Revista x Edición 8

14
Revista Edición 8 - Agosto 2014 La Niñez

description

 

Transcript of Revista x Edición 8

Page 1: Revista x Edición 8

1

Revista

E d i c i ó n 8 - A g o s t o 2 0 1 4

L a N i ñ e z

Page 2: Revista x Edición 8

2

Autores:Francisco Andres FloresJuan Ignacio SalgadoPablo Martín ScaringiCecilia López PuertasNora PflugerJuan Pablo Olivetto FagniCristian Daniel CamargoCobertura de eventos: Manuela CardosoColaboradores:Daniel Rojas DelgadoJavier CamargoILUSTRACIÓN DE TAPACristiana Daniel CamargoAsistente de producciónFlorencia SalinardiProducción:Grupo Filocalia.

Encontranos en:revista-x.blogspot.com

Email:[email protected]

Page 3: Revista x Edición 8

3

EDITORIAL

Editorial - NIÑEZ: RECUPERAR EL SIGNIFICADO DE SER NIÑO

Sinceridad, diafanidad, confian-za… atributos del niño, que podemos leer en la pureza

de su mirada, y que nos despiertan el anhelo por un mundo más limpio, más recto, más íntegro que éste. Jesús habló claramente de hacernos como niños para entrar en el Reino (Mateo 18, 3). Y un educador del si-glo XX recomendaba a las personas rígidas, reprimidas en sus emocio-nes o con dificultades para expresar-las, “tratar mucho con niños” o con personas que se parecieran a ellos. El niño es también un signo de espe-ranza en que la humanidad siga habi-tando en esta Tierra. Incluso para los padres de un hijo ya crecido, ese jo-ven o adulto que alguna vez fue niño en sus brazos representa para ellos una señal que apunta hacia el futuro. Quienes conocen las profundidades humanas, afirman que no hay dolor más grande que la muerte de un hijo, tal vez porque al sufrimiento de la pérdida se suma la sensación de que la vida se trunca justamente allí don-de tendría que continuar. En este agosto en el que, en medio de una nube de ofertas comerciales y venta de pochoclo, hemos festeja-do, bien que mal, el “Día del Niño”, nos convendría reflexionar sobre el verdadero sentido de la infancia y re-cordar además que el hombre, entre todos los seres de la Creación, es el que permanece de algún modo siem-pre niño, porque todos los días tiene algo nuevo que aprender.

Page 4: Revista x Edición 8

4

¿Sólo Aspirantes? ¡No!

Mi intención esta vez, es escribir desde mi experiencia. Ya que

al ser el tema de la infancia tan complejo, me pareció mejor hacer un abordaje

menos teórico y más desde lo vivencial.

Al no tener hermanos me-nores, y poco contacto con mis “primitos”, mi mayor

vinculación con los niños fue siendo delegado de as-pirantes (grupo de niños pa-rroquial). Nunca me había pregun-tado por qué el nombre de

POR JUAN PABLO OLIVETTO FAGNI

“Los niños son el futuro” y el futuro no existe, ¿así que los niños no existen? Por lo menos en este mes hay un día para ellos, en donde podemos acordarnos de su existencia, aunque este mundo pensado desde y para los adultos no les deje mucho

lugar.

Page 5: Revista x Edición 8

5

aspirantes, hasta que en un encuentro nacional de dirigentes alguien, ya ni sé quién, dijo que la denomi-nación podría ser mal en-tendida, ya que pensar a los niños sólo como “aspi-rantes”, como los que inten-tan llegar a algo, se puede llegar a cometer el error de ver a los niños sólo como una apuesta a futuro, olvi-dándonos de su presente. Por ejemplo, a veces para consolarse de los aparentes fracasos de la catequesis, uno piensa que “algún día les servirá” o “uno siembra y otros cosecharán” u otras frases que ponen el acento sólo en el futuro. Desde ya que no está para nada mal preocuparse por el futuro de los niños, pero “a cada día le basta su preocupa-ción” (Mt 6,34), por lo tanto prioricemos poner nuestros esfuerzos en el presente de los niños, qué problemas tienen hoy, cómo es su rela-ción con su familia, con sus amigos, y con Dios; ya con eso tenemos bastante para ocuparnos.

Para seguir con el relato de mis experiencias significa-tivas, es necesario aclarar que mi trato ha sido mayo-ritariamente con niños de clase media, salvo en algu-nas misiones en barrios pe-

riféricos. Cuando recuerdo la demanda de cariño que tuvieron esos nenes me re-vive la convicción de lo mu-cho que todavía les debe-mos a los niños.

Siempre me ha costado “ponerles los límites”, me parecía que en la mayoría de los casos que se los reta-ba era para que se queden callados y/o quietos debido a la poca paciencia de los adultos (y sigo convenci-do de que sigue pasando). Pero también me era difícil intervenir en situaciones en donde sí era necesario de-fender a un niño que le es-taba faltando el respeto a otro, o situaciones en don-de el respetar una norma era vital para la convivencia de todos, el imponerme era algo que me incomodaba. Con el tiempo me fui dando cuenta que el límite funda-do y dialogado era necesa-rio, pero si se hace funda-mentado principalmente en la no violencia y el respeto a cualquier persona; y dia-logado, ya que no por tratar con niños hay que subesti-marlos y no darles explica-ciones y razones de por qué hacemos lo que hacemos.

Por otro lado, me sorpren-día como algunos padres traían a sus hijos cual bol-sa de papas que ya se les

hacía inaguantable. Pero con el tiempo, quizás por ir madurando como cris-tiano, fui aprendiendo a no juzgarlos, me fui pregun-tando por qué me fijaba en las limitaciones de otros y no miraba las mías.

Muchas veces me costó aguantar a un nene por lo caprichoso o irrespetuoso, y eso que me considero una persona con mucha paciencia, luego pienso en que sólo comparto 2 horas por semana, en cambio los papás están todos los días hace años con esos niños. Podría decir que es su responsabilidad edu-carlos, pero ¿tan fácil es? Mejor juzguemos menos, y acompañemos más a quie-nes tienen hoy la gran ta-rea de ser padres.

Por último, no puedo dejar de compartir que hoy una de las actividades que me da más alegría es compar-tir juegos, charlas, reflexio-nes, con los niños de mi parroquia. Ojala los jóve-nes y adultos nunca perda-mos el contacto verdadero con los más pequeños.

Page 6: Revista x Edición 8

6

Les invito a reflexionar sobre la Cruz, la muerte y la resu-rrección de Cristo a través de nuestros hermanos más pe-queños.

La idea es recorrer en 9 es-taciones, el camino a la cruz del niño guacho.1ra Estación. El niño es con-denado a muerte.Guacho no se hace, se nace. El niño habita en el seno de su madre, sus abuelos, ante el alejamiento de su “San José”, deciden invitar a su madre a que aborte. La Fa-milia, es de bajos recursos y saben muy bien que no los van a poder mantener, su-mado a ello el abuelo acaba de fallecer y la abuela cree que no va a poder criar a su hija de 16 años y a su nieto por nacer.Su mamá, su María, se es-capa de su casa y se alber-ga en lo de su prima, en una localidad del conurbano, allí trabaja y la acompaña, ella también estaba embaraza-da.El trabajo no abunda, solo son esporádicos e informa-les. La plata sigue sin alcan-zar y los patrones, ante las faltas debido a su embarazo, deciden no “llamarla más”.

Via Crucis del niño guachoDesempleada María, cae en la pobreza total, por eso y por algún nefasto personaje de la noche, cae en el paco y en la prostitución.En medio de todo este em-brollo, el niño guacho es pa-rido y devuelta condenado a muerte.La muerte que se proyec-ta en muchos espacios de la sociedad, es el origen de todos nuestros guachos de hoy, el semáforo, la droga, la esquina y el barrio son los condicionantes nefastos de su vida, no podemos permi-tir que se siga condenando, debemos tener políticas in-clusivas especialmente con los sectores más vulnerables de la sociedad, la condena a muerte es producto de su condición de clase. Aquí, de-bemos detenernos y re- pen-sar las palabras del Papa en la misa de los Argentinos…”Mateo 25”.2da Estación. El niño guacho carga con su Cruz.Guacho pero no estúpido, en la calle aprendió muchas cosas; malabares, manchar vidrios, hacerse el sordomu-do, punguerias y pequeños hurtos.Él no sabe de su vida, la des-conoce, simplemente la vive.

POR PABLO MARTIN SCARINGI

Page 7: Revista x Edición 8

7

Se hace el fuerte con sus compañeros pero se le llenan los ojos de lágrimas al pasar por la juguetería, añora la alegría de los niños bien, se siente desbastado, cansado y desganado. La tristeza lo invade, le arranca el corazón y le destruye su vida.En la esquina del centro llora para no manchar con lagri-mas el barrio, sólo sin nadie. Le cae la ficha de su vida, se da cuenta que existen dife-rencias y que por más que su “rancho” le haga de re-ferencia él no da más y su vida de guacho ya le cuesta horrores.La Cruz de mi amigo, es la cruda realidad de la soledad. La carga solo y con una sola verdad, la muerte.Reflexionemos cada día más sobre esta cruz y sobre su calvario. Esta cruz, les aseguro que es tan pesada como la de cristo.3ra Estación. El niño guacho cae por primera vez.Cargando la cruz es difícil mantenerse en pie. Cada día que pasa el hambre es más fuerte y la tristeza se va a cu-mulando en el corazón.Es invierno y nuestro niño guacho ya está cansado. Camina al rancho con unos billetes listos para cambiar la realidad, va hacia la es-quina de Matheu y 9 de Ju-lio, aún se encuentra en el centro de la ciudad, espera, mira, su cara se hace rara…

saluda a unos vagos y pre-gunta ¿Tenes?...la respuesta es obvia, el niño guacho cae por primera vez, cerca de la cara de muchos de nosotros, cerca de las artes y cerca de la seguridad, cae y todos los vimos.Esta primera caída, es un saque que lo aleja de la rea-lidad. ¿Qué le abra pasa-do cuando pasó el trance? ¿Qué ideas tuvo? Segura-mente, se le ocurrió rendirse, pero, la vida da oportunida-des piensa y afirma “seguro con la ayuda de los pibes voy a salir adelante”.La droga que se vende cerca de las arterias principales y de las alejadas, cerca de co-misarias y legislaturas, ahí, vemos como caen y siguen cayendo nuestros guachos. Justo a los ojos de los gran-des señores de la sociedad4ta estación. Encuentro con su madre.El niño guacho vuelve al ran-cho, allí es recibido por una mujer ensangrentada, es la misma que le dio la vida pero la misma que lo deja tirado, la que se va siempre con un tipo distinto. Ella esta en-sangrentada, fue golpeada y abuzada por su pareja. El niño guacho corre a su en-cuentro, le seca las lagrimas con su ropa, trata de quitar-le la sangre de la cara y le pregunta ¿Fue él? ¿Qué te hizo? Nada, responde la chi-ca y termina diciendo…so-

mos nosotros dos solamen-te.El guacho comprende otra realidad, la de la familia. Fa-milia destrozada pero fami-lia al fin. En el barrio camina una mujer hace mucho tiem-po, Alma, ella se preocupa por los pibes, al verlos de esa manera se les acerca y les ofrece ayuda.Pasó el tiempo y la familia sigue igual, chirolas que se consiguen chirolas que van a la panza, pero la “Maria”, decide irse un día, el guacho vuelve a estar solo. Corre hacia lo de Alma y llorando le dice “se fue”. Se cruzan en un abrazo increíble, Alma empieza a ver al guacho de otra manera, ahora es otro de sus hijos, uno de los tan-tos que necesitan de su ayu-da.Pensemos en las familias, detengámonos a ver el tra-bajo de las madres del co-razón, cuantas “Almas” hay por el mundo que ponen el pecho y su trabajo a la vida de los niños, cuantos gua-chos y cuantas mujeres son víctimas de violencia. ¿Qué debemos hacer? ¿Asimila-mos la vida de estas muje-res? ¿Comprendemos o juz-gamos? ¿Vemos en Alma un corazón lleno de amor?5ta estación, El curita que colabora en la vida del niño guacho.Hace unos meses atrás, al barrio se mudó un cura nue-

Page 8: Revista x Edición 8

8

vo. La gente de a poco lo empieza a querer, es un tipo de barrio, de familia humilde. Sabe lo que es la pobreza y lo que es criarse sin padre.El sacerdote, siguiendo los pasos de un santo, plantea algo nuevo para el barrio “un oratorio”. A este lugar con-currió nuestro guacho con la promesa de algo para comer.El cura forjó un lindo grupo de pibes, pero con el “gua-cho” mantuvo un dialogo más fuerte. Sin duda, se ve obligado a cambiarle la vida.Con un gesto cercano, se le acerca y le dice…”desde hoy, vos y yo vamos a ser amigos, yo no quiero que me digas padre ni cura, desde hoy vos y yo somos herma-nos”…estas palabras fueron clave para el niño guacho que vio en el curita a un her-mano y la “Alma” a una ver-dadera mamá.Los curas de las periferias son los que comprenden la realidad de los pibes, curas que conocen la vida de los más humildes y viven invadi-dos por una pobreza incalcu-lable. Los obispos y muchos laicos, no podemos ver más allá de la liturgia, no nos de-tenemos nunca a pensar en la vida de los más humildes.La iglesia debe ser el reflejo de cristo que vive en el cora-zón de los trabajadores, Igle-sia que redime y que busca la salvación como un pueblo que hace de cristo su elec-

ción de vida.6ta Estación. El niño guacho cae por segunda vez en los brazos de alma.De vuelta a las andadas, el niño guacho vuelve a con-sumir. Esta vez, es fuerte, le pega mal y se va de cañoCamina en dirección al cen-tro, entra a un comercio y con un arma apunta a la fren-te del comerciante y se lleva un pequeño botín.La policía esta alertada del niño guacho, pero esta vez se les escapó.Llegando al barrio, se tropie-za y cae. Al levantarse ve a su hermano, al curita, no lo puede ver a la cara “que te pasa” pregunta el sacerdote, el niño no contesta y atina a correr a lo de alma.Llorando, le dice a la mu-jer lo que pasó, triste alma lo abraza, lloran ambos. El niño guacho, comprende lo que hizo, se da cuenta de la droga y sus peligros. Pero lo que más le duele es que piensa en que el cura no lo va a perdonar.Llega el sábado y es día de oratorio, el niño guacho deci-de no ir. El cura junto a uno de sus colaboradores van a su encuentro, el pibe no quiere salir, tiene miedo. El joven que esta con el cura le afirma “no seas boludo, pase lo que pase vamos a estar con vos”, el sacerdote también dice “Hermano, no hay nada tan grande como

la misericordia de Dios, com-prendo tu realidad porque la sufro con vos, porque vos y yo somos lo mismo, vos y yo somos Dios”.El guacho, acepta, sale y se acerca al padre pensando las palabras que se le ha-bían ocurrido, no las llega a decir, el cura lo abraza y lo invita devuelta a la fiesta del oratorio.No podemos juzgar más, la realidad de los chicos nos in-terpela a seguir creciendo en el amor. La vida estos niños necesita de nuestra ayuda.7ma estación. El guacho cae por tercera vez, es despoja-do y cae víctima del gatillo fácil.Sigue pasando el tiempo y siguen los problemas, nada se soluciona en la vida del niño guacho. La droga ya es vicio, el robo y las malas compañías también.Alma y el cura se sienten desbordados, ya no saben que hacer con él. Además, descubren una trama secre-ta en la vida de nuestro niño guacho, roba para la policía.De esta manera, el niño gua-cho se acerca a su final. A fi-nes del invierno, junto a unos amigos deciden dar un golpe a una concesionaria de au-tos, es un plan certero. Se preparan y van camino a su misión, ingresan, apuntan y salen corriendo, el niño gua-cho es visto por un policía que lo identifica.

Page 9: Revista x Edición 8

9

El robo sale en la tele, la opi-nión pública carga las tintas contra los niños, la policía y el gobernador necesitan de un trofeo, van al barrio, en-tran a la casa del niño gua-cho y mientras estaba dur-miendo, le tiran tres duros tiros que terminan con la vida de nuestro amigo.El juicio con el que fue con-denado a muerte es el que hizo un especialista en tele-visión, la certeza del robo y de la culpabilidad es la de los policías que le han dispa-rado. Nuestro amigo murió, cayó por la droga y el des-amparo, se fue por desidia de un estado muchas veces ausente.¿Qué papel juegan los me-dios de comunicación en nuestras vidas? ¿Cómo con-dicionan la opinión pública con sus títulos extraordina-rios? Es momento que la palabra sea del pueblo, es tiempo de que gritemos y que nos hagamos escuchar. Los políticos piensan en fra-ses lindas pero los pibes en el pan de cada día. ¿Qué va-mos a hacer?8va Estación. El niño guacho en los brazos de alma y del cura.Conocida la noticia, el Cura y Alma corren a la casa de nuestro hermano, lo ven muerto. El llanto es imposible de sostener. El cura intenta dar un responso pero se da cuenta que no puede, pide al

cielo una colaboración, niega a Dios, no puede entender que se le hayan llevado a su hermano.Alma, ve con duda el cuerpo lo acaricia y lo llama por su nombre, el pibe ya descansa en paz.9na Estación. La resurrec-ción.El niño guacho murió, pero resucitó en nuestras vidas.La vida de estos niños es nuestra prioridad, ellos son los pibes, los chorros, los vagos, los guachos, los ne-gros, ellos son todo esto pero también son Juan, Ariel, Ezequiel, Eduardo, Dario, Miguel, Jonathan, Gabriel, Manzana, son las caras, si las caras de los semáforos, son la pobreza y son las ma-fias del sistema político, son todo lo que no queremos ser pero son y deben ser nuestro motor de vida.Como cristiano, aspiro a la resurrección del pueblo, en-tiendo que el reino es en la tierra y lo conformamos to-dos. Una vez dije que éramos antorchas de luz y camino de salvación, hoy lo sostengo, ya no más cristianos de sa-cristías, hoy más que nunca jóvenes comprometidos por la realidad, sabiendo que nuestro niño guacho a resu-citado en el corazón de todos los niños, niñas y adolescen-tes que necesitan de nuestra ayuda.

Page 10: Revista x Edición 8

10

EL NIÑO Y EL TRAJE DEL EMPERADOR En esta sociedad complicada, necesitamos ojos limpios para conocer

la verdad… y valor para decirla.

POR NORA PFLÜGER

“La anécdota es conocida: unos supuestos tejedores charlatanes, con la inten-

ción de hacer dinero a costa de la ingenuidad ajena, se presentan ante un poderoso emperador y le aseguran po-der tejerle un traje de una tela tan sutil que sólo podrían ver-lo quienes fueran “muy inteli-gentes” y “aptos para su car-go”. Después de varios días de trabajo fingido, presentan al monarca su “obra”: éste, ló-gicamente, no ve nada, pero simula una gran admiración,

en el temor de que se lo con-sidere tonto e inútil. Convencido de que el traje existe, el emperador decide desfilar ante su pueblo, vesti-do –así cree él- con la prenda maravillosa. Al pueblo, el fenó-meno le produce la misma im-presión: nadie ve nada, pero todos fingen ver. Hasta que en medio de la muchedumbre hi-pócrita y obsecuente, se alza la voz sincera y clara de un niño: “¡Papá, el emperador va desnudo!” Esta historia, que circuló

desde tiempos inmemoriales en la literatura oriental, fue re-cogida también por el folklore alemán, y en España, es po-sible que Cervantes se haya inspirado en ella para su en-tremés “El retablo de las ma-ravillas”. Pero desde fines del siglo diecinueve, en Occiden-te, todas las generaciones la hemos conocido a través de la versión de Hans Christian Andersen. Imagino que a nuestro ami-go Andersen, con alma de niño como todo buen escritor

Page 11: Revista x Edición 8

11

Humor por Cris.

y poeta –y además, frontal, como todo buen dinamar-qués- tiene que haber estado fascinado por este ejemplo de pureza infantil cuando escribió “El traje nuevo del emperador” y lo incluyó en su famoso vo-lumen de cuentos. En la versión de Andersen, la frase del niño produce gran revuelo, y el padre intenta dis-culparlo exclamando: “¡Es la voz de la inocencia!”, como quien dice: “No le hagan caso” y como si la inocencia fuera algo de lo que tuviéramos que avergonzarnos. ¡Y claro, señor padre, que es la voz de la inocencia! Pero de la inocencia buena, de la legí-tima, la que por ningún moti-vo deberíamos perder. Y si la perdemos, más nos vale ha-

cer lo que nos dice Jesús: vol-ver a ser como niños, porque sólo ellos –y los que son como ellos- entrarán en el Reino de los Cielos (Mateo 18,3). En medio de esta sociedad con tanta gente simulado-ra, de este continuo baile de máscaras, algunas benditas personas conservan la ca-pacidad de ver una situación de injusticia, de inmoralidad, de desubicación, y decir, sin vueltas, que el emperador va desnudo. En ocasiones, se las admira o envidia; en otras (muy po-cas) se las ama; en general, se las alaba falsamente: “Ay, Fulano…¡qué gracioso! ¡Qué rapidez y facilidad de palabra!” Cuando bien sabemos que no se trata de eso, ni de ninguna

otra clase de “facilidad”. Ser sincero y valiente nunca ha sido fácil en este mundo. Pero… no perdamos las es-peranzas. A los que, al menos, aspiramos a la sinceridad, nos conviene saber que el cuento concluye con una muchedum-bre que admite que el empe-rador va, efectivamente, como dijo el niño. Y que además, en algunas versiones populares, los charlatanes, para escapar de la paliza, tienen que desa-parecer del imperio. Porque a veces basta que alguien, uno solo, se atreva a alzar la voz como un niño, para que a los demás se nos abra también la posibilidad de entrar en el Rei-no de los Cielos.

Page 12: Revista x Edición 8

12

Cuando la corte suprema de justi-cia aprobó el accionar de los que autorizaron el aborto en caso de violación, inevitablemente me vino su rostro a la mente. No es que yo sea una persona muy senti-mental, ni menos aún dada a sentir lástima o pena por historias ajenas e inevitables; pero, en esta mara-ña de jueces, médicos, abogados, leyes, interpretaciones y reinter-pretaciones, su historia, aquella que pocos conocíamos y ninguno

quería recordar, salía nuevamente a la luz.Trataré de explicar la historia, aun-que tengo varios obstáculos insal-vables. El primero, obvio, es que no puedo mencionar al protagonis-ta; lo cual corresponde que así sea, por resguardo de su identidad, pero también por mandato legal. Y por otro lado ese anonimato obligado que le toca en estas líneas se co-rresponde bastante con la realidad, ya que apenas hace unos meses

El hijo de la violación.El aborto “no punible” que no fue.

Esta es una breve reflexión escrita, hace un par de años, con motivo de la recomendación hecha por la corte suprema de justicia sobre los abortos no punibles. En la actualidad, en que esas recomendaciones han dado lugar a múltiples protocolos, casos e iniciativas de salud (¿?) pública (la más recien-te de ellas, un móvil para abortos en Provincia de Buenos Aires) , me pareció

oportuno reflotarlo.

POR Francisco Andres Flores

que nuestro pequeño protagonis-ta recibió su documento nacional de identidad. Los años anteriores a su consagración como miembro afortunado de nuestra comunidad civil, fue tan sólo un NN (Natalia-Natalia dirían los policías, así que bien podríamos llamarlo “Nata-lia”).El otro obstáculo es que tampoco puedo mencionar las instituciones por las que ha pasado, pero pueden ir sabiendo que han sido varias.

Page 13: Revista x Edición 8

13

“Natalia” nació aparentemente fruto del abuso sufrido por su ma-dre en una institución psiquiátrica. Lugo fue a parar a una institución de guarda de niños expósitos, al es-tilo de la ex casa cuna local. Allí, siendo voluntario, pude conocerla.Al avanzar en edad, llegó el for-zoso cambio institucional. La no resolución de sus temas legales y familiares llevó a que se tarde mu-cho en otorgarle el estado de adop-tabilidad, ese por el cual podría llegar a tener una familia y una luz de esperanza en el tortuoso camino de su breve vida. Esa dilación no hizo más que dificultar su adop-ción: sabido es que cuanto más grandes son, más difícil es que los niños sean adoptados. Así pasó a un hogar de menores, y luego a otro especializado en chicos con capacidades especiales, ya que, es necesario mencionarlo, “Natalia” padece (al menos según los espe-cialistas) el famoso y nunca bien especificado “Trastorno Generali-zado del Desarrollo”. Parece tener un retraso madurativo leve, o tal vez algo que aún no se manifestó en su totalidad; pero si le faltaba alguna dificultad a su inserción so-cial, el Estado y sus instituciones se han encargado de diagnosticarla y registrarla, para que no queden dudas (y por qué no, tal vez inclu-so se hayan encargado de generar-la).Parece éste un panorama sombrío, sin espacio para la esperanza, don-de el futuro es una incógnita en un laberinto de expedientes y es-tudios inconclusos. Sin embargo, “Natalia” es una persona como cualquiera de nosotros, o mejor

aún que nosotros: inocente. Juega como cualquiera de los niños de su edad, ríe, se enoja, extraña, llora, abraza… vive intensamente: sabe que el amor es una flor que no cre-ce en todos los jardines, y se abra-za a ella como a un regalo único. No hubo amor en su concepción, y tampoco en algunas etapas de su vida; pero: ¿eso la priva del dere-cho y la capacidad de dar y recibir amor? Les aseguro que no. Toda su vida y su mundo son el amor de las personas que la ayudan cotidia-namente: enfermeras, auxiliares, voluntarios… Aún en sus limita-ciones madurativas, ejerce plena-mente, y más que la mayoría de nosotros, su capacidad de amar y ser amada. Entonces, jueces de la suprema corte: ¿eso no basta como certificado de humanidad? ¿Eso no basta como evidencia de la dignidad enorme e inalienable de cada ser humano, aunque sea débil y pequeño? Por eso fue que, cuando conocí el dictamen, pensé inevitablemente en ella y en los niños que, como ella, no eligen cómo y dónde ve-nir al mundo; pero sí, aún en un mundo doloroso e imperfecto, eli-gen dar y recibir amor. Estimados jueces, deténganse un segundo a contemplar este cuadro: allí donde ustedes se extravían en artículos e interpretaciones, y ponen especi-ficaciones y obstáculos, y pesan y miden la realidad con una balanza ciega... allí mismo late un corazón que les dice, con cada latido, que afortunadamente ustedes se han equivocado; que, al menos para ella, sus decisiones de muerte lle-garon tarde; que, en fin, la vida se

abre camino y enarbola, con amor, su bandera.Señores jueces, yo sé que muchos piensan como ustedes: que el abor-to legal puede ser una solución rápida y aséptica para evitar si-tuaciones desagradables. Piensan que eliminando la causa eliminan esas incómodas consecuencias. Pero cometen un error fatal: lo que piensan que es la causa, la vida de los niños en gestación, es en reali-dad la consecuencia de acciones de adultos; y las causas reales de los problemas no se encuentran en la vida de los niños, sino en la de los adultos: la injusticia, los abusos, la inequidad, la violencia… síntomas graves de un mundo adulto y de-crépito que se ensaña con la vida de los niños para no cambiar sus propias y enfermas estructuras.Señores jueces, sálganse un poco de su pretendido papel de augures de la ley y piensen sinceramente: ¿en virtud de qué derecho o deber pueden ustedes arrogarse la potes-tad de recomendar, a todo un país, que un niño o niña como “Natalia” no tiene derecho a vivir, amar o ser amado? Hoy, mirando la sonrisa de esta niña, yo veo el fracaso de vuestra arrogancia y el valor infi-nito de la vida humana que, aún contra la violencia, el olvido y las leyes injustas, se abre camino.

Hasta aquí el artículo original. Agrego un dato nuevo: el niño en cuestión ha sido adoptado re-cientemente y crece feliz en una familia. El amor y la vida siguen abriéndose camino.

Page 14: Revista x Edición 8

14

VIDASIa la