Todos los años, después de la epifanía de Jesús a los magos, la Iglesia nos presenta otra...

Post on 03-Feb-2015

8 views 2 download

Transcript of Todos los años, después de la epifanía de Jesús a los magos, la Iglesia nos presenta otra...

Todos los años, después de la epifanía de Jesús a los magos, la Iglesia nos presenta otra epifanía del Señor: la que ocurrió en las orillas del Jordán ante Juan Bautista.

La manifestación fue a san Juan. Por medio de él lo sería para sus discípulos y luego para todos nosotros.

Hoy se nos quiere dar a entender la diferencia del bautismo que realizaba san Juan al que realiza la Iglesia y un día se nos dio a nosotros por la infusión del Espíritu en nuestra vida.

Tampoco fue lo mismo lo que san Juan realizaba con las otras personas con lo que se realizó en Jesús, especialmente en el momento que acabó el bautismo.

Este acto fue muy importante. Era como la “graduación” de Jesús. Como si su Padre Dios le dijera: ya estás preparado para la predicación.

Todos los evangelistas lo narran. Este año el evangelio, al ser el ciclo B, está tomado de san Marcos.

Es el evangelio más corto, pero dice lo substancial.

Mc 1,7-11Dice así:

En aquel tiempo, proclamaba Juan:

“Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias”.

Yo os he bautizado con agua,

pero él os bautizará con Espíritu Santo.

Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán.

Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma.

Se oyó una voz del cielo:

“Tu eres mi Hijo amado, mi predilecto”.

Palabra del Señor

El bautismo de Juan a Jesús no era lo mismo que lo que hacía a otras personas. Juan predicaba la conversión y una señal de conversión era el bautismo.

Jesús no podía arrepentirse de pecados propios; pero asumía nuestros pecados para así para redimirnos de todos ellos.

Llegaría al Jordán quizá con otros de su pueblo y región atraídos por la fama del “profeta”. Se pondría en la cola para ser bautizado como los demás. “Fue contado entre los pecadores”.

Se humilló hasta hacerse como un pecador. Pero Dios lo “ensalzó” proclamado como Hijo de Dios predilecto.

Lo importante no fue el bautismo.

Lo importante fue al salir del agua. Fue UNGIDO por el Espíritu Santo y recibió la misión de comunicar la Buena Nueva.

Esta unción del Espíritu marcará a Jesús para siempre, pues será el UNGIDO.

Toda su vida sería como un bautismo, un olvidarse de sus privile-gios para entregar-se a los demás.

Nosotros también fuimos ungidos el día de nuestro bautismo.

No será en abundancia el agua que recibamos en la pila bautismal; pero, por el poder de Dios, nos libra de todos los pecados y nos incorpora a la vida de Dios.

Pertenecemos a la familia de Dios

No es necesario que sea pila famosa como ésta de santo Domingo de Guzmán.

Cualquier niño bautizado recibe una gran riqueza. Por eso bautizamos a los niños, aunque algunos no lo entiendan. La obligación de los padres y padrinos es enseñarles esa riqueza y hacer que pueda aumentarla continuamente con una recta vida cristiana.

Desde el bautismo la Santísima Trinidad habita de una manera especial en el alma. Comienza también una relación especial:

Somos hijos adoptivos del Padre.

Somos hermanos de Jesucristo.

Somos templo del Espíritu Santo.

Nuestra misión será imitar a Jesucristo.

En este día del bautismo de Jesús le alabamos con los himnos que canta la Iglesia,

A la orilla del Jordán,

descalza el alma y los pies,

bajan buscando pureza

doce tribus de Israel.

Piensan que a la puerta está el Mesías del Señory que, para recibirlo, gran limpieza es menester.

Bajan hombres y mujeres, pobres y ricos también,y Juan sobre todos ellos derrama el agua y la fe.

Mas ¿por qué se ha de lavar

el Autor de la limpieza?

Porque el bautismo hoy empieza

y él lo quiere inaugurar.

Juan es gracia y tiene tantas,

que confiesa el mundo de él

que hombre no nació mayor

ni delante, ni después.

Y para que hubiera alguno mayor que él, fue menester

que viniera a hacerse hombre

la Palabra que Dios es.

Esa Palabra hecha carne

que ahora Juan tiene a sus pies,

esperando que la lave

sin haber hecho por qué.

Y se rompe todo el cielo,

y entre las nubes se ve

una paloma que viene

a posarse sobre él.

Y se oye la voz del Padre

que grita:

“Tratadlo bien;

Escuchadle, es el Maestro,

mi hijo querido es”.

Y así Juan, al mismo tiempo,

vio a Dios en personas tres,

Voz y paloma en los cielos,

y al Verbo eterno a sus pies.

Que María, nuestra Madre, nos ayude a vivir el bautismo como lo hicieron los santos.

AMEN