Derrida Para Epistemologia

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Apunte para Cátedra: EPISTEMOLOGÍA E HISTORIA DE LAS CIENCIAS SOCIALES Relación entre Deconstrucción y Epistemología 1 1 INTRODUCCIÓN Partamos de una base. Jacques Derrida no se cansa de afirmar lo ineludible del uso de las categorías de la metafísica: es la lengua de occidente la que lleva sus marcas. Por lo tanto, carece de sentido calificar de “metafísicas” a sus posiciones: él mismo abre el juego de lo inevitable de la metafísica. Sin embargo, puede pensarse en una función de su trabajo sobre los textos que juega entre lo inmanente y lo trascendente. Me refiero al hecho básico de la doble entrada a los textos leídos y re-escritos por Derrida: por un lado, intenta - y logra- hacer entrar en contradicción lo escrito con la misma lógica que el texto esgrime; por otro lado, se aplican técnicas de lectura, se puede someter a todo texto a una operación general (invertir jerarquías, pensar como indiscernible toda polaridad). Llevando al límite esta tendencia, la que piensa en términos de “todo texto” o “todo lenguaje”, o sea, la que piensa la generalidad, puede pensarse que en Derrida se nos da una paradójica reafirmación del lugar crítico y exterior a otros saberes que se ha adjudicado históricamente la metafísica. No se trata de llevar a cabo un juego tan rápido y generalizador sobre Derrida. Estamos frente a textos que justamente nos permiten pensar cuál es el lugar de la filosofía, cuánto tiene de escritura entre escrituras, qué poco puede arrogarse el lugar superior de alguna jerarquía previa, qué lejos está de ser representante auténtico de la verdad. Es, por otra parte, también Derrida el que nos recuerda que los saberes, si quieren tratar de despegarse de 1 Trabajo originalmente presentado en Cátedra de Metafísica, Esc. de Filosofía, Fac. Humanidades y Artes, UNR, 2do. Semestre de 2003. 1

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Apunte para Cátedra:

EPISTEMOLOGÍA E HISTORIA DE LAS CIENCIAS SOCIALES

Relación entre Deconstrucción y Epistemología 1

1 INTRODUCCIÓN

Partamos de una base. Jacques Derrida no se cansa de afirmar lo

ineludible del uso de las categorías de la metafísica: es la

lengua de occidente la que lleva sus marcas. Por lo tanto, carece

de sentido calificar de “metafísicas” a sus posiciones: él mismo

abre el juego de lo inevitable de la metafísica. Sin embargo,

puede pensarse en una función de su trabajo sobre los textos que

juega entre lo inmanente y lo trascendente. Me refiero al hecho

básico de la doble entrada a los textos leídos y re-escritos por

Derrida: por un lado, intenta - y logra- hacer entrar en

contradicción lo escrito con la misma lógica que el texto esgrime;

por otro lado, se aplican técnicas de lectura, se puede someter a

todo texto a una operación general (invertir jerarquías, pensar

como indiscernible toda polaridad). Llevando al límite esta

tendencia, la que piensa en términos de “todo texto” o “todo

lenguaje”, o sea, la que piensa la generalidad, puede pensarse que

en Derrida se nos da una paradójica reafirmación del lugar crítico

y exterior a otros saberes que se ha adjudicado históricamente la

metafísica.

No se trata de llevar a cabo un juego tan rápido y generalizador

sobre Derrida. Estamos frente a textos que justamente nos permiten

pensar cuál es el lugar de la filosofía, cuánto tiene de escritura

entre escrituras, qué poco puede arrogarse el lugar superior de

alguna jerarquía previa, qué lejos está de ser representante

auténtico de la verdad. Es, por otra parte, también Derrida el que

nos recuerda que los saberes, si quieren tratar de despegarse de

1 Trabajo originalmente presentado en Cátedra de Metafísica, Esc. de Filosofía, Fac. Humanidades y Artes, UNR, 2do. Semestre de 2003.

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las “hipotecas metafísicas” que arrastran, deberán trabajar

incesantemente deconstruyéndose.

Se trata entonces de otra perspectiva. Puestos a leer a Derrida

en el desarrollo de Epistemologías críticas, reproducimos el

movimiento que vale para la historia de la metafísica: ¿estamos

fuera o dentro de la Epistemología?

Nos interesa, por lo tanto, desarrollar en términos generales en

la obra de Derrida, este doble papel de la filosofía con respecto

a otros saberes: es una escritura entre otras y es una práctica

vigilante de los intentos “presentificantes”. La estrategia a

utilizar para este desarrollo, no intenta una mímesis de estilo

con el autor: poco valdría acá una escritura falsamente

derridiana. Preferimos el tránsito por ciertas generalizaciones, -

probablemente impugnables, tachables y deconstruibles- a los fines

de dar cuenta de la comprensión de ciertas estrategias del autor.

El horizonte, entonces, para plantear nuestro tema, es el de la

apropiación pragmatista de su obra, en el marco del famoso “giro

lingüístico” de la filosofía contemporánea.

Para mostrar este doble papel proponemos en primer lugar un

análisis de algunos movimientos generales de su obra, que

convergen en la relación escritura-lógos. Allí veremos en qué

sentido se ha enrolado a Derrida en el giro lingüístico, y cuál es

el modo en que el lenguaje surge como clave para pensar la

filosofía. En segundo lugar, y como conclusión, veremos cómo puede

(o no) superar la filosofía este supuesto nihilismo, ya que

también el trabajo de la deconstrucción se propone como necesario

para todo ejercicio crítico de la metafísica.

2 LOGOCENTRISMO COMO FONOCENTRISMO

En De la Gramatología, Derrida escribe lo siguiente:

“El privilegio de la phoné no depende de una elección que habría

podido evitarse. Responde a un momento de la economía (digamos de

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la “vida”, de la “historia” o del “ser como relación consigo”). El

sistema del “oírse-hablar” a través de la sustancia fónica -que se

ofrece como significante no-exterior, no-mundano, por lo tanto no-

empírico o no-contingente ha debido dominar durante toda una época

la historia del mundo, ha producido incluso la idea de mundo, la

idea de origen del mundo a partir de la diferencia entre lo

mundano y lo no-mundano, el afuera y el adentro, la idealidad y la

no-idealidad, lo universal y lo no-universal, lo trascendental y

lo empírico, etcétera.”2

Esta idea, tributaria del “problema del lenguaje” en la

filosofía contemporánea, ofrece un planteo que no es reductible ni

a Heidegger, ni a Saussure ni a la filosofía analítica. El rol que

Derrida otorga al lenguaje es bastante más que el de un paradigma

de análisis. Es aun más que un modelo: se propone aquí describir

el modo de funcionamiento de todo un pensamiento sobre lo real.

La estrategia con la que desarrolla esta tarea, es la

deconstrucción. Según Derrida, no es en rigor un análisis (no

busca elementos simples), ni crítica (no está el todo afuera), ni

método (conduciría a domesticaciones y reducciones del sentido),

ni proyecto (abre caminos que no sabe a dónde conducen). Se trata

de un trabajo sobre los textos, que invierte las jerarquías

conceptuales, las considera desde su alteridad, modifica su

estructura desde el interior y disemina el sentido, volviendo

ajeno a sí mismo el texto. Es, en parte, una anti-hermenéutica.

Trata de alejarse de la posibilidad de síntesis hegeliana, no

desde la afirmación del status provisorio de la verdad

(hermenéutica), sino más bien desde la diseminación inmanente del

sentido.

Ahora bien, no se puede separar eficazmente la forma de lectura

derridiana de su apuesta filosófica: son, en parte, una misma

cosa. Porque al pretender tratar -como aquí lo intentamos- a su

trabajo sobre los textos, debemos apelar todo el tiempo a su

2DERRIDA, De la Gramatología, Siglo XXI, México, 1998. Pg 12

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filosofía. Porque deconstruir un texto es una idea conexa a

percibir al discurso filosófico como una escritura entre otras. Y

vimos, en la cita de De la Gramatología, que este posicionarse de

la filosofía de lado de la voz, no es un hecho contingente. Dice

uno de sus críticos americanos -Jonathan Culler-: “¿Por qué

debería la filosofía resistirse a la idea de ser un tipo de

escritura? ¿Por qué es importante esta cuestión de la categoría de

la escritura?”3 Sigamos el orden de sus preguntas y de sus

respuestas.

2.1 ¿POR QUÉ DEBERÍA LA FILOSOFÍA RESISTIRSE A LA IDEA DE SER UN

TIPO DE ESCRITURA?

Culler trabaja un texto de Richard Rorty (justamente “Philosophy

as a kind of writing”). Asumiendo la discutible premisa pragmática

de tomar en block a la filosofía (a través de sus devenires en

2500 años) puede afirmarse que es cierto lo que dice Rorty

comentando a Derrida: para la filosofía, el pensamiento es el

elemento básico de su discurrir. El habla, a lo sumo, es un medio

expresivo. La escritura, es el engorro máximo: las palabras no

tienen el auxilio de su autor para defenderse, se dice en el

Fedro. Más generalmente, cuando la escritura tiende a resolver o

responder un problema, el escrito es pensado como una última

palabra: la idea es llegar a la verdad de una vez por todas. La

paradoja: que el escrito más poderoso es el que genera más

escritos posteriores.

Derrida, ha pensado a esta tendencia como una forma fundamental

de la metafísica. Porque bajo la forma del privilegio del pensar

puro (que a lo sumo se encuentra en su intimidad con la voz

interna), se esconden todas las figuras de la presencia.

3 J. CULLER, Sobre la deconstrucción. Teoría y crítica después del estructuralismo, Cátedra, Salamanca, 1984. Capítulo II, 1.

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Hay una experiencia4 que es la del “oírse hablar” (s’entendre

parler en francés significa tanto escucharse como entenderse).

Esto supone una instancia de soledad, de coincidencia del pensar

consigo mismo: de presencia de la idea. A partir de esta

presuposición, de esta bipolaridad “experimentada” entre un

adentro y un afuera (el afuera como un no-adentro), se fundan

todas las oposiciones de la historia de la metafísica. Y en cada

caso, el término privilegiado será el derivado de aquella

interioridad, en detrimento del segundo. ¿Por qué privilegiado?

Porque remiten a una instancia de simpleza y de pureza, porque

permiten sentar un fundamento seguro, porque proveen una

referencia firme (tal vez debamos pensar en lo que Nietzsche

entendía como miedo al devenir). Y siempre este elemento primero

se piensa bajo la forma de la presencia y la disponibilidad.

Ousía, eídos, nun, conciencia, sujeto, vivencia, son para Derrida

determinaciones de esta forma “general” del ser como presencia que

es esta “voz interior” o phoné.

“Cada uno de estos conceptos, todos los cuales implican una

noción de presencia, ha figurado entre los intentos filosóficos

de describir lo que es fundamental y se ha tratado como centro,

fuerza, base o principio. En oposiciones tales como

significado/forma, alma/cuerpo, intuición/expresión,

literal/metafórico, naturaleza/cultura, inteligible/perceptible,

positivo/negativo, trascendente/empírico, serio/no serio, el

término superior pertenece al lógos y supone una presencia

superior; el término inferior señala la caída. El logocentrismo

asume así la prioridad del primer término y concibe el segundo en

4 Cuyo lugar no sabremos si pensarlo como origen o como comienzo: Derrida sabe que este diferencia no es un detalle. Ha sido él quien ha leído a Husserl en Los orígenes de la geometría y en La voz y el fenómeno: una vivencia no puede postularse como origen, nos ha enseñado. Desde una genealogía, más vale hablar de comienzo. (Cf. M. Foucault, “Nietzsche, la genealogía, la historia”)

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relación a éste, como complicación, negación, manifestación o

desbordamiento del primero.”5

El trabajo filosófico, de todo análisis “serio” consiste, desde

Platón, en volver al elemento puro e ideal, conceptualizarlo, y

tomar a lo que no es así como lo dado imperfecto, una forma

derivada. En ese contexto, la escritura es concebida6 como un

derivado artificial, como un bastardo del habla, entendiendo a

ésta última como “hija legítima” del pensar. Si el habla puede ser

un rodeo para la presencia a sí del pensar, la escritura es un

rodeo material y espurio. Ahora bien. Si Derrida entiende que

todas las figuras de la metafísica de la presencia y sus

oposiciones dicotómicas reconocen como forma general la de la

presencia a sí del oírse-hablar, entonces el fonocentrismo será la

clave del logocentrismo y de la metafísica en general.

Sin embargo, para valorizar más aún el lugar estratégico que

Derrida le asigna a la oposición habla-escritura, hace falta pasar

a la segunda pregunta que formuló J. Culler.

2.2 ¿POR QUÉ ES IMPORTANTE ESTA CUESTIÓN DE LA CATEGORÍA DE LA

ESCRITURA?

Al escribir sobre el Cours de linguistique générale de Saussure,

Derrida remarca el doble movimiento en este texto. Por un lado,

proporciona las herramientas para entender a la lengua como

sistema de diferencias. Por el otro, cree que el habla se

encuentra en una posición de mayor autenticidad y naturalidad que

la escritura. Con lo cual la presencia vuelve a emerger.

Sin ingresar en la problemática de la deconstrucción del Cours,

o de las Confesiones rousseaunianas, el interés está puesto en una

estrategia de desbaratamiento de toda posibilidad de pensar la

presencia “en sí”. Una de las estrategias pasa por descomponer la

5 J. Derrida, Limited Inc., pág 66. Citado en J. Culler, Op. Cit.6 Derrida analiza el Fedro de Platón, Confesiones de Rousseau, el Cours de Saussure como escalas importantes de esta posición.

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temporalidad del presente. El presente sirve como base para pensar

el pasado (presente pasado) y el futuro (presente anticipado). Los

movimientos, siguiendo a Husserl, serían la retención y la

protención. Sin embargo, este presente autónomo que sirve como

base, no puede objetivarse ni pensarse solo a fuerza de ubicarlo

como una retención o una protención. El “yo” nunca alcanza a la

corriente de vivencias, decía Husserl. La paradoja resulta en un

presente que no puede ser concebido en modo autónomo, no

relacional. Dicho de otro modo, el presente funciona con la forma

de lo ausente.

Otra estrategia consiste en concebir a un ente en general de

modo autónomo y sin referencias. Su identidad, su esencia, no

puede ser definida ni representada, a menos que la encuadremos en

relación a otros entes. Éstos, a su vez, sufren la misma

característica, y así en cadena interminable, no importa la

cualidad de cualquiera de los entes. Entendidos así en un

encadenamiento, cada ente es pensado como un no-ente o una no-

ousía. Ya que para ser (ser para un lenguaje = ser) necesita de

aquello que (el ente en cuestión) no es. La identidad, decimos, es

relacional. Y el ente se piensa como elemento de una estructura, a

partir de la cual, es.

Estas dos estrategias -temporal una y espacial la otra-

convergen en los dos sentidos de la palabra diferir: diferir como

demorar, diferir como ser distinto. Y de estos dos significados

toma fuerza la (no) categoría de différance. La différance refiere

a un juego, que consiste en la imposibilidad de la presencia

(presencia temporal y espacial) y en la necesidad de la

diferencia.

La regla de este juego de diferencias que componen cualquier

estructura es la lógica del suplemento. Indudablemente, esta idea

de un sistema de diferencias, en las que todo elemento sólo es en

función de sus relaciones de contigüidad y sustitución, es

derivada del costado “deconstructivo” del Cours de Saussure. Pero

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habíamos dicho, a la vez que se combatía la presencia, se la

afirmaba en la noción de signo bipartito. De la mano de las

oposiciones, reaparecen los “privilegios” de los elementos

originarios y puros. Esta noción de signo, para no recaer en el

logocentrismo, necesita ubicarse bajo las figuras de la diferencia

y del suplemento. De la diferencia, porque las oposiciones remiten

a un hilo de sentido a partir del cual se oponen: hay un trasfondo

de homologeín en toda oposición; según Derrida, un homologeín

cuyos ritmos los impone siempre el elemento “primero”. En cuanto

al suplemento, éste tiene a su vez también dos sentidos: como

sustitución y como agregado. El signo saussureano se comprende

como inserto en la cadena de diferencias inter-significantes, pero

otorga al significante oral, una cierta naturalidad que lo

jerarquiza por sobre el escrito. Y es justamente, esta

imposibilidad de naturalizar relaciones, este no poder pensar la

presencia a sí en ninguna estructura, la que lleva a afirmar la

necesidad del supuesto “agregado” que juega en cada sistema como

suplemento de sentido. Así, la suplementación que se le asigna al

elemento gráfico-escrito, es inevitable, y para toda estructura.

He ahí la importancia de la “categoría” de escritura. Se la ha

pensado como una figura espuria y artificial, sometida al juego

interminable de las diferencias y sustituciones: el punto que

demuestra Derrida, es que no hay estructura que no funcione como

la escritura. El habla funciona como la escritura. En ese sentido:

“«Si escritura significa inscripción y especialmente la

institución durable de signos (y este es el único núcleo

irreductible del concepto de escritura) entonces la escritura en

general cubre todo el dominio de los signos lingüísticos...La

misma idea de la institución, y por ello de la arbitrariedad del

signo es impensable previa o fuera del horizonte de la escritura»

(De la Gramatología, pg.58).

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La escritura en general es una archi-écriture, una

archiescritura o protoescritura que es condición tanto para el

habla como para la escritura en su sentido concreto.”7

3 DECONSTRUCCIÓN DE SABERES: ¿UNA TAREA FILOSÓFICA?

Este esclarecimiento de la relación filosofía-escritura, nos

conduce aún más lejos. La serie de sustituciones que configuran la

escritura, tienen la forma de todo pensar una realidad. Mejor

dicho: lo que no es escrito es también cadena de suplementos. Lo

que es indiscernible es todo interior-exterior. La imposibilidad

de decidir entre cualquiera de los dos polos de las oposiciones

metafísicas, no sólo propicia una diseminación del sentido y una

imposibilidad de fijación. Además, pretende pensar todo lo real

con la estructura de lo presente-ausente. La lógica de la huella:

no puede negarse nunca el efecto, pero no puede asirse la causa.

Se la postulará, pero en tanto una “nada que produzca efectos”. Lo

real es, pero sólo no siendo como presente.

Más allá del nihilismo pasivo que puede predicarse de una

posición tal como la adjudicada aquí a Derrida, creo que vale la

pena finalizar repensando el status del discurso filosófico.

En La estructura, el signo y el juego en el discurso de las

ciencias humanas, Derrida emprende una lectura de algunas

posiciones de Claude Lévi-Strauss, junto con una enunciación de lo

más general de la lógica de la différance. A propósito del

tratamiento que Lévi-Strauss hace de la oposición “naturaleza-

cultura”, Derrida anuncia dos caminos:

“Inquietarse por los conceptos fundadores de toda la historia de

la filosofía, des-constituirlos...es sin dudas, y a pesar de las

apariencias, la manera más audaz de esbozar un paso fuera de la

filosofía. La salida ‘fuera de la filosofía’ es mucho más difícil

de pensar de lo que generalmente imaginan aquellos que creen

haberla llevado a cabo desde hace tiempo con una elegante

desenvoltura, y que en general están hundidos en la metafísica por

7 J. Culler, Op. Cit. Cap 2.

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todo el cuerpo del discurso que pretenden haber desprendido de

ella.”

“La otra elección -y creo que es la que corresponde más al

estilo de Lévi-Strauss- consistiría, para evitar lo que pudiera

tener de esterilizante el primer gesto, dentro del orden del

descubrimiento empírico, en conservar, denunciando aquí y allá sus

límites, todos esos viejos conceptos: como instrumentos que pueden

servir todavía. No se les presta ya ningún valor de verdad, ni

ninguna significación rigurosa, se estaría dispuesto a

abandonarlos ocasionalmente si parecen más cómodos otros

instrumentos...Lévi-Strauss piensa así separar el método de la

verdad.”8

En resumen, deconstrucción vs. bricolage. En primer lugar,

Derrida afirma que el oficio del bricoleur es inevitable: nadie es

demiurgo de sus propios conceptos. En segundo lugar, descubre una

aporía fundamental en Lévi-Strauss. Por un lado, supera mediante

el estructuralismo toda referencia a un centro fundante de la

estructura: en análisis sincrónico elimina marcas de subjetividad.

Además, pretende librarse de toda marca etnocéntrica de

metalenguaje al pensar a la mitología como mitomórfica: no se

trataría de un discurso filosófico, sino de una lógica inmanente

el texto, casi lindando la indistinción cualitativa. Pero al mismo

tiempo, sus investigaciones se plantean como colección de datos

empíricos. ¿Cuál es la contradicción? Que el estructuralismo se

plantea como una superación del empirismo y Lévi-Strauss conjuga

hecho y estructura. Hecho y estructura viven en aporía de origen:

no existe un hecho que pueda existir autónomo e independiente de

una estructura; pero la estructura agrupa hechos, que la han

producido. En suma, no se puede pensar el comienzo con alguno de

los dos elementos “puros”. Si se piensa el paso de una estructura

a otra, debe ser sobre el fondo de alguna continuidad supra

8 Derrida, La estructura, el signo y el juego en el discurso de las ciencias humanas, pg 25.

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estructural. El estructuralismo se niega a pensar en el afuera de

la estructura. Salvo que recaiga en universales metafísicos: que

piense a la negada figura del Hombre por detrás de la Historia.

En este uso de la estrategia de la deconstrucción, podemos ver

cómo funciona y qué lugar tiene la filosofía para Derrida. No se

afirma a sí misma como autocelebración de su infundada jerarquía.

Pero intenta denunciar a los que se creen exentos de sus males. Su

función es la de trabajar, a partir de los textos y de los

saberes, socavando las hipotecas metafísicas que entran en juego

en los discursos. Puede, en un sentido amplio, jugar el rol de una

especie de epistemología crítica, pero siempre que asuma que su

lugar oscila entre la inmanencia y la trascendencia del texto.9

9 “Diría, en una palabra, que [la Gramatología] inscribe y de-limita la ciencia; debe hacer funcionar libre y rigurosamente en su propia escritura, las normas de la ciencia; una vez más, marca y al mismo tiempo demarca el límite que clasusura el campo de la cientificidad clásica.La Gramatología sería sin duda menos una ciencia distinta, una nueva disciplina cargada de un nuevo contenido, de un nuevo dominio bien determinado, que en lapráctica vigilante de este reparto textual.” En “Semiología y Gramatología”. Entrevista de Jacques Derrida con Julia Kristeva, Publicado en Information sur les sciences sociales, VII, 3, junio de 1968. (negritas mías)

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