Folleto de la apetencia

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Centro de color fuerte y cálido, que se degra- da a lo largo de la pulpa. Forma escondida del plátano que revela una forma similar a la del trébol. Un corte de un fruto nuevo circular, con una membrana que protege el interior colorido. Opacidad generada por la aglomeración de las celdas dentro de los gajos de los cítricos. Columnas proponen una forma de comer, así como el plátano. Se muestra lo opaco de la “cáscara” versus lo traslúcido del interior del fruto. Rayos lumínicos concéntricos denotan una conección con el exterior y además con- tienen a las pepas en su interior. Se proponen los bocados, ya sea como una columna larga a lo horizontal, o pequeños cuadrados a lo largo de esta, dejando como centro lo amarillo y rojo. Un cuarto del fruto en donde se genera el centro contenedor de las pepas, seguido de los rayos lumínicos que lo conectan con el ex- terior y la cáscara, protegiendo lo del interior. Se muestra la opacidad generada entre las celdas. La forma escondida del plátano se ab- strae para crear una forma contenedora de pepas que miran hacia un centro. Los rayos trasparentes ayudan a crear una sensación circular del fruto. Totalidad del corte. Se muestran muchos fru- tos puestos uno al lado del otro. Paso del fruto a la dimensión del bocado, que trae el acto de probar algo por primera vez debido a su forma “cónica”. Los instintos definen ciertos comportamientos y son propios de todos los Seres vivos; por ejem- plo, el Darwinismo plantea la selección natural, en donde sobrevive aquel Ser más apto, en otras palabras, el instinto de la supervivencia. Ahora bien, los humanos no tienen esta gama tan compleja de instintos biológiocos, pues gracias a que pueden razonar, los instintos son controla- dos a través de la psyquis. Uno de los instintos que aún prevalecen en los humanos, es el de la apetencia. Generalmente uno asocia la apetencia con el apetito, pero son dos cosas diferentes: La apetencia es un movimiento instintivo que inc- lina al hombre a desear alguna cosa, mientras que el apetito son las ganas y acciones de satisfacer estos deseos y necesidades. Por ejemplo, si una persona desea tener dinero, sería la apetencia de estar económicamente me- jor. Si la persona comienza a generar ganancias, entonces tendría un apetito de producción para satisfacer sus necesidades. La apetencia en el juego lumínico de la fruta La apetencia debería, en cualquier caso, provocar un anhelo, tanto de lo que se está observando, como de la sensación que este elemento nos provocaría al interactuar con el. Cuando vemos que algo es apetitoso es porque la forma, las texturas, los colores, los aromas, los tamaños van de acuerdo entre sí. Es decir, existe un juego, una relación entre sus particularidades que hacen un total atractivo a todos los sentidos. “Todo lo que es comestible encuentra una utilidad en el acomodaticio aparato digestivo de la especie humana, pero esto no significa que todo se con- suma; salvo que se vean forzados por el hambre, las poblaciones humanas abrigan numerosas aversiones y preferencias que demuestran su personalidad étnica.” - Leroi Gourham Según la cita, la cultura en donde crecemos mold- ea nuestra percepción de lo que es apetecible. Por ejemplo, nuestra cultura permite y encuentra apetitoso comer vacuno, mientras en la India ven- eran a estos animales, por lo tanto la ingesta de vacuno es muy poca o nula. A pesar de estar inmersos en la cultura, la mis- ma experiencia de la persona va modificando su apetito por las cosas. Al observar el mundo frutoso, podemos darnos cuenta de lo apetitoso que es, ya que cada fruta tiene un carácter especial que la hace apetecible. Se conforman por un interior, generalmente con pepas, seguido de una pulpa de variedad de sabores ácidos, neutros, amargos y dulces. Este elemento se conforma gracias a una cáscara protectora, las cuales pueden ser comestibles y otras no, por lo que requieren de un proceso de extracción, cortes, etc, para poder ser consumi- das. La integridad del elemento nos muestra mu- chas veces cómo está su interior con sólo el tacto o la vista. Lo que tienen en común muchas de ellas (aparte de lo hablado anteriormente) es el aroma po- tente, los colores fuertes y la retención de agua dentro de ellas. Por lo general, las frutas más apetitosas a la vista son las de colores cálidos: rojos, naranjas, amaril- los; y algunos tonos de verdes y cafés. Por ejemp- lo, la naranja, la frutilla, los duraznos, frambuesas, mango, plátanos, manzanas, uvas. Esto es según la psicología del color, que es un campo de estu- dio que está dirigido a analizar el efecto del color en la percepción y la conducta humana. Otro factor importante a destacar, es que todas al momento de comerlas, caben en la mano. Su tamaño esta relacionado con el de la mano, facil- itando la manipulación de estas. La fruta se come en bocados, el cual varía según el tamaño de ella. La frutilla tendría la cualidad de ser un sólo bocado, mientras que la naranja, al estar segmentada en 10 gajos, se encuentra por- cionado el total. Esto es, que cada fruta tiene un momento de espera, en donde ocurren procesos para poder llegar al momento de ingesta. Toda la fruta se conforma hacia un centro, por lo que aquella forma circular provoca apetito. Entonces, por lo observado de las frutas, la for- ma apetente debería tener una tendencia hacia lo concéntrico, que sea de fácil manipulación con dimensiones cómodas para la mano humana, y sus colores variados en sus tonalidades cálidas. La idea es entonces, generar un bocado apetitoso con las cualidades previamente analizadas. Las frutas seleccionadas fueron la naranja, la frutilla, el plátano. El detalle más importante que se rescata de cada una de ellas son: Las celdas de las naranjas que contienen el jugo son traslúcidas cuando se encuentra la unidad sola, pero al estar una junto a la otra o al estar sobrepuestas, generan una leve opacidad. Se aprecia un juego entre la luz: el brillo de las cel- das gracias al jugo que contienen, y la opacidad al sobreponer elementos traslúcidos, generando un campo de oscuridad en esa zonas. Las pepas de la frutilla se encuentran en su exte- rior, éstas son nutridas desde el centro de la fruta gracias a un tipo de “rayos lumínicos” concéntri- cos. Dejan una estela claramente marcada, de un color rosa claro que contrasta con el rojo fuerte. La estela de color se puede ver también al partir un kiwi. La figura cilíndrica del plátano esta conformada por tres partes, que tienen forma de un trébol. Se rescata porque no se logra captar ese detalle de las piezas que conforman un total. Además, por que está inscrita la forma de comer, es unidirec- cional la forma del bocado. Se plantean formas de bocado que tiene un inte- rior distinto al exterior. Se trata de generar lo más apetitoso, con geometrías y colores que indiquen que es comestible. María Ignacia Morales Barraza Acto y Celebración 11 / 04 / 2016 Cuando una persona se encuentra frente a algo comestible como una fruta, primero lo analiza por su forma, sus colores. Luego, pasa a ser analiza- do desde todas sus perspectivas al manipular el elemento y por último, al momento de ingerirlo, la mano se pone en forma de copa, utilizando sólo las yemas de los dedos para sostener una pequeña porción de ella, introduciendo lo justo y necesario en la boca. Es eso lo que se pretende crear, el momento en que la persona descubre un nuevo sabor. Un juego de la mirada, el tacto y el gusto, en donde la primera mordida controla la temporalidad, pues la persona toma el tiempo de degustar y apreciar lo que está comiendo. Manteniendo las carecterísticas de la fruta, se crea este bocado que simula el acto de probar algo por primera vez con una dimensión pequeña y manipulable.

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Centro de color fuerte y cálido, que se degra-

da a lo largo de la pulpa.

Forma escondida del plátano que revela una

forma similar a la del trébol.

Un corte de un fruto nuevo circular, con una

membrana que protege el interior colorido.

Opacidad generada por la aglomeración de

las celdas dentro de los gajos de los cítricos.

Columnas proponen una forma de comer, así

como el plátano. Se muestra lo opaco de la

“cáscara” versus lo traslúcido del interior del

fruto.

Rayos lumínicos concéntricos denotan una

conección con el exterior y además con-

tienen a las pepas en su interior.

Se proponen los bocados, ya sea como una

columna larga a lo horizontal, o pequeños

cuadrados a lo largo de esta, dejando como

centro lo amarillo y rojo.

Un cuarto del fruto en donde se genera el

centro contenedor de las pepas, seguido de

los rayos lumínicos que lo conectan con el ex-

terior y la cáscara, protegiendo lo del interior.

Se muestra la opacidad generada entre las

celdas. La forma escondida del plátano se ab-

strae para crear una forma contenedora de

pepas que miran hacia un centro. Los rayos

trasparentes ayudan a crear una sensación

circular del fruto.

Totalidad del corte. Se muestran muchos fru-

tos puestos uno al lado del otro.

Paso del fruto a la dimensión del bocado, que

trae el acto de probar algo por primera vez

debido a su forma “cónica”.

Los instintos definen ciertos comportamientos y son propios de todos los Seres vivos; por ejem-

plo, el Darwinismo plantea la selección natural,

en donde sobrevive aquel Ser más apto, en otras

palabras, el instinto de la supervivencia.

Ahora bien, los humanos no tienen esta gama tan

compleja de instintos biológiocos, pues gracias a

que pueden razonar, los instintos son controla-

dos a través de la psyquis.

Uno de los instintos que aún prevalecen en los

humanos, es el de la apetencia. Generalmente

uno asocia la apetencia con el apetito, pero son

dos cosas diferentes:

La apetencia es un movimiento instintivo que inc-

lina al hombre a desear alguna cosa, mientras que

el apetito son las ganas y acciones de satisfacer

estos deseos y necesidades.

Por ejemplo, si una persona desea tener dinero,

sería la apetencia de estar económicamente me-

jor. Si la persona comienza a generar ganancias,

entonces tendría un apetito de producción para

satisfacer sus necesidades.

La apetencia en el juego lumínico de la fruta

La apetencia debería, en cualquier caso, provocar

un anhelo, tanto de lo que se está observando,

como de la sensación que este elemento nos

provocaría al interactuar con el.

Cuando vemos que algo es apetitoso es porque

la forma, las texturas, los colores, los aromas, los

tamaños van de acuerdo entre sí. Es decir, existe

un juego, una relación entre sus particularidades

que hacen un total atractivo a todos los sentidos.

“Todo lo que es comestible encuentra una utilidad

en el acomodaticio aparato digestivo de la especie

humana, pero esto no significa que todo se con-

suma; salvo que se vean forzados por el hambre,

las poblaciones humanas abrigan numerosas

aversiones y preferencias que demuestran su

personalidad étnica.” - Leroi Gourham

Según la cita, la cultura en donde crecemos mold-

ea nuestra percepción de lo que es apetecible.

Por ejemplo, nuestra cultura permite y encuentra

apetitoso comer vacuno, mientras en la India ven-

eran a estos animales, por lo tanto la ingesta de

vacuno es muy poca o nula.

A pesar de estar inmersos en la cultura, la mis-

ma experiencia de la persona va modificando su apetito por las cosas.

Al observar el mundo frutoso, podemos darnos

cuenta de lo apetitoso que es, ya que cada fruta

tiene un carácter especial que la hace apetecible.

Se conforman por un interior, generalmente con

pepas, seguido de una pulpa de variedad de

sabores ácidos, neutros, amargos y dulces.

Este elemento se conforma gracias a una cáscara

protectora, las cuales pueden ser comestibles y

otras no, por lo que requieren de un proceso de

extracción, cortes, etc, para poder ser consumi-

das. La integridad del elemento nos muestra mu-

chas veces cómo está su interior con sólo el tacto

o la vista.

Lo que tienen en común muchas de ellas (aparte

de lo hablado anteriormente) es el aroma po-

tente, los colores fuertes y la retención de agua

dentro de ellas.

Por lo general, las frutas más apetitosas a la vista

son las de colores cálidos: rojos, naranjas, amaril-

los; y algunos tonos de verdes y cafés. Por ejemp-

lo, la naranja, la frutilla, los duraznos, frambuesas,

mango, plátanos, manzanas, uvas. Esto es según

la psicología del color, que es un campo de estu-

dio que está dirigido a analizar el efecto del color

en la percepción y la conducta humana.

Otro factor importante a destacar, es que todas

al momento de comerlas, caben en la mano. Su

tamaño esta relacionado con el de la mano, facil-

itando la manipulación de estas.

La fruta se come en bocados, el cual varía según

el tamaño de ella. La frutilla tendría la cualidad de

ser un sólo bocado, mientras que la naranja, al

estar segmentada en 10 gajos, se encuentra por-

cionado el total. Esto es, que cada fruta tiene un

momento de espera, en donde ocurren procesos

para poder llegar al momento de ingesta.

Toda la fruta se conforma hacia un centro, por lo

que aquella forma circular provoca apetito.

Entonces, por lo observado de las frutas, la for-

ma apetente debería tener una tendencia hacia

lo concéntrico, que sea de fácil manipulación con

dimensiones cómodas para la mano humana, y

sus colores variados en sus tonalidades cálidas.

La idea es entonces, generar un bocado apetitoso

con las cualidades previamente analizadas.

Las frutas seleccionadas fueron la naranja, la

frutilla, el plátano. El detalle más importante que

se rescata de cada una de ellas son:

Las celdas de las naranjas que contienen el jugo

son traslúcidas cuando se encuentra la unidad

sola, pero al estar una junto a la otra o al estar

sobrepuestas, generan una leve opacidad. Se

aprecia un juego entre la luz: el brillo de las cel-

das gracias al jugo que contienen, y la opacidad al

sobreponer elementos traslúcidos, generando un

campo de oscuridad en esa zonas.

Las pepas de la frutilla se encuentran en su exte-

rior, éstas son nutridas desde el centro de la fruta

gracias a un tipo de “rayos lumínicos” concéntri-

cos. Dejan una estela claramente marcada, de un

color rosa claro que contrasta con el rojo fuerte.

La estela de color se puede ver también al partir

un kiwi.

La figura cilíndrica del plátano esta conformada por tres partes, que tienen forma de un trébol. Se

rescata porque no se logra captar ese detalle de

las piezas que conforman un total. Además, por

que está inscrita la forma de comer, es unidirec-

cional la forma del bocado.

Se plantean formas de bocado que tiene un inte-

rior distinto al exterior. Se trata de generar lo más

apetitoso, con geometrías y colores que indiquen

que es comestible.

María Ignacia Morales Barraza

Acto y Celebración

11 / 04 / 2016

Cuando una persona se encuentra frente a algo

comestible como una fruta, primero lo analiza por

su forma, sus colores. Luego, pasa a ser analiza-

do desde todas sus perspectivas al manipular el

elemento y por último, al momento de ingerirlo,

la mano se pone en forma de copa, utilizando

sólo las yemas de los dedos para sostener una

pequeña porción de ella, introduciendo lo justo y

necesario en la boca.

Es eso lo que se pretende crear, el momento en

que la persona descubre un nuevo sabor. Un

juego de la mirada, el tacto y el gusto, en donde la

primera mordida controla la temporalidad, pues

la persona toma el tiempo de degustar y apreciar

lo que está comiendo.

Manteniendo las carecterísticas de la fruta, se

crea este bocado que simula el acto de probar

algo por primera vez con una dimensión pequeña

y manipulable.