Alimentación-saludable Lucero Promocion
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ALIMENTACIÓN SALUDABLE
La alimentación de los individuos depende en gran parte del poder adquisitivo, de la
información sobre cantidad y calidad de los alimentos y de los hábitos alimentarios que
tenga cada persona.
Un solo alimento no proporciona los nutrientes necesarios para realizar los distintos
procesos necesarios para la subsistencia en el ser vivo. Por ello se habla de alimentación
balanceada, es decir, aquella que proporciona la cantidad de nutrientes indispensables
para el organismo.
Una alimentación balanceada es el primer paso para obtener una buena salud. Otro
aspecto interesante es la cantidad de alimentos que el organismo de una persona pueda
asimilar, digerir y utilizar. Esto no significa que una persona que disponga de un buen
presupuesto deba comprar todo lo que desea.
Una alimentación balanceada y variada está relacionada con la cantidad y calidad
adecuada de los alimentos que se ingiere. Estos van a proporcionar energía, formar
tejidos, permitir el crecimiento y cumplimiento de funciones de los órganos de acuerdo con
cada etapa que va viviendo el individuo.
IMPORTANCIA Y BENEFICIOS DE UNA BUENA ALIMENTACIÓN SALUDABLE
ALIMENTACIÓN MENORES DE 5 AÑOS:
ALIMENTACIÓN EN LOS PRIMEROS MESES DE VIDA:
Durante el período que se inicia al nacer el niño y por lo menos hasta los seis primeros
meses de vida, este debe alimentarse con leche de la madre. La lactancia materna es la
forma de alimentación ideal y adecuada para el bebé en esa primera etapa. La leche
materna es suficiente para cubrir las necesidades nutricionales del bebé durante esos
primeros seis meses de vida. Esta leche proporciona los elementos nutritivos y
de protección que necesita el niño.
Después de los primeros seis meses de vida, el bebé debe comenzar a ingerir otros
alimentos, además de la leche materna, para así cubrir los requerimientos nutricionales de
las edades siguientes. Esto debe hacerse de manera progresiva y de acuerdo con el
desarrollo, la edad, el sexo, talla y la actividad física del individuo.
ALIMENTACIÓN DESDE DEL AÑO HASTA LOS CINCO AÑOS:
Los niños deben repartir sus alimentos en cuatro comidas diarias: desayuno; almuerzo,
once y cena, más una pequeña colación de media mañana. La alimentación diaria de los
niños debe aportar una cantidad de energía suficiente para que no desarrollen problemas
de déficit, pero además, se debe cuidar de los excesos que puedan favorecer el desarrollo
de sobrepeso u obesidad.
El desayuno es una de las comidas importantes del día. Este debe consistir en un
alimento lácteo (un vaso de leche más un pedazo pequeño de pan con un
acompañamiento (1 rebanada) o un yogurt semidescremado (sin azúcar) mezclado con
una fruta pequeña. Las colaciones de media mañana deben ser livianas como frutas, un
yogurt pequeño de 125 gramos, o un huevo o 1 “sándwich” pequeño. “Es una pequeña
colación para la mañana y no una colación para cada recreo”. Es recomendable
incorporar siempre una botellita de agua en la mochila para la sed.
Los niños deben consumir diariamente tres porciones de lácteos (leche, yogurt, quesillo)
siempre semidescremado.
En el caso de sobrepeso y obesidad la indicación de productos lácteos descremados
debe ser siempre acompañada de una indicación médica. Los lácteos son muy
importantes en la dieta de los niños porque aportan proteínas de alto valor biológico,
vitaminas y minerales como calcio y fósforo. Una dieta con suficiente aporte de calcio y
fósforo, más una práctica constante de actividades recreativas y deportes contribuirán a la
formación y al mantenimiento de una buena salud ósea a través de la vida.
En el almuerzo y cena se deben incorporar pequeñas ensaladas crudas y cocidas:
tomate, lechuga, repollo, pepinos, apio, brócoli, acelgas, porotos verdes, aliñados de
preferencia con aceite de oliva extra-virgen. Se recomienda no agregar mayonesa que
sólo incrementa el aporte de calorías y grasas en la dieta. Es recomendable entregar a
esta edad tres frutas diarias ya sea como fruta natural o como “tutti frutti”.
En general no se recomienda los jugos de frutas como reemplazo porque en su
preparación se pierde gran parte de la fibra. Si prepara jugos en casa no le agregue
edulcorantes artificiales.
En los guisos y preparaciones se puede seleccionar carnes con poco contenido graso,
como pescado, pavo, pollo sin cuero y carnes rojas magras como la posta rosada. Estos
deben ir acompañados siempre de porciones pequeñas de cereales (arroz, fideos) o
incorporados en guisos o con leguminosas como porotos, lentejas, garbanzos. Estas
últimas deben consumirse al menos una vez a la semana.
LA ALIMENTACIÓN DEL NIÑO EN EDAD ESCOLAR:
La etapa escolar está comprendida entre los 6 y los 11 años. A esta edad los niños ya
tienen preferencias bien definidas en relación a alimentos. Estas suelen estar
influenciadas en gran medida por la enorme cantidad de publicidad que tenemos en los
medios de comunicación masiva, especialmente en televisión. La comunicación entregada
en forma atractiva y dinámica es determinante en sus preferencias, la que no siempre
corresponde a los requerimientos nutricionales y alimentarios definidos para esta edad.
Cuando el niño llega a la edad escolar, ha adquirido ciertos hábitos alimenticios que se le
han enseñado en el hogar. En esta edad el crecimiento ocurre de manera acelerada, al
mismo tiempo que aumenta la actividad física y, en consecuencia, los requerimientos
energéticos. Los niños cuyas edades están comprendidas entre los cinco y siete años, se
encuentran en la etapa de cambiar su dentición.
En estos momentos deben ingerir alimentos blandos como puré, carne molida, pescado
desmenuzado, arroz. Así evitarán problemas derivados de la carencia de dientes en ese
periodo. Como en la etapa de escolaridad hay un gasto elevado de energía, los
requerimientos en calorías deben estar acordes con el consumo energético. Para cumplir
con ese requerimiento, es necesaria una dieta rica en alimentos, los cuales pueden
obtenerse consumiendo cantidades variadas y suficientes de alimentos, es decir, con
una dieta variada y balanceada.
EL DESAYUNO: Adquiere una importancia especial en los niños que se
encuentran en edad escolar, puesto que esta comida debe ayudar a mantener la
actividad física y a mejorar el rendimiento intelectual hasta la hora del almuerzo.
Se puede lograr consumiendo cereales, leche y sus derivados, frutas y jugos.
EL ALMUERZO: Por su parte, debe ser la comida más abundante del día y debe
incluir alimentos de los tres grupos.
LA MERIENDA: También es muy importante en esta edad porque ayuda a portar
las calorías necesarias para compensar el gasto de energía. Sin embargo, se debe
evitar el consumo de chucherías o golosinas, así como de refrescos
industrializados los cuales pueden ser sustituidos por frutas o jugos naturales.
LA CENA: Debe ser menos abundante que el almuerzo, debido a que la actividad
física e intelectual es menor durante las horas de la noche.
LA ALIMENTACIÓN EN LA PUBERTAD Y ADOLESCENCIA:
La adolescencia es un momento de la vida que transcurre entre los 12 y 18 años y donde
se experimenta una de las mayores velocidades de crecimiento. En esta etapa existen
mayores requerimientos nutricionales y alimentarios. Las principales características
observadas son los cambios físicos y emocionales que permiten el tránsito desde la niñez
al período de la adultez.
Un desayuno debe incorporar frutas, una unidad, además debe contener alimentos
lácteos (leche, yogurt, leches cultivadas, quesos y quesillos). Se debe agregar un
sándwich, una marraqueta o un pan integral (revise que no tenga agregado de azúcar). La
avena (hojuelas) es una buena alternativa en reemplazo del pan. Al almuerzo y cena
deben incorporarse guisos con carnes preferentemente magras (con poca grasa) como
pescado, pavo, pollo y cortes de vacuno como posta.
Estas son un excelente aporte de proteínas para el desarrollo y mantenimiento de la
masa muscular, así como una excelente fuente de minerales como hierro y zinc. Los
alimentos que son naturalmente una buena fuente de energía como los cereales (arroz,
fideos), o papas deben estar presentes en la alimentación diaria y no deben ser
suprimidos especialmente en aquellos con estado nutricional adecuado y en los
enflaquecidos. Las leguminosas (porotos, lentejas, garbanzos) también deben ser
incorporadas en la dieta al menos una vez por semana. Los huevos pueden consumirse
en forma frecuente y también en forma de budines de verduras o tortillas.
Recuerde incluir diariamente en el almuerzo y cena verduras servidas como ensaladas,
además de frutas naturales.
Un individuo al acercarse a la pubertad debe seguir cuidando su organismo con una
alimentación sana. Si hay un descuido en el balance de los nutrientes, por ejemplo de
grasas y aceites, éstos se empiezan a acumular en el organismo a manera de tejido
grasoso y en la piel salen brotes o furúnculos. Una manera de evitarlos es llevando una
disciplina de ejercicios y una buena alimentación.
Los jóvenes estudiantes que practican alguna actividad deportiva requieren de mayores
cantidades de alimentos, si la actividad física es excesiva (fútbol, béisbol, ciclismo,
gimnasia, voleibol), es recomendable que ingieran más de tres comidas diarias para
reponer las calorías perdidas, pero reduciendo la cantidad de alimentos en cada comida.
Hasta hace algunos años, los adolescentes solían ser bastante delgados como resultado
de la gran velocidad de crecimiento observado a veces en período de meses (peak de
crecimiento) y cuando existía un estado nutricional normal previo, se practicaban más
deportes y actividades al aire libre y la alimentación era saludable.
Sin embargo, actualmente muchos de nuestros adolescentes inician este período de la
vida con exceso de peso, desde sobrepeso a obesidad, tienen hábitos alimentarios poco
saludables y son muy sedentarios lo que facilita el incremento de peso. Por eso, se
recomienda una alimentación saludable, de preferencia casera, con porciones adecuadas
y limitadas, con abundante lácteos descremados, carnes blancas, verduras y frutas, y con
limitación del consumo de alimentos ultra procesados ricos en calorías y grasas, como
son las comidas rápidas: pizzas, completos, hamburguesas, "snacks" como, papas fritas
"suflitos" y grandes cantidades de bebidas gaseosas.
Es importante también controlar y limitar la adición de salsas como mayonesa y kétchup.
ALIMENTACIÓN EN LOS ADULTOS:
Los adultos jóvenes pueden consumir cantidades proporcionales de proteínas, glúcidos y
lípidos. Si practican deportes es recomendable aumentar adecuadamente dichas
cantidades. En cambio el adulto mayor de cuarenta años debe disminuir el consumo de
azúcares y grasas para evitar enfermedades cardiovasculares y diabetes.
El gasto de energía en los adultos suele reducirse con la edad, por cambios en
el peso corporal, por una reducción de la actividad física o por un aumento de la
incidencia de enfermedades o condiciones de invalidez. Por ello, las necesidades de
energía son menores que en los niños y adultos jóvenes.
LOS ALIMENTOS EN EL ADULTO MAYOR:
En esta etapa, el gusto y al olfato tienden a declinar por lo que la dieta deber ser
balanceada y atractiva, para que permita un aporte equilibrada de nutrientes que estimule
el apetito y facilite una ingesta suficiente de alimentos. Cuando los adultos mayores
incorporan dietas saludables pueden revertirse o retrasarse muchos de los cambios
asociados al proceso de envejecimiento, asegurando de este modo, que muchos de ellos
puedan continuar viviendo en forma independiente, disfrutando de una buena calidad de
vida y compartiendo activamente dentro de la familia y de la comunidad.
En lo posible deben comer fraccionado, cuatro veces al día: desayuno, almuerzo, once y
cena y una colación a media mañana. Las personas mayores suelen no comer en la
noche, sin embargo, es importante mantener siempre una comida liviana al atardecer que
evitará un largo período de ayuno y mejorará una serie de funciones metabólicas en el
organismo.
Una alimentación saludable que contribuya a estimular el apetito y permita un aporte
variado y equilibrado de todos los nutrientes es una condición básica para cubrir todas
sus necesidades nutricionales. De este modo, se pueden evitar deficiencias, mantener un
adecuado peso corporal, retardar el desarrollo de enfermedades relacionadas con la
nutrición y evitar la ingesta excesiva de algunos nutrientes como azúcar y grasa. El aporte
de frutas y verduras en forma diaria, ya sea como ensaladas o guisos con agregados
cárneos variados, leguminosas y cereales en formas de cremas o purés, así como de
lácteos deslactosados contribuirán a mejorar el aporte nutricional en esta etapa de la vida.
Es importante el estímulo de la familia para lograr una mayor ingesta de alimentos, así
como también, para el desarrollo de actividades deportivas y recreativas.
Los ancianos cuya actividad muscular va disminuyendo, requieren menos calorías. Sin
embargo, deben consumir alimentos de los tres grupos en cantidades menores que el
adulto, además, conviene en esta edad disminuir la cantidad de refrescos y dulces y
aumentar el consumo de calcio, porque este mineral suele perderse fácilmente en esta
etapa del ciclo vital causando una enfermedad llamada osteoporosis, la cual tiene que
ver con el desgaste de los huesos.
LA ALIMENTACIÓN DE LA MUJER EMBARAZADA:
El estado nutricional pareciera ser uno de los aspectos más importantes en esta etapa de
la vida. El peso que tiene la mujer previo al embarazo es relevante ya que determina en
forma importante el peso del recién nacido, siendo el peso previo más importante aún que
la ganancia de peso durante el embarazo. Como el deseo de toda mujer es siempre tener
un bebé sano, de término y con un peso adecuado, toda mujer que planifique tener un hijo
debe tratar de lograr un peso adecuado antes del embarazo.
Una mujer con un peso adecuado o con sobrepeso no debiera aumentar en forma muy
importante la cantidad de alimentos, es decir, la cantidad total de calorías consumidas en
un día.
Actualmente se recomienda incrementar la dieta diaria sólo en 110 calorías durante los
primeros seis meses y de 150 a 200 kcal en los tres últimos meses, logrando con este
aporte adicional un incremento de peso saludable. De este modo se evitará los riesgos del
sobrepeso y obesidad en el embarazo. Este aporte de calorías traducido en alimentos
corresponde aproximadamente a un vaso de leche, o medio pan con un agregado, o a
dos frutas. Por lo tanto durante el embarazo “no se debe comer por dos” como se
pensaba antiguamente. La baja de peso y las dietas restrictivas hipocalóricas tampoco
están indicadas en mujeres obesas durante el embarazo.
Debe consumirse al menos tres porciones de alimentos lácteos de preferencia
semidescremado o descremado dependiendo del estado nutricional de la madre: leche,
yogurt, quesillos, leches cultivadas. También se recomienda consumir tres frutas diarias.
Las verduras deben ser un acompañamiento fundamental al almuerzo y en la cena. Los
requerimientos de hierro y el zinc son muy importantes también en esta etapa, una buena
fuente de estos minerales y de buena absorción son las carnes. Como líquidos se
recomienda que las embarazadas ingieran agua, de preferencia entre las comidas para
evitar la sobre distensión.
Una mujer embarazada que se alimente en forma saludable y que tenga un buen estado
nutricional al inicio del embarazo, con incrementos mensuales de peso adecuados no
necesita suplementación de vitaminas y minerales. Sin embargo, el aporte de éstos puede
ser importantes en casos vulnerables, incluyendo inseguridad alimentaria, cuando se
consume alcohol, tabaco u otras sustancias que generan dependencia, así como también,
cuando presentan anemia, son vegetarianos estrictos (veganos) o existan malos hábitos
de alimentación. Durante el embarazo no se debe fumar, consumir alcohol u otras
sustancias que alteren el normal desarrollo del niño por nacer.
La mujer embarazada requiere una alimentación especial pues el nuevo ser que se está
formando necesita calcio para constituir sus huesos. Durante el embarazo la mujer
necesita una energía suplementaria que le permita el desarrollo del feto, placenta y
tejidos maternos asociados. Además, necesita suplir el gasto de energía producido por el
movimiento cuando se encuentra en estado avanzado de embarazo.
Para cuidar de su salud y la del niño, la futura mamá debe consumir alimentos de origen
animal: leche y sus derivados, carnes, huevos, pescado, hígado; alimentos de origen
vegetal: hortalizas, frutas, granos, verduras, plátanos, apio, papa, yuca; grasas:
margarina, mantequilla; y, azúcares como la miel, el papelón y la jalea.