunidades involucradas tras el traumtico yviolento periodo de guerra civil que les toc vivir. Eneste contexto, la produccin de videos ofreci unespacio al interior de la prctica ms amplia deantropologa compartida donde cada participantepudo alcanzar sus propias metas a travs de procesosy productos hbridos. Por lo tanto, este proyectorepresent una oportunidad para explorar formas enlas que la antropologa y el video etnogrfico puedenser al mismo tiempo tiles tanto para el investigadorcomo para las comunidades implicadas. Sin embargo,

    el ejercicio tambin mostr las contradicciones ycomplejidades de dicha prctica antropolgica encolaboracin o compartida.

    Antropologa en un hogar en conflicto

    Fui a la regin qeqchi de Alta Verapaz, Guatemala,con el fin de desarrollar mi investigacin de doctoradoen la segunda mitad del decenio de 1990. Este proyectobuscaba evaluar los usos, posibilidades e impactos delos medios de comunicacin electrnicos entre losgrupos indgenas del pas desde una perspectivaantropolgica. Sin embargo, mi inters no slo eraacadmico. Durante mi periodo de campo, el pasestaba emergiendo de uno de los conflictos armadosms largos y violentos de Latinoamrica,2 el impactopoltico de la cuestin indgena en el mbito nacional einternacional se incrementaba da con da. Ubicadosen las entonces llamadas reas de conflicto, los qeqchidel departamento de Alta Verapaz, grupo maya concerca de 361 000 miembros, haban sufridointensamente el conflicto y se encontraban superandola violencia del pasado. En tal contexto, pensaba que elmaterial obtenido a travs de un proyecto de videocomunitario dara no slo informacin etnogrficaimportante sobre un grupo indgena y sustransformaciones recientes, sino potencialmente

    VIDEO INDGENA Y ANTROPOLOGA COMPARTIDA:UNA EXPERIENCIA COLABORATIVA CON VIDEASTAS

    MAYA-QEQCHI DE GUATEMALA

    Carlos Y. Flores

    Carlos Y. Flores, Departamento de Antropologa, UniversidadAutnoma del Estado de Morelos, UAEM.

  • 8tambin nuevos mecanismos para la reconstruccincultural y terapia colectiva tras el agudo proceso dedislocacin social y militarizacin.

    Con anterioridad haba ledo trabajos de antro-plogos sobre otras experiencias de uso de medios decomunicacin indgena en Brasil, Canad, EstadosUnidos y Australia, as esperaba participar o ayudar adesarrollar algo similar en Guatemala. Sin embargo,algunos aspectos caractersticos del pas se distanciabande los otros ejercicios de video comunitario. A diferenciade los kayap de Brasil o de los aborgenes australianos,los indgenas guatemaltecos no eran un grupo culturalminoritario, ni tampoco tenan ningn tipo de autonomaterritorial para proteger y preservar su etnicidad y formade vida particular. Por el contrario, con alrededor de seismillones de personas, los pueblos indgenas de Guatemalaconstituyen cerca de la mitad de la poblacin y seencontraban completamente integrados al sistemasocioeconmico del pas, aunque de manera muydesventajosa. De hecho, dichos pueblos indgenas hastaentonces haban sido esenciales para mantener yreproducir el arcaico modelo agroexportador,controlado por una lite no indgena y semifeudal. Otradiferencia importante era el conflicto armado en s, elcual haba dejado una profunda huella en la identidad ycultura de los grupos indgenas del pas.

    A pesar de mis orgenes guatemaltecos no indgenas,un ladino comparta una historia de conflicto con losmayas con quienes quera trabajar. Trece aos atrs habaabandonado Guatemala debido a la violencia poltica,llegando a Mxico donde inici mis estudios enantropologa, que despus continuara en Inglaterra.Este nuevo proyecto, entonces, para m representabauna oportunidad de reencuentro con un pasadoproblemtico e irresuelto. Una vez de regreso aGuatemala, el estudiar la identidad e historia de losqeqchi con el tiempo revel muchos aspectos de mipropia identidad. Las narrativas en las comunidadesacerca de eventos traumticos del pasado me ayudaron

    a reconstruir mi propia narrativa como guatemalteconuevamente en mi propio pas. Esta situacin personaltan peculiar me hizo entender an ms lo que JamesClifford afirma: cada versin de un otro donde quieraque se encuentre, tambin es la construccin de un yocuando se elaboran los textos etnogrficos (Cliffordy Marcus, 1986: 23). De tiempo en tiempo, por lotanto, miraba a la sociedad guatemalteca desde laconfusa perspectiva como ciudadano y comoextranjero paradjicamente, tantos aos en el exteriortambin me haban configurado de alguna forma msguatemalteco.

    Claramente, esta mitad guatemalteca ti miempresa antropolgica ya que me coloc en unaposicin peculiar de distancia y cercana con la sociedadcon la que estaba trabajando. Sin embargo, aunque lascontradicciones eran muchas, bsicamente por miorigen ladino guatemalteco de clase media urbana ahoraviviendo en otra sociedad, el proceso histrico de estascomunidades estaba tan entretejido con el mo, queencontr difcil tratar de separar nuestros mundos dela forma en que lo hace una antropologa mstradicional basada en la alteridad. Por lo mismo, param el trabajo de campo ms bien represent unaoportunidad de probar y explorar formas en las quenuestras experiencias nos unen o conectan con los otros,en vez de separarnos (Michael Jackson, citado enStoller, 1992: 214). Debido a todo lo anterior mi deseose finc en desarrollar una prctica antropolgica entrelos qeqchi desde una perspectiva ms personal yhorizontal encuadrada en experiencias compartidas.

    Afortunadamente, algunos desarrollos revisionistasrecientes en la disciplina ayudaron a implementar miobjetivo metodolgico. La preocupacincontempornea de entender las relaciones que seestablecen entre antroplogos y sujetos de estudio dabanuevos paradigmas donde la voz nica del investigadorestaba siendo cuestionada cuando las voces de lossujetos empezaban a ser escuchadas al interior de la

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  • 9comunidad acadmica. En este proceso, la antropologahaba acelerado su transicin de un enfoque objetivoy positivista dirigido bsicamente a representar alotro cultural hacia una perspectiva ms subjetivadonde la voz del autor empezaba a ser consideradacomo de naturaleza ms personal. Tales enfoques,recientemente promulgados por corrientesposmodernistas, suponan la inclusin de mltiplesvoces subjetivas que tenan un valor por s mismas,independientemente de la interpretacin del autor. SegnAdam Kuper (1986: 542), durante estas revisionesmetodolgicas haba que darles a los nativos una vozcompleta. Esta posicin se justific con un argumentopoltico en contra de la dominacin y a favor de laexpresin democrtica. Los comentados movimientoscrticos haban llevado a un mayor involucramiento delos antroplogos con sus sujetos de estudio, aunquesuceda en niveles y formas diferentes. Como lomenciona George A. Marcus:

    otras experiencias culturales pueden ser evocadas orepresentadas por un cambio fundamental en la formaen que pensamos acerca de la construccin de los textosetnogrficos. Los intercambios dialgicos entre eletngrafo y el otro, el compartir la autoridad textualcon los mismos sujetos, el recuento autobiogrficocomo la nica forma apropiada para fusionarla experiencia cultural del otro con la del etngrafotodos estos son intentos para cambiar radicalmentela forma en que se ha constituido la etnografaconvencional con el fin de transmitir autnticamenteotras experiencias culturales (1986:168).

    Sin duda, estos enfoques tericos me ofrecieronherramientas metodolgicas bsicas para desplegar mipropia prctica antropolgica en mi pas, en el sentidode que ayudaron a situarme como autor, al interior demi situacin subjetiva como antroplogo nativo conla gente con la que estaba trabajando. Tambinconllevaban la promesa de una interaccin ms

    compartida y horizontal con el universo conceptual delos sujetos de estudio. Sin embargo, estas corrientes depensamiento no respondan a una preguntafundamental y prctica que todava quedaba porresolver: si la etnografa cada vez ms se ha vuelto undilogo entre mltiples voces, por qu al final slouno de los participantes normalmente se beneficia dela prctica antropolgica? En otras palabras, aunque laproduccin de textos antropolgicos y ultimadamenteel conocimiento estaba empezando a ser alcanzado deuna forma ms interactiva y colectiva, todava estabael problema del consumo/apropiacin etnogrfica, unarea apenas mencionada en este debate revisionista. Lasteoras antropolgicas, con todo su nuevo y sofisticadoentramado para dar una voz a los nativos, parecanen gran medida seguir preocupadas de asuntosrelacionados con la traduccin cultural para losgrupos dominantes.3

    Muchas de mis carencias metodolgicas, sinembargo, pudieron resolverse al buscar en otras ramasde la disciplina relacionadas con sus usos prcticos,notablemente en las reas de antropologa aplicada ypoltica. Quienes las promulgaban con frecuenciautilizaban el conocimiento obtenido en el campo paraimplementar polticas y proyectos desarrollistas. Latendencia de tales experiencias, sin embargo, era la defacilitar la promocin de cambios culturales y socialesen individuos, comunidades y sociedades, lo que confrecuencia se asociaba con una modernizacin y cambiopoltico de corte capitalista. En ese sentido eindependientemente de los resultados, tales prcticasno me parecan tan atractivas ya que con frecuencia seaplicaban sin importar la opinin de las comunidades.Incluso cuando la gente en el campo se involucraba entales proyectos de forma ms participativa, obviamenteresultaba muy difcil para ellos escapar de la lgicaeconmica y poltica impuesta por los donantesnacionales y extranjeros que se encontraban financiandodichos programas.

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    En ese sentido, antes del fin del conflicto armadoguatemalteco en diciembre de 1996, varias ONG localese internacionales empezaron a organizar mltiplesiniciativas desarrollistas a lo largo del pas alrededordel proceso de paz. stas se agregaban a otras yaexistentes aunque escasas desde dcadas atrs encampos como el de la salud, la educacin a distancia yen menor medida el medio ambiente, que habanlogrado mantener su presencia en parte no slo por elapoyo prestado por instituciones tales como las iglesiascatlica y protestante4 y fundaciones privadas, sinotambin porque polticamente no fueron percibidascomo una amenaza directa al statu quo.

    Ahora los movimientos desarrollistas de mediadosde la dcada de 1990, sin embargo, respondan no sloa los eventos nacionales sino a poderosas tendenciasinternacionales, particularmente ideas neoliberales detransferir las responsabilidades y decisionesgubernamentales a la sociedad civil. Adems de esteproceso globalizador, la comunidad internacionaltambin tena un inters geopoltico en ayudar a finalizarel conflicto blico en Guatemala nico conflictoarmado que quedaba en Centroamrica a mediados ladcada de 1990. Al proveer ayuda financiera ypoltica, el mundo industrializado estaba apoyando losesfuerzos regionales para superar la inestabilidad polticay promover el desarrollo econmico con el objetivode enfrentar el legado de las guerras civiles.5 En estecontexto la ayuda internacional se canalizaba no slo atravs del gobierno, sino de ONG y organizaciones debase con el fin de incrementar la participacin popularen los procesos de reconstruccin y desarrollo nacional.

    Fue en uno de estos proyectos desarrollistas en laregin qeqchi donde logr articular mi propuestaantropolgica, dndome la oportunidad de combinarcrticamente los parmetros metodolgicos de lasperspectivas posmodernas, particularmente en relacincon su dimensin multivocal, con otros de laantropologa aplicada. Durante una corta visita a la

    regin, previa a mi trabajo de campo, supe que habaun equipo de videastas qeqchi trabajando con laOrden Benedictina de la iglesia catlica en la ciudad deCobn. Una de las ideas principales detrs de dichoproyecto de video comunitario haba sido la de enseara miembros de la comunidad cmo producir materialesen video en su propio idioma y por ellos mismos,centrndose en las reas de salud, religin y educacin.De hecho, el proyecto era la continuacin de la exitosaexperiencia de Radio Tezulutln, la radio catlica local,tambin establecida por el padre Bernardino que habaestado transmitiendo en qeqchi desde el decenio de1970.6 A travs de ambas formas electrnicas decomunicacin, la iglesia esperaba superar ciertas barreraspara su trabajo originadas por el monolingismo y losaltos grados de analfabetismo en la regin. A mediadosde la dcada de 1990, el proyecto tena el apoyo de laAID y del Fondo Nacional para la Paz, FONAPAZ,organismo estatal que se encontraba canalizando laayuda externa para los proyectos relacionados con elproceso de paz. Con esta informacin a la mano, fui avisitar a los participantes en el proyecto y les habl acercade mi inters acadmico. Despus de nuestra plticame aceptaron en el grupo, lo que dio inicio a una relacinde colaboracin entre los videastas locales y mi persona,el antroplogo.

    Tras abrirse esta posibilidad, empec sistemti-camente a recolectar informacin acerca de otrosproyectos de comunicacin alternativa entre sectoresindgenas y populares donde haban estado involucradosdesde 1960 investigadores sociales, activistas, ONG, gruposreligiosos y hasta organismos estatales en su concepciny desarrollo. Amrica latina haba sido un campo frtilpara ello, y as se implementaron proyectos decomunicacin popular alternativa que pretendan abrirsepaso ante el cerco informativo impuesto por las grandescadenas hegemnicas de comunicacin privada ycomercial, las que, en general, buscaban hacer llegarmensajes religiosos, desarrollistas, integracionistas y hasta

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    contestatarios en pases con regmenes autoritarios odictaduras militares en los aos de 1960 a 1980. As, porejemplo, hubo en el caso de la dicesis de Verapaz enGuatemala, un uso importante de la radio y de audio-casetes por parte de la iglesia catlica en todo el continente,con iniciativas como la pionera Radio Sutatenza queempez en 1947, a transmitir programas educativos yreligiosos en Colombia; o Radio Dicesis, en Chiapas,Mxico, un par de dcadas despus. Estas emisoras juntoa otras similares, que transmitan mensajes a gruposcampesinos y marginales, llegaron a constituir a finalesde la dcada de 1960, ms de 500 radio escuelas entodo el continente, que en su mayora se unieron, con laorganizacin catlica, a la Asociacin Latinoamericanade Educacin Radiofnica, ALER, en 1972.7

    Por otro lado, en un terreno ms secular y militante,se contaba con varias experiencias como la de los radio-foros agrarios de la Radio Nacional/FUDECO y el CineUrgente en Venezuela (Capriles, 1981: 156); el casete-forode doble va entre cooperativas de pequeoscampesinos en Uruguay (Kapln, 1981: 215-216); laimprensa nanica, prensa enana, en Brasil, donde grupossindicales, intelectuales y humoristas reaccionaron algolpe militar de 1964 con publicaciones alternativas ycontestatarias como O Pasquim, El Centavo o el Manequim,que en conjunto llegaron a tener tiradas de hasta mediomilln de ejemplares y que fueron duramentereprimidas en el decenio de 1970 (Selser, 1981).Asimismo, ya en la dcada de l980 no se pueden obviarlas experiencias de las guerrilleras Radio Sandino enNicaragua, del Sistema Radio Venceremos de ElSalvador, y de La Voz Popular en Guatemala. En talescontextos, los defensores de los medios decomunicacin a pequea escala estabanexperimentando en la prctica, el desarrollo deproyectos alternativos que de alguna formagarantizaban la palabra a quienes siempre se les hanegado su uso (Ana Mara Pepino, citada en Melgoza,2005: 92).

    En el caso del trabajo especfico con medioselectrnicos de comunicacin hacia grupos indgenas,pude enterarme tambin de importantes iniciativassemi-estatales apoyadas por antroplogos, como elProyecto de Video en las Aldeas que el Centro deTrabajo Indigenista ha prestado desde 1987 a indiosamaznicos en Brasil en el contexto de movimientosde reafirmacin tnica (Gallois y Carelli, 1995: 49), oel del Instituto Nacional Indigenista de Mxico referidoal Proyecto de Transferencia de Medios Audiovisualesa Comunidades y Organizaciones Indgenas, que en ladcada de 1990 deriv en los Centros de VdeoIndgena en distintos estados del pas (Gmez Mont,2002). Tales programas alternativos a las grandescadenas comerciales de informacin y entretenimientoaudiovisual se haban venido desarrollando asimismoen contextos fuera de Latinoamrica, en lugares tandistantes y diferentes como entre los inuit de Canad,los pequeos artesanos en la India o entre los aborgenesaustralianos. Algunos investigadores interesados en estosfenmenos los describieron, de forma un tantoentusiasta, como nuevos vehculos de comunicacininterna y externa, de preservacin cultural y lingstica,de autodeterminacin y de resistencia a la dominacincultural externa (Ginsburg, 1997: 119).8

    Sin embargo, de todas estas iniciativas, hubo unaque en particular me impresion, ya que se acomodababastante bien con las ideas que ya iba desarrollandoacerca de mi posible participacin como antroplogoy comunicador en la comunidad indgena dondepensaba trabajar. Tal descubrimiento fue el trabajopionero del cineasta francs Jean Rouch y sus ideas deantropologa compartida, trmino acuado en ladcada de 1960 despus de que ste lograra elinvolucramiento activo de miembros de comunidadesafricanas en la produccin de sus pelculas. Segn PaulStoller, Rouch desarroll dicho enfoque antropolgicomientras presentaba sus pelculas a las mismascomunidades que previamente haba filmado:

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    Miembros de la audiencia le pidieron a Rouch mostrarel filme una y otra vez lo proyect cinco veces esanoche. Como a la medianoche, la gente empez ahacer comentarios sobre el filme. Era la primera vezque los songhay haban criticado su trabajo. Le decanque su pelcula no era buena; necesitaba mshipoptamos y menos msica. Rouch les pidiexplicaciones. l haba aadido una tonada tradicional,un gowey-gowey, para dramatizar la cacera, pero la gentele explic que cazar un hipoptamo requera silencioel ruido ahuyentara a los hipoptamos () Esanoche, Rouch y la gente de Ayoru fueron testigos delnacimiento del cine participativo en frica, y laetnografa se volvi, para Rouch, una empresacompartida. Finalmente elimin la msica de la pistade audio del filme Bataille sur le grand fleuve (1992: 43).

    Estableciendo las bases para unaexperiencia de video colaborativo

    En un lento y a veces difcil proceso de integracincon el equipo qeqchi de video, adopt al principio elmtodo antropolgico clsico de observacinparticipante durante las prcticas que tenan en laciudad de Cobn y cuando filmaban en las aldeas.Bsicamente, esto era seguir a los videastas indgenasy observarlos interactuar entre ellos y con otrosmiembros de sus comunidades, desarrollar una buenarelacin, pedirles explicaciones cuando fuera posiblesobre sus actividades, y despus escribir todo lo quepudiera en mi diario de campo. Durante este proceso,a los qeqchi no pareca importarles que yo estuviera,aunque indudablemente se comportaban msreservados cuando yo me encontraba presente.

    En este periodo inicial, me llamaron la atencin tressituaciones, debido a que de alguna manera chocabancon mis expectativas sobre el video indgena, segnmis lecturas anteriores. La primera era que mientrasfilmaban, el equipo prestaba poca atencin a lo quemucha de la literatura antropolgica sobre la regin

    refiere como prcticas mayas esenciales, tales comolas ceremonias relacionadas con semillas sagradas:maz y frijol; los rituales alrededor de ciclos de vida; lasmitologas o las referencias a Tzuultaqa, la montaasagrada, uno de los smbolos locales ms importantes.Por el contrario, los videastas se concentraban ms bienen aplicar un enfoque estrictamente desarrollista,filmando y presentando temas como prcticas higinicas,el uso de pesticidas, la construccin de letrinas, el trabajoen las cooperativas, etc. Cuando filmaban ceremoniasreligiosas, normalmente las asociaban con festividadescatlicas y no mayas. En segundo lugar, a pesar deque varios de los jvenes participantes haban estadoenrolados en el ejrcito, objetos de origen militar sepodan ver por todas partes en sus comunidades: botas,camisetas militares, fotos mientras prestaban serviciomilitar, etc.; nadie pareca interesado en filmar los eventosrelacionados con la guerra civil o sobre la situacinpoltica en general. Y en tercer lugar, los videos finalesse hacan en espaol, un idioma que apenas entenda lamayora de los qeqchi, quienes supuestamente eran suprincipal pblico. Ms tarde entend que esta visin haciafuera en vez de hacia dentro de sus comunidades, estabavinculada a los procesos en marcha de integracinnacional en el posconflicto y a los esfuerzos del Estado,todava militarizado, por ampliar el consenso ylegitimidad social a travs de la canalizacin de fondosinternacionales a proyectos de este tipo.

    Despus de algunas semanas entre el equipo devideastas qeqchi me empec a sentir incmodo, puesera el nico que no tena un papel claro durante lassesiones de capacitacin, filmacin y edicin. El equiposaba que yo tena alguna experiencia en produccin dedocumentales para la televisin y esperaba que meinvolucrara ms activamente en el proyecto. De cuandoen cuando me pedan que les enseara lo que yo sabade televisin. Al principio tena mis dudas, pues temaque los poda contaminar y bloquear el desarrollode una narrativa flmica particular qeqchi. Sin embargo,

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    pronto me di cuenta que eso no tena sentido, ya queeste proceso se estaba dando de todas formas, pueslos jvenes estaban expuestos permanentemente a lainfluencia de la televisin comercial, en donde mirabanpelculas norteamericanas o telenovelas mexicanas, delas cuales tomaban ideas para sus producciones. Trasalgunos titubeos iniciales, finalmente decid colaborarcon ellos, en lo que podra llamarse una antropologaconscientemente intervencionista. En general, miparticipacin consisti en transmitirles otras tcnicas deproduccin de video aparte de los conocimientos queya tenan, por ejemplo, la elaboracin de guiones, lailuminacin, los acercamientos y detalles, el uso de msde una cmara para el mismo evento, las tcnicas deentrevista, entre otros.

    Sintindome ms seguro dentro del grupo ysiguiendo mi instinto antropolgico, despus lespropuse experimentar con nuevas narrativas flmicas ycon una reorientacin de sus temas de inters, paracon ello producir en sus comunidades documentalesen su propio idioma y sobre temas ms tradicionaleso ancestrales mayas. El impacto del proceso demodernizacin y la guerra civil haban estadoerosionando rpidamente tales prcticas y les suger queguardar un registro visual de esto sera una contribucinimportante para el patrimonio de las generacionesfuturas. A los jvenes videastas les llev un tiempoaceptar tal propuesta, lo que finalmente hicieron trasuna serie de deliberaciones y negociaciones. Sinembargo, sus padres y los ancianos de EsperanzaChilatz, la comunidad seleccionada para filmar, seentusiasmaron con el nuevo proyecto y estuvierondispuestos a colaborar tan pronto oyeron de l. Estabrecha generacional, en buena medida vena de lasdiferentes expectativas existentes, segn la edad yposicin al interior de las comunidades lo que, a suvez, era influido por factores externos relacionados conla dinmica nacional y la guerra civil. Ciertamente,durante los ltimos quince aos tales eventos haban

    afectado profundamente la naturaleza de laorganizacin comunal interna.9

    Finalmente y tras largas discusiones acordamosfilmar los rituales asociados con la siembra del maz,debido en parte a que esta actividad no era controversialen trminos polticos y tambin por su importanciasocioeconmica y cultural entre las sociedades ruralesmayas. Durante la filmacin, los ancianos y sus esposasnos ayudaron, sin reserva, de muchas formas e inclusosugirieron actuar partes de la actividad frente a lacmara, algo que rechazamos de forma cautelosa. Sinembargo, sus explicaciones sobre este ciclo anualpreviamente filmadas a travs de entrevistas,posteriormente nos dio un marco de referencia yadurante la filmacin de los rituales y tambin estructuren buena parte la narrativa del documental definitivo.Mientras tanto, los jvenes de la comunidad que estabanparticipando en el proyecto de video constantementecambiaban papeles y a veces eran videastas y otras eranparte de la ceremonia de siembra del maz, diluyendocon esto las fronteras entre filmar el ritual o ser parteactiva de l. Estos papeles cambiantes, junto a lapresencia de personas externas dentro del equipo devideo adems de quien suscribe haba otros dosestudiantes universitarios del pas, estimul eldesarrollo de un puente nico, ntimo y revelador delcomentado ritual anual y de las diferentes reaccionesde los diversos miembros de la comunidad.10

    Tras una narrativa compartida

    Despus de varios meses de filmacin intermitentetenamos suficiente material para empezar la edicin.Sin embargo, tras algunos das de comenzado estetrabajo not que el inters del equipo qeqchi en elproyecto declin marcadamente. Ciertamente, largashoras de traduccin y clasificacin del material tenanagotado a todo el mundo al terminar cada jornada,pero el proceso de filmacin tambin haba sido una

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    actividad muy demandante que sin embargo, logrmantener el entusiasmo de los jvenes videastas. Conel tiempo, se hizo cada vez ms claro que estbamostrabajando bajo diferentes lgicas y expectativas.

    Como se fue haciendo evidente, para el equipo devideo qeqchi el producir un filme tena ms que vercon el proceso, que con el producto en s.11 En la vidacomunal maya, los roles sociales, el prestigio y el poderse adquieren a travs de acciones individuales y colectivasque son percibidas por la comunidad como servicios.Aunque existen varios servicios individuales invisiblescomo oraciones y ofrendas, mayehak, que se entiendenculturalmente como benficos para el resto de losmiembros de la comunidad, en general, la forma msobvia de proyectar la conducta social es a travs deactos pblicos y tangibles. En este sentido, todo elproyecto de video en Esperanza Chilatz tena unaimportante dimensin de acto pblico y de serviciocomunal. Los jvenes videastas ya haban adquiridoconsiderable estatus y liderazgo en la comunidad atravs de su monopolio de conocimientos en video yde su manejo ms amplio de temas desarrollistas enlos campos de educacin y salud. Esta posicin socialse reforzaba an ms por sus conexiones coninstituciones externas poderosas como el ejrcito y laiglesia catlica y sus agendas modernizantes. En estecontexto, su capacidad de mediar con institucionesexternas y la comunidad provena ms de suscapacidades flmicas que de sus pelculas finales.12

    Sin embargo, otro factor que pudo habercontribuido a que el entusiasmo decayera durante laedicin del documental fue mi presencia. Durante lafilmacin en Esperanza Chilatz mi actividad fuemnima, dado mi limitado entendimiento de lasprcticas culturales locales y de mi poca capacidad parainteractuar con otros miembros de la comunidad,debido bsicamente a un pobre manejo del idiomaqeqchi. En tales condiciones los videastas indgenastenan un control total de su espacio social y por lo

    tanto fueron ellos quienes escogieron la mayora de lastomas y las personas para entrevistar, mientras que yoslo les di algn apoyo tcnico y suger algunas preguntaspara las entrevistas. Sin embargo, de regreso en la ciudad,espacio social donde me senta ms cmodo y sobreel cual en muchos sentidos tena un mejor manejo queellos, los papeles se invirtieron y empec a tener unaparticipacin ms activa en el proceso, mientras que lade ellos declin. Entre otras cosas, se daba por hechoque yo tena un conocimiento mayor en produccinde video debido a mi experiencia previa en produccinde documentales televisivos, tambin por mi formacinacadmica. Slo hasta ms tarde me di cuenta de quemi relativa seguridad en escribir el guin, en editar y, engeneral, en saber cmo producir un filme msconvencional, pudo haber sido un factor que inhibi alresto del grupo, pese a que yo tena la intencin deincluir la mayor cantidad posible de sugerencias.

    En esta fase, se estaban manifestado claramente lasideas modernizantes con las que los jvenes videastasestaban acostumbrados a estructurar sus producciones.Por lo que pude ver cuando trabajaban sin mi influencia,ellos normalmente recurran a una narrativa flmica msexpositoria,13 la cual les facilitaba llegar a la audienciadirectamente, ya fuera por medio de un comentaristaa cuadro o con una explicacin en la pista de audio,con el fin de demostrar cmo se deban hacer ciertascosas al interior de la comunidad, como el uso defertilizantes o la higiene personal, mientras que, apenasprestaban atencin a los roles individuales o a lasdiferentes formas de hacer las cosas. En cierta medida,pienso que esto reflejaba el estilo vertical de transmitirla informacin, utilizado no slo por la iglesia catlicay los militares, sino por el sistema educativo nacional.En la mayora de sus producciones, entonces, parecaexistir la constante necesidad de una voz con autoridadcondicionando la narrativa general. En el caso delproyecto sobre la siembra del maz, la voz de losancianos, especialistas del tema, de alguna manera

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    coincidi con este esquema general de producir videoscon un grado de autoridad. Por lo anterior, los jvenesvideastas al parecer, se sintieron incmodos con el estilosemi-observacional14 que yo estaba tratando de introduciral documental. De acuerdo con su experiencia previa,los jvenes queran al principio agregar msica demarimba e incluso hacer comentarios en cada fase detoda la actividad y no apoyarse tanto en las entrevistasa los ancianos. Las discusiones sobre el estilo que debatener el documental se extendi por unos das. Engeneral, quienes tenan un mayor grado de educacinformal se inclinaban ms por intentar nuevos estilos oal menos darle el beneficio de la duda a la tcnicaobservacional, mientras que los que tenan menorformacin acadmica preferan mantener el estiloanterior. Finalmente, les propuse que editramos dosversiones, una de exposicin y otra de observacin,como forma de romper el impasse, lo cual pareciagradar a todos.

    Desafortunadamente, la mquina editora del centrobenedictino se descompuso y no haba esperanza deque fuera reparada pronto, lo que sabote la idea deproducir dos versiones del documental. Ante estasituacin, termin trabajando la versin final en otrolugar, con los ms liberales padres dominicos variosde ellos tambin antroplogos quienes tenan unequipo de edicin muy bsico. Muy pocos de losjvenes videastas llegaron a este nuevo lugar; paracuando el filme estaba por concluir ellos prcticamentehaban desaparecido. Por lo tanto, edit el filmeprincipalmente con otro joven urbano qeqchi, MainorPacay, que no haba participado en la filmacin en lacomunidad, pero trabajaba permanentemente con losdominicos y tambin haba sido capacitado enproduccin de videos, dentro del programa que ejercanestos religiosos. Con Mainor, sin embargo, las cosasno fueron fciles al comenzar nuestro trabajo. Mesesatrs habamos chocado durante un encuentro regularcon el equipo de video anterior, donde l abiertamente

    haba cuestionado mi presencia, sugiriendo que yo eraun kaxln, un ladino, y por lo tanto el resto del grupono debera confiar en m. Sin embargo, y pese a estaexperiencia, tras largas horas de edicin en el centrodominico Akkutn, se mostr cada vez ms interesadoen aprender sobre la produccin de documentales conun estilo observacional y sobre todo el proyecto derecuperacin cultural. Durante semanas enterasdiscutimos las diferentes formas de estructurar eldocumental y Mainor empez a confiarme lo que sabaacerca de la cultura qeqchi, haca comentarios cuandomiraba con detenimiento las secuencias filmadaspreviamente en Esperanza Chilatz. En consecuencia,mi entendimiento sobre la cultura local se desarrollenormemente durante ese periodo, mientras que elconocimiento de edicin de Mainor tambin mejorde manera notable, despus de que le transmitieraconocimientos sobre la produccin de documentales.Este proceso de aprendizaje de doble va nos permitiextender puentes de entendimiento y lograr superarmuchas de nuestras diferencias iniciales, lo que a la largase convertira en una productiva y duradera relacinprofesional y de amistad. Durante todo este proceso,tambin visit constantemente al equipo de EsperanzaChilatz pidindoles consejos, particularmente cuandosurgan dudas acerca de la festividad, tratando deincorporar sus planteamientos en lo posible, al interiorde la narrativa intercultural del filme. Tras unos meses,el documental Qa Loq Laj Iyaaj, Nuestra SagradaSemilla, qued listo.

    En este caminar, me queda claro que tuve la ltimapalabra en el cuarto de edicin y por lo tanto mi versiny entendimiento de la ceremonia se mantuvo en laestructura final del material. ste fue un documentoaudiovisual etnogrfico caracterizado por lo queClifford llam un arreglo jerarquizado de discursos(1986: 17).15 En todo caso, la experiencia terminformando un estilo de filmacin, que tom prestadodel cine participativo de Rouch (Stoller, 1992), del

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    proyecto de Video en las Aldeas de los kayap enBrasil (Turner, 1991), del estilo observacional delCentro Granada de Antropologa Visual de Manchesterdonde yo estudiaba y, por supuesto, del trabajo decmara y edicin de los mismos videastas qeqchi.16 Alhaber completado tal material, algunas de mispreocupaciones sobre los dilemas generados en relacincon la paternidad y destino del documental fueron dealguna manera resueltos. Por ejemplo, mi experienciame indica que el filme Qa Loq Laj Iyaaj es al parecerms digerible para un pblico qeqchi o maya en general,que para una audiencia acadmica o no indgena. Estono slo se debe al tema en s, sino tambin al ritmo ynarrativa visual tan particular del documento visual, queen muchas formas se distancia de las pelculasdominantes que se pueden ver en Amrica Latina,Europa y Norteamrica. Claramente, esta experienciahbrida hizo posible desarrollar los elementos bsicosde un estilo de filmacin, que mostr ser bastanteaceptado por la poblacin local y tambin por otrosgrupos indgenas en el mbito nacional e internacional.17

    En resumen, la produccin de Qa Loq Laj Iyaajgener nuevas consideraciones metodolgicas, tantotericas como prcticas, relacionadas principalmentecon asuntos de narrativa, autora y audiencia. Sinembargo, la prctica demostr que fue muy difcildistinguir claramente entre estos niveles, debido a lanaturaleza hbrida del producto final donde loslineamientos convencionales para tales definicionestienden a desdibujarse. Entonces, en la produccin deldocumental la interdependencia fue tal, que cadaparticipante dej su marca particular, desde la concepcinhasta la cristalizacin del mismo. Esta prctica, por lotanto, fue un ejercicio colaborativo, incrustado en unared de relaciones sociales donde diversas referenciasculturales e histricas se encontraron, produciendo loque Marcus y Fisher llamaron una negociacin designificados (citados en Henley, 1998: 51).18

    Conclusiones

    Producir videos entre comunidades qeqchi, en eldinmico contexto de la posguerra guatemalteca,provey variadas y ricas avenidas para explorar los lmitesy posibilidades de proyectos antropolgicos aplicadosy compartidos. Los filmes Qa Loq Laj Iyaaj y Rubel Kurusse produjeron en un ambiente cultural similar, durante elproceso de reconstruccin social, tras un periodo deguerra civil, militarismo y violencia poltica. Al interiorde este contexto, los qeqchi se encontraban reforzandonuevamente su identidad tnica y ampliando sus formasde expresin poltica. Por otro lado, mi agenda comoantroplogo tena claramente diferentes objetivos, quede alguna manera tambin se lograron satisfacer, pues atravs de la interaccin con el video tuve accesoprivilegiado a informacin etnogrfica que hubiera sidoms difcil o imposible de obtener a travs de una prcticaantropolgica tradicionalista.

    Desde el principio, la experiencia no era producir eltipo de cine etnogrfico que una vez filmado y editadose presentara a una audiencia externa, o slo a lacomunidad particular donde se dieron los eventosregistrados. Tampoco fue un proyecto de video indgenacomo el de los kayap en Brasil, donde el material finaly su narrativa se regularon en ltima instancia por losmismos productores indgenas, junto con otrosmiembros de la comunidad. Por el contrario, a travsde un enfoque ms integral, utilizando un ejerciciocooperativo entre los sujetos del estudio antropolgicoy el investigador, se trat de combinar diferenteselementos de experiencias locales y globales. Claramente,los resultados hbridos finales, en parte fueronconformados por estructuras de poder a su vezdeterminadas por procesos histricos que se extendanms all de las vidas individuales de los mismosprotagonistas. Esto no era algo fijo o predeterminado,sino dependiente de dinmicas y contextos cambiantes.En ese sentido, los proyectos antropolgicos en general,

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    y los proyectos de antropologa compartida en particular,se deben ver ms como procesos activados porcondiciones subjetivas y objetivas en vez de comosimples recetas metodolgicas. ltimamente, procesossimilares a la experiencia de colaboracin descrita aqumuestran ms bien espacios interculturales objetivos,donde se desarrollan la expresin subjetiva y los procesosgenerales de creacin social.

    A un nivel ms terico, estas prcticas se beneficiaronde la experiencia de varias dcadas de comunicacinalternativa dentro y fuera de nuestro continente quemiraban a los grupos indgenas, populares y marginales,ya no como audiencias de consumo pasivo, sino comogrupos con capacidad de reelaboracin creativa demensajes.19 Adems, se nutrieron de diferentes corrientesantropolgicas y sus variantes revisionistas yposmodernas, particularmente en el campo de lasantropologas visual, aplicada y poltica, mismas que hanfacilitado una construccin ms polifnica de los textosantropolgicos. Estas aperturas indudablemente hancambiado las formas en las que la antropologa en generaly la antropologa visual en particular se practican,posibilitando la concepcin de formas novedosas deinteraccin con los sujetos en el campo y tambin formasms experimentales de hacer etnografa. Indudablemente,tales percepciones han facilitado el cuestionamiento y enalgunos casos la superacin de un bien establecidopensamiento antropolgico binario, que tiende a dividira las sociedades en categoras tales como primitivo/civilizado, tradicional/moderno, yo/otro, observador/observado.20 La produccin de textos etnogrficosutilizando cmaras por los sujetos antropolgicos puedeser vista como una oportunidad de desafiar talesdicotomas (Harvey, 1993: 167).

    En este sentido, experiencias alternativas de mediosde comunicacin micro pueden ofrecer nuevas formasde entender cmo las comunidades indgenas reciben,rechazan, recrean y transforman los mensajes mediticosde masas, a la vez que dan pistas sobre cmo tales

    prcticas articulan la dimensin cotidiana con la global,el mbito privado con lo pblico y la esfera familiar conel poder.21 Edificando sobre tales experiencias, es posibleimaginar formas novedosas de colaborar con gruposindgenas en proyectos compartidos desde unaperspectiva ms horizontal. Estos esfuerzos colaborativosdeben dejar lo ms claro posible, lo que cada involucradoest tratando de lograr para, basados en eseentendimiento, disear y negociar los niveles departicipacin y resultados de todo el proceso deproduccin. Una mejor aprehensin del punto de vistadel nativo sobre la base de tal colaboracin puede llevara una mayor cercana en la creacin de productoscompartidos que a la vez tengan una circulacin yconsumo ms balanceado. Al compartir de maneraresponsable el conocimiento etnogrfico con lascomunidades estudiadas, los antroplogos visualespodrn estar mejor preparados para responder a lacuestin terica constantemente discutida en losexperimentos de comunicacin alternativa: la relacinentre la accin y la representacin (Reyes Mata, 1986: 207).

    Sin embargo, con estas consideraciones, la capacidadde que una iniciativa sea compartida y encolaboracin depende ms de la posibilidad de losproyectos, de establecer reas comunes donde losinvolucrados puedan negociar, combinar y materializardiferentes intereses y formas distintas. El xito o fracasode tales prcticas comunes tienen que ver, por ello, conla capacidad de articular procesos y resultados queconlleven sentido para sus participantes. Es decir, stosdeben ser proyectos que busquen desarrollar una prcticaantropolgica con resultados y beneficios mltiples,donde diferentes iniciativas se puedan amarrar al interiorde un mismo proceso colectivo. Sin embargo, tambinhay que ser concientes de que a pesar de las buenasintenciones, la construccin colectiva de un texto concaractersticas multivocales, debido a las relaciones depoder inevitablemente presentes, puede con facilidaddisfrazar nuevas y sofisticadas formas de apropiacin

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    cultural donde la intencin de compartir sea slo unailusin. De esta manera, es importante establecer en lamedida de lo posible cmo los sujetos y subjetividadesse transforman en objetos y son objetivizados al interiorde la prctica antropolgica. Quiz lo que est en juegoen cualquier encuentro antropolgico que buscaprocesos compartidos y por extensin prcticasaplicadas o polticas es la forma en que el poderde actuar y proponer se establece, y cmo los resultadosse distribuyen dentro de sus diferentes participantes. Enestos tiempos, empresas antropolgicas compartidasdeberan proveer espacios para el autodescubrimiento yla construccin creativa de la propia identidad. Sobretodo deberan de ser procesos en los que tanto elantroplogo como los sujetos de estudio puedanmutuamente potenciar lo mejor de sus energas.Como afirmara Paulo Freire (1985), la investigacindebera representar una oportunidad de involucrarse,no de invadir.

    Notas

    1 Este escrito se basa en la tesis de doctorado del autor tituladaVideo Indgena, Memoria y Antropologa Compartida enla Posguerra de Guatemala: Experiencias de FilmacinColaborativa entre los Qeqchi de Alta Verapaz, presentadaen la Universidad de Manchester en febrero de 2000. El autortambin ha participado en proyectos de video comunitarioen Guatemala y Mxico, y por algunos aos dio clases en elprograma de maestra de antropologa visual en elGoldsmiths College, Universidad de Londres, antes deincorporarse a la UAEM, Mxico.

    2 Con el apoyo de la comunidad internacional, el Estadoguatemalteco se encontraba negociando un tratado de pazcon la guerrilla organizada en la Unidad RevolucionariaNacional Guatemalteca (URNG), el que tiempo despus finalizcon 36 aos de conflicto armado en el que segn la ONU unas200 000 personas, en su mayora indgenas, perecieron.

    3 Vase Asad, 1986. Abu-Lughod observa que: Inclusointentos de reconfigurar a los informantes como consultoresy dejarlos hablar en textos dialgicos o polivocales descolo-nizacin a nivel del texto deja intacta la configuracin bsica

    del poder global en el que se basa la antropologa, al estarvinculada a otras instituciones mundiales (citado enNordstrom, 1997: 30).

    4 Las iglesias protestantes incluso iniciaron sus polticasdesarrollistas y de educacin aplicada a finales del siglo XIX,cuando la llamada Revolucin Liberal de 1871 vio en ellasuna alternativa al conservadurismo de la iglesia catlica deentonces y un buen ejemplo de lo que se consideraba unatica favorable hacia los ideales de modernizacin y progreso (vaseGarrard Burnett, 1994).

    5 Por algunos aos de la dcada de 1990, Centroamrica seconvirti en el mayor recipiente de ayuda internacional en elmundo. En 1994, por ejemplo, cerca de 170 millones deEcus (precursor de la moneda Euro) fueron enviados a laregin por la Unin Europea, la que a su vez se convirti enel mayor donante multilateral en la regin. Guatemala fue uncaso ejemplar del planteamiento europeo hacia Latinoamrica,que se enfocaba crecientemente hacia procesos dedemocratizacin, el respeto a los derechos humanos y el buengobierno (vase CIIR, 1998).

    6 La rama benedictina de la iglesia, con sede central en BlueCloud Abbey en Dakota, lleg a Alta Verapaz en 1964siguiendo los lineamientos del Papa de enviar 10 por cientode sus misioneros a Latinoamrica. Sus religiosos ya habanestablecido una larga relacin de trabajo con gruposamerindios norteamericanos como los sioux, dakotas y metis(una mezcla de chippawa y franceses) con el fin deamericanizar poco a poco a la gente para facilitar su integracina una sociedad ms global (panfleto benedictino acerca delorigen de la orden, s/f).

    7 Vase Melgoza (2005: 88, 89).8 Vase tambin Turner, 1991, 1992; Moore, 1992; Worth y

    Adair, 1997; McDougall, 1994; Chalfen, 1992; y McLellan,1987.

    9 Con anterioridad, el poder dentro de las comunidades seadquira normalmente con edad, sin embargo, al asociarsecon instituciones poderosas (primero con la iglesia catlica ydespus con el ejrcito) los jvenes lograron adquirir antes detiempo posiciones de autoridad al interior de la comunidad.Sin darme cuenta, segn lo entend despus, mi propuestaestaba amenazando su papel tan prestigioso comointermediarios de modernidad, mientras que al mismotiempo daba poder nuevamente a la autoridad de los ancianos,que en buena medida vena de su conocimiento tradicional.

    10 Vase Flores, 2000.

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    11 Quisiera agradecer a Sergio Navarrete por sus iluminadorescomentarios en relacin con este punto.

    12 Se puede observar una similitud importante con laexperiencia de video entre los kayap de Brasil; segn Turner,para este grupo amaznico el acto de filmar con una cmarade video puede volverse un mediador todava msimportante en sus relaciones con la cultura dominante deOccidente que el video-documento en s mismo (1992: 7).

    13 Vase Barbash y Taylor (1997: 17).14 El cine observacional ha sido privilegiado al interior de la

    antropologa debido a que trata de transmitir a la audienciaun recuento de la actividad filmada lo ms fielmente posible,por lo tanto busca una menor intervencin del cineasta/antroplogo en el sentido de agregar msica externa, efectosespeciales, comentarios, etctera.

    15 Esto en s mismo me gener algunos cuestionamientosticos y metodolgicos alineados con las preguntas de DavidMacDougall (1994: 31), quien se cuestiona: si las etnografasahora incorporan otras voces, qu independencia textualtienen estas voces en realidad? En trminos absolutos, todoslos textos utilizados de esta forma se encuentransubordinados al texto del autor.

    16 Vase Flores, 1999.17 Qa Loq Laj Iyaaj gan el premio continental Lanza de Amaru

    de la Nacionalidad Awua para la categora cosmovisin durante elTercer Festival de Cine y Video de las Primeras Naciones deAbya-Yala, que se llev a cabo en Ecuador, julio de 1999.

    18 Esta primera experiencia, eventualmente dio paso a laproduccin de otra pelcula etnogrfica en una comunidaddiferente, meses despus, llamada Rubel Kurus, Bajo la Cruz,sobre la violencia sufrida en varias comunidades qeqchidurante la guerra. Esta nueva produccin resolvi variosproblemas surgidos durante la filmacin de Nuestra SagradaSemilla, al mismo tiempo que el nuevo contexto gener unanueva serie de preguntas metodolgicas. Rubel Kurus fuepresentado ms tarde en el VI Festival Internacional de CineEtnogrfico que se llev a cabo en Goldsmiths College,Universidad de Londres, en septiembre de 1999. En esaocasin, el Royal Anthropological Institute, la institucinantropolgica ms antigua del mundo, generosamente invital camargrafo y editor qeqchi Mainor Pacay para que llegaraa discutir conmigo este proyecto compartido desde nuestrasdiferentes perspectivas (cf. Flores, 1999 y 2000).

    19 Vase Winocur, 2002; y Garca Canclini, 1995.20 Vase Russell (1999: 19).21 Vase Schwartz y Jaramillo (1986: 68), y Winocur (2002: 33).

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