Catequesis preparatorias jmj (mayo)

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Mayo: las mujeres valientes del Antiguo Testamento, figuras de María 1ª SESIÓN: LA REINA ESTER Oración: o Señal de la cruz o Padre nuestro o Ave María o Gloria 1. Vídeo explicativo: Vídeo explicativo: http://www.youtube.com/watch?v=kQImg282IGQ . (Vídeo-clip de la canción La Reina Ester, del grupo La Voz del Desierto). Cuestiones previas -¿Conoces algún libro de la Biblia con nombre de mujer? ¿Lo has leído? -¿Cuál era el papel desempeñado por la mujer en tiempos del Antiguo Testamento? 1

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Mayo: las mujeres valientes del Antiguo Testamento, figuras de María

1ª SESIÓN: LA REINA ESTER Oración:

o Señal de la cruzo Padre nuestroo Ave Maríao Gloria

1. Vídeo explicativo: Vídeo explicativo: http://www.youtube.com/watch?v=kQImg282IGQ . (Vídeo-clip de la canción La Reina Ester, del grupo La Voz del Desierto).

Cuestiones previas-¿Conoces algún libro de la Biblia con nombre de mujer? ¿Lo has leído?-¿Cuál era el papel desempeñado por la mujer en tiempos del Antiguo Testamento? -¿Qué decían los filósofos sobre el papel de la mujer en la sociedad?-¿Conoces el documento que Juan Pablo II escribió sobre la mujer? ¿Cómo se llamaba?

¿Lo has leído?

2. Características de las mujeres fuertes del Antiguo Testamento. En la genealogía del evangelista Mateo (Mt 1, 1-14), aparecen cuatro mujeres:

Tamar, Rahab, Rut y Betsabé. Esto era extraño en las genealogías del mundo judío.

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Nunca aparecía nombre de mujer en ellas. De hecho, no contaban prácticamente para nada en la sociedad civil.

Sin embargo, en la historia de salvación narrada en la Sagrada Escritura no sólo aparecen como personajes cruciales en varios de sus pasajes, sino que llegan a dar nombre a varios libros de la Biblia (Rut, Judit y Ester).

Estas mujeres del Antiguo Testamento tienen unos rasgos prácticamente comunes a todas ellas. Algunos de ellos son los siguientes:

1. Valientes y con coraje: son mujeres de mucho arrojo, que no tienen miedo en algunos casos, incluso, en arriesgar la vida si es preciso. Sin embargo, serenas en los momentos decisivos.

2. Fieles a Dios: son personas muy religiosas, fieles al Señor. Prefieren la muerte antes que faltar a la fidelidad a la Dios y su ley.

3. Mujeres de oración: aparecen siempre en trato confiado y personal con Dios. Ante las dificultades o el triunfo, no dudan en elevar una oración, a veces dramática, a veces llena de júbilo, y siempre terminan en acción de gracias.

4. Inteligentes y de gran astucia: son mujeres muy reflexivas, manejando bien las distintas situaciones. De gran conocimiento del corazón humano, hoy diríamos con grandes dotes de psicología humana.

La culminación de todas estas virtudes heroicas se darán en plenitud en la Virgen María, elegida del Señor para ser la Madre del Redentor.

3. Historia de la Reina Ester

Banquete de Asuero.11 En tiempo del rey Asuero, el que reinó desde la India hasta Etiopía sobre ciento veintisiete

provincias, 2 en aquellos días, estando el rey sentado en el trono real, en la ciudadela de Susa, 3 en el año tercero de su reinado, ofreció un banquete en su presencia a todos sus servidores: a jefes del ejército de los persas y los medos, a los nobles y a los gobernadores de las provincias. 4 Les hizo ver la riqueza y la gloria de su reino y el magnífico esplendor de su grandeza durante ciento ochenta días.

5 Cumplido aquel plazo, ofreció el rey a todos los que se hallaban en la ciudadela de Susa, desde el mayor al más pequeño, un banquete de

siete días en el patio del jardín del palacio real. 6

Había colgaduras de lino fino, de lana y de púrpura violeta, fijadas, por medio de cordones de lino y púrpura, en anillas de plata sujetas a columnas de mármol blanco; lechos de oro y plata sobre un pavimento de pórfido, mármol,

nácar y mosaicos. 7 Se bebía en copas de oro de formas diversas y el vino ofrecido por el rey

corría con regia abundancia. 8 En cuanto a la bebida, a nadie se le obligaba, pues así lo había

mandado el rey a los oficiales de su casa, para que cada cual hiciese lo que quisiera.

El caso de Vastí.9 También la reina Vastí ofreció un banquete a

las mujeres en el palacio del rey Asuero. 10 El día séptimo, alegre por el vino el corazón del rey, mandó a Mehumán, a Bizetá, a Jarboná, a Bigtá, a Abagtá, a Zetar y a Carcás, los siete eunucos

que estaban al servicio del rey Asuero, 11 que hicieran venir a la reina Vastí a presencia del rey, tocada con diadema real, para que vieran la gente y los jefes su belleza, porque, en efecto, era muy

bella. 12 Pero la reina Vastí se negó a cumplir la orden del rey transmitida por los eunucos. El rey

se irritó sobremanera, montó en cólera, 13 y mandó llamar a los sabios expertos en la ciencia de las leyes, pues los asuntos reales se discuten en presencia de los conocedores de la ley y el

derecho. 14 Hizo, pues, venir a Carsená, Setar, Admatá, Tarsis, Meres, Marsená y Memucán, los siete jefes de los persas y los medos que eran admitidos a la presencia del rey y ocupaban los

primeros puestos del reino, 15 y les dijo: «¿Qué debe hacerse, según la ley, a la reina Vastí, por no haber obedecido la orden del rey Asuero,

transmitida por los eunucos?» 16 Respondió Memucán en presencia del rey y de los jefes: «La

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reina Vastí no ha ofendido solamente al rey, sino a todos los jefes y a todos los pueblos de todas

las provincias del rey Asuero. 17 Porque se correrá el caso de la reina entre todas las mujeres y hará que pierdan estima a sus maridos, pues dirán: `El rey Asuero mandó hacer venir a su

presencia a la reina Vastí, pero ella no fue.' 18 Y a partir de hoy, las princesas de los persas y los medos que conozcan la conducta de la reina hablarán de ello a los jefes del rey y habrá

menosprecio y altercados. 19 Si al rey le parece bien, publíquese, de su parte, e inscríbase en las leyes de los persas y los medos, para que no sea conculcado, este decreto: que no vuelva Vastí a presencia del rey Asuero. Y dé el rey el título de

reina a otra mejor que ella. 20 El acuerdo tomado por el rey será conocido en todo el reino, a pesar de ser tan grande, y todas las mujeres honrarán a sus maridos, desde el mayor al más pequeño.»

Ester, elegida reina.21 Después de estos sucesos, se aplacó la cólera del rey Asuero y se acordó de Vastí, de cuanto había hecho, y de lo que acerca de ella se había

decidido.2 Dijeron los cortesanos que estaban al servicio del rey: «Que se busquen para el rey

jóvenes vírgenes y bellas. 3 Nombre el rey inspectores en todas las provincias de su reino para que reúnan en la ciudadela de Susa, en el harén, a todas las jóvenes vírgenes y bellas, bajo la vigilancia de Hegué, eunuco del rey, encargado de las mujeres, y que él les

proporcione cuanto necesiten para su adorno, 4 y la joven que agrade al rey reinará en lugar de Vastí.» Le pareció bien al rey y así se hizo.

5 Había en la ciudadela de Susa un judío llamado Mardoqueo, hijo de Yaír, hijo de Semeí, hijo de

Quis, de la tribu de Benjamín. 6 Había sido deportado de Jerusalén con Jeconías, rey de Judá, en la deportación que hizo Nabucodonosor, rey

de Babilonia. 7 Tenía en su casa a Hadasá, es decir, Ester, hija de un tío suyo, pues era huérfana de padre y madre. La joven era hermosa y de buen parecer, y, al morir su padre y su madre, Mardoqueo la adoptó por hija.

8 Cuando se proclamó la orden y el edicto del rey, fueron reunidas muchísimas jóvenes en la ciudadela de Susa, bajo la vigilancia de Hegué. También Ester fue conducida al palacio real y puesta bajo la vigilancia de Hegué, encargado de

las mujeres. 9 La joven le agradó y ganó su favor, por lo que se apresuró a proporcionarle cuanto necesitaba para su adorno y

mantenimiento. Puso también a su disposición siete doncellas elegidas de la casa del rey y la instaló, con sus doncellas, en el mejor

departamento del harén. 10 Ester no dio a conocer ni su pueblo ni su origen, pues así se lo

había ordenado Mardoqueo. 11 Día tras día, se paseaba Mardoqueo delante del patio del harén para enterarse de la salud de Ester y de lo que le sucedía.

12 A cada joven le llegaba el turno de presentarse al rey Asuero al cabo de doce meses, según el estatuto de las mujeres. El tiempo de preparación incluía seis meses de tratamiento con óleo y mirra, y otros seis meses con los aromas y perfumes que usan las mujeres.

15 Cuando a Ester, hija de Abijail, tío de Mardoqueo, que la había adoptado por hija, le llegó el turno de presentarse al rey, sólo pidió lo que le indicó Hegué, el eunuco real encargado de las mujeres.Ester se ganaba el favor de cuantos la

veían. 16 Ester fue presentada al rey Asuero, en el palacio real, el mes décimo, es decir, el mes de

Tébet, en el año séptimo de su reinado. 17 Al rey le gustó Ester más que las otras mujeres; halló ella, ante el rey, más gracia y favor que ninguna otra doncella, y el rey colocó la diadema real sobre la cabeza de Ester y la declaró reina, en lugar de Vastí.

18 Ofreció el rey un gran banquete a todos sus jefes y servidores, el banquete en honor de Ester. Concedió, además, un día de descanso a todas las provincias y repartió regalos con real magnificencia.21 Por aquellos mismos días, estaba adscrito Mardoqueo a la Puerta Real; Bigtán y Teres, dos eunucos del rey, guardianes del umbral, estaban irritados y andaban buscando poner la mano

sobre el rey Asuero. 22 Llegó el hecho a conocimiento de Mardoqueo, que se lo comunicó a la reina Ester, y ésta se lo dijo al rey, en

nombre de Mardoqueo. 23 Investigado el caso, resultó ser verdadero, por lo que fueron colgados los dos del madero y se consignó por escrito, en los Anales, en presencia del rey.3

1 Después de esto, el rey Asuero elevó al poder a Amán, hijo de Hamdatá, del país de Agag. Lo encumbró y lo situó por encima de todos los

dignatarios que estaban con él; 2 todos los servidores del rey, adscritos a la Puerta Real, doblaban la rodilla y se postraban ante Amán, porque así lo había ordenado el rey; pero

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Mardoqueo ni doblaba la rodilla ni se postraba. 3

Los servidores del rey, adscritos a la Puerta Real, dijeron a Mardoqueo: «¿Por qué incumples la

orden del rey?» 4 Y como se lo repitieran día tras día y él no les hiciera caso, se lo comunicaron a Amán, para ver si Mardoqueo persistía en su palabra, pues les había manifestado que él era

judío. 5 Vio Amán que Mardoqueo no doblaba la rodilla ni se postraba ente él, y montó en cólera. 6 Y cuando le notificaron a qué pueblo pertenecía Mardoqueo, no contentándose con poner la mano sobre él solo, intentó exterminar, junto con él, a todos los judíos de todo el reino de Asuero.Decreto de exterminio de los judíos.

7 El año doce del rey Asuero, el mes primero, es decir, el mes de Nisán, se sacó el «Pur» (es decir, las suertes) en presencia de Amán, por días y por

meses. Salió el doce, que es el mes de Adar.8

Amán dijo al rey Asuero: «Hay un pueblo disperso y diseminado entre los pueblos de todas las provincias de tu reino, con sus leyes, distintas de las de todas las naciones, y que no cumplen las leyes reales. No conviene al rey dejarlos en

paz.9 Si el rey juzga conveniente publicar un decreto para exterminarlos, yo haré que se entreguen diez mil talentos de plata a los intendentes, para que los ingresen en la cámara del tesoro.»

10 El rey sacó el anillo de su dedo, se lo entregó a Amán, hijo de Hamdatá, de Agag, enemigo de

los judíos, 11 y dijo el rey a Amán: «La plata, te la regalo; y pongo también ese pueblo en tus manos, para que hagas lo que te parezca.»

12 El día trece del primer mes fueron convocados los secretarios del rey para escribir, según lo ordenado por Amán, a los sátrapas del rey, a los inspectores de cada provincia y a los jefes de todos los pueblos, a cada provincia según su escritura, y a cada pueblo según su lengua.Se escribió en nombre del rey Asuero, se

selló con el anillo del rey, 13 y se enviaron las cartas, por medio de los correos, a todas las provincias del rey, para exterminar, matar y aniquilar a todos los judíos, jóvenes y ancianos, niños y mujeres, y para saquear sus bienes, en el espacio de un solo día, el trece del mes doce, que es el mes de Adar.

Mardoqueo y Ester intentan conjurar el peligro.41 Cuando Mardoqueo supo lo que pasaba, rasgó sus vestidos, se vistió de sayal y ceniza y salió

por la ciudad lanzando grandes gemidos, 2 hasta llegar ante la Puerta Real, pues nadie podía pasar

la Puerta cubierto de sayal. 3 En todas las provincias, dondequiera que se publicaban la palabra y el edicto real, había entre los judíos gran duelo, ayunos y lágrimas y lamentos, y a muchos el sayal y la ceniza les sirvió de lecho.

4 Las siervas y eunucos de Ester vinieron a comunicárselo. La reina se llenó de angustia y ordenó que enviasen ropa a Mardoqueo para que se vistiese y se quitase el sayal, pero él no quiso. 5 Llamó Ester a Hatac, uno de los eunucos que el rey había puesto a su servicio, y le envió a Mardoqueo para enterarse de lo que pasaba y a qué obedecía todo aquello.

6 Salió Hatac y fue donde Mardoqueo, que estaba en la plaza de la ciudad que hay frente a la

Puerta Real. 7 Mardoqueo le informó de todo cuanto había pasado y de la suma de dinero que Amán había prometido entregar al tesoro real por

el exterminio de los judíos. 8 Le dio también una copia del texto del edicto de exterminio publicado en Susa, para que se lo enseñara a Ester y se informara. Y ordenó a la reina que se presentase ante el rey, se ganara su favor y

suplicara por su pueblo. 8a«Acuérdate, le mandó a decir, de cuando eras pequeña y recibías el alimento de mi mano. Porque Amán, el segundo después del rey, ha sentenciado nuestra muerte. Ora al Señor, habla al rey en favor nuestro y líbranos de la muerte.»9 Regresó Hatac e informó a Ester de las

palabras de Mardoqueo. 10 Ester mandó a Hatac

que dijera a Mardoqueo: 11 «Todos los servidores del rey y todos los habitantes de las provincias del rey saben que todo hombre o mujer que se presente al rey, en el patio interior, sin haber sido llamado, es condenado a muerte por el edicto, salvo aquél sobre quien el rey extienda su cetro de oro; y hace ya treinta días que yo no he sido llamada a presencia del rey.»

12 Llevó la respuesta de Ester a Mardoqueo, 13

y éste le remitió esta contestación: «No te imagines que, por estar en la casa del rey, te vas

a librar tú sola entre todos los judíos, 14 porque, si te empeñas en callar en esta ocasión, por otra parte vendrá el socorro de la liberación de los judíos, mientras que tú y la casa de tu padre pereceréis. ¡Quién sabe si precisamente has llegado a ser reina para una ocasión semejante!»

15 Ester mandó que respondieran a Mardoqueo: 16 «Vete a reunir a todos los judíos que hay en

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Susa y ayunad por mí.No comáis ni bebáis durante tres días y tres noches. También yo y mis siervas ayunaremos. Y así, a pesar de la ley, me presentaré ante el rey; y, si tengo que morir,

moriré.» 17 Se alejó Mardoqueo y cumplió cuanto Ester le había mandado.

4. La oración de la Reina Ester Oración de Ester.17kPor su parte, la reina Ester se refugió en el Señor, presa de mortal angustia. Despojándose de sus magníficos vestidos, se vistió de angustia y duelo. En vez de exquisitos perfumes, echó sobre su cabeza ceniza y suciedad, humilló su cuerpo hasta el extremo, encubrió con sus desordenados cabellos la gozosa belleza de su cuerpo, y suplicó al Señor, Dios de Israel, diciendo:17qNo entregues, Señor, tu cetro a los que nada son; que no se regocijen por nuestra caída; vuelve en contra de ellos sus deseos, y el primero que se alzó contra nosotros haz que sirva de escarmiento.17rAcuérdate, Señor, y date a conocer en el día de nuestra aflicción; y dame a mí valor, rey de los dioses y señor de toda autoridad.17sPon en mis labios palabras armoniosas cuando esté en presencia del león; vuelve el odio de su corazón contra el que nos combate para ruina suya y de los que piensan como él.17tLíbranos con tus manos y acude en mi socorro, que estoy sola, y a nadie tengo, sino a ti, Señor.17uTú que conoces todas las cosas, sabes que odio la gloria de los malos, que aborrezco el lecho incircunciso y el de todo extranjero.17vTú sabes bien la necesidad en que me hallo, que me asquean los emblemas de grandeza que ciñen mi frente los días de gala, como asquea el paño menstrual, y que no me los pongo en días de retiro.17xQue tu sierva no ha comido a la mesa de Amán, que no he tenido a honra los regios festines, ni bebido el vino de las libaciones.17yQue no tuvo tu sierva instantede alegría, desde su encumbramiento hasta el día de hoy, sino sólo en ti, Señor y Dios de Abrahán.17zOh Dios, que dominas a todos, oye el clamor de los desesperados, líbranos del poder de los malvados y líbrame a mí de mi temor.

Ester se presenta en el palacio.

51aAl tercer día, y una vez acabada su oración, se despojó de sus vestidos de orante y se vistió de reina. Recobrada su espléndida belleza, invocó a Dios, que vela sobre todos y los salva, y tomando a dos siervas, se apoyó suavemente en una de ellas, mientras la otra la seguía alzando el ruedo

del vestido. 1bIba resplandeciente, en el apogeo de su belleza, con rostro alegre como de enamorada, aunque su corazón estaba oprimido

por la angustia.1cFranqueando todas las puertas, llegó hasta la presencia del rey. Estaba el rey sentado en su trono, revestido de las vestiduras de las ceremonias públicas, cubierto de oro y piedras preciosas y con aspecto

verdaderamente impresionante.1dAlzando su rostro, resplandeciente de gloria, lanzó una mirada tan colmada de ira que la reina se desvaneció; perdió el color y apoyó la cabeza

sobre la sierva que la precedía. 1eMudó entonces Dios el corazón del rey en dulzura, angustiado se precipitó del trono y la tomó en sus brazos y, en tanto ella se recobraba, le

dirigía dulces palabras, 1fdiciendo: «¿Qué ocurre, Ester? Yo soy tu hermano, ten confianza. No morirás, pues mi mandato sólo alcanza a la

gente común. Acércate.» 2 Y tomando el rey el cetro de oro, lo puso sobre el cuello de Ester, y

la besó, diciendo: «Háblame.» 2aElla respondió: «Te he visto, señor, como a un ángel de Dios y mi corazón se turbó ante el temor de tu gloria. Porque eres admirable, señor, y tu rostro está

lleno de dignidad.» 2bY en diciendo esto, se desmayó de nuevo. El rey se turbó, y todos sus

cortesanos se esforzaron por reanimarla. 3 El rey le preguntó: «¿Qué sucede, reina Ester? ¿Qué deseas? Incluso la mitad del reino te será dada.» 4 Respondió Ester: «Si al rey le place, venga hoy el rey, con Amán, al banquete que le tengo

preparado.» 5 Respondió el rey: «Avisad inmediatamente a Amán para que se cumpla el deseo de Ester.» El rey y Amán fueron al

banquete preparado por Ester 6 y, durante el banquete, dijo el rey a Ester: «¿Qué quieres pedir?, pues se te dará. ¿Qué deseas? Hasta la

mitad del reino te será concedida.» 7 Ester

respondió: «¿Mi petición y mi deseo? 8 Si cuento con la benevolencia del rey, y si al rey le place escuchar mi petición y cumplir mi deseo,

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que vengan mañana el rey y Amán al banquete que he preparado para ellos. Y haré entonces lo que el rey me pide.»

9 Salió aquel día Amán contento y con alegre corazón; pero, al ver a Mardoqueo en la Puerta Real, que no se levantaba, ni siquiera se movía ante él, se llenó Amán de ira contra Mardoqueo, 10 pero se dominó y, yéndose a su casa, mandó

venir a sus amigos y a su mujer Zeres 11 y les habló de su gloria y sus riquezas, de sus muchos hijos y de cómo el rey lo había encumbrado, elevándolo por encima de los jefes y servidores

del rey. 12 Y añadió: «Más aún; la reina Ester me ha invitado a mí solo, junto con el rey, a un banquete que ha preparado; también para mañana estoy invitado por ella, junto con el

rey.13 Pero todo esto nada significa para mí, mientras vea que el judío Mardoqueo sigue

sentado a la Puerta Real.» 14 Su mujer Zeres y todos sus amigos le respondieron: «Manda preparar una horca de cincuenta codos de altura y mañana por la mañana pides al rey que cuelguen de ella a Mardoqueo; así podrás ir satisfecho al banquete con el rey.» Agradó el consejo a Amán y mandó preparar la horca.7

1 El rey y Amán fueron al banquete de la reina

Ester. 2 También el segundo día dijo el rey a Ester, durante el banquete: «¿Qué deseas pedir, reina Ester?, pues te será concedido. ¿Cuál es tu deseo? Aunque fuera la mitad del reino, se

cumplirá.» 3 Respondió la reina Ester: «Si

cuento con tu benevolencia, ¡oh rey!, y si al rey le place, concédeme la vida -éste es mi deseo- y

la de mi pueblo -ésta es mi petición-. 4 Pues yo y mi pueblo hemos sido vendidos, para ser exterminados, muertos y aniquilados. Si hubiéramos sido vendidos para esclavos y esclavas, aún hubiera callado; mas ahora, el enemigo no podrá compensar al rey por tal

pérdida.» 5 Preguntó el rey Asuero a la reina Ester: «¿Quién es, y dónde está el hombre que ha pensado en su corazón ejecutar semejante cosa?» 6 Respondió Ester: «¡El perseguidor y enemigo es Amán, ese miserable!» Amán quedó aterrado

en presencia del rey y de la reina. 7 El rey se levantó, lleno de ira, del banquete y se fue al jardín del palacio. Amán se quedó junto a la reina Ester para suplicarle por su vida, porque comprendía que, de parte del rey, se le venía encima la perdición.

8 Cuando el rey volvió del jardín de palacio a la sala del banquete, Amán se había dejado caer sobre el lecho de Ester.El rey exclamó: «¿Es que incluso en mi propio palacio quiere hacer violencia a la reina?» Dio el rey una orden y

cubrieron el rostro de Amán. 9 Jarboná, uno de los eunucos que estaban ante el rey, sugirió: «Precisamente, la horca que Amán había destinado para Mardoqueo, aquel cuyo informe fue tan útil al rey, está preparada en casa de Amán, y tiene cincuenta codos de altura.» Dijo el

rey: «¡Colgadle de ella!» 10 Colgaron a Amán de la horca que había levantado para Mardoqueo. Así se aplacó la ira del rey.

Cuestiones a reflexionar-¿Qué estás dispuesto a hacer tú por Dios?-¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar tú por tu pueblo, tu familia, tus amigos?

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2ª SESIÓN: JUDIT, LA MUJER-TIPO DEL PUEBLO Oración:

o Señal de la cruzo Padre nuestroo Ave Maríao Gloria

1. Vídeo explicativo: http://www.youtube.com/watch?v=E8mFK6SH7Hc&NR=1&feature=fvwp (fragmento de la película Juana de Arco).

Cuestiones previas-¿Conoces algo de la vida de Judit? (Ahora di que lees y conoces la biblia…)-¿Has visto alguna película sobre la vida de Juana de Arco?

2. La Sagrada Escritura:

a. LA PRUEBA.

19 Holofernes se puso después en camino con todo su ejército, precediendo al rey Nabucodonosor, y cubrió todo el terrirorio de occidente con sus carros, sus

caballos y sus mejores infantes. 20 Se les agregó una multitud tan numerosa como la langosta y como la arena de la tierra, que les seguía en tan gran número que no se podía calcular.

b. LA RESISTENCIA.Alerta en Judea.4

1 Los israelitas que habitaban en Judea oyeron todo cuanto Holofernes, jefe supremo del ejército de

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Nabucodonosor, rey de Asiria, había hecho con todas las naciones: cómo había saqueado sus templos y los

había destruido, 2 y tuvieron gran miedo ante él, temblando por la suerte de Jerusalén y por el templo

del Señor, su Dios, 3 pues hacía poco que habían vuelto del destierro y apenas si acababa de reunirse el pueblo de Judea y de ser consagrados el mobiliario, el altar y el templo profanados.

4 Pusieron, pues, sobre aviso a toda la región de Samaría, a Coná, Bet Jorón, Belmáin, Jericó, y

también Joba, Esorá y el valle de Salén, 5 y ocuparon con tiempo todas las alturas de las montañas más elevadas, fortificaron los poblados que había en ellas e hicieron provisiones con vistas a la guerra, pues

acababan de cosechar la mies de los campos. 6 El sumo sacerdote Joaquín, que estaba entonces en Jerusalén, escribió a los habitantes de Betulia y Betomestáin, que está frente a Esdrelón, a la entrada

de la llanura cercana a Dotán, 7 ordenándoles que tomaran posiciones en las subidas de las montañas que dan acceso a Judea, pues era fácil detener allí a los atacantes por la angostura del paso, que sólo permite

avanzar dos hombres de frente. 8 Los israelitas cumplieron la orden del sumo sacerdote Joaquín y del Consejo de Ancianos de todo el pueblo de Israel que se encontraba en Jerusalén*.

Las grandes rogativas.

9 Todos los hombres de Israel clamaron a Dios con

gran fervor, y con gran fervor se humillaron. 10 Se ciñeron de sayal junto con sus mujeres, sus hijos y sus ganados, los forasteros residentes, los jornaleros y los

esclavos. 11 Todos los hombres, mujeres y niños de Israel que habitaban en Jerusalén se postraron ante el templo, cubrieron de ceniza sus cabezas y extendieron

las manos ante el Señor. 12 Cubrieron el altar de saco y clamaron insistentemente, todos a una, al Dios de Israel, para que no entregase sus hijos al saqueo, sus mujeres al pillaje, las ciudades de su herencia a la destrucción y las cosas santas a la profanación y al

ludibrio, para mofa de los paganos. 13 El Señor oyó su voz y vio su angustia.

El pueblo ayunó largos días en toda Judea y en

Jerusalén, ante el santuario del Señor Omnipotente. 14

El sumo sacerdote Joaquín y todos los que estaban delante del Señor, sacerdotes y ministros del Señor, ceñidos de sayal, ofrecían el holocausto perpetuo, las

oraciones y las ofrendas voluntarias del pueblo, 15 y con la tiara cubierta de ceniza clamaban al Señor con todas sus fuerzas para que velara benignamente por toda la casa de Israel.

Consejo de guerra en el campamento de Holofernes.

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1 Se dio aviso a Holofernes, jefe supremo del ejército asirio, de que los israelitas se habían preparado para la guerra, que habían cerrado los pasos de las montañas, fortificado todas las alturas de los montes elevados y

puesto trampas en las llanuras. 2 La noticia le irritó sobremanera. Mandó llamar a todos los jefes de Moab, a los generales de Amón y a todos los sátrapas del

litoral; 3 les dijo: «Cananeos, hacedme saber quién es este pueblo instalado en la montaña, qué ciudades habita, cuál es la importancia de su ejército y en qué estriba su poder y su fuerza; qué rey está a su frente y

manda a sus soldados; 4 y por qué, a diferencia de todos los demás pueblos de occidente, han desdeñado salir a recibirme.»

5 Entonces Ajior, general de todos los amonitas, le dijo: «Escuche mi señor las palabras de tu siervo y te diré la verdad sobre este pueblo que habita esta montaña junto a la que te encuentras. No saldrá

mentira de la boca de tu siervo.6 Este pueblo desciende de los caldeos.21 Pero si no hay iniquidad en esa gente, que mi señor se detenga, no sea que su Dios y Señor los proteja con su escudo y nos convirtamos en la irrisión de toda la tierra.»

22 Cuando acabó Ajior este discurso, se alzó un murmullo entre toda la tropa que estaba en torno de la tienda, y los magnates de Holofernes y los habitantes

de la costa y de Moab hablaron de despedazarle. 23

«¡No tememos a los israelitas! No son gente que tenga

fuerza ni vigor para un combate duro. 24 ¡Subamos y serán un bocado para todo tu ejército, señor, Holofernes!»18 Entonces el pueblo se postró, adoró a Dios y clamó: 19 «Señor, Dios del cielo, mira su soberbia, compadécete de la humillación de nuestra raza y mira con piedad el rostro de los que te están consagrados.»

Campaña contra Israel.7

1 Al día siguiente ordenó Holofernes a todo su ejército y a todos los pueblos que iban como tropas auxiliares avanzar contra Betulia, ocupar los accesos de la montaña y comenzar las hostilidades contra los israelitas.

c. LA LIBERACIÓN.

Presentación de Judit.81 Se enteró entonces de ello Judit

. 4 Judit llevaba ya tres años y cuatro meses viuda,

recogida en su casa.5 Se había hecho construir un aposento sobre el terrado de la casa, se había ceñido de

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sayal y vestía ropas de viuda; ayunaba 6 desde que había enviudado, a excepción de los sábados y las vigilias de los sábados, los novilunios y sus vigilias, las solemnidades y los días de regocijo de la casa de

Israel. 7 Era muy bella y muy bien parecida. Su marido Manasés le había dejado oro y plata, siervos y

siervas, ganados y campos, de los que ella era dueña, 8

y no había nadie que pudiera decir de ella una palabra maliciosa, porque era muy temerosa de Dios. Judit y los ancianos.

9 Oyó, pues, Judit las amargas palabras que el pueblo había dicho contra el jefe de la ciudad, pues habían perdido el ánimo ante la escasez de agua. Supo también todo cuanto Ozías les había respondido y cómo les había jurado que entre- garía la ciudad a los

asirios al cabo de cinco días. 10 Entonces, mandó llamar a Jabrís y Jarmís, ancianos de la ciudad, por medio de la sierva que tenía al frente de su hacienda. 11 Vinieron y ella les dijo:

«Escuchadme, jefes de los vecinos de Betulia. No están bien las palabras que habéis pronunciado hoy ante el pueblo, cuando habéis interpuesto entre Dios y vosotros un juramento, asegurando que entregaríais la ciudad a nuestros enemigos si en el plazo convenido

no os enviaba socorro el Señor. 12 ¿Quiénes sois vosotros para permitiros hoy poner a Dios a prueba y

suplantar a Dios entre los hombres? 13 ¡Así tentáis al Señor Omnipotente, vosotros que nunca llegaréis a

comprender nada! 14 Nunca llegaréis a sondear el fondo del corazón humano, ni podréis apoderaros de los pensamientos de su inteligencia, pues ¿cómo vais a escrutar a Dios que hizo todas las cosas, conocer su inteligencia y comprender sus pensamientos? No, hermanos, no provoquéis la cólera del Señor, Dios

nuestro. 15 Si no quiere socorrernos en el plazo de cinco días, tiene poder para protegernos en cualquier otro momento, como lo tiene para aniquilarnos en

presencia de nuestros enemigos. 16 Pero vosotros no exijáis garantías a los designios del Señor nuestro Dios, porque Dios no se somete a las amenazas, como un hombre, ni se le marca, como a cualquier mortal,

una línea de conducta. 17 Pidámosle más bien que nos socorra, mientras esperamos confiadamente que nos salve. Y él escuchará nuestra súplica, si le place hacerlo.25 «Por todo esto, debemos dar gracias al Señor, nuestro Dios, que ha querido probarnos como a nuestros padres.

32 Respondió Judit: «Escuchadme. Voy a hacer algo que se transmitirá de generación en generación entre

los hijos de nuestra raza. 33 Estad esta noche a la puerta de la ciudad. Yo saldré con mi sierva y antes del plazo que os habéis fijado para entregar la ciudad a nuestros enemigos, vendrá el Señor en defensa de

Israel a través de mi acción. 34 No intentéis averiguar lo que quiero hacer, pues no lo diré hasta no haberlo

cumplido.» 35 Ozías y los jefes le dijeron: «Vete en paz y que el Señor Dios te preceda para tomar

venganza de nuestros enemigos.» 36 Y, dejando el aposento, regresaron a sus puestos.

Oración de Judit.

9

1 Cayó Judit, rostro en tierra, echó ceniza sobre su cabeza, dejó ver el sayal que tenía puesto y, a la misma hora en que se ofrecía en Jerusalén, en el templo de Dios, el incienso de aquella tarde, clamó al Señor en alta voz diciendo:Judit se dirige al campamento de Holofernes.

10

1 Acabada su plegaria al Dios de Israel, y dichas todas

estas palabras, 2 se levantó Judit del suelo, llamó a su sierva y, bajando a la casa donde pasaba los sábados y

solemnidades, 3 se quitó el sayal que vestía, se despojó de sus vestidos de viuda, se bañó toda, se ungió con perfumes exquisitos, se peinó, se puso una diadema en el cabello y se vistió la ropa que llevaba

cuando era feliz, en vida de su marido Manasés. 4 Se calzó las sandalias, se puso los collares, brazaletes y anillos, sus pendientes y todas sus joyas, y realzó su hermosura cuanto pudo, con ánimo de seducir a todos los hombres que la viesen.

11 Avanzaron ellas a través del valle, hasta que les

salió al encuentro una avanzada de los asirios, 12 que la detuvieron y preguntaron: «¿Quién eres? ¿De dónde vienes? ¿A dónde vas?» Ella respondió: «Hija de hebreos soy y huyo de ellos, porque están a punto de

ser devorados por vosotros. 13 Vengo a presentarme ante Holofernes, jefe de vuestro ejército, para hablarle con sinceridad y mostrarle un camino por el que pueda pasar para adueñarse de toda la montaña, sin que perezca ninguno de sus hombres y sin que se pierda una sola vida.»20 Salieron, pues, los de la escolta personal de Holofernes y todos sus servidores y la introdujeron en la tienda.

11

1 Holofernes le dijo: «Ten confianza, mujer, no tengas miedo, porque yo ningún mal hago a quien se decide a servir a Nabucodonosor, rey de toda la tierra.4 Nadie te hará ningún mal; serás bien tratada, como se hace con los siervos de mi señor, el rey Nabucodonosor.»

Judit en el banquete de Holofernes.

10 Al cuarto día, dio Holofernes un banquete exclusivamente para sus oficiales; no invitó a ninguno

de los encargados de los servicios. 11 Dijo, pues, a Bagoas, el eunuco que tenía al frente de sus negocios: «Trata de persuadir a esa mujer hebrea que tienes

contigo de que venga a comer y beber con nosotros. 12

Sería una vergüenza para nosotros que dejáramos

9

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marchar a tal mujer sin habernos entretenido con ella. Si no somos capaces de atraerla, luego hará burla de

nosotros.» 13 Salió Bagoas de la presencia de Holofernes, entró en la tienda de Judit y dijo: «Que esta bella esclava no se niegue a venir donde mi señor, para ser honrada en su presencia, para beber vino alegremente con nosotros y ser, en esta ocasión, como una de las hijas de los asirios que viven en el palacio

de Nabucodonosor.» 14 Judit le respondió: «¿Quién soy yo para oponerme a mi señor? Haré prontamente todo cuanto le agrade y ello será para mí motivo de gozo mientras viva.»

15 Después se levantó y se engalanó con sus vestidos y todos sus ornatos femeninos. Se adelantó su sierva para extender en tierra, frente a Holofernes, los tapices que había recibido de Bagoas para el uso cotidiano, con el fin de que pudiera tomar la comida reclinada

sobre ellos. 16 Entrando luego Judit, se reclinó. El corazón de Holofernes quedó arrebatado por ella, su alma quedó turbada y experimentó un violento deseo de unirse a ella, pues, desde el día que la vio, andaba

buscando ocasión de seducirla. 17 Díjole Holofernes:

«¡Bebe, pues, y comparte la alegría con nosotros!» 18

Judit respondió: «Beberé, señor, pues nunca, desde el día en que nací, nunca estimé en tanto mi vida como

ahora.» 19 Y comió y bebió, frente a él, sirviéndose de

las provisiones que su sierva había preparado. 20

Holofernes, que se hallaba bajo el influjo de su encanto, bebió vino tan copiosamente como jamás lo había hecho en toda su vida.

13

1 Cuando se hizo tarde, sus oficiales se apresuraron a retirarse. Bagoas cerró la tienda por el exterior, después de haber apartado de la presencia de su señor a los que todavía quedaban; y todos se fueron a

dormir, aturdidos por el exceso de bebida. 2 Sólo quedaron en la tienda Judit y Holofernes, desplomado

sobre su lecho y rezumando vino. 3 Judit había mandado a su sierva que se quedara fuera de su dormitorio y esperase a que saliera, como los demás días. Porque, en efecto, ella había dicho que saldría para hacer su oración, y en este mismo sentido había hablado a Bagoas.

4 Todos se habían retirado; nadie, ni grande ni pequeño, quedó en la alcoba.Judit, puesta de pie junto al lecho, dijo para sus adentros:

«¡Oh Señor, Dios de toda fuerza!

Atiende, en esta hora,

a la empresa de mis manos

para exaltación de Jerusalén.

5 Ha llegado el momento

de esforzarse por tu heredad

y hacer que mis decisiones

sean la ruina de los enemigos

que se alzan contra nosotros.»

6 Avanzó, después, hasta la columna del lecho que estaba junto a la cabeza de Holofernes, tomó de allí su

cimitarra, 7 se acercó al lecho, agarró la cabeza de Holofernes por los cabellos y dijo: «¡Dame fortaleza,

Dios de Israel, en este momento!» 8 Y, con todas sus fuerzas, descargó dos golpes sobre el cuello y le cortó

la cabeza. 9 Después hizo rodar el tronco fuera del lecho, arrancó las colgaduras de las columnas y, saliendo, entregó la cabeza de Holofernes a su sierva, 10 que la metió en la alforja de las provisiones. Luego salieron las dos juntas a hacer la oración, como de ordinario, atravesaron el campamento, contornearon el barranco, subieron por el monte de Betulia y se presentaron ante las puertas de la ciudad.

Judit lleva a Betulia la cabeza de Holofernes.

11 Judit gritó desde lejos a los centinelas de las puertas: «¡Abrid, abrid la puerta! El Señor, nuestro Dios, está con nosotros para hacer todavía hazañas en Israel y mostrar su poder contra nuestros enemigos,

como lo ha hecho hoy mismo.» 12 Al oír su voz, los hombres de la ciudad bajaron rápidamente a la puerta

y llamaron a los ancianos. 13 Acudieron todos corriendo, desde el más grande al más chico, porque no tenían esperanza de que ella volviera. Abrieron, pues, la puerta, las recibieron y, encendiendo una hoguera para que se pudiera ver, hicieron corro en

torno a ellas. 14 Judit les dijo a voz en grito: «¡Alabad a Dios, alabadle! Alabad a Dios, que no ha apartado su misericordia de la casa de Israel, sino que esta noche

ha destrozado a nuestros enemigos por mi mano.» 15

Y sacando de la alforja la cabeza, se la mostró, diciéndoles: «Mirad la cabeza de Holofernes, jefe supremo del ejército asirio, y mirad las colgaduras bajo las cuales se acostaba en sus borracheras. ¡El

Señor le ha herido por mano de mujer! 16 ¡Vive el Señor!, que me ha guardado en el camino que emprendí, que Holofernes fue seducido, para perdición suya, por mi rostro, pero no ha cometido conmigo ningún pecado que me manche o me deshonre.»

Los judíos asaltan el campamento asirio.141 Judit les dijo: «Escuchadme, hermanos; tomad esta

cabeza y colgadla en el saliente de nuestras murallas.2

Y apenas despunte el alba y salga el sol sobre la tierra, empuñaréis cada uno vuestras armas y saldréis fuera de la ciudad todos los hombres capaces. Que se ponga uno al frente, como si intentarais bajar a la llanura,

contra la avanzada de los asirios. Pero no bajéis. 3 Los asirios tomarán sus armas y marcharán a su campamento para despertar a los jefes del ejército de Asiria. Correrán a la tienda de Holofernes, pero al no dar con él, quedarán aterrorizados y huirán ante vosotros.

10

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19 Cuando los jefes del ejército asirio oyeron estas palabras, su ánimo quedó turbado hasta el extremo, rasgaron sus túnicas y recorrieron el campamento lanzando gritos y voces.151 Los del campamento, al oírlo, quedaron

estupefactos; 2 fueron presa del terror y del pánico, y nadie ya fue capaz de mantenerse al lado de sus compañeros. Huyeron todos a la desbandada, por

todos los caminos, por la llanura y la montaña. 3

También los que estaban acampados en la altura,

sitiando a Betulia, se dieron a la fuga. Entonces, todos los hombres de guerra de Israel cayeron sobre ellos.

9 Al llegar ante ella, todos a una la bendijeron diciendo:

«Tú eres la exaltación de Jerusalén,

tú el gran orgullo de Israel,

tú la suprema gloria de nuestra raza.

Cuestiones a reflexionar -¿Por qué es importante pensar?

-El que tiene fe, ¿no le hace falta reflexionar?-La ciencia, ¿está en contra de la fe?-¿Has leído la encíclica de Juan Pablo II Fides et Ratio? Es sólo por saber lo que dice la

Iglesia sobre la ciencia…

11

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3ª SESIÓN: RUT, LA BISABUELA DEL REY DAVID Oración:

o Señal de la cruzo Padre nuestroo Ave Maríao Gloria

1. Vídeo explicativo: http://www.youtube.com/watch?v=elIZWU07yAo&feature=related (trailer de la película ULTRAVIOLET).

Cuestiones previas-¿Qué sabes de la familia del Rey David?-¿En qué se parece la vida de los personajes del Antiguo Testamento a la nuestra?-¿Sabes quién era Rut?

A. La Sagrada Escritura:

Rut y Noemí

1

1 En los días en que gobernaban los Jueces hubo hambre en el país, y un hombre de Belén de Judá se fue a residir, con su mujer y sus dos hijos, a los

campos de Moab. 2 El hombre se llamaba Elimélec, su mujer Noemí y sus dos hijos Majlón y Quilión; eran efrateos de Belén de Judá. Llegados a los campos de

Moab, se establecieron allí. 3 Murió Elimélec, el

marido de Noemí, y quedó ella con sus dos hijos. 4

Éstos se casaron con mujeres moabitas, una de las cuales se llamaba Orfá y la otra Rut. Y habitaron allí

unos diez años. 5 Murieron también los dos, Majlón y Quilión, y quedó sola Noemí, sin sus dos hijos y sin

marido.6 Entonces decidió regresar de los campos de Moab con sus dos nueras, porque oyó en los campos de Moab que Yahvé había visitado a su pueblo y le

daba pan. 7 Salió, pues, con sus nueras, del país donde había vivido y se pusieron en camino para volver a la tierra de Judá.

8 Noemí dijo a sus dos nueras: «Andad, volveos cada una a casa de vuestra madre. Que Yahvé tenga piedad con vosotras como vosotras la habéis tenido con los

que murieron y conmigo. 9 Que Yahvé os conceda encontrar vida apacible en la casa de un nuevo

12

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marido.» Y las besó.Pero ellas rompieron a llorar, 10 y

dijeron: «No; volveremos contigo a tu pueblo.» 11

Noemí respondió: «Volveos, hijas mías, ¿por qué vais a venir conmigo? ¿Acaso tengo yo aún hijos en mi

seno que puedan llegar a ser vuestros maridos? 12

Volveos, hijas mías, andad, porque yo soy demasiado vieja para casarme otra vez. Y aun cuando dijera que no he perdido toda esperanza, que esta misma noche

voy a tener un marido y que tendré hijos, 13 ¿habríais de esperar hasta que fueran mayores?, ¿dejaríais por eso de casaros? No, hijas mías. Siento gran pena por vosotras, porque la mano de Yahvé ha caído sobre

mí.» 14 Ellas rompieron a llorar de nuevo; después Orfá besó a su suegra y se volvió a su pueblo, pero Rut se quedó con ella.

15 Entonces Noemí dijo: «Mira, tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a su dios, vuélvete tú también con ella.»

16 Pero Rut respondió: «No insistas en que te abandone y me separe de ti, porque

adonde tú vayas, iré yo,

donde tú vivas, viviré yo.

Tu pueblo será mi pueblo

y tu Dios será mi Dios.

17 Donde tú mueras moriré

y allí seré enterrada.

Que Yahvé me dé este mal

y añada este otro todavía

si no es tan sólo la muerte

lo que nos ha de separar.»

18 Viendo Noemí que Rut estaba decidida a acompañarla, no insistió más.

19 Caminaron, pues, las dos juntas hasta Belén. Cuando llegaron a Belén, su presencia provocó una gran excitación en toda la ciudad. Las mujeres

exclamaban: «Pero, ¿no es esta Noemí?» 20 Mas ella respondía: «¡No me llaméis ya Noemí! Llamadme Mará, porque Sadday me ha llenado de amargura.

21 Colmada partí yo,

vacía me devuelve Yahvé.

¿Por qué me llamáis aún Noemí,

cuando Yahvé da testimonio contra mí

y Sadday me ha hecho desdichada?»

22 Así fue como regresó Noemí, con su nuera Rut, la moabita, la que vino de los campos de Moab. Llegaron a Belén al comienzo de la siega de la cebada.

Rut en los campos de Booz

2

1 Tenía Noemí por parte de su marido un pariente de buena posición, de la familia de Elimélec, llamado Booz.

2 Rut, la moabita dijo a Noemí: «Déjame ir al campo a espigar detrás de aquél a cuyos ojos encuentre favor»;

ella respondió: «Vete, hija mía.» 3 Fue ella y se puso a espigar en el campo detrás de los segadores, y quiso su suerte que fuera a dar en una parcela de Booz, el de la

familia de Elimélec. 4 Llegaba entonces Booz de Belén y dijo a los segadores: «Yahvé con vosotros.»

Le respondieron: «Que Yahvé te bendiga.» 5 Preguntó Booz al criado que estaba al mando de los segadores:

«¿De quién es esta muchacha?» 6 El criado que estaba al mando de los segadores dijo: «Es la joven moabita

que vino con Noemí de los campos de Moab. 7 Me dijo: `Permitidme, por favor, espigar y recoger detrás de los segadores.' Ha venido y ha estado sin parar desde la mañana hasta ahora.»

8 Booz dijo a Rut: «¿Me oyes, hija mía? No vayas a espigar a otro campo ni te alejes de aquí; quédate junto

a mis criadas. 9 Fíjate en la parcela que siegan y vete detrás de ellas. ¿No he mandado a mis criados que no te molesten? Si tienes sed vete a las vasijas y bebe de

lo que saquen del pozo los criados.» 10 Cayó ella sobre su rostro, se postró en tierra y le dijo: «¿Cómo he hallado gracia a tus ojos para que te fijes en mí, que

no soy más que una extranjera?» 11 Booz le respondió: «Me han contado al detalle todo lo que hiciste con tu suegra después de la muerte de tu marido, y cómo has dejado a tu padre y a tu madre y la tierra en que naciste, y has venido a un pueblo que

hasta entonces no conocías. 12 Que Yahvé te recompense por tu obra y que tengas cumplida recompensa de parte de Yahvé, Dios de Israel, bajo

cuyas alas has venido a refugiarte.» 13 Ella dijo: «Halle yo favor a tus ojos, mi señor, pues me has consolado y has hablado al corazón de tu sierva, cuando yo no soy ni siquiera una de tus criadas.»

14 A la hora de la comida, Booz le dijo: «Acércate aquí, puedes comer y untar tu pan en el vinagre.» Ella se sentó junto a los segadores, y él le ofreció grano

tostado. Comió ella hasta saciarse y aun le sobró. 15

Cuando se levantó ella para seguir espigando, Booz ordenó a sus criados: «Dejadla espigar también entre

las gavillas y no la molestéis. 16 Podéis sacar incluso algunas espigas de las gavillas y las dejáis caer para

que ella las recoja, y no la riñáis.» 17 Estuvo espigando en el campo hasta el atardecer y, cuando desgranó lo que había espigado, había como una medida de cebada.

13

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18 Cargó con ella y entró en la ciudad.Mostró a su suegra lo que había espigado, sacó lo que le había

sobrado después de haberse saciado y se lo dio. 19 Su suegra le dijo: «¿Dónde has estado espigando hoy y qué has hecho? ¡Bendito sea el que se ha fijado en ti!» Ella contó a su suegra con quién había estado trabajando y añadió: «El hombre con quien he

trabajado hoy se llama Booz.» 20 Noemí dijo a su nuera: «Bendito sea Yahvé que no deja de mostrar su bondad hacia los vivos y los muertos.» Le dijo Noemí: «Ese hombre es nuestro pariente, es uno de los que

tienen derecho de rescate sobre nosotros.» 21 Dijo Rut a su suegra: «Hasta me ha dicho: Quédate con mis

criados hasta que hayan acabado toda mi cosecha.» 22

Dijo Noemí a Rut su nuera: «Es mejor que salgas con sus criadas, hija mía, así no te molestarán en otro

campo.» 23 Se quedó, pues, con las criadas de Booz para espigar hasta que acabó la recolección de la cebada y la recolección del trigo, y siguió viviendo con su suegra.

Booz dormido en la era

3

1 Noemí, su suegra, le dijo: «Hija mía, ¿es que no debo procurarte una posición segura que te convenga? 2 Ahora bien: ¿No es pariente nuestro aquel Booz con cuyas criadas estuviste? Pues mira: Esta noche estará

aventando la cebada en la era. 3 Lávate, perfúmate y ponte encima el manto, y baja a la era; que no te reconozca ese hombre antes que acabe de comer y

beber. 4 Cuando se acueste, mira el lugar en que se haya acostado, vas, descubres un sitio a sus pies y te

acuestas; y él mismo te indicará lo que debes hacer.» 5

Ella le dijo: «Haré todo lo que me dices.»

6 Bajó a la era e hizo todo lo que su suegra le había

mandado. 7 Booz comió y bebió, y sintió el corazón alegre. Entonces fue a acostarse junto al montón de cebada. Vino ella sigilosamente, descubrió un sitio a

sus pies y se acostó. 8 A media noche sintió el hombre un escalofrío, se volvió y notó que había una mujer

acostada a sus pies. 9 Dijo: «¿Quien eres tú?»; ella respondió: «Soy Rut, tu sierva. Extiende sobre tu sierva el borde de tu manto, porque tienes derecho de

rescate.» 10 Él dijo: «Bendita seas de Yahvé, hija mía; tu segundo acto de lealtad ha sido mejor que el primero, porque no has pretendido a ningún joven,

pobre o rico. 11 Y ahora, hija mía, no temas; haré por ti cuanto me digas, porque toda la gente de mi pueblo

sabe que eres una mujer virtuosa. 12 Ahora bien: es verdad que tengo derecho de rescate, pero hay un

pariente más cercano que yo que tiene este derecho. 13

Pasa aquí esta noche, y mañana, si él quiere ejercer su derecho, que lo ejerza; pero, si se niega, te rescataré

yo, ¡vive Yahvé! Acuéstate hasta el amanecer.» 14 Se acostó ella a sus pies hasta la madrugada; se levantó él a la hora en que todavía un hombre no puede reconocer a otro, pues se decía: «Que no se sepa que la

mujer ha venido a la era.» 15 Él dijo: «Trae el manto que tienes encima y sujeta bien.» Sujetó ella, y él midió seis medidas de cebada, se las puso a cuestas y luego entró en la ciudad.

16 Volvió ella donde su suegra que le dijo: «¿Cómo te ha ido, hija mía?» Y le contó cuanto el hombre había

hecho por ella, 17 y añadió: «Me ha dado estas seis medidas de cebada, pues dijo: `No debes volver de

vacío donde tu suegra.'» 18 Noemí le dijo: «Quédate tranquila, hija mía, hasta que sepas cómo acaba el asunto; este hombre no parará hasta concluirlo hoy mismo.»

Booz se casa con Rut

4

1 Booz subió a la puerta de la ciudad y se sentó allí. Acertó a pasar el pariente de que había hablado Booz, y le dijo: «Acércate y siéntate aquí, fulano.» Fue y se

sentó. 2 Reunió a diez ancianos de la ciudad y dijo:

«Sentaos aquí.» Y se sentaron. 3 Dijo entonces al que tenía el derecho de rescate: «Noemí, que ha vuelto de los campos de Moab, vende la parcela de campo de

nuestro hermano Elimélec. 4 He querido hacértelo saber y decirte: Adquiérela en presencia de los aquí sentados, en presencia de los ancianos de mi pueblo. Si vas a rescatar, rescata; si no vas a rescatar, dímelo para que yo lo sepa, porque después de ti soy yo quien

tiene derecho de rescate.» Él dijo: «Yo rescataré.» 5

Booz añadió: «El día que adquieras la parcela para ti de manos de Noemí tienes que adquirir también a Rut, la moabita, mujer del difunto, para perpetuar el

nombre del difunto en su heredad.» 6 El pariente respondió: «Así no puedo rescatar, porque podría perjudicar mi herencia. Usa tú mi derecho de rescate,

porque yo no puedo usarlo.» 7 Antes en Israel, en caso de rescate o de cambio, para dar fuerza al contrato, había la costumbre de quitarse uno la sandalia y dársela al otro. Ésta era la manera de testificar en

Israel. 8 El que tenía el derecho de rescate dijo a Booz: «Adquiérela para ti.» Y se quitó la sandalia.

9 Entonces dijo Booz a los ancianos y a todo el pueblo: «Testigos sois vosotros hoy de que adquiero todo lo de Elimélec y todo lo de Quilión y Majlón de

manos de Noemí 10 y de que adquiero también a Rut la moabita, la que fue mujer de Quilión, para que sea mi mujer a fin de perpetuar el nombre del difunto en su heredad y que el nombre del difunto no sea borrado entre sus hermanos y en la puerta de su localidad.

Vosotros sois hoy testigos.» 11 Toda la gente que estaba en la puerta y los ancianos repondieron: «Somos testigos. Haga Yahvé que la mujer que entra en tu casa sea como Raquel y como Lía, las dos que edificaron la casa de Israel.

Hazte poderoso en Efratá

y sé famoso en Belén.

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12 Sea tu casa como la casa de Peres, el que Tamar dio a Judá, gracias a la descendencia que Yahvé te conceda por esta joven.»

13 Booz tomó a Rut, y ella fue su mujer; se unió a ella, y Yahvé hizo que concibiera, y dio a luz un niño. 14 Las mujeres dijeron a Noemí: «Bendito sea Yahvé que no ha permitido que te falte hoy uno que te rescate

para perpetuar su nombre en Israel. 15 Será el consuelo de tu alma y el apoyo de tu ancianidad, porque lo ha dado a luz tu nuera que tanto te quiere y

que es para ti mejor que siete hijos.» 16 Tomó Noemí al niño y lo puso en su seno y se encargó de criarlo.

17 Las vecinas le pusieron un nombre diciendo: «Le ha nacido un hijo a Noemí». Y le llamaron Obed. Es el padre de Jesé, padre de David.

Genealogía de David.

18 Estos son los descendientes de Peres. Peres

engendró a Jesrón. 19 Jesrón engendró a Ram y Ram

engendró a Aminadab. 20 Aminadab engendró a

Najsón y Najsón engendró a Salmón. 21 Salmón

engendró a Booz y Booz engendró a Obed. 22 Obed engendró a Jesé y Jesé engendró a David.

Cuestiones a reflexionar-¿Qué harías por tu familia?-¿No fue Rut “poco inteligente” al irse con su suegra? ¿No desperdició su vida?-Rut sale en la genealogía de Jesús que relata San Mateo en su evangelio, ¿por qué

introduce el evangelista una “extranjera”?

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4ª SESIÓN. ORACIÓN

Exposición del Santísimo (siempre que se pueda). Canción: Nada te turbe (u otra similar de adoración) 1ª Lectura: Est 4, 17i-17x (Oración de la Reina Ester)

o Breve explicacióno Silencioo Canción

2ª Lectura: Jud 15, 1-3 (Judit reza al Señor)o Breve explicacióno Silencioo Canción

3ª Lectura: Rut 1, 1-10 (Rut promete fidelidad a su suegra Noemí)o Breve explicacióno Silencioo Canción

Puesta en común: es deseable que se deje un tiempo para poner en común todo lo reflexionado durante las cuatro sesiones.

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