Radiografia de Un Ayuntamiento Cualquiera

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Editorial

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RADIOGRAFA DE UN AYUNTAMIENTO CUALQUIERA POR: ONSIMO FLORES DEWEYUn candidato gana. Entusiasmado toma posesin, recluta a su equipo y agradece a los electores. Ninguno de los proyectos de su antecesor le llenan el ojo. Habla de sus proyectos estratgicos y de su visin para la ciudad. Hace promesas. Muchas. Pasan meses sin que el alcalde logre entender que ya no es candidato, sino gobernante. Poco a poco, la crtica cida suplanta al aplauso. Al ciudadano todo le urge -el drenaje, el agua, el transporte- y ningn problema tiene respuesta sencilla. Las ideas de campaa tardan en convertirse en acciones, y el alcalde se torna voluble. Durante el primer ao de gobierno, todos sus subalternos reciben algn regao. Mientras la administracin aprende a gestionar recursos y a programar el gasto, el alcalde intenta atemperar las expectativas -tanto las propias como las del pblico. Habla de condiciones adversas, de la desaceleracin de la economa y de las injusticias de nuestro federalismo fiscal. El segundo ao se distingue por el arranque de una obrota que absorbe todo el presupuesto, o de una multitud de obritas que lo diluyen hasta la intrascendencia. De una forma u otra, parece que la administracin por fin camina. Tras bambalinas los funcionarios saltan todas las esquinas para mantener la ilusin y regalarle triunfos polticos a su jefe. El estudio de factibilidad, o el plan de manejo ambiental? Como el resto del expediente, elaborados al vapor y a modo. Todo burcrata sabe que existe competencia entre los diversos departamentos del Ayuntamiento. La polica, servicios primarios, transporte, obras, planeacin todos compiten por atencin y recursos escasos. En el mundo ideal, cada quien pondra su parte para avanzar una agenda comn -el proyecto para la ciudad a 10, 20, 50 aos. En la prctica, no existe tal plan que integre los esfuerzos de todos, y cada funcionario hace lo que puede para jalar la atencin del alcalde hacia los temas y proyectos de sus respectivos despachos. Si alguien encuentra un fondo federal para construir canchas, nuestro alcalde ser el alcalde del deporte. Si alguien gestiona un donativo para construir un teatro, ser el alcalde de la cultura. Llegado el tercer ao, el alcalde asume el corte de listn como indicador de su efectividad como gobernante. Los medios frecuentemente refuerzan esta intuicin. Aun los ms crticos centran su atencin en el retraso de la obra, en la identidad de los proveedores o en la calidad de los materiales. Rara vez cuestionan si ese puente, tren, o calle realmente contribuye a tener la ciudad limpia, prospera y competitiva que prometi el alcalde en campaa. Si la obra no cuadra con los lineamientos del plan maestro de la ciudad, la administracin ajusta el plan maestro. Ocasionalmente habr algn foro para ponerle palomita al requisito de participacin ciudadana, pero casi siempre el cambio se da en una obscura reunin de Cabildo que nadie reporta. El tiempo corre, y nadie es ms pragmtico que un poltico con prisa. Seis meses antes de terminar el gobierno, el Ayuntamiento queda hueco. Justo cuando los funcionarios clave comenzaban a ser expertos en su oficio, renuncian para buscar acomodo en una nueva campaa. A veces el primero en abrir la puerta es el alcalde, quien pide licencia para postularse para diputado o gobernador. Nuevamente, regresa el calor de las campaas, y una nueva camada de candidatos prometen lograr lo que la administracin saliente no pudo. Nos dicen que ellos s tienen un proyecto para la Ciudad. Que ellos s miran a futuro. Que ellos harn las cosas de forma distinta. Y la historia comienza de nuevo. Muchas veces he escuchado decir que los funcionarios municipales en Mxico son notoriamente corruptos e ineptos. No dudo que existan muchos malos gobernantes que califican con creces para una o ambas categoras. Sin embargo ambos calificativos nos eximen de considerar una problemtica ms compleja. Las limitaciones de nuestros Ayuntamientos reflejan en buena medida los incentivos de quienes ah trabajan. Nuestros ediles estn colocados en el frente de batalla, rodeados, sin refuerzos y sin parque. Todos los das reciben reclamos urgentes a problemas enormes. No tienen tiempo, ni recursos, ni respaldo tcnico de calidad para impulsar soluciones ptimas. Son bomberos, que gobiernan -y hacen carrera- apagando incendios y poniendo parches. Lo que voy a decir puede sonar raro, particularmente en una poca de tanta desconfianza hacia el sector pblico. Nuestras ciudades mejoraran mucho si los Ayuntamientos tuvieran ms tiempo para planear, evaluar y desarrollar sus proyectos, y ms recursos para contratar y retener talento.