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CONSUMIDORES REFLEXIVOS Y CAMPESINADO EN TORNO A LOS MERCADOS LOCALES EN LOS CONTEXTOS DEL SUR. LAS EXPERIENCIAS DE GUADALAJARA, JALISCO Y SAN
CRISTÓBAL DE LAS CASAS, MÉXICO.
Alma Amalia GONZÁLEZ1
Introducción
México, un país de 112 millones de habitantes, de casi 2 millones de kilómetros
cuadrados, miembro número 25 del grupo de países de la OCDE. México, es
también un país de contrastes, a saber: geográficos, étnicos pero, sobre todo por
el nivel económico de sus habitantes.
Este país, apostó al desarrollo económico en 1994 a través la firma del ALENA
−un tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá−, cuyas premisas
auguraban el incremento de las tasas de productividad y eficiencia en todos los
sectores productivos. Hoy en día, a 18 años de la firma de dicho tratado, por
cuanto respecta al sector agroalimentario, México se encuentra en una situación
muy vulnerable. La política agrícola nacional ha favorecido la importación de
granos –entiéndase política arancelaria y crediticia− dejando desprotegidos a los
productores mexicanos. Los pocos incentivos orientados a la agricultura,
benefician una producción intensiva, altamente dependiente de la tecnología y
de los insumos externos.
Más allá del análisis de las políticas públicas arriba mencionadas, la situación
anterior se expresa de manera directa en el cotidiano de la población. Ya sea en
las grandes metrópolis, ciudades medias y hasta en las más remotas aldeas del
país, se observa y se vive, un cambio en las prácticas de consumo alimentario, en
función de la evolución de la oferta en los mercados. La mejor evidencia de esto,
es la distribución de tortillas de maíz provenientes de un sistema integrado
industrial, mismo que abarca toda la filière, desde el maíz producido en Estados
1 Investigadora del Programa de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Mesoamérica y el Sureste, de la Universidad Nacional Autónoma de México, con sede en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México. [email protected] ; [email protected]
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Unidos e importado a México, en forma de harina. Esta es la base con la que
funcionan las tortillerías –sistema mecanizado de producción-, ocupando
ciudades y comunidades rurales, desde donde se distribuye la tortilla en los más
innovadores y eficientes sistemas de entrega a domicilio.
Otro elemento fundamental para comprender la situación de los mercados
alimentarios en México, es la extensión de los grandes supermercados en el
territorio nacional. El ejemplo más avasallador lo constituye Walmart, la cadena
más grande a nivel mundial en la distribución de alimentos. Esta transnacional se
ha consolidado a través del establecimiento de centros comerciales, que ofrecen
precios extremadamente bajos al consumidor. La firma ejerce una fuerte
coerción sobre los productores agrícolas que comercializan sus productos a través
de ella. El pago de producto se entrega a manera de consignación, sin posibilidad
de negociación del precio y con una fecha de pago, bastante tardío después de su
venta. Los bajos precios y el posicionamiento estratégico de los almacenes, se
conjuga con una mejor red de vías de comunicación terrestre, que facilita el
transporte de mercancías de los centros urbanos hacia las zonas rurales. Vale la
pena señalar, el más reciente escándalo por acusaciones de corrupción que
atacan a la transnacional, para el logro su posicionamiento en México2.
Los elementos anteriores se conjugan y generan la pérdida de los mercados
locales, tanto en los sitios urbanos como rurales, ya que no es posible competir
con los precios ofrecidos por los gigantes de la gran distribución.
Hasta aquí, el contexto señalado es desalentador, acentuado aún más por la
influencia de las campañas publicitarias que incentivan al consumo de alimentos
procesados de alto valor energético, que hacen de México el segundo país, a
nivel mundial, en incidencia de obesidad3. No obstante, esta situación adversa,
aparecen otras fuerzas y posicionamientos. Es así, como diversos grupos y
sectores de la población urbana y rural se movilizan para reivindicar el valor de
la alimentación, en sus dimensiones gustativas, las condiciones de producción, en
2 Diario La Jornada: http://www.jornada.unam.mx/2012/04/22/economia/031n1eco (Consulta en línea). 3 http://portal.salud.gob.mx/contenidos/temas_interes/salud_alimentaria.html (Consulta en marzo 2012).
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el entendiendo que los alimentos son un producto natural, que forman parte del
paisaje y que constituyen el sustento económico de los productores agrícolas.
Es así como los mercados locales se reposicionan e incorporan valores éticos
asociados a la producción campesina en pequeña escala, la producción orgánica y
criterios de solidaridad social. En estos mercados, la participación de mujeres y
hombres muestra participaciones diferenciales por género. En este documento,
mostramos dos experiencias en México, que muestran su expresión en ciudades
contrastantes por su talla y dinámica socio-ambiental, a saber: Guadalajara,
Jalisco y San Cristóbal de Las Casas en el sur de Chiapas.
Los mercados locales en México
Si bien las tendencias globalizadoras en México se imponen, existe también una
dinámica de actores que aún sigue haciendo posible la existencia de mercados
locales, tanto en el medio urbano como rural. Pero ¿a qué llamamos mercados
locales? Se trata de espacios geográficos con infraestructura propia o
simplemente en las calles, plazas públicas, donde coinciden productores que
ofrecen sus productos directamente a los consumidores. El trato directo, la
relación cara a cara, entre productor y consumidor, permite el reconocimiento
del uno por el otro y de las realidades o necesidades que cada uno enfrenta. Son
estas las condiciones que favorecen lo que en la literatura especializada se viene
llamando, consumidor reflexivo pero, que en efecto, es un consumidor que
siempre ha existido. Quizás, lo que sí es inédito, es el proceso asociativo de estos
consumidores; asociaciones que buscan crear mejores opciones para facilitar
justamente, esos mercados locales.
El concepto de consumidor reflexivo pareciera tener su origen en los países del
Norte. Remite fundamentalmente a consumidores que teniendo satisfechas las
necesidades básicas, aspiran a satisfacciones adicionales, tales como las citadas
anteriormente (solidaridad, sustentabilidad, bienestar animal, entre otras).
Pudiera pensarse que no sería fácil que este tipo de consumidor existiera en los
países del Sur; sin embargo, es un hecho que esta reflexión en el consumo, se da
igualmente en el Sur, surgiendo como una postura constestaria, un
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posicionamiento político, que pone en valor las dinámicas territoriales locales y
la influencia del sistema agroalimentario global.
Experiencias pioneras en México
Al igual que en otros países, México no es la excepción respecto a la importancia
que han tenido los alimentos orgánicos en el mercado nacional. Sin embargo, en
este caso, el criterio de cercanía con los productores, adquiere particular
importancia como garantía de la limpieza en que se producen los alimentos.
La experiencia pionera de este tipo, surge en la ciudad de México bajo la
propuesta de Dana, A.C., a través de “La Granja Orgánica”. La iniciativa fue
fundada en 1987 por dos personas, que habiendo sido colegas de trabajo en una
importante organización internacional, quedaron desencantados por la cortedad
de visión para llevar a cabo acciones de respeto a la naturaleza. Fue lo que llevó
a Ronald Nigh y Martha Zárate, ambos profesionistas, decidirse a contactar
campesinos de los alrededores de la ciudad de México, a fin de hacer un sistema
de venta por entrega a domicilio o en un punto de venta semanal.
La Granja Orgánica se ha ocupado igualmente de hacer plantaciones propias en
terrenos rentados, da asesoría técnica a organizaciones y pequeños productores
que comercializan a través de la iniciativa. Esta iniciativa no podría explicarse
sin la intervención de Martha Zárate, mujer que se interesó en hacer accesibles a
los consumidores de la ciudad de México, alimentos limpios, producidos por
pequeños agricultores y de regiones cercanas a la gran urbe.
El auge de los productos orgánicos cobró mayor fuerza en México en los años
noventa, desarrollándose la oferta de estos productos a través de iniciativas más
de tipo privado, como Aires del Campo4, The Green Corner5 y los grandes y
medianos supermercados. En estos casos, se prioriza la calidad gustativa,
nutritiva y de conservación de la naturaleza. Participan productores individuales
y organizaciones de todo el país. En esta vertiente, el valor por la producción
local queda ausente.
4 http://www.airesdecampo.com/ (Consultada en marzo 2012). 5 http://www.thegreencorner.org/ (Consultada en marzo 2012).
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Al mismo tiempo que se da el auge de los productos orgánicos en el mundo,
organizaciones mexicanas se consolidan mundialmente como exportadoras de
café y miel con certificado orgánico. Impulsados por este éxito en la
agroexportación y por la capacidad de movilización de consumidores reflexivos,
en el año 2004, surge la Red Mexicana de Mercados y Tianguis6 Orgánicos7, misma
que actualmente agremia 20 mercados y 13 tianguis.
Dentro de los actores que han impulsado la Red, se encuentra un grupo de
investigadores de la Universidad Autónoma Chapingo, especializada en agronomía
y economía agrícola, quienes han dado apoyo técnico, moral y financiero a los
nuevos tianguis y mercados. Si bien, la Red desde su propio nombre pone en el
centro de sus preocupaciones la producción orgánica, no deja de ocuparse con
igual interés del carácter local de la agricultura que promueven.
Las acciones promovidas a través de la Red son bastante amplias pero, debe
señalarse su impulso por Rita Schwentesius, lideresa de nacionalidad alemana y
Manuel Ángel Gómez Cruz, ambos investigadores de la citada universidad. La Red
ha logrado concertar algunos financiamientos tanto nacionales como
extranjeros8, que le han permitido realizar intercambio de experiencias entre las
distintas iniciativas agremiadas a la red. Igualmente, la Red ha tomado un rol
central en la promoción de la Ley de Productos Orgánicos9, misma que propone la
Certificación Participativa, de la agricultura familiar y de pequeños productores.
Esta medida pretende mantener esta agricultura orgánica al margen de la lógica
de las agencias internacionales de certificación por tercera parte.
La emergencia de Red y de las iniciativas locales pioneras –tianguis o mercados
orgánicos−, parece estar marcada por la intervención de actores, tanto hombres
como mujeres que se interesan por la calidad de los alimentos que consumen y la
idea de consumir localmente, como acción que favorece a los pequeños
productores.
6 La palabra tianguis es de origen náhuatl y significa mercado. 7 http://www.mercadosorganicos.org.mx/ (Consultada en marzo 2012). 8 Centro Falls Brook , ONG canadiense 9 Artículo 24 de la citada ley, disponible en: http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/LPO.pdf (Consultada en marzo 2012).
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En seguida, exponemos a ustedes la forma en que se organizan este tipo de
experiencias en dos ciudades de México. Una de ellas en Guadalajara, Jalisco,
tercera ciudad en importancia económica y poblacional del país; y San Cristóbal
de Las Casas, ciudad colonial de talla media en términos poblacionales, dedicada
principalmente al turismo y la agricultura.
• Guadalajara, Jalisco
Es en Guadalajara, capital del estado de Jalisco, ubicada en el centro occidente
de México, con 1’495,182 hab (2010), cuando en 1996 Mayté Cortés10, quien al
momento realizaba su investigación de campo de estudios de maestría, promueve
la formación del Círculo de Producción y Consumo Responsable11, iniciando en
1996 con 15 familias consumidoras. La participación del Colectivo Ecologista de
Jalisco es también fundamental como agente orientador.
El inicio en Guadalajara no fue tan lineal, pues pasó por periodos en que
funcionó como tianguis y como tienda. Sin embargo, la falta de un espacio propio
para el punto de venta, un mayor número de consumidores y su asiduidad, no
lograban mantener el ritmo de la iniciativa. Tras periodos algunos periodos de
cierre, finalmente, la propuesta toma fuerza en 2005, cuando logra abrirse la
Ecotienda, la cual abre sus puertas como tianguis todos los sábados, permitiendo
así el encuentro directo entre productores y consumidores. La consolidación de
la propuesta, se logra con base al trabajo de divulgación y concientización de 10
años en la ciudad de Guadalajara.
El punto de venta se localiza en el centro de la ciudad y los consumidores que le
frecuentan son básicamente de clase media, con niveles de ingresos altos. Si bien
esta es una realidad, sigue siendo objetivo de la iniciativa llegar a otros sectores
de la sociedad.
En el trabajo organizativo de esta iniciativa han participado diversos actores en
las acciones de promoción, de quienes pueden señalarse como características
relevantes, su alto grado de formación académica y su acercamiento a
experiencias similares en otros países. Actualmente, tras 16 años de trabajo, la
10 Información de campo presentada por González Torres (2011). 11 http://cej.org.mx/circulo.html (Consulada en marzo 2012).
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iniciativa se mantiene activa y está coordinada por un líder que en calidad de
gerente-patrón, quien hace posible que siga manteniéndose el vínculo entre
productores y consumidores.
En el tipo de productores que participan en la iniciativa, existen tanto hombres
como mujeres. Su participación no se limita al ámbito productivo, ya sea en la
parcela agrícola o el sistema de procesamiento, sino que abarca también la
participación en actividades de capacitación, asistencia a ferias, talleres con
consumidores, entre las más importantes. Destaca el rol de uno de los
productores fundadores, en su calidad de líder de opinión y productor innovador.
En Guadalajara muchos productores agrícolas logran hacer la transformación de
sus productos, lo cual les da mayor valor agregado pero, dejando una demanda
insatisfecha por productos frescos no procesados, fundamentalmente hortalizas y
frutas.
La distancia geográfica y los tiempos de recorrido para que los productores
puedan asistir al tianguis a ofrecer sus productos, es un factor limitante. Es muy
probable que la talla de la ciudad no facilite el contacto directo entre
productores y consumidores. No obstante, la iniciativa de Guadalajara es una de
las más antiguas de México y sus impulsores/promotores han sabido ir salvando
las restricciones impuestas. La participación en las funciones de coordinación ha
sido ocupada más frecuentemente por hombres que por mujeres. No nos
atrevemos a lanzar hipótesis explicativas a este respecto, tan sólo señalamos que
se requiere mayor investigación para identificar los roles de género.
• San Cristóbal de Las Casas
Ciudad de entorno rural y de atractivo turístico por sus recursos naturales pero,
sobre todo por su diversidad étnica, con una población de 185, 917 habitantes
(2010), es el lugar donde, en el año 2005 se concreta la iniciativa de la Red de
Productores y Consumidores Responsables “Comida sana y cercana”12. Esta
propuesta comienza bajo la modalidad de canasta de entrega semanal. Fue un
grupo de cinco mujeres, todas ellas con estudios de posgrado y con hijos
12 http://redcomidasanaycercana.codigosur.net/ (Consultada en marzo 2012).
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pequeños, quienes a partir de la necesidad de encontrar alimentos limpios para
su familia, decidieron contactar a productores de la región, quienes ya
realizaban técnicas de manejo limpio, o con ciertos criterios orgánicos.
El sistema de entrega de canastas demandó un esfuerzo tremendo para
contabilizar las comandas semanales de cada consumidor, hacer el concentrado
por tipo de cultivo, para posteriormente contactar a los productores de manera
personalizada, especificando la cantidad de la siguiente entrega. Este grupo de
mujeres fundadoras −del cual formó parte quien presenta esta comunicación−
consideró que lo importante era hacer accesibles alimentos frescos, limpios,
cuidando ofrecer un precio justo a los pequeños productores. Se consideró
esencial favorecer el contacto con productores de la región, promoviendo entre
los consumidores la importancia de seguir el ritmo de la estaciones y de la
disponibilidad de alimentos.
La compra de alimentos en los hogares es una tarea mucho más frecuentemente
realizada por las mujeres de la familia. Son ellas quienes definen, eligen los
alimentos que integrarán el menú familiar. La preocupación de las mujeres
tiende a relacionar salud y alimentación, de allí, que tienda a darse una mayor
importancia a la compra de alimentos considerados limpios. Este tipo de
inquietudes toman mayor importancia en ciudades, que como San Cristóbal,
están enmarcadas en un territorio rural sometido a la extensión del uso de
agroquímicos y del uso de aguas residuales en la producción agrícola (Kauffer y
García, 2004).
En San Cristóbal de La Casas, la agricultura forma parte del paisaje y sus
habitantes pueden observar directamente las condiciones en que se produce. En
cambio, en las grandes ciudades –como Guadalajara− la ruralidad ocupa un
espacio separado, distanciado de la ocupación de los urbanitas.
La experiencia del sistema de entrega de canastas comenzó con grandes
restricciones, en principio, porque el grupo de mujeres que lo fundó consideró
fundamental mantenerse al margen de cualquier propuesta de financiamiento. Si
la experiencia era sólida debería igualmente ser auto-sostenible. Fueron ellas,
10
quienes financiaron los requerimientos mínimos para el inicio pero, sobre todo,
quienes dedicaron su tiempo para organizar las canastas.
La iniciativa no utilizó ningún tipo de difusión en radio o televisión, básicamente
fue a través de redes de amigos y colegas de trabajos. El internet y la
comunicación de viva voz, han sido los medios de comunicación para ampliar el
número de consumidores. No obstante, las ventajas de internet, la comunicación
con los productores tuvo que ser personal o vía telefónica.
El incremento en el número de consumidores rebasó la capacidad del equipo
promotor, dándose, casi de manera natural su evolución a un sistema de tianguis.
Actualmente, el tianguis funciona dos veces por semana (sábados y miércoles),
en un local, cuya renta es cubierta con las aportaciones de productores y
productoras que comercializan en el tianguis.
En San Cristóbal coinciden un número importante de centros de investigación en
temáticas sobre el desarrollo regional, desarrollo sustentable y antropología. La
coordinación del equipo promotor ha hecho posible un sistema de entrega de
tortillas de maíz hechas a mano, en uno de estos centros (Centro de
investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social). Igualmente, se
concretó el funcionamiento del tianguis un día a la semana en El Colegio de la
Frontera Sur (ECOSUR).
El equipo promotor
Se llama así al grupo coordinador del tianguis. En su fundación fue constituido
por mujeres, todas ellas con una actividad profesional en paralelo a su
participación en la iniciativa. Curiosamente, este grupo sigue siendo sólo de
mujeres, aunque en principio, no existe ningún impedimento para que los
hombres participen. El trabajo del equipo promotor demanda la participación en
una gama amplia de actividades, que van desde las netamente logísticas y
operativas, tales como: asignar lugares en el tianguis, hacer los cobros de la
cooperación de los productores y productoras para el pago de la renta, difusión,
organización de talleres a consumidores, seguimiento del funcionamiento del
sistema de certificación participativa –mismo que avala la calidad de alimento
11
limpio−. En otro tipo de actividades, este grupo promotor constituido por
mujeres, es también el corazón ideológico y político de los compromisos que
asume el tianguis.
Me atrevo a lanzar como hipótesis, que esta gama tan amplia de funciones para
los miembros del equipo promotor, es mejor asumida por mujeres, mucho más
habituadas y conocedoras de la necesidad de manejar simultáneamente el mundo
operativo con el intelectual e ideológico. He aquí una veta a descubrir a través
de las agendas de investigación en cooperación con el mundo asociativo que
participa en los mercados locales o circuitos cortos de comercialización.
Los sistemas de Certificación Participativa
El tianguis de San Cristóbal es uno de los miembros de la Red mexicana con
avances más sustanciales en el establecimiento de un sistema de certificación
sobre la calidad orgánica de los alimentos. Ciertamente, la preocupación por el
carácter local de la producción está en el centro de las acciones del tianguis
pero, los consumidores urbanos reflexivos e informados conocen los riesgos en la
salud humana por el uso de aguas contaminadas y de agroquímicos (Gutiérrez,
2012). Es así, como la percepción del riesgo alimentario deviene el motor para
crear sistemas de control y monitoreo que aseguren esta calidad.
La naturaleza humana siempre en el filo de los valores positivos y el
incumplimiento de las normas conductuales para tener mayor provecho, hace
que existan casos de fraude de parte de los productores sobre la calidad y
procedencia de sus cosechas. Es así como riesgo alimentario y el fraude en la
calidad, se conjugan para desplegar un sistema de certificación. Sin embargo, el
carácter contestario de las iniciativas de mercados locales frente a las
tendencias del mercado global, genera un rechazo a la intervención de una
tercera parte, de carácter neutral para validar la aplicación de normas de
producción. De allí, que el tianguis haya desarrollado un exitoso programa de
certificación participativa.
Los mecanismos de esta certificación están basados en los principios generales de
la agricultura orgánica pero, reconocen las limitaciones de los productores para
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aplicar estas normas de manera íntegra. Las visitas al campo se hacen en grupos,
donde participan consumidores y productores –hombres y mujeres− que recorren
las parcelas o las instalaciones donde se procesan los alimentos.
La intervención de las mujeres en este rol es fundamental; para el caso, debo
citar a Helda Morales13, especialista en ecología quien dirige esta actividad. La
participación de otros investigadores especialistas en suelos, control de plagas es
igualmente definitoria para el logro de cosechas sin el uso de agroquímicos14.
Productores y productoras del tianguis
Siendo que las dos principales preocupaciones de las fundadoras de la iniciativa
era consumir limpio y productos locales, se identificaron campesinos de la
región. En particular, la ciudad de San Cristóbal está a los pies de la montaña
Huitepec, la cual es rica en afloramientos de agua y fértiles suelos de origen
volcánico. Allí, cultivan familias campesinas en pequeñas parcelas (incluso
menores un décimo de hectárea). El paisaje está dominado el manejo de
policultivos en sistemas de rotación, imbricación, asociación, que incluyen
especies hortícolas introducidas (brócoli, coliflor, coles, zanahorias, betabel), así
como otras especies hortícolas locales (algunos tipos de chenopodium, papa,
tomates silvestres, entre otros). Las especies cultivadas comparten espacio con
las áreas de manejo silvícola y flores de corte a cielo abierto.
Describiendo la realidad de estos productores y productoras, podemos señalar
que la agricultura del Huitepec depende de la lluvia y del agua de los
manantiales. Esto mismo hace que haya una regulación social no formal para el
uso del agua, misma que ha frenado el establecimiento de invernaderos. Es
importante indicar que los ingresos obtenidos de la agricultura no son suficientes
para cubrir las necesidades de las familias campesinas. Por ello, esta agricultura,
también llamada periurbana, se lleva a cabo a la par de otras actividades. El
carácter polivalente de productoras y productores, hace que los hombres sean
13 http://bdi.ecosur.mx/personal/InformacionGeneral.aspx?ID=MoralesHelda (Consultada en marzo 2012). 14 Noé Samuel León, Bruce Ferguson del ECOSUR; Ronald Nigh del CIESAS, tan sólo por citar algunos.
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masones en la ciudad de San Cristóbal durante la jornada matutina, y por las
tardes sean agricultores.
Las mujeres productoras, junto con sus hijos pequeños se ocupan de las labores
más exigentes en tiempo dentro de la parcela. Es común que las labores que
demandan mayor fuerza física sean realizadas por los hombres (esposos o hijos
mayores) por la tarde. Son las mujeres, quienes sin descuidar su carga habitual
en la limpieza de la casa, lavado de ropa, preparación de alimentos, cuidado de
los niños y ancianos; también se ocupan de hacer la cosecha, transportación y
venta de sus productos. Es común que las productoras vendan sus productos no
sólo en el tianguis, sino también venden en la plaza pública municipal. Allí no
existe una distinción específica para sus productos; sin embargo, ellas comentan
de una mejora en sus oportunidades de comercialización a partir de su
experiencia en el tianguis.
En el tianguis también participan otros hombres y mujeres que no son
agricultores, sino procesadores de alimentos. Así podemos citar a mujeres que
elaboran a mano las tortillas de maíces nativos; también son mujeres, quienes
elaboran quesos, tostadas de maíz, tamales y ungüentos con propiedades
cosméticas y curativas. La elaboración de pan casero es realizada tanto por
hombres como mujeres. Existen igualmente, productores de frutales frescos que
vienen de regiones un tanto más alejadas del estado.
Durante el funcionamiento del tianguis, resalta la participación de los hijos e
hijas de los productores. La valorización del trabajo campesino permite que los
jóvenes puedan tener una posición más favorable ante la perspectiva de
continuar siendo agricultores. En este sentido, será muy positivo que estas
nuevas generaciones de agricultores tengan mayor perfil educativo que sus
padres, a fin de tener mejores herramientas para insertarse a dinámicas
innovadoras, como es el caso de “Comida sana y cercana”.
La participación en el tianguis ha servido para dar voz a productores y
productoras en los distintos talleres y foros de discusión organizados por el
equipo promotor. Ciertamente, tomar la palabra no es un asunto fácil para
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mujeres y hombres campesinos. Empero, el hecho de conocer a los
consumidores, de verlos frecuentemente al comprar sus productos, facilita el
momento en el cual se construye un diálogo y se crea un ambiente de confianza,
mismo que ha servido para dar una mejor condición para que ellos y ellas
expresen sus ideas.
Lecciones aprendidas
Las experiencias de Guadalajara y San Cristóbal de Las Casas, parecieran explicar
que una talla media de la ciudad, facilita el funcionamiento de las iniciativas de
mercados locales. En el arranque de este tipo de iniciativas aquí presentadas,
tanto de la Red nacional, como los casos de Guadalajara y San Cristóbal, parece
ser definitoria la participación de mujeres con perfiles profesionales altos y que
cumplen la doble jornada (profesional y doméstica). Es posible que estas
acciones sean emprendidas por mujeres, ya que para los hombres, tienden a ser
vistas como algo cercano a lo doméstico, no propio de su género.
Las iniciativas de mercados locales se apuntan como estrategias claves para
apoyar la agricultura campesina. No obstante, queda claro que ésta no resolverá
las necesidades económicas de las familias, quienes desarrollan una adaptación
polivalente en sus estrategias económicas.
Las iniciativas de mercados locales tienen escasos recursos económicos pero,
están logrando tener una incidencia directa en las familias campesinas en
distintos aspectos. En lo económico, al tener un precio justo por sus productos
pero, también por el reconocimiento que se hace de: su trabajo, la calidad de
sus productos y por sus esfuerzos en la realización de una agricultura respetuosa
del ambiente. Estos mercados facilitan también la capacitación técnica en la
producción orgánica y el intercambio de experiencias con otros productores,
mostrando que sí existen dinámicas rurales que logran escapar a la tendencia
homogeneizadora de la globalización.
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El reconocimiento social de los tianguis y mercados orgánicos ha sido igualmente,
una especie de pivote para el apoyo de programas muy puntuales de gobierno, en
especial el apoyo para la realización de ferias.
En términos de la agenda de investigación, estos mercados han sido tema y
problemática central de algunas investigaciones. No obstante, las líneas aún sin
cubrirse son vastas: cuestiones agroecológicas de la producción, fortalecimiento
de los sistemas de certificación participativa, marcos normativos jurídicos que
pueden incidir en estos mercados. Otra línea a explorar, son los estudios
comparativos de experiencias emprendidas en diferentes países, como el caso de
Associations pour le maintien d’une agriculture paysanne (AMAPs) en Francia,
Community-supported agriculture en Estados Unidos o el Teikei en Japón, sólo
por citar algunos ejemplos.
Bibliografía
González Torres, Andrea (2011). “Comercio Justo: expresiones locales de un concepto global. Escenarios de Guadalajara y San Cristóbal de las Casas.” Tesis de licenciatura. Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad de Guadalajara. Guadalajara, Jalisco.
Gutierrez Pérez, Cynthia (2012). “Representaciones sociales de los alimentos orgánicos Valoraciones de calidad y riesgo entre consumidores de Chiapas”. Tesis doctoral. ECOSUR, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.
Kauffer, Edith F. Michel y Antonino García García, 2004 “Aguas sucias para trabajar, agua limpia para tomar: transformaciones en torno al agua en comunidades tzotziles de los Altos de Chiapas, México” en Francisco Peña (Coord.), Los pueblos indígenas y el agua: desafíos del siglo XXI, El Colegio de San Luis, WALIR, SEMARNAT, IMTA, México, p. 119-138.