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editorial Nº IDENTIFICADOR: 406.000 { NOVIEMBRE 2010 Nº 406 CUADERNOS DE PEDAGOGÍA. 3 El otro día, en una conversa- ción informal, un maestro me preguntó: si tú fueras conse- jero de Educación, ¿qué ha- rías? En concreto: ¿cuáles se- rían las tres medidas que tomarías durante los prime- ros cien días o incluso más allá? Le miré con aire dubita- tivo e improvisé una respues- ta que, con el paso del tiem- po, me ha ido dando vueltas en la cabeza. La primera: Escuchar las vo- ces de los diversos agentes de la comunidad educativa para tomar el pulso a la si- tuación, tratando de discer- nir lo urgente de lo que pue- de esperar, lo importante de lo secundario, las necesida- des reales de las ficticias, los intereses generales de los meramente corporativos. Sí, observar y conversar mucho Con el propósito de percibir todo aquello que funciona y, por tanto, es conveniente mantener. Porque tan nefas- to resulta carecer de ideas para cambiar lo que sea ne- cesario, como tener dema- siadas y tratar de tocarlo todo. Además, con demasia- da frecuencia, estas modifi- caciones suponen una invo- lución y marcha atrás. El reto es tan claro como complica- do: lograr un punto de equi- librio entre el cambio y la continuidad y entre la inter- vención de la Administración –para garantizar la igualdad de oportunidades, la calidad de la enseñanza y del trabajo docente y el escrupuloso res- peto a los Derechos Huma- nos y de la Infancia– y la au- tonomía del profesorado. La segunda: tomar medidas de choque que permitan avanzar hacia una escuela in- clusiva e integradora con es- pecial atención al alumnado social y culturalmente más desfavorecido. Para evitar las altas tasas de fracaso escolar en la ESO; para prevenir las carencias, con medidas de discriminación positiva, des- de los primeros compases de Primaria; dignificar la For- mación Profesional; y refor- zar los Programas de Cualifi- cación Profesional, la Educación de Personas Adul- tas y otros espacios formati- vos que constituyen las lla- madas escuelas de las segundas oportunidades. En este capítulo no pueden re- gatearse esfuerzos ni en tiempos de crisis; al contra- rio, es en estas coyunturas cuando la educación requie- re un mimo especial: tanto para garantizar una mayor equidad y cohesión social como para desarrollar la in- vestigación puntera en los distintos campos del conoci- miento. Pero no todo supo- ne más dinero, pues existen otras medidas de reconver- sión del personal docente como la supresión de los profesores de Religión, en la enseñanza pública, para reci- clarlos como personal de apoyo en las aulas, aunque ello significa romper previa- mente el acuerdo del go- bierno con la Santa Sede: una decisión tan necesaria como coherente en un Esta- do aconfesional. La tercera: trascender el de- bate que se queda en la cor- teza de los problemas y las soluciones. Los tiempos cambian pero los discursos de los poderes públicos o de las organizaciones sindicales se enquistan. Ello sucede, por ejemplo, con el mano- seado tema del tiempo esco- lar –de la jornada y del calen- dario– donde la discusión parece agotada. Porque la cuestión de fondo no es si la jornada es mejor partida o continua –hay sólidos argu- mentos que avalan ambas propuestas–, ni si hay que alargar más horas y días el calendario, sino qué uso se hace del tiempo, cómo se aprovecha y se hace más efectivo y, desde un punto de vista social, cómo se logra la conciliación laboral y fami- liar. Lo mismo sucede con otros debates. Modificar la perspectiva de análisis no su- pone renunciar a unos princi- pios básicos sino abrir la mi- rada a otras perspectivas menos encerradas en el coto escolar y más abiertas a la complejidad social. Y, sobre todo, exige dejar de ser es- clavos de la inmediatez y pensar en el futuro de las nuevas generaciones. Y tú, querido lector o lectora, ¿qué harías? El reto es lograr un equilibrio entre el cambio y la continuidad Y tú, ¿qué harías? JAUME CARBONELL SEBARROJA, director

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Nº IDENTIFICADOR: 406.000 { NOVIEMBRE 2010 Nº 406 CUADERNOS DE PEDAGOGÍA. 3

El otro día, en una conversa-ción informal, un maestro me preguntó: si tú fueras conse-jero de Educación, ¿qué ha-rías? En concreto: ¿cuáles se-rían las tres medidas que tomarías durante los prime-ros cien días o incluso más allá? Le miré con aire dubita-tivo e improvisé una respues-ta que, con el paso del tiem-po, me ha ido dando vueltas en la cabeza.La primera: Escuchar las vo-

ces de los diversos agentes de la comunidad educativa para tomar el pulso a la si-tuación, tratando de discer-nir lo urgente de lo que pue-de esperar, lo importante de lo secundario, las necesida-des reales de las ficticias, los intereses generales de los meramente corporativos. Sí, observar y conversar mucho Con el propósito de percibir todo aquello que funciona y, por tanto, es conveniente mantener. Porque tan nefas-to resulta carecer de ideas para cambiar lo que sea ne-cesario, como tener dema-siadas y tratar de tocarlo todo. Además, con demasia-da frecuencia, estas modifi-caciones suponen una invo-lución y marcha atrás. El reto es tan claro como complica-do: lograr un punto de equi-librio entre el cambio y la continuidad y entre la inter-vención de la Administración –para garantizar la igualdad de oportunidades, la calidad de la enseñanza y del trabajo docente y el escrupuloso res-peto a los Derechos Huma-nos y de la Infancia– y la au-tonomía del profesorado. La segunda: tomar medidas

de choque que permitan avanzar hacia una escuela in-clusiva e integradora con es-pecial atención al alumnado social y culturalmente más desfavorecido. Para evitar las altas tasas de fracaso escolar en la ESO; para prevenir las carencias, con medidas de discriminación positiva, des-de los primeros compases de Primaria; dignificar la For-mación Profesional; y refor-zar los Programas de Cualifi-

cación Profesional, la Educación de Personas Adul-tas y otros espacios formati-vos que constituyen las lla-madas escuelas de las segundas oportunidades. En este capítulo no pueden re-gatearse esfuerzos ni en tiempos de crisis; al contra-rio, es en estas coyunturas cuando la educación requie-re un mimo especial: tanto para garantizar una mayor equidad y cohesión social como para desarrollar la in-vestigación puntera en los distintos campos del conoci-miento. Pero no todo supo-ne más dinero, pues existen otras medidas de reconver-sión del personal docente como la supresión de los profesores de Religión, en la enseñanza pública, para reci-clarlos como personal de apoyo en las aulas, aunque ello significa romper previa-mente el acuerdo del go-bierno con la Santa Sede: una decisión tan necesaria como coherente en un Esta-do aconfesional.La tercera: trascender el de-bate que se queda en la cor-teza de los problemas y las soluciones. Los tiempos

cambian pero los discursos de los poderes públicos o de las organizaciones sindicales se enquistan. Ello sucede, por ejemplo, con el mano-seado tema del tiempo esco-lar –de la jornada y del calen-dario– donde la discusión parece agotada. Porque la cuestión de fondo no es si la jornada es mejor partida o continua –hay sólidos argu-mentos que avalan ambas propuestas–, ni si hay que

alargar más horas y días el calendario, sino qué uso se hace del tiempo, cómo se aprovecha y se hace más efectivo y, desde un punto de vista social, cómo se logra la conciliación laboral y fami-liar. Lo mismo sucede con otros debates. Modificar la perspectiva de análisis no su-pone renunciar a unos princi-pios básicos sino abrir la mi-rada a otras perspectivas menos encerradas en el coto escolar y más abiertas a la complejidad social. Y, sobre todo, exige dejar de ser es-clavos de la inmediatez y pensar en el futuro de las nuevas generaciones. Y tú, querido lector o lectora, ¿qué harías?

El reto es lograr un equilibrio entre el cambio y la continuidad

Y tú, ¿qué harías?

JAUME CARBONELL SEBARROJA,director

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