El Ministro De La Privatizacion

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2 De cómo echar a una dictadura para poder continuar su política económica PPK : el Ministro de la Privatización Por Raúl A. Wiener, Exposición ante la Asamblea de Delegados de la Fentap Hace ya un buen tiempo que llegué a la conclusión que la privatización era, ante todo, un estado mental. No es una ironía. También hay ingeniería, economía, política y, por qué no, justicia y policía, implicados en este tema. Pero de lo que ya existe como historia de estos procesos no cabe duda que lo determinante es la actitud anímica de los líderes y los pueblos que se allanan a la idea de que su destino no es forjar Estado y capacidad económica nacional, sino venderlas a mejor postor. Conceptos como: el Estado es siempre ineficiente y corrupto, la inversión extranjera nos dará trabajo, la clase empresarial nacional crecerá cuando el sector público se retire de la economía; adquieren carácter de verdad solamente cuando ya no hay nada en que creer. La privatización y sus voceros parten de la afirmación de que el país se equivocó al elegir sus caminos. Tal vez hubiéramos sido una nación feliz si el agua, la energía, los teléfonos, las minas, el petróleo, hubieran permanecido siempre en manos particulares. Tal vez otro habría sido nuestro destino si el Estado se hubiese limitado a cuidar el orden mientras las empresas nacionales y extranjeras se encargaban de proporcionarnos las mejores opciones de trabajo. Claro que todo esto suena un poco cándido. Pero, dicho en otras palabras, es lo mismo que dicen personas no tan cándidas como Fujimori, Toledo, Alan García y la señorita Flores, eternos enamorados del Estado que sin embargo le echan todas las culpas al objeto de sus amores. Una historia, tres personajes Ahora si queremos una interpretación un poco más seria de nuestro duro destino es bueno considerar algunos acontecimientos ocurridos por lo menos en los últimos cien años y en los que tomaron parte tres actores que son los mismos de los que estábamos hablando un poco más arriba. 1. La inversión extranjera: una señora muy distinguida, con mucho más dinero que escrúpulos, sentido de los negocios que le dicen, y que al comienzo de esta historia aparece explotando recursos naturales: minas, petróleo, haciendas, en cerrados enclaves exportadores considerados parte del territorio de las empresas, reacias a pagar impuestos, mezquinas en salarios a sus trabajadores, depredadoras del ambiente y los

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De cómo echar a una dictadura para poder continuar su políticaeconómica

PPK : el Ministro de la PrivatizaciónPor Raúl A. Wiener,

Exposición ante la Asamblea de Delegados de la Fentap

Hace ya un buen tiempo que llegué a la conclusión que la privatización era, ante todo, un estadomental. No es una ironía. También hay ingeniería, economía, política y, por qué no, justicia ypolicía, implicados en este tema. Pero de lo que ya existe como historia de estos procesos nocabe duda que lo determinante es la actitud anímica de los líderes y los pueblos que se allanan ala idea de que su destino no es forjar Estado y capacidad económica nacional, sino venderlas amejor postor. Conceptos como: el Estado es siempre ineficiente y corrupto, la inversiónextranjera nos dará trabajo, la clase empresarial nacional crecerá cuando el sector público seretire de la economía; adquieren carácter de verdad solamente cuando ya no hay nada en quecreer.

La privatización y sus voceros parten de la afirmación de que el país se equivocó al elegir suscaminos. Tal vez hubiéramos sido una nación feliz si el agua, la energía, los teléfonos, las minas, elpetróleo, hubieran permanecido siempre en manos particulares. Tal vez otro habría sido nuestrodestino si el Estado se hubiese limitado a cuidar el orden mientras las empresas nacionales yextranjeras se encargaban de proporcionarnos las mejores opciones de trabajo. Claro que todoesto suena un poco cándido. Pero, dicho en otras palabras, es lo mismo que dicen personas no tancándidas como Fujimori, Toledo, Alan García y la señorita Flores, eternos enamorados del Estadoque sin embargo le echan todas las culpas al objeto de sus amores.

Una historia, tres personajes

Ahora si queremos una interpretación un poco más seria de nuestro duro destino es buenoconsiderar algunos acontecimientos ocurridos por lo menos en los últimos cien años y en los quetomaron parte tres actores que son los mismos de los que estábamos hablando un poco másarriba.

1. La inversión extranjera: una señora muy distinguida, con mucho más dinero queescrúpulos, sentido de los negocios que le dicen, y que al comienzo de esta historiaaparece explotando recursos naturales: minas, petróleo, haciendas, en cerrados enclavesexportadores considerados parte del territorio de las empresas, reacias a pagarimpuestos, mezquinas en salarios a sus trabajadores, depredadoras del ambiente y los

recursos, para extender poco a poco sus dominios a la banca, los servicios y comercio.Por años fue criticada por llevarse utilidades en grandes alforjas mientras nos dejabanun territorio cubierto de huecos vacíos, cerros pelados, ríos envenenados y gentefamélica. Nadie las defendió, por ello, cuando una parte de la inversión extranjera seconvirtió en propiedad estatal por arte de las expropiaciones. Y por algunos años sedebió especular mucho acerca de si existían nuevas formas de penetración externavinculada al control de marcas y tecnologías. Hubo que esperar, sin embargo, hasta losaños 90 para el regreso del capital extranjero clásico, recuperando el liderazgo de laeconomía a través del proceso de privatización, ya no como el malo de la película, sinocomo el salvador del país sin capitales propios.

1. La burguesía local: una dama de compañía, con mucho menos dinero que la anterior peroidénticas aspiraciones al rápido enriquecimiento, que ingresa a la escena haciendo decomplemento, nunca de competencia, a la inversión extranjera; propietaria de las minaspequeñas, de medianas casas comerciales y de finanzas, de algunas industrias en un paíssin industrialización, etc. Durante largos años se explicó su rol secundario por sudebilidad frente a la vigorosa presencia externa. Pero al crecer el sector empresarialdel Estado, se acomodaron a segundones de la inversión pública sin disputar hegemonías.Durante la privatización hemos tenido finalmente no una burguesía conquistadora delreclamado espacio propio, sino a unos resignados señores que se ajustaban muy bien a lacondición de socios menores de las transnacionales que se apropiaban de todo.

1. El Estado inversor: el malo de la historia oficial, que ya estaba presente en la economíadesde tiempos antiguos haciéndose cargo de proveer la infraestructura de transporte,las fuentes de energía, los servicios de saneamiento, los insumos estratégicos en los quenadie invertía, servicios sociales para la población trabajadora, todo lo cualrepresentaba una valiosa contribución al funcionamiento de la alianza capital extranjero-burguesía local, sin contar por supuesto su papel de guardián del orden de los negocios yrepresor de la protesta social. Esta fue la etapa del Estado bueno y servicial querecaudaba impuestos a palos de la gente y facilitaba los negocios de los ricos. Pero estemecanismo en un país cada vez más pobre se fue haciendo inviable. ¿Quién pagaba elEstado constructor, educador, sanador y policía, si la población perdía ingresos y lasgrandes empresas, principalmente las extranjeras, no querían contribuir?. Si se quiereuna explicación de por qué el Estado metió sus narices en la actividad empresarial ahítienen una respuesta. Para buscar controlar algunas de las fuentes principales deingresos. Esto significó una reducción del peso relativo del capital internacional quedebió compartir su hegemonía y llevó al planteamiento de una nueva alianza entre loscapitales nacionales y extranjeros y el Estado inversor. Bueno, ya se sabe que estotampoco fue una solución a la crisis de fondo y a las caídas cíclicas de la economía. Poreso en la siguiente etapa pudo nacer una nueva explicación al drama de la historiaperuana. ¿Cuándo se jodió el Perú?. Cuando hubieron empresas estatales. Más o menosveinte años de empresas estatales (incluyendo los años de gobiernos que intentarondesestatizar sin conseguirlo), explicarían 180 de frustración republicana. Después deuna década de privatismo a ultranza la causa de nuestros males seguirían siendo lasempresas estatales. Ese es el poder de la ideología, para que lo sepan.

Un diálogo con el sentido común

◦ Las privatizaciones se hacen porque las empresas públicas generan pérdidas y loque le cuestan al Estado lo pagamos todos a través de nuestros impuestos.

◦ Pero si fuera así, nadie compraría empresas que hacen perder dinero.◦ Es que son mal administradas.◦ ¿Pero no pueden administrarse bien como empresas públicas?, ¿no se contratan

acaso gerentes y técnicos del sector privado para conducirlas?.◦ Sí, pero el Estado es siempre mal administrador y tiende a la corrupción.◦ O sea que si tu eres el Estado harías una mala y corrupta administración, pero

si eres un gestor privado la harías eficiente y honesta ¿es así, no es cierto?.

Estos son argumentos frecuentes de la privatización. Y lo repiten muchas personas de buena fe.Pero son precisamente este tipo de ideas las que prueban que aquí se trata de una actitud hacialas cosas. Quién no crea en las posibilidades del país para transformarse, quién haya perdido enla fe en que podemos construir una sociedad capaz de cumplir sus objetivos y de manejar conlimpieza sus recursos, concluirá en que no queda más remedio que entregar el Perú a empresariosextranjeros.

Y anótese la verdad histórica. Es muy fácil agitar cifras de tiempos de la hiperinflación alanista:1988-1990 y llegar a demostrar que las empresas públicas, todas ellas, dejaron en esos añosinmensas pérdidas. Pero en ese tiempo la economía en su conjunto estaba en rojo. Todas lasempresas, privadas y públicas, perdían dinero y decenas tuvieron que cerrar sus puertas porhaber liquidado sus últimas reservas. Y con mucha mayor razón aquellas unidades que manejabanservicios y productos de necesidad pública, en las que el gobierno metía subsidios y ordenabacongelar precios para tratar de aminorar el impacto de la crisis, debían quedar exhaustas enmedio del despelote en que sucumbió el régimen aprista.Pero cuando fueron vendidas o concedidas, apenas a unos dos o tres años del pico de la crisis, nohabía una sola empresa que estuviese produciendo pérdida. Y a todos los compradores lesprobaron documentadamente que estaban haciendo el negocio de su vida, mientras al resto de losperuanos nos hacían creer que estábamos deshaciéndonos de los huesos.

Ingresos públicos y déficit fiscal

La década de los 80 tuvo un tema recurrente: el déficit fiscal. El Estado no lograba cubrir susgastos con sus ingresos y, sobre todo, no le alcanzaba para cumplir con los pagos de unaasfixiante deuda externa. El FMI propuso un diagnóstico: lo que existía en el Perú no era un yugofinanciero imposible de solventar, sino un “desequilibrio estructural” cuyo origen estaba en laexcesiva carga empresarial del Estado y en la derivación de recursos para sufragar las pérdidas.De esto se deducía que la “reforma estructural” clave era la reducción de ese Estado, haciéndolomenos costoso. Y, adicionalmente, permitiéndole obtener fondos nuevos por concepto de lasventas que representarían reservas fiscales y monetarias, reduciendo la necesidad de recurrir alendeudamiento público.

Está acreditado que durante la década del 90 no se giró un centavo en subsidios ni se generaronpérdidas contra el Estado por actividad empresarial. Las unidades vendidas se han reputadoademás como las de más altas ganancias del período, contrastando con la tendencia recesiva delresto de la economía. Muchas de estas empresas lograron resultados que en muy pocos añosllenaron su caja, bastante por encima del desembolso inicial de la compra. O sea se han repagadoen tiempo récord. El negocio del siglo. Un negocio que el Estado dejó de hacer, si se mira por eselado, y que representa una trasferencia neta de recursos del sector público al privado gracias ala maravilla de la privatización.

Dos casos notables a analizar son los de Telefónica y Petroperú. En el primero hubieron luces deneón para los dos mil millones de dólares abonados por la transnacional española casicuadriplicando el precio de base. Se dijo que era la devolución del rescate de Atahualpa. Pero enmenos de tres años los nuevos gestores recuperaron todo su capital y empezaron a realizarformidables ganancias. Poco a poco se fue descubriendo la letra chica de los contratos que nosólo aseguraban condiciones monopólicas de mercado sino que incluían un escalamiento de tarifastan acelerado como no existe memoria en otros países del mundo. Así que el tesoro del inca volvióa España multiplicado varias veces mientras los peruanos éramos otra vez esquilmados en nuestrapobreza por los representantes de la madre patria. En el caso del petróleo los registros del año1995 señalan un excedente de 356 millones de dólares por diferentes conceptos (utilidadesnetas, contribuciones especiales y regalías). Todo lo que se ha vendido dentro del proceso defraccionamiento y canibalización de esta importante empresa: refinerías, campos, depósitos,etc., no suma ese ingreso de un solo año. A esto habría que añadir otras mermas como las queresultan de tener un privado como intermediario en la cobranza del impuesto de combustiblesque les permite trabajar con el dinero del fisco. En resumen es muy difícil poder aceptar que laprivatización pueda ser catalogada como una modalidad de hacer que el Estado no pierda plata.Todo indica que es más bien lo contrario.

Ahora, mírese por un momento el balance fiscal del decenio. Ya sabemos que se dejó de gastar enempresas y que luego se quedó casi sin empresas, que se transformaron en dinero que se retuvopor años como reserva pública hasta que se esfumaron en maniobras corruptas. También que elEstado subió las tasas de impuestos y la SUNAT aumentó la presión tributaria sobre la gente,logrando mejorar la recaudación. Y adicionalmente que la política de restricción de gastos semantuvo inflexible durante diez años: ningún aumento a los servidores públicos, ninguna inversiónde magnitud, reducción de locales estatales y de gasto corriente, etc.

Si todo eso fue así, ¿cómo se explica que hayamos terminado la década otra vez con un graveforado en el presupuesto y que esta sea nuevamente la determinante de las decisiones políticas yeconómicas del gobierno de turno?. ¿No se había hecho una sonora “reforma estructural” através de las privatizaciones para que el déficit quedase conjurado definitivamente?. ¿noestábamos curados del espanto?. ¿De qué manera entender que el endeudamiento del país en vezde tender a bajar se haya ido en espiral hacia arriba a pesar de no corresponder al modelo deEstado inversor?. Entre 1992 y el año 2000 ingresaron alrededor de 9 mil millones de dólarespor efecto de la privatización (pudieron ser más, pero las subvaluaciones en los precios base y enlas subastas mermaron la cifra). Pero aún así la cifra daba para el presupuesto de un añocompleto o, si se quiere, hubiera podido cubrir el 10% de los gastos estatales durante diez años.

Asimismo representaba poco menos de la mitad de la deuda pública y casi la quinta parte delproducto interno.

En el año 2001, el ministro Kuczynski tiene como tema recurrente el déficit que es como unfantasma que nadie sabe como apareció. Sobre todo porque ya no pueden culpar a las empresasque quedan, que son pocas y no le cuestan un centavo al fisco. Entonces mejor no explicar nada, osea no pasar por el incómodo trámite de reconocer que la falla estructural del presupuesto no esla de un Estado gastador y empresario, sino la del Estado de un país pobre en el que grandesempresas hacen increíbles ganancias. Es decir una sociedad donde la población casi no puedepagar impuestos y las transnacionales no quieren pagarlos. Y en la que una enorme deudaacumulada, mayormente corrupta e invisible, se traga la cuarta parte de los recursos disponiblescada año. Esto es lo que los Kuczynski, Silva Ruete y Boloña no quieren reformar ni a patadas. Y loque han querido cubrir con la demonización del Estado empresario, que ya es un rollo cada vezcon menor vigencia

Si la privatización no resuelve el déficit histórico, por lo menos puede servir para los gastos queno tienen financiamiento y que la gente reclama a gritos. Este es el nuevo invento del polaco, quelo ha llevado a una heroica y persistente campaña para convencer a congresistas, alcaldes, líderesregionales y al país en su conjunto de que sus esperanzas en nuevas obras públicas dependenexclusivamente del dinero que venga de las empresas públicas vendidas o concedidas. Es latransformación de la privatización en virtual caja chica, echando guarda abajo toda la teoría del“desequilibrio estructural”, y confirmando el lugar de Pedro Pablo como agente de compras delcapital internacional, encargado de reabrir el ciclo privatista sea como sea, y con las razones quesea.

Nostalgia de una época dorada

Es notable que muerto el gobierno de Fujimori que fue el motor de la privatización de laeconomía con el sustento intelectual de un implacable Carlos Boloña, estrellada la políticaeconómica neoliberal en una insufrible recesión, desencantado el país con la promesa de quedespués del ajuste vendría la felicidad del mercado, los políticos criollos hayan seguidoinsistiendo en el más manido discurso: sólo la inversión extranjera salvará al Perú, y sólo laprivatización traerá la inversión de fuera.

Esto que se dijo diez años, lo repitieron en la turbulenta campaña del año 2000, cuando estaba enjuego la re-reelección de Fujimori, los candidatos que decían ser alternativos y de oposición,empezando por el cholo Alejandro Toledo Manrique que ofrecía un segundo piso a la casaeconómica edificada por el viejo Kenya Fujimori; y lo volvieron a decir en el 2001 una “realista”Lourdes Flores, acusada por Toledo de continuista económica, un penitente Alan García empeñadoen demostrar su madurez política, y un incoherente Pachacútec que ofreció políticas según lossectores con los que trataba pero que luego entregó la manija de la economía a los liberalesextremos.

El lugar común es por supuesto una de las marcas distintivas de la política peruana; la otra es lafalta de voluntad e imaginación de la clase política y económica para buscar caminos propios.

Boloña, Silva Ruete y Kuczynski han sido puestos en el rol de ministros no por lo que puedansaber, que no tiene importancia, sino por lo que representan: una garantía de que no habránvariaciones de política económica y que los inversores externos podrán estar tranquilos porquesus intereses no será afectados. De allí que no haya vergüenza en ponerse bajo la huellaeconómica de un gobierno que es cuestionado en todas las demás cosas. Tal vez piensen que elajuste y la privatización ocurren en una especie de limbo, donde no cuentan los resultados para elpaís sino la sonrisa de aprobación de los funcionarios internacionales y los cobradores de ladeuda.

Inversión y diversificación productiva

¿Cómo hacen los países pobres para utilizar adecuadamente sus escasos recursos y atraersostenida inversión de desarrollo?. Buena pregunta que en los últimos años ha obtenido unarespuesta recurrente: privatizando todo lo que exista al alcance. Si alguna vez se creyó en elEstado desarrollista, es hora de empezar a creer en uno abstencionista, que se dedica día ynoche a construirle espacios y privilegio para el avance incontenible del capital.

¿Y por qué serían tan buenas las privatizaciones?. Sus ideólogos afirman que es por lo siguiente:(1) Porque deben permitir que los fondos públicos logren un mejor destino y vayan a aquellasáreas dónde se les necesita y no allí donde puede actuar el sector privado. El campo del Estadodebería corresponder, según este argumento, a la inversión social y de infraestructura.Generado, además, un excedente por las ventas y concesiones en manos del Estado, se podríasuponer que con más dinero y mejor criterio, la inversión pública mejoraría necesariamente encantidad y calidad. (2) Porque deben contribuir a asegurar nuevas inversiones en las empresasprivatizadas para la ampliación y modernización de sus instalaciones, lo que debería ser unasimple consecuencia del inicio de una nueva administración, pero que por seguridad se encuentratambién especificado en contratos exigibles sobre los términos de la transferencia. Todo estoimplicaría una inyección de “dinero fresco” desde las casas de origen de las empresas, queserviría para ayudar a mover la economía nacional. (3) Porque deben servir para fortalecer elllamado factor confianza. Un Estado que se retira cada vez más de la economía y deja todas laactividades en control de los privados, una preeminencia clara del capital sobre el trabajo, unaigualación de lo extranjero con lo nacional (lo que favorece obviamente a lo primero), unaausencia deliberada de regulaciones, deberían ser suficientes para desatar una oleada deinversiones dirigidas al Perú como nuevo paraíso del capital. Y para convertir a la privatización enel big bang desencadenante de este cambio trascendental.

Veamos entonces el detalle del asunto:

1. La teoría de la buena inversión pública, que alude a la reorientación de fondos estatalescon destino a los sectores sociales y la infraestructura, ha chocado fuertemente con lasantiteorías de no gastar así se tenga dinero y de seguir privatizándolo todo, incluido losocial y la infraestructura.

Los lugares comunes de, por ejemplo, un Rafael Rey sobre que el Estado no necesita tener,pues, cines, grifos, minas o refinerías, y más bien debería estar construyendo escuelas,hospitales, puertos, aeropuertos y carreteras, se caen para abajo cuando se observa que

paralelo a la privatización de empresas económicamente estratégicas, se frenaba la inversióndel Estado en educación, salud, vivienda, transportes, y el gasto social cambiaba de conceptopara convertirse en “tratamiento de la extrema pobreza”, “acciones focalizadas” y mini gastosocial.

Pero mientras el cine de marras que pasa películas pornográficas y que era referidoconstantemente como ejemplo del absurdo del Estado empresario, sigue siendo estatal ypasando filmes de última categoría ( y a nadie se le ocurrió convertirlo en sala cultural), elprimer aeropuerto de Lima, varios puertos, diversos proyectos carreteros, proyectos deagua, servicios educativos y de salud pública, ya se fueron a manos de grupos privados,muchos de ellos extranjeros. Entonces: ¿qué mejora va a haber en la inversión estatal?,¿digamos que construir con dinero público para después traspasarlo a piratas privados?. Sifuera cierto que se trata de ordenar los espacios de inversión de lo estatal y lo privado noocurriría que en el paso del tiempo sea cada vez más larga la lista de las empresas yactividades que forman parte de lo concesionable.

Indudablemente que el congelamiento impuesto por el FMI para que los ingresos de laprivatización no fuesen empleados para inversión nueva, llevaba implícita la consigna deforzar la aceptación del criterio de que aún en los sectores sociales y en infraestructura elEstado debía ser reemplazado, mientras hubiesen posibilidades de negocio susceptibles deser cambiadas de mano. No sabían, se supone, que mientras obligaban a consignar miles demillones de dólares en cuentas europeas de bajo nivel de interés y recomendaban tomarnuevo endeudamiento a tasas de castigo de país de riesgo (obvia pérdida de dinero), lo queestaban haciendo era la camita para que una gavilla de mafiosos cargara en sus narices conlos fondos que al país tanto le costó generar. Si sabían, por cierto, que habían puesto muchodinero en manos de un Estado que ellos mismos llamaban corrupto y al que decían que no se ledebía confiar la conducción de empresas que trabajan con capitales.

Concretamente el escenario verdadero conformado a partir del proceso de privatización fuepara el sector público, de un lado, uno de desinversión, es decir tendencia al desmontaje de lapropiedad pública existentes; y de otro uno de no inversión, es decir mayor disposición defondos líquidos sin uso que se diluyeron hasta llegar a una nueva etapa de angustia fiscal.

2. El segundo criterio, doy la empresa y el comprador tendrá que invertir, y por añadiduralo comprometeré por contrato a invertir, tampoco ha funcionado como podían decir loslibros o asegurar los ministros. En este punto se debe medir la verdad de laprivatización. Si se tratase, como se dice de una apuesta de largo plazo efectivamentese verificaría en colocaciones de dinero a la antigua, tomando la “modesta” inversiónpública original como punto de partida para construir explotaciones de última tecnologíay proyectarse para muchos años.

3.Pero si lo que hay en juego son movimientos especulativos del dinero, que se coloca en unlugar como en el otro en busca de ganancias rápidas antes de vender lo comprado, sin que enel camino se creen instalaciones nuevas de importancia, no habría que esperar dinámicasinversoras significativas. Ni siquiera porque así lo digan los contratos.

Lo que se ha visto en el Perú de los 90 se resume en los siguientes datos:

◦ Las empresas privatizadas han operado muy cerca de los niveles en que lohacían cuando eran del Estado, algunas se han mantenido vegetativas y no faltancasos de retroceso productivo (Marcona, Sider, refinería de Pucallpa,Petromar, etc.). No se han dado casos de inversión sustantiva de modernizacióny/o ampliación.

◦ Los contratos de privatización, en la parte de compromisos de inversión, hansido cumplidos en un promedio de 42% según cálculos recientes, en algunoscasos el desacato ha sido absoluto, pero no existen indicios de que se hayanplanteado sanciones y mucho menos que se haya puesto sobre la mesa laposibilidad de rescindir la privatización.

◦ La inversión realizada se ha hecho principalmente con las utilidades deoperación de las propias empresas privatizadas, es decir los ganadores de laslicitaciones no han traído dinero de fuera, sino que se han servido de losingresos que en otro caso hubieran sido del Estado. Un caso reciente yflagrante es el de la concesión del aeropuerto Jorge Chávez de Lima que debíahacerse según sus propugnadores por la urgencia de realizar obras para ponerloal día con los fuselajes y exigencias de los nuevos aviones. Obras que losconcesionarios han postergado ahora por tiempo indefinido, mientras vanhaciendo caja por unos años.

◦ El razonamiento privatización crea confianza, y confianza trae de todos modos unaavalancha de inversión, no ha funcionado como podía haberse previsto. Podrá haberhabido confianza, mucha confianza en el bandido de Palacio y su asesor de inteligencia,pero flujos de dinero, nuevas empresas, oportunidades de empleo: ¿dónde?. Decenas dedenuncios mineros importantes fueron concedidos en diez años, con un valor de productoencerrado en el subsuelo realmente inconmensurable. Los cálculos eran una inversiónhasta 2002 de por lo menos 7,500 millones de dólares, que harían el milagro deequilibrar la balanza comercial y permitir cumplir con la onerosa renegociación de ladeuda externa del ex ministro Camet. Pero de todo ello sólo se ha hecho realidad, contardanza, el proyecto Antamina en Ancash, que representa más o menos la quinta partede la inversión prevista.

En otros sectores: industria, agricultura, pesca, no se movió prácticamente nada. Salvo quese considere la compra de empresas y marcas nacionales emblemáticas: Inka Kola, Donofrio,Field, Lavaggi, etc., dentro de una lógica equivalente a la de la privatización. No se crea nuevaempresa, se traspasa lo existente al que tiene el dinero para llevárselo.¿Diversificación?. La razón por la que la privatización no diversifica la estructura productivaes tan obvio como decir que el proceso global de reforma neoliberal y liquidación de lapropiedad pública está inscrito dentro de una concepción del mundo globalizado en la quecada país y economía ha sido especializado de antemano por los dueños del capital. Si el Perúes visto como un territorio minero, un mercado liberado para movimientos financieros y unaeconomía de consumidores (productos importados, servicios caros), ése concepto será el queguiará los desplazamientos del dinero. Nadie cree que aquí deban invertir en tecnología e

industria. Por lo menos nadie en el exterior y nadie que de los políticos y empresarios quetienen el cerebro fuera del país.Así que por más confianza que pueda generar Fujimori, Boloña, Silva Ruete, Dañino oKuczynski, lo que llegará como inversión al Perú no hará sino reforzar lo que hemos sidohistóricamente, productores de productos no elaborados, economías de enclave, paísestructuralmente incapaz de producir empleo y buenos salarios para su pueblo.

Clase empresarial nacional

La sociología de la privatización imputa al Estado, las debilidades e inconsistencias de laburguesía nativa , y su reiterada incapacidad para organizar un sistema económico viable en elpaís. Esto querría decir que una privatización fuerte y con plena convicción daría una señal, einfundiría una dosis de energía, para que los privados peruanos aumenten su participación en laeconomía y construyan liderazgos de desarrollo. Uno puede ver cuánto tonifica a los líderesgremiales de los empresarios la venta de empresas públicas. Es como una reivindicación íntima.Sí, pues, los privados somos mejores que el estado. Pero hasta allí nomás. Porque en laprivatización verdadera los capitales peruanos no han tocado un pito. Definitivamente fuera. A losumo convertidos en socios minoritarios o testas de las transnacionales. Esa es la verdadelemental.

Los Roque Benavides, Julio Favre, Samuel Gleiser y otros, dan la impresión a primera vista deodiar al Estado y desear tenerlo lo más lejos posible. Nada de gestión pública, nada de banca defomento, nada de impuestos a las utilidades. Casi anarquistas. Pero eso, otra vez, es ideología.Porque la historia general y particular de los burgueses peruanos es mucho más matizada de loque aparenta. Para empezar recordemos nomás la actitud de los gremios ante distintosgobiernos. Se verá que los empresarios siempre han sido gobiernistas; partidarios del gobiernode turno se entiende. Eso que se pudo ver en tiempos del chino, con vicepresidentes, ministros,parlamentarios y otros altos funcionarios reclutados de las filas de los empresarios másnotables; y que se ve ahora bajo la forma de una renovada y estrecha amistad con Toledo y sugobierno, es historia vieja. En tiempos de Velasco abundaban los burgueses nacionalistas yreformadores, como en los de Morales Bermúdez lo hacían los exportadores con CERTEX; conBelaúnde, segundo gobierno, el mundo empresarial estaba de acuerdo con la apertura y laliberalización a medias, siempre y cuando no se les quitara el crédito subsidiado; con Alan Garcíase hicieron heterodoxos hasta que se desmondongó el proyecto; y con Fujimori y Toledo, sonneoliberales y privatizadores. ¿De qué olvido u hostilidad estatal podrían quejarse estosseñores?.

Efectivamente aún el gobierno más estatista de la historia peruana, el de la revolución militar,alimentó un contexto pro inversiones nacionales: seguridad de mercado (aranceles yprohibiciones de aduana), crédito y servicios subsidiados, insumos estatales estratégicos (acero,metalurgia, petroquímica, papel periódico, etc.). La estatizaciones de empresas que estaban enmanos de inversores extranjeros debían entenderse desde esta perspectiva como laconstrucción de una aparato económico aliado del capital nativo y no como su rival. Se suponía quela energía, el agua, los teléfonos en manos estatales abarataban costos de servicios (lo que

realmente ocurrió), y que la minería, petróleo, pesca en gestión pública facilitarían ladisponibilidad de divisas para orientarlas a adquirir los insumos de la industrialización.

En la década de los 80, efectivamente, había despuntado una fracción burguesa, mucho másestrecha y hegemónica de lo que hubiera querido la reforma de Velasco, y que empezó a serconocida como la de los doce apóstoles, tal vez por el estilo mesiánico con que García los convocóa su mesa presidencial. Estos se hicieron dueños de bancos, aseguradoras, industrias, minas detamaño intermedio, explotaciones agrarias modernas, constructoras, urbanizadoras, medios decomunicación, etc. (Ver. Carlos Malpica, “El Poder Económico en el Perú”). Y, por cierto, en elorigen de cada una de estas fortunas: Romero, Brescia, Nicolini, Lavaggi, Bentín, Benavides,Piazza, Graña, Rodríguez Banda, Donofrio, Lindley, Baertl, León Rupp, etc.; habían múltiplesentrecruzamientos con la intervención del Estado. Créditos y avales, subsidios directos oindirectos, contratos de obras, normas con nombre propio, etc. ¿Por qué no ocurrió en el Perú loque pasó en Chile en dónde la privatización dio lugar a la consolidación de una burguesía propiaque ha expandido sus inversiones por el continente?. ¿No es acaso una evidencia de que laimposición de la visión de fuera, más exacto: de la decisión de fuera, nos ha condenado a unordenamiento subordinado y a funcionar como receptores de inversiones, nunca comogeneradores de ellas?.

Los poderosos apóstoles que se rebelaron a la charada de estatización de los bancos que ensayóGarcía, se hicieron políticamente poderosos en la coyuntura de comienzos de los 90,precisamente por el fracaso de la intentona, no tuvieron ningún reparo en alejarse del famosoescritor cuando fracasó como candidato, y de pegarse al chino que antes habían denigrado,atravesaron la reforma de los 90 para quedar reducidos finalmente a acompañantes de lastransnacionales constituidas en el nuevo poder económico en el Perú. Hasta 1990 las primerasempresas del país eran propiedad del Estado: Petroperú y otras; pero junto con ellas figuraban elBanco de Crédito, el Banco Wiesse, la cervecería Backus, Textil La Unión, Minera Buenaventura,etc; mientras que de las extranjeras sólo descollaba la Southern y la Occidental Petroleum. Hoyla primera empresa es la Telefónica de España y entre los grupos grandes se anotan REPSOL-IPF-Plus Petrol de España-Argentina (Refinería La Pampilla, Proyecto Camisea, explotacionesselva), ENDESA de España (Edegel-Edelnor, generación de energía y distribución), NEWMONTEstados Unidos (Yanacocha, minería del oro), PSEG Global de Estados Unidos (Electroandes,electricidad a las minas de la región central), Banco Bilbao España (Banco Continental), BancoSudameris de Italia (Wiese), Banco Santander España, etc. ¿Por qué el capital nativo consintió,aplaudió y se asoció a esta invasión extranjera?. Sin duda la carencia de una perspectiva nacionalverdadera ha abonado en una rapidísima asimilación a este proceso. El otro factor es que ahorapueden pesar menos en la política pero ganan más en la economía. Elemental criterio rentista.

Veamos un último eslabón del alegato pro inversiones locales, que sustenta la privatización. Lasmedianas y pequeña empresas nacionales proveedoras de bienes y servicios: ¿se beneficiaronrealmente de la entrada al Perú de poderosas transnacionales que deberían haberlas requeridopara apoyar sus actividades?. Bueno, que le pregunten a ellos. Pero lo que se conoce está en lasantípodas de la propaganda. La mayoría de contratistas del Estado fueron eliminados de las listasy reemplazados por abastecedores externos, de las casas matrices o de empresas del país sede

de la operadora. La economía libre pues volvió a fallarnos. Y es que no es tan libre como se dice.En todo caso, libres son los grandes que no tienen ninguna obligación de contratar con nacionales.

Íbamos a vivir un auge de las empresas particulares, un país de empresarios como prometióVargas Llosa, una oportunidad para todos como dijo Fujimori. Pero lo que sucedió fue unacatástrofe de empresas. Centenares de quiebras, cierres y reducciones de personal. Ventas yfusiones de crisis. Insolvencia. Deudas y más deudas, como lápidas sobre el sector productivo.Microempresarios estancados en la sobrevivencia. ¿Alguien puede creer que esto no tiene nadaque ver con el modelo que se aplicó en el Perú, con la apertura y desprotección de la economía,con la privatización y el mercado sin reguladores?.

Empleo y calificación laboral

Que la globalización neoliberal practica el doble discurso y la triple moral es algo de lo que nodeberíamos tener sombra de duda. Pero aún así nuestros país está plagado de políticos que sóloescuchan lo que quieren, o lo que pueden. Así por ejemplo se recoge al desgaire la fórmula mágicaque pretende explicar que si se quiere elevar los niveles de empleo en nuestra época sólo sepuede hacer a partir de los flujos de inversión internacional privada vinculados a los programasde privatización; y se es sordo a lo que se dice al mismo tiempo que la racionalidad actual delcapital requiere reducir y flexibilizar empleo, ajustar hacia abajo los promedios salariales yacrecentar la productividad del trabajo a presión.

Todos, léase bien, todos los procesos de privatización en el mundo entero han significadorecortes radicales en el personal de las empresas que pasan al sector privado y han arrastradoconsecuencias de desempleo y subempleo para el resto de la economía. Pero todavía haygobernantes y aspirantes a serlo lo suficientemente idiotas como para ofrecer como solución alproblema del empleo, la privatización. Algo así como medicar purgante para calmar una diarrea.Disculpen la comparación, pero me parece pertinente.Pero despleguemos el argumento para que veamos como la realidad ya ha respondido largamente aasuntos que todavía se mantienen incólumes en los textos oficiales y en las promesas deeventuales candidatos presidenciales:

1. Tesis: si alguien va a invertir en una empresa es para hacerla crecer y prosperar, enconsecuencia va a necesitar más trabajadores;

Realidad concreta: más de 100 mil puestos de trabajo perdidos en la década de los 90dentro de las empresas privatizadas, unos echados en la fase previa de preparación delas ventas y concesiones, y otros cuando ya había nueva administración. Algunasempresas, como Telefónica, han venido violando sus compromisos de preservar lospuestos de trabajos existentes al momento de la privatización y han desarrolladoprogramas de despido sistemático, año a año, sin ser sancionados por el ministerio detrabajo ni ninguna otra entidad del Estado.En los casos que se produjeron ampliaciones y modernizaciones y se demandó mayor manode obra, se recurrió normalmente a los sistemas de empleo temporal y subcontrata através de los llamados services. El número de empleados y obreros estables por empresascayó dramáticamente en todos los casos.

2. Tesis: las transnacionales, que va, son grandes empresas y no van a querer contar contrabajadores famélicos e ignorantes; lo que vendrá con la privatización son mejoressalarios y calificación intensiva;

Realidad concreta: las empresas privatizadas han optado claramente por mantener unesquema de trabajador precario, de bajo salario, duración corta y ningunaespecialización. No se han visto programas de preparación de núcleos significativos detrabajadores y las estrategias de desarrollo de las empresas no consideran unfortalecimiento en este aspecto como se hace en otros países. Al contrario los listadosde personal muestran que la parte calificada es más pequeña que antes.

3. Tesis: los puestos de primer nivel se estandarizarán en niveles internacionales; losgerentes, funcionarios y técnicos peruanos mejorarán sus ingresos espectacularmente yse codearán con la elite mundial de las empresas;

Realidad concreta: gerentes sin trabajo o emigrantes; ingenieros de taxistas;supervisores reciclados a microempresarios; técnicos al frente de una combi oatendiendo en un puesto ambulante de mercado. A absoluta mayoría del staff peruanofue despedido de las empresas privatizadas y en sustitución a ellos se colocó a personalenviado por las casas matrices que se han convertido efectivamente en una elite de poderdentro de la sociedad peruana.

4. Tesis: la privatización generará un efecto arrastre, por vía del empleo en actividadesconexas y asociadas a las empresas;

Realidad concreta: estadísticamente ha crecido es verdad el trabajo conexo, pero el datocorresponde a ex trabajadores de las mismas empresas que ahora trabajan por fuera,con subcontratas y servicios no personales, con remuneraciones mucho más bajas, sinderechos laborales ni sindicalización.No se han potenciado empresas con capacidad técnica y personal de primer nivel pararealizar trabajos por acuerdo con las transnacionales de la privatización. Los services sonintermediarios comisionistas que carecen de capacidad empresarial propia y que son undisfraz de la precarización del empleo.

Competitividad y eficiencia

La palabra mágica del Perú neoliberal, que muchos repiten sin darle un significado claro, escompetitividad. Algunos piensan que es igual a ser eficientes. Es decir el que logra lo que sepropone. Otros que es vender más que los competidores. Hay quienes se les ocurre que eldesarrollo y el progreso, son más o menos iguales a ser competitivos. Y en el colmo, hay quienesse atreven a decir que la “lucha contra la pobreza” depende que sepamos ser parte de un mundodominado por la competenciaVoy a proponer un decálogo de la competitividad para que sepamos de qué estamos hablando:

1. Todo debe ser privado.2. Lo privado es más eficiente.3. Nunca el Estado es eficiente.4. El capital se salva sólo, al Estado hay que salvarlo con dinero del público.5. El Estado equivale a gobierno.6. La privatización desmonopoliza.

7. En todo caso un monopolio privado es menos malo que uno público.8. Los consumidores siempre ganan por la competencia entre proveedores privados9. Los precios y tarifas que se pagan son siempre un reflejo del mercado

10. Las regulaciones estatales alteran el mercado y debilitan la competitividad.Definición de competencia: concurrencia de varios ofertantes sobre un mismo producto oservicio frente a una demanda más o menos determinada, tratando de captar la mayor porción dela misma a través del juego de precios, calidades y de la capacidad de convencimiento(propaganda).

Que la competencia estimula a producir y vender, nadie puede dudarlo. Pero tampoco se puedecerrar lo ojos a que la progresiva imposición de unos competidores sobre otros, conlleva en ellargo plazo una tendencia a la eliminación de los débiles y a la concentración del capital de losmás fuertes. La competencia puede ayudar, mientras no hay acuerdo de las partes (oligopolios),reducir la velocidad de los precios. Pero cuando se conquista unilateral o concertadamente elmercado por el que se está peleando se pasa a dominar el precio porque ya no hay nada que lesalga al frente. Algunos dicen que para balancear eso sirve el mercado global y la aperturaeconómica. Pero eso es verdad a medias, precisamente porque la tendencia es hacia monopoliosglobales que funcionan al mismo tiempo sobre muchos países y en el extremo hacia el monopoliototal como es el caso de la Microsoft de Bill Gates, que está controlando mundialmente una de lasramas más rentables y dinámicas de la economía mundial actual.

Corrijamos el decálogo con algunas evidencias:

• Lo privado ha coexistido siempre con lo público. Pretender que no haya sido así esdesconocer la complementariedad público-privado en la que han funcionado y progresadolos grupos burgueses locales. El supuesto “todo debe ser privado”, es enteramenteutópico y corresponde a la idea de una sociedad gobernada por poderes económicosdirectos que lo controlan todo.

• Lo privado puede ser o no eficiente, en el sentido de producir resultados exitosos onegativos a través de una gestión determinada. Hay empresas que crecen y arrollan. Hayotras que fallan y quiebran. El Estado también da lugar a intervenciones buenas yfrustrantes. En Europa y otros países se cuentan demasiados casos de empresasestatales eficientes, muco más que cualquier operador particular. Por ejemplo lostrenes, los servicios públicos y sociales. A la señora Thatcher le ocurrió que privatizóempresas que eran orgullo de los ingleses y que se deterioraron en calidad de gestión yservicio al pasar al sector privado. En el Perú podemos contar algunas epopeyas delEstado emprendedor como lo fue la edificación del ferrocarril central, la construcciónde la hidroeléctrica del Cañón del Pato, los récords de producción de acero deSiderperú, la apertura de la trocha a la selva de Petroperú y la construcción deloleoducto, la refinería de La Pampilla construida por la Empresa Petrolera Fiscal en losaños 60, la hidroeléctrica y la línea de transmisión del Mantaro, etc.

• Eficiencia no es competencia. Son cosas distintas. La distorsión neoliberal lleva areducir las metas de las empresas a ganancia de corto plazo en el mercado. Perojustamente la existencia del sector público empresarial responde a tros impulsos. Paraun privado puede ser un éxito lograr vender al mayor precio el cualquier adefesio que le

haya representado el menor costo. Pero de igual modo para el sector público puede seruna meta a alcanzar desarrollar una o más líneas económicas como en el caso de laindustria médica de Cuba, la electrónica en países asiáticos, la agroindustria en Chile,etc. También caben propósitos sociales como lograr que todas las familias tengasservicios básicos, educación, salud, alimentación y vivienda. O ecológicos: recuperar yproteger el medio ambiente para las nuevas generaciones. Todo esto puede hacerseeficientemente sin que tenga que representar un éxito inmediato de mercado. Muchasnaciones han tenido que recorrer largo trecho para lograr sus objetivos, y lo han hechocon sacrificios, transferencias y un fuerte liderazgo estatal.

• La privatización no ha nacido de la idea de corregir el capricho de los estatistas (muchasveces apoyados por los privatistas de otras épocas), sino de la crisis global actual delcapitalismo que no es capaz de generar nuevas opciones de inversión y ha terminadomoviéndose parasitaria y especulativamente a la apropiación de lo existente.

• La privatización es el negocio más seguro que puede haber: empresas instaladas, marcasconocidas, mercados garantizados; que adicionalmente han sido saneadas por el Estadoen tributos, deudas y otras obligaciones; racionalizadas para reducir las cargaslaborales; estabilizadas mediante contratos de largo plazo, etc. Todo esto se ofreceenterito al que pueda poner el dinero y tenga los contactos para llevárselas. Es, como seve, el final del mito de las ideas e iniciativas empresariales y la consiguienteinstauración del reino de la plata manda.

• La privatización es normalmente un salvataje del capital en exceso, es decir cuando hayplata que no se sabe donde colocarla, bien vale ponerla en una empresa que aseguremayores utilidades. De igual modo, muchas de las estatizaciones fueron en su tiempo unaforma de salvar a los insolventes. Tómese el caso reciente de los bancos quebrados delperíodo de Fujimori. ¿No fueron los privados los que demandaron la estatización?, ¿nofue un neoliberal neto como Richard Webb el encargado de representar al Estado en laintervención al Latino que finalmente termino quebrando y quemando el aporte delfisco?. Miremos, de otra parte, la doctrina Bush después del 11 de septiembre, y queconsiste en intervenir a fondo para salvar las líneas aéreas, el sector turismo y hasta laindustria del automóvil. ¿Y la competencia?. ¿De qué serviría en este momento?.

• La empresa estatal no puede ser confundida con una sección o un brazo de laorganización de gobierno. No es su función. La empresa municipal no es tampoco unadependencia de la alcaldía. El sector empresarial del Estado debe situarse en la esferade lo permanente en el aparato público. Es lo que se espera de entidades como lasfuerzas armadas, la policía, el magisterio, el sector salud, y como ocurre en otros países,de medios de comunicación estatales. Entidades de servicio y necesidad pública. Estoles confiere neutralidad política y responsabilidad técnica. Y debería servirles paraabrirse a la participación de la sociedad civil, el mundo empresarial privado, los espaciosacadémicos y de investigación, los gremios, etc. El manejo politiquero; la ingerencia departidarios, familiares y allegados de la autoridad en los puestos de confianza; lademagogia populista; son mortales para cualquier empresa, y la única manera decontrarrestarlos es deslindando el campo entre gobierno y Estado.

• Paradójicamente muchas estatizaciones fueron hechas por la situación intolerable demonopolio privado que venían existiendo hasta ese momento. Imagínense los casos delpetróleo, la energía eléctrica, los teléfonos, etc. El entendido fue que esto iba en bien

de los usuarios. Debía permitir un control de tarifas (e incluso su subsidio), y unaexpansión de los servicios hacia sectores sin cobertura. La privatización actual se hacecon el discurso inverso. Supuestamente los privados están saliendo a detener los abusosy sobrecostos, que afectarían a la sociedad civil. El caso Telefónica es el de unmonopolio que se hace privado. Véanse las consecuencias: tarifas estratósfericas,servicios deficientes, control de nuevas tecnologías dificultando su ingreso, etc.Después de esta historia el ingenio privatizador inventó el mecanismo de fraccionarempresas para reducir el poder individual de las mismas. Pero este precepto está siendosobrepasado por las alianzas secretas entre operadores. En general vivismo bajo unacorriente de monopolización que es como decir que en pocos años tendremos unaeconomía de muy pocas y muy grandes empresas.

• Existe una maraña de organismos reguladores para cada un de los sectores ysubsectores privatizados que tienen que ver con el público. Pero ninguno regula nada. Lastarifas suben 25% al año contra una inflación de menos de 5%. Los directivos de estasentidades entienden su labor dentro de la lógica de promover la privatización ymantener contentos a los operadores internacionales, de aquí que no se conozca una solapelea de los reguladores con las empresas, en relación a las quejas de los usuarios queson cada día más fuertes. Al contrario estos directivos son voceros de las alzastarifarios y justificadores de las fallas de los servicios.

El agua nuestra de cada día

La noche del 3 de junio, cuando Toledo todavía dudaba de haber ganado la segunda vuelta, yahabía quien celebraba abiertamente como si la victoria fuera suya. Los canales lanzaron la noticiaque PPK se designaba ministro de economía y probable primer ministro. Al día siguiente por lamañana Pachacútec quiso aclarar que decidiría más adelante su gabinete, pero en la tardeinformaba que efectivamente el polaco sería su ministro pero no estaba decidida la cartera.Impertérrito el antiguo Peter Paul del colegio Markhan insistiría de inmediato: o economía onada.

No pasó una semana y en la sede del Banco Mundial al frente de la delegación peruana en gira porel mundo el presidente electo hizo un anuncio que imaginó causaría una gran sorpresa: Kuczynskisería ministro de economía. En ese mismo viaje, la escala siguiente era parís. Allí fue el otroanuncio: Sedapal, empresa del agua de Lima, sería privatizada y había una importante firmafrancesa interesada en tomar la administración. Esa empresa era la Lyonnaise des Eaux en cuyosantecedentes está su participación en la concesión de la ciudad de Grenoble en Francia que duródiez años después de los cuales fue expulsada al descubrirse que había tenido sobornados alalcalde y autoridades de la ciudad y financiadas las campañas electorales sucesivas de varioscandidatos para poder manejar tarifas y servicios sin control del municipio. Es esta misma la quelidera el consorcio de la concesión de Aguas Argentinas en el gran Buenos Aires en lo queconstituye la privatización récord del sector agua y desagüe, y la que ha colocado a la castigadapoblación del plata bajo implacables tarifas de servicio que son también otro récord en lahistoria del mundo.

Ministro auto designado y confirmado ante el Banco Mundial, autoridades aún no juramentadasque ya estaban repartiendo los bienes públicos a empresas extranjeras de reputación dudosa.Presidente que dice una cosa en el extranjero y se desmiente cuando regresa al país declarandoque nada esta decidido y que en todo caso la población será consultada en referéndum. Este es elcomienzo del gobierno de Toledo. Y todo lo que ha seguido ha reproducido el esquema: PPKdefiniendo por su cuenta, con la soberbia de quién se siente respaldado por el más fuerte; lastransnacionales y organismos internacionales tomándolo como alguien de los suyos; y elpresidente oscilando entre presiones económicas y sociales, incapaz de ejercer la autoridad quele dio el pueblo. Y en el centro de todos los dilemas la privatización y la cuestión del agua potable.

A comienzos de los 90 la visión que había sobre Sedapal y las demás empresas del aguadistribuidas en las provincias del país, era la de ser parte del paquete de las empresas públicas,todas ellas vendibles como si se tratara de sacos de papas y camotes en plena liquidación. Eldestino de cada empresa era semejante al de los pavos de navidad, que de todas maneras seránengullidos, en esta, o en la próxima pascua. Y poco importaba si una empresa daba luz, agua, olaminaba acero u otros metales. Puede decirse que quizás otra hubiera sido la suerte si en lacoyuntura los privatistas hubieran contado todavía con la antigua Senapa (Servicio Nacional deAgua Potable) con sus unidades regionales y locales, a la que de seguro hubieran cortado enpedazos como hicieron con Electroperú y Petroperú.

Pero el cambio del régimen legal de las empresas creado al final del gobierno de Alan García: lasempresas de provincias fueron asignadas a los municipios de esa jerarquía, mientras que Sedapalse mantenía asociada al poder central; se transformó en un rompecabezas para el gobierno. Estaera la única propiedad empresarial significativa de los municipios y que vista en su conjuntoimplicaba una problemática de orden nacional. Tratado políticamente el asunto Fujimori concluyóque alcaldes y regidores provinciales no eran de confianza y que no valía la pena tratar deconcordar con ellos y dejarles una herramienta de poder. En 1994 se dictó por eso un nuevorégimen para las empresas de agua, sometiéndolas a asambleas de alcaldes distritalesconvertidos en una especie de accionariado difundido, que podía decidir los directorios contra laautoridad provincial. Tal parece que fue una medida orientada y calculada a hacer ingobernableslas empresas y debilitarlas ante el poder central. A Sedapal en cambio la transformaron enengreída de Palacio y postergaron su venta para poder liquidar los fondos de préstamosinternacionales para programas de agua en la ciudad de Lima y canalizar otros recursos delTesoro Público y del llamado FONAVI (Fondo Nacional de Vivienda), que deben haber servidopara producir nuevos picotones dentro de la cadena de corrupción.

En plena agonía del fujimorato cuando el país ya no le reconocía autoridad alguna, el régimen desalida tomó la extraña decisión de formar por fin la Cepri de Sedapal y retomar el debate de laprivatización del agua. No se puede menos que concluir que esta decisión estaba en suspenso detiempo atrás y que recibía presiones internacionales muy intensas. Sólo a partir de ello seentiende, entonces, que Silva Ruete siguiera firme en la ruta y Toledo Kuczynski proclamaranmuy frescos que los franceses administrarían el agua de Lima. Hay una conspiración internacionaldetrás de cada una de las grandes operaciones privatizadoras. Lima, Arequipa, Piura, Chiclayo,Trujillo, representan una enorme masa de consumidores listos para ser esquilmados con las

tarifas que definan los concesionarios. ¿Quién se pondría a hacerle ascos a una negocio de estasproporciones?.

Ahora nos enteramos, por ejemplo, que diversas agencias de cooperación y desarrollo que hanestado actuando en el Perú atendiendo la ayuda a productores agrarios de sierra, conservaciónde recursos, asistencia a la pobreza, tenían bajo la manga los expedientes de la privatización delagua. Ya los tenemos en casa convenciendo a todo el mundo que habrán más conexiones y mejorservicio con dirección privada. Es el caso de la GTZ del gobierno alemán. Como para sacar lalección de que no hay ni puede haber inocencia respecto al modelo económico imperante en elpaís.

El agua en el blanco, equivale a colocar la vida de las personas en el centro de la próxima etapa dela privatización. Por paradójico que parezca es jugar con fuego, como lo prueban las rebelionessociales de Cochabamba (Bolivia) y Tucumán (Argentina) que hicieron historia obligando porprimera vez a rescindir las concesiones y a recuperar para el Estado y los municipios la gestiónde este vital servicio. No se puede saber si en el Perú el conflicto escalará a esos niveles. Lo quesí se puede decir por adelantado es que el contexto de transición que vive el país corresponde aun tiempo de definiciones. Es eso lo que se expresa en las vacilaciones de Toledo y lo que deberíaconvencer a todo el mundo que es ahora cuando hay que cambiar la lógica con la que han estadomanejándose las cosas. Defender las empresas de agua y demostrar que pueden ser distintas sinentregarlas a los corsarios de la privatización es un reto que tenemos inmediatamente pordelante.

Moralidad y privatización

Tesis original (hace diez años): toda gestión pública es proclive a la corrupción, es decir notratándose bienes propios que se tienen a cargo temporalmente, por efecto del factor político,existe naturalmente una propensión a aprovecharse de ellos. Los privados que administran bienespropios y se encuentran inmersos en un mundo competitivo, están obligados a minimizar oeliminar el mal manejo, porque se trata de su propia plata y de costos adicionales que los sacaríandel mercado. Ergo: la economía de mercado no necesita proclamar la honestidad, como no lo hace,sino que objetivamente está interesada en que la corrupción desaparezca.

Nueva tesis (año 2001): el proceso de privatización ha sido la madre de todas corrupciones de losaños 90. Casi todas las privatizaciones que en el mundo han habido han tenido derivacionescorruptas: Argentina, México, Brasil, Colombia, Bolivia, Venezuela. Pero en el Perú el cuadro seagravó por la circunstancia que los fondos líquidos de las ventas fueron guardados en vez deinvertirlos justamente porque no se quería, no quería el FMI, que el Estado tomará liderazgo enla movilización de la economía. Por otra parte el trato que se hizo con empresas transnacionales,encerraba la opinión a priori de que se estaba haciendo negocios con un Estado corrupto.Entonces: bienes físicos cambiados por dinero, junto con disposición de los demás participantesde aceptar algún grado “inevitable” de corrupción para lograr sus objetivos, dieron paso alresultado que conocemos y que parece sorprendente porque nadie imaginó una degradación tanprofunda: de 9 mil millones de dólares ingresados más tasas de interés, quedaban menos de 500

millones al final de Fujimori; hoy no queda nada y nadie puede explicar dónde se fue tamañamontaña de dinero.

Todo indica que el allanamiento a todas las condiciones de los inversores por parte del gobiernode la época, era parte de una modalidad de relación en la que las autoridades empezabanrecibiendo comisiones y sobornos, y terminaban fraguando mecanismos para cargar con el dinerodel principal, que estaba allí como esperándolos. Con los recursos de privatización, fingiendo“emergencias”, se pudo financiar el fraude la compra de armas (aviones MIG-29), se desfalcaronlos programas sociales y probablemente se tuvo recursos para tomar parte en el negociado depapeles de la deuda. El robo de cientos de millones de dólares, tal vez miles, ocurrió a la vista detodo el mundo, sin que nadie se diera cuenta, porque el sistema fue organizado por el FMI y elBanco Mundial para que la opinión pública no pudiese controlarlos. Tanto proclamar las ventajasde la privatización frente a las empresas públicas para concluir convirtiendo el patrimonio estatalen la fortuna particular de Fujimori, Montesinos, Hermoza Ríos, Elesván Bello, Víctor Malca, yotros saqueadores de camino.

Voy a presentar algunas perlas de la corrupción privatizadora:1. La subvaluación de las empresas al momento de colocarlas a la venta o concesión

cotizándolas con precios de base muy por debajo de su valor real;2. Las extraordinarias comisiones encima y debajo de la mesa recibidas por los

participantes de cada privatización ( un total de casi 2,500 millones de dólares quecircularon entre ministros y autoridades, funcionarios COPRI y Cepris, asesoresdiversos, bancos de inversión, negociadores, etc.);

3. Las subastas que tenían ganadores amarrados de antemano y postores ficticios (varioshan declarado no haber concursado nunca pero se usó su nombre para aparentarcompetencia); que produjeron cambios en los resultados (como fue el caso de Aeroperúque se volvió a asignar para que ganen los mexicanos, asesorados por el jefe del gabinetedel ministerio de economía, Roberto Abusada, y que destruyeron la empresa);licitaciones con un solo candidato (aeropuerto Jorge Chávez), etc.

4. La falsificación de información para sustentar la privatización; dualidad en los datosutilizados: se reportaban ganancias para animar a los compradores mediante documentosconfidenciales; se declaraban pérdidas a toda voz para convencer al público de que laventa debe darse; se saboteaba a su vez el servicio para crear malestar entre losusuarios y acelerar el proceso;

5. Se suscribieron contratos secretos de privatización, con letra chica incluida (cláusulasque nadie conoce), y se concedieron beneficios y privilegios que sobrepasaban laConstitución y las leyes; se otorgó garantía del Estado para las empresas privatizadas,en disputas tributarias, laborales y otras, contra la sociedad (como ha sido el caso de lasempresas eléctricas que no pagan impuestos y son apañadas por los ministros);

6. Los funcionarios de la privatización que se hacen cargo de las empresas para venderlas oconcederlas, cuelen pasar de una transacción a otra, o dupletear y tripletear en variascomisiones, cobrando sueldos y pagos extraordinarios; de estos tipos hay un númeroimportante que proviene del sector empresarial público y que fueron estatistas de unaépoca y luego se hicieron privatistas a ultranza de acuerdo a las ventajas para susbolsillos; muchos además van teniendo como destino final las mismas empresas

privatizadas (como es el caso del actual ministro de energía y minas Jaime Quijandríaque de Petroperú pasó a IPF de Argentina, más tarde socio de Repsol de España ) ohacia los bancos de inversión que conducen estos procesos, como pasó con losvendedores directos de la empresa petrolera;

7. Finalmente está, por supuesto, la malversación, desfalco y robo directo de los fondosingresados por venta y concesión. Esta operación ha sido descrita como si se hubiesenrobado un elefante en las narices del FMI que cautelaba estas reservas sin que elguardián se percatase de lo que estaba sucediendo; pero el FMI sigue dictando políticaen el Perú y alabando abiertamente lo sucedido en la etapa fujimorista en términos deestabilización y reformas estructurales. Como si la hipercorrupción hubiese sido uno deesos efectos colaterales de las guerras de los que nos olvidamos al día siguiente.

Cuando el presidente de la CONFIEP dice que ha sido muy mal que haya habido corrupción porqueeso impide ver las “bondades” de la privatización. O cuando el ministro que ya sabemos anota que,bueno, la privatización era correcta pero, que lástima, se tiraron la plata. Nos tratan deconvencer que aquí hubo mala suerte, que el sistema es noble pero los hombres malos. Pero estosupondría imaginar que la otra parte, los compradores, los asesores externos, los financiadores,los acreedores, estaban mirando para un solo lado y que jamás concertaron dentro del esquemade la corrupción existente. Nunca les propusieron algo deshonesto y nunca aceptaron, pero igualles dieron el premio. Pero la verdad es que estamos bastante creciditos para creernos esa.

A PPK lo han puesto de ministro el Banco Mundial, el FMI y su matriz el Banco de Boston, y losostienen las empresas eléctricas, las mineras, las petroleras, la Telefónica, los postulantes anuevas compras y concesiones, entre ellos las empresas del agua, y todos los demás ángeles dellibre mercado, no sólo porque promete cautelar sus intereses y seguir privatizando, sino porquees el garante de la reescritura de una historia fallida y corrupta. Es el ministro que está allí parahacer la operación de convertir la caída heroica de una dictadura en el continuismo de la mismapolítica económica y el taparrabos de la peor corrupción. Si no fuese por él los peruanos yahabríamos barrido el andamiaje neoliberal que nos dejó la dictadura. Es la responsabilidadhistórica de Alejandro Toledo haberlo puesto donde está y sostenerlo hasta las últimasconsecuencias. Allá él. Porque pagará las consecuencias.

Diciembre de 2001