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Capítulo I Introducción. Aproximaciones al análisis funcional de los sistemas agrarios

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Capítulo I

Introducción. Aproximaciones al análisisfuncional de los sistemas agrarios

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I. INTRODUCCIÓN

El papel de la actividad agraria en el sistema económico sufre,con el desarrollo de los países, una fuerte disminución relativa, entérminos tanto de aportación al Froducto Interior Bruto como de por-centaje de ocupación de la mano de obra: ambos indicadores ilustran,en buena medida, el alcance de las recientes transformaciones quehan tenido lugar en el sector agrario y reflejan el grado de disminu-ción de su importancia cuantitativa. Esta disminución, se manifiestano ya solamente respecto al conjunto del sistema económico de unpaís, sino incluso también considerando exclusivamente sus zonasrurales. Así, en Estados Unidos, por ejemplo, solamente 1 de cada 10trabajadores en las áreas rurales realiza hoy actividades agrarias, y lasfamilias con explotaciones agrarias de pequeña dimensión, que en1960 recibían de la agricultura el 75% de sus ingresos, tres décadasdespués apenas reciben el 1% (ETXEZARRETA, 1989).

El espacio rural europeo, que cubre cerca del 80% del territoriocomunitario y está habitado por más de150% de su población, no esuna excepción a estas tendencias. La Superficie Agraria Util (SAU)en la Unión perdió en los últimos quince años 1,5 millones de hec-táreas. Además, hace treinta años la agricultura daba empleo a másde la quinta parte de los trabajadores en el conjunto de la UniónEuropea, mientras que el informe sobre la situación de la agricultu-ra en la U.E. (COMISIÓN DE LAS COMUNIDADES EUROPE-AS, 1994) indica que en 1992 el empleo en el sector agrícola repre-sentaba solo el 5,9% de la población ocupada. La pérdida depoblación ocupada por el sector agrario hasta 1973 alcanzó un ritmocalificable de vertiginoso (COMISIÓN DE LAS COMUNIDADESEUROPEAS, 1990 y 1996).

Por otra parte, las encuestas comunitarias sobre estructuras agra-rias muestran que solamente en el 25% de las explotaciones de laComunidad alcanzan a ocupar al menos una persona a jornada com-pleta (COMISIÓN DE LAS COMUNIDADES EUROPEAS, 1996).

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Asimismo, el 30% de los agricultores europeos complementaban suactividad agraria con otras, bien en la explotación (agroturismo,determinadas actividades de transformación y comercializacióndirecta, artesanía, etc.), o bien en el exterior, a tiempo pazcial o,incluso, a jornada completa. En el 75% de los casos esas otras acti-vidades lucrativas le ocupan más tiempo al agricultor que su activi-dad agraria. En cinco años, (1989-1993) el número de explotacionesha registrado una disminución del 9%. El descenso fue especial-mente fuerte en Portugal (20%); tambíen Bélgica, España, Francia yLuxemburgo experimentaron disminuciones importantes (más del10%), mientras que en Grecia, los países Bajos, Austria y Finlandiala reducción osciló en torno al 4% (COMISION DE LAS COMU-NIDADES EUROPEAS, 1996).

Otro indicador significativo es la evolución del peso relativo dela agricultura en el PIB europeo. En 1973, a pesar de la crisis eco-nómica mundial, que afectó sobre todo al proceso de desarrolloindustrial, el sector primario representaba ya solamente e14,8% delPIB de la Unión Europea. Dicha contribución siguió disminuyendo,aunque a un ritmo más moderado que en la etapa anterior, repre-sentando el 3,5% del PIB en 1986 y e12,4% en 1993 (COMISIONDE LAS COMUNIDADES EUROPEAS, 1994 y 1996). Frente aesta pérdida de importancia relativa, la producción final agraria haseguido creciendo en términos absolutos.

En España, la pérdida del peso relativo de lo agrario en el mediorural, si bien se inicia ya en los años sesenta, se generaliza y acentúaen la última década. A1 inicio de la industrialización del país y deléxodo rural, a finales de la década de los cincuenta, el porcentaje dela población rural activa agraria era de175,10%; una década después,hace sólo algo más de un cuarto de siglo, dicha población se habíareducido al 63,4%. En 1994, dicho porcentaje ha descendido hastaun 23,5%, todavía relativamente alto, sin embargo considerado en sucontexto dinámico, se aprecia la perdida de su relevancia. Actual-mente, como consecuencia de las políticas de desarrollo rural pues-tas en marcha en los últimos años, se estima que apenas uno de cadacinco activos rurales tiene la agricultura como ocupación principal(CALATRAVA y SAYADI, 1997-a y 1998). También, la componen-te agraria de la renta disponible por la población naral ha disminui-do drásticamente, siendo hoy las rentas derivadas del sector servi-cios, y las transferencias de capital social, más importantes que lasrentas agrarias en muchas comarcas españolas.

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A la vista de esta pérdida de importancia de la agricultura, comoactividad económica, en el medio rural, hoy día no es posible, acer-carse a los problemas de las zonas rurales con el mismo bagaje inte-lectual que se utilizaba todavía al comienzo de los ochenta y con elesquema tradicional del desarrollo de las zonas rurales como bási-camente agrario. Sin embargo, juzgar hoy la importancia e interésde la agricultura solamente por la aportación, en términos de rentasy empleos, de su función productiva primaria, sin tener en cuentaotras funciones de los agroecosistemas, conectadas con usos secun-darios y terciarios y, sobre todo, relacionadas con la ocupación delespacio y el mantenimiento del paisaje, respondería a una ópticaexcesivamente productivista y miope, en unos momentos en que,además, las sociedades, particularmente las más desarrolladas, tien-den a apreciar valores de uso recreativo y de no uso, con frecuencialigados a la actividad agraria alterando así el paradigma de desarro-llo, en el que hasta ahora eran los valores directamente derivados dela producción y el consumo de bienes materiales los que definían,básicamente, dicho paradigma.

Efectivamente, a pesar de la mencionada pérdida de importanciarelativa de la agricultura en el sistema socioeconómico de las zonasrurales, el valor social de la actividad agraria y sus externalidadesen los espacios rurales, ha de ser tenido en cuenta en la definiciónde los procesos de desarrollo rural, e incluso podría afirmarse quela consideración, al menos potencial, de actividades agrarias viene,obligada, para asegurar la sustentabilidad de dichos procesos. Porotra parte, es en las zonas desfavorecidas, como la que aquí se va aanalizar, donde el problema de la consideración de la agriculturacomo actividad componente del desarrollo local es más arduo, dadoque en muchas de dichas zonas se parte de sistemas agrarios queconservan sus rasgos de agricultura tradicional, degradados y alte-rados además, con frecuencia, por una situación de crisis perma-nente motivada por la profunda pérdida de población activa agrariaconsecuencia del continuo éxodo rural. Incluso si los sistemas agra-rios de una zona pudieron considerarse "modernos", en el sentidode ser sistemas mecanizados e industrializados, su situación actuales, en muchos casos, crítica, tanto por problemas relacionados conel mercado y la competitividad internacional, como por aspectosrelativos a su propia sustentabildad medioambienta] y económica.

La situación de crisis actual generalizada de los sistemas agra-rios, unida al desconocimiento sobre su potencial, por falta de sis-

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temas adecuados de I+ D agrario con impacto local, junto a la fre-cuente premura en ejecutar inversiones por parte de las agencias oentidades de desarrollo local, hace que la mayor parte de las actua-ciones de desarrollo local en zonas rurales desfavorecidas estén vin-culadas a proyectos a muy corto plazo, y tiendan, en general, a elu-dir, o al menos a no consideraz, actuaciones relativas a los sistemasagrarios, centrando su actividad en sectores que permitan una rápi-da ejecución de los presupuestos, invirtiendo, sobre todo, en infra-estructura y apoyo a ciertas iniciativas locales de naturaleza noagraria, mayormente turísticas, e ignorando, por ser más difíciles dedetectar y evaluar, las potencialidades productivas agrarias y muchomás las externalidades derivadas de la existencia y/o el funciona-miento de los sistemas agrarios que constituyen valores de uso indi-recto o de no uso. Hay autores que incluso hablan de cierto "antia-grarismo" en la praxis de las políticas de desarrollo rural(GUIGOUL y HULLO, 1996).

Por todo lo anterior, se considera'que la aproximación analíticaal potencial de los sistemas agrarios ha de hacerse hoy necesaria-mente en un enfoque multifuncional. Identificar, en cada caso, lasfunciones de la agricultura, tanto productivas como territoriales yambientales, y evaluarlas después, ha de ser el camino lógico paratodo análisis del potencial de los sistemas agrarios en el desarrollorural. Con este enfoque se aborda el presente estudio, en el que pre-tenden identiiicarse las distintas funciones que en un territorio puedetener el sistema agrario, analizando, después, las funciones produc-tiva (con especial énfasis en el nivel actual de mazginalidad agraria),recreativa y estética del agroecosistema de La Alpujarra Alta Orien-tal granadina, para sacar, finalmente, una serie de conclusionesestratégicas de dichos análisis con vista al desarrollo de la zona.

Este trabajo queda estructurado desde el punto de vista formal enun total de VIII capítulos, que quedan conformados en tres apaztadosfundamentales, que se identifican con los objetivos básicos del estu-dio: el primero trata de mostraz cómo el enfoque multifuncional enel análisis de los sistemas agrarios es adecuado para evaluar el poten-cial de la agricultura en el desarrollo de un territorio. En el segundose propone una metodología adecuada para el análisis y la evalua-ción de las funciones recreativas y estéticas de los agroecosistemas.Finalmenmte, en el tercero, se intenta aplicar dicha metodología alcaso de La Alpujarra Alta Oriental granadina, analizando también lafunción productiva convencional de la agricultura y diseñando estra-

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tegias de actuación en la zona tendentes a considerar la actividadagraria como elemento componente de su proceso de desarrollo.

En detalle, tras una introducción sobre la pérdida de la importan-cia relativa de la agricultura en el sistema económico rural y la nece-sidad hoy cada vez mayor de tener en cuenta su papel efectivo en eldesarrollo sostenible, se realiza en el capítulo I una recopilación yrevisión de los trabajos más relevantes de las distintas aproximacio-nes al análisis de los sistemas agrarios. También se ofrece una revi-sión de los métodos existentes de evaluación de paisajes agrarios yse estudia la posibilidad de utilización del Análisis Conjunto ("Con-joint Analysis") como metodología adecuada para tal iin. Posterior-mente se hace una revisión de la literatura existente sobre turismorural en general y el análisis del agroturismo en particular.

En el capítulo II se presenta el contexto metodológico en el quese enmarca este estudio. La identificacaión de las funciones (inclui-das las basadas en externalidades) de los sistemas agrarios y su eva-luación en un espacio rural, constituye la idea básica del enfoquemetodológico multifuncional que aquí se adopta.

El capítulo III se divide en dos partes: la primera es una breveintroducción a la zona de estudio (La Alpujarra Oriental granadina)donde se muestra su situación geográfica, su medio físico, susnúcleos de población, datos socioeconómicos de la zona (particu-larmente respecto a la población y a los sistemas de cultivo).

En la segunda parte, tras la presentación de la zona y para com-prender mejor el sistema económico actual y la crisis del sistemasociocultural de la misma, se lleva a cabo un análisis histórico y deevolución de los sistemas agrarios en la Alpujarra Alta. Así, parapoder hablar de las características demográficas y económicas quepresentan hoy los sistemas agrarios de la Alta Alpujarra Orientalgranadina, se han tenido en cuenta distintas etapas históricas: desdela preponderancia de la fórmula agroforestal (desde la revoluciónneolítica hasta la romanización), pasando por la influencia árabe yla expulsión de los moriscos; los siglos XVIII-XIX y la aparicióndel sistema agrario "evolucionado" como. consecuencia del creci-miento demográfico; la aparición de la agricultura especializadahacia mediados del siglo XX; y finalmente, el éxodo rural y la dege-neración de los sistemas agrarios y su influencia sobre el equilibriodel ecosistema.

En el capítulo IV se estudia con cierto detalle la actividad pro-ductiva actual identificando los itinerarios técnológicos de los prin-

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cipales cultivos en la zona (arboricultura: olivo, almendra, higuera,viña, frambuesa y otros frutales; y horticultura: judía verde, porejemplo). Se realiza también una tipología de explotaciones agrariasen función de multitud de características y del conjunto de relacio-nes internas del sistema "familia-explotación". Asimismo, con elfin de reflejar el grado de marginalidad de los cultivos se ha elabo-rado un "Índice de Marginalidad" de la actividad agraria relaciona-do con el grado de subempleo de la mano de obra familiar, utlizadaen el proceso productivo.

En el capítulo V se analiza, por una parte, los principales rasgosde la evolución actual de los sistemas de producción en la zona; ypor otra, se ofrecen ante la crisis de la agricultura de la comazca, unaserie de elementos que pueden permitir la reconvensión y potencia-ción del sistema agrario y la recuperación de su potencial para eldesarrollo futuro de la zona.

En el capítulo VI se analiza el potencial recreativo de los sistemasagrarios analizando principalmente la estructura y las cazacteríticasde la demanda del turismo rural en general, y del agroturismo en par-ticulaz, en base a un sondeo llevado a cabo entre los visitantes de lazona. Se ofrece para ello un análisis descriptivo mediante frecuenciasde distribuciones y posteriormente las principales relaciones dedependencia (análisis bivariante y multivariante) entre las cazacterís-ticas sociodemográficas del visitante y algunas de las respuestas.

Por otra parte, a fin de analizaz el tema del agroturismo desde elpunto de vista de la oferta potencial, se han llevado a cabo entre-vistas tanto a agricultores de la zona como a habitantes de la mismano necesariamente agricultores.

En el capítulo VII se comentan las distintas externalidadesambientales de los sistemas agrarios haciendo hincapié en las rela-cionadas con su aportación al paisaje utilizando técnicas de visuali-zación y evaluación escalaz de paisajes alternativos con componen-tes predeterminadas y análisis conjunto para el manejo de lasrespuestas al test de preferencias a dichos paisajes.

Finalmente, en el capítulo VIII se comentan las principales con-clusiones del análisis multifuncional de la actividad agraria en lazona (análisis de sistemas agrarios y su función productiva; análisisde los aspectos recreativos del sistema y análisis de su función esté-tica). Asismismo, teniendo en cuenta dichas conclusiones se ofre-cen algunas recomendaciones como estrategia para aprovechar elpotencial de los sistemas agrarios en la zona.

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El grado de innovación del presente trabajo tiene su base en lassiguientes razones:

La carencia de trabajos sobre los sistemas agrarios en uncontexto multifuncional.

La escasez de análisis de los sistemas agrarios en la zona deLas Alpujarras, de la que por el contrario abundan otro tipode estudios.

La ausencia de trabajos empíricos sobre el componenterecreativo de los sistemas agrarios.

La escasez de trabajos de valoración del paisaje agrario, noexistiendo ningún precedente del uso del Método de Análi-sis Conjunto.

En estas circunstancias, el profundizar en el conocimiento delpotencial de desarrollo de los sistemas agrarios de La AlpujarraAlta Oriental granadina, ha de contribuir, sin duda, a facilitar la con-sideración de la agricultura como actividad importante en los pro-cesos de desarrollo.

II. APROXIMACIONES AL ANÁLISIS FUNCIONALDE LOS SISTEMAS AGRARIOS

Las aproximaciones al estudio de los sistemas agrarios se hanllevado a cabo, desde muy diversos aspectos. A continuación seexponen, de manera resumida, los distintos enfoques al análisis delos sistemas agrarios, para, posteriormente tratar con más detalle losaspectos relacionados al componente estético y recreativo de lossistemas agrarios.

II.1. Antecedentes sobre las distintas aproximacionesal análisis de los sistemas agrarios

Mientras que el papel sectorial de la agricultura en el proceso dedesarrollo global ha sido suficientemente analizado en la literaturaeconómica, desde los economistas clásicos hasta los últimos enfoquesdualistas, y su papel en el proceso, como sector abastecedor de exce-

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dentes de capital y mano de obra y demandante de inputs industrialesy servicios, está hoy suficientemente explicado, no ocurre lo mismocon el papel de la agricultura en el desarrollo local de zonas rurales,sobre el que se viene manteniendo en los últimos años una fuertepolémica, con opiniones que van desde la no neĉesidad de participa-ción de actividades agrarias en el proceso de desarrollo rural, hasta laimprescindibilidad de que la agricultura sea un elemento clave en laconfiguración de dicho proceso, si se desea que este sea sustentable.

Esta polémica es debida, entre otras causas, a las profundas trans-formáciones ocurridas en el medio rural europeo y español en sucontexto, que han ido asociadas a la pérdida de importancia relativade la agricultura en el sistema socioeconómico de las comunidadesrurales, ya mencionada. Dicha pérdida de importancia relativa de laagricultura en el sistema socioeconómico de las zonas rurales, nojustifica, a nuestro juicio, las tendencias "antiagrarias" en las políti-cas de desarrollo rural, donde raramente se plantea el análisis delpotencial de los sistemas agrarios, y las actividades que se priorizane inducen suelen ser básicamente terciarias, ligadas al turismo y enmucha menos medida secundarias. Hay autores que incluso hablande la inducción, no necesariamente deseada, de un "divorcio rural-agrario" (GUIGOU y HULLO, 1996). CALATRAVA (1997-a y1997-b) ha analizado las causas que determinan esta ignorancia de laagricultura en la praxis del desarrollo rural, clasificándolas en políti-cas, institucionales y tecnológicas. La ignorancia sobre el potencialde contribución de la agricultura en los procesos de desarrollo rurales más patente en aquellas zonas de montaña y desfavorecidas, consistemas agracios frágiles, y con frecuencia marginalizados, 'en lasque suele conducir al abandono total o parcial de la actividad agra-ria, que puede tener graves consecuencias, a medio y largo plazo,sobre la sustentabilidad del propio proceso de desarrollo.

La consideración, a la hora de determinar la participación de lossistemas agrarios en procesos de desarrollo rural, de característicasdistintas a la productividad y a la mera rentabilidad financiera, hansido en la última década objeto de diversos trabajos, debido a la cre-ciente sensibilidad social por la valorización de determinadas exter-nalidades, particularmente las de naturaleza ambiental. En general,las nuevas funciones que el sistema agrario es capaz de generar estánligadas, según ALLAIRE, ( 1996) y ALLAIRE y al., (1995) a la apa-rición de nuevos productos, nuevos derechos y nuevos bienes públi-cos, en los que dichos sistemas intervienen directamente o indirecta-

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mente. Características como la sustentabilidad (DOUGLAS, 1984;EDENS, 1985; COMISIÓN BRUNDLAND, 1987; GRAHAM,1989; LYNAM y HERDT, 1989; NORGAARD, 1991; PAINTER,1991; COMISIÓN DE LAS COMLTNIDADES EUROPEAS, 1992-a y 1992-b; CONWAY, 1993; SEVII,LA y ISEC TEAM, 1994;BARNETT et al., 1994 y 1995; CADENAS, 1995; CALATRAVA,1995; DALY y GAYO, 1995; CALATRAVA Y SAYADI, 2001),calidad productiva (F.A.0,1992-b; CASABIANCA, 1993; GUI-LLOU, 1994), equilibrio, eficiencia, [/alor Económico Total(NAREDO y CAMPOS, 1980; PEARCE y TURNER, 1990; CAM-POS, 1994, CAMPOS et al., 1996); nivel de interacción ambiental(ALTIERI, 1993) y socio-cultural (BODO y PARISI, 1987;MICHAUD y POIRIER, 1987; CALATRAVA y GONZÁLEZ,1992; SÁNCHEZ DE PUERTA, 1996) de los sistemas agrarios,deberían realmente ser tenidas en cuenta a la hora de valoraz su fun-cionamiento actual y las posibles transformaciones, y determinaz asísu idoneidad en un proceso de desazrollo rural.

Por otra parte, existen varios trabajos que analizan, por ejemplo,la capacidad recreativa y paisajística del sistema agrario, no sola-mente identificando sus elementos estructurales, sino también suvalor estético e, incluso, su equivalente financiero. Así, DEFFON-TAINES (1973, 1985 y 1986), THENAIL y BAUDY (1994), VOSy FRESCO (1994), SAYADI et al., (1999 y 2000), SAYADI yCALATRAVA (2001-c), están entre los autores que han analizado elcomponente agrario en los paisajes rurales y la manera de analizaz-lo. El paisaje agrario ha sido también evaluado en términos mone-tarios por WILLIS y GARROD (1993), CALATRAVA (1996) entreotros trabajos, mediante la aplicación de distintos métodos de valo-ración económica de recursos naturales. Algunos conceptos básicossobre el valor del paisaje y sus componentes, asi como una breverevisión de los métodos de evaluación de paisajes agrarios, seráncomentados más adelante, en un apartado específico.

Hay estudios que investigan, además del aspecto estético de losagroecosistemas, las actividades económicas terciarias que generano en las que pazticipan, tales como el turismo rural o el agroturismo.El turismo ruraUagroturismo ha sido objeto, en las últimas dos déca-das, de numerosos trabajos: algunos aportan reflexiones teóricasrespecto a su conceptualización, terminología, formas de turismo enzonas rurales, etc. (BOTE, 1979, 1981, 1984 y 1988; GARCIA,1982; MESPLIER, 1986; BAZIN, 1993, CALATRAVA, 1993;

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CALATRAVA y RUIZ, 1993; RODRÍGUEZ y GÓMEZ, 1996;CALATRAVA y SAYADI, 1997-c; SAYADI y CALATRAVA,1997, SAYADI y CALATRAVA, 2001-a, entre otros). Volveremosmás adelante para ofrecer algunos aspectos relacionados particular-mente con el agroturismo y con su conceptualización.

Otros trabajos muestran, dentro de la filosofía de aprovechamien-to integral de recursos endógenos a nivel local, la importancia delturismo rural en la economía local como actividad complementaria(CALATRAVA, 1983; FAGGION, 1983; GROLLEAU, 1987;LANE, 1994), y comentan estrategias para su planificación (BRADS-HAW et al., 1985; COMISIÓN DE LAS COMUNIDADES EURO-PEAS, 1990; EUROTER, 1991; ZIMMER y GRASSMANN, 1996).Asimismo, la consecuencia que puede generar un dimensionamientoerróneo de la actividad turística sobre el medioambiente y el sistemarural endógeno en general, ha sido resaltada por BONNEAU (1983),GUERRERO y CALATRAVA ( 1986), BRAMWELL y LANE,(1993), BLANCO y BENAYAS, (1994); CALATRAVA, (1994-b);MONTALVO, (1994); GÓMEZ y VICENTE, (1996); CALATRAVAy SAYADI, (1997-c), entre otros. Sobre el tema, abundan también tra-bajos empíricos sobre zonas concretas, particularmente las de mon-taña (FOURNEAU y MARTIN, 1984; GUERRERO, 1984;GONZÁLEZ y CALATRAVA, 1992; CALATRAVA y RUIZ, 1993,SAYADI y CALATRAVA, 2001-a, 2001-b y 2001-c, entre otros).

Los sistemas agrarios han sido también analizados desde la ópti-ca de su potencial de adaptación a esquemas de pluriactividad ycomplementariedad de rentas de la población rural. Existen abun-dantes trabajos que patentizan la necesidad de la pluriactividad enzonas rurales, tanto aproximaciones teóricas como estudios de sis-temas agrarios en zonas concretas de diferente naturaleza. El traba-jo de FLUVIA i FONT ( 1985) aborda el tema, por primera vez enEspaña, mediante resultados de investigaciones realizadas específi-camente en áreas montañosas catalanas y no desde el enfoque de la"agricultura a tiempo parcial", desarrollado anteriormente en distin-tas zonas por LAMO (1967), GARCÍA (1977), ARNALTE (1980),BLASCO ( 1980), CALATRAVA y NAVARRO, (1985-a), CAM-PAGNE ( 1994-b), entre otros. Particularmente estos últimos ofre-cen una tipología de situaciones laborales a partir de la idea de laagricultura a tiempo parcial.

Los trabajos de ETXEZARRETA (1983 y 1988) abordan el pro-blema de la pluriactividad de la mano de obra agraria desde la opción

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de la agricultura a tiempo pazcial y, mayoritariamente, en zonas rura-les limítrofes de áreas industriales, periurbanas o con gran desarro-llo del sector terciario, particularmente el turismo. Asimismo,CALATRAVA (1988) partiendo de los análisis llevados a cabo porFLUVIA i FONT (1985) esboza un esquema tendente a justificarteóricamente la necesidad del ejercicio de la pluriactividad econó-mica en las áreas rurales (pazticulazmente de montaña), basado enconceptos de la Teoría Económica del Bienestar. ETXEZARRETA yal., (1995) asi como ARKELTON, (1990), reflejan el cambio ruralen Europa en relación con la política agraria y la pluriactividad, yanalizan los procesos de ajuste de las familias agrarias a dichos cam-bios en diferentes paises y en diversos tipos de áreas rurales.

Recientemente, CALATRAVA y SAYADI (1995; 1997-a; 1997-by 1998) analizan la importancia de la generación de rentas comple-mentarias en el mantenimiento de las explotaciones agrarias de LasAlpujarras.

Por otro lado, los sistemas agrarios han sido estudiados, desdeun enfoque sociológico, respecto al nivel de implicación de la agri-cultura en el sistema socio-cultural rural. Dentro de este enfoque, yreferiéndonos, principalmente, a los conocimientos relacionadoscon el sistema productivo local (sistemas de uso de la tierra, mane-jo de recursos agrarios, etc.), así como a los conocimientos existen-tes en otras actividades relacionadas con el sistema agrario en suconjunto (actividades culturales, agroartesania, agroturismo, etc.),recientemente, abundan trabajos empíricos y teóricos que analizanla complejidad, la variabilidad y la validez de los conocimientos ypracticas existentes en los sistemas agrarios locales (BROKENSHAet al., 1980; CHAMBERS, 1983; CHAMBERS y GIDHYAL, 1985;LONG, 1989; RHOADES, 1989; CERNEA, 1991; DUPRE, 1991;PLOEG, 1991; SEVILLA, 1991-a; WARREN, 1991-a y 1991-b;SEVILLA y GONZÁLEZ, 1993; FLOQUET y MONGBO, 1994;MESA y DELGADO, 1995; entre otros). Asimismo, en este con-texto, el conocimiento "tradicional" sobre el manejo de los recursosendógenos, considerado convencionalmente un obstáculo al desa-rrollo y la "modernización" de los sistemas agrarios, es cada vezmás reconocido por su consistencia y las ventajas que puede gene-raz su análisis en el desarrollo rural sostenible (NORGAARD, 1985;LANDAIS et al., 1989; PLOEG, 1989; SEVILLA, 1990; ALTIERI,1991; SANTUCCI y CASABIANCA, 1992; PARRA, 1993; REM-MERS, 1993; REMMERS y VAN DER HAAR, 1993; TOLE-

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D0,1993; SIMPSON, 1994; MESA y DELGADO, 1995; REM-MERS et al., 1995; ALONSO et al., 1996; VISSAC, 1996; etc.).

Hay que mencionar como un avance instrumental que apoya elenfoque más integral de los sistemas agrarios, la contribución delenfoque denominado de investigación sistémica (Farming SystemResearch) (BOULDING, 1956; JOHNSON et al., 1964; SHANERet al., 1982; CONWAY, 1985, 1986 y 1987; KROLL, 1985;SARAVIA, 1985; CHAMBERS y JIGGINS, 1987-a y 1987-b;MARTÍNEZ, 1987; MARTEN, 1988; CHAMBERS et al., 1989;DURU et al., 1989; BAKER y NORMAN, 1990; FAO, 1992-a;GIBBON, 1992; LÓPEZ, 1992; CAMPAGNE, 1994-a; DENT yMcGREGOR, 1994; CALATRAVA, 1995), con enfoque partici-pativo (COHEN y UPOFF, 1977; CHAMBERS, 1981 y 1992;LONGHURST, 1981; UNESCO, 1984; FARRINGTON y MAR-TIN, 1987; FARRINGTON, 1988; ASHBY et al., 1989; RUDQ-VIST, 1991-a y 1991-b; THEIS y GRADY, 1991; SCH^ONHUTHy KIEVELITZ, 1994; LAMMERINK y PRINSEN, 1995; LEÓN,1995; TILLMAN y SALAS, 1995; SAYADI, 1996 y 1997 y agro-ecológico (ALTIERI, 1991; SEVILLA, 1991-b y 1992; ISEC,1992; TOL?^:DO, 1991; SEVILLA y GONZÁLEZ, 1993; CALA-TRAVA, 1994-a; SÁNCHEZ, 1995).

II.2. Valor y valoración de paisajes: Antecedentey complementos teóricos

A continuación, tras presentar unas ideas conceptuales básicassobre el valor del paisaje y sus componentes, se comentan breve-mente los métodos de valoración existentes para, finalmente, estu-diar la posibilidad de consideración del Análisis Conjunto ("Con-joint Analysis") como metodología utilizada aquí para tal fin.

II.2.1. Valor del paisaje

Es lógico pensar que dar una definición general o específica delpaisaje no es sencillo, pues existen abundantes definiciones segúnel contexto en el que se pretende definir.

Para contribuir a analizar el paisaje agrario en zonas rurales, esnecesario referirnos a tres aspectos principales distintos:

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- Aspecto Estético del paisaje: refleja la combinación armóni-ca de formas, colores, volumenes del espacio así como larepresentación del mismo.

- Aspecto Ecológico o Geográfico: refleja el paisaje como unsistema ecológico resultado de un "complejo de interrelacio-nes derivadas de la interaccion de rocas, agua, aire, plantas,animales, y hombres" (DUNN, 1974).

- Aspecto cultural del paisaje: tiende a comprender la dinámi-ca de estructuras espaciales en relación con la actividadhumana (DEFFONTAINES, 1973; MARTÍNEZ, 1983;ZONNEVELD y FORMAN, 1989). El paisaje es un escena-rio de la actividad humana, refleja un medio natural fuerte-mente condicionado y modifcado por las actividades socio-económicas y transformado por los factores socio-culturales.

Un enfoque integrado de análisis y valoración de un paisajeagrario determinado para el desarrollo rural, debe de tener en cuen-ta los aspectos Estéticos, Ecológicos y Culturales del mismo. Estose hace posible solamente mediante el concepto de la percepción.Según GONZÁLEZ, (1981) el paisaje es la "Percepción multisen-sorial de un sistema de relaciones ecológicas y culturales". El hom-bre pues, es configurador del paisaje, pero al mismo tiempo, esparte de él y sujeto receptor de percepciones.

Para su evaluación, entendemos por paisaje, el resultado, en tér-minos visuales y estéticos, del impacto interactivo, sobre el territo-rio, de los factores climáticos, de relieve, agua, suelo, flora y faunanaturales y las acciones antrópicas. El resultado de dicha interac-ción es, en definitiva, una disposición espacial específica de losagroecosistemas, que es una característica de cada territorio, cons-tituyendo su dimensión más perceptible.

Entre las actuaciones humanas que constituyen el factor antrópi-co de configuración del paisaje, están las actividades agrarias (DEF-FONTAIlVES, 1973, 1985, 1986; THENAIL y BAUDY, 1994). Dis-tintos agroecosistemas tienen, lógicamente, distinta capacidadpara "producir" paisaje, y los paisajes rurales tendrán un gradodiferente de componente agraria, según la importancia de los siste-mas agrarios en su constitución. El como se combinen las tierras ara-bles con los pastos y los montes constituye, en las áreas rurales, unade las características definitorias de la "calidad" de los paisajes.

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Los paisajes rurales podrían ser clasificados, al respecto, en lossiguientes tipos (CALATRAVA, 1996):

- Paisajes naturales: Reductos de ecosistemas relativamenteinalterados: No existe sobre ellos acción antrópica alguna.

- Paisajes con componente de acción antrópica limitada: Laacción antrópica sobre ellos es muy limitada, y se reduce, encualquier caso, a actuaciones de conservación, forestales oganaderas muy ligeras y extensivas.

= Paisajes con componente agraria tradicional: pueden consi-derarse dos grandes tipos, en cuanto a la naturaleza de losagroecosistemas:

• Con Agroecosistemas de subsistencia: normalmente aso-ciados a diversificación.

• Con Agroecosistemas comerciales: normalmente asocia-dos a monocultivos.

Paisajes de usos agrarios intensivos: en los que habitual-mente todo el paisaje es agrario. Son paisajes mantenidos deforma absolutamente artificial, y su sustentabilidad suele serescasa.

En cualquier caso, positiva o negativa, la capacidad de "produ-cir" paisaje cristaliza en una externalidad de los sistemas agrarios.Interesantes consideraciones sobre la capacidad de los sistemasagrarios para producir paisaje pueden verse en los distintos trabajoseditados sobre el tema en VAN MANSVELT y STROBBELAAR(1994 y 1995).

El paisaje se considera actualmente recurso natural l, en el sen-tido socioeconómico del territorio, porque cumple una doble condi-ción de Utilidad y Escasez por lo que resulta realmente un bieneconómico (GÓMEZ, 1993, página 83).

Actualmente podemos afirmar que existe una demanda genera-lizada creciente y calificada, por el paisaje de calidad, siendo parteindisociable de su patrimonio: la presencia del hombre, su huella

' EI paisaje, en general, puede considerarse como recurso renovable dado su carácterdinámico, evolutivo, cambiante capaz de ser generado; como renovables son la mayor parte delos componentes que lo constituyen (GÓMEZ, 1993, página 83).

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histórica y su cultura. De forma paralela, la oferta de paisaje de cali-dad, resulta cualitativamente decreciente (degradación del paisajepor actividades de muy diversa naturaleza y magnitud creciente).

La belleza de un paisaje no es el único elemento que entra aformar parte de su valoración, ni siquiera puede decirse que nece-sariamente a mayor belleza corresponda mayor valor. Los paisa-jes se perciben de forma subjetiva2 y su valor es, por tanto,fruto de dicha percepción por los sujetos, y como todo valor estáligado a la existencia de una "utilidad". El valor estético es sólouno de los valores que configuran la utilidad del paisaje para losconsumidores.

CALATRAVA, (1996) distingue las siguientes componentes del"valor" de un paisaje, con frecuencia difíciles de disociar en la prác-tica de la valoración:

- Valor intrínseco: Puede ser cultural o estético.

- Valor comparativo o de contraste: Un mismo paisaje puedevalorarse de muy distinta forma en dos contextos espacialesdiferentes, por el efecto de contraste: Así,por ejemplo, unprado verde no tiene el mismo valor en una zona, donde eshabitual, que en mitad del desierto.

- Valor de alternativa: Es el valor que se concede al paisajeamenazado de desaparición, cuando se conoce o sospecha laalternativa y ésta se valora menos: es el caso de muchos pai-sajes rurales periurbanos.

Puede también tener una componente de "exotismo", que podríaencuadrarse en el valor de contraste, cuando se trata de un paisajepoco habitual o raro en el contexto espacial en el que está ubicado.

El mismo autor resalta también otros aspectos claves en el pro-ceso de evaluación del paisaje:

- La cantidad, calidad y combinación de elementos de genera-ción natural y de generación "cultural", en su sentido másamplio, que constituyen el paisaje en sí.

z El medio se hace paisaje cuando alguien lo percibe. Esta percepción es subjetiva, varia-ble, por tanto en razón del tipo de perceptor y se adquiere a través de todos los órganos de per-cepción directos y indirectos, que operan en el observador, experiencia perceptiva del obser-vador, bagaje cultural, etc.

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- El posicionamiento del individuo que valora el paisaje res-pecto a dichos elernentos, en una graduación que va desde elhecho de que el evaluador (consumidor) "viva" en el paisa-

je, hasta el hecho de que el evaluador (consumidor) observelos elementos del paisaje desde fuera de él, sin encontrarseligado al paisaje más que por su propia percepción exterior.

El paisaje, y por tanto su valor, puede cambiar en el tiempo,debido a distintas causas que no sólo son de naturaleza física o cli-mática. ZONNEVELD y FORMAN, ( 1989) asi como VOS y

FRESCO ( 1994), señalan que no tiene sentido pensar en el paisajecomo un concepto estático. Las causas que pueden alterar un paisa-je son de naturaleza física, tecnológica, socioeconómica e institu-cional, siendo éstas últimas cada vez más importantes, particular-mente en los cambios de paisaje con componente agraria(THENAIL y BAUDY, 1994, página 318). Recientemente, se asis-te en muchos países a un cambio de paisajes rurales debido tanto,por ejemplo, a políticas de subsidios y subvenciones para internali-zar externalidades ambientales, como a cambios tecnológicos en laagricultura y las actividades forestales, respondiendo a paradigmasdistintos al puramente productivista. O'RIORDAN et al. (1989);

WILLIS y GARROD, ( 1993) analizan las causas de naturaleza ins-titucional por las que se están produciendo actualmente cambios depaisaje. EI problema del cambio de paisaje en función del uso de latierra ha sido recientemente objeto de diversos trabajos (ver VOS y

FRESCO, 1994, por ejemplo).

II.2.2. Los métodos de valoración del paisaje

Los esfuerzos por estimar el valor del paisaje han cristalizado ennumerosas aproximaciones al tema, que dan lugar a distintos tiposde métodos; según CALATRAVA, (1996), dichos métodos podríanclasiiicarse de la siguiente forma:

a) Métodos de enfoque intuitivo

b) Métodos basados en análisis de datos

c) Métodos basados en puntuaciones escalares sobre atributos ocomponentes paisajísticos.

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d) Métodos basados en comparaciones o expresión de preferen-cias ordinales entre paisajes.

e) Métodos basados en las preferencias reveladas o expresadaspor los consumidores en mercados (explícitos, implícitos oartificiales).

Dentro del grupo (e) de métodos, se encuentran el Métodos dePrecios Hedónicos, el del Coste de ^aje y la [^aloración Contingen-te; este conjunto de métodos suponen, en el fondo, avances, en el sen-tido de lograr la cuantificación monetaria, de algunas de las técnicasincluidas en los grupos de métodos anteriores, particularmente de losgrupos (c) y(d). Así, por ejemplo, el Método de Precios Hedónicos,cuya aplicación a la valoración de paisajes se materializa de tal formaque determinados elementos componentes, o características, del pai-saje son estimados a partir de diferencias de precios pagados por losconsumidores por vivir en (o disfrutar de) distintos tipos de paisajes,puede considerarse, en cierta manera, conectado con los métodos devaloración mediante escalas de los componentes paisajísticos. ElMétodos de Precios Hedónicos viene, como indican WII.,LIS yGARROD (1993), a resolver algunos de los problemas que planteanlas puntuaciones sobre escalas de las componentes del paisaje.

Por otra parte, las técnicas basadas en comparaciones o preferen-cias ordinales suponen, lógicamente, la valoración ordinal del paisajeen su conjunto. Los métodos del Coste de Viaje y del Valor Contin-gente pueden considerarse, en este sentido, extensiones cardinales dedicho enfoque ordinal, pero mientras el método del Coste de Viajetiene su mayor aplicabilidad cuando se aplica a valoración de entor-nos muy concretos, a los que los consumidores se desplazan específi-camente, el Método de la Valoración Contingente presenta una muchamás flexibilidad de aplicación pudiendo cubrir una casuística de valo- "ración mucho más amplia, siendo la condición necesaria para su utili-zación tan solo la posibilidad de poder crear en el consumidor situa-ciones artificiales de mercado respecto al bien que se pretende valorar.

Las características básicas, limitaciones, ventajas y posibilidadesaplicativas de los métodos de valoración de recursos naturales pue-den verse en PEARCE y TURNER, (1990); FERREIRO et al.(1992), AZQUETA y FERREIRO (1994), AZQUETA y PÉREZ(1996), entre otros. Respecto a los métodos de valoración de paisa-jes y su evolución, una buena revisión cronológica de estos métodospuede obtenerse consultando, entre otros, los trabajos de DUNN

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(1974), PRICE (1978 y 1990), PENNING (1979); ZUBE (1984),AMIR y GIDALIZON (1990), LEE (1990), O'RIORDAN et al.,(1989 y 1991), WILLIS y GARROD (1993), VOLKER (1994); etc.

Dentro de las numerosas aplicaciones de dichos métodos, las apli-caciones a la valoración económica de paisajes son poco frecuentes,siendo muy escasas las que se refieren a paisajes con fuerte compo-nente agraria: algunas excepciones a la afirmación anterior son, porejemplo, los trabajos de DRAKE (1987 y 1992) que trata de paisajesagrarios en Suecia, PRICE (1990) 3 o de WILLIS y GARROD (1993)mediante la aplicación del Método de Valoración Contingente. EnEspaña, el único y reciente trabajo de la aplicación del Método deValoración Contingente ha sido realizado por CALATRAVA, (1996)para la valoración del paisaje de la caña de azucar en la Vega deMotril-Salobreña, complementada por la valoración en escala. Elautor ofrece, además una abundante bibliografía que tratan los fun-damentos teóricos, los aspectos estadísticos ligados al método y losproblemas que se plantean en su aplicación, entre otros.

En el presente trabajo, debido a la heterogeneidad y a la diversi-dad del paisaje alpujarreño, no se ha optado por el Método de laValoración Contingente y la consiguiente dificultad de su aplicaciónpara el caso de La Alpujarra. Ante estas circunstancias, para anali-zar el componente estético del los paisajes de la Alpujarra Alta seha utilizado el Método de Análisis Conjunto (MAC); dicho métodoes, en cierta forma, una innovación dentro de este campo, y unafusión entre los métodos de valoración basadoĉ en puntuacionesescalares (grupo "c") y en expresión de preferencias (grupo "d")anteriormente señalados.

El Método de Análisis Conjunto y la valoraciónde preferencias de paisajes

EL Análisis Conjunto (AC) se utiliza para estudiar los efectos dela acción conjunta de dos o más atributos cualitativos (variablesindependientes) sobre las preferencias de los individuos (variablesdependiente) (GREEN y RAO, 1971; VARELA, 1983), proporcio-

3 PRICE (1978) había publicado 12 años antes un manual sobre Economía del Paisaje,donde se vató, por primera vez en un texto específico, de los aspectos económicos relaciona-dos con el paisaje y de algunos de los métodos de valoración actualmente utilizados.

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nando una medida cuantitativa de la importancia relativa de unosatributos frente a otros (VÁZQUEZ, 1990). El AC es una técnicaespecialmente adecuada para el análisis de las decisiones, particu-larmente para comprender el proceso por el que los individuos"consumidores" desarrollan sus preferencias (decisiones de elec-ción) por los productos o servicios.

A pesar de que el Análisis Conjunto se concibe frecuentementecomo una técnica estadística, basada en el ajuste de modelos linea-les a variables ordinales (GREEN y RAO, 1971), muchos investi-gadores (MARTÍN, 1987, JOHNSON, 1974, GREEN y SRINIVA-SAN, 1990, VARELA y BRAÑA, 1996, entre otros), la concibencomo método específico debido a que se apoya, en su aplicación, enla utilización de Diseños Experimentales, tanto en la presentaciónde los estímulos como en la recogida de los datos.

El Método de Análisis Conjunto (MAC) ha sido desarrolladopor LUCE y TUKEY, (1964) y KRANTZ y TVERSKY, (1971) yaplicado en el campo de la psicología comercial por GREEN yRAO en 1971.

Posteriormente,, el MAC fue adaptándose a las nuevas tenden-cias de la investigación ampliando de esta manera sus posibilida-des de aplicación práctica. En este sentido GREEN y SRINIVA-SAN, ( 1990), como consecuencia de la amplitud de los trabajosaplicados han realizado una revisión crítica de la aplicación delMAC desde la década de los 70 actualizando su anterior trabajo(GREEN y SRINIVASAN, 1978).

Una buena revisión de las posibilidades de aplicación de estatécnica en Marketing puede verse en WITTINK y CATTIN, 1989;ELORZ, 1994; NESS y GERHARDY, 1994; GIL y SÁNCHEZ,1996; SÁNCHEZ y GILL, 1996; MESIAS et al., 1997, entre otros.

En realidad el MAC es un conjunto de técnicas que parten de unoshipótesis comunes que, en resumen, son las siguientes (GREEN ySRINIVASEN, 1990; MESIAS et al., 1997; SAYADI, 2000):

- El producto puede ser definido mediante un conjunto de atri-butos que toman ciertos niveles o valores.

- Distintos niveles de los atributos definen distintas versionesdel producto en consideración.

- La valoración de un producto por parte de un individuo es fun-ción del valor que otorga a los atributos de dicho producto.

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- En el proceso de decisión el individuo evalúa la utilidad decada combinación y su elección manifiesta la priorizaciónentre las distintas combinaciones de los atributos. Asimismo,se asumen que la utilidad total resultado de la elección delproducto, viene determinada por las distintas utilidades(part-Worths) de cada nivel del atributo (GREEN y SRINI-VASAN, 1990).

Para más detalle sobre los principios básicos del MAC puedeverse, entre otros trabajos, los de GREEN y WIND, 1975; FEN-WICK, 1978; ANTILLA et al., 1980; STEEKAMP, 1987; MUGI-CA, 1989; RUIZ MAYA y MUNUERA, 1993; AZPIAZU, 1994;GILBERT y LARKIN, 1995; GÓMEZ, 1996; VARELA y BRAÑA,1996.

En España, la aplicación del MAC a la Economía de RecursosNaturales es escasísima y reciente, limitándose a algún trabajo pun-tual como el de ÁLVAREZ et al., 1998. En temas relacionadas alpaisaje, el presente trabajo constituye una contribución original alanálisis de las preferencias de paisajes, como potencial de desarro-llo de zonas rurales desfavorecidas, al ser la primera vez que dichométodo se aplica con esa función.

Si se aplica al análisis de las preferencias de paisajes de sujetos"consumidores", partimos de la hipótesis de que su conducta, a lahora de formar sus preferencias, puede interpretarse como unaelección entre diferentes paisajes que, a su vez, poseen un conjun-to de atributos o características diferenciadoras. De esta forma, a lahora de pedir a un sujeto clasificar un conjunto de paisajes (orde-nándolos o valorándolos en escala) según sus preferencias, asumi-mos que para llevar a cabo dicho proceso de ordenación final, elsujeto percibe el "producto" paisaje no como un todo, sino comoun conjunto de atributos o características parciales y consecuente-mente la ordenación final de los sujetos puede interpretarse comola suma de cualidades (utilidades percibidas o part-worth) asocia-das a las distintas propiedades o niveles de los atributos que carac-terizan el paisaje. Así, pues, el MAC nos permitirá analizar losefectos de acción conjunta de dos o más atributos, cualitativos depaisajes (variables independientes) sobre las preferencias de los"consumidores" (variable dependiente), proporcionándonos unamedida cuantitativa de la importancia relativa de unos en contra-posición a otros.

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II.3. Integración Turismo-Sistemas agrarios: El Agroturismo.Reflexiones conceptuales y antecedentes

La integración de actividades en el desarrollo admite niveles,pues puede variar desde una integración a la hora de planificar ydimensionar las mismas, a fin de asegurar el equilibrio y la susten-tabilidad del proceso, hasta una integración material en su puesta apunto, de tal manera que una actividad no pueda, de ninguna forma,tener lugar sin la otra, por constituir ofertas conjuntas. Así, en elcaso del turismo y la agricultura, por ejemplo, el primer nivel esta-ría constituido por un tipo de turismo rural respetuoso y compatiblecon las actividades agrarias, que aportarían además ciertos elemen-tos estéticos y ambientales a la oferta turística, mientras que elsegundo nivel lo constituirían actividades de agroturismo, en suacepción más vivencial, en las que la agricultura es componenteclave en la oferta turística.

Determinar la capacidad recreativa de los sistemas agrarios esalgo básico en la planificación del desarrollo rural, y permitiráconocer los niveles de interacción turismo-agricultura deseables enun proceso de desarrollo rural determinado. Dicha integración,siempre muy deseable y positiva, tiene su fundamento en lassiguientes razones:

La familia agraria pluriactiva puede ofrecer servicios turísti-cos.

La "cultura de lo agrario" puede ser asimismo un atractivoturístico.

EI turismo rural genera una demanda de productos agrariosque puede ser importante paza el fomento de la agriculturaen la zona.

El turismo puede favorecer entres las actividades artesana-les, las agroartesanales, que pueden tener asimismo una inci-dencia positiva sobre el sector agrario local.

En su triple acción de incrementaz rentas, crear infraestruc-turas y generaz empleo, a veces complementario con las acti-vidades agrarias, el turismo puede actuar como factor deestabilidad laboral de la mano de obra agraria.

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- El gran efecto multiplicador del turismo puede fomentarotras actividades económicas que asimismo incidan positi-vamente en la agricultura.

- La disminución, o desaparición, de la agricultura procovaefectos que podrían afectar apreciablemente la actividadturística: cambios de paisaje, cambios en el sistema de"humidificación" con posibles efectos sobre el ecosistema,incremento del peligro de incendios forestales, etc., entreotros.

Estas razones, entre otras, patentizan el interés de conectar laagricultura con el turismo en los espacios rurales. Esta ligazón turis-mo-agricultura es siempre deseable y positiva para el desarrollorural endógeno integral y sostenible. La máxima interacción entre laagricultura y el turismo se da en el agroturismo en sentido estrictoo "vivencial".

Por otra parte, el excesivo peso del turismo en el sistema econó-mico de una zona rural viola la estructura deseable del modelo dedesarrollo en cuanto a equilibrio de actividades; en este sentido,CALATRAVA, ( 1983), GUERRERO y CALATRAVA, ( 1986) asícomo CALATRAVA y SAYADI, 1997-c proponen unas caracterís-ticas genéricas para un modelo de turismo rural que pretenda man-tener un equilibrio entre los sistemas económico, sociocultural yecológico.

A continuación se comentan algunos aspectos conceptualessobre el agroturismo.

II.3.1. Agroturismo: Reflexiones conceptuales

En términos muy generales, el agroturismo es un tipo de turis-mo rural en el que el componente principal de la oferta turística esla acogida, alojamiento, gastronomía, ocio, participación en tare-as, etc., en la explotación agraria. El agroturismo admite, pues, dis-tintos niveles conceptuales, desde el simple alojamiento en la gran-ja hasta la vivencia y/o participación en actividades de laexplotración agraria.

El agroturismo, por su naturaleza, es una actividad que se sus-tenta en la agricultura, y aunque su existencia en España es muchomenor que en otros paises de nuestro entorno, puede llegar a ser

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más importante en el futuro y en determinados procesos de desa-rrollo rural, SAYADI y CALATRAVA ( 1997) apuntan las siguientesrazones para dicha importancia potencial:

a) Su presencia, en cuanto a actividad económica, constituye unfactor de supervivencia (o resistencia a la marginalidad en algu-nas zonas rurales) y desarrollo, tanto de la agricultura, de laganadería como de la actividad forestal, cinegética, pesca, etc.

b) El mantenimiento de las actividades agrarias permite que seconserve el paisaje modelado por éstas (considerado actual-mente como recurso económico y cuya demanda crece paula-tinamente) así como todo el patrimonio histórico y cultural delas zonas rurales cuya diversidad merece ser conservada: tiposde cultivos y explotaciones, hábitats y arquitecturas (pueblos,viviendas y edificios rurales, setos, terrazas, tapia, etc.).

c) El agroturismo contribuye a la revalorización de los produc-tos locales, ya que la mayoría de los aficionados al mismodemandan productos agrarios naturales o fabricados deforma artesanal, típicos de la región.

d) La agricultura ha proporcionado también un rico patrimonioetnológico (herramientas, maquinaria agrícola, oficios y talle-res artesanales, forja, cantería, así como una variada gastrono-mía populaz, etc.) que puede tener un cierto uso turístico.

e) El agroturismo contribuye a armonizaz los intereses agrarios yla protección del medio ambiente, a través de una gestiónintegrada del territorio en la que los agricultores han tenido ydeben seguir manteniendo un protagonismo destacado. Elagroturismo puede constituir para el agricultQr una forma deremuneración de las inversiones que éste efectúa en favor de la^gestión del medio ambiente para beneficio de la colectividad.

Este tipo de oferta turística en la granja tiene varias oportunida-des debido a las nuevas demandas y actividades del turismo ruralligadas a la actividad agraria. Por otra parte, la situación de crisis delas explotaciones agrarias en zonas rurales, pazticularmente las demontaña, despierta un cierto interés por parte de los agricultores adiversificaz sus actividades dentro y fuera de la explotación agraria,que es lo que mejor conocen.

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IL3.2. Antecedentes

Aunque el turismo rural, en general, se maniiiesta, en la mayo-ría de las zonas rurales españolas, como la actividad predominanteen los procesos de desarrollo local que están teniendo lugar, parti-cularmente en la última década, no son frecuentes, sin embargo, lasactividades específicas de agroturismo, o al menos no son tan fre-cuentes como en países de nuestro entorno, como Suecia, Austria,Alemania, Holanda o Francia, por ejemplo, donde la oferta de agro-turismo se ha duplicado en la última década.

Las estadísticas comunitarias sobre el turimso rural (GROLLE-AU, 1987; COMISIÓN DE LAS COMUNIDADES EUROPEAS,1992-c) muestran que el número de plazas de alojamientos agrotu-rísticos asciende a más de 600.000 en la Europa de los Doce. El20% de las explotaciones suecas, el 10% de las austríacas, el 8% delas alemanas, holandesas y del Reino Unido, e14% en Francia, etc.,ofrecen algún tipo de alojamiento turístico. Sin embargo, Españaque está considerado como uno de los países más turísticos delmundo, no se encuentra entre los países donde más se ha desarro-Ilado este tipo de turismo: apenas un 0,5% de las explotacionesagrarias españolas lo hacen, un porcentaje bastante inferior a lamedia de los países arriba mencionados, e incluso de la media delconjunto de las zonas de montaña mediterráneas (4,5% de las explo-taciones de estas zonas practican el agroturismo).

Por otra parte, a pesar de lo anterior, son muy escasos los análisisde la situación del agroturismo en zonas españolas y, menos aún, dela estructura y potencial de dichos mercados, siendo prácticamenteinexistentes los trabajos empíricos al respecto, lo que contrasta con laya bastante abundante literatura española sobre turismo rural en gene-ral (BOTE, 1981, 1984 y 1988; BUENO, 1982; GARCÍA, 1982;CALATRAVA, 1983, 1986, 1994-b; FOURNEAU y MARTÍN, 1984;BRADSHAW et al., 1985; DELGADO, 1985; GUERRERO, 1984;GUERRERO y CALATRAVA, 1986; BARDON, 1990; GONZÁLEZy CALATRAVA, 1992; CALATRAVA y RUIZ, 1993; GASCON,1994; MARTÍN, 1994; MULERO, 1995; RODRÍGUEZ y GÓMEZ,1996; CALATRAVA y SAYADI, 1997-c; SAYADI y CALATRAVA,1997, 2001-a y 2001-b, entre otros).

Según CALS y al., (1995), en España la actividad agroturísticaes muy escasa y su mayor desarrollo ha tenido lugar en Cataluña,Cantanbria y País Vasco.

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En Francia y Italia, por ejemplo, dos países muy cercanos aEspaña, la actividad agrotuística está bastante más desarrollada yorganizada. En el caso de Francia dos grandes organizacionesnacionales estructuran esta actividad. La "Fédération Nationale desGites de France", creada en 1955 agrupa a 28.860 proprietarios (delos cuales el 43% son agricultores) que ofrecen 44.660 alojamien-tos. La associación "Agriculture et Tourisme", creada en 1985 por"l'Assemblée Permanente des Chambres d'Agricultures" (APCA)que se interesa únicamente por las actividades agroturísticas. En1988 se ha procedido a la definición y la normalización de la cali-dad agroturística bajo el lema "Bienvenido a la Granja", fomentan-do cuatro tipos de actividades: "Granja Hotel; Granja de estancia;Granja Ecuestre y Camping en Granja de Acogida" que en 1992agrupan a unas 2.500 explotaciones.

De manera muy estrecha con "les Chambres d'Agriculture" anivel local, la asociación "Agriculture et Tourisme" juega un papelimportante de asesoramiento y de información a los agricultoresque desean desarrollar las actividades turísticas en la granja. Tam-bien, para dar a conocer este tipo de actividad turística a nivel regio-nal y nacional, la APCA ha editado una guía agroturística.

Un estudio realizado en Francia en 1989 por la APCA (APCA -IDDEM, 1991) respecto a las motivaciones y los resultados de lasexplotaciones que se dedican al "agri-tourisme" muestra que la acti-vidad adquiere cada vez más importancia en la explotación: el 36%de los propietarios afirman que los ingresos generados por la acti-vidad se aproxima a los generados por la actividad agraria dentro dela explotación. Asimismo, añaden que la actividad se basa, en lamayoría de los casos, sobre el trabajo de la mujer y el motivo prin-cipal de dedicarse al agroturismo es por el deseo de apertura al exte-rior y la búsqueda de rentas complementarias, entre otras.

BAZIN, (1993) comenta el desarrollo de la actividad agroturís-tica en Francia asi como CASABIANCA, (1994) en la Alta Saboya(Francia); ambos trabajos tratan temas relacionados a la ofertabasándose sobre el estudio de la APCA, anteriormente mencoinado.

Por lo que se refiere a Italia, las tres principales organizacionesagrícolas han creado estructuras agroturísticas: la "ConfederazioneGenerale dell'Agricultura" ha creado "Agriturist" en 1965, la "Con-federazione Nazionale dei Coltivatori Dirette" ha creado "Terranis-tra" en 1973 y por último la "Confederazione Italiana Coltivatori"que ha creado "Turisma Verde" en 1980. Estas tres organizaciones

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deciden conjugar sus esfuerzos creando "Anagritur" en 1981 que esel interlocutor, priviligiado de poderes públicos en materia de turis-mo rural. Asimismo, promulgan la Ley 739 del 5 de diciembre de1985 la cual da un contexto jurídico a las actividades agroturísticas."Agriturist" en 1991 y"Agrinatur" en 1994 intenten normalizar ypromocionar la actividad agroturísitica en Italia (AGRITURIST,1991; AGRINATUR, 1994).

CANNATA, (1994) ofrece, breves comentarios empíricos sobrela oferta de agroturismo en Italia, particularmente en zonas con tra-diciones culturales y turísticas consolidadas (Toscana), o cercanas apolos de atracción turística (Trentino, por ejemplo) que representane150% de la oferta italiana. El autor señala que los propietarios tien-den a ofrecer una mezcla de servicios muchas veces para ahorrarmano de obra. Sólo el 17% ofertan alojamientos en la vivienda y el42% actividades recreativas.

El estudio de ANGIOLINI, (1995) analiza el grado de desarro-]lo y la problemática actual del sector del turismo en el medio rural,partiendo de los datos estadísticos sobre la evolución del fenómenodel "agriturismo" en Toscana y, específicamente, en la provincia deSiena durante los últimos diez años. El autor considera la situaciónactual compleja: por una parte, la importancia social y económicadel sector es ampliamente reconocida; mientras que, por otra, nosencontramos con la reciente evolución de las políticas regionales deintervención tras una primera fase de regularización del fenómeno.

En España, la bibliografía sobre el agroturismo es muy escasa,prácticamente inexistente, salvo el trabajo de CALATRAVA yRUIZ, (1993) en el que ofrecen algunas reflexiones teóricas al res-pecto, se desconocen intentos de análisis de la demanda y de la ofer-ta de turismo en la granja mediante trabajos empíricos en zonas con-cretas. El desconocimiento de la naturaleza de la oferta en España,de la demanda agroturística en España y demás países europeos, asícomo la carencia de literatura al respecto, constituye, evidentemen-te, la justificación principal de este intento de analizar detallada-mente las características de la demanda agroturística y ofrecer cier-tos comentarios respecto a su posible oferta en La Alpujarra AltaOriental granadina.

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