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Burgués, Marisol B. La integración de los principios y derechos del niño en el Código Civil y Comercial de la Nación Fecha: 2015-04-08 Publicado: SJA 2015/04/08-1 ; JA 2015-II (*) I. INTRODUCCIÓN Desde la ratificación e incorporación al texto constitucional de la Convención Internacional de los Derechos del Niño y en particular la sanción de la ley nacional 26.061, se produjo un avance importantísimo en el reconocimiento y respeto de los derechos humanos de los niños, niñas y adolescentes en aquellas cuestiones vinculadas a las políticas públicas destinadas a su protección. Al mismo tiempo, dicho contexto normativo en materia de protección a los derechos de los niños, niñas y adolescentes introdujo pautas que impactan de manera específica en el ejercicio de los derechos de los niños, niñas y adolescentes y, por tanto, en las relaciones con su familia. Ello reveló la incompatibilidad de la legislación de fondo proveniente del ámbito del derecho privado frente a la redefinición del niño en las relaciones con su familia y el Estado a partir del principio rector del interés superior de éste, integrado por los principios de capacidad y autonomía progresiva, participación y derecho a la defensa de sus derechos e intereses, preservación de los vínculos familiares y referentes afectivos, conocimiento de sus orígenes, prioridad de la familia en la responsabilidad de la crianza y desarrollo de sus hijos e igualdad de los progenitores en dicha responsabilidad conjunta, entre otros. En el marco del principio de jerarquía de las normas constitucionales, convencionales y de carácter de orden público de los derechos reconocidos a los niños, se impuso la necesidad de apelar a un análisis e interpretación sistémica y armónica de las normas civiles que no se ajustan a los principios introducidos de la mano de la protección integral.

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Burgués, Marisol B.

La integración de los principios y derechos del niño en el Código Civil y Comercial de la Nación

Fecha: 2015-04-08

Publicado: SJA 2015/04/08-1 ; JA 2015-II

(*)

I. INTRODUCCIÓN

Desde la ratificación e incorporación al texto constitucional de la Convención Internacional de los

Derechos del Niño y en particular la sanción de la ley nacional 26.061, se produjo un avance

importantísimo en el reconocimiento y respeto de los derechos humanos de los niños, niñas y

adolescentes en aquellas cuestiones vinculadas a las políticas públicas destinadas a su protección.

Al mismo tiempo, dicho contexto normativo en materia de protección a los derechos de los niños,

niñas y adolescentes introdujo pautas que impactan de manera específica en el ejercicio de los

derechos de los niños, niñas y adolescentes y, por tanto, en las relaciones con su familia.

Ello reveló la incompatibilidad de la legislación de fondo proveniente del ámbito del derecho

privado frente a la redefinición del niño en las relaciones con su familia y el Estado a partir del

principio rector del interés superior de éste, integrado por los principios de capacidad y autonomía

progresiva, participación y derecho a la defensa de sus derechos e intereses, preservación de los

vínculos familiares y referentes afectivos, conocimiento de sus orígenes, prioridad de la familia en

la responsabilidad de la crianza y desarrollo de sus hijos e igualdad de los progenitores en dicha

responsabilidad conjunta, entre otros.

En el marco del principio de jerarquía de las normas constitucionales, convencionales y de carácter

de orden público de los derechos reconocidos a los niños, se impuso la necesidad de apelar a un

análisis e interpretación sistémica y armónica de las normas civiles que no se ajustan a los

principios introducidos de la mano de la protección integral.

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Sin embargo, pese a algunas excepciones, ello no se vio plasmado de manera ni mayoritaria ni

uniforme en la hermenéutica jurisprudencial en la temática, provocando la demanda de una

adecuación de la normativa de fondo civil.

Mediante la ley 26.994 se sanciona un nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, que entrará en

vigencia a partir del 1 de enero del año 2016. Este nuevo ordenamiento —a diferencia del cuerpo

que sustituye— recepta principios de singular trascendencia en el ámbito del renovado derecho

privado, provenientes del derecho constitucional y del derecho internacional de los derechos

humanos, avanzando en particular en aspectos de gran impacto en la vida cotidiana de los niños y

adolescentes.

Por tanto, resulta de interés analizar no sólo la recepción de los principios mencionados mediante

la citada reforma sino las repercusiones que ellos presentan en el ámbito de la protección integral

de los derechos de los niños y adolescentes.

II. LA INTEGRACIÓN DE LOS PRINCIPIOS Y DERECHOS DEL NIÑO EN LA NUEVA LEGISLACIÓN CIVIL

A partir de los principios y derechos humanos de los niños mencionados en el punto anterior y que

informan la protección integral de ellos, a continuación se analizan y destacan las principales

reformas introducidas a la legislación civil en las que se traducen la incorporación de ellos,

resaltando específicamente algunos aspectos que, como contrapartida, vienen a reafirmar y

reforzar determinadas obligaciones de los organismos del Estado en la promoción, respeto y

garantía de los derechos de los niños y adolescentes.

a) Autonomía progresiva y protección especial

La reforma recepta en el tratamiento de la capacidad civil de ejercicio de las personas menores de

edad en dos principios fundamentales de rango convencional, constitucional y legal (1): el

principio de protección especial que opera como regla y el principio de autonomía progresiva en

función de las nociones de edad y grado de madurez, mediante el cual se introduce una excepción

amplia a la citada regla.

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Mediante el principio de protección especial (2), el nuevo texto civil reconoce con visos de realidad

que los niños son personas en desarrollo, por lo cual se encuentran en un situación especial: por

un lado, son sujetos de derechos y, consecuentemente, titulares de los mismos derechos

reconocidos a todos los individuos; simultáneamente, y precisamente por encontrarse en pleno

desarrollo de sus facultades, su vulnerabilidad es mayor que aquélla de las personas adultas y por

ello requieren de una mayor y especial protección, dada por la necesidad de la asistencia y

representación de los adultos para ejercer sus derechos, ya que de otro modo, por razones

fácticas —su corta edad e inmadurez—, no podrían hacerlo, colocándolos en un verdadero estado

de desprotección, constituyendo el ejemplo más significativo los actos de carácter patrimonial.

No obstante, para que la intensidad de dicha protección no obstaculice o directamente anule la

posibilidad de asumir paulatinamente el pleno goce y disfrute de los propios derechos, el nuevo

Código introduce el principio de autonomía progresiva como un parámetro de equilibrio entre el

reconocimiento de los niños como protagonistas de su propia vida y de que se les conceda una

autonomía cada vez mayor en el ejercicio de sus derechos, y la necesidad que tienen, al mismo

tiempo, de recibir protección en función de su relativa inmadurez y menor edad.

El concepto de la autonomía progresiva permite que, a medida que los niños adquieren mayores

competencias, aumenta su capacidad de ejercer directamente sus derechos, disminuyendo,

consecuentemente, la necesidad de representación, orientación y dirección de los adultos, en

particular sus progenitores.

De tal manera, se deroga la teoría clásica de incapacidad absoluta y relativa de ejercicio

determinada por un límite de edad fijo, y se recepta un criterio de mayor flexibilidad que deberá

ser determinado en cada caso singular, en tanto la característica de progresividad en la adquisición

de competencia para el ejercicio de los derechos se relaciona directamente con dos cuestiones: 1)

el proceso de madurez y el consecuente desarrollo de sus facultades determinado por factores de

tipo biológico, psicológico y social, que varían conforme la edad, el nivel de estímulos y el marco

social y cultural en el cual se desarrolla cada niño y es distinto en cada uno y 2) la naturaleza del

derecho a ejercer.

Así, el tratamiento de la noción de autonomía progresiva es incorporada por la reforma como

pauta para el ejercicio directo de los derechos por los niños en determinados casos y como pauta

para evaluar la opinión del niño, encontrándose estrechamente ligada al derecho de los niños a

ser escuchados.

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A continuación se detallan las nuevas normas civiles que remiten a la noción en análisis.

1.— Las distintas etapas de desarrollo de los niños. La niñez y la adolescencia

En el capítulo especial (sección segunda), el art. 25 establece que es considerada menor de edad

toda persona que no haya cumplido los 18 años, agregando que, será considerado "adolescente"

todo aquel menor de edad que haya cumplido los 13 años. Así, se elimina la categoría de menor

adulto o púber, adecuando la edad a la modificación operada en materia de mayoría de edad, y

también la edad en la cual se adquiere el discernimiento de las personas para la realización los

actos jurídicos lícitos (3).

De tal modo, se diferencian las etapas de desarrollo de las personas menores de edad,

incorporando la consideración de que ellas se encuentran en distintas etapas de su vida y van

evolucionando en su desarrollo, de conformidad con el preámbulo y preceptos de la CDN (art. 5º)

y la ley 26.061 (art. 3º), introduciendo el concepto de la adolescencia que como un parámetro de

suma trascendencia para la regulación y aplicación del principio de autonomía progresiva en la

determinación de la capacidad de ejercicio de los derechos y, por tanto, de los institutos civiles

que involucran a la personas menores de edad.

2.— La capacidad de ejercicio de los niños de sus derechos y restricciones

El texto del nuevo Código Civil establece que toda persona humana es titular de derechos y los

puede ejercer por sí misma, excepto las limitaciones que expresamente se formulen, considerando

que son incapaces de ejercicio las personas que no cuentan con edad y grado de madurez

suficiente, según el alcance dispuesto en un capítulo especial (arts. 22, 23 y 24, inc. b).

En materia de capacidad de ejercicio de los derechos de las personas menores de edad, el art. 26

establece que la persona menor de edad ejerce sus derechos a través de sus representantes; no

obstante, a continuación agrega que la persona menor de edad que cuenta con edad y grado de

madurez suficiente puede ejercer por sí los actos que le son permitidos por el ordenamiento

jurídico.

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Como corolario del reconocimiento de la capacidad de ejercicio reconocida a las personas

menores de edad en los términos expuestos, la reforma adecúa el régimen de incapacidad de las

personas, introduciendo el concepto de capacidad restringida a la luz del nuevo paradigma en la

materia y de conformidad con la ley 26.657 (Salud Mental), introduciéndose la facultad judicial de

restringir la capacidad para determinados actos de una persona mayor de trece años que padece

una adicción o una alteración mental permanente o prolongada, de suficiente gravedad, siempre

que estime que del ejercicio de su plena capacidad puede resultar un daño a su persona o a sus

bienes (art. 32).

Más allá de las importantes reformas generales en el tema que receptan los principios

internacionales en relación a las personas con discapacidad, en lo que respecta a los adolescentes

considerando la remisión a la legislación especial (actualmente la ley 26.657), para los supuestos

de internación (arts. 41 y ss.), cabe resaltar la observancia de las prescripciones de la normativa

nacional e internacional de protección integral de derechos, es decir, la CDN y la ley 26.061, lo que

demanda una tarea de interpretación sistémica del conjunto normativo y acuerdos de articulación

y prácticas entre las autoridades administrativas de protección de derechos de niños, las

autoridades o efectores de salud y la justicia.

El tratamiento de la reforma de la cuestión de la capacidad de ejercicio de las personas menores

de edad adecuándola a la noción de éstos como sujetos de derechos con capacidad progresiva

refuerza en el desarrollo de la vida cotidiana de los niños el mayor protagonismo ya reconocido en

las normas de protección integral al extenderlo expresamente su alcance al ámbito del derecho

civil.

En la práctica, ello importa una verdadera interpelación y consecuente revisión no sólo por parte

de la familia sino de todas las instituciones y actores que, al integrar el sistema de protección de

derechos de los niños y adolescentes, interactúan con ellos, en especial, frente a situaciones en

que sus demandas o reclamos no resultan atendidos o bien reconocidos sin la presencia de un

adulto, bajo el argumento de las normas vigentes que regulan la incapacidad de hecho de las

personas menores de edad.

3.— Decisiones en la salud y cuidado del cuerpo

La aplicación de la noción de autonomía progresiva en la distinción que se introduce entre niños y

adolescentes referida se encuentra claramente reflejada en el tratamiento específico que se

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realiza de la capacidad de ejercicio de las personas menores de edad en lo relativo al cuidado de

su propio cuerpo, receptando la doctrina nacional mayoritaria, como las voces de la jurisprudencia

en la materia, al mismo tiempo que se basa, conforme surge de los fundamentos del anteproyecto

"(...) en las reglas generales aceptadas en el ámbito de la bioética y en el derecho comparado, que

han desarrollado en forma exhaustiva la noción de 'competencia' diferenciándola de la capacidad

civil tradicional"(4).

En tal sentido, se establece un sistema mixto de interpretación de la capacidad de ejercicio del

derecho: la madurez y el grado de desarrollo, por un lado, y, por el otro lado, el de las

presunciones basadas en la edad. Este sistema, que establece la presunción de edad para la

capacidad de ejercicio de determinados actos, contribuye a evitar que las cuestiones que deban

resolverse queden a discrecionalidad del juzgador y, de esta forma, que los derechos sean

burocratizados.

La regulación sostiene que cualquier adolescente a partir de los 16 años será considerado como un

adulto para todos los actos relacionados con el cuidado de su propio cuerpo. Es decir, cualquier

persona menor de edad, a partir de los 16 años, tiene plena capacidad de ejercer sus derechos por

sí mismo en aquellas cuestiones que se relacionen a su derecho a la salud.

Ahora bien, cuando se trata de adolescentes entre 13 y 16 años, se introduce una diferencia de

acuerdo al tipo de acto médico del que se trate. Si se tratare de actos no invasivos, que no

comprometan su estado de salud o provoquen un riesgo grave en su vida o integridad física, los

adolescentes a partir de los 13 años tienen aptitudes para decidir por sí mismos.

Por el contrario, cuando se tratare de actos invasivos que comprometan la salud o esté en riesgo la

integridad o la vida los adolescentes, deberán prestar su consentimiento con asistencia de sus

progenitores.

Por otro lado, en el caso de tratamientos invasivos que comprometen su estado de salud o está en

riesgo la integridad o la vida, se establece que, en caso de conflicto entre los adolescentes y sus

progenitores, se deberá resolver teniendo en cuenta su interés superior y la opinión médica

respecto de las consecuencias de la realización o no del acto médico.

4.— Apellido

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"La persona con edad y grado de madurez suficiente que carezca de apellido inscripto puede pedir

la inscripción del que está usando" (art. 66).

5.— Dispensa para contraer matrimonio

El principio de autonomía progresiva se refleja en los parámetros que deben guiar la decisión del

juez en los supuestos de dispensa judicial para contraer matrimonio por menores de edad que no

hayan cumplido la edad de 16 años y de aquellos que, aun con 16 años cumplidos, no cuenten con

autorización de sus representantes legales (art. 404).

Así, se refiere que "La decisión judicial debe tener en cuenta la edad y grado de madurez

alcanzados por la persona, referidos especialmente a la comprensión de las consecuencias

jurídicas del acto matrimonial; también debe evaluar la opinión de los representantes, si la

hubiesen expresado" (art. 404).

Además, la observancia de la edad y grado de madurez del niño se plasman al expresar que en el

matrimonio celebrado con el impedimento establecido en el inc. f) del art. 403 la nulidad puede

ser demandada por el cónyuge que padece el impedimento y por los que en su representación

podrían haberse opuesto a la celebración del matrimonio, debiendo el juez en este último caso, oír

al adolescente, y teniendo en cuenta su edad y grado de madurez, hacer lugar o no al pedido de

nulidad (art. 425, inc. a).

6.— Adopción

En materia de adopción, la noción de autonomía progresiva se incorpora como pauta vinculada a

la valoración de la consideración de la opinión del niño, de conformidad con las siguientes normas.

El art. 595, al enumerar los principios generales que rigen la adopción en su inciso f, dice: "el

derecho del niño, niña o adolescente a ser oído y a que su opinión sea tenida en cuenta según su

edad y grado de madurez, siendo obligatorio requerir su consentimiento a partir de los diez años".

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De la misma manera, el art. 598 reza: "La existencia de descendientes del adoptante no impide la

adopción. En este caso, deben ser oídos por el juez, valorándose su opinión de conformidad con su

edad y grado de madurez".

En la elección del guardador también se refiere que "El juez debe citar al niño, niña o adolescente

cuya opinión debe ser tenida en cuenta según su edad y grado de madurez" (art. 613).

Por su parte, el principio de la autonomía es utilizado por la reforma para garantizar el acceso del

niño a determinados derechos.

En tal sentido, en lugar de fijar una edad determinada o fija para que el adoptado acceda a

conocer sus orígenes, utiliza un criterio mucho más flexible, dejándolo librado a aquel que cuenta

con edad y grado de madurez suficiente y establece como parámetro la adolescencia para

facultarlo a iniciar una acción autónoma a los fines de conocer sus orígenes (art. 596).

En la regulación de los sujetos del procedimiento que concluye con la declaración judicial de la

situación de adoptabilidad, condiciona la intervención con carácter de parte del niño, niña o

adolescente si tiene edad y grado de madurez suficiente, quien comparece con asistencia letrada

(art. 608, inc. a)

El mismo criterio sigue en relación a las reglas del procedimiento de adopción, prescribiendo que

el pretenso adoptado es parte, si tiene edad y grado de madurez suficiente, debe comparecer con

asistencia letrada y que el juez debe oír personalmente al pretenso adoptado y tener en cuenta su

opinión según su edad y grado de madurez (art. 617, incs. a y b).

En relación a los efectos en el apellido en materia de adopción, el nuevo texto refiere en relación a

la adopción plena que "en todos los casos, si el adoptado cuenta con la edad y grado de madurez

suficiente, el juez debe valorar especialmente su opinión" (art. 626, inc. d).

Al respecto, pero sobre la adopción simple, expresa que "el adoptado que cuenta con la edad y

grado de madurez suficiente o los adoptantes, pueden solicitar se mantenga el apellido de origen,

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sea adicionándole o anteponiéndole el apellido del adoptante o uno de ellos; a falta de petición

expresa, la adopción simple se rige por las mismas reglas de la adopción plena" (art. 627, inc. d).

7.— Responsabilidad parental

Otra cuestión que la reforma regula a la luz de la aplicación del principio de autonomía progresiva

y la noción de adolescencia se encuentra plasmada en varios aspectos que se reglamentan en

materia de responsabilidad parental.

En principio, la autonomía progresiva del hijo conforme a sus características psicofísicas, aptitudes

y desarrollo se incorpora expresamente entre los principios generales que rigen la responsabilidad

parental, junto con el interés superior del niño y derecho del niño a ser oído y a que su opinión sea

tenida en cuenta según su edad y grado de madurez (art. 639).

En el marco de tales principios, se reconoce el ejercicio de la responsabilidad parental de los

progenitores adolescentes, estén o no casados, pudiendo ellos decidir y realizar por sí mismos las

tareas necesarias para su cuidado, educación y salud de sus hijos, es decir, reconociéndoles el

ejercicio de los actos que impactan en la vida cotidiana de los hijos, siendo los principales

responsables de la crianza de éstos, con ciertas limitaciones referidas a los actos de gravedad o

envergadura, para los cuales se prevé un régimen de asistencia, requiriéndose el asentimiento de

cualquiera de los progenitores de los padres adolescentes, sin la necesidad de que uno de ellos

deba ser designado previamente tutor de su nieto (art. 644).

Asimismo, a la luz del principio de autonomía progresiva, se reformulan los deberes y derechos de

los progenitores, así como los deberes de los hijos.

En tal sentido, entre los deberes de los progenitores se menciona "considerar las necesidades

específicas del hijo según sus características psicofísicas, actitudes y desarrollo madurativo (art.

646, inc. b), y entre los deberes del hijo se recepta, entre otros, el deber de "prestar a los

progenitores colaboración propia de su edad y desarrollo" (art. 671, inc. c).

De manera estrictamente vinculada con el tratamiento de la capacidad de ejercicio de los

derechos de los niños, la reforma en materia de representación judicial coherentemente mantiene

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como regla que los progenitores pueden estar en juicio por sus hijos como actores o demandados,

pero se suprime la referencia a la ausencia de intervención de los hijos y se introduce la

presunción de que el hijo adolescente cuenta con suficiente autonomía para intervenir en un

proceso juntamente con los progenitores o de manera autónoma con asistencia letrada.

Asimismo, se incorpora la posibilidad de que el hijo menor de edad pueda reclamar a sus

progenitores por sus propios intereses, sin necesidad de autorización judicial si cuenta con la edad

y grado de madurez suficiente (arts. 677 y 679).

En tal sentido, el hijo con grado de madurez suficiente con asistencia letrada se encuentra

legitimado para demandar al progenitor que falte a la prestación de alimentos (art. 661, inc. b).

Por su parte, se consagra el deber de los progenitores de informar al hijo que cuenta con la edad y

grado de madurez suficiente los contratos que celebren en su nombre con terceros (art. 690).

b) Interés superior del niño

El principio rector del interés superior del niño, en tanto pauta de conducta de todos los

organismos y pauta de interpretación de raigambre convencional y constitucional (arts. 3º de la

CDN y ley 26.061), constituye uno de los principios más invocado en las decisiones judiciales en

materia de derecho de familia en aquellas cuestiones que involucran a los niños.

Así, dicho principio ha sido utilizado para quebrantar a aplicación lógica-formal del derecho (5),

para encuadrar el análisis (6), como pauta de interpretación (7), de modificación de la legislación

interna (8), a los fines de cubrir lagunas (9), como pauta de decisión en caso de conflicto de

intereses y valores (10), etcétera.

La reforma civil se hace eco de dichos antecedentes legales y jurisprudenciales y recepta el

principio del interés superior del niño en varias de sus normas como principio rector a observar en

la aplicación de aquellas instituciones civiles que involucran al niño: tutela, adopción y

responsabilidad parental y consecuentemente en los procesos judiciales que los afectan.

También el nuevo Código incorpora el principio del interés superior del niño como pauta de

decisión en caso de conflictos que pueden plantearse entre el niño y los adultos responsables de él

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o bien entre los adultos, puntualmente en relación a los actos médicos, el apellido de los hijos y

algunas cuestiones relativas a la responsabilidad parental.

A ello hacen expresa referencia las siguientes normas.

1.— Capacidad

"(...) Si se trata de tratamientos invasivos que comprometen su estado de salud o está en riesgo la

integridad o la vida, el adolescente debe prestar su consentimiento con la asistencia de sus

progenitores; el conflicto entre ambos se resuelve teniendo en cuenta su interés superior, sobre la

base de la opinión médica respecto a las consecuencias de la realización o no del acto médico"

(art. 26).

2.— Apellido de los hijos

" El hijo extramatrimonial con un solo vínculo filial lleva el apellido de ese progenitor. Si la filiación

de ambos padres se determina simultáneamente, se aplica el primer párrafo de este artículo. Si la

segunda filiación se determina después, los padres acuerdan el orden; a falta de acuerdo, el juez

dispone el orden de los apellidos, según el interés superior del niño" (art. 64, párr. 2º).

3.— Tutela

"Para el discernimiento de la tutela, y para cualquier otra decisión relativa a la persona menor de

edad, el juez debe: (...) decidir atendiendo primordialmente a su interés superior" (art. 113, inc. c).

"Si se hubiera otorgado la guarda a un pariente de conformidad con lo previsto en el título de la

responsabilidad parental, la protección de la persona y bienes del niño, niña y adolescente puede

quedar a cargo del guardador por decisión del juez que otorgó la guarda, si ello es más beneficioso

para su interés superior; en igual sentido, si los titulares de la responsabilidad parental delegaron

su ejercicio a un pariente" (art. 104).

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4.— Adopción

La adopción se rige, entre otros principios, por el del interés superior del niño (art. 595, inc. a).

"Las personas que durante el matrimonio o la unión convivencial mantuvieron estado de madre o

padre con una persona menor de edad, pueden adoptarla conjuntamente aun después del

divorcio o cesada la unión. El juez debe valorar especialmente la incidencia de la ruptura al

ponderar el interés superior del niño" (art. 604).

"La declaración judicial de la situación de adoptabilidad no puede ser dictada si algún familiar o

referente afectivo del niño, niña o adolescente ofrece asumir su guarda o tutela y tal pedido es

considerado adecuado al interés de éste" (art. 607, in fine).

" El juez otorga la adopción plena o simple según las circunstancias y atendiendo

fundamentalmente al interés superior del niño" (art. 621, párr. 1º).

La adopción simple produce los siguientes efectos: "la familia de origen tiene derecho de

comunicación con el adoptado, excepto que sea contrario al interés superior del niño" (art. 627,

inc. b).

5.— Responsabilidad parental

Al igual que la adopción, el nuevo texto incorpora aquellos principios generales por los que debe

regirse la responsabilidad parental, refiriendo entre ellos al interés superior del niño (art. 639, inc.

a).

Asimismo, lo recepta expresamente en algunas cuestiones, tales como las siguientes.

"En el interés del hijo y por razones suficientemente justificadas, los progenitores pueden convenir

que el ejercicio de la responsabilidad parental sea otorgado a un pariente, sin perjuicio de lo

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establecido en el art. 674. El acuerdo con la persona que acepta la delegación debe ser

homologado judicialmente, debiendo oírse necesariamente al hijo. Tiene un plazo máximo de un

año, pudiendo renovarse judicialmente por razones debidamente fundadas, por un período más

con participación de las partes involucradas. Los progenitores conservan la titularidad de la

responsabilidad parental, y mantienen el derecho a supervisar la crianza y educación del hijo en

función de sus posibilidades. Igual régimen es aplicable al hijo que sólo tiene un vínculo filial

establecido" (art. 643).

El ejercicio de la responsabilidad parental corresponde: "(...) en caso de cese de convivencia,

divorcio o nulidad de matrimonio, a ambos progenitores. (...) Por voluntad de los progenitores o

por decisión judicial, en interés del hijo, el ejercicio se puede atribuir a sólo uno de ellos, o

establecerse distintas modalidades"; (...) en caso de hijo extramatrimonial con doble vínculo filial,

si uno se estableció por declaración judicial, al otro progenitor. En interés del hijo, los progenitores

de común acuerdo o el juez pueden decidir el ejercicio conjunto o establecer distintas

modalidades" (art. 641, incs. b) y e)

"La privación de la responsabilidad parental puede ser dejada sin efecto por el juez si los

progenitores, o uno de ellos, demuestra que la restitución se justifica en beneficio e interés del

hijo" (art. 701).

"Si uno de los progenitores es privado de la responsabilidad parental o suspendido en su ejercicio,

el otro continúa ejerciéndola. En su defecto, se procede a iniciar los procesos correspondientes

para la tutela o adopción, según la situación planteada, y siempre en beneficio e interés del niño o

adolescente" (art. 703).

6.— Procesos de familia

El art. 706, luego de enumerar los principios generales de los procesos de familia, refiere en

particular que "c) La decisión que se dicte en un proceso en que están involucrados niños, niñas o

adolescentes, debe tener en cuenta el interés superior de esas personas".

c) La participación del niño

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La reforma incorpora expresamente el derecho del niño a ser oído y a participar en todas las

decisiones que se relacionen con su vida, así como también el derecho del niño de presentarse con

asistencia letrada en caso de conflicto de intereses con sus representantes, en consonancia con la

CDN y la ley 26.061.

Dentro del Libro primero —"Parte general"—, el título I regula sobre la "Persona humana",

estableciéndose en el art. 26, relativo al ejercicio de los derechos por la persona menor de edad,

que ésta "tiene derecho a ser oída en todo proceso judicial que le concierne así como a participar

en las decisiones sobre su persona".

Este derecho a participar y ser oído, que se consagra en términos generales para "todo proceso

judicial" y para las "decisiones sobre su persona", se vuelve a observar luego en los distintos

institutos que se regulan en el texto del nuevo Código Civil en materia de persona humana (dentro

del mismo Libro mencionado) como respecto de las "Relaciones de familia" (reguladas en el Libro

segundo). A continuación pasaremos revista de estas precisiones legales.

1.— Representación y asistencia: tutela

En esta materia se establece que la tutela se ejerce representando al niño, niña o adolescente en

todas aquellas cuestiones de carácter patrimonial, sin perjuicio de su actuación personal en

ejercicio de su derecho a ser oído y el progresivo reconocimiento de su capacidad otorgado por la

ley o autorizado por el juez (art. 117).

Sentándose que, para el discernimiento de la tutela y para cualquier otra decisión relativa a la

persona menor de edad, el juez debe oír previamente al niño, niña o adolescente, tener en cuenta

sus manifestaciones en función de su edad y madurez y decidir atendiendo primordialmente a su

interés superior (art. 113).

Es decir que el propio niño, como protagonista del curso de su vida, tiene el derecho y la garantía

de ser escuchado y que su opinión sea tenida en cuenta previo a decidirse una tutela sobre su

persona, así como también mientras ella es ejercida por el tutor, siendo partícipe de las decisiones

que lo afectan de acuerdo a su autonomía progresiva.

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2.— Matrimonio

En caso de que el matrimonio fuera celebrado mediando el impedimento de falta de edad legal

para contraerlo de alguno o ambos cónyuges (que consiste en tener menos de dieciocho años

conforme el art. 403, inc. f), la nulidad relativa del acto matrimonial puede ser demandada por el

cónyuge que padece el impedimento (es decir, la persona menor de dieciocho años) y por los que

en su representación podrían haberse opuesto a la celebración del matrimonio, debiendo en este

último caso el juez oír al adolescente y, teniendo en cuenta su edad y grado de madurez, hacer

lugar o no al pedido de nulidad (art. 425, inc. a).

De este modo, se le reconoce al adolescente el derecho a peticionar la nulidad del acto o a ejercer

su derecho de defensa material, en caso de que la acción hubiere sido interpuesta por otro de los

legitimados al efecto.

3.— Adopción

En esta materia encontramos varias disposiciones de la nueva reforma civil que hacen referencia al

derecho a ser oído del niño. Dada la gran relevancia que implica este emplazamiento filiatorio en

la vida de la persona, el legislador ha reforzado esta garantía, fijando deberes expresos con

carácter general y específico que no pueden ser incumplidos.

En primer lugar, al establecerse los principios generales sobre los que se rige la adopción, se

menciona "el derecho del niño, niña o adolescente a ser oído y a que su opinión sea tenida en

cuenta según su edad y grado de madurez, siendo obligatorio requerir su consentimiento a partir

de los diez años" (art. 595, inc. f).

De los fundamentos de la reforma surge que "se enuncian los principios sobre los cuales se

elabora el régimen jurídico de la adopción, que sirven, además, de pautas de interpretación para

resolver los conflictos que se puedan suscitar", entre los cuales se encuentra el derecho del niño a

ser oído, "previéndose que cuando se trata de la adopción de niños de 10 años o más, éstos deben

prestar el consentimiento a la adopción, por aplicación y entrecruzamiento del eje rector en

materia de derechos de niños y adolescencia como lo es el interés superior del niño, la

participación de los niños en la construcción de su identidad"(11).

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Es decir que la opinión del niño de acuerdo a su edad y madurez debe ser siempre tenida en

cuenta cuando se trata de su adopción y, más aún, cuando el niño ya tiene diez años o más, debe

consentirla, es decir, estar de acuerdo con su adopción para que ésta sea jurídicamente posible,

configurando un requisito insoslayable que evidencia el protagonismo central del niño, niña o

adolescente.

En segundo lugar, se prevé que la existencia de descendientes del adoptante no impide la

adopción, debiendo ser éstos oídos por el juez y valorarse su opinión de conformidad con su edad

y grado de madurez (art. 598), lo cual torna imperativa la obligación de escuchar y otorgar

participación a los hijos del adoptante en el proceso, ya que todos los hijos, adoptivos y biológicos,

de un mismo adoptante son considerados hermanos entre sí.

En tercer lugar, al delimitarse las pautas mínimas que se deben aplicar a todo procedimiento de

adopción (art. 617), se fijan tres reglas de suma importancia que otorgan al niño, niña y

adolescente derechos y garantías inviolables en tanto sujeto con participación activa y autónoma

en el proceso.

Estas tres reglas son: que el pretenso adoptado es parte del proceso y, si tiene edad y grado de

madurez suficiente, debe comparecer con asistencia letrada (inc. a); que el juez debe oír

personalmente al pretenso adoptado y tener en cuenta su opinión según su edad y grado de

madurez (inc. b) y que el pretenso adoptado mayor de diez años debe prestar consentimiento

expreso (inc. d). Reforzándose como garantía procesal, a través de este último precepto, el

principio general ya consagrado en el art. 595, inc. f.

Finalmente, en este punto resta destacar que la fuerza de la obligatoriedad de cumplir con el

debido respeto del derecho del niño a ser oído en materia de adopción se observa, con sano

criterio, en la sanción que el nuevo Código fija para el caso de inobservancia. Así, se establece que

adolece de nulidad relativa la adopción obtenida en violación a las disposiciones referidas al

derecho del niño, niña o adolescente a ser oído, cuya legitimación activa se halla en cabeza

exclusiva del adoptado (art. 635, inc. c).

4.— Responsabilidad parental

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Entre los principios generales por los que se rige la responsabilidad parental (art. 639) se

encuentra el derecho del niño a ser oído y a que su opinión sea tenida en cuenta según su edad y

grado de madurez (inc. c), lo cual apunta a la democratización de las relaciones al interior de las

familias y al rol activo del niño como integrante de la familia y frente a sus miembros. En este

sentido, "la incorporación de los tratados de derechos humanos en el bloque constitucional (art.

75, inc. 22, Constitución Nacional) ha tenido también un fuerte impacto en las relaciones entre

padres e hijos"(12).

Así se consagra, como deber de los progenitores, respetar el derecho del niño y adolescente a ser

oído y a participar en su proceso educativo, así como en todo lo referente a sus derechos

personalísimos (art. 646, inc. c).

También, al regularse sobre la figura de la delegación del ejercicio de la responsabilidad parental,

la reforma civil estipula que "el acuerdo con la persona que acepta la delegación debe ser

homologado judicialmente, debiendo oírse necesariamente al hijo" (art. 643).

5.— Procesos de familia

Para culminar con esta lectura transversal del nuevo Código en materia de persona humana y

relaciones de familia a la luz del derecho a ser oído de los niños, niñas y adolescentes, debemos

mencionar que se incorporan "los principios generales de los procesos de familia, surgidos de los

principales avances y consideraciones esgrimidas en el contexto del derecho procesal

constitucional de la familia"(13).

Se fijaron así pautas procedimentales mínimas para todo el país, vinculándose una de ellas

específicamente con el rol activo y la protección del derecho a ser oído de los niños, niñas y

adolescentes en todos los procesos que los afecten, lo cual quedó plasmado en los siguientes

términos: "los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a ser oídos en todos los procesos que los

afectan directamente. Su opinión debe ser tenida en cuenta y valorada según su grado de

discernimiento y la cuestión debatida en el proceso" (art. 707).

d) La responsabilidad conjunta de los progenitores en la crianza del niño. El derecho del niño a

mantener vinculación con ambos progenitores

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La igualdad y responsabilidad conjunta de los progenitores en lo que respecta al cuidado,

desarrollo y educación integral de sus hijos, consagrado en el art. 7º de la ley 26.061 (14), y como

consecuencia el derecho del niño a mantener vínculo con ambos progenitores tras la ruptura de la

unión entre los adultos (arts. 9º y 18 de la Convención sobre los Derechos del Niño) abrió el

debate y reforzó oportunamente las voces de la doctrina e incipiente jurisprudencia que bregaban

por el beneficio para el niño de la "tenencia compartida".

Tales antecedentes quedaron plasmados en el texto de la reforma civil en materia de

responsabilidad parental al incorporar como principio el cuidado conjunto del hijo, convivan o no

los progenitores, a los fines de que, producida la ruptura de la convivencia de los progenitores, ella

incida lo menos posible en la relación de padres e hijos.

En tal sentido, en principio, el nuevo texto refiere que, en caso de cese de la convivencia, divorcio

o nulidad de matrimonio, el ejercicio de la responsabilidad parental corresponde a ambos

progenitores (art. 641, inc. b).

En el capítulo 4, dedicado a los deberes y derechos sobre el cuidado de los hijos, el cual

comprende los deberes y facultades de los progenitores referidos a la vida cotidiana del hijo (art.

648), se refiere que "Cuando los progenitores no conviven, el cuidado personal del hijo puede ser

asumido por un progenitor o por ambos" (art. 649), pasando a explicar a continuación las

modalidades que puede asumir el cuidado personal compartido: alternado o indistinto [art. 650

(15)], se establece como regla que "A pedido de uno o ambos progenitores o de oficio, el juez

debe otorgar, como primera alternativa, el cuidado compartido del hijo con la modalidad

indistinta, excepto que no sea posible o resulte perjudicial para el hijo" (art. 651).

La prioridad y preferencia que adquiere en la reforma el régimen de cuidado de los hijos bajo la

modalidad compartida se manifiesta expresamente cuando se refiere que, frente a la falta de

acuerdo o plan de parentalidad homologado por los progenitores, el juez debe fijar el régimen de

cuidado de los hijos y priorizar la modalidad compartida indistinta, excepto que por razones

fundadas resulte más beneficioso el cuidado unipersonal o alternado (art. 656).

En tal línea, los fundamentos del anteproyecto manifiestan que "Este proyecto privilegia el último

de los mencionados, por considerar que es el que respeta mejor el derecho constitucional del hijo

Page 19: Burgués, Marisol B. La integración de los principios y ...

a 'mantener relaciones personales y contacto directo con ambos padres de modo regular'...

reafirmándose el principio de 'coparentalidad'".

Asimismo, con miras a reforzar el derecho del niño a mantener el debido contacto y comunicación

con ambos progenitores, sin perjuicio del alto valor e impacto simbólico y pedagógico que ya

contempla la recepción del cuidado conjunto a los fines de garantizar dicho derecho, se contempla

expresamente en el supuesto de cuidado atribuido a uno de los progenitores, el derecho y deber

del otro progenitor de tener una fluida comunicación con el hijo (art. 652); considerando también

que, en el supuesto excepcional en el que el cuidado personal del hijo deba ser unipersonal, el juez

debe ponderar, entre otras cuestiones, la prioridad del progenitor que facilita el derecho a

mantener trato regular con el otro (art. 653, inc. a), estableciendo también el derecho y deber de

colaboración que tiene el otro progenitor con el conviviente.

En la misma sintonía, se impone destacar la obligación que tiene cada progenitor de informar al

otro sobre cuestiones de educación, salud y otras relativas a la persona y bienes del hijo (art. 654),

así como la regla general por la cual ambos progenitores tienen la obligación y el derecho de criar

a sus hijos, alimentarlos y educarlos conforme a su condición y fortuna, aunque el cuidado

personal esté a cargo de uno de ellos (arts. 658 y concordantes).

Más allá del valor simbólico referido, las modificaciones introducidas en materia de cuidado

conjunto del hijo en el marco del ejercicio de la responsabilidad parental, ellas deberán ser

correspondidas en el diseño e implementación de políticas públicas en general y en particular en

protección integral de derechos del niño que permitan promover y garantizar el nuevo marco

normativo, presentando un impacto directo en la obligación que el citado art. 7º de la ley 26.061

impone a los organismos del Estado en asegurar políticas, programas y asistencia apropiados para

que la familia pueda asumir adecuadamente esta responsabilidad y, en particular, para que los

padres asuman, en igualdad de condiciones, sus responsabilidades y obligaciones.

e) La responsabilidad primaria de los progenitores y la familia en la crianza del niño y el derecho

del niño a criarse y desarrollarse en su ámbito familiar de origen

Tanto la CDN (arts. 5º, y 9º) como la ley 26.061 (art. 7º) se ocupan de resaltar el rol protagónico de

la familia en la crianza de los niños y delimitar la intervención estatal subsidiaria y justificada a los

efectos de prestarle la ayuda y asistencia necesarias para que pueda asumir y desarrollar sus

funciones.

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Dicha responsabilidad prioritaria que tiene la familia de asegurar a las niñas, niños y adolescentes

el disfrute pleno y efectivo ejercicio de sus derechos y garantías se traduce en varios aspectos del

nuevo texto civil, tales como los siguientes.

1.— Adopción

El nuevo texto civil introduce una definición de la adopción, debiendo entenderse como una

institución jurídica que tiene por objeto proteger el derecho de niños, niñas y adolescentes a vivir

y desarrollarse en una familia que le procure los cuidados tendientes a satisfacer sus necesidades

afectivas y materiales, cuando éstos no le pueden ser proporcionados por su familia de origen (art.

594) (16).

Y agrega a continuación, entre los principios generales por los cuales se rige el agotamiento de las

posibilidades de permanencia en la familia de origen o ampliada (art. 595, inc. c), reafirmando

dicho principio al señalar que "La declaración judicial de la situación de adoptabilidad no puede ser

dictada si algún familiar o referente afectivo del niño, niña o adolescente ofrece asumir su guarda

o tutela y tal pedido es considerado adecuado al interés de éste" (art. 607).

En tal contexto, se recepta la adopción como una institución jurídica que procede de manera

excepcional y, por tanto, se garantiza la prioridad de la familia de origen o ampliada en la crianza

del niño, toda vez que ella se encuentra condicionada, entre otros requisitos: a que las

necesidades afectivas y materiales del niño no puedan serle proporcionados por su familia de

origen, siempre que se hayan agotado las posibilidades de permanencia del niño en su familia de

origen o ampliada.

2.— Responsabilidad parental

Otro aspecto de las novedades que introduce el nuevo Código Civil es la posibilidad de que los

progenitores o el progenitor, en caso de que el hijo tenga un solo vínculo filial, conservando la

titularidad de la responsabilidad parental, y, por tanto, el derecho a supervisar la crianza y

educación del hijo en función de sus posibilidades, acuerden delegar el ejercicio de la

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responsabilidad parental en un pariente, supeditado a que ello sea en el interés del hijo y por

razones suficientemente justificadas, sin perjuicio de lo establecido en el art. 674 (art. 643).

Si bien se prescribe que el acuerdo con la persona que acepta la delegación debe ser homologado

judicialmente, debiendo oírse necesariamente al hijo, teniendo un plazo máximo de un año,

pudiendo renovarse judicialmente por razones debidamente fundadas por un período más con

participación de las partes involucradas, la norma incorpora una posibilidad que refleja otra

manera de respetar la responsabilidad primaria de la familia en la crianza del hijo.

El respeto a dicha premisa también se observa en la opción de los progenitores de presentar un

plan de parentalidad relativo al cuidado del hijo que contenga: a) lugar y tiempo en que el hijo

permanece con cada progenitor; b) responsabilidades que cada uno asume; c) régimen de

vacaciones, días festivos y otras fechas significativas para la familia; d) régimen de relación y

comunicación con el hijo cuando éste reside con el otro progenitor, permitiendo que el plan de

parentalidad propuesto pueda ser modificado por los progenitores en función de las necesidades

del grupo familiar y del hijo en sus diferentes etapas, quienes deben procurar la participación del

hijo en el plan de parentalidad y en su modificación (art. 655).

Así, tal como se aduce en los fundamentos del anteproyecto: "se respeta la libertad de los padres

para decidir cómo organizar la convivencia con el hijo", como lógica consecuencia del respeto al

derecho-deber primario que ellos tienen.

f) Derecho a la identidad: acceso al conocimiento de los orígenes biológicos y la preservación de

las relaciones familiares

El derecho a la identidad como un derecho humano reconocido a los niños se encuentra

expresamente receptado en los arts. 7º, 8º y 9º de la Convención sobre los Derechos del Niño y el

art. 11 de la ley 26.061.

En el citado marco convencional y constitucional, el derecho a la identidad comprende el de todo

niño a: estar inscripto inmediatamente después de su nacimiento, tener vínculo filial, un nombre,

una nacionalidad y, en la medida de lo posible, conocer a sus padres y a ser cuidado por ellos (art.

7º). También tiene derecho a que su identidad sea preservada en las relaciones familiares sin

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injerencias indebidas (art. 8º) y a vivir y permanecer con la familia de origen, excepto que ello no

sea posible por razones fundadas en el interés superior del niño (art. 9º).

De la misma manera, la referida ley 26.061 reafirma tales derechos, expresando que "Las niñas,

niños y adolescentes tienen derecho a un nombre, a una nacionalidad, a su lengua de origen, al

conocimiento de quiénes son sus padres, a la preservación de sus relaciones familiares de

conformidad con la ley, a la cultura de su lugar de origen y a preservar su identidad e idiosincrasia,

salvo la excepción prevista en los arts. 327 y 328 del Código Civil". Al mismo tiempo, impone a los

organismos del Estado "el deber de facilitar y colaborar en la búsqueda, localización u obtención

de información, de los padres u otros familiares de las niñas, niños y adolescentes facilitándoles el

encuentro o reencuentro familiar", agregando que " tienen derecho a conocer a sus padres

biológicos, y a crecer y desarrollarse en su familia de origen, a mantener en forma regular y

permanente el vínculo personal y directo con sus padres, aun cuando éstos estuvieran separados o

divorciados, o pesara sobre cualquiera de ellos denuncia penal o sentencia, salvo que dicho

vínculo, amenazare o violare alguno de los derechos de las niñas, niños y adolescentes que

consagra la ley" y resaltando que "sólo en los casos en que ello sea imposible y en forma

excepcional tendrán derecho a vivir, ser criados y desarrollarse en un grupo familiar alternativo o a

tener una familia adoptiva, de conformidad con la ley"(17).

Así, el derecho a la identidad agrupa en su definición otros derechos que revelan una entidad

propia, tales como el derecho a conocer los orígenes —conocer sus padres biológicos— y el

derecho a preservar sus relaciones familiares —crecer y desarrollarse en su familia de origen—,

siempre y cuando ello no sea contrario a su interés superior o en la medida de lo posible en los

términos convencionales.

Estos derechos pueden verse afectados o comprometidos en la regulación de las fuentes de la

filiación que no responden a criterio puramente biológico, tales como el vínculo filial que se

origina en la adopción y el basado en la voluntad procreacional, esto es, el vínculo filial que se

origina por las técnicas de procreación asistida (TRHA).

Sin embargo, la reforma, tal como veremos y adelantamos, ha logrado componer los derechos en

pugna —en principio— apelando a un delicado equilibrio que armoniza la regulación del derecho a

la identidad del niño y su derecho a desarrollarse excepcionalmente en un ámbito familiar a través

de la adopción y el acceso a la información de los orígenes genéticos y biológicos del niño en el

marco de la filiación originada por el uso de las técnicas de reproducción humana asistida

mediante el material genético de un tercero anónimo.

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1.— Adopción

En la filiación por adopción, la reforma presta especial atención en resguardar el derecho a la

identidad del niño, receptando el respeto por éste entre los principios que la rigen, junto al

agotamiento de las posibilidades de permanecer en la familia de origen o ampliada, la

preservación de los vínculos fraternos y el derecho a conocer los orígenes, entre otros (art. 595),

aspectos que se reflejan en las varias disposiciones que reglamentan la adopción.

Así, amplía el acceso del derecho del adoptado a conocer sus orígenes. En este sentido, se habilita

a la persona adoptada el acceso no sólo al proceso de adopción, sino a todo expediente o

cualquier fuente de información relativos al origen, biografía o historia del adoptado, no

estableciendo una edad determinada a partir de la cual se puede ejercer de manera personal este

derecho, sino que se deja abierto para que todo adoptado, con madurez suficiente, si tiene

inquietud acerca de sus orígenes, pueda ver satisfecho ese derecho. Asimismo, se reconoce una

acción autónoma a los fines de conocer los orígenes, que puede ser ejercida por el adoptado

adolescente, es decir, la persona menor de edad que cuenta con 13 años, quien deberá contar con

asistencia letrada (art. 596).

Esta disposición importa una serie de acciones vinculadas al derecho que consagra y hacen a su

debida garantía que involucran a todas las instancias del Estado que se vean involucradas en las

distintas etapas de la adopción, esto es, organismos administrativos y judiciales.

En tal sentido, y con la finalidad de garantizar el resguardo de la identidad de niños y niñas que

deban atravesar situaciones de separación transitoria o desvinculación definitiva de su familia de

origen, deberán optimizarse los procedimientos de conservación en condiciones adecuadas de

toda documentación e información relativa a su historia y facilitar el posterior acceso a ella misma.

Con la misma finalidad, también debe preverse que, en todas las etapas de situaciones de

separación transitoria o desvinculación definitiva del/a niños/as y adolescentes, se asienten o

registren en el marco de actuaciones (administrativas y judiciales) la mayor cantidad de datos

posibles sobre todos los miembros de la familia biológica.

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Asimismo, aquellas instancias y/u organismos que intervengan en el seguimiento de la guarda

adoptiva deberán procurar brindar asesoramiento profesional a los futuros padres adoptantes

respecto del derecho a la identidad y el consiguiente esclarecimiento del niño sobre su origen e

historia (18).

El respeto por el derecho a la identidad del niño es receptado también por la reforma de manera

novedosa, como elemento o pauta en la elección del o de los pretensos adoptantes. El art. 613

establece que para la selección, y a los fines de asegurar de un modo permanente y satisfactorio el

desarrollo pleno del niño, niña o adolescente, se deben tomar en cuenta, entre otras pautas: "el

respeto asumido frente al derecho a la identidad y origen del niño, niña o adolescente".

Por su parte, y observando la función social del nombre como elemento que integra el derecho a

la identidad del niño, se receptan varias disposiciones que tienden a resguardar dicha función.

En tal sentido, se prescribe que "El prenombre del adoptado debe ser respetado.

Excepcionalmente y por razones fundadas en las prohibiciones establecidas en las reglas para el

prenombre en general o en el uso de un prenombre con el cual el adoptado se siente identificado,

el juez puede disponer la modificación del prenombre en el sentido que se le peticione" (art. 623).

Asimismo, aunque de manera excepcional y con fundamento también en el derecho a la identidad

del adoptado, en la adopción plena, a petición de parte interesada, se puede solicitar agregar o

anteponer el apellido de origen al apellido del adoptante o al de uno de ellos, si la adopción es

conjunta (art. 626, inc. c).

De la misma manera, en la adopción simple, cuando el adoptado cuenta con la edad y grado de

madurez suficientes o los adoptantes pueden solicitar que se mantenga el apellido de origen, sea

adicionándole o anteponiéndole el apellido del adoptante o uno de ellos (art. 627, inc. d).

Contemplándose, por su parte, en la revocación de este tipo de adopción, la posibilidad del

adoptado de conservar el apellido con fundamento expreso en el derecho a la identidad (art. 629).

Dentro del marco de la adopción, el respeto por la preservación de las relaciones familiares del

niño en cuanto integra y garantiza el derecho a su identidad constituye un aspecto que la reforma

también se encarga de garantizar, en especial los vínculos fraternos.

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En tal sentido, se incorpora como principio que debe regir la adopción, entre otros, a "la

preservación de los vínculos fraternos, priorizándose la adopción de grupos de hermanos en la

misma familia adoptiva o, en su defecto, el mantenimiento de vínculos jurídicos entre los

hermanos, excepto razones debidamente fundadas" (art. 595, inc. d).

Desde ya, en la adopción simple, por la naturaleza de ella, al referirse a sus efectos, se mantiene el

derecho de comunicación del adoptado con la familia de origen, a excepción de que ello sea

contrario al interés superior del niño (art. 627, inc. b), al mismo tiempo que luego de acordada se

admite el ejercicio por el adoptado de la acción de filiación contra sus progenitores y el

reconocimiento del adoptado (art. 628).

La protección de la preservación de las relaciones familiares del niño se refleja con mayor

intensidad en la reforma al introducir ella modificaciones en los efectos de la adopción —plena y

simple—, otorgando mayor flexibilidad a ésta en la generación de las vinculaciones del niño. En tal

sentido, se faculta a los jueces, de acuerdo a las circunstancias y en interés del niño, a mantener

subsistente el vínculo con algún pariente y en la adopción simple, generar vínculo jurídico con

determinados parientes del o de los adoptantes.

En tal sentido, el citado art. 621 expresa que "El juez otorga la adopción plena o simple según las

circunstancias y atendiendo fundamentalmente al interés superior del niño". Y agrega: "Cuando

sea más conveniente para el niño, niña o adolescente, a pedido de parte y por motivos fundados,

el juez puede mantener subsistente el vínculo jurídico con uno o varios parientes de la familia de

origen en la adopción plena (...)".

2.— Filiación

Cuando el vínculo filial se origina en el uso de técnicas de reproducción humana asistida, aunque

de manera más limitada que en la adopción, la reforma contempla que la persona nacida a través

de dichas técnicas puede obtener del centro de salud interviniente información relativa a datos

médicos del donante, cuando es relevante para la salud, pudiendo también revelarse la identidad

del donante por razones debidamente fundadas, evaluadas por la autoridad judicial por el

procedimiento más breve que prevea la ley local (art. 564).

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Esta diferencia en la regulación del acceso al conocimiento de los orígenes biológicos del niño en la

adopción y en la filiación originada por TRHA ha sido explicada en función de la necesidad de

resguardar cierto anonimato "relativo" del donante.

En tal sentido, la doctrina (19) explica que "Si la donación no fuese anónima (el anonimato es la

consecuencia de la restricción al acceso a la información identificatoria) no habría donantes. La

limitación del derecho individual a conocer es, entonces, constitucionalmente válida a la luz del

principio de proporcionalidad, dado que tiene en miras otro derecho que no sólo ha permitido que

esa persona pueda nacer, sino también que lo hagan otras personas".

Al mismo tiempo, refiere la autora que "No se priva a la persona nacida mediante técnicas de

reproducción humana asistida del derecho a conocer su origen genético; tiene la posibilidad de

acceder a esa información, pero mediante un trámite judicial en el que deben encontrar

protección los otros intereses involucrados —los del donante— todo a la luz del principio de

proporcionalidad". Advirtiendo que:"(A) La facultad del hijo no implica una reivindicación de lo

puramente genético, sino el acceso a una información que, de alguna manera, se vincula a su

persona, su dignidad, su identidad, aun cuando está referida a un solo dato; y (B) Se diferencia de

la adopción por las razones antes explicadas. Debe, pues, 'desmitificarse' o, al menos, no igualar

situaciones bien distintas: en la adopción se tuvo otros padres —los biológicos— y por ende,

abuelos, tíos, etc. La fuerza del 'peso de la historia', en cambio, no está presente en los niños

nacidos por técnicas de reproducción asistida".

"Voces autorizadas que provienen de profesionales que trabajan en la temática siguen la postura

de anonimato relativo o 'equilibrado' con el fin de mantener todos los derechos en pugna, incluido

el de tener acceso al desarrollo de la ciencia médica y el derecho a formar una familia mediante la

reproducción humana heteróloga, que implica la existencia de donantes".

"En la adopción el derecho a conocer los orígenes se justifica en la existencia de un mayor peso de

la identidad estática (quiénes son los padres) y la dinámica (historia de ese niño); en definitiva, son

los orígenes biológicos (bio, vida), por tanto, la misma afecta los aspectos estáticos y dinámicos de

la identidad en tanto la limitación impuesta en la TRHA, en cambio, afecta sólo a la identidad

estática y está circunscripta a un solo dato, el genético; por eso, con mayor precisión, se habla del

'derecho a la información'. Dicha información puede ser a) información no identificatoria, es decir,

aquella que permite conocer simples datos genéticos sobre el donante, o bien (b) información

identificatoria, que permite conocer nombre y apellido del donante; de cualquier modo, esta

identificación no lleva al derecho a establecer vínculos jurídicos de filiación; estas técnicas no

generan vínculo jurídico con el donante porque los niños que nacen de técnicas de reproducción

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asistida ya tienen un vínculo jurídico: el que une al niño con quienes prestaron la correspondiente

voluntad procreacional".

g) La noción de socio afectividad en las relaciones del niño

A partir de la noción de familia que introduce en el contexto normativo de la protección integral

de derechos del niño, en particular mediante el art. 7º del dec. 415/2006, reglamentario del art. 7º

de la ley 26.061, se destaca la importancia en el desarrollo del niño de aquellas personas que, sin

tener con él un vínculo legal de parentesco, tienen una vinculación afectiva, refiriéndose que "(...)

Podrá asimilarse al concepto de familia, a otros miembros de la comunidad que representen para

la niña, niño o adolescente, vínculos significativos y afectivos en su historia personal como así

también en su desarrollo, asistencia y protección (...)".

Esta noción encuentra eco en la nueva legislación civil (20), otorgando efectos jurídicos al vínculo

afectivo del niño con otras personas que no se encuentran vinculadas a él por una relación de

parentesco al regular el derecho de comunicación entre parientes, y algunas de las cuestiones

atinentes a la responsabilidad parental, la tutela, así como la recepción de la figura del progenitor

afín en el marco de las denominadas familias ensambladas.

1.— Derecho de comunicación

En materia de parentesco y los derechos originados por él, la reforma establece el deber de los

que tienen a su cargo el cuidado de personas menores de edad, con capacidad restringida o

enfermas o imposibilitadas, de permitir la comunicación de éstos con sus ascendientes,

descendientes, hermanos bilaterales o unilaterales y parientes por afinidad en primer grado (art.

555), pero además, bajo el título de otros beneficiarios, extiende dicha obligación en favor de

quienes justifiquen un interés afectivo legítimo (art. 556), resultando dicha disposición, por tanto,

aplicable a la noción de "referentes afectivos" mencionada en materia de protección integral de

los derechos de los niños.

2.— Adopción

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Entre las normas que rigen la adopción, la importancia del referente afectivo del niño aparece

receptada al supeditarse la procedencia y dictado de la declaración judicial de adoptabilidad a la

ausencia de algún referente afectivo del niño, niña o adolescente que se ofrezca a asumir su

guarda o tutela y tal pedido es considerado adecuado al interés de éste (art. 607); como también

al consagrarse la posibilidad de que sean escuchados por el juez en el procedimiento que concluye

con la declaración judicial de adoptabilidad, además de los parientes, otros referentes afectivos

del niño (art. 608, in fine).

Asimismo, debe resaltarse que la noción de socio-afectividad fundamenta y subyace en la

regulación de la adopción por integración (sección 4ª, arts. 630 a 637).

3.— Responsabilidad parental

En correspondencia con lo regulado en cuanto al derecho de comunicación, al enumerar los

deberes de los progenitores en el art. 646, recepta en el inc. e) el deber de respetar y facilitar el

derecho del hijo a mantener relaciones personales no sólo con los abuelos y otros parientes sino

también con otras personas con las cuales tenga un vínculo afectivo.

Por su parte, la reforma civil incorpora, en materia de responsabilidad parental, la figura del

progenitor afín, entendiendo por él al cónyuge o conviviente que vive con quien tiene a cargo el

cuidado personal del niño o adolescente (art. 672), estableciendo para éste ciertos deberes de

colaboración. En tal sentido, establece que "El cónyuge o conviviente de un progenitor debe

cooperar en la crianza y educación de los hijos del otro, realizar los actos cotidianos relativos a su

formación en el ámbito doméstico y adoptar decisiones ante situaciones de urgencia. En caso de

desacuerdo entre el progenitor y su cónyuge o conviviente prevalece el criterio del progenitor".

Aclarando que "Esta colaboración no afecta los derechos de los titulares de la responsabilidad

parental" (art. 653).

Si bien de la redacción de las citadas normas no se hace referencia expresa a la noción de

afectividad, ella subyace en este reconocimiento. Tal como se manifiesta en los fundamentos del

anteproyecto: "(...) se reconoce el vínculo afectivo que se genera entre el progenitor y los hijos de

su pareja cuando conviven, otorgando ciertos derechos a los primeros sin excluir los derechos y

deberes de los progenitores como principales responsables de los hijos". Agregando que "en tal

sentido, se prevé la posibilidad de delegar el ejercicio de la responsabilidad parental a favor del

progenitor afín cuando el o los progenitores no se encuentren en condiciones de cumplir

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plenamente con sus funciones a su cargo por diversas razones como ser viajes, enfermedad, etc.".

Claro que "por las implicancias jurídicas que se derivan, y en la misma línea que acontece en la

delegación del ejercicio de la responsabilidad parental a un pariente, el Código prevé que este

acuerdo sea homologado judicialmente, salvo que el otro progenitor —el que no delega, el no

conviviente— esté de acuerdo con este traspaso temporario de responsabilidades". Asimismo, "se

admite el ejercicio conjunto de la responsabilidad parental entre el progenitor que tiene a su cargo

el cuidado del hijo y su pareja matrimonial o conviviente sobre el hijo del primero que vive con

ambos. Este acuerdo: (a) exige homologación; (b) si existe algún desacuerdo, se prioriza la decisión

del progenitor del niño; (c) se extingue con la ruptura del matrimonio o de la unión convivencial".

4.— Tutela

Entre las reformas introducidas en materia de tutela, se deroga la tutela legal y se habilita que,

ante la ausencia de designación paterna de tutor o tutores o ante la excusación, rechazo o

imposibilidad de ejercicio de aquéllos designados, el juez deba otorgar la tutela a la persona que

sea más idónea para brindar protección al niño, niña o adolescente, debiendo fundar

razonablemente los motivos que justifican dicha idoneidad (art. 107).

Al derogarse la tutela legal y establecer que el discernimiento de la tutela es siempre judicial,

pudiendo estar en condiciones de cumplir el rol de tutor cualquier persona (parientes o no),

debiendo reunir el requisito de idoneidad (art. 107), se impone al juez observar la noción del

referente afectivo del niño o adolescente en los términos del art. 7º del mencionado dec.

415/2006, reglamentario del art. 7º de la ley 26.061, siempre y cuando reúna los requisitos de

idoneidad. Ello en tanto dicha derogación se fundamenta en: "(...) la ausencia de sentido práctico,

que la ley, en abstracto y a priori realice una enumeración. Los parientes más cercanos no son

siempre las personas más adecuadas para el cuidado de un niño o adolescente, sea porque hay

otras personas con un vínculo afectivo más sólido, sea por problemas relativos a la edad, la salud,

la situación laboral, por lo cual, es mejor que el juez evalúe sin condicionamientos, qué es lo más

beneficioso para el niño o adolescente en cada situación concreta"(21).

h) La noción de centro de vida

La ley 26.061, luego de definir el interés superior del niño, enumera una serie de pautas que lo

integran y deben respetarse en su definición, entre las cuales menciona al centro de vida del niño,

afirmando en el citado principio del interés superior del niño —en los términos expuestos —, que

Page 30: Burgués, Marisol B. La integración de los principios y ...

rige en materia de patria potestad, pautas a las que se ajustarán su ejercicio, filiación, restitución

del niño, la niña o el adolescente, adopción, emancipación y toda circunstancia vinculada a las

anteriores, cualquiera sea el ámbito donde deba desempeñarse (22).

Dicha noción de centro de vida es definida en el mismo texto del inciso f del artículo 3 como "el

lugar donde las niñas, niños y adolescentes hubiesen transcurrido en condiciones legítimas la

mayor parte de su existencia".

Por su parte, la reglamentación del citado art. 3º se detuvo en el concepto de "centro de vida",

estableciendo que él se interpretará de manera armónica con la definición de "residencia

habitual" de la niña, niño o adolescente contenida en los tratados internacionales ratificados por

la República Argentina en materia de sustracción y restitución internacional de personas menores

de edad (23).

Tal aclaración se motivó en que, durante el proceso de producción de la ley, la finalidad de

incorporar el concepto de "centro de vida" fue determinar cuál es el juez competente (el del

centro de vida del niño), fundamentalmente en materia de derecho internacional privado,

objetándose incluso tal innovación, y proponiéndose utilizar el concepto de "residencia habitual"

contenido en el art. 4º de la Convención de La Haya, ratificada por ley 23.857 (24).

Sin embargo, la ley finalmente mantuvo la noción de "centro de vida", definida en el sentido

señalado (25).

La introducción de tal concepto no se presentó libre de posibles tensiones, habiéndose observado

por algunos autores el deseo de que la jurisprudencia y la doctrina lo desarrollen con mayor

precisión (26), máxime teniendo en cuenta que, en materia de sustracción y restitución

internacional, los tratados ratificados por nuestro país no receptan la mencionada noción sino el

concepto de "residencia habitual".

Por tales razones, la pauta de interpretación establecida por la reglamentación tuvo como objetivo

neutralizar, o al menos disminuir, los márgenes de posibles conflictos que pudieran surgir entre los

dos conceptos referidos, en casos específicos de sustracción y restitución internacional de niños.

Page 31: Burgués, Marisol B. La integración de los principios y ...

Realizada tal aclaración, resta subrayar que la noción del centro de vida del niño, vinculada al

interés superior de él, tiene, entre otras finalidades, sin lugar a dudas, determinar la competencia

administrativa o judicial en razón de la mayor eficacia y efectividad que presenta la inmediatez

entre el lugar donde se encuentra el niño y la autoridad que debe adoptar una decisión sobre

algún aspecto de su vida que lo afecte.

Ello es receptado por la reforma civil incorporando en el nuevo texto la noción de centro de vida

del niño como la regla general en la determinación de la competencia judicial en los

procedimientos de familia relativos a los derechos de los niños, niñas y adolescentes, viéndose

reafirmada en el tratamiento de algunos institutos en particular. Al mismo tiempo, el respeto del

centro de vida del niño por parte de los progenitores es considerado como un elemento que debe

ponderar el juez al momento de atribuir el cuidado unipersonal de éste.

1.— Procesos de familia

"En los procesos referidos a responsabilidad parental, guarda, cuidado, régimen de comunicación,

alimentos, adopción y otros que deciden en forma principal o que modifican lo resuelto en otra

jurisdicción del territorio nacional sobre derechos de niños, niñas y adolescentes, es competente

el juez del lugar donde la persona menor de edad tiene su centro de vida" (art. 716).

2.— Tutela

"Para el discernimiento de la tutela es competente el juez del lugar donde el niño, niña o

adolescente tiene su centro de vida" (art. 112).

3.— Filiación

"Cuando las acciones de filiación sean ejercidas por personas menores de edad o con capacidad

restringida, es competente el juez del lugar donde el actor tiene su centro de vida o el del

domicilio del demandado, a elección del actor" (art. 581).

Page 32: Burgués, Marisol B. La integración de los principios y ...

4.— Adopción

"Es juez competente el que otorgó la guarda con fines de adopción, o a elección de los pretensos

adoptantes, el del lugar en el que el niño tiene su centro de vida si el traslado fue tenido en

consideración en esa decisión" (art. 615).

5.— Responsabilidad parental

"En el supuesto excepcional en el que el cuidado personal del hijo deba ser unipersonal, el juez

debe ponderar: (...) el mantenimiento de la situación existente y respeto del centro de vida del

hijo" (art. 653, inc. d).

De tal manera, concluyendo en este punto, cabe manifestar que la incorporación de la noción de

centro de vida del niño no sólo atiende a satisfacer el interés superior de éste, armonizando las

normas de protección integral y las normas civiles, sino que, de manera estrechamente vinculada

con el mencionado principio del interés superior, integra y garantiza funcionalmente los principios

generales de tutela judicial efectiva e inmediación de los procesos de familia establecidos, entre

otros, en el art. 706 del nuevo Código Civil.

i) La Intervención de los organismos del Estado en la protección del niño

Uno de los aspectos más novedosos que incorpora la reforma civil con relación a determinadas

situaciones que pueden atravesar los niños y que requieren de protección especial es la mención

específica no sólo de ciertos deberes de los organismos judiciales sino también de determinadas

obligaciones de otros organismos del Estado, profundizando y ampliando sus facultades a partir de

la conformación integral del sistema de protección de la niñez receptado en la ley 26.061. De tal

manera, como se observa a continuación, el texto de la reforma viene a reafirmar y consolidar

muchas de las obligaciones que la citada ley 26.061 adjudica al Estado en la materia.

1.— Responsabilidad parental

Page 33: Burgués, Marisol B. La integración de los principios y ...

En consonancia con las observaciones y recomendaciones realizadas a la Argentina por el Comité

de los Derechos del Niño (27), se prohíbe de manera expresa el castigo corporal en cualquiera de

sus formas, los malos tratos y cualquier hecho que lesione o menoscabe física o psíquicamente a

los niños o adolescentes, estableciendo la posibilidad de los progenitores de solicitar el auxilio de

los servicios de orientación a cargo de los organismos del Estado (art. 647).

Dicha solicitud de auxilio de los servicios de orientación a cargo de los organismos del Estado

importa la obligación de éste, en particular, de los organismos administrativos de protección de

derechos, de contar con programas de orientación y asistencia específicos que protejan el derecho

a la integridad psicofísica de los niños y adolescentes, reforzando la obligación impuesta en el art.

19 de la ley 26.061.

Por su parte, y sin perjuicio de la adopción de medidas de protección excepcional de derechos que

regulan las leyes de protección integral, la reforma habilita una vía judicial paralela de protección

del niño frente a supuestos de gravedad que impiden que el niño permanezca conviviendo con sus

progenitores.

En tal sentido, la reforma establece que "En supuestos de especial gravedad, el juez puede otorgar

la guarda a un pariente por un plazo de un año, prorrogable por razones fundadas por otro

período igual. Vencido el plazo, el juez debe resolver la situación del niño, niña o adolescente

mediante otras figuras que se regulan en este Código". Agregando a continuación que "El

guardador tiene el cuidado personal del niño, niña o adolescente y está facultado para tomar las

decisiones relativas a las actividades de la vida cotidiana, sin perjuicio de que la responsabilidad

parental quede en cabeza del o los progenitores, quienes conservan los derechos y

responsabilidades emergentes de esta titularidad y ejercicio" (art. 657).

2.— Tutela

La tutela es una institución destinada a brindar protección a la persona y bienes de un niño, niña o

adolescente que no ha alcanzado la plenitud de su capacidad civil cuando no haya persona que

ejerza la responsabilidad parental (art. 104).

Por tanto, en aquellas situaciones en las que el niño o adolescente se encuentra sin un referente

adulto que lo proteja, es decir, que ejerza la responsabilidad parental, con motivo del fallecimiento

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de los progenitores, él está expuesto a una situación de desprotección legal que requiere que se le

provea de un tutor o tutores.

En función de ello, la reforma no sólo instituye el deber de denunciarla a los principales

organismos estatales que toman conocimiento de ello, como los oficiales públicos encargados del

Registro Civil, sino que amplía los obligados a realizar dicha denuncia, por un lado, e impone a juez

a que promueva la tutela de oficio.

Así, entre las reformas incorporadas en materia de tutela, el texto del nuevo Código refiere en la

regulación de las personas que están obligadas a denunciar que un niño o adolescente no tiene

referente adulto que lo proteja, además de mencionar expresamente a los oficiales públicos

encargados del Registro Civil, la referencia a otros funcionarios públicos que, en ejercicio de su

cargo, tengan conocimiento de cualquier hecho que dé lugar a la necesidad de la tutela, importa

que dicha obligación de denuncia comprende o alcanza a todos aquellos funcionarios que se

desempeñan dentro de los ámbitos del poder administrador (organismos administrativos de

protección de derechos, salud, educación, etc.), imponiendo al juez la promoción de oficio de la

tutela cuando tenga conocimiento de la situación que la motiva (art. 111).

3.— Adopción

Dadas las situaciones que motivan la decisión de adoptabilidad de un niño, y en las que se

encuentra muy presente la intervención de los organismos administrativos de protección de

derechos, la reforma en este tema no sólo armoniza la regulación de la adopción con las normas

en materia de protección integral de derechos sino que profundiza y amplía la participación de los

mencionados órganos administrativos no sólo en lo que refiere a su intervención en las etapas

previas a la adopción sino también en la elección de los adoptantes y en el proceso mismo de la

adopción, otorgándole el carácter de parte.

En tal sentido, cuando se precisan los tres supuestos fácticos y jurídicos que dan lugar a la citada

declaración de adoptabilidad, los que se pueden dar manera separada, en secuencia y por tanto

conjuntamente, se refuerzan ciertas obligaciones de los organismos administrativos de protección

de derechos relativos a: el agotamiento de la búsqueda de familiares de origen en un plazo

máximo de treinta días, prorrogables por un plazo igual sólo por razón fundada si un niño, niña o

adolescente no tiene filiación establecida o sus padres han fallecido, y el deber de dictaminar

acerca de la situación de adoptabilidad de un niño frente al vencimiento del plazo máximo de

Page 35: Burgués, Marisol B. La integración de los principios y ...

duración de las medidas de protección excepcional (ciento ochenta días) sin que se haya logrado

revertir las causas que le dieron origen, debiendo dicho dictamen comunicarse al juez

interviniente dentro del plazo de veinticuatro horas.

Esta última disposición, que delimita en ciento ochenta días el tiempo total de duración de la

medida excepcional en consonancia con el plazo establecido en el art. 39 del dec. 415/2006 de la

ley 26.061, obliga a los organismos administrativos a definir la situación jurídica familiar de un niño

respecto del cual se ha adoptado dicha medida de tal manera sin que ella haya obtenido

resultados satisfactorios, evitando que los niños permanezcan en una situación de protección

excepcional indefinida tanto en lo que respecta a su duración mediante prórrogas de prórrogas así

como en lo que se refiere a una resolución que tenga en cuenta su estabilidad social, afectiva y

jurídica.

Al respecto, cabe observar que algunas jurisdicciones deberán adecuar sus legislaciones en

materia de protección integral de derechos al plazo máximo de duración de la medida de

protección excepcional de derechos que supera los mencionados ciento ochenta días, así como

algunas pautas procedimentales para la declaración de adoptabilidad en el marco de ellas o bien

en sus normas procesales.

Asimismo, el organismo administrativo de protección tiene participación en la elección de los

legajos de los adoptantes y es parte en el juicio de adopción, previéndose la posibilidad de que sea

el juez interviniente, de oficio, a petición de parte o de la autoridad administrativa y una vez

cumplido el período de guarda, quien inicie el proceso de adopción (arts. 613 y 617).

La participación del organismo administrativo en la elección de los legajos de los adoptantes no

sólo reduce los márgenes de discrecionalidad en dicha elección sino que asegura, por el mayor

contacto y conocimiento del niño, que la elección resulte la más adecuada en beneficio del niño.

Estas disposiciones, en virtud de la participación de dichos organismos administrativos en los

supuestos que habilitan la declaración judicial de adoptabilidad, elección de los legajos de los

adoptantes y adopción, al mismo tiempo presentan un impacto directo en el diseño institucional

de los organismos administrativos de protección de derechos o autoridades de niñez de las

distintas jurisdicciones provinciales, las que deberán prever un criterio de descentralización de

ellos que se corresponda al menos con la división de circunscripciones o jurisdicciones judiciales.

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III. CONSIDERACIONES FINALES

El contexto normativo de protección integral a los derechos de los niños, niñas y adolescentes

constituye uno de los antecedentes fundamentales, entre otros, en las reformas producidas en el

régimen civil vigente, en tanto consolidan el respeto de los derechos y garantías de los niños y

adolescentes en el ámbito del derecho civil en sintonía con los postulados de la Convención sobre

los Derechos del Niño y la ley 26.061.

Como contrapartida de ello, a la luz de las reformas analizadas y en función de las facultades que

las provincias han conferido al Congreso Nacional en el orden constitucional vigente, los

contenidos y reglas del nuevo ordenamiento civil y comercial resultan de aplicación en todo el

territorio de la República Argentina, por lo cual se proyectan en el funcionamiento de todo el

sistema de protección integral de los derechos del niño en sus distintos niveles —nacional, federal

y provincial—, debiendo ser consideradas por todos los actores que integran dicho sistema en sus

intervenciones y actuaciones para que el pleno ejercicio de los derechos reconocidos a los niños y

adolescentes se haga realidad.

En tal sentido, existe un importante camino a recorrer, que deberá transitarse principalmente

durante el tiempo que media hasta la entrada en vigencia del nuevo Código Civil y Comercial, en el

cual adquiere suma importancia el aporte que puede realizarse desde las autoridades

administrativas nacionales y provinciales de protección de derechos de los niños y adolescentes,

entre las que será necesario considerar la implementación de actividades, entre las que se han

destacado y acordado en el marco del Consejo Federal de Niñez Adolescencia y Familia (28), las

siguientes:

— Informar y sensibilizar al conjunto de la población sobre las innovaciones de la nueva

normativa.

— La capacitación de los actores institucionales que tienen incidencia en la vida de los niños y

adolescentes en sus distintas dimensiones.

— La promoción de reformas procesales en los ordenamientos procesales y de organización

judicial allí donde la lectura del nuevo Código ponga en evidencia limitaciones o carencias de las

normativas vigentes. Este punto implica una revisión especial de las cuestiones vinculadas a la

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legitimación procesal de los niños en los procedimientos de familia para garantizar su derecho a

ser oído e intervenir con la presentación de asistencia letrada.

— El fortalecimiento y/o adaptación de los organismos administrativos de protección de derechos

para dar cumplimiento pleno a las prescripciones del nuevo Código en los temas en que resulten

necesarios.

(*) Magíster en Derecho de Familia y Niñez. Abogada de la Dirección de Asuntos Legales de la

Secretaría Nacional Niñez, Adolescencia y Familia. Se agradece la colaboración de Marina Salituri

Amezcua y Federico Vicente Herrero, de la Dirección Asuntos Legales de la Secretaría Nacional

Niñez, Adolescencia y Familia.

(1) Cfr. Preámbulo y art. 5º de la CDN y art. 3º de la ley 26.061.

(2) Al respecto, es importante destacar que los niños necesitan de una atención y protección

especiales, en razón de que la infancia es un momento en el cual el ser humano es más vulnerable,

dado que aún no ha acabado de desarrollarse ni física ni mentalmente. De ahí que la Corte

Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), en la opinión consultiva (OC) 17/2002 refiere

que los niños poseen los derechos que corresponden a todos los seres humanos —menores y

adultos— y tienen además derechos especiales derivados de su condición, a los que corresponden

deberes específicos de la familia, la sociedad y el Estado. Agregando, en el mismo sentido, que

conviene observar que para asegurar, en la mayor medida posible, la prevalencia del interés

superior del niño, el preámbulo de la CDN establece que éste requiere "cuidado especiales", y el

art. 19 de la Convención Americana señala que debe recibir "medidas especiales de protección".

En ambos casos, la necesidad de adoptar esas medidas o cuidados especiales proviene de la

situación específica en la que se encuentran los niños, tomando en cuenta su debilidad, inmadurez

o inexperiencia. Cfr. Corte IDH, Condición Jurídica y Derechos Humanos del Niño, opinión

consultiva OC-17/2002, del 28/8/2002, serie A, nro. 17, párrs. 54 y 60.

(3) Cfr. art. 261, inc. c.

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(4) Cfr. Fundamentos del Anteproyecto realizado por la Comisión para la Elaboración del Proyecto

de Ley de Reforma, Actualización y Unificación de los Códigos Civil y Comercial de la Nación

(creada por dec. nac. 191/2011).

(5) C. Nac. Civ., sala G, 28/6/1996, "N.N. o V., F. J. s/protección de persona", entre otros.

(6) C. Nac. Civ., sala G, 7/9/1995, "S., O. v. N., J. s/filiación", entre otros.

(7) C. Nac. Civ., sala H, 2/3/1995, "A., L. A. s/exhorto", entre otros.

(8) Del dictamen del asesor de menores de Cámara en C. Nac. Civ., sala K, 29/11/1995, "M. de C.,

S. de S., R. N. s/régimen de visitas", entre otros.

(9) Sup. Trib. Just. Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, 8/10/1997, "B., A. B. v. T.,

M. H.", LL 1998-F-585, entre otros.

(10) C. Civ. y Com. Concordia, sala 3ª, 31/3/1997, "J., R. E. v. F., M. M.", LLL 1998-I-229, entre

otros.

(11) Cfr. Fundamentos del Anteproyecto realizado por la Comisión para la Elaboración del

Proyecto de Ley de Reforma, Actualización y Unificación de los Códigos Civil y Comercial de la

Nación (creada por dec. nac. 191/2011).

(12) Ibídem.

(13) Cfr. Fundamentos del Anteproyecto..., citado precedentemente.

(14) "La familia es responsable en forma prioritaria de asegurar a las niñas, niños y adolescentes el

disfrute pleno y el efectivo ejercicio de sus derechos y garantías."El padre y la madre tienen

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responsabilidades y obligaciones comunes e iguales en lo que respecta al cuidado, desarrollo y

educación integral de sus hijos."Los organismos del Estado deben asegurar políticas, programas y

asistencia apropiados para que la familia pueda asumir adecuadamente esta responsabilidad, y

para que los padres asuman, en igualdad de condiciones, sus responsabilidades y obligaciones"

(art. 7º, ley 26.061).

(15) "El cuidado personal compartido puede ser alternado o indistinto. En el cuidado alternado, el

hijo pasa períodos de tiempo con cada uno de los progenitores, según la organización y

posibilidades de la familia. En el indistinto, el hijo reside de manera principal en el domicilio de

uno de los progenitores, pero ambos comparten las decisiones y se distribuyen de modo

equitativo las labores atinentes a su cuidado".

(16) "El concepto incorporado destaca que la institución tiene en miras, primordialmente, el

interés de los niños por sobre el de los adultos comprometidos". Cfr. Fundamentos del

Anteproyecto..., citado precedentemente.

(17) Cfr. art. 11 párrs. 1º, 2º y 4º, ley 26.061.

(18) Ver Burgués, Marisol, "Aportes para la construcción y formulación de una política respetuosa

de los derechos humanos en la adopción", Proview cita: AP/DOC/2982/2013.

(19) Cfr. Herrera, Marisa; Kemelmajer de Carlucci, Aída y Lamm, Eleonora, "Filiación derivada de la

reproducción humana asistida. Derecho a conocer los orígenes, a la información y al vínculo

jurídico", LL 2012-E- 1257, 9/10/2012, ps. 1 y ss.

(20) Para un desarrollo de la noción ver, en tal sentido, Herrera, Marisa, "La noción de

socioafectividad como elemento 'rupturista' del derecho de familia contemporáneo", RDF 66-75,

AP AP/DOC/1066/2014.

(21) Cfr. Fundamentos del Anteproyecto..., citado precedentemente.

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(22) Cfr. art. 3º, in fine.

(23) Cfr. art. 3º, dec. 415/2006.

(24) Cfr. versión taquigráfica de la 15ª reunión, novena sesión ordinaria del Senado de la Nación, 1

de junio de 2005, p. 33.

(25) Cfr. art. 3º, inc. f.

(26) Cfr. Beloff, Mary, "Tomarse en serio a la infancia, a sus derechos y al derecho. Sobre la 'Ley de

protección integral de los derechos de las niñas, niños y adolescentes', 26.061", RDF 3315.

(27) Ver Comité de los Derechos del Niño, 54º período de sesiones, 25 de mayo a 11 de junio de

2010, "Examen de los informes presentados por los Estados partes en virtud del artículo 44 de la

Convención. Observaciones finales: Argentina", CRC /C/ARG/CO/3-4.

(28) Cfr. acta de la 21ª Sesión Plenaria celebrada en la Ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, el

día 23 de octubre de 2014.