Post on 26-Dec-2015
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El legendario Tino Nevárez
(Un tigre de la montaña)
De: Benjamín Luna Lujano
Gabriela Gpe. Moreno Nevárez
Jorge Hayashi Jiménez
(Tino Nevárez acompañado de una cantinera en un bar de Los Estados Unidos
de Norteamérica (1951).
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“Sólo los libros nos sacaran de la barbarie,
José Vasconcelos”.
A nuestro estimado y querido maestro,
Adrián García Cortés porque con sus
regaños y sabiduría nos ha enseñado a
amar los libros, así como la historia,
que Dios guarde muchos años.
Corrector de estilo: Teodoso Navidad Salazar
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Créditos de ilustraciones
Fotografías tomadas de El Sol de Sinaloa
1 Tractor. La moderna tecnología del tractor desplazó a la fuerza animal y al arado en
la agricultura sinaloense
2 Cerveza Gallo, Yaqui y Humaya, alegraban los rumbosos bailes de los culiacanenses
3 Edificio de El Sol de Sinaloa y el patio de maniobras de El Tacuarinero (1956).
4 En el aeropuerto El Palmito, Culiacán, Sinaloa, se fraguo el espectacular asalto a un
avión que transportaba la raya de los trabajadores del mineral de Nuestra Señora
(1963)
5 Agentes judiciales en vida, asesinados posteriormente por la banda de Concepción
Gastélum (El Loncho), en el rancho Los Huizachez, Mocorito, Sinaloa; hechos que
influyeron meses después en la masacre de Río de los Barragán
6 Sr. Antonio García y su hijo Ismael fueron detenidos en un campo agrícola de Costa
Rica, Sinaloa, por ser miembros de la banda de Tino Nevárez (1960)
7 Anastacio (Tacho) Murillo, reo del ejército, acusado de ser el cerebro de la banda de
Tino Nevárez (1960)
Del libro Cosalá: Pueblo minero, pueblo mágico
1 Camioneta Ford de ocho pasajeros, único medio de transporte público motorizado
en la ruta Guadalupe de los Reyes, Culiacán, Sinaloa, (1943).
2 El Trimotor cruzaba los aires de Tayoltita y Guadalupe de los Reyes llevando barras
de oro y plata rumbo al puerto de Mazatlán
3 Inauguración del mineral de Nuestra Señora. En la imagen se puede reconocer al
gobernador de Sinaloa Dr. Rigoberto Aguilar Pico, Sr. Schilissinger, superintendente
del mineral y otras personalidades.
4 Colonia Las Palmas, aposentos de los empleados de confianza de la compañía
(ASARCO), Unidad Nuestra Señora.
Fotografías proporcionadas por el Ing. Salvador Valencia, responsable del proyecto
de la nueva biblioteca del municipio de San Ignacio, Sinaloa.
1 Edificio donde estuvo preso Tino Nevárez, rehabilitado como biblioteca pública
(2013).
2 Celda donde estuvo prisionero Tino Nevárez, San Ignacio, Sinaloa (1944).
3 Espacio de recreación de quince metros de ancho por veinte de largo donde según
Tino Nevárez sacaban a los presos a tomar baños de sol, momentos que aprovecho
para fugarse (1944).
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Índice Dedicatoria 3
Créditos de las ilustraciones 4
Semblanzas
Prologo 12
Introducción 15
CAPÍTULO 1
ANTECEDDENTES
Sustitución de importaciones y su impacto en la sociedad mexicana 19
El Milagro Mexicano (1958-1970) 19
Culiacán, y la bonanza de la presa Sanalona 20
La sierra, el contraste 25
Producción de oro y plata 26
Las huelgas de Nueva Rosita, un movimiento reprimido 28
por el gobierno federal
Radiografía de pueblos mineros en la década 40s 50
s 29
Guadalupe de los Reyes 30
En pinganías 35
Fiestas patrias en Guadalupe 35
La cárcel donde estuvo preso Heraclio Bernal 37
Ya existía la violencia 37
Familia Nevárez Sánchez 38
Tino el mejor hachero de la región 40
Carboneras del rancho El Tablón 40
Producción de carbón 40
Camino a los valles 41
Trajinar de Guadalupe 42
Abasto de alimentos 43
Ranchos satélites de Guadalupe 44
La yegua del cencerro 44
El reloj del pueblo 45
La arriería en Guadalupe 46
El ensaye 46
El trueque en Guadalupe 46
Hija bájale los calzones a ese hombre y agárrale los huevos 46
Los caciques se aprovechaban de nuestra pobreza 47
Motivos del cierre del mineral de Guadalupe de los Reyes 47
Tayoltita cuna de oro y plata 47
6
William Randolf Herst, propietario del mineral de Tayoltita 49
Mineral de Contraestaca 50
Ropa para la Cruz Roja de Inglaterra 52
Mueren los Gorras Prietas 52
El crimen de Contraestaca 54
Vuelan las minas con dinamita 55
Silicosis enfermedad del minero 55
Nos bañaban como animales 56
Humillación a los mineros 57
El método de la piedra 58
La roca recogida en trenecitos 59
Robo hormiga de oro y plata 60
Caballitos y choricitos 61
Puras parrandas 61
Vinaterías y cantinas 61
Destino de un oriental 63
Un asiático bolero 63
Mecánico de aviación 63
Fundidor de metal 63
Un chino con costumbres mexicanas 64
Trampas al chino 64
El proceso de beneficio 64
El Güerillo Salcido 65
Atentado contra un hijo de Juan Manuel Ley 65
Vecinos de la colonia extranjera 67
Éxodo de taltotillenses 67
El Dios de la pobreza 67
Las radiantes venas del mineral de Cosalá 68
CAPITULO 2
¿QUIÉN FUE TINO NEVÁREZ?
¿Quién fue Tino Nevárez? 72
La tragedia de Tino 73
Cinco mil pesos de recompensas 74
Tino no era ventajoso ni chapucero 75
El secuestro de un Quintana 75
Pidió de rescate sólo lo que ofrecían por su cabeza 76
Se remonta a las alturas 76
Influencia de Heraclio Bernal 76
7
Los cinco pesos 77
Muerte de Austreberto, segunda tragedia 77
Tino era muy matrero 79
Tino, barretero en Tayoltita 80
Por los aires, barras de oro y plata 82
El Gitano en la Batería 83
Tino y El Gitano 84
CAPÍTULO 3
EL REGRESO
El regreso 87
Cinco años de sequía 87
Árboles del Edén 88
El apomo 88
Tino Nevárez, segunda etapa de bandolero 89
Me tocó ver un asalto de Tino Nevárez 90
Nunca lo detuvieron porque no lo conocían 91
Para que no los estrujen 92
El bandolero sin rostro 92
Disfrazado de carbonero 94
La muerte de un bandolero 95
El Águila Negra 97
Asaltos al mineral de Nuestra Señora 99
Primer asalto 100
Segundo asalto 101
Se exime de culpa a Tino Nevárez 104
Alegre y parrandero 104
Masacre en Río de los Barragán 106
Hablan los periódicos 106
Perra maldita 115
Continúa la rencilla 116
Se aclaran lo hechos 117
Bailando con la muerte 118
Noche de Terror 119
Último asalto del Bravo de Cosalá 123
Capitán Anselmo Zermeño, la soberbia lo mato 124
Cambio de gobierno 128
La orden vino del centro: detener a Tino vivo o muerto 129
La estrategia 129
La guerra 130
8
Dos mil soldados de línea persiguen a Tino, lo quieren vivo o muerto 130
Tino suma adeptos a su gavilla 131
El Tigre alardeaba de valiente 132
El niño no chilló 133
La sierra, un infierno 133
Masacre en Quenibas 134
Mueren mujeres, niños y bebés 134
Persecución de Tino Nevárez 137
Entrevista a Herberto Sinagawua 137
Tino, herido de un balazo 140
Tres veces más de lo robado se gasta en perseguirlo 141
Juez menor encubridor de Tino 142
Serranos se quejan de los militares 142
Angustiada la madre de Tino, ruega porque se entregue a la justicia 143
Decepcionados los federales 145
Confusos los informes sobre la muerte de Tino 146
Tino no ha muerto 146
Condiciones geográficas de Cosalá, años 40s 50
s 148
Diez mil pesos de recompensa, misma que se ofreció 149
por la cabeza de Bernal
Uno más de la banda de Tino en manos de la justicia 150
La lucha por ser hombre de bien 150
CAPITULO 4
¿DÓNDE QUEDÓ TINO NEVÁREZ?
¿Dónde quedó Tino Nevárez? 152
Pancho Nevárez un joven de muchos pantalones 152
El encuentro 153
Un pacto con Dios y el Santo Niño de Atocha 153
Trecientos kilómetros a pata con el botín en los hombros 154
Costa Rica sitiado por el ejército 154
Durmiendo con el enemigo 154
Detención de Servando 155
Seis meses bajo Tierra 156
Pura limonada 158
Vi a un Tino ojeroso y demacrado 158
Plebe travieso 159
Aquí sesteando 160
Préstamo de trecientos pesos 160
Indumentaria del bandolero 160
De Las ilusiones a la frontera 161
9
Es Tino, pendeja 161
Una maestra de muchas agallas 162
Las mujeres de Tino 163
Directivos de Nuestra Señora 164
Probable clausura del mineral 166
Que no cierra la empresa 167
Vuelven a merodear los Tinos 167
Desapareció la banda de Tino 168
Capturados tres feroces asaltantes que andaban con Tino 168
Otro lugarteniente de Tino es detenido 169
Uno más de la banda es trasladado a la capital 170
Cómplices de Tino cayeron en manos de la justicia 170
Confirman prisión para un gavillero 172
Mitad realidad, mitad leyenda, se entregó El Güerillo Salcido 173
Después de cuatro años lo detuvieron 175
¿Quiénes fueron los miembros de la banda de Tino? 175
Zonas de influencia y bases de apoyo 176
Surge el corrido 178
Cuco Nápoles 180
Ezequiel Peña y sus versos 180
Detenido por el ejército 181
Vuelve Tino Nevárez (segundo corrido) 183
Surge la leyenda 185
Un hermano de Tino 187
Hombre noble y hospitalario 187
Un espectacular asalto 188
Detienen al cerebro de la banda de Tino Nevárez 190
No le sacaron nada en claro a Tacho Murillo 194
El último hombre de Tino 196
Viaje a Campanillas 197
Guía de soldados 200
Alimento para los federales 202
Campanillas donde El Tigre ruge 202
Arrollo de Guasimillas 203
Conclusiones 221
Anexo (Tino Nevárez, mi verdad) 224
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SEMBLANZA
Benjamín Luna Lujano
Cronista honorario de la sindicatura de Costa Rica, Culiacán de Rosales,
Sinaloa.
Nació en Costa Rica, Culiacán de Rosales, Sinaloa, México, el 3 de octubre de
1955.
Cursó La Maestría en Historia y la Licenciatura en Psicología en la
Universidad Autónoma de Sinaloa, así como la especialidad en Ciencias
Sociales en la Escuela Normal Superior de Mazatlán, Sinaloa.
Miembro fundador de la Crónica de Sinaloa.
Miembro del Patronato Cultural Valle de San Lorenzo.
Premio Nacional de Crónica Contemporánea 2007, por la Asociación
Nacional de Cronistas de Ciudades Hermanas.
Cofundador de la Unidad Académica Preparatoria Carlos Marx de Costa Rica,
de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
Secretario Académico de la Preparatoria Carlos Marx durante (1992-1997).
Consejero Universitario durante el periodo 2007-2009.
Consejero Técnico durante el periodo 2009-2011.
Autor de las siguientes obras: Origen y Ocaso del Ingenio Rosales; Azúcar,
Sal y Miel, Medio Siglo de Futbol en Costa Rica; Crónica de una Institución
Educativa; Costa Rica, Historia de un Pueblo Azucarero (coautor); Costa
Rica: Del Ingenio a las pirámides; Entre Papas y Cebollas: Mercados del
Municipio de Culiacán; Historia del Transporte Público en Culiacán (1872-
1980).
Actualmente labora como maestro de tiempo completo en la preparatoria de
Costa Rica de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
Gabriela Guadalupe Moreno Nevárez Nació en la ciudad de Costa Rica, Culiacán, Sinaloa, México, un 24 de marzo
de 1960, siendo la segunda de una familia de ocho hermanos.
Ha sido Secretaria Administrativa de la Facultad de Medicina de la
Universidad Autónoma de Sinaloa (2000-2003).
Colaboradora del Proyecto de Acreditación de la Facultad de Medicina
(2003-2006).
Secretaria General de la Delegación Sindical de la Facultad de Medicina
(2006-2009).
Actualmente es profesora e investigadora de Tiempo Completo Titular “C”,
impartiendo las asignaturas de Bioquímica General con Laboratorio y
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Seminario y, Bioquímica Médica con Laboratorio en la Facultad de Medicina
de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
Durante sus años de servicio a conducido 27 generaciones de médicos
asesorados de la Facultad de Medicina.
Jorge Hayashi Jiménez
Nació en Costa Rica, Culiacán, Sinaloa, México, el primero de marzo de
1956.
Realizó estudios primarios en la escuela Gral. Antonio Rosales de Costa Rica,
Sinaloa; secundaria en la escuela Ignacio Manuel Altamirano de Los Mochis,
Sinaloa; bachillerato en el colegio Cervantes, en Culiacán, Sinaloa y estudios
profesionales en la facultad de Contabilidad y Administración de la
Universidad Autónoma de Sinaloa, durante (1971-76).Es egresado del Centro
de idiomas de la (UAS), con especialidad en Japonés.
Secretario de la Asociación de Descendientes Japoneses de la Ciudad de
Culiacán, Sinaloa.
Secretario del grupo GUÍA durante (1999-2008).
Consejero de Cruz Roja, Costa Rica (2008-2009).
Actualmente labora como comerciante en la sindicatura de Costa Rica,
Sinaloa, donde es propietario de una nevería y pastelería.
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PRÓLOGO
Agradezco la distinción de la que he sido objeto de parte de los autores, al
permitirme escribir sobre este libro que trata de la vida del Sr. Florentino
Nevárez Sánchez, personaje que, siendo niño conocí a través del corrido, pero
sobre todo, por las pláticas entre la gente de la comunidad donde crecí,
cercana a Costa Rica.
Recuerdo que el tema era obligado entre los adultos de la época. Las charlas
surgían algunas veces en momentos en que los hombres del campo, como mi
padre, hacían espacio después de primera jornada de trabajo, para tomar sus
alimentos. Otras veces, por las noches en que las gentes descansando de las
fatigas del día, entre charlas y risas en torno a una hoguera, contaban leyendas
sobre espantos y aparecidos, y también surgía de improviso el tema sobre
hazañas atribuidas a Florentino Nevárez. Sin duda que el corrido de Los
Broncos de Reynosa, contribuyó a acrecentar la fama del personaje que aquí se
trata.
Benjamín Luna Lujano, Gabriela Guadalupe Moreno Nevárez y Jorge Hayashi
Jiménez, han realizado un trabajo de investigación, serio, sustentado en
bibliografía y hemerotecas. Han hurgado en archivos públicos y privados;
viajaron por lugares donde el Sr. Florentino Nevárez Sánchez, vivió de
manera intensa los acontecimientos aquí relatados. Estos investigadores han
recogido los testimonios de parientes y amigos del legendario personaje, así
como de quienes sin conocerlo, tuvieron noticias a través de periódicos de la
época o de la vox populi, que construyeron su leyenda.
Es importante destacar que reconociendo en todo lo que vale el gran esfuerzo
de la investigación, el mayor mérito lo constituye el hecho haber logrado ir a
la fuente primaria, que no es otra cosa que la versión del protagonista, quien
accedió a contar su verdad: el Sr. Florentino Nevárez Sánchez, quien decidió
romper el silencio después de más de 60 años para aclarar de una vez por
todas cuanto se haya dicho, sin ser cierto. Un silencio autoimpuesto de manera
prudente, para proteger, no sólo su vida, sino la de muchos de sus familiares,
evitando alguna represalia, de parte de algún descendiente de aquellos, a quien
tal vez su conducta, pudo haber lastimado.
Al adentrarnos en el contenido del libro, encontramos en un primer momento,
una descripción acertada de los autores sobre cómo, la incipiente agricultura
en el valle de Culiacán empezó a desarrollarse a pasos agigantados con la
apertura de la presa Sanalona, construida sobre el cauce del río Tamazula, para
convertirse en el emporio agrícola de México, y en contraste, “retratan” con
magistral prosa, las condiciones de miseria en la que transcurría la “vida” de
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los habitantes de la sierra de Sinaloa, y de aquellos que laboraban en los
centros mineros que, no obstante el oro y la plata, extraída por sus callosas
manos, veían con profunda tristeza, esfumarse hacia otras latitudes, ya fuera
por las vías férreas o a través de buques de gran calado que surcaban las
procelosas aguas del océano Pacífico, el producto de su esfuerzo, mal pagado.
Los autores rememoran las manifestaciones por mejores condiciones de vida
de mineros como fue el caso de Nueva Rosita, Coahuila, y la represión de que
fueron objeto, por el gobierno federal. Hacen una radiografía de los pueblos
mineros de la época y su vida cotidiana, entre ellos Tayoltita, Contraestaca,
Guadalupe los Reyes; destacando fiestas, tradiciones, costumbres, violencia y
tragedias vividas; narran el auge y ocaso de los centros mineros, así como los
abusos de caciques que aprovechaban la ignorancia y necesidades de la gente
para explotarlos; de igual manera nos cuentan cómo empezó el éxodo de
cientos de familias a los valles de Culiacán, en busca de mejor destino. Es
importante destacar que con la instalación del ingenio azucarero de la Central
Sanalona, en lo que hoy es la ciudad de Costa Rica, jugaría un papel de suma
importancia en la vida de miles de personas, llegadas de muchas partes del
país, en búsqueda de empleo y una mejor suerte.
Con prosa fácil y amena los autores nos dan a conocer los orígenes de la
familia Nevarez Sánchez; la forma en que se ganaban el sustento diario y las
carencias de la gente de los pueblos de la sierra antes de trabajar en los
minerales. Más adelante los investigadores entran de lleno a la vida del
personaje. A través de sus páginas nos cuentan no sólo su origen, sino también
cómo fue que su vida apacible, se convirtió de pronto en un remolino que lo
elevó para ir al encuentro con su destino, pasando de ser un humilde
trabajador, a hombre buscado por la justicia, donde el gobierno puso precio a
su cabeza.
Se narran en este documento las primeras hazañas del personaje; el cobro del
rescate por un secuestro, por el que Tino Nevárez únicamente pidió lo que se
ofrecía por su captura, y cómo en la Sierra Madre, y en los habitantes de los
pueblos encontró protección y abrigo para no caer en manos de sus
perseguidores.
Destacan los autores la saña y crueldad con que el gobierno trataba a los
moradores de aquellos lugares para que lo entregaran o dieran pistas para su
captura; observan también que lejos de aquello, lo protegían, porque veían en
Tino Nevarez, no sólo al bandido, sino al benefactor que en muchas ocasiones
solucionó problemas de salud, alimento y ropa, con el producto de sus asaltos.
Nevarez Sánchez se convirtió muy pronto en hombre justiciero, ante los
abusos del gobierno que desplegó cientos de soldados en su búsqueda. Esas
acciones jamás fueron olvidadas por la gente de la sierra; tal vez en ese
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agradecimiento, se escondió el misterio de la sobrevivencia del famoso
barretero, que sufrió en carne propia la miseria.
La historia contada en estas páginas no tiene desperdicio. A través de ella, el
lector se dará cuenta del otro mundo: el de los oscuros socavones, en que
transcurría el tiempo de aquellos hombres; las humillaciones de qué eran
objeto por infames capataces. Conocerá cómo era su vida cotidiana, en qué
empleaban su tiempo libre los barreteros; también nos hablan los autores de
los comerciantes que llegaban a los centros mineros y las primeras
manifestaciones de inconformidad ante los salarios de miseria pagados por las
compañías mineras.
Resulta interesante conocer las crónicas de los primeros, así como de los
últimos asaltos de Nevarez Sánchez, contados, no por la prensa o por la voz
del pueblo que lo elevó al pedestal de héroe, sino lo que relata en este
documento el propio protagonista, quien rompe el silencio y con ello ofrece su
versión de los acontecimientos que transformaron su vida en claros oscuros.
¿Cuál fue la circunstancia que lo envolvió en el torbellino del bandolerismo,
pero que no le hizo perder su origen de hombre justo? ¿Quiénes fueron sus
hombres de confianza? ¿En verdad fueron tantos los asaltos que le
adjudicaron? ¿Realmente su gavilla cometió las atrocidades que le endilgó el
gobierno? Hubo asaltos que se hicieron en su nombre? Qué sucedió con sus
antiguos seguidores, o cómo cayeron en manos de la justicia? ¿Qué tanto de
cierto es lo que Paulino Vargas narra en el corrido, cantado por Los Broncos
de Reynosa y por tantos grupos norteños y bandas? ¿Cómo vivió su familia a
la distancia, estos trágicos acontecimientos?
¿Cómo bajó a los valles, Florentino Nevarez Sánchez? ¿Qué sucedía con él,
mientras el ejército sitiaba Costa Rica, en su búsqueda desesperada? ¿Cómo
pudo aquel hombre, sobrevivir durmiendo seis meses bajo tierra? ¿Cómo
escapó?, no por la sierra en compañía de un compadre, sino a lugares que le
han permitido sobrevivir tantos años, alejado geográficamente de su tierra,
aunque marcado para siempre por el destino y por las circunstancias que le
tocó vivir, de manera valiente.
Dejemos que los autores de este magnífico libro y don Florentino Nevárez
Sánchez, nos cuenten la verdadera historia, más allá de la leyenda.
Teodoso Navidad Salazar
Culiacán, Sinaloa, agosto de 2014.
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INTRODUCCIÓN
La investigación de la presente obra dio inicio a mediados de los años 90, es
decir quince años atrás, cuando, en uno de sus tantos viajes de estudio a la
ciudad mágica de Cosalá, el profesor Benjamín Luna escuchó hablar a los
abuelos sobre las hazañas de un personaje que de inmediato llamó su atención
su nombre, Tino Nevárez: A partir de entonces, Benjamín, realizó una intensa
búsqueda por archivos, bibliotecas, hemerotecas y tradición oral que llevaron
a la consecución del texto que hoy nuestros lectores tienen en sus manos.
En una segunda etapa de la indagación se incorporaron dos compañeros más:
Sr. Jorge Ayashi Jiménez y la Dra. Gabriela Moreno Nevárez, quienes
vinieron a reforzar y enriquecer la exploración, dando como resultado un
profundo y amplio conocimiento sobre la vida del legendario bandolero.
Cabe mencionar que, si bien, la tarea principal se realizó durante un periodo
de cinco años (1994-1999), por razones ajenas a nuestra voluntad fue
imposible publicar el resultado a su debido tiempo, por lo que este se mantuvo
en resguardo durante más de una década.
Podemos decir que esto fue para bien del producto final, pues en el ocaso del
año 2000, y después de varios intentos fallidos, tuvimos la oportunidad de
localizar y entrevistar en el extranjero, al famoso salteador de minerales,
conversación que se publica en el anexo de la presente obra.
Obviamente, la entrevista con el legendario bandolero vino a fortalecer,
enriquecer y tratar con mayor rigor el resultado final de la obra y a su vez nos
permitió reconstruir algunas páginas de la misma, esperando que la
investigación sea del agrado de nuestros lectores, Salud.
Es interés de los escritores además, destacar que, por respeto y agradecimiento
a los periodistas que en su tiempo con entereza y maestría cubrieron las notas
informativas, sobre las correrías y persecución de Tino Nevárez como el Sr.
Herberto Sinagawa Montoya, Enrique Navarro y Esteban Zamora, entre otros,
así como por la calidad de sus trabajos, pues reportearon a lomo de mula,
abandonando las oficinas refrigeradas; las notas que en aquellos tiempos
fueron publicadas en la prensa de la época, son incorporadas de forma
cronológica como estructura del libro, no como anexo, con lo cual
pretendemos brindar un merecido reconocimiento a los insignes periodistas
por su invaluable e importante aportación al tema aquí tratado.
El texto es sobre todo de carácter histórico, cultural, sin fines de lucro y tiene
el propósito de documentar la vida de Florentino Nevárez Sánchez, un hombre
que por sus intrépidas acciones, debido al medio y los tiempos que le tocó
vivir, tuvo mucha similitud con el legendario bandolero Heraclio Bernal, El
famoso Rayo de Sinaloa.
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Para estudiar la trayectoria del bandido, fue necesario, en primer término,
definir el contexto en que se originaron sus correrías pues a nuestro juicio los
hombres son de los tiempos, los espacios y las condiciones que les tocó vivir
más que de sus propias inquietudes o cualidades.
En un segundo momento de la investigación los autores realizaron varios
viajes al pueblo mágico de Cosalá y municipio de San Ignacio, así como a
Tayoltita, Durango, donde escucharon en calles, plazuelas, mercados y
restaurantes de estas pequeñas joyas coloniales a los ancianos sobre las
andanzas de Tino Nevárez, legendaria figura que desde mediados del siglo xx
se hizo famoso por sus espectaculares asaltos a minerales de la región y su
actitud justiciera, en beneficio de los humildes de la sierra. Poco a poco
fuimos reconstruyendo a través de la historia oral y medios impresos, la vida
del personaje: la realización de sus asaltos al mineral de Tayoltita,
Contraestaca, Socavón, y otros tantos al mineral de Nuestra Señora, en Cosalá,
así como los enfrentamientos con el gobierno que lo perseguía fieramente.
Conocimos además nombres de mujeres y hombres que formaron parte de su
gavilla en su fulgurante carrera delictiva.
En otra parte de sus pláticas los abuelos de Cosalá comentaron lo generoso
que fue Tino con los pobres de la sierra, quienes gozaron de su protección y
que, por motivos de la hambruna de los años 50, del siglo pasado, así como las
huelgas de los minerales de Tayoltita, San Dimas y el cierre de Guadalupe de
los Reyes, carecían de lo más indispensable. Aquellos ancianos se regocijaban
al recordar la forma en que el escurridizo bandolero burló en múltiples
ocasiones a los federales, particularmente, al famoso General Jesús Arias
Sánchez, conocido como El Pacificador del Sur, miembro de los Dorados de
Villa y a quien el Centauro del Norte llamaba Mí Gallo.
En una de estas platicas, tuvimos la fortuna de escuchar la forma en que, Tino
Nevárez, después de un fuerte enfrentamiento con las fuerzas castrenses,
desapareció de forma espectacular de caminos y pueblos de la sierra,
provocando con ello, una feroz represión contra las familias campesinas de la
Sierra Madre Occidental, sobretodo, por parte del ejército quien destinó más
de 2 mil soldados de línea a la detención del bandolero, campaña que se
desarrolló en 20 mil kilómetros a la redonda de las cumbres de la sierra por los
comandantes militares del estado de Sonora, Nayarit, Chihuahua, Durango y
Sinaloa, y, más sangrienta y tenebrosa que la aciaga Operación Cóndor de
fines de los años 70, según testimonios de la época.
Previo a estos datos recabados en la hermosas ciudades de Cosalá, San
Ignacio y alrededores, los autores, desde pequeños, tuvieron un leve
conocimiento sobre la figura de este personaje al conocer, al filo de los años
60, el famoso corrido titulado Tino Nevárez , melodía entonada por el grupo
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norteño Los Broncos de Reynosa, de Paulino Vargas, un reconocido
cantautor, quien decía que: “Para escribir y cantar los corridos había que estar
cerca de la lumbre”.
Además de la historia oral y los periódicos de la época, una tercera fuente de
información fueron dos hermosas y valiosas monografías denominadas:
Cosalá: 18 Encuentros con la Historia y San Ignacio del mismo nombre,
magistralmente coordinadas por el lic. Gilberto López Alaniz y el Sr. José
María Figueroa, aunque esas obras tratan superficialmente el tema, sirvieron
para acrecentar nuestra curiosidad por la vida del legendario bandolero.
Una cuarta fuente de información lo fue sin duda la página de Internet donde
la figura de Tino Nevárez aún está vigente y vibrante. En dicho manantial
descubrimos, al menos, el nombre de veinte grupos musicales, entre bandas y
grupos norteños, que actualmente continúan cantando su corrido, así como
una segunda composición denominada Vuelve Tino Nevárez escrito por el
mismo autor del primero, donde se relaciona al forajido con el guerrillero
Lucio Cabañas.
Otras fuentes que alimentaron nuestra investigación fueron: Archivo
Histórico General de Sinaloa, ramo de la Procuraduría de Justicia; del
mismo repositorio, los periódicos: El Sol de Sinaloa y El Diario de Culiacán.
Además, la hemeroteca del periódico El Sol de Sinaloa, así como el rotativo,
El Sol del Pacífico publicado en la ciudad de Mazatlán, donde encontramos
abundante información sobre las hazañas del legendario bandolero.
Debemos destacar la importancia que jugaron nuestros entrevistados sin cuyo
apoyo hubiese sido imposible la realización del presente trabajo. Agradecemos
en especial a los señores: Encarnación Nevárez Sánchez (qepd), hermano de
Tino; Sra. Guadalupe Martínez Hernández, cuñada de aquel; Sra. Lorenza
Nevárez Sánchez, hermana de Tino; Sr. Benito Moreno, cuñado del forajido;
al Sr. Ángel Nevárez Sánchez, primo hermano de Tino; Sr. Cosme y
Margarita Pérez Sánchez, sobrino del bandolero y desde luego al propio Sr.
Florentino Nevárez quien tuvo la delicadeza de darnos la oportunidad de
despejar muchas dudas que habían quedado pendientes sobre su azarosa vida.
El lector tiene ante sí, un trabajo de quince años de investigación relacionado
con la figura del legendario bandolero Florentino (Tino) Nevárez, estructurada
en tres capítulos.
En el primero, se realiza un somero estudio del Sinaloa de los años 50s, con
su bonanza en la agricultura así como el impacto del modelo de desarrollo
económico denominado Desarrollo Estabilizador; de igual forma se estudia,
las condiciones que vivió la minería durante dicha década, las huelgas mineras
en Tayoltita, Nueva Rosita y otros centros mineros de la región, famosos a
mediados del siglo pasado.
18
En el segundo, se investiga el origen de Florentino “Tino Nevárez”, las causas
de su conversión en bandolero social, el contexto en los minerales de la sierra,
huelgas, paros, represión, las injusticias de dichas empresas contra los
trabajadores de minas.
En el tercero se estudia la segunda etapa del forajido, sus hazañas, sus asaltos
y sus enfrentamientos con el gobierno, siendo el punto neurálgico de la obra.
Finalmente, se agrega un anexo donde se plasma la entrevista al legendario
bandolero con la cual damos por terminada nuestra investigación.
Esperamos que el presente esfuerzo por reconstruir la historia de este
personaje de la medianía del siglo XX, sirva para aclarar las interrogantes
que, en aquellos tiempos surgieron y quedaron en el aire, a saber: ¿Qué
condiciones, económicas y laborales existían en los minerales de la Sierra
Madre Occidental en los años 50, del siglo pasado? ¿Qué repercusiones tuvo
en las empresas mineras y sobretodo en su mano de obra la Segunda Guerra
Mundial? ¿Quién fue Tino Nevárez?, ¿Qué contexto social existió en la sierra
en la época de su fulgurante carrera delictiva, que llevaron a Tino Nevárez a
convertirse en bandolero social y por ende en proscrito de la justicia?. ¿Fue
Tino Nevárez un hombre salido de los más bajos estratos sociales de los
minerales de la Sierra Madre Occidental? ¿Por qué razón decidió dirigir sus
golpes principalmente a los minerales de Tayoltita y Nuestra Señora, ¿Dónde
se encuentra Tino Nevárez? ¿Murió ya, el legendario bandolero?.
Esperamos que la presente obra despeje todas estas interrogantes y sea de su
completo agrado al fin que, Tino Nevárez hasta antes del presente libro era
tan sólo un enigma o tal vez un misterio aún sin descifrar.
19
Capítulo 1
Antecedentes
Sustitución de importaciones y su impacto en la sociedad mexicana.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial (1945), México entró de lleno a un
crecimiento económico sostenido: el famoso modelo de desarrollo
denominado Sustitución de Importaciones, impulsado durante el sexenio del
presidente Lázaro Cárdenas, que sentó las bases para un florecimiento sin
parangón en la historia del país. Entre 1958- 1970, el producto interno bruto
creció un 7% y hasta un 8% anual. Esto se vio reflejado en el bienestar de la
familia mexicana. El sexenio se caracterizó por el control de precios con una
baja inflación de tan sólo 4% anual, la paridad del peso respecto al dólar
permaneció en doce pesos con cincuenta centavos. Las ciudades demandaron
más mano de obra aumentando vertiginosamente el número de consumidores
de las grandes ciudades. En escasamente dos sexenios la población urbana se
equiparó, inclusive, rebasó, a la rural debido a un proceso de migración
acelerado del campo a la ciudad, veamos las estadísticas siguientes:
Población total en México Urbana Rural % Urbana Rural
1950 25’000,000 mll. 10’983,000 14’808,000 42.6 57.4
1960 34’923,000 17’705,000 17’218,000 50.7 49.3
1964 39’642,000 20’852,000 18’790,000 52.6 47.4
La Economía Mexicana en Cifras
1.
En unos cuantos años, se construyeron carreteras, puertos marítimos, plantas
eléctricas, instituciones de salud, escuelas, universidades, redes telefónicas y,
la pantalla chica entró a los lugares mas recónditos del país. Se edificaron
además, miles y miles de viviendas para familias humildes y el empleo creció
a pasos agigantados. El progreso se dejó sentir en todos los sectores de la
sociedad al grado que en los círculos financieros internacionales, México tenía
asombrados a los capitales del mundo. Fue entonces cuando el secretario de
hacienda Lic. Antonio Ortiz Mena decidió cambiar el nombre del proyecto de
desarrollo denominado Estabilizador por el de: Milagro Mexicano.
El Milagro Mexicano (1958-1970)
En dicho periodo (1958-1970), todo mundo tenía trabajo asegurado, la palabra
título universitario, significaba bienestar y seguridad social. El país vivía una
época de bonanza y de crecimiento sostenido.
Sinaloa, espacio geográfico donde reconstruimos nuestra historia, no estuvo
exenta del progreso del país. Sus ciudades más importantes, Culiacán y
20
Mazatlán vivieron prácticamente una transformación económica, social,
cultural, científica y sobretodo productivo, sin parangón. Del tiempo de
aletargamiento que tuvo nuestro estado sólo los recuerdos quedaron, todo
cambio, de forma fulgurante.
Culiacán y la bonanza de la presa Sanalona
Mientras el mundo resentía la crisis de metales y la Sierra Madre Occidental
producía muchos pueblos fantasmas, la apertura de la presa Sanalona (1948),
Culiacán se convertía en un paraíso tanto para las familias de la región como
para la gente de la sierra, que al ver cómo se cerraban sus principales fuentes
de trabajo, bajaron a los valles a buscar nuevos horizontes.
Para el estado de Sinaloa, el auge provino de dos vertientes, por un lado, la
influencia que tuvo el florecimiento de la economía del país, y por otro, el
impacto de la reconversión de la agricultura extensiva a intensiva. El embalse
de agua de la presa Sanalona, permitió la ampliación del cultivo de tierras de
30 mil hectáreas, en los primeros años del siglo xx, a 100 mil para los años
50s. La producción de tomate de exportación, algodón y azúcar de caña
trajeron dólares a raudales a la capital sinaloense. Datos de la Asociación de
Agricultores del Río Culiacán (AARC) destacan que, la exportación hortícola
en 1950, dejó utilidades por el orden de 148 millones de pesos, siete años
después, alcanzó la fabulosa cifra de 442 millones pesos (ciclo conocido como
el año de oro de la horticultura sinaloense), es decir, la economía culiacanense
tan sólo en una década, casi triplicó sus ganancias. Así aparecieron los
demonios de gasolina, carros último modelo, tractores y Caterpillar surcando
las polvorientas calles y abriendo caminos, brechas, guardarrayas, canales
tierras de cultivo del valle de Culiacán, desplazando a las viejas arañas de la
capital y a las herramientas rudimentarias como: arado, azadón, hacha,
machete y mulas que en el campo eran la fuerza de sangre, para abrir al
cultivo miles de hectáreas, en el valle sinaloense.
21
La moderna tecnología del tractor desplazo a la fuerza animal y al arado en la agricultura
sinaloense en la década de los 40s.
La década de los años 50, fue para el floreciente estado, la década de las
grandes transformaciones. La aparición de la pantalla grande tuvo fuerte
impacto en su vida social y cultural, las formas de vestir, hablar, caminar,
bailar y cantar cambiaron vertiginosamente. Así, el pelo largo que para los
mexicanos representaba la hermosura de la mujer, se cortó a la altura del
cuello. Nuestras bellezas se despidieron de las medias que les daban
sensualidad y elegancia y dejaron el zapato bajito o de tacón cuadrado para
usar el estilo ajuga que hacían caminar a las mujeres de puntitas.
El cine tuvo un fuerte impacto en las modas, uno de sus grandes íconos lo fue
sin duda la sensual Marilyn Monroe, quien influyó mucho en el nuevo estilo
de la mujer sinaloense.
Con el propósito de imitar a la diva, nuestras sirenitas se cortaron el pelo en
capas, por encima del hombro con rulos u ondas; tiñeron el cabello de rubio
plateado, usaron vestidos Strapler y zapatillas de tacón de aguja y
aromatizaron hoteles, calles, restaurantes plazuelas y centros de diversión con
el famoso perfume Chanel número cinco, uno de los más caros del mundo.
22
Marilyn Monroe, “La Rubia de Oro”, influyó en el cambio de ideas, costumbres y hábitos
de los y las sinaloenses.
Les siguieron los hombres con el corte de pelo en forma de pompa, (antes era
fletab, tipo soldado), largas patillas y el baile alocado similar a una
convulsión epiléptica. Pantalón y camisa de mezclilla y zapatos de Charol,
estilo Elvis Presley, el rocanrolero de la época.
23
Elvis Presley, impuso su estilo de baile en la juventud de Culiacán.
Obviamente, el coraje de los adultos no se hizo esperar reprobando y
maldiciendo dichas conductas asociándolas, inclusive, con espíritus del mal.
Todos estos cambios motivaron un sincretismo cultural muy fuerte con
influencia básicamente norteamericana.
En el ámbito gastronómico las cintas norteamericanas también impusieron
su influencia al cambiar el gusto de las comidas naturales por alimentos
rápidos teniendo como vanguardia la torta y la Coca cola.
En contraparte, el cine mexicano se defendía con sus ídolos del momento
como Pedro Infante y sus cintas: A toda máquina, Pepe El Toro; Los Tres
Gavilanes, Ustedes los ricos, Nosotros los pobres; No desearás la mujer de tu
hijo; La Oveja Negra, entre otras; y sus hermosas melodías, El muchacho
alegre, Tú y las nubes, Bésame mucho, allá en el Rancho Grande, etc. La
mujer mexicana era representada por la señora: Sara García (La abuelita del
cine mexicano); Sarita Montiel, Blanca Estela Pavón, Lilia Prado, Irma
Dorantes, Dolores del Río, Flor Silvestre y Silvia Pinal entre otras.
Era la época del cine Diana y Reforma, donde, noche, tras noche, las salas se
ponían a reventar, los jóvenes enamorados aprovechaban el descuido de la
24
suegra para robarle un beso o, cuando menos, agarrarle la mano a la novia
(ahora le toman hasta los pies), lo cual representaba un triunfo para el galán.
Mientras las modas demolían esquemas culturales, nuestras autoridades
derrumbaban edificios, ampliaban calles y avenidas, embellecían jardines,
mercados y plazuelas, transformando la pequeña capital en una ciudad
moderna y más civilizada, en un verdadero espejo de las urbes
norteamericanas.
La cerveza Gallo, Yaqui, Tecate y Pacífico, alegraban las rumbosas fiestas de
los culiacanenses. Clubes sociales, cantinas y cabarets, diariamente, estaban
repletos de parraquianos que acudían a disfrutar de la permanente algarabía
que vivía la ciudad de Culiacán.
Cerveza gallo, yaqui y humaya alegraron los rumbosos bailes de los culiacanenses durante la década
de los 50s.
La población culichi, creció a ritmo acelerado, principalmente, por un
movimiento migratorio, sin parangón en la historia de Sinaloa, miles de
familias de los estados del sur y de la sierra llegaron a echar raíces en las
principales ciudades de Sinaloa. De tal forma que de 37 mil habitantes que
tenía la capital en 1940, para 1965, su población se disparó a 70 mil, es decir,
en tan sólo 25 años, el número de vecinos se duplicó.
En este maremágnum social y económico, vino el cruzamiento de razas,
cuando a principios del siglo xx, una nueva migración europea cruzó el
25
océano Atlántico en búsqueda de nuevos horizontes encontrando en Sinaloa la
tierra prometida. Los nuevos aventureros, de origen griego casaron con
hermosas muchachas de ascendencia vasca, andaluza y gallega, así como con
jóvenes de origen árabe, francés y estadounidenses, inclusive, asiáticas,
uniéndose así, lenguas, hábitos y costumbres de tres continentes en un
pequeño territorio de escasamente 58,092 kilómetros2, como lo es Sinaloa.
Para mediados del siglo XX Culiacán ya era reflejo de una verdadera ciudad
cosmopolita. Léase, Juan Macedo López, Antología , p.28-29 2
.
Aunado a lo anterior los Ecos de Los del Monte y del pistolero Francisco
(Chicón Ochoa, aún resonaban en el cerebro de los sinaloenses. Nombres
como Rodolfo Valdés, el temible Gitano, Manuel Sandoval El Culichi; Irineo
Martínez El Tentaduras; El Güerillo Salcido y Concepción Gastélum,
forajido, este último, del rumbo de Mocorito, conocido como El (Loncho), así
como la fama de su acérrimo enemigo y persecutor Gral. Jesús Árias Sánchez,
conocido como El pacificador del sur, estaban presentes en la memoria
colectiva de los culiacanenses.
Los escasos medios de comunicación como: la radio y los periódicos, así
como la tradición oral informaban diariamente de las hazañas de estos
temibles personajes.
Hablar mal del ejército era prácticamente una herejía, lo cual se castigaba con
la censura del periódico, libro o revista y, si el medio insistía en su denuncia
se detenía al reportero o director y se enviaba a la cárcel. Inclusive si el caso
ameritaba se llegaba al asesinato. Es en esta atmosfera de profundos cambios,
donde surge la leyenda del legendario bandolero Florentino (Tino) Nevárez.
La sierra, el contraste
Mientras en las ciudades sinaloenses todo era algarabía y glamour, teniendo
como manto una economía boyante, en la Sierra Madre Occidental, en un área
de más de 50 mil kilómetros cuadrados campeaba el desempleo, el hambre y
la muerte. En esta región la huesuda paseaba en brioso corcel buscando a las
pobres familias de los mineros para llevarlas al infierno.
Siglos atrás, al igual que en el país, la minería en el Noroeste de México,
había sido la actividad productiva más importante y prometedora, sobre la cual
giraban los demás sectores de la economía (agricultura, ganadería y
comercio).
Con la guerra de Independencia, este sector que financió con doblones,
marcos, escudos y tejos, las guerras de España contra los países enemigos y
enriqueció a los barcos piratas, tuvo una de las peores crisis de su historia y,
aun cuando, ochenta años después, principios del siglo xx, tuvo un repunte en
su producción, los precios internacionales dieron al traste con su prometedora
26
recuperación. Luego se presentó la crisis de 1929, y para mediados del siglo
xx, inclusive, con el surgimiento del modelo denominado Milagro Mexicano,
esta rama de la economía entró en una de las rupturas más profundas de la
cual se tenga registro en los anales de su historia. Los motivos fueron
múltiples, sin embargo, entre los más destacados se pueden mencionar los
siguientes: primero, el desplome de los precios internacionales del oro y la
plata, zinc y cobre, asociado a una tecnología atrasada, insuficiente para
revertir el agotamiento de las betas mineras. Lo anterior trajo como
consecuencia el cierre de buena parte de los centros metalúrgicos del país y,
los que se salvaron de la debacle, resintieron fuertes y prolongadas huelgas
obreras por aumentos salariales y mejores condiciones de vida.
Un segundo fenómeno fue el fin de la Segunda Guerra Mundial, pues al
inicio de la conflagración el precio de la onza de plata (28.7grs.), aumentó de
45 a 75 centavos de dólar, en virtud de que el metal se utilizaba para pagar el
salario de los soldados en Europa, Asia y África, ya que en estas naciones no
se aceptaba el pago en papel moneda.
Obviamente al terminar la guerra, el precio internacional de la plata tuvo de
nuevo una estrepitosa caída, lo cual vino a aumentar la incertidumbre de los
inversionistas en el sector minero mexicano. (Léase Arturo Román Alarcón,
“Auge y decadencia de la minería en Sinaloa, 1910-1950”, p. 17)3.
Producto de lo anterior, las empresas mineras, principalmente extranjeras que
dominaban el escenario mexicano, retiraron sus inversiones cerrando las
fuentes de trabajo o reduciendo prestaciones sociales a los trabajadores.
Véase a continuación dos gráficas elaboradas por el Instituto Nacional de
Geografía e Historia (INEGI), que demuestran las épocas de auge y
estrepitosas caídas de la producción de metales preciosos, entre 1871-2008.
Producción de oro
En las siguientes gráficas se puede observar cómo el oro registró sus mayores
volúmenes de producción entre 1904 y 2008, con 42, 059 50 y 365 kg, por
año, en ese orden; el dato más antiguo que se tiene de esta serie corresponde al
periodo de 1521 a 1540, con 4, 200 kilogramos por año.
27
http//www.INEGI
.4
Producción de plata
En el caso de la plata, de gran importancia a su vez para la economía
mexicana, se tiene que a partir 1871 ha habido un relativo ascenso en su
producción: el mayor volumen se registró en 1930, con 3’ 272, 288 kg, para
descender abruptamente en 1965 a 1’ 152, 857 kg, no obstante, se observa una
recuperación en los últimos años. Fuente INEGI
INEGI.
5
28
La huelga de Nueva Rosita, un movimiento reprimido por el gobierno
federal. La huelga de los obreros mineros, en la minera de carbón en Nueva Rosita,
estado de Coahuila, a principios de los años 50, del siglo pasado, es fiel
reflejo de la situación socioeconómica que vivían los operarios de las minas,
en la geografía del territorio nacional.
Una solicitud de revisión de contrato colectivo de trabajo provocó el estallido
social que hicieran las secciones localizadas en Nueva Rosita, Cloete y Palau,
en la región carbonífera del norte de Coahuila. La empresa Mexican Zinc And
Co., subsidiaria de la American Smelting And Refining Company (ASARCO),
negó toda solución al conflicto bajo el pretexto de que dichas secciones
carecían del aval oficial de la Secretaría del Trabajo y por otra, por no estar en
condiciones económicas para otorgar aumentos salariales y demás
prestaciones sociales.
No contenta con la respuesta negativa, la compañía redujo los salarios en un
50% a más de 5 mil trabajadores, en Nueva Rosita, y al resto de las secciones
de doce a seis pesos diarios. A la disminución de la raya se sumó, el
incremento de la jornada de trabajo de ocho a doce hrs, se eliminaron servicios
médicos, los trabajadores fueron despedidos sin indemnización, hubo control
sobre el abasto de alimentos, provocando la muerte de 27 niños por hambre,
fueron requisadas las viviendas, así como las escuelas y, se metió a los
soldados a vigilar las bocas de las minas y reprimir a los manifestantes, todo
grupo de más de tres habitantes que se formaba era disuelto a culatazos.
Los mineros contestaron con una huelga y marcha a la capital del país
denominada La Caravana del Hambre, sin precedentes en la historia de
México. Más de 1,400 kilómetros de recorrido por varios estados de la
república hasta llegar a la capital y dialogar con el presidente Miguel Alemán
Valdés quien defendió a la empresa minera más que a los trabajadores,
regresándolos en trenes tipo jaula a su lugar de origen. Meses después fueron
informados que las autoridades laborales habían declarado inexistente su
movimiento lo cual permitió a la compañía rescindir el contrato colectivo de
trabajo a más de 7 mil trabajadores de la región carbonífera e imponer sus
condiciones a los nuevos operarios. Léase Daniel Luna, “La caravana del hambre, una y
otra vez la misma historia”, p. 54-61,6.
29
Caravana del hambre recorrió más de 1,400 km., pidiendo justicia para los trabajadores mineros
(1952).
En el caso de Tayoltita, Durango, se daba otro tanto. La propietaria de la
minera, era la Cía. Minas de San Luis, S.A. (San Luis Mining Co.), filial de la
(ASARCO), igual que Nueva Rosita que a su vez administraba la Sociedad
Guanaceví, Mexican Candelaria, Zocavón, Contraestaca y, mineral Nuestra
Señora, en Cosalá; dominando así, un área de más de veinte mil kilómetros de
la Sierra Madre Occidental, incluyendo desde luego, la mayor parte del
distrito de San Ignacio, y otros puntos de Sinaloa y Durango, un verdadero
monopolio minero. Se estima que para los años 50s, la (ASARCO), obtenía
utilidades anuales cercanas al millón de dólares, mientras que a sus
trabajadores pagaba un salario de seis pesos diarios, sueldos de hambre para
un trabajador minero.
Podemos decir que el trato de esta compañía para con los trabajadores era
prácticamente de esclavos, las leyes emanadas de la Revolución Mexicana,
nunca llegaron a la región serrana; hasta pareciera que las condiciones
infrahumanas, previas al conflicto bélico de principios del siglo XX se habían
quedado estancadas en el tiempo.
Radiografía de pueblos mineros en la década 40 y 50.
A continuación hacemos una somera radiografía del escenario que se
presentaba en dichos centros mineros en los años 40s y 50
s del siglo pasado,
Iniciando por las comunidades de: Guadalupe de los Reyes, Cosalá, San
Ignacio y Contraestaca, en Sinaloa, así como, La Quebrada de Guarasimey
que comprende el propio mineral de Guarisamey, San Dimas, Socavón, La
palma y Tayoltita del estado de Durango.
Tomando en cuenta lo anterior iniciamos el estudio, primeramente, de la
Sindicatura de Guadalupe de los Reyes, distante 32 kilómetros de la cabecera
municipal de Cosalá, en virtud de ser esta región geográfica el sitio donde
30
naciera en 1923 el personaje central de nuestro estudio, Florentino Nevárez
Sánchez, mejor conocido como Tino Nevárez.
Guadalupe de los Reyes, en los años 40s.
Durante la época de la Colonia y el siglo XIX, el brillo de nuestros centros
mineros era tan grande que, provocó la migración de cientos de miles de
migrantes extranjeros a nuestras tierras, unos en plan de conquista y búsqueda
de riquezas y otros con propósitos de exploración. Así, llegaron a nuestro país
personajes de la política (más de cincuenta virreyes, administradores, militares
y sobre todo científicos como el Barón Alejandro de Humbolt y la Marquesa
Calderón de la Barca.
De los marcos, tejos, escudos y doblones que salieron de los refulgentes
minerales, millones sirvieron para financiar las guerras de España contra los
países enemigos y un alto porcentaje para estimular la economía industrial de
las naciones competidoras del comercio marítimo español.
Guadalupe de los Reyes, sus famosos minerales adornaron las iglesias y palacios del continente
Europeo.
La atmosfera de Guadalupe de los Reyes, en los años 40s nos lo describe la
Sra. Socorro Días Peña, quien nació en dicho mineral en el año de 1931 y
vivió en esta comunidad hasta el cierre de la empresa, en 1946.
31
Sra. Socorro Díaz Peña, vivió la época de bonanza y crisis del memorable Guadalupe de los Reyes.
La principal mina de Guadalupe, dice doña Choco, se encontraba ubicada al
centro del poblado, los trabajadores la bautizaron como La Obra, la cual
contaba con seis minas más a su alrededor a saber: El Zapote, San Miguel, El
Tajo, La Mariposa, La Laija y La Cruzolia, esta última segunda en
importancia dentro de la zona minera.
Comunidad La Estancia; durante décadas este pequeño pueblo fue el enlace entre centros mineros
de la sierra, Estación Dimas y puerto de Mazatlán.
Guadalupe de los Reyes era y es una comunidad cruzada por un arroyo, a su
vera se encontraban las viviendas custodiadas por las faldas de escarpados
32
cerros. Había, y se conservan aún, sólo dos calles, la de arriba y la de abajo,
muy hermosas, por cierto, pues estaban pavimentadas con piedras de la región.
Se hablaba en Guadalupe, dice nuestra entrevistada, diversos idiomas:
español, italiano, francés, alemán, inglés y chino. Era como una pequeña
Babilonia.
Para transporte de metales, al interior de la mina, la empresa contaba con una
longitud de 10,800 mts. en líneas de ferrocarril, con el viejo sistema de
tracción animal, y un tren de 100 carros de hierro. En su hacienda de beneficio
la compañía contaba con 500 mts. de vía con cuatro vehículos y el mismo
sistema de tracción.
El poblado de Guadalupe estaba dividido en los siguientes barrios: El Parián,
La Obra, El Aguaje, El Fortín, Buenos Aires, El Platanar, El Sobaco y La
Estación. Este último era un espacio donde las muchachas del pueblo
paseaban los días festivos.
En su época de gloria, el real de minas llegó a tener hasta siete mil habitantes,
esto es, a fines del siglo xix, cantidad equiparable a la de Cosalá. Hasta
podemos que, durante más de un siglo Guadalupe de los Reyes fue
prácticamente considerada la verdadera capital del municipio, pues el
movimiento económico y social era mucho más fuerte y dinámico en esta
comunidad que en la misma cabecera.
Estación Dimas; a este sitio llegaban las recuas de mulas cargada de oro y plata para trasladar el
metal por ferrocarril al puerto de Mazatlán, en un recorrido de 60 km.
El comercio era muy importante, comenta doña Choco: por la calle de arriba
estaba la tienda de don Daniel Bayardo, luego la de Enrique Lugo, mejor
conocido como El Barrilito; esta era además billar y cantina. Luego la de la
familia León, quienes producían hielo y refrescos con una vieja máquina de
vapor que compraron en la ciudad de Mazatlán, muy gustados por la
33
chiquillada por cierto. Al bajar el puente estaba el molino de vapor para moler
nixtamal, propiedad de don Cosme Higuera. Este artefacto fue de gran ayuda
para las mujeres de Guadalupe, pues por fin abandonaron la tortura de la
piedra de metate sacrificio que les robaba la mayor parte del día. A veces
nuestros padres, dice doña Choco, nos daban un aliento cuando nos decían: si
mueles diez kilos de nixtamal al día ya eres casadera, por lo tanto ya puedes
tener novio, palabras que nos ayudaban a soportar nuestro martirio. El molino,
sin duda, representó para las mujeres de Guadalupe un salmo muy grande pues
evitaba un cúmulo de enfermedades ya que la posición de permanecer horas y
horas agachadas y en cuclillas moliendo nixtamal dañaba la columna,
enfermaba del estómago, pulmones, piernas y brazos y a la vuelta de algunos
años dejaba, a las muchachas completamente deformes. Así es que, para las
jóvenes de Guadalupe, dice doña Choco, el molino de don Cosme fue una
verdadera bendición, prácticamente representó nuestra liberación.
Primer molino de banda para moler nixtamal, fue la liberación de la mujer en los minerales de la
sierra.
Enfrente de dicho molino, se encontraba la refresquería de la Sra. Carolina de
Galván.
Los comerciantes en abarrotes eran: Ignacio (Nacho) Lomelí, Francisca
(Pancha) Nevárez, Elena (Nena) Rodríguez, Carmen Candales, Antonio
(Toño) Armenta, El Sr. Francisco Salmón, Don Tacho, y el Sr. José Abud.
Todos estos negocios estaban ubicados enfrente del mercado y junto a este se
encontraba la tienda de raya de la mina de Guadalupe.
En estos abarrotes se vendía todo tipo de alimentos: harina, café, azúcar, sal,
caña, galletas, dulces, manteca, pan, sardinas, huevos, entre otros. Se
comerciaban, además, huaraches de llanta de tres puntadas, cintos, sombreros,
zapatos, peines, peinetas, ropa de hombre, mujer y niños. De igual forma se
34
vendía todo tipo de arneses para animales de tiro y herramienta para trabajo
rural.
Parte de estas mercancías llegaban a Guadalupe en recuas, carretas y
diligencias, aún no se conocían en el mineral los carros y tranvías de gasolina.
Diligencias y carretas cruzaban ríos y cañadas para surtir de alimentos y otros enseres al
mineral de Guadalupe de los Reyes (década de los 30s).
Sumados a estos negocios, existían matanceros particulares los cuales
destazaban cerdos cada ocho días y vendían el producto casa por casa.
Trabajaba también una talabartería, un taller de carpintería y uno de huaraches
de suela de llanta.
Había un hotel, propiedad de la familia Villar, con capacidad para veinte
inquilinos que brindaba atención a todo viajero o aventurero que llegaba al
mineral en búsqueda del sueño de oro y plata, este edificio terminó siendo
cuartel militar.
Hacia el sur del mineral se encontraban las caballerizas donde se alimentaban
las bestias de los propietarios de la empresa.
Existía también, un cine propiedad del Sr. Manuel Armenta donde cada ocho
días se exhibían películas de aquellos tiempos, siendo la alegría de jóvenes y
adultos. En servicios de comunicación había correo, telégrafo y llegaban con
mucha claridad las hondas herzianas de la radio. (Véase foto núm. 13 de
Guadalupe y su iglesia).
En el renglón de salud existía un hospital, sin embargo, raras veces se aparecía
un médico, por lo que los operarios de la mina, al igual que el pueblo en
general terminaban curándose con hierbas del monte.
Existía además una escuela donde se impartían clases hasta sexto grado.
Recuerdo, continua hablando doña Choco, que por la calle de arriba vivía el
Conde Echeguren, quien se decía descendiente de la realeza francesa y vivía
35
en una casita blanca (Véase foto núm.7), que se encontraba arriba de la
montaña y que el pueblo de Guadalupe bautizó como La Pichonera por
permanecer siempre pintada de blanco, posteriormente fue propiedad de la
familia Rivera. (Léase Memorias de un joven Rebelde de José Cayetano
Valadez, p7.. El Sr. Echeguren se retiró del mineral en 1942, su partida fue
muy comentada en Guadalupe porque sin despedirse de nadie, oscureció y no
amaneció, abandonando todos sus bienes, casa y enseres domésticos. En la
madrugada, dice doña Choco, tomaron él y su familia, un viejo carruaje y se
fueron por el camino rumbo a Cosalá, nadie en el pueblo supimos las razones
de su retiro, jamás los volvimos a ver.
En pinganías
Hay algo en la sierra que no es tan común en los valles de Sinaloa, nos refiere
doña Choco: en la sierra todos andamos en pinganías, es decir con las puntas
de los pies porque nuestra costumbre es caminar cuesta arriba por cerros,
quebradas y empinadas laderas, eso hace que nuestros cuerpos se mantengan
esbeltos, sanos y fuertes.
Cuando transitamos por un camino siempre vamos muy rápido, nuestros pies
son ligeros además, trotamos y, en ocasiones hasta corremos esto hace que
nuestros pulmones y pantorrillas se mantengan firmes y dinámicos. La
diferencia con los del valle se nota cuando estos visitan la sierra, pues con
cualquier caminadita sienten ahogarse o casi desmayarse, en ese sentido los
serranos les llevamos ventaja, por eso se dice que las familias de los altos
caminamos en pinganías.
Fiestas patrias en Guadalupe
En las fiestas patrias acudían muchos comerciantes, así como gente de la sierra
que bajaba a divertirse. Por calles y callejones se llenaba de carpitas con todo
tipo de vendimias desde alimentos como: calabaza tatemada, gorditas de elote
y de horno, pan de mujer, atole de leche, melcochas, jamoncillos y enseres de
cocina. Arribaban además, juegos mecánicos y se encendían luces artificiales.
Era todo muy bonito, comenta con cierta nostalgia doña Choco, había mucho
dinero y el peso mexicano tenía más valor antes que ahora. En aquellas fechas,
Guadalupe se convertía prácticamente en verbena popular, todas las familias
convivíamos sin distingos sociales. Se puede decir que se juntaba el agua con
el aceite: trabajadores con patrones, comerciantes con consumidores, se
olvidaban odios y rencores, a veces hasta las deudas se perdonaban, todos
36
éramos como una familia, lastima que el mineral haya terminado de esta
manera.
Los medios de comunicación más importantes para largas distancias eran la
radio y el telégrafo; a través de estas redes informativas teníamos
conocimiento sobre lo que sucedía en la ciudad, principalmente en Culiacán y
Mazatlán, años después llegó La XEW, La Voz de la América Latina.
La radio, jugó un interesante papel en la comunicación entre la ciudad y el campo.
Un importante medio de comunicación entre las cumbres de la sierra y las comunidades urbanas lo
fue sin duda El Telegrama para lo cual se utilizaba el famoso Alfabeto morse, sistema mediante el
cual se informaba lo que sucedía en los minerales de la sierra a la ciudad y viceversa.
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La cárcel donde estuvo preso Heraclio Bernal
La mazmorra donde estuvo preso Heraclio Bernal se encontraba en la falda del
cerro, cerca del puente, al poniente del pueblo. Estaba construida de piedra,
una especie de cueva donde encerraban a una o dos personas. Arriba estaba las
oficinas de la sindicatura, la puerta de dicha cárcel se encuentra actualmente
en el Museo de Minería de Cosalá, la cual cuenta con una antigüedad de más
de un siglo.
Puerta de la cárcel donde estuvo preso Heraclio Bernal, con más de un siglo de existencia, hoy
adorna el famoso Museo de Minería del pueblo Mágico de Cosalá.
Ya existía la violencia .
A pesar de todo lo hermoso que era Guadalupe, refiere doña Choco, ya
despuntaba la violencia.
Una misma noche, mataron a tres personas a saber: Isidoro Pompa, luego, al
Sr. Martuchely, administrador de correos, meses después los hijos de don
Isidoro en venganza por la muerte de su padre, mataron a Francisco
(Panchillo) Guadiana.
Antes de estos hechos un individuo de nombre José María (Chema) Becerra
había asesinado a una maestra y él, fue muerto posteriormente por otros
criminales.
Al cerrar el mineral en 1945, dice doña Choco, la empresa cortó los servicios
públicos, luz eléctrica y agua entubada, la comunidad quedó muy triste, el
comercio cerró y poco a poco inició el éxodo de guadalupenses. Lo que antes
era gloria y alegría se convirtió prácticamente en un cementerio, el pueblito se
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miraba completamente a obscuras, parecía cueva de lobos, la tristeza se
miraba reflejada en los ojos de las escasas familias que permanecimos en
Guadalupe y que finalmente tuvimos que abandonar también nuestra tierra
para no regresar jamás, termina narrando nuestra entrevistada. Entrevista con la
Sra. Socorro Díaz Peña 12. 01.948
Familia Nevárez Sánchez
Por su parte la Sra. Lorenza Nevárez Sánchez, hermana de Tino, en cordial
entrevista nos comentó lo siguiente: Nací un 25 de julio de 1925, en el rancho
El Bayus, distante media hora de Guadalupe de los Reyes. En esta comunidad
había cinco casitas, pura familia. Mi padre se dedicaba al trabajo de campo, a
sembrar maíz, frijol y calabaza, en las laderas de los cerros, tenía unas
vaquitas, chivitas y cochitos, fue un Sr. muy honrado y muy trabajador. En
ocasiones, barbechaba con bueyes o mulas, otras veces, a piquete. Algunas
temporadas las dedicaba a buscar pepitas de oro en las minas abandonadas de
la región para venderlas a comerciantes de Guadalupe.
Sr. Librado Nevárez Durán y Sra. Guadalupe Sánchez Peña padres del legendario
bandolero Florentino Nevárez Sánchez, matrimonio honrado y trabajador, abandonaron su
tierra por presiones del gobierno.
Los hermanos de mi padre, dice doña Lencha, se llamaban, Domingo,
Melitón, Juventino, Lucrecia y Josefa, de apellido Nevárez Durán, originarios
de Mazatlán.
En El Bayus, ranchito donde nacimos, hacíamos, cuajadas, quesos y lo
vendíamos en Guadalupe. Mi madre y mis hermanas nos levantábamos a las
cuatro de la mañana a cocinar en hornillas, moler nixtamal en metate y/o
molino de mano, echar tortillas en comal, y hacer lonche para los hombres que
se iban a trabajar al campo. A las ocho, mi mamá y yo, ordeñábamos las
vacas, hacíamos quesos, requesón y cuajadas, posteriormente nos poníamos a
barrer y cortar leña para regresar a cocinar la comida de mediodía. Trabajo
duro, sin duda, dice doña Lencha. Nos acostábamos a las seis de la tarde
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porque en nuestro rancho no había luz eléctrica, nos alumbrábamos con
cachimba, ocote o con lámparas y tomábamos agua de arroyo.
En época de lluvias, Tino y mi padre, desmontaban cerros a hacha y machete
para sembrar, como cualquier ranchero de la época, teníamos cinco burritos, a
uno le decíamos El jilguero, y un caballo al cual llamábamos Patas Blancas.
En estos animalitos mis hermanos Tino y encarnación, transportaban maíz y
hoja, calabazas, leña y carbón y los llevaban a vender a Guadalupe.
Sra. Cristina Sánchez Elisarraraz, celosa guardiana del Museo de Minería de la señorial y hermosa
ciudad de Cosalá.
Tino el mejor hachero de la región
Refiere doña Lencha que, en sus años mozos, Tino era reconocido como uno
de los mejores hacheros de la región, era capaz de cortar hasta doce cargas de
leña, lo normal eran seis, máximo siete. Una carga de leña era equiparable a
cien maderos de un metro de largo, es decir, Tino cortaba 1,200 maderos
diarios, en una jornada de diez hrs. Físicamente Florentino era un hombre
delgadito pero muy fuerte, podía levantar un saco de maíz de cien kilos de
peso y levantar un hombre con una sola mano.
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Carboneras del rancho El Tablón Cuenta doña Lencha que, en época de sequía, Tino y su padre se retiraban del
hogar hasta por quince días con sus respectivas noches para producir carbón,
el sitio donde laboraba se denominaba El Tablón, un ranchito de tan sólo dos
casitas que se encontraba como a quince kilómetros de distancia de
Guadalupe. Durante el día era común observar elevarse entre montañas de la
sierra las columnas de humo de las carboneras produciendo parte del
combustible para el molino de beneficio del mineral de Guadalupe y por las
noches se podían admirar varias hogueras que despedían chispas, como si
fuesen pequeños cráteres de un lejano volcán.
Producción de carbón
Para hacer carbón, comenta doña Lencha, se requiere esfuerzo y mucha
paciencia: cortar trozos de madera, reunir palos y rama seca, encima se
colocan leños verdes, luego, se cubren de zacate y posteriormente de lodo
quedando una especie de iglú, posteriormente se prende fuego. Hay que cuidar
la fogata día y noche hasta por diez o quince días para que no se apague y,
finalmente la madera se convierta en carbón. Esta actividad, narra doña
Lencha la realizaban mi padre Librado y mis dos hermanos, Tino y
Encarnación.
En ocasiones el producto se entregaba a la empresa minera y en otras, se
vendía casa por casa. En una recua de cinco burros, Tino y Encarnación,
recorrían Guadalupe, inclusive, algunas rancherías de los alrededores
pregonando su vendimia.
El carbón se produce sólo en época de sequía, pues en verano, la lluvia no deja
trabajar, por tal motivo la empresa minera lo compraba para almacenarlo pues
era el combustible necesario para mover el molino de la hacienda de beneficio.
Las bodegas de la compañía guardaban además de carbón, cal, sal, azogue y
zinc. La cal, bajaba de la sierra, la sal de Ceuta, el azogue y zinc de Estados
Unidos, vía ferrocarril, por La Cruz de Elota, luego a lomo de mula a Cosalá y
posteriormente, por el mismo medio de transporte a Guadalupe de los Reyes.
La madera apropiada para producir carbón era: encino, pino, Tepeguaje,
brasil y mezquite.
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Camino a los valles
Nosotros, nos salimos del mineral, recuerda doña Lencha, porque se acabó el
trabajo. Yo, tenía diez y ocho años cuando venimos a los valles de Culiacán,
fue en 1943. De arriba nos venimos a pata a Cosalá, había una ruta, una
camionetita de doce pasajeros, pero era insuficiente.
Camioneta Ford de 8 pasajeros, único medio de transporte motorizado en la ruta Guadalupe de los
Reyes, Cosalá-Culiacán (1943).
En el ejido El Salado duramos como dos años, dice doña Lencha. En dicha
comunidad, mi padre y mis hermanos sembraron maíz a medias con un
ejidatario. Al convenio se agregaba lo que se conocía como La faina la cual
consistía que, el mediero podía sembrar diez hectolitros de maíz para su
provecho. Posteriormente, nos trasladamos al campo agrícola propiedad de
los griegos Aristeo, Basilio y Constantino mejor conocido como (ARBACO) y
de allí a Costa Rica.
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Entrevista con la Sra. Lorenza Nevárez Sánchez, hermana de Tino 17.01.94
9
De izquierda a derecha. Sr. Feliciano Beltrán (qepd); srita. Inés Nevárez; Sra. Cristina Sánchez
(qepd); al fondo, Reyna Sánchez Nevárez (qepd); Sra. Lupita Sánchez Peña (qepd), madre de Tino
Nevárez; Victoria Sánchez; Srita Ema Nevárez González (hija de Tino y la Sra. Cristina); Sr
Toribio Ramos.
Niños: Lupita Martínez Sánchez; Delia Sánchez Millán y Lupita Nevárez Millán, en una fiesta
familiar en Costa Rica, Sinaloa (1963).
Trajinar en Guadalupe
Por su parte el Sr. Benito Moreno (cuñado de Tino), originario del rancho El
Pino, donde nació en el año de 1923, nos refiere lo siguiente.
Yo, nací y me crie, dice don Benito, en el rancho El Pino, una pequeña
comunidad de escasamente diez casitas que se encontraba ubicada a una hora
de camino de Guadalupe de los Reyes, del lado de Durango. Desde la edad de
diez años (1933), llevaba leche, huevos, gallinas, maíz, calabaza, frijol, queso
y cuajadas al famoso mineral. La leche la vendía en botellas de vidrio a cinco
centavos el litro, y a veinte centavos la quinta, envase de cinco litros, y
cincuenta centavos las ánforas de diez litros, este último depósito era de
lámina. “La carga la acomodaba en la cabeza de la silla de mi caballo moro. A
las tres de la mañana estaba en camino rumbo a Guadalupe, pueblo
tempranero que a las cuatro de la madrugada, se ponía en movimiento”.
Muchos rancheros vivíamos de lo que vendíamos en Guadalupe. Este pueblo
era el centro comercial más importante de la región, similar o superior al
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mismo Cosalá, sobre el cual orbitaban más de 30 ranchos y sus respectivas
familias.
Guadalupe era y sigue siendo un pueblo atravesado de norte a sur por dos
arroyos; a los lados, existen cerros a los cuales les hicieron rebajes para
construir casas. Al extremo de su cause va el camino nuevo que lleva al
centro de Guadalupè y que viene de la Cruz de Elota, la mina quedaba en el
centro del pueblo. Las mercancías por lo general se transportaban en carretas.
Las viviendas contaban con luz eléctrica proporcionada por la empresa
minera, calles y callejones estaban empedrados con material de la región y se
contaba con luz pública. Había servicio de telégrafo, correo y radio. Las casas
en su generalidad tenían techo de teja, paredes de adobe, piso de ladrillo o
piedra tallada, existía un cine y un hospital. Un arrollo venía del rancho El
Platanar y otro del Aguaje.
Abasto de alimentos.
El mercado de Guadalupe, recuerda don Benito, habría sus puertas a las
cuatro de la mañana, mi mercancía la entregaba a las fonderas que vendían
alimentos a los operarios de la mina; en algunas ocasiones los consumidores
me compraban directamente la leche de la botella y ahí mismo se la tomaban.
A las siete de la mañana retornaba a mi rancho para entrar a la escuela a las
ocho. De regreso llevaba azúcar, café, jabón, cigarros, marca Conquistadora,
en caja y en manojo, cerillos, manteca, carne, sal y verdura.
Me llamaba la atención, dice don Benito, que, durante la madrugada, en las
orillas del pueblo aparecían largas filas de burros cargados de leña y carbón,
combustible que se utilizaba para mover el molino de beneficio y fundir los
kilogramos de oro y plata que luego bajarían de la montaña recorriendo un
largo trecho por ríos, quebradas y caminos reales para llegar a la estación del
ferrocarril de Estación Dimas, distante unos cuantos kilómetros, de la Cruz de
Elota, para arribar, posteriormente, a los puertos sinaloenses con dirección al
continente europeo, asiático y estadounidense.
A los quince años me convertí en arriero, dice don Benito; conducía diez
mulas y ocho burros. Entonces llevaba a vender a Guadalupe, leña, carbón,
cal y madera de pino para ademar el túnel de la mina. En época de lluvias me
iba como labrador a los cerros y a la orilla del Río de Los Barraganes. Luego
fleteaba metal que se extraía de las minas, alrededor de Guadalupe, lo
trasladaba al molino de beneficio ubicado a escasamente un kilómetro de la
mina principal.
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Ranchos satélites de Guadalupe
Alrededor de Guadalupe se encontraban los siguientes ranchos que dependían
a su vez de la economía que generaba el mineral: El Pino, El Bayus, Las
Coloradas, El Zaucito, El Arco, El zapote El Tule, El Platanar, La Cruzolia,
La Chiripa, mineral La proveedora entre otros. Incluido el propio Guadalupe
estaríamos hablando de unas 6 mil habitantes aproximadamente,
independientemente del número de comerciantes y aventureros que recalaban
de vez en cuando en búsqueda del sueño dorado.
La yegua del cencerro.
No es fácil, refiere don Benito, navegar una recua de mulas y burros por las
cañadas y cordones de la sierra pues es común que se pierdan, sin embargo,
sucede una cosa muy curiosa entre estos animalitos. A una yegua se le cuelga
un cencerro, luego se contrata un chamaco que lleve por delante la hembra y
entonces todas las mulas hacen fila detrás de ella, al llegar a un paraje todas se
echan alrededor de la caponera, así se le llama en los ranchos, a la yegua del
cencerro; otro día, al continuar el viaje, se levanta la caponera y todas las
bestias se levantan al unísono, se carga la mercancía y reanuda el camino.
Cuando se requiere llegar más temprano al destino fijado, el chamaco pone a
trotar a la caponera y la recua hace otro tanto.
Cabe señalar, dice don Benito, que, como animal de carga, la mula es especial
para transitar por peñascos y desfiladeros pues camina viendo hacia abajo,
mientras que el caballo transita como patuleco, es decir, es más torpe para
viajar entre veredas y riscos por lo que tiene mayor peligro de desbarrancarse.
Como cosa de risa, dice don Benito, lo anterior trajo como consecuencia que
en las comunidades de la sierra cuando alguien organizaba un baile primero
tenía que buscar la ayuda de la yegua del cencerro o caponera, es decir la
joven que jalaba a las muchachas de ranchos aledaños para que asistieran al
convivio.
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Sra. Lorenza Nevárez Sánchez, hermana de Tino y Sr Benito Moreno (esposo)(1952).
El reloj del pueblo
En los ranchos de la sierra, dice don Benito, no existían relojes por lo cual
para conocer la hora nos guiábamos por la lectura de las estrellas. Por lo
general iniciábamos el viaje en la madrugada y veíamos el punto del cielo
donde se encontraban Las Cabrillas o en su caso El Arado o La Osa Mayor.
En otras ocasiones tomábamos como referencia Los Tres Dulces Nombres,
Los Reyes Magos o La Estrella Marinera y, en invierno El Lucero. La gente
de ahora ya no voltea al cielo para ver las estrellas como nosotros lo hacíamos,
ya no lo necesitan, recuerda en lontananza don Benito.
El mercado en zancos
El mercado estaba en zancos de madera y el piso entablado para evitar que el
agua de los arroyos penetrara a los puestos. El mercadito ocupaba unos cien
metros cuadrados. En su interior se expendía carne de res y mercancía de
abarrote, los propietarios de las tiendas eran el Sr. Felipe Acosta y Chito
Otañes. Abajito del mercado estaban los comercios de Manuel Armenta,
Rafael Quintana, Felipe Salmón, Manuel Fernández. Estos últimos vendían
sillas de montar, hachas, machetes, cuchillos, navajas, herraduras, vaquetas,
justes, reatas y sogas entre otros artículos.
En 1940, todavía trabajaban en el mineral como 250 personas.
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La arriería en Guadalupe Desde muy temprano entraban al pueblo burros y mulas cargados de leña y
carbón que bajaban de la sierra; cada arriero, vestidos con sus respectiva
gamuza de algodón, conducía ocho o diez burros y otras tantas mulas;
transportaban además, cal, extraida del rancho El Arco, donde existía una
mina de calcio. Otros muleros entraban del rumbo del Bayus cargados de leña.
Del rancho La Tasajera entraban recuas hasta con 20 y 30 mulas,
transportaban madera dura para ademar los túneles de la mina, toda esta
actividad se desarrollaba en temporada de invierno, porque en verano las
lluvias no dejaban trabajar.
El ensaye
En el mineral de Guadalupe, refiere don Benito, había ensayadores de minas
que viajaban a los cerros donde se encontraban las vetas de oro y plata y
arrancaban hasta cinco kg. de metal en greña (una muestra) lo llevaban al
laboratorio y metían un kg. de este material a una mufla, parte refractaria de
un horno, ahí lo fundían y sacaban la cantidad de oro que contenía dicho
material, luego lo multiplicaban por una tonelada de piedra y sabían si la veta
era, de alta o baja ley.
Yo me salí del rancho El Pino en 1944, dice don Benito, casi al cerrar
Guadalupe y cuando me vine me trajo de raite Chicón Ochoa, un individuo
que años después se convirtió en peligroso pistolero.
Entrevista con el Sr. Benito Moreno, cuñado de Tino 24.01.9410
El trueque en Guadalupe
Por su parte el Sr. Ángel Nevárez, primo hermano de Tino, quien vivió hasta
los trece años de edad en la comunidad Los Arrayanes, ranchito distante dos
horas de Guadalupe de los Reyes, nos refiere lo siguiente:
En Guadalupe yo vendía leche y leña, así como carbón, camote y verdura que
sembrábamos mi papa Juan, y yo. A la edad de siete años, trabajaba vendiendo
esta mercancía en el centro comercial de Guadalupe.
Mis padres y mis tíos nunca trabajaron de mineros porque decían que no les
gustaba la esclavitud que preferían ser libres no le hace que fueran pobres pero
no humillarse a un patrón o un capataz.
Hija, bájale los calzones a ese hombre y agárrale los huevos
En Guadalupe, compraban oro los señores Felipe Acosta, Maximiliano
Otañez, el Dr. Daniel y el Sr. Manuel Fernández, este último, era muy vacilón,
dice don Ángel, cuando alguien llegaba a comprar mercancía a su abarrote le
decía a una de sus hijas: ándale Consuelito bájale los calzones a este hombre y
agárrale los huevos y es que, don Manuel, hacía trueque con los marchantes
cambiaba sus productos, por oro, huevos u otros comestibles, por ejemplo: por
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un gramo de oro cambiaba unos huaraches. Por una docena de huevos
entregaba un par de calzones que se encontraban en la parte superior de la
tienda, por ello le decía esas bromas a su hija, obviamente, la muchacha al
escuchar lo anterior se ponía roja de vergüenza, a pesar de todo, acataba
sumisamente lo que su padre le ordenaba.
Los caciques se aprovechaban de nuestra pobreza.
Los que compraban oro, dice don Ángel, se aprovechaban de nuestra
situación, nos pagaban el gramo de metal muy barato, un peso por gramo,
cuando en Mazatlán su valor era diez veces más. El hambre y el no poder
trasladarnos para llevarlo al puerto, nos hacía entregarlo a los caciques de la
región, aunque nos dieran una miseria por nuestro trabajo. Recordamos, dice
Ángel que, cuando el salario mínimo en los valles era de diez pesos en la
sierra se pagaba un peso por jornada de diez horas, y en ocasiones hasta doce.
Cuando un cacique nos prestaba una carga de maíz, equiparable a dos costales
en mazorca, teníamos que regresarle tres y si nos prestaba cinco pesos nos
cobraba veinte, si por alguna razón nos atrasábamos en el pago la deuda
seguía creciendo, mes tras mes. Si enfermaba o moría el deudor el
compromiso de pago lo adquirían la viuda, los hijos y los nietos como en la
época del porfiriato. En la sierra no había signos de cambios sociales, seguían
gobernando los amos y caciques con su espeluznante estela de injusticias y
agravios contra la clase trabajadora.
Este fue el Guadalupe de los Reyes, que vio al nacer el bandolero Tino
Nevárez, atmosfera que forjo su personalidad de rebelde al percatarse de las
injusticias que se cometían contra los débiles en los minerales de la región
tanto por los codiciosos patrones como por el gobierno federal, termina
diciendo don Ángel. Entrevista con el Sr. Ángel Nevárez, primo hermano de Tino
05.02.9411
.
Motivos del cierre del mineral de Guadalupe de los Reyes
De acuerdo con la investigación desarrollada por los autores entre las causas
del cierre del mineral de Guadalupe se pueden mencionar las siguientes.
1. La caída de los precios internacionales del oro y la plata
2. La Segunda Guerra Mundial que trajo como consecuencia la falta de
maquinaria.
3. La conversión del real de minas en cooperativa.
4. El agotamiento de las vetas y
5. La suma de los cuatro factores.
Tayoltita cuna de oro y plata Nacida en las profundidades de la Quebrada de Guarasimey, nombre que le
diera el famoso Barón Alejandro de Humbolt en 1823, en el hermoso estado
de Durango, Tayoltita es un mineral que surgió protegido por la mano de
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Dios. Desde principios del siglo XIX, fecha de su nacimiento, empezó a
producir oro y plata a raudales, y hasta la fecha sigue rindiendo relucientes
metales preciosos que adornan los bellos castillos y hermosas iglesias de otros
continentes del mundo, además de enriquecer las reservas monetarias de las
bolsas de valores de las grandes ciudades.
La pequeña comunidad, de escasamente 8 mil habitantes, en 1940, se convirtió
en cabecera, del municipio de San Dimas, años atrás, lo había sido la propia
comunidad de San Dimas. Tayoltita se encuentra asentada en lo más profundo
de la Quebrada de Guarisamey, una barranca que se formó en lo más recóndito
de la Sierra Madre Occidental, miles de años atrás. La legendaria comunidad
tiene como vecinos al otrora mineral de San Dimas, el pueblo fantasma de
Guarisamey, Zocabón, Contraestaca, Las Palmas y San Miguel de Crucez.
Está rodeada por montañas que alcanzan una altura de más de 1,900 mts.
sobre el nivel delimar (snm) como: “El cerro Burns, Las Palmas, El Morado,
La Petaca, El Cristo, entre otros”. Léase, Luévano Becerra, José Antonio,
Tayoltita: Centro Minero, de las Quebradas,Guarisamey,San Dimas. p.8412.
Otrora mineral de Tayoltita, Durango; por sus refulgentes venas corrieron ríos de oro y plata.
La Sierra Madre Occidental cruza el pueblo de Tayoltita de oriente a
poniente y de norte a sur, dependiendo de la perspectiva que se quiera ver,
presentando un aspecto paradisiaco para los visitantes que deseen pasar unas
hermosas y refrescantes vacaciones en su accidentada geografía.
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William Randolf Herst, propietario del mineral de Tayoltita.
A principios del siglo xx, el empresario y periodista de origen judío Wuilliam
Randolf Herst fundó la compañía Luis Mining Company, filial de la
ASARCO, con el propósito de invertir sus capitales en México, en el ramo
minero.
Randolf, vivía en los Estados Unidos donde a su vez era propietario de una
de las cadenas de periodísticas más importantes de la Unión Americana. En
México, había sido representante de importantes capitales yanquis como: los
del Gral. Ottis, dueño del periódico Times de Los Ángeles California, del
minero Green, y del petrolero Doheny. Randolf; poseía además un extenso
latifundio en el estado de Chihuahua (léase, Quién y cómo fue Pancho Villa,
p.1813.A principios del siglo XX, el empresario – periodista, compró la
compañía La Candelaria, ubicada en el estado de Durango, incluyendo el
mineral de San Dimas y desde luego Tayoltita. En los años 40s, compraría los
derechos del mineral de Nuestra Señora ubicada en Cosalá y otras tantas
minas más, por el rumbo del municipio de San Ignacio, con lo cual llegó a
dominar una basta región de más de 50 mil Kilómetros a la redonda de la
Sierra Madre Occidental y desde luego la gran riqueza que existía y existe en
su subsuelo.
William Randolf Hearst propietario de la compañía (ASARCO) y productor de las películas de
Pancho Villa a quien bautizo, como el Napoleón Mexicano.
El periodista – empresario, se hizo rico y famoso durante la Revolución
Mexicana al financiar las películas de las batallas de Pancho Villa a quien
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bautizó como El Napoleón Mexicano, haciendo popular al Centauro, no sólo
en Estados Unidos, sino también en Europa, donde a través de sus periódicos
y películas narró las grandes hazañas del legendario bandolero, como
defensor de los pobres y azote de los ricos.
Mineral de Contraestaca
Nacido en las hermosas cumbres de la Sierra Madre Occidental, el mineral de
Contraestaca, pertenece a la misma familia de la quebrada de Guarisamey solo
que, del lado del estado de Sinaloa, cerros de por medio. Parte de su historia
nos la cuenta la Sra. Magdalena (Nena) Smith Araiza, quien nació en el
mineral de San Dimas, en el año de 1925, siendo hija de la Sra. Justina Araiza
Rivera y del Sr. Cayetano Smith García, contador de la compañía Luis
Mining Company filial de la (ASARCO), propietaria fundadora del mineral.
Amenamente nuestra entrevistada nos relata el ambiente que se vivía en este
señorial mineral, en los años 40, del siglo pasado.
Hermosa postal del mineral de San Dimas, Durango (1945)
En 1935, refiere doña Nena, mi padre fue transferido del mineral de San
Dimas, a Contraestaca. En dicha comunidad, las casas del pueblo estaban
construidas en las faldas de los cerros, donde se hicieron rebajes y se
cimentaron las viviendas. Se veían muy curiosas porque a la distancia
semejaban panales de abejas, suspendidas en el aire, moviéndose con el viento
de un lugar a otro. Eran todas de material de concreto, madera, láminas de zinc
y cielo de manta. Contaban con luz eléctrica y agua entubada que brindaba la
compañía.
Aunque no había televisión nos encontrábamos bien comunicados.
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Las recuas de mulas y burros eran comunes transportando víveres y diferentes
tipos de mercancía. En las oficinas de la compañía existía un teléfono de línea
que transmitía a Guadalupe de los Reyes, Tayoltita y el resto de pueblos
mineros, así como a Mazatlán y la capital del estado. También teníamos
comunicación a través de la radio. Llegaban muy claritas las ondas hertzianas
de la XEW, la famosa Voz de la América Latina desde México. Así
conocimos, en aquellos recónditos lugares, la hermosa voz de Agustín Lara,
Jorge Negrete, Lucha Reyes, Toña La Negra, Chava Flores, entre otros. La
influencia de la voz de estos artistas era tan fuerte en nuestra imaginación,
que, hasta nos enamorábamos de ellos, sin embargo, años después, el cine nos
sacaría de nuestro ensueño al demostrarnos que nuestros galanes no eran tan
guapos como nosotros nos los imaginábamos, llegando, en muchas de
nosotras, la desilusión.
A casa de mis padres, llegaba además, el periódico El Universal con las
noticias más importantes del país y sobretodo con caricaturas que eran las que
a mí me gustaban leer pues me hacían reír a mandíbula batiente, narra doña
Nena.
En esos años, Contraestaca llegó a contar con cerca de 3 mil habitantes. Las
familias más distinguidas de la localidad eran: los Laveaga, comerciantes en
ropa, la familia Blancarte, propietarios de abarrotes; los Aguirre Rivas en
billares, cantinas y fábrica de sodas y hielo; los hermanos Bernal (José Luis,
Fausto y Oscar), quienes poseían una de la tienda más grandes del pueblo, los
Duarte, los Lizárraga, y los Solano, entre otras.
Uno de los grandes adelantos para nosotras las mujeres fue el molino de
gasolina para moler nixtamal que llegó en (1936), inclusive, en los últimos
años que viví en el mineral se instaló una tortillería, lo cual representó un gran
adelanto en los quehaceres del hogar. Recuerdo también, continúa narrando
doña Nena que, había un cine administrado por el Sr. Ramón Lizárraga, mejor
conocido como El Lamparitas, por estar cieguito de un ojo, en esta sala se
exhibían películas mudas y algunas de ellas traían la voz grabada en un disco
para que el público pudiese asociar los movimientos de las figuras con el
sonido de la boca. La entrada al público costaba 25 centavos pero yo, y unas
amigas, nos metíamos de trampa porque la caseta de donde se transmitían las
cintas daba a una ventana de mi casa y nos colábamos a escondidas, sin que se
percatara la boletera.
En el servicio de salud existía un hospital exclusivo para trabajadores, con un
médico y dos enfermeras.
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Contraestaca, relata doña Nena, vivía en fiesta permanente, día y noche se
escuchaba la música norteña y de viento, llegaban bandas de Mazatlán y de
otros lugares de Sinaloa, había muchos borrachos pero todo era muy tranquilo.
Yo trabajé, refiere doña Nena, con la esposa del gerente general de la mina
Sra. Ana Nicholson de Snob, de ascendencia inglesa, quien vivía en la colonia
americana. Un día solicitó a mi padre que, su hija (Nena) le sirviera como
dama de compañía y a partir de entonces tuve una relación muy estrecha con
doña Ana. La Sra. era racista me platicaba que no le caía bien la gente morena,
mucho menos negra, y que me había seleccionado por ser muy blanca de piel.
Ropa para la cruz roja internacional de Inglaterra.
Doña Ana, tenía en su domicilio de la colonia americana un taller de costura
en el cual confeccionábamos ropa para doctores y enfermeras de la cruz roja
de Inglaterra. Entre cinco mujeres producíamos hasta cien uniformes por mes
los cuales eran llevados por la Sra. Nicholson a Estados Unidos para,
posteriormente, ser reenviados a Inglaterra, donde se libraba una de las más
cruentas batallas de la Segunda Guerra Mundial.
De regreso traía muchas telas finas y adornos para producir vestidos, blusas
adornos y cintos para dama con puro patrón americano, decía que la ropa que
llevaba a vender era muy apreciada por las gringas en Los Ángeles.
Mueren los gorras prietas
Rememora doña Nena que, la zona minera de Guarazimey se cimbró en 1939,
con la muerte de los famosos gorras prietas.
Todas las empresas mineras tenían en su nómina trabajadores que hacían el
servicio de policías secretos, comúnmente, llamados confidenciales. Al
mineral de Contraestaca llegaron en (1938), dos hermanos (Celestino y
Rogelio) que, habían trabajado ya, en Tayoltita. Estos individuos eran dos
hombres corpulentos que gustaban de vestir, camisa, pantalón y tejana negra
con una mascada roja al cuello. A estos sujetos se les unió otro elemento de
nombre José Aleth. Los tres brindaban el servicio de vigilancia en la compañía
minera con el propósito que los trabajadores no sacaran polvillo de oro y plata
del molino de beneficio. Sin embargo, en una ocasión, estando mi madre y yo,
en el mercado de la localidad, a eso de las cinco de la mañana, escuchamos
una balacera en dirección a las oficinas de la sindicatura. Un mundo de gente
acudimos de inmediato, minutos después, llegaron los soldados quienes al
entrar encontraron muertos al síndico Sr. Jesús Peña y al Sr. Juan Delgado
Salcido, secretario de la sindicatura.
Resulta que los gorras prietas estaban inmiscuidos en el robo de polvillo de
oro el cual embazaban en latas alcoholeras y, aprovechando la obscuridad de
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la noche las llevaban a las oficinas administrativas de la sindicatura donde las
entregaban al síndico y a su secretario. Estos a su vez, las mandaban a vender
a Tayoltita al chino Juan Ley, quien compraba todo el mineral que llegaba,
tanto de contrabando como el que reunían los gambusinos.
El conflicto surgió porque los gorras prietas reclamaron un faltante de dinero
por la entrega de una carga de diez latas de polvillo que habían hecho, una
semana anterior.
El síndico y su ayudante manifestaron que los embaces no iban llenos por tal
motivo faltaba un porcentaje económico.
Finalmente, discutieron dándose de balazos, muriendo el síndico y el
secretario. Los gorras prietas fueron detenidos y llevados al cuartel militar
donde quedaron presos.
Hermosa panorámica del mineral de Contraestaca, donde las viviendas dormían suspendidas en el
aire.
Dado que fue un delito del fuero común los federales decidieron enviar a los
prisioneros a San Ignacio para que fueran juzgados por las autoridades. Pero
resulta que, nadie se animaba a trasladarlos a la cabecera municipal, Entonces
un Sr. de nombre Próspero Lizárraga de oficio carnicero dijo: dénmelos a mí,
yo los llevo a San Ignacio. Y en efecto, un día por la mañana pasaron los tres
por enfrente de mi casa. Don Próspero llevaba a los gorras prietas amarrados
de pies y manos montados en mulas y él, en un caballo moro con dos pistolas
y un rifle terciado en la espalda.
54
Sra. Magdalena Smith Araiza; trabajó en la manufactura de ropa para la Cruz Roja Internacional de
Inglaterra en el mineral de Contraestaca, durante la Segunda Guerra Mundial.
Los famosos gorra prietas no llegaron muy lejos, a la altura de donde
entronca el arroyo que baja de Contraestaca con el río Piaxtla fueron
asesinados por su custodio quien se dijo, los obligó a cavar su propia tumba.
Por los servicios prestados, don Próspero fue contratado como empleado de
confianza de la compañía minera en Tayoltita. Semana tras semana transitaba
de dicho mineral a la cabecera de San Ignacio, pernoctando en determinados
ranchos del camino. Cierta ocasión, don próspero dormía plácidamente en el
interior de una tasolera, cuando algún curioso le prendió fuego al refugio
muriendo don Próspero achicharrado. Otro día, su cuerpo (un pedazo de
carbón) fue recogido por las autoridades y entregado a su familia quienes le
dieron cristiana sepultura.
Estas historias las conozco, dice doña Nena, porque en parte las viví y porque
fui nuera de don Juan Delgado, secretario de la sindicatura, y muy amiga de
Baudelia, hija de don Próspero Lizarraga, quien me narró la forma en que
murió su padre. Entrevista con la Sra. Magdalena (Nena) Smith Araiza. 22.04.9414
El crimen de Contraestaca En la ruta de nuestra investigación nos encontramos en el periódico El Diario
de Culiacán, un artículo titulado, El Crimen de Contrestaca relacionado con
dicho mineral y las injustas condiciones en que vivían los mineros en los años
50, escrito por el periodista y diputado, Ignacio Manjarrez Bernal.
El encabezado destacaba lo siguiente:
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Más de 5 mil obreros mineros mueren de silicosis al año por trabajar en las minas del país.
La compañía Luis Mining Companny una de las más voraces que existen en
México, propiedad del empresario William Randolf Herst, quien es uno de los
más encarnizados enemigo de México, en días pasados cerró el mineral de
Contraestaca. Randolf, propietario de varias minas en el noroeste de México,
entre ellas Tayoltita, a quien tiene más de medio siglo de explotar, en cuanto
cayeron los precios en los mercados internacionales, inmediatamente bajó los
sueldos a sus trabajadores, pagando en Contraestaca, donde los alimentos son
carísimos, dos pesos diarios, luego uno y al final, cerró la empresa,
pretextando agotamiento de las vetas, liquidando a los trabajadores con 250
pesos a los que no tenían familia en el mineral y, 450, a los que sí la tenían.
Cantidades que no les alcanzaron ni para los pasajes a otros centros de trabajo;
por si esto fuera poco, los desalojaron de sus casas a jalones y empujones
quedando a la intemperie, bebés, niños y mujeres suspendiéndoles servicios
médicos, agua y luz. Los trabajadores cuando iban al médico de la empresa
por incapacidades salían perfectamente bien pero, cuando se presentaban en
Tayoltita a solicitar trabajo aparecían enfermos de silicosis, quedando
incapacitados para laborar en otras empresas.
Vuelan las minas con dinamita No contento con lo anterior, continúa escribiendo el diputado, para evitar que
los trabajadores continuaran en el lugar como gambusinos, el rapaz
empresario Randolf Herst mandó volar las minas, es decir, les metieron
dinamita para tapar las bocas y así evitar que los trabajadores siguieran
viviendo en el lugar como buscadores de oro.
Aquellos que perseveraron, los calificaron de rebeldes y les echaron encima al
ejército siendo sometidos a culatazos y expulsados de los pueblos mineros,
ellos eran la única ley en aquellos apartados lugares, termina diciendo el
escritor. El Diario de Culiacán, núm. 2907, 1958, p. 3 15
.
Silicosis enfermedad del minero
Sobre la enfermedad del minero, los autores de la presente obra se dieron a la
tarea de entrevistar a un minero que trabajó en los minerales de Tayoltita, en
los años 50. Al respecto entrevistamos al Sr. Patrocinio Beltrán Rodríguez
quien nos comenta lo siguiente: muchos operarios que fueron mis compañeros
de trabajo murieron muy jóvenes, ya que por lo general después de cinco,
máximo diez años de actividad, adquirían la famosa enfermedad del minero,
también llamada Silicosis, que consistía en no poder respirar. Esta patología se
presentaba en los trabajadores como producto de los efectos de respirar el
56
polvo de los metales procesados, asociado a los gases que producían tanto el
carburo quemado por las lámparas para alumbrar los túneles como los
hachones de ocote que en algunas ocasiones se utilizaban para lo mismo. Mi
padre y varios tíos, refiere don Patrocinio, terminaron cascados nombre
común que se les daba a los enfermos de Silicosis y el patrón no nos pagó ni
un cinco de indemnización, ni siquiera para el entierro de nuestros familiares.
Nos bañaban como animales
Los socavones no tenían ventilación y tampoco tenían ductos para ello,
continúa narrando don Patrocinio. La empresa se negaba a darnos equipo de
seguridad. Lo único que proporcionaba era una pipa con agua. En cada galería
había una pipa manipulada por un trabajador, cada minero antes de salir nos
colocábamos frente a la manguera y recibíamos el chorro de agua, mala
comparación como las vacas, obviamente ello no evitaba que nos
enfermáramos de tos y de la garganta y finalmente de silicosis, lo cual llevó a
la muerte a muchos compañeros.
Pero esto no era todo dice don Patrocinio, en el molino de beneficio trabajaban
como cuarenta personas que estaban en contacto directo con el mercurio o
azogue, sustancia que se utilizaba para amalgamar y luego purificar el oro y la
plata. Estos trabajadores con el tiempo sufrían de llagas por todo el cuerpo y
se iban hinchando, hasta que dejaban de trabajar. El patrón y las autoridades
de salud no otorgaban incapacidades, aunque lo contemplaban las leyes;
finalmente el operario era despedido por faltas al trabajo, sin indemnización,
sin derecho a atención médica y era expulsado junto con su familia de la
vivienda que tenía prestada por parte de la empresa.
Estas eran sólo algunas de las injusticias que vivían los obreros mineros en
Tayoltita, Durango en la época de los 50.
En los años 40, continúa narrando don Patrocinio, nos pagaban ocho pesos
cincuenta centavos, por ocho hrs. de trabajo, pero cuando vino la crisis de los
precios de metales nos lo redujeron a cinco, luego a dos pesos, finalmente a
uno por jornada de doce hrs. En una ocasión duraron hasta tres meses y no
nos pagaban, entonces estalló la huelga a mediados de 1953, la cual se
mantuvo un año, aproximadamente. Todo el pueblo se moría de hambre
mucha gente se salió de la comunidad y ya no regresó, los poquitos que
quedaron subsistieron comiendo raíces y frutas de árboles silvestres.
Los trabajadores que morían por accidentes, continúa narrando don Patrocinio,
en las profundidades de las minas no los rescataban, los abandonaban a su
suerte, de tal forma que la familia ni siquiera tenía la oportunidad de darles
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cristiana sepultura, pues simple y sencillamente desaparecían. Entrevista al Sr.
Patrocinio Beltrán Rodríguez 05.05.9416
Los autores investigaron el cuadro clínico que presenta La Silicosis en los
seres humanos y encontraron lo siguiente: Estudios médicos sostienen que la
enfermedad de Silicosis se presenta en trabajadores que laboran en minas de
oro, plata, cuarzo, uranio, pirita, plomo, cobre, zinc, arena, granito, inclusive
carbón. El depósito de gas y partículas en el pulmón ocasiona la destrucción
del mismo y forma fibrosis (cicatrización) de los tejidos pulmonares incluidos
los vasos sanguíneos y linfáticos, presentándose la dificultad respiratoria.
En el mejor de los casos la enfermedad comienza con una Silicosis simple y
progresiva, pasando por una Silicosis conglomerada, en la que los nódulos de
fibras individuales se unen y forman grandes masas de tejido cicatrizante
impidiendo al pulmón tomar la cantidad de oxigeno suficiente para el
organismo y en unos cuantos meses el individuo muere.
Humillaban a los mineros de la Sierra Madre Occidental. Una más, de las grandes injusticias y humillaciones que se cometían contra los
mineros, en aquellos aciagos años, nos lo relata el Sr. Rafael Barraza (qepd),
quien trabajó en la década de los años 40 en la mina denominada El Manto
Negro, ubicada en el municipio de San Ignacio.
En aquellos tiempos, los metales preciosos eran codiciados tanto por gavillas,
trabajadores y, desde luego, por los propietarios de minas, nos dice don
Rafael. “En 1945, en El Manto Negro, cerca del municipio de San Ignacio,
existía un placer tan rico que producía hasta dos kg. de oro por tonelada de
metal. En esta mina, cuenta nuestro entrevistado, trabajé desde los catorce
años de edad. Había vigilancia día y noche, inclusive, personal del ejército
tenía su cuartel al servicio de la empresa norteamericana, con el propósito de
evitar el robo de oro y plata. Sin embargo, era común que los trabajadores
sacáramos polvillo de metal por diferentes medios, por ejemplo: “En zapatos
de doble suela, en el pelo, en las axilas, en la boca, en el sombrero, en las
verijas y hasta en el ano cuando esto era posible”.
Para evitar el robo, al salir del molino éramos encerrados en un cuarto especial
donde nos desnudaban y exploraban de pies a cabeza, cuando el capataz
sospechaba de un trabajador, de inmediato lo apartaba de la bola y le metía el
dedo gordo de la mano en el ano para descubrir si llevaba polvillo de oro, en
sus partes nobles. Hasta ese grado llegaban los patrones y capataces, sin
embargo era mucha la necesidad de trabajo y por ello soportábamos todo tipo
de humillaciones.
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El método de la piedra En una ocasión, sigue narrando don Rafael, uno de los jefes, un ingeniero de
apellido Domínguez, le tocó revisar a los operarios. Al encontrarse frente a
ellos los formo en fila y les dijo: “Yo no me voy a ensuciar los dedos con
ustedes; a ver tú, le dijo a uno de los hombres, levanta esa piedra que tienes en
frente. Una roca como de 60 kg. de peso. En cuanto el trabajador se agacho e
izo fuerza para levantar la piedra boto el tapón, una especie de tubito de
ensayo que cierto laboratorio fabricaba para embazar pastillas y los mineros
utilizaban para llevar polvillo de oro. Se lo introducían en el ano y salían del
trabajo apretando “el de abajo”, para evitar su salida: Así, varios trabajadores
fueron arrojando el tapón de vidrio, obligados a lavarlo y entregarlo en la
oficina del mineral donde eran marcados y castigados con tres semanas sin
empleo”.
En el futuro varias empresas mineras de la sierra sinaloense y duranguense
utilizaron el método de La piedra para descubrir a sus trabajadores cuando
tomaban oro para beneficio particular. Entrevista al Sr. Rafael Barraza 12.08.9417
Por su parte el Sr. Úrsulo Valles Ramírez, quien trabajo, como perforista y
barretero en el mineral de Tayoltita, en el año de 1945, nos narra también las
peripecias que le tocó vivir en ese legendario Real de minas de Tayoltita: En
esa fecha, nos dice don Úrsulo, el salario en Tayoltita, era de ocho pesos, por
una jornada de ocho hrs. Existían dos turnos. Durante la jornada yo, y cuatro
compañeros más, entrabamos a barrenar las paredes de los cerros, mientras
otros trabajadores se dedicaban a colocar pólvora para explotar la dinamita y
tumbar la roca.
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Sr. Úrsulo Valles Ramírez, trabajó de barretero y perforista en el mineral de Tayoltita, Durango
(1945).
El barreno lo hacíamos con máquina, seguíamos los hilos de oro y plata al
interior de las minas, para lo cual existía un poblador, quien marcaba los
sitios donde colocar los cartuchos. El apuntador dibujaba una especie de roseta
y el barreno del centro era la cuña que al explotar o detonar encendía todos los
demás volando la piedra en un radio de veinte metros; la reacción de los
explosivos era en cadena o secuencia cayendo hasta 22 toneladas de piedra,
aproximadamente, en una sola explosión.
La roca recogida en trenecitos Después del estallido, la roca era recogida, por decenas de obreros, en varios
trenecitos de ocho carritos, cada uno, con capacidad para dos toneladas,
utilizando el sistema de rieles. El metal era transportado al túnel central, luego
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a través de canastillas sostenidas en el aire por calabrotes, era llevado a la
quebradora o trituradora, después al molino de beneficio y a la fundición, en
un recorrido de 1.5 kilómetros aproximadamente, donde finalmente salían las
barras de oro de 5 kg y plata de 30 kg.
En esa época, narra don Úrsulo, en la Quebrada de Grarisamey, operaban
varias minas entre ellas: Cinco Señores, Socavón, Luis Min y Tayoltita, cerros
de por medio se encontraban San Dimas y Contraestaca.
Para los neófitos en asuntos mineros estos nombres significan, cinco cerros o
más, y a su vez cinco pueblos diferentes, o minas en operación, en este caso,
en una misma área geográfica, la famosa Quebrada de Guarasimey.
Durante siglos los trenecitos al interior de las minas se movieron con fuerza animal. (1944)
.
Robo hormiga de oro y plata
En la década de los 40, sigue narrando don Úrsulo, la empresa nos
proporcionaba botas mineras, a las cuales les adapte un doble fondo, en este
pequeño escondite, sacaba diariamente 100 gr. de polvillo. Posteriormente en
mi casa beneficiaba diez y ocho a veinte gramos de oro y otro tanto de plata y
lo vendía al chino Juan Ley Fong, comerciante de Tayoltita. Pagaba muy
barato el metal, a peso el gramo, porque era de contrabando, cuando en
Mazatlán o Culiacán lo compraban a cinco y hasta diez pesos, dependiendo
del comprador, cabe mencionar que, casi todos los trabajadores traficábamos
oro y plata de los minerales, arriesgándonos a ser despedidos.
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Caballitos y choricitos
En algunas ocasiones, hacíamos caballitos y choricitos, es decir nos poníamos
una especie de zapeta en las verijas y así sacábamos el oro y la plata o en su
caso nos arremangábamos la camisa y el chorizo de la misma lo llenábamos
de polvo el cual fundíamos en nuestras casas.
Puras parrandas
Todos los domingos agarraba la banda, me encantaba la canción
denominada, El mero día de San Juan y la mandaba tocar muchas veces a los
músicos de la localidad y a otros que, de vez en cuando, se aparecían por
Tayoltita.
Los duendecillos del mineral de Tayoltita
Cuenta don Úrsulo que, entre los trabajadores del mineral de Tayoltita existió
la creencia en la existencia de pequeños seres espirituales llamados duendes,
que vivían en los socavones de las minas, quienes tenían la costumbre de
entrometerse en la vida laboral de los trabajadores, pues cuando no les daban
de comer les escondían las herramientas de trabajo, apagaban las linternas, les
tocaban el pelo o los llamaban por su nombre. “En las catacumbas de las
minas, era usual escuchar murmullos de niños jugando, platicando o peleando
pero nunca mirábamos nada”. Fue tanta la influencia que llegaron a tener los
duendecillos en las cuadrillas de trabajadores, dice nuestra entrevistado, que
estos pedían a sus esposas que, en sus respectivos lonches les agregaran una
tortilla de más y el primer bocado que tomaba el minero en sus manos lo
aventaba hacia atrás con las consabidas palabras “esta es para el duende”, de
esta manera, dice don Úrsulo, los fantásticos niños no nos hacían travesuras y
nos dejaban trabajar. Era tanta la superstición de los duendes entre los mineros
que se llegó a pensar que, aquellos trabajadores a quienes les rendía mucho el
trabajo era porque tenían un duende amarrado el cual les ayudaba a realizar
más rápido su faena y por lo tanto alcanzar un mejor salario, comentó don
Úrsulo.
Vinaterías y cantinas
En Tayoltita al igual que los pueblos mineros de la región llegaban mucho
vino y mescal de contrabando, también llamado de aguaje. Los ranchos
satélites, tenían vinaterías donde se procesaba el tequila y mezcal que era
introducido de contrabando, a través de recuas de mulas que transportaban a
su vez otro tipo de mercancías; bajo dichas mercancías, entre los suaderos,
(cubierta para proteger el lomo de las bestias) iban las “toluquitas”, litros y
hasta demazanas de vino y mezcal proporcionando grandes sumas de dinero a
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los contrabandistas. Solo en Tayoltita existían más de diez cantinas: la cantina
Amor Volando, propiedad del Sr. Ignacio Burgueño, El Macho Prieto, del Sr.
José Venegas, El Sesteo de las Aves, del Sr. Félix Domínguez, La Popular
,fundada por Patricio López, El Gallito, del Sr. Jesús Corral y El Minero ,del
Sr. José Luis Hernández, entre otras. Además, se vendía vino en varias casas
del pueblo, de tal forma que por Chinguerete, no parábamos, dice don Úrsulo;
cerveza y vino, había hasta para emborrachar un ejército. El precio de la copa
era de cinco centavos, vino mezcaleño, producido de maguey silvestre, pegaba
como patada de mula, sin embargo, era el que más se consumía.
Demazana, envase en el cual se transportaba vino y mezcal a los centros mineros de las regiones de
la Sierra de Madre Occdental.
En esos años eran comunes los pleitos de cantina, a daga y cuchillo, sin
embargo, la policía y los soldados se encargaban de poner orden.
La elite social del mineral, sobre todo los empleados de confianza, que vivían
en la Colonia Americana donde trabaje durante buen tiempo, dice don Úrsulo,
consumía basicamente, guisky, Coñac Tres Coronas, vino blanco Chablis,
vino tinto Ponte Canet y Champagne Viuda de Cliquet, marcas que por lo
general veía en las cantinas particulares de los empleados de confianza donde
de vez en cuando me robaba un traguito.
Después de trabajar, refiere don Úrsulo, tres años en la colonia extranjera me
fui a laborar a la mina de donde estuve sacando polvillo de oro, después de
63
ocho meses, me descubrieron los confidenciales, los famosos gorras prietas y
me despidieron.
Estos sospecharon de mí, por parrandero, pues el salario de ocho pesos
diarios, no daba para tanto. Así fue como vine a dar a Costa Rica, en 1947.
En su narrativa don Úrsulo comenta que: “En Tayoltita, además de los
confidenciales había un pelotón de soldados (doce soldados), incluyendo
sargento. Ellos imponían el orden hasta en cuestiones civiles; por ejemplo,
para detener a un hombre que se robaba una muchacha, actuaban los soldados,
en una riña callejera, entraban también los federales, por ello cuando me
detuvieron por robar oro, los militares me llevaron preso a San Dimas, pero el
presidente municipal resultó ser amigo mío, porque había trabajado con él de
jardinero, en la colonia de los empleados de confianza; se llamaba Xicoténcatl
y él me dio libre, no sin antes cobrarme 25 pesos de multa pero fiados, porque
no tenía dinero”.
Destino de un oriental
Recuerda don Úrsulo que, en 1944, a la edad de veinte años, cuando trabajaba
de jardinero en la colonia Americana de Tayoltita, al salir a barrer la calle, se
topó con una muchacha muy hermosa, sentada en la banqueta. “Fuí y les dije a
mis patronas, unas jóvenes estadounidenses, lo que había visto, ellas salieron y
al preguntarle a la joven qué le pasaba, ella contestó: Estoy esperando a mi
esposo”.
Un asiático bolero
A los pocos minutos, llegó un chino, que después supe se llamaba Juan Ley,
con un cajón de bola y una bolsa con pan para su esposa. Después de conocer
el caso las gringas hablaron con el gerente general de la empresa el
Norteamericano Lorenzo Morell, para que le diera trabajo al chino. Cuando
llevaron al asiático con el patrón, éste no le pidió empleo, sino le dijo que: le
facilitara un terreno a la orilla del río para cultivar verdura porque de esos
alimentos no había en Tayoltita. Al chino le prestaron una mula y le
permitieron hacer un poso para regar la hortaliza que sembró: zanahoria,
tomate, cebolla, papa y cilantro.
Mecánico de aviación
Luego don Juan Ley le dijo al Sr. Morell que, le diera oportunidad de dar
mantenimiento al avión trimotor que llegaba cada ocho días de Mazatlán,
pero, don Juan, no pidió paga por este trabajo, sólo solicitó que le dieran
oportunidad de traer mercancía en la aeronave para su abarrote que acababa de
montar en Tayoltita, permiso que fue concedido por la empresa.
Fundidor de metal
El Chino Ley también fundía metal, tenía un horno grande en su casa como de
cuatro metros de ancho, donde a la vez tenía una tienda de abarrote y el
64
equipo necesario para beneficiar el oro y la plata, sacaba los hermosos tejos
de oro, refulgentes como luna llena. Con el tiempo, el chino progresó tanto
que, era poseedor de una industria de metales preciosos y si lo hubieran dejado
probablemente se hubiera convertido en socio de la empresa Tayoltita, pues
era muy inteligente e industrioso.
Un chino con costumbres mexicanas
Cuando El chino miró que todo mundo andaba a caballo, con su buena pistola,
le dio por hacer lo mismo pero, lo detuvo el ejército y lo mandó preso a San
Dimas, porque siendo extranjero, la ley no le permitía andar a caballo y
armado. En ese entonces San Dimas era la capital del municipio del mismo
nombre; se encontraba como a seis kilómetros de distancia de Tayoltita.
Después de pagar la multa se fue varios meses a Mazatlán, luego regresó y
montó una tienda grande, con todos los servicios y compraba carbón, leña,
cal y sal a los campesinos y los almacenaba para venderla en tiempos de
escases, al mineral o a casas particulares, al tiempo empezó a comprar el
metal robado de la mina.
Trampas al chino
En ocasiones, continua hablando don Úrsulo, le hacíamos trampas al chino
Ley, pero después nos reclamaba. Resulta que al oro que le vendíamos le
incorporábamos agua con lo cual salía más pesado, al darse cuenta don Juan
nos reclamaba pero, nosotros siempre nos negábamos. Obviamente, con la
raya de nuestro trabajo más lo que obteníamos por la venta del polvillo robado
era doble lo que recibíamos en la semana lo cual gastábamos en puras
borracheras y hasta el lujo nos dábamos de jalar la banda.
El proceso de beneficio Nos llamaban metaleros, dice don Úrsulo, a los trabajadores que sacábamos
metal clandestinamente de las minas.
“Comprábamos azogue o mercurio en las farmacias de Tayoltita o lo
encargábamos a los arrieros quienes nos lo traían de Mazatlán y, en un crisol,
una especie de cuenco de plástico resistente al fuego, colocábamos el polvillo
en la lumbre, después de cinco minutos, retirábamos el azogue, y vertíamos el
producto en una botella; paso seguido, introducíamos una varilla de cobre y,
al instante, esta se ponía chinita, chinita, brillante como el sol, de la plata que
subía por la barra, dejando el oro en el fondo de la botella, libre de metales
irrelevantes, con lo cual ganábamos nuestros buenos pesos”
En la mina Socavón y La Palma pertenecientes a la misma quebrada de
Guarisamey, continua hablando don Úrsulo, trabajaban como cuarenta
personas y en las cinco minas restantes unos quinientos trabajadores,
existiendo un promedio de 5 mil habitantes en dichas comunidades. Entrevista
con el Sr.Úrsulo Valles 10.10.9418
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El Güerillo Salcido
La Sra. Imelda Sarabia quien vivió en el rancho El Apomito (puerta de entrada
al mineral de Tayoltita, Durango), en los años 40s, en amena charla nos
comentó lo siguiente: en la década de los 40s
y 50s, en los minerales de
Tayoltita, Contraestaca y Zocavón, producto de la crisis hubo mucho
bandidaje recuerdo que una noche llegaron a mi casa como quince hombres en
caballos y mulas, llevando como cabecilla al bandolero conocido como El
Güerillo Salcido, pidiéndole a mi madre de cenar. Horas después partieron a
Tayoltita donde fueron a asesinar a doce hombres que se encontraban presos
en la cárcel de dicho mineral. En la madrugada escuchamos la tropelada de
caballos que venían de regreso y como a las cinco de la mañana el rugido de
una troca que llevaba a los heridos rumbo a San Ignacio.
La generosidad de Don Manuel Ley provocó un atentado contra uno de
sus hijos.
En la misma entrevista la Sra. Imelda nos platicó cómo y por qué, se realizó
un atentado contra un hijo de Juan Manuel Ley en Tayoltita. Doña Imelda
narró que en aquel entonces continuamente estallaban huelgas y paros de
labores en el mineral de Tayoltita. Pero una de dichas huelgas fue la más
terrible de todas. En virtud que, ni la empresa ni los trabajadores querían ceder
a sus demandas.
La huelga se mantuvo aproximadamente un año, viajaban muchas comisiones
a la ciudad de México pero no resolvían nada. Las familias carecíamos de lo
más indispensable, no había víveres, se carecía de arroz, frijol, maíz, azúcar,
café, y sal, lo más elemental para la vida, pero tampoco dinero para comprarlo.
Sin embargo, existió un alma caritativa que nos estuvo apoyando durante toda
la huelga, fue el Sr. Juan Manuel Ley, quien facilitó crédito a los mineros que
se encontraban en paro de labores y regalaba verdura de la que cultivaba a la
vera del río.
La empresa no miró con buenos ojos la actitud del Sr. Ley y en uno de tantos
viajes que realizaba, su hijo Álvaro, con provisiones del puerto de Mazatlán a
Tayoltita, le pusieron una bomba, afortunadamente la camioneta alcanzó a
pasar el puente del río Piaxtla a la altura del mineral, antes de que el artefacto
estallara, salvándose el muchacho por cuestión de segundos, a partir de
entonces don Juan no la pensó dos veces para emigrar a otros horizontes.
Así fue como don Juan vino a dar a Culiacán, donde montó su tiendita
denominada Casa Ley por Av. Domingo Rubí, a principios de los años 40s.
Entrevista con la Sra. Imelda Sarabia 05.01.9519
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Sra. Imelda Sarabia; Juan Manuel Ley fue una persona muy generosa, apoyó a los trabajadores
mineros en las huelgas de los años 40s., narró doña Imelda.
Sobre la emigración del exitoso empresario Juan Manuel Ley Fong de
Tayoltita a Culiacán, existe otra versión contada por el ing. José Antonio
Luévanos que en su libro ya citado p.117, nos dice lo siguiente: “En 1935,
varios chinos llegaron a trabajar al mineral de Tayoltita estableciendo sus
comercios, entre ellos, el Sr. Juan Manuel Ley Fong, quien fundó el comercio
La Surtidora, en la antigua calle Comercio; tiempo después, sin embargo, se
declaró en quiebra y abandonó la población radicando actualmente en la
ciudad de Culiacán, Sin., donde montó la tienda de autoservicio Casa Ley hoy
sus sucesores poseen varios establecimientos de éste tipo” Léase Tayotita20.
Casa Ley, Tiene como antecedente el mineral de Tayoltita, Durango.
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Vecinos de la colonia extranjera
La famosa colonia extranjera estaba constituida básicamente por familias
migrantes a saber: Familia: Laslo Miklos Kuna, de origen húngaro; familia
Shuzua Hendos, de origen japonés; Lickel Shmith, descendencia
norteamericana; Lindenburg Rabinowich, rusa; Laurence Morel Fay,
estadounidense; Chatzalis, griega, Kivari, griega y familia, Haptonstall Smith,
entre otras
El total de extranjeros vecinos del mineral de Tayoltita para 1970 ascendía a
187, un número considerable para la época.
Podemos decir que, Tayoltita, en esos tiempos era un pueblo cosmopolita pues
además de vivir familias de distintas partes del mundo se hablaba muchos
idiomas.
Éxodo de taltotillenses Huelgas, paros de labores y cierres temporales del mineral de Tayoltita,
motivaron el éxodo de familias taltotillences hacia la costa y los valles. Al
respecto la Sra. María Martínez, quien emigró, de la sierra a los valles en la
década de los 50s, nos comentó lo siguiente: “Miles de personas abandonamos
los minerales en aquellos tiempos. Unos a pie, otros en burro, mula y a
caballo. Por los cordones de la Sierra Madre Occidental, diariamente, se veían
familias enteras, llevando enceres domésticos y hasta el perico, en búsqueda
de la tierra prometida; unos fueron a dar al puerto de Mazatlán, unos más al
valle de Culiacán y sólo, algunos continuaron en Contraestaca, Tayoltita y
otros minerales de la región”. Entrevista con la Sra. María Martínez 10.08.992
Cabe destacar que a juicio de los autores, la migración de familias mineras es
común en todos los centros metalúrgicos del mundo, su población crece de
acuerdo a la bonanza de metales y decrece, al grado de desaparecer, en la
medida que el mineral se deprime o entra en crisis productiva. Fue el caso de
Guarisamey, San Dimas, Guadalupe de los Reyes, Nuestra Señora y en
ocasiones Tayoltita, en el estado de Durango.
El Dios de la pobreza
En relación al ambiente que vivían los pueblos de la Sierra Madre Occidental,
en aquellos azarosos años, y la aparición de Florentino Nevárez, personaje
central de nuestra historia, entrevistamos a la Sra. María Encarnación López a
quien encontramos en la ciudad de Mazatlán quien amablemente nos
concedió una entrevista. La Sra. López comentó que, nació en el rancho La
Higuera Larga, San Ignacio, Sinaloa, en 1940: “Mi padre trabajó muchos años
en el mineral de Tayoltita donde eran comunes las huelgas. Cada paro de
labores era algo terrible para las familias de los obreros, pues quedábamos
completamente desamparadas, sin qué comer y qué vestir. Lo anterior se
agudizó con las sequías de los años 50s, cuando murieron todos nuestros
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animalitos. Recuerdo, cuenta doña María, como si fuera hoy, cuando por
aquellos rumbos se aparecía Tino Nevárez que, al ver la situación en que
vivíamos, otro día llegaban a nuestros humildes hogares tres o cuatro bestias
cargadas con alimentos, cuando mi madre le ofrecía hospitalidad él
contestaba: “No señora, écheme tan sólo unas cuantas gordas para el camino y
otro día regresaré por estos rumbos a quedarme”. Don Tino fue un hombre
muy generoso, con los pueblos de la sierra, por ello en las rancherías de los
altos se le conoció como El Dios de la Pobreza, porque siempre aparecía
cuando menos lo esperábamos, termina diciendo doña María. Entrevista con la
Sra. María Encarnación López. 25.01.9521
Las radiantes venas del mineral de Cosalá.
La grandeza del municipio de Cosalá viene sobretodo por la riqueza de sus 50
minas trabajadas por nacionales y extranjeros, durante más de 400 años. La
más importante, Guadalupe de los Reyes; famosa por sus metales de alta ley.
Fue cuna de tradiciones y leyendas durante el siglo XIX, siguiéndole en
importancia, el mineral de Nuestra Señora que tuvo su esplendor en la década
de los años 50s, del siglo pasado.
En la presente investigación el municipio de Cosalá, cobra importancia no
sólo porque a poca distancia de su cabecera (32 kilómetros), naciera el
personaje de nuestra historia (Tino Nevárez), sino además porque fue en esta
zona, donde el legendario bandolero realizó sus más grandes hazañas que le
dieron notoriedad e imagen a nivel nacional e internacional.
La señorial ciudad de Cosalá, el resplandor de sus 50 minas deslumbró la avaricia de los antiguos
prófugos de la justicia, quienes eran presa de las tres patas del diablo: el juego, las mujeres y el
alcohol.
Para penetrar un poco más en las venas de la señorial ciudad de Cosalá, léase
al escritor Paul Duplessis, quien en su libro El Monte (pequeña novela del
69
siglo XIX) describió magistralmente las costumbres de los cosaltécos en
aquella lejana época: “Esta bella y señorial ciudad tuvo su gran esplendor
durante la época virreinal, cuya riqueza hizo posible el asentamiento que había
comenzado por la penetración de San Dimas…su población se sitúa entre 8
mil y diez mil almas en su mayoría mineros, antiguos prófugos de la justicia,
quien una vez obtenida una gran ganancia, la tiraban en orgías y juegos.
Pobres de nuevo, volvían al sendero del bandidaje y la delincuencia y eran
presa de lo que Vicente Riva Palacio llamó las tres patas del diablo: el juego,
las mujeres y el alcohol. Al llegar a Mazatlán en 1848, el reconocido literato
describió a Sinaloa como un estado inmerso en un vasto océano de oro y
pronosticó que Mazatlán estaba destinado a gozar de una gran importancia
comercial”. Léase El Monte,p.110-11922.
Después de Guadalupe de los Reyes, quien cerró sus puertas en 1945, el
mineral que continuó brillando con mucha intensidad fue, Nuestra Señora,
asentada a nueve kilómetros de la cabecera municipal. Dicho mineral fue
adquirido por la compañía American Smelting And Refining Company
(ASARCO), en 1945, sumándose a la compra, otros tres yacimientos más a
saber: La Candelaria, Santo Domingo y Santa Teresa, predios asentados en el
municipio de Cosalá, Sinaloa.
Ruinas del mineral de Nuestra Señora, a la vera del río Las Habitas (2000)
Ocho años después, de las respectivas investigaciones topográficas (1953), la
compañía inició trabajos de explotación, así como beneficio de minerales
obteniendo en doce años de trabajo los siguientes resultados: 75 kg. de oro y,
52,500 kg. de plata, que arrojaron utilidades hasta por $19’ 530, 000.00 (diez
70
y nueve millones quinientos treinta y mil pesos m/n), independientemente de
la venta de metales no preciosos como zinc (12 mil kg.), plomo (5,250 kg) y
cobre (750 kg.). Léase, http//www. Proyecto Minero, Nuestra Señora, en el municipio de
Cosalá, Servicios Nautilus p. 8,923
.
A mediados de octubre de 1957, la redacción del periódico, El Diario de
Culiacán realizó una magistral opinión sobre sobre las condiciones que
estaban viviendo los cosaltécos por motivos de las aventuras de Tino Nevárez,
pero sobre todo, recoge el paisaje y el ambiente pueblerino en que se movían
los vecinos de aquella época en la antigua joya colonial. Por su hermosa
impronta, los autores recogen el bello artículo y lo transcriben como una
colaboración más a esta obra, respetando, desde luego, la ortografía del autor.
“Los mineros construyeron sus casas con techos altos muy altos querían tener
la suficiente amplitud para que no los recordara en las horas de descanso las
estrecheces de las minas, por estas casas circula el aire el poco aire que logra
filtrarse por entre los cerros en forma lenta y en remolino, enseguida baja y se
sale por las pequeñas puertas y ventanas y se va a la calle, que ingenuidad del
azul añil de las casas de Cosalá tienen algo de fiesta de día de muertos algo de
carnaval y fiestas de Guadalupe y mucho de escenografía de películas de
Antonio Barden sus calles son un autentico poema de calles mineras los
mineros hicieron sus casas donde se les antojo lo mismo aquí que en
Guanajuato que en Batopilas tan seguros estaban de que sólo vivirían en ellas
lo que durara la bonanza de la mina se olvidaron de alinearlas y procurar que
no se estorbaran unas con otras. Las calles de Cosalá son pues un hermoso
rompecabezas, aquí esta una calle en que apenas puede pasar un burro con su
aparejo y su cargamento de calabazas, metros adelante la calle parece pista de
aterrizaje tan pronto se encuentra una casa que termina con la calle a manera
de tapón o con una calle que termina con una casa que luce en el portón un
escudo de muy caracoleado sinuosidades. En Cosalá la improvisación tiene ya
varios siglos.
Por un lado se vivía pendiente del hilo de la mina por el otro el afán de
amacizarse. Existen casas con paredes de hasta un metro de anchura que
hablan de historias muy parecidas la del rico que encierra su oro en las paredes
y las asegura en la combinación de una caja fuerte de mezcla y piedra la
apariencia de riqueza es signo único de las casas de Cosalá que tienen la buena
voluntad de contar los secretos que sólo ellas conocen. Si se sube los
escalones de la iglesia se siente que se está en el patio de otro mundo se
percibe los oscuros techos de Cosalá, la Cruz 1931, de los padres franciscanos
simula estar pendiente de lo que acontece a sus alrededores
como una pequeña antena de televisión.
71
En la iglesia se percibe el aroma de agua vendita, entre semana y a esta hora
está absolutamente quieta ningún ruido suyo la delata quizá los pasos de unos
rancheros que vienen a bautizar. El Sr. Francisco Aragón vino de Cosalá a
visitar a sus hijos y discute sobre los tres pesos que dará de bolo.
La rocola se desgañita en unas cantinas que están pegaditas a la plazuela y se
llevan el ruido de rocanrol y de merecumbe. El olor a cerveza de algunos
soldados que brindan a través de la calle con una empleadita de una oficina, de
vez en cuando le guiñan los ojos y alzan la cerveza para que ella les conteste
el brindis pero la muchacha no contesta, sólo se sonríe y nada más. Cosalá
vive tan tranquilo que no se explica que un tal Tino Nevárez la haya venido a
perturbar. Sus zalates que muestran la generosidad de su tierra crecen en todas
direcciones tan altos que se pierden en el cielo y tan a los lados que se
desparraman por toda la sierra. El Diario de Culiacán, núm.316. 19.10.57. p.324.
72
Capítulo 2
¿Quién fue Tino Nevárez?
Florentino Nevárez Sánchez, mejor conocido como Tino Nevárez, nació en un
pueblito de tan sólo tres casitas de nombre, El Bayus, asentado en el estado de
Durango, el año de 1923. Dicho rancho se encontraba a media hora de camino
del mineral de Guadalupe de los Reyes, Sinaloa, y, a 160 kilómetros de
Culiacán y 170 del puerto de Mazatlán. La vida de la familia giraba en torno a
dicho mineral, más que de algún otro pueblo o ciudad.
Tino, fue el primogénito de la familia integrada por diez hermanos del
matrimonio formado por el Sr. Librado Nevárez Durán, originario de Durango
y la Sra. Guadalupe Sánchez Peña, nacida en el rancho La Cañita de la misma
entidad.
De cuna humilde, Tino fue un iletrado, pues en la familia era más importante
trabajar que asistir a la escuela, sin embargo, eso no le impidió al futuro
bandolero ser un hombre audaz, valiente e inteligente.
Desde pequeño se dedicó al campo. Ayudaba a su padre en el cultivo de la
tierra. En época de lluvias desmontaba y quemaba bosques en los cerros
aledaños a su vivienda con el propósito de sembrar maicito, frijol y calabaza
y, en periodo de secas, su padre y sus hermanos se convertían en gambusinos
en minas abandonadas de la región. En otras ocasiones hacían carbón y leña
para venderlo a la empresa minera que lo utilizaba para generar energía y
mover el molino de beneficio. Cabe destacar que, la minera compraba
bastante madera y carbón, en temporada de sequía para almacenarlo pues en
época de lluvias no era posible producirlos.
La familia de Tino era propietaria además de un pequeño hato de ganado, del
cual obtenían leche para hacer quesos, requesón y cuajadas. Estos derivados
eran vendidos por Tino y su hermano Encarnación, casa por casa, en el
mineral de Guadalupe.
73
De izquierda a derecha, parados: Sr. Ángel Nevárez, Raymundo Gallardo, Francisco (Pancho)
Nevárez y Marcial Nevárez.
Sentados: Encarnación Nevárez Sánchez, Benito Moreno y Florentino (Tino) Nevárez Sánchez, en
la comunidad de Costa Rica, Sinaloa (1953).
La tragedia de Tino
En el año de 1940, Tino conoció a una de las flores más hermosas de la
región, originaria del rancho, Río de los Barragán, de nombre Ernestina
(Tina) Lugo a quien de inmediato hizo su novia. Cuenta la Sra. Margarita
Pérez Sánchez, Prima hermana de Tino que la muchacha era muy hermosa,
“tenía un cuerpazo, medía como 1.70 mts. de estatura, entalladita, pelo largo
negro azabache, ojos negros y grandes pestañas, nariz recta, labios de cereza,
piel blanca y mejillas chapeteadas”, la conocí en Mexicali, dice doña
Margarita, me la presentó su hermana Luz, en una reunión de maestros, años
después del enfrentamiento entre Tino y Salvador. Ella fue hija de la Sra.
Juana Lugo.
A Tina, siempre le notamos una especie de vació emocional por cierto que
nunca se casó, sin saber por qué. Entrevista con la Sra. Margarita Pérez Sánchez
03.02.95.26
Por su parte el Sr. Encarnación (Cachón) Nevárez Sánchez, (qepd), hermano
de Tino, en entrevista realizada en la sindicatura de Costa Rica, Sinaloa, nos
narró la historia siguiente: “La comunidad de Río de los Barragán, se
encontraba a tres hrs. de camino del ranchito, El Bayus. Ernestina, siendo
74
novia de Tino, era pretendida por Salvador, un joven miembro de una de las
familias más poderosas de la región vecino de el rancho El Apomal de los
Quintana, lo recuerdo como si fuera hoy: Era un martes 21 de julio de 1941,
nos encontrábamos Tino mi padre y yo, labrando la tierra en la ladera de un
cerro, de repente, llegó Salvador diciéndonos lo siguiente:
-Don Librado, vengo a que me preste uno de sus muchachos para que me
ayude a matar un cochi.
- Pues no sé si quiera ir alguno de ellos, contestó mi padre.
-El que sea, dijo Salvador, ahorita regresa.
- Yo voy, dijo Tino, sin imaginar las verdaderas intenciones de su rival en
amores.
Ya en camino pasaron por un ojo de agua, diciendo Salvador a Tino.
-vamos tomando agua, toma tú primero.
-No, reacciono Tino mejor tú.
Se armo una discusión hasta que Florentino decidió tomar la iniciativa
Sin embargo, maliciando que Salvador le quería hacer una avería se agachó a
beber el líquido frente a él.
Al instante Tino observó en el espejo de agua que Salvador llevaba sus manos
al salón (rifle de un solo tiro) que traía en la espalda; de forma centelleante
Tino se le fue a las piernas y lo tumbo manoteándole el arma y dándole un tiro
en la parte posterior del cuello.
Acto seguido, Tino corrió al sitio donde se encontraba mi padre a informarle
lo que había pasado. Mi padre llevó a Tino, primeramente con el Juez de
Guadalupe de los Reyes para que levantara un acta del caso, al negarse a
hacerlo por no corresponder a su jurisdicción, según el juez, mi padre lo llevó
a Los Remedios, Durango, donde entregó el arma a las autoridades.
Cinco mil pesos de recompensa
La familia del afectado nunca se presentó a denunciar los hechos o, pedir
“justicia”, refiere don Cachón, por el contrario puso precio a la cabeza de
Tino, fijando una recompensa de 5 mil pesos al que lo entregara vivo o
muerto. La cantidad era bastante tentadora tomando en cuenta que, el salario
mínimo en aquella época era de $8.50 en los minerales y hasta un peso pagado
por los caciques de la región.
Hago la aclaración, dice nuestro entrevistado, que Salvador no murió pues la
bala rozó sólo la parte superior de su cuello por lo que con el tiempo mejoró
completamente de la herida. Sin embargo, la defensa rural, (especie de
acordada en la sierra) al mando del Sr. Jorge García y hasta los propios
federales rastreaban los pasos de Tino. Minerales, rancherías, cordones,
cuevas y montañas, eran sacudidos para encontrar al forajido. Sin embargo, mi
75
hermano se les volvió ojo de hormiga perdiéndose entre lo inexpugnable de la
intrincada Sierra Madre Occidental, recuerda don Cachón.
Para escapar de sus persecutores, Tino se avecindó en un ranchito de nombre
La Cruz, perteneciente a Santa Apolonia, Sindicatura de Ajoya, municipio de
San Ignacio, donde formo familia con la Sra. Cristina González. Entrevista con
el Sr. Encarnación Nevárez Sánchez 10.02.9527
Cabe destacar que, sobre este hecho, existe otra versión un poco diferente,
contada por Ángel Nevárez, primo hermano de Tino, a saber: cuando Tino y
Salvador caminaban por la vereda rumbo al rancho El Apomal de los
Quintana, Salvador se desvió por un desecho de la falda del cerro, un poco
más arriba que Tino, de repente el agresor tomó el rifle que traía terciado en su
espalda tirando dos balazos a su rival, Tino, lejos de huir, como pudo, capoteó
las balas logrando acercarse al agresor y arrebatarle el arma; viéndose
desarmado Salvador corrió más arriba de la montaña pues además del salón
traía fajada en la cintura una pistola la cual intento sacar para atacar a su
adversario por lo que el futuro bandolero le disparo dándole el balazo en la
parte posterior del cuello.
Al ver caído a su rival, Tino se acercó y al verlo sangrando, corrió al rancho
El Apomal a avisar a la familia de Salvador diciéndoles que este había sufrido
un accidente señalando el sitio donde se encontraba. Minutos después Tino se
retiró al rancho Los Arrayanes, donde vivía su tío Dionisio (Nicho) Peña a
quien entregó el salón con el cual agredió a Salvador.
Tino no era ventajoso ni chapucero
En efecto dice Ángel, la victima no murió, narrando posteriormente los hechos
a su manera, motivando que su familia pusiera precio a la cabeza de Tino,
ofreciendo una recompensa de 5 mil pesos a quien lo entregara vivo o muerto.
Yo pienso, comentó don Ángel que, si Tino hubiera querido matar a Salvador,
lo hubiera hecho, pues este se encontraba desmayado e indefenso, sin
embargo, Tino no era ventajoso ni chapucero y nunca lo fue por eso no lo
remató.
El secuestro de un Quintana
A raíz del accidente con Salvador y la recompensa que se ofreció por su
cabeza, Tino vivió a salto de mata, perseguido por la defensa rural, por los
propios Quintana, los federales y pistoleros particulares pagados por la misma
familia, siempre ocultándose entre el monte, las montañas, cuevas y cañadas
de la Sierra Madre Occidental. En estas circunstancias, el futuro bandolero
secuestró a un Quintana por el cual pidió una fuerte cantidad de dinero.
76
Pidió de rescate sólo lo que ofrecían por su cabeza En compañía de otros amigos, quienes vivían condiciones similares, Tino
decidió cobrar venganza contra los que consideraba culpables de su tragedia,
la familia Quintana, a quien secuestró uno de sus miembros, (Antonio)
hermano de Salvador por quien exigió como recompensa la cantidad de 5 mil
pesos, misma cantidad, que la familia Quintana ofrecía por su cabeza. Los
Quintana, pagaron el rescate y el familiar fue liberado. Meses después, Tino
solicitó de nuevo un préstamo de 15 mil pesos a los Quintana, monto que
también fue pagado. A partir de entonces el nombre de Tino Nevárez fue
exhortado a varios municipios de Sinaloa y Durango;empezaba a cobrar fama
de rebelde y proscrito por la Ley.
Se remonta a las alturas
Después del secuestro, Tino subió a las alturas donde se dedicó a sembrar
maicito para venderlo en Tayoltita, el dinero del botín que obtuvo del
secuestro de un Quintana lo repartió entre los pobres de la sierra, lo cual fue
forjando su imagen de bandido generoso así como su personalidad de alzado,
formando así, bases de apoyo que fueron cruciales en sus futuras andanzas,
termina diciendo don Ángel en entrevista citada en páginas anteriores.
Influencia de Heraclio Bernal En segunda parte de su entrevista don Encarnación Nevárez narró que la
personalidad de Tino (generoso y justiciero), se forjo como producto de la
influencia de su abuelo Narciso Nevárez un humilde labrador y gambusino
originario del municipio de Otaes, Durango, quien, según don Encarnación,
conoció a Heraclio Bernal.
“Mi abuelo, por parte paterna, se llamaba Narciso Nevárez, y era originario
del municipio de Otaez. Él nos contaba, a Tino y a mí que, personalmente
conoció a Heraclio Bernal. Nos platicó que, en una ocasión un hermano del
bandolero, al ser perseguido por el gobierno, se fue a un barranco y Heraclio
lo llamó a él para que le ayudara a sacarlo. Después del rescate, Heraclio le
brindó un cigarro y mientras lo fumaban, sentados sobre unas piedras, le
informó que, en el sitio de lo que posteriormente se llamó el mineral de El
Tambor, había una veta muy rica que se la regalaba para que la explotara.
Heraclio además le habló de las injusticias que cometían los amos de la
región en las grandes haciendas mineras y de la necesidad de luchar contra la
dictadura de don Porfirio Díaz. Estas conversaciones, cuenta nuestro
entrevistado, probablemente, se le quedaron grabadas a mi hermano y al ver
que después de muchos años las condiciones sociales y de injusticias contra
los pobres no habían cambiado Tino decidió hacer otro tanto de aquello que
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había escuchado sobre el bandolero Heraclio Bernal, la semilla estaba
sembrada.
En el caso de la mina que Heraclio le regaló a mi abuelo, dice Encarnación,
jamás la trabajó pues al poco tiempo enfermó y murió”.
Los cinco pesos
En la siguiente anécdota, contada por nuestro entrevistado, se puede reflejar la
personalidad que ya pintaba de cuerpo entero al futuro bandolero. “A
mediados de 1944, dice don Encarnación, Tino bajó de la sierra a trabajar
unos cuantos meses, en los campos agrícolas de Costa Rica. Un domingo,
después de pagar nuestros alimentos de la semana, nos restaron cinco pesos.
Caminábamos por el canal Principal, rumbo a nuestra casa, parte oriente de
Costa Rica; de repente se nos apareció un borrachito temblando, por la cruda
que se cargaba. Nos pidió un peso para curarse la cruda, de reojo vi cuando
Tino se llevó las manos a su bolsillo y le espete: no le vallas a dar el billete de
cinco pesos que es el único que nos queda. Sin embargo, fue precisamente lo
que hizo. Enojado, le reclamé su proceder porque el dinero era de los dos. Me
contestó: se lo di porque andaba enfermo, cuando veas a una persona enferma
y tienes un peso dáselo, tú puedes trabajar para que consigas otro. Toma tú
enfermo le dije, vas ver al rato por ahí lo vamos a encontrar botado en la calle.
Dicho y hecho, horas después regresamos al centro de Costa Rica, y
encontramos al borrachito tirado en una banqueta, fuera de una cantina, todo
miado y apestoso y le dije a Tino: ahí tienes tu enfermo, él, sin inmutarse sólo
me contestó: pues ya ni modo, seguimos caminando sin un cinco en la bolsa,
ni para tomarnos un refresco. Encarnación, Ibid29.
Muerte de Austreberto, segunda tragedia.
Recuerdo, dice don Encarnación, la muerte de Austreberto, primo nuestro y no
hermano como lo han dicho algunos escritores, sucedió en La Cuesta de las
Coloradas, un ranchito ubicado arriba de Santa Apolonia, municipio de San
Ignacio, Sinaloa. Resulta que hubo un bailecito, como es común en los
ranchos de la sierra, pues el sinaloense siempre ha sido alegre y parrandero.
Mi hermano Pedro, riñó con un plebe de diez y seis años de edad por sacar a
bailar a una misma muchacha, al momento, las cosas no pasaron a mayores
pero media hora después el joven regresó y arremetió a puñaladas a su
adversario clavándole una daga en varias ocasiones por la espalda, sin
embargo, el agresor cometió un error, a quien realmente mató fue a mi primo
Austreberto, esto sucedió porque por algún motivo que desconozco,
Austreberto y Pedro cambiaron de chamarra y como el ambiente estaba
semioscuro, pues era un baile con lámparas de carburo, el asesino no
distinguió a su enemigo. Al enterarse Tino, de la muerte de su primo grito,
¿quién fue? a lo que el padrastro del joven, de nombre Margarito, contestó
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¡yo!, con el propósito de quitarle responsabilidades a su hijastro. Al instante,
Tino y Margarito, se tramaron en tremenda riña en la que mi hermano mato a
puñaladas a su rival.
Con este tipo de linternas de carburo se alumbraban los bailes en la sierra de Sinaloa y Durango en
los años 40s.
Tino y el muchacho fueron detenidos y presos en San Ignacio, sin embargo los
familiares y Tino llegaron a un acuerdo con las autoridades, los dos
cometieron delitos al quitar la vida a mutuos familiares por lo cual quedaron
de acuerdo en perdonar la pena al culpable, quedando en libertad ambos
delincuentes. Cabe destacar que en ese entonces la muerte de una persona no
era perseguida de oficio.
Existe otra versión, sin embargo, contada por el propio bandolero, quien
sostiene que no hubo tal acuerdo sino que él se fugó de la cárcel de La Cruz de
Elota donde lo tenían prisionero (Léase anexo).
79
Celda de la cárcel ubicada en la Cruz de Elota, Sinaloa, donde estuvo prisionero Tino Nevárez por
quitarle la vida al supuesto asesino de su primo Austreberto, de la cual escapó en 1944.
Tino era muy matrero
En su larga historia, contada a los autores de este libro, don Encarnación
sostiene que su hermano Florentino siempre fue muy matrero. En 1955, época
en que ya lo perseguían los federales, narra Encarnación subí a la sierra a
buscar vetas de oro en una mina que le llamábamos La Wuiny. En los límites
de Sinaloa y Durango en lo más intrincado de la Sierra Madre Occidental; me
encontré con un piquete de soldados comandados por un capitán, de apellido
Ríos, que al escuchar mi nombre me preguntó: “¿Así que tú eres hermano de
Tino Nevárez?, pues sí, le conteste.
-Hoye, tú hermano, como es matrero, dijo el capitán. Le tendí una trampa, en
Santa Apolonia y no cayó, otra en Río de los Barragán, le puse una más en
Guadalupe de los Reyes y se me escapó, no lo puedo atrapar, es muy matrero.
-Y ni lo atrapará, le conteste, porque mi hermano es como los venados, un
venado lampareado es difícil de cazar, cuando usted va por un cordón de la
sierra él ya lo está vigilando desde arriba y le saca la vuelta, y si se descuida le
pone una emboscada de la cual usted y su gente probablemente no vallan a
salir vivos.
-Entonces el capitán, me contestó: pues si vas para arriba, ándate con cuidado
porque si te encuentra otra partida de federales te pueden echar mariguana y
acusarte de narcotraficante, yo no lo hago por que no acostumbro ese tipo de
arbitrariedades. Enseguida nos despedimos y cada quien tomó por su rumbo,
nunca más nos volvimos a encontrar. Encarnación,Ibid29
.
80
Tino, barretero en Tayoltita.
A fines de 1999, los autores de la presente obra viajamos al puerto de
Mazatlán con el propósito de entrevistar a la Sra. Epifania Robledo Vega, de
quien teníamos referencias conoció a Tino Nevárez en el mineral de Tayoltita,
a principios de los años 40. Doña Epifania, después de darnos la bienvenida
nos contó la siguiente historia.
Soy originaria de Tayoltita, Durango, donde nací un 25 de febrero de 1935. Mi
padre se llamaba Domingo Robledo y mi madre, Narcisa Vega; los dos,
originarios de Tayoltita. A Tino Nevárez lo conocí como empleado de la
compañía San Luis Mining Company.
Recuerdo que, no era muy alto, delgado, moreno claro, aunque siempre traía
sombrero cuando se lo quitaba dejaba ver su pelo negro y chino. En aquellos
años tenía yo, dice doña Epifania, nueve años, estoy hablando del año 1944.
Lo estuvimos viendo, mis hermanas y yo, en la boca de la mina, al salir de
trabajar, donde al parecer era barretero, meses después, lo mirábamos cerca de
la oficinas de la tienda de raya, porque nosotros lavábamos metal de los
residuos que bajaban del molino de beneficio y ahí se llevaba a diario, no
hacía nada, sólo observaba para la tienda de raya. En esos tiempos, el poblado
de Tayoltita era muy pequeño, al grado que todo mundo nos conocíamos por
nombres y apellidos, por eso a Tino lo recuerdo muy bien. De una cosa estoy
segura, que yo sepa, Tino no asaltó el mineral. En cambio, otro individuo
apodado “El Gallo”, ese sí, asesinaba y asaltaba la raya de los trabajadores,
este sujeto, no vivía ahí, nada más entraba a robar, nunca conocí cómo se
llamaba, sólo era conocido por su apodo. Había también, otro forajido que de
vez en cuando visitaba Tayoltita le apodaban El Güerillo Salcido, robaba y en
ocasiones asesinaba personas.
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Sra. Epifania Robledo, conoció a Tino Nevárez en Tayoltita y lo reconoció en Mazatlán, Sinaloa, en
1949.
Huelgas en Tayoltita
En Tayoltita siempre hubo muchas huelgas, continúa narrando doña Epifania,
aunque existía sindicato, la empresa no respetaba el contrato colectivo de
trabajo. Toda la gente en el mineral, era pura familia, no había hogar que no
tuviera un miembro trabajando en las minas. En la huelga de 1944, la patronal,
al principio, nos daba costales de maíz, harina frijol, luz, agua y casa. Los
trabajadores, continuamente pedían aumento de sueldo porque ganaban muy
poquito, un peso diario, cuando estallaba una huelga, la empresa no pagaba
nada. Mi tío que era minero y también mi padre, se mataron en la mina y no
nos dieron indemnización, mi tío era el sostén de la casa porque mi padre ya
había muerto, falleció de silicosis, no estaban asegurados, ni tenían hospital ni
nada, por eso había muchos movimientos de huelga.
Al estallar un paro de labores, el ejército reforzaba la boca de la mina y la
tienda de raya y, realizaban rondines durante la noche, hay que decirlo no
había policía municipal, ni judicial, la máxima autoridad eran los federales,
hasta en los problemas más triviales, como el robo de una muchacha
intervenían las fuerzas castrenses.
82
Tienda de raya del mineral de Tayoltita, de estas oficinas Tino Nevárez se llevó 20 mil pesos,
cuando el salario mínimo era de 6 pesos diarios (1944).
Cuando los obreros paralizaban labores, refiere doña Epifania, las canastillas
donde llevaban el metal de oro y plata del mineral al molino de beneficio se
quedaban colgando.
Por los aires barras de oro y plata
El oro y plata sacados de las betas de Tayoltita, cruzaban la Sierra Madre
Occidental por los aires para llegar al puerto de Mazatlán, y ser embarcados
hacía el puerto de San Francisco, narra doña Epifania. Yo, venía de pasajera,
pisando las barritas de oro en la avioneta que piloteaba mi primo Juan
Robledo. Había otro avión que le decían El trimotor.
Un avión similar al de la fotografía conocido como El Trimotor cruzaba los aires de Tayoltita
llevando barras de oro y plata rumbo al puerto de Mazatlán, durante la década de los 40s.
83
Esta nave se mantuvo mucho tiempo volando la Sierra Madre Occidental.
Era de pura cartera, exclusivo para transportar las barras de oro y plata sin
embargo, cuando a la aeronave le daban mantenimiento utilizaban una
avioneta para transportar los metales y yo, dice doña Epifania, aprovechaba el
raite con mi pariente. Tengo entendido que el trimotor se encuentra como
reliquia en un museo de los Estados Unidos.
Cuando me vine a Mazatlán (1944), el aeropuerto, estaba ubicado donde
actualmente se encuentran las instalaciones de la Universidad Autónoma de
Sinaloa (UAS). Me vine sola, porque en Tayoltita había mucha hambre,
teníamos que venir a trabajar al puerto. Cuando empecé a ganar dinero, les
mandaba alimentos a mi familia, con mi primo el de la avioneta.
Mis hermanas se quedaron con mi bisabuela que nos hizo pie de casa, ella
murió de 105 años. Cuando don Tino mato a los militares, en 1957, yo me
enteré por la familia, la radio y los periódicos.
Recuerdo que, a mediados de los años 40s, los chinos Ley vivían en Tayoltita,
allá se hicieron ricos tenían unas bodegas llenas de metal pero, el gobierno
todo les quitó, porque era ilegal lo que estaban haciendo al comprar polvillo
de oro de contrabando a los trabajadores.
Hasta eso, los chinos Ley, en ocasiones eran generosos, le regalaban a la gente
hortalizas porque ellos sembraban tomate, cebolla, repollos, cebollas y
calabaza y, los obreros les pedían fiado diversos tipos de alimentos, luego el
chino Ley y sus hijos se vinieron a Culiacán.
El Gitano en la Batería
Cuenta nuestra relatora que, en 1949 entró a trabajar con el Sr. Juan
Hernández, propietario del hotel Buenos Aires, en el puerto de Mazatlán, él
era amigo de El Gitano, el pistolero que en 1944 asesinara al gobernador
Rodolfo T. Loiza. Don Juan era originario de Agua Caliente de Garate,
municipio de Concordia, conocido y amigo de Rodolfo Valdés; por ser del
mismo pueblo, todos los días, dice doña Epifania, don Juan me ordenaba
llevar comida a El Gitano que se encontraba preso en la cárcel denominada El
Fuerte de La Batería del Puerto Viejo (actualmente en este sitio se encuentra
construido un condominio para familias del Ejército Mexicano ubicado por
calle Venustiano Carranza), llamada así, por ser la atalaya desde donde se
defendía el puerto de Mazatlán de los barcos piratas, con una batería de
cañones, durante el siglo XIX. El penal, era una especie de cueva insertada en
la falda de un cerro, dice doña Epifania. Don Juan, me llenaba una canasta de
comida y se la llevábamos, otra muchacha y yo, al Gitano. Aunque los
soldados no nos dejaban entrar lo mirábamos de afuera y le decíamos: “estos
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alimentos se los manda don Juan” y le entregábamos el bastimento a los
soldados para que se los dieran a don Rodolfo.
A espaldas de este condominio (parte baja) para familias del ejército mexicano ubicado por Av.
Venustiano Carranza, se encontraba la cárcel denominada El Fuerte de la Batería del Puerto Viejo,
donde estuvo prisionero Rodolfo Valdés (El Gitano), (1949).
Exactamente en este sitio se encontraba la mazmorra de donde se fugó El Gitano, un quince de
mayo (1949)
Tino y El Gitano
Recuerda doña Epifania que, en el trayecto del hotel a la cárcel, era común
ver a Tino Nevárez jugando billar en El Toro Manchado, centro recreativo
donde además existía una cantina, lo reconocía porque lo había conocido en
Tayoltita.
85
Histórico cañón de La Batería, fue utilizado para defender al Puerto de Mazatlán de barcos piratas,
durante el siglo XIX.
En otras ocasiones, continúa narrando doña Epifania, Tino estaba parado en la
esquina que formaban la farmacia Guadalajara y la ferretería Medrano y de
vez en cuando lo veía observando, durante buen tiempo, la cárcel donde se
encontraba preso El Gitano; no sé con qué intenciones, lo cierto es que pasaba
horas y horas, viendo a los soldados que hacían guardia en la penitenciaría
donde estaba preso el asesino del Gobernador Rodolfo T. Loiza. Meses
después tuve conocimientos que El Gitano se había fugado de la cárcel de
Mazatlán, mientras que Tino desapareció de mi vista. Entrevista con la Sra. Epifania Robledo Vega 25.07.95
30
86
La famosa cueva del Diablo, ubicada al pie del cerro, donde según la leyenda de los mazatlecos se
escondió El Gitano días después de su fuga.
Sobre la fuga del Gitano léase la opinión de Tino Nevárez, en el anexo del
presente libro.
87
Capítulo 3
El regreso
En 1953, Tino Nevárez regresó de Estados Unidos, llegando al pueblo de
Costa Rica, con el propósito de visitar a su familia. En dicha comunidad,
adquirió una camioneta Ford, de redilas, con el fin de dedicarse a la compra y
venta de ganado. Días después, viajó al municipio de Cosalá por ser más
baratas las reses en aquellos lugares para lo cual invitó a su hermano Pedro y a
su primo Agustín.
En este viaje salió a relucir la debilidad del futuro bandolero, pues se gasto el
pequeño capital que llevaba en puras parrandas. A su regreso se les
descompuso el transporte, en que viajaban, a la altura del ejido El Espinal del
municipio de Elota, diciéndoles a sus acompañantes:
-Yo, ya no regreso a Costa Rica, porque mi padre me va regañar por gastarme
el “puntero”, cuando puedan llévense la camioneta, diciendo esto, tomó el
camino a pie rumbo a Cosalá, desde entonces dice su hermano Encarnación no
lo volvimos a ver, hasta finales de 1957, cuando venía huyendo de los
federales.
Cinco años de sequía.
Los periódicos de la época, El Sol de Sinaloa, El Sol del Pacífico y El Diario
de Culiacán (1953-1957), dejaron constancia de la calamitosa sequía que
sufrió el noroeste del país a principios de los años 50s.
Primero, mencionaban los medios, vino un lustro de torrenciales lluvias,
provocando destrucción de maizales y ganado, luego, un periodo de fuertes
sequía en que sus efectos fueron terribles para la economía sinaloense. Sí, el
valle de Culiacán padeció los estragos del estiaje, la sierra sinaloense
prácticamente sucumbió ante la falta de agua para el cultivo de maíz y frijol,
productos elementales para las familias de los altos.
Bosques y pastizales, se encontraron de repente, completamente secos. Vacas,
mulas caballos, burros, chivos, víboras, cachoras y aves quedaron muertos a
la vera de los ríos, clamando a los cielos una gota de agua para saciar su sed.
Familias enteras emigraron a los valles y la costa. En carretas, mulas, burros,
caballos y en ocasiones a pie llegaron a Culiacán, a las comunidades de
Sanalona, Costa Rica, Eldorado, al mismo puerto de Mazatlán y otros sitios
del estado de Sinaloa, buscando como sobrevivir al terrible desastre natural.
88
El hambre y la miseria se extendieron a lo largo y ancho del noroeste de
México: Sinaloa, Durango, Chihuahua, Sonora y Nayarit.
En la Sierra Madre Occidental, niños, mujeres y ancianos morían de hambre,
el terrible invierno congelaba el cuerpo y el alma, esparciendo las
enfermedades propias de la época y matando las esperanzas de vida de los
serranos.
A estos desastres naturales se agregó el cierre de sus principales fuentes de
trabajo como Guadalupe de los Reyes y minas adyacentes así como los
estallidos sociales en distintos centros mineros del país; particularmente la
sierra, era un polvorín.
Árboles del Edén
A pesar de la terrible sequía que golpeaba severamente la sierra, no todas las
plantas murieron durante los años calamitosos, hubo algunas que por su
resistencia al estiaje, permanecieron en estado productivo. Al respecto la Sra.
Paulina Peña cuenta que, durante los terribles años 50s, cuando el hambre
golpeó fuertemente a las familias de la sierra, muchas personas subsistieron a
base de frutas y raíces silvestres como: papachis, zapotes, apomo y zalates.
Era increíble, narra doña Paulina, cómo, alrededor de estos árboles todo se
encontraba completamente seco mientras que ellos permanecían verdes y con
fruta. Aún, en los periodos de la más feroz aridez, estas maravillosas plantas
florecían y producían, como si fueran verdaderos árboles del Edén.
El apomo
Mi madre, sigue narrando doña Paulina, quedó viuda cuando yo contaba con
tan sólo cinco años de edad, éramos seis de familia, a falta de maíz, mi mamá
utilizaba la semilla de apomo para cocinar tortillas, pozole y atole. Este
maravilloso árbol, puede crecer hasta 30 metros de altura con un hermoso y
ramificado follaje sirviendo además como alimento para ganado. De estas
cuatro plantas sobrevivimos durante el periodo de sequía para nosotras estas
asombrosas plantas fueron como árboles del Edén, pues ellas nos mantuvieron
con vida durante la terrible hambruna .Termina refiriendo nuestra entrevistada. Entrevista a la Sra. Paulina Peña Ayón 13.09.95
31 Reforzando la información de doña Paulina, los autores de la presente obra en
uno de sus tantos viajes al mineral de Nuestra Señora, entrevistamos al
biólogo Vladimir Salomón Montijo, responsable de la Reserva Ecológica de la
Universidad Autónoma de Sinaloa, quien amablemente nos relató que, el
apomo es una planta que puede producir hasta dos toneladas de semilla por
hectárea, superior a lo que rinde en la sierra la misma superficie de terreno con
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cultivo de maíz, independientemente de que el follaje es un suculento manjar
para las bestias lo que sin duda es algo sorprendente termina comentando
Salomón. Entrevista al biólogo Vladimir Salomón Montijo 24.02.96.32
Apomo, árbol maravilloso de la sierra sinaloense, del cual se alimentaron decenas de familias
durante el periodo de sequía (1953-1958).
Tino Nevárez: segunda etapa de bandolero
La miseria que provocó la sequía en la sierra, más el cierre de las fuentes de
trabajo crearon las condiciones para que algunas personas se dedicaran a
delinquir. Todo era cuestión de reunirse dos o tres individuos para formar una
banda y, a la vuelta de tres meses era ya un grupo totalmente consolidado,
pues rápidamente se iban sumando otros, con las mismas características y
objetivos, una de estas bandas, fue precisamente la de Florentino (Tino)
Nevárez Sánchez, quien se diferenció del resto de forajidos por su generosidad
con los pobres, convirtiéndose, en unos cuantos años, en el típico bandolero
social.
Al regresar de Estados Unidos en 1953, Tino subió de nuevo a la sierra
dedicándose a labrar la tierra por el rumbo de El Camichín, distante diez
kilómetros de Guadalupe de los Reyes pero, de nuevo se vio asediado por los
federales, dándose cuenta que no le quedaba otro camino que continuar con su
carrera delictiva. Siendo así, regresó a los minerales de Contraestaca y
Socavón ya no tanto a trabajar sino a realizar algunos préstamos como él los
llamaba a los espectaculares asaltos que cometió. Con el fruto de sus atracos,
Tino compraba reses, maíz y frijol y los repartía entre los pobres de la sierra,
el resto lo distribuía entre su gente, con lo cual su nombre y su fama fue
creciendo día con día, convirtiéndose, para los pueblos de la sierra, en un
90
segundo Heraclio Bernal, poniendo bajo su protección a los humildes,
castigando a los ricos a quienes despojaba de sus bienes y los repartía entre los
jodidos de las rancherías de la sierra.
Cuando los recursos de los asaltos escaseaban Tino solicitaba la “ayuda” de
los caciques de la región, quienes tenían que aportar sus recursos para la causa
social que él y su gente realizaban.
Desde aquellos tiempos el gobierno, particularmente el ejército, al mando del
general Jesús Árias Sánchez, reinició la persecución de Tino Nevárez,
buscando al bandolero, por cerros, montes, cuevas, cavernas y quebradas de la
Sierra Madre Occidental. Para entonces, lideraba una gavilla compuesta por
diez y hasta quince forajidos. El grupo actuaba de manera muy singular:
después de cada asalto todos se retiraban a sus lugares de origen a continuar
una vida normal esperando ser llamados de nuevo por su líder para el
siguiente asalto. El propio bandolero se aislaba del grupo para ponerse a
cultivar maíz en un ranchito de la sierra para regresar con más fuerza en una
segunda o tercera ocasión.
Me tocó ver un asalto de Tino Nevárez.
La Sra. Socorro Gutiérrez Luna, nieta del Sr. José Luna, quien nació en el
rancho El Camichín, en el año de 1944, nos contó la siguiente historia.
En 1955, me encontraba en la escuela primaria del mineral de Contraestaca,
Sinaloa, tenía yo, once años edad, cuando el grupo de niños que nos
encontrábamos en la escuela, observamos que, por la falda del cerro iban
cinco hombres a caballo, rumbo al monte gritándoles a los soldados que
estaban en el cuartel que los siguieran, lo cual no hicieron.
Minutos después, el pagador de la empresa minera y su ayudante dieron la voz
de alarma, habían sido asaltados por un grupo de bandoleros. Horas después,
la maestra de la escuela nos informó que, el cabecilla de la banda y
responsable del asalto había sido Tino Nevárez, quien iba huyendo por los
cordones de la sierra, se le veía colgando de los hombros varios morralitos
donde, presuntamente, llevaba municiones así como el botín del atraco. Los
soldados hicieron intento de seguirlo pero cuando subió al cerro no supieron
qué rumbo tomó, finalmente no lo buscaron, regresando al cuartel.
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Sra. Socorro Gutiérrez Luna, le tocó ver un asalto de Tino Nevárez en Contraestaca (1955).
Quiero destacar, dice doña Choco que, Tino Nevárez no era el único que
robaba los minerales de Durango y Sinaloa, existían otros delincuentes que
también lo hacían, la diferencia con Tino era que este repartía parte del botín
(pesos 0720), entre las familias pobres de los ranchos donde señoreaba.
Peso 0720, de los cuales Tino Nevárez traía llenos los morralitos para repartir entre los pobres de la
sierra.
Nunca lo detuvieron porque no lo conocían.
Recuerdo que en una ocasión, continúa platicando doña Choco, Tino se
encontraba en una tiendita de Contraestaca comprando cigarros, cuando de
repente, bajaron de las montañas aledañas, un grupo de soldados preguntando
a los que nos encontrábamos presentes por Tino Nevárez, nadie nos movimos
de nuestros lugares, ni siquiera el propio Tino; el dueño de la tienda contesto:
“ese hombre tiene mucho tiempo que no se para por estos lugares”. Dado que
los soldados no lo conocían y la gente que se encontraba ahí no lo denunció,
no lo detuvieron, cuando el ejército se retiró Tino se marchó muy tranquiló,
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agradeciendo nuestra lealtad. Era un hombre de mucha sangre fría y muy
valiente.
Para que no los estrujen
Al retirarse Tino del mineral de Contraestaca nos recomendó lo siguiente:
“Cuando me busque gobierno, no me nieguen, díganles que aquí estuve que
me fui para tal o cual parte, para que no los estrujen”. Así lo hacía en la mayor
parte de las comunidades donde merodeaba. Cuando el gobierno peinaba la
sierra con el fin de detenerlo, ante la pregunta del ejército ¿dónde se encuentra
Tino Nevárez?. Comunidades y rancherías contestaban: aquí estuvo ayer, se
fue para Guadalupe o para Ajoya, dependiendo del sitio donde se encontraban.
De esta forma los pueblos de la sierra evitaron la tortura y secuestros que en
muchas ocasiones el ejército practicó con indefensas familias de la sierra,
termina narrando la Sra. Gutiérrez. Entrevista a la Sra. Socorro Gutiérrez Luna
03.05.9633
.
El bandolero sin rostro
En su fulgurante carrera delictiva, cuentan nuestros entrevistados, Tino
siempre fue perseguido por el gobierno sin embargo, los federales estaban en
desventaja, pues no poseían una descripción de su rostro, menos una
fotografía, que permitiera su identidad, pues el bandolero nunca fue afecto a
retratarse. Empero, todo cambió cuando en un osado asalto Tino y su banda
mataron varios militares en la famosa Quebrada de Los Braceros, municipio
de Cosalá (1957) entonces sí, el gobierno declaro la persecución
de manera formal e intensa, al forajido.
La primera y la única fotografía que se ha publicado de Tino Nevárez, hasta la
fecha, apareció en el periódico El Sol de Sinaloa el día seis de octubre de
1957, es decir, tres días después del famoso asalto al convoy que trasladaba la
raya de los trabajadores del mineral de Nuestra Señora.
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Primera y única fotografía de Tino Nevárez tomada en 1945, en un campo agrícola de Costa Rica,
en los tiempos de hombre pacífico, la cual se publicó en el periódico El Sol de Sinaloa en 1957.
Según los periódicos de la época, dicha imagen fue tomada en 1946, en el
campo Atlas de Costa Rica, cuando el futuro bandolero, era aún, un hombre
pacífico. La fotografía la proporcionó al gobierno un supuesto amigo de Tino.
Léase, El Sol de Sinaloa, núm. 395 p.134.
Según nuestros entrevistados, El legendario bandolero tenía la sagacidad de
transformarse en el más difuso personaje: de repente era un carbonero arriando
una recua de burros, para luego, convertirse en un anciano con bordón que,
con voz cascosa y pausada platicaba hasta con los propios militares. En otras
ocasiones era un minero, un sacerdote y de pronto se transformaba en un fiero
e inteligente asaltante, que difícilmente podía ser identificado y capturado por
sus más acérrimos perseguidores.
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Ruinas de la hostelería a la entrada de Cosalá, donde en más de una ocasión consumiera alimentos
el bandolero Tino Nevárez, y donde se filmara parte de la película “El Ciudadano Buelna”, imagen
(2013).
Troje o Tazolera, parte trasera de la hostelería donde se guardaba pastura y maíz para alimentar las
recuas que bajaban de la sierra de Durango y Sinaloa. Nótese la noria y la atarjea para dar agua a las
bestias que bajaban asoleadas de las cumbres de la Sierra.
Disfrazado de carbonero
La Sra. Ramona Corrales López, oriunda de Guadalupe de los Reyes, nos
refiere en una de sus anécdotas, cómo el astuto bandolero burló la vigilancia
de sus persecutores. Estábamos en un baile, dice doña Ramona, cuando de
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repente llegó corriendo un niño gritándole a Tino que se escondiera porque
venían los soldados. Todos los presentes se pusieron en movimiento y
mientras el forajido cambiaba su ropa de vestir por harapos los vecinos del
lugar ensillaron unos burros y los cargaron con costales de carbón arreándolos
por las veredas de Guadalupe caminando tras ellos el sagaz bandolero. Al
llegar los federales preguntaron por Tino Nevárez. Los viejos del pueblo
contestaron que, este tenía como dos horas que se había retirado del baile
señalándoles rumbo diferente. Después de llevarse unas botellas de vino los
soldados se retiraron con dirección a Ajoya mientras que Tino lo hacía al lado
contrario. La gente del pueblo siempre lo protegió porque fue un buen hombre
y muy generoso, termina narrando la Sra. Corrales. Entrevista con la Sra. Ramona
Corrales López 10.08.9635
Señoritas Corrales, conocidas en Cosalá como “Las Lenchas”, trabajaron por más de medio siglo
junto con su padre su negocio de alimentación y hospedaje (1940).
La muerte de un bandolero
En las rancherías de la Sierra Madre Occidental la muerte de Abraham Muñoz,
por allá por el año de 1956, un joven pistolero de escasamente veinte años de
edad, miembro de la banda de Tino, fue muy comentada, sobre todo porque, a
decir de quienes lo conocieron era una persona muy bien parecida: Rubio, de
ojos azules, 1.75 de estatura, cara hermosa y fina, de porte afrancesado, muy
apreciado por las muchachas de la región; producto, tal vez, de algún viejo
amorío de una hermosa serrana con algún soldado francés de la época de la
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invasión. Este personaje, sin embargo, era un desalmado e irrespetuoso con el
bello sexo por lo que Tino tuvo un disgusto con él y lo mató. Al respecto
existen tres versiones a saber:
La primera versión corresponde a un familiar de Tino, de nombre Antonio
Sánchez. Antonio, apoyándose en la versión de Nevárez comentó lo
siguiente: Tino, rescato de la cárcel de Cosalá a Abraham y otros compas.
Durante un tiempo Abraham fue su lugarteniente pero, lo tuvo que tumbar
porque no tuvo otra salida, los hechos sucedieron de la manera siguiente.
Corría el año de 1956, para entonces ya nos perseguía el ejército por toda la
región, por el primer asalto al mineral de Nuestra Señora y otros delitos más.
En una de tantas andanzas, llegamos a la vera de un camino, acto seguido,
traspuse varios de mis hombres en las cumbres de los cerros, como vigías,
para evitar sorpresas del enemigo, mientras yo me retiraba a un paraje con el
propósito de rasurarme. Como a media hora, regresé al sitio donde se quedó el
grupo encontrándome con la novedad que Abraham se había dispersado de los
demás diciendo que: “Ya no quería andar con nosotros pues estaba cansado de
la vida que llevábamos”. Ninguno de mis amigos, se atrevió a detenerlo,
dándome señales por donde se había marchado. De inmediato me fui en su
persecución pues desconfiaba que fuera a delatarnos con los federales o, tal
vez, con los caciques de la región quienes eran nuestros acérrimos enemigos.
Después de varias horas de camino, lo alcance en Arrollo Verde; estaba
tomando agua de un manantial. Al preguntarle por qué nos abandonaba me
contestó que: “Yo, no era nadie para reclamarle su proceder”. Empezamos a
discutir y nos agarramos a balazos yo, con una pistola calibre 45 y el con una
Super, cayendo muerto Abraham con tres balazos en el pecho. Yo, tenía que
proteger al grupo, era mi responsabilidad, comentó Nevárez, si lo dejó que se
valla, fácilmente hubieran descubierto nuestras guaridas y entonces sí, nos
atrapan o nos matan.
Según el mismo informante don Tino siempre traía un morralito y unas
alforjas; en el primero cargaba parque y en las bolsas pesos 0720, para ayudar
a la gente necesitada. Entrevista con el Sr. Antonio Sánchez 11.09.9636
Segunda versión
Otra versión, es la proporcionada por el Sr. Pedro Chávez, quien sostiene que,
en una ocasión Abraham Muñoz, quien en esos tiempos era lugarteniente de
Tino, en la comunidad de Santa Anna, Durango, asaltó a un vendedor de ollas
y petates, posteriormente lo mató. Cuando Tino se enteró, le reclamó su
arbitrario proceder diciéndole: “Nosotros no le quitamos a la gente pobre su
dinero, menos la vida”, discutieron, agarrándose a balazos, cayendo Abraham
con dos balazos, uno en la cabeza y otro en el corazón, Tino era de sangre fría
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y muy bueno para tirar, termina diciendo nuestro informante. Entrevista con el
Sr. Pedro Chávez 11.09.9637
Tercera versión
La tercera versión la comenta el periodista Isaías Rochín, en la monografía
San Ignacio 18 Encuentros con la Historia en su artículo denominado: “Tino
Nevárez, el bandolero: una leyenda de carne y hueso” En dicho trabajo Rochín
narra lo siguiente: “Encontrándose en un baile en Santa Apolonia, municipio
de San Ignacio, surgió una discusión entre Tino y Abraham por defender el
primero el honor de unas jovencitas, que por las altas horas de la noche
querían retirarse a descansar. Para no continuar con la rencilla Abraham
decidió separarse del grupo, no sin antes ponerle la pistola de puntas al jefe,
sin embargo, días después regresó lo que le dio mala espina a Tino, pues
pensó que venía con el propósito de matarlo, por mandato de los caciques de
la comarca o del propio gobierno, de tal forma que en la primera oportunidad
que tuvo, Tino descargó su pistola sobre Abraham quitándole la vida. Léase
“Tino Nevárez, el bandolero: una leyenda de carne y hueso” en, San Ignacio 18 Encuentros
con la Historia p.159-16138
Sobre la muerte del bandolero Abraham Muñoz existe una cuarta versión
contada por el propio Tino Nevárez en entrevista realizada por los autores de
la presente obra a fines del año 2000. En dicha conversación el bandolero
expone las razones por las cuales asesinó a su antiguo compañero de correrías.
(Léase anexo).
El Águila Negra
Pablito Landeros Cerezo, mejor conocido como El Águila Negra, otro
miembro de la banda de Tino, también alcanzó fama bajo la sombra del
legendario bandolero, a su muerte los periódicos de la época publicaron una
breve semblanza del temible forajido. Léase a continuación lo que el periódico
El Diario de Culiacán del sábado 14 de junio de 1956, narró al respecto.
Muere el Águila Negra. Dos peligrosos asesinos fueron muertos en Santa Anna, Durango.
Se trata del Águila Negra y su compañero de andanzas, comentaba el
titular del referido periódico.
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El prófugo de la cárcel de Cosalá, Pablo Landeros Cerezo y otro maleante que
lo acompaña de nombre Cleto González de quien se sabe que era originario de
Zoquititan, fueron muertos a eso de las 24 horas en el poblado de Santa Anna,
Durango, en los límites de la sierra de Sinaloa y Durango. Pablo Landeros que
se hacía llamar el Águila Negra y vestido de traje y tejana negra junto con su
acompañante, andaban ebrios, cuando hirieron al jefe del cuartel, Fructuoso
Ayón, haciendo alarde de su ombría y su machismo pero no contaron con que
un primo hermano del herido, de nombre, Atanasio (Tachillo) Peña,
ladinamente se les metió logrando que le tuvieran confianza y que los
acompañara en la tomada y en el momento propicio le arrebato las armas
matando a los dos sujetos. Pablo Landeros joven de 19 años dedicado a la
elaboración y lectura de pasquines se había engolfado y constituido en una
amenaza para la tranquilidad del pueblo de Cosalá. Bailaba, embriaga y se
pavoneaba en La Estancia y contaba con muchos parientes que por temor lo
soportaban; dicho lugar se encuentra a escasos quince minutos en automóvil
de Cosalá. Mandó pedir dinero a hombres de negocios como según hemos
sabido sucedió con don Enrique Lugo propietario del hotel El Viajero, a quien
exigió 500 pesos, de lo contrario lo mataría. Al Sr. Jorge Corrales, le mandó
decir que le entregara a su bella hija, o de lo contrario lo mataría; así por el
estilo, hizo varios amagos incluso ir a sacar de la prisión a dos presos de los
que cometieron asalto en el mineral de Nuestra Señora, participando otro
prófugo de nombre Fortino (sic) Nevárez que anda alzado con varios que lo
siguen y los hermanos de apellido Ayón. La primera hazaña del famoso
Águila Negra fue cuando en pleno día junto con otro jovenzuelo pretendieron
robar y dar muerte al comerciante don Francisco Salmón, radicado en Cosalá,
luego se escondió sin ser detenido y se dedicó a robar ganado y cuando se
embriagaba con el producto de reses robadas, fue aprendido y traído aquí a
Culiacán; se le mandó a Cosalá por ser haya donde había cometido sus delitos,
se fugó de la cárcel y desde entonces se había engallado. Inútiles fueron las
excitativas para que se presentara y se sometiera a la ley, interviniendo sus
padres incluso estuvo aquí en Culiacán cuando andaba prófugo. No hace
mucho tiempo fue muerto en la cárcel de Cosalá un policía de una descarga
cerrada, comisionado para la vigilancia de la prisión en las azotea de la citada
cárcel cuando el policía bajó porque llovía el alcaide Jesús Santoyo fue a los
servicios sanitarios y en esos momentos llegó el asesino que se supone haya
sido el mismo Águila Negra, exigiéndole las llaves al policía para echar fuera
a la prisión al no lograr las llaves hizo los disparos privando de la vida al
gendarme cuando el alcaide regresó se dio cuenta de que él era el que iba a
morir y renunció.
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Con la muerte de estos asesinos seguramente renacerá la confianza en Cosalá,
que se hacía necesario pues no era justo que el pueblo estuviera sometido a los
asaltos, robos y asesinatos por caprichos de un desviado mental como lo fue
Pablito Landeros cuyo nombre andará después en los labios cuando canten el
corrido de El Águila Negra. El Diario de Culiacán, 14.06.56, p.239
Antigua cárcel de Cosalá, actualmente remodelada. De estas rejas rescató Tino Nevárez a sus
compañeros de andanzas: Abraham Muñoz, Pablito Landeros (El Águila Negra) y al propio Tacho
Murillo (1956).
Asaltos al mineral de Nuestra Señora Versiones de la época que aún circulan en nuestros días, sostienen que, Tino
cometió cinco atracos a la compañía minera American Smelting And Refining
Company (ASARCO), Unidad Nuestra Señora; sin embargo, de acuerdo con
nuestras investigaciones el bandolero sólo realizo dos hurtos a dicha
compañía, el resto, fueron cometidos por empleados y exempleados, de la
misma empresa, el último, por cierto, fue ejecutado varios años después
(1962) cuando Tino había salido ya, de la atmosfera de la sierra y se
encontraba en otro país fuera de los alcances del gobierno y de sus feroces
enemigos. Uno de estos asaltos por cierto, resultó ser tan sólo una leyenda la
cual comentamos en páginas posteriores.
100
Inauguración del mineral de Nuestra Señora. En la imagen se puede apreciar al gobernador del
estado de Sinaloa Dr. Rigoberto Aguilar Pico, así como al Sr. Schilissenger, superintendente de
dicha empresa (1953).
Primer asalto al mineral de Nuestra Señora
Según versiones del Sr. Alberto Cevallos Alfaro, el día cuatro de noviembre
de 1955, “Tino Nevárez y su gente se presentaron a la caja general ubicada en
las oficinas generales de la empresa, exigiendo el dinero de la raya de los
trabajadores, pero un empleado les dijo que el cajero Ernesto Burgueño se
encontraba en la oficina de raya llevando la lista de préstamos.
Tino, ordenó que lo acompañara un empleado a dicha oficina, lo trajeron a la
caja y le exigieron que abriera hasta que al fin abrió el cofre.
Ya que robó, nos preguntó que si lo conocíamos, ¡véanme!, yo soy Florentino
Nevárez, para servir a ustedes, dicen que a mi me gusta robar de noche y
enmascarado ¡no señores!, lo hago en pleno día, ¡véanme!, conózcanme y ya
que pasó todo se despidió muy amablemente.
¡Hasta pronto!, todos les contestamos en coro, ¡que le vaya muy bien!, la
balacera jalando, los veladores de la compañía y la gente del Tino se
enfrascaron en un agarre que arrojó la muerte de Chanito, el bodeguero de la
hacienda”. Sr. Alberto Cevallos, Alfaro. Léase “Datos sobre el mineral de Nuestra
Señora, Cosalá” en, Cosalá: 18 Encuentros con la Historia, p. 83,8440
.
Sobre el anterior asalto Tino Nevárez narra su propia versión en la cual
sostiene que la muerte de Chanito obedeció a un exceso de Tacho Murillo y
que la cantidad exacta del botín fueron 13 mil pesos y no 60 mil como lo
manejó la prensa de la época (véase entrevista a Tino Nevárez en el anexo).
101
Antiguo edificio de la oficina general del otrora mineral de Nuestra Señora, Cosalá,
Sinaloa, de donde Tino Nevárez y su banda después de un fuerte enfrentamiento con los
vigilantes de la empresa (primer asalto a la compañía) se llevara 60 mil pesos (según la
prensa de la época) y 13 mil según el propio bandolero (1956).
Segundo asalto
A mediados de 1964, cuando se llevó a cabo el juicio contra uno de los
responsables del segundo asalto contra el mineral de Nuestra Señora, la prensa
de la época estuvo narrando en sus páginas la historia de cómo se fueron
desarrollando los hechos. Aquí la versión del periódico El Sol de Sinaloa. El
segundo atraco cometido contra el Mineral de Nuestra Señora fue realizado
según ( El Sol de Sinaloa ), el día diez y seis de mayo de 1957, a las once de la
noche, por empleados y exempleados de la compañía. La cantidad del hurto
ascendió a 58,312.80 pesos M/N. En denominaciones de 100, 50, 20, 10, 5 y 1
pesos. Dejando en caja los asaltantes la cantidad de 2,281.80 pesos M/N, en
moneda fraccionada, depositada en ocho bolsas de lona y veinte sobres de
raya.
Lo extraño del robo, continúa narrando el prestigiado periódico, fue que no se
encontró huellas de violencia, horadación o fractura que indicara la forma en
que habían operado los ladrones.
Varios empleados y exempleados fueron acusados del atraco, siendo
detenidos, torturados y algunos encarcelados, aunque a decir verdad, y según
nuestras investigaciones algunos eran inocentes sin embargo, fueron
condenados a varios años de prisión. El caso más destacado fue del Sr.
Nicolás Núñez Díaz, quien al momento del despojo contaba con 24 años de
102
edad, y había entrado a trabajar de vigilante en el mineral en el año de 1953.
Dos meses antes del robo, por diferencias con el jefe de veladores renunció a
su cargo retirándose a Bánome, municipio de Otaez, Durango, su pueblo de
origen, en donde fue detenido en el mes de marzo de 1964, por el capitán
segundo de infantería Guadalupe Hernández, siendo trasladado a la capital de
Durango, luego al puerto de Mazatlán y finalmente a la cárcel de Culiacán,
donde recibió una sentencia de siete años de prisión, saliendo bajó libertad
preparatoria en el año de 1969.
Cabe señalar que según el periodista Ernesto Navarro, “el reo fue entregado a
las autoridades civiles con una declaración prefabricada por el ejército donde
el acusado se declaró culpable de otros delitos, así como de tomar parte en el
robo al mineral de Nuestra Señora”.
La defensa del reo presentó pruebas testimoniales de vecinos del rancho El
Carrizo ,donde en la fecha del asalto (16 de mayo de 1957), se encontraba en
una boda departiendo con vecinos de la región, dirigiéndose, días después, a
su rancho de origen. Además, a decir del reo su declaración fue firmada
después de haber sido torturado y amenazado de muerte, comprobado esto,
porque su primera declaración la realizó frente a una persona ignorante de las
leyes y de los derechos del acusado como lo era el Sr. encargado de correos de
Otaes, Durango, quien ante las circunstancias del caso se convirtió en
ministerio público federal tomando la declaración al detenido, bajo la presión
del mencionado capitán, confesión que posteriormente fue tomada por las
autoridades para dictar sentencia.
Otro elemento que manejo la defensa fue que, el acusado mencionó en su
declaración el nombre y el grado del general brigadier Francisco de la Rosa
Castañeda, responsable del tercer sector militar en el estado de Durango, y que
fue este militar quien le recomendó entregarse al ministerio público de
Santiago Papasquiaro, Durango.
Que no era posible, continúa diciendo la defensa que, un simple labriego
nacido en un ranchito de lo más apartado de la civilización pudiera saber el
nombre completo de un oficial de grado.
Sin embargo, finalmente la procuraduría desestimó dichas pruebas y sentenció
al reo, a resarcir el daño moral a la compañía minera, cubriendo la cantidad
arriba mencionada o en su caso purgar una condena de siete años de prisión. El
Sol de Sinaloa, 24 de octubre de 196441.
Para los autores del presente libro es importante destacar la declaración del
Ing. Leonardo J. Schilissenger, superintendente del mineral, quien vivía en la
colonia Las Palmas, destinada a los empleados de confianza y, al momento de
los hechos (23 hrs.) del día diez y seis de mayo de 1957, se encontraba
103
descansando en sus aposentos; resulta interesante porque con su versión se
comprueba que con este asalto eran tan sólo dos las ocasiones en que era
atracado el mineral, la primera en efecto por Tino Nevárez y su banda y, la
segunda, por un grupo formado por empleados y exempleados de la propia
empresa, lo que al final de las investigaciones fue comprobado. El Sr.
Schilissenger en su declaración ministerial ratificó lo siguiente.
Colonia Las Palmas, aposento de los empleados de confianza de la compañía ASARCO, Unidad
Nuestra Señora (1953).
.
“Que con esta, eran dos las ocasiones en que su representada ha sufrido
asaltos que le causan serios trastornos y por lo tanto pide se proceda con toda
justicia y se castigue a los responsables de los hechos delictuosos y se le
impartan las garantías necesarias consagradas en el país a fin de que no
vuelvan a repetirse atentados como los ocurridos el día de hoy”.
Finalmente las investigaciones realizadas por el ministerio público de Cosalá
arrojaron como responsables del despojo a los señores: Nicolás Núñez
Herrera, Santa Anna Díaz Herrera, Cruz Molina, Olegario Yañez Ramírez y
Albino Sánchez Meza. Y aunque en las primeras declaraciones un empleado
de la compañía mencionó que, al parecer uno de los asaltantes era Tino
Nevárez, finalmente dijo no estar seguro pues estaba muy oscuro y los
delincuentes andaban embozados.
104
Se exime de culpa a Tino Nevárez
La prensa de la época (El Sol de Sinaloa del día 24 octubre de 1964), dio a
conocer las conclusiones a las que llegó el ministerio público, en el segundo
asalto al mineral de Nuestra Señora, respecto al bandido Tino Nevárez, siendo
estas las siguientes:
“Por no haberse comprobado que los facinerosos hayan integrado una banda
de dos o más personas para delinquir, capitaneada como se dijo por Florentino
Nevárez, por no encontrar pruebas al respecto, pues únicamente se menciona
que este personaje cometió robos anteriores y posteriores a la investigación
presente y como tampoco esta demostrado que Tino Nevárez haya dirigido un
grupo organizado para cometer el robo mencionado y tampoco lo haya hecho
ninguno de los que actuaron en el mismo, se declara que no existió jerarquía al
respecto, y por lo tanto, se califica como participación múltiple o
coparticipación, por lo cual no existe asociación delictuosa, y sólo se mantiene
el delito de robo con violencia, por el cual serán juzgados los acusados”.
Cabe destacar que la conclusión a la que llegó la procuraduría de justicia del
estado de Sinaloa y el ministerio público de Cosalá, terminó con las
especulaciones que se divulgaron en su tiempo sobre la participación del
bandolero en este segundo robo, pero, además, eximió del delito de asociación
delictuosa, que se castigaba de seis a diez años de prisión, a los delincuentes
que cometieron el delito. Aclarando que, en virtud que para estas fechas la
minera estaba a punto de cerrar, ya no hubo persecución alguna, tampoco
detención del resto de participantes con excepción de Nicolás Núñez Herrera. El Sol de Sinaloa, 27.10.64.
42
Cabe destacar lo siguiente: Si bien, la empresa sufrió daño patrimonial por los
asaltos, esto no fue comparable con los beneficios que finalmente obtuvo en
sus utilidades por doce años de explotación, pues como anteriormente
dijimos, la inversión de la minera fue de doce millones de pesos, puesta en
operación en (1953), y para 1965, fecha de clausura, la empresa había
obtenido ganancias por diez y nueve millones quinientos treinta mil pesos,
independientemente que las compañías poseían un seguro que le garantizaba
la recuperación de los fondos perdidos en asaltos y otro tipo de percances.
Alegre y parrandero. Cabe mencionar que a pesar de la persecución de la cual era sometido
sistemáticamente Nevárez, no le impedía divertirse en territorios que él
señoreaba. Al respecto el Sr. Manuel González (nombre cambiado a petición
del informante) músico de profesión, quien contaba con 82 años de edad,
exobrero del ingenio Rosales, originario de Guadalupe de los Reyes, a quien
entrevistamos en mayo de 1996, nos comentó lo siguiente:
105
“A mediados de los años 50, cuando el bandolero se encontraba en la cúspide
de su carrera delictiva y su fama se acrecentaba y corría por todos los
rincones del país, en varias ocasiones me tocó complacerlo con hermosas
melodías a la luz de la luna, bajo los efectos de una botella de mezcal,
bailando con las muchachas más hermosas del otrora mineral de Guadalupe de
los Reyes. “Cuando el forajido visitaba Guadalupe para ver a sus viejos
amores, dice don Manuel, nos mandaba llamar para pedirnos las canciones de
su agrado.
Empezábamos con el corrido de: ¡Hay viene Nacho Bernal¡, Aquel que dice:
Caramba yo soy tu Rey, mi caballo es tu segundo, ahora se hacen a mi ley, o
los aparto del mundo, yo soy Ignacio Bernal que me piden vivo o muerto, me
andan queriendo asustar con el petate del muerto. Luego continuábamos, dice
don Manuel, con la hermosa melodía de La Panchita: Aquella que vive abajo
se llama Panchita y tiene los ojos grandes la boca chiquita, luego el corrido
de Chihuahua, aquel que cantaba: Yo soy del mero Chihuahua, del mineral de
Parral, escuchen este corrido que yo les voy a cantar que bonito es
Chihuahua, posteriormente, La Prieta Linda, quisiera andar por las nubes. Y
así, permanecíamos hasta tres días con sus noches en el bochinche”.
La canción la cobrábamos a dos pesos, refiere el Sr. Manuel González.
Nuestro grupo musical, estaba integrado por tres miembros: Bonifacio Ayón,
en el acordeón, Manuel Villalobos, en la guitarra y yo, Manuel González,
guitarra.
Nunca conocí, dice nuestro entrevistado, un hombre tan alegre y parrandero
como Tino Nevárez, y baya que, en mis 60 años de músico me he topado con
cientos de ellos, cada rancho que visitaba de seguro era un baile. Tenía una
característica muy especial, a pesar que él pagaba la música, daba oportunidad
a las personas del rancho para que solicitaran sus complacencias, él se
quedaba al último. Nunca se sobrepasaba con las muchachas por el contrario
siempre las respetaba, todas querían bailar con él, pues como dicen ahora,
tenía “pegue” con las mujeres; era un bandolero caballero.
Gustaba de usar una escuadra Super, fajada en la cintura así como, una 45 en
el otro costado, vestimenta negra y huaraches de tres puntadas y en ocasiones
cruzados. Cuando llegaba a Guadalupe trasponía hombres de vigilancia en las
cumbres de los cerros, para evitar sorpresas.
Era una persona con una extraña personalidad: de repente era una fiera
embravecida con mucha inteligencia y sagacidad y en cuestión de segundos
se convertía en un niño retozón que jugaba al trompo y las canicas con
cualquiera, risueño y bromista, eso sí, nunca le gustaron las injusticias. Entrevista al Sr. Manuel González 05.12.96
43
106
Masacre en Río de los Barragán. Sin duda, una de las más grandes masacres de repercusión nacional e
internacional cometida en los años 50s, fue la cometida por la policía judicial
y municipal de Cosalá, inclusive, algunos sostienen que hubo participación de
un comando de soldados. Los hechos sucedieron a finales del mes de
noviembre de 1956, en Rio de los Barragán, un ranchito de tan sólo dos
casitas, donde murieron ocho personas y otras tantas quedaron heridas,
crímenes que, para la época, se convirtieron en una verdadera tragedia
nacional. El gobierno, y los escasos medios de comunicación como la radio y
los periódicos relacionaron el nombre de Florentino (Tino) Nevárez, con esta
carnicería, aumentando su fama por todo el país y a nivel internacional.
A continuación se presentan, en forma cronológica las notas periodísticas que
informaron sobre dicha masacre, con el propósito que el lector tenga mejor
idea de los sucesos y pueda reconstruir en su imaginación la triste historia de
esta fiesta infernal.
Hablan los periódicos
Por la trascendencia que tuvo en su tiempo el nacimiento de un periódico tan
importante como El Sol de Sinaloa y porque el cabezal de su portada la realizó
con la noticia del “enfrentamiento” del legendario bandolero Tino Nevárez,
con una partida de agentes del gobierno, y porque, además, el rotativo estuvo
cubriendo las notas durante más de cinco años sobre las andanzas del célebre
forajido y para que el condimento y la sazón de nuestra historia no pierda
interés en nuestros lectores es nuestro deseo transmitir en primer término, el
nacimiento de este importante medio de comunicación y posteriormente
continuar con el tema de nuestra investigación.
Como cosa curiosa, la nota sobre la inauguración de El Sol de Sinaloa fue
cubierta por su hermano mayor El Sol del Pacífico del bello puerto de
Mazatlán, que en su presentación mencionaba.
Hoy nació en Culiacán El Sol de Sinaloa. Otro diario de García Valseca. 1
de diciembre de 1956 El Secretario de Hacienda y Crédito Público Lic. Antonio Carrillo Flores,
inauguró hoy a las 20hrs. El Diario El Sol de Sinaloa, nuevo eslabón de
periódicos de la Cadena García Valseca. El alto funcionario puso en marcha la
primera edición del nuevo diario acompañado del Gobernador del Estado Dr.
Rigoberto Aguilar Picos, el jefe de la novena zona militar Gral. Jesús Árias
Sánchez, el presidente municipal de Culiacán Luis Flores Sarmiento, Sr.
Rodrigo Gómez director del Banco de México, Lic. Ricardo J. Zevada,
director del Banco Nacional del Banco Exterior, Rodrigo Vázquez, director
del Banco del Ejército y la Armada, el Lic. Manuel Sánchez Cuén, director del
Banco Nacional Hipotecario y de Obras Públicas los más destacados
107
representantes de la Banca la industria y el comercio de Culiacán y del estado
de Sinaloa.
En su elocuente discurso el funcionario dijo lo siguiente: “Tengo un gran
placer y al mismo tiempo es para mi un alto honor que mi visita haya
coincidido con la iniciación de trabajo de este nuevo periódico de la cadena
García Valseca estoy seguro de que El Sol de Sinaloa estará siempre al
servicio de los intereses de esta entidad tan vigorosa y tan llena de presencia y
cuyo futuro esta tan íntimamente ligado a la grandeza de México”. Comentó el
Lic. Carrillo Flores al oprimir el botón que puso en movimiento la rotativa en
que se imprimirá este diario e hizo votos por su éxito, felicitó además por
conducto del mismo periódico al Sr. García Valseca director Gral. de la
cadena, cuya obra es un ejemplo de mexicanidad y patriotismo. El Dr.
Rigoberto Aguilar Pico dijo: “Felicito muy cordialmente al Sr. García Valseca
por haber agregado este nuevo eslabón a su gran cadena de periódicos; el
esfuerzo es digno de encomio ya que el Sol en cadena con los demás estados
desarrollará una labor meritoria para el país. Los demás asistentes elogiaron
también la obra. El Sol del Pacífico,p.1, 01.12.56. 45
El Sol de Sinaloa, inició operaciones el primero de diciembre de 1956 con la noticia sobre la
supuesta fuga de Tino Nevárez de la masacre de Rio de los Barragán.
Nótese el edificio de la izquierda, perteneciente a dicho periódico, así como el patio de maniobras
del antiguo Tacuarinero ya en destrucción (mayo de 1965).
Un día anterior a la inauguración del El Sol de Sinaloa, su hermano mayor, El
Sol del Pacífico, informaba a la sociedad mazatleca sobre una de las masacres
más cruentas que se tenga noticia en la sierra sinaloense, la información se
publicó de la forma siguiente.
Viernes 30 de noviembre de 1956, El Sol del Pacífico.
Nueve prisioneros hizo la judicial por el tiroteo, pero el cabecilla huyó.
108
“Varias personas que hicieron causa común con los forajidos al frente de
Faustino (sic) Nevárez sostuvieron un tiroteo durante media hora en un
escandaloso baile con un saldo de siete muertos y seis heridos en el pueblo de
los Barragán, Faustino (sic) Nevárez huyó.
Durante semanas Benjamín Zamudio, comandante de la partida de judiciales
que perseguía a Faustino (sic) Nevárez, había andado a caza del bandolero al
saber que Nevárez se encontraba en los Barragán bailando y escandalizando
igual que sus secuaces los policías se dirigieron al poblado y sitiaron la casa
donde se efectuaba el baile, el oficial Benjamín Zamudio se adelantó y
demando la rendición de Faustino (sic) Nevárez, recibiendo como respuesta
una lluvia de balas que abatieron al comandante, al lesionarlo en una pierna,
Zamudio pudo retirarse pero el tiroteo continuó, los judiciales respondieron al
ataque. Los concurrentes al baile hicieron causa común con los bandoleros y
disparaban contra los judiciales, ciertamente dos cómplices de Faustino (sic)
fueron abatidos, el resto, cinco muertos y seis heridos corresponden a personas
que simplemente concurrían al baile; de los judiciales ninguno excepto el
comandante salieron heridos.
El jefe de la policía judicial, mayor Teodoro Irizar, trasladó al jefe de grupo a
Culiacán.
Sólo se sabe que el bandolero huyó por encima de los techos de las casas,
siendo defendido por los asistentes a dicho baile” El Sol del Pacífico,p.1, 30.11.56 46
. Por su parte el recién inaugurado periódico El Sol de Sinaloa, retomando la
nota de El Sol del Pacifico, transmitió la noticia de la manera siguiente:
La gavilla de Tino Nevárez hizo frente a la judicial
Viernes, 1 de diciembre de 1956.
“Siete muertos y seis heridos fue el saldo de la sarracina que tuvo lugar en el
rancho Los Barragán de Cosalá. A las tres horas de ayer en un punto conocido
como Los Barragán, arriba del mineral de Nuestra Señora del municipio de
Cosalá, trabaron fiero combate elementos de la judicial con la gavilla que
capitanea el tristemente célebre bandolero y asaltante Tino Nevárez,
teniéndose únicamente conocimiento de que uno de los heridos es el oficial
Benjamín Zamudio, Subjefe de la policía judicial, a quien le prestaron los
primeros auxilios en el mineral de Nuestra Señora”. El Sol de Sinaloa,p.1,
01.12.5647
.
109
El rotativo continuaba recabando información y notificando a los
culiacanenses:
Se reciben los primeros informes.
A las quince horas de ayer, el procurador general de justicia Lic. Miguel
Gaxiola B., fue informado telegráficamente de que en la madrugada habían
tenido contacto los 25 hombres que al mando de Benjamín Zamudio, habían
salido de esta ciudad el miércoles con la gavilla que capitanea Tino Nevárez a
la que habían salido a perseguir.
Sin saber más datos sobre quiénes son los heridos y quiénes los muertos, el
procurador general de justicia ordenó la salida de un avión particular con
instrucciones de recoger los heridos más graves; a fin de auxiliarlos lo más
pronto posible este avión despegó del aeropuerto local a las cinco de la tarde
el día de ayer, su regreso se esperaba dos horas más tarde pero posiblemente
por falta de visibilidad no pudo despegar de la pista del mineral, su regreso
será hasta las primeras horas de hoy.
Aclaración de los autores. La falta de información, que al respecto se daba, era
producto del aislamiento que en esos años se encontraba el municipio de
Cosalá, pues por un lado, hay que destacar que, eran tiempos de lluvia, cuando
vados ríos y arroyos impedían la comunicación con la ciudad y por otro,
porque aún no existían medios de transporte eficaces para trasladarse a la
sierra como actualmente existen.
A las diez y nueve horas, continuaba narrando la nota periodística, al mando
del mayor Teodoro Irizar, salieron catorce judiciales más, a fin de auxiliar a
sus compañeros y percatarse sobre la realidad de los acontecimientos y de ser
necesario continuar con la persecución de la peligrosa gavilla.
Las notas del periódico El Sol de Sinaloa seguían informando a la ciudadanía,
aún con los obstáculos de sus tiempos pues los datos fluían sólo a través de
telegramas, enviados por autoridades civiles o militares o, en su caso, por
particulares. La presencia de reporteros en la sierra se hizo necesaria cuando
murieron los militares, y el ejército por orden presidencial combatió en serio a
la gavilla de Nevárez.
Mientras tanto, El Sol del Pacífico continuaba informando a la sociedad:
La policía judicial no perdió ningún elemento en el gran zafarrancho.
En cambio perecieron tres mujeres inocentes víctimas de las balas.
Sábado, 2 de diciembre de 1956
“Noticias no confirmadas procedentes de fuentes particulares aseguran que en
el zafarrancho en el poblado de Los Barragán, cercano al mineral de Nuestra
Señora, sólo murieron maleantes y mujeres inocentes que se dedicaban a las
110
delicias del baile; cuando llegaron los judiciales cercaron el lugar donde se
encontraba bailando un grupo de campiranos entre los cuales según informes
que llevaba la policía judicial se encontraba el temible Fortino (sic) Nevárez,
peligroso asesino y asaltante en busca de quien iban precisamente.
Agentes judiciales muertos por la banda de Concepción Gastelum (El Loncho), en el rancho Los
Huizaches, Mocorito hechos que influyeron meses después en la masacre de Río de los Barragán,
(Octubre, 1956).
Según informes particulares la policía llegó al poblado de Los Barragán a la
media noche del día 27, en busca de la banda de Fortino (sic) Nevárez y para
tener éxito en esta ocasión y no olvidando seguramente los lamentables
hechos ocurridos en Los Huizachez municipio de Mocorito, Sinaloa, en el que,
como recordarán nuestros lectores murieron cuatro policías judiciales y un
municipal, como víctimas de su imprudencia, al oponerse inútilmente a las
balas del temible bandolero Alfonzo (Concho) Gastelum, quien con certera
puntería acabó con la partida de judiciales, quedando tendidos en la cercanía
de la casa los cadáveres de tres judiciales y un policía municipal.
111
Agentes judiciales meses antes de su muerte (1956).
Con estos antecedentes la policía judicial al mando del oficial Benjamín
Zamudio (El Junior), cercó el lugar donde se encontraban bailando numerosos
pueblerinos y los maleantes de la pandilla de Nevárez que se compone, según
algunas personas, de diez sujetos de muy malos antecedentes; ya cercados
procedió el propio Zamudio a intimarlos a la rendición pero como respuesta
recibió una bala que le entró por el muslo derecho a la altura de la rodilla
siguiendo la trayectoria del hueso fue a salirle en el glúteo del mismo lado,
con lo que tuvo para caer al suelo, sus acompañantes respondieron con fuego
graneado contra el grupo de hombres y mujeres donde habían brotado los
primeros disparos. El Sol del Pacífico 02.12.56.48
El Sol de Sinaloa al igual que el de Mazatlán, continuaba investigando e
informando a la sociedad sobre los hechos de Río de los Barragán:
Mueren siete personas.
Por esta causa perecieron en el acto siete inocentes personas entre las que se
encontraron a tres pobres e inocentes mujeres, que sin deberla ni temerla
murieron en forma instantánea; de los hombres muertos se encuentra Catarino
Peña, quien se disfrazaba de soldado para cometer sus asaltos, J. Dolores
Bernal Pérez, que también se dice era miembro de la pandilla de Nevárez y
seis heridos. También hubo heridos graves, entre los que se encuentra el
propio Zamudio, que pudo ser traído en una ambulancia la noche de antier y
unas mujeres del baile, cuyo estado es bastante delicado.
La policía judicial después de dispersar a la concurrencia logró detener a
nueve sujetos pertenecientes al grupo de Nevárez y responsables del inicio del
zafarrancho por lo que fueron traídos a esta capital, poniéndolos en rigurosa
112
incomunicación en los separos de la policía judicial, para iniciar las
investigaciones.
El agente del ministerio público de Cosalá a quien corresponde conocer del
caso, iniciará y perseguirá la averiguación por lo que de inmediato se trasladó
a Los Barragán para proceder a la identificación de los cadáveres examinar a
los heridos y testigos presenciales de los hechos, esperando se informe sobre
sus actividades en la Procuraduría de Justicia. El Sol de Sinaloa,p.1, 02.12.5649 .
En un ambiente de tensión y de más dudas que respuestas, El Sol de Sinaloa
continuaba cabeceando sus notas con las muertes de Río de Los Barragán,
destacando lo poco que conocía sobre las andanzas del legendario bandolero.
Así fue como el día seis de diciembre de 1956, informaba a la sociedad sobre
el historial de Tino Nevárez de la manera siguiente:
Negro historial de Tino Nevárez. “Este delincuente fue quien a plena luz del día asaltó el mineral de Nuestra
Señora, apoderándose de más de 60 mil pesos. En aquella ocasión, fue
ayudado por otros cuatro malhechores tres de los cuales fueron aprehendidos
por elementos federales, los detenidos fueron traídos a esta capital donde
rindieron su declaración quedando convictos y confesos pero, como el delito
lo habían cometido en el municipio de Cosalá, fueron trasladados a la cárcel
del mineral donde pocos días después huyeron para reunirse con el cabecilla
Tino Nevárez y continuar con sus fechorías, robando, asaltando, secuestrando
y dando muerte a quienes se oponen a sus exigencias. En la actualidad se
calcula que con este cabecilla caminan no menos de quince maleantes
prófugos de distintas cárceles, que posiblemente formaban parte del grupo que
hizo frente a los judiciales. Al regresar el día de hoy el avión con los heridos,
se tendrán las noticias exactas de la forma en que, se desarrollaron los
acontecimientos así como también la identidad de los muertos y heridos”. El
Sol de Sinaloa,06.12.5650
.
Cabe destacar que, en la fecha que sucedió la masacre de Río de los Barragán
el gobernador del Estado Dr. Rigoberto Aguilar Pico se encontraba en la
Ciudad de México realizando actividades de gestión, por lo que el enterarse de
la masacre ordenó el cese inmediato de los judiciales.
A continuación la nota de las respectivas declaraciones.
“En conferencia de prensa concedida por la primera autoridad del Estado
después de su regreso de la Ciudad de México El Dr. Rigoberto Aguilar Pico
declaró tener dos versiones sobre cómo se desarrollaron los acontecimientos
en Río de los Barragán. Una, de parte del ministerio público que argumento
que había podido llegar sólo hasta el rancho La Seca. Y la otra versión por
113
vecinos del rancho Los Barragán. Ante la vaguedad de los hechos el Ejecutivo
se vio obligado a destituir a los judiciales y consignarlos al agente del
ministerio público, así como, también pidió renuncia temporal al jefe del
mismo cuerpo policiaco mientras se terminan las investigaciones”. El Sol de
Sinaloa 08.12.5651
.
Las noticias sobre los hechos en Los Barragán, continuaron impactando a la
sociedad sinaloense así, el día 13 El Sol de Sinaloa informaba lo
siguiente:
Por acuerdo del Sr. Gobernador del Estado el procurador general de justicia,
nombro un comisionado para que en calidad de agente del ministerio público,
practique las diligencias y esclarecimiento de los hechos de sangre ocurridos
en el poblado Los Barragán e informó que en breve se sabrá quiénes fueron
los culpables del zafarrancho. El Sol de Sinaloa, p.1, 13.12.5652
.
El viernes 14, El Sol de Sinaloa en forma decepcionante daba a conocer la
noticia siguiente:
Sólo de palabra quedaron cesados los judiciales.
La promesa hecha del gobierno del estado que los diez y ocho judiciales que
participaron en la masacre de Río de los Barragán serían cesados, hasta la
fecha no ha sido cumplida. El procurador de justicia Lic. Miguel Gaxiola dijo
que hasta el momento no había recibido la orden por escrito y que sólo la
esperaba para cumplirla cosa probable hasta que el agente especial rinda su
informe sobre la responsabilidad de los judiciales. El Sol de Sinaloa 14.12.5653
.
Por fin, el día jueves 18 de diciembre de 1956, El Sol de Sinaloa, esparce a
cuatro columnas la noticia sobre lo que realmente sucedió en Río de los
Barragán, nota escrita por el reportero, José Torres Ángulo.
Impresionante relato de la orgía sangrienta.Hablan víctimas y familiares.
Así, iniciaba la nota el reconocido reportero.
La responsabilidad de la matanza cometida en el poblado Los Barragán recae
en la policía judicial, quienes fueron acusados por seis testigos que ayer
llegaron al gobierno del Estado para pedir ayuda y justicia, después de haber
rendido su declaración ante el Procurador y el Gobernador Dr. Rigoberto
Aguilar Pico quien los recibió en audiencia especial. El grupo encabezado por
Martín Mendoza y la Sra. Ascensión Mendoza quien tiene una herida en la
cabeza precisó que los muertos habían sido ocho y los heridos siete, los cuales
se encuentran en el hospital del mineral de Nuestra Señora y de esta capital
mientras que los muertos fueron enterrados cerca de Los Barragán. Martín
Mendoza junto con sus compañeros hizo un relato de los hechos el cual en
voz baja y con las manos temblorosas comenzó así: estábamos en un baile con
la familia Peña, había mujeres y niños, como a las tres de la mañana se
114
presentó la policía gritando! Ríndanse, arriba las manos! luego se oyeron
disparos de ametralladora y de pistolas, Mendoza negó que alguien hubiera
disparado a los policías no teníamos armas solamente un rifle viejo agregó,
empezaron a caer los muertos en la obscuridad de la noche no se sabía
cuantos, escuché claramente la voz de Zamudio que gritaba ¡disparen!,
¡disparen! cuando se le preguntó si estaban borrachos los policías, contestó yo
no puedo saberlo. El Sol de Sinaloa, p.1, 18.12.56 54
.
Después de la entrevista con el Sr. Aguilar Pico, el gobierno del Estado sólo
otorgó como apoyo a víctimas y familiares la cantidad de 1 mil 250 pesos.
Por su parte El Sol del Pacífico, en su portada del día 4 de diciembre de 1956,
a unos cuantos días de la masacre, informaba lo siguiente.
Balacera entre judiciales y bandoleros. El encuentro dejó seis muertos y
seis heridos.
Es hasta el momento un encuentro entre policías judiciales y la gavilla que
comanda el bandolero Faustino (sic) Nevárez, los hechos tuvieron lugar en un
punto llamado Los Arrayanes del municipio de Cosalá y los escuetos informes
que hasta ahora se tienen no detallan a quién corresponden las bajas, lo único
que se ha recibido es un telegrama enviado desde Cosalá donde se informa
escuetamente del suceso y comunican que el oficial Benjamín Zamudio que
comandaba la partida de judiciales se encontraba gravemente herido.
Después de que se recibió la comunicación, el procurador de justicia, Miguel
Gaxiola ordenó la salida de una avioneta para que condujera al oficial herido,
misma que partió con rumbo a Cosalá, a las diez y seis horas.
Al mismo tiempo, se ordenó el desplazamiento de todos los elementos
adscritos a la corporación al mando del subjefe mayor Teodoro Irizar. Se sabe
que los judiciales que estuvieron en el encuentro salieron la madrugada del
pasado miércoles con rumbo a la región de Cosalá, al tener conocimiento que
el maleante Tino Nevárez y su gavilla que, hace tiempo tiene asolada la región
se encontraba merodeando por el mineral de Nuestra Señora que explota la
American Smelting And Refinen Company, tal vez con el propósito de asaltar
nuevamente la pagaduría de la empresa como lo hicieron el cuatro de
noviembre, del año próximo pasado, cuando robaron 62 mil pesos.
Desde hace tiempo que fuerzas combinadas de la federación y la policía
judicial habían venido persiguiendo al bandolero que, al amparo de sus
pistolas y a plena luz del día visitaba los poblados de Cosalá y Guadalupe de
los Reyes, embriagándose en plena plaza, retando con su actitud a las
autoridades del lugar. Se creía que la avioneta enviada para traer al oficial
herido, llegaría al filo de las diez y nueve horas. Pero, debido a la falta de luz
no pudo hacer el despegue del campo aéreo de Cosalá, será hasta el día de hoy
cuando probablemente regrese.
115
En página posterior El Sol del Pacífico pasó a publicar los nombres de los
agentes que participaron en el supuesto enfrentamiento con la gavilla de Tino
Nevárez, pasando a la historia como los verdaderos asesinos de la masacre de
Río de los Barragán. Crimen del cual muertos y familiares aún continúan
esperando justicia.
“La partida judicial que sostuvo el encuentro con la banda de Tino Nevárez,
informaba El Sol del Pacífico, estaba comandada por el oficial Benjamín
Zamudio García, además los sargentos Natalio Zamudio y Roberto Uriarte
Avitia, los agentes Ezequiel Torres Valenzuela, Cruz Acosta, Piedad Nájera,
Gorgonio Ríos, Ascensión Salas, Raúl Soberanes, Rafael Caro, Roberto Meza,
Tadeo Félix, Manuel Ramírez y Santiago Torrecillas.
Debido a la falta de comunicación no se han recibido más detalles”. Termina
la nota periodística. El Sol del Pacífico,p.1, 04.12.5655
.
Perra Maldita
Para reconstruir la historia de los lamentables hechos de Río de los Barragán
los autores de la presente obra nos propusimos investigar a testigos
presenciales de la sangrienta masacre, localizando a varias personas que
fueron testigos y víctimas directas de la infame carnicería.
Léase a continuación las respetivas entrevistas.
La Sra. Paulina Peña Ayón, familiar, en primera línea de algunos de los
fallecidos en Río de los Barragán, quien fuera entrevistada por los autores, el
diez y siete de mayo de 1996, en la ciudad de Culiacán, Sinaloa, con llanto en
los ojos y mirada en lontananza nos narró lo siguiente: En 1956, tenía yo, trece
años de edad y vivía en la comunidad de El Verano, pueblito de escasamente
veinte casitas, por el rumbo de Ajoya.
Corría el mes de enero de 1956, cuando mi tío Natividad Peña fue a visitar a
su hija Vicenta al rancho Las Flores, ubicado a cuatro kilómetros de El Verano
en los límites del estado de Sinaloa y Durango. Mi tío vivía en un ranchito de
nombre San Antonio. Con él se fue una perra y al regresar, el animal ya no
volvió; la bestia se quedó en casa de su hija. Otro día muy temprano mi tío
Natividad mandó a su hijo Paulino a traer a la dichosa perra, pero al llegar a
casa de su hermana, la encontró muerta. Al preguntar quién la mató, Vicenta
contestó, que su esposo Chávelo, porque se había comido unos pedazos de
carne que estaban en la mesa de la cocina. Al indagar por su cuñado, la
hermana le informó que, en esos momentos se encontraba en la milpa. Acto
seguido, Paulino montó en su mula prieta y tomó rumbo a la montaña donde
se encontraba el marido de su hermana. Al reclamarle los hechos, se hicieron
de palabras, desenfundando las pistolas al mismo tiempo, Paulino una 38
116
especial y su oponente una 22, vino un intercambio de balas cayendo muerto
Chávelo con tres balazos en el pecho.
Continúa la rencilla
La familia del difunto de inmediato inició la venganza, dando muerte a
Paulino meses después. No contentos con lo anterior, continuaron buscando al
resto de la familia para quitarles la vida, incluyendo a la propia esposa de su
hijo de nombre Vicenta.
Los meses fueron pasando y aparentemente todo había vuelto a la normalidad,
mi tío José Peña, dice doña Paulina, quien vivía en el rancho Río de los
Barragán, junto con su hermano Tomás, propietario de la morada, preparó una
fiesta para festejar su cumpleaños.
Al bochinchi acudió toda la familia, quienes vivían en una amplia extensión
de la Sierra Madre Occidental. Llegó gente de Guadalupe de los Reyes, El
Verano, Los Arrayanes, La Cieneguita, Santa Anna, Los Laureles, entre otros.
En total había unas 50 personas. Mi tío Tomás mató tres puercos y un torete,
pues en aquellos tiempos era costumbre dar comer a todos los presentes. Las
fiestas duraban hasta tres días con sus noches y a veces hasta una semana.
Los cinco músicos que amenizaron la fiesta eran del rumbo de Guadalupe de
los Reyes.
La casa de mi tío, era de adobe, con pilares de cemento y techo de teja roja,
piso de arena, ya que se encontraba a la vera del río Las Habitas, que tenía
como afluente al río Los Remedios. Un amplio portal adornaba la vivienda de
veinte metros de largo por diez de ancho, donde se desarrollaba el baile y se
daba alimentos a los invitados. Como traspatio había una hermosa huerta
cubierta de naranjos, mangos, papayos y limoneros.
Cruzando el río, continúa narrando, doña Paulina, vivía mi tío Isidro Sánchez
y su esposa, Juana Sánchez Peña, con varios de sus hijos, quienes también se
hicieron presentes en la fiesta.
Todo era felicidad, ese día 27 de noviembre, los músicos cantaban sus mejores
melodías y las parejas bailaban al ritmo de las hermosas canciones. Serían
como las tres de la mañana cuando desde los cerros aledaños se escucharon
los primeros disparos dejando a oscuras la vivienda y sus alrededores pues
fueron dirigidos contra las cachimbas, lámparas de carburo y ocotes que
alumbraban la fiesta.
Luego siguieron varias ráfagas de metralleta y la orden de un Sr. que gritaba
¡fuego, fuego!, empezaron a caer los primeros muertos. Primero fueron los
músicos, luego, otros asistentes al bochinchi, incluyendo, mujeres y niños., En
ese sitio murieron Catarino Nevárez Peña, Tomás y José Peña, Macedonio
Peña, Dolores Bernal Pérez y Guadalupe López Peña, así como los cinco
117
músicos que amenizaban el baile, entre ellos Simón Corrales. Los heridos
fueron seis personas: mi prima Elvira Sánchez Peña y mi hermano Manuel
Peña Ayón, así como la Sra. Ascensión Mendoza, entre otras.
Al momento de la balacera sólo unos cuantos pudieron escapar, corriendo por
el cause del río y otros hacia las montañas, pues los asesinos no dejaban de
disparar aún cuando escuchaban los llantos y gritos de las mujeres ¡no tiren,
no tiren, estamos desarmados!. Como era de noche todo se volvió confusión y
los asesinos no dejaron de jalar el gatillo hasta que todo quedó en silencio,
sólo uno que otro cristiano lanzaba un lamento o un gemido de dolor pidiendo
auxilio a los propios criminales.
Otro día acudieron los vecinos de todas las rancherías de la sierra que, por
cierto, se conmocionó al conocer la forma tan cruel e inmisericorde en que
fueron masacradas las víctimas.
Por temor al regreso de los asesinos, pues al principio no sabíamos de quién se
trataba, los muertos se enterraron en una fosa común, no hubo rezos ni
velación, mucho menos un sacerdote para darles la bendición. Comenta la Sra.
Paulina.
El primer rumor que voló por la sierra, cuenta doña Paulina, fue que, Tino
Nevárez había cometido la matasagüe, cuando en realidad ese hombre ni
siquiera estuvo en la fiesta.
Una semana después, continúa informando doña Paulina, las cosas se fueron
aclarando, sobretodo cuando los heridos y detenidos, entre ellos mi hermano
Avelino Peña Ayón, pudieron hablar.
Se aclaran los hechos
Mi hermano Avelino, dice doña Paulina, al ser detenido, la misma madrugada
de la masacre, fue llevado a la cabecera de Cosalá por los propios judiciales y
al transitar por el camino, pudo observar cuando, una Sra. a quien identificó
como Andrea Escobar (madre del difunto Chávelo), salía de entre el monte y
entregaba al jefe de la judicial un envoltorio y daba las gracias a los agentes
por los hechos cometidos, para posteriormente perderse entre los cerros. Así,
supimos, dice doña Paulina, que todo fue producto de una venganza ejecutada
por el propio gobierno, a quienes les pagaron para que asesinara a gente
inocente y manejara la información a su antojo.
Otras personas que lograron sobrevivir, continúa con su relato doña Paulina,
comentaron que entre el grupo de asesinos iba el suegro de mi hermana
Vicenta, quien por cierto, buscaba entre los heridos a su nuera para darle
muerte para que, según él, no quedara viva para otro. Por fortuna no la
encontró pues Vicenta había escapado ya por entre el monte, aprovechando la
oscuridad de la noche. Al tiempo tuve conocimientos que la Sra. que armó la
masacre contra mi familia, fue muerta en el rancho Las Flores, comunidad
118
donde vivía con dos de sus hijas, quienes se salvaron porque corrieron hacia
las montañas.
El gobierno acabó con mi familia (Sra. Paulina Peña Ayón).
Esta es la verdad así, sucedieron los hechos, sí esa maldita perra no se hubiera
tragado la carne, nada de esto haya sucedido, pero así son los dramas en la
sierra, termina diciendo doña Paulina, con sus ojos llenos de lagrimas por sus
tristes recuerdos. Entrevista con la Sra. Paulina, Ibid56
Bailando con la muerte Por su parte la Sra. Marcos Zainz Corrales, originaria de Guadalupe de los
Reyes, madre de uno de los músicos muertos en la masacre, nos narra esta
negra historia de la siguiente manera: Mi hijo Simón Corrales trabajaba de
músico la mayor parte del año en los minerales de la región y en otras
ocasiones laboraba de obrero en el ingenio Rosales de Costa Rica; ese año por
cierto, recién había regresado de la comunidad cañera cuando lo invitaron a
tocar en el baile de Los Barragán. El grupo de músicos lo componían El Sr.
Dolores López, en la guitarra, de igual forma mi hijo, Simón Corrales, Aristeo
Sánchez Chávez, en el violín; Catarino López, en el tololoche y Catarino
López Jr., amenizaba la fiesta con su acordeón.
Vivíamos en el rancho El Saucito, a cuatro kilómetros de distancia de
Guadalupe de los Reyes. Mi hijo Simón, en ocasiones se ausentaba dos o tres
meses del hogar pues las comunidades donde trabajaba estaban muy distantes
unas de otras. El aviso de la masacre llegó a mi domicilio, un día después, por
lo cual, mi esposo y yo, salimos ese mismo día para Río de los Barragán.
Hicimos dos días y dos noches en bestias, para llegar al ranchito, de tan sólo
dos casitas, encontrando a mi hijo escondido en una cueva con dos balazos,
119
uno en el estomago y otro en una pierna. Todavía se miraban los manchas de
sangre en la arena y en las faldas de los cerros. El ambiente era realmente
funesto, aún no desaparecía de la atmosfera el olor a pólvora, ni el ambiente
de la masacre, dice doña Marcos: ramas de arboles tumbadas a balazos,
piedras con hoyos por todas partes, la casa acribillada por los cuatro costados,
señales de cuerpos humanos arrastrados, pedazos de cráneos ensangrentados y
cruces de arboles silvestres donde fueron enterrados los cuerpos inocentes de
la masacre.
Herido como se encontraba, llevamos a mi hijo Simón en una estera
improvisada, por cerros y quebradas cruzando ríos y arroyos pues era época de
lluvias y, por lo escabroso del terreno (puros voladeros); hicimos tres días y
tres noches para llegar a Guadalupe, a estos sitios inclusive no entraban carros
ni aviones.
Llegando a Guadalupe, mi hijo murió, por no tener atención médica. Fue
velado en El Zaucito y enterrado en Potrerillos. Antes de morir, mi hijo narró
lo que realmente pasó, dice doña Marcos. Simón aseguró que, fueron
judiciales así como policías municipales los que cometieron la masacre.
“Nunca hubo gritos de rendición, el gobierno llegó disparando, a diestra y
siniestra, sin razón alguna, acribillando a la gente por los cuatro costados
como si fuéramos animales. A algunos asistentes a la fiesta, aún heridos, los
torturaron para que dijeran donde se encontraba, Tino Nevárez, luego se los
llevaron al monte y los colgaron con el pretexto que eran gente del bandolero,
cuando en realidad ese hombre no estuvo en ese lugar”.
Todo se debió, dice doña Marcos, a la denuncia de una señora quien dijo que
Tino se encontraba en el baile, los mismos asesinos taparon a los muertos
con ramas de pino y otra yerba que se llama cola de perico. Los familiares de
las victimas quienes visitaron otro día el sitio de la masacre les dieron
cristiana sepultura. Ocho muertos y siete heridos terminaron siendo las
victimas inocentes de aquel siniestro baile de la muerte.
Yo pienso, dice doña Marcos que, además de que hubo personas que les
pagaron a la partida de judiciales estos traían miedo y a la vez sed de
venganza ya que al parecer meses antes habían asesinado a varios de sus
compañeros, en el municipio de Mocorito, termina narrando tristemente con
lágrimas en los ojos doña Marcos. Entrevista con la Sra. Marcos Zainz Corrales
02.03.9757
Noche de Terror
La tercera versión sobre la masacre de Río de los Barragán es aún más
patética, narrada por una de las víctimas directa de los hechos quien se
encontraba en el baile esa noche de terror. Se trata de la Sra. Elvira Sánchez
Nevárez quien en la época de los crímenes contaba con doce años de edad y
120
era vecina del rancho Río de los Barragán, a quien entrevistamos el día catorce
de julio de 1996, en la ciudad de Culiacán, Sinaloa.
Sin manifestar odio ni rencor en sus ojos y con una sonrisa en los labios la
Sra. Elvira nos recibió con muestras de gran cariño y hospitalidad,
característica de las personas de los altos de la sierra, para luego pasar a narrar
lo que realmente sucedió aquella negra noche de terror.
Nos encontrábamos en los festejos del cumpleaños del Sr. José Peña en casa
de su hermano Tomás, habíamos como 50 personas, pura familia. Al convivio
llegó gente de San Antonio, El Verano, Los Laureles, La Cieneguita y de
Guadalupe de los Reyes, principalmente. Serían como las dos de la mañana,
cuando mis padres, Isidro Sánchez y Juana Nevárez Sánchez, se retiraron a
dormir a nuestra casa que se encontraba enfrente, río de por medio, del sitio
donde se llevaba a cabo el baile. Yo, que apenas contaba con doce años de
edad pedí permiso a mis papas para quedarme otro ratito en virtud de que mi
hermano Aristeo se encontraba en el convivio, como miembro de los músicos
que amenizaban la fiesta. De repente, empezaron a sonar balazos y vi cómo,
los cinco músicos empezaron a caer, disparaban de todas partes y se
escuchaban ráfagas y disparos ensordecedores de pistolas automáticas. Al
instante observé cómo un muchacho que se encontraba parado frente a mí, le
pegaron varios tiros que lo hicieron dar una maroma pasando su cuerpo por
encima de mi cabeza, alcance a ver cuándo la señora Francisca García cayó de
rodillas con los brazos y manos en cruz sumida en llanto y gritando que no
dispararan que éramos gente pacífica, que no teníamos armas.
Como cosa curiosa o de milagro, hubo un muchacho que, con el terror de
mirar como caían los muertos no tuvo más defensa que replegarse a una pared
de la casa totalmente paralizado de miedo, quedando dibujado su cuerpo a
puros balazos pero, ni un rozón sufrió, el puro susto, esto fue realmente un
milagro.
Luego todo quedó a oscuras pues a punta de bala tumbaron las cachimbas con
las que se alumbraba la vivienda. Quise correr pero me tropecé con los
cuerpos de los caídos que lanzaban verdaderos alaridos pidiendo auxilio y
piedad a los criminales, de pronto sentí que se me habría un hoyo en la tierra
vi completamente todo oscuro y no supe más de mí, me había desmayado;
desperté cinco horas después cuando me llevaban, en una camilla
improvisada, hecha de madera silvestre rumbo al hospital del mineral de
Nuestra Señora.
Recuerdo que, en el camino encontramos un grupo de soldados en dirección a
Río de los Barragán.
121
Sra. Elvira Sánchez Nevárez, víctima sobreviviente de la masacre de Rio de los Barragán (1956).
En la clínica de Nuestra Señora, estuve encamada como cinco días luego me
dieron de alta y mis padres me llevaron con una familia de la colonia La Seca,
donde vivían los trabajadores del mineral. De ahí, me llevaban todos los días a
curaciones, aproximadamente un mes, tiempo en el cual la enfermera del lugar
me enseñó a leer y escribir, recuerdo que dicha Sra. le decía a mis padres que
me dejaran ir con ella a la Ciudad de México para ponerme en la escuela pero
no quisieron, por lo cual no pude estudiar.
122
En una de estas camas del hospital de Nuestra Señora fue atendida de su herida la niña Elvira
Sánchez Nevárez (octubre 1957).
-¿Cuántos muertos hubo finalmente?
Esa noche murieron ocho personas, entre ellos mi hermano Aristeo Sánchez,
que era músico y ocho heridos, pero después murió don Tomás Peña.
-¿Fue cierto que en el baile se encontraba Tino Nevárez?
-No, los hechos, al parecer, tuvieron que ver con una venganza de los Escobar
contra la familia López Peña y López Ayón quienes pagaron a los judiciales
para que cometieran la matasagüe y estos utilizaron como pretexto la
persecución de Tino Nevárez para justificar la acción, porque en realidad ese
Sr. no estuvo en el baile, si hubiera estado, como lo dijeron, no matan a la
gente tan fácilmente.
-¿Es verdad que, los agentes llamaron a los vecinos a someterse a la
autoridad?
-No, si mi memoria no me falla, yo nunca escuché que los asesinos (no se les
puede llamar autoridad) hayan gritado orden de rendimiento, como declararon
a los periódicos, con el propósito de justificar sus crímenes, todo sucedió
sigilosamente, en la oscuridad de la noche, sin aviso de nada, como quien
mata ganado de corral.
123
-¿Qué pasó con su familia?
En cuanto sané, nos fuimos a vivir a la frontera y jamás regresamos a Río de
los Barragán, abandonamos, casa, tierra y bienes de labranza.
¿Sí, hubiera tenido oportunidad de platicar con el presidente de la República o
con el gobernador del estado de aquella época que le hubiera pedido?
-Que se hiciera justicia, que se castigara a los culpables de acuerdo con la ley,
ya que, al parecer, nunca se les juzgó, mucho menos se les castigó, no hubo
una investigación ministerial, no se citó a declarar a los testigos, tampoco a
los heridos por lo que los culpables quedaron libres y algunos, al parecer,
hasta regresaron de nuevo a sus puestos en el gobierno. Entrevista con la Sra.
Elvira Sánchez Peña 10.04.9758
.
Hasta aquí la historia contada por la prensa de la época y las entrevistas
realizadas por los autores de esta obra sobre la masacre de Río de los
Barragán.
Último asalto del bravo de Cosalá. Fue tanto el impacto emocional de la muerte de los militares por la gavilla de
Nevárez el tres de octubre de 1957, en la sociedad sinaloense que según
directivos del periódico El Sol de Sinaloa los ejemplares se agotaron. De igual
forma sucedió con los números subsiguientes. Culiacán, Mazatlán, Sinaloa, y
el país se encontraban, conmocionados, al escuchar la fatídica noticia a través
de la radio y medios impresos. En el enfrentamiento murieron cinco militares
y un civil. De los tres mil ejemplares que a diario tiraban los periódicos El Sol
de Sinaloa y El Diario de Culiacán no quedó ni la reserva, correspondiente a
diez números. Todos se agotaron.
A continuación por medio de la historia oral y escrita tratamos de reconstruir
este momento crucial en el drama de la entidad sinaloense, una tragedia más
de las tantas que se han suscitado en las cumbres de la Sierra Madre
Occidental.
El reloj de la iglesia del pintoresco pueblo de Cosalá marcaba las dos de la
tarde del día jueves tres de octubre de 1957, los transeúntes caminaban por
entre las empedradas calles del viejo mineral. Las bellas muchachas daban
vueltas y vueltas alrededor de la folclórica plaza que al centro de su hermosa
estructura se enseñoreaba con su distinguido y hermoso kiosko de más de
medio siglo de existencia. La cantina El Farolito, propiedad de don
Enrique Lugo, mejor conocido como El Barrilito, donde más de una ocasión
tomara vino y cerveza Gallo, el legendario Tino Nevárez, se encontraba
repleta de parroquianos, el comercio a reventar, una boda se celebraba en el
hermoso templo de Santa Úrsula: rosas, azucenas y gladiolas, rodeaban a los
novios, ella vestida con vaporoso vestido color crema repartía sonrisas y
abrazos; él con su elegante traje obscuro con una flor roja en la solapa recibía
124
felicitaciones, la banda tocaba dianas lanzando al aire estridentes trinos; de
repente el rugido de las metralletas Thompson estremeció a los cosaltécos,
tres ráfagas al unísono, luego disparos de pistola calibre 45 y Super. Mientras
el pueblo quedaba en suspenso, vecinos de las comunidades aledañas
corrieron hacia el lugar de los hechos para cerciorarse de lo que había pasado.
El Sr. Pedro Chávez (nombre cambiado a petición del informante), vecino del
poblado La Estancia, fue uno de los primeros que arribó al sitio de la
emboscada, quien al ser entrevistado nos comentó lo siguiente: “Cuando
escuché los primeros plomazos, corrí al lugar de la balacera pensando que la
víctima o víctimas pudiera ser un familiar. Fui el primero en llegar al lugar
del ataque y aún alcancé a echarles vino en las heridas a los militares que por
cierto se quejaban mucho, posteriormente llegaron más vecinos de La Estancia
y tres horas después los soldados” Entrevista al Sr. Raúl López 11.06.9559
Capitán Anselmo Zermeño Duran la soberbia lo mató.
El espacio geográfico era el apropiado, un recodo denominado, La Cuesta de
las Peñitas o Quebrada de los Braceros, como a 500 metros del poblado, La
Estancia, ubicándonos de norte a sur, pasando por El Guayabal, antecito de
llegar a la comunidad Los Braceros (véase fotografía núm.), Tino Nevárez y
su lugarteniente Tacho Murillo habían planeado con inteligencia de genio
militar el asalto a la conducta del mineral de Nuestra Señora, dos vehículos
marca Willis tipo Jeep , cerrados, colocando quince hombres (divididos en
tres comandos) en posición de ataque, cinco adelante, cinco en medio y cinco
atrás, en la vera del camino Real, por donde necesariamente tenía que pasar la
conducta. Los primeros para tapar la huida de la conducta, que iba con rumbo
al mineral, los segundos, para lanzar el primer ataque y apropiarse de las
alforjas con los 45 mil pesos del botín, y los terceros para cubrir la retaguardia
del grupo y a la vez evitar que la segunda camioneta retrocediera a pedir
auxilio a Cosalá. Esto se organizó como a veinte metros de los montículos que
aún actualmente rodean el camino Real rumbo a Nuestra Señora. Tino y su
lugarteniente, Tacho Murillo, se colocaron como topos, debajo de los tubos
que servían y aún sirven de puente para pasar el vado que en época de lluvias
se llena de agua, por donde necesariamente tenía que pasar el convoy (véase
foto núm.) y los primeros balazos salieron de su escondite apoderándose del
botín y huyendo en sus cabalgaduras. Otra versión, sin embargo, sostiene que
Tino y su hombre de confianza se parapetaron detrás de dos grandes peñas que
se encontraban en el lugar y una tercera aclaración que rindió Tacho Murillo
a la prensa en 1960, al ser detenido agrega que, “La banda se dividió en tres
grupos: el primero, se colocó arriba de la lomita donde empieza la cuesta,
cubriendo la retirada; el segundo que, por cierto fue el iniciador del ataque, a
125
la mitad del camino y el tercero, en la retaguardia”. A los primeros balazos,
que penetraron de arriba hacia abajo, (según la prensa de la época), el carro
donde viajaba el capitán primero de infantería Anselmo Zermeño Duran y los
soldados de caballería Humberto López Limón, Jesús Ibarra Romero y
Francisco González Cruz, así como el conductor Alejo Amaral Falcón, fue a
estrellarse contra el montículo del lado izquierdo del camino. El capitán
Zermeño con una pistola en cada una de sus manos gritaba: ¡salgan del monte
cobardes y peleen como los hombres!, disparando tres tiros con su pistola
reglamentaria de los cuales uno le pego a Tino en el hombro izquierdo, el
segundo a Armando Núñez(el guitarrero), quien posteriormente murió a
manos del ejército y un tercero se perdió en el aire, sin embargo, una ráfaga
calló para siempre su angustiada voz destrozando su cabeza y salpicando de
sangre los vidrios delanteros del automóvil. El Sol de Sinaloa p.1 20.10.5760.
Cuesta de Los Braseros donde se cometió el asalto por parte de la banda de Tino Nevárez al convoy
militar que transportaba la raya de los trabajadores del mineral de Nuestra Señora (3 de octubre de
1957).
Cabe destacar que testimonios cosaltécos sostienen que el capitán Zermeño,
era uno de los militares más represivos de la sierra sinaloense pues tenía la
costumbre de tasajear las orejas a quien se negaba a dar información sobre los
escondites del legendario bandolero, independientemente que dicho capitán
comentaba a los vecinos del pueblo de Cosalá que, si Tino robaba los
minerales era porque no se había topado con un hombre como él y
constantemente lo retaba a que lo hiciera. Por su actitud hacia los humildes,
los cosaltécos lo bautizaron con el apodo de “El Mocha orejas”. Continuando
con el relato, mientras la primera camioneta quedaba recostada sobre el flanco
izquierdo, el segundo vehículo con los soldados, Alejandro Escobar Cruz y
Florencio González Olvera hizo otro tanto, saliendo y corriendo uno de los
soldados hacia el monte quien había quedado vivo. En cuestión de segundos,
126
Tino y su hombre de confianza salieron de su escondite para culminar la
acción recogiendo armas, enseres y tres alforjas con 45 mil pesos, en efectivo,
correspondientes a la raya de los trabajadores. Para que el lector tenga idea
de lo que en aquel entonces representaba la jugosa suma de dinero se informa
que el salario mínimo alcanzaba la ridícula cantidad de diez pesos diarios.
La Estancia vecinos de esta pequeña comunidad auxiliaron a los heridos del asalto del tres
de octubre de 1957, en La Quebrada de los Braceros.
Poco tiempo después, vecinos del lugar dieron parte a las autoridades de
Cosalá, que en aquellos tiempos eran sólo unos cuantos agentes judiciales y
otros tantos municipales, los cuales informaron al ejército sobre los terribles
acontecimientos.
El error más grande de los militares, dice el Sr. Juan Díaz, (nombre cambiado
a petición del informante), quien vivió de cerca aquellos acontecimientos,
“fue su excesiva confianza al transitar los vehículos casi pegados. Si,
estratégicamente hubieran ido separados, a una distancia, más o menos de 30
metros, las posibilidades de defensa de los federales hubiesen sido mayores,
de otra forma, sólo facilitaron el asalto que la banda de Nevárez realizó al
convoy de los militares”, termina narrando don Juan. Entrevista al Sr. Juan Díaz
21.07.9761
.
127
Asalto al convoy de los militares el tres de octubre de 1957, en la famosa Quebrada de los
Braceros donde murieron cuatro militares y un civil. Nótese la posición estratégica de los
seis comandos. Colaboración del Arq. David Manjarrez Sarabia.
Por su parte el periódico El Sol del Pacífico, en su ejemplar del día 4 de
noviembre de 1957, respecto al asalto de Nuestra Señora y la muerte de los
militares informaba lo siguiente:
Militares sacrificados por Tino Nevárez.
“El capitán primero de infantería, Anselmo Zermeño Durán, el Sr. Alejo
Amaral y dos miembros del ejército fueron asesinados ayer a las trece horas en
una carraca de la cual se hace responsable a Faustino (sic) Nevárez y su gente,
quienes se apoderaron de 150 mil pesos destinados para la raya de los
trabajadores del mineral de Nuestra Señora conducida en una camioneta bajo
la custodia de los militares. El asalto, fue consumado en un lugar denominado,
Cuesta de los Braceros, localizado entre los caminos de Culiacán y Nuestra
Señora en Cosalá en forma tan inesperada como ventajosa Tino, no dio al
capitán y sus soldados la menor oportunidad de su defensa antes de caer bajo
las balas de sus cobardes asesinos. Se presume que existen varios heridos pero
esta noticia no ha sido confirmada pues se ignora el número de soldados que
iban en la camioneta convertida trágicamente en un ataúd rodante. En días
pasados se había visto rondar al Tino por los alrededores del mineral de
Nuestra Señora con intenciones seguras de un asalto lo que confirma la
creencia que este cabecilla fue el responsable de la carraca perpetrada ayer.
En esta capital la policía Judicial del Estado reconcentró a sus miembros y los
acuarteló de quince o diez y ocho agentes que habían salido en una comisión
fueron devueltos a fin que se pusieran a las órdenes del subjefe teniente Pedro
128
Verde Moreno, para cooperar con el ejército que a noche a las 21 horas
salieron en busca de los malhechores” El Sol del Pacífico,p.1, 4.11.57 62
Cambio de gobierno A principios de 1957, asumió la gubernatura del estado de Sinaloa el Gral.
Gabriel Leyva Velásquez, un hombre de carácter fuerte y mano dura, al más
viejo estilo militar, hizo buena mancuerna con el Gral. Jesús Árias Sánchez,
comandante de la novena zona militar, (1955-1959) en el estado de Sinaloa.
En el mes de junio del mismo año, el ejecutivo del Estado, visitó las
instalaciones del mineral de Nuestra Señora, en el municipio de Cosalá, donde
fue recibido con un ágape y un rumboso baile en la colonia Las Palmas, por el
gerente general de la empresa Sr. ing. Schilingeer, en lo que hoy se conoce
como La Reserva Ecológica propiedad de la Universidad Autónoma de
Sinaloa.
En dicha reunión El Sr. Schilissenger planteó el problema de los asaltos al Sr.
gobernador, sin embargo, como todo político al salir del antiguo municipio, el
funcionario dejó del lado el asunto pero la muerte de los militares, el tres de
octubre de 1957, hizo ver al funcionario que el problema estaba vigente, por lo
cual tomó la decisión de viajar a la ciudad de México y solicitar el apoyo de
la presidencia de la República (tal como lo hiciera en 1888 el gobernador
Francisco Cañedo, a solicitud de los caciques de la región con el propósito de
reforzar la persecución contra el bandolero Heraclio Bernal), a quien por
cierto, pusieron como recompensa diez mil pesos por su cabeza misma
cantidad que otorgaban por la cabeza, de Tino Nevárez, después de la muerte
de los militares. Para atacar de frente el problema, la presidencia de la
República a cargo del Lic. Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958), ordenó al
Secretario de la Defensa Nacional Gral. de División Matías Ramos Santos, el
combate directo contra las gavillas en los altos del noroeste de México, fue
entonces que la guerra se vino en serio contra Tino Nevárez y su banda e
injustamente contra familias enteras de la sierra de Sinaloa y Durango.
129
General de División Matias Romero Santos, Secretario de la Defensa Nacional (1952-1958), ordenó
la detención de Tino Nevárez, vivo o muerto.
La orden vino del centro, detener a Tino Nevárez, vivo o muerto
Los cinco generales de la región Noroeste: Chihuahua, Durango, Sonora,
Nayarit y Sinaloa, armaron un plan para terminar a como diera lugar con el ya
legendario bandolero Tino Nevárez, poniendo precio a su cabeza, con una
recompensa de diez mil pesos (misma cantidad que se ofreciera por Bernal, 67
años atrás), cuando el salario mínimo era de diez pesos en los valles y la
cantidad de un peso en la sierra sinaloense.
La estrategia
La estrategia era atacar en forma de pinza, estableciendo cuarteles especiales
en los cinco estados de la República y uno central en el estado de Sinaloa,
particularmente en el municipio de San Ignacio y Cosalá, región donde el
bandido tenía su mayor influencia y bases de apoyo. Las fuerzas armadas
tenían como comandante en jefe al general Jesús Árias Sánchez, el famoso
Pacificador del Sur, verdugo de, Los Dorados o, Los del Monte, los hombres
de El Gitano, a quienes el bragado militar, encarceló, asesinó o fusiló, en su
caso.
Sin embargo, así como el ejército y el gobierno armaron su estrategia de
ataque, de igual forma los pueblos de la sierra integraron su red de espionaje
formada por mujeres y niños para proteger al bandido. En aquellos tiempos,
era común encontrar a niños, mujeres y ancianos caminando por el monte,
130
quebradas, ríos, arroyos, aguajes, acantilados, montañas, cuevas, y rancherías,
llevando y trayendo noticias al bandolero. Otro grupo de hombres movían a
Tino de un lugar a otro de la sierra para evitar su localización, lo alimentaban,
le llevaban armas y parque para su defensa, haciendo casi imposible que los
federales pudiera tener éxito en la búsqueda del legendario bandolero.
La guerra.
Para que el lector tenga idea de lo tremendo que fue la cacería del gobierno
contra el bandido y su grupo, leamos las notas de la prensa de la época,
escritas por el prestigiado columnista Herberto Sinawagua, en el periódico El
Sol de Sinaloa, las cuales se transcriben a continuación:
Domingo 19 de octubre de 1957.
Dos mil soldados de línea persiguen por la sierra a Tino Nevárez lo
quieren vivo o muerto.
Dos mil soldados de línea, persiguen por la sierra a Tino Nevárez lo quieren
vivo o muerto: dos generales de división, dos brigadieres y un general de
brigada, dos coroneles y varios capitanes, tras su banda.
Desesperados esfuerzos por capturar al bandido, continuaba escribiendo el
columnista, hasta han vestido de civil a los miembros del ejército para
detenerlo, se busca en todo el Noroeste del país.
Con el propósito de detener al legendario bandido Tino Nevárez el ejército ha
tendido un cerco de más de 20 mil kilómetros a la redonda por la Sierra Madre
Occidental, en el cual participan, el 35 Batallón, el 18 avo Regimiento, el
11avo, Batallón de Infantería, el 16 avo, Regimiento de Caballería y el
Noveno Batallón se han unido para localizar a la gavilla de Nevárez. Las
Fuerzas militares de Sonora, Chihuahua, Durango, Sinaloa y Nayarit, andan
detrás del bandolero día y noche sin un sólo momento de descanso, por lo que
se tiene la seguridad que caerá en manos de la justicia.
La persecución se ha extendido a la costa y los valles del Noroeste del País;
calles, cantinas, billares, mercados, ejidos, campos agrícolas, industrias, casas
particulares y hasta debajo de las piedras es buscado el bandolero.
Inclusive, se ha exhortado a los Estados Unidos pues se rumora que se ha ido
de bracero como lo hacía en sus tiempos de hombre pacífico. El Sol del
Sinaloa,p.1, 19.10.57 63
Los autores consideramos que, el número de hombres que se sumaron a la
persecución de Tino Nevárez, probablemente, se acercó a los 3 mil,
distribuidos en todo el país, incluyendo desde luego, agentes secretos vestidos
de civil.
Por su parte el periódico El Sol del Pacífico del 23 de diciembre de 1957,
publicado en la ciudad de Mazatlán, Sinaloa, externaba lo siguiente
131
Antiguo pueblo de Ajoya, San Ignacio, Sinaloa, en esta comunidad estableció el General Jesús
Arias Sánchez su cuartel general para coordinar la campaña contra la gavilla de Tino Nevárez.
Nótese la capilla al fondo, donde el legendario bandolero acudía a rezar sus oraciones (1957).
Tino Nevárez suma adeptos a su gavilla.
Entre los destacamentos militares del estado de Durango late el hecho de que
la gavilla del bandolero Fortino (sic) Nevárez se ha unido a otra gavilla
comandada por un individuo de nombre Eulogio Flores que ha sembrado el
pánico entre los moradores de algunas rancherías duranguenses esa banda esta
integrada por 25 facinerosos, entre ellos Félix Morales, Anselmo y Casimiro
Mendía, y Saturnino Flores, quienes asaltaron recientemente el poblado Santa
María Ocotlán, del municipio del Mezquital del Oro, Durango, donde
asesinaron a Crecencio Mendoza, otro vecino de nombre Antonio y un
labriego.
En el campamento maderero del Bajío de la China, se encuentra destacada
una partida del 35 batallón al mando del subteniente Isidoro Gutiérrez y el
comandante Bello Santa Anna, quienes han consignado dos pelotones para
que se unan al 68 cuerpo de defensa comandada por Matías Coronado Muños,
a fin de extender la vigilancia en la región pues el bandolero Flores ha
amenazado con tomar el campamento maderero para exterminar a los
explotadores, según él. Topia, Tayoltita y San Miguel de Crucez figuran entre
los municipios cuyas rancherías están expuestas a los asaltos de esa gavilla. El
Sol del Pacífico,p.1, 23.12.57 64
.
Los autores consideran que la nota anterior parece de fábula, sin embargo,
podría tener cierto grado de verdad, si tomamos en cuenta que las distancias
en la sierra son cortas para la gente que vive en esos lugares, y largas para el
que no conoce veredas, cordones y deshechos que sirven para cortar caminos
Reales.
Léase a continuación cómo desde el siglo pasado, los grupos de forajidos de la
Sierra Madre Occidental se organizaban para realizar actos de bandidaje. El
siguiente pasaje aparecido en la obra denominada: Pancho Villa. Retrato
132
Autobiógrafo,1894-1914. P.88. nos demuestra lo que anteriormente se dice:
“Ignacio Parra fue un conocido bandolero que operó… en el estado de
Durango que al igual que Heraclio Bernal se levantó en armas contra el
gobierno debido a las muchas arbitrariedades e injusticias de que fue víctima.
Un despacho de gobernación al jefe municipal de Canatlán, Durango, de
aquellos tiempos, señalaba lo siguiente: “Dispone el C. Gobernador se ordene
a usted proceder a embargar todos los bienes de los hermanos parra, vecinos
de ese municipio que se han levantado en armas como bandoleros
acompañando a la gavilla de Heraclio Bernal que ya capitanea decenas de
hombres en esta región” Pancho Villa, Retrato Autobiógrafico, 1894-1914 p.8865
.
Como puede apreciarse en la cita anterior, Heraclio Bernal el reconocido Rayo
de Sinaloa a pesar de haber realizado sus principales hazañas en una pequeña
zona de Guadalupe de los Reyes, Cosalá, Sinaloa, su fama y sus correrías se
extendían hasta muy adentrado el estado de Durango, donde hacía causa
común con forajidos de aquellas lejanas tierras, lo cual demuestra que, desde
el siglo pasado, la organización de grupos de bandoleros era una realidad con
altas probabilidades de éxito en sus acciones.
En entrevista ya citada, don Ángel Nevárez sostuvo que en el último asalto al
mineral de Nuestra Señora, no sólo participó el grupo de Tino, sino además
otro conjunto de forajidos que bajaron de la sierra conocidos como Los
Chileros ,dicho atraco lo habían planeado meses atrás conjuntamente con
Tino, sin embargo, el legendario bandolero se había arrepentido de llevarlo a
cabo por lo cual los serranos lo presionaron para que cumpliera su palabra,
con los resultados ya descritos. Ángel Nevárez… Ibid63
Por su parte Tino Nevárez en entrevista realizada en el año 2000, sostiene que
varios de los que participaron en el asalto no los conocía que fueron gente que
bajaron de la sierra y se unieron al grupo, diciendo no recordar sus nombres
pues su encuentro fue casual y sólo se reunieron para realizar el histórico
asalto. (véase anexo).
El Tigre alardeaba de valiente
En entrevista realizada por El Sol de Sinaloa al capitán del ejército Esteban
Cárdenas, apodado El Tigre quien había sido comisionado para proteger los
intereses de la (ASARCO), se puede atisbar la atmosfera de guerra que se
vivía en aquellas épocas en el viejo mineral de Cosalá, declaraciones que a
nuestro juicio eran más bien fanfarronadas, que otra cosa.
El capitán Cárdenas decía: “Tenemos con que recibir al Tino, en caso de que
se atreva a visitar de nueva cuenta el mineral de Nuestra Señora, será muy
hombre disparando desde el monte pero a nosotros nos gustaría que se nos
133
dejara venir de frente como los meros machos, haber de a cómo nos toca”. El
sol de Sinaloa 22.10.5766
.
A punto de atrapar a Tino La Sra. Lupita Hernández (cuñada de Tino), apoyándose en pláticas con el
legendario bandolero nos narra la ocasión en que el forajido estuvo a punto de
ser atrapado por el ejército: la cosa estuvo así: Nos encontrábamos escondidos,
dijo el bandolero, mi esposa, mi hijo y unos amigos en unas cavernas del cerro
de La Silla , uno de los más altos de la región, como hacia mucho frío y yo
presentaba dolor por el balazo que recibí en el asalto de Nuestra Señora, mi
mujer hizo una fogata para curarme la herida. La noche era muy oscura, no
alcanzábamos a vernos ni siquiera los dedos de las manos, el crepitar de la
lumbre y los ruidos se escuchaban a mucha distancia, siendo distinguida, la
lumbre, por los federales que iban en la falda del cerro, bajo el mando del
capitán Esteban Cárdenas,alias El Tigre, quien de inmediato ordenó disparar
sus armas; por fortuna, las primeras balas pasaron rosando nuestros cuerpos
pero no dieron en el blanco y pudimos salir adelante.
El niño no chilló
Después de los primeros balazos, le comentó don Tino a doña Lupita, los
soldados, rápidamente, empezaron a escalar el cerro lo cual motivó que Tino
y su esposa así como su hijo de escasamente tres años de edad, se atocharan
entre unos matorrales pasando los federales como a un metro de distancia
donde el bandolero y su familia se encontraban, por fortuna, el niño no chilló,
por que si hubiera llorado, el Tigre nos hubiera atrapado fácilmente, o tal vez,
nos matan y es que las oraciones de mi santa madre y de mi gente siempre nos
protegieron, comentó finalmente el legendario bandolero a nuestra
entrevistada”. Entrevista con la Sra. Lupita Hernández, cuñada de Tino. 25.10.9767
La sierra, un infierno. En una de las tantas entrevistas realizadas para la elaboración de su libro
titulado: Historia del Transporte Público de Culiacán (1872-1980), dice el
profesor Benjamín Luna, se encontró con un personaje que, a la vez que le
proporcionó información del transporte público de Culiacán, le comentó
sobre una de las masacres más sangrientas cometidas por el ejército en la
Sierra Madre Occidental durante la persecución del legendario Tino Nevárez.
Y aunque mi objetivo, comentó el profesor Luna, en aquellos tiempos, no era
la historia del audaz bandolero, mucho me interesó la conversación. Por tal
motivo dejé que mi entrevistado hablara y hablara, al fin que, había tiempo
suficiente para investigar los dos temas a la vez, sobre todo porque la biografía
de Nevárez, para esas fechas, casi se encontraba ya terminada.
134
Masacre en Quenibas.
Al respecto don Gilberto Sauceda (nombre cambiado para proteger el honor y
la identidad de nuestro informante), nos comentó lo siguiente.
Corría el año de 1957, un mes antes, había sucedido la muerte de los militares
en las inmediaciones del mineral de Nuestra Señora, en el municipio de
Cosalá, yo, dice don Gilberto, trabajaba en La Campaña Nacional de
Erradicación del Paludismo (CNEP), impulsada por la Secretaría de Salud,
actividad que desarrollé durante tres años. Coordinaba una cuadrilla de 30
trabajadores. Traíamos una recua de 40 mulas donde transportábamos tanques
de veinte litros, conteniendo líquido de fumigación.
En una mañana soleada del mes de octubre del mencionado año, llegamos, mi
caballerango y yo, a un ranchito del municipio de Tamazula, Durango, de
nombre Quenibas. Como no habíamos almorzado le dije a mi acompañante,
vamos subiendo a esa lomita, donde se encuentra esa casa a comprar algo de
comer. Al llegar a la vivienda salió una señora entrada en años quien al
escuchar nuestra petición nos contesto: en estos momentos no tengo nada que
darles pero pueden pasar a aquella otra casa que se ve en aquel otro cerro para
que les vendan huevos y aquí se los cocino.
Le dije a mi caballerango, espérame voy a conseguir algo para almorzar.
Subí al otro cerrito y toque la puerta de la cabaña. Al instante salió una señora
como de 30 años de edad, quien me saludó amablemente, pero, al abrir la
puerta observé la pared de enfrente, cual sería mi sorpresa que, colgando sobre
el muro se encontraba una alforja de cuero tipo militar con una pistola 45, que
yo le había regalado a un familiar muy cercano, de los que murieron en el
asalto del mineral de Nuestra Señora. La reconocí porque tenía sus iníciales.
Un vértigo recorrió mi cuerpo, casi me desmayo. Con dificultades escuché las
palabras del ama de casa que me dijó: tenga, agarre los huevos, lléveselos, se
los regalo. No, le conteste, acabo de recordar que tenemos que estar en el otro
rancho a estas mismas horas y ya es muy tarde, de todas formas muchas
gracias por su generosidad, dando media vuelta, me retiré a pasos acelerados
del lugar.
Mueren mujeres, niños y bebés.
Al bajar el cerro, casualmente me topé con un pelotón de soldados a quien
platiqué lo que había visto. De inmediato el sargento me espetó, ¡retírese,
vallase de aquí!. Luego escuché gritos del ejército conminando a los
propietarios de la vivienda a salir con las manos en alto, como respuesta
recibieron una lluvia de balas. Los militares rodearon la vivienda y la
acribillaron por los cuatro costados matando a hombres, mujeres niños y hasta
135
bebés, para luego prender fuego a la choza. Posteriormente, sacaron
arrastrando a los vecinos de las catorce casitas del rancho a quienes agarraron
de los cabellos, amarraron y arrastraron y, a cabeza de silla los llevaron río
abajo, dejando los cajuarones de sangre, huesos y carne humana entre las
piedras. Desgarradores gritos humanos inundaron el ambiente de la sierra, dice
don Gilberto; las víctimas fueron colgadas de los árboles. Días después,
cuando regresé de los ranchos de arriba, observé cómo el viento frío de las
cumbres de la sierra mecía los cuerpos haciéndolos silbar, como si fueran
campanas. Poco tiempo después, los cadáveres empezaron a podrirse y caerse
a pedazos convirtiéndose en alimento para los animales carroñeros; los
zopilotes revoloteaban a su alrededor en una danza dantesca, arrancando con
su aceradas garras y picos hilos de carne purulenta que engullían como rico
manjar. Nadie se atrevió a bajarlos y darles cristiana sepultura por que los
federales les pusieron en el pecho la siguiente leyenda: “El que se atreva a
enterrar estos delincuentes será pasado por las armas”. Al final los militares
quemaron las chozas del rancho dejando un ambiente tétrico que invadió
muchos kilómetros a la redonda. Murieron ahí, comenta don Gilberto, más de
veinte personas entre hombres, mujeres, niños y bebés.
En verdad, platica mí entrevistado, con mirada en lontananza y aún
apesadumbrado: mil veces me arrepiento de haberles informado a los
federales lo que había visto. Jamás tuve información cómo llegaron la alforja
y el arma a dicho lugar, sólo recuerdo que, en la cacería de brujas que desató
el ejército en la búsqueda de Tino Nevárez murieron muchos inocentes, más
de quinientos según mis cuentas, en ocasiones se cometían verdaderas
carnicerías como la de Quenibas. La sierra de Sinaloa y Durango fue bañada
en sangre. Puedo asegurar que las matanzas de serranos estuvo peor que las
realizadas por la Operación Cóndor en los años 70s.
Finalmente don Gilberto comenta: nunca tuve noticias que hubiese justicia
para difuntos y familiares, ni por parte del gobierno, menos por el ejército,
inclusive, los medios de comunicación, escasos en aquella época, se
convirtieron en piedra, ante los horrendos crímenes, no hablaron nada, todo
quedó en silencio, testigos mudos fueron las montañas y barrancas de la
Sierra Madre Occidental y mi caballerango y yo que, decidimos callar para no
tener problemas con el gobierno. Después de medio siglo, usted es la primera
persona a quien narro esta negra historia, termina diciendo nuestro informante. Entrevista con el Sr. Gilberto Sauceda 25. 08.97
68.
136
Después de medio siglo, aún se conservan como reliquia en el poste de madera las siglas de la
Campaña Nacional Contra el Paludismo (C.N.E.P.) en la comunidad de Las Aguamas, Campanillas,
San Ignacio, Sinaloa (2013).
Algo parecido a lo que nos narró nuestro entrevistado anterior nos platicó el
Sr. Rafael León a quien entrevistamos el día dos de septiembre de 1997, en el
rancho Campanillas, San Ignacio, Sinaloa, quien nos comentó lo siguiente.
Un día del mes de octubre de 1957, iba yo, por una vereda rumbo a Ajoya
cuando, al dar vuelta en un recodo encontré tres cuerpos meciéndose como
campanas colgados de un árbol de mora, tenían la lengua de fuera,
semidesnudos y medio hinchados eran campesinos que bajaban de la sierra a
trabajar a los valles de Sinaloa y el ejército que andaba en búsqueda de Tino
Nevárez después de torturarlos, los colgó. Posteriormente no supe, lo que
pasó con los cadáveres ya que jamás regresé a dicho lugar, pues al igual que
las familias de la sierra andaba con mucho miedo. Entrevista con el Sr. Rafael
León 02. 09.97.69
Sr. Rafael León, por un camino de Ajoya encontró varios cuerpos colgados de un árbol de mora
meciendose como campanas en octubre de 1957. (véase viñeta núm. 1).
137
Persecución de Tino Nevárez
Tomando como pretexto la persecución de Tino Nevárez, el ejército realizó
una de las más fieras campañas contra las gavillas reprimiendo injustamente a
la gente de pacífica de la sierra. Así lo consigna el reconocido periodista
Herberto Sinagawua en El Sol de Sinaloa del día 21 de octubre de 1957.
Mineral de Nuestra Señora, Cosalá, Sinaloa. A cientos de kilómetros de
Cosalá, se está desarrollando una doble batalla localizar al famoso bandolero
Florentino Nevárez y despistolizar a los habitantes de una vasta región que se
ha mantenido en plan de rebeldía a las autoridades de toda índole que han
tratado de imponer el imperio de la ley. Todas las fuerza militares acampadas
en las estribaciones de la Sierra Madre Occidental en los límites de Sinaloa y
Durango han acatado órdenes muy precisas de proceder sin contemplación de
despistolizar a todo individuo que posea armas de diversos calibres. Las
pistolas super y 45, son las más populares según un alto jefe militar y las
frecuentes incursiones que se han hecho principalmente de noche se han
suscitado algunas escaramuzas sin haberse registrado hasta hoy ninguna
desgracia. Se considera que un paso decisivo para acabar con el ambiente con
las tropelías de Tino Nevárez es la de sostener la campaña de despistolización
en forma permanente mientras dure el ejército en su tarea de imponer la
tranquilidad en esta y otras regiones de la sierra. Las armas recogidas hasta
hoy formarían fácilmente un arsenal.
Los comerciantes y ganaderos de Cosalá consideran esta medida muy
adecuada para restablecer el orden y devolver la paz en esta región.
Toda la gente buena desea que no haya más agitación y que los hombres
puedan andar por cualquier camino sin temor a nada, terminaba informando el
reconocido periódico. El Sol de Sinaloa p.1,21.10.5770
.
138
139
Entrevista a don Herberto Sinagawua
A principios del año 1997, buscamos una entrevista con el periodista
Herberto Sinagawua Montoya en virtud que en nuestra investigación
hemerográfica encontramos que fue uno de los reporteros que tuvo la suerte de
seguir los hilos de la persecución del bandido en aquellos últimos meses de
1957.
Después de abrirnos amablemente las puertas de su hogar don Herberto nos
platicó lo siguiente: “Yo no conocía a Tino Nevárez pero, supe de sus
andanzas y persecución porque me tocó reportear su fuga, particularmente en
Cosalá a donde me mandó el subdirector del periódico El Sol de Sinaloa, Lic.
Manuel Ferreiro y Ferreiro. Recuerdo, dice don Herberto, que don Manuel
consiguió prestado, en una agencia de carros, un jeep de aquellos que usaban
los soldados en la Segunda Guerra Mundial, en el cual nos trasladamos por
una carretera polvorienta pues en aquella época la México quince aún no
estaba asfaltada. Viajamos de Culiacán a la Cruz de Elota y de Conitaca a
Cosalá. Llegamos a comer a una fondita donde se encontraban unos soldados
quienes en su conversación comentaban: “localizar a ese bandido es como
buscar una aguja en un pajar”. Lo que yo palpe en esos reportajes, dice don
Herberto, fue que, en la hermosa Cosalá existía mucho desempleo y
necesidades. Guadalupe de los Reyes lo acababan de cerrar y no existían
fuentes de trabajo .Había mucha pobreza motivando con ello el bandidaje
porque no sólo era la gavilla de Tino en la región sino había otras que
también asaltaban y asesinaban.
Se puede decir, continua expresando don Herberto, que Tino fue una calca de
Heraclio Bernal y aún, hace falta hacerle justicia. No se le debe calificar de
roba vacas, asesino o criminal sino, como luchador social. En la vida hay
gente buena que por azares del destino se convierte en mala, para defender a
los jodidos, pero la gente de la sierra siempre tienen un alto grado de gratitud”.
Sr. Herberto Sinagawa Montoya, reporteó la guerra que el General Jesús Árías Sánchez desató
contra Tino Nevárez, en la sierra de Cosalá (1957).
140
Finalmente nuestro entrevistado comenta: Yo, no recuerdo si en esos tiempos
se hicieron masacres en la sierra, probablemente sí las hubo; lo cierto es que,
en esa época a los periodistas no nos permitían publicar absolutamente nada
en contra del ejército, hablar mal de los militares era un tabú, era como quien
dice echarse encima al gobierno. Entrevista con el periodista Herberto Sinagawua
Montoya. 16.01.9743
General Jesús Arias Sánchez, Comandante de la Novena Zona Militar (1955-1959), prometió que se
lo cortaría si no atrapaba a Tino Nevárez, y lo bajaba amarrado de la sierra sinaloense, nunca se
supo si cumplió su promesa, pues jamás atrapó al escurridizo bandolero.
Por su parte el periodista Enrique Navarro quien reporteaba desde las cumbres
de la sierra, donde transitaba a pie y a lomo de mula, informaba sobre la
persecución que realizaba el ejército contra Tino, después del asalto de
Nuestra Señora, describiendo los sucesos de la siguiente manera: Martes 22
de octubre de 1957, El Sol de Sinaloa.
Tino Nevárez fue herido de un balazo
El famoso bandolero Florentino Nevárez fue herido de un balazo en el
hombro izquierdo con salida a la altura de la tetilla del mismo lado en el
último asalto que hizo a los soldados que conducían el dinero de la raya
de los trabajadores del mineral de Nuestra Señora.
Los informes fueron proporcionados por la Sra Blaza Díaz esposa de Eliodoro
Lomas, miembro de la gavilla de Tino Nevárez, quien participó en la
escaramuza del día trece en los que fueron abatidos en el rancho El
Tecomaxtle
La misma Señora identificó a Domingo Vidal Ayón que resultó muerto en el
último encuentro por las fuerzas militares con la gavilla de los facinerosos,
agrega que la banda empieza a dispersarse ya que el cerco que ha establecido
el ejército se estrecha día a día. El Sol de Sinaloa 22.10.5770
.
Enrique Navarro continuaba informando.
141
Tres veces más de lo robado se gasta en perseguirlo
Tres veces más de lo robado por Nevárez a la compañía minera se ha
gastado en perseguirlo. 1500 soldados de línea destacados a capturar a los
bandidos. Aseguran que en lo intrincado de la sierra están copados los
asaltantes:
El erario de la nación ha cubierto tres veces más los 145 mil pesos a que
ascienden los robos perpetrados por Tino Nevárez, todos consumados en
perjuicio de la compañía American Smelting Company, Unidad Nuestra
Señora, pues se calcula que la persecución del bandolero aproximadamente
sale costando hasta la fecha más de medio millón de pesos.
El ejército ha destacado alrededor de 1500 soldados de línea en esta campaña.
Estimando un sueldo diario de doce pesos, a cada uno en los 22 días que
llevan internados en la sierra dan una cifra de 396 mil pesos. A esto hay que
agregar los fuertes gastos de la alimentación de las numerosas bestias que
están empleando. Asimismo los gastos de gasolina para los vehículos
utilizados así como también los sueldos de los oficiales, clases y jefes entre
estos últimos se cuentan dos generales de división, dos brigadieres y uno de
brigada.
Las sumas erogadas en esta comisión hasta el momento y las que se sigan
haciendo están perfectamente bien justificadas si la empresa llega a feliz
termino, es decir si se logra la detención o exterminio del bandolero. De lo
contrario habrá sido una inversión fútil sin resultados prácticos.
En esta forma se expresan algunas personas que han estado siguiendo paso a
paso el desarrollo de estos acontecimientos.
La labor que está emprendiendo el ejército es loable por todos conceptos. Está
tratando de eliminar de una vez por toda la amenaza implacable que se a
cernido sobre los intereses de la compañía minera, cuyos propietarios en
varias ocasiones, ante la serie de asaltos de que han sido victimas y la
impunidad de Nevárez, manifestaron sus intenciones de abandonar el negocio
y trasladarse a otros lugares más seguros.
Los elementos de la novena zona militar, algunos de ellos avezados en estas
campañas conocedores también de la serie de dificultades que presenta la
sierra, han puesto todo su empeño en lograr el más completo de los éxitos.
Los últimos informes que se tienen sobre la persecución son halagadores,
parece ser que los días de libertad del facineroso Tino Nevárez están contados.
La fuente del ejército, continuaba informando el reportero, dio a conocer que
un lugar ubicado en lo más intrincado de la sierra, sin precisar dónde, las
fuerzas federales tenían copado al bandolero pero no se ha confirmado si éste
se encuentra entre los miembros de la gavilla que tienen sitiada, aunque se
presume que así sea por las indiscreciones de una campirana que aseguró que
142
se hallaba en ese lugar reponiéndose de las heridas recibidas en el tiroteo del
día tres del actual, cuando Nevárez realizó su último asalto a la conducta que
llevaba 45 mil pesos con destino a Nuestra Señora. El Sol de Sinaloa 27.10.5772
.
Comentario de los autores: a nuestro entender el costo de la operación militar
realizada por el ejército en búsqueda del bandolero que maneja el reportero
Enrique Navarro, debió ser mucho mayor, pues no toma en cuenta que la
persecución comprendió prácticamente todo el país con personal especializado
por lo cual probablemente haya superado el millón de pesos lo que en el aquel
entonces era bastante dinero pues el salario mínimo era de tan sólo doce pesos
diarios.
El Sol de Sinaloa continuaba informando. jueves 29 de octubre 1957.
Juez menor encubridor de Tino Nevárez, asegura que no capturarán al
bandolero.
Según versiones de personas dignas de crédito e íntimas amistades de Manuel
Villalobos, juez menor del poblado de Guadalupe de los Reyes, quien fue
detenido por las fuerzas federales responsable del encubrimiento asegura que,
no detendrán al bandolero. El trece del presente mes fue detenido el
mencionado funcionario sospechando que tenía alguna relación directa con
Tino Nevárez. Al interrogarlo después de detenerlo manifestó que aparte de la
profesión que ejercía como empleado del estado de Sinaloa, explotaba la venta
de bebidas embriagantes en un local que tenía establecido a donde concurría el
escurridizo bandolero bailando y tomando con las muchachas de los
alrededores pero que, consideró no tenía caso denunciarlo ya que desde hace
algunos días Nevárez había puesto tierra de por medio y se encontraba fuera
del alcance de las fuerzas que lo perseguían y, si antes no lo había hecho era
por temor a cualquier represalia. Respecto al particular el ejército ha guardado
absoluto silencio sólo se han concretado a escaramuzas que pululan por los
vericuetos de la sierra en donde han tenido algunos encuentros con gente fuera
de la ley de la que no han podido precisar si pertenece a la gente de Nevárez
ya que de los que han caído ninguno ha podido ser identificado pues la gente
de esos lugares oculta cualquier información que pueda dar con el malhechor. El Sol de Sinaloa 29.10.57.
72.
El Sol de Sinaloa 2 de noviembre 1957.
Serranos se quejan de los militares Los habitantes de los poblados de la sierra se quejan de la crisis alimentaria
originada por la presencia del ejército que incursiona por allí para lograr la
detención de Tino Nevárez y su banda, quienes están acabando con las pocas
143
reservas de maíz, lo que amenaza aumentar el problema por las pésimas
cosechas que se levantaron del pasado ciclo de temporal, agravadas además,
por las grandes sequías que se han presentado en la sierra, durante los últimos
años, ya que, las reservas que habían adquirido del municipio de Cosalá, antes
de que lloviera, están agotadas, lo cual profundiza la hambruna que padecen
actualmente los pueblos de la sierra, termina informando el reconocido
periódico. El Sol de Sinaloa 02.11.5774
.
Mientras el ejército continuaba con la cacería de brujas por la Sierra Madre
Occidental la prensa investigaba en los valles de Sinaloa sobre el rastro de
los familiares del legendario bandolero siendo así como, el día lunes 18 de
noviembre de 1957, el periodista Esteban Zamora dio a conocer en las
páginas de El Sol de Sinaloa, la noticia siguiente:
Angustiada la madre de “El Tino”, ruega porque se entregue a la justicia.
Mi hijo es muy bueno. Implora clemencia para él, la señora Peña de
Nevárez.
Mi hijo es muy bueno (iniciaba la nota de don Esteban) es el más bueno de
todos mis hijos, pero su mala suerte quiso que tuviera un fracaso cuando tenía
diez y ocho años, pero él, es bueno. Nos dijo con los ojos arrasados de
lagrimas doña Guadalupe Peña de Nevárez, madre del célebre bandolero, ayer
que la entrevistamos en su domicilio en Costa Rica. Doña Guadalupe es una
señora de 54 años, morena de cabellera blanca y tez curtida por los
vientos y los soles de la sierra de Sinaloa, donde vivió desde su nacimiento
hasta hace diez años cuando en compañía de su esposo, don Librado Nevárez,
y sus diez hijos que le sobreviven de los quince que dio a luz, se trasladó a
Costa Rica. Mejor nos hubiéramos quedado allá, comenta con amargura. “Si
yo tuviera la seguridad de que Florentino no le iba a pasar nada, preferiría que
se entregara a las autoridades y que ya no anduviera en peligros allá en la
sierra. A mi señor Jesucristo le pido que me lo cuide y que no le vaya a pasar
nada malo; nunca perderé mi fe en Dios porque se que él todo lo puede”,
agregó doña Guadalupe y nos explicó que no la
encontramos en su casa porque cuando llegamos estaba en el templo
implorando para su hijo la protección de la Divina Providencia.
Con uno de sus nietecitos en el regazo, la señora Nevárez nos dijo que hace
cuatro años que no recibe una carta de Florentino: “Nomás sabemos lo que
dicen los papeles”, refiriéndose a las informaciones periodísticas: “Cuando
oigo que los papeles dicen que mi hijo está herido o que anda en peligro,
quisiera volverme paloma para volar a verlo”. Agregó en un arrebato de amor
maternal que conmueve y emociona.
144
A este templo del Sagrado Corazón de Jesús en Costa Rica, acudía la madre de Tino Nevárez a
implorar clemencia a Dios para protección de su hijo (octubre de 1957).
Mientras que El Tino ha perpetrado asaltos que le han producido más de 100
mil pesos, que posiblemente haya repartido entre sus compinches, sus
familiares viven en humildísimas chozas de vara y están dedicados al trabajo
duro; su padre de edad avanzada y delicado de salud, trabaja como carnicero
en el mercado de Costa Rica y, sus hermanos como en las viejas familias
patriarcales viven cerca de los padres. Cuando todos sus hijos hombres se
fueron a trabajar a los Estados Unidos como braceros y ya parecía que toda la
familia habría de disgregarse: “Yo le pedí a mi Dios que me los trajera y me
los trajo a todos, dice doña Guadalupe. Y así espero que me a de traer a
Florentino. Mientras las fuerzas de la justicia, registran cada centímetro de la
sierra para encontrar al bandolero y librar con él una lucha a muerte, la madre
angustiada tiene confianza en que ha de volver, porque su hijo “es bueno” y le
pide a Dios que lo cuide y que le permita la gracia de volverlo a ver, “ya no
son ganas nos dijo sollozando, es hambre la que tengo de ver a mi hijo”. El Sol
de Sinaloa,p.1 18.11.57.75
145
Sra. Guadalupe Sanchez Peña, madre de Tino Nevárez, (qepd) en entrevista con el reportero
Esteban Zamora, Costa Rica, Sinaloa, (octubre de 1957).
Sr. Esteban Zamora, desde las paginas del reconocido periodoco El Sol de Sinaloa informaba a la
sociedad sinaloense sobre la guerra que el ejército llevaba a cabo contra Tino Nevárez. (1957).
Decepcionados los federales
Después de varios meses de persecución los militares a quienes se les había
ordenado encabezar la guerra contra Nevárez, se sentían decepcionados pues
aún con los miles de soldados y civiles encumbrados en la sierra más otros
tantos en las ciudades, no habían podido detener al legendario bandolero. A
pesar que, de vez en cuando, para acallar los medios de comunicación o, las
exigencias de los propios mandos superiores, los federales propalaban falsos
enfrentamientos donde supuestamente había muerto el forajido. Léase la nota
146
que difundió el periódico El Sol de Sinaloa del 18 de mayo de 1958, con el
encabezado siguiente.
Confusos los informes sobre la muerte de Tino.
Por: Enrique Navarro enviado especial.
Santa Anna, Durango.
Pese al toque de queda ordenado por las autoridades militares no ha sido
posible encontrar los restos que se dijo correspondían al bandolero Tino
Nevárez. Fuerzas federales realizaron ya una minuciosa inspección en donde
se podía encontrar el cuerpo de Nevárez, pero no han logrado encontrar ni
siquiera huellas que denoten la denuncia que fue hecha por las autoridades
militares los rumores se contradicen mientras aseguran que el temible Tino ha
tenido en jaque a las autoridades, otros dicen que este ha muerto sin precisar
ni dónde, ni cómo y otros insisten que hace pocos días estuvo por estos
lugares completamente sólo. Las mismas autoridades agregan que Tacho
Murillo, su lugarteniente, lo ha abandonado por motivos de diferencias al
repartirse el botín que lograron en sus fechorías. De acuerdo con las órdenes
que recibí seguiré adentrándome en la sierra hasta obtener la información que
defina la verdad en este sonado asunto. El Sol de Sinaloa, 18.05.5877
Días después el mismo columnista informaba lo siguiente:
Tino Nevárez no ha muerto ni se ha vuelto a ver desde hace varios meses,
huyó después de restablecerse y con el producto de su último asalto.
Mineral de Guadalupe de los Reyes 21 de mayo de 1958.
Tino Nevárez no ha muerto, ésto queda comprobado por los datos recabados
por este reportero en el recorrido que llevara a cabo por el mineral de Nuestra
Señora, La Palma, Agua Fría, Chuchupira, Palo Verde, Haguey, Las Hábitas,
Tasajera, Limoncito, mineral La Chiripa, Guadalupe de los Reyes, Apomal de
los Quintana, Guasimillas y El Arco; en todos estos lugares fueron
entrevistados por este reportero vecinos quienes desmintieron las versiones
propaladas a últimas fechas que dan por hecho la muerte del mencionado
bandolero. Desde el último asalto que cometió Nevárez y su banda, se ha dado
la noticia que las tropas federales habían logrado darle muerte, pero en
ninguna de ellas la novena zona militar ha podido dar como oficial la noticia.
Quince días antes de que se cometiera el atraco en la Cuesta de los Braceros,
el capitán Anselmo Zermeño tuvo conocimiento que, en ese lugar, habían sido
vistos algunos individuos sospechosos que al parecer formaban parte de la
banda de Nevárez pero, en un arranque de hombría manifestó que, el
facineroso no tendría el valor suficiente para enfrentársele pues de suceder
esto él terminaría con la banda.
El tres de octubre próximo pasado, continúa hablando el reconocido reportero,
una camioneta tripulada por varios soldados salió del mineral de Nuestra
147
Señora con el fin de darle protección al capitán Zermeño que llevaba desde
Culiacán la raya de los trabajadores.
Siendo encontrado antes de llegar a Cosalá, en este lugar ya estaban listos
algunos agentes judiciales para reforzarlo pero el militar siguió de frente sin
detenerse atenido al respaldo que les daban sus subalternos, desgraciadamente
el capitán subestimó la osadía de Nevárez, por lo que este en compañía de su
banda al ver la proximidad de las dos camionetas dispararon una carga cerrada
sobre los vehículos que lograron detener en seco y darle muerte a Alejo
Amaral Falcón uno de los choferes. Ante los hechos el militar reaccionó
saliendo fuera de la camioneta logrando hacer tres disparos con su escuadra
calibre 45 reglamentaria antes de que callera abatido en compañía de los
soldados Jesús Romero Ibarra y Humberto López Limón, resultando herido el
cabo Florencio González Olvera y Alejandro Escobar Cruz; nuestros
informantes dijeron que el resto de los miembros del ejército que
resguardaban los valores se dieron a la fuga por lo que los asaltantes se dieron
a un desenfrenado saqueó llevándose 45 mil pesos.
En las investigaciones que practicara en el lugar de los hechos, continúa
narrando el periodista, el juez de Cosalá se llegó a la conclusión que sólo el
capitán Zermeño había logrado disparar, mientras que el resto de los soldados
habían huido sin hacer uso de sus armas ya que el lugar de los hechos
únicamente fueron encontrados los casquillos del arma del militar. Una gran
cantidad de cartuchos 38 super especial, calibre 22, 30-30 y de arma 20-06
pero sin ningún casquillo de armas que usa el ejército; dos de los disparos que
realizo el capitán Zermeño hicieron blanco en dos de los asaltantes resultando
herido Domingo Nuñez alias El guitarrero quien debido a su estado de
gravedad fue abandonado por sus compañeros en el poblado de Santa Anna,
Durango, en donde finalmente fue muerto por las tropas militares. Por su
parte, Nevárez, recibió otro de los disparos en el hombro izquierdo,
obligándolo a buscar refugio entre los moradores de la sierra, para ser atendido
de la herida que amenazaba con gangrenársele, sólo que la temperatura de
aquellos lugares le ayudó en parte, para que no sufriera alguna infección. En
esas condiciones anduvo a salto de mata hasta que fue a refugiarse en una
mina abandonada del poblado del Camichín ( pueblo de tan sólo tres casitas de
la familia de don José Luna), en donde fue descubierto por José Luna que, en
una noche oscura dirigió a los soldados hasta el refugio del bandolero, pero el
capitán apodado El Tigre con nerviosismo disparó su arma al notar que
algunas personas salían de la mina sirviéndose de un reflector para huir por el
camino. Las balas del Tigre lograron herir de muerte al de la lámpara pero
aprovechando la obscuridad los demás miembros de la banda, donde iba
Nevárez, lograron burlar a sus perseguidores posteriormente el bandido fue a
148
refugiarse a un lugar próximo a Los Barraganes, donde fue atendido con
medicamentos adquiridos en Cosalá y hiervas del monte hasta lograr su total
recuperación continuando su fuga internándose en chihuahua. El tristemente
célebre bandolero después del asalto de Los Braseros, se separó de sus
secuaces a quienes no les repartió la parte que les correspondía por lo que la
indignación fue completa quienes nunca pudieron localizarlo. La intervención
del ejército le economizó muchos enemigos pues desapareció a la mayoría de
los miembros de la banda, hombres claves para que se hubiera logrado la
detención del asaltante. Logramos saber que después de los acontecimientos
del tres de octubre, los soldados pertenecientes a la novena zona militar
llevaron a cabo una batida por la sierra del noroeste del país informando a
Culiacán que materialmente estaban peinando la sierra pero en realidad sólo
recorrían caminos y veredas en espera de encontrarse de un momento a otro
con Nevárez, quien quizá desde lo alto de un picacho estaba espiando todos
sus movimientos y les contaba uno por uno los elementos que entraban y
salían de algún pueblo, al que bajaba pasado el peligro. La mayoría de la
banda de Nevárez fueron exterminados por las tropas pues creyendo que se
desconocían sus actividades fueron sorprendidos o muertos en sus propios
domicilios. En 40 horas de tránsito a lomo de mula, este enviado no tuvo la
oportunidad de ver a un sólo miembro del ejército.
Por donde hombres extraños a esa región temen transitar no es raro encontrar
niños de corta edad que caminan tres a cuatro kilómetros por lugares
desolados de estas regiones para poder asistir a la escuela del próximo
poblado. El Sol de Sinaloa 21.05.5878
.
Comentario de los autores. Lo que el reportero no sabía, era que, sin duda
alguno de esos niños eran parte de una red de espías y mensajeros que
cruzando la sierra por los cuatro puntos cardinales llevaban información al
bandolero a quien consideraban su protector y su héroe por lo que difícilmente
podía ser localizado, inclusive, podía contratacar al enemigo y escapar
fácilmente, si así lo hubiera deseado, pues contaba con el apoyo de los
pueblos de la sierra.
Condiciones geográficas de Cosalá en los años 40s y 50
s
Para que el lector tenga una idea sobre las condiciones adversas en que
luchaba el ejército contra las gavillas de la sierra y particularmente contra
Tino Nevárez, es importante mencionar la situación geográfica en que, en
aquellos años se encontraba la famosa comunidad de Cosalá y sobretodo las
rancherías de la sierra de más difícil acceso, por lo agreste de su topografía.
Cosalá, al igual que otros municipios de la sierra, se encontraba prácticamente
incomunicado. El asunto se agudizaba en época de lluvias, cuando ríos, vados
149
y arroyos impedían el traslado por automóvil, bestia e inclusive a pie. El
transporte de avión apenas si despuntaba siendo aún, incipiente, por lo costoso
del viaje y la poca capacidad de las aeronaves.
Las vías de comunicación más comunes, con el municipio serrano, eran:
telégrafo, radio y correo que desde fines del siglo XIX, llegaron al mineral de
Guadalupe de los Reyes, pasando por Cosalá.
A lo anterior se sumaba la falta de autoridades militares que impusieran
respeto, ya que si bien, existía una agencia de ministerio público, sólo contaba
con tres judiciales y unos cuantos policías municipales. Por lo que Cosalá era
prácticamente un pueblo sin ley. Los presos se fugaban cuantas veces les daba
la gana, todo mundo era portador de un arma y suficientes municiones para
usarla, pues en los comercios de la localidad podía comprarse parque como si
se tratara de papas y cebollas.
En entrevista realizada el 24 de noviembre de 1998, en la comunidad de Costa
Rica, Sinaloa, la Sra. Lorenza Nevárez Sánchez nos narró, el pánico que vivió
la familia Nevárez cuando los medios de comunicación de aquella época
(1957), difundían a la sociedad sinaloense la persecución del legendario
bandolero Florentino (Tino) Nevárez.
Diez mil pesos de recompensa la misma suma que se ofreció por la
captura de Heraclio Bernal, dijo doña Lorenza.
“Cuando escuchábamos las noticias que traían los papeles (periódicos),
sentíamos que todo mudo nos apuntaba con el dedo y hasta pánico nos
entraba, nos daba mucho miedo salir a la calle porque aunque el pueblo de
Costa Rica era pequeño, pensábamos que ya no íbamos a regresar que el
gobierno nos podía secuestrar para que dijéramos donde se encontraba nuestro
hermano. Sin embargo, todo hubiera sido infructuoso porque ni nosotros
sabíamos de su paradero”.
Mi papá trabajaba, continúa narrando doña Lorenza, en el mercado, tenía una
carnicería y, cuando le llevábamos comida siempre mirábamos a un Sr. con
una bocina en el hombro gritando lo que ofrecían de recompensa por Tino,
diez mil pesos ofrecía el ejército por su cabeza, vivo o muerto. El voceador
recorría todas las callecitas de Costa Rica, en varias ocasiones pensamos
quitarnos nuestros apellidos para que el pueblo y el gobierno no supieran que
éramos familiares de Tino.
La historia de Heraclio Bernal, 70 años después se repetía con mi hermano,
dice doña Lorenza, aquel luchó contra las injusticias de los patrones mineros y
contra un gobierno tirano, de igual forma, Tino por las condiciones que le tocó
vivir en la sierra, particularmente, en los centros mineros de Tayoltita y
Cosalá, de ser hombre bueno, se convirtió en malo pero, en realidad el sufrió
150
mucho, sin embargo, Dios lo ayudó a salir con vida, termina diciendo doña
Lorenza. Entrevista con la Sra. Lorenza Nevárez, Ibid.79.
Mientras tanto la prensa seguía informando de las continuas detenciones de
presuntos correligionarios de Nevárez como lo dijo El Diario de Culiacán , en
noviembre de 1958.
El Diario de Culiacán 19 de noviembre de 1958.
Uno más de la banda de Tino Nevárez en manos de la justicia.
Un agente de investigaciones se hizo pasar por médico para aprendeherlo.
César Smith Osuna acompañado del oficial Alberto Camacho Lozano, por
avenida Aldama cerca del estadio Ángel Flores, detuvieron al asaltante Rubén
Meléndez miembro de la banda del tristemente célebre Tino Nevárez, quien se
encuentra confeso de haber sido el autor material del asalto perpetrado en el
poblado de Las Truchaz, en el vecino estado de Durango. Meléndez fue
detenido en el estado de Durango y remitido a la cárcel del mismo lugar de
donde se fugó llegando a San Ignacio para luego llegar a esta capital donde
vivía con una hermana, para curarse de una lesión de un pie. El reo fue
trasladado a Cosalá para que responda de los delitos que se le imputan pues
según los informes este individuo participo en el asalto del envío de la raya del
mineral de Nuestra Señora, donde perecieron el capitán Zermeño y dos
soldados y resultó herido Tino Nevárez. El Diario de Culiacán 19.11.58.78.
La lucha por ser hombre de bien De acuerdo con el estudio realizado por los autores sobre la personalidad de
Tino Nevárez, este no fue un hombre que haya traído en sus venas el germen
de la mal, más bien fueron las condiciones adversas que le tocó vivir desde
pequeño las que lo orillaron a convertirse en bandolero y en enemigo de la
justicia, el relato que a continuación se narra es un ejemplo de que el
legendario bandolero buscó siempre ser un hombre de bien.
El Sr. Roberto López en entrevista realizada el día 27 de septiembre de 1997,
nos contó la siguiente historia.
Conocí a Tino, dice El Sr. López, a fines de 1954, tenía yo, doce años de
edad, vivíamos en la comunidad de Santa Anna, Durango.
Resulta que mi padre, al morir nuestra madre, nos dejó encargados con el Sr.
Jorge Corrales, un viejito tullido, quien vivía en la comunidad de Santa Anna,
estado de Durango, y se dedicaba a comprar gallinas y huevos por las
rancherías para venderlos a las fonderas de La Seca, campamento de
trabajadores del mineral de Nuestra Señora. Al margen de lo anterior, don
Jorge, alquilaba mulas y aperos de labranza a comuneros de la localidad.
151
En una ocasión, cuenta nuestro testigo, llegaron a casa de don Jorge, Tino
Nevárez y don Tacho Murillo un personaje al que posteriormente se le
conoció como “el pistolero de Tino”. Obviamente, dice nuestro informante, yo
no los conocía. Entre ellos se entabló la siguiente conversación.
- ¿Cómo le va don Jorge?, dijo Tacho Murillo, quien parecía mayor que Tino,
unos diez años y llevaba la voz cantante.
-Bien, contestó don Jorge. ¿En qué puedo servirles?-.
-Pues venimos, Tino y yo, a solicitarle avío para sembrar maíz en esta
temporada, levantando la cosecha le pagaremos su crédito.
Ahí fue, dice el Sr. López, donde conocí por vez primera a quien con el
tiempo se convertiría en famoso bandolero. A decir verdad, me pareció una
buena persona. Estatura mediana, fuerte, moreno claro, nariz afilada, cara
labradita, pelo ensortijado, ojos vivaces e inquietos.
Don Jorge, aceptó la propuesta y a la semana siguiente, entregó a los
solicitantes: herramienta de trabajo, maíz y cierto dinero para la manutención
del tiempo dedicado al cultivo de la tierra.
Aclarando que los caciques de la región aviaban al tres por uno, es decir
prestaban una carga de maíz consistente en cuatro costales en mazorca y
recibían en pago tres más, era en realidad un verdadero atraco.
A los meses, continúa narrando El Sr. López, Tino y don Tacho regresaron,
diciéndole a don Jorge:- No levantamos nada, pues las lluvias se ausentaron de
la región.
Aquel, contestó -No se preocupen, les presto de nuevo, a ver si en esta se
recuperan.
Al año siguiente, sucedió lo mismo, tampoco llovió, por lo que don Tacho y
Tino se presentaron con don Jorge a pedirle disculpas y prometerle que le
pagarían su préstamo. Don Jorge les contestó.
-Deben perseverar, siembren una vez más, estoy dispuesto a avituallarlos por
tercera ocasión-. A don Tacho se le derramaron las lagrimas y contesto: -
Gracias don Jorge, no esperábamos menos de usted, téngalo por seguro, no se
cómo, pero le pagaremos su dinero.
Al tiempo, comenta nuestro informante, se iniciaron los asaltos en el mineral
de Nuestra Señora pero, nunca supe, si don Jorge recuperó su dinero pues
nuestro padre regresó por nosotros llevándonos a los valles de Culiacán a
trabajar en los campos agrícolas y jamás regresamos a Santa Anna. Entrevista
con el Sr. Roberto López 27.09.9781
.
152
CAPÍTULO 4
¿DÓNDE QUEDÓ TINO NEVÁREZ?
El rumbo que tomó Tino Nevárez, después de la muerte de los militares el tres
de octubre de 1957, nadie lo supo; ni el gobierno civil, ni los federales, los
únicos que, probablemente, hayan tenido conocimiento sobre el sitio hacia
donde se dirigió el bandolero fue el propio pueblo que lo ayudó a escapar
hacía un lugar impreciso. Su desaparición de la sierra fue un misterio y, sólo
se supo lo que el corrido contó cinco años después (1962) al decir que: “Tino
escapó por la sierra en compañía de un compadre”.
Los autores de esta obra, después de mucho investigar, lograron encontrar la
pista del verdadero rumbo que tomó el legendario bandolero para escapar de la
meteórica persecución que el ejército realizó en su contra.
A partir de esta página empezamos una serie de entrevistas con familiares del
luchador social que nos llevaran a desenredar la madeja en esta guerra sin
cuartel.
El primer entrevistado que habla sobre la fuga de Tino es el Sr. Ángel
Nevárez, a quien citamos ya en páginas anteriores, en esta ocasión nos habla
sobre la gran hazaña que realizó Tino Nevárez al fugárseles a los federales en
forma espectacular:
Después de la matanza de los federales en La Quebrada de Los Braceros y
andar a salto de mata por la sierra, por cerca de cinco meses, nos dice don
Ángel, Tino se radicó en el rancho Los Arrayanes, San Ignacio, Sinaloa, sitio
geográfico hubicado en las cumbres de la sierra, donde sólo existían dos
casitas.
Su tío Isidro lo escondió en una milpa que se encontraba entre los cerros de la
zona. Sin conexión con el mundo, Tino, sólo sabía, lo que su tío Isidro le
informaba que, era prácticamente nada. Cuando este le llevaba lonche comía
y cuando no, se alimentaba de puros elotes.
A principios de febrero de 1958, Tino decidió salir de su escondite, no
soportaba permanecer más tiempo en las cumbres de la sierra pues la cosa
estaba demasiado caliente. Habló con su tío Isidro a quien solicitó, mandara a
uno de sus hijos a Costa Rica, a buscar ayuda con su familia.
Pancho Nevárez un joven de muchos pantalones
Los datos que a continuación se narran fueron contados a don Ángel por su
primo Francisco (Pancho) Nevárez, y aquel, apoyándose en dicho relato nos lo
contó de la siguiente manera:
Don Isidro Sánchez, tío de Tino, por línea materna, mando a Costa Rica a su
hijo Servando, quien vino a informar que aquel se encontraba herido en el
rancho Los Arrayanes y necesitaba auxilio. La familia decidió mandar a un
153
hermano de Tino (recordar que en la familia de Tino fueron diez hermanos)
pero ninguno quiso ir, entonces acordaron encomendar la peligrosa tarea a
Pancho, un joven de tan sólo veinte años de edad, primo hermano de Tino, de
oficio músico.
A Pancho se le facilitaba justificar su presencia en la sierra la cual se
encontraba convertida en un polvorín, por ser filarmónico de profesión, así
podía manifestar que iba buscando trabajo y además porque tenía amistades y
era muy sociable con las personas, pero lo más importante era que, tenía
muchos pantalones.
Pancho comentó que, al llegar con su tío Isidro al rancho Los Arrayanes, este
le dijo que Tino se encontraba más arriba, en una siembra de maíz.
El encuentro
Pancho busco de noche a Nevárez, en una oscuridad que ni las manos se
veían, este lo descubrió primero porque aquel iba fumando un cigarrillo y lo
ubico por la lumbre.
Después de enterarlo de la feroz persecución que los federales realizaban por
la sierra y los valles, Pancho le dijo: vengo a auxiliarte y, de inmediato, se
pusieron a planear la forma de salir de los Arrayanes, lo difícil fue ponerse de
acuerdo sobre qué rumbo tomar, pues Tino se inclinaba por la sierra y Pancho
por la costa. Después de mucho cavilar decidieron vestirse de músicos y
bajar a los valles ya que en esta zona tenían familia y para arriba corrían el
riesgo que alguien descubriera a Nevárez y lo denunciara, máxime que los
guachos poseían ya una fotografía de él y por otra parte los asesinatos y
masacres que a diario realizaba el ejército, tenía asombrados y aterrorizados a
la gente de la sierra. La sangrienta persecución era más fuerte en los altos que
en los valles. La búsqueda en la costa no era tan intensa, pues el gobierno
jamás pensó que Nevárez viniera a meterse a la cueva del lobo.
Para esto, dice Ángel, Pancho puso a Tino a entrenar con la guitarra por
aquello que les saliera gente desconocida y les pidiera melodías o bailecitos.
Un pacto con Dios y el Santo Niño de Atocha
Tino y Pancho le pidieron a Dios y al Santo Niño de Atocha y a las oraciones
de su madrecita que les ayudara a salir de esta y se comprometiéndose a partir
de entonces a no volver a disparar un arma y dedicarse para siempre al trabajo
honrado y vivir en paz el resto de sus días, pues iban a transitar a pata cerca de
trecientos kilómetros por los más abrupto e intricado de la Sierra Madre
Occidental y quien sabe si llegarían con vida, pues por todas partes acechaba
el enemigo, nomás verdeaba la sierra de puros soldados.
154
Trecientos kilómetros a pata con el botín en los hombros.
Recuerda Pancho, dice don Ángel, que, se vinieron a pata, por veredas y
hatajos sin tocar pueblos ni camino real, dormían de día y transitaban de
noche.
Traían entre los instrumentos de música, en morrales y fajados en el cuerpo,
la cantidad de veinte y seis mil pesos, en billetes de diferentes
denominaciones, de 1, 5, 10, 20, 50 y 100 pesos, era un mundo de papeles.
No sé, dice don Ángel, porque pancho no me lo contó, si del botín del asalto al
mineral de Nuestra Señora o de otros eventos similares, lo cierto es que era
mucho dinero para la época pues el salario mínimo en los valles era de diez
pesos diarios, pero en la sierra los caciques, pagaban, tan sólo, un peso.
En el rancho La Tasajera hicieron un alto porque a Pancho se le acabo el
calzado, en ese pueblo vivía Candelario Robles, amigo de aquel, quien le
regaló un par de huaraches y una muda de ropa porque venían mojados pues
les había llovido mucho por el camino, fue así como, después de diez días y
sus noches, llegaron a Costa Rica, sin tocar Cosalá y ningún otro pueblo
circunvecino, durmiendo poco y caminando mucho. Dios había cumplido su
palabra y Pancho y Tino también.
Costa Rica, sitiado por el ejército
Por la sierra, el ejército continuaba con su feroz persecución, sin embargo,
sospechaba de que el bandolero de alguna forma había bajado a los valles,
donde se encontraba su familia, por lo cual sitió el pueblo de Costa Rica, por
los cuatro costados, nos dice don Ángel. Había soldados, al oriente de la
comunidad, en la carretera Internacional, que en esos tiempos era de
terracería; al sur, a la altura del campo agrícola Villa Rica; al norte por el
rumbo del campo San Rafael y, al poniente en la Curva de Costa Rica; sin
embargo Tino y Pancho, se les pelaron por donde menos lo esperaban, por
entre cañaverales y tomatales.
Durmiendo con el enemigo
Al llegar a Costa Rica, continua hablando don Ángel, Tino no arribó de
inmediato a la comunidad cañera, se quedó en las orillas, cerca del panteón
que se encuentra al oriente de la comunidad, a una distancia de cuatro
kilómetros aproximadamente de Costa Rica y a doce de la carretera
internacional que en aquel entonces apenas era una vereda. Tino dormía arriba
de los árboles, en un especie de tapeste que el mismo construyó sobre un
ébano lo cual le permitía protegerse de animales ponzoñosos, y a la vez tener
un puesto de vigilancia durante la noche. Recordemos que el propio bandolero
platicaba que, con tres horas de sueño eran suficientes para reponer sus
155
energías. También levantó otro mirador encima de un cardón con maderos de
la zona, este segundo faro le permitía observar hasta el camino principal que
pasaba y pasa cerca del panteón de Costa Rica, con lo cual estaba al tanto y
preparado para cualquier sorpresa que pudiera suceder.
Mi tío Juventino, continua comentando don Ángel, le llevaba lonche en un
burrito y de regreso, traía leña para cubrir las apariencias.
En esos tiempos la parte oriente del poblado de Costa Rica se encontraba
completamente enmontada crecían árboles hasta de diez metros de altura
como casiguano, vinolo, ébano, guayacán, varablanca, magueyes y aguamas.
Corrían por el lugar, venados colablanca, liebres, conejos, cochi jabalí,
cachoras, zorcuate y pichicuate así como coralillo. De tal forma que el
bandolero tenía a su alcance una rica dieta alimenticia. El ejército jamás se
imaginaba que, a unos cuantos kilómetros donde establecía sus retenes se
encontraba pernoctando su acérrimo enemigo.
Recuerda, dice Ángel que, cuando Pancho (primo de Tino) regresó a Costa
Rica, doña Cristina (su madre) lo abrazó llorando porque a ella no le avisaron
en los peligros que andaba su hijo.
Detención de Servando
Cabe destacar sin embargo que, de alguna forma, dice don Ángel, el ejército
se enteró que Tino había salido de la sierra y en sus pesquisas encontró y
detuvo a Servando, hijo de don Isidro Sánchez y lo torturaron para que
denunciara a Tino, lo llevaron a varios estados de la República, donde vivían
familiares, “trastearon” sus domicilios pero no lo encontraron, después de
pasearlo durante buen tiempo lo dejaron en libertad muy golpeado por cierto.
Mientras tanto, después de diez días de estancia en el paraje del panteón, la
familia de Tino decidió trasladarlo a otro sitio, al extremo opuesto del pueblo,
rumbo a Campo Gobierno, (hoy Sindicatura de Villa Juárez).
Este trayecto de aproximadamente diez kilómetros de distancia lo transitaron
entre cañaverales y tomatales, siempre de noche, tanto el bandolero así como
su primo Agustín Nevárez. “Yo los acompañe, dice don Ángel horqueteado en
una mula hasta la salida del pueblo, Tino llevaba fajada en la cintura una
pistola calibre 45, probablemente la del capitán Anselmo Zermeño. El
recorrido lo realizamos rodeando el pueblo de Costa Rica, por la parte sur. En
el sitio que hoy se conoce como La Curva, había un retén de soldados,
parando y esculcando carros, de tal forma que, si Tino hubiera viajado en
automóvil lo hubieran detenido, dice Ángel. De la guardia nos enteramos, por
que enviamos a Pedro, hermano de Tino, por delante en una bicicleta. Pedro,
cruzó la barrera de soldados y más adelante alcanzó a Tino y lo llevó a Campo
Gobierno, cerca del ejido Balbuena sitio donde tenían preparado el escondite.
156
En fin, termina diciendo don Ángel, toda la familia colaboró para salvar de la
cárcel, o tal vez de la muerte a Tino Nevárez. Entrevista con Ángel, Ibid82
Seis meses bajo tierra.
Las vicisitudes que pasó Tino al cambiar de domicilio, nos lo platica la Sra.
Guadalupe (Lupita) Martínez Hernández, cuñada de Nevárez, a quien citamos
ya en páginas anteriores y, quien atendió durante más de seis meses al
bandolero en su nueva madriguera.
El viernes cinco de noviembre de 1997, visitamos a la Sra. Lupita, quien nos
comentó que ella conoció a don Tino en 1953, cuando a su madre y dos
hermanas más, las trajo don encarnación de los Estados Unidos a Costa Rica.
Ellas eran hijastras de don Cachón (hermano de Tino), su mama y su padrastro
se conocieron en los E.U. y como a mediados de 1953, don Tino llegó a Costa
Rica a ver a su esposa Sra. Cristina González y a sus hijas, fue cuando lo
conocí, después ya no lo volví a ver hasta 1957 cuando venía huyendo no sé
de qué.
Sra. Guadalupe Martínez y su esposo Fernando Nevárez, cuidaron y alimentaron al legendario
bandolero al bajar herido de la sierra de Sinaloa (1957).
Nosotros vivíamos en la carretera La Cincuenta, mi esposo Fernando y yo,
estábamos recién casados. En ese entonces tenía yo diez y siete años, nos
llevaron, para que yo atendiera a don Tino, que ya se encontraba en el lugar.
Estaba mi esposo y sus hermanos Vicente y José trabajando en el cultivo de
unas tierras que habían rentado. En dicho lugar vivía mi tía Facunda quien era
viuda de un ejidatario. Mi esposo y yo, nos quedamos a vivir ahí, yo, para
atender a don Tino y, mi esposo a cultivar maíz y estar al pendiente de lo que
pasara. Como aún no teníamos descendencia fue fácil para nosotros
trasladarnos al sitio mencionado. La casita donde vivíamos era de palitos,
techo de palma y piso de tierra.
Yo, cocinaba en hornillas y nos alumbrábamos con cachimba de petróleo, dice
la Sra. Lupita. Don Tino, dormía en un poso como de metro y medio de
profundidad y metro y medio de ancho, le poníamos unas láminas viejas de
zinc arriba y las tapábamos con zacate para disimular el sitio. Así permaneció
157
durmiendo como seis meses, estilo Sadam Hussein. No alcanzo a comprender,
dice doña Lupita, cómo ese hombre logro mantenerse sano y con vida durante
tanto tiempo, tomando en cuenta que había nacido y crecido en clima frío
como el de la sierra sinaloense donde se dan temperaturas hasta de veinte
grados bajo cero y venir a vivir en un hoyo con temperaturas hasta de 45
grados, sobre cero era prácticamente una odisea. Para cavarla de amolar, dice
nuestra entrevistada, ese año se desató un calor infernal de esos que uno siente
que se va a desmayar, sobretodo, cuando los rayos solares golpean
verticalmente la cabeza, en serio no sé, como Tino no se deshidrato.
En maizales smilares a los de la presente fotografia se escondió Tino Nevárez en el ejido Las
Ilusiones (1957).
En ciertos días, recuerda nuestra informante, Tino, se iba a descansar a unos
maizales que había enfrente de la vivienda pero, cuando se levantó la cosecha,
con la planta seca del maíz, hicimos una tazolera, hacia la parte sur de la
chocita, una especie de kipí, casita de indios, como a veinte mts, de distancia
de nuestra vivienda y ahí dormía, sufriendo calores y moscos, sin pabellón y
en el suelo.
De noche aparecía como tecolote, para regresar después de unas cuantas
horas, a la madriguera, sobretodo porque de vez en cuando se aparecía por
esos lugares el propietario de la tierra y a veces otras personas que cultivaban
terrenos aledaños al nuestro y corría el peligro de ser descubierto. Yo, lo
atendía, le daba de comer y lavaba su ropa, por cierto que nada más tenías dos
mudas, nunca le mire arma ni siquiera un cuchillo, siempre con las puras
manos. No supe que estuviera herido, como dicen que venía. Era muy limpio a
pesar de las condiciones en que se encontraba todas las noches se bañaba y
158
rezaba sus oraciones. Tenía muchas oraciones escritas en papelitos, de las que
se llamaban Novenas, me comentaba que se las habían dado las familias de la
sierra para que Dios lo cuidara.
Mi esposo Fernando y mis cuñados, se iban a cultivar la tierra y yo,
utilizando un balde y cuidando que nadie me viera, le llevaba sus alimentos.
Poco platicaba con él, en esas fechas todavía no salía el famoso corrido, de tal
forma que ni siquiera yo, sabía de qué se ocultaba, a pesar de que convivimos
como medio año, nunca le pregunte.
Pura limonada
Recuerdo que teníamos un limón con mucha fruta, narra doña Lupita, y todos
los días le daba limonadas con sal y poca azúcar lo que probablemente le
sirvió como suero para hidratar su cuerpo.
En forma de broma, porque era muy bromista, Tino me decía: Lupita, ya no
me dé más limonada porque cuando vaya con mi esposa me va a decir, ¡hay
Tino, tú nomas, limón-nada!. Entrevista con la Sra. Lupita Martínez Hernández,
cuñada de Tino, Ibid83
Vi a un Tino ojeroso y demacrado
Por su parte el Sr. Cosme Pérez Sánchez, sobrino del bandolero, por línea
materna, nos cuenta cuál era la imagen que presentaba el bandolero al llegar al
campo Las Ilusiones en las inmediaciones del ejido Las Azucenas y campo
Balbuena, donde lo llevaron sus hermanos después de haber estado diez días
en Costa Rica:
En abril de 1957, mi familia y yo, vivíamos en el campo Las Ilusiones, por el
rumbo de Campo Gobierno, hoy sindicatura de Villa Juárez, del actual
municipio de Navolato. En dicho domicilio, mi tío Vicente, me presentó a mi
tío Tino diciéndome: ¿conoces a este Sr?
-Si, conteste; lo conocí en el rancho Los Arrayanes, Durango, en aquel
entonces contaba yo con siete años de edad, dice don Cosme.
-Bueno, me contestó mi tío Vicente, pues tu tío Tino viene a quedarse una
temporada con nosotros, pero nadie debe saberlo porque lo persigue el
gobierno.
Recuerdo comenta don Cosme que, mi tío Tino, se veía bastante ojeroso,
sucio, demacrado y harapiento, casi, casi, anémico, aunque siempre fue muy
fuerte, se miraba debilucho, probablemente por tanto tiempo de caminar por
entre el monte y sufrir persecuciones y hambres.
Después de lo que me dijo mi tío Vicente, entendí la difícil situación de mi tío
Tino y prometí no abrir la boca para nada.
159
Sr. Cosme Pérez Sánchez y su hermana Margarita (sobrinos de Tino), auxiliaron al bandolero en su
fuga hacia la frontera de los Estados Unidos.
Cabe destacar, comenta don Cosme, que un año antes de la llegada de Tino,
mi tío Vicente, había rentado diez hectáreas de tierra en el campo Las
Ilusiones, propiedad del Sr. Blas Iribe, donde sembró maíz y posibilitó la
futura madriguera de mi tío Tino.
En este sitio se construyó una casita de madera silvestre y en su interior se
construyó un pozo como de metro y medio de profundidad por metro y medio
de ancho, donde a duras penas cabía un hombre de la estatura de mi tío.
Al respecto, narra don Cosme, dos curiosas anécdotas:
Plebe travieso
En ese entonces tenía yo, dos hermanos más: Antonio que era el más pequeño,
venía seguido de la casa de mi mama (un kilómetro de distancia) a chirotear al
sitio donde se ocultaba mi tío, en un pozo que él mismo había construido. Un
día, jugando a las escondidas, con mi otro hermano, corrió a esconderse bajo
la cama de mecates donde dormía mi tío Fernando y su esposa Lupita, (lugar
donde estaba el pozo con mi tío dentro), al deslizarse cayó encima de Tino que
sorprendido por el hecho le espeto: ¡qué paso mi hijo, qué anda haciendo por
aquí!. Asustado Toño, quedó mudo y no pudo contestar pues no esperaba
encontrar a nadie en ese lugar. Con ayuda de mi tío, mi hermano salió del
pozo y corrió para la casa de mi mama.
De inmediato mi prima Lupita que se encontraba en el lugar, corrió tras del
plebe a informar a mi madre lo que había pasado y evitar que mi hermano
platicara a extraños lo que había visto, logrando que la cosa no pasara a
mayores.
160
Aquí sesteando
En cierta ocasión llegó a la casita el Sr. Blas Iribe, compadre de mi tío
Vicente, propietario de la parcela y de la vivienda que servía de guarida al
bandolero. Don Blas, que la hacía también de valiente, observó que una perra
corría hacia la tazolera donde se ocultaba mi tío Tino. Pensando que el animal
se encontraba parida rápidamente don Blas se encaminó hacia el refugio
topándose de frente con mi tío a quien le espetó
-¿Qué pasó, qué pasó?
- Aquí sesteando, contesto mi tío, bastante tranquilo, como era él, luego le
explicó a don Blas, la situación en la que se encontraba y le pidió que le
hiciera la hombrada de guardar silencio y no propalar su descubrimiento, lo
que el Sr. Blas cumplió.
. Préstamo de trecientos pesos
Yo, dice don Cosme, visitaba a mi tío todos los días por la tardes en el maizal
donde se ocultaba durante el día. En una ocasión, tuve la necesidad de pedirle
prestado 300 pesos para cosechar una hectárea de garbanzo que tenía yo
sembrada y ya había madurado.
Otro día mi tío me entrego el dinero diciéndome lo siguiente:
Si, para cuando vendas el producto ya no estoy aquí le das el dinero a tu tío
Fernando como en efecto sucedió.
Indumentaria del bandolero A mi tío Tino siempre lo mire con cachucha, porque él decía: “Una persona
frastera y ensombrerada luego le ponen atención, sin embargo, con cachucha
pasa desapercibido pues está más a tono con la fisonomía del sinaloense de los
valles y la costa”. En el tiempo que estuvo en el ejido, mi tío usaba zapato
minero, camisa gruesa de gabardina, chamarra y pantalón de mezclilla, ya no
traía patilla, ni bigote, como dicen que usaba cuando andaba en la sierra.
Nunca lo vi rezando, a lo mejor lo hacía cuando estaba sólo.
Cabe mencionar, comenta don Cosme, que el paisaje del ejido Las Azucenas y
en especial del campo Las Ilusiones , en ese entonces era muy diferente al de
ahora. En aquellos años, los caminos eran de terracería y la carretera, que hoy
llamamos La Cincuenta, era prácticamente una vereda; cultivábamos la tierra
con arado y mulas, nos alumbrábamos con cachimbas, pues no había luz
eléctrica, menos agua potable. En tiempo de lluvias los caminos se ponían
intransitables y el mosquero y el paludismo se dejaban sentir con agresividad. Entrevista al Sr. Cosme Pérez Sánchez, sobrino de Tino 15.02.98.
84
161
De Las ilusiones a la frontera
La Sra. Margarita Pérez Sánchez, sobrina de Tino y quien viajó con él a la
frontera en su fulgurante huida a los Estados Unidos en junio de 1958, nos
narró la historia siguiente:
En junio de1958, yo vivía con mi madre Facunda y mis hermanos, por la
carretera La Cincuenta, en el campo Las Ilusiones, cuando llegó mi tía Juanita
Lugo y su hija Luz en un automóvil Chevrolet color verde de cinco plazas
quienes venían a cumplir un favor que les había pedido mi tía Juanita Peña
quien vivía en los Estados Unidos. La ayuda era en correspondencia a una
carta que la familia de mi tío Tino que, radicaban en Costa Rica, le mandaron
para que le brindaran auxilio y lo sacaran del peligro. Diciéndome mi madre:
“Alístate porque te manda llamar tu madrina Juanita te ocupa para que la
cuides porque se encuentra enferma y viajarás con la maestra luz. Mañana
sales temprano”.
A las cuatro de la mañana del diez y seis de junio de 1958, nos subimos al
carro, apenas habíamos recorrido como 400 metros cuando la maestra Luz
dijo: “Vamos a dar vuelta aquí, para llevar un mandadito, ahorita nos vamos”,
y al instante detuvo el automóvil frente a la casita donde vivía mi primo
Fernando. Como estaba obscuro sólo vi que subió, a la parte trasera del coche,
una persona de sombrero, cubierto con una cobija a quien en lo inmediato no
reconocí, yo iba de copiloto.
Automovil modelo Chevrolet Sapo (1947). En uno de estos carros fue llevado el bandoleroTino
Nevárez hacia la frontera con Estados Unidos a mediados de 1958.
Es Tino, pendeja
Durante el viaje, aquel bulto nunca se destapó. Después de ocho horas de
camino, adelante de Caborca, Sonora, se ponchó una llanta del carro y nos
bajamos a sacar la extra pero tampoco servía. Nos llevamos la rueda al pueblo
más cercano. En el trayecto, le pregunté a la maestra ¿oiga quién es ese bulto
que viajaba con nosotros? y la repuesta fue: ¡Es Tino, pendeja!. Como yo tenía
162
conocimiento de la feroz persecución que el gobierno y el ejército traía contra
mi tío me quede helada, hasta entonces me percate del barril de pólvora en que
me encontraba.
Mentalmente recrimine a mi madre por qué sabiendo el grave peligro en que
viajaba, me mandó como quien dice, en el automóvil de la muerte.
Al regresar de parchar la llanta, se detuvo una camioneta a auxiliarnos y al ver
que las mujeres éramos las que trabajábamos espontáneamente nos
preguntaron ¿oigan, porqué no se baja a ayudarles el Sr., ese que está en el
carro?. La respuesta fue rápida: “Porque viene enfermo de pulmonía y lo llevo
urgentemente al doctor”, dijo la maestra Luz, de tal forma que ya no
preguntaron más.
Una maestra de muchas agallas
La maestra Luz, dice doña Margarita, era consciente de los riesgos que corría
al transportar a mi tío a los Estados Unidos, sabía que, si por desgracia
encontraban un retén de militares, ministeriales o municipales, estaba expuesta
a ser detenida, encarcelada, torturada e inclusive muerta, pues el gobierno
tenía suficientes argumentos para rafaguear el auto en el que viajabamos sin
dar explicaciones; sin embargo tuvo las agallas suficientes para apoyar a mi
tío Tino.
Mi tío, dice doña Margarita, iba bien rasurado y con lentes obscuros y un
sombrerito que le compraron en Culiacán para el viaje. No iba vestido de
mujer como dijeron algunos. Entrevista con la Sra. Margarita Pérez Sánchez
25.04.98.85.
163
Ruta de la fuga de Tino Nevárez hasta llegar a la frontera de los Estados Unidos.
Colaboración del Arq. David Manjarrez Sarabia.
La continuidad de la espectacular fuga del legendario bandolero se puede leer
en la entrevista que se encuentra en el anexo de la presente obra narrada por el
mismo Tino Nevárez, en el año 2000, desde algún lugar de los Estados
Unidos.
Las mujeres de Tino.
Se dice que no se puede estudiar la vida de los grandes hombres sin tomar en
cuenta a sus parejas, pues en muchas ocasiones éstas influyen en las
decisiones trascendentales que los líderes o caudillos toman sobre sucesos que
marcarán su vida para siempre.
En el caso de Tino Nevárez, estos investigadores sólo tuvieron conocimiento
de seis féminas que se relacionaron con el legendario bandolero, inclusive tres
de ellas, Ernestina (Tina) Lugo, María Luna Verdugo (hija del Sr. José Luna
del rancho El Camichín) y Francisca (Panchita) García solamente fueron
novias, el resto fueron sus esposas.
Su primer matrimonio fue con la Srita. Lorenza (La Güera) Gallardo,
originaria del rancho El tablón, sindicatura de Ajoya, municipio de San
Ignacio, Sinaloa. Posteriormente, Cristina González, con quien procreó tres
hijas y finalmente Socorro Meraz, con quien procreó cuatro hijos siendo su
última esposa.
A continuación, utilizando la prensa de la época y la escasa bibliografía que
existe al respecto, damos a conocer las vicisitudes que vivió el mineral de
164
Nuestra Señora en sus doce años de existencia, entre los años de 1953 a 1965;
periodo en que se perpetraron los asaltos a la famosa minera.
Empezamos, plasmando los nombres de los empleados de confianza, en
quienes recayó la responsabilidad de administrar la importante fuente de
trabajo tanto en sus tiempos de bonanza como en su etapa de crisis
Directivos del mineral de Nuestra Señora, en orden de importancia (1949-
1964).
L.p. Slessinger- Superintendente general
Barney Lehener- Jefe de mina
Gilberto García- Contaduría
Germán Parra- Agente Mazatlán
Arturo Maese- Superintendencia de minas
A.Kuomides- contaduría
Mariano s. Echeverría- Ensayador
Charles Cibray- Jefe de mecánicos
C. Buterfield- Electricidad
G. W. Pickard - Geólogo
Saverio Davia jefe de minas
M. Aimes- jefe de minas
Jhony Clark - Electricidad
MC. Clain - jefe de patio
Nicolás Sarabia - Electricidad
Esteban Garza- Mecánico
Juan Samaniego - Hospital
Juventino Ocaña - Hospital
Carlos Macías - Ing. Responsable de minas
Ricardo Torres - Responsables de minas
Alfredo Arguelles – Superintendente
Eduardo Arayo - Ayudante Ing. Minas
Manuel Robles - Topografo de minas
Arturo Gómez - Ayudante ensayador
Alejo Amaral - Responsable de transporte
Leopoldo E. Maldonado - Topógrafo de mina
Paulino Corrales – Chofer de mina
Enrique chico - Ing. Responsable de minas
Juan Gutiérrez - Ayudante mecánico
Rafael Rangel – Superintendente
Quintín Padilla - Jefe de veladores
Ernesto Castillo – Contaduría
Ernesto Burgueño – Contaduría
165
Carlos Macías - Ing. Responsable de minas
Arturo Padilla - Mantequero
A continuación la relación de choferes del transporte de concentrado.
Ángel Narciso Zazueta
Faustino Pérez
Fidencio Félix
Gonzalo Padilla
Jesús Aguilar
Jesús Padilla
Jorge Félix
Manuel Lomelí.
Manuel Pérez
Rafael Lizárraga
Raúl Pérez
Ramiro Padilla
Léase Quintín Aristiri Beltrán Sánchez, Cosalá: En el Contexto de la Historia
Regional p.105.86
Viviendas para la clase trabajadora del mineral de Nuestra Señora, colonia conocida como La Seca,
60 casas en total (1953).
166
Mientras tanto la especulación sobre el cierre del mineral de Nuestra
Señora corría de boca en boca entre las comunidades de la sierra.
Léase la nota del periódico El Sol de Sinaloa, del 6 de agosto de
1958.
Probable clausura del mineral de Nuestra Señora.
Está por clausurar sus actividades La American Smelthing And Refining
Company (ASARCO), Unidad Nuestra Señora. Por lo pronto cerca de cien
trabajadores han quedado sin trabajo y también los que eran parte del personal
técnico. Los camiones que habían estado transportando los concentrados de
metales a los centros ferroviarios suspendieron casi totalmente sus viajes; esta
situación ha provocado más de un desosiego en la región de Cosalá, que
resultaba ampliamente beneficiada con la explotación minera de la
(ASARCO), ya que además de dar ocupación a más de un centenar de
trabajadores había promovido y llevado a cabo la construcción de caminos
principalmente del camino de Nuestra Señora y carretera internacional que
actualmente se encuentra en pésimas condiciones por las lluvias amenazando
con incomunicar a Cosalá y demás rancherías del municipio. El mineral de
Nuestra Señora había estado trabajando en la construcción de casas para su
personal e instalaciones de su maquinaria a partir de 1950, pero la grave
situación provocada por el alza arancelaria impuesta por el gobierno de los
E.U. en el plomo y zinc mexicanos, así como de otros metales, han restringido
los planes, de tal manera que finalmente acordó suspenderlo en una alta
proporción. Otra de las causas que se señalan para justificar la situación de la
ASARCO, es el hecho de que las reservas no eran lo suficientemente fuertes
como al principio se creyó, lo que ha provocado rendimientos cada vez más
bajos. En la región de Cosalá esto ha provocado una situación cada vez más
difícil ya que esta fuente de trabajo proporcionaba sustento a centenares de
familias, que en la crisis ha tenido que migrar a otras tierras obligada por las
circunstancias de que hasta la agricultura se desenvuelve en precarias
condiciones. Cosalá ha atravesado por situaciones parecidas pero la actual se
considera que esta puede ser definitiva ya que esta ocasión no están en
explotación otros minerales como: Guadalupe de los Reyes, La Cruzolia, La
Chiripa, y otras que habían ocupado a la población cesante. Por lo pronto la
situación se muestra crítica para 300 trabajadores que están en vísperas de
quedar suspendidos agravando el problema que de por sí ya es serio sin
posibilidades de solución alguna.
Tanto el comercio de Cosalá como otras actividades han mostrado los efectos
provocado por el cierre de Nuestra Señora, mismo que también se ha reflejado
167
en las contribuciones municipales que han descendido notablemente en
detrimento de las modestas obras que emprendía por su cuenta el
Ayuntamiento. El Sol de Sinaloa,p.2 06.08.5883
.
Dos días después de la información anterior el Sr. Schilissenger,
Superintendente del mineral a través del mismo periódico daba a conocer la
siguiente nota aclaratoria.
Que no cierra la empresa
Con el fin de aclarar una información sobre el mineral de Nuestra Señora ayer
recibimos un telegrama del Sr. Superintende del mineral de Nuestra Señora
quien señala que las actividades de esa empresa continúan al mismo ritmo de
trabajo y que por el momento no hay ninguna intención de disminuir sus
actividades; agrega que, los camiones que hacen el transporte de la producción
trabajan normalmente en el camino de Cosalá, carretera Internacional, mismo
que se encuentra en perfectas condiciones a pesar de las fuertes lluvias,
solicitan la publicación de estos datos para el conocimiento del público El Sol
de Sinaloa,08.08.5888
.
Vuelven a merodear los Tinos.
Mientras las especulaciones sobre la situación del mineral corrían de boca en
boca, la prensa de la época continuaba informando sobre la existencia de
gavillas en la sierra dirigidas por Tino Nevárez, en supuesta actitud de
venganza.
El Sol de Sinaloa, 8 de agosto de 1958.
Nuevamente vuelven a ocupar la atención pública los permanentes rumores
que proceden del poblado de Cosalá en el sentido de que por el rumbo de
Santa Anna, se han visto gavillas de individuos con actitud sospechosa lo que
ha ocasionado que las autoridades digan que de un momento a otro se realicen
actos de bandolerismo iguales o peores a los que hubo el año próximo pasado.
Hasta el momento no se sabe quiénes son esas partidas pero se ha asegurado
que se trata del célebre bandolero Tino Nevárez. Algunas de las personas
tienen conocimiento de los acontecimientos, pero no han dado parte a las
autoridades civiles y militares porque van a ser objeto de represalias, pues se
cree que algunas bandas están formadas por miembros de familias que
murieron en las incursiones que hicieron los soldados el año pasado y que
ahora vienen en busca de venganza. El Sol de Sinaloa,p.3, 09.08.5889
.
168
Desapareció la banda de Tino
Unos cuantos años después de la desaparición de la sierra del famoso
bandolero, los miembros de su banda fueron cayendo uno a uno, en manos de
la justicia. A continuación damos a conocer los casos que la prensa de la
época registró conforme el gobierno fue atrapando a cada uno de dichos
delincuentes, aclarando que, probablemente algunos de los que fueron
presentados a los medios hayan sido víctimas inocentes de la persecución que
el gobierno federal desató contra el legendario bandolero. Empezamos con la
información que manejó el periódico El Diario de Culiacán a saber:
El Diario de Culiacán 22 de enero de 1958
Capturados tres feroces asaltantes que andaban con Tino. Fuerzas
federales que operan en el estado de Durango lograron atrapar tres.
Tres individuos que han sido señalados como coparticipes en más de uno de
los asaltos que en su meteórica carrera de delitos perpetrados contra minerales
de Cosalá y quien conquistara triste fama Florentino Tino Nevárez, fueron
detenidos el día de ayer. Los nombres de estos facinerosos son: Reginaldo
Yañez Sánchez, Teófilo Rodríguez y Clemente Sánchez de 20 años de edad y
Salvador Reséndiz originario del poblado, Las Joyas, municipio de San
Miguel, del estado de Durango, quien dijo que fue aprehendido en el poblado
La Quebrada del mismo municipio la noche del 27 de diciembre del año
pasado junto con su amigo Reginaldo Sánchez de diez y ocho años de edad
originario del rancho El Cabezón del municipio de San Miguel. En su
aprensión, externaron los delincuentes, intervinieron fuerzas judiciales y
federales cuando estaban descansando después de haber asistido a la velada de
un Santo Niño de Atocha. Luego fueron torturados para arrancarles
confesiones donde se declaran como miembros de la banda tenebrosa formada
por Tino Nevárez, después fueron trasladados a la capital de Durango, y luego
a Sinaloa. Teófilo Rodríguez es el más joven pues apenas es un niño con
catorce años de edad y no sabe dónde será preso en caso que se le declare
culpable. Quien dice que, él fue detenido en el rancho El Solacre, municipio
de Canatlán, Durango, quien asegura que jamás conoció a Tino Nevárez de
quien sólo llegaron a su rancho noticias de su existencia de donde fue llevado
a San Miguel de ahí a Durango, luego a Mazatlán, donde conoció a sus
compañeros de infortunio para posteriormente fue trasladado a Culiacán.
Los detenidos fueron traídos del estado de Durango para ser entregados a la
Procuraduría de Justicia del estado de Sinaloa. Dijeron que en temporadas de
lluvias siembran maicito y en secas se dedican a cortar madera para los
aserraderos del lugar. El Diario de Culiacán,p.6, 22.01.5890
169
Tres campesinos de los altos de Sinaloa fueron detenidos y encarcelados en la carcel de Culiacán al
ser acusados de ser miembros de la banda de Tino Nevárez (Enero de 1958).
La prensa continuaba informando sobre detenciones de presuntos miembros
de la banda de Tino.
El Diario de Culiacán, viernes 17 de abril de 1959.
Otro lugarteniente de Tino Nevárez es detenido. Fue puesto a buen
recaudo en Santiago Papasquiaro y trasladado a Culiacán.
Uno de los últimos lugartenientes del tristemente célebre Tino Nevárez,
Gregorio Reyes Zepeda, fue aprehendido el pasado día ocho de este mes, en el
poblado de Santiago Papasquiaro. Este malhechor al que se le ha comprobado
haber participado en los diversos asaltos que ha sufrido la minera Nuestra
Señora en Cosalá, propiedad de la (ASARCO), participó también en el asalto
y muerte del capitán de infantería Anselmo Zermeño Durán, y Alejo Amaral
Falcón, y los soldados Alberto Limón, Luis Ibarra Moreno, Florencio
Gonzáles Olvera, Alejandro Escobar Cruz, hechos por los cuales será
procesado en esta capital, ya que se considera que si se le confina en la cárcel
de Cosalá, existe el peligro de que se fugue, pues ahí no existe ninguna
seguridad para reos peligrosos como está catalogado el ahora detenido; la
Procuraduría de Justicia al tener conocimiento de la detención del reo, solicitó
del vecino estado su extradición por lo que sólo se espera el aviso de que
aquellas autoridades y elementos de confianza de la policía judicial se
trasladen a Santiago Papasquiaro para trasladar al reo y depositarlo en la
penitenciaría de esta capital; en donde quedará a disposición del juez segundo
de lo penal. El Diario…17.04.5991
.
Continuaban las detenciones y la prensa seguía informando a la sociedad
sobre los prisioneros.
El Diario de Culiacán, sábado 18 de abril de 1959
170
Uno más de la banda de Tino Nevárez es trasladado a esta capital.
Responderá por su participación y asalto al mineral de Nuestra Señora.
El policía judicial del Estado Alberto Camacho Lozano, y el agente de la
misma corporación David Medina Jacobo Efectuaron el traslado del peligroso
reo, a quien se señala como cómplice del tristemente célebre bandolero
Fortino(sic) Tino Nevárez, sobre quien pesa una serie de acusaciones por los
delitos de asalto, robo, homicidio y lesiones.
Las autoridades tienen la certeza de que Reyes Zepeda era lugarteniente de
Anastacio Molina (sic), brazo derecho de Tino Nevárez y que participó en el
asalto a la conducta del Mineral de Nuestra Señora; asalto que produjo una
utilidad superior a los 50 mil pesos y dejó como saldo sangriento los
cadáveres del capitán del 16vo regimiento de infantería Anselmo Zermeño
Durán, y los soldados Alberto López Limón, Jesús Ibarra Moreno y Francisco
Gonzáles Cruz quedando como único sobreviviente de la tragedia el soldado
Alejandro Escobar Cruz quien también resultó lesionado.
Así se ha venido cerrando una página de la historia de Sinaloa gracias a la
actividad desplegada por el Gral. Jesús Árias Sánches, el pacificador del sur,
quien desencadenó una persecución hasta desbaratar al grupo de bandoleros
que asolaban la región con constantes asaltos, robos y asesinatos, quienes
tenían en jaque a los vecinos de Cosalá y San Ignacio Sentando sus reales en
los límites de Sinaloa y Durango desde donde enviaban recados a los vecinos
acomodados de la región, exigiendo fuertes sumas de dinero. El Diario…
18.04.5992
Por su parte El Sol de Sinaloa de junio de 1960, tres años después, de la fuga
de Tino informaba lo siguiente:
Cómplices de Tino Nevárez cayeron en manos de la justicia.
Niegan culpabilidad pero serán castigados.
Después de andar prófugos tres años, desde que participaron en la alianza de
los peores y más grandes delincuentes del estado de Durango, Chihuahua y
Sinaloa, los oficiales de procuraduría del Estado lograron llevar a cabo la
detención de Antonio García y su hijo Ismael de 24 años de edad, quienes
tomaron parte activa en la emboscada preparada contra elementos del 16vo.
Regimiento, ejecutado el día tres de octubre de 1957, en la Cuesta de los
Braceros perteneciente al municipio de Cosalá. Al presentarse las autoridades
en el campo agrícola El Quince, Antonio Salió creyendo que era su patrón
Miguel Sánchez, mientras que su hijo Ismael dejó el riego que tenía a su
cuidado pensando que se trataba de la misma persona, siendo capturados los
dos acusados para ser trasladados a los separos de la judicial.
171
Sr. Antonio García y su hijo Ismael, fueron detenidos en un campo agricola de Costa Rica, Sinaloa,
acusados de ser miembros de la banda de Tino Nevárez (junio de 1960).
El más joven de los detenidos tenía en su poder un rifle 22, que después de
recogido fue reconocido como propiedad del bombero del mineral de Nuestra
Señora, que fue muerto en el segundo asalto cometido por Tino Nevárez
siendo a raíz de lo anterior que empezó su relato diciendo que, su padre no
había tenido ninguna participación en la relación a los hechos. En cuanto al
arma que le decomisaron no conocía su procedencia ya que, uno de los
maleantes se la había regalado. Agregó que, día antes de los hechos en que
perdieron la vida el capitán Anselmo Zermeño Durán y los soldados: Alberto
López Limón, Jesús Ibarra Moreno, Florencio González Olvera y Alejandro
Escobar Cruz, viajaban a pie, del poblado de San José rumbo a La Seca,
cuando fue encontrado por una gavilla de maleantes los que lo invitaron a
formar parte de su grupo negándose a ello lo que motivó que lo amenazaran
de muerte y, como distinguiera entre ellos a Tacho Murillo, el más asesino de
cuantos a conocido, optó por aceptar la invitación habiéndosele armado con el
rifle que le robaron al cadáver del bombero.
Durante unos días permanecieron en las lomas, cerca del camino por donde
tendría que pasar el vehículo con la raya para los trabajadores del mineral
pero, en todo ese tiempo aunque escuchó hablar de Tino Nevárez no lo
conoció ya que, la banda se había dividido en dos grupos, uno que,
permaneció en la parte baja y otro en los altos. Así, lo asegura al decir que,
cuando escuchó los primeros disparos en la emboscada mientras que algunos
172
corrían hacia el lugar de los hechos él, emprendió la carrera hacia otro lado
encontrando en su camino unas personas a las que les recomendó que si
preguntaban por él respondieran que había huido. Algunos meses después,
decidió venirse a Costa Rica, en donde se dedicó a los trabajos de agricultura
en compañía de su padre y hace como siete meses que está en el
en el campo agrícola El Quince que fue donde lo detuvo la policía judicial.
En sus comentarios dijo que, luego que logró escapar de la vigilancia de los
malhechores pensó entregarse a las autoridades, con el fin que se le investigara
y se exonerara de cualquier delito ya que en su intervención involuntaria no le
causó mal a nadie sólo esperaba una oportunidad para llevar a cabo sus
intenciones. Cuando se inició la persecución contra Tino Nevárez por parte del
ejército tuvo conocimiento que estaban deteniendo a cuanto sospechoso se
encontraban por los caminos a los cuales les dieron muerte a pesar de ser
inocentes. Mencionó que uno de los ejecutados fue el joven Basilio Serrano,
quien fue asesinado a pesar que nunca se le conoció como maleante pues era
un tonto de nacimiento, no tenía inteligencia ni para hacer un mandado.
Siendo esta la causa que lo hizo arrepentirse de entregarse a las autoridades.
Aunque dice que, no conoció a muchos de los asaltantes tuvo conocimiento
que entre ellos se encontraban lo más granado de la delincuencia de los tres
estados mencionados dedicados al robo, asalto y asesinato contándose entre
ellos, Tino Nevárez, Tacho Murillo, asesino sin escrúpulos y brazo derecho
del anterior, Eleodoro Lomas, Agustín Ayón, muertos estos dos últimos, así
como Cruz Molina, también ejecutado y un tal Flores quien se encuentra
purgando sentencia en Chihuahua. El Sol de Sinaloa, núm.937, p.5, 18.06.6093
.
Los juicios contra los supuestos miembros de la banda de Tino seguirán
dándose en los tribunales. Terminaba informando el reportero. El Sol de Sinaloa, 20 de enero de 1961.
Confirman prisión para un gavillero.
El Supremo Tribunal de Justicia confirmó el auto de formal prisión en contra
de Gregorio Reyes Sepúlveda, presunto responsable del delito de robo a la
compañía minera de Nuestra Señora y del homicidio en las personas del
Capitán Segundo Anselmo Zermeño Durán, Alejo Amaral, los soldados
Alberto López Limón, Jesús Ibarra y lesiones a los también soldados
Florencio González Olvera y Carlos Escobar Cruz. Reyes perteneció a la
gavilla de Tino Nevárez, pero después de este asalto se desintegró la banda
debido a la enconada persecución de fueron objeto por parte de las autoridades
militares viniéndose este hacia las costas del valle de Culiacán, en donde fue
aprehendido hace aproximadamente dos meses y puesto en manos de la
justicia. Sin embargo a él lo mandaron a cumplir su pena al municipio de
Cosalá. El Sol de Sinaloa, 20.01.6194
.
173
Mientras en la sierra se seguía especulando sobre la presencia de Tino
Nevárez y su grupo de alzados, en la costa se entregaba a la justicia uno de los
más feroces pistoleros de la época de Los del Monte , miembro de la banda del
temible Gitano y retado en varias ocasiones por Tino Nevárez a batirse en un
duelo a muerte. La decisión de José El Güerillo Salcido de entregarse al
gobierno federal, fue comentada por la prensa de la época de la manera
siguiente:
El Sol de Sinaloa, 29 de enero de 1961.
Mitad realidad, mitad leyenda: se entregó José, El Güerillo Salcido
decidió acabar con sus correrías para someterse a la justicia.
Por Abraham García Ibarra.
“Muy atentamente me dirijo a usted para solicitarle quiera hacerme el favor de
solicitar mi sumisión al gobierno pues deseo acogerme a los derechos que
como ciudadano me otorga la constitución de la República y se me den
garantías a mi persona, en mis intereses y en el de mis familiares, en la
inteligencia que estaré pronto a servir al supremo gobierno y presentarme
cuantas veces sea solicitado tengo fe en la ecuanimidad de nuestro gobierno”
Fue en estos términos y dictados por otra persona y manuscrito por una diestra
ajena que José, El Güerillo Salcido, firmó su renuncia a una vida azarosa y de
persecución que lo trajo a salto de mata durante más de veinte años, desde las
premisas de su militancia entre la gente del monte allá en el sur, al mando de
Rodolfo Valdés, El Gitano, y Manuel Sandoval, El Culichi.
Cuando el sur de Sinaloa vivía en plena turbulencia hasta los primeros meses
del año pasado, en que era perseguido por las tropas federales como autor de
tropelías que tenían inquietas a la comarca sureña, fue en estos términos en
que se escribió la carta firmada por El Güerillo Salcido el quince de diciembre
de 1960, dirigida al Comandante de la Novena Zona Militar Gral. de División
Leandro Sánchez Salazar y llegada a Culiacán el 22 de diciembre del mismo
año, procedente de la Noria. Ante la necesidad de una paz que no tuvo durante
58 años y con una pierna rota, quien sabe cuándo y dónde El Güerillo Salcido
decidió interrumpir una vida mitad realidad mitad leyenda, para según se dice,
ser un ciudadano más en la Noria, municipio de Mazatlán, Sinaloa. Cerca de
La Palma su cuna fatigado por la desesperación de verse siempre en la mira de
los mausers o también llamados cerrojos de seis tiros del ejército que desde el
siete de junio del año pasado, había reanudado su persecución por crímenes
que en el sur de Sinaloa se le atribuyeron. A raíz de la carta enviada por
Salcido ya lejos de aquellos días de intrepidez y huida con El Gitano, ahora en
la penitenciaría del Distrito Federal y El Culichi convertido en polvo, se
procedió a investigar la autenticidad del manuscrito; se valió la Comandancia
174
de otro bandolero pacificado de nombre Irineo Martínez El Tentaduras, como
conducto para verificar las intenciones del Güerillo y se tuvo informes que
estas eran autenticas se iniciaron las negociaciones por conducto del
expresidente municipal de Mazatlán Amado S. Guzmán, del síndico de la
Noria, Fernando Ibarra Martínez y de Benigno Osuna; hubo confianza de la
autoridad y así surgieron las platicas indirectas y el martes de la semana
pasada allá en la Noria, donde siempre vivió el perseguido. Después de que
clementina su esposa le pasó el recado que lo buscaban los militares El
Güerillo procedió a la entrevista directa siendo en la tienda propiedad de
Daniel Osuna Osuna donde se presentó el hombre.
Llegó con su vestimenta de ranchero sus pasos enhuarachados y disparejos
con la pierna balaceada con su cara güera semicubierta con lentes obscuros se
presentó dispuesto a entregarse. Sereno saludo al Gral. Sánchez Salazar hubo
la plática y el acuerdo, ahí se comprometió El Güerillo a portarse bien.
Ofreció ser hombre de paz y de servir en algo a las autoridades, ahí quedó en
La Noria de los Osuna, apaciguado y dispuesto ha someterse al orden legal.
Parece que el razonamiento fue el más cuerdo, después de todo, bien pudo
quedar acribillado en cualquier monte y en el epitafio común: murió en
combate, después de todo no iba ha ser un héroe, más puede hacer dentro de la
justicia. El sur de Sinaloa recupera buen terreno de la quietud que desde los
aciagos cuarenta está esperando. Y si Salcido cometió muchos crímenes, no
cargará con otros, que sin cometerlos, le fueron acreditados, por ser el más
visible responsable. De todas maneras no hay una expediente judicial que lo
someta a juicio ante las autoridades, no hay una acusación formal categórica
en su contra; a ver que resulta en lo sucesivo. La presidencia de la República
aprobó que el jefe del Estado mayor presidencial a través del Gral. José
Gómez Huerta aceptó la sumisión del aguerrido Salcido y ordenó que se le
ofrecieran las garantías constitucionales, esto se hizo considerando que en la
actualidad no hay rebeldía armada contra el régimen, pues ciertamente al
Güerillo por su ayuntamiento con tipos como El Gitano al cual si se le
consideró rebelde, por el asesinato del Gobernador Rodolfo T. Loaiza en su
carta enviada a la comandancia militar se sentía prófugo, como enemigo del
gobierno como simple facineroso que la gente dio en llamarle. El Sol de
Sinaloa, núm.1498,p.3, 29.01.6195
.
Agregado de los autores. Años después de los hechos arriba narrados por la
prensa de la época El Güerillo fue asesinado a balazos en las puertas de su
propio domicilio en la ciudad de Mazatlán, Sinaloa, así termino su vida uno
más del grupo de Los del Monte a quien en su momento se le señaló como uno
de los asesinos del Coronel Rodolfo T. Loiza.
175
En el mismo rotativo y con la misma fecha apareció la siguiente nota
relacionada con la detención de uno más de los miembros de la banda de Tino,
la cual realizaba el siguiente comentario.
Después de cuatro años lo detuvieron.
Ayer en la mañana cayó en manos de la justicia de la policía judicial el
maleante Juan Francisco Yáñez, cuando se encontraba en un campo agrícola
cerca de Costa Rica. Conducido a esta ciudad para ponerlo en manos de las
autoridades competentes y responder a los cargos de complicidad, robos,
asaltos y homicidios cometidos por la banda de Tino Nevárez, a la que
perteneció. Con este acusado en escasamente un año son tres los cómplices del
grupo de Tino Nevárez que caen en manos de la justicia contándose entre ellos
el temible bandolero y asesino Tacho Murillo y como este se espera que
Yáñez niegue su participación en los últimos tres asaltos que cometió la
pandilla, en la que perdieron la vida un velador del mineral, el capitán
Zermeño y cuatro soldados, tal parece que para el detenido no hay salida
posible, será procesado por los delitos antes mencionados ya que existen
declaraciones en su contra desde mucho antes de ser localizados las que
fueron proporcionadas por los primeros detenidos por las mismas causas. El
Sol de Sinaloa, p.2, 30.01.6196
. ¿Quiénes fueron los miembros de la banda de Tino?
Bajo la deplorables condiciones de hambre, miseria, represión y muerte en
que vivieron las familias de la sierra en los años 50s, no le fue difícil a Tino
Nevárez reunir un numeroso grupo de hombres fieles a su causa social,
temerarios a más no poder, pues en cada asalto, camino, rancho o situación
se jugaban la vida igual que el jefe.
Para los autores no fue fácil reunir los nombres de los integrantes de la
banda, sin embargo, investigando en rancherías de Cosalá, en Costa Rica,
Sinaloa, donde por cierto, vive mucha gente de la sierra, así como en los
periódicos de la época, logramos rescatar nombres que aquí presentamos.
Aclarando que probablemente no sean los únicos pues la banda sufrió
mutaciones por lo que probablemente faltarán algunos:
Anastasio y Efren Murillo González, quienes en tiempo de paz eran músicos
de oficio; con el correr de los años, al primero se le conoció, como, El
pistolero de Tino. También formaron parte de la banda: Pedro, Juan y
Armando Nevárez; Remedios y Dolores López Peña; Avelino Peña Sánchez;
Jesús y Atanasio Manríquez; Fructuoso, Tomás, Felipe, Domingo,Pedro y
Efrén Ayón, Abraham Muñoz y Pablo (Pablito) Landeros, conocido como El
Águila Negra originario de la Estancia, Cosalá, todos ellos labradores de
tierra, y en más de una ocasión, trabajadores en el mineral de Tayoltita,
176
Durango; Contraestaca , Nuestra Señora, La Candelaria y Guadalupe de los
Reyes en el estado de Sinaloa.
Zona de influencia y bases de apoyo de Tino Nevárez
El grupo que capitaneaba el famoso bandido nunca fue muy grande, sin
embargo, cobró fama por lo espectacular de sus asaltos, los enfrentamientos
con el gobierno, el destino que le daba al botín obtenido en sus atracos y la
aparición del corrido denominado Tino Nevárez, al filo de los años 60s.
En las comunidades rurales que a continuación se mencionan Nevárez
reclutaba a su gente y tenía sus principales bases de apoyo, principalmente
informantes y espías, así como gente que lo informaba cuando era necesario.
Dichas rancherías se ubicaban principalmente en los municipios de San
Ignacio, Sinaloa, y Cosalá, entre ellas La Estancia, Los Braceros, La Seca,
Sinaloa, Santa Anna, El Verano, Cocolmeca, El Higueral, Las Milpas, San
Antonio, Río de Los Barragan, El Pino Alto, La Huerta, El Tominil, El
Cabuche, El Zapote, Los Cuates, El Caballo de Abajo y el de Arriba, El
Chilar, Metatitos, La Cienega, El Zauce, El Amargoso, Ajoya, La Cruz de
Ajoya, Santa Apolonia y por último, Los Arrayanes, Durango.
Más al sur: Las Aguamitas, El Bayus, Santa Anna, Tayoltita, León, Cananea,
El Higueral, San Antonio, Las Playitas La Tasajera, El Capule, La Cruzoila,
Rancho Viejo, Arrollo Seco, La Higuera Hueca, La Higuera Larga y
Guadalupe de Los Reyes, entre otras.
Sobre estas comunidades Florentino Nevárez derramó la mayor parte del
dinero fruto de sus asaltos a las minas de la región, pues en los años 50s estas
comunidades se encontraban en el más completo abandono: desempleo,
hambre, miseria y muerte cobijaban a la Sierra Madre Occidental, los únicos
sitios donde había dinero contante y sonante era en los minerales del estado de
Durango y Cosalá y sobre estos cayó la justicia del bandolero.
177
Localización e influencia de comunidades que señoreó Tino Nevárez en su etapa de
bandolero (1953.1957). Colaboración del Arq. David Manjarrez Sarabia.
178
Surge el corrido
En 1962, además de su leyenda, surge el famoso corrido denominado Tino
Nevárez, cantado por el grupo norteño Los Broncos de Reynosa, de Paulino
Vargas, el cual decía lo siguiente.
Voy a cantar un corrido,
De un hombre que fue minero
Lo corrieron del trabajo
Le robaron su dinero
Por no pagarle tres meses
Lo criminaron ratero
Ese fue Tino Nevárez
El famoso barretero.
Mineral de Tayoltita
Del estado de Durango,
Tino conquisto a su gente
Y se pagó por su mano
Porque él había prometido
Que le pagarían muy caro
Que respetaran las leyes
Que el trabajo era sagrado.
En un asalto a la mina
Tino Nevárez robaba,
Cuando llegaron las fuerzas
Del general Jesús Árias,
Diciendo que se rindiera
Porque sino lo mataban
Que la orden venía del centro
Para que lo fusilaran
Tino Nevárez contesta
Pues yo no soy tu cordero
Tu apaciguaste al Culichi,
Le diste muerte a Gastélum,
Llevaste preso al Gitano que
Era mi fiel compañero,
Conmigo te das balazos
Antes de ser prisionero.
Se agarraron a balazos
La metralla funcionaba,
Tino contestaba el fuego
179
Con pura Thomson y escuadra
Se burlaba de la gente
Del general Jesús Árías.
Minas de Nuestra Señora,
Cosalá y otros lugares,
Donde quedaron los hechos
De Florentino Nevárez,
Dónde quedaron
Tirados rebeldes y federales,
Tino escapó por la sierra
En compañía de un compadre.
La historia también es cantada.
Grupo norteño Los Broncos de Reynosa, hicieron famoso el corrido de Tino Nevárez, al grado de
cantarlo al presidente Adolfo López Mateos en 1963, quien solicitó la melodía en una rumbosa
fiesta en Palacio Nacional.
Cabe destacar que en entrevista concedida a los autores por el antiguo
bandolero este menciona que algunas de las cosas que habla el corrido no
180
fueron ciertas pero que entiende que, el autor, probablemente las compuso
para que la letra rimara y por ello las acepta. (Léase anexo)
Cuco Nápoles
Los autores en su investigación, no encontraron cómo autor del corrido al Sr.
Cuco Napoles, por lo cual presentan dudas sobre la autoría del famoso
corrido, las razones son las siguientes:
Primero, después de una minuciosa búsqueda por diferentes fuentes de
información no se encontraron pruebas que demuestren que el Sr. Cuco
Nápoles, haya incursionado en el género del corrido mexicano. Segundo,
después de investigar con varios grupos musicales de género ranchero, la vida
de Cuco Nápoles, ninguno recuerda el nombre de dicho personaje, cuando
menos en el ramo del corrido y, tercero, Cuco Napoles sólo aparece como
compositor en el género romántico, donde por cierto tiene varias melodías.
Ezequiel Peña, probable compositor Ezequiel peña fue un conocido trovador, originario del mineral de Topia,
Durango, donde nació en el año de 1939. A pesar de no asistir a la escuela, las
primeras letras las aprendió de grande, suficiente para pergeñar sus versos y
sus composiciones.
Siendo casi un niño Ezequiel empezó a viajar con los arrieros de la sierra,
trabajando como caponero; es decir arriaba la yegua del cencerro, a la cual
siguen la recua de mulas por los cordones de la sierra. Esto le permitió a
Ezequiel conocer los principales minerales de la región: Tayoltita, Cosalá,
Guadalupe, entre otros, así como ser reconocido por la mayor parte de las
gentes de dichas comunidades.
Según los Sres. Ventura y Guillermo Herrera, arrieros de oficio, Ezequiel
nació en la comunidad de Los Cuates, comisaría de Santa Anna, Durango. Era
de estatura normal, robusto, tez blanca, ojos claros, usaba huaraches de tres
puntadas, pantalón de manta y camisa de la misma tela amarradas las puntas a
la altura del ombligo y un sombrero de palma que no se quitaba ni para ir al
monte. Tenía por costumbre, año con año bajar a Cosalá, donde era el
atractivo de chicos y grandes por su cualidad de decir versos, adivinar el
futuro de la lluvia, tan importante para los campesinos, imitaba con unos
cuernos de vaca, el rugido del león, del tigre, los bramidos del toro, del chivo,
reproducía el silbido del tren, lloraba como niño, pero sobretodo, destacaba
por su gran capacidad para hacer versos espontáneos, al aire como luego se
dice, versificaba pues.
181
Cuando Peña aparecía por Cosalá, niños, jóvenes y adultos lo rodeaban
solicitando sus servicios por unos cuantos centavos y él, muy contento los
complacía.
Cabe recordar que en aquellos tiempos en Cosalá, no existía televisión ni
tantas diversiones como ahora, por lo que este juglar fue todo un artista para
su época (qepd).
Detenido por el ejército.
Los hermanos Herrera narraron a estos investigadores que en una ocasión los
soldados buscando a Nevárez encontraron a Ezequiel cerca del poblado La
Seca y un oficial se le ocurrió revisarle los cuernos y el morral que
comúnmente cargaba cuál fue su sorpresa que estos estaban llenos de parque.
Los federales, admiradores de Ezequiel, pues con sus versos los hacía reír, lo
dejaron en libertad, no sin antes advertirle que si lo volvían a agarrar con
municiones, lo iban a mandar derechito a la ciudad de México. Entrevista con
Ventura y Guillermo Herrera 08.02.9997
.
Los autores de este libro consideramos que el verdadero compositor del
corrido titulado Tino Nevárez fue Ezequiel Peña, nuestra apreciación se basa
en lo siguiente:
Cuando en octubre de 1957, apareció, por vez primera, en el periódico El Sol
de Sinaloa la fotografía de Tino Nevárez, se presentó ante el director del
rotativo Ezequiel Peña, un joven ,en aquel entonces, contaba con
escasamente diez y ocho años de edad, solicitando la reproducción de un
corrido que había compuesto sobre Tino Nevárez, obviamente, por lo caliente
de la situación, se le negó el apoyo, sin embargo, lo anterior fue consignado
por el reportero Enrique Navarro, quien dejó constancia sobre la visita que El
imitador de animales, sobrenombre con el cual se conoció a Ezequiel Peña, en
los altos de Cosalá, realizó a dicho periódico.
Independientemente del anterior suceso, los autores encontramos que Ezequiel
tenía facilidades para componer versos y probablemente corridos, y si no,
leamos lo siguientes anécdotas contadas por el Prof. Aristiri Q. Beltrán
Sánchez:
En Cosalá es muy conocida, dice nuestro informante, la anécdota del Dr.
Ángel Parra, Cornelio Bracamontes, cartero del pueblo y, El Tatos. Cierta
ocasión, estos personajes, se encontraban sentados en una banca de la plazuela
de Cosalá, cuando pasó cerca de ellos Ezequiel, por lo que El Tatos y
Cornelio le dijeron al Dr. Parra: “Dr. tírele un pedo a Ezequiel”. El Dr. Que
tenía esa facilidad le aventó el primer pedo, Ezequiel no hizo caso, siguió
caminando, como si nada hubiera pasado. El Dr. insiste y le tira otro pedo,
Ezequiel continúa caminando pero se da cuenta de qué personas se trata. Al
182
tercer pedo, Ezequiel se detiene y dirigiéndose a los tres, de inmediato les
compuso un verso y les dijo: “Por las barbas del Rey de oros, por una ermita
sagrada, por los pedos que yo escucho está muy cerca la ca…da”. Soltaron la
carcajada los vagos aquellos, termina diciendo el profesor Aristiri. Entrevista
prof. Quintín Aristiris Beltrán 27.11.9898
.
Profesor Aristiri Beltrán, escuchó las anecdotas de Ezequiel Peña, el reconocido juglar de los altos
de Cosalá. (2000). Segundo verso
En una ocasión las señoritas Peñuelas, Petra y Rosario, conocidas maestras de
Cosalá, encontraron a Ezequiel a la entrada del pueblo, pasando el arroyo, de
inmediato le pidieron les dijera un verso, a lo cual Ezequiel contesto:
“señoritas, señoritas, ahorita no puedo, estoy muy ocupado, voy arroyo arriba
a hacer del excusado”, soltaron la riza las profesoras yéndose muy contentas
a su trabajo narró nuestro informante.
Tercer verso
El tercer verso de nuestro personaje fue contado a los autores por la señora
Socorro Peña, pariente cercana de Ezequiel, quien nos narró la siguiente
anecdota:
Caminando por las calles del centro de Cosalá, en cierta ocasión una amiga y
yo, nos encontramos a Ezequiel, de inmediato le dijimos: “Ezequiel, Ezequiel
dinos un verso, ándale, dinos un verso, mi primo con mucha parsimonia, nos
contesto: “De las dos juego una sota, como una es mi pariente mejor se lo
hecho a la otra”. Sra. Socorro Peña, ibid99
.
183
Como puede observarse este extraordinario trovador tenía grandes cualidades
de compositor de versos y corridos y aunque no registró ninguno por sus
limitadas condiciones que vivió en la sierra no descartamos que el famoso
corrido de Tino Nevárez, haya sido de su autoría. Nuestra afirmación se
mantendrá hasta que no aparezca otra investigación que demuestre lo
contrario.
Vuelve Tino Nevares (segundo corrido).
Pocos personajes de nuestra historia tienen el honor que se les haya
compuesto dos o más corridos, uno de estos casos fue precisamente Tino
Nevárez, héroe para algunos, villano para otros, lo cierto es que los corridos
ayudaron en mucho a conocer la existencia y la azarosa vida de este personaje,
vayamos a conocer las letras del segundo corrido denominado Vuelve Tino
Nevárez.
Ya volvió Tino Nevárez
Otra vez a la montaña,
Ya se reunió con la gente
Que carga Lucio Cabañas
Para cuidar de su muerte
Que la carga en las pestañas
Si lo agarrara el gobierno
Lo haría pagar sus hazañas.
En Tierra Blanca paseaba
Muy contento con la banda
Bajo de su gabardina
Se cargaba una metralla
También su cuarenta y cinco
Que nunca se le separa
La que cuida de su vida
Cuando no trae su metralla.
En Acaponeta vimos
Velar a Simón Quintero
Por no dar cinco millones
Lo mataron los del cerro
Antonio quedó en capilla
Respondiendo del dinero
Sino mandaban la plata
También le costaba el cuero.
Cuando más contento andaba
184
La judicial lo rodeaba
Ríndete Tino Nevárez
Has entrega de tus armas
Tino contesto sonriendo
Disparando su metralla
Quedando muertos y heridos
Los remató con su escuadra.
Ya con esta me despido
Cortando flores de azahares
Estas son las mañanitas
De Lucio y Tino Nevárez
Hombres que tienen pendientes
Con las fuerzas federales
Pues Tino y Lucio Cabañas
Son hombres de los cabales.
Grupos musicales que cantan el primer corrido de tino Nevares.
Los Amarradores del Norte.
Los Broncos de Reynosa.
Los Centenarios de Cosalá.
Jorge Gamboa.
Los Dos Jorges.
Los Norteños de Cosalá.
El Lucero de Sinaloa.
El Apomeño de Sinaloa.
Banda Los Tierra Blanca.
Grupo Cartel.
Los Rebeldes del Norte.
Los Ideales de Sinaloa.
El Caporal del Norte.
Ramón Vega.
Los hermanos Vega
Entre otros.
185
Surge la leyenda
Después que Tino y su banda desaparecieron del escenario de la sierra, las
comunidades rurales elevaron a rango de leyenda la vida del famoso
bandolero, al empezar a contar historias que en muchas ocasiones resultaron
no del todo ciertas; es decir, como ya es común con este tipo de personajes, el
pueblo le inventó sus propias leyendas, que de boca en boca y de rancho en
rancho agigantaron la figura del bandolero.
A continuación narramos una de estas ficciones contada por uno de los más
reconocidos historiadores del estado de Sinaloa en un coloquio desarrollado en
la ciudad de Cosalá, el catorce de marzo de 2010 y quien presentó la ponencia
denominada Cosalá, Pueblo Mágico, Rincón Minero Pletórico de Historia,
Riqueza y Belleza.
Por lo forma tan magistral en que fue presentado el relato, sobretodo, la parte
relacionada con Tino Nevárez, se transcribe textualmente.
De pequeño, dice Nicolás Vidales, realicé mis estudios primarios en este
hermoso pueblo de Cosalá, fui alumno del profesor Gontrán Rodríguez
Beltrán. Cada ocho días Gontrán realizaba paseos al río Las Habitas. En esas
excursiones, donde una veintena de chamacos seguíamos al maestro, quien a
la cabeza se debe haber sentido émulo de Heraclio Bernal o del famoso Tino
Nevárez, nuestro guía y conductor nos iba explicando los tipos de vegetación
que encontrábamos en el camino, pero nuestra atención iba muy pendiente de
él, cuando nos decía, en el mismo lugar de los hechos, cómo Tino Nevárez
había derribado la avioneta que transportaba las barras de oro y plata desde
Nuestra Señora hasta Mazatlán, para posteriormente ser embarcadas a los
sitios de compra y venta.
Cuando Gontrán indicaba la copa de los árboles donde fueron trenzados los
mecates, que cual redes de voleibol sirvieron para desequilibrar la avioneta y
hacerla que se estrellara al suelo, el corazón se nos salía de emoción, porque
era casi imposible imaginar que una nave fuera tan frágil para no soportar el
choque con unos mecates que parece no tener la fuerza suficiente para ello. Al
choque nos decía, la avioneta maromeo en el aire, clavo la nariz y de piquete
cayó al suelo, alcanzando los soldados custodios de aquella carga a salir para
ser abatidos por los forajidos quitándoles las armas y el parque, porque al fin
ya no los necesitaban. Muy buenos pesos de plata, también se llevaron en las
alforjas y cantinas de cuero sobre las ancas de los caballos, obligando al
general Jesús Árias Sánchez, a iniciar una persecución de los facinerosos,
llegando a empeñar su palabra de militar, prometiendo que se cortaría los de
abajo, sino detenía a Tino con toda su pandilla.
Nunca leí que el general Jesús Árias apresara a Tino, que tampoco se los haya
cortado, aunque después leí que el general en edad de retiro había muerto en
186
Durango, siendo sepultado con todos los honores, fue un militar pudoroso, fue
responsable de pacificar el sur de Sinaloa, Comandante de la Novena Zona
Militar después de aquella guerra entre hermanos protagonizada por
solicitantes de tierras y Los Dorados, donde ambos contingentes regaron con
su sangre la tierra que querían cultivar, misma que también fue irrigada por los
miembros del ejército en aquella memorable carraca de La Palma Sola.
Algún tiempo después del sepelio del Gral. Árias supe que Tino había vuelto
de los Estados Unidos y que, bajo otro nombre, vivía por el rumbo de
Eldorado, donde formó familia y cuidó de sus hijos, argumento más que
suficiente para dejar en paz a estos dos personajes, aunque no las anécdotas de
la minería regional. Nicolás Vidales, ponencia presentada en coloquio de
Cosalá, denominada, Cosalá, Pueblo Mágico, Rincón Minero, Pletórico de
Historia, Riqueza y Belleza 14.03.2010.100
.
Meses después del coloquio de Cosalá, los autores tuvieron la oportunidad de
entrevistar al profesor Gontrán, quien por cierto fue presidente municipal de
Cosalá, y al preguntarle sobre lo verídico de esta anécdota nos contesto que él
la había escuchado al llegar a ocupar la plaza de maestro en 1956, pero no
podía asegurarlo.
El asalto a la avioneta, en caso que se haya realizado, dice el prof. Gontrán
debió llevarse a cabo entre 1954 y 1955. Yo llegué a Cosalá a principios de
1956 y ya, me contaba la gente dicha historia.
En cuanto al asalto al mineral de Nuestra Señora donde murieron los militares,
continúa narrando el Prof. Gontrán, fue adelantito de El Guayabal, delante de
La Estancia y atrasito de Los Braceros. En lo que actualmente se conoce como
la Cuesta de las Peñitas. En estos sucesos influyó el comportamiento del
capitán Zermeño, porque donde quiera que se paraba gritaba a los cuatro
vientos que, Tino no era más que un ocasionado y que si robaba los minerales
era porque nunca se había enfrentado a un hombre como él, luego lo retaba
por medio de terceras personas, diciendo que, si era tan valiente, como dice, le
robara la raya de los trabajadores del Mineral de Nuestra Señora, así se
picaban la cresta, mandándose mensajes, uno al otro. Además al capitán se le
conocía como un hombre muy desalmado, pues por algo le decían El mocha
orejas, ya que según los pobladores acostumbraba tasajear las orejas a la gente
de la sierra para que le dijeran dónde se encontraba el bandolero, con el
tiempo sus propias víctimas le adjudicaron dicho sobrenombre termina
narrando el Prof. Gontrán Rodríguez. Entrevista al Prof. Gontrán Rodríguez 21.10.99
103.
187
Prof. Gontrán Rodríguez, emocionaba a sus discipulos con las leyendas de Tino
Nevárez (2000).
Un hermano de Tino
Cabe destacar que, los autores ya habían escuchado, años atrás, esta
impresionante historia en voz del Sr. Encarnación Nevárez Sánchez, hermano
del propio bandolero, quien al ser entrevistado, años atrás nos la contó de la
siguiente manera:
En una de las tantas veces que fui a Cosalá, escuché a varias personas narrar
esta gran hazaña que según los vecinos, la banda de Tino había realizado. Al
año siguiente, dice don Encarnación, tuve oportunidad de ver a mi hermano y
preguntarle qué tan cierto era esta historia, a lo que Tino contestó: es
completamente falso, pues en los años cincuenta los metales que se
transportaban al puerto de Mazatlán así como la raya de los trabajadores
todavía se enviaba por tierra y sólo empezaron a mandarse por avión después
de la muerte de los militares (octubre de 1957) para esos tiempos, dijo Tino,
yo, ya me había bajado de la sierra y mi grupo, producto de la represión que
vivió la región, se encontraba totalmente disperso, por lo que la anécdota del
asalto a la avioneta no es mas que una leyenda.
Inclusive, dijo Encarnación, Tino me comentó que, en el caso de los corridos
el primero tenía mucho de verdad pero el segundo eran puras mentiras, es
decir, caía en el terreno del mito.
Otra historia que alimentó la leyenda, nos cuenta don Encarnación, es aquella
que publicó el periódico El Yaquí, del municipio de Navojoa, Sonora, quien
aseguró que en 1962, Tino y su banda, conformada por quince hombres,
asaltaron el mineral de Álamos, Sonora, llevándose una fuerte cantidad de
dinero.
Cabe destacar que esta nota periodística, según nuestro entrevistado, también
es incorrecta pues a partir de la fuga de Tino, en octubre de 1957, jamás
188
volvió a cometer asalto alguno pues se dedicó en cuerpo y alma a vivir una
vida totalmente pacífica.
De igual forma, en los años 60, surgió la versión que, Tino Nevárez había
asaltado el ferrocarril de Los Mochis, Sinaloa, llevándose una fuerte suma de
dinero, tanto del carro exprés como de los pasajeros. Siendo esto, según don
Encarnación, una leyenda más, adjudicada al legendario bandolero, ya que de
años atrás, como se dijo anteriormente, había abandonado las actividades
delictivas. Entrevista Encarnación Nevárez, ibid101
.
Los autores consideran que algunos delitos de los que fue acusado Tino
Nevárez no fueron ciertos, más bien, fueron historias inventadas por el
gobierno para culpar y perseguir al forajido o, en su caso, leyendas creadas por
el propio pueblo para tener un héroe, con quien sentirse identificado y
respaldar sus historias.
Hombre noble y hospitalario
Cuentan los hermanos Herrera, quienes han sido citados ya en páginas
anteriores, que cuando llegaban fuereños a los ranchos donde se encontraba
Nevárez, este los invitaba a hospedarse dándole las mejores cobijas y
alimentos y al retirarse, el bandolero salía al camino a despedirlos, les
proporcionaba lonche y vino para el viaje y en algunas ocasiones hasta dinero,
era lo que se dice un hombre noble y generoso. Sufría al ver el dolor ajeno,
por ejemplo: cuando un niño le hacia falta pan o abrigo, ayudaba a los padres
con dinero; al ver sufrir a los ancianos, por no tener para curarse sus
enfermedades pagaba Dr. y medicinas. Por eso al desatarse la persecución
contra el bandolero estas familias fueron sus principales aliados. Esto lo hacía,
dicen nuestros informantes, con toda persona necesitada, tanto el campesino
enfermo que carecía de los recursos necesarios para sanar sus heridas, como
los ancianos que junto con sus familias se encontraban en el más completo
desamparo. En los tiempos de la gran sequía (años 50s) y el profundo
desempleo en la sierra cosaltéca, sobretodo en tiempos de frío, no faltaba la
cobija, la camisa o el pantalón para cubrir sus desnudeces o, alimentos para
mitigar el hambre. La gente, miraba a Nevárez no sólo como su protector,
sino como su salvador, un segundo Heraclio Bernal, digamos, por ello cuando
la cosa se puso fea jamás lo entregó, bien podían colgarlos como hicieron con
muchos de ellos pero no traicionaron a su héroe, terminan narrando los
hermanos Herrera. Ventura y Guillermo, Ibid102
.
Espectacular secuestro de un avión
Los mismos hermanos Herrera Simental quienes nos narraron el anterior
pasaje y quienes en los años 60s
aún transitaban por la agrestes cumbres de
189
Cosalá, nos narraron otra espectacular historia, igual de interesante que la
primera, a saber: a mediados de 1963, dos individuos de nombre Domingo y
Efrén Ayón, quienes según nuestros informantes formaron parte del grupo de
Tino, secuestraron la avioneta que transportaba la raya de los trabajadores del
mineral de Nuestra Señora.
Resulta que, a raíz del asalto y muerte de los militares que llevaban por tierra
el pago de los operarios del mineral en octubre de 1957, la empresa minera
decidió transportar los recursos económicos por aire.
Cada ocho días, del aeropuerto de la ciudad de Culiacán, ubicado en lo que
actualmente es la colonia El Palmito, despegaba una avioneta transportando la
raya de los trabajadores. Los delincuentes ya mencionados y dos individuos
más que se agregaron al asalto (Toribio Beltrán y Felipe Ayon) planearon
astutamente la realización del atraco.
Dos de ellos, Domingo y Efrén, llegaron al aeropuerto y dirigiéndose al
capitán del vuelo le dijeron lo siguiente:
-Sr. Capitán, deseamos pedirle un favor, si es posible nos lleve a Cosalá, ya
que nos urge llegar a nuestros hogares.
-No puedo, contesto el piloto, el avión no es para transportar personas.
- Entendemos, respondieron los delincuentes, pero resulta que tenemos a
nuestra madrecita tendida y queremos llegar a tiempo, cuando menos, para
darle la última despedida, en carro ya no la alcanzaríamos.
- No, porque si me descubren pierdo mi trabajo, contestó de nuevo el piloto.
En el aeropuerto de El Palmito, Culiacán, Sinaloa, se fraguó el espectacular secuestro a un avión
que transportaba la raya de los trabajadores del mineral de Nuestra Señora, en 1963.
Al ver que el aviador no aceptaba, los delincuentes fueron a traer a un cuñado
que trabaja como agente de la judicial en la misma ciudad de Culiacán, este
los acompañó y convenció al tripulante para que transportara a los hermanos
Ayón, al pueblo de Cosalá.
190
Al llegar a la pequeña ciudad, aún en pleno vuelo, los asaltantes sacaron un
cuchillo y una pistola y amenazando al capitán por la espalda le ordenaron
continuar al rancho Santa Anna donde Felipe y Toribio habían acondicionado
ya, una pequeña pista improvisada para el aterrizaje de la aeronave.
En cuanto aterrizaron, los asaltantes bajaron las bolsas que contenían 60 mil
pesos de la raya de los trabajadores del mineral de Nuestra Señora,
perdiéndose entre el monte y abandonando al piloto a su buena suerte.
El pobre piloto como pudo fue a denunciar los hechos con las autoridades de
Cosalá, quienes dieron parte al gobierno del Estado.
En las primeras investigaciones salió a relucir la figura del judicial quien fue
plenamente identificado por el capitán del avión y al ser cateado su domicilio
se encontró una fotografía donde el agente de gobierno se encontraba retratado
con los delincuentes.
Rápidamente los agentes del orden se movilizaron y detuvieron en Santa
Anna, Durango a Toribio Beltrán quien acepto su participación en los hechos
y además de denunciar al resto de la banda, mencionó que, a él le habían
tocado 5 mil pesos del botín y otro tanto a Felipe y, la otra parte quedó en
manos de Efrén y Domingo Ayón, quienes habían escapado hacia la sierra.
Con estos datos los agentes rastrearon la ruta de los delincuentes llegando al
rancho Tomates, municipio de Otaes, Durango, donde detuvieron a Efrén
quien declaró que Domingo, había huido a la frontera de los Estados Unidos.
Días después, Domingo fue detenido por las autoridades en Tijuana B.C..
Todo el dinero, relatan los hermanos Herrera, fue recuperado y los
delincuentes enviados a las Islas Marías donde purgaron una condena de siete
años de prisión regresando a Cosalá a principios de los años 70s, siendo así
como esta pequeña ciudad de los altos tiene el honroso lugar de ser la primera
urbe de Sinaloa de haber presenciado un asalto en los aires de la sierra
sinaloense. Entrevista Ventura y Guillermo, Ibid102
.
Detienen al cerebro de la banda de Tino
Con el propósito que el lector tenga claridad sobre los acontecimientos del tres
de octubre de 1957, donde murieron varios federales y haga sus propias
conclusiones insertamos aquí la testificación que Tacho Murillo, lugarteniente
de Tino, realizara al ejército y a la prensa en 1960, al ser detenido en el estado
de Nayarit. Esperamos que el lector coteje dichas declaraciones con las de
Tino Nevárez (Léase anexo) y realice sus propias reflexiones:
El Sol de Sinaloa Núm. 1293, del día martes 5 de junio de 1960
Fue detenido “el cerebro” de la banda de Tino Nevárez. Será careado con
otro de los bandoleros prisionero.
191
Escudándose en sumisa actitud, ayer rindió su primera declaración ante el
Gral. Leandro Sánchez Salazar, comandante de la Novena Zona Militar el
feroz criminal Anastasio Murillo González alias El Tacho, considerado como
“el cerebro” de la banda que comandaba, El Tino Nevárez.
Tacho fue detenido por elementos del ejército el pasado domingo en los
alrededores del mineral de “Cucharas”, en el estado de Nayarit, dando fin así a
la detenida investigación que se venía realizando en torno a este criminal.
Sin demostrar el más leve nerviosismo cubriendo sus pies con huaraches
de tres puntadas, con suela de llanta, camisola, así como pantalón de mezclilla
bastante sucio y sin sombrero se plantó ante el Gral. Sánchez Salazar y
prometió decir la verdad sobre su actuación e intervención en los delitos de
que se le acusa.
En ningún momento quiso aceptar ser el lugarteniente y cerebro de la banda de
Tino Nevárez, a quien señalo, como un hombre temeroso por su actuación,
aunque malo para disparar y algo cobarde, pero la hábil forma de bosquejar a
base de dibujos las posiciones que guardaba la gavilla en la emboscada del 3
de octubre de 1957, en La Quebrada de los Braceros demostró su astucia y
grandes dotes de estratega.
Mencionó que el grupo se dividió en tres comandos, uno capitaneado por
Tino, el cual se parapetó en el medio, otro dirigido por el exponente cubriendo
la retirada, al subir la cuesta de Los Braceros y, un tercero al mando de
Nicolás Díaz, colocándose este último grupo, en la retaguardía.
Al empezar su relato, Tacho dijo tener 50 años de edad, haber cursado
segundo año de primaria e ingresado en tres, ocasiones a la cárcel; la primera
cuando era joven, por lesiones a uno de sus vecinos en una riña que
sostuvieron en una borrachera; la segunda, por haberse robado una muchacha
por gusto de ella, solo que la amenazaba con un cuchillito y la última por
encubrimiento al primer asalto que cometió Tino y de quien recibió 200 pesos
por haberles dado de cenar a todos sus pandilleros. En esta última ocasión fue
enviado a la cárcel de Cosalá.
Señaló que sus compañeros de celda Abraham Muños, a quien Tino mató,
Pedro Ayón y otro individuo, hicieron una horadación en el muro de la cárcel
y se dieron a la fuga haciendo lo mismo él, dos horas después para no
seguirles los pasos.
El primer asalto que cometió en compañía de Eliodoro Lomas y Cecilio
Macías fue en el poblado de Ajoya, San Ignacio, en el que resultaron sus
victimas la familia de Primitivo Alarcón, con quienes tenía rencillas anteriores
por haberse apoderado de unas reses de su propiedad, que no consiguió que se
las devolvieran a pesar que puso su queja en el ministerio público, el juez de
aquel lugar y de la Procuraduría de Justicia, pero a ninguno de los miembros
192
les causó daño aunque los amenazó sino le entregaban una cantidad de dinero,
que ascendió a 373 pesos.
Fue en esa ocasión después del primer asalto al mineral de Nuestra Señora
(cuatro de noviembre de 1955), cuando se encontró en igualdad de
circunstancias con Tino Nevárez, el que a su vez asaltaba con los suyos a la
Sra. Rafaela Manjarrez, a quien le robó la cantidad de 3 mil pesos, para
regresar a sus andanzas, pero dijo que él se retiró y se dedicó de nuevo a la
agricultura, actividad que venía ejerciendo desde su infancia. Manifestó que
Nevárez contaba con la complicidad de algunos empleados de la compañía
minera, que le daban datos sobre las oportunidades de adquirir buenas
cantidades de dinero, y condiciones de defensa del mineral, así como los
lugares estratégicos para el asalto, encontrándose entre estos malos empleados
el velador Leopoldo López García y otro, compañero de este.
En ninguno de los dos primeros asaltos había acompañado a los de la banda,
por lo que lo consideraban como enemigo, pero todo se debía según lo
manifestó a que vivía en Santa Anna, Durango, que está muy cerca del
mineral y todos lo conocían a él y a su familia, pero en el último de sus actos
de vandalismo en que perdiera la vida el capitán Anselmo Zermeño
Durán y los soldados Alberto López Limón, Jesús Ibarra Moreno, Florencio
González Olvera, Alejandro Escobar y el chofer de la compañía de apellido
Meraz lo hicieron que los acompañara a la fuerza, proveyéndolo de una pistola
calibre 22 con la que no hizo ningún disparo.
En el lugar de los hechos, La Quebrada de los Braceros, en una loma que da
hacia el mineral, por el camino se encontraban cortando la fuga Tino Nevárez,
con una pistola 38 Super, Eliodoro Lomas y Cruz Molina con un 30-30, Tacho
Murillo y otros con distintas armas; más abajo, junto a la quebrada, en donde
tenían que aminorar la velocidad el comando que llevaba la raya de los
trabajadores del mineral, se encontraban Cecilio Macías, Domingo Núñez (El
guitarrero), Avelino Peña, Armando Nevárez, Antonio Reséndiz y otros;
además como avanzada hacia el poblado de Cosalá, muy cerca de ellos se
encontraban ascensión Montes, Agustín Ayón, Antonio Ortiz y otros más,
para completar un grupo como de quince hombres dotados con armas de
distintos calibres.
Como a las once horas de ese día vieron cuando un camión con varios
soldados transitaban por la carretera con rumbo a Cosalá, los que no fueron
molestados suponiéndose que iban a encontrar la raya.
La presencia de los militares, señaló Tacho, hicieron pensar a Tino Nevárez
quien dijo que dejarían el asalto para otra ocasión pero algunos maleantes que
al parecer se habían concentrado en aquel lugar procedentes de otros estados
193
de la república, le dijeron que tenía que jalar pues no radicaban tan cerca como
él, por lo que tuvo que acceder a sus razonamientos.
Como a la una de la tarde, o sea dos horas después de que vieron a los
soldados, notaron la presencia de dos vehículos que transitaban por la
carretera con rumbo al mineral y en cuanto estos aminoraron la velocidad, los
maleantes que cubrían la parte central empezaron a disparar causando el
descontrol de los soldados varios de los cuales habían perdieron la vida,
siendo Armando Nevárez y Cecilio Macías, quienes se abalanzaron sobre los
45 mil pesos del botín, pero el primero de estos cuando huían hacia donde
estaban sus compañeros fue lesionado en el brazo derecho de dos balazos.
Tino, había hecho un sólo disparo cuando se lanzó hacia abajo de la falda de la
loma, donde se encontraba pero antes de que llegara al plano recibió un balazo
en el pecho del lado izquierdo que le salió en el brazo del mismo lado por lo
que ordenó una pronta retirada con rumbo al poblado de Higuera Larga, pero
antes de separarse le dio 200 pesos a Tacho, quedando de reunirse en el
poblado El Puerto de la Silla, en donde iban a realizar el reparto del dinero
cosa que no se atrevió a exigir el detenido porque tuvo miedo que el jefe de la
gavilla lo matara, pues lo recibió de mal modo.
Desde entonces no supo que rumbo tomo su jefe, pero se estuvo enterando que
andaba a salto de mata seguido de su mujer Cristina González, la que lo
acompañó todo el tiempo en sus correrías.
Agregó que no sabe si su jefe está vivo o muerto, pues tan luego como vio que
la cosa se ponía peligrosa por la persecución federal, se dirigió al estado de
Nayarit, al lugar ya mencionado donde se puso el nombre de Vicente
González, con el fin de dedicarse a una vida pacífica.
194
Anastacio (Tacho) Murillo, reo del ejército mexicano, acusado de ser el cerebro de la banda de Tino
Nevárez (1960)
Como un mentis al humilde comportamiento que dice tener Tacho, está la
declaración de Ismael García, quien hace algunos días fue detenido por
agentes de la policía Judicial, en donde también se hace víctima de Murillo
quien en compañía de Lomas lo obligaron a que siguiera a la banda donde
cometieron su última fechoría y le tocó estar en la loma cuando el nuevo
detenido dice haber estado con Tino Nevárez, pero aquel asegura que no los
vio, por lo que es muy probable que los dos maleantes principales fueron
quienes también dispararon contra los federales. El Sol de Sinaloa, 5.06.60104
.
El Sol de Sinaloa, Jueves 7 de julio de 1960.
No le sacaron nada en claro a Tacho Murillo. En relación a las distintas actividades delictivas a la que se dedicó junto con la
banda de delincuentes que comandaba Tino Nevárez, aferrándose en
mencionar que es una blanca paloma, incapaz de matar una mosca, cosa que
sostuvo delante del coronel Jacinto Lugo García y el mayor Gregorio López
García, con quienes fue careado ayer a mediodía en las oficinas del despacho
del general Leandro Sánchez Salazar, ubicadas en el edificio de la novena
zona militar, Tacho Murillo se declaró inocente de todas las acusaciones que
se le hacen de sus correrías como miembro de la banda de Tino Nevárez.
Los dos militares quienes reconocen bien a Tacho lo señalaron como ladrón de
ganado, inseparable de Tino Nevárez y cerebro de la banda, así como el
responsable de la muerte del bombero del mineral de Nuestra Señora, en el
tercer asalto que se cometiera en contra de la compañía.
195
Como la vez anterior, Tacho prometió decir la verdad sobre los hechos en que
intervino y aceptó haber cometido el asalto contra Primitivo Alarcón, en el
poblado de Ajoya, a donde llegó en compañía de toda la banda para dividirse
en dos grupos. A pesar de que estos hechos dejan muy claro que el bandolero
anduvo en la banda mencionada desde un principio, juró y perjuró que en el
último asalto, había actuado a la fuerza, amagado por Tino y sus secuaces,
pero le entregaron una pistola vieja con la que aunque hubiera querido no
había disparado un solo tiro.
En lo único que varió un poco lo anteriormente dicho, fue en relación al
dinero que recibió en el primer asalto, ya que no fueron 200 pesos, sino 2 mil,
cifra que le fue recordada por el coronel Lugo, quien en aquella ocasión
estuvo a punto de detenerlo aceptando el malhechor haber huido de la
presencia de su perseguidor. Algunas personas que conocen a Tacho Murillo
manifestaron que él había sido quien desde lo alto de un palo blanco había
disparado sobre el chofer de la camioneta Sr. Alejo Amaral Falcón, quien
llevaba el dinero de la raya de los trabajadores, siendo identificado por el
calibre de la bala que le causó la muerte 30-60, que usaba continuamente el
detenido. La falta de pruebas contundentes han proporcionado suma confianza
al maleante, pero de un momento a otro será desenmascarado al presentarle
testigos que presenciaron el sacrificio del bombero y a Ismael García, quien
señalo a Tacho como el individuo quien lo llevó a la fuerza y quien lo armó
con el rifle 22, que había sido robado al bombero.
Probablemente el ladino asaltante no sea enviado al distrito de Cosalá ya que
el expediente del último asalto, radica en el juzgado segundo en el que Tacho
acepta haber estado no muy en contra de su voluntad. El Sol de Sinaloa.
07.07.60.105
En cuanto al destino final del botín del asalto del tres de octubre de 1957, los
autores de este libro encontramos las siguientes versiones.
La primera, corresponde a la de Tacho Murillo, opinión que recogió el
periódico El Sol de Sinaloa; la segunda, corresponde a la de un familiar de
Tino Nevarez y la última al propio bandolero Tino Nevárez (Léase anexo).
Tacho murillo a quien las comunidades de la sierra conocieron como El
pistolero de Tino, sostuvo que del reparto del botín del tres de octubre de
1957, le correspondieron 2 mil pesos y que el jefe de la banda se los entregó
malhumorado porque al parecer estaba enojado.
La segunda opinión, corresponde a un familiar de Tino, quien sostiene que, la
mayor parte del botín quedo en Costa Rica, siendo traído por el bandolero y
un acompañante, en su fuga de la sierra a los valles del municipio de Culiacán
a fines de 1957.
196
Esta última versión fue contada a los autores, por el Sr. Ángel Nevárez quien
apoyándose en su primo Francisco, acompañante del bandolero en su fuga
hacia la costa, sostuvo que cuando bajaron del rancho Los Arrayanes, Tino
traía sobre sus hombros la mayor parte del botín del asalto a los militares,
como 30 mil pesos en billetes de diferentes denominaciones, siendo bastante
dinero para la época. Bajaron vestidos de músicos con una acordeón y una
guitarra y en el camino encontraron unos soldados a quienes cantaron unas
canciones y por venir borrachos los militares no los identificaron, continuaron
bajando hasta Costa Rica, donde dejaron los instrumentos musicales y la
mayor parte del botín llevándose Tino sólo la pistola del capitán, la cual portó
hasta llegar a los Estados Unidos.
Ángel Névárez…Ibid.106
La tercera versión sobre final del botín, la comenta el propio bandolero en
entrevista realizada por los autores a finales del año 2000, desde algún lugar
de los Estados Unidos (Léase anexo).
El último hombre de Tino.
De los últimos hombres que participaron en el asalto a la raya del mineral de
Nuestra Señora, que tuvo oportunidad de platicar con Tino Nevárez, fue
Armando Nevárez. Un joven de veinte años de edad originario del rancho La
Campana, del municipio de Otaez, Durango. En su entrevista realizada a fines
del año 2000, (Léase anexo) con los autores, don Tino reconoció que
Armando fue el último de sus hombres que lo acompañó en su desesperada
huida hacia la sierra de Durango y se despidió de él, en el rancho Las
Aguamas, donde, como recuerdo, le regaló su pistola Super y una feriecita
para que se ayudara en el camino y que a partir de entonces ya no supo más de
él.
Para 1998, los autores tenían ya en su alforja la entrevista realizada a los
hermanos Ventura y Guillermo Herrera Simental, dos arrieros que, cada ocho
días, cruzaban la Sierra Madre Occidental, transportando goma base de chicle,
producto que bajaban de los altos a la hermosa ciudad de Cosalá, donde era
almacenado en las bodegas del Sr. Juan Pereda en el actual hotel Quinta
Minera: Léase dicha entrevista.
Cuentan los hermanos Herrera que, en sus recorridos por la sierra, entre los
límites de Sinaloa y Durango, era común pasar por un ranchito que se llamaba
El Granizo, arriba de Guachimeta, Durango. Una noche, dicen los hermanos
Herrera, miramos llegar al rancho un individuo que venía en una mula, al
momento notamos que se encontraba herido y ayudamos a bajarlo. Los dueños
de la casa, única en aquel lugar, eran el Sr. Moisés Sánchez y su hija María.
Nosotros, continúan narrando los hermanos Herrera, reconocimos al enfermo
porque era nuestro amigo, nos criamos juntos en el rancho La Campana y
197
sabíamos que andaba con Tino. Como íbamos de pasada, otro día en la
madrugada, salimos con nuestro cargamento y regresamos, ocho días después.
Al retornar, encontramos completamente sola a María, hija de don Moisés,
vestida de luto.
La misma muchacha nos platicó cómo Isidoro Sánchez, su primo, había
matado a su papá y que ella en venganza había dado muerte a aquel.
En su plática, la joven nos comentó cómo se dieron los hechos a saber: resulta
que Armando Nevárez traía dinero en sus bolsillos, probablemente, del asalto
al mineral de Nuestra Señora. Don Moisés e Isidoro se pusieron de acuerdo
para desaparecer a Armando aventándolo a una barranca para quedarse con el
dinero y la pistola.
El problema surgió cuando el sobrino no estuvo de acuerdo con el reparto,
porque el tío se quedó con el botín y a él sólo le tocó la pistola. Un día,
Isidoro salió de su casa, la cual se encontraba río abajo y fue a reclamarle al
tío diciéndole: “tío deme mi parte del dinero”. A lo que don Moisés contestó:
“No tengo dinero, ya te di la pistola, esa es tu parte”. “No, tío, dijo Isidoro, es
mucho dinero, deme lo que me corresponde o nos vamos a matar”. Dicho esto,
Isidoro se retiró a su vivienda.
Otro día por la mañana, cuentan los hermanos Herrera, apoyándose en María,
desde el lugar donde vivía, Isidoro le empezó a gritar a su tío: ¡tío me va dar
mi parte, o nos vamos a morir!. Ya te dije, tu parte es la pistola que te
entregue, contestó de nuevo don Moises. En eso estaban, cuando el sobrino
disparó el primer balazo, iniciando un intercambio de fuego en el que, al final,
el sobrino mató al tío. Al ver los acontecimientos, María que se encontraba a
la expectativa, manoteo el arma de su papá y mato a Isidoro quien cayó en la
arena del río con dos balazos en el cuello.
Finalmente los hermanos Herrera con tristeza y sumidos en sus recuerdos
comentan: Así, terminó la vida de Armando Nevárez, el último hombre de
Tino, con una verdadera tragedia llevándose entre las patas a Isidoro y su tío
Moisés. Ventura y Guillermo,Ibid106
Viaje a Campanillas.
A invitación de mi amigo el arquitecto David Manjarrez Sarabia oriundo de la
sindicatura de Costa Rica, el día sábado catorce de septiembre de 1999,
decidimos viajar a la sindicatura de Ajoya, municipio de San Ignacio, Sinaloa,
con el propósito de visitar el ranchito Las Aguamas, sitio donde el legendario
bandolero Tino Nevárez se escondió (entre el monte), cuando el ejército le
pisaban los talones, después de la muerte de los militares en octubre de 1957.
Mi amigo me informaba que su abuela Sra. María Luisa Beltrán Aguiluz y la
198
hermana de esta Sra. Concepción de los mismos apellidos habían alimentado,
en esa ocasión a Tino Nevárez.
Después de los arreglos correspondientes el día sábado catorce de septiembre
de 1999, a las cinco de la mañana un grupo de compañeros y el que esto
escribe (prof. Benjamín Luna), tomamos una camioneta Chevrolet Suburban
de diez plazas modelo 98. Para las nueve horas, después de realizar algunas
paradas, para surtir combustible y estirar las piernas, llegamos a la cabecera
municipal de San Ignacio, donde almorzamos y posteriormente visitamos la
cárcel de la ciudad. La idea era tomar fotografías del histórico centro de
readaptación social donde, en los primeros días de octubre de 1944, estuviera
preso el legendario bandolero.
En ese sitio tuvimos el apoyo del Ing. Salvador Valencia responsable de la
construcción del nuevo edificio de la biblioteca pública municipal, asentada en
el mismo terreno donde anteriormente se ubicaba la cárcel municipal.
En este antiguo edificio hoy rehabilitado como biblioteca oficial del municipio de San Ignacio,
estuvo preso el legendario bandolero Tino Nevárez, en el año de 1944.
Después de presentarnos e informarle al Ing. Valencia de nuestro propósito
solicitamos el respectivo permiso para pasar al interior del edificio y tomar
gráficas para nuestro libro. El funcionario nos contestó que esto no era posible
pues las llaves se encontraban en las oficinas de la presidencia municipal y
que por ser día de asueto se encontraba cerrada, sin embargo, podía enviarnos
imágenes antiguas del centro de readaptación a través del correo electrónico lo
que en efecto días después cumplió.
199
En dichas gráficas se puede observar un patio como de quince metros de
ancho por veinte de largo, donde según Tino Nevárez (Léase anexo), sacaban
a los presos a darse baños de sol.
Patio de recreación de quince metros de ancho por veinte de largo, donde según Tino Nevárez,
sacaban a los presos a darse un baño de sol, momentos que él aprovechó para fugarse (1944).
Se contemplan además los dormitorios y las celdas donde por las noches
encerraban a los presos para su descanso. La única diferencia es que la puertas
de las rejas, en aquellos tiempos (1944), se habrían hacía afuera, es decir hacia
la calle, lo que Tino aprovecho para fugarse (véase anexo).
Una hora después continuamos nuestro viaje hacía el pueblo de Campanillas
distante 30 kilómetros, parte oriente, de la cabecera municipal.
Después de dos horas de camino por una ruta bastante accidentada llegamos a
las primeras casitas de la comunidad donde fuimos amablemente recibidos por
la familia de nuestro amigo David, eran las 13 hrs.
Toda esa tarde nos la pasamos platicando de cosas intrascendentes bajo un
frondoso árbol de mora y, por la noche nuestra anfitriona Sra. Yolanda
Manjarrez de León nos agasajó con unas ricas y sabrosas tortillas de harina
calientitas recién salidas del comal y unos frijolitos caldudos que estaban
como para chuparse los dedos, comiendo hasta más no poder.
200
Guía de soldados
Por la noche, entrevistamos al jefe de familia Sr. Rafael León Bastidas quien
nació en el rancho El Carrizal en 1931, y sirvió de guía, forzado, por una
partida de militares para caminar un trayecto de cinco kilómetros, del ranchito
Las Aguamas, donde vivía con su familia, al rancho La Piedra Prieta rumbo a
la comunidad, La Mexteña, al oriente del pueblo de Ajoya.
“Recuerdo, dice don Rafael que, hacía una hermosísima luna que hasta parecía
de día, cuando mi concuño Víctor Manjarrez, quien vivía en la segunda casita
del rancho llegó a mi domicilio para pedirme de favor que guiara a dos
pelotones de soldados comandados por un teniente que venían de San Ignacio,
Sinaloa (30 kilómetros abajo), pasando por Campanillas, buscando a Tino
Nevárez, dado que él, no conocía esas veredas, menos las conocían los
federales pues eran extraños a esos territorios. Al presentarme con el oficial,
dice don Rafael, me dijo lo siguiente: “El supremo gobierno necesita de su
apoyo para estabilizar la región y darle seguridad a sus familias”. Contra mi
voluntad, acepté la invitación, guiándolos por el arroyo de Guasimillas hacia
abajo; íbamos corre y corre porque les urgía llegar al siguiente sitio (rancho La
Mexteña), donde se reunirían con la partida que venía de la sindicatura de
Ajoya.
Caminando por la vereda me echaron por delante y empezaron a maltratarme
con las culatas de los rifles, acusando a la gente de la sierra (yo como parte de
ellos), de ser cómplices de los bandidos que asaltaban los minerales. Después
de dos horas de camino llegamos a la única chocita del lugar, donde vivía el
Sr. Miguel Crispín, quien se comprometió a sacar adelante a los federales. En
cuanto me dieron libertad me regresé corriendo a mi rancho, el tiempo de dos
horas que hicimos al principio lo recorrí en veinte minutos.
Quiero destacar, dice don Rafael que yo, nunca supe que, en esa ocasión, Tino
se encontrara escondido entre los montes aledaños al rancho Las Aguamas y
que se le llevara alimento como lo dijo el bandolero, desconozco si la familia
de mi concuño lo haya hecho.
Años antes sí había escuchado que de vez en cuando el forajido andaba por
esos rumbos, pero nunca me tocó verlo.
201
Restos de la antigua vivienda en el rancho Las Aguamas, Campanillas, San Ignacio, Sinaloa, donde
llegó Tino Nevárez a solicitar alimentos en su fulgurante fuga en octubre de 1957.
Días después, continúa narrando don Rafael, tuve conocimiento que el centro
de operaciones del ejército se encontraba asentado en Ajoya, lugar donde el
general Jesús Árías dirigía la guerra contra Tino Nevárez y las gavillas de la
región. Lamentablemente, con ese pretexto el gobierno cometió atrocidades,
asesinando mucha gente inocente de la sierra.
Una de tantas injusticias, continúa narrando do Rafael, fue la del Sr. José
Luna, un ganadero del rancho El Camichín, quien antes del ataque contra la
banda de Tino en el Cerro de La Silla, fue detenido por los federales y llevado
preso a Ajoya, donde un capitán de apellido Alconedo, dio la orden que otro
día por la mañana fuera pasado por las armas como castigo por proteger a
Tino Nevárez. Por fortuna, sigue el relato de don Rafael, mi compadre Jesús
Vega, amigo de don José y conocido del capitán (pues les facilitaba mulas
para el transporte), le salvó la vida al pedir perdón para el prisionero. Fue tan
agradecido el Sr. Luna con mi compadre Jesús, que meses después le regaló
50 reses por haberle salvado la existencia.
Cabe destacar que en esa época, dice don Rafael había muchos ricos en Ajoya,
y algunos apoyaban con dinero a Tino, porque sabían que él realizaba una
buena obra social con la gente de la sierra. Entrevista con el Sr. Rafael León
14.09.99107
202
Alimento para los federales
Por su parte la Sra. Yolanda Manjarrez Aguiluz, esposa de don Rafael, quien
nació en el año de 1942, en el rancho Las Aguamas, nos refiere lo siguiente:
Recuerdo que, en una ocasión ya oscureciendo, por allá, por el año de 1957,
llegaron al rancho un numeroso grupo de soldados, mis abuelitas, Sra. María
Luisa y Concepción Beltrán Manjarrez, quienes nos criaron a mi hermana
Encarnación y a mí, nos pusieron a moler nixtamal y echar gordas para darles
de cenar a los federales. Hicimos un mundo de tortillas en el comal y las
servimos con queso, requesón, frijoles y café con leche. Después de tres horas
de trabajo terminamos bien cansadas. Serían las once de la noche cuando la
partida de militares se despidió de nosotras continuando su ruta en búsqueda
de Tino Nevárez. Termina narrando doña Yolanda. Entrevista con la Sra. Yolanda
Manjarrez 15.09.99108
Sra. Yolanda Manjarrez abasteció de alimentos a los federales que perseguían a Tino Nevárez por el
arroyo de Las Aguamas en octubre de 1957.
Campanillas, donde el tigre ruge
La tarde del catorce de septiembre, en Campanillas, estuvo haciendo mucha
calor, similar al de las costas de Sinaloa, lo anterior motivó que algunos
compañeros del viaje decidiéramos dormir en el portal de la vivienda. Ya de
madrugada el clima fue más benigno hasta tuvimos que cubrirnos con cobijas.
Un cielo sumamente estrellado arrullaba nuestro sueño de repente un rugido
estremecedor cimbro las cumbres del cerro El Jacalito y La Guajolota que se
encuentran enfrente del poblado dejándonos llenos de pavor, nos levantamos
muy asustados pues jamás habíamos escuchado algo parecido. Ya despiertos,
203
escuchamos varios bufidos más y nos preparamos para correr. Por fortuna
nuestro anfitrión se levantó y nos explicó las causas de tan fuertes bramidos,
nos dijo: “Es el tigre de montaña, cada vez que anda alborotado ruge como
enojado y en ocasiones cuando tiene hambre también lo hace pero no se
espanten, al pueblo nunca se arrima, le tiene miedo a la gente.
Sorprendidos por el suceso preguntamos cómo era posible que ese tipo de
fieras aún existieran en la sierra sinaloense.
Don Rafael nos contestó que estos animales estaban protegidos por el
gobierno y que, mientras no atacaran al ganado o a los humanos no había
razón para matarlos, nos recomendó que siguiéramos durmiendo pues otro día
nos esperaba una larga jornada, reconciliamos el sueño pero, como dice el
dicho, con un ojo al gato (en este caso al tigre), y otro al garabato.
Cerro El Jacalito al oriente del pueblo de Campanillas, San Ignacio, Sinaloa, hábitat del tigre de
montaña, sitio por donde Tino escapó de los federales en 1957.
Arroyo de Guasimillas
Otro día muy temprano nuestro guía (Ramoncito León), ensilló su mula blanca
de nombre La Paloma y se montó en ella, iniciando el recorrido hacia el sur
del pueblo de Campanillas. Nosotros: David, Fidel y el que esto escribe
íbamos a pie, por no encontrar bestias disponibles para transportarnos. En
unos cuantos minutos cruzamos el arroyo de Campanillas, no sin antes
empapar nuestras ropas hasta la rodillas, continuamos rumbo al sur, pasando
por la confluencia de dichas aguas y las que bajan del rancho Las Aguamas
(objetivo de nuestro viaje). Cordoncitos de agua fresca y cristalina recorrían
los causes de los riachuelos bajando de los altos a regar las feraces tierras de
204
los valles de Sinaloa. Dos kilómetros adelante, encontramos una exuberante
vegetación que impide la penetración de rayos solares dando la apariencia de
una noche sin luna con florecillas blancas y amarillas a la vera del camino que
hacían más hermoso nuestro recorrido y el paisaje del arroyo Las Aguamas,
también llamado de Los Laureles. Más adelante, pasamos por La Vinata,
lugar donde en los años 20s, el Sr. Alberto Zúñiga llenaba demazanas, litros y
toluquitas de mezcal silvestre para surtir a los arrieros que bajaban del mineral
de El Tambor, pasando por Campanillas, El Platanar y San Ignacio,
finalizando en Estación Dimas, donde embarcaban las barras de oro y plata
por ferrocarril hacia el puerto de Mazatlán, en un recorrido de más de cien
kilómetros entre barrancas y montañas. A principios del siglo xx, la misma
ruta, fue utilizada para sacar madera para la construcción de las vías del
ferrocarril así como ademar los túneles de las minas de la región.
A unos cuantos metros de esta vivienda (hoy en ruinas) a la vera del arroyo Las Aguamas, se
encontraba La Vinata, donde se producía mezcal silvestre que consumían los arrieros y trabajadores
de las minas de la región durante las primeras decadas del sigo XX.
Continuando con nuestro recorrido, tomamos el arroyo de Guasimillas entre
frondosos árboles de apomos, higueras, salates, sapotes, hermosas habas y
enredaderas, seguidos de una parvada de chachalacas que al percibir nuestra
presencia se alborotaron acompañándonos buen tramo por el arroyo, hacia
arriba, con su constante escandalo (graznido), parecido al de mujeres de
mercado.
205
Ramoncito León Manjarrez, inteligente joven, sirvió de guía a estos investigadores. Montado en su
mula Paloma (1999).
Dos horas y media después estábamos en el rancho Las Aguamas, sitio donde
pernoctara, por una noche, el legendario bandolero Florentino Nevárez, en su
fugaz escapatoria del rancho El Camichín, hacia los valles de Sinaloa.
Olla de barro donde tomaron agua fresca los federales que andabam tras la pista de Tino Nevárez,
en octubre de 1957.
206
Desde ese sitio tomamos imágenes del cerro El Jacalito, El Chile y La
Guajolota, montaña esta última donde se ubica un volcán, que de vez en
cuando despierta lanzando, una que otra fumarola poniendo en tensión a los
habitantes de Campanillas y de ranchos circunvecinos. Al frente de dichas
cumbres se observa con magistral señorío el cerro de El azafrán, con su
espectacular copo de nieve listo para engullirlo.
Chachalaca, ave con la cual practicaba tiro al blanco Tino Nevárez.
Cumplido nuestro objetivo, tomar fotografías del lugar, y escudriñar las
madrigueras donde se paseaba el legendario bandolero regresamos por el
mismo sendero, habían pasado cuatro horas de fructífero trabajo, reflejados en
el enriquecimiento de nuestra investigación.
207
Sra. Romana Sánchez, prima hermana de Tino vivió d cerca las correrías del legendario bandolero Tino
Nevárez en la Sierra Madre Occidental.
A las cinco de la tarde estábamos de nuevo en nuestro natal Costa Rica.
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Imágenes sacras que según el legendario bandolero Tino Nevárez la gente de la sierra le regaló para
que Dios lo cuidara, a las cuales atribuye su salvación. (2000).
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Conclusiones:
A mediados del siglo XX, en la alborada del famoso Milagro Mexicano, el
país vivió una de las etapas más importantes de su historia (doce años de
crecimiento económico sostenido).
Sinaloa no fue ajeno a dicho florecimiento, sino todo lo contrario, la influencia
del modelo económico incentivó su crecimiento y desarrollo al grado de
producir un giro de ciento ochenta grados en su economía. Fueron cambios
bruscos y repentinos que impactaron en la sociedad: costumbres, hábitos,
gastronomía, arquitectura y, hasta en la forma de pensar del sinaloense se
dieron transformaciones.
La agricultura de exportación hacia el país del norte, trajo dólares a raudales,
impactando fuertemente la aletargada ciudad de Culiacán que durante décadas
había permanecido prácticamente estancada.
Sin embargo, mientras en valles y costas todo era algarabía y glamour, en la
zona de los altos la minería, principal economía de la región, presentaba
signos de estancamiento y desolación. La crisis internacional de metales de
mediados del siglo xx, obligó al cierre de la mayor parte de las compañías
mineras de la Sierra Madre Occidental, particularmente del estado de
Chihuahua, Coahuila, Durango y Sinaloa, apareciendo los jinetes del
apocalipsis: desempleo, hambre, miseria, muerte e injusticia social. Al
anterior panorama, se sumó una de las más grandes sequías que tenga
registrada la geografía sinaloense. Ranchos, pueblos y pequeñas comunidades
de la sierra clamaban al todopoderoso por unas cuantas gotas de agua para
cosechar, cuando menos, unos granos de maíz. Los animalitos domésticos
murieron de sed, aves, venados, conejos y liebres y, hasta serpientes y
cachoras desaparecieron de la atmosfera de las agrestes montañas. Producto
de lo anterior y, al no recibir auxilio de los gobiernos estatal o federal, miles
de familias abandonaron sus tierras, emigrando hacia horizontes más
promisorios; los menos, formaron bandas y grupos delincuenciales con el
propósito de asaltar, extorsionar y asesinar a caciques y empresarios de la
región a quienes culparon de ser los responsables de su tragedia.
Una de estas bandas fue precisamente la de Florentino (Tino) Nevárez, un
bandolero social surgido de los más bajos estratos sociales de la sierra
sinaloense, quien se convirtió, en unos cuantos años, en el más amado de las
familias de la montaña y por otra parte en el más odiado enemigo de las
compañías mineras, el ejército y los caciques de la región. La historia, rescata
la vida de este personaje porque, a diferencia de otras pandillas Tino, robaba
las empresas metalúrgicas para repartir el fruto de sus andanzas entre los
desprotegidos. Así, según nuestros entrevistados, en los pueblos donde Tino
222
señoreaba, no faltaban víveres, medicamentos, cobijas para el friolento y hasta
una muda de ropa para cubrir sus desnudeces, independientemente de que,
protegía bajo su manto a los que eran maltratados por el gobierno federal o por
los capataces de las empresas mineras, quienes eran amos de horca y cuchillo
en aquellas lejanas tierras.
El tiempo, y el pueblo que lo cobijó fue creándole una aureola de benefactor y
protector de los pobres, un segundo Heraclio Bernal, un Robín Hood, que
además de alimentar a los pobres aplicaba la justicia contra los poderosos. Lo
anterior permitía al bandolero moverse como águila en la montaña, pues
además de astuto y audaz, atributos que le caracterizaron, durante los cinco
años que se mantuvo en sus correrías, contó siempre con las suficientes bases
de apoyo social que impidieron su detención. Convertido en el más fiero
enemigo del ejército al asestar golpe tras golpe a las empresas mineras los
federales intensificaron su persecución, sin embargo, jamás pudieron
atraparlo para aplicarle la ley fuga como eran los deseos del general Jesús
Árias Sánchez, el famoso Pacificador del sur, quien fungió como comandante
de la Novena Zona Militar durante el período (1955- 1959). El bragado
militar, por cierto, en unas de sus tantas bravuconadas prometió que “se los
cortaría” sino atrapaba a Tino y lo bajaba amarrado de la sierra sinaloense para
castigarlo por sus actos; nunca se supo que lo haya detenido o ejecutado, pero
tampoco que se los haya cortado, como lo prometió. Lo cierto fue que al final
de esta guerra sin cuartel, el aguerrido general fue destituido de su cargo por
mandos superiores, pues murió mucha población civil inocente por las
atrocidades que se cometieron.
En octubre de 1957, después de un enfrentamiento con los militares, donde
murieron varios federales, el legendario bandolero Florentino (Tino Nevárez)
desapareció del escenario de la Sierra Madre Occidental dejando al gobierno
desconcertado y al pueblo que lo protegió con una sonrisa de satisfacción en
sus labios, al ver triunfante a su héroe y sentir que a pesar que el gobierno
sembró la sierra de cadáveres, jamás pudo atrapar, encarcelar o fusilar, como
fue la costumbre del ejército en la sierra, a quien los protegió y ayudó en los
tiempos más difíciles de su vida. Con el tiempo, Tino Nevárez se convirtió en
leyenda y en mito; un mito en el cual el bandolero social queda desprovisto
de sus defectos y sólo trasciende su grandeza y su carácter épico recogido en
sus dos corridos cantados por el pueblo que aún lo recuerda con cariño y
respeto y que pervivirá muchos años en sus corazones.
Sin duda, la rebelión de la sierra encausada por Tino Nevárez fue producto
de una crisis económica, más que de un programa o proyecto político surgida
en una región de poco acceso a la civilización, difícil pero no imposible de
solucionar si los gobiernos de aquellos años hubiesen tratado con diligencia
223
los conflictos laborales y sociales que se presentaron en aquellos intrincados
espacios geográficos. Lo anterior no es más que un ejemplo que debe llamar
la atención de las nuevas generaciones sobre todo, de los gobiernos que no
deben olvidar que las familias de las cumbres son también seres humanos,
que sienten y sufren al igual que los de la costa y los valles. En México no
deben existir dos Sinaloas: uno de riqueza y opulencia, y otro de pobreza,
miseria e injusticias sociales, la historia debe servir para no cometer dos veces
los mismos errores, así sea.
Árbol genealógico de Tino Nevárez
Abuelos paternos papá y tíos paternos
Jesús Nevárez y Agapita Duran ----Librado--Meliton--Juventino--Lucrecia--
Domingo--Victoriana
l l l l
Abuelos maternos l mamà y tios maternos
l
Juan Sánchez y Jesús Peña------Guadalupe---Facunda---Cristina-----Juan-------
María------Lupita
l l l l
Esposa 1. Cristina González------FLORENTINO Agustín
Ángel Ramón
Hijos-----Concepción Lorenza Juana Inés
Loreto Encarnación Francisco Paulita
Norberto
Emma Jesús Marcial Teresa
esposa.2.Maria Ortiz Vicente Austreberto
Romana
Hijos----Benjamín Pedro Paz Reyna
Ángela Custodia Fernando Victoria Flora
Elizabeth Victorina Delia
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Elena José
+Laura María Rogaciano
Víctor
Nota: De los siete hijos de Jesús Nevárez y Agapita Durán, cuatro casaron
con cuatro de los seis hijos de Juan Sánchez y Jesús Peña.
ANEXO
ENTREVISTA CON EL LEGENDARIO TINO NEVÁREZ
(MI VERDAD)
A principios del año 2 mil, los autores de esta publicación tuvimos
conocimiento que, el legendario bandolero Florentino (Tino) Nevárez Sánchez
aún se encontraba con vida, por lo que empezamos a buscar los contactos
necesarios para solicitar una entrevista con el personaje. El esfuerzo tuvo éxito
cuando después de varios intentos fallidos, nuestro enlace nos informó que el
mítico bandolero estaba dispuesto a recibirnos y a contestar todas nuestras
interrogantes siempre y cuando no tomáramos fotografías, ni hiciéramos
grabaciones.
Siendo así, se nos dijo: primero hay que viajar a la ciudad de Tijuana donde
serán recogidos y llevados a los Estados Unidos, alisten sus pasaportes.
A principios de diciembre, del citado año, tomamos un autobús rumbo a la
frontera, llegando otro día, hospedándonos en un hotel de la gran urbe. Días
después, llegó una llamada telefónica, una voz de mujer nos indicó lo
siguiente: mañana, al caer la noche serán recogidos por unas personas en su
propio hospedaje preparen sus pasaportes para cruzar la línea. Al día
siguiente, un nuevo telefonema, en esta ocasión, voz de hombre, nos informó
la hora y las características de las personas que pasarían por nosotros.
A las nueve de la noche del día trece de diciembre del año 2000, previo el
permiso de migración, cruzamos a Estados Unidos, tomando rumbo al norte
por una amplia y serpenteante carretera, dejando atrás, en unos cuantos
minutos, la frontera con México. Después de cuatro horas de camino, nos
desviamos hacia el oriente, tomando una rúa de terracería, dando tumbos entre
piedras y hoyancos que hacían más lento nuestro trajinar y más cansado
nuestro viaje. Como las cuatro de la mañana llegamos a una especie de rancho
con sembradíos de limoneros, naranjos y mangos, al fondo se podía percibir,
entre penumbras las siluetas de ganado caballar y vacuno que con el ruido de
nuestro auto empezaron a levantarse medio asustados.
A recibirnos salió un Sr. entrado en años, quien nos dio la bienvenida e invitó
a pasar a una vivienda rustica donde había una estufa, una sala con comedor y
un espacio con dos recamaras.
225
Los jóvenes que nos llevaron, se despidieron de nosotros y nos dijeron:
descansen, el Sr. aquí presente, los atenderá en lo que se les ofrezca, luego les
llamaremos.
Dormimos todo ese día, ya por la noche entro una llamada, de nuevo voz de
mujer, quien nos indicó lo siguiente: Mañana temprano, sin fijar hora, estará
con ustedes el Sr. Tino Nevárez, preparen su entrevista.
En efecto, otro día, alrededor de las cinco de la mañana escuchamos el rugido
de un automóvil que llegó a toda velocidad. Ya está aquí el Sr., dijo el
responsable del rancho, adelantándose a abrir la puerta principal construida de
madera.
De inmediato nos pusimos de pie, al instante vimos entrar a un joven como de
veinte años de edad, alto y fornido seguido de un Sr. de edad avanzada quien
nos extendió su mano derecha para saludarnos.
Espero, hayan descansado lo suficiente y estén siendo bien atendidos, nos
dijo, pidiéndonos que por favor nos sentáramos.
Acto seguido, solicitó al encargado de la casa, sirviera café y fuera preparando
el almuerzo.
Nuestra primera impresión sobre el personaje fue la siguiente: era un hombre
que representaba menos edad de la que realmente tenía pues su rostro reflejaba
pocas arrugas, piel tersa y rozada, dubitativo al hablar. Nariz recta, labios
gruesos, bigote cano, ojos y orejas grandes; de aproximadamente, 1.75 mt. de
estatura, corpulento, voz fuerte y vigorosa y a pesar de su edad, caminaba
completamente erecto. De brazos y manos, gruesas y fuertes, bien cuidado,
vistiendo atuendo de camisa a cuadros y pantalón de vestir, color azul, zapatos
negros de piel, tipo mocasín, una cachucha beisbolera con las siglas de Nueva
York (NY) cubría una calvicie casi total que, al quitársela daba el aspecto de
hombre sabio e inteligente.
A pesar de más de medio siglo de su salida del escenario de la Sierra Madre
Occidental seguía hablando con acento serrano, inclusive, conservaba aún,
palabras características de la región de los altos de Sinaloa.
Después de explicarle el interés de nuestra visita, nos contestó: “Creo que ya
saben las condiciones para esta entrevista, y comprenderán por qué, aunque
han pasado muchos años tengo que tomar mis precauciones. Esto lo decía en
franca referencia a la no toma de fotografías y grabaciones. Estamos de
acuerdo, contestamos.
Después de media hora de comentarios intrascendentes que sirvieron como
rompe hielo, programamos varias sesiones de trabajo, divididas en tres días.
Iniciando esa misma mañana, después de haber consumido nuestros sagrados
alimentos.
226
Al tomar nuestro desayuno notamos algo importante: a pesar de su rusticidad
el legendario bandolero había aprendido a comer con cubiertos lo cual
denotaba un cambio de urbanidad en sus arraigadas costumbres serranas.
Primer día de entrevista
Nos sentamos alrededor de una mesa rustica, donde el cocinero colocó una
jarra con agua de sabor naranja con cuatro vasos para su respectivo uso y
además un platillo con fruta variada como aperitivo. Quedamos nosotros
colocados hacia el sur y don Tino y su acompañante hacia el norte.
Pues estoy a su disposición dijo nuestro entrevistado, tomando la iniciativa.
- Primera pregunta. Bien Sr. ¿Nos puede decir su nombre completo?
- Tino. Antes que nada quiero destacar que, después de la muerte de los
militares en 1957, es la primera ocasión que voy hablar y aclarar tales
acontecimientos, nunca antes lo había hecho por cuestiones de seguridad,
sobretodo de mi familia, por lo que ustedes serán los primeros en publicar la
verdadera historia de mi vida.
Yo me llamo Florentino Nevárez Sánchez, aunque como ustedes
comprenderán por todo lo que pasó, en aquellos tiempos, me cambie de
nombre y hoy vivo en Estados Unidos, con otro apelativo.
- P ¿En dónde y en qué año nació?
-T Nací el 16 de octubre de 1923, en un ranchito de nombre El Bayus,
perteneciente al estado de Durango, a media hora de camino de Guadalupe de
los Reyes, Sinaloa, sitio donde viví hasta los diez y siete años de edad.
-P ¿Cómo se llamaban sus padres?
-T Mi padre se llamaba Librado Nevárez Durán y mi madre Guadalupe
Sánchez Peña
-P ¿A qué se dedicaban sus padres?
-T Mi padre era gambusino en las viejas minas de la región, tenía un ganadito
y en épocas de lluvias cultivaba la tierra a piquete en los cerros aledaños a
Guadalupe y en ocasiones producíamos carbón para venderlo al mineral. Por
su parte, mi madre, además de las actividades del hogar, a primeras horas del
día, arreaba ganado, ordeñaba vacas, hacía quesos, requesón y cuajadas y las
mandaba vender a Guadalupe, como toda mujer de rancho siempre fue una
mujer muy trabajadora.
P-¿Cuántos fueron en su hogar y qué lugar ocupo usted en el núcleo familiar?
-T Fuimos diez; yo, el primero de la familia, Lorenza, Encarnación, Jesús,
Vicente, Pedro, Fernando, Victorina, José y Feliciano.
- P ¿Si fue a la escuela, hasta qué año estudió?
-T Jamás fui a la escuela, no tuve oportunidad, aunque en Guadalupe había
instrucción hasta sexto grado, las necesidades de la familia eran más
227
importantes que los estudios, mucho me hubiera gustado cuando menos, saber
leer y escribir.
-P ¿A qué jugaba Tino Nevárez cuando era niño?
-T Como dije, anteriormente, se puede decir que no tuve infancia, desde muy
pequeño (seis años), la vida se me fue en puro trabajar: cuidar vacas, arrear
burros, cortar leña, hacer carbón y buscar oro en minas abandonadas, hasta la
fecha, mi trabajo sigue siendo el campo y así, me voy a morir, trabajando.
- P¿ Por qué razón, viviendo tan cerca de un mineral tan importante, como
Guadalupe de los Reyes, no solicitó trabajo de minero?.
-T Mis hermanos y yo, nunca quisimos ser mineros porque veíamos
trabajadores enfermos de los pulmones. Seis, siete años y la persona ya no
podía respirar, se iba secando y secando, y al poco tiempo moría, quedando la
familia en el más completo desamparo, no había jubilaciones,
indemnizaciones ni pensiones, el patrón no cooperaba ni para el cajón.
Cuando se daban accidentes el patrón no se hacía responsable de nada.
-P ¿Existía sindicato?
T Si, pero no servía panada. Además nunca me gustó trabajar con patrones
porque algunos eran muy injustos y yo, pues nací con espíritu rebelde y
libertario, al respecto les platico la siguiente anécdota.
Recuerdo que sucedió en Guadalupe, en fechas de carnaval, tenía yo catorce
años de edad. Estábamos, unos chamacos y yo, mirando el barullo de la fiesta,
cuando llegoóel síndico de Guadalupe Sr. Manuel Arana, y un capitán del
ejército y nos dijeron que nos fuéramos de ahí. Le contestamos que estábamos
divirtiéndonos que no le hacíamos mal a nadie.
Al ver que permanecíamos en el lugar, nos amenazaron con mandarnos a la
cárcel.
Me dio mucho coraje sobre todo con el síndico, porque era conocido nuestro y
sabía que no éramos gente mala. Me dieron ganas de arrebatarle la pistola al
capitán y darle de balazos, pues era injusto lo que estaban haciendo con
nosotros, por fortuna me contuve, decidiendo mejor retirarnos; iba yo,
gritando y tarareando una canción pues desde chico fui muy alegre. Por cierto
que, tiempo después supe que al militar lo habían matado en el rancho El
Comedero y al síndico, en otro lugar de la sierra.
-P Se dice que usted fue un hombre muy bien parecido, lo que se dice buen
mozo ¿Recuerda su primera novia, cómo se llamó, qué memoria tiene de esa
relación?.
-T A la edad de quince años tuve mi primera novia a la cual quise mucho, se
llamaba Panchita García, por cuestiones del destino la cosa no paso de un
simple noviazgo.
228
-P A la fecha, ¿cuántas novias y esposas tuvo en su vida y cuántos hijos?
-T Que recuerdo, tuve como ocho novias y cuatro esposas. Lorenza Gallardo,
mejor conocida como La Güera, originaria del rancho El Tablón; Cristina
Gonzáles, con quien procrie tres hijas (Concepción, Loreto y Ema); Pilar, no
recuerdo su apellido y María Hernández, con la que vivo) actualmente, en
total, tuve nueve hijos.
-P Se dice que a la edad de diez y siete años usted tuvo una novia por la cual
tuvo diferencias con un rival en amores, ¿nos puede aclarar cómo se dieron los
hechos?
-T La hembra se llamaba, Ernestina Chávez Lugo, le decíamos Tina, y era del
rancho Río de los Barragán. Siendo mí novia, era pretendida por un joven de
nombre Salvador Quintana, hijo de una de las familias más poderosas de la
región, quienes vivían en el rancho El Apomal de los Quintana. A tres horas
de camino de mi casa.
Recuerdo, continúa narrando don Tino, en una ocasión hubo un bailecito, en
Río de Los Barragán, andaba yo bailando con Tina, cuando llegó Salvador y
me llamó fuera del baile a una requesta, (reclamo), me dijo: “No quiero que le
andes hablando a Tina”. ¿Y tú, quién eres, para que me lo impidas?, le
conteste. Toda la gente pensaba que nos íbamos a pelear, pero la cosa no pasó
a mayores.
P- Sintió usted miedo por la llamada de atención.
T Yo, nunca tuve miedo, desde niño fui una persona muy fría, no era nervioso,
mucho menos miedoso.
P ¿Qué pasó después?.
T Nos retiramos a mí rancho, unos amigos y yo. Sin embargo, días después,
mi hermano encarnación y yo, fuimos a pagarle unos días de trabajo a mi
primo; Felipe Nevárez, en la sierra se acostumbra que, cuando uno desmonta
un cerro para sembrar y le urge el trabajo, por que las lluvias ya están encima,
pide ayuda a un familiar o amigo y cuando este ocupa el apoyo, regresa con la
misma actividad los días prestados. Estábamos en la faena cuando llego
Salvador diciéndome que en el rancho de su familia, se encontraba una vaca
enferma, propiedad de mi papa, que no podía pararse, que fuéramos a
levantarla. Le contesté que, no podía ir, pues tenía que cumplir con mi primo
Felipe, pero mi pariente me dijo: puedes irte, con lo que trabajaste ya estoy
pagado. Quedándose a trabajar mi hermano Cachón, mientras Salvador y yo,
hacíamos rumbo.
-P ¿Qué paso después?.
-T Caminábamos por una vereda, de repente, Salvador echó mano a su rifle,
un 22, de diez y seis cartuchos que llevaba terciado y sin más, ni más, me hizo
un disparo; como pude lo capotie (esquivé) luego me disparó un segundo
229
cartucho, entonces le manotie (quitar algo con arrebato), el arma, entonces
corrió, cuando iba huyendo intentó sacar una pistola 32.20 que llevaba fajada
en la cintura, entonces con su mismo fusil le disparé y le di un balazo en la
nuca. Me fui con el comisario, el Sr. Alejandro Ayón y le expuse el problema
y le dije que me acompañara a Los Remedios, Durango, a entregar el cohete.
El comisario me contestó que primero iría el sólo a semblantear el asunto.
Otro día regresó y fuimos a Los Remedios, que entonces tenía la categoría de
delegación, del estado de Durango. El delegado era el Sr. Aquiles Ramírez,
quien por cierto después fue muy amigo mío.
Al exponerle el caso y entregarle el fusil me contestó: déjame citar a los
Quintana a ver qué dicen.
Me fui a un ranchito que se llamaba El Zapatero, más arriba de Los Remedios
donde vivían dos hijos del delegado, quienes trabajaban de músicos y me
brindaron alojamiento.
Semanas después, el delegado me informó que los Quintana no quisieron
presentarse a declarar, por lo cual no había delito que perseguir, que me podía
retirar.
Entonces me fui al rancho Los Arrayanes, donde se habían ido mis padres,
quienes por presiones del jefe de la defensa (especie de Acordada en la sierra),
Sr. Jorge García, tuvieron que abandonar El Bayus. Posteriormente supe que
dicho Sr. sacaba a mi papá a darle sus “paseaditas” llevándolo a torturar al
monte, con el propósito que le dijera dónde me encontraba, sin embargo, él
nunca me comentó nada, para no comprometerme.
Recuerdo que, cuando informé a mi padre de los acontecimientos, me
contestó: “Ahora sí, se me caen las alas del corazón, estaba seguro que en el
futuro tú serias el jefe de la familia, enseguida se le derramaron las lágrimas.
Mi padre fue una persona muy noble y muy buena gente.
-P ¿Qué sucedió después.
-T Después, me fui al rancho El Verano a trabajar con mi tío Dionisio Peña,
con quien sembré a medias cien hectolitros y al levantar la cosecha mi tío se
quedó con todo luego me dijo: produce 25 toneladas de carbón para venderla
a la minera de Guadalupe, te voy a dar la comida durante el tiempo que estés
trabajando y la oportunidad de producir una tonelada más para que la trates
personalmente. Resulta que mi tío, de nuevo me aventajó, vendió su
producción junto con la mía y no me dio ni un cinco.
Me indigné, y aunque lo respetaba mucho fui y le reclamé, nos íbamos a
pelear pero no nos dejaron, que bueno, porque si no, quién sabe que, hubiera
pasado.
230
Entonces platiqué con mi padre y le dije: “Me voy a retirar de la familia para
evitarles un compromiso”. Luego me fui al rancho La Cruz donde me puse a
labrar la tierra pero, antes le pedí prestado a mí padre para comprar unos
huaraches porque, en las carboneras hasta el calzado se me acabó.
Al tiempo supe que, los Quintana ofrecían 20 mil pesos por mi cabeza que,
en ese tiempo era mucho dinero, pues en la sierra los caciques pagaban un
peso por jornal. Tengo entendido que, por la captura de Heraclio Bernal,
ofrecieron 10 mil pesos, por mi vida, el doble.
-P ¿Cuándo tuvo en sus manos la primera arma de fuego?
T Mi primera pistola la compre con dinero de una vaca que vendí a escondidas
de mi papá, era una 32.20, de diez cartuchos. La adquirí porque estaba
enterado que los Quintana querían hacerme daño.
Recuerdo que en una ocasión viniendo por un camino del rancho La Cañita,
casitas que se encontraban a mitad del camino de Los Arrayanes y El Verano,
como a las cinco de la mañana, en un recodo de camino, encontré a un
individuo que yo sabía me andaba buscando para matarme, se llamaba Pedro
Cabrera. Pedro era originario del rancho Tomates del estado de Durango y
había hecho ya, una muerte. Junto con otro individuo asesinaron a don
Antonio Pompa por mandato de una persona, enemiga del difuntito, como
quien dice, Pedro era un pistolero a sueldo.
Al encontrarlo le dije: Que bueno que nos encontramos Pedro y nos
encontramos cuando menos pensábamos, así, son bonitas las cosas, así te das
cuenta tú de mis procederes y yo de tus procederes, ¿cómo te hiciste de esa
pistola?, una 38 Super que traía fajada en la cintura, yo sabía que él no tenía
capacidad para comprarla. No, pues trabajando, me contesto. No, le respondí,
no me prestes lo que no es, háblame derecho, porque tengo entendido que has
hecho compromisos con los Quintana, tú tienes mala intención para mí, pero,
me da gusto que, estemos frente a frente y traes conque y yo también traigo, le
dije.
-P ¿Tenia usted miedo, al estarle reclamando?
-T Como anteriormente les dije yo nunca he sentido miedo, soy de sangre
fría, siempre conservo la calma.
De repente aquel hombre, empezó a temblar y se me hincaba negando lo que
le estaba reclamando. Entonces, le espeté: mira, para que sepas que no estoy
actuando con cobardía voy a dejar que te vayas porque a lo que veo aquí te
puedo matar como un perro, porque estas temblando de miedo, antes te voy a
decir, si tienes algún compromiso con los Quintana, entrega esa pistola,
porque si te vuelvo a encontrar y la sigues trayendo, entonces no respondo, he
notado que tú tienes malas intenciones para mí, además la gente me lo ha
dicho. Pero, si lo vas a ser escondiéndote detrás de una piedra o de un palo
231
más bonito que lo presentes de una vez ahorita que estamos uno frente al otro.
Enseguida, dejé que se fuera. Tuve conocimiento de nuevo de él, en 1957,
cuando mi primo Pancho y yo, veníamos huyendo de los federales y llegamos
a La Seca, colonia del mineral de Nuestra Señora donde vivía Pedro, quien
nos vendió bastimento.
Meses después decidí cobrar la recompensa que los Quintana ofrecían por mí
persona. Secuestré a uno de su familia, un joven de nombre Antonio, por
quien pedí cinco mil pesos, me los mandaron y liberé al reo. Posteriormente,
solicité otro préstamo de quince mil pesos, me los enviaron, esta vez no hubo
detenidos, puras amenazas. Al fin, pensé para mis adentros, esa misma
cantidad era la que los Quintana iban a gastar por mi cabeza.
Con ese dinero ayude a mucha gente de la sierra, les compraba reses y les
regalaba carne y otro tipo de víveres y donde miraba enfermos les daba una
ayuda, para sus medicinas.
-P ¿Quiénes le ayudaron a realizar el secuestro?
-T Fueron dos compas, muy jovencitos, uno se llamaba Pablito Landeros a
quien posteriormente se le conoció como, El Águila Negra y el otro de nombre
Cleto, no recuerdo el apellido.
-¿Qué paso después?
-T Me fui para el rancho La Cruz, con unos señores que había conocido en El
Bayus, me puse a labrar la tierra y cosechar maíz que llevaba a vender al
mineral de Tayoltita.
-P ¿Cuántos años estuvo viajando a Tayoltita?
-T Tres años. En el ranchito La Cruz levanté muy buenas cosechas, llegué a
producir más de una tonelada de maíz que trasladaba en una recua de quince
burros de mi propiedad, ganaba buen dinero. No tenía necesidad de trabajar de
obrero en los minerales.
-P En dicho rancho, ¿vivía usted soltero?
-T En esta comunidad de tan sólo tres casitas conocí a una muchacha que se
llamaba Cristina González y me casé con ella con la cual tuve tres hijas:
Conchita, Loreto y Ema.
P ¿Qué paso posteriormente?
T Pues en una ocasión un Sr. de nombre Miguel Abraham hizo un bailecito
para festejar el día de su santo, recuerdo muy bien la fecha fue un 29 de
septiembre de 1944, el ranchito no tenía nombre porque era una sola casita, y
apenas tenía unos cuantos meses de haberse construido, ubicado entre los
ranchos, El Melón, Las Juntas y Las Coloradas, a orillas de un arroyo. El baile
se alumbraba con lámpara de carburo, que en ese entonces había muchas por
esos rumbos, y se realizaba debajo de una ramada correspondiente a la misma
casa. Al festejo asistieron como 50 personas entre ellos dos hermanos míos,
232
Pedro y Encarnación, así como dos primos (Pancho) y Austreberto. Había
música de cuerda; guitarra, acordeón y violín, estaba yo, afuerita de la casa,
con unos amigos, tarareando una canción cuando percibí que alguien, al
interior del baile, discutía fuertemente, minutos después escuché llantos y
gritos, corrí a ver qué había pasado, encontrando a mi primo Austreberto ya
boqueando, entonces pregunte ¿Quién fue? Alguien gritó, ¡fue Margarito!,
¡fue Margarito!. Al tal Margarito lo conocía de vista y sabía que la hacía de
valiente. Inmediatamente me puse a buscarlo y al verme, echó a correr,
entonces pensé: este cabrón tiene maldad. Cuando él iba corriendo yo le
gritaba ¡párate, párate!, yo quería saber qué había pasado.
Recuerdo que, cuando corría, me caí sobre una piedra grande y entonces solté
mi cortante porque pensé, a la otra me pico yo mismo. Agarré dos piedras y
alcancé a Margarito, quien me lanzo una puñalada con su cortante, la pajarie
(evite) y le tiré la primera piedra pero no le pegué, después le hice la finta con
la otra pero no la solté y en el segundo intento se la acomode por la cabeza y,
lo tumbé, me fui encima de él y alguien me entrego un cortante, lo pique y
murió. Todo esto se realizó en la penumbra de la noche.
Otro día en la madrugada mandé a mis hermanos Pedro y Encarnación y, a mi
primo Pancho para la costa, por el rumbo de El Chilar y Guadalupe y, me
retiré al rancho La Cruz.
Díaz después fui a Ajoya a platicar con las autoridades y el delegado me dijo:
no te preocupes si me llegan a tocar a mí, yo te aviso, para que te hagas a un
lado.
Pero no, mandaron gobierno directamente de San Ignacio. Recuerdo que, ese
día me levanté muy temprano y me fui a tomar café con mis suegros, cuando
regresé, mi casita, estaba rodeada de policías municipales y les pregunté ¿qué
se les ofrece señores?. Pues venimos por ti, fue la respuesta. Bueno, déjenme
ponerme otros trapos (ropa) porque estos son los de trabajo. Está bien, me
contesto el jefe pero, no vayas a hacer una tarugada porque traemos órdenes
superiores. Me llevaron y encerraron en la cárcel de San Ignacio.
Estando preso, me enteré que el asesino de mi primo no había sido Margarito,
sino su entenado, un plebe de escasos diez y seis años de edad, quien también
estaba preso en San Ignacio. Hasta entonces supe qué fue lo que realmente
pasó en el baile.
Resulta que, pedro mi hermano quien era también un chamaco, fue a sacar a
bailar a una muchacha, a la misma vez que Margarito. La hembra, sin
embargo, no bailó con ninguno de los dos, pero estos se quedaron discutiendo,
sin embargo, por lo pronto la cosa no pasó a mayores. Pero, luego, el entenado
de Margarito, aprovechando la oscuridad de la noche, embazó (pico) a
Austreberto con un cortante porque, por alguna razón, que aún desconozco, el
233
difuntito y Pedro se cambiaron la chamarra, lo cual provocó que el asesino no
distinguiera a uno, del otro. Todo esto lo supe hasta cuando estuve preso, ahí
mismo, en la cárcel, conocí al verdadero criminal.
Luego empecé a fraguar un plan que consistía en echar fuera a la prisión para
lo cual convencí a varios de los reos, sin embargo, uno de ellos me delató y
una noche de tantas, unos policías apuntándome con sus rifles me llevaron a la
administración para investigarme sobre la veracidad de los rumores. Les dije
que eran mentiras y me regresaron a mi celda.
El plan de la fuga llevaba implícito la muerte del asesino de mi primo pero no
se logró.
Luego elaboré otro plan, pelarme yo sólo. Resulta que las celdas donde
dormíamos se encontraban hacia el lado de la calle y todas las mañanas nos
sacaban para encerrarnos en un corralón, como de quince por veinte metros de
largo, con barda de ladrillo, para que nos diera el sol y nos pegara un poco el
aire. Una tarde, cuando nos regresaban a las rejas le pegue un empujón al
gendarme de la puerta y eché a correr, al parecer no me siguieron. Otro día
amanecí en mi rancho La Cruz, porque yo siempre fui muy bueno para
caminar por entre el monte y las montañas. Mi gran preocupación era levantar
mi maicito que por cierto ya se había destruido.
-P ¿Qué sintió al perder su cosecha?.
-T Sentí, mucha tristeza, porque en la sierra, la única forma de sobrevivir era
vender maicito, frijolito o tener un ganadito. Si hubiera logrado esa
producción hubiera tenido dinero para pasar el año y hasta para aumentar mi
recua de burros, pero ni modo, no se pudo.
P ¿Qué hizo posteriormente?
T Fui a dar a Tayoltita, pensando en trabajar, durante una temporada y
regresar a La Cruz a continuar labrando la tierra.
P ¿Qué pasó, después?
T Al presentarme con el mayordomo de la mina me preguntó ¿Qué sabes
hacer? Pues todo lo rustico, le conteste. Sé trabajar con la barra, machete, pala,
pico, arado. Bueno, me contestó, te la voy a dar de barretero, para que te
alivianes.
Así fue como trabajé tres meses de barretero, a mediados de los años 40.
-P ¿Cómo eran las condiciones de trabajo al interior de las minas?
-T Eran muy desastrosas. Recuerdo que cuando tronábamos la dinamita, se
escuchaba un ruido ensordecedor que parecía que nos iban a estallar los oídos
se hacían además verdaderas tolvaneras al interior de los túneles y socavones
y al instante, bajo un calor infernal, tenían que entrar cientos de trabajadores a
recoger las piedras de metal para echarlas a los carritos del ferrocarril,
absorbiendo gases y residuos de los minerales que eran dáñisimos para los
234
pulmones de los trabajadores, por eso, en unos cuantos años, estas personas
morían de tuberculosis y de una enfermedad que le llamaban enfermedad del
minero. En la sierra a estos enfermos les decíamos tísicos o cascados.
-P ¿Les proporcionaban equipo de protección para trabajar?
-T No, en las minas se trabajaba totalmente rustico, sin higiene, ni
herramientas de auxilio.
-P ¿ Se explotaba mano de obra infantil?.
-T Sí, los menores trabajaban al igual que un adulto, no había diferencia.
-P ¿Les pagan bien su trabajo?
T. Las primeras semanas nos pagaron muy bien, pero luego duraron tres
meses sin remunerarnos argumentando que la empresa no tenía dinero. Un día
al presentarme a la boca de la mina, el jefe de cuadrilla me dijo: usted ya no
tiene trabajo, esta despedido. Por qué, pregunte, pues no sé, pero ya no tiene
trabajo, así nomás. Bueno le contesté, si ya no tengo trabajo, páguenme lo que
me deben. No, no hay dinero para pagarle a nadie, me respondió.
Me fui cavilando en lo injusto que eran los poderosos con los trabajadores,
nosotros, los cientos y cientos de mineros que, día con día arriesgábamos
nuestras vidas en las profundidades de los túneles por unos cuantos pesos y
ellos, que se llevaban millones de dólares al mes, no querían ni siquiera
reconocer el derecho al trabajo que teníamos como mexicanos, en verdad,
pensé para mis adentros, no hay ninguna defensa para los mineros de este país
que injusta es la vida.
Luego platiqué con dos compas, de quien no recuerdo sus nombres y
decidimos atracar la raya de los trabajadores. Compramos tres armas una para
cada uno y asaltamos la casa de raya de la cual nos llevamos veinte mil pesos.
Una parte repartí entre mis compañeros, y el resto entre la gente de la sierra y
pague deudas que tenía pendiente.
-P ¿Lo persiguieron los federales?
-T No, En la pagaduría no había soldados, en Tayoltita sí, pero hasta donde
tuve conocimientos no nos persiguieron.
-P ¿Para dónde se fue después?
T primero a La Cruz a visitar a mi familia, posteriormente a El Camichín, un
ranchito, cerca de Guadalupe, donde hice una siembrita que por cierto
abandoné porque tuve conocimiento que los soldados andaban merodeando
por esos rumbos, preguntando dónde me encontraba.
En ocasiones los federales se llevaban gente inocente para investigarla, un
mentado capitán Ríos decía que le gustaría mucho atraparme. Yo sabía que
este hombre traía órdenes directas del general Jesús Árias Sánchez, que me
detuviera o me aplicara la ley fuga donde quiera que me encontrara, por eso al
general yo le tenía mucho coraje.
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A partir de entonces ya no pude vivir en paz, en cualquier sitio donde me
ponía a cosechar maicito tenía que huir porque me caían encima los federales.
Aquí estoy hablando ya, de 1949, entonces comprendí que tenía que dejar mi
pueblo y mi familia, a los que tanto amaba.
-P ¿Tuvo usted conocimiento que el general Jesús Árias prometió cortárselos
sino lo bajaba a usted amarrado de la sierra y lo metía a la cárcel?.
-T Pues, seguramente se los ha de haber cortado, porque jamás pudo
atraparme (risas).
-P ¿En su primera etapa de bandolero (1940-1945), conoció a Rodolfo Valdés
(El Gitano), fue realmente su fiel compañero, como dice el corrido?
-T Sí, lo conocí antes de que matara al gobernador, en un pueblo de la costa,
cerca de Mazatlán. Nos presentamos, una sola vez, hubo un sólo intercambio
de palabras, no fuimos amigos como lo marca el corrido.
-P Hay una señora en Mazatlán, de nombre Epifania Robledo Vega quien
sostiene que lo conoció a usted en Tayoltita y, cuando (El Gitano), estaba
preso en La Batería 1949, (antigua cárcel de Mazatlán), su patrón, Sr. Juan
Hernández quien era propietario del restaurante Buenos Aires, la mandaba a
llevarle comida a Rodolfo, y asegura la Sra. que a usted lo miraba muy
seguido viendo para dicha cárcel ¿Tuvo algo que ver usted con la fuga de, Él
Gitano?
-T No, de su escape supe por otras personas, pero no fue fuga, sino simulacro,
arreglo con el gobierno. Él llevaba una vejiga de res con sangre de la cual tiro
parte en el camino para que se pensara que iba herido. Ya no supe más de este
caso, porque me fui a trabajar a los Estados Unidos.
-P ¿Conoció a gente del grupo de El Gitano?
-T Sí, conocí a varios: Pedro Ayón, Nacho Vega, Manuel Lafarga, Manuel
Sandoval (El Culichi), entre otros, porque ellos cuando sufrieron la
persecución del gobierno federal se refugiaron en la sierra por el rumbo de
Ajoya y Santa Polonia, lugares que yo frecuentaba. Por cierto que, en el caso
de (El Culichi), tuve conocimiento que fue muerto personalmente por el
general Jesús Árias, en el rancho Las Guasimas. El hombre estaba
prácticamente muerto, le había pegado una reuma que lo dejó paralítico, es
decir el general lo agarró inválido y aun así, lo crucificaron con bayonetas y
culatas de los rifles. Sin embargo, el militar se paraba el cuello que lo había
matado en un enfrentamiento. Cuando supe la forma en que fue asesinado (El
Culichi), aunque yo nunca estuve de acuerdo con lo que hacía su grupo, me
dio mucho coraje y le agarré mucho odio al general, que Dios me perdone,
pero me dieron ganas de buscarlo en Culiacán en su propia madriguera para
tumbarlo.
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-P Conoció al Güerillo Salcido, un bandolero que asaltó en varias ocasiones el
mineral de Tayoltita.
-T. No, no lo conocí, escuche mucho hablar de él; sin embargo, tuve
conocimiento por parte de hombres de mi confianza que en varias ocasiones
habló con los federales, a quienes garantizaba atraparme. Entonces le envié
una carta marcándole que si quería nos encontráramos en un lugar fijo:
“Vienes sólo y voy sólo, dos hombres el uno para el otro”; no hay ventaja
¿cuál es la ventaja?, yo puedo tumbarte a ti y tú puedes tumbarme a mí, si eres
gallo y tienes suerte a lo mejor tú ganas, y si no, ya te lo haiga (se respeta el
lenguaje del bandolero), porque yo también sé jalar el gatillo” Le estuve
insistiendo mucho en que si quería atraparme, como lo prometía al gobierno
que decidiera el punto, el día y la hora, nunca me contestó, finalmente no tuve
más información de él, esto sucedió a principios de 1949.
-P ¿Después de estos sucesos qué rumbo tomó?
-T Me fui a Estados Unidos, donde trabajé muy duro, hasta 1953
-P En qué lugares trabajó.
-T En Nevada, Sacramento y en Mendota, fui cargador; llenábamos hasta
cuatro semais, (trailers), uno de 700, otro de 900, uno más de 1000 y uno final
de 1200, cajas diarias. Era muy duro el trabajo, al grado que hasta salíamos
con las patas arrastrando. Cuando la señora que nos daba de comer nos
hablaba para la cena no despertábamos de lo cansado que nos encontrábamos.
Por cierto, que en Estados Unidos se daba algo que no me gustaba. Como
había mucha gente de la sierra de Sinaloa, Durango y Chihuahua que me
conocía y además sabían de mis andanzas, donde quiera que me topaban
gritaban ¡hay viene Heraclio Bernal¡. Yo, no consideraba meritorio que me
pusieran ese sobrenombre porque sólo luché contra lo que consideré injusto,
ayudando a las personas en la medida de mis posibilidades.
A fines de 1953, decidí regresar a Costa Rica, Sinaloa, donde había dejado a
mi familia. Mis planes eran ponerme a trabajar en el comercio; comprando y
vendiendo reses para lo cual adquirí una camionetita al Sr. Juan Sámano y me
fui a Cosalá, junto con mi hermano Pedro y mi primo Agustín.
En la primera semana mande una primera carga de ganado, pero la segunda ya
no fue posible porque me fui a Santa Ana, y me gaste el capitalito, en puras
parrandas. Me gustaba mucho agarrar la música, echar bala y pedir el corrido
¡Hay viene Nacho Bernal¡ canción con la cual me identificaba. Total que,
cuando nos regresamos, en el camino, se nos descompuso la camioneta, y les
dije a mis parientes: “yo, ya no regreso a Costa Rica, porque mi padre me va a
regañar por gastarme el dinero. Así es que, mejor me voy pá’tras y me fui a
Guadalupe, mi tierra de origen”.
237
A muchos años de distancia, pienso que me hizo mucho daño echar bala,
porque en cualquier rancho donde llegaba se sabía que había vuelto, ello
motivó que de nuevo empezara mi persecución militar, no me dejaban trabajar
limpiamente.
Así, anduve de rancho en rancho durante buen tiempo hasta 1955, cuando
decidí, solicitar un primer “préstamo” (asalto) al mineral de Nuestra Señora,
empresa donde había dinero.
-P. ¿Usted planeó dicho atraco?
-T Sí, yo lo organicé.
-P ¿En qué forma conquistó gente para el decomiso?.
-T Cuando mis antiguos compañeros supieron que había regresado, fueron
ellos mismos a buscarme, con otros hable después; total, que reuní como diez
gentes, entre ellos a Tacho Murillo, quien en efecto, durante un tiempecito fue
mi segundo en el mando.
-P ¿Donde conoció a Tacho Murillo, de quien se decía, era igual de bravo que
usted?.
-T A Tacho lo conocí en 1955, en Santiago, al visitar un compadre, era mayor
que yo, como trece años, originario de Ajoya, aunque en ese tiempo vivía en
Santa Anna, dos kilómetros al oriente del mineral de Nuestra Señora. Nunca le
vi hechos de valiente, lo que sí puedo asegurar es que, era muy bueno pa’los
mandados.
-P ¿Participó Tacho Murillo en el primer asalto al mineral de Nuestra Señora?
-T Sí, sí participó y hubo un muerto, un Sr. que no debía morir, eso le valió
una buena regañada porque el culpable fue él.
-P? Qué le dijo a Tacho?
-T Cuando nos reunimos para repartir el botín que, por lo general lo hacíamos
en el cerro de La Silla, cerca del rancho El Camichín, le dije: mira Tacho,
nosotros no tumbamos gente sin necesidad, al Sr. que tú le diste pa’bajo ni
tenía armas, no quiero que vuelva a suceder algo parecido, porque entonces
vamos a salir mal, tú y yo.
-P ¿Qué le contestó?
-T No me dijo nada, sólo agarró su parte y se retiró. Aunque quiero reconocer
que a Tacho le tuve mucha estima, fue un buen amigo.
-P ¿A qué horas se llevó a cabo el asalto?
-T El primer préstamo a dicho mineral lo hicimos de día porque sabíamos que
había otros grupos que hacían lo mismo y querían culparnos a nosotros.
-P La prensa manejó 60 mil pesos como monto del botín ¿qué tan cierto fue
esto?
-T Falso, la cantidad real fueron trece mil pesos.
-P ¿Es cierto que usted manejó las metralletas Thomson?
238
-T No, no es cierto, yo disparaba pura Super escuadra.
-P ¿Después de un asalto, qué hacia su grupo?
-T Bueno mi grupo, no siempre estaba junto, hacíamos un “préstamo”, y
repartía a cada quien lo suyo y luego, hacían rumbo, a donde mejor les
convenía, unos a seguir trabajando en sus ranchos, otros a gastarse su parte, en
parrandas, yo, me retiraba a cultivar la tierra, siempre trate de hacer vida
pacifica, teniendo hijos y esposa.
-P ¿Recuerda algunos nombres de las personas que tomaron parte en dicho
asalto?
-T Recuerdo sólo algunos, porque como les digo mi grupo no siempre era el
mismo, a veces participaban unos y, en otras ocasiones ya no eran los mismos.
De los nombres que más recuerdo puedo mencionar los siguientes: Pablo
Landeros, conocido como, El Águila Negra, Armando Nevárez, Pedro Ayón,
Domingo Vidal, Avelino Peña, José y Dolores López Peña, Anastacio (Tacho)
Murillo, Domingo Nuñez (El Guitarrero), Cecilio Macías, Eliodoro y Cleto
González, Cruz Molina, entre otros.
-P ¿Quiénes de estos compañeros permanecieron más tiempo con usted?
-T En la primera etapa de mi vida, los que permanecieron conmigo fueron:
Pablito Landeros y Cleto Gonzáles, los dos estaban muy chamacos pero ya
sabían jalar el gatillo, lo cual se aprende muy temprano en la sierra, con
decirles que, hasta las mujeres saben disparar una arma.
-P ¿Y en su segunda etapa?
-T Armando Nevárez y Tacho Murillo.
P Después de un “préstamo” ¿Cómo reunía de nuevo a su grupo?
-T Siempre sabía dónde encontrar a dos o tres, y ellos buscaban a los demás.
-P ¿Cómo se hacía el reparto del botín, ¿quién decidía como hacerlo?
-T Yo, decía cuánto le tocaba a cada quien, de acuerdo a la responsabilidad de
cada uno.
-P ¿Estaban todos de acuerdo, con la distribución?
T A veces sí, y otras no, el que no estaba conforme, simplemente agarraba
rumbo diferente.
-P Usted dice que no le robaba armas a nadie, tampoco municiones, entonces
qué hacía para obtenerlas?
-T Las compraba con un guardadito que conservaba para tales propósitos. En
esos tiempos en todas partes vendían armas y municiones, en la sierra mucha
gente tenía artefactos de fuego. Por otra parte yo era responsable de organizar
los “préstamos” a las mineras y llevarlos a cabo, en todo ese tiempo aunque el
grupo estuviera inactivo les garantizaba sus alimentos.
-P Recuerda a Pablito Landeros y Abraham Muñoz, dos hombres de su banda,
nos puede decir ¿cómo y dónde los conoció y cómo murieron?.
239
-T Pablito Landeros lo conocí al principio de mis andanzas. Resulta que una
noche de luna, como a las cuatro de la mañana, venía yo por un camino del
rancho Los arrayanes y en un recodo me encontré con un chamaco que se
quedó parado, como fantasma, sin moverse.
- T ¿A quién buscas le pregunté?
-P Voy para Los Arrayanes, me contestó.
-T¿ Qué motivos te llevan pa’ese rancho?
-P Busco a Tino Nevárez.
-T¿ Pa’qué lo quieres?
-P Pa’darme de alta con él
- Luego, le pregunté su nombre y, de dónde era.
-P Me llamo Pablo Landeros y soy de La Estancia, Cosalá.
-T ¿Me permites registrarte?.
- Sí, me contesto, no traía armas, agílate pues, le dije, y lo eché por delante y
nos fuimos a parajear a una cueva que yo tenía cerca del rancho El Camichín.
Pablito, anduvo conmigo hasta 1956, cuando lo mataron.
-P ¿Recuerda cómo lo mataron?
-T Resulta qué bajamos a Santa Anna a visitar unos amigos, íbamos tres
hombres: Pablo, otro compañero que no recuerdo su nombre y yo. Me
pidieron permiso para divertirse un rato, fueron y se metieron a una cantinita
del rancho y se pusieron a tomar. Surgió una discusión con el comisario del
lugar y le pegaron unos plomazos, no supe si murió. Ellos siguieron bebiendo
y al rato llegó un primo del herido y entre su borrachera le pidió la pistola
prestada a Pablo y mato a los dos. Así acabó El Águila Negra.
Cuando me avisaron de sus muertes, estaba yo, en otra casita del rancho, para
mis adentros dije: ¡a cabrón, aquí está duro! y agarré rumbo.
Cabe señalar que, Pablito era medio alocado, cuando se dio de alta conmigo, a
pesar de su edad, ya debía una muerte y pues me pudo mucho que haiga
muerto de esa manera. (Se respeta el lenguaje del bandolero).
-P¿ Y en el caso de Abraham Muñoz?
-T Abraham, se dio de alta conmigo como a mediados de 1956. Fue a
buscarme a Guadalupe de los Reyes porque mató a un músico de nombre
Benigno Ayón, él era de Las Milpas, un ranchito, entre Guadalupe y Cosalá.
Lo acepté porque me prometió muchas cosas buenas para el grupo, pero
tampoco puede uno agarrar cualquier cucaracha, hasta le proporcioné una
pistola calibre 32.20, escuadra para su protección.
-P ¿Qué hechos buenos hizo Abraham para su grupo.
-T Ninguno, puros malos. Recuerdo que, en una ocasión llegamos a Santa
Apolonia y organizamos un bailecito. A las dos de la mañana, las bailadoras
se quisieron retirar y Abraham las quiso detener le llamé la atención y le dije:
240
Yo no consiento que ninguno de mis hombres le falte al respeto a una mujer
mucho menos a un niño, te pones en paz o te pongo. La cosa no pasó a
mayores.
A la semana siguiente tuve que hacer un viaje a Ajoya y cuando regresé los
compañeros me informaron que Abraham se había pelado. Se acaba de ir, me
dijeron. Me llevé a un compañero y lo alcanzamos en el arroyo de Bordontita,
cerca del rancho El palmar donde había un molino que trituraba caña
propiedad del Sr. Domenech, íbamos a pie y él también, y le pregunté:
-T ¿Pa’dónde vas?
-A Voy a un mandado
-T ¿Por qué no me avisaste?
-A Porque pensaba regresar rápido.
- T No creo que tengas tanto poder para hacer rumbo sin tomarme parecer,
vengo por ti, vámonos. Iba borracho e hizo intento de sacar la pistola y le di
pa’bajo. Pa’ evitar que se lo comieran los animales, mande avisar a Ajoya que
vinieran a levantarlo, y sí, mandaron por su cuerpo.
- P¿Por qué lo mató?
- T Porque me estaba traicionando. Durante el tiempo que anduvo conmigo
conoció todos mis parajes y a mi gente, si lo dejo que se valla es capaz que me
denuncia.
-P ¿Siente remordimiento?
- T Yo, puedo perdonar muchas cosas menos una traición, estaba en juego mi
vida y la de mis compañeros.
-P En mayo de 1957, el mineral de Nuestra Señora sufrió un segundo asalto,
tuvo participación en el.
-T Hubo muchos hechos que yo no cometí y me quisieron involucrar este fue
uno de ellos, lo bueno fue que al final, las propias autoridades descubrieron
que yo no tuve culpa en ese delito.
-P ¿Es cierto que usted utilizaba como estrategia de seguridad personal dormir
arriba de los árboles?
-T Sí, cuando llegaba a un paraje, me retiraba del grupo, a un lugar que ellos
no conocían y me subía a un árbol a dormir, desde ahí vigilaba a mi gente, por
si alguno de ellos se quería pelar o traicionarme y a la vez, me protegía del
enemigo. Yo, tenía y tengo, una característica muy particular, con tres o cuatro
horas de sueño recupero mis energías, eso me daba ventaja sobre los
compañeros y mis enemigos.
-P Utilizó esas destrezas cuando lo perseguían los federales en 1957.
-T Sí, varias veces, recuerdo que, estando arriba de un árbol camelaba
(miraba) pasar a los federales como borreguitos por los cordones de la sierra.
-P ¿Dónde aprendió esas maniobras de seguridad?
241
-T Cuando se anda entre la lumbre el instinto de conservación le enseña a
uno, muchas cosas.
-P ¿Es cierto que usted era muy bueno para disparar armas de fuego?
-T Regular, por ejemplo con rifle de repetición, cortaba un cigarro, dos veces,
a una distancia de 30 metros. Lo ponía en una barita, disparaba y lo cortaba, lo
volvía a colocar y, de nuevo lo partía en dos. Recuerdo que las cuichis o
chachalacas se paraban en los árboles, a una altura como de veinte metros, les
metía la bala en el puro ojo. En otras ocasiones blanqueaba con nidos de
chalangatín que tumbaba de un solo disparo a una distancia de 40 metros les
pegaba en el puro tronquito.
Enseguida, don Tino extiende sus brazos y nos dice: “Miren mi pulso, lo tengo
igualito, no me tiembla para nada a pesar de lo viejo que estoy?.
-P ¿En algunos ranchos de la sierra, se dice, que a usted se le conoció como el
Dios de la pobreza qué tan cierto fue esto?
-T Nunca ayudé a la gente por algo a cambio, como hasta la fecha lo sigo
haciendo, en esos tiempos había mucha hambre y necesidades en la sierra,
varios minerales cerraron sus puertas y llegó una sequía que se mantuvo
durante varios años al grado que hasta el ganado murió y la gente no tenía que
comer, el gobierno jamás se apareció para ayudarlos, cuando yo llegaba a un
rancho y miraba niños y mujeres con hambre se me partía el corazón y
mandaba comprar alimentos a Cosalá para que resolvieran sus necesidades
inmediatas.
P ¿Es usted religioso?
T Creo que hay un Dios todopoderoso que es el que me ha protegido y lo
sigue haciendo, por esa persona aún sigo con vida. Dios y los Santos que
venero siempre han estado conmigo, al respecto les platico la siguiente
anécdota.
En una ocasión iba de Ajoya, al rancho La Cruz, al llegar a Duranguito,
llegué a saludar un compadre, me alcanzó un niñito que me hizo señas con su
manita que saliera pa’l montecito. Me acerqué y le pregunté:
-T¿ Qué quieres niño?
-Niño. Me mandó mi papá a decirle que, hay vienen los federales que se
esconda porque andan preguntando por usted.
-T ¿De dónde vienes?
-N. De Ajoya
- T¿Por dónde te viniste?
-N. Por entre el monte.
Le di una feriecita y le dije: vete por el camino y si te encuentras con los
soldados no les tengas miedo, enfréntalos, no te hacen nada, diles que, andas
242
buscando una vaca que se te perdió y, si te preguntan por mí diles que me
vistes pasar para que no te estrujen (torturen o golpeen).
Lo extraño de todo fue que, a los niños de Ajoya yo, los conocía a todos y ese,
no lo reconocí, no supe de qué familia era, sin duda el Todopoderoso y mi
Ángel de la guarda me lo mandaron para protegerme. Muchas cosas que me
sucedieron en esos años se las debo a ese personaje. (Dios).
-P ¿Qué hizo después?
-T Resulta que, en casa de mi compadre había un pequeño bochinchi y como
yo quería seguir mi rumbo con alegría, les pregunté a los músicos, ¿ya
terminaron de tocar?
-Pues sí, ya nos pagaron.
Bueno les dije, vámonos y se fueron conmigo cantándome el corrido ¡Hay
viene Nacho Bernal¡ que era mi preferido.
-P ¿Lo alcanzaron los federales?
-T No, porque, cuando calcule que venían cerca de nosotros me despedí de
los cantantes y me eche al monte.
-P ¿ Alguna vez trató de imitar a Heraclio Bernal o a otro bandolero?.
-T Yo, nunca traté de imitar a Heraclio Bernal como dicen algunos,
simplemente miraba la pobreza de la gente y les ayudaba con lo que podía,
cualquier persona que tenga corazón y sea humanitario hubiera hecho lo
mismo. Nunca me gustaron tampoco los abusos de los poderosos contra los
humildes, porque yo viví en carne propia durante muchos años, las injusticias
de los caciques de la región y del gobierno federal, sobretodo de la gente del
general Jesús Árias Sánchez que, al parecer me traía de encargo.
-¿P Alguna vez se vistió de mujer?
-T Una sola ocasión. Resulta que llegue a unas casitas, arriba de Ajoya a
visitar a un amigo, cuando me di cuenta el ranchito estaba rodeado de
federales, entonces le pedí a la dueña de la casa ropa de mujer para vestirme,
salí entre ellos, cubierto con un rebozo y no me reconocieron. Yo siento que el
primer disfraz que uno usa es no tener miedo, los nervios lo traicionan y lo
descubren, yo nunca fui nervioso, ni tampoco tuve miedo, nunca lo he tenido.
P ¿El Sr. Isaías Rochín Ojeda en el libro San Ignacio, Diez y Ocho Encuentros
con la Historia, narra una anécdota en la cual, usted y dos compañeros más,
viniendo de Culiacán, llegaron a una fondita del rancho Agua Nueva donde se
encontraban almorzando unos militares y, un capitán alardeando de hombría
comentaba: dejen que agarre ese cabrón de Tino Nevárez, lo voy llevar
amarrado hasta el cuartel de Culiacán. Al terminar de comer llamó usted a la
fondera a lo apartadito y le dijo: páguese nuestros alimentos y el de los
federales y dígale al capitán que le pagó la comida Tino Nevárez y que haya lo
espera arriba para que se lo traiga amarrado. ¿qué tan cierto fue esto?.
243
T Fue cierto, con dos pequeñas aclaraciones: primera, no venía de Culiacán,
venía de La Cruz de Ajoya, arriba de San Ignacio. Segunda: El hecho no fue
en Agua Nueva, sino en Santa Apolonia y fue un descuido mío porque cuando
menos pensé ya estaba entre los federales y pues, tuve que quedarme a
almorzar. Por cierto que, a la fondera, además de pedirle que le transmitiera el
mensaje al capitán le dije que dejara pasar unos diez minutos, para tener
oportunidad de echarnos al monte mis compañeros y yo.
-P ¿En Cosalá, se narra una historia muy bonita en la cual se dice que, en
1956, usted y su grupo, con unos mecates trenzados en forma de red,
tumbaron una avioneta la cual transportaba la raya de los trabajadores del
mineral de Nuestra Señora, ¿qué tan cierto fue esto?
-T No, no es cierto, eso fue una leyenda que el mismo pueblo inventó,
nosotros nunca hicimos un hecho de esa naturaleza.
-P ¿ Tuvo conocimiento por qué lo perseguía tanto el general Jesús Árias?.
-T Siento que ese Sr. desde 1940, hizo algún compromiso con los Quintana,
desde que tuve aquel problema con el Sr. Salvador, a partir de entonces en
todas partes me salían los pinchis federales, nunca me dejaron trabajar y vivir
en paz, si yo, hubiera querido tumbar gente, por tumbar, muchos federales
hubieran muerto porque yo sabía cómo enfrentarlos y donde esconderme,
conocía muy bien el terreno, mis terrenos, me contuve porque no fui, ni soy,
un asesino sin escrúpulos mucho menos un roba vacas, como en su tiempo me
pintaron en los papeles (periódicos) y en la radio y además, porque sabía que,
iba a morir mucha de mi gente, sobretodo de la sierra. Sin embargo, tuve
ganas de enfrentar al general de hombre a hombre, sin ventajas, en varias
ocasiones pensé hacerle una visita a su propia casa, el cuartel de Culiacán,
para que me dijera cuál era el coraje que me tenía, el destino no me lo
permitió.
-P En noviembre de 1956, en el rancho Río de los Barragán hubo una gran
masacre, donde murieron ocho personas y otras tantas quedaron heridas, los
medios de comunicación de la época lo relacionaron a usted con los
acontecimientos ¿tuvo usted algo que ver con estas muertes?
T No, yo me vine a enterar cuatro días después, cuando bajé a Guadalupe de
los Reyes.
-P ¿Qué sintió usted cuando se enteró de los asesinatos y sobre todo porque
murieron familiares suyos?
-T Sentí mucho coraje, porque para mi, toda la gente humilde de la sierra era
mi familia, a esos pobres los masacraron sin culpa y sin defensa, era la forma
de aplicar la ley por parte del gobierno.
-P ¿Tuvo conocimiento si hubo juicio contra los criminales?
-T hasta donde yo supe no, nunca se les castigó.
244
-P ¿Tuvo que ver el rencor que le dejó estos homicidios para matar a los
militares en 1957?.
-T Lo de los militares fue algo repentino yo, no tumbaba gente por tumbar.
-P El tres de octubre de 1957, se llevó a cabo un tercer asalto contra Nuestra
Señora, siendo el último contra dicho mineral, del cual se culpó a su grupo y,
según Tacho Murillo en sus declaraciones a la prensa, en 1960, usted dirigió
ese “préstamo” ¿qué tan cierto fue esto?
-T Sobre este hecho, quiero decir lo siguiente: “No fue un asalto que,
previamente haiga (se respeta el lenguaje del personaje) sido programado,
como lo dijeron los papeles de la época, más bien fue un encuentro”.
-P Por la importancia del hecho ¿ nos lo puede detallar?.
-T Veníamos siete compañeros y yo, por el camino de Nuestra Señora, rumbo
a Cosalá, íbamos a un mandado (sin especificar qué tipo de mandado) cuando
a la altura del rancho Los Braceros encontramos una partida de federales en
dos camionetas, nosotros veníamos armados y ellos también, ni modo de
correr, porque si lo hacemos nos matan. Hoy reconozco que fue un error
transitar por camino real cuando yo, por cuestión de estrategia, siempre lo
hacía por entre el monte y montañas, pero ya ni modo.
-P ¿Nos puede narrar cómo se dieron los hechos?.
-T A los federales los encontramos en un recodo de la Cuesta de los Braceros,
todo fue muy rápido, como es normal en esos casos, percibí cuando echaron
mano a sus armas y reaccionamos de la misma manera iniciándose un
intercambio de balas en el cual los soldados sacaron la peor parte yo, no supe
cuántos de ellos murieron. Al verlos heridos corrimos a trastear los carros para
ver qué traían dentro, recogimos pistolas y rifles, yo me lleve una 45 de un
federal que, a los muchos años supe tenía el grado de capitán, cuando recogía
el arma, un soldadito que corrió hacia el monte soltó un plomazo y me pego en
la espalda a la altura del brazo izquierdo saliendo la bala cerca del corazón.
Me pateo tan fuerte el chingadazo que me hizo dar un giro, empujándome
hacia dentro del carro pero, mi Dios todopoderoso, mi Ángel de la Guarda y
las oraciones que siempre traigo conmigo, me salvaron la vida.
En esta parte del relato, el bandolero se descubre y enseña la marca de su
herida así como los trípticos donde se plasman sus rezos y novenas,
verdaderas reliquias, de las cuales se presentan fotografías al final de este
libro.
-P ¿Qué pasó con la raya de los trabajadores que, se supone llevaban los
federales y de la cual la prensa, al principio manejó, 150 mil pesos y al final
45 mil?
-T No, no había tal botín, los federales no llevaban dinero, repito nosotros no
programamos ningún asalto contra la conducta, el encuentro fue casual.
245
-P Sin embargo, Tacho Murillo dijo que sí había dinero, ¿usted qué opina?
-T Bueno, más bien eso dijeron los papeles y ustedes saben que esos son muy
mentirosos, más, cuando se trataba de defender a los federales.
-P Definitivamente ¿usted no supo dónde quedó el botín?
-T No, pero si acaso, la partida de federales llevaban algún dinero
probablemente se lo llevó el soldadito que corrió.
-P ¿Qué hizo su grupo posteriormente?
-T Nos retiramos a nuestro paraje, ubicado entre el cerro de La Silla, y el de
Los Fresnos, en un cañoncito por donde pasa un derramadero que se llama
Arroyo del Arado. Yo iba perdiendo mucha sangre y me taponearon la herida
con tierra y cardón.
-P ¿Cómo organizó la fuga?
-T Caminamos por entre el monte y mandé dos compañeros que se vinieran
atrás de nosotros porque intuía que nos iban a seguir.
Llegamos al paraje de tardecita y distribuí la gente entre los matorrales para no
estar juntos, por aquello de un ataque sorpresa. Para esto mande traer a mi
esposa y nuestro hijo (un niño de dos años) que se encontraban en el mineral
de Guadalupe.
-P ¿Cuántos hombres llegaron al cañón?
-T llegamos los siete que participamos en la confrontación pero, al siguiente
día se nos unieron ocho más que, antes del encuentro había enviado a otros
mandados, (sin especificar qué tipo de mandados) entre ellos, Tacho Murillo.
-P ¿Dormían a suelo raso?
- T Cuando uno anda entre la lumbre donde quiera es camposanto.
- P ¿Cuánto tiempo permanecieron en dicho escondite?
-T Como cinco días. En una madrugada, empecé a sentir mucho dolor en la
herida y le dije a mi señora: calienta poquita agüita para que me laves la llaga,
no aguanto el dolor. Ella encendió una lumbrita, y es probable que los
federales miraran el resplandor, iniciando de repente las ráfagas. Disparaban
rifles y pistolas automáticas, todas en dirección a la lumbre. Sentí lo tremendo
de las descargas cuando percibí, digo percibí, porque todo estaba
completamente oscuro, que, las balas trozaban las ramas de los árboles que
estaban a nuestro alrededor, todo mundo a correr, el tableteo de las metralletas
Thomson y los Mauseres era ensordecedor. Yo, me quede atochado en el
cañón desde ahí miraba los fogonazos de diferentes calibres vomitando fuego
a diestra y siniestra, sin punto fijo. Ahí se dispararon, cientos y más cientos de
cartuchos.
-P ¿Qué paso con su esposa y su hijo?
-T. Mi esposa y mi hijo no supe donde quedaron, sólo recuerdo que se
encontraban a mi lado cuando empezó la balacera y, el niño lo tenía mi cuñado
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Rosario, y de mis hombres pues tampoco supe porque, estaban dispersos entre
el monte pero supongo que echaron a correr. Yo, sólo alcance a tomar un
morralito que tenía colgado en un árbol, con cartuchos y una feriecita.
-P ¿Murió alguien en la balacera?
-T Al momento no me di cuenta, con el tiempo supe que murió mi cuñado
Rosario, quedó herido en el lugar de los hechos inclusive, al parecer, los
federales lo encontraron vivo y después de torturarlo lo aventaron a un
barranco, un año después sus familiares hallaron los puros huesitos se lo
habían comido los animales del monte.
-P Rosario, ¿formaba parte de su grupo?
-T No, cuando él supo que nos encontrábamos parajeados (acampados) en el
cañoncito del cerro de La Silla, fue a llevarnos unos pollos para comer.
Recuerdo que le dije: retírate, la cosa está muy dura, en cualquier momento
nos pueden venadear y tú tienes familia a quien hacerle falta. Su respuesta fue
que yo no lo consideraba hombre pero que, en cualquier momento podía
demostrarme lo contrario. Después de esa platica, en la madrugada nos
atacaron y por desgracia, murió, probablemente, ya le tocaba.
-P Qué pasó con los hombres que traía de vigilancia en la retaguardia?
-T Tampoco supe nada de ellos, tal vez se quedaron dormidos y fueron
sorprendidos. Pero sospecho que alguien nos vio en el paraje y avisó a los
federales y estos esperaron el momento preciso para atacarnos aunque estoy
seguro que ellos traían miedo, porque después de las descargas, no nos
siguieron.
-P Después de medio siglo de los hechos, ¿cree que los hombres que puso de
vigilancia lo hayan traicionado?
-T Desconozco, ya nunca los volví a ver.
-P ¿Recuerda sus nombres?
-T No, no los recuerdo.
-P Actualmmente tiene alguna idea de quien lo traiciono.
- T Muchos años después del ataque de los federales tuve conocimiento qué
fue lo que realmente pasó. Resulta que los militares investigaron al Sr. José
Luna, un ganadero del rancho El Camichín, pueblito asentado a diez
kilómetros de Guadalupe de los Reyes; José era mi amigo y yo lo visitada con
regularidad, él conocía el paraje donde yo me encontraba, de tal forma que los
militares a base de tortura y con amenazas de fusilar a su familia lo obligaron
a llevarlos donde yo y mi grupo nos encontrábamos sucediendo lo que ustedes
ya saben. Como el escondite solo tenía acceso por medio de sogas, reatas o
lianas los militares decidieron descargar sus armas desde lo alto de las
montañas situación que mis hombres aprovecharon para poder escapar.
-P Guarda algún rencor contra don José Luna.
247
-T No, comprendo las circunstancias y entiendo su situación porque por salvar
a su familia uno es capaz de todo, él sigue siendo mi amigo donde quiera que
se encuentre.
- P Pasada la sorpresa del ataque ¿qué movimientos realizó?.
-T Después del tiroteo me fui subiendo por un cordoncito del cerro de enfrente
(Los Fresnos), hasta llegar al mismo nivel que los federales, estaba tan oscuro
que, ni ellos ni yo, alcanzábamos a vernos pero, con seguridad hubiera podido
tumbar, como mínimo, dos o tres federales sin embargo, mi brazo malo me lo
impedía, pues no podía sacar y meter los cargadores, de mis dos pistolas,
aunque, de seguro, yo también, hubiera muerto.
-P ¿Qué pasó después?
-T Allí permanecí hasta que amaneció y agarré rumbo.
-P ¿En el ataque a los federales venía Tacho Murillo con usted?
-T No, él andaba en otro negocio, pero la madrugada que nos atacaron los
soldados, sí estaba con nosotros.
-P Cuando usted quedó sólo, ¿hacia dónde se retiró?
T Al amanecer, brinqué un portesuelito (pequeña loma), que había del otro
lado del cerro de Los Fresnos y caminé rumbo al rancho del Gachupin y en el
camino encontré a Armando Nevárez, un compañero del grupo, que andaba
sin rumbo. Armando iba herido de un brazo y de una mano, pensamos que
habían masacrado a la gente porque nada más él y yo nos reencontramos.
Continuamos hacia arriba, pasamos por un rancho que se llamaba El Agua
Escondida y llegamos con un amigo mío de nombre Manuel Nevárez, pero no
le comentamos nada, subimos por el arroyo de Las Bateas, llegando al rancho
Las Aguamas, en las faldas del cerro El Jacalito, siempre caminando por entre
el monte, habíamos recorrido como 50 kilómetros a pata y heridos, en un solo
día, allí mande a Armando a una casita donde vivía una señora que se llamaba
Francisca Nevárez, quien tenía una hija que le decían La Cuata, aclarando que
las raíces de estas familias procedían de Otaes, Durango, igual que la mía
pero, no nos reconocíamos como tal, allí nos dieron comida, luego nos
echamos al monte, y le dije a Armando: “Tienes que hacer rumbo, te llevas
esta pistola (una Super de mi propiedad), y esta feriecita, déjame sólo, si algún
día reactivo mi grupo, yo te buscaré. Esa noche, dormimos en el montecito,
cerca de Las Aguamas. En la madrugada, escuchamos la tropelada de los
federales y vimos como de inmediato rodearon las dos casitas del rancho,
todos a pata, eran un chingo de militares, hasta parecía que los llamaban con
campanas. Permanecimos atochados entre el monte y luego nos separamos.
Ya sólo, baje al río de Los Barragán, donde asalte a mi tío Isidro Sánchez,
quien vivía sólo, en una casita (recordar la masacre de río de Los Barragán),
mejor dicho le salí al camino (risas), pa’ platicar con él. Qué pasa m’ijo, me
248
contestó sorprendido mi tío. Traigo el gobierno encima y quiero que jale
conmigo de manera muy reservada, para bien suyo y de mucha gente, vengo
buscando la manera de componerme de este brazo, pero lo principal es que me
ayude viajando a Cosalá a traerme provisiones, llévese un burro y le di una
feriecita, luego, le dije: mañana nos vemos aquí mismo, sin decirle donde me
iba a parajear.
-P ¿Y luego qué pasó?
-T Otro día mi tío me trajo de comer: papas, sopa, tortillas, huevos y cerillos
para prender lumbre.
-P ¿Le pidió medicamentos a su tío para curarse?
-T No, como dije anteriormente, me curaba con puro cardón, para mí el
cardón era y sigue siendo una planta maravillosa. Me escondí en un ranchito
que se llamaba Los Arrayanes, allí permanecí como veinte días, sin saber
absolutamente nada, empecé a agarrar fuerza en mi brazo a mover los dedos y
después del todopoderoso mi mano quedó completamente sana.
-p ¿En qué pensaba Tino Nevárez durante ese tiempo?
-T Buscaba cómo salir de esta y sobretodo qué rumbo tomar, no pensé en irme
más a la sierra como dice el corrido, porque no tenía gente, los ranchos
estaban muy golpeados por los federales, por eso la idea era moverme hacia el
sur o a la costa, donde tenía familia. Decidí los valles porque intuía que, los
federales nunca pensarían que fuera yo a meterme a la cueva del lobo. Tan
correcta fue mi decisión que, la persecución del gobierno se centró
básicamente en la sierra. Existe además, un detalle que quiero destacar.
Cuando el ejército me buscaba, siempre lo hacían por caminos y cordones
pero, yo lo hacía cruzando ríos y montañas por eso nunca me atraparon. En
muchas ocasiones, desde un risco o acantilado, los camelaba pasar y sabía p’a
donde viajaban y yo, me iba p’a otra parte. Cuando quería verlos de nuevo les
cortaba huella y conocía sus rumbos. En algunas ocasiones para jugar con
ellos me vestía de arriero y caminaba junto con ellos, y les decía: “me voy con
ustedes para proteger mi mercancía no vaya a hacer que me asalte ese cabrón
de Tino Nevárez, dicen que es el vivo demonio”. Como no me conocían, yo
les llevaba ventaja, sin dañarlos, me divertía con ellos, les hice muchas gaitas,
en eso, tiene razón el corrido.
-P ¿Andaba usted a caballo?
-T No, tal vez mucha gente piense que yo y mi grupo nos movíamos en
bestias, pero no era así, para desplazarse por entre el monte es mejor a pata por
eso nunca nos descubrieron, no utilizábamos ni siquiera los cordones de la
sierra para movernos porque si uno camina por un cordón lo pueden camelar a
muchos kilómetros de distancia.
-P ¿Qué hizo posteriormente?
249
-T Con un hijo de mi tío Isidro, de nombre Servando (qepd), mandé pedir
auxilio a Costa Rica, Sinaloa.
-P ¿Quién lo ayudó?
-T De Costa Rica, vino un primo de nombre Francisco (Pancho) Nevárez, de
oficio músico, después de platicar con él, le di una feriecita para que me
comprara un acordeón para hacerme pasar por músico en los pueblos por
donde fuéramos pasando. Pero al colocarme el instrumento en el pecho me
molesto y pensé que, si nos pedían canciones no iba a poder tocar.
Entonces regresé a Pancho para la costa y me hice acompañar por Servando,
mi sobrino; a él lo quería para que bajara a los ranchos a comprar comida
porque caminábamos por entre el monte y las cumbres de las montañas.
-P ¿Recuerda la fecha en qué se vinieron?
-T Como a fines de noviembre de 1957, llegamos a Costa Rica, en ocho días.
-P ¿Caminaban de día o de noche?
-T Al salir del rancho Los Arrayanes, caminamos de noche y dormíamos de
día porque, podíamos orientarnos por los cerros que ya conocíamos pero, de
Cosalá pa’ bajo, donde no hay puntos fijos, andábamos con sol, por entre el
monte, paralelo a los caminos.
- P ¿Tuvieron algún contratiempo?.
-T Sí, tuvimos un pequeño percance pero no pasó a mayores, se los voy a
contar: Resulta que de Cosalá, bajamos por el rumbo de Tacuichamona y
salimos a un ranchito de nombre Las Cruces o Santa Cruz, hacia el oriente,
como diez y seis kilómetros de Costa Rica, del otro lado de la carretera
Internacional. Había una casita y le dije a Servando vamos a llegar con esa
señora a ordenar comida. Al momento de pedir los alimentos llegó un
muchacho y dijo: “En el vado de abajo viene la judicial, algo deben venir
buscando”. Bajando la voz le comente a mi compañero, vámonos. Nos
despedimos de la Sra. y nos agilamos por el camino hacia abajo, y en cuanto
nos perdimos de los caseros nos echamos al monte. Como a los dos minutos
escuchamos el ruido de la camioneta de los judiciales que iban pa’ Las Cruces.
Ahora pienso, ese muchacho me lo mando mi Ángel de la Guarda y mi Dios
todopoderoso porque si me registran los oficiales hubiera tenido que pelear y
quién sabe, si lo estuviera contando.
-P ¿Qué rumbo tomaron después?
-T Cruzamos la carretera Internacional, rumbo a Costa Rica, y me quedé en un
montecito enfrente de donde ahora se encuentra el panteón, antes todo eso era
puro monte, dicen que ahora son tierras agrícolas. Luego mande a Servando a
avisar a mi familia que había llegado.
-P ¿Cuántos Kilómetros recorrieron?
250
-T Como trecientos kilómetros, si contamos caminos y carreteras que, por lo
general tienen muchas curvas pero, si tomamos en cuenta que, nosotros
atravesamos montes, montañas, ríos y arroyos la distancia se acorta, es decir,
como si ustedes recorrieran los mismos kilómetros pero en avión, aunque lo
de nosotros fue mucho más cansado y peligroso. Sin embargo, hay que tomar
en cuenta algo muy importante que, en esos tiempos, mi sobrino y yo, éramos
jóvenes, acostumbrados a caminar largas distancias por la sierra, bajo
condiciones adversas, por eso salimos adelante.
-P ¿Quién fue el primero de su familia que fue a visitarlo en el montecito?
-T Mi tío Juventino (qepd), era leñador y con el pretexto de cortar madera para
vender me llevaba lonche y agua en una carretita de burros y, después se
apareció mi primo Ángel Nevárez.
Cuando llegué al montecito de Costa Rica, hice dos parajes: uno, arriba de un
ébano que utilizaba de noche, y un segundo, sobre un cardón, el cual me
servía de faro para camelar durante el día, quién iba y venía, por el camino del
panteón que era paso obligado para viajar de Costa Rica, a la carretera
Internacional.
-P ¿Cuánto tiempo permaneció en ese lugar?
-T Como diez días, luego, mi familia me trasladó a una casita cerca del campo
Balbuena, ubicado al norte de Costa Rica.
-P ¿En qué lo trasladaron?
-T A pata, un primo de nombre Agustín Nevárez (qepd), me acompañó hasta
el canal Principal, que pasa al oriente del poblado, luego se incorporó mi
primo Ángel. Caminamos por la parte sur de la comunidad, por el camino
viejo hacia el poniente, después mi hermano Pedro me llevó en una bicicleta
hasta el campo mencionado.
-P ¿Cuánto tiempo permaneció en ese lugar.
-T Como ocho meses, en una casita de madera silvestre, ubicada en el ejido
Las Ilusiones.
-P ¿Cómo logró ocultarse durante tanto tiempo?
-T Hice un pozo dentro de la casita, allí me ocultaba durante el día y, por la
noche, dormía en una tazolera que se encontraba como a veinte metros de la
chocita.
-P ¿Siendo usted de clima frío cómo soportó las altas temperaturas del estado
de Sinaloa y, sobretodo metido en un pozo?
-T En primer lugar por la necesidad y cuando el calor era insoportable me iba
a unos maizales que se encontraban frente al campito, cruzando la carretera La
Cincuenta.
251
-P ¿Tuvo algún contratiempo en el tiempo que permaneció en el campo Las
Ilusiones?
-T Mi hermano Vicente tenía relación de grado con el propietario de la parcela
( Blas Iribe), donde se ubicaba la casa, este insistía en conocerme por todo lo
que decían los papeles, la radio y la misma gente.
Un día le dije a mi hermano que lo llevara y platicamos. Me dijo que él
también era hombre, no tanto como yo, pero que, sabía guardar un secreto y lo
guardó, nunca me descubrió.
-P¿ Qué pasó después?
-T Yo, insistía a mi familia en irme al sur, concretamente al estado de Nayarit
donde sabía se encontraba mi esposa, pero un día vino mi hermano Vicente y
me dijo: Esta aquí, en el campo, la Sra. Juanita Lugo y su hija Luz, tú sabes si
te quieres ir con ellas a Tijuana. No la pensé dos veces, otro día en la
madrugada estaba viajando rumbo a la frontera.
-P ¿Dónde conoció a dichas mujeres?
-T La Sra. Juanita (qepd) y su hija Luz (qepd), a quien yo tengo mucho que
agradecerles, era madre de Tina Lugo, la muchacha por la que yo tuve el
problema con Salvador Quintana y las conocía desde que yo vivía en El
Bayus, cerca de Guadalupe de los Reyes.
- P ¿Cuánto tiempo hicieron para llegar a Tijuana?
-T Como treinta horas, tomando en cuenta que la carretera no estaba
pavimentada.
-P ¿Tuvieron algún contratiempo en el camino?
-T Ninguno, en esos tiempos no había tantos retenes como ahora.
- P ¿Qué hizo al llegar a su destino?
-T Esa noche, dormí en casa de mis amigas pero, en la madrugada, como
quien dice, me fugue. Sin despedirme de nadie, tomé mis cachivaches y cruce
la frontera de mojado.
-P¿ Por qué tomo esa decisión tan repentina?
-T Porque intuía que los federales podían detener a alguien de mi familia y
obligarlo a entregarme, como en efecto sucedió. Al tiempo me enteré que,
habían detenido a mi sobrino Servando y los llevó a casa de la Sra. Juanita
pero, en verdad ni ellas ni nadie sabían dónde me encontraba, así, las hubieran
matado no me iban a localizar.
-P ¿Posteriormente qué hizo?
-T En Estados Unidos, me dediqué a trabajar en el campo y olvidarme de
todo.
-P ¿Qué pasó con la pistola del capitán?
252
-T La pistola del capitán era una pistola muy bonita, tenía las iniciales del
militar labradas en oro por eso me gustó mucho, me la traje durante mi fuga y
pasé con ella a Estados Unidos luego la vendí, por una feriecita.
-P ¿Por qué vendió la pistola si le gustaba tanto?
-T Porque juré ante Dios y mi Ángel de la Guarda jamás disparar un arma,
como lo he cumplido, y porque necesitaba una feriecita.
-P ¿De los préstamos que usted hizo a las empresas mineras dejó dinero
guardado para vivir una vida tranquila al retirarse de sus correrías?
-T No, jamás pensé en atesorar dinero para beneficio personal.
-P¿Qué siente al haber escapado de sus más acérrimos enemigos, hazaña que
no logró realizar, ni Villa, ni Bernal?.
- T Mucha felicidad, sobretodo porque estoy vivo, pero repito esto no lo
hubiera conseguido sin la ayuda del Todopoderoso.
- P ¿Está arrepentido de todo lo que hizo?
- T De ninguna manera, lo que hice, fue por las circunstancias que yo viví, y
no creo haber hecho cosas malas sólo actué en defensa propia y en ayuda de
mi gente, que vivían como esclavos en un México disque de oportunidades y
libertades.
- P ¿Le hubiese gustado vivir en época de la Revolución Mexicana?
-T Para hacer justicia sí, porque a pesar de haber pasado medio siglo de
Revolución, en la sierra de Sinaloa, Durango y Chihuahua, territorio
dominado por empresas mineras extranjeras y el gobierno federal a su
servicio, a los trabajadores se les seguía tratando como en la época de las
grandes haciendas.
-P ¿Cuándo y dónde escuchó por vez primera su corrido?
-T El primer corrido lo conocí a principios de los años 60, en una cantinita de
los Estados Unidos, lo cantaban unos músicos y me gustó. Mi sorpresa fue
que, en una ocasión un compañero de trabajo traía un radio encendido y la
difusora puso el corrido y empecé a tararearlo entonces mi amigo me dijo:
qué se me hace que tú, eres Tino Nevárez , no le contesté nada, sólo, me reí y
a la fecha, lo he escuchado miles de veces.
El segundo corrido lo escuche hasta ahora que ustedes me lo están regalando.
-P ¿Lo que dice el segundo corrido tiene relación con su vida?
-T No, no es cierto, esos son puros cuentos del compositor, jamás conocí a
Lucio Cabañas.
-P ¿Conoció a Cuco Napóles quien al parecer compuso y registró los dos
corridos de sus hazañas?
-T No, no lo conocí o, cuando menos no lo recuerdo.
-P ¿Qué les manda decir a los más de veinte grupos musicales que aún cantan
sus corridos?
253
-T Les agradezco.
-P ¿Algún mensaje para los jóvenes de hoy?
-T Que se preparen y se mantengan unidos para que puedan conseguir un buen
trabajo, algo de lo que yo no tuve oportunidad y que nunca permitan
injusticias de los poderosos, menos del gobierno, que son los que se supone
deben impartir justicia a favor del pueblo.
Al final de la entrevista don Tino expresa lo siguiente: “Antes de terminar la
plática quiero comentar que probablemente haiga hecho yo cosas malas en mi
vida sin embargo, espero que las nuevas generaciones entiendan mis razones y
sobretodo las condiciones que me tocó vivir.
Tal vez, algunos detalles de mi vida se me haigan escapado pero, ustedes
comprenderán que hace muchos tiempo que sucedieron esos hechos y mi
cabeza ya no da para más, mi memoria ya no es la misma.
-P Don Tino un último deseo que tenga para la gente de la sierra y los
mexicanos
-T Pues que no haiga más hambre, ni injusticias en mi país.
Finalmente, Tino Nevárez con un suspiro exhalado de sus labios comenta:
“Esta es la historia que yo tengo que contar, mi historia.
Gracias.
Fin de la entrevista al Sr. Florentino Nevárez Sánchez el día diez y seis de
noviembre del año 2000. Desde algún lugar de los Estados Unidos.
Usted juzgue querido lector.
Los autores queremos realizar el siguiente comentario: en caso de que, el
legendario bandolero haya conservado en su poder cierta cantidad de dinero
producto de sus últimos asaltos (aunque lo haya negado), lo autores lo
consideramos algo legítimo pues no hay que olvidar que son las condiciones
socioeconómicas las que definen la conducta delictiva de los bandoleros
sociales y no su propia naturaleza, y en virtud que son gente inteligente y
astuta de alguna manera prevén su futuro para lo cual toman sus debidas
precauciones.
Veamos el ejemplo más conspicuo de dos héroes populares como lo fueron,
Heraclio Bernal y Francisco (Pancho) Villa, el famoso Centauro del Norte.
Muchos historiadores en Sinaloa piensan que al morir El Rayo de Sinaloa, era
tan honesto que murió en la miseria, que no tenía un quinto partido por la
mitad, sin embargo, leamos el siguiente pasaje que bien nos cuenta José de la
O Holguín, cronista del estado de Durango, en su artículo denominado: “La
toma de Durango por los Revolucionarios”, publicado en la revista Durangueñeidad. p. 4-9. De la O Olguín, citando al periodista Guillermo H. Ramírez nos comenta lo
siguiente: “En ocasión de la estancia del Gral. Tomás Urbina en Durango en
1913, realizo una visita a la Sra. Brígida Barreto, viuda de Heraclio
254
Bernal…en atención a que sus tropas requerían de un “subsidio urgente”, y
qué mejor que la señora Barreto, quien se especulaba que poseía una gran
suma de dinero en oro producto de las actividades ilícitas de su marido como
bandido en el estado de Sinaloa”.
Según Guillermo Ramírez, escribe De la O, doña Brígida le narró lo siguiente:
“Me dejó Heraclio bastante dinero acuñado, así como barras de oro obtenidos
en sus continuos asaltos a las conductas. Parte oculté en el piso de mi
recámara…y parte en un banco; pero habiéndome informado los señores Jesús
Asúnsolo e Ignacio Trigueros, empleados en el mismo banco, que mi dinero
peligraba con motivos de la revolución, comisioné al señor Emilio Bracho
para retirarlo, sepultándolo en la casa de una persona de mi confianza”.
“Cuando triunfó la revolución maderista y sabiendo el Gral. Tomás Urbina
que yo tenía dinero en mi poder, con algunos hombres hizo irrupción en mi
casa, exigiéndolo so pena de matarme a balazos si no entregaba
inmediatamente lo que tuviera. Me resistí decidida a todo, y Urbina ordenó a
su gente que me golpearan hasta que fuera necesario, castigándome con el
mayor salvajismo, usando para ello las culatas de sus carabinas. Al no
escuchar de mi boca la confesión esperada, el propio Gral. desenfundó su
pistola y me disparó cuatro balazos, haciéndome rodar por el suelo. Las
heridas fueron graves y me salve haciéndome muerta.
“Presenciando estos sucesos el señor Emilio Bracho, que estaba en el secreto y
temiendo correr la misma suerte, reveló el sitio donde se encontraba el dinero,
con la única condición que le perdonara la vida, siendo así como Urbina se
apoderó de doscientos mil pesos oro”.
Este es un primer ejemplo como los bandoleros sociales como Heraclio Bernal
y otros pensaban también en su vida futura. Léase, Revista Durangueñeidad
p. 4-9.
El segundo caso fue el de Francisco (Pancho) Villa mejor conocido como el
Centauro del Norte, de quien sabemos que al rendirse al gobierno de Adolfo
de la Huerta en 1920, negoció la entrega de la famosa Hacienda de la
Concepción del Canutillo, con una extensión de 87 mil hectáreas, un
verdadero latifundio y de igual forma, a su grupo de dorados, les fueron
cedidas un número similar de tierras en el norte de Durango y sur de
Chihuahua.
Sin embargo, el propio De la O, en su excelente obra denominada: Pancho
Villa, en Canutillo, entre Pasiones y Flaquezas, comenta lo siguiente:
“Posterior al decreto confiscatorio, se realizó un contrato de compra venta en
la ciudad de México mediante apoderados legales, entre el presidente de la
República y Francisco Villa; en la diligencia, Villa entregó a la Secretaría de
Hacienda y Crédito Público, la cantidad de 550,000 mil pesos oro. Trámite
255
judicial que fue debidamente asentado el 25 de noviembre de 1920, en el
Registro Público de la Propiedad de Indé, Durango; con la inscripción número
22 del libro uno, de esa dependencia gubernamental… posteriormente Villa
realizó un segundo depósito por la cantidad de 86 mil pesos oro, para sumar la
cantidad de 636 mil pesos, misma que había otorgado la presidencia de la
Republica a la familia Jurado y Aispuro propietaria de la finca Canutillo.
Pancho Villa en Canutillo… P.27-28.
La pregunta que surge de inmediato ¿De dónde sacó Pancho Villa para cubrir
tan alta fortuna?; probablemente de su vida de bandolero y revolucionario
porque no todo lo repartió entre los jodidos, sino que reservó algo de capital
para una vida de trabajo pacífica y sin contratiempos. Otra fuente de recursos
económicos probablemente haya sido el contrato que por 25 mil dólares, más
regalías, el revolucionario firmó con la compañía norteamericana Mutual Film
Corporatión por permitir filmar sus combates; siendo el primero de ellos, la
toma de Ojinaga en el fronterizo estado de Chihuahua, en el año de 1914, no
lo sabemos y tal vez, nunca se sepa.
Una cosa es muy cierta, todo hombre honesto que se revela contra el orden
establecido siempre tiene un gran sueño: trabajar y vivir en paz, siendo esto, a
juicio de los autores, legítimo y justificado por lo cual no debemos juzgar, ni
al general Villa, ni a Heraclio Bernal, mucho menos a nuestro personaje Tino
Nevárez. Los historiadores no juzgamos, sólo rescatamos los hechos del
pasado para traerlos al presente con el propósito que sean analizados y
calificados por la propia sociedad, quien tiene, la última palabra.
Fuentes
Archivo Histórico general de Sinaloa
Bibliografía
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Culiacán, Sinaloa, México, ed. ISIC.PACMYC, 2010, 123 pp.
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Ed. UAS, 1985,199 pp.
De la O Olguín, José, Pancho Villa en Canutillo, entre Pasiones y Flaquezas,
Durango, Durango, Ed. Conaculta, 2004, 185pp.
256
--------------- La toma de Durango por los revolucionarios, en Durangueñeidad,
revista de historia, cultura y algo más, de la unión de cronistas municipales
del Estado de Durango, p. 4-9.
Luévano Becerra, José Antonio, Tayoltita, (centro minero de las Quebradas,
Guarisamey –San Dimas), Durango, Durango, Ed. La Impresora,1996, 184 pp.
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México, Ed. difocur, 1994, 190 pp.
Hubbard R., Carlos, Estampas de un Mineral (Los Chupapiedras), Culiacán,
Sinaloa, México, Ed. UAS, 1993, 298pp.
Villa, Guadalupe y Rosa Helia Villa, Pancho Villa: Retrato Autobiográfico
México, D.f., Ed. taurus, 2005, 355pp.
Bibliografía consultada
García Cortés, Adrián, Crónicas Mineras, Culiacán, Sinaloa, México, Ed.,
Universidad Autónoma de Sinaloa, segunda edición, 2013, 168pp.
Paire, Jacques. Senderos de Plata, historia del fénix de los mineros de
América, México, D.f. Ed. Mondadori, 2007, 233pp.
La economía Mexicana en Cifras, México, D.F. Ed. Nacional Financiera,
1965, 229 pp.
Lazcano y Ochoa, Manuel, Una vida en la vida sinaloense, Los Mochis,
Sinaloa, México, Ed. Universidad de Occidente, 1992, 277pp.
Toussant Aragón, Eugenio, ¿Quién y Cómo fue Pancho Villa?, México, D.f.,
Ed. universo, 1980, 159pp.
Zavala Zavala, Arturo, Sinaloa, entre el muchacho alegre y las hojas de hierba
buena (En la perspectiva del Noroeste), Culiacán, Sinaloa, Ed.
COBAES,2000,302 pp.
Hemerograficas:
Periódico El Sol de Sinaloa
El Sol del Pacífico
El Diario de Culiacán
Consultas en línea
www//http. INEGI, volumen de producción de oro y plata (1871-2008)
www//http. Arturo Román Alarcón “Auge y decadencia de la minería en
Sinaloa (1910-1950)”
257
Ponencia:
Vidales Soto, Nicolás, Cosalá: Pueblo Mágico, Rincón Minero, Pletórico de
Historia, Riqueza y Belleza, (ponencia presentada en el coloquio de Cosalá,
14.03.2010.
Entrevistas
Ángel Nevárez Sánchez 05.02.94
Aristiri Quintín Beltrán Sánchez 27.11.98
Antonio Sánchez 11.09.96
Benito Moreno 24.01.94
Cristina Sánchez Elizarraras 21.02.95
Cosme Pérez Sánchez 15.02.98
Encarnación Nevárez Sánchez 10.02.95
Epifania Robledo Vega 25.07.95
Elvira Sánchez Nevárez 10.04. 97
Guadalupe Martínez Hernández 25.10.97
Gilberto Sauceda 25.08.97
Hnos. Guillermo y Ventura Herrera (pendiente segundo apellido 18. 07.97
Gontrán Rodríguez Félix 21.10.99
Juan Díaz López 21.07.97
Herberto Sinagawa Montoya 16.01.97
Imelda Sarabia 15.11.94
Marcos Záinz Corrales 02.03.97
Magdalena Smith Araiza 22.04.94
Margarita Pérez Sánchez 03.02.95
María Encarnación López Armenta 25.01.95
Manuel González García 01.03.96
Lorenza Nevárez Sánchez 17.01.94
Patrocinio Beltrán 05.05.94
Paulina Peña Ayón 13.09.95
Pedro Chávez Peña 05.01.98
Rafael León Bastidas 02.09.97
Roberto López Díaz 27.10.97
Rafael Barraza García 05.12.99
Ramona Corrales López 10.08.96
Raúl López Moreno 11.06.95
Socorro Gutiérrez Luna 06.08.95
Salomón Montijo 24.02.96
Úrsulo Valles 10.10.94
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Yolanda Manjarrez Aguiluz 03.09.97
Opiniones a los correos siguientes: benjaminluna04@hotmail.com
hayashikjorge@hotmail.com
gabynevárez1@hotmail.com
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