Edición 8

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MICRO CUENTOS - MACRO IDEAS TAJ MAHAL

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Revista Cultural El Faro

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EL FARO 31 de Julio

MICRO CUENTOS - MACRO IDEAS TAJ MAHAL

LA OTRA ZONA

En esta edición queremos destacar la enco-miable labor que realizan en pro del artenuestros amigos de POESÍA LA OTRA ZONA, página muy activa en facebook que frecuen-temente está realizando concursos literarios.

Publicamos hoy los micro cuentos ganado-res del m¿as reciente certamen literario.

Sus administradores son: Agatha Seixas - Luz María LópezGaby Clutter Buck Kira - Marce Touche y Pascual Ossa M., vayan para todos ellos nuestros más fervientes deseos de éxito.

EL FARO LO QUE MATA ES LA ANSIEDAD

No, no digas nada, ya sé… Te quedaste dor-mido. No te preocupes amorcito, estoy bien, mientras esperaba escuchaba a Richar Jona; él sí sabe cómo tratar a las mujeres. No, no. Te dije que no digas nada, ya sé. Es-tás cansado por el trabajo, un día largo sí. Bueno, mirá, ya sé que no venís y por eso me llamaste. No, no me lo dijiste pero lo de-duzco, si me llamás a esta hora es porque ya no venís, es así, seguro que es así, para qué me vas a andar explicando una cosa que se cae de madura. No te gastes en excusarte, pero quiero que sepas que me arreglé al pedo para vos, por-que si yo me arreglo es para vos y no para otro, y me hacés esto. ¡No, no te dejo hablar porque cada vez que te dejo hablar me envolvés en tus redes y caigo como una pelotuda y te digo que yo no soy ninguna pelotuda, sabés? A esta hora te-nías que estar acá y me estás llamando para darme alguna excusa de mierda de por qué no podés venir. Pará, pará un poco. Sos vos el que llamaste y me vas a escuchar porque si llamaste es para que me escuches ahora y no después; yo no tendré una cinturita privilegiada… Sí, tengo esa grasita tipo salvavidas y panza, pero calculo que cuando me conociste no

LO QUE MATA ES LA ANSIEDAD LA OTRA ZONA

te importaba y, además, ya sabías mi edad como para hacerme sufrir ahora porque te llevo diez años; eso no te importó cuando me invitaste a salir y tuvimos sexo de una manera desenfrenada y salvaje. ¡Te dije que no digas nada, porque no es la primera vez que me hacés esto de dejarme esperando!, y cuando tardás y llamás es por-que no vas a venir; y seguro que es porque ya no me querés, o no te resulto atractiva como antes. Claaaro, el señor es un pendejo al lado mío y ahora está arrepentido y no me lo puede decirrrr. ¿Qué; me viste alguna cana? ¡Por vos me tiño! ¡Por vos! Porque sos más joven que yo y es un papelón que se me vean las canas que me hacen más vieja… Pero claro, a vos no te importa mi sacrifi-cio por mantenerme linda para vos… ¡Por-que lo hago por vos! A algunos hombres no les interesan mis canas, ni mi panza, ni mi edad, ni…

¿Eh? Ah, bueno, sí, entiendo. Ahora me acuerdo que no anda el timbre. Subí

Patricia Ferreyra

Lloraba un alma enamoradalágrimas, dolor, pena, llantoun corazón entona su triste cantouna mano, cansada, tras su ventana cerrada Allí desde su palacio, desde su ventanaadmira aquella lágrima blancapoesía hecha arte, arte que la pasión arrancapara ti, mi amada, mi esposa, mi alma hermana

EL FARO

...y es que el Taj Mahal es eso: poesía hecha arte, un canto al amor, una obra sublime que sólo un alma enamorada sería capaz de ofrecer al mundo. Allí, justo sobre el pórtico de entrada, se pueden leer unos versos del Corán que describen el paraíso, que te dan una idea de lo que nos vamos a encontrar y de lo que vamos a sentir; como palabras mágicas, aquel portón de bronce nos descubrirá un “palacio de perlas rodeado de jardines”.

Sha Jahan conoció a su ama-da Arjumand en un bazar donde ésta vendía cristales. Admirado por su belleza no fue capaz de dirigirle la palabra en un primer mo-mento; perseguidos por los ejércitos de su padre, el Em-perador, por culpa de esa relación, tras dos esposas y cinco años desde aquel pri-mer encuentro, se unieron en matrimonio. Arjumand pasó a ser conocida como Mumtaz Mahal, “la elegida del palacio”. Durante años fueron una pareja enamo-rada, que vivían el uno por el otro; ella era su acompa-ñante fiel en todas sus cam-pañas; él la colmaba de re-galos, de detalles, de flores, de diamantes. Tras la muer-te del emperador Jehangir, Sha Jahan ocupó el trono. Dos años más tarde, en 1630, sobrevino la tragedia…

EL FARO

En plena campaña militar en Burhanpur, al nuevo emperador le avisaron que el 13º parto de su esposa se complicaba. Sha Jahan corría desesperado hacia su tienda, con el tiempo justo de cogerle la mano y darle su último adiós. El emperador ya no volvió a ser el mismo. Se recluyó en el Fuerte Rojo, en la orilla izquierda del río Yamuna, y allí pasó, encerrado por su hijo, los últimos años de su vida, abandonando el Imperio en manos de sus sucesores. Frente al Fuerte, visible desde todas sus ventanas, y al otro lado del río, mandó construir el más impresionante Mausoleo que jamás men-te humana pudiera concebir. Los mejores constructores, los mejo-res obreros, las mejores joyas, las mejores piedras… todo era poco para el lugar de reposo de su amada; incluso, se desvió el Yamuna para que el Taj Mahal pudiera reflejarse en sus aguas. Y allí, tras dos décadas de construcción, en el 1648, fue enterrada su amada Mumtaz Mahal. Y allí, junto a ella, fue enterrado años después el propio emperador para que reposaran siempre juntos eternamente.

Despacio, triste por un lado, impresionado por el otro, alegre por cum-plir el sueño de cualquier viajero, paseé por sus jardines, tan simétricos, tan coloridos, tan naturales. Como si de un manjar se tratara, dejé para el final aquella obra de arte. Y allí, tras subir los primeros escalones de acceso, ya de cerca, el Mausoleo se hizo más inmenso, más impresionan-te. Algo que te atrae, una fuerza que te lleva a querer tocar con tu pro-pia mano el mármol y descubrir que no es un sueño ni un espejismo. Y sobrecogido admiras las muchas joyas que se encuentran incrustadas en su fachada: lapislázuli, jaspe, malaquitas, turquesas, cornalinas… En su interior, desgraciadamente, la verdadera cámara donde yacen ambos, no es visitable; sólo se pude visitar una primera cámara funeraria, muy grande, con cristaleras que juegan con los colores de los rayos de sol que por ella entran. Dentro, la visita es corta, y es que el sueño verdadero, la imagen que siempre recordaremos está en el exterior… lentamente dirijo mis pasos hacia las afueras del conjunto, bordeando el estanque… allí al final del estanque, giro mi mirada atrás y dedico aquellos últimos minutos a admirar el Taj Mahal una vez más… a ver como el sol empie-za a ocultarse tras su cúpula, tras sus torres…

Javier Gomez

EL FARO

EL FARO

PRIMER LUGAR

Micro-cuento

El pez salta del agua a la red; de la red a la boca y, allí, como venganza, una espina da cuenta de su asesino.

Naucan Figueroa.

SEGUNDO LUGAR. Micro-cuento.

"PÁGINA 67" "Tulio lee un libro sin imaginar que el protagonista lo estará esperando en la página 67, para asesinarlo".

La Escena del sueño.

EL FARO LA OTRA ZONA

TERCER LUGAR. Micro-cuento. NO SE NOTA

Esa noche entre al bar, sacudí la lluvia de mi abrigo, me saqué el sombre-ro y el abrigo.Encendí mi pipa, me acompañaría con un coñac añejado; lo necesitaba. Se acercó a hacerme compañía la colorina que solo atiende clientes exclusivos. En la habitación me dijo: ¡Tienes sangre en tu chale-co! A lo que respondí serenamente: No te preocupes, no se nota. Y atraje su cuerpo junto al mío.Cuando salí ya había sol, me confundí entre la gente.

Jeannette Núñez Catalán.

EL FARO

LA OTRA ZONA

TERCER LUGAR.

Micro-cuento.EL ORIGEN DEL MAL

En un principio cósmico el bien era un todo absoluto, coruscando con su albura el espacio y tiempo. Pero drástica secuela emanó su irradiación, concibiendo inexplicable su propia sombra. Esta es la esotérica transmu-tación del bien en mal, casi quimérica. El bien sigue circundando toda la atmósfera, y el mal envidioso de tanto espacio, decidió adentrarse y se prolifera… en los genes del pobre hombre descalzo.

Maximo Juare

EL FARO

LA OTRA ZONA

Micro-cuento. (MENCIÓN ESPECIAL).

Quedaba el señuelo de una mirada perdida en el rostro de la víctima. El detective Sergio nunca supo lo que aconteció, con la vista retraída en el vacío le preguntó a su compañe-ro agente:-¿por qué la injusticia no se termina?, no hay ni rastros del culpable y nadie ayuda.

A lo que su compañero respondió:-Descuida mi Sergio, a veces es mejor dejar las cosas pasar, en éste mundo a nadie le importa lo que suceda. Anda, vamos por unos tragos mejor…En las palabras de su compañero, el detective Sergio encontró su respuesta. “Indiferencia”. Pensó…

Gaby Clutterbuck Kira

EL FARO

Micro-cuento. (MENCIÓN ESPECIAL).

Y se la llevaron detenida por amarme tanto en aquella esquina

donde siempre compartíamos atardeceres nue-vos y sonrisas,

sólo que aquella tarde ella se desnudó por com-pleto frente a mí

vistiéndome de sus besos y sus cariciases que ya no le cabía en el pecho tanto amor

que sentía por mí.Maria Liberona

EL FARO

LA OTRA ZONA

Micro-cuento. (MENCIÓN ESPECIAL).

El televidente ( Walton Enrique Beltrán Uyevic)

Quiso simplemente pagar con la misma moneda y después de conocer cómo el gobierno censuraba las comunicaciones, decidió ver la televisión con los ojos ce-rrados.

EL FARO

LA OTRA ZONA

MENCIÓN ESPECIAL. Micro-cuento.

Susana tenía el abdomen inflado y se quejaba de que se había ido flaca a dormir la noche an-terior y que había amanecido gorda; no quiso ir a su escuela y darle cara a sus más cercanas amigas, las Barbies. A eso de las 11 de la ma-ñana, se escuchan los gritos apasionados de la sirvienta que decía: el gallo cantó, el gallo can-tó, era ese primer flujo de sangre, la menarquía de Susana. Susana dejó de estar gorda.

Alberto Barreto Cardona

EL FARO LA OTRA ZONA

EDITORIAL:

Convencidos que promocionando la lectura y análisis de los Micro Cuentos premiados por Poesía La Otra Zona, contribuiremos a masificar esta excelente forma de arte que está revolucio-nando la literatura, en especial entre los jóvenes.

Invitamos a todos nuestros lectores a incursio-nar en esta práctica, precisamente para generar nuevos espacios a la creatividad.

Felicitamos a Patricia Ferreyra, Naucán Figueroa, La Escena del Sueño,Jeannette Núñez, Máximo Juare, Gaby Clutterbuck Kira, María Liberona, Walton Enrique Beltrán Uyevic, Alberto Barreto C. Atte. Ariel Figueroa Ortega EL F

AR

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