El fin del amor 1 - El Dominical

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6 • El Dominical • Lima, 13 de febrero del 2011   D namujerfallece.No haytragedia,esuna muerte natural. No hay viudo, ni hijos huérfanos, es una mujer solte- ra. Cuando entran a su casa en LaVictoria,hayanloquehabía atesorado durante años: pilas  y pilas de fotonovelas. Para ella, la llamada tía solterona delafamilia,esasrevistaseran lapuertadeentradaparafan- tasear y vivir otras realidades dentro de cuatro paredes. Para el resto de sus familiares, sin embargo, solo eran rumas de papeles a echar a la basura.  Y eso fue lo que ocurrió. Tan triste como suena. El caso de esta fanática, ocurrido en la década del 90, revela –sin exagerar– cómo hasidoeldevenirdelafotono-  vela en el Perú: un género con un público cautivo en los años 60 y 70 y que, con el correr del tiempo, fue quedándose desamparado, sin la opor- tuna y casi efímera industria peruana que los alimentó de forma continua, más aun tras el gobierno de Velasco, que prohibió el ingreso de revistas extranjeras como las fotono-  velasmexicanas.Ysobretodo, su caso muestra cómo fue y es percibida para una gran ma-  yoría la fotonovela en nuestro país: un género menor, casi deleznable,algodeloquehay que olvidarse, o tomárselo como entretenimiento. Para granpartedelosproductores, guionistas, actores y artistas que trabajaron en ese momen- to fue así, menos para sus lec- tores. Nadie la tomó en serio, perosílosquelaconsumían.Y algunosmás. Cuarenta años después del pequeño boom de estas narraciones con imágenes en nuestro país, surge una pareja deinvestigadoresquelasres- cata con miras a reivindicar el género. Aunque haya llegado tarde para obtener la colec- ción de esa fanática soltera de La Victoria. “Fue una pena es- cucharesahistoria.Nosotros hemos tenido que recurrir a muchos lugares de Lima para conseguir fotonovelas. Hay mexicanas, pero peruanas, que son las que buscamos, casi ya no. Teníamos algunas porque nos interesaba bas- tante la estética. Y como es un género menospreciado, vimos por dónde tomarlo. La idea era aprovechar la carátula, y las Daniel Contreras y Sophia Durand han recopilado fotonovelas peruanas con miras a una exposición que reivindique el género. Ellos rescatan su valor artístico y documental y abren una interrogante: ¿Por qué el arte peruano nunca ha dialogado con lo cursi? El lugar que se MERECE Gonzalo Galarza Cerf   D

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8/7/2019 El fin del amor 1 - El Dominical

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6 • El Dominical • Lima, 13 de febrero del 2011  D

na mujer fallece. Nohay tragedia, es unamuerte natural. Nohay viudo, ni hijos

huérfanos, es una mujer solte-ra. Cuando entran a su casa en

La Victoria, hayan lo que habíaatesorado durante años: pilas y pilas de fotonovelas. Paraella, la llamada tía solteronade la familia, esas revistas eranla puerta de entrada para fan-tasear y vivir otras realidadesdentro de cuatro paredes.Para el resto de sus familiares,sin embargo, solo eran rumasde papeles a echar a la basura. Y eso fue lo que ocurrió. Tantriste como suena.

El caso de esta fanática,ocurrido en la década del 90,

revela –sin exagerar– cómoha sido el devenir de la fotono- vela en el Perú: un género conun público cautivo en los años60 y 70 y que, con el correrdel tiempo, fue quedándosedesamparado, sin la opor-tuna y casi efímera industriaperuana que los alimentó deforma continua, más aun tras

el gobierno de Velasco, queprohibió el ingreso de revistasextranjeras como las fotono- velas mexicanas. Y sobre todo,su caso muestra cómo fue y espercibida para una gran ma- yoría la fotonovela en nuestropaís: un género menor, casideleznable, algo de lo que hay que olvidarse, o tomárselocomo entretenimiento. Paragran parte de los productores,guionistas, actores y artistas

que trabajaron en ese momen-to fue así, menos para sus lec-

tores. Nadie la tomó en serio,pero sí los que la consumían. Y algunos más.

Cuarenta años despuésdel pequeño boom de estasnarraciones con imágenes ennuestro país, surge una parejade investigadores que las res-cata con miras a reivindicar elgénero. Aunque haya llegado

tarde para obtener la colec-ción de esa fanática soltera deLa Victoria. “Fue una pena es-cuchar esa historia. Nosotroshemos tenido que recurrir amuchos lugares de Lima paraconseguir fotonovelas. Hay mexicanas, pero peruanas,que son las que buscamos,casi ya no. Teníamos algunasporque nos interesaba bas-tante la estética. Y como es ungénero menospreciado, vimos

por dónde tomarlo. La idea eraaprovechar la carátula, y las

Daniel Contreras y Sophia Durand hanrecopilado fotonovelas peruanas con mirasa una exposición que reivindique el género. Ellos rescatan su valor artístico y documental

y abren una interrogante: ¿Por qué el arteperuano nunca ha dialogado con lo cursi?

El lugarque seMERECE

Gonzalo

Galarza Cerf  D