El gran misterio de las relaciones humanas es el hilo conductor de · 2020. 2. 2. · que me...

108

Transcript of El gran misterio de las relaciones humanas es el hilo conductor de · 2020. 2. 2. · que me...

  • Elgranmisteriodelasrelacioneshumanaseselhiloconductorde¿Quémequieres,amor?Relatosduros,algunosconunadurezaextrema,encaramadosaldolorya lasoledad,perodondeemergenlaternurayelhumorcomolosmejoresamuletosylasposibles salvaciones de los males del mundo actual. Un viajante, vendedor delencería,esperaansiosolareaparicióndesuhijo,yrecibelamilagrosaayudadeunhéroedelrock.Elmisteriodelaluzdeuncuadro,LalecheradeVermeer,devuelvaaun escritor al regazo de la madre. Un niño tiene su mejor aliado y amigo en untelevisorportátil.Unjovensaxofonistaencuentraeldondelamúsicaenlamiradadeunachica,enunaverbenapopularinvadidaporlaniebla.Lalenguadelasmariposas,relatoquedioorigenalguióndeRafaelAzconaparalapelículadelmismonombre,es sin duda una obra sublime. Trata de la amistad entre un niño y su maestroanarquista, que nace de lamutua curiosidad por la vida de los animales, y que esdestrozadaporlabrutalidadde1936.

    Página2

  • ManuelRivas

    ¿Quémequieres,amor?ePubr1.2

    Titivillus25.10.2019

    Página3

  • Títulooriginal:¿Quemequeres,amor?ManuelRivas,1995Traducción:DoloresVilavedraIlustraciones:MGDDiseño:TheBlindGirl,JohnEverettMillais(1854)Editordigital:TitivillusCorreccióndeerratas:AuroraeLuxePubbaser2.1

    Página4

  • AYoyo,quedibujaalpendresparasoñar

    Página5

  • ¿Quémequieres,amor?

    Amor,ativenh’oraqueixardemiasenhor,quetefazenviar

    cadaudormiosemprem’espertarefaz-medegramcoitasofredor.

    Poism’elanomquereveernemfalar,quemequeres,Amor?[1]

    FERNANDOESQUIO

    Sueñoconlaprimeracerezadelverano.Seladoyyellaselallevaalaboca,memiraconojoscálidos,depecado,mientrashacesuyalacarne.Derepente,mebesaymeladevuelveconlaboca.Yyoquevoytocadoparasiempre,elhuesodelacerezatodoeldíarodandoeneltecladodelosdientescomounanotamusicalsilvestre.

    Porlanoche:«Tengoalgoparati,amor».Dejoensubocaelhuesodelaprimeracereza.Peroenrealidadellanomequierevernihablar.Besayconsuelaamimadre,yluegosevahaciafuera.Miradla,¡megustatanto

    cómosemueve!Parecequesiemprellevalospatinesenlospies.Elsueñodeayer,elquehacíasonreírcuandolasirenadelaambulanciaseabría

    caminohacianingunaparte,eraqueellapatinabaentreplantasyporcelanas,enunsalónácristalado,yveníaapararamisbrazos.

    Porlamañana,aprimerahora,habíaidoaverlaalHíper.Sutrabajoerasurtirdecambioa lascajerasy llevar recadospor lassecciones.Paraencontrarla, sólo teníaque esperar junto a la Caja Central. Y allí llegó ella, patinando con gracia por elpasillo encerado.Diomedia vuelta para frenar, y la largamelenamorenaondeó alcompásdelafaldaplisadarojadeluniforme.

    «¿Quéhacesporaquítantemprano,Tino?».«Nada».Mehiceeldespistado.«VengoporcomidaparalaPerla».Ellasiemprelehacíacarantoñasalaperra.Excusodecirqueyoloteníatodomuy

    estudiado.ElpaseonocturnodePerla estaba rigurosamente sometidoalhorariodellegadadeLola.Eranlosminutosmáspreciososdeldía,allí,enelportaldelbloqueTulipanes, barrio de las Flores, los dos haciéndole carantoñas a Perla. A veces,

    Página6

  • fallaba,noaparecíaalas9.30yyoprolongabayprolongabaelpaseodelaperrahastaqueLola surgiese en la noche, taconeando, corazón taconeando.En esasocasionesmeponíamuynerviosoyellameparecíaunaseñora,¿dedóndevendría?,yyounmocoso. Me cabreaba mucho conmigo mismo. En el espejo del ascensor veía elretratodeun tipo sin futuro, sin trabajo, sin coche, apalancadoenel sofá tragandotodalamierdaembutidadelatele,rebañandomonedasporloscajonesparacomprartabaco. En esemomento tenía la sensación de que era laPerla la que sostenía lacorreaparasacarmeapasear.Ysimamápreguntabaqueporquéhabíatardadotantoconlaperra,ledecíacuatroburradasbiendichas.Paraqueaprendiese.

    AsíquehabíaidoalHíperparaverlaycogerfuerzas.«Lacomidaparaperrosestáalladodelospañalesparabebés».

    Semarchósobrelospatines,meciendorítmicamentelamelenaylafalda.Penséenelvuelodeesasavesemigrantes,garzaogrulla,quesevenenlosdocumentalesdedespuésdecomer.Algúndía,seguro,volveríaparaposarseenmí.

    Todoestabacontrolado.DombomeesperabaenelaparcamientodelHíperconelbugaafanadoesanoche.Meenseñóelarma.Lapeséenlamano.Eraunapistoladeaire comprimido, pero la pinta era impresionante. Metía respeto. Iba a parecerRobocop o algo así. Al principio habíamos dudado entre la pipa de imitación orecortarlaescopetadecazaquehabíasidodesupadre.«Larecortadaacojonamás»,habíadichoDombo.Yo había reflexionadomucho sobre el asunto. «Mira,Dombo,tienequesertodomuytranquilo,muylimpio.Conlaescopetavamosaparecerunoscolgados,yonquisoalgoasí.Ylagenteseponemuynerviosa,ycuandolagenteestánerviosahacecosasraras.Todoelmundoprefiereprofesionales.Ellemaesquecadaunohaga su trabajo.Sinmontar cristo, sin chapuzas.Comoprofesionales.Así quenadaderecortada.Lapistoladamejorpresencia».ADombotampoco leconvencíamucho lo de ir a cara descubierta. Se lo expliqué. «Tienen que tomarnos en serio,Dombo. Los profesionales no hacen el ridículo con medias en la cabeza». EraenternecedoralaconfianzaqueelgrandullóndeDombotuvosiempreenmí.Cuandoyohablaba,lebrillabanlosojos.SiyohubiesetenidoenmílaconfianzaqueDombometenía,elmundosehabríapuestoamispies.

    Dejamos el coche en el mercado de Agra de Orzan y cogimos las bolsas dedeportes.Almediodía,ytalcomohabíamoscalculado,lacalleBarcelona,peatonalycomercial, estaba atestada de gente. Todo iba a ser muy sencillo. La puerta de lasucursalbancariaseabrióparaunaviejaeinmediatamentedetrásentramosnosotros.Loteníatodomuyensayado.«Porfavor,señores,nosealarmen.Estoesunatraco».Hice un gesto tranquilo con la pistola y toda la clientela se agrupó, en orden ysilencio, en la esquina indicada.Un tipo voluntarioso insistía en darme su cartera,peroledijequelaguardase,quenosotrosnoéramosunoscacos.«Usted,porfavor,llene las bolsas», le pedí a un empleado con aspecto eficiente. Lo hizo en unsantiaményDombo,contagiadoporelclimacivilizadoenquetodotranscurría,ledio

    Página7

  • lasgracias.«Ahora,paraquenohayaproblemas,haganel favordenomoverseendiezminutos.Hansidotodosmuyamables».Asíquesalimoscomosiaquellofueseunalavandería.

    «¡Altoodisparo!».Antetodo,muchacalma.Sigoandandocomosinofueseconmigo.Uno,dos,tres

    pasosmásysalirdisparado.Demasiadagente.Dombodánnolopiensa.Seabrepasocomounjugadorderugby.Yyoqueestoyenotrapelícula.

    «¡Alto,cabrón,odisparo!».Sacolapistoladelabolsaabiertaymevuelvoconparsimonia,apuntandoconla

    derecha.«¿Quépasa?¿Algúnproblema?».Eltipoqueantesmehabíaofrecidolacartera.Plantado,conlaspiernasseparadas

    yelrevólverapuntándomefirme,cogidoconlasdosmanos.Heaquíunprofesional.Guardajuradodepaisano,seguro.

    «Nohagaseltonto,chaval.Sueltaesejuguete».Yoquesonrío,quedigonanay.Yletirolabolsaalosmorros,todalapastaporel

    aire,cayendoacámaralenta.«¡Comemierda,cabrón!».Yechoacorrer,lagentequeseapartaespantada,quédesgracia,lagentequeseapartaydejauncorredormalditoen la calle, un agujeroque se abre, un túnel pordelante, un agujero en la espalda.Quema.Comounapicaduradeavispa.

    La sirenade la ambulancia.Sonrío.El enfermeroquememiraperplejoporqueestoysonriendo.Lolapatinaentrerosanovasyazaleas,enunsalónacristalado.Vienehaciamí.Meabraza.Esnuestra casa.Ymequieredar esa sorpresa, sobrepatines,meciendolafaldarojaplisadaalmismotiempoquelamelena,elbesodelacereza.

    Por lanoche, a travésdel cristalde lapuerta,puedo leer el rótulo luminosodePompasFúnebres:«Se ruegahablenen tonomoderadoparabeneficiode todos»[2].Dombo, el gigantón leal de Dombo, estuvo aquí. «Lo siento en elacompañamiento»[3], le dijo compungido a mi madre. No me digan que no esgracioso. Parece deCantinflas. Para llorar de risa.Ymemiró con lágrimas en losojos. «Dombo, tonto, vete, vete de aquí, compra con la pasta una casa con salónacristalado y un televisor Trinitrón de la hostia de pulgadas». Y Dombo venga allorar,conlasmanosenlosbolsillos.Vaaempaparlotodo.Lágrimascomouvas.

    YestáFa, laseñoraJosefa, ladelpisodeenfrente.Ellasíquesuposiempredequé iba la cosa. Su mirada era una eterna reprimenda. Pero le estoy agradecido.Nuncadijonada.Niparabien,niparamal.Yosaludaba,«Buenosdías,Fa»,yellarefunfuñabaenbajo.Sabetodoloquesecueceenelmundo.Peronodecíanada.Leayudabaamamá,esoeratodo.Fumabaconellaunchésterporlanoche,ybebíanunlágrima de Porto, mientras yo manejaba el mando a distancia. Y ahora está así,sosteniendoamamá.Devezencuando,sevuelvehaciamíperoyanomeriñeconlamirada.Sepersignayreza.Unaprofesional.

    Página8

  • Yafaltapoco.Enelrótuloluminosopuedoverelhorariodeentierros.Alas12.30enFeáns.

    Lolasedespidedemamáyvahacialapuertadelasaladelvelatorio.Esaformadeandar.Parecequevuelainclusoconzapatos.Garzaoalgoasí.Pero¿quéhace?Derepentesevuelve,patinahaciaaquíconlafaldaplisadayquedaposadaenelcristal.Me mira con asombró, como si reparase en mí por vez primera. «¿Impresionada,eh?». «Pero Tino, ¿cómo fuiste capaz?». Tiene ojos cálidos, de pecado, y la bocaentreabierta.

    Sueñoconlaprimeracerezadelverano.

    Página9

  • Lalenguadelasmariposas

    AChabela

    «¿Qué hay, Pardal? Espero que por fin este año podamos ver la lengua de lasmariposas».

    Elmaestroaguardabadesdehacíatiempoquelesenviasenunmicroscopioalosde la Instrucción Pública. Tanto nos hablaba de cómo se agrandaban las cosasmenudaseinvisiblesporaquelaparatoquelosniñosllegábamosaverlasdeverdad,comosisuspalabrasentusiastastuviesenelefectodepoderosaslentes.

    «La lenguade lamariposaesuna trompaenroscadacomounmuelledereloj. Si hay una flor que la atrae, la desenrolla y lamete en el cáliz parachupar.Cuandolleváiseldedohumedecidoauntarrodeazúcar,¿aquesentísyaeldulceenlabocacomosilayemafueselapuntadelalengua?Puesasíeslalenguadelamariposa».

    Y entonces todos teníamos envidia de las mariposas. Qué maravilla. Ir por elmundovolando,conesostrajesdefiesta,ypararenflorescomotabernasconbarrilesllenosdealmíbar.

    Yo queríamucho a aquelmaestro. Al principio,mis padres no podían creerlo.Quierodecirquenopodíanentendercómoyoqueríaamimaestro.Cuandoeraunpequeñajo,laescuelaeraunaamenazaterrible.Unapalabraqueseblandíaenelairecomounavarademimbre.«¡Yaveráscuandovayasalaescuela!».Dosdemistíos,comomuchosotros jóvenes,habíanemigradoaAméricaparano irdequintosa laguerradeMarruecos.Puesbien,yotambiénsoñabaconiraAméricaparanoiralaescuela. De hecho, había historias de niños que huían al monte para evitar aquelsuplicio.Aparecían a los dos o tres días, ateridos y sin habla, comodesertores delBarrancodelLobo.

    Yo iba para seis años y todosme llamaban Pardal.Otros niños demi edad yatrabajaban.Peromipadreerasastreynoteníatierrasniganado.Preferíavermelejosque no enredando en el pequeño taller de costura. Así pasaba gran parte del día

    Página10

  • correteandoporlaAlameda,yfueCordeiro,elrecogedordebasurayhojassecas,elquemepusoelapodo:«Parecesunpardal».[4]

    Creoquenuncahecorrido tantocomoaquelveranoanteriorami ingresoen laescuela.CorríacomounlocoyavecessobrepasabaellímitedelaAlamedayseguíalejos,conlamiradapuestaenlacimadelmonteSinaí,conlailusióndequealgúndíame saldrían alas y podría llegar a Buenos Aires. Pero jamás sobrepasé aquellamontañamágica.«¡Yaveráscuandovayasalaescuela!».Mipadrecontabacomountormento, como si le arrancaran las amígdalas con la mano, la forma en que elmaestrolesarrancabalajeadadelhabla,paraquenodijesenajuanijatonijracias.«TodaslasmañanasteníamosquedecirlafraseLospájarosdeGuadalajaratienenlagargantallenadetrigo[5].¡MuchospalosllevamosporculpadeJuadalagara!».Sideverdad me quería meter miedo, lo consiguió. La noche de la víspera no dormí.Encogido en la cama, escuchaba el reloj de pared en la sala con la angustia de uncondenado.Eldíallegóconunaclaridaddedelantaldecarnicero.Nomentiríasileshubiesedichoamispadresqueestabaenfermo.

    Elmiedo,comounratón,meroíalasentrañas.Ymemeé.Nomemeéenlacama,sinoenlaescuela.Lorecuerdomuybien.Hanpasadotantosañosyaúnsientounahumedadcáliday

    vergonzosa resbalando por las piernas. Estaba sentado en el último pupitre,medioagachadoconlaesperanzadequenadiereparaseenmipresencia,hastaquepudiesesaliryecharavolarporlaAlameda.

    «Aver,usted,¡póngasedepie!».Eldestinosiempreavisa.Levantélosojosyviconespantoqueaquellaordeniba

    pormí.Aquelmaestrofeocomounbichomeseñalabaconlaregla,Erapequeña,demadera,peroamímepareciólalanzadeAbdelKrim.

    «¿Cuálessunombre?».«Pardal».Todoslosniñosrieronacarcajadas.Sentícomosimegolpeasenconlatasenlas

    orejas.«¿Pardal?».Nome acordaba de nada. Ni de mi nombre. Todo lo que yo había sido hasta

    entonceshabíadesaparecidodemicabeza.Mispadreserandosfigurasborrosasquese desvanecían en la memoria.Miré hacia el ventanal, buscando con angustia losárbolesdelaAlameda.

    Yfueentoncescuandomemeé.Cuando los otros chavales se dieron cuenta, las carcajadas aumentaron y

    resonabancomolatigazos.Huí.Echéacorrercomounlocueloconalas.Corría,corríacomosólosecorreen

    sueñoscuandovienedetrásdeunoelHombredelSaco.Yoestabaconvencidodequeesoeraloquehacíaelmaestro.Venirtrasdemí.Podíasentirsualientoenelcuello,yeldetodoslosniños,comojauríadeperrosalacazadeunzorro.Perocuandollegué

    Página11

  • alaalturadelpalcodelamúsicaymiréhaciaatrás,viquenadiemehabíaseguido,queestabaasolasconmimiedo,empapadodesudorymeos.Elpalcoestabavacío.Nadie parecía fijarse en mí, pero yo tenía la sensación de que todo el pueblodisimulaba,dequedocenasdeojoscensuradoresmeespiabantraslasventanasydequelaslenguasmurmuradorasnotardaríanenllevarleslanoticiaamispadres.Mispiernas decidieron por mí. Caminaron hacia el Sinaí con una determinacíóndesconocidahastaentonces.EstavezllegaríahastaCoruñayembarcaríadepolizónenunodeesosbarcosquevanaBuenosAires.

    DesdelacimadelSinaínoseveíaelmar,sinootromonteaúnmásgrande,conpeñascos recortados como torres de una fortaleza inaccesible. Ahora recuerdo conunamezcla de asombro ymelancolía lo que logré hacer aquel día. Yo solo, en lacima, sentado en la silla de piedra, bajo las estrellas, mientras que en el valle semovían como luciérnagas los que con candil andaban en mi busca. Mi nombrecruzabalanochealomosdelosaullidosdelosperros.Noestabaimpresionado.Eracomo si hubiese cruzado la línea delmiedo. Por eso no lloré nime resistí cuandoapareciójuntoamílasombrareciadeCordeiro.Meenvolvióconsuchaquetónymecogióenbrazos.«Tranquilo,Pardal,yapasótodo».

    Aquellanochedormícomounsanto,bienarrimadoamimadre.Nadiemehabíareñido.Mipadresehabíaquedadoenlacocina,fumandoensilencio,conloscodossobreelmanteldehule,lascolillasamontonadasenelcenicerodeconchadevieira,talcomohabíasucedidocuandosemuriólaabuela.

    Teníalasensacióndequemimadrenomehabíasoltadolamanodurantetodalanoche.Asímellevó,cogidocomoquienllevaunserón,enmiregresoalaescuela.Yenestaocasión,conelcorazónsereno,pudefijarmeporvezprimeraenelmaestro.Teníalacaradeunsapo.

    El sapo sonreía. Me pellizcó la mejilla con cariño. «Me gusta ese nombre,Pardal».Yaquelpellizcomehiriócomoundulcedecafé.Perolomásincreíblefuecuando,enmediodeunsilencioabsoluto,mellevódelamanohaciasumesaymesentóensusilla.Elpermaneciódepie,cogióunlibroydijo:

    «Tenemos un nuevo compañero. Es una alegría para todos y vamos a recibirloconun aplauso».Penséqueme iba ameardenuevopor los pantalones, pero sólonotéunahumedadenlosojos.«Bien,yahoravamosaempezarunpoema.¿Aquiénletoca?¿Romualdo?Venga,Romualdo,acércate.Yasabes,despacitoyenvozbienalta».

    ARomualdo lospantalonescortos lequedabanridículos.Tenía laspiernasmuylargasyoscuras,conlasrodillasllenasdeheridas.

    Unatardepardayfría…

    «Unmomento,Romualdo,¿quéesloquevasaleer?».«Unapoesía,señor».

    Página12

  • «¿Ycómosetitula?».«Recuerdoinfantil.SuautoresdonAntonioMachado».«Muy bien, Romualdo, adelante. Con calma y en voz alta. Fíjate en la

    puntuación».ElllamadoRomualdo,aquienyoconocíadeacarrearsacosdepifiascomoniño

    queeradeAltamira,carraspeócomounviejo fumadordepicaduray leyóconunavozincreíble,espléndida,queparecíasalidadelaradiodeManoloSuárez,elindianodeMontevideo.

    Unatardepardayfríadeinvierno.Loscolegialesestudian.Monotoníadelluviatrasloscristales.Eslaclase.EnuncartelserepresentaaCaínfugitivoymuertoAbel,juntoaunamanchacarmín…

    «Muy bien. ¿Qué significa monotonía de lluvia?, Romualdo», preguntó elmaestro.

    «Quelluevesobremojado,donGregorio».

    «¿Rezaste?», me preguntó mamá, mientras planchaba la ropa que papá habíacosidoduranteeldía.Enlacocina,laolladelacenadespedíaunaromaamargodenabiza.

    «Puessí»,dijeyonomuyseguro.«UnacosaquehablabadeCaínyAbel».«Eso está bien», dijomamá, «no sé por qué dicen que el nuevomaestro es un

    ateo».«¿Quéesunateo?».«AlguienquedicequeDiosnoexiste».Mamáhizoungestodedesagradoypasó

    laplanchaconenergíaporlasarrugasdeunpantalón.«¿Papáesunateo?».Mamáapoyólaplanchaymemirófijamente.«¿Cómovaaserpapáunateo?¿Cómoseteocurrepreguntaresabobada?».YohabíaoídomuchasvecesamipadreblasfemarcontraDios.Lohacíantodos

    loshombres.Cuandoalgoibamal,escupíanenelsueloydecíanesacosatremendacontraDios.Decían las dos cosas:me cago enDios,me cago en el demonio.MeparecíaquesólolasmujerescreíanrealmenteenDios.

    «¿Yeldemonio?¿Existeeldemonio?».«¡Porsupuesto!».

    Página13

  • El hervor hacía bailar la tapa de la cacerola. De aquella boca mutante salíanvaharadas de vapor y gargajos de espuma y verdura. Una mariposa nocturnarevoloteaba por el techo alrededor de la bombilla que colgaba del cable trenzado.Mamá estaba enfurruñada como cada vez que tenía que planchar. La cara se letensabacuandomarcabalarayadelasperneras.Peroahorahablabaenuntonosuaveyalgotriste,comosiserefirieseaundesvalidó.

    «Eldemonioeraunángel,perosehizomalo».Lamariposachocóconlabombilla,quesebamboleóligeramenteydesordenólas

    sombras.«Hoyelmaestrohadichoque lasmariposas también tienen lengua,una lengua

    finita y muy larga, que llevan enrollada como el muelle de un reloj. Nos la va aenseñarconunaparatoque le tienenqueenviardeMadrid.¿Aqueparecementiraesodequelasmariposastenganlengua?».

    «Siéllodice,escierto.Haymuchascosasqueparecenmentiraysonverdad.¿Tehagustadolaescuela?».

    «Mucho.Ynopega.Elmaestronopega».No,elmaestrodonGregorionopegaba.Alcontrario,casisiempresonreíaconsu

    cara de sapo. Cuando dos se peleaban durante el recreo, él los llamaba, «parecéiscarneros», y hacía que se estrecharan la mano. Después los sentaba en el mismopupitre.Así fue como conocí amimejor amigo,Dombodán, grande, bondadoso ytorpe.Habíaotrochaval,Eladio,que teníaun lunaren lamejilla,alque lehubierazurradocongusto,peronuncalohicepormiedoaqueelmaestromemandasedarlelamanoyquemecambiasedelladodeDombodán.LaformaquedonGregorioteníademostrarsemuyenfadadoeraelsilencio.

    «Sivosotrosnooscalláis,tendréquecallarmeyo».Ysedirigíahaciaelventanal,conlamiradaausente,perdidaenelSinaí.Eraun

    silencioprolongado,descorazonador,comosinoshubiesedejadoabandonadosenunextrañopaís.Prontomedicuentadequeelsilenciodelmaestroeraelpeorcastigoimaginable.Porque todo loqueél tocabaerauncuentofascinante.Elcuentopodíacomenzar con una hoja de papel, después de pasar por elAmazonas y la sístole ydiástoledelcorazón.Todoconectaba,todoteníasentido.Lahierba,lalana,laoveja,mifrío.Cuandoelmaestrosedirigíahaciaelmapamundi,nosquedábamosatentoscomo si se iluminase la pantalla del cine Rex. Sentíamos el miedo de los indioscuando escucharon por vez primera el relinchar de los caballos y el estampido delarcabuz,íbamosalomosdeloselefantesdeAníbaldeCartagoporlasnievesdelosAlpes,caminodeRoma.LuchábamosconpalosypiedrasenPonteSampaio[6]contralas tropas deNapoleón. Pero no todo eran guerras. Fabricábamos hoces y rejas dearadoenlasherreríasdelIncio.EscribíamoscancionerosdeamorenlaProvenzayenelmar deVigo.Construíamos elPórtico de laGloria. Plantábamos las patatas quehabían venido de América. Y a América emigramos cuando llegó la peste de lapatata.

    Página14

  • «LaspatatasvinierondeAmérica»,ledijeamimadrealahoradecomer,cuandomepusoelplatodelante.

    «¡QuéibanavenirdeAmérica!Siemprehahabidopatatas»,sentencióella.«No, antes se comían castañas. Y también vino de América el maíz». Era la

    primera vez que tenía clara la sensación de que gracias almaestro yo sabía cosasimportantesdenuestromundoqueellos,mispadres,desconocían.

    Perolosmomentosmásfascinantesdelaescuelaerancuandoelmaestrohablabadelosbichos.Lasarañasdeaguainventabanelsubmarino.Lashormigascuidabandeunganadoquedabalecheyazúcarycultivabansetas.HabíaunpájaroenAustraliaquepintabasunidodecoloresconunaespeciedeóleoquefabricabaconpigmentosvegetales. Nunca me olvidaré. Se llamaba el tilonorrinco. El macho colocaba unaorquídeaenelnuevonidoparaatraeralahembra.

    TaleramiinterésquemeconvertíenelsuministradordebichosdedonGregorioyélmeacogiócomoelmejordiscípulo.Habíasábadosyfestivosquepasabapormicasa e íbamos juntosde excursión.Recorríamos las orillas del río, las gándaras, elbosqueysubíamosalmonteSinaí.Cadaunodeesosviajeseraparamícomounarutadeldescubrimiento.Volvíamossiempreconuntesoro.Unamantis.Uncaballitodeldiablo.Unciervovolante.Ycadavezunamariposadistinta,aunqueyosólorecuerdoelnombredeunaalaqueelmaestrollamóIris,yquebrillabahermosísimaposadaenelbarrooelestiércol.

    Alregreso,cantábamosporloscaminoscomodosviejoscompañeros.Loslunes,enlaescuela,elmaestrodecía:«YahoravamosahablardelosbichosdePardal».

    Paramis padres, estas atenciones delmaestro eran un honor. Aquellos días deexcursión,mimadrepreparabalameriendaparalosdos:«Nohacefalta,señora,yoya voy comido», insistía don Gregorio. Pero a la vuelta decía: «Gracias, señora,exquisitalamerienda».

    «Estoyseguradequepasanecesidades»,decíamimadreporlanoche.«Los maestros no ganan lo que tendrían que ganar», sentenciaba, con sentida

    solemnidad,mipadre.«EllossonlaslucesdelaRepública».«¡LaRepública,laRepública!¡YaveremosadondevaapararlaRepública!».Mipadreerarepublicano.Mimadre,no.Quierodecirquemimadreerademisa

    diaria y los republicanos aparecían como enemigos de la Iglesia. Procuraban nodiscutircuandoyoestabadelante,peroaveceslossorprendía.

    «¿Qué tienes túcontraAzaña?Esoescosadel cura,queosandacalentando lacabeza».

    «Yovoyamisaarezar»,decíamimadre.«Túsí,peroelcurano».—UndíaquedonGregoriovinoarecogermeparaira

    buscarmariposas,mipadreledijoque,sinoteníainconveniente,legustaríatomarlelasmedidasparauntraje.

    «¿Untraje?».

    Página15

  • «DonGregorio,nolotomeamal.Quisieratenerunaatenciónconusted.Yyoloqueséhacersontrajes».

    Elmaestromiróalrededorcondesconcierto.«Esmioficio»,dijomipadreconunasonrisa.«Respetomucholosoficios»,dijoporfinelmaestro.DonGregoriollevópuestoaqueltrajeduranteunaño,ylollevabatambiénaquel

    día de julio de 1936, cuando se cruzó conmigo en la Alameda, camino delayuntamiento.

    «¿Qué hay, Pardal? A ver si este año por fin podemos verle la lengua a lasmariposas».

    Algoextrañoestaba sucediendo.Todoelmundoparecía tenerprisa,perono semovía.Losquemirabanhaciadelante,sedaban lavuelta.Losquemirabanpara laderecha,girabanhacia la izquierda.Cordeiro,el recogedordebasurayhojassecas,estaba sentado en un banco, cerca del paleo de lamúsica.Yo nunca había visto aCordeiro sentado en un banco.Miró hacia arriba, con la mano de visera. CuandoCordeiromirabaasíycallabanlospájaros,eraqueseavecinabaunatormenta.

    Oíelestruendodeunamotosolitaria.Eraunguardiaconunabanderasujetaenelasiento de atrás. Pasó delante del ayuntamiento y miró para los hombres queconversabaninquietosenelporche.Gritó:«¡ArribaEspaña!».Yarrancódenuevolamotodejandoatrásunaesteladeexplosiones.

    Lasmadres empezaron a llamar a sus hijos. En casa, parecía que la abuela sehubiesemuerto otra vez.Mi padre amontonaba colillas en el cenicero ymimadrelloraba y hacía cosas sin sentido, como abrir el grifo de agua y lavar los platoslimpiosyguardarlossucios.

    Llamaronalapuertaymispadresmiraronelpomocondesazón.EraAmelia,lavecina,quetrabajabaencasadeSuárez,elindiano.

    «¿Sabéisloqueestápasando?EnCoruña,losmilitareshandeclaradoelestadodeguerra.EstándisparandocontraelGobiernoCivil».

    «¡SantoCielo!»,sepersignómimadre.«Yaquí»,continuóAmeliaenvozbaja,comosilasparedesoyesen,«dicenqueel

    alcalde llamó al capitán de carabineros, pero que este mandó decir que estabaenfermo».

    Aldíasiguientenomedejaronsaliralacalle.Yomirabaporlaventanaytodoslosquepasabanmeparecíansombrasencogidas,comosiderepentehubiesellegadoelinviernoyelvientoarrastrasealosgorrionesdelaAlamedacomohojassecas.

    Llegaron tropasde lacapitalyocuparonelayuntamiento.Mamásaliópara iramisa,yvolviópálidayentristecida,comosihubieseenvejecidoenmediahora.

    «Están pasando cosas terribles, Ramón», oí que le decía, entre sollozos, a mipadre. También él había envejecido. Peor aún. Parecía que hubiese perdido todavoluntad.Se había desfondado en un sillón y no semovía.Nohablaba.Noqueríacomer.

    Página16

  • «Hay que quemar las cosas que te comprometan, Ramón. Los periódicos, loslibros.Todo».

    Fuemimadre laque tomóla iniciativaduranteaquellosdías.Unamañanahizoquemipadresearreglarabienylollevóconellaamisa.Cuandoregresaron,medijo:«Venga,Moncho,vasavenirconnosotrosalaAlameda».Metrajolaropadefiestaymientrasme ayudaba a anudar la corbata,me dijo con vozmuy grave: «Recuerdaesto, Moncho. Papá no era republicano. Papá no era amigo del alcalde. Papá nohablabamaldeloscuras.Yotracosamuyimportante,Moncho.Papánoleregalóuntrajealmaestro».

    «Síqueseloregaló».«No,Moncho.Noseloregaló.¿Hasentendidobien?¡Noseloregaló!».«No,mamá,noseloregaló».Habíamuchagenteen laAlameda, todacon ropadedomingo.Tambiénhabían

    bajadoalgunosgruposdelasaldeas,mujeresenlutadas,paisanosviejosconchalecoysombrero,niñosconaireasustado,precedidosporalgunoshombresconcamisaazuly pistola al cinto. Dos filas de soldados abrían un pasillo desde la escalinata delayuntamientohastaunoscamionesconremolqueentoldado,comolosqueseusabanparatransportarelganadoenlaferiagrande.PeroenlaAlamedanohabíaelbulliciode las ferias,sinounsilenciograve,deSemanaSanta.Lagentenosesaludaba.Nisiquieraparecíanreconocerselosunosalosotros.Todalaatenciónestabapuestaenlafachadadelayuntamiento.

    Unguardiaentreabriólapuertayrecorrióelgentíoconlamirada.Luegoabriódeltodoehizoungestoconelbrazo.Delabocaoscuradeledificio,escoltadosporotrosguardias,salieronlosdetenidos.Ibanatadosdepiesymanos,ensilentecordada.Dealgunosnosabíaelnombre,peroconocíatodosaquellosrostros.Elalcalde,losdelossindicatos, el bibliotecario del ateneoResplandorObrero,Charli, el vocalista de laOrquestaSolyVida,elcanteroalquellamabanHércules,padredeDombodán…Yalfinaldelacordada,chepudoyfeocomounsapo,elmaestro.

    Se escucharon algunas órdenes y gritos aislados que resonaron en la Alamedacomo petardos. Poco a poco, de la multitud fue saliendo un murmullo que acabóimitandoaquellosinsultos.

    «¡Traidores!¡Criminales!¡Rojos!».«Gritatútambién,Ramón,porloquemásquieras,¡grita!».Mimadrellevabaa

    papá cogido del brazo, como si lo sujetase con todas sus fuerzas para que nodesfalleciera.«¡Queveanquegritas,Ramón,queveanquegritas!».

    Yentoncesoícómomipadredecía:«¡Traidores!»,conunhilodevoz.Yluego,cadavezmásfuerte,«¡Criminales!¡Rojos!».Soltódelbrazoamimadreyseacercómásalafiladelossoldados,conlamiradaenfurecidahaciaelmaestro.«¡Asesino!¡Anarquista!¡Comeniños!».

    Ahoramamátratabaderetenerloy le tiróde lachaquetadiscretamente.Peroélestabafueradesí.«¡Cabrón!¡Hijodemalamadre!».Nuncalehabíaoídollamareso

    Página17

  • anadie,nisiquieraalarbitroenelcampodefútbol.«Sumadrenotienelaculpa,¿eh,Moncho?,recuerdaeso».Peroahorasevolvíahaciamíenloquecidoymeempujabaconlamirada,losojosllenosdelágrimasysangre.«¡Grítaletútambién,Monchiño,grítaletútambién!».

    Cuandoloscamionesarrancaron,cargadosdepresos,yofuiunodelosniñosquecorrieron detrás, tirando piedras. Buscaba con desesperación el rostro del maestroparallamarletraidorycriminal.Peroelconvoyerayaunanubedepolvoalolejosyyo,enelmediodelaAlameda,conlospuñoscerrados,sólofuicapazdemurmurarconrabia:«¡Sapo!¡Tilonorrinco!¡Iris!».

    Página18

  • Unsaxoenlaniebla

    Uno

    Unhombrenecesitabadineroconurgenciaparapagarseunpasaje aAmérica.Estehombreeraamigodemipadrey teníaunsaxofón.Mipadreeracarpinteroyhacíacarrosdelpaísconruedasderobleyejedealiso.Cuandoloshacía,silbaba.Inflabalas mejillas como pechos de petirrojo y sonaba muy bien, a flauta y violín,acompañado por la percusión noble de las herramientas en lamadera.Mi padre lehizouncarroaunlabradorrico,sobrinodecura,yluegoleprestóeldineroalamigoque quería ir a América. Este amigo había tocado tiempo atrás, cuando había unsindicatoobreroyestesindicatoteníaunabandademúsica.Yseloregalóamipadreeldíaenque seembarcóparaAmérica.Ymipadre lodepositóenmismanosconmuchocuidado,comosifueradecristal.

    —AversialgúndíallegasatocarelFranciscoalegre,corazónmío.Legustabamuchoaquelpasodoble.YoteníaquinceañosytrabajabadepeóndealbañilenlaobradeAduanas,enel

    puerto de Coruña. Mi herramienta era un botijo. El agua de la fuente de SantaMargaridaeralamásapreciadaporloshombres.Ibaporellamuydespacio,mirandolosescaparatesdeloscomerciosydelafábricadeChocolateExprésenlaPlazadeLugo.Habíatambiénunagaleríacontresjaulasdepájarosdecoloresyunciegoquevendíaelcupónyledecíapiroposalaslecheras.Aveces,teníaquehacercolaenlafuenteporquehabíaotroschicosconotrosbotijosyqueveníandeotrasobras.Nuncahablábamos entre nosotros. De regreso a la obra, caminaba deprisa. Los obrerosbebían el agua y yovolvía a caminar hacia la fuente, ymiraba el escaparate de lafabrica de Chocolate Exprés, y la galería con las tres jaulas de pájaros, y parabadelantedelciegoqueahoraledecíapiroposalaspescaderas.

    Cuandohacíaelúltimoviajedeldíaydejabaelbotijo,cogíaelmaletíndelsaxo.Durantedoshoras,alanochecer,ibaaclasesdemúsicacondonLuisBraxe,enla

    calle de Santo Andrés. El maestro era pianista, tocaba en un local nocturno devarietésyseganabalavidatambiénasí,conaprendices.Dábamosunahoradesolfeoyotraconelinstrumento.Laprimeravezmedijo:«Cógeloasí,firmeyconcariño,comosi fueraunachica».No sé si lohizoadrede,peroaquella fue la lecciónmásimportante demi vida. Lamúsica tenía que tener el rostro de unamujer a la queenamorar.Cerrabalosojosparaimaginarla,paraponerlecolorasupeloyasusojos,perosupequemientrassólosaliesendemisaxorebuznosdeasno,jamásexistiríaesachica. Durante el día, en el ir y venir a la fuente de Santa Margarida, caminabaembrujado con mi botijo, solfeando por lo bajo, atento sólo a las mujeres quepasaban.Comoelciegodelcupón.

    Página19

  • LlevabapocomásdeunañodemúsicacondonLuiscuandomepasóunacosaextraordinaria. Después de salir de clase, me paré ante el escaparate de CalzadosFaustino,enelCantón.Estabaallí,conmimaletín,mirandoaquelloszapatoscomoquienmiraunapelículadeFredAstaire,yseacercóunhombremuygrandote,calvo,lafrenteenormecomoeldinteldeunapuerta.

    —¿Quéllevasahí,chaval?—mepreguntósinmás.—¿Quién,yo?—Si,tú.¿Esuninstrumento,no?Tananchoyalto,embestíaconlacabezayllevabaloslargosbrazoscaídos,como

    siestuvieracansadodetirardelaboladelmundo.—Esunsaxo.—¿Unsaxo?Yadecíayoqueteníaqueserunsaxo.¿Sabestocarlo?Recordélamiradapacientedelmaestro.Vasbien,vasbien.Perohabíamomentos

    enquedonLuisnopodíadisimulary ladesazónasomabaen susojoscomosi, enefecto,yohubiesedejadocaeralsuelounavaliosapiezadevidrio.

    —Sí,claroquesabes—decíaahoraaquelextrañoquenuncamehabíaescuchadotocar—.Seguroquesabes.

    AsíentréenlaOrquestaAzul.AquelhombresellamabaMatías,eraelbateríayunpocoel jefe.Necesitabaun saxopara el finde semanay allí lo tenía.Paramispadresnohabíaduda.Hayquesubirsealcaballocuandopasaanteuno.

    —¿SabestocarelFranciscoalegre?¿Sabes,verdad?Puesyaestá.Mehabíadadounadirecciónparaacudiralensayo.Cuandolleguéallí,supeque

    ya no había marcha atrás. El lugar era el primer piso de la fabrica de ChocolateExprés.Dehecho,laOrquestaAzulteníaunsuculentocontratopublicitario.

    ChocolateExprés¡Ayquéricoes!

    Habíaque corear esa frase tres o cuatroveces en cada actuación.A cambio, lafábricanosdabaunatabletadechocolateacadauno.Hablodelaño49,paraquesemeentienda.Habíatemporadasdeinsípidosolores,decaldo,demugre,depannegro.Cuando llegabas a casa con chocolate, los ojos de los hermanos pequeños seencendíancomocandelasanteunsanto.Sí,quéricoeraelChocolateExprés.

    Desdeallendelosmares,elcrepúsculoenpopa,laOrquestaAzul.¡LaOrquestaAzul!

    Página20

  • En realidad, laOrquestaAzulnohabíapasado laMarola[7].Había actuadounavez en Ponferrada, eso sí. Pero era la forma garbosa de presentarse por aquelentonces. América era un sueño, también para las orquestas gallegas. Corría laleyenda de que si conseguías un contrato para ir a tocar aMontevideo y BuenosAires, podías volver con sombrero y con ese brillo sano que se le pone a la caracuando llevas la cartera llena. Si yo fuera con el botijo, tardaría día y noche enrecorrerunaavenidadeBuenosAiresyelaguacriaríaranas.Esomelodijounodelaobra.Muchasorquestasllevabannombreamericano.HabíalaorquestaAcapulco,queeradelapartedelamontaña,ysepresentabaasí:

    Tintintín,tírititín…Nos dirigimos a nuestro distinguido público en castellano ya que el

    gallego lo hemos olvidado después de nuestra última gira porHispanoamérica.

    ¡Manííiiii!Sitequieresunmomentodivertir,cómprateuncucuruchitodemaní…

    También había orquestas que llevaban el traje de mariachi. La cosa mejicanasiempregustómuchoenGalicia.Entodaslascancioneshabíauncaballo,unrevólveryunamujerconnombredeflor.¿Quémásnecesitaunhombreparaserelrey?

    La Orquesta Azul también le daba a los corridos. Pero el repertorio era muyvariado:boleros,cumbias,pasodobles,cuplés,poleas,valses,jotasgallegas,detodo.Una cosa seria.Ochohombres en el palco, con pantalónnegro y camisas de colorazulconchorrerasdeencajeblancoyvuelosenlasmangas.

    MacíastrabajabadurantelasemanaenCorreos.Loimaginabaponiendosellosytamponescomoquienbateenplatosybombos.ElvocalistasellamabaJuanMaría.Erabarbero.Unhombreconmuchapercha.Muchaschicasseconsumíanporél.

    —¿Bailasconmigo,JuanMaría?—¡Veteapaseo,perica!YtambiénestabaCouto,queeracontrabajoydurantelasemanatrabajabaenuna

    fundición.AesteCouto,quepadecíaalgodelvientre, elmédico lehabíamandadocomer sólopapillas.Pasó siete años seguidosaharinademaízy leche.Undía, encarnaval,llegóacasayledijoasumujer:«Hazmeuncocido,conlacón,chorizoytodo.Sinomemueroasí,memuerodehambre».Ylefuedemaravilla.

    El acordeonista,Ramiro, era reparador de radios.Unhombre de oído finísimo.Llegaba al ensayo, presentaba una pieza nueva y luego decía: «Esta la cogí por elaire».Siempredecíaeso,lacogíporelaire,acompañándosedeungestoconlamano,comosiatraparaunpuñadodemariposas.Apartedesuinstrumento,tocabalaflautadecañaconlanariz.Unvalsnasal.Eraunnúmeroextraqueimpresionabaalpúblico,tantocomoelburrosabiodelostitiriteros.Peroamíloquemegustabaeraunade

    Página21

  • sus canciones misteriosas cogidas por el aire y de la que recuerdo muy bien elcomienzo.

    Auroraderosaenamanecernotamelosaquegimióelviolínnovelescoinsomniodovivióelamor.

    Y estaba también el trompetaComesaña, el trombón Paco ymi compañero, elsaxotenor,donJuán.Unhombremayor,muyelegante,quecuandomelopresentaronmepasólamanoporlacabezacomosimedieselabendición.

    Seloagradecí.Dentrodenada, ibaasermidebut.EnSantaMartadeLombas,segúninformóMatías.

    —Sí,chaval—asintióJuanMaría—.¡SantaMartadeLombas,irásynovolverás!

    Página22

  • Dos

    Eldomingo,muytemprano,cogimoseltrendeLugo.Yoiba,másquenervioso,enlasnubes,comositodavíanohubiesedespertadoyeltrenfueseunacamavoladora.Todosmetratabancomounhombre,comouncolega,peroteníalasensacióndequepor lanochehabíaencogido,dequehabíaencogidode la cabezaa lospies,yquetodoenmídisminuía,inclusoelhilodevoz,altiempoqueseagrandabalodefuera.Porejemplo,lasmanosdeMacías,enormesypesadascomoazadas.Mirabalasmíasyloqueveíaeranlasdemihermanapequeñaenvolviendounaespigademaízcomoun bebé. ¡Dios! ¿Quién iba a poder con el saxo?Quizás la culpa de todo la teníaaqueltrajeprestadoquemequedabalargo.Meescurríaenélcomouncaracol.

    Nos bajamos en la estación deAranga.Era un día de verano,muy soleado.Eldelegado de la comisión de fiestas de Santa Marta de Lombas ya nos estabaesperando. Se presentó como Boal. Era un hombre recio, de mirada oscura ymostachogrande.Sujetabadosmulasenlasquecargólosinstrumentosyelbaúlenelque iban los trajesdeverbena.Unode los animales se revolvió, asustadopor elestruendodelabatería.Boal,amenazador,seleencaróconelpuñoalaalturadelosojos.

    —¡Teabrolacrisma,Carolina!¡Sabesquelohago!TodosmiramoselpuñodeBoal.Unaenormemazapeludaqueseblandíaenel

    aire.Porfin,elanimalagachómansolacabeza.Nos pusimos enmarcha por un camino fresco que olía a cerezas y conmucha

    fiesta de pájaros, Pero luego nosmetimos por una pista polvorienta, abierta en unmontedebrezosytojos.Yanohabíanadaentrenuestrascabezasyelfogóndelsol.Nada, excepto las aves de rapiña. El palique animado de mis compañeros fuetransformándose en un rosario de bufidos y estos fueron seguidos de blasfemiassordas,sobretodocuandoloszapatosacharolados,enharinadosdepolvo,tropezabanenlospedruscos.Encabeza,recioyconsombrero,Boalparecíatirarauntiempodehombresymulas.

    ElprimeroenlanzarunapiedrafueJuanMaría.—¿Visteis?¡Eraunlagarto,unlagartogigante!Al poco rato, todos arrojaban piedras a los vallados, rocas o postes de la luz,

    comosinosrodeasencientosdelagartos.Delante,Boalmanteníaimplacableelpaso.Devezencuandosevolvíaalosrostrossudorososydecíaconunasonrisairónica:«¡Yafaltapoco!».

    —¡Laputaquelosparió!Cuando aparecieron las picaduras de los tábanos, las blasfemias se hicieronoír

    como estallidos de petardos. La Orquesta Azul, asada por las llamaradas del sol,llevabalascorbatasenlamanoylasabanicabacomolasbestiaselraboparaespantarlosbichos.Paraentonces,elbaúlquecargabaunadelasmulasparecíaelféretrodeundifunto.Enelcieloardienteplaneabaunmilano.

    Página23

  • ¡SantaMartadeLombas,irásynovolverás!Nada más verse el campanario de la parroquia, la Orquesta Azul recompuso

    enseguidasuaspecto.Loshombresseanudaronlascorbatas,sealisaronlostrajes,sepeinaron,ylimpiaronyabrillantaronloszapatosconunrocemagistralenlabarrigadelapierna.Losimitéentodo.

    Sonaronparanosotroslasbombasdepalenque.¡Hanllegadolosdelaorquesta!Sihayalgoqueunodisfrutalaprimeravezeslavanidaddelafama,porpequeña

    e infundada que sea.Los niños, revoloteando comomariposas a nuestro alrededor.Lasmujeres, con una sonrisa de geranios en la ventana.Los viejos asomando a lapuertacomocucosdeunreloj.

    ¡Laorquesta!¡Hanllegadolosdelaorquesta!Saludamoscomohéroesqueresucitanalosmuertos.Mecrecía.Elpechoseme

    llenaba de aire. Pero, de repente, comprendí. Nosotros éramos algo realmenteimportante, el centro del mundo. Y volví a encogerme como un caracol. Metemblabanlaspiernas.Elmaletíndelsaxomepesabacomorobadoaunmendigo.Mesentíaunfarsante.

    HicimosunaltoenelcruceroyMacíasposósubrazodehierroenmihombro.—Ahora,chaval,nosvanallevaralascasasenlasquenosalojan.Túnotengas

    reparo.Sitieneshambre,pidesdecomer.Yquelacamaseabuena.Eseeseltrato.YluegosedirigiósentenciosoaBoal:«Elchavalqueestébienatendido».—Eso está hecho—respondió el hombre, sonriendo por primera vez—. Va a

    dormirencasadeBoal.Enmicasa.En la planta baja estaban también los establos, separados de la cocina por

    pesebres de piedra, así que lo primero que vi fueron las cabezas de las vacas.Engullíanlahierbalamiéndolacomosifueraunanubedeazúcar.Porelsuelodelacocinahabíanextendidobroza.Habíaunhumodehogarquepicabaunpocoenlosojosyenvolvíatodoenunahoraincierta.Enelextremodelalarguísimamesacosíaunamuchachaquenodejósutrabajonisiquieracuandoelhombrepusocercadeellalacajadelsaxo.

    —¡Café,nena!Selevantósinmirarnosyfueacogeruncazodelfregadero.Luegolocolocóenla

    trébedee,inclinándoseysoplandolentamente,conlasabiduríadeunavieja,avivóelfuego. Fue entonces cuando noté con asombro rebullir el suelo, cerca demis pies.Había conejos royendo la broza, con las orejas tiesas como hojas de eucalipto. Elhombresedebiódedarcuentademitrastorno.

    —Hacenmuybuenestiércol.Ybuenosasados.Boalmeenseñó,conorgullo,elganadodecasa.Habíaseisvacas,unaparejade

    bueyes,uncaballo,lasdosmulasquehabíantraídonuestroequipaje,cerdosyequisgallinas.Asílodijo:equisgallinas.Elcaballo,meexplicó,sabíasumaryrestar.Lepreguntócuántoerandosydosyélgolpeócuatrovecesenelsueloconelcasco.

    Página24

  • —Aquínovasapasarhambre,chaval.Aver,nena,traeelbizcocho.Yelqueso.Mmm.Nomedigasquenoquieres.NadiedicequenoencasadeBoal.

    Fueentonces, con la fuentedecomidaen lamano,cuandopudeverlabienporvezprimera.Mirabahaciaabajo,comosituviesemiedodelagente.Eramenudaperocon un cuerpo de mujer. Los brazos remangados y fuertes, de lavandera. El pelorecogidoenuna trenza.Ojos rasgados.Alargué lamanopara coger algo. ¿Quémepasaba? ¡Cielo santo! ¿Qué haces tú aquí, chinita? Era como si siempre hubieseestado en mi cabeza. Aquella niña china de la Enciclopedia escolar. La miraba,hechizado,mientraselmaestrohablabadelosríosqueteníannombresdecolores.ElAzul,elAmarillo,elRojo.QuizáChinaestabaallí,pocodespuésdeSantaMartadeLombas.

    —No habla—dijo en voz alta Boal—. Pero oye.Oír sí que oye.A ver, nena,muéstralealmúsicolahabitacióndedormir.

    La seguí por las escaleras que llevaban al piso alto. Ella mantenía la cabezagacha, incluso cuando abrió la puerta de la habitación. La verdad es que no habíamucho que ver. Una silla, una mesilla con crucifijo y una cama con una colchaamarilla. También un calendario de una ferretería con una imagen del SagradoCorazón.

    —Bien,estámuybien—dije.Ypalpélacamapormostrarunpocodeinterés.Elcolchóneraduro,dehojasdemazorca.

    Mevolví.Ellaestabaacontraluzyparpadeé.Creoquesonreía.Bien,muybien,repetí,buscandosumirada.Peroahoraellavolvíaatenerlosojosclavadosenalgunapartedeningúnlugar.

    Coneltrajedecorbata,laOrquestaAzulsereunióenelatrio.Teníamosquetocarel himno español en la misa mayor, en el momento en que el párroco alzaba elAltísimo.Conlosnervios,yocambiabaacadamomentode tamaño.Yaenelcoro,sudoroso con el apretón,me sentí comoun gorrión desfallecido e inseguro en unarama.Elsaxoeraenorme.No,noibaapoderconél.Yyamecaía,cuandonotéenlaorejaunalientosalvador.EraMacías,hablandobajito.

    —Túnosoples,chaval.Hazquetocasyyaestá.Yesomismofueloquehiceenlasesiónvermú,yaenelpalcodelaferia.Eraun

    pequeñobailedepresentación,antesdequelagentefueseacomer.Cuandoperdíalanota,dejabadesoplar.Mantenía,esosí,elvaivén,deladoalado,esetoquedeondaalqueMacíasdabatantaimportancia.

    —Hayquehacerlobonito—decía.¡QuétiposlosdelaOrquestaAzul!Teníalaíntimasospechadequenoslloverían

    piedrasenelprimerpalcoalquehabíasubidoconellos.¡Erantangenerososensusdefectos! Pero pronto me llevé una sorpresa con aquellos hombres que cobrabancatorcedurosporiratocaralfindelmundo.«¡Arriba,arriba!»,animabaMatías.Yelvaivén revivía, y se enredaban todos en un ritmo que no parecía surgir de losinstrumentossinodelafuerzaanimosadeunosbraceros.

    Página25

  • Yotehedeverytehedeverytehedeveraunqueteescondasyteapartesdemivista.

    Intentabairalmismoritmoqueellos,porlomenosenelvaivén.Pormomentos,parecíaqueunalmaaleteabavirtuosasobremí,ymesorprendíaamímismoconunbuensonido,peroenseguidaelalmadelaorquestahuíacomounpetirrojoasustadoporunrebuzno.

    FuiacomeracasadeBoalydelamuchachamenudaconojosdechina.Desdeluego,noibaapasarhambre.Boalafilóelcuchilloen lamangadesubrazo,comohacen losbarberoscon la

    navaja en el cueroy luego, deuna tajada, cortó endos el lechónde la fuente.Meestremeció aquella brutal simetría, sobre todo cuando descubrí que una de lasmitades,consuorejaysuojo,eraparamí.

    —Gracias,peroesmucho.—Unhombreesunhombreynounagallina—sentencióBoal sindejar salida,

    comosiresumieselahistoriadelaHumanidad.—¿Yella?—preguntébuscandoalgunacomplicidad.—¿Quién?—dijoélconverdaderasorpresaymirandoalrededorconelrabodel

    lechónenlamano.Hastaquesefijóenlamuchacha,sentadaalaluzdelaventanadelfregadero—.¡Bah!Ellayacomió.Escomounpajarito.

    Duranteunosminutosmasticódeformavoraz,porsienelairehubiesequedadoalgunadudadeloquehabíaquehacerconaquelcerdo.

    —Vas a ver algo curioso —dijo de repente, después de limpiar la boca conaquellamangatanútil—.¡Venaquí,nena!

    Lachiquitavinodócilasu lado.Él lacogióporelantebrazoconelcepodesumano.Temíquesequebrasecomounaladeaveenlasmanosdeuncarnicero.

    —¡Datelavuelta!—dijoaltiempoquelahacíagirarylaponíadeespaldashaciamí.

    Ella llevaba una blusa blanca y una falda estampada de dalias rojas. La largatrenza le caía hasta las nalgas, rematada por un lazo demariposa. Boal empezó adesabotonarlablusa.Asistíatónitoalaescena,sinentendernada,mientraselhombreforcejeaba torpementecon losbotones,quese leescurríanentre lasmanos rugosascomobolitasdemercurioenelcorchodeunalcornoque.

    Porfin,abriólablusaalolargodelaespalda.—¡Mira,chico!—exclamóconintrigaBoal.Yoestabahechizadoporaquellazodemariposayelpéndulodelatrenza.—¡Miraaquí!—repitióél,señalandoconelíndiceunaflorrosaenlapiel.Cicatrices.Habíaporlomenosseismanchasdeesas.—¿Sabesloqueesesto?—preguntóBoal.Yo sentía pudor por ella y una cobardía que me atenazaba la garganta. Me

    gustaríaserunodeaquellosconejosconorejaspuntiagudascomohojasdeeucalipto.

    Página26

  • Neguéconlacabeza.—¡El lobo!—exclamóBoal—.¿Nuncahabíasoídohablarde laniñadel lobo?

    ¿No?Puesaquílatienes.¡Laniñadellobo!Aquellasituaciónextrañaydesagradableentrórepentinamenteenelordennatural

    deloscuentos.Melevantéymeacerquésinpudorparamirarbienlascicatricesenlaespaldadesnuda.

    —Aúnsevenlasmarcasdelosdientes—dijoBoal,comosirecordaseporella.—¿Cómofue?—preguntéporfin.—¡Anda,vístete!—ledijoalamuchacha.Yconungestomeinvitóavolverami

    asiento—.Ella teníacuatroaños.Fuiacuidarelganadoy la llevéconmigo.Habíasido un invierno rabioso. ¡Sí, señor! ¡Un invierno realmente duro! Y los lobos,hambrientos,melajugaron.¡Carajosimelajugaron!

    Aparte de lo que había pasado con la niña, Boal, por lo visto, estabapersonalmentemuydolidoconloslobos.

    —Fueunaconjura.Estábamosenunpradoquelindabaconelbosque.Unodeloscabrones se dejó ver en el claro y huyó hacia elmonte bajo. Los perros corrieronrabiososdetrásdeél.Yyofuidetrásdelosperros.Ladejéallí,sentaditaencimadeunsaco.Fuecosademinutos.Cuandovolví,yanoestaba.¡Cómomelajugaronloscabrones!

    Aquelhombreeradueñodeunahistoria.Loúnicoqueyopodíahacereraesperaraqueladesembucharacuantoantes.

    —Nadie entiende lo que pasó… Se salvó porque no la quisomatar. Esa es laúnicaexplicación.Elquelaatrapónolaquisomatar.Sólolamordióenlaespalda.Podía hacerlo en el cuello y adiós, pero no. Los viejos decían que esas eranmordedurasparaquenollorara,paraquenoavisaraalagente.Yvayasilehizocaso.Quedómuda.Nuncamásvolvióahablar.Laencontramosenunamadriguera.Fueunmilagro.

    —¿Ycómosellama?—¿Quién?—Ella,suhija.—Noesmihija—dijoBoal,muyserio—.Esmimujer.

    Página27

  • Tres

    —Seenganchadelascosas.Quedaembobada.Comoalgolellamelaatención,yanolosuelta.

    Noté el calor enmismejillas.Me sentía rojo como el fuego. Ella,mi esquivachinita, no dejaba de mirarme. Había bajado de la habitación preparado para laverbena,conlacamisadechorreras.

    —Es por el traje—dijo algo despectivoBoal.Y después se dirigió a ella paragritar—:¡Québobitaeres!

    Aquellosojosdeluzverdosameibanaseguirtodalanoche,paramisuerte,comodosluciérnagas.Porqueyotambiénmeenganchédeellos.

    La verbena era en el campo de la feria, adornada de rama en rama, entre losrobles, con algunas guirnaldas de papel y nadamás. Cuando oscureció, las únicaslucesqueiluminabanelbaileeranunoscandilescolgadosaambosladosdelpalcoyenelquioscodelasbebidas.Porlodemás,lanochehabíacaídoconuntuldenieblamontañesaqueenvolvíalosárbolesconenaguasyvelos.Segúnpasabaeltiempo,sehacíamásespesayfuearropandotodoenunacosafantasmal,delaquesólosalían,abrazadosygirandoconlamúsica,lasparejasmásalegres,enseguidaengullidasunavezmásporaquelcíelotendidoarasdelsuelo.

    Ellasíquepermanecíaalavista.Apoyadaenuntronco,conlosbrazoscruzados,cubiertosloshombrosconunchaldelana,nodejabademirarme.Devezencuando,Boalsurgíadelanieblacomouninquietopastordeganado.Lanzabaasualrededorunamiradadeadvertencia,denavajayaguardiente.Peroamímedabaigual.

    Medabaigualporquehuíaconella.Íbamossolos,alomosdelcaballoquesabíasumar,porlosmontesdeSantaMartadeLombas,irásynovolverás.YllegábamosaCoruña,aAduanas,ymipadrenosestabaesperandocondospasajesdelbarcoparaAmérica,ytodoslosalbañilesaplaudíandesdeelmuelle,yunodeellosnosofrecíaelbotijoparatomaruntrago,yledabatambiéndebeberalcaballoquesabíasumar.

    Macías,pegadoamioreja,mehizoabrirlosojos.—¡Vasfenomenal,chaval!¡Tocascomounnegro,tocascomoDios!Medicuentadequeestabatocandosinpreocuparmedesisabíaono.Todoloque

    habíaquehacereradejarseir.Losdedossemovíansolosyelairesalíadelpechosinahogo,empujadoporunfuellesingular.Elsaxonomepesaba,eraligerocomoflautadecaña.Yosabíaquehabíagente,muchagente,bailandoyenamorándoseentre laniebla.Tocabaparaellos.Nolosveía.Sólolaveíaaella,cadavezmáscerca.

    Ella,laChinita,quehuíaconmigomientrasBoalaullabaenlanoche,cuandolanieblasedespejaba,derodillasenelcampodelaferiayconelchaldelanaentrelaspezuñas.

    Página28

  • LalecheradeVermeer

    Claroquenuncapodrépagar loquemimadrehizopormí,ninuncaserécapazdeescribir algo comparable alCorreio que Miguel Torga fechó en Coímbra el 3 deseptiembrede1941.

    «“Filho”…EoqueaseguirselêÉdeumatalpurezaeumtalbrilho,Queatédaminhaescuridãosevé».[8]

    Mimadre era lechera. Tiraba de un carrito con dos grandes jarras de zinc. Lalecheque repartíaera lade lasvacasdemiabueloManuel,deCorpoSanto,aunadocenadekilómetrosdelaciudad.Esteabuelomío,cuandoerajoven,tuvoundíaenlamano la pluma de escribir del párroco y dijo: «¡Qué letramás bonita tendría sisupieseescribir!».Yaprendióahacerloconunahermosaletradeformasvegetales.Porencargode lasfamilias,hizocientosdecartasaemigrantes.Ensuescritorioviporvezprimera, enpostal, laEstatuade laLibertad, lasCataratasdel Iguazúyunjinete gaucho por la Pampa. Nosotros vivíamos en el barrio de Monte Alto deCoruña,enunbajodelacalledéSantoTomás,tanbajoquehabíacucarachasqueserefugiaban en las baldosasmovidas.A veces jugaba contra ellas, situándolas en elejércitoenemigo.Yoconocíaelmiedo,peronoelterror.Voyacontarlescómoentréencontactoconelterror.Mimadrelalecherasevaconsucarritoysusjarrasdezinc.EstoyjugandoconmihermanaMaría.Derepente,escuchamosestallidosyungranalborotoenlacalle.Nosasomamosalaventanadelbajoparaverquépasa.Pegadosal cristal, descubrimos el terror. El terror viene hacia nosotros. Mi madre nosencontróabrazadosyllorandoenelbaño.ElterroreraelReyCabezudo.

    En1960yotengotresaños.Porlatarde,escucholoscánticosdelospresosenelpatío de la cárcel. Por la noche, los destellos de la Torre deHércules giran comoaspascósmicassobrelacabeceradelacama.Laluzdelfaroesundetalleimportanteparamí:mipadreestáalotroladodelmar,enunsitioquellamanLaGuaira.

    Tengotresaños.Lorecuerdotodomuybien.Mejorqueloquehaocurridohoy,antesde comenzar esta historia. Incluso recuerdo loque losotros aseguranquenosucedió.Porejemplo.Mipadrino,nosécómolohaconseguido,traeunpavoparalafiestadeNavidad.Lavíspera,elanimalhuyehaciaelmontedelaTorredeHércules.Todoslosvecinoslopersiguen.Cuandoestánapuntodepillarlo,elpavoechaavolar

    Página29

  • deunaformaimposibleysepierdeenelmarcomoungansosalvaje.Esafueunadelascosasqueyoviynosucedieron.

    En1992fuiaAmsterdamporvezprimera.Aquelviajetandeseadoeraparamíuna especie de peregrinación. Estaba ansioso por verLos comedores de patatas[*].Anteaquelcuadrodemisteriosofervor,elmáshondamentereligiosodecuantoshevisto, la verdadera representación de la Sagrada Familia, reprimí el impulso dearrodillarme.Tuvemiedode llamar laatencióncomoun turistaexcéntrico,deesosquepaseanporunacatedralcongafasdesolypantalónbermudas.Encastellanohaydospalabras:hervoryfervor.Engallegosólohayuna:fervor.Laluzdelhervordelafuentedepatatasasciendehacialatenuelámparaeiluminalosrostrosdelafamiliacampesina quemiran con fervor el sagrado alimento, el humilde fruto de la tierra.TambiénfuialRijksmuseumyallíencontréLalecheradeVermeer[*].

    ElembrujodeLalechera,pintadoen1660,radicaenlaluz.Expertosycríticoshan escrito textos muy sugerentes sobre la naturaleza de esa luminosidad, pero laúltima conclusión es siempre un interrogante. Es lo que llaman el misterio deVermeer.AntesdeirapararalRijksmuseum,tuvovariospropietarios.En1798fuevendidoporuntalJanJacobauntalJ.Spaanporunpreciodé1500florines.Enelinventariosehacelasiguienteobservación:«Laluz,entrandoporunaventanaenellateral,daunaimpresiónmilagrosamentenatural».

    Anteesapintura,yotengotresaños.Conozcoaaquellamujer.Sélarespuestaalenigmadelaluz.

    Hacesiglos,madre,enDelft,¿recuerdas?,túvertíaslajarraencasadeJohannesVermeer,elpintor,elmaridodeCatharinaBolnes,hijadelaseñoraMaríaThins,aquellaestirada,queteníaotrohijomedioloco,Wíllem,simalnorecuerdo,elquedeshonróalapobreMaryGerrits,lacriadaqueahoraabrelapuertaparaqueentrestú,madre,yteacerquesalamesadelrincónyconlajarraderramesmariposasdeluzqueelganadodelostuyosapacentóenlosverdesysombríostapicesdeDelft.LamismaqueyosoñéenelRijksmuseum,JohannesVermeerencalaráconlecheesasparedes,ellatón,elcesto,elpan,tusbrazos,aunqueenlaficcióndelcuadrolafuenteluminosaeslaventana.

    Página30

  • LaluzdeVermeer,eseenigmadesiglos,esaclaridadinefablesacudidadelasmanosdeDios,lecheportiordeñadaenelestablooscuro,alahoradelosmurciélagos.

    Cuandoledialeerelpoemaamimadre,nisiquierapestañeó.Mesentíinseguro.Aunquehablabade la luz, quizá erademasiadooscuro.Fui a un estantey cogí unlibrosobreVermeer,eldeJohnMichaelMontias,enelqueveníaunareproduccióndeLalechera. Esta vez,mimadre pareció impresionada.Miró la estampa durantemuchotiemposinhablar.Despuésguardóelpoemaysefue.

    Díasmástarde,mimadrevolviódevisitaanuestracasa.Traía,comoacostumbra,huevosdesusgallinas,ypatatas,cebollasylechugasdesuhuerta.Ellasiempredice:«Vayasdondevayas,llevaalgo».Antesdedespedirse,dijo:«Hetraídotambiénunacosa para ti».Abrió el bolso y sacó un papel blanco doblado cómoun pañuelo deencaje.Elpapelenvolvíaunafoto.Mimadreexplicóquehabíaidodecasaencasadesushermanasparapoderrecuperarla.

    Lafotoeradesoltera.Anteriora1960peromuyposterior,desdeluego,a1660.Mimadreno recuerdaquién fue el fotógrafo.Sí recuerda la casa, ladueñademalcarácter,elhijomediolocoylacriadaqueabríalapuerta.Eraunachicamuyguapa,decercadeCulleredo.«Undíafuiymeabrióotra.Aellalahabíandespedido,peroyonuncasupeelporqué».Ensumiradahabíaunapregunta:«¿YtúcómosupistelodelapobreMary?».Luegosentenció:«Traslospobresandasiemprelaguadaña».

    Por el contrario,mimadre no le daba ninguna importancia a que lamujer delcuadroyladelafotosepareciesentantocomodosgotasdeleche.

    Página31

  • Soloporahí

    No tuvo la sensación de despertar sino de salir de un sopor de tila templada.Maestabaallí,alpiedelacama,aguijoneándoloconaquellosojosdeperrasonámbula.

    —¡Cielosanto!¿Dóndesemetería?—Tranquila,mujer.Habíanesperadoporélhastalascuatrodelamañana,dandovueltasentornoal

    teléfono y con un nervio eléctrico tendido por el pasillo hasta la cerradura de lapuerta.

    —¡Sihubiésemosllamadoantes!—sequejabaella—.Alomejor,estáencasadeRicky.OdeMini. Sí, seguro que en la deMini.Medijo que sus padres les dejanensayarhastatarde.Vivenenundúplex,claro.

    —Pormuchodúplexquetengannocreoquelesdejenarmarfollónporlanoche.¡Angelitos[9],niquetocarannanas!

    Ellacruzólosbrazosybuscóalgoquemirarenelmuroopacodelanoche.—Deesotequeríahablar,Pa.Creo…creoquedeberíamosprocurarqueestuviese

    másagustoencasa.—¿Agusto?¿Aquéterefieres?¡Sitienetodalacasaparaél!Elotrodíalleguéy

    habíaaquí,aquímismo,enlasala,cuatromocososcomiendopizzayviendounvídeode tipos y tipas que se cortaban piernas y brazos con una sierra eléctrica. ¡Mandacarajo!¿Porquénovenpelispomo?¡Mellevaríaunaalegría…!

    —Sonasí.Hayqueentenderlos.—¿Entenderlos? ¿Sabes lo que le dije? Oye, de puta madre esa película. ¿La

    últimadeWaltDisney?Esofueloqueledije.¿Duro,eh?—Lepareciófatal.Dijoquehabíassidounborde,quesiempreletomabaselpelo

    delantedesusamigos.—¿Yquéquieresquehaga?¿Aver? ¡Unashostias!Esoes loqueyo teníaque

    hacer.Darleunasbuenashostias.—¡Porfavor,Pa!—Amímelasdiomipadreundíaqueledijemierda.¡Vetealamierda!Yoyaera

    unmozo,nocreas.Ymemetióunabofetadaquecasimetumba.Leestaréagradecidotodalavida.Meaclarólasideas.

    —Élnuncatemandóalamierda.—No.Esoescierto.Medijo«¡Muérete!».Peronuncamemandóalamierda…Eranlascuatrodelamañanayaesahorayanopodíanllamarporteléfonoalos

    padres de Ricky o deMini. Sería como entrar sin permiso en casa ajena con loszapatosllenosdebarro.Intentóconvencerladequelomejorerairadormirunpoco.

    Página32

  • —Nopasa nada, ya verás.Estará a punto de llegar,O se quedaría a dormir encasadesusamigos.Hayquedescansar,anda.

    —Acuéstatetú.Mañanatienesqueconducir.¿Quieresunatila?Ahoraeran las sieteyellaestabaallí, con lasojerasde lamujerqueatiendeel

    guardarropaenunclubnocturno.Lepedíasinhablarquehiciesealgo,antesdequesequedasesolayelpasillose

    convirtieseenunlargoembudo.—Todavíaesunpocotemprano.Tranquila.Esperamosmediahorayllamamos.Se vistió y se afeitó.Mojó la cabezamás de lo normal y se peinó para atrás,

    alisandocon lasmanos.Tomóuncafésoloysintióen lacabezaelcombatecon latila,elencontronazodeunviajanteaceleradoconunvagabundoqueibaapieporelbordedelacalzada.Fueelviajantequiensepusoenpieysedirigióhaciaelteléfono,seguidoporunamujeralacecho.

    —Disculpaquellameaestashoras.SoyArmando,elpadredeMiro.¿Quería…queríasabersisequedóadormirporahí?

    —…—¿No?Vale,perdonad,¿eh?—…—No,nopasanada.Eraporsi…—…—Claro,claro,estaráporahí.Graciasyperdona,¿eh?Nada, dijo.Ymarcó otro número, el de los padres deMini.No contestaban y

    volvióamarcar.—Nada.Paraestosdebedesermuytemprano.Cogió a lamujer por los hombros y le dio un beso.Toda ella parecía tan leve

    comosucamisón.—Llama tú dentro de media hora. Yo ahora tengo que irme. Ya voy muy

    retrasado.Venga,venga,tranquila.Aver,alegraesacara.Venga,unasonrisa.Venga,mujer,venga.Asímegusta.Estamosencontacto,¿eh?

    Antesdemarcharse,seasomóalahabitacióndesuhijo.Sobrelaalmohadahabíaunarlequíndetrapoconlacabezadeporcelana.Otrosdíasledabarisaaqueldetalleinfantil, pero hoy hizo un gesto de desagrado.La expresión delmuñeco le parecíainquietante. Una sonrisa doliente y triste. En la pared, en el póster más grande yvisible, estaba aquel tipo, StevenTyler, líder deAerosmith.Murmuró: «¿Qué, quépasa,tío?».LabocatodavíamásgrandequeladeMickJagger.Greñasmuylargasyalborotadas.Elpechodesnudo,condosgrandescolmilloscolgandodeuncollar.Depantalón, una malla ceñida, como piel de felino, que le marcaba el paquete condescaro.Dehecho,pensó,todoelpersonajeesundescaro.Porvezprimeraleasaltóladudadequeaquelpósterestabaallíporél.Teníasumismaedad,¿Ono?StevenTylereramásviejo.CuandoMiroselodijo,sehabíaquedadomudo.

    Página33

  • Pasóporelalmacényrepasólamercancía.Cargóloscincomaletones.Sepusoencamino. Cuando ya llevaba un trecho, notó un aviso. Siempre le hacía caso a suinstinto.Teníaque llevarotramaletadeSuperbreasts.Pensóen llamardesdeallí acasa,perocambióde idea.SinohabíanoticiasdeMiro, ibaaaumentar la alarma.Acabaría estropeando el día y la cosa no estaba para bromas. Pensó en lacompetencia.Sielmocososupieraloqueeslavida…

    Conducía a contracorriente. En dirección a la ciudad, en lenta formación, loscochesdelcarrilcontrariocabeceabancomoganadoimpaciente.Paróenlagasolinerade Bens, antes de meterse en la autopista de Carballo. Mientras le llenaban eldepósito,miróelmuestrariodecasetesparaconsumorápidodeautomovilistas.Unamezcladecosasdesiempre,contapasdescoloridasporelsol.Loscorridosmejicanosde Javier Solís. Antonio Molina. Carlos Gardel. Chistes verdes. Los Chunguitos.Fuxanosventos.AnaBelén&VíctorManuel.JulioIglesias.OrquestaCompostela.Y allí, en el medio, como una maldita casualidad tramada por un guionista depelículas,laportadadeunavacaconuntatuajeenelpemil,Aerosmith,yunarodemetalclavadoenunamama.Getatrip.

    —Mellevoestotambién—dijo,señalandolacásete.Hoyharía todoel recorridopor lacosta,por lomenoshastaRibeira.Teníaque

    cronometrarbienydetenerseeltiempojustoencadatienda.EnCarballoparóenlacorsetería Lucy. La dueña del comercio rebuscaba entre unas prendas y tardó enrespondera susbuenosdías.Paciencia,pensóél, laviejaacabadeabrir losojosy,además,tienemalaspulgas.

    —Laveomuybien,señora.—Nomevengaconpamplinasaestashoras.—Aquienmadruga,Diosleayuda.—¿Dios?Estoesundesastre.Unacalamidad.—Pasófebrero.¡Yaveráahora!—No necesito nada.Nada de nada—dijo con un gesto rotundo de lasmanos,

    comosiquisieraecharlo.—Ustedsabequeno laengaño.¿Laheengañadoalgunavez?Ledigoqueuna

    cosasevaavenderysevende,¿ono?—Tambiénse ibanavender lospantiesenel invierno.¿Quieresaberunacosa?

    HaypantiesahíparacalentarlelabocadeabajoamediaEspaña.—Me encanta verla enfadada. Se parece, se parece a… ¿Cómo se llama esta

    actriz?¡LizTaylor!—Sí,ya.Nonecesitonada.—Quiero que vea una cosa, sólo una cosa. ¿Se imagina algo mejor que el

    Wonderbra,peroamitaddeprecio?¿Aquenomecree?—No.Aver.—Nolaengaño.Mireesto.Elmejorsujetadordelmercado.Realzaelpecho,pero

    noesunaarmadura.Toque,toque.¡Vienelaprimavera,Lucy,vienelaprimavera!

    Página34

  • SiguiólarutaporMalpica,YluegoPonteceso,Laxe,Baio,Vimianzo,Camarinas,Muxía,Cee,Corcubión,Fisterra.Lacosaibayendo.¡MenosmalquehabíatraídounextradeSuper-breasts!Gracias,corazón,sextosentido,quenomefallas.Habríaquecomeralgo.Miróel reloj.Derepente,sintióunabofetada,unabofetadamásfuertequeaquelladesupadre.¡Cielosanto!Peroquébestia,quécabrónsoy.Corrió,corriócomolocohacialacabinadeteléfono.

    —¿Ma?¿Erestú,Ma?—…—Perdona, perdona, por Dios. Tuve problemas, de verdad, Ma, créeme, una

    complicación.—…—No,nada.Unaavería.¿Yelchico?¿AparecióMiro?—…—¿Noapareció?—…—Bueno,mujer.Sillamó,yaestá.¿Quélepasó?¿Lepasóalgo?—…—Sí,voyahablarconél.Voyahablarconélmuyenserio.Tútranquila.Yome

    encargodequeestonovuelvaapasar.Anda,ahoraduermeunpoco.Descansa.Yatellamaré.Todavíatengomuchocurropordelante.Descansa,¿eh?

    Alsalirdelacabina,enelmuelledeFisterra,sefijóenelmarporprimeravezentodoeldía.Elsoldemarzoledabaunbrilloduro,demetaldeacero.Regresóalacabinayvolvióamarcar.

    —¿Ma?Soyyo.Perdona,¿eh?Perdonaquenollamaraantes.Noséquemepasó.—…—Todoirábien.Yaverás.Todoirábien.Unbesomuygrande.Ydescansa,¿eh?Porlatarde,enlaplayadeCorrubedo,ungrupodechicosychicashaciendosurf.

    Losmiróconenvidia.Noporél,sinoporsuhijo.Legustaríaqueélestuvieseasí,conaquellos trajes ceñidos y de colores vivos. Alegres, sanos, seguramente ricos,luchando con elmar bravo, deslizándose con suavidad sobre la cresta de las olas.Bueno,pensó,élnotienemalcorazón.Yparecequetocabien,asumanera.Saldráadelante.Tambiényosalí.

    DioporfinalizadalajornadaenRibeira.Estabacontento.EnlalenceríaFlordePiel le compraron la última partida de Superbreasts y también de bragas BasicInstinct.Eltipodelacompetencia,aquelvendedorachulapado,conmásanillosquededos,decorbataexcesivacomo ramodegladiolos, ibaaquedarconunpalmodenaricescuando llegasemañana.Se la jugóporsorpresayelquedaprimerodadosveces.Estabacontentoycansado.Cuandocerróelmaleterodelcoche,sintióquesuspárpadostambiénsedejaríanabatircongusto.Decidiótomaruncaféyllamardesdeelbar.

    —Hola,Ma.¿Cómovaeso?

    Página35

  • —…—Bien.Dilequeseponga.—¿Cómoquenolediganada?—…—¿Quenolegrite?Túerespeorqueél.Unashostias,esoesloquenecesitaese

    mocoso.—…—¿Quenolovaahacermás?¡Puesmenosmal!—…—Claro,claro.¡Quédelicadezaporsuparte!¿Ydondepasólanoche?—…—¿Soloporahí?Hubounsilencioentreellos,comosiporeltúneldelteléfonoseescucharaeleco

    delospasosdeuncaminanteinsomneysolitario,yelrepiquedeunagotera.Miródereojo. Toda la clientela del bar estaba pendiente del resumen deportivo en latelevisión.

    —¿Cómoquesoloporahí?¿Durmióenunportaloqué?Enalgúnsitiodormiría.—…—¿Quenodurmió?—…—No,nomeamargo.¿Quéhaceahora?—…—¿Traíahambre,eh?—…—Esoestábien.—…—Ma,dile,dileque…¡Bah!Noledigasnada.—…—EnRibeira.—…—No,nollueve.—Cuelgo.Notepreocupesporlacena.Yapicaréalgodelanevera.—…—Buenasnoches,Ma.—…—Sí,irédespacio.Antes de encender el coche, respiró hondo. Los primeros neones se encendían

    desganadosy lasfarolas teníanaúnunaluztullida.«Soloyporahí»,murmuró.Detodolosucedido,aquellofueloquemáslohabíaperturbado.EscuchabalospasosdeMiroporuntúnel.Llevabalacaramaquilladadeblancocomounarlequín.Aquellaimagenledolía.Preferiríamilvecesquehubieseestadodeparrandaconlosamigosyamaneciesefumandounachinadehachísenlaplaya.

    Página36

  • Porenésimavezeneldíapuso lacintadeAerosmith.Aquel regaloparaMiro.Después, volviéndose hacia Steven Tyler, que iba de copiloto, hizo un gesto decomplicidad.

    —Serámejorqueconduzcastú.Lepesabanlosojoscomolaspuertasdeunmaleteroinfinito.

    Página37

  • Ustedesseránmuyfelices

    EldoctorFreirésearrodillóenreverentesilenciosobrelaalmohadademusgo,comosiaquelpeñascalfueseunaltar,yunapilasagradalafuentedondeempozabaelagua.Decaminohaciaaquellugar,ydelamanodeFina,sentíaunantiguoplacerdeoboeyarpaqueamansabaelapremiante relojdesuvidadeespecialistaen trasplantedecorazón.Perohoyelritualteníaunvalorañadido.

    —Aquíesdondenace—dijoeninglés,girandohaciasusinvitados.Surostroresplandecíadeorgullo,comosifueseeldestinatariodeunaconfidencia

    bíblica.AquelfragmentodelGénesiseradesupropiedad.Elaguaburbujeabaenellecho arenoso, entre hilas de hierba y centelleos demica, y fluía por sus venas dehombre antes de descender entre alisos. En aquel instante era su corazón el quebombeabaelriachuelohaciaelvalledeAmoril.

    EldoctorFreiréadmirabaaldoctorKimball.Enciertamanera,aquellainvitaciónera una ofrenda de gratitud. Acababa de conocerlo en persona, en un congresomédicoque loshabía reunidoenSantiagodeCompostela.Peroduranteañoshabíaleído todossus libros, todossus informes,yestabaalcorrientedesusexperienciaspioneras en la sustitución en los trasplantes de órganos vivos por equivalentessintéticos.Granpartedesusabermédicolohabíatomadoprestadodeaquelhombreque trabajaba al otro lado del océano. Muchas de sus dudas habían encontradosolución en la terminal informática, gracias a ideas aportadas desde la lejanía poralguienconquienhoycompartíaelchacchactsuitchacdelatarabilla,esainquietapreguntaquequedasuspensaenelanochecer.EldoctorKimballeraunaeminenciaensucampo,unhombredeprestigio internacional,yaldoctorFreiré leparecíaunmilagroverloallí,ahorareclinadoéltambiénsobrelapila,conlosojosmuyabiertos,comounmonjebudistaqueinterpretaelpestañearsilenciosodelasburbujas.

    Cuando elmédico norteamericano y su esposaEllen acogieron con simpatía lapropuesta de pasar el fin de semana en su pazo de Amoril, antes de regresar aHouston,eldoctorFreirésintióunamezcladesorpresayhalago.AldarlelanoticiaaFinayasentíaelefectoexcitantedellicordelavanidad,unareacciónquesaborearonjuntos al tratar de los preparativos, y lo hacían sin disimular el uno con el otro,porquelesparecíaquelaocasiónmerecíaundisfruteabiertoygoloso,comosifueseunafortunatraídaporelazar.Así,élpensabayaenel impactoentrecolegasdeunpreámbulodeltipo:«TalcomomedijoeldoctorKimballenmicasadeAmoril…».Yella,Fina,aunquemásconlospiesenlatierra,sumergidayaenlaspreocupacionesdeanfitriona,seprecipitóarealizarunasselectasllamadastelefónicasquecalculaba

    Página38

  • tendrían un efecto semejante a una nota de sociedad en el periódico El CorreoGallego.

    AsíqueallíestabaelfamosodoctorKimball,sentadoahoraantelalareira[10],conunvasocondosdedosdewhisky,mientrasFreirécolocabaenhábilpirámidelaleñayencendíafuegoconlasolemnidaddequienpresentaunnúmerodemagia.AlotroladodelasalaFinabuscabapalabrasensubalbuceanteinglésparaexplicarleaEllenqueelcuadroquemirabanrepresentabaelmundocomounamascaradadecarnaval,likeacarnaval,yquesuautor,Laxeiro,eraelmáscotizadodelpaís.

    Fue ella, Fina, quien encendió las luces, como inducida por la observación deEllenanteelcuadro.

    —Esmuyhermoso…ytambiénmuyextraño.Sí, pensóFina, esun carnavalmisteriosoyoscuro.En realidad,nunca lehabía

    gustadoaquelcuadro.Teníaalgodeinquietanteydeformequeleresultabamolesto.Preferiríaunacosaconmáscoloryplacentera.Unpaisajecomolosquesepintabanantes. Algo bonito de verdad, con las cosas en su sitio, donde los campos fueranverdes, los tejadosrojosyelcieloazul.Peroaquelerauncuadrodevalor.Todoelmundoqueentendíadepinturaselodecía.Unvalorque,asegurabanlosentendidos,se multiplicaría en el futuro, cuando el autor fuese uno de esos difuntos queparrandeabanenellienzo.

    Laoscuridadveníatambiéndefuera.Lanocheinvernalhabíacaídoderepenteyenlutabaloscristalesdelasventanas.CuandoFinaencendiólaslámparas,sumaridosevolvió,contrariado,desdelalareira.

    —¡No,mujer,esperaunpoco!La magia del fuego de la lareira, a diferencia de las chimeneas encajonadas,

    radicaprecisamenteeneltemblordellamasysombrasqueextiendeportodalacasa.Lalareiratieneloslateralesabiertos.Escomouncineentresdimensiones.EldoctorKimballseguíalasexplicacionescongestointeresadoyasintiósonriente.

    Fina hizo caso y se acercó con Ellen a donde crepitaba la naciente hoguera.Después,mientraslosdosmédicosfilosofabanacercadelfuegoyelserhumano,seacordódelacenaysedirigióalacocina.Nolegustabalaoscuridad.Sumaridosabíaqueaellanolegustabalaoscuridad,perohoyhabíaquedejarlo,igualqueaunniñofeliz que le enseña a otro sus juguetes. Miró por la ventana del pasillo. No sedistinguía nada. Abrió la puerta y, ante la luz, respiró con el alivio de quien sedesprende de unas garras en la espalda. Allí, en la cocina, remangada y con lasmejillascoloradasporlosvapores,trajinabaReme.

    —¡Québienhuele!—VaaseruncocidocomoDiosmanda,señora.Losgreloshanllegadodirectos

    delahuerta.¡Aúntraíanlasestrellasdelaescarcha!—Diegoqueríaofrecerlesunacosatípica.—Esoestábien.¡Nadamejorquelascosasdelatierra!

    Página39

  • Habíasidounhallazgo,lodeReme.Eraunamujerservicialy,almismotiempo,simpáticayespontánea.Ellaysumaridohacíandecaseros,manteníanelpazolimpioyhabitadoysebrindabanparatodotipodetrabajos.Ellaeraunabuenacocinerayelmarido,Andrés,tambiénllamadoO’Courel,ademásdejardineroyhortelano,sedabamañaconmuchosoficios;igualarreglabaunacerraduraqueretejabapordondehabíahumedades.Además,eramuybuenconversador.ÉlnoeradeAmoril.HabíanacidoenlamontañayhabíaestadoemigradoenBarcelona.Aveceslosdejabaconlabocaabierta, al adornar una historia con dichos en latín o sabidurías sorprendentes. Porejemplo,cadaárbol frutal tenía supropiamosca.Había lamoscadelmanzano,delmelocotonero,delperal…Ycadaanimal tenía también lasuya.Eranmuydistintaslasmoscasquerondabanalavacadelasquerevoloteabanalrededordeunburro.Alrecordar esto, Fina sonrió y Reme se animó aúnmás con la faena viéndola a ellasatisfecha.

    —Tambiéntengolistalasalsadelasalmejas,señora.Lacebollitamuypicada,yuncasinadadepimientablanca.

    —Seguroqueestáriquísima,Reme.Andaban alrededor de los cincuenta. No tenían hijos. Cuando hablaba de eso,

    Remeseentristecía.—Tienenqueanimarseustedes.Nosotrosya…Peroustedesaúnson jóvenes,y

    nolesvaafaltarconquecriarlos.Siyopudiese,tendríaunadocena.Pero no era de hijos de lo que hablaban ahora, sino de la hora apropiada para

    ponerlamesaycausarlamejorimpresiónaloshuéspedes.Seescuchóuntrueno,ylalámparadeltubofluorescentedelacocinapestañeóy

    emitióunzumbidodeinsecto.Perosemantuvoencendida.Lasdosmujerescruzaronsusmiradas.Remesepersignó.

    —¡VayaporDios!Seavecinaunabuenatormenta.Fina volvió a la sala. Esta vez fue derecha a la llave de la luz y encendió las

    lámparassinpreocuparsedelareaccióndesumarido.PeroeldoctorFreirénohizoningún comentario.Dijo: «¿Has oído, Fina?Los ratones andan por el desván».Deinmediato,tradujoliteralmentelafrasealinglés.EldoctorKimballhizoungestodeentenderelsignificado.Losratones.Lostruenos.Rieron.

    Ellencontóqueella,deniña,alcontrarioquesushermanos,noteníamiedoalastormentas.Suspadres teníanuna casade recreo al nortede la costaEste, cercadeCanadá, y a veces el cielo parecía quebrarse comobolas deNavidad enmanos decríos revoltosos. Por la noche, despertaba e iba a mirar por la ventana. Losrelámpagos,decía,eranunespectáculofascinante.Unafiestade lanaturaleza.Peroahorano,confesó.Amedidaquepasabanlosaños,ibasintiendomásrespetoytemor.

    El doctor Kimball la miró con irónico arrobo: «Puedes estar tranquila. Teprotegerésiempre.Yoserétúpararrayos».

    Lassonrisasquedaronpetrificadasenlasombracomoviñetasdeuntebeo.Cayóunrayoqueretumbócomounlátigorestallanteeneltejadodelpazo.Transcurrióun

    Página40

  • instantedesilenciosaconmoción,hastaquealguiencomentóquesehabíaidolaluz.Deinmediato,seescuchólavozdeRemequesalíaatientasdelacocinaeinvocabaalossantosdelcielo.Porfin,seorientógraciasalfuegodelalareira.Cuandollegóadondeellosestaban,aúnteníaelrostrocongestionado.

    —¡Fueterrible!Centellearonlascacerolasdelantedemí.¡Cosadeldiablo!—Tranquila,Reme,siéntateunpoco—dijoFina.—Sefundiríanlosplomos.PorahídebedeandarmiAndrés.Lostruenossehabíanidoalejandoyllegóelagua.Unalluviadesmedidaquehizo

    cantar a los canalones del tejado y que repicaba con un punto de cólera en loscristales.Laluznovolvía,ytampocoseteníannoticiasdelesperadoAndrés.Aquellasituación los acercó más al fuego, que se iba agrandando, atizado por ojos ypensamientos.Derepente,Finabrincólevementeenelsofáymiróasustadahaciaelventanaldelasala.

    —¡Ah,ahíestáAndrés!—dijoRemeconvoztranquila.—¡Santo cielo, qué susto me acabo de llevar! —reconoció Fina, en tono

    avergonzado.Noloquisoconfesar,peroporuninstantehabíavistoenaquelencapuchadoque

    balanceabauncandiluna figuraqueel relámpagohubieseexpulsadodelcuadrodeLaxeiro.

    —¡BuenasnochesnosdéDios!Andrés saludó con aire viril y con irónica solemnidad cuando le abrieron la

    puerta. Era un hombre corpulento y tan tranquilo en susmovimientos que parecíatorpe. Levantó el candil a la altura de la cabeza, e hizo una ligera inclinación defrente,alaviejausanza,dirigidaalosdesconocidos.Laimprovisadacapuchahechauniendo las puntas de un saco de tela, las cejas espesas, los ojos escrutadores, elbigoterojizoydenso,ledabanunairedecazadorboreal.Sedesprendiódelcobertor,que venía empapado, y pidió permiso para entrar en la sala. Dejó ceremonioso elcandilenlarepisadelacampanadelareira.

    —¡Sí,señor!Unareliquia.Peroyavenquéútilresultaencasodeapuro.¡Elviejocandil!¡Sí,señor!

    —Andrés,¿yquépasaconlaluz?—loapremióReme.—Puespareceunacosaseria.—¿Cómoqueseria?—preguntóinquietoeldoctorFreiré.—Puesbien,creoqueesdelalínea.Odeltransformador.Delosfusiblesnoes.

    Deesoestoyseguro.—¿Ycuántotardaránenarreglarlo?—preguntóFinacontonodeimpaciencia.—¡Huy!Conelaguaqueestácayendo…Andréssabíaqueeraelcentrodeatención,comosiensuspalabrasestuviesela

    claveparaelretornodelaluz.Podríaresponder«unashoras»o«dosotresdías».Olasdoscosas.MiróaldoctorKimball.Unduendedivertidolehizodecir:«ConestosdelaCompañíanuncasesabe.Alomejor,dosotresdías».

    Página41

  • —Pero ¿qué dices? —saltó Reme, intentando corregir a su marido como sihubiesedichounacalumnia.

    —Laúltimaveztardaronmás.—Nodigastonterías,hombre.—Yodigolascosascomoson.Estoeselculodelmundo,dispensando.Miróparasumujer.Enunojohabíasúplica.Elotroloestabafulminando.—Lo más seguro es que lo arreglen esta noche —dijo sonriente, como si

    estuviese poniendo final a una broma—.Cuando escampe un pocome acercaré alpueblo,averquépasa.

    Todosrespiraronconalivio.—¿Saben?Andrésesadivinó—dijoderepenteelanfitriónalaparejaextranjera

    —.¿Traeslascartas?—Lasllevosiempreenelbolsillo—respondióelhortelano,dándoseunapalmada

    alaalturadelcorazón.—¿Porquénose lasechasaellos?—dijoeldoctorFreiré, satisfechodepoder

    presentarunnúmerorealmenteoriginalasushuéspedes.—¡Ay,no,señor!—exclamóReme.—¿Yporquéno?¿Quéhaydemalo?—insistióeldueñodelacasa.—No,nada—dijoellaresignada—.Yovuelvoalacocina,queyasehanidolos

    truenos.—¿Deverdadadivinaelfuturo?—preguntóeldoctorKimballentonodivertido.—Esincreíble—dijoFreiré—.Siempreacierta.Venga,Andrés.Adelante.Eljardinerosacóunabarajadelbolsillodelacamisayseacomodóantelamesa

    bajadelasala.AsuladoestabaeldoctorFreiré.Enfrente,losinvitados,KimballyEllen, expectantes. De pie, fumando un cigarrillo y apoyada en la columna de lalareira,Fina.

    —Bien—dijoAndrésconeltonosolemnedequieniniciaunaceremonia—.EstaformadeecharlassellamadeSieteenCruz.Primerosecortanasí,sietevecesconlamanoizquierda.Ahorasecolocanasí,encruz,bocaabajo.

    Unavezcolocadaslascartas,Andrésrespiróhondoyfrotólasmanosconcalma,sin levantar lamirada.Sóloseescuchabaelmego,disparandodevezencuando lapirotecniadelaschispas.Luego,conungestopausadodeclérigo,Andréslevantólacartadelcentro.Untresdebastoscabezaabajo.

    Eladivinoquedópensativoporuninstante.MiróimperceptiblementeparaelladodeldoctorFreiré.Luegorecogiólascartas.

    —¿Quépasa?—preguntóelanfitrión.—Nada.Lasvoyaechardeotraforma.—Vaahacerlodeotramanera—dijosonrienteeldoctorFreiréasus invitados.

    Estosasintieron.

    Página42

  • Esta vez sin explicar nada, Andrés colocó doce cartas en círculo y una en elcentro.

    Levantóladelmedio.Untresdebastosconlacabezahaciaabajo.Todosreaccionaronconnerviosascarcajadas.EldoctorKimballpreguntóalgoen

    inglésysucolegalotradujo.—¿Algomalo,Andrés?—No,no,perovoyaprobardeotramanera.—¡Atención!—proclamóconvozteatraleldoctorFreire—.¡Tercerintento!Andrés barajó repetidamente. Ahora colocó nueve cartas, en filas de tres,

    formandouncuadrado.Levantólacentral,ladelmediodelasegundafila.Untresdebastosconlacabezahaciaabajo.Las nuevas risas, acobardadas, eran lo más parecido a un gesto de inquietud.

    Todosmiraronalcartománticoesperandounainterpretación.AndréssevolvióhaciaeldoctorFreiréydijoenvozbaja, intentandoaparentar

    normalidad:«Meparecequeesmejorseguirotrodía,señor».—¿Porquénolevantasmáscartas?—Estacartaesmuymalaseñal.Créame,esmejordejarlo.EldoctorFreirémiróalaparejaysonrió.—Dicequeustedesseránmuyfelices.Quedasiempreelmismoresultado.EldoctorKimballcogiólamanodeEllenypidióalanfitriónquelecomunicara

    aladivinosuagradecimiento.—Bien, voy a ver si arreglan o no lo de la luz—dijoAndrés levantándose—.

    Parecequeyanolluevetanto.Finalosiguiócaminodelapuerta.Cuandoyaasomabafuera,ellaloagarrópor

    unbrazo.—¿Quépasabaconlascartas,Andrés?—Nada,señora.Nada.—¿Eraalgomalo?—Muymalo,señora.Ellaquedófastidiada.Cuandoeljardineroerayaunamediosombraenlanoche,

    Finalegritó.—¿Lonuestroeracierto?—¿Loqué?—Loquenosdijisteelotrodía.—Losuyovaamisa,señora.Ustedesseránmuyfelices.Ytendránunhijomuy

    pronto.«Sí,tendránunhijo.Elhijoquenosotrosnuncatendremos»,murmuróelhombre

    enlaoscuridad,pisandoduroenelsueloenfangado.

    Página43

  • Carmiña

    ¿AsíquenuncahasidoaSarandón?Hacesbien.¿Aquéibasair?Unbrezalcortadoanavajaporelviento.

    O’LisdeSésamosóloveníaalbarlosdomingosporlamañana.Acostumbrabaaentrarcuandolascampanasavisabanparalamisadelasonceylashondashuellasdesuszapatoneseranlasprimerasenquedarimpresasenelsuelodeserríncomoenelpapellatintadeunsellodecaucho.Pedíasiempreunjerezdulcequeyoleservíaencopafina.Élhacíagestodebrindarmirandohaciamíconsusojosdegatomontesyluego se refugiabaenelventanal.Al fondo, lamoledelXalo, comoun imponentebueytumbado.

    Sí,chaval,elvientorascandocomouncepillodepúas.Brezos, cuatro cabras, gallinas peladas y una casa de mampostería con una

    higueramediodesnuda.EsoestodoloqueeraSarandón.EnaquellacasavivíaCarmiña.O’LisdeSésamobebióunsorbocomohacenloscurasconelcáliz,quecierran

    los ojos y todo, no me extraña, con Dios en el paladar. Echó un trago y luegochasqueólalengua.

    VivíaCarmiñayuna tíaquenuncasalía.Unmisterio.Lagentedecíaque teníabarbaycosasasí.Yo, sihededecir laverdad,nunca lavidelante.Yo ibaalláporCarmiña,claro.¡Carmiña!¿TúconocisteaCarmiñadejoven?No.¡Quécoñolaibasa conocer si no habías nacido! Era buena moza, la Carmiña, con mucho dondeagarrar.Ysedababien.

    ¡CarmiñadeSarandón!Para llegara su ladohabíaquearrastrarel culopor lostojos.Ysoplabaunvientofríoquecortabacomofilodenavaja.

    SobreelmonteXaloselibrabaahoraunaguerraenelcielo.Nubesfieras,oscurasycompactas lesmordían los talonesaotras lanudasyazucaradas.Desdedondeyoestaba, detrás de la barra, con los brazos remangados dentro del fregadero, meparecióquelavozdeO’Lisenronquecíayquealcontraluzseleafilabaunperfildearmiñoodegarduña.

    Yhabíatambién,enSarandón,undemoniodeperro.SellamabaTarzán.O’LisdeSésamoescupióenelserrínyluegopisóelesgarrocomoquienborraun

    pecado.¡Dios,quémaloeraaquelperro!Niundía,nidos.Siempre.Teníasqueverloa

    nuestrolado,ladrandorabioso,casisindescanso.Perolopeornoeraeso.Lopeoreracuandoparaba.Sentías,sentíaselengranajedelodio,así,comoungruñidoaveriado

    Página44

  • al apretar las mandíbulas. Y después ese rencor, ese arrebato enloquecido de lamirada.

    No,noseapartabadenosotros.Yo,alprincipio,hacíacomosinada,einclusoiniciabaunacarantoña,yelmuy

    cabrónseenfurecíamás.YosubíaaSarandónalanochecerlossábadosydomingos.Nohabía formadequeCarmiñabajase al pueblo, al baile.Segúndecía, erapor lavieja,quenosevalíapor símismayademáshabíaperdidoel sentidoyyaenunaocasiónhabíaprendidofuegoalacama.Yasídebíadeser,porqueluegoCarmiñanoresultabasertímida,no.MientrasTarzánladrabaenloquecido,ellasedababien.Mellevabadelamanohaciaelcobertizo,semeapretabaconaquellasdosbuenastetasqueteníaydejabaconmuchogustoymuchosayesqueyohicieraydeshiciera.

    ¡CarmiñadeSarandón!Perdíalacabezaporaquellamujer.Estabacachonda.Eracaliente.Ydemuybuenhumor.TeníamuchoméritoaquelhumordeCarmiña.

    ¡Demoniodeperro!,murmurabayocuandoyanopodíamásysentíasustenazasrechinardetrásdemí.

    Eraunmiedodeniñoelqueyotenía.Yelcabrónmeolíaelpensamiento.¡Vete de ahí, Tarzán!, decía ella entre risas, pero sin apartarlo. ¡Vete de ahí,

    Tarzaniño! Y entonces, cuando el perro resoplaba como un fuelle envenenado,Carmiñaseapretabamásamí,fermentaba,yyosentíacampanasencualquierpartedesupiel.Paramíquelascampanadasdeaquelcorazónrepicabanenelcobertizoyque,llevadasporelviento,todoelmundoenelvallelasestaríaescuchando.

    O’LisdeSésamodejólacopavacíaenlabarraypidióconlamiradaotrovinodulce.Paladeóun trago,saboreándolo,ydespués lodejó ircomounanostalgia.Esmuyalimenticio,dijoguiñandoelojo.Lagentesaldríaenseguidademisa,yellocalsellenaríadehumeantesvocesdedomingo.Porunmomento,mientrasvolvíaameterlasmanosbajoelgrifoparafregarlosvasos,temíqueO’Lisfueseadejarenfriarsuhistoria.Porsuerte,allíenlaventanaestabaelmonte,llamandoporsusrecuerdos.

    Yo estabamuy enamorado, pero hubo un día en que ya no pudemás. Le dije:mira,Carmiña,¿porquénoatasaesteperro?Meparecióquenoescuchaba,comosiestuvieseenotromundo.Eramuydesuspiros.Elquelooyófueél,elhijodemalamadre.Dejó repentinamentede ladraryyocreíquepor fin íbamosapoder retozartranquilos.

    ¡Quéva!Yoestabaencimadeella,sobreunoshacesdehierba.Antesdedarmecuentade

    loquepasaba,sentíunascosquillashúmedasyqueelcuerpoenteronomehacíacasoy perdía el pulso. Fue entonces cuando noté el muñón húmedo, el hocico queolisqueabalaspartes.

    Diunsaltoyechéunamaldición.Después,cogíunaestacayse la tiréalperroquehuyóquejándose.Peroloquemásmeirritófuequeella,concaradedespertardeunapesadilla, saliódetrásdeél llamándolo: ¡Tarzán,ven,Tarzán!Cuando regresó,solayapesadumbrada,yofumabaunpitillosentadoeneltroncodecortarleña.Nosé

    Página45

  • por qué, pero empecé a sentirme fuerte y animoso como nunca había estado.Meacerquéaella,ylaabracéparacomerlaabesos.

    Tejuroquefuecomopalparunsacofofodeharina.Norespondía.Cuandomemarché,Carmiñaquedóallíenloalto,parada,muda,comoatontada,

    nosésimirandohaciamí,azotadaporelviento.AO’LisdeSésamolehabíanenrojecidolasorejas.Susojosteníanla luzverde

    delmontesenun rostrode tierraallanadocon lagrada.Amímeardían lasmanosbajoelgrifodeaguafría.

    Porlanoche,continuóO’Lis,volvíaSarandón.Llevabaenlamanounavaradeaguijón,deesasparallamaralosbueyes.Lalunaflotabaentrenubarronesyelvientosilbaba con rencor.Allí estaba el perro, en la cancela del valladode piedra.Habíaalguna sospecha en su forma de gruñir. Y después ladró sin mucho estruendo,desconfiado,hastaqueyopuselavaraalaalturadesuboca.Yfueentoncescuandola abriómucho paramorder y yo se lametí como un estoque. Se lametí hasta elfondo.Notécómoelpunzóndesgarrabalagargantaeibaagujereandolablanduradelasvisceras.

    ¡Ay,Carmiña!¡CarmiñadeSarandón!O’LisdeSésamoescupióenelsuelo.Despuésbebióelúltimotragoylodemoró

    enelpaladar.Lanzóunsuspiroyexclamó:¡Québiensabeestamierda!Metiólamanoenelbolsillo.Dejóeldineroenlabarra.Ymediounapalmadaen

    el hombro. Siempre se iba antes de que llegaran los primeros clientes nada másacabarlamisa.

    ¡Hastaeldomingo,chaval!Enelserrínquedaronmarcadossuszapatones.Lashuellasdeunanimalsolitario.

    Página46

  • Elmíster&IronMaiden

    AArsenioIglesiasyBasilioLosada

    El muchacho maldijo, se levantó furioso y tiró la banqueta de una patada. Elhombre de pelo cano, al hablarle, miraba en la camiseta, con la inscripción IronMaiden,elespectromonstruosoqueconlasmanossujetabalosextremosdeuncabledealtatensiónyrelampagueabaporlosojos.Elpelodelespectroeramuylargoydeunblancodenieve.

    ¿Quéhaces?¡Ponlabanquetaderecha!Estabanviendoelpartidotelevisado.Elrivalhabíametidoelgoldelempateyasí

    se alejaban las posibilidades de que el Deportivo de Coruña se hiciera con elcampeonato. Al fondo de la cocina la madre palillaba[11] flores de encaje. Aquelsonido industrioso pertenecía al orden natural de la casa. Cuando no existía, seechabaenfalta.

    Laculpaesdeél,dijoelmuchachoconresentimiento.¿Dequién?Tambiénelhombredepelocanosesentíamolesto.¿Dequiénvaaser?¡Miraqueesburro!¿Porquélellamasburro?¡Nosabesnidequéhablas!Estábamos ganando, estábamos ganando y va y cambia un delantero por un

    defensa.Siemprerecula.¿Notedascuentadequesiemprerecula?¿Estáenelcampo?Dime.¿Estáélenelcampo?¿Nohayahíoncetiposjugando?

    ¿Porquésiempreleecháisaéllaculpa?¡Porque la tiene! ¿Por qué no quita a Claudio? ¿A ver? ¿Por qué no?, íbamos

    ganandoyvaycambiaaSalinas,¡Todoalcarajo!¿NodicessiemprequeSalinasesunpaquete?Pero¿porquélocambiaporundefensa?Losotrostambiénjuegan.¿Notedascuentadequeelcontrariotambiénjuega?

    Éramosunosmuertosdehambre.¿Recuerdasqueéramosunosmuertosdehambre?Estábamosenelinfiernoyahoravamossegundos.¡Noséquécoñoqueréis!

    ¡Nomevengasconrollos!Túeresigualqueél,dijoelmuchachohaciendoenelaireunaespiralconeldedo.Quesital,quesicual.Cuidadito,prudencia.Elfútbolesasí,unacomplicación.Rolloymásrollo.

    Yalloraréisporél.Recuerdaloquetedigo.¡Acabaréisllorandoporél!

    Página47

  • Ellocutoranuncióqueseibaacumpl