Entrevista Con Hans-Georg Gadamer. El Último Filósofo

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Entrevista con Hans- Georg Gadamer: El último filósofo Por Antonio Gnoli y Franco Volpi Verdad y método, el libro más significativo del filósofo hermeneuta Hans-Georg Gadamer, es un diálogo, a través de la exploración de la historicidad, el lenguaje y el arte, con la obra de sus maestros y modelos: Dilthey, Husserl y, especialmente, Heidegger. Esta es la voz de una de las conciencias del siglo XX. Febrero 2001 | Tags: Convivio En febrero de 2000 el filósofo alemán Hans-Georg Gadamer cumplió cien años. Sorprendentemente, en México no se hizo eco a este acontecimiento, lo cual quizá sea comprensible por los tiempos políticos que se vivían en nuestro país. El que es probablemente

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Entrevista con Hans-Georg Gadamer: El ltimo filsofoPorAntonio GnoliyFranco VolpiVerdad y mtodo, el libro ms significativo del filsofo hermeneuta Hans-Georg Gadamer, es un dilogo, a travs de la exploracin de la historicidad, el lenguaje y el arte, con la obra de sus maestros y modelos: Dilthey, Husserl y, especialmente, Heidegger. Esta es la voz de una de las conciencias del siglo XX.Febrero 2001 | Tags: Convivio

En febrero de 2000 el filsofo alemn Hans-Georg Gadamer cumpli cien aos. Sorprendentemente, en Mxico no se hizo eco a este acontecimiento, lo cual quiz sea comprensible por los tiempos polticos que se vivan en nuestro pas. El que es probablemente el ms brillante alumno de Heidegger recibi mltiples homenajes y no hubo diario o revista, en Alemania, pero sorprendentemente tampoco en Italia, que no cubriera el aniversario. Gadamer es autor de libros fundamentales y es uno de los pensadores ms importantes de fin de siglo. Testigo, como Ernst Jnger, de todo un siglo que no sabemos bien a bien cundo termin, si es que ya lo hizo, en esta larga entrevista Gadamer habla de su experiencia con algunos de los personajes ms importantes del siglo alemn nos guste o no el trmino: Heidegger, Schmitt, Weber, Benjamin, Habermas, entre otros. Indita en espaol, esta entrevista se publica a un ao de haber sido realizada, celebrando, ahora, los 101 aos de este inmenso pensador, al que todos debemos algo. - Jos Manuel RecillasNos dirigimos al encuentro con Hans-Georg Gadamer en Ziegelhausen, un suburbio de Heidelberg, donde el filsofo vive. La cita es para la primera hora del medioda. Llueve; el silencio y el verde abrazan esta pequea altura residencial desde la cual es posible distinguir una parte del ro Neckar, el cual sirve de lmite a la pequea ciudadela, sede de una prestigiosa universidad. Gadamer nos recibe en la puerta de su casa. La figura imponente es sostenida por dos bastones que las manos del filsofo estrangulan: "Como ven, mis piernas ya casi no me sostienen, ahora me cansa viajar. Pero recibo visitas y trabajo de maravilla. Les gustara algo de vino? Adoro los vinos italianos. Recuerdo que en casa del matrimonio de Vittorio Mathieu, en una ceremonia suntuosa, bebimos un Barolo extraordinario". Con cierto cansancio Gadamer nos gua hacia la pequea estancia donde normalmente trabaja. Entre libros, apuntes y cartas, el filsofo, ahora sentado en su poltrona, destapa con alegra un Montepulciano.Profesor Gadamer, usted naci en 1900, al alba de un siglo a cuyo fin asistimos, y que usted, como otros poqusimos, ha atravesado por completo. Su trayectoria intelectual se entrelaza con la historia de la cultura alemana y europea del siglo XX. El amplio relato de su vida que Jean Grondin ha publicado con ocasin del cente-nario (Hans-Georg Gadamer, Eine Biographie, Mohr, XII-438 pp.) es, efectivamente, una hendidura en el cuerpo de la filosofa de nuestro siglo.Se trata de un trabajo preciso y bien documentado, que merece todo mi respeto, pero est lleno de indiscreciones que hubiese preferido no ver publicadas. Sin embargo, ay de m!, yo mismo tuve la imprudencia de contrselas...Usted estuvo al lado de todos los grandes personajes del pensamiento alemn de este siglo: Husserl, Scheler, Hartmann, Heidegger y tantos otros; el listado por s solo resulta impresionante. Con la hermenutica usted ha influido profundamente en la filosofa mundial de estos ltimos decenios. Cmo es que eligi la filosofa?Que la filosofa fuese mi camino lo comprend slo relativamente tarde, en Marburgo. En los aos de mi primera juventud, que transcurrieron por entero en Braslavia, donde mi padre trabajaba como qumico farmacutico, me gustaba particularmente la literatura: Shakespeare, los clsicos griegos y alemanes, en particular la poesa. Pero an no haba ledo ni a Schopenhauer ni a Nietzsche, dos autores casi de culto en esos das, aunque eran rechazados por la filosofa universitaria.De Braslavia tambin era Edith Stein, laconoci?No, jams la frecuent. Mi mujer la conoca bien y estuvieron en la misma escuela. En Friburgo, donde ella se convirti en la asistente de Husserl, slo estuve un semestre estival, en 1923, para escuchar a Heidegger.Qu recuerda en particular de aquellos pri-meros aos del siglo?El evento que ms me impresion, tambin porque rememoro ahora las extensas conversaciones de sobremesa con mi padre, fue ms que la guerra en los Balcanes el naufragio del Titanic. Y para entender verdaderamente qu es lo que esa catstrofe signific necesitaran tener mi edad. Recuerdo que era el tema del da, todo mundo hablaba del asunto, y hasta en los crculos intelectuales se razonaba para interpretarlo. Fue la primera escaramuza, la primera seal de que el progreso no habra llevado slo rosas sino tambin espinas y dolor. Fue el inicio de un escepticismo que abri una grieta en la incondicional confianza que entonces se nutra en los enfrentamientos entre la ciencia y la tcnica. Una confianza que en Alemania se combinaba con el espritu prusiano y sus tpicas virtudes: el orden, el trabajo, la organizacin, la disciplina. Se abri entonces una grieta no slo en el optimismo del progreso tpico de la edad del positivismo, sino tambin en la visin del mundo sobre la cual estaba basada mi educacin. As comenz la separacin con el ambiente de mi casa.Qu experiencias culturales maduraron esta ruptura?Lo que hizo que resplandeciese frente a mis ojos una alternativa al mundo que me estaba cambiando a las espaldas fue el libroEuropa y Asia, de Theodor Lessing, un singularoutsiderque desarrollaba una crtica a nuestra civilizacin occidental. Una visin alternativa del mundo para m fue tambin la representada por Stefan George y su crculo, una experiencia que fue decisiva para mi formacin. Y despus, un libro para m grandioso y extraordinario fueConfesiones de un im-poltico, de Thomas Mann. Comenc a comprender y valorar entonces la im-portancia de los valores espirituales de laKulturhumanstica con respecto a los materiales de la modernaZivilisation. En aquellos aos mi padre fue transferido a Marburgo, donde decididamente tom la ruta de la filosofa, influido primeramente por el neokantismo, especialmente el de Paul Natorp y el de Nicolai Hartmann, que all enseaban. Aprend mucho tambin del lingista Paul Friedlan-der y de Ernst Robert Curtius. Y des-pus del telogo Bultmann, de quien fui amigo. Sin embargo, mi encuentro con Heidegger fue decisivo, como lo fue la sociedad-unin que se form entre nosotros, sus discpulos, as hubise-mos tenido ya las primeras experien-cias de aprendizaje: Lwith, Gerhard Kruger y yo.Qu impresin tuvo de Heidegger?En el verano de 1923 fui a Friburgo para escuchar sus clases. Nuestros compaeros de Marburgo que haban ido regresaban encantados por la magia de sus lecciones, nos relataban una manera completa-mente nueva, abarcante, de hacer hablar a los textos de la tradicin. Se tena la sensacin de que un nuevo astro estu-viese naciendo en el firmamento de la filosofa alemana. Y yo tambin me qued impresionado. Al inicio, en 1923, cuando segu por primera vez su semi-nario, tuve con l una relacin estrictamente acadmica, de alumno a maestro. Sobre todo, con l profundic en el estudio de Aristteles. Cuando vine a Marburgo, tuve con l, por el contrario, una relacin mucho ms intensa, puedo decir incluso que confidencial y familiar. Entre otras cosas, fue el padrino de mi familia cuando fue bautizada.Si se hojea la lista de participantes a los seminarios de Heidegger en esos aos, se halla buena parte de los nombres que han marcado la filosofa alemana contempornea.Cierto, estaban Marcusse, Horkheimer, Joachim Ritter, Hans Jonas. Tambin Leo Strauss fue una vez a escucharlo, aunque slo haya sido de paso, cuando Heidegger coment el primer libro de laMetafsicade Aristteles: fue una impresin inolvidable, que record cuando nos volvimos a ver en Pars en 1933. En clase, Heidegger era simplemente fenomenal: liberaba su extraordinaria imaginacin filosfica y su irrefrenable capacidad para penetrar los textos. Jams he visto un talento filosfico de tal magnitud.Qu influencia tuvo sobre Heidegger ms all de la filosofa la atmsfera cultural de entonces, caracterizada por personajes como Max Weber o por un movimiento de ideas como el que rodeaba al Crculo de George?Extraordinaria, mucho ms profunda de cuanto comnmente se supone. Nos sentamos atrados por el Crculo de George. Heidegger se haba interesado en l en sus aos juveniles, antes de que lo conocisemos. Mi pasin por la poesa de George llegara un poco ms tarde. Pero esta experiencia fue la que cre entre nosotros un vnculo ms profundo. Lo mismo vale para Max Weber. Heidegger haba seguido con atencin su trayectoria intelectual, y consideraba al estudioso con gran respeto y admiracin, aunque tambin distingua en sus modos una inclinacin demasiado mundana, mientras l permaneca firme en su modo de vivir campesino. En fin, Weber encarnaba la potencia de una Alemania que se hallaba lejana de la reflexin filosfica de Heidegger.Profesor Gadamer, usted habla un buen italiano, adora los vinos italianos y ama nuestra cultura. Con todo esto muestra tener una relacin especial con Italia. Nos puede contar cmo naci?Se lo debo a Lwith, mi amigo y com-paero de estudios en la escuela de Heidegger. Fue su insistencia la que me convenci de tomar los cursos de lectura de italiano en Marburgo con un cierto doctor Turazza, a quien volvera a ver, aos ms tarde, en Boloa, en una muestra de Morandi. Aquellas lecciones de lengua y literatura italianas fueron mi primer acercamiento, pero me fueron de gran auxilio. Y bueno, estando con Lwith, era imposible no contagiarse de su pasin por Italia.La asociacin con Lwith e Italia evoca tambin algunos episodios amargos. Por ejemplo, cuando en 1936 Heidegger acude a Roma para dar la clebre conferencia sobre Hlderlin y la poesa.En ese entonces conoca poco Italia. Tras la Primera Guerra Mundial y la crisis de 1929, para nosotros se volvi casi imposible viajar. Pero ese conocimiento era a travs del contacto epistolar con Lwith, quien nos escriba a menudo. Era sobre todo mi mujer quien tena contacto con l, intercambiando largas cartas en las que nos contaba de su vida en Italia, donde gozaba de una beca de estudio. Lwith me ha contado en persona de aquel encuentro con Heidegger. Fue el inicio de la separacin por un tiempo del maestro y del amigo.Entre ambos haba un vnculo personal intenso...Pienso que la amistad entre Heidegger y Lwith pudiese ser comparada, por intensidad, con la que tuvo Heidegger con Jaspers. Lo que los una era la oposicin contra el academicismo de la filosofa de la poca. Principalmente Heidegger, que era de orgenes humildes y provena del mundo campesino, aborreca literalmente el formalismo de los comportamientos acadmicos y todo aquello que saba a compromiso: los inevitables acuerdos diplomticos necesarios para la convivencia universitaria eran para l inequvocos signos de inautenticidad, de falsedad.Lo que no le impidi aceptar el cargo de rector...El hecho de que en 1933 haya aceptado el cargo de rector es simplemente un absurdo, un sinsentido. Su esperanza de promover una revolucin de la universidad cabalgando el movimiento nacionalsocialista result una increble e inimaginable ingenuidad, tanto ms para alguien como l, privado de cualquier nocin con respecto a qu es y cmo funciona un aparato burocrtico. Recuerdo que cuando entr en fun-ciones, tras pocas semanas toda la ad-ministracin universitaria permaneci inmvil, porque l, escrupuloso y preciso como era, pretenda ver y controlar personalmente todo documento que firmaba, lo que provoc la parlisis administrativa. Tpico de Heidegger!Volvamos a la ruptura con Lwith. Cmo sucedi?En realidad ya desde algn tiempo antes haba comprendido qu se estaba fraguando, y para Lwith, de origen judo, no exista posibilidad alguna de per-manecer en una universidad alemana. Heidegger hizo todo cuanto pudo para auxiliarlo, pero no tena un corazn de len ni habra podido obtener nada de los nazis. Su destino estuvo signado desde el inicio. Pero lo que resquebraj su amistad fue que, en esta situacin, Heidegger fue a Roma, y cuando, al da siguiente de su conferencia pblica, se encontraron en privado, no tuvo la sensibilidad de quitarse el distintivo del partido. Para Lwith fue una provocacin, y fue la ruptura.Y usted cmo reaccion a la eleccin poltica de Heidegger?Obviamente mi caso era muy distinto, pero reaccion de manera opuesta. Tambin yo fui golpeado por la eleccin de Heidegger. Pero en ella vi manifestarse la debilidad y ese pavor del hombre frente a la situacin fatal. Hay que decir, pese a todo, que Heidegger ciertamente tena un carcter pvido, pero decir que fuese antisemita es una enorme insensatez.Usted ha desarrollado un gran papel en el pensamiento alemn de la posguerra. Ha mediado entre la escuela heideggeriana y la Escuela de Francfort. As pues, con la hermenutica filosfica ha tendido un puente entre la divisin filosfica europea y la estadounidense.La mediacin ms difcil y delicada fue la que tuve con los francofortenses, especialmente con Adorno. Pero en el plano fi-losfico yo mantuve una cierta distancia con Heidegger; no hice mos todos sus puntos de vista. Gracias a mi arraigo en la tradicin del anticuario y de los estudios humansticos conserv una relacin menos radical, menos salvaje, con el mundo.Al respecto, Habermas dijo que usted habra "urbanizado la provincia heideggeriana". Considera esto un halago?Por supuesto, tambin porque con l he construido una relacin amistosa, no obstante que nuestras concepciones filosficas y polticas sean asaz distintas. En los inicios mi apoyo fue determinante para su carrera. A duras penas venc la resistencia de Lwith, que le era contrario. Yo sostena, por el contrario, que l buscaba a alguien como aqul, que pensaba distinto de nosotros, pero que estaba dispuesto al dilogo, algo que con Adorno era sobremanera difcil.Conoci tambin a Marcusse?S. Por su pureza que rayaba en la ingenuidad es probablemente entre los francofortenses de la vieja generacin al que mayormente aprecio. No era intransigente como Adorno, sino dctil, abierto, comprensivo. Con l se poda discutir y dialogar muy bien. No tena ese fanatismo y esa facciosidad que identificaba a Adorno.Cmo vivi los aos de la protesta estudiantil, usted que fue considerado una eminencia gris del conservadurismo?A diferencia de muchos otros, pinsese en el mismo Adorno, que tuvieron infinitos problemas y que entraron en crisis al mismo tiempo que el modelo de universidad que representaban, yo no tuve ningn problema con los estudiantes y atraves indemne aquella fase. Por lo dems, se trataba de comprender las exigencias de renovacin conducidas por la protesta estudiantil y de mediar, no de oponerse a ellos a ultranza.Usted es clebre por su capacidad para dialogar. Y en todo ello aparece en las antpodas un personaje inmenso como fue Carl Schmitt. Lo conoci?S, por supuesto, pero con l no tuve una relacin sencilla. Y a m, como protestante, el mundo de sus pensamientos me parece un tanto lejano, extrao. Devor su libro sobre el romanticismo poltico; en particular, la parte sobre Schlegel me impresion. Tal vez es cierto eso de que ms que un jurista fue un telogo poltico. Sin sus races en la visin catlica de la historia universal no resultan comprensibles sus conceptos. Pero el contacto personal con l fue muy difcil. Muchas veces me irritaba con su comportamiento de superioridad. Recuerdo que cuando estuve en Leipzig, durante la guerra, a menudo vena a nuestra ciudad, donde estaban muchos de sus discpulos. Formalmente su comportamiento era muy gentil, pero la obviedad con que nos trataba a todos, como si fusemos un grupo de ingenuos, era irritante, casi ofensiva.Para usted l era un gigante?Por supuesto, era un gigante, un enorme jurista, infinitamente superior a todos los juristas de su poca. Y por esto se diverta discutiendo sofsticamente, jugaba con sus interlocutores como el gato con el ratn. Se diverta recitando un fragmento, escenificando disputas.En qu sentido?Por ejemplo, recuerdo cuando en una ocasin, durante una visita suya a Leipzig, se discuta sobre un tema ficticio: si un hombre poltico que haba cometido un crimen deba ser entregado a la justicia ordinaria. Carl Schmitt se diverta en defender, con una habilidad muy fina, la posicin de acusado, sosteniendo que aquel crimen deba ser considerado como una debilidad irrelevante con respecto a la importancia del hombre poltico. ste debe ser sustrado del orden de los mortales comunes: hace la ley, pero se halla por encima de ella; debe ser libre. Carl Schmitt defenda esta tesis, para todos nosotros absurda e inaceptable, con una habilidad sofstica. Lo que me pona fuera de mis casillas era que en realidad no ramos capaces de rebatirlo, aunque era evidente que se haba pasado de la raya. En el interregno me convenc de que entonces, como en otras ocasiones, para l se trataba de un juego de habilidad, en el cual se empeaba por su gusto por lo paradjico.Se podra decir de l que fue uno de los ltimos herederos del gran Renacimiento del pensamiento poltico, el ltimo de los Maquiavelos?Creo que tambin su decisionismo, del que tanto se ha discutido, fue una mscara tras la cual se esconda. Es un juego irnico del cual se han burlado algunos poli-tlogos contemporneos. Se burlaba de todos los intelectuales, incluidos los filsofos, de los ingenuos juegos que desataban sus diatribas por la real dialctica del mundo, por la historia universal, cuyo sentido lo tena a flor de piel. Probablemente fue demasiado inteligente para nosotros.Pero era en verdad un juego irnico de Schmitt?Estoy convencido de que si no se tiene en cuenta esto, no se puede entrar en el alma de su pensamiento, que era un concentrado de religiosidad y agudeza conceptual, al fondo del cual estaba la inaudita conviccin de ser el autntico intrprete del orden catlico de la historia universal.l era amigo de Kojve, quien cre, en un debate con Leo Strauss, el concepto de "hermenutica de la reticencia".Tambin a l lo conoc en 1933, en Pars. Tambin Kojve tena el mismo, idntico gusto por la paradoja que Schmitt, y tambin l se diverta en recitar la misma parte, en jugar el mismo juego.Esto es vlido tambin para Leo Strauss?No, su caso es totalmente distinto. l era un moralista. Lo conoc muy bien y puedo decir que su preocupacin era la fractura entre filosofa y poltica, que hiende todo el pensamiento contemporneo, y que vea personalizada en Heidegger y su nihilismo. De ah su ambigua relacin con l: estaba profundamente impresionado por su genio filosfico, pero detestaba su impoliticidad.Y su idea de que un texto debe ser ledo prestando ms atencin a lo que no dice que a lo que s, esta forma de mimetismo del autor, en el fondo es cercana a la hermenutica...En la hermenutica de la reticencia es verdad, pero no se pueden inundar los trminos con el entendimiento. Nadie hablara ni dira tanto, si lo que dijese fuera falso. Por otro lado, la palabra proferida est siempre expuesta al malentendido. Siempre son necesarias precisiones y matices para evitarlo o corregirlo.Otro personaje que se interesaba y despus se ocup mucho de Carl Schmitt fue Walter Benjamin...Ah, Walter Benjamin! Se podra hablar extensamente especulando qu hubiese sido de l, qu habra sido...Qu intenta decir?Que era una personalidad tan rica, explosiva, genial, que habra podido ser cualquier cosa y lo contrario de todo. Su genialidad era verdaderamente fuera de lo comn, imprevisible. Era del calibre de Carl Schmitt o de Heidegger. Pero Carl Schmitt tena algo de luciferino que ni Heidegger ni Benjamin tenan.Cul es su balance personal de este siglo, que ha sido un siglo de contradicciones, de anomalas, de paradojas?Dira que los totalitarismos, opuestos unos con otros y sin embargo iguales, han sido uno de los fenmenos funestos que han marcado este siglo. Recuerdo haber visto como un trgico dilema la situacin sin salida en que nos fuimos a encontrar con el nazismo. Me parece que es mi deber moral, entonces, hacer saber a mis discpulos que estuve contra Hitler. Pero cuando Hitler declar la guerra a Stalin, era difcil hacerles comprender que estaba al mismo tiempo contra Stalin. Un dilema existencial en el cual no se saba qu hacer. Algunos de mis alumnos vieron eso como una autntica crisis.Es un siglo marcado por los totalitarismos, pero tambin por la tcnica...El progreso tcnico ha sido nuestro destino, para bien y para mal. Qu sistema poltico otorgara la tcnica para contenerla? La democracia? Quiz. Pero si debiese decir qu es lo que a mis ojos ha sido lo verdaderamente decisivo, respondera que este siglo ha inventado un arma mediante la cual la vida sobre este planeta puede aniquilarse a s misma. Esta es la situacin inquietante a la que estamos expuestos. Si no tomamos en cuenta esto, no se entiende la actual poltica estadounidense. Podemos ahora soar que al final alguna potencia se salvar. Tal vez esta potencia es Dios.Qu piensa del anlisis de los totalitarismos elaborado por dos estudiosos tan diversos como Hanna Arendt y Ernst Nolte, ambos, as sea en periodos distintos, alumnos de Heidegger?Ambos tienen un poco de razn. Pero si tuviese que comparar sus doctrinas polticas con la de Carl Schmitt, lo ms que pudiese decir es que son dos magnficos muchachos que creen todo lo que dicen. Por mi parte, he escrito un ensayo sobre la incapacidad poltica de los filsofos. No s cul ser nuestro destino. Como sealaba, la mayor dificultad es hallar un orden poltico a la altura del mundo organizado segn los imperativos de la tcnica, esto es, globalizado. A ese respecto soy, pese a todo, escptico. No deseo hacer previsiones catastrficas, no me gustan los tonos apocalpticos, pero no me es difcil imaginar un orden mundial parecido a un Estado-hormiga, en el cual el ojo vigilante de los aparatos controlar lo que cada individuo hace o no hace. Es un escenario para la civilizacin humana no del todo improbable en un futuro ni siquiera tan remoto. - Traduccin de Jos Manuel Recillas La Repubblicahttp://www.microsoft.com/isapi/redir.dll?prd=ie&pver=6&ar=CLinks