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Cuentosdeamor,delocuraydemuerteHoracioQuiroga

SociedadCooperativaEditorialLimitada,1917

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Capítulo1Unaestacióndeamor

Primavera

Eraelmartesdecarnaval.Nébelacababadeentrarenelcorso,yaaloscurecer,ymientrasdeshacíaunpaquetedeserpentinasmiróalcarruajededelante.Extrañadodeunacaraquenohabíavistoenelcochelatardeanterior,preguntóasuscompañeros:

–¿Quiénes?Noparecefea.

–¡Un demonio! Es lindísima. Creo que sobrina, o cosa así, del doctor Arrizabalaga.Llegóayer,meparece…

Nébel fijó entonces atentamente los ojos en la hermosa criatura. Era una chicamuyjovenaún,acasonomásdecatorceaños,peroyanúbil.Tenía,bajocabellomuyoscuro,unrostrodesupremablancura,deeseblancomateyrasoqueespatrimonioexclusivodelos cutis muy finos. Ojos azules, largos, perdiéndose hacia las sienes entre negraspestañas. Tal vez un poco separados, lo que da, bajo una frente tersa, aire de muchanoblezaogranterquedad.Perosusojos,talcomoeran,llenabanaquelsemblanteenflorconlaluzdesubelleza.YalsentirlosNébeldetenidosunmomentoenlossuyos,quedódeslumbrado.

–¡Qué encanto! –murmuró, quedando inmóvil con una rodilla en el almohadón delsurrey.Unmomentodespués las serpentinasvolabanhacia la victoria.Ambos carruajesestabanyaenlazadosporelpuentecolgantedepapel,y laque loocasionabasonreíadevezencuandoalgalantemuchacho.

Masaquellollegabayaalafaltaderespetoapersonas,cocherosyaúnalcarruaje:lasserpentinasllovíansincesar.Tantofue,quelasdospersonassentadasatrássevolvierony,bienquesonriendo,examinaronatentamentealderrochador.

–Quiénesson?–preguntóNébelenvozbaja.

–EldoctorArrizabalaga…Ciertoquenoloconoces.Laotraeslamadredetuchica…Escuñadadeldoctor.

Como en pos del examen, Arrizabalaga y la señora se sonrieran francamente anteaquella exuberancia de juventud, Nébel se creyó en el deber de saludarlos, a lo querespondióeltercetoconjovialcondescendencia.

Este fue el principiodeun idilio queduró tresmeses, y al queNébel se creyó en eldeber de saludarlos, a lo que respondió el terceto con jovial condescendencia.Mientrascontinuó el corso, y en Concordia se prolonga hasta horas increíbles, Nébel tendióincesantementesubrazohaciaadelante,tanbienqueelpuñodesucamisa,desprendido,bailabasobrelamano.

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Aldíasiguientesereprodujolaescena;ycomoestavezelcorsosereanudabadenochecon batalla de flores, Nébel agotó en un cuarto de hora cuatro inmensas canastas.Arrizabalagaylaseñorasereían,volviendolacabezaamenudo,ylajovennoapartabacasisusojosdecabezaamenudo,ylajovennoapartabacasisusojosdeNébel.Esteechóunamirada de desesperación a sus canastas vacías.Mas sobre el almohadón del surreyquedabaaúnuno,unpobreramodesiemprevivasyjazminesdelpaís.Nébelsaltóconélsobre la rueda de los jazmines del país. Nébel saltó con él sobre la rueda del surrey,dislocósecasiuntobillo,ycorriendoalavictoria,jadeante,empapadoensudoryconelentusiasmoa flor deojos, tendió el ramoa al joven.Ellabuscó atolondradamenteotro,peronolotenía.Susacompañantessereían.

–¡Peroloca!–ledijolamadre,señalándoleelpecho–.¡Ahítienesuno!

Elcarruajearrancabaaltrote.Nébelquehabíadescendidoafligidodelestribo,corrióyalcanzóelramoquelajovenletendíaconelcuerpocasifueradelcoche.

Nébel había llegado tres días atrás de BuenosAires, donde concluía su bachillerato.Habíapermanecidoallásieteaños,demodoquesuconocimientodelasociedadactualdeConcordiaeramínimo.Debíaquedaraúnquincedíasen suciudadnatal,disfrutadosenplenososiegodealma,sinodecuerpo.Yheaquíquedesdeelsegundodíaperdíatodasuserenidad.Peroencambio,¡quéencanto!

–¡Quéencanto!–se repetíapensandoenaquel rayode luz, florycarne femeninaquehabía llegadoaéldesdeelcarruaje.Sereconocíarealyprofundamentedeslumbrado–yenamorado,desdeluego.

¡Ysiellaloquisiera!…¿Loquerría?Nébel,paradilucidarlo,confiabamuchomásqueenelramodesupecho,enlaprecipitaciónaturdidaconquelajovenhabíabuscadoalgoque darle. Evocaba claramente el brillo de sus ojos cuando lo vio llegar corriendo, lainquietaexpectativaconqueloesperó–yenotroorden,lamorbidezdeljovenpecho,altenderleelramo.

¡Yahora, concluido!Ella se iba aldía siguiente aMontevideo. ¿Qué le importaba lodemás,Concordia,susamigosdeantes,sumismopadre?PorlomenosiríaconellahastaBuenosAires.

Hicieron efectivamente el viaje juntos, ydurante élNébel llegó almás altogradodepasión que puede alcanzar un romántico muchacho de dieciocho años que se sientequerido. La madre acogió el casi infantil idilio con afable complacencia, y se reía amenudoalverlos,hablandopoco,sonriendosincesarymirándoseinfinitamente.

Ladespedidafuebreve,puesNébelnoquisoperderelúltimovestigiodecorduraquelequedaba,cortandosucarreratrasella.

Ellas volverían a Concordia en el invierno, acaso una temporada. ¿Iría él? «¡Oh, novolver yo!» Y mientras Nébel se alejaba despacio por el muelle, volviéndose a cadamomento,ella,depechosobrelabordaylacabezabaja,loseguíaconlosojos,mientrasenlaplanchadalosmarineroslevantabanlossuyosrisueñosaaquel idilio–yalvestido,cortoaún,delatiernísimanovia.

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Verano

I

El13de junioNébelvolvióaConcordia,y aunque supodesdeelprimermomentoqueLidiaestabaallí,pasóunasemanasininquietarsepoconimuchoporella.Cuatromesessonplazosobradoparaunrelámpagodepasión,yapenassienelaguadormidadesualmael último resplandor alcanzaba a rizar su amor propio. Sentía, sí, curiosidad de verla.Hasta que un nimio incidente, punzando su vanidad, lo arrastró de nuevo. El primerdomingo,Nébel,comotodobuenchicodepueblo,esperóenlaesquinalasalidademisa.Al fin, las últimas acaso, erguidas ymirando adelante,Lidia y sumadre avanzaronporentrelafilademuchachos.

Nébel,alverladenuevo,sintióquesusojossedilatabanparasorberentodasuplenitudlafigurabruscamenteadorada.Esperóconansiacasidolorosaelinstanteenquelosojosdeella,enunsúbitoresplandordedichosasorpresa,loreconoceríanentreelgrupo.

Peropasó,consumiradafríafijaadelante.

–Parecequenoseacuerdamásdeti–ledijounamigo,queasuladohabíaseguidoelincidente.

–¡Nomucho!–sesonrióél–.Yeslástima,porquelachicamegustabaenrealidad.

Perocuandoestuvosoloselloróasímismosudesgracia.¡Yahoraquehabíavueltoaverla!¡Cómo,cómolahabíaqueridosiempre,élquecreíanoacordarsemás!¡Yacabado!¡Pum,pum,pum!–repetíasindarsecuenta–.¡Pum!¡Todohaconcluido!

De golpe: ¿Y si nome hubieran visto?… ¡Claro! ¡pero claro! Su rostro se animódenuevo,yacogióestavagaprobabilidadconprofundaconvicción.

AlastresgolpeabaencasadeldoctorArrizabalaga.Suideaeraelemental:consultaríaconcualquiermíseropretextoalabogado;yacasolaviera.

Fueallá.Una súbita carrerapor elpatio respondióal timbre,yLidia,paradetener elimpulso, tuvo que cogerse violentamente a la puerta vidriera. Vio a Nébel, lanzó unaexclamación,yocultandoconsusbrazoslaligerezadesuropa,huyómásvelozmenteaún.

Uninstantedespuéslamadreabríaelconsultorio,yacogíaasuantiguoconocidoconmásvivacomplacenciaconmayorcomplacenciaquecuatromesesatrás.Nébelnocabíaensídegozo;ycomolaseñoranoparecíainquietarseporlaspreocupacionesjurídicasdeNébel,ésteprefiriótambiénunmillóndevecestalpresenciaaladelabogado.

Con todo, sehallabasobreascuasdeuna felicidaddemasiadoardiente.Ycomo teníadieciocho años, deseaba irse de una vez para gozar a solas, y sin cortedad, su inmensadicha.

–¡Tanpronto,ya!–ledijolaseñora–.Esperoquetendremoselgustodeverlootravez…¿Noesverdad?…¿noesverdad?

–¡Oh,sí,señora!

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–En casa todos tendríamos mucho placer… ¡Supongo que todos! ¿Quiere queconsultemos?–sesonrióconmaternalburla.

–¡Oh,contodaelalma!–repusoNébel.

–¡Lidia!¡Venunmomento!Hayaquíunapersonaaquienconoces.

Lidia llegó cuando él estaba ya de pie. Avanzó al encuentro de Nébel, los ojoscentelleantesdedicha,yletendióungranramodevioletas,conadorabletorpeza.

–Siaustednolemolesta–prosiguiólamadre–,podríavenirtodosloslunes…¿Quéleparece?

–¡Queesmuypoco,señora!–repusoelmuchacho–.Losviernestambién¿Mepermite?

Laseñoraseechóareír.

–¡Quéapurado!Yonosé…VeamosquédiceLidia.¿Quédices,Lidia?

Lacriatura,quenoapartabasusojosrientesdeNébel,ledijo¡sí!enplenorostro,puestoqueaéldebíasurespuesta.

–Muybien:entonceshastaellunes,Nébel.

Nébelobjetó:

–¿Nomepermitiríavenirestanoche?Hoyesundíaextraordinario…

–¡Bueno!¡Estanochetambién!Acompáñalo,Lidia.

PeroNébel, en locanecesidaddemovimiento, se despidió allímismoyhuyó con suramo cuyo cabo había deshecho casi, y con el alma proyectada al último cielo de lafelicidad.

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II

Durante dosmeses, en todos losmomentos enque se veían, en todas las horas que losseparaban,NébelyLidiaseadoraron.Paraél,románticohastasentirelestadodedolorosamelancolíaqueprovocaunasimplegarúaqueagrisaelpatio, lacriaturaaquella,consucaraangelical,susojosazulesysutempranaplenitud,debíaencarnarlasumaposibledeideal.Paraella,Nébeleravaronil,buenmozoeinteligente.Nohabíaensumutuoamormás nube que la minoría de edad de Nébel. El muchacho, dejando de lado estudios,carrerasydemássuperfluidades,queríacasarse.Comoprobado,nohabíasinodoscosas:queaélleeraabsolutamenteimposiblevivirsinLidia,yquellevaríapordelantecuantoseopusieseaello.Presentía–omásbiendicho,sentía–queibaaescollarrudamente.

Supadre,enefecto,aquienhabíadisgustadoprofundamenteelañoqueperdíaNébeltrasunamoríodecarnaval,debíaapuntarlasíesconterriblevigor.Afinesdeagostohablóundíadefinitivamenteasuhijo:

–MehandichoquesiguestusvisitasalodeArrizabalaga.¿Escierto?Porquetúnotedignasdecirmeunapalabra.

Nébel vio toda la tormenta en esa forma de dignidad, y la voz le tembló un poco alcontestar:

–Sinotedijenada,papá,esporqueséquenotegustaquetehabledeeso.

–¡Bah!Comogustarme,puedes,enefecto,ahorrarteeltrabajo…Peroquisierasaberenquéestadoestás.¿Vasaesacasacomonovio?

–Sí.

–¿Yterecibenformalmente?

–Creoquesí…

Elpadrelomirófijamenteytamborileósobrelamesa.

–¡Está bueno! Muy bien!… Óyeme, porque tengo el deber de mostrarte el camino.¿Sabestúbienloquehaces?¿Haspensadoenloquepuedepasar?

–¿Pasar?…¿Qué?

–Quetecasesconesamuchacha.Perofíjate:yatienesedadparareflexionar,almenos.¿Sabes quién es? ¿De dónde viene? ¿Conoces a alguien que sepa qué vida lleva enMontevideo?

–¡Papá!

–¡Sí,quéhacenallá!¡Bah!Nopongasesacara…Nomerefieroa tu…novia.Esaesunacriatura,ycomotalnosabeloquehace.¿Perosabesdequéviven?

–¡No!Nimeimporta,porqueaunqueseasmipadre…

–¡Bah,bah,bah!Dejaesoparadespués.Notehablocomopadresinocomocualquierhombre honrado pudiera hablarte. Y puesto que te indigna tanto lo que te pregunto,averiguaaquienquieracontarte,quéclasederelacionestienelamadredetunoviaconsu

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cuñado,¡pregunta!

–¡Sí!Yaséquehasido…

–Ah,¿sabesquehasidolaqueridadeArrizabalaga?¿YqueéluotrosostienenlacasaenMontevideo?¡Ytequedastanfresco!

–¡…!

–¡Sí,yasé!¡Tunovianotienenadaqueverconesto,yasé!Nohayimpulsomásbelloqueeltuyo…Peroandaconcuidado,porquepuedesllegartarde…¡No,no,cálmate!Notengo ninguna idea de ofender a tu novia, creo, como te he dicho, que no está.Contaminada,aúnporlapodredumbrequelarodea.Perosilamadretelaquierevenderenmatrimonio,omásbiena la fortunaquevasaheredarcuandoyomuera,dilequeelviejo Nébel no está dispuesto a esos tráficos y que antes se lo llevará el diablo queconsentir en esematrimonio. Nada el diablo que consentir en eso. Nadamás te queríadecirte.

Elmuchachoqueríamuchoasupadre,apesardelasupadre,apesardelcarácterdeéste;salióllenoderabiapornohaberpodidodesahogarsuira,tantomásviolentacuantoque élmismo la sabía injusta.Hacía tiempo ya que no lo ignoraba.Lamadre deLidiahabía sido querida de Arrizabalaga en vida de su marido, y aun cuatro o cinco añosdespués. Se veían aún de tarde en tarde, pero el viejo libertino, arrebujado ahora en suartritis de solterón enfermizo, distaba mucho de ser respecto de su cuñada lo que sepretendía; y si mantenía el tren de madre e hija, lo hacía por una especie deagradecimientode examante,y sobreunaespeciede compasióndeexamante,y sobretodoparaautorizarloschismesactualesquehinchabansuvanidad.

Nébelevocabaalamadre;yconunestremecimientodemuchacholocoporlasmujerescasadas, recordaba cierta noche en que hojeando juntos y reclinados una «Illustration»,había creído sentir sobre sus nervios súbitamente tensos un hondo hálito de deseo quesurgía del cuerpo pleno que rozaba con él. Al levantar los ojos, Nébel había visto lamiradadeella,mareada,posarsepesadamentesobrelasuya.

¿Sehabíaequivocado?Eraterriblementehistérica,peroconrarascrisisexplosivas;losnerviosdesordenadosrepiqueteabanhaciaadentroydeaquílaenfermizatenacidadenundisparate y el súbito abandono de una convicción; y en los pródromos de las crisis, laobstinacióncreciente,convulsiva,edificándosecongrandesbloquesdeabsurdos.Abusabadelamorfinaporangustiosanecesidadyporelegancia.Teníatreintaysieteaños;eraalta,conlabiosmuygruesosyencendidosquehumedecíasincesar.Sinsergrandes,susojosloparecíanporelcorteyportenerpestañasmuylargas;peroeranadmirablesdesombrayfuego.Sepintaba.Vestía,comolahija,conperfectobuengusto,yeraésta,sinduda,sumayorseducción.Debíadehabertenido,comomujer,profundoencanto;ahoralahisteriahabía trabajadomucho su cuerpo –siendo, desde luego, enferma del vientre.Cuando ellatigazodelamorfinapasaba,susojosseempañaban,ydelacomisuradeloslabios,delpárpado globoso, pendía una fina redecilla de arrugas. Pero a pesar de ello, la mismahisteria que le deshacía los nervios era el alimento un poco mágico que sostenía sutonicidad.

Quería entrañablemente a Lidia; y con la moral de las burguesas histéricas, hubieraenvilecido a su hija para hacerla feliz –esto es, para proporcionarle aquello que habría

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hechosupropiafelicidad.

Así,lainquietuddelpadredeNébelaesterespectotocabaasuhijoenlomáshondodesuscuerdasdesuscuerdasdeamante.¿CómohabíaescapadoLidia?Porquelalimpidezdesucutis,lafranquezadesupasióndechicaquesurgíaconadorablelibertaddesusojosbrillantes, era, ya no prueba de pureza, sino escalón de noble gozo por el que Nébelascendíatriunfalaarrancardeunamanotadaalaplantapodrida,laflorquepedíaporél.

Estaconviccióneratanintensa,queNébeljamáslahabíabesado.Unatarde,despuésdealmorzar, en que pasaba por lo deArrizabalaga, había sentido loco deseo de verla. Sudichafuecompleta,pueslahallósola,enbatón,ylosrizossobrelasmejillas.ComoNébellaretuvocontralapared,ella,riendoycortada,serecostóenelmuro.Yelmuchacho,asufrente,tocándolacasi,sintióensusmanosinerteslaaltafelicidaddeunamorinmaculado,quetanfácillehabríasidomanchar.

¡Peroluego,unavezsumujer!Nébelprecipitabacuantoleeraposiblesucasamiento.Suhabilitacióndeedad,obtenidaenesosdías,lepermitíaporsulegítimamaternaafrontarlosgastos.Quedabaelconsentimientodelpadre,ylamadreapremiabaestedetalle.

La situación de ella, sobrado equívoca en Concordia, exigía una sanción social quedebíacomenzar,desdeluego,porladelfuturosuegrodesuhija.Ysobretodo,lasosteníael deseo de humillar, de forzar a lamoral burguesa a doblar las rodillas ante lamismainconvenienciaquedespreció.

Ya varias veces había tocado el punto con su futuro yerno, con alusiones a «misuegro»…«minuevafamilia»…,«lacuñadademihija».Nébelsecallaba,ylosojosdelamadrebrillabanentoncesconmássombríofuego.

Hasta que un día la llama se levantó. Nébel había fijado el 18 de octubre para sucasamiento. Faltaba más de un mes aún, pero la madre hizo entender claramente almuchachoquequeríalapresenciadesupadreesanoche.

–Serádifícil–dijoNébeldespuésdeunmortificantesilencio–.Lecuestamuchosalirdenoche…Nosalenunca.

–¡Ah!–exclamó sólo lamadre,mordiéndose rápidamente el labio.Otrapausa siguió,peroéstayadepresagio.

–Porqueustednohaceuncasamientoclandestino,¿verdad?

–¡Oh!–sesonriódifícilmenteNébel–.Mipadretampocolocree.

–¿Yentonces?

Nuevosilencio,cadavezmástempestuoso.

–¿Espormíquesuseñorpadrenoquiereasistir?

–¡No,noseñora!–exclamóalfinNébel,impaciente–Estáensumododeser…Hablarédenuevoconél,siquiere.

–¿Yo, querer? –se sonrió la madre dilatando las narices–. Haga lo que le parezca…¿Quiereirse,Nébel,ahora?Noestoybien.

Nébel salió, profundamente disgustado. ¿Qué iba a decir a su padre? Este sostenía

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siempresurotundaoposiciónatalmatrimonio,yyaelhijohabíaemprendidolasgestionesparaprescindirdeella.

–Puedeshacereso,y todo loque tedé lagana.Peromiconsentimientoparaqueesaentretenidaseatusuegra,¡jamás!

DespuésdetresdíasNébeldecidióconcluirdeunadecidióaclarardeunavezesavezconeseestadodecosas,yaprovechóparaellounmomentoenqueLidianoestaba.

–Hablé con mi padre –comenzó Nébel–, y me ha dicho que le será completamenteimposibleasistir.

Lamadresepusounpocopálida,mientrassusojos,enunsúbito fulgor, seestirabanhacialassienes.

–¡Ah!¿Yporqué?

–Nosé–repusoconvozsordaNébel.

–Esdecir…quesuseñorpadretememancharsesiponelospiesaquí.

–¡Nosé!–repitióél,obstinadoasuvez.

–¡Esqueesunaofensagratuitalaquenoshaceeseseñor!¿Quésehafigurado?–añadióconvozyaalteradayloslabiostemblantes–.¿Quiénesélparadarseesetono?

Nébelsintióentonceselfustazodereacciónenlacepaprofundadesufamilia.

–¡Qué es, no sé! –repuso con la voz precipitada a su vez–. Pero no sólo se niega aasistir,sinoquetampocodasuconsentimiento.

–¿Qué?¿Queseniega?¿Yporqué?¿Quiénesél?¡Elmásautorizadoparaesto!

Nébelselevantó:

–Ustedno…

Peroellasehabíalevantadotambién.

–¡Sí,él!¡Ustedesunacriatura!¡Pregúntelededóndehasacadosufortuna,robadaasusclientes! ¡Y con esos aires! ¡Su familia irreprochable, sinmancha, se llena la boca coneso!¡Sufamilia!…¡Dígalequeledigacuántasparedes teníaquesaltarpara iradormirconsumujerantesdecasarse!¡Sí,ymevieneconsufamilia!…¡Muybien,váyase;estoyhastaaquídehipocresías!¡Quelopasebien!

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III

Nébelviviócuatrodíasenlamáshondadesesperación.¿Quépodíaesperardespuésdelosucedido?Alquinto,yalanochecer,recibióunaesquela:

«Octavio:

Lidiaestábastanteenferma,ysólosupresenciapodríacalmarla.

MaríaS.deArrizabalaga»

Eraunatreta,noofrecíaduda.PerosisuLidiaenverdad…

Fue esa noche, y la madre lo recibió con una discreción que asombró a Nébel: sinafabilidadexcesiva,niairetampocodepecadoraquepidedisculpas.

–Siquiereverla…

Nébelentróconlamadre,yvioasuamoradoradoenlacama,elrostroconesafrescurasinpolvosquedanúnicamenteloscatorceaños,ylaspiernasrecogidas.

Se sentó a su lado, y enbalde lamadre esperó aque sedijeran algo: nohacían sinomirarseysonreír.

DeprontoNébelsintióqueestabansolos,ylaimagendelamadresurgiónítida:«Sevaparaqueeneltransportedemiamorreconquistadopierdalacabeza,yelmatrimonioseaasíforzoso».Peroenesecuartodehoradegocefinalqueleofrecíanadelantadoacostadeunpagarédecasamiento,elmuchachodedieciochoañossintió–comootravezcontralapared–elplacersinlamáslevemancha,deunamorpuroentodasuaureoladepoéticoidilio.

SóloNébel pudodecir cuángrande fue sudicha recuperada enposdel naufragio.Eltambiénolvidabaloquefueraenlamadreexplosióndecalumnia,ansiarabiosadeinsultaralosquenolomerecen.Peroteníalamásfríadecisióndeapartaralamadredesuvida,unavez casados.El recuerdode su tierna novia, pura y riente en la camaque se habíadestendidounapuntaparaél,encendíalapromesadeunavoluptuosidadíntegra,alaquenohabíarobadoprematuramenteelmáspequeñodiamante.

A la noche siguiente, al llegar a lo de Arrizabalaga, Nébel halló el zaguán oscuro.Despuésdelargoratolasirvientaentreabriólaventana.

–¿Hansalido?–preguntóélextrañado.

–No,sevanaMontevideo…HanidoalSaltoadormirabordo.

–¡Ah!–murmuróNébelaterrado.Teníaunaesperanzaaún.

–¡Eldoctor?¿Puedohablarconél?

–Noestá;sehaidoalclubdespuésdecomer.

Una vez solo en la calle oscura, Nébel levantó y dejó caer los brazos con mortaldesaliento:¡Seacabótodo!¡Sufelicidad,sudichareconquistadaundíaantes,perdidadenuevoyparasiempre!Presentíaqueestaveznohabíaredenciónposible.Losnerviosdela

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madrehabíansaltadoalaloca,comoteclas,yélnopodíayahacermás.

Caminó hasta la esquina, y desde allí, inmóvil bajo el farol, contempló con estúpidafijezalacasarosada.Diounavueltamanzana,ytornóadetenersebajoelfarol.¡Nunca,nuncamás!

Hastalasonceymediahizolomismo.Alfinsefueasucasaycargóelrevólver.Perounrecuerdo lodetuvo:mesesatráshabíaprometidoaundibujantealemánqueantesdesuicidarse un día –Nébel era adolescente– iría a verlo. Uníalo con el viejo militar deGuillermounavivaamistad,cimentadasobrelargascharlasfilosóficas.

A la mañana siguiente, muy temprano, Nébel llamaba al pobre cuarto de aquél. Laexpresióndesurostroerasobradoexplícita.

–¿Esahora?–lepreguntóelpaternalamigo,estrechándoleconfuerzalamano.

–¡Pst!¡Detodosmodos!…–repusoelmuchacho,mirandoaotrolado.

Eldibujante,congrancalma,lecontóentoncessupropiodramadeamor.

–Vayaasucasa–concluyó–,ysialasoncenohacambiadodeidea,vuelvaaalmorzarconmigo,siesquetenemosqué.Despuésharáloquequiera.¿Melojura?

–Se lo juro–contestóNébel,devolviéndole suestrechoapretóncongrandesganasdellorar.

EnsucasaloesperabaunatarjetadeLidia:

«IdolatradoOctavio:

Midesesperaciónnopuedesermásgrande.Peromamáhavistoquesimecasabaconusted,meestabanreservadosgrandesdolores,hecomprendidocomoellaquelomejorerasepararnosylejuranoolvidarlonunca.

tu

Lidia»

–¡Ah,teníaqueserasí!–clamóelmuchacho,viendoalmismotiempoconespantosurostro demudado en el espejo. ¡La madre era quien había inspirado la carta, ella y sumaldita locura!Lidianohabíapodidomenosqueescribir,y lapobrechica, trastornada,lloraba todo su amor en la redacción–. ¡Ah! ¡Si pudiera verla algún día, decirle de quémodolahequerido,cuántolaquieroahora,adoradademialma!…

Temblandofuehastaelveladorycogióelrevólver,perorecordósunuevapromesa,yduranteunlarguísimotiempopermanecióallídepie,limpiandoobstinadamenteconlauñaunamanchadeltambor.

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Otoño

Unatarde,enBuenosAires,acababaNébeldesubiraltranvíacuandoelcochesedetuvounmomentomásdelconveniente,yNébel,queleía,volvióalfinlacabeza.

Unamujerconlentoydifícilpasoavanzabaentrelosasientos.Trasunarápidaojeadaalaincómodapersona,Nébelreanudólalectura.Ladamasesentóasulado,yalhacerlomiróatentamenteasuvecino.Nébel,aunquesentíadevezencuandolamiradaextranjeraposadasobreél,prosiguiósulectura;peroalfinsecansóylevantóelrostroextrañado.

–Ya me parecía que era usted –exclamó la dama–, aunque dudaba aún… No merecuerda,¿noescierto?

–Sí–repusoNébelabriendolosojos–LaseñoradeArrizabalaga…

Ella vio la sorpresa de Nébel, y sonrió con aire de vieja cortesana que trata aún deparecerbienaunmuchacho.

Deella–cuandoNébellaconocióonceañosatrás–sóloquedabanlosojos,aunquemáshundidos, y ya apagados. El cutis amarillo, con tonos verdosos en las sombras, seresquebrajabaenpolvorientossurcos.Lospómulossaltabanahora,y los labios,siempregruesos,pretendíanocultarunadentaduradeltodocariada.Bajoelcuerpodemacradoseveíavivaalamorfinacorriendoporentrelosnerviosagotadosylasarteriasacuosas,hastahaberconvertidoenaquelesqueletoalaelegantemujerqueundíahojeóla«Ilustration»asulado.

–Síestoymuyenvejecida…yenferma,hetenidoyaataquesalosriñones…Yusted–añadiómirándoloconternura–,¡siempreigual!Verdadesquenotienetreintaañosaún…Lidiatambiénestáigual.

Nébellevantólosojos:

–¿Soltera?

–Sí…¡Cuántosealegrarácuandolecuente!¿Porquénoledaesegustoalapobre?¿Noquiereiravernos?

–Conmuchogusto…–murmuróNébel.

–Sí, vaya pronto; ya sabe lo que hemos sido para usted… En fin, Boedo, 1483;departamento14…Nuestraposiciónestanmezquina…

–¡Oh!–protestóél,levantándoseparairse.Prometióirmuypronto.

DocedíasdespuésNébeldebíavolveralingenio,yantesquisocumplirsupromesa.Fueallá –un miserable departamento de arrabal–. La señora de Arrizabalaga lo recibió,mientrasLidiasearreglabaunpoco.

–¡Conqueonce años!–observódenuevo lamadre–. ¡Cómopasa el tiempo! ¡YustedquepodríatenerunainfinidaddehijosconLidia!

–Seguramente–sonrióNébel,mirandoasurededor.

–¡Oh!¡Noestamosmuybien!Ysobretodocomodebeestarpuestasucasa…Siempre

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oigohablardesuscañaverales…¿Esésesuúnicoestablecimiento?

–Sí…EnEntreRíostambién…

–¡Quéfeliz!Sipudierauno…¡Siempredeseandoirapasarunosmesesenelcampo,ysiempreconeldeseo!

Se calló, echando una fugaz mirada a Nébel. Este, con el corazón apretado, revivíanítidaslasimpresionesenterradasonceañosensualma.

–Y todo esto por falta de relaciones… ¡Es tan difícil tener un amigo en esascondiciones!

ElcorazóndeNébelsecontraíacadavezmás,yLidiaentró.

Ellaestabatambiénmuycambiada,porqueelencantodeuncandoryunafrescuradeloscatorceañosnosevuelveahallarmásenlamujerdeveintiséis.Perobellasiempre.Suolfatomasculinosintióensucuellomórbido,enlamansatranquilidaddesumirada,yentodoloindefiniblequedenunciaalhombreelamoryagozado,quedebíaguardarveladoparasiempreelrecuerdodelaLidiaqueconoció.

Hablarondecosasmuytriviales,conperfectadiscrecióndepersonasmaduras.Cuandoellasaliódenuevounmomento,lamadrereanudó:

–Sí,estáunpocodébil…Ycuandopiensoqueenelcamposerepondríaenseguida…Vea,Octavio: ¿mepermite ser franca conusted?Ya sabe que lo he querido como a unhijo…¿Nopodríamospasarunatemporadaensuestablecimiento?¡CuántobienleharíaaLidia!

–Soycasado–repusoNébel.

La señora tuvo un gesto de viva contrariedad, y por un instante su decepción fuesincera;peroenseguidacruzósusmanoscómicas:

–¡Casado,usted!¡Oh,quédesgracia,quédesgracia!¡Perdóneme,yasabe!…Noséloquedigo…¿Ysuseñoraviveconustedenelingenio?

–Sí,generalmente…AhoraestáenEuropa.

–¡Quédesgracia!Esdecir…¡Octavio!–añadióabriendolosbrazosconlágrimasenlosojos–:Austedlepuedocontar,ustedhasidocasimihijo…¡Estamospocomenosqueenlamiseria!¿PorquénoquierequevayaconLidia?Voyatenerconustedunaconfesióndemadre–concluyóconunapastosasonrisaybajandolavoz–:UstedconocebienelcorazóndeLidia,¿noescierto?

Esperórespuesta,peroNébelpermanecíacallado.

–¡Sí,ustedlaconoce!¿YcreequeLidiaesmujercapazdeolvidarcuandohaquerido?

Ahorahabíareforzadosuinsinuaciónconunalentaconunaleveguiñada.Nébelvaloróentoncesdegolpeelabismoenquepudohabercaídoantes.Erasiemprelamismamadre,peroyaenvilecidaporsupropiaalmavieja,lamorfinaylapobreza.YLidia…Alverlaotravezhabíasentidounbruscogolpededeseoporlamujeractualdegargantallenayyaestremecida.Anteeltratadocomercialqueleofrecían,seechóenbrazosdeaquellararaconquistaqueledeparabaeldestino.

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–¿Nosabes,Lidia?–prorrumpió lamadrealborozada,alvolver suhija–.Octavionosinvitaapasarunatemporadaensuestablecimiento.¿Quéteparece?

Lidiatuvounafugitivacontraccióndecejasyrecuperósuserenidad.

–Muybienmamá…

–¡Ah!¿Nosabesloquedice?Estácasado.¡Tanjovenaún!Somoscasidesufamilia…

LidiavolvióentonceslosojosaNébel,ylomiróunmomentocondolorosagravedad.

–¿Hacetiempo?–murmuró.

–Cuatroaños–repusoélenvozbaja.Apesardetodo,lefaltóánimoparamirarla.

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Invierno

I

NohicieronelviajejuntosporunúltimoescrúpulodeNébelenunalíneadondeeramuyconocido;peroalsalirdelaestaciónsubierontodosenelbrecdelacasa.CuandoNébelquedabasoloenelingenio,noguardabaasuserviciodomésticomásqueaunaviejaindia,pues–amásdesupropiafrugalidad–sumujersellevabaconsigotodalaservidumbre.Deestemodopresentósusacompañantesalafielnativacomounatíaancianaysuhija,queveníanarecobrarlasaludperdida.

Nadamáscreíble,porotrolado,pueslaseñoradecaíavertiginosamente.Habíallegadodeshecha, elpie inciertoypesadísimo,y en sus facies angustiosa lamorfina,quehabíasacrificadocuatrohorasseguidasaruegodeNébel,pedíaagritosunacorridapordentrodeaquelcadáverviviente.

Nébel,quecortarasusestudiosalamuertedesupadre,sabíalosuficienteparapreverunarápidacatástrofe;elriñón,íntimamenteatacado,teníaavecesparospeligrososquelamorfinanohacíasinoprecipitar.

Yaenelcoche,nopudiendo resistirmás, ladamahabíamiradoaNébelcon transidaangustia:

–Simepermite,Octavio…¡Nopuedomás!Lidia,pontedelante.

Lahija, tranquilamente,ocultóunpocoasumadre,yNébeloyóelcrujidodelaropaviolentamenterecogidaparapincharelmuslo.

Losojosseencendieron,yunaplenituddevidacubriócomounamáscaraaquellacaraagónica.

–Ahoraestoybien…¡Quédicha!Mesientobien.

–Debería dejar eso –dijo duramente Nébel, mirándola de costado–. Al llegar, estarápeor.

–¡Oh,no!Antesmoriraquímismo.

Nébelpasótodoeldíadisgustado,ydecididoavivircuantolefueraposiblesinverenLidiaysumadremásquedospobresenfermas.Peroalcaerlatarde,yaejemplodelasfierasqueempiezanaesahoraaafilarlasempiezanaesahoraaafilarlasgarras,elcelodevaróncomenzóarelajarlelacinturaenlasosescalofríos.

Comieron temprano, pues la madre, quebrantada, deseaba acostarse de una vez. Nohubotampocomediodequetomaraexclusivamenteleche.

–¡Huy!¡Quérepugnancia!Nolapuedopasar.¿Yquierequesacrifiquelosúltimosañosdemivida,ahoraquepodríamorircontenta?

Lidia nopestañeó.Había hablado conNébel pocas palabras, y sólo al fin del café lamiradadeésteseclavóenladeella;peroLidiabajólasuyaenseguida.

CuatrohorasdespuésNébelabríasinruidolapuertadelcuartoLidia.

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–¡Quiénes!–sonódeprontolavozazorada.

–Soyyo–murmuróapenasNébel.

Unmovimientoderopas,comoeldeunapersonaquesesientabruscamenteenlacama,siguióasuspalabras,yelsilencioreinódenuevo.PerocuandolamanodeNébeltocóenlaoscuridadunbrazofresco,elcuerpotemblóentoncesenunahondasacudida.

Luego, inerte al lado de aquella mujer que ya había conocido el amor antes que élllegara,subiódelomásrecónditodelalmadeNébelelsantoorgullodesuadolescenciadenohabertocadojamás,denohaberrobadoniunbesosiquiera,alacriaturaquelomirabacon radiante candor. Pensó en las palabras deDostoyevsky, que hasta esemomento nohabíacomprendido:

«Nadahaymásbelloyquefortalezcamásenlavida,queunrecuerdopuro».Nébellohabíaguardado,eserecuerdosinmancha,purezainmaculadadesusdieciochoaños,yqueahorayacíaallí,enfangadahastaelcálizsobreunacamadesirvienta.

Sintió entonces sobre su cuello dos lágrimas pesadas, silenciosas. Ella a su vezrecordaría…YlaslágrimasdeLidiacontinuabanunatrasotra,regando,comounatumba,elabominablefindesuúnicosueñodefelicidad.

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II

Durantediezdíaslavidaprosiguióencomún,aunqueNébelestabacasitodoeldíaafuera.Portácitoacuerdo,Lidiayélseencontrabanmuypocasvecessolos;yaunquedenochevolvíanaverse,pasabanaúnentonceslargotiempocallados.

Lidiamisma teníabastantequéhacercuidandoa sumadre,postradaal fin.Comonohabíaposibilidaddereconstruirloyapodrido,yaunatruequedelpeligroinmediatoqueocasionara. Nébel pensó en suprimir la morfina. Pero se abstuvo una mañana que,entrandobruscamenteenelcomedor,sorprendióaLidiaquesebajabaprecipitadamentelasfaldas.Teníaenlamanolajeringuilla,yfijóenNébelsumiradaespantada.

–¿Hacemuchotiempoqueusaseso?–lepreguntóélalfin.

–Sí–murmuróLidia,doblandoenunaconvulsiónlaaguja.

Nébellamiróaúnyseencogiódehombros.

Sin embargo, como lamadre repetía sus inyecciones conuna frecuencia terribleparaahogar los dolores de su riñón que la morfina concluía de matar, Nébel se decidió aintentarlasalvacióndeaquelladesgraciada,sustrayéndoleladroga.

–¡Octavio! ¡Me va a matar! –clamó ella con ronca súplica–. ¡Mi hijo Octavio! ¡Nopodríavivirundía!

–¡Esquenovivirádoshoras,siledejoeso!–contestóNébel.

–¡Noimporta,miOctavio!¡Dame,damelamorfina!

Nébeldejóquelosbrazossetendieranaélinútilmente,ysalióconLidia.

–¿Túsabeslagravedaddelestadodetumadre?

–Sí…Losmédicosmehabíandicho…

Éllamirófijamente.

–Esqueestámuchopeorde loque imaginas.Lidiasepusoblanca,ymirandoafueraahogóunsollozomordiéndoseloslabios.

–¿Nohaymédicoaquí?–murmuró.

–Aquíno,niendiezleguasalaredonda;perobuscaremos.

Esatardellegóelcorreocuandoestabansolosenelcomedor,yNébelabrióunacarta.

–¿Noticias?–preguntóLidiainquieta,levantandolosojosaél.Quietalosojosaél.

–Sí–repusoNébel,prosiguiendolalectura.

–¿Delmédico?–volvióLidiaalrato,másansiosaaún.

–No,demimujer–repusoélconlavozdura,sinlevantarlosojos.

Alasdiezdelanoche,LidiallegócorriendoalapiezadeNébel.

–¡Octavio!¡Mamásemuere!…

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Corrieronalcuartodelaenferma.Unaintensapalidezcadaverizabayaelrostro.Teníaloslabiosdesmesuradamentehinchadosyazules,yporentreellosseescapabaunremedodepalabra,guturalyabocallena:

–Pla…pla…pla…

Nébelvioenseguidasobreelveladorelfrascodemorfina,casivacío.

–¡Esclaro,semuere!¿Quiénlehadadoesto?–preguntó

–¡Nosé,Octavio!Haceunratosentíruido…Seguramentelofueabuscaratucuartocuandonoestabas…¡Mamá,pobremamá!–cayósollozandosobreelmiserablebrazoquependíahastaelpiso.

Nébel la pulsó; el corazón no daba más, y la temperatura caía. Al rato los labioscallaronsupla…pla,yenlapielaparecierongrandesmanchasvioletas.

A la una de la mañana murió. Esa tarde, tras el entierro, Nébel esperó que Lidiaconcluyeradevestirsemientraslospeonescargabanlasvalijasenelcarruaje.

–Tomaesto–ledijo cuandoella estuvoa su lado, tendiéndoleunchequedediezmilpesos.

Lidiaseestremecióviolentamente,ysusojosenrojecidossefijarondellenoenlosdeNébel.Peroélsostuvolamirada.

–¡Tonta,pues!–repitiósorprendido.

Lidialotomóysebajóarecogersuvalijita.Nébelentoncesseinclinósobreella.

–Perdóname–ledijo–.Nomejuzguespeordeloquesoy.

En laestaciónesperaronunratoysinhablar, juntoa laescalerilladelvagón,pueseltrennosalíaaún.Cuandolacampanasonó,Lidialetendiólamano,queNébelretuvounmomento en silencio. Luego, sin soltarla, recogió a Lidia de la cintura y la besóhondamenteenlaboca.

Eltrenpartió.Inmóvil,Nébelsiguióconlavistalaventanillaqueseperdía.

PeroLidianoseasomó.

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Capítulo2LamuertedeIsolda

ConcluíaelprimeractodeTristáneIsolda.Cansadodelaagitacióndeesedía,mequedéenmibutaca,muycontentodemisoledad.Volvílacabezaalasala,ydetuveenseguidalosojosenunpalcobajo.

Evidentemente, unmatrimonio. Él, unmarido cualquiera, y tal vez por sumercantilvulgaridadyladiferenciadeañosconsumujer,menosquecualquiera.

Ella, joven,pálida,conunadeesasprofundasbellezasquemásqueenelrostro–aunbien hermoso–, reside en la perfecta solidaridad de mirada, boca, cuello, modo deentrecerrarlosojos.Era,sobretodo,unabellezaparahombres,sinserenlomásmínimoprovocativa;yestoesprecisamenteloquenoentenderánnuncalasmujeres.

Lamiré largo rato a ojos descubiertos porque la veíamuy bien, y porque cuando elhombreestáasíentensióndeaspirarfijamenteuncuerpohermoso,norecurrealarbitriofemeninodelosanteojos.

Comenzóelsegundoacto.Volvíaúnlacabezaalpalco,ynuestrasmiradassecruzaron.Yo,quehabíaapreciadoyaelencantodeaquellamiradavagandoporunoyotroladodelasala,vivíenunsegundo,alsentirladirectamenteapoyadaenmí,elmásadorablesueñodeamorquehayatenidonunca.

Fueaquellomuyrápido:losojoshuyeron,perodosotresveces,enmilargominutodeinsistencia,tornaronfugazmenteamí.

Fue asimismo, con la súbita dicha de haberme soñado un instante sumarido, elmásrápidodesencantodeunidilio.Susojosvolvieronotravez,peroeneseinstantesentíquemivecinodelaizquierdamirabahaciaallá,ydespuésdeunmomentodeinmovilidadporambaspartes,sesaludaron.

Así,pues,yonoteníaelmásremotoderechoaconsiderarmeunhombrefeliz,yobservéami compañero.Era un hombre demás de treinta y cinco años, de barba rubia y ojosazulesdemiradaclarayunpocodura,queexpresabainequívocavoluntad.

–Seconocen–medije–ynopoco.

Enefecto,despuésdelamitaddelactomivecino,quenohabíavueltoaapartarlosojosdelaescena,losfijóenelpalco.Ella,lacabezaunpocoechadaatrásyenlapenumbra,lomiraba también. Me pareció más pálida aún. Se miraron fijamente, insistentemente,aisladosdelmundoenaquellarectaparaleladealmaaalmaquelosmanteníainmóviles.

Durante el tercero,mivecinonovolvióun instante la cabeza.Pero antesde concluiraquél,salióporelpasillolateral.Miréalpalco,yellatambiénsehabíaretirado.

–Finaldeidilio–medijemelancólicamente.

Elnovolviómás,yelpalcoquedóvacío.

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–Sí,serepiten–sacudiólargoratolacabeza–.Todaslassituacionesdramáticaspuedenrepetirse, aún las más inverosímiles, y se repiten. Es menester vivir, y usted es muymuchacho… Y las de su Tristán también, lo que no obsta para que haya allí el mássostenidoalaridodepasiónquehayagritadoalmahumana…Yoquierotantocomoustedaesa obra, y acasomás…Nome refiero, querrá creer, al drama deTristán, y con él lastreinta y seis situaciones del dogma, fuera de las cuales todas son repeticiones. No; laescena que vuelve como una pesadilla, los personajes que sufren la alucinación de unadichamuerta,esotracosa…Ustedasistióalpreludiodeunadeesasrepeticiones…Sí,yaséqueseacuerda…Nonosconocíamosconustedentonces…¡Y…precisamenteausteddebíadehablarledeesto!Perojuzgamalloquevioycreyóunactomíofeliz…¡Feliz!…

Óigame.Elbuquepartedentrodeunmomento,yestaveznovuelvomás…Lecuentoestoausted,comosiselopudieraescribir,pordosrazones:Primero,porqueustedtieneunparecidopasmosoconloqueerayoentonces–enlobuenoúnicamente,porsuerte–.Ysegundo,porqueusted,mijovenamigo,esperfectamenteincapazdepretenderla,despuésdeloquevaaoír.Óigame:

Laconocíhacediezaños,ydurantelosseismesesquefuisunoviohicecuantoestuvoenmíparaquefueramía.Laqueríamucho,yella,inmensamenteamí.Porestocedióundía,ydesdeeseinstantemiamor,privadodetensión,seenfrió.

Nuestro ambiente social era distinto, y mientras ella se embriagaba con la dicha deposeerminombre,yovivíaenunaesferademundodondemeerainevitableflirtearconmuchachasdeapellido,fortuna,yavecesmuylindas.

Unadeellas llevóconmigoelflirteobajoparasolesdegardenpartyaunextremotal,queme exasperé y la pretendí seriamente. Pero simi persona era interesante para esosjuegos,mi fortuna no alcanzaba a prometerle el tren necesario, yme lo dio a entenderclaramente.

Tenía razón,perfecta razón.Enconsecuencia flirteé conunaamiga suya,muchomásfea,peroinfinitamentemenoshábilparaestastorturasdeltéte–a–téteadiezcentímetros,cuyagraciaexclusivaconsisteenenloquecerasuflirt,manteniéndoseunodueñodesí.Yestaveznofuiyoquienseexasperó.

Seguro,pues,del triunfo,penséentoncesenelmododeromperconInés.Continuabaviéndola, y aunque no podía ella engañarse sobre el amortiguamiento demi pasión, suamorerademasiadograndeparanoiluminarlelosojosdefelicidadcadavezquemeveíallegar.

Lamadrenosdejabasolos;yaunquehubierasabidoloquepasaba,habríacerradolosojosparanoperderlamásvagaposibilidaddesubirconsuhijaaunaesferamuchomásalta.

Unanochefuialládispuestoaromper,convisiblemalhumor,porlomismo.Inéscorrióaabrazarme,perosedetuvo,bruscamentepálida.

–¿Quétienes?–medijo.

–Nada –le respondí con sonrisa forzada, acariciándole la frente. Ella dejó hacer, sin

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prestaratenciónamimanoymirándomeinsistentemente.Alfinapartólosojoscontraídosyentramosenlasala.

La madre vino, pero sintiendo cielo de tormenta, estuvo sólo un momento ydesapareció.

Romperespalabracortayfácil;perocomenzarlo…

Noshabíamossentadoynohablábamos.Inésseinclinó,meapartólamanodelacaraymeclavólosojos,dolorososdeangustiosoexamen.

–¡Esevidente!…–murmuró.

–¿Qué?–lepreguntéfríamente.

Latranquilidaddemimiradalehizomásdañoquemivoz,ysurostrosedemudó:

–¡Queyanomequieres!–articulóenunadesesperadaylentaoscilacióndecabeza.

–Estaeslaquincuagésimavezquediceslomismo–respondí.

Nopodíadarserespuestamásdura;peroyoteníayaelcomienzo.

Inésmemiróunratocasicomoaunextraño,yapartándomebruscamentelamanoconelcigarro,suvozserompió:

–¡Esteban!

–¿Qué?–tornéarepetir.

Estavezbastaba.Dejólentamentemimanoysereclinóatrásenelsofá,manteniendofijoenlalámparasurostrolívido.Perounmomentodespuéssucaracaíadecostadobajoelbrazocrispadoalrespaldo.

Pasó un rato aún. La injusticia de mi actitud –no veía en ella más que injusticia–acrecentabaelprofundodisgustodemímismo.Poresocuandooí,omásbiensentí,quelaslágrimasbrotabanalfin,melevantéconunviolentochasquidodelengua.

–Yocreíaquenoíbamosatenermásescenas–ledijepaseándome.

Nomerespondió,yagregué:

–Peroqueseaéstalaúltima.

Sentíquelaslágrimassedetenían,ybajoellasmerespondióunmomentodespués:

–Comoquieras.

Peroenseguidacayósollozandosobreelsofá:

–¡Peroquétehehecho!¡Quétehehecho!

–¡Nada!–lerespondí–.Peroyotampocotehehechonadaati…Creoqueestamosenelmismocaso¡Estoyhartodeestascosas!

Mi voz era seguramente mucho más dura que mis palabras. Inés se incorporó, ysosteniéndoseenelbrazodelsofá,repitió,helada:

–Comoquieras.

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Eraunadespedida.Yoibaaromper,ysemeadelantaban.Elamorpropio,elvilamorpropiotocadoavivo,mehizoresponder.

–Perfectamente…Mevoy.Queseasmásfeliz…otravez.

Nocomprendió,ymemiróconextrañeza.Yohabíayacometidolaprimerainfamia:ycomoenesoscasos,sentíelvértigodeenlodarmemásaún.

–¡Esclaro!–apoyébrutalmente–.Porquedemínohastenidoqueja¿no?…¿no?

Esdecir:tehiceelhonordesertuamante,ydebesestarmeagradecida.

Comprendiómásmisonrisaquemispalabras,ymientrasyosalíaabuscarmisombreroenelcorredor,sucuerpoysualmaenterasedesplomabanenlasala.

Entonces,eneseinstanteenquecrucélagalería,sentíintensamenteloqueacababadehacer.Aspiracióndelujo,matrimonioencumbrado,todomeresaltócomounallagaenmipropiaalma.Yyo,quemeofrecía en subasta a lasmundanas feas con fortuna,quemeponíaenventa,acababadecometerelactomásultrajante,conlamujerquenoshaqueridodemasiado…FlaquezaenelMontedelosOlivos,omomentovilenunhombrequenoloes, llevan almismo fin: ansia de sacrificio, de reconquistamás alta del propio valer.Yluego,lainmensaseddeternura,deborrarbesotrasbesolaslágrimasdelamujeradorada,cuyaprimerasonrisatras laheridaquelehemoscausado,es lamásbella luzquepuedainundaruncorazóndehombre.

¡Y concluido! Nome era posible ante mí mismo volver a tomar lo que acababa deultrajardeesemodo:yanoeradignodeella,ni lamerecíamás.Habíaenlodadoenunsegundoelamormáspuroquehombrealgunohayasentidosobresí,yacababadeperderconInéslairreencontrablefelicidaddeposeeraquiennosamaentrañablemente.

Desesperado, humillado, crucé por delante de la sala, y la vi echada sobre el sofá,sollozandoelalmaenteraentresusbrazos.

¡Inés!¡Perdidaya!Sentímáshondamimiseriaantesucuerpo,todoamor,sacudidoporlossollozosdesudichamuerta.Sindarmecuentacasi,medetuve.

–¡Inés!–dije.

Mi voz no era ya la de antes. Y ella debió notarlo bien, porque su alma sintió, enaumentodesollozos,eldesesperadollamadoquelehacíamiamor–¡esavez,sí,inmensoamor!

–No,no…–merespondió–.¡Esdemasiadotarde!

Padillasedetuvo.Pocasveceshevistoamarguramássecaytranquilaqueladesusojoscuandoconcluyó.Pormiparte,nopodíaapartardemimemoriaaquellaadorablebellezadelpalco,sollozandosobreelsofá…

–Mecreerá–reanudóPadilla–siledigoqueenmisinsomniosdesolterodescontentodesímismolahetenidoasíantemí…SalíenseguidadeBuenosAiressinvercasianadie,ymenosami flirtdegran fortuna…Volvía losochoaños,ysupeentoncesquesehabíacasado,alosseismesesdehabermeidoyo.Tornéaalejarme,yhaceunmesregresé,bientranquilizadoya,yenpaz.

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No había vuelto a verla. Era para mí como un primer amor, con todo el encantodignificante que un idilio virginal tiene para el hombre hecho que después amó cienveces… Si usted es querido alguna vez como yo lo fui, y ultraja como yo lo hice,comprenderátodalapurezaquehayenmirecuerdo.

Hastaqueunanochetropecéconella.Sí,esamismanocheenelteatro…Comprendí,alveralopulentoalmacenerodesumarido,quesehabíaprecipitadoenelmatrimonio,comoyoalUcayali…Peroalverlaotravez,aveintemetrosdemí,mirándome,sentíqueenmialma, dormida en paz, surgía sangrando la desolación de haberla perdido, como si nohubierapasadounsolodíadeesosdiezaños.¡Inés!Suhermosura,sumirada–únicaentretodas las mujeres–, habían sido mías, bien mías, porque me había sido entregada conadoración.Tambiénapreciaráustedestoalgúndía.

Hicelohumanamenteposibleparaolvidar,merompílasmuelastratandodeconcentrartodomi pensamiento en la escena. Pero la prodigiosa partitura deWagner, ese grito depasiónenfermante,encendióenllamavivaloquequeríaolvidar.Enelsegundooterceracto no pudemás y volví la cabeza. Ella también sufría la sugestión deWagner, ymemiraba. ¡Inés,mi vida! Durantemediominuto su boca, susmanos, estuvieron bajomiboca ymis ojos, y durante ese tiempo ella concentró en su palidez la sensación de esadichamuerta hacía diez años. ¡YTristán siempre, sus alaridos de pasión sobrehumana,sobrenuestrafelicidadyerta!

Melevantéentonces,atravesélasbutacascomounsonámbulo,yavancéporelpasilloaproximándomeaellasinverla,sinquemeviera,comosidurantediezañosnohubierayosidounmiserable…

Ycomodiezañosatrás,sufrílaalucinacióndequellevabamisombreroenlamanoeibaapasardelantedeella.

Pasé,lapuertadelpalcoestabaabierta,ymedetuveenloquecido.Comodiezañosantessobreel sofá, ella, Inés, tendidaahoraeneldivándel antepalco, sollozaba lapasióndeWagnerysufelicidaddeshecha.

¡Inés!… Sentí que el destino me colocaba en un momento decisivo. ¡Diez años!…¿Perohabíanpasado?¡No,noInésmía!

Ycomoentonces,alversucuerpotodoamor,sacudidoporlossollozos,lallamé:

–¡Inés!

Ycomodiezañosantes, lossollozosredoblaron,ycomoentoncesmerespondióbajosusbrazos:

–No,no…¡Esdemasiadotarde!…

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Capítulo3Elsolitario

Kassim era un hombre enfermizo, joyero de profesión, bien que no tuviera tiendaestablecida. Trabajaba para las grandes casas, siendo su especialidad el montaje de laspiedras preciosas. Pocas manos como las suyas para los engarces delicados. Con másarranqueyhabilidadcomercialhubierasidorico.Peroalostreintaycincoañosproseguíaensupieza,aderezadaentallerbajolaventana.

Kassim,decuerpomezquino,rostroexangüesombreadoporralabarbanegra,teníaunamujer hermosa y fuertemente apasionada. La joven, de origen callejero, había aspiradocon suhermosura aunmás alto enlace.Esperóhasta losveinte años, provocandoa loshombresyasusvecinasconsucuerpo.Temerosaalfin,aceptónerviosamenteaKassim.

No más sueños de lujo, sin embargo. Su marido, hábil –artista aún– carecíacompletamente de carácter para hacer una fortuna. Por lo cual, mientras el joyerotrabajabadobladosobresuspinzas,ella,decodos, sosteníasobresumaridouna lentaypesadamirada,paraarrancarseluegobruscamenteyseguirconlavistatraslosvidriosaltranseúntedeposiciónquepodíahabersidosumarido.

CuantoganabaKassim,noobstante,eraparaella.Losdomingostrabajabatambiénafindepoderleofrecerunsuplemento.CuandoMaríadeseabaunajoya–¡yconcuántapasióndeseabaella!–trabajabaéldenoche.Despuéshabíatosypuntadasalcostado;peroMaríateníasuschispasdebrillante.

Pocoapocoeltratodiarioconlasgemasllegóahaceramaralaesposalastareasdelartífice, siguiendoconartíficeardor las íntimasdelicadezasdelengarce.Perocuando lajoyaestabaconcluida–debíapartir,noeraparaeraparaella–caíamáshondamenteenladecepcióndesumatrimonio.Seprobabalaalhaja,deteniéndoseanteelespejo.Alfinladejabaporahí,yseibaasucuarto.

Kassimselevantabaaloírsussollozos,ylahallabaencama,sinquererescucharlo.

–Hago,sinembargo,cuantopuedoporti,–decíaélalfin,tristemente.

Lossollozossubíanconesto,yeljoyerosereinstalabalentamenteensubanco.

Estascosasserepitieron,tantoqueKassimnoselevantabayaaconsolarla.¡Consolarla!¿Dequé?Lo cual no obstaba para queKassimprolongaramás sus veladas a fin de unmayorsuplemento.

Eraunhombreindeciso,irresolutoycallado.Lasmiradasdesumujersedeteníanahoraconmáspesadafijezasobreaquellamudatranquilidad.

–¡Yeresunhombre,tú!–murmuraba.

Kassim,sobresusengarces,nocesabademoverlosdedos.

–Noeresfelizconmigo,María–expresabaalrato.

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–¡Feliz!¡Ytieneselvalordedecirlo!¿Quiénpuedeserfelizcontigo?…¡Nilaúltimadelasmujeres!…¡Pobrediablo!–concluíaconrisanerviosa,yéndose.

Kassimtrabajabaesanochehastalastresdelamañana,ysumujerteníaluegonuevaschispasqueellaconsiderabauninstanteconloslabiosapretados.

–Sí…Noesunadiademasorprendente…¿Cuándolahiciste?

–Desdeelmartes–mirábalaélcondescoloridaternura–;mientrasdormías,denoche…

–¡Oh,podíashaberteacostado!…¡Inmensos,losbrillantes!

PorquesupasióneranlasvoluminosaspiedrasqueKassimmontaba.Seguíaeltrabajoconlocahambrequeconcluyeradeunavez,yapenasaderezabalaalhaja,corríaconellaalespejo.Luego,unataquedesollozos:

–¡Todos, cualquiermarido, el último, haría un sacrificio para halagar a sumujer! Ytú…,ytú…¡Niunmiserablevestidoqueponermetengo!

Cuandosetraspasaciertolímitederespetoalvarón,lamujerpuedellegaradecirasumaridocosasincreíbles.

Lamujer deKassim franqueó ese límite conunapasión igual por lomenos a la quesentía por los brillantes. Una tarde, al guardar sus joyas, Kassim notó la falta de unprendedor–cincomilpesosendossolitarios–.Buscóensuscajonesdenuevo.

–¿Nohasvistoelprendedor,María?Lodejéaquí.

–Sí,lohevisto.

–¿Dóndeestá?–sevolvióélextrañado.

–¡Aquí!

Sumujer,losojosencendidosylabocaburlona,seerguíaconelprendedorpuesto.

–Tequedamuybien–dijoKassimalrato–.Guardémoslo.

Maríaserió.

–¡Oh,no!Esmío.

–¿Broma?…

–¡Sí,esbroma!¡Esbroma,sí!¡Cómotúduelepensarquepodríasermío…!Mañanatelodoy.Hoyvoyalteatroconél.

Kassimsedemudó.

–Hacesmal…Podríanverte.Perderíantodaconfianzaenmí.

–¡Oh!–Cerróellaconrabiosofastidio,golpeandoviolentamentelapuerta.

Vueltadelteatro,colocólajoyasobreelvelador.Kassimselevantódelacamayfueaguardarlaensutallerbajollave.Cuandovolvió,sumujerestabasentadaenellecho.

–¡Esdecir,quetemesquetelarobe!¡Quesoyunaladrona!

–Nomiresasí…Hassidoimprudente,nadamás.

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–¡Ah!¡Yatiteloconfían!¡Ati,ati!¡Ycuandotumujertepideunpocodehalago,yquiere…!¡Mellamasladronaamí,infame!

Sedurmióalfin.PeroKassimnodurmió.

Entregaron luego aKassim paramontar, un solitario, el brillantemás admirable quehubierapasadoporsusmanos.

–Mira,María,quépiedra.Nohevistootraigual.Sumujernodijonada;peroKassimlasintiórespirarhondamentesobreelsolitario.

–Unaguaadmirable…–prosiguióél–.Costaránueveodiezmilpesos.

–Unanillo…–murmuróMaríaalfin.

–No,esdehombre…Unalfiler.

Acompásdelmontajedelsolitario,Kassimrecibiósobresuespaldatrabajadoracuantoardía de rencor y cocotaje frustrado en su mujer. Diez veces por día interrumpía a sumarido para ir con el brillante ante el espejo. Después se lo probaba con diferentesvestidos.

–Siquiereshacerlodespués–seatrevióKassimundía–.Esuntrabajourgente.

Esperórespuestaenvano;sumujerabríaelbalcón.

–¡María,tepuedenver!

–¡Toma!¡Ahíestátupiedra!

Elsolitario,violentamentearrancadodelcuello,rodóporelpiso.

Kassim, lívido, lo recogió examinándolo y alzó luego desde el suelo lamirada a sumujer.

–Ybueno:¿Porquémemirasasí?¿Sehizoalgotupiedra?

–No –repusoKassim.Y reanudó enseguida su tarea, aunque lasmanos le temblabanhastadarlástima.

Tuvoquelevantarsealfinaverasumujereneldormitorio,enplenacrisisdenervios.Sucabellerasehabíasoltado,ylosojoslesalíandelasórbitas.

–¡Dameelbrillante!–clamó–.¡Dámelo!¡Nosescaparemos!¡Paramí!¡Dámelo!

–María…–tartamudeóKassim,tratandodedesasirse.

–¡Ah!–rugiósumujerenloquecida–.¡Túereselladrón,miserable!¡Mehasrobadomivida,ladrón,ladrón!¡Ycreíasquenomeibaadesquitar…cornudo!¡Ajá!MírameNosete haocurridonunca, ¿eh? ¡Ah!–y se llevó las dosmanos a la garganta ahogada.PerocuandoKassimseiba,saltódelacamaycayódepecho,alcanzandoacogerlodeunbotín.

–¡No importa! ¡El brillante, dámelo! ¡No quiero más que eso! ¡Es mío, Kassimmiserable!

Kassimlaayudóalevantarse,lívido.

–Estásenferma,María.Despuéshablaremos…

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Acuéstate.

–¡Mibrillante!

–Bueno,veremossiesposible…Acuéstate.

–¡Dámelo!

Lacrisisdenerviosretornó.

Kassim volvió a trabajar en su solitario. Como sus manos tenían una seguridadmatemática,faltabanpocasfaltabanpocashorasyaparaconcluirlo.

Maríaselevantóacomer,yKassimtuvolasolicituddesiempreconella.Alfinaldelacenasumujerlomiródefrente.

–Esmentira,Kassim–ledijo.

–¡Oh!–repusoKassimsonriendo–.Noesnada.

–¡Tejuroqueesmentira!–insistióella.

Kassimsonriódenuevo,tocándolecontorpecaricialamano,yselevantóaproseguirsutarea.Sumujer,conlasmejillasentrelasmanos,losiguióconlavista.

–Y no me dice más que eso… –murmuró. Y con una honda náusea por aquellopegajoso,fofoeinertequeerasumarido,sefueasucuarto.

No durmió bien. Despertó, tarde ya, y vio luz en el taller; su marido continuabatrabajando.UnahoradespuésKassimoyóunalarido.

–¡Dámelo!

–Sí,espara ti; faltapoco,María–repusopresuroso, levantándose.Perosumujer, trasesegritodepesadilla,dormíadenuevo.

A las dos de la madrugada Kassim pudo dar por terminada su tarea: el brillanteresplandecía firme y varonil en su engarce. Con paso silencioso fue al dormitorio yencendió laveladora.Maríadormíadeespaldas,en lablancuraheladadesupechoysucamisón.

Fuealtalleryvolviódenuevo.Contemplóunratoelsenocasidescubierto,yconunadescoloridasonrisaapartóunpocomáselcamisóndesprendido.

Sumujernolosintió.

Nohabíamucha luz.El rostrodeKassimadquiriódeprontounadurezadepiedra,ysuspendiendoun instante la joyaa flordel senodesnudo,hundió, firmeyperpendicularcomounclavo,elalfilerenteroenelcorazóndesumujer.

Hubounabruscaaberturadeojos,seguidadeunalentacaídadepárpados.Losdedossearquearon,ynadamás.

La joya, sacudida por la convulsión del ganglio herido, tembló un instantedesequilibrada. Kassim esperó un momento; y cuando el solitario quedó por finperfectamenteinmóvil,seretirócerrandotrasdesílapuertasinhacerruido.

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Capítulo4Losbuquessuicidantes

Resultaquehaypocascosasmásterriblesqueencontrarenelmarunbuqueabandonado.Sidedíaelpeligroesmenor,denocheelbuquenosevenihayadvertenciaposible:elchoquesellevaaunoyotro.

Estos buques abandonados por a o por b, navegan obstinadamente a favor de lascorrientesodelviento;sitienenlasvelasdesplegadas.Recorrenasílosmares,cambiandocaprichosamentederumbo.

No pocos de los vapores que un buen día no llegaron a puerto, han tropezado en sucamino con uno de estos buques silenciosos que viajan por su cuenta. Siempre hayprobabilidaddehallarlos,acadaminuto.Porventura lascorrientessuelenenredarlosenlosmaresdesargazo.Losbuquessedetienen,porfin,aquíoallá,inmóvilesparasiempreenesedesiertodealgas.Así,hastaquepocoapocosevandeshaciendo.Perootrosllegancadadía,ocupansulugarensilencio,demodoqueeltranquiloylúgubrepuertosiempreestáfrecuentado.

El principalmotivode estos abandonos de buque son sin duda las tempestades y losincendios que dejan a la deriva negros esqueletos errantes. Pero hay otras causassingulares entre las que se puede incluir lo acaecido alMaríaMargarita, que zarpó deNuevaYork el 24de agostode1903, yque el 26demañana sepuso al habla conunacorbeta, sin acusar novedad alguna.Cuatro horasmás tarde, un paquete, no obteniendorespuesta,desprendióunachalupaqueabordóalMaríaMargarita.Enelbuquenohabíanadie.Lascamisetasdelosmarinerossesecabanaproa.Lacocinaestabaprendidaaún.Unamáquina de coser tenía la aguja suspendida sobre la costura, como si hubiera sidodejadaunmomentoantes.Nohabíalamenorseñaldeluchanidepánico,todoenperfectoorden.Yfaltabantodos.¿Quépasó?

La noche que aprendí esto estábamos reunidos en el puente. Ibamos a Europa, y elcapitánnoscontabasuhistoriamarina,perfectamentecierta,porotrolado.

La concurrencia femenina, ganada por la sugestión del oleaje susurrante, oíaestremecida.Laschicasnerviosasprestabansinquererinquietooídoalaroncavozdelosmarinerosenproa.Unaseñoramuyjovenyreciéncasadaseatrevió:

–¿Noseránáguilas…?

Elcapitánsesonrióbondadosamente:

–¿Qué,señora?¿Aguilasquesellevenalatripulación?

Todosserieron,ylajovenhizolomismo,unpococortada.

Felizmenteunpasajerosabíaalgodeeso.Lomiramoscuriosamente.Duranteelviajehabíasidounexcelentecompañero,admirandoporsucuentayriesgo,yhablandopoco.

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–¡Ah!¡Sinoscontara,señor!–suplicólajovendelaságuilas.

–Notengoinconveniente–asintióeldiscretoindividuo–.Endospalabras:enlosmaresdel norte, como elMaríaMargarita del capitán, encontramos una vez un barco a vela.Nuestrorumbo–viajábamostambiénavela–,nosllevócasiasulado.Elsingularairedeabandonoquenoengañaenunbuque llamónuestraatención,ydisminuimos lamarchaobservándolo.Alfindesprendimosunachalupa;abordonosehallóanadie,todoestabatambiénenperfectoorden.Perolaúltimaanotacióndeldiariodatabadecuatrodíasatrás,de modo que no sentimos mayor impresión. Aun nos reímos un poco de las famosasdesaparicionessúbitas.Ochodenuestroshombresquedaronabordoparaelgobiernodelnuevobuque.Viajaríamosenconserva.Alanocheceraquélnostomóunpocodecamino.Aldíasiguiente loalcanzamos,peronovimosanadiesobreelpuente.Desprendiósedenuevo la chalupa, y los que fueron recorrieron en vano el buque: todos habíandesaparecido.Niunobjetofueradesulugar.Elmarestabaabsolutamentetersoentodasuextensión.Enlacocinahervíaaúnunaollaconpapas.

Comoustedescomprenderán,elterrorsupersticiosodenuestragentellegóasucolmo.A la larga, seis se animaron a llenar el vacío, y yo fui con ellos.Apenas a bordo,misnuevos compañeros se decidieron a beber para desterrar toda preocupación. Estabansentadosenrueda,yalahoralamayoríacantabaya.

Llegómediodía y pasó la siesta. A las cuatro, la brisa cesó y las velas cayeron. Unmarinero se acercó a la borda y miró el mar aceitoso. Todos se habían levantado,paseándose, sin ganas ya de hablar. Uno se sentó en un cabo arrollado y se sacó lacamisetapararemendarla.Cosióunratoensilencio.Deprontoselevantóylanzóunlargosilbido.Suscompañerossevolvieron.Éllosmiróvagamente,sorprendidotambién,ysesentódenuevo.Unmomentodespuésdejólacamisetaenelrollo,avanzóalabordaysetiró al agua.Al sentir ruido, los otros dieron vuelta la cabeza, con el ceño ligeramentefruncido.Peroenseguidaparecieronolvidarsedelincidente,volviendoalaapatíacomún.

Alratootrosedesperezó,restregóselosojoscaminando,ysetiróalagua.Pasómediahora;elsolibacayendo.Sentídeprontoquemetocabanenelhombro.

–¿Quéhoraes?

–Las cinco –respondí. El viejo marinero que me había hecho la pregunta me miródesconfiado,conlasmanosenlosbolsillos.Mirólargoratomipantalón,distraído.Alfinsetiróalagua.

Lostresquequedaban,seacercaronrápidamenteyobservaronelremolino.Sesentaronenlaborda,silbandodespacio,conlavistaperdidaalolejos.Unosebajóysetendióenelpuente,cansado.Losotrosdesaparecieronunotrasotro.Alasseis,elúltimodetodosselevantó,secompusolaropa,apartóseelpelodelafrente,caminóconsueñoaún,ysetiróalagua.

Entoncesquedésolo,mirandocomoun idiotaelmardesierto.Todossinsaber loquehacían,sehabíanarrojadoalmar,envueltosenelsonambulismomorosoqueflotabaenelbuque.Cuandounosetirabaalagua,losotrossevolvíanmomentáneamentepreocupados,como si recordaran algo, para olvidarse enseguida. Así habían desaparecido todos, ysupongoquelomismolosdeldíaanterior,ylosotrosylosdelosdemásbuques.Estoestodo.

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Nosquedamosmirandoalrarohombreconexplicablecuriosidad.

–¿Yustednosintiónada?–lepreguntómi***

–Sí;ungrandesganoyobstinacióndelasmismasideas,peronadamás.Noséporquéno sentí nadamás. Presumoque elmotivo es éste: en vez de agotarme en una defensaangustiosayatodacostacontraloquesentía,comodebendehaberhechotodos,yaunlosmarinerossindarsecuenta,aceptésencillamenteesamuertehipnótica,comosiestuvieseanuladoya.Algomuysemejantehapasadosindudaa loscentinelasdeaquellaguardiacélebre,quenocheanocheseahorcaban.

Como el comentario era bastante complicado, nadie respondió. Poco después elnarradorseretirabaasucamarote.Elcapitánlosiguióunratodereojo.

–¡Farsante!–murmuró.

–Alcontrario–dijounpasajeroenfermo,queibaamorirasutierra–.Sifuerafarsantenohabríadejadodepensareneso,ysehubieratiradotambiénalagua.

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Capítulo5Aladeriva

Elhombrepisóalgoblanduzco,yenseguidasintiólamordeduraenelpie.Saltóadelante,yalvolverseconunjuramentoviounayararacusúquearrolladasobresímisma,esperabaotroataque.

El hombre echó una veloz ojeada a su pie, donde dos gotitas de sangre engrosabandificultosamente, y sacó sangre el machete de la cintura. La víbora vio la amenaza, yhundiómás la cabezaenel centromismode su espiral; pero elmachete cayóde lomo,dislocándolelasvértebras.

Elhombresebajóhastalamordedura,quitólasgotitasdesangre,yduranteuninstantecontemplo.Undoloragudonacíadelosdospuntitosvioleta,ycomenzabaainvadirtodoelpie.Apresuradamenteseligóeltobilloconsupañuelo,ysiguióporlapicadahaciasurancho.

El dolor en el pie aumentaba, con sensación de tirante abultamiento, y de pronto elhombre sintió dos o tres fulgurantes puntadas que como relámpagos habían irradiadodesde la herida hasta la mitad de la pantorrilla. Movía la pierna con dificultad; unametálicasequedaddegarganta,seguidadesedquemante,learrancóunnuevojuramento.

Llegó por fin al rancho, y se echó de brazos sobre la rueda de un trapiche. Los dospuntitos violetas desaparecían ahora en lamonstruosahinchazóndel pie entero.Lapielparecíaadelgazadayapuntodeceder,detensa.Elhombrequisollamarasumujer,ylavozsequebróenunroncoarrastredegargantareseca.Lasedlodevoraba.

–¡Dorotea!–alcanzóalanzarenunestertor–.¡Damecaña!

Sumujercorrióconunvasolleno,queelhombresorbióentrestragos.Peronohabíasentidogustoalguno.

–¡Tepedícaña,noagua!–rugiódenuevo–.¡Damecaña!

–¡Peroescaña,Paulino!–protestólamujerespantada.

–¡No,medisteagua!¡Quierocaña,tedigo!

Lamujercorrióotravez,volviendocon ladamajuana.Elhombre tragóuno trasotrodosvasos,peronosintiónadaenlagarganta.

–Bueno;estoseponefeo…–murmuróentonces,mirandosupielívidoyyaconlustregangrenoso. Sobre la honda ligadura del pañuelo, la carne desbordaba como unamonstruosamorcilla.

Losdoloresfulgurantessesucedíanencontinuosrelampagueos,y llegabanahoraa laingle.Laatrozsequedaddegargantaqueelalientoparecíacaldearmás,aumentabaa lapar.Cuandopretendióincorporarse,unfulminantevómitolomantuvomediominutoconlafrenteapoyadaenlaruedadepalo.

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Peroelhombrenoqueríamorir,ydescendiendohastalacostasubióasucanoa.SentóseenlapopaycomenzóapalearhastaelcentrodelParaná.Allílacorrientedelrío,queenlasinmediacionesdelIguazúcorreseismillas,lollevaríaantesdecincohorasaTacurú–Pucú.

Elhombre,consombríaenergía,pudoefectivamentellegarhastaelmediodelrío;peroallí susmanos dormidas dejaron caer la pala en la canoa, y tras un nuevo vómito –desangreestavez–,dirigióunamiradaalsolqueyatrasponíaelmonte.

La pierna entera, hasta medio muslo, era ya un bloque deforme y durísimo quereventabalaropa.Elhombrecortólaligadurayabrióelpantalónconsucuchillo:elbajovientre desbordó hinchado, con grandes manchas lívidas y terriblemente doloroso. Elhombre pensó que no podría jamás llegar él solo a Tacurú–Pucú, y se decidió a pedirayudaasucompadreAlves,aunquehacíamuchotiempoqueestabandisgustados.

La corriente del río se precipitaba ahora hacia la costa brasileña, y el hombre pudofácilmente atracar. Se arrastró por la picada en cuesta arriba, pero a los veintemetros,exhausto,quedótendidodepecho.

–¡Alves!–gritóconcuantafuerzapudo;yprestóoídoenvano.

–¡CompadreAlves!¡Nomeniegueestefavor!–clamódenuevo,alzandolacabezadelsuelo.Enelsilenciodelaselvanoseoyóunsolorumor.Elhombretuvoaúnvalorparallegarhastasucanoa,ylacorriente,cogiéndoladenuevo,lallevóvelozmentealaderiva.ElParanácorreallíenelfondodeunainmensahoya,cuyasparedes,altasdecienmetros,encajonanfúnebrementeelrío.Desdelasorillasbordeadasdenegrosbloquesdebasaltoasciende el bosque, negro también. Adelante, a los costados, detrás, siempre la eternamurallalúgubre,encuyofondoelríoarremolinadoseprecipitaenincesantesborbollonesdeaguafangosa.Elpaisajeesagresivo,yreinaenélunsilenciodemuerte.Alatardecer,sinembargo,subellezasombríaycalmacobraunamajestadúnica.

Elsolhabíacaídoyacuandoelhombre,semitendidoenelfondodelacanoa,tuvounviolentoescalofrío.Ydepronto,conasombro,enderezópesadamentelacabeza:sesentíamejor.Lapiernaledolíaapenas,laseddisminuía,ysupecho,libreya,seabríaenlentainspiración.

El veneno comenzaba a irse, no había duda. Se hallaba casi bien, y aunque no teníafuerzas para mover la mano, contaba con la caída del rocío para reponerse del todo.CalculóqueantesdetreshorasestaríaenTacurú–Pucú.

Elbienestaravanzabayconélunasomnolenciallenaderecuerdos.Nosentíayanadanien la pierna ni en el vientre. ¿Viviría aún su compadreGaona enTacurú–Pucú?Acasovieratambiénasuexpatrón,místerDougald,yalrecibidordelobraje.

¿Llegaría pronto?El cielo, al poniente, se abría ahora en pantalla de oro, y el río sehabía coloreado también. Desde la costa paraguaya, ya entenebrecida, el monte dejabacaersobreelríosufrescuracrepuscular,enpenetrantesefluviosdeazaharymielsilvestre.UnaparejadeguacamayoscruzómuyaltoyensilenciohaciaelParaguay.

Alláabajo,sobreelríodeoro, lacanoaderivabavelozmente,girandoaratossobresímisma ante el borbollón de un remolino. El hombre que iba en ella se sentía cada vezmejor, y pensaba entretanto en el tiempo justoquehabía pasado sin ver a su expatrón

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Dougald. ¿Tres años? Tal vez no, no tanto. ¿Dos años y nueve meses? Acaso. ¿Ochomesesymedio?Esosí,seguramente.

Deprontosintióqueestabaheladohastaelpecho.¿Quésería?Ylarespiración…

Al recibidor de maderas de míster Dougald, Lorenzo Cubilla, lo había conocido enPuertoEsperanzaunviernessanto…¿Viernes?Sí,ojueves…

Elhombreestirólentamentelosdedosdelamano.–Unjueves…Ycesóderespirar.

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Capítulo6Lainsolación

El cachorro Old salió por la puerta y atravesó el patio con paso recto y perezoso. Sedetuvoenlalindedelpasto,estiróalmonte,entrecerrandolosojos,lanarizvibrátil,ysesentó tranquilo. Veía la monótona llanura del Chaco, con sus alternativas de campo ymonte,monteycampo,sinmáscolorqueelcremadelpastoyelnegrodelmonte.Estecerrabaelhorizonte, adoscientosmetros,por tres ladosde la chacra.Hacia eloeste, elcamposeensanchabayextendíaenabra,peroquelaineludiblelíneasombríaenmarcabaalolejos.

Aesahoratemprana,elconfín,ofuscantedeluzamediodía,adquiríareposadanitidez.No había una nube ni un soplo de viento. Bajo la calma del cielo plateado, el campoemanaba tónica frescuraque traíaalalmapensativa,ante lacertezadeotrodíadeseca,melancolíasdemejorcompensadotrabajo.

Milk, el padre del cachorro, cruzó a su vez el patio y se sentó al lado de aquél, conperezosoquejidodebienestar.Ambospermanecíaninmóviles,puesaunnohabíamoscas.

Old,quemirabahacíaratolaveradelmonte,observó:

–Lamañanaesfresca.

Milk siguió lamirada del cachorro y quedó con la vista fija, parpadeando distraído.Despuésdeunratodijo:

–Enaquelárbolhaydoshalcones.

Volvieron la vista indiferente a un buey que pasaba, y continuaron mirando porcostumbrelascosas.

Entretanto, el oriente comenzaba a empurpurarse en abanico, y el horizonte habíaperdidoya sumatinalprecisión.Milkcruzó laspatasdelanterasyalhacerlo sintió levedolor.Mirósusdedossinmoverse,decidiéndosepor finaolfatearlos.Eldíaanterior sehabíasacadounpique,yenrecuerdodeloquehabíasufridolamióextensamenteeldedoenfermo.

–Nopodíacaminar–exclamó,enconclusión.

–Oldnocomprendióaquéserefería,Milkagregó:

–Haymuchospiques.

Estavezelcachorrocomprendió.Yrepusoporsucuenta,despuésdelargorato:

–Haymuchospiques.

Unoyotrocallarondenuevo,convencidos.

Elsolsalió;yenelprimerbañodesuluz,laspavasdelmontelanzaronalairepuroel

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tumultuosotrompeteodesucharanga.Losperros,doradosalsoloblicuo,entornaronlosojos, dulcificando sumolicie en beato pestañeo. Poco a poco la pareja aumentó con lallegadadelosotroscompañeros:Dick,eltaciturnopreferido;Prince,cuyolabiosuperiorpartidoporuncoatí,dejabaverlosdientes;eIsondú,denombreindígena.Loscincofox–terriers,tendidosybeatosdebienestar,durmieron.

Alcabodeunahorairguieronlacabeza;porelladoopuestodelbizarroranchodedospisos–elinferiordebarroyelaltodemadera,concorredoresybarandadechalet–,habíansentidolospasosdesudueñoquebajabalaescalera.MísterJones,latoallaalhombro,sedetuvounmomentoenlaesquinadelranchoymiróe1sol,altoya.Teníaaúnlamiradamuerta y el labio pendiente tras su solitaria velada dewhisky,más prolongada que lashabituales.

Mientras se lavaba, los perros se acercaron y le olfatearon las botas, meneando conpereza el rabo. Como las fieras amaestradas, los perros conocen el menor indicio deborrachera en su amo.Alejáronse con lentitud a echarse de nuevo al sol. Pero el calorcrecienteleshizoprestoabandonaraquél,porlasombradeloscorredores.

El día avanzaba igual a los precedentes de todo esemes; seco, límpido, con catorcehoras de sol calcinante que parecía mantener el cielo en fusión, y que en un instanteresquebrajabalatierramojadaencostrasblanquecinas.MísterJonesfuealachacra,miróeltrabajodeldíaanterioryretornóalrancho.Entodaesamañananohizonada.Almorzóysubióadormirlasiesta.

Lospeonesvolvierona lasdosa la carpición,noobstante lahorade fuego,pues losyuyosnodejabanelalgodonal.Trasellosfueronlosperros,muyamigosdelcultivodesdeelinviernopasado,cuandoaprendieronadisputaraloshalconeslosgusanosblancosquelevantabaelarado.Cadaperroseechóbajounalgodonero,acompañandoconsujadeolosgolpessordosdelaazada.

Entretanto el calor crecía. En el paisaje silencioso y encegueciente de sol, el airevibrabaatodoslados,dañandolavista.Latierraremovidaexhalabavahodehorno,quelospeonessoportabansobrelacabeza,envueltahastalasorejasenelflotantepañuelo,conel mutismo de sus trabajos de chacra. Los perros cambiaban a cada rato de planta, enprocurademásfrescasombra.Tendíansealolargo,perolafatigalosobligabaasentarsesobrelaspatastraseraspararespirarmejor.

Reverberaba ahora delante de ellos un pequeño páramo de greda que ni siquiera sehabía intentado arar. Allí, el cachorro vio de pronto a míster Jones sentado sobre untronco, que lo miraba fijamente. Old se puso en pie meneando el rabo. Los otroslevantáronsetambién,peroerizados.

–Eselpatrón–dijoelcachorro,sorprendidodelaactituddeaquéllos.

–No,noesél–replicóDick.

Loscuatroperrosestabanapiñadosgruñendosordamente,sinapartarlosojosdemísterJones, que continuaba inmóvil,mirándolos. El cachorro, incrédulo, fue a avanzar, peroPrincelemostrólosdientes:

–Noesél,eslaMuerte.

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Elcachorroseerizódemiedoyretrocedióalgrupo.

–¿Eselpatrónmuerto?–preguntóansiosamente.

Losotros,sinresponderle, rompierona ladrarconfuria,siempreenactitudenactitudtemerosa.PeromísterJonessedesvanecíayaenelaireondulante.

–Al oír ladridos, los peones habían levantado la vista, sin distinguir nada.Giraron lacabezaparaversihabíaentradoalgúncaballoenlachacra,ysedoblarondenuevo.

Losfox–terriersvolvieronalpasoalrancho.Elcachorro,erizadoaún,seadelantabayretrocedía con cortos trotes nerviosos, y supo de la experiencia de sus compañeros quecuandounacosavaamorir,apareceantes.

–¿Ycómosabenqueesequevimosnoeraelpatrónvivo?–preguntó.

–Porquenoeraél–lerespondierondisplicentes.

¡LuegolaMuerte,yconellaelcambiodedueño,lasmiserias,laspatadas,estabasobreellos!Pasaronelrestodelatardealladodesupatrón,sombríosyalerta.Almenorruidogruñían,sinsaberhaciadónde.

Por fin el sol se hundió tras el negro palmar del arroyo, y en la calma de la nocheplateada, losperrosseestacionaronalrededordelrancho,encuyopisoaltomísterJonesrecomenzabasuveladadewhisky.Amedianocheoyeronsuspasos,luegolacaídadelasbotasenelpisodetablas,ylaluzseapagó.Losperros,entonces,sintieronmáselpróximocambio de dueño, y solos, al pie de la casa dormida, comenzaron a llorar. Lloraban encoro, volcando sus sollozos convulsivos y secos, como masticados, en un aullido dedesolación,quelavozcazadoradePrincesostenía,mientraslosotrostomabanelsollozodenuevo.Elcachorrosólopodíaladrar.Lanocheavanzaba,yloscuatroperrosdeedad,agrupados a la luz de la luna, el hocico extendido e hinchado de lamentos –bienalimentadosyacariciadosporeldueñoqueibanaperder–,continuabanllorandoaloaltosudomésticamiseria.

A lamañana siguientemíster Jones fue élmismoabuscar lasmulasy lasunció a lacarpidora,trabajandohastalasnueve.Noestabasatisfecho,sinembargo.Fueradequelatierranohabíasidonuncabienrastreada,lascuchillasnoteníanfilo,yconelpasorápidodelasmulas,lacarpidorasaltaba.Volvióconéstayafilósusrejas;perountornilloenqueyaalcomprarlamáquinahabíanotadounafalla,serompióalarmarla.Mandóunpeónalobrajepróximo,recomendándolecuidaradelcaballo,unbuenanimalperoasoleado.Alzólacabezaalsolfundentedemediodía,einsistióenquegaloparaniunmomento.Almorzóenseguidaysubió.Losperros,queenlamañananohabíandejadounsegundoasupatrón,sequedaronenloscorredores.

Lasiestapesaba,agobiadadeluzysilencio.Todoelcontornoestababrumosoporlasquemazones.Alrededordelrancholatierrablanquizcadelpatiodeslumbrabaporelsolaplomo,parecíadeformarseentrémulohervor,queadormecíalosojosparpadeantesdelosfox–terriers.

–Nohaaparecidomás–dijoMilk.

Old, al oír aparecido, levantó vivamente las orejas. Incitado por la evocación, elcachorro se puso en pie y ladró, buscando a qué. Al rato calló, entregándose con sus

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compañerosasudefensivacaceríademoscas.

–Novinomás–agregóIsondú.

–Habíaunalagartijabajoelraigón–recordóporprimeravezPrince.

Unagallina,elpicoabiertoylasalasapartadasdelcuerpo,cruzóelpatioincandescenteconsupesadotrotedecalor.Princelasiguióperezosamenteconlavista,ysaltódegolpe.

–¡Vieneotravez!–gritó.

Porelnortedelpatioavanzabasoloelcaballoenquehabíaidoelpeón.Losperrossearquearon sobre las patas, ladrando con furia a la Muerte que se acercaba. El caballocaminabaconlacabezabaja,aparentementeindecisosobreelrumboquedebíaseguir.Alpasar frente al rancho dio unos cuantos pasos en dirección al pozo, y se desvanecióprogresivamenteenlacrudaluz.

Míster Jonesbajó:no tenía sueño.Disponíaseaproseguirelmontajede lacarpidora,cuandoviollegarinesperadamentealpeónacaballo.Apesardesuorden,teníaquehabergalopadoparavolveraesahora.Apenaslibreyconcluidasumisión,elpobrecaballo,encuyos ijares era imposible contar los latidos, tembló agachando la cabeza, y cayó decostado.MísterJonesmandóalachacra,todavíadesombreroyrebenque,alpeónparanoecharlosicontinuabaoyendosusjesuíticasdisculpas.

Pero los perros estaban contentos. La Muerte, que buscaba a su patrón, se habíaconformadoconelcaballo.Sentíansealegres, libresdepreocupación,yenconsecuenciadisponíanse a ir a la chacra tras el peón, cuando oyeron amíster Jones que le gritaba,pidiéndoleeltornillo.Nohabíatornillo:elalmacénestabacerrado,elencargadodormía,etc.MísterJones,sinreplicar,descolgósucascoysalióélmismoenbuscadelutensilio.

Resistíaelsolcomounpeón,yelpaseoeramaravillosocontrasumalhumor.

Losperrossalieronconél,perosedetuvieronalasombradelprimeralgarrobo;hacíademasiadocalor.Desdeallí,firmesenlaspatas,elceñocontraídoyatento,veíanalejarseasupatrón.Alfineltemoralasoledadpudomás,yconagobiadotrotesiguierontrasél.

MísterJonesobtuvosutornilloyvolvió.Paraacortardistancia,desdeluego,evitandolapolvorienta curva del camino, marchó en línea recta a su chacra. Llegó al riacho y seinternóenelpajonal,eldiluvianopajonaldelSaladito,quehacrecido,secadoyretoñadodesdequehaypajaenelmundo,sinconocerfuego.Lasmatas,arqueadasenbóvedaalaalturadelpecho,seentrelazanenbloquesmacizos.Latareadecruzarlo,seriayacondíafresco,eramuyduraaesahora.MísterJonesloatravesó,sinembargo,braceandoentrelapajarestallanteypolvorientaporelbarroquedejabanlascrecientes,ahogadodefatigayacresvahosdenitratos.

Salióporfinysedetuvoenlalinde;peroeraimposiblepermanecerquietobajoesesolyesecansancio.Marchódenuevo.Alcalorquemantequecrecíasincesardesdetresdíasatrás,agregábaseahoraelsofocamientodeltiempodescompuesto.Elcieloestabablancoyno se sentía un soplo de viento. El aire faltaba, con angustia cardíaca que no permitíaconcluirlarespiración.

Míster Jones adquirió el convencimiento de que había traspasado su límite deresistencia.Desdehacíaratolegolpeabaenlosoídosellatidodelascarótidas.Sentíaseen

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elaire,comosidedentrode lacabeza leempujaranelcráneohaciaarriba.Semarcabamirando el pasto. Apresuró la marcha para acabar con eso de una vez…Y de prontovolvióensíysehallóendistintoparaje:habíacaminadomediacuadrasindarsecuentadenada.Miróatrás,ylacabezaselefueennuevovértigo.

Entretanto, los perros seguían tras él, trotando con toda la lengua de fuera.A veces,asfixiados, deteníanse en la sombra de un espartillo; se sentaban precipitando su jadeo,para volver enseguida al tormento del sol. Al fin, como la casa estaba ya próxima,apuraroneltrote.

FueenesemomentocuandoOld,queibaadelante,viotraselalambradodelachacraamíster Jones, vestido de blanco, que caminaba hacia ellos. El cachorro, con súbitorecuerdo,volviólacabezaasupatrónyconfrontó.

–¡LaMuerte,laMuerte!–aulló.

Los otros lo habían visto también, y ladraban erizados. Vieron que míster Jonesatravesabaelalambradoy,poruninstantecreyeronqueseibaaequivocar;peroalllegaracienmetrossedetuvo,miróelgrupoconsusojoscelestes,ymarchóadelante.

–¡Quénocamineligeroelpatrón!–exclamóPrince.–¡Vaatropezarconél!–aullarontodos.Enefecto,elotro,trasbrevehesitación,habíaavanzado,perono

directamentesobreelloscomoantes,sinoenlíneaoblicuayenaparienciaerrónea,peroquedebíallevarlojustoalencuentrodemísterJones.Losperroscomprendieronqueestavez todo concluía, porque su patrón continuaba caminando a igual paso, como unautómata, sin darse cuenta de nada.El otro llegaba ya. Los perros hundieron el rabo ycorrierondecostado,aullando.Pasóunsegundo,yelencuentroseprodujo.MísterJonessedetuvo,girósobresímismoysedesplomó.

Lospeones,quelovieroncaer,lollevaronaprisaalrancho,perofueinútiltodaelagua;muriósinvolverensí.MísterMoore,suhermanomaterno,fuealládesdeBuenosAires,estuvounahoraenlachacrayencuatrodíasliquidótodo,volviéndoseenseguidaalsur.Los indios se repartieron los perros, que vivieron en adelante flacos y sarnosos, e ibantodaslasnochesconhambrientosigiloarobarespigasdemaízenlaschacrasajenas.

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Capítulo7Elalambredepúa

Durante quince días el caballo alazán había buscado en vano la senda por donde sucompañeroseescapabadelpotrero.El formidablecerco,decapuera–desmontequeharebrotadoinextricable–,nopermitíapasoniaunalacabezadelcaballo.Evidentementenoeraporallípordondeelmalacarapasaba.

El alazán recorría otra vez la chacra, trotando inquieto con la cabeza alerta. De laprofundidaddelmonte,elmalacararespondíaalosrelinchosvibrantesdesucompañeroconlossuyoscortosyrápidos,enquehabíaunafraternalpromesadeabundantecomida.Lomás irritanteparaelalazáneraqueelmalacarareaparecíadoso tresveceseneldíaparabeber.Prometíaseaquélentoncesnoabandonaruninstanteasucompañero,ydurantealgunas horas, en efecto, la pareja pastaba en admirable conserva. Pero de pronto elmalacara, con su soga a rastra, se internaba en el chircal, y cuando el alazán, al darsecuentadesusoledad,selanzabaensupersecución,hallabaelmonteinextricable.Estosí,deadentro,muycercaaún,elmalignomalacararespondíaasusdesesperadosrelinchos,conunrelinchilloabocallena.

Hastaqueesamañanaelviejoalazánhallólabrechamuysencillamente:cruzandoporfrentealchircal,quedesdeelmonteavanzabacincuentametrosenelcampo,viounvagosendero que lo condujo en perfecta línea oblicua al monte. Allí estaba el malacara,deshojandoárboles.

Lacosaeramuysimple:elmalacara,cruzandoundíaelchircal,habíahalladolabrechaabiertaenelmonteporuninciensodesarraigado.Repitiósuavancea travésdelchircal,hastallegaraconocerperfectamentelaentradadel túnel.Entoncesusódelviejocaminoqueconelalazánhabíanformadoalolargodelalíneadelmonte.Yaquíestabalacausadeltrastornodelalazán:laentradadelasendaformabaunalíneasumamenteoblicuaconelcaminodeloscaballos,demodoqueelalazán,acostumbradoarecorreréstedesuranorteyjamásdenorteasur,nohubierahalladojamáslabrecha.

Enuninstanteelviejocaballoestuvounidoasucompañero,yjuntosentonces,sinmáspreocupación que la de despuntar torpemente las palmeras jóvenes, los dos caballosdecidieronalejarsedelmalhadadopotreroquesabíanyadememoria.

Elmonte,sumamenteraleado,permitíaunfácilavance,aunacaballos.Delbosquenoquedabaenverdadsinounafranjadedoscientosmetrosdeancho.Trasél,unacapueradedos años se empenachaba de tabaco salvaje. El viejo alazán, que en su juventud habíacorreteadocapuerashastavivirperdidoseismesesenellas,dirigiólamarcha,yenmediahoralostabacosinmediatosquedarondesnudosdehojashastadondealcanzaunpescuezodecaballo.

Caminando,comiendo,curioseando,elalazányelmalacaracruzaronlacapuerahastaqueunalambradolosdetuvo.

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–Unalambrado–dijoelalazán.

–Sí,alambrado–asintióelmalacara.Yambos,pasandolacabezasobreelhilosuperior,contemplaronatentamente.Desdeallíseveíaunaltopastizaldeviejorozado,blancoporlahelada;unbananalyunaplantaciónnueva.Todoellopocotentador,sinduda;peroloscaballosentendíanvereso,yunotrasotrosiguieronelalambradoaladerecha.

Dosminutosdespuéspasaban;unárbol,secoenpieporelfuego,habíacaídosobreloshilos.Atravesaronlablancuradelpastoheladoenquesuspasosnosonaban,ybordeandoel rojizo bananal, quemadopor la escarcha, vieron entonces de cerca qué eran aquellasplantasnuevas.

–Es yerba –constató elmalacara, con sus trémulos labios amedio centímetro de lasduras hojas. La decepción pudo haber sido grande; mas los caballos, si bien golosos,aspirabansobretodoapasear.Demodoquecortandooblicuamenteelyerbalprosiguieronsu camino, hasta que un nuevo alambrado contuvo a la pareja. Costeáronlo contranquilidadgrave y paciente, llegando así a una tranquera, abierta para su dicha, y lospaseantessevieronderepenteenplenocaminoreal.

Ahorabien,para loscaballos,aquelloqueacababandehacer tenía todoelaspectodeunaproeza.Delpotreroaburridoralalibertadpresente,habíainfinitadistancia.Masporinfinitaquefuera,loscaballospretendíanprolongarlaaún,yasí,despuésdeobservarconperezosa atención los alrededores, quitáronse mutuamente la caspa del pescuezo, y enmansafelicidadprosiguieronsuaventura.

Eldía,enverdad,lafavorecía.LabrumamatinaldeMisionesacababadedisiparsedeltodo,ybajoelcielosúbitamenteazul,elpaisajebrillabadeesplendorosaclaridad.Desdela loma cuya cumbre ocupaban en ese momento los dos caballos, el camino de tierracolorada cortaba el pasto delante de ellos con precisión admirable, descendía al valleblancodeespartillohelado,paratornarasubirhastaelmontelejano.Elviento,muyfrío,cristalizabaaúnmáslaclaridaddelamañanadeoro,yloscaballos,quesentíandefrenteelsol,casihorizontaltodavía,entrecerrabanlosojosaldichosodeslumbramiento.

Seguíanasí,solosygloriososde libertadenelcaminoencendidode luz,hastaquealdoblar una punta de monte vieron a orillas del camino cierta extensión de un verdeinusitado.¿Pasto?Sinduda.Masenplenoinvierno…

Yconlasnaricesdilatadasdegula,loscaballosacercaronalalambrado.¡Sí,pastofino,pastoadmirable!Yentraríanellos,loscaballoslibres!

Hayqueadvertirqueelalazányelmalacaraposeíandesdeesamadrugadaaltaideadesímismos.Nitranquera,nialambrado,nimonte,nidesmonte,nadafueraobstáculoparaellos. Habían visto cosas extraordinarias, salvado dificultades no creíbles, y se sentíangordos, orgullosos y facultados para tomar la decisiónmás estrafalaria que ocurrírselespudiera.

Enesteestadodeénfasis,vieronacienmetrosdeellosvariasvacasdetenidasaorillasdel camino, y encaminándose allá llegaron a la tranquera, cerrada con cinco robustospalos.Lasvacasestabaninmóviles,mirandofijamenteelverdeparaísoinalcanzable.

–¿Porquénoentran?–preguntóelalazánalasvacas.

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–Porquenosepuede–lerespondieron.

–Nosotros pasamos por todas partes –afirmó el alazán, altivo–. Desde hace un mespasamosportodaspartes.

Conel fulgorde suaventura, loscaballoshabíanperdidosinceramenteel sentidodeltiempo.Lasvacasnosedignaronsiquieramiraralosintrusos.

–Los caballos no pueden –dijo una vaquillonamovediza–.Dicen eso y no pasan porningunaparte.Nosotrassípasamosportodaspartes.

–Tienensoga–añadióunaviejamadresinvolverlacabeza.

–¡Yono,yonotengosoga!–respondióvivamenteelalazán–.Yovivíaenlascapuerasypasaba.

–¡Sí,detrásdenosotras!Nosotraspasamosyustedesnopueden.

Lavaquillonamovedizaintervinodenuevo:

–El patrón dijo el otro día: a los caballos con un solo hilo se los contiene. ¿Yentonces…?¿Ustedesnopasan?

–No,nopasamos–repusosencillamenteelmalacara,convencidoporlaevidencia.

–¡Nosotrassí!

Alhonradomalacara, sin embargo, se leocurriódeprontoque lasvacas, atrevidasyastutas, impertinentes invasoras de chacras y el Código Rural, tampoco pasaban latranquera.

–Estatranqueraesmala–objetólaviejamadre.

–¡Elsí!Correlospalosconloscuernos.

–¿Quién?–preguntóelalazán.

Todaslasvacas,sorprendidasdeesaignorancia,volvieronlacabezaalalazán.

–¡Eltoro,Barigüí!Élpuedemásquelosalambradosmalos.

–¿Alambrados…?¿Pasa?

–¡Todo!Alambredepúatambién.Nosotraspasamosdespués.

Los dos caballos, vueltos ya a su pacífica condición de animales a que un solo hilocontiene, se sintieron ingenuamente deslumbrados por aquel héroe capaz de afrontar elalambredepúa,lacosamásterriblequepuedehallareldeseodepasaradelante.

De pronto las vacas se removieronmansamente: a lento paso llegaba el toro.Y anteaquella chata y obstinada frente dirigida en tranquila recta a la tranquera, los caballoscomprendieronhumildementesuinferioridad.

Las vacas se apartaron, y Barigüí, pasando el testuz bajo una tranca, intentó hacerlacorreraunlado.Loscaballos levantaronlasorejas,admirados,perola trancanocorrió.Unatrasotra,eltoroprobósinresultadosuesfuerzointeligente:elchacarero,dueñofelizdelaplantacióndeavena,habíaaseguradolatardeanteriorlospalosconcuñas.

Eltoronointentómás.Volviéndoseconpereza,olfateóalolejosentrecerrandolosojos,

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ycosteóluegoelalambrado,conahogadosmugidossibilantes.

Desdelatranquera,loscaballosylasvacasmiraban.Endeterminadolugareltoropasóloscuernosbajoelalambredepúatendiéndoloviolentamentehaciaarribaconéltestuz,ylaenormebestiapasóarqueandoellomo.Encuatropasosmásestuvoentrelaavena,ylasvacas se encaminaron entonces allá, intentando a su vez pasar. Pero a las vacas faltaevidentementeladecisiónmasculinadepermitirenlapielsangrientosrasguños,yapenasintroducíanelcuello,loretirabanprestoconmareantecabeceo.

Loscaballosmirabansiempre.

–Nopasan–observóelmalacara.Nopasan,

–Eltoropasó–dijoelalazán.Comemucho.Ylaparejasedirigíaasuvezacostearelalambradoporlafuerzadelacostumbre,cuandounmugidoclaroyberreanteahora,llegóhasta ellos: dentro del avenal el toro, con cabriolas de falso ataque, bramaba ante elchacareroqueconunpalotratabadealcanzarlo.

–¡Añá…! Te voy a dar saltitos… –gritaba el hombre. Barigüí, siempre danzando yberreandoanteelhombre,esquivabalosgolpes.Maniobraronasícincuentametros,hastaqueelchacareropudoforzaralabestiacontraelalambrado.Peroésta,conladecisiónconladecisiónpesadaybrutadebrutadesufuerza,hundiólacabezaentreloshilosypasó,bajounagudoviolineodealambreygrampaslanzadasaveintemetros.

Loscaballosvieroncómoelhombrevolvíaprecipitadamenteasurancho,ytornabaasalir con el rostropálido.Vieron tambiénque saltaba el alambradoy se encaminaba endirección de ellos, por lo cual los compañeros, ante aquel paso que avanzaba decidido,retrocedieronporelcaminoendirecciónasuchacra.

Comoloscaballosmarchabandócilmenteapocospasosdelantedelhombre,pudieronllegarjuntosalachacradeldueñodeltoro,siéndolesdadoasíoírconversación.

Esevidente,porloquedeellasedesprende,queelhombrehabíasufridoloindeciblecon el toro del polaco. Plantaciones, por inaccesibles que hubieran estado dentro delmonte;alambrados,porgrandequefuerasutensióneinfinitoelnúmerodehilos,todoloarrollóeltoroconsushábitosdepillaje.Sededucetambiénquelosvecinosestabanhartosde la bestia y de su dueño, por los incesantes destrozos de aquélla. Pero como lospobladoresdelaregióndifícilmentedenuncianalJuzgadodePazperjuiciosdeanimales,pordurosquelessean,eltoroproseguíacomiendoentodaspartesmenosenlachacradesudueño,elcual,porotrolado,parecíadivertirsemuchoconesto.

Deestemodo,loscaballosvieronyoyeronalirritadochacareroyalpolacocazurro.

–¡Eslaúltimavez,donZaninski,quevengoaverloporsutoro!Acabadepisotearmetodalaavena.¡Yanosepuedemás!

Elpolaco,altoydeojillosazules,hablabaconagudoymelosofalsete.

–¡Ah,toromalo!¡Minopuede!¡Miata,escapa!¡Vacatieneculpa!¡Torosiguevaca!

–¡Yonotengovacas,ustedbiensabe!

–¡No,no!¡VacaRamírez!¡Míquedaloco,toro!

–¡Ylopeoresqueaflojatodosloshilos,ustedlosabetambién!

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–¡Sí,sí,alambre!¡Ah,mínosabe…!

–¡Bueno!Vea,donZaninski;yonoquierocuestionesconvecinos,perotengaporúltimavezcuidadoconsutoroparaquenoentreporelalambradodelfondo:enelcaminovoyaponeralambrenuevo.

–¡Toropasaporcamino!¡Nofondo!

–EsqueahoranovaapasarPorelcamino.

–¡Pasa,toro!¡Nopúa,nonada!¡Pasatodo!

–Novaapasar.

–¿Quépone?

–Alambredepúa…Peronovaapasar.

–¡Nohacenadapúa!

–Bueno;hagaloposibleporquenoentre,porquesipasasevaalastimar.

Elchacarerosefue.Escomoloanteriorevidentequeelmalignopolaco,riéndoseunavezmásdelasgraciasdelanimal,compadeció,sicabeenloposible,asuvecinoqueibaaconstruirunalambradoinfranqueableporsutoro.Seguramentesefrotólasmanos:

–¡Mínopodrándecirnadaestavezsitorocometodaavena!

Loscaballosreemprendierondenuevoelcaminoquelosalejabadesuchacra,yunratodespués llegabanal lugarenqueBarigüíhabacumplidosuhazaña.Labestiaestabaallísiempre, inmóvil enmedio del camino, mirando con solemne vaciedad de ideas desdehacíauncuartodehora,unpuntofijoaladistancia.Detrásdeél,lasvacasdormitabanalsolyacaliente,rumiando.

Pero cuando los pobres caballos pasaron por el camino, ellas abrieron los ojos,despreciativas:

–Sonloscaballos.Queríanpasarelalambrado.Ytienensoga.

–¡Barigüísípasó!

–Aloscaballosunsolohiloloscontiene.

–Sonflacos.

Estoparecióherirenlovivoalalazán,quevolviólacabeza:

–Nosotros no estamos flacos. Ustedes, sí están. No va a pasar más aquí – añadióseñalandoconlosbelfoslosalambrescaídos,obradeBarigüí.

–¡Barigüípasasiempre!Despuéspasamosnosotras.Ustedesnopasan.

–Novaapasarmás.Lodijoelhombre.

–Élcomiólaavenadelhombre.Nosotraspasamosdespués.

Elcaballo,pormayorintimidaddetrato,essensiblementemásafectoalhombrequelavaca.Deaquíqueelmalacarayelalazántuvieranfeenelalambradoqueibaaconstruirelhombre.

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Laparejaprosiguiósucamino,ymomentosdespués,anteelcampolibrequeseabríaanteellos,losdoscaballosbajaronlacabezaacomer,olvidándosedelasvacas.

Tarde ya, cuando el sol acababa de entrar, los dos caballos se acordaron delmaíz yemprendieronelregreso.Vieronenelcaminoalchacareroquecambiabatodoslospostesdesualambrado,yaunhombrerubioque,detenidoasuladoacaballo,lomirabatrabajar.

–Ledigoquevaapasar–decíaelpasajero.

–Nopasarádosveces–replicabaelchacarero.

–¡Ustedverá!¡Estoesunjuegoparaelmalditotorodelpolaco!¡Vaapasar!

–Nopasarádosveces–repetíaobstinadamenteelotro.

Loscaballossiguieron,oyendoaúnpalabrascortadas:

–…reír!

–…veremos.

Dosminutosmástardeelhombrerubiopasabaasuladoatroteinglés.Elmalacarayelalazán,algosorprendidosdeaquelpasoquenoconocían,miraronperderseenelvallealhombrepresuroso.

–¡Curioso! –observó el malacara después de largo rato–. El caballo va al trote, y elhombrealgalope…

Prosiguieron.Ocupabanenesemomentolacimadelaloma,comoesamañana.Sobreelfríocielocrepuscular,sussiluetassedestacabanennegro,enmansaycabizbajapareja,elmalacaradelante,elalazándetrás.

La atmósfera, ofuscada durante el día por la excesiva luz del sol, adquiría a esasemisombraunatransparenciacasifúnebre.Elvientohabíacesadoporcompleto,yconlacalmadelatardecer,enqueeltermómetrocomenzabaacaervelozmente,elvalleheladoexpandía su penetrante humedad, que se condensaba en rastreante neblina en el fondosombrío de las vertientes. Revivía, en la tierra ya enfriada, el invernal olor de pastoquemado;ycuandoelcaminocosteabaelmonte,elambiente,quesesentíadegolpemásfríoyhúmedo,setornabaexcesivamentepesadodeperfumedeazahar.

Loscaballosentraronporelportóndesuchacra,pueselmuchacho,quehacíasonarelcajoncitodemaíz,habíaoídosuansiosotrémulo.Elviejoalazánobtuvoelhonordequeseleatribuyeralainiciativadelaaventura,viéndosegratificadoconunasoga,aefectosdeloquepudierapasar.

Peroalamañanasiguiente,bastantetardeyaacausadeladensaneblina,loscaballosrepitieron su escapatoria, atravesando otra vez el tabacal salvaje hollando con mudospasoselpastizalhelado,salvandolatranqueraabiertaaún.

La mañana encendida de sol, muy alto ya, reverberaba de luz, y el calor excesivoprometíaparamuyprontocambiodetiempo.Despuésdetrasponerlaloma,loscaballosvieron de pronto a las vacas detenidas en el camino, y el recuerdo de la tarde anteriorexcitósusorejasysupaso:queríanvercómoeraelnuevoalambrado.

Pero su decepción, al llegar, fue grande. En los nuevos postes –oscuros y torcidos–

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habíadossimplesalambresdepúa,gruesostalvez,peroúnicamentedos.

Noobstantesumezquinaaudacia,lavidaconstanteenchacrasdemontehabíadadoalos caballos cierta experiencia en cercados. Observaron atentamente aquello,especialmentelospostes.

–Sondemaderadeley–observóelmalacara.

–Sí,cernesquemados–comprobóelalazán.

Ytrasotralargamiradadeexamen,elmalacaraañadió:

–Elhilopasaporelmedio,nohaygrampas…

Yelalazán:

–Estánmuycercaunodeotrodeotro…

Cerca, los postes, sí, indudablemente: tres metros. Pero en cambio, aquellos dosmodestosalambresenreemplazodeloscincohilosdelcercadoanterior,desilusionaronaloscaballos.¿Cómoeraposiblequeelhombrecreyeraqueaquelalambradoparaternerosibaaconteneralterribletoro?

–Elhombredijoquenoibaapasar–seatreviósinembargoelmalacara,queenrazóndeserelfavoritodesuamo,comíamásmaíz,porlocualsentíasemáscreyente.

Perolasvacasloshabíanoído.

–Sonloscaballos.Losdostienensoga.Ellosnopasan.Barigüípasóya.

–¿Pasó?¿Poraquí?–preguntódescorazonadoelmalacara.

–Porelfondo.Poraquípasatambién.Comiólaavena.

Entretanto,lavaquillalocuazhabíapretendidopasarloscuernosentreloshilos;yunavibraciónaguda,seguidadeunsecogolpeenloscuernos,dejóensuspensoaloscaballos.

–Losalambresestánmuyestirados–dijoelalazándespuésdelargoexamen.

–Sí.Másestiradosnosepuede…

Yambos,sinapartar losojosde loshilos,pensabanconfusamenteencómosepodríapasarentrelosdoshilos.

Lasvacas,mientrastanto,seanimabanunasaotras.

–Élpasóayer.Pasaelalambredepúa.Nosotrasdespués.

–Ayernopasaron.Lasvacasdicensí,ynopasan–comprobóelalazán.

–¡Aquíhaypúa,yBarigüípasa!¡Allíviene!

Costeandoporadentroelmontedel fondo,adoscientosmetrosaún,el toroavanzabahaciaelavenal.Lasvacassecolocarontodasdefrentealcercado,siguiendoatentasconlosojosalabestiainvasora.Loscaballos,inmóviles,alzaronlasorejas.

–¡Cometodalaavena!¡Despuéspasa!

–Los hilos están muy estirados… –observó aún el malacara, tratando siempre deprecisarloquesucederíasi…

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–¡Comiólaavena!¡Elhombreviene!¡Vieneelhombre!–lanzólavaquillalocuaz.

Enefecto,elhombreacababadesalirdelranchoyavanzabahaciaeltoro.Traíaelpaloenlamano,peronoparecíairacundo;estabasímuyserioyconelceñocontraído.

El animal esperó que el hombre llegara frente a él, y entonces dio principio a losmugidosde siempre, con fintasdecornadas.Elhombreavanzómás, el torocomenzóaretroceder,berreandosiempreyarrasandolaavenaconsusbestialescabriolas.Hastaque,adiezmetrosyadelcamino,volviógrupasconunpostrermugidodedesafíoburlón,yselanzósobreelalambrado.

–¡VieneBarigüí!¡Lapasatodo!¡Pasaalambredepúa!–alcanzaronaclamarlasvacas.

Con el impulso de su pesado trote, el enorme toro bajó el testuz y hundió la cabezaentrelosdoshilos.Seoyóunagudogemidodealambre,unestridentechirridosepropagódeposteapostehastaelfondo,yeltoropasó.

Perodesulomoydesuvientre,profundamentecanalizadosdesdeelpechoalagrupa,llovíaríosdesangre.Labestia,presadeestupor,quedóuninstanteatónitaytemblando.Sealejóenseguidaalpaso,inundandoelpastodesangre,hastaquealosveintemetrosseechó,conunroncosuspiro.

A mediodía el polaco fue a buscar a su toro, y lloró en falsete ante el chacareroimpasible.Elanimalsehabíalevantado,ypodíacaminar.Perosudueño,comprendiendoque le costaría mucho curarlo –si esto aún era posible–, lo carneó esa tarde. Y el díasiguientetocóleensuertealmalacarallevarasucasaenlamaleta,doskilosdecarnedetoromuerto.

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Capítulo8LosMensú

CayetanoMaidanayEstebanPodeley,peonesdeobraje,volvíanaPosadasenelSilexconquincecompañeros.Podeley, labradordemadera, tornabaa losnuevemeses, lacontrataconcluida,yconpasajegratispor logratis,por lo tanto.Cayé–mensualero– llegabaeniguales condiciones,mas al añoymedio, tiempoquehabía necesitadopara cancelar sucuenta.

Flacos,despeinados,encalzoncillos,lacamisaabiertaenlargostajos,descalzoscomolamayoría,sucioscomotodosellos,losdosmensúdevorabanconlosojoslacapitaldelbosque,JerusalemyGólgotadesusvidas.¡Nuevemesesalláarriba!¡Añoymedio!Perovolvían por fin, y el hachazo aún doliente de la vida del obraje era apenas un roce deastillaanteelrotundogocequeolfateabanallí.

Decienpeones,sólodoslleganaPosadasconhaber.Paraesagloriadeunasemanaaquelosarrastraelríoaguasabajo,cuentanconelanticipodeunanuevacontrata.Comointermediario y coadyuvante, espera en la playa un grupo de muchachas alegres decarácterydeprofesión,ante lascuales losmensúsedientos lanzansu¡ahijú!deurgentelocura.

CayéyPodeleybajarontambaleantesdeorgíapregustada,yrodeadosdetresocuatroamigas se hallaron en un momento ante la cantidad suficiente de caña para colmar elhambredeesodeunmensú.

Uninstantedespuésestabanborrachos,yconnuevacontratafirmada.¿Enquétrabajo?¿Endónde?Nolosabían,nilesimportabatampoco.Sabían,sí,queteníancuarentapesosen el bolsillo, y facultad para llegar amuchomás en gastos. Babeantes de descanso ydicha alcohólica, dóciles y torpes, siguieron ambos a las muchachas a vestirse. Lasavisadasdoncellascondujéronlosaunatiendaconlaqueteníanrelacionesespecialesdeuntantoporciento,otalvezalalmacéndelamismacasacontratista.Peroenunauotrolas muchachas renovaron el lujo detonante de sus trapos, anidáronse la cabeza depeinetones, ahorcáronse de cintas –robado todo ello con perfecta sangre fría al hidalgoalcohol de su compañero, pues lo único que un mensú realmente posee es undesprendimientobrutaldesudinero.

Porsuparte,Cayéadquiriómuchosmásextractosylocionesyaceitesdelosnecesariosparasahumarhastalanáuseasuropanueva,mientrasPodeley,másjuicioso,optabaporuntraje de paño. Posiblemente pagaronmuy cara una cuenta entreoída y abonada con unmontóndepapelestiradosalmostrador.Perodetodosmodosunahoradespuéslanzabanaun coche descubierto sus flamantes personas, calzados de botas, poncho al hombro –yrevólver 44 en el cinto, desde luego–, repleta la ropa de cigarrillos que deshacíantorpementeentre losdientes,ydejandocaerdecadabolsillo lapuntadeunpañuelodecolor. Acompañábanlos dosmuchachas, orgullosas de esa opulencia, cuyamagnitud seacusabaen laexpresiónun tantohastiadade losmensú,arrastrandosucochemañanay

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tardeporlascallescaldeadas,unainfeccióndetabacoyextractosdeobraje.

Lanoche llegabaporfin,yconella labailanta,donde lasmismasdamiselasavisadasinducíanabeberalosmensú,cuyarealezaendineroleshacíalanzardiezpesosporunabotelladecerveza,pararecibirencambiounpesoycuarentacentavos,queguardabansinojearsiquiera.

Así,trasconstantesderrochesdenuevosadelantos–necesidadirresistibledecompensarconsietedíasdegranseñorlasmiseriasdelobraje–,losmensúvolvieronarearemontarelríoenelSílex.Cayé llevócompañera,y los tres,borrachoscomo losdemáspeones, seinstalaron junto a la bodega, donde ya diezmulas se hacinaban en íntimo contacto conbaúles,atados,perros,mujeresyhombres.

Aldíasiguiente,yadespejadaslascabezas,PodeleyyCayéexaminaronsuslibretas:eralaprimeravezquelohacíandesdesucontrata.Cayéhabíarecibidocientoveintepesosenefecto, y treinta y cinco en gasto; y Podeley, ciento treinta y setenta y cinco,respectivamente.

Ambos semiraron con expresiónquepudiera haber sidode espanto, si unmensúnoestuviera perfectamente curado de ello.No recordaban haber gastado ni la quinta partesiquiera.

–¡Añá…!–murmuróCayé–.Novoyacumplirnunca…

Ydesdeesemomentoadquiriósencillamente–comojustocastigodesudespilfarro–laideadeescaparsedeallá.

LalegitimidaddesuvidaenPosadasera,sinembargo,tanevidenteparaél,quesintiócelosdelmayoradelantoacordadoaPodeley.

–Vostenéssuerte…–dijo–.Grande,tuanticipo…

–Vostraéscompañera–objetóPodeley–.Esotecuestaparatubolsillo…

Cayémiróasumujer;yaunquelabellezayotrascualidadesdeordenmásmoralpesanmuy poco en la elección de un mensú, quedó satisfecho. La muchacha deslumbraba,efectivamente,consutrajederaso,faldaverdeyblusaamarilla;lucíaenelcuellosuciountriplecollardeperlas:calzabazapatosLuisXV,teníalasmejillasbrutalmentepintadas,yundesdeñosocigarrodehojabajolospárpadosentornados.

Cayéconsideróa lamuchachaysurevólver44:ambascosaseranrealmente loúnicoquevalíadecuantollevabaconél.Yaúnel44corríariesgodenaufragartraselanticipo,porminúsculaquefuerasutentacióndetallar.

Sobre un baúl de punta, en efecto, los mensú jugaban concienzudamente al montecuanto tenían.Cayé observó un rato riéndose, como se ríen siempre los peones cuandoestánjuntos,seacualfueraelmotivo;yseaproximóalbaúl,colocandoaunacartacincocigarros.

Modestoprincipio,quepodíallegaraproporcionarleeldinerosuficienteparapagareladelanto en el obraje y volverse en el mismo vapor a Posadas, a derrochar un nuevoanticipo.

Perdió.Perdiólosdemáscigarros,perdiócincopesos,elponcho,elcollardesumujer,

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suspropiasbotas,ysu44.Aldíasiguienterecuperólasbotas,peronadamás,mientraslamuchachacompensabaladesnudezdesupescuezoconincesantescigarrosdespreciativos.

Podeleyganó,trasinfinitocambiodedueño,elcollarencuestión,yunacajadejabonesdeolorquehallómododejugarcontraunmacheteymediadocenademedias,queganó,quedandoasísatisfecho.

Por fin, quince días después, llegaron a destino. Los peones treparon alegres lainterminable cinta roja que escalaba la barranca, desde cuya cima el Sílex aparecíadiminutoyhundidoenel lúgubrerío.Yconahijúsy terribles invectivasenguaraní, losmensú despidieron al vapor que debía ahogar, en una baldeada de tres horas, lanauseabunda atmósfera de desaseo, pachulí y mulas enfermas, que durante cuatro díasremontóconél.ParaPodeley,labradordemadera,cuyodiariopodíasubirasietepesos,lavidadeobrajenoeramuydura.Hechoaella,domabasuaspiracióndeestrictajusticiaenel cubicaje de lamadera, compensando las rapiñas rutinarias con ciertos privilegios debuen peón. Su nueva etapa comenzó al día siguiente, una vez demarcada su zona debosque.Construyóconhojasdepalmerasucobertizo–techoyparedsur,nadamás–;dionombre de cama a ocho varas horizontales, y de un horcón colgó la provista semanal.Recomenzó, automáticamente, sus días de obraje: silenciosos mates al levantarse, denoche aún, que se sucedían sin desprender la mano de la pava; la exploración endescubiertamadera;eldesayunoalasocho,–harina,charqueygrasa–;elhachaluego,abusto descubierto, cuyo sudor arrastraba tábanos, barigüís y mosquitos; después elalmuerzo–estavezporotosymaízflotandoenlainevitablegrasa–,paraconcluirdenoche,trasnuevaluchaconlaspiezasdeochoportreinta,conelyoparádelmediodía.

Fueradealgúnincidenteconsuscolegaslabradores,queinvadíansujurisdicción;delhastíodelosdíasdelluviaqueloreleganencuclillasfrentealapava,latareaproseguíahasta el sábado de tarde. Lavaba entonces su ropa, y el domingo iba al almacén aproveerse.

Eraésteelrealmomentodesolazdelosmensú,olvidándolotodoentrelosanatemasdela lengua natal, sobrellevando con fatalismo indígena la suba siempre creciente de laprovista,quealcanzabaentoncesaochentacentavosporkilodegalleta,ysietepesosporuncalzoncillodelienzo.Elmismofatalismoqueaceptabaestoconun¡añá!yunarientemiradaalosdemáscompañeros,ledictaba,enelementaldesagravio,eldeberdehuirdelobraje en cuanto pudiera. Y si esta ambición no estaba en todos los pechos, todos lospeonescomprendíanesamordeduradecontra–justiciaqueiba,encasodellegar,aclavarlos dientes en la entraña misma del patrón. Este, por su parte, llevaba la lucha a suextremofinal,vigilandodíaynocheasugente,yenespeciallosmensualeros.

Ocupábanse entonces los mensú en la planchada, tumbando piezas entre inacabablegritería,quesubíadepuntocuandolasmulas,impotentesparacontenerlaalzaprimaquebajabadelaaltísimabarrancaatodavelocidad,rodabanunassobreotrasdandotumbos,vigas,animales,carretas,todobienmezclado.Raramenteselastimabanlasmulas;perolaalgazaraeralamisma.

Cayé,entrerisayrisa,meditabasiempresufuga.Hartoyadereviradosyyoparás,queel pregusto de la huida tornaba más indigestos, deteníase aún por falta de revólver y,ciertamente,anteelwinchesterdelcapataz.

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¡Perosituvieraun44!…

Lafortunallególeestavezenformabastantedesviada.

La compañera de Cayé, que desprovista ya de su lujoso atavío se ganaba la vidalavandolaropaalospeones,cambióundíadedomicilio.Cayélaesperódosnoches;yala tercera fue al rancho de su reemplazante, donde propinó una soberbia paliza a lamuchacha.Losdosmensúquedaronsoloscharlando,amistosamente, resultasde locualconvinieron en vivir juntos, a cuyo efecto el seductor se instaló con la pareja.Esto eraeconómicoybastantejuicioso.Perocomoelmensúparecíagustarrealmentedeladama–cosa rara en el gremio–, Cayé ofreciósela en venta por un revólver con balas, que élmismo sacaría del almacén. No obstante esta sencillez, el trato estuvo a punto deromperse,porqueaúltimahoraCayépidióqueseagregaraunmetrodetabacoencuerda,lo que pareció excesivo almensú.Concluyóse por fin elmercado, ymientras el frescomatrimonio se instalaba en su rancho, Cayé cargaba concienzudamente su 44 paradirigirseaconcluirlatardelluviosatomandomateconaquéllos.

El otoño finalizaba, y el cielo, fijo en sequía con chubascos de cinco minutos, sedescomponíaporfinenmaltiempoconstante,cuyahumedadhinchabaelhombrodelosmensú.Podeley,libredeestohastaentonces,sintióseundíacontaldesganoalllegarasuviga,quesedetuvo,mirandoatodaspartessinsaberquéhacer.Noteníaánimoparanada.Volvióasucobertizo,yenelcaminosintióunligerocosquilleoenlaespalda.

Podeleysabíamuybienquésignificabaaqueldesganoyaquelhormigueoaflordepiel.Sentósefilosóficamenteatomarmateymediahoradespuésunhondoylargoescalofríorecorríalelaespalda.

Nohabíanadaquehacer.Elmensúseechósobrelasvarastiritandodefrío,dobladoengatillobajoelponcho,mientraslosdientes,incontenibles,castañeteabanamásnopoder.

Aldíasiguienteelacceso,noesperadohastaelcrepúsculo,tornóamediodía,yPodeleyfuealacomisaríaapedirquinina.Tanclaramentesedenunciabaelchuchoenelaspectodelmensú, que el dependiente, sinmirar casi al enfermo, bajó los paquetes dequinina.Podeley volcó tranquilamente sobre su lengua la terrible amargura aquella, y cuandoregresabaalmontetropezóconelmayordomo.

–¡Vos también! –le dijo el mayordomo, mirándolo–. Y van cuatro. Los otros noimporta…pocacosa.Vossoscumplidor…¿Cómoestátucuenta?

–Faltapoco…Peronovoyapoderhachear…

–¡Bah!Curatebienynoesnada…Hastamañana.

–Hastamañana–sealejóPodeleyapresurandoelpaso,porqueenlostalonesacababadesentirunlevecosquilleo.

El tercer ataque comenzó una hora después, quedando Podeley desplomado en unaprofundafaltadefuerzas,ylamiradafijayopaca,comosinopudieraalcanzarmásalládeunoodosmetros.

Eldescansoabsolutoaqueseentregóportresdías–bálsamoespecíficoparaelmensú,porloinesperado–,nohizosinoconvertirleenunbultocastañeteanteyarrebujadosobreun raigón. Podeley, cuya fiebre anterior había tenido honrado y periódico ritmo, no

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presagiónadabuenoparaéldeesagalopadadeaccesos,casisinintermitencia.Hayfiebreyfiebre.Silaquininanohabíacortadoaraselsegundoataque,erainútilquesequedaraallá arriba, amorir hecho un ovillo en cualquier recodo de picada.Y bajó de nuevo alalmacén.

–¡Otravez,vos!–lorecibióelmayordomo.Esonoandabien…¿Notomastequinina?

–Tomé…nomehalloconestafiebre…Nopuedoconmihacha.Siquerésdarmeparamipasaje,tevoyacumplirencuantomesane…

Elmayordomocontemplóaquellaruina,ynoestimóengrancosalavidaquequedabaensupeón.

–¿Cómoestátucuenta?–preguntóotravez.

–Deboveintepesostodavía…Elsábadoentregué…

Mehalloenfermogrande…

–Sabés bien quemientras tu cuenta no esté pagada, debés quedar.Abajo… te podésmorir.Curateaquí,yarreglástucuentaenseguida.

¿Curarse de una fiebre perniciosa, allí donde se la adquirió? No, por cierto; pero elmensú que se va puede no volver, y el mayordomo prefería hombre muerto a deudorlejano.

Podeley jamás había dejado de cumplir nada, única altanería que se permite ante supatrónunmensúdetalla.

–¡Nomeimportaquehayasdejadoonodecumplir!–replicóelmayordomo–.¡Pagátucuentaprimero,ydespuéshablaremos!

Esta injusticia para con él creó lógica y velozmente el deseo del desquite. Fue ainstalarseconCayé,cuyoespírituconocíabien,yambosdecidieronescaparseelpróximodomingo.

–¡Ahí tenés! –gritó el mayordomo a Podeley esa misma tarde al cruzarse con él–.Anoche se han escapado tres… ¿Eso es lo que te gusta, no? ¡Esos también erancumplidores! ¡Comovos! ¡Peroantesvasa reventaraquí,que salirde laplanchada! ¡Ymuchocuidado,vosytodoslosqueestánoyendo!¡Yasaben!

Ladecisióndehuirysuspeligros–paralosqueelmensúnecesitatodassusfuerzas–escapazdeconteneralgomásqueuna fiebreperniciosa.Eldomingo,por lodemás,habíallegado;yconfalsasmaniobrasdelavajederopa,simuladosguitarreosenelranchodetalocual, lavigilanciapudoserburlada,yPodeleyyCayéseencontrarondeprontoamilmetrosdelacomisaría.

Mientras no se sintieran perseguidos, no abandonarían la picada, pues Podeleycaminabamal.Yaúnasí…

Laresonanciapeculiardelbosquetrájoles,lejana,unavozronca:

–¡Alacabeza!¡Alosdos!

Y unmomento después desembocando de un codo de la picada surgían corriendo elcapatazytrespeones.Lacaceríacomenzaba.

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Cayéamartillósurevólversindejardehuir.

–¡Entregáte,añá!–gritóleselcapatazdesdeatrás.

–Entremosenelmonte–dijoPodeley–.Yonotengofuerzaparamimachete…

–¡Volvéotetiro!–llegóotravoz.

–Cuandoesténmáscerca…–comenzóCayé.Unabaladewinchesterpasósilbandoporlapicada.

–¡Entrá!–gritóCayéasucompañero.Yparapetándosetrasunárbol,descargóhacialosperseguidorescincotirosdesurevólver.

Unagriteríaagudarespondióles,mientrasotrabaladewinchesterhacíasaltarlacortezadelárbolqueocultabaaCayé.

–¡Entregáteotevoyadejarlacabeza…!

–¡Andánomás!–instóCayéaPodeley–.Yovoya…

Y tras nueva descarga entró a su vez en el monte. Los perseguidores, detenidos unmomentoporlasexplosiones,lanzáronserabiososadelante,fusilando,golpetrasgolpedewinchester,elderroteroprobabledelosfugitivos.

Acienmetrosde lapicada,y siguiendosumisma línea,CayéyPodeley sealejaban,dobladoshastaelsueloparaevitarlaslianas.Losperseguidorespresumíanestamaniobra;pero como dentro del monte el que ataca tiene cien probabilidades contra una de serdetenido por una bala en mitad de la frente, el capataz se contentaba con salvas dewinchesteryaullidosdesafiantes.Porlodemás,lostiroserradoshoyhabíanhecholindoblancolanochedeljueves…

Elpeligrohabíapasado.Losfugitivossesentaron,rendidos.Podeleyseenvolvióenelponcho, y recostado en la espalda de su compañero, sufrió en dos terribles horas dechucho,elcontragolpedeaquelesfuerzo.

Luegoprosiguieronlafuga,siemprealavistadelapicada,ycuandolanochellegó,porfin,acamparon.Cayéhabíallevadochipas,yPodeleyencendiófuego,noobstantelosmilinconvenientes en un país donde, fuera de los pavones, hay otros seres que tienendebilidadporlaluz,sincontarloshombres.

Elsolestabamuyaltoyacuandoalamañanasiguienteencontraronelriacho,primerayúltimaesperanzade losescapados.Cayécortódoce tacuaras sinmásprolijaelección,yPodeley,cuyasúltimasfuerzasfuerondedicadasacortarlosisipós,tuvoapenastiempodehacerloantesdearrollarseatiritar.

Cayé, pues, construyó solo la jangada –diez tacuaras atadas longitudinalmente conlianas,llevandoencadaextremounaatravesada.

Alosdiezsegundosdeconcluidaseembarcaron.Ylajangadilla,arrastradaaladeriva,entróenelParaná.

Lasnochessonenesaépocaexcesivamentefrescas;ylosdosmensú,conlospiesenelagua, pasaron la noche helados, uno junto al otro. La corriente del Paraná, que llegabacargado de inmensas lluvias, retorcía la jangada en el borbollón de sus remolinos, y

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aflojabalentamentelosnudosdeisipó.

En todoeldía siguientecomierondoschipas,último restodeprovisión,quePodeleyprobó apenas. Las tacuaras taladradas por los tambús se hundían.Y al caer la tarde, lajangadahabíadescendidoaunacuartadelniveldelagua.

Sobreelríosalvaje,encajonadoenloslúgubresmurallonesdebosque,desiertodelmásremoto ¡ay!, los dos hombres, sumergidos hasta la rodilla, derivaban girando sobre símismos, detenidos un momento inmóviles ante un remolino, siguiendo de nuevo,sosteniéndoseapenassobrelastacuarascasisueltasqueseescapabandesuspies,enunanochedetintaquenoalcanzabanarompersusojosdesesperados.

El agua llegábales ya al pecho cuando tocaron tierra. ¿Dónde? No lo sabían… Unpajonal.Peroenlamismaorillaquedaroninmóviles,tendidosdevientre.

Yadeslumbrabaelsolcuandodespertaron.Elpajonalseextendíaveintemetros tierraadentro,sirviendodelitoralaríoybosque.Amediacuadraalsur,elriachoParanaí,quedecidieron vadear cuando hubieran recuperado las fuerzas. Pero éstas no volvían tanrápidamentecomoeradedesear,dadoque loscogollosygusanosde tacuarason tardosfortificantes. Y durante veinte horas la lluvia cerrada transformó al Paraná en aceiteblanco,yalParanaíenfuriosaavenida.Todoimposible.Podeleyseincorporódeprontochorreandoagua,yapoyándoseenelrevólverparalevantarse,apuntóaCayé.Volabadefiebre.

–¡Pasá,añá!…

Cayévio quepocopodía esperar de aquel delirio, y se inclinódisimuladamente paraalcanzarasucompañerodeunpalo.Peroelotroinsistió:

–¡Andáalagua!¡Vosmetrajiste!¡Bandeáelrío!

Losdedoslívidostemblabansobreelgatillo.

Cayéobedeció;dejósellevarporlacorrienteydesapareciótraselpajonal,alquepudoabordarconterribleesfuerzo.

Desdeallí,ydeatrás,acechóasucompañero;peroPodeleyyacíadenuevodecostado,con las rodillas recogidashasta el pecho, bajo la lluvia incesante.Al aproximarseCayéalzólacabeza,ysinabrirelenfermolosojos,cegadosporelagua,murmuró:

–Cayé,caray…Fríomuygrande…

Llovióaún toda lanochesobreelmoribundo, la lluviablancaysordade losdiluviosotoñales,hastaquealamadrugadaPodeleyquedóinmóvilparasiempreensutumbadeagua.

Y en el mismo pajonal, sitiado siete días por el bosque, el río y la lluvia, elsupervivienteagotó las raícesygusanosposibles,perdiópocoapocosus fuerzas,hastaquedarsentado,muriéndosedefríoyhambre,conlosojosfijosenelParaná.

ElSílex, quepasópor allí al atardecer, recogió almensúya casimoribundo.Mas sufelicidad transformóse en terror al darse cuenta, al día siguiente, de que el vaporremontabaelrío.

–¡Porfavortepido!–lloriqueóanteelcapitán–.¡NomebajésenPuertoX!¡Mevana

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matar!…¡Telopidodeveras!…

El Sílex volvió a Posadas, llevando con él al mensú, empapado aún en pesadillasnocturnas.

Pero a losdiezminutosdebajar a tierra estabayaborrachoconnuevacontrata, y seencaminabatambaleandoacomprarextractos.

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Capítulo9Lagallinadegollada

Todo el día, sentados en el patio en un banco, estaban los cuatro hijos idiotas delmatrimonioMazzini–Ferraz.Teníanlalenguaentreloslabios,losojosestúpidosyvolvíanlacabezaconlabocaabierta.

El patio era de tierra, cerrado al oeste por un cerco de ladrillos. El banco quedabaparaleloaél,acincometros,yallísemanteníaninmóviles,fijoslosojosenlosladrillos.Como el sol se ocultaba tras el cerco, al declinar los idiotas tenían fiesta. La luzenceguecedora llamaba su atención al principio, poco a poco sus ojos se animaban; sereíanal finestrepitosamente,congestionadospor lamismahilaridadansiosa,mirandoelsolconalegríabestial,comosifueracomida.

Otras veces, alineados en el banco, zumbaban horas enteras, imitando al tranvíaeléctrico. Los ruidos fuertes sacudían asimismo su inercia, y corrían entonces,mordiéndose la lengua y mugiendo, alrededor del patio. Pero casi siempre estabanapagadosenunsombríoletargodeidiotismo,ypasabantodoeldíasentadosensubanco,conlaspiernascolgantesyquietas,empapandodeglutinosasalivaelpantalón.

Elmayor teníadoce años, y elmenorocho.En todo su aspecto sucioydesvalido senotabalafaltaabsolutadeunpocodecuidadomaternal.

Esoscuatroidiotas,sinembargo,habíansidoundíaelencantodesuspadres.Alostresmeses de casados,Mazzini y Berta orientaron su estrecho amor de marido y mujer, ymujerymarido,haciaunporvenirmuchomásvital:unhijo:¿Quémayordichaparadosenamoradosqueesahonradaconsagracióndesucariño,libertadoyadelvilegoísmodeunmutuoamorsinfinningunoy,loqueespeorparaelamormismo,sinesperanzasposiblesderenovación?

Así lo sintieron Mazzini y Berta, y cuando el hijo llegó, a los catorce meses dematrimonio,creyeroncumplidasufelicidad.Lacriaturacreció,bellayradiante,hastaquetuvoañoymedio.Peroenelvigésimomessacudiéronlounanocheconvulsionesterribles,y a la mañana siguiente no conocía más a sus padres. El médico lo examinó con esaatenciónprofesionalqueestávisiblementebuscandolacausadelmalenlasenfermedadesdelospadres.

Despuésdealgunosdías losmiembrosparalizados recobraronelmovimiento;pero lainteligencia,elalma,aunelinstinto,sehabíanidodeltodo;habíaquedadoprofundamenteidiota,baboso,colgante,muertoparasiempresobrelasrodillasdesumadre.

–¡Hijo, mi hijo querido! –sollozaba ésta, sobre aquella espantosa ruina de suprimogénito.

Elpadre,desolado,acompañóalmédicoafuera.

–Austed se le puededecir; creoque es un casoperdido.Podrámejorar, educarse en

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todoloquelepermitasuidiotismo,peronomásallá.

–¡Sí!…¡sí!…–asentíaMazzini.–Perodígame:¿Ustedcreequeesherencia,que…?

–Encuantoalaherenciapaterna,yaledijeloquecreícuandoviasuhijo.Respectoalamadre,hayallíunpulmónquenosoplabien.Noveonadamás,perohayunsoplounpocorudo.Hágalaexaminarbien.

Con el alma destrozada de remordimiento, Mazzini redobló el amor a su hijo, elpequeñoidiotaquepagabalosexcesosdelabuelo.Tuvoasimismoqueconsolar,sostenersintreguaaBerta,heridaenlomásprofundoporaquelfracasodesujovenmaternidad.

Comoesnatural,elmatrimoniopusotodosuamorenlaesperanzadeotrohijo.Nacióéste, y su salud y limpidez de risa reencendieron el porvenir extinguido. Pero a losdieciochomeseslasconvulsionesdelprimogénitoserepetian,yaldíasiguienteamanecíaidiota.

Estavezlospadrescayeronenhondadesesperación.¡Luegosusangre,suamorestabanmalditos! ¡Suamor, sobre todo!Veintiochoañosél,veintidósella,y todasuapasionadaternura no alcanzaba a crear un átomo de vida normal. Ya no pedían más belleza einteligenciacomoenelprimogénito;¡perounhijo,unhijocomotodos!

Del nuevo desastre brotaron nuevas llamaradas de dolorido amor, un loco anhelo deredimirdeunavezparasiemprelasantidaddesuternura.Sobrevinieronmellizos,ypuntoporpuntorepitióseelprocesodelosdosmayores.

Mas,porencimadesuinmensaamargura,quedabaaMazziniyBertagrancompasiónporsuscuatrohijos.

Hubo que arrancar del limbo de la más honda animalidad, no ya sus almas, sino elinstintomismoabolido.Nosabíandeglutir,cambiardesitio,niaunsentarse.Aprendieronalfinacaminar,perochocabancontratodo,pornodarsecuentadelosobstáculos.Cuandolos lavaban mugían hasta inyectarse de sangre el rostro. Animábanse sólo al comer, ocuandoveíancoloresbrillantesuoíantruenos.Sereíanentonces,echandoafueralenguayríosdebaba,radiantesdefrenesíbestial.Tenían,encambio,ciertafacultadimitativa;peronosepudoobtenernadamás.

Conlosmellizosparecióhaberconcluidolaaterradoradescendencia.Peropasadostresaños desearon de nuevo ardientemente otro hijo, confiando en que el largo tiempotranscurridohubieraaplacadoalafatalidad.

Nosatisfacíansusesperanzas.Yeneseardienteanheloqueseexasperaba,enrazóndesu infructuosidad, se agriaron. Hasta ese momento cada cual había tomado sobre sí laparte que le correspondía en lamiseria de sus hijos; pero la desesperanza de redenciónantelascuatrobestiasquehabíannacidodeellos,echóafueraesaimperiosanecesidaddeculparalosotros,queespatrimonioespecíficodeloscorazonesinferiores.

Iniciáronseconelcambiodepronombres:tushijos.Ycomoamásdelinsultohabíalainsidia,laatmósferasecargaba.

–Meparece–díjoleunanocheMazzini,queacababadeentraryselavabalasmanos–quepodríastenermáslimpiosalosmuchachos.

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Bertacontinuóleyendocomosinohubieraoído.

–Eslaprimeravez–repusoalrato–queteveoinquietarteporelestadodetushijos.

Mazzinivolvióunpocolacaraaellaconunasonrisaforzada:

–Denuestroshijos,¿meparece?

–Bueno;denuestroshijos.¿Tegustaasí?–alzóella

EstavezMazziniseexpresóclaramente:

–¿Creoquenovasadecirqueyotengalaculpa,no?

–¡Ah, no! –se sonrió Berta, muy pálida– ¡pero yo tampoco, supongo!… ¡No faltabamás!…–murmuró.

–¿Qué,nofaltabamás?

– ¡Que si alguien tiene la culpa, no soy yo, entiéndelo bien!Eso es lo que te queríadecir.

Sumaridolamiróunmomento,conbrutaldeseodeunmomentoconinsultarla.

– ¡Dejemos! –articuló, secándose por fin lasmanos. –Como quieras; pero si quieresdecir…–¡Berta!–¡Comoquieras!Estefueelprimerchoqueylesucedieronotros.Peroenlasinevitables

reconciliaciones,susalmasseuníandoblearrebatoylocuraporotrohijo.

Nacióasíunaniña.Vivierondosañosconlaangustiaaflordealma,esperandosiempreotro desastre. Nada acaeció, sin embargo, y los padres pusieron en ella toda sucomplacencia, que la pequeña llevaba a los más extremos límites del mimo y la malacrianza.

Si aún en los últimos tiempos Berta cuidaba siempre de sus hijos, al nacer Bertitaolvidósecasideltododelosotros.Susolorecuerdolahorrorizaba,comoalgoatrozquelahubieranobligadoacometer.AMazzini,bienqueenmenorgrado,pasábalelomismo.

Noporesolapazhabíallegadoasusalmas.Lamenorindisposicióndesuhijaechabaahoraafuera,coneldeterrordeperderla,losrencoresdesudescendenciapodrida.Habíanacumulado hiel sobrado tiempo para que el vaso no quedara distendido, y al menorcontacto el veneno se vertía afuera. Desde el primer disgusto emponzoñado habíanseperdidoelrespeto;ysihayalgoaqueelhombresesientearrastradoconcruelfruición,es,cuandoyasecomenzó,ahumillardeltodoaunapersona.Antesseconteníanporlamutuafaltadeéxito;ahoraqueéstehabía llegado,cadacual, atribuyéndoloa símismo, sentíamayorlainfamiadeloscuatroengendrosqueelotrohabíaleforzadoacrear.

Con estos sentimientos, no hubo ya para los cuatro hijosmayores afecto posible. Lasirvientalosvestía,lesdabadecomer,losacostaba,convisiblebrutalidad.Noloslavabancasinunca.Pasabancasitodoeldíasentadosfrentealcerco,abandonadosdetodaremotacaricia.

DeestemodoBertitacumpliócuatroaños,yesanoche,resultadodelasgolosinasqueera a los padres absolutamente imposible negarle, la criatura tuvo algún escalofrío yfiebre.Yeltemoraverlamoriroquedaridiota,tornóareabrirlaeternallaga.

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Hacíatreshorasquenohablaban,yelmotivofue,comocasisiempre,losfuertespasosdeMazzini.

–¡MiDios!¿Nopuedescaminarmásdespacio?¿Cuántasveces?…

–Bueno,esquemeolvido;¡seacabó!Nolohagoapropósito.

Ellasesonrió,desdeñosa:

–¡No,notecreotanto!

–Niyo,jamás,tehubieracreídotantoati…¡tisiquilla!

–¡Qué!¿quédijiste?…

–¡Nada!

–¡Sí, teoíalgo!Mira: ¡nosé loquedijiste;pero te juroqueprefierocualquiercosaatenerunpadrecomoelquehastenidotú!

Mazzinisepusopálido.

–¡Al fin! –murmuró con los dientes apretados.– ¡Al fin, víbora, has dicho lo quequerías!

–¡Sí, víbora, sí! ¡Pero yo he tenido padres sanos! ¿Oyes?, ¡sanos! ¡Mi padre no hamuertodedelirio! ¡Yohubiera tenidohijoscomolosde todoelmundo!¡Esossonhijostuyos,loscuatrotuyos!

Mazziniexplotóasuvez.

–¡Víboratísica!¡esoesloquetedije,loquetequierodecir!¡Pregúntale,pregúntalealmédicoquién tiene lamayor culpade lameningitis de tushijos:mipadreo tupulmónpicado,víbora!

Continuaron cada vez con mayor violencia, hasta que un gemido de Bertita sellóinstantáneamente sus bocas. A la una de la mañana la ligera indigestión habíadesaparecido, y como pasa fatalmente con todos los matrimonios jóvenes que se hanamado intensamente una vez siquiera, la reconciliaciónRegó, tantomás efusiva cuantohirientesfueranlosagravios.

Amaneció un espléndido día, y mientras Berta se levantaba escupió sangre. Lasemocionesymalanochepasadatenían,sinduda,granculpa.Mazzinilaretuvoabrazadalargo rato, y ella lloródesesperadamente, pero sin queninguno se atreviera a decir unapalabra.

Alasdiezdecidieronsalir,despuésdealmorzar.Comoapenasteníantiempo,ordenaronalasirvientaquemataraunagallina.

El día radiante había arrancado a los idiotas de su banco. Demodo quemientras lasirvienta degollaba en la cocina al animal, desangrándolo con parsimonia (Berta habíaaprendidodesumadreestebuenmododeconservarfrescuraalacarne),creyósentiralgocomorespiracióntrasella.Volvióse,yvioaloscuatroidiotas,conloshombrospegadosunoaotro,mirandoestupefactoslaoperación.Rojo…rojo…

–¡Señora!Losniñosestánaquí,enlacocina.

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Bertallegó;noqueríaquejamáspisaranallí.¡Yniaúnenesashorasdeplenoperdón,olvidoyfelicidadreconquistada,podíaevitarseesahorriblevisión!Porque,naturalmente,cuantomásintensoseranlosraptosdeamorasumaridoehija,másirritadoerasuhumormásirritableerasuhumorconlosmonstruos.

–¡Quesalgan,María!¡Échelos!¡Échelos,ledigo!Lascuatropobresbestias,sacudidas,brutalmenteempujadas,fueronadarasubanco.

Despuésdealmorzar,salierontodos.LasirvientafueaBuenosAires,yelmatrimonioapasearporlasquintas.Albajarelsolvolvieron,peroBertaquisosaludarunmomentoasusvecinasdeenfrente.Suhijaescapóseenseguidaacasa.

Entretanto los idiotas no se habíanmovido en todo el día de su banco. El sol habíatraspuestoyaelcerco,comenzabaahundirse,yelloscontinuabanmirando los ladrillos,másinertesquenunca.

Depronto,algoseinterpusoentresumiradayelcerco.Suhermana,cansadadecincohoras paternales, quería observar por su cuenta. Detenida al pie del cerco, mirabapensativa la cresta. Quería trepar, eso no ofrecía duda. Al fin decidióse por una silladesfondada, pero faltaba aún. Recurrió entonces a un cajón de kerosene, y su instintotopográficohízolecolocarverticalelmueble,conlocualtriunfó.

Los cuatro idiotas, la mirada indiferente, vieron cómo su hermana lograbapacientementedominarelequilibrio,ycómoenpuntasdepieapoyabalagargantasobrelacrestadelcerro,entresusmanostirantes.

Viéronlamiraratodoslados,ybuscarapoyoconelpieparaalzarsemás.

Perolamiradadelosidiotassehabíaanimado;unamismaluzinsistenteestabafijaensuspupilas.Noapartaban losojosde suhermana,mientras creciente sensacióndegulabestialibacambiandocadalíneadesusrostros.Lentamenteavanzaronhaciaelcerco.Lapequeña,quehabiendologradocalzarelpie,ibayaamontarahorcajadasyacaersedelotrolado,seguramente,sintiósecogidadelapierna.Debajodeella,losochoojosclavadosenlossuyosledieronmiedo.

–¡Soltáme!¡dejáme!–gritósacudiendolapierna.Perofueatraída.

–¡Mamá!¡Ay,mamá!¡Mamá,papá!–lloróimperiosamente.Tratóaúndesujetarsedelborde,perosintiósearrancadaycayó.

–Mamá,¡ay!Ma…–Nopudogritarmás.Unodeellosleapretóelcuello,apartandolosbuclescomosifueranplumas,ylosotroslaarrastrarondeunasolapiernahastalacocina,donde esa mañana se había desangrado a la gallina, bien sujeta, arrancándole la vidasegundoporsegundo.

Mazzini,enlacasadeenfrente,creyóoírlavozdesuhija.

–Meparecequetellama–ledijoaBerta.

Prestaron oído, inquietos, pero no oyeron más. Con todo, un momento después sedespidieron,ymientrasBertaibaadejarsusombrero,Mazziniavanzóenelpatio:

–¡Bertita!

Nadierespondió.

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–¡Bertita!–alzómáslavoz,yaalterada.

Yelsilenciofuetanfúnebreparasucorazónsiempreaterrado,quelaespaldaselehelódehorriblepresentimiento.

–¡Mi hija, mi hija! –corrió ya desesperado hacia el fondo. Pero al pasar frente a lacocinavioenelpisounmardesangre.Empujóviolentamentelapuertaentornada,ylanzóungritodehorror.

Berta,queyasehabíalanzadocorriendoasuvezaloírelangustiosollamadodelpadre,oyóelgritoyrespondióconotro.Peroalprecipitarseenlacocina,Mazzini,lívidocomolamuerte,seinterpuso,conteniéndola:

–¡Noentres!¡Noentres!

Berta alcanzó a ver el piso inundadode sangre. Sólo pudo echar sus brazos sobre lacabezayhundirsealolargodeélconunroncosuspiro.

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Capítulo10Elalmohadóndeplumas

Sulunademielfueunlargoescalofrío.Rubia,angelicalytímida,elcarácterdurodesumaridohelósussoñadasniñeríasdenovia.Ellaloqueríamucho,sinembargo,aunqueaveces con un ligero estremecimiento cuando volviendo de noche juntos por la calle,echabaunafurtivamiradaalaaltaestaturadeJordán,mudodesdehacíaunahora.Él,porsuparte,laamabaprofundamente,sindarloaconocer.

Durantetresmeses–sehabíancasadoenabril–,vivieronunadichaespecial.Sindudahubiera ella deseado menos severidad en ese rígido cielo de amor; más expansiva eincautaternura;peroelimpasiblesemblantedesumaridolaconteníasiempre.

–Lacasaenquevivíaninfluíanopocoensusestremecimientos.Lablancuradelpatiosilencioso –frisos, columnas y estatuas de mármol –producía una otoñal impresión depalacioencantado.Dentro,elbrilloglacialdelestuco,sinelmásleverasguñoenlasaltasparedes,afirmabaaquellasensacióndedesapaciblefrío.Alcruzardeunapiezaaotra,lospasoshallabanecoen toda lacasa, comosiun largoabandonohubiera sensibilizadosuresonancia.

Eneseextrañonidodeamor,Aliciapasótodoelotoño.Habíaconcluído,noobstante,por echar un velo sobre sus antiguos sueños, y aún vivía dormida en la casa hostil sinquererpensarennadahastaquellegabasumarido.

No es raro que adelgazara. Tuvo un ligero ataque de influenza que se arrastróinsidiosamentedíasydías;Alicianosereponíanunca.Alfinunatardepudosaliraljardínapoyadaenelbrazodesumarido.Mirabaindiferenteaunoyotrolado.DeprontoJordán,conhondaternura,lepasómuylentolamanoporlacabeza,yAliciarompióenseguidaensollozos, echándole los brazos al cuello. Lloró largamente, todo su espanto callado,redoblando el llanto a la más leve caricia de Jordán. Luego los sollozos fueronretardándose,y aúnquedó largo rato escondida en su cuello, sinmoversenipronunciarunapalabra.

Fue ése el último día que Alicia estuvo levantada. Al día siguiente amaneciódesvanecida.Elmédico de Jordán la examinó con suma atención, ordenándole calmaydescansoabsolutos.

–No sé– le dijo a Jordán en la puerta de calle–.Tiene una gran debilidad que nomeexplico.Ysinvómitos,nada…Simañanasedespiertacomohoy,llámemeenseguida.

Al día siguiente Alicia amanecía peor. Hubo consulta. Constatóse una anemia demarchaagudísima,completamenteinexplicable.Alicianotuvomásdesmayos,peroseibavisiblemente a lamuerte.Todo el día el dormitorio estaba con las lucesprendidasy enplenosilencio.Pasábansehorassinqueseoyeraelmenorruido.Aliciadormitaba.Jordánvivíacasienlasala,tambiéncontodalaluzencendida.Paseábasesincesardeunextremoaotro,conincansableobstinación.Laalfombraahogabasuspasos.Aratosentrabaenel

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dormitorioyproseguíasumudovaivénalolargodelacama,deteniéndoseuninstanteencadaextremoamirarasumujer.

ProntoAlicia comenzó a tener alucinaciones, confusas y flotantes al principio, y quedescendieronluegoarasdelsuelo.Lajoven,conlosojosdesmesuradamenteabiertos,nohacíasinomirarlaalfombraaunoyotroladodelrespaldodelacama.Unanochequedóde repentecon losojos fijos.Al ratoabrió labocaparagritar,y susnaricesy labios seperlarondesudor.

–¡Jordán!¡Jordán!–clamó,rígidadeespanto,sindejardemirarlaalfombra.

Jordáncorrióaldormitorio,yalverloaparecerAlicialanzóunalaridodehorror.

–¡Soyyo,Alicia,Soyyo!

Alicialomiróconextravío,mirólaalfombra,volvióamirarlo,ydespuésdelargoratodeestupefactaconfrontación,volvióensí.Sonrióy tomóentre las suyas lamanodesumarido,acariciándolapormediahoratemblando.

Entre sus alucinaciones más porfiadas, hubo un antropoide apoyado en la alfombrasobrelosdedos,queteníafijosenellalosojos.

Losmédicosvolvieroninútilmente.Habíaallídelantedeellosunavidaqueseacababa,desangrándosedíaadía,horaahora,sinsaberabsolutamentecómo.

EnlaúltimaconsultaAliciayacíaenestupormientraselloslapulsaban,pasándosedeunoaotrolamuñecainerte.Laobservaronlargoratoensilencio,ysiguieronalcomedor.

–Pst… – se encogió de hombros desalentado el médico de cabecera –. Es un casoinexplicable…Pocohayquehacer…

–¡Sóloesomefaltaba!–resoplóJordán.Ytamborileóbruscamentesobrelamesa.

Aliciafueextinguiéndoseensubdeliriodeanemia,agravadodetarde,peroqueremitíasiempre en las primeras horas. Durante el día no avanzaba su enfermedad, pero cadamañanaamanecíalívida,ensíncopecasi.

Parecíaqueúnicamentedenocheselefueralavidaennuevasoleadasdesangre.Teníasiemprealdespertarlasensacióndeestardesplomadaenlacamaconunmillóndekilosencima.Desdeeltercerdíaestehundimientonolaabandonómás.Apenaspodíamoverlacabeza. No quiso que le tocaran la cama, ni aun que le arreglaran el almohadón. Susterrorescrepuscularesavanzabanahoraenformademonstruosquesearrastrabanhastalacama,ytrepabandificultosamenteporlacolcha.

Perdió luego el conocimiento.Los dos días finales deliró sin cesar amedia voz.Lasluces continuaban fúnebremente encendidas en el dormitorio y la sala. En el silencioagónicodelacasa,noseoíamásqueeldeliriomonótonoquesalíadelacama,yelsordoretumbodeloseternospasosdeJordán.

Aliciamurió,por fin.Lasirvienta,cuandoentródespuésadeshacer lacama,solaya,miróunratoextrañadaelalmohadón.

–¡Señor!–llamóaJordánenvozbaja–.Enelalmohadónhaymanchasqueparecendesangre.

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Jordánseacercórápidamenteysedoblósobreaquél.Efectivamente,sobrelafunda,aambosladosdelhuecoquehabíadejadolacabezadeAlicia,seveíanmanchitasoscuras.

–Parecenpicaduras–murmurólasirvientadespuésdeunratodeinmóvilobservación.

–Levánteloalaluz–ledijoJordán.

Lasirvientalolevantó;peroenseguidalodejócaer,ysequedómirandoaaquél,lívidaytemblando.Sinsaberporqué,Jordánsintióqueloscabellosseleerizaban.

–¿Quéhay?–murmuróconlavozronca.

–Pesamucho–articulólasirvienta,sindejardetemblar.

Jordán lo levantó; pesaba extraordinariamente. Salieron con él, y sobre la mesa delcomedorJordáncortofundayenvolturadeun tajo.Lasplumassuperioresvolaron,y lasirvientadioungritodehorrocontodalabocaabierta,levándoselasmanoscrispadasalos bandós. Sobre el fondo, entre las plumas, moviendo lentamente las patas velludas,habíaunanimalmonstruoso,unabolavivienteyviscosa.Estabatanhinchadoqueapenasselepronunciabalaboca.

Nocheanoche,desdequeAliciahabíacaídoencama,habíaaplicadosigilosamentesuboca–sutrompa,mejordicho–alassienesdeaquélla,chupándolelasangre.Lapicaduraera casi imperceptible. La remoción diaria del almohadón sin duda había impedido alprincipio su desarrollo: pero desde que la joven no pudo moverse, la succión fuevertiginosa.Encincodías,encinconoches,habíaelmonstruovaciadoaAlicia.

Estosparásitosdelasaves,diminutosenelmediohabitual,lleganaadquirirenciertascondiciones proporciones enormes. La sangre humana parece serles particularmentefavorable,ynoesrarohallarlosenlosalmohadonesdepluma.

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Capítulo11Yaguí

Ahorabien,nopodíasersinoallí.Yaguaíolfateólapiedra–unsólidobloquedemineraldehierro–ydiounacautelosavueltaentorno.BajoelsolamediodíadeMisiones,elairevibrabasobreelnegropeñasco, fenómenoéstequenoseducíaal fox–terrier.Allíabajo,sin embargo, estaba la lagartija. El perro giró nuevamente alrededor, resopló en unintersticio, y, parahonorde la raza, rascóun instante el bloque ardiente.Hecho lo cualregresó con paso perezoso, que no impedía un sistemático olfateo a ambos lados delsendero.

Entró en el comedor, echándose entre el aparador y la pared, fresco refugio que élconsiderabacomosuyo,apesardetenerensucontralaopinióndetodalacasa.Peroelsombríorincón,admirablecuandoaladepresióndelaatmósferaacompañafaltadeaire,tornábase imposible en un día de viento norte.Era éste otro flamante conocimiento delfox–terrier,enquienluchabaaúnlaherenciadelpaístemplado–BuenosAires,patriadesusabuelosysuya–,dondesucedeprecisamentelocontrario.Salió,porlotanto,afuera,ysesentóbajounnaranjo,enplenovientodefuego,peroquefacilitaba inmensamente larespiración.Ycomolosperrostranspiranmuypoco,Yaguaíapreciabacuantoesdebidoalvientoevaporizador,sobrelalenguadanzantepuestaasupaso.

El termómetroalcanzabaenesemomentoacuarentagrados.Pero losfox–terriersdebuena cuna son singularmente falaces en cuanto a promesas de quietud se refiera.Bajoaquelmediodía de fuego, sobre lameseta volcánica que la roja arena tornaba aúnmáscaliente,habíalagartijas.

Con la boca ahora cerrada,Yaguaí traspuso el tejido de alambre y se halló en plenocampodecaza.Desdesetiembrenohabíalogradootraocupaciónalassiestasbravas.Estavezrastreócuatrolagartijasdelaspocasquequedabanya,cazótres,perdióuna,ysefueentoncesabañar.

Acienmetrosdelacasa,enlabasedelamesetayaorillasdelbananal,existíaunpozoenpiedravivade facturay formaoriginales,pues siendocomenzadoadinamitaporunprofesional,habíaloconcluidounaficionadoconpaladepunta.Verdadesquenomedíasinodosmetrosdehondura,tendiéndoseenlargaescarpaporunlado,amododetamajar.Sufuente,bienquesuperficial,resistíaasecasdedosmeses,loqueesbienmeritorioenMisiones.

Allísebañabaelfox–terrier,primerolalengua,despuéselvientresentadoenelagua,para concluir conuna travesía a nado.Volvía a la casa, siempre que algún rastro no seatravesara en su camino. Al caer el sol, tornaba al pozo. De aquí que Yaguaí sufrieravagamente de pulgas, y con bastante facilidad, el calor tropical para el que su raza nohabíasidocreada.

Elinstintocombativodelfox–terriersemanifestónormalmentecontralashojassecas;

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subió luego a las mariposas y su sombra, y se fijó por fin en las lagartijas. Aún ennoviembre,cuandoteníayaenjaqueatodaslasratasdelacasa,sugranencantoeranlossaurios.Lospeonesqueporaobllegabanalasiesta,admiraronsiemprelaobstinacióndelperro,resoplandoencuevitasbajounsoldefuego;sibienlaadmiracióndeaquéllosnopasabadelcuadrodecaza.

–Eso–dijounoundía,señalandoalperroconunavueltadecabeza–,nosirvemásqueparabichitos…

EldueñodeYaguaílooyó:

–Talvez–repuso–;peroningunodelosfamososperrosdeustedesseríacapazdehacerloquehaceése.

Loshombressesonrieronsincontestar.

Cooper,sinembargo,conocíabienalosperrosdemonteysumaravillosaaptitudparalacazaalacarrera,quesufox–terrier ignoraba.¿Enseñarle?Acaso;peronoteníacómohacerlo.

PrecisamenteesamismatardeunpeónsequejóaCooperde losvenadosqueestabanconcluyendocon losporotos.Pedía escopeta, porqueaunqueél teníaunbuenperro, nopodíasinoavecesalcanzaralosvenadosdeunalcanzarlosdeunpalo…

Cooperprestólaescopeta,yaunpropusoiresanochealrozado.

–Nohayluna–objetóelpeón.

–Noimporta.Suelteelperroyveremossielmíolosigue.

Esanochefueronalplantío.Elpeónsoltóasuperro,yelanimalselanzóenseguidaenlastinieblasdelmonte,enbuscadeunrastro.

Al ver partir a su compañero,Yaguaí intentó en vano forzar la barrera de caraguatá.Logróloalfin,ysiguiólapistadelotro.Peroalosdosminutosregresaba,muycontentodeaquellaescapatorianocturna.Esosí,noquedóagujeritosinolfatearendiezmetrosalaredonda.

Perocazartraselrastro,enelmonte,aungalopequepuededurarmuybiendesdelamadrugadahastalastresdelatarde,esono.Elperrodelpeónhallóunapista,muylejos,queperdióenseguida.Unahoradespuésvolvíaasuamo,y todos juntosregresarona lacasa.Laprueba,sinoconcluyente,desanimóaCooper.

Seolvidóluegodeellos,mientraselfox–terriercontinuabacazandoratas,algúnlagartoozorroensucueva,ylagartijas.

Entretanto, los días se sucedían unos a otros, enceguecientes, pesados, en unaobstinación de viento norte que doblaba las verduras en lacios colgajos, bajo el blancocielo de los mediodías tórridos. El termómetro se mantenía entre treinta y cinco ycuarenta,sin lamásremotaesperanzade lluvia.Durantecuatrodíasel tiemposecargó,conasfixiantecalmayaumentódecalor.Ycuandoseperdióalfinlaesperanzadequeelsur devolviera en torrentes de agua todo el viento de fuego recibido unmes entero delnorte,lagenteseresignóaunadesastrosasequía.

El fox–terrier vivió desde entonces sentado bajo su naranjo, porque cuando el calor

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traspasaciertolímiterazonable,losperrosnorespiranbien,echados.Conlalenguaafueraylosojosentornados,asistióa lamuerteprogresivadecuantoerabrotaciónprimaveral.La huerta se perdió rápidamente. El maizal pasó del verde claro a una blancuraamarillenta, y a fines de noviembre sólo quedaban de él columnitas truncas sobre lanegruradesoladadelrozado.Lamandioca,heroicaentretodas,resistíabien.

Elpozodelfox–terrier–agotadasufuente–perdiódíaadíasuaguaverdosa,yahoratancalientequeYaguaínoibaaélsinodemañana,sibienhallabarastrosdeapereás,agutíesyhurones,quelasequíadelmonteforzabahastaelpozo.

Envueltade subaño, el perro se sentabadenuevo, viendo aumentarpoco apoco elviento,mientraseltermómetro,refrescadoaquincealamanecer,llegabaacuarentayunoalasdosdelatarde.Lasequedaddelairellevabaabeberalfox–terriercadamediahora,debiendoentonceslucharconlasavispasyabejasqueinvadíanlosbaldes,muertasdesed.Lasgallinas,conlasalasentierra,jadeabantendidasalatriplesombradelosbananos,laglorietaylaenredaderadeflorroja,sinatreverseadarunpasosobrelaarenaabrasada,ybajounsolquematabainstantáneamentealashormigasrubias.

Alrededor, cuanto abarcaban los ojos del fox–terrier: los bloques de hierro, elpedregullovolcánico,elmontemismo,danzaba,mareadodecalor.Aloeste,enelfondodelvalleboscoso,hundidoenladepresióndeladoblesierra,elParanáyacía,muertoaesahora en su agua de cinc, esperando la caída de la tarde para revivir. La atmósfera,entonces,ligeramenteahumadahastaesahora,sevelabaalhorizonteendensovapor,traselcualelsol,cayendosobreelrío,sosteníaseasfixiadoenperfectocírculodesangre.Ymientraselvientocesabaporcompletoy,enelaireaúnabrasado,Yaguaíarrastrabaporlamesetasudiminutamanchablanca,laspalmerasnegras,recortándoseinmóvilessobreelríocuajadoenrubí,infundíanenelpaisajeunasensacióndelujosoysombríooasis.

Losdíassesucedíaniguales.Elpozodelfox–terriersesecó,ylasasperezasdelavida,quehastaentoncesevitaranaYaguaí,comenzaronparaélesamismatarde.

DesdetiempoatráselperritoblancohabíasidomuysolicitadoporunamigodeCooper,hombre de selva, cuyosmuchos ratos perdidos se pasaban en elmonte tras los tatetos.Tenía tres perrosmagníficospara esta caza, aunquemuy inclinados a rastrear coatís, loqueenvolviendounapérdidadetiempoparaelcazador,constituyetambiénlaposibilidaddeundesastre,puesladentelladadeuncoatídegüellafundamentalmentealperroquenosupocogerlo.

Fragoso, habiendo visto un día trabajar al fox–terrier en un asunto de irara, a la queYaguaíforzóaestarsedefinitivamentequieta,dedujoqueunperritoqueteníaesetalentoespecialparamorderjustamenteentrecruzypescuezonoeraunperrocualquierapormáscorta que tuviera la cola. Por lo que instó repetidas veces aCooper a que le prestara aYaguaí.

–Yotelovoyaenseñarbienausted,patrón–ledecía.

–Tienetiempo–respondíaCooper.

Peroenesosdíasabrumadores–lavisitadeFragosohabiendoavivadoelrecuerdodelpedido–,Cooperleentregósuperroafindequeleenseñaraacorrer.

Yaguaícorrió,sinduda,muchomásdeloquehubieradeseadoelmismoCooper.

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Fragoso vivía en la margen izquierda del Yabebirí, y había plantado en octubre unmandiocalquenoproducíaaún,ymediahectáreademaízyporotos, totalmenteperdidapor la seca. Esto último, específico para el cazador, tenía para Yaguaí muy pocaimportancia, trastornándoleencambiolanuevaalimentación.Él,queencasadeCoopercoleabaantelamandiocasimplementecocida,paranoofenderasuamo,yolfateabaportresocuatroladosellocro,paranoquebrardeltodoconlacocinera,conociólaangustiadelosojosbrillantesyfijosenelamoquecome,paraconcluirlamiendoelplatoquesustrescompañeroshabíanpulidoya,esperandoansiosamenteelpuñadodemaízsancochadoquelesdabancadadía.

Lostresperrossalíandenocheacazarporsucuenta–maniobraéstaqueentrabaenelsistemaeducacionaldelcazador–;peroelhambre,quellevabaaaquéllosnaturalmentealmonte a rastrear para comer, inmovilizaba al fox–terrier en el rancho, único lugar delmundo donde podía hallar comida. Los perros que no devoran la caza, serán siempremaloscazadores;yjustamentelarazaaquepertenecíaYaguaícazadesdesucreaciónporsimplesport.

Fragoso intentó algún aprendizaje con el fox–terrier. Pero siendoYaguaímuchomásperjudicialqueútilaltrabajodesenvueltodesustresperros,lorelegódesdeentoncesenelranchoaesperademejorestiemposparaesaenseñanza.

Entretanto,lamandiocadelañoanteriorcomenzabaaconcluirse;lasúltimasespigasdemaízrodaronporelsuelo,blancasysinungrano,yelhambre,yaduraparalostresperrosnacidosconella,royólasentrañasdeYaguaí.Enaquellanuevavidaelfox–terrierhabíaadquiridoconpasmosarapidezelaspectohumillado,servilytraicionerodelosperrosdelpaís. Aprendió entonces a merodear de noche por los ranchos vecinos, avanzando concautela, las piernas dobladas y elásticas, hundiéndose lentamente al pie de unamata deespartilloalmenorrumorhostil.Aprendióanoladrarpormásfuroromiedoquetuviera,yagruñirdeunmodoparticularmentesordocuandoelcuzcodeunranchodefendíaaéstedelpillaje.Aprendióavisitarlosgallineros,aseparardosplatosencimadosconelhocico,ya llevarseen labocauna latacongrasaafindevaciarlaen la impunidaddelpajonal.Conocióelgustodelasguascasensebadas,deloszapatonesuntadosdegrasa,delhollínpegoteado de una olla y –alguna vez–, de lamiel recogida y guardada en un trozo detacuara. Adquirió la prudencia necesaria para apartarse del camino cuando un pasajeroavanzaba, siguiéndolo con los ojos, agachado entre el pasto. Y a fines de enero, de lamiradaencendida, lasorejas firmessobre losojos,yel raboaltoyprovocadordel fox–terrier,noquedabasinounesqueletillosarnoso,deorejasechadasatrásyrabohundidoytraicionero,quetrotabafurtivamenteporloscaminos.

La sequía continuaba, entre tanto; el monte quedó poco a poco desierto, pues losanimalesseconcentrabanenloshilosdeaguaquehabíansidograndesarroyos.Lostresperros forzaban la distancia que los separaba del abrevadero de las bestias con éxitomediano,puessiendoaquélmuyfrecuentadoasuvezpor losyaguareteí, lacazamenortornábase desconfiada. Fragoso, preocupado con la ruina del rozado y con nuevosdisgustosconelpropietariodelatierra,noteníahumorparacazar,niaunporhambre.Ylasituaciónamenazabaasí tornarsemuycrítica, cuandounacircunstancia fortuita trajounpocodealientoalalamentablejauría.

FragosodebióiraSanIgnacio,yloscuatroperros,quefueronconél,sintieronensus

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narices dilatadas una impresión de frescura vegetal –vaguísima, si se quiere–, pero queacusabaunpocodevidaenaquelinfiernodecaloryseca.Enefecto,SanIgnaciohabíasidomenosazotado,resultasdelocualalgunosmaizales,aunquemiserables,sesosteníanenpie.

Nocomieronlosperrosesedía;peroalregresarjadeandodetrásdelcaballo,probaronensumemoriaaquellasensacióndefrescura.Yalanochesiguientesalíanjuntosenmudotrote hacia San Ignacio. En la orilla del Yabebirí se detuvieron oliendo el agua ylevantandoelhocicotrémuloalaotracosta.Lalunasalíaentonces,consuamarillentaluzdemenguante.Losperrosavanzaroncautelosamentesobreelríoaflordepiedra,saltandoaquí,nadandoallá,enunpasoqueenaguanormalnodafondoatresmetros.

Sinsacudirsecasi,reanudaroneltrotesilenciosoytenazhaciaelmaizalmáscercano.Allí el fox–terrier vio cómo sus compañeros quebraban los tallos con los dientes,devorandoconsecosmordiscosqueentrabanhastaelmarlo,lasespigasenchoclo.Hizoéllomismo;yduranteunahora,enelnegrocementeriodeárbolesquemados,quelafúnebreluzdelmenguantevolvíamásespectral,losperrossemovierondeaquíparaalláentrelascañas,gruñéndosemutuamente.

Volvieron tresvecesmás,hastaque laúltimanocheunestampidodemasiadocercanolos puso en guardia.Mas coincidiendo esta aventura con lamudanza deFragoso aSanIgnacio,losperrosnolosintieronmucho.

Fragoso había logrado por fin trasladarse allá, al fondo de la colonia. El monte,entretejido de tacuapí, denunciaba tierra excelente; y aquellas inmensas madejas debambú,tendidasenelsueloconelmachete,debíandeprepararmagníficosrozados.

CuandoFragososeinstaló,eltacuapícomenzabaasecarse.Rozóyquemórápidamenteuncuartodehectárea,confiandoenalgúnmilagrodelluvia.Eltiemposedescompuso,enefecto;elcieloblancosetornóplomo,yenlashorasmáscalientessetrasparentabanenelhorizonte lívidas orlas de cúmulos. El termómetro a treinta y nueve y el viento nortesoplandoconfuriatrajeronalfindocemilímetrosdeagua,queFragosoaprovechóparasumaíz,muycontento.Lovionacer,loviocrecermagníficamentehastacincocentímetros.Peronadamás.

Eneltacuapí,bajoélyalimentándoseacasodesusbrotos,viveninfinidadderoedores.Cuandoaquélseseca,sushuéspedessedesbandanyelhambrelosllevaforzosamentealasplantaciones.DeestemodolostresperrosdeFragoso,quesalíanunanoche,volvieronenseguida restregándoseelhocicomordido.Fragosomatóesamismanochecuatro ratasqueasaltabansulatadegrasa.

Yaguaínoestabaallí.Peroalanochesiguienteélysuscompañerosseinternabanenelmonte(aunqueelfox–terriernocorríatraselrastro,sabíaperfectamentedesenfundartatúsy hallar nidos de urúes), cuando Yaguaí se sorprendió del rodeo que efectuaban suscompañerosparanocruzarelrozado.Yaguaíavanzóporél,noobstante;yunmomentodespuéslomordíanenunapata,mientrasrápidassombrascorríanatodoslados.

Yaguaí vio lo que era; e instantáneamente, en plena barbarie de bosque tropical ymiseria, surgieron los ojos brillantes, el rabo alto y duro, y la actitud batalladora deladmirable perro inglés. Hambre, humillación, vicios adquiridos, todo se borró en unsegundoantelasratasquesalíandetodaspartes.Ycuandovolvióporfinaecharseenel

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rancho, ensangrentado,muerto de fatiga, tuvo que saltar tras las ratas hambrientas queinvadíanliteralmentelacasa.

Fragoso quedó encantado de aquella brusca energía de nervios y músculos que norecordabamás, y subió a sumemoria el recuerdodel viejo combate con la irara: era lamismamordidalamismamordidasobrelacruz;ungolpesecodemandíbula,yaotrarata.

Comprendiótambiéndedóndeproveníaaquellanefasta invasión,yconlargaseriedejuramentosenvozalta,diosumaizalporperdido.¿QuépodíahacerYaguaísolo?Fuealrozado, acariciando al fox–terrier, y silbó a sus perros; pero apenas los rastreadores detigres sentían los dientes de las ratas en el hocico, chillaban restregándolo a dos patas.Fragoso yYaguaí hicieron solos el gasto de la jornada, y si el primero sacó de ella lamuñecadolorida,elsegundoechabaalrespirarburbujassanguinolentasporlanariz.

Endocedías,apesardecuantohicieronFragosoyelfox–terrierparasalvarlo,elrozadoestabaperdido.Lasratas,aligualdelasmartinetas,sabenmuybiendesenterrarelgranoadheridoaúnalaplantita.Eltiempo,otravezdefuego,nopermitíanilasombradenuevaplantación,yFragososevio forzadoa iraSan Ignacioenbuscade trabajo, llevandoalmismotiemposuperroaCooper,queélnopodíayaentretenerpoconimucho.Lohacíaconverdaderapena,pueslasúltimasaventuras,colocandoalfox–terrierensuverdaderoteatrodecaza,habíanlevantadomuyaltalaestimadelcazadorporelperritoblanco.

Enelcamino,elfox–terrieroyó,lejanas,lasexplosionesdelospajonalesdelYabebiríardiendo con la sequía; vio a la veradel bosque a las vacasque soportando la nubedetábanos empujaban los catiguás con el pecho, avanzando montadas sobre el troncoarqueadohastaalcanzarlashojas.Violasrígidastunasdelmontetropicaldobladascomovelas; y sobre el brumoso horizonte de las tardes de treinta y ocho a cuarenta grados,volvióaverelsolcayendoasfixiadoenuncírculorojoymate.

MediahoradespuésentrabanenSanIgnacio.

SiendoyatardeparallegarhastalodeCooper,Fragosoaplazóparalamañanasiguientesuvisita.Lostresperros,aunquemuertosdehambre,noseaventuraronmuchoamerodearenpaísdesconocido,conexcepcióndeYaguaí,alqueelrecuerdobruscamentedespiertode las viejas carreras delante del caballo deCooper, llevaba en línea recta a casade suamo.

Lascircunstanciasanormalesporquepasabaelpaísconlasequíadecuatromeses–yespreciso saber loqueesto suponeenMisiones–,hacíanque losperrosde lospeones,yafamélicosentiempodeabundancia,llevaransuspillajesnocturnosaungradointolerable.En pleno día, Cooper había tenido ocasión de perder tres gallinas, arrebatadas por losperroshaciaelmonte.Ysiserecuerdaqueelingeniodeunpobladorharagánllegahastaenseñar a sus cachorros esta maniobra para aprovecharse ambos de la presa, secomprenderáqueCooperperdieralapaciencia,descargandoirremisiblementesuescopetasobre todo ladrón nocturno.Aunque no usaba sino perdigones, la lección era asimismodura.

Asíunanoche,enelmomentoqueseibaaacostar,percibiósuoídoalertaelruidodelas uñas enemigas, tratando de forzar el tejido de alambre. Con un gesto de fastidiodescolgó laescopeta,y saliendoafueraviounamanchablancaqueavanzabadentrodelpatio. Rápidamente hizo fuego, y a los aullidos traspasantes del animal con las patas

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traserasalarastra,tuvounfugitivosobresalto,quenopudoexplicar.Llegóhastaellugar,peroelperrohabíadesaparecidoya,yentródenuevoenlacasa.

–¿Quéfue,papá?–lepreguntódesdelacamasuhija–¿Unperro?

–Sí–repusoCoopercolgandolaescopeta–.Letiréunpocodecerca…

–¿Grandeelperro,papá?

–No,chico.

Pasóunmomento.

–¡PobreYaguaí!–prosiguióJulia–¡Cómoestará!

Súbitamente, Cooper recordó la impresión sufrida al oír aullar al perro: algo de suYaguaí había allí… Pero pensando también en cuán remota era esa probabilidad, sedurmiótranquilo.

Fue a la mañana siguiente, muy temprano, cuando Cooper, siguiendo el rastro desangre,hallóasufox–terriermuertoalbordedelpozodelbananal.

Depésimohumorvolvióacasa,ylaprimerapreguntadeJuliafueporelperrochico:–¿Murió,papá?

–Sí,alláenelpozo…EsYaguaí.

Cogió lapala,y seguidode susdoshijosconsternados fuealpozo. Julia,despuésdemirarunratoinmóvil,acercódespacioasollozarjuntoalpantalóndeCooper.

–¡Quéhiciste,papá!

–Nosabía,chiquita…Apártateunmomento.

En el bananal enterró a su perro; apisonó la tierra encima, y regresó profundamentedisgustado,llevandodelamanoasusdoschicosquellorabandespacioparachicos,quesupadrenolossintiera.

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Capítulo12Lospescadoresdevigas

ElmotivofueciertosmueblesdecomedorquemísterHallnoteníaaún,ysufonógrafolesirviódeanzuelo.

Candiyú lo vio en la oficina provisoria de la «Yerba Company», donde míster Hallmaniobrabasufonógrafoapuertaabierta.

Candiyú,comobuenindígena,nomanifestósorpresaalguna,contentándosecondetenersucaballounpocoaltravésanteelchorrodeluz,ymiraraotraparte.Perocomouninglésalacaídadelanoche,enmangasdecamisaporelcaloryconunabotelladewhiskyallado,escienvecesmáscircunspectoquecualquiermestizo,místerHallnolevantólavistadeldisco.Conloquevencidoyconquistado,Candiyúconcluyóporarrimarsucaballoalapuerta,encuyoumbralapoyóelcodo.

–Buenasnoches,patrón.¡Lindamúsica!

–Sí,linda–repusomísterHall.

–¡Linda!–repitióelotro–¡Cuántoruido!

–Sí,muchoruido–asintiómísterHall,quehallabasindudaoportunaslasobservacionesdesuvisitante.

Candiyúproseguíaentretanto:

–¿Tecostómuchoausted,patrón?

–Costó…¿Qué?

–Esehablero…Losmozosquecantan.

LamiradaturbiaeinexpresivademísterHallseaclaró.Elcontadorcomercialsurgía.

–¡Oh,cuestamucho…!¿Ustedquierecomprar?

–Si usted querés venderme… –contestó por decir algo Candiyú, convencido deantemano de la imposibilidad de tal compra. PeromísterHall proseguíamirándolo conpesadafijeza,mientraslamembranasaltabadeldiscoafuerzademarchasmetálicas.

–Vendobaratoausted…¡Cincuentapesos!

Candiyúsacudiólacabeza,sonriendoalaparatoyasumaquinista,alternativamente:

–¡Muchaplata!Notengo.

–¿Ustedquétiene,entonces?

Elhombresesonriódenuevo,sinresponder.

–¿Dóndeustedvive?–prosiguiómísterHall,evidentementedecididoadesprendersedesugramófono.

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–Enelpuerto.

–¡Ah!Yoconozcousted…¿UstedllamaCandiyú?

–Mellama…

–¿Yustedpescavigas?

–Aveces;algunaviguitasindueño…

–¡Vendoporvigas…!Tresvigasaserradas.Yomandocarreta.¿Conviene?

Candiyúsereía.

–Notengoahora.Yesa…maquinaria,¿tienemuchadelicadeza?

–No;botónacá,ybotónallá…Yoenseño.¿Cuándotienemadera?

–Algunacreciente…Ahorahadeveniruna.¿Yquépaloquerésusted?

–Palorosa.¿Conviene?

–¡Hum…!No baja ese palo casi nunca…Mediante una creciente grande, solamente.¡Lindopalo!Tegustapalobueno,austed.

–Yustedllevabuengramófono.¿Conviene?

Elmercadoprosiguióasondecantosbritánicos,elindígenaesquivandolavíarecta,yel contador acorralándolo en el pequeño círculo de la precisión. En el fondo, ydescontadoselcaloryelwhisky,elciudadanoinglésnohacíaunmalnegocio,cambiandounperrogramófonoporvariasdocenasdebellastablas,mientraselpescadordevigas,asu vez, entregaba algunos días de habitual trabajo a cuenta de una maquinitaprodigiosamenteruidera.

Porlocualelmercadoserealizó,atantotiempodeplazo.

CandiyúvivetodavíaenlacostadelParaná,desdehacetreintaaños;ysisuhígadoesaúncapazdeeliminarcualquiercosadespuésdelúltimoataquedelafiebreendiciembrepasado,debeviviraúnunosmesesmás.Pasaahoralosdíassentadoensucatredevaras,con el sombrero puesto. Sólo susmanos, lívidas zarpas veteadas de verde que pendeninmensas de las muñecas, como proyectadas en primer término de una fotografía, semuevenmonótonamentesincesar,contemblordeloroimplume.

Peroenaqueltiempo,Candiyúeraotracosa.TeníaEnentoncesporoficiohonorableelcuidado de un bananal ajeno, y, pocomenos lícito, el de pescar vigas.Normalmente, ysobre todo en época de creciente, derivan vigas escapadas de los obrajes, bien que sedesprendan de una jangada en formación, bien que un peón bromista corte de unmachetazo la soga que las retiene. Candiyú era poseedor de un anteojo telescopado, ypasaba las mañanas apuntando al agua, hasta que la línea blanquecina de una viga,destacándose en la punta de Itacurubí, lo lanzaba en su canoa al encuentro de la presa.Vista lavigaa tiempo, laempresanoesextraordinaria,porquelapaladeunhombredecoraje,recostado

ohalandodeunapiezadediezpor cuarenta, vale cualquier remolcador…Allá en elobrajedeCastelhum,másarribadePuertoFelicidad,laslluvias

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habíancomenzadodespuésdesesentaycincodíasdesecaabsolutaquenodejóllantaen las alzaprimas.El haber realizable del obraje consistía en esemomento en sietemilvigas–bastantemásqueunafortuna–.Perocomolasdostoneladasdeunaviga,mientrasno estén en el puerto, no pesan dos escrúpulos en caja, Castelhum y Cía. distabanmuchísimasleguasdeestarcontentos.

DeBuenosAiresllegaronórdenesdemovilizacióninmediata;elencargadodelobrajepidiómulasyalzaprimasparamovilizar;lerespondieronqueconeldinerodelaprimerajangada a recibir, le remitirían las mulas; y el encargado contestó que con esas mulasanticipadas,lesmandaríalaprimerajangada.

Nohabíamododeentenderse.Castelhumsubióhastaelobrajeyvioelstockdemaderaenelcampamento,sobrelabarrancadelÑacanguazú.

–¿Cuánto?–preguntóCastelhumasuencargado.

–Treinticincomilpesos–repusoéste.

EralonecesarioparatrasladarlasvigasalParaná.Ysincontarlaestación

impropia.

Bajolalluviaqueuníaenunsolohilodeaguasucapadegomaysucaballo,Castelhumconsideró largo rato el arroyo arremolinado. Señalando luego el torrente con unmovimientodelcapuchón:

–¿Lasaguasllegaránacubrirelsalto?–preguntóasucompañero.

–Silluevemucho,sí.

–Hastaestemomento;esperabaórdenessuyas.

–Bien–dijoCastelhum–.Creoquevamosasalirbien.Óigame,Fernández:Estamismatarde refuerce la maroma en la barra, y comience a arrimar todas las vigas, aquí a labarranca. El arroyo está limpio, según me dijo.Mañana de mañana bajo a Posadas, ydesdeentonces, conelprimer temporalquevenga,eche lospalosal arroyo.¿Entiende?Unabuenalluvia.

Elmayordomolomiróabriendolosojos.

–Lamaromavaacederantesquelleguenmilvigas.

–Ya sé, no importa. Y nos costará muchísimos pesos. Volvamos y hablaremos máslargo.

Fernándezseencogiódehombros,ysilbóaloscapataces.

Enelrestodeldía,sinlluviaperoempapadoencalmadeagua,lospeonestendierondeunaorillaaotraenlabarradelarroyolacadenadevigas,yeltumbajedepaloscomenzóen el campamento. Castelhum bajó a Posadas sobre un agua de inundación que ibacorriendo sietemillas, y que al salir del Guayrá se había alzado sietemetros la nocheanterior.

Trasgransequía,grandeslluvias.Amediodíacomenzóeldiluvio,ydurantecincuentaydos horas consecutivas el monte tronó de agua. El arroyo, venido a torrente, pasó arugienteavalanchadeaguaroja.Lospeones,caladoshastaloshuesos,consuflacuraen

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relieveporlaropapegadaalcuerpo,despeñabanlasvigasporlabarranca.Cadaesfuerzoarrancabaununísonogritodeánimo,ycuandolamonstruosavigarodabadandotumbosysehundíaconuncañonazoenelagua,todoslospeoneslanzabansu¡a…hijú!detriunfo.

Yluego,losesfuerzosmalgastadosenelbarrolíquido,lazafaduradelaspalancas,lascostaladasbajolalluviatorrencial.Ylafiebre.

Bruscamente,porfin,eldiluviocesó.Enelsúbitosilenciocircunstante,seoyóeltronarde la lluvia todavía sobreelbosque inmediato.Mássordoymáshondo,el retumbodelÑacanguazú.Algunasgotas,distanciadasylivianas,caíanaúndelcieloexhausto.Peroeltiempoproseguíacargado,sinelmásligerosoplo.Serespirabaagua,yapenaslospeoneshubierondescansadounpardehoras, la lluvia recomenzó–la lluvia aplomo,macizayblanca de las crecidas. El trabajo urgía –los sueldos habían subido valientemente–, ymientraseltemporalsiguió,lospeonescontinuarongritando,cayéndoseytumbandobajoelaguahelada.

En la barra del Ñacanguazú, la barrera flotante contuvo a los primeros palos quellegaron,yresistióarqueadaygimiendoamuchosmás;hastaquealempujeincontenibledelasvigasquellegabancomocatapultascontralamaroma,elcablecedió.

Candiyúobservabaelríoconsuanteojo,considerandoquelacrecienteactual,queallíenSanIgnaciohabíasubidodosmetrosmáseldíaanterior–llevándose,porlodemás,suchalana–, sería más allá de Posadas formidable inundación. Las maderas habíancomenzadoadescender,cedrosopocomenos,yelpescadorreservabaprudentementesusfuerzas.

Esanocheelaguasubióunmetroaún,yalatardesiguienteCandiyútuvolasorpresadever en el extremo de su anteojo una barra, una verdadera tropa de vigas sueltas quedoblabanlapuntadeItacurubí.Maderadelomoblanquecino,yperfectamenteseca.

Allíestabasulugar.Saltóensuguabiroba,ypaleóalencuentrodelacaza.

Ahora bien, en una creciente del Alto Paraná se encuentran muchas cosas antes dellegaralavigaelegida.Arbolesenteros,desdeluego,arrancadosdecuajoyconlasraícesnegrasalaire,comopulpos.Vacasymulasmuertas,encompañíadebuenlotedeanimalessalvajesahogados,fusiladosoconunaflechaplantadaaúnenelvientre.Altosconosdehormigas amontonadas sobre un raigón. Algún tigre, tal vez; camalotes y espuma adiscreción–sincontar,claroestá,lasvíboras.

Candiyú esquivó, derivó, tropezó y volcómuchas vecesmás de las necesarias hastallegarasupresa.Alfinlatuvo;unmachetazopusoalvivolavetasanguíneadelpalorosa,yrecostándosealavigapudoderivarconellaoblicuamentealgúntrecho.Perolasramas,los árboles, pasaban sin cesar arrastrándolo. Cambió de táctica; enlazó su presa, ycomenzó entonces la luchamuda y sin tregua, echando silenciosamente el alma a cadapalada.

Unaviga,derivandoconunagrancreciente, llevaun impulsosuficientementegrandeparaque treshombres titubeenantesdeatreverseconella.PeroCandiyúuníaasugranaliento treintaañosdepirateríasen ríobajooalto,ydeseaba, además, serdueñodeungramófono.

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Lanochequecaíayaledeparóincidentesasuplenasatisfacción.Elrío,aflordeojocasi, corríavelozmenteconuntuosidaddeaceite.Aambos ladospasabanypasaban sincesarsombrasdensas.Unhombreahogadotropezóconlaguabiroba;Candiyúseinclinó,y vio que tenía la garganta abierta. Luego visitantes incómodos, víboras al asalto, lasmismasqueenlascrecidastrepanporlasruedasdelosvaporeshastaloscamarotes.

El hercúleo trabajo proseguía, la pala temblaba bajo el agua, pero el remero eraarrastradoapesardetodo.Alfinserindió;cerrómáselángulodeabordaje,ysumósusúltimasfuerzasparaalcanzarelbordedelacanal,querozabaloscantelesdelTeyucuaré.Durantediezminutoselpescadordevigas,lostendonesdelcuellodurosylospectoralescomo piedra, hizo lo que jamás volverá a hacer nadie para salir de la canal en unacreciente,conunavigaa remolque.Laguabirobaalcanzópor fin laspiedras, se tumbó,justamentecuandoaCandiyúquedaba la fuerza suficiente–ynadamás–para sujetar lasogaydesplomarsedeespaldas.

Solamente un mes más tarde tuvo míster Hall sus tres docenas de tablas, y veintesegundosdespuésentregabaaCandiyúelgramófono,inclusoveintediscos.

LafirmaCastelhumyCía.,noobstantelaflotilladelanchasavaporquelanzócontralas vigas –y esto por bastante más de treinta días– perdió muchas. Y si alguna vezCastelhumllegaaSanIgnacioyvisitaamísterHall,admirarásinceramentelosmueblesdelcitadocontador,hechosdepalorosa.

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Capítulo13Lamielsilvestre

Tengo en el Salto Oriental dos primos, hoy hombres ya, que a sus doce años, y enconsecuenciadeprofundaslecturasdeJulioVerne,dieronenlaricaempresadeabandonarsu casa para ir a vivir al monte. Este queda a dos leguas de la ciudad. Allí viviríanprimitivamente de la caza y la pesca. Cierto es que los dos muchachos no se habíanacordadoparticularmentedellevarescopetasnianzuelos;perodetodosmodoselbosqueestabaallí,consulibertadcomofuentededicha,ysuspeligroscomoencanto.

Desgraciadamente, al segundodía fueron hallados por quienes los buscaban.Estabanbastanteatónitostodavía,nopocodébiles,ycongranasombrodesushermanosmenores–iniciadostambiénenJulioVerne–,sabíanaúnandarendospiesyrecordabanelhabla.

Laaventuradelosdosrobinsones,sinembargo,fueraacasomásformalahabertenidocomoteatrootrobosquemenosdominguero.Lasescapatorias llevanaquíenMisionesalímitesimprevistos,yaelloarrastróaGabrielBenincasaelorgullodesusstromboot.

Benincasa, habiendo concluido sus estudios de contaduría pública, sintió fulminantedeseodeconocerlavidadelaselva.Nofuearrastradoporsutemperamento,puesantesbienBenincasa era unmuchacho pacífico, gordinflón y de cara rosada, en razón de suexcelente salud. En consecuencia, lo suficiente cuerdo para preferir un té con leche ypastelitos,aquiénsabequéfortuitaeinfernalcomidadelbosque.Peroasícomoelsolteroquefuesiemprejuiciosocreedesudeber,lavísperadesusbodas,despedirsedelavidalibreconunanochedeorgíaencompañíadesusamigos,deigualmodoBenincasaquisohonrar su vida aceitada con dos o tres choques de vida intensa. Y por este motivoremontabaelParanáhastaunobraje,consusfamososstromboot.

ApenassalidodeCorrienteshabíacalzadosusreciasbotas,pueslosyacarésdelaorillacalentaban ya el paisaje.Mas a pesar de ello el contador público cuidabamucho de sucalzado,evitándolearañazosysucioscontactos.

De este modo llegó al obraje de su padrino, y a la hora tuvo éste que contener eldesenfadodesuahijado.

–¿Adóndevasahora?–lehabíapreguntadosorprendido.

–Almonte; quiero recorrerlounpoco–repusoBenincasa, que acababade colgarse elwinchesteralhombro.

–¡Peroinfeliz!Novasapoderdarunpaso.Siguelapicada,siquieres…Omejor,dejaesaarma,ymañanateharéacompañarporunpeón.

Benincasarenuncióasupaseo.Noobstante,fuehastalaveradelbosqueysedetuvo.Intentóvagamenteunpasoadentro,yquedóquieto.Metióselasmanosenlosbolsillos,ymiró detenidamente aquella inextricable maraña, silbando débilmente aires truncos.Despuésdeobservardenuevoelbosqueaunoyotrolado,retornóbastantedesilusionado.

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Al día siguiente, sin embargo, recorrió la picada central por espacio de una legua, yaunquesufusilvolvióprofundamentedormido,Benincasanodeploróelpaseo.Lasfierasllegaríanpocoapoco.

Llegaronéstasalasegundanoche–aunquedeuncarácterunpocosingular.

Benincasadormíaprofundamente,cuandofuedespertadoporsupadrino.

–¡Eh,dormilón!Levántatequetevanacomervivo.Benincasasesentóbruscamenteenlacama,alucinadoporlaluzdelostresfarolesdevientoquesemovíandeunladoaotroenlapieza.Supadrinoydospeonesregabanelpiso.

–¿Quéhay,quehay?–preguntó,echándosealsuelo.

–Nada…Cuidadoconlospies…Lacorrección.

Benincasahabíasidoyaenteradodelascuriosashormigasaquellamamoscorrección.Sonpequeñas,negras,brillantes,ymarchanvelozmenteenríosmásomenosanchos.Sonesencialmentecarnívoras.Avanzandevorando todo loqueencuentranasupaso:arañas,grillos,alacranes,sapos,víboras,yacuantosernopuederesistirles.Nohayanimal,porgrande y fuerte que sea, que no huya de ellas. Su entrada en una casa supone laexterminación absoluta de todo ser viviente, pues no hay rincón ni agujero profundodondenoseprecipiteelríodevorador.Losperrosaúllan,losbueyesmugen,yesforzosoabandonarleslacasa,atruequedeserroídoendiezhorashastaelesqueleto.Permanecenenellugaruno,dos,hastacincodías,segúnsuriquezaeninsectos,carneograsa.Unavezdevoradotodo,sevan.

No resisten sin embargo a la creolina o droga similar; y como en el obraje abundaaquélla,antesdeunahoraelchaletquedólibredelacorrección.

Benincasaseobservabamuydecercaenlospieslaplacalívidadeunamordedura.

–¡Pican muy fuerte, realmente!– dijo sorprendido, levantando la cabeza hacia supadrino.

Este,paraquienlaobservaciónnoteníayaningúnvalor,norespondió,felicitándoseencambio de haber contenido a tiempo la invasión. Benincasa reanudó el sueño, aunquesobresaltadotodalanocheporpesadillastropicales.

Al día siguiente se fue almonte, esta vez con unmachete, pues había concluido porcomprenderquetalutensilioleseríaenelmontemuchomásútilqueelfusil.

Ciertoesque supulsonoeramaravilloso,y suacierto,muchomenos.Perode todosmodoslograbatrozarlasramas,azotarselacaraycortarselasbotas–todoenuno.

Elmontecrepuscularysilenciosolocansópronto.Dábalelaimpresión–exactaporlodemás–deunescenariovistodedía.Delabullentevidatropical,nohayaesahoramásqueelteatrohelado;niunanimal,niunpájaro,niunruidocasi.Benincasavolvía,cuandounsordozumbidolellamólaatención.Adiezmetrosdeél,enuntroncohueco,diminutasabejasaureolaban laentradadelagujero.Seacercóconcautela,yvioenel fondode laaberturadiezodocebolasoscurasdeltamañodeunhuevo.

–Estoesmiel–sedijoelcontadorpúblicoconíntimagula–.Debendeserbolsitasdecera,llenasdemiel

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Peroentreél,Benincasa,ylasbolsitas,estabanlasabejas.Despuésdeunmomentodedescanso,pensóenelfuego:levantaríaunabuenahumareda.Lasuertequisoquemientraselladrónacercabacautelosamentelahojarascahúmeda,cuatroocincoabejasseposaranen su mano, sin picarlo. Benincasa cogió una enseguida, y oprimiéndole el abdomenconstatóquenoteníaaguijón.

Su saliva, ya liviana, se clarificó en melífica abundancia. ¡Maravillosos y buenosanimalitos!

Enuninstanteelcontadordesprendiólasbolsitasdecera,yalejándoseunbuentrechoparaescaparalpegajosocontactodelasabejas,sesentóenunraigón.Delasdocebolas,siete contenían polen. Pero las restantes estaban llenas de miel, una miel oscura, desombría transparencia, queBenincasa paladeó golosamente. Sabía distintamente a algo.¿Aqué?Elcontadornopudoprecisarlo.Acasoaresinadefrutalesodeeucalipto.Yporigualmotivo,teníaladensamielunvagodejoáspero.¡Másqueperfume,encambio!

Benincasa,unavezbiensegurodequesólocincobolsitasleseríanútiles,comenzó.Suideaerasencilla:tenersuspendidoelpanalgoteantesobresuboca.Perocomolamieleraespesa,tuvoqueagrandarelagujero,despuésdehaberpermanecidomediominutoconlabocainútilmenteabierta.Entonceslamielasomó,adelgazándoseenpesadohilohastalalenguadelcontador.

Uno tras otro, los cinco panales se vaciaron así dentro de la boca deBenincasa. Fueinútilqueésteprolongaralasuspensión,ymuchomásquerepasaralosglobosexhaustos;tuvoqueresignarse.

Entretanto,lasostenidaposicióndelacabezaenaltolohabíamareadounpoco.Pesadode miel, quieto y los ojos bien abiertos, Benincasa consideró de nuevo el montecrepuscular. Los árboles y el suelo tomaban posturas por demás oblicuas, y su cabezaacompañabaelvaivéndelpaisaje.

–Quécuriosomareo…–pensóelcontador–.Ylopeores…

Al levantarsee intentardarunpaso,sehabíavistoobligadoacaerdenuevosobreeltronco. Sentía su cuerpo de plomo, sobre todo las piernas, como si estuvieraninmensamentehinchadas.Ylospiesylasmanoslehormigueaban.

–¡Esmuyraro,muyraro,muyraro!–serepitióestúpidamenteBenincasa,sinescudriñarsin embargo el motivo de esa rareza–. Como si tuviera hormigas… La corrección –concluyó.

Ydeprontolarespiraciónselecortóenseco,deespanto.

–¡Debedeserlamiel…!¡Esvenenosa…!¡Estoyenvenenado!

Y a un segundo esfuerzo para incorporarse, se le erizó el cabello de terror: no habíapodido ni aun moverse. Ahora la sensación de plomo y el hormigueo subían hasta lacintura.Duranteunratoelhorrordemorirallí,miserablementesolo,lejosdesumadreysusamigos,lecohibiótodomediodedefensa.

–¡Voy a morir ahora…! ¡De aquí a un rato voy a morir…! ¡Ya no puedo mover lamano…!

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Ensupánicoconstatósinembargoquenoteníafiebreniardordegarganta,yelcorazónypulmonesconservabansuritmonormal.Suangustiacambiódeforma.

–¡Estoyparalítico,eslaparálisis!¡Ynomevanaencontrar…!

Perounainvenciblesomnolenciacomenzabaaapoderarsedeél,dejándoleíntegrassusfacultades, a laparqueelmareo seaceleraba.Creyóasínotarqueel suelooscilante sevolvíanegroyseagitabavertiginosamente.Otravezsubióasumemoriaelrecuerdodelacorrección,yensupensamientosefijócomounasupremaangustialaposibilidaddequeesonegroqueinvadíaelsuelo…

Tuvoaúnfuerzasparaarrancarseaeseúltimoespanto,ydeprontolanzóungrito,unverdaderoalaridoenquelavozdelhombrerecobralatonalidaddelniñoaterrado:porsuspiernas trepaba un precipitado río de hormigas negras. Alrededor de él la correccióndevoradora oscurecía el suelo, y el contador sintió por bajo del calzoncillo el río dehormigascarnívorasquesubían.

Su padrino halló por fin, dos días después, y sin la menor partícula de carne, elesqueletocubiertoderopadeBenincasa.Lacorrecciónquemerodeabaaúnporallí,ylasbolsitasdecera,loiluminaronsuficientemente.

Noescomúnquelamielsilvestretengaesaspropiedadesnarcóticasoparalizantes,perose lahalla.Las florescon igualcarácterabundanenel trópico,yyael saborde lamieldenunciaen lamayoríade los casos sucondición–tal eldejoa resinadeeucaliptoquecreyósentirBenincasa.

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Capítulo14Nuestroprimercigarro

NingunaépocademayoralegríaquelaquenosproporcionóaMaríayamí,nuestra tíaconsumuerte.

LucíavolvíadeBuenosAires,dondehabíapasadotresmeses.Esanoche,cuandonosacostábamos,oímosqueLucíadecíaamamá:

–¡Quéextraño…!Tengolascejashinchadas.

Mamáexaminóseguramentelascejasdenuestratía,puesdespuésdeunratocontestó:

–Escierto…¿Nosientesnada?

–No…Sueño.

Aldíasiguiente,hacialasdosdelatarde,notamosdeprontofuerteagitaciónencasa,puertasqueseabríanynosecerraban,diálogoscortadosdeexclamaciones,ysemblantesasustados. Lucía tenía viruela, y de cierta especie hemorrágica que había adquirido enBuenosAires.

Desde luego,amihermanayamínosentusiasmóeldrama.Lascriaturas tienencasisiempreladesgraciadequelasgrandescosasnopasenensucasa.¡Estaveznuestratía–¡casualmentenuestratía!–enfermadeviruela!Yo,chicofeliz,contabayaenmiorgullolaamistaddeunagentedepolicía,yelcontactoconunpayasoquesaltandolasgradashabíatomado asiento ami lado. Pero ahora el gran acontecimiento pasaba en nuestra propiacasa;yalcomunicarloalprimerchicoquesedetuvoenlapuertadecalleamirar,habíayaenmisojoslavanidadconqueunacriaturaderigurosolutopasaporprimeravezantesusvecinillosatónitosyenvidiosos.

Esamisma tarde salimos de casa, instalándonos en la única que pudimos hallar contanta premura, una vieja quinta de los alrededores. Una hermana de mamá, que habíatenidoviruelaensuniñez,quedóalladodeLucía.

Seguramenteenlosprimerosdíasmamápasócruelesangustiasporsushijosquehabíanbesado a la virolenta. Pero en cambio nosotros, convertidos en furiosos robinsones, noteníamostiempoparaacordarnosdenuestratía.Hacíamuchotiempoquelaquintadormíaensusombríoyhúmedososiego.Naranjosblanquecinosdediaspis;duraznosrajadosenla horqueta; membrillos con aspecto de mimbres; higueras rastreantes a fuerza deabandono,aquellodaba,ensutupidahojarascaqueahogabalospasos,fuertesensacióndeparaísoterrenal.

NosotrosnoéramosprecisamenteAdányEva;perosíheroicosrobinsones,arrastradosa nuestro destino por una gran desgracia de familia: lamuerte de nuestra tía, acaecidacuatrodíasdespuésdecomenzarnuestraexploración.

Pasábamos el día entero huroneando por la quinta, bien que las higueras, demasiado

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tupidas al pie, nos inquietaran un poco. El pozo también suscitaba nuestraspreocupacionesgeográficas.Eraésteunviejopozoinconcluso,cuyos trabajossehabíandetenidoaloscatorcemetrossobreunfondodepiedra,yquedesaparecíaahoraentrelosculantrillosydoradillasdesusparedes.Era,sinembargo,menesterexplorarlo,yporvíadeavanzadalogramosconinfinitosesfuerzosllevarhastasubordeunagranpiedra.Comoelpozoquedabaocultotrasunmacizodecañas,nosfuepermitidaestamaniobrasinquemamáseenterase.Noobstante,María,cuyainspiraciónpoéticaprivósiempreennuestrasempresas, obtuvo que aplazáramos el fenómeno hasta que una gran lluvia, llenando amediaselpozo,nosproporcionarasatisfacciónartísticaalaparquecientífica.

Pero lo que sobre todo atrajo nuestros asaltos diarios fue el cañaveral.Tardamosdossemanas enteras en explorar como era debido aquel diluviano enredo de varas verdes,varassecas,varasverticales,varasoblicuas,varasatravesadas,varasdobladashaciatierra.

Las hojas secas, detenidas en su caída, entretejían el macizo, que llenaba el aire depolvoybriznasalmenorcontacto.

Aclaramoselsecreto,sinembargo,ysentadosconmihermanaenlasombríaguaridadealgúnrincón,bienjuntosymudosenlasemioscuridad,gozamoshorasenteraselorgullodenosentirmiedo.

Fueallí dondeuna tarde, avergonzadosdenuestrapoca iniciativa, inventamos fumar.Mamá era viuda; con nosotros vivían habitualmente dos hermanas suyas, y en aquellosmomentosunhermano,precisamenteelquehabíavenidoconLucíadeBuenosAires.

Este nuestro tío de veinte años, muy elegante y presumido, habíase atribuido sobrenosotros dos cierta potestad que mamá, con el disgusto actual y su falta de carácter,fomentaba.

Maríayyo,pordepronto,profesábamoscordialísimaantipatíaalpadrastrillo.

–Teaseguro–decíaélamamá,señalándonosconelmentón–quedesearíavivirsiemprecontigoparavigilaratushijos.Tevanadarmuchotrabajo.

–¡Déjalos!–respondíamamá,cansada.

Nosotrosnodecíamosnada;peronosmirábamosporencimadelplato.

Aesteseveropersonaje,pues,habíamosrobadounpaquetedecigarrillos;yaunquenostentabainiciarnossúbitamenteenlavirilvirtud,esperamoselartefacto.

Este artefacto consistía en un pipa que yo había fabricado con un trozo de caña, pordepósito;unavarilladecortina,porboquilla;yporcemento,masilladeunvidrioreciéncolocado.Lapipaeraperfecta:grande,livianaydevarioscolores.

En nuestra madriguera del cañaveral cargámosla María y yo con religiosa y firmeunción. Cinco cigarrillos dejaron su tabaco adentro, y sentándonos entonces con lasrodillasaltasencendílapipayaspiré.María,quedevorabamiactoconlosojos,notóquelosmíossecubríandelágrimas:jamássehavistoniverácosamásabominable.Deglutí,sinembargo,valerosamentelanauseosasaliva.

–¿Rico?–mepreguntóMaríaansiosa,tendiendolamano.

–Rico–lecontestépasándolelahorriblemáquina.

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Maríachupó,yconmásfuerzaaún.Yo,que laobservabaatentamente,notéamivezsuslágrimasyelmovimientosimultáneodelabios,lenguaygarganta,rechazandoaquello.Suvalorfuemayorqueelmío.

–Esrico–dijoconlosojosllorososyhaciendocasiunpuchero.Ysellevóheroicamenteotravezalabocalavarilladebronce.

Era inminente salvarla. El orgullo, sólo él, la precipitaba de nuevo a aquel infernalhumo con gusto a sal de Chantaud, el mismo orgullo que me había hecho alabarle lanauseabundafogata.

–¡Psht! –dije bruscamente, prestando oído–. Me parece el gargantilla del otro día…Debedetenernidoaquí…

María se incorporó, dejando la pipa de lado; y con el oído atento y los ojosescudriñantes,nosalejamosdeallí, ansiososaparentementedeveralanimalito,peroenverdad asidos como moribundos a aquel honorable pretexto de mi invención, pararetirarnosprudentementedeltabacosinquenuestroorgullosufriera.

Unmesmástardevolvíalapipadecaña,peroentoncesconmuydistintoresultado.

Por alguna que otra travesura nuestra, el padrastrillo habíanos levantado ya la vozmuchomásduramentedeloquepodíamospermitirlemihermanayyo.Nosquejamosamamá.

–¡Bah!,nohagancaso–nosrespondiómamá,sinoírnoscasi–.Élesasí.

–¡Esquenosvaapegarundía!–gimoteóMaría.

–Siustedesnoledanmotivos,no.¿Quélehanhecho?–añadiódirigiéndoseamí.

–Nada,mamá…¡Peroyonoquieroquemetoque!–objetéamivez.

Enestemomentoentrónuestrotío.

–¡Ah!AquíestáelbuenapiezadetuEduardo…¡Tevaasacarcanasestehijo,yaverás!

–Sequejandequequierespegarles.

–¿Yo?–exclamóelpadrastrillomidiéndome–.Nolohepensadoaún.Peroencuantomefaltesalrespeto…

–Yharásbien–asintiómamá.

–¡Yonoquieroquemetoque!–repetíenfurruñadoyrojo–.¡Elnoespapá!

–Pero a falta de tu pobre padre, es tu tío. En fin, ¡déjenme tranquila! – concluyóapartándonos.

Solosenelpatio,Maríayyonosmiramosconaltivofuegoenlosojos.

–¡Nadiemevaapegaramí’–asenté.

–¡No…Niamítampoco!–apoyóella,porlacuentaqueleiba.

–¡Esunzonzo!

Ylainspiraciónvinobruscamente,ycomosiempre,amihermana,confuribundarisaymarchatriunfal:

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–¡TíoAlfonso…esunzonzo!¡TíoAlfonso…esunzonzo!

Cuandounratodespuéstropecéconelpadrastrillo,mepareció,porsumirada,quenoshabíaoído.PeroyahabíamosplanteadolahistoriadelCigarroPateador,peroyaepítetoestealamayorgloriadelamulaMaud.

Elcigarropateadorconsistió, en sus líneaselementales, enuncoheteque rodeadodepapeldefumarfuecolocadoenelatadodecigarrillosquetíoAlfonsoteníasiempreensuvelador,usandodeellosalasiesta.

Un extremo había sido cortado a fin de que el cigarro no afectara excesivamente alfumador. Con el violento chorro de chispas había bastante, y en su total, todo el éxitoestribabaenquenuestro tío,adormilado,nosedieracuentade la singular rigidezdesucigarrillo.

Lascosasseprecipitanavecesdetalmodo,quenohaytiemponialientoparacontarlas.Sóloséqueelpadrastrillosaliócomounabombadesucuarto,encontrandoamamáenelcomedor.

–¡Ah,estásacá!¿Sabesloquehanhecho?¡Tejuroqueestavezsevanaacordardemí!

–¡Alfonso!

–¿Qué?¡Nofaltabamásquetútambién…!¡Sinosabeseducaratushijos,yolovoyahacer!

Al oír la voz furiosa del tío, yo, queme ocupaba inocentemente conmi hermana enhacer rayitasenelbrocaldelaljibe,evolucionéhastaentrarpor la segundapuertaenelcomedor,ycolocarmedetrásdemamá.Elpadrastrillomevioentoncesyse lanzósobremí.

–¡Yonohicenada!–grité.

–¡Espérate!–rugiómitío,corriendotrasdemíalrededordelamesa.

–¡Alfonso,déjalo!

–¡Despuéstelodejaré!

–¡Yonoquieroquemetoque!

–¡Vamos,Alfonso!Parecesunacriatura!

Estoeraloúltimoquesepodíadeciralpadrastrillo.Lanzóunjuramentoysuspiernasen mi persecución con tal velocidad, que estuvo a punto de alcanzarme. Pero en eseinstanteyosalíacomodeunahondaporlapuertaabierta,ydisparabahacialaquinta,conmitíodetrás.

Encincosegundospasamoscomounaexhalaciónporlosdurazneros,losnaranjosylosperales,yfueenestemomentocuandolaideadelpozo,ysupiedra,surgióterriblementenítida.

–¡Noquieroquemetoque!–gritéaún.

–¡Espérate!

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Eneseinstantellegamosalcañaveral.

–¡Mevoyatiraralpozo!–aulléparaquemamámeoyera.

–¡Yosoyelquetevaatirar!

Bruscamentedesaparecíasusojostraslascañas;corriendosiempre,diunempujónalapiedra exploradora que esperaba una lluvia, y salté de costado, hundiéndome bajo lahojarasca.

Tíodesembocóenseguida,atiempoquedejandodeverme,sentíaalláenelfondodelpozoelabominablezumbidodeuncuerpoqueseaplastaba.

Elpadrastrillosedetuvo,totalmentelívido;volvióatodaspartessusojosdilatados,yseaproximóalpozo.

Trató de mirar adentro, pero los culantrillos se lo impidieron. Entonces parecióreflexionar,ydespuésdeunalentamiradaalpozoysusalrededores,comenzóabuscarme.

Comodesgraciadamenteparaelcaso,hacíapocotiempoqueeltíoAlfonsocesaraasuvezde escondersepara evitar los cuerpo a cuerpo con sus padres, conservaba aúnmuyfrescas lasestrategiassubsecuentes,ehizopormipersonacuantoeraposiblehacerparahallarme.

Descubrióenseguidamicubil,volviendopertinazmenteaélconadmirableolfato;peroaparte de que la hojarasca diluviana me ocultaba del todo, el ruido de mi cuerpoestrellándoseobsediabaamitío,quenobuscababien,enconsecuencia.

Fuepuesresueltoqueyoyacíaaplastadoenelfondodelpozo,dandoentoncesprincipioaloquellamaríamosmivenganzapóstuma.Elcasoerabienclaro.¿Conquécaramitíocontaríaamamáqueyomehabíasuicidadopara

evitarqueélmepegara?

Pasarondiezminutos.

–¡Alfonso!–sonódeprontolavozdemamáenelpatio.

–¿Mercedes?–respondióaquéltrasunabruscasacudida.

Seguramentemamápresintióalgo,porquesuvozsonódenuevo,alterada.

–¿YEduardo?¿Dóndeestá?–agregóavanzando.

–¡Aquí,conmigo!–contestóriendo–.Yahemoshecholaspaces.

Comodelejosmamánopodíaversupalideznilaridículamuecaqueélpretendíaserbeatíficasonrisa,todofuebien.

–¿Nolepegaste,no?–insistióaúnmamá.

–No.¡Sifueunabroma!

Mamáentródenuevo.¡Broma!Bromacomenzabaaserlamíaparaelpadrastrillo.

Celia,mitíamayor,quehabíaconcluidodedormirlasiesta,cruzóelpatio,yAlfonsolallamó en silencio con la mano. Momentos después Celia lanzaba un ¡oh! ahogado,llevándoselasmanosalacabeza.

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–¡Pero,cómo!¡Quéhorror!¡Pobre,pobreMercedes!¡Quégolpe!

EramenesterresolveralgoantesqueMercedesseenterara.¿Sacarmeconvidaaún…?Elpozoteníacatorcemetrossobrepiedraviva.Talvez,quiénsabe…Peroparaelloseríaprecisotraersogas,hombres;yMercedes…

–¡Pobre,pobremadre!–repetíamitía.

Justoesdecirqueparamí,elpequeñohéroe,mártirdesudignidadcorporal,nohubouna sola lágrima.Mamá acaparaba todos los entusiasmosde aquel dolor, sacrificándoleellos la remota probabilidad de vida que yo pudiera aún conservar allá abajo. Lo cual,hiriendomidoblevanidaddemuertoydevivo,avivómiseddevenganza.

Media hora después mamá volvió a preguntar por mí, respondiéndole Celia con tanpobrediplomacia,quemamátuvoenseguidalaseguridaddeunacatástrofe.

–¡Eduardo,mi hijo! –clamó arrancándose de lasmanos de su hermana que pretendíasujetarla,yprecipitándosealaquinta.

–¡Mercedes!¡Tejuroqueno!¡Hasalido!

–¡Mihijo!¡Mihijo!¡Alfonso!

Alfonso corrió a su encuentro, deteniéndola al ver que se dirigía al pozo.Mamá nopensaba en nada concreto; pero al ver el gesto horrorizado de su hermano, recordóentoncesmiexclamacióndeunahoraantes,ylanzóunespantosoalarido.

–¡Ay! ¡Mi hijo! ¡Se ha matado! ¡Déjame, déjenme! ¡Mi hijo, Alfonso! ¡Me lo hasmuerto!

Se llevaron a mamá sin sentido. No me había conmovido en lo más mínimo ladesesperacióndemamá,puestoqueyo–motivodeaquella–estabaenverdadvivoybienvivo,jugandosimplementeenmisochoañosconlaemoción,amaneradelosgrandesqueusandelassorpresassemitrágicas:¡elgustoquevaatenercuandomevea!

Entretanto,gozabayoíntimodeleiteconelfracasodelpadrastrillo.

–¡Hum…! ¡Pegarme! –rezongaba yo, aún bajo la hojarasca. Levantándome entoncesconcautela,sentémeencuclillasenmicubilyrecogílafamosapipabienguardadaentreelfollaje.Aquéleraelmomentodededicartodamiseriedadaagotarlapipa.

El humo de aquel tabaco humedecido, seco, vuelto a humedecer y resecar infinitasveces, tenía en aquelmomento un gusto a cumbarí, solución Coirre y sulfato de soda,muchomásventajosoquelaprimeravez.Emprendí,sinembargo,latareaquesabíadura,conelcañocontraídoylosdientescrispadossobrelaboquilla.

Fumé, quiero creer que cuarta pipa. Sólo recuerdo que al final el cañaveral se pusocompletamenteazulycomenzóadanzaradosdedosdemisojos.Dosotresmartillosdecada lado de la cabeza comenzaron a destrozarme las sienes, mientras el estómago,instaladoenplenaboca,aspirabaélmismodirectamentelasúltimasbocanadasdehumo.

Volvíenmícuandomellevabanenbrazosacasa.Apesardelohorriblementeenfermoquemeencontraba,tuveeltactodecontinuardormido,porloquepudierapasar.Sentílos

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brazosdelirantesdemamásacudiéndome.

–¡Mihijoquerido!¡Eduardo,mihijo!¡Ah,Alfonso,nuncateperdonaréeldolorquemehascausado!

–¡Pero,vamos!–decíalemitíamayor–.¡Noseasloca,Mercedes!¡Yavesquenotienenada!

–¡Ah!–repusomamállevándoselasmanosalcorazónenuninmensosuspiro–.¡Sí,yapasó…!Perodime,Alfonso,¿cómopudonohabersehechonada?¡Esepozo,Diosmío…!

El padrastrillo, quebrantado a su vez, habló vagamente de desmoronamiento, tierrablanda, prefiriendo dejar para un momento de mayor calma la solución verdadera,mientraslapobremamánosepercatabadelahorribleinfeccióndetabacoqueexhalabasusuicida.

Abríalfinlosojos,mesonreí,yvolvíadormirme,estavezhonradayprofundamente.

Tardeya,eltíoAlfonsomedespertó.

–¿Quémereceríasquetehiciera?–medijoconsibilanterencor–.¡Loqueesmañana,lecuentotodoatumadre,yyaverásloquesongracias!

Yoveíaaúnbastantemal,lascosasbailabanunpoco,yelestómagocontinuabatodavíaadheridoalagarganta.

Sinembargo,lerespondí:

–¡Silecuentasalgoamamá,loqueesestaveztejuroquemetiro!

Los ojos de un joven suicida que fumó heroicamente su pipa, ¿expresan acasodesesperadovalor?

Es posible que sí. De todosmodos el padrastrillo, después demirarme fijamente, seencogiódehombros,levantandohastamicuellolasábanaunpococaída.

–Meparecequemejorharíaenseramigodeestemicrobio–murmuró.

–Creolomismo–lerespondí.

Ymedormí.

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Capítulo15Lameningitisysusombra

Novuelvodemisorpresa.¿QuédiablosquierendecirlacartadeFunes,yluegolacharladelmédico?Confiesonoentenderunapalabradetodoesto.

He aquí las cosas.Hace cuatro horas, a las siete de lamañana, recibo una tarjeta deFunes,quediceasí:

Estimadoamigo:

Sinotieneinconveniente,leruegoquepaseestanocheporcasa.

Sitengotiempoiréaverloantes.Muysuyo

LuisMaríaFunes.

Aquí ha comenzadomi sorpresa.No se invita a nadie, que yo sepa, a las siete de lamañanaparaunapresuntaconversaciónenlanoche,sinunmotivoserio.¿QuémepuedequererFunes?Miamistadconélesbastantevaga,yencuantoasucasa,heestadoallíunasolavez.Porciertoquetienedoshermanasbastantemonas.

Así, pues, he quedado intrigado. Esto en cuanto a Funes. Y he aquí que una horadespués, en elmomento en que salía de casa, llega el doctorAyestarain, otro sujeto dequienhesidocondiscípuloenelcolegionacional,yconquien tengoensuma lamismarelaciónalolejosqueconFunes.

Yelhombremehabladea,byc,paraconcluir:

–Veamos,Durán:Ustedcomprendedesobraquenohevenidoaverloaestahoraparahablarledepavadas,¿noescierto?

–Meparecequesí–nopudemenosqueresponderle.

–Es claro.Así, pues,me va a permitir una pregunta, una sola.Todo lo que tenga deindiscreta,seloexplicaréenseguida.¿Mepermite?

–Todoloquequiera–lerespondífrancamente,aunqueponiéndomealmismotiempoenguardia.

Ayestarainmemiróentoncessonriendo,comosesonríenloshombresentreellos,ymehizoestapreguntadisparatada:

–¿QuéclasedeinclinaciónsienteustedhaciaMaríaElviraFunes?

¡Ah, ah! ¡Por aquí andaba la cosa, entonces! ¡María Elvira Funes, hermana de LuisMaríaFunes,todosenMaría!¡Perosiapenasconocíaaesapersona!Nadaextraño,pues,quemiraraalmédicocomoquienmiraaunloco.

–¿María Elvira Funes? –repetí–. Ningún grado ni ninguna inclinación. La conozcoapenas.Yahora…

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–No,permítame–me interrumpió–.Leaseguroqueesunacosabastante seria…¿Mepodríadarpalabradecompañerodequenohaynadaentreustedesdos?

–¡Pero está loco! –le dije al fin–. ¡Nada, absolutamente nada! Apenas la conozco,vuelvoarepetirle,ynocreoqueellaseacuerdedehabermevistojamás.Hehabladounminutoconella,pongados,tres,ensupropiacasa,ynadamás.Notengo,porlotanto,lerepitopordécimavez,inclinaciónparticularhaciaella.

–Esraro,profundamenteraro…–murmuróelhombre,mirándomefijamente.

Comenzabayaasermepesadoelgaleno,poreminentequefuese–yloera–,pisandounterrenoconelquenadateníanqueversusaspirinas.

–Creoquetengoahoraelderecho…

Peromeinterrumpiódenuevo:

–Sí,tienederechodesobra…¿Quiereesperarhastaestanoche?Condospalabraspodrácomprenderqueelasuntoesdetodo,menosdebroma…Lapersonadequienhablamosestágravementeenferma,casialamuerte…¿Entiendealgo?–concluyó,mirándomebienalosojos.

Yohicelomismoconélduranteunrato.

–Niunapalabra–lecontesté.

–Niyotampoco–apoyó,encogiéndosedehombros.Poresolehedichoqueelasuntoesbienserio…Porfinestanochesabremosalgo.¿Iráallá?Esindispensable.

–Iré–ledije,encogiéndomeamivezdehombros.

Yheaquíporquéhepasado todoeldíapreguntándomecomoun idiotaqué relaciónpuede existir entre la enfermedad gravísima de una hermana de Funes, que apenasmeconoce,yyo,quelaconozcoapenas.

Vengo de lo de Funes. Es la cosa más extraordinaria que haya visto en mi vida.Metempsicosis,espiritismos,telepatíasydemásabsurdosdelmundointerior,nosonnadaencomparacióndeestemipropioabsurdoenquemeveoenvuelto.Esunpequeñoasuntoparavolverseloco.Véase:

FuialodeFunes.LuisMaríamellevóalescritorio.Hablamosunrato,esforzándonoscomodoszonzos–puestoquecomprendiéndoloasí evitábamosmirarnos–encharlardebueyesperdidos.PorfinentróAyestarain,yLuisMaríasalió,dejándomesobrelamesaelpaquete de cigarrillos, pues se me habían concluido los míos. Mi ex condiscípulo mecontóentoncesloqueenresumenesesto:

Cuatroocinconochesantes,alconcluirun reciboensupropiacasa,MaríaElvira sehabía sentidomal. Cuestión de un baño demasiado frío esa tarde, según opinión de lamadre.Lociertoesquehabíapasadolanochefatigada,yconbuendolordecabeza.Alamañana siguiente, mayor quebranto, fiebre; y a la noche, una meningitis, con todo sucortejo.Eldelirio,sobre todo, francoyprolongadoamásnopedir.Concomitantemente,unaansiedadangustiosa, imposibledecalmar.Lasproyeccionespsicológicasdeldelirio,pordecirloasí,seerigieronygirarondesdelaprimeranochealrededordeunsoloasunto,unosolo,peroqueabsorbesuvidaentera.

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–Esunaobsesión–prosiguióAyestarain–,unasencillaobsesiónacuarentayungrados.La enferma tiene constantemente fijos los ojos en la puerta, pero no llama a nadie. Suestadonerviososeresientedeesamudaansiedadquelaestámatando,ydesdeayerhemospensadoconmiscolegasencalmareso…Nopuedeseguirasí.¿Ysabeusted–concluyó–aquiénnombracuandoelsoporlaaplasta?

–Nosé…–lerespondí,sintiendoquemicorazóncambiababruscamentederitmo.

–Austed–medijo,pidiéndomefuego.

Quedamos,biensecomprende,unratomudos.

–¿Noentiendetodavía?–dijoalfin.

–Niunapalabra…–murmuréaturdido,tanaturdidocomopuedeestarlounadolescenteque a la salida del teatro ve a la primera gran actriz que desde la penumbra del cochemantieneabiertahaciaéllaportezuela…Peroyoteníayacasitreintaaños,ypreguntéalmédicoquéexplicaciónsepodíadardeeso.

–¿Explicación?Ninguna.Nilamásmínima.¿Quéquiereustedquesesepadeeso?Ah,bueno… Si quiere una a toda costa, supóngase que en una tierra hay un millón, dosmillones de semillas distintas, como en cualquier parte. Viene un terremoto, remuevecomoundemoniotodoeso,trituraelresto,ybrotaunasemilla,unacualquiera,dearribaodel fondo, lomismo da.Una plantamagnífica… ¿Le basta eso?No podría decirle unapalabramás.¿Porquéusted,precisamente,queapenaslaconoce,yaquienlaenfermanoconocetampocomás,hasidoensucerebrodelirantelasemillaprivilegiada?¿Quéquierequesesepadeesto?

–Sinduda…–repusea sumirada siempre interrogante, sintiéndomealmismo tiempobastanteenfriadoalvermeconvertidoensujetogratuitodedivagacióncerebral,primero,yenagenteterapéutico,después.

EnesemomentoentróLuisMaría.

–Mamálollama–dijoalmédico.Yvolviéndoseamí,conunasonrisaforzada:

–¿Lo enteró Ayestarain de lo que pasa?… Sería cosa de volverse loco con otrapersona…

Estodeotrapersonamereceunaexplicación.LosFunes,yenparticular lafamiliadeque comenzaba yo a formar tan ridícula parte, tienen un fuerte orgullo; pormotivos deabolengo,supongo,yporsufortuna,quemeparecelomásprobable.Siendoasí,sedabanpor pasablemente satisfechos de que las fantasías amorosas del hermoso retoño sehubierandetenidoenmí,CarlosDurán, ingeniero,envezdemariposearsobreunsujetocualquiera de insuficiente posición social. Así, pues, agradecí en mi fuero interno eldistingodequemehacíahonoreljovenpatricio.

–Esextraordinario…–recomenzóLuisMaría,haciendocorrercondisgustolosfósforossobrelamesa.

Yunmomentodespués,conunanuevasonrisaforzada:

–¿Notendríainconvenienteenacompañarnosunrato?¿Yasabe,no?CreoquevuelveAyestarain…

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Enefecto,ésteentraba.

–Empiezaotravez…–Sacudiólacabeza,mirandoúnicamenteaLuisMaría.LuisMaríasedirigióentoncesamíconlatercerasonrisaforzadadeesanoche:

–¿Quierequevayamos?

–Conmuchogusto–ledije.Yfuimos.

Entróelmédicosinhacerruido,entróLuisMaría,yporfinentréyo,todosconciertointervalo.Loqueprimeromechocó,aunquedebíahaberloesperado,fuelapenumbradeldormitorio.Lamadrey lahermanadepiememiraron fijamente, respondiendoconunacorta inclinación de cabeza a la mía, pues creí no deber pasar de allí. Ambas meparecieronmuchomásaltas.Mirélacama,yvi,bajolabolsadehielo,dosojosabiertosvueltosamí.Miréalmédico,titubeando,peroéstemehizounaimperceptibleseñaconlosojos,ymeacerquéalacama.

Yotengoalgunaidea,comotodohombre,deloquesondosojosquenosamancuandounosevaacercandodespacioaellos.Perolaluzdeaquellosojos,lafelicidadenqueseiban anegando mientras me acercaba, el mareado relampagueo de dicha –hasta elestrabismo–cuando me incliné sobre ellos, jamás en un amor normal a treinta y sietegradoslosvolveréahallar.

Laenfermabalbuceóalgunaspalabras,perocontantadificultaddesuslabiosresecos,que nada oí. Creo que me sonreí como un estúpido (¡qué iba a hacer, quiero que medigan!),yellatendióentoncessubrazohaciamí.Suintenciónerataninequívocaqueletomélamano.

–Siénteseahí–murmuró.

LuisMaríacorrióelsillónhacialacamaymesenté.

Véaseahorasihasidodadoapersonaalgunaunasituaciónmásextrañaydisparatada:

Yo,enprimertérmino,puestoqueeraelhéroe,teniendoenlamíaunamanoardiendoenfiebreyenunamortotalmenteequivocado.Enelladoopuesto,depie,elmédico.Alospiesdelacama,sentado,LuisMaría.Apoyadasenelrespaldo,enelfondo,lamamáylahermana.Ytodossinhablar,mirándonosalaenfermayamíaconelceñofruncido.

¿Quéibaahaceryo?¿Quéibaadecir?Precisoesquepiensenunmomentoenesto.Laenferma,porsuparte,arrancabaavecessusojosdelosmíosyrecorríacondurainquietudlos rostros presentes uno tras otro, sin reconocerlos, para dejar caer otra vez sumiradasobremí,confiadaenprofundafelicidad.

¿Quétiempoestuvimosasí?Nosé;acasomediahora,acasomuchomás.Unmomentointentéretirarlamano,perolaenfermalaoprimiómásentrelasuya.

–Todavíano…–murmuró, tratandodehallarmáscómodaposturaasucabeza.Todosacudieron, se estiraron las sábanas, se renovó el hielo, y otra vez los ojos se fijaron eninmóvildicha.Perodevezencuandotornabanaapartarseinquietosyrecorríanlascarasdesconocidas. Dos o tres veces miré exclusivamente al médico; pero éste bajó laspestañas,indicándomequeesperara.Ytuvorazónalfin,porquedepronto,bruscamente,comounderrumbedesueño,laenfermacerrólosojosysedurmió.

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Salimos todos,menos lahermana,queocupómi lugarenel sillón.Noera fácildeciralgo–yoalmenos.Lamadre,porfin,sedirigióamíconunatristeysecasonrisa:

–Quécosamáshorrible,¿no?¡Dapena!

¡Horrible,horrible!Noeralaenfermedad,sinolasituaciónloquelesparecíahorrible.Estaba visto que todas las galanterías iban a ser para mí en aquella casa. Primero elhermanito, luego la madre… Ayestarain, que nos había dejado un instante, salió muysatisfecho del estado de la enferma; descansaba con una placidez desconocida aún. Lamadremiróaotrolado,yyomiréalmédico.Podíairme,claroquesí,ymedespedí.

Hedormidomal, llenodesueñosquenada tienenqueverconmihabitualvida.Y laculpa de ello está en la familia Funes, con Luis María, madre, hermanas y parientescolaterales.Porquesiseconcretabienlasituación,elladalosiguiente:

Hayunajovendediecinueveaños,muybellasindudaalguna,queapenasmeconoceyaquienyolesoyprofundaytotalmenteindiferente.EstoencuantoaMaríaElvira.Hay,por otro lado, un sujeto joven también –ingeniero, si se quiere– que no recuerda haberpensadodosvecesseguidasenlajovenencuestión.Todoestoesrazonable,inteligibleynormal.

Peroheaquíquelajovenhermosaseenferma,demeningitisocosaporelestilo,yeneldeliriodelafiebre,únicayexclusivamenteeneldelirio,sesienteabrasadadeamor.¿Porunprimo,unhermanodesusamigos,unjovenmundanoqueellaconocebien?Noseñor;pormí.

¿Esestobastanteidiota?Tomo,pues,unadeterminaciónqueharéconoceralprimerodeesabenditacasaquelleguehastamipuerta.

¡Sí, es claro! Como lo esperaba. Ayestarain estuvo estemediodía a verme. No pudemenosquepreguntarleporlaenferma,ysumeningitis.

–¿Meningitis? –me dijo–. ¡Sabe Dios lo que es! Al principio parecía eso, y anochetambién…Hoyyanotenemosideadeloqueserá.

–Peorenfin–objeté–,siempreunaenfermedadcerebral…

–Ymedular,claroestá…Conunaslesioncillasquiénsabedónde…¿ustedentiendealgodemedicina?

–Muyvagamente…

–Bueno;hayuna fiebre remitente,quenosabemosdedóndesale…Erauncasoparamarcharatodoescapealamuerte…Ahorahayremisiones,tac–tac–tac,justasremisionescomounreloj

–Peroeldelirio–insistí–,¿existesiempre?

–¡Yalocreo!Haydetodoallí…Yapropósito,estanocheloesperamos.

Ahoramehabíallegadoelturnodehacermedicinaamimodo.Ledijequemipropiasustanciahabíacumplidoyasupapelcurativolanocheanterior,yquenopensabairmás.

Ayestarainmemirófijamente:

–¿Porqué?¿Quélepasa?

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–Nada,sinoquenocreosinceramentesernecesarioallá…Dígame:¿ustedtieneideadeloqueesestarenunaposiciónhumillantementeridícula;síono?

–Nosetratadeeso…

–Sí,setratadeeso,dedesempeñarunpapelestúpido…¡Curiosoquenocomprenda!

–Comprendode sobra…Peromeparece algo así como…,no se ofenda, cuestión deamorpropio.

–¡Muylindo!–salté–.¡Amorpropio!¡Y¡nselesocurraotracosa!¡Lesparececuestióndeamorpropioirasentarsecomounidiotaparaquemetomenlamanolanocheenteraantetodalaparentelaconelceñofruncido!Siaustedeslespareceunasimplecuestióndeamorpropio,arréglenseentreustedes.Yotengootrascosasquehacer.

Ayestaraincomprendió,alparecer, lapartedeverdadquehabíaenloanterior,porquenoinsistióyhastaquesefuenovolvimosahablardelasunto.

Todoestoestábien.Loquenoloestátantoesquehacediezminutosacaboderecibirunaesqueladelmédico,asíconcebida:

AmigoDurán:

Contodosubagajederencores,nosesustedindispensableestanoche.Supóngaseunavezmásqueustedhacedecloral,veronal,elhipnóticoquemenosleirritelosnervios,yvéngase.

Dije un momento antes que lo malo era la precedente carta. Y tengo razón, porquedesdeestamañananoesperabasinoestacarta…

Durantesietenochesconsecutivas–deonceaunadelamañana,momentoenquemeremitíalafiebre,yconellaeldelirio–hepermanecidoalladodeMaríaElviraFunes,tancercacomopuedenestarlodosamantes.Mehatendidoavecessumanocomolaprimeranoche,yotrassehapreocupadodedeletrearminombre,mirándome.Séacienciacierta,pues, que me ama profundamente en ese estado, no ignorando tampoco que en susmomentosdelucideznotienelamenorpreocupaciónpormiexistencia,presenteofutura.Estocreaasíuncasodepsicologíasingulardequeinnovelistapodríasacaralgúnpartido.Por lo que a mí se refiere, sé decir que esta doble vida sentimental me ha tocadofuertementeelcorazón.Elcasoeséste:MaríaElvira,siesqueacasonolehedicho,tienelos ojosmás admirables delmundo. Está bien que la primera noche yo no viera en sumiradasineelreflejodemipropiaridiculezderemedioinocuo.Lasegundanochesentímenosmiinsuficienciareal.Laterceraveznomecostóesfuerzoalgunosentirmeelentedichosoquesimulabaser,ydesdeentoncesvivoysueñoeseamorconlafiebreenlazasucabezaalamía.

¿Quéhacer?Bienséquetodoestoestransitorio,quededíaellanosabequiénsoy,yqueyomismoacasonolaamecuandolaveadepie.Perolossueñosdeamor,aunqueseandedoshorasyacuarentagrados, sepaganeneldía,ymuchome temoquesihayunapersonaenelmundoalacualestéexpuestoaamaraplenaluz,ellanoseamivanoamornocturno… Amo, pues, una sombra, y pienso con angustia en el día que Ayestarainconsidereasuenfermafueradepeligro,ynoprecisemásdemí.

Crueldad esta que apreciarán en toda su cálida simpatía los hombres que están

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enamorados–deunasombraono.

Ayestarain acabade salir.Me, hadichoque la enferma siguemejor, y quemucho seequivoca,omeveréunodeestosdíaslibredelapresenciadeMaríaElvira.

–Sí, compañero –me dice–. Libre de veladas ridículas, de amores cerebrales y ceñosfruncidos…¿Seacuerda?

Micaranodebeexpresar supremaalegría,porqueel taimadogaleno se echaa reíryagrega:

–Levamos adar en cambiouna compensación…LosFuneshanvivido estosquincedíasconlacabezaenelaire,ynoextrañepuessihanolvidadomuchascosas,sobretodoen lo que a usted se refiere… Por lo pronto, hoy cenamos allá. Sin su bienaventuradapersona,dichoseadepaso,yelamordemarras,noséenquéhubieraacabadoaquello…¿Quédiceusted?

–Digo–leherespondido–,quecasiestoytentadodedeclinarelhonorquemehacenlosFunes,admitiéndomeasumesa…

Ayestarainseechóareír.

–¡Noembrome!…Lerepitoquenosabíadóndeteníanlacabeza…

–Pero para opio, y morfina, y calmante de mademoiselle, sí, ¿eh? ¡Para eso no seolvidabandemí!

Mihombresepusoserioymemiródetenidamente.

–¿Sabeloquepienso,compañero?

–Diga.

–Queustedeselindividuomásfelizdelatierra.

–¿Yo,feliz?…

–Omássuertudo.¿Entiendeahora?–Yquedómirándome.

¡Hum!–medijeamímismo–:Oyosoyunidiota,queeslomásposible,oestegalenomereceque lo abracehasta romperle el termómetroenelbolsillo.Elmaligno tipo sabemásdeloqueparece,yacaso,acaso…Perovuelvoalodeidiota,queeslomásseguro.

–¿Feliz?…–repetísinembargo–.¿Porelamorestrafalarioqueustedhainventadoconsumeningitis?

Ayestaraintornóamirarmefijamente,peroestavezcreínotarunvago,vaguísimodejodeamargura.

–Yaunquenofueramásqueeso,grandísimozonzo…–hamurmurado,cogiéndomedelbrazoparasalir.

Enelcamino–hemosidoalAguila,atomarelvermut–mehaexplicadobienclarotrescosas.

1º:quemipresenciaalladodelaenfermaeraabsolutamentenecesaria,dadoelestadodeprofundaexcitación–depresión,todoenuno,desudelirio.2º:quelosFuneslohabían

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comprendidoasí,nimásnimenos,adespechodeloraro,subrepticioeinconvenientequepudieraparecerlaaventura,constándoles,estáclaro, loartificialdetodoaquelamor.3º:que los Funes han confiado sencillamente en mi educación, para que me dé cuenta –sumamenteclara–delsentidoterapéuticoquehatenidomipresenciaantelaenferma,yladelaenfermaantemí.

–Sobretodoloúltimo,¿eh?–heagregadoaguisadecomentario.Elobjetodetodaestacharlaeséste:quenovayayojamásacreerqueMaríaElvirasientelamenorinclinaciónrealhaciamí.¿Eseso?

–¡Claro!–Sehaencogidodehombroselmédico–.Póngaseustedenellugardeellos…Ytienerazónelbenditohombre.Porquealasolaprobabilidaddequeella…

Anoche cené en lo de Funes. No era precisamente una comida alegre, si bien LuisMaría,por lomenos,estuvomuycordialconmigo.Querríadecir lomismode lamadre,peropormásesfuerzosqueladamahacíaparatornarmegratalamesa,evidentementenoveenmísinoaunintrusoaquienenciertashorassuhijaprefiereunmillóndeveces.Estácelosa,ynodebemoscondenarla.Porlodemás,sealternabanconsuhijaparairaveralaenferma.Estahabíatenidounbuendía,tanbuenoqueporprimeravezdespuésdequincedíasnohuboesanochesubidaseriadefiebre,yaunquemequedéhastalaunaporpedidode Ayestarain, tuve que volverme a casa sin haberla visto un instante. ¿Se comprendeesto? ¡No verla en todo el día! ¡Ah! Si por bendición de Dios, la fiebre de cuarenta,ochenta,cientoveintegrados,cualquierfiebre,cayeraestanochesobresucabeza…

¡Yaquí!:EstasolalíneadelbenditoAyestarain:

Deliriodenuevo.Vengaenseguida.

Todo lo antedicho es suficiente para enloquecer bien quemal a un hombre discreto.Véaseestoahora:

Cuandoentréanoche,MaríaElvirametendiósubrazocomolaprimeravez.Acostósucarasobrelamejillaizquierda,ycómodaasí,fijólosojosenmí.Noséquémedecíansusojos; posiblementeme daban toda su vida y toda su alma en una entrega infinitamentedichosa.Suslabiosmedijeronalgo,ytuvequeinclinarmeparaoír:

–Soyfeliz.–Sesonrió.

Pasadounmomentosusojosmellamarondenuevo,ymeinclinéotravez.

–Y después… –murmuró apenas, cerrando los ojos con lentitud. Creo que tuvo unasúbitafugadeideas.Perolaluz,lainsensataluzqueextravíalamiradaenlosrelámpagosdefelicidad,inundódenuevosusojos.Yestavezoíbienclaro,sentíclaramenteenmisoídosestapregunta:

–Ycuandosaneynotengamásdelirio…,¿mequerrástodavía?

¡Locuraquesehasentadoahorcajadassobremicorazón!¡Después!¡Cuandonotengamásdelirio!¿Peroestábamostodoslocosenlacasa,ohabíaallí,proyectadofuerademímismo,unecoamiincesanteangustiadeldespués?

¿Cómo es posible que ella dijera eso? ¿Habíameningitis o no? ¿Había delirio o no?LuegomiMaríaElvira…

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Noséquécontesté;presumoquecualquiercosaaescandalizaralaparentelacompletasimehubieranoído.Peroapenashabíamurmuradoyo;apenashabíamurmuradoellaconunasonrisa…Ysedurmió.

Devueltaacasa,micabezaeraunvértigovivo,conlocosimpulsosdesaltaralaireylanzaralaridosdefelicidad.¿Quiéndeentrenosotros,puedejurarquenohubierasentidolomismo? Porque las cosas, para ser claras, deben ser planteadas así: La enferma condelirio,queporunaaberraciónpsicológicacualquiera,amaúnicamenteensudelirio,aX.Estoporunlado.Porelotro,elmismoX,quedesgraciadamenteparaél,nosesienteconfuerzas para concretarse a su papel medicamentoso. Y he aquí que la enferma, con sumeningitisysuinconsciencia–suincontestableinconsciencia–,murmuraanuestroamigo:

–Ycuandonotengamásdelirio…¿mequerrástodavía?

Estoes loqueyo llamounpequeñocasode locura,claroyrotundo.Anoche,cuandollegabaacasa,creíunmomentohaberhalladolasolución,queseríaésta:MaríaElvira,ensufiebre,soñabaqueestabadespierta.¿Aquiénnohasidodadosoñarqueestásoñando?Ningunaexplicaciónmássencilla,claroestá.

Pero cuando por pantalla de ese amor mentido hay dos ojos inmensos, queempapándonos de dicha se anegan ellos mismos en un amor que no se puede mentir;cuandosehavistoaesosojosrecorrerconduraextrañezalosrostrosfamiliares,paracaeren extática felicidad ante unomismo, pese al delirio y cienmil delirios como ése, unotieneelderechodesoñar toda lanocheconaquelamor–oseamosmásexplícitos–:conMaríaElviraFunes.

¡Sueño,sueñoysueño!Hanpasadodosmeses,ycreoavecessoñaraún.¿Fuiyoono,porDiosbendito,aquelaquiense le tendió lamano,yelbrazodesnudohastaelcodo,cuandolafiebretornabahostilesaúnlosrostrosbienamadosdelacasa?¿Fuiyoonoelqueapaciguóconsusojos,duranteminutosinmensosdeeternidad,lamiradamareadadeamordemiMaríaElvira?

Sí, fui yo. Pero eso está acabado, concluido, finalizado,muerto, inmaterial, como sinuncahubierasido.Ysinembargo…

Volvíaverlaveintedíasdespués.Yaestabasana,ycenéconellos.Huboalprincipiounaevidentealusiónalosdesvaríossentimentalesdelaenferma,todocongrantactodelacasa,enloquecooperécuantomefueposible,puesenesosveintedíastranscurridosnohabíasidomipreocupaciónmenorpensarenladiscrecióndequedebíayohacergalaenesaprimeraentrevista.

Todofueapedirdeboca,noobstante.

–Yusted–medijolamadresonriendo–,¿hadescansadodeltododelasfatigasquelehemosdado?

–¡Oh, era muy poca cosa!… Y aún –concluí riendo también– estaría dispuesto asoportarlasdenuevo…

MaríaElvirasesonrióasuvez.

–Ustedsí;peroyono;¡leaseguro!

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Lamadrelamirócontristeza:

–¡Pobremihija!Cuandopiensoenlosdisparatesquesetehanocurrido…Enfin–sevolvió amí conagrado–.Ustedes ahora,podríamosdecir, de la casa,y le aseguroqueLuisMaríaloestimamuchísimo.

Elaludidomepusolamanoenelhombroymeofreciócigarillos.

–Fume,fume,ynohagacaso.

–¡PeroLuisMaría!–lereprochólamadre,semiseria–.¡CualquieracreeríaaloírtequeleestamosdiciendomentirasaDurán!

–No,mamá;loquedicesestáperfectamentebiendicho;peroDuránmeentiende.

Loque yo entendía era queLuisMaría quería cortar con amabilidadesmás omenossosas;peronoseloagradecíaenlomásmínimo.

Entretanto,cuantasvecespodía,sinllamarlaatención,fijabalosojosenMaríaElvira.¡Al fin! Ya la tenía ante mí, sana, bien sana. Había esperado y temido con ansia eseinstante.Había amadouna sombra, omásbiendicho, dosojos y treinta centímetros debrazo, pues el resto era una largamancha blanca.Y de aquella penumbra, como de uncapullotaciturno,sehabíalevantadoaquellaespléndidafigurafresca,indiferenteyalegre,quenomeconocía.Memirabacomoaunamigodelacasa,enelqueesprecisodetenerunsegundolosojoscuandosecuentaalgoosecomentaunafraserisueña.

Peronadamás.Nielmásleverastrodelopasado,nisiquieraafectacióndenomirarme,conloquehabíayocontadocomoúltimotriunfodemijuego.Eraunsujeto–nodigamossujeto,sinoser–absolutamentedesconocidoparaella.Ypiénseseahoraenlagraciaquemehacíarecordar,mientraslamiraba,queunanocheesosmismosojosahorafrívolosmehabíandicho,aochodedosdelosmíos:

–¿Ycuandoestésana…mequerrástodavía?

¡A qué buscar luces, fuegos fatuos de una felicidad muerta, sellada a fuego en elcofrecillo hormigueante de una fiebre cerebral! Olvidarla… Siendo lo que hubieradeseado,eraprecisamenteloquenopodíahacer.

Más tarde, en el hall, hallémodo de aislarme conLuisMaría,mas colocando a ésteentreMaríaElvirayyo;podíaasímirarla impunementesopretextodequemivista ibanaturalmentemás allá demi interlocutor.Y es extraordinario cómo su cuerpo, desde elmásaltocabellodesucabezaaltacóndesuszapatos,enunvivodeseo,ycómoalcruzarel hall para ir adentro, cada golpe de su falda contra el charol iba arrastrandomi almacomounpapel.

Volvió, se rió, cruzó rozando ami lado, sonriéndome forzosamente, pues estaba a supaso, mientras yo, como un idiota, continuaba soñando con una súbita detención a milado,ynouna,sinodosmanos,puestassobremissienes:

–Ybien:ahoraquemehasvistodepie,¿mequierestodavía?

¡Bah!Muerto,bienmuertomedespedíyoprimíuninstanteaquellamanofría,amableyrápida.

Hay, sin embargo, una cosa absolutamente cierta, y es ésta: María Elvira puede no

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recordarloquesintióensusdíasdefiebre;admitoesto.Peroestáperfectamenteenteradade lo que pasó, por los cuentos posteriores. Luego, es imposible que yo esté para elladesprovistodelmenorinterés.Deencantos–¡Diosmeperdone!–todoloqueellaquiera.Perodeinterés,elhombreconquiensehasoñadoveintenochesseguidas,esono.Porlotanto, su perfecta indiferencia ami respecto no es racional. ¿Qué ventajas, qué remotaprobabilidaddedichapuedereportarmeconstataresto?Ninguna,queyovea.MaríaElviraseprecaveasícontramisposiblespretensionesporaquello;heaquítodo.

Enloquenotienerazón.Quemegustedesesperadamente,muybien.Peroquevayayoaexigirelcumplimientodeunpagarédeamorfirmadosobreunacarpetademeningitis,¡diablo!esono.

Nueve de lamañana.No es hora sobremanera decente de acostarse, pero así es.DelbailedelodeRodríguezPeña,aPalermo.Luegoalbar.Todoperfectamentesolo.Yahoraalacama.

Peronosindisponermeaconcluirelpaquetedecigarrillos,antesdequeelsueñovenga.Yaquíestálacausa:bailéanocheconMaríaElvira.Ydespuésdebailar,hablamosasí:

–Estospuntitosenlapupila–medijo,frenteunodeotroenlamesitadelbuffet–,nosehanidoaún.Noséquéserá…Antesdemienfermedadnolostenía.

Precisamentenuestravecinademesaacababadehacerlenotaresedetalle.Conloquesusojosnoquedabansinomásluminosos.

Apenascomencéaresponderle,medicuentadelacaída;peroyaeratarde.

–Sí–ledije,observandosusojos–.Meacuerdodequeantesnolostenía…

Ymiréaotrolado.PeroMaríaElviraseechóareír:

–Escierto;usteddebesaberlomásquenadie.

¡Ah! ¡Qué sensación de inmensa losa derrumbada por fin de sobre mi pecho! ¡Eraposiblehablardeeso,porfin!

–Esocreo–repuse–.Másquenadie,nosé…Perosí;enelmomentoaqueserefiere,¡másquenadie,conseguridad!

Medetuvedenuevo;mivozcomenzabaabajardemasiadodetono.

–¡Ah,sí!–sesonrióMaríaElvira.Apartólosojos,seriaya,alzándolosalasparejasquepasabananuestrolado.

Corrióunmomento,paraelladeperfectoolvidodeloquehablábamos,supongo,ydesombríaangustiaparamí.Perosinvolveramílosojos,comosileinteresaransiemprelosrostrosquecruzabanensucesióndefilm,agregóuninstantedespués:

–Cuandoeramiamor,alparecer.

–Perfectamentebiendicho–ledije–.Suamor,alparecer.

Ellamemiróentoncesdepleno.

–No…

Ysecalló.

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–¿No…qué?Concluya.

–¿Paraqué?Esunazoncera.

–Noimporta:concluya.

Ellaseechóareír:

–¿Paraqué?Enfin…¿Nosupondráquenoeraalparecer?

–Esoesuninsultogratuito–lerespondí–.Yofuielprimeroencomprobarlaexactituddelacosa,cuandoyoerasuamor…alparecer.

–¡Ydale…!–murmuró.Peroamivezeldemoniodelalocuramearrastrótrasaquel¡ydale!burlón,aunapreguntaquenuncadebierahaberhecho.

–Óigame,MaríaElvira –me incliné–: ¿usted no recuerda nada, no es cierto, nada deaquellaridículahistoria?

Memirómuyseria,conaltivezsisequiere,peroalmismotiempoconatención,comocuandonosdisponemosaoírcosasqueapesardetodononosdisgustan.

–¿Quéhistoria?–dijo.

–Laotra,cuandoyovivíaasulado…–lehicenotarconsuficienteclaridad.

–Nada…absolutamentenada.

–Veamos;míremeuninstante…

–¡No,niaunquelomire…!–melanzóenunacarcajada.

–¡No,noeseso…!Ustedmehamiradodemasiadoantesparaqueyonosepa…Queríadecirle esto: ¿No se acuerda usted de haberme dicho algo… dos o tres palabras nadamás…laúltimanochequetuvofiebre?

MaríaElviracontrajolascejasunlargoinstante,ylaslevantóluego,másaltasquelonatural.Memiróatentamente,sacudiendolacabeza:

–No,norecuerdo…

–¡Ah!–mecallé.

Pasóunrato.Videreojoquememirabaaún.

–¿Qué?–murmuró.

–¿Qué…qué?–repetí.

–¿Quéledije?

–Tampocomeacuerdoya…

–Sí,seacuerda…¿Quéledije?

–Nosé,leaseguro…

–¡Sí,sabe…!¿Quéledije?

–¡Veamos!–meaproximédenuevoaella–.Siustednorecuerdaabsolutamentenada,puestoquetodoeraunaalucinacióndefiebre,¿quépuedeimportarleloquemehayaono

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dichoensudelirio?

El golpe era serio. Pero María Elvira no pensó en contestarlo, contentándose conmirarmeuninstantemásyapartarlavistaconunacortasacudidadehombros.

–Vamos–medijobruscamente–.Quierobailarestevals.

–Esjusto–melevanté–.Elsueñodevalsquebailábamosnotienenadadedivertido.

Nomerespondió.Mientrasavanzábamosalsalón,parecíabuscarconlosojosaalgunodesushabitualescompañerosdevals.

–¿Quésueñodevalsdesagradableparausted?–medijodepronto,sindejarderecorrerelsalónconlavista.

–Unvalsdedelirio…Notienenadaqueverconesto.–Meencogíamivezdehombros.

Creíquenohablaríamosmás esanoche.Pero aunqueMaríaElvirano respondióunapalabra, tampoco pareció hallar al compañero ideal que buscaba. De modo que,deteniéndose,medijoconunasonrisaforzada–laineludibleforzadasonrisaquecampeósobretodaaquellahistoria:

–Siquiere,entonces,baileestevalsconsuamor…

–…alparecer.Noagregounapalabramás–repuse,pasandolamanoporsucintura.

Unmesmástranscurrido.¡Pensarquelamadre,AngélicayLuisMaríaestánparamíllenos ahora de poético misterio! La madre es, desde luego, la persona a quienMaríaElviratuteaybesamásíntimamente.Suhermanalahavistodesvestirse.LuisMaría,porsu parte, se permite pasarle lamano por la barbilla cuando entra y ella está sentada deespaldas.Trespersonasbienfelices,comoseve,eincapacesdeapreciarladichaenquesevenenvueltos.

En cuanto a mí, me paso la vida llevando cigarros a la boca como quien quemamargaritas:¿mequiere?¿nomequiere?

Despuésdel baile en lodePeña, he estado con ellamuchasveces, en su casa, desdeluego,todoslosmiércoles.

Conserva su mismo círculo de amigos, sostiene a todos con su risa, y flirteaadmirablementecuantasvecesse loproponen.Perosiemprehallamododenoperdermedevista.Estocuandoestáconlosotros.Perocuandoestáconmigo,entoncesnoapartalosojosdeellos.

¿Es esto razonable? No, no lo es. Y por eso tengo desde hace un mes una buenalaringitis,afuerzadeahumarmelagarganta.

Anoche,sinembargo,hemostenidounmomentodetregua.Eramiércoles.Ayestarainconversaba conmigo, y una breve mirada de María Elvira, lanzada hacia nosotros porsobreloshombrosdecuádrupleflirtquelarodeaba,pusosuespléndidafiguraennuestraconversación.Hablamosdeellay,fugazmente,delaviejahistoria.UnratodespuésMaríaElvirasedeteníaantenosotros.

–¿Dequehablan?

–Demuchascosas;deustedenprimertérmino–respondióelmédico.

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–Ah,yameparecía…–yrecogiendohaciaellaunsilloncitoromano,sesentócruzadadepiernas,conlacarasostenidaenlamano.

–Sigan;yaescucho.

–ContabaaDurán–dijoAyestarain–quecasoscomoelquelehapasadoaustedensuenfermedad son raros, pero hay algunos. Un autor inglés, no recuerdo cuál, cita uno.Solamentequeesmásfelizqueelsuyo.

–¿Másfeliz?¿Yporqué?

–Porqueenaquélnohayfiebre,yambosseamanensueños.Encambio,enestecaso,ustederaúnicamentequienamaba…

¿Dije ya que la actitud de Ayestarain me había parecido siempre un tanto tortuosarespectodemí?Sino lodije, tuveenaquelmomentounfulminantedeseodehacérselosentir,nosolamenteconlamirada.Algonoobstantedeeseanhelodebiópercibirenmisojos,porqueselevantóriendo:

–Losdejoparaquehaganlaspaces.

–¡Malditobicho!–murmurécuandosealejó.

–¿Porqué?¿Quélehahecho?

–Dígame,MaríaElvira–exclamé–.¿Lehahechoelamoraustedalgunavez?

–¿Quién,Ayestarain?

–Sí,él.

Memirótitubeandoalprincipio.Luego,plenamenteenlosojos,seria:

–Sí–mecontestó.

–¡Ah,yame loesperaba…!Por lomenosése tienesuerte…–murmuré,yaamargadodeltodo.

–¿Porqué?–mepreguntó.

Sinresponderle,meencogíviolentamentedehombrosymiréaotrolado.Ellasiguiómivista.Pasóunmomento.

–¿Por qué? –insistió, con esa obstinación pesada y distraída de las mujeres cuandocomienzan a hallarse perfectamente a gusto con un hombre. Estaba ahora, y estuvodurante los breves momentos que siguieron, de pie, con la rodilla sobre el silloncito.Mordía un papel –jamás supe de dónde pudo salir– y memiraba, subiendo y bajandoimperceptiblementelascejas.

–¿Porqué?–repusealfin–.Porqueéltieneporlomenoslasuertedenohaberservidodetítereridículoalladodeunacama,ypuedehablarseriamente,sinversubirybajarlascejascomosinoseentendieraloquedigo…¿Comprendeahora?

MaríaElviramemiróunosinstantespensativa,yluegomoviónegativamentelacabeza,consupapelenloslabios.

–¿Esciertoono?–insistí,peroyaconelcorazónalocoescape.

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Ellatornóasacudirlacabeza:

–No,noescierto…

–¡MaríaElvira!–llamóAngélicadelejos.

Todossabenquelavozdeloshermanossueleserdelomásinoportuna.Perojamásunavozfraternalhacaídoenundiluviodehieloypezfríatanfueradepropósitocomoaquellavez.

MaríaElviratiróelpapelybajólarodilla.

–Mevoy–medijoriendo,conlarisaqueyaleconocíacuandoafrontabaunflirt.

–¡Unsolomomento!–ledije.

–¡Niunomás!–merespondióalejándoseyaynegandoconlamano.

¿Quémequedabaporhacer?Nada,anosertragarelpapelitohúmedo,hundirlabocaenelhuecoquehabíadejadosurodilla,yestrellarelsillóncontralapared.Yestrellarmeenseguida yomismo contra un espejo, por imbécil. La inmensa rabia demímismomehacíasufrir,sobretodo.¡Intuicionesviriles!¡Psicologíasdehombrecorrido!¡Ylaprimeracoquetacuyarodillaquedamarcadaallí,seburladetodoesoconunafrescurasinpar!

Nopuedomás.Laquierocomounloco,ynosé–loqueesmásamargoaún–siellamequiererealmenteono.Además,sueño,sueñodemasiado,ycosasporelestilo:Ibamosdelbrazoporunsalón,ellatodadeblanco,yyocomounbultonegroasulado.Nohabíamásquepersonasdeedadenelsalón,ytodassentadas,mirándonospasar.Era,sinembargo,unsalóndebaile.Ydecíandenosotros:Lameningitisysusombra.Medesperté,yvolvíasoñar;eltalsalóndebaileestabafrecuentadoporlosmuertosdiariosdeunaepidemia.EltrajeblancodeMaríaElviraeraunsudario,yyoeralamismasombradeantes,peroteníaahoraporcabezauntermómetro.EramossiempreLameningitisysusombra.

¿Quépuedohacerconsueñosdeestanaturaleza?Nopuedomás.MevoyaEuropa,aNorteamérica,acualquierpartedondepuedaolvidarla.

¿Aquéquedarme?¿Arecomenzarlahistoriadesiempre,quemándomesolo,comounpayaso,oadesencontrarnoscadavezquenossentimosjuntos?

¡Ah, no! Concluyamos con esto. No sé el bien que les podrá hacer amis planos demáquinas esta ausencia sentimental (¡y sí, sentimental, ¡aunque no quiera!); peroquedarmeseríaridículo,yestúpido,ynohayparaquédivertirmásalasMaríaElvira.

Podría escribir aquí cosas pasablemente distintas de las que acabo de anotar, peroprefierocontarsimplementeloquepasóelúltimodíaqueviaMaríaElvira.

Por bravata, o desafío a mí mismo, o quién sabe por qué mortuoria esperanza desuicida,fuilatardeanteriordemisalidaadespedirmedelosFunes.Yahacíadiezdíasqueteníamispasajesenelbolsillo–pordondeseverácuántodesconfiabademímismo.

MaríaElvira estaba indispuesta–asuntodegargantao jaqueca–perovisible.Paséunmomento a la antesala a saludarla.La hallé hojeandomúsicas, desganada.Al verme sesorprendió un poco, aunque tuvo tiempode echar una rápida ojeada al espejo.Tenía el

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rostroabatido,loslabiospálidos,ylosojoshundidosdeojeras.Peroeraellasiempre,máshermosaaúnparamíporquelaperdía.

Ledijesencillamentequemeiba,yledeseabamuchafelicidad.

Alprincipionomecomprendió.

–¿Seva?¿Yadónde?

–ANorteamérica…Acabodedecírselo.

–¡Ah! –murmuró, marcando bien claramente la contracción de los labios. Peroenseguidamemiróinquieta.

–¿Estáenfermo?

–¡Pst…!Noprecisamente…Noestoybien.

–¡Ah!–murmuródenuevo.Ymiróhaciaafueraatravésdelosvidriosabriendobienlosojos,comocuandounopierdeelpensamiento.

Porlodemás,llovíaenlacalleylaantesalanoestabaclara.

Sevolvióamí.

–¿Porquéseva?–mepreguntó.

–¡Hum!–mesonreí–.Seríamuylargo,infinitamentelargodecontar…Enfin,mevoy.

María Elvira fijó aún los ojos en mí, y su expresión preocupada y atenta se tornósombría.Concluyamos,medije.Yadelántame:

–Bueno,MaríaElvira

Metendiólentamentelamano,unamanofríayhúmedadejaqueca.

–Antesdeirse–medijo–¿nomequieredecirporquéseva?

Su voz había bajado un tono. El corazón me latió locamente, pero como en unrelámpagolaviantemí,comoaquellanoche,alejándoseriendoynegandoconlamano:«no,yaestoysatisfecha…»¡Ah,no,yotambién!¡Conaquelloteníabastante!

–¡Mevoy–ledijebienclaro–,porqueestoyhastaaquídedolor,ridiculezyvergüenzademímismo!¿Estácontentaahora?

Teníaaúnsumanoenlamía.Laretiró,sevolviólentamente,quitólamúsicadelatrilpara colocarla sobre el piano, todo con pausa y mesura, y me miró de nuevo, conesforzadaydolorosasonrisa:

–¿Ysiyo…lepidieraquenosefuera?

–¡PeroporDiosbendito!–exclamé.¡Nosedacuentadequemeestámatandoconestascosas!¡Estoyhartodesufriryecharmeencaramiinfelicidad!¿Quéganamos,queganaustedconestascosas?¡No,bastaya!¿Sabeusted–agreguéadelantándome–loqueustedmedijoaquellaúltimanochedesuenfermedad?¿Quierequeselodiga?¿Quiere?

Quedóinmóvil,todaojos.

–Sí,dígame…

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–¡Bueno!Ustedmedijo,ymalditasealanocheenquelooí,ustedmedijobienclaroesto: Y–cuan–do–no–ten–ga–más–de–li–rio, ¿me–que–rrás–to–da–ví– a? Usted teníadelirioaún,yalosé…¿Peroquéquierequehagayoahora?¿Quedarmeaquí,asulado,desangrándomevivoconsumododeser,porquelaquierocomounidiota…?Estoesbienclarotambién¿eh?¡Ah!¡Leaseguroquenoesvidalaquellevo!¡No,noesvida!

Yapoyélafrenteenlosvidrios,deshecho,sintiendoquedespuésdeloquehabíadicho,mividasederrumbabaparasiemprejamás.

Peroeramenesterconcluir,ymevolví:Ellaestabaamilado,yensusojos–comoenunrelámpago,defelicidadestavez–viensusojosresplandecer,marearse,sollozar,laluzdehúmedadichaquecreíamuertaya.

–¡MaríaElvira!–grité,creo–¡Miamorquerido!¡Mialmaadorada!

Y ella, en silenciosas lágrimas de tormento concluido, vencida, entregada, dichosa,habíahalladoporfinsobremipechoposturacómodaasucabeza.

Ynadamás. ¿Habrácosamás sencillaque todoesto?Yohe sufrido, esbienposible,llorado,aulladodedolor;debocreerloporqueasíloheescrito.¡Peroquéendiabladamentelejosestátodoeso!Ytantomáslejosporque–yaquíestálomásgraciosodeestanuestrahistoria–ellaestáaquí,amilado,leyendoconlacabezasobrelalapiceraloqueescribo.Ha protestado, bien se ve, ante no pocas observaciones mías; pero en honor del arteliterarioenquenoshemosengolfadocon tanta frescura, se resignacomobuenaesposa.Porlodemás,ellacreeconmigoquelaimpresióngeneraldelanarración,reconstruidaporetapas,esunreflejobastanteacertadodeloquepasó,sentimosysufrimos.Locual,paraobradeuningeniero,noestádeltodomal.

EnestemomentoMaríaElvirameinterrumpeparadecirmequelaúltimalíneaescritanoesverdad:Minarraciónnosólonoestádeltodomal,sinoqueestábien,muybien.Ycomoargumentoirrefutablemeechalosbrazosalcuelloymemira,nosésiamuchomásdecincocentímetros.

–¿Esverdad?–murmura,oarrulla,mejordicho.

–¿Sepuedeponerarrulla?–lepregunto.

–¡Sí,yesto,yesto!–Ymedaunbeso.

¿Quémáspuedoañadir?

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Lamanchahiptálmica

—¿Quétieneesapared?

Levantétambiénlavistaymiré.Nohabíanada.Laparedestabalisa,fríaytotalmenteblanca.Sóloarriba,cercadeltecho,estabaoscurecidaporfaltadeluz.

Otroasuvezalzólosojosylosmantuvounmomentoinmóvilesybienabiertos,comocuandosedeseadeciralgoquenoseaciertaaexpresar.

—¿P…pared?—formulóalrato.

Estosí;torpezaysonambulismodelasideas,cuántoesposible.

—Noesnada—contesté—.Eslamanchahiptálmica.

—¿Mancha?

—…hiptálmica. Lamancha hiptálmica. Éste esmi dormitorio.Mimujer dormía deaquellado…¡Quédolordecabeza!…Bueno.Estábamoscasadosdesdehacíasietemesesy anteayer murió. ¿No es esto?… Es la mancha hiptálmica. Una noche mi mujer sedespertósobresaltada.

—¿Quédices?—lepreguntéinquieto.

—¡Quésueñomásraro!—merespondió,angustiadaaún.

—¿Quéera?

—Nosé, tampoco…Séque eraundrama;un asuntodedrama…Unacosaoscurayhonda…¡Quélástima!

—¡Tratadeacordarte,porDios!—lainsté,vivamenteinteresado.Ustedesmeconocencomohombredeteatro…

Mimujerhizounesfuerzo.

—Nopuedo…Nomeacuerdomásquedeltítulo:Lamanchatele…hita…¡hiptálmica!Ylacaraatadaconunpañueloblanco.

—¿Qué?…

—Unpañueloblancoenlacara…Lamanchahiptálmica

—¡Raro!—murmuré,sindetenermeunsegundomásapensarenaquello.

Perodíasdespuésmimujersalióunamañanadeldormitorioconlacaraatada.Apenaslavi, recordébruscamenteyvi en susojosqueella también sehabíaacordado.Ambossoltamoslacarcajada.

—¡Si…sí!—sereía—.Encuantomepuseelpañuelo,meacordé…

—¿Undiente?…

—Nosé;creoquesí…

Durante el día bromeamos aún con aquello, y de noche mientras mi mujer se

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desnudaba,legritédeprontodesdeelcomedor:

—Aqueno…

—¡Sí!¡Lamanchahiptálmica!—mecontestóriendo.Meechéareíramivez,ydurantequincedíasvivimosenplenalocuradeamor.

Despuésdeeste lapsodeaturdimientosobrevinounperíododeamorosa inquietud,elsordoymutuoacechodeundisgustoquenollegabayqueseahogóporfinenexplosionesderadianteyfuriosoamor.

Unatarde,tresocuatrohorasdespuésdealmorzar,mimujer,noencontrándome,entróen su cuarto y quedó sorprendida al ver los postigos cerrados. Me vio en la cama,extendidocomounmuerto.

—¡Federico!—gritócorriendoami.

Nocontestéunapalabra,nimemoví.¡Yeraella,mimujer!¿Entiendenustedes?

—¡Déjame!—medesasíconrabia,volviéndomealapared.

Duranteunratonooínada.Después,sí:lossollozosdemimujer,elpañuelohundidohastalamitadenlaboca.

Esa noche cenamos en silencio.Nonos dijimos una palabra, hasta que a las diezmimujerme sorprendió en cuclillas delante del ropero, doblando con extremo cuidado, ypliegueporpliegue,unpañueloblanco.

—¡Perodesgraciado!—exclamódesesperada,alzándomelacabeza—.¡Quéhaces!

¡Eraella,mimujer!Ledevolvíelabrazo,enplenaeíntimaboca.

—¿Qué hacía? —le respondí—. Buscaba una explicación justa a lo que nos estápasando.

—Federico…amormío…—murmuró.

Ylaoladelocuranosenvolviódenuevo.

Desdeelcomedoroíqueella—aquímismo—sedesvestía.Yaulléconamor:

—¿Aqueno?…

—¡Hiptálmica,hiptálmica!respondióriendoydesnudándoseatodaprisa.

Cuando entré,me sorprendió el silencio considerable de este dormitorio.Me acerquésin hacer ruido ymiré.Mimujer estaba acostada, el rostro completamente hinchado yblanco.Teníaatadalacaraconunpañuelo.

Corrísuavementelacolchasobrelasábana,meacostéenelbordedelacama,ycrucélasmanosbajolanuca.

Nohabíaaquíniuncrujidoderopaniunatrepidaciónlejana.Nada.Lallamadelavelaascendíacomoaspiradaporelinmensosilencio.

Pasaron horas y horas. Las paredes, blancas y frías, se oscurecían progresivamentehaciaeltecho…¿Quéeseso?Nosé…

Yalcédenuevolosojos.Losotroshicieronlomismoylosmantuvieronenlaparedpor

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dosotressiglos.Alfinlossentípesadamentefijosenmí.

—¿Ustednuncahaestadoenelmanicomio?—medijouno.

—Noqueyosepa…—respondí.

—¿Yenpresidio?

—Tampoco,hastaahora…

—Puestengacuidado,porquevaaconcluirenunouotro.

—Esposible…perfectamenteposible…—repuseprocurandodominarmiconfusióndeideas.

Salieron.

Estoysegurodequehanidoadenunciarme,yacabodetendermeeneldiván:comoeldolordecabezacontinúa,meheatadolacaraconunpañueloblanco.

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Másallá

Yoestabadesesperada—dijolavoz—.Mispadresseoponíanrotundamenteaquetuvieraamores con él, y habían llegado a ser muy crueles conmigo. Los últimos días no medejabanniasomarmealapuerta.Antes,loveíasiquierauninstanteparadoenlaesquina,aguardándomedesdelamañana.¡Después,nisiquieraeso!

Yolehabíadichoamamálasemanaantes:

—¿Peroquélehallantúypapá,porDios,paratorturarnosasí?¿Tienenalgoquedecirdeél?¿Porquésehanopuestoustedes,comosifueraindignodepisarestacasa,aquemevisite?

Mamá,sinresponderme,mehizosalir.Papá,queentrabaenesemomento,medetuvodelbrazo,yenteradopormamádeloqueyohabíadicho,meempujódelhombroafuera,lanzándomedeatrás:

—Tumadre seequivoca; loquehaqueridodeciresqueellayyo—¿looyesbien?—preferimos vertemuerta antes que en los brazos de ese hombre.Y ni una palabramássobreesto.

Estodijopapá.

—Muy bien—le respondí volviéndome, más pálida, creo, que el mantel mismo—:nuncamáslesvolveréahablardeél.

Yentréenmicuartodespacioyprofundamenteasombradade sentirmecaminarydeverloqueveía,porqueeneseinstantehabíadecididomorir.

¡Morir! ¡Descansar en la muerte de ese infierno de todos los días, sabiendo que élestaba a dos pasos esperando verme y sufriendo más que yo! Porque papá jamásconsentiríaenquemecasaraconLuis.

¿Quélehallaba?mepreguntotodavía.¿Queerapobre?Nosotrosloéramostantocomoél.

¡Oh!Laterquedaddepapáyolaconocía,comolahabíaconocidomamá.—Muertamilveces,—decíaél,antesquedarlaaesehombre.

Peroél,papá,¿quémedabaencambio,sinoeraladesgraciadeamarcontodomisersabiéndome amada, y condenada a no asomarme siquiera a la puerta para verlo uninstante?

Morirerapreferible,sí,morirjuntos.

Yosabíaqueéleracapazdematarse;peroyo,quesolanohallabafuerzasparacumplirmi destino, sentía que una vez a su lado preferiría mil vcees la muerte juntos, a ladesesperacióndenovolverloavermás.

Leescribíunacarta,dispuestaatodo.Unasemanadespuésnoshallábamosenelsitioconvenido,yocupábamosunapiezadelmismohotel.

Nopuedodecirquemesentíaorgullosadeloqueibaahacer,nitampocofelizdemorir.

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Eraalgomásfatal,másfrenético,mássinremisión,comosidesdeelfondodelpasadomisabuelos,misbisabuelos,miinfanciamisma,miprimeracomunión,misensueños,comositodoestonohubieratenidootrafinalidadqueimpulsarmealsuicidio.

Nonossentíamosfelices,vuelvoarepetirlo,demorir.Abandonábamoslavidaporqueella nos había abandonadoya, al impedirnos ser el unodel otro.En el primero, puro yúltimo abrazo que nos dimos sobre el lecho, vestidos y calzados como al llegar,comprendí,marcadadedichaentresusbrazos,cuángrandehubierasidomifelicidaddehaberllegadoasersunovia,suesposa.

Aun tiempo tomamoselveneno.Enelbrevísimoespaciode tiempoquemediaentrerecibirdesumanoelvasoyllevarloalaboca,aquellasmismasfuerzasdelosabuelosqueme precipitaban amorir se asomaron de golpe al borde demi destino a contenerme…¡tarde ya! Bruscamente, todos los ruidos de la calle, de la ciudad misma, cesaron.Retrocedieron vertiginosamente antemí, dejando en su huecoun sitio enorme, como sihastaeseinstanteelámbitohubieraestadollenodemilgritosconocidos.

Permanceídossegundosmás inmóvil,con losojosabiertos.Ydeprontomeestrechéconvulsivamenteaél,libreporfindemiespantosasoledad.

¡Sí,estabaconél;eíbamosamorirdentrodeuninstante!

Elvenenoeraatroz,yLuisinicióélprimeroelpasoquenosllevabajuntosabrazadosalatumba.

—Perdóname—medijooprimiéndometodavíalacabezacontrasucuello.Teamotantoquetellevoconmigo.

—Yyoteamo—lerespondí—,ymuerocontigo.

No pude hablar más. ¿Pero qué ruido de pasos, qué voces venían del corredor acontemplarnuestraagonía?¿Quegolpesfrenéticosresonabanenlapuertamisma?

—Mehanseguidoynosvienenaseparar…—murmuréaún—.Peroyosoytodatuya.

Alconcluir,medicuentadequeyohabíapronunciadoesaspalabrasmentalmentepuesenesemomentoperdíaelconocimiento.

Cuandovolvíenmítuvelaimpresióndequeibaacaersinobuscabadondeapoyarme.Mesentíaleveytandescansada,quehastaladulzuradeabrirlosojosmefuesensible.Yoestabadepie, enelmismocuartodelhotel, recostadacasi a lapareddel fondo.Yallá,juntoalacama,estabamimadredesesperada.

¿Mehabíansalvado,pues?Volvílavistaatodoslados,yjuntoalvelador,depiecomoyo, lo vi a él, a Luis, que acabada de distinguirme a su vez y venía sonriendo a miencuentro.Fuimosrectamenteunohaciaelotro,apesardelagrancantidaddepersonasquerodeabanellecho?ynadanosdijimos,puesnuestrosojosexpresabantodalafelicidaddehabernosencontrado.

Alverlo,diáfanoyvisibleatravésdetodoydetodos,acababadecomprenderqueyoestabacomoél—muerta.

Habíamosmuerto, a pesar demi temorde ser salvada cuandoperdí el conocimiento.Habíamosperdido algomás, por dicha…Yallí, en la cama,mimadre desesperadame

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sacudía a gritose mientras el mozo del hotel apartaba de mi cabeza los brazos de miamado.

Alejadosalfondo,conlasmanosunidas,Luisyyoveíamoslotodoenunaperspectivanítida, pero remotamente fría y sin pasión.A tres pasos, sin duda, estábamos nosotros,muertosporsuicidio,rodeadospor ladesolacióndemisparientes,deldueñodelhotelyporelvaivéndelospolicías.¿Quénosimportabaeso?

—¡Amada mía!… —me decía Luis—. ¡A qué poco precio hemos comprado estafelicidaddeahora!

—Yyo—le respondí— te amaré siemprecomo te améantes.Ynonos separaremosmás,¿verdad?

—¡Oh,no!…Yalohemosprobado.

—¿Eirástodaslasnochesavisitarme?

Mientrascambiábamosasínuestraspromesasoíamoslosalaridosdemamáquedebíanser violentos, pero que nos llegaban con una sonoridad inerte y sin eco, como si nopudierantraspasarenmásdeunmetroelambientequerodeabaamamá.

Volvimos de nuevo la vista a la agitación de la pieza. Llevaban por fin nuestroscadáveres, y debía de haber transcurrido un largo tiempo desde nuestra muerte, puespudimos notar que tanto Luis como yo teníamos ya las articulacionesmuy duras y losdedosmuy rígidos.Nuestroscadáveres…¿Dóndepasabaeso?¿Enverdadhabíahabidoalgodenuestravida,nuestraternura,enaquellosdospesadísimoscuerposquebajabanporlasescaleras,amenazandohacerrodaratodosconellos?

¡Muertos! ¡Qué absurdo! Lo que había vivido en nosotros, más fuerte que la vidamisma,continuabaviviendocontodaslasesperanzasdeuneternoamor.Antes…nohabíapodidoasomarmesiquieraalapuertaparaverlo;ahorahablaríaregularmenteconél,puesiríaacasacomonoviomío.

—¿Desdecuándoirásavisitarme?—lepregunté.

—Mañana—repusoél—.Dejemospasarhoy.

—¿Porquémañana?—preguntéangustiada—.¿Noeslomismohoy?¡Venestanoche,Luis!¡Tengotantosdeseosdeestarasolascontigoenlasala!

—¡Yyo!¿Alasnueve,entonces?

—Sí.Hastaluego,amormío…

Ynosseparamos.Volvíacasalentamente,felizydesahogadacomosiregresaradelaprimeracitadeamorqueserepetíríaesanoche.Alasnueveenpuntocorríaalapuertadecalleyrecibíyomismaaminovio.¡Élencasa,devisita!

—¿Sabesquelasalaestállenadegente?—ledije—.Perononosincomodarán

—Claroqueno…¿Estástúallí?

—Sí.

—¿Muydesfigurada?

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—Nomucho,¿crerás?¡Ven,vamosaver!

Entramosenlasala.Apesardelalividezdemissienes,delasaletasdelanarizmuytensas y las ventanillasmuynegras,mi rostro era casi elmismoqueLuis esperaba verdurantehorasyhorasdesdelaesquina.

—Estásmuyparecida—dijoél.

—¿Verdad?—le respondí yo, contenta. Y nos olvidamos en seguida de todo,arrullándonos.

Porratos,sinembargo,suspendíamosnuestraconversaciónymirábamosconcuriosidadelentrarysalirdelasgentes.EnunodeesosmomentosllamélaatencióndeLuis.

—¡Mira!—ledije—.¿Quépasará?

Enefecto,laagitacióndelasgentes,muyvivadesdeunosminutosantes,seacentuabacon la entrada en la sala de un nuevo ataúd. Nuevas personas, no vistas aún allí, loacompañaban.

—Soyyo—dijoLuisconligerasorpresa—.Vienentambiénmishermanas

—¡Mira,Luis!—observéyo—.Ponennuestroscadáveresenelmismocajón…Comoestábamosalmorir.

—Comodebíamosestarsiempre—agregóél—.Yfijandolosojosporlargoratoenelrostroexcavadodedolordesushermanas:

—Pobreschicas…—murmurócongraveternura.Yomeestrechéaél,ganadaamivezpor el homenaje tardío, pero sangriento de expiación, que venciendo quién sabe quédificultades,noshacíanmispadresenterrándonosjuntos.

Enterrándonos… ¡Qué locura! Los amantes que se han suicidado sobre una cama dehotel,purosdecuerpoyalma,vivensiempre.Nadanosligabaaaquellosdosfríosyduroscuerpos, ya sin nombre, en que la vida se había roto de dolor. Y a pesar de todo, sinembargo,noshabíansidodemasiadoqueridosenotraexistenciaparaquenodepusiéramosunalargamiradallenaderecuerdossobreaquellosdoscadavéricosfantasmasdeunamor.

—Tambiénellos—dijomiamado—estaráneternamentejuntos.

—Peroyoestoycontigo—murmuréyo,alzandoaélmisojos, feliz.Ynosolvidamosotravezdetodo.

Durantetresmeses—prosiguiólavoz—vivíenplenadicha.Minoviomevisitabadosveces por semana. Llegaba a las nueve en punto, sin que una sola noche se hubieraretrasadounsolosegundo,ysinqueunasolavezhubierayodejadodeirarecibirloalapuerta.Pararetirarsenosiempreobservabaminovioigualpuntualidad.Lasonceymedia,aun las doce sonaron a veces, sin que él se decidiera a soltarme lasmanos, y sin quelograra yo arrancar mi mirada de la suya. Se iba por fin, y yo quedaba dichosamenterendida,paseándomeporlasalaconlacaraapoyadaenlapalmadelamano.

Durante el día acortaba las horas pensando en él. Iba y venía de un cuarto a otro,asistiendosininterésalgunoalmovimientodemifamilia,aunquealgunavezmedetuveen lapuertadel comedoracontemplarelhoscodolordemamá,que rompíaavecesendesesperadossollozosanteelsitiovacíodelamesadondesehabíasentadosuhijamenor.

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Yovivía—sobrevivía—,loherepetido,porelamoryparaelamor.Fueradeél,demiamado,desupresenciadesurecuerdo,todoactuabaparamíenunmundoaparte.Yaunencontrándome inmediata a mi familia, entre ella y yo se abría un abismo invisible ytransparente,quenosseparabaamilleguas.

Salíamos también de noche.Luis y yo, comonovios oficiales que éramos.No existepaseo que no hayamos recorrido juntos, ni crepúsculo en que no hayamos deslizadonuestro idilio.De noche, cuando había luna y la temperatura era dulce, gustábamos deextendernuestrospaseoshastalasafuerasdelaciudad,dondenossentíamosmáslibres,máspurosymásamantes.

Una de esas noches, como nuestros pasos nos hubieran llevado a la vista delcementerio,sentimoscuriosidaddeverelsitioenqueyacíabajo tierra loquehabíamossido.Entramosenelvastorecintoynosdetuvimosanteuntrozodetierrasombría,dondebrillabaunalápidademármol.Ostentabanuestrosdossolosnombres,ydebajolafechadenuestramuerte;nadamás.

—Comorecuerdodenosotros—observóLuis—nopuedesermásbreve.Asíy todo—añadió después de una pausa—, encierra más lágrimas y remordimientos que muchoslargosepitafios.

Dijo,yquedamosotravezcallados.

Acaso en aquel sitio y a aquella hora, para quien nos observara hubiéramos dado laimpresión de ser fuegos fatuos. Pero mi novio y yo sabíamos bien que lo fatuo y sinredencióneranaquellosdosespectrosdeundoblesuicidioencerradosanuestrospies,ylarealidad, la vida depurada de errores, elévase pura y sublimada en nosotros como dosllamasdeunmismoamor.

Nosalejamosdeallí,dichososysinrecuerdos,apasearporlacarreterablancanuestrafelicidadsinnubes.

Ellasllegaron,sinembargo.Aisladosdelmundoydetodaimpresiónextraña,sinotrofinyotropensamientoquevernosparavolvernosaver,nuestroamorascendía,nodirésobrenaturalmente, pero sí con la pasión en que debió abrasarnos nuestro noviazgo, dehaberlo conseguido en la otra vida. Comenzamos a sentir ambos una melancolía muydulce cuando estábamos juntos, y muy triste cuando nos hallábamos separados. Heolvidadodecirqueminoviomevisitabaentoncestodaslasnoches;peropasábamoscasitodoel tiemposinhablar,comosiyanuestras frasesdecariñono tuvieranvaloralgunoparaexpresarloquesentíamos.Cadavezseretirabaélmástarde,cuandoyaencasatodosdormían,ycadavez,alirse,acortábamosmásladespedida.

Salíamosyretornábamosmudos,porqueyosabíabienqueloqueélpudieradecirmenorespondía a supensamiento, y él estaba segurodequeyo le contestaría cualquier cosa,paraevitarmirarlo.

Una noche en que nuestro desasosiego había llegado a un límite angustioso, Luis sedespidiódemímástardequedecostumbre.Yaltendermesusdosmanos,yentregarleyolas mías heladas, leí en sus ojos, con una transparencia intolerable, lo que pasaba pornosotros.Mepusepálidacomolamuertemisma;ycomosusmanosnosoltaranlasmías:

—¡Luis! —murmuré espantada, sintiendo que mi vida incorpórca buscaba

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desesperadamente apoyo, como en otra circunstancia. Él comprendió lo horrible denuestrasituación,porquesoltándomelasmanos,conunvalordequeahoramedoycuenta,susojosrecobraronlaclaraternuradeotrasvcees.

—Hastamañana,amadamía—medijosonriendo.

—Hastamañana,amor—murmuréyo,palideciendotodavíamásaldeciresto.

Porqueenese instante acababadecomprenderquenopodríapronunciar estapalabranuncamás.

Luisvolvióalanochesiguiente;salimosjuntos,hablamos,hablamoscomonuncaanteslo habíamos hccho, y como lo hicimos en las noches subsiguientes. Todo en vano: nopodíamosmirarnosya.Nosdespedíamosbrevemente, sindarnos lamano,alejadosaunmetrounodelotro.

¡Ah!Preferibleera…

Laúltimanoche,minoviocayódeprontoantemíyapoyósucabezaenmisrodillas.

—Miamor—murmuró.

—¡Cállate!—dijeyo.

—Amormío—recomenzóél.

—¡Luis!¡Cállate!—lancéyoaterrada—.Sirepitesesootravez…

Su cabeza se alzó, y nuestros ojos de espectros —¡es horrible decir esto! —seencontraronporprimeravezdesdemuchosdíasatrás.

—¿Qué?—preguntóLuis—.¿Quépasasirepito?

—Túlosabesbien—respondíyo.

—¡Dímelo!

—¡Losabes!¡Memuero!

Durante quince segundos nuestrasmiradas quedaron ligadas con tremenda fijeza. Enesetiempo,pasaronporellas,corriendocomoporelhilodeldestino,infinitashistoriasdeamor,truncas,reanudadas,rotas,redivivas,vencidasyhundidasfinalmenteenelpavordeloimposible.

—Me muero… —torné a murmurar, respondiendo con ello a su mirada. Él locomprendió también, pues hundiendo de nuevo la frente enmis rodillas, alzó la voz allargorato.

—Nonosquedasinounacosaquehacer…—dijo.

—Esopienso—repuseyo.

—¿Mecomprendes?—insistióLuis.

—Sí, te comprendo—contesté, deponiendo sobre su cabezamis manos para quemedejaraincorporarme.Ysinvolvernosamirarnosencaminamosalcementerio.

¡Ah!¡Nosejuegaalamor,a losnovios,cuandosequemóenunsuicidiolabocaquepodíabesar!¡Nosejuegaalavida,a lapasiónsollozante,cuandodesdeelfondodeun

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ataúddosespcetrossustancialesnospidencuentadenuestroremedoynuestrafalsedad!

¡Amor!¡Palabrayaimpronunciable,sise la trocóporunacopadecianuroalgocedemorir!¡Sustanciadelideal,sensacióndeladicha,yquesolamenteesposiblerecordaryllorar,cuandoloqueseposeebajoloslabiosyseestrechaenlosbrazosnoesmásqueelespectrodeunamor!

Esebesonoscuestalavida—concluyelavoz—,ylosabemos.Cuandosehamuertounavezdeamor,sedebemorirdenuevo.Haceunrato,alrecogermeLuisasí,hubieradadoelalmaporpoderserbesada.Dentrodeuninstantemebesará,yloqueennosotrosfue sublime e insostenibe niebla de ficción, descenderá, se desvanceerá al contactosustancialysiempre fieldenuestros restosmortales. Ignoro loquenosesperamásallá.Perosinuestroamorfueundíacapazdeelevarsesobrenuestroscuerposenvenenados,ylogróvivirtresmesesenlaalucinacióndeunidilio,talvezellos,urnaprimitivayesencialdeeseamor,hayanresistidoalascontingenciasvulgares,ynosaguarden.

Depiesobrelalápida,Luisyyonosmiramoslargaylibrementeya.Susbrazosciñenmi cintura, su boca buscami boca, y yo le entrego lamía con una pasión tal, quemedesvanezco…

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ElconductordelRápido

Desde 1905hasta 1925 han ingresado en elHospicio de lasMercedes 108maquinistasatacadosdealienaciónmental.

Ciertamañana llegó almanicomio un hombre escuálido, de rostromacilento, que seteníamalamenteenpie.Estabacubiertodeandrajosyarticulabatanmalsuspalabrasqueeranecesariodescubrirloquedecía.Y,sinembargo,segúnafirmabaconciertoalardesumujeralinternarlo,esemaquinistahabíaguiadosumáquinahastapocashorasantes.

Enunmomentodadodeaquel lapsode tiempo,un señaleroyuncambista alienadostrabajabanenlamismalíneayalmismotiempoquedosconductores,tambiénalienados.

Es hora, pues, dados los copiosos hechos apuntados, de meditar ante las actitudesfácilmenteimaginablesenquepodríaincurrirunmaquinistaalienadoqueconduceuntren.

Talesloqueleoenunarevistadecriminología,psiquiatríaymedicinalegal,quetengobajomisojosmientrasmedesayuno.

Perfecto. Yo soy uno de esos maquinistas. Más aun: soy conductor del rápido delContinental. Leo, pues, el anterior estudio con una atención también fácilmenteimaginable.

Hombres, mujeres, niños, niñitos, presidentes y estabiloques: desconfiad de lospsiquiatras como de toda policía. Ellos ejercen el contralormental de la humanidad, ygananconello: ¡ojo!Yonoconozco lasestadísticasdealienaciónenelpersonalde loshospicios; pero no cambio los posibles trastornos que mi locomotora con un loco ahorcajadaspudieradiscurrirporloscaminos,conlosdecualquierdeprimidopsiquiatraalfrentedeunmanicomio.

Cumple advertir, sin embargo, que el especialista cuyos son los párrafos apuntadoscomprueba que 108maquinistas y 186 fogoneros alienados en el lapso de veinte años,establecenunaproporciónenverdadpocoalarmante:algomásdecincoconductoreslocosporaño.Ydigoexprofesoconductoresrefiriéndomealosdosoficios,puesnadieignoraque un fogonero posee capacidad técnica suficiente comoparamanejar sumáquina, encasodecualquieraccidentefortuito.

Vistoesto,nodeseosinoqueestetantoporcientodelocosalfrentedeldestinodeunapartedelahumanidad,seatandébilennuestraprofesióncomoenladeellos.Conlocualconcluyoencalmamicafé,quetienehoyungustoextrañamentesalado.

Estolomeditéhacequincedías.Hoyheperdidoyalacalmadeentonces.Sientocosasperfectamentedefiniblessisupieraacienciaciertaquéesloquequierodefinir.Aveces,mientrashabloconalgunomirándoloalosojos,tengolaimpresióndequelosgestosdemiinterlocutorylosmíossehandetenidoenextáticadureza,aunquelaacciónprosigue;yqueentrepalabraypalabramediaunaeternidaddetiempo,aunquenocesamosdehablaraprisa.

Vuelvo enmí, pero no ágilmente, como se vuelve de unamomentánea obnubilación,sino con hondas ymareantes oleadas de corazón que se recobra.Nada recuerdo de ese

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estado;yconservodeél,sinembargo,laimpresiónyelcansancioquedejanlasgrandesemocionessufridas.

Otrasvecespierdobruscamenteelcontralordemiyo,ydesdeunrincóndelamáquina,transformado en un ser tan pequeño, concentrado de líneas y luciente como un bulónoctogonal,meveoamímismomaniobrandoconangustiosalentitud.

¿Qué es esto?No lo sé.Llevo18 años en la línea.Mi vista continúa siendonormal.Desgraciadamente, uno sabe siempre de patología más de lo razonable, y acudo alconsultoriodelaempresa.

—Yonadasientoenórganoalguno—hedicho—,peronoquieroconcluirepiléptico.Anadieconvieneverinmóvileslascosasquesemueven.

—¿Yeso?—mehadichoelmédicomirándome—.¿Quiénlehadefinidoesascosas?

—Lasheleídoalgunavez—respondo—.Hagaelfavordeexaminarme,leruego.

Eldoctormeexaminaelestómago,elhígado,lacirculación—ylavista,pordecontado.

—Nada veo—meha dicho—, fuera de la ligera depresión que acusa usted viniendoaquí…Piensepoco, fuerade lo indispensablepara susmaniobras, yno leanada.A losconductoresderápidosnolesconvienevercosasdobles,ymenostratardeexplicárselas.

—¿Peronoseríaprudente—insisto—solicitarunexamencompletoalaempresa?Yotengounaresponsabilidaddemasiadograndesobremisespaldasparaquemebaste…

—… el breve examen a que lo he sometido, concluya usted. Tiene razón, amigomaquinista. Es no sólo prudente, sino indispensable hacerlo así. Vaya tranquilo a suexamen;losconductoresqueundíaconfundenlaspalancasnosuelendiscurrircomoustedlohace.

Meheencogidodehombrosasusespaldas,yhesalidomásdeprimidoaún.

¿Para qué ver a los médicos de la empresa si por todo tratamiento racional meimpondránunrégimendeignorancia?

Cuandounhombreposeeunaculturasuperiorasuempleo,muchoantesqueasusjefesse ha hecho sospechoso a símismo.Pero si estas suspensiones de vida prosiguen, y seacentúa este ver doble y triple a través de una lejanísima transparencia, entonces sabréperfectamenteloqueconvieneentalestadoaunconductordetren.

Soy feliz.Me he levantado al rayar el día, sin sueño ya y con tal conciencia demibienestarquemicasita,lascalles,laciudadenteramehanparecidopequeñasparaasistiramiplenituddevida.Heidoafuera,cantandopordentro,conlospuñoscerradosdeacciónyunaligerasonrisaexterna,comoprocedeentodohombrequesesienteestimableantelavastacreaciónquedespierta.

Escuriosísimocómounhombrepuededeprontodarsevueltaycomprobarquearriba,abajo,aleste,aloeste,nohaymásqueclaridadpotente,cuyosionesinfinitesimalesestánconstituídos de satisfacción: simple y noble satisfacción que colma el pecho y hacelevantarbeatamentelacabeza.

Antes, no sé en qué remoto tiempo y distancia, yo estuve deprimido, tan pesado deansia que no alcanzaba a levantarme un milímetro del chato suelo. Hay gases que se

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arrastran así por la baja tierra sin lograr alzarse de ella, y rastrean asfixiado porque nopuedenrespirarellosmismos.

Yoeraunodeesosgases.Ahorapuedoerguirmesólo,sinayudadenadie,hastalasmásaltasnubes.Ysiyofuerahombredeextenderlasmanosybendecir,todaslascosasyeldespertardelavidaproseguiríansurutinailuminada,peroimpregnadasdemí:¡Tanfuerteeslaexpansióndelamenteenunhombredeverdad!

Desdeestaalturayestaperfecciónradialmeacuerdodemismiseriasycolapsosquememanteníanarasdetierra,comoungas.¿Cómopudoestafirmecarnemíayestainsolenteplenitud de contemplar, albergar tales incertidumbres, sordideces,manías y asfixias porfaltadeaire?

Miroalrededor,yestoysolo,seguro,musicalyrientedemiarmónicoexistir.Lavida,pesadísimatractorayfurgónalmismotiempo,ofreceestosfenómenos:unalocomotoraseyergue de pronto sobre sus ruedas traseras y se halla a la luz del sol. ¡De todos lados!¡Bien erguida y al sol. ¡Cuán poco se necesita a veces para decidir de un destino: a laalturahenchida,tranquilayeficiente,oarasdelsuelocomoungas!

Yofuiesegas.Ahorasoyloquesoy,yvuelvoacasadespacioymaravillado.

Hetomadoelcaféconmihijaenlasrodillas,yenunaactitudquehasorprendidoamimujer.

—Hacetiempoquenoteveíaasí—mediceconsuvozseriaytriste.

—Eslavidaquerenace—leherespondido—.¡Soyotro,hermana!

—Ojaláestéssiemprecomoahora—murmura.

—CuandoFermíncomprósucasa,en laempresanada ledijeron.Habíauna llavedemás.

—¿Quédices?—preguntamimujerlevantandolacabeza.Yolamiro,mássorprendidodesupreguntaqueellamisma,yrespondo:

—Loquetedije:¡quéserésiempreasí!

Conlocualmelevantoysalgodenuevo,—huevo.

Porlocomún,despuésdealmorzarpasoporlaoficinaarecibirórdenesynovuelvoalaestaciónhastalahoradetomarservicio.Nohayhoynovedadalguna,fueradelasgrandeslluvias. A veces, para emprender ese camino, he salido de casa con inexplicablesomnolencia;yotrashellegadoalamáquinaconextrañoanhelo.

Hoy lo hago todo sin prisa, con el reloj ante el cerebro y las cosas que debía ver,radiandoensuexactolugar.

Enestadichosaconjuncióndel tiempoy losdestinos, arrancamos.Desdemediahoraatrásvamoscorriendoeltren248.Mimáquina,la129.Enelbroncedesucifrasereflejanalpasolospilaresdelandén.Perendén.

Yotengo18añosdeservicio,sinunafalta,sinunapena,sinunaculpa.Porestoeljefemehadichoalsalir:

—Vanyadosaccidentesenestemes,yesbastante.Cuidedelempalme3,ypasadoél

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ponga atención en la trocha 296-315. Puede ganarmás allá el tiempo perdido. Sé quepodemos confiar en su calma, y por eso se lo advierto. Buena suerte, y en seguida dellegarinformedelmovimiento.

¡Calma!¡Calma!¡Noespreciso,¡ohjefes!querecomendéiscalmaamialma!Yopuedocorrer el tren con los ojos vendados, y el balasto está hecho de rayas y no de puntos,cuandopongomicalmaen lapuntadelmiriñaquea rayarelbalasto!Lascazesno teníacambioparapagarloscigarrillosquecompróenelpuente…

Desde hace un rato presto atención al fogonero que palea con lentitud abrumadora.Cadamovimientosuyopareceaislado,comosiestuvieraconstituidodeunmaterialmuyduro.¿Quécompañeromeconfiólaempresaparasalvarelempal…

—¡Amigo!—le grito—. ¿Y ese valor? ¿No le recomendó calma el jefe? El tren vacorriendocomounacucaracha.

—¿Cucaracha?—responde él—. Vamos bien a presión… y con dos libras más. Estecarbónnoescomoeldelmespasado.

—¡Esquetenemosquecorrer,amigo!¿Ysucalma?¡Lamía,yosédóndeestá!

—¿Qué?—murmuraelhombre.

—Elempalme.Parecequeallíhayquepaleardefirme.Ydespués,del296al315.

—¿Conestaslluviasencima?—objetaeltimorato.

—El jefe… ¡Calma!En 18 años de servicio no había yo comprendido el significadocompletodeestapalabra.¡Vamosacorrera110,amigo!

—Pormí…—concluyemihombre,ojeándomeunbuenmomentodecostado.

¡Lo comprendo! ¡Ah, plenitud de sentir en el corazón, como un universo hechoexclusivamente de luz y fidelidad, esta calma queme exalta! ¡Qué es sino unmísero,diminutoymaniatadoserporlosreglamentosyelterror,unmaquinistadetrendelcualsepretendieraexigircalmaalabordarunciertoempalme!Noeselmecánicoazul,congorra,pañueloysueldo,quienpuedegritarasusjefes:¡Lacalmasoyyo!¡Senecesitavercadacosa en el cenit, aisladísimo en su existir! ¡Comprenderla con pasmada alegría! ¡Senecesitaposeerun almadondecada cualposeeun sentido,y ser el factor inmediatodetodolosedientoqueparaseraguardanuestrocontacto!¡Seryo!

Maquinista.Echaunaojeadaafuera.Lanocheesmuynegra.Eltrenvacorriendoconsuescaleradereflejosalarastra,ylosremachesdelténderestánhoyhinchados.Delante,elpasamanodelacalderaparteinmóvildesdeelventanilloyondulacadavezmás,hastabarrereneltopelavíadeunoaotrolado.

Vuelvo la cabeza adentro: en este instante mismo el resplandor del hogar abiertocentellea todo alrededor del sweater del fogonero, que está inmóvil. Se ha quedadoinmóvilconlapalahaciaatrás,yelsweatererizadodepelusaalrojoblanco.

—¡Miserable!¡Haabandonadosuservicio!—rujolanzándomedelarenero.

Calmaespectacular.¡Enelcampo,porfin,fueradelarutinaferroviaria!

Ayer, mi hija moribunda. ¡Pobre hija mía! Hoy, en franca convalecencia. Estamos

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detenidos junto al alambrado viendo avanzar la mañana dulce. A ambos lados delcochecito de nuestra hija, que hemos arrastrado hasta allí, mi mujer y yo miramos enlontananza,felices.

—Papá,untren—dicemihijaextendiendosusflacosdedosquetantasnochesbesamosadúoconsumadre.

—Sí,pequeña—afirmo—.Eselrápidodelas7.45.

—¡Quéligerova,papá!—observaella.

—¡Oh!,aquínohaypeligroalguno;puedecorrer.Peroalllegaralem…

Como en una explosión sin ruido, la atmósfera que rodea mi cabeza huye envelocísimas ondas, arrastrando en su succión parte demi cerebro,—yme veo otra vezsobreelarenero,conduciendomitren.

Séquealgohehecho,algocuyocontactomultiplicadoentornodemímeasedia,ynopuedo recordarlo. Poco a pocomi actitud se recoge,mi espalda se enarca,mis uñas seclavanenlapalanca…ylanzounlargo,estertorosomaullido!

Súbitamente entonces, en un ¡trae! y un lívido relámpago cuyas conmociones veníasintiendodesdesemanasatrás,comprendoquemeestoyvolviendoloco.

¡Loco! ¡Es preciso sentir el golpe de esta impresión en plena vida, y el clamor desupremaseparación,milvecespeorquelamuerte,paracomprenderelalaridototalmenteanimalconqueelcerebroaúllaelescapedesusresortes!

¡Loco,eneste instante,ypara siempre! ¡Yohegritadocomoungato! ¡Hemaullado!¡Yohegritadocomoungato!

—¡Micalma,amigo!¡Estoesloqueyonecesito!…¡Listo,jefes!

Melanzootravezalsuelo.—¡Fogoneromaniatado!—legritoatravésdesumordaza—.¡Amigo!¿Ustednuncaviounhombrequesevuelveloco?Aquíestá:¡Prrrrr!…

«Porque usted es un hombre de calma, le confiamos el tren. ¡Ojo a la trocha 4004!Gato».Asídijoeljefe.

—¡Fogonero!¡Vamosapaleardefirme,ynoscomeremoslatrocha29000000003!

Sueltolamanodelallaveymeveootravez,oscuroeinsignificante,conduciendomitren.Lastremendassacudidasdelalocomotoramepunzanelcerebro:estamospasandoelempalme3.

Surgenentoncesantemispestañasmismaslaspalabrasdelpsiquiatra:

«…lasactitudesfácilmenteimaginablesenquepodríaincurrirunmaquinistaalienadoqueconducesutren»…

¡Oh!Nadaesestaralienado. ¡Lohorriblees sentirse incapazdecontener,noun tren,sinounamiserablerazónhumanaquehuyeconsusválvulassobrecargadasatodovapor!¡Lohorribleestenerconcienciadequeesteúltimokilatederazónsedesvaneceráasuvez,sinquelatremendaresponsabilidadqueseesfuerzasobreellaalcanceacontenerlo!¡Pidosólounahora!¡Diezminutosnadamás!Porquedeaquíauninstante…¡Oh,siaúntuvieratiempodedesataralfogoneroydeenterarlo!…

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—¡Ligero!¡Ayúdemeustedmismo!…

Yalpuntodeagacharmeveolevantarselatapadelosarenerosyaunabandadaderatasvolcarseenelhogar.

¡Malditas bestias…me van a apagar los fuegos!Cargo el hogar de carbón, sujeto altimoratosobreunareneroyyomesientosobreelotro.

—¡Amigo!—legritoconunamanoenlapalancaylaotraenelojo—:cuandosedesearetrasaruntren,sebuscaotroscómplices,¿eh?¿Quévaadecireljefecuandoloinformedesucolecciónde ratas?Dirá:ojoa la trochamm…—millón!¿Yquién lapasaa113kilómetros?Unservidor.Pelodecastor.¡Estesoyyo!Yonotengomásquecertezadelantede mí, y la empresa se desvive por gentes como yo. ¿Qué es usted? dicen. ¡Actituddiscretaypreponderanciaesencial!,respondoyo.¡Amigo!¡Oigaeltemblequeodeltren!…Pasamoslatrocha…¡Calma,jefes!Novaasaltar,yolodigo…¡Salta,amigo,ahoraloveo!Salta…¡Nosaltó!¡Buensustosellevóusted,mister!¿Yporqué?,pregunte.¿Quiénmerecesólolaconfianzadesusjefes?,pregunte.¡Pregunte,estabiloquedelinfierno,olehundoelhurgónenlapanza!

—Lo que es este tren—dice el jefe de la estación mirando el reloj—no va a llegaratrasado.Llevadoceminutosdeadelanto.

Porlalíneaseveavanzaralrápidocomounmonstruotumbándosedeunladoaotro,avanzar,llegar,pasarrugiendoyhuira110porhora.

—Hayquienconoce—digoyoaljefepavoneándomeconlasmanossobreelpecho—hayquienconoceeldestinodeesetren.

—¿Destino?—sevuelveeljefealmaquinista—.BuenosAires,supongo…

Elmaquinistayosonríenegandosuavemente,guiñaunojoaljefedeestaciónylevantalosdedosmovedizoshacialaspartesmásaltasdelaatmósfera.

Ytiroalavíaelhurgón,bañadoensudor:elfogonerosehasalvado.

Peroeltren,no.Séqueestaúltimatreguaserámásbreveaunquelasotras.Sihaceuninstantenotuvetiempo—¡nomaterial:mental!—paradesataramiasistenteyconfiarleeltren,no lo tendré tampocoparadetenerlo…Pongo lamanosobre la llaveparacerrarla-arla¡elufeluf!,amigo¡Otrarata!

Último resplandor…¡Yquéhorriblemartirio! ¡Diosde laRazónydemipobrehija!¡Concédemetansólotiempoparaponerlamanosobrelapalanca-blancapiribanca,¡miau!Eljefedelaestaciónanteterminaltuvoapenastiempodeoíralconductordelrápido248,queechadocasifueradelaportezuelalegritabaconacentoquenuncaaquélhadeolvidar:

—¡Demedesvío!…

Peroloquedescendióluegodeltren,cuyosfrenosalrojohabíanlodetenidojuntoalosparagolpesdeldesvío; loquefuearrancadoalafuerzadela locomotora,entrehorriblesmaullidos y debatiéndose como una bestia, eso no fue por el resto de sus días sino unpingajodemanicomio.Losalienistasopinanqueenlasalvacióndeltren—y125vidas—nodebeverseotracosaqueuncasodeautomatismoprofesional,nomuyraro,yquelosenfermosdeestegénerosuelenrecuperareljuicio.

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Nosotrosconsideramosqueel sentimientodeldeber,profundamentearraigadoenunanaturalezadehombre,escapazdecontenerportreshoraselmardedemenciaqueloestáahogando.Perodetalheroísmomental,larazónnoserecobra.

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Elperrorabioso

El20demarzodeesteaño,losvecinosdeunpueblodelChacosantafecinopersiguieronaunhombrerabiosoqueenposdedescargarsuescopetacontrasumujer,matódeuntiroaunpeónquecruzabadelantedeél.Losvecinos,armados,lorastrearonenelmontecomounafiera,hallándoloporfin trepadoenunárbol,consuescopetaaún,yaullandodeunmodohorrible.Viéronseenlanecesidaddematarlodeuntiro.

Marzo9.—

Hoyhace treintaynuevedías,horaporhora,queelperro rabiosoentródenocheennuestrocuarto.Siunrecuerdohadeperdurarenmimemoria,eseldelasdoshorasquesiguieronaaquelmomento.

La casano teníapuertas sino en la piezaquehabitabamamá,pues comohabíadadodesde el principio en tener miedo, no hice otra cosa, en los primeros días de urgenteinstalación,queaserrartablasparalaspuertasyventanasdesucuarto.Enelnuestro,yalaesperademayordesahogodetrabajo,mimujersehabíacontentado—verdadquebajounpocodepresiónpormiparte—conmagníficaspuertasdearpillera.Comoestábamosenverano,estedetallederigurosoornamentonodañabanuestrasaludninuestromiedo.Porunadeestasarpilleras,laquedaalcorredorcentral,fuepordondeentróymemordióelperrorabioso.

Yonosésielalaridodeunepilépticodaalosdemáslasensacióndeclamorbestialyfueradetodahumanidadquemeproduceamí.Peroestoysegurodequeelaullidodeunperro rabioso,que seobstinadenochealrededordenuestracasa,provocaráen todos lamisma fúnebre angustia. Es un grito corto, estrangulado, de agonía, como si el animalboquearaya,ytodoélempapadoencuantodelúgubresugiereunanimalrabioso.

Eraunperronegro,grande,conlasorejascortadas.Yparamayorcontrariedad,desdeque llegáramosnohabíahechomásque llover.Elmontecerradoporelagua, las tardesrápidas y tristísimas; apenas salíamosde casa,mientras la desolacióndel campo, enuntemporalsintregua,habíaensombrecidoalexcesoelespíritudemamá.

Con esto, los perros rabiosos. Una mañana el peón nos dijo que por su casa habíaandadouno lanocheanterior,yquehabíamordidoal suyo.Dosnochesantes,unperrobarcinohabíaaulladofeoenelmonte.Habíamuchos,segúnél.Mimujeryyonodimosmayor importancia al asunto, pero no así mamá, que comenzó a hallar terriblementedesamparadanuestracasaamediohacer.Acadamomentosalíaalcorredorparamirarelcamino.

Sin embargo, cuando nuestro chico volvió esamañana del pueblo, confirmó aquello.Habíaexplotadounafulminanteepidemiaderabia.Unahoraantesacababandeperseguira un perro en el pueblo.Un peón había tenido tiempo de asestarle unmachetazo en laoreja,yelanimal,al trote,elhocicoen tierrayel raboentre laspatasdelanteras,habíacruzado por nuestro camino, mordiendo a un potrillo y a un chancho que halló en eltrayecto.

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Másnoticiasaún.Enlachacravecinaalanuestra,yesamismamadrugada,otroperrohabía tratado inútilmente de saltar el corral de las vacas.Un inmensoperro flacohabíacorridoaunmuchachoacaballo,porlapicadadelpuertoviejo.Todavíadetardesesentíadentro delmonte el aullido agónicodel perro.Comodato final, a las nueve llegaron algalopedosagentesadarnoslafiliacióndelosperrosrabiososvistos,yarecomendarnossumocuidado.

Habíadesobraparaquemamáperdieraelrestodevalorquelequedaba.Aunquedeunaserenidadatodaprueba,tieneterroralosperrosrabiosos,acausadeciertacosahorribleque presenció en su niñez. Sus nervios, ya enfermos por el cielo constantementeencapotadoy lluvioso,provocáronleverdaderas alucinacionesdeperrosque entrabanaltroteporlaportera.

Habíaunmotivorealparaestetemor.Aquí,comoentodaspartesdondelagentepobretiene muchos más perros de los que puede mantener, las casas son todas las nochesmerodeadas por perros hambrientos, a que los peligros del oficio—un tiro o unamalapedrada— han dado verdadero proceder de fieras. Avanzan al paso, agachados, losmúsculosflojos.Nosesientejamássumarcha.Roban—silapalabratienesentidoaquí—cuantoleexigesuatrozhambre.Almenorrumor,nohuyenporqueestoharíaruido,sinose alejan al paso, doblando las patas. Al llegar al pasto se agazapan, y esperan asítranquilamentemediaounahora,paraavanzardenuevo.

Deaquílaansiedaddemamá,puessiendonuestracasaunadelastantasmerodeadas,estábamosdesdeluegoamenazadosporlavisitadelosperrosrabiosos,querecordaríanelcaminonocturno.

Enefecto,esamismatarde,mientrasmamá,unpocoolvidada,ibacaminandodespaciohacialaportera,oísugrito:

—¡Federico!¡Unperrorabioso!

Un perro barcino, con el lomo arqueado, avanzaba al trote en ciega línea recta. Alvermellegarsedetuvo,erizandoellomo.Retrocedísinvolverelcuerpoparairabuscarlaescopeta,peroelanimalsefue.Recorríinútilmenteelcamino,sinvolverloahallar.

Pasarondosdías.Elcampocontinuabadesoladodelluviaytristeza,mientraselnúmerode perros rabiosos aumentaba. Como no se podía exponer a los chicos a un terribletropiezo en los caminos infestados, la escuela se cerró; y la carretera, ya sin tráfico,privadadeestemododelabullaescolarqueanimabasusoledadalassieteyalasdoce,adquiriólúgubresilencio.

Mamánoseatrevíaadarunpasofueradelpatio.Almenorladridomirabasobresaltadahacialaportera,yapenasanochecía,veíaavanzarporentreelpastoojosfosforescentes.Concluidalacenaseencerrabaensucuarto,eloídoatentoalmáshipotéticoaullido.

Hastaquelaterceranochemedesperté,muytardeya:teníalaimpresióndehaberoídoungrito,peronopodíaprecisarlasensación.Esperéunrato.Ydeprontounaullidocorto,metálico,deatrozsufrimiento,temblóbajoelcorredor.

—¡Federico!—oílavoztraspasadadeemocióndemamá—¿sentiste?

—Sí—respondí,deslizándomedelacama.Peroellaoyóelruido.

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—¡Por Dios, es un perro rabioso! ¡Federico, no salgas, por Dios! ¡Juana! ¡pile a tumaridoquenosalga!—clamódesesperada,dirigiéndoseamimujer.

Otroaullidoexplotó,estavezenelcorredorcentral,delantedelapuerta.Unafinísimalluvia de escalofríos me bañó la médula hasta la cintura. No creo que haya nada másprofundamente lúgubre queun aullidode perro rabioso a esa hora.Subía tras él la vozdesesperadademamá.

—¡Federico!¡Vaaentrarentucuarto!¡Nosalgas,miDios,nosalgas!¡Juana!¡dileatumarido!…

—¡Federico!—secogiómimujeramibrazo.

Pero la situación podía tornarse muy crítica si esperaba a que el animal entrara, yencendiendolalámparadescolguélaescopeta.Levantédeladolaarpilleradelapuerta,ynovimásqueelnegrotriángulodelaprofundaniebladeafuera.Tuveapenastiempodeavanzar una pierna, cuando sentía que alga firma y tibiome rozaba elmuslo: el perrorabiososeentrabaennuestrocuarto.Leechéviolentamenteatráslacabezadeungolpederodilla,ysúbitamentemelanzóunmordisco,quefalló,enunclarogolpededientes.Perouninstantedespuéssentíaundoloragudo.

Nimimujernimimadresedieroncuentadequemehabíamordido.

—¡Federico! ¿Qué fue eso?—gritó mamá que había oído mi detención ante ladentelladaalaire.

—Nada:queríaentrar.

—¡Oh!…

Denuevo,yestavezdetrásdelcuartodemamá,elfatídicoaullidoexplotó.

—¡Federico!¡Estárabioso!¡Nosalgas!—clamóenloquecida,sintiendoalanimal traslapareddemadera,aunmetrodeella.

Hay cosas absurdas que tienen toda la apariencia de un legítimo razonamiento: Salíafueraconlalámparaenunamanoylaescopetaenlaotra,exactamentecomoparabuscara una rata aterrorizada, queme daba perfecta holgura para colocar la luz en el suelo ymatarlaenelextremodeunhorcón.

Recorrí loscorredores.Noseoíaunrumor,perodedentrodelaspiezasmeseguíalatremendaangustiademamáymimujerqueesperabanelestampido.

Elperrosehabíaido.

—¡Federico!exclamómamáalsentirmevolverporfin.¿Sefueelperro?

—Creoquesí;noloveo.Meparecehaberoídountrotecuandosalí.

—Sí, yo también sentí… Federico: ¿no estará en tu cuarto?… ¡No tiene puerta, miDios!¡Quédateadentro!¡Puedevolver!

Enefecto,podíavolver.Eranlasdosyveintedelamañana.Yjuroquefueronfuerteslasdoshorasquepasamosmimujeryyo,con la luzprendidahastaqueamaneció,ellaacostada,yosentadoenlacama,vigilandosincesarlaarpilleraflotante.

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Antesmehabíacurado.Lamordeduraeranítida:dosagujerosvioletas,queoprimícontodasmisfuerzas,ylavéconpermanganato.

Yo creíamuy restrictivamente en la rabia del animal. Desde el día anterior se habíaempezadoaenvenenarperros,yalgoenlaactitudabrumadadelnuestromepreveníaenprodelaestricnina.Quedabanelfúnebreaullidoyelmordisco;perodetodosmodosmeinclinabaaloprimero.Deaquí,seguramente,mirelativodescuidoconlaherida.

Llegóporfineldía.Alasocho,yacuatrocuadrasdecasa,untranseúntematódeuntiroderevólveralperronegroque trotabaen inequívocoestadoderabia.Enseguida losupimos, teniendodemipartequelibrarunaverdaderabatallacontramamáymimujerpara no bajar a Buenos Aires a darme inyecciones. La herida, franca, había sido bienoprimida,ylavadaconmordientelujodepermanganato.Todoesto,aloscincominutosdela mordedura. ¿Qué demonios podía temer tras esa corrección higiénica? En casaconcluyeronportranquilizarse,ycomolaepidemia—provocadaporunacrisisdelloversintreguacomojamássevieraaquíhabíacesadocasidegolpe, lavidarecobrósulíneahabitual.

Peronoporellomamáymimujerdejaronnidejandellevarcuentaexactadeltiempo.Losclásicoscuarentadíaspesanfuertemente,sobretodoenmamá,yaúnhoy,contreintaynuevetranscurridossinelmáslevetrastorno,ellaesperaeldíademañanaparaechardesuespíritu,enuninmensosuspiro,elterrorsiemprevivoqueguardadeaquellanoche.

Elúnicofastidioacasoqueparamíhatenidoesto,esrecordar,puntoporpunto,loquehapasado.Confíoenquemañanadenocheconcluya,conlacuarentena,estahistoriaquemantiene fijos en mí los ojos de mi mujer y de mi madre, como si buscaran en miexpresiónelprimerindiciodeenfermedad.

Marzo10.—

¡Porfin!Esperoquedeaquíenadelantepodrévivircomounhombrecualquiera,queno tiene suspendida sobre su cabeza coronas de muerte. Ya han pasado los famososcuarenta días, y la ansiedad, la manía de persecuciones y los horribles gritos queesperabandemípasarontambiénparasiempre.

Mimujer ymimadre han festejado el fausto acontecimiento de unmodo particular:contándome,puntoporpunto,todoslosterroresquehansufridosinhacérmelover.Elmásinsignificantedesganomío las sumíaenmortal angustia: ¡Es la rabiaquecomienza!—gemían. Si algunamañaname levanté tarde, durante horas no vivieron, esperando otrosíntoma.Lafastidiosainfecciónenundedoquemetuvotresdíasfebrileimpaciente,fueparaellasunaabsolutapruebadelarabiaquecomenzaba,dedondesuconsternación,másangustiosaporfurtiva.

Y así, el menor cambio de humor, el más leve abatimiento, provocáronles, durantecuarentadías,otrastantashorasdeinquietud.

No obstante esas confesiones retrospectivas, desagradables siempre para el que havivido engañado , aun con la más arcangélica buena voluntad, con todo me he reídobuenamente.—¡Ah,mihijo! ¡Nopuedes figurarte lohorriblequeesparaunamadreelpensamiento de que su hijo pueda estar rabioso! Cualquier otra cosa… ¡pero rabioso,

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rabioso!…

Mimujer,aunquemássensata,hadivagadotambiénbastantemásde loqueconfiesa.¡Pero ya se acabó, por suerte! Esta situación de mártir, de bebé vigilado segundo asegundocontrataldisparatadaamenazademuerte,noesseductora,apesardetodo.¡Porfin,denuevo!Viviremosenpaz,yojaláquemañanaopasadonoamanezcacondolordecabeza,pararesurreccióndelaslocuras.

Hubieraqueridoestarabsolutamentetranquilo,peroesimposible.Nohayyamás,creo,posibilidaddequeestoconcluya.Miradasdesoslayotodoeldía,cuchicheosincesantes,que cesan de golpe en cuanto oyenmis pasos, un crispante espionaje demi expresióncuandoestamosenlamesa,todoestosevahaciendointolerable.—¡Peroquétienen,porfavor! —acabo de decirles. —¿Me hallan algo anormal, no estoy exactamente comosiempre?¡Yaesunpococansadoraestahistoriadelperrorabioso!—¡PeroFederico!—me han respondido, mirándome con sorpresa. ¡Si no te decimos nada, ni nos hemosacordadodeeso!

¡Ynohacen,sinembargo,otracosa,otraqueespiarmenocheydía,díaynoche,aversilaestúpidarabiadesuperrosehainfiltradoenmí!

Marzo18.—

Hacetresdíasquevivocomodeberíaydesearíahacerlotodalavida.¡Mehandejadoenpaz,porfin,porfin,porfin!

Marzo19.—

¡Otra vez! ¡Otra vez han comenzado!Ya nome quitan los ojos de encima, como sisucedieraloqueparecendesear:queestérabioso.¡Cómoesposibletantaestupidezendospersonassensatas!Ahoranodisimulanmás,yhablanprecipitadamenteenvozaltademí;pero, no sé por qué, nopuedo entender unapalabra.En cuanto llego cesandegolpe, yapenasmealejounpasorecomienzaelvertiginosoparloteo.Nohepodidocontenermeymehevueltoconrabia:—¡Perohablen,hablendelante,queesmenoscobarde!

Nohequeridooírloquehandichoymeheido.¡Yanoesvidalaquellevo!

8p.m.

¡Quierenirse!¡Quierenquenosvayamos!

¡Ah,yoséporquéquierendejarme!…

Marzo20.—(6a.m.).

¡Aullidos, aullidos! ¡Toda la noche no he oídomás que aullidos! ¡He pasado toda lanochedespertándomea cadamomento! ¡Perros, nadamásqueperroshahabido anochealrededordecase!¡Ymimujerymimadrehanfingidoelmásplácidosueño,paraqueyosoloabsorbieraporlosojoslosaullidosdetodoslosperrosquememiraban!…

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7a.m.

¡No hay más que víboras! ¡Mi casa está llena de víboras! ¡Al lavarme había tresenroscadasenlapalangana!¡Enelforrodelsacohabíamuchas!¡Yhaymás!¡Hayotrascosas!¡Mimujermehallenadolacasadevíboras!¡Hatraídoenormesarañaspeludasqueme persiguen! ¡Ahora comprendo por quéme espiaba día y noche! ¡Ahora comprendotodo!¡Queríairseporeso!

7,15a.m.

¡Elpatioestállenodevíboras!¡Nopuedodarunpaso!¡No,no!…Socorro!…

¡Mimujersevacorriendo!¡Mimadreseva!¡Mehanasesinado!…¡Ah,laescopeta!…¡Maldición!¡Estácargadaconmunición!Peronoimporta…

¡Quégritohadado!Leerré…¡Otravezlasvíboras!¡Allí,allíhayunaenorme!…¡Ay!¡¡Socorro,socorro!!

¡Todosmequierenmatar!¡Lashanmandadocontramí,todas!¡Elmonteestállenodearañas!¡Mehanseguidodesdecasa!…

Ahí viene otro asesino… ¡Las trae en lamano! ¡Viene echando víboras en el suelo!¡Vienesacandovíborasdelabocaylasechaenelsuelocontramí!¡Ah!peroésenovivirámucho…¡Lepegué!¡Muriócontodaslasvíboras!…¡Lasarañas!¡Ay!¡¡Socorro!!

¡Ahí vienen, vienen todos!… ¡Me buscan,me buscan!… ¡Han lanzado contramí unmillóndevíboras! ¡Todos lasponenenel suelo! ¡Yyono tengomáscartuchos!…¡Mehanvisto!…Unomeestáapuntando…