El Acto Jurídico

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I. MARCO HISTORICO A. EVOLUCIÓN HISTORICA En la fase arcaica del Derecho Romano por el formalista ritual, la técnica interpretativa se limitó al control de la conformidad de los actos concretos a los esquemas típicos impuestos por las mores o por las leyes. Según el ius civile, los actos jurídicos valen por su forma exterior consistente en los pronunciamientos de las palabras solemnes o en el cumplimiento de gestos rituales .Carece de relevancia jurídica la determinación del querer no expresado forma ritual. Esta tiene carácter constitutivo y no solamente declarativa de la voluntad. De ahí que para el ius civile , los vicios de la voluntad, la causa y la simulación carecen de importancia .Estas anomalías del acto jurídico son corregidas más tarde por obra del pretor en aplicación de la equidad. En el derecho clásico romano la interpretación es típica y objetiva, en cambios, es el juzgamiento se afirma métodos interpretación orientados a indagar la voluntad del agente o agentes que crean el acto jurídico. Pero conformando ambos ordenamientos: el clásico y la justinianea, encontramos que hay continuidad en el desarrollo de los principios interpretativos. De otra parte, la configuración de los actos jurídicos, aun privados 1

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El presente trabajo realiza la interpretación del acto jurídico

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I. MARCO HISTORICO

A. EVOLUCIÓN HISTORICA

En la fase arcaica del Derecho Romano por el formalista ritual, la técnica interpretativa se

limitó al control de la conformidad de los actos concretos a los esquemas típicos impuestos

por las mores o por las leyes.

Según el ius civile, los actos jurídicos valen por su forma exterior consistente en los

pronunciamientos de las palabras solemnes o en el cumplimiento de gestos

rituales .Carece de relevancia jurídica la determinación del querer no expresado forma

ritual. Esta tiene carácter constitutivo y no solamente declarativa de la voluntad. De ahí que

para el ius civile , los vicios de la voluntad, la causa y la simulación carecen de importancia

.Estas anomalías del acto jurídico son corregidas más tarde por obra del pretor en

aplicación de la equidad.

En el derecho clásico romano la interpretación es típica y objetiva, en cambios, es el

juzgamiento se afirma métodos interpretación orientados a indagar la voluntad del agente o

agentes que crean el acto jurídico. Pero conformando ambos ordenamientos: el clásico y la

justinianea, encontramos que hay continuidad en el desarrollo de los principios

interpretativos. De otra parte, la configuración de los actos jurídicos, aun privados del

rigoroso sistemático y clasificado, es obra de los clásicos, porque los compiladores se

limitaron a corregir algunas soluciones de los clásicos, acentuando la exigencia del análisis

subjetivo del acto.

El rigor del ius civile es atemperado por la función correctiva y esquitaba que cumple e ius

civile es atemperado por la función correctiva y equitativa que cumple el ius honorarium ,

mientras que los principios del ius gentium tienden a introducir la libertad de forma

negociales , privilegiando la común intención de las partes. La recepción de las normas

del ius genium por ius civile y por el ius honorarium y la función de dos ordenamientos

verificada en la época postclásica, determinó que el Derecho justineaneo adopte diversos

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métodos interpretativos, todos orientados al conocimiento de la regulación de interés

privados.

La interpretación clásica es típica y objetiva en el sentido de que las expresiones de la

autonomía de voluntad privada son valores de acuerdo al juicio imperante en la conciencia

social y agrupados en figuras reconstituidas sobre la base de comunes caracteres

objetivos, prescindiendo de la convicción personal de las partes, la misma que no tiene

importancia si difiere del criterio valorativo objetivo. El significativo del acto es obtenido

según los datos sugeridos por la experientativo. En cambio, la interpretación justineanea

valora el carácter individual, en cuanto atribuye a la manifestación de autonomía privada el

significado, en la medida de lo posible, más acorde con la intención de las partes; el

significado subjetivo prevalece sobre el objetivo.

Veamos algunos ejemplos de la orientación clásica de la interpretación. Si el testador

enajena la cosa que es objeto del legado, la enajenación vale como revocación del legado,

tal es el significado que este comportamiento asume objetivamente según una típica

valoración social, pues una diversa intención del mismo testador esta privada de

relevancia jurídica. Celso aclara: ere, ósea que a la declaración de quien crea un negocio

no se debe entender según el convencimiento individual, sino según el significado que

tiene en el uso común.

Una declaración no expresada con las palabras adecuadas es inoperante. Pero a los

clásicos no les fue extraño el valor de la voluntad ya que de ella se derivan los actos de

autonomía privada, aun cuando la declaración prevalece sobre el animus y asume un valor

objetivo compatible con el significado que las palabras tienen en el uso corriente, recogido

por la conciencia social. Pero el derecho clásico, el acto jurídico no corresponde a una

categoría indefinida, en el sentido de reconocer a todos los actos de antonimia privada con

la sola limitación de que corresponde a una categoría indefinida en el sentido de

reconocer a todos los actos de autonomía privada con la sola limitación de que

corresponda a un fin útil socialmente, como lo entiende le Derecho moderno al definirlo

como la manifestación de voluntad destinada a crear, regular, modificar o extinguir

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relaciones jurídicas. En el derecho clásico, los actos jurídicos son solamente los típicos,

debido a que están fijados en un numero definido, cada uno de los cuales corresponde a

una figura especifica caracterizada por la forma solemne como la sponsio , la stipulatio, la

nominis trascriptio, la acceptilatio, la mancipatio, la in iure cesio, o bien desvinculados de

la forma solemne y caracterizado por las causa como la compraventa, la locación

condición, la sociedad, el mandato el mutuo, el depósito y el comodato, o desvinculados

de la forma y de la causa como el testamento el legado y la manumisión. Solamente se

reconocen a los actos de autonomía privada que correspondan a los tipos prefijados por

los ordenamientos. El proceso formulario establece una coacción especificada para cada

tipo de acto.

Mientras en el Derecho clásico, voluntad y manifestación constituyen una unidad, en

cuanto la manifestación tiene la función presentaría de la voluntad, la concepción

postclásica y justinianea entienden la voluntad y la manifestación como entidades

separadas, por considerar que la manifestación es solamente un instrumento para

expresar el querer; los efectos jurídicos están vinculados a la voluntad, sea expresa, tacita

o presunta. Permanece la tipicidad de los actos , pero hay la posibilidad para la autonomía

privada de modificar las figuras jurídicas contractuales en conformidad a los objetivos

particulares prefijados; a propósito, vale el dogma bizantino de la natura contractus que en

los procesal corresponde al de la natura actionis que indica la flexibilidad de los esquemas

de los esquemas de los contrario típicos y su adaptabilidad, mediante la introducción de

pactos y cláusulas que alteran su contenido, en orden a la satisfacción de concretos

interés privados. En definitiva, el acto o negocio jurídico en el Derecho justinianeo s un

acto de antonimia privada que responde a esquemas libremente modificables por las

partes, a los cuales el Derecho vincula los efectos presumiblemente queridos por ellas.

La tipicidad es eliminada de todo por Derecho moderno, para el cual el acto jurídico es un

instrumento al servicio de los intereses privados. Las personas son libres de celebrar

cualquier acto jurídico típico o atípico, con tal que obren lícitamente.

En los contratos existen, por los menos, dos partes contrapuestas, por lo que el objeto de

la interpretación es el de encontrar soluciones acordes a las justicia, mientras, que en los

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actos mortis causa la interpretación está orientado a la sola declaración del disponente, por

lo que hay la exigencia de indagar con mayor amplitud cual fue su intención, aun cuando

esta sea contradicha por la declaración. Según una fue su intención, aun cuando esta sea

contradicha por la declaración. Según una corriente de opinión, los actos mortis causa

deben opiniones de Servicio y Celso que aconsejan no separarse de la interpretación

típica, pero ciertamente valorando la voluntad, mencionada con las expresiones

monopsonio, sentitia y voluntas, la cual debía entenderse desde la perspectiva de sus

circunstancias exteriormente reconocibles y en conformidad a los datos inspirados por la

experiencia común.

Reviste un significado particular la interpretación del, acto en presencia de declaraciones

ambiguas o lagunosas. El criterio que prevalece es el de la conservación del acto como

regla interpretativa general, de aplicación más basta en los actos mortis causa, en los

cuales, cuando la declaración puede ser entendida en varios significados, prevalece aquel

que mejor refleje el pensamiento de un persona razonable, o sea como se hubiese

comportado en circunstancias análogas a aquellas en las cuales el disponente ha regulado

sus propios interés , si no es posible atribuirse un significado razonable a la declaración, el

acto es ineficaz.

El sentido de la declaración según los datos habituales de la experiencia representa el

criterio valorativo de los inter vivos y así con este criterio no es posible una reconstrucción

de la verdad común de las partes, se verificada un caso de disenso, que impide el

nacimiento del acto.

Por lo interpretativo contra estipulaciones, el acto es interpretativo en el sentido menos

favorable a la parte constituye como en la estipulación la parte que interroga porque a ella

corresponde el deber de usar expresiones claras para la declaración y en consecuencia,

debe soportar los perjuicios derivados del incumplimiento de tal deber en base al principio

de la autorresponsabilidad privada.

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El resumen en el Derecho Clásico, la voluntad solo tiene valor en cuando es expresada y

no en cuanto animus, en decir, cuanto estado de ánimo interior. La anomalía del acto se

presenta cuando hay divergencia entre el significado que el sujeto atribuye a su

declaración y el significado objetivo que resulta de la interpretación típica. Así en el caso

de “ambigüedad in verbis” en la disposición testamentaria, los clásicos se proponen una

voluntarios questito inspirada en el principio del favor testamenti. Pero vale siempre la

regla interpretativa enunciada por el: “qui aliud quam vult , negué id dicit quod vos

significat, quia non vult, neque id quod vult, quia id nom loquitur (quien declara cosa

diversa de la deseada , ni dice aquello que expresan las palabras , ya que no lo desea , ni

aquella que desea por qué no lo expresa); el problema interpretativo se centra sobre la

conformidad del significado subjetivo y el objetivo de la declaración. Por ejemplo, si el

testador indica .cuota menor respecto a aquella que pensaba, la disposiciones vale por

estas cuota, en cuanto en lo más contenido lo menos, miembro tras en el caso opuestos

la disposición se reduce a la menor cuota conforme a la voluntad del disponente en el

caso en el cual el testador entiende instituir heredero a una persona y mencionado otros, o

bien indica como objeto del legado un bien en vez de otro), en el Derecho clásico estas

disipaciones son invalidas por las insanable incoherencia entre la voluntad y su

representación, pero el Derecho Justiniano tiende a salvar el negocio aun en el caso de

incompatibilidad mediante una interpretación correctiva.

Más allá de los diversivos criterios interpretativos del acto inter vivos y del acto mortis

causa, el problema de fondo de la interpretación del acto jurídico en su perspectiva

histórica, del Derecho arcaico la Derecho justinianeo, es el relativo a la relación entre la

“determinación” y la “determinación” del quererte. Tomando como punto de partida la

irrelevancia de la voluntad no expresada en forma ritual, sancionada por el antiguo ius

civile, se habla del proceso de “emersión” de la voluntad de la verba como resultado de la

elaboración cumplida por la jurisprudencia tanto en las disposiciones testamentarias como

en el ámbito contractual, cuyo punto de llegada es la concepción justinianea.

En base a los contratos verbis como sponsio y la stipulatio, la técnica interpretativa. Con la

difusión de la stipulatio, el contrario verbis se extiende del ius civile al ius genium. Los y el

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mandato se fundan como la compraventa la locación conducción, la sociedad y el mandato

se fundan en la práctica del ius genitum y son extraños al ius civile, en cambio, los

contratos verbis denominan la escena histórica del Derecho arcaico hasta Justiniano. La

sponsio, figura sobresaliente que fue del antiguo comercio, es de naturaleza abstracta y su

esquema de la pregunta y la respuesta permitió utilizarla para múltiples finalidades de

autonomía privada.

La primera figura de la obligatio verbis, es decir, la que tiene su origen en los contratos

verbis, los cuales tienen valor constituido en cuanto producen efectos jurídicos.

Pomponio define a la stipulatio como “verborium conceptio, quebus is qui interrogatur

datarum facturumve se quod interrogatus est responderib”, La conceptio verborum (la más

antigua conceptio verborum es la sponsio) se extrínseca es una interrogatio y es una

responsio congruentes, con el efecto de generar la obligatio, la cual es verbis contracta, ya

que nace de los verba, o sea de la pronunciación de determinadas palabras. La superación

del Derecho clásico se produce con la abolición de la solemnitas verborum y la

consideración del consenso y de la causa en la stipulatio. Con el cambio definitivo del de

apoyo de la stipulatio de las verbas al consenso, la conceptio verborum no es más

constitutiva del obligatorio.

La historia del contrato verbal sintetizada, en sus líneas generadas, la evolución de la

técnica interpretativa. Una técnica que tiene su origen en la fase arcaica, en el cual los

negocios son impuestos por un formalísimo que limita la tarea del intérprete a la

averiguación de la existencia del negocio y el examen de su correspondencia a los

esquemas legales. Se trata de una interpretación “típica y “objetiva” que en la sponsio

requiere el control del pronunciamiento de palabras rituales que identifican la conceptio

verbortum con la cual se regulan los intereses negóciales.

Superada la fase arcaica, la interpretación considerada al aspecto formal de la declaración,

pero no entendido como el elemento constituido del negocio, según la lógica del

formalismo interno, sino como un medio de expresión del querer.

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En la sponsio y sobre todo en la stipulatio, entendidas siempre desde la perspectiva de la

conceptio verborum, las palabras son consideradas como medio de expresiones de la

voluntad, surgiendo como consecuencia el problema de la relación entre la verba y la

voluntas. Con relación a las disposiciones testamentarias, la interpretación se funda en el

principio de favor testamenti, presente también en os actos inter vivos, en el sentido de que

en las relaciones contractuales prevalece la voluntad, no solo animus internos, sino como

el convencimiento declarado .Así, es válida la stiplulatio en la cual falte la interrogación,

siempre que de la promesa resulte claro el contenido del acto, y en cuanto se presuma

que tal promesa se vincule a una propuesta precedente, aun cuando no sea expresada

con la modalidad ritual. Es evidente que una solución como esa supera el aspecto formal

del acto, privilegiado la id quoud actum est, es decir, la regulación de interés en cuanto se

conforme a la voluntad común de las partes.

Por la interpretación orientada a la reconstrucción del contenido negocial, o sea del id quod

actum es referido al entendimiento de las partes , cuando la declaración es ambigua e

incierta se hace prevalecer a la voluntad sobre la declaración formal, del acuerdo a la

exigencia práctica de la conservación del negocio vale de acuerdo a su contenido mínimo,

es decir , se introduce la idea sancionada por el Derecho justianeo el favor debitoris, por el

cual el momento de la deuda es interpretativo a favor del deudor, y se valora la declaración

ambigua contra stipulatorem, esto es, dañado del acreedor , a quien corresponde el deber

de predisponer un esquema negocial claro y por tanto debe soportar el perjuicio derivado

de la ambigüedad.

No obstante no haberse expresado en la declaración, se consideran elementos del acto a

la condición y al término, lo que constituye, según el lenguaje moderno, una hipótesis de

interpretación integrativa, por lo que se consideran implícitas clausulas inesperadas, pero

queridas y necesarias para la eficacia del negocio.

Ejemplo, en la estipulación para la construcción de una casa sin indicación del término de

ejecución, del acto es integrado considerando el término necesario para la edificación

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según los datos de la experiencia común. La estipulación de dar “en un cierto lugar “sin

indicación del término, es integrada considerando el tiempo necesario para que el

prominente pueda dirigirse al lugar previsto. En la promesa a título de dote está implícita la

condición de que se realice el matrimonio.

En tema de declaraciones ambiguas se aplica el criterio de la interpretación contra

stipulatorem.”Cum queritur in stipulatione, quid acti sit, ambiguitas contra stipulatores est

“(Si se pregunta en la estipulación, de que cosa se tata, la ambigüedad es valorada en

contra del acorredor estipulante);” In stipulationibus cum queritur, quid actum sit, verba

contra stipulatorem interpretanda sunt” (En la estipulación que se interroga, de que cosa

se trata, las palabras se interpretan en perjuicio del estipulante).

Como el stipulator es la parte que interroga y que asume la iniciativa contractual,

predisponiendo la formulación de la pregunta y la respuesta, mientras el prominente limita

a adherirse a la propuesta, es razonable atribuir al estipulante la obligación de la claridad

en la declaración y la responsabilidad por su inobservancia. La interpretación contra

stipulatorem se aplica también a la venta y a la locación, en cuando a que el vendedor y el

locador son los responsables por la ambigüedad de la regulación negocial por haberse

tenido la iniciativa es la celebración del contrato.

La razón que justifica la interpretación contra stipulatorem es la de atribuir la

responsabilidad por la ambigüedad de la regulación negocial a la parte que asume la

iniciativa. Esta regla no se presta a dudas en la stipulatio en cuanto es siempre el

estipulator que con su interrogación asume la iniciativa del contrato. Pero en la

compraventa y en la location conducción, que son contratos con prestación reciprocas o

sinalagmáticos la iniciativa puede provenir de uno o de otro contraste, pero lo que la

interpretación será favor del proponente. La regla de la interpretación en contra del

estipulante está contenida en el art. 141 de nuestro Código Civil.

En el derecho justinianeo se afirma la regla del favor debitoris, según el cual, en caso de

ambigüedad el negocio debe ser entendido en el sentido más favorable al deudor. La

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influencia de la ideología cristiana difundió el principio “Semper in dubiis benigniora

preferida orientado a favorecer al deudor.

En el caso de deuda la obligación se entiende contratada por la cantidad menor (ad id

quoad mínimum est, readigenda summa est: D.50, 17,34); los clásicos llegaron al mismo

resultado utilizando el criterio objetivo que sostiene que lo menos está comprendido en lo

más.

El devenir histórico demuestra que no hay una radical y repentina divergencia, sino la

continuidad de los métodos de interpretación y, en particular, la ausencia de una

contraposición neta entre el Derecho clásico y el Derecho justinianeo. Los criterios

cognoscitivos que los juristas romanos adoptaron para la solución de casos prácticos,

tienden a cristalizarse hasta devenir en regulae iuris en el Derecho justinianeo, que luego

fueron recepcionadas por el Derecho moderno.

No podemos dejar de anotar el rol fundamental de la regla de interpretación de la buona

fede, recepcionada en el art. 168 de nuestro código civil, de indiscutida matriz romana. La

idea de la bona fides, entendida como la lealtad y correcteza de comportamiento, existió ya

en el ius civile y basta pensar en institutos como la fiducia o el fideicomiso, pero se afirma

como base del comercio el ius gentitum. La fides también se entiende como la confianza

que una de las partes deposita en la otra.

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II. MARCO TEÓRICO

A. TEORÍAS QUE SUSTENTAN LOS CRITERIOS INTERPRETATIVOS

Como acabamos de exponer, los criterios interpretativos se fundamentan en dos

teorías que, aunque extremadamente opuestas y hasta inconciliables han servido de

sustento a las normas adoptadas por la codificación civil y como en el caso del

Código Civil vigente en nuestro país, con algunos matices orientados a atemperar si

rigor.

Lo que ambas teorías plantean es una respuesta a la interrogante sobre la

prevalencia de la voluntad interna o de la voluntad manifestada cuando falta a

coincidencia entre ambas o surge el desacuerdo respecto al contenido de acto

jurídico, pues para una, la Teoría de la Voluntad, la voluntad declarada solo puede

tener relevancia jurídica, pues lo único que importa es su exteriorización, ya que solo

a través de ella se deba tomar conocimiento de la voluntad del sujeto.

A.1. LA TEORÍA DE LA VOLUNTAD

La Teoría de la Voluntad es la teoría tradicional sostenida por la doctrina francesa y

que se remonta a los jurisconsultos romanos. En Roma, en una etapa avanzada de

su Derecho, cuando como reacción al rigor formalista aparece el fenómeno de la

espiritualización, la idea de la prevalencia de la voluntad atenuó el principio que

hacía depender la eficacia de los actos jurídicos de las formas rituales, determinando

la aparición de los contratos consensuales.

Esta teoría, además de la teoría francesa, recibió el aporte que le dio Savigny, para

quien había que atender siempre a la voluntad interna.

De la relevancia de la voluntad interna se derivó el planteamiento relativo a la

necesidad de indagar sobre las condiciones sicofísicas de los sujetos y sobre el

proceso volitivo que los había llevado a la manifestación, dando lugar a la

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incapacidad legal fundada en deficiencias sicosomáticas y a la concepción de los

vicios de la voluntad.

Para esta teoría, en suma, la voluntad interna, debe prevalecer sobre la

manifestada, ya que no puede haber eficacia jurídica si no hay una voluntad

exteriorizada coincidente con la voluntad interna. La declaración sin una voluntad

que le corresponda, afirmó Coviello (*), no es más que una máscara, un cuerpo sin

alma.

A.2. TEORÍA DE LA DECLARACIÓN

La Teoría de la Declaración fue desarrollada por el movimiento pandectista de la

segunda mitad del siglo XIX, en los prolegómenos del Código civil alemán y

sostenido por Danz y la doctrina alemana, pese a la posición subjetivista que adoptó

el BGB. Se funda en criterios opuestos a los de la teoría de la voluntad y, por lo

tanto, conduce a opuestas consecuencias.

Sostiene la prevalencia de la voluntad manifestada sobre la voluntad interna, pues

considera que esta, en sí misma, no tiene significado jurídico ya que los efectos

jurídicos se producen con su exteriorización. Para el Derecho, sostiene, se debe

tener en cuenta exclusivamente la voluntad manifestada, que es la que vincula al

sujeto, pues el que la recibe tiene derecho a creer que corresponde a la voluntad

real del declarante. Solo la declaración debe ser apreciada para interpretar el

negocio jurídico.

A.3. LA CONCILIACIÓN DE AMBAS TEORÍAS

Tanto la Teoría de la Voluntad como la Teoría de la Declaración son contrapuestas,

por lo que se considera que ambas llegan a resultados de sumo rigor y pueden

generar situaciones injustas. La teoría de la voluntad le niega a quien la recibe la

manifestación el valor de sus expectativas o la confianza puesta en la manifestación

que ha recibido, poniéndolo en la necesidad de hasta admitir la reserva mental con

la que pueda actuar el manifestante. La Teoría de la Declaración, por el contrario, al

(*) Doctrina general del Derecho Civil. Pág, 407.

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hacer prevalecer la voluntad manifestada le niega al manifestante la relevancia de

los factores perturbadores que puedan haber afectado el proceso formativo de su

voluntad.

Frente al rigor de las dos teorías, la doctrina ha buscado siempre conciliarlas a fin de

conciliar también el conflicto de intereses entre quien manifiesta su voluntad, que

puede estar interesado en que no valga, y el destinatario de la declaración, que

puede estar interesado en hacerla valer. Por ello, como concluye Messineo(*), el

carácter absoluto y la inconciliabilidad de las dos teorías debe llevar a atenuaciones.

Es así, que la doctrina ha planteado alternativas teóricas, como la teoría de la

responsabilidad, formulada por Ihering, según la cual todo sujeto es responsable por

lo que declara y queda obligado a indemnizar por la ineficacia de su declaración, y la

Teoría de la Confianza, según la cual quien recibe una declaración la debe recibir

como plenamente válida y eficaz y, por ello, enfatiza la preservación de la buena fe.

(*) Manual de Derecho Civil y Comercial. T. II. Págs. 363 y 364.

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III. MARCO CONCEPTUAL

A. DESLINDE TERMINOLÒGICO

1. ACCIÒN

Originado en el vocablo en latín actio, el concepto de acción se refiere a dejar de

tener un rol pasivo para pasar a hacer algo o bien a la consecuencia de esa

actividad.

2. JURÌDICO

Es lo relacionado con el Derecho, que es el conjunto de normas que regulan la

conducta del hombre en sociedad, y establecen penas ante su incumplimiento.

Proviene del vocablo latino iuridicus, de ius o iuris, que significa Derecho.

3. INTERPRETACIÒN

La declaración , explicación o aclaración del sentido de una cosa o de un texto

incompleto, oscuro o dudoso, la oscuridad, la duda, o la laguna legal puede

encontrarse en las palabras o en espíritu de las normas positivas, en los contratos,

en los hechos, en las demandas, en las sentencias, en cualquiera de los actos o de

las relaciones jurídicas; de ahí la amplitud y la variedad de la interpretación, para

aclarar la situación real o la voluntad verdadera, que por ello mismo se considera en

voces separadas e inmediatas a esta.

La interpretación de los actos jurídicos, como hemos dicho, es una actividad

encaminada, mediante un proceso de comprensión, a establecer un proceso de

comprensión, a establecer el sentido de alcance de la manifestación de la voluntad

(declaraciones y comportamientos), resolviendo así las dudas sobre su existencia y

las desinteligencias sobre su contenido.

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B. INTERPRETACIÓN DEL ACTO JURICO

B.1. CONCEPTO

La interpretación consiste en desentrañar el sentido de algo. Todo comportamiento

va incorporando sentidos a la realidad, cada vez que tomamos contacto con una

realidad determina intentamos sacar a luz el sentido que ella alberga.

Existen la permanencia necesidad de interpretar debido a la compleja y cambiante

realidad social , a los permanentes descubrimientos científicos , tecnológicos y

humanísticos , a la globalización , a lo limitado del saber y del conocimiento como

secuencia de la imperfección del ser humano , a la trasformación de los valores y

actitudes asumidas frente a la vida , a las exigencias de claridad y explicación de

las oscuridades, ambigüedades y lagunas de los texto , al deseo de explicar lo que

está implícito en los textos o en los hechos , a la sinonimia y polisemia del

lenguaje , a que significado de un término puede ser diferente según cual sea el

texto en que se emplea, según la situación a que se refiere, según al particular la

forma expresarse del que había o del medio social al que pertenece, en fin a la

exigencia de dar contenido y sentido a los hechos, actos , expresiones , signos . etc.

Son muchos los factores por los cuales un mismo término puede ser entendido en

el sentido por el hablante y en otro sentido por el oyente.

Larenz nos presenta el siguiente ejemplo: Alguien comunica por telegrama que le

sean reservadas en un hotel dos habitaciones con tres camas para una determina

noche. El comunicante entiende por ello una habitación con tres más en total. El

hotelero, no obstante, entiende que aquel encarga dos habitaciones con tres camas

en total respectivamente, esto, seis camas totales Así, reservas para el caliente las

dos habitaciones más amplias con las amplias y en cada uno de ellas hace colocar

una cama adicional. Dado que toda la habitaciones están ocupadas, no admite

después a otra persona que solicitan alojamiento, y el cliente en cuestión llega al

anochecer. Este quiere pagar solamente el precio por tres camas, dado que él, no

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te encargo más el hotelero le encarga en cuenta seis camas, pues, conforme al

telegrama, la ha reservado por esa cantidad.

En el campo del Derecho, se interpretan, para su sentido y alcance, tanto las normas

legislativas, como las consuetudinarias, jurisprudenciales, las negóciales y las que

están contenidas en los principios generales del Derecho.

No se debe identificar prueba con interpretación. La prueba se orienta a verificar,

probar que en un hecho realmente ha accedido, en cambio por la interpretación se

trata de entender el significado y alcance de las normas jurídicas o de los hechos y

actos jurídicos Demostrada la existencia de una ley o de un acto o negocio jurídico,

se fija su sentido y alcance mediante la interpretación.

La interpretación comprende la globalidad de la actividad jurídica, constituye un dato

ineludible de la experiencia jurídica .Si interpretación no hay derecho. En Roma,

Pomponio dijo: (el Derecho no puede existir, si no hay algún jurisconsulto).El

derecho se mantiene vivo, vigente y eficaz mediante la interpretación con el fin de

adecuar y adaptar el sentido de las normas jurídicas a las situaciones particulares. A

diferencia de la interpretación de la historia o artística que cumple una función

puramente cognoscitiva, la jurídica cumple además, y fundamentalmente, una

función normativa, es decir, con miras a regular conducta humana social.

Cuando alguien ha dicho , mediante la interpretación jurídica adquiere su verdadero

sentido la realidad que da convertida en realidad jurídica , pues que convertir una

verdad como una verdad legal no es convertirla en una mentira, sino es hacerla más

convincente.

La interpretación jurídica es realizada :por los jueces y los árbitros con miras a la

solución de un conflicto jurídico; por los legisladores que tienen que interpretar una

norma de jerarquía superior que les señale los limites formales y materiales dentro

de los cuales pueden crear otra norma de menor jerarquía, por los abogados al dar

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un consejo profesional, emitir un informe, o al ejercer la defensa ante los tribunales;

por los juristas a nivel teórico se plantean cuestiones que intentan resolverlas

mediante el derecho ;y, también, por cualquiera individuo particular antes de tomar

una decisión con efectos jurídicas. El acto jurídico también es una norma jurídica

particular que necesita ser interpretada para descubrir su significado.

El fin perseguido con la interpretación del acto jurídico, especialmente del contrato,

no es el mismo que se persigue con la interpretación de la ley, La interpretación de

la ley es una interpretación dinámica, el juez al interpretar la ley hace un trabajo de

refracción de la ley ´para adecuarla en el momento y a las circunstancias en que se

deber ser aplicadas. Contrariamente, la interpretación del acto jurídico es una

interpretación estática, desde que el juez no tiene la posibilidad de modificar o de

refaccionar el acto, que no puede modificar la voluntad de la parte o partes que lo

celebren. La obligación del juez de respetar la manifestación de la voluntad procede

necesariamente la interpretación del acto jurídico. El fin de la interpretación, sea de

la ley o del acto jurídico, es siempre sacar luz el contenido jurídico. La diferencia

radica en que la voluntad de la ley es impersonal, objetiva en la norma y precisada

por todas las otras normas que existen el ordenamiento jurídico, razón por la parte

de una misma disposición es posible que surjan diversas interpretaciones como

consecuencias de la modificar de la realidad social. En cambio, la voluntad del acto

jurídico es la impropia agente, objetiva en la manifestación, la misma que interprete

debe respetar. El acto de interpretación de la ley requiere de medios técnicos

distintos del acto de interpretación jurídico, debido a la diversa naturaleza de los

actos, de heteronimia y de autonomía con el cual se da l respuesta a un conflicto

social o se clara una incertidumbre.

Así mismo, entendemos por acto jurídico como el instrumento conferido por el

ordenamiento jurídico a los particulares para dictar normas que regulen su propio

interés. Precisamente, la autonomía privada es la potestad que tienen los individuos

para darse norma as mismos que regulen sus relaciones jurídicas; los particulares

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tienen la potestad de construir por sí y para si su propio ordenamiento jurídico

particular.

Si el acto jurídico es la regulación de relaciones jurídicas privadas, es obvia la

exigencia de interpretación de la norma jurídica general y abstracta con la

diferencia del carácter particular y concreto y de norma negocial. El objeto de la

interpretación del acto jurídico es la manifestación de la voluntad.

El significado de las palabras y del signo utilizado como medio de expresión puede

variar según el contexto, según las circunstancia y según el particular modo de

expresarse de los individuos o de los particulares grupos sociales. Por eso, puede

suceder que la declaración negocial no tenga un significado univoco, o que sea

declaración sea entendida de modo diverso por el declarante, por el destinatario a la

declaración o por terceros eventualmente interesados.

Como dice “Trimarchi ”, es también se debe considerar se debe considerar que

cada proposición tiene una zona central del significado seguro y entorno a esta,

una penumbra d referencias ciertas, De lo que resulta una posibilidad de

equivocación al momento de hacer una declaración y puede suceder por las partes

al momento de la declaración hayan entendido perfectamente sobre la hipótesis

central a la cual esta referencia de su declaración, sin que haya pasado por su

mente la hipótesis marginal comprendida e n la zona de penumbra, la cual emerge

sucesivamente, lo que da lugar al surgimiento de contrastes, con la siguiente

necesidad de escoger entre los significados sostenidos por cada una por parte de

Litis.

Se aprecia que el problema de la interpretación no se reduce a la búsqueda empírica

de lo que una de las partes entendida, si no que requiere también una búsqueda

jurídica entre los diversos significados posibles para lograr que las partes alcancen

los fines prácticos que persiguen con la realización del acto.

17

Page 18: El  Acto Jurídico

La interpretación del acto jurídico es la técnica dirigida a los conocimientos del

contenido, sentido y alcance del acto, o sea, de la regulación establecida por el

agente o agentes que lo crean. En otras palabras se trata de determinar el

contenido del acto jurídico atribuyéndole su ex acto significado que determine las

obligaciones y los derechos que él se deriva.

La interpretación del acto jurídico puede presentar según los casos dificultades

mayores o menores, pero es siempre necesaria. La imperfección del ser humano

del lenguaje hace que la reproducción de la voluntad mediante la declaración no se

libre de confusión y dudas, por lo que la interpretación deviene en un quehacer

necesario para aclarar las dudas, y establecer su significadores inexacta la máxima

tradicional que afirma in claris non fit interpretativo, pues ya a decir que el tenor

literal de un texto e un inequívoco que hace superflua toda interpretación.

Así como la interpretación de la ley consiste en entender no solo su expresión

literal, sino sobre todo su espíritu, así, también, la interpretación del acto jurídico se

funda sobre la necesidad de establecer reconstruyendo a través del análisis de las

declaraciones de voluntad y circunstancia que rodean a estas, el sentido de las

refutaciones de los intereses privados.

Las fuentes romanas contienen una serie de criterios e interpretación del acto

jurídico, enunciados por los juristas en ocasiones de prenunciar soluciones para

casos prácticos, criterios generales que fueron recogidos por el Derecho Justiniano,

los mismos que han devenido en cánones vinculantes en el Derecho moderno, que

ha elaborado en términos racionales una tercia de la interpretación. El libro II del

Código Civil contiene algunas de estas normas de interpretación.

Los criterios interpretativos varían según que al acto sea unilateral, el cual la

variación esta ilimitada a las declaraciones de un solo sujeto o bilateral o pluralidad,

en el que la investigación se orienta ala común intención de las partes; son distintos

18

Page 19: El  Acto Jurídico

en los actos onerosos respecto de los gratuitos, en los actos inter vivos

contrapuestos a los actos mortis causa.

Acerca del objetivo de la interpretación la doctrina se encuentra divina. Para unos es

la voluntad, para otros es la declaración con la se forma el acto jurídico. Existe

también una teoría mixta de las dos anteriores acogida, principalmente por el código

italiano de 1942. Nuestro Código Civil expresa que el acto jurídico es manifestación

de voluntad.

En la manifestación no solamente está comprendida la declaración de voluntad con

la se forma el, acto jurídico , sino también elementos extra formación del acto como

son los comprendidos de las partes anteriores , coetáneos y posteriores a la

creación del acto , así como todos aquellos hechos compatibles con la declaración

con los cuales se pruebe la voluntad real , de la alguna forma exteriorizada , del

agente. Por consiguiente, adelantamos que nuestro ordenamiento civil opta por un

sistema mixto de interpretación del acto jurídico .Desde y a hacemos presente que

las palabras voluntad e intención son usadas como sinónimas.

B.2. SISTEMAS INTERPRETATIVOS

Por regla, el otorgante del acto jurídico declara lo que “quiere” no lo que “no quiere”.

Su declaración lo realiza mediante palabras, escritos, comportamientos, gestuales,

acciones, etc. La declaración es el continente, el vehículo mediante el cual la

voluntad y esta es el contenido lo exteriorizado o comunicado mediante la

declaración. El acto jurídico se forma con la voluntad declarada. Voluntad y

declaración constituyen una unidad y no dos elementos separados. Sin embargo

sucede con frecuencia que sin querer (que por error, dolo, violencia, intimidación, la

imprecisión del lenguaje que puede traicionar la voluntad del agente, etc.) o

queriendo (se aparenta declarar como la verdad una falsedad) el agente declara

19

Page 20: El  Acto Jurídico

algo que no corresponde a su voluntad. Esta divergencia entre la voluntad y la

declaración ha sido resuelta haciendo prevalecer unas veces a la voluntad (teoría

de la voluntad o subjetiva) y otras a la declaración (teoría de la declaración u

objetiva). Esto ha originado la creación del sistema subjetivo de interpretación,

basado en la teoría de la voluntad real del agente y no detenerse en la declaración ,

y el sistema objetivo de interpretación, fundado en la teoría de la declaración, para el

cual lo que se interpreta es la declaración y no la voluntad interna del agente.

El sistema subjetivo está considerado en los arts.1136 a 1164 del código civil

francés de 1804; el objetivo en el art. 157 del código alemán de 1900; el código civil

italiano de 1942 sigue un sistema mixto (arts.1362 al 1371).

B.2.1. LA INTERPRETACIÓN SUBJETIVA

Para este sistema, el objetivo central de la interpretación es llegar a determinar cuál

es la voluntad real, interna, del agente. El objeto de la interpretación es la voluntad.

El intérprete debe buscar lo que realmente quiere el declarante, su intención o

pensamiento interno, porque el elemento central substancial que da la vida al acto

jurídico es la voluntad y no la declaración del agente. En los actos bilaterales y

plurilaterales, el intérprete debe investigar la voluntad común de las partes.

Reconocida, a través de la interpretación, la voluntad interna real del sujeto,

prevalece sobre la declaración. Esta es solamente el punto de partida de la

interpretación para poder llegar a la voluntad real, o sea, a lo querido por el agente.

En la búsqueda de la voluntad real del agente, el intérprete no debe considerar

solamente la declaración, sino que debe valorar el contexto social, el

comportamiento de las partes previo, simultaneo y posterior al de la celebración del

acto jurídico, la finalidad perseguida por las partes y todas las circunstancias que

conduzcan a establecer la voluntad real. Se tendrá en cuenta las tratativas aquello

que las partes practicaban aquello que las partes practicaban en sus precedentes

relaciones reciprocas, la circunstancia que demuestren el particular modo de

expresarse de una de las partes y la significación que siempre le atribuye la otra, la

20

Page 21: El  Acto Jurídico

ejecución de actos anteriores celebrados entre las mismas partes y el

comportamiento de estas en la ejecución del acto mismo que está interpretando.

En materia de actos bilaterales o plurilaterales, y en especial del contrato, un primer

y fundamental criterio impone interpretar las declaraciones según el significado

atribuido por las partes en el momento del perfeccionamiento del acto, puesto que es

la común intención de las partes la que origina el acto o negocio jurídico.

Análogamente se debe proceder cuando se trata de negocios unilaterales inter

vivos, si la declaración negocial ha sido entendida del mismo modo tanto por el

declarante como por el destinatario de la declaración. Si se aplicara este principio de

la interpretación subjetiva al Derecho peruano tendríamos que, por ejemplo, si las

partes se han puesto de acuerdo para la compraventa de una cierta cantidad de

acciones, sin especificar si se trata de acciones con derecho a voto (art. 95 de la Ley

26887) o de acciones sin derecho a voto (art. 96 de la Ley 26887), pero resulta que

ambas entendieron referirse a las acciones con derecho a voto, el contrato tendrá

valor según la común intención de las partes.

La interpretación subjetiva, que busca encontrar la común intención de las partes

aun cuando no coincida con la declaración, es de aplicación no solamente cuando la

declaración negocial sea objetivamente equivoca, como en el ejemplo propuesto,

sino también cuando la declaración sino también cuando la declaración tenga un

significado univoco, según el modo de entender de las gentes, pero que las partes

concordemente lo hayan entendido con un significado diverso. Al respecto el

art.1156 del código civil francés dispone: en los convenios se debe buscar cual ha

sido la común intención de las partes contratantes, más bien que detenerse en el

sentido literal de los términos, el art.1362 del código italiano, primer párrafo

prescribe: En la interpretación del contrato se debe indagar cual ha sido la común

intención de las partes y no limitarse al sentido literal de las palabras: En materia de

testamentos, el código alemán también se mantiene dentro del sistema subjetivo,

pues en su art.133 establece que para interpretar una declaración de voluntad habrá

de indagarse la voluntad real y no limitarse al sentido literal de las palabras.

21

Page 22: El  Acto Jurídico

El principio por el cual el significado atribuido por las partes a la declaración debe

prevalecer sobre el significado literal de la misma es aplicable también a los actos

jurídicos formales. También aquí el intérprete debe tener en cuenta los elementos

extrínsecos a la declaración formal, siempre que la intención así reconstruida

constituya un posible significado de la declaración formal. En otras palabras, es

necesario que la voluntad negocial, averigua aun en base a elementos extrínsecos,

haya encontrado una expresión, aun cuando sea imperfecta o impropia, en la forma

prescrita por la ley. Esto es suficiente, puesto que queda satisfecho el requisito de la

forma.

B.2.2 CRÍTICA DEL SISTEMA SUBJETIVO

Deforman, al discutirse el Código Civil francés de Estado pretendió eliminar toda

interpretación por el peligro de sustituir las ideas claras de los términos literales del

acto por inferencias o presunciones de intención. Esta objeción se sigue haciendo a

la teoría volitiva, a pesar de que Bigot- Premeneti advirtió que el peligro era ilusorio,

dado a que no hay lugar a interpretación sino en los casos en que evidentemente los

términos expresen mal la verdadera intención de las partes.

La voluntad interna no manifestada es un fenómeno de conciencia que carece de la

posibilidad de ser reconocida por lo que no tiene relevancia jurídica. Cuando el juez

se esfuerza en descubrir una voluntad común que no ha sido expresada, una tal

investigación tiene un carácter conjetural y adivinatorio; con frecuencia la voluntad

probable que el juez cree descubrir no es más que una voluntad ficticia. En la

práctica presenta inconvenientes insuperables, “dada la dificultad de probar el hecho

psicológico interno, las intenciones (Lenel); y de no ofrecer seguridad en las

relaciones jurídicas (Plank)”. Las intenciones que no existen sino en las conciencias

de las partes no entran en dominio del Derecho, no pueden ser la base de un

negocio jurídico, que por ser fuente de derechos y obligaciones quizá gravosas,

debe tener un fundamento concreto, seguro y serio, condiciones que no pueden

encontrarse en la simple intención.

22

Page 23: El  Acto Jurídico

B.2.3. LA INTERPRETACIÓN OBJETIVA

El sistema de la interpretación objetiva, denominado también realista, considera que

el objeto hacia el cual se dirige la actividad del intérprete es la declaración en sí, con

independencia de lo que realmente quiso el agente. El objeto de la interpretación es

la declaración. La voluntad que permanece en la conciencia del individuo para el

Derecho, no produce efectos jurídicos, por ser prácticamente imposible saber lo que

realmente quiso el agente.

Se da prevalencia a la interpretación literal sobre todos los otros métodos de

interpretación. Para determinar el contenido y alcance del acto jurídico, el intérprete

debe otorgar a las palabras y expresiones su significado común, el significado con el

cual son entendidas normalmente por los demás miembros de comunidad. El

destinatario de la declaración confía en que es verdad lo que le dice el declarante,

porque así lo entiende cualquier otro miembro de la sociedad.

El primer expositor de esta teoría fue Erich Danz en su clásico libro titulado La

interpretación de los negocios jurídicos que apareció pocos meses después de

promulgado el BGB alemán, reeditado treinta años después. Afirma este autor que

hasta ahora la interpretación del negocio jurídico ha tenido una función análoga a la

interpretación filológica, cuya finalidad es descubrir lo que quiso decir, lo que pensó

el declarante. Algunas veces es imposible encontrar la intención común; lo más

lógico es indagar como la conducta de las partes reflejada en el contrato es

entendida por la generalidad de las gentes. En el lugar de las partes, el juez debe

colocar a dos hombres razonables, preguntándose cómo estos habrían comprendido

e interpretado la declaración de la voluntad, es decir, que prestación habrían

realizado esos hombres en el caso de que se trata. El juez solo debe preguntarse

como entienden la generalidad de los hombres una determinada conducta. El juez

debe amparar el fin económico perseguido con el negocio jurídico. El intérprete no

tiene por qué preocuparse por determinar las intenciones internas del declarante, su

misión es solo aclarar las declaraciones de voluntad para determinar los efectos

jurídicos. De este modo Danz objetivo la interpretación de la declaración de

voluntad, apoyándose en lo estipulado por el art.57 del código alemán que dispone:

23

Page 24: El  Acto Jurídico

Los contratos se han de interpretarse como lo exija la buena fe y atendiendo a los

usos sociales, en concordancia con el art.119, según el cual la declaración viciada

de error engendra los efectos jurídicos correspondientes a su sentido usual y no es

nula.

Por su parte, Saleilles expreso: “Allí donde antes se hablaba de voluntad, hoy se

habla de declaración. Allí donde antes se buscaba lo que se ha querido, hoy se

busca lo que se ha declarado. Allí donde se establecía en principio que la voluntad,

en realidad psicológica, es soberana, se declara que la voluntad no es soberana sino

en su forma jurídica. La teoría de los actos jurídicos del código alemán ha dejado de

ser una psicología jurídica, para ser una forma jurídica de la psicología. El derecho

ha conquistado su lugar frente a la psicología; y así lo quieren los intereses en juego,

el crédito y la equidad general”. De este modo se presentó como métodos

radicalmente opuestos a la teoría subjetiva y a la objetiva.

Sin embargo, si el declarante o el destinatario de la declaración no han atribuido de

un mismo significado, sino significados diversos a la declaración, surge el problema

de establecer si se da o no prevalencia a uno de ellos.

La regla no puede consistir en hacer prevalecer siempre el significa dado por el

declarante o el entendido por el destinatario de la declaración. Abstractamente las

dos significaciones son igualmente merecedoras de protección jurídica. Pero hay

que tener en cuenta que tanto el declarante como el destinatario deben actuar con

diligencia; el declarante debe expresarse con claridad, sin crear equívocos, teniendo

en cuenta la capacidad de entendimiento del destinatario y el destinatario debe

actuar con diligencia para entender bien el sentido de la declaración, teniendo en

cuenta el modo de expresarse del declarante. De ahí que entre los diversos

significados atribuidos a la declaración por una o por otra parte, deberá prevalecer el

que aparezca mejor justificado, y, por tanto, sea el más razonable.

En la búsqueda del significado objetivamente más razonable, se aplica el principio

por el cual en la duda, el acto o sus disposiciones singulares deben interpretarse en

el sentido por el cual tengan algún efecto y no en el sentido por el que no tendrían

24

Page 25: El  Acto Jurídico

ningún efecto (principio de la conservación del acto jurídico), así como la regla que

da prevalencia a la interpretación que más se adecua a las practicas generales y la

que atribuye prevalencia a la interpretación más conveniente a la naturaleza y objeto

del acto. Si se trata de actos concluidos mediante clausulas generales de

contradicción o de contratos por adhesión, se interpretan en contra del estipulante.

Si el acto aún permanece oscuro se interpretara en el sentido menos gravoso para el

obligado, si es gratuito, y en el sentido de que se realice la equivalencia en las

prestaciones, si es oneroso.

B.2.4. CRITICA AL SISTEMA OBJETIVO

El acto no produce los efectos que las partes han querido, sino los efectos atribuidos

por el Derecho a la declaración aun cuando esta difiera de la voluntad. Como dice

De Gasperi, “no hace falta mucho esfuerzo para comprender cuan contradictorio es

que el derecho objetivo confiera plena eficacia a una declaración aun cuando quien

la hace no haya tenido conciencia de sus alcances, y le constriña a ejecutar una

prestación que realmente no quiso llevarla a efecto”, agrega este autor, citando a

Raymond Celice, que esta concepción destruye toda relación entre el acto jurídico y

su autor; se admite que un acto maquinal, la producción de un sonido o el trazado de

unas líneas, puedan tener un determinado valor mientras que la voluntad del hombre

no tiene ninguno.

B.2.5. SISTEMA MIXTO

Como hemos visto en los dos sistemas anteriores, el objeto y las posibilidades

orientaciones de la actividad interpretativa del acto jurídico depende de que este sea

considerado como un acto de voluntad o bien de identificarlo como la mera

declaración exterior. Si el elemento esencial del acto jurídico es la voluntad, el objeto

de interpretación es la voluntad negocial, por tanto, toda la actividad interpretativa

debe orientarse, valiéndose de todos los medios permitidos, a la búsqueda del

interno querer, como hecho psíquico, del agente. Una concepción como esta no

satisface, porque descuida la exigencia de una tutela razonable de la confianza

25

Page 26: El  Acto Jurídico

depositada en la declaración por el destinatario de la misma y en general por los

terceros.

Si se considera al acto jurídico como una mera declaración exterior, el objeto de la

interpretación se limita a lo que se ha expresado (art.168), el intérprete no puede

apreciar el sentido del acto de otro modo que no sea “en lo expresado” y solo “desde

lo expresado”, en vista a la expectativa que pueda suscitar en el mundo externo, y,

por tanto, la actividad del interprete se reduce a un juicio objetivo y extrínseco, sobre

el significado del negocio, con la consecuencia, aún más grave que la anterior que la

anterior, de un eventual sacrificio de la real determinación de las partes de algún

modo manifestada aun por actos extra formación del negocio, a la cual debería

conducir una correcta interpretación.

Para superar los errores del sistema subjetivo y del objetivo, la interpretación debe

orientarse a determinar el significado más correcto del acto, considerando su función

y eficacia como un instrumento de autorregulación de intereses privados. Desde esta

perspectiva, la interpretación debe orientarse directamente al contenido del acto, el

mismo el mismo que constituye el punto de partida y el objeto de la valoración que el

Derecho hace de la autorregulación de los intereses privados, por consiguiente el

contenido del acto jurídico debe ser revelado en su pleno significado, según una

valoración comprensiva y equilibrada de los intereses de las partes, que representa

la fuente de la voluntad negocial, de un lado, y el comportamiento de ellas, como el

conjunto de actos exteriores con los cuales se realiza el contenido, del otro,

solamente pueden adquirir relevancia, según esta correcta perspectiva, como los

elementos, si bien de peso determinante, a los cuales se vendrá a parar, cuando se

trata de resolver los diversos problemas relativos a la indagación sobre el significado

del acto.

La discordia entre la tendencia subjetiva y la objetiva es afrontada y resuelta con

soluciones que varían según la diversa naturaleza de los actos, tutelando unas

veces a la voluntad (teoría de la responsabilidad) y otras a la confianza (teoría de la

confianza). Se toma en cuenta la diferencia existente entre el contrato, que es el

26

Page 27: El  Acto Jurídico

fruto del acuerdo entre puntos de vista de cada una de las partes, y el testamento,

que representa el acto de última voluntad del disponente.

El sistema mixto es seguido principalmente por el código civil italiano que adopta

como principio prevalente al sistema subjetivo que orienta a determinar el real

significado del acto según el punto de vista de sus autores. Y como sistema

subsidiario, el objetivo encaminado a atribuir un sentido al acto valorándolo de

acuerdo a criterios objetivos extrínsecos. De este modo se compatibiliza la exigencia

fundamental del respeto de la autonomía privada que no debe ser sacrificada

haciendo prevalecer sobre el punto de vista de las partes un juicio objetivo y

abstracto -con la otra de atribuir el acto, un posible significado que valga para salvar

la autorregulación de los intereses privados (principio de conservación del acto

jurídico).

Las normas del Código italiano relativas a la interpretación subjetiva orientada a

determinar el significado del acto según el punto de vista de sus autores están

contenidas en los arts.1362 a 1366. Se opta por la teoría subjetiva como principio

rector de la interpretación del acto jurídico al establecer en la primera parte del

art.1362, que una correcta interpretación del contrato no se debe limitar al sentido

literal de las palabras, sino debe indagar cual ha sido la común intención de los

contratantes. Lo que significa que se debe dar prevalencia al espíritu que anima el

acto frente a aquel sentido que resultare a primera vista del tenor literal. En caso de

contraste entre la voluntad y la declaración, se debe indagar sobre la intención real

de los contratantes. Como en el contrato hay por lo menos dos partes, el intérprete

no se limita a indagar sobre la intención real de una de las partes, por ejemplo, del

oferente, sino a determinar la intención común de ambas partes, ambas partes, es

decir, debe averiguar sobre el contenido real del acuerdo. El intérprete en su

actividad deberá, deberá, para evitar el peligro de imponer su propio juicio sobre el

contenido real del acuerdo, apreciar el comportamiento total de las partes, aun

posterior a la conclusión del contrato, lo que quiere decir que el intérprete podrá

tener en cuenta además de lo que resulte del sentido literal del contrato, cada

27

Page 28: El  Acto Jurídico

elemento ofrecido por el comportamiento de los sujetos que puedan servir a los fines

de establecer los términos reales del contenido del acto.

Investigar la común intención de las partes no significa que la mera voluntad, aun no

exteriorizada, deba tener eficacia jurídica, porque perdería su importancia práctica la

manifestación de voluntad. “significa que no solo por los medios proporcionados por

la gramática o el diccionario, debe inferirse la voluntad real, sino por todos los que

suministra el arte de la lógica”. Es siempre necesario que la voluntad se manifieste;

solo que poco importa que resulte del sentido literal de las palabras, y en general,

prima facie, de los medios empleados para manifestarla, o que resulte en cambio,

por la vía de inferencias, del conjunto del conjunto de las diversas disposiciones, del

fin práctico propuesto y de todas las circunstancias del hecho. La voluntad no

manifestada carece de eficacia jurídica.

El sentido literal de las palabras usadas por las partes que han celebrado un acto

jurídico se presenta como el primero de los instrumentos de la interpretación. Pero la

actividad del intérprete no se limita a averiguar el sentido literal de las palabras, sino

que debe buscar la intención común de las partes más allá del sentido literal de las

palabras. Las palabras pueden traicionar la intención de los contratantes: por

ejemplo, estos han escrito que uno quiere arrendar y otro recibir en arrendamiento el

bien que el primero entrega al segundo, sin embargo en el contrato no se hace

mención a la renta arrendaticia. Si nos atenemos al sentido literal de las palabras (en

el caso la palabra arrendamiento), concluimos que el contrato es nulo por falta de

objeto (en este caso la renta arrenditicia). Sin embargo, averiguando más allá del

sentido literal de las palabras, puede suceder que las partes querían la una conceder

y la otra conseguir el goce gratuito del bien (contrato de comodato). La

denominación que las partes den al acto tendrá relevancia en tanto corresponda al

contenido de los pactos, en cambio cuando exista divergencia entre el significado de

lo declarado y el contenido del acto, este se calificara de acuerdo con la naturaleza

de la materia objeto del acto.

Trabucchi manifiesta que cuando se dice que el objeto de la interpretación

contractual es en sustancia una questio voluntatis, es necesario entender bien.

28

Page 29: El  Acto Jurídico

Questio voluntatis no quiere decir búsqueda de la intención o el objeto íntimamente

perseguido por uno o por otro contratante, sino que se debe dar relevancia a la

manifestación de la voluntad interna dentro de los límites de la confianza, la

voluntad a interpretar es aquella que se revela con el comportamiento exterior. La

voluntad contractual debe ser la que se revela a las partes de su propio

comportamiento reciproco. Debe buscarse la intención común de los contratantes,

no dando prevalencia a lo que una de las partes ha pensado respecto a lo que ha

dicho, sino buscando aquello que frente a la declaración de una de las partes habrá

pensado la otra, valorando razonablemente el contenido de cada propuesta.

¿Cómo descubrir, más allá de las palabras, la verdadera intención de las partes? El

código civil italiano facilita algunos criterios, como el histórico (art.1362, apartado 2°)

según el cual es necesario valorar el comportamiento de las partes en conjunto,

incluso el posterior a la celebración del contrato. También se mencionan estos otros

criterios lógicos de interpretación subjetiva; siempre con miras a obtener una

correcta y equilibrada reconstrucción del contenido contractual, las clausulas se

deben interpretar las unas por medio de las otras, porque son lógicamente

complementarias (art.1363), de este modo se conoce la intención de las partes

teniendo en cuenta el acto jurídico en su conjunto, pues, puede resultar que una

clausula aislada tenga un significado contrario a la voluntad de las partes cuando no

es entendida a la luz de toda la reglamentación negocial; las expresiones generales

se interpretaran restrictivamente de tal modo que comprenda solamente los objetos

sobre lo que las partes se han propuesto contratar (art.1364); el acto se interpretara

extensivamente cuando se ha expresado un caso con el fin de explicar un pacto, de

tal modo que no se consideren excluidos los casos no expresados que de acuerdo

con la razón estén comprendidos en el pacto (art.1365). Cierra el grupo de normas

sobre la interpretación subjetiva el art.1366 que dispone que el contrato deba ser

interpretado de buena fe.

La buena fe es el punto de unión entre la orientación subjetiva y objetiva del proceso

interpretativo. La bona fides romana se refiere al espíritu de cooperación de las

partes contratantes, a fin de alcanzar sus reciprocas expectativas. La buena fe

29

Page 30: El  Acto Jurídico

significa lealtad y claridad en el hablar por la confianza que genera en el destinatario.

En efecto, la buena fe impide que se pueda optar por una solución extrema, ya sea

subjetiva u objetiva puras, por el peligro de que mediante conjeturas se llegue a

sustituir la voluntad de las partes por una voluntad ficticia que existe solamente en la

mente del interprete (método subjetivo), o que sin tener en cuenta la imperfección

del ser humano y del lenguaje se de valor únicamente a lo expresado para la

formación del acto aun cuando no revele la voluntad del agente (método objetivo).

Si no obstante la aplicación de las normas descritas subsiste cualquier duda sobre el

contenido del contrato se aplican las reglas sobre la interpretación objetiva que

prescinden de la intención de las partes, contenidas en los artículos 1367 a 1371 del

código italiano. Ante el dilema de optar entre dejar inoperante el contrato en todo o

en parte o bien de eliminar la incerteza que perdura aplicando un criterio extrínseco

a la autonomía de las partes, el legislador italiano ha optado por esta segunda

alternativa mediante la previsión de diversos medios de interpretación objetiva que

se aplicaran solamente cuando sea posible atribuir al contrato o a las clausulas

controvertidas un significado compatible con la finalidad perseguida por las partes. El

art.1367 afirma el principio de la conservación del contrato, al disponer que si

persiste la duda sobre el significado del contrato o de alguna de sus cláusulas se

debe interpretar en el sentido por el cual las disposiciones contractuales produzcan

efectos jurídicos y no en aquel según el cual no tendrían ninguno. La ratio de esta

norma reside en que si los contratantes se ponen de acuerdo sobre cualquier punto

del acto es con el fin de que produzca algún efecto, por lo que se debe atribuir al

acuerdo su significado útil. El art.1368 prescribe que para entender las clausulas

ambiguas, debe hacerse referencia a lo que se practica en el lugar donde se ha

formado el contrato. Según el art.1369 las palabras de varios sentidos deben

entenderse en el sentido más conveniente a la naturaleza y al objeto del acto, es

decir, se da relieve a la función económico-social objetiva del contrato especifico y al

destino económico del bien objeto del contrato. El art.1370 consagra la regla de

interpretación contra stipulatorem al establecer que las clausulas dispuestas por uno

de los contratantes se interpretan a favor de la otra parte.

30

Page 31: El  Acto Jurídico

Finalmente, el art.1371, del citado código italiano, establece un remedio extremo

aplicable solamente cuando no sea posible obtener el significado del contrato

aplicando las normas precedentes. Dispone este artículo que si persiste la duda, el

contrato debe ser entendido en el sentido menos gravoso para el obligado, si es a

título gratuito, y en el sentido que realice la armonización equitativa de los intereses

de las partes, si es a título oneroso. Una solución como esta se justifica solamente

si con ella es posible llegar a la más verosímil reconstrucción del significado del

contrato según sea gratuito u oneroso.

B.3. NATURALEZA DE LAS NORMAS INTERPRETATIVAS

Frente a la concepción tradicional que considera que las noemas sobre

interpretación son solamente máximas lógicas sugeridas por el legislador a los

magistrados, meros consejos o directivas del criterio judicial recomendaciones sin

carácter obligatorio, la doctrina moderna predominante reconoce que las normas

sobre interpretación del acto jurídico son de carácter imperativo, cuyos criterios

deben observarse ineludiblemente por el intérprete con el fin de dar solución a las

diversas cuestiones que se presenten con relación a la determinación del sentido y

alcance del acto. Como dice Betti “no se debe inducir a creer que se trate de simples

reglas técnicas destinadas a suministrar meros criterios orientadores que no tienen

carácter preceptivo ni valor vinculante”.

Por ser normas interpretativas de carácter imperativo y no dispositivo, deben

observarse no solamente por los magistrados en los casos sometidos a su

conocimiento, sino también por las partes que deben tenerla en cuenta para

determinar el significado del acto jurídico que han celebrado, salvo, naturalmente,

que de mutuo acuerdo decidan darle una significación diferente a la que resulte de

aplicar las normas interpretativas, puesto que en ejercicio de su autonomía privada,

con el acto jurídico, no solamente pueden crear relaciones jurídicas, sino que

pueden modificarlas o extinguirlas.

Las normas interpretativas del acto jurídico solamente son obligatorias para las

partes cuando estas no se puedan poner de acuerdo sobre un criterio diferente. En

31

Page 32: El  Acto Jurídico

caso contrario, sea el acto unilateral, bilateral o plurilateral, a nuestro entender, las

normas interpretativas no son imperativas para el autor o autores del acto, quienes

tiene la libre iniciativa individual para otorgar a sus actos la significación que deseen,

persiguiendo cualquier interés social licito que merezca tutela jurídica. De lo que se

deduce de las normas interpretativas del acto jurídico son imperativas para los

magistrados y cualquier tercero, pero no para el autor o autores del acto. Para estos

serán imperativas solamente cuando el acto sea bilateral o plurilateral y no se

pongan de acuerdo para dar al acto un significado diferente.

En resumen, las normas sobre interpretación del acto jurídico son imperativas para

los magistrados y para cualquier otro tercero, pero para las partes solamente son

imperativas si no hay acuerdo unánime diferente; las partes en ejercicio de su

autonomía privada, pueden darle significación que quieran al acto jurídico que han

celebrado con anterioridad con tal que no atenten contra normas imperativas (no

interpretativas), el orden público o las buenas costumbres.

B.4. DESTINATARIOS DE LAS NORMAS DE INTERPRETACIÓN

Por su carácter imperativo, los destinatarios de las normas de interpretación son

todos aquellos interesados en saber el significado y alcance de un acto jurídico: los

magistrados, los árbitros de Derecho y otros funcionarios para poder resolver, dentro

del límite de sus competencias, un conflicto derivado del acto jurídico sometido a su

decisión; las partes, cuando no es posible que se pongan de acuerdo sobre criterios

diferentes, para precisar sus derechos y obligaciones con miras a la ejecución, por

ejemplo, del contrato que han celebrado; y cualquier tercero interesado en conocer

el sentido y alcance de un acto jurídico. Por ejemplo, todos los que hacemos uso de

los medios de transporte público tenemos interés en saber cuál es la significación y

alcance de un contrato de seguro de responsabilidad civil celebrado por las

empresas que se dedican a esta actividad.

Por el hecho mismo de la incorporación de las normas de interpretación al Código

Civil con el carácter de imperativas, sus destinatarios son las partes celebrantes del

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acto jurídico, y aun los terceros, y con mayor razón los jueces y también los árbitros,

cuando son de derecho.

La doctrina que postula el carácter imperativo de las normas de interpretación es

unánime en cuanto al señalar a sus destinatarios. Betti precisa que los destinatarios

son, en la realidad, primeramente, las partes que tienen el deber de hacerse caro

exactamente de los vínculos que contraen, para saber cómo arreglárselas, por

ejemplo, en la ejecución del contrato y, en segundo lugar, el juez cuando es

requerido agregamos que destinatarios también son los árbitros cuando son los

llamados a resolver el conflicto, siendo de Derecho.

También se consideran destinatarios a los terceros interesados en la precisión del

sentido y alcance de un acto jurídico determinado y, en general, en opinión de

Albaladejo, destinatarios somos todos en virtud del carácter imperativo de las

normas de interpretación.

Ahora bien, restringiendo el destino de las normas de interpretación, de un lado, a

las partes, y, otro, a los jueces y por extensión a los árbitros, se llega a la tradicional

distinción de la interpretación en auténtica y en judicial o, más propiamente,

jurisdiccional.

B.4.1. LA INTERPRETACIÓN AUTÉNTICA

La interpretación auténtica es la que realizan las mismas partes celebrantes del acto

jurídico, mediante una declaración complementaria, con la finalidad de precisar el

sentido y alcance de las manifestaciones de voluntad que dieron lugar al acto

jurídico en torno al cual se ha producido la desinteligencia.

La declaración interpretativa, en los actos bilaterales, constituye un acto jurídico

nuevo, al cual Betti llama negocio de constatación, el cual despliega una eficacia

retroactiva entre las partes siempre que el negocio interpretado los consienta,

quedando a salvo, desde luego, los derechos que los terceros hayan adquirido en

virtud del negocio precedente, cuando, este, según las normas legales de

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interpretación y los principios dominantes en la conciencia social, tenía en realidad

un significado diferente del que ha sido luego fijado con la interpretación auténtica.

El mismo Betti explica cómo opera la interpretación auténtica en los actos

unilaterales y bilaterales, con un criterio que nosotros compartimos. Tratándose de

negocios unilaterales no recepticios, se precisa, y es suficiente, una declaración

unilateral, la cual ha de considerarse parte integrante del negocio interpretado y

constituye con él un negocio objetivamente complejo. En cambio, tratándose de

negocios unilaterales, recepticios o bilaterales, con un necesario destinatario de la

manifestación de voluntad, la declaración interpretativa debe ser bilateral,

constituyendo, como ya hemos señalado, el llamado acto o negocio de constatación.

B.4.2. LA INTERPRETACIÓN JURISDICCIONAL

La interpretación jurisdiccional es la que realizan los órganos jurisdiccionales, sean

jueces o árbitros de derecho, cuando por la desinteligencia de las partes un acto

jurídico, sea por oscuridad o ambigüedad de la manifestación de voluntad, se recurre

en un órgano jurisdiccional para que establezca su sentido y alcance.

La interpretación jurisdiccional supone la instauración de un proceso judicial, o

arbitral, en el cual la sentencia, o el laudo, que le pone fin contenido a una

interpretación de acto jurídico materia de la controversia, al cual se le han aplicado

las normas de hermenéutica a las que, por su carácter de imperativas, queda sujeto

el juez o el árbitro. Lo resuelto definitivo y obligatorio para los celebrantes del acto

jurídico, o para quienes se derivan sus efecto.

B.5. CLASES DE INTERPRETACIÓN DEL ACTO JURÍDICO

“Para determinar el contenido del negocio jurídico es necesaria la interpretación

ósea la investigación del significado que debe atribuirse a una determinada

manifestación de voluntad y además , es también preciso llenar la lagunas que se

encuentren en la manifestación de voluntad , para que se obtengan el fin practico a

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quien se mira el negocio jurídico realizado (interpretación en sentido amplio)”

(COVIELLO,1938:442)

Barbero hace notar que “interpretar significa escrutar un “hecho” para reconocer un

hecho para reconocer su “valor” .En el negocio jurídico; (manifestación voluntaria de

intención) el dato a escrutar es la manifestación negocial , el valor a reconocer su

intención .Recorriendo la intención a través de la interpretación de la manifestación

negocial , se podrá juzgar de las consecuencias necesarias, ya que sabemos ser

consecuencias del negocio (“efectos negóciales”) las dirigidas a realizar su

intención” (BARBER,1967,Tomo I: 602).

Valencia Zea anota sobre la interpretación del acto jurídico lo siguiente: “Por

definición, todo negocio jurídico implica una declaración de voluntad”; luego su

interpretación debe traducirse en la determinada voluntad de los negociantes.

¿Cómo determinar la voluntad del negocio ?A este se contraponen dos sistemas el

de la voluntad: el de la voluntad interna o voluntad subjetiva y de la voluntad declara

u objetiva .El sistema de la voluntad interna o voluntad en determinar la voluntad en

función del auténtico querer de los negocios ;el de la voluntad declarada preceptúa

que lo decisivo no son los tanto las intenciones internas o subjetivas , las que en

muchas ocasiones es imposible determinar , sino aquel sentido en que normalmente

puede atenderse una declaración de voluntad en el comercio (VALENCIA ZEA ,1974,

Tomo I:1974).

A decir de Albaladejo: “La interpretación es la actividad tendente a fijar el sentido

de la declaración, es decir, a precisar cuál es la voluntad negocial que la declaración

exteriorizada.

Cuando se quiere declarar algo , se buscan palabras , signos, etc. , que lo expresen

adecuadamente Una vez encontramos , se utilizan en el proceso emisivo para

exteriorizar lo querido .Pues bien , había cuenta de esto , el proceso de

interpretativo , parece que debería consistir en realizar a la inversa la anterior

operación : partiendo de los signos , palabras . etc., empleados, buscar la voluntad

que con ellos se quiso expresar.

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Mas, como quiera en la declaración no es posible hallar la voluntad interna, signo

en cuanto se declaró resulta que la interpretación no se puede orientar a buscar

esa voluntad interna, sino a buscar esa voluntad interna, sino a buscar una

voluntad declarada que presumiblemente coincida con la interna” (ALBALADEJO,

1993:321-322).

A juicio de Arana Courrejolles: “Objeto de la interpretación de los actos jurídicos,

son las declaraciones o comportamientos inscritos en el complejo de circunstancia

solamente relevantes.

La interpretación del Acto Jurídico, como practica de individualización normativa,

se dirige a aplicar criterios hermenéuticos para resolver los problemas de

comprensión de las declaraciones de voluntad y determinar sus efectos jurídicos.

La concerniente a la Interpretación del acto jurídico se encuentra regulada en el

Titulo IV (“interpretación del acto jurídico”) del Libro del Código Civil, en los arts.

168,169y 170.

B.5.1. INTERPRETACIÓN OBJETIVA DEL ACTO JURÍDICO

De conformidad con lo prescripto en el artículo 168 del Código Civil, es el acto

jurídico debe ser interpretado de acuerdo con lo que haya expresado de él y según

el principio de la buena fe.

Sobre el particular, Arana Courrejolles señala que: hay una tendencia

objetivaste, es decir, una preferencia por los datos que existen fuera de un espíritu

del sujeto como objetos independientes de subjetividad .Una inclinación por los

datos que pertenecen al mundo exterior y son controlables por los sentidos por la

experiencia concreta, un rechazo a los datos subjetivos (relativo a los psiquis y

afectividad del sujeto) (ARANA COURREJOLLES, 1992:321).

El principio de la fe se refiere a la buena fe objetiva de confianza y lealtad .Esta

buena fe objetiva de confianza de lugar a una exigencia de claridad por parte del

destinatario y un deber de hablar claro por parte del declarante que da origen al

criterio de autorresponsabilidad; por virtud de este escrito el que declara oscuro o

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dudoso debe soportar las consecuencias de su declaración (ARANA COURREJOLLES,

1992:334).

B.5.2. INTERPRETACIÓN SISTEMÁTICA DEL ACTO JURÍDICO

A tenor de lo dispuesto en el artículo 169 del Código Civil, las cláusulas de los actos

jurídicos se interpretar las unas por medio de las otras, atribuyendo a las dudosas el

sentido que resulte del conjunto de todas

Arana Corrujolles , al examinar el artículo 169 del Código Civil, hace referencia a un

criterio interpretativo de interdependencia o coherente lógica , señalo que este

criterio contiene un principio general de entendimiento , e invoca el criterio

contextual, se debe interpretar una clausula en relación a otras o también en relación

al conjunto de todas para poder determinar el único sentido realizado y eliminar

todos los otros sentidos posibles ;el sentido realizado y eliminar todos los otros los

sentidos posibles ; el sentido realizado aparece gracias al conocimiento del

contexto en el cual se ha expresado la cláusula dudosa (ARANA COURREJOLLES,

1992:335 ).

B.5.3 INTERPRETACIÓN FINALISTA DE ACTO JURÍDICO

El artículo 170 del Código Civil versa acerca dela interpretación finalista del acto

jurídico y preceptúa que las expresiones que tengan varios sentidos deben

entenderse en el más adecuado a la naturaleza y al objeto jurídico.

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