El deporte es una ética; 1993 - UNESDOC...

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QUADERNI DI

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Los cuadernos de Panathlon n. 3

colección de textos deportivos publicada porei "Panathlon International" dirigida por Claudio B ertieri Design : Mirko Fantoni

Este cuaderno ha sido editado por iniciativa conjunta de la UNESCO y delPanathlon International.

©Panathlon International 1993 Villa Porticciolo V.le G . Maggio, 6 16035 Raparlo (GE)

El deporte es una ética

por Ariel Morabia

Este fascículo de la colección "Cuadernos del Panathlon International " se publica tras un convenio con la Dirección "Juventud y Deporte" de la UNESCO, con la aportación del más importante organismo de

educación y cultura internacional.

La importancia que el Panathlon otorga a la ética y a la cultura con y para la práctica del deporte, está expresada en el

primer artículo de nuestros Estatutos.

Efectivamente a la base de la existencia de nuestro movimiento hay la necesidad de

declarar, defender y difundir la moralidad del deporte, como herramienta deformación

del individuo y como vehículo de amistad entre los pueblos.

El estudio de Ariel Morabia, fomentado pol­la UNESCO, sección "Juventudy Deporte"

sigue el mismo intento.

La UNESCO habla de la educación del

individuo a los dirigentes de gobierno y a algunos organismos no gubernamentales. El Panathlon percibe la vida diaria del deporte en cuanto está a contacto con ella y quiere

adquirir la postura de testigo de un horizonte de esperanza para los jóvenes de cualquier

raza, fe y pueblo.

Nuestros trecemil socios, nuestros trescientos Clubes, que obran en dos continentes, sólo

son , y ello lo sabemos muy bien, una patrulla , ante el reto entre los vedores ideales y los inmensos intereses económicos . Pero como hombres de buena voluntad, respondemos

:"¿ si no hoy, cuándo? ".

El Presidente Antonio Spallino

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El deporte es una ética.

E l or igen ¿ Q u é es el deporte? Nadie puede plantearse esta d e u n pregunta de forma espontánea, ya que la contesta-

Drobleniü c ^ n e s a ^ ° P a t e n t e - e s t^ escrita en nuestra con­ciencia gracia a los discursos, a los medios de comunicación, a la m o d a o a la enseñanza. Sin e m ­bargo, se puede hacer alarde del espíritu deportivo más allá de las competiciones y, aunque con cierta desviación semiológica, hacer que esta caracterí­stica se manifieste exteriormente. El deporte nos remite sin duda alguna a una condición del espíritu : mostrarse desinteresados, atrevidos, justos y guar­dar la sonrisa en el caso de un fracaso; pero tam­bién a un fenómeno de m o d a : el " sportwear", que a partir de las prendas se ha ampliado a un conjunto de productos de consumo, a una práctica social propia o a un conjunto específico de prácticas so­ciales. D e esta forma hemos creado una semántica más que una definición básica y en la primera encontra­m o s la razón por la que la segunda nos aparece tan problemática. Pararetomarun concepto clave de la sociología estucturalista, el deporte es un "hecho social total" (Marcel Mauss). es decir un fenóme­no relacionado con el conjunto de las característi­cas de una sociedad: sus representaciones, sus ri­tuales, sus valores, su economia, su estética , in­tegrándolos en su totalidad reproduce sus matices y sus contradicciones, ya que queda incluido en lo social y lo afecta. R e s u m i e n d o , trátase de u n objeto sobredeterminado. A partir de esta sobredeterminación tenemos que comprender la ambigüedad fundamental de la defi­nición de carácter general aceptada sólo por parte de los lexicógrafos : de acuerdo con ésta, " el depor­te es u n a actividad física llevada a cabo c o m o jue­go, competición, lucha y tiene c o m o objetivo el de mejorar la condición física" (Grand Dictionnaire Encyclopédique Larousse, 1985). V a m o s a considerar la primera parte de la defini­ción: una actividad física de juego se p o n e al m i ­s m o nivel que una pelea, mientras que todos los juegos al aire libre n o nos remiten necesariamente a una actividad deportiva; la pelea y el duelo se oponen de forma radical al deporte: por otro lado,

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el término competición física intenta circunscribir toda la definición y si logra representar su signifi­cante (el objeto de la lexicografía), es sólo gracias a una restricción del fenómeno a un sistema de medi­ción institucionalizado, es decir, finalizado, c o m o hecho social colectivo. Pero, c o m o no todos los de­portistas alcanzan la forma institucionalizada de las federaciones, ni m u c h o menos el nivel último de lacompetición, cuyo objetivo es el récord, la segun­da parte de la definición ampliaría el fenómeno a un conjunto de los miembros de la comunidad, dado que todo el m u n d o ha practicado algún deporte ani-vel escolar (gracias, además, a los departamentos j uveniles y del deporte de la U N E S C O , que contri­buyeron a la creación de estructuras específicas en el conjunto de los Estados miembros), con una con­secuente mejora de la "condición física". Dicho de otras palabras, la definición general que nos propo­ne este diccionario (que hemos elegido dado que ofrece una de las definiciones menos aproximadas) intenta tener en cuenta el fenómeno y acaba por afianzar la definición del concepto, dejando vi­slumbrar un postulado normativo implícito en sus contradicciones interiores. Pretender definir el deporte equivale a intentar atri­buirle un significado a priori, mientras que el fenó­m e n o se muestra reacio a cualquier género de de­terminación . El deporte, a la vez, está en la historia, es el objeto de ella y es una historia de por sí, c o m o hecho social total. Porello, ladefinición general del Grand Dictionnaire Encyclopédique Larousse de­scansa sobre un sistema de especificaciones y de representaciones. U n mito fundador/unificador del que se da cuenta bastante bien Jean Giraudoux : "El deporte es el único medio para que el hombre con­serve sus calidades primitivas. Hace posible el paso de la edad de la piedra pasada a la de la piedra futu­ra, de la prehistoria a la pos-historia. Tal vez, gra­cias a su aporte, no quede rastro alguno de las fe­chorías de la sociedad (lacursiva es nuestra). Porque el deporte "consiste en demandar al cuerpo algunas de las virtudes m á s fuertes del alma: la energía, el atrevimiento y la paciencia. Es todo lo contrario de la enfermedad". (Maximes sur le sport, 1928).

Al m i s m o tiempo, este mito nos envía a un ideal de realización del sujeto a través de la armonía de su cuerpo y de su espíritu, ideal que se remonta al R e ­nacimiento, cuando uno de los lemas era: "cultivase su propio cuerpo". Finalmente, el sistema de repre­sentación que gobierna esta definición remite auna paradoj a sociológica que afirma que a lo largo de la última década la práctica deportiva potencial se ha

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vulgarizado hasta un punto que ya no constituye, tanto en los hechos c o m o en el espíritu, un criterio de discriminación socioeconómica, además de ha­berse escindido entre una práctica y una parte ex­tremada, reservada a una elite (la competición), posturas radicalmente distintas e impermeables una con otra.

Justamente de la distancia que mantiene el concep­to de deporte con cualquier género de determina­ción, podemos desprender su aparente aspecto "gratuito" -el deporte es unaactividadimproducti-va, que no tiene otro objetivo sino su propia exi­stencia; alguien puede decir que se trata de una ac­tividad inutil, m á s bien perjudicial - entendida c o m o especificación irreductible de una esencia. Además , su dimensión c o m o "hecho social total" nos parece apuntar, más que a una forma de totali­zación (que supondría la necesidad de una deter­minación) a una estructura totalizadora, aun siste­m a global: a una ética. Por lo tanto, nuestro propó­sito no será el de perfilar una fenomenología del deporte, ya que desde el punto de vista de su esen­cia éste se manifiesta c o m o ética, imposible de re­mitir a cualquier otra cosa que no sea su propia exi­stencia. N o se trata de acotarlo y definirlo, sino de ver loque constituye.

I Nuestra

hipótesis de partida

1 El fracaso

de todo supuesto

L a reflexión siguiente surge de la constatación de unaruptura: actividad física del hombre se ha desplazado de una fase práctica a otra simbólica, de forma apa­rentemente mimética; así, por ejemplo, en el 510 A . C . , aparece en Olimpia una carrera en armas (oplitódromo). en la época en que una estructura militar de ideal "isonómico" se sustituye al ideal arcaico del combate cuerpo a cuerpo de los jefes y de los héroes. Hablamos de "ruptura" ante la difi­cultad de instaurar las modalidades inmediatas de una transición. Recurrir a un supuesto de orden an­tropológico, que afirma que en el hombre el movi­miento es tan natural c o m o el descanso, fortalecido por un supuesto psicológico, de acuerdo con el que el hombre goza de su actividad física de por sí, equivale a un intento de sustituir aun mito fundador arcaico - al igual que el de Heracles, de origen mi -cénico, o el mito céltico de Cüchulainn - un "mito" positivista. L a brecha de significado queda, en a m ­bos casos, abierta.

Además , mientras que los arcaicos se dan cuenta del fenómeno de forma totalizadora, propia de los

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mitos fundadores, el segundo no logra aprovechar­se c o m o punto de partida específico para un análisis del deporte. N o permite acceder al concepto. Efectivamente, la actividad deportiva sin m á s y c o m o juego no tiene la m i s m a especificación que el deporte, sobre todo si con la denominación "sin m á s ' ' entendemos la falta total de cualquier objetivo productivo. D e manera análoga, la distribución de la noción de prestación, no detecta una línea de de­slinde, ya que remite a una mera modalidad de rea­lización.

Estas reflexiones se destacan de forma bastante evidente en un episodio de la Odisea, que vamos a considerar. E n el Canto V , versos 388/437, Ulises nada durante dos días y dos noches hacia Skyros (hoy m á s cono­cida por el nombre de Corfú), la costa de los Fea-cios, que por fin alcanza: "...desgarrada en un único punto, la piel abriósele,... y él, sin aliento ni voz yaciera, y apagado de valor en absoluto". E n el Canto VI , versos 48/109, Nausica y sus cria­das juegan a la pelota a orillas del río, mientras se­can sus prendas al sol.

E n el Canto VII, versos 131/233, Ulises, atrapado por la melancolía se niega a participar en los fe­stejos y en losjuegos que habían organizado los Fe-acios y Laodamante se burl a de él, mientras Euríalo lo insulta. Entonces, acepta lo que considera un reto y, sin desnudarse, toma un disco m u y grande y lo lanza con una potencia y a una distancia tales que constituyen un "récord" absoluto, constatado debi­damente porparte de Atenas. Ulises se enmarca en la esfera de lo sobrehumano, es decir de la prestación pura. E n el primer caso lle­va a cabo una prueba física contra los elementos, apoyada por lo que podríamos llamar "voluntad de supervivencia" y por lo tanto m á s allá del deporte, sin presentar características de actividad sin m á s . Y a que constituye una relación de fuerzas incom­parables - hecha metáfora en el conflicto entre P o ­seidon y Ulises, entre el límite m á s extremo de la humanidad y lo inhumano -, representa unamanife-stación que sobrepasa el deporte. L a segunda situación plantea el juego, entendido c o m o m o m e n t o de descanso durante el trabajo. Vi­sta la prestación m u y débil que supone el intercam­bio de una pelota, m o m e n t o recreativo para las chi­cas, podríamos acotar este episodio en el ámbito del deporte. Sin embargo, este juicio de valor ha de so­pesarse. A l igual que Ulises, Nausica y sus criadas

L a apari­ción de la noción en un texto arcaico

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no están preocupadas por marcar un récord, y ello nos permite trazar unalínea de deslinde que recoge la actividad de las jóvenes en una esfera ajena al deporte. N o obstante, analizando detalladamente la descripción de H o m e r o de esta escena, notamos que ella nos remite a una estética total m á s que a un esparcimiento. El juego consiste en pasarse la pe­lota y hacer que los intercambios duren lo m á s po­sible. L a escena constituye un m o m e n t o de ar­monía colectiva en el que se lleva a cabo una activi­dad ritual de comunión.

Otra descripción m á s detallada, aunque m e n o s sorprendente, del juego de la pelota, aparece en el Canto VIII, versos 370/380, que nos remite al bai­le. Trátase de una actividad física que tiene c o m o objetivo lograr la armonía a través de la estética; aquí H o m e r o se detiene y presenta la escena de un grupo de chicas que se introducen en la descri­pción, creando un marco íntimo y placentero, un poco narcisista, donde irrumpe Ulises. Aquino po­demos hablar de deporte; sin embargo, todavía hoy, la dimensión de competición de algunos de­portes parece integrar la dimensión estética: el pa­tinaje artístico existe oficialmente a partir de co­mienzos del siglo, desde hace unos quince años asi­stimos alas competiciones de natación sincroniza­da, que acercan el aspecto de las figuras al de la co­reografía. D e forma análoga, la evolución actual de la coreografía tiende a integrar prestaciones sa­cadas del ámbito de la gimnasia y de la acrobacia. ¿Podemos hablar de deportes o m á s bien de es­pectáculos? Los dos sectores parecen yuxtaponer­se.

La tercera situación se contempla de forma explíci­ta en el ámbito del deporte: la prueba de Ulises se enmarca en un cuadro normalizado, en un espacio específico que es el del agora y al m i s m o tiempo ri-tualizado. Aquí vemos fraguarse la estructura glo­bal totalizadora a través de la que el deporte se nos revela y camufla a la vez. La totalización se mani­fiesta ya en la palabra greca âthlon (verso 133), que contestaalo que consideramos c o m o la noción del deporte y cuya traducción consagrada es "jue­go".

Originariamente esta palabra remi tía al paradigma del dolor, del sufrimiento, del ultraje, luego del combate y de la lucha; sucesivamente, a raíz de un ligero cambio de sentido, toma el de competición físicay acabaporincluirla, designando ala vez ala propia prueba, al espacio en que se celebra y al pre­mio que la sanciona. Este último era originaria­mente una corona de olivo selvático, ya que la di­mensión sagrada a la que se asociaban los Juegos

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no permitía otra recompensa. Este tipo de totaliza­ción explica la prueba de Ulises c o m o prueba de­portiva: superando todas las normas. Para utilizar el lenguaje del deporte, el "handicap" de Ulises hace que su prestación sea absoluta, m á s allá de cualquier medición de cantidad o de calidad que pueda determinar un récord. Por lo menos hace falta la intervención de una diosa - Atenas - para que el disco lanzado al infinito pase de la prueba absoluta al récord absoluto. Es justamente a partir de este momen to que Ulises puede lanzar un reto a los Feacios. L o sobrehumano constituye parte inte­grante de lo humano . El desafío insolente de Ulises representa, en la época arcaica, el m o m e n t o del na­cimiento de un hecho deportivo, es decir el despla­zamiento de un combate real (agora) a una compe­tición simbólicayritualizada(âthlon). Por lo tanto, a partir de un atento análisis de este texto mítico, con referencia a datos hi s toncos y lin­güísticos, podemos plantear c o m o hipótesis signifi­cativa la constatación a posteriori que el deporte es el paso de una actividad finalizada y práctica a otra sin m á s y simbólica, que poco a poco se hace autó­n o m a , poniendo sus propias reglas estructurales y que, gracias a su naturaleza de "hecho social total", permite acceder a la dimensión ética.

n Antes de cualquier otra cosa, cabe definir con L a definí' mayor precisión la noción de ética que relaciona- ción de m o s con el deporte. H a y que evitar el contrasentido nociones que confundiría la ética con la moral, para no vol- •* ver a la serie de postulados normativos ideológicos -*-susodichos. La ética L a ética no es una moral, es decir un conjunto de re­glas positivas que afectan las costumbres en una sociedad en un determinado m o m e n t o de su histo­ria. L a noción de deporte no puede confundirse con un estado de la costumbres, también porque la hi-

Ï storia de los deportes refleja su evolución. L a con­dena sería la pérdida de su carácter irreductible y su disolverse en su propia transparencia, lo que su­pondría una incongruencia. O bien, podría abrirse a la alienación, entendiendo con eso la regresión al nivel m á s bajo de lo social, lo que convertiría el de­porte en un artimaña de lopolítico, donde lacompe-tición del capitalismo ultraliberal se sublimaría en una mística del individuo y el totalitarismo en una comunión colectiva. N o es nada desdeñable la m a ­nera en que las distorsiones ideológicas han podido y pueden ejercerse sobre el deporte, a m e n u d o de­sviado de lo político. D e aquí la sospecha que se ha levantado sobre el olimpismo, cuyo ideal se ha con-

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siderado también c o m o un regreso a una mitología totalizadora, a un culto colectivo, rebotando en re­quisitorias violentas. L o que entendemos por ética es lo contrario de las modificaciones que actúan c o m o sovraestructuras contralas cuales algunos se han levantado. Podemos definirla c o m o la constatación de una re­lación de balance explícito y total, una acción al m i s m o tiempo de instauración y de revelación, pro­cedente de un juicio. Literalmente, la palabra "éthos" designa el lugar definido en su especifica­ción y familiaridad: la guarida de un león, un nido, una casa, una selva..., acabando por definir, por abstracción, el carácter específico, la forma de ser de por sí y, por extensión, el estado de las cosas y la relación de significado que les ofrece especifica­ción y familiaridad. D e este proceso, lo ético se en­tiende c o m o lo que nos permite acceder al m u n d o , c o m o lugar necesariamente familiar, cogiendo su relación de significado que nos permite vivir en él, m á s que dejarse vivir.

Saliendo de esta relación es posible, a nuestro jui­cio, detectar la dinámica necesaria para que nue­stros análisis sean coherentes. H e m o s visto c ó m o el fenómeno deportivo no puede encontrar un fundamento fuera del mito: vemos el riesgo que supone un fundamento equivocado, fru­to fraudulento de una ideología que contaminaría el verdadero deporte. Por ello, nos planeamos abandonar cualquier cimiento en favor de una gé­nesis, arrancando de un sujeto que tal vez pueda expresarse por las palabras de Espinoza: " C u m M e n s se ipsam, suamque agendi contemplatur, la-etatur, et eo magis, quo se suamque agendi poten-tiam distinctius imaginatur" (Cuando el espíritu se contempla a sí m i s m o y a su voluntad de acción, se alegra; pero "laetatur" puede traducirse también c o m o "se acostumbra"; Ethica, III, frase 53), que de por sí es una ética.

2 La génesis Etimológicamente.debidoasuexactaprocedencia del deporte del inglés en el siglo X I V de un vocablo del antiguo

francés que hace sus primeras apariciones en una novela de la escuela normanda de finales del siglo XII, el Eneas, el deporte, es en realidad un "de­sport". Dicho de otras palabras, es un pasatiempo, un esparcimiento, unconjunto de acciones destina­das para que alguien disfrute de un m o m e n t o pla­centero. L a dimensión de juego parece primar, y el juego se convierte en un género literario cultivado en ámbi­tos religiosos, en las cortes, en los salones; el Jeu

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d ' A d a m es un drama semilitúrgico de finales del si­glo XII, y el Jeu de la feuillée ( 1276) así c o m o el Jeu de Robin et Marion ( 1282) de A d a m le Bossu y los Jeux floraux instituidos en 1323... U n a manifestación de civilización y una actividad que se convierte en la expresión de una casta. Vuél­vase a leer, a este propósito, la literatura europea, c o m o lugar de convergencia y de mezcla de n u m e ­rosas fuentes, desde los trovadores hasta finales de la época barroca, desde el Cantar del M í o Cid (1147) hasta los Pensées de Pascal, con particular atención a los movimientos ragrupados en el Rena­cimiento, y destacará el "deporte, el "sport", el "de­sport", el "juego" y el "esparcimiento" c o m o prer­rogativa de la nobleza. O mejor dicho, de los que pudieron ambicionar, de hecho y de derecho, a la forma de vida propia de esta casta, escapando del orden contemplativo que exigía el rezo y de la ac­ción finalizada al trabajo y a la producción. D e esta manera, la dimensión de juego del "desport" parti-cipade una visión del m u n d o que constituye el ima­ginario de una sociedad y de una visión coherente que ella tiene de sí misma . El término se completa sucesivamente, llega a su plenitud de significado, en laemergenciadel sujeto europeo con ocasión de aquel desbarajuste, denominado Renacimiento, que rumpe con el Medioevo. A la línea de deslinde entre trabajo y juego se sustituye la que hay entre uso y goce, en el sentido jurídico del término, que cada uno puede tener de su propio cuerpo. El ideal medioval del valiente, enmarcado en una visión ar­caica de la virtud descansada en la virilidad y en la fuerza, deja espacio a la confianza en sí mismos, vi­sta c o m o posibilidad de romper unarelación de uso, a través de la que el cuerpo se alienaría en un medio de producción.

Asistimos a la realizazión del sujeto total. Justa­mente a partir de esta percepción de sí mismos, el deporte saca su dimensión competitiva considera­da un componente básico del deporte. Queda por definir con mayor exactitud, la relación existente entre el deporte y el juego. Originaria­mente, parece que laideade "desport" se relaciona­ra con la noción de competición y de apuesta (que aparece de manera polisémica, incluso contra­dictoria, c o m o supervivencia de la naturaleza ori­ginariamente divinatoria del deporte arcaico y c o m o dato ideológico contemporáneo; véase por ejemplo las siguientes obras: Alien Guttmann, F r o m ritual to record: the Nature of Mode rn Sport, Columbia University Press, 1978; Henning Eich­berg, Der W e g des Sports in die industrielle Zivili­sation, N o m o s , 1974; Michel Bouet, Signification

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du sport, P U F , 1968), combinando el determini­s m o de la acción con la casualidad. Mientras que las reglas del juego se limitan a apuntar al conjunto de las posibilidades ofrecidas para alcanzar un pre­mio y se presentan c o m o un conjunto de leyes prohibitivas, las reglas del juego determinan el re­sultado alograr, los mediosparalograrlo, el tiempo y el lugar, es decir,toda una postura y un estado cor­poral entendidos tanto c o m o condición previa que c o m o ejecución. D e la dimensión de la apuesta vemos brotar una estructura característica del deporte, la del progre­so hacia el infinito, no c o m o perfectibilidad sino c o m o descubrimiento hacia el infinito de las poten­cialidades. Mientras que los juegos de azar se fun­dan en una distribucción probabili sta de las posibi­lidades que dependen de la seguridad a largo plazo, el "desport" es el hallazgo del hombre de unainde-terminación del m u n d o , y por consiguiente, de su inagotable capacidad de crear una relación ade­cúala y espantánea con sí m i s m o , con los demás y con el m u n d o . D e aquí desprendemos una diferen­cia estructural básica, que hace que las reglas del juego obedezcan a una codificación basada en un supuesto de racionalidad que implica la unanimi­dad de los jugadores. U n a de las consecuencias fundamentales de este supuesto fue que, por ej e m -plo, cuando la esgrima llegó a su apogeo a finales del siglo XVIII, perdió cualquier contenido e m o ­cional para desembocar en una competición técni­ca, hasta el punto que a veces se enfrentaba el c o m ­bate c o m o si de un partido de pelota se tratara, sin animosidad ni conflicto de honor, y el combate de­cantaba hacia la coreografía y el esfuerzo se re-ducíaamero virtuosismo.

A la dimensión de juego y subjetiva del deporte se añade otra que denominaría "transindi vidual", con miras a lograr no sólo la estructura política de una comunidad, sinotambién laestructuraritual de una comunión. L a relación entre subjetivismo y transindividuali­s m o no es la de una subordinación o de una sustitu­ción de uno por otro, sino la de enlace: el subjetivi­s m o está presente incluso en los deportes colecti­vos, ya que el equipo no se considera c o m o un conjunto informe o un enjambre desordenado, sino c o m o un grupo donde cada uno juega un papel es­pecífico, de manera que la identidad colectiva re­sulta de las sumas de las identidades individuales; la prueba individual tiene sentido sólo si se inserta en un grupo, que en última análisis, resulta ser el propio universo. El deporte manifiesta una originariedad básica.

Por ello, podemos hablar, en el ámbito histórico, de una arqueología y de una prehistoria del deporte. El deporte participa de la esfera del juego. Incluso en las cumbres del deporte se sigue jugando al ten­nis, al igual que en la mayoría de los deportes con una pelota y a diferencia de la equitación, de la esgrima, de la lucha o de la carrera, que podrían re­presentar, en su sustancia, sólo una reproducción mimética de la guerra y de la caza con objetivos tanto de entrenamiento c o m o de ritual. Desde este punto de vista, el deporte nació con el hombre. D e acuerdo con la tesis del gran historiador holandés JohanHuizinga en su " H o m o ludens" ( 1938), dado que los animales se dedican ajuegos físicos, rituali-zados y organizados c o m o verdaderos "encuen­tros", cabe preguntarnos si el deporte no preceda al hombre. Esta dimensión animal del deporte forma parte del imaginario de una corriente de pensa­miento que toma en cuenta cierta nostalgia de los orígenes, corriente de la cual Friedrich Schiller con Briefe über der ästhetische Erziehung des M e n ­schen (Cartas sobre la educación estética del h o m ­bre, 1795 ), Jean Giraudoux con su Max imes sur le sport, 1928, o Jean Prévost, con su Plaisir des spor­ts, 1976, analizan tres momentos. N o resulta sor­prendente la aparición .desde los albores de la hu­manidad, de los documentos y los vestigios que ate­stiguan la existencia de los juegos físicos: si, alre­dedor de 3500 A . C . , las pinturas rupestres de La-scaux nos muestran a cazadores, alrededor del año 2000, la tumba egipcia de K h n o u m Holer (dinastia XII) está adornada con una pintura parietal que re­presenta estupendamente a cuatro chicasjugando a la pelota. Este género de arqueo-deporte tiene su origen en lo sagrado.

Para volver a la clasificación que propone Roger Caillois en su obra Les jeux et les h o m m e s , 1958, los juegos se subdividen en los que abarca el âgon (competición), el alea (casualidad), el illinx (deseo de vértigo) y el mimicry (ficción). L a noción de deporte se circunscribe en estas cuatro categorías, lo que resulta contradictorio, ya que están en contradicción entre ellas. El arqueo-deporte participa de las dos primeras, del âgon y de la alea, de la competición y de la divina-d o n , con figuras históricas que abarcan desde los Juegos Pítios, dedicados a Apolo, que se celebraron en Delfos en el siglo VIII A . C . , hasta las ordalías que terminaron con su condena por parte del Conci­lio Laterano, en 1215. Sin embargo, las reglas del alea y del illinx resultan bastante particulares, crue­les y transgresivas, de forma m u y ritualizada en el

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alea y de manera m á s libre y salvaje en el illinx. Intentar localizar a los agureros, al juicio del dios o de Dios, provocando una reacción en él, c o m o propósito último del Juego o de la Lucha, equivale a un intento de matizar y puntualizar el límite entre lo h u m a n o y lo divino en la dimensión del alea. Es la razón por laque, a partir del año 512 A . C . , los Juegos Píteos desviaron su significado: c o n m e m o ­raron la victoria de Apolo solar contra la serpiente Pitón, es decirla desaparición de una forma hostil a lo inhumano, una victoria del uranio solar contra el ctonio telúrico, junto al mito de lafundación de Delfos que presenta un aspecto político. Cabe re­cordar ladoble naturaleza, ctoniayurania, de A p o ­lo, Dios de la armonía y Dios lancero, dependiente delmundode "manatos".

L a caracterización del illinxresulta bstante ex­traña: tanto que se trate de trance, hipnosis, narco­sis c o m o de cualquier otra forma de éxtasis, parti­cipa siempre de lo no-humano y de lo inhumano, c o m o ekstase, es decir, un estado externo a sí m i ­s m o . Si puede insertarse en el juego es solamente c o m o juego perteneciente al c a m p o de la trnsgre-sión. El vértigo voluntario, c o m o voluntad de auto-alienación, pertenece al c a m p o deljuego: el carna­val, el disfraz, lo bufonesco, introducen el vértigo en la esfera del poder, de la muerte, y de la realidad, de que se burlan. Pero el deporte se presenta c o m o un ritual marcado por la medida en el sentido glo­bal del término: el espacio reenvía a una métrica, el tiempo a una cronología, los participantes y las condiciones subyacen a una necesidad de igual­dad, las prestaciones se miden con escrúpulo y, a excepción deljudo, esoterismo en el que tres cintu-rones representan el camino y las etapas interiores para llegar a la perfección, los títulos se miden cui­dadosamente; el rechazo radical de esta condición extática, conocida c o m o "dopaje", es la necesidad de un "fair play", que representa el paso de un "play" (juego libre) aun "game" (juego social re­glamentado). E n efecto, el Cronos, tiempo, presi­día los Juegos Olímpicos, cuyo fundador fue H e ­racles, el que liberó la Tierra de los monstruos, es decir, de lo inhumano aplastado por la parte de la humanidad que casi aparece lo sobrehumano, en­carnado por el héroe.

Pero el deporte ha recuperado su dimensión del il­linx justamente con el contramodelo deportivo, aparecido en los años setenta: el movimiento "fun". Surgido de una reacción hacia la regla deportiva y la medida, se articula alrededor de la noción de "deslizamiento" en todos losespacios posibles: ne­vosos, acuáticos, asfaltados y aéreos. Su lema es:

" W e are fun, only fun and w e like it", un intento de rozar la muerte con la práctica violenta de una re­presentación que no es morbosa. El happening se sustituye a la competición y el objetivo llega a ser la sensación nueva que se expe­rimenta cuando el cuerpo planea o se proyecta en situaciones extremas. Si el benji - más conocido por el nombre de "salto con elástico"-, sigue gozando de mala prensa, el kilómetro lanzado, es decirla ve­locidad más elevada que puede alcanzarse en un tiempo mínimo con dos esquíes sobre una pista oportunadamente proyectada que no presenta al­gún género de rugosidad, en condiciones de adhe­rencias excelentes (algo c o m o 223 K m s / h . en diez segundos), aparecía c o m o disciplina demostrativa en el programa de los Juegos Olímpicos de 1992 ; si la recuperación calla a la disidencia, se rescata so­bre todo lo que Jean-François Lyotard llamaba la "lógica del golpe", en este caso el efecto de sorpresa. Veamos finalmente larelación que existe entre el deporte y el mimicry. E n primer análisis pa­rece que el fingir puede reconducirse al proceso mi-mético desde la actividad guerrera o cinegética ha­sta el deporte, suponiendo un umbral de violencia mucho más bajo: los deportes de combate se basan sobre la utilización de armas más o menos neutrali­zadas y sobre la capacidad de "fingir" los golpes. N o descarto la aceptación unánime de esta prácti­ca; Norbert Elias, en Actes de la recherche en sciences sociales, n u m . 8,1979,poneelejemplodel boxeo donde se estrangularía al adversario, rom­piéndole los miembros, pero a mi juicio, el boxeo consistía ya en hacer caer tres veces al adversario, c o m o ocurre actualmente en la lucha grecorroma­na. Sin embargo, las fuentes que utilizamos Elias y yo son casi las mismas: Homero , Hélide de Pausa-nia (alrededor de 170) y el Anacharsis de Luciano ( 181 ), al que hay que añadir el maravilloso discur­so olímpico en el Olympique de Lisis (388 aprox.). Los accidentes acaecieronconmayorfrecuenciaen el Medioevo y en la época moderna: en 1850, los encuentro de boxeo alcanzaban récords de violen­cia y podían durar incluso cien horas. Cuando, en 1891, el Marqués de Queensbury obligó que se usaran los guantes y limitó atres minutos los "roun­ds", los hombres, rescatados del miedo al Knock-out y del riesgo de hacerse daño en las manos, de­scartaron cualquier estrategia de defensa, convir­tiendo el boxeo, deporte de ficción, en un deporte de resistencia: empezaron a tomar los golpes. Cuanto menos se sufre tanto más se hace daño uno. El mimicry presenta una segunda figura, cósmica, que pertenece tanto a los deportes que se juegan con

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m El deporte

y su ética específica

1 La coacción y la libertad

una pelota, c o m o a la esgrima y que destaca a partir del Renacimiento. Eljuego del espadachín al igual que el del jugador de balóncuerda, empieza a geo-metrizarse, mimando con el cuerpo la dependencia absoluta del universo de la cifra y de la figura. L a pelota era el planeta y los jugadores los demiurgos ; los gestos del espadachín adquieren una geometría parecida a una cosmografía y la espada, al igual que la pelota, parece un instrumento para medir pa­recido a un astrolábio. Véase a este propósito dos obras del Renacimiento: el Traité contenant les se­crets du premier livre de l'épée seule de Sainct-Di-dier ( 1573 ) y el Trattato de scientia d'arme con un dialogo di filosofia de Agrippa ( 1553).

Agonha logrado sustituirse a alea, integrando il-linxy accediendo a lo simbólico a través de mimi ­cry. Sin embargo, hay que acercar agón con ago­nia, la competición con el combate de los cuerpos y del alma, la angustia, que ha dej ando su rastro en el combate último de todo individuo y que denomina­m o s agonía. Q u e uno implore o invite o evoque la divinidad, que ella se manifieste o que el hombre se tranquilice gracias a la competición y al triunfo, el deporte pa­rece definitivamente marcado por el sello de un combate contra la angustia.

E n el marco de nuestra reflexión, la relación que acabamos de destacar, es fundamental desde el punto de vista lingüístico e histórico, para la crea­ción de unaética.Lalínea de deslinde clásicaentre juegoy trabajo, ocio(otium)y negocio (negotium), sería el momen to de ruptura de la coacción a la li­bertad a corto plazo, donde el hombre podría apun­tar exclusivamente hacia su propia supervivencia, es decir, hacia sí mismo, hacia un orden del m u n d o a través del cual puede volver a su propia interiori­dad. G o z a m o s practicando un deporte y a la vez sufrimos.

¿ C ó m o podemos explicar este binomio antitético de dolor y placer? Representa una relación nueva entre libertad y co­acción, que ya no se polariza hacia la alienación sino hacia la completa confianza y dominio de sí mismo . Aquí resulta clara la separación entre otiu-m y negotiumEl trabajo estácaracterizado por el predomino aparente de un estado de las cosas que tenemos que cambiar. Nuestro cuerpo queda atra­pado en una relación de coacción, de al que intenta­m o s salir para volver aun estado tolerable. Se pre­senta originariamente c o m o un estado transitorio.

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una sensación de necesidad que hay que satisfacer. E n una situación arcaicay mítica, el trabaj o signifi­caba supervivencia frente a un entorno a menudo hostil, del que el hombre dependía físicamente, pero poco apoco ha ido adquiriendo características abstractas - bien religiosas y económicas -, relacio­nadas con la evolución de un medio ambiente a en­torno social y complej o. U n a muestra de ello sería la esclavitud del tercer orden, encargado de reempla­zar las necesidades de los demás dos y de asumirse el pecado original en la ciudad de Dios en la tierra que pretendía ser la sociedad feudal, o bien el valor de trueque relacionado con la aparición de una so­ciedad mercantil cosmopolita, surgida con el desar­rollo del protestantismo, con la aparición de la bur­guesía en la escena política europea y con la prime-rarevolución industrial. El deporte se presenta aquí c o m o el logro de la libertad, ya que el esfuerzo se entiende c o m o dominio de sí mismos. La competi­ción contra los demás tiende hacia el punto m á s ex­tremo que puede alcanzarse, hacia la prestación. El deporte es ritual y "desport" a la vez. Enlaza la su-misión a la re gla con la acción que libera al hombre de toda dependencia, convirtiéndole en actor, brin­dándole la posibilidad de "autosuperarse", algoque puede ser una revelación de sí m i s m o . D e forma análoga al pensamiento de los Griegos, el m u n d o , la ciudad y el individuo mantienen una relación de microcosmos a macrocosmos y de macrocosmos a cosmos, es decir orden. Por lo tanto, si la coacción al trabajo responde a una necesidad de producir, si la supervivenciapuede ennoblecerse en una acción sobre el m u n d o , es sólo a través de una conciencia ética, de una conciencia que regresa a sí misma y a través de este proceso accede a la totalidad.

Otro eje de reflexión se une al anterior. El juego es ¿* también evolución de lo real a lo simbólico. El de- Lo real y lo porte fue el momen to en que la actividad física tuvo simbólico una dimensión abstracta, es decir libre de cualquier objetivo práctico. Y a que participa de alea y de mi ­micry, el deporte accede a la realidad en forma de "actuar c o m o si.. ", proyectándose de forma espon­tánea (propia de la relación que tenemos con nue­stro cuerpo) y simbólica el m u n d o c o m o cifra de la que se nos ofrece la clave. Los demás, al igual que yo, son antagonistas y compañeros en esta medi­ción del espacio y del tiempo ritual, simbólo del espacio-tiempo de un cosmos. Mientras tanto, este combate de lo real en lo simbólico es el descubri­miento global e intuitivo de los demás, sin conflicto, dado que éste se resume en una alianza. El m u n d o

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se nos revela ordenado y nos imponemos ante él con una ética.El deporte codifica con dificultad lo que se nos ofrece, en la realidad, en forma de peli­gro imprevisible. Desde las facetas de mimcry e il-linx, el riesgo escapa a la casualidad para conver­tirse en elemento integrante del m u n d o . Si se da una lucha, el objetivoyano es la vida, sino laprestación que se inscribe en el movimiento circular del ápice y del declino de los astros y de los seres. La muerte se convierte en muerte cósmica, promesa en la tier­ra de una resurrección. El hombre intenta acceder al superhombre, exhibiendo su autodominio encar­nado en su cuerpo. Volviendo a la frase de Espino-za: "Cuando el espíritu se contempla a sí m i s m o y a su potencia de actuar, se alegra, y cuanto m á s cla­ramente la imagina", bajo la que pensábamos en­contrar lafuente éticadel deporte, descubrimos en­tonces la pregunta fundamental a la que contesta eternamente el deporte:¿Hasta dónde puede llegar un cuerpo ? Puede revelarse la forma m á s auténtica de acceso al mundo , ya que - aunque sin enterar­nos-, no tenemos real acceso al m u n d o si bien a tra­vés de nuestro cuerpo. Es un m u n d o hecho de senti­dos y de significados que vamos construyendo pau­latinamente. El deporte actúa c o m o lugar de con­vergencia simbólica de nuestro m u n d o particular y del cosmos. D e aquí se desprende su estructura c o m o "hecho social totalizador" que nos remite ala ampliación a la trascendencia, donde el individuo se funde con ella.Pero es en la doble dimensión ab­stracta y global de lo simbólico que puede verse la ética, la revelación de una coherencia, de un signi­ficado.

•^ H e m o s visto c o m o el deporte se relaciona con la La ética más práctica social : los Juegos Pitios echan los cimien-

originaria tos de la civilización en las conciencias, remontán­dose a la contemplación mientras se celabra 1 a fun­dación de Delfos: los deportes participaban de lo religioso y el ritual del deportista sigue represen­tando una cosmografía. Cada uno de las tres órde­nes de la práctica, de la contemplación y del "de-sport' ' tiene sin embargo su propia dimensión ética. L a práctica constituye un sistema de acceso al m u n d o en el sentido de la transformación, una ac­ción inmanente sobre el m u n d o que tiene c o m o objetivo su conversión en algo vi vible, actuando en la esfera de lo real. Cabe recordar el famoso frag­mento de la "Fenomenología del espíritu" de H e ­gel, conocido por el nombre de "la dialéctica del a m o y del esclavo", en que la alienación de un cuer­po servil se pone patas arriba, considerándose

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c o m o dominio y confianza, lograda gracias a la ac­ción sobre las cosas y la transformación del m u n d o . P o d e m o s llamarla una economía en el sentido ori­ginario de lapalabra.La contemplación representa una forma de alej amiento en la que el entendimien­to procede desde un punto de vista trascendental, el del concepto. L a religiosidad, las ciencias y la filo­sofía persiguen el conocimiento del m u n d o a través de un saber abstracto, revelado o constituido, surgi­do de la posibilidad de definir la realidad a través del lenguaje. Esta se nos entrega gracias a una re­flexión, en los dos significados del término. Es lo que llamamos lógica, es decir la creación de "un otro" radical que aquí sería el mundo.Pero el depor­te ofrece una relación inmediata con el m u n d o : no ha de respetar la parada necesaria a la percepción de una obra que caracteriza la elaboración de la economía, ni la de la reflexibilidad propia de la ló­gica. D e hecho, el deporte se diferencia ya que no tiene algún objetivo específico, sino que encuentra su validez en su realización. Por eso, representa la ética m á s fundamental y arcaica, ya que se desem­peña c o m o un ritual que apunta y da en el blanco, logrando convertir el espacio en un lugar vivible.

El deporte es una abstracción sin concepto, quizás anterior al lenguaje, y una práctica que no necesita otros objetivos m á s que sí m i s m a , en laque el m u n ­do se revela intuitivamente c o m o un lugar "que m e partenece", familiar. Es un acceso a la apertura con el cierre sobre sí, sin alteridad ni apuesta, que no tie­ne otro blanco m á s que sí m i s m o y sin embargo al­canza la totalidad. Es la prestación absoluta de una acción que se con­funde con la apuesta y abarca todo lo demás . Es "hecho social total", dado que el c a m p o de libertad, de juego, en el que el m u n d o se revela al hombre sin mediación ni reflexión, sin especulación ni cálculo, es el despliegue de la potentia agendi de la que ha­bla Espinoza. E s el fenómeno gracias al que, ante una realidad aleatoria, ajena e inquietante, el h o m ­bre percibió la ritualidad de un lugar sometido a la medida en el sentido de promesa de otro lugar, que yanoseráajeno:elmundo.Terminemosconlas pa­labras que concluyen el "Discurso Olímpico" de Lisia: "Heracles preparó una fiesta que fue u n con­curso de fuerza, una emulación de riqueza, un de­spliegue de inteligencia, en el lugar m á s bonito de Grecia: asilos Griegos se reunirían para very escu­char aquellas maravillas, y esta comparación, pen­saba, permitiría el nacimiento entre ellos de u n afecto recíproco".

Conclusión La ética que crea el deporte es originaria y fundamental

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Editado el mes de diciembre de 1993 por la Tipografia Canessa