Claudio Naranjo-La Agonia Del Patriarcado

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Claudio Naranjo LA AGONÍA DEL PATRIARCADO editorial air ós Numancia, 117-121 08029 Barcelona

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hablas de las familias y su evolucion hacia el fin del patriarcado

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Claudio Naranjo

LA AGONÍA DEL

PATRIARCADO

editorial air ós

Numancia, 117-121 08029 Barcelona

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A la memoria de mis tíos Benjamin Cohen y Bruno Leuschner

Diseño portada: Ana Pániker Revisión: Pedro de Casso

© by Claudio Naranjo y Editorial Kairós, S.A., 1993 

Primera edición: Septiembre, 1993

ISBN: 84­7245­255­7Dep. Legal: B­22.780/1993

Fotocomposición: Beluga & Mleka, Córcega, 267, 08008 Barcelona Impresión y encuadernación: Índice, Caspe, 118­120, 08013 Barcelona

Todos los derechos reservados. No está permitida la reproducción total ni parcial de este libro, ni larecopilación en un sistema informático, ni la transmisión por medios electrónicos, mecánicos, por fotocopias,por registro o por otros métodos, salvo de breves extractos a efectos de reseña, sin la autorización previa ypor escrito del editor o el propietario del copyright.

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Fue mi tío Ben quien me aconsejó solicitar la becaFullbright que acabó llevándome a Estados Unidos eindirectamente abriéndome al mundo. Estudiante demedicina, periodista y finalmente diplomático, fue elprimer subsecretario general de las Naciones Unidaspara la Información pública y los Territorios no-autónomos -en un tiempo en que la existencia misma de lasNaciones Unidas dependía de su imagen exterior-. Suesposa, Rita, recientemente fallecida, decía de él que suinterés por la marcha del mundo rayaba en lo mesiánico.Aunque el presente libro, comparado con suEnciclopedia de las naciones, es como el movimiento dela contracultura con respecto al establishment,  y  pese aque nunca entendió la presencia de un soneto deShakespeare sobre la pared de mi cuarto de adoles-cente, pienso que esta dedicatoria le hará sentirse sa-tisfecho.

Mi tío Bruno, un ingeniero de la marina casado con lahermana de mi madre, y que culminó su carrera comopresidente de la Oficina de Ayuda Técnica a Latinoaméricade las Naciones Unidas, continuó trabajando, una vezjubilado, en la mejora de los asuntos públicosinvestigando personalmente y escribiendo artículosen los periódicos. Justo antes de su muerte, ocurrida en1992, andaba tratando de persuadir a las autoridades y a lacomunidad de Valparaíso de la con-

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La agonía del patriarcado

veniencia de construir una autopista, cuyos costes y fi-nanciación él mismo había calculado. Mi tío Bruno mejuzgaba un fracasado por no haber llevado adelante losproyectos de investigación científica de mi juventud, peroaparte de esto era un hombre sumamente amable. Meresulta particularmente apropiado incluirle en ladedicatoria de un libro como éste, que abunda en las ideasde Totila Albert, de quien mi tío fue muy amigo y a quienconsideraba como una especie de santo. Yo creo que mitío también lo era, a juzgar por uno de los últimos consejosque me dio, todavía en los días de la dictadura militarchilena: «Deberíamos pedir a Dios que ilumine anuestros gobernantes; ¡resulta tan tentador desear verlosmetidos en una caldera de aceite hirviendo...!»

PRELUDIO

por John Weaver

Archidiácono de la Iglesia Episcopal americana. Miembro de la Orden del Imperio Británico.

La humanidad enfrenta dos grandes oportunidades enla próxima década: una es la restauración del me dioambiente, otra es la curación espiritual. Thomas Berryse ha ocupado de la primera en su libro El sueño de latierra; el nuevo libro de Claudio Naranjo La agonía delPatriarcado se centra en la segunda.

Conozco al doctor Claudio Naranjo desde haceveinticinco años. De él he aprendido lo poco que sé deSufismo, la rama mística del Islam. Teilhard de Chardindijo que «la investigación es la forma suprema deadoración». Claudio es ante todo un investigador es-piritual. Desde su actitud tranquila y silenciosa pro-fundiza más y más en las cosas del espíritu. Siempre hasido una figura intercultural, interdisciplinaria einterreligiosa tanto por su modo de pensar como por suexperiencia. Médico competente, psiquiatra y psico-

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terapeuta, es mucho más aún un chamán, un hombreposeído por lo divino, por lo numinoso, por el MisterioTremendo.

Los temas que suscita en este libro se sitúan a mediocamino entre el profesionalismo y la conscienciaespiritual, entre la rectitud legal y el movimiento delespíritu, entre lo ritual y lo espontáneo, entre trascen-dencia e inmanencia, entre el Apocalipsis y la Meta-morfosis, entre la consagración sacerdotal y la posesiónchamánica.

El papa Juan dijo en una ocasión que «una cosa es laesencia del antiguo depósito de la fe, y otra la forma depresentarla». Claudio, asomado por encima de loshombros de Freud y Marx, posee una visión periférica.Puede igual mirar atrás con una aguda comprensión yconocimiento, que dirigir su mirada hacia adelante conpenetrante intuición hacia "aquella Luz lejana". Sulenguaje es biodegradable y reciclable, echa mano deviejas palabras y viejos conceptos y modos de pensar, y lostransforma en frescos y nuevos. La iluminación surge deabrirse a la verdad nueva, que en realidad es la verdadprimordial. Ya seamos termitas que consumimos poco apoco la tierra, u orugas destinados a transformarnos enmariposas, somos en todo caso seres humanos creados aimagen de Dios, dotados genéticamente con lapotencialidad de actualizar nuestra verdadera naturaleza.Este libro contiene un esbozo de aquellas "célulasimaginales", capaces de conducirnos hasta lo queClaudio llama "el Reino de la trinidad Padre, Madre,Hijo". Tal como es arriba, así es también abajo.

INTRODUCCIÓN: SOBRE

Y PARA NUESTRO TIEMPO

«Dichoso el que lea y dichosos los que escuchenlas palabras de esta profecía guardando lo que en ella se dice,

porque el Tiempo está cerca.»

Apocalipsis 1,3

Este libro trata de cuatro temas relacionados entresí: de patología social, del "Reino de Dios", de latransformación colectiva, y de ciertos recursos que,.no obstante estar a nuestra disposición en este tiempode crisis, tenemos desaprovechados.

En mi opinión, y ésta es la propuesta que contienen laspáginas que siguen, la raíz del "macroproblema quenos asedia se encuentra -por debajo o más allá derespuestas parciales que nos remitirían a la tecnocra-cia, el capitalismo, el racionalismo, la industrialización,etc.- en la obsolescencia de una característica apa-rentemente intrínseca de todas las grandes civiliza-ciones desde su inicio: la organización patriarcal de lasociedad y de la mente humana.

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Una propuesta complementaria, que también desarrolloen  este   libro,   es   la  de  que  una sociedad  sana  ­únicaalternativa   que   veo   frente   a   la   autoaniquilación­   sólopuede   estar   integrada   por   individuos   emocionalmentesanos,   y   que   la   auténtica   salud,   tanto   intrapersonalcomo  interpersonal,  proviene   de   la  existencia   de   unequilibrio   amoroso   en   las   relaciones   padre­madre­hijo(tanto   dentro   de   la   familia   como   en   el   interior   de   lapsiquis de cada individuo).

Con   respecto   a   las   transformaciones   que   se   estánproduciendo a nuestro alrededor, tiendo a interpretarlas deforma optimista en cuanto que puedo apreciar en  ellas undeslizamiento integrador hacia una mayor preeminenciade   los   factores  materno  y   filial  de  nuestro ser,  en unaépoca, como ésta, marcada por la crisis de lo patriarcal.

En cuanto a  los recursos, destaco todo cuanto puedefavorecer   la   madurez   espiritual   de   los   individuos,   ysubrayo   especialmente   el   potencial   inherente   a   unaeducación de orientación holística. Además de pasar revistaa los recursos disponibles para una moderna«educación dela persona entera para un mundo unificado», señalo laparticular   importancia de un método  prometedor queaún no  ha  sido  ensayado en   las   escuelas:  el   llamado"Proceso de la Cuadrinidad".

Aparte de tratarse de ensayos que tienen que ver con loque está sucediendo en nosotros y a nuestro alrededoren este momento  (capítulos 1 y 4),  o que nos  ofrecenalgunas   sugerencias   sobre   lo   que   podemos   hacer   paraacelerar   nuestra   propia   transformación   individual   ycolectiva (capítulos 2 y 3), las cuatro partes de  este libropueden ser   consideradas  como ensayos   "holísticos",   encuanto que no son sino variaciones de

una misma  idea:   la  de  que  el   cambio   transformativo  quenecesitamos se alcanza por y trae como consecuencia  lareintegración de lo trinitario en nuestras vidas.

No obstante, esa trinidad se enfoca de un modo distintoen los diferentes capítulos. En los capítulos 1 y 3 el   temaes  la trinidad "padre",   "madre" e "hijo",  si  bien en elprimero   el   énfasis   se   sitúa   en   el   campo   sociocultural,mientras   que   en   el   tercero   la   trinidad   "pa­dre"­"madre"­"hijo" hace referencia al campo familiar  y alpsicodinámico interno del individuo.

Tras   haber   considerado   lo   humano   integral   como   unequilibrio   de   subpersonalidades,   papeles   familiares   yvalores   culturales   relacionados   con   lo   masculino,   lo   fe­menino y lo infantil, el capítulo 2 enfoca esa integridadcomo equilibrio en  la  interrelación de  lo  intelectual,  loemocional   y   lo   instintivo   dentro   del   campo   de  loespiritual o  transpersonal.  El hecho de introducir en  estecapítulo un cuarto aspecto ­el espíritu­ junto al cuerpo,las   emociones   y   el   intelecto,   no   constituye  unaexcepción   al   tema   de   la   trinidad,   ya   que   parto   de  uncontexto   que   concibe   al   espíritu   como   instancia  queunifica y a la vez transciende los dominios físico, mentaly   afectivo   del   individuo.   La   relación   de   estos  tresaspectos   con   el   cuarto   puede   entenderse   a   la   luzmetafórica   de   las   tres   letras   que   componen   el   nombrecuatripartito   de   Dios   (Tetragrammaton)   en   el   AntiguoTestamento,   o   a   través   de   la   relación   que   guarda   labase triangular de un tetraedro con su cúspide. El tema delo trinitario vuelve a aparecer de nuevo en el capitulo 4,relativo   al   nuevo   chamanismo,   al   hacerse   especialhincapié   en  el   carácter   fisiológico   tripartito  del  cerebrohumano.

Pudiera resultar oportuno señalar en este punto que

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al hablar de "transformación" confiero a esta expresión unsignificado que va mucho más allá de un simplecambio. Así como al hablar de transformación individualnos referimos a un proceso de muerte y renacimientointerior conocido a través de los tiempos como unapotencialidad evolutiva intrínseca a nuestra natu-raleza, y no a una mera posibilidad de cambio del serhumano, también en lo colectivo prefiero reservar eltérmino "transformación" para una evolución que in-tuimos como posible y que pudiera corresponderse conel proceso aludido de transformación individual: unproceso de evolución colectiva que entrañe también un"morir" y un "renacer". Teniendo presente esta idea,cabe hacer notar sin embargo que, por más que laexpresión "transformación colectiva" se estéconvirtiendo en moneda corriente en el vocabulariocontemporáneo, tiende a perderse de vista el hecho deque, aunque sea obvio que colectivamente estamosinmersos en un proceso de profunda transformación, noconocemos por el momento ninguna colectividad trans-formada: en el ámbito de la transformación colectiva, adiferencia de lo que tiene lugar fundamentalmente en unproceso de transformación individual, no conocemos aúnel fruto final genuino del proceso.

En su monumental Estudio de la historia, ArnoldToynbee ha mostrado claramente cómo las civilizaciones son organismos colectivos que nacen y mueren,y ha ilustrado abundantemente cómo algunas de ellassucumbieron al haber sido aplastadas por otras. Perosi bien conocemos el fenómeno histórico del nacimiento y la muerte de las civilizaciones, no podemoshablar históricamente de ninguna civilización "renacida". El Renacimiento europeo, que antes que ningún

otro ejemplo histórico podría merecer tal nombre,constituye más bien, si lo examinamos con atención, unnuevo nacimiento (el comienzo de la transformación en quetodavía hoy nos vemos inmersos), pero no la muer-te/renacimiento de una cultura. Nuestra así llamada"civilización cristiana occidental" nació de la hibri-dación de las culturas judeocristiana y grecoromana, peromientras que con anterioridad al Renacimiento susrespectivas influencias sólo se dejaron sentir de modosecuencial -orígenes de nuestra cultura en el períodogrecoromano, en primer lugar, tiranía religiosa luego,después de que Constantino adoptara el cristianismocomo religión oficial-, es en el Renacimiento italianodonde por primera vez podemos decir que se produjo unauténtico maridaje de ambas herencias. Ya a las puertasdel Renacimiento esta nueva realidad se traslucía en elhecho de que Dante Allighieri optara por ilustrar en suDivina comedia los diversos pecados y virtudes conejemplos tanto grecoromanos como de la tradiciónjudeocristiana. De ese maridaje de la culturajudeocristiana, de un lado, como padre, y la culturagrecoromana, del otro, como madre -la unión e integraciónde sus respectivas corrientes-, surgió entonces esaespecífica individualidad que identificamos en adelantecomo peculiar y propia de nuestra civilizaciónoccidental.

Ahora bien, así como el proceso de la transformaciónindividual -tal como lo conocemos por los testimoniosde las diversas tradiciones espirituales- involucra no unnacimiento, sino dos (uno del "agua" y otro del "espíritu",un nacimiento bautismal al comienzo de la vida espiritual,y otro de fuego que corona su fin), asimismo podemospensar que, en virtud del isomor-

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fismo existente entre lo individual y lo colectivo, tambiénla transformación de la sociedad pueda implicar no sóloaquel primer renacimiento (el Renacimiento europeo), sinotambién la posibilidad de ese potencial nuevo nacimientopara el cual la tradición cristiana reserva el término"resurrección".

Así, pues, cuando hablo de "transformación" en laprimera y última partes de este libro lo hago desde laimplícita perspectiva de que es esto lo que está suce-diendo en nuestro tiempo: que por primera vez en lahistoria estamos siendo propulsados por un proceso demuerte cultural que, al mismo tiempo, es un proceso deincubación; y ponemos nuestra esperanza en que estemosentrando no sólo simplemente en un período"postindustrial", sino en una nueva condición de viday convivencia que puede diferir esencialmente de cuantohemos conocido en el curso de nuestra civilización,incluidas las civilizaciones clásicas en general.

Hoy en día se repite a menudo que la crisis que es-tamos atravesando constituye al mismo tiempo nuestragran oportunidad, y son muchos los convencidos de queestamos entrando en una nueva era, "la era deAcuario", una era que, como Sri Aurobindo y Teilhardde Chardin anticipaban, puede suponer la supremarealización de nuestra especie. Comparto el pensamientode muchos en el sentido de que la única alternativa quenos queda frente a la autodestrucción es un cambioradical, y que tenemos un tiempo limitado paraefectuarlo. Los ensayos que componen el presentelibro han sido formulados desde este contexto implícito,en un intento por contribuir a una mejor comprensión decuanto está sucediendo en nuestro interior y a nuestroentorno, así como de lo que, desde

una posición de evolución consciente, podríamos hacer para acelerar todo el proceso.

Dado que en las dos últimas décadas me he dedicado mása enseñar y a dar conferencias que a escribir, cabe esperarque cuanto escribo ahora haya madurado a lo largo deestos años de comunicación oral, y me siento por elloagradecido a los diversos auditorios que me hanservido de estímulo para formular y precisar mejor mipensamiento.

Mi primera exposición pública de las ideas de TótilaAlbert (que desarrollo en el primer capítulo) tuvo lugarcon ocasión del Bicentenario de la RevoluciónAmericana y de la reunión anual de la Asociación dePsicología Humanística especialmente dedicada a esteacontecimiento. Como acto final y más comprometido, mecorrespondió clausurarla con una conferencia al aire libreauspiciada por el Instituto Gestáltico de Santiago de Chile.El numeroso auditorio que al finalizar el día se habíacongregado en el patio del centro El Arrayán meproporcionaba el estímulo necesario, pero mucho más aúnel momento especial que atravesaba nuestra historia localchilena: por una parte, aunque el general Pinochetcontinuaba en el poder, un plebiscito había demostradola preferencia del país por retornar a la democracia, y porotra, tras las experiencias sufridas de extrema izquierda yextrema derecha se dejaba sentir en Chile el deseo y laesperanza de una nueva orientación. El pensar que enmedio de toda aquella audiencia podría estar presente unposible presidente futuro de la nación, y más generalmenteel sentir que en este auditorio, además de personas"buscadoras" (como tantas otras que he atraído con mischarlas a través de los años), había muchas otras quetendrían la posi-

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bilidad de contribuir a la marcha futura del país, hizoque mi conferencia adquiriera un tono prescriptivo, en elque me encontré dirigiéndome no sólo a los individuos,sino también a los gobiernos (y más específicamente a un"gobierno sabio") como interlocutores. En el presentelibro continúo haciendo lo mismo, al igual queMaquiavelo en El Príncipe, si bien en una direcciónopuesta a la suya.

Agradezco a la Asociación para la Salud y la Edu-cación Holísticas la invitación a seguir ocupándome deltema educativo tras la publicación de mi libro La úni­ca búsqueda.  A partir de la reunión de aquella aso-ciación en Santa Bárbara en 1981, me he sentido cre-cientemente preocupado por la urgencia de acometer unaprofunda reforma educativa, y he intentado influenciardesde entonces la praxis de la educación a nivel tanto localcomo internacional.

Si el segundo capítulo de este libro, relativo a la ne-cesidad de una educación holística, no hace sino de-sarrollar más ampliamente el tema destacado en elprimero (la obsolescencia de la mentalidad patriarcal),el contenido del tercero (que versa sobre el Proceso de laCuadrinidad) se centra precisamente en uno de losrecursos educativos que he querido destacar con todaconciencia al hablar de una posible pedagogía del amor.Ya hace años decía en el Prólogo al libro Nadie tiene laCulpa,  de Bob Hoffman, creador del Proceso, que yo mesentía algo así como un san Juan Bautista con respecto asu obra, que por entonces se conocía como "ProcesoFischer-Hoffman". De hecho fui el primero en dar a susideas una estructura terapéutica grupal, y también elprimero en diseñar una forma intensiva del Proceso,convertida luego en núcleo de lo

que hoy en día viene impartiéndose en numerosospaíses en todo el mundo. Confío en que este libro puedacontribuir a interesar a las escuelas y colegios en ex-plorar la aplicación de este método a la educación delos adolescentes.

En un principio pensaba empezar el libro con lo queha terminado siendo su último capítulo: una in-terpretación del movimiento cultural actual centrado en unanueva forma de chamanismo, junto con la idea de que losactuales aprendices de brujos pueden suponer en unfuturo próximo un recurso humano de importanciadecisiva en orden al feliz logro de la transformaciónrequerida.

Sólo diré que cuando hablé por primera vez de ne-ochamanismo aún no se había acuñado el término,pero hoy en día hemos sido testigos de una verdaderaexplosión de interés en el tema y numerosos occi-dentales se identifican con el rol de chamán. Al em-plear ahora la expresión "nuevo chamanismo" quieroapuntar, no tanto al nuevo chamanismo importado porantropólogos y psicoterapeutas interesados en aprenderde los chamanes tradicionales, cuanto a un chamanismoque es a la vez transcultural y occidental, un chamanismono tradicional, en el cual, me parece, culmina lo máscaracterístico de su esencia: la primacía de la creatividadindividual sobre la tradición y el énfasis en latransmisión de conciencia por encima y más allá de lasideas, rituales y otros contenidos de la misma.

Aunque en los últimos años ha aparecido toda unaserie de libros que abundan en la idea del "punto crucial"en que se encuentra la humanidad (por usar la felizexpresión de Capra), pienso que la colección de

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ensayos  que  sigue  contiene  elementos   lo  bastante  no­vedosos y con suficiente capacidad inspiradora orientadaa   la   acción   como   para   sentirme   a   la   vez   feliz   y   es­peranzado a la hora de lanzarme a su publicación.

Ojalá   que  esta   versión   revisada  de   temas  sobre   losque he venido hablando desde hace muchos años continúesirviendo   de   estímulo   a   iniciativas   que   nos   ayuden   aefectuar  la  travesía hacia aquella  "tierra prometida"   deplenitud   e   integridad   que   siempre   hemos  anheladopero que siempre hemos buscado por caminos erróneoso por medios inadecuados.

1. LA AGONÍADEL PATRIARCADO

«El proceso por el cual poblados neolíticos diseminadosaquí y allá llegaron a convertirse primeramente en comuni

dades agrícolas, más tarde en centros urbanos, y finalmenteen estados, ha sido designado como —la revolución urbana"o como "el surgimiento de la civilización". Es un proceso

que ha tenido lugar en diferentes épocas en distintos sitios alo largo y ancho de todo el mundo: en primer lugar, a orillas de los grandes ríos y en valles costeros de la China,

Mesopotamia, Egipto, la India y Malasia. Los estados primitivos se caracterizan en todas partes por la emergencia de

clases basadas en la propiedad y el establecimiento de jerarquías; asimismo se caracteriza por la aparición de la producción de utensilios, con un alto grado de especializacióny un comercio organizado entre regiones distantes entre si;igualmente, por un mayor o menor grado de urbanismo, el

nacimiento y consolidación de élites militares, el establecimiento de la monarquía y la institucionalización de la es

clavitud.La esclavitud es la primera forma institucionalizada de

dominación jerárquica en la historia humana; su apariciónse conecta con el establecimiento de una economía de mer-

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se conecta con el establecimiento de una economía de mercado y el nacimiento de las jerarquías y el estado. Por más

opresiva y brutal que resultase indudablemente para cuantos debieron sufrirla, la esclavitud supuso un avance esencial en el proceso de organización económica, un avance

sobre el cual se asentó todo el posterior desarrollo de la antigua civilización. De modo que podemos hablar justifica

damente del "invento de la esclavitud" como una encrucijada de crucial importancia para la humanidad.»

Gerda Lerneren La creación del patriarcado.

«La conciencia occidental siempre ha aspirado a la libertad: la mente humana nace libre, o al menos con vocación de libertad, pero en todas partes se encuentra encadenada, y hoy en día llega a alcanzar situaciones realmente

limites. Sólo un milagro podrá liberar la mente humana: enprimer lugar, porque las mismas cadenas son mágicas. Es

tamos esclavizados a una autoridad exterior a nosotrosmismos...»

Norman O. Brown en Apocalipsis y/o metamorfosis

«El Patriarcado es de por si la religión predominante en todo el planeta, y su mensaje esencial es la necrofilia».

Mary Daly en Gyn-Ecology.

1. La complejidad del problema

Cuando, a fines de los años sesenta, a invitacióndel Viking Esalen Publishing Program, transformé uninforme técnico mío anterior, escrito para el Centro deInvestigaciones Educativas del SRI, en el libro que habíade aparecer publicado bajo el título de La  únicabúsqueda, sentí la necesidad de hacer figurar en elprólogo del mismo una observación de lo que a mijuicio estaba teniendo lugar en nuestro mundo: lamuerte de una cultura y el nacimiento de otra nieva.

Escribía yo entonces inspirado por lo que veía sucederen torno a mí. Llegado a California unos años antes, habíapodido ya palpar allí la efervescencia de todo lo queluego vino a designarse con diversas expresiones como"revolución de la conciencia", "nueva era", "movimientodel potencial humano" y otras. En esa época tenía yomás conciencia del aspecto de nacimiento o re-nacimiento cultural que del de muerte de la cultura(aunque este último ya resultaba visible, particularmentedesde que Spengler publicara su libro La decadencia deOccidente).

Para quien llegara a California a principios de la décadade los sesenta, podía llamarle la atención más queninguna otra cosa una especie de revolución ambiental-una "revolución silenciosa"- que había cesado derebelarse concretamente contra nada; una revolución tanprofunda que simplemente se había limitado aabandonar ciertos valores; una revolución interior más queexterior, y tan radical que bien pudo ser descrita con todapropiedad por Theodor Roszak como el emerger de una"contracultura". Esta revolución reunía a gentes que, másallá de la dicotomía tradicional

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entre   izquierdas   y   derechas,   centraban   su   atención   en"ocuparse  de   sus  propios   asuntos"   con  una  actitud  deprofunda  libertad  con   respecto  a   cosas  y   temas  en  quehasta entonces se creía a pies juntillas, tanto en el ámbitode   las   instituciones   vigentes   como   en   el   de   lasideologías.  Como resultado  de  haber  dejado  atrás   lasrespuestas   prefabricadas   que   gustosamente   habíanaceptado   durante   su   así   llamado   proceso   educativo,   alquedarse sin respuestas surgían ahora nuevas preguntas.No   me   refiero   a   preguntas   intelectuales,   sino   prin­cipalmente   a   esa  pregunta   sin  palabras   que  subyace   atantas   otras   preguntas:   el   anhelo   existencial,   la   "bús­queda"   por   antonomasia.   Yo   diría   que   estamos   inau­gurando   una   época   de   búsqueda,   un   nuevo   renaci­miento,   pero   así   como   el   Renacimiento   italiano   secentró   en   torno   al   arte,   el   renacimiento   de   nuestrotiempo se centra en la psicología y en las nuevas reli­giones.

Como decía,   en   los  años  sesenta  me   resultaba  máspatente el aspecto de renacimiento cultural. Ahora, sinembargo, es el aspecto de muerte cultural el que me resultamás   fácilmente   discernible,   y   esto   es   así   porque  segúnpasan   los   días   se   hace   más   evidente   la   crisis  queestamos padeciendo.

Tal vez haya yo tenido más ocasión que otros de hacermeconsciente   de   ella,   pues   en   países   sujetos   a   mayoresconvulsiones locales no se oye hablar tanto de problemasmundiales, mientras que otros países más estables puedenmantener   los   oídos   más   abiertos   a   temas  globales   deinterés general. Creo que fue el Club de Roma el primeroen llamar la atención sobre el tema de esta crisis, o al menosel primero en contribuir de forma decisiva a suscitar unatoma de conciencia más

universal   al   presentar   de   hecho   como   un   peligro   in­minente   todo   cuanto   hasta   entonces   venía   siendo   con­siderado   como   progreso.   La   publicación   en   EstadosUnidos.   del   informe   titulado  Límites   al   crecimientoadvertía   con   toda   claridad   que   si   seguíamos   creciendocorríamos   el   riesgo   de   extinguirnos   como   los   dino­saurios; que el crecimiento industrial, hasta entonces sóloconsiderado como progreso, estaba generando un nivel depolución   hasta   ahora   insospechado   pero   sumamentedestructivo,   y   un   agotamiento   insostenible   de  recursosnaturales no renovables.

La crisis ha ido apareciendo desde distintos ángulos.No   hace   mucho   oía   hablar   de   una   organizacióninternacional creada para intentar hacer algo en contra delenvenenamiento de los mares. Ya hace más de  quinceaños que venimos oyendo hablar de la contaminación delplancton marino ­una parte considerable de los pulmonesde   la   tierra­   por   los   residuos   industriales, y cómo estocontribuye a la acumulación de monóxido de carbono en laatmósfera,   la   cual  a   su   vez  amenaza  con  hacérsenosirrespirable  e   intolerablemente calurosa en un futuro nodemasiado   lejano.   Luego   vinieron   los   informes   sobre   elproblema del ozono, y con ellos la especulación sobre unposible calentamiento global que podría fundir el hielode los casquetes polares, elevando el nivel de los océanos yproduciendo  la   inundación de   los  principales  puertosmarinos del mundo.

Las   calamidades   se   multiplican   y,   naturalmente,una de las que más preocupan es la crisis de seguridad quepadece el  mundo. Cosas como  las guerras y  las armas,hasta   hace   poco   tiempo   consideradas   por   muchoscomo un aspecto más de la naturaleza humana, se

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han   vuelto   letales   en   una   medida   jamás   imaginada.   Secalcula que por cada diecisiete años de guerra se ha tenidoun año de paz en la historia humana. Pero esta incapacidadde paz que ha caracterizado a nuestra especie  también sehace ahora insostenible porque nuestra actual  capacidadde autodestrucción no admite parangón alguno con la detiempos pasados. Conociendo a los seres humanos y susimperfecciones,   tal   incapacidad   ofrece   un   cariz   muypeligroso. No hace mucho oí  decir a un general americanoen el Club de Roma que,  aun si  se eliminaran todos  losarmamentos   de   la   superficie   de   la   tierra,   todavíaquedarían   ­entonces,   algunos   años   atrás­   sesentasubmarinos   atómicos,   cada  uno   de   los   cuales   podríadestruir las principales ciudades de la tierra. Es precisotener en cuenta también  el   aspecto   económico  de  estasituación:   el   costo  de  un submarino de éstos equivale alpresupuesto  de  veintitrés   naciones   en   desarrollo,   y   unmisil   intercontinental   cuesta   lo   que   costaría   construirciento cincuenta mil escuelas en tales países.

Una   especie   de   locura   parece,   efectivamente,   estardirigiendo la marcha de los asuntos humanos. Las gentesviven   muy   preocupadas,   especialmente   en   los   últimosdiez  años.  Es  algo   sobre   lo  que   todo  el  mundo  habla   yacerca   de   lo   cual   se   han   emitido   diversosdiagnósticos. Muchos (Gabriel Marcel y Barbara Garson,entre otros) piensan que el peor de nuestros males es latecnocracia,   o   el   "totalitarismo   tecnocrático",   comoprefiere   llamarlo  Theodor  Roszak.  Willis  Harman,  ensu  libro  Una   guía   incompleta   para   el   futuro,  sugiereque   todo   ello   tiene   que   ver   con   la   mentalidad   delhombre industrial. Señala que más allá de la tecnología yla máquina económica del capitalismo

moderno, el modo de vida que de ahí se deriva trae consigotambién   una   determinada   mentalidad,   responsable,  enúltimo término, de todas esas consecuencias que, pese atodas nuestras buenas intenciones, parecen tan difíciles deresolver.   Recientemente,   Capra,   en   su   libro  El   puntocrucial,  plantea   como   más   importante   aún  que   laindustrialización y el modo de vida que trae consigo, elracionalismo  unilateral   desde   el   que   hemos  estadomirando   al   mundo   y   contemplándonos   a   nosotrosmismos.

A finales del siglo pasado, ya Nietzsche había apuntadolas   serias   limitaciones  del   racionalismo,   y  en  tiemposmás recientes el   tema reaparece con frecuencia,  pero  engeneral   se   acaba   echándoles   las   culpas   a  Descartes   yAristóteles,   lo  cual  me parece  injusto.  Aristóteles   fueun   iniciado   en   los   misterios,   y   Descartes,   aparte  dehabernos legado la geometría analítica,  era un hombreprofundamente  intuitivo  y religioso. Resulta irónico queseres   como   ellos,   tan   poco  "lineales",   acaben   siendopresentados como los representantes principales de laslimitaciones   del   pensamiento   lineal.   Con   todo,   siguesiendo   importante  que   reconozcamos   y   pongamos   encuestión el hecho de haber estado manejando el mundo ynuestros propios asuntos a la luz de tan sólo la razón.

Siendo   tan   importante   este   tema,  que  plantea   la  ne­cesidad de un cambio mental, dudo que con poner en  lapicota a la mentalidad superracional que ha culminadoen   la   actual   era   tecnológica   hayamos   identificado   laúltima raíz del  problema.  Tiendo más bien a considerarsospechoso   el   sesgo   excesivamente   racional  de   estediagnóstico,   que   parece   implicar   una   interpretaciónunidireccional de actitudes emocionales (como

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ambición y autoritarismo) y enfermedades políticas(como el nacionalismo y la multiplicación de laburocracia) de muy diversa índole, considerándolascomo meras complicaciones derivadas de una formaerrónea de pensar. Por cierto que pueda ser que el cono-cimiento influye en el modo de sentir, y que la visiónreligiosa, filosófica y mítica del mundo no haya sidosolamente fuente de liberación y de transformaciónpositiva de la humanidad, sino que haya servido tambiénpara justificar y encubrir actitudes y comportamientospatológicos. Hay también parte de verdad en Marxcuando tacha de "superestructura" a toda teoría o visióngeneral de cualquier tipo, y con igual derecho podríamosconsiderar al racionalismo como fruto de la ansiedad;efectivamente, el cientificismo antiespiritual y la tiraníadel modo lineal de pensamiento bien pueden serconsiderados como una especie de congelación delconocimiento en su faceta analítico-utilitaria, y ésta a suvez podría ser entendida como una ansiosa fijación en tomoa la supervivencia en detrimento del sagrado descansonecesario para la contemplación. Ciertamente, puedeafirmarse que la ansiedad -la «motivación por ladeficiencia» de Maslow, o la libido pregenital (oral oanal) de Freud- existe en interdependencia con el viciocartesiano propio de la era tecnológica.

2. Un diagnóstico

Pienso, no obstante, que es válido intentar llevar acabo una exploración unificada de nuestros males cog-nitivos, emocionales y sociopolíticos, y de acuerdo

con esto el presente capítulo se propone presentar laperspectiva propia del "patriarcado" como única raíz dela mentalidad industrial, el capitalismo, la explotación,la ansiedad, la alienación, la incapacidad para la paz, yel expolio de la tierra, entre otros males que estamospadeciendo.

Podría limitarme a decir (como lo he hecho a lolargo de años) que la fuente de todos los males denuestra sociedad y lo que nos ha llevado a la crisisactual es nuestra demostrada incapacidad para las re-laciones humanas. Más específicamente, podríamosdecir que es nuestra limitada capacidad para amar, laincapacidad para obedecer el mandamiento cristiano deamar a nuestro prójimo, amarnos a nosotros mismos yamar a Dios, lo que nos impide mantener relacionesverdaderamente fraternales con los que nos rodean, dedonde resulta una sociedad enferma y toda su cohortede problemas secundarios. Pero podemos precisar aúnmás nuestro diagnóstico si nos centramos másexactamente en lo que se interpone entre nosotros ynuestra capacidad de hermandad: la palabra "patriarcal"invita a pensar que la razón por la cual fracasamos a la horade crear entre nosotros relaciones fraternales, y lo que nosvuelve incapaces de amarnos auténticamente a nosotrosmismos (privándonos al mismo tiempo del amor que deahí podría redundar hacia nuestros prójimos), es lapersistencia, en el interior de cada ser humano y de lasociedad, de un vínculo obsoleto paternofilial, unvínculo de autoridad-dependencia, sustentado en unatiranía de lo paterno sobre lo materno y lo filial.

Decir que nuestro mal reside en el "patriarcado" equivale a decir que el problema es tan viejo como la

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propia civilización, y que para salir del atolladero ten-dríamos que poner en cuestión cuanto hemos venidohaciendo casi desde siempre y cambiar unas estructurastan profundamente arraigadas, que, de hecho, nos resultadifícil diferenciar la naturaleza esencial del ser humanode nuestro actual modo de ser, producto del propiocondicionamiento.

El tema del patriarcado fue introducido por Johan JakobBachofen (1815-1887), suizo, cultivador de la filosofíade la historia y de la filosofía social, cuya obra acerca delos derechos de la madre y sobre la religión originariatuvo un gran influjo en los antropólogos posteriores, enel movimiento feminista, en Nietzsche, en Engels, y enotros autores.

Sorprende que Bachofen fuera capaz de descubrir lapreexistencia de un mundo centrado en la figura de lamadre, anterior a las civilizaciones patriarcales co-nocidas, partiendo únicamente de una información tandispersa como escasa, como por ejemplo los datos sobrecostumbres de diversos pueblos antiguos, transmitidospor Herodoto y Tucídides. Con una notablecombinación de intuición y erudición llegó a formularuna teoría de la evolución social que, según susconclusiones, habría conocido tres estadios. Un primerestadio, "telúrico", habría sido de promiscuidad y pre-eminencia de la madre, sin matrimonio; luego, comoreacción a éste, habría venido un segundo estadio, "lunar",donde se habría instituido el matrimonio comoprincipio regulador y en el que las mujeres habríanasumido la propiedad exclusiva de los hijos y de la tierra-estadio que coincidiría con el asentamiento decomunidades en territorios estables y con el naci-miento de la agricultura-, y un último estadio, "solar",

el patriarcado, que habría consagrado el derecho con-yugal paterno, la división del trabajo, la propiedad in-dividual y la institución del Estado.

Joseph Campbell, en su introducción a la traduccióninglesa de Mito, religión y derecho materno, dice quepara estudiar mitología como lo hizo Bachofen eranecesario «dejar de lado el modo condicionado depensar, e incluso de vivir propio de su tiempo». Y cita uncomentario de Bachofen a su maestro (en un esbozoautobiográfico escrito a su requerimiento): «Sin unatransformación completa del propio ser, sin recuperar laantigua sencillez y salud del alma, es imposible alcanzarni el más mínimo vislumbre de la grandeza de aquellostiempos antiguos ni de su forma de pensar, de aquellosdías en que la raza humana aún no se había apartado,como lo ha hecho hoy, de su armonía con la creación ycon el creador transcendente».

Maestro de la psicología de los arquetipos antes deque se inventara la palabra (él los llamaba "Grundge-danken", `pensamientos fundamentales'), Bachofenejerció una profunda influencia sobre Joseph Campbell,quien con toda la elegancia propia de su rango de profesoruniversitario habría de asestar un duro golpe alpatriarcado al presentar de forma irónica el fanatismocentrado en torno a la figura del padre, propio del MedioOriente, dentro del contexto universal de las religionesy la mitología de todo el mundo. Como no tengo lamenor duda de que Joseph Campbell aportó un telón defondo decisivo a la inspiración de la religión de laDiosa, en auge hoy en día dentro del movimientofeminista, creo que es apropiado considerar a Ba-chofen como abuelo cultural del mismo.

El influjo de Bachofen en la antropología fue enor-

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me, a pesar de que hoy ese influjo es apenas visible, debidoal hecho de que tras haber proporcionado un poderosoimpulso a esa ciencia, entonces naciente, sus ideaspronto pasaron a ser consideradas pasadas de moda.

Después de que Morgan, y otros inspirados por Ba-chofen, empujasen a su vez a toda una generación de an-tropólogos a plantearse la cuestión de la evolución cultural,el tema, en aquella época, se sentía como insoluble.

La antropología fue interesándose cada vez menos enlos estudios comparados, y se fue inclinando más en elsentido de tratar de comprender las característicasculturales dentro del contexto significante de la so-ciedad concreta en que aparecen.

Ciertamente, la antropología (y, dentro de ello, másparticularmente Malinowski y Margaret Mead) nos hanfamiliarizado con muchas sociedades no-patriarcales aúnexistentes, pero no se sabe bien en qué medida elconocimiento de éstas nos acerca a un conocimiento realde las sociedades prehistóricas. El resumen mássobresaliente de cuanto se sabía acerca de pueblos yculturas con prevalencia de la madre, en la época en queel tema comenzaba a perder interés para los es-pecialistas, es el contenido en la obra monumental deRobert Briffaut Las madres, publicada en 1927. Fue escritaen contraposición a la idea entonces prevaleciente deque la institución patriarcal era expresión de la leynatural, y en este sentido tuvo gran resonancia. A él ledebemos el desplazamiento del foco de interés en laautoridad de la madre o la herencia por vía materna, a lacuestión de si la esposa reside tras el matrimonio en lacasa del esposo o viceversa (patrilocidad omatrilocidad). Fue él también el primero en

formular la idea de que el matrimonio fue originalmenteun contrato entre grupos, en el que se convenía que unhombre perteneciente a uno de ellos pudiera tener accesosexual a cualquier mujer de otro u otros grupos, a la vezque se le negaba el acceso a las mujeres del suyopropio.

Más significativo aún que los descubrimientos an-tropológicos ha sido el hecho de que las afirmaciones deBachofen se hayan visto confirmadas por hallazgosarqueológicos en el Medio Oriente y en la vieja Europaprearia, sobre todo en conexión con la revolución agrícolasobrevenida en el Neolítico. En tales excavaciones, fuerondesenterradas literalmente miles de figuras de mujer(bautizadas en ocasiones como Venus), mujeresembarazadas en las que los brazos y pies apenas vienenrepresentados, que no son casi más que vientres, y en lasque incluso la cabeza no pasa apenas de ser el simplevértice de esa especie de triángulo formado por elcuerpo. Su aspecto iconográfico parece ser re-presentativo de la capacidad de procreación de la• na-turaleza, y la dispersa localización de hallazgos se-mejantes por toda Europa parece sugerir un sentimientoreligioso muy extendido en torno a una divinidad fe-menina, una deidad creativa y procreadora, relacionadacon la fertilidad. Marija Giambutas ha llevado a caboextensas y profundas investigaciones al respecto.

También en lo que hoy es Turquía se han desente-rrado ciudades datadas en torno al año 6.000 a.C., en lasque, a diferencia de lo que ocurre en las ciudadespatriarcales posteriores, no hay signos que revelen quehayan existido en ellas guerras a lo largo de un períodode unos quince siglos, antes de acabar siendo destruidaspor efecto de las migraciones indoeuropeas.

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La etapa histórica que vino a continuación nos es hoybastante bien conocida. Los pueblos indoeuropeos fueronlos conquistadores patriarcales que, en virtud de lasupremacía que les confería el dominio de dos técnicasconcretas -la doma del caballo y la metalurgia delhierro- llegaron a someter a las culturas "matrísticas"(por usar la expresión acuñada por Gimbutas). Cabe pensarque estas culturas masculinas de la "edad del hierro"corresponden a un segundo estadio de la organizaciónpatriarcal, una etapa más deteriorada en cuanto al gradode rigor en el ejercicio del poder en comparación con elpatriarcado de la edad del bronce que se describe en la¡liada.

No obstante, no es en el campo especializado de laarqueología o de la etnología donde la palabra "pa-triarcado" se ha dado más a conocer. No cabe la menorduda de que esta palabra viene íntimamente asociada almovimiento feminista.

Aunque el patriarcado, por todo lo que representa,constituye algo así como el enemigo arquetípico de lahumanidad desde sus mismos comienzos, en un prin-cipio sólo parecía representar una amenaza para elmundo de las mujeres. Así, el libro de Eve Figes Ac-titudes patriarcales,  escrito en las primeras décadas delsiglo, constituye un alegato contra la injusticia mas-culina, convirtiéndose implícitamente en una obra políticaque compara el chauvinismo machista con el an-tisemitismo y pretende enarbolar la bandera de ladefensa de los oprimidos y los explotados.

Con el tiempo, sin embargo, parece haberse im-puesto la evidencia de que el enemigo arquetípico de lamujer merece también ser considerado como enemigode los niños y, en cuanto que todos tenemos algo

de niño, como enemigo de todos. Encuentro, en estesentido, en el libro de Mary Daly Gyn Ecology, una re-ferencia a la obra de Francoise Enbonne Le Féininisme oula   Mort,  en la que ésta acuña la expresión "eco-fe-minismo" y «sostiene que está en juego el destino de laespecie humana y del planeta, y que ninguna revolucióndirigida por hombres podrá ser capaz de contrarrestar loshorrores de la superpoblación y la destrucción de los recursosnaturales». Y sigue reflexionando en este ensayo sobre la"meta-ética del feminismo radical": «Yo comparto estapremisa básica, pero el enfoque y el acento son distintos.Aunque me preocupan todas las formas de polucióngeneradas por la sociedad falocrática, este libro seinteresa sobre todo por la polución mental-espiritual-corporal que se deriva del mito y el lenguaje patriarcalesen todos los niveles. Estos niveles abarcan desdedeterminados estilos gramaticales hasta el manejo delatractivo, desde los mitos religiosos a los chistes verdes,desde los himnos teologales que celebran la "presenciareal" de Cristo en la sagrada Hostia al pregón comercialde la "sensación de vivir" de la Coca-Cola, o el etiquetajetrucado de los ingredientes de productos en conserva. Elmito y el lenguaje fálicos generan, legitiman y enmascaranla contaminación material que amenaza con acabar contoda forma de vida en este planeta».

Mary Daly sostiene que los siete pecados capitales enque los Santos Padres de la Iglesia compendiaron lamaldad de la naturaleza humana se dan dentro del contextode la falocracia  (nombre con que ella designa a laaberración patriarcal de la sociedad). R. Eisler, sinembargo, ha acusado aún más explícitamente al pa-triarcado de ser el problema esencial de la humanidad.

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Recapitulando los datos fundamentales aportados porla investigación especializada, Eisler nos recuerda que elpatriarcado, lejos de formar parte de la naturaleza de lahumanidad, supuso una caída respecto de la condiciónparadisíaca prepatriarcal de la época neolítica. Estaautora presenta la idea de que hablar de orden patriarcalequivale a hablar de una sociedad basada en la dominación,y un mundo semejante, fundado en el predominio de lomasculino apoyado en el poder, constituye la aberracióncentral de nuestra cultura. La importancia de esta solaidea confiere a este libro un peso mucho mayor que elde una mera obra de divulgación histórica yantropológica, lo suficiente tal vez como para justificar laafirmación de Ashley Montagu de no haber recomendadonunca tanto un libro, ya que «merece ser consideradocomo la obra más importante aparecida desde El origende las especies de Darwin».

Pero no es de Eisler de quien he tomado la idea deque el patriarcado constituye la raíz del gran macro-problema que tenemos planteado. Mi interés por eltema data de mediados de los años cincuenta, y lafuente de mi inspiración es más antigua y poco conocida:un chileno, que ya era consciente de lo crítico de estasituación hace más de cincuenta años. Aunque heescogido dar a este capítulo el título general de "Laagonía del patriarcado", voy a dedicar el resto de él aTótila Albert, nacido en Chile, y que llegó a ser conocidocomo escultor en los años que siguieron a la primera guerramundial. Apodado por sus contemporáneos en Berlín "elRodin alemán", puede ser considerado como el mejorescultor que haya producido Chile, pero laconcurrencia de diferentes circunstancias le

impidió llegar a ser conocido internacionalmente, yhoy en día la mayor parte de su obra (originalmente eryeso) ha sucumbido a los embates del tiempo.

A la edad de 37 años, tras la muerte de su padre, Al, bertsufrió una muerte en vida que supuso un tránsito a unrenacimiento, o -según su propia expresión- a utk "auto-nacimiento". Después de esto, abandonó la es, culturapara dedicarse a la poesía, en lengua alemana, ycontando con el apoyo financiero de sus amigos er) elBerlín de la preguerra, pudo entregarse íntegra, mente ala escritura, convertida en adelante en eje cen, tral de sucrecimiento en el seno de una nueva vida Más tarde, eldía antes de declararse la segunda gue, rra mundial (ycerrarse, consiguientemente, las fron\ teras alemanas),abandonó Alemania para volver k Chile, país dondehabía venido al mundo. Allí se casó, cuando tenía 48años, y volvió a la escultura para po\ der sobrevivir, perosiguió también escribiendo poesía, Alguna gente iba aaprender escultura con él, sintién, dose curados en sucompañía, pero principalmente gustaba de hablar conlas personas, en un deseo dh despertarlas y sacarlasde su "adormecimiento pa, triarcal".

Tótila Albert no era un filósofo en el sentido propip dela palabra. Si llegó a alcanzar una profunda intuí, ciónpolítica, no fue a través del pensamiento discur, sivo,sino como resultado de un largo y dramático pro\ ceso dedesarrollo interior que, a mitad de su vida, comohemos dicho, le transformó de escultor en mís, tico ypoeta. Una parte inicial de este proceso consis, tió enatravesar una especie de alquimia interna, en la que -trasun mítico y muy real «descenso al mundo dQ las sombras»(con ocasión de la muerte de su padre),

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pudo entrar en diálogo con las imágenes internalizadas desu padre y de su madre, quedando así curada la relacióndel pasado entre sus padres más allá de su propiocondicionamiento. Su poema épico «El nacimientodel yo», escrito en alemán, en el Berlín de los añostreinta, nos permite asistir como testigos directos a esteproceso, uno de cuyos aspectos consiste en re-montarse de los padres de este mundo a los "padrescósmicos", para renacer, como hijo del cielo y de la tierra,en una nueva dimensión de conciencia a la que éldenominaba "el espacio musístico" (espacio de lasmusas).

Más tarde en su vida habría de señalar cómo nuestrospadres personales son al mismo tiempo obstáculos yvehículos potenciales para conectarnos con nuestros"padres universales". Puesto que la muerte de su padre lehabía hecho sentirse como un árbol incendiadorepentinamente por un rayo -herido por una muerteinterior que había de conducirle a una nueva vida-,asimismo pensaba que la muerte de quienes más amamossupone para todos una vía que la vida nos pone por delanteen el camino de nuestra espiritualización. Creo que loshistoriadores de la cultura tienen motivos suficientes parapensar que esto es así, ya que efectivamente la experienciade la muerte parece jugar un papel central en elsurgimiento de las diferentes religiones.

Durante 1938, en el Berlín de la preguerra, el shock delo que estaba ocurriendo en torno suyo hizo salir a Tótilade la "torre de marfil" de su laboratorio poético yalquímico. En ese año escribió tres "cartas", que -segúnrecuerdo haberle oído decir- hubiera deseado que algúnmecenas hubiese impreso y hecho llover

por los cielos de Europa desde un aeroplano. Dos de estascartas iban dirigidas a la "Madre" y al "Padre" res-pectivamente, y la tercera al "Hijo", pero no a sus propiospadres (por esto he usado las mayúsculas). Por Padreentendía el "padre absoluto", el "principio paterno"propio del imperialismo. Mejor que explicar su idea,dejo que la descubra el lenguaje poético de la primerade estas cartas:

«Querida madre:»Mi decisión ya está tomada. ¿También la tuya? Todo cuanto

hago es por tu bien. ¿Obras tú también con respecto a mí, tu hijo,de esta forma? ¿O te dejas implicar en acciones que me resultandañinas? Sé que estás al servicio de mi padre, y que lo haces detodo corazón. Sé que quieres su bien y el mío. Sin embargo,eso no redunda en nuestro bienestar, pues tú prestas tu apoyo aquien se ocupa de nuestro sustento, pero es de ti de quien yorecibo el alimento. ¿O no es así? Así era cuando estaba en tuvientre. ¿Y ahora no? ¿Acaso mi padre se ha hecho cargo dedarnos la comida? ¿Él, que es quien la consigue, se la guardapara sí?. ¿Es posible que no tenga intención de alimentarme?¿Lo que quiere es convertir en negocio mi alimentación?Entonces no es él quien me alimenta. ¡Oh, madre! ¡Qué cosa tanfea acabo de decir! ¡Convertir en negocio nuestra alimentación!No puede hacer eso, no quiero creerlo. Pero tú sí que vas a hacer lacompra, tú vas a la tienda y pagas dinero para comprar mi comida.¡Dinero! Es mi padre quien lo gana. Pero ¿cómo tiene tiempo paraganar dinero si tiene que arar, sembrar, cosechar y hacer el pan?¿Cómo tiene tiempo para ganar dinero? ¿Le has dado tú el encargode ganarlo? ¿Y no te has guardado para ti el derecho de ganarlo.¿Cómo es esto así? ¿Perdiste alguna vez este derecho? ¿Y lo hasvuelto a conquistar? Eres valiente, madre, pero dine.

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cuando ahora ganas dinero, ¿cómo encuentras tiempo parallevarme en el vientre, alimentarme y hacerme la cama? ¿Quédigo? Debes también lavarme, vestirme, enseñarme a caminar.Caminar. Eso lo aprendí por ni¡ mismo. Pero soy muy lento.Quiero decir que debes también enseñarme a hablar. ¿Qué meenseñaste a decir primero, "Mamá" o "Papá"? ¿O vine ya almundo con estos sonidos eternos? Cuando cierro la boca,mis labios descansan el uno sobre el otro. Y hago "Mm". Te veoentonces sonreír dulcemente, y digo "Ahhh". Pero la m acababade sonar. Lo oíste y respondiste: "Ma". Y yo dije "Ma-ma", lleno dealegría, y descubrí la lengua materna de todos los seres humanos.Pero ¿en qué quedamos en lo del dinero? Estábamos hablandode dinero. Preferiría pensar en cómo aprendí la dura y pesadasílaba "Pa".Cuando la conocí, sin embargo, ¿cómo me gustabarepetir "Pa-pa" ante tus ojos brillantes? Querida madre, dejemospara otra ocasión el hablar de dinero. Tu hijo.»

Consciente del inminente estallido de la guerra,Tótila, como ya hemos dicho, se embarcó para Chile enel último barco que partió de las costas de Alemania, yuna vez allí hubo de retomar su actividad como escultorpara poder ganarse la vida.

En 1943, no obstante, Tótila, cuando cabe pensar quecomenzaba a sentirse a gusto en medio de las nuevascircunstancias y recobrado de su profundo pesar, siguióescribiendo bajo la misma inspiración que le habíaguiado en sus cartas en 1938. Dio a luz entonces, en alemán,una serie de 66 himnos, con el título Die Dreimal Unser('Lo tres veces nuestro', o simplemente 'Nuestratrinidad'), que contenían temas de poesía política -o depoesía mistico-política, más propiamente-, y a los que,según recuerdo haberle oído decir, concebía

como '`afiches verbales" destinados a atraer la atención dela gente sobre los peligros de la obsolescencia del ordenpatriarcal en que estamos inmersos.

«No queremos más gobiernos ni patrias», comienza elprimero de ellos. «La Tierra nos ofrece su azada y nosteje las ropas.» Si las dos primeras líneas (aquícondensadas en una) apuntan a una visión semejante a lade Marx -un mundo sin maquinaria estatal apoyada en elpoder, y en el que las necesidades humanas puedensatisfacerse-, las dos últimas nos recuerdan lapredicación de Jesús sobre los lirios del valle y lospajarillos que no necesitan ocuparse de su sustento.Entrañan una visión optimista: así como la Naturalezadesempeña sus funciones sin pasarnos la factura, losseres humanos integrados en el orden natural (conformea su más profunda naturaleza) constituyen generosas yamorosas prolongaciones de la Naturaleza misma,donde «nadie se ve privado del placer de sentirse útil».

«No queremos más cárceles», continúa diciendo enreferencia a la implícita condición de esclavitud en que seencuentra el individuo bajo el imperio del régimenpatriarcal en la sociedad y en la interioridad de la mente.«No más aduanas ni más mataderos, Padre», continúa.Hablar de aduanas es hablar de fronteras: no sólocomerciar con los bienes de la vida, sino la actualdivisión del mundo en "patrias" constituyen para Tótilaaspectos sustanciales del problema que nos afecta."Matadero" naturalmente hace referencia al hecho deque las guerras resultan obligatorias, pues aunqueningún individuo aislado las quiere, el "Padreabsoluto" a quien colectivamente servimos, ya seabajo la antigua figura de Rey-Sa-

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cerdote o bajo la moderna de un gobierno supuestamentedemocrático, las impone. En las dos últimas lineas deesta estrofa se dirige a este padre, pidiéndole que vuelva aconvertirse en el "puro consejero divino" queoriginalmente fue antes del advenimiento del desorden patriarcal.

La visión de Tótila difería de la del anarquismopolítico en cuanto que el mundo que él concebía, aunque no necesitado de gobierno, sí precisaba alguna

forma de administración pública. Compartía, sin em-bargo, con los anarquistas más lúcidos la fe en que lalibertad individual se manifiesta ante todo en un com-portamiento amoroso compatible con el bien común:«La libertad es el camino recto por el que discurren lasobligaciones», dice más adelante. Y más adelante aún, enla quinta estrofa del primer himno, exclama: «¡Fuera con eldinero! ¡Fuera con el negocio de las madres esclavas ylos niños esclavos! ¡Tú quieres privar para siempre alque sueña de su despertar!».

Así como una hormiga no es consciente de las li-mitaciones de su libertad, tampoco el ser humano, pasadoun cierto umbral de robotización, es consciente de suesclavitud; pero a quien despierta a la verdaderanaturaleza de la sociedad y de las relaciones humanas, esaesclavización del niño interior y de los aspectos femeninosde la propia psique a los dictados de una autoridadimpuesta resulta algo muy obvio. Hoy en día, sinembargo, no es la autoridad del paterfamilias, del Papa odel Emperador la que está generando en la gente esacondición a la que Albert se refiere con la expresión"patriarcado degenerado".

Tótila termina el primer himno, que he escogido comomuestra representativa del conjunto de su obra,

diciendo: «Tal es, sin embargo, el sentido del sueño: ¡re-alizar el sueño al despertar! ¡Ya hemos conquistado elreino de la tierra, convirtámoslo ahora en un hogar! ».

Al volver a Chile del país adonde había sido enviado porsus padres cuando tenía siete años, Tótila escribía enalemán, pero, como puede imaginarse, no contaba comoauditorio ni siquiera con la comunidad alemana pronazide la época. Trató entonces de escribir poesía enespañol, pero era claro que su dominio de esta lengua nopodía compararse con la maestría que había adquirido delidioma alemán. Resultado de esta frustración, podemospensar, fue escribir por entonces unas cuantas páginas enprosa, a las que dio el título de "Prólogo" -podríanconsiderarse un prólogo tanto a los himnos como a lacolección de poemas políticos en castellano- y que, a pesarde su nombre, constituyen más bien un manifiesto.Comienza así:

«Buscando la causa de la falta de unidad entre los seres hu-manos y de la gran confusión en que se encuentra sumida lamayor parte de la humanidad, se critica como culpables a laIglesia y al Estado, pero nunca se da el último paso: trasladar laresponsabilidad al creador de tales instituciones, quien haciendouso del poder se ha dado a sí mismo valor absoluto y se haarrogado el derecho de vida o muerte sobre la familia,considerándola de su propiedad y apoderándose de sus bienes.Hora es de que no nos ocupemos solamente de los síntomassino de la enfermedad como tal, reconociendo en el patriarcado elorigen de nuestras imperfecciones y de la artificialidad denuestra forma de vida».

Como he dicho, el pensamiento de Tótila no era el de un filósofo profesional, sino el de un visionario. Con

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otras palabras, podría decir que su visión política era un corolario de su experiencia espiritual. El "mensa

je de los tres" (expresión que solía emplear desde su es-pecífica visión social) era el corolario de la percepción dealgo que prácticamente todas las tradiciones espiritualeshan conocido y considerado como un "misterio".Llamémoslo el "misterio de la trinidad", si bien en unsentido más amplio que el que podría sugerir unacomprensión dogmática de la trinidad cristiana.

La trinidad recibe una formulación diferente en lasdistintas tradiciones. Todos conocemos la versión de latrinidad cristiana, y a muchos les resulta también co-nocida la trimurti de los hindúes: la triple visión dela deidad, como creadora, conservadora y destructora.Otra versión de la trinidad, también originaria de la India,es la que ofrece la filosofía Samkya, que habla de tresguitas o hilos que se entretejen en el proceso del devenirde todo cuanto existe, una activa, otra pasiva, y otraequilibradora. Otra visión, propia del taoísmo, muestra alhombre como hijo del "Cielo" y de la "Tierra", principioscósmicos designados con los nombres "yang" y "yin"respectivamente y que reflejan también las polaridades deluz y sombra, lo creativo y lo receptivo, lo masculino y lofemenino en todo lo creado.

Tótila Albert, cuando hablaba de los tres "principios",prefería llamarlos Padre, Madre e Hijo, pensando queésta era la forma de hablar que mejor se correspondíacon la realidad natural de que en la vida «tal como esarriba, así es también abajo», es decir, con el hecho de quelas verdades más intangibles tienen también su reflejoen una cristalización visible. Según su concepción, pues,los principios universales Padre, Madre e Hijo no sólovendrían encarnados en los

seres biológicos y sociales que reciben tal nombre, sinotambién y muy especialmente en la propia estructura delcuerpo humano:

«Ya en el huevo fecundado se encuentran en estado potencial los tres componentes:

»En la capa embrionaria externa, el ectodermo, que daorigen a la piel, los órganos de los sentidos y el sistema nerviosocentral, esto es, todo cuanto nos proporciona la conexión con elmacrocosmos, podemos reconocer el principio paterno.

»En la capa embrionaria interna, el endodermo, del cual seforman las vísceras, y que constituye la conexión con la tie rra,se manifiesta el principio materno.

»En la capa embrionaria intermedia, el mesodermo, formado,a su vez, de una capa vuelta hacia el ectodermo y otra vueltahacia el endodermo, y de la cual provienen la futura estructura deautoapoyo (esqueleto), el sistema ordenado a la acción(musculatura estriada), la fuente del impulso y la circulación(corazón), y la responsabilidad en la conservación de la especie(gónadas), encontramos la manifestación del principio filial.

»De estos tres principios nace el hombre, y sólo puededesarrollarse armoniosamente cuando, después de su naci-miento, estos tres componentes son estimulados en la mismamedida.»

También poseía Tótila Albert una visión de la historia,según la cual, antes de la era del actual patriarcado, lahumanidad había conocido un período matriarcal, y, antesde éste (y esto no lo he visto formulado en ninguno de losestudiosos de nuestra cultura, por más que resulte bastantecoherente con los datos de que disponemos), una eraoriginal de filiarcado.

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«En toda la historia de la humanidad, el equilibrio de estos tres componentes ha estado, sin embargo, perturbado:

»En el primer periodo, por la enfatización del componentefilial. (Filiarcado: nómadas que, para sobrevivir, se desplazabansiguiendo la floración de la primavera y sacrificaban por el caminoa los progenitores ancianos que ya no tenían la capacidad deseguirlos -la edad que la mitología de todos los pueblos conocecomo una edad de oro y de eterna juventud.)

»En el segundo periodo, por la excesiva acentuación delcomponente materno. (Matriarcado: proyección del hogar mi-crocósmico -el útero- al macrocosmos, la vida sedentaria, laagricultura, la arquitectura, los comienzos de la "cultura";exclusión del padre del hogar y, como reacción a ello, formaciónde ligas masculinas fuera del hogar, iniciación de la juventudmasculina para ingresar en tales agrupaciones, invención deinstrumentos de caza y pesca así como de armas, y comienzode la investigación de las fuerzas naturales y su dominio.)

»En el tercer periodo, a través de la acentuación del com-ponente paterno. (Patriarcado: descubrimiento y apropiación dela tierra, conquista del hogar materno, caída del matriarcado-aludida en la mitología como "lucha de la luz contra las ti-nieblas"-. Instauración del poder absoluto del padre.)»

Comparando la visión recientemente propuesta en ellibro de Riane Eisler con la de Tótila Albert, vemos queéste concibe la salud de una sociedad en función delgrado de equilibrio entre tres, y no entre dos com-ponentes. Al no creer en un paraíso terrenal perdido, seinteresa fundamentalmente por los estados sucesivos dedesequilibrio entre los componentes "Padre", "Madre"e "Hijo" de la mente humana, y concibe la madurez denuestra especie como el surgimiento de una

condición humana auténticamente nueva, sin prece-dentes. Así, en vez de poner el acento fundamentalmenteen la guerra entre los sexos, Albert considera que elequilibrio interno  es lo que puede salvarnos de laconciencia patriarcal y de todas sus funestas conse-cuencias.

Personalmente pienso que la visión propuesta porEisler de una degradación de la sociedad a partir de lacaída de un paraíso de igualitarismo prepatriarcal (para elque ni siquiera acepta el término "matriarcado"), entrañauna idealización de aquella sociedad prepatriarcal,comparable a la idealización del patriarcado quetambién recientemente ha ofrecido Ken Wilber en sulibro Up from Eden. El mejor apoyo de que disponenmospara imaginar lo que pudo haber sido el mundo neolíticonos lo proporcionan las sociedades matrilinealesagrícolas que aún perviven. Su observación no nos llevaa pensar que estamos ante un florecimiento de lanaturaleza humana; más bien nos traen al recuerdo lainterpretación que hace Erich Fromm de este estadiode la humanidad como de «unión incestuosa con latierra», y consiguientemente, de estancamiento.

Creo que Eisler lleva razón cuando dice que el do-minio de un individuo sobre el grupo es expresión deuna tendencia masculina; sin embargo, cuando Tótilahabla de "matriarcado" no se refiere tanto a dominaciónpor parte de la mujer, sino más básicamente al dominio delo femenino en el interior de cada cual y en el mundode los valores culturales. En las comunidadesmatriarcales el poder no se expresa a través del dominiode un individuo sobre los demás, sino a través de latiranía ejercida por el grupo, que participa de unamentalidad en la que el individuo desaparece to-

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talmente devorado por los vínculos que le unen a la co-munidad. Así, hay quienes apuntan al Neolítico connostalgia como a un ideal de perfecta democracia (¿por quéno recurrir al Neolítico para un sueño tan bello?), peroesta idea no resulta consistente con lo que sabemos delmundo de aquellos agricultores primitivos centrados entorno a la madre, un mundo en el que el individuo estabaenteramente supeditado al grupo y a su interpretación delas necesidades de la naturaleza. La institucionalizaciónde los sacrificios humanos, que podría considerarsecorno una representación de esa rendición a lasupremacía de la comunidad y supuestamente alequilibrio de la naturaleza en nombre de lo divino,aparece ante nuestros ojos como una muestra macabradel desequilibrio propio de aquel estadio de la evoluciónhumana. Sólo si dejamos de considerar al periodomatriarcal como algo óptimo, podremos entender quequienes llevaron a cabo la revolución patriarcalpudieran simbolizar su conquista como un triunfo de la luzreflejado, por ejemplo, en la heroica aventura de Perseo queconsigue cortar la cabeza paralizante de la Gorgona.

Una filosofía social lúcida debe reconocer el as-pecto evolutivo de la transición del matriarcado al ordenpatriarcal, junto con el reconocimiento de su aspectocontrarrevolucionario: lo que tiene de caída, de patologíaexuberante, de deterioro. Joseph Campbell proponeentender esa patología como una "inflación mítica",expresión introducida por él al hablar de los reyesdivinizados egipcios que, al morir, eran enterradosjuntamente con su familia y con sus servidores(antecedente remoto del "suttee" hindú, más reciente).Sabemos, a través de relatos personales acerca de la

propia vida espiritual, que, en un determinado nivel deinmadurez surge una cierta grandiosidad patológica queviene a complicar la experiencia espiritual, y de igualforma podemos imaginar que una importante eclosión deconciencia pueda venir acompañada de crímenes que secometen en su nombre. Tiene, pues, alguna razón Wilber alcelebrar la victoria de Zeus sobre la serpiente Tifon,gesto representativo de la independencia del espírituhumano frente a la naturaleza, o de su capacidad detranscender a la Madre Naturaleza, signo de unaindiferencia cósmica frente al Eros, de un extremodesapego apolíneo tras un máximo de rendicióndionisíaca.

Habían nacido las divinidades celestes: Dyaus Pitar,Júpiter, Indra, Jehová. ¿Cabe dudar de que la primeramanifestación del orden patriarcal (eco de la cual ha-brían de ser las civilizaciones clásicas) fuera expresión deun salto evolutivo de la mente humana? Pero veamoscuál fue el precio de semejante perla, y la discusión entorno a este punto.

La crítica principal que Wilber dirige al régimen"solar" patriarcal se centra en la práctica de sacrificioshumanos, pero, no obstante, sabemos que éstos cons-tituían un legado de la etapa prehistórica anterior centradaen la madre, como bien muestra Campbell al describir lamitología de los primitivos pueblos agrícolas; nada nosdice, en cambio, de los sacrificios impuestos por lasguerras y los ejércitos, ni tampoco del sacrificio crónicode la pobreza, otra manifestación del dominio de losfuertes sobre los débiles. Éste comenzó (como haseñalado Gerda Lerner) con la esclavización de mujeres,siguió con una generalización de la esclavitud, y finalmentecon las formas posteriores

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de desigualdad social, intrínseca (en expresión deMarx) al malestar de nuestra sociedad. Me parece queWilber simplifica en exceso, tanto en su visión de latransformación colectiva como de la individual, al pre-tender concebir tanto la una como la otra como unaprogresión lineal, una especie de simple escalera hasta elcielo.

Con anterioridad a Darwin, la historia era interpre-tada clásicamente como una continua decadencia. Encírculos esotéricos y en tradiciones recogidas, porejemplo, por Ovidio o por el Libro de Daniel, o en latradición hindú de los yugas, aparece la idea de una caída deuna edad de oro a otra de plata en que se habrían acentuadolos valores femeninos; luego, a una edad de bronce,mencionada como previa a la "edad de hierro" o"kaliyuga", considerada como la nuestra. Para loshindúes, esta edad de hierro, o "era de la loba",como también la denominan, es la del rebote que seproduce cuando se toca fondo, una era en que (como enla visión del Apocalipsis de san Juan) es precisoatravesar lo peor antes de poder entrar en una nueva era.

Fue Darwin, pues, quien con su idea de la evolución delas especies vino a poner fin a esa imagen de de-cadencia universal, impulsando a Spencer y a otros apensar en la sociedad asimismo en términos evolutivos. Laeuforia producida por los descubrimientos y losavances científicos, el crecimiento acelerado de losconocimientos y la conquista de la naturaleza contri-buyeron ciertamente en gran medida a arraigar en lasconciencias la idea del progreso. Y es por eso que Ba-choffen y más tarde Gebser (de quien se hace eco Wilberhoy en día) hablan más de ascenso que de caída ydeterioro. Pero a mí me parece que sería más correc

to comprender el desarrollo de la historia como el deuna planta que se hubiese contagiado de una infecciónviral al tiempo de brotar, de modo que no sólo ha tenidolugar desde entonces un proceso de crecimiento delorganismo, sino también, paralelamente, un crecimiento"parasitario" o "canceroso", el desarrollo de unaenfermedad.

Para Tótila Albert (que se hace eco de la hipótesis delos tres estadios de Bachofen), la caída en el pa-triarcado no es sino la tercera de tres caídas sucesivas quese han escalonado en la historia. El matriarcado tampocohabría supuesto para él una condición ideal, por idílicoque pueda parecer a la luz de las tiranías y las guerrasintroducidas por el patriarcado. Habría habido tambiénuna caída en el matriarcado, y aún antes de esto, cabríahablar con toda propiedad de otra caída, de la patologíapropia de una sociedad, surgida tempranamente, en la quehabría habido un predominio del componente filial-hiperindividualista- del ser humano, con el consiguientedominio de la agresión sobre el amor, del dinamismo y laacción sobre los sentimientos y la inteligencia. Tenemosun ejemplo de una condición semejante, incluso entiempos recientes, en el caso de los esquimales, queacostumbraban abandona a sus padres en los hielospolares para poder proseguir con mayor libertad susobligadas migraciones estacionales.

Más que invitarnos a recuperar la supuesta cama-radería entre los sexos existente en el pasado, la soluciónque propone Albert es más bien (adoptando la felizexpresión de Salvador Pániker) "retroprogresiva". Esretrogresiva en cuanto que aspira a reintegrar lascondiciones y valores de los tiempos prepatriarcales;

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es progresiva en cuanto que, como solía decir Tótila, laarmonía entre nuestros tres componentes no es algo quehayamos tenido aún la suerte de vivir -ni durante la eramatriarcal, ni durante el periodo salvaje de individualismoanimalesco inaugurado por nuestros antepasados aladoptar una visión del mundo compatible con la prácticadel canibalismo como algo requerido para poder sobreviviren la era de las glaciaciones-. Lejos de preconizar unretorno a la condición matriarcal, o a la de un supuestoparaíso perdido, Albert nos convocaría a intentar algoradicalmente nuevo: la creación de una sociedad tal comono hemos conocido a través de nuestra historia, compuestanada más que de fases sucesivas de desequilibrio, cadauna de las cuales no ha sido sino una reacciónfuncional ante las condiciones traumáticas en que sedesenvolvía el planeta.

Como los antiguos profetas, y también como Marx,pero lejos del pesimismo de Freud, Tótila Albert creía almenos en la posibilidad de curación y florecimiento denuestra especie y, lo que es más significativo, compartía elideal designado en la tradición judeocristiana con elnombre de "el Reino de Dios", considerándolo como unareferencia implícita del Padre Nuestro. Su propio idealde "lo tres veces nuestro" preconiza un estado en el quela tierra pertenece a los tres que somos en realidad, y endonde son tres quienes se aman entre sí en este mundo,iluminados por el conocimiento de la trinidad divina.

Si la sociedad patriarcal supone una condición je-rarquizada presidida por la institución del Estado -esto es,el control de los individuos y de los grupos por unospocos más expertos y mejor dotados, en el mejor

de los casos- y si el matriarcado se caracteriza por elcontrol del individuo por parte de la pluralidad (clan), enel filiarcado lo que predomina es el control del individuopor sí mismo con independencia de vínculos grupales ycon exclusión de cualquier régimen político de autoridad.Como alternativa, podemos pensar en un inundo idealen el que se dé una relación heterárquica entre los trescomponentes en los niveles individual, familiar ycultural. En el campo político implicaría una soluciónde equilibrio entre las que suponen obedecerexclusivamente a sí mismo, a la comunidad, o al gobiernocentral; en otras palabras, un equilibrio entre las distintasformas de gobierno cuyos excesos designamos con losnombres de tiranía, dictadura del proletariado (o de laopinión pública o de las leyes del mercado) y anarquía.

3.- Hacia una sociedad triunitaria

Si es real, como vengo proclamando desde hacetiempo, la conveniencia de encaminarnos hacia unaarmonización de los factores paterno, materno y filial(tanto dentro de los individuos como dentro del tejidosocial), podemos entonces tener razones para sentirnosoptimistas, pues puede decirse que la rebelión del hijocontra el padre empezó ya hace mucho tiempo, y que larevalorización del principio femenino es tal vez lacaracterística más significativa de la moderna revolucióncultural.

Efectivamente, el retorno al principio materno re-sulta visible no solamente en el movimiento feministasino también en otros fenómenos sociales, como la

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extensión   del   amor   a   la   tierra,   una   mayor   conéienciaecológica,   la   floración de   todo  tipo  de  grupos,   la   ten­dencia   hacia   una   democracia   más   participativa   y   elinterés creciente por la curación emocional y el descubrimiento del cuerpo.

Modernos   pensadores,   en   campos   que   van   desde   lateología  (Matthew Fox)  al feminismo (Barbara  Moor),  hanofrecido ya una interpretación semejante de ésta nuestramás   reciente   revolución.   Refiriéndose   concretamenteal   tema ecológico  (que representa para él  el paradigmade   nuestra   moderna   aproximación   retroprogresiva   alorigen),  Salvador  Pániker   ve   en   él   también un indiciodel resurgimiento de  la madre y del  espíritu   neol ítico.Dice literalmente en uno de sus ensayos:

«Pues bien, se diría que la revolución ecológica tiende a de-volver las cosas a su justo lugar. Se diría que la revolución eco-lógica termina con una cierta agresividad fálica e implica,incluso, una cierta recuperación de la "religiosidad" de laMadre (a diferencia de los clásicos monoteísmos como el ju-daísmo y el islamismo)».

De un modo semejante, podemos decir que la deseableliberación del principio filial, necesaria para poder alcanzar"lo   tres   veces   nuestro"   entrevisto   por   Tótila,  vieneocurriendo desde hace siglos. Es verdad que, hasta uncierto punto, en primer lugar, no es exacto decir que lasrevoluciones surgidas a partir del Renacimiento se hayanlimitado a poner al hijo en el lugar del  padre, como Tótilasolía decir. Es verdad también que desde el advenimientodel humanismo renacentista se  ha ido produciendo unaincuestionable liberación, al

gunos de cuyos hitos fueron el protestantismo, la aboliciónde las monarquías, el romanticismo, los movimientos deindependencia nacional y de proclamación de los derechosciviles,   los   movimientos   estudiantiles  y   juveniles(incluidos   los   proliberación   sexual),   etc.Indudablemente,   se   ha   ido   produciendo   un   desmoro­namiento gradual del  autoritarismo. La contracultura y  elmovimiento  del   potencial  humano  podemos  decir  queha representado uno de los pasos más significativos de esatrayectoria de liberación, ya que lo que se conoció  con esenombre   en   California   en   los   años   sesenta   se   estáconvirtiendo en el  Zeit-Geist general de la  cultura y estáimpregnando de modo creciente al mundo occidental.

Recuerdo  haber  oído más  de  una vez  a  Tótila  pro­clamarse optimista, pese a su deseo de sacudir todo signo decomplacencia   en   sus   contemporáneos   y   a   pesar  delprofundo dolor que  le producían  las noticias que  llegabancada día del mundo entero. Ese optimismo suyo, capaz deir   más   allá   de   su   propia   contemplación   realista   de   lacrisis   de   su   tiempo,   descansaba   en   su   profundaconvicción de que contamos de hecho con los recursos y lacapacidad   necesaria   para   abandonar   el   "barcopatriarcal" antes de que se vaya a pique. Sin  duda, lehubiera   gustado   conocer   el   valioso   análisis   y  lasconclusiones   aportados   por   Buckminster  Fuller  en  suelogiable   empeño   por   mostrarnos   que   contamos  conrecursos naturales suficientes para proveer  de vivienda,alimento y energía a toda la población mundial, tan sólo conque hagamos un uso  sabio  y  prudente  de  la   tecnologíaactualmente disponible. Desde un punto de vista racional,resulta esperanzador saber que con sólo poner término ala mala administración de los

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recursos y superar la inercia del sistema podemos re-solver el problema material al que actualmente nosvemos enfrentados. Sospecho que es importante tambiénconocer este hecho porque la idea de escasez, de que enla tierra no hay suficientes bienes para todos, hacontribuido a exaltar el egocentrismo general, creandoasí una escasez artificial que realimenta el círculovicioso.

No solamente el mundo judío y el cristiano poseen unavisión mesiánica: los hindúes creen en la venida de una edadde oro, los antiguos mejicanos profetizaban el regreso deQuetzalcoatl, y el budismo espera la aparición de un futuroBuda del amor. Ésta no es una idea irracional, sino que,como muchas verdades científicas, resulta estéticamenteatractiva y simple su formulación, en este caso laesperanza de poder desarrollar y actualizar un día nuestroverdadero potencial. Pero no debemos permitir que elentusiasmo de una perspectiva optimista nos conduzca auna complaciente pasividad. No podemos dormirnos enlos laureles, felicitándonos por haber entrado en la erade Acuario, donde todo va a resolverse por sí mismo, nidebemos creer que ya se ha producido latransformación social, ni siquiera que está a punto deproducirse, y que con el tiempo todo va a ir bien.

La vía de salida del patriarcado, entrevista por Tótila,no entrañaba una rebelión edípica contra el padreabsoluto, sino más bien el simple hecho de dejar deobedecerle. No obstante, sabía muy bien que parapoder asumir una actitud de "desobediencia civil" frentea la tecnocracia, es necesario haber atravesado unproceso de liberación interior. Ser capaz de escuchar yobedecer la voz del cielo en el propio corazón es algo

que requiere en el individuo un proceso psicológico yespiritual que puede llevar mucho tiempo. Ciertamente,Tótila no pensaba que el cambio que necesitamos haceren lo exterior fuera posible sin antes llevar a cabo esatransformación interna. Por eso insistía en su Prólogo enque «los principios Padre, Madre e Hijo son independientesdel sexo y la edad».

Hablaba de ellos en términos de "funciones". Lafunción del principio paterno es «fecundar, producir, ydar forma al don de la vida, ya sea como pan o comocreación artística»; Las funciones maternas son las de«recibir, nutrir, educar, y devolver a la vida toda suesencia», mientras que las funciones propias del hijoson las de «crecer, aprender, desear y ser libre».

Pienso que, en términos generales, los primerostiempos del movimiento feminista se caracterizaron portratar de conseguir para la mujer las prerrogativasmasculinas, con lo cual seguía operante implícitamenteesa «desmesura femenina» (en expresión de CarolTavris) que dejaba vigentes los valores patriarcales y ladesvalorización de las funciones y cualidades propiasde la femineidad. El mismo hecho de la existencia dediferencias sexuales llegó a convertirse en tabú para unigualitarismo que aspiraba a convertirse en rígida igualdad.Hoy en día sabemos que los sistemas nerviosos delhombre y de la mujer pueden ser tan diferentes como suscuerpos respectivos, que ya desde el nacimiento lamujeres son (estadísticamente hablando) más inclinadas ala relación y menos agresivas, y que en el macho adulto hayuna mayor diferenciación de los hemisferios cerebrales,mientras que en la mujer el mayor desarrollo del cuerpocalloso permite una mejor coordinación interhemisférica.Precisamente a

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causa de esta mejor capacidad de interrelación es im-portante que las mujeres no queden excluidas de losprocesos de toma de decisiones que nos afectan a todos.Lo único que necesitamos es corregir la interpretaciónchauvinista de estas diferencias como una demostración dela superioridad masculina. Afortunadamente, el nuevofeminismo es partidario de apreciar debidamente talesdiferencias y se orienta en el sentido de una mayorcomprensión de la complementariedad y una mejora de lacomunicación entre los sexos (como hace Deborah Tennenen su interesante libro You just don 't un

derstand). Con todo, deberíamos tener cuidado en noabsolutizar las diferencias. La afirmación de Albert, deque los factores Padre, Madre e Hijo son independientesdel sexo o la edad, nos recuerda que, aun estando por logeneral relacionados entre sí, no aparecen necesaria

mente unidos en un nivel individual, y cada uno debierade ser apreciado por su propia y especifica combinación

de tales factores. Nuestra tarea debería consistir, antetodo, en tratar de conseguir no sólo una nivelación delequilibrio de poder entre los sexos, sino también una ar

monización de los propios componentes internos.¿Qué podemos hacer, entonces, para acelerar la tran

sición de la actual organización jerárquica y patriarcal denuestras mentes hacia otra heterárquica, que esté centradaen torno al triple principio paterno, materno y filial?

4. ¿Qué podemos hacer?

Creo que sería deseable una atenta ponderación porparte de todos de los corolarios que se derivan de estaconcepción triunitaria (interna y externa) del Reino, y

que sería aconsejable para todos aquellos que ostentanalgún tipo de responsabilidad política el darle unaoportunidad a esta perspectiva, pues teniendo ante losojos la situación critica que atravesamos, a todos se nosexige preguntarnos qué podemos hacer, y es probableque sea la creatividad colectiva lo que sea capaz demarcar la diferencia.

A este respecto, ofrezco a continuación algunasideas, sin detenerme en resaltar aspectos ya más re-petidos, como los males de la tecnología, el naciona-lismo patriarcal, o lo mucho que nos está costando ladivisión entre las naciones, aferradas en exceso a la nociónde soberanía o patriotismo.

Ciertamente, nacionalismo y patriotismo son algo asícomo la aberración del individualismo egocéntricoelevada a lo colectivo, una actitud que justamente defineFromm diciendo de ella que «pone a la propia naciónpor encima de la humanidad, por encima de los principiosde la verdad y la justicia», algo muy diferente de lajusta estima por la propia nación. «El amor al propio paísdisociado del amor a la humanidad» -afirma Fromm-«no es amor, sino culto idolátrico». Tenemos auténticanecesidad de un planeta política y económicamenteunificado, y no es necesario ser marxista para reconocerque el estado soberano es un concepto obsoleto. Vamos,sin duda, caminando hacia un equilibrio entre los sexos, ytambién entre las generaciones, y es de esperar quepodamos alcanzar eventualmente un mundo que no esté basado en elafán de lucro, un mundo en el que las motivacionespara actuar broten del instinto y del amor y no vengancontaminadas por la inseguridad, la codicia neurótica,

la angustia por la supervivencia, o por valores ficticios.

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causa de esta mejor capacidad de interrelación es im-portante que las mujeres no queden excluidas de losprocesos de toma de decisiones que nos afectan a todos.Lo único que necesitamos es corregir la interpretaciónchauvinista de estas diferencias como una demostración dela superioridad masculina. Afortunadamente, el nuevofeminismo es partidario de apreciar debidamente talesdiferencias y se orienta en el sentido de una mayorcomprensión de la complementariedad y una mejora de lacomunicación entre los sexos (como hace Deborah Tennenen su interesante libro You just don 't understand). Contodo, deberíamos tener cuidado en no absolutizar lasdiferencias. La afirmación de Albert, de

que los factores Padre, Madre e Hijo son independientesdel sexo o la edad, nos recuerda que, aun estando por logeneral relacionados entre sí, no aparecen necesaria

mente unidos en un nivel individual, y cada uno debierade ser apreciado por su propia y específica combinaciónde tales factores. Nuestra tarea debería consistir, ante

todo, en tratar de conseguir no sólo una nivelación delequilibrio de poder entre los sexos, sino también una ar

monización de los propios componentes internos.¿Qué podemos hacer, entonces, para acelerar la tran

sición de la actual organización jerárquica y patriarcal denuestras mentes hacia otra heterárquica, que esté centrada

en torno al triple principio paterno, materno y filial?

4. ¿Qué podemos hacer?

Creo que sería deseable una atenta ponderación porparte de todos de los corolarios que se derivan de estaconcepción triunitaria (interna y externa) del Reino, y

que sería aconsejable para todos aquellos que ostentanalgún tipo de responsabilidad política el darle unaoportunidad a esta perspectiva, pues teniendo ante los ojosla situación crítica que atravesamos, a todos se nos exigepreguntarnos qué podemos hacer, y es probable que sea lacreatividad colectiva lo que sea capaz de marcar ladiferencia.

A este respecto, ofrezco a continuación algunasideas, sin detenerme en resaltar aspectos ya más re-petidos, como los males de la tecnología, el naciona-lismo patriarcal, o lo mucho que nos está costando ladivisión entre las naciones, aferradas en exceso a la nociónde soberanía o patriotismo.

Ciertamente, nacionalismo y patriotismo son algo asícomo la aberración del individualismo egocéntricoelevada a lo colectivo, una actitud que justamente de~ fineFromm diciendo de ella que «pone a la propia naciónpor encima de la humanidad, por encima de losprincipios de la verdad y la justicia», algo muy diferentede la justa estima por la propia nación. «El amor al propiopaís disociado del amor a la humanidad» -afirmaFromm- «no es amor, sino culto idolátrico». Tenemosauténtica necesidad de un planeta política yeconómicamente unificado, y no es necesario sermarxista para reconocer que el estado soberano es unconcepto obsoleto. Vamos, sin duda, caminando hacia unequilibrio entre los sexos, y también entre lasgeneraciones, y es de esperar que podamos alcanzareventualmente un mundo que no esté basado en el afán delucro, un mundo en el que las motivaciones para actuarbroten del instinto y del amor y no vengan contaminadaspor la inseguridad, la codicia neurótica, la angustia por lasupervivencia, o por valores ficticios.

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Pero no es de estas cosas, principalmente, de lasque quiero hablar, pues ya está suficientemente claroque incluso las revoluciones mejor inspiradas fracasan sino pueden apoyarse en una transformación interior delser humano, y que la sociedad a la que aspiramos sólopodrá formarse a partir de un número suficiente deindividuos transformados.

Por empezar con lo más evidente: si la puerta que hit deconducir al necesario cambio social es la "armonizaciónde los tres principios" en el interior de cada uno, entoncessería de desear que este proceso de transformaciónindividual fuese colectivamente auspiciado y promovido.

Afortunadamente, el proceso de transformación in-dividual es un hecho conocido a través de la historia, almenos para unos pocos, y va siendo cada vez mejorentendido y aclarado. Pienso que, en este nivel, enfocar elproceso de transformación del individuo como un morirdel ego patriarcal y un emerger de la "trinidadequilibrada" de que hablaba Tótila puede resultaresclarecedor.

Aunque el empeño terapéutico y el desarrollo es-piritual apenas necesitan de propaganda en una épocacorno ésta, caracterizada por el afán de búsqueda. seríamuy de desear que el proceso de transformación fueraconsiderado, fomentado e investigado con la mayorprofundidad, como la necesidad más apremiante denuestro tiempo. Y un gobierno sabio y prudente, capazde hacer y no sólo de saber qué hacer (esto es, capazde contrarrestar la inercia del sistema), sería aquel quesupiera reconocer en la práctica el potencial valorpolítico de la transformación del individuo.

¿Cómo podría apoyarla? ¿Cómo podría fomentarseeste proceso evolutivo individual, de tan crucial ini-portancia para franquear el salto cuántico que requie-re superar la crisis presente?

Se ha criticado al movimiento del potencial humanopor resultar asequible tan sólo a una élite (o tan sólo alos más favorecidos), pero esto mismo puede decirse delmundo de la terapia en general, por cuanto la sanidadpública se ha limitado y concentrado principalmente en losaspectos físicos de la medicina, descuidando los recursosmás modernos de la psicoterapia. Cabe, pues, entrever enel futuro una salud pública fuertemente fundamentada engrupos de concienciación, comparables a los surgidos enel campo del feminismo o en relación con la cura deadicciones, pero orientados y diseñados para la tareaespecífica de contribuir a la salud psicológicapública de los pobres.

La psicología ha venido haciendo aportes sucesivos,sumamente pertinentes al tema de la fragmentacióninterior que nos ocupa, y puede decirse que sus con-tribuciones en torno al proceso de reintegración personalson cada vez más eficaces. Ya la idea freudianade una escisión psicológica entre un "super-yo", pro-ducto de la introyección de la cultura, y un "ello" bio-lógico, apunta al mismo tema que señala Albert de latiranía del principio paterno sobre el materno. El AnálisisTransaccional, de inspiración freudiana, se acerca inclusoen el lenguaje al propuesto por Totila, al designar la viejatriada freudiana con la terminologíaalternativa de padre, niño y adulto.

Podríamos decir, en términos generales, que la terminología empleada por las psicologías posfreudia

nas son descripciones alternativas de la organización

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patriarcal de la mente, en las que el sano amor a sí mismo seha tornado en un rechazo básico de un tirano interior quereprime los impulsos (el "top dog" de Fritz Perls), o másgeneralmente, en un rechazo recíproco entre fragmentosintrapsíquicos. En la visión gestáltica aludida, el temafundamental del trabajo es precisamente el encuentrointegrador entre el "top dog" y el "underdog", entre elopresor y el oprimido, con la finalidad de alcanzar elestado que Fritz designaba con el nombre de"autorregulación organísmica".

Así como el cuerpo sabe respirar sin que tengamos quedecirle continuamente «ahora inspira, ahora espira»,también en el mundo de las relaciones personales haymuchas cosas que podríamos, por así decir, dejar enmanos de la naturaleza. Ésta es una idea que Rogers llevómás allá incluso del funcionamiento interno del serhumano individual, considerándola válida también paralos grupos, en el sentido de que, con tal de que puedancontar con el tiempo suficiente, incluso los grupos soncapaces de autorregularse. En la organización patriarcal dela mente (descrita por Freud como atributo universal delser humano), impera un régimen de funcionamiento en elque el super-ego nos dice: «Yo te amo y te acepto sihaces las cosas de tal y tal manera». En semejanteplanteamiento, el superego (que somos "nosotros"después de todo) nos considera potencialmente malos yculpables, e indignos de la confianza que requeriría poderdejarnos en libertad. Es la misma dinámica mental quesubyace en el moralismo, tal como Lao-Tseelocuentemente subrayaba al decir (hablando de la virtudde profunda espontaneidad del Tao): «Cuando la armoníaoriginal se perdió, surgieron las leyes».

Si partimos de la idea de que la clave de nuestra li-beración, tanto interna como sociocultural, reside en la

capacidad de integrar en nuestro interior los componentespaterno, materno y filial, el corolario lógico es queencontrar y desarrollar un elemento sintetizador,reconciliador, de los componentes intrapsiquicos ybiosociales adquiere una crucial importancia. Si hemos depasar de un orden jerárquico a un orden heterárquico de trescentros (como pretendía Gurdjieff hace algunas décadas alcrear el Instituto para el Desarrollo Armónico delHombre), si en otras palabras -como solía decir Tótila-necesitamos un mundo en que el padre, la madre y elhijo, presentes en nuestro interior y en el seno de lafamilia humana, se amen, parecería que el elementoesencial es el amor como tal, esa capacidad de decir "sí"al otro, o de decirle "tú", reconociéndole como sujeto,como Buber insistía. Pues para que haya verdaderaintegración, es necesario que padre, madre e hijo, en losdiversos niveles, no sólo se comuniquen entre sí, sinoque, como en el símbolo taoísta del yin-yang (la parteblanca con un punto negro, y la parte negra con unpunto blanco), cada una pueda inclinarse ante la otra eincluso reconocer en ella lo más profundo de sí misma.

Resulta también sugerente la invitación de Tótila ahablar de amores, en plural, o de cualidades o formasprimordiales del amor. El amor paterno se orienta a lo"celestial", al mundo de los principios, las ideas y losideales. El amor materno se orienta a la naturaleza y hacia loindividual, y no se basa en los méritos, sino en lanecesidad. Por otra parte, el amor filial (tan patologizadoen nuestra época al ser interrumpido y reemplazado elvínculo amoroso hacia los padres por

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un vínculo de resentimiento y de dependencia ideali-zada), se caracteriza por una actitud agradecida de re-ceptividad y respeto.

Llevando aún más lejos este pensamiento, podemosdecir que el amor intrapsíquico entre los principios Pa-dre, Madre e Hijo es necesario para que pueda haber ar-monía en la familia humana, así como entre los valorespaternos, maternos y filiales de nuestra cultura. Esta esla idea que expresaba un bajorrelieve realizado por Tó-tila en la fachada de un edificio público en Santiago deChile, y que existió hasta hace poco, antes de ser des-truido por las autoridades. En él lo paterno y lo mater-no venían representados por dos alas que, con su pola-ridad, permitían a una figura central volar hacia adelante.

Más concretamente, en el relieve, sobre las alasde un cóndor la figura del Hijo apunta hacia adelante.mientras que a su lado, a la izquierda, la Madre apuntahacia abajo y, a la derecha, la figura del Padre lo hacehacia arriba. Digamos que si la condición ordinaria delser humano es quedar fijado a un estado infantil en el queregresivamente mantiene una relación de necesidad yambivalencia frente a los padres de su infancia, el niñosano que reside potencialmente en el interior de todosnosotros puede, a través de su amor hacia su padre y sumadre internos, apropiarse de las cualidades del amor pa-terno y del amor materno, integrando así el amor del cielocon el amor de la tierra, el amor de la sabiduría y elamor de la naturaleza, el amor de la divina transcen -dencia y el amor de la inmanencia divina.

Aunque el cristianismo es una "religión deamor" que ha inspirado a muchos seres humanos através de la historia, impulsando a algunos hasta lasantidad, es necesario reconocer que tal como hallegado hasta no

sotros, tras toda la etapa de máxima distorsión pa-triarcal e inquisitorial (sobrevenida después de cortarla iglesia las raíces gnósticas y esotéricas de nuestra ci-vilización), ha conseguido escasos resultados entérminos de salvación. El cristianismo histórico,hemos de admitir, ha fracasado con respecto a lacreación de un mundo regido por el amor.

En el prólogo a su obra Androcles  v el   león   (cuyosubtítulo es ¿ Por qué no dar al cristianismo una opor­tunidad?), decía Bernard Shaw que la propuesta deCristo de hacer del amor el precepto fundamental po-dría seguir resultando muy razonable hoy en día,después de veinte siglos durante los cuales estepresunto cristianismo ha seguido más bien imitando aBarrabás. Escribe:

«Las perspectivas parecen bastante desesperadas después dedos mil años de resuelta adhesión al viejo clamor "No a éste, sinoa Barrabás". No obstante, está empezando a parecer como siBarrabás fuera un fracaso, a pesar de la fuerza de su brazo derecho,de sus victorias, sus imperios, sus millones, su moralidad, susiglesias y sus instituciones políticas... Pero sí que ha obtenido untriunfo: Barrabás ha usurpado el nombre de Jesús y ha enarboladosu cruz como emblenia. Hay en ello una especie de cumplido,algo así como la lealtad del criminal que no respeta ninguna leypero que sin embargo se proclama patriota y súbdito fiel del Rey,autor de aquéllas».

Y más tarde añade:

«Yo no soy más cristiano que Pilatos o que tú mismo,querido lector les sabido que Bernard Shaw se confesabaateo], y sin embargo, prefiero con mucho a Jesús que a Anás

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o Caifás. Después de haber contemplado el mundo y la naturalezahumana por más de sesenta años, estoy dispuesto a admitir que noveo otra vía de salida a la miseria de este mundo que la que elpropio Cristo habría propuesto si hubiese tenido que asumir latarea de un estadista moderno».

Tótila Albert tenía una actitud crítica frente a las re-ligiones organizadas. Pero incluso si las iglesias ins-titucionalizadas, que han propiciado el espíritu pa-triarcal en las diversas culturas donde estabanpresentes, han permanecido impotentes frente a lasguerras y otros diversos males, creo que no debemos porello negar que el factor espiritualidad resulta inseparabledel cometido terapéutico y del proceso de desarrollohumano en general. El problema es que por cierto que seaque la solución de nuestros problemas se encuentra en elamor, cabe decir aquí lo mismo que del oro de losalquimistas: que para poder fabricarlo es preciso tenerlo deantemano. En vista de esta situación, podría resultarnosextremadamente provechoso echar mano de unantiquísimo descubrimiento de las tradiciones orientalesque está haciendo suyo hoy en día la psicologíatranspersonal: que para que surja el amor necesitamosaprender a "parar la maquinaria" de nuestro ego y, de unmodo más general, pacificar "nuestras pasiones" através de la práctica del desapego, específicamentemediante el cultivo de las distintas artes meditativas.

Podemos definir la meditación de muchas formas,según el aspecto que prefiramos acentuar, pero en lamedida en que sea lícito establecer un contraste entredevoción y meditación, podemos decir que mientras quela devoción entraña el cultivo del amor, de la en

trega, y una actitud sacralizante, la meditación supone elcultivo de la quietud mental, la atención y el desapego. Sies cierto que podemos considerar al amor comoprincipio unificador y de integración (tal corno hacePlatón en El banquete, refiriéndose al Eros), podemostambién reconocerlo corno factor de reconciliación desdeuna perspectiva completamente diferente. Así como en elembrión humano el mesodermo viene constituido por unacapa vuelta hacia el ectodermo y por otra que mira alendodermo, de igual forma en el campo psicológico elprincipio reconciliador tiene también dos caras: una faz,que pudiéramos llamar "materna", y otra "paterna". Demodo que puede decirse que el amor es parte de unfenómeno bipolar. El budismo tibetano así lo reconoceal situar en el centro de su pedagogía espiritual lainsistencia en el equilibrio entre sabiduría ycompasión, o en otras palabras, entre el amor y eldesapego que brota de la "comprensión de la nadeidad".

El amor existe, pues, en el contexto de una polaridadentre amor y desapego, que superficialmente puedeparecer contradictoria, pero que mirada en profundidadsupone en realidad una complementariedad. El genuinoamor sólo puede emanar del abandono de si y de laentrega. Y también a la inversa, no hay mejor medio dealcanzar el desapego que a través del amor. Hablar de lapolaridad entre amor y desapego es hablar delemparejamiento entre amor y muerte que hace la mi-tología, o del matrimonio metafísico entre la muerte y lavida como tales.

Si entre todas las religiones el cristianismo es porexcelencia la religión del amor, el budismo por su parte es lareligión del desapego y ofrece una sencilla, pro-

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funda y poco conocida senda de instrucción, que consiste no en hacer esto o aquello, sino en desarrollar más bienla capacidad de no hacer. En cierta forma, mientras unomedita deja de hacer esto o lo otro, y si llega aadquirir la suficiente destreza como para pacificar sumente y realmente no hacer nada, ahí encuentra real-mente una panacea: a partir de ahí puede hacer cualquiercosa. Por supuesto, no es fácil, pero es posible, y lodemuestran siglos. de disciplina espiritual de miles ymiles de yoguis hindúes, taoístas y budistas.

Dice Northrop que dos de los procesos históricosmás importantes de nuestro tiempo son la unificación devalores que se está produciendo entre Oriente y Occidente,por un lado, y la integración entre los hemisferios norte ysur, por otro. Creo que la llegada del budismo a Occidentedebe entenderse a la luz del primero de ellos. En mi opinión,aparte el valor que para muchos instructores espiritualescristianos tiene la meditación budista comoconiplenmento de otras prácticas espiritualestradicionales, y aparte el valor que se le reconoce al caminobudista en cuanto complementario del que ofrecen lasdiversas formas de terapia interpersonal. el lenguaje noteísta del budismo, por resonancia con nuestro lenguajecientífico actual, viene a ofrecernos un puente deinestimable valor entre nuestras propias herenciasjudeocristiana y grecorromana.

Si no me equivoco al otorgar tanta importancia al fe-nómeno de la asimilación de la perspectiva budista por lacultura occidental (principalmente, hasta ahora, por partede especialistas y pioneros de la búsqueda interior), creoque debemos también reconocer la importancia de otrofenómeno más reciente: el éxodo de los tibetanos de sutierra como consecuencia de la in

vasión china ocurrida en 1958. Pues entre todos lospueblos de la tierra me parece que los que se han es-pecializado más que ningún otro en proponerse y per

seguir como objetivo fundamental el cultivo de la con-ciencia han sido los tibetanos, quienes desde hacemucho tiempo habían cerrado sus fronteras al mundopara convertirse algo así como en un invernadero oavanzadilla de la espiritualidad, hasta que la invasióncomunista china trajo consigo el genocidio de sus gentes yla destrucción de sus santuarios. Muchos tibetanoshubieron de romper entonces su aislamiento, di-seminándose por la India y otros países del mundo comoesas semillas que ciertas plantas esparcen al reventar susfrutos maduros. La actual diáspora tibetana constituye enmi opinión un regalo potencial de inmenso valor paraquienes sepan aprovecharse de él, y los líderes ilustres delmundo harían bien en tener presente esta situación.

Pero fomentar la espiritualidad no equivale a apoyareconómicamente a las iglesias, sino que va mucho másallá. Lo importante es reconocer con toda claridad que lareligiosidad, en el más profundo sentido de la palabra,constituye un alimento indispensable en una sociedadsana, y que, por cierto que sea que nuestra religión,como Marx decía, se había convertido en el "opio delpueblo" como resultado del mensaje de «dad al César loque es del César», también es verdad lo que la gentereligiosa afirma cuando dice: «No sólo de pan vive elhombre».

Marxistas y tecnócratas debieran recordar esta afir-mación muy especialmente, ya que a ambos les resultaaplicable el juicio que Tótila hacía del marxismo: «Unareligión del estómago». Y así, con una izquier-

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da y una derecha igualmente centradas en el estómago,tenemos necesidad de saber diferenciar entre religión yespiritualidad, y asimismo saber apreciar todo cuanto deválido y constructivo puede haber en las diversastradiciones del pasado que hoy en día se dan cita en torno alemerger de una nueva cultura entre nosotros.

En relación con esto me parece oportuno el análisis que hace Willis Harman en su reciente libro Global

Mind Change, cuando, refiriéndose al creciente de-sempleo, afirma que no podemos esperar otra cosa queun mayor crecimiento del mismo en el futuro, pero queno debemos preocuparnos por ello, pues es concebibleque en la era de la información y la robotización en queestamos entrando pueda ser automatizado en gran medidael trabajo necesario para nuestra subsistencia; y que sibien ese creciente desempleo no puede causar otra cosaque malestar en quien no sabe aprovechar estacircunstancia, la oportunidad de ocio que el futuro nospromete constituye una preciosa oportunidad, unainvitación a que retornemos a una visión de la vida quetenga como valor prioritario la realización de los valoressupremos y el desarrollo de la conciencia. Cabríamencionar también en este contexto el pensamiento deJoseph Pieper, quien afirma que es precisamente el ociolo que el mundo tecnocrático ha convertido en nuestramayor necesidad, y que en el ocio de por sí yace unavirtud, la de devolvernos nuestra capacidad deespiritualidad e introspección.

«Entre todas, la acción más crucial y urgente que habría queemprender en este mundo humano nuestro en trance de de-sintegración sería la de establecer, primero en nuestro interior

y luego en nuestro entorno, una actitud genuina de ocio con-fiado, de reflexión filosófica, y un amor apasionado a "laverdad, toda la verdad y nada más que la verdad"».

He venido pasando revista a lo quecolectivamente podemos hacer en nuestro favor a la luzde aquel ideal que Tótila Albert llamaba "lo tres vecesnuestro". A lo largo de las consideraciones que precedenhe subrayado particularmente la necesidad de reconocerla transformación individual como un fenómeno im-prescindible en la edificación de la nueva sociedad, y nosolamente por su indudable valor político, y he sugerido loque un gobierno sabio y prudente podría hacer en orden afomentar un despertar generalizado de la conciencia desus ciudadanos a través de actividades de vanguardiacapaces de alentar en la cultura el desarrollo de los valoresterapéuticos y espirituales. Sin embargo, no hemencionado hasta ahora la actividad que podría tal vezconstituir la iniciativa más prometedora, en este sentido,de un gobierno semejante: una eficiente educaciónholistica.

Hoy en día la educación en América está en crisis. Noobstante, la respuesta oficial al problema refleja unasorprendente falta de intuición de la verdadera naturalezadel mismo, que no es otra que la pérdida de vigenciade la educación patriarcal y el rechazo emocional de éstapor parte de sus obligados consumidores. La actualinsistencia en seguir supervalorando el rendimiento en lasllamadas "tres erres" y en etiquetar de patológica laactitud de rechazo a semejante dieta refleja ladeterminada voluntad de seguir poniendo la educaciónmás bien al servicio de Mammón que al servicio delhombre, esto es, al servicio del creci-

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miento económico más bien que al servicio del creci-miento del hombre. Sería de desear que nuestros es-pecialistas en este campo adquirieran la sabiduría su-ficiente como para poder comprender lo que U prácticaactual no les permite "digerir" sin saber claramente ex-plicar el por qué.

Podemos imaginar que la formación excesivamenteintelectual y académica que actualmente imparten losdepartamentos de educación de nuestras universidadespodría convertirse en uno más tan sólo de los ingredientesrequeridos por la clase de educación que necesitamos: unaeducación que, lejos de limitarse a transmitirinformación, apunte a la formación de seres humanoscompletos, sin descuidar en absoluto ninguno de losaspectos más profundos de su ser. Podríamos, acontinuación, preguntarnos quiénes serían capaces de llevara cabo una tarea tan diferente de la que actualmente estánrealizando nuestras instituciones educativas tradicionales.En mi opinión, habrán de ser los "nuevos chamanes" (delos que hablo en el último capítulo de este libro)quienes sean capaces de llevarlo a cabo. Reclutandoentre ellos algunos que hayan elegido como vocación elcamino de su propia transformación personal y que hayanadquirido las habilidades más eficaces para ayudar a losdemás, nuestras instituciones educativas actualmentefosilizadas podrían llegar efectivamente a transformarse.Creo que, así como Buckminster Fuller afirmaba que nohabrían de faltarnos los recursos naturales, tampocodebemos temer la falta de los recursos humanosnecesarios.

Antes de seguir adelante, quiero referirme a un temaque podríamos contribuir a fomentar colectivamente connuestra aquiescencia y comprensión, una re

alidad frecuente hoy en día gracias a los esfuerzos concertados de pequeños grupos de vanguardia: lascomunidades terapéuticas Y espirituales (resulta difícil separar ambos aspectos cuando se analizan sus ob-

jetivos). El tema sobrepasa el ámbito de la terapia o de laespiritualidad como tales, a la vista de su potencialtransformador en relación con la educación y la expe-rimentación política.

Realmente, sería un lujo excesivo en medio de toda estasituación de crisis debida a la obsolescencia del modelopatriarcal limitarnos únicamente a soñar en posibilidadesalternativas sin pasar activamente a la experimentacióncon ellas. Particularmente, en vista del estruendosoderrumbe del experimento de un mundo socialista comomedio efectivo de alcanzar un mundo no presidido por latiranía del gobierno, el dinero o el poder, hemos de saberapreciar la valiosa contribución que encierran las diversasiniciativas experimentales emprendidas por lascomunidades "utópicas". Es verdad que muchas de las"comunas" que proliferaron durante el auge de lacontracultura en los años sesenta y setenta con eltiempo se han desintegrado por diversas razones: por ladesilusión de miembros en exceso optimistas, por unaparte, que soñaban con una forma alternativa más fácil derelacionarse con los otros, y además, por la "reacciónpendular", del idealismo al realismo, experimentadapor los participantes al decidir ocuparse de nuevo delas cuestiones materiales y continuar su trabajo dedesarrollo interior desde dentro de la sociedad establecida.Pero también es verdad que el grado de dificultad quemuchos encontraron para vivir en comunidad no se debía afalta de buena fe por su parte o a haber elegido uncamino equivocado, sino a

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las presiones del mundo patriarcal circundante, presión quepodría haber quedado minimizada en un mundoconsciente de su específico valor o bajo un gobierno in-teresado en apoyar su desarrollo.

Preferiría, al cerrar este capítulo, no dar la impresión dehaber agotado el tema, sino más bien invitar a que cadauno continúe extrayendo ulteriores corolarios de laperspectiva expuesta, estableciendo nuevos puentes deintuición entre la superficie visible de toda la complejaproblemática que nos abruma y el núcleo patriarcal quehe estado presentando como problema central. Otrospuentes sería necesario tender entre el ideal de unasociedad triunitaria y algunos de los valiosos recursos conlos que contamos, como, por ejemplo, las técnicas deresolución de conflictos, que están siendo utilizadas convistas a una "educación para la paz", o los sistemas deterapia familiar, susceptibles de una gran repercusiónpotencial en el campo de la política. Sólo quiero añadir,para terminar, que al ponernos a planear y pensar cómopodría ser el mundo, no deberíamos olvidar que con todaseguridad el mundo será diferente de cuanto podamosimaginar. Es decir, que más importante que todosnuestros pensamientos e intuiciones es que podamosabrirnos a la creatividad emergente en cada momento.Quizás la mejor forma de explicar esto sea a través de dosimágenes bíblicas. Una es la Torre de Babel, símbolo delempeño humano por construir "titánicamente" de abajo aarriba, desde lo conocido a lo desconocido. Lo contrario deesta imagen me parece venir representado en elApocalipsis de san Juan, cuando describe cómo, tras untiempo de suma oscuridad en el futuro, después de todas lascatástrofes, la Jerusalén celestial des

ciende a la tierra en forma de un cubo. Esta idea de laciudad celestial en forma de cubo, una imagen tancristalina, de estructura exacta y predeterminada, evoca laidea de una estructura intrínseca a la naturaleza, queadviene cuando estamos preparados para recibirla.  Asícomo la gracia, en cuanto individuos, es algo que sólopodemos recibir y que no podemos fabricar por nosotrosmismos, así también en lo colectivo tenemos que estarabiertos a algo que cae más allá de nuestras posibilidadesde planificación. Debemos cuidarnos de conferir anuestras ideas o a nuestra inteligencia ninguna especie degrandiosidad o dogmatismo, y cultivar por el contrariouna actitud de apertura.

Para terminar, quiero llamar la atención sobre elhecho de que si las antiguas tradiciones espirituales re-comendaban una ética centrada en el trabajo sobre símismo en orden a la salvación individual, ahora esa ética dedesarrollo propio comienza a sernos exigida también envista de su significación colectiva. Es como si lascircunstancias requiriesen el despertar y el desarrollodentro de cada uno de nosotros de lo que en el budismo sellama la "Bodhicittá", considerándola el primer peldañode la escalera que conduce a la iluminación: la intenciónde realizar el absoluto en favor delmundo.

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2. UNA EDUCACIÓN DE

LA PERSONA ENTERA PARA

UN MUNDO UNIFICADO

Un conocimiento aun mínimo de las cosas superioreses de mayor valor que un máximo conocimiento de

las cosas inferiores.

Tomás de Aquino

Los sistemas educativos de la mayoría de los países se encuentran en crisis y raramente están a la altura de sus necesidades.

En la actualidad necesitamos establecer otros objetivosy otras prioridades.

Alexander King y $ertrand Schneider, enThe First World Revolution (Informe al Club de Roma)

No ha habido nunca un mundo tan espantoso ni tan inhabitablecomo el creado por una ideología que proclama que este mundo lo es todo, dando a la materia una importancia y una prima

cía desconocida en otras civilizaciones... En un mundo puramente materialista la educación no puede ser otra cosa que

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mente materialista la educación no puede ser otra cosa que utilitaria, un entrenamiento para acoplar la parte aprovechable de

lo humano a la función que ha de cumplir durante los pocosaños en que pueda resultar útil; después de lo cual no queda

nada que esperar sino la muerte. y la muerte es el final, lo mismo que el nacimiento es el comienzode la vida.

Kathleen Raine, en El viaje interior del poeta.

En lo expuesto hasta aquí, he dejado clara mi opiniónde que la "curación" de la mentalidad patriarcal es unacuestión esencialmente interior, y que corresponde a lasociedad el responsabilizarse de lo que atañe a susmiembros incluso en ese nivel psicoespiritual individual.Ahora me propongo hacer ver cómo la división internaque entraña el orden patriarcal está reclamando unénfasis particular en la educación y un enfoqueradicalmente distinto.

Empezaré por señalar que la curación está ya ahí,llamando a nuestra puerta junto con la enfermedad, puesésta no es solamente una época de crisis patriarcal (yeducacional), sino también de holisino.

Se habla hoy en día mucho de un "cambio de para-digma" en la ciencia y más generalmente en el modo decomprender el mundo y el ser humano. ¿Cuál es ese nuevoparadigma, que invocan tanto la nueva física como lapsicología contemporánea, y que, de un modo más omenos implícito, está afectando prácticamente a todoslos campos del saber y del hacer?

Podemos llamarlo "holismo" o "integralismo": un enfoque centrado en el todo. Ésta es la perspectiva

que subyace a inspiraciones tan diversas como la teoríageneral de sistemas, el enfoque sistémico de laciencia de la administración y la gestión de empresas,el estructuralismo, y la psicología de la forma. Lacaracterística más llamativa de nuestra época es una nuevamanera de concebir las estructuras, la organización, lainterrelación de las partes en un todo. La vida y el universose nos presentan hoy en día como metaestructurasevolutivas.

Hace unos dos mil quinientos años, el Buda contaba lahistoria de unos ciegos que se hacían una idea de lo que eraun elefante de acuerdo con la parte que tocaban de él,comparándolo uno a una palmera, otro a una cuerda, otroa un abanico, etc., según sus manos exploraran una pata,la cola, una oreja, u otras partes del animal. Estahistoria, recogida más tarde por los sufíes, se ha hechoparticularmente popular hoy en día, y con razón, puesexpresa el florecimiento en el espíritu de nuestro tiempode una comprensión cada vez más generalizada de queel todo es, efectivamente, algo más que la suma de susdiversas partes.

Este cambio de perspectiva sobre el mundo es sin dudareflejo de un proceso vivo: si en el ámbito intelectualestamos en una época de holismo, en términos másgenerales puede decirse que estamos en una era de síntesis.No sólo nos hemos vuelto más interdisciplinarios, másecuménicos, más interculturales, sino que cada vez másvamos sintiendo la necesidad de tornarnos enpersonas completas en un mundo unificado.

La educación holística, como el enfoque holístico de larealidad en general, es parte de esa tendencia sin-tetizadora que está en marcha. Fue Rousseau, padre delRomanticismo y abuelo de la Revolución Francesa, el

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primero en llamar la atención sobre la importancia capitalde la educación de los sentimientos. Luego otros, comoDewey, Maria Montessori y Piaget, pusieron elacento en el aprendizaje a través de la acción. Por otraparte, Steiner y las escuelas Waldorf nacidas de su obra,insisten en el desarrollo de la intuición y en lo que ahorallamamos educación transpersonal. Más recientemente, elmovimiento del potencial humano ha inducido aexperimentar en la educación del "ámbito afectivo". Laeducación holística se propone reunir todas esas vocesdispersas, como proyecto que pretendería abarcar latotalidad de la persona: cuerpo, emociones, intelecto yespíritu.

Aparte de poder llamarse holística en el sentido depretender educar a la persona entera, creo que la edu-cación debería de ser holística también en otros aspectos:por ejemplo, por perseguir una integración de losconocimientos, por su interés en la integración in-tercultural, por su visión planetaria de las cosas, por suequilibrio entre teoría y práctica, por colocar la aten-ción tanto en el futuro como en el pasado y el presente.Un asunto particularmente crítico ha de ser, natu-ralmente, el equilibrio de los aspectos "paternos","maternos" y "filiales" de la persona. Por esto me in-clino a hablar de "educación integral" en referencia alholismo educacional que está surgiendo, y al que per-sonalmente me adhiero.

Mientras en Estados Unidos las cosas han ido evo-lucionando desde la "revolución de la conciencia" hasta elconservadurismo creciente de la década de los ochenta,la idea de una educación integrativa y comprensiva hapodido toparse con la pregunta de si acaso ello noconstituye un lujo. Sin referirse específica

mente a la educación, por ejemplo, Yankelevich escribe enun libro suyo, recientemente publicado, New Rules, quela situación mundial se está haciendo tan crítica y lasituación individual va a tornarse tan dificil, que ya no estiempo de seguir buscando la "auto-realización". Losdías del movimiento del potencial humano, según él,deben considerarse como cosa del pasado, como reflejode la situación de abundancia transitoria que existíacuando surgió.

Creo que debemos guardarnos de semejante punto devista, que no es más que una regresión a la actitudexcesivamente práctica y "realista" que está en el origende la problemática actual. Es precisamente la urgenciade los problemas a los que nos vemos hoy en díaconfrontados como especie, lo que convierte en im-perativo, y no en un lujo, el acometer bajo un nuevo en-foque la tarea educativa. Como dicen Botkin y otros en suinforme al Club de Roma No Limits to Learning:

Después de una década de discutir temas generales, algunossignos de cambio se dejan notar en los debates. La mayoría de losparticipantes en extensas conferencias centradas en proponernuevos modelos de construcción del mundo han sentido quefaltaba en los diálogos un elemental sentido critico. Lapreocupación por el aspecto material de la problemática mundialhabía restado efectividad a los planteamientos. Ahora se haceevidente una nueva preocupación: la de volver a colocar al serhumano en el centro de esa problemática. Ello supone uncambio, en el sentido de dejar de considerar los problemasglobales como manifestaciones de problemas físicos desupervivencia material, para empezar a aceptar la importanciapreeminente del aspecto humano de tales problemas.

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Estos escritores hablan de la "brecha"  (Humnan Gap) ala que se ve enfrentado el ser humano ­la distancia entrela creciente complejidad de los problemas y su capacidadpara   hacerles   frente­   y   creen   que   esa   brecha  puedesalvarse utilizando como puente el aprendizaje:

El aprendizaje, en este sentido, va mucho más allá de ser untema general más. El fracaso en este campo constituyeactualmente, de un modo fundamental, el tema central de laproblemática mundial. En resumen, aprender se ha convertidoen un asunto de vida o muerte.

Yo   prefiero,   personalmente,   hacer   hincapié   en   el"desarrollo"   y   decir   que   si   continuamos   como   gusanos,rehusando   convertirnos   en   mariposas,   acabaremos   des­truyendo   nuestro   medio   ambiente   y   devorándonos   losunos   a   los   otros.   Dicho   de   otro   modo,   no   podemospermitirnos   seguir   dejando   de   lado,   como   mera   posi­bilidad,   esa   transformación  del   ser  humano  que   se  hadado  de  hecho  en   todas   las   épocas.  Lo  que  en  otrostiempos fue sólo el destino de unos pocos y pudo parecerun lujo en el pasado, ahora se presenta con caracteresde   urgencia   colectiva.   Hoy   en   día   el   crecimiento delpoder de que puede disponer el ser humano  amplifica   losefectos  de   los   fallos  que   comete   en   su  ejercicio, y lasconsecuencias resultan inevitables para una población queamenaza   con   sobrepasar   los   límites  de   capacidad   delplaneta.   En   todo   ello   no   podemos  dejar   de   ver   laexpresión de una psique desarrollada  sólo de un modomuy incompleto.

La  psicología  del   ser  humano  ordinario   ­la   psico­logía   que   tenderíamos   a   llamar   "normal"­   es,   psico­analíticamente hablando, regresiva. Bajo la capa de

pseudoabundancia que mostramos al  mundo, y con  laque tal vez nos identificamos, nuestra motivación brotageneralmente de los que nos falta: somos codiciosos, nossentimos insatisfechos, dependientes. En otro tiempo, enlos   tiempos   de   nuestros   antepasados  Cromagnon,éramos  caníbales,   pero  a   juzgar  por   la  marcha de  losasuntos internacionales seguimos siéndolo implícitamenteen   la   actualidad.   Los   gastos   militares   del   mundo   en1979 excedieron  la  cantidad de  mil  millones de dólarespor  día,  y  en años posteriores,  en   que   la   escasez   y   lasuperpoblación   se   han   hecho  más   amenazantes,   nohicieron  más  que  aumentar.   ¿Sería   ello   necesario   si   nofuéramos   en   un   nivel   inconsciente   una   sociedadparanoide   y   canibalística?   ¿No   sería   razonable   dedicaresta suma a un programa de  restauración de la tierra,que   incluyese   como   más   urgentes   las   necesidades   deatención ecológica y de desarrollo de la conciencia?

Nuestra vida colectiva como seres humanos conociótempranamente,   en   la   prehistoria,   la   dureza   de   lasglaciaciones   y   los   periodos   intermedios   de   grandessequías.   Fueron   retos   que   estimularon   a   nuestros   an­tepasados a evolucionar, pero también traumas que lesprecipitaron en un "abismo" de patología psico­social.   Lamotivación   basada   en   la   deficiencia   ­y   la   consiguienteexplotación del prójimo, de la naturaleza y de sí mismos quede ella deriva­ se ha perpetuado por contagio, infectando unageneración tras otra el psiquismo  de   los  seres humanosque   nos   han   precedido,   y   actualmente   nos   vemosempujados   por   ella   a   un   inminente naufragio,  del  quesólo   podremos   salvarnos   si   sabemos   nadar.   "Nadar"significa en esta metáfora la nueva conciencia capaz detrasladarnos de "aquí" a

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"allá", del condicionamiento milenario y obsoleto que estamos padeciendo, a un nuevo orden mundial.

Lejos de constituir un lujo, una educación nueva -unaeducación de la persona entera para un mundo total- esuna necesidad urgente, y es también nuestra mayoresperanza: todos nuestros problemas se simplificaríanenormemente sólo con poder alcanzar una verdaderasalud mental, ya que ésta conlleva una auténticacapacidad de amar. Como decía Krishnamurti años atrás,«la paz individual es la base sobre la que se asienta la pazdel mundo».

Viven hoy todavía la mayoría de las personas queformaron parte de una generación de buscadores tal vez sólocomparable a la de quienes conocieron los primerostiempos del cristianismo o el surgimiento de otrasgrandes religiones. Este fenómeno cultural, que explotóen Estados Unidos hace unos treinta años, ha atravesadoun periodo de expansión entusiasta y otro deapagamiento desencantado, y ello refleja la estructura deun proceso psicológico. Pasado todo aquel bienconocido entusiasmo al iniciar el camino, cuandoparecía que pronto el mundo entero estaría transformado,una fracción considerable de aquella juventudnorteamericana ha avanzado hacia la igualmente bienconocida etapa de darse cuenta que, como Gurdjieffsolía decir, «al comienzo son rosas, rosas, rosas; luego,espinas, espinas, espinas». Toda una generación,prácticamente hablando, se embarcó en aquellabúsqueda; sin embargo, hasta ahora no hemos visto comoresultado una sociedad transformada, sino tan sólo unpuñado de aprendices de brujo en diverso grado dedesarrollo: individuos sólo parcialmente transformados,que tienen algo que aportar desde su expe

riencia y que ahora saben que el viaje es mucho más duro y largo de lo que hablan pensado.

Si es tan difícil transformar a un adulto, puede resultarmás sencillo comenzar con los jóvenes. Si pensamos entérminos de una perspectiva global, teniendo en cuentalas necesidades más vitales que nos acucian comohabitantes de esta tierra, la educación, y en particular todaayuda que pueda prestarse al crecimiento de losindividuos humanos durante su etapa de mayorplasticidad, sobresale entre todas las estrategias posiblescomo la más adecuada en orden a poder intervenirconscientemente en nuestra propia transformaciónevolutiva. Ciertamente, es también la más económica, enun tiempo en donde el factor económico es crucial.

Hitler descubrió en su momento que controlando laeducación podía controlar a la sociedad. Podríamosrescatar la verdad que se esconde en esa percepción,asentándola sobre una base verdadera, pues no es a travésde un "control" como podremos alcanzar el fin queperseguimos, sino a través de actitudes de atención,habilidad y afecto, y más que nada por la calidad del propioser. Sólo dotando a los jóvenes de la posibilidad deconvertirse en seres humanos completos podemos esperar unmundo mejor. Si hemos de "controlar" la educación,necesitamos entender que ese control debe ponerse alservicio de la liberación de los individuos -en realidad,sería más bien un contracontrol.

A todos nos resulta familiar el slogan: «Formar a loshombres que la patria necesita». Si atendemos al sentidoimplícito de esta expresión, formación aquí viene a sersinónimo de socialización, en términos generales, es decir,educación concebida como vehículo de con-

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dicionamiento social.. Pero si hablamos de formar a loshombres  que  el  inundo necesita,  debemos admitir  queentonces, necesariamente, no se tratará de educar desde ypara el conformismo, sino para la libertad y la autonomía,pues un "mundo" verdadero sólo será posible en base acontar con auténticos individuos.

Escribiendo   después   de   Darwin,  Herbert   Spencercomparaba   la   sociedad   a   un   organismo   ­idea   que   ge­neralmente   han   dejado   de   lado   los   sociólogos   poste­riores­. Realmente,  nuestra sociedad dista mucho de serun  organismo,   y   en  esto  hemos  avanzado menos  que  lasabejas   y   las   hormigas.   Una   sociedad   que   fuese   conrespecto al individuo lo que el cerebro es a las células que loconstituyen,   tendría que cimentarse en  la  existencia deseres humanos maduros,  esto  es,  seres  integrados  y  envías   de   autorrealización,   y   no   esa   especie  de   robotshumanoides   que  desde   su   ceguera   y   otros   males   que   leafectan fomenta nuestra sociedad.

Puede   decirse   que   una   educación   orientada   al   indi­viduo entero está de por sí orientada hacia una totalidadmás vasta, es "una educación para un mundo unificado",y  he  querido  poner  de   relieve  esta   idea   incluyéndolaen el título de este capítulo. En primer lugar, para subrayarla tesis de que "una educación de la persona entera es unaeducación para el mundo total", y también por lo saludableque   puede   resultar   el   acentuar   específicamente   lafinalidad   metapersonal.   Además,   por   ser   una   ideainspiradora:   si   nos   hacemos  conscientes  de   lo  muchoque necesitamos una educación orientada hacia la paz yhacia   la  unidad  mundial,  tal   vez   esa   conciencia  puedasuscitar   la   capacidad   de  contribución   creativacorrespondiente a esa finalidad.

Un individuo no puede verdaderamente conside

rarse completo si carece de una visión global del mundo,si no posee un sentimiento de hermandad. Necesitamosuna educación que lleve al   individuo hasta  ese puntode   madurez   en   el   que,   elevándose   por   encima   de   laperspectiva   aislada   del   propio   yo   y   de   la   mentalidadtribal,   alcance   un   sentido   comunitario   plenamentedesarrollado   y   una   perspectiva   planetaria.   Unaeducación  del   yo   como  parte  de   la  humanidad.  Unaeducación del sentimiento de humanidad.

El   despertar   espiritual   que   forma  parte   de  nuestrodestino potencial no supone solamente el nacimiento del"yo",  sino   también   el   alumbramiento   del  "tú".  Elnacimiento  del  Ser   supone el  nacimiento  del  yo­tú,   elalumbramiento del sentido del "nosotros".

¿Cómo puede la educación contribuir a crear el sentidodel nosotros? No solamente a través de una actitud ajenaa todo localismo y abierta a una visión universal de lascosas, sino, ante todo y sobre todo, por medio de unaexperta aplicación de técnicas de  liderazgo comunitario,esto   es,   prestando   un   asesoramiento  experimentadoacerca  de   los   procesos   de   formación  de  grupos  en  elverdadero sentido de la expresión.

Para  Carl  Rogers   los   grupos   son   posiblemente   elinvento   más   significativo   del   presente   siglo.   El   futurodirá.  Pero en  todo  caso  constituyen un recurso  muy  im­portante, y creo que todo educador debiera adquirir  unrepertorio de habilidades que incluyeran, entre  otras,la capacidad de facilitar una comunicación sincera entresus   alumnos   ­responsabilizándose   de   susconsecuencias­,   la   capacidad   de   reconocer   y   expresarlas propias percepciones, tanto de sí mismo como de losotros,   y   la   de   desarrollar   su   propia   empatía   ymantenerse alejado de los juegos del ego. Este proce­

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so no debería, sin embargo, limitarse a la celebración degrupos de encuentro u otros de índole semejante, sinoconstituir más bien el trasfondo de toda situacióneducativa. Hay dos clases de grupo que por representarotras tantas formas poderosas de actividad comunitariaquiero subrayar especialmente. Uno es el grupo de tareas,que ofrece una situación ideal para el aprendizaje deltrabajo en colaboración así como para desarrollar laconciencia de todo cuanto la dificulta. El otro, los grupos detoma de decisiones, que además de ofrecer a losparticipantes un claro reflejo de su carácter constituyen talvez el instrumento más fundamental de que disponemosen orden a una educación para la democracia.

Al aplicar todos estos recursos, debemos tener presenteque, en la situación que atravesamos, crecimiento ycuración son inseparables. Sólo artificialmente cabeseparar el campo de la educación del de la psicoterapia yde las disciplinas espirituales, pues realmente no existemás que un único proceso de crecimiento-curación-iluminación. El tabú que se opone a la introducción de lapsicoterapia en la educación debe entenderse como elsíntoma regresivo y defensivo que es en realidad: siseguimos desatendiendo el campo de lo afectivo en laeducación, continuaremos devolviendo al mundoindividuos fijados en pautas infantiles de conducta,sentimiento y pensamiento, y ciertamente nos estaremosalejando del objetivo de educar a la gente para quepuedan desarrollarse en plenitud.

Después de haber dicho con tanto lujo de palabrasque, en verdad, ha llegado la hora de poner por-obra la ideade una educación integral, quisiera ahora exponer. aunquesea sólo parcialmente, cuál es mi visión de lo

que podría ser la educación del futuro. Y al empezar ahacerlo, no puedo dejar de recordar el ensayo que AldousHuxley dedicó al tema: Sobre la educación de un anfibio.Las observaciones y sugerencias que siguen no son otracosa que una puesta al día de la invitacióri pionera queHuxley lanzara en pro de una educación holística haceahora más de treinta años.

No es preciso decir que la nueva educación irá di-rigida al cuerpo y a las emociones, a la mente y al es-píritu. Pero ¿de qué manera, y valiéndose de qué ins-trumentos?

Con respecto a la educación física, sabemos hoy en díaya lo suficiente como para reconocer que aparte elentrenamiento en deportes y otras medios de manteneruna adecuada forma física, existen otras formas mássutiles de trabajo corporal. Es el campo de lo que eldoctor Thomas Hanna designó con el nombre de "nuevassomatologías". Podríamos hablar de un trabajocorporal externo e interno, siguiendo la aplicación quede estos términos se hace en los deportes. Lo nuevo quees preciso añadir a la educación física tradicional tieneque ver con la actitud y la atención, y aparte de estosería aconsejable incorporar al currículum algunas formasde entrenamiento sensorio-nmotor. Pueden resultarexcelentes y apropiadas, no solamente ciertas técnicasde trabajo en base al movimiento corporal, como lade "Autoconciencia por el Movimiento" de Feldenkreisy la "Eutonía" de Gerda Alexander y la educaciónpsicomotriz relacionar, sino también otros enfoques mástradicionales como el Hatha Yoga y el Tai-Chi-Chuang.

Otro campo, relacionado también con la vertiente física del holon humano, y necesitado asimismo de

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atención, es el relativo a las que podríamos llamardestrezas, sea en el campo del cuidado doméstico,del arte culinario o la artesanía en general. Si el ladopsicopatológico interfiere con la capacidad de movi-lización en orden a cumplir cualquier tarea, es claro queel cultivo de una actitud sana con respecto a la propiaactividad posee un indudable valor terapéutico. Eltrabajo manual ofrece también una ocasión valiosa paradesarrollar virtudes profundas como son la paciencia yla capacidad de autosatisfacción, sólo con que se nossepa hacer captar el valor interior que escondecualquier forma de arte y aprendamos a usar lasituación exterior para el propio crecimiento comopersonas.

Pasemos ahora a la educación de los sentimientos. Enprimer lugar, hemos de decir que resultaría artificialseparar demasiado la educación afectiva de lo quepertenece a la educación de las relaciones inter-personales, e igualmente, tampoco podemos separar deltodo el campo afectivo interpersonal del tema delautoconocimiento. Según esto, quiero señalar quetodo lo que se contiene bajo la rúbrica de la educacióninterpersonal, llámese autoconocimiento, autoestudio oautocomprensión -ese alto ideal ardientemente asumidoy predicado por Sócrates-, es algo que los actualesmodelos educativos marginan sistemáticamente en unostiempos en que contamos con recursos suficientes paraobrar de otro modo. Hora es ya de contar en nuestroscurriculums con laboratorios de comunicación humanamodernamente concebidos en donde se fomente yfacilite la capacidad de autocomprensión, en uncontexto de concienciación interpersonal y aprendizajecomunicativo, partiendo de

los muchos recursos disponibles hoy en día desde elejercicio de libre asociación que Freud introdujera hastalos últimos refinamientos surgidos dentro delmovimiento humanístico.

Por supuesto necesitamos desarrollar, si no recobrar, lacapacidad de identificar los propios sentimientos, así comola de expresarlos de forma auténtica y adecuada. Nopodemos permitirnos pasar por alto la contribución querepresentan las técnicas de dramatización, y másgeneralmente, de expresión, para el desarrollo de la vidaemocional. También es importante en este aspecto unrecurso procedente de la concepción liberal de laeducacion: el contacto con el patrimonio literario yartístico del mundo entero, hecho con la guíaapropiada, constituye un legado recibido de corazón acorazón, así como la ciencia y la filosofía son una he-rencia que se transmite de mente a mente.

Lo más importante que tengo que decir, sin embargo,en lo que respecta a la educación en el campoafectivo, podría ser la necesidad que tenemos de re-conocer que su objetivo central es el desarrollo de lacapacidad de amar.

No cabe la menor duda de que la salud y todas susvirtudes naturales concomitantes son inseparables de lacapacidad de amarse a sí mismo y amar a los otros. Asípues, tenemos necesidad de una pedagogía del amor.Contamos con información suficiente para poderdesarrollarla; tal vez lo que estaba faltando era un sentidode dirección y la ocasión para aplicarla en un entornoeducativo. Sabemos, por ejemplo, que aparte de lanecesidad de proporcionar calor, comprensión y se-guridad psicológica, y dar además ocasión para desa-rrollar el sentimiento comunitario, es necesario ocu-

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parse adecuadamente de la ambivalencia infantil con quecrece la gran mayoría de la gente en nuestra sociedadcomo resultado inevitable de haber tenido por padres aunos seres que lo han sido todo menos emocionalmentemaduros, felices y productivos. El potencial amoroso delindividuo viene velado por su odio a si mismo y por sudestructividad consciente o inconsciente, cosas todassurgidas en su más temprana historia. Liberarse de ellas,como a estas alturas demuestra claramente la experienciapsicoterapéutica, exige alcanzar una comprensiónintuitiva más que puramente intelectual en el reexamen dela propia vida, y ventilar todo el dolor y frustraciónasociados a las impresiones del pasado para así podersoltarlos. Por supuesto, todo ello requiere normalmente unlargo proceso psicoterapéutico, pero aun así hoy en díapuede realizarse en un tiempo mucho más corto que en laépoca dominada por la exploración psicoanalítica.

Yo creo que todo esto se debe en gran parte al tabúexistente en el campo educativo con respecto a lo te-rapéutico, así como con respecto al tema religioso. Seestima que el campo educativo debe ser distinto y nodebe ser invadido por esos otros campos. Es una con-cepción un poco territorial, desbordada en la realidad porcomplicaciones comprensibles, como las que seproducen cuando un niño empieza a hablar en el colegiode cosas que pasan en su casa. Éstas no son cosas quese puedan manejar en un nivel local, en el propiocolegio. Los profesores, los directores escolares, inclusolos burócratas de la educación, necesitarían contar con unapoyo mucho más fuerte para poder tomar lainiciativa de implantar en la escuela elementos queforman parte de la metodología -de la tecnología,

podríamos decir- (le que hoy disponerlos para desarrollary/o sanear las relaciones afectivas. Si la crisis quepadecemos es ante todo una crisis de relaciones, unacrisis en relación con la capacidad amorosa del ser humano,no podemos seguir manteniendo esa separación entre loterapéutico y lo educativo, ni podemos seguiridentificando educación con una instrucción a menudoirrelevante.

Tal vez el recurso procedente del campo de la psi-cología humanística que más se ha intentado aplicar en elcontexto educativo, al menos en Estados Unidos, ha sido elenfoque gestáltico (con el nombre de "educaciónconfluyente"). George Brown, profesor de educación enel campus de Santa Barbara de la Universidad deCalifornia, y también gestaltista, consiguió el apoyo delInstituto Esalen y de la Fundación Ford hace ya más deveinte años, y ha estado impartiendo formación gestálticaa educadores de un modo sistemático en todos estos años,no tanto con la intención de 'convertir a la terapiagestáltica en una parte adicional del currículum, sino conel objetivo de dotar a los profesores de una mayorcapacidad de acercamiento experiencial a la verdad, deuna mejor comprensión de la condición humana, y unamayor habilidad de manejarse como personas frente aotros seres humanos -todo lo cual supone estar trabajandoen el terreno fronterizo entre lo terapéutico y lodidáctico-. Creo que la Gestalt merece ser recomendadacomo un recurso de primer orden por la economía quesupone: un contacto, aun breve, con la Gestalt puedeaumentar en la persona ese tipo de habilidades, aldevolverle la capacidad de estar en el aquí y el ahora. Lamayoría de la gente viven bajo un implícito tabú que lesimpide ex-

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presar lo que les está sucediendo en el momento, demodo que cuando adquieren la capacidad de hacerse másconscientes y asumir la responsabilidad de su experienciaen el aquí y el ahora pueden surgir mil cosas nuevas. Esuna liberación preñada de consecuencias. Cuando alguienpuede interrumpir lo que está sucediendo en un niveldiscursivo para decir, por ejemplo, "algo me huele mal",o "me siento incómodo", o "esta situación me estáaburriendo", trasladando así la comunicación al nivelinterpersonal, es posible superar muchos estancamientosestériles.

Algo semejante podría decirse del A.T. (análisistransaccional), del psicodrama y de otras diversas te-rapias contemporáneas. Merecerían formar parte de unmosaico ideal de experiencias y contribuirían tanto alproceso de desarrollo personal como a la formaciónprofesional de los educadores. Pero muy especialmentequiero subrayar, al soñar en una posible educación delfuturo, el enorme potencial que encierra para la educaciónun enfoque terapéutico todavía no muy conocido nisiquiera en el ámbito de la terapia y que circula con elnombre de "Proceso Fischer-Hoffman". No se originó enel mundo académico, sino más bien en el espiritual, y leconcedo una singular relevancia como remedio frente alos males patriarcales, pues constituye un métodoespecíficamente dirigido a conseguir la integración del"padre", la "madre" y el "hijo" dentro de la persona.También se le conoce con el nombre de "Proceso de laCuadrinidad", por cuanto persigue la armonización delcuerpo, las emociones, el intelecto y el espíritu delindividuo. Hace ya más de diez años, en uno de loscongresos internacionales de Gestalt celebrado enEstados Unidos, lo recomendé

como algo sumamente apropiado para la formación degestaltistas y en general como instrumento recomendableen la formación de cualquier tipo de terapeutas. Pero creoque el principal potencial de este método está en elcampo educativo. Consigue con relativa facilidadplantar en poco tiempo una semilla de curación en lo queconstituye la especialidad de este método: el campo delas relaciones de la persona con sus padres, ya esténvivos o muertos. La idea es la misma del cuartomandamiento, ya que el desamor, la ambivalenciaamorosa hacia los padres, la agresión consciente oreprimida contra ellos, perturba todas las relaciones de lapersona con el mundo, y es lo que (por usar el lenguajepsicoanalítico) está detrás de la "compulsión derepetición", el transferir interminablemente al presenteactitudes aprendidas en el pasado. Si se restablece elvínculo amoroso con los padres (un vínculo amorosoque la mayor parte de la gente ni siquiera sospecha haberperdido), se restablece la posibilidad de otro nivel deamor hacia sí mismo y, por extensión, hacia los demás.

Si quisiéramos decir qué aspecto estaría más nece-sitado de reforma dentro del ámbito de la educación delintelecto, sería necesario apuntar hacia algo bien di-ferente de todo cuanto se revisa y plantea de año en año enlos innumerables congresos de educación de ámbitonacional y mundial, y a lo cual se dedican enormes,sumas. Tanto en Estados Unidos como en otros países seinvierten millones de dólares en reformas educativas queno tratan sino de reformar el currículum, la mayor parte delas veces en base a simples variaciones sobre los mismostemas. Lo que se necesita no es tanto modificar cuantocondensar de un modo significativo

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el curriculum tradicional, en base a una seria tarea deselección que apenas si se ha comenzado a realizar, eimplantar, yo diría, una ética de economía, tanto de re-cursos como de tiempo de los estudiantes, de modo que lasituación escolar pueda ser usada en provecho del niño deun modo más fructífero desde una perspectiva másatenta a los valores humanos.

Cabría esperar que con respecto a la vertiente cog-nitiva de la educación habría menos que decir o hacer enorden a su posible mejora, ya que hasta ahora la educación havenido centrándose casi exclusivamente en ese aspecto.Sin embargo, la educación, en su aspecto intelectual,necesita ir mucho más allá de la mera transmisión deinformación, tanto si el objetivo es comprender mejor elmundo como si lo que se pretende es capacitar alindividuo para llevar a cabo en él tareas especializadas.

El extender la educación más allá de los contenidoscognitivos. según estoy sugiriendo, nos confronta con lanecesidad de desarrollar la vertiente informativa de laescuela de un modo mucho más eficiente de le que seha venido haciendo hasta ahora. simplemente porquehabría mucho menos tiempo para dedicarse a ello.Necesitamos aprovechar al máximo todo el potencial queencierran los puzzles y los juegos, que constituyen unmedio ideal para el aprendizaje temprano de lasmatemáticas, desplegar toda la riqueza de los recursosaudiovisuales, explorar las posibilidades de losordenadores, etc. Y creo que ante todo necesitamos loque podría llamar una ética de brevedad: no podernospermitirnos sobrecargar la capacidad de almacenamientode nuestros cerebros con informaciones detalladassobre cosas o aspectos no esenciales.

sino que debemos concentrarnos al máximo en cues-tiones realmente significativas, ya sea con respecto a lavisión del mundo o relativas a la propia vocacióno preparación para el servicio en medio de él. La sed decomprensión forma parte de la naturaleza humana ynecesita alimentarse de una visión panorámica delconocimiento. Sería, pues, aconsejable y sabio ponerpor obra un tipo de educación que entrañase un equi-librio entre generalismo y especialización; esto es, unaeducación capaz de promover habilidades especificassobre un trasfondo de contenido general. Esto en síimplicaría una cierta educación del llamado pensamientointegrativo.

Lo que el panorama actual muestra como insufi-cientemente recalcado en la educación tradicional es eldesarrollo de habilidades cognitivas, como tales, másallá de los contenidos del aprendizaje. Además deaprender, necesitamos sobre todo aprender a aprender.Incluso si adoptamos una actitud más pragmática quehumanista, llegamos a la misma conclusión. «Lacantidad de conocimientos que uno adquiere en un áreacualquiera de contenido no guarda relación, por lo general,con un mejor desempeño de la .ocupación co-rrespondiente», escribe el profesor Kilpatrick en elBoletín de la AHHP. «La mayoría de lasocupaciones sólo requieren que el individuo estédispuesto y sea capaz... Lo que distingue al individuoeficaz en el desempeño de su función no es tanto laadquisición ni el uso de conocimientos, sino más bien lascapacidades cognitivas desarrolladas y ejercitadas en elproceso de adquisición y empleo de esos conocimientos.»Aquí también necesitamos mudar nuestro foco de loexterno a lo interno, de lo aparente a lo sutil.

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Para el desarrollo de las capacidades cognitivas haynuevos recursos que la educación podría incorporar hoyen día, instrumentos que van desde los ejercicios depensamiento lateral de De Bono y el entrenamiento en elanálisis de las presuposiciones implícitas, hasta elpensamiento dialéctico y la educación no verbal deFeuerstein, y otros. Quiero destacar, no obstante, dos deellos que, aun no siendo nuevos, no deben por ello caeren el olvido. Me refiero en primer lugar a las ma-temáticas. Ésta es un área de contenidos de extraordi-nario valor en la educación del razonamiento como tal,como bien sabían los educadores del pasado. Si aspiramosa conseguir un equilibrio entre los hemisferios derecho eizquierdo del cerebro, cuidémonos mucho de arrojar por laborda las matemáticas como si se tratase de un ejercicioacadémico propio del pasado, tal y como pareceinclinada a pensar la nueva cultura centrada en elhemisferio derecho. En segundo lugar, me refiero a lamúsica. Toda expresión creativa, a través del medio quesea, puede ser considerada como un medio paradesarrollar la intuición, pero entre todas ellas sobresale lamúsica, de un modo semejante a como entre todas lasciencias sobresalen las matemáticas. La música, comoha dicho Polanyi, es "matemática sensible", y puedehacer por nuestro cerebro intuitivo lo que lasmatemáticas en favor de nuestro cerebro racional. Eneste aspecto puede que tengamos algo que aprender delos húngaros, quienes, bajo la dirección de Zoltan Kodali,desde hace unas dos décadas, han sido pioneros en elcampo de la educación musical y en la observación desus benéficos efectos sobre los niños con resultadosmedibles en cuanto al desarrollo de su inteligencia. Haytambién otros recursos disponibles en

este sentido, de los que podrían sacar partido nuestrasescuelas, tales como el sistema Orff y la Eurritmia deDalcroze.

Otro aspecto de una educación centrada en el de-sarrollo de la capacidad amorosa es el transpersonal oespiritual. Una mitad de cuanto podemos hacer a esterespecto consistiría en promover el desmoronamiento del"ego", enseñar a trascender el propio carácter y ofrecerayuda para atravesar el proceso de liberación de losobstáculos interiores. La otra mitad debería centrarse enel cultivo de aquellas cualidades que constituyen elobjetivo de toda forma de meditación, pues es biensabido, y así lo predican todas las religiones, que elamor fluye naturalmente de la expe— riencia mística.

Esto enlaza con el tema de la educación transpersonal,esto es, la educación de ese aspecto de la persona que estámás allá del cuerpo, la mente y las emociones, y al quetradicionalmente se le da el nombre de "espíritu".Empezaré por referirme a la cuestión controvertida de sila religión debe o no ser enseñada en clase. Hubo untiempo en que la religión era-una materia obligatoria.Luego, la educación secular reclamó su independenciafrente a la Iglesia, y ello supuso un paso adelante en eldesarrollo de la sociedad moderna. Pero una cosa esindependizarse de la autoridad de una determinadajerarquía religiosa, y otra cosa es el tema de laeducación espiritual. La vertiente religiosa es unaspecto de la naturaleza humana, y ninguna educaciónpuede pretender llamarse holística si no lo toma enconsideración. El espíritu de nuestra época no seaviene ya con inculcar ningún tipo de dogmas ni conactitudes particularistas: ha llegado la hora de un en-

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foque transistemico y transcultural en el campo delespíritu. Como una vez escuché decir al obispo Myers deSan Francisco en una reunión de futurólogos: «Nopodemos por más tiempo dejar de estar familiarizados contoda la herencia espiritual de la humanidad». Lo quenecesitamos, obviamente, es una "clase de religión" endonde se presentara la esencia de las enseñanzasespirituales del mundo entero y se subrayara laexperiencia universal común que todas ellas simbolizan,interpretan y cultivan de maneras diferentes.

Quiero también tocar la cuestión de cuándo un niñodebe ser iniciado en la enseñanza religiosa. Hay ciertasprácticas, dotadas de un significado espiritual en ciertomodo equivalente al de la meditación, que resultanapropiadas para niños pequeños, como son el contacto conla naturaleza, las artes, la artesanía, la danza, el trabajocorporal, y sobre todo la narración de historias y la fantasíadirigida. Sin embargo, en mi opinión, la época ideal paracomenzar con la educación espiritual explícita es la de lapubertad, y no antes, a menos que nos propongamosllevar a cabo un lavado de cerebro. Las culturasprimitivas, que, como bien sabemos hoy, pueden estarespiritualmente muy evolucionadas, acostumbranintroducir a sus miembros en los símbolos y revelacionesde su tradición con ocasión de un rito de iniciación a laadolescencia y a la vida adulta. Antes de eso, los asuntosreligiosos son tratados como misterios para los cuales yahabrá oportunidad y guía adecuada cuando llegue el mo-mento. Creo que esta práctica, muy extendida, encierrasabiduría, ya que es en la adolescencia cuando surge lapasión por la comprensión metafísica, que convierte amuchos jóvenes de esa edad en filósofos na

turales. Y, lo que es más importante, la adolescencia marcael comienzo del anhelo, el despertar de la energía quemueve al buscador en su búsqueda. Éste es, por lo tanto, eltiempo biológicamente adecuado para hablar, al individuoen crecimiento, acerca del "viaje" y de su objetivo, yacerca de las ayudas, los vehículos, los instrumentos y lostalismanes de que puede disponer.

Innecesario es decir que una auténtica educaciónespiritual no debería quedarse en el terreno teórico, antesbien las enseñanzas espirituales ofrecen un contextoadecuado para la práctica. Si ha de figurar en el cu-rriculum una "clase de religión", ésta debería venircomplementada por una introducción vivencia) a lasdisciplinas espirituales, por una especie de "laboratoriode religión" que incluyera una introducción a lameditación y otras prácticas semejantes, de manera queel individuo, al abandonar la escuela, se encontrara dotadode las herramientas básicas necesarias para su propioprogreso espiritual en la vida cotidiana.

Tendrá que transcurrir algún tiempo antes de podercontar con individuos capaces de montar un aprendizajerelativo a las disciplinas espirituales basado en laexperimentación y diseñado desde una perspectivatranscultural e integral. Entre tanto, la mejor opción puedeque sea ofrecer a los estudiantes un periodo de tiempodurante el cual puedan "probar" entre una selección delas principales disciplinas espirituales cultivadas-en todoel mundo, para lo cual podrían encontrarse guíasadecuados.. Espero que en el futuro podamos tenerocasión de diseñar un programa transistémico de prácticasespirituales concebido de acuerdo con los elementosnaturales y objetivos de toda enseñanza espiritual y conlos aspectos del proceso

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psíquico implicados en ella. Es claro, por ejemplo, queuna forma natural de iniciar un programa semejante podríabasarse en la práctica de la concentración, ya que todaslas formas de meditación, de culto y de plegariadescansan en la capacidad de concentrarse debidamente.

Aunque este tema, que constituye uno de mis camposde especialización, merecería un desarrollo mucho másextenso, básteme decir aquí que la variedad existente deesquemas de práctica espiritual se reducen, en miopinión, a una serie de formas puras, o a una com-binación, de un número limitado de "acciones internas",y creo que así como la educación física requiere ejercitarlas diferentes posibilidades de movimiento del cuerpo, asítambién deberíamos tratar de cultivar las diferentes"posturas psicológicas" que implica la experienciaespiritual; en efecto, esa actitud óptima de conciencia quetodas las disciplinas espirituales persiguen como metaentraña un estado y unas experiencias multifacéticas, queabarca cualidades y sensaciones diversas corno claridad,calma, libertad, desapego, amor, sacralidad. Y aunque elcultivo de cada una de estas cualidades constituye depor sí un camino, algo podría ganarse a través de unenfoque integrativo que, por encima de lo que cada unade ellas representa, apuntase hacia el objetivo en. el cualtodas convergen.

Aparte las razones de eficacia, un programa con-cebido en base a la comprensión de las dimensionessubyacentes a cualquier tipo de práctica espiritual tendríala ventaja de conducir a la conciliación experimental demuchas paradojas y acabar con la estrechez mental quesupone discutir acerca de cuál es el camino "verdadero".Otro fruto adicional sería la espontá

nea comprensión de la esencia de todas las tradiciones religiosas.

He desarrollado hasta aquí mi visión acerca de lo quellamo una educación integral, esto es, una educación delcuerpo, las emociones, la mente y el espíritu, que sebase en una contemplación equilibrada de susdiferentes aspectos, y que sea capaz de devolver - almundo seres capaces de comprender tal visión y de servirlacon generosidad. ¿Qué podemos hacer en favor de tan nobleiniciativa?

Por supuesto, la cuestión decisiva es la expansión ydifusión de esa forma de comprensión. Un mayor progresoen la comprensión por parte de todos es susceptible deconducir a ulteriores desarrollos más creativos que losproducidos hasta la fecha en el seno de la enseñanzaprivada, y eso ya es algo.

Pero el paso siguiente en orden a convertir el sueñoen realidad reside, sin embargo, en la educación de loseducadores.

Esto ya lo vienen haciendo por sí mismos en ciertamedida muchos educadores, que guiados por un afán decrecimiento propio y el amor a su profesión se procuranlas nuevas experiencias e informaciones necesarias através de distintas formas de educación continuaautodirigida. Es de esperar, no obstante, que dentro deno mucho tiempo los propios centros de formación deeducadores puedan haber asimilado suficientemente laforma holística de comprensión a que nos venimosrefiriendo, de manera que cuando llegue el momento dedejar la universidad los profesores hayan desarrollado laperspectiva y serie de habilidades, junto con la madurez yprofundidad, que requiere una educación integral.

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A la expansión y maduración de la conciencia en lapoblación, y de un modo especial entre los profesionales,seguirá de un modo natural la reforma del sistemaeducativo oficial: la revolución de hoy es el es-tablishnment de mañana. Las instituciones socialesposeen su propia inercia característica, y el crecimientotiene lugar como resultado de sobrepasar tal inercia através de la visión prospectiva: «el poder domesticador delo pequeño», en el lenguaje del I Ching. El establishmenteducativo ha merecido ser comparado, por su inercia,con un elefante blanco, y los servicios que prestaresultan obsoletos e irrelevantes hasta un punto del todoinjustificable. La indisciplina escolar, no me cabe duda, esen este sentido un fenómeno reactivo, una especie dehuelga contra la inutilidad, una súplica en pro de unaeducación que resulte relevante para los tiempos críticos ylos problemas reales que debemos enfrentar, unaeducación a la que realmente pudiéramos considerarsabia y que verdaderamente nos ayudase a ser mejores.

Confío haber transmitido, a través de cuanto precede,una cierta conciencia acerca de la negatividad eirrelevancia de nuestro actual sistema educativo, pa-triarcal y antiholístico, con respecto a la situaciónhumana real hoy en día, y espero haber dejado claro queéste es un tema que requiere una urgente atención.Nuestra educación es tan absurda como potencialmente"salvífica". Es absurda hasta el punto de que muchoshan llegado a hablar de desmantelar las escuelas como lasolución más adecuada (¡van Illich veía en eldesmantelamiento de las escuelas el paso fundamentalpara la gran liberación necesaria frente al autoritarismoen general). Muchos piensan que la

educación actual no sólo ha dejado de cumplir con sufunción, sino que incluso, por omisión, nos ha perju-dicado. Al decir esto, me viene la imagen de un cartelque presentase la foto de un grupo de niños llenos devida al lado de otra con gente en un autobús, con cara derobot y expresión aburrida, y una frase debajo que dijese:"¿Qué ha sucedido?" A la hora de encontrar respuestapara ese proceso de adormecimiento, de embotamientode las facultades humanas, no cabe duda que habría quedarle la palma a la intervención de un proceso educativo,como el nuestro, tan opuesto a lo que con él se deberíatratar de conseguir.

Es la situación global que atravesamos la que mehace considerar "urgente" y no solamente importanteencontrar una solución a este problema. Al tiempo quela crisis que padecemos es consecuencia del fracasode nuestros planteamientos en las relaciones humanas,descuidamos totalmente el aprendizaje de la dimensióntranspersonal en el ámbito educativo.

Después de haber circulado durante muchos años laexpresión "problemática mundial", para referirse conella al gran macroproblema que engloba todos losproblemas que escapan a la capacidad de encontrar so-luciones de los especialistas aislados, Alexander King,cofundador del Club de Roma, ha acuñado en su libroLa primera revolución mundial, recientemente publicado, la nueva expresión "resolútica", como contra-partida de aquélla, y en su propuesta de una vía com-pleja de salida a la situación destaca, junto a la de latecnología, la importancia de la educación. Según él, laeducación debería comprender los siguientes objetivos:

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«. Adquirir conocimientos.estructurar la inteligenica y desarrollar las facultades criticas.• desarrollar el conocimiento de uno mismo y la conciencia de las

propias cualidades y limitaciones.• aprender a vencer los impulsos indeseables y el comportamiento

destructivo.• despertar permanentemente las facultades creativas e imaginativas

de la persona.• aprender a desempeñar un papel responsable en la vida de la sociedad. aprender a comunicarse con los demás.

ayudar a las personas a adaptarse y a prepararse para el cambio.• permitir a cada persona la adquisición de una concepción global

del mundo.• formar a las personas para que puedan ser operativas y capaces de

resolver problemas.»

Personalmente celebro y comparto las afirmacionesde King, pero siento, no obstante, que en su lenguaje depura objetividad, tomado del mundo de la economía, lapolítica y la ingeniería, se pierde algo vital y sustancial:me parece significativa la ausencia de palabras talescomo "amor" y "compasión". Son palabras que nuestromundo basado en el desarrollo del hemisferio cerebralizquierdo considera implícitamente prohibidas, de un modosemejante a como entre los personajes replicados delMundo feliz de Aldous Huxley se consideraba de malgusto hablar de la incubadora.

Quiero ahora referirme al hecho de que una de lasrazones por las que no se ha avanzado más hasta ahorani siquiera en la formulación de esos objetivos adi-cionales que la educación debería perseguir es la im

plícita convicción de que tratar de conseguirlos resultaríaen exceso costoso. Parece natural pensar que un cambiotan radical en torno a los objetivos de la educación -y nodigamos, en cuanto a los medios a emplear para ello-habría de suponer el correspondiente relevo en elpersonal encargado de llevarlo a efecto.

Pero creo que el problema no es tan insoluble comoparece. La clave definitiva, por supuesto, estribaría en unmolde diferente de formación de los educadores, queactualmente reciben un exceso de bagaje intelectual yuna insuficiente educación emocional y espiritual. Porejemplo, en el campo de la psicología se enseña muchoacerca de conductismo, pero nada que realmente ayudea cambiar a la gente; es decir, se aprende a cambiarcomportamientos concretos, pero muy poco a cambiar deforma de vida. ¿Por qué? Porque el conductismo escientífico, y como tal sólo se ocupa de lo que puede sermedido.

Una vez, uno de mis profesores en la Facultad deMedicina, Ignacio Matte-Blanco, psicoanalista chilenoemigrado a Italia hace muchos años, me contaba de unamigo suyo que había querido estudiar medicina porquele atraía como vocación ocuparse del ser humano,comprender la mente humana. Con el tiempo, llegó adarse cuenta de cuán imposible resultaba pretenderconstruir una auténtica ciencia de la mente, y al finaldedicó su vida al estudio de la trasmisión de losimpulsos nerviosos y la polarización de la membrana deleje neuronal del calamar. Creo que a todos nos ha pasadoun poco eso: que por ser científicos hemos limitado elcampo de nuestros intereses a lo que la ciencia puedeabarcar y medir, quedando así presos en uno de los juegospatriarcales, el cientificismo, que no es,

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por supuesto, lo mismo que la ciencia, sino tan sólo tina caricatura del espíritu científico.

Traigo a colación el tema de la economía a esterespecto, porque estoy convencido de que ese necesariocambio de orientación de la educación es posible, estáfácilmente a nuestro alcance, y resultaría mucho menoscostoso de lo que podemos imaginar. Con sólo contar conel suficiente grado de conciencia, sería tina revolución tanalcanzable corno el simple gesto de girar un interruptor.Piénsese en la analogía de la Revolución Francesa, endonde un cambio radical de orientación en la educación(desde una visión humanista a una concepción científica)pudo ser llevado a efecto sólo porque hubo un gobiernofuerte que decidió hacerlo así. «Bien -dijeron lasautoridades-, vamos a traer a los científicos a lasescuelas». La gente que entendía de ciencia eran quienesandaban metidos en los laboratorios, como Lavoisier ysus discípulos. Era la época del nacimiento de la ciencia,y se trajo a las escuelas, a enseñar, a gente que no teníaexperiencia pedagógica pero que tenían mucho quecomunicar.

Creo que ahora habría que hacer algo semejante: dar unespacio limitado a las materias que actualmenteconforman el currículum (en realidad, la mayor parte decuanto aprendemos lo aprendemos fuera del entornoescolar), condensar buena parte de cuanto hoy en día se haceen las escuelas, y hacer sitio en ellas a personas que hanestado ocupándose de su propio y más elevado desarrollointerior, gente metida en el creciente movimientoexperiencia) terapéutico y espiritual que florece a nuestroalrededor. Esta doble vertiente de búsqueda, psicológica yespiritual, responde a la sed de respuestas despertada en elhombre en la misma medida

en que la cultura, esta cultura nuestra patriarcal, no sólo yaobsoleta y en crisis, sino agonizante, dejaba de darlas. YaNietzsche, en el siglo pasado, había empezado aproclamar que Dios había muerto, pero a lo queNietzsche se refería en realidad era a la imagen que lagente se formaba de Dios en su mente; esa imagen, tanligada a la mentalidad patriarcal, sí que ha muerto. Paraque renazca el espíritu, es necesario hablar otros idiomas,abrirse de nuevo a la sed y dejar de sentirse ajenos a estapreocupación tan humana. Y esto está ocurriendo en tornonuestro en estos tiempos. De un modo especialmentegenuino, esa búsqueda y esa preocupación ha idocaracterizando los diversos grupos y tendenciasenglobados en el seno de la psicología humanista,nacida en Estados Unidos como "Movimiento de laspotencialidades humanas" en los años sesenta, ydesarrollada más tarde bajo el nombre de psicologíatranspersonal, que bien pudiera ser considerado como unnuevo chamanismo emergente. Se trata de un procesocontagioso que desborda por su propia dinámica el marco delo académico, más allá de su innegable y vigorosacapacidad de fecundarlo.

Creo que.dentro de este movimiento general cabríareclutar un número suficiente de educadores psicoes-pirituales, y las instituciones educativas harían bien endarles entrada desde este momento en su seno, aunque sólofuera con carácter experimental y complementario. Estoinicialmente, ya que el cambio ideal y definitivo habria derequerir, como es lógico, una nueva educación de loseducadores: la vida sólo procede de la vida, y la madurezsolamente de personas que a su vez han madurado, sobretodo cuando lo que se trata de transmitir es una formaciónintegral y estrictamente humana.

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Lo que se echa de menos en las escuelas de formaciónde educadores hoy en día es la capacidad de dotar a losmaestros y profesores de toda una serie de habilidades yconocimientos en el ámbito terapéutico y en elespiritual, cuando, en mi opinión, resultaría re-lativamente poco costoso incluir estas enseñanzas en losprogramas respectivos. Digo esto basado en mi propiaexperiencia, ya que yo mismo he llevado a cabo programasde formación semejantes, si bien dirigidos directamente aterapeutas y no tanto a educadores. Pienso que a travésde programas intensivos y breves, que no requerirían untiempo excesivo, sería posible ofrecer una ayuda eficaz aprofesores que se sienten "quemados", aburridos,incapaces de relacionarse de verdad con sus alumnos,desmotivados y condenados a seguir haciendo algo en loque han dejado de creer, sin ver ninguna salida a susituación.

He tenido ocasión de hablar frecuentemente de estetema ante auditorios selectos y especializados, y hecaptado siempre en ellos una resonancia que me damotivos para sentirme optimista en cuanto a la difusión ypropagación del contenido de las ideas que preceden.Entre esas oportunidades, dos han sido especialmentesignificativas.

Una tuvo lugar en el II Congreso Holístico Inter-nacional, celebrado en Belo Horizonte en 1991, donde,por unanimidad, el auditorio aprobó una moción derecomendación a la UNESCO en el sentido de tomar encuenta la urgencia de incorporar a la educación el factoremocional y espiritual.

La segunda fue en el Simposio Internacional sobreel Hombre, celebrado en Toledo, España, también en1991, en el curso del cual realicé una pequeña en

cuesta entre los componentes del auditorio que asistía ami conferencia. Casi la mitad eran educadores, ytambién en esta ocasión la respuesta fue completamenteunánime en el sentido de apoyar mi propuesta en favorde una educación más holística, que debería nutrirse delas aportaciones de la "Revolución de la conciencia" ydel movimiento humanístico en general, y queprivilegiase el aspecto afectivo y el crecimientoespiritual de los educadores.

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3. UN NUEVO

INSTRUMENTO PARA LA

REEDUCACIÓN DEL AMOR

Honra a tu padre y a tu madre, y así vivirás larga vida en la tierra que Yahweh tu Dios te dio.

(Éxodo 20,12)

La religión nos manda perdonar las injusticias que hayamossufrido; sólo entonces quedamos libres para amar y libres del

odio. Eso está bien, pero ¿cómo encontramos el camino del auténtico perdón'?

Alice Miller

Transformado al regresar de profundos sufrimientos vago porel mundo. Aquel que bendice a sus padres se recrea a si mismo

en honda felicidad.

Tótila Albert

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Así  como en el  capítulo segundo nte he ocupado deuno de los principales aspectos de la resolútica relativaal mundo patriarcal,  así  ahora en este tercer capítulome dedico a desarrollar con mayor amplitud uno de losrecursos   que   he   mencionado   al   hablar   de   la  futuraeducación holística.

Junto   a   la   "tecnología   de   lo   sagrado  "  de que ha­blaba  Theodore  Roszak   en   los   años   sesenta,deberíamos ciertamente ocuparnos de las tecnologías delo  humano,  en el  más puro sentido de  la  expresión,apuntando, por encinta del hombre­máquina, al  mismocorazón del hombre.

De excepcional importancia, tanto en el campo de laeducación   como   en   el   de   la   psicoterapia,   sería   podercontar con una "tecnología del autor " (si se me permitela expresión).  Estancos necesitando,  sin  lugar a dudas,una metodología más eficaz que la que hemos tenido hastaahora a este respecto, basada en mandatos religiosos o enconceptos   psicoanalíticos.   Estoy   convencido   de   que   elretazo,   aún   poco   conocido,   de  psicología   "pop  ",  quedescribo   a   continuación,   aporta  una   respuesta  a   esanecesidad.

El   "Proceso  de   la  Cuadrinidad  ",  creado por  RobertHoffman a   lo   largo de  los  años  sesenta,  puede ser   ca­talogado   de   psicología   "pop  "  de   igual   forma que   losseminarios  de   introducción  a   la   PES  o   los   grupos  decontrol mental. es   decir, en el sentido de no haber nacidodentro   del   ámbito   académico   o   profesional.   Noobstante,   profesionales   de   prestigio,   cono   el   doctorHogle de la Universidad de  Stanford,  el doctor Knoblede  la Universidad UN!CAMP de Camnpinas en Brasil,   yotros, lo han apoyado con todo entusiasmo. Por humildeque haya sido su cuna e ingenua (en el sentido

de   e.vtraescolar)   la   concepción   en   que   se   basa,   puededecirse de él que engloba las principales intuiciones delpsicoanálisis   y   otras   valiosas   contribuciones   de   lapsicología humanística,  corto espero mostrar en lo  quesigue.

Se puede decir que el movimiento transpersonal reflejahoy en día en el campo de la psicología un fenómenocultural más vasto: la aproximación entre Oriente yOccidente. El influjo espiritual de Oriente en nuestromundo occidental fue lo que abrió en primer término alos terapeutas al reconocimiento de los factorestranspersonales. Así, Jung tuvo en gran aprecioel libro El secreto de la flor de oro chino, el 1 Ching y el Libro tibetano de los muertos, y más tarde una olapoderosa de influencias orientales barrió a Occidentecon el Zen, en un principio de la mano de D.T. Suzuki,seguido después por la llegada de Suzuki Roshi aCalifornia, y los libros de Alan Watts en América y delconde Durkheim en Europa.

En contraste con la atmósfera de espiritualidadoriental, sobre todo budista, presente en el movimientotranspersonal, el "Proceso de la Cuadrinidad" de RobertHoffman comparte con "Un curso de milagros", otracontribución extraacadémica al campo transpersonal, elcarácter de excepciones a la regla, debido a su trasfondo deespiritualidad occidental.

En el prólogo del libro de Bob Hoffman No One isto blame: Getting a Loving Divorce from Momn andDad, he dicho: «Me complace creer que pueda habercontraído un karma positivo por haber jugado el papel deJuan el Bautista en esta historia». Me refería al

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hecho de haberle abierto el camino a alguien que teníamucho que ofrecer, y también al de haber "bautizado" suobra con el nombre entonces usual de "Proceso Fischer-Hoffman". La imagen de san Juan Bautista resultabaparticularmente apropiada teniendo en cuenta el espíritujudeocristiano de la obra de Bob Hoffman.

El Proceso de la Cuadrinidad no solamente se alineacon el mandamiento central del evangelio cristiano,«Ama a tu prójimo como a ti mismo y a Dios sobretodas las cosas», sino que se puede decir que el modocomo Hoffman enfoca este objetivo terapéutico es másbien un eco del antiguo mandamiento judío de amar yhonrar a los propios padres.Pienso que tiene muchosentido considerar el amor a los padres como unagarantía y un barómetro de la salud mental, porque prepara elterreno para el amor a uno mismo y a los demás,constituyendo por tanto una pieza muy importante deingeniería social. Con el advenimiento de la psi-coterapia, sin embargo, se ha abierto la posibilidad deacercarse a aquella vieja aspiración más de lo que re-sultaba posible a partir de meras normas éticas: el métodoofrecido por el Proceso de la Cuadrinidad para elrestablecimiento del vínculo amoroso con los propiospadres es al mero mandato de amarles, como ayudar arestaurar el amor es a la mera predicación de las bon-dades del mismo.

Si al escribir el prólogo al libro de Bob Hoffman in-tentaba familiarizar al lector, profano o profesional, con losdistintos pasos del Proceso como procedimiento te-rapéutico, percibo mi tarea ahora, al introducir este temaen el contexto del presente libro, como la de unembajador o traductor del mismo, desde el ámbito in

tuitivo en que tuvo su origen al mundo académico de lapsicología científica. Por eso, no me siento tanto en estaspáginas en el papel de Juan Bautista, cuanto (por recurrir aotro prototipo cuasi arquetípico) en el de Platón conrespecto a Sócrates.

Aunque proclamado por el oráculo de Delfos como elhombre más sabio de su tiempo, Sócrates no fue unintelectual. Tampoco escribió ningún libro. Quien lo hizofue Platón, teórico y traductor de Sócrates al mundo delos filósofos. Sócrates se afanaba en instar y estimular alos demás a conocerse a sí mismos, y aunque su método selimitaba a confrontar con la razón los razonamientosdefectuosos, siempre, al escucharle, nos sentimos enpresencia de una sabiduría que trasciende el pensamientológico, tal vez la inspiración de lo que él llamaba su"daimon". Aunque su influjo en la historia de la filosofíahaya sido importantísimo, él no expuso ni formuló ningunateoría del cosmos, del hombre o de lo divino.

Se puede decir de la psicoterapia en general que es unarte altamente socrático. Para empezar, es realmenteun arte más que una ciencia, porque aunque elentendimiento teórico sea útil para la práctica terapéutica,ésta es de tal naturaleza que no puede ser conducidaadecuadamente sin la ayuda de la intuición. Hayterapeutas que son a la vez racionales e intuitivos, y cuyavocación es (como frecuentemente ocurre en la medicina)tanto teórica como filantrópica. Otros terapeutas (y éstospodrían llamarse con propiedad los tipos "socráticos") sonpersonas eminentemente intuitivas, cuyo talento específiconace de su percepción de los demás, y cuya creatividad semanifiesta en la situación interpersonal.

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Fritz Perls fue uno de estos psicoterapeutas "so-cráticos". Su genio resaltaba en la praxis terapéutica, noen la teoría: fue más bien un hombre de palabra hablada queescrita (sus primeros libros se debieron en su mayoría altrabajo de amigos y colaboradores, y el principal legadode su vida posterior consistió en grabaciones en audio yvídeo de su propio trabajo). Su confianza en la intuiciónfue tan grande que desde hace tiempo vengoproponiéndole como una encarnación o un ejemplo deun moderno "neochamanismo" occidental.

Como he sugerido en multitud de ocasiones a lo largode los últimos años, cabe entender lo que se conoce conel nombre de "psicología transpersonal" como unreflejo, en el campo de la psicología, de un fenómenocultural más vasto que puede precisamente interpretarsecomo el surgimiento de un nuevo chamanismo en nuestromundo occidental. Indicios de este chamanismo nuevopueden detectarse en el fenómeno de reespiritualizaciónde la psicoterapia actual, y en el creciente intuicionismoy mayor confianza de los terapeutas en su propiacreatividad y experiencia individuales, como es el caso enel chamanismo tradicional, donde cada curandero osanador porta consigo su propio "saco de trucos", signo dela singularidad de su vía. El nuevo chamanismo, al igualque el primitivo, es un fenómeno vocacional, y como talpresupone también el contagio de la vocación, lo que estáprovocando recientemente la expansión de la psicoterapiamás allá del campo puramente profesional.

Hoffman puede ser considerado como un tipo so-crático y como un chamán occidental, por cuanto supropia profunda transformación personal, debida a

una experiencia guiada desde su interior, le dio la ca-pacidad de ayudar psicológicamente a otraspersonas. Al igual que en los chamanes, su trabajo procedede una experiencia visionaria y de la intuición, y, comoellos, sostiene también una "actitud mágica" conrespecto a la existencia de los espíritus (humanos y másque humanos). Por encima de todo, es un hombre devocación, no un profesional. El hecho de no contar con unabuena educación en el sentido intelectual contribuye aacercarle aún más al prototipo del chamán.

La actitud académica hoy en día, al igual que la delestablishment teológico y político a lo largo de la his-toria, se muestra ambivalente con respecto al nacienteneochamanismo. Así como los místicos fueron siempreblanco de las críticas del estamento teológico y los cu-randeros objeto de persecución por parte de la profesiónmédica, así también la psicología académica,orgullosa de su herencia intelectual, tiende a mirar condesdén al hombre profesionalmente no formado que nocuenta "sino con" su propia vocación y experiencia. Deacuerdo con esas premisas, alguien podría permitirsejuzgar a Hoffman y descalificar su trabajo y sus libros porno apoyarse en el trasfondo histórico y científico tradicional,y no contar con la fundamentación teórica. los datosexperimentales, la validación estadística y la bibliografíaque serían de esperar. Anticipándome a tales posiblescríticas de parte de algún lector psicológicamentesofisticado, que podrían empañar y obstaculizar el apreciode las enseñanzas de Hoffman, espero poder mostrar que,a pesar de resultarle desconocido el "trasfondo históricotradicional", su trabajo resulta totalmente congruente conel mismo así como con el fondo del discurso psicológicoactual.

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Empezaré por decir que el Proceso de Hoffman, a di-ferencia de otras terapias transpersonales, destaca porsu reconocido espíritu psicoanalítico. La psicologíatranspersonal de hoy se encuentra impregnada de la actitudantipsicoanalítica del movimiento humanista, surgido élmismo en gran parte como reacción frente a laslimitaciones del psicoanálisis. Sin embargo, al echar por laborda los Insights" freudianos y postfreudianos, en suansia por alcanzar los "últimos límites de la naturalezahumana", ¿no están olvidando los transpersonalistas unescalón inevitable del proceso del crecimiento humano?Aunque en teoría aboga por una actitud holística, piensoque, en la práctica, elmovimiento transpersonal comportaun sesgo espiritualista que ha entrañado de hecho undescuido del enfoque psicodinámico de la experiencia y lacuración. En este sentido, el trabajo de Hoffmanrepresenta una síntesis que merece una bienvenida. Laafinidad del Proceso de la Cuadrinidad con el psicoanálisises especialmente interesante. Como se puede inferir de loque he dicho de Bob Hoffman, la coincidencia entre susideas y las del psicoanálisis no es resultado de un influjoreal, sino de un redescubrimiento ingenuo, de un volver adescubrir hechos acerca de la mente humana que pueden serobservados por cualquiera que se acerque a ellos con laprofundidad suficiente. Hoffman (a quien el doctorKnobel se refiere como una persona con una «genuinaingenuidad que resulta alarmantemente eficaz») ni si-quiera comparte la información media sobre la psicologíafreudiana. Aunque la mayoría de las personas cultivadashan recibido una cierta dosis de la herencia freudiana, quese ha infiltrado más allá de las fronteras profesionaleshasta entrar en el lenguaje ordinario,

Hoffman (en otro tiempo sastre) parece haber exhibidouna ingenuidad comparable a la del pintor Henri Rousseau,que fue oficial de aduanas antes de dedicarse a la pintura.

Si las orientaciones judeocristiana y psicoanalítica noestán muy presentes en el movimiento transpersonal, aúnresultan más raras las conexiones entre esas doscorrientes, pues, efectivamente, tomado en conjunto, elmovimiento psicoanalítico se ha decantado por posicionesantirreligiosas, y la gente con tendencias espirituales harespondido a las invalidaciones procedentes delpsicoanálisis con críticas semejantes, tachando a éste deser un método limitado apoyado en presupuestoserróneos.

Es cierto que el sesgo antirreligioso de los terapeutaspsicoanalíticos ha tenido excepciones. David Bakan observaque la traducción inglesa ha presentado a Freud bajo una luzmenos espiritual que la que ofrece el original, donde, porejemplo, emplea frecuentemente la palabra "Seele", alma.Karen Horney simpatiza con la perspectiva espiritualista, yen las últimas décadas autores corno Bion, Kohut y Lacanhan abierto el psicoanálisis, en distintos sentidos, alreconocimiento de un factor nomecánico en el psiquismo.Posiblemente, Fromm, que en su libro Man for Himself(en castellano, Ética   y   psicoanálisis)  sostiene que elrestablecimiento del amor a sí mismo, a los demás y a Dioses a la vez la base de la felicidad y el objetivo del psiconá-lisis, podría ser considerado como un precursor intelectualdel Proceso de la Cuadrinidad.

Sin embargo, la convergencia entre las perspectivascristiana y psicoanalítica en el Proceso de la Cuadrinidadresulta sobre todo significativa por cuanto las ac-

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titudes de una y otra con respecto a la conflictividademocional han venido considerándose incompatibles.Mientras la perspectiva cristiana tradicional ha defendidosiempre la necesidad de cultivar las emociones positivas(con una actitud de devoción y un comportamientovirtuoso), la situación psicoterapéutica, desde el principiodel psicoanálisis, se ha caracterizado más bien porfavorecer la expresión de los sentimientos negativos.Hablando a grandes rasgos, la psicoterapia, familiarizadacon el aprecio del método catártico, ha tendido amenospreciar todo intento de cultivo intencionado delamor; en su opinión, las raíces del amor y del odiosolamente pueden alcanzarse ahondando en elinconsciente. A la inversa, las personas religiosasgeneralmente desdeñan la expresión de la hostilidad,tomándola por algo que sólo podría conducir a lapersistencia del dolor y a la exageración de los hábitosagresivos.

Pienso que es más fructífero considerar ambas es-trategias como válidas, y que una y otras perspectivasno son incompatibles, sino más bien complementarias:se trata de dos enfoques terapéuticos que puedenintegrarse. La catarsis no impide en modo alguno elintento de mejorar el propio comportamiento, y al revés, lavirtud intencionada sólo conduce a la represión de laemocionalidad "no virtuosa" cuando no vieneacompañada del conveniente aireamiento de laemocionalidad presente de hecho (no ideal). Como diceAlice Miller:

«Las religiones dicen que tenemos que perdonar las in-justicias que sufrimos: sólo así podremos quedar libres para amary exentos de odio. Esto es en sí verdad, pero ¿cómo en

contrar el camino del verdadero perdón? ¿Podemos hablar deperdón si apenas sabemos lo que nos han hecho ni por qué? Yésa es la situación en que todos nos encontrábamos de niños. Nopodíamos comprender por qué nos humillaban, nos apartaban, nosintimidaban, se reían de nosotros, nos trataban como objetos.jugaban con nosotros como con una muñeca, o nos pegabanbrutalmente, o ambas cosas. Además, ni siquiera nos permitíantener conciencia de que nos estaba pasando todo esto, ya quecualquier maltrato se nos presentaba como algo necesario paranuestro propio bien. Hasta el niño más listo es incapaz de desvelarsemejante mentira si le llega de sus queridos padres, quienes,después de todo, tienen también con él otras facetas afectuosas.Se ve obligado a creer que el trato que recibe es elverdaderamente correcto y bueno para él, y por tanto no se leocurrirá reprochárselo a sus padres.»

Así como un exceso de religiosidad sin asomo deconciencia psicoterapéutica puede conducir a la falsabondad propia de ciertas personas demasiado "espi-rituales", el excesivo "profundizar" dentro de si sin lanecesaria conciencia espiritual puede conducir a un ca-llejón terapéutico sin salida. La focalización sobre eldolor del pasado con la esperanza de que la acumulaciónde recuerdos dolorosos y la expresión intensa de lasemociones traerán consigo una liberación del pasado,puede conducir a la desilusión, porque tal liberaciónsolamente puede provenir de la voluntad del individuo deaplicar y aplicarse lo que haya podido comprender,adoptando una nueva postura frente al dolor (le suinfancia, frente a sus patrones inadecuados decomportamiento, y frente a las exigencias del presente.Una nueva orientación, en el sentido de cultivar el amor yla compasión, considero que es el factor

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específico que puede poner f n a la situación en que elindividuo es una consecuencia irremediable del pasado.

La semejanza entre el Proceso de la Cuadrinidad y elenfoque psicoanalítico, hablando en general, se debe a queambos métodos se basan en la perspectiva socrática deque el autoconocimiento es curativo de por sí; ambosreconocen la importancia de la comprensión delpropio carácter y de su origen en las fases tempranasde la vida. Ambos se proponen poner fin al fenómeno queel psicoanálisis designa con el nombre de "compulsióna la repetición", esto es la persistencia sin fin decomportamientos originados en la infancia en respuestaa las necesidades de adaptación al entorno familiaroriginal.

Existen, no obstante, claras diferencias entre ambosenfoques en cuanto al modo como persiguen este ob-jetivo de la liberación del condicionamiento emocional.El psicoanálisis desanima la tendencia espontánea delpaciente a analizarse a sí mismo en el curso del tratamiento,y apela, más bien, a la autoridad del experto profesional,considerando la capacidad de autoengaño delindividuo superior a su capacidad deautocomprensión. El Proceso, por el contrario, tiende aaprovechar la tendencia del individuo a conocerse así mismo. Al exigir de quienes lo siguen un conside-rable trabajo autobiográfico y de autoexploración por

escrito, el Proceso no sólo reclama el esfuerzo delpropio individuo, sino que reclama de él también en losintervalos entre sesiones una mayor continuidad deatención hacia el trabajo psicológico en curso; me

diante la dedicación de una parte de cada día al trabajoescrito, el individuo se mantiene en contacto con las si

tuaciones psicológicas que se están revisando. Unadiferencia más importante radica en el valor terapéuticoque la técnica psicoanalítica asigna a la deses-tructuración  de comportamientos (sobre todo verbales),buscando romper las pautas repetitivas y compulsivas delindividuo a través de la asociación libre, donde lasrestricciones a la comunicación, que caracterizan lassituaciones ordinarias no terapéuticas, quedan elimi-nadas. El método de Hoffman, en cambio, consiste porsu parte en un mosaico de ejercicios terapéuticosestructurados de antemano, y no incluye la asociaciónlibre. El método de Hoffman es un proceso guiado,  enque el individuo va siguiendo una serie determinada deinstrucciones en relación con su propio auto-examen,realiza diálogos internos hablados y escritos, visuali-zaciones dirigidas, etc.

Quizás la diferencia más llamativa entre ambos en-foques, el psicoanalítico y el del Proceso, tenga que ver conla dimensión complejidad-simplicidad. «En algunosaspectos [el Proceso] me parece un psicoanálisissimplificado», dice Mauricio Knobel, bien consciente deque esa vestimenta simplificada de las ideas psi-coanalíticas no surgió en ningún caso como resultado deuna voluntad intencionada de simplificar el psicoanálisis.Al admitir que el Proceso entraña una expresión de lasideas analíticas más simple que la del psicoanálisis, noestoy implicando un juicio de valor, porque nocriticaría al Proceso por su excesiva simplicidad másde lo que criticaría al psicoanálisias por su complejidadexcesiva. Hay un chiste que expresa la opinión popularsobre este punto: dos psicoanalistas, que pasean endirecciones opuestas, se dicen «Hola» al cruzarse en lacalle, y tras haber andado tres o cua-

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tro pasos, uno y otro se paran a reflexionar: «<,Qué habrá querido decir con eso?»

El psicoanálisis cultiva la conciencia de los múltiplesdeterminantes que condicionan cualquier evento, ya seamental o comportamental. El Proceso de la Cuadrinidad,por su parte, aplica de nodo sistemático unos pocosconceptos simples y fundamentales, de tal manera que enel transcurso de tan sólo unos pocos días personas"vírgenes" de toda psicoterapia anterior salen conpercepciones claras, capaces de hacerles cambiar devida, con respecto a su propio condicionamientoemocional y las raíces de éste en la infancia, así comosobre la conveniencia de distanciarse de loscomportamientos compulsivos derivados del mismo.«Una cosa es poseer un rasgo, otra es ser poseído porél», dice un rótulo en la pared del Instituto Hoffman.Uno de esos conceptos sencillos y fundamentales que seaplican en el Proceso es la "compulsión a la repe-tición" de Freud, antes citada, y que en el lenguaje deHoffman recibe simplemente el nombre de "viejosprogramas", una analogía cibernética en la línea dellenguaje de Perls y de John Lilly. La característicaprincipal de estos programas, tanto para Hoffman comopara Freud, es la adopción disfuncional, por parte delniño, de comportamientos y actitudes parentales dis-funcionales a través de la identificación.

«En la obra de Freud», dicen Laplanche y Pontalesen su Diccionario del psicoanálisis, «el concepto deidentificación llega poco a poco a tener una importanciacentral, que lo convierte no simplemente en unmecanismo psíquico entre otros, sino en la operaciónmisma por la cual se constituye el ser humano corito tal(el subrayado es mío).

Mientras que el pensamiento psicoanalítico esta-blece una distinción entre la identificación propia-mente y la introyección (cuando es reconocible la baseoral de la identificación), en la visión de Hoffman todaidentificación neurótica es por naturaleza "oral" yesencialmente introyectiva. El término equivalente a laoralidad en el vocabulario de Hoffman es el "amornegativo", expresión que sugiere no solamente un amordestructivo, sino también lo inverso del amor, e implicaasimismo un amor falso. Se refiere a una búsqueda deamor por parte del individuo que le obstaculiza enrealidad el camino del amor, y que, aunque se disfracede amor, es de hecho opuesta por naturaleza a la mo-tivación amorosa.

En tanto que el amor verdadero es una disposición adar nacida de la abundancia, el "amor negativo" es undeseo de recibir arraigado en la deficiencia (por usar laterminología de Maslow), aunque típicamente seexperimenta y se presenta al inundo (ocultando su fondode egoísmo) como nacido de una abundante capacidadde dar.

Al hacer del "amor negativo" el concepto central desu comprensión de la enfermedad emocional, Hoffman,sin darse cuenta, se hace eco de la perspectiva budista,para la cual también todo sufrimiento tiene sus raícesen el deseo o en la avidez (tantea). Sin embargo, ningunade estas expresiones (ni la "motivación por deficiencia" deMaslow, ni el "deseo" o el "apego" del budismo) destacanla conexión de tal deficiencia con una tempranafrustración del amor. Y aunque el psicoanálisis, con suconcepto de la oralidad, representa un paso adelante enel sentido de reconocer tal conexión, cabe criticar labase en exceso biologista en que

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se apoya, como admiten en su mayoría los psicoana-listas contemporáneos.

Y aquí llegamos a la discrepancia teórica más im-portante que existe entre la perspectiva de Hoffman y ladel psicoanálisis: Hoffman ve la frustración fundamentalexperimentada por el niño corno una frustración delamor, y no como una frustración de la libido, oral ogenital. Aunque la sexualización del deseo amoroso estáen amibos, para Hoffman éste es un fenómenosecundario. (Hasta la referencia de Kohut a la "saludablenecesidad narcisista" del niño de verse oído y visto-"espejado"- por su madre, parece complicarinnecesariamente la cuestión al no reconocer lanecesidad de amor que entraña tal demanda de aten-ción.)

La idea de Hoffman de que el niño adopta los rasgosparentales para ser amado recuerda en cierto modo lahipótesis de Freud en Duelo y melancolía, según la -cualacabamos pareciéndonos a la persona amada como unmodo de mantenernos en contacto con ella. La in-terpretación de Hoffman no solamente reconoce la ne-cesidad de amor como fuente básica de la identifica-ción, sino que implica también en la mente del niño laoculta convicción de que siendo como sus padres ob-tendrá de ellos el amor que no consigue siendo sim-plemente él mismo. Este mecanismo psicológico, im-plícito en el "amor negativo", bien podría recibir elnombre de "identificación seductora", y según Hoffmanaparece tras la mayoría de los rasgos de carácter.

Sin embargo, el sujeto humano no solamente "seconstituye- a través de la identificación, sino más bien através de la superposición de identificación y contra-identificación. No solamente adoptarnos de forma se

ductora los rasgos de nuestros padres, sino que también losrechazamos desde una actitud de rebeldía, y a menudohacemos ambas cosas a un tiempo, con los conflictosconsiguientes.

El Proceso no emplea el análisis de sueños ni prestaatención al periodo de vida entre la pubertad y el presente;sin embargo, centra la atención en el desarrollo de lapersonalidad en la infancia de un modo mucho másacusado que todas las terapias anteriores. Hoffman sostieneque si las relaciones motivadas por la deficiencia queentablamos con los demás se nutren cíe la persistencia deuna relación de "amor negativo" hacia nuestros padres,entonces esta relación con nuestros padres necesita sercurada. Solamente a través del amor a sí mismo puedeel individuo ser capaz de amar a los demás, y solamentea través de la restauración del vínculo amoroso originalhacia los propios padres puede a su vez amarse a simismo; porque de otro modo el resentimiento hacia lospadres recaerá inevitablemente sobre las introyeccionesparentales que impregnan su psiquismo.

La curación de la relación entre el individuo y suspadres no surge de la mera actividad analítica, sino que(como en cualquier forma de terapia basada en elinsight) requiere que se traigan a la conciencia el dolory la cólera asociados a la vida temprana. El tipo deintuición o insight más curativo que puede encontrarseen el camino del autoconocimiento va, por supuesto, másallá de la mera comprensión intelectual. Es inseparablede la experiencia, que es fuente de un incremento de laconciencia. Y así corno el dolor engendra inconsciencia,la inconsciencia se perpetúa por el deseo de evitar, negary reprimir el dolor.

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El advenimiento del movimiento humanista trajoconsigo un desplazamiento del interés desde el aspectoanalítico hacia el aspecto expresivo de la terapia, dando enparticular a la expresión del dolor un papel central comomedio para traer a la conciencia el sufrimiento noreconocido del pasado y del presente. Concretamente, laterapia Gestalt supuso un salto "cuántico", al pasar delmero "hablar de" la experiencia a entrar en ella en unadisposición expresiva incondicional. Por último elpotencial terapéutico de una catarsis de ese tipo fuesistematizado y convertido en elemento nuclear en elmétodo del "grito primal" de Janov. Hoffman tambiénpropone un método guiado y sistemático parareexperimentar el dolor de la niñez. Su contribuciónparticular a esa sistematización consiste en unacombinación de ingredientes analíticos y catárticos. Lahistoria dolorosa en relación con la madre, el padre y los"padres sustitutos" es revisada en el Proceso a través dela escritura autobiográfica y en forma de encuentros entrelos componentes "madre", "padre" e "hijo" personificadosen el propio psiquismo. De ese modo, y al admitir lapersonificación de un ser espiritual junto a estas otrasstthpersonalidades, designadas como Niño emocional,Intelecto y Cuerpo, el Proceso compone lo que podríallamarse un "psicodrama transpersonal".

Mientras que el encuentro entre los aspectos inte-lectual y emocional del psiquismo, a los que Hoffmanllama también "Intelecto adulto" y "Niño emocionalnegativo", es algo equivalente a la técnica gestáltica delencuentro entre el "Top-Dog" y el "Under-Dog" (elMandón y el Sumiso), la personificación del Cuerpo es unacontribución original de Hoffman. En la terapia

Gestalt se cultiva la conciencia del trasfondo emocionalde la experiencia física; en el Proceso, el cuerpo toma unode los papeles del psicodrama interno y es invitado aexpresar su experiencia de un modo que el¡citainformación de insustituible valor.

En torno a la pregunta «¿Cómo se puede obtener elperdón?», Hoffman introduce una metodología propiaque, por lo demás, resulta coherente con las siguientesobservaciones de Alice Miller:

«El perdón genuino no niega la cólera, sino que la mira defrente. Sólo si puedo sentir indignación por la injusticia que hesufrido, si puedo reconocer la persecución de que he sido objeto,y puedo identificar a quien me agredió y odiarle por lo que mehizo, sólo entonces podré tener abierta la vía del perdón. Sólo si sepuede destapar la historia del abuso sufrido en la infancia mástemprana, podrán dejar de perpetuarse la rabia, la ira y el odioreprimidos, y podrán transformarse en simple pena y dolor por elhecho de que las cosas hubieran de ser asi.»

El perdón no solamente no niega la cólera, sino querequiere deshacer la negación misma de la cólera, queforma parte de la tendencia ordinaria de nuestro psiquismoobnubilado y caído. Y, precisamente, una herramientavaliosa para levantar la represión de la cólera es, como enel caso del dolor, la catarsis, porque existe una íntimaconexión entre la represión de los sentimientos y lainhibición de su expresión. En la terapia y en el encuentrogestálticos se da, en comparación con la terapiapsicoanalítica, un gran paso adelante en cuanto altratamiento otorgado a la expresión de la rabia. El Procesointroduce, además, una sistematiza-

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ción en el modo de efectuar la catarsis de la agresiónhacia los padres: el psicodrama de la Cuadrinidad, quetiene lugar entre el Intelecto adulto, el Niño emocionalnegativo, el Ser espiritual y el Cuerpo (en presencia deun Guía-Mediador espiritual, y en un Santuario interiorradiante y luminoso), es experimentado a través depoderosas visualizaciones, impregnadas de emoción, quefacilitan la expresión de la cólera junto con la del dolorsubyacente a ésta. También se emplea otra técnica,llamada "sesión de descarga": una expresión sistemáticade la rabia y de la condena contra los aspectosintelectuales y emocionales negativos de los padres (y/opadres sustitutos) internalizados en la propia historiatemprana, focalizada tanto sobre las personalidades delos padres como en las escenas infantiles dolorosassurgidas en la relación triádica padre-madre-hijo/hija.

¿Es verdad, sin embargo, que, como afirma AliceMiller, «la gracia del perdón aparece espontáneamentecuando el odio reprimido (por estar prohibido) deja deenvenenar el alma»? No cabe duda de que, cuando elodio ya no envenena el alma, el perdón puede surgir;pero pienso que el veneno no está en el odio reprimido,sino en el odio  en cuanto tal. En otras palabras, darsecuenta del propio odio y permitirse expresar la rabia o lacólera asociada al mismo puede resultar insuficiente paratrascender el odio mismo. Tengo la impresión de quepara algunos la catarsis del dolor y la cólera (por ejemplo,a través de la expresión que propician ciertas terapias) essuficiente: estimular esa mayor comprensión queproporciona la expresión del dolor y la rabia parecería serlo único que el individuo necesita para generar un cambiode estado. En mu

chos casos, sin embargo, es frecuente ver personas quedurante largo tiempo han estado siguiendo terapias del tipo"primal", sin haber avanzado apreciablemente entérminos de comprensión o de cambio. Parecería que, entales casos, el ansia de la persona por profundizar suexperiencia, unido a su resistencia, conduce a sustituir lacomprensión por la búsqueda de una intensificación de laexperiencia. Como dice un conocido comentario chistoso:«Un psicoterapeuta gestáltico es un psicópata que enseña aobsesivos compulsivos la forma de convertirse enhistéricos».

Alice Miller parece sugerir que la gracia del perdón nosiempre se obtiene en el curso de la terapia psico-analítica: «La libre expresión del resentimiento contralos propios padres representa una gran oportunidad. Nosproporciona el acceso a nuestro ser verdadero, reactivalos sentimientos adormecidos, abre la vía del duelo y-con suerte- la de la reconciliación» (el subrayado esmío).

Pienso que lo que hace de la terapia de Hoffman algoúnico es el proceso sistemático que ofrece, dirigido yayudado en todo momento, para poder pasar desde lacondena y el resentimiento contra los padres hasta lacomprensión y el perdón de los mismos, y de un modotal que el perdón -que es la puerta para la compasión, elamor, la paz, y la alegría más profundadeja ya de seguirsiendo mera cuestión de suerte. Cualquier ignorante de laignorancia del propio Hoffman podría pensar que laestrategia del Proceso de la Cuadrinidad no es otracosa que una aplicación sistemática de lasconsideracioness de Alice Miller en torno a aquellaspersonas que han alcanzado el perdón como «unaforma de gracia» que «aparece espontáneamen-

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te» cuando «el odio reprimido deja de envenenar elalma». Pues cuando el odio se transforma en compa-sión, deja paso también a la comprensión: «la com-prensión de un adulto que ahora ha alcanzado a com-prender la infancia de sus padres y, finalmente... puedemirarlos maduramente con simpatía».

El proceso de perdón y compasión que sigue a lassesiones de "descarga" abarca una serie de etapas, quecomienzan con la reconstrucción imaginativa de las vidasde las distintas figuras parentales. Se presta especialatención al empeño de formarse una clara imagen de lospropios padres tal y como ellos mismos fueron durantesu propio proceso de maduración junto a sus padresrespectivos. Si lo que nos puede llevar a perdonar escomprender, dice Hoffman, entonces necesitamosespecialmente comprender la infancia de nuestros padres.

A esta reconstrucción intelectual y emocional sigue unproceso sistemático destinado a despertar la empatía hacialos propios padres, tal y como eran de niños, a través dela identificación con sus respectivas infancias en fantasíaso dramatizaciones que guardan parentesco con las quese utilizan en Gestalt o en el psicodrama. Esto es seguido,a su vez, por otra fase del Proceso, que podríamos designarcomo ceremonia o ritual, y que es también una fantasíadirigida. El tipo de actividad inducida en esta fase podríaasemejarse a la de una terapia conductual en el nivelactitudinal por medio del uso de la fantasía. Lo que sepretende no es conseguir un cambio posterior deconducta, sino hacerlo de inmediato, si bien en unsituación psicodramática guiada e internalizada.

En este momento, la situación terapéutica no se li

mita a contemplar o expresar la propia experiencia, sinoque invita a la persona a adoptar una postura a partir de ella, aintroducir una modificación intencional de la propia actitud.Pienso que el Proceso no sería tan eficaz como es si selimitase a ser una terapia más dirigida a la"comprensión", a obtener un "insight", aun enriquecidapor la metodología de las terapias "expresivas". Unfactor sumamente importante es la insistencia en elcompromiso de aplicar a la propia vida todo cuanto seha alcanzado a comprender, de coger responsablementelas riendas de la propia vida en adelante. El trabajo con lafantasía puede verse como una preparación para la tarea,posterior al Proceso, de actuar en lo sucesivo de acuerdocon lo aprendido en él, abandonando así actitudes ycomportamientos que se han podido ver con todaclaridad como eslabones obsoletos y disfuncionales de unacadena que no hace otra cosa que perpetuar elsufrimiento.

La activación del perdón y la compasión hacia lospadres proporciona, cuando éstos siguen vivos, unamotivación suficiente para apoyar la tarea más im-portante que el Proceso asigna al individuo después determinarlo: encaminarse hacia el establecimiento de unarelación amorosa con sus padres. De esta forma, elproceso del perdón constituye, en la estructura del trabajo,un puente entre el estado mental del sujeto antes delProceso y la actitud comportamental que de él sepretende para después de terminarlo: la de una dispo-sición amorosa en la vida cotidiana. También es un puenteentre el lado "personal", vinculado a las corrientespsicoterapéuticas analítica y expresiva, y el lado"transpersonal", ligado a la tradición judeocristiana,presentes en el Proceso.

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La anterior descripción del Proceso deja claro queestamos tratando de un enfoque integrador. Mientrasque el psicoanálisis ha permanecido fiel a su técnicasingular de interpretación basada en la asociación libre,el Proceso, aunque incorpora algunas de las intuicionesesenciales de aquél, no emplea en absoluto la técnicade la asociación libre, sino más bien un conjunto defactores, fundamentalmente autoindagación dirigida conrespecto a la propia infancia y personalidad, catarsisexpresiva del dolor y la rabia, e intento de inhibir elpropio "ego" (entendido en el sentido que le otorganlas tradiciones espirituales, esto es, como personalidadcondicionada con la que crecemos identificados).Además, el Proceso, mediante el empleo de lavisualización y la imaginación creativa, comprende unabuena dosis de trabajo psicoespiritual.

En el Proceso se emplean diversas técnicas que per-tenecen al dominio de la visualización, la fantasía y lasimágenes. Sin embargo, la palabra "fantasía", empleadaen la actualidad en relación con algunas de estastécnicas, podría no ser la más apropiada, porque no reflejala distinción entre la fantasía ordinaria y la "altafantasía" propia de la experiencia visionaria. Hoffmanse niega a llamar "fantasías" a sus "viajes guiados",porque, cuando se experimentan profundamente, laimaginación solamente sirve en ellos paraproporcionar una referencia que permite evocar otro ordende. experiencia.

Las invocaciones al Guía espiritual, por ejemplo, paralo cual se dan tempranas instrucciones en el Proceso,serian interpretadas por un junguiano como unainvitación a entablar diálogo con el arquetipo interior del"viejo sabio" o de la "vieja sabia". Pero Hoffman,

como los chamanes y otros maestros religiosos, favoreceen sus clientes la actitud de considerar al Guía interiorcomo un ente que existe aparte del individuo y que esdiferente de su propio Ser espiritual.

Pienso que hoy en día muchas personas (los trans-personalistas, hablando en general) creen que más allá delreino de la fantasía se encuentra, de hecho, un campo deexperiencia que, cuando se hace consciente, es reconocidopor la mente ordinaria como algo que la transciende: undominio arquetípico visionario y psíquico habitado por lamente superior de igual forma que la mente ordinariahabita en el mundo de los objetos y las clasificacioneslógicas. Parecería que es en este estado profundo donde lamente despliega más la función a que se refiere sunombre, derivado del "manas" sánscrito, relacionadotanto con "hombre" como con "luna" ("man" y "moon").Puede ser que en el temprano emparejamiento de estos dosconceptos la mente humana fuera considerada como unaluna receptiva que vuelve su cara a la luz del solespiritual.

Sea o no teóricamente cierto el que las experiencias de"visiones" o de "posesión" por espíritus -incluida la"inspiración de arriba"- puedan implicar una realidadexterior al psiquismo individual, pienso que esto esverdad en la práctica; es decir, pensar de ese modosupone adoptar una postura intelectual que da lugar a lamanifestación del mundo espiritual supraintelectual yprotoarquetípico de la "imaginación creadora".

Por eso, ninguna religión dice: «Imagina a Dios, yhabla a tu propia fantasía». Por el contrario, las diversastradiciones espirituales tienen suficientemente de-mostrado que el ser humano, al dirigirse a Algo que suponemás allá de sí mismo -un Tú transcendente, un

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Otro sacrosanto- puede llegar a generar la misma ex-periencia que de esa forma invoca. De un modo más general,se puede decir que la capacidad de dejarse absorber enlos símbolos -y de entrar, consiguientemente, en estadoscontemplativos- va emparejada con la actitud de noconsiderar a tales símbolos como meros símbolos, sinocomo aquello que simbolizan.

En virtud de la capacidad de los símbolos de ocuparel lugar de las experiencias que simbolizan (base de loque Mme. Sechehaye llamó "realización simbólica"),ciertas secuencias de imágenes pueden servir comovehículo a cambios en el fluir de la experiencia. Esassecuencias de —fantasías" podrían considerarse comoritos o ceremonias y, en el Proceso, ése es el carácterque tiene un momento muy importante de la sesión declausura, en donde el cliente es invitado a visualizarcordones umbilicales que representan las conexionesentre los grupos de comportamientos negativospreviamente reconocidos en sí mismo y en sus padres. Lafantasía de desarraigar mediante un tirón esos cordonesevoca la decisión y la voluntad de separarse de toda lanegatividad que el análisis previo del padre y la madreintroyectados ha revelado. Al igual que con el proceso delperdón, éste constituye también una meditación dirigida,donde el individuo es inducido a atravesar el cambioactitudinal evocado por esta acción simbólica de"arrancar" los cordones, pues al emplear el símbolocomo un vehículo para alcanzar la experiencia másprofunda que simboliza, se imbuye a la vez al sujeto dela voluntad de "conducirlo" o usarlo por sí mismo.

Un ejemplo semejante de alquimia simbólica es el del "Reciclaje", un proceso, basado en la visualización,

que combina elementos transpersonales y analíticos yque forma parte de las tareas posterapéuticas del in-dividuo.

A veces se fomenta en quienes culminan un proce-so terapéutico la creencia de estar completamente cu-rados. Con respecto al Proceso, que alguna vez ha podidocontaminarse de esta actitud que considero criticable,me parece más adecuado considerarlo como una semillade algo que puede lograrse más tarde, con el transcursodel tiempo, como resultado de una fricción prolongadaentre la personalidad condicionada del individuo y la nuevaactitud recién adoptada tras haber completado con éxito lasdiversas fases de que se compone esta forma de terapia.De hecho, actualmente considero el Proceso de laCuadrinidad como una inciación a una actitud diferente, queinduce al individuo a emprender un camino de trabajointerior cotidiano, tras haberle provisto de la motivación,la perspectiva y las herramientas psicoterapéuticasnecesarias para trabajar sobre sí mismo. Hoy en día, micrítica anterior con respecto a la pretensión curativa delProceso se encuentra atemperada por el reconocimiento deque, al apoyar en el momento adecuado la sensación delindividuo de haberse curado, el terapeuta introduceuna técnica terapéutica sumamente útil: una invitación aabandonar la actitud de excesiva preocupación por símismo que le llevó a realizar el proceso terapéutico, paraadoptar, en cambio, una actitud no problematizante y confiadaen su propia capacidad. Así pues, el Proceso constituyetambién una invitación a abandonar la dependenciapsicoterapéutica y, sobre todo, tal como lo expresa BobHoffman, a abandonar la "búsqueda de ser", para enadelante dedicarse ~inipleniente a "ser".

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Con el paso del tiempo, por supuesto, todo lo que hayapodido quedar oculto bajo la alfombra, por así decirlo,aflorará tarde o temprano a la conciencia del individuo.Entonces la persona se hará más realista acerca de laverdadera dimensión del "camino del amor", tras habercruzado la primera hondonada. Pero, ¿acaso no se irátodo eso arreglando por sí mismo?

Si alguien hubiera querido crear una síntesis que in-tegrara los ingredientes psicodinámicos, transpersonales,humanistas y conductistas propios de las diversas formasde psicoterapia individual, difícilmente habría podidoinventar un producto mejor que el que representa estemétodo abreviado. El Proceso de la Cuadrinidad encajadentro de los moldes históricos de todo el quehacerpsicoterapéutico acuñado hasta la fecha, como si se tratarade una obra de síntesis; sin embargo, constituye un regalode la intuición, nacido al margen de todo ese gran inundo,por así decir, sin deber su origen ni referencia alguna aninguno de sus aparentes predecesores.

Así como en los años sesenta la terapia Gestalt co-menzó a desplazar al psicoanálisis en Estados Unidos,recientemente el Proceso de la Cuadrinidad ha empezadoa rivalizar con la Gestalt en algunas ciudadessudamericanas y europeas. Sin embargo, creo que muchode su potencial curativo y benéfico está aún pordesplegar. Pienso en concreto en el valor de estatécnica para cualquiera que desea formarse comopsicoterapeuta. También está llamado a desempeñar un pa-pel importante en una futura educación holística, es decir enese modelo educativo, de que nos ocupamos en elcapítulo anterior, que habrá de devolver a los aspectosafectivos y espirituales la consideración esen

cial que merecen en orden a un adecuado desarrollo del serhumano. El tiempo breve y preestablecido que requiereeste método estructurado lo hace especialmenteapropiado para grupos dentro del contexto escolar.

Espero que estas palabras puedan abrir aún más elcamino al Proceso, para que llegue a desplegar en toda suamplitud el potencial que encierra, tanto para la saludmental individual como para ayudar a nutrir esa actitudpositiva de comprensión amorosa que parece requerir laadecuada solución de nuestros problemas sociales.

Por todo el papel providencial que me tocódesempeñar en la "botadura" del Proceso de laCuadrinidad al iniciar su singladura por este anchurosomundo, me parece pertinente culminar ahora estasreflexiones, añadiendo algunos datos sobre mi propiaimplicación personal en este enfoque terapéutico yeducativo, que no me recato de recomendar, pues esaíntima dedicación por mi parte a esta forma de terapiame ha permitido constatar como testigo de excepción elvalor que ha tenido para innumerables personas y, a su vez,esto ha sido lo que me ha llevado implícitamente aincluir este capítulo en el presente libro.

Conocí a Bob Hoffman en Berkeley, en 1972, en unareunión privada convocada por el doctor Leo Zeff paradejarle explicar la forma de terapia breve que estabapracticando por entonces. No estaba yo precisamentebuscando nuevas formas de terapia en aquella época.Tras haberme hecho ayudar por terapeutas y maestrosespirituales durante años, había alcanzado en mi vida loque denomino un "estadio carismático", en el que sentíaque "ya había llegado", y aún vivía mi convicción consuficiente entusiasmo. No creo que me habría

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apuntado nunca a las ocho sesiones de terapia "psí-quica" con Bob Hoffman, de no haber sido por el interésespecial que me inspiraba el tenla de las relaciones entreel padre, la madre y el niño internos, en orden al procesode transformación interior de la persona. Pero resultó seruna experiencia ciertamente valiosa, y quedéimpresionado por el hecho de que Bob fuera capaz decontarme historias de las vidas de mis padres y sucesosde mi propia infancia, a los que en modo alguno habíapodido tener acceso por las vías ordinarias.

Me di cuenta también de que la estrategia básica delProceso, que yo había recorrido guiado por él, podíaigualmente ser aplicada en grupos, sustituyendo la in-tervención de las facultades "psíquicas" de Bob por unproceso estructurado, guiado y supervisado, de repaso yextrapolación de recuerdos de su propia vida por parte decada uno de los participantes.

La primera vez que lo apliqué en grupo fue conmás de setenta personas (culminando con la visita deBob para la sesión de clausura del Proceso). En esaépoca, trabajando con gentes diferentes en el InstitutoSAT, me encontraba particularmente interesado enconvertir a los grupos en sistemas autocurativos. Siguióluego una segunda experiencia, en la que Reza LeahLandman dirigió un grupo de unas cincuenta personas, (conBob presente como testigo silencioso), usando comoreferencia una serie de orientaciones o líneas maestrasescritas. (Yo había redactado esas líneas maestras en unatemporada de inusual inspiración, y cuando poco despuésvisité a Bob, se mostró muy interesado y, de un modototalmente espontáneo, comentó que el doctor Fischerhabía estado a mi lado).

El Proceso fue muy apreciado en éste y en otrosgrupos del SAT, de modo que muchos de mis alumnos seconvirtieron en los primeros colaboradores de Bob, entorno a un centenar, quienes tras realizar su propiaexperiencia pusieron en marcha una avalancha quecomenzó a extenderse paulatinamente.

Un año más tarde, Bob dirigió su primer grupo, en elBerkeley Club, al que yo asistí en calidad de invitado,y allí pude darme cuenta de que nuestros respectivosenfoques diferían: él trataba de evitar los elementosterapéuticos que supusiesen encuentro y plano deigualdad, reforzando en cambio la asignación de tareas"para casa" mediante el empleo de grabaciones encinta magnetofónica.

Desde entonces he seguido siendo testigo de loscontinuos refinamientos que Bob ha ido introduciendoen su trabajo y, por mi parte, he continuado haciendodemostraciones ocasionales de mi propia versión congrupos en diversos países que, poco a poco, han idoentrando en contacto con la organización de Bobasentada en California. Brasil fue uno de los primerospaíses donde el Proceso se popularizó. Hoy en día es enlos países de habla alemana donde el Proceso estásuscitando el máximo interés.

También me correspondió el papel de catalizador delmás reciente desarrollo del Proceso de la Cuadrinidad,pues cuando le conté a Bob el gran éxito que había tenidoen Méjico trabajando sobre la base de una condensaciónde su método para desarrollarlo en cuatro días, los ojos lebrillaron, y ahí tuvo la primera idea de dar a luz su propioenfoque "intensivo" del mismo.

Esta nueva versión intensiva del Proceso es la que está ahora extendiéndose por todo el inundo. Los sie-

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te días que dura constituyen una exigencia tan peque-ña en proporción con los resultados que facilita, que no creoque ninguna otra forma de terapia pueda competir conella en cuanto a conseguir tanto en tan poco tiempo. Apesar de ello, lo que me ha movido a hablar del Proceso dela Cuadrinidad en este libro no ha sido tanto su potencialen el orden terapéutico cuanto en el campo educativo;pues precisamente por su característica de ser unaexperiencia tan breve y tan estructurada, y no obstantetan poderosa, resulta idealmente adecuado para incluirlocomo parte de cualquier proyecto de innovacióneducativa que quiera aportar algo dentro del campoemocional. Y en todo caso, someterse a este enfoqueterapéutico resultaría extremadamente útil a todos loseducadores interesados en adquirir por algún medio laforma de conocer mejor a sus alumnos, a sí mismos ya los seres humanos en general.

4. UN CHAMANISMO NUEVO

PARA LOS PROBLEMAS

DEL VIEJO ADÁN

«¿Qué significa apuntarse a la bandera dionisíaca, en vez de ala freudiana (o a la marxista)? Significa desechar la pretensión

pseudocientífica de adoptar posturas de imparcialidad clínica ode racionalidad política, y reconocer en la locura su condición

humana universal en vez de considerarla como estigma diferencial de una categoría aparte de seres humanos tachados de

locos. Significa que la locura no es un fenómeno individual,sino un fenómeno social en el que todos colectivamente parti

cipamos: todos estamos en el mismo barco y formamos partedel mismo y único cuerpo. Significa también que la locura es

inherente a la vida y que para vivir necesitamos aprender aamarla. Ésa es la razón de honrarla con el nombre de un dios.

"Las mayores bendiciones -dice Sócrates en su Fedro- nos llegan a través de la locura, con tal que -añade- sea una locura

que provenga de algún dios."»

Norman O. Brown enApocalipsis ayo Metamorfosis.

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«Caudales de antiguo misterio han irrumpido de nuevo en elrecinto seguro de la ciencia técnica, poblando el paisaje de for

mas familiares aunque fantásticas: gurus, chamanes, bardoserrantes, exorcistas. Sobre el yermo y secularizado barbecho denuestro escenario exterior avanzan, sin haber sido invitados, un

nuevo reparto de actores, con sus vestidos de época, sus collares y sus barbas, dispuestos a representar una obra de la que todavía no tenemos ni siquiera el guión. Vienen bailando al son

de una música irresistible, abriendo de par en par las puertasdel sueño, negándose a la idea de vivir sin ningún mito.»

Stephen Larsen en Shaman's doorway

La problemática y el Reino

En el capítulo anterior me he ocupado de uno de losrecursos técnicos de que podemos disponer en orden apromover el proceso de transformación individual ennuestra sociedad. En este último capítulo vuelvo miatención al principal recurso sin el cual todo lo que podamospretender acerca de la transformación de los individuosestá condenado a la esterilidad: el recurso humano, losindividuos transformados y capaces de transformar aotros.

Comencé este libro refiriéndome a los problemasmundiales, en el capítulo 1, luego me extendí en laelaboración de dos posibles soluciones hasta ahoradescuidadas, y ahora me parece adecuado volver denuevo sobre aquella problemática al acercarme al final.

Mientras que en el capítulo 1 usé la consideración delos problemas de nuestra civilización como un trampolínpara reflexionar sobre lo que presenté como raíz, a mijuicio, de los mismos, vuelvo ahora la mirada

sobre ellos como preludio de mi tesis de que, siendo la raízcíe nuestros problemas íntimamente humana, es ahí tambiéndonde hemos de buscar su curación, en el factor humano,que constituye nuestro principal recurso.

Así como no cabe encontrar, que yo sepa, entre lasmúltiples discusiones de las distintas organizaciones de lasNaciones Unidas relativas a los problemas mundiales,ninguna alusión en el sentido de que la estructurapatriarcal de la mente y de la sociedad constituya lacausa primera y principal de todos nuestros conflictos,tampoco creo que el recurso al que a continuación voy areferirme como algo de decisiva importancia haya sidoexplícitamente tomado en cuenta en los múltiples librosespecializados que se han ocupado de la problemática. Noobstante, se trata tan sólo de un corolario de una antiguaenseñanza, según la cual no hemos de preocuparnos denada con tal de que persigamos tan sólo el "Reino deDios".

La tesis explícita de este capítulo es, pues, que losenfoques actuales de la problemática mundial siguendescuidando la importancia de la transformación del serhumano, y que el principal recurso con que contamospara hacer frente a la crisis que atravesamos es esenúmero reducido de individuos en trance de transfor-mación, un pequeño mundo de buscadores en luchaconsigo mismos a los que me refiero aquí con el nombrede "nuevos chamanes".

Los problemas mundiales

U Thant, secretario general de las Naciones Unidas, decía en 1970 con ocasión del día de esta organización:

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«Es imperdonable que tantos problemas heredados del pasadosigan estando entre nosotros, absorbiendo ingentes recursos yenergías que necesitamos desesperadamente para otrospropósitos más nobles», y tras pasar revista a algunos de ellos, talescomo la carrera armamentista, el racismo y las violaciones de losderechos humanos, «sueños de poder y dominación en lugar decoexistencia pacífica», observaba que:

«mientras estos conceptos y actitudes anticuadas siguenpersistiendo, el rápido ritmo de los cambios que se producen anuestro alrededor genera nuevos problemas que reclaman a su vezatención y cuidado colectivos de parte del mundo: la distanciacreciente entre paises ricos y pobres, el desfase científico ytecnológico entre los mismos, la explosión demográfica, laaglomeración urbana. el problema de las drogas, la alienación dela juventud, el consumo excesivo de recursos por parte de unasociedad y unas instituciones insaciables. La mismasupervivencia de una sociedad humana y civilizada pareceestar siendo amenazada.»

Todo esto es hoy en día ampliamente reconocido. Lo quetal vez no resulta tan conocido es que, como el propio UThant señalaba a continuación, «la seriedad de lasituación no deriva tan sólo de la mera multiplicidad ygravedad de los problemas y de las soluciones re-queridas, sino del hecho de que entre estos múltiplesproblemas existe un número incalculable de interre-laciones que, comprobadas o no, están restringiendo engran manera el margen de acción abierto a la intervenciónde los poderes públicos».

Cuanto mejor comprendemos hasta qué punto lasolución de problemas aislados puede constituir en símisma un problema con respecto a otras determinadassituaciones, tanto más parece que tengamos necesi

dad de focalizar la atención en temas raíces más que encuestiones o conflictos particulares. Un informe de lasNaciones Unidas evidencia con claridad las limitacionesde cualquier planteamiento de solución de problemasque se quede en un enfoque exclusivamente pragmático ycentrado en los síntomas:

«Los problemas agudos, cuando surgen, pueden presentarse enforma de desequilibrios comerciales, financieros o monetariosque parecen estar localizados en algún país o grupo de paísesconcretos. Un análisis más profundo mostrará, sin embargo, quelos problemas de ese país o grupo de países en una esferadeterminada están íntimamente relacionados con otros problemasconcomitantes en otros países y en otros campos diferentes, y quepara que las soluciones de carácter general resulten adecuadasse requiere adoptar paralelamente medidas consistentes en otrosdiversos campos teniendo en cuenta los intereses de todos losdemás países. Un problema singular, aparentemente referido a unaúnica esfera de cuestiones puede en realidad resultar sintomático deun abanico más amplio y más profundo de tensiones en elconjunto del sistema económico internacional».

La múltiple interrelación e interacción entre problemasde todo tipo da lugar a que aparezcan nuevas series deproblemas, que podríamos llamar híbridos, y a que seproduzca en el conjunto de la problemática un fenómenosemejante al de la hidra mitológica: así como a ésta levolvían a nacer nuevas cabezas a medida que se las cortaban,así también nuestros problemas se renuevan ymultiplican cada vez que intentamos solucionarlosaisladamente sin atender a lo que los interrelaciona en suraíz, pues «no existen como tales,

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aisladamente, la crisis demográfica, la crisis urbanística,el problema de la polución, la crisis armamentística, lacrisis del petróleo, el problema de los fertilizantes, laescasez de recursos, la del agua, la erosión del suelo, elproblema de la pesca, la crisis tecnológica o la crisis delcomercio. Cada una de estas crisis repercute en las otras, yen tanto que puede resultar útil centrar la atención entodas ellas a la vez, ninguna de ellas puede resolverse amenos que se tomen en cuenta todas las demás.»

El simple hecho de que, a causa de la complejidaddel entretejido mutuamente interactuante de problemas,«ninguna combinación de medidas o dispositivospuramente técnicos, económicos o legales puede aportarmejoras significativas» a la situación, hace que seanecesario recurrir a algo más que a los enfoques in-terdisciplinares que recomienda el Club de Roma.Creo que es aún más importante tener muy presente laidea de que nuestros problemas no solamente tienen suorigen en el hombre, sino que son la consecuencia de unparón evolutivo en su desarrollo: el descuido del crecimientopsicoespiritual en el plano individual.

Apuntar hacia el crecimiento interior, hacia la cu-ración y hacia la iluminación parece sonar antieconó-mico. Pero ¿es indispensable?

«Mientras que las dificultades y peligros que derivande los problemas tienden a crecer en proporción ge-ométrica, el conocimiento y la capacidad humanas paramanejar esos problemas tienden a crecer en proporciónaritmética», dice Yehezkel Dror en su prolegómeno a lasCiencias relativas a la Actividad Pública. Cellarius yPlatt observan:

«Se están dando actualmente muchos pasos importantes paraafrontar estos problemas. Estos pasos, sin embargo, a menudoobedecen a la necesidad de adaptarse a las pautas institucionalesexistentes, o bien son los que se juzgan oportunos desde el puntode vista político o comercial, pero en cambio no se ponen enmarcha otras medidas de tal vez igual o mayor importancia. Másaún, la multitud y complejidad de las crisis y conflictos y susmutuas interacciones sobrecargan de tal forma los mecanismosdiseñados para manejarlos, que existe el miedo justificado deque estos mecanismos puedan venirse abajo en el momentocrítico y convertir en peor el desastre.»

Kahn y Wiener dicen que: «... el mundo se está vol-viendo tan complejo, y cambia tan rápida y peligro-samente, y la necesidad de anticiparse a los problemas estan grande, que podemos sentirnos tentados a sacrificar (oincapaces de mantener) los procesos políticosdemocráticos».

La inutilidad del intento de resolver los problemasuno a uno resulta especialmente evidente cuando nosparamos a considerar la falta de consenso existente entrelos especialistas con respecto a las prioridades que habríaque establecer. En el Anuario de problemas mundialescorrespondiente al año 1984 podía leerse: «en 1974 JanTinbergen señalaba que sólo dos años después de que elinforme [Pearson] de la Comisión Internacional sobre elDesarrollo recomendase un crecimiento acelerado para elmundo en vías de desarrollo, los resultados del estudiorealizado por el Club de Roma indicaba la necesidad dedesacelerar el crecimiento mundial.»

Nuestra principal esperanza reside en el hecho de

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que los problemas más serios que conciernen a la hu-manidad derivan no sólo de las directrices sociales,económicas y políticas, sino también de fuerzas psi-cológicas. En qué medida esto es así resulta evidente dela mera consideración analítica de lista de problemasmundiales.

Los autores del Anuario de 1984 han llevado a cabo lalaudable tarea de relacionar (a partir de datos publicadosen documentos, en su mayoría pertenecientes aorganizaciones internacionales) más de 8.000 problemas,que incluyen desde terremotos y enfermedades hasta ladominación económica que ejercen las compañíasmultinacionales y la falta de coordinación existenteentre las organizaciones internacionales. Además derelacionarlos y establecer las mutuas referenciasexistentes dentro de esta larga lista, clasificaron susentradas en nueve diferentes categorías de acuerdo conel código siguiente (de la "a" a la "f'):

1.- Generalidad o especificidad: las diferentes clasesde fenómenos, como por ejemplo los seres vivos, seclasifican como "b" en el nivel de —reino- (v.g., lasplantas), descendiendo hasta "g" para las especiesconcretas (como el águila imperial), o para una en-fernmedad o utensilio determinados.

2.- Universalidad: todas las clases ("a") de seresvivientes, por ejemplo, bajando hasta las clases parti-culares o tipos específicos ("e"), como podrían ser lospropios y exclusivos de islas tropicales.

3.- Fundamentalidad o dependencia: desde "a" a

4.- Jerarquía: diversas jerarquías en la cima ("a")hasta un rasgo específico de una única jerarquía ("e" o"g").

5.- Disciplina: desde los que abarcan cualquier dis-ciplina ("a"), pasando por los que tocan a un conjuntoimportante de disciplinas ("b") hasta los que afectan auna única disciplina ("d") o subdisciplina ("e").

6.- Localización geográfica cultural: desde la global("a"), que transciende toda división por regiones o sec-tores, pasando por las intercontinentales ("c"), talescomo países en desarrollo, industrializados o socialistas,hasta específicas ("d"), corno regiones montañosas otropicales, o bien desde la consideración de factoresmúltiples ("e"), como «mujeres discapacitadas en lospaíses en vías de desarrollo», hasta problemas propios deun único país pero que revisten una más amplia sig-nificación ("g"), como es el caso del apartheid.

7.- Agrupabilidad: cuando el enunciado del problemasugiere la posibilidad de formar parte de un grupo deproblemas similares, se los codifica congo "c" o másabajo. Por ejemplo, "la ceguera en los niños'' sugiereasimismo "la ceguera en las personas de edad".

8.- Problemas de moda: se ha de cuidar no dar unaimportancia exagerada a problemas específicos pro-fusamente aireados por los medios de comunicación (porejemplo, el peligro de extinción de ciertas especies deballenas, el SIDA...).

9.- Excepciones: El código "1"' se usa para problemaspotenciales, para problemas latentes, problemasextraterrestres, y otros varios problemas sutiles o in-tangibles.

Ajustándose a esta clasificación convencional, pues, 105problemas fueron incluidos en el grupo "a", categoríacorrespondiente a los ítems más generales, universales,fundamentales, transdisciplinarios e intercontinentales.

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Resulta de lo más revelador, en mi opinión, encontrarque de los 105 problemas 38 son claramente problemaspsicológicos, y otros 27 son al mismo tiempo problemasde orden externo y de orden interno, como sucede con ladominación y el abuso de poder. Ésta es la lista de los deorden psicológico:

Abandono, absurdo, agresión, alienación, angustia,ansiedad, apatía, arrogancia, avaricia, aburrimiento,complacencia, crueldad, sustancias peligrosas, decep-ción, deshumanización, despersonalización, egoísmo,elitismo, maldad, fatiga, miedo, fragmentación de lapersonalidad humana, frustración, humillación, in-competencia, indiferencia, inseguridad, soledad, ma-levolencia, actitud emocional negativa, obsesión, or-gullo, inercia psicológica, vacío espiritual, superstición,vanidad, vicio, violencia.

Hasta aquí, el mensaje de este libro ha sido quesólo podemos esperar solventar nuestros problemascomenzando por mirarnos a nosotros mismos como elproblema número uno. En este particular capítulo desarrollola idea de que, simétricamente, es también en nosotrosmismos (tanto individual como colectivamente) dondese encuentra la solución.

Un viejo proverbio inglés aconseja: «Preocúpate delas libras, que los peniques ya cuidarán de sí mismos».Si en el tema que nos ocupa las libras son lo que los antiguosprofetas llamaban el Reino de Dios, es notable lo pocoque se le tiene en cuenta en las discusiones entreespecialistas de máximo nivel. Tomemos, a modo deejemplo, el informe del director general de la UNESCOa la 1811 Conferencia General (París, 1974) relativo alanálisis de problemas y cuadro de objetivos utilizablescomo base para un planeamiento a medio

plazo (1977-1982). Los problemas principales del mundo, identificados cono tales, fueron:

« 1 . - Derechos humanos; 2.- Paz; 3.- El avance de losconocimientos científicos y de la creatividad artística; 4.-El intercambio de información; 5.- La comunicación entrelas personas y entre los pueblos; 6.- Conceptos ymetodología de desarrollo: 7.- Planes y estrategias para eldesarrollo; 8.- Infraestructuras y entrenamiento para eldesarrollo; 9.- Mayor participación de ciertos grupos enel desarrollo; 10.- El entorno natural del hombre ysus recursos; 11.- El hombre en su entorno; 12.-Población.»

Con otras palabras, podernos decir que, en opinión dela UNESCO, lo que requieren los problemas deinjusticia, guerras, ecología y superpoblación es unmayor intercambio de información y comunicación,conceptos metodológicos, planes, infraestructura, en-trenamientos, etc. Con respecto al sesgo de la anteriorpropuesta, notoriamente proclive al hemisferio cerebralizquierdo, me siento inclinado a responder en el mismosentido que lo hacía en el capítulo 2 a la lista deobjetivos educacionales de Alexander King. Parecedarse por descontado que los conocimientos sonequivalentes a la sabiduría, implícitamente se consideraal amor como algo irrelevante, y la transformación de unindividuo en un ser compasivo es algo en favor de locual nada podemos hacer. Para una respuesta más amplia,me remito a la exposición que sigue sobre el nuevochamanismo, y a la afirmación de que si la vidasolamente nace de la vida, el renacimiento cultural deque depende nuestro futuro sólo puede provenir deotros seres humanos curados y espiritualmente maduros.

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El nuevo chamanismo

Creo que entre las ideas que he podido dar a luz a lolargo de mi vida, una de las que ha encontrado mayorresonancia popular ha sido la del "neochamanismo", ypor ello, al abordar aquí este tema, me siento menosoriginal que cuando acuñé la expresión. No obstante,considero adecuado tratarlo en este contexto por cuanto,como cultura, no hemos superado aún completamente laactitud arrogante y xenofóbica con la que prácticamentehemos cerrado el paso a la existencia a todamanifestación de chamanismo autóctono, y también, demodo particular, a causa de la especial relevancia que elespíritu chamánico presenta en orden a la curación de laconciencia patriarcal.

Como sospecho que ésta pueda ser la última vez enque me ocupe de dar una interpretación de nuestroreciente movimiento cultural, me siento movido aabordar el tema de un modo que refleje el desarrollogradual de mi pensamiento sobre el mismo.

No sé exactamente cuándo comencé a pensar en esto,pero recuerdo claramente que la idea estaba ya en mi mentea mediados de los sesenta, cuando vine a Berkeley desdeChile por primera vez. Tanto el lugar cono la épocatenían algo de chamánico. Tuve la buena suerte deencontrarme con Carlos Castaneda, e incluso llegué a serla persona rnás cercana a él cuando aún no se le habíapasado por la cabeza escribir ningún libro. Este hecho,aparte de mi trabajo y mi forma de pensar, pudo haberinspirado el que alguien me describiera en el catálogo deEsalen como un chamán.

Por entonces leí con gran interés el libro de Eliade sobre chamanismo (que apareció en español antes que

en inglés, y que considero sigue siendo la contribución másimportante que existe sobre el terna). El respeto quesentía por la obra de Eliade era suficiente para asegurarmede que no iba a cometer la equivocación de creerme unchamán en el pleno sentido de la palabra, pero el habersido tomado por tal me hizo tomar conciencia de un algo"chamánico" en mis inclinaciones y en mi estilo y formade hacer. También esto mismo me hizo darme cuenta deque el apelativo de "chamán" podía también ser aplicadoen sentido amplio a otras personas que conocía.

Cuando escribí La única búsqueda en 1969, ya eraplenamente consciente del tema. Considerando diversosenfoques del desarrollo humano con vistas a su eventualaplicación al mundo de la educación, se me hizo clara lanecesidad de tener en cuenta tres amplios campos de lacultura y de la sociedad: la salud y la medicina, laeducación y el desarrollo, y la religión, con sus metas desalvación e iluminación. Estos tres ámbitos, quetípicamente convergen en nuestro tiempo, fueron en unremoto pasado uno solo, cuando en la figura delchamán se confundían los roles de guía espiritual, demédico, y de iniciador de los jóvenes en los misterios dela propia cultura.

Estamos viviendo en una época de síntesis, en la cualel desmoronamiento de barreras artificiales entre camposde conocimiento y escuelas de pensamiento diversos estáhaciendo posible tender nuevos puentes de información.Aunque el proceso de síntesis es continuo a lo largo de laevolución cultural, un proceso integrador más intensocomenzó a manifestarse en el campo científico hacealgunas décadas, al surgir la preocupación y el interés porlos enfoque inter y trans-

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disciplinarios. También en el campo espiritual nos he-mos hecho más ecuménicos, hasta el punto de que elhundimiento del autoritarismo (y del dogmatismo quetodo autoritarismo lleva anejo) nos permite comprendermejor la unidad natural entre las cosas. La convergenciade las preocupaciones espiritual, terapéutica yeducativa, que entrañaba la floración de "centros decrecimiento" durante los años sesenta y setenta, meparecía constituir una manifestación del redescu-brimiento de la intrínseca unidad de intereses que sub-yacen a las artificiales compartimentalizaciones propiasde nuestra cultura.

No obstante, cuando insinuaba en La Única búsquedaque los esfuerzos por conseguir la salvación, la curacióny la madurez convergen en nuestra conciencia yapuntan hacia una unidad que en los días delchamanismo resultaba explícita, aún no había llegado aacuñar la expresión "nuevo chamanismo". Había dehacerlo más tarde, en 1977, en la Conferencia Anual de laAsociación de Psicología Humanística que tuvolugar en Berkeley bajo la rúbrica de "Common Ground"(suelo o territorio común).

Mi intervención en aquella conferencia sirvió deoportunidad para presentar a un estimado compatriotamío, recientemente llegado a California, y cuya obradifícilmente podría ser mejor descrita que como la deun moderno chamán. Di a mi charla el título de«Chamanismo de la nueva era», que luego seguí usandoindistintamente con el de "neochamanismo" al hablar dela convergencia entre lo terapéutico y lo espiritual, ytambién de otras convergencias que se dan en nuestrotiempo y que evocan la conjunción en el chamán del homoreligiosus, el artista y el sanador. De

cía entonces que el chamanismo tiene que ver esen-cialmente con una actitud sintética, y que implica por supropia naturaleza una síntesis de razón e intuición.

Podemos pensar en la civilización en términos de al-ternancia entre épocas en que ha dominado larazón y épocas en las que se han valoradopreferentemente las emociones y la intuición: épocasclásicas y épocas románticas. El influjo de Rousseau-padre del Romanticismo- contribuyó, por ejemplo, deun modo significativo al estallido de la RevoluciónFrancesa. Y sin embargo, una vez que la Revolución hubotriunfado, quien fue elevada al trono fue la diosa de laRazón. El Romanticismo hizo de nuevo su aparición mástarde, y el reciente "movimiento del potencial humano"bien podría ser considerado como un nuevoromanticismo.

Diría, no obstante, que en la década de los sesenta elpéndulo alcanzó su máximo desplazamiento en la direcciónde la intuición y desprecio de la razón, y ahora estáregresando. Ahora nos encontramos en una épocaespecialmente oportuna y favorable para una nuevasíntesis. La esfera intelectual está siendo nuevamentevalorada, y estamos entreviendo la importancia de llegara una metasíntesis que abarque la actividad analítica de larazón y la actividad sintetizadora de la intuición.

Un caso notable de convergencia entre los aspectossintético y analítico de la mente lo ofrece el movi-miento intelectual vinculado a la física moderna, con sutoma de conciencia de los paralelismos existentes entrelas viejas intuiciones de los místicos y las nuevasformulaciones de la física cuántica, por ejemplo. Yaantes de los más modernos avances de la física, en laépoca de De Broglie y de James Jeans, esa conver-

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gencia de razón e intuición era algo bastante claro en elseno de esta ciencia, de tal nodo que Bogumil Ja-sinowski, profesor de Historia de la Cultura en la Uni-versidad de Chile (de quien tuve el privilegio de seralumno), podía decir por entonces que consideraba a lafísica moderna como un resurgimiento del pensamientoneopitagórico. Le parecía que, por primera vez en lahistoria, se daba la posibilidad de esta convergencia deintereses y actitudes, distanciados al máximo en laépoca de Pitágoras: el amor a las matemáticas, la razóny la ciencia, por un lado, y la inclinación a la mística, porel otro. Particularmente, después de la famosa"Interpretación de Copenhague" de la física cuántica,puede decirse (usando de nuevo una expresión deJasinowski) que la física ha dejado de ser 'sorganoléptica",ya que lo que describe no puede ser visualizado nisiquiera en la imaginación; escapa a la posibilidad derepresentarlo en ningún tipo de mapa.

Pero mucho antes, incluso, de esa convergencia entreciencia y misticismo apreciable en las mentes de losprimeros pitagóricos, podemos encontrar la misma si-tuación en el caso de los chamanes, que fueron losprimeros científicos, los primeros investigadores de lanaturaleza, los primeros expertos en la fauna y en la flora, y,a la vez que antecesores culturales de los más antiguostrabajadores del hierro, fueron también los primeroscultivadores de la mística.

Más allá, sin embargo, de decir que tanto entre losantiguos como (crecientemente) entre los nuevos cha-manes nos encontramos ante seres "bicerebrados", estoes, ante personas que presentan un equilibrio superior alcomún entre el hemisferio cerebral izquierdo -racional yanalítico- y el derecho -intuitivo y sinte

tico-, podemos también afirmar que unos y otros destacancomo seres "tricerebrados", pues el proceso deintegración personal no es solamente una cuestión deconvergencia entre los lados izquierdo y derecho del cerebro.Puede decirse que cuando el cerebro racional del individuodeja de ejercer un monopolio absoluto sobre su sistemaneuropsíquico, no solamente se libera su cerebro intuitivo,sino también lo que el profesor Rof Carballo llamaba haceunas décadas el "cerebro interno", íntimamente ligado almundo emocional. Y eso no es todo, pues si hablamos deintegración entre las esferas de lo cognitivo (racional eintuitivo) y la de lo emocional, no podemos olvidar elhecho de que los antiguos chamanes, antes que nada, fueroncapaces de conectar con la capa más arcaica delpsiquismo, esa que a veces es representada a través desímbolos espirituales con forma de animal, particularmentecomo una serpiente, remoto antepasado nuestro quetodos llevamos dentro en la parte más primitiva denuestro cerebro y que aún hoy sigue siendo emblema dela medicina.

Si los antiguos chamanes y sus herederos contem-poráneos no estuvieran dotados de una salud emocionalsuperior a la media, no poseerían realmente la capacidadde curar que les caracteriza. Ni tampoco, sin la base de unavida emocional intensa y libre, podrían los chamanes ser,como comúnmente son, artistas. Actualmente, buena partede la tarea terapéutica consiste en tomar conciencia de lavida emocional y liberar la

capacidad del individuo para experimentar y expresarsus emociones. Quienes ayudan a otros a realizar estatarea no pueden hacerlo ateniéndose a ningún tipo de

"recetas de libro", sino únicamente tras haber atravesado

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en toda su intensidad su propio proceso personal de angustia, descubrimiento y liberación.

De acuerdo con el neurofisiólogo doctor Paul Mc Lean,somos seres tricerebrados por cuanto poseemos unacorteza cerebral (que constituye la porción más es-pecíficamente humana de nuestro sistema nervioso), uncerebro emocional, que compartimos con el resto de losmamíferos, y un cerebro instintivo que tenemos encomún con los reptiles. En la medida en que esto es así, losantiguos chamanes fueron simplemente los primerosseres humanos que alcanzaron a llenar en vida todo elpotencial que nos es propio y que, consciente oinconscientemente, constituye la nieta de nuestras as-piraciones.

Una de las características más notables de toda ci-vilización, a lo largo de la historia, ha sido el rechazo delo instintivo, oposición que tanto Freud como el últimoToynbee han tildado de tragedia insuperable. Koestler, porsu parte, colaborador de Toynbee, habla de ladiscontinuidad surgida entre nuestro cerebro instintivo(heredado de nuestros antepasados los reptiles) y eldesarrollo más reciente de nuestro sistema nervioso, basedel pensamiento y del intento de controlar racionalmente lapropia vida: una discontinuidad que ha traído consigo lapérdida de las capacidades instintivas de todo animal sano.No obstante, a la vista tanto del antiguo como del nuevochamanismo que está surgiendo en nuestros días, tenemosun indicio de que esa discontinuidad es solamentefuncional y no irreversible, de modo que es posible volvera integrar al ,,animal interior" en el psiquismo consciente,y recuperar consiguientemente nuestra condición de serescompletos, realmente tricerebrados.

Por muy verdad que pueda ser que a través del controlracional hayamos perdido la capacidad instintiva que todoanimal sano posee, creándose con ello una discontinuidadentre las esferas racional e intuitiva, no necesitamoscompartir el pesimismo de Koestler, en cuanto que no esnecesario concebir esa discontinuidad como un hechobiológico inmutable. Es suficiente concebirla como undesequilibrio crónico perpetuado a lo largo de laevolución de la sociedad y la cultura. Efectivamente,una de las tareas que viene proponiéndose con crecienteeficacia la psicoterapia nmoderna es la reintegración de loinstintivo a la esfera del psiquismo consciente. Lapsicoterapia tuvo su comienzo en Freud, quien, comoKoestler, era un pesimista con respecto a la posibilidad decompatibilizar el instinto con la civilización. Con elpaso del tiempo, sin embargo, la simple restauración dela conciencia (mediante la recuperación y reintegración delo reprimido) se fue emparejando de un modo creciente conel favorecimiento de la liberación de los impulsos, y asífue fortificándose la fe en la intrínseca inocencia de los sereshumanos. Wilhelm Reich y D. H. Lawrence fueronpioneros de este punto de vista, generalizado hoy en díadentro de la psicología humanística.

El interés por los alucinógenos, que liga al chaina-nismo con la cultura contemporánea y las formasmás innovadoras de psicoterapia (a pesar de todas las or-todoxias y todos los controles gubernamentales) revela unalto grado de confianza en la profunda espontaneidad delpsiquismo, tanto por parte de quienes se sienteninteresados en atravesar este tipo de experiencias comopor parte de quienes les ayudan a experimentarlas. Pormás que las autoridades médicas y de otro

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tipo hayan expresado su máxima preocupación por elpotencial adictivo que tales sustancias pueden ejercer enel seno de nuestra sociedad (ya que poco se ha hechopara tratar de ofrecer un cauce al considerable potencialcurativo que poseen), espero que los historiadoressabrán encontrar la ocasión para apreciar en qué medidahan contribuido al desmoronamiento del ego socialpatriarcal en las últimas décadas. No podemos ignorarla inspiración que proporcionaron a los pioneros de lacontracultura, que su vez ha inspirado de forma decisivael desarrollo cultural más reciente. Merece tambiénseñalarse el hecho de que el auge del interés por laaventura terapéutica y el desarrollo espiritual haya sidoestimulado por las contribuciones de quienes (comoAldous Huxley. Hermann Hesse y Ram Dass) se dejaronintroducir a otro nivel de salud y de conciencia a travésde experiencias inducidas por medios farmacológicoshace algunas décadas.

No es accidental que la nueva cultura y las nuevasterapias se hayan sentido interesadas en los alucinó-genos, como lo estuvieron los antiguos chamanes. No setrata sólo de recobrar la profunda espontaneidad delinstinto alienado. Creo que un aspecto importante de lapsicoterapia humanista, existencial y ecléctica es lo quemuy bien podríamos llamar fe en lo que la terapia Gestaltdesigna con el nombre de "auto-regulaciónorganísmica".

Un tema íntimamente relacionado con el del despertarde lo instintivo es el de la liberación de un procesoespontáneo de curación y desarrollo, que bien podríamosseguir designando con la antigua palabra india "kundalini",ya que para mi la así llamada "kundalini" no es otra cosaque el despertar de nuestro ce

rebro reptiliano, el cual, a su vez, en mi opinión, es muchomás que un aparato instintivohomeostático relacionadocon la susistencia física: es también un "órgano" psíquicode autorregulación que opera en los niveles más sutilesdel psiquismo, desempeñando una función de guía a lolargo del camino de evolución del individuo. El fenómenokundalini, tan característico del chamanismo y deltantrismo, ha alcanzado nueva relevancia en nuestraépoca, ya que ciertas experiencias psicóticas o puramentefísicas están siendo reinterpretadas como "accidentes dela kundalini", para cuyo tratamiento han surgido inclusocentros especializados.

Aunque los textos tántricos nos hablen de la kundalinicomo de un poder que en forma de espiral reside en labase de la columna y que puede ascender a lo largode la misma hasta alcanzar la cima de la cabeza,produciendo una experiencia de plenitud de lo divino, hahabido mucha mitificación y también mucha mistificaciónen torno a la misma. No obstante, sin caer en la trampa delliteralismo, puede decirse que la activación de lakundalini abarca diversos niveles, cada uno de loscuales está íntimamente ligado con el chamanismo: elnivel físico (por medio del prana y la apertura de loschakras), el nivel emocional (éxtasis), el nivel mental(capacidad visionaria), y el nivel espiritual propiamentetal, con sus distintivos de sacralidad y transcendencia.

Entre los diferentes aspectos de la kundalini puederesultar útil concentrarnos en uno que es particularmentecaracterístico del chamanismo. Cuando Gopi Krishnahabla de ella como de una "fuerza evolutiva", quiere decircon ello que la kundalini es mucho

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más que una fuente de motivación espiritual. La energíakundalini implica un principio conductor, de modo que elproceso de desarrollo personal tiene lugar  en adelantede un modo bastante autónomo y espontáneo. Si en todaslas   tradiciones   espirituales   se  da   el   reconocimiento   detina condición interior donde la persona se siente guiadapor fuerzas o seres superiores (un Sufi,  por ejemplo, esdefinido a veces como alguien  guiado de esta manera,desde dentro), puede decirse que el chamán es, antes quenada, un ser guiado por su guía o guías interiores. En elchamanismo hay solamente un mínimo de instrucción enel   sentido   de   transmisión   de   conocimientoscodificados.   De   modo   característico,   las   formas   deejercer   el   chamanismo   son  siempre   totalmenteindividuales,   los   chamanes   ofrecen   un   alto   grado   desingularidad en su manera de guiar a los demás.

En un cuento  hasídico,  un  maestro,   al   ser  pregun­tado   acerca   de   las   fuentes   de   su   conocimiento,   res­pondió:   «Todo  cuanto   sé,   lo  aprendí  de  mi  padre;  él  noimitó a nadie, y yo tampoco». Lo mismo sucede con elchamán,  quien,  aparte  de  un sutil   contagio   espiritual,  loúnico  que  hereda  de  otro   es  un ejemplo de   libertad  yoriginalidad   en   su   forma   de   conectar   con   el   mundosuperior y de servir a la comunidad. Cada chamán tienesus   propios   objetos   de   poder,   cuenta   sus   propiashistorias,   y,   sobre   todo,   posee   su   propia   inspiración.Igual  puede  decirse de  los nuevos chamanes,  quienes(a diferencia de los terapeutas de las distintas escuelas enliza hace algunas décadas) están adquiriendo un mayoreclecticismo y originalidad en su  forma de hacer y enla   variedad   de   contenidos   de   su  propio   «saco   detrucos».

Si  bien  la afirmación de  los chamanes tradiciona­les, en el sentido de haber sido enseñados por espíritus,era en otro tiempo recibida con benévola incredulidadpor viajeros y antropólogos que trababan contacto conellos,   hoy   en   día   el   fenómeno   de   la   inspiración   harecibido   una   validación   popular   comparable   a   laotorgada   a   la   simple   intuición   y   a   los   fenómenosvisionarios.   Un   testimonio   de   ello   es   el   augeimpresionante   que   ha   experimentado   el   interés   por   laparapsicología.   Considero   también   interesante   men­cionar  el  hecho de que,  si  bien pocos  son  los poetasque   en   los   últimos   tiempos  hablan  de   su   inspiracióncomo de una voz que les hablase al oído, en el mundode   la   psicoterapia   al   menos   uno   de   los   métodosexistentes hoy en día y que cosechan los mejores éxitostuvo su origen en una forma semejante de inspiración,comparable a una revelación chamánica: el  Proceso dela Cuadrinidad, al que ya me he referido extensamenteen   el   capítulo   anterior,   no   nació   de   la   reflexión   ni   deninguna   prueba   de   ensayo   y   error,   sino  con   todanitidez   (al  menos   en   la  mente  de   su   creador)   de  unaexperiencia de comunicación psíquica.

La amplia aceptación que está teniendo actualmente  elfenómeno   de   la   guía   interior,   o   de   una   direcciónsuperior de alguna forma, aparte de en la proliferaciónde consejeros clarividentes y de terapeutas que se declaranguiados chamánicamente en su trabajo, se manifiesta enel fenómeno comúnmente designado como "channelling",que   se   ha   hecho   relevante   en   conjunto   en   la   culturaamericana contemporánea. El término hace referencia a loque ocurre a quienes se ofrecen en actitud receptiva, comoun "canal", a "mensajes" que provienen de más allá de sumente consciente,

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como es el caso de la escritura automática y el procesoque subyace a la creación de libros tales como Setlaspeaks o A Course in Miracles.

El fenómeno es antiguo, pero esta auténtica explosióndel "channelling" es indicativa de un interés públicogeneralizado en este tipo de fenómenos, y revela ladisposición por parte de muchas personas a abrirseconfiadamente a algo que viene de más allá de los lí-mites de su propia personalidad. Puede decirse que el"channelling" es un aspecto del talante psíquico y cha-mánico de nuestro tiempo.

En su estudio decisivo del chamanismo, en un libro hoy,

convertido en clásico, Eliade comienza ocupándose de lavocación chamánica con toda justeza, por cuanto todochamán vive su llamada como un hecho dramático querepresenta el primer paso de toda su experiencia posteriorpropiamente chamánica. Un chamán es típicamentealguien que se siente llamado en un sentido bastanteliteral (es decir, en el más profundo y un tanto olvidadosentido de la palabra "vocación"), y esta llamada suelerevestir la forma de una súbita enfermedad aguda. Jungha hablado del arquetipo del "sanador herido", peroaunque esta imagen abunda con profusión en lamitología y en el folklore, el símbolo se refiereoriginariamente a la concreta realidad que representa lavocación chamánica tal como la conocemos a través deltiempo en todas las culturas.

En tanto que la medicina y la psicología se transmiten,como las demás profesiones en nuestra cultura, a través deun trasvase de información y un aprendizaje práctico, en elfenómeno de la vocación interviene (aparte lapredisposición individual) el influjo del factor contagio.Lo mismo pudo decirse con verdad de la

explosión de interés por la temática freudiana en su momentoy cabe hoy aplicarlo de un modo más general a la actualexplosión en torno al nuevo chamanismo. Cuando yoestudiaba en la Facultad de Medicina de la Universidad deChile, no existía aún en ni¡ país ninguna facultad ni escuelade psicología. Ahora hay más estudiantes de psicologíaque de derecho, siendo así que esta facultad era la quecontaba con más alumnos en años anteriores. En todo elmundo la proporción de gente atraída por la psicología hacrecido de forma impresionante. Un interés específico haencarnado siempre el espíritu de cada una de las épocas quese han ido sucediendo a lo largo de la historia de nuestracultura. Si en el siglo xtx la cultura estuvo dominada e in-fluida antes que nada por la biología, y en tiempos deGalileo este lugar era ocupado por la física, puede decirseque el reciente "movimiento del potencial hunmano" noha nacido tanto a resultas del progreso experimentado enninguna profesión o circulo académico, sino como expresiónde ese vuelco mental colectivo que se manifiesta en elinterés por la esfera de lo terapéutico, por el campoespiritual y, de un modo más especifico, por unapsicología crecientemente espiritualizada.

A causa de ese factor de contagio, según creo, elnuevo chamanismo, que está desarrollándose antenuestros ojos, se ha ido expandiendo más allá de los límitesde cualquier profesión, y esto ha originado algunosdebates acerca del ámbito respectivo de determinadasprofesiones limítrofes. Durante algún tiempo lapsicoterapia fue monopolizada por los médicos. Luegoles fue permitido ejercerla también a los psicólogos. Seextendió luego el privilegio a ciertos tipos

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de trabajadores sociales, y finalmente muchos otros seestán convirtiendo en psicoterapeutas aficionados.mientras los profesionales de uno u otro cuño acuden alos tribunales tratando de encontrar apoyo en la de-fensa de su coto territorial privilegiado. Hay en espa-ñol una expresión corriente: «De médicos, poetas ylocos todos tenernos un poco», que equivale más omenos a decir que todos tenemos algo de chamán. Elchamán es alguien cuyas capacidades son consecuen-cia natural de estar en contacto con su ser más pro-fundo, y puede decirse que el ser más profundo de to-dos nosotros es "chamánico".

La enfermedad que convierte en tal a un chamán (ya seaque provenga de un accidente exterior o a consecuenciade haberse sumergido en un abismo interior) no es laúnica forma de descenso a los infiernos. Asi como en eldesarrollo ordinario del proceso de la kundalini elmovimiento ascendente de la energía corporal a travésde los chakras es seguido por un movimiento dedescenso, así también, en el despliegue de concienciaque tiene lugar paralelamente a tales cambios físicos, ala fase de expansión sigue otra correlativa decontracción. Correspondiéndose con esta realidad, esusual en muchos chamanes experimentar un viaje a lasalturas como prólogo del subsiguiente descenso a losabismos. Es por esto por lo que la kundalini esconsiderada peligrosa: para quien no está sufi-cientemente preparado o carece de la guía necesaria, lakundalini puede no ser solamente la puerta para el éxtasis,antes puede convertirse en antesala de una auténticaagonía (como expresivamente ilustra el relatoautobiográfico de Gopi Krishna). Forma parte de un caminode purificación interior y, en mayor o menor me

dida, de un proceso de muerte interior: la desintegra-ción de la personalidad, entendida como condiciona-miento obsoleto que el individuo desarrolló durante lafase más temprana de su vida.

Durante la fase expansiva del proceso chamánico, eincluso durante el ascenso de la kundalini, podemos hablarde aparición de un aspecto psicótico, en un amplio sentidode la palabra: una "psicosis elevada", una locura místicainseparable del camino, que es necesario conocer yatravesar como tal para poder transcender. El Quijote deCervantes constituye, básicamente, un ejemplo de estacondición de locura que es en sí misma un camino parauna cordura superior. Si bien algunos escritores, comoCervantes o Goethe, han podido comprender que algunaforma de locura elevada forma parte de la víailuminativa (y ya en la Edad Media había un amplioreconocimiento del carácter sagrado de la locura), puededecirse que por regla general nuestra cultura ha estadomuy lejos de ofrecer al psicótico la comprensión,aceptación, compañía apropiada y guía experta que lascultura charnánicas sabían brindar a quien entraba en elcamino a través de la enfermedad, permitiéndole viajarmentalmente por el mundo de su locura, procesándola,hasta el punto en que puede emerger de ella comoindividuo, no solamente más sabio, sino dotado de lahabilidad de poder sanar a otros.

Sólo en el nuevo movimiento psicológico podemosencontrar un cambio sustancial en el punto de vista relativoa la psicosis. Particularmente desde R.D. Laing, seconcibe a la psicosis no como algo que la medicinatiene la obligación de curar, sino más bien como una"desintegración positiva" (por usar la expresión de

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Dabrowski ). o como una regresión al servicio de unprogreso, como un descenso a los infiernos necesariopara la purificación. Dentro de nuestra cultura,donde la "normalidad" estadística queda lejos de laverdadera salud psicológica, la concepción de la psicosiscomo una vía más que como un accidente en el caminosigue siendo revolucionaria incluso después de más deveinte años desde que Laing, invitado a Estados Unidos porel Instituto Esalen, concitara la reunión de un buennúmero de especialistas, durante aproximadamente unmes, para reflexionar sobre el tenia "E1 valor de la ex-periencia psicótica".

La moderna tolerancia con respecto a la locura meparece ser corolario de otra tolerancia más generalizada entorno a los "estados alterados de conciencia" (estadosde conciencia diferentes del cotidiano), reflejo de unanueva actitud de apertura ante la experiencia y deuna capacidad de entrega que justifica definir este nuevoespíritu como "dionisíaco". Ya a fines del siglo pasado,Nietzsche pronosticaba "la gradual reaparición de lodionisíaco en nuestro mundo contemporáneo", y cabedecir que, en particular, la revolución de los sesenta fuede naturaleza esencialmente "dionisíaca". Así lo observóel teólogo Sam Keen al hacer su apología de la nacienterevolución psicoespiritual en un libro al que puso portitulo A un Dios Danzante.

En esto también se hace eco del chamanismo estamueva espiritualidad, pues el espíritu de nuestro cris-tianismo occidental, como el de las otras grandes re-ligiones en general, es apolíneo, mientras que el delchamanismo tradicional es dionisíaco.

La idea de que el espíritu de nuestra ápoca es cha-mánico y dionisíaco puede servir de telón de fondo para

comprender otras de sus manifestaciones, que van desde elinterés por los alucinógenos (una forma de "borrachera"en el sentido dionisíaco de "dejarse llevar") hasta unafamiliarización (a través del proceso terapéutico) con esalocura que, al decir de Melanie Klein, yace por debajodel estrato propiamente neurótico de nuestra mente.

Más allá de ser el dios de la embriaguez y de laentrega a los impulsos (hasta llegar a la locura), Dio-nisos es también -no hemos de olvidarlo- un dios quemuere y vuelve a renacer, un dios en quien la entrega ala locura y el proceso transformador de muerte y re-nacimiento se confunden en un único proceso.

El tema muerte y resurrección es el punto central de lareligión cristiana, y, de una u otra forma, está presente entodas las tradiciones espirituales, ya en forma simbólica ymítica, ya en forma abstracta, como es el caso con losconceptos de faná y de bagá en el Sufismo y los denirvana e iluminación en el budismo. Sin embargo,podemos decir que en las grandes religiones lacodificación de la experiencia y los dogmas conceptualesformulados en torno a ella nos distraen de la experienciamisma, y es así cómo antropólogos que con carácter depioneros trataban de entender el chamanismo(especialmente Rasmundsen, entre los esquimales)tuvieron ocasión de sorprenderse al comprobar queexperiencias tales como las que atribuimos al Cristohistórico u otros "avatares" eran descritas con todaregularidad por los sujetos "primitivos" a quienes en-trevistaban.

Un chamán es, pues, tal vez por encima de cuanto hayapodido decir hasta ahora, alguien que ha muerto y que havuelto a renacer: alguien con una experiencia

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de primera mano en el proceso de transformación, queincluye como aspectos intrínsecos la muerte psicológicay el nacimiento espiritual. No obstante, lo que desde unpunto de vista puede describirse como un ascenso a loscielos y un descenso a los infiernos, es también, desdeotra perspectiva, un viaje al más allá, lo que en laalegoría de Dante implica primero dejar atrás el mundopara volver luego a renacer en él. Más que por lasexperiencias de ascenso y descenso, el chamán secaracteriza, en opinión de Eliade, por ser "señor de lostres mundos": es alguien que ha adquirido la capacidadde visitar el cielo y los infiernos sin quedarse del todo enninguno de ellos, alguien que tiene acceso a laexperiencia extática y otras semejantes, y que, sinembargo, ha desarrollado en sí una actitud de desapegotanto hacia lo espiritual como hacia lo mundano. Porusar una antigua metáfora chamánica, ha aprendido amoverse arriba y abajo a lo largo del eje del mundo y adescansar en el medio, lo que puede resultar útil tenerpresente en esta época en que resurge un nuevochamanismo, ya que señala el punto crucial quediferencia al auténtico chamán del mero aprendiz de brujo.

Esta faceta del proceso chamánico -el ser un proceso demuerte y renacimiento- ha resurgido asimismo en estaépoca nuestra dionisíaca. Entre otras cosas que podríanaducirse a este respecto, cabe citar en primer lugar elreciente interés por las experiencias próximas a la muerte(que los investigadores americanos designan por logeneral bajo la abreviatura NDE, Near DeathExperiences). Tal como muchos chamanes comenzaronsu camino, sin pretenderlo, a través de experiencias decercanía de la muerte (a través del en

cuentro con un animal salvaje o una enfermedad grave,por ejemplo), muchas personas dan testimonio hoy en díade experiencias de transformación sobrevenidas aconsecuencia de accidentes de automóvil o muertes"clínicas", u otras causas similares. Maslow descubriódécadas atrás que las experiencias cumbre no son tan rarascomo se suponía, y mucha gente podía afirmar haberexperimentado más de una en el curso de su vida; ahora seestá descubriendo que las experiencias cercanas a lamuerte tampoco son tan raras y muchas personasdeclaran no sólo haberlas sufrido sino haber sidoembarcados por ellas en un proceso de transformacióninterior.

Otra muestra del moderno interés despertado entorno a la muerte es lo que muy bien podríamos designarcomo "nueva tanatología": el empeño renovado porofrecer a quienes se acercan a la muerte un apoyoespecializado orientado a su aceptación y a propor-cionarles la adecuada guía espiritual, como es el caso deltrabajo pionero desempeñado por Elizabeth Kubler Ross ylas iniciativas de Ram Dass y sus colaboradores. Comodato significativo también, en conexión con este tema, estáel hecho de que El libro tibetano de los muertos  se hayaconvertido en un libro de bolsillo en Estados Unidos.Seguramente, esto es un reflejo no sólo de lareactualización de la idea de que los vivos pueden ayudara los muertos, sino también de una cierta comprensiónde que el mensaje de este libro puede también resultarválido en relación con el proceso interior de muerte yrenacimiento en esta vida. El libro de E.J. Gold El libroamericano de los muertos es digno de mención en estecontexto por el hecho de subrayar explícitamente lavalidez para esta vida de las

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observaciones contenidas en los "bardos", y particu-larmente la validez de la enseñanza tradicional demantenerse en el propio centro, sin sucumbir al miedo oal exceso de apego, en situaciones de dolor o deconfusión de cualquier tipo.

Algo semejante puede decirse con respecto al re-nacimiento: aunque la idea de un segundo nacimientosea un concepto central en la enseñanza cristiana, hoy endía son mucho más numerosos que en tiempos denuestros padres o nuestros abuelos aquellos que (contrasfondo religioso o no) sienten haber llegado en suvida a un nuevo nacimiento. Es cierto que todo cambioprofundo entraña una intensificación de la conciencia demuerte y renacimiento interiores que forma parte de lavida cotidiana normal, en cuanto que todos olvidarnos ydejamos cosas atrás a la vez que nos abrimos a laexperiencia del momento; pero hoy en día, en general, setiene una mayor claridad con respecto a este proceso demuerte psicológica y nacimiento de una nueva concienciaespiritual. Las experiencias psicodélicas y los intentossistemáticos de transcender el ego mediante prácticasmeditativas han familiarizado con este proceso a muchaspersonas, y asimismo técnicas específicas como elRebirthing y la terapia holotrópica han ayudado areconocer que «tal como es arriba, así es también abajo»:en la esfera psicoespiritual sucede lo mismo que en labiológica.

Las experiencias psicológicas de muerte y renaci-miento inducidas por el uso de alucinógenos han con-tribuido a reactivar este antiguo tema. Particularmentesignificativas han sido las consideraciones del doctor Grof,quien a través de su noción de las "matrices perinatales"ha aportado la idea de un paralelismo entre

las etapas biológicas del proceso de nacimiento y la esferapsicológica. Ya Freud había sugerido que las así llamadasexperiencias "oceánicas", conocidas dentro delmisticismo, podrían constituir un eco de la vida in-trauterina. Para Grof, sin embargo, eso no es todo: lasexperiencias auténticamente "infernales" del adulto, ca-racterizadas por la sensación de desesperanza y eternacondenación, serían un eco de aquel dolor primordialque puede suponerse que sufre el feto cuando ya hancomenzado las contracciones en el vientre materno perola dilatación del cuello del útero no se ha producido aún.Según Grof, en ese momento todos nos sentimosencarcelados, encerrados y oprimidos, como ahogados.Por otro lado, las experiencias correlativas de muerteque atraviesa el adulto serían como un eco de aquelloque probablemente experimentamos cuando, a la hora deemerger del mundo intrauterino, sentíamos próximo elfin de la existencia.

Hace unos cuantos años, a instancias del InstitutoGoethe de Chile, tuve ocasión de hablar sobre «Psicologíaintegradora y nuevo chamanismo». Preferí entoncesemplear la expresión "integradora" considerando que elauditorio no estaba demasiado familiarizado con la"psicología transpersonal", pero en realidad era a ésta a laque me refería, pues no sólo se define a sí misma comoholística, sino que por los intereses que mueven a susprincipales representantes constituye la cristalizaciónacadémica más característica del espíritu neochamánicode nuestro tiempo.

Al presentar esta noción de la existencia de unaíntima conexión entre el talante neochamánico denuestra época y el espíritu ecléctico, sintético y antidog-mático de la psicología contemporánea, aproveché

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para exponer con mayor amplitud que hasta entonces laidea de que las nuevas formas de "trabajo corporal", a lasque el doctor Thomas Hanna denomina "nuevassomatologías", constituyen a su vez otras tantas re-encarnaciones del nuevo chamanismo. Quienes en lasúltimas décadas se han entrenado en las diferentes es-cuelas de trabajo corporal surgidas desde Elsa Gindler ylas terapias respiratorias de principios de siglo enAlemania, o el método desarrollado por Mathias Ale-xander en Australia, así como rolfistas, bioenergetistas, ydemás, se mueven en una esfera no verbal que requiere unarara combinación de intuición y conciencia corporal.Asimismo, entre los expertos de estas distintas formasde acercarse a los problemas mentales desde el cuerpoexiste el reconocimiento de la experiencia típicamentechamánica de la energía corporal, que en sí es unamanifestación de aquello a que me he referido comofenómeno kundalini. Particularmente notable es el casoespecífico de Wilhelm Reich, a quien podemosconsiderar como un redescubridor de la kundalini ennuestros tiempos.

No obstante, al reflexionar ahora sobre el espírituchamánico del movimiento del potencial humano, me heencontrado descubriendo que de igual forma que lareciente revolución de la conciencia constituye un rebrotede la revolución freudiana de comienzos de siglo (sobrecuyos hombros descansa, aun diferenciándose de ella),así también el nuevo chamanismo al que me estoyrefiriendo no es sino un reflorecimiento de unchamanismo anterior inseparable de los orígenes de la 

moderna psicoterapia. Efectivamente, vemos que aquellos que más significativamente contribuyeron al tem-prano desarrollo de la psicoterapia presentaban algu

nos de los rasgos más característicos del chamán.Ejemplo típico es el de Sigmund Freud, a quien másque a ningún otro debemos la orientación psicológicaactual.

He dicho a menudo que Freud, más que un científico,fue un escritor, y que hubiera sido justo que se le hubieraconcedido el Premio Nobel de Literatura. También podríaser considerado como un profeta, por más que no creyeraen un mundo mejor y sólo supiera señalar nuestros malescomo individuos y como sociedad. Sospecho que con eltiempo se podrá decir de Freud (como de Marx) quegran parte de lo que pensó ha perdido toda actualidad,pero entonces resultará más claro que su verdaderaaportación no fue tanto su teoría científica cuanto sualtura profética, puesta de relieve en el impulso que subúsqueda en pos del autoconocimiento imprimió a todanuestra cultura.

Podemos ver a Freud como a un héroe cultural, quetuvo el enorme coraje de reconocer e iluminar su propianeurosis -sin que ello quiera decir que fuera másneurótico que el promedio normal de sus compatriotas,antes posiblemente más sano incluso que la mayoría deellos-. Su valentía para mirar dentro de su propio abismo-como hacen los chamanes- había de convertirse ensemilla del reconocimiento generalizado del malestar yperturbación emocional existentes en los tiempospostfreudianos.

Como e- s bien conocido, Freud cayó inconsciente alsuelo el día del funeral de su padre, por donde pudo re-conocer que él también, al igual que sus pacientes, habíasentido odio hacia su padre, a quien a lo largo de toda suvida pensaba que había amado tanto. Al descubrir en unacto de tamaña honestidad consigo mis-

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mo su propio "odio edípico", surgió el fermento de loque con el paso del tiempo habría de convertirse en lanoción de la neurosis universal de la humanidad. Pues sila mente de Freud no era sustancialmente diferente dela de sus pacientes, ¿no implicaba ello que la granmayoría estaba sujeta a la misma vicisitud? Sólo eracuestión de tiempo el que la idea de la neurosis universal setornase creíble para todo el mundo.

Creo que un eslabón importante en la comprensión yaceptación generalizadas de esta idea fue el análisis de lapsicología de la sociedad capitalista efectuado por ErichFromm. Debemos recordar cómo, tras haber escrito Elmiedo   a   la   libertad  -en donde hacía un análisis delfenómeno nazi-, Fromm defendía en su Psicoanálisis de la sociedad contemporánea que el modernocapitalismo americano no era necesariamente mássano, sino tan sólo menos aparentemente patológico, yque la irracionalidad que salta a la vista al contemplarde forma panorámica la forma de vida de nuestrasociedad era tan sólo una amplificación de una patologíade fondo que, al estar tan difundida (tan impregnada enlos mecanismos sociales), se nos hace invisible a escalaindividual.

Diría yo que la conciencia de estar rodeados de unapatología social y una patología individual casi universal,apenas significativa en tiempos de Freud, se hadesarrollado con el paso de los años junto con un aumentode la conciencia psicológica en general. Posiblemente elanálisis más penetrante de la locura de nuestro mundolo haya realizado R.D. Laing, para quien la condicióncatastróficamente absurda de las relaciones humanasordinarias queda implícita en el hecho palpable de en quémedida lo que llamamos "amor"

a menudo es un disfraz bajo el que se oculta la vio -lencia, y cómo el modo como gente aparentemente sanay bien intencionada trata a los niños no es lo que pareceser, cuando se consideran atenta y profundamente lasconsecuencias que produce.

Pienso que esta conciencia de la patología de lacultura en su conjunto -ya denunciada en su momentopor Freud- hace que muchos de quienes tenemos mayorlucidez al respecto hayamos buscado marginarnos untanto, lo mismo que el chamán en tiempos pasados (alser consciente de la locura compartida por sus congénereshumanos) se convertía en un ser que transcendía supropia cultura: alguien que, dejando atrás el mundo,alcanzaba unos valores tan sorprendentes para los demásque la comunidad acababa por readmitirle nuevamentecomo guía.

Pero volvamos al tema de la calidad chamanística denuestro "linaje" psicoterapéutico. Empleo este términoen un sentido lato para sugerir que, sea cual sea ladistancia entre el nivel de conciencia de los terapeutasneofreudianos de hoy en día y el de los grandes ma-estros de Oriente, entre quienes se usaba esta expresión,existe también entre nosotros una línea de transmisiónque ha implicado una suerte de contagio, propiciada porel mismo proceso terapéutico y que va más allá de laformación profesional propiamente dicha.

Si consideramos atentamente el caso, vemos queaquel árbol que Freud plantara no fue verdaderamenteplantado por él, pues si Freud se interesó por la psi-coterapia fue a consecuencia de otro interés más es-pecífico suyo por la hipnosis; y la hipnosis, a su vez,había sido introducida en Europa por otro "chamánmoderno" -una persona tan extraordinaria como olvi-

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dada hoy en día-, Franz Mesmer, quien fue el primeroen emplear en Europa el trance como elemento curativo.Psicológicamente menos sofisticado de lo que lo ha sidoMilton Erikson en nuestro tiempo, podemos no obstanteconsiderarlo como uno de los nuevos chamanes (pues fueesencialmente una persona intuitiva y todo su método seapoyaba en el uso de los estados alterados de conciencia),e incluso como alguien más chamánico en su quehacerque el propio Erikson, pues todo el énfasis de su trabajodescansaba en la apelación que hacía al potencialcurativo presente en el organismo. Un aspecto básico desu actividad terapéutica consistía en la implícitainvitación a sus pacientes a que dejaran de lado su"identidad social" como personas de su siglo -el sigloxix- y permitiesen a la sabiduría más profunda de supropio psiquismo ocuparse libremente de sus conflictospendientes.

Después de Mesmer, sobrevino una auténtica ex-plosión de interés por la hipnosis, y Freud, tras su visitaa Charcot, comenzó a trabajar también induciendo eltrance en sus pacientes. Desgraciadamente, como essabido, se asustó a raíz de que una de sus pacientes lebesara de forma impulsiva en presencia de su ama dellaves, y a partir de ese día sustituyó la hipnosis por unmétodo ingenioso que, con el paso del tiempo, vino aconvertirse en la técnica de la asociación libre. Así pues,si desde el punto de vista de la historia de la culturafue Mesmer quien plantó el árbol de la psicoterapia,Freud fue quien lo regó e introdujo en él nuevosinjertos.

Otra figura que ejerció asimismo un gran influjo en lahistoria de la psicoterapia, y de un modo más particular en elmovimiento humanístico (en parte neo

freudiano y en parte antifreudiano) fue Wilhelm Reich. Unode sus méritos fue ir más allá de la visión ortodoxa de larepresión como una perturbación inevitable de laconciencia, resultado de la incompatibilidad entre ci-vilización e instinto pregonada por Freud. Igual queNorman O. Brown, Herbert Marcuse, y otros que vinieronmás tarde, Reich creía en la liberación de los impulsos, y

particularmente en la liberación de la sexualidad. ComoFreud, Reich transcendió con sus escritos el campo de lapsicología, influyendo de modo decisivo en el conjunto dela cultura con su actitud antiautoritaria y su lucha en favorde la libertad sexual. Fue también un nuevo chamán en unsentido diferente de los considerados a propósito deMesmer y de Freud: el haber atravesado una experienciapsicótica propiamente dicha.

Algunos entusiastas de Reich han intentado negar ominimizar su locura, pero esto no es necesario. Reich esun ejemplo de cierta clase de personas en quienescoinciden el genio y la locura, y sus rasgos psicóticos nodeberían ser invocados para invalidar sus mejores ideas.Por el contrario, parecería que la psicosis es a veces elresultado de una incapacidad personal para afrontar unadosis excesiva de verdad; se diría que acaba siendo algoasí como el precio que el individuo debe pagar por unaabierta capacidad de percepción que otros no habrían podidotolerar. En ciertos casos, sin embargo, las percepcionesprofundas se combinan en una mezcla de verdad ydistorsión, como sucede típicamente en el caso delsíntoma esquizofrénico llamado "interpretación literal dela metáfora".

La grandiosidad mesiánica de Reich no sólo le llevó ademandar aceptación por parte del mundo cien-

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tíf co para ideas que excedían del campo de su pericia, sinoque llegó a interpretar la falta de ese reconocimiento(especialmente la falta de respuesta por parte de Einsteina una carta suya en donde le exponía sus propias ideassobre el tiempo) como una prueba de un complot delgobierno en contra de él. Se creía observado por losaeroplanos que cruzaban el cielo por encima de su casa,y su hijo Peter escribe (en un pequeño volumenautobiográfico) cómo su padre le ordenó que enterrara sureloj para evitar envenenar el entorno con la energíaantiorgónica de sus números fosforescentes.

Los chamanes, como sabernos, atraviesan una fasepsicótica y llegan a sanar en el contexto de una culturaque les ofrece ayuda para atravesar el proceso. Nosabemos si Reich hubiera podido llegar a sanar caso dehaber sobrevivido al procesamiento y prisión consi-guiente decretada por los tribunales federales, peropodemos sospechar que resulta más difícil sanar en unacultura compleja como la nuestra, tan empobrecidadesde el punto de vista chamánico.

También Jung, pionero de la moderna orientacióntranspersonal de la psicoterapia y heredero espiritual deFreud (mucho más allá de lo que las diferenciasideológicas entre ellos pudieran hacer pensar), tuvomucho de chamán, pese a que este aspecto haya que-dado en él bastante encubierto debido a su personalidadcircunspecta, un tanto "a la suiza". Aunque visitado a lolargo de su vida por eventos parapsicológicos espontáneose interesado en los más fascinantes tópicos espirituales,aparecía ante sus contemporáneos como alguienrelativamente convencional, y aun su posición más bienrevolucionaria dentro del psicoa

nálisis pudo ser considerada incluso como contrare­volucionaria. Es cierto, sin embargo, que su forma másbien controlada de presentarse ante el mundo le sirviópara disfrazar ante él una faceta de exaltación que estuvopresente en su vida tanto como en la de otros pioneros dela psicoterapia. Quienes conocen mejor su vida privada, através de la lectura de su diario, por ejemplo, saben de sufamiliaridad personal con el dominio de lo psicótico, ypueden apreciar el hecho de que una de sus másbrillantes contribuciones al mundo de la psicología -elconcepto de la inflación del yose originara en unaexperiencia de primera mano. Como Freud, poseía unafina percepción de sus propias distorsiones mentales, yestoy seguro de que -también como en el caso delpropio Freud- esta permeabilidad con respecto a su propioinconsciente fue la clave de su vocación y de su habilidadcurativa.

No obstante, más chamán aún que ninguno de los quehe mencionado hasta ahora, por su forma de practicar lapsicoterapia (tal vez como consecuencia de haber vividoen una época más tardía y en una cultura más congruentecon el espíritu chamánico) fue Fritz Perls.

Tuve la suerte de poder estar cerca de Fritz antes de quellegara a hacerse realmente famoso. Cuando comenzó avivir en California, era aún relativamente poco conocido.Yo trabajaba en el institute of Personality Assessmentand Research en el campus de Berkeley de laUniversidad de California, y un día recibí una invitacióninsólita por parte del doctor Michael Harner, que trabajabaa poca distancia en el mismo campus y a quien habíaconocido algunos meses antes. Michael Harner, a la sazóndirector del Museo de An-

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tropología de la Universidad, estaba en ese momentocon Carlos Castaneda, quien, a su vez, andaba atrave-sando los comienzos de su aprendizaje chamánico. Mepropuso que los tres fuéramos juntos a dar un seminarioen "un pequeño lugar, muy interesante, al borde delocéano, a unas cuatro horas al sur de San Francisco".Este pequeño lugar, llamado Esalen, en la costa de Big Sur,estaba llamado a convertirse en prototipo de los cientosde centros de crecimiento que habrían de florecer por todoel mundo en años posteriores.

Fritz no trabajaba aún en Esalen. Simplemente se habíaestablecido allí, sintiendo que no había sitio mejor dondevivir, y por ello nos encontramos en la interesantetesitura de tenerlo como parte del público durante nuestrotrabajo. Como es bien sabido, Fritz no era una personafácil en ningún sentido. No sólo practicaba ese consejosuyo, tan característico, de masticar bien antes de tragar(y no tragar sino lo que se puede asimilar), sino queincluso parecía aficionado a escupir más de lo quetragaba. Así pues, recibió la intervención de Elsie Perish-una chamana de los indios Pomo, también invitadapor el doctor Harner, que estuvo hablando de sussueños y de otras manifestaciones tempranas de suvocación- con una mezcla de desdén y arrogantecompetitividad. Durante el intermedio, ante un pequeñogrupo de personas entre las que me encontraba, vinoa decir algo así como «si ella es un chamán, yotambién lo soy», pues le parecía una cosa de lo másnatural el actuar de acuerdo con la inspiración recibidaen forma de visiones. Nos dio un ejemplo: «Hace unosdías estaba con una mujer que hablaba y hablaba, y yo nosabía qué hacer o qué decir. Cerré los ojos y vi a unperro ladrando. Comprendí y

le dije: "Se me parece usted. a un perro ladrando".Ella comenzó a llorar y dijo: "Eso es lo que me dice mimarido". Desde ese momento, la terapia comenzó afuncionar».

Me impresionó esta revelación de Fritz, a quienhabía conocido hasta entonces sólo a través de un librosuyo pero nunca había imaginado como persona. Sentígran admiración por su capacidad para estar abierto aimágenes que en la mayor parte de la gente permanecenen el nivel subliminal o sólo emergen en situaciones deexploración terapéutica o espiritual en las que laatención se intensifica. Este hecho contribuyó a que mástarde viniera a recibir formación de él. Fritz no fue sólo unchamán en el sentido de trabajar con imágenes y con supropia intuición, sino que, a pesar de su actitudantirreligiosa, era un hombre espiritual (un criptotaoísta,diría yo), y su quehacer se parecía mucho al de algunoschamanes en la manera como dirigía a otros momento amomento siguiendo un proceso vivencial. Más aún,combinaba la espiritualidad con la animalidad (en unaocasión se describió a sí mismo como mitad hijo deDios, mitad hijo de puta) a la manera característica delos chamanes, que nunca caen en la santurronería ni en elmoralismo benevolente.

Aunque hoy en día estarnos asistiendo a una expansióndel interés por el chamanismo, la idea más común es quesólo cabe encontrar chamanes entre los esquimales, losnavajos, los aborígenes de Australia, u otras tribus lejanassemejantes. Todo eso está muy bien. El chamanismotradicional encierra mucha sabiduría, y personalmente mecomplace pensar que el chamanismo feneciente deciertas culturas antiguas

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alcance a ser transmitido antes de que el inundo mo-derno acabe por arrasarlas. Por otro lado, puede resultarsaludable para nuestra cultura supercivilizada entrar encontacto con pueblos que nunca han tomado parte ennuestras aberraciones.

No obstante, este florecimiento del interés por elchamanismo étnico me empuja a resaltar lo que tiene deautóctono el naciente chamanismo occidental, y asubrayar que es posible reconocer en él un linaje propio,una línea de continuidad chamánica que está ma-durando con el correr del tiempo.

Muchos se han afiliado a esta idea de un nuevo cha-manismo existente entre nosotros, tal vez porque su formade espiritualidad es más dionisíaca que la de las religionesclásicas, o tal vez porque llamándose a sí mismoschamanes se sienten más autorizados en su quehacer.Seguramente, muchos se siente narcisistamenteestimulados al verse a sí mismos en el rol elevado ymisterioso de chamán, y aun eso puede resultarinspirador, tanto para ellos como para los demás. Sóloquiero llamar la atención para que no olvidemos ladistancia que existe entre un aprendiz de brujo y un brujoverdadero. Un chamán no es alguien que simplemente haexperimentado estados alterados de conciencia, o que haabrazado una visión mágica del mundo, sino alguien queha alcanzado la madurez tras haber atravesado unproceso de profunda transformación personal.

Justamente en medio del entusiasmo actual con res-pecto al chamanismo, puede resultar interesante com-prender el chamanismo como un fenómeno transcul-tural: no tanto como algo que tiene que ver con algunatradición en especial, sino como algo que ha existido

más bien en todo tiempo y en todas las culturas, aun sinhaber necesariamente recibido el nombre de "chanla-nismo".

Quiero ilustrar con dos ejemplos este enfoque trans-cultural del chamanismo. El primero se refiere a una in-vestigación que llevé a cabo en los años sesenta sobre losefectos de una bebida, conocida con el nombre de"ayahuasca", que usan algunos chamanes de Sudaméricacomo parte de su entrenamiento. Sometiendo a laexperiencia a sujetos que carecían de toda informaciónsobre los orígenes de la sustancia objeto de lainvestigación, me encontré con el resultado sorprendentede que la gran mayoría informaba después haber tenidovisiones de gatos salvajes, serpientes y aves de presa. Laantropología había considerado hasta entonces lasvisiones propiciadas por la ingestión de la ayahuascacomo debidas a mera transmisión social, resultado delinflujo cultural ejercido sobre individuos quecomparten la vida de la selva. Pero mis experimentosen Chile, con sujetos voluntarios, me permitieronentonces llegar a la conclusión de que tales experiencias(típicas, por lo demás, del chamanisino del otro lado delAmazonas) podrían ser comprendidas no  a partir de unmero condicionamiento cultural, sino como algo latenteen todo ser humano.

El otro ejemplo viene muy al caso en este punto, ya quehabiéndome referido predominantemente a terapeutas ypsicoterapeutas en los últimos capítulos, me complaceevocar ahora, al acercarme al final del libro, a un artista, ypor cierto, a la misma persona de cuyo pensamiento meocupaba al comenzarlo.

Creo que la vasta obra poética de Tótila Albert, una vez se haya dado a conocer, está llamada a ocupar

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un lugar entre los clásicos, pero no quiero referirmeahora a su obra, sino a la experiencia que precipitó suentrada en el "camino": una experiencia de iniciaciónespontánea con la que, al decir de él mismo en un escritoautobiográfico, terminó su primera vida y comenzó unavida nueva.

Muchos años después describió el artista esta ex-periencia en un poema titulado «Cuerpo alado», que co-mienza así:

-¿Levantas, hijo, el vuelo? -¡Sagradas voces!, creo que sí, mialma está en duelo desde que os perdí. Era la sombra del vacío súbitamente todo lo mío. De par en par abrió el dolor el cuerpo mismo. Tornó afuera el interior, ycon la fuerza del sonido brotaron alas al abismo. De mí, en vuelo suspendido, nacía fiel y reposada en síla trinidad alada,

y con la vista elevada os vivolar conmigo a la nada. Y eso es todo lo que sé porque de todo me acordé, altivo padre que señalasmás alto aún que nuestras alas, amada madre que tan seria

señalas hacia la materia.Y entendí que era yoa quien tu mano señalaba en la visión que así volaba. Tan cerca estuve de morir que atravesé mi vida, de ida y venida, y pude reconstruir la constelación humana:a través del sol, en nuestro padre, y de la noche, en nuestra madre, llegar al Yo, que sólo emana.

La experiencia con la que comenzó su vuelo cha-mánico (y su liberación de la "mente ordinaria", po-dríamos decir) tuvo un fuerte componente físico.«Abrió eldolor el cuerpo mismo» hace referencia a la sensaciónde que su cuerpo se separaba por la espalda en dos mitades,desde la cabeza a los pies. La apertura del cuerpo esun tema común en los relatos de iniciacioneschamánicas, y tengo certeza de que Tótila Albert noconocía la literatura al respecto. Alude asimismo elpoema a la sensación, también familiar a los conoce-dores del chamanismo, de que el interior del cuerpo sevolcaba hacia afuera, y al decir que «brotaron alas alabismo» no sólo se refiere metafóricamente al procesoespiritual por el cual la caída a la propia profundidad setorna en elevación, sino a una vivencia física detransformación en ave de rapiña.

En el bajorrelieve con el que he ilustrado en el primercapítulo la trinidad interior de padre-madre-hijo, elescultor tradujo la vivencia de transformación en lade un cóndor que porta al hijo entre sus garras. Sin em-

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bargo, la vivencia física a la que me refiero se corres-ponde con la experiencia general de los chamanes si-berianos que, en el curso de su primera iniciación, sesienten transformados en águilas y pasan a considerarsedescendientes de un chamán original águila. Esto lo sa-bemos ahora a través de publicaciones como la deEliade, pero puedo asegurar que Totila Albert nada sabíade chamanismo, y menos aún de chamanismo siberiano,ya que nada se había publicado al respecto excepto enrevistas especializadas que no llegaron a sus manos.

Su chamanismo no fue algo que tomara prestado demolde alguno, ni la interpretación que da de su vivenciale fue sugerida por modelos culturales. En unavivencia como las que conocemos a través de relatos dedistintos chamanes, sintió el artista que se abría sucuerpo de la cabeza a los pies y que salía afuera lo queestaba en su interior. Como los chamanes de todos lostiempos, sintió que se separaba de su cuerpo yvolaba. Como todo chamán, a partir de esta experiencia,tuvo entrada al mundo visionario, y, también como enellos, la experiencia dejó en él un profundo impactopsicoterapéutico (en su caso, la armonización de lasimágenes paterna y materna en su mundo interior).Finalmente, puede decirse que la sensación dedesgarramiento que experimentó a lo largo del eje de sucuerpo constituyó una manifestación de ese fenómenoeminentemente chamánico al que me he referido con eltérmino técnico tradicional hindú dekundalini.

Decir que el águila o el cóndor son arquetipos no explicanada. Sólo subraya el hecho de que ciertas experiencias,y los símbolos a través de los cuales pue

den ser descritas, no necesitan ser transmitidos por lacultura, antes pudieran considerarse intrínsecos al de-sarrollo humano, y para alcanzarlas la persona no ne-cesita otra cosa que avanzar por su propia senda.

Así pues, cuando hablo de un nuevo chamanismo, nohablo de lo mismo que quienes lo creen indisolu-blemente conectado con tambores, plumas y animalestotémicos. El chamanismo que se está extendiendoentre nosotros ciertamente se conecta con tales in-fluencias por resonancia natural con ellas (en forma dereceptividad), pero no debemos desconocer que antes deellas emergió ya como chamanismo autóctono, y quesólo a causa de un vínculo de simpatía entre elchamanismo emergente y el antiguo nos interesamos enél.

Para terminar, creo que, especialmente en nuestrotiempo -cuando tantos aprendices de brujo atraviesan loque he llamado "el síndrome de la inflación posti-luminativa" o la profunda regresión que implica la fasede descenso a los infiernos en el viaje chamánico-, tienesentido llamar la atención sobre el hecho de que, pormucha maduración que le falte a la actual generaciónde nuevos chamanes, a ellos, como pioneros deldesarrollo individual, les va a corresponder seguramentecon el correr del tiempo jugar un papel muy importanteen el proceso de transformación colectiva en que estamosinmersos. En otras palabras: en esta población debuscadores, un tanto marginales y en su mayoría a mediocamino aún, yace un recurso humano de primeramagnitud y significado especialísimo para esta época decrisis; pues ciertamente la clave de salida de ella no ha devenir de las viejas instituciones, sino de un nuevofermento.

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Me siento movido a hacer uso aquí de una metáforaconocida ya desde hace mucho tiempo en relacióncon la transformación individual: la de la mariposa.Sólo que, al proponerla ahora como símbolo de trans-formación colectiva, habría de ser una macromaripo-sa, cada una de cuyas células sería fruto de un flore-cimiento "en mariposa" de un individuo que (a travésde un periodo de peregrinaje e incubación) hubiera de-jado atrás en su psiquismo el estado larval original.

Le escuché una vez decir a Willis Harman que lametamorfosis de la mariposa implica, durante su in-cubación en la crisálida, al mismo tiempo que una de-sintegración de las estructuras celulares antiguas, unemerger de una nueva estructura central formada de cé-lulas que -por el hecho de controlar la formación delorganismo futuro, como si contuvieran su código de an-temano- reciben el nombre de "imaginales".

Así como las células imaginales de la mariposa pre-ceden la transformación del cuerpo larval en cuerpoadulto alado, así también cabe concebir a los actualespioneros de la transformación individual como célulasimaginales del futuro organismo colectivo, de la nue-va humanidad emergente.

POSTLUDIO

por Manfred Max­Neef,

Premio Nobel alternativo en Economía, miembro del consejo del Club de Roma

Puede parecer extraño que sea un economista quienponga el cierre a este libro. Tengo razones e intuicio-nes suficientes para hacerlo. La audacia, en cambio, esde Claudio Naranjo por habérmelo pedido.

Sucede que al pasar de los años, en especial de misaños, que ya me han llevado a las postrimerías de la se-gunda edad, en la medida en que he ido perdiendocertezas he tomado conciencia de algunas cosas cuyodesentrañamiento, traducido en proyecto intelectual,justifica en parte lo que me queda por vivir. En tornode tres enigmas se concentra mi preocupación, y parala. elucidación de los tres he encontrado estimulantesaportes en los ensayos que componen este libro: a)nuestra defectuosa capacidad de comprender; b) la in-coherencia de nuestro lenguaje, y c) la reificación dela necesidad de libertad.

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Como seres que utilizan un lenguaje complejo, sa-bemos describir y, con frecuencia, explicar fenómenos,eventos, procesos. Es a través de tales juegos de len-guaje que hemos acumulado y ordenado la totalidad denuestros conocimientos. En esa trayectoria, aceleradabrutalmente desde la revolución científica (Bacon,Descartes, Galileo, Newton), hemos perpetuado unerror que hoy se torna, a mi juicio, evidente. Hemos su-puesto que describir más explicar es igual a com-prender. Pero sucede que comprender es otra cosa. Eldescribir y el explicar tienen que ver con el conoci-miento (con el saber) que corresponde al reino de laciencia. El comprender más bien emana de experien-cias de revelación (enlightment) que corresponden alreino de la sabiduría.

Para ilustrar la diferencia entre saber y compren-der supóngase una persona que ha estudiado todo loque se puede estudiar, desde una visión teológica,antropológica, psicológica e incluso bioquímica, so-bre un fenómeno humano conocido con el nombrede amor. El resultado es una persona que sabe todosobre el amor, pero que nunca comprenderá el amora menos que se enamore. Al apartarnos del objeto denuestra observación o estudio, podemos conocerlo;pero sólo podemos intentar comprender aquello conlo cual nos integramos, aquello de lo cual nos ha-cemos parte.

En los espacios del saber -como se destaca en el ca-pítulo que Claudio dedica a la educación- enfrentarnosel mundo como suma de problemas. Los detectamos yles diseñamos soluciones. En los espacios del com-prender, en cambio, no se trata de descubrir problemas,sino de ser y de hacerse parte de transformaciones.

La actitud del «yo aquí y allá el medio ambiente», «yoaquí y allá la naturaleza», «yo aquí y allá unos problemassociales», nos convierte eventualmente en expertos que,a través de acumular soluciones, perpetúan losproblemas. Sucede, entonces, que unametamorfosis paradigmática, es decir, una transfor-mación profunda como la que afecta nuestro mundoactual, la vivimos y la enfrentarnos como si sólo se tratarade una vasta suma de problemas. La conclusión que deesta observación emana es, quizás, la esencia misma dela megacrisis que estamos viviendo: el haber alcanzadoun estadio de nuestra evolución en que sabemos muchopero comprendemos muy poco. Ello no seríapreocupante si no fuera por el hecho de que los grandesdesafíos que ahora enfrenta la humanidad precisan,justamente, más de ser comprendidos que meramenteconocidos.

Ahora bien, ¿por qué sucede lo que está sucedien-do? Lo que sabemos, lo sabemos porque essusceptible de ser expresado a través del lenguaje. Loque podemos saber está, por lo tanto, acotado por loslímites del lenguaje. Lo que comprendemos, encambio, está más allá de los límites del lenguaje,porque está referido a los atributos profundos de lascosas que, como tales, no pueden ser descritos niexplicados, aunque sí aprehendidos. Imaginemos unejemplo trivial: una cantidad de manuscritos dediversas personas con distintas caligrafías. En todosellos aparecen obviamente muchas y distintas letras"a". Unas inclinadas hacia la izquierda y otras hacia laderecha, unas largas y otras cortas, unas gruesas yotras finas, y así cada una con su estilo, con palito yhasta sin palito. Cuando leemos los textos. siemprelas reconocemos como le-

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tras "a"; porque lo que todas ellas tienen en común esel atributo profundo de su "a-icidad". Esa "a-icidad" lapercibimos holísticamente; es decir, la comprende¡nos,pero no la podemos ni describir ni explicar.

Ya lo decía Wittgenstein: "Sobre lo que no podemoshablar hay que guardar silencio". Ahí radica nuestroerror permanente: todo tratamos de forzarlo para queencaje en el lenguaje.

Si lo que sabemos puede estimularnos un discurso,lo que comprendemos sólo puede traducirse en unaactitud. Por eso -y también lo destacaba Wittgens-tein- "no puede haber principios éticos, sólo hay ac-titudes éticas". Tanto la trivial "a-icidad" como latranscendental ética son atributos profundos, de cosaso de algos, que rebasan los limites del lenguaje ypertenecen, por lo tanto, al reino del silencio.

Saber y comprender. Lenguaje y silencio. Lo másbello del lenguaje es, sin duda, su capacidad de darlesentido al silencio. Por eso, un paso hacia la recons-trucción de nosotros mismos como seres nos sólo frag-mentados, sino también capaces de ser completos,como lo reclama Claudio Naranjo, apunta hacia elaprendizaje del estupendo oficio de "equilibrador"delenguajes y silencios, único oficio que permite darle alsaber lo que es del saber y al comprender lo que es delcomprender.

Pero aun donde el lenguaje es útil, con frecuencialo hemos utilizado mal. «Cada generación tiene sutema», decía Ortega y Gasset; y nosotros podemosagregar que cada generación está también domestica-da por algún lenguaje. Buena parte de la Edad Mediaestuvo dominada por un lenguaje al que subyacíauna preocupación teleológica; es decir, dejustificación

por las causas finales. Ello dio origen, entre otras ma-nifestaciones, a la vida monacal, a las grandes cate-drales, a la pobreza como opción de vida, a la caballeríaandante y a las Cruzadas. El siglo xtx es el siglo del Estado-nación, y así lo revela su lenguaje dominante cuandoleemos los discursos de Disraeli, de Gladstone, deBismarck. Nuestro siglo es el que cae en el hechizo dellenguaje económico como portador de las imágenes delprogreso, del crecimiento, del desarrollo y de lamodernidad.

Nada tiene de malo en si la domesticación por par-te de un lenguaje, siempre que ese lenguaje sea cohe-rente con los desafíos que a la generación afectadale corresponde enfrentar. Veamos, en ese sentido, loque ha ocurrido en los últimos setenta años. Entrefines de la década de los veinte y comienzos de lade los treinta, época conocida como de la gran crisismundial, surge el lenguaje de la macroeconomíakeynesiana. Lenguaje este que es producto de unacrisis, pero con potencia para interpretarla y parasuperarla. Se trata, pues, de un lenguaje coherentecon su desafío histórico. El siguiente cambio seproduce en la década de los cincuenta con elsurgimiento del lenguaje del desarrollo. Éste, alcontrario del anterior, no es producto de una crisis,sino del optimismo resultante de la espectacularreconstrucción económica de la Europa de lapostguerra. Es un lenguaje optimista al que subyace elsupuesto de que por fin se ha encontrado la recetapara erradicar la pobreza del mundo. La magnitud delos cambios y transformaciones que caracterizan las dé-cadas de los cincuenta y sesenta son suficientes comopara atribuirle también a ese lenguaje una cierta co-herencia con los desafíos históricos que le soncon-

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temporáneos. Después, llegan las décadas de los setenta yochenta, caracterizadas por el surgimiento de la enormecrisis paradigmática que hoy nos preocupa. Y entoncesocurre lo insólito. La nueva etapa, tan nueva que no se leencuentran precedentes históricos comparables, no daorigen a un nuevo lenguaje. Más bien al contrario,prevalece con más fuerza que nunca un lenguaje que sesustenta en el entusiasmo ilimitado del crecimiento y laexpansión económicas, frente a una realidad cada vez másconspicua de colapsos sociales, políticos, ambientales yecológicos. Se trata de una situación de incoherencia entre lenguaje y desafíohistórico. Éste es el otro componente preocupante de la megacrisis que nos toca vivir.

Todo lenguaje es producto de una cultura y es, además,generador de cultura. Más aún, la forma como utilizamoslas palabras y los conceptos, influye tanto en nuestrocomportamiento como en nuestras percepciones. De ahí elpeligro de un lenguaje economicista "catequístico" como esel que actualmente domina a gran parte de la humanidad.

Veamos tres premisas del mencionado "catecismo": a)el consumo me hará libre; b) para ser libre no basta serpersona, hay que ser consumidor; c) mientras másconsumo, más libre soy. Aceptadas estas premisas (y esapabullante la cantidad de personas que en nuestroinundo actual las aceptan) ocurre el milagro esperadopor los creyentes: ¡el mercado alcanza justificaciónontológica! En efecto, ¡el mercado es el único útero capazde dar a luz consumidores! Todo está consumado: lalibertad no radica en el ser sino en el tener. Mi lenguaje hamoldeado mi mundo. Mi mundo es mi lenguaje. Pero,como mi mundo no es el mundo, porque

el mundo es lo que es, la salvación aún es posible, y Claudio nos insinúa caminos.

¿Qué y cuánto tiene que ver lo expuesto, con los ca-pítulos que componen este libro? Pienso que la respuestaestá en el primero de ellos que es, también, el que másme ha conmovido. No sólo me reveló la dimensióndesconocida de Tótila Albert, a quien conocí en miniñez, sino que me permitió encontrar, a través delpensamiento colosal de ese trágico escultor -enparticular de su idea de "lo tres veces nuestro" (lopatriarcal, lo matriarcal y lo filial, como trinidad in-separable)-, un anclaje para las reflexiones que aquí heentregado. Veamos.

Dice Tótila Albert, a través de Claudio: «Los principios Padre, Madre e Hijo son independientes delsexo y la edad... La función del principio paterno es fecundar producir, y dar forma al don de la vida, ya seacomo   pan   o   copio   creación   artística;  las funcionesmaternas son las de recibir, nutrir, educar y devolver a lavida toda su esencia,  mientras que las funciones propiasdel hijo son las de crecer, aprender, desear y ser libre...Nuestra tarea debería consistir, ante todo,en tratar de conseguir no sólo un nivelamiento delequilibrio de poder entre los sexos, sino también unaarmonización de los propios componentes internos».

Intuyo que en el saber y en el lenguaje radica lo paterno,en el comprender se revela lo materno, y en el diseño dela libertad se expresa lo filial. Así encuentran asilo mistres enigmas en el lúcido "tres veces nuestro" de TótilaAlbert. De ser legitima la convergencia, lo que misreflexiones iniciales revelarían serían un mundo en elque lo paterno se ha hecho incoherente, lo materno se hadesvalorizado y lo filial se ha

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cosificado. Tal situación justificaría plenamente la lla-mada de Claudio en el sentido de que debemos «ace-lerar la transición desde la organización patriarcal denuestra mente hacia una organización heterárquicacentrada en la triada Padre, Madre, e Hijo».

El proyecto está propuesto. Sin embargo, prevalece unpeligro evidente ¿Cómo construir la heterarquía desdedentro de la jerarquía?, ¿cómo liberar nuestras accionesde un lenguaje que domina nuestro entorno?¿Precisamos acaso diseñar una metaincoherencia parasuperar la incoherencia que nos aprisiona?

No sabemos cómo hacer lo que debemos hacer, y esoes bueno. No tenemos certezas, y eso ayuda. Ne-cesitamos descubrir, y quienes saben exactamenteadónde van son, precisamente, los que nunca descubrennada. Quien sabe exactamente adónde ir tiene sólo dosobsesiones: el punto de partida y el punto de llegada.Todo el espacio que está entre medias se percibe comoobstáculo que debe superarse cuanto antes y con lamayor eficiencia posible. Ocurre, sin embargo, que todala aventura de la vida, que toda la posibilidad dedescubrir, está justamente en ese espacio que des-cartamos como estorbo. Parafraseando a nuestro viejopolítico, ya difunto: «La certeza nada engendra, sólo laincertidumbre es fecunda». Pero la incertidumbre por sísola de nada sirve. Hay que saber trabajarla.

El único sustituto útil para quien está dispuesto a re-nunciar a tener las cosas claras es aprender a ir a la de-riva en estado de alerta. En vez de las cosas claras, lasantenas de las percepciones aguzadas. Para encontrarlas nuevas respuestas hay que acostumbrarse de nuevoa hacer preguntas.

Para ir a la deriva de manera fecunda y para hacersepreguntas pertinentes, estos ensayos de Claudio son unfestín para los exploradores de un mundo que espera serdescubierto.

Santiago de Chile, otoño de 1992.

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INDICE

Preludio ......................................................................11

Introducción: Sobre y para nuestro tiempo ...............131. La agonía del patriarcado 23 2. Una educación de la persona entera paraun mundo unificado ... .79 3. Un nuevo instrumento de reeducacióndel amor ...........115 4. Un nuevo chamanismo para los problemasdel viejo Adán ............................................................147

Postl udio .....................197 Bibliografía