Elogio de la Literatura Argentina. Por Hugo Mujica
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Elogio de la Literatura Argentina
Por Hugo Mujica
Voy a tocar el tema, dentro de la literatura, que es la poesía. La poesía, la
literatura es un arte. El problema para comprender la literatura es que usamos palabras,
si vemos un cuadro no nos preguntamos que quiere decir, en realidad nos abrimos a la
experiencia de algo que esta aconteciendo como bello, en cambio cuando leemos
literatura creemos que se trata de la transmisión de un algo que yo tengo que entender y
en realidad, se trata de un acontecimiento estético que me tiene que pasar. Es el
acontecimiento de la belleza de la poesía y no su descripción. La poesía y toda obra de
arte, pero la poesía es la que tiene que estar mas alejada de la pregunta ¿qué quiere
decir?, es un acontecimiento de belleza, no es un contenido ideológico, no me quiere
transmitir un algo, sino que quiere que a mi me pasa algo. Lo que me interesa es que
podamos captar cuál es el acontecimiento poético.
¿Cómo leer una poesía?
El goce acontece en el lenguaje, no en lo que el lenguaje dice, sino en cómo lo
dice. Quizás la poesía sea una de esas pocas cosas que aún guarda su virginidad, aún
ostenta estar fuera del mercado, ser reducida a una mercancía. También es una de las
pocas cosas que se ha sustraído a la racionalización. Quizás porque no pretende
justificarse frente al tribunal de la razón imperativa sigue siendo lo que es: celebración.
Sigue siendo una de las pocas cosas que no tiene ni ¿por qué? ni ¿para qué? Es ser
poesía, ser belleza, ser su propio ser. Más allá de ella la poesía cuestiona a quien la lee y
la escucha, nos interpela no sólo por lo que dice, nos cuestiona por lo que no
escuchamos en su decir, que es el decir de la vida que siempre es mas que ella misma.
Comencemos por nosotros, los lectores. Sin duda hay un situarse ante todo y
también indudablemente tiene cada situación una manera distinta de ser abordada. En
cuanto a la lectura, es evidente que no es lo mismo tener antes los ojos un diario que La
Odisea, un manual de computación que un libro de poesías. Solo si tenemos una actitud
propia para cada encuentro, cada encuentro nos revela lo propio. Desde Aristóteles hasta
nuestros días comprensión estética y desinterés son dos conceptos indisociables para las
teorías sobre el arte. “El arte es un objeto de contemplación y no de necesidad”,
escribieron los medievales y siglos después un filósofo lo definió como, “un placer
desprovisto de todo interés”. Contemplación e interés que podríamos reunir en una
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actitud, dejar que lo que esta ante los ojos, el poema, la música o la pintura, sea lo que
es sin manipularlo, sin buscarle el provecho o la utilidad, simplemente contemplarlo o
escucharlo, dejarlo ser, dejar decirlo. Solo ante quien no encuadra ni mide las cosas dan
aquello que no se reduce a ninguna medida. Solo quien se entrega intuitivamente a la
existencia recibe la presencia de las cosas. Esta es la actitud que reclama y por la que
clama la poesía. Que reclama para ser el inicio de una experiencia y no la conclusión de
un cálculo razonable.
La actitud esencial de un poema, para volver a él, para que nos hable, no es
buscar sacar algo, (sea una definición, un concepto, una respuesta), sino la de abrirse al
poema como una totalidad, como un mundo verbal que se conjuga en sí mismo. Es
saber que la poesía no describe al mundo, sino que inscribe un nuevo mundo, abre
perspectivas, alternativas, instala nuevos sentidos, los crea. Acabo de decir sentidos, no
significados, la pregunta sobre ¿qué dice la poesía? No es la pregunta sobre el
significado, sino sobre el sentido. Es aquello que no dicen las palabras pero se dice en
las palabras, aquello que más que decirse, me va hacer decir a mí. No se trata de qué
dice la poesía sino que me hace decir sobre mí, sobre el mundo. No qué dice sino qué
enciende, qué alumbra. Tampoco se trata de sacar algo de un poema, de quedarme con
una idea, se trata de que nos saque de la estreches mental en que solemos vivir
encerrados. Sacarnos de un mundo pragmático y utilitario para ponernos en otro lugar,
en un mundo abierto o en lo abierto del mundo, que es lo que la poesía expresa, expresa
y abre, expresa abriendo.
Como cada hombre y cada mujer vibra con una música distinta, también la
poesía como un todo, es múltiple en su expresión y generosa en su entrega, cada uno
debe buscar la propia; el poeta que nos habla, aquel o aquellos con los que entonamos,
aquellos con los que afinamos nuestro oído. Un poema se lee como se escucha una
sonata o como se mira hacia el mar, sin un para qué, no buscando que nos informe sino
esperando que nos transforme. A la poesía no hay que entenderla sino dejarla resonar,
abrirse a ella y en ella, abrirse en el espacio que ella misma convoca con su voz, realizar
y realizarnos en esa actitud que llamaría una enseñanza de la pasividad. Pasividad que
en su inacabable dilatación culmina en una poética de la receptividad que culmina en
una actividad mayor y más difícil: acoger y escuchar.
Creo que es obvio que cuando estuvimos diciendo poesía podríamos haber dicho
vida, podríamos haber hablado de lo que toda vida tiene de entrega de naciente, es decir,
tiene de poesía.
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Ahora quisiera presentar un panorama arbitrario de la poesía Argentina en los
últimos 30 años, en cuanto a sus estéticas o en realidad, lo que se llama técnicamente,
poética, es decir, ¿Qué estética hay detrás de cada poesía? En los años 60, que es más o
menos desde donde parto, apareció un movimiento que tuvo importancia que fueron los
neorrománticos o el neo romanticismo. Era una cofradía eso implica que se reunían
juntos, comentaban, salían, era gente que tenía una misma estética. El grupo se
declaraba heredero del romanticismo alemán y del surrealismo francés, tenían a Olga
Orozco y Enrique Molina, como surrealistas. Cuando Orozco escribe, por ejemplo:
“Lejos, de corazón en corazón, mas allá de la copa de niebla que me aspira desde el
fondo el vértigo, siento el redoble con que me convocan a la tierra de nadie”. Si uno
leyera desprovisto de toda contextualización esto sería un delirio. Eso es el surrealismo,
una cosa que no es real y que sin embargo convoca un sentido, hace que nosotros
seamos los que construimos una significación de algo que en sí es una abstracción
caprichosa.
El romanticismo alemán está condensado en esta frase de Novalis: “En cuanto
doy alto sentido a lo ordinario, a lo conocido la dignidad de lo desconocido y
apariencia infinita a lo finito, con todo ello romantizo". Es esa idea de exaltación de la
realidad. Un romántico no diría que esta exaltando la realidad, diría que nosotros la
estamos aplanando. El romanticismo es la primera revolución moderna en contra del
modernismo. Fuimos a parar a un siglo donde cuya grandeza ha sido la construcción de
la mercancía, esa virtud que tiene el capitalismo de reducir todo, salvo la poesía, a
mercadería. El romanticismo captó este peligro y no consideraba que estaba exaltando
la realidad, sino defendiendo la lectura de la misma. El romanticismo fue una época, los
románticos una actitud del espíritu que no se circunscribe a ningún periodo.
En la revista “El último reino” (en la que estaba Mario Morales) quieren
continuar esta época, sobre todo la época del deseo. Una de las grandes criticas que se
hacía al principio de la modernidad y que tenían razón, era que la modernidad llevaba a
la muerte del deseo. Lo ha logrado, es decir, el capitalismo redujo el deseo a necesidad
y la idea de que la vida sea capaz de encantarnos, no en el sentido de verdad, sino de
encantamiento, porque aquí nadie depende de ninguna verdad, entendemos que cada
uno tiene la propia.
La idea del romanticismo y del neo romanticismo después, está basada en la
noche porque la noche es el sueño. En la noche es cuando se enciende la verdad de la
vida, eso lo va a tomar el impresionismo después. Durante el día funciona la luz de la
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razón y la razón es la concatenación de lo ya dado, en cambio, el sueño genera
existencias que no estaban. Entonces a la noche corresponde lo imaginario y al día la
razón. Por otro lado el sueño es el lugar de la revelación, el lugar donde las cosas se
manifiestan en lo que son y no la presión que nosotros ponemos sobre las cosas. En
realidad, nos cuentas entender como era no ser modernos, porque hace mucho que
somos modernos, pero en los sueños todavía no, a pesar de que existe el psicoanálisis
que los captura y los transforma en un código. Aquello que no captamos queremos
ponerlo en una estructura de significado en vez de seguir como los antiguos tratando de
entender el sueño desde el sueño, o diríamos el inconciente desde el inconciente y no
desde el conciente.
El hombre antiguo no estaba separado de la naturaleza, solamente los modernos
hemos generado esto nuevo que es que el mundo esta allí y nosotros estamos aquí. Ante
el antiguo el mundo aparecía, al moderno el mundo le aparece. El sueño sigue
conservando otra estructura, no hay un yo que maneja sino un yo que vive. En el sueño
nos pasan las cosas, en la vida real toda nuestra fuerza es para que la vida pase dentro de
nuestra programación. El sueño, al no tener control, nos puede revelar aquello de
nosotros que aún ni siquiera sabemos, porque solamente sabemos lo que controlamos.
La forma de controlar con antonomasia es comprender y comprender quiere decir que a
la pluralidad de lo real lo encasillo en la singularidad del lenguaje. Contra esto, es toda
la idea de volver a la noche, a los sueños como lugar en el que la vida se dice en cambio
de decirle yo a la vida de qué se trata.
Con antonomasia trataban de recuperar la idea de la otra subjetividad, hoy por
hoy cuando se habla de subjetividad, espiritualidad o interioridad, se esta hablando de
nosotros, es decir, yo me voy adentro mío donde estoy mas o menos bien conmigo, esta
idea es moderna. Antes se iba adentro de uno, porque desde uno se iba a aquello a lo
que se pertenecía. Entonces, antiguamente ir a la subjetividad era salirse de uno, uno
salía hacia adentro, en vez de salir hacia fuera, pero no era para controlarse sino para
liberarse de sí mismo y pertenecer a un mí mucho mas amplio que la estreches del mí de
la vida cotidiana encerrado en su propio proyecto. El neo romanticismo quiere recuperar
esa participación en el infinito, el infinito es la palabra con antonomasia de la
vanguardia.
La participación poética en el infinito es recibir la palabra en vez de escribirla
uno, es la idea de que la palabra es eficaz, cosa que es absolutamente real. Pensemos
que cuando nacimos no teníamos la palabra, ésta nos fue dada, es la forma mediante la
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cual la cultura nos mete en su seno. Sin ese seno nosotros, como animales, hubiésemos
muerto. El ser humano es el que nace sin que la naturaleza lo complete y tiene un
espacio donde no coincide con la naturaleza, de ahí que haya hecho una cultura para
tapar la fisura y la inseguridad. A la vez, ese espacio que es la angustia es la libertad,
tenemos libertad porque podemos separarnos y hacer perspectiva. El lenguaje es aquello
que me viene a mí y me viene a traer el infinito, es aquello que completa la falta de
sentido de la existencia y la falta de sentido de la existencia es que me voy a morir, todo
es un absurdo.
El neo romanticismo fue el último de los movimientos que estudió a la palabra
como donación, por eso fueron los que mas trabajaron el tema de la inspiración. La
quinta esencia de todo este vocabulario es que el acto primero de mi obrar no lo obro
yo. Es decir, yo puedo ponerme a escribir un poema desde una tonalidad que no es más
que una tonalidad del viento, por ejemplo. Pero ese algo que inició el que preste
atención a esto o aquello, eso no lo inicio yo. La inspiración siempre trata de salvar un
margen de misterio que es anterior a cualquier obrar mío, cosa que es completamente
innegable desde el momento en que nacimos sin una decisión nuestra y toda decisión
fue posterior al acto de haber recibido la existencia. Al final va a ver otra decisión que
no vamos a dar nosotros que es el morir. El inicio y el final son arbitrariedades que
escapan a nuestro poder. Yo me subo a un tren que esta en marcha y en algún momento
me tirará, pero no soy el originario de la creación, ésta es un don que se me da. Recibo
algo que no se que es, lo se cuando lo hice. En las cosas profundas no hay lógicas.
Para los que escriben las poesías neorrománticas las palabras más que dichas son
escuchadas. El escuchar la palabra mas que decirla es reconocer la anterioridad del
lenguaje sobre mi propio hablar y como recibí la vida recibí el lenguaje. Es la idea de
que la inspiración es metáfora de aliento, yo inspiro lo que aspira a ser dicho, todo el
lenguaje no es más que aire atravesando nuestras cuerdas vocales. Como uno respira
escribe y puntúa. Piensen en el génesis ¿Cómo empieza? Había un caos, un soplo y
luego aparece la palabra. Caos en hebreo significa boca que se abre. Entonces ¿qué esta
diciendo el génesis? ¿Cómo empezó todo? Cuando se abrió una boca, salió el aliento y
luego se hizo palabra. Cada vez que se abre una boca, se inicia algo. Luego aparece la
primera palabra que es luz, entonces se enciende el teatro y empiezan a desfilar las
cosas aparece la escena de la nominación y la boca empieza a dar nombres. Vayamos
donde vayamos, hasta en los tiempos más remotos, todo empieza cuando se habla. La
narración del origen es el origen como narración.
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Retomemos, la gran facultad del romanticismo y del neo romanticismo era la
imaginación. En tiempos modernos, la imaginación pasó a ser algo inexistente, mientras
que nosotros somos hijos de nuestros sueños y no de nuestros cálculos, porque primero
imaginamos. Este es el gran descubrimiento de Nietzsche: el lenguaje es creación, son
metáforas que luego terminamos por creer que son conceptos y realidades, pero estamos
constantemente creando desde el momento que estamos constantemente hablando. Todo
el tema del romanticismo es la eficacia de la palabra, la palabra está creando la realidad.
Pero la palabra no es el lenguaje constituido y formado, sino es una forma de
creatividad. El lenguaje es la creación humana de la realidad. Ellos tienen esta idea del
poder transfigurador del lenguaje y su gran apuesta fue la trascendencia contra otras
estéticas. Trascendencia no ortodoxamente religiosa.
Otro gran movimiento fue el neobarroco. El barroco protesta contra la
linealidad seca, contra el clasicismo. Nietzsche dice “toda línea recta miente”. La idea
del clasicismo es encerrar todo en la cabeza, solo ésta puede creer que hay una línea
recta. El barroco recupera la abundancia, esa es la idea. Es un movimiento que tiene
mucho que ver con los años 80 y con un personaje que es Nestor Perlongher, él inventa
el neobarroso que es el barroco pero no el rococó sino el barroco llevado al río de La
Plata. El gran lugar del neobarroco es el lenguaje pero no como significado sino como
juego, vale la sonoridad, las connotaciones, aparece la grosería y un lenguaje
sobrecargado. Las palabras vuelven a ilusionar, es la idea de que en el desplazamiento
de la palabra está el sentido. El sentido no está en la recuperación de la identidad, sino
en el desplazarse, que coincide mucho mas con la existencia, “ex” quiere decir fuera,
vivir es estar fuera. Es decir, en el desplazar y en el estar hablando está el sentido, no en
lo que se dice. Las palabras aquí pierden su pesadez, son como un juego a diferencia del
neobarroco donde la palabra era la trasmisora del ser.
Otro gran movimiento es el realista, cuya figura más fantástica es Joaquín
Giannuzzi que está muy influenciado por la poesía norteamericana. Para mi Olga
Orozco y Giannuzzi son los dos grandes de la Argentina. La idea básica del realismo es
que el poeta no tiene que meterse en aquello que dice. Describir sin meterse en lo
descripto, lo que yo llamo “el saber de no saber”, ¿cómo seria posible saber algo sin
estar en aquello en lo que se esta sabiendo? Esta corriente trata de estar describiendo la
realidad.
Giannuzzi era periodista de la sección policial y eso esta muy presente en él.
Voy a leer un poema de él:
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Tiroteo en la noche
Una caliente contracción en el indefenso espacio
y los fogonazos en la oscuridad
nos arrojan a una épica impura.
Cada cosa es un blanco paralizado
bajo el ojo instantáneo del cazador. No es ésta
nuestra última cena, pero en las habitaciones
la época introduce más muertos
de los que merecemos. En el silencio que sigue
no hay ninguna explicación
sino una brusca asfixia en medio de la comida.
La mesa familiar es ahora
un centro fracturado. Nadie quiere la historia
en su plato de sopa, el síncope
detrás de la puerta. Pero el terror
nos acerca un combate donde arder a fondo
ningún crimen es una verdad aislada.
La noche nos incluye y hay todavía un último disparo
distanciado e irónico: allá afuera
alguien se ha tomado su tiempo
para liberar nuestro juicio atascado.
Lo que ha sucedido busca equilibrio
en el cerebro. Un escalofrío en la vajilla
le pertenece y su bala final
ha definido la situación un sitio para nosotros
en la ardiente comunidad de la cacería.
En el poema juega con eso de lo que está pasando afuera, esa gente que esta
comiendo y que de alguna forma trata de dejar la historia afuera, después la bala final
que parecería que entra en la casa y ellos también son casados. Parece algo descriptivo
el poema, es la idea de la objetiva. Casi no hay metáforas. El realismo trata de tener una
descripción directa de las cosas, no que una cosa se parezca a la otra sino que sea lo que
es.
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El problema de todos los movimientos, como los tres que nombramos hasta
ahora, es que terminan cristalizándose. Entonces lo que en un momento fue algo nuevo
después termina siendo la configuración de una escuela, no es una crítica sino que
siempre pasa eso.
En estas llamadas estéticas hay una última de la que quiero hablar, que se llama
estética del silencio, en realidad el nombre es español. En España se divide en lo que se
llama poética de la experiencia y poética del silencio. Yo la tomo como la poética que
subyace, como anterior, a toda poética. El silencio antecede a toda palabra, como
decíamos antes cuando nacimos fuimos oyentes por eso luego pudimos hablar, porque
podía oír que es mi don natural recibí el don cultural del lenguaje. El poeta es siempre
hijo de su tiempo, pero nunca si llega a ser único debe morir en él. Hay pocos poetas
que no se explican por los que lo precedieron ni se justifican en los que lo suceden.
Estos crean su propia ley, su propio tiempo, eligen su propio espacio.
Tomemos como metáfora y como ejemplo de la estética del silencio, al saludo
japonés tradicional, cuando no era una mera formalidad sino plena expresión ritual. El
gesto se estructura dividido en tres momentos: cuando dos personas se encuentran
ambas inclinan la cabeza, por un instante la mantienen baja, la hunden en la nada,
después vuelven a erguirse y miran a quien esta ya no frente a él sino ante él. No
enfrentado sino respetado, abierto a él. Recién entonces el de menor edad espera que el
mayor le dirija la palabra, después habla.
Hablar es responder y al responder antecede primero el silencio. Solo desde ese origen,
desde ese silencio, cada palabra nace inicial. Me atrevería a pensar que hay algo así
como una estética perenne. La estética del silencio no es vanguardia, es antigua, tan
antigua que estaba allí en todo lugar antes de que se articulen las palabras sobre la tierra.
Es el ser del silencio a que todo lo precede, el silencio que pide nuestro silencio para
romper el suyo. En el silencio, el silencio habla. ¿Qué es el silencio? Dice lo que
decimos, lo que poetizamos, lo que no hubieses sabido si no lo hubiésemos escrito, lo
que no hubiéramos escrito si el silencio no lo hubiese inspirado. El silencio pide nuestro
callarnos, nuestra escucha, para volcarse a decir, para que lo digamos cuando
escribimos, para que logremos escuchar a quien vea lo que llegamos de escribir. Repito:
en el silencio, el silencio habla. Da la palabra y en la palabra, si es palabra poética, se va
a escuchar. Es la estética del silencio que es la menos escuchada, quizás porque no es
nada fácil, pide el pudor de lo lento, la desnudes, la solitaria espera que es escuchar. No
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está ni en le embriagada altura neorromántica ni en la terrena facticidad del
objetivismos, ni siquiera está en las palabras con las que el neobarroco juega a jugar.
Todo eso esta allí, en el silencio es desde allí desde donde nos podemos
nombrar, todo lo otro es después. Después de todo al nacer no nacemos hablantes,
nacemos oyentes. Gracias a esa apertura originaria del escuchar es que a través de ella
recibimos el lenguaje de nuestra comunidad, el que nos humaniza, desde el que
podemos hablar y decirnos. Creo que el poeta es el que deja que el silencio hable, es el
que encarna al silencio en la palabra, vuelve a esa escucha original y luego le da voz.
Dejar hablar, saber que el silencio es quien habla es trascender todo poética, es
trascenderse a sí.
Ahora me gustaría que dialoguemos:
¿Considera que pertenece a alguna estética?
A mi no me gusta encasillarme en ninguna pero en España, que es en donde más
público, se supone que soy un poeta de la tradición del silencio.
¿Tiene un ejemplo de algún poema de la estética del silencio?
Leo uno mío:
NACE EL DÍA
Nace el día,
la claridad en la que todo
se muestra,
lo que hacia ella brota
y lo que su misma luz marchita.
Todo nacer pide desnudez,
como la pide el amor,
como la regala la muerte.
Para finalizar quisiera leerles un poema de Orozco:
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Desdoblamiento en máscaras de todos
Lejos,
de corazón en corazón,
más allá de la copa de niebla que me aspira desde el fondo
del vértigo,
siento el redoble con que me convocan a la tierra de nadie.
(¿Quién se levanta en mí?
¿Quién se alza del sitial de su agonía, de su estera de zarzas,
y camina con la memoria de mi pie?)
Dejo mi cuerpo a solas igual que una armadura de intemperie
hacia adentro
y depongo mi nombre como un arma que solamente hiere.
(¿Dónde salgo a mi encuentro
con el arrobamiento de la luna contra el cristal
de todos los albergues?)
Abro con otras manos la entrada del sendero que no sé adónde da
y avanzo con la noche de los desconocidos.
(¿Dónde llevaba el día mi señal,
pálida en su aislamiento
la huella de una insignia que mi pobre victoria arrebataba al tiempo?)
Miro desde otros ojos esta pared de brumas
en donde cada uno ha marcado con sangre el jeroglífico de su soledad,
y suelta sus amarras y se va en un adiós de velero fantasma
hacia el naufragio.
(¿No había en otra parte, lejos, en otro tiempo,
una tierra extranjera,
una raza de todos menos uno, que se llamó la raza de los otros,
un lenguaje de ciegos que ascendía en zumbidos y en
burbujas hasta la sorda noche?)
Desde adentro de todos no hay más que una morada
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bajo un friso de máscaras;
desde adentro de todos hay una sola efigie que fue
inscrita en el revés del alma;
desde adentro de todos cada historia sucede en todas partes:
no hay muerte que no mate,
no hay nacimiento ajeno ni amor deshabitado.
(¿No éramos el rehén de una caída,
una lluvia de piedras desprendida del cielo,
un reguero de insectos tratando de cruzar la hoguera del castigo?)
Cualquier hombre es la versión en sombras de un
Gran Rey herido en su costado.
Despierto en cada sueño con el sueño con que Alguien
sueña al mundo.
Es víspera de Dios.
Está uniendo en nosotros sus pedazos.
De: Los juegos peligrosos
“El oír escucha el significado y el escuchar el sentido, que es más amplio.”
Hugo Mujica
Sitio oficial: www.hugomujica.com.ar
Desgrabación: Romina Esnoz