El agua en el Perú - Jesuitas del Perú · 4 Un don de Dios para la vida El agua es uno de los...

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El agua en el Perú Propuestas, desafíos y esperanza 9 6

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El agua en el PerúPropuestas, desafíos y

esperanza

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Compañía de Jesús. Provincia del PerúCosta Rica 256 - Jesús María. Lima 11Telf.: (511) 463-5006 / 461-8803 Fax: (511) 461-9368

Consejo Editorial:Javier Uriarte SJRómulo Franco SJJuan Carlos DíazXavier Urios

Edición:Jose Manuel Balta

Portada: Fotografía de la laguna de Urcos-Cusco.

Oficina de Desarrollo-ProcuraCalle Las Dalias 246, MirafloresTeléfono y Fax: (511) 446-4465 Consultas o sugerencias: [email protected]

Diseño e Imprenta: GMC digital s.a.c.Telfs.: 2424239 / [email protected]

Editorial 2

Coyuntura 3

Un don de Dios 4

Micropresas en Quispicanchi 6

Especial: El agua en el Perú 8

Reflexión Educativa 10

Lagunas de Oxidación 11

Voluntariado en San Clemente 13

Movimiento para que no se repita 15

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EditorialIndice

El agua es un recurso natural fundamental para la vida en el planeta. Su uso y acceso es un derecho que garantiza, a su vez, salud y alimentación. En

el mundo y sobretodo en el Perú, el acceso al agua de calidad y en cantidad no solo es un asunto técnico o de gestión sino que remite a aspectos relacionados con la justicia social.

Existe un problema de carácter estructural, ya que millones de personas no tienen acceso al agua, especialmente aquellas de menores recursos económicos que viven en las zonas periféricas de las grandes ciudades. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sostiene que el acceso al agua es un derecho y que por tanto los Estados deben garantizarlo. Ellos tienen la obligación de proveerla y velar porque las personas pobres también la reciban.

Sin embargo, el Estado peruano es muy débil en la protección de las comunidades campesinas y soslaya, muchas veces, la responsabilidad de las grandes empresas, favoreciéndolas en contra de los intereses de los habitantes. Al ser un recurso fundamental, su posesión, gestión y uso causa muchas veces conflictos socio-ambientales, en especial por la minería. Algunas empresas mineras se posesionan de terrenos de comunidades campesinas y contaminan su agua con relaves y afluentes.

Según informes de la Defensoría del Pueblo, 48% de los conflictos nacionales son por temas socio-ambientales, de los cuales, el 71% están relacionados directamente con la actividad minera. Asimismo, de acuerdo al Instituto Nacional de Recursos Naturales (INRENA), los desechos domésticos son responsables del 64% del total de agua contaminada del país, mientras que los afluentes mineros representan el 25.4%. Es decir, si bien la actividad minera usa solamente el 1.05% del agua pura, termina contaminando una proporción mayor.

Miembros de los centros sociales jesuitas del Perú, agrupados en el Sector de Educación Popular de la Compañía de Jesús (SEPSI), la Red para la Inclusión de Niños, Adolescentes y Jóvenes (NAJ), y la Red de solidaridad y Apostolado Indígena se reunieron el mes pasado para conversar sobre el tema del Agua, Conflictos y Medio Ambiente en el contexto del cambio climático global. La intención de este encuentro fue contribuir a la reflexión sobre la problemática del agua, para lo cual se han analizado las políticas y estrategias en la gestión y distribución.

Era de nuestro interés dar a conocer las iniciativas que se vienen dando en nuestros centros con la finalidad de ir articulando una visión compartida en torno al tema del agua que permita asumir retos comunes en nuestras organizaciones. Nuestras reflexiones nos hacen reconocer la necesidad de educar a la sociedad civil en temas ambientales, en especial la importancia del cuidado del agua. En los espacios educativos no formales nuestra intervención debe estar orientada a la vigilancia ciudadana, la gestión comunitaria y la incidencia social y política. Asimismo, queremos seguir investigando este tema para poder ofrecer alternativas específicas y aportar al debate con soluciones viables y de consenso, sin olvidar que este es un tema crucial que afecta principalmente a las personas más pobres.

César Torres SJCoodinador del Sector Social

de la Provincia del Perú

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de lo que pretendemos: un país con oportunidades para todos, estable socialmente, con necesidades básicas cubiertas y con una sólida democracia.

El Fondo Monetario Internacional publicó en enero del presente año un nuevo pronóstico sobre la economía mundial, ajustando los anteriores: un crecimiento global de sólo 0,5%, y no del 3,9% que preveía en julio de 2008; los países desarrollados, ya en recesión, caerían 2%. En cambio, los emergentes crecerían 3,3% y China 6,7%, pero América Latina apenas 1,1%. En ese contexto, nosotros nos proponemos crecer con los emergentes, y queremos construir condiciones para estar en mejor situación aún cuando termine esta crisis.

A pesar de que no tenemos certezas para los próximos

Por eso tenemos recursos para continuar, en medio de la crisis, los esfuerzos por hacer llegar mejores condiciones de vida a más peruanos y reducir los estragos de la crisis en los sectores que se vean afectados. Es ahora cuando hay que usar recursos adicionales para enfrentar el reto de convertir la crisis en oportunidades para los más pobres. Hay que prestar atención

y abre acceso al mercado.

El plan crea oportunidades: tiene impacto en el corto plazo y genera condiciones de competitividad para el futuro, ambos son claves en nuestro país para muchos sectores pobres.Hay que aportar sobre dónde y cómo se hace llegar el apoyo a quienes lo necesitan, de modo que tengan capacidad de mejorar sus productos, certificar su calidad, y conseguir condiciones de negociación adecuadas para venderlos.

Debemos cuidar también la efectividad de los programas sociales para dar atención en los servicios de alimentación, educación y salud, así como en los programas de empleo temporal. Incluso crear y mantener el empleo de pequeños productores y pequeñas empresas, paliando la menor demanda en el sector textil, de calzado y muebles, etc.

Finalmente y no menos importante, el plan anticrisis nos compromete también a ofrecer

La economía peruana: oportunidades y esperanza

COYUNTURA

Por: Agnes Franco Temple

“Poder acceder al mercado en mejores condiciones”

al plan de estímulo económico que el gobierno ha lanzado, para aprovecharlo, asegurar que cumpla su cometido, vigilando que se realice con transparencia e integridad, pero con efectividad.

meses, estamos en buen pie en esta coyuntura de crisis financiera internacional: reservas internacionales para cubrir mas de trece meses de importaciones, exportaciones que crecen, una moneda que se aprecia, un mejor ingreso per capita, y crecimiento del empleo en Lima y algunos departamentos.

oportunidades para fortalecer y mejorar nuestra institucionalidad, participando en la orientación de las inversiones, asegurando la transparencia en la gestión y fiscalizando la eficacia en los resultados. Esta puede ser, efectivamente, una época de oportunidades y esperanza.

Una de las áreas del plan, es la inversión en infraestructura. ¿Por qué es importante? Porque permite generar empleo y tiene un efecto multiplicador en sectores importantes de la industria. Por otro lado, nos permite dar acceso al mercado en mejores condiciones a la producción de bienes (básicamente agrícolas) y servicios (turismo); la infraestructura reduce costos

Últimamente, nos acostumbramos a ver a nuestro país en la última fila de todo lo que suele importarnos: salud, educación, estabilidad económica y social, democracia, empleo, nivel de vida….

Esta vez, a pesar de la coyuntura de crisis internacional, no es así. Y no podemos creerlo. porque estamos aún muy lejos

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Un don de Dios para la vida

El agua es uno de los bienes fundamentales de la Creación y es esencial para la humanidad del presente y del futuro. Más aún cuando la genera la misma naturaleza. El hombre, con todos los adelantos científicos realizados hasta el momento, es incapaz de crearla. Se sabe de qué está compuesta, pero nadie nunca la podrá crear. Por eso tenemos la urgencia de reconocer que el agua es un don de Dios para la vida y que la debemos proteger y administrar responsablemente.

¿Cuál es nuestra realidad global y nacional?

El informe “La lucha contra el cambio climático: Solidaridad frente a un mundo dividido,” del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) del año 2007 ofrece un panorama descarnado de las amenazas que implica el calentamiento global para toda la humanidad.

El mundo avanza hacia un “punto de inflexión” que podría afectar a los países más pobres y a sus ciudadanos más vulnerables (en condiciones de desventaja cada vez peores) y dejar a millones de personas enfrentadas a la malnutrición, a la escasez de agua, a amenazas ecológicas y a pérdidas en sus medios de sustento.

Nuestro país es privilegiado en cuanto a riqueza hídrica, pues dispone de un volumen anual promedio de más de dos mil kilómetros cúbicos de agua, esto equivale al 5% de aguas superficiales de la tierra y se

encuentra entre los 20 países más ricos del mundo.

El agua es un medio esencial para la vida de toda persona y de la sociedad. El 70% de nuestro propio cuerpo es

agua. Por eso afirmamos que nos integra a todos en un abrazo común y en un compromiso ineludible de cuidarla en su pureza para bienestar de nosotros, los seres vivos, y de las generaciones futuras.

“Mira que hago un mundo nuevo… al que tenga sed yo le daré gratuitamente del manantial del agua de la Vida”

(Apoc.21,5-6)Por: Mons. Pedro Barreto Jimeno SJ

El calentamiento global está derritiendo los nevados andinos.

BOLÍGRAFO

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En el Perú, la principal fuente de agua, directa o indirecta, tanto para consumo humano como para usos productivos, son los glaciares. Es el frío y la altura de las montañas peruanas lo que captura el agua en su estado gaseoso (nubes, precipitaciones), la convierte en hielo para luego hacerla fluir al subsuelo o da vida a los riachuelos. Para todos es conocido que los glaciares están desapareciendo.

Un dato que nos revela una urgente llamada a la acción: 8 millones de peruanos no cuentan con el servicio básico del agua, el 25% de ellos viven en la capital. (Ver: Diario la Republica, 23 de marzo de 2008).

En el mundo más de 1,100 millones de personas no tienen garantizado el acceso a agua potable y 2,400 millones no disponen de servicios básicos de saneamiento. Como consecuencia, se estima que más de 10,000 personas (en su mayoría niños) mueren cada día en el mundo al haberse degradado y envenenado los ríos, fuentes, lagos y acuíferos de los que tradicionalmente se abastecían.

¿Cómo juzgamos esta realidad desde nuestra fe en Jesús?

Los Obispos L a t i n o a m e r i c a n o s reunidos en la V Conferencia Episcopal (celebrada en el año 2007) nos recuerdan que como discípulos misioneros de Jesucristo se nos ha encargado la Creación, un don precioso. Por ello debemos “contemplarla, cuidarla y utilizarla, respetando

siempre el orden que le dio el Creador” (DA.125)

La Doctrina Social de la Iglesia, en diversos documentos de Juan Pablo II y ahora de Benedicto XVI; señala claramente la urgencia de una acción conjunta para detener las consecuencias del cambio climático sobre la vida de las personas y la naturaleza.

En primer lugar debo indicar que en varios casos las industrias extractivas la contaminan, afectando la vida y la salud de las personas. Por ejemplo el río San Juan (Cerro de Pasco) desemboca con relaves mineros al Lago Chinchaycocha o Junín y contamina esta reserva nacional de agua de 53,000 hectáreas. Asimismo, el túnel Kingsmill (Provincia de Yauli, departamento de Junín) desde 1936 vierte más de 125,000 m3 de aguas ácidas al día al río Yauli que desemboca posteriormente en el río Mantaro.

¡Dios nos llama a una acción conjunta!

Habrá que hacer lo posible para que el agua llegue a todos porque es un don de Dios para la humanidad. Y ante la escasez debemos asumir en conjunto un estilo de vida que asegure “las mutuas relaciones y el equilibrio que Dios mismo estableció entre las realidades creadas” (DA,125).

Nuestro esfuerzo cotidiano debe hacernos responsables de trabajar “por una auténtica ecología natural y humana, que se fundamenta en el evangelio de la justicia, la solidaridad y el destino universal de los bienes” (DA,474 c).

La Palabra de Dios nos asegura el fruto de nuestros esfuerzos al decirnos: “Yo le daré gratuitamente del manantial del agua de la Vida” (Apoc. 21,5-6). Y sabemos quienes creemos en el Dios de la vida, que beber de dicho manantial nos hace a cada uno de nosotros portadores de esperanza y de vida en abundancia. (cfr.Jn.10,10).

El agua es la fuente de la vida para todos los seres vivientes.

BOLÍGRAFO

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Micropresas: cosecha de agua en la sierra

Las micropresas, que están diseñadas para captar y almacenar aguas de lluvia, son una tecnología sencilla y barata de conservación del agua dulce que responde a la escasez de este recurso en las partes altas de la sierra peruana.

Esta tecnología se empezó a desarrollar en la provincia de Quispicanchi, hace diez años, a raíz de un conflicto social por el control y uso del agua, que se dio entre los pobladores asentados en la parte baja y media de la microcuenca de Huarahuaramayo; hasta entonces las familias del lugar manejaban su calendario agrícola asociado a la temporada de lluvias (noviembre – marzo); pero el crecimiento poblacional entre la década del setenta y ochenta, presionaba por un uso intensivo del suelo, pues era necesario obtener más de una cosecha al año para alimentar a los habitantes.

El paso lógico era transitar hacia una agricultura con riego, pero el agua existente no era suficiente para que todas las familias pudiesen hacerlo. Por lo tanto, había que solucionar el problema. Para ello se realizaron múltiples reuniones con los directivos comunales y líderes de las diferentes comunidades de la microcuenca. En una de ellas, el señor Marcelino Ayme Huaychay de la comunidad de Huara Huara, sugirió que se almacenara agua de lluvia (tal como lo había visto en uno de sus viajes por el sur del país) mediante la construcción de pequeñas presas de arcilla y piedras.

La propuesta fue asumida por los técnicos de la Asociación Jesús Obrero (CCAIJO), quienes se dedicaron a investigar y recopilar información sobre esta tecnología. Tiempo después la idea tomó forma y se decidió iniciar la construcción de

una de ellas. Para ello, conjuntamente con los directivos comunales, se identificaron las zonas que cumplían con las tres condiciones necesarias: una depresión natural del suelo, un área lo suficientemente extensa para captar el agua de lluvia necesaria y la existencia de materiales como arcilla y piedras relativamente cerca al lugar de la posible construcción.

El siguiente paso fue realizar el estudio de suelo y se determinó que la zona más adecuada para la localización de la obra era el sector de Mandorcocha, en la parte alta de la comunidad de Ccoñamuro. Se elaboró el expediente técnico de obra, que permitió determinar las dimensiones y capacidad de almacenamiento de la micropresa, los requerimientos de materiales y la inversión necesaria para su ejecución. La obra fue ejecutada en un periodo de 10 meses,

con la participación masiva y decidida de la población y la dirección técnica de la Unidad de Infraestructura de CCAIJO, con el soporte organizativo y social del Área de Desarrollo Institucional.

La micropresa de Mandorcocha I almacena 50,000m3 de agua de lluvia. Luego del éxito de este primer intento, se construyó Mandorcocha II con una capacidad similar a la primera, lo que permite regar 30 hectáreas de tierras agrícolas y solucionar en parte el conflicto generado en la microcuenca de Huarahuaramayo. Esto

Por Luis Casallo López

La experiencia de la provincia de Quispicanchi – Cusco

El agua de riego se divide equitativamente entre los agricultores.

PROYECTOS

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permitió que las demás familias de la zona alta de la provincia (Ccatcca y Ocongate), vieran que era posible almacenar agua proveniente de las lluvias, regar sus tierras, aumentar la producción agraria, intensificar el uso del suelo (más de una cosecha al año) y diversificar su producción. En suma, dejar de depender de la temporada de lluvias para producir sus alimentos con mayor calidad e incluso tener una parte para vender. También desarrollar la ganadería familiar, aumentar los rebaños y así mejorar la dieta alimentaria y los ingresos económicos.

Una micropresa es un dique que se levanta en la parte más angosta de una depresión natural del suelo, construido en base a arcilla y piedras. Almacena agua proveniente de las lluvias (temporada de enero a marzo), la que luego es utilizada

para regar tierras agrícolas en los meses de estiaje (de abril a octubre). La gestión de la obra la asumen los usuarios a través de un Comité de Riego, quienes se encargan del mantenimiento de la infraestructura y la distribución del agua, así como obtener el reconocimiento y autorización de la Administración Técnica de Riego (ATDR) respectiva.

Hasta la fecha se han construido 12 micropresas en la provincia de Quispicanchi, almacenando más de un millón de metros cúbicos de agua de lluvia que permiten regar 250 hectáreas de tierras agrícolas. En la construcción han participado el CCAIJO, los usuarios y las municipalidades distritales. Éstas últimas han empezado a asumir un mayor porcentaje de la inversión necesaria, inclusive en las dos

últimas la Municipalidad Distrital de Ccatcca asumió el 100% (estudios y ejecución de la obra).

Ha quedado demostrado que es una buena alternativa para almacenar agua a costos comparativamente más bajos que otras tecnologías, contribuyendo de esta manera a la mejora de la producción agraria y las condiciones de vida de las familias rurales. Ahora, uno de los retos de los beneficiados es utilizar óptimamente el agua disponible, mejorando la eficiencia de las diferentes prácticas de riego existentes. Podrían instalar sistemas de riego presurizado (aspersión y goteo), para reducir las pérdidas de agua, de tal manera que se beneficie a un mayor número de personas y se amplíen las áreas de riego, favoreciendo a los habitantes.

Micropresa de arcilla y piedra llena de agua de lluvia en Quispicanchi.

PROYECTOS

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ESPECIAL

El agua en el PerúHablar sobre el agua se ha vuelto un lugar común en nuestros días. Sin embargo, nos queda la duda respecto a si realmente tomamos conciencia de la importancia que significa para nosotros este elemento vital. Especialmente en el caso de nuestro país, el Perú.

Paradójicamente, nuestro territorio, rico en biodiversidad (abundancia de diferentes formas de vida) posee una gran cantidad de agua dulce en la cuenca amazónica. Más del 80% de nuestros recursos de agua dulce, están en una parte del territorio en donde habita menos del 20% de la población, en la Amazonía. El 80% de la población se encuentra en el territorio que posee menos del 20% de los recursos de agua dulce del país que es la sierra y sobre todo en la costa.

Lima es la segunda mayor capital del mundo rodeada de desiertos después de El Cairo en Egipto. Poseemos la mayor superficie de glaciares tropicales de todo el planeta, y están en retroceso, derritiéndose, por temperaturas promedio inusualmente altas. La ciudad capital se abastece del agua de los glaciares andinos y los embalses construidos producen energía eléctrica para sus aproximadamente 8 millones de habitantes.

Imaginémonos qué pasaría si el agua de los glaciares y las lluvias dejase de llegar…un escenario bastante dramático. Nos quedaríamos no sólo sin el recurso sino también sin la energía de nuestras centrales hidroeléctricas. Deberíamos buscar otras maneras de obtener agua y de producir energía eléctrica, lo que

supondría costos mucho mayores que los que actualmente pagamos.

Los antiguos peruanos tenían conciencia de lo importante que era conservar y cuidar este preciado elemento. Sus sistemas de riego, sus canales, la ubicación y diseño de sus centros poblados para no interferir o contaminar cursos de agua o tierras aptas para cultivos, hablan de un conocimiento ancestral en el manejo del agua y el uso del territorio. Pareciera que nosotros, los peruanos de hoy, no logramos realizar lo mismo con la eficacia que lo hicieron hace miles de años las culturas precolombinas, u t i l i z a n d o t e c n o l o g í a s mucho más simples y recursos menos sofisticados de los que disponemos en la actualidad. Probablemente la gran cualidad que poseían radicaba en la conciencia respecto al valor del agua, reconocerla como un recurso agotable y a la vez fundamental para sus vidas, por lo tanto había que utilizarla bien y saber cuidarla.

recursos de agua dulce. Deforestando, secamos las cuencas, alejamos las lluvias, erosionamos los terrenos. De igual manera son amenazas muy serias la contaminación de lagos como el Titicaca o el Lago de Junín por desagües de ciudades o por relaves de antiguos yacimientos mineros

Por Fernando Roca Alcázar SJ

El 80% del agua dulce del Perú se encuentra en la Amazonía, zona amenazada por la desforestación.

La deforestación en el Perú, que posee la segunda mayor superficie de bosque tropical de América, la cuarta en bosques tropicales del planeta y la novena superficie mayor de bosques sobre la tierra, es una amenaza gravísima a los

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ESPECIAL

que otrora trabajaban sin conciencia ambiental ni responsabilidad social. Los proyectos mineros de hoy, regidos por las recientes leyes ambientales de nuestro país, son conscientes de estas exigencias.

Recordemos que toda presencia humana sobre el planeta produce un impacto ambiental. El asunto es cómo manejarlo y reducirlo al mínimo. En muchos casos incluso se puede colaborar mejorando el

consume el 80% de nuestros recursos de agua dulce, nos faltan aún mejores políticas agrícolas que orienten la producción y el consumo racional del agua. Mientras que la industria consume el 18% de estos recursos .

Otra amenaza gravísima es la minería ilegal. Los lavaderos de oro en lugares como Huaypetue, en Madre de Dios; Huamachuco en la Libertad; San Juan del Oro en Puno y ahora Tambo Grande en Piura, están matando

ríos, destruyendo cuencas y e r o s i o n a n d o t i e r r a s , envenenando a las personas, aves, animales y plantas en esas zonas. Ni la riqueza de unos ni la pobreza de otros pueden ser argumentos para justificar estas inter venciones que finalmente se vuelven contra todos nosotros. Es lamentable asistir a las denuncias e n c o n a d a s contra proyectos mineros formales contemporáneos y constatar al mismo tiempo los silencios respecto a los desarrollos m i n e r o s informales o grandes lavaderos de oro ilegales que están destruyendo vastas zonas de

nuestro país. Debemos aprender de nuestra historia para no repetir errores de antaño.

Necesitamos redescubrir toda una cultura del agua, tan importante para el futuro del Perú, para luchar mejor contra la pobreza, obtener una mejor calidad de vida y manejar

nuestro entorno natural de manera responsable y sostenible. El servicio de agua potable en el país sólo cubre el 76% de la población, en zonas urbanas llega hasta el 81% pero en las rurales baja hasta el 62%. Otro tema es la calidad del agua que llega a esas casas o centros poblados. En esta tarea es importante reforzar lo que nos une y no acentuar lo que nos separa. Todos necesitamos del agua dulce.

Ejemplos a imitar en Lima son los proyectos de reciclaje de aguas servidas, como el caso del Colegio de la Inmaculada, el de algunas municipalidades, las lagunas de San Juan de Miraflores, el Club de Golf de San Isidro. Imaginarnos el cerro San Cristóbal y otros que rodean nuestra ciudad cubiertos de bosques de huarangos y ceibos, regados por goteo con aguas recicladas. Puede parecer un sueño, pero también puede ser una realidad. O, tal vez, una costa verde realmente “verde” con bosques de especies vegetales nativas o adaptadas al clima limeño, alimentada por estas aguas. Esto contribuiría además a mejorar la calidad del aire y de vida de los habitantes

Como creyentes, como Iglesia, no podemos quedar indiferentes, debemos aportar nuestro grano de arena en la importante tarea de proteger nuestros recursos naturales, de manera especial, el agua. El saber utilizarlos sabiamente, hacerlo de una manera sustentable, contribuir con los ciclos del agua, con el manejo de cuencas y la recuperación de napas freáticas. Utilizar responsablemente el agua en nuestras casas, centros de estudio o de trabajo. Es importante no caer en un discurso demagógico, que desinforma y crea conflicto. Esto sólo puede contrarrestarse con un trabajo fundamentado con conocimiento serio y sobretodo, el deseo de hacer las cosas participando como co-creadores en esta creación inacabada que nos ha dado nuestro Buen Dios.

El 80% del agua dulce del Perú se encuentra en la Amazonía, zona amenazada por la desforestación.

entorno natural y condiciones de vida en las zonas que habitamos. Esto supone tomar conciencia de nuestra responsabilidad para con el planeta que nos acoge. La minería formal consume el 2% de los recursos de agua dulce del país. Bien utilizada no tiene por qué contaminar nuestros recursos hídricos. La agricultura

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El Sistema Agroecológico Escolar

El padre Vélaz, fundador de Fe y Alegría, decía: ”Fe y Alegría busca una educación tal para nuestro pueblo, que transformando a los individuos, los convierta en motores de superación personal o colectiva”. Este pensamiento guía la acción de los profesores que trabajan en las 120 escuelas rurales de la institución, convencidos de que cada niño y niña serán forjadores de su destino y agentes de desarrollo de su comunidad

Es así como en las escuelas rurales de Fe y Alegría, ubicadas en las zonas de Cusco, Iquitos, Malingas, Moro y Pucallpa, se viene trabajando de manera sostenida una propuesta educativa basada en el manejo y desarrollo de los recursos naturales, a través del Sistema Agroecológico Escolar (SAE).

El SAE es un espacio productivo (y también de reflexión) a cargo de los alumnos, profesores y padres de familia, donde se desarrollan experiencias de cultivos de hortalizas y pastos, crianza de animales menores y ganado, conservación y manejo de los bosques, instalación de viveros y producción de abonos orgánicos. Como su nombre lo indica, su enfoque es agroecológico, es decir, busca promover el manejo orgánico de los cultivos, recuperando los conocimientos tradicionales de las comunidades y poniéndolo en diálogo con las nuevas tecnologías.

Así, los niños y niñas del campo, van adquiriendo capacidades para un manejo eficiente de sus actividades productivas, a través del buen uso y

conservación de los recursos naturales, entre ellos el más importante: el agua. Desarrollamos un espacio pedagógico, como lo es el valle y la cuenca. Es un libro abierto que le permite al docente trabajar las otras áreas del currículo, como las matemáticas, la comunicación, las ciencias sociales y por supuesto las ciencias naturales.

De esta manera, la tarea educativa cobra sentido y se vuelve significativa para los alumnos, logrando mejores resultados en los aspectos académicos. También es una oportunidad para recrear las formas tradicionales de organización para el trabajo, desde los escolares más pequeños con tareas simples hasta los más grandes con tareas complejas.

Se asumen responsabilidades individuales y colectivas y la minka

recupera su valor como una estructura de cohesión social. Se recrean los roles de los hombres y de las mujeres según la cultura local, permitiendo su reflexión desde los enfoques de derecho y de equidad. Pese a que leyes como la citada anteriormente, complican aún más la labor educativa de nuestras escuelas rurales, creemos que es bueno que en ellas, especialmente a través de los SAE, los docentes y alumnos las conozcan, a pesar que de manera arbitraria dejen una vez más de lado al peruano del campo.

Son nuestros niños y niñas empoderados a través de la educación los que mañana tendrán que alzar su voz y reclamar al Estado que por fin deje de utilizar el mundo rural en sus discursos y campañas políticas, y de una buena vez lo asuma como parte fundamental del desarrollo de nuestro país.

Una estrategia de Fe y Alegría para la formación de hombres y mujeres del campo

Alumnos, padres de familia y profesores cultivando.

Por: Oscar Badillo

REFLEXIÓN EDUCATIVA

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Lagunas de oxidación

Nuestro planeta, La Tierra, es llamado “El planeta azul”, debido a que ¾ partes de su superficie son agua. Sin embargo, de ésta sólo el 2,5% corresponde al agua dulce, que es utilizada en casi todas las actividades de la humanidad, y si sumamos la cantidad de habitantes que tiene nuestro planeta, y la desproporción que existe en la repartición de este recurso… estamos ante un serio problema. Según el último informe trianual del Programa de Desarrollo Humano de las Naciones Unidad (2006), 500 millones de personas alrededor del mundo padecen escasez casi total de agua potable y se estima que llegarán a 2,500 millones en el año 2025.

El 22 de marzo se celebró el Día Mundial del Agua, y las clásicas dudas sobre el futuro que le depara a nuestra familia, distrito, ciudad, país…planeta no pueden dejar de asaltar nuestra mente. Y no sólo las preguntas desalentadoras; sino también las preguntas que apuntan a un futuro mejor: ¿Es posible convertir el terreno eriazo en fértil? ¿Puede ahorrarse agua en el proceso? ¿Es viable inculcar en la población una cultura ecológica de respeto por su medio ambiente?, y una que añadimos desde nuestra propia perspectiva: ¿Puede ser un colegio el protagonista de esta historia?

Materializando un sueño: Lagunas de Oxidación del Colegio de La Inmaculada

Cuando el Colegio de La Inmaculada se trasladó del local de la Av. La Colmena al distrito de Santiago de Surco en el año 1967, trataba de buscar respuestas a estas interrogantes. Tenía casi 30 hectáreas de tierra, en su mayoría eriazas y debía mantener los estándares de la educación jesuita que había estado brindando anteriormente. Era necesario darle a los alumnos espacios donde puedan desarrollar su cuerpo, mente y espíritu: un colegio con amplias áreas verdes.

Diariamente se hacía un gasto aproximado de 800 metros cúbicos de agua potable sólo en el riego de

áreas verdes, lo cual significaba un gran problema financiero debido a los costos de mantenimiento de dichos espacios. Por tal motivo, era necesario hallar una solución a largo plazo para este problema; es así como en el año 1995 surge el proyecto de las Lagunas de Oxidación.

Recuperación del agua: Un proceso preciso, simple y ecológico.

Las Lagunas de Oxidación, se construyeron en las laderas del cerro que forman parte de la institución. Utilizan como insumo base las “aguas residuales” provenientes del desagüe del distrito de Santiago de Surco. Dichas aguas, son desviadas hacia el Colegio desde el colector de Valle Hermoso (Monterrico).

Materializando un modelo de uso de aguas servidas

Por: Héctor Mendoza, Jefe de Imagen Institucional y Max Carbajal, docente del

Colegio de La Inmaculada

Fotografía de una de las lagunas de oxidación.

BOLÍGRAFO

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BOLÍGRAFO

El ciclo empieza con la recolección de las aguas residuales (servidas) del colector a través de un canal. En la parte baja del Colegio, se ubica un sistema de rejillas que impiden el paso de restos sólidos. Luego, dos bombas de noventa caballos de fuerza, captan las aguas servidas y las bombean hacia las pozas de las Lagunas, ubicadas a una altitud aproximada de 100 metros. Éstas pueden llegar a almacenar 5,000 m3 de aguas residuales y producir hasta 800m3 de agua para el riego diario.

Las aguas bombeadas se almacenan en las tres pozas que están expuestas a la radiación solar. De este modo, las bacterias que vienen con las aguas servidas aprovechan el oxígeno liberado por millones de microalgas. El oxígeno activa las bacterias que desintegran la materia orgánica. Esta acción produce anhídrido carbónico (CO2), que es utilizado por las microalgas para la producción de carbohidratos.

De este modo, el ciclo se completa gracias a una cadena de transformaciones, en el cual la materia del reino animal pasa a materia inorgánica y ésta es alimento para el reino vegetal. Como resultado de este proceso, el agua reduce sus valores de contaminación a niveles mínimos haciéndose posible su uso para irrigar las áreas verdes del Colegio.

Educando con el ejemplo

El principal logro de este sistema es que los alumnos se sensibilizan y aprenden, a través de la experiencia diaria, que es posible convertir el desierto en áreas verdes; lo cual implica un nuevo pulmón para la ciudad. Asimismo, esta obra se une al proyecto de reforestación, pues al haber agua permanente, se ha logrado cultivar en algunas laderas del Colegio frutas como naranjas, higos, olivos, pecanos entre otros. La tecnificación del regadío por

goteo y microaspersión ha permitido hacer más eficiente el uso del agua e incrementar la producción de los frutales.

Al usar aguas servidas tratadas en vez de agua potable, el Colegio obtiene un ahorro de casi un millón de nuevos soles al año; convirtiéndolo en un modelo para otros distritos y centros educativos en lo que respecta al manejo adecuado eficiente de aguas residuales y a la conservación y recuperación de áreas verdes. En Lima sólo hay seis instituciones que manejan programas similares, y de éstas, el Colegio de La Inmaculada es la única del sector educativo escolar.

Sin lugar a dudas, este proyecto no sólo ahorra agua potable a la comunidad, sino que también protege nuestros mares al disminuir la cantidad de agua residual que se vierte en ellos.

Vista panorámica de las lagunas en el cerro del Colegio de la Inmaculada.

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“Y, cuando vuelvan…”Voluntariado del Colegio de La Inmaculada en San Clemente - Pisco del 3 al 17 de Enero.

Han pasado ya algunos meses de haber concluido la experiencia solidaria en el distrito de San Clemente, Pisco, ubicado a ambos lados de la carretera Panamericana Sur y de la vía de los Libertadores, camino a Ayacucho. Estas notas tratan de alguna manera de reflejar lo vivido, compartido y expresado. Esta vez fuimos 35 integrantes: diecinueve alumnos de secundaria del Colegio de la Inmaculada, nueve ex-alumnos, un profesor y un sobrino suyo, un alumno del Colegio Antares y cuatro jesuitas (un sacerdote y tres estudiantes). La experiencia consistió en apoyar a personas y familias que viven en situación de extrema pobreza, que fueron previamente seleccionadas por las Religiosas Dominicas y los miembros del Consejo parroquial y del Comité de

reconstrucción, necesitadas de ayuda para remover escombros, tirar paredes semiderruidas, abrir zanjas para que puedan hacer los cimientos y levantar sus casas de material noble y sencillo (de caña de bambú y cemento) gracias a la ayuda de la Iglesia. Para el trabajo nos dividimos en tres grupos, contando con la orientación diaria de “don Pocho” (Fernando Saravia), miembro del Consejo parroquial y del Comité de reconstrucción. Nuestras jornadas fueron de cinco o seis horas diarias, a veces algo más, bajo un sol abrasador, propio de este tiempo de verano. Nos impulsaba saber que luego de haber pasado ya año y medio del terremoto, la población seguía viviendo en condiciones mínimas de subsistencia, durmiendo en cuartos de

esteras, plásticos, cartones, carpas, cocinando sus alimentos en ollas comunes y comedores populares. Para algunos esta experiencia era la primera, otros del grupo ya habían participado varias veces. Algunos ya nos conocíamos, otros no, pero todos hemos aportado lo mejor de nosotros mismos, construyendo juntos una verdadera amistad, la que nace de la experiencia compartida voluntariamente. Sintiendo una suerte de voz o llamada interior a vivir al lado de personas y familias pobres, y pasar unos días diferentes a los que estamos demasiado acostumbrados en Lima y en el verano. No fuimos a dar, sino a compartir, no fuimos a enseñar sino a aprender. Hemos caído en la cuenta de que nuestra familia, el colegio, y las experiencias de la vida, nos enseñan

bastante pero, al mismo tiempo, hay cosas que tenemos que “aprender a aprender”, como también hay otras que tenemos que desaprender, si queremos crecer y abrirnos a los retos y desafíos de hoy.

Nos hemos preguntado ¿cómo es posible que en medio de tanto daño, no sólo causado por la naturaleza, sino sobre todo por la injusticia, corrupción y desamparo, aparezca también tanta posibilidad de bien? Hemos visto que la tiniebla total no existe, que aún en la oscuridad más profunda, siempre hay algo de luz que alumbra la noche.

Todas las noches nos reuníamos para compartir las experiencias del día, nuestros sentimientos y vivencias, para reflexionar y “sentir y gustar” internamente, más allá de las anécdotas.

Por: Benjamín Crespo SJDirector de Pastoral

Un momento de descanso en la jornada de construcción.

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Profundizar en la experiencia, en el sentido del ser voluntarios, el contrastar nuestra vida personal y familiar con la que viven los pobladores de San Clemente, desde nuestra fe y formación ignaciana. Hemos aprendido a ser agradecidos con nuestros padres y familias, con todo aquello que somos, tenemos y disfrutamos, porque hubiéramos podido nacer como los niños en San Clemente y nos planteamos la pregunta ¿Por qué? ¿Por qué ellos no tienen y nosotros sí? Mirar nuestra realidad peruana desde la vida real y concreta de los pobres y excluidos, aprendiendo de ellos, actuando con ellos y a favor de ellos. Teniendo mayor conciencia que el ser solidarios es una actitud y una tarea permanente, que requiere y exige de nuestra parte, mayor sensibilidad y compromiso responsable, y que se aprende en la práctica, pero no de cualquier manera. Aprendimos a cuestionarnos a nosotros mismos, a plantearnos preguntas fundamentales sobre nuestra vida y vocación personal, sobre el sentido de lo que somos y hacemos, a expresar nuestros deseos e ideales de vida. Ver el rostro de Dios y de Jesucristo en los rostros humanos de los que sufren todo dolor y abandono, de los pobres y excluidos. Si Dios es amor, bondad, ternura, compasión, hemos visto y damos testimonio que ese amor se hace carne cada día. También aprendimos a tomar conciencia de la realidad actual que vivimos en el Perú, a enfrentarla y asumirla, no a evadirnos ni dar rodeos por dolorosa e injusta que sea, ya que esta situación tiene causas estructurales que tenemos que enfrentar y combatir. Ser entonces, ya desde ahora y a nuestra edad, capaces de cargar con la realidad, hacernos cargo de acuerdo a nuestra

situación actual, asumiendo sus retos y desafíos. Poder dejar que nuestros proyectos, deseos y la vida de los otros, inunden nuestros proyectos, nuestros deseos y nuestra vida. Sólo así llegaremos a crecer y madurar integralmente y construir un Perú mejor. Ser conscientes que nuestra tarea hoy es continuar formándonos como “hombres para los demás”; que es un proceso en el cual ya estamos inmersos, que requiere esfuerzo, disciplina y trabajo, para orientar nuestras energías y asumir una actitud de cambio radical, sin mediocridades, porque nuestra vida presente es ya desde hoy nuestra vida mañana. Nos sentimos urgidos a compartir nuestra experiencia con nuestra familia, nuestros amigos, compañeros de promoción y del Colegio, con nuestros profesores, porque queremos testimoniar con sencillez y sinceridad lo que hemos visto y oído, lo que hemos presenciado y hemos tocado con nuestras manos, lo que hemos sentido y experimentado diariamente. Sabemos que hay cosas en la vida que no hace falta experimentarlas para conocerlas y saber lo que en realidad significan. Pero, al mismo tiempo, afirmamos que hay cosas en la vida que

si queremos saber qué son, necesitamos experimentarlas con sus luces y sus sombras, sus fortalezas y debilidades, y un ejemplo claro es todo lo vivido y gustado en San Clemente.

Creemos que es hora de salir de nosotros mismos y de todo aquello en que podemos estar encerrados y aislados, compartir nuestra vida con la vida de los demás, experiencias como ésta nos confirman en nuestra vocación como inmaculados. El último día, mientras esperábamos a que llegara el ómnibus para volver a Lima, se presentó en la Parroquia la Sra. Esperanza (quien bautizó a sus cuatro hijos mientras estuvimos allí y compartimos bonitos momentos) trayendo entre sus manos una bolsa de plástico con unas pocas uvas y me dijo: “Padrecito, gracias por la ayuda de los jóvenes, por abrir la zanja en mi terreno, estas uvitas son para ustedes. Y cuando vuelvan… vengan a visitarme en mi casita”. Esperanza nos dio todo lo que tenía, todo lo mejor que ella es, nos enseñó a vivir con infatigable esperanza, y a experimentar que la esperanza no está al final del camino, sino que es la fuerza que nos motiva a vivir y caminar cada día.

En plena faena para poner los cimientos de un nuevo hogar.

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MOVIMIENTO PARA QUE NO SE REPITA

Verdad y memoria ... en espera de la justicia

El 3 de abril de 1983, una columna de Sendero Luminoso tomó la comunidad campesina de Lucanamarca, situada en el departamento de Ayacucho, y cometió premeditadamente uno de los actos más atroces de la era terrorista. Fueron años de violencia, cuyos efectos sobre la vida peruana desgraciadamente no se extinguen hasta hoy. Los campesinos fueron víctimas de una demencial acción de venganza a causa de la resistencia ofrecida a la tiranía que su movimiento armado pretendía establecer en la región. De ese modo, los terroristas buscaban escarmentar a las comunidades y disuadirlas de oponerse a sus planes.

Como resultado de la brutal acción, sesenta y nueve campesinos de toda edad, sexo y condición fueron masacrados a golpes con machetes y muchos más quedaron heridos, sobreviviendo a duras penas, con secuelas de

de la recopilación reunida en la muestra Yuyanapaq, organizada por la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR).

Un típico acto de prepotencia y militarismo, que históricamente ha sido causa del atraso institucional y la pobreza de nuestro país. Tras este acontecimiento fueron “disueltos” los

mecanismos institucionales de la democracia y el poder quedó concentrado en el trío Fujimori-Montesinos-Hermoza.

Poco después vendría el crimen de “La Cantuta”, que junto con el de “Barrios Altos” constituyen los casos paradigmáticos de una política de violación de derechos humanos, ejecutada por el destacamento Colina, organización creada y alentada precisamente por dicho trío. La corrupción fue el otro aspecto que se desbocó tras el golpe del 5 de abril. Años después, Montesinos y Hermoza caerían con cuentas secretas por decenas de millones de dólares en el extranjero. A diferencia de sus socios, Fujimori tuvo tiempo de fugar, llevándose decenas de maletas. Habría que ser ingenuo para no imaginar que estaban llenas

Por: Ronald GamarraSecretario ejecutivo de la Coordinadora Nacional

de Derechos Humanos (CNDDHH)

por vida. Tal es el caso del campesino Edmundo Camana que, días después, trasladado al hospital de Huamanga, fue fotografiado por Óscar Medrano, reportero de la revista Caretas, medio que publicó la imagen dando cuenta de la masacre perpetrada por los terroristas. Esta foto se convertiría, muchos años más tarde, en una de las imágenes más desgarradoras

El 5 de abril de 1992, el presidente de la República, Alberto Fujimori en complicidad con su asesor personal Vladimiro Montesinos (a quien había puesto de hecho en el comando del Servicio de Inteligencia Nacional) y el jefe del Ejército, Nicolás Hermoza Ríos, dio un golpe de Estado, el más reciente de la historia peruana.

de elementos que podían comprometerlo. Luego se las

ingenió para eludir la justicia por varios años. Hoy dice que no sabía nada de lo que hacían sus íntimos socios y que no tuvo nada que ver en los crímenes cometidos en su gobierno. ¿Usted podría creerle?

(Publicado en el diario La República 03 de abril de 2009).

Afiche del documental de la violencia en Lucanamarca.

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