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    EL ARTE 0 DE LAMONSTRU05IDAD

    Este articulo contiene una serie de reflexiones rnas o m e-nos inconexas, m as 0menos esbozadas, que responden aun primer intento de buscar las bases generales que sir-van para fundamentar el tipo y m anera de relaci6n espi-ritual entre la sensibilidad del hom bre occidental de, hoyy el mundo artistico, 0 eso que como tal se nos exhibe,de los antiguos m exicanos y en general de todos los pue-b lo s ame rican as en epoca anterior a su contacto con loseuropeos,

    En rigor se trata de enunciar s imple s posib ilidades ,apenas vislumbradas, de al que can el tiempo y una cui-dadosa m editacion, acaso pueda desarrollarse en alge massolido que, junto a otras consideraciones substituye esecumulo de nociones tan vagas como insuficientes, conque hasta ahara parecen haberse conform ado Ins que hanestudiado nuestros antiguos m onum entos, desdeel pun-ta de vista de su contenido artistico.

    Se habla, can gran desenfado, un poco por todas par-tes, del arte azteca, del arte maya, delarte tarasco, etcete-ra; pero no existe, que y0 sepa, ningun estudio en el qu~

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    se trate de precisar el senti do de tales designaciones, de-biendose empezar a mi parecer, por considerarlas comoexpresiones de algo en S I problematico, La primera partedel articulo va encaminada hacia tal prop6sito, y paraesc efecto, se introduce un distingo entre la conternpla-cion rlti a histerica y la simple contemplaci6n que sed >II,I"I' '0 el hecho de 1apervivencia a conteniporanei-dad de los rnonumentos y obras que la motivan. En lasegunda parte se trata de establecer una conexi6n gene-ral entre muy divers as manifestaciones hist6ricas del fe-norneno artistico, tales como las estatuas goticas, las delos aztecas y el surrealisrno, relacionandolas pot mediodel concepto de 1 0 monstruoso derivado de la concienciamltica, como explicaci6n de la necesidad deformativaimplicada en el arte.

    Todo el articulo es muy precipitado y quizas pequede audaz; pero si algo pudiera encontrarsele de valor,ella se debe a sugestiones de variadas lecturas: ala im-borrable impresi6n que me dej6la contemplaci6n decolosal estatua de la Coatlicue del Museo NacionalMexico, y a una conversacion can la persona a quiendico estas lineas.

    Los problemas que en general plante a lade la obra de arte, se agudizan sobremanera euaobra pertenece a eso que, un poco vagamente,designar como una cultura ex6tica. Pronto surgeespiritu analitico la duda sobre la legitirnidad de

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    esa obra de ar fstica. Evidentcm n t , i I rtsenta con caracter de necesario, d ir, quhumana segrega forzosamente el producto aduda queda resuelta apriorlsticamente; pero ementaci6n bioI6gica 0sociol6gica del arte, quparte puede ser valida, es, sin embargo, msuficiel problema especifico del tipo 0manera de retre el sujeto yel objeto artlstico, 0 sea el problemde la contemplaci6n artistica, como tal, Lo impues, desde este punto de vista, es el alcance y lde las posibilidades de nuestra propia sensibilie l fenomeno artistico (0 en todo caso ante el fque como artistico se nos presenta) de un munos es hist6ricamente extrafio, Tal es la cuesti6ngente que le sale al paso, tanto al simple critico,historiador del arte, cuando se enfrentan resuecon los objetos llamados artisticos de una culturtaminada de la propia.

    Parece imponerse un distingo irnportante qremos de explicar. Llevado el analisis hasta suslimites en la direcci6n senalada por el problema,ciria a resultados historicos (en el sentido de lhist6rica)porque su intento seria el de fijar, copara una critic a hist6rica del arte, las posibilidnuestra sensibilidad, resolviendo previarnentecuestion: hasta que punto nuestro esptritu himente condicionado, puede adaptarse ala mala forma del espiritu creador de la obra de cuyaplacion se trata. De esta manera, la obra de arteser el objeto de una consideraci6n de tipo especi

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    cuya base se encuentra en un desplazamiento del sujetoque, mediante un esfuerzo, no solamente intelectual, em-prende un viaje, saliendo del asiento hist6rico que le espropio, con el proposito de anular las diferencias de sen-sibilidad artlstica entre el esplritu creador y el suyo. Deahi que el historiador del arte debe valerse de una granvariedad de tecnica y conocimientos que no son los di-rectamente sugeridos por la obra motive de su contem-placi6n. En este modo de enfqcar 1aobra, consiste, a miparecer, la tarea esencial del historiador del arte. Y no sediga que por ser una critica historica se viola la esendalintimidad artistica; todo 10 contrario, la consideraci6nhistorica de un mundo artistico exotico 0 simp1emerttepreterite solo puede tender hacia la afirmacion en nues-tra conciencia de esa su especifica e inalienable calidad,si es que en verdad la tuvo. Contemplar una estatua griegadesde una posicion que si bien no es la propia, es con ma-yor 0menor aproximaci6n la del espiritu griego que 1acre6, no puede en manera alguna significar que a esa es-tatua se le resten cualidades que Ie son propias, si poresto entendemos todo aquello que era motivo de rela-cion entre la obra y la sensibilidad artistica correspon-diente al mundo hist6rico al que pertenece por razon desu origen. Ahora que es muy posible que los resultados aque se llegue con un riguroso tratamiento de este tipo, di-fieran enormemente del significado inmediato que esamisma obra tiene para nosotros, situados en nuestromundo y momento historicos: y hasta tal punto puedeser esto, que se Begue a negar contenido artistico a algoque para nosotros 10 tenga en grado superior. E1historia-

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    dor del arte debe ir, por 1 0 t a nsentido y contenido artfstico d qu 1 1 osP?r el ~asado que a nosotros nos parec n objem~estaclOnesarnsticas, sino ala indagacion, primexistencia 0 inexistencia deese sentido, y despumanifestaciones, silas hubo, como tales manifeespecfficamente artlsticas. Sent todo 10 probabquiera que exista una coincidencia de apreciactal coincidencia puede ser una de las finalidadetadosde la investigaci6n, nunca un postuladoque los codices pictoricos de los antiguos mexiparezcan, con una evidencia en el fondo analogmanifestaciones artisticas, es algo que no autortoriador del arte azteca a partir de esa su eviden.levantar toda una estructura estetica y presentadescripci6n de la propia y especffica sensibilidtica de ese pueblo. Desembocamos, pues, enblema capital para una historia que, como laesta en parte enraizada en un pasado exotico: ssenta como cuestionable la existencia misma deartistico (en el sentido occidental) del rnundo dguos pueblos americanos. Aun superado este omediante dernostraciones de tipo psicologico, soo de cualquiera otra especie, pero fuera de 10 hqueda en pie el gran problema de la identificacotros metodos diversosa la simple analogia, detos artisticos como tales; identificacion de a~anifestaciones artisticas, aunque estas no tengalidad para nosotros. Porque siernpre hay la pode pensar que el espiritu artistico se manifieste

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    en y por diversos medias, entre los cuales puede haberalgunos que nos son ajenos y por 10tanto ocultos, en susignificado de medios propios al arte; de la mismama-ncra que) como sabemos, dentro de los mismos.medios,el csp lr itu Ilrtist! o se m anifiesta en la mayor diversidadde:fo nn as. No se pu ed e d esech ar can u n simple gesto, lapustbilidud de qu e e l sentimiento artistieo del alma az -t cca hubie ra encontrado su expresion culminante y qui-z~s unica en la forma y en e 1 estilo de la guerra. Y s~sepregunta que en tal caso que debe pensarse de laarqui-tectura, de la escultura, de la alfarerta, de la ornamenta-.cion aztecas puede decirse que estas reliquias son sinduda, expresiones artisticas: pero que 1 0 son para noso-tros, para nuestra sensibilidad, 10 que ni excluye ni con-firma que tarnbien 10 fueron para la sensib il idad indlgenacontemporanea, Piensese en la posibilidad de que en si-glos venideros , Unamentalidad historica diversa encuen-tre como rasgo esencial de nuestra vida el 'desarrollomecanico-tecnico de esta hora; en tal caso, las llamadasartes industriales, ocuparian el primer Iugar de la valori-zacion artistica de nuestro tiernpo, sin que de ningunamanera estariamos acordes, siconsultados, con esa apre-ciacion,

    De 1 0 que Ilevamos expuesto, queremos .destacarcomo esencial lo siguiente: el historiador del arteintentar reconstruir el estado de animo del espiritudar de la obra queIo ocupa. La fundamental es pues,movirniento a proceso subjetivo dirigido hacia latemporaneidad de 10 objetivo, entendiendo por estotimo, no tal 0 eual estatua 0pintura, sino, para usar

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    expresion de Simmel, en general el espiritude un pueblo 0de una epoca,Pero ha y otra manera de conremplacion

    de arte que constituye el segundo terrninomas arr iba e .( l:Tm.. c: i. ~ . ' b o ! . . fQ : ' i '! u - Z i I T I ' t ' T i ' i . a c i im s.eri elcontenido dual de la obra artistica, qpermiteestablecer relaciones con ella a pesdma, de su distancia temporal 0de su exo tismal sujeto. Se trata, a Ja inversa de 1 0 que ac~ritica historica, de una contem placion en ]jete no pretends anular diferencias espiri tua!l espiritu ~reador; el sujeto establece, 0 pomtenta, un dialogo, una relacion con el objeabandonar su propia posicion historica, y Ia rse establece es tanto mas valiosa cuanto que esda como una experiencia inmediata en 1acensujeto. Si colocado frente a una de las muchaslos antiguos mexicanos que nos ha legado elreceptor (por decirlo asi) de una serie de sugetocan mi sensibilidad artistica. as! sea e.stn fodricamente inadecuada que se quiera, n o es pola evidencia de una profunda experiencia artilutamente realy valida. E1objeto de exotica p. ha sidocolocado en un pie de igualdad can aqse desprenden del tronco hist6rico de dondesujeto, Las consideraciones que pudieran haczon del origen de] objeto, es decir, aqueUas dela reIaci6nentre este y el espfritu que locreo,como. un mero accidente,en tanto que para lplaci6n de la eritica historicaese accidente es 1

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    Ladiferencia, pues, entre las dos maneras de contempla-cion que venimos explicando, puede expresarse sirnboli-camente diciendo, que para la critica historica, el sujetose incorpora al mundo historico a que pertenece el ob-jeto, mientras que para la simple critica, el objeto es in-corporado a la cultura de quien 10 hace motivo de sucontemplacion. En el primer caso es torear en el terrenodeltoto: en el otro, estorear en e 1 terreno propio. Lacues-,tion para ambos esta en esa delicada operacion significa-da en el concepto de incorporaci6n. EsteUltimoproblemaestema, por un lado, de la teoria general del conocimien-to historico, y por el otro, de una teoria delarte pensadadesde el punto de vista del contenido de los objetos artis-ticos y sus posibilidades, ciertamente c?ndicio~a~a~ porla historia, pero autonomas como objetos arttsticos encuanto a tales.Par supuesto, cabe pensar que estas dos formas deconternplacion del objeto artistico no se oponen 0 ex-duyen. En verdad, la dualidad no es irreductible, porquese trata de dos posiciones limite de un mismo procesohistorico: la contemplacion de un objeto artistico; con-templacion que como fenorneno en S I es susceptible dehistoriarse. Esto, sin embargo, no invalida su considera-cion, independiente, y ello precisamente en razon de sucaracter y condiciones intern as de form as 0maneraslimites. .La diferencia entre estas dos formas extremas, sehafundado poniendo de relieve una oposicion en las dosmaneras de acercamiento entre sujeto y objeto; perotambien podria explicarse introduciendo el explosivo

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    concepto de la libertad. En irt ntldo.I rltica historica implica un tr t mi nt rigurosoque nos la hace aparecer como menos libre quecritica. Estapuede, inclusive, poner a contribucmas 0menos conciencia, consideraciones dedula critica historica: pero yesto es 1 0 decisive, pubien no hacerlo. Una consecuencia es que' el hidel arte no puede desentenderse legltimamentetiples cuestiones previas de cuyo exarnen, enesta exento el critico. Quien como historiadordecir algode una estatua de la antiguedad griegApolo por ejemplo, no podrahacerlo adecuadano ha penetrado, entre otras cosas, basta la esenmidad delsentimiento de la religiosidad griega.critico, que solo hace problema de la relacion inentre la estatua, como objeto dotado de artisticamia y su propia sensibilidad. Es obvio y casi nocesidad de decirlo, que esos dos terminos, la auartfstica y la sensibilidad, no son cosas que andaire, sino que estan estrictamente condicionadascamente.

    Atentas a estas explicaciones, podra tener altido decir que la critica historica de arte hace pdel contenido artistico del objeto, tanto en 1 0 qucionalmente puso el autor, como de 1 0 que pusnocimiento, peru en intima respuesta a los suprejuicios 0 limitaciones historicas, bajo cuyopudo crearse ese objeto; en tanto que la otrahace problema del contenido artistico del mismotal como se le ofrece asu sensibilidad. En suma,

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    esto va implicada la idea de que el objeto artlstico, parel solo hecho de supervivencia Y >por 1 0 tanto, de sucontemporaneidad can nosotros, tiene algo que no es10mismo que tenia para la cbntemplaci6n de la epocaque 1 0 cre6; de la misma manera que tendra algo maspara la contemplaci6n en 1 0 futuro. Si esto es derto, noes un concepto vacio pensar en un mundo artistico, ge:-nial creaci6n del hombre, donde puede albergar .su al-ma fatig ad a, y he ahi su sentido cultural mas profundo.

    J ISi cedemos a la vigorosa presion que a qne re r ono ejercesobre nuestro espirim elIuminoso ideal de Iabelleza anti-gua, tal como senos revela en 'laperfeccion formal de susestatuas mas' representativas, todo e 1 inrnenso conjuntoi nt eg rado po r la e sta tu a ria de otras epoca y de otros pue-blos, palidece y se aleja tanto de nosotros que llegamos aperderlo de vista par una grosera ineomprension.

    Ese diminuto paisaje antiguo, poblado de estatuas deojos vacios nos tiraniza, porque a nmguno como a e l estan adecuado el dictado de perfecto. Pero a la idea de 1 0perfecto va aparej ado el angustioso sentimiento de la so-ledad. Para mi, la soledad esel rasgo mas impresionantede la s mas bellas estatuas griegas. Viven en una soledadeterna que de nada se'acompana, si bien ellas a distanciaacompafian inmutables los,altos y bajos de nuestra vida.No envano es un motive literario mas 0menos frecuen-te, el apasionado amor por una Venus de rnarmol, comoexpresion simbolica de un arnor imposible. Tal parece

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    que ese colmomana, enderr t s I c Itro anhelo de posesion r esp on de u na r u g a son

    E1hermetismo de estas estatuas perfectaotra ]?ark Y , para nuestra d e ,s t' , , : < i p t : I lc ib n . 5 ahan sido .inspiradas por hombres que acaricquefios odios y rivalidades municipales, noabandonarlas en su irrespirable y solitaria.poniendo entre elias y nosotros un odio salvfuelo que hizo laEdad Media, permitiendo qupo las sepultara decapitadas y mutiladas, conlas al olvido como acabada expresi6n deltodo esto es de una paradojica ejernplaridad,hombre elunicoy esencial problema del homlas artes plasticas la forma humana, la persecuna maxima perfeccion, cuando alcanzada,mundo portentoso, pero tan absolutamenteque deja las m811QS bien prendidas del vaclo,empezar de nuevo., Acaso pudiera indicarse con esto la ralz daficion artistica por 10 imperfecto que, como

    implica la o cu lta existencia de potencias estinternas dedestruceion, de autoaniquilamiento,buscararnos e n el arte una glorificaci6n de nuepia impotencia.

    Desdeeste punto de vista.Io imperfecto, qucon arreglo a 1aviva tradici6n de 1a antigtiedase emparenta estrechamente con la fealdad, secomo un valor, como algo de signo positivo, coen surna, que no es necesariamente rechazado

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    NOTA B IB L IOGRAFI CA'I"III"'~III"I'll I~ uur ru t lvu hi,luriollrMica", alocucion leida en l a c e remoni a deI I' II " 11 .11111 IOr .,11I Ih"HlrtH (:"il~fIli H U lllanid ad 'es de p arte de J a Un ive r-

    I 1411 ' . f t . , I "'''tuh rl1 d e 1 40 191 .Tornado de Nexos, 175, Mexico,hilt u ri. ~ 1 I1 1 l\ lbusqueda de bienestar, Un estu-

    I tecnologta', conferencia sustentada en el'Dc:no,loM,lade la lnstitucion Smithsoniana, Was-.Imb,,. d 11172.Tornado de Plural, 12, Mexico, sep-"La Idea an tropol6gica de l padre L a s Ca sa s. Edad

    IOlllNmlcia sustentada en' la Academia Mexicana de la ,.1966, Tornado de Htsto ria Mex icana , Vol.XVI,Num .. . . . . " '" .M u i c : o , enero-mayo de 1967, pp. 309-319 ~ "El arten yo de critica artistica precortesiana", en T iempo . Re -

    ~" , 50c ia Jes y Lettas, 3, Mexico, 1940, Tornado de S ei s e s-mu mex ic lin o , MexicoXalapa, Univers idad Veracruzana,

    p C ! 'Ada: Hec to r ' Io r res .P d e T e ja da

    1 1 6 n e n Non dl l d e C lA si co s M ex ic an os : octubre del 2002'10H57Sn. p.r, de r~tu publicacion, incluido el diseno de la cubierta,r "'prnt!udrln, nlrnacenada 0 rransrnitida en m an era alg un anlnllllll I II d il l, sin perrniso previo del editor,

    Ip I 1 1 1 1 1 tnllcres de Litognifica Ingramex, S.A. de C.V."I n I" u r n , 1 1 '1 2 , ol on ia G ra nj as E sm e ra ld a, Mexico , D. F.

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