Carlos Enrique Guzmán Cárdenas La cultura suma. Las políticas culturales y economía de la...

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Nº 11 Julio-diciembre de 2003 ISSN 0123-6938 Especial 5ºa niversario XXI encuentro académico de afacom

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GUZMÁN CÁRDENAS, Carlos Enrique “La cultura suma. Las políticas culturales y economía de la cultura. En: Revista Escribanía. Comunicación-cultura-región. N° 11. Manizales, Colombia. Centro de Investigaciones de la Comunicación. Universidad de Manizales. Julio-Diciembre. Pp. 73-95. ISSN 0123-6938. 2003.

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Nº 11

Julio-diciembre de 2003ISSN 0123-6938

Especial 5ºa niversario

XXI encuentro académico de afacom

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ce PRESENTACIÓN ... 3

LOS EDITORES

NACIONALIDAD Y GLOBALIZACIÓNCapitalismo, esfera pública global y la televisión digital terrestre ... 5

CÉSAR RICARDO SIQUEIRA BOLAÑOVALERIO CRUZ BRITTOS

Globalización, multiculturalismo y comunicación ... 19LUIS IGNACIO SIERRA GUTIÉRREZ

Medios de comunicación y nación:apuntes para una lectura de fragmentos en la globalización ... 33

ALEXIS V. PINILLA DÍAZJOIMER EDGAR ROBAYO

DIVERSIDAD E IDENTIDAD NACIONALFormación ciudadana e identidades sociales en Colombia

Una mirada desde el campo de la educación-comunicación ... 43RAÚL INFANTE ACEVEDO

MARTHA CECILIA HERRERAALEXIS PINILLA DÍAZ

Inmigración y educación multiculturalEl caso de los inmigrantes calificados en los Estados Unidos ... 55

GUILLERMO ALEJANDRO D´ABRACCIO KREUTZER

Comunicación y salud. Instrumento y rutina ... 65HÉCTOR HERNANDO QUINTERO GÓMEZ

POLÍTICAS DE COMUNICACIÓN Y CULTURALa cultura suma

Las políticas culturales y economía de la cultura ... 73CARLOS E. GUZMÁN CÁRDENAS

ESTÉTICAS Y CONSUMOS CULTURALESImaginarios sociales y estética ciudadana ... 97

ARMANDO SILVA

Usos sociales de la televisión en audiencias familiares ... 103TOMÁS VÁSQUEZ ARRIETAGUILLERMO CÁRDENAS P.ALEJANDRO MARTÍNEZ

Carlos Guzmán
Resaltado
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escribanía número 11, Universidad de Manizales, julio - diciembre / 2003

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Ín

di

ce Culturas juveniles urbanas contemporáneas:

una aproximación antropológica ... 111ÁNGELA GARCÉS MONTOYA

El espectáculo futbolístico: «un carnaval cívico» ... 125FEDERICO MEDINA CANO

Abstracts...132

Los autores...136

Pautas para publicar en Escribanía...140

Red iberoamericana de revistas de comunicación y cultura...142

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PRESENTACIÓN

El presente número de Escribanía es especial, en

primer lugar, porque es el número del 5º aniversario

de la revista, cuya primera edición apareció justamente

en el segundo semestre de 1998 y desde entonces ha

aparecido rigurosamente cada semestre hasta ganarse

un lugar en el mundo de las publicaciones de

comunicación en toda Iberoamérica. La importancia

de cumplir cinco años no es menor, si se considera la

CÉSAR AUGUSTOMONTES LOAIZA

ANCÍZARNARVÁEZ MONTOYA

FACULTAD DE

COMUNICACIÓN SOCIAL

Y PERIODISMO

AGOSTO DE 2003duración promedio de las revistas académicas, especialmente cuando

dependen de instituciones privadas y realmente pequeñas, que tienen

que hacerlo no sólo con recursos propios sino sacrificando otras

actividades a las que a veces las universidades dan prioridad por encima

de lo académico, porque suelen ser más vistosas socialmente.

Es especial, en segundo lugar, porque coincide con el XXI Encuentro

Académico de la Asociación Colombiana de Facultades y Programas

Universitarios de Comunicación e Información (AFACOM), cuya

organización ha sido confiada en buena hora a la Universidad de

Manizales. Teniendo en cuenta las dificultades de edición que suelen

presentarse a la hora de recuperar las memorias de esta clase de

eventos, hemos decidido dedicar el presente número a una selección

de los trabajos más elaborados desde el punto de vista de la edición

académica. Así, los asistentes al XXI Encuentro contarán desde el

primer momento con una selección de la mayoría de las ponencias

presentadas, debidamente editadas, con lo que se les otorga una mayor

difusión y proyección a estas producciones.

Es necesario aclarar los procedimientos de selección tanto de las

ponencias leídas en el evento como de las que fueron editadas y

publicadas en forma de artículo. En total se presentaron 24 propuestas

de ponencia de todo el país, de las cuales siete fueron de profesores

de Manizales y, de ellas, cuatro de profesores de la Universidad de

Manizales. Para la revisión de las ponencias externas se conformó

un Comité Académico de profesores de la Universidad de Manizales,

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escribanía número 11, Universidad de Manizales, julio - diciembre / 2003

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“La academia de la

comunicación en el

Eje Cafetero”

mientras que las ponencias de Manizales fueron sometidas a evaluación

externa, por el método «doble ciego». Los evaluadores externos

aceptaron cuatro de las siete propuestas. El Comité Académico del

Encuentro seleccionó ocho propuestas para ser leídas, con lo que se

suman 12 ponentes, aparte de cuatro invitados especiales para cada uno

de los subtemas del Encuentro.

Estos documentos constituyen el contenido básico de la presente edición,

obviamente después de ser sometidos a un proceso que los convirtiera

en documentos publicables en una revista que pretende conservar su

seriedad científica y tecnológica. Desde el punto de vista del control

académico, la única diferencia es que en vez de árbitros en sentido

estricto, los textos han sido seleccionados por dos comités. Obviamente,

no todas las ponencias presentadas (así sea de ponentes invitados), han

sido publicadas, pues las exigencias de elaboración de los documentos

son mayores en este caso que las normales de una presentación en público.

Así mismo, se ha dejado por fuera -a propósito- los trabajos de los

profesores de la Universidad de Manizales.

El tema del encuentro: «Comunicación, proyecto de nación y

globalización» es suficientemente amplio como para ser subdividido

en muchos campos de discusión. Sólo queremos señalar que es cuando

menos curioso, por no decir preocupante, que entre todos los trabajos

abundaran las propuestas de lecturas alternativas y preocupaciones

estéticas y narrativas, lo cual está muy bien, pero no se presentó sino una

reflexión en torno a las políticas de comunicación y cultura, lo cual no

suena tan bien, pues parece que les estamos dejando el campo de las

decisiones sólo a los políticos y a los empresarios.

Quienes no hayan asistido al Encuentro de Afacom, podrán hacerse una

idea, a través de la lectura de este número 11 de Escribanía, de lo que se

está pensando y escribiendo en buena parte de la Academia de la

comunicación en Colombia. Esperamos que esta selección de textos

sirva, como siempre, para contribuir al debate. El juicio sobre los trabajos

es de los lectores.

Los Editores.

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NACIONALIDAD Y GLOBALIZACIÓN

escribanía número 11, Universidad de Manizales, julio - diciembre / 2003 - pp 5-18

Capitalismo, esfera pública global y la

televisión digital terrestreCÉSAR RICARDO SIQUIERA BOLAÑO

VALERIO CRUZ BRITTOS

Abstract

Se presentan algunos elementos teóricos generales sobre las

relaciones entre tecnología, capitalismo y esfera pública que se

consideran fundamentales para el buen juicio sobre el problema;

así mismo, se exponen las perspectivas de una política de

desarrollo alternativo para los países no hegemónicos, en el

interior de la cual se debería insertar una política industrial para

el audiovisual, coherente con las necesidades de inclusión social y

de universalización del acceso a los medios técnicos que

estructuran la esfera pública. La discusión se centra en si es más

conveniente adoptar uno de los sistemas de TDT ya existentes en los

países desarrollados, con la consiguiente entrega del mercado y las

posibilidades de desarrollo científico-técnico al capital

trasnacional, o si, por el contrario, se debe formar una alianza

China-India-Brasil-otros países de América latina para desarrollar

una plataforma propia, generar desarrollo científico-técnico

endógeno, fortalecer el mercado interno y democratizar la esfera

pública a través de la inclusión de los sectores sociales hoy

excluidos de la tecnología por falta de capacidad de pago.

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Introducción

Desde las décadas finales del siglo XX, el mun-do está pasando por grandes transformaciones li-gadas a la reordenación capitalista, las cuales, asu vez, también provocan movimientos de los agen-tes no hegemónicos. Tales transformaciones serefieren al conjunto de la sociedad global y no selimitan a la esfera económica y política. La esferapública es directamente afectada, debido, en par-te, a las deslocalizaciones de los medios de comu-nicación (nuevos y antiguos), sobre los cuales ellase estructura. Debido a eso, el espacio públicocontemporáneo requiere un estudio riguroso delpapel de las tecnologías de la información y de lacomunicación. Tales dispositivos tecnológicos seinsertan en la sociedad de un modo determinadohistóricamente, incorporando así las contradiccio-nes características de todo tipo de esfera públicaburguesa. Es en ese proceso contradictorio quese sitúan las alternativas democráticas de una co-municación popular organizada a partir de los mo-vimientos sociales.

En esta nueva esfera pública que emerge en lacongruencia de la reorganización del capitalismo,la aceleración de la innovación tecnológica y eldominio neoliberal, nuevos lugares son periférica-mente articulados, envolviendo y desarrollandoelementos importantes para un pleno ejercicio dela ciudadanía, como el perfeccionamiento de losmodelos de educación formal e informal, los siste-mas de gobierno electrónico, ciertas tendencias derefuerzo de la diversidad cultural, de la pluralidaden el tratamiento de la información, de la disponi-bilidad de contenidos locales, el rescate de tópi-cos histórico-culturales, la divulgación de ideas nohegemónicas y la articulación de los movimientossociales en redes virtuales; todo esto dependien-do no sólo de la ampliación del número de canalesy medios de comunicación por fuerza del desa-rrollo tecnológico simplemente, sino principalmentepor la definición de las políticas nacionales de co-municación, más o menos permeables a los pre-siones de grupos de intereses hegemónicos o con-tra-hegemónicos. Estos elementos de orden diver-so de la lógica capitalista, que apuntan a las posi-bilidades de prácticas de comunicación más de-mocráticas, son limitados por la fuerza y el controlde los capitales, en especial en el campo de las

comunicaciones, donde el medio en general, -afec-tado profundamente en su trabajo y en sus nego-cios por la introducción del paradigma de la digi-talización-, ejerce un importante papel, organiza-do cada vez más por el principio económico de laexclusión por los precios.

En la nueva esfera pública globalizada, la tec-nología y los nuevos medios generan impactos,tanto económicos como políticos, en las formasde sociabilidad, afectando el espacio público. Enla disputa por vencer los límites impuestos por elcapital y por la expansión de la cultura ligada alos dictámenes del consumo, se propone la con-formación de una comunicación popular libera-dora, articulando democracia y ciudadanía y pro-bando y construyendo potencialidades, que inci-den en el actual movimiento de digitalización ge-neral, fruto de la revolución electrónica y de lareestructuración del capitalismo. Si hoy las téc-nicas configuradas principalmente por la circula-ción de las informaciones envuelven los interesesde los capitales, también son el canal principalde interacción social; es por medio de ellas quelas experiencias alternativas también deben serdiseminadas, fortalecidas, apropiadas y re-tra-bajadas.

La implantación de la Televisión Digital Terres-tre (TDT), debe ser vista en esos términos. Enverdad, como no se trata de un nuevo medio, o deun medio híbrido como la Internet, sino de unanueva plataforma de servicios hacia la cual pue-den migrar tanto la televisión de masas actual comola televisión segmentada y la propia Internet, ade-más de otros servicios de telecomunicaciones, eldebate en torno a la implantación de la TDT pue-de ser entendido como una oportunidad funda-mental para la democratización de los medios decomunicación y la inclusión digital. En ese sentido,antes de discutir el «modelo de negocio» más ade-cuado al medio, es preciso decidir el «modelo deesfera pública» a implantar.

En este artículo presentaremos algunos elemen-tos teóricos generales sobre las relaciones entretecnología, capitalismo y esfera pública que con-sideramos fundamentales para el buen juicio so-bre el problema; así mismo, las perspectivas deuna política de desarrollo alternativo para los paí-ses no hegemónicos, en el interior de la cual sedebería insertar una política industrial para el au-

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diovisual, coherente con las necesidades de inclu-sión social y de universalización del acceso a losmedios técnicos que estructuran la esfera pública.

Tecnología y sociedad

El avance tecnológico está en la base de la re-estructuración económica, marcada por la crecien-te interdependencia de mercados permitida por ladeslocalización instantánea de enormes cantidadesde recursos financieros y de información, indispen-sables para la realización de los negocios. Pero tam-bién el mundo de la producción de bienes y servi-cios materiales se ve afectado por el desarrollo con-junto de los sistemas de transporte y de los mediosde comunicación que impulsan una homogeneiza-ción de los patrones de consumo y de los modosde vida, muchas veces imperceptibles a aquellosque excesivamente concentrados en el momento,también característico de la situación actual de frag-mentación, no son capaces de percibir la dinámica,másificación/diferenciación inherente al desarrollo dela cultura de masas.

El hecho es que tanto en el sector financierocomo en el productivo y, en la organización de losflujos de información, ocurre un movimiento deconcentración oligopólica que aparta al sistema delideal liberal de los primeros ideólogos. A lo largodel siglo XX, tecnologías como el cine, la radio yla televisión -y la fotografía desde el siglo XIX,como impulsor de la venta de diarios-, incremen-taron el consumo, pero tal papel es mucho mejordesempeñado por Internet y sistemas audiovisua-les que incorporan aparatos que son capaces decaptar imágenes y audio remotos a través de saté-lites, cables y conexiones de fibra óptica. Quedaclaro que los recursos de la técnica han aproxima-do compradores y vendedores, o inversionistas einstituciones financieras, reduciendo distancias porimposición de las reglas internas al proceso deacumulación de capital y sus diferentes fases dedesarrollo.

La cuestión tecnológica ,entre tanto, no es lafundamental. Lo que importa es que a partir de losdispositivos técnicos se constituye una condiciónde base para el surgimiento de la reestructuraciónde la esfera pública que garantiza la legitimidaddel sistema de dominación. Lo que ocurre con In-ternet y la interactividad permitida por la televisión

por suscripción, es la ampliación de los lugaresmercadológicos, justamente en un momento de ex-pansión del carácter excluyente del capitalismo.Chesnais aclara que el resultado de la combina-ción «de las nuevas tecnologías y de las modifi-caciones impuestas a la clase trabajadora, enlo tocante a la intensidad del trabajo y la pre-cariedad del empleo», permitió «a los gruposamericanos y europeos la posibilidad de cons-tituir, con la ayuda de sus Estados, zonas debajos salarios y de reducida protección social».1

La técnica puede ser refuncionalizada, comoen algunas experiencias alternativas, pero enton-ces para su uso como instrumento de espacio pú-blico, requiere intervención estatal: no puede que-dar a merced de voluntarismos. Economía y lapolítica se articulan así a través de las redes decomunicación.

Eso evidencia la contradicción inherente aaquello que Habermas llama la esfera pública bur-guesa, una organización política socio-económi-ca sin precedentes, forjada con el derrocamien-to del poder feudal y el desarrollo del capitalis-mo mercantil del siglo XVI. Su constitución re-presenta para el autor un efectivo avance demo-crático al reducir el poder del Estado sobre lasociedad: «La esfera pública burguesa se de-sarrolla en el campo de las presiones entre elEstado y la sociedad, pero de tal modo queella misma se torna parte del sector privado.La separación radical entre ambas esferas enla cual se fundamenta la esfera pública bur-guesa significa inicialmente sólo el desplaza-miento de los momentos de producción socialy del poder político conjugados en tipologíade las formas de dominación de la Edad Me-dia avanzada. Con la expansión de las rela-ciones económicas de mercado surge la esfe-ra de lo «social» que impide las limitacionesde la dominación feudal y vuelve necesariasformas de autoridad administrativa».2

El marco tecnológico contemporáneo consti-tuye un enorme potencial que no puede ser des-preciado por los sectores populares. Este embate

1 Chesnais, François. A mundialização do capital. São Pau-

lo: Xamã, 1996. p. 35.

2 Habermas, Jürgen. Mudança estrutural da esfera pública.

Rio de Janeiro: tempo brasileiro, 1984. p. 169.

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mediático-virtual no anula las distancias, aunquelas reduce en gran escala, lo que remite a la nece-sidad de emprender las acciones en dirección a lautilización y recreación de los media al lado deproposiciones y confrontaciones en las diversasarenas sociales. No se trata de una valorizaciónexcesiva de los espacios comunicacionales, sinode un reconocimiento de que las instituciones le-gales ligadas a la esfera pública, centradas en losparlamentos hace mucho tiempo no protegen a losciudadanos contra el Estado. Subyace una nece-sidad de retorno a la distinción entre público y pri-vado, principio con larga tradición en el pensa-miento político y social occidental, desde los de-bates filosóficos de la Grecia clásica sobre la vidade la polis y sus reuniones para proyectar un or-den social sustentado en el bien común. Espacioscomo el Foro Social Mundial denotan la posibili-dad de separación entre Estado y sociedad civil,como desvinculación de ésta de la racionalidadeconómica.

La esfera pública habermasiana nunca incor-poró toda la sociedad, en la medida en que refle-jaba las desigualdades del sistema en que estabainserta. Por eso, lo que la descaracterizó no fue sucarácter parcial -en verdad, el proceso de masifi-cación simbolizó nuevas dificultades para su per-manencia, por traer demandas de otro orden, ac-tores con formaciones diversas y dificultades dedebate racional con públicos tan amplios-, sino sudominio por lo privado, identificable inmediata-mente en las industrias culturales, no sólo defini-das empresarialmente sino como representantesde intereses de los capitales.

De acuerdo con Habermas, hay una formaliza-ción de las discusiones tornándose «el consensosobre la cuestión» gradualmente superfluo debido«al consenso en el procedimiento». Cuestionesfundamentales son definidas como problemasde etiqueta en cuanto los conflictos que resul-tan en «polémica pública son desviados haciael nivel de los atributos personales».3 Eso de-grada el propósito original de un lugar de conver-sación racional, dirigida a la formación de una opi-nión pública libre, constituyéndose, al contrario,un espacio público parcial presente en los bordesde las formas de la publicidad dominante.

Si la parcialidad de la esfera pública es inhe-rente a la propia condición del capitalismo, no hayporqué imaginar que las simples innovaciones tec-nológicas van a representar su ampliación. Se tor-na esencial resaltar que esa lógica contradictoriageneral del capitalismo y de la esfera pública bur-guesa se manifiesta también en la estructura de losmedios de comunicación, replicando la contradic-toriedad intrínseca al desarrollo tecnológico, en esemodo de producción, entre fuerzas productivas yrelaciones de producción.

En su clásico texto Teorías de la Radio, Bre-cht presenta la cuestión con toda claridad al de-mostrar que la radio podría transformarse en unmedio de comunicación «fabuloso»:

«La radio sería él más fabuloso aparato decomunicación imaginable de la vida pública yun sistema de canalización fantástico, o sea,lo sería si no solamente transmitiese sino quetambién recibiera, por tanto, sino permitiesesolamente oír al radioescucha, sino tambiénhacer hablar y no aislar, sino ponerse en co-municación con él. La radiodifusión deberíaen consecuencia proveer a quien la provee yconstituir a los oyentes en proveedores. Pero,es parte de las obligaciones de la autoridadsuprema informar regularmente a la nación,mediante la radio, acerca de su actividad y lalegitimidad de sus actuaciones. La tarea de laradiodifusión, como un todo, no se agota entransmitir estas informaciones. Además deesto, tiene que organizar la manera de pedirla información, convertir los informes de losgobernantes en respuestas a las preguntas delos gobernados. La radiodifusión tiene quehacer posible el intercambio, sólo ella puedeorganizar ampliamente las conversacionesentre las ramas del comercio y los consumido-res sobre la normalización de los artículos deconsumo, los debates sobre el aumento delprecio del pan, las disputas de las ciudades. Siconsideran esto utópico les ruego reflexionarsobre lo que es utópico».4

3 Ibid., p. 194.

4 Brecht, Berttold. «Teorias de la radio». Eptic On Line -

Revista de Economía Política de las Tecnologías de la Infor-

mación y Comunicación, Aracaju, vol. 5, n. 2, maio-ago.

2003. Disponible en: <www.eptic.com.br>. Acceso en: 22

mar. 2003.

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Capitalismo, esfera pública global y la televisión... - Cesar R. Siquiera B. y Valerio Cruz B. - pp 5-18

Para que la televisión digital, la Internet, la tele-visión abierta, la radio, el cine, o el periódico pue-dan cumplir un papel de espacio público inclusivo,tienen que convertir la lógica, que no está deter-minada tecnológicamente, sino construida en larelación de empresarios-Estados-usuarios.

Concebir otra televisión (o una Internet queremonte las utopías proyectadas hace 10 años)implica dejar de encarar los medios como activosinmateriales y materiales, y verlos como parte bas-tante significativa de lo que puede llegar a ser unespacio público democrático. No son las indus-trias culturales simples mediadoras complementa-rias de un debate trabado externamente, son elpalco donde la realidad social es construida y pre-sentada. Son también los orientadores de la so-ciedad que intenta adaptarse a sus dictámenes(controlados por capitales privados esencialmen-te), para poder publicitar sus propósitos, y el úni-co camino para la mayor parte de los ciudadanosorientarse e informarse sobre el mundo. Fuera delos medios proliferan micro-lugares de disputa porel sentido de grupos de intereses, que no puedenser confundidos con espacio público, función noverdaderamente desempeñada por la comunica-ción industrial.

Global y restringida

Con el desarrollo de las tecnologías mediáticasviabilizadoras de la interconexión mundial de am-plios segmentos, se retoma la idea de la constitu-ción de una esfera pública global próxima a la con-cepción original de Habermas, pero más directa-mente vinculada a Marx y a la discusión sobre lareestructuración capitalista.5 La idea de una con-tradicción inherente en la esfera pública en el ca-pitalismo es central en esta concepción, lo quepermite explicitar a un tiempo su evolución en elsentido de refinamiento de los instrumentos dedominación y las posibilidades liberadoras que leson propias. Dicho de otra forma, el espacio pú-blico en cuanto dinámica incorporadora a dispo-

sición de todos y dirigida a la participación multi-cultural, continúa como una meta a ser alcanzada.Esto porque la lógica subyacente al desarrollo deInternet es la misma relativa a la implantación de latelevisión segmentada, por oposición en la televi-sión de masas: la de la exclusión por los precios,desde el punto de vista de la economía, que seproduce, en el campo de la política, en la privati-zación de la esfera pública.

Así, la esfera pública viabilizada por la tecno-logía contemporánea, de forma semejante a loque ocurría con la esfera pública burguesa delsiglo XIX, sigue restricta a sectores cultos y re-lativamente ricos, permaneciendo para la inmen-sa mayoría de la población mundial totalmenteválido el paradigma de la Cultura de las Masas.No obstante, son innegables las posibilidades deefectivos avances democráticos que el nuevomedio ofrece, derivados de la interactividad y deltrabajo en red.6 Eso, entre tanto, pasa por unareorientación del modo de pensar la comunica-ción proyectada como negocio en los discursospostmodernos, que no sólo no responsabiliza alos medios sino que llega a celebrar sus conteni-dos, mediante la elección de la producción desentido como factor único a ser tenido en cuentaen el juego comunicacional, bajo «la égida delprincipio de mercado que se muestra más he-gemónico que nunca, en el sentido de pilar dela regulación, dado que produce un exceso desentido que invade el principio de Estado y elprincipio de comunidad, tendiendo a dominar-lo de forma mucho más profunda que ante-riormente».7 Queda clara así la inviabilidad deconstruir una esfera pública popular y dialógica alo largo del proceso de discusión acerca de lasmacro-transformaciones económico-sociales enque se forjan acciones sociales, posturas estata-les y reacciones conservadoras, así como la im-posibilidad de hacerlo sin una acción estatal, in-virtiéndose el proceso original, donde el Estadoera aquél ente que debería justamente ser con-

5 Ver Bolaño, César. La génesis de la esfera pública global.

Nueva Sociedad, Caracas, N. 147, p. 88-95, jan./fev. 1997.

Artículo incorporado en su totalidad a Bolaño, César. O

império contra-ataca Aracaju: Eptic, 2002. Disponible en:

<www.eptic.com.br>. Acceso en: 21 mar. 2003.

6 Sobre el tema, ver Bolaño, César et allii. Economia Política

da Internet. Aracaju: UFS, 2003. Mimeografado.

7 Santos, Boaventura de Sousa. A crítica da razão indolente:

contra o desperdício da experiência. Porto: Afrontamento,

2000. v. 1: Para um novo censo comum: a ciência, o direito e

a política na transição paradigmática. p. 143.

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escribanía número 11, Universidad de Manizales, julio - diciembre / 2003

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trolado y sometido a las leyes de aquél foro de-mocrático.

Lo mismo en el plano ideal, el espacio públicohoy, conforme es abordado por las Ciencias So-ciales críticas, es un locus (a ser construido) queva más allá de su prototipo del siglo XVIII, en lamedida en que debe incorporar a todos los ciuda-danos, no sólo a los propietarios; lo que implica lasuperación de la idea original de lugar burgués, loque ya estaba puesto en el momento de la trans-formación estructural de la esfera pública en el pasodel capitalismo concurrencial al monopolista, cuan-do surge la Industria Cultural y la Cultura de Ma-sas, que en la concepción de Habermás acabanpor esterilizar el potencial político de la esfera pú-blica original.

La situación actual puede ser identificada, portanto, en un aspecto fundamental como aquél mo-mento de paso de la esfera pública clásica hacia elsistema de manipulación de las conciencias queprevalecerá, siguiendo al autor en su trabajo delos años 60, durante el siglo XX. La reestructura-ción actual responde en gran medida al caráctercrítico más restringido de la esfera pública origi-nal, de modo que se impone de nuevo la lucha porla eliminación de las fronteras que excluyen a lamayoría de la población mundial, lucha ahora porel acceso a los nuevos medios interactivos, lo queexige no sólo la disponibilidad de la infraestructu-ra sino toda un política de inclusión, incluyendo lasocialización del capital cultural, sin el cual la de-mocratización y el ideal de autonomía de los suje-tos no se podrá realizar.

Por eso, no es el Estado el único antagonista delas disputas de la sociedad civil que busca un espa-cio público para presentar sus demandas, generardebates y obtener posicionamiento. En el límite, lasacciones que se transmiten en este lugar y son oriun-das de los movimientos sociales, ahora proponenno sólo su autonomía con relación al Estado, comose observa, por ejemplo, en la organización del ForoSocial Mundial, sino también el control del propiomercado dominado hoy sin duda por intereses oli-gopólicos. El Estado mismo en esas condicionesdebe ser entendido como lugar de lucha de clases,y en ese sentido, espacio también de acción dirigi-da hacia la transformación social.

Para que el mercado sea sometido a la lógicasocial, es indispensable el poder de reglamenta-

ción estatal, pero eso no implica que el Estado seaun agente neutro. No se desconoce su origen declase y su condición de instrumento de los secto-res dominantes. En un caso específico, Eli Diniz,estudiando las relaciones entre Estado y empre-sarios en el periodo inicial de la industrializaciónnacional, observa que el ensanchamiento de la es-fera de acción estatal y la consolidación del sectorprivado de la economía no fueron percibidos comoobjetivos contradictorios, sino solidarios, en laconstrucción de la sociedad industrial brasileña,convergiendo teóricos autoritarios y líderes em-presariales.8 Mas ese mismo Estado, que es inter-ventor o ausentista conforme a los intereses delcapital, a partir de la presión social puede des-viarse y contribuir con medidas que, si son conti-nuadas, a largo plazo pueden viabilizar un cuadromás próximo de espacio público. Para eso, losmovimientos sociales deben identificar espacios deinfluencia usando el ínfimo espacio público exis-tente, valiéndose de políticos electos con compro-misos populares, presionando aquellos que, sien-do profesionales, en último caso prefieren entraren choque con grupos económicos a desgastarsefrente a los electores.

La idea de una sociedad civil mundial es cues-tionable, pues se trata básicamente de una ficción,sin ninguna relación con los mecanismos institu-cionales que componen la espina dorsal del Impe-rio, incluyendo sólo, y de modo informal, parcelasínfimas de ciudadanos de algunos países, en tantoque la inmensa mayoría de la población mundialpermanece presa de los mecanismos cada vez másinocuos de los Estados nacionales, sometidosmuchas veces a gobiernos que, además, comba-ten cualquier remedo de sociedad civil en el ámbi-to de los países que controlan. La esfera públicaglobal es, por tanto, un fenómeno aun más exclu-yente de lo que son sus manifestaciones en el pla-no nacional. Hecha esta reserva, se debe destacarque la participación de organizaciones no guber-namentales (ONG) en foros multilaterales es unademostración de un nivel de articulación de secto-res de la ciudadanía a nivel mundial. Se trata deuna presencia que gana expresión y muchas veceslugar en los medios, pero corre el riesgo de redu-

8 Diniz, Eli. Empresário, Estado e capitalismo no Brasil:

1930/1945. Rio de Janeiro: Paz e Terra, 1978. p. 290-291.

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Capitalismo, esfera pública global y la televisión... - Cesar R. Siquiera B. Valerio Cruz B. - pp 5-18

cirse a la micropolítica, lo que remite a la idea deque los espacios públicos existentes no consiguenser aglutinadores.

Siendo así, una esfera pública democrática ypopular, aun no puede ser plenamente constituida,ni puede estar en dependencia únicamente de pro-cesos de digitalización, sea la digitalización de hoyu otro avance futuro. Pero esto no se debe a lascaracterísticas específicas de la dinámica de la glo-balización. La «participación de agentes de lo-calidades subalternas» existe, pero se sobrepo-nen las diferencias «entre naciones dominantesy dominadas», o ricos y pobres.9 Es que el pro-blema de la exclusión no se circunscribe a fenó-menos específicos como la globalización sino quees inherente al capitalismo. Así, para que los me-dios pasen de la mera producción de mercancíasy se aproximen al ideal de arena pública de publi-cidad e intercambio de ideas consecuente, es pre-ciso un amplio movimiento que va más allá de losmedios y, superando las contradicciones entre elmercado y lo público, construya nuevas formasde organización de las entidades productoras, pro-gramadoras y distribuidoras de flujos comunica-cionales.

Economía del conocimientoy esfera pública productiva

Con lo que ya se ha dicho podríamos entraren el tema de la televisión digital, un eventualinstrumento de organización de esfera públicaen el capitalismo avanzado. Pero hay una nuevadimensión del problema, no directamente liga-da a la TDT, que precisa ser aclarada para com-pletar el cuadro de las determinaciones genera-les del debate en torno a la esfera pública: setrata de aquello que viene siendo llamado laEconomía o Sociedad de la Información y delConocimiento. No parece posible entrar aquíen detalle sobre el tema, cuyo aspecto funda-mental, a nuestro modo de ver, es el de la sub-sunción del «trabajo intelectual»,10 ligada a laexpansión de las tecnologías de la informacióny de la comunicación ocurrida a partir del desa-

rrollo de la microelectrónica y del amplio pro-ceso iniciado en los años 70’s de reestructura-ción productiva, alterando profundamente elpatrón de acumulación vigente en el períodoexpansivo de posguerra.

Lo que nos interesa enfatizar aquí es que esemovimiento de subsunción de trabajo intelectual,una situación en que la innovación adquiere un papelcentral en la dinámica del sistema, de modo que lacompetitividad de las empresas y países, así comolas condiciones determinantes de la hegemoníaeconómica y de las relaciones de dependencia,estarán especialmente ligadas a aquello que loseconomistas llaman «apropiabilidad», o sea, lacapacidad de internalización del conocimiento paragarantizar la producción autónoma de tecnología-por oposición a la mera «accesibilidad», amplia-mente posible hoy, ya que las exportaciones detecnología pasan a ser elemento básico de las es-trategias empresariales de los más amplios secto-res -incluyendo el trabajo científico, lo que alterade forma profunda las relaciones entre ciencia ytecnología e innovación.

El elemento clave de la dinámica económicade la llamada «nueva economía» no es solamentela información o el conocimiento codificado, sus-ceptible de ser transmitido sobre un soporte físi-co cualquiera, independientemente de la figura deltrabajador que lo produjo, sino aquel conoci-miento tácito, que no se separa del sujeto y quedepende de un complejo proceso de aprendiza-je, que envuelve la movilización, por ejemplo, enlo que se refiere al desarrollo de base local, deun conjunto de actores sociales, a partir de arre-glos institucionales, para los cuales es fundamen-tal la acción de las autoridades públicas y de laUniversidad. La movilización del conocimientotácito exige el intercambio y el contacto directoentre los trabajadores intelectuales y, por tanto,una concentración espacial de los recursos hu-manos capaces de interactuar a través de redesformales o informales, articulando conocimien-tos y unificando códigos, lo que, digamos de paso,

9 Brittos, Valério. Recepção e TV a cabo: a força da cultura

local. 2. ed. São Leopoldo, 2001. p. 198.

10 Bolaño, César. «Trabajo Intelectual, Comunicación y Capi-

talismo: la reconfiguración del factor subjetivo en la actual

reestrucutración productiva.» En: Quirós, Fernando y Sie-

rra, Francisco. Comunicación, Globalización y Democra-

cia: crítica de la Economía Política de la Comunicación y la

Cultura. Sevilla: CS Ediciones, 2001.

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escribanía número 11, Universidad de Manizales, julio - diciembre / 2003

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tiende a aumentar las asimetrías y la exclusiónsocial y espacial.11

Se conforma así una especie de esfera públicaproductiva, exigencia del propio proceso produc-tivo, en la medida en que las cadenas de valor, enla Economía del Conocimiento, articulan diferen-tes niveles de producción de conocimiento, inclu-sive la Ciencia certificada, cuya existencia, desdeel siglo XVII, presupone la existencia de una co-munidad científica que avale y valide el conoci-miento, garantizando el reconocimiento de los pa-res que dominan un código común, más o menosrestringido, dependiendo del tipo particular de ladisciplina. En la economía del conocimiento enparticular, hay una fuerte y creciente relación entrela concurrencia que se ejerce en el interior del pro-pio campo científico, por el reconocimiento delmérito académico, y aquella derivada de la utiliza-ción eficiente del conocimiento científico en losprocesos industriales. Ese paso de la ciencia a latecnología, además, no es directo ni necesario yexige siempre la traducción y la socialización decódigos en el interior de aquella esfera pública pro-ductiva.

Si hay, en ese sentido, una creciente penetra-ción de la lógica capitalista industrial en la produc-ción académica, se puede observar también unainfluencia en el sentido opuesto, en la medida enque la cooperación inherente al modo de produc-ción capitalista, extrapola el momento de la pro-ducción de las mercancías, para situarse en el pro-pio momento de la circulación. Eso se refleja, porejemplo, en la generalización de las formas de re-muneración basadas en derechos de propiedad

intelectual y los relacionados con ellos, lo que, ensí, ya apunta hacia una forma superior de organi-zación o, si se prefiere, hacia los límites de la for-ma mercancía.

TV digital y debate

A lo largo de los ocho años de gobierno deFernando Henrique Cardoso, el Brasil no contócon una política nacional de comunicaciones, con-cebida como marco regulador coherente y am-plio, trazado a partir de metas previas y ligadas aun proceso de planeación. Hubo, sí, un conjuntode textos legales desconectados, expedidos a par-tir de intereses inmediatos y de lógicas del capitalinternacional en articulación con el gran empresa-riado de medios brasileño. El gobierno de LuizInacio Lula Da Silva representa una posibilidadde cambio, con la posible inclusión de espaciospara la expresión de la diversidad de pensamientosobre los temas mediáticos. Este es el camino quese puede vislumbrar a partir de las indicacionesdel ministro de Comunicaciones, Miro Texeira,especialmente en cuanto a su proyecto de cons-trucción de un patrón brasileño de televisión digi-tal. Concretamente, sin embargo, no ha habidoningún movimiento regulador en sentido contrarioa la tradición nacional de estímulo a la concentra-ción de propiedad y poder en el sector.

La reglamentación de la televisión en Brasilconsiste en un conjunto de textos que pocas obli-gaciones impone a las corporaciones, denotandorelaciones político-institucionales marcadas por lalarga influencia del poder económico. Falta a lalegislación nacional una verdadera pretensión re-guladora de establecer a lo privado imposicionesfavorables a lo público, independientemente de loestatal. En la arena reguladora el empresariado habuscado obtener ganancias que beneficien sus ne-gocios, lo que es facilitado porque los espacios dearticulación de las reglas son poco pluralistas. Noexiste, por tanto, la supuesta neutralidad del Esta-do que sería delineada por los imperativos de laglobalización capitalista. Hoy la máquina estataldeja de construir infraestructura física, pasandomuchas obligaciones al sector privado, bajo el ar-gumento de que el servicio será universalizado, almismo tiempo que la legislación cada vez persiguemenos controlar el mercado.

11 Esa tendencia del aumento de la exclusión y de las asimetrías

se ve fuertemente reforzada por la globalización, que pro-

mueve una inserción diferenciada de los espacios regionales,

lo que torna crucial considerar la dimensión espacial/regio-

nal en las políticas nacionales de Ciencia y Tecnología, bus-

cando la diferenciación y valorización de los saberes y de las

características sociales, culturales y económicas de los dife-

rentes subespacios, buscando garantizar formas de inser-

ción menos excluyentes. Así, la distribución de inversiones

e iniciativas en Ciencia y Tecnología deben tomar en consi-

deración la dimensión espacial del desarrollo, buscando ex-

plícitamente reducir las desigualdades. Un elemento funda-

mental para ello es la constitución de sistemas locales de

innovación ligados al sistema nacional. Bolaño, César; Sic-

su, Abraham. Reflexões para uma política de C&T no Nor-

deste Brasileiro: uma preocupação com as tecnologias da

informação e comunicação. Aracaju: UFS, 2003.

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Capitalismo, esfera pública global y la televisión... - Cesar R. Siquiera B. y Valerio Cruz B. - pp 5-18

Prevalece entonces una lógica de desregula-ción, pues la idea es facilitar la actuación de losparticulares y no ejercer un real control de lopúblico sobre lo privado. Se multiplican los vín-culos e interpenetraciones de intereses entre em-presarios y Estado, que, dominado por las éli-tes, actúa precipitadamente en beneficio delpoder económico. No obstante, se debe men-cionar que es posible alguna decisión reglamen-taria que agregue aspiraciones democráticas,como ocurrió con la denominada Ley del Ca-ble, resultado del debate entre empresarios yentidades ligadas a la democratización de losmedios. La misma ley está lejos de contemplarlos intereses inicialmente propuestos por losmovimientos sociales y no impidió la permisivi-dad en cuanto a concentración de la propiedad.Pero fue esa ley negociada durante años la quecreo los canales de acceso público o la obliga-toriedad de que las operadoras transmitierantambién contenidos de otros grupos económi-cos, por ejemplo. En todo caso, como aclaraElvin Marciel, los empresarios consiguieronimponer sus preferencias a los demás agentes,manteniendo su posición de actor privilegiadoen el juego de poder y, de esta forma, vencien-do en las principales disputas, como la propie-dad de la red física, la ausencia de restriccionesa la concentración de la operaciones y la trans-formación de autorizaciones precarias en con-cesiones de TV por cable.12

Un instrumento importante de democratizaciónfue paradójicamente instituido durante el gobiernode Fernando Collor (1990-1992), depuesto amitad de su mandato por denuncias de corrup-ción. Se trata de las consultas y audiencias públi-cas, práctica de participación política que permiteel pronunciamiento de la sociedad sobre conteni-dos a ser reglamentados. La efectividad de esetipo de instrumento ha sido extremadamente limi-tada por la falta de publicidad de los temas me-diáticos y las dificultades de formulación de pro-puestas alternativas por parte de una sociedaddesorganizada y marcada por males como falta

de educación formal y miseria. 13Con todo, la ma-yor conquista en el area de las comunicacionesfue lograda por la Constitución Federal de 1988,la cual acabó con el libre arbitrio del Presidentede la República en el otorgamiento de las conce-siones de TV abierta, que desde entonces necesi-tan pasar por el Congreso Nacional, determinóque los canales de radiodifusión sólo pueden sercesados mediante decisión judicial y acabó con lacensura previa a los contenidos culturales.14

La gama de las comunicaciones en Brasil esgrande y no necesariamente coincide con la agen-da oficial, ya que no hay un interés oficial de lasautoridades federales en alterar esta situación, víadialogo público y expedición de textos legales. Elpaís necesita la desconcentración de la propiedad,instrumentos de control público, acceso plural a laproducción, revalorización de la cultura local y co-bertura a la diversidad cultural, lo que podría estarcontenido en un único documento , algo como unCódigo de Comunicación Social (lo que repre-senta más que lo que anteriormente prometía laLey de Comunicación de Masas o Ley de Radio-difusión), que reuniese la reglamentación de los pro-cesos mediáticos como un todo, dando un sentidode unidad al conjunto de la reglamentación. La ideaes que un mismo documento revise cuestionescomo la conformación del Consejo de Comuni-cación Social y la participación del capital extran-jero en las empresas comunicacionales (ésta, de-cidida sin el indispensable debate público), impon-ga obligaciones a los operadores de telecomuni-caciones en general, prohíba la propiedad cruza-da, repiense la relación entre medios y sociedad eintroduzca nuevas tecnologías conforme al interés

12 Maciel, Evelin. A globalização das comunicações e a Lei do

Cabo no limiar de uma nova era. 1997. Dissertação (Mes-

trado em Ciência Política) – Departamento de Ciência Polí-

tica, Universidade de Brasília, Brasília.

13 Una interesante evaluación de los procesos de audiencia

pública de la Agencia Nacional de Telecomunicaciones (ANA-

TEL) se encuentra en Leal, Sayonara. Os mecanismos de

controle-público/social presentes no regulamento do setor

de telecomunicações no Brasil: a Lei Geral de Telecomuni-

cações e o Regimento Interno da Agência Nacional de Tele-

comunicações. 2001. Disertación (Mestrado em Comuni-

cação) – Faculdade de Comunicação, Universidade de Brasí-

lia, Brasília.

14 Para un análisis histórico detallado sobre las políticas de co-

municación en el Brasil, ver Bolaño, César. Políticas de Co-

municação e Economia Política das Telecomunicações no

Brasil: convergência, regionalização e reforma. 2. ed. Ara-

caju: Eptic, 2003. Disponible en: www.eptic.com.br>. Dis-

ponível em: <www.eptic.com.br>. Acceso en: 12 jun. 2003.

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público. Este es el caso de la televisión digital te-rrestre, un innovación que puede representar unacontinuidad del proceso de exclusión típico del paíso la apertura para la inclusión digital.

El ministro de comunicaciones, Miro Teixeira,inició su mandato lanzando la propuesta de desa-rrollo de un sistema propio de TDT o, también,establecer las alianzas con China e India para elestablecimiento de un patrón común. Un acuerdocon una economía tan importante como la china,con la cual el Brasil ya ha cooperado en áreas im-portantes como la de los satélites de control re-moto, junto a una eventual incorporación de la In-dia y de parte significativa de América Latina, ade-más de otros aliados eventuales, sería una expe-riencia inédita a ser estudiada con todo interés.Ella apunta, sobre todo, hacia la posibilidad de unnuevo patrón de desarrollo, precisamente lo quela sociedad brasileña espera del nuevo gobierno.

La política brasileña hacia la TDT concebidadurante el gobierno de Fernando Enrique Cardo-so fue en el sentido de dar toda la flexibilidad paraque las empresas utilizaran sus potencialidades conobjetivos meramente capitalistas, de acuerdo conun pragmatismo que descartó desde el inicio, porejemplo, las propuestas de la Federación Nacio-nal de Periodistas (FENAJ), tendientes a ampliarhacia el nuevo medio los beneficios de la Ley deTV por cable y desestimó la oferta china de desa-rrollo conjunto de un patrón alternativo a los delos Estados Unidos, Europa y Japón, hecha enmayo de 2002 por la delegación que visitó el paísa invitación de la Cámara de Comercio Brasil-China, a despecho del obvio interés de tener unsocio comercial de ese corte, con sus 350 millo-nes de televisores instalados. Una iniciativa de esaproporción, ampliada a medida que otras alianzasfueran establecidas, podría garantizar autonomíatecnológica al Brasil promoviendo el desarrollo dela industria nacional, la reducción del precio de losaparatos y la economía con el pago de regalías,así como los avances científicos y tecnológicosderivados de las investigaciones para el desarrollode tal tecnología.

Entidades del sector de las telecomunicacio-nes, entre tanto, muchas de ellas relacionadas conlos detentadores de los principales sistemas, seposicionaron contra la idea, afirmando que deman-daría tiempo y dinero para desarrollar un nuevo

patrón, siendo más racional que adoptáramos unoya existente, inclusive con mercados ya constitui-dos. «Nuestro mercado consiste en Europa yEstados Unidos, no China e India», justificó, porejemplo, el presidente de la Asociación Brasileñade Telecomunicaciones (ABT) y representante delpatrón europeo en el país.

Pero la cuestión no es tan simple. En primerlugar, nada indica que sea fácil disputar los merca-dos de los países desarrollados, debido a que notenemos la garantía de nacionalización de la pro-ducción de los componentes –una vez escogidoun sistema dado- y mucho menos de ascender a lacategoría de proveedores de equipos, en disputajustamente con las empresas nacionales que aque-llos países esperan beneficiar presionando a losotros a adoptar su patrón particular, en una situa-ción de exacerbada competencia oligopólica in-ternacional en el sector. Justamente la opción dela implantación de un paradigma de digitalizaciónestá ligada a las grandes transformaciones globa-les de los sectores de la comunicación, que lleva-rán, entre otras cosas, a las reformas, inclusive ala privatización de las telecomunicaciones en todoel mundo y hace parte de la reestructuración delmodo de regulación del capitalismo iniciada con lacrisis del modelo de desarrollo de la posguerra enlos años 70.

En esa perspectiva, un patrón brasileño (o chi-no-brasileño) podría ofrecer alguna garantía deproducción nacional, sin afectar la capacidad deexportación del país, como fue el caso de la op-ción por el patrón PAL-M- de TV a colores en elárea de la producción de equipos receptores aun-que no en el área de medios de producción audio-visual. En todo caso, si lo que se pretende es con-quistar mercados en los países desarrollados, nose puede desconocer que la competencia interna-cional será mucho más dura en las condicionesactuales y futuras que en aquellas vigentes en elmomento de la opción por el sistema de coloresde la televisión analógica. El argumento de la ex-portación continúa preso de una visión simplista eideológica que llevó al país a optar por la privati-zación, es más, por un determinado modelo deprivatización de las telecomunicaciones, el cual vie-ne redundando en mayor dependencia tecnológi-ca, dando fin al sueño de una empresa nacional(estatal o privada), o basada en el país, con capa-

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cidad de disputar el mercado internacional, en alian-za, de preferencia, con otros países de AméricaLatina, en nombre de una competencia que nuncallegó a ser implantada.

Al contrario, se observa hoy aquello que se in-sinuaba desde el inicio, la reconcentración del sec-tor después de la fragmentación y la transregiona-lización de Telebras, con pérdida de autonomíadel Estado, en todos los niveles, frente al capitalprivado, hegemónicamente extranjero. Si consi-deramos lo que ocurre con CPqD de Telebras ytodas las conquistas que el país obtuvo en el pa-sado en materia de conocimiento autónomo en elárea, queda claro lo inadecuado del modelo dereforma adoptado en el gobierno anterior para unproyecto de desarrollo tecnológico relativamenteautónomo, idea que meses atrás, digamos de paso,corría el riesgo de ser ridiculizada por la tecnocra-cia oficial.

El pragmatismo chino, entre tanto, es bien di-ferente de aquel del gobierno anterior. China, consus 1.3 billones de habitantes, gobernados bajo ellema «un país dos sistemas» tiene por objetivo ter-minar el siglo en la condición de segunda potenciaeconómica , así como militar y, por tanto, tecnoló-gica, del mundo. Su actitud en relación con la TVdigital es emblemática y representa un desafío alas grandes potencias industriales en el campo dela propia competencia capitalista internacional, cuyadinámica pretende influenciar, contrariando aque-llo que se entendía hasta hace poco en Brasil comoel único escenario posible de competencia entrelos grandes capitales europeos, japoneses y nor-teamericanos, obligando a los países del llamadoTercer Mundo a adecuarse, abandonando cual-quier veleidad de soberanía tecnológica.

La derrota del pensamiento keynesiano y delas alternativas del desarrollo anteriores a la crisisde los años 70, con el consiguiente avance de laortodoxia económica, llamada neoliberal, nublócompletamente la vista de los planeadores brasi-leños, interesados esencialmente en garantizar unasupuesta «inserción competitiva» de tipo pragmá-tico que consideraba como dada la actual situa-ción de dependencia. Una propuesta como la delministro Texeira no tenía la menor cabida en aquellaperspectiva y es por eso que la oferta china nollegó siquiera a ganar espacio en la prensa en elmomento en que fue hecha, a pesar del entusias-

mo de sectores técnicos del país, ansiosos en de-mostrar, a pesar de todo, el potencial intelectualde Brasil en el área. La recuperación de la pro-puesta ahora es señal clara de cambio en la políti-ca económica.

El día 20 de febrero, el ministro de Ciencia yTecnología, Roberto Amaral, en visita a BuenosAires, propuso al presidente Eduardo Duhalde unacooperación entre Brasil, Argentina y China parael desarrollo del patrón común. Vale recordar quela Argentina, que optó prematuramente por el pa-trón norteamericano, cambió su posición después,esperando la definición de Brasil. Un acuerdo deese tipo, siguiendo a Francelino Lamy Grando,secretario de política de información y tecnología,crearía el mayor mercado mundial para la TV di-gital, con 200 millones de domicilios.

El Brasil presenta, por otro lado, todas las con-diciones técnicas para participar de tal empresa.Hasta el final de 2002, por ejemplo, investiga-dores del Laboratorio de Sistemas Integrales dela Escuela Politécnica de la Universidad de SaoPaulo (LSI/USP), pretendían concluir un proto-tipo de recepción de señales digitales universal,capaz de operar en cualquier sistema y modula-ción. Siguiendo al profesor Marcelo Zuffo, inte-grante del equipo de investigadores, el aparatodebería costar alrededor de R$ 30, contrastan-do con los costos presentados por las set-top-boxes en el exterior, en promedio U$ 400 cadauna. El afirma: «para el consumidor final, la di-gitalización propiciará el establecimiento dela mayor red de franja ancha, digital, populary gratuita con capacidad de recepción de in-formación multimedia prácticamente compa-rable a Internet 2 y hasta mil veces más rápi-da que cualquier modem hoy utilizado». Paraque esto se traduzca en efectiva inclusión digitales preciso pensar antes del modelo de negocioen un nuevo patrón de desarrollo que tome lainclusión digital como parte y como estrategiahacia la inclusión social en general.

La posibilidad de una alianza, digamos sur-surcomo esa, existe también en otros sectores, apun-tando a un nuevo patrón de desarrollo articuladoen el nivel global, que el gobierno de Lula tiene laobligación, por lo que representa, de defender. Enese sentido es que se puede considerar la ofertavenezolana de creación de una empresa petrolífe-

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ra sudamericana a partir de una fusión de las em-presas nacionales existentes; una solución de esetipo para el mercado de las telecomunicacionesen el pasado, podría haber garantizado una inusi-tada competitividad al país (y al subcontinente) enel área, preservando la capacidad de desarrollopropio de la tecnología. El caso de la TV digitalmuestra que la batalla de las telecomunicacionesno está del todo perdida, si pensamos en conjuntolos elementos que están envueltos en el debatesobre la llamada convergencia. El sector de bio-tecnología muestra una tendencia semejante. Bas-ta nombrar la lucha de Brasil, India y África delSur, que protagonizó el ministro de salud, JoséSerra, en la época de la reunión de Doha de laOrganización Mundial de Comercio, poco des-pués de los atentados del 11 de septiembre de2001 en Washington y Nueva York, para imponerun modelo alternativo de explotación del progre-so técnico en el área médica y farmacéutica, quelos EE UU pretenden someter a las reglas de losacuerdos comerciales referentes a derechos depropiedad.

El sector de las biotecnologías es paradigmá-tico de aquello que viene siendo llamado Econo-mía del Conocimiento, una expresión pomposapara describir la actual reestructuración capita-lista, marcada por una generalizada subsuncióndel trabajo intelectual en el capital (o la aparicióndel «capital intelectual», como prefiere la litera-tura económica convencional y, sobre todo, elmanagment y una amplia intelectualización de losprocesos de trabajo y de consumo. ¿Nueva eco-nomía? Si, pero ¿en qué sentido? El trabajo delos científicos que descubrieran una determinadasecuencia genética de un determinado organis-mo es altamente complejo y productivo, pero elvalor que ello produce sólo se deberá materiali-zar en un buen servicio negociable en el merca-do, después de un largo proceso de desarrollodesvinculado del acto creador de aquella univer-sidad, laboratorio o centro de investigación. Encuanto eso no ocurre, esos agentes, públicos oprivados, al obtener derechos de propiedad so-bre la invención (o el descubrimiento), se estaráncualificando para beneficiarse de un derecho ren-tista sobre el resultado de la venta de mercancías(bienes o servicios), cuya propia producción esincierta.

Es que pese a todas las inmensas posibilidadesque la nueva economía del conocimiento abre parael ser humano, su lógica concreta, en las condicio-nes sociales en que se desenvuelve actualmente,es, pues, la del capital ficticio, que, de esa forma,no se limita a la órbita del mercado financiero, sinoque penetra profundamente en la esfera de la pro-ducción de valor. Ese proceso de financierización,de raíces antiguas y conocidas, va del brazo conla exclusión social. El cráter especulativo que ad-quirió la propia innovación tecnológica, rutinizaday burocratizada, aparece transparente en el mo-mento de la crisis del Internet, cuyos ápices des-puntan hoy con los graves problemas enfrentadospor la gigante AOL/Time Warner o con las actua-les dificultades por las que pasan las empresas debiotecnología. Ésta es la tendencia principal deldesarrollo capitalista siguiendo las líneas que nosson propuestas por el proyecto global de las eco-nomías desarrolladas, en especial los EstadosUnidos, principales interesados en la continuidadde la explotación rentista, de la especulación y dela exclusión, que les garantice la hegemonía eco-nómica, política y militar en el mundo.

El modelo alternativo, si no existe claramenteformulado, puede ser derivado de las iniciativascitadas, proveniente de importantes países de fuerade la órbita central del sistema, para que se pro-duzca deberá ser totalmente otro, partiendo, node los imperativos de la valorización y de la com-petencia, sino de la necesidad de satisfacer las tanamplias carencias de vastas poblaciones. Y, en estecaso, la agresividad comercial china nos sería mu-cho más útil que la aparente experticia, para vol-ver a la televisión digital, de sectores empresaria-les y técnicos del gobierno anterior, que aventura-ban la posibilidad, por ejemplo, de utilizar la deci-sión sobre el patrón como moneda de cambio paraconseguir otras ventajas como la eliminación debarreras comerciales a productos brasileños en elexterior. Además de poco realista, una propuestade ese tipo acaba por validar la posición norte-americana de tratar la cuestión cultural como cues-tión de comercio internacional, regulada, por tan-to, por la OMC, contra el resto del mundo, espe-cialmente Europa, que defiende la llamada «ex-cepción cultural.»

Sería el caso, en este punto, de discutir el con-junto de las políticas culturales y de comunicación

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e

del país, en la perspectiva del nuevo modelo. Di-gamos apenas que el final del gobierno de Fer-nando Enrique Cardoso, fue marcado por el aban-dono de la promesa de un amplio debate nacio-nal, en espera de la publicación del Libro Verdede la Sociedad de la Información en Brasil, culmi-nando con una serie de retrocesos en materia depolíticas de comunicación. Así, sin el prometidodebate interno, sin una adecuada política indus-trial y audiovisual, que privilegiara la desconcen-tración del sistema, el estímulo a la producciónregional e independiente, la diversidad cultural y,con ella, la diseminación del conocimiento y, portanto, el incremento de la competitividad sistemá-tica en el área, sin pensar adecuadamente las po-líticas de regulación de las comunicaciones, el Brasilconcentró sus esfuerzos en el salvamento, víaBNDES, de empresas oligopólicas en dificultades;y en el plano internacional propuso, el 9 de juliode 2001, una comunicación sobre el audiovisualen la OMC que por sí sola, independientementedel contenido, acabó generando especulacionessobre los verdaderos intereses del país en el área,en vista de que, de un total de 144 miembros de laorganización, sólo otros dos (Suiza y, evidente-mente, los Estados Unidos) propusieron una co-municación sobre el tema.

Una lógica semejante nos podría llevar a acep-tar, en el campo de la educación, la propuesta dela OMC de enmarcar la enseñanza superior en lacategoría de bienes comerciales y no de bienespúblicos. El mercado de e-learning fue calculadopor la Merril Lynch, en el año 2000, en 9,4 billo-nes de dólares, con la expectativa de crecimientoa 53 billones en el 2003, para citar apenas un dato.En la lógica del pragmatismo del PSDB, José Ar-thur Gianotti llegó a considerar ingenuas las reac-ciones de indignación a la propuesta de la OMC,teniendo en cuenta que la enseñanza siempre fue

mercancía, pues hasta los sofistas cobraban porsus lecciones. Pero la cuestión, una vez más, no estan simple.

Lo que ocurre hoy en el sector de la formaciónen general es un proceso acelerado de industriali-zación, que sigue caminos en algunos aspectossemejantes y en otros bastante diferentes de aque-llos seguidos por los modelos conocidos de in-dustrialización de la cultura. Sin entrar en las suti-lezas del problema, vale registrar que la industria-lización de la formación puede ser analizada a partirde dos modelos paradigmáticos: uno en el que laintroducción de innovaciones tecnológicas, se daen el sentido de reforzar, desde el punto de vistade la organización de los procesos de trabajo y dela estructura de los sistemas de enseñanza, el pa-pel mediador del educador; y otro conocido comoeducación self service que pretende eliminar lamediación humana del educador, sustituyéndolapor un sistema ultraliberal y mercadológico de ac-ceso al conocimiento, centrado, obviamente, enexclusión y en la segmentación por los precios. Elproblema de ese segundo modelo es que presu-pone, como el punto de partida, una gran autono-mía del sujeto, que debería ser justamente la meta,como lo es tradicionalmente, de la política educa-cional.

Está en las manos del actual gobierno optar porun nuevo modelo de desarrollo como el sugeridoo seguir en las líneas de acción del gobierno ante-rior, cediendo, por ejemplo, nuestro mercado in-terno a la producción extranjera de bienes cultu-rales y educacionales a cambio de más mercadospara nuestras frutas. En este caso, nosotros po-dríamos inundarlos de alimentos o beneficiar suindustria armamentista; mientras, ellos nos expor-tan producción de sentido. Nosotros les llenamossus barrigas y ellos, nuestras cabezas.

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Globalización, multiculturalismo

y comunicaciónLUIS IGNACIO SIERRA GUTIÉRREZ

Abstract

Más que conceptos intrincados y complejos,

globalización, multiculturalismo y comunicación, son

realidades vigentes, recíprocamente conectadas que

dibujan con particular nitidez la fisonomía de las

sociedades del nuevo milenio. En la equilibrada, crítica

y razonable interacción de reconocimiento dialógico de

esta trilogía, se juega la posibilidad de conformar una

nueva sociedad multicultural que favorezca la dignidad y

los intereses de los seres humanos.

Palabras clave: Globalización – Multiculturalismo –

Comunicación intercultural – Reconocimiento –

Diferencia - Diálogo.

escribanía número 11, Universidad de Manizales, julio - diciembre / 2003 - pp 19-31

NACIONALIDAD Y GLOBALIZACIÓN

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A medida que avanza el siglo XXI, se nos im-pone la evidencia de tres grandes realidades comoelementos constitutivos y claves de identidad delas sociedades del nuevo milenio: la globalización,el multiculturalismo y la comunicación. Resulta cu-rioso que hoy no haya autor, conferencia, panel,debate, opinión, rumor o publicación que no losmencione o trabaje de alguna manera y desde di-ferentes perspectivas.

Estas tres realidades, aparentemente intangiblespero igualmente densas, están ahí, estrechamenteconectadas y tienen implicaciones recíprocas queno son fáciles de discernir por las consecuencias yambigüedades que encierran. Se trata de un dis-curso lleno de paradójicos contrastes, cargado deambigüedades y de altas dosis ideológicas.

Es un hecho evidente: ante nuestros ojos circulaninformaciones, bienes y servicios procedentes de lasmás diferentes y extrañas latitudes del mundo, con lavelocidad del satélite y la fibra óptica y llegan a co-munidades, grupos, colectivos, sociedades cada vezmás homogenizadas por el mercado, pero más seg-mentadas por las tradiciones culturales locales o re-gionales, con expresiones simbólicas propias, en bús-queda apresurada de una identificación particular queles dé reconocimiento y visibilidad.

Frente a ese escenario se plantean infinidad depreguntas que son objeto de toda suerte de deba-tes, preguntas como: ¿Qué condicionamientos ejer-ce la globalización sobre el multiculturalismo y lacomunicación? ¿Qué implicaciones tiene para lasculturas locales, para las identidades regionales, elavasallador proceso de globalización?¿Qué signi-fica para ciudadanos con diferente identidad cul-tural, a menudo basada en la etnicidad, la raza, elsexo o la religión, reconocerse como iguales enuna sociedad llamada democrática? ¿Qué tienenque ver con esta problemática los fenómenos mi-gratorios, de desplazamientos masivos, los funda-mentalismos religiosos, las ideologías etnocentris-tas, los fanatismos étnicos?¿Qué aporta una co-municación intercultural al fenómeno globalizadory multicultural? ¿Qué significa reconocer y respe-tar a todos como iguales?, ¿en qué radica el enig-ma multicultural y cuáles son sus máscaras?, pre-guntas éstas por demás densas que no pretende-mos resolver en este corto espacio; sólo intenta-mos reconfigurar a modo de esbozo de respuesta,a través de esta hipótesis un tanto utópica, pero

susceptible de realización en alguna medida: sóloen la equilibrada, crítica y razonable interacciónde reconocimiento dialógico de esta trilogía, sejuega la posibilidad de conformar una nueva so-ciedad multicultural que favorezca la dignidad ylos intereses de los seres humanos. Hipótesis quese abre a múltiples debates desde diferentes enfo-ques. Desde ese punto de vista, la realidad de esosconceptos nos plantea desafíos y contradiccionesinternas que describiremos en cada caso y que fi-nalmente esperamos puedan resolverse en una al-ternativa razonable de solución: la del reconoci-miento dialógico intercultural.

Globalización: del discurso imperialistaneoliberal a la reconfiguración del

espacio-tiempo de la sociedad posmoderna

El discurso sobre la globalización es polisémi-co, heterogéneo y con frecuencia plagado de ab-solutizaciones, ideologizaciones y fetichizaciones.Cada autor lo interpreta y maneja según sus inte-reses conceptuales o ideológicos. No obstante esalimitación, aquí partimos del consenso generaliza-do de una realidad mundial que va a identificarcon impronta imborrable el nuevo siglo: ¡un nuevoorden global. Esa realidad es insoslayable y aun-que no la veamos, ni la apreciemos, transcurreinexorablemente!

Como sostiene Renato Ortiz: «Pensar la glo-balización de las sociedades es afirmar la exis-tencia de procesos que comprenden a los gru-pos, las clases sociales, las naciones y los indi-viduos»1. Al decir de muchos especialistas, la glo-balización no se inició hace veinte años, sino en1492 cuando se empezó a imponer en el mundo lavisión occidental; sin embargo, sus raíces más cer-canas se sitúan en la expansión del capitalismo enlos siglos XV a XVIII, con la llegada de las socie-dades industriales, en la modernidad del siglo XIX.Esos procesos se cristalizan en el siglo XX en unconjunto de fenómenos económicos, políticos,culturales, que trascienden las naciones y los pue-blos, dándoles una nueva configuración2. Y en ese

1 Ortiz, Renato. Otro Territorio. Ensayos sobre el mundo

contemporáneo. Bogotá: Convenio Andrés Bello, 1998. p.

[xvii].

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sentido, el fenómeno de la globalización puede serBabel o Pentecostés, dependiendo de las aristasque privilegiemos en su consideración.

Hoy se habla de un ‘nuevo orden social global’que pareciera dictaminar los contenidos y especi-ficaciones de un ‘pensamiento único’ para la hu-manidad, teledirigidos desde centros de podermacroeconómico, intangibles físicamente pero es-tratégicamente ubicados en el espacio virtual. Vi-vimos un cambio histórico radical, en el cual he-mos pasado del intercambio de bienes y merca-dos a una etapa post-industrial de relaciones fun-dadas en el acceso a redes, donde la capacidadde utilizar la información se ha vuelto decisiva.

Dada la multiplicidad de aproximaciones des-criptivas que se pueden hacerse del fenómeno dela globalización, nos limitaremos aquí solamente acontrastar la visión más generalizada, la que tien-de a identificar perversamente la globalización conla ideología neoliberal capitalista y que conjuga el‘pensamiento único’ con la fusión global de losmercados, con las apreciaciones críticas sobre lamisma de dos investigadores latinoamericanos:Néstor García Canclini y Renato Ortiz.

La visión más invocada es la neoliberal capi-talista, según la cual la globalización es un pro-ceso esencialmente económico que apunta a laliberalización de los mercados y a la integraciónde las economías nacionales en un nuevo ordenglobal. Esa liberalización, según los especialis-tas, conlleva un libre flujo de bienes y servicios,libre comercio, libre flujo de capitales, sin unepicentro materialmente identificable. Este pro-ceso se inscribe dentro de la lógica de la eco-nomía neoliberal, esencialmente individualista,de capitalización creciente, de rentabilidad ili-mitada a través de mercados integrados y con-trolados globalmente. Dentro de esa perspecti-va caben solamente las economías ‘duras’ queestán en condiciones de competir a alto nivel;las demás, especialmente las del tercero y cuartomundos, en consecuencia, se ven excluídas deljuego y deben aceptar someterse a políticas ma-croeconómicas, impuestas política y estratégi-camente por los comodines del proceso: el FMI,el BID, la Banca multilateral transnacional engeneral. El libreto de sus políticas económicassigue siendo de su uso exclusivo, anulando conello todas las iniciativas regionales o locales y

toda posibilidad de crítica de la organizaciónsocial y productiva.

Desde esa cosmovisión, decir globalización esdecir occidentalización a la manera imperialista delos EE. UU; al fin y al cabo la economía mundialestá cada vez más dominada por el poder econó-mico de los EE.UU. Se ha convertido en una más-cara ideológica que disfraza el poder de las cor-poraciones de EE.UU., que están emergiendo, ex-plotando a sus ejecutivos y enriqueciéndose ellasmismas, dentro de la lógica de un imperialismo as-cendente neoliberal. Informes especializados re-cientes sobre las compañías más importantes delmundo capitalista, muestran que entre las 500mayores compañías del mundo, los EEUU tienen244 empresas, Japón 45, Alemania 23. El total decompañías europeas es de 173, muy por debajode EEUU. Es el imperio económico americano.

Expertos de diferentes áreas coinciden en se-ñalar tres causas fundamentales para la globaliza-ción: a) la aceleración de los ritmos de aperturaeconómica y de intercambios de mercancías y ser-vicios; b) la liberalización de los mercados de ca-pitales que conforman las bolsas de valores de todoel mundo; c) la revolución de las comunicaciones,y de la informática, que han conectado el tiemporeal con el espacio. Por eso, la base tecnológicade la globalización se asienta cada vez más en loinmaterial, en el desarrollo informático de los me-dios de comunicación, en la transferencia de co-nocimientos y de gestión en tiempo real de los flu-jos financieros, y en la estandarización como con-secuencia de lo anterior3.

La lógica dominante en la globalización, segúnIgnacio Ramonet4, es la gran mutación del capita-lismo no en buscar aliarse sino en asumir el controly la fusión absorbente de las economías, a travésdel manejo de los grandes emporios de la comu-nicación: AOL, Viacom y el imperio montado porRupert Murdoch, entre otros. Cada uno de estos«nuevos amos del mundo» quiere, a cualquier pre-cio, ser el único interlocutor del ciudadano, quiere

2 Ibidem.

3 Chávez, Eda. «Los nuevos parámetros de la información

global». En: Revista Mexicana de Comunicación. N° 65,

2000, p. 47

4 Ramonet, Ignacio. «Les nouveaux maîtres du monde». En:

Manière de voir – Le Monde Diplomatique. N° 63, Mai-

Juin, 2002, p.6-7.

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ser el único en proporcionarle todo tipo de inter-conectividad, quiere ser exclusivo en darle la fór-mula del ‘pensamiento único’. Estos ‘nuevos de-predadores’ insaciables están interesados solamen-te en aumentar la cantidad de abonados a los me-dios. Para los ‘nuevos titanes’ de las industrias dela información, la comunicación es ante todo mer-cancía sujeta a las leyes del mercado impuestas ycontroladas por ellos mismos.

Desde la perspectiva neoliberal capitalista de laglobalización, el contraste entre premisas y prome-sas de los teóricos de la globalización y la realidadcontemporánea no puede ser más desolador. Enlugar de naciones interdependientes tenemos dra-máticos contrastes entre naciones acreedoras y na-ciones deudoras; corporaciones multinacionales deraíz norteamericana con billones de dólares apro-piándose de empresas, intereses, privilegios y ex-cedentes de comercio, generando a diestra y si-niestra exclusión social, económica y política, mien-tras millones de trabajadores y campesinos cose-chan pobreza y existencias miserables.

En ese sentido, la contradicción más sorpren-dente a nivel de teoría de la globalización está enel contraste entre la relativa prosperidad del capi-talismo en EEUU y Europa y el colapso o depre-sión de las economías del resto del mundo. Poreso resulta tal vez más ajustado a la realidad ha-blar de ‘imperialismo’ puesto que se trata de laconcentración general de riqueza y poder, la cen-tralización del capital. Todo esto ha causado es-tragos en las prácticas democráticas del tercermundo. En ese sentido, globalización con exclu-sión social es atentado de lesa humanidad.

Contrastando con la visión hegemónica neoli-beral, el investigador García Canclini, en uno desus sugestivos artículos: «La globalización enpedazos...»5, plantea que no es completamentecierto todo lo que se dice acerca de la globaliza-ción. Empezando porque ni siquiera ha consegui-do que exista una sola definición de lo que signifi-ca globalizarse. Lo que sí es un hecho real es que«somos la primera generación que tiene acce-

so a una era global»6, y que no existe un consen-so internacional ni transdisciplinario sobre el pro-ceso como tal. De las discrepancias respecto delsignificado y alcance de la globalización extrae dosconclusiones: «a) la globalización no es un pa-radigma científico, ni económico, ni cultural enel sentido de que no cuenta con un objeto deestudio claramente delimitado, ni ofrece unconjunto coherente y consistente de saberescontrastables con referentes empíricos; b) tam-poco puede considerarse a la globalizacióncomo un paradigma político, ni cultural por-que no constituye el único modo posible de de-sarrollo. En tal sentido, según Canclini (SIC),la globalización es resultado de múltiples mo-vimientos, en parte contradictorios, con resul-tados abiertos, que implican diversas conexio-nes ‘local-global y local-local’»7. Según este in-vestigador, pensar la globalización o lo global im-plica trascender con sentido crítico dos posturas:tanto la neoliberal que hace de la globalización unparadigma de ‘pensamiento único’ e irreversible,como la posmoderna que dice que no importa queno sea coherente y no integre a todos, lo que inte-resa es que se conjuguen múltiples narrativas so-bre el desarrollo del mundo8. En consecuencia,trabaja sobre la hipótesis de que si no existe unateoría unitaria de la globalización es básicamenteporque lo fragmentario es un rasgo estructural delos procesos globalizadores. Es, por tanto, un con-junto de procesos de homogeneización como defraccionamiento del mundo que reordenan las di-ferencias y las desigualdades sin suprimirlas9. Esen ese sentido que la globalización se desarrollaen pedazos, porque, por una parte tiene una agendaintegradora y comunicadora, y a la vez una agen-da segregadora y dispersiva, y por otra, las asi-metrías y desórdenes de la globalización se veríancontrarrestadas mediante las integraciones regio-nales. Concluye García C. diciendo que la historiade la globalización apenas comienza, y el relato dela globalización se ve entrecortado por la incor-poración de intereses locales insatisfechos, losexcluidos se integran a redes globales de narco-tráfico y crimen amparadas en burocracias nacio-

5 García Canclini, Néstor. «La globalización en pedazos:

integración y rupturas en la comunicación». En: Diálogos

de la Comunicación. N° 51, Mayo 1998, p. 9 – 23. Lima,

FELAFACS, 1997.

6 Ibid., p. 10.

7 Ibid., p. 11.

8 Idem.

9 Ibid. p. 12.

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nales premodernas. La xenofobia y el racismo tam-bién crecen con la globalización. De igual formalas comunicaciones globales trafican con las cultu-ras arcaicas y locales. En ese panorama García C.finaliza por invocar una actitud crítica de discerni-miento frente a esas narrativas globales, y de ima-ginar programas comunicacionales con una visiónde integración social y cultural latinoamericana, «lageopolítica de una comunicación en la que elreconocimiento de los otros no se convierta, porla homogénea espectacularización de lo exóti-co, en una abundancia monótona»10.

Por otra parte, para el investigador brasileñoRenato Ortiz, en la discusión sobre la globaliza-ción hay cada vez más la tendencia a pensarla comoexpresión de universalidad. Se trata de un argu-mento que arroja dividendos para la economía yla política. La globalización es un proceso que nosinvolucra a todos sin lugar a escape; es inexora-ble, todos estamos insertos en esta era global, peroello no quiere decir que tengamos que seguir ne-cesariamente o identificarnos con las políticas neo-liberales. Por eso, se trata de no ideologizar eldebate con un sentido político, unidireccional, sinoreconocer que hay cambios radicales en el mundocontemporáneo de los cuales no podemos sus-traernos.

Según Ortiz, la globalización no es un para-digma, sino una situación y un contexto históricoque necesitan ser redefinidos. La sociedad capi-talista moderna no es una sociedad estamental,sino una sociedad fundada en la centralidad de lacomunicación. El contexto de la globalizaciónredefine los grandes relatos: religión, mercado,medio ambiente, política. En ese sentido, las cul-turas locales están inmersas en un contexto glo-balizador de poder.

Se trata, según Ortiz, de sortear las trampasmetodológica e ideológica de la globalización, yverla por fuera de la ideologización y sus mitos demercado y economía, verla como algo mucho máscomplejo que se nos impone a todos de múltiplesformas. No se puede confundir el proceso ni consus mitos, ni con sus ideologías11.

En esa perspectiva, globalización no es total-mente sinónimo de homogenización, unidimensio-

nalidad y estandarización, ni tampoco completa-mente como de todo lo contrario, es decir, lo queencontramos es: multiplicidad, multiculturalidad,reivindicaciones locales, diversificación en las re-laciones sociales; es decir, un mundo fragmentadoen mosaico. Esa visión dicotómica, propone Or-tiz, hay que superarla con una visión de la moder-nidad-mundo que se realiza a través de la diver-sidad. «Una modernidad constitutída por unconjunto en el cual el todo se expresa en la in-dividualidad de las partes. Diversidad y seme-janza caminan juntas»12. De ahí que Ortiz, pre-fiera hablar de «globalización» para referirse a laeconomía y la tecnología y de «mundialización»para referirse a la cultura, como concepción demundo que debe convivir, a menudo conflictiva-mente, necesariamente con otras formas de com-prensión (política o religiosa), con la diversidad yla diferencia.

También hay que evitar, nos dice Ortiz, la tram-pa de carácter ideológico, según la cual todo trans-curre inexorablemente dependiendo de las leyesimpuestas por el mercado y la tecnología, comoideología que salvaguarda el statu quo y los inte-reses de los grupos dominantes transnacionales.Es decir, la perspectiva neoliberal capitalista quemencionamos al comienzo.

Se requiere por consiguiente evadir esos obs-táculos, y entenderla en el contexto de moderni-dad-mundo, como proceso cultural, inherente alas sociedades actuales, que redefine la vida de lagente de manera diferente tanto en su espaciali-dad-territorialidad como en su temporalidad. Glo-balización que se transforma en cultura, objetos,bienes culturales y simbólicos, no sólo en asuntode mercancías, y que ahora es referencia culturaly de identidad de la gente. La globalización per-mite entender los procesos, y de hecho es un pro-ceso de creación de nuevas fronteras, nuevas in-clusiones o exclusiones dentro de un nuevo con-texto mundial. Es preciso entonces salir de lasoposiciones dicotómicas: modernidad-posmoder-nidad, o cotidiano-presente, para establecer con-trastes con el pasado a través de la historia, y en-tender que el ritmo de la globalización es distintoen la economía, en la cultura y en la política. Enese sentido, la toma de distancia pone de mani-

10 Ibid. p.22.

11 Ortiz, R., Op. c., p. xxi-xxii. 12 Idem.

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fiesto que los procesos de globalización no sóloproducen desterritorialización sino también rete-rritorialización de la cultura.

De todo lo anterior, podemos concluir en estaprimera parte que, nos hace falta más reflexióncrítica frente a la globalización y sus mecanismosde infiltración. Pareciera como si nos contentára-mos con sentirnos ‘ciudadanos del mundo’ y acep-táramos y nos acomodáramos con sufrida resig-nación al empuje arrollador del capital transnacio-nal. Si bien no podemos sustraernos a la globali-zación, no por ello podemos dejar de controver-tirla en sus mecanismos y efectos. No se trata deseguir invocándola ingenuamente como factor deavance y desarrollo, también es nuestra responsa-bilidad impugnar sus maquinaciones, sus reformu-laciones alienantes y la degradación a la que lentapero inexorablemente nos tiene abocados. La glo-balización es un proceso irreversible y ambivalen-te que conlleva peligros y posibilidades. Aunquecayó el Muro de Berlín, sin embargo sigue en pieel muro infranqueable entre ricos y pobres, entreconectados y desconectados tecnológicamente,entre ilustrados y analfabetas virtuales, entre losque tienen y no tienen acceso a oportunidades deeducación, salud, vivienda. Esos son reales murosque nos desafían a actuar global y localmente.«Para avanzar en la globalidad del siglo XXIes necesario poner al ser humano en el centrode nuestras políticas», dijo en alguna ocasiónRicardo Lagos, presidente de Chile.

Multiculturalismo: del etnocentrismofundamentalista a la política del

reconocimiento dialógico y laposibilidad de una convivencia en el

respeto de la diversidad

La noción de multiculturalismo surge de la con-junción de dos términos: Lo múltiple y la cultura.El primero evoca la tradición filosófica enraizadaen Parménides y en los sofistas. Pasa por Aristó-teles al afirmar que lo uno es inmanente a lo múl-tiple. Y llega hasta la modernidad con Kant, paraquien lo múltiple es uno de los caracteres de lodado frente a lo uno. El segundo término, reviertetambién a los sofistas que distinguen la cultura de

lo que es por naturaleza. Y va evolucionando his-tóricamente en las más variadas acepciones, alu-diendo a valores materiales, simbólicos, creaciónde sentido, creencias religiosas, mitos y leyendas,códigos morales y costumbres, considerados sub-jetiva u objetivamente, pero nunca exentos de con-tenido político13.

Como concepto, el multiculturalismo apare-ce en la segunda mitad del siglo XX en EE.UU.,designando el fenómeno de la diversidad cultural,iluminando las diferencias culturales y resaltandola importancia de la afirmación de las creenciasparticulares y diferenciadas, pero olvidando lasnecesidades y conflictos reales que genera la con-vivencia ciudadana de la diversidad cultural en lapolítica. Se convierte en síntoma e indicador -ob-servatorio social- de lo que está ocurriendo en lasociedad actual.

La sociedad moderna está atravesada por unproceso de diferenciación social que conduce ha-cia el pluralismo cultural, generado, como suele se-ñalarse, por cuatro elementos relevantes: el merca-do, la ciudad, la democracia y los medios de comu-nicación14. Factores que conllevan una innegablefunción pluralizadora, pues ponen en contacto gru-pos sociales, culturas, pueblos y crean espacios deencuentro y convivencia plural. Aunque conllevanla ambivalencia del juego de las diferencias al igualque cierta tendencia a la uniformidad.

En la perspectiva de José Ma. Mardones15, lasociedad multicultural está sometida a varios pro-cesos de cambio sociocultural: a) la globalizaciónintercultural como transformación de la vida coti-diana por efecto de la cercanía intercultural delresto del mundo; b) la des-tradicionalización, encuanto el individuo somete la tradición a revisióncrítica, pero a su vez asiste a re-tradicionalizacio-nes como los distintos fundamentalismos religio-sos, étnicos o de género; c) la génesis de incerti-dumbre: la alteración, la incertidumbre y la dislo-cación se convierten en algo normal; d) la homo-geneización funcional, como predominio de lo

13 Estrach, Nuria. «La máscara del multiculturalismo». Rev.

Scripta Nova, N° 94 (101), U.Barcelona. Agosto, 2001.

14 Mardones, J.M. «El multiculturalismo como factor de mo-

dernidad social». En: Colom González, F.(ed). El mosaico,

el espejo y el cristal – Modelos políticos para el multicultu-

ralismo. Anthropos, Barcelona, 2001. P. 36.

15 Ibid., pp. 41–46.

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Globalización, multiculturalismo y comunicación - Luis I. Sierra Gutiérrez - pp 19-31

pragmático, utilitario, eficiente y rentable, con laconsecuente fragmentación de sentido, en detri-mento de comunidades significativas; e) dos fuer-zas centrífugas: un movimiento de descentramien-to que apoya la diferenciación de grupos, razas,sexos, religiones y tradiciones, y otro movimientode creciente separación y aislamiento de indivi-duos desenraizados.

Si bien la historia occidental revela huellas pro-fundas de etnocentrismo radical en el que se pen-saba que todas las culturas debían ser iguales y lasque no, eran atrasadas, o incluso de depuraciónracial y exclusión xenofóbica, fenómenos que so-breviven hoy en ‘limpiezas étnicas’, nuevos triba-lismos, inmigrantes, exilados y refugiados, los últi-mos sesenta años se han visto marcados por lainsistencia en la diferente identidad cultural, a me-nudo basada en la etnicidad, la raza, el sexo o lareligión, por un pluralismo y heterogeneidad cultu-ral en el que lo valioso, como dice J. Martín-Bar-bero, radica en que la diferencia no significa seratrasado sino ser distinto.

En ese sentido el desafío de una ‘política dereconocimiento’ como iguales, se ha constituidoen el foco de debates y desafíos con evidentesrepercusiones políticas. «El reconocimiento po-lítico de la particularidad cultural -que se ex-tiende a todos- es compatible con una formade universalismo que considera entre sus inte-reses básicos la cultura y el contexto culturalque valoran los individuos»16.

Por tal motivo, resulta imprescindible referir-nos ahora a la perspectiva original del filósofo ca-nadiense Charles Taylor17 sobre esos problemasy contrastarlo con planteamientos recientes quecontrovierten decididamente la existencia mismadel multiculturalismo y revelan sus conexiones conla dinámica de globalización.

Lo que Taylor pone de relieve es que más alláde individuos atomistas o de individuos socialmenteconformados, el reconocimiento público de nuestraidentidad requiere de una ‘política de reconoci-miento’, constituída dialógicamente, que dé mar-

gen para deliberar y compartir potencialmente otrasidentidades distintas a la nuestra. «Una sociedadque reconozca la identidad individual será unasociedad deliberadora y democrática, porque laidentidad individual se constituye parcialmentepor el diálogo colectivo»18. Taylor muestra losorígenes de los cambios producidos durante los si-glos XVIII y XIX en el pensamiento de la élite eu-ropea que permitieron que la demanda de un «re-conocimiento» de la «identidad cultural» de cadauno se convirtiera en el asunto principal del multi-culturalismo del siglo XX19. Taylor aboga entoncespor una ‘política del reconocimiento’ como con-dición de subsistencia e identidad del multicultura-lismo. Parte de la tesis de que nuestra identidad semoldea en parte por el reconocimiento o por la fal-ta de éste o por el falso reconocimiento de los otros.

«Si queremos comprender la íntima conexiónque existe entre la identidad y el reconocimientotendremos que tomar en cuenta un rasgo decisi-vo de la condición humana que se ha vuelto casiinvisible por la tendencia abrumadoramentemonológica de la corriente principal de la filo-sofía moderna. Este rasgo decisivo de la vidahumana es su carácter fundamentalmente dia-lógico. Nos transformamos en agentes humanosplenos, capaces de comprendernos a nosotrosmismos y por tanto de definir nuestra identidadpor medio de nuestra adquisición de enriquece-dores lenguajes humanos para expresarnos»20.Entendiendo lenguajes, no sólo como palabras quepronunciamos sino como otros modos de expre-sión con los cuales nos definimos: el arte, el gesto,el amor, etc. «La génesis de la mente humana noes monológica, sino dialógica». Porque sólo enactitud de interacción dialógica aprendemos esosmodos de comprensión necesarios para nuestraautodefinición. Toda nuestra vida, no importasu condición de soledad o socialidad está dirigi-da a... De ahí que mi propia identidad dependa,en forma crucial, de mis relaciones dialógicascon los demás. Y el reconocimiento de esa iden-tidad debe ganarse por un intercambio dialógi-co21. Esto, tanto en la esfera privada, donde com-

16 Gutmann, Amy. «Introducción». En: El multiculturalismo

y la «política del reconocimiento», FCE, México, 2001. p.16.

17 Taylor, Ch. «La política del reconocimiento». En: El multi-

culturalismo y la «política del reconocimiento». FCE, Méxi-

co, 2001. pp. 43–107.

18 Ibid., p. 19.

19 Baumann, G. El enigma multicultural. Paidós, Barcelona,

2001. p. 136.

20 Taylor, Ch. Op. c., p. 52

21 Ibid., p. 55.

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prendemos que la formación de la identidad y delyo tienen lugar en el diálogo con otros significantes;dice Taylor: mi propia identidad depende, en formacrucial, de mis relaciones dialógicas con los demás,como en la esfera pública, donde la política del re-conocimiento igualitario ocupa un papel central enla actualidad.

La política del reconocimiento igualitario, se-gún Taylor, ha llegado a significar: por una parte,el universalismo que subraya la dignidad igual detodos los ciudadanos, igualados en derechos y tí-tulos. Y por otra, el concepto moderno de identi-dad que hizo surgir la política de la diferencia. Cadaquien debe ser reconocido por su identidad úni-ca22. Para el multiculturalismo, es precisamente lacondición de ser distinto la que se ha pasado poralto, y ha sido asimilada por una identidad colecti-va dominante.

Si bien la evidencia que hoy se manifiesta, sos-tiene Taylor, es la de sociedades cada vez másmulticulturales y cada vez más abiertas a la migra-ción multinacional, la cuestión del multiculturalis-mo como se debate hoy tiene que ver con la im-posición de unas culturas sobre otras, con formasde colonialismo y nacionalismo. Por eso, la de-manda de reconocimiento de la diferenciación hoyes explícita.

El planteamiento de Taylor lo polemiza y con-trovierte abiertamente el sociólogo holandés GerdBaumann, cuando sostiene que Taylor complica elproblema del reconocimiento y simplifica el temade la cultura23. Taylor, según Baumann, ha ence-rrado el término de reconocimiento en una multi-tud de palabras entremezcladas como: concien-cia, respeto, admiración, aceptación, que han vuel-to el problema multicultural un verdadero enigma,que intenta fallidamente resolver en un problemade moralidad24. Para Baumann, Taylor se enfras-ca en un dilema que va más allá del etnocentrismoempecinado de un obsoleto imperialismo culturaloccidental que sostenía que «las otras culturas»eran peores, y tiende a encerrarse en una especiede imperialismo cultural desde una perspectiva fi-losófica25. Le critica además que las culturas a las

que considera dignas de la presunción de valorigualitario se especifican como aquellas que «ha-yan proporcionado el horizonte de significadopara un gran número de seres humanos, de dis-tintos caracteres y disposición, durante un lar-go período de tiempo: en otras palabras, aque-llas que hayan articulado su sentido del bien,de lo sagrado, de lo admirable»26. Es decir, unestrecho y restringido concepto de cultura másproblemático que su amplio concepto de recono-cimiento, tratando a algunas culturas como si nomerecieran la presunción de igualdad. Según Bau-mann, apoyado en Anthony Appiah, el punto cie-go del multiculturalismo es que «uno de los moti-vos de sospecha más razonables de gran partedel discurso contemporáneo multicultural esque presupone conceptos de identidad colecti-va que son notablemente toscos en su formade ver los procesos por los que se desarrollanlas identidades, tanto las individuales como lascolectivas»27.

La crítica de Baumann a Taylor se resume enque éste trata el reconocimiento como algo com-plicado y de múltiples facetas, aunque trata la iden-tidad cultural como algo simple y unidimensional.«El multiculturalismo debe ir más allá del he-cho de ‘reconocer’ una o diez culturas, y admi-tir que lo primero que hay que hacer al recono-cer una cultura es reconocerla por lo que es:no una imposición de identidades fijas y nor-mativas sino un proceso de diálogo con senti-do para todos los demás»28. En ese sentido, con-cluye Baumann, la sociedad multicultural no es unmosaico de cinco o diez identidades culturales fi-jas sino una red elástica de identificaciones entre-cruzadas y siempre mutuamente dialogantes y de-pendientes de una situación determinada.

Desde otra perspectiva, podemos considerarigualmente como aguda crítica al multi- culturalis-mo, el planteamiento de Núria Estrach del Obser-vatorio de Etica Intercultural de la Universidad deBarcelona29, que devela cómo el multiculturalismoes una máscara que bajo la pretensión de una so-ciedad universal transnacional desgrana el posible

22 Ibid., p. 60.

23 Baumann, G. Op.c., p. 137.

24 Baumann, G., Op. c., p. 138.

25 Ibid., p. 139.

26 Ibid., p. 140.

27 Ibid., p. 143, citando a A. Appiah, 1994, p. 156.

28 Ibid., p. 146.

29 Estrach, N., Op.cit.

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Globalización, multiculturalismo y comunicación - Luis I. Sierra Gutiérrez - pp 19-31

poder estructural del pueblo en nombre de la tra-dición cultural más folclórica y a beneficio del ca-pitalismo multinacional. Según Estrach, hoy iróni-camente la llamada globalización, y en nombre dela universalidad, intenta promover la forma delfragmento cultural, algo así como la convivenciaimpermeable de la diversidad cultural: lo que en-tendemos como multiculturalismo. Del Estado-nación moderno, con aspiraciones cosmopolitas,se ha pasado hoy a la sociedad universal trans-nacional, donde la escala de valores no está de-terminada por la identidad nacional cultural sinoque, su identidad viene determinada por la parti-cularidad misma de ser precisamente indio, negro,judío, etc. El multiculturalismo señala las dife-rencias culturales y pierde de vista el sistema comototalidad articulada, señala Estrach. En su opinión,el capitalismo tardío multiculturalista tiene un sín-toma, el racismo posmoderno contemporáneo, quemuestra la condición propia del proyecto ideoló-gico liberal-democrático. La diversidad cultural seacepta cuando actúa en beneficio de una particu-laridad específica: la sociedad capitalista burgue-sa.

En otras palabras, la forma de negación del in-dividuo viene dada por la forma ideal de la ideolo-gía del capitalismo global, el multiculturalismo:una forma de racismo negada e invertida, que afir-ma tolerar la identidad del otro, concibiéndolocomo identidad cerrada, frente a la cual el multi-culturalista mantiene una posición de superioridaduniversal privilegiada.

La propuesta desafiante de Estrach consisteen que frente al elitismo multiculturalista modernoliberal o al fundamentalismo étnico hay que man-tener abierto el espacio de lo político. Es decir, laposibilidad de una convivencia en la diversidadpasa por el compromiso ético-político que garan-tice la protección social de los más desfavoreci-dos: los sin techo, los que viven en ghettos, losindocumentados, los desempleados permanentes,todos ellos síntoma del sistema universal globali-zante del capitalismo.

Coincide en esto Estrach con el planteamiento,igualmente polémico, de Vázquez-Rial30, quien

denuncia el multiculturalismo como la ideología lla-mada a justificar en el plano teórico la perdura-ción de divisiones entre seres humanos, de exclu-siones más o menos voluntarias, y de la explota-ción derivada de la constitución de ghettos étni-cos. La política de rechazo explícito de la integra-ción de los inmigrantes en los países de acogida,es perpetuar la marginalidad, fomentar el ghetto,la endogamia. Ha servido para hacer olvidar elderecho a la igualdad, en nombre del derecho a ladiferencia. El multiculturalismo es así, racismomarginalizador, políticamente correcto en sus enun-ciados y, en consecuencia, profundamente reac-cionario en su práctica.

En la misma línea de controversia se sitúa elinvestigador brasileño Joanildo Burity31: el multi-culturalismo tiene un potencial polémico. Al igualque el terreno de la globalización es un terreno dedisputas, también lo es el de las nuevas formas deidentidad colectiva -negros, mujeres, indígenas,ecología, pacifismo, movimientos religiosos- comouno de los ‘actores’ legítimos del multiculturalis-mo, que han cuestionado el etnocentrismo y elcarácter excluyente del orden liberal vigente. Enese sentido, al mismo tiempo que la globalizaciónrepresenta una cierta forma de interconexión e in-terpenetración entre regiones, estados nacionalesy comunidades locales que está marcada por lahegemonía del capital y del mercado, ella tambiénse hace acompañar de una potencialización de lademanda por la singularidad y espacio para la di-ferencia y el localismo. La globalización, segúnBurity, incorpora un tercero en la relación entre lolocal y lo nacional, o entre lo local y lo regional.Este tercero introduce una lógica desterritoriali-zante y desinstitucionalizante. Es un principio deantagonismo y diferenciación, algo que contestalos límites de pretensión de singularidad, de desa-rrollo autónomo, de estabilidad de los órdenessocial o comunitaria vigentes. Es entonces en nom-bre de las diferencias y las singularidades, no aco-gidas, ni respetadas, ni percibidas por la sociedado el Estado, como el tercero de la globalizacióninterrumpe la reproducción de un statu quo. Por

30 Vázquez-Rial, H. «Lo multicultural como mitología y como

coartada del racismo». En Revista Scripta Nova, N° 94 (29),

U. de Barcelona, 2001.

31 Burity, J. «Globalizacâo e identidade: Desafios do multicul-

turalismo». Fundacâo Joaquim Nabuco –Trabalhos para a

discussâo. N° 107 – Marzo 2001. En: http:// www.

fundaj.gov.br/tpd/107.html

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eso, el tercero de la globalización es un principiode oposición, un generador de antagonismo. Y portal razón la afirmación, defensa o contestación deidentidades son un componente integral de la lógi-ca de la globalización contemporánea. Al mani-festarse el conflicto de las identidades como unamanzana de la discordia, el tercero se constituyeen el punto de convergencia y afirmación identita-ria.

Este antagonismo de posiciones nos pone demanifiesto entre otras cosas que globalización ymulticulturalismo son multidimensionales y estánrecíprocamente implicados; que ambos conllevanrealidades ambivalentes y controvertidas que nose pueden asumir ingenuamente; que la pluralidadcultural, como dice J. Martín Barbero, la vivimosen América Latina desde las raíces mismas denuestro mestizaje indígena-popular y la posibili-dad de pensar en el tiempo de los satélites y latelemática, de la simulación generalizada, una di-ferencia que no se agote en el atraso. «El fin desiglo abre oportunidades sin precedente de co-municarnos con muchas otras culturas, cons-truir repertorios híbridos y reconocer lo que,siendo irreductiblemente distinto, no tiene porqué ser aislado en forma separatista»32.

Comunicación: del mediacentrismohegemónico al diálogo intercultural

que asume la alteridad y la diferencia

En esta instancia se impone la evidencia de queel motor que dinamiza todos estos fenómenos con-temporáneos de globalización y multiculturalismono es otro que la acelerada transformación vividaen el mundo de las tecnologías de la información ylas comunicaciones, representadas de manera glo-bal en la sociedad de redes, basadas en Internet yen el protagonismo avasallador de los mediosmasivos de comunicación y su capacidad de utili-zar comercialmente la información, a costa inclusode la riqueza de la alteridad cultural de los pue-blos.

Tal vez la manifestación más contundente dela globalización consiste en lo que Ignacio Ra-monet llama ‘el imperio de los medios 33, quede manera hegemónica y mercantilista pretendenarrasar con la heterogeneidad humana y la reci-procidad cultural, en aras de una rentabilidadtransnacional homogeneizadora. Por tanto, entiempos de globalización de mercados, de finan-zas, de modas, de hegemonías políticas e inte-rrelaciones culturales, el quid de la cuestión co-municativa sigue siendo el respeto a la alteridady la interacción de reconocimiento. Lo que algu-nos llaman la ‘optica de la otredad’, es decir, labúsqueda consciente y responsable que nos haceencontrarnos con la existencia de ese otro (al-guien diferente e irreductible) que se nos hacepresente, nos interpela y demanda nuestra co-responsabilidad y apertura34.

La contracara de la globalización es la cotidia-nidad de la mayoría de la población mundial: lasmigraciones de la población, los desplazamientosforzados o no, la lucha por el reconocimiento cul-tural, los conflictos étnicos, religiosos, las fronte-ras políticas militarizadas, el reclamo por el dere-cho a la diferencia. Y allí la comunicación siguejugando el papel primordial de ‘poner en común’de ‘producir y compartir sentidos’. Los procesossocio- culturales cargados de densa complejidadtienen como constitutivo esencial sus dinámicascomunicativas. «El sentido de la interacción sim-bólica y de las interpretaciones de mensajesmasivos surge, no del texto mismo, sino de lasedimentación de la historia social y de las dis-putas más amplias que se producen en un con-texto específico»35.

Por ello, más que un informacionalismo unívo-co y vertical o un mediacentrismo sensacionalista,lo que se ha de privilegiar es una comunicaciónintercultural intersubjetiva, en perspectiva dialógi-ca, de construcción recíproca de sentido, delibe-rativa, tolerante y respetuosa de la diferencia, ba-sada en el respeto íntegro a la dignidad humana,

32 García Canclini, N. «Culturas híbridas y estrategias comu-

nicacionales». En: Revista Estudios sobre las Culturas Con-

temporáneas. N° 5, junio, Colima, México, 1997. p. 126.

33 Ramonet, Ignacio. op. cit.

34 Inestrosa, Sergio. «Comunicación y otredad en tiempos de

globalización». En: Revista Mexicana de Comunicación. N°

52, Ene-Feb. 1998. p. 33-34.

35 Grimson, Alejandro. «Interculturalidad y comunicación».

En: Enciclopedia Latinoamericana de sociocultura y comu-

nicación. Norma, Bogotá, 2001. p. 17.

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Globalización, multiculturalismo y comunicación - Luis I. Sierra Gutiérrez - pp 19-31

cualquiera sea su condición. «Ningún grupo yninguna persona tienen una identidad, ningu-no de ellos tiene alguna esencia. Las personasy los grupos se identifican de ciertas maneraso de otras en contextos históricos específicos yen el marco de relaciones sociales localizadas.Por ello el primer elemento de toda identifica-ción es su carácter relacional: al mismo tiem-po que establece un ‘nosotros’ define un‘ellos’36.

En ese contexto, lo que no podemos descono-cer son los fenómenos de mundialización comuni-cativa, que implican transformación en los mode-los y modos de la comunicación. Transformacio-nes en las categorías de espacio (territorio) y tiem-po (cotidianidad histórica), bases de la heteroge-neidad humana y de la reciprocidad, rasgos fun-dantes de la comunicación humana, pues como diceJ. Martín Barbero, «aún atravesado por las re-des de lo global, el lugar sigue hecho del tejidode las vecindades y las solidaridades. En estastransformaciones está en juego un cambio pro-fundo en el sentido de la diversidad cultural.De una heterogeneidad radical entre las cultu-ras basada cada una en un territorio específi-co, se ha pasado a una exposición constantede cada cultura a las otras, en un permanenteejercicio de reconocimiento de la diferencia y auna exigencia de respeto a lo que en el otro, ensu diferencia, hay de intransferible, y no tran-sable, incluso de incomunicable»37.

En ese sentido el mismo Martín Barbero sos-tiene que, en América Latina lo que pasa en y porlos medios de comunicación no puede ser com-prendido al margen de la heterogeneidad, los mes-tizajes y las discontinuidades culturales que me-dian la significación de los discursos masivos. Porello la cuestión de la pluralidad se constituye enenclave de paradojas y desafíos a la comunica-ción. Y «frente al tramposo pluralismo de losposmodernos, que confunden la diversidad conla fragmentación, y al fundamentalismo de losnacionalistas étnicos que transforman la iden-tidad en intolerancia, comunicación plural sig-

nifica en América Latina el reto de asumir laheterogeneidad como un valor articulable a laconstrucción de un nuevo tejido de lo colecti-vo»38.

El enfoque de Martín-Barbero nos permite en-tonces asumir que la globalización a la vez quedesafío se convierte en oportunidad de encuentroy valoración de la diversidad, en los modos dejuntarse y entretejer lazos sociales, en las identi-dades que plasman esos cambios y en los discur-sos que socialmente los expresan y legitiman. Esasí como la comunicación es percibida como elescenario cotidiano del reconocimiento social, dela constitución y expresión de los imaginarios des-de los cuales las gentes representan lo que temeno lo que tienen derecho a esperar, de sus miedos yesperanzas. Esto ha permitido una valoración di-ferente de los medios, en cuanto en ellos no sólose reproduce la ideología, sino también se hace yrehace la cultura de las mayorías, no sólo se co-mercializan unos formatos sino que se recrean lasnarrativas en las que se entrelaza el imaginariomercantil con la memoria colectiva39.

Tenemos así que comunicación en el contextode la globalización y el multiculturalismo contem-poráneos, significa básicamente puesta en comúnde la experiencia creativa y simbólica, reconoci-miento de las diferencias y apertura respetuosa ydialogal al otro. Teniendo en cuenta que todo su-jeto o actor social se construye en la relación queposibilita la reciprocidad: no hay afirmación dura-dera de lo propio sin reconocimiento simultáneode lo diferente40.

En esa misma óptica se sitúa el planteamientodel investigador Paulo Suess41, en su texto «Cul-turas en diálogo», donde se refiere al diálogointercultural como un foro inter y transdisciplinarpara la construcción de un nuevo instrumental teó-rico y práctico a favor de la paz de la humanidad.

36 Ibid., p. 29.

37 Martín-Barbero, J. Comunicación y solidaridad en tiem-

pos de globalización. Ponencia en el Primer Encuentro de

Comunicadores Católicos. Medellín, 1999.

38 Martín Barbero, J., «La comunicación plural – Paradojas y

desafíos». En: Revista Nueva Sociedad, N° 140, nov-dic.,

1995, p. 60- 69.

39 Martín Barbero, J., 1999. Comunicación y solidaridad en

tiempos de globalización. Medellín.1999. p. 4. En: http://

www.jmcommunications.com/spanish/barbero.html

40 Ibid., p. 6.

41 Suess, Pablo. «Culturas em diálogo». En: Revista Eclesiás-

tica Brasilera, Petrópolis, Brasil, N° 243, septembro, 2001.

pp. 602 – 621.

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30

e

Desarrolla allí una reflexión muy pertinente sobrelas condiciones fundamentales para ese diálogointercultural, como nuevo modo de actuar por na-turaleza antihegemónico y no elitista, basado en lacomprensión, el respeto y el reconocimiento recí-procos. La construcción de ese diálogo inter eintracultural es una tarea permanente, orientadaprincipalmente por dos finalidades: la compren-sión y el respeto. La comprensión que apunta alcompartir y a la comprensión recíproca de con-tenidos entre diferentes proyectos de vida y, elrespeto, aunque más pragmático, que apunta a laconvivencia en el reconocimiento recíproco delas tradiciones y orientaciones diferentes. Por esodentro de ese contexto, el diálogo intercultural,es por su misma naturaleza anti-hegemónico y anti-elitista, es siempre una invitación a la participacióncada vez de más culturas42.

Este diálogo que tiene por objeto la compren-sión recíproca de los contenidos y el respeto enel reconocimiento recíproco de la alteridad, exi-ge unas condiciones de cada una de las partes.Esas condiciones parten del contexto sin presu-poner condiciones objetivas para el diálogo, sóloexige perspectivas de relaciones simétricas entrelos interlocutores, de reconocimiento de la digni-dad y de las diferencias, así como la voluntad deaprender algo del otro. De ahí que comprensióny reconocimiento presupongan interlocutoresque esperan aprender recíprocamente unos deotros.

Por eso, son condiciones básicas para su rea-lización son:• Primero, un consenso sobre medios pacíficos

de comunicación;• segundo, el reconocimiento de lógicas con-

textuales y verdades históricas y geográfi-camente situadas, al interior de ‘diferentes ni-veles de realidad’;

• tercero, un conocimiento aproximativo de lahistoria y la lógica cultural del Otro, con susdespliegues en el campo político, económico eideológico;

• cuarto, el reconocimiento recíproco de laigualdad entre los interlocutores, indepen-diente del valor que los participantes confierena sus tradiciones recíprocas;

• quinto, convicciones propias de cada partici-pante del diálogo;

• sexto, la disposición para un aprendizaje re-cíproco « a ser, a hacer, a vivir juntos, y a co-nocer»;

• séptimo, un horizonte universal responsablecomo instancia vigilante del diálogo intercultu-ral para que el reconocimiento de la diferen-cia no se vuelva práctica de indiferencia43.De esta forma, creemos que aunque la fuerza

impetuosa de la globalización es muy grande y elmulticulturalismo se presta para toda clase de abu-sivos excesos, sigue en pie la posibilidad esperan-zadora de una comunicación en perspectiva inter-cultural que se abra respetuosamente al diálogocon otras culturas y valore la diversidad en la dife-rencia enriquecedora. Necesitamos institucionesdeliberativas, dialógicas, no represivas, totalitariaso discriminatorias. Por eso volvemos a nuestra utó-pica pero no por ello irrealizable hipótesis inicial:sólo en la equilibrada, crítica y razonable interac-ción de reconocimiento dialógico de la trilogía, glo-balización, multiculturalismo y comunicación, sejuega la posibilidad de conformar una nueva so-ciedad multicultural que favorezca la dignidad ylos intereses de los seres humanos.

«Que ninguna cultura se arrogue tener laúltima palabra; que la comunicación haga par-te de una responsabilidad amplia y, que todaslas culturas respeten recíprocamente sus silen-cios y misterios»44.

43 Ibid., p. 611.

44 Ibid., p. 621.42 Ibid., p. 609.

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NACIONALIDAD Y GLOBALIZACIÓN

Medios de comunicación y nación:

apuntes para una lectura de

fragmentos en la globalización1

ALEXIS V. PINILLA DÍAZJOIMER EDGAR ROBAYO

Abstract

El documento que se presenta a continuación hace referencia a las formas

como se han construido los referentes en torno a lo nacional en los contextos

de lo local y lo global, aludiendo a sus transformaciones, tensiones y puntos

de encuentro. Ocupa un lugar central el análisis histórico de la construcción

de lo nacional como un gran producto de la modernidad y de lo global, como

un derivado, entre otros, del papel jugado por los medios de comunicación

en la conformación de una interpretación sobre la cultura – mundo a la cual

asistimos en los inicios del siglo XXI. Estas lecturas se relacionan con las

dinámicas comunicativas y su interacción con los procesos de

construcción y difusión de lo nacional.

1 Este documento hace parte del proyecto de investigación La

televisión en la familia y la familia en la televisión, cofinan-

ciado por la Comisión Nacional de Televisión y desarrollado

en el Departamento de Investigaciones de la Fundación

Universitaria Los Libertadores, con la participación de las

Facultades de Ciencias de la Comunicación y Ciencias de la

Educación.

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escribanía número 11, Universidad de Manizales, julio - diciembre / 2003

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Introducción

Con el advenimiento de los Estados nacionalesen los siglos XVIII y XIX se configuraron espa-cios sociales y políticos para narrar la nación eigualmente con el fin de construir un imaginarionacional a partir del cual se legitimara el proyectode instauración del aparato estatal. Para el casode la Europa occidental, este proceso tenía quever, según lo argumenta Ernest Gellner2, con laconsolidación del capitalismo, lo cual tuvo su lu-gar de inicio en la revolución industrial y la exten-sión del imperialismo económico a finales del sigloXIX. En lo que tiene que ver con la cuestión na-cional en los espacios no desarrollados, RenatoOrtiz anota lo siguiente: «En el Tercer Mundo lanación es una utopía, una búsqueda situada enel futuro. Los movimientos nacionalistas deÁfrica a América Latina comparten esa pers-pectiva. Por eso nuestros modernistas decían:para ser modernos es necesario ser naciona-les. Mientras tanto, en ausencia de esa moder-nidad, la nación sólo podría configurarse comoun proyecto, algo dislocado en el tiempo»3. Asi-mismo, digamos que la idea de lo nacional se con-figuró, en el caso de América Latina, como un pro-yecto de las elites ilustradas que buscaban orien-tar los destinos de la nación siguiendo la pista delos Estados europeos.

En este sentido, las propuestas de las elites bus-caban, «[...] fijar lo que es la historia común yatar la identidad nacional a la memoria de esepasado común. Se trata de una operación deli-cada: nada menos que de rehacer la historia conmiras a los retos del presente. Construir una his-toria nacional implica ‘limpiarla’ de toda encru-cijada, eliminar las alternativas y las disconti-nuidades, retocar las pugnas y tensiones, redefi-nir los adversarios y los aliados, de modo que lahistoria sea un avance fluido que, como imagensimétrica, anuncia el progreso infinito del futu-ro. La ‘historia oficial’ no se deja establecer pordecreto y así las disputas del pasado pueden per-durar hasta el presente»4.

A pesar de las diferencias en torno al procesode conformación de la nación en el contexto euro-peo y latinoamericano, podemos encontrar unasimilitud, cual es la existencia de espacios en loscuales se difundiera el imaginario nacionalista. Eneste contexto estamos hablando, en primer lugar,de cómo, con la instauración de los Estados na-cionales modernos, se dio origen a los sistemaseducativos entendiendo que la escuela debía jugarun papel fundamental en la concreción del imagi-nario nacional.

Este proceso ha sufrido fuertes cambios y frac-turas con el desarrollo del capitalismo global y,particularmente, con la extensión del fenómeno dela globalización, el cual, dicho sea de paso, tieneun carácter fragmentario en la medida en que esapropiado de manera disímil en los diversos esce-narios nacionales y locales. Lo anterior nos per-mite hablar, siguiendo a Boaventura de Sousa, dela existencia de globalizaciones, en plural, en cam-bio de una noción abarcante de la globalización5.El auge de los procesos de globalización ha con-llevado a un debilitamiento de la figura de los Es-tados nacionales y, consecuentemente, a un frac-turamiento de los imaginarios nacionalistas. Podría-mos decir, que tanto el capitalismo como la globa-lización han reducido cada vez más el papel delEstado en la regulación social y política, encar-gando de esta misión al mercado, generando unaprofunda fragmentación de las comunidades, par-ticularmente en los países de América Latina6.

En este contexto, los medios de comunicaciónhan reemplazado la labor de espacios de sociali-zación como la escuela en la promoción del imagi-nario nacional y, con el advenimiento de la globa-lización, se han constituido en canales privilegia-dos para la circulación de los bienes simbólicos

2 Gellner, Ernest. Naciones y nacionalismo. México: Alian-

za, 1988.

3 Ortiz, Renato. Otro territorio. Bogotá: Convenio Andrés

Bello, 1998, p. 120.

4 Lechner, Norbert. «Orden y memoria», en G. Sánchez y

M. Wills (compiladores). Museo, memoria y nación. Bogo-

tá: Museo Nacional de Colombia, 1999, p. 70.

5 Para este autor, existen cuatro facetas de la globalización, a

saber: globalismos localizados, localismos globalizados, cos-

mopolitismos y procesos de herencia común de la humanidad.

Para profundizar en estas facetas ver: De Sousa Santos,

Boaventura. De la mano de Alicia: lo social y lo político en la

postmodernidad. Bogotá: Universidad de los Andes, 1998.

6 Al respecto ver: Lechner, Norbert. «La búsqueda de la

comunidad perdida: los retos de la democracia en América

Latina», en Revista Fin de Siglo, N° 5, Universidad del Valle,

Cali, junio de 1993.

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Medios de comunicación y nación: apuntes... - Alexis V. Pinilla Díaz y Joimer E. Robayo - pp 33-41

del capitalismo cultural. En esta perspectiva, losmedios de comunicación han contribuido fuerte-mente con el fraccionamiento de proyectos colec-tivos y evidenciado la crisis de la nación como enteaglutinador en el ámbito social, político y cultural.Para mostrar este fenómeno, a continuación hare-mos una breve referencia a los estudios sobre losmedios de comunicación en Colombia y sus rela-ciones con el ámbito político y público y, poste-riormente, realizaremos algunos acercamientosanalíticos a las tensiones que se presentan entre elconcepto de nación y los procesos de globaliza-ción.

El análisis de los medios decomunicación en Colombia

Según Jesús Martín – Barbero y Germán Rey7,los estudios sobre comunicación en el país se ini-cian a finales de la década de los 50, con los aná-lisis sobre la difusión e innovaciones educativas através de los medios, desarrollados por entidadescomo el Instituto Colombiano Agropecuario, elInstituto Colombiano para la Reforma Agraria, laAcción Cultural Popular y el Fondo de Capacita-ción Popular, quienes recibieron el apoyo finan-ciero de los Estados Unidos y orientaron los aná-lisis hacia el tema de comunicación para el desa-rrollo.

En los años 70, el eje transversal de los análisissobre comunicación fue la penetración del impe-rialismo cultural de los Estados Unidos, a travésde la difusión y proliferación de programas de te-levisión provenientes de la potencia norteameri-cana. Paralelamente a tales estudios se hicieronanálisis en torno a la trama económico – políticaque sustentaba la dominación cultural de este paíssobre el continente latinoamericano. No obstante,las investigaciones de esta década tuvieron un ca-rácter demasiado cerrado (estructuralista), que lesimpidió ver la variedad de significados y sentidosque tienen los medios de comunicación en la cons-trucción cultural de nuestro país. Así, es sólo para

la década de los 80 (con la labor de algunas facul-tades de comunicación Social, el Cinep y la Fes-col) que se consolidan líneas de investigación, dan-do paso a investigaciones empíricas a través delas cuales se evidencia la multiplicidad del fenó-meno de la comunicación en nuestro contexto cul-tural.

Para la década del 90 el énfasis de las investi-gaciones se hizo en el proceso de industrializaciónde los medios de comunicación y en la reconfigu-ración de las relaciones entre lo público y lo priva-do, a partir de los procesos de recepción y con-sumo. Así mismo, hubo un especial interés poranalizar el papel que cumplen los medios de co-municación en la resignificación de la esfera de lopolítico y en la reconstrucción de nuevas formasde ciudadanía. En esta perspectiva, se empezó atomar a los medios no sólo como intermediariosen los procesos políticos, sino también como ac-tores sociales que producen sentidos y significa-dos sobre la realidad. De manera general pode-mos anotar, siguiendo a Martín-Barbero y Rey,que las diferentes tendencias e investigaciones ennuestro país sobre el tema de la comunicación re-velan una fuerte paradoja: «Mientras existe unindudable encuentro de las propuestas episte-mológicas y los debates metodológicos que seexperimentan en las ciencias sociales con losque se plantean y trabajan en el campo de co-municación [...] en el terreno de los problemasy las demandas sociales el desencuentro es gran-de. Desde las ciencias sociales se desconoce laimportancia política y cultural de los procesosy medios de comunicación, mientras en el es-pacio académico de los estudios de comunica-ción hay un generalizado desconocimiento delespesor social y político de la comunicación.La reticencia de la investigación social [...] avalorar como problemas dignos de investiga-ción lo que pasa en los medios, pues allí sólohabría una ‘subcultura’ del entretenimiento, severá complementada por la miopía de los estu-dios del campo acerca de la relación de losmedios con los conflictos sociales de este paísy con la incomunicación política que los me-dios catalizan»8.7 Martín–Barbero, Jesús y Rey, Germán. «La formación del

campo de estudios de Comunicación en Colombia», en F.

Leal y G. Rey (editores). Discurso y Razón. Una historia

de las ciencias sociales en Colombia. Bogotá: Ediciones

Uniandes, Fundación Social, Tercer Mundo Editores, 2000. 8 Ibíd., p. 257.

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Asimismo, los procesos de ‘virtualización’ de lapolítica, caracterizados por el ingreso no sólo dediscursos públicos a espacios privados por vía dela televisión, sino además por la incursión de lospolíticos en la escena de los medios, ha mostrado lanecesidad de profundizar en estudios en los que semire de manera articulada la organización de la po-lítica y los medios de comunicación y el papel quecumple la publicidad mediática en la promoción deimágenes sobre lo político, atendiendo a que, segúnJoan Ferrés, «el discurso político se parece cadavez más al publicitario. Cada vez consiste másen seducir que en convencer. Cada vez se mue-ve menos por motivaciones de carácter funcio-nal – es decir, ideológico, doctrinal – y más pormotivaciones de carácter emotivo, sensitivo.Cada vez se apoya más en el pensamiento aso-ciativo que en el racional. Cada vez valora másla imagen que la realidad»9.

Atendiendo a esta necesidad investigativa, du-rante los últimos años se han llevado a cabo algu-nos estudios relacionados con el papel que cum-plen los medios de comunicación en los procesosde socialización política de los individuos y, engeneral, en la difusión y distribución de imagina-rios políticos. Para Martín–Barbero, las transfor-maciones tecnológicas y comunicativas, propias delas décadas de finales del siglo XX, han dado lu-gar a la emergencia de nuevas sensibilidades queinciden en los procesos de rompimiento de las iden-tidades tradicionales10. Para este autor, el acerca-miento entre la comunicación y la política da lugara dos opciones analíticas sobre los medios de co-municación. Por un lado, existe una mirada susti-tutiva, en la cual se sugiere que los medios llenanel espacio que dejan los gobernantes y las institu-ciones democráticas en lo concerniente a la re-flexión y resolución de los conflictos; por otro lado,se encuentra la mirada constitutiva, en la que losmedios de comunicación son asumidos como«nuevos modos de representación de las identi-dades, de las expectativas, de los miedos, delas esperanzas, de las ilusiones»11.

Además del papel que cumplen los medios enla construcción / difusión de imágenes sobre lopolítico, es conveniente tener en cuenta que esteproceso está en estrecha relación con las caracte-rísticas culturales de las poblaciones a las cualesse dirigen los medios. Digamos que en la actuali-dad estamos asistiendo a una construcción visualde lo social12. Las telenovelas, los reality showe, incluso, los mismos noticieros, han sido encar-gados de construir otros horizontes de sentido paranuestra experiencia social y política. Cabe aclararque este proceso no ocurre de manera unidirec-cional – de los medios a la gente – sino que de loque se trata es de un juego dinámico, un diálogo,en el cual desde los medios se recoge algo de lasexpectativas y anhelos de la población y se cons-truyen imágenes sobre la realidad, lo que conllevaa un doble fenómeno: por un lado, tiene lugar una«espectacularización» de la realidad, que la con-funde incluso con la farándula, y, por otro, las imá-genes de los medios construyen visualmente losocial, dándole sentido, en parte, a la experienciacotidiana de los sujetos.

En lo concerniente a los desafíos y cruces en-tre la política y los medios de comunicación, Fa-bio López de la Roche sugiere que las caracterís-ticas del mercado cultural, de las industrias cultu-rales, han cerrado progresivamente la posibilidadde que desde los medios se construyan opinionescríticas en torno a lo político y lo social. El ingresoal mercado global del espectáculo por parte deartistas, periodistas, personalidades políticas, etc.,impide que éstos asuman actitudes que no estén atono con las exigencias de los dueños, producto-res y directores de los medios de comunicación.En esta perspectiva, para López es necesario vol-ver a mirar con detenimiento el poder político delos medios y los procesos de dominación que sepromueven y orientan desde los mismos, sin dejarde lado los análisis relacionados con la teoría delas mediaciones y los estudios de recepción. Laidea es, entonces, redimensionar el papel que losmedios de comunicación están cumpliendo a nivel

9 Ferrés, Joan. Televisión subliminal. Socialización mediante

comunicaciones inadvertidas. Barcelona: Paidós, 1996, p.

204.

10 Martín–Barbero, Jesús. «Retos culturales de la comunica-

ción a la educación», en Gaceta, N° 44 – 45, Bogotá, enero –

abril de 1999.

11 Martín–Barbero, Jesús. «Culturas populares e identida-

des políticas», en Entre públicos y ciudadanos. Lima: Ca-

landria, 1994, p. 28.

12 Martín–Barbero, Jesús. «Política y comunicación. Desfi-

guraciones de la política y nuevas figuras de lo público», en

Revista Foro, Nº 45, Bogotá, septiembre de 2002.

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político y hegemónico en el contexto de la globa-lización y, a su vez, la manera en que se ha venidoconstituyendo un nuevo tipo de relaciones impe-riales a través de los medios.

En palabras de López, «[...] no se trata devolver al funcionalismo marxista en la miradasobre las relaciones entre los medios y la socie-dad, a aquellas visiones mecanicistas y absolu-tas donde la dominación mediática implicaba uncierre total donde la única alternativa que que-daba abierta era la de la subversión política ymilitar del sistema y el reemplazo del subsiste-ma mediático por uno totalmente nuevo y revo-lucionario en manos del pueblo y de sus elitesesclarecidas. Tampoco de retornar a la idea dela alineación como falsa conciencia, sobre la basede la suposición de que existe una concienciaverdadera, asociada a una única ideología eman-cipadora. Creo que de lo que se trata es de vol-ver a pensar la dominación y el poder mediáti-cos, con todos los matices y problematizacionesaportados por la teoría de la recepción y de lasmediaciones sociales de la comunicación encuanto a la influencia social de los medios, perotambién con todas las potencialidades en térmi-nos de alternatividad política y cultural, de plu-ralismo de la representación y de alteridad queesas mismas teorías entrañan».13

Podemos ver que mientras la política pierde sucarácter articulador de la vida social y en la pro-posición de referentes para consolidar el imagina-rio nacional, los medios están jugando un papelcada vez más significativo en las decisiones políti-cas y en la vida cotidiana de la gente14. En la ac-tualidad hay una demanda de los ciudadanos rela-cionada con el acceso a la multiplicidad de escri-turas, lenguajes y discursos que condicionan lasdecisiones políticas que afectan al grueso de lapoblación nacional15. En esta perspectiva, dentro

de la resignificación de la ciudadanía que caracte-riza el momento actual, hay un interés crecientepor el derecho a la información y el acceso a losmedios; éstos se constituyen en instancias del de-bate político, en lugares donde se configuran cul-turas políticas y se producen conceptos, ideas yrepresentaciones de lo social16.

Teniendo en cuenta los referentes investigati-vos mencionados hasta el momento, a continua-ción sugerimos algunos acercamientos en torno alas relaciones existentes entre medios, nación yglobalización.

Los medios y las gramáticassobre lo social y lo nacional

Como sugerimos con anterioridad, el proyectode la modernidad trajo consigo la consolidaciónde los Estados nacionales, inicialmente como unaforma de organización política y económica y pos-teriormente como un referente social central, encorrespondencia con las formas organizativas deltrabajo, la naciente industrialización y su tránsitohacia la implantación de la técnica y del desarrollotecnológico. Estos fenómenos ocasionaron tensio-nes tanto en la forma como se ha ido configurandolo que en el presente conocemos como sujetossociales, como en el papel de estos últimos en laconstrucción de lo nacional.

La aparente hegemonía en la interpretación delo nacional, de lo local y lo mundial y, más recien-temente lo global, parecería clara, pero si se miracon detenimiento han sido más universalizadas lasinterpretaciones que el lugar que éstas han tenidoen las sociedades. El lenguaje en el cual se inscri-ben las denominaciones y sus dinámicas comuni-cacionales son el objeto del saber contemporá-neo, del vivir del hombre como ser social y de supertenencia al Estado, a la nación y ahora comoun ciudadano del mundo en una gran aldea global,inscrito en una globalización que nace en la pre-tensión económica de apertura de los mercados,pero que incide en la cotidianidad de los sujetosno solamente de países desarrollados, como ini-

13 López de la Roche, Fabio. «Opinión, información y ficción

en los medios colombianos», en Revista Foro, Nº 45, Bogo-

tá, Fundación Foro, septiembre de 2002, p. 71.

14 Rey, Germán. «Espacios abiertos y diversidad temporal: las

relaciones entre comunicación y política», en Lo político

desde la comunicación, Cuadernos Ocasionales No. 1, Bo-

gotá: Pontificia Universidad Javeriana, Maestría en Comu-

nicación, 1999.

15 Rey, Germán. Balsas y Medusas: visibilidad comunicativa y

narrativas políticas. Bogotá: Fescol, Fundación Social, Ce-

rec, 1998, p. 184.

16 Ospina, H., Alvarado, S. y Moreno, L. (compiladores).

Educación para la paz. Una pedagogía para consolidar la

democracia social y participativa. Bogotá: Magisterio, 1999.

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cialmente se pensó, sino justamente en los llama-dos países en vías de desarrollo. La decadenciade las imágenes de los héroes y los próceres conlas que crecieron muchas de nuestras generacio-nes, al igual que la transformación forzada de lasinstituciones que detentaban el dominio de lo ideo-lógico, son apenas una muestra de esta atomiza-ción de identidades y hegemonías.

En este contexto es importante ver cómo des-de comienzos del siglo XX han cobrado fuerza losmedios de comunicación en la transformación delas nociones sobre lo social, lo económico, lo po-lítico, lo ideológico, etc. Los medios han transfor-mado las prácticas cotidianas de los sujetos, in-troduciédolos en nuevas formas de mirar el mun-do y mirarse a sí mismos y, además, han cambia-do de manera determinante la forma de hacer po-lítica, convirtiéndose en espacios estratégicos parala construcción de referentes como la nacionali-dad, la ciudadanía, el Estado y la sociedad civil,entre otros.

Para el caso de América Latina se ha propues-to que la modernidad ingresó, justamente, vía losmedios de comunicación. Para Martín–Barbero,el presente relativizado, aquel que impide rescatarel pasado y desde allí construir formas de inter-pretación de un acontecer cada vez más corto17,marca el carácter constitutivo de lo histórico enlos ciudadanos modernos; con ello hace referen-cia al papel de los medios en la construcción de lamemoria. De esta manera, «Resulta [...] bien sin-tomático que lo que pasa en el plano tecnoló-gico de la información esté dando la pauta so-bre los criterios con que ella es valorada. Loque vale como noticia es lo que nos conectacon el presente de lo que está pasando – aten-ción a este verbo «pasar», pues en su equivoci-dad nos habla de un presente que no tiene re-poso sino que pasa y pasa a toda velocidad –,que es lo que a su vez hace que el tiempo en lapantalla de cualquier acontecimiento deba sertambién instantáneo y equivalente: tanto durauna masacre de campesinos como una nota de

farándula, pues en la economía del tiempo dela televisión ¡valen lo mismo!»18

Esta velocidad de la información tiene que vercon la valoración de los acontecimientos: ya no setrata de la cantidad de información, sino de supertinencia. El sujeto que busca referentes los en-cuentra en abundancia, pero en su mayoría inco-nexos con su realidad circundante, lo que ha con-ducido, entre otras cosas, a manifestaciones ple-namente modernas a nivel del dispositivo tecnoló-gico empleado, pero enraizadas en el mito y enrituales cuyos símbolos dan cuenta de entremez-clados que en apariencia no son homólogos, peroque permiten conectar a los sujetos a puntos deencuentro donde incluso la identidad es totalmen-te relativizada. A este respecto Martín – Barbe-ro19, rescata el matiz de la identidad en relacióncon los medios, aludiendo al chat como uno delos espacios donde se puede ser, por ejemplo, unajoven esbelta de 18 años, con diversas caracterís-ticas deseadas por hombres de distintas edades yen realidad ser un hombre de provecta edad o unadolescente, porque a la luz de lo representado enel chat esto ya no es verificable y, en general, nointeresa como principio de interacción.

El juego de recambio en estas nuevas formasde lenguaje, que implícitamente comportan las gra-máticas abundantes en referentes y difusas en sucadena de sentidos, permite la instantaneidad delsujeto, asunto que no puede ya sostenerse bajouna gramática oficial del dominio de la ley y de lasleyes. El advenimiento de otras formas de enten-der y expresar las vinculaciones de los sujetos so-ciales tiene una doble vía: por una parte, permitirque los sujetos traseguen por estos espacios en-tremezclados de oficialidad y anarquía, de cos-tumbres cortesanas y barbarismos urbanos; y, ensegundo lugar, reducen el espacio – tiempo de lossujetos sociales a las preferencias de los medios,aun con la infinita variedad que en éstos se puedamostrar. A este respecto el papel de quienes tra-bajan en el tema de la cultura debe estar ligado alos medios de comunicación, ya que la crítica mar-ginal, aun siendo erudita, no permite un desarrollo

17 Martín–Barbero, Jesús. «Cambios en la percepción de

temporalidad», en Sánchez Gómez, Gonzalo-Wills Obre-

gón, Maria Emma (comp). Museo, memoria y nación. Mi-

sión de los museos nacionales para los ciudadanos del futu-

ro. Bogotá: Ministerio de cultura, 1999.

18 Ibíd., p. 37

19 Seminario Internacional: Subjetividades contemporáneas,

debates sobre el sujeto. Universidad Central, Bogotá, 21-25

de abril de 2003.

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conectado al fenómeno cultura–mundo al que es-tamos asistiendo y distancia a la academia de sucentro de estudio.

Estos retos que nos imponen los medios decomunicación, no como un fenómeno tecnológi-co, sino justamente en su carácter político, eco-nómico, educativo, estético y cultural20, permitenque los estudios culturales se constituyan en unode los campos desde donde realizar un análisis másintegral del papel de los medios como constructo-res y transformadores de la realidad y de la coti-dianidad de los sujetos sociales21. La televisión,como uno de los medios más representativos en laconstrucción de lo social y en la difusión de refe-rentes sobre la nacionalidad, la sociedad civil, laciudadanía, entre otros, debe ser objeto de revi-sión por parte de padres, educadores, académi-cos y otros actores sociales.

Los actos sociales, a la manera como los cues-tionara Durkheim, como todo aquello que pasa enla sociedad, transcurren hoy por la mediación,entendida ésta como el espacio de interacción en-tre los sujetos y los medios, atravesados por eljuego de intereses, en el cual se impone no sólo laconveniencia, sino también el gusto; tanto lo quese expresa como lo que se calla, como otra formade expresión mediática. En esta suerte de ideas, elpapel del Estado debe estar sintonizado con eldesarrollo de los ciudadanos en comunidad conlos medios, especialmente haciendo énfasis enaquellos de mayor expansión como la televisión ylas redes de información, ya que además de sucarácter económico, las formas de transmisión yde construcción que se imponen no están consul-tando al Estado, de allí que los ciudadanos le es-tén demandando a éste su participación y apro-piación de un papel dinamizador y facilitador delos procesos de participación, interacción y apren-dizaje en y con los medios.

Empero, para analizar el papel de los medios enla construcción de lo social y lo nacional en nuestrocontexto, es indispensable no perder de vista lascaracterísticas del conflicto político colombiano. ParaWilliam Fernando Torres, el conflicto ha impedido,

en gran medida, la creación y difusión de narrativassobre lo nacional a través de los medios de comu-nicación y de la escuela. Para este autor, así comoen las décadas de los 60 y 70, tanto en la escuelacomo en los medios, era posible la reconstrucciónde lo nacional a partir de la difusión de determina-das imágenes, en lo concerniente a las décadas delos 80 y 90 esta posibilidad se ha vuelto difusa porlos efectos de la violencia. De hecho, la agudiza-ción del conflicto colombiano ha fracturado los ima-ginarios sobre lo nacional y, a su vez, ha debilitadola acción de escenarios como la escuela y los me-dios de comunicación en esta tarea de promociónde lo nacional22. Empero, es necesario considerarque el conflicto político y militar ha permitido visi-bilizar una parte del país, una parte del nosotros,que no conocíamos o, por lo menos, nos era difícilreconocer. Las noticias sobre la situación políticade diversos municipios y regiones ha mostrado unarealidad con la cual convivimos día a día los co-lombianos y que, en muchas ocasiones, no desea-mos aceptar.

En conclusión, una de las prioridades paraacercarse a la relación que se teje entre medios,globalización y construcción de nación, es anali-zar cuáles son los imaginarios y/o referentes depaís, de ciudad, de ciudadano, de sujeto, etc.,que están circulando por los medios; es decir, elanálisis debe hacer énfasis en la forma como losmedios de comunicación están narrando el país,aquel que está seriamente fragmentado por elconflicto armado, la severa crisis económica, lacorrupción política, entre otros aspectos. Asímismo, se hace prioritario dotar a los ciudada-nos de capacidad de acción política respecto ala creación y circulación de sus propios mensa-jes, para que de este modo puedan ingresar a laagenda de la opinión pública temas de interésgeneral y no sólo del interés particular de losempresarios que controlan los medios de comu-nicación23. En esta dimensión se trata de recono-

20 Orozco Gómez, Guillermo. Televisión, audiencias y Edu-

cación. Bogotá: Norma, 2001.

21 Reynoso, Carlos. Apogeo y decadencia de los estudios cul-

turales. Barcelona: Gedisa, 2000.

22 Torres, William Fernando. «¿Generar competencias cultura-

les? Retos de la escuela y los medios para formar sujetos en

medio de la guerra colombiana y la globalización», en Herre-

ra, M. y Díaz, C. Educación y Cultura Política: una mirada

multidisciplinaria. Bogotá: UPN, Plaza & Janés, 2001.

23 Santana, Pedro. «Opinión pública, culturas políticas y

democracia», en Nómadas, N° 9, Universidad Central, sep-

tiembre de 1998 – marzo de 1999.

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e

cer las múltiples dimensiones de la categoría deciudadanía, pasando de considerarla como unacategoría dada por fuera de la experiencia de lagente (ciudadanía virtuosa) y centrándola en lasciudadanías realmente existentes.

Lo anterior nos permitiría ver, además, la crisispor la que están atravesando categorías concep-tuales como nación, nacionalismo, ciudadanía, entreotras (algo que enuncia Boaventura de Sousa San-tos como una época de epistemicidio). En rela-ción con conceptos como nación y nacionalidad,la globalización, así sea de manera tangencial comolo sugiere Nestor García Canclini24, ha puesto enevidencia la necesidad de re – pensar el contenidode los mismos, es decir, de darles a tales concep-tos un contenido que tenga que ver más con lascaracterísticas – políticas, culturales, sociales – delmomento actual que con los sustentos epistemo-lógicos y políticos que les dieron su origen en elsiglo XIX. Siguiendo a Renato Ortiz, podemossugerir que «la globalización es una situaciónhistórica en la cual las relaciones sociales sonredefinidas. Para aprehenderlas es necesario

repensar determinados aspectos de las cienciassociales. En rigor, no se trata de un cambioparadigmático [...] sino de nuestra provisiónde conceptos que, debido a la propia historici-dad del objeto, fueron acuñados para dar inte-ligibilidad a otro concepto»25.

La pregunta debe centrarse, entonces, en elpapel que cumplen los medios de comunicaciónen el proceso de re – construcción política y con-ceptual de algunas categorías centrales para elanálisis social, es decir, en cómo desde los mediosse están dando nuevos contenidos y sentidos anociones como ciudadanía y nación, teniendo encuenta las dinámicas sociales y culturales de la vidacotidiana de la gente. En cuanto a la nación, po-dríamos centrar los análisis en observar cómo losmedios de comunicación han incidido en los refe-rentes clásicos para definir lo nacional, cuales sonlas fronteras, la soberanía, la identificación del ciu-dadano con el Estado y la política interna de esteúltimo26. ¿Hasta dónde le celeridad de la globali-zación nos permitirá detenernos pausadamente aanalizar tales elementos?

24 García Canclini, Nestor. La globalización imaginada. Bar-celona: Paidós, 1999.

25 Ortiz, Renato. Op. cit, p. 179.26 Miller, David. Sobre la nacionalidad. Barcelona: Paidós,

1997.

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DIVERSIDAD E IDENTIDAD NACIONAL

Formación ciudadana e identidadessociales en Colombia.

Una mirada desde el campo de laeducación-comunicación*

RAÚL INFANTE ACEVEDOMARTHA CECILIA HERRERA

ALEXIS PINILLA DÍAZ

Abstract

La escuela colombiana comparte hoy con otras instancias de socialización

política la formación ciudadana y la construcción de identidades sociales;

pero lejos de ostentar el clásico monopolio de la enseñanza que otrora

detentó, la institución educativa tiende a ser un espacio donde se ponen en

juego distintas lógicas discursivas y comunicacionales provenientes de los

medios masivos de comunicación, la calle, el grupo juvenil, la comunidad

religiosa, etc. Es en estos lugares, donde día a día se recrea el horizonte

social de los colombianos y se configuran los valores fundantes de distintas

cosmogonías presentes en el contexto nacional. En este sentido, la educación-

comunicación surge como campo educativo emergente para el análisis social

y cultural. Este campo permite reflexionar sobre el papel que juega la

escuela, entendida como escenario educativo y político en el cual confluyen y

compiten diferentes discursos y prácticas de dominación y resistencia, y en el

que el saber escolar es sólo uno más, entre muchos otros. Por estas razones,

nos proponemos desarrollar tres ideas básicas en este documento. Primero,

indicar las tensiones culturales que influyen en la constitución del sujeto

político en Colombia. Segundo, establecer la relación entre educación-

comunicación y formación ciudadana. Y, por último, detectar desde el campo

de la educación-comunicación las aproximaciones y los distanciamientos

existentes entre cultura escolar y cultura mediática.

* Este documento se inscribe dentro del proyecto de investiga-ción denominado Estado del arte en Educación-comunica-

ción y formación ciudadana, 1980-2000, financiado por elCentro de Investigaciones de la Universidad Pedagógica Na-cional –CIUP-Colombia. Se relaciona de la misma maneracon el proyecto Memoria mediática en jóvenes universita-

rios. El caso de la Universidad Pedagógica Nacional, encurso desde febrero de 2003, financiado también por CIUP.

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Metas y mitos en los procesos deformación ciudadana en Colombia

Quiebres y fisuras en la construcciónde identidades colectivas

La formación ciudadana tuvo como epicentrodurante la última mitad de los años ochenta y prin-cipios de los noventa, un arraigado debate. Por unlado influían fenómenos como la caída del murode Berlín y, por tanto, la exaltación de la demo-cracia como forma válida de gobierno. En Améri-ca Latina este debate no se hizo esperar. En Co-lombia, por ejemplo, el punto más alto de repre-sentación de estas nuevas tendencias fue la Cons-titución Política de 1991; la proclamación de Co-lombia como un Estado Social de Derecho y enconsecuencia, la convicción generalizada de queera posible alcanzar un proyecto colectivo a tra-vés de los disensos y consensos políticos y, porende, la posibilidad firme de construir un proyectocultural de carácter democrático, con el concursode una ciudadanía activa y participativa.

Sin embargo, los estragos de la violencia hanpuesto en evidencia el resquebrajamiento del teji-do social en tal magnitud, que la participación po-lítica de los ciudadanos no puede depender sola-mente de los acuerdos pactados por los actoresen contienda sino, en forma adicional, de la refun-dación de los valores éticos que orientan la socie-dad. En este sentido, las instituciones educativas,y los profesores en ellas, cumplen un papel de tras-cendental importancia al ser consideradas comoinstancias socioculturales en las cuales se ponenen juego procesos identitarios de socializaciónpolítica y formación ciudadana. No obstante, estaresponsabilidad se ha diluido y se comparte en granmedida con otras opciones educativas como losmedios masivos de comunicación, la calle, el ba-rrio, el grupo de amigos, la pandilla, etc. Consti-tuir en consecuencia, identidades sociales de ca-rácter democrático exigiría de la escuela y de losmaestros una actitud comprensiva y propositivafrente a nuevas sensibilidades comunicativas.

En efecto, la Constitución Política de 1991consagró un verdadero catálogo de valores refe-ridos a la formación ciudadana. Insertó en el len-guaje común términos como Estado Social deDerecho, democracia participativa, derechos fun-

damentales, respeto a la dignidad humana y a ladiversidad cultural. Así las cosas, la Carta Políticaredactada por las viejas y curtidas clases dirigen-tes del país, acompañadas ahora, por primera vezen la historia de las Constituciones de Colombia,por sectores emergentes representados por lide-res sindicales, profesores, exguerrilleros, pacifis-tas, indígenas, negros, mujeres y, todos ellos, conel beneplácito de la opinión pública, se dieron a latarea de señalar rutas conducentes hacia una so-ciedad más justa y solidaria.

Este principio constitucional a favor de la for-mación ciudadana, contrasta obviamente con lacolonización sistemática de la violencia en casi to-dos los escenarios de la sociedad, ya que la polí-tica, la vida cotidiana, la escuela y la familia, entreotros espacios sociales, no escapan a la lógica dela confrontación cruda y descarnada. En la actua-lidad evidenciamos cómo la intimidación encami-nada al logro de imposiciones arbitrarias, ha con-vertido el miedo y el terror en mecanismos efica-ces para establecer consensos sociales. Tal vezpor estas razones, los colombianos depositaroninmensas ilusiones y esperanzas en un pacto polí-tico que redujera los altos índices de exclusiónpolítica, económica, social y cultural. Precisamen-te este complejo espectro justificaba la necesidadde difundir los contenidos constitucionales comorequisito previo para materializar el proyecto so-cial consagrado en la carta. Como era de esperar,se consideró a la educación como uno de los me-dios más expeditos para el logro de estos propó-sitos. Se estableció entonces que «en todas lasinstituciones de educación, oficiales o privadas,serían obligatorios el estudio de la Constitu-ción y la instrucción cívica». Este mandato des-encadenó un fuerte proceso de formación de maes-tros en temáticas como educación para la demo-cracia, la paz, los valores y en general para la for-mación ciudadana que subsisten en la actualidad.«De allí que la cultura política y las pedago-gías cívicas se convirtiesen en uno de los cam-pos de acción privilegiados por ONG y los in-telectuales, se multiplicaron los cursos, los se-minarios, los talleres de formación e informa-ción política, de gestión y planeación del desa-rrollo, florecieron las cartillas, los juegos didác-ticos orientados a varios actores y sectores dela sociedad»1.

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En consecuencia, un reto claro desde la pro-mulgación de la carta política de 1991 ha sidoconstituir identidades sociales en torno a la demo-cracia. Este proceso de formación de sujetos de-mocráticos supuso tres requisitos básicos. Prime-ro, la existencia de un discurso común, integradory aglutinante en torno a la democracia como op-ción política. Segundo, que tal discurso estuvieraen capacidad de orientar las prácticas de los ac-tores sociales. Y tercero, que éstos actores se sin-tieran identificados entre sí y lograran diferenciar-se de otros sectores sociales (aquellos que usan laviolencia como forma de regulación social, porejemplo) y, por ende, construyeran un futuro polí-tico compartido. Las identidades sociales se en-tienden de esta manera, como «el cúmulo de re-presentaciones compartidas que funciona comomatriz de significados, desde el cual se define yvalora lo que somos y lo que no somos: el con-junto de semejanzas y diferencias que limita laconstrucción simbólica de un nosotros frente aun ellos».2 Así, la difusión del compendio norma-tivo permitiría poner en circulación el discurso de-mocrático, éste, orientaría las prácticas sociales ypermitiría la constitución de movimientos ciuda-danos encargados de materializar los principios dela carta y de esta manera, abandonar paulatina-mente la violencia, el autoritarismo y la exclusióncomo elementos consustanciales de la cultura po-lítica colombiana.

Sin embargo, 11 años después, podríamos de-cir que el proceso de construcción del sujeto po-lítico democrático en Colombia no se cristalizósegún lo previsto. Las violencias, por ejemplo,aumentaron vertiginosamente hasta el punto de que«la violencia política lejos de ser una formamarginal de violencia entre otras, es reconoci-da como el contexto de reproducción de todaslas otras formas de violencia, es decir, que la

violencia organizada constituye el contexto dela violencia no organizada»3. En materia econó-mica y política, hizo carrera el empequeñecimien-to del Estado y la sustracción de las responsabili-dades que demanda un Estado Social de Dere-cho. Por el contrario, se agenció de forma indis-criminada un proceso de neoliberalismo sin corta-pisas. Es decir que «los conocimientos reciénadquiridos contrastaban dramáticamente conlas experiencias históricas y cotidianas en lascuales se desenvolvía la vida de los receptoresde estos cursos, sometidos a prácticas de te-rror, a violaciones sistemáticas de los derechoshumanos y a los avatares de una guerra irre-gular y de un clientelismo político bastante des-regulado»4

Como se deduce de lo anterior, las dificultadespor establecer una cultura democrática en un con-texto social cruzado por múltiples violencias, conalta inequidad social y, sobre todo, con un sustra-to ético común derruido por el avance progresivode un estatuto de valores signado por el conflicto,la corrupción, la desconfianza y la violación gene-ralizada de los derechos humanos, parece conce-der la razón a quienes con escepticismo augura-ban un fin triste en el corto plazo, a las promesasde la Carta. Tal como afirma María Uribe: «Hacemás de diez años abrigábamos la esperanza deque la democracia participativa fuese algo asícomo la clave que abriría todas las puertas blo-queadas por siglos de exclusión y de abando-no, terminando a su vez con las asimetrías lo-cales y regionales y con los grandes abismos dediferenciación social; pero no ocurrió así; hoytenemos un país más convulso, más violento yfragmentado, las ciudadanías virtuosas nuncaaparecieron para recuperar la dignidad del Es-tado y la política, y en lugar de una moviliza-ción permanente y organizada de la sociedadcivil, una mezcla de silencios, ausencias y te-rrores ha venido a instalarse en casi todos losespacios por donde transcurre la vida de loscolombianos».5

1 Un balance detallado de los logros y limitaciones de la cartadel 91 se encuentra en Uribe, Maria Teresa. «Las promesasincumplidas de la democracia participativa». En Seminario

de evaluación: diez años de la Constitución colombiana,Universidad Nacional, 2001.

2 De La Peña, Guillermo. «Identidades urbanas al fin delmilenio». En: Ciudades # 22. México Abril – junio de 1994.Citado por Torres, Alfonso y otros. Discursos, prácticas y

actores de la Educación Popular. Universidad pedagógicaNacional, 1998. p. 117.

3 Sánchez, Gonzalo. «Guerra prolongada, negociaciones in-ciertas en Colombia». Boletín del Instituto Francés de Estu-

dios Andinos. 2000. p. 284.4 Uribe, Maria Teresa Op. cit. p. 1555 Ibidem p. 143.

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Siguiendo este carril de interpretación, pode-mos analizar el papel de la escuela colombiana.En este periodo hubo un intento deliberado porponer en marcha los principios de la democraciaparticipativa. Sin embargo, diversos estudios hanseñalado en los últimos años cómo la formacióndemocrática y cívica presenta serias falencias enjóvenes escolares. Contrastan, por ejemplo, acti-tudes positivas frente a valores como la toleran-cia, el pluralismo y el respeto frente a un escasoconocimiento sobre los derechos fundamentales,los mecanismos de participación y el funcionamien-to del sistema político6. El propio gobierno esco-lar creado por la Ley General de Educación -115de 1994-, no dejó de convertirse en la mayoría delos casos, en un simple rito que emuló las virtudesy/o los vicios generales de la política tradicional7.No basta entonces con decretar la existencia deuna cultura de paz. En la institución educativa ladisidencia entre postulados normativos, éticos ypolíticos y su aplicación concreta en las comuni-dades educativas ha sido abismal.

De esta manera, la reflexión sobre constituciónde identidades colectivas de carácter democráti-co, debe explorar las mediaciones a través de lascuales se constituyen los sujetos sociales, en elentendido de que no pueden desligarse de las po-siciones institucionales de carácter formal y tam-poco refugiarse en los espacios del mundo de loprivado. Es indispensable observar cuáles son lossentidos que los sujetos le imprimen a estos dis-cursos y que guían –éstos si- sus prácticas socio-culturales. Lo anterior señala la necesidad de re-conocer sin subterfugios ni lenguaje ambiguo que«la noción de democracia no puede fundamen-tarse en un concepto de verdad o autoridadahistórica y trascendental. La democracia esun lugar de lucha y está informada por con-cepciones ideológicas competitivas del poder,de la política y de la comunidad»8.

Como se deduce de lo expuesto hasta aquí,asistimos a la perdida de sentido del saber esco-lar. Pero lejos de endilgar una responsabilidadabsoluta a la institución educativa, se debe obser-var detenidamente el avance de otras instanciasde socialización como los medios masivos de co-municación. Se debe reconocer, en consecuencia,que la escuela no actúa como ente cultural hege-mónico y que, en forma paralela y aún en su con-tra, se han posicionado otras esferas públicas yprivadas que inciden en la formación del ciudada-no. En esta lógica es sano pensar que la escuelahoy, no puede entrar a rivalizar ni pretender ex-cluir el papel formativo de los medios masivos decomunicación y la calle, por ejemplo, sino quedebe apuntar más bien a funcionar como centroconvergente de discursos y prácticas producidospor distintas manifestaciones de la cultura contem-poránea. En este orden de ideas, la Educación-Comunicación se presenta como un campo deanálisis con inusitada relevancia en los procesosde formación de maestros y en la responsabilidadde éstos en la formación de ciudadanías políticascapaces de intervenir en la construcción de pro-yectos de vida dignos tanto en el plano individualcomo en el colectivo.

Formación ciudadana yeducación-comunicación

En los últimos años uno de los elementos queha llamado la atención de los investigadores ha sidola relación entre educación-comunicación y laconstrucción de ciudadanía. Se explora la capaci-dad de cuestionar el modelo hegemónico de laescuela, apoyado en el saber ilustrado y en la cul-tura letrada9, reconociendo la existencia de unmodelo descentrado de comunicación10, y con laposibilidad de formar audiencias críticas que es-tén en capacidad de resignificar el mensaje de losmedios y dar sentido a su experiencia cotidiana de

6 Para ampliar información se pueden consultar las publicacio-nes hechas recientemente sobre educación democrática y cívicaen Colombia, entre las que se destacan las siguientes: Forma-

ción democrática y educación Cívica en Colombia. Ministe-

rio de Educación Nacional, 1998 e ICFES. Educación cívica

en Colombia, una comparación internacional. 2002.7 Un interesante abordaje al respecto lo realiza Cubides, Hum-

berto. «Gobierno escolar: cultura y conflicto político en laescuela». En Revista Nómadas, N° 15, octubre de 2001.

8 Giroux, Henry y Mclaren, Peter. «La educación del profe-sor y la política de reforma democrática». En: Los profeso-

res como intelectuales. Hacia una pedagogía crítica del

aprendizaje. Paidós. 1990. p. 222.9 Martín-Barbero, Jesús. «Heredando el futuro: pensar la

educación desde la comunicación». En: Nómadas, N° 5, Uni-versidad Central, septiembre de 1996 – marzo de 1997. p. 8.

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acuerdo a sus condiciones reales de existencia yno sólo a partir de los mensajes y las imágenesque se promocionan por los medios de comunica-ción.

Para Guillermo Orozco11, el papel que cum-plen los medios de comunicación es construir de-terminada realidad y publicitarla entre la sociedad,labor que se facilita gracias a las alianzas de losmedios con los sectores hegemónicos. En estaperspectiva, los medios realizan una monopoliza-ción de la producción de sentidos y representa-ciones sobre lo social. Frente a este hecho, la es-cuela debe estar en capacidad de formar sujetosque deconstruyan estas representaciones, mejo-rando sus competencias analíticas y comunicati-vas, es decir, la escuela debe facultar a los sujetospara aprender y expresarse dentro de un entornomultimedial. Este paso de un modelo comunicati-vo centrado en el eje emisor–receptor, a uno queda una mayor posibilidad de creación a las au-diencias (tomándolas como sujeto activo), permi-te revalorar el potencial democrático de la escuelay, en general, de la educación, frente al papel quecumplen los medios de comunicación en la crea-ción y reproducción de lo social12.

Para Pedro Santana13 los medios de comuni-cación son los vehículos más importantes paratransmitir los contenidos que forman la opiniónpública y, además, juegan un papel importantecomo emisores de significados a través de la edi-ción, selección y contextualización de determina-dos mensajes. En este contexto es prioritario, se-gún Santana, dotar a los ciudadanos de capaci-

dad de acción para la creación y circulación desus propios mensajes con el fin de que ingresen ala agenda de la opinión pública temas de interésgeneral y no sólo del interés particular de los em-presarios.

Al señalar algunos puntos de acercamiento en-tre la comunicación y la política, Jesús Martín Bar-bero anota que en Colombia hay dos ópticas so-bre los medios de comunicación. Por un lado, unamirada sustitutiva, que analiza a los medios comoinstancias de socialización que suplen el espacioque dejan los gobernantes; por otro lado, la mira-da constitutiva, en la cual los medios de comuni-cación son asumidos como nuevos escenarios deconstitución de representaciones e identidadesculturales14. Continuando con este cruce entre lopolítico y lo comunicativo, Álvaro Duque anotaque las pautas de comunicación que se instauranen un momento dado entre gobernantes y gober-nados son un buen camino para examinar la formacomo se distribuye el poder en una sociedad. Paraél, buena parte de las orientaciones sobre normas,valores y pautas de comportamiento es transmiti-da a través de los medios de comunicación15.

Para Germán Rey, por ejemplo, mientras lapolítica pierde su carácter articulador de la vidasocial, la comunicación está jugando un papel cadavez más significativo en las decisiones políticas yen la vida cotidiana de la gente16. Este autor anotaque en la actualidad hay una demanda de los ciu-dadanos relacionada con el acceso a la multiplici-dad de escrituras, lenguajes y discursos que con-dicionan las decisiones políticas que afectan a losciudadanos. Dentro de la resignificación de la ciu-dadanía hay un interés creciente por el derecho ala información y el acceso a los medios, ya queéstos se han consolidado como instancias del de-

10 Idem. Martín Barbero define el palimpsesto como esetexto en que el pasado borroso emerge en las entrelíneas queescriben el presente y al hipertexto como la escritura nosecuencial, sino el montaje de conexiones en red que al per-mitir una multiplicidad infinita de recorridos transforma lalectura en escritura.

11 Orozco, Guillermo. «Educación, medios de difusión y gene-ración de conocimiento: hacia una pedagogía crítica de larepresentación». En: Nómadas, N° 5, Universidad Central,septiembre de 1996 – marzo de 1997.

12 Cubides, Humberto y Valderrama, Carlos Eduardo. «Co-municación–Educación: algunas propuestas investigativas».En: Nómadas, N° 5, Universidad Central, septiembre de1996 – marzo de 1997.

13 Santana, Pedro. «Opinión pública, culturas políticas ydemocracia». En: Nómadas, N° 9, Universidad Central, sep-tiembre de 1998 – marzo de 1999.

14 Martín-Barbero, Jesús. «Culturas populares e identidadespolíticas». En: Entre públicos y ciudadanos. Lima, Calan-dria, 1994.

15 Duque Soto, Álvaro. «Los puntos de encuentro entre locomunicacional y lo político». En: Lo político desde la co-

municación. Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, Maes-tría en Comunicación, 1999, Cuadernos Ocasionales No. 1,p. 14-15.

16 Rey, Germán. «Espacios abiertos y diversidad temporal: lasrelaciones entre comunicación y política». En: Lo político

desde la comunicación, Bogotá, Pontificia Universidad Ja-veriana, Maestría en Comunicación, 1999, Cuadernos Oca-sionales No. 1.

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bate político y, por ende, cumplen una función es-tratégica en la construcción de modelos de culturapolítica17. De esta manera, los medios se han for-talecido, junto a los partidos, los movimientos po-líticos y la escuela, como un escenario de discu-sión de lo político y de allí la importancia de anali-zar su impacto en el campo político y social.18

Disidencias y convergencias entrecultura mediática y cultura escolarUn debate necesario en los procesos

de formación de identidadescolectivas

La escuela ha cumplido históricamente un pa-pel de control social y ha sido por antonomasia laencargada de transmitir el conjunto de valores querigen al conjunto social. En Colombia, esta laborestuvo centrada por décadas en los manuales dehistoria, geografía, cívica y naturalmente en loscatecismos19. En este sentido, la cultura escolarpuede ser definida como «el conjunto de prácti-cas, saberes y representaciones producidas apartir de la institución escolar... que tienden ala organización racional de la vida cotidiana»20.Sin embargo, los medios masivos de comunica-ción han logrado desplazar la escuela de esta la-bor formativa. De una manera casi imperceptiblese instalaron en el sitio ocupado durante largo tiem-po por la institución educativa, de tal suerte quehoy la construcción de imaginarios nacionales ysentidos colectivos depende en gran medida de«la capacidad modeladora del conjunto de las prác-ticas, los saberes y las representaciones sociales

que tienen en la actualidad los medios masivos decomunicación y las nuevas tecnologías»21. Lo an-terior es lo que algunos han dado en llamar culturamediática.

Esta aparente incongruencia entre escuela ymedios genera posiciones antagónicas. Predominaen los espacios escolares una visión apocalípticafrente al poder ejercido por los medios. Se consi-dera que generan un efecto negativo en la constitu-ción de sujetos políticos. Se argumenta, además,que los medios entretienen e informan pero no con-tribuyen positivamente en la formación ciudadana.No deja de llamar la atención al respecto la posi-ción adoptada por Vicenc Fisas cuando afirma que«las formas de transmisión de esos valores queconfiguran la cultura de la violencia son múlti-ples, empezando por el mismo núcleo familiar,pero ninguno ha alcanzado el nivel de influenciacomo el que en las últimas décadas ha propor-cionado la televisión, que ha multiplicado concreces el influjo que ya venían ejerciendo deter-minado cine y determinada música»22. Para esteautor, es claro que los medios aportan negativa-mente a los procesos de formación de los niños yde los ciudadanos en general.

Se parte entonces de una satanización previa,muy parecida a la que otros sectores sociales efec-túan sobre la escuela, al considerarla responsablede los grandes males de la sociedad. Al respectoFisas nos ilustra nuevamente con un magistral ejem-plo al afirmar que «los niños matan, violan, ro-ban, asaltan, se drogan a imagen y semejanzade las imágenes que les suministran determina-dos menús de pantalla... Mientras buenos pa-dres dedican acaso treinta minutos diarios ahablar con sus hijos, la televisión les consagratres y cuatro horas... Podría la televisión mos-trarles otras cosas mejores pero, de acuerdo conlas leyes del mercado, no lo hace y no lo harápor voluntad propia... El gran maestro de nues-tro tiempo es la televisión»23. Esta disyuntiva, enapariencia trivial, inició en Colombia uno de los de-bates más interesantes en torno a la relación entreeducación y comunicación en los últimos años, cuan-

17 Rey, Germán. Balsas y Medusas: visibilidad comunicativa y

narrativas políticas. Bogotá, Fescol, Fundación Social, Ce-rec, 1998, p. 82.

18 Gómez Buendía, Hernando. «El uso social del conocimien-to y la defensa de lo público». En: Revista Universidad del

Valle, N° 10, Cali, abril de 1995.19 Para ampliar información ver la excelente compilación efec-

tuada por Gabriela Ossenbach y Miguel Somoza. Los Ma-

nuales Escolares como fuente para la historia de la educa-

ción en América Latina. Universidad Nacional de Educacióna Distancia. Madrid. 2001.

20 Huergo, Jorge A. «Desbordes y conflictos entre la culturaescolar y la cultura mediática». En: Nómadas, N° 15, Uni-versidad Central, octubre de 2001.

21 Huergo, Jorge A. Op . cit.22 Fisas, Vicenc. Cultura de paz y gestión de conflictos. Icaria,

UNESCO,1998. p. 361.23 Verdú, Vicente. Niños criminales. El País, 22 de mayo de

1997. Citado por Fisas, op. cit. p. 362. 362.

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do una madre de familia por intermedio de una ac-ción de tutela exigió que se dejaran de emitir pro-gramas como «los Ricos también lloran, Rubí, Ca-rasucia, Mc Gyver, Pasión de Vivir y, todos aque-llos que atenten contra la educación, las buenascostumbres, la paz y el respeto humano de losmenores de edad»24. En este sentido, el fenómenoque debe ser estudiado no es tanto el de los efectosnegativos de la televisión sino por qué el ciudada-no, adulto o niño, establece lugares de encuentroalrededor de la pantalla; será tal vez, porque mien-tras la televisión atrae la escuela expulsa25. En rela-ción con este tema varios analistas han denunciadopermanentemente el autismo pedagógico con elcual la escuela discrimina y evita incidir en aspectosneurálgicos de la sociedad. Se ha llegado a hablarincluso de un sutil darwinismo escolar; fenómenoscomo la drogadicción, las menores embarazadas,las expresiones estéticas evidenciadas en las for-mas de vestir, hablar o comportarse son fuertemen-te censuradas mediante la disciplina escolar.

Ahora bien, este panorama nos lleva inexora-blemente a preguntarnos si es dado entender porseparado la educación de la comunicación. Fren-te a este debate existen dos tendencias fuertes.Por un lado, se considera que la educación y lacomunicación son disciplinas diferentes y que obe-decen a lógicas epistemológicas separadas; es latesis de la interfaz que sostiene «la posibilidadde una cierta aproximación entre los dos cam-pos (el uso de las tecnologías para tornar efi-ciente la enseñanza o la distribución de pro-gramas educativos a través de los medios ma-sivos) desde que consideremos siempre cadauno de los campos como autónomo»26. Por otro

lado, una segunda perspectiva asume la educa-ción-comunicación como paradigma naciente enla ciencia social contemporánea y, por tanto, debeser estudiado como campo unitario. «La comuni-cación educativa existe para brindarle a la edu-cación métodos y procedimientos para crear lacompetencia del educando. No se trata de edu-car usando el instrumento de la comunicación,sino que ésta se convierta en la columna verte-bral de los procesos educativos»27.

Para los efectos de este ensayo nos orienta-mos por la segunda tendencia, es decir, la de quela comunicación-educación es un campo emergen-te, que hace visible y posible a la vez el estudio dela profunda escisión entre la escuela y otras lógi-cas discursivas. No obstante, las disidencias yconvergencias entre educación y comunicación oentre cultura escolar y cultura mediática puedenser abordadas desde el campo de la educación-comunicación. Por tanto, este escenario proponemúltiples desafíos a los procesos de formación demaestros como «resignificar la escuela y el sen-tido de la educación, proponer posibilidades decomunicación intergeneracional, poner en diá-logo la escuela con los medios masivos de co-municación y las nuevas tecnologías de la in-formación»28. Estas nuevas tareas guardan rela-ción directa con los procesos de formación demaestros. En muchos casos – y tal vez en los másafortunados- la educación-comunicación ha logra-do ser considerada como asignatura en los pro-yectos curriculares y en algunos otros, es ofrecidacomo curso de contexto. Sin embargo, estos es-fuerzos parecen insuficientes y se evidencia másbien, la necesidad de formar especialistas en estosnuevos saberes.

Deviene entonces sugestivo y pertinente res-catar la duda planteada por Martín-Barbero fren-te a la Educación-Comunicación, al preguntar ¿quésaben nuestras escuelas y aún nuestras facultadesde educación, sobre las hondas modificaciones enla percepción del espacio y el tiempo que vivenlos adolescentes, insertos en procesos vertigino-sos de desterritorialización de la experiencia y laidentidad, y atrapados en una contemporaneidadque confunde los tiempos, debilita el pasado y

24 Apartes del fallo, citados por Germán Rey, La tutela de los

niños en Balsas y Medusas, visibilidad comunicativa y na-

rrativas políticas. Cerec, Fundación Social y Fescol. 1998.p. 289.

25 Hacemos este comentario en relación a la escuela siguiendo laidea original de Martín-Barbero que afirma que la calle pro-duce miedos y compele al ciudadano a refugiarse en el hogaralrededor de la televisión. Ver: Martín-Barbero, Jesús. «Co-municación y ciudad: entre medios y miedos». En: Imágenes

y reflexiones de la cultura en Colombia. Colcultura, 1991.26 De Oliveira Soares, Ismar. «La comunicación/educación

como nuevo campo del conocimiento y el perfil de su profe-sional». En: Comunicación-Educación. Coordenadas, abor-

dajes, travesías. Universidad Central, DIUC, Siglo del Hom-bre editores, 2000. p. 32.

27 Op.cit. p. 33.28 Op.cit.p. 55.

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exalta el no-futuro fabricando un presente con-tinuo: hecho a la vez de las discontinuidades deuna actualidad cada día más instantánea, y del flu-jo incesante y emborrachador de informaciones eimágenes?29. Y es que la institución educativa de-pende al máximo del libro como herramienta paratransmitir y recrear el saber de la humanidad, setorna anquilosada frente a la velocidad de la co-municación. Otras formas de lectura como la ima-gen, se imponen en silencio de manera contunden-te. Resulta así una verdad de perogrullo afirmarque la escuela ha perdido terreno frente a otrosespacios de socialización que cumplen o desem-peñan funciones formativas. La Educación-Comu-nicación es, pues, uno de los desafíos más com-plejos que enfrenta la escuela contemporánea.

Como hemos visto hasta aquí, son múltiples losdesafíos que se le imponen a la escuela. Pero ellano puede abordarlos con holgura si en los proce-sos de formación ciudadana. Urge la elaboraciónde un currículo problematizador tendiente a con-vertir fenómenos como la Educación-Comunica-ción, la cultura de paz, los jóvenes y la educacióndesde la perspectiva de genero entre otras, en cri-terios centrales de los currículos destinados a laformación de futuros educadores. No podemospretender en las circunstancias actuales de la na-ción colombiana, una educación para la democra-cia en abstracto, cuando día a día el estudiante essaturado por múltiples medios que informan y con-figuran versiones específicas de lo que sucede enel país. Así, el narcotráfico, la corrupción, el con-flicto armado, la inseguridad ciudadana, las ma-sacres, la impunidad y el secuestro son los refe-rentes inmediatos de la realidad percibida por jó-venes y niños a través de los medios. Será conve-niente entonces, como muchos han anotado enestos casos, aplicar censura a los medios, prohibirescuchar cierta música o intentar refugiarnos en unmundo exento de los avances de la comunicaciónmoderna. No pretendemos dar respuestas abso-lutas frente a estos cuestionamientos pero sí es cla-ro que la «educación en medios de comunica-ción es un contenido esencial hacia una verda-dera educación para la democracia.... Posible-mente la alfabetización audiovisual sea la me-

jor manera de formar ciudadanos críticos, ca-paces de analizar y cuestionar la informaciónque los medios transmiten y de interrogar a larealidad para contribuir en su formación comociudadanos democráticos. En suma, una edu-cación en medios está directamente relaciona-da con la formación de los alumnos como ciu-dadanos. Un alumno mejor informado, que esreceptor crítico de los mensajes que recibe ysabe como utilizar esa información para parti-cipar en la toma de decisiones en su comuni-dad, es sin duda más democrático y refleja unmayor compromiso social»30

Conclusiones

La formación ciudadana es uno de los grandesretos que afronta una sociedad como la nuestra.Sin embargo, es común encontrar tratamientosmaniqueos en esta materia. Se suele pensar que elfin del conflicto armado y la posibilidad de elegir yser elegido aseguraría tranquilidad y armonía.Muchos sectores hablan de la necesidad de aca-bar el conflicto, pues su existencia impide el gocede derechos como la propiedad privada y la liber-tad de empresa. No obstante, la grave crisis deorden público vivida en el país no puede opacarque «los derechos económicos, sociales y cultu-rales no han recibido la debida atención porparte del Estado para progresar en aspectoscomo la disminución de la brecha de inequi-dad».31 Así las cosas, el criterio mínimo para ha-blar de formación ciudadana radicaría en el ca-rácter integral e interdependiente de las tres gene-raciones de derechos humanos en el entendido queninguna puede ser excluida y el incumplimiento decualquiera de ellas debe ser interpretado como unavulneración general de los mismos. «En términosradicales, la ciudadanía activa no reduciría los

29 Martín-Barbero Jesús. Heredando el futuro. Pensar la

educación desde la comunicación. Citado. p13.

30 Morduchowicz, Roxana. La escuela y los medios, un bino-

mio necesario. Ed. Aique.2000. p.37.31 Informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas

sobre la violación de los derechos humanos en Colombia.2001. Citado por Infante Acevedo, Raúl. «Derechos Hu-manos y Formación Ciudadana: entre el desorden societalviolento y la construcción de cultura política». En: Serie

Latinoamericana de Cuadernos de la Educación. Universi-dad San Luis de Argentina y Universidad Pedagógica Nacio-nal. 2002, en prensa.

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derechos democráticos a la mera participaciónen el proceso de la votación electoral, sino queextendería la noción de los derechos a la parti-cipación en la economía, el Estado, y otras es-feras públicas»32.

La ciudadanía a la que nos referimos es aque-lla que emana de la confrontación democrática ysi se quiere de la exacerbación de los conflictossociales. No es un estado romántico y dulce don-de todos los seres humanos somos libres e igualesy el ciudadano yace en el escenario social total-mente despolitizado. Generalmente la proteccióny el cumplimiento efectivo de los derechos huma-nos como expresión viva de la democracia signifi-can lucha de intereses, representación de distintossectores y respeto a las minorías. «Educar parala democracia no consiste en enseñar a dibu-jar palomas o a ensalzar escenas bucólicas. Estoequivaldría a educar para la ingenuidad»33. Porlo anterior la escuela debe educar para el conflic-to. La formación ciudadana, en consecuencia, esel resultado de una sociedad capaz de aceptar ladiferencia y descubrir al otro, en el ejercicio de laciudadanía y la política y no a través del acto co-barde, violento y permanente con el que se silen-cian las voces en nuestra sociedad.

En este orden de ideas, la escuela no puedesustraerse de la responsabilidad de resolver elconflicto existente entre cultura escolar y mediáti-ca. Entre otras cosas, porque a través de los me-dios el ciudadano en general crea y recrea imáge-nes, percepciones e incluso posiciones frente alconflicto que vivimos los colombianos hace másde cuatro décadas. Así, la Educación-Comunica-ción es un campo poco explorado en las institu-ciones educativas. No obstante, al decir de Huer-go, diferentes negaciones y obsesiones pedagógi-cas impiden comprender la cultura mediática y susrepercusiones en jóvenes escolares. Se niega, porejemplo a los propios medios y a las tecnologíasde la información, por los efectos negativos pro-ducidos en la formación del sujeto, tal como indi-camos anteriormente. Se niega la cultura de la ima-

gen pese al carácter hegemónico que adquiere enla actualidad y se niega a su vez el consumo cultu-ral docente. Es decir, que se reconoce cierto gus-to y dedicación para ver programas culturales yeducativos pero se desdice de las telenovelas aun-que su consumo masivo resulte irrefutable. Estetipo de actitudes riñen con la obsesión por la cla-ridad y la eficiencia del conocimiento que persiguela cultura escolar y, por tanto, se rehuye de losconocimientos poco serios aunque sean estos últi-mos, los que circulan en el mundo juvenil de laescuela34.

Reiteramos la necesidad de incluir y trabajar elcampo de la Educación-Comunicación en los pro-cesos de formación de maestros. Consideramosque es posible educar al receptor si nos prepara-mos para ello. De ninguna forma la cultura mediá-tica desplazará a la cultura escolar pero es nece-sario preguntarnos por qué esta última ha cedidotanto terreno frente a la cultura mediática, hasta elpunto de considerar el saber producido en aquellacomo pesado y poco útil. Tenemos que diseñarestrategias que hagan posible concretar en la prác-tica docente las palabras de William Torres cuan-do señala que «es urgente que lectores y espec-tadores exijamos a los medios información ca-lificada, o en su defecto, creemos redes paracastigarlos con el rating. A la vez, requerimosapoyar los periodistas con mayor capacidad denarración y análisis y también participar en losmedios comunitarios para promover ese deba-te racional y argumentado del que tanto preci-samos»35.

La tarea es complicada y no hay rutas demar-cadas que nos conduzcan hacia una idílica metafinal. Hay que recuperar la política para la escuelay ventilar cuales pueden ser los riesgos y bonda-des de luchar por la democracia como orden po-sible. La práctica docente no es simplemente ellugar del desempeño profesional de los maestros,es una de las instancias culturales llamadas por

32 Giroux y Mclaren. Op. Cit. p. 223.33 Atehortúa, Adolfo León. «Apuntes acerca de la educación

y la investigación para la paz». En: Politeia N° 22, Facultadde Derecho, Ciencias Políticas y Sociales. Universidad Na-cional de Colombia. 1998. p. 77.

34 Huergo, Jorge. Cultura Escolar, Cultura Mediática/Intersec-

ciones. Universidad Pedagógica Nacional. 1999. p.278 y ss.35 Torres, William Fernando. «¿Generar competencias cultu-

rales? Retos de la escuela y los medios para formar sujetosen medio de la guerra colombiana y la globalización». En:Educación y Cultura Política: Una mirada multidisciplina-

ria. Herrera Martha y Díaz Carlos. (Compiladores). Uni-versidad Pedagógica Nacional, Plaza & Janés. 2001. P. 340.

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escribanía número 11, Universidad de Manizales, julio - diciembre / 2003

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e

excelencia, a configurar los ideales posibles de fu-turo compartido. La formación ciudadana debe serel producto de la intensificación de los conflictossociales sin recurrir al aniquilamiento individual ycolectivo y, sobre todo, debe ser resultado de laconjugación de un discurso democrático con asi-dero en la práctica social y, en consecuencia, conla debida potenciación de nuevas identidades ex-presadas mediante la emergencia de movimientossociales. Pero la llamada formación ciudadanadebe ir mucho más allá de los anhelos constitucio-nales a favor de la tranquilidad social. La Educa-ción-Comunicación en este sentido, es un camponovedoso en los procesos de formación de losmaestros contemporáneos. Razón le asiste al res-pecto a Guillermo Orozco al afirmar que «la edu-

cación para los medios... debiera ser, una pers-pectiva pedagógico-político integral que vin-cule a la educación con la comunicación y conla sociedad. De manera similar, el trabajo es-pecífico con las audiencias... requiere estar sus-tentado por un proyecto mediador como lo hallamado Martín Barbero... que a la vez es unproyecto educativo y de intervención, es unproyecto cultural y político, en el que tanto edu-cadores o trabajadores culturales, como edu-candos, se reconocen políticamente como su-jetos históricos en situaciones específicas, des-de donde tienen que ejercer las transformacio-nes de sus condiciones de existencia, de sus re-laciones sociales y de su representación públi-ca»36

36 Orozco, Guillermo. Op. Cit. 1996. p.30.

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Inmigración y educación multicultural

El caso de los inmigrantes calificados en los Estados Unidos*

GUILLERMO ALEJANDRO D´ABRACCIO KREUTZER

DIVERSIDAD E IDENTIDAD NACIONAL

Abstract

Se hace una reflexión acerca de los procesos de asimilación y de

reconocimiento de la diferencia que atraviesa al sistema educativo

universitario en Estados Unidos, como reflejo de su política

inmigratoria. Los Estados Unidos han ocupado un puesto de

vanguardia en las políticas de captación de estudiantes

extranjeros. La incorporación de estudiantes constituye una fuerte

estrategia de selección de futuros trabajadores calificados. Aunque

retornen a sus países, estos estudiantes se convierten en personas

fuertemente integradas al mundo académico de la nación donde se

formaron, colaboran en investigaciones a distancia, utilizan y

difunden tecnologías provenientes de ese país, consumen sus

productos y multiplican una imagen favorable a sus intereses. La

tesis central de la que parte el autor es que la inmigración de los

últimos treinta años en los Estados Unidos forma parte de un

proyecto homogeneizador que intenta concentrar la elite científica

mundial.

* Este artículo recoge reflexiones acerca de una investigaciónrealizada durante el seminario Multiculturalidad e identidadcoordinado por el autor como director del Grupo académicode estudios culturales (GAEC), adscrito al departamento deCiencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia,sede Manizales. En ese curso se propuso la discusión acercade categorías como identidad, sistemas de representación,etnicidad y construcción discursiva. En este sentido, el artí-culo que aquí se presenta recoge diversos debates realizadosen el curso y levantamiento empírico de información perti-nente a la reflexión.

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El flujo migratorio en sociedadesmulticulturales

En una de sus más recientes investigaciones,el profesor Leslie Laczko realizó una exhaustivaaproximación a la diversidad cultural en el plane-ta, llegando a la conclusión que «los 184 Esta-dos independientes del mundo contienen másde 600 grupos de lenguas vivas y 5000 gru-pos étnicos»1.

Vivimos en una sociedad cada vez más plural ydiversa, hecho que se evidencia en las últimas dé-cadas y que da lugar a una sociedad multiculturaly desigual que exige replantearse los procesospolíticos, económicos y culturales que se produ-cen en el mundo contemporáneo. Consiguiente-mente, el panorama educativo, no ajeno a estosfenómenos, está adquiriendo nuevas característi-cas que se traducen en la presencia en los centroseducativos de grupos de alumnos provenientes demúltiples lugares del mundo. Según los datos pro-porcionados por diversas investigaciones, la me-dia de población extranjera en la Unión Europease sitúa en el 6% de la misma, porcentaje que essuperior en países como Alemania, Francia y Bél-gica y que llega al 28% en Bruselas.2

El migrante lleva consigo un sistema de repre-sentación, como red de significados socialmentecompartidos. Para John Rawls, «abandonar elterritorio es dar un paso muy grande: significadejar atrás la sociedad y la cultura en la quehemos crecido, la sociedad y cultura cuya len-gua usamos al hablar y al pensar para expre-sarnos y entendernos a nosotros mismos, anuestros objetivos, metas y valores; la socie-dad y la cultura de cuya historia, costumbres yconvenciones dependemos para encontrar nues-

tro lugar en el mundo social» 3. Cada sociedadcuenta con un acervo cultural que se ha ido cons-tituyendo a través de un largo proceso histórico,donde las formas de organización política, religio-sa y lingüística determinan sus prácticas culturales,posibilitando su reproducción y permanencia. Lasprácticas educativas resultan de la acción ejercidapor una generación sobre la siguiente, a fin de adap-tarla al mundo social en que vive. A través del sis-tema educativo una sociedad establece, inculca,promueve y legitima un modelo de pensamiento,un concepto de ciencias, una concepción de apren-dizaje, una idea de hombre, de sociedad y de his-toria.

La diversidad es un hecho innegable del desa-rrollo histórico, político y social en Australia, Es-tados Unidos y Canadá, considerados los tresEstados Nacionales con mayor índice de inmigra-ción per cápita del mundo. Según Kymlicka, «másde la mitad de toda la inmigración legal mun-dial se produce en uno de estos tres países»4.Durante más de un siglo, en los dos últimos paísesse han presentado fuertes oleadas inmigratorias,procedentes inicialmente del norte de Europa,posteriormente desde la Europa Oriental y meri-dional y en la actualidad procedentes de Asia, Áfri-ca y América Latina (en el caso de esta última re-gión, destacan especialmente mexicanos, cubanos,colombianos, venezolanos y argentinos).

La tesis central del presente artículo es que lainmigración de las últimas décadas en los EstadosUnidos forma parte de un proyecto homogeneiza-dor que intenta concentrar la elite científica mun-dial. Los Estados Unidos han ocupado un puestode vanguardia en las políticas de captación de es-tudiantes extranjeros. La incorporación de estu-diantes no solamente constituye la mejor estrate-gia de selección de futuros trabajadores califica-dos sino que aún en el caso de que retornen a suspaíses se convierten en personas fuertemente in-tegradas al mundo académico de los países don-de se formaron, colaboran en investigaciones adistancia, utilizan y difunden tecnologías, consu-men productos de dichos países e integran las re-des de intercambio internacional.

1 Laczko, Leslie. «Canada’s pluralism in comparative pers-

pective». Ethnic and racial studies nº 17. Montreal. 1996.

p. 53

2 Un ejemplo interesante lo constituye España, pues ha pasa-

do de ser un país emisor a receptor de emigrantes. En 1955

residían en dicho país 66.000 extranjeros, pasando a 400.000

en 1990 y, actualmente, se cifra en 600.000, más los inmi-

grantes indocumentados. De ellos, la mitad son de proce-

dencia árabe, africana, latinoamericana y algunos asiáticos.

En Jordán, José Antonio. La escuela multicultural. Un reto

para el profesorado. Paidós. Barcelona, 2000. Segunda edi-

ción. P. 7-11

3 Cfr Kymlicka, Will. Ciudadanía multicultural. Paidós. Bar-

celona, 1996. p.34.

4 Ibidem. p. 29.

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Inmigración y educación multicultural. El caso de los inmigrantes... - Guillermo Alejandro D´abraccio Kreutzer - pp 55-64

La política inmigratoriaestadounidense:

el nacimiento de una nación

La primera etapa de la política inmigratoria deese país, denominada asimilacionista, se ubica en-tre los años 1870 a 1960, es decir, la que com-prende las oleadas inmigratorias más importantesen el caso de los Estados Unidos. La segunda, esposible entenderla en el marco de los cuestiona-mientos y las rupturas que produce la influencia delos movimientos sociales que emergen con inusi-tada fuerza en los sesentas y setentas, tales comoel movimiento de los derechos civiles en Nortea-mérica, las reivindicaciones de los afroamericanos,las feministas, el hippismo y el mayo francés de1968.

A manera de ubicación en los procesos históri-cos y políticos que han conformado este Estadonacional, es pertinente recordar que Estados Uni-dos anexó por la fuerza los territorios de los ac-tuales estados de Texas, Nuevo México y Cali-fornia tras la guerra mexicana de 1846-1848. Tam-bién incorporó contra su voluntad a minorías na-cionales en los casos de Puerto Rico, Guam, Hawaiy otras pequeñas islas del Pacífico y además hizo«suelo raso» con la presencia de pueblos indíge-nas en la denominada «conquista del oeste ameri-cano».

Durante el Siglo XIX, la mayoría de los inmi-grantes eran de origen europeo (Italia y EuropaOriental). Entre 1880 y 1924 ingresaron más deveinticinco millones. Inmigrantes de Asia, AméricaLatina y otras regiones, alcanzaron durante esemismo período sólo dos millones de personas5. Amediados de los años cuarenta se produjo un nuevoaumento migratorio, en gran parte fomentado pormodificaciones en la legislación existente, la cualdiscriminaba abiertamente contra los inmigrantesasiáticos. Otra causa fue la necesidad de mano deobra mexicana que substituyera a los hombres quese encontraban en el frente europeo durante laSegunda Guerra Mundial. La inmigración europeaproviene hacia mediados de los cuarenta de gru-pos que escapan de la experiencia de esa con-

frontación bélica. Se introducen cambios en la le-gislación sobre protección humanitaria y un mayorvínculo entre política exterior norteamericana e in-migración. El Acta de 1948, sobre las personasdesplazadas, fue la primera expresión legal depolítica exterior orientada a admitir personas queescapaban de la persecución. Más de 200,000personas llegaron a ser admitidas en un períodode dos años, cifra que aumentó a 400,000 en1950.6 Hasta 1960, el 95% de las admisiones derefugiados provinieron de Europa (damnificadosde la Segunda Guerra Mundial y personas queescapaban de la Europa Oriental Socialista).456,000 refugiados europeos fueron admitidos enlos Estados Unidos entre 1951 a 1960 7. Los paí-ses que originaron inmigración a los Estados Uni-dos presentaban mayoritariamente un vínculo po-lítico de importancia para los Estados Unidos.

El período posterior a 1965 representa un corteimportante dentro del contexto de la inmigración.Cuatro paquetes legislativos sobre inmigración tu-vieron enorme influencia en este período: el Actade Inmigración de 1965, el Acta de Refugiadosde 1980, el Acta de Inmigración de Control yReforma, IRCA, de 1986 y el Acta de Inmigra-ción de 1990. Según Sharon Russell, «estas leyesno sólo coinciden con los cambios políticos in-ternacionales y de participación norteamerica-na, sino que entrelazan con los que llegan aproducir el crecimiento migratorio que se da apartir de los años ochenta, y que aumenta enlos noventa. El acta de emigración de 1965derogó la ley de 1952 (conocida como ActaMcCarran. Walter), la cual había establecidocuotas según la nacionalidad de cada inmigran-te, lo que reflejaba obvias connotaciones dis-criminatorias, pues mientras favorecía a loseuropeos, restringía a los de Asia en solo 2.000de un total de más de 200.000»8.

5 Migration News Vol. 3, No. 10, october 1996. p. 4

6 Yamorld, Bárbara. «Refugees without refuge: formation and

failed of U.S. Political Asylum». En Zolberg, Aristide: From

invitation to interdiction: U.S. foreign policy and inmigra-

tion since 1945. En New York: W.W. Norton & Company.

1994. p. 124.

7 Russel, Sharon. «Migration patterns on U.S. foreign policy

interest» . En Teitelbaum, Michael y Weiner, Myron (ed).

Threatened Peoples, threatened borders: world migration

and U.S. policy. New York: W.W. Norton & Company, 1994.

p. 47-48

8 Idem

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escribanía número 11, Universidad de Manizales, julio - diciembre / 2003

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Otro fenómeno que ha producido un impactofuerte en la inmigración, y luego repercute en elefecto multiplicador, proveniente de ciudadanos oresidentes permanentes, es el de los refugiados yasilados políticos. Si bien es cierto que existía le-gislación específica para ciertos grupos de inmi-grantes (judíos de URSS, europeos, orientales,cubanos, indochinos, nicaragüenses e iraníes), elestablecimiento de una tasa normal de inmigraciónpara personas que vinieran escapando de perse-cución política constituyó también un número queha venido creciendo poco a poco. A juicio de unconocido investigador sobre esta problemática,«El acta representa también una concesión po-lítica e ideológica que se utiliza para atraer aaquellos inmigrantes provenientes de países noamigos» 9.

Para entender el problema actual de la inmi-gración a los Estados Unidos, es importante estu-diar históricamente los flujos de inmigración den-tro del contexto político norteamericano, que iden-tifiquen la probable relación de la política exteriorde los Estados Unidos y la visión de identidadnorteamericana con la migración. Mientras el con-texto histórico- político muestra ciertas tendenciasmigratorias que responden principalmente a losactos de la política exterior y de identidad norte-americana, estos deben ponerse a prueba frenteal debate actual, que intenta justificar el sentimien-to anti-inmigratorio, especialmente tras los acon-tecimientos del 11 de septiembre de 2001.

Desde 1990, arribaron a los Estados Unidosde Norteamérica más de cinco millones de inmi-grantes, acogidos por las diferentes reglamentacio-nes de inmigración. Es importante observar que, enla década de los noventa, el número de inmigrantesha aumentado notablemente y merece ser analiza-do con mayor detenimiento, puesto que ahí se ubi-can en mayor medida una migración de tipo califi-cada profesional y académicamente, lo que consti-tuye el punto neurálgico del presente artículo.

Históricamente, se ha reconocido a los Esta-dos Unidos como una nación de inmigrantes, endonde las culturas de todo el mundo se han esta-blecido. Si bien es cierto que los Estados Unidos

poseen un grupo bastante grande de inmigrantesen su población, también es cierto que la aperturaha sido de carácter selectivo, basada en distincio-nes étnicas. Según Orozco, «El proceso de selec-ción ha sido establecido a través de legislacio-nes nacionales de migración, que han mante-nido sistemas de preferencia hacia grupos es-pecíficos. Así, uno puede observar que, a prin-cipios del siglo, inmigrantes chinos fueron ex-pulsados o se les negó el derecho de migrar alos Estados Unidos por más de cincuenta años.En forma similar, inmigrantes mexicanos, pormucho tiempo sufrieron la imposibilidad deadquirir ciudadanía norteamericana dado queno eran blancos. En 1965, la legislación sobrela migración cambia, se democratiza y aceptala inmigración sin cuota nacional o discrimi-nación»10.

En 1993, tras el levantamiento popular de LosAngeles, surge un sentimiento anti-inmigración,en un contexto recesivo de la economía califor-niana.11 Un resultado de este fenómeno es la Leyde Inmigración aprobada en septiembre de 1996,por el Congreso de los Estados Unidos. Siguien-do a Orozco, cuatro modificaciones se observanen la legislación emergente, que ofrecen un pa-norama regresivo y neoconservador al respecto:«1). La nueva ley establece un refuerzo a lapatrulla fronteriza, la cual tendrá un aumen-to anual de 1,000 efectivos por un período decinco años, hasta llegar a un total de 10,000para el año 2,000. 2). La Ley introduce unproyecto piloto de verificación del empleadopara determinar su estado legal migratorio.Este sistema de verificación se establece porprimera vez y constituye un sustituto del re-gistro de identificación nacional contra ex-tranjeros. 3). La Ley Migratoria extiende lasrestricciones al acceso a servicios sociales, porparte de inmigrantes legales. A los inmigran-

9 Ver Orozco, Manuel. The Foreign Policy of Political Asylum

Adjudication: the United States policy. 1984-1989. Austin:

University of Texas, 1991. P. 23.

10 Idem.

11 Para Orozco, este sentimiento colectivo es visible a partir de

los ejercicios de la patrulla fronteriza migratoria conocidos

como «Operación Sosteniendo la Línea» (Operación Hold

Line) y la propuesta 187. Ver Orozco, Manuel. «La política

inmigratoria de los Estados Unidos: implicaciones en las

relaciones internacionales y la soberanía». En Cuadernos de

Ciencias Sociales nº 98. Flacso. San José, Costa Rica. 1997.

p. 25.

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tes establecidos legalmente en Estados Uni-dos, se les niega el acceso a beneficios públi-cos, como Food Stamps (tarjetas de alimen-tación) y Suplemental Security Income (segu-ro de ingreso suplementario). Además, se es-tablece en la nueva ley que aquellos inmigran-tes que deseen solicitar el ingreso de familia-res cercanos, deben demostrar que tienen uningreso superior a un 125% de la línea de po-breza (para una familia de cuatro personas elingreso sería de $19,461). 4). Finalmente, sóloa aquellas personas, que han permanecido enel país por no menos de siete años, se les per-mite el derechos a solicitar ‘suspensión de de-portación’, un reconocimiento del Gobiernoal inmigrante indocumentado que ha estable-cido en los Estados Unidos. Esta cláusula fuerestringida al ser ofrecida solo a 4,000 perso-nas por año»12. Sin embargo, esta última modi-ficación se ajusta a ciertas condiciones de con-trol social (por ejemplo, que el inmigrante no hayacometido crimen en ese país y que demuestre unnivel ingreso estable).

Hasta abril de 1997, la estructura de la inmi-gración respondió al Acta de Inmigración de 1990,que estipuló fuertes controles sobre los mecanis-mos de entrada. La distribución de las visas deinmigración se estipuló a partir de un sistema depreferencia y cuotas que se distribuyeron paracasos específicos (reunificación familiar, contratoslaborales pactados y asilo político). El tope anualde inmigrantes acordado en 1990 fue de 700.000.Pese a ello, el número aumentó considerablemen-te a 800.000 en 1994 y 911.000 en 199613. Lamayor parte de los inmigrantes eran de origenmexicano (13.4%) y chino (6.8%). Regionalmen-te, Europa representó un 20% de todos los inmi-grantes, México 15%, Centro América 5%, SurAmérica 6%, el Caribe 13%, África 3% y Asia37%.14

Desde 1989 a 1994 las legislaciones, IRCA yVisas de Diversidad han contado con un aumentode cerca de cinco millones de inmigrantes15. De

esta forma, mientras ha existido un aumento mi-gratorio, éste ha resultado como parte de un pro-ceso de corregir la estabilización de indocumenta-dos, traer ciudadanos nacidos en países asiáticospero de descendencia americana, aumentar relati-vamente la diversificación étnica de los inmigran-tes, y de mejorar la capacidad competitiva de laeconomía del país.

La movilidad del capital y la intervención eco-nómica en el exterior, han proporcionando la mo-vilidad laboral. Según Saskia Sassen «Los esfuer-zos de los Estados Unidos por liberar la econo-mía mundial, y abrir las economías de otrospaíses, ha creado las condiciones para la mo-vilización y los vínculos entre los Estados Uni-dos y otros países, lo que subsecuentemente haservido de puente para la inmigración». 16

Este contexto de la inmigración internacional,no sólo resulta del expansionismo económico, sinotambién de la influencia política y cultural que losEstados Unidos ejercen sobre el resto del mundo,lo cual ha sido llamado «modo de vidaamericano»(«american way of file)17.

A principios de los años setenta, a grupos na-cionales específicos se les negaba la entrada si seles consideraba no asimilables o presentaban «pro-blemas» de adaptación y asimilación (tal fue el casode los coreanos y vietnamitas). En el ámbito esco-lar, las juntas gubernamentales elaboraron sendosdocumentos indicando la que según ellos era una«marcada resistencia» a integrarse al sistema re-ceptor, es decir, a la cosmovisión, normatividad ysignificados compartidos por la sociedad norte-americana, caracterizada como blanca, anglosajo-na y protestante18.

La problemática inmigratoria ha provocado enor-me interés y fuertes debates en la historia de esepaís. Los políticos, con interés nacional o estatal,han tomado ventaja del tema de la inmigración con

12 Idem.

13 INS. Satistical Yearbook, Washington: Dept. Of Justicie,

1995, p.7

14 Idem.

15 Op. Cit. P. 11 Random House, 1991

16 Sassen, Saskia. «Why migration?» Report on the Americas:

26.1 (July 1992). p. 14.

17 Ver al respecto: Teitelbaum, Michael S. y Weiner, Myron,

(editores). Threatened Peoples, threatened borders: world

migration and U.S. policy. New York: W.W. Norton & Com-

pany, 1995. p. 16.

18 Ver Dabbraccio K, Guillermo. La educación multicultural

en Estados Unidos y Canadá. Mimeo interno de cátedra.

Universidad Nacional de Colombia, sede Manizales. Marzo

de 2002. p. 24.

Inmigración y educación multicultural. El caso de los inmigrantes... - Guillermo Alejandro D´abraccio Kreutzer - pp 55-64

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escribanía número 11, Universidad de Manizales, julio - diciembre / 2003

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el propósito de ganar votos y perpetuar los senti-mientos a favor o en contra de la inmigración 19.

Actualmente, los inmigrantes (a excepción delas personas mayores) deben aprender el ingléspara lograr la ciudadanía; además, el aprendizajede la lengua es una de las asignaturas obligatoriasen la escolarización infantil. Desde la perspectivade los funcionarios y políticos norteamericanos, losinmigrantes llegan a ese país por su propia volun-tad, individualmente o con su grupo familiar y seradican a lo largo y ancho de la nación, en vez defomentar «patrias» o «guetos». Es decir, de los in-migrantes se espera que aprendan y comprendanla lengua inglesa y la historia estadounidense y quehablen la lengua en la esfera de la vida pública, esdecir, en la calle, en la escuela, en el trabajo y ensu interlocución y demandas con el gobierno20.

Es fundamental resaltar en este punto que las«resistencias» a la política asimilacionista estado-unidense no han implicado de ninguna manera elestablecimiento de culturas societales distintas niparalelas a la sociedad anglófona. Además, la len-gua materna de los inmigrantes se suele hablar encasa y se transmite a los hijos, pero al llegar a latercera generación el inglés se ha convertido enlengua materna y la lengua original se pierde cadavez más21. Ha llegado a tal punto esta situación,que gran parte de los descendientes de inmigran-tes, hoy norteamericanos, asumen el aprendizajede la lengua materna de sus padres y abuelos comoel aprendizaje de cualquier lengua extranjera. Se-gún los resultados de una investigación desarrolla-

da por Clarcke, «aprender la antigua lenguapuede ser gratificante o incluso un hobby ocomo herramienta de negocios, pero para loshijos de los inmigrantes, es la cultura anglófo-na la que define sus opciones, no la cultura dela que sus progenitores se desarraigaron «.22

De esta manera, el lenguaje se convierte, en de-terminadas circunstancias, en un «logro técnico ya veces el principal soporte de identidad cultu-ral distinta»23

Las reivindicaciones levantadas alrededor dela problemática escolar por las minorías étnicasy de los grupos nacionales en Estados Unidosse han convertido en fuertes banderas políticasy caballitos de batalla para los sectores progre-sistas en ambos países. Un destacado y reco-nocido intelectual de la izquierda norteamerica-na, el teórico político Michel Walzer (editor dela revista «Dissent»), entiende sin embargo quesi bien las reivindicaciones étnicas son legítimas,no lo sería en cambio la demanda de conforma-ción de sistemas de auto-representación de gru-pos nacionales, puesto que los inmigrantes aEstados Unidos llegaron por su propia voluntady nadie los obliga a radicarse en ese país. Re-sulta entonces paradójico que Nathan Glazer,sociólogo estadounidense y editor de la revistade derecha «Public Interest» , reconocido porsus artículos y columnas de opinión acerca delos inmigrantes, comparta opinión con Walzer yreafirme la completa invisibilidad que tienen lospueblos indígenas, los chicanos, los hawaianosy los pobladores de Guam para los estudiosose investigadores de ese país. La concepcióngeneralizada es que Estados Unidos conformaun Estado «Pluriétnico», pero en ninguna medi-da «Multinacional», es decir, que niega queanexó por vía de facto a minorías nacionales queradicaban en su territorio antes de su confor-mación como Estado Nacional. Sin embargo,ese es una discusión que se escapa de las posi-bilidades de este artículo.

19 Varios de los candidatos republicanos a la presidencia en las

elecciones de 1996 ubicaron la problemática de la inmigra-

ción en su agenda política. Pat Buchanan y Lamar Alexan-

der, (congresistas republicanos de Texas), plantearon agen-

das radicales para controlar la inmigración y «convocaron»

al público «afectado» por las políticas de protección social

al inmigrante. Buchanan sostuvo en ese entonces frenar por

cinco años la inmigración para mantener una cuota de 200,000

visas al año, donde solo cónyuges o hijos de ciudadanos

podrían inmigrar, e imponer el inglés como el idioma oficial

y la construcción de una fuerte muralla a lo largo de setenta

millas de la frontera con México. Ver Clarinet News. Presi-

dencial Candidates on Issues. Associated Press, February

17, 1996. p. 11.

20 D´Abbraccio K, Guillermo. Op. Cit. P. 45

21 Posición compartida tanto por Michel Walzer como por

Edward Said y Will Kymlicka, a partir de los resultados de

algunas de sus investigaciones.

22 Clarke, F. Quebec and South Africa: A Study in cultural

adjustmen. University Press. Oxford. 1965

23 Idem

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6 1

Inmigración y educación multicultural. El caso de los inmigrantes... - Guillermo Alejandro D´abraccio Kreutzer - pp 55-64

La migración calificada o labúsqueda de la meritocracia

Una de las características del mundo contem-poráneo es el papel que juega el conocimientoen el desarrollo económico. Desde hace más decuatro décadas, los países desarrollados han es-timulado el desarrollo de la educación superior,a partir de la consolidación de la investigación enlos cursos de postgrado, especialmente en maes-trías y doctorados. La distancia existente en cien-cia y tecnología entre los países centrales y losperiféricos se amplió, propiciando abismos so-ciales y mayor inequidad en la distribución de lariqueza mundial. En los últimos años, el objetivode consolidar fuertes masas críticas en áreasavanzadas, particularmente en las Tecnologías dela Información (IT), se ha convertido en una metaprioritaria para todos los países. De acuerdo alos resultados de un seminario sobre «MovilidadInternacional de los altamente especializados»realizado por la OECD en el año 2001, las polí-ticas orientadas a favorecer este tipo de inmigra-ción respondieron a tres objetivos: «1) enfren-tar las carencias cíclicas de los mercados detrabajo, 2) aumentar el «stock» de capitalhumano y 3) alentar la circulación del conoci-miento incorporado en los trabajadores alta-mente especializados y promover la innova-ción»24.

En prácticamente todos los países industria-les se ha identificado escasez de oferta en ciertasespecialidades de las ciencias básicas y de lasingenierías, pero muy particularmente en las Tec-nologías de la Información y las disciplinas rela-cionadas, así como también en las actividades vin-culadas con la salud. La National Science Foun-dation (NSF) de los Estados Unidos estimabaque en el período 1998-2008 el empleo en ocu-paciones para Científicos e Ingenieros creceríacerca de cuatro veces más que el crecimientopromedio de todas las ocupaciones25. Según es-tos indicadores, si se tiene en cuenta que en elperíodo mencionado, se espera un crecimiento

del 14% en el número total de empleos, las opor-tunidades en ciencia y tecnología crecerían un51%, lo que equivale a cerca de 1.9 millones deempleos. De este crecimiento, cuatro quintoscorresponden a empleos relacionados con lacomputación26.

La competencia por la captación de este tipode inmigrantes constituirá uno de los fenóme-nos relevantes del siglo que comienza. La dis-puta por los más «brillantes» es un hecho de lafuerte competencia de los países desarrolladosentre sí (así como entre las corporaciones trans-nacionales)27

La migración calificada es un reflejo de las ne-cesidades de ampliación de los procesos de mo-dernidad. Existen diversas definiciones de migra-ción calificada. Algunas de ellas cubren un espec-tro amplio de calificaciones, que van desde lascapacitaciones técnicas hasta las especializacio-nes más sofisticadas. Sin embargo, pese a la im-portancia de este fenómeno en la consolidaciónde las tendencias hegemónicas en la política inter-nacional, no se cuenta con suficientes investiga-ciones que den cuenta rigurosamente de este pro-ceso.

En el marco de la OECD y EUROSTAT sehan unificado criterios para definir recursos huma-nos requeridos. Se incluyen profesionales que hancompletado con éxito estudios de tercer nivel enalguna de las áreas de ciencia y tecnología. Lasdefiniciones que utiliza la National Science Foun-dation de los Estados Unidos asumen criterios re-lacionados con la ocupación, la formación educa-tiva y el tipo de título obtenido. En el caso de losinmigrantes calificados es importante tener en cuen-ta su inserción institucional ya que pueden trabajaren compañías multinacionales, en empresas nacio-nales del país de recepción, en organismos inter-

24 Cfr National Science Foundation (NSF). Indicators 2000.

United States Government. Washington. 2000. Cap 3.

25 Idem

26 Idem.

27 Al estancamiento en el número de jóvenes, debido al enveje-

cimiento de la población, se agregan otros factores que tie-

nen que ver tanto con aspectos económicos como culturales

e intervienen en la configuración de un déficit de jóvenes que

ingresan al mercado de trabajo en los sectores de Ciencia y

tecnología. Cabe preguntarse-en el caso de los Estados Uni-

dos-, si la oferta creciente de estudiantes inmigrantes permi-

te mantener salarios competitivos o si, por el contrario,

produce una reducción en la capacidad de ingresos en los

sectores de Investigación y desarrollo.

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escribanía número 11, Universidad de Manizales, julio - diciembre / 2003

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nacionales, o ser profesores y estudiantes de Uni-versidades de otras naciones28.

La apuesta a la captación de trabajadores al-tamente calificados de otros países así como lacompetencia por reclutar estudiantes extranjerosestá directamente vinculada a esta escasez o faltade flexibilidad en la oferta de determinadas califi-caciones. Estados Unidos ha sido el país dondelos beneficios de la incorporación de migrantescalificados son más notorios y donde la tendenciaa orientar las leyes migratorias en esa direccióntiene notables antecedentes. Un ejemplo de ello loconstituye la Ley de 1952, en la que se introdujoun primer sistema de preferencias hacia trabaja-dores altamente calificados cuyas especialidadesfueran escasas en dicho país. Los objetivos de loslegisladores fueron aumentar la captación de pro-fesionales altamente calificados para la consolida-ción de los sistemas de investigación y desarrollo,así como mejorar la calificación de la fuerza detrabajo. La legislación estableció sistemas de pre-ferencia, para trabajadores con habilidades ex-traordinarias, profesores e investigadores (EB-1);otra (EB-2) destinada a profesionales con diplo-mas avanzados; y una tercera destinada a profe-sionales con diploma equivalente a un bachellor’sy al menos dos años de entrenamiento.

En 1990, una reforma de la legislación migra-toria estadounidense, tendió a fortalecer el criteriode inmigración selectiva, al tiempo que se aumen-tó el número de visas anuales destinadas a traba-jadores temporarios con calificaciones especiales.La presión de los empresarios -especialmente delas industrias de computación y de tecnología dela información- obtuvo la ampliación del númerode visas HB1 destinadas a los inmigrantes califi-cados.

Un componente importante de este último im-pulso de la globalización económica lo constituyela intensificación de la internacionalización de lossistemas de educación superior y más en generaldel mundo académico. El desarrollo de la educa-

ción superior y de la investigación constituye undesafío para los países del denominado tercermundo, pues el ámbito académico constituye unsector particularmente internacionalizado. Las ven-tajas comparativas de la circulación e interaccióncon pares de diferentes regiones del mundo, asícomo la participación de las actividades científi-cas de carácter internacional, se constituyen enprocesos deseados en los sectores académicos 29.La realización de estudios de postgrado suele serel vínculo inicial que une a espacios de investiga-ción y desarrollo de universidades de países de-sarrollados con los países de origen de los estu-diantes, generando una primera instancia que enmuchos casos culmina en la emigración. Por otraparte, este proceso de formación constituye elmejor mecanismo de selección de los estudiantesmás destacados. Los estudios en el exterior cons-tituyen una parte importante de la migración califi-cada y posteriormente, laboral. Las políticas debecas y la competencia de las Universidades porcaptar estudiantes extranjeros se han convertidoen una fuente inicial de selección y captación derecursos altamente calificados.

El número de estudiantes que realiza estudiosfuera de su país de origen es creciente y en térmi-nos relativos los estudiantes extranjeros predomi-nan entre los que realizan estudios de doctorado.Según los indicadores de evaluación de la educa-ción realizada por la National Science Founda-tion, «cinco países concentran más del 80% delos estudiantes extranjeros de todos los oríge-nes: Estados Unidos (34%), Reino Unidos(16%). Alemania (13%), Francia (11%), Aus-tralia (8%), mientras el 18% restante se distri-buye de manera más dispersa. Entre 1986 y1996 el número de estudiantes realizando estu-dios de postgrado en ciencia y tecnología enuniversidades estadounidenses creció en un 8%,mientras que el crecimiento de los estudiantes

28 La caracterización de la calificación de los migrantes, se

convierte en un aspecto de gran interés cuando de evaluar

los impactos económicos sobre los países de origen y desti-

no se trata. Sin embargo, existen enormes dificultades en la

obtención de datos sobre los migrantes calificados, con mi-

ras a conocer las dimensiones de dicho proceso, fomentando

barreras importantes para la evaluación de este fenómeno.

29 Los países periféricos se ven en la necesidad de enviar estu-

diantes a los países centrales donde los sistemas de educa-

ción superior alcanzan niveles de excelencia difícilmente al-

canzables en los países más pobres. Los estudios en el exte-

rior pueden tener ventajas importantes para los países de

origen en la medida que los estudiantes adquieren formacio-

nes no posibles de adquirir sin salir al exterior. Estas esta-

días tienen como contrapartida una alta probabilidad de bra-

in drain o no retorno de los estudiantes al país de origen.

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63

Inmigración y educación multicultural. El caso de los inmigrantes... - Guillermo Alejandro D´abraccio Kreutzer - pp 55-64

de ciudadanía de los EEUU fue de apenas un2%. En 1997 la participación de los extranje-ros en los doctorados cayó un 15% en todas lasdisciplinas30.

En este panorama, es pertinente preguntarsepor los espacios de participación que en los pre-supuestos de la educación superior pública y pri-vada de los Estados Unidos ocupan los progra-mas de captación de estudiantes extranjeros. Enesa medida, el número de estudiantes extranjerosen los Estados Unidos ha crecido considerable-mente: de menos de 50 mil en el año escolar 1959y 1960 pasó a más de 500 mil en el año 1999 y200031. Según una investigación realizada porAdela Pellegrino, «los estudiantes extranjeros enlos Estados Unidos provienen en su gran ma-yoría de Asia (58%), solamente un 11% sonoriginarios de América Latina. El número deestudiantes latinoamericanos supera los 50 mil;de ellos, la mitad son originarios de Américadel Sur, lo que indica una diferencia notoria conrespecto al conjunto de la inmigración, dondeel predominio de los mexicanos y centroameri-canos es notable»32. Esto llama la atención, dadala elevada presencia cultural de los Estados Uni-dos en los países latinoamericanos.

En lo que se refiere a estudios del tercer nivel-conocidos como postgrados- en el que se inclu-yen las especializaciones, maestrías y doctorados,la investigación mencionada arrojó una interesan-te tendencia: «De un total de 420.000 estudian-tes que en 1995 realizaban cursos de postgra-do en los Estados Unidos, 100.000 eran extran-jeros y constituyeron el 39% de los que obtu-vieron diplomas en ciencias naturales, el 50%en matemáticas y en ciencias de la computa-ción y el 58% en las ingenierías. A su vez, delos 55.444 estudiantes extranjeros de doctora-do, el 63% tenían planes de permanecer en losEstados Unidos, el 39,3% «planes firmes»33. Laatracción de los estudiantes inmigrantes y la posi-bilidad de retenerlos se debía sobre todo a la ha-bilidad de las instituciones de educación superiorde los Estados Unidos, que aseguran el financia-

miento de los estudios de sus alumnos. Según Pe-llegrino, «la atracción por los Estados Unidosse debe no solamente a la calidad de su educa-ción superior sino también a la evaluación delas posibilidades de permanecer en el mercadode trabajo de dicho país una vez terminadoslos estudios»34. Estamos frente a una política queno sólo incluye a las Universidades públicas y pri-vadas del país que posee la hegemonía política,militar y económica del planeta, sino que ademáses un proyecto homogeneizador que se dirige aseducir, captar y retener a los más selectos cientí-ficos provenientes de todas partes del mundo.

A manera de conclusión

La inmigración es un fenómeno mundial, puesconstituye quizás la representación de una enormeexperiencia de intercambio de los sistemas de re-presentación simbólica y cultural. Según Hal Kane,más de 125 millones de personas viven fuera delos países en donde ellos nacieron. Treinta y cincomillones migran cada año35. La nueva experienciaes la del «mundo interméstico», es decir, del sur-gimiento de un proceso social que ha desafiadolas fronteras convencionales que separan el aden-tro y el afuera. Esta resignificación de las fronterasterritoriales, ha producido efectos sobre la con-cepción de educación multicultural. Lo que se ob-serva entonces, no es la desaparición del Estado,sino la redefinición de su carácter y la resignifica-ción de las relaciones internacionales36. Para di-versos intelectuales, surgen entonces comunida-des transnacionales, entendidas como entidadesque se movilizan y se establecen en diferentes pun-tos del globo, independientemente de las fronte-ras territoriales establecidas por los Estados. Es-tas comunidades viajan y coexisten a través defronteras y se movilizan con el propósito de au-mentar o proteger su identidad o mejorar su cali-dad de vida.

30 National Science Foundation. Op. Cit. p. 19.

31 Idem.

32 Pellegrino, Adela. Estudios sobre inmigración calificada.

Tomado de http://sela2.sela.org

33 Idem

34 Idem.

35 Kane, Hal. The Hour of Departure: Forces that Create

Refuges and Migrants. Washington; World Watch Institute,

1995, p. 5.

36 Enzensberger, Hans Magnus. Civil Wars: from L.A. to

Bosnia New York: The New Press. 1993, p. 104, y el capítu-

lo «The Great Migration».

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escribanía número 11, Universidad de Manizales, julio - diciembre / 2003

64

e

Las políticas de captación de estudiantes ex-tranjeros, en las que los Estados Unidos han ocu-pado un puesto de vanguardia han sido seguidaspor otros países. La incorporación de estudiantesno solamente constituye la mejor estrategia de se-lección de futuros trabajadores calificados sino queaún en el caso de que retornen a sus países se

convierten en personas fuertemente integradas almundo académico de los países donde se forma-ron. En el mundo académico y en las Universida-des y más en general en las instituciones de edu-cación superior de los países periféricos, la emi-gración constituye un desafío particularmente difí-cil de enfrentar.

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65

DIVERSIDAD E IDENTIDAD NACIONAL

escribanía número 11, Universidad de Manizales, julio - diciembre / 2003 - pp 65-72

Comunicación y salud

Instrumento y rutinaHÉCTOR HERNANDO QUINTERO GÓMEZ

AbstractLos procesos de comunicación centrados en el poder tienen

connotaciones que se acercan a elementos estéticos y políticos que,

en la repetición del acto cotidiano van cobrando cuerpo hasta

conformar un modelo de relación, que transmite intereses

hegemónicos de orden y control corporal y social. En la institución

local de salud se produce y reproduce un acto cotidiano de

comunicación que termina consolidando una estética y una forma

de comunicación que es legitimada tanto por la institución como

por los usuarios, así sean evidentes las tendencias de falla que

hacen posible la hegemonía del modelo de control corporal y

social. La comunicación pasa así por los espacios arquitectónicos,

las relaciones en los diferentes servicios, los medios utilizados

para la transmisión de información clinicopatológica y las formas

de lectura utilizadas por el beneficiario y funcionario del sistema

de salud.

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escribanía número 11, Universidad de Manizales, julio - diciembre / 2003

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Este texto pretende compartir con los lectoreslos resultados de un proceso de búsqueda siste-mática donde se ha urgado el papel de la comuni-cación en las relaciones establecidas entre funcio-narios y población que accede a los servicios dela Red Pública Local de Prestación de Serviciosen Salud. Se llega así a las acciones de comunica-ción establecidas en escenarios como consultaexterna, urgencias y hospitalización.

La comunicación se convierte eninstrumento

La búsqueda teórica ha permitido reconocerlos elementos que moviliza la comunicación ensalud en los ámbitos institucionales (locales, na-cionales e internacionales) y cómo a través deellos se produce y reproduce un discurso que lepermite a la institución médica perpetuarse en elliderazgo del manejo de la salud (como concep-to y como acción efectiva sobre la población).Se llega de esa forma a la descripción de los es-pacios del poder y a las relaciones sociales me-diadas por hechos tangibles, como son el mane-jo de la enfermedad y el control de las accionesparticulares para promover la convivencia colec-tiva, en beneficio de aparatos que son fácilmenteseñalables.

Ésta es la contradicción y a la vez el deslindede esta búsqueda, una realidad que se imponesobre las ideologías y el ejercicio utópico. Ella in-vita a reflexionar la comunicación como hacedorade cultura, pero igualmente como hacedora deprocesos de falla que generan diferencias, inequi-dades, marginalidades, invisibilización e imposicio-nes históricas.

La institución médica existe, es palpable y con-tiene elementos jerárquicos que la hacen funda-mental para la experiencia y vivencia de los habi-tantes de la ciudad, para los componentes del te-rritorio. Valorada como uno de los sistemas don-de la enfermedad es enfrentada, confrontada ymuchas veces vencida se acude a ella cuando losumbrales de seguridad biológica y sociocultural sonsobrepasados. Cada sujeto, grupo familiar y con-texto, respectivamente ha construido y heredadouna serie de patrones que lo enmarcan en sus res-puestas ante la enfermedad y la minusvalía. El gra-

do de aceptación del riesgo ante la enfermedad yla pérdida, implica comportamientos, decisiones yacciones que comprometen el actuar de la institu-ción médica, ella se encuentra allí para los casos ylas circunstancias en que el sujeto o el colectivo yano asumen, por inoperancia, presión o descono-cimiento, el manejo de la enfermedad y de lo queella significa como pérdida física, cultural, moral osocioeconómica. La institución médica se conviertede esta manera en un escenario concreto que existepara el ciudadano con un referente específico, conunas condiciones que ofrecen suplir los satisfacto-res mínimos de supervivencia y protección. Nopodemos dejar de comentar que la historia y laheredad de esta institución se han consolidado através de los juegos de poder y de control quehan depositado en ella la responsabilidad de losestigmas, los señalamientos, el carácter policivo,el mantenimiento del sujeto productivo y el poten-cial higiénico de la corporalidad.1 De igual formaeste poder le ha brindado espacios para el ejerci-cio de un destacado papel en cuanto al descubri-miento del cuerpo y de sus interacciones con elambiente, construyendo así su hacer sobre unmodelo clínico patológico, que a manera de cha-sis ha sido la base para la comprensión y trata-miento de la enfermedad, las interacciones noso-lógicas y la visión morbicéntrica del devenir hu-mano.2

La institución médica, inmersa en el conoci-miento y los procedimientos creados en otras lati-tudes, replica su hacer desde una única - y par-cialmente contextualizada - perspectiva, evitandoasumir otro tipo de paradigmas y cuerpos de co-nocimiento terapéutico, los cuales pululan en elcotidiano vivir de los habitantes urbanos y ruralesde la región y el país. Si pensamos en el significa-do de la globalización y su alcance, es claro queexiste una negación institucional en cuanto a laposibilidad de enriquecer su acervo teórico y prác-tico con otros conocimientos que pululan en múlti-ples latitudes y que tienen una relevante y efectivaconstrucción histórica.

1 Focault, Michael. El sujeto y el poder. Material fotocopia-

do. 1982. pp. 68-72.

2 Restrepo, Luis Carlos et al. Semiología de la salud. Univer-

sidad Javariana. Bogotá, 1995. p. 94

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Comunicación y salud. Instrumento y rutina - Héctor Hernando Quintero Gómez - pp 65-72

La visión morbicéntrica se erige como el ejeaxiológico de la institución médica, donde un usua-rio y un terapeuta se encuentran para ejecutar unacto ritualístico en el que ambos sujetos interme-dian el objeto final del encuentro: el diagnóstico ytratamiento de la enfermedad. En esta aproxima-ción estructural se evidencian tres grandes bloques:el primero es la acción instrumental, el segundo lalectura exenta de diálogo y narración y el tercerola cotidianización de lo formal.

Dicha visión morbicéntrica se ha perpetuadoen las acciones e intervenciones del sistema desalud. Ha cambiando la periferia del discurso, re-formulándose en las últimas dos décadas el tipode causa en la afectación a la salud, se ha pasadode comprensiones que intervenían elementos delentorno físico afectador de los pobladores a otrasque tienen en cuenta factores psicosociales y am-bientales como importantes causas de patología.3

En los diferentes textos de comunicación para lasalud escritos por organismos nacionales e interna-cionales que tienen su hacer específico en esta te-mática, se deja entrever la preponderancia de ladeficiencia, llámese patología, enfermedad o factorde riesgo, como eje central de las acciones comu-nicativas a seguir. Como hecho innovador es pre-sentado el manejo y dimensionamiento dado a losfactores de riesgo asociados a patología, especial-mente de tipo cardiovascular y endocrino; para ellose proponen campañas que promueven estilos devida saludable a partir de un modelo que perteneceal conocimiento médico y a ítems estipulados por laciencia, donde se delimitan las acciones que sonfavorecedoras y protectoras de los individuos y loscolectivos. Se ejerce, entonces, un papel de infor-mación que en la mayoría de los casos desconoceel contexto local y las características sociocultura-les y comunicativas del grupo social objeto de laintervención. Este papel se replica tanto en la utili-zación de medios no convencionales de comunica-ción, como de los medios masivos y se hace másevidente en los espacios institucionales donde losmensajes y modelos para transmitir dichos mensa-jes acentúan el papel de la institución como dadorade salud y, por ende, de bienestar (Olaya,1996.

OPS,1997. Álzate y castaño,1999. Renaud yBouchard, 1999. OPS, 1992. Coe, 1998. Kucins-ki, 1998. Epstein, 1998. Vasquez-Solis, 1998. DeAndrade y Pedrosa, 1998. Garret y otros, 1998.Morales y Alvarez, 2001)

Las acciones desarrolladas, tanto por presta-dores de los servicios como por los usuarios, co-bran un valor instrumental, especialmente cuandose da el intercambio de símbolos; en este inter-cambio el usuario busca un ritual que le permitareducir y eliminar la enfermedad, ya sea a partirde conocer el significado de sus signos y síntomaso de vivenciar los diferentes pasos ritualísticos queimplica la acción terapéutica. Dicho ritual se haceexplícito en hechos prácticos, en pasos o en obje-tos tangibles. No es la propuesta teórica conven-cional de ritual4donde se estructura el encuentrode un sujeto portador del mito y un colectivo re-ceptor de los preceptos y las narraciones que allíse comparten (un ejemplo de ello es el ritual de laeucaristía católica); para el caso de la salud seacude a una visión que asume lo ritualístico comouna relación entre sujetos que comparten un mitoo una figura mítica; el ejemplo para esto es preci-samente el encuentro de un enfermo con su tera-peuta: este último tiene una investidura que repre-senta a la institución médica pero igualmente alpoder del sanador como representante de lo divi-no (mito), es frecuente en la consulta médica es-cuchar la frase: «primero Dios y después usted».Para algunos autores: «el ritual es consideradocomo una festividad o una ceremonia especial,en donde lo luminoso se limitaba a lo sagradoy las relaciones políticas de las comunidades secentraron en los personajes religiosos comodeidades, sacerdotes, brujos o ancianos (...) elanálisis antropológico modificó su eje concep-tual al ubicar los simbólico y lo ritual en unadimensión diferente: no se trataba de contra-poner lo sagrado a lo profano o lo simbólico alo material. Se buscaba comprender sus com-plejas relaciones».5

3 OPS (Organización Panamericana de la Salud). “Munici-

pios Saludables”. En: Comunicación para la salud, número11. Editorial Cargraphics, Washington D.C. 1997. p. 17.

4 Gadamer, Hans Georg. Mito y razón. Barcelona: Editorial

Paidós estudios, 1997. p. 9

5 Aguado, José y Portal, María. Identidad, ideología y ri-tual: un análisis antropológico en los campos de educacióny salud. Universidad Autónoma Metropolitana. México,

1992. p. 75.

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La investidura del terapeuta y de la instituciónsobrepasa la esfera estética, para llenarse de se-ñales que tocan las significaciones del poder, la fe,la confianza y el conocimiento.

En este marco ritualístico la relación formal es-tablecida por los haceres institucionales y por lareglamentaciones, se fragmenta para dar paso avaloraciones que no son explicadas por el interésracional que pretende interpretar en este tipo deacciones, hechos lógicos, coherentes y de causaefecto. La acción instrumental se carga de repeti-ciones funciones aprendidas y no reflexionadas,investiduras prefijadas, formatos obligatorios, ges-tos epidérmicos, reacciones situacionales, tradi-ciones respetadas, suposiciones sobre el otro yjerarquías impuestas, entre otros.

Al tornarse instrumental, la relación se cargade visiones administrativas y operativas, reducién-dose ostensiblemente el componente crítico y hu-mano de los encuentros y las interacciones (no sóloentre sujetos, también entre sujetos y objetos). Seingresa en el territorio de la institución total, dondelas acciones están establecidas por protocolos yprocedimientos, por técnicas y herramientas detrabajo, por normas institucionales y reglamenta-ciones asociadas con tareas y funciones preesta-blecidas. En otras palabras, las acciones estánmarcadas permanentemente por la estructura y lafunción institucional. A pesar de ello existen afir-maciones que dejan a la institución en entredicho:«La amplificación, intensificación y dispersiónde los servicios médicos, causada por efectode la popularización, la asequibilidad y la es-peranza fincada en ellos, revisten a la salud, suconservación y a quienes poseen conocimien-tos médicos, de un valor que sobrepuja las fa-cultades de la institución médico - sanitaria,otorgándole en últimas un valor simbólico queno está capacitada para reciprocar».6

En el caso de la institución médica las activida-des están regidas por un modelo de informaciónepidemiológica, íntimamente asociado a los mo-delos clínico-patológico y morbicéntrico (PAHO).Es tan importante la información epidemiológicade la enfermedad que el servidor privilegia en tiem-

po y énfasis los datos que permitan satisfacer lasnecesidades de información de la institución. Eneste caso lo instrumental se torna hegemónico fren-te a los sujetos humanos que hacen parte de larelación referenciada, y en consecuencia los intro-duce en un espacio que es dominado por una for-malidad tamizada por imaginarios que deslindan lainstrumentación misma dejando sentimientos ypercepciones disimiles y en muchos casos contra-producentes. La temporalidad del prestador y delusuario no se sintonizan, dado que el espacio deencuentro está previsto para cumplir con tiemposinstitucionales que ponen por encima de la calidadhumana y sociocultural una serie de indicadoresde eficiencia y efectividad.

En la sola definición dada para la comunica-ción en salud este interés de instrumentalización sehace evidente: «Es un proceso de presentar yevaluar información educativa persuasiva, in-teresante y atractiva que dé por resultado com-portamientos individuales y sociales sanos. Esla modificación del comportamiento humano ylos factores ambientales relacionados con esecomportamiento que directa o indirectamentepromueven la salud, previenen enfermedadeso protegen a los individuos del daño».7

Instrumentalizar se convierte así en la principalapuesta de la institución médica, ya que el fin últi-mo es lograr el control social a través del manejode la enfermedad. La comunicación como fenó-meno sociocultural con sentido ontológico de larelación entre los actores de la salud es reducidapor la institución para ser convertida en una herra-mienta y en un proceso simplista que ve al usuariocomo un receptor pasivo e inerme, que no estácalificado para interpretar las representaciones ysignificados culturales de su vivencia corporal ysocial ante un entorno. El agente de salud quedaconvertido en un emisor que objetualiza al otro yle brinda una información que requiere para su bien-estar (léase ausencia de enfermedad), para elloutiliza su propio potencial y lo que él considera esun recurso didáctico apropiado. En este modeloambos actores quedan controlados por la institu-ción dado que al ser descontextualizados su rela-

6 Pedraza G., Zandra. En cuerpo y alma: visiones del pro-greso y de la felicidad. Universidad de los Andes, Santafé de

Bogotá, 1999. p. 152

7 Coe, Gloria. “Comunicación y promoción de la salud”. Re-vista Chasqui, No 63, sept 98. Quito (Ecuador). 1998. pp.

84-88

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ción se torna netamente funcional y nunca crítica.Un ejemplo de lo acrítico de esta posición en am-bos actores (funcionario y usuario) se refleja en elsiguiente fragmento: «La información en mate-ria de salud posee particular autoridad cuan-do la transmiten los médicos, enfermeras, co-madronas y otros profesionales de la salud, di-rectamente responsables de proporcionar ser-vicios de salud. Con la difusión alcanzada porla atención primaria de salud durante la últi-ma década, centenares de millones de familiasanteriormente no cubiertas por el sistema desalud tienen acceso en la actualidad a la infor-mación, consejos y atención de un agente desalud capacitado (...) varios millones de agen-tes de salud, parteras tradicionales y volunta-rios han recibido la información necesaria paraponer los conocimientos y técnicas básicos desalud al alcance de la población de sus comu-nidades»8

La lectura, un ejerciciodesencontrado

Para Gadamer la lectura sólo puede llegar a unplano de diálogo cuando las narraciones que per-miten dicha lectura obedecen a la participacióncomprensiva de mínimo dos seres humanos.9 Lasnarraciones cobran fuerza cuando existe un acuer-do mínimo que les permite ser escuchadas, si estono se da dichas narraciones pierden valor comoparte de la acción colectiva.

Es posible decir que la recepción de las prácti-cas comunicativas (para este caso llamado lectu-ra) requiere necesariamente de un proceso de ne-gociación que debe ser mediado por las repre-sentaciones y el imaginario socio-individual de losusuarios, aplicados en espacios concretos y tangi-bles (Henríquez, 1999). Para Orozco «las audien-cias también son sujetos situados, pertenecien-tes a varias instituciones simultáneamente, dedonde adquieren sus identidades y producensentido a sus prácticas, capaces de organizar-se, de sentir, de manifestarse públicamente, de

defender sus derechos a la comunicación, aun-que también capaces de enajenarse ante loscontenidos de los medios, de ser recipientespasivos de sus mensajes».10

Lo que esta afirmación traduce es la necesidadde conocer y contextualizar más allá de los facto-res aparentes que se encuentran en los relatos delos usuarios y los funcionarios; no basta con tenerclaridad frente a la mejor manera de entregar lainformación para que ésta sea fácilmente compren-dida, implica adentrarse en el territorio cognitivo,cultural, ético, estético, afectivo, político y tras-cendente de quien aparentemente es un receptorpasivo de datos. En realidad, el usuario (tantocomo el agente de salud) trasforma y recrea la in-formación, construyendo y destruyendo represen-taciones que en muchos casos están diametralmen-te opuestas a las percibidas y ofrecidas por la ins-titución médica. No significa esto desconocer laexistencia de tendencias cognitivas, las mismas seencuentran y es posible utilizarlas para los ejerci-cios de información, pero lo ideal es modular lastendencias de acuerdo con las particularidades delcontexto.

Lo evidenciado en el terreno de observaciónmarca un extremo de umbral dado que los hechosdeslindan el deber ser de la comunicación (bajo laperspectiva de la lectura).

Los factores que favorecen o desfavorecen lalectura son los siguientes: interés temático del usua-rio, tiempo invertido en la lectura, capacidad delectura del usuario, acervo cognitivo, percepciónvisual y auditiva, lenguaje nominal y simbólico, es-tética de los textos, experiencia ante la lectura, ni-vel de ruido y grado de cotidianización del mensa-je.11 Estos factores no son tenidos en cuenta porla institución para la elaboración de los mensajes,la construcción de los medios y la potencializaciónde la lectura que ha de realizar el usuario. Estotiene una fuerte relación con los fallos en la comu-nicación, que comparados con las referencias deotras latitudes se repiten en la lectura de los usua-

8 Williams, Glen. Todos por la salud: guía de comunicaciónpara la vida. UNICEF, New York. 1989. p. 31

9 Gadamer, Hans Georg. Op. Cit. p. 27

10 Orozco Gómez, Guillermo. La investigación de la comuni-cación dentro y fuera de América Latina. México: Confe-

rencia,1997. p. 3.

11 Quintero, Héctor Hernando. “La institución de salud: una

realidad comunicativa”. En: Comunicación y salud en la re-construcción. Fundación Vida y Futuro. Serie salud, comu-nicación y riesgo. Edición JMCalle, Pereira, 2002. p. 103.

Comunicación y salud. Instrumento y rutina - Héctor Hernando Quintero Gómez - pp 65-72

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rios del Sistema Local de Salud, algunos de losfallos reportados son los siguientes: el mensaje lle-ga sólo a algunas personas del grupo de pobla-ción destinataria, porque se utiliza uno o dos ca-nales de comunicación; las personas reciben in-formación pero no la entienden, la entienden mal ola aplican de manera incorrecta; las personas reci-ben la información, la comprenden y aprenden aaplicar correctamente una nueva medida para laprotección de la salud, pero los nuevos conoci-mientos entran en conflicto con las actitudes ycreencias existentes, de manera que dejan de apli-carse o ponerse en práctica, la modificación decomportamiento es solamente transitoria o su po-breza y la carencia de servicios básicos les impi-den aplicarla en la práctica (Williams,1989). Es-tos fallos están mediados por una descontextuali-zación del agente institucional, porque en sí la in-formación se brinda para el manejo de patologíasespecíficas que están definidas por los perfilesepidemiológicos de la zona (Morales y Álvarez,2001. OPS, 1992. Renaud y Caron-Bouchard,1999), pero que desconocen el mundo simbólicoy de representaciones que maneja el sujeto o co-lectivo a informar.

Rutinas que amarran

La institución médica ha conformado unas ruti-nas que se imponen, dichas rutinas son vividas porlos usuarios y no son compartidas con los funcio-narios, excepto cuando se genera un momento dechoque y de inconformidad expresa, ya sea en elmomento del conflicto, o a corto plazo en las ofi-cinas de quejas y reclamaciones. Las rutinas per-cibidas son las siguientes: demora en la atención,una acción terapéutica impuesta y con una únicavisión aprobada, escaso recurso humano y logísti-co, no cumplimiento de los compromisos en cuantoa tiempo, múltiples acciones para pocos terapeu-tas, no concentración en el usuario y fortalecimien-to de un sistema de atención en serie.

Las rutinas institucionales no son compartidascon los usuarios, esto implica que en la percep-ción de ellos, la institución representada por susfuncionarios sea injusta y tenga una actitud indife-rente ante la espera y el sufrimiento.

No se tiene en cuenta el contexto del usuario ysu corporalidad está reducida a la sintomatología

evidenciable por el método diagnóstico, sea clíni-co o paraclínico. El usuario es visto como enfer-medad y como tal él y su enfermedad se convier-ten en un producto de intercambio y de manejoinstitucional. En el hacer institucional el usuario esdescalificado frente a sus síntomas, miedos, co-nocimientos, ignorancias y sensaciones; con ellose limita su acceso al autocuidado. Ambos, el diag-nóstico y el tratamiento se enuncian pero no seexplican y es aquí cuando el usuario pierde.

Existen algunas características relacionadas conlos entramados que tejen los funcionarios (depen-diendo del servicio o programa) y que son perci-bidos por los usuarios. Las mismas aparentemen-te no son relevantes de manera aislada, pero alconjugarse terminan delimitando comportamien-tos y funciones que separan o acercan.

Los funcionarios constituyen, para el caso dela relación usuarios - institución médica, una di-mensión de lo que Elías llama el grupo estableci-do.12 Establecerse significa tener el control del te-rritorio por un índice de mayor tiempo de perma-nencia y de cubrimiento del espacio. En esta rela-ción el grupo establecido, bajo parámetros subje-tivos de comparación que son validados por el pasodel tiempo, ejerce un control a veces excesivo yverticalizado ante el o los sujetos que pertenecenal grupo de los marginales (usuarios), quienes comoya dijimos, no tienen una apropiación suficiente depoder para reconocer y reclamar la instituciónpública como un espacio de su pertenencia. Surgeen los marginados la anomia, y esto permite al gru-po establecido señalarlos como inseguros, indis-ciplinados y anárquicos. Es significativo, según eldesarrollo teórico de Elías,13 que entre ambos gru-pos se mantenga una tensión muda a base de con-flictos y de desigualdades que son evidentes cuan-do el marginal logra asumir posiciones de poder;en esta situación el establecido, léase el funciona-rio, activa y expone su mayor capacidad de apli-car poder explícito y aplastante que cubre una se-rie de esferas que van desde las fantasías colecti-vas a la radical diferenciación del nivel socioeco-nómico.

12 Elias, Norbert. “Ensayo teórico sobre las relaciones entre

establecido y marginados”. En: La civilización de los padresy otros ensayos. Norma. Santa Fe de Bogotá, 1998. p. 108.

13 Ibidem. Pp. 106-107

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7 1

Comunicación y salud. Instrumento y rutina - Héctor Hernando Quintero Gómez - pp 65-72

Con el ánimo de la eficiencia administrativa yde la calidad del servicio a los funcionarios se lesmiden sus acciones mediante el uso de cuadroscuantitativos donde se suman y restan los diferen-tes servicios que prestan (los mismos establecidospor el Ministerio Nacional de Salud); en ellos nose ingresan actividades que suplen las necesida-des de información y orientación a enfermos y usua-rios. Dichas actividades quedan en la dimensióndel trabajo invisible, de la minusvaloración admi-nistrativa y de la reducción del tiempo para la in-formación. En este modelo de oferta y demandase asume la comunicación social como un elemen-to de un orden no significativo, no valorado y, porlo tanto, no considerado como actividad que secontabiliza en los formularios referidos. Lo comu-nicativo asume, entonces, un carácter invisible ypor ello no cobra valor como servicio; al no serservicio no amerita inversión y fortalecimiento. Eneste modelo de prestación de servicios el funcio-nario asume compromisos contractuales que invi-sibilizan en el hacer todas las dificultades propiasde los ajustes institucionales muy de moda en losaños noventa y a la fecha. El funcionario pierdeporque el sistema de salud tiene intermediarios fi-nancieros que son los que toman las decisiones yson los que imponen las reglas de juego, pierdeporque siente disminuida su calidad de vida encomparación con otros momentos históricos (encomparación con la intensidad de trabajo), pierdeporque la cotidinidad de la institución médica es eldéficit y la escasez de recursos, pierde porque elobjeto de la institución médica es el rendimientoeconómico y no la salud como capital social, pier-de porque su posibilidad diagnóstica y terapéuticaobedece a las restricciones impuestas por los agen-tes financieros... pierde porque ya no puede ofer-tar servicios acorde con la necesidad del enfermosino con la necesidad económica institucional.

Las escuelas de formación médica y paramé-dica no cuentan con planes de estudio que inclu-yan la comunicación como un tema fundamentalpara la formación del personal de salud. Por ello,a comunicar se aprende en la práctica de todoslos días, de acuerdo con los patrones comunicati-vos que impone el espacio institucional. El funcio-nario replica contenidos estructurales, funcionalesy jerárquicos que asumen al terapeuta y sus cola-boradores como los dueños del saber. En el últi-

mo decenio al interior del sector salud se han he-cho propuestas de comunicación que básicamen-te le han apostado a las campañas de salud públi-ca y no a una evaluación del modelo mismo decomunicación. Las publicaciones hechas por losorganismos internacionales son decálogos de he-rramientas, metodologías, procedimientos y ejer-cicios didácticos para tener efectividad en la trans-misión de información, pero no un ejercicio decomprensión sobre las dinámicas, intercambios ymediaciones que se dan en los espacios institucio-nales y no institucionales donde se le está apos-tando a la atención de la enfermedad o a la educa-ción morbicéntrica de la salud.

Las tendencias de falla en la relacióncomunicación salud

Es importante reconocer que la reflexión de lacomunicación para la salud es un hecho recienteen el mundo, es una construcción que no ha cum-plido 25 años. Las universidades norteamericanasapenas empiezan a crear planes de estudio para laespecialización en el tema.14 Por lo tanto es com-prensible encontrar muchos profesionales de lasalud que tienen grandes conocimientos sobre pre-vención de la enfermedad y promoción de la saludpero que poseen poca información y escasa re-flexión práctica al respecto de la comunicación ysu impacto en las diferentes áreas de la salud. Pre-cisamente el resultado de este acercamiento mues-tra las grandes falencias en la práctica por partede los funcionarios de salud, en cuanto a un bajodesarrollo académico y práxico de sus capacida-des, conocimientos y habilidades comunicativas.No se reflexiona en el hacer institucional el impac-to y el alcance que tiene la comunicación vista másallá del desarrollo de estrategias comunicativas parallegar a la población con temas específicos.

Esto significa para el personal de salud, para lasalud, trabajar en siete campos básico que debenser suficientemente desarrollados para asegurar quela población está siendo impactada de forma efec-tiva por las propuestas del sector; dichos campos

14 Alcalay, Rina. “La comunicación para la salud como discipli-

na en las universidades estadounidenses”. En: Revista Pana-mericana de la salud. Vol. 5, # 3, Marzo de 1999. p. 192

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son: 1) la calidad de la comunicación interperso-nal en locales de salud; 2) la comunicación entremiembros de la organización; 3) el alcance de losmedios de comunicación masiva; 4) el diseño, laejecución y evaluación de campañas de comuni-cación (Alcalay, 1999); 5) la relación del lenguajecon los ritos de curación y sanación; 6) las carac- 15 Quintero, Héctor Hernando. Op. Cit. pp. 104-116.

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terísticas comunicativas y culturales del contextodonde se encuentra ubicada especialmente la ins-titución médica y 7) los puntos nodales donde lacomunicación vulnera la salud de los pueblos.15

e

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73

POLÍTICAS DE COMUNICACIÓN Y CULTURA

escribanía número 11, Universidad de Manizales, julio - diciembre / 2003 - pp 73-95

Abstract

Se aborda de manera amplia y diversificada el campo de lo que se suelen llamar las políticas de

comunicación de cultura. Para ello se empieza por plantear el problema conceptual. acerca de las

políticas de comunicación y cultura, para luego centrarse en los modelos de política pública y la

crítica de los mismos, así como en las carencias de información que hacen difícil la formulación

de políticas públicas. Así mismo, plantea el problema política de la cultura como un componente

de la ciudadanía (o una ciudadanía cultural). Finalmente se ocupa de los aspectos económicos de

la cultura en sus dos facetas: por un lado, la cultura como satisfacción de necesidades simbólicas

de la sociedad, lo que sería el aspecto económico de la cultura; y por otro lado, la contribución

de la cultura como sector al los agregados económicos de las naciones, lo cual sería el aporte

cultural a la economía, terreno en el cual se revisan los más recientes estudios latinoamericanos.

Palabras clave: política cultural, política de comunicación, industria cultural, ciudadanía

cultural, economía cultural, economía de la cultura.

La cultura suma

Las políticas culturales y economía de la cultura

CARLOS E. GUZMÁN CÁRDENAS

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escribanía número 11, Universidad de Manizales, julio - diciembre / 2003

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¿El fin del paradigma culturaldominante o una nueva pero agotada

política pública cultural?

En la dinámica actual de las discusiones, en-cuentros y conferencias internacionales e intergu-bernamentales sobre la exigencia de diseñar polí-ticas públicas culturales1 y comunicacionales,que promuevan y regulen, tanto la producción ycomercialización de la cultura que se realiza enforma industrializada, como la distribución y cir-culación de productos y servicios artísticos, cultu-rales y comunicativos nacionales, frente a los pro-cesos de mundialización cultural y globalizacióneconómica en la recomposición monopólica de losmercados transnacionales2 -con una creciente des-regulación de la intervención gubernamental- se hahecho evidente en el contenido pragmático de losactores globales en compleja interacción con ladinámica de las prácticas discursivas presentes enlos actores encargados de las políticas culturales anivel nacional y local, que los resultados limitadosde muchas de las políticas públicas aplicadas enlas dos últimas décadas nos están indicando, enforma reiterativa, insuficiencias severas en los mar-cos conceptuales en los que nos apoyamos.

Hay demasiados vacíos a los que las políticaspúblicas culturales y comunicacionales no contes-tan en el marco de la Sociedad de la Informacióncomo una de las expresiones, acaso la más pro-minente junto con todas sus contradicciones, de laglobalización contemporánea, que de manera másgeneral aún, está ejerciendo un fuerte impacto enlos patrones de interacción social con el surgimientode una nueva estructura social dominante, que losexpertos dan en llamar la sociedad en red, auna-da a inéditas expresiones culturales y, que se de-nominan habitualmente, como la cultura de la

virtualidad real. Por otra parte, los macro te-mas se diluyen en otros identificando tópicos re-petidos en décadas pasadas; las discusiones, detipo declarativo, se orientan con mayor tendenciaa reflexiones teóricas y poca reflexión sobre ca-sos de gestión cultural o proyectos culturales3, ysurgen numerosas interrogantes sin respuesta cla-ra. Urgen, en consecuencia, análisis rigurosos quelleguen a alternativas de acción efectivamente ima-ginativas y creadoras.

El análisis de los cambios y fenómenos quecaracterizan la cultura en la que vivimos, y la rela-ción de esta con los inéditos elementos que confi-guran la denominada «nueva economía» requie-re ir más allá de las barreras disciplinarias tradi-cionales, dado que, precisamente, uno de los ras-gos fundamentales de la sociedad de la informa-ción y del conocimiento (en adelante, SIC), comouna sociedad global que no coincide con ninguna

1 Aunque son múltiples los conceptos o aproximaciones a la

noción de Políticas Culturales, se puede aludir a tres de

ellas: Néstor García Canclini (1987) concibe la política

cultural como el conjunto de acciones que realizan diversos

agentes para orientar el desarrollo simbólico, satisfacer las

necesidades culturales y obtener consenso o disenso sobre

un tipo de orden social. Nunca una Política Cultural puede

ser formulada por un solo agente, así este sea sólo el merca-

do o el Estado o la comunidad autogestionaria. José Joaquín

Brunner (1987), en forma resumida, considera que son las

oportunidades para actuar en un circuito cultural (produc-

ción, circulación y consumo de bienes culturales). Los com-

ponentes de este circuito cultural son básicamente cinco:

agentes habituales, medios de producción, medios de circu-

lación, públicos y organizaciones (Estado-Mercado- Aso-

ciaciones Voluntarias). Alfons Martinell establece la dis-

tinción entre finalidades sociales y políticas culturales. Las

primeras son estables y accesibles por itinerarios o estrate-

gias que no son necesariamente coincidentes; las políticas,

en cambio, son dinámicas y dependen de una realidad terri-

torial concreta. Por tanto, una finalidad social se puede orien-

tar a partir de políticas diferentes. Al ser las políticas siem-

pre expresión de un fenómeno de génesis y mediación so-

cial, las Políticas Culturales son siempre territoriales.

2 Es conveniente distinguir algunos conceptos básicos que

están presentes en el análisis económico-político de las in-

dustrias culturales y comunicacionales. Por Nacional, nos

referimos fundamentalmente al Estado-Nación y al conjun-

to de relaciones sociales que se producen en su interior. Con

el concepto de Internacional, designamos las relaciones que

se establecen entre dos o más Estados-nación (aunque con

propiedad, a estas relaciones entre más de dos Estados de-

beríamos denominarlas plurinacionales o multinacionales).

El concepto de Transnacional o Multinacional lo aplicamos

de forma específica para designar el espacio y las relaciones

a los que dan forma principalmente las acciones de las mo-

dernas empresas industriales, los bancos, las organizaciones

financieras y los medios de comunicación de masas.

3 Sánchez, Natalia y Bermúdez, Emilia. 2002 «Actores cul-

turales globales y políticas culturales». En: Anuario ININ-

CO. Caracas, Venezuela. Universidad Central de Venezuela.

Instituto de Investigaciones de la Comunicación. Facultad

de Humanidades y Educación. Volumen 2. N° 14, diciembre.

p. 180.

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La cultura suma. Las políticas culturales y economía de la cultura - Carlos E. Guzmán Cárdenas - pp 73-95

de las sociedades nacionales actualmente existen-tes, es la interconexión entre los diversos sistemassociales, económicos, políticos y culturales. En estesentido, la cuestión cultural del siglo XXI exige alos actores sociales, tanto públicos como priva-dos, inmiscuidos en el desarrollo de las políticasculturales y comunicacionales, el planteamiento dediferentes direcciones de carácter inclusivo, y noexcluyentes, que vayan más allá de una simpledemocratización.

Es precisamente este hecho el que le ha confe-rido su particular complejidad al caso latinoameri-cano. Los problemas culturales más agudos en-marcados en el desarrollo asimétrico de la ur-dimbre cultural se han puesto en evidencia paraenfrentar los retos del siglo XXI, debido entremuchos aspectos, al agotamiento del modelo cul-tural «civilizatorio»: «más cultura para to-dos», que trascendió a los ámbitos políticos, so-ciales y la comunidad cultural en su sentido másamplio, sin haberse generado oportunamente labúsqueda del consenso socio-cultural entre parti-cipación ciudadana y construcción de lo público,necesario para reorientar el rumbo social de nues-tros países, donde la cultura por la que vivimosforme parte de un verdadero proyecto de desa-rrollo de la Democracia.

Por otra parte, la actuación de los agentes cul-turales públicos y privados, en términos genera-les, sigue obedeciendo al paradigma político-cultural de carácter difusionista y extensio-nista. Prevalece como cualidad central de las po-líticas culturales latinoamericanas, el «desarrollis-mo-incrementalista», fundamentado en la tesis queinterpreta al desarrollo cultural como un procesode crecimiento institucional y programático, des-provisto de referencias de políticas, estrategias yplanes en disonancia con la evolución del consu-mo cultural (los hábitos, prácticas y gustos) delas grandes mayorías.

Así, tenemos que el balance de las políticaspúblicas en materia cultural, en los inicios del sigloXXI latinoamericano, nos indica que no se hamodificado el escenario dominante de la décadade los 90 como consecuencia, en primer lugar, deuna concepción del desarrollo cultural sustancia-lista, tradicional y patrimonialista en contraposi-ción a un marco conceptual que valora que la vidacultural puede convertirse en un servicio público y

privado económicamente rentable, así como en uninstrumento catalizador de la identidad e integra-dor de la sociedad en su conjunto y, en segundotérmino, como producto de una democratizacióndifusionista-extensionista con un fuerte desequili-brio asimétrico del consumo cultural en el contex-to latinoamericano de la pobreza con avances yretrocesos de la descentralización. Además, haoperado igualmente, la falta de una mirada pros-pectiva así como la desarticulación entre los pro-blemas comunicacionales y culturales frente a loscambios que sería preciso operar en su seno comoen el contenido de su acción. De esta suerte, en elcaso de Venezuela, el Estado mantiene una visiónavejentada sobre los sub-dominios del campo cul-tural industrial-masivo que suman la inmensa ma-yoría del peso económico de la cultura, sin políti-cas, planes y proyectos para incorporarnos a unanueva estructura de producción, circulación y con-sumo cultural en el contexto de la denominadasociedad de la información y del conocimiento, sinafectar nuestras identidades, diversidades y plu-ralidades culturales.

Adicionalmente, nos encontramos con que noexisten datos desagregados relativos a las carac-terísticas generales de la extensión así como elvolumen de las actividades económicas relaciona-das con el sector cultural; sobre el empleo culturalen general y de las industrias culturales y comuni-cacionales en particular, desconocidos e infraex-plotados por los poderes públicos; las actividadesrelacionadas con la pequeña y mediana empresa(PyMEs), las empresas artesanales, nuevas tec-nologías, el audiovisual y la sociedad de la infor-mación, lo cual dificulta la puesta en práctica desistemas estadísticos culturales, nacionales y re-gionales, capaces de suministrar información so-bre aquellos aspectos culturales susceptibles deser cuantificados periódicamente y de apoyar elcorrespondiente proceso de elaboración y gestiónde políticas culturales.

¿… Más de lo mismo o innovación?

Y en ese sentido, mientras el eje actual de lasdiscusiones sobre las características de las políti-cas públicas permanezca girando en torno a ten-dencias fundamentalistas, sin retomar en los pun-tos de la agenda cultural la formulación de una vi-

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sión de transformación a largo plazo de la vidapública, así como el reconocimiento social de lafunción económica de la cultura como un im-portante campo de inversión, circulación de capi-tal y generación de empleos, la verdad es que se-guiremos con «más de lo mismo».

A esta situación se nos unen dos afirmacionesentusiastas que encierran la historia de varias ge-neraciones de académicos, intelectuales, promo-tores, administradores y gerentes de los procesosculturales con sus respectivos corolarios políticospúblicos: la primera, nos apunta que «vivimos enuna época de cambios rápidos y masivos, éstaes sólo una fase acelerada de la modernidad,¡bienvenidos al cyberespacio!» y la segunda, nosadvierte que «necesitamos rescatar la identidady la cultura popular del capitalismo salvaje dela transnacionalización tecnológica y las redesglobalizadas de producción /circulación simbó-lica».

Generaciones o tendencias interpretativas, quehan transitado desde el imaginario de la moderni-zación desarrollista pasando por los aportes delpensamiento marxista y la ortodoxia economicistadel materialismo histórico hasta la preocupaciónmetafísica-fundamentalista del romanticismo cien-tífico como fuente del apócrifo nacionalista de losreferentes tradicionales de identidad, definiendo undeterminado tipo de prácticas y productos cultu-rales apreciados ante todo por su tradicionalidad,autenticidad y origen, irreconciliables con la trans-formación histórica de la modernidad.

No obstante, estas afirmaciones tienen parti-cularidades en común: continuidad en la forma,perspectivas maniqueas y apocalípticas, un exce-sivo pragmatismo, la nostalgia ideológica y unasuerte de relativismo o reduccionismo cultural, queen combinación tienen un efecto letal sobre lasnuevas síntesis posibles de las identidades localeso nacionales en transformación. De igual modo, eldebate necesario, posible y deseable, sobre lasprioridades culturales de los países latinoamerica-nos, que pasa por explorar sistemáticamente lasvinculaciones entre vida pública /respuestaspolíticas posibles /marcos culturales se nos haido desdibujando en un contexto nacional de granincertidumbre social, económica y política y, a ra-tos, más por la voluntad de los artistas y creado-res, investigadores, gerentes y trabajadores cultu-

rales en su sentido más amplio, se retoma la dis-cusión transitando de lo táctico a lo estratégico.

Cultura y ciudadanía: una nuevatextura política

Esto significa que es imprescindible reconside-rar en sus propósitos y ampliar en sus contenidosel vínculo entre políticas y prioridades cultura-les para contribuir a la determinación de cursosestratégicos de acción y, así, poder determinar laactualidad y eficiencia de las políticas públicas cul-turales existentes. Hay que tener en cuenta que lapolítica cultural es una estrategia estructuralen la urdimbre misma y que el efecto positivode tal estrategia debe situarse en una concepcióndel Desarrollo Humano. El inicio del siglo XXI hademostrado para Venezuela y América Latina, laimpostergable necesidad de profundizar en loscampos de la urdimbre cultural, a partir de nuevasteorizaciones y enfoques, cuya gestión plantea re-querimientos, oposiciones, desafíos y encuentrosde diversa índole. En consecuencia, se requierepara alcanzar un desarrollo humano cualitativamen-te distinto como sostén del sistema democrático,una concepción política sustentada en una plurali-dad de intereses que acentúen la interacción entrecultura y ciudadanía, al igual que reconocer laheterogeneidad dinámica de los diversos contex-tos socioculturales regionales y locales que carac-terizan el lugar de la memoria y de la diversidadcolectiva. Uno de los temas principales del debateen la formulación de las políticas públicas, será lalucha entre las exhortaciones de una ciudadaníacultural liberal versus una ciudadanía culturalpluralística.

Este «déficit» político cultural de nuestras de-mocracias puede atribuirse a la concepción clási-ca de ciudadanía de carácter liberal, una visión muyrestringida que deja de lado la multiplicidad de iden-tidades políticas y culturales, sobre todo cuandoes evidente que los ciudadanos no comparten unamisma identidad y que en vez de uniformidad en-contramos una pluralidad de identidades. Así mis-mo, la sensibilización política, en gran parte de lassociedades latinoamericanas, hacia la necesidadde una democracia integral, que permita suprimirlas relaciones de apropiación diferencial y exclu-

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yente, hace pensar que en los próximos años laparticipación de lo cultural como actor social yeconómico, así como el diseño de políticas públi-cas culturales acordes con los códigos y relatosmuy diversos de la población, serán tareas pri-mordiales para la puesta en marcha de una nueva«textura política». La gestión, planificación yadministración de la acción cultural en unidadesde servicios municipales, tomando en considera-ción las funciones culturales, tales como: promo-ción y animación socio-cultural, difusión, protec-ción-conservación, investigación, formación derecursos humanos, apoyo a la creación, produc-ción y divulgación cultural, entre otras, serán cen-tros de intervención en los que se ensayen los be-neficios del proceso de descentralización, su terri-torialidad histórica-cultural y el grado de partici-pación ciudadana.

De ahí que la atención y el esfuerzo en la ges-tión de los procesos culturales deben estar dirigi-dos a proyectar una mirada prospectiva. Se tratade plantear, ¿cuál sujeto histórico será incorpora-do en las políticas públicas culturales futuras?; lan-zando hipótesis nuevas, permitiendo cuestionamien-tos totales, compensando lagunas. Por supuesto,también debemos encontrar puntos de anclaje, dearticulación, sobre los que se puedan construirpolíticas de las que esta predefinición estaría des-tinada a la vez a la opinión pública y a los respon-sables de la gestión.

La ecuación economía-cultura para elanálisis político cultural

De manera que, nuevos enfoques de compa-ración deberán buscarse en la formulación de laspolíticas públicas, con la finalidad de mejorar lacapacidad comprensiva de los procesos, prácti-cas y sistemas vinculados a la cultura en cualquie-ra de sus dimensiones o aspectos. Pero también,la cultura, aparece como un apreciable terreno deinnovación y competitividad. Las industrias dela nueva economía –que incluyen a las industriasculturales y comunicacionales- son obligada refe-rencia a la hora de medir el grado de avance decualquier país.

Es decir, la cultura ya no se entiende sólo comouna ocupación pública generadora de gastos, tam-

bién, y cada vez con más intensidad, viene a for-mar parte de la economía privada, donde disponede un fuerte potencial de crecimiento portador deelementos de creatividad, innovación y produc-ción dentro del ámbito nacional, regional y local.Al respecto, de manera tradicional, la cultura hasido percibida no como una oportunidad sino comoun gasto. No obstante, las tendencias actualesapuntan hacia la comprensión de la cultura comouna parte central del capital social (Kliksberg,Bernardo y Luciano Tomassini. 2000). De hecho,se evidencia que los países que han sabido apo-yarse en ella y potenciarla, han generado a partirde la misma modelos organizacionales inéditos,conocimientos nuevos, redes de cooperación in-terna, creación de fuentes directas de empleo ynumerosas industrias, entre otros beneficios.

Todo ello ha enriquecido su perfil como socie-dades y simultáneamente ha mejorado su «calidadde país» y su competitividad. Para un país, la com-petitividad se traduce en la posibilidad que tienensus ciudadanos para alcanzar un nivel de vida ele-vado y creciente.4 De modo que, frente a la agen-da de problemas sociales y económicos que pre-sentamos como países, la cultura no sólo no es unobstáculo, sino que puede ser un aliado formida-ble para el diseño de políticas públicas que pro-muevan las condiciones favorables para el desa-rrollo sustentable de la competitividad que hoyse requiere.

A su vez, el sector cultural se caracteriza porlas cada vez más estrechas interrelaciones entre lavida cultural (instituciones culturales y sociocultu-rales públicas, teatros, museos, centros de arte,enclaves artísticos urbanos o rurales, escuelas dearte, conservatorios, etc.) y la economía cultural(mercado musical, artístico, literario y editorial;producción audiovisual multimedia -cine, vídeo,CD; fotografía, diseño, artes plásticas y espectá-culos, arquitectura, oficios relacionados con el arte,protección y restauración de monumentos históri-cos y turismo). Por ejemplo, la cultura contribuyeampliamente al desarrollo de contenido y de apli-caciones, lo que representa uno de los elementos

4 Enright, Michael; Francés, Antonio y Scott, Saavedra Edith.

1994 Venezuela: El reto de la competitividad. Caracas, Ve-

nezuela. Fondo Editorial FINTEC/ Ediciones IESA. 1ra.

Edición. P.67.

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clave de la competitividad en la sociedad de lainformación. En afinidad, la importancia crecientede la cultura está estrechamente vinculada a la re-ciente evolución del desarrollo económico.

En los últimos años, diversos autores5 argumen-tan que los países occidentales más desarrolladosse encuentran en un proceso de gestación de unanueva economía, que se caracterizaría por la apli-cación generalizada de la información y el conoci-miento, tanto en los procesos productivos comoen las transacciones comerciales, designando a unconjunto difuso de elementos que tratan de reco-ger las características del nuevo entorno en el quese mueven los procesos económicos generadoresde valor añadido.

El avance de esta reciente economía sería pro-ducto de la difusión masiva de las tecnologías dela información y la comunicación (en adelante, TIC)en general, y el uso extensivo de la red Internet, enparticular. En lugar de los esquemas tradicionalesde conexión de «uno a muchos», la red permite,por primera vez, interconectar «todos con todos».6

En general, la nueva economía se refiere a suce-sos que van desde la irrupción de las TIC hasta laintangibilidad de los bienes producidos. Sin em-bargo, desde otras perspectivas, se circunscribe aun fenómeno macroeconómico con incrementoscontinuos de la productividad en las sociedadesoccidentales (especialmente en la economía Nor-teamericana), crecimientos del Producto InternoBruto7 a tasas que superan las de los años sesentay, una reducción considerable de los niveles dedesempleo así como una importante reestructura-ción de los mercados de trabajo.

Paralelamente, tiene lugar un fenómeno de cre-ciente digitalización8 en aquellos productos y servi-cios que se prestan a ello. Sería el caso de las in-dustrias de contenidos9 (content industries); cine-matográfica y audiovisual; fonográfica; empresasproductoras de software (programas de ordena-dor) y servicios financieros por la red, entre otros.Por otra parte, los avances tecnológicos hicieronirrumpir en el mercado nuevos medios de repro-

5 Castells, Manuel (1998); Tapscott Don, David Ticoll y

Lowy, Alex (2002); Shapiro, Carl y Hal R, Varian (2000),

entre otros.

6 Estas Redes o «b-web» están integradas por proveedores,

distribuidores, proveedores de servicios, proveedores de

infraestructura y clientes que utilizan Internet para transac-

ciones y comunicaciones de negocios. Véase Tapscott Don,

David Ticoll y Lowy, Alex. 2001 Capital Digital. El poder

de las redes de negocios. Madrid, España. Grupo Santillana

de Ediciones. Colección taurusesdigital. 343p. Título origi-

nal: Digital Capital, Harnessing the Power of Business Webs.

USA, 2001. Trad. María Cóndor.

7 La importancia económica de cualquier sector, puede ser

medida a través de agregados macroeconómicos usualmente

utilizados como indicadores globales de todo el sistema eco-

nómico: el Producto Interno Bruto (PBI), el PIB per cápita,

población ocupada, gastos realizados por el sector público,

demanda agregada interna, etc. Entre los indicadores dispo-

nibles se destaca el PIB, por ser el que mejor representa la

actividad económica desde un punto de vista colectivo y el

que se utiliza para medir el crecimiento de un país. Definido

éste como «el valor monetario de todos los bienes y servi-

cios finales producidos por los factores de producción resi-

dentes en el territorio de una economía a lo largo de un

período de tiempo determinado« (García Gracia, María Isa-

bel; Yolanda Fernández Fernández y José Luis Zofío Prieto.

2000: p. 35). Dentro de este indicador se incluyó, en nuestra

investigación, todo el sector cultural. El valor agregado total

de un país es el Producto Interno Bruto. Es el valor total

generado durante un periodo de tiempo. En este se incluye

lo producido por los residentes del país; todo lo que se

produce al interior de los límites del país, incluyendo los

agentes externos que producen al interior del país. Este Pro-

ducto Interno Bruto cubre no solo lo que es consumido e

invertido en el interior, también se incluyen las exportacio-

nes. Las importaciones al ser producidas dentro de otros

límites, no hacen parte del producto interno bruto.

8 En efecto, gracias a este factor tecnológico, actualmente se

está produciendo un progresivo solapamiento de activida-

des entre sectores que tradicionalmente se dedicaban a la

generación, proceso y distribución de diferentes tipos de

informaciones y, por consiguiente, a negocios completamente

diferenciados. Hoy esta situación está cambiando rápida-

mente, sobre todo a raíz de la difusión de las aplicaciones

multimedia, por lo que la incursión de unas empresas en el

terreno propio de otras se percibe como una tendencia im-

parable que no ha hecho más que empezar. Este hecho está

dando lugar a frecuentes operaciones de alianzas, compras o

fusiones entre empresas pertenecientes al macrosector de

las tecnologías de la información y la comunicación (TIC).

9 Se entiende por industrias de contenidos digitales, a todas

aquellas actividades productivas relacionadas con la genera-

ción, proceso y distribución de contenidos en formato digi-

tal. Tipos de empresas que integran el sector de las indus-

trias de contenidos digitales: empresas editoriales (libros,

publicaciones); medios de comunicación (prensa, radio, TV);

empresas que ofrecen servicios de internet (conexión, hos-

pedaje, desarrollo de webs, marketing, publicidad); empre-

sas de servicios de información profesionales (brokers de

información, productores de bases de datos); empresas del

sector informático (editores de software, desarrolladores de

aplicaciones multimedia); operadores de telecomunicacio-

nes (fijas, móviles, cable, satélite).

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ducción, difusión y explotación de los productosculturales y consiguientemente implican una expan-sión extraordinaria de las industrias culturales: edi-toriales, del entretenimiento, del espectáculo, de losmedios de comunicación. Vale destacar, a manerade ejemplo, que el impacto de la tecnología ha sidomás profundo en la industria del disco que en la dellibro debido a la amplia difusión de aparatos pararealizar copias para uso privado a muy bajo costo–desde los aparatos grabadores y reproductoresde sonido hasta las computadoras personales– y ala utilización de Internet para acceder a música gra-bada en formato digital.

En estos casos, o bien el producto permite serdigitalizado y distribuido a gran escala en este for-mato, o bien, se trata de bienes tangibles, cuyaventa y distribución va acompañada de un amplioabanico de servicios de valor agregado (informa-ción, asesoramiento, soporte técnico, pago, etc.)suministrados a través de la red. Además, el dile-ma acerca de la expansión del mercado es másimportante en la producción y distribución de ex-presiones intangibles fijadas en soportes tangibles10

como CD, libros o vídeos que en el caso de seracercadas al público a través de un servicio como,por ejemplo, una obra de teatro en vivo.

«En este último caso, el problema de exclu-sión es más fácil de manejar debido a que elconsumo de estos bienes se da en presencia delos creadores –o parte de ellos. Pero el problemaes distinto cuando el consumo se produce fueradel alcance de los autores o dueños de la obra –cuyos derechos pudieron haber sido adquiridospor un tercero para su explotación económica.En este caso, los productores pierden el controlen el mundo de los incontables consumidoresdiseminados por todo el mundo».11

Asimismo, por lo que respecta al volumen denegocio que mueve a las industrias cuyos conteni-dos son de naturaleza digital, pone de manifiestosu impacto sobre la economía para ser bautizadacon el adjetivo de digital12. La economía digitalconstituye un acontecimiento emergente, que estáteniendo un impacto creciente sobre las activida-des productivas de los países, igualmente sobre lamanera como se interrelacionan los diferentesagentes públicos y privados en el mercado.13

Pero además, el surgimiento de esta econo-mía, que puede que sea el rasgo más característi-co del capitalismo informacional (Castells,Manuel. 1998), y la creciente complejización dela producción con base en el dominio tecnológi-co (Buckley, John V. 2000), es causa y conse-cuencia a la vez de la búsqueda de un ámbito com-petitivo mucho más amplio en el curso de una eco-nomía mundial cada vez más globalizada.

Sea la sociedad de la información, el digitalis-mo (Terceiro B., José y Gustavo Matías. 2001),capital digital (Tapscott Don, David Ticoll y AlexLowy. 2002), la infonomía (Cornella, Alfons.2000), o cualquier otro término que se acuñe, elhecho cierto es que la generación, producción,transmisión, conservación y reciclaje de la infor-

10 Los soportes materiales en que fijan y comercializan las

obras incluyen los cassettes sonoros y visuales, los discos

compactos, las películas, etc. Los medios de fijación y re-

producción comprenden los equipos de grabación y repro-

ducción de vídeo, cine y audio, etc. Los medios de utiliza-

ción de obras incluyen la transmisión de programas vía saté-

lite, por cable, por fibra óptica, vídeo, etc.

11 Organización Mundial de la Propiedad Intelectual

(OMPI). 2002 Estudio sobre la importancia económica de

las industrias y actividades protegidas por el derecho de au-

tor y los derechos conexos en los países de MERCOSUR y

Chile. Coordinación del Prof. Antônio Márcio Buainain. OMPI

y Universidade Estadual de Campinas (UNICAMP). p. 15.

12 «Una primera generación de modelos de negocios fue el uso

de Internet como herramienta de mercadeo y canal de distri-

bución. En la segunda generación, los modelos de negocio

integraron el sitio en Internet con la cadena de valor de la

empresa. Luego ocurrió la transformación del negocio o la

creación de uno nuevo, en el que se concibe por entero una

nueva cadena de valor de la empresa y se crean nuevos

modelos de negocios. Es entonces cuando aparecen las em-

presas puntocom: las empresas exclusivamente digitales y

los productos sólo para la web». Viana, Horacio. 2002 «El

camino es Internet: Lecciones de negocios en el mundo digi-

tal». En: Revista Debates IESA. Caracas, Venezuela. Edicio-

nes IESA. Volumen VII. N° 4, abril-junio. p. 43.

13 Así, por ejemplo, según datos del Ministerio de Ciencia y

Tecnología (2001b: pp. 17), las TIC concentraron el 3,4%

del PIB de Venezuela en 1999 (US$ 4.568 millones), de los

cuales US$ 2.563 millones corresponden a telecomunicacio-

nes. En el año 2000 el mercado de hardware en Venezuela

totalizó alrededor de US$ 850 millones, 25% de crecimiento

respecto a 1999. Se estimaba que para el año 2001 el creci-

miento fuera de 30%. Para el año 2000 el mercado local de

software alcanzó los US$ 244 millones. Sus ventas han cre-

cido un promedio de 27%, cada año desde 1997 hasta el

2000. Un gran porcentaje de las empresas exportan, en pro-

medio, 19% de sus ventas totales. La industria proporciona

empleo a más de 4.500 personas.

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mación, el conocimiento, las experiencias y la cul-tura van a determinar no sólo la configuración delos espacios sino las bases de su competitividad amedio y largo plazo (Rausell Köster, P. 1999).

La experiencia histórica registra que en cadauna de las distintas etapas de los procesos de de-sarrollo económico de los países prevalecen dis-tintas estrategias14 para generar progreso econó-mico. Así, tenemos que en las economías demenor desarrollo, se depende en buena medidadel aumento de las cantidades de factores paragenerar nueva riqueza y, los aumentos en produc-tividad que prevalecen, suelen consistir en mejo-ras parciales en procesos productivos existentes,que no implican incrementos sustanciales en la in-tensidad del capital. Por su parte, en las econo-mías emergentes, cobran mucha importancia losaumentos acelerados en los niveles de inversión,que conducen a elevar rápidamente la productivi-dad del capital. Y, en las economías desarrolla-das, la productividad de los factores está cadavez más determinada por procesos de innovaciónsistemáticos y extendidos –tales como, innovacio-nes de producto, de proceso, de organización yde mercado-, que son capaces de provocar sal-tos frecuentes y acumulativos en los niveles de pro-ductividad general.

El rasgo característico de esta fase es que lasindustrias, sectores y actividades que dinamizan laeconomía de la nación no sólo asimilan y mejorantecnología de otras naciones, sino que la crean, yllegan a tomar la delantera en el avance del «esta-do del arte» en tecnologías de producto, de pro-ceso, de mercadeo y de otras dimensiones de lacompetencia. De esta forma, la capacidad deinnovación se convierte en la fuente principalde ventaja competitiva. Aquí, distinguiremos

entre los conceptos de ventaja competitiva y ven-taja comparativa. El concepto de ventaja compe-titiva, es totalmente opuesto a la teoría de la ven-taja comparativa que sostenía que los determinan-tes de la competitividad eran los recursos natura-les, los costos de mano de obra, los tipos de inte-rés, los tipos de cambio y las economías de esca-la. La competitividad considera como factoresproductivos el conocimiento, la productividadtotal, la innovación y la estrategia. Las venta-jas competitivas son creadas por el hombre y, de-rivan del conocimiento aplicado a todos los pro-cesos de la organización y la sociedad.

El impacto económico de la cultura

Del mismo modo, es claro que las industrias dela sociedad de la información, que incluye a lasindustrias culturales –de contenidos-, los mediosde comunicación, las telecomunicaciones (exten-sión telemática, redes) y tecnologías de informa-ción, se han convertido en uno de los sectores másimportantes y de más rápido crecimiento en la eco-nomía mundial. Es un hecho que la sociedad de lainformación ha surgido y crecido con extraordina-ria rapidez en las economías de mercado. El sec-tor privado ha generado gran parte de las tecno-logías que han hecho posible la rápida implanta-ción de la sociedad de la información y, en un pro-ceso de continua innovación, sigue aportando nue-vos desarrollos, nuevas aplicaciones y añadiendonuevos mercados. Las industrias de la sociedadde la información (productores de hardware y soft-ware, de equipos y servicios de comunicaciones,instrumentos, contenidos, etc.) constituyen un ele-mento crucial del crecimiento económico. Así, enEstados Unidos, se estimó que entre 1995 y 1998estas industrias aportaron el 8% del PIB y contri-buyeron en promedio a más de un tercio del cre-cimiento económico ocurrido en el periodo (U.S.Department of Commerce, The Emerging Digi-tal Economy, Junio 1999). En la U.E. se estimaque el sector de las industrias de la sociedad de lainformación es el más dinámico de su economía, yjustifica más del 5% de su PIB (Oportunidadesde empleo en la Sociedad de la Información,Comisión Europea, 1998). En España, en 1998 lafacturación total del denominado «hipersector» delas tecnologías de la información y de las comuni-

14 «Los dilemas que deben enfrentar los estrategas en las orga-

nizaciones se derivan de los cuatro elementos básicos de una

estrategia de negocio: (1) posicionamiento competitivo, (2)

modelo de negocios, (3) organización y (4) competencias

modulares. Las iniciativas estratégicas que agregan valor al

cliente tienden a elevar los costos; las que buscan eficiencia

tienden a sacrificar valor agregado en los productos y servi-

cios. Las TI permiten redefinir este dilema mediante la cons-

trucción de palancas duales de costos y valor en el modelo

de negocios». González, Gastón T. 2002 «Tecnología de

información: ¿inversión productiva o recurso estratégico?».

En: Revista Debates IESA. Caracas, Venezuela. Ediciones

IESA. Volumen VII. N° 4, abril - junio. p. 9.

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caciones (que incluye los operadores de teleco-municaciones) creció un 18%, con respecto al añoanterior (Info XXI La Sociedad de la informa-ción para todos. DOC.CISI/99/4FIN. Enero2000).

Además, están creando nuevos empleos15 yoportunidades; recientes productos y servicios fi-nales, impulsando la adición económica y, mejo-rando la competitividad de los países en el comer-cio exterior. Pero también es importante señalarque, si bien es cierto que el concepto de competi-tividad engloba los de productividad, eficacia yrentabilidad, también lo es que la competitividadde un país, una región o una empresa dependehoy de forma determinante de su capacidad deinvertir en investigación, conocimientos y tec-nología16, así como en la creación de competen-

cias laborales, que hagan posible sacarles el me-jor partido posible en términos de productos yservicios nuevos. Las nuevas teorías del crecimien-to insisten sobre el hecho de que el motor de un«crecimiento duradero» es el incremento de losconocimientos y los cambios tecnológicos, y no laacumulación pura y simple de capitales (Doryan,Eduardo y otros. 1999).

En lo particular, las industrias culturales y de lacomunicación -denominadas en los Estados Uni-dos como industrias del entretenimiento y, enEuropa, como industrias culturales y dirigidas so-bre todo al sector del ocio- están inmersas den-tro de esta sociedad de la información, principal-mente porque el impacto que han tenido las TICen relación con el sistema de producción cultural17

industrial-masivo, implica un aumento de la pro-ductividad y, esto se traduce, en aspectos ligadosal trabajo cultural en términos de empleo así comoestablecer las importantes consecuencias que tie-ne para la elaboración de políticas culturales, tan-to en el ámbito público como en el privado.

Las industrias culturales18 y comunicacionales(en adelante, IC), protagonizan una importantereorganización tecnológica, económica y nor-mativa en un contexto mundial, caracterizada por

15 La Sociedad de la Información es la principal creadora de

empleo en la UE. Actualmente da ya trabajo a más de 4

millones de personas. Entre 1995 y 1997 se crearon 300.000

nuevos puestos de trabajo relacionados con la SI (Oportuni-

dades de empleo en la Sociedad de la información. Explotar

el potencial de la revolución de la información. Informe diri-

gido al Consejo Europeo. COM.1998. 590 final-Es.). Así

pues, uno de cada cuatro nuevos puestos de trabajo netos es

resultado de la SI y la demanda en la misma supera con

mucho la oferta (se calcula que actualmente hay 500.000

puestos de trabajo no cubiertos solamente en el ámbito de

los profesionales informáticos). El empleo generado por las

actividades protegidas por el derecho de autor es relevante

en todos los países del MERCOSUR, variando entre el 5%

y 3%. En Argentina, en el año 1993, aproximadamente me-

dio millón de personas estaba empleado en alguna actividad

directa o indirectamente vinculada al derecho de autor. En

Brasil ese número era superior a 1,3 millones en 1998. En

Chile, en ese mismo año, el sector absorbía 150 mil personas

y en Uruguay al menos 60 mil en 1997.

16 Los recursos financieros destinados a Ciencia y Tecnología

(como porcentaje del PIB) pasaron de 0,33% en 1999 a un

estimado de 0,78% en el 2001, para el caso de Venezuela.

«(…) Adicionalmente, el Gobierno Nacional a través del

MCT, está desarrollando una Zona Especial de Inversión

y Desarrollo en Tecnología de Información, Telecomunica-

ciones y Electrónica, la cual ofrecerá condiciones especia-

les de infraestructura, regímenes legales y vinculación con

centros de investigación e innovación, con el fin de crear un

polo empresarial en sectores de alta innovación y maximi-

zar el uso de tecnología en el tejido empresarial del país».

Ministerio de Ciencia y Tecnología de Venezuela.

2001b Inversiones en el sector Tecnología en Venezuela.

Caracas, Venezuela. Ministerio de Ciencia y Tecnología.

Consejo Nacional de Promoción de Inversiones, CONA-

PRI, diciembre. p. 22.

17 «Se entiende por producción cultural, (…) no sólo la pro-

ducción artística tradicional –literatura, pintura, música, tea-

tro y equivalentes- sino el conjunto de bienes y servicios

relacionados tanto con lo que se ha llamado ‘alta cultura’

como con lo que resulta de las ‘industrias culturales’ o ‘cul-

tura masiva’ –radio, televisión, revistas, discos, conciertos,

recitales, videos, cable, etc.-, de la ‘cultura popular’ o ‘cul-

tura folclórica’ –artesanías, eventos populares, por ejemplo

ferias, ‘fiestas folclóricas’, etc.- y de las diversas institucio-

nes ‘culturales’ –casas de cultura, museos, galerías, etc.-, sin

tener en cuenta, por otra parte, todo lo relacionado con el

ámbito de la educación». Achugar, Hugo. 2000 Desafíos

económico-culturales de América Latina (cultura «tradicio-

nal» e industrias culturales). En: Kliksberg, Bernardo y

Tomassini Luciano (compiladores) Capital Social y Cultu-

ra: claves estratégicas para el desarrollo. Argentina. Banco

Interamericano de Desarrollo. Fondo de Cultura Económica

de Argentina S.A. Primera Edición, septiembre. p. 277.

18 La UNESCO define a las industrias culturales «...como

aquéllas que combinan la creación, producción y comerciali-

zación de contenidos que son intangibles y culturales en su

naturaleza. Estos contenidos están protegidos por el dere-

cho de autor y pueden tomar la forma de bien o servicio. Son

industrias trabajo y conocimiento-intensivas y nutren la crea-

tividad a la vez que incentivan la innovación en los procesos

de producción y de comercialización». (UNESCO, 2000).

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una visible transformación de las estrategias de losagentes culturales19 y económicos, de su organi-zación y de las relaciones de poder entre ellos.Los agentes culturales se diferencian no sólo porlas diferentes funciones que cumplen en el proce-so de producción, difusión, comercialización yconsumo de los bienes y servicios culturales. Sedistinguen también por la posición económica queocupan en dicho proceso o, en otros términos, porlas relaciones sociales bajo las que se inscriben enla economía cultural.

Sin embargo, a propósito de la produccióncultural en América Latina, Hugo Achugar20 afir-ma que:

«La investigación y el análisis de la relaciónentre cultura, valor y trabajo en América Lati-na han sido, si no nulos, bastante escasos y, enel mejor de los casos, han sido realizados, des-

de presupuestos teóricos y disciplinarios antro-pológicos o sociológicos, como una parte me-nor de investigaciones cuyos intereses no esta-ban centrados en la elaboración de políticaspúblicas de la cultura. Esto se debe a variasrazones, pero entre las fundamentales es posi-ble enumerar: 1) la persistencia en la sociedadlatinoamericana de una concepción acerca dela cultura que entiende que el ‘valor‘ culturales simbólico y, por lo mismo, redituable sólo anivel espiritual, así como la de una concepción‘demonizada’ de la ‘cultura masiva’ y de las lla-madas ‘industrias culturales’, 2) la ausencia deinterés por la ‘economía de la cultura’ tanto enlos encargados de elaborar y administrar polí-ticas culturales como entre los economistas la-tinoamericanos, y la consecuente ausencia dedicha problemática en los planes de estudio delas universidades de la región; y en parte, enfunción de lo anterior: 3) la ausencia de datosdesagregados relativos a los bienes y serviciosculturales en los informes y estadísticas sumi-nistrados por las reparticiones estatales…»

Pero también es cierto que las tendencias in-ternacionales de recomposición de los mercadosculturales respecto a los sistemas de producción,distribución y comercialización, que vienen desa-rrollándose en las últimas décadas, confirman quelas industrias culturales y de la comunicación lati-noamericana se hallan rezagadas. En el períodode los últimos quince años, se devela, en los paí-ses latinoamericanos, un desarrollo bastante dis-torsionado entre producción y consumo cultu-ral

21; tanto en comparación con los movimientos

19 En el proceso de producción, difusión, comercialización y

consumo de los bienes y servicios culturales, interviene una

multiplicidad de agentes, que cumplen diversas funciones.

Esta diversificación de agentes es la expresión de una división

social del trabajo en la producción cultural. Los principales

agentes, según la función que desempeñan, son: el autor (crea-

dor, escritor, guionista, «letrista», compositor, etc.); el intér-

prete (músico, cantante, actor, bailarín, etc.); el representante

artístico; el productor (editor de libros, periódicos, fonogra-

mas, videogramas, películas, etc.); el gestor cultural, público o

privado; el industrial (fabricante de discos, duplicador de co-

pias, procesador e impresor de textos, laboratorios de pelícu-

las, estudios de sonido, multicopiador de videos, productor

de insumos básicos, etc.); el propietario de medios (propieta-

rio de periódicos, concesionario de ondas radiales o televisi-

vas); el editor-productor (compañías independientes de radio

y televisión, por ejemplo); el distribuidor mayorista (distri-

buidor cinematográfico, videográfico, televisivo, editorial, etc.);

el comerciante minorista (salas de cine, comercio de vídeo pre

pago, librerías, discotiendas, kioscos, etc.); las instituciones

culturales (bibliotecas públicas, museos, sociedades litera-

rias, asociaciones culturales, etc.); el consumidor (lector, ra-

dioescucha, televidente, espectador, etc.); el anunciante (em-

presas, instituciones, Estado); la agencia de publicidad; las

fundaciones; las instituciones educativas, públicas y priva-

das, que forman a los propios agentes culturales (artistas,

periodistas, comunicadores, bibliotecólogos, gestores cultu-

rales, etc.); etc.

20 Achugar, Hugo. 2000 «Desafíos económico-culturales de

América Latina (cultura «tradicional» e industrias cultura-

les)». En: Kliksberg, Bernardo y Tomassini Luciano (com-

piladores) Capital Social y Cultura: claves estratégicas para

el desarrollo. Argentina. Banco Interamericano de Desarro-

llo. Fondo de Cultura Económica de Argentina S.A. Primera

Edición, septiembre. Pp. 277-278.

21 La primera dificultad para abordar el tema del consumo

cultural ha sido la discusión sobre lo que en definitiva se

podrá entender como «consumo» y, por supuesto, por «con-

sumo cultural». En general, siempre ha estado asociado a

gastos suntuarios, escenario del control económico y políti-

co o consumismo. Los economistas, de manera bastante

compleja, lo explican por relaciones entre precios y salarios,

inflación e índices de precios al consumidor, leyes de expan-

sión y contracción de los mercados; por su parte, las cien-

cias sociales han apostado por los factores cualitativos de-

terminados por las interacciones sociales. Lo cierto del caso,

es que acercándonos a una noción proveniente de distintas

disciplinas podríamos definirlo como: «un acto donde las

clases y grupos compiten por la apropiación del producto

social, que distingue simbólicamente, integra y comunica,

objetiva los deseos y ritualiza su satisfacción».

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a escala mundial como por los desniveles internosen nuestra región, y dentro de cada país. Progre-sivamente se acentúa su lugar periférico en la co-mercialización de productos culturales. «El comer-cio mundial de bienes y servicios culturales hacrecido exponencialmente a lo largo de las dosúltimas décadas. Entre 1980 y 1998 los inter-cambios comerciales de libros, revistas, músi-ca, artes visuales, cine y fotografía, radio, te-levisión, juegos y artículos de deportes hanpasado de 95.340 a 387.927 millones de dóla-res de los EEUU. Sin embargo, el grueso deestos intercambios se realiza entre un reducidonúmero de países. Así, por ejemplo en 1990Japón, EEUU, Alemania y el Reino Unido con-centran el 55,4% del total de las exportacionesde productos culturales, mientras que EEUU,Alemania, Reino Unido y Francia concentra-ban el 47% de las importaciones. Estos altosniveles de concentración de exportación e im-portación de bienes culturales no parecen cam-biar radicalmente a lo largo de los años 90,aunque sí se atenúan y surgen nuevos actores:en 1998, China pasa a ser el tercer exportadormundial, y los nuevos ‘cinco grandes’ originanel 53% de las exportaciones y el 57% de lasimportaciones culturales».22

De modo que la pregunta sería: ¿Cuáles sonlas posibilidades de los países latinoamerica-nos, de hacer parte efectiva de un mercado debienes y servicios culturales en el contexto dela denominada Sociedad de la información?23

Y, si no queremos renunciar a las zonas cla-ves del Desarrollo Cultural, tanto tradicionalescomo modernas, desistir de la producción elec-trónica y audiovisual de los circuitos culturales -en los que se registra la mayor transnacionaliza-ción y desterritorialización de las culturas nacio-nales y locales-, en un tiempo de globalización einterculturalidad, de coproducciones e hibrida-ciones multinacionales (García Canclini, 1995),es indudable que se hace imprescindible realizarun esfuerzo conjunto por parte del Estado -comolugar del interés público- y de las empresas pri-vadas nacionales, que conduzca a fortalecer losmecanismos en la producción, financiamiento y,difusión de los bienes y servicios culturales, comoestrategia de una política pública innovadora,dirigida a reducir la creciente dependencia conlos conglomerados comunicacionales y multime-dia transnacionales.

En tal sentido, con este ensayo pretendemoscontribuir al reconocimiento de la importancia queel conocimiento del volumen económico de las in-dustrias y actividades relacionadas con la cultura,tiene respecto de las políticas públicas, y hacien-do énfasis en la situación de las industrias cultura-les y comunicacionales. El primer nivel de análisis,registra el reconocimiento social de la función eco-nómica de la cultura como un importante campode inversión, circulación de capital y generaciónde empleos; que pueda reconocer las perspecti-vas de lo que significa el sector cultural de laeconomía24.

22 CERLALC. Centro Regional para el Fomento del Libro enAmérica Latina y el Caribe. 2000 Cultura, Comercio y Glo-

balización. Preguntas y respuestas. Colombia. EdicionesUNESCO / CERLALC. Pp.11-12. Título Original: Culture,

Trade and Globalization. París, Francia. UNESCO 2000.Traducción: Centro Regional para el Fomento del Libro enAmérica Latina y el Caribe, CERLALC.

23 Venezuela pasó de ocupar la posición número 44 en agostode 2000 a la número 37 en julio de 2001 del Índice Mundialde la Sociedad de Información, con todo, «(…) La situaciónde las escuelas públicas de educación pre-escolar, básica ymedia, en el proceso de incorporación de las TIC, es preca-ria. De todas las instituciones educativas de nivel pre-esco-lar, básico y primaria sólo el 28,46% tienen teléfono, yestán concentrados en las instituciones privadas en un80,69%. En cuánto a la dotación de PC en las escuelas públi-cas, se registra en 1998-1999 que la base instalada de PC esde 325 equipos, para las 18.125 escuelas activas, lo que no

representa ni siquiera un 2% (un PC por cada 13 mil estu-diantes). El sector privado tiene una situación más favorablecon una base instalada en 1999 de 3.210 PC, en los colegiosque indican que un PC por cada 328 estudiantes inscritos.Existe un desbalance enorme entre la educación superior y elresto del sector educativo, en el sector de educación supe-rior el uso y enseñanza de las TIC está concentrado en lasprincipales universidades (a lo sumo 5 de los 133 institutos)y escuelas de postgrado» Lara, Lorenzo; Clemente Lino ySerrano Claudia. 2000 Tecnologías de la Información y

Comunicación (TIC) en Venezuela: diagnóstico, problemas

y propuestas en relación al grado de preparación de Vene-

zuela para el mundo en red. Caracas, Venezuela. CAF. Ve-nezuela Competitiva. Proyecto Andino de Competitividad.Documentos de trabajo, diciembre. Mimeografiado. p.i.

24 «Se pueden definir asimismo otras características relevantesde este tipo de industrias, como las economías de escala, ladifícil cuantificación del valor agregado que se genera en la

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«…los estudios y análisis que han intenta-do dar cuenta de dicho sistema cultural no hanconsiderado la variable económica y, de modoparticular, no han considerado las implicacio-nes laborales y económicas de dicha produc-ción tanto en el ámbito nacional como en elcontinental; salvo, claro está, la atención quese le ha prestado al ‘consumo cultural’. Por otraparte, del lado de los economistas apenas co-mienza a ser tomado en cuenta como un obje-to legítimo de estudio e investigación».25

La segunda dimensión de análisis, se refiere alas fuentes de competencias estratégicas y or-ganizativas de las industrias culturales y comuni-cacionales. Y, como tercera dimensión de análisis,la capacidad de innovación aparece como una con-dición esencial para la expansión de una socie-dad de la información y del conocimiento enLatinoamérica.

El análisis económico de la cultura:la satisfacción de necesidades

individuales y el valor simbólico

Pero, aún así, es evidente que nos encontra-mos en presencia de un nuevo marco teórico queexige otras visiones desde las Ciencias Sociales yEconómicas. No podemos olvidar que la culturaes, además de un concepto impreciso con múlti-ples connotaciones, un bien económico singu-lar, producto de un proceso en el que participancreadores y distribuidores, organizados más omenos formalmente para hacer llegar los produc-

tos culturales a un heterogéneo mercado de con-sumidores.26

Hugo Achugar27 sostiene que: «La diversidadde opiniones refleja el estadio de transición enque se encuentra el debate latinoamericanorespecto de la ecuación economía-cultura –enespecial, la problemática del ‘valor y la cultu-ra’- y asimismo respecto de la relación entrecultura e industrias culturales. (…) El tema esparticularmente relevante pues supone no sólouna diferencia entre valor económico y valorcultural o simbólico, sino también una claradiferencia en el funcionamiento de ambos va-lores; más aún, cabría en el caso de la culturadiferenciar entre bienes (mercaderías) y servi-cios. Ahora bien, si es cierto que una de las di-ferencias más evidentes entre un ‘producto cul-tural’ y otro cualquiera radica en el hecho deque ambos mantienen relaciones no homólo-gas entre inversión, trabajo y rentabilidad, tam-bién es cierto que esto no funciona de manerauniversal para todo tipo de producto cultural.(…)No hay duda de que esta suerte de ‘especi-ficidad’ económica del producto cultural haplanteado desafíos a la teoría económica ge-neral. En especial, uno de los factores más pro-blemáticos tiene que ver con el comportamien-to de ciertos ‘productos culturales’ en términosde durabilidad. La caducidad o la permanen-cia del producto cultural no es determinable deantemano como ocurre con otros tipos de pro-ductos ni tampoco depende de la inversión, delos materiales o del trabajo involucrados en suproducción».

Por supuesto, la irrupción de la economía en elcampo de la cultura nos obliga a una revisión epis-temológica. Sin embargo, no es la intención de esteensayo, ahondar en la variedad de connotacionesacadémicas del término, sino más bien aproximar-nos a una definición operacional desde el campoeconómico. Para ello, utilizaremos el marco con-ceptual crítico de John B. Thompson (1990); unaconcepción estructural de la cultura que enfa-

actividad creativa, la intensidad en la utilización de recursos

humanos, los riesgos e incertidumbre que implican lanzar un

producto al mercado debido a la necesidad de invertir en

activos altamente específicos, por el lado de la oferta, y la

esencia errática e impredecible de la demanda y el ciclo de

vida corto de los productos. En este contexto, los producto-

res cumplen un rol muy importante a la hora de asumir los

riesgos que implica lanzar un producto al mercado. La de-

manda de este tipo de productos es, en su mayoría, altamen-

te dependiente del ingreso –libros, discos, conciertos, tele-

visión cerrada, etc.– como así también de los gustos, prefe-

rencias y modas de cada mercado, los cuales suelen ser cam-

biantes. En general, un autor no puede asumir este tipo de

riesgos por sí mismo». OMPI. Op. Cit. p. 16.

25 Achugar, Hugo. Op. Cit. p.279.

26 Dávalos Tamayo, Lorenzo. 1990 «Cultura y Filantropía

Empresarial. Posibilidades de participación no lucrativa del

sector privado en la actividad cultural». Caracas, Venezuela.

Seminario sobre Cultura e Imagen Corporativa. 23 y 24 de

Mayo. P. 6.

27 Achugar, Hugo. Op. Cit. p. 286.

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tiza tanto el carácter simbólico del fenómeno cul-tural como el hecho de que dicho fenómeno estasiempre imbuido en contextos sociales estructura-dos28.

«Según dicho autor, el ‘análisis cultural’ debeser visto como el estudio de las formas simbó-licas, esto es, acciones con significado, objetosy expresiones de distintos tipos, en relación conlos contextos históricos específicos y socialmen-te estructurados, dentro de los cuales y pormedio de los cuales, estas formas simbólicasson producidas, transmitidas y recibidas. Si bienpara Thompson el concepto incorpora su ma-yor valor añadido por su esencia estructurada,para el lenguaje económico, la importancia deesta definición reside en la incidencia en losaspectos de producción, transmisión y recep-ción, que en un paralelismo más útil a nuestrospropósitos podríamos traducir como produc-ción, distribución y consumo».29

Las formas simbólicas son, por tanto, los pro-ductos y el análisis cultural el estudio de cómo es-tos bienes se producen, distribuyen y consumen.Pero, ¿cuál es la particularidad de los bienes yservicios culturales? Asumiendo que el sector cul-tural y aquellas actividades económicas vincula-das a la producción cultural están conformado poruna serie de bienes y servicios de distinto tipo, elvalor simbólico, es decir, la manifestación sim-bólica de una «función cultural» asociado aéstos (valores, creencias, normas, símbolos expre-sivos) es determinante para el desarrollo de la eco-nomía de la cultura. Dentro del marco de la pro-ducción simbólica, un elemento importante lo cons-tituye la producción cultural. Esto implica que nosinteresan los productos culturales que seansímbolos expresivos con características comu-nes en sus procesos de producción.

Otras características de su demanda y ofertacontribuyen a determinar la singularidad de los bie-

nes culturales. Consideramos que la cultura esun bien privado con un importante componen-te colectivo porque i) no sólo el consumidor pri-vado, sino además la sociedad en su conjunto,deriva beneficios de su consumo de los que nopuede ser excluida, y ii) porque la cultura, ademásde ser un bien de consumo individual, es a menu-do un bien que puede ser consumido por muchossin sufrir mayor merma en calidad o cantidad (v.g.un concierto). La no rivalidad en el consumoconsiste en que el consumo de un bien por un indi-viduo no priva a otro del consumo del mismo bien.La no exclusión consiste en la imposibilidad de,una vez que el bien es producido, impedir que al-gunos consumidores lo consuman.

Además de poseer un importante componen-te público, los bienes culturales tienen otras ca-racterísticas que los distinguen del común de losbienes de mercado. Su distinción no reside, rigu-rosamente hablando, solamente en característi-cas de la naturaleza de la cultura consideradacomo bien económico, se asienta también en ras-gos propios del proceso productivo en el sectorcultural.

El segundo rasgo, básico para los analistas cul-turales, es que estamos hablando de bienes y ser-vicios que intentan satisfacer un tipo de necesi-dad específica: la cultural. Ésta es la única ca-racterística excluyente de los bienes y serviciosculturales, con respecto a otro tipo de bienes yservicios, que tiene la particularidad de ser defini-da por la interacción de la demanda y la oferta,contribuyendo a determinar la originalidad de losbienes culturales.30

«Lo anterior muestra que la producción devalores simbólicos y económicos plantea unaserie de desafíos para la concepción tradicio-nal de la cultura, cuya resolución incide demanera fundamental para la elaboración depolíticas públicas. Más aún, muestra que ladeterminación del valor económico de la cul-tura no significa desconocer su valor simbóli-co y a la vez que es más que posible que el va-lor simbólico implique un valor económico no

28 Citado en Rausell Köster, Pau. 1999 Política y sectores

culturales en la comunidad valenciana. Cap. 2. Valencia,

España. Editorial Tirant lo Blanch. P.4. En (URL): http://

www.uv.es/~cursegsm/MaterialCurso/CAP2Pau.pdf

29 Carrasco Arroyo, Salvador 1999. «Indicadores Culturales:

una reflexión». Universidad de Valencia. Economía de la

Cultura y la Comunicación. III. Los Sectores culturales y los

sistemas de información: una aproximación. Pp. 2-3. En

(URL): http://www.uv.es/~cursegsm/IIIbloque/

30 Gobierno de Chile. 2001 Impacto de la Cultura en la Econo-

mía Chilena. Santiago de Chile, Chile. Gobierno de Chile,

Ministerio de Educación, División de Cultura, enero. Mi-

meografiado. p.23.

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siempre visible.»31Pero, paralelamente, es nece-sario considerar que, ni en un mercado perfecta-mente eficiente, podrán ser óptimamente satisfe-chas las necesidades culturales, entendidas comonecesidades de producción, consumo y distribu-ción equitativa de bienes culturales en el sentidoamplio. De manera que, el sector cultural se ca-racteriza cada vez más por las interrelaciones es-trechas y variadas entre la vida cultural y la eco-nomía de la cultura (todas las artes creativas y re-presentativas, el patrimonio y las industrias cultu-rales, sean éstas públicas o privadas). Pero ade-más, la incorporación del concepto de industriasculturales deja una puerta abierta a la co-nexión con la economía del ocio.

En consecuencia, ¿qué interés puede tener ana-lizar las relaciones entre economía y cultura?. Des-de el punto de vista de los economistas la res-puesta es barroca: la cultura, como cualquiera delos bienes y servicios que se transan en una socie-dad monetarizada, tiene costos, productores yconsumidores y, debe medirse y cuantificarse através de metodologías estadísticas y econométri-cas aplicadas a los procesos culturales. Con todo,el estudio de la dinámica económica de la culturay el arte es relativamente reciente y su contenidoconceptual ha variado a lo largo de estos últimostreinta años. La publicación del trabajo sobre laeconomía de las artes escénicas en vivo de WilliamBaumol y William Bowen (1966), titulado: Per-forming Arts: the Economic Dilema. A studyof problems common to theatre, opera, musicand dance, aunque existe un anticipo en la Ameri-can Economic Review (1965: vol.5, n° 2) con eltítulo de On the Perfoming Arts: the anatomyof their economics problems, fue el punto de ini-cio de un creciente número de documentos y li-bros sobre el tema.

El análisis de estos autores, economistas de laUniversidad de Princeton, nos indica que la bre-cha presupuestaria que afecta a las organizacio-nes artísticas no es producto de una mala geren-cia, sino que es inherente a las características deproducción y consumo de estas artes representa-tivas, y sugieren que estos resultados pueden serextendidos a otras expresiones culturales. Baumoly Bowen examinaron, tanto las características de

la oferta (tecnología, productividad, costos) comolas de la demanda (precios, audiencia, elasticidado sensibilidad de la demanda al aumento de losprecios) en las artes escénicas. El argumento cen-tral contenido en la famosa enfermedad «mal decostos», es que las organizaciones de artes escé-nicas comparten con la mayoría de las organiza-ciones de servicios, una restricción en sus posibi-lidades de incrementar la productividad, con im-plicaciones negativas en el aumento de sus ingre-sos.

Este estudio va a marcar dos características queinfluyen en los temas relevantes para la economíade la cultura: en primer lugar, la vinculación de lasinvestigaciones a las disputas sobre el papel delsector público en la subvención de la cultura,dados los efectos externos positivos sobre el con-junto de la sociedad, denominados también «ven-tajas para el no-usuario», porque reciben be-neficios las personas que no consumen un serviciocultural dado; y en segundo lugar, la concepciónde la cultura dentro del enfoque económicode las ciencias sociales, en particular como ob-jeto de análisis económico contenido en el para-digma de la «elección racional en un marco institu-cional».

Así, desde mediados de los años sesenta sefue consolidado la economía de la cultura,32

31 Achugar, Hugo. Op. Cit. p. 288.

32 «No cabe ninguna reserva en afirmar que el ‘invento’ de la

economía de la cultura es un invento americano y exportado

a Europa a través de Gran Bretaña, algunos años después.

Los trabajos de Baumol y Bowen tuvieron un gran impacto

en el desarrollo de la economía de la cultura a finales de los

años 60 y principios de los 70. El siguiente paso notable

fueron las aproximaciones de Blaug y Scitovsky, ambas en

1976. Blaug edita un libro, Economics of Art, que recoge las

aportaciones de los principales autores (americanos) que

investigan sobre el tema. El resultado es un verdadero com-

pendio que recopila las líneas más interesante y sitúa ‘el

estado de la cuestión’. Por el contrario, Scitovsky con su

Joyless Economy se interna en la discusión sobre la natura-

leza de los valores culturales y realiza un brillante análisis de

las pautas del consumo cultural en los Estados Unidos. Dos

años después Dick Netzer publica The subsidized Muse:

Public Support for the Arts in the United States, que se va a

convertir en una referencia obligada en los trabajos posterio-

res. Desde 1973, funciona con mayor o menor impulso la

ACE (Association for Cultural Economics) que fue consti-

tuida por 12 economistas, y que ha vertebrado desde enton-

ces a los grupos de principales investigadores. A nivel insti-

tucional se puede decir que es el National Endowment for

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como una subdisciplina dentro de la economía, quetrata de aproximarse a los fenómenos de la crea-ción, producción, distribución y, consumo de losbienes y servicios culturales (Frey, B. 2000). Lasáreas de análisis más frecuentes en Economía dela Cultura serán:33

• el gasto tanto de los hogares como unidad finalde consumo, del Estado en sus distintos nive-les de ingerencia y del sector privado;

• el empleo directo e indirecto que genera la ac-tividad cultural en las fases de producción ocreación, distribución, difusión o comercializa-ción, consumo y preservación en el mercadonacional e internacional de productos, bienes yservicios culturales;

• el aporte al producto interno bruto de las acti-vidades culturales;

• la relación de las actividades culturales comoactividades económicas con otras áreas de laeconomía nacionalEn 1993, el término de Economía de la Cultura

aparece por primera vez en la clasificación taxo-nómica de la publicación American EconomicLiterature, y en marzo de 1994 aparece un sur-vey completo, a cargo del D. Throsby, donde rea-liza un repaso completo del estado de la cuestión.34

El desarrollo de dicho campo de estudio se haproducido principalmente en Norte América, Eu-ropa y Oceanía.

Frente al relativo problema que supone con-cretar y acotar cuales son los límites del objeto deconocimiento, de acuerdo al Informe publicado porla Organización Mundial de la Propiedad Intelec-tual35 sobre la importancia económica de las in-dustrias y actividades protegidas por el derechode autor y los derechos conexos, en términos desu incidencia sobre el Producto Interno Bruto(PIB) en los países miembros del MERCOSUR yChile, la economía de la cultura, comprende:

«…actividades y procesos diversos, con ló-gicas sociales y económicas diferentes. Incluyeel arte, en sus diversas manifestaciones (músi-ca, teatro, plástica, artesanía, etc.), incluyen-do el espectáculo artístico en vivo, el patrimo-nio cultural y su conservación (museos, etc.);las «bellas artes» y otras artes –excluidas delos conceptos restrictivos de cultura. En parti-cular, se destacan los productos de representa-ción, como la puesta en escena de obras de tea-tro o los recitales de música, o en forma másamplia comprendiendo a los espectáculos o fies-tas de todo tipo en que se ejecuten obras dealgún autor. El producto de estas industrias esun servicio que es consumido en el mismo actode su producción. Esta cualidad de dichos pro-ductos artísticos les imprime un carácter únicoe irrepetible. Incluye, aún, las denominadas in-dustrias culturales (cine, libros, discos, etc.),actividades que producen en escala masiva ymediante métodos industriales, bienes materia-les que reproducen las creaciones culturales (li-terarias, musicales, dramáticas, etc.); y las in-dustrias cuyo producto es un soporte físico de

the Arts el impulsor de la demanda de investigaciones refe-

ridas a la cultura. Esta demanda consolida a dos institucio-

nes académicas como pioneras en la investigación: la Uni-

versidad de Akron, mediante su Centro de Estudios Urba-

nos y la Universidad John Hopkins a través de su Centro de

Planificación e Investigación Metropolitano, dirigido por

David Cwi. Desde la Universidad de Akron y en 1977 se

edita el Journal of Cultural Economics que se convierte en la

publicación de referencia para la disciplina. En 1979 se orga-

niza la primera Conferencia Internacional en Economía de la

Cultura que significa el salto definitivo de la disciplina a la

otra parte del Atlántico, de la mano de Alan Peacock, enton-

ces ligado al Scottish Arts Council. Aunque la mayoría de

los participantes fueron americanos y británicos, por pri-

mera vez suena en Europa la cuestión. En el caso británico

se trata de seguir los planteamientos americanos. Los fran-

ceses (X. Dupuis, Rouet, Moulin) se hallan estimulados

por varias razones: en primer lugar, la tradición de la Socio-

logía se ha internado ya en los vericuetos de la producción

artística (Bourdieu) y se sienten impulsados a cuestionar

(dada la crisis económica) el ambicioso y tradicional progra-

ma cultural Francés; en segundo lugar, influye su declive

como cultura de referencia frente al empuje anglosajón. El

Ministerio de cultura francés es el primer demandante de

investigación aplicada a la cultura. En el caso del área de

influencia del alemán (Alemania, Suiza y Austria), Bruno

Frey destaca una importante tradición investigadora en el

primer tercio del siglo XX, liderada por reputados hacendis-

tas. Sin embargo, la explosión de la producción se muestra

también a partir de los años setenta, con la peculiaridad de

que el teatro se convierte en el principal protagonista de la

investigación. La densa red de teatros instalada en las nume-

rosas poblaciones de tamaño medio explica éste interés sin-

gular. Finalmente, los italianos se han centrado, por razones

obvias, en el análisis de la naturaleza y gestión de los bienes

patrimoniales». Rausell Köster, Pau. Op. Cit.

33 Gobierno de Chile. Op. Cit. p.16.

34 Rausell Köster, Pau. Op. Cit. p. 15.

35 OMPI. Op. Cit. p.13.

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la obra, como es el caso de la industria edito-rial o de la discográfica, cuyo producto es unobjeto que es consumido por el público a lo largode toda su vida útil, siendo posible que se reali-cen múltiples lecturas o audiciones. La existen-cia de dichos productos está unida al desarro-llo de la tecnología de reproducción, desdeGutenberg al DVD, e implica que cada produc-to que incluye una obra es reproducido múlti-ples veces.»

Los estudios de impacto económicoaplicados a la cultura en América

Latina

Una de las corrientes más apasionante y polé-mica de la economía de la cultura ha sido la que sedenomina genéricamente «economía de las indus-trias culturales»36 integrada por aquel conjunto deautores que han tratado de definir los sistemascomunicativos e informativos como «sistemas eco-nómicos de producción industrial de la cultura»;consecuentemente hablarán de una economía crí-tica de la información y la cultura.

En el caso de Iberoamérica, los más recientesestudios relacionados con el tema de economíade la cultura, retomando la lógica de los enfoquessectoriales, han buscado concretar la relación exis-tente entre el desarrollo de las industrias culturalesy comunicacionales con la economía de estos paí-ses. El estudio desarrollado por Ma. Isabel Gar-cía Gracia, Ma. Encinar del Pozo y Félix-Fernan-do Muñoz Pérez en el año 1995, después de con-siderar los tipos de actividades culturales y de ocioen España; los escenarios para determinar el valorañadido que genera la industria de la cultura y elocio, y las variables económicas que reflejan prin-cipalmente valoraciones de la producción y elempleo en cada uno de los escenarios presenta-dos, -volumen de ventas; valor añadido de cadauna de las actividades, número de empresas decada subsector; número de asalariados- así como,los enfoques para medir la importancia económi-ca: enfoque de producción y enfoque de la ren-

ta; determinó que la contribución de la Industriade la Cultura y el Ocio a la economía española, entérminos de valor añadido, se ubicaba en torno al3% del PIB.37

En América Latina, entre tanto, recién se co-mienzan a esbozar las primeras aproximaciones aesta área. Un estudio, realizado por Octavio Geti-no (1995) en Argentina38, trató el tema de la inci-dencia de las políticas públicas en la balanza co-mercial de bienes culturales y en las industrias delos sectores cultura y comunicación, como partede un proyecto que se orientaría a evaluar en unasegunda etapa las relaciones de intercambio dedichos sectores entre los países del MERCOSUR,para contribuir al proceso de integración regional.Por otra parte, se procuraba coadyuvar a la supe-ración de la carencia de información relacionadacon las industrias de los sectores cultura y comu-nicación en Argentina, tendiendo a establecer unaprimera situación de las IC, con la convicción deque su adecuado esclarecimiento y análisis contri-buiría al futuro de un área estratégica para el de-sarrollo nacional.

Luis Stolovich, Graciela Lescano y José Mau-relle en 1997 exploran acerca de las peculiarida-des que la cultura de Uruguay39; tienen en cuantoal sector económico específico así como las ca-racterísticas que el mismo adquiere en dicho país;en una primera parte, desde una perspectiva teó-rica, para luego realizar un ensayo de aplicación alestudio de las dimensiones económicas y ocupa-cionales del complejo cultural en Uruguay y su fun-cionamiento económico. Reciéntemente, otro pro-yecto de investigación económica elaborado por

36 Millán Pereira, Juan Luis. 1993 La economía de la Infor-

mación. Análisis Teóricos. (Colección Estructura y Proce-

sos. Serie Economía). Madrid. Editorial Trotta. P. 130.

37 Véase de los autores, García Gracia, María Isabel; Fernán-

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38 Véase, Getino, Octavio. 1995 Las industrias culturales en la

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39 Stolovich, Luis; Lescano, Graciela y Mourelle, José.

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Graciela Lescano y Rita Alonso (2002) bajo laasesoría de Luis Stolovich, se planteó servir deelemental base de información para el diseño depolíticas de los sectores público y privado, en fa-vor de las PYMES40 del cine y el audiovisual enUruguay.

Nestor García Canclini41 y Carlos Juan Mo-

neta como coordinadores del libro: Las Indus-trias Culturales en la Integración Latinoame-ricana, buscaron con éste ofrecer una informa-ción actualizada y una problematización de luga-res comunes en las políticas culturales y de inte-gración, así como opciones políticas representa-tivas de las diversas posiciones que estuvieronpresentes en el debate de un grupo de renom-brados especialistas convocados a mediados de1998 por iniciativa del SELA, en el Seminario:«Integración Económica e Industrias Culturalesen América Latina y el Caribe», de manera deayudar a entender mejor las dimensiones econó-micas, sociales y estéticas de la producción, lacirculación y el consumo de la cultura.

Por otra parte, a finales del año 1999 e iniciosdel 2000, se realizó el estudio sobre el aporte delas industrias culturales y del entretenimiento aldesempeño económico en los países de la Comu-nidad Andina42, como parte integral del ProyectoEconomía y Cultura, desarrollado bajo el auspicio

del Convenio Andrés Bello (CAB), con el propó-sito de evaluar el impacto de los productos y ser-vicios culturales en las economías de Colombia,Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela.

Al respecto, el Informe sobre el Impacto de laCultura en la Economía Chilena, realizado por elMinisterio de Educación, División de Cultura, parael Convenio Andrés Bello, nos dilucida que,

«A través de los estudios e investigacionesrealizados en las últimas décadas -principal-mente en Europa y Norte América-, observa-mos que la relación entre economía y culturaha sido establecida desde al menos dos pers-pectivas: Economía Cultural y Economía dela Cultura. La primera, intenta conocer las in-fluencias que la cultura genera en la economíaen una sociedad determinada, de modo de re-visar el pensamiento económico a la luz de lasdinámicas y particularidades de las organiza-ciones y relaciones humanas asociadas a la pro-ducción y consumo de productos simbólicos.Entre tanto, los análisis realizados desde la se-gunda perspectiva, se han abocado a entregarinformación sobre la esfera cultural a partir delsaber económico. En particular, la Economíade la Cultura se interesa por la aplicación de lateoría y análisis económico sobre los proble-mas del arte y las prácticas culturales.

La aplicación mecánica o arbitraria de lasteorías, perspectivas e instrumentos de una dis-ciplina por sobre la otra, hacen imposible unaenriquecimiento y fortalecimiento del desafíopara instalar en la investigación conjunta, unescenario favorable a la necesaria medición delsector de la cultura en nuestros países. En defi-nitiva, mientras en la Economía Cultural, sonlas definiciones culturales los que tratan deampliar el lenguaje económico, en la Econo-mía de la Cultura es el lenguaje económico elque se aplica a los productos culturales. Pare-ciera ser que una y otra perspectiva se debennutrir recíprocamente; de la misma forma enque a partir del propio pensamiento económi-co se deslindan herramientas y conceptos ope-racionales para el análisis, los cuales a su vez,comprueban o refutan el pensamiento que losgeneró, a su turno se reafirma o impele a lacorrección de las herramientas de investigacióneconómicas».43

40 Lescano, Graciela y Alonso, Rita. 2002 «Introducción al

Espacio Audiovisual Uruguayo». En: INFODAC. Directo-

res Argentinos Cinematográficos. Argentina. Suplemento

Especial. N° 21, mayo. 7p.

41 Garcia Canclini, Néstor y Moneta, Carlos Juan (coordi-

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42 Véase, Convenio Andrés Bello (2001) Economía y cultu-

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En el caso de los países miembros del MER-COSUR, realizaron un estudio para la Organiza-ción Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI),en cooperación con el Ministerio de Industria, Co-mercio y Turismo de Brasil, basado en las investi-gaciones realizadas por un equipo de economistasbajo la coordinación del Profesor Antônio MárcioBuainain, cuyo objetivo principal fue, «…el mapea-miento y medición económica de los principalessectores y actividades económicas relacionadoscon el derecho de autor y los derechos conexosen los países del MERCOSUR (Argentina, Bra-sil, Paraguay y Uruguay) y Chile. Están igual-mente identificados los sectores, subsectores ysegmentos involucrados en las actividades rela-cionadas a la protección del derecho de autor ylos derechos conexos. Está estimada la partici-pación de esas actividades en el PIB de los paí-ses, a partir de la estimativa del valor agregadoa la actividad económica de algunas industriasseleccionadas, así como del número de perso-nas involucradas (empleo generado), y del co-mercio exterior de esas industrias seleccionadas.Están también contemplados aspectos relativosa la estructura de mercado en el cual se desen-vuelven las industrias consideradas claves en elMERCOSUR y Chile. Del punto de vista institu-cional, fueron identificadas las principales insti-tuciones que son responsables por la garantía ygestión de las normas relativas al derecho de

autor, así como la legislación pertinente a lospaíses objeto del estudio.»44

Por supuesto, en los aspectos iniciales del de-bate sobre la economía de la cultura, «es claroque todavía es necesaria una mayor definiciónconceptual sobre categorías básicas como: pro-ducción cultural, uso y consumo culturales,comercio cultural, valor simbólico, oferta ydemanda de bienes y servicios culturales, de-preciación, etcétera. Además de teorización,estudios de tendencias, análisis comparados yseries históricas», nos anota Santiago Niño Mo-rales,45 y en particular sus relaciones con las in-dustrias culturales y comunicacionales, fundamen-talmente aquellas cuyas actividades dependen delos derechos intelectuales.46

Pero también, habitualmente, las investigacio-nes sobre determinados aspectos de estas indus-trias y actividades han enfatizado su incidencia enla vida cultural de la sociedad, y en menor medi-da, en la economía nacional, en un entorno carac-terizado por la mundialización económica, la aper-tura de mercados y la continua innovación. Estoimplica, un decidido esfuerzo y apoyo económi-co, por parte de todas las autoridades públicas,para acelerar la utilización de las industrias de lasociedad de la información en sus relaciones coti-dianas con los ciudadanos-consumidores y lasempresas, aumentando así la eficacia y calidad desus servicios.

43 Gobierno de Chile. Op. Cit. p. 83.44 OMPI. Op. Cit. p. 3.45 Niño Morales, Santiago. 2000 «El sector cultural y del es-

parcimiento en Colombia. Actividades de la industria culturaly del esparcimiento y su contribución al PIB». En: Reportes

Filosofía y Humanidades. Colombia. Colección General. Uni-versidad del Rosario. Marzo. Reporte N° 19. Pp. 1-41. p. 4.

46 «Todavía, el conjunto de actividades económicas que serelacionan con el derecho de autor y los derechos conexos,son más abarcadoras que lo que se conoce por industriasculturales. (…) dichas industrias incluyen todas aquellasactividades que crean principalmente trabajos protegidos

por el derecho de autor y/o los derechos conexos –como,por ejemplo, la creación de programas de computación, deobras audiovisuales o la edición de libros– y su distribución.Además abarcan algunas actividades cuyos trabajos resul-tan parcialmente protegidos por dichos derechos –como lostrabajos de arquitectura o los servicios técnicos brindados aempresas–, como así también las industrias que producen ydistribuyen bienes utilizados, en su mayoría, en conjuntocon material protegido por el derecho de autor y/o los dere-chos conexos –aparatos de televisión y radio o computado-ras son ejemplos de los productos producidos por este sub-sector». OMPI.Op. Cit. p. 13.

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ESTÉTICAS Y CONSUMOS CULTURALES

Imaginarios sociales

y estética ciudadanaARMANDO SILVA

escribanía número 11, Universidad de Manizales, julio - diciembre / 2003 - pp 97-102

Abstract

Se plantea, entre otras cosas, discusión sobre la relación entre lo real, lo

imaginario y, ahora, lo virtual. Se sostiene que ni lo imaginario y es irreal ni lo

virtual es sólo potencial, sino, al contrario, diversas formas de vivir lo real. Es

decir, la realidad, desde el punto de vista de la estética ciudadana, no es sólo

matérica sino especialmente simbólica. La ciudad es cada vez menos matérica

debido al efecto de extrañamiento que produce tanto a los que la visitan desde

fuera como a quienes viven en ella.

Palabras clave: Imaginarios sociales, estética ciudadana, ciudad virtual.

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El tiempo imaginado

«Le dije a un amigo que yo podía concebirel universo sin espacio pero que no podía ha-cerlo sin tiempo, sin sucesión». Así comienza elpoeta Jorge Luis Borges1una discusión sobre unmundo humano puesto en una geografía donde seha instalado la cultura. Lo fundamental será el tiem-po. No sería imaginable un mundo donde al pen-sar en la tierra lo estuviésemos haciendo de modosimultáneo en otras galaxias, en los astros, dondeno hubiese tiempo. Sería un error porque nuestroconcepto del espacio depende de nuestros senti-dos. Si hay una naturaleza humana, como ya loseñalo Spinoza y lo escribieron tantos psicoana-listas, es el deseo. Y éste depende de los otros yde cómo podamos imaginarlos. Imaginar se da enel tiempo. ¿Acaso la imaginación no apunta pornaturaleza al futuro? Y entonces ¿ el mundo imagi-nado no es tiempo sin realizar en un espacio inexis-tente? Pero también ¿la ciudad imaginada no es elsustento de esa real de los espacios ciertos o cons-tatables?2.

El parentesco entre los imaginarios y las estruc-turas profundas de la mente es apenas natural, lomismo que entre lenguaje (que mediatiza todo) ysociedad, entre libertades individuales y expresio-nes colectivas o entre medios modernos de comu-nicación y gustos personales. Puesto que todas esasinstancias tocan las fronteras entre psiquis indivi-dual y estados colectivos, podemos decir que sonconstructos imaginarios3, quizá uno de los términosmás reveladores para señalar hoy en día el encuen-tro de los fantasmas colectivos con los sentidos ylos saberes sociales. Y si hoy estamos al frente deun fenómeno novísimo como es la no correspon-dencia entre ciudad y urbanismo, pues el urbanis-mo excede los cascos citadinos, los imaginarios

aparecen como una estrategia (más de naturalezatemporal, precisamente, que espacial) para darcuenta de procesos urbanizadores que no son sólomanifestaciones de una ciudad, cuanto también delmundo que se urbaniza. Mientras la urbe concentramultitudes de ciudadanos dentro de límites geográ-ficos más o menos precisos y territoriales, lo urba-no viene desde afuera para romper las fronteras fí-sicas de la ciudad y ,de cierta manera, desterrito-rializarla. Lo urbano, así entendido, corresponde aun efecto imaginario sobre todo eso que nos afectay nos hace ser ciudadanos del mundo: la radio, latelevisión, el Internet, los sistemas viales, la cienciaso el arte; en fin, las tecnologías. Los estudios sobreimaginarios se dedicarán a entender cómo cons-truimos, desde nuestros deseos y sensibilidades, mo-dos grupales de ver, de vivir, de habitar y deshabi-tar nuestras ciudades y el mundo.

Entonces se puede revelar cuán poco afortuna-do ha sido el modo tradicional de enseñar el artecomo si fuese una ilusión diferente de la realidad.Esa ilusión también es realidad4; es más, la constru-ye y la constituye. Si el mundo del arte es creadopor los seres humanos y corresponde a un universodentro del cual vivimos, lo mismo puede decirse delos imaginarios, según los modos predeterminadospor el uso o la evocación de una ciudad. El miedoal asalto callejero, digamos, es verdadero; pero lasconductas y mapas sociales para evitarlo están enla mente de quien sufre sus previos efectos, lo cualcondiciona que se elija una ruta sobre otra o unhorario diurno sobre el nocturno. Los imaginariosserían pues una manera subjetiva, grupal y proyec-tual de llamar a las culturas, pues la reiteración delsolo deseo individual como imaginario colectivo, nopasaría acaso de ser una conducta delirante.

Los imaginarios y lo público

Los imaginarios así entendidos, no son arte ensí mismos; no obstante, ambos hechos participande la naturaleza estética. Mientras el arte obedece

1 «Borges en la Escuela Freudiana de Buenos Aires». Buenos

Aires: Agalma, 1993. p. 65.

2 Aspectos más amplios de estas consideraciones sobre el

tiempo imaginado las desarrollé para la revista española

Centro de Arte No 5, editada por Esther Regueira en Sevilla,

de donde tomo parte de las consideraciones que desarrollo

en la primera parte de este escrito para la Universidad de

Manizales

3 Retomo esta discusión de mi libro: Silva, Armando. Urban

imaginaries fron Latin America Kassel, Alemania: Docu-

menta 11, 2003

4 Ernst Gombrich se arrepintió de titular su clásico libro Arte

e ilusión, como lo dice en entrevista concedida a Didier Eri-

bon. En: Conversaciones sobre el arte y la ciencia, editado

por Didier Eribon, Trad Rubén Sierra, Bogotá, Norma, 1993

p. 73. Ver: Ernst Gombrich, Arte e ilusión ( 1959) Barcelo-

na, Gustavo Gili, 1979.

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a una actividad creativa, a veces especializada(pero en todo caso necesaria en todos los sereshumanos como expresión), los imaginarios apun-tan más bien a una categoría cognitiva para refe-rirnos a la experiencia humana de revelar percep-ciones en calidad de seres sociales, no sólo porconveniencias, sino por deseos, anhelos o frustra-ciones. Ahora bien, si los imaginarios no son elarte (aunque deviene lo uno en lo otro), tampococorresponden al espacio público; pero cada vezentendemos más una inevitable imbricación entrelo uno y lo otro, puestos en un horizonte estético.

La noción de lo público enmarcado en las «so-ciedades urbanas de comunicación»5 van a re-unir no sólo las nuevas tecnologías generadas apartir del computador, el televisor y el teléfono,sino originales maneras de operar las sociedadesreunidas en interacciones comunicativas bajo me-táforas como redes, flujos de variables y pautasde conexión y dentro de criterios como interac-ción a distancia y posibilidad de convivir en simul-taneidad de acontecimientos. Asiste el mundo auna nueva geografía de sus culturas bajo presu-puestos comunicacionales que han puesto a pen-sar de nuevo qué significa lo público hoy, comoalgún hito garante desde donde todavía, a pesardel lento retiro del Estado de varias de sus misio-nes sociales, es posible pensar en un espacio co-lectivo no valorado por intereses personales eco-nómicos o de otra índole y donde la sociedad pue-de descansar y proyectarse como ente, resguar-dado éticamente y valorado estéticamente.

Crecen a la par hoy dos «situaciones urbanani-zantes» contrapuestas, sobre las cuales se ubicanlas tensiones de lo público en cuanto a construc-ción imaginaria contemporánea: lo público en elsentido de autoproyección social, frente a lo pú-blico dentro de las utopías de bienestar exaltadaspor un individualismo desafiante de valores comu-nitarios. Se dice que hemos llegado al punto en elcual lo público tiende a la autoconstrucción6 y en

su formación participan ciertos grupos privilegia-dos. Aparecen supuestos cognitivos, como la de-liberación pública; otros éticos, en tanto los ges-tores actúan en términos de valores y no de inte-reses, revelándose lo público como la instanciapara arrojar proyectos colectivos.

La idea de que lo público tiende hoy a la auto-protección significa que si bien antes estaba dadoy reconocido por naturaleza el espacio público deun parque, un bosque, las calles y aceras de unaciudad o sus servicios más necesarios, hoy debe-mos ganarlo, construirlo y sostenerlo. Los modosde operar varían y van desde la presión de la so-ciedad civil o de distintos movimientos sociales,de género o de profesionales, hasta lo que al res-pecto pueden hacer actividades de orden inmate-rial y más bien de naturaleza simbólica como elarte urbano de los últimos años, o bien la certezade que los medios son acontecimientos públicos yhasta la conciencia social de que hay una ciudadimaginada colectivamente que debe afectar la losespacios ‘reales’ de las ciudades como lo recono-cimos en la Documenta 11 7. En esa medida, larealidad prevé un soporte imaginario que será partede su estrategia hacia el futuro.

No obstante hay una contradicción entre lopúblico como construcción social frente a la uto-pía ciudadana del nuevo de siglo de ampliar o sos-tenerse en la ‘vida propia’. Algunos estudiosos8

han observado que la «vida propia» se asume comoel gran paradigma de la sociedad tecnocráticaposindustrial. La lucha cotidiana por la vida pro-pia se ha convertido en una experiencia colectiva.Ella emerge de una sociedad altamente diferen-ciada que tiene por fin principal (y a veces exclu-yente) el rendimiento. En nuevas ciudades al surde California de los Estados Unidos, planificadaspor corporaciones privadas que mantienen el con-trol de la tierra donde están construidas las casasy hasta ordenan las escalas de colores de sus fa-chadas, en el caso especifico de Irvine, se podráver cuán perfecta es su organización y cuán lasti-

5 En: J. Martín-Barbero y Armando Silva (compiladores).

Proyectar la comunicación. Bogotá Tercer Mundo, 1997. Ver

los escritos de Gianni Vatimo, Dean MacCannell y otros.

6 Quizá el más sobresaliente exponente de esta tendencia es

Jürgen Habermas en Historia y crítica de la opinión públi-

ca. Barcelona, Gustavo Gili, 1981. En España, el libro de

José Luis Brea: Un ruido secreto: el arte en la era póstuma

de la cultura, España; Mestizo, 1996

7 Silva, Armando. Urban Imaginaries from Latin America,

citado anteriormente.

8 En: Ulrick Beck,.Vida Propia: esbozo para un análisis bio-

gráfico social, Bogotá, Traducción del Instituto Goethe,

1998. También en España, en los estudios de Victoria Camps,

Paradojas del individualismo. Barcelona: Crítica, 2000.

Imaginarios sociales y estética ciudadana - Armando Silva - pp 97-102

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mosas sus emociones vitales. Esta tendencia desobre valoración de los imaginarios higiénicos dela urbe va a la par con una descentración de susciudades, como puede verse en el ‘desocupamien-to’ de las urbes tradicionales en Estados Unidos,donde una gran mayoría de población vive en su-burbios, creándose un fenómeno de ciudades lar-gueros alrededor de las autopistas.

En los Estados Unidos esa descentración co-rre a la par con nuevos habitantes que llegan a loscentros, pues mientras se van los anglos ( es decireuropeos blancos), llegan minorías asiáticas, afri-canas y en especial latinas ( o sea los no blancos,al menos culturalmente) en los últimos años, a ‘ocu-par’ los centros de varias ciudades. El Centro Ins-titucional Brokings de Política Urbana y Me-tropolitana, asegura que entre 1990 y 2000, las100 principales ciudades de los Estados Unidosrecibieron 3.8 millones de nuevos residentes lati-nos, lo que representa un crecimiento del 42%,mientras la población anglo sólo aumentó en un5%9. Hoy en Estados Unidos se encuentran, si lotomamos desde una evocación imaginaria, las se-gundas ciudades en extensión de países comoMéxico o Cuba, pues sus inmigrantes superan enextensión a los nativos de sus naciones; de la mis-ma manera que en España se encuentra la segun-da ciudad de Ecuador o que en Argentina la se-gunda de Bolivia10 o en Nueva York la sexta másgrande de Colombia. Esta nueva geografía impli-ca llevar la patria en sus cuerpos y fantasías ciuda-danas, pues nada más ecuatoriano que un ecuato-riano en Madrid o que un colombiano en NuevaYork. Y al mismo tiempo, los nuevos fenómenosmundiales que presenciamos en el siglo presente yque emergen por conflictos internos, guerras, te-rrorismo o hambrunas, conllevan desplazamientoso reubicaciones temporales de grandes poblacio-nes que reorganizan las geografías ciudadanas. Estoes, hablamos de la pérdida de un espacio concre-to llamado región o país para unas también con-cretas formaciones culturales de tipo transnacio-nal. Quizá en los mismos Estados Unidos crece unnuevo país imaginado que puede llamarse «lati-

no», pues salvadoreños, mexicanos, guatelmate-cos, argentinos, brasileños, venezolanos, cubanosy colombianos, distribuidos por zonas geográficasdonde en algún lugar son mayoría extranjera, seunen en una sola palabra que los indica y cubre: sulatinidad. Tan cierta es esa transnacionalidad quecada uno vive las fiestas patrias de su nación deorigen y, además, celebra el 4 de julio la fiesta dela tierra que lo recibió en la América del norte,donde crecen sus hijos hablando inglés y otra es-pecie de «spanishingles» con el que se comuni-can en sus casas maternas. Pero también, en fin,viven sus cocinas, sus religiones, sus hábitos amo-rosos desde su latinidad. El espacio de sus migra-ciones se hace tiempo de sus nuevas culturas.

La ciudad expelida pero imaginada

Habría pues una especie de extrañamiento queviene ocurriendo en las mentalidades urbanas ensus dos vías: desde adentro, en los ciudadanos quemoran sus propias ciudades, y desde afuera, esosque emigran por distintas razones y viven otra comola suya. Quizá se puedan mencionar, a manera depresentación de un panorama general, tres temasejemplares por donde se hace más patente eseextrañamiento, como lo indico en libro próximo aaparecer11: la ciudad como desplazamiento, la ciu-dad como marketing y la ciudad como hecho vir-tual. Veamos.

El turismo como evocación temática se revelacomo tema determinante de las ciudades de hoyen día. Es decir, el individuo que visita otra ciudady aquel ciudadano local cada vez más exigidos avisitar su propia ciudad como si fuera su visitante.Y por extensión a la idea del visitante todos lasmovilizaciones urbanas de nuestra época: despla-zamientos forzados, guerras, viajes de trabajo,estadías temporales, etcétera..

Ese vivir en «otro» sitio, sea de modo casi per-manente u ocasional, y donde se toma asiento parahabitarlo sintiendo la sensación de que se «está devisita», debe destacarse como un nuevo signo dela urbanidad actual, pues cada día más ciudada-nos participan de esta situación de vivir en una ciu-

9 Informe de Ana Jaramillo del reporte de Doug Peterson,

en The New York Times, New York, mayo 13 de 2001.

10 N. García Canclini. Globalización Imaginada. Buenos

Aires, Piados, 2000. p. 52

11 Silva, Armando. La ciudad extrañada. Caracas: Fundación

Cultura Urbana, 2003.

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dad como si fuese de paso, así se constituya en suhogar muchas veces definitivo, incluso donde seva a morir. La gran mayoría de emigrantes latinosen Europa o en los Estados Unidos, por ejemplo,esperan con ilusión un día regresar a sus ciudades,así tengan una o dos generaciones que les siguen,quienes ya han nacido en esas «tierras extrañas».Lo mismo pasa a los desplazados por la violenciao por aquellas guerras dentro países limítrofes.

El segundo tema es la ciudad como marke-ting, es decir, la ciudad puesta para la venta. Cadavez las ciudades se ofrecen más, es decir, las ciu-dades están para ser compradas y vendidas, re-velándose una relación entre economía y cultura,por supuesto, y las culturas mismas como merca-do que produce dinero, como industrias de lasculturas, que por supuesto expresan mucho de loque hoy son las culturas urbanas del mundo. Com-prar y vender constituye la base de la sociedad deconsumo y del simbolismo que le es propio, comoel hecho de afectar ese sentido de consumo a bie-nes de mayor calidad espiritual como el arte, lamúsica o la literatura.

Han de ser los medios, pero en especial la te-levisión, los que más enfocan esa capacidad mer-cantil. Si hay una cualidad de la televisión en lavida social es que sirve para vender. Las relacio-nes entre individuo y ciudad pasan por la televi-sión, en especial cuando se trata de las imágenesdel los productos de consumo físico o de la pro-moción de las mismas industrias culturales. El de-porte y los deportistas, la farándula y sus actores,la moda o el prestigio social y las distintas marcasde reconocimiento tienen en los medios su afirma-ción y sus cotizaciones. ¿Qué se excluye de ellos?¿Dónde ubicar el saber y la ciencia, por ejemplo?¿Qué papel cumple la academia frente a ellos? Sonpreguntas que crecen, relacionadas íntimamentecon el sentido de lo publico dicho antes ¿Es laciencia publica? ¿Cómo se da lo público de losmedios?

Y un tercer tema, dedicado a la ciudad virtual,para tratar de responder a la pregunta sobre quéconstruye realidad, cómo se interrelacionan la ciu-dad física con lo virtual. Es decir, cuando habla-mos de la ciudad virtual nos referimos a una ciu-dad que no existe o, precisamente, el mundo dehoy en día va avanzando hacia una mayor virtuali-dad y, por tanto, entonces, ¿eso mismo no empu-

ja a un efecto de extrañamiento, de distanciamien-to, sobre la misma ciudad? La llamada por algu-nos investigadores como Manuel Castells y JavierEchavarría «teleciudad», la ciudad de lejos quecrece por los aires y no tanto por la tierra, la ciu-dad de los satélites y de los computadores, de In-ternet, del chateo, de las redes de usuarios, nosignifica que sean las primeras virtualidades, puesesta condición nace con en el mismo lenguaje. Perosí vivimos un momento en el que se amplía esacondición de vivir en las relaciones sociales a dis-tancia, hasta hacerse una calidad estructural delnuevo milenio. Los mismos medios son el mejorejemplo de participar en el presente de hechos le-janos o de participar en el presente de hechos queno han pasado, experimentándolos como si estu-viesen ocurriendo en simultánea.

Lo virtual en estas circunstancias no puede serel entendido filosófico de «aquello que está enacto para un día hacerse real». Lo virtual de lassociedades posindustriales y de comunicación di-gital corresponde cada vez más al modo de hacercerteza en nuestras s vidas de trabajo, de viajes ode afectos. Incluso el arte. El arte virtual compitehoy con el arte matérico, no sólo por usar tecno-logía electrónica, sino por los temas que le sonmás inherentes, como el mismo tiempo y su expe-riencia vital, lo que bien pueden registrar con granpropiedad los montajes multimedia de artistas bienconocidos como Billi Viola, pues se trata de au-sencia de espacios reales reconstruidos desde lailusión de paso del tiempo.

Son entonces tres elementos o temas que pue-den circular muy cercanos el uno al otro. Si plan-teo la ciudad como turismo, digo la ciudad en cuan-to que es caminada, que es visitada; en cuanto quees objeto de asombro para mí o por ser expropia-da en otras circunstancias. Si planteo la ciudadcomo marketing la pienso en cuanto consumo, encuanto que soy ciudadano comprador y en la me-dida que soy consumidor también me puedo cons-tituir, desde el otro lado, en sujeto invisible, des-plazado y echado hacia fuera, expropiado, porcarecer de la posibilidad de darme un precio. Y siuno asume la ciudad como compra, va a encon-trarse con un aparato, el televisor, consolidándoseen la relación profunda del marketing de la ciu-dad. Hoy se hace inseparable el televisor de laciudad. La ciudad es mostrada y construida e en

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una pantalla para muchos efectos, como, por ejem-plo, los imaginarios de violencia asociados a unadeterminada ciudad. ¿la violencia se fragua en laciudad o en las noticias de una ciudad? ¿cómointeractúan?

Y esto último nos abre a la ciudad a distancia,esa virtual que cada día distintos sectores vivenmás como su verdadera realidad. Lo virtual, queviene del latín virtus, valor y potencia para ser yque suele oponerse como antónimo a lo real, seva revelando como poder para construir la reali-dad física y socialmente, interactuando claramen-te con las dos circunstancias anteriores. Evoluciónetimológica similar a la de Urbano, del latín urbs,

que dio lugar a urbanidad, civilidad, buena educa-ción, comportamiento moral ciudadano, para quehoy sea más bien urbis, ciudad física y su evolu-ción en los ultimo años a «mentalidad urbana», puesno se requiere vivir en la urbis para ser urbano. Osea que virtual y urbano se reencuentran para in-dicar ahora, digamos, mentalidades. Se puede de-cir que los ciudadanos, entonces, son compelidoscada vez con mayor fuerza a construir una ciudadimaginada desde donde habitan no sólo sus ofi-cios y desplazamientos, sino también sus emocio-nes. De ahí la fuerte conexión entre imaginarios yestética ciudadana.

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Usos sociales de la televisión

en audiencias familiares1

TOMÁS VÁSQUEZ ARRIETAGUILLERMO CÁRDENAS P.ALEJANDRO MARTÍNEZ

ESTÉTICAS Y CONSUMOS CULTURALES

Abstract

Este trabajo pretende trazar un horizonte conceptual y ubicar

algunos problemas claves alrededor de la relación entre las

audiencias familiares y la televisión. En esta perspectiva se destaca

el papel de la televisión en las reconfiguraciones del espacio y del

tiempo entorno a las actividades cotidianas de las audiencias

familiares. Aquí se despliegan una serie de problemas

comunicativo-culturales que giran alrededor del uso familiar de la

televisión y que contribuyen a afirman la cotidianidad de los

sujetos. Esta problemática se aborda desde una mirada que

privilegia los contextos culturales del hogar en los que se realiza

el consumo de la televisión puesto que es sólo desde allí desde

donde es posible indagar acerca de lo que hacen las familias con

lo que la televisión les ofrece.

1 Este texto ha sido elaborado en el marco del proyecto

de investigación La televisión en la familia y la familia

en la televisión, desarrollado conjuntamente por el De-

partamento de Investigaciones y las facultades de Co-

municación y Educación de la Universidad Los Liber-

tadores, cofinanciado por la Comisión Nacional de

Televisión y con el apoyo de COLCIENCIAS y AS-

CUN.

escribanía número 11, Universidad de Manizales, julio - diciembre / 2003 - pp 103-110

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Presentación

El presente texto corresponde, en parte, al ho-rizonte conceptual de una investigación en cursoen la que se indaga por los usos sociales que lasaudiencias familiares hacen de la televisión desdelos contextos culturales de hogares ubicados en lalocalidad de Barrios Unidos de la ciudad de Bo-gotá. Específicamente, el trabajo indaga por la ar-ticulación de la televisión con los ritmos de la vidacotidiana de las familias expresados en sus activi-dades hogareñas y, en esta misma perspectiva, seinvestiga cómo las audiencias familiares re-orga-nizan sus tiempos y sus espacios cotidianos y lasrelaciones intersubjetivas que aquí se producen.Preguntarse hoy por las audiencias televisivas enlas organizaciones familiares significa, de algúnmodo, interrogar por lo que ocurre en el lugar«natural»de la televisión, es decir, en el hogar. Pero,¿qué es lo que allí ocurre?

Si algo ha cambiado de modo profundo y ace-lerado desde la segunda mitad del siglo XX, hasido la manera de vivir cotidiana de la gente. Lastransformaciones ocurridas en este terreno, mu-chas de ellas lentas e imperceptibles, tienen quever con la presencia cada vez más hegemónica delos medios de comunicación y de las tecnologíasen general. Ellos han provocado una revoluciónsilenciosa, unas transformaciones sociales, entrelas que se pueden señalar unas nuevas percepcio-nes espacio-temporales que se expresan en losmodos de vivir y de relacionarse los sujetos fami-liares.

La sala, el comedor, la sala-comedor, la coci-na, la alcoba, el estudio, no son sólo eso. Ahoratambién son espacios conectados e interconecta-dos, desde los cuales se puede acceder «espon-táneamente» a la información y a la cultura en to-dos los ámbitos. Pero no es sólo en esto en lo quese expresan los cambios. También se manifiestanen lo referente a la articulación de los fenómenostecno-comunicativos con las actividades hogare-ñas y este hecho es lo que más llama la atenciónen cuanto a que incide fuertemente en la transfor-mación cultural de los hogares contemporáneos.

Las familias constituyen grupos socialmenteheterogéneos en cuanto a edades, géneros, gus-tos, expectativas y tensiones que hacen de ellasorganizaciones «que contienen intrínsicamente

cambio y tradición, novedad y hábito, estrate-gia y norma. Tal tensión, siempre histórica, nosólo ha alterado la textura de los roles intrafa-miliares sino también la funcionalidad de lasrelaciones entre la organización interna fami-liar y las necesidades estructurales del cambiosocial».2 Por todo ello, surge la importancia deestudiar las familias como audiencias para com-prender lo que hacen con lo que les ofrece la tele-visión como medio de información y de entreteni-miento, como compañía cotidiana que alterna conlas actividades del hogar, en fin, como un elemen-to que favorece la producción de ritos y como unaposibilidad de relación de los sujetos familiaresentre sí y entre ellos y la dinámica del mundo exte-rior.

Los medios y la configuración de lasaudiencias

Ver, mirar, escuchar, reconocerse como parti-cipe de las cosas a partir de la información querecibimos de ellas, es parte de nuestro dilemamoderno, mientras que hasta en las sociedadesmedievales el conocimiento se regía por la per-cepción real que se tenía de las cosas y el mundoera el mundo de las cosas vistas. La entrada de laimprenta y los mecanismos de información gene-ran la revolución de las cosas oídas, nuestro co-nocimiento hoy depende, o más bien pende, de uncúmulo de saberes de los cuales no tenemos unavisión real sino a duras penas virtual y, en la mayo-ría de los casos, su realidad se asienta en la tradi-ción.

Inscribirse hoy en el mundo es conmocionarsecon las noticias, pero la noticia no es el hecho,sino la dimensión de tal suceso atravesado por unmedio que permite su conocimiento y por tanto suinterpretación. Conocemos el mundo, en parte,gracias a la función vicaria de los medios. Cami-namos por las calles y observamos titulares deprensa, y a partir de ellos nos formamos una ideade la realidad, muchas veces deformada por nues-tra interpretación.

2 Cicerchia, Ricardo. «Alianzas, redes y estrategias. El en-

canto y la crisis de las familias». En: revista Nómadas No.

11. Universidad Central, Bogotá, p. 47

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Aún reconociendo la reciente acogida de losperiódicos regionales en nuestro país, el papel dela prensa escrita en Colombia ha sido elitista e «in-telectual». El Tiempo, que es el único diario decirculación nacional en el país, no pasa de un tirajede 250.000 ejemplares en una población de másde 40 millones de habitantes. La lectura de salón,de oficina, de casa para el descanso y el ocio, parauna gran cantidad de habitantes, queda atrapadaen los titulares que son parte del dominio públicoy de miradas subrepticias, que roban la noticia enla velocidad de la observación y que generan ima-ginarios sobre nuestra compleja realidad social.

Fenómeno bien diferente lo encontramos en laaparición de la radio, imagen reconstituyente delpasado que se repite sin fin en el presente. El con-tacto instantáneo de un campesino con el mundo através de su radio transistor «terciado», compa-ñero de faenas y punto de contacto entre sus sue-ños y el mundo, un mundo construido, en buenaparte, de improntas radiales que se repite en elejecutivo citadino, apoltronado dentro de su autoafirmando su propia manera de construir la reali-dad. Mediaciones, campos de interpretación,constructoras de realidades, esas son las audien-cias que se repiten en el imperio de los medios: laradio, revolución invisible, crea y recrea imagi-narios. Orson Wells creo la realidad y transformóen pánico una apacible ciudad, de la misma forma(acudimos a los recuerdos), en nuestra generaciónsufrimos en torno al aparato radial con las peleasde Bernardo Caraballo (hoy, tal vez no lo recono-cemos por el paso efímero de la historia) o con lasprimeras vueltas a Colombia en bicicleta, o conlas radionovelas que hicieron llorar a toda una ge-neración sin importar condición social, política,religiosa o de raza.

La radio era el medio y como tal se comportó.Es más, se comporta aún como arbitro de las opi-niones, contamos con una radio que opera contecnología de punta y su nivel de aceptación escasi total al igual que su nivel de disuasión de larealidad. La radio crea audiencias, crea no sóloreceptores sino emisores críticos de cafetería o declub, pero que nos dan a pensar que a las 10:00a.m., millones de colombianos hablan con propie-dad pasmosa sobre la realidad nacional e interna-cional y discuten posiciones políticas que previa-mente les han sido oídas a los gurus de la infor-

mación (léase Gossain, Arizmendi, Amat, SánchezCristo, etc.).

En el año de 1954 la vida cotidiana inicia unarevolución sin precedentes: la televisión se insertaen el alma y el cuerpo de los colombianos, la en-trega de las armas por parte de Guadalupe Salce-do es seguida por miles de personas en aparatosestratégicamente situados en las parroquias de lospueblos y en los barrios de las ciudades. La formade construcción de los imaginarios cambia y lo quese ve comienza a ser sinónimo de verdadero, «lovi en la televisión», es una sentencia frente a la cualno existe argumento contradictor porque nuestracultura es una cultura de lo visual y ello se convier-te en paradigma del discurso de la verdad. Unasentencia popular como la de «lo vi con estos ojosque se han de tragar la tierra», confirma el éxitode la cultura televisiva.

Pero esta realidad visual está mediada por unaserie de filtros que hacen que tanto productor comoconsumidor sean bombardeados por toda unapolisemia de discursos que afectan el tratamientode la «realidad»; la pretendida objetividad de losmedios, y en especial de la televisión, se ve cues-tionada por la misma difracción temática que ac-túa frente a cualquier dinámica de información, elmedio informa, forma o deforma, es una discusiónal alcance de la mano, pero en el mismo nivel elusuario se recrea, crea o procrea interpretacionesa partir de su observación, ya que no existe unasola mirada, existen múltiples miradas, el espejotrizado es la plataforma de la modernidad que nosacerca a la televisión con una serie interminable desaberes y los ponemos en práctica en nuestra mi-rada sobre la pantalla.

Este fraccionamiento de la realidad interpretala multiplicidad de sentidos y reconforma un mapasobre la misma, que no necesariamente es falso,es simplemente un espacio ideológico de nuestrossueños y angustias, nos reflejamos en las teleno-velas, hijas históricas de las radionovelas y por esoencontramos identificaciones culturales en ellas. Eléxito de series como Café o Betty la Fea, noshacen pensar la forma en que nos recreamos conla televisión, ante ella se dislocan las relacionespersonales, y las familias se reconfiguran de for-mas diferentes.

Es en este nuevo contexto mediático en el quese configuran las audiencias televisivas y los estu-

Usos sociales de la televisión...- Tomás Vásquez A., Guillermo Cárdenas P. y Alejandro Martínez - pp 103-110

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dios de comunicación empiezan a experimentarciertos giros paradigmáticos poniendo ahora laatención, antes que en el medio, en los contextosen los que éste es usado y en los modos de suapropiación, es decir, en la recepción. Ahora lapreocupación central son las audiencias, pues delo que se trata es de indagar qué hace la gente conlo que la televisión les ofrece. Guillermo Orozcollama audiencia al «conjunto segmentado a par-tir de sus interacciones mediáticas de sujetossociales, activos e interactivos, que no dejande ser lo que son mientras entablan alguna re-lación siempre situada con el referente mediá-tico, sea ésta directa, indirecta o diferida».3 Estemismo autor ha acuñado el concepto de televi-dencias, refiriéndose con ello a una forma especí-fica de audiencia que muestra las prácticas de lossujetos frente a la pantalla en las que no son iner-tes frente a las imágenes sino que, por el contra-rio, son muchos los aprendizajes que derivan desus relaciones con este medio. Los estudios deaudiencias, que en esta perspectiva no tienen nadaque ver con el marketing, así lo han demostrado.

Hoy las audiencias televisivas cada día com-parten su tiempo con otros medios. El mundo con-temporáneo, cada vez más interconectado, haampliado y complicado la noción de audiencia. Siantes las audiencias se concebían más bien estáti-cas, receptoras de mensajes y con pocas posibili-dades e interactuar con los medios, hoy la dinámi-ca de los nuevos medios interactivos ha alcanzadoy penetrado a la televisión, la que, con su amplitudde ofertas, nuevos formatos y estilos, que no siem-pre vienen del mercado, está construyendo unasaudiencias mucho más activas y con muchas másexigencias al mundo televisivo. Estas son las au-diencias de un mundo de culturas globalizadas, in-terconectadas, en las que se entrecruzan, a vecesde modo paradójico, las expresiones, algunas so-bredimensionadas, de la vida moderna que pre-senta la televisión con los escenarios sociales des-de los cuales las audiencias se apropian a su ma-nera y construyen los sentidos de sus mundos.

Los espacios y los tiempos de lasaudiencias familiares

Desde la década de 1960, los hogares colom-bianos empiezan a amoblarse con la televisión. Elmundo moderno hace su entrada hasta el enton-ces lugar íntimo del hogar y desde allí las familiasempiezan a reacomodar sus espacios y sus tiem-pos y a convivir con el bullicio de la televisión.Con ella llenaron las mayorías de nuestro país gran-des vacíos sociales, culturales y educativos encon-trando información y diversión sin salir de las ca-sas. El mundo moderno, con su velocidad y abun-dancia de acontecimientos y ofertas de todo tipo,hizo su entrada de forma abrupta a los hogares,desorganizando y reorganizando la arquitectura ylos espacios de las viviendas hasta ahora larga-mente quietos en el tiempo.

En busca de propuestas orientadoras paraabordar este campo de problemas encontramoslos trabajos de David Morley y Roger Silversto-ne. El primero ha señalado que uno de los logrosmás importantes alcanzado por trabajos recientessobre las audiencias ha sido el creciente reconoci-miento de la importancia del contexto en el que seconsume el producto. En el caso de la televisióneste reconocimiento se centra en el ámbito de lodoméstico. Es en este espacio en el que podemosencontrar lo que ocurre alrededor de las relacio-nes entre las familias y las ofertas televisivas.

En esta perspectiva comunicativa-cultural seasumen las audiencias, como se ha dicho, no re-ducidas a una suma de televidentes, como de or-dinario ocurre en los estudios de telemercadeo yen los sondeos de opinión, sino como los sujetossociales comprometidos con la práctica de ver te-levisión, en sus modos particulares de redistribu-ción espacio-temporal de la vida domestica, pues,como afirma Morley, la práctica corriente de vertelevisión no es un pasatiempo desestructurado delas demás prácticas.4 Así, la práctica de ver televi-sión en familia no es más casual ni espontánea,por ejemplo, que la práctica de cenar en familia.Esto nos encamina a mirar los ritmos de los acto-res familiares en relación con los ritmos de la tele-

3 Orozco, Guillermo. Televisión, audiencias y educación. Nor-

ma: Bogotá, 2001. p. 23.4 Ver Morley, David. Televisión, audiencias y estudios cultu-

rales. Amorrortu, Buenos Aires, 1996

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visión y nos pone ante la presencia de unos muydistintos modos de apropiación televisiva.

La vida cotidiana se desarrolla y se sostiene gra-cias a las secuencias de las rutinas, las ritualidades ydemás acciones tradicionales que damos por sen-tadas, es decir, que no discutimos y que con todassus contradicciones soportan los fundamentos denuestra seguridad. Es aquí donde es posible com-prender, con más agudeza, el papel de la televisión,antes que como perturbadora de la realidad fami-liar y social, más bien como soporte de ella.

Los cambios en la vida cotidiana de los hoga-res, introducidos lentamente por la televisión, seobservan en los nuevos sentidos de los que se car-gan los espacios y las actividades que allí se reali-zan cotidianamente. El preparar la comida y elcomer, el realizar las tareas escolares y otras confines laborales y de diversa naturaleza, al igual queel descansar, están atravesadas hoy por la televi-sión. Los horarios cotidianos de estas actividadesen el seno del hogar, antes establecidos de modorígido por la autoridad parental, ahora se han tor-nado flexibles, puesto que casi siempre está ahípresente el pretexto del programa favorito que haceque las actividades se puedan adelantar o correr yde esta manera reorganizar el tiempo alrededorde la televisión. Dependiendo del tipo de familia,este hecho puede provocar en algunas un adelga-zamiento de la autoridad familiar en cuanto al es-tablecimiento de los horarios que rigen las activi-dades hogareñas, pero también puede exacerbarel poder y el autoritarismo de otras. En fin, la tele-visión es un fenómeno cultural que se ha insertadoen las pautas de vida cotidiana sacando a flote losconflictos y tensiones entre los sujetos, pero tam-bién otorgando identidad y seguridad a quieneshabitan el íntimo espacio del hogar.

Silverstone, por su parte, ha observado que«mirar televisión, como las demás actividadesfamiliares, es algo que no escapa al poder de laorganización familiar del tiempo (…) Los rit-mos repetidos con que se ve televisión, su lu-gar en el conjunto de la actividades familiares,refleja una elección, una organización, un pro-ceso de negociación del cual se sabe muypoco»5. Este mismo autor se adentra en los espa-

cios de vida cotidiana, particularmente en el ho-gar, para estudiar las condiciones en las que la te-levisión es usada y cómo, a partir de este uso, ellapromueve una cultura particular, la cultura del ho-gar, de trascendental importancia para el hombremoderno ya que es allí en donde, fundamental-mente, se constituyen los sujetos. «La televisiónse ha insertado en las complejas culturas denuestra propia domesticidad. Ya no podemosconcebir la televisión si no es como un compo-nente necesario de esa domesticidad, y tampo-co podemos concebir nuestra domesticidad sinver, tanto en el aparato mismo como en la pan-talla, un reflejo y una expresión de esa vidadoméstica».6

Los aportes de Silverstone al cam-po de los estudios de televisión nos proporcionanelementos tendientes a la comprensión de aspec-tos centrales de la relación familia-televisión y lorelacionado con la inserción de la televisión en losritmos cotidianos de la vida doméstica de las fa-milias. Su concepto de hogar como un espacioconstruido a través de relaciones sociales, tantointernas como externas, y permanentemente cam-biantes, es de gran utilidad en los estudios sobretelevisión y familia.

Usos familiares de la televisión.Una perspectiva desde las

mediaciones culturales

Históricamente es la familia el grupo social enel que, principalmente, se adquieren y estructuranlos habitus,7 es decir, los esquemas de percep-ción del mundo que permiten a los sujetos socia-les participar en el marco de las relaciones inter-subjetivas. Al igual que las familias, también la es-cuela participa activamente en la construcción dehábitus y de igual modo participan hoy los mo-dernos medios de comunicación, particularmentela televisión. De esta manera, hoy más que nunca,se tornan más complejos los procesos de sociali-zación, ya que son muchos, y a veces contradic-torios, los agentes, los tiempos y los espacios queentran en juego en tales procesos. Pero más allá

5 Silverstone, Roger. Televisión y vida cotidiana. Amorror-

tu, Buenos Aires, 1995. p, 74.

6 Ibid. p. 51.

7 El concepto es de Pierre Bourdieu. Ver El sentido práctico.

Madrid: Taurus, 1991.

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de la multiplicidad de agencias de socialización loque estos procesos de producción de sujetos guar-dan en común es que todos ellos se llevan a caboen las rutinas de la vida cotidiana.

La vida contemporánea, particularmente la ex-periencia urbana de nuestro país, en donde buenaparte de la población que vive en los estrechosespacios de apartamentos encuentra en la televi-sión su casi único espacio de entretenimiento, nosha mostrado cómo este medio entró en los hoga-res invadiendo el espacio privado y cotidiano delas familias, des-organizando y re-organizando lasrelaciones hogareñas, los saberes y la cultura, con-virtiéndose, en pocas décadas, en un «imprescin-dible y activo miembro» de las familias. En estacompulsiva acogida de la televisión por parte delas familias colombianas, incide la coyuntura his-tórica de violencia e inseguridad que vive el país,ya no sólo en las grandes ciudades sino tambiénen los pueblos y zonas rurales. Con razón y conmucha agudeza en su análisis ha observado JesúsMartín-Barbero que «si la televisión atrae es porque la calle expulsa» queriendo con ello quitarlepeso esencialista e introducirle sentido históricoy social al medio. Y es este sentido social el quelleva al mismo autor a afirmar que «si la televi-sión en América Latina tiene aún a la familiacomo una unidad básica de audiencia es porque ella representa para las mayorías la situa-ción primordial de reconocimiento».8

Asumimos la televisión como un fenómeno cul-tural, como un espacio de interpelación de las te-leaudiencias, antes que como un simple canal quecumple la función de transmitir mensajes o comuni-car ideas. Sólo de este modo, tal como lo propo-nen varios autores, entre ellos Joshua Meyrowitz,puede explicarse el sentido de la orgánica articula-ción de la televisión al espacio del hogar. Este in-vestigador sostiene que la televisión antes que trans-mitir ideas conforma ambientes mediante sus mul-tiusos, ya que la mayoría de las personas ven televi-sión mientras realizan otras múltiples actividades,tales como comer, jugar, lavar platos, hablar porteléfono, leer, discutir o incluso hacer el amor.9

Ahora bien, es importante destacar la idea dedomesticidad en tanto cultura cambiante que semueve entre la tensión de lo público y lo privado,que por lo tanto remite más allá del espacio físicodel hogar y de las relaciones familiares y penetrael mundo de las transformaciones sociales y políti-cas que son dinamizadas, precisamente, por la te-levisión. Aquí es importante el reconocimiento quehace Silverstone de la familia, del hogar y de lacasa, ya que es en estos espacios en los que seproduce y reproduce la cultura televisiva. De estamanera, pensar y estudiar la relación televisión yfamilia implica empezar por estudiar esos lugaresque hasta hace poco nada tenían que ver con losestudios de los medios de comunicación.

Una revisión de la más reciente investigaciónen medios deja ver una preocupación por la fami-lia. Esta emerge como tema propicio para el estu-dio de la televisión, ya sea que se centre en losniños, en los jóvenes, en los géneros, en las rela-ciones de poder o en los procesos de socializa-ción que se tejen en el hogar. De todos modos sepretende ir mucho más allá de la simple observa-ción del consumo televisivo sin más, puesto que loque se busca es el análisis de las condiciones cul-turales y de las dinámicas de este consumo paraobservar cómo la televisión se inserta en las es-tructuras de las familias. Cuando el consumo demedios se realiza en la familia, advierte Silversto-ne, ello ocurre en una situación social complejadonde se expresan (a través de los variados sub-sistemas de relaciones conyugales, parentales ofraternales y a través de las relaciones que losmiembros de la familia mantienen entre sí y con elmundo exterior) diferentes pautas de cohesión ydisgregación, de autoridad y sumisión, de libertady constreñimiento, resaltando que las pautas deconsumo televisivo se generan y se mantienen den-tro de estas relaciones sociales, espaciales y tem-porales.

Para nuestro análisis, la noción de uso, propues-ta por Michael De Certeau, tiene gran relevancia enla medida en que permite reconocer una posiciónactiva y dinámica de los actores sociales, los cualeseran considerados exclusivamente como recepto-res pasivos en los análisis de hace algunos años so-bre medios de comunicación. Esta noción de usopuede contribuir a realizar un acercamiento a lossignificados que los mismos actores sociales le otor-

8 Martín-Barbero, Jesús. De los medios a la mediaciones.

Gustavo Gili, México, 1987. p. 234.

9 Mayrowitz, J. «El desafío oculto de la televisión». En: Fa-

cetas, Washington, No. 82, octubre-diciembre, 1988

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gan a su vida cotidiana, a su experiencia como gru-po social y como colectivo cultural. En esta pers-pectiva, resulta interesante interrogar cómo las fa-milias de un sector de la ciudad de Bogotá usan, nosólo la televisión como medio de entretenimiento einformación sino, además, las imágenes que ella pro-mueve sobre la familia. Es posible, afirma De Cer-teau, interesarse por lo que el practicante, es de-cir, el sujeto social, «fabrica durante las horasempleadas en mirar televisión o en una películaen el cine y con las imágenes que se ofrecen to-talmente hechas... e indaga por el uso que lospracticantes hacen del espacio edificado, de lossistemas de productos organizados en los super-mercados o en los relatos y leyendas distribui-das por su periódico habitual».10Se trata, pues,de una creatividad dispersa, de una producción desegundo orden que se esconde en el consumo, ennuestro caso, en los distintos modos de habitar elhogar y de ver televisión.

En cuanto a los usos que los practicantes ha-cen de la televisión, De Certau señala que, a dife-rencia de los que tienen lugar sobre un texto, unespacio urbano, etc., sus huellas se diluyen, sonmás difícilmente aprehensibles, ya que correspon-den a una producción más disimulada, pero asímismo, más «astuta, dispersa, silenciosa y ocul-ta». Aquí cabe ubicar la noción de táctica queeste autor otorga a los practicantes cuando hacenuso a su manera de los productos elaborados porotros para un fin específico y que, sin embargo,ellos modifican. Esto se podría ilustrar con la ex-presión nunca contradictoria de «oir televisión».

Es la observación de las prácticas las que dancuenta de las diferentes atenciones que las audien-cias le prestan a la televisión. Varlerio Fuenzalidaseñala la atención del monitoreo que es la más ha-bitual en el hogar. Se trata de aquella práctica en laque una persona desarrolla primariamente una acti-vidad extratelevisiva-como tareas escolares en elhogar o quehaceres de casa- y sólo atiende de vezen cuando a la pantalla. «La televisión encendidaaparece más como fondo visual y auditivo sobreel cual se desarrolla otra actividad primaria.»11

Teniendo en cuenta lo anterior, podríamos de-cir que el uso de la televisión en las familias generaun espacio abstracto, un escenario cultural intan-gible, en el cual se fraguan relaciones de poder,sentidos sobre las jerarquías familiares y, en fin,todas aquellas representaciones que llenan de sig-nificado la vida cotidiana de las familias. La televi-sión, entonces, entra a compartir un papel impor-tante con la familia y la escuela, en los procesosde socialización y de producción cultural.

En este sentido, nuestro interés está puesto, noen el medio o en las audiencias exclusivamente,sino en las mediaciones que realizan las audienciascon la televisión y los contextos familiares especí-ficos. Utilizamos aquí el concepto de mediaciónperfilado por Jesús Martín–Barbero, para quienel análisis de los medios debe descentrarse de lalógica de la producción, de la mirada de la mani-pulación, hacia la lógica de la compleja y desigualapropiación de los medios en determinados con-textos socio – culturales. Para este autor, «[...] enlugar de hacer partir la investigación del aná-lisis de las lógicas de la producción y la recep-ción, para buscar después sus relaciones deimbricación o enfrentamiento, proponemospartir de las mediaciones, esto es, de los luga-res de los que provienen las constricciones quedelimitan y configuran la materialidad social yla expresividad cultural de la televisión»12.

Con el fin de obtener análisis más densos so-bre las relaciones existentes entre los dos contex-tos, esto es, de las mediaciones que ocurren entretelevisión y familia, es necesario, por un lado, iden-tificar las imágenes y modelos de familia y de ac-tores sociales que se promueven en la televisión y,por otro lado, analizar los usos y relaciones queestablecen con la televisión las familias, entendien-do que, según J. B. Thompson, «el uso de losmedios de comunicación implica la creación denuevas formas de acción e interacción en elmundo social, de nuevas formas de relacionar-se con los otros, y con uno mismo»13. Lo ante-rior nos lleva a pensar que las familias no están al

10 De Certeau, Michael. La invención de lo cotidiano. Sao

Paulo: Petrópolis, 1994, p. 39

11 Fuenzalida, Valerio. Televisión abierta y audiencia en Amé-

rica Latina. Bogotá: Norma, 2002.

12 Martín–Barbero, Jesús. De los medios a las mediaciones.

Comunicación, cultura y hegemonía. Barcelona: Gustavo

Gili, 1987, p. 233.

13 Thompson, John B. Los media y la modernidad, Barcelona,

Piados, 1998, p. 37.

Usos sociales de la televisión...- Tomás Vásquez A., Guillermo Cárdenas P. y Alejandro Martínez - pp 103-110

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e

margen de los cambios sociales, al contrario, sonmuy sensibles a ellos. Las familias son espacios deprocreación y de socialización de nuevas genera-ciones. Espacios en los que se reproducen y pro-ducen prácticas, valores y patrones de vida, perotambién espacio de lucha y de resistencia, de per-manencia y de cambios silenciosos. Los gruposfamiliares como espacios estratégicos de comuni-cación son dinámicos y diversos; de allí que seaimposible encasillarlos con categorías homogéneasy rígidas.

Pensar la familia desde la comunicación es asu-mirla como un proceso permanente y complejode prácticas culturales y, como tal, de producciónde subjetividades sociales determinadas histórica-mente. Esto nos permite pensar, y a la vez reco-nocer, cómo la sociedad de hoy, caracterizadacomo sociedad de la comunicación y la informa-ción debido al gran despliegue de estrategias co-

municativas, que hacen posible la mundializaciónde la cultura, afecta los modos de vida familiares.Esta proliferación de las comunicaciones y pro-ductos culturales, no sólo afecta las relaciones in-ternas entre los integrantes de los grupos familia-res, sino también las relaciones de éstos con elentorno social, cultural, económico y político. Eneste sentido, las familias pueden entenderse comoespacios transicionales entre lo privado y lo públi-co, en lugar de ser concebidas sólo como espa-cios privados y aislados de lo público. En fin, delo que se trata es de comprender las dinámicascomunicativas de una de las instituciones más tra-dicionales pero a la vez la que ha experimentadolos más profundos cambios en ritmos de vida co-tidiana. Y precisamente uno de los elementos quemás ha contribuido con esos cambios ha sido, sinlugar a dudas, la televisión.

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Abstract

Se intenta reconocer la naturaleza de las culturas juveniles

urbanas actuales, tanto desde la antropología como desde la

estética. Se sostiene que lo juvenil es una categoría socialmente

construida que depende de condicionantes como la edad, el género

y la clase social. Se hace una revisión de los estudios sobre

culturas juveniles como punto de partida para el abordaje de los

jóvenes no institucionalizados.

ESTÉTICAS Y CONSUMOS CULTURALES

Culturas juveniles urbanascontemporáneas:

una aproximación antropológica*ÁNGELA GARCÉS MONTOYA

* El artículo hace parte d la investigación sobre «CulturasJuveniles Urbanas Contemporáneas: Una Aproximación An-tropológica», que se desarrolla con un grupo de docentes yestudiantes de la Facultad de Comunicación y RelacionesCorporativas de la Universidad de Medellín, con el apoyode la Dirección de Investigaciones.

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La exploración en Culturas Juveniles UrbanasContemporáneas intenta reconocer el mundo delos jóvenes no institucionalizados, es decir, aque-llos que se resisten a vincularse a los procesos«normales» de identificación y socialización de lossujetos, pues si bien en la universidad encontra-mos una amplia población juvenil, ella se encuen-tra vinculada a propuestas propiamente adultas,como son la esperanza de profesionalización y vin-culación laboral. En la calle encontramos jóvenesque se resisten al mundo institucionalizado; allí, ellosy ellas crean nuevos mundos.

Los acercamientos a las culturas juveniles nosdemuestran que la construcción cultural de la ca-tegoría de ‘joven’, al igual que otras calificacionessociales (mujer, indígena, negro...) se encuentra enpermanente reconfiguración, pues son categoríasque no permanecen estáticas, al estar inscritas enla dinámica de las culturas, y en la actualidad po-nen en evidencia la pluralidad y la diversidad deexpresiones. Por eso, la presente investigaciónbusca establecer la relación de dos categorías quehan marcado serias mutaciones sociales y cultura-les en el siglo XX. Se trata de los jóvenes y lasmujeres, actores sociales que han revolucionadolas concepciones culturales, ‘connaturales’ y losimaginarios simbólicos que configuran el «ser jo-ven» y el «ser mujer».

Conceptos rectoresDimensión antropológica

Cultura: es el espacio simbólico relevantedonde los y las jóvenes construyen nuevos signifi-cados, lenguajes, códigos estéticos, formas decomunicación y relación afectiva, de jóvenes parajóvenes, alejándose del mundo adulto y constitu-yendo su identidad, entendiendo que la identidades diferencial y se construye en una relación basa-da en la alteridad.

Alteridad cercana: La antropología en susorígenes se ocupo del estudio y reconocimientodel «otro lejano», relacionado con los grupos y lasetnias tradicionales (americanas, asiáticas, africa-nas, e.o) que ofrecían una amplia diferencia con lacultura propia. En la actualidad la alteridad se en-cuentra en la propia región, en la ciudad, en la fa-milia, se trata de otros grupos (juveniles, feminis-

tas, gay…) que, a pesar de compartir una culturadominante, logran una resignificación de sí mismosy su grupo afín, diferenciándose por la edad, elsexo, el grupo, e.o. Las culturas juveniles resigni-fican la otredad, al presentarse como sujetos por-tadores y productores de cultura.

La alteridad situada en la ciudad ocasiona unarenovación del mapa cultural urbano, pues la urbecontiene culturas heterogéneas e incluso enfrenta-das; se trata de un espacio donde habitan diver-sos estilos de vida y de configuración territorial.Se entiende entonces, que el mundo juvenil «de-safía las nociones de cultura y de ciudad, alconfrontar la base de identidades nítidas, arrai-gos fuertes y deslindes claros. Las ciudades sonalgo no representable ni desde la diferenciaexcluyente y excluida de lo autóctono, ni desdela inclusión uniformante de lo moderno».1

En este sentido, la cultura juvenil puede enten-derse como una alteridad cercana enfrentada a lacultura adulta; ambas culturas conviven en la ciu-dad, reconocen su alteridad, comparten espacios,valores, expectativas, y al mismo tiempo, existencomo mundos enfrentados. En el dominio de laalteridad cercana, reconocemos la constitución dela ‘cultura juvenil’, en oposición a ‘la cultura adul-ta’, como lo denomina Francisco Cajiao Restre-po.2 Oposición que se hace más evidente al pre-sentarse la falta de intercambio significativo entreambas culturas.

Lugar: es un espacio cargado de sentido, seconstituye a partir de ser habitado, vivido. Guar-da las memorias, los afectos y las liturgias. Setrata de un espacio que ha sido habitado y con-tiene un grado pleno de significación. Habitar sig-nifica demorarse en un lugar y cuidarlo. (MarioMargullis).

Territorios juveniles: Es un amplio espacio,contiene varios lugares, en él se constituye el en-cuentro cotidiano entre grupos y personas, don-de establecen una identidad compartida a partirdel sentido que le es conferido por las interac-

1 Martín-Barbero. Jesús. “Comunicación y ciudad: sensibi-

lidades, paradigmas, escenarios”. En: Giraldo, Fabio. (Com-

pilador) Pensar la ciudad. Bogotá: TM, 1996. Pág. 45.

2 Cfr. Cajiao Restrepo, Francisco. “Atlántida: una aproxi-

mación al adolescente escolar colombiano”. En: Nómadas.

No. 4. Universidad Central de Bogotá, 1996. P.53-64.

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ciones físicas, afectivas y simbólicas de quieneslo frecuentan cotidianamente. El concepto de per-tenencia es central para la comprensión del terri-torio, allí reposa el arraigo y el morar. La calle, laesquina, el parque se convierten en territoriosdonde el joven encuentra un refugio que le per-mite estar al margen del mundo institucionaliza-do.

Se entiende por qué el arraigo es una necesi-dad fundamental del ser humano: sin él la vida hu-mana se agotaría en la errancia y la inestabilidad.«Las culturas juveniles realizan construcción yapropiación de nuevos espacios a los que do-tan de sentidos diversos al trastocar o invertirlos usos definidos desde los poderes (…) Losjóvenes reconfiguran lo local en sus relacionescomplejas de resistencia, negociación y conflic-to con lo global».3

Territorio nocturno: La noche aparece paralos jóvenes como ilusión liberadora, ella procurael máximo distanciamiento con el tiempo diurno,con el tiempo de todos, de los adultos, del tiemporeglamentado. Se trata de una oposición marcadaentre la luz y la oscuridad, entre los horarios detrabajo y los de descanso. «Las normas que re-gulan la vida urbana varían del día a la noche.Hay un empleo del tiempo para conquistar elespacio» (Mario Margullis, 1994)

Ciudadanía cultural: alude al derecho a laciudadanía desde la diferencia. Es en el espaciopúblico donde hombres y mujeres jóvenes se visi-bilizan, e inauguran nuevos lugares de participa-ción pública, lugares de enunciación, lugares decomunicación, espacios de socialización, nuevasnociones de identidad. El postulado de ciudada-nía cultural invita a respetar y garantizar la diferen-cia, y con respeto a los jóvenes, implica recono-cer los tiempos de formación de sus identidades ylos espacios de creación de sus significaciones vi-tales. (Rosaldo, 1992)

Dimensión de la estética urbana

Tiempo/espacio efímero: Las grandes ciu-dades generan nuevas experiencias espacio/tem-

porales que borran la tradicional noción de lugar(fijo, localizado, reconocido) y de tiempo (cro-nológico, sucesivo); aparecen el «espacio deste-rritorializado» y el «tiempo simultáneo» asocia-dos a la movilidad permanente y la ubicuidad quegeneran medios de transporte y medios de co-municación. Ese «tiempo / espacio efímero» de-termina nuevas formas de relación entre los gru-pos y su identidad (personal y territorial), confi-gurando nuevas formas de socialización juvenildeterminadas por la velocidad, el nomadismo, laerrancia, lo efímero.

Socio-estética: La identidad del «ser» signa-da primero por la personalidad y el comporta-miento del sujeto comienza a devenir «superfi-cie», se confía la «forma de ser» a la «forma deaparecer», buen despliegue de la imagen marca-da por el vestuario, los accesorios y las marcascorporales. La elección de la apariencia pasa porla individualidad, y luego por la adscripción a ungrupo que determina la identidad de la culturajuvenil. Este proceso se ha denominado socio-estética, entendida como: «posibilidad de nom-brar la relación entre los componentes estéti-cos y el proceso de simbolización de éstos apartir de la adscripción a los distintos gruposidentitarios que los jóvenes conforman»4. Así,el «look» que exhibe una cultura juvenil, com-puesto por vestuario, accesorios y tatuajes, apa-rece como emblemas que operan la identifica-ción entre los iguales y la diferenciación frente alos otros.

A continuación presentamos dos temas:La «Juventud una Construcción Cultural», con-

sidera los múltiples elementos que constituyen el«ser joven», como la edad, el cuerpo, el género,la clase social y la generación, que nos permiteentender cómo las juventudes son múltiples, di-versas y plurales.

Los «Estudios sobre Culturas Juveniles», pararecoger los aportes realizados específicamentepor antropólogos, como el caso de México, Ca-taluña y Ecuador en contraste con los aportesrealizados por la línea de investigación en Cultu-ras Juveniles que adelanta la Universidad Cen-tral de Bogotá.

3 Reguillo Cruz, Rosana. Emergencia de culturas juveniles.

Estrategias del desencanto. Bogotá: Norma, 2000. p. 145. 4 Ibidem. P. 97.

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La juventud:una construcción cultural

En general, podemos afirmar que, en la so-ciedad actual, la juventud indica una manera par-ticular de estar en la vida regida por potenciali-dades, aspiraciones, modalidades éticas y es-téticas. Se trata de elementos que perfilan la ima-gen de la juventud. Pero al tratar de definirla esnecesario nombrarla en plural. A medida queavancemos en el reconocimiento de la juventudy sus formas de adscripción en culturas juveni-les, descubriremos que NO existe una juven-tud, pues la hallaremos determinada por variasdimensiones, como son: edad, cuerpo, género,clase social, lugar donde se vive y la genera-ción. En este sentido Rosanna Reguillo Cruz nosrecuerda:

«Los jóvenes no pueden ser ‘etiquetables’simplistamente como un todo homogéneo, setrata de una heterogeneidad de actores que seconstituyen en el curso de su propia acción yde prácticas que se agrupan y desagrupan enmicrodisidencias comunitarias: la ecología, lalibertad sexual, la paz, los derechos humanos.Otros jóvenes transitan en el anonimato, elpragmatismo individualista, el hedonismo mer-cantil, el gozo del consumo».5

Se reconoce la complejidad para abordar lajuventud, en primera instancia porque unos jó-venes, que pretenden estar al margen de la so-ciedad institucionalizada, es decir, la escuela, eltrabajo, la religión, no dejan de estar inscriptosen la sociedad de consumo y su identidad, indi-vidual o colectiva, es definida por la lógica capi-talista. Son jóvenes que participan y se adscri-ben a la sociedad a través de los diversos olea-jes que ofrece la moda, y, por tanto, consumenvestuario, accesorios, música, automóviles, diver-sión, erotismo, look e.o. Se trata entonces dejóvenes regidos por la fuerza de la moda, que sehace visible bajo la modalidad de estilos de con-sumo, seriamente regulados por la industria, queencuentra en los jóvenes y principalmente en los

adolescentes un amplio mercado, que parece in-agotable.

Entonces quizás encontremos algunas culturasjuveniles que aunque pretendan estar supuestamen-te en la periferia del sistema, pueden «estar insta-ladas como firmamentos especulares en dondelos valores de la sociedad capitalista –hedonis-mo, egolatría, culto a lo superficial, consumis-mo, vanidad narcisista – se reproducirían enclave de caricatura».6 Y entonces, reconocemosunas culturas juveniles que pretendiendo confron-tar el mundo adulto, se convierten en «culturasparódicas», denominadas por el antropólogo Ma-nuel Delgado como «configuraciones simbólicasque imitan, involuntaria e inconscientemente,los lenguajes y paralenguajes en activo en lasociedad general, deformándolos y llevando sulógica a una irrisión por desmesura».7

El mismo Manuel Delgado, presenta dos ejem-plos palpables de culturas urbanas paródicas con-temporáneas.

Uno: los jóvenes consumidores de heroína, losyonquis, que se comportan justamente como eso,es decir, como consumidores, que obedecen a losprincipios racionalizadores que orientan la conductaconsumista en la sociedad contemporánea. Lapelícula Requiem por un sueño nos presenta, en-tre otros personajes, a una joven pareja, un hom-bre y una mujer que consumen su vida por la he-roína, y allí consumir no es precisamente gozar,sino morir lenta pero inexorablemente, pues su-mergidos en la heroína no encuentran camino deretorno, incluso, ni siquiera el amor de pareja pue-de salvarlos.

Otro: los homosexuales varones norteamerica-nos, que se presentan como una sociedad hiper-machista, basada en la exaltación de la virilidad yun estado permanente e insaciable de agitaciónerótica, que puede ser inmediata aunque nuncatotalmente satisfecha. Aquí la película de Almodó-var, Todo sobre mi madre, personifica muy bienel goce hipermachista, pues el hombre quiere ha-

5 Reguillo Cruz, Rossana. “Culturas juveniles. Producir la

identidad: una mapa de interacciones”. En: Revista JOVE-

Nes. Revista de Estudios sobre Juventud. No.5. (Jul– dic.

1988), p. 15.

6 Delgado Ruíz, Manuel. “Culturas paródicas”. En: Ciudad

líquida, ciudad interrumpida. Serie Estética Expandida. Edi-

torial Universidad de Antioquia y Facultad de Ciencias Hu-

manas y Económicas de la Universidad Nacional. Medellín,

marzo de 1999. p. 119.

7 Ibid. P. 120.

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cer de su vida un goce y, por tanto, transforma sucuerpo, manteniendo la ambigüedad hombre ymujer en un mismo cuerpo. En ese intento de des-vanecer los límites sexuales, va disolviendo su vidaen una insaciable agitación erótica que no se de-tiene.

Otros jóvenes se encuentran agrupados y dife-renciados por mecanismos de identidad, que lo-gra ser colectiva, y quizás alcance una participa-ción política y social, dependiendo de su nivel deorganización, su fortalecimiento grupal y la pro-yección de sus propuestas. Estos jóvenes tambiéntienen un estilo de vida, pero a diferencia de losjóvenes articulados a los mercados de consumo,su estilo es propio, es decir, es elaborado por elgrupo, así «el vestuario, la música, el acceso aciertos objetos emblemáticos, constituyen unade las importantes mediaciones para la cons-trucción identitaria de los jóvenes, que ofertan‘marcas visibles’ o lo que los publicistas llamanun ‘concepto’»8.

Unos y otros, es decir, las culturas paródicas ylas culturas juveniles son construcciones socialesy culturales, pues son el producto de las aspira-ciones y las situaciones de cada sociedad y de cadagrupo. Es necesario entender que entre jóveneshomogéneos o jóvenes fuertemente diferenciados,existe una compleja red identitaria que agrupa ydesagrupa a los jóvenes que van construyendocada estilo para identificarse y diferenciarse. Porello, la identidad juvenil se entiende como un com-plejo efecto simbólico de «identificarse con losiguales y diferenciarse de los otros, especial-mente del mundo adulto».9

Al tratar de reconocer la Juventud Plural, va-mos descubriendo unos jóvenes adscritos a la so-ciedad de consumo, y consumo no será sólo ca-pacidad de gasto, es también capacidad de gocee incluso de agotamiento; otros jóvenes buscandiferenciarse por su capacidad de confrontaciónal mundo establecido y en esa medida construyennuevas formas de agruparse y diferenciarse, e in-cluso de resignificar el mundo. En ese sentido, ve-remos que entre el mundo establecido, ya sea porel mercado o por los adultos, aparece un mundo

juvenil diferente, que no quiere adscribirse a lasformas de ser previamente establecidas.

Vamos entendiendo que la Juventud Plural pre-senta diversas posibilidades que no pueden ser‘etiquetables’; por eso nos resistimos a resaltar lasdenominaciones que ya parecen oficiales en algu-nos estudios, como modernos, punkeros, meta-leros, raperos, alternativos..., que tratan de pre-sentar cada mundo juvenil como un todo cohe-rente y uniforme, olvidando las amplias variacio-nes que pueden sucederse en cada agrupación,dependiendo de variables sociales, económicas,urbanas, generacionales, estéticas, músicales e in-cluso sexuales; variaciones que además son móvi-les y cambiantes, en tanto los jóvenes se agrupany desagrupan fácilmente, sin encontrar en esa mo-vilidad una crisis identitaria.

En este sentido, Manuel Delgado denunciacómo la prensa y las autoridades policiales divi-den a los jóvenes en grupos bien jerarquizados, esdecir ‘etiquetados’, y con esa marca supuestamen-te pueden precisar su nivel de peligrosidad ciuda-dana. Por eso hay que reconocer que «en las in-vestigaciones periodístico – policiales los jó-venes son clasificados como motoras, skin-heads, siniestros, psichobillys, punkis, heavies,rockers, mods, hooligans, maquineros, b-boys,hardcores y ocupas, con una ficha que recogesus rasgos distintivos: edad, actividades –ocioy nomadismo, música, conciertos, ropa, baile,pintadas, marginalidad, normales- niveles deconflictividad, ideología, etc, que terminan porasignarles responsabilidades tribales a todo tipode crímenes, agresiones, peleas multitudinarias,saqueos o destrucciones».10

Para contribuir a la complejidad de la JuventudPlural, a continuación se presenta una revisión delas dimensiones que perfilan la identidad juvenil,pero debe entenderse esta diferenciación sólocomo una aproximación metodológica que tratacada aspecto en su particularidad, y no puede ol-vidarse que cada elemento guarda estrechas rela-ciones interdependientes entre sí.

La edad de la juventud implica un paso entrela adolescencia y la adultez; se trata de un tránsitoentre dos momentos de la vida, pero es muy difícilestablecer una edad precisa para cada momento,

8 Reguillo Cruz, Rossana. Emergencia de culturas Juveni-

les. Bogotá: Norma, 2000. Pág. 27.

9 Ibid. P. 28. 10 Delgado. Op. cit. p. 122.

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pues estará en relación con las otras variablesmencionadas. Puede que una clase social extien-da el tiempo de la juventud para mantener a losjóvenes en estado de irresponsabilidad y así con-trolar sus patrimonios; en cambio, otra clase so-cial se ve obligada a acortar tanto el tiempo de lajuventud, que el joven o la joven rápidamente co-mienzan a asumir las responsabilidades laboralesy familiares. En este sentido, la edad es apenas unvago indicio del tiempo de la juventud, pues no setrata de un estado natural (físico y biológico) sinode un tiempo social y cultural.

El cuerpo se ha convertido en el gran para-digma de la juventud, pues se ha desplegado en lapublicidad un «cuerpo – signo», cuerpo joven quese exhibe y se consume. El cuerpo joven pone enevidencia que es posible vivir bajo los parámetrosdel presente, pero el cuerpo también deja ver elpaso irreversible del tiempo, pues si bien sobre élopera una ley social, parece más determinante elpeso biológico que indica «el cuerpo envejece», yéste acto irreversible no lo perdona nuestra actualsociedad de consumo.

Entiéndase bien, el cuerpo es el portador silen-cioso del paso del tiempo, y aunque queramosentenderlo en un sentido amplio, con sus disposi-ciones habituales, sus posturas y gestos, su volu-men y forma, tono y tensión, sus relaciones es-pontáneas, o la indumentaria con la que se lo in-viste, es su evidente juventud o vejez el primer pla-no de interacción social. El tiempo del cuerpo ha-bla involuntariamente, él es un mensaje mudo quefatalmente nos delata.

Así, en la relación juventud - cuerpo – tiem-po se reconoce un signo en el que se muestran lashuellas de algo que ha huido, evidente bajo la si-guiente disyuntiva, del cuerpo joven se espera quecumpla con algunos atributos: flexible, ágil, bello,y estos atributos son los que primero se pierdencon el paso del tiempo. Quizás por eso pesan tan-to las canciones: «El tiempo pasa, nos vamos vol-viendo viejos…» o «Yo también tuve 20 años, 20años que ya se fueron y no volvieron».

El cuerpo también contiene otros importanteselementos simbólicos relacionados con la sexuali-dad, y especialmente con el erotismo; según Ag-nes, mujer que aparece en la obra La Inmortali-dad de Milán Kundera, «el cuerpo erótico se li-mita al instante de excitación durante el cual

el cuerpo se volvía deseable y hermoso. Sóloaquel instante justificaba y redimía el cuerpo;cuando aquella iluminación artificial se aca-baba, el cuerpo volvía a convertirse en meromecanismo sucio al que estaba obligada a man-tener».11

El erotismo es una dimensión que se descubrey se construye en el encuentro sexual de los cuer-pos, y como proceso de descubrimiento se suce-de principalmente durante la juventud. Podemosafirmar que los jóvenes quieren alcanzar en el ero-tismo una dimensión que se encuentra al margende la vida cotidiana, y se teje con sensaciones in-confundibles, todas corpóreas y al mismo tiemposimbólicas. Y si bien el erotismo en nuestra culturase construye entre dos, también la sociedad deconsumo, especialmente la publicidad, sabe apor-tar y explotar elementos eróticos corpóreos juve-niles.

Por eso la publicidad despliega el «cuerpo –signo» hecho a la medida del consumo, que ex-plota la juventud erótica. Parodiando a Jean Bau-drillard, es posible afirmar que nunca consumimosun cuerpo por sí mismo o por su valor de uso, sinoen razón de su «valor de cambio», es decir, enrazón del prestigio, del estatus y del rango socialque confiere. Por encima de la satisfacción espon-tánea de las necesidades, hay que reconocer en elconsumo un instrumento de la jerarquía social. Yes en la publicidad donde encontramos la rigurosaclasificación de cuerpos bellos, sexuales, atracti-vos, de cuerpos eróticos construidos por la socie-dad consumo; ellos no satisfacen ninguna necesi-dad básica, y en cambio, nutren la ideología he-donista sustentada en la economía de consumo. Eltema «cuerpo – signo» será tratado con amplitudmás adelante en el numeral: la juventud signo.

Más allá de la publicidad, hay que reconoceral cuerpo como un espacio de enunciación per-manente, pues no sólo es portador de signos deconsumo, sino también de signos culturales, en tantolos signos corporales también dan cuenta de «lossentires, saberes, éticas y estéticas juveniles. Elcuerpo puede entenderse como un mapa de ins-cripciones y adscripciones indentitarias, ima-

11 Kundera, Milán. La inmortalidad. España: Tusquets Edi-

tores, 1994. Pág. 187.

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ginarias y simbólicas.»12

El género: La juventud tendrá matices distin-tos para el hombre y la mujer: en primer lugar, elcuerpo biológico no madura al mismo tiempo parauna y otro; aquí, la biología determina tiempos yritmos que inciden de forma distinta en cada géne-ro. Además, el cuerpo procesado por la sociedady la cultura plantea temporalidades diferentes parahombres y mujeres, por eso hay que resaltar lasdiferencias en la valoración con respecto a la ma-duración sexual y a la maternidad en cada cultura.Reconocemos en la cultura occidental cómo esasexperiencias marcan el cuerpo joven de forma másdeterminante para ella que para él.

Se entiende que la juventud no se vive de igualforma para hombres y para mujeres, pues la «so-ciedad determina trayectos y expectativas vi-tales distintos, y por tanto, las valoracionesasignadas, los espacios de socialización permi-tidos, el desarrollo de las relaciones de poderentre sí, la formación de la familia, el momen-to de asumir la maternidad y la paternidad, sonfactores que alteran las formas de vivir la ju-ventud.»13

La cultura procesa metódicamente las formasidentitarias femeninas y masculinas. En este senti-do se ha enunciado en otras investigaciones cómohombres y mujeres viven su cuerpo y su vida afec-tiva escindida por la dualidad de lo santificado / loprohibido.14 Y regidos por esa separación espa-cial y simbólica es «posible descubrir que la iden-tidad de género (femenina / masculina) no esalgo dado, inherente o inamovible al ser hu-mano. La identidad de género es algo que seconstruye en la interacción cotidiana y va sien-do reforzada por las dualidades espaciales(adentro / afuera); por la asignación de roles(doméstico / productivo); por diferenciaciones

temporales (día / noche), e incluso, por fractu-ras eróticas: amor / pasión».15

En ese sentido, podemos pensar en la culturaoccidental y reconocer un patrón cultural bajo lanorma que ordena la reclusión femenina en el es-pacio doméstico, y vemos cómo la mujer debealejarse de la calle o de los lugares de ocio, es-pacio privilegiado para los hombres. Por ejem-plo, a principios del siglo XX, la moral sexual dela sociedad medellinense marca y defiende ladualidad de las vidas femeninas / masculinas, quese corresponde con la oposición de espacios biendelimitados y diferenciados por el adentro (elhogar, la iglesia, el costurero) y el afuera (la ca-lle, el café, la cantina, el taller); el primero asig-nado a la mujer, el segundo al hombre. Así, cadaespacio modela un hombre y una mujer particu-lar, y si ellas traspasan las puertas del hogar paradirigirse a la calle, se entiende que abandonan lacondición ideal de la mujer y su vida corre unincierto destino de perdición y pecado. Y si elhombre permanece en el hogar, también seráobjeto de crítica y observación permanente, aun-que no tan severo. Adentro / afuera, espacio do-méstico / espacio de ocio, iglesia / cantina, «sonpolos donde se anudan las redes de sociabili-dad e identidad de género».16

Si revisamos la presencia de las mujeres en lasculturas juveniles, se confirma su ausencia, puesellas cumplen su reclusión femenina en el espaciodoméstico, y por tanto, están alejadas de la calle,espacios privilegiados de las culturas juveniles.Además, hay que reconocer otro elemento quecaracteriza algunas culturas juveniles y es la estéti-ca y el comportamiento duro que se expresa enactividades violentas o en el vestuario y el lengua-je agresivos. Allí «las mujeres parecen haber sido‘invisibles’,‘marginales’ o ‘pasivas’, sobre todosi se revisan las imágenes difundidas en el rocky la sexualidad».17 Es necesario resaltar este ele-mento para confrontarlo en las diferentes culturasjuveniles que serán estudiadas y poder confirmaro mostrar los matices de esta afirmación.

La clase social. Se advierte en la separación

12 Cerbino, Mauro. “De malestares en la cultura, adicciones yjóvenes”. En: Culturas juveniles en Guayaquil. Cuerpo, la

música, el género y las sensibilidades juveniles.

Ecuador:Abya, 2000. Pág. 19-20. (Convenio Andrés Bello).13 Serrano Amaya, José Fernando. “La investigación sobre

jóvenes estudios de (y desde) las culturas”. En: Cultura,

medios y sociedad. Martín-Barbero, Jesús. (Ed.) Univer-sidad Nacional de Bogotá, septiembre de 1998. Pág. 280.

14 Cfr: Garcés Montoya, Ángela. “Ser hombre/ser mujer: vi-das separadas en Medellín”. 1900–1940. Revista Universi-

dad de Medellín. No. 74. (Oct., 2002), p. 142 – 166.

15 Ibidem. P. 142.16 Ibid. P 143.17 Feixa Pompols, Carles. “De las culturas juveniles al estilo”.

En: El reloj de arena. Culturas juveniles en México. CausaJoven. México, 1998. Pág. 64.

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social, marcada por estratos económicos, que eltiempo de la juventud es diferente para sectoresaltos, medios y populares. Si reconocemos losextremos económicos, podemos afirmar que hom-bres y mujeres experimentan la juventud según elsector social al que pertenecen. Así, los estratospudientes, gracias a sus condiciones económicasfavorables, pueden alargar la juventud, es decir,hombres y mujeres pueden demorarse en la ju-ventud, atrasando su responsabilidad familiar yprofesional. Mientras en los estratos menos favo-recidos, los jóvenes sienten la necesidad de ocu-parse laboralmente e incluso de asumir respon-sabilidades familiares prontamente.

En este sentido, sólo podrían ser jóvenes aque-llos que pertenecen a sectores sociales relativa-mente acomodados. Los otros carecerían de ju-ventud, si entendemos la juventud determinada porla dimensión económica, como un período sin res-ponsabilidades, legitimado para el uso del tiempolibre, durante el cual la sociedad no exige com-promisos serios.

La dinámica de la juventud determinada porla clase social fue denominada por Mario Mar-gullis como ‘moratoria social’, privilegio reser-vado principalmente para los sectores altos, quie-nes gozan de la ‘juventud paradigmática’, que noes otra que aquella que se «presenta con abun-dancia de símbolos en el plano mass mediáti-co: deportiva, alegre, despreocupada, bella,la que viste las ropas de moda, vive romancesy sufre decepciones amorosas, pero se man-tiene ajena, hasta su pleno ingreso a las res-ponsabilidades de la vida, a las exigencias,creencias y conflictos relativos a la economía,el trabajo y la familia».18

Al revisar los estudios realizados en la línea deculturas juveniles se reconoce que «la mayoría sehan centrado en los jóvenes de clase obrera,los de clase media sólo han sido consideradoscuando han participado en movimientos disi-dentes o contraculturales, es decir cuando hanprovocado problemas a sus mayores».19Otro

elemento que ha determinado el estudio de cultu-ras juveniles populares es su carácter espectacu-lar, mientras sus contemporáneos de clase mediaestán inscritos en la moda, ya sea a través de mú-sicas, espacios de ocio, objetos de consumo in-corporados como ‘prácticas juveniles’ que se tra-ducen en etiquetas de interacción social.

En el caso de Medellín en la década de los 90´sse reconoce la presencia de new age, gomelos,grunge, skate... Estas agregaciones juveniles com-partían prácticas asociadas al tiempo libre y alconsumo, y no necesariamente alcanzaban a de-terminar la identidad o adscripción a una culturajuvenil, en tanto se caracterizaban por la movili-dad y fragilidad identitaria. Además, hay que re-conocer en cada estrato social la existencia demúltiples formas de agrupación juvenil; se trata dejóvenes reunidos e identificados por ciertos gus-tos que admiten la movilidad e incluso la simulta-neidad identitaria.

Presentamos unas aproximaciones a las ante-riores agregaciones juveniles referidas a estratosmedios de la ciudad de Medellín. Los elementosque se exponen a continuación son enunciadospor los mismos jóvenes, que manifiestan una di-ficultad para aclarar los límites, los contenidos,los contornos y los sentidos de cada agrupación,según lo expone el sociólogo Edgar Arias20, y sepresentan algunas ampliaciones de la presente in-vestigación.- New Age. Ingresó a la ciudad como fenómeno

relacionado con la ‘nueva era’. Vinculó a losjóvenes a productos y experiencias de ese tipo;se puso de moda el uso de las velas, de losinciensos, aromas y se consumen textos y es-critores que tratan el tema.

- Gomelos. En ellos y ellas se destaca la imageno apariencia que proyectan en su modo de ves-tir. Se trata de un figura muy cuidada, que re-salta en el joven su cabello engominado y enella su traje negro con poco maquillaje. Ade-más, el lenguaje se acentúa con cierto ‘amane-ramiento’ y reiteradas muletillas como ‘osea’,‘me entiendes’, ‘que oso’.

18 Margullis, Mario. “La construcción social de la condiciónde la juventud”. En: Viviendo a toda: jóvenes, territorios

culturales y nuevas sensibilidades. Universidad Central deBogotá: Siglo del Hombre Editores, 1998. Pág. 5.

19 Feixa. Op. Cit. p. 65.20 Cfr. Arias Orozco, Edgar. Pasajeros del silencio y voluntad

de saber. Medellín: Úrico, 1998.

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- Los Grunge. Su nombre responde a una pre-ferencia musical rock, resultante de la fusiónentre rock & roll del setenta, rock, metal ypunk. Las letras tienen un sentido nihilista quecaracteriza una generación incrédula. La refe-rencia grupal es Nirvana con su vocalista KurtCobain, que crea su propio estilo, y conviertesu sonido en sinónimo del estado nortamerica-no de Seattle. Alcanza su trascendencia inter-nacional en la década de los noventa ante ladifusión masiva que realiza MTV, así el estilose posiciona mundialmente gracias a las emi-soras radiales. La figura visible Grunge resaltala camisa leñadora, blue jean roto y delibera-das huellas de descuido.Esta clasificación no puede interpretarse como

las agregaciones juveniles del estrato medio de laciudad de Medellín, pues estas agregaciones a suvez serán retomadas por los estratos populares yresignificadas en su contexto. Y para corroboraresta afirmación, también se reconocen expresio-nes juveniles que surgen en los estratos popularescomo el punk, rap, chirrete, parlache, e.o., queson retomados y transformados por los estratosmedios y altos.

Para concluir este aparte, se resalta la impor-tancia que tiene este entramado de dimensiones.Se trata de una compleja red que determina el tiem-po de la juventud, y nos permite entender cómolas juventudes son múltiples, diversas y plurales.Justo es decir que la juventud es un significadocomplejo que obliga a la desnaturalización delconcepto, pues la juventud no existe por sí misma,por atributos físicos o biológicos, sino por otrosque nos remiten al complejo panorama del serjoven. 21

Estudios en culturas juvenilesLos jóvenes no institucionalizados

«La cultura juvenil se convirtió en la matrizde la revolución cultural del siglo XX, visibleen los comportamientos y las costumbres, perosobre todo en los modos de disponer del ocio,del tiempo libre, del espacio no institucionali-

zado; así, los jóvenes pasaron a configurar cadavez más el ambiente que respiraban hombres ymujeres urbanos». (Hobsbawn. 1995).

Las culturas juveniles urbanas se van configu-rando como espacios de identidad y socializaciónde jóvenes para jóvenes, se fortalecen con el de-bilitamiento de los mecanismos de integración tra-dicional (escuela, familia, trabajo, religión) y eldescrédito de las instituciones políticas. En estecontexto, adquieren relevancia los estudios cultu-rales urbanos, donde los jóvenes aparecen comosujetos y grupos productores de cultura, por susmaneras de entender y asumir el mundo. Así, lasculturas juveniles urbanas operan como espaciode pertenencia y adscripción identitaria. «La anar-quía, los graffitis urbanos, los ritmos tribales,los consumos culturales, la búsqueda de alter-nativas y los nomadismos urbanos, deben serleídos como formas de producción cultural noinstitucionalizada […] conformados por unamultiplicidad de colectivos que están dinami-zando día a día la sociedad y requieren ser es-tudiados ‘desde abajo’, aunque plantean for-mas de organización y propuestas de gestiónque escapan a las formas tradicionales de con-cebir los procesos de identidad y socializaciónentre jóvenes.»22

En este sentido, la presente investigación sepropone observar Las Culturas Juveniles Urba-nas en Medellín, existentes en los espacios no ins-titucionalizados. Por tanto, se consideran los di-versos colectivos juveniles que tienen como esce-narios el espacio público (calle, esquina, par-que…), al configurarse en espacios de socializa-ción e identidad de jóvenes y para jóvenes.

En términos de la vinculación o no de los jóve-nes con los procesos institucionalizados (escuela,familia, trabajo, religión), se pueden reconocer dostipos de actores juveniles: los «incorporados» ylos «alternativos» o «disidentes», analizados des-de su no incorporación a los esquemas de la cul-tura dominante (Reguillo, 2000). En éste sentido,cobra importancia el estudio de las Culturas Juve-niles Urbanas, que se declaran «alternativas» alofrecer una producción cultural propia, diferentey creativa, en tanto se aleja de la cultura dominan-te y de los procesos de homogenización del mun-

21 Cfr. Serrano, José Fernando. La investigación sobre jóve-

nes: estudios de (y desde) las culturas. Op. Cit. 22 Reguillo, R. Op. Cit. 2000. p. 14.

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do adulto, es decir, institucionalizado. Es necesa-rio reiterar que mientras el mundo adulto tiende ala homogenización de la cultura, las culturas juve-niles urbanas sientan la posibilidad de diferenciar-se, y sobre todo, instauran alternativas de perte-nencia y de identificación que transcienden la cul-tura oficial.

El espacio público cobra importancia en el pro-ceso de socialización juvenil, pues él le permite aljoven alejarse de los espacios familiares, escola-res y laborares, para construir otro espacio, noinstitucionalizado. Así, la calle, la esquina, el par-que, cobran nuevos significados: son lugar de en-cuentro de los jóvenes, se trata de un lugar creadopor ellos y regido por sus propias normas, allí lamirada del adulto no llega, y por tanto, tampocoalcanza su poder de dominio.

Además, las Culturas Juveniles Urbanas se ha-cen visibles en los espacios públicos y es allí don-de se reconocen sus propuestas de gestión y deacción. La visibilización juvenil existente en el es-pacio público nos confirma la posibilidad que tie-nen los jóvenes de establecer los territorios juve-niles, y allí hay que darse a la tarea de intentarreconocer cuáles son las características y las es-pecificidades del sujeto juvenil urbano que actúaen el espacio público.

Se trata de una perspectiva de investigacióninteractiva y relacional, pues se realiza desde launiversidad (espacio institucionalizado) y se dirigea la cultura urbana en el espacio público (espaciono institucionalizado), intentando conciliar la opo-sición exterior / interior, como parte de la tensiónindisoluble en el proceso de entender la expresiónjuvenil contemporánea.

Veamos una revisión que presenta el sociólogoOmar Urán23 sobre los espacios de socializacióny el significado del espacio público en los jóvenesde la ciudad de Medellín:- Durante la década del cincuenta, los nadaistas

precisan de lugares de encuentro en espaciospúblicos, y su territorio más reconocido es elcentro de la ciudad, allí se encuentran en cafés,cafeterías y reposterías; se trata de espacios

configurados por la palabra y regulados por laplática cotidiana.

- En los setentas, surgen otros espacios desliga-dos del diálogo verbal y vinculados a la audi-ción musical: se trata de discotecas, heladeríasy posteriormente tabernas; estos lugares nacenen el barrio y, por tanto, evidencian un primerdescentramiento en la ciudad, donde el barrioadquiere un significado especial en los proce-sos de socialización juvenil, tanto para elloscomo para ellas.

- Los ochentas, presentan el surgimiento de losparches, espacios de encuentro de los jóvenesde los barrios populares, donde la esquina co-bra un sentido especial, allí los jóvenes hablancon sus parceros y generan un nuevo dialectosocial, denominado parlache. El parche tieneuna marca masculina y se acompaña de músi-ca, tiempo libre y droga.

- En los noventas, los barrios sufren una granoleada de violencia, condicionada por el fenó-meno del narcotráfico, que involucra principal-mente a los jóvenes y, con ellos, los espaciospúblicos barriales tendrán una marca de peli-gro. Por eso los jóvenes viven un nomadismourbano y comienzan a desplazarse al centro dela ciudad, buscando un poco de anonimato yespacio abierto. El centro se convierte en elespacio público por excelencia.

- La nueva era, el año 2000, se caracteriza porlos espacio periféricos, donde aparece una es-pacialidad regida por el circuito automovilís-tico alrededor de grandes discotecas, ubica-das en los sectores altos de la ciudad, y visi-tados principalmente por los estratos cinco yseis.El autor reitera que los jóvenes son desplaza-

dos de los espacios públicos, primero en los ba-rrios, luego en el centro de la ciudad; se trata deespacios sometidos a fuertes vigilancias por gru-pos armados al margen de la ley o por la policíaoficial; ambos estigmatizan y persiguen los momen-tos de encuentro de los jóvenes y las jóvenes,obligándolos(as) a replegarse en los espacios deconsumo: bar, licorera, discoteca.

En el mapa cultural urbano se evidencia la ne-cesidad de revisar la negociación cultural, cadavez que la alteridad cercana es puesta en evi-dencia; este concepto empleado por Marc Gui-

23 Urán, Omar Alonso. Panel: Cultura y juventud: identidad y

nuevas territorialidades. Medellín: Universidad de Antio-

quia. Octubre 8 de 2002.

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llaume, hay que precisarlo y diferenciarlo de la al-teridad radical, esa que se consagra al otro, yasea extranjero, inmigrado o incluso marginal, ydonde «el pensamiento occidental no deja detomar al otro por el extraño, de reducir al otroal extraño».24

La alteridad cercana la encontramos en la ciu-dad, un espacio estructurado mediante dispositi-vos de conmutación (de transporte, de comercio,de telecomunicaciones) a fin de que sus habitantesse eviten, se codeen bajo el imperio de las funcio-nes utilitarias. Entendiendo que la ciudad es unared de comunicaciones, que ofrece múltiples po-sibilidades de nexos (teléfono, internet, televisión)y también admite la indiferencia, pues sus habitan-tes «pueden evitar la identidad definida o defi-nible en la comunicación tradicional, median-te el nombre, el reconocimiento previo, la pre-sencia corporal».25

En la relación entre jóvenes y adultos recono-cemos un enfrentamiento cultural y generacional,donde la alteridad cercana es puesta en entredi-cho. En éste sentido, la investigación ATLÁNTI-DA, plantea como objetivo principal «la necesi-dad urgente de que la escuela asuma una fun-ción de negociación cultural que implica unaprendizaje mutuo y un intento de reconstruc-ción conjunta de significados entre maestros yjóvenes»26, situación que valida la investigaciónsobre Culturas Juveniles, al buscar comprender ese«otro», es decir, un joven definido como alteridadcercana, que convive con nosotros y aún así no locomprendemos.

Además, la intención de comunicar la culturaadulta y la cultura juvenil, se plantea ante la confir-mación de una fuerte ruptura entre el adulto y eljoven. Ruptura que confirma «la existencia de dosculturas bien delimitadas, en situación de en-frentamiento, que adelgaza la relación entreadultos y jóvenes, llevando a su mínima expre-sión la capacidad socializadora de los adul-tos»27.

La ausencia de una negociación cultural en-tre los jóvenes y los adultos, confirma la falta dereconocimiento del otro presente en la cultura ur-bana, situación que entorpece las relaciones so-ciales y el intercambio simbólico, mecanismo in-dispensable para la dinámica cultural, cifrada en laconfrontación Unos – Otros, como expresión fun-damental de resignificación de las mediacionessociales, que pueden encontrarse atrofiadas cadavez que el mundo adulto pretende la homogeniza-ción cultural. Máxime si consideramos la culturacomo «una solicitud permanente a entrar enrelación, interesada y apreciativa, con lo quees distinto e inusual, es mantener la aperturahacia lo desconocido, lo extraño, al otro».28

Un ejemplo claro y doloroso del imperio delmundo adulto que opaca y persigue la cultura ju-venil y por tanto impide la negociación cultural, sesucede en el espacio público de Medellín. Si bienla tradición urbanística concibe el espacio públicocomo lugar de encuentro y socialización abierta,vemos cómo en Medellín, especialmente en el cen-tro de la ciudad, los parques, las calles y las esqui-nas dejan de ser un lugar privilegiado para la ex-presión de la diferencia, en tanto, los usos del es-pacio público son normados e incluso estigmati-zados. Así, en los espacios públicos se prohíbereunirse alrededor de la música o el alcohol, y re-uniones que giren bajo estos elementos serán dis-persadas.

El espacio público sujeto a múltiples vigilan-cias, deja de ser espacio de encuentro juvenil y seconvierte en el espacio de la persecución al joven,más aún del joven que confronta fuertemente laalteridad cercana. Por eso, punkeros, gays, hip-pies, grillas, chirretes..., son selectivamente dis-persados, cada vez que tratan de territorializar unespacio público.

Esta situación encuentra una primera explica-ción: al revisar las diferentes estigmatizaciones ela-boradas por el adulto sobre el joven, encontra-mos una visión sesgada, que no alcanza a situar-se en el mundo juvenil, y por el contrario, confir-ma su incomprensión e incapacidad de situarse24 Guillaume, Marc. “El otro y el extraño”. En: Revista de

Occidente. Barcelona, Pág. 44.

25 Ibid. p. 53.

26 Cajiao Restrepo, Francisco. “Atlántida: una aproximación

al adolescente escolar colombiano”. En: Nómadas. No. 4. p.

53 – 64. Universidad Central de Bogotá, 1996. p. 60.

27 Ibid.p. 57.

28 Cerbino, Mauro. “De malestares en la cultura, adicciones y

jóvenes”. En: Culturas juveniles en Guayaquil: cuerpo, la

música, el género y las sensibilidades juveniles. Ecuador:

Abya, 2000. Pág. 40. (Convenio Andrés Bello).

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en el «mundo del otro», ese mundo que no lepertenece, pero merece ser identificado en sudiferencia. Para ilustrar mejor ésta afirmación,miremos las definiciones más comunes: «El jo-ven es un desviado de las normas del buenconvivir, es un sujeto inestable, precario y,como tal, tiene que ser curado y reconducidoa la recta vía para que pueda insertarse en elmundo adulto [...]. Se confirma que los sabe-res en torno a los jóvenes están sesgados porvisiones adultas, que definen al joven comopotencialmente delincuente, o como el futurode la patria bajo una figura idealizante, y portanto, inexistente».29

En Mario Marguillis30 también encontramos unestudio sobre el encuentro / enfrentamiento entreel mundo adulto y el mundo juvenil; relación de-nominada por el autor otredad cercana, entendi-da como ese proceso de extrañamiento entre adul-tos y jóvenes, que si bien comparten lenguaje, es-pacios urbanos, condiciones sociales y económi-cas, e incluso hasta los mismos mensajes mass-mediáticos, no dejan de sentirse entre extraños.Así, la otredad cercana se sucede cada vez que«jóvenes/adultos viven el encuentro con otro,con alguna alteridad sustancial, que se mani-fiesta en dificultad de comunicación y, tal vez,en la conciencia de estar excluido de otros uni-versos significativos, de códigos y saberes queson extraños al adulto.»31

La otredad cercana se evidencia en la urbe,entendida como el espacio - tiempo donde con-

vivimos con multitud de culturas, sistemas de sig-nificación estructurados en el encuentro cotidiano,compartidos por grupos que alcanzan una cohe-sión importante, al re-significar sus elementos cons-titutivos, como son: territorio, vestuario, lenguaje,música, gestualidad corporal. En el encuentro, quemás parece un des-encuentro entre las diferentesculturas urbanas, reconocemos expresiones deotredad cercana, al tratarse de «una alteridadfamiliar, otro cercano que plantea desafíos anuestra comprensión, emplea signos y signifi-cados que no compartimos, y que pueden re-sultarnos poco sensatos, incomprensibles y has-ta absurdos».32

Se reitera la importancia de los encuentros yreconocimientos entre las diferentes identidadesculturales, en tanto «las identidades sólo existenen la medida en que se construyen diferencia-ciones subjetivas con otros grupos o individuos,de las cuales se deriva la importancia de lasotredades o alteridades como referentes clarospara la identificación».33 De ahí la relevancia delas Culturas Juveniles Urbanas presentes y visi-bles en el espacio público, pues su presencia nosreitera el encuentro con la alteridad, como buenaexpresión de una cultura que se constituye en ladiferencia, y que gracias a esa confrontación per-manente posibilita la acción de sentido, y con ellolas identidades se reconstruyen y recrean. La alte-ridad es el mejor mecanismo de producción sim-bólica, se da siempre frente a otro. Un otro reco-nocido como diverso.

32 Idem.33 Valenzuela Arce, José Manuel. El color de las sombras.

Chicanos, identidad y racismo. México: Colegio de la Fron-tera, 1998. Pág. 32.

29 Ibidem. Pp. 11-12.30 Margullis, Mario et.al. La cultura de la noche: la vida

nocturna de los jóvenes en Buenos Aires. Argentina: EspasaHoy, 1994.

31 Ibidem. P. 14.

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ESTÉTICAS Y CONSUMOS CULTURALES

escribanía número 11, Universidad de Manizales, julio - diciembre / 2003 - pp 125-131

El espectáculo futbolístico:

«un carnaval cívico»FEDERICO MEDINA CANO

Abstract

“Culturalmente despreciado, políticamente utilizado y socialmente reducido a una expresión popular

de menor cuantía, el fútbol sigue atrapando la emoción dominguera de aficionados de todo el

mundo, convertido en un cautivante fenómeno de movilización masiva que debe ser merecedor de

una atención más respetuosa” (Jorge Valdano).

Esta es la propuesta del autor al reivindicar el fútbol, no sólo como una acto irracional y

evasivo, sino como uno de los escenarios en los que se construyen las identidades

latinoamericanas, además de tener un potencial democratizador en la medida en que a través de él

se horizontalizan la relaciones de poder.

Palabras clave: racionalidad, placer, identidad, masificación, pasión, tribu.

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escribanía número 11, Universidad de Manizales, julio - diciembre / 2003

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¿Panem et circensis?

Para explicar la razón de ser de los aconteci-mientos deportivos muchos sociólogos acuden ala teoría de la alienación: el fútbol es un falso con-flicto que confunde al pueblo y lo desvía de losasuntos fundamentales. En su poco sentido histó-rico el pueblo sólo quiere «pan y circo». El fútbolno es un juego limpio, como espectáculo puedeser manipulado por los grupos económicos comoun medio ideológico de dominio y de control. «Ino-cula» en el gran público sueños de irrealidad y leshace olvidar sus desdichas, sus circunstancias ycontradicciones a cambio de la emoción que segenera en el campo de juego. Le ofrece al aficio-nado una excitación temporal que no le ayuda ennada a superar sus problemas reales. La econo-mía y la política son la base real de la sociedad ylas actividades principales de la vida ciudadana,cualquier otro tipo de actividades, y principalmentelas relacionadas con la recreación, carecen de va-lor. La adhesión al fútbol es una forma de evasiónque atenta contra el acatamiento de la realidad yaleja al hincha del interés por las urgencias políti-cas y económicas que su realidad le reclama. Lasactividades lúdicas desvían la atención de los asun-tos fundamentales: del trabajo y el debate político.

Para esta propuesta de análisis el fútbol en elplano político es un medio de control, es un instru-mento de subyugación y de dominación cultural.Su acción es doble. De un lado, instaura comomoral dominante en la sociedad la competencia yla superioridad. De otro, le permite a los estadoscontrolar las emociones colectivas y proyectar laactividad de las masas hacia un simulacro de con-flicto. Es utilizado por el poder para crear una cor-tina de humo, para distraer al pueblo de sus pro-blemas más importantes. Es el resultado de unaacción voluntaria de los poderosos para mantenerel equilibrio social y llenar sus inquietudes con unaacción sustitutiva. Las masas desconocen esta fi-nalidad y lo único que reflejan en su pasión es suignorancia y su poco sentido histórico.

En el plano económico al deporte se le han asig-nado otras funciones. Es fundamentalmente un fe-nómeno de mercado: es un acontecimiento quereactiva la economía en varios sentidos. Formaparte de la industria del entretenimiento y del em-pleo del tiempo de ocio. Como espectáculo se

comercializa y es un medio para hacer publicidado promocionar la imagen de algunos productos omarcas. Los eventos deportivos son auspiciadospor empresas comerciales que cubren su transmi-sión o por cadenas de televisión que cobran porlos derechos. La publicidad que se pasa en losespectáculos deportivos y que acompaña a losjugadores en todas sus actividades sociales lesproporciona grandes beneficios económicos a losdueños de los equipos o del pase de los jugadoresy salarios millonarios a los jugadores profesiona-les (los jugadores se cotizan como cualquier pro-ducto y su pase sube o baja de precio). Es unrenglón importante de la industria, en el mercadodel trabajo del deporte (la docencia, entrenamiento,animación y dirección de actividades deportivas yde recreación) y la producción de artículos de-portivos y de tecnología.

Fútbol y sociedad

El fútbol es un acontecimiento múltiple que pue-de explicarse desde varios puntos de vista, desdevarias lógicas: una lógica económica, una lógicapolítica y una lógica simbólica. Pero cuando elanálisis de la actividad deportiva se esquematiza yse reduce a una de estas dos lógicas se pierde sudimensión cultural y la multiplicidad de usos y lasdiferentes formas de apropiación que llevan a cabolas masas. En los análisis tradicionales se resalta-ban como factores únicos de explicación la lógicapolítica y la económica. Esta hegemonía dio ori-gen a un tipo de discursos de corte dogmático yracionalista.1 Se olvidó que la persona que fre-

1 «Desde hace años, corrientes críticas de diverso origen des-

criben un mundo occidental que va sumiéndose en la aliena-

ción a medida que progresa material y tecnológicamente. En

general, basta con pronunciar las palabras ‘comercial’, ‘mer-

cantil’ o ‘consumo’ para desencadenar una letanía de adjeti-

vos descalificantes, para precipitar imágenes despectivas o

en todo caso para sembrar la duda sobre la autenticidad de la

práctica... Todos estos análisis condenan a las masas, defini-

das como el mundo del no valor, de la sumisión y de la

uniformidad. Les reprochan a las masas su falta de persona-

lidad y su desinterés por los asuntos políticos. Los agentes

sociales, atomizados y dispersos, están sumidos en el ano-

nimato y no forman un bloque político sólido». Yonnet,

Paul. Juegos, modas y masas. Barcelona: Gedisa, 1988. P.

292.

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cuentaba los estadios era algo más que un sujetoque representa una clase social o a un consumi-dor, y que podía asumir otros roles con otro espe-sor cultural.

Para entender la dimensión cultural del depor-te, y del fútbol en particular, es necesario superarel esquematismo de este enfoque «pragmático-fun-cional», sin desconocer el aporte de algunos deestos factores, y cambiar de perspectiva. No sepueden reducir sólo a una estrategia política delos grupos económicos o políticos cercanos alpoder o al Estado, o minimizar su espesor culturalpor el uso que de él hacen los grupos económi-cos. Caracterizar el deporte como una forma dedominación y situarlo como un apéndice de losaparatos ideológicos del Estado, como un instru-mento de control de las masas y una forma de eva-sión, es desconocer la función social que cumple ynegar su valor cultural. El fútbol a espaldas de lospoderosos o de las estrategias del mercado per-mite otros usos que no forman parte del mismocircuito político o económico. «Buena parte dela existencia social escapa al orden de la racio-nalidad instrumental, no se deja finalizar nipuede reducirse a una simple lógica de domi-nio. La duplicidad, la astucia, el querer-vivir...,se expresan a través de una multiplicidad derituales, de situaciones, de gestualidad y deexperiencias que delimitan un espacio de liber-tad. A fuerza de querer ver a toda costa unavida alienada, o una existencia perfecta y au-téntica, olvida a menudo, con la tenacidad quele es propia, que la cotidianidad se funda enuna serie de libertades intersticiales y relati-vas».2

El deporte no es simplemente el resultado deuna estrategia para manipular o desviar a las ma-sas de la cosa pública, es un «producto electivo»de primera línea libremente engendrado por susautores.3En la apropiación que realiza el aficiona-do se producen procesos de resignificación, dedesplazamiento, de hibridación e intercambio desentidos que están muy al margen de la visión ho-mogénea y estática que lo reduce a ser solamenteun fenómeno ideológico. El énfasis en el análisis

hay que hacerlo en el proceso de difusión, en ladiversidad de usos y la creatividad, y no en lasformas que asume la manipulación.4

El primer presupuesto que hay que revisar esla relación entre el fútbol y sociedad. El deporteno está separado, no funciona en contra de lasociedad, entre ellos existen interconexiones.«El deporte forma parte de la sociedad, al igualque la sociedad tiene que ver con el deporte».5

No es una actividad superflua inventada despuéssino que es inherente a la sociedad y a la cultura.Está es su lógica simbólica. El asunto fundamen-tal no es descubrir la utilidad del deporte en undeterminado sistema social, como ideología, comoforma de evasión, como un instrumento de domi-nio, sino descubrir cómo el deporte, como mediopermite la expresión de algunos valores de la so-ciedad.6 La pregunta cambia: si el deporte tienesentido ¿qué es lo que la sociedad proporciona asus miembros en la acción deportiva?, ¿cuáles sonlas relaciones que el aficionado puede disfrutar,renovar o establecer por medio del deporte?, ¿quésentimientos y emociones lo acompañan?, ¿qué di-mensiones de caos o de orden se expresan pormedio del deporte? ¿Qué aspecto de la sociedadse manifiesta en al actividad deportiva?.7

El pensamiento crítico de izquierda se ha ce-rrado en su mirada sobre el fútbol. Al resaltar en elanálisis la función del hombre histórico y colectivoha menospreciado el contexto del hombre indivi-dual, sus expectativas, sus contradicciones, susansiedades y sus afectos. Ha descuidado los pro-blemas del hombre en tanto individuo y las emo-ciones del mundo de la cotidianidad que no sepodían evaluar desde la transformación de la his-toria o de la sociedad. Para un pensamiento polí-tico de avanzada es necesario abordar sus reali-dades, sus aspiraciones, los aspectos de la coti-dianidad en los que el individuo ve realizada suexistencia, en los que se siente participar y con loscuales compromete sus afectos e intereses. A estegrupo de prácticas pertenece el fútbol. No es sólo

2 Maffesoli, Michel. El tiempo de las tribus. Barcelona: Ica-

ria, 1990. p. 293.

3 Yonnet, Paul. Op. Cit. p. 293.

4 Sarlo, Beatriz. “Notas sobre política y cultura”. En: Cuader-

nos hispanoamericanos. # Julio-Sep. 517 – 519, 1993. p. 53.

5 Damatta, Roberto. “El ‘futebol’ como drama nacional”. En:

Concilium. # 225, Septiembre 1989. p. 222.

6 Idem.

7 Ibidem. p. 223.

El espectáculo futbolístico: «un carnaval cívico» - Federico Medina - pp 127-131

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una maniobra de evasión, es un espacio en el cualel hombre concreto busca placer y del cual derivafelicidad o gratificaciones.8

La razón vs. el placer

Esta visión crítica de fútbol no está al margendel pensamiento racionalista occidental que hadespreciado, como inoperante, el papel formadorde los medios semióticos que afectan fundamen-talmente la afectividad.. «La izquierda ha defen-dido la lucidez a través de la razón, ha defendi-do la racionalización de todas las cosas, y elfútbol formaba parte de una especie de dejar-se llevar, y era por tanto condenable».9 El de-porte, los espectáculos musicales, los aconteci-mientos políticos masivos, los fiestas no cumplenpor su contenido emotivo funciones formativas; nopertenecen al orden de la instrucción sino al ordende la entretención intrascendente. El deporte sóloentretiene, divierte, no forma el criterio, alimentala emoción con contenidos banales, con produc-tos de escasa calidad. Para esta concepción loúnico digno de guardar es el sistema escolar insti-tucional de corte racionalista e instrumental cen-trado en la reproducción de conocimientos y con-ductas; lo demás debe ser suprimido de todo pro-ceso formativo. En nuestra cultura siempre ha es-tado separada la razón de la fantasía. Desde susorígenes «la cultura occidental hegemónica haexaltado una idea de razón antagónica a aque-llas facultades y actitudes humanas más recep-tivas que productivas; esas facultades que tien-den más a la gratificación que a la transfor-mación aparecen como los elementos irracio-nales que deben ser domesticados y restringi-dos paras servir al progreso de la razón».10

Desde la racionalidad asociada a la productivi-dad el hombre occidental ha negado las posibilida-des de la fantasía y el sentido social y el valor delplacer. La relación con el deporte no es racional.La relación del aficionado y el espectáculo es bási-camente emocional, no es mesurada, está atrave-

sada por la ilusión y el deseo, por la emotividad y lapasión. Es una relación festiva de ruptura y crea-ción de un nuevo orden. Como en el carnaval, pue-de crear un mundo al margen de las presiones so-ciales. Con la posibilidad de desarrollar una exis-tencia paralela, complementaria y compensatoria,el hombre que vive la pasión por el fútbol amplía yprofundiza la vida, la enriquece positivamente.

Hay que ponerse la camiseta

El fútbol incomoda porque su estructura com-pite con las estructuras políticas. El fútbol no sóloembrutece o aliena como piensan algunos apoca-lípticos (Baudrillard, 1978). Al margen de estaconcepción el espectáculo deportivo cumple dosfunciones en la comunidad: de un lado, en una so-ciedad jerarquizada y vertical donde las masaspopulares sólo tienen voz a través de sus repre-sentantes, el fútbol es un medio que permite la «ho-rizontalización del poder». El triunfo o la derrotadel equipo nacional le permite al aficionado hablary evaluar la «cosa pública», da origen a un debatepúblico similar a la polémica o a la controversiapropia de la actividad política. Al rededor del des-empeño de la selección se pone a prueba su ca-pacidad de juicio, su agresividad verbal y su ca-pacidad de crítica. De otro lado, gracias al fútbollas masas pueden entrar en contacto con lo nacio-nal. Cuando las masas no tienen voz, el poder notiene audiencia y sus organismos no ofrecen me-canismos de representación, el fútbol llena estosvacíos, es generador de identidad colectiva. A tra-vés del fútbol se puede experimentar el país, lanación o la idea de una comunidad como algo vi-sible, físico y distinto.11

En la sociedad existe una «socialidad sumergi-da»12 (no formalizada por el Estado) que puedeasumir distintas y minúsculas manifestaciones, y queen sus diversas formas cumple una función similar:permite que un conjunto social o un grupo huma-no se reconozca por lo que es. El fútbol es un ve-hículo de socialización, un sistema que con sus sím-bolos permite la comunicación y la vivencia devalores colectivos. El deporte es una de las nue-8 Gil, Miguel. “El fútbol, sus oficiantes y sus estrategias”

(entrevista con Vicente Verdú). En: El viejo topo # 50. p. 19.

9 Idem.

10 Fuenzalida, Valerio. Televisión-padres-hijos. Chile: Pauli-

nas, 1984. p. 60.

11 DaMatta, Roberto. Op. Cit. p. 228.

12 Maffesoli, Michel. El tiempo de las tribus. Barcelona: Ica-

ria, 1990. p. 54.

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vas formas de socialidad en las ciudades actuales.Ante la crisis de las instituciones que configuraronla ligazón de la sociedad, el fútbol es una actividadque convoca y aglutina a los diferentes sectoresque habitan una ciudad. En una ciudad descentra-da y estallada, habitada por diversidad de gruposy sectores sociales que sienten la ciudad desdereferentes materiales y simbólicos diferentes, quesuministra modos de arraigo y pertenencia preca-rios, el fútbol es una práctica lúdica que suministrauna forma colectiva de identidad o de identifica-ción de sus habitantes con la ciudad o la región enla que viven. «Las adhesiones más vigorosas ala ciudad en el sentido más amplio de la expre-sión (pues los hinchas pertenecen a la región yno solamente a la ciudad stricto sensu) son detipo deportivo y los simbolismos más elemen-tales encuentran aquí (dos o tres letras, uno odos colores) una vitalidad y una eficacia nue-vas».13 El fútbol es un referente que aglutina, esuna imaginario común que convoca hoy a las gen-tes a juntarse, a reunirse y reconocerse.14 A travésdel fútbol la relación con la ciudad o con la regiónse establece con una referencia abstracta y arbi-traria; los clubes deportivos o la selección nacio-nal son el mejor ejemplo de estos referentes abs-tractos.

El espectáculo futbolístico cumple un doblepapel: paradójicamente integra y divide. De unlado, vincula, con un renovado sentido de perte-nencia, personas de la más diferente condición(económica, cultural, social, intelectual, racial),grupos, regiones o ciudades alrededor de un mis-mo fervor, de un común entusiasmo o una mismacelebración, y crea en los aficionados «un pro-fundo gozo de proximidad.» Es un «lazo miste-

rioso» que crea vínculos entre desconocidos y for-talece los nexos entre personas conocidas. Es unaestructura de lealtad humana desde el nivel máslocal hasta los niveles internacionales.

El individuo al pertenecer a un mismo grupo deseguidores renueva su condición de ser social yasimila su individualidad al ser colectivo. El triunfode la selección del país, por ejemplo, es una oca-sión para afirmar públicamente los sentimientos depertenencia al territorio y el orgullo nacional (elorgullo de ser colombianos, de ser brasileños, ode ser argentinos, por ejemplo.). De otro, es unmedio de expresión dramática de las tensiones entregrupos y regiones, de las divisiones sociales mássignificativas, de los diferentes tipos de antagonis-mos. Permite expresar lealtades particulares y lasdivisiones sociales y culturales. El campeonatonacional es un duelo entre regiones, entre ciuda-des, colores y estilos de juego que confirma la di-versidad y la pluralidad cultural de un país. En unasociedad no homogénea el fútbol como un con-flicto ritualizado puede reducir las hostilidades exis-tentes entre dos grupos, expresarlas o estimular-las. No es una guerra o un enfrentamiento real, enel fútbol las rivalidades no son definitivas, son amis-tosas.

A diferencia de ciertos países de Europa yNorteamérica en los cuales la constitución, el con-greso, el orden jurídico, la economía, etc. son ins-tituciones que representan la nación, el fútbol enAmérica Latina es una de las fuentes de la identi-dad nacional, es una actividad generadora de la-zos de solidaridad y de vínculos de identidad so-cial.15 En nuestros países, mientras los gobiernosinstitucionales proponen un «sentimiento de nación»que unifica políticamente al país y presenta un pan-teón de héroes y tradiciones consolidadas, y le rin-den pleitesía a la cultura nacional en festejos y con-memoraciones, en la vida cotidiana el espectáculodeportivo revitaliza el amor por lo propio y le ofre-ce al ciudadano común una imagen de la naciónque asume colectivamente y en la intimidad de sumundo doméstico y familiar.16

13 Augé, Marc. Hacia una antropología de los mundos con-

temporáneos. Barcelona: Gedisa, 1995. p. 160.

14 En las nuevas culturas urbanas están cambiando los modos

de estar juntos. En este contexto «el fútbol o la telenovela

pueden llegar a ser una de las pocas maneras como los co-

lombianos nos sentimos juntos ! Aunque sea sufriendo con

el equipo nacional en el campeonato mundial, el fútbol nos

posibilita estar juntos; del mismo modo que aun melodra-

matizando la vida y la historia, las diferencias regionales y

los procesos de industrialización, la telenovela Café convo-

có a los colombianos de un extremo geográfico y social al

otro». Martín-Barbero, Jesús. “Un nuevo mapa, debate al

periodismo cultural en Colombia”. En: Número. # 19, Sep-

tiembre - octubre 1998. p. 59.

15 DaMatta, Roberto. Op. Cit. pp. 233- 234.

16 (4). «En este país (Uruguay), el discurso futbolístico es tan

central que envuelve los político y lo cultural. A falta de una

referencia nacional racial, de una identidad sólida, el país

entero es hacia afuera un club, La Celeste, y hacia adentro

del Nacional y del Peñarol. La unicidad de La Celeste, y sus

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En los encuentros internacionales el espectá-culo futbolístico permite trasponer ritualmente losconflictos políticos entre estados y revivir los sen-timientos patrióticos. En él las mayorías reencuen-tran sus vínculos y sus afectos por la nación. Elfútbol es un «carnaval cívico», en que los hinchasvestidos con la bandera nacional experimentan launidad afectiva de la nación. En él reafirman lacomprensión diaria de la nación, el fervor patrióti-co, el valor de la tradición y «lo propio». El fútbolalimenta la lealtad del ciudadano a su país comouna forma de devoción y entrega; hace coincidirlos intereses vitales de los ciudadanos con los in-tereses de la patria.17 Cuando juega la selecciónnacional «sentimos» que nuestro país lo hace: «sonhoras en que la patria nos entra por los ojos ylos oídos y se nos sale por la garganta».18

El sabor de triunfo revive en el público el res-peto y la admiración por los símbolos patrios (labandera, el escudo y el himno nacional) y el cariñopor el suelo. «La bandera nacional deja de ser

el objeto lejano, aislado en mástiles de reve-rencia, y para millones de personas se tornaalgo íntimo, el rebozo o la cobija, el paño com-partible, la manta bajo la cual transitan losgrupos».19

El fútbol permite vivir una experiencia de lanación diferente a la que ofrece el Estado. No seniega la capitalización de este sentimiento por logobiernos, pero es un sentimiento de gozo que noes compatible con los proyectos del Estado. Elentusiasmo nacionalista se caracteriza por el usode la primera persona plural y por su carácter ne-cesariamente apolítico. Es una experiencia de lanación que no expresa los ideales del Estado, nise resume en un acto legislativo. Es una vivenciacolectiva que permite expresar más allá de las di-ferencias de clase un entusiasmo común. Con eltriunfo de la selección «la felicidad se vuelve rau-dales», y «la alegría es programa y proyecto demultitudes».20

aguerridos charrúas (recuperación de la memoria de los indí-

genas exterminados hasta el último), y el dualismo de los

dos clubes grandes -repetidos en dos partidos políticos tra-

dicionales, blancos y colorados-, describe el tejido de toda la

sociedad. Ahora bien, esa entidad futbolera ha producido en

lo esencial un país de larga tradición democrática, tolerante

y razonablemente próspero, pero más importante aún: dos

títulos mundiales, catorce títulos continentales, dos olímpi-

cos... y artistas como Nasazzi, Piendibene, Schiadino, Ghi-

ggia, Rocha, Cococho, Alvarez, Roberto Matosas. Mazur-

kiewicz, Maneiro, Morena, De León, Francescolí...». Blatt,

Roberto. “Dios existe...” En: Letra internacional. # 44. p.

50-51.

17 En la definición de la identidad nacional participan activa-

mente los medios de masas. En la actualidad «sería imposi-

ble la existencia de una comunidad nacional fuera de los

medios de comunicación, que tienden a constituirla». Bea-

triz Sarlo. “Notas sobre política y cultura”. En: Cuadernos

hispanoamericanos # 517-519, Julio-Sep 1993.p. 52. En la

actualidad la muchedumbre deportiva no es sólo la que está

agrupada en los estadios. La televisión y la radio extienden

el recinto del estadio hasta las fronteras de cada nación. El

fenómeno se masifica y cada vez es más difícil escapar a la

creciente fuerza de sus llamamientos. Un partido de fútbol

es una movilización general de la nación, una festividad na-

cional y una ceremonia patriótica a la que todos se ven

convocados.

18 Monsiváis, Carlos. Los rituales del caos. México: Grijal-

bo,1991. p. 31.

19 Monsiváis, Carlos. Entrada libre. México: Era, 1987. p.

219.

20 Ibidem. p. 217.

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s Capitalism, Global Public Sphereand the Terrestrial Digital Television

CESAR RICARDO SIQUEIRA BOLAÑO - VALERIO CRUZ BITTOS

Some general theoretical elements are presented concerning the relationshipamong technology, capitalism and public sphere considered fundamental for a goodvision on the problem. Likewise, the perspectives of an alternative policy of tech-nological development for the non-hegemonic countries, within which an industrialpolicy for the audiovisual should be added, coherent with the needs for socialinclusion and universal access to technical means that comply with public sphere.

The discussion centers on the convenience of adopting one of the systems ofTDT that already exist in the developed countries, whit the handing over of themarket and the technical and scientific development to the multinational capital; orif on the contrary, an alliance must be formed among China, India, Brazil, andother countries of Latin America, in order to develop an autonomous platform, togenerate scientific and technical development, to strengthen the domestic marketand to democratize the public sphere by including social sectors today excludedfrom technology because of their lack of payment.

Key Words: Capitalism, information, public sphere, business model, global.

Globalization, Multiculturalism and Communication

LUIS IGNACIO SIERRA GUTIÉRREZ

It is affirmed that, more than intricate and complex concepts, globalization,multiculturalism and communication are applicable realities. They are reciprocallyconnected because they draw with particular clarity the physiognomy of the socie-ties of the new millennium. In the balanced, critic and reasonable interaction of thedialogic recognition of this trilogy, it is played the possibility of conforming a newmulticultural society that favors dignity and the interests of human beings.

Key Words: Globalization, multiculturalism, intercultural communication, re-cognition, difference, dialogue.

Mass Media and Nation:Notes for a Reading About Fragments within Globalization

ALEXIS V. PINILLA DÍAZ - JOIMER EDGAR ROBAYO

A description of the ways referents about national events in the local and globalcontexts have been constructed, referring to its transformations, tensions and ga-thering places is presented. The historical analysis of the construction of nationalevents as product of modernity and globality -a derivate, among others, of the roleplayed by the mass media in the construction of an interpretation of world culture-to which we assist at the beginnings of the 21st century occupies a central place.These readings are related to the communicative dynamics and their interactionwith the process of construction and diffusion of the national.

Key Words: Globalization, nation, communication, mass media.

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s Immigration and Multicultural EducationThe case of the qualified immigrants in The United States

GUILLERMO ALEJANDRO D’ABRACCIO KREUTZER

Some ideas about the assimilation and difference recognition processes that theUniversity Education system in the United States is going through, as an effect of theimmigration policies are expressed here. The United States have been in a vanguardplace regarding the policies to attract foreign students. The inclusion of foreign stu-dents is a strong strategy to chose to future qualified workers. Even though they goback to their countries, these students become people strongly integrated into theacademic world of the nation they studied at. They help in research from the distan-ce, use and spread technologies coming from that country, consume its products andmultiply an image that favors its interests. The main thesis of the author is that theimmigration of the last thirty years in the United States is a part of an homogenizationproject that tries to concentrate the world’s scientific elite.

Key Words: Immigration, multiculturality, qualified migration, meritocracy (tho-se who perform better)

Communication and Health .Instrument And Routine

HÉCTOR HERNANDO QUINTERO GÓMEZ

The communication processes that center in power have connotations that get clo-se to aesthetical and political elements which, in the everyday act, become relevant untilthey form a model of relation that transmits hegemonic interests of order and social andcorporal control. An everyday act of communication takes place in the health localplace that -at the end- consolidates an aesthetic and a form of communication that isligitimized by the institution and the users. No matter if the tendencies of failure thatmake possible the hegemony of the corporal and social control model are evident. Socommunication walks by the architectonic spaces, the relationships at the differentservices, the means used to transmit clinic and pathological information, and the waysof reading used both by the user and the worker of the health system.

Key Words: Hegemony, power, control, health, pathology, instrument.

Citizenship Formation and Social Identities in ColombiaA View From the Field of Education-Communication

RAUL INFANTE ACEVEDO - MARTHA CECILIA HERRERAALEXIS PINILLA DÍAZ

It is affirmed that the Colombian school shares, with other institutions of politi-cal socialization, the citizenship formation and the construction of social identities.But far from having the monopoly of teaching, the educational institution tends tobe a place where different speech and communication logics interact. Logics co-ming from mass media, the street, youth groups, religious groups, etc. It is at these

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splaces where the social horizon of Colombian people is re-crated, goes by andwhere are configured the different cosmogonies that are present in the nationalcontext. Education-communication appears as an emerging educational field forthe cultural and social analysis that allows us to reflect about the role that schoolplays, understood as an educational and political setting in which different spee-ches and domination and resistance practices meet and compete. And in which theschool knowledge is just another one among many others. Three basic ideas aredeveloped: 1) The cultural tensions that influence the constitution of the politicalsubject in Colombia are indicated. 2) The relationship between education-com-munication and citizenship formation is established. And 3) The existing approxi-mations and differences between the school culture and the mass media cultureare depicted.

Key Words: Social identities, citizenship, education-communication, politicalsubject.

Culture adds ValueThe Cultural Policies and the Economy of Culture

CARLOS E. GUZMÁN CÁRDENAS

In a diversified and wide way, it is discussed the field of the so called commu-nication and culture policies. In order to do that, the conceptual problem of poli-cies of communication and culture are presented. Then the article concentrates onthe models of public policy and critiques. Also, the lack of information that makedifficult the formulation of such policies. In the same way, it presents the politicalproblem of culture as a component of citizenship (or a cultural citizenship). Finally,it deals whit the economic characteristics of culture in its two dimensions: on theone side, culture as the satisfaction of symbolic needs of society, which would bethe economic face of culture. And on the other side, the contribution of culture asa sector to the aggregates of the nation; that is, the cultural contribution to theeconomy. Within this particular field, most recent Latin American studies are revi-sed.

Key Words: Cultural policy, communication policy, cultural industry, culturalcitizenship, cultural economy, culture economics.

Social Imaginaries and Citizenship Aesthetics

ARMANDO SILVA

Among other things, the discussion about the relationship among what is real,what is imaginary and, nowadays, what is virtual, is presented. It is said, thatneither imaginary is non real, nor virtual is just potential, but on the contrary, thereare different ways of living what is real. That is to say, reality, from the point ofview of citizenship aesthetics, is not only material but specially symbolic. The cityis every time less material due to the effect of feeling as strangers that it producesboth on those who visit coming from outside, as on those who inhabit it.

Key Words: Social imaginaries, citizenship aesthetics, virtual city.

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Social Uses of Television in Family Audiences

TOMÁS VÁSQUEZ ARRIETA - GUILLERMO CÁRDENAS P.ALEJANDRO MARTÍNEZ

It is intended to form a conceptual horizon and locate some key problemsaround the relationship between family audiences and television. In this perspecti-ve, the role of television in the reconfigurations of space and time around theeveryday activities of family audiences is emphasized. A lot of communicative andcultural problems are presented here, which move around the family use of televi-sion and which influence the everyday life of people. This problem is viewed froma point of view that privileges the cultural contexts of the home at which televisionconsumption is made, since it is only from there from where it is possible to askabout what families do with what T.V. offers to them.

Key Words: Family audience, reception, social uses.

Contemporary Urban Youth Cultures:An Anthropological Approximation

ÁNGELA GARCÉS MONTOYA.

It is intended to recognize the nature of the current urban youth cultures, notonly from anthropology but also from aesthetics. It is supported that youth is acategory which is socially built that depends on conditionings such as age, genderand social class. A review of studies on youth culture is made, as the basis forapproaching studies on non-institutionalized youngsters.

Key Words: Youth culture, urban culture, urban aesthetics.

The soccer show: “A civic carnival.”

FEDERICO MEDINA CANO

“Culturally out of prestige, politically used, and socially reduced to a po-pular low status expression, football soccer continues capturing the Sunday’semotion of fans all over the world; this captivating phenomenon of massivemobilization deserves a more respectful attention”. (Jorge Valdano). This isthe writer’s proposal, by favoring football soccer, not only as an irrational andevasive act, but as one of the settings in which the Latin-American identities arebuilt. Besides, it has a democratizing potential, since through soccer power rela-tionships get on horizontal level.

Key Words: Rationality, pleasure, identity, massification, passion, tribe.

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César Ricardo Siqueira Bolaño

Profesor de la Universidad Federal de Sergipe (UFS), donde coordina elObservatorio de Comunicación (Obscom). Doctor en Economía de la Univer-sidad Estatal de Campiñas (Unicamp). Periodista graduado por la Escuela deComunicaciones y Artes (ECA) de la Universidad de São Paulo (USP). Autor,entre otras publicaciones, en el Brasil y en el exterior, de Indústria cultural,informação e capitalismo (São Paulo: Hucitec, 2000), Mercado brasileiro detelevisão (Aracaju: PEUFS, 1988, atualizado en 2003, aún no disponible), Po-líticas de Comunicación e Economia Política das Telecomunicações no Bra-sil: convergência, regionalização e reforma (Aracaju, Eptic, 2002. Disponibleen: <www.eptic.com.br>.). Coordina el Grupo de Trabajo de Economía Políticade la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC).Es diretor de la revista académica Eptic On line-Revista Electrónica Interna-cional de Economía de las Tecnologías de la Información y de la Comunica-ción (www.eptic.com.br).

E-mail: [email protected]

Valerio Cruz Brittos

Profesor en el Programa de Posgrado en Ciencias de la Comunicación de laUniversidad del Vale del Rio de los Sinos (UNISINOS) y Doctor en Comunica-ción y Culturas Contemporáneas de la Facultad de Comunicación (FACOM) dela Universidad Federal de Bahia (UFBA). Graduado en Comunicación Social –Periodismo y Derecho, con especialización en Ciencia Política, desarrolla estu-dios en el área de la Economía Política de la Comunicación. Autor de numerososartículos publicados, en revistas nacionales e internacionales, como História,Economia Política e tendências da TV brasileira (Conexão-Comunicación eCultura, Caxias do Sul, v. 1, n. 1, p. 19-42, jun. 2002). Es autor de la obraRecepção e TV a cabo: a força da cultura local (2. ed. São Leopoldo: Ed.Unisinos, 2001), e organizador de Comunicación, informação e espaço públi-co: exclusão no mundo globalizado (Rio de Janeiro: Papel & Virtual, 2002). Eseditor de la revista académica Eptic On line-Revista Electrónica Internacionalde Economía de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación(www.eptic.com.br).

Guillermo Hernán Cárdenas P.

Filósofo de la Universidad Nacional de Colombia. Especialista en DerechosHumanos. Profesor Facultad de Comunicación Social-Periodismo UniversidadLos Libertadores. Director del Observatorio de Derechos Humanos en publici-dad de la misma Facultad.

E-mail: [email protected]

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s Guillermo Alejandro D´abraccio Kreutzer

Licenciado en Comunicación y Ciencia Política. Magíster en ComunicaciónEducativa. Especialista en Antropología Jurídica. Profesor Asistente de la Univer-sidad Nacional de Colombia. Sede Manizales.

Ángela Garcés Montoya

Historiadora. Magister estética y culturas urbanas contemporáneas. Profesorade la Facultad de Comunicación y Relaciones Corporativas de la Universidad deMedellín.

E-mail: [email protected]

Carlos Enrique Guzmán Cárdenas

Sociólogo (Universidad Central de Venezuela. UCV). Magíster en CienciasAdministrativas (UCV). Especialista en Gerencia de Proyectos de Investigación& Desarrollo (UCV). Presidente de INNOVATEC-INNOVARIUM INTELI-GENCIA DEL ENTORNO C.A. Observatorio Cultural y Comunicacional deVenezuela. http://www.innovarium.com Profesor-Investigador del Instituto de In-vestigaciones de la Comunicación del ININCO-UCV. Profesor de la Escuela deComunicación Social de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). Coordi-nador General Asesor del Observatorio de Políticas Culturales del CONAC. Miem-bro de la International Sociological Association (ISA). Miembro de la AsociaciónLatinoamericana de Sociología (ALAS). Miembro de la Association for CulturalEconomics International (ACEI). Miembro del Consejo de Redacción de la Re-vista Comunicación Estudios Venezolanos de la Comunicación. Autor de varioslibros de los cuales se destaca: «Políticas y Economía de la cultura en Venezue-la. Una estimación del comportamiento productivo de las industrias y activi-dades relacionadas con el sector cultural venezolano». (Cuadernos Ininco 2.UCV. 2003) y co-autor de varios otros, como: «El Estado de la Publicidad y elCorporate en España y Latinoamérica 2003» (Editado por el departamento deComunicación Audiovisual y Publicidad 1 de la Universidad Complutense. 2003).

E-mail: [email protected] [email protected]

Martha Cecilia Herrera

Doctora en Filosofía e Historia de la Educación. Profesora-Investigadora Uni-versidad Pedagógica Nacional de Colombia. Coordinadora Grupo de investiga-ción en Educación y Cultura política.

E-mail: [email protected]

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s Raúl Infante Acevedo

Magíster en Educación Comunitaria. Profesor del Departamento de CienciasSociales de la Universidad Pedagógica Nacional y de la de la Facultad de Educa-ción la Fundación Universitaria los Libertadores. Miembro Grupo de Investiga-ción en educación y Cultura Política.

E-mail: [email protected]

Luis Alejandro Martínez Rodríguez.

Sociólogo de la Universidad Cooperativa de Colombia. Diplomado en Cien-cias de la Educación. Actualmente cursa la Especialización de Informática y Mul-timedios en la Fundación Universitaria los Libertadores. Profesor Facultad deEducación Universidad Los Libertadores.

Federico Medina Cano

Licenciado en Filosofía y letras, Facultad de Filosofía y letras, UniversidadPontificia. Bolivariana, Medellín. Magister en Literatura Latinoamericana, Was-hington University, St. Louis Missouri. Profesor titular en la Facultad de Comuni-cación Social, Universidad Pontificia Bolivariana.

E-mail: [email protected]

Alexis V. Pinilla Díaz

Licenciado en Ciencias Sociales y Magíster en Historia de la Educación y laPedagogía de la Universidad Pedagógica Nacional. Investigador Fundación Uni-versitaria Los Libertadores. Bogotá. Miembro Grupo de Investigación en Educa-ción y Cultura Política. Universidad Pedagógica Nacional.

E-mail: [email protected], [email protected]

Héctor Hernando Quintero Gómez

Médico, Neuralterapeuta. Magister en Educación y Desarrollo ComunitarioCINDE, Especialista en Evaluación del Riesgo y Prevención de Desastres. Do-cente Universidad Tecnológica de Pereira.

E-mail: [email protected]

Joimer Edgar Robayo

Psicólogo de la Universidad Nacional de Colombia. Especialización en Do-cencia Universitaria, Universidad Externado de Colombia. Docente e Investiga-dor, de Fundación Universitaria Los Libertadores, Universidad Externado deColombia, Universidad del Tolima. Consultor de Naciones Unidas para el Desa-rrollo.

E-mail: [email protected]

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s Luis Ignacio Sierra Gutiérrez

Magister en Comunicación Social de la Universidad Católica de Lovaina laNueva (Bélgica). Licenciado en Filosofía por la Pontificia Universidad Javeriana,Bogotá, (Colombia). Doctor en Teología y Ciencias Religiosas de la UniversidadCatólica de Lovaina la Nueva (Bélgica). Profesor Asociado del Departamento deComunicación, de la Facultad de Comunicación y Lenguaje, de la Pontificia Uni-versidad Javeriana, en Bogotá (Colombia). Fue Director de la Maestría en Co-municación y en la actualidad es Profesor de la misma. Coordinador de Trabajosde Grado de la Carrera de Comunicación Social. Ha participado en investigacio-nes colectivas publicadas, al igual que con ponencias en congresos internacionalesy con la publicación de artículos en diferentes revistas especializadas.

E-mail: [email protected]

Armando Silva

Sociólogo. PhD en Filosofía y Literatura Comparada de la Universidad deCalifornia y un Master en Semiótica y Psicoanálisis de la Ecole Des Hautes Etu-des en Sciences Sociales de París. Además, dirige el proyecto «Culturas urba-nas en América y España desde sus imaginarios sociales», que incluye trececiudades en el estudio. Autor de doce libros –referencias obligatorias en estecontinente- su trabajo ha sido distinguido por entidades mundiales como Docu-menta11 de Alemania, The British Council en Inglaterra, y la revista Les Inroc-kuotibles de Francia, entre otros.

E-mail: [email protected]

Tomás Vásquez Arrieta

Filósofo. Filósofo de la Universidad Nacional de Colombia. Maestría en So-ciología de la Educación de la Universidad Pedagógica Nacional. Aspirante alDoctorado en Educación y Comunicación de la Universidad Nacional de Colom-bia. ( En proceso).Director Departamento de Investigaciones Universidad LosLibertadores.

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La revista Escribanía mantiene abierto el pe-ríodo de recepción de trabajos para ser someti-dos a evaluación. Les rogamos observar las si-guientes pautas a fin de agilizar la edición e identi-ficar la publicación.

1. Los trabajos (ensayos académicos o resulta-dos de investigaciones) deben ser preferible-mente inéditos, con una extensión entre 15.000y 25.000 caracteres (aproximadamente 20páginas, tamaño carta, a doble espacio). Seaceptan trabajos en Inglés y Portugués, ade-más del Español. Si los trabajos no son inédi-tos, indicar con exactitud la ficha bibliográficade la publicación, así como la autorización res-pectiva. Las tablas, cuadros y gráficos debenenviarse en archivo aparte, debidamente nu-merados y nombrados en el texto del artículo(ej. ver cuadro 3).

2. Los textos deben entregarse en disquete y co-pia impresa, en procesador de palabras enWord 6.5 o posterior, en edición corregida ydefinitiva. También se aceptan a través del co-rreo electrónico de la Revista.

3. Para la organización interna de los textos sedeben cumplir las siguientes normas:3.1. Los títulos en negrillas, altas y bajas.3.2. Las citas textuales, las palabras o frasesen otros idiomas, en cursiva o itálica simple.3.3. Notas al pie de la página y referencias bi-bliográficas en números arábigos, en el siguienteorden:Apellido del autor en negrillas altas y bajas, se-guido del nombre en altas y bajas. Título y sub-título de la Obra en cursiva o itálica simple, enaltas y bajas en el orden que se indica a conti-nuación:

LibrosAutor, título, subtítulo, mención de edición, pie

de imprenta: ciudad, editorial, fecha, paginación.

Pautas para publicar en Escribanía

Procedimiento:

Autor: se escribe en forma invertida en el si-guiente orden: apellido(s) con letras minúsculas ennegrilla, separado de nombre(s) por una coma,seguido de punto.

Autor CorporativoColombia. Ministerio de Educacion Nacio-

nal. La Identidad. Santafé de Bogotá: Ministe-rio, 1995. 75p

Entidades SubordinadasColombia. Dirección General de Impues-

tos Nacionales. Manual Básico de impuestos.Santafé de Bogotá : Imprenta Departamental,1995.102p.

Entidades gubernamentales o privadas de ca-rácter autónomo.

Empresas de Teléfonos de Bogota. Direc-torio de Cundinamarca. Santafé de Bogotá : Edi-lco, 1999. 1600p.

TesisEsquema: Autor. Título : subtítulo. Ciudad, año.

Paginación : il. + material acompañante. Tesis (tí-tulo académico). Institución. Facultad, Departa-mento, División o Sección.

EventosCongresos, Seminarios, Conferencias. Autor

(número ordinal : año : ciudad). Título. Lugar depublicación : editorial, año. Páginas.

Artículo de revistaAutor del artículo. Título del artículo : subtítulo

del artículo. En: título de la publicación : subtítulode la publicación. Entidad responsable de la pu-blicación. Número del volumen, número de la en-trega (mes, año); paginación.

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Documentos electrónicosAutor, título, tipo de soporte, coautores, edi-

ción, lugar de publicación, editorial, año de edi-ción, fecha de actualización/revisión, fecha de lacita, serie, notas, disponibilidad y acceso, númeronormalizado. Autor y título: sigue igual procedi-miento que el citado para libros, folletos y revis-tas. Tipo de soporte: se coloca después del título,dejando punto, dos espacios(.—)y entre corche-tes la frase(s) [en línea],[CD-ROM],[cinta mag-nética], [disquete]. Se especifica el tipo de publi-cación [base de datos en línea],[publicación se-riada en línea].

Artículo de revistaAutor. Título. Título de la revista. [tipo de so-

porte]. Edición. Número de la revista. Fecha deactualización/revisión. Fecha de la cita. Localiza-ción dentro del documento base. Disponibilidad yacceso. Número normalizado.

4. Las reseñas críticas deben entregarse en dis-quete e impresas, con una extensión aproxi-

mada de 5.000 caracteres (3 páginas tamañocarta a doble espacio). Incluir una fotografíade la carátula de la publicación reseñada.

5. Los trabajos deben incluir un Abstract de máxi-mo 10 renglones, en español y en inglés, ade-más de los datos académicos y profesionalesdel autor.

7. Los editores agradecen su participación, pero laentrega del trabajo no asegura su publicación.Ella depende del concepto de los pares eva-luadores y del criterio de los editores.

Los trabajos deben entregarse a la Secretaríade la Facultad de Comunicación Social y Perio-dismo de la Universidad de Manizales, dirigidos a:

Comité EditorialRevista ESCRIBANÍACarrera 9 # 19-03Fax (57) (68) 841443Teléfono (57) (68) 841450Manizales-ColombiaE mail: [email protected]

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ACERVO MÌDIA REGIONALUniversidade de Taubaté, Sâo Paulo, Brasil.Teléfono: (12) 225 4289Email: [email protected]

ANALISIUniversitat Autonoma de BarcelonaFacultad de Ciencias de la InformacióDepartamento de Teoría de la Comunicación089193 Bellaterra, Barcelona, EspañaFax: (3) 5812000

ANUARIO ININCOInstituto de Investigaciones de la ComunicaciónFacultad de Humanidades y EducaciónUniversidad Central de VenezuelaAv. Neverí, Centro Comercial LosChaguaramos, piso 13, Los Chaguaramos.Apartado de correos 47.339, Caracas 1041, VenezuelaFax: 6622761 Email: ininco@ conicit.ve

ANUARIO UNESCO/UMESPDE COMUNICÂO REGIONAL

Universidad Metodista de Sâo PauloRua do Sacramento 230, Rudge Ramos.Sâo Bernardo do Campo, BrasilTeléfono: (5511) 43665819Email: [email protected]

APORTES DE LA COMUNICACIÓN Y LA CULTURAFacultad de Comunicación Social y Humanidades.Universidad Privada de Santa Cruz de la SierraAv. Paraguá 4º anillo. Teléfono: (591-3) 464000 y 465757Castilla 2944 Santa Cruz, Bolivia.Email: [email protected]

ARANDUOrganizaciones Católicas de Comunicación(OCIC-AL, UCLAP Y Unda- AL)Alpallana 581 y Whimper,Apartado aéreo 17-21-178 Quito, EcuadorFax: (593-2) 501658E-mail: scc@UIO. satnet.net

BIBLIOTECONOMIA E CUMUNICACAOFacultade de Biblioteconomia e ComunicacaoUniversidade Federal do Río Grande do SulRua Ramiro Barcelos, 2705-90035-007- Porto Alegre, RS, BrasilFax: (951)3306635E-mail: [email protected]

CABILDO INDEPENDIENTEParlameto JovenVicepresidente Sánchez 612 c/Azara, AsunciónTeléfono: (595-012) 220602 Fax (595-021) 220302Email: [email protected]

CANDELASantiago de Chile 1180.esc.301.11200 Montevideo, UruguayFax: (05982) 901 1406

C+I COMUNICACIÓN E INFORMACIÓNCentro de Investigación de la Comunicacióne Información de la Universidad del ZuliaEdificio Mareluz, sede del Doctorado de Humanidades,Maracaibo, Venezuela.Telefax (58-61) 598085Email: [email protected]

COMUNICACIÓN U.P.BFacultad de Comunicaión SocialUniversidad Pontificia BolivarianaApartado aéreo56006- Medellín, Colombia.Fax: 4118656

COMUNICACIÓNESTUDIOS VENEZOLANOS DECOMUNICACIÓN

Centro Gumilla Edificio Centro de Valores, local 2, EsquinaLuneta, AltagraciaApartado 4838, Caracas 1010- A- VenezuelaFax: (02) 5647557E-mail: [email protected]

Red iberoamericana de revistasde comunicación y cultura

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COMUNICACIÓN Y MEDIOSUniversidad de ChileTapia N. 10, Santiago- Centro ChileTeléfono: 2222604 Fax: 2229616Email: [email protected]

COMUNICACIÓN Y SOCIEDADDepartamento de Estudios de la Comunicación SocialUniversidad de GuadalajaraPaseo Poniente 2093, Jardines del Country,Guadalajara, Jalisco, México CP 44210Teléfono (3) 8237505 Fax: (3) 8237631Email [email protected]:// fuentes.csh.udg.mx/comysoc/comysoc.htm

COMUNICACIÓN Y SOCIEDADFacultad de Comunicación de la Universidad de NavarraEd. Ciencias Sociales, Universidad de Navarra31080 Pamplona, España Fax: (34) 948 425664E-mail: [email protected]ágina web: www.unav.es/ cys/

COMUNICARREVISTA DE EDUCACIÓNEN MEDIOS DE COMUNICACIÓNGrupo Comunicar, Apartado 527.21080 Huelva, EspañaFax: (00-34) 959248380260757Email: [email protected]/www.grupo-comunicar.com

COMUNICACOES & ARTESUniversidade da Sâo PauloAv Lucio Martins Rodrigues, 340, Sâo Paulo, BrasilTeléfono: 3818 4059 Fax 3814 1234Email: [email protected]

COMUNICACAO & EDUCACAODepartamento de Comunicacoes e Artes ECA/USPAv. Prof. Lúcio Martins Rodrigues, 443Predio Central, 2º andar, sala B-17Cidade Universitaria 05508-900Sao Paulo, SP, Brasil Fax: (5511) 38184063E-mail: [email protected]

COMUNICACÂO PRODirección: http://www.comunicacao.pro.br Río de Janeiro, BrasilTeléfono: 21 2648661Email: [email protected]

CONSTELACIONES DE LA COMUNICACIÓNFundación Walter BenjaminMansilla 2686 1º 4 (1425) Buenos Aires, ArgentinaTeléfono 5411 49613764 Fax 5411 48655773Email [email protected]

CONTRATEXTOFacultad de Ciencias de la ComunicaciónUniversidad de LimaApartado 852, Lima 100, PerúFax 4378066. Email [email protected]

CONVERGENCIACentro de Investigación y Estudios Avanzados en CienciasPolíticas y Administración PúblicaUniversidad Autónoma del estado de México,Facultad de Ciencias Políticas y Administración PúblicaCentro de Coatepec s/n Ciudad Universitaria, toluca,México, C.P. 50000 Telefax (52-72) 159280Email: [email protected] http://www.uaemex.mx/publica/convergencia/

CUMUNICACAO E SOCIEDADEUniversidad Metodista de Sao PauloFacultad de Ciencias de la Comunicacao e da CulturaCurso de Pos-graduacao SocialRua de Sacramento 230 - Rudge Ramos09735-460 Sao Bernardo do Campo, SP, BrasilTeléfono (5511) 43665550 Fax 5511 4366 5728E-mail: [email protected] & [email protected]

CHASQUICIESPAL Centro Internacional de Estudios Superiores deComunicación para América LatinaAv. Diego de Almagro 2155 y Andrade Marín.Casilla 17-01-584, Quito, Ecuador Fax: 502487E-mail: [email protected]

DIÁ-LOGOS DE LA COMUNICACIÓNFELAFACS

Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación SocialCalle Bernstein No 261,San Borja, Lima 41Apartado postal 180097, Lima 18 - PerúTelefax: 4754487 E-mail: [email protected]

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ESCRIBANÍACentro de Investigaciones de la ComunicaciónFacultad de Comunicación Social y PeriodismoUniversidad de ManizalesTel. 57 68 841450 Ext. 322-292 Telefax: 57-68-841443E-mail: [email protected]

ESTUDIOS SOBRE LAS CULTURASCONTEMPORÁNEAS

Programa Cultura, Universidad de ColimaApartado Postal 294, 28000 Colima, Col. México. Fax 27581Email: [email protected]@cgic.ucol.mx

IN- MEDIACIONES DE LA COMUNICACIÓNUniversidad ORT UruguayFacultad de Comunicación y DiseñoUruguay 1185 Montevideo, UruguayTeléfono (5982) 9080677 Fax: (5982) 9080680Http: //www.ort.edu.uy E-mail [email protected]

INTERCÂOUniversidade Estadual de Minas GeraisFepesmig, UEMG, Varginha, BrasilTeléfono: (35) 32195000 Fax (35) 32195251Email: [email protected]

INTERCOMREVISTA BRASILERA DE COMUNICACAOSociedade Brasileira de Estudos Interdisciplinaresda ComunicacaoAv. Prof. Lúcio Martins Rodrigues, 443; Bloco 9,Cidade universitaria05508-900 Sao pablo, SP - Brasil Fax: (5511) 8184088E-mail: [email protected]

INTERLENGUAJESFacultad de Comunicación y Lenguaje,Pontificia Universidad JaverianaTrans. 4º 42-00 Edificio 67 piso 6, Bogotá D.C. ColombiaTeléfono (571) 3208230 ext. 4587 Fax (571) 3208320 ext 4576Email. [email protected]

INTERSECCIONES/ComunicaciónFacultad de Ciencias Sociales. Universidad Nacional delCentro de la Provincia de Buenos AiresAv. del valle 5737. (7400) Olavarría.Prov. de Buenos Aires, Argentina.Teléfono (54-2284) 450104 Fax 0054 2284 451197http:// www.soc.unicen.edu.ar [email protected]

JORNAL BRASILEIRO DEFOLKCOMUNICÂO

Jornal Cultural on lineRua Faria Lobato 169/205 Pampulha, Santa Améline, BeloHorizonte, BrasilTeléfono 31 349112390 Fax 31 34917345Email: [email protected]

LÍBEROFalculdade de Comunicacâo Social Cásper LíberoAv. Paulista 900 5º andar 01310- 940 Sâo Paulo, BrasilTeléfono: 31705875-8078 Fax 2538078Email: [email protected]

LUMINAFacultad de Comunicacâo, Universidade Federal, Juiz de ForaCampus Universitario, Cidade Universitaria CEP 36036330,Juiz de Fora, Minas de Gerais, BrasilTeléfono: (32) 32293601 Fax (32) 32293600Email: lumina.facom.ufjf.br

NEXOS DE LA CULTURA BAHIENSEDon Bosco 1051 (8000) Bahía Blanca, Provincia de BuenosAires, ArgentinaTelefax: (540291) 45400271

NUEVAS TECNOLOGÍASFacultad de Comunicación y Lenguaje,Pontificia Universidad JaverianaDir.: Trans. 4º 42-00 Edificio 67 piso 6, Bogotá D.C. ColombiaTeléfono (571) 3208230 ext. 4587 Fax (571) 3208320 ext 4576Email. [email protected]

OFICIOS TERRESTRESFacultad de Periodismo y Comunicación SocialUniversidad Nacional de La PlataAv. 44 No 676e 8 y 9. La Plata, C. postal 1900Telefax: (54221) 4224015Email [email protected]

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OJO DE BUEYARCOS. Instituto Profesional de Arte y ComunicaciónCampo de Deportes 121 Ñuñoa, Santiago, ChileTeléfono: 2044985 Fax: 2252540

PCLA- REVISTA CIENTÍFICA DIGITALDO PENSAMIENTO COMUNICACIONALLATINO- AMERICANO

Universidad Metodista de Sâo Paulo.Rua do Sacramento 230, Rudge Ramos.Sâo Bernardo do Campo, BrasilTeléfono: (5511) 43665819 Fax: (5511) 43665817Email: [email protected] http://www.metodista.br/unesco/pcla/index.htm

PERSPECTIVAS DE LA COMUNICACIÓNCarrera del Periodismo, Universidad de la FronteraAv. Francisco Salazar 01145, Temuco, ChileTeléfono: 5645 325393 Fax 5645 325379Email: [email protected]

PUNTO CERODepartamento de Comunicación Social.Universidad Católica Bolivariana. CochabambaAv. General Galindo/ av. América, Cochabamba, Bolivia.Teléfono: 293100 Fax: 291145Email: [email protected]

PUZZLEUniversidad Nacional de CuyoFacultad de Ciencias Políticas y SocialesCarrera de Caomunicación SocialMendoza, Argentina

REVISTA BRASILEIRA DE CIÊNCIAS DACOMUNICACÂO

Rua Almirante Alexandrino 1862/5201 (220241-261) Río deJaneiro, RJ, Brasil, Telefax: 5521 5075791Email: [email protected]

REVISTA DE LA FACULTAD DE DERECHO YCIENCIAS SOCIALES

Universidad Nacional de ComahueMendoza 2151. 8832 General Roca (RN) ArgentinaTeléfono 50 02951 426961Email: [email protected]

REVISTA DE LITERATURAHISPANOAMERICANA

Universidad del ZuliaFacultad de Humanidades y EducaciónInstituto de Investigaciones Linguísticas y LiterariasBloque Q 204. Apartado 1490 Maracaibo,Estado Zulia, Venzuela.

REVISTA IMES COMUNICACÂOCentro Universitario Municapal Sâo Caetano do SulAv Goias 3.400 Sâo Caetano do Sul- SP BrasilCEP 09550-051 Teléfono 4239-3200http://www.imescom.br Email: [email protected]

REVISTA MEXICANA DE COMUNICACIÓNFundación Manuel Buendía, ACGuaymas 8-408, Col. Roma06700 México D.F., MéxicoFax: 2084261 Email: [email protected]

REVISTA PREDIOSFondo Editorial PrediosValencia, Edo. Carabobo, VenezuelaTeléfono: 5441-423469 Fax: 5841 431891Email [email protected]

SIGNO Y PENSAMIENTOFacultad de Comunicación y LenguajePontificia Universidad JaverianaTransversal 4º N. 42-00 Edificio José Rafael Arboleda S.J. piso 6Bogotá D.C., Colombia.Teléfono (571) 3208320. Ext. 4587/ 4563 Fax (571) 2878974Email [email protected]

SINERGIAColegio de Periodistas de Costa RicaApartado postal: 5416-1000 San José de Costa Rica,Centroamérica Teléfono: (506) 2215119Email: [email protected]

TECNOLOGÍA Y COMUNICACIÓNEDUCATIVAS

Instituto Latinoamericano de la Comunicación EducativaCalle del Puente No. 45, Col.Ejidos de Huipulco, Deleg- TlalpanC.P. 14380, México D.F. Fax: 7286554

escribanía número 11, Universidad de Manizales, julio - diciembre / 2003

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TEMAS DE COMUNICACIÓNEscuela de Comunicación Social,Universidad Catótica Andrés Bello.Montalbán apartado postal 20332, Caracas (1020) VenezuelaTeléfono: 4074228 Fax 4074265Email: [email protected]

TEMAS Y PROBLEMASDE COMUNICACIÓN

Departamento de Ciencias de la ComunicaciónFacultad de Ciencias humanasUniversidad Nacional de Río CuartoAgencia Postal No 3 5800 Río Cuarto - ArgentinaTeléfono 54 0358 4676181E-mail: [email protected]

TRAMAUniversidade Estáio de SáAv. Sernambetiba 3646/503 Barra de Tijuca,Río de Janeiro, Brasil. Telefax: 55021 3855389Email: [email protected]

VERSIÓNESTUDIOS DE COMUNICACIÓN YPOLÍTICA

Departamento de Educación y ComunicaciónDivisión de Ciencias Sociales y HumanidadesUniversidad Autónoma Metropolitana - XochimilcoCalzada del hueso 1100. Col. Villa Quietud. Código postal 04960México D.F., México