Foucault, Michel - El Nacimiento de La Biopolitica

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Traducción de HORACIO PONS

MICHEL FOUCAULT

NACIMIENTO DE LA BIOPOLÍTICA

Curso en el College de France (1978-1 979)

Edición establecida por Michel Senellart, b .o la dirección de Fraiiqois Ewald y Alessandro Fontana

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Primera cdicióri en francés, 2004 Priiiicra edición en espaíiol, 2007

Foucaulr. Michel Nacimicnro de In biapolírica : curso cri el Coll¿gc de Francc :

1978-1979 - l a ed. - Buenos Aircr, : Fondo de Culrura Ecoiiómica, 2007 401 p. ; 23x16 cm. (Obras de socialogia)

Tradiicida par: Horacio Pnns lSBN 978-950-557-715-6

1. Sociologia Polirica. 2. Biopaliiica. 1. Horacio Poiir, trad. 1I.Tirulo C D D 306.2

Titulo original: Nnirrnncc de In biopolitiqt<t, Coiirr nu Col l?~~ de Franrc (1978-1979) ISBN origiiial: 2-02-032401-6 O SeuillGdlimard, 2004

D.R. O 2007, FONDO DE CULTURA ECONOMiC4 DE ARGENTINA, S. A. El Salvador 5665 / 1414 Bueiios Aires [email protected] i www.fcc.com.ar Av. Picncho Ajusw 227; 14200 MCxiw D.F.

ISBN: 978-950-557-715-6

Farocopiai libras está penado por la ley

I'roliibida su reproducción total o parcial par cualquier medio dc iiziprcsióri o digiral, cn forma idbirica, extractada o modificada. cn castellano a en cudquier arco idioma, sin aurorimción expresa dc la editorial.

IMPRESO EN ARGENTINA - PRINTD INARCENTINA

Hecho cl dcpúsiro que marca la Icy 11.723

PROH~BIDA SU VENTA EN ESPANA

Micliel Foucault dictó clases eii el College de Fraiice desde enero de 1971 hasta su muerte,eii juriio de 1984, a excepcióii dcl año 1977, cuando disfrutó de uii año sabático. El nombre de su catedra era "Historia de los sistemas de pensa- miento".

Esta cátedra fue creada el 30 dc iioviembre de 1969, según una propucsta de Jules Vuilleiiiin, por la asaiiiblea general de profesores del Collhge de France, eii reemplazo de la cátedra de "Historia del pensamiento filosófico", que diri- gió Jean Hyppolire hasta su iiiuerte. El 12 de abril de 1970, la niistna asani- blea eligió a Michel Foricault, que por entonces tenla 43 años, como titiilar de la nueva cátedia.'

Foucault dictó la leccióri inaugural el 2 de dicieinbre de 1970.'

La enseñai17~1 en el College de France obedece a reglas partici~lares. Los profe- sores tienen la obligacióii de dictar 26 horas de cáredra por año (la niitad, conio máximo, puede adoptar la forma de seminar io~) .~ Cada ano deben exponer una investigación original, lo cual les exige una renovación consraiitc del con- teiiidode su éiiseiianza. La asistciicia a los cursos y seminarios es conipletamen- te libre; iio requiere ni iiiscripción iii título alguno. El profesor tampoco los

' Foucaulr había concluido coii crra fdri~iiila uii opúsciilo rcdncndo cii apoyo dc ru caiidi- dacura: "Habrla quc emprender la hisroria dc los sisrenias de pciisac~iicnto" ("Tirrcs ei tra- vaux", cn Dirr afcrin, 1954-l988,4 vols., ed. de Daiiicl Dcfert y Fran~ois Ewald coii la cola- boración dc Jacques Lagrange, I'arir. Gallirnard, 1994: véasc vol. i . p. 846).

' Seria en iiiayo dc 1971 por la cdiroriiil Galliniard, con cl titulo de L'Ordre dr< dircor'rr [trad. csp.: Elorden deldircr~no, Barceloiia, Tusqucts, 19871.

'Lo que Michcl Foucaulr hizo hasta principios dc la décadn de 1980.

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ADVERTENCIA 1 1

La decada de 1.970 presenció el desarrollo y el perfeccioiiamicnto de los gra- badores dc caseres, y el escritorio de Foucault pronto se vio invadido por ellos. De tal modo, los cursos (y algunos seininarios) pudierori conservarse.

Esta edición toma como referencia la palabra pronuticiada públicamente por Michel Foucault. De ella ofrece la traiiscripción más literal posible.8 Habríamos deseado poder publicarlasin modificaciones. Pero el paso de lo oral a lo escrito impone una iiiterveiición del editor: como mínimo, preciso intro- ducir una puntuacióii y recortarlos párrafos..El principio consistió siempre en mantenerse lo más cerca posible del curso efectivamente dictado.

Cuando pareció indispensable, se supiimieron las reiteraciones y las repe- ticiones; se restablecieron las frases interrumpidas y se rectificarori las cons- trucciones incorrectas.

Los puntos suspensivos indican que la grabaciSn es inaudible. Cuando la frase es oscura, figura entre corchetes una iiitegracióii coiijerurai o uii agregado.

Un ~ t c r i s c o a pie de página indica las variantes significativas de las notas utilizadas por Micliel Foucault con respecto a lo dicho.

Se~er i f icar~? las citas y se seíialaroii las referencias de los textos utilizados. El aparato cririco se limita a dilucidar los puntos oscuros, explicitar ciertas alusiones y precisar los pulltos críticos.

Para facilitar la Lectura, cada clase esta precedida por un breve suniario que indica sus pri~lcipales articulacioiies.

Sigue al texto del curso el resumen publicado en el Annuaire du Col& de Frarrcc. En general, Michel Foucault lo redactabaen junio, valedecir, un tiempo después de la finalización del curso. Solfa aprovecharlo para poner de relieve, retrospcctivariiente, su intención y sus objetivos. El resumen coiistituye su mejor presentación.

Cada volumen terniiria con una "situación" cuya responsabilidad corres- ponde a su editor: se ttata de brindar al lector elementos contextuales de orderi biográfico, ideológico y politico; reubicar el curso en la obra publicada y dar iiidicaciones coiicernientes a su lugar dentro del corpus utilizado, a fin

de facilitar su comprensióii y evitar los contrasentidos que suscitar el olvido de las circiinstancias en que cada u110 dc los cursos se elaboró y dictó.

Nacimiento de la biopolíticu, CLIISO dictado en 1979, fue una obra editada por Michel Seiiellart.

Con esta edicióii de los cursos del Collige de France se publica un iiuevo rraiiio de "la obra" de Micliel Foucault.

En seiitido propio, no se trata de trabajos inéditos, porque esta edición reproduce la palabra ptonuiiciada públicamente por Foucaulr, coi1 exclusión del soporte escrito que utilizaba y que podía scr muy daborado. Daniel Defert, que posee esas notas, permitió a los editores cons~iltarlas. Le estamos muy agra- decidos.

Esta edición de los cursos en el Collige de France ha sido autorizada por los herederos de Michel Foucault, que desearon col1 ello satisfacer la inuy iiiteiisa demanda de que eran objeto, tanto eti Francia conlo eii el extranjero. Y esto en indiscutibles condiciones dc seriedad. Los cditores han procurado estar a la altura de la coiifiaiiza que depositaron en ellos. ., ,

SC utilizaron cn particular lar grabaciones realiadas por Gerard Burlcr y Jacques Lgrangc. guardadar cn el Colltgc dc Francc y e1 Instinir MCmoircs de I'6ditioii coiitcinporaine (IMEC).

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Curso Ciclo lectivo 1978-1 979

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Clase del 10 de enero de 1979

Cuestiones de matodo - Suponer que los universales no existen - Rerumen del curro del año precedente: el objetivo limitado del

. . gobierno de, la rezón de Estado (política exterior)^ el objetivo ili- mitado delfitado dcpolicfa (política interior) - El derecho como principio de limitacidn .terna de la razón de Estado. Perspectiua del curro de este año: la economíapolítica como principio de limi- racidri ikcrna de la r<lzengubername~~tal-Apuestageneralde esta investigación: el acoplamieizto serie deprn'cticas-régimen de uer- dody sus efectos de inscripción en lo real -¿Que es el liberalismo?

[DEBEN CONOCER] la cita de Frcúd: Xcheronta nrouebo':' Pues bieii, querría poner d curso de este año bajo d signo de otra cita no tan conocida y pcrtenecietire a

' Cica de Virgilio, Entida, vil, 312, quc encabcrñ la 7kuntdrtrrung (1900) dc Signiuiid Frcud, Lcipzig, Deurike, 191 1 (rrad. Fr: Lintrrprirnrion d o rPver, trad. de l. Meycrson, rev.

por D. Bergcc París, PUF, 1771, p. 1) [trad. esp.: Ln intcrprrtncidn de lo~rrañor, el i Obras ron,- pktm, vals 4 y 5, Buenos Aires. Amorrorrii, 17771, y rc rcitera en cl cucrpo del tcxto ( i b i d , p. 516): "Fltctrre ~i nrquro Sr~peror. Achrrolrd movrbo"('Si no puedo doblegar a los dioses supremos, mover4 el Aqucronre"). Michel Foucaulr y cita csras palabl.as, sin refcreiicia explí- cita a Freud, en Lz Iilontddc ~auoir, Parir, Gallitriard, col. Biblioth&quc dcs hirtoircs, 1776. p. 103 [rrad. esp,: Hirrorin dckzrexunlidnd vol. 1: Lz volunrnddrrnbcr, Mhxico, Siglom. 19851: "Dc hecho, esta cucsti6ti, ratirñi vcccs rcitcrada cii nuesrn fpoca [acerca del scxol, s6lo cs la Forma rccicnrc dc una afirmaci6ri considerable y una p~cscripcióii sccular: allá está la verdad; id a ahl a aorprcndcrla. Arhcronra inorirbo: vicja dcciri6ii". Antes ddc Freud, la cica ya era muy apte-

ciadñ por Birniarck, quc la uciliía eii vaiiar oporrunidadcs cn sus I>enrdmirnro,y rcrurrdor (vfase Carl Schmitt. Thtorir dupnrtirnn, rnd. de M-L. Stcinhauser, I'aris, Calinann-livy, 1772, p. 253; cd. orig.: Theoriederl'arrirn>zm, Beilln, Duricker & Hi>i~iblat, 1763) [trad. esp.: liori<i dc lpanhno , Madrid, Ccntro dc Estudios Consiiiucionales. 17661.

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alguien también poco conocido, al metios en cicrto modo. Me refiero a un liombre de Estado iiigl&s, Walpole,z que decía lo siguienrc acerca de su pro- pia manera de gobernar: "Q~rieta non rno~eí-e':~ "No hay que tocar lo que está r r a ~ i ~ ~ i i l o " . En cierro sentido, es lo contrario de Freud. Entonces, csre año me gustaría continuar de alguna nianera con lo que empecé a comentarles el ario pasado, es decir, trazar la liistoria de lo que podríamos llamar el arrc degobernar. Recordará11 que inrerprete esta expresión, "arte de gobernar", en un sentido muy restringido, pues utilicé la palabra misma dejando de lado las niil maneras, modalidades y posibilidades que existen de guiar a los hoinbres, dirigir su conducta, corisrreñir sus acciones y rcaccio- iies, etc. Ilice a uii lado, enroiiccs, codo lo que suele entenderse y se enren- di6 durante mucho tiempo como el gobierno de los niños, el gobierno de

. ,. Robcrr Walpole, primer conde dc OxTord (1676-1745), lidci del partido whig, que ejerci6

lar fi>nciones de primer niiiiiirro (Firrr Lord of ti>< Ernrilry nnd Chni,rtllor of rlir kchtqurr) de 1720 ñ 1742; gobernó con prap,inarirrno y re vali6 de la corriipci6n p;irlainenraria con e l fin de preservar la rranquilidad policica.

'Véase la precisi6n hecha. ni& adclaiitc por Michel Foucanlt, p. 37: "Decía era, creo, hacia 1740". La fórmula es conocida por haher sido Iñ divisa de Walpolc. corno lo rcirimniii~ii diver- sus escritos de sii hijo, Hnrace: V&SC por ejemplo l.err<r~, Londres-Ncieva York, Lawrencc aiid

Bullen, G. P Puriiam'r, 1903, c. wii, p. 121. VCñre h l i e Srephen. Hirrory ofE>~~/ i l> Thoughr ui tl>eEi~ighrtenth Cennrry, Londres, Smiili 81 Elder. 1902; rccd. Arisiol,Thoeni~ner Anriquarian Rookr. 1991, r . i i , p. 168.Tomñda de Sslustio,Dr ronjizmtionr Catilinnr, 21, 1 : "l'onqiiam acce-

pere ea liomiiier, quibiir mala abunde konia eranr, sed neqiic res ncque rpes bona ulla. ramersi illis quirrn movtrc magna merccr vidcbariir" ("El mal lo había invadido codo cn los hon>l>res qoc acahnhan de escuchar esc discurro y nada bueno podíxo cncoiitrar ci, el picrerirc ni espc- rar del porvenir, aunque rs cierro qiic para ellos ya era una hermosa rccoinpcnsaprrrrrrbar la pozptiblicd'); trad. fr: Conjrrmrion de Corilind rrad. de F. Richard, Paris, Garnier-Flammarion. 1968, p. 43 [irad. =p.: Conjsmridn dr GNIinn, Madrid. Consejo Superior de Invcsrigacioncr Cienrificas. 1991) La í6rmul;i ilurrra tina norma inherenre d Co~nmon Lnwy conocida con cl

~iombie dr regla del precedeiiie, scgúii l a ciial, rn materia judicial, hay quuc arenerrc 3 lo que re

ha decidido y no niodificar lo cxisrei~rc ('irnrr dt<>ii"y 'qtricra no?, movcrc'). Tarnbitii la cica Fricdrich A. Hayek, Thr Conrritrrrion ofLibrrty. Loiidrcr, Rourlcdge & Kcgñn Paiil, 1960: rccd. 1976, p. 410: "Though <ii<irta ~lori maww may at rinies he a wix rnixiin for rhe sracer- man,ir caitior rarisfy thc political l>liiloropher" [Aiinquc en ocasiones qtiirtd non rnourrtsea tal VCL una nidxima prudcnre para e l estadista, no puede sarisfacer al fil6rofo poliricol (trad. fr.: La Co>zrtirrrrion dc L? librrti, rrad. de R. Audouin y J. Garclln, Paris, Lircc, col. Libenlin, 1994, p. 406) jtnd. esp.: Lor findnmtntoidr L? librrtnd. Madrid, Utii6n Edirorial, 19911

las familias, el gobierno de una casa, el gobierno de las alriras, el gobierno de las comunidades, etc. Y no ton14 en consideración, y tampoco lo haré este ano, más que el gobierno de los hombres, en la medida-y sólo en la medida- en que se presenta como ejercicio de la soberanía política.

"Gobierno", pues, en sentido restringido, pero cambien "arte", "arte de gobernar" en sentido restringido, porque con esta expresión yo no eiitendía la manera en que efectivamente los gobernantes gobernaron. No estudie iii quiero esrudiar la práctica gubernamental real, ral conio se desarrolló determinando aquí y allá la sititación por tratar, los problernas planteados, las tácticas tlegi- das, los instrumentos iitilizados, forjados o remodelados, etc. Quise estudiar el arte de gobernar, es decir, la manera meditada de hacer el mejor gobierno y también, y al mismo tienipo, la reflexión sobre la iiiejor ni:inera posible de gobernar. Trate, entonces, de aprehender la instancia de la reflexión en la práctica de gobierno y sobre la práctica d e gobierno. En cierto senrido, si se quiere, mi prctensióii hie estudiar la conciencia de sí del gobierno, aunque esta expresión, "conciencia de si", me rnolesta y no voy a utilizarla, porque rne gustaría más decir que lo que traté de captar, y querría captar cambien este año, es la manera cóiiio, deritro y fuera del gobierno y, en todo caso, en la mayor contigüidad posible con la practica guberiiamental, se interitó coiiceptudizar esa prictica consistente en gobernar. Querría determinar de que modo se establecí6 e\ dominio de la práctica del gobierno, sus diferentes objetos, sus reglas generales, sus objetivos de conjunto para gobernar de la mejor manera posible. En suma, es el estudiode la racionalización de la práctica guberna- mental en el ejercicio de la soberanla politica.

Esto iinplica inmediatamente cierra elección de método, sobre lo que rra- taré en algún rnomenro de extenderme un poco más, pero ahora querría indi- carles que la decisión de hablarb partir de la práctica gubernamental cs. desde luego, uiia manera iiiuy explícita de dejar de lado como objeto priinero, pri- mitivo, ya dado, una serie de nociones corno, por ejemplo, el soberano, la sobe- ranía, el pueblo, los sujeros,elEstado, la sociedad civil: rodos esos universales que el análisis sociológico, asi como el análisis histórico y el análisis de la filo- sofía polirica, utilizan para explicar en concreto la pr.lcrica gubernamental. Por mi parte, mc gustarla hacer justamente lo contrario, es dccir, partir de esa prác- tica tal coino se presenta, pero, al mismo tiempo, tal conio se refleja y se racionaliza para ver, sobre esa base, cómo pueden constituirse en los hechos

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unas ciia;itas cosas sobre cuyo estatus habrá que iiiterrogarsc, por supuesto, y que son el Estado y la sociedad, el soberano y los súbditos, etc. En otras pala- bras, en vez de partir de los universales para deducir de ellos unos fenómenos concretos, o en lugar de partir de esos universales como grilla de iiiteligibili- dad obligatoria para una serie de prácticas concretas, me guscaria comenzar por estas íilrimas y, de algún modo, pasar los universales por la grilla de esas prác- cicas. No se trata aquí de lo que podríamos calificar de reducción historicista; ¿en qué consistiria esta? Pues bien, precisamente en partir de esos universales tal conio se presentan y ver cómo la histairia Los modula, los inodifica o esta- blece en definitiva su fdta de validez. El historicismo parte de lo uiiiversal y lo pasa en cierto modo por el rallador de la historia. Mi problema es lo inverso. Parto de la decisión, a la vez teórica y metodolbgica, que consiste en decir: supongamos que los universales no existen; y planteo en este inomento la pregunta a la historia y los historiadores: ¿cómo pueden escribir historia si no admiten a priori la existencia de algo corno el Estado, la sociedad, el sobe- rano, los súbditos? Es la misma pregunta que yo hacia cuando decía, no esto: "¿Existe la locura? Voy a exaniinar si la historia mc da, me remite a algo coirio la locura. No, no rne remite a nada parecido a la locura; por lo tanto, la locura no existe". De hecho, el razonamiento, el método no eran ésos. El método con- sistía en decirjsúpongamos que la locura no existe. ¿Cuál es entonces la his- toria que podemos hacer de esos diferentes acontecimientos, esas diferentes prácticas que, eri apariencia, se ajustan a esa cosa supuesta que es la l o ~ u r a ? ~

"tase PaulVeylic, "Foucault révalurionnc I'hisroiic", cn Comme>rt on icrirrhirtoirc, París, Scuil, col. Poinrs Histoirc, 1979, pp. 227-230 [rrad. esp.: "Fducault revoluciona la historia", en Cótrio ~c ~ ~ ~ r i b r (a hirroiin, Madrid, Alianza, 19941, rohre ese nominalirmo merodológica, con rclerciicia a la íúiiiiuia "la locura no cxisre". Con>o cl rcxro de Veync data dc 1978, Fouuulr parece scguir aquí cl diálogo con cl aucor dc Lr Pain ar L Cirqur, a quien rindió homenaje cn E] curso de1 arlo anterior (vease Michcl Foucault, S¿ct<rit¿, rcrriroirc, popukation. Colrrr au

Col12gcdrFlance, 1977.1978, cd. de Michel Scncllnrt, París, GallimardlScuil, col. Hautcs Eru- des, 2004, dasc del S de m a m d e 1978, p. 245 [trad. esp.: Spñddd, trmitorio,pobL?ci¿n. Cuna rn el Co6üZe &Fmnrr 11777-1978), Buenos Aires, Fondo dc Cultura Económica, 20061). VCansc ya las obscivaUancs dc Michel Fouuulr sobrc csrc misma rema en la dase del 8 dc febrero dc 1978, p. 122. La crltica dc los universales encuentra una reafirmación eii cl articulo "Foiiuult", aparecido, con cl seudónimo de Mauricc Florencc, en Dcnis Huismans (dir), Dictionnairc &, phihropher, Paris, Pur, 1984; vease Michel Faucaulr, D i t ~ rr icrirr, 1954-1988, 4 volr., cd. de

Lo que querría introducir aqui es, en consecuencia, exactamente lo inverso del historicismo. No intcrrogar los universales utilizando la historia como método crítico, sino par~ir de la decisión de la inexistencia de los universales para preguntar qué Iiistoria hacerse. Más adelarite volvere a csto con

\ mayor detalle.'

El aiio pasado, coiiio recordarán, trate de estudiar uno de esos episodios iniportaiites, mc parece, en la historia del gobierno. El episodio, a grandes ras- gos, era el dc la aparición y el establecimiento de lo que eii la Cpoca se llamaba razón de Estado, en un sentido infinitamente in& fuerte, riiás estricto, m& rigii- toso y también más amplio que el atribuido más adelante a esa n o c i ó n . ' ~ ~ había intentado identificar el surgirnienro de cierto cipo dc racionalidad en la pric- tica gubernamental, cierto tipo de racionalidad que permitiria ajustar la niaiiera de gobernar a algo denominado Estado y que, con respecto a esa práctica p b e r - namental y al cdculo de ésta, cumple el papel de un dato, pucs sólo se gobierna un Estado que se da cntiio ya presente, s61o se gobierna en el marco de un Estado, es cierro, pero éstc es al mismo tiempo i i i i objetivo por construir. El Estado es a la ve?. lo que existe y lo que aún no existc en grado suficiente. Y la razón de Estado es justatnente una práctica o, mejor, La racionaiizacibii de una práctica que va a situarse entre un Estad? presentado coiiio dato y un Estado presen- tado como algo por construir y levantar. El arte de gobernar debe fijar entoii- ces sus reglas y r;icionaliz;rr sus maneras de obrar, proponiéndose en cierto modo coiiio objetivo traiisforiiiar cii ser el deber ser del Estado. El deber hacer del gobicriio tiene que identificarse con el deber ser del Estado. Este últiiiio tal como está dado, la ratio gubernamental, permitirá, de uria iiiaiiera deliberada, razo- riada, calculada, hacerlo llegar a su punto niáxinio dc ser. ¿Qué es gobernar? Gobernar, segiin el principio de la razóii de Estado, es actuar de tal modo que el Estado pueda llegar a ser sólido y permanente, p e d a llegar a ser rico, pueda llegar a ser Fuerte frente a todo lo que amenaza con destruirlo.

~ -

Darbid Dcfert y Fraiipis Ewald coi, In colahoiacióti dc Jacques Lagrangc. París, Gdlimard, 1994 (en lo succriva, DEcon rcfercncia a esta cdiciúti), vol. 4 , <núm. 345, p. 634: la primera clccción de metodo implicada par "la cucrriún dc las relacioiies erirrc siijcro y verdad" cotisisría en "un esccpricismo sisrcmdtico coi, mpccra a todos los universales ñntropológicos".

' Michcl Foucault iio vuelve a tocar cl rema cn las siguicntcs clacs dcl cuno. ' V ~ ~ S C Michcl Faucault, S¿crrriri, tcrriroiw . . , o?. cit., clases del 8 , del 15 y del 22 de

mamo dc 1978.

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20 NACIMIENTO DE LA ~ l O l ' O L h l C 4 CLASE DEL 10 DE ENERO DE 1979 21

Dos palabras, entonces, sobre lo que trate de decir el año pasado, para resumir un poco ese curso. Querría insistir en dos o tres puntos. Primero, como recordarin, lo que caracteriza esta niieva racionalidad gubernamental llamada razón de Estado que, en general, se había constitiiido durante el siglo es qiie el Estado se define y recorta como uiia realidad a la vez específica y autó- noma, o al menosrelativamente autónoma. Es decir qiie el gobernante del Estado debe, claro, respetar una serie de principios y reglas que se sitúan por encima del Esrado o lo dominan y son exteriores a él. Ese gobernante debe respetar las leyes divinas, niorales y naturales, y otras tantas leyes que no son Iiomog4neas ni intrínsecas al Estado, Pero así como debe respetar esas leyes, el gobernante tiene que Iiacer algo miiy distinto a asegurar la salvación de sus súb- ditos el! el más allá, cuando lo habitual en la Edad Media era definir al sobc- rano como alguien qiie debía ayudar a sus~súbditos a alcanzar esa salvación iiltraterrena. En lo sucesivo, el gobernante del Estado ya no tiene que preocu- parse por la salvación de sus súbditos en el más allá, al menos de manera directa. Tampoco tiene que desplegar una benevolencia paterna con sus súbditos ni establecer entre ellos relaciones de padre a hijos, aunque en el Medioevo el rol paternal del soberano siempre era muy pronunciado y marcado. En otras palabras, el Estado no es ni una casa, ni una iglesia, iii un imperio. El Estado es una realidad específica y discontinua. S610 existe para en relación consi- go, cualqiiiera sea el sistema de obediencia que deba a otros sistemas como la naturaleza o Dios. El Estado sólo existe por y pata sí mismo y en plural, es decir que no debe, eii un horizonte hisrórico más ornenos próxiino o distante, fun- dirse con o someterse a algo semejante a una estructura imperial que sea, de alguna rnaiiera, una tenfanía de Dios en el mundo, una teofanía que con- duzca a los hombres, en una liurnanidad finalmente reunida, hasta el borde del fin del mundo. No hay, por lo tanto, integración del Estado al imperio. El Estado sólo existe como Estados, en plural.

Especificidad y pluralidad del Esrado. Por otra parre, traté de mostrarles que esa especificidad pliiral del Estado se había encarnado en una serie de mane- ras precisas de gobernar y, a la vez, en instituciones correlarivas a cllas. Primero, por el lado económico, estaba el mercantilismo, vale decir, una forma de gobierno. El mercantilismo no es una doctrina económica, es mucho más y inuy distinto de una doctrina econórnica. Es una organizacióii determinada de la producción y los circuitos comerciales de acuerdo con el principio de que,

en primer lugar, el Esrado debe enriquecerse mediante la acumulación mone- taria; segundo, debe fortalecerse por el crecimiento de la población; y tercero, debe estar y mantenerse en una situación de competericia permanente con las potencias extranjeras. Hasta aquí el mercantilismo. D e acoerdo con la razón de Estado, la segunda manera de que el gobierno se organice y cobre cuerpo en una práctica es la gestión interna, es decir, lo que en la época se denomi- naba policía, la reglamentación indefinida del país según el modelo de una orga- nización urbana apretada. Tercero y úlrimo, constitución de un ejercito per- manente y de uiia diploiiiacia también permanente. Organización, si sc quiere, de un aparato diplomático militar permanente, cuyo objetivo es manrerier la pluralidad de los Estados al margen de cualquier absorción iinperial, y hacerlo de tal manera que entre e l lo~/~ueda alcanzarse cierto equilibrio, sin que, en defi- nitiva, sean viables las unificaciones de tipo imperial a traves de Europa.

Entonces, mercantilismo por un lado, Estado de policía por otro, balanza europea: todo esto coristituyó el cuerpo concreto de ese nuevo arte de gober- nar que se ajustaba al principio de la razón de Estado. Son tres maneras -soli- darias entre sí, además- [del gobernar de acuerdo con una racionalidad cuyo priiicipio y ámbito de aplicación es el Estado. Y en cse aspecto rraté de mos- trarles que el Estado, lejos de ser una suerte de dato his;órico natural que se desarrolla por su propio dinamismo como un "monstruo frío"' cuya simiente habría sido lanzada en un iiiomento dado en la historia'y que poco a poco la roería -el Esrado no es eso, iio es un monstruo frío-, es el correlato de tina mariera determinada de gobernar. Y el problema consiste en saber cómo se desarrolla esa manera de gobernar, cuál es su historia, cómo conquista, cómo se encoge, cómo se extiende a tal o cual dominio, cómo inventa, forina, desa- rrolla nuevas prácticas; ése es el problema, y no hacer dc[l Estado],* sobre el escenario de un guiñol, una especie de gendarme que venga a aporrear a los diferentes personajes de la historia.

Varias observaciones al respecto. Ante todo, la siguiente: en ese arte de gober- nar ajustado a la razón de Estado hay un rasgo que me parece niuy caracierís- tico e importante para comprender lo que sigue. Es que, como vcn, el Estado

' VCase S¿mrifC. rm'roir t . .., op. cit., c lse del l o de febrero de 1978, ,>p. 112 y 118, n. 39 [rr;id. esp.: Sryzrridnd. rcmirorio ..., 40. it, p. 136. n. 391. ' lnprur rnatiifierro. Michel Foucaulr dice: la Iiisroria.

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toda una serie de problenias, poletiiicas, batallas políticas, en torno, por ejem- plo, de las leyes fundamentales del rcina, esas leyes fiindameiirales que los juris- tas van a'oponer como objeción a la razón de Estado, para lo cual dirán que ning~iria práctica g~iberiiainental y riingu~ia razón de Estado pueden justificar su cuestioiiamiento. En cierta Forma, esas leyes están ahí con anterioridad al Estado, pues son coiistiriiiivas dc éste y, entonces, por ahsoluro que sea su poder, dicen alguiios jurisras, el rey no debe tocarlas. El dereclio constituido por esas leyes fiindanieiitalcs aparece así al rnargeii de la razón de Estado y coino prin- cipio de esta liniiiación.

Tenemos tambi60 la teoría del derecho natural y los derechos . naturales, . que se posrulan como derechos iinprescripribles y que ningún soberano, de todas fornias, puede transgredir. Y, asimismo, la teoría del contrato suscripto entre los individuos para constit~iir a uii soberano, un contrato que incluye una seric de cláusulas que ese soberano debería acatar puesto que, si se convierte en tal, es justamente en virtiid de ese contrato y las cláiisulas que contieiie. Existe incluso, iiiás en Inglaterra que en Francia, la teoría del acuerdo concerrado entre el soberano y los súbditos para constituir ptecisaiiieiite un Esrado, y al cabo del coa1 el soberano se comproinete a hacer y a no hacer una serie de cosas. Taiiibién debemos iiiencioiiar toda esa retlexióli histórico jurídica de la que

, . IiablC Iiacc dos o trcs años, ya no me acuerdo? en la cual se iiirenraha destacar que, históricamente, ci poder real durante niudio rieiiipo habia distado de ser 1111 gobierno absoluto, y la razón qiie reinaba y se habíi establecido entre el soberano y sus súbditos no era de ningún modo la razón de Estado sino una especie de transacción entre, por ejemplo, la nobleza y el jefe militar a quien esta había investido, durante el período de guerra y tal vez un poco niás, con las funciones de jefe. Y el rey habría salido de esrn suerte de situación de dere- cho priniirivo, y a continuación habría abiisado de ella para invalidar esas leyes Iiistóricamente originarias que ahora sería preciso recuperar.

De todas nianeras, para resunlit, estas disciisioncs alrededor del dcrecho, la vivacidad que tenían, el desarrollo iiireiiso, además, de todos los Iiroblenias

Viare Miclicl Foiicaulr, "rlfi/nri dPfendrr In roci/t/, " Coim ar' Coll¿gt de Frnnre, 1975- 1976, cd. de Mauro Bcirani y Alessandro Foritana, París, GalliniñrdlScuil. col. Haum &des. 1997 [rnd. crp.: Drfo,dmIn roeirdad. Curro o,, rl Col& drFw:~ncc (1975-19763, Buciios Airer, Fondo de Cu1rut.a Económica, 20001.

y teorías de lo que podríamos llamar derecho piiblico, la reaparición de los remas del derecho natural, el dereclio originario;el coiirraro, etc., que se habían formulado durante la Edad Media en un contexto muy d i ~ r i n t ~ r o d o eso, deci- mos, era en cierto rnodo el reverso y la coiiseciiencia, así ionio la reaccióii contra esa nueva manera de gober~lar qiie se establecía a partir de la wzón de Estado. En realidad, el derecho y las instituciones judiciales que habían sido intrínsecas al desarrollo del poder real se convierten ahora, en cierto modo, ranto en exteriores como en exorbitantes coi1 respecto al ejercicio de un gobierno según la tazón de Estado. No es sorprendeiite ver que todos esos problenias de derecho siempre son planteados -en primera instancia, al menos- por quie- nes se oponen al nuevo sistema de la tazón de Estado. En Francia, por ejem- plo, es el caso de los parlamentarios, los protestantes, los nobles, que, por su parte, se refieren mis bien al aspecto histórico jurídico. En Inglarerra fue In burguesía contra la monarquía absolura de los Estuardo, y fueron los disidentes religiosos a partir de comienzos del siglo XWI. En sintesis, la objeción a la razón de Estado en t6rmiiios de derecho siempre se plantea por el lado de ]a oposi- ción y, consiguiente, se ponen en juego contra ella la reflexión jurídica, las reglas de dereclio y la instancia niisma del derecho. El derecho público, digá- moslo en pocas palabras, es opositor eii los siglos xvii y xvi i i ,* aun cuando, desde luego, unos cuantos teóricos favorables al poder real retoman el prohlerna y tratan de integrarlo, de integrar las cuestiones de derecho, la interrogación formulada por este a la razón de Estado y su justificación. En todo caso, hay uiia cosa que me parece necesario retener: si bien es cieno que la razón de Estado planteada, manifestada como Estado de policía, eiicarnada en el Estado de poli- cía, tiene objetivos ilimitados, en los siglos XVII y XWII hay una tentativa cons- tante de limitarla, y esa limitación, ese principio, esa razón de limitación de la razón de Estado, la encontrarnos por el lado de la razón jurídica. Pero, como pueden ver, es una limitación externa. Por lo demás, los juristas saben bien que sil cuestión de derecho es extrínseca a la razón de Estado, pues definen esta últirna, precisamente, como lo que es exorbitante al derecho.

Limites de derecho exteriores al Estado, a la razón de Estado; eso quiere decir, en primer lugar, que los limites que se intenta poiier a esa razón proviciien de

' El mariuscriro aclaa en la p. 10: "(ralvo cn las Erradas alemanes, quc deberán fundarrc en cl derecho coiirra el imperio)".

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Dios o se fijaron de una vez por todas en el origcii, o bien se foriiiularoll en una historia remota. Decir que son extrínsecos a la razón de Estado sighifica tambiCn que tienen, en cierto modo, un funcionamiento puramente limitati~o, dramático,pues, en el fondo, la razón de Estado sólo sufrirá objecio~\ ,~ de derecho cuando haya franqueado esos límites, y en ese momento el detecho podrá definir el gobierno ~01110 ilegítimo, podrá objetarle sus usurpaciones y en última instancia liberar a los súbditos de su deber de obediencia.

A grandes rasgos, así trate de caracterizar esa manera de gobernar qic, lja- mamos razóii de Estado. Ahora bien, en este momento querria situarme más o menos a mediados del siglo xvii i , la epoca (con la salvedad que enseguida les mencioriart) en que Walpole decía: 'Guietn non mouere"("no hay que toCar lo que esrá tranquilo"). Querria situarme aproximadaineiite en esta época>

Y en tal caso creo que uno está obligado a constatar una transformación taiite que caracterizará de iiianera general lo que podrianios llamar la cazón gubernamental moderna. ;En qué consiste esa traiisformación? Pues bit,, una palabra, consiste en la introducción dc un principio de limitación del arte

de gobernar que ya no le es extrínseco como lo era el derccho en el siglo mi,

[sino] que vaaserle intrínseco. Regulación interna de la racionalidad giiber. nameiital. En tPrminos generales, y de manera abstracta, ¿que es esa rp gula- cióii interna? ¿Cómo puede entendersela con anterioridad a cualquier por,,

liisiói~ca precisa y cnncrc'ta? ; q u é puede ser una lioiitación iiiterna de la racio- nalidad gdberiiamental?

En iugar, será una regulación, una limitación de 1iecho.De hecho quiere decir que no será una limitación de derecho, auii cuando Pste se vea, eii uno u otro momento, eii la obligación de transcribirla en forma de ceglas que no deben infringirse. Sea como fucre, decir que es tina limitacióii de hecho significa que si el gobieriio llega alguna vez a atropellarla, a traspasar las ron- teras que se le imponen, no será sin embargo ilcgítimo, no habrá dese-, . tado, en cierto modo, de su propia esencia, no se verá desposeído de sus derc:chos fundamentales. Decir que hay una limitación de hecho de la práctica giber- namental querrá decir que el gobierno que desconozca esa limitación

será simplemente un gobierno, iiisistamos, no ilcgítimo, no usurpador, sitio ti

xpe; inadaptado, un gobierno que no hace lo que conviene.

En segundo lugar, hablar de limitación intrínseca del arte de gobernar vale a sefialar que se trata de una limitación que, aun siendo de hecho, n: por

ello es menos general. No se trata etironces sinipleiiient~ de una sucrte de consejos de prudencia que, en tal o cual circunstaiicia, indiquen lo que, es mejor Iiacer o se limite; a observar que eii tal o cual circunstaiicia más vale abstenerse que intervenir. No. Regulación interna significa que Iiay en efecto una liiiiita- ción que, aunque de hecho, es general, o sea que sigue, de todos modos, un trazado relativamente uniforme en función de principios que son valederos siempre y cii todas las circunstancias. Y el problenia estribará precisanieiite en definir esi límite, a la vez general y de hecho, que el gobierno deberá impo- nerse a sí misirio.

En tercer lugar, limitación interna qiiicre decir que su principio, justa- mente porque es preciso saber en que se apoya esa generalidad, no va a bus- carse por el lado, por ejeiiiplo, de los derechos de naturaleza prescriptos pbr Dios a todos los horribtcs, ni por el lado de una escritura rcvelada y iii siquiera por el lado de lavoluntad de los sujetos q i i e hati aceptado en uii tiioniento dado entrar en sociedad. No, el principio de esa limitación no debe buscarse en lo que es exterior al gobierno, sino en lo que es interior a la práctica gubernamental, cs decir, por el lado de los objetivos del gobierno. Y la limitación se presentará entonces como uno de los medios, y acaso el niedio fundamental, de alcanzar precisaineiite dichos objetivos. Para llegar a ellos es menester tal vez limitar la acción gubernamental. La razóii guKernaiiiental no tiene que respetar esos línii-

ccs por c~'decdo de que en a(guna puce, a(nrargen aéc((a, a n c s q ~ ~ e & ~ , en torno del Estado, haya una serie de limites fijados de tnancra definitiva. No, en absoluto. Deberá respetarlos cii cuanto puede calcularlos por iniciativa propia en función de sus objerivos y conio [el1 mejor medio de alcanzarlos.

En cuarto lugar, esta liiiiitación de hecho, general, que sc plantea eii fun- ción ~riisma de la práctica gubernamental, va a establecer, claro está, una divi- sión entre lo que es preciso hacer y lo qiie conviene no hacer. Va a marcar límite de una acción gubernaniciital, pero ese limite no estará trazado en los sujetos, los individuos-sujetos dirigidos por el gobierno. Vale decir que no se intentará deterniinar cuál es, en ellos, la parte que debe estar sonietida a su acción y la parte de libertad que les esti reservada definitivamente y de u,ia

vez por todas. En otras palabras, esa razón gubernaiiiental no escinde a los sujetos en una parte de libertad absolutamente reservada y iiiiaparte de sullli- sión impuesta o consentida. En realidad, la división no se establecerá eii los individuos, los hombres, los sujetos; se establecerá en el doininio mismo de la

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práctica gubernaiiiental o, mejor, en la propia práctica giibernainental, entre las operaciones que pueden hacerse y las que no pueden hacerse, es decir, entre las cosas por hacer ylos niedios qiie deben emplearse para hacerlas, por un lado, y las cosas que no hay que Iiacer, por otro. El problema, entonces, no es: ¿dónde esrán los derechos hindanientales y cómo dividen el dominio de la gubernamentalidad posible y el dominio de la libertad fundamental? La línea de división se esrablecerá entre dosserics de cosas [cuya] lista elaboró Bentham eii uno de sus textos mis importantes, al cual tratar6 de volver:' la divisi611 se r r m entre nbndn y non agenda, las cosas que deben hacerse y las cosas que no deben hacerse.

En qiiinto Iiigar, esta limitación que es entonces tina limiración.de hecho, general, en función de los objetivosdel gobierno, una limitación que no divide a los sujetos sino las cosas por Iiacer, estalimitación intcrna vuelve muy evidente que no son los que gobiernan quienes, con toda soberanía y razón, van a deci- dir por sí mismos [acerca de ella].* Y en la medida en que el gobierno de los hombres es una práctica que no es inipiiesta por quienes gobiernan a quienes son gobernndos, sino una práctica que fija la definición y la posición respectiva

' Jcrcnq. Bcnrhani (1748-1832), "Merhod and leading fcarilrer af an lnstitutc of Polirical Economy (including finance) considcred iiot only as r rcicncc bur ar an arr" (1800-1804), en J<rtwty Uenrhami Eronornie IWiting,, ed. de W Srark, Londres, Allen & Unwiii, 1954, c. rit,

pp. 305-380 [trad. crp.: "Mttodo y caracrrríiricas principales dc un lnsriruro de Economia I'olírica (incluycnda finali7.a~) considerada no s61a como tina ciencia sino como un arrc", en ficrirm rrnnbmicol, MCxico, Fondo de Cultura Econbmica, 19651. Ai final de la primca parte, "Tlie Science". en la seccián "Gcnesir of rhe marrcr of mcalrh", Benchaiii presenta In celebre distinci6li enrrc p%re acta, ngrizdn y non agezdn, que estructura a canriniiaci6n los crea capi- rulor ("Wealrh", "Popularion" y "Financc") dc la siguiente, "Thc Arr". Lar rponrrarrnron las actividades ecan6micar quc los miembros dc una comunidad dcrarrollan de manera erpon- [anea. sin inrervenci6n alguna dcl gobierna. Los agrndn y non agcnda designan las acrividada ecoti6micar del gobierno, según contribuyan o no a incrementar la felicidad (maximizacidn de los placeres y minimizacidn dc las penar). nieta de roda accidn política. Ladivisidn dc los dominios entre crar rrcs clarcr v.irla de acuerdo coi1 los momentos y los Iiigarcr; Iñ extenri6n de los rponrr ncrd rr rclariva al grado de desarrolla económ'ico de los paises. Michcl Faucauli

welve a hacer una breve aluridn a csra lisra benrhamiana de los agenda en la clase del 7 de iiiarz.o dc 1979 (infm, p. 230), pera no vilelve propiamenrc Iinblando ?I temo cirndo (salvo, rni vez, de manen iiidirccra, al final de la clarc del 24 de cncro [infrn, pp. 88 y 891, con rcfcrcncix . .~ . al patiaprirmo como f6rniulñ gcncal del gobierno l ibcd).

* Michel Foitcaulr: vaii a decidir por al niirmor lo que debe hacerse y no hacerse.

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de los gobernados y los gobernantes entre sí y con referencia a los otros, "regu- lación interna' querrá decir que esa limitación no es impuesta exactamente ni por un lado ni por otro, o en todo caso no se la impone global, definitiva y total- mente por, yo diría, una transacción, en un sentido muy lato de "transacción", vale decir, "acción entre", mediante toda una serie de conflictos, acuerdos, dis- cusiones, concesiones recíprocas: peripecias cuyo efecto consiste en establecer finalmente en la práctica de gobernar una división de hecho, una división getieral, una división racional entre lo que debe hacerse y lo que no debe hacerse.

En una palabra, digamos queel principio de derecho, ya sea histórica o te& ricamente definido, no importa, planteaba antaíio cierto líinite d soberano y 10 este podía hacer: no franquearás esta línea, no pasarás por encima de este derecho, no violarás esta libertad fundamental. En esa epoca, el principio de derecho equilibraba la razón de Estado por medio de iin principio exterrio. Digamos que, como podrán verlo con claridad, entramos con ello en una era que es la de la razón gubernamental crítica. Y advertirán que esta razcin guber- namental crítica o esta crítica interna de la iazóii gubernamental ya no va a girar eii torno de la cuestión del derecho, de la cuestión de la usurpación y la legitimidad del soberano. Ya no va a tener esa especie de apariencia penal que aún tenía el derecho público en los siglos XVI y XWI cuando decía: si el sobe- rano infringe esta ley, será preciso caitigarlo con una sanción de ilegitimidad. Toda esa cuestión de la razón gubernamental crítica va a girar alrededor del "cómo no gobernaidemasiado".10 Las objeciones ya no recaeriin en el abuso de la soberanía sino en el exceso degobierno. Y la racionalidad'de la práctica gubernamental podrá medirse en relación con ese exceso o, en todo caso, la delimitación de lo que sería excesivo para un gobierno.

Pues bien, antes de caracterizarla de una manera abstiacG les dije que esta transforniación fundamental, creo, en ias relaciones entre derecho y ptác- rica gubernamental, este surgimiento de una limitación interna de la razón

'O La Mrmula "no gobernar demasiado" es del inarqutr de Argerison (v¿asc infiu, nata 16 dca r a clase): V¿;lrc tambitn Benjainin Franklin. Rin+crduconimrrcr, cic. y rrad. por Edouard 'úboulnyc cn ru iiirroduccidn a l a antología de rcxror dcl mismo autor, Errair de mmoralr rr d'¿- con~mirpoliri~uc, 5 O ed., Parir, Haclierrc, 1883, p. 8: "Un r6lida escritor [de Francia] dice que acá muy ad~lanrado en lacicncia dc la poliricaquicn comprcndc roda la Fucmdc erra rnixima: Ncgowurmc~paf rrmp. mixima que acaso sea más pcrrincntc para el comercio que para cual- quier otro inrkrtr público" (en una nora, Laboulayc remire a Qucrnay).

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se situabay cra identificable, a grandes rasgos, alrededor dc la mitad del siglo xvi11. ¿Qué fue lo que permitió su aparición? ¿Cómo es que ésta se produjo? Por supucsto, habrfa que tomar en cuenta (y mis adelante volver6 a ello, al menos en parte) toda una transformación de cotijunto, pero hoy querría indicar simplemeiite cuál es el instrumento intelectual, cuál es la forma de cálculo y de racionalidad que pudo permitir la autoliinitacióii de una razóii gubernamental coiiio autorregulación de hecho, general, iiitrlnseca a 1% ope- raciones mismas del gobierno y que podla scr objeto dc transaccioncs indefi- nidas. Y bien, ese instruineriro intelectual, el tipo dc cálculo, la forma de racionalidad que perniite as1 a la razón gubernamental autolimitarse, tani- poco es ahora el derecho. ¿Cuál será el instrumeiito a partir de mediados del siglo XVIII? La economía~ollrica, desde luego.

"Economia politica": los equívocos mismos dc la expresión y de su sentido eii la epoca indican, por otro lado, de quC se trataba fundamentalmente todo esto, porqiie ustedes bien sabcn que entre 1750 y 18 10-1820 la expresión oscila ciirrc diferentes polos semánticos. Aveces apunta a cierto análisis estricto y limi- tado de la producción y la circulación de las riquezas. Pero "economia politica" también alude, de una mariera inás amplia y más práctica, a todo método de gobierno en condiciones de ascgurar la prosperidad de una nación. Y por ú l t i~io , [la] economía polltica -son, por otra parte, las palabras que utiliza Rousseau en su famoso articiilo "ficononiie politique" de la Ei~cyclop¿die-~~ es una suerte de reflexión general sobrc la organización, la distribucióii y la liinicación de los poderes eii una sociedad. En lo fundameiital, creo que la economla politica es lo que pcrmitió aegurar la autoliinitacióii de la razón gubernamental.

;Por qué y cómo lo permitió? También aquí -a cotitinuación entrare uti poco ni& en detalle- me gustaría indicarles sencillaiiiente una serie de puntos que son, a mi juicio, indispeiisables para comprender las cosas de las quiero hablar este ario. Pues bien, en primer lugar, la economía polltica -a diferencia,

" El articulo figuró por primcra vn cn cl romo V de la Encyclp¿dic, pp. 337-349, apare- cido en novicmbm de 1755. Vkrc Jcan-Jacquw Roussau, "Dircours sur I'4conoinic politique", ei> Ewurcrmmplirrr, París, Gallimard, col. Bibliorh&quc de la Pliiadc, 1964, t. iii, pp. 241-278 [trad. esp.: Dirrirrro robrc Li cconomlappoliti~a, Madrid, Tecnos, 19851. Sabrc wrc tcxro, vCac

ynMicliel Foucaulr, SCrurir4 remmtoim ..., op. cir.,claredcl lo de febrero de 1978, pp. 98 y 116, 11. 21 [trad. esp.; Slgsri&d, territorio .... op. cit., p. 120, n. 211.

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justameiite, del pensamiento juridico de los siglos xvi y mi- no se desarrolló fuera dc la razón de Estado. No se desarrolló contra ella ni para limitarla, al metios en primera instancia. Al contrario, se formó en el marco misiiio dc los objetivos que la razóii dc Estado había fijado al arte dc goberriai; porque, des- pués de todo, ¿que objetivos se propone la ecoiiomia politica? Se propone el enriquecimiento del Estado. Se propone el objetivo del creciiniento simiiltá- neo, correlativo y convenientemente ajustado de la población por ti11 lado y de los artículos de subsistencia por otro. ¿Qué procura la economla polltica? Garantizar de manera coiiveiiieiitc, ajustada ysiempre beneficiosa la compe- tencia entre los Estados. Procura mantener cierto equilibrio entre los Est~dos para qiie la competeiicia, precismeiite, pucda cxistir. Es decir que retoiiia con roda exactitud los objetivos correspoiidientes a la razón de Estado y que el Estado de polida, el tnercantilismo y la balanza europea hablan tratado de alcanzar. Por lo tarito, en primera instancia la economla política va a insta- larse eii el seno inismo de la razóri gubeinamental que habían definido los siglos x v i y XVII, y en esa medida, si sc quiere, no va a tener de ningún iiiodo la posición de exterioridad que inostraba el pensamiento jurldico.

Segundo, la econoniia política iio se propone en absoluto como uiia objc- cióii externa a la razón de Estad? y su autonomía polltica porque -y 4stc cs un aspecto que tendrá su importancia Iiistórica- la primera consecuencia polltica de la primera reflexión ecotióinica que haya existido cn la historia del pensaiiiiento europeo [es], precisaincnte, una coiisecucncia contraria a lo qiic hablan queiido los juristas. Es una consecuencia que deduce la necesidad de un despotisnio total. La primera ecoiiomia politica es, por supuesto, la de los fisiócratas, y ustedes saben que estos (luego volver6 a ocuparme de ellos), sobre la base de su análisis ecoiióinico, Ilcgaroii a la conclusión de que el poder polltico debía ser un poder siii limitación externa, sin contrapesos externos, sin frontera que surja de otra cosa que de sí mismo, y dieron a esto el nombre de despotisino.i2 El despotisnio es un gobierno económico, pero que dentro

" Vtasc Pierre-l'aul-Fran~ois-Joachim-Hciiri Le Mercicr de La Itivikrc, L'Ordrr rinrr<rrl

rr rrrrnrirldrr ~ociit¿rpoliri~t<rr, Londres y I'aris, Jcati Noiirsc y Dcsaiiit, 1767 (sin ~iornbre de auror), cap. 24, "Du dcrpotisnie Itgal" (el tcxro tuvo dos recdicioiies en cl siglo u: I'sris, P. Geilthner, col. Collcction dcs écona~nirrcs er des rtformatcurs racin<ix de la Frrncc, 1910, y Paris, Faynrd, col. Corpus des mi,vics dc pliilorophie en languc fran~aise, 2000).

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de siis fronteras no esrá encerrado, no esrá perfilado por otra cosa que una econoniía que 61 misiiio ha definido y sobre la cual ejerce un completo con- trol. Despotisnio absoliito, y en esa medida, por consiguiente, podrdn ver que la econoinia política no invirtió la pendiente esbozada por la razón de Estado, al menos cii primera iiistancia o en ese nivel, y que esa econoniía pre- senrarse como la contiiiiiidad de una razón de Estado que daba al monarca un poder total y absoluto.

Tercero, ;sobre qué reflexiona la econoniía politica? ;Qu6 aiializa? Sil tema no soti los derechos anteriores, presuntamente iiiscriptos ya sea en la natura- leza humana o eti la historia de uria sociedad determinada. La economía polí- tica reflexiona sobre las misnias pricricas gubernamentales y no las examina en términos de derecho para saber si son legítimas o no. No las considera desde el punto de vista de su origen sino de sus,efectos, y no se pregunta, por ejem- plo, qué auroriza a un soberano a recaudar impiiestos, sino sencillamente qué va a ~SS" cuando se recaude un impuesto y cuando esto se haga en iin momenro preciso y sobre ral o cual categoría de personas o tal o cual categoría de mer- cancías. Importa poco que ese derecho sea legítimo o no,' el problema pasa por saber qué efectos tiene y si estos son negativos. En ese momeiito se dirá qiie el imp~iesro en cuestión es ilegítimo o, en todo caso, que no tiene razón de ser. Pero la cuestión económica siempre va a plantearse en el interior del campo de la prácrica giibernamental y en Funcibn de sus efectos, no en Fun- ción de lo que podría fundarla eii terminos de dereclio: jcuales son los efectos reales de la guberiiamcnralidad al cabo mismo de su ejercicio? Y no: ;cuáles son los derechos originarios que puedcn hindar esa giiberiiamentalidad? Ése es el tercer motivo por el cual la economíapolltica pudo, en su reflexión, en su nueva racionalidad, tener su lugar en el seno mismo de la práctica y la razón guber- namentales establecidas en la epoca anterior.

La cuarta razón es que. al responder a ese tipo de intcrrogaiire, la economía política pone de manifiesto la exisrencia de fenómenos, procesos y regularida- des que se producen necesariamente en función de mecanismos inreligibles. Esos niecanisinos inteligiblcs y necesarios ~ u e d e n ser contrariados, claro está, por determinad& fornias de gubernamentalidad y ciertas prácticas guberna- nientales. Puedtn ser contrariados, enturbiados, oscurecidos, pero de todas

maneras no padrán evitarse, no seri posible suspenderlos toral y def initivaneiite. ' '

De uno u otro modo reaparecerán en la práctica gubernamental. En otras palabras, la econoniía política no descubre derechos naturales anteriores al ejercicio de la gubernamentalidad. sino cierta naturalidad propia de la prácrica niisina del gobierno. Hay una naruraleza propia de los objetos de la acción guber- namental. Hay una nar~iraleza propia de esa misma acción gubernamental, y la ecoiiomía se va a dedicar a estudiarla. En consecuencia, esta noción* de la naturaleza va a bascular enteramente drededor de la aparicióii de la economia política. Para esta, la natiiraleza no es una región reservada y originaria sobre la cu:d el cjercicio del poder no debe tener influjo, salvo que sea ilegítiino. La natu- raleza es algo que corre por debajo, a través, dentro del ejerciciomismo de la guberiiamenralidad. Para decirlo de algúti modo, es la Iiipoderniis indispensa- ble. Es la orra cara de algo cuya faz visible. visible para los gobernantes, es la pro- pia acción de esros. Su acción tiene un sustrato o, niejor, otra cara, y esa otra cara de la gubernanieiiralidad es justamente lo que estudia en sil propia nece- sidad la economia política. No trasfondo, sino correlato perpetuo. Así, por ejem- plo, los economistas explicarán como una ley de la naturaleza el hecho de que la población se desplace en procura de salarios más elevados, y tambikn el hecho de que tal o cual aranccl aduanero protector de los alros precios de los arrícu- los de subsistencia enrraíie fatalmenre un fenómeno como la escasez.

Para íerniinar, el Gltimo punto que explica cómo y por qu& \a economía política fue capaz de presentarse como forma primera de esa nueva ratiogubcr- iiamenral autolimitativa: si hay una naturaleza que es propia de la guberna- mentalidad, sus objetos y siis operaciones, la práctica gubernamental, coino consecuencia, sólo podrá hacer lo que debe hacer si respeta esa naturaleza. Si la perturba, si no la tiene cii cuenra o actúa en contra de las leyes qiie han sido Fijadas por esa naruralidad propia de los objetos que ella nianipula, surgirdri de inmediato consecuencias negativas para ella misma; en otras palabras, habrá k i r o o fracaso, éxiro o fracaso que son ahora el criterio de la acción guberna- mental, y ya no legitimidad o ilegitimidad. Sustitución, pues, [de la legirimi- dad]" por el éxiro. Llegamos aquí, entonces, a todo el problema de la filoso- fía utilitarista, de la que tendremos que hablar. Y verán que una filosofía

Michel Fouuulr agrega: narurd y *' Michel Foucaiilt: del fracasa. Michcl Foucñiilr agrega: cn terminos dc derecho.

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utilitarista podrá conectarse directamente cori esos nuevos problemas de la guber~iameiitalidad (en fin, por ahora no itnporta, ya volverenios sobre esto).

El éxito o el fracaso reemplazarán entonces la división legiti~iiidadlilc~iti- rnidad, pero hay n ih . ¿Qué llevará a un gobierno, iticluso a pesar dc sus obje- tivos, a perturbar la naturalidad propia de los objetos que manipula y las ope- raciones que lleva a cabo? ¿Qué lo impulsará a violar esa naturaleza, aun a costa del éxito que busca? Violencia, exceso, abuso: sí, tal vez, pero en el fondo de csos excesos, violencias y abusos, lo que estará en cuestidii no scrá ni simple ni fuiidamentalniente la maldad del Lo que cstá en cuestión, lo que explica todp, es que el gobierno, eii el mismo momeiito en que viola esas leyes de la naturaleza, pues bien, seiicil!amente las desconoce. Las desconoce porque ignora su existencia, siis niecanismos, sus efectos. En otras palabras, los gobiernos pueden equivocarse. Y el mayor mal de un gobierno, lo quc hace que sea malo, no residc en la nialdad dcl príncipe, sino en su ignorancia. Para resuiiiii; en el arte dc gobernar y a través de li econoiiiía entran de maiierasimultánea, priniero, la posibilidad de una autolimitacióti, que la acción guber~iaiiientd se liniite a sí misma eii función de la naturaleza de lo que hace y aquello sobre lo cual recae, [y segundo, lacuesrión dc laverdad].' Posibilidad de limitacióii y cuestión de la verdad: anibas cosas se introducen en la razón

a través de la ecoiiomia política. Ustedes nic dirán que no es la primeravez, si11 duda, que se plantea la cues-

tión de la vcrdad y la cucstión de la autolimitación de la práctica guberna- mental. De*& de todo, ¿qué se entendía por sabiduría del pincipe en la tra- dición? La sabiduria del príncipc era algo que hacía decir a éste: coiiozco dcniasiado bien las leyes de Dios, conozco dem'asiado bien la debilidad humana, coiiozco demasiado bien mis propios límites para iio limitar mi poder, para iio respetar el derecho de mi súbdito. Pcro se advicrtc que esa relación entre priiicipio de verdad y principio de autolimitación es muy difereiite en la sabi- duría del príiicipe y en lo que comienza a aparecer diora, y quc cs una prác- t i~a~ubernamei i ta l preocupada por sabcr cuáles serán, en los objetos que trata y manipula, las consecuencias naturales de lo que se propone. Los prudentes

Frasc inconclusa. Manascriro, p. 20: "Para resumir, en el arce de gobernar y por nicdio dc la cconornb rnrran dr manera sirnulráiiea la p>osibilidad de la xorolimiración y Ii cucr iián dc la verdad".

coiisejeros que en otro tiempo ponían los límites dc la sabiduría a la prcsii~i- cióii del príncipe ya no tienen nada que ver coti esos expcrtos ecoiióiiiicos que cstán surgiendo y cuya carea es decir con veracidad a un gobierno cu(iles son los mecaiiismos naturales de lo que Cste manipula.

Con la econornía política ingresamos entonces a una época cuyo priiicipio podría ser el siguieiitc: un gobierno iiuiica sabe con suficieiitc cerrcza que siein- pre corre el riesgo de goberiiar dciiiasiado, o iticluso: uii gobierno nunca sabe demasiado bien cómo gobernar lo suficiente y nada más. El priiicipii~ del iiiáxiiiio y el iiiitiiiiio en el arte de goberriar sustituye la iiocióii de equilibrio equitativo, de la "justicia equirativa" que ordenaba aiitaho la sabiduría dcl prín- cipe. Pues bien, eii esta cuestión de la aiitolitnitación por el principio de la vcrdad, ésa es, creo, la cuíia foriiiidable que la economia política introdujo eii la presunción indefinida del Estado de policía. Morneiiro capital, sin duda, pues se establece en sus liiieaniieriros más iinportarites; no, por supuesto, el reino de lo verdadero eri la política, siiio cierto régiiiieri dc verdad que es jus- tamente característico de lo quc podríamos Ilaniar la era de la política y cuyo dispositivo básico, en suma, sigue siendo el niisnio en riuestros días. Cuando digo régimeii de ve&d no quiero decir que la política o el arte de goberiiai; si lo prcficren, por Gn accede eii esta Cpoca a la racionalidad. No quiero decir

l que eii ese momento se alcanza especie de uiiibral episreniológico a par; tir dcl cual el arte de gobernar puede llegar a scr científico. Me refiero a que ese rnornento que trato de indicar actualmente está marcado por la articula- ci61i con una serie de pricticas de cierto tipo de discurso que, por un lado, lo constituye conio un conjunto ligado por un lazo inteligible y, por otro, legisla y p e d e legislar sobre esas prácticas en términos de vcrdad o falsedad.

Para ser inis concreto, esto quiere decir lo siguiente. En los siglos XVI y mi, y aun antes, iiicluso Iiasta mediados del siglo xviii, había toda una serie de prácticas que eran, digamos, las recaudaciones fiscales, los aranceles adua- neros, los reglamentos de fabricación, las reglameiitaciories sobre las tarifas dc los granos, la protección y la codificación de las prácticas de mercado; en fin, todo eso, iqi14 era y ~61110 se concebía? Se concebía como el ejercicio de dere- chos soberanos, derechos feudales, como cl mantenimicnto de las costumbres, corno métodos de eiiriqueciiniento eficaces para el tesoro, como técnicas para impedir las revuelt; urbanas causadas por el descoiiteiito de tal o cual categoría de súbditos. Eran, en defiriiriva, prácticas deliberadas, claro está, pero a partir

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36 NACIMIENTO DE LA 13101>OLfTlC~ CLASE DEI. 10 DE ENERO DE 1979 37

de acoiirecimientos y principios de racioiializacióii diferenres. Entre esas dis- rinras prácticas que iban, para decirlo de alguna manera, del arancel aduanero a la recaudación fiscal y la reglamentación del niercado y la producción, etc., a partir de mediados del siglo xviii se podrá establecer uiia coherencia meditada, razonada; colierencia establecida por niecanismos inreligibles qiie ligan entre sí esas diferentes prácricas y sus efectos, y que permitirán, por consiguieiite, juz- garlas como buenas o malas no en Función de una ley o i i i i principio moral, sino de proposiciones que, por su parte, estar& sometidas a la división de 10 verda- dero y lo falso. De ese iiiodo, todo un sector de la acrividad gubernamental pasará a un iiiievo régimen de verdad, cuyo efecto lundamenral es desplazar todas Ins cuestiones que, nnteriornicnte, podía planrear el arre de gobernar. Cucsrioties que antaño erati: ¿gobierno de conformidad col1 las leyes morales, naturales, diviii:~~, etc.? Era; erironces, la cuestión de la conformidad guberna- mental. Después, eii los siglos xvi y xvii, con la razón de Estado: gobierno lo basraiite bien, con la iiirenzidad, la profundidad y cl detalle suficientes para llevar el Estado al punto fijado por su deber ser, para llevarlo a l niáximo de su fuerza? Y ahora el problema va a ser: gobierno bien en el límite entre dema- siado y demasiado poco, entre ese máximo y ese mínimo que me fija la iiaru- raleza de las cosas, esro es, las necesidades intrínsecas a las operaciones del gobierno? Esto, el surgimiento de cse regimen de verdad conio principio de autnlitnitación del gobierno, es el objeui del que querría ocuparme este año.

Sc trata, despues de rodo, del mismo problema que me planteé coi1 refe- rencia a la locura, a la eiifermedad, a la delinciiencia, a la sexualidad. En todos estos casos, la cuestión no pasa por mostrar que esos objetos estuvieron ocultos durante inucho tiempo antes de ser descubiertos, y tampoco por señdar que no son iiiás que ruines ilusiones o producros ideológicos que se disiparán a la [ lu~] ' de la razón por f in llegada a su cenit. Se trata de mostrar las iiiterferencias en virtud de las cuales una serie completa de prácricas -a par- tir del momento en que se coordinaron con un régimen de verdad- pudo hacer qiie lo que 110 existía (la locura, la enfermedad, la deliiicuencia, la sexualidad, erc.) se convirtiera sin embargo en algo, algo que, no obstante, siguió sin exis- [ir. Es decir, no [cómo] pudo nacer un error 5 u a n d o digo que lo que no existe se convierte eii algo, no iiie refiero a que se trata de mostrar cómo pudo cons-

truirse efectivainerire un error-, no cómo pudo nacer la ilusión; no, lo [que] iiie gustaría mostrar es que cierto régimen de verdad, y por consiguiente no un error, hizo que algo iiiexistenre pudiera convertirse en algo. No es una ilu- sión porque es precisamente un conjunto de prácticas, y de p-cticas reales, lo que lo ha establecido y lo marca así de níanera imperiosa en lo real.

La apuesra de todas esas empr;sas acerca d i la locura, la enfermedad, la delincuencia, la sexualidad y el tenia del que les hablo hoy es mostrar que el acopla~niento serie de prácticas-régimen de verdad forma un disposirivo de

, saber-poder que marca efectivamente en lo real lo inexistente, y lo somete eii forma legítima a la divisióii de lo verdadero y lo falso. '

Lo inexistente coiiio real, lo inexistente como elemento de un régimen legi- rimo de verdad y falsednd, es el momento -en las cosas que Iioy me ocupan- que niarca el nacimiento de la bipolaiidad disimerrica de la política y la eco- nomía. La política y la econoinía, que rio son cosas que existen, iii errores, iii ilusioiies, niideologías. Es algo que no existe y que, no obstante, e s d ins- cripro en lo real, correspondieiire a un rigimeii de verdad que divide lo ver- dadero de lo falso.

Pues bien, ese moniento cuyo componente principal tfaté de iiidicar es el que se sirúa entre Walpole, de quien les Iiablaba, y otro texto. Walpole decía: 'qí~ieta non mouere"(<'no hay que tocar lo que está tranquilo"). Consejo de pru- dencia, sin duda, y por entonces iins encontrábatn>as rodavia en el orden dc la sabidurla del príncipe, vale decir que, conio la genre esrá en calma, no se agita y no liay descontento ni revuelta, quedérnonos tranquilos. Sabiduría del príncipe:Walpole decía eso, creo, hacia 1740. En 1751 aparece uii artícu- 10 anónimo en el Journalér~nomi~~re. En realidad, fue escrito por el marqués d i ~ r ~ e i i s o n , " que acababa de dejar los négocios eii Francia, recordando lo

"Ren&-Lauis?cVoyer, marquts de Argcnron (1694-l757), srcrerñriodc Grado de Asunras

earanjeror de 1744 a 1747, auror de lar Mimoirrr rr JournnL publicadas y anotadas por el mar- qbir de Argcnroii, Parir, Planner, 1858 (una primen edici(iii, muy incomplera, apircci6cn 1835 eri la colección Raudouin de "Mtinoires sur la RCvolurion franpirc"), y dc las Co,rridirarionririr Irgot<vcrntmrni ~i zc i rn crprJjtnr de le Fmncc, Akrrerdarii, Rey, 1764. Jiinta coi, el h a r e dc Sainr-Pierre, fuc "no de los rnie~iibrar asiduos del Club del Enrrr~cielo, abierto en 1720 por ini- ciariva del abarcAlary y cerrado cn 1731 por orden del Lrdcnd Flcury L3 cxprerión "bfi~ezfnid' [dejad hacer] ya sc rciicra en E! borradoi dc una memoria asohrc la libertad de coinercio. fechada , el 31 dc julio dc 1742 (/or<rnalrrM/m<iirc, cd. dc J . B. Rarhcry, París. Rcnouird, 1862, c. N,

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38 NACIMIENTO D E LA BlOPOLfTlCA

que el comerciante Le ~ e n d r e deda a Colberr. Cuando este le prcguntá "¿Que p e d o hace; por vosotros?", Lc Gendre le respondió "¿QuC podéis hacer por nosotros? Dejadnos l i a ~ e r " . ' ~ Argcnson, cn ese texto al que yavolveré,'' dice: y bien, ahora me gustaría comentar ese principio "dejadnos hacer"," porque alli está, a su juicio, el priiicipio eseiicial que todo gobietiio debe respetar Y seguir en materia ecoi;óiiiica." E n ese io rnc i i to plantea con claridad el

"Mi~i>oircicomporer pour délibi~er par lepour et leconrrc, cr dfcidcr la +cc devair bis-

sci I'ei>rric et la sortie libres dans Ic royaiime de roiires niarcliatidises tiaiiaiiales et frrang*lcf). '

" Louis-Paul Abeillc (1717-1807), Lcrmdiin ndgoodntriirh nanwcdu co<mrmr ~ ~ P ~ I I J , s.I., S.T. (Marsella, 8 dc ocrubrc de 1763); e n Louis-l'aul Abeille, I>rrmlrrr opurrlllfl JW/C

commcrcr dcrgrainr: 1763-1 764, iiicrod. y cuadro analitiro de Wgai ~ ~ p i t r c , Parir, P. ~;cuthnei, col. Collccrion dcs iconomister ct des rifoimatcurs iociaux de la Francc, 171 1, p. 103: "N0 puedo rcrminar mejor esrn carta que aplicaiido al comcrcio dc trigo en particular lo que un ncgo- cianre de Roucn respoiidió al schor Colberr sobre ci conicicio en general: Bcjodídrtm lince?.

'I A continuacióii, Micliel Foiiuiilt ya no hace niiiguna refcrcncia n ese texro. ' ' M ~ a r ~ u é r de Argenson, "Leitre i I'autcilr du Joi<rnal/cononriqur nu siijet de la IJi~ea*tion

ii'r- ir commercrde M. Ic marquis Belloiii', eii/our~zal¿coronomiqur, abril de 175 1, pp. 107-1 17; rced. en ~ 6 r a r d Kioa (comp.), Poliiiqur cr Economir as< rrnqr do Lz<rni>rrs, saiiir.-~tie~ille, Publicarioris de I'üniveniri de Saint-Ericiiiic, 1975, py. 41-44: "Se cuentñquc el seíioi Colbert rciiriió en su cara a varios diputados del comercio para preguiirarles podia haP r 61 por

dicha actividad: cl m& razonable y mcnar adulador de ellos Ic respondió con estar úil/cñs pda- bras: Dejadnos hacer Nunca a reflcxionó.io suficiente sobrc el gran sentido de estas palabras.

- Esto es sólo un inrenro dc camen;aiio" (p. 42). En cl siglo xviii, la primera mención del nom- bre de Le Getidrc rc cncucyra cn L'Elogc dr Gournny, rscrita par Turgot e n 1757 ("Conoce- nios lar palabras dc Lc Gendrc al rcíior Colbcrt: dejadnos hacer", cn Evvrer dr fur&-01, ,d. de E. Dairc, Pnris, Guillauiiiin, 1844, c. i, p. 288; Annc-Rabcrr-Jacqucr Turgoc, Formarion cr

Dlrrribrrrio,8 dmrichrrrr<, Parls, Garnier-Flaiiiniarion, 1977. pp. 150 y 151 [rrad. esp.: Rc/lxi~*e~ robrtLi/on,uici6ny hdi~rribitcióndrL?rriq~~ruu. Mtnico, Foiido dc Cultura Ecorióniica. 17781). Argenron es rariibifn el auror de la mbWrna''no dcmasiadom (dase Gcorger Weulcrssc,

Lr MouvrmrnrphyriocrnNq>rc rn Francr, dr 17,6<i 1770, 2 vols., París, ~ f l i n Alcan, 1910; v¿ac vol. 1, pp. 17 y 18, que cica este fragmcnro del homenaje aparecido en las ~ ,h¿ iv f r~d r rd l~ iilo- yrn. julio de 1768, p. 156: "Habla compuüro un libra cuya objcra y rírulo eran cxccl~n~es: no

gobrrnnrdrmminde'). ti mismo afirma haber &rito un traiado rirulado Po!<rgouuernCrmit:~. ilfnt&irgosvrmnmo~u(M¿moirrrrtJoitmdl op. cit., t. V, p. 362; cirado por AugusCOnckctl, D i r M k m r "Lnirrrzfnirr rrhirrczpnrrrr: Berria, K. 1. Wyss, 1886, p. 58).

" MarquO de Argcnson. "Lrttie i I'autcurdu/ournnl 4coiron2iqlr ...", op. cit., p. 44: "Sís la libeind rcguhda c ilusrrada hará siempre m& por el comercio de una nación que 1s domina- cióii niár intcligrnte". El auror defiende erra misma cn lo referido al comcrcia de

CLASE DEL 10 DEENERO DE 1977 39

principio dc la aucoliniiración de la razón gubernamental. Pero ¿qué quiere decir "autolimitacióii de la razón guberiiaiiienial"? ¿Que cs cse nuevo tipo de racionalid>d en el arte dc gobernar, ese nuevo tipo de cálculo consistente cii decir y hacer decir al gobierno: acepto todo eso, lo quiero, lo proyecto, calcu- lo que no hay que tocarlo? Y bien, creo que, a grandes rasgos, es lo que Ila- marnos "liberalismon.*

. . ,

graiias eii otro artículo del Jor<rnnl Cmitomiqur, de mayo de 1714, pp. 64-77: "Argumenrs cn

faveur de la liberrt du coiniiicrce des graiiis", rced. cn Gérard Hotz (comp.), Poliriquc rt fco- nornie ..., op. cit, pp. 45-54. ' Enrrc camillas en el niaiiusciiio. Michcl Faucault renuncia aquí a lcer lar últimas págiiiar

de aquCl (pp. 25-32). Algiiiios elementos de esra conclusióii re rcroiiiaci y derarrallari eii In clase siguicntc.

"Es prccira entcnder esra palabra Sliberdirmo'] cn un senrido muy aniplio. 1) Accpracióii del principio dc que cn alguna ]>arte debe Iiaber una liinitación del 'U b' ~rrno.

y que no sea siinplc;ricnte un dcrccho exrerno. 2) El liberalismo es ranibién una prácrica: ;dónde encoritrar cnacramcnte cl priiicipio de

liniirncióii dcl gobierno y c6mo cdculai los cfecios de esa Iiinitacióii? 3) El liberilisino cr, en uii renrida niás resrtitigida, la solución cansistcnrc en limitar al

máxitiio lar formar y los bnibiros de acción dcl gobierno. . 4) Para ieirninar, CI libeiaiiriiio cs la organi?:acióri de los merodos dc traiisarcióii apios para

delinir la liniiracióii de las prácricas de gohifr~io: - caiistitución, parlamcnro; - opinióii, prensa; - co~iiisiones, invcsrigacioncr. [p. 271 Una de las formas dc la giiI>eriiainentalidad moderna. Sc caracrcriza por cl hecho

de que, cn lugar dc tropezar cati líniiies fornidizador por jurisdicciones, rc [da ('11 n si misiiia límircs intrínsecos foriiiiilados eii rirminos de vcridicción.

a. Desde luego. t i" son dos airteinas re suceden, y ni siquiera que vaii a eiitrar en ua conflicto itisalvablr. Hcrcragcncidad no quierc decir coiiriadicción sino trnrionrs, fricciaiies, iricoinpatibilidader niuruas, njiistes exiiosos o malogrados, riierclas incrrablcs, ctc. Tanibifn quiere decir tarea reromada siii ceslr, porque nunca se acaba, para establcccr ya rca una coinci- dcncis, ya rca. al iiicnos, un régimcii coinúii. Esra rarca cs la dc Fijar en rtrminos dc dcrccho la auralimiracióri que cl saticr piescribc a un gabicriio.

[p. 281 Esrñ tarea va a adoptar dos formas desde el [rigio] xviii liasta ~iuesrior días: -O bien inrcrrogar Iñ razón gubcrnamcnrd, la ncccsidñd desu propia limiración, para rcco-

nocci a r r a v b de lo quc es prccim dejar cn libertad los dcieclior a los cuales se puede dar acceso

y jerarquía eii la práctica pbcrnamcnrd. Asi. la inrerrogación sobre los objerivos, viss y i~iedios dc iin gobierno ilusrrado y por lo ranro aurolimiradu pucdc dar lugar al dcicclio de propiedad, al dcieclio a 1% rubsircencia posible, al dcrccha al trabajo, ercércra.

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CiASE DEI, 10 D E ENERO D E 1979 41

Creí que esre año hacer i i n curso sobre la hiopolítica. ~~~~~~é de mostrarle^ que todos los problemas que inteiiro identificar acriialmentc

- O bien inreirogsr los derechos fundamcntaler, hacerlos valer en su roralid,d y dr una

vez. Y a pairir dc ahl, $610 ~ierinirir la formación de uii gobiernu con 1% coiidici6,, d, aurarregiilaci6n los reproduzca todos.

Mérodo [tachado: rcvoliicionario] de Iñ rubardimci6n gulirrnamcnral. [p. 291 El merodo del residuo jiiridicu iiecerario y siificienre cs 11 prácrica libcr,l, EI metodo

del cnii<licionimieiiio giibernanici>ral exhaurrivo cs el proccdimienro revolucionirio, 1,. Segundaobservaiión: a r a iurolicnitación dc la rmhn ybcrnamccital,caracrrriscicadel~li~e.

ralismo', guarda una rrlaci6n cxrn6a con cl rtgimeii de la rarón de Errado. Cra abbc, la p,áctica giihernamenral uii ámbito dc inren,e,ición indefinida, pero por otra partc sc asigna, en ,,iriiid del principio de u n equilibrio coinperitivo cnrrc los F~rados, objetivos inrernacianales lioiitador,

- L3 auroliniiiaci6n de la piácrica gubcriintiienral por la razón liberal csruvo por la fragmeiiraci6ndc los objetivos inrcrnacioliales y la aparicidn de objerivos iliinirador can

el imperialismo. Ip. 301 La razón de Esiado habia sido correlñriva de la desaparición del principio imperial,

en beneficio del equilibrio comperirivo eiirre Errados. 1.a razón libcral es correlati,, dc la vació" del principio impcriñl no en la forma del imperio sitio del inipcrialisrno, y erro cn conc. xión coo el principio dc I i librc ~om~erericiñ enrre individuos y empresas.

Qcliasmo enrre objerivos limiradas y abjerivor iliiiiirñdor i n cuanro al dmbitO de la inrcr. vencióri ilirerria y el campo dc la accióii inrcrnicional.

c. Tcrcera ohrcivaciúri: rrra raz6ii liberal re errablcce como iiirnliiniiaci6ii qelgohicriio a

partir de una 'nariiralidad' de los objetor y lar practicas propias de ese gobicrii~, ¿ ~ , , é era naturalidad?

-¿La de las riquezas? Si, pera simpleiiie~ire en ciianro medios dc pago qiie se rnu~tip~icin o escaresii, sc estancan o [p. 311 circulan. Pero, mejor. los hiclier en cuanro son productor, son

útiles y iiriliudar. cn cuatiro rc inrcrcambian entre socios econ6micor. - F.s rainbitn la [de los] iiidividuor. No, sin embargo, conlo sujrror obcdiciiikl o ind6ciler,

sino en ciianro ellcis niis<iios esrán ligados a esa naturalidad económica y sil n6mero, su lange. , .

vidad, su salud, su manen de comportarse, mantienen relaciones complejas y cnrcdadas con -os proccror cm>>6micor.

Con el siirgimienro de la economia policica, con la inrroducción del ~princi j,, limirarivo P eii la iiiisma prl~rica~ubernamrnral. sc produce unarusririicióri imporrai>reo. rnelor, una diipli. cñci6n. porque lor propios rujeror de deredio robrc los ciialer rc ejerce l i robc,,,h polirica aparecen como iinapoblnridiz qiic cl gobierno debe manejar.

[p. 321 Alli riciie su piinro de partida la Iiiiedde organi7nci6n de iinn'bioyoliric~, p,,, iq,,i&,

no advicrrc qiie hay en ello sólo una parte dc algo mucha mds giandc, y que iCS] nueva rar6n gi<brrnamenral?

. . Estudiar el liberalismo corno marco gciicriil de la biopalirica."

nen coino núcleo central, por supuesto, ese algo que IlamaíÍ~os población. Por consiguiente, será a partir de allí que pueda formarse algo seniejante a una biopolítica. Pero me parece qiie el análisis de la biopolítica sólo ~ u e d e Iiaccrsecuarido se ha compreiidido el rtgimen general de esa razóii guberna- meiiral de laqiie les hablo, ese regimen general que llamar cuestión de La verdad, priiiieramente de la verdad económica dentro de la raz6n guber- iiainental; y por ende, si se comprende con claridad de que se rrara en ese régiiiien que es.el liberalismo, opiiesto a la razón de Estado -o que, anres bien, [la] modifica de manera fundarnental sin cuestionar quizá sus funda- mentos-, una vez que se scpa qué es ese regimen gubernamental dciiominado liberalismo, se podrá, ine parece, captar qiié es la biopolítica.

Entonces, perdónenme, durante iina cantidad de clases cuyo número no puedo fijar de aoteinano, les hablaré del liberalismo. Y para que los objetivos de esto parezcan acaso uii poco niás claros, porque, después de todo, ¿que iiitr- 16s hay en hablar del liberalismo, de los fisiócratas, de Argenson, de Adam Smith, de Aentbain, de los utilitaristas ingleses, comono sea cl heclio de que, desde'luego, el problcnia del liberalismo se nos plantea efectivamente en nues- tra actualidad inmediata y concreta? ¿De quC se rrara cuando sc habla de libe- ralismo, cuando a nosotros misinos se nos aplica en la actualidad una política liberal? ;Y qu6 relación puede tener esto con esas cuestiones de derecho que ihmanios (r'der~ddksr'~Cuá(es la cuestióri en codo esco, en este debate.de nues- tros d í a en que, curiosamente, los principios econ6micos de Helmut Scbmidri8 hacen un raro eco a tal o cual voz procedente de los disidentes del Este? ¿De qu6 se trata todoeste problema de la libertad, del liberdismo? Bueno, es un problema que nos es ~ o i i t e m ~ o r i n e o . Entonces, si quieren, después de haber situado el plinto de origen hist6rico de todo esto poniendo de relieve lo que a mi juicio es la nueva razón a partir del siglo x v i ~ i , dar.? un salto adelante y les hablar6 del liberalismo aleiiign contemporáneo porque, por paradójico que sea, la libertad cn esta segunda initad del siglo xx, o el libera- lismo,para ser inás exactos, es una palabra que nos viene de Alemania.

'' Hclmut Schniidr (nacido ei i 191 8): dipurado del Partido Socialdcmóciata Alemán (Si~i>,

Soriaidemokrarirche I'arrei Deutrchlandr) en el Dundesrag cn 1953. alcacizd cl cargo de canci- ller en mayo de 1974 luego del reriro dc Willy Brandt. Al quedar en minarla, cedió su lugar a

Helmur Kolil en 1982.

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Clase del 17 de enero de 1979

El liberalirmo y ka prrerta en acciún de un nuevo arte de goberr~ar en eLriglo XVIII - Los rasgo1 e ~ e c ~ o s del arte liberal clegober~zar: 1) La.constitnción del mercado como ltrgar deformacidn de verdad y ya no exrlusiuamente como dmbitodejrrrisdiccidn - Currtiorles de metodo. Objetiuor de la, inuestigncionu emprendidas en torno de la locura, ka potali&d y In sextralidnd: abow de una historia de los 'kgínrener de ueridicciÓir"- En qué debe consistir rrna criticapoli- tic(¿ del saber -2) Elproblema de la limitación del iercicio delpoder público. Los dos tipos de solrrcidn: el radica1ismojrrridicof;ancPry el utilitarirnio i n g k - La cucstió~~ de ka 'írtilidad'y la limi~ación del ejercicio del poder público - Qbscrunciún sobre el estahlr de lo hete- rog411eo en historia: lógica de estrategin contra ldgica dialéctica - Ln nocid12 de "irrter~s"como operador del izueuo arte degohcrnnr.

QUEMAAFINAK UN POCO las tesis o hipútesis qiic propuse lavez p s a d a accrca dcl arte dc gobernar, acerca de lo que es, a nii juicio, un nuevo arte de gober- nar quc cotnenzú a forniularse, a pensarse, a bosqucjarse iiiás o tiieiios a inedia- dos del siglo mir. Creo quc ese nuevo arte J e gobernar se caracteriza en eseti- cia por la introducción de mecanisiiios a la vez interrios, numerosos, complejos, pero cuya función -en estc aspecto, si se quiere, se iiiarca la diferencia con respecto a la razói~ de Estado- no consiste tanto' en asegurar un aiimeiito de la fuerza, la riqueza y el poder del Estado, [el] crcciniieiito itidefi~iido del Estado, conio eti liniitar desdc adentro el ejercicio del poder de gobernar.

Me parece que ese arte dc gobernar es, desde luego, nuevo en sus Aecanis- iiios, nuevo en sus efectos, nuevo cii su principio. Aunque sólo lo es Iiasta cierto punto, porquc iio debernos imaginar qiie constituye la supresióii, la borradura,

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44 NACIMIENTO 13E W BlOPOLíTlCA CLASE DEL 17 DE ENERO DE 1979 45

la abolición, la Arifhebzing, corno prefieran, de esa razón de Estado de la que iraté de liablarles la vez pasada. De hecho, no hay que olvidar que ese nuevo arte de gobernar e incluso ese arte de gobernar lo menos posible, ese arte de goberiiar entre un máximo y un niíiiiiiio, y inejor más cerca del niínimo que del niáxirno, pues bien, debe considerarse como iiiia especie de duplicación o, en fin, de refinamiento interno de la razón de Estado; es un principio para su niaiitenimiento, para su desarrollo más exhaustivo, para su perfeccioiiamiento. Digainos que no es algo disririto de la razón dc Estado, no es un elenieiito externo y negador de esta; es más bien el punto dc inflexión de la razón de Estado en la curva de su desarrollo. Utilizando una palabra poco adecuada, si se quiere, diría que es la razbiidel meiior Estado dentro y coino principio orgaiiizador de la propia razón de Estado, o bien: la razón del menor gobierno como principio de orgaiiización de la razón de Estado. Hay aiguieti (por des- dicha lio pudc encontrarlo en mis papeles, pero ya lo encoiirraré y les diré) que habló, afines del sigloxviir, dar; está, de un "gobierno frugal".' Pues bien, creo que, eii efecto, en ese nioinento se iiigresa a una epoca que podríamos llamar la del &bierno frugal, lo cual no deja de presentar, por supuesto, una serie de paradojas, porque durante este período del gobierno frugal inaugurado en el siglo XVIII, y del que sin d i~da todavía no hemos salido, veremos desarrollarse toda una práctica guberriamental, a la vez extensiva e iiiteiisiva, coi1 todos los efectos negativos, las resisrencias, las revueltas, erc., que coiiocemos, preci- sameiire contra esas intromisiones de un gobierno que, no obstante, se dice y se quiere frugal. Digaiiios lo siguiente: ese desarrollo extensivo einteiisivqdel gobieriio que, sin embargo, se pretende friigal, no ha cesado -y en este aspecto podemos decir que estamos eii la era del gobierno frugül- dc sufrir el asedio, desde adentro y desde afuera, de la cuestión de lo demasiado y lo demasiado poco. Si fuerzo las cosas y las caricarurizo, puedo señalar esto: cualesquiera

' En el ' " R c s L ~ ~ c ~ ~ del curso". Foilcaulr remite a Bcnjnmiti Franklin (viare infrn, p. 364). VCñse, par cjcaiililo, la carca dc Frankliii n Charla de Weissciisrcin del 1" de julio dc 1778, en

Albrir 1-Ienry Sniytli (comp.), Thr Wririvgi ofBer$omiil Frnnklin, Niieva York, Macniilla~i, 1905-1907, c. vil. p. 168, citado por Drew R. McCoy, "Bcnjaniin Fraiikliii's virian ofa rcpubli- can polirical economy for Amcrica", eii Thc Williom ondMary Q~rnmrly, $serie ii i . 35 (4), ocru-

hre de 1978. p. 617: "A virruous arid laborioiis peoplc could alwayr he Clieaply govcrned' i i i a

relx~blicaii systcm" [uii puchln viriuoso y lahni.ioso siempic pod;ia icr 'gobernado n bz' .,o pie- cid cn un sistema. rep«blirano].

hayan sido, de Iieclio, la extensión y el desarrollo raiiibiin inteiisivo de ese gobierno,'la cuestión de la frugalidad estuvo en el centro tiiisino de la refle- xión hecha en torno a él.* La cuestión de la frugalidad, si no sustituyó, al menos diiplicó y hasra cierto punto hizo retroceder, marginó un poco otra cuestión que asedió, al contrario, la reflexión de los siglos m y xvii c incluso [del comienzos del siglo X ~ I I I , y que era el de la constitución. Monarquía, aristocracia, democracia: está claro que pese a ello todas estas cues- tiones no desaparecen. Pero así como eran las cuestiones fundamentales -iba a decir las c~iestiones regias- en los siglos xvi1 y xviii, a partir de este úlrimo, diirantetodo el siglo XE y, desde luego, mis que nunca en nuestros días, el pro- 'blema in'dudablemente central es el de la cuestión de la Frugalidad del gobierno y no el de la constitución de los Estados. [La] cuestión de la frugalidad del gobierno es la cuestión del liberalismo. Y bien, aliora me gustaría retomar dos o tres puntos que mencioné la vez pasada para tratar de precisarlos y afinarlos.

En la clase anterior trate de mostrarles que la idea, el rema o , mejor, el principio iegulador de uii gobierno frugal se había'forinado a partir de lo que podía Ilmarse o de lo que designe, groseramente, concxión con la razón de Estado, y el cilculo de esta, de cierro régimen de verdad que encoiitraba su expresión y su formulación teórica en la economía política. La aparición de la economí'a y el problema del gobierno mínimo eran -así intenté seña- larlo- dos cosas quc estaban ligadas. Pero me parcce que es preciso especificar uii poco la nntiiraleza de esa conexión. Cuando digo conexión de la ecoiiomía política con la razón de Estado, iquiere decir que la primera propuso deter- minado modelo de gobierno? ¿Quiere decir quc los hombres de Estado se iniciaron eri la economía política o que ernpezaron a escuchar a los econo- miiras? $1 modelo económico se convirtió en principio organizador de la prác- tica gubernamental? No es eso, desde luego, lo que quise decir. Lo que que- ría decir, lo quc trate de designar, era algo, a mi entender, de una naturaleza y uii nivel un tanto diferentes; el principio de esa conexión q ~ i e procuré seña- lar, esa conexión entre práctica de gobierno y régimen de verdad sería lo siguiente: [. . .] que liabía, pues, algo que en el régimen de gobierno, en la prbc- rica gubernamental de los siglos vi y wii y también de la Edad Media, había constituido uno de los objetos privilegiados de la intervenció?, de la regulación

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guberiiaiiicntal, algo que había sido el objeto privilegiado de la vigilaiicia Y las iiirervencioiies del gobierno. Y es ese lugar mismo, y no la teoría económica, el que, a partir del siglo m i l , llegaría a ser un ámbito y un rnecaiiisino de for- macióii de verdad. Y, [en vez de] seguir saturando ese lugar de forrnacióii de verdad de iiiia gubcrnamentalidad reglamentaria indefinida, va a recotiocerse -y es aquí donde suceden las cosas- la necesidad de dejarlo actuar con la iiieiior cantidad posible de intervencioiies para quc, justanicntc, pueda formular su verdad y propoiierlacomo regla y norma a la práctica guberriainrntai. Ese lugar de verdad 110 es, claro está, la cabeza de los econoiiiistas, siiio el iiiercado.

Diganios las cosas, si les parece, con iiiayor claridad. Acerca dcl niercado, eii el sentido riiuy general del termino, tal cpmo hiiicionó en el Medioevo y eii los siglos XVI y XVII, crco que podríamos decir en pocas palabras que era escii- cialtiieiite un lugar de justicia. ¿En qué seiitido era uii lugar dc justicia? En varios sentidos. Ante todo era un lugar, desde luego, investido de una regla- mentación extremadamente proliferante y estricta: reglameiitacióii en ciia!ito a los objetos que debía11 llevarse a los iiiercados, al tipo de fabricación de esos objetos, al origen de los productos, a los derechos que Iiabia que pagar, a los procedimientos mis~nos de venta, a los prccios fijados. Por lo tanto, lugar inves- tido de reglanieiitación: eso era el mercado. Era asimismo iiri lugar de justicia en el seiitido de que tanto los teóricos como los prácticos, por lo demás, con- sideraban que el precio de veiita fijado .en el mercado era un precio justo o, eii todo caso, debía serlo,' es decir, un precio que debía tener una relación deter-

' h e precio jusro (jrtrniinprtium) ern el que la cscoldsrica iiiedicnl, sobre la base de la dac- irina arisiorflica dc la justicia conrnurarivn (Dica a Nicdmoro, libro v), había dercrniinado conia niodclo ideal de las rra~isrccioncs. VCase Steven Laurencc Kaplaii, Be&, PoIii~lindPolirical Econo»>y in ihr Rcign o f L n t i i r W La Haya, Marrinur Nijhoff, 1976 (trad. fr.: tc I'ain, Ir Pcuple etirI>oi, riad de M.-A. Revellar, Paris. Pcriin, col. Paur i'hisroife, 1986, pp. 55 y 56: "El ienieiirc general de policia. los coiiiisarior, lar medidores de granos y los funcionarios locdcs inrisrcn sin cesar CI> cl 'prccio jusro' que se coiisideraii obligados z aacgurar l...] Para ser equirarivor, los prccios iio dcbcn 'rublcvar' a los inercados i i i 'perjudicar' n las consuinidores. Sc arablcccii de conforniidad con un idcal dc moderacióii que tiende a variar según las circuiisraiicias. Uo pre- cio re juzga jurro cuando lo; camcrcianrcí rc fijan una ganancia moderada y la rriasa del púeblo que vive rn un est.ado de miseria crónica no sufre de mancra exagerada, es dccir, no ciiás que de castunii>ie. En riempus norrndrs, el prccio justo es siinplcrncnre cl prccio corrieiire [coma lo recomiendan los teólogos1 Fijado por una csrimación común y iio itiipuesru por las ~iia~~iobras de los comcrciaiiies o las órdeiics del gobicriio". V6anscJahn W. Baldwin, ThcM~dieual7K~oricr

minada coi1 el trabajo realizado, con las tieccsidades de los conierciantes y, por supuesto, con las nccesidadcs y las posibilidades de los consuiiiidores. Lugar de justicia a t d punto que cl mercado debía ser un áiiibito privilegiado de la justicia distributiva, porque, como bien [lo] saben, al nierios para una se1.i~ de productos básicos conio los prodiictos alin~enticios, mediaiite las reglas del mercado se disponía que, si no los ni8s pobres, por lo menos algutios de los más pobres pudieran comprar cosas al,igud que los mds ricos. En tal sentido,

. . . . entoiices, ese mercado era uii lugar de justicia distriburiva. En fin, era un

lugar de justicia eii la medida eii que lo que debía asegurarse eseiicialmente eii

el mercado, por el mercado o, mejor, por sus reglanientacioiies, era? ¿La verdad de los prccios, como diríarnos hoy eii día? En absoluto. Lo quc debía asegurarse era la ausencia de fraude. En otras palabras, la proteccióii del coni- piador. La rcglamentacióii del mercado cenia entonces por meta, por uii lado, la distribución más justa posible de las mercaiiclas, y ademis la ausencia de robos, la ausencia de delitos. Para decirlo de otro modo, cn esa época el mer- cado era percibido, en el Fatido, como uii riesgo quc acaso corría el corrier- ciante, por una parte, pero ~ e ~ u r a ~ n e n t c taiiibi6ti el con~prador, por otro. Y era Irieiiestcr proteger al comprador contra el peligro constituido por una mala iiiercancia y el fraude de la veiidía. Era preciso, por taiito, garaiitizar esaausencia de fraiide eii cuanto2 la naturüleza dc los objetos, a su calidad, etc. ES; sistema-reglanientacióii, prccio justo, sancióri del fraude- hacia por coiisiguiente que el mercado 'fuera eii esencia y f~iiicioiiara realmente coiiio un lugar de justicia, i i i i lugar doiide algo que era la justicia debía aparecer en

of thr Jrut Pritc: Ronrn»irri. Cnnonirtr nnd Bcologiairr in ihe T w c w artd Thirteorth C~ntizrier, Filadclfia. Ameiicari Pliilosaphical Sacicry, 1959, y Jorcph A. Sdiumpctec HLrory o/Efonomic Annlyrir, ed. ~srablecida sobre la base del nianurcriia par Elirabeth Boady Scliurnpctcr, Niieva York, Oxford Univcrsiiy Prcss. 1954 (trad. fr.: Hirroirr dc I'nim(yra ¿coco»omiqrrc, trad. y ed. dc Elizabcrh Boody Schumpeter, Roherr Kueiine, Jcan-Claude Casanova er n l , I'arls, Gdliniaid, col. B ib l i~ th l~uedes scienc~s huitiainer, 1983, i. i, pp. 139 y 140) [trad. ~ r p : HirtorindeInn4- lirc rcondmico, Barcelona, h i e l , 17711. Sc cncoiirrard bibliognfla cornplei~ienraria en Srevcn

Laurcnce Kaplan, Lrpdin, L Pql lc . . , np. cit., pp. 441 y 442, B. 14 del cap. 2. Sobic esta cues-

tión del precio. vCasc Michel Foucaulr, Lcr Motr ri Irrchorrr, Paris, Galliriiard, col. Bibliotheque dcsscicnccs liumaincs, 1966, cap. 6, sec. N, '1.e gagcct Ic priX \trad. esp.: ~ n r ~ n L ? b r n r ~ lar rornr Una nrqurologi. & &J rirncinr humnnnr, Mtxico, Siglo m, 19681 (en esencia, In cuestión del precia se aborda aquí con rcfcrcncia a la función de la moneda).

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el inrercainbio y forniularse en el precio. Digamos que el mercado era un lugar de jurisdicción.

Ahora bien, en ese aspecro se produjo iin cambio por unas cuantas razo- nes que mencionar6 dentro de uii rato. A mediados del siglo xvi r i se hizo evidente que el mercado ya iio era uii logar de jurisdicción o, más bien, ya no debia serlo. Y se dejó ver entonces, por una parte, como algo que obedecía y debía obedecer a niecanisriios "naturales",' es decir, mecanismos espontii- neos; aun cuando no fuera posil>le aprehenderlos en sii complejidad, pero no obstante espoodneos, y a tal extremo que, si se procuraba iiiodificarlos, sólo se lograba alterarlos y desnaturalizarlos. Por otra parte -y eii este segundo sentido se corivierre en un lugar de vcrdad-, el mercado iio sólo pone en evi- dencia los niecanisiiios naturales, sino que estos mecanismos, cuando se los deja acatar, permiten la forinación de cierto precio que Boisguilbcr? llamará precio "natural", los fisibcratas denominaráii "buen precio"4 y a continuación se calificará de "precio normal..;' en fin, no importa, cierto precio natural, bueno, normal, que va a expresar la relación adecuada, cierta relación adecuada

' Eiirrc cotnillsr ct> el maniiscriro. 'Pierrr LcPcsanc, rcfior dc Roiryilbcrr (1646-1714). auroisnlirc codo de D>raildebFmnrc

(1695) y del T;air¿ dt la nntrirc ri,lturc, cconlmerrr rr inrPr¿t detggrnini (i707). Sc lo considera como el precursor de los iisiócraras. Véansc Joscph A. Schiiniperer, Hirroire dr Iánnlyre ¿cono-

miqirr, op. cir., t . I , p. 302. n. 1, y en especial Aifred Sauvy, Pitrrrde Boriguilbrrr, ou LiNairinnre dr P~co~,,ro~niepoliti~rrr,, 2 vols., I'arir, INEU, 1966. Al parecer, sin rmbrrga, Boisgililbcrr no uri- liza el conccpro de "prccio tiarural". A vccer Iiabli de "precio de proporción" (o precio "pro- porcional"), sin darle un canretiido analírico preciso (compradores y veiidcdarrs extraen el mismo beneficio), y dc ''precio de rigor", con referencia al costo dc producción (mínima aceptable).

%tase Edgor Depitrc, inrrodiicción a Pierrc-Siiinucl Duponr de Nc,iii>iirs, Dr /&porto- ?ion rrdt limpotiarion dcrgrainr (1764). Parir. P Geuthncr, Collccrion des 4canoniirrcr cr des rtformareurr rociaux dc la France, 1911. pp. mlii y miV: "En cl sirrcma firiocririco, nada er más ficil de dererminar que el buen precia: esre es el precio común y poco vnriabk drl'merrndo ~ e n r r o l aquel que kz comparencia riinbltcr rn iz lar nnciotirr qtre rornrrrinn Iibr<mrnri'. Vease ranibiin Michrl Foiicaulr, SCmrit¿, rcrri:oir,popi~brion. Counnii CoIOgtdrFmncc, 1977-1978, ed. de Micliel Scncllarr, Parir, GallimtrdlScuil, col. Haures Éiiidcs, 2004, clase del 5 dc abril de 1978, p. 369. n'. 25 Iriad- esp.: Srgrrridd rrvirorio, pobbeidn. Ctrrm rn rl Colltgt de Frsnrnnrr 0977-1978), Buenos Aircr, Fondo de Culrur;i kanOmica, 2006, p. 393, n. 251.

'Vtaw AIfrtd Marrhall. Prinriplrr ofEc~nomirr, Londres, Macmillan Sr Co., 1890 [rrad. esp.: Principio, dr rconomín. Madrid. Aguilar, 19631 (véase Joseph A. Schumyetcr, flirliiroin d t IBnolyr~¿canamiqus ap. rir, t. 1, p. 268, y t. 11, p. 292).

entre costo de producción y amplitud de la denianda. El mercado, cuando se lo deja actuarpor sí misino en su iiat~iralcza, en su verdad natural, si se quiere, permire la forniación de un precio determinado que de manera metafórica se llamara precio verdadero y a veces se denoniinará además precio justo, pero que ya de ningún modo acarrea consigo esas connotaciories de jiisricia. Seri cierto precio que va a oscilar en torno del valor del producto. . La importancia de la teoría económica -rne refiero a esta teoria que se cons- truyó en el discurso dclos economistas y sc formó en sus cabezas-, la irnpor- tancia de esta teoría de la relación precio-valor, se debe al hecho de que, pre- cisameiite, permite a la tcoiía económica apuntar a algo que aliora serA fundamental: que el mercado debc revelar algo semejante a una verdad. No se trata, desde luego, de que en sentido estricto los precios sean verdaderos, de que haya precios verdaderos y precios falsos; no es eso. Pero lo que se descu- bre en ese momento, tanto en la prictica gubernamental como eii la reflexión dedicada a ella, es que los prccios, en cuanto se ajustan a los mecanismos natiirales del mercado, van a constituir un parrón de verdad que permitiri discernir en las prácticas gubernamentales las que son correctas y las que son erróneas. En otras palabras, el mecanismo natural del mercadoy la foriiiación de un prccio natural van a permitir-cuando, apartir de ellos, se observalo qiie hace el gobierno, las &didas que tomh las reglas que impone- falsear y veri- ficar la práctica gubernamental. Elmercado, en la medida en que a través dcl inrercanibio permite vincular la producción, la necesidad, la oferta, la demanda, el valor, el precio, ctc., constituye un lugar de Geridicción, y con ello quiero decir un lugar de verificación y falseamiento de la práctica g~~bernaniental."

Sobre csra nueva definición dcl mercado como lugar de veridicci6n a de vcrdad de los

prccios, case, por ejemplo, [Ériennc Boolior de] Condillac, Lc Commrrcr ar & Gorrvcrnrmrnt

ro,uid¿r¿~rebriiirmrnrlirn d Iáurre, Ariisteidam y París. Joniberr 81 Ccllor, 1776, priiiierñ parrc, cal). 4, "Dcr niarcher ou des licux oh sc rcndenr ceux qui onr bcsoin dc (aire des Cchanges"

[rrñd. esp.: "U comcrcio y cl gabicriia, conridcrador por sí mismos y cn sur relaciones rccipro- ca", en Miguel GerOnimo Jujre?. (comp.), Mzmoriai inrtri<ctivar y cariara iiobrc agriculriirrz, omrrrio, indumk, rconomia. clymirn, botdnira, hirrorin nanrrni. rrr, Madrid, Pedro Marín, 1778-17801 (darccn especial p. 23, edicián de 1795 [reimpr Parls y Ginebra, Slatkine, 19801: '"10s precios sólo puedcn ajurtarrt en loa mercados. porquc únicamente cn cllos los ciudadanos reunidos liiieden, al comparar su inreres cn hacer inrcicamhios, juzgar el valor dc las cosas cn iclacidncan sur ieccridadcr. No pucdeii h~ccrla ">ir qiieallí. purss61ocn los mercadorsc poncn

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Sera cl niercado, por coiisiguierire, el que haga que i i i i buen gobierno ya iio sea simpleinerite uii gobieriio quc actúa e11 la justicia. El mercado liará que el buen gobicriio ya no se limite a ser un gobicrtio justo. Ahora, por el mercado, el gobierno, para poder ser un buen gobierno, deberá actuar en la verdad. E n toda esta historia y en la formación de un nuevo arte de gobernar, entonccs, la economía politiw no debe su papel ~ r iv i l e~ iado al presunto hecho de dictar al gobierno un buen tipo de coiiducta. 1.a ecotioriiia polirica'fue, hasta en su for- n,ulación teórica, algo importante eii la medida (y sólo en la medida, auiiqiie .ésta cs dcsde luego considerable) en que indicó dónde el gobierno debía buscar el principio de verdad de su propia práctica gubernaiietital. Digamos, en tér- minos simples y bárbaros, que el niercado, de lugar de jurisdicción que aún era hasta comienzos del siglo xviii, empicza a convertirse, a travcs dc toda5 esas tgc- nicas que, además, les mencioné el afio pasado con referencia a lar carestías, los mercados de granos, etc.,' en un lugar que Ilaiiiari de veridiccióii. El mercado debe decir la vcrdad, debe decir la vcrdad con respecto a la práctica guberiia- mental. En lo sucesivo, y de una mane? simplemente secundaria, será su papel de veridicción el que rija, dicte, prescriba los nlecanisiiios jurisdiccioiiales o la ausencia de mecanismos jurisdiccionales con los cuales deberá arricularse.

Cuando yo hablaba de ese acoplamiento producido en el siglo W I I ~ entre cierto régimen de verdad y una nueva razón gubernarnentd, y esto en rela- ción con la econonila polirica, no queria decir de ni'nguiia manera, por tanto, que se hubiera producido, por un lado, la Formación dc un discurso cienci- fico y teórico que seria la economía policica, y, por otro, que los gobernantes hubiesen sido3éducidos por esta o bien que se hubieran visco obligados a tenerla eri cuenta por la presión de tal o cual grupo social. Quisc decir que cl nicrcado, objero privilegiado d i la practica gubert~aiiieiiial desde hace inucho tiempo y objeto aún ni& privilegiado en los siglos xvi y WII bajo el r6gimeii cle uria razón de Estado y de un mercanrilismo que hacía prccisamcnrc del comercio uno de los principales iiistrumeiiros del poder del Estado, se cons-

en cvidcncia roda l a cosss que dcbcn icirercainbiarse: s61o cti ellos cs posible juzgar la rclacián de abundancia o escasez que dichas cosas tienen unas con otras; uria relación que dctcrmina su

prccio respectivo"). ' Veasc Midiel Foucaiilt, S¿curiti, trrritoin ..., op. ti', dase del 18 de cncro de 1978, pp. 33

y s. [rrad. üp . : Sepridad tmirorio ..., op. cit., pp. 48 y ss.1.

tiruía ahora eii un lugar dc veridiccióti. Y esto no es tanto, ni siinpleineiite, por un presunto iiigreso eii la era dc una econonila iiicrcaiiril -lo cual es a la vez cierto, pcro no dice nada precisanieiite- ni porque la genrc hubiera que- rido hacer una teorla racional dcl iiiercado (que la Iiicieroii, pero no bas- rdba). D e hecho, para lograr comprender cómo el rncrcado, en su realidad, sc convirtió para la práctica gubernarnentd eii un Itigar de veridiccióii, Iialiría quc establecer lo que llamaríanios una relación poligonal o poliédrica, como prefieran, ciitre una deterniinada situación monetaria cotno la del siglo XVIU

con, por una parte, una nueva afluencia dc oro y, [por otra], una relativa cons- tancia de las monedas, un crcciiiiiento econóiiiico y demográfico continuo cii la misma epoca, tina iniensificacióii de la produccióri agrícola, el acceso a la práctica gubcriiarnental de una serie de téctiicas portadoras a la vez dc niCto- dos y de itistrumeiitos de reflexión, y por últiiiio, la formalizacióii teórica dc cierta cantidatl de problemas ecoiióiriicos.

Eri o r m palabras, no creo que haya que busc:i~-y por consiguiente nic parece que iio podrá cncoiitrarsc- la causa' de la constiri~ción del mercado como ins- rancia de vcridicción. Lo que Iiabría quc hacer, si se preteiide aiialiiar csc fetió- nieno absolutaniente fuiidaiiiental, creo, en la historia de la gubernamc~italidad occidental, esa irrupción del mercadoromo prii~cipio de vcridiccióii, [seria] scn- ciUamente llegar, nicdiaiite la pucsta en relación dc esos diferentes feiiómenos que yo mcncioiiaba hace un mornenro, a la intcl igibil iclad~e cse proceso.

' Miclicl Faucaulr repite, paiiicndo cl nccnto en d nrriciilo: h causa.

Michel Foucauli ya utiliza erca cxpresiúli cn la conferciiriñ pronunciada en mayo de 1978 en la Socitif fraiicaire de philoropiiie, "Qu'csr-cc que la cciiiqiii?", cn i(tr1ltrin h /a SociCrL frn~icnirr dcpbiio~ophie, 84 (2), abril-junio dc 1990, p. 51 [rrad. esp.: "¿Que rs la cririca? (Crlrica y AofiLinrr>g)", cn Dairnon, Rcuirrn drfilo,oJa, 11, 19951, a propiisiio de la diferencia cnrie la grnedogír y los procediiiiieiiros dc una hisiuria explicariva: "Digamos a grriides rrsgus que, cri aporicióii a una gtiicsb que sc orienta hacia la unidad de iiria causa priiicipal piefiada de una dcscciidencia múlriple, re trataría .1qu1 de uiiñ grncalogln, es decir, dc algo que procura testiruir las cundicioncs de aparicidn dc tiiia singularidad a partir de iiiirncrosos cleincnros dcrcr- ininintes, de los que ella iio se muestra como cl praducro sino coma el efrcio. Puerta en iiiri- ligibilidñd, por rriira, pero rohrc la cual es preciso ver quc no fi~iiciana de aciicrdo con un principio de cierre". koucault ya se habb exrclididu sobre cl prohleina de la i,ircligibilidrd el!

la liisroria cti SCn<rir¿, rrrritoirr ..., op. cit. clasé del 8 de marzo de 1978, p. 244 [trad. esp.: SrgrrriAd, ierirorio.. ., op. cit., p. 2751. Sobre la distinci6n coire gencsis y gerinlngb, v b s e ¡bid., clascdcl 8 dc febrerode 1978, p. 121 [rrad. esp.: ibid., p. 1411.

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Mostrar en qiié aspecto fue posible, es decir, no mostrar -lo cual es de todas maiieras uiia carea varia- que habría sido necesario, y tampoco mostrar qiie es una posibilidad, tina de las posibilidades en tin campo determinado de posi- bilidades ... Digamos que lo que permite Iiacer iiireligible lo real es mostrar siniplemerire que fue posible. Que lo real sea eso es su puesta eti iiite- ligibilidad. Señaleiiios de manera general qiie tenemos aquí, en esta historia del iiiercado jurisdiccional y Iiiego veridiccional, iiiio de los innumerables cruces entre jurisdicción y veridiccióii que es, sin duda, uno de los fenómenos fuiidameiirales en la historia del Occidente moderno.

Un poco en torno de esas [ciiesrioiies] rrate de organizar una serie de pro- blemas. Por ejemplo, a propósito de la locura. El no era iiiostrar

que en la cabeza de los psiqtiiatras se había forjado cierta teoría, cierta ciencia o cierro discurso de prereiisióii científica que Iiabría sido la Y que se habría concretado o habría eiicoiirrado su lugar de aplic;ición dentro de 10s Iiospitales psiquiátricos. Tampoco se trataba de mostrar que, a partir de deter- minado momento, instituciones de encierro que existían desde mucho tiempo antes habían producido su propia reoría y su propia justificación en algo que Iiabía sido el discurso de los psiquiatras. La cuestión pasaba por estudiar la géne- sis de la psiqtiiarría a partir y a través de las instituciones de encierro que esra- baii originaria y eseiici:ilineiite articuladas con mecanis@os de juri~dicción cn u n sentido muy amplio -pues resultaban ser jurisdiccioiies de tipo policial, pero por el momento, en ese nivel, la cosa no tiene tanta iniportaiicia- y que, a partir de cierro rnorriento y en condiciones que se trataba justamente de analizar, fueron a la vez sostenidas, relevadas, transformadas, desplazadas por procesos de veridicción.

Del mismo tnoclo, estudiar las irisriruciones penales quería decir estudiarlas aiire todo, por supuesto, coino Iiigares y formas en que la ~ráctica jurisdiccio- nal era inayor y puede decirse que autocrática. [Estudiar] cómo, eri esas insti- tuciones penales fundamentalmente ligadas a una práctica jurisdiccional, se Formó y desnrrolló cierta práctica veridiccional que empezaba a poner [en juego] -con el acompafiamiento, claro, aunque esto no es lo esencial, de la crimiiio- logia, la psicología, etc.- esa cuestión jurisdiccioiial que está en el corazón inismo del probleina de la penalidad iiioderiia, liasta la confiisióri misma de su jurisdiccióii, y que era In pregunta de laverdad plaiiteada al crimitial: ;qi~ie[i eres? A partir del momento en que la práctica penal sustituye la pregunta "¿que

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has hecho?" por la pregunta "¿quién eres?", podrán ver que la fiinción juris- diccional de lo penal comienza a transformarse o es duplicada o eveiirualmenre socavada por la cuestión d i la vcridicción.

D e manera análoga, estiidiar la genealogía del objeto "sexualidad a través de uiia cantidad determinada de institucioiies quería decir tratar de señalar, en cosas coiiio las prácricas de la coiifesión, la dirección de conciencia, el iiiforiiie rnédico, etc., cl momei i toen que se produjeron el inrercanibio y el cruce entre dererminada jurisdicción de las relaciones sexuales que definían lo per- mitido y lo prohibido y Iaveridiccióii del deseo, que es aquello en que se niani- fiesta actualmente la armazbii fundamental del objeto "sexualidad".

Como ven, en todo esto -ya sea el mercado, lo confesional, la institución psiquiátrica, la prisión-, en todos estos casos, se trata de abordar desdc dife- rentes ópticas una historia de la verdad o, mejor dicho, abordar una historia de la verdad que estaría unida, desde el origen, a una Iiistoria del dereclio. Mientras que, con bastante frecueiicia, lo que se intenta Iiacer es una historia del error ligada a una historia de las prohibiciones, lo que yo les sugeriría es hacer una historia de la verdad unida a la liisroria del derecho. Historia de la verdad no encendida, desde luego, en el sentido de uiia reconstirucióii de la génesis de lo verdadero a travéide los errores eliminados o rectificados; pna historia de la &r- dad que iio sería tarnpoco la constitución de una serie de racionalidades Iiisró- ricanienre socesivas ni csrablecida por k rccuCic1ci6n a laeliniinaci6<dz idza- logías. Esa liis~oria de la verdad tainpoco sería la descripción de'sisremas de verdad insulares y autónomos. Se trataría de la genealogía de reginieiies veri- diccioiiales, vale decir, del análisis de la constitución de cierto derecho de l : ~ verdad a partir de uiia situación de derecho, donde la relación derecho y ver- dad encontraría su manifestación privilegiada eti el discurso, el disciirso en que se formula el derecho y lo que puede ser verdadero o falso; el regimen de veri- diccióii,en efecto, no es iina ley determinada de la verdad, [sino] el coiijunto de las reglas que pcriuiren, con respecto a un discurso dado, establecer cuáles son los enunciados que podrán caracterizarse en el como verdaderos o falsos.

Hacer In Iiistoria de los regimeiies de veridicción y no la hisíoria de la ver- dad, y no la historia dcl error, y no la historia de la ideología, erc.; hacer la historia de la [veridicción]' quiere decir, claro, reiiiiiiciar a emprender tina

' Michel Foucaulr: jurisdicción.

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56 NACIMIENTO DE I A B101'01.l1~ICA CLASE DEL 17 DE ENERO D E 1979 57

qué límites de derecho puede inscribirse su acción. Por lo tanto, las cosas no eran del todo desequilibradas. del todo ilimitadas en la razón de Estado: liabia, si se quiere, un sisreina de dos partes relaiivanieiite externas entre si.

También les señalé que en el nuevo sistema, eii la nueva razón guberna- nieiiral establecida en el siglo m i i , el sisteiiia de gobierno frugal o el sistema de la razóii del nienor Estado implicaba elgo muy diferente. I'or una parte, una iiniiración ): por otra, una limitación iiiterria. Una limitación interna, pero no habría que creer, sin embargo, que se trata de una limitación de naturaleza completatiieñte diferente del derecho. Es iina liinitación que, pese a todo, es sieiripre de carácter jurídico, y el problenia consiste precisamente en saber cómo, en el regimen de la nueva tazóii gubernamental; de esa razón gubernameiital aiitoliiiiitada, se puede forni~ilar esa limitación en términos de derecho. Advertirán que el problema es diferente, pues, por un lado, en el sistema de la antigua razón de Estado, teníamos iina gubernamenralidad de tendencia inde- finida con un sistema de derecho, en el exterior, que se oponía y que lo hacia, adeiiiás, dentro de liinites poliricos concretos y bien conocidos: entre el poder real [por una parte] y los clefensores de la iiistitucibn judicial por otra. Aquí estamos ante un problema diferente, que es: puesto que la gubernainentalidad debe siii diida autolimitarse, jcónio podrá forniiilarse en dereclio esa aiitoli- mitación siii que, a pesar de ello, el gobierno quede paralizado y, asimismo, sin sofocar -y éste es por cierto el problema- ese lugar de verdad cuyo ejemplo privilegiado es el mercado y quc, en ese coiicepto, Iiay que respetar? En ter- rniiios claros, el problema que va a plantearse a partir de fines del siglo XVIII

es el sigiiiente: si Iiay una economía política, ¿qué pasa entonces con el dere- clio público? E incluso: ¿que fuiidamentos podemos encontrar para el derecho que va a articular el ejercicio del poder público, si tenernos en cuenta que hay al menos u,na región-y otras, sin duda-donde la no intervención del gobierno es una iiecesidad absoluta, no por razones de dereclio, sino por razones de hecbo o, mejor, deverdad? Limitado por respeto a laverdad, jcóino conseguirá el poder, cómo conseguiri el gobierno formular ese respeto por la verdad en terminos de ley que debe obseivarse?' Después de todo, que las facultades'de dereclio en Fraiicia hayaii sido durante mucho tiempo y Iiasta estos últimos anos tambi4ii

Mkhcl Foucaulr agrega: Erc aCiflimicnro entre ccoiiornia polirica y drrcchn público v .

que ahora iior parece iiiiiy cxrniio ... V;ai< inconrlriia].

facultades de economía política, para gran fastidio de economistas y juristas, no es siiio la prolongación, sin duda abusiva en rCrminos de historia, de un Iieclio originario hiridnmenral: la incapacidad de pensar la economía política, es decir, la libertad del tnercado, siti plantear al mismo tiempo el problenia del derecho phblico, a saber, la limitación del poder público.

Por otra parte, tenemos la prueba de ello cn una serie de cosas precisas y 'concretas. Después de toclo, los prirneros ecoriomistas eran 31 mismo tiempo juristas y personas que planteaban el problema del derecho público. Beccaria, por ejeniplo, teórico del dereclio público esencialmente bajo la forma del dere- cho penal, también era economistn.iO~dani Smith:" basta con leer Ln riqrlevl de l a r nflciones, sin siquiera mirar sus orros textos, para ver que el problemn

' O Aiiror del cClcbrc rrnrado Dridelir~irrklkpme, Livorno, Colrellaiii, 1764 [rnd. esp.: Dríor drlrrory Inrpr>inr, México, Fondo dc Culrura Ecoi>ómica, 20011, Cerarc Donesana, m~rqucs de Bccmria (1738-1794), obruvo cn 1769 la dredra de Scicnzr eamernlir economirhrrecién hilidadr en Milári (y rcbauriudn por Cl como cárcdra dc Econominpolirica), quc dejó, luego dc dos a6os dc cjcrcicia, por un urgo cn la adminircración milanera. Picrro Cwrodi publicó rus naras dc cuno por primera v a en 1804, con cl riiulo dc Elcmrntidicronomiopubblira, Milin, G. G. Desrefariis, col. Scritrori iraliani di economia politia: hrre irhderna, vols. 11 y 12.VC1iisc.7simirmoel Dixoior de M: Ir Mnrqilir Cmre Brccarin Bonrinna.. . pmfErrrr~r myzldt /d chnirr noirmlkmrnt irallirpnr odre & S M impirinlporlr lcommcrect ~adnzinimnrionp~bIi~~~~~pmnon~i~~on inrrnlbtion dnnr Irr imkr Pnbrincr, trad. dc ]:A. Comparcr, Lñilsani, F. Grñsacr, 1769 (ed. orig.: Rolirrion< lrrrn da1 rqio gro$i~orr M a d c i r C M Z Rercnriu Ronernnn nrlraprrrirm dclb ni'uun canrdm di rcicnze romrrnli r ~ l h m o t a mmcndarn da S M 1. l?. A , Florencia, G. Allegrini e comp., 1769). y los Piinciprr d'iconomirpoiiriqiir appliqi<k d hgnn<lnrmpar raurmr du "Tmire'dcr dilirr rr drrpcinrr': trad. de'", P ñ r i r , F Boucliard-Huurd, 1852. "Lo esencial dc siis escritor ccan6inicos esri coin- puesro por sus inforiiies oficiaes" uosephA. Schiiniperer, I{"roirerklnnalyre iconomique, "p. cir, c. 1, p. 255, que califica a Brccaria de'xdarn Smich itdiano", ibid, p. 256). Viase Gsarc Bccciria, Ani digovrmo, en proceso de piiblicaci6n eii los diccisiere volúmenes pievisios de la colecci61i Wiriani narioiide dcllc opcra di Gsire Beccaria (ciiiw volúmenes aparecidos: 6 a 10, Mildo, Mediobanu, 1987-2000). Ejrar crcriros se rcficrcn n cuestiones iiiiiy diversar: nianedas. minas, p w y medidas, maiiiifacnirar y coniercio. f e i h y meiador, crc. Debo wos precctioncr i la M e n t c

rcris de Philippe Audcgeari, Phibriphic rifinno&ce, Cmrr Brcearin rr la cririqat &x rawirr dr ion

rcml>;: dmit. ihétoriqite, !cronomir, Universidad dc Parir 1-Sorbona, 2003. " AdamiSmirh (1723-1790),An lnquiry inro rhrNnrunnndCauierofrhhr W<al:h ofNarioni,

Londres, W Srraham &T. Gdell , 1776 (rnd. fr: Rrrhrrrhcrrr<rkt nnnrrrrrlrrcnrrrrrdcla nchrrrr drr nationr, rrad. drl conde Germain Garnier. r cvpa r A. Blanqui, I'nrir, Guillaiimin, 1843; cd. iecieiirc, Paris, Garnici-Flamniariori, 1991) [trad. esp.: Inlirrtigaeró>i sobre la nnrurnieza y raitrar dr la riqvcvl de b r ,inrionrr, Mtxico, Fondo dc Cultura Económica, 19581.

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58 NACIMIENTO DE IA BIOPOLITICA CLASEVEI. 17 DE ENERO DE 1479 59

dcl dcrccho público atraviesa por cornpleto todo su ariálisis. Beiithani, tcó- rico del derecho público, era a la vcz un economista y escribió libros de eco- nomía p~ l i r i ca . '~ Y al margen de esos hechos que muestran la pertenencia ori- ginaria del problema de la economía política [al] dc la limitación del poder público, pues bien, lo encontramos sin descanso en los problemas planteados durante los.siglos Xix y XX eii materia de legislación económica, separación del gobierno y la administracióti, constitución de un derecho administrativo, necesidad o n o de la existencia de tribunales adniiriistrativos c ~ ~ e c í f i c o s , ~ ~ etc. La vez pasada, al hablar de la autolimitación de la razón gubernamental, no me rcferia a una desaparición del derecho, sino al problema planteado por la limitación jurídica de un ejercicio dcl poder político cuya fijación era iiiipuesta por los problemas de la verdad.

Por lo tanto, si se quiere, despla.~.aniieiito del centro de gravedad del dere- cho público. El problema fundamental, esencial del derecho público ya no scrá tanto, como en los siglos xvii y xviii, córrio fundar la soberanía, en qué con- diciones el soberaiio puede ser legítimo, en qué condiciones podri ejercer coi1 legitimidad sus derechos, sino: cómo poner límites juridicos al ejercicio de un poder público. En términos esquemáticos, puede dccirse que para csa elabo- ración se propusieron cii csencia dos caminos entre fincs dcl siglo xviii y priii- +os del sigla YA%. uno que Ilama~<a, ii \cs paxecc, camino axiamitico, j.arC dico deductivo, que fue hasta cierto punto el de la Revolución Fraricesa; bueno, rainbién podríamos Ilaiiiailo camino rousseauiiiano.' iEii qiiP consiste! Pues bien, consiste en partir justamente no del gobierno y su necesaria limitación, sino del derc+, del derecho eii su fornia clásica, esto es, [en] tratar de defi- nir cuáles son los derechos iiaturales u originarios quc corrcsponden a todo iiidi- viduo, definir a continuación en <,u6 condicioiies, a causa de qué, segúii qué formalidades, idealcs o históricas, se ha aceptado una limitacióii o un iiitercain- bio de derecho. Consiste asimismo en definir aquellos derechos cuya ccsión se h:i aceptado y, al contrario, aquellos para los cuales no se ha acordado ninguna

" Veansc Jereniy Benrlim, Jercmy Botrl>n»ii Ecoiiomir \Witingr, op. cir (~upra, nora 27 dc la clase del 10 de enero dc 19791, y Tcrcncc W Hurchison, "Bcntham as an cconornist", cri

Ecorromic journol 56 (262), 1956, pp. 188-3061 " Micliel Foucaulr vuclvc a estos últimos aspecros cn la dasc dcl 21 de febrero de 1979

(infio. p. 199 y SS.).

E n rl ma~iiiscriro (p. 15), clotro camino rccibccl nombre dc "camino inductivo y residual".

ccsióii y que, por cousigiiiente, de todos iiiodos y bajo cualquier gobierno posi- ble e incluso bajo cualquier rkginien politico posible, sigueii siendo derechos iniprcscriptiblcs. Por último, a partir de ahí y sólo a partir de ahí, iina vez así definidos la distribución dc los derechos, la esFera de soberanía y los limites del derecho de la soberaiila, puede deducirse, pero únicaiiieiite deducirse, lo que podemos Ilaniar Frotiteras de la co~iipctencia del gobierno, aunque en el marco fijado por la base coiistiruyente de la soberanía misma. Eii otras pala- bras, para-decirlo con claridad y sencillez, csre proceder coiisiste en partir de los derechos dcl hoiiibre para llegar a la dcliiuitación de la gubernamentalidad. pasando por la constirución del soberano. Yo diría quc, a grandes rasgos, se trata del caiiiino revolucionario. Es uiia rnaiiera de plantcar desdc cl principio y mediante una suerte de nuevo comienzo ideal o real de la sociedad, cl Estado, el soberano y el gobicriio, el problema de la lcgitiriiidad y la iiitransrnisibili- dad de los dereclios. Verhi cntoiiccs que este proceder, si cs políticanieiitc y ha sido Iiistóricaniente el adoptado por los revolucionarios. es un proceder que podemos calificar de retroactivo, o retroaccioiiario, Iiabida cuenca de que coti- sistc eii retomar el problenia de derecho público que los juristas no dejaron dc oponer a larazón dc Esrado de los siglos XVII y xviii. Y en este aspecto hay una continuidad entre los teóricos del dcrccho natural del siglo xvii y, diga- mos, los juristas y legisladores de la'i<&volución Fraiicesa.

El otro camirio no consiste justarrieiitc en partir dcl derecho, sino dc la propia práctica guberriamental. Partir dc esra práctica giibernaniental c inten- tar analizarla; jandizarla cii hincióri de qué? En función de los límites de Iieclio que pucdeii ponerse a esa gubcriianieiitalidad. Límites dc hecho que pucdcii provenir de la historia, que pueden provenir de la tradición, que pucdcn pro- venir de iin estado de cosas históricamente determinado, pero que taiilbi6n pue- den, y dcbcii, dererminarse como los Iitnites en cierto modo deseables, los buenos límites que es menester establcccr eii función, justamente, de los objc- tivos de la gtibernamciitalidad, los objetos con los que ésta se iiiaiieja, losrecur- sos d d país, su población, su ecoiioiriía, etc.; en resuiiieri, el análisis del gobierno, de su práctica, de sus Iíniites dc hecho, de sus límites deseables. Y poner de relieve, a partir de alil, aquello que para cl gobierno sería contradictorio o absurdo tocar. Más aún, y de niaiiera más radical, poner de relieve lo quc para el gobieriio sería inútil tocar. Inútil. Es decir que la esfcra de competencia del gobieriio va a definirse ahora, de seguir estc caniiiio, precisamente a partir de lo que para él

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60 NACIMIENTO DE LA RlOPOLfTlC.4 CLASE DEL 17 DE ENERO D E 1979 6 1

scría útil e iiiútil Iiacery rio hacer. El lítiiite de coinpetencia del gobierriose defi- nirá a t rads de las íronteras de la utilidad de una iiitervención gubernamental. I'lanrear a uii gobierno a cada instante, en cada moinento de sil acción, a pro- pósito de cada tina de sus instiruciones, viejas o nuevas, la pregunta: jes útil, para qué es útil, en qué limites es útil, a parrir de que se torna inútil,a partir de que se rorria nocivo? Esra pregunta no es la pregurita revolucionaria: jcuáles soti mis derechos originarios y cómo puedo hacerlos valer frente a cualquier soberano? Pero sí es la pregiinta radical, la pregunra del radicalismo inglés. El problema del radicalismo inglés es el problenia de la utilidad.

No se crea que el radicalisiiio político ingles no es otra cosa que la pro- yección, en el plano político, de una ideología, digamos, utilitarista. Al con- trario, a partir de uiia elaboración interna, que no por ello deja de ser una ela- boración perfectame~ire meditada, que no por ello'deja dc ser una reflexión investida, atravesada eii forma constante por elemeiitos filosóficos, teóricos, jurídicos, a partir, entonces, de la práctica del gobierno, se trara de definir cuál debe ser su esfera de conipetencia y de definirla en térininos de utilidad. Y a partir de eso el utilitarismo aparece como algo muy diferente de una filo- sofía, muy diferente de uria ideología. El utilitarismo es una tecnología del gobierno, así como el derecho público era en la Cpoca de la razón de Estado la fnrma de reflexión o, si lo prefieren, la tecnología jurídica con la cual se pro- curaba limitar la línea de pendiente indefinida de la razbn de Estado.

Una obseivación acerca de la palabra "radicalismo", "radical". El término "radical" se empleaba eii Inglaterra (la palabra, creo, data de fines del siglo mi

o comieiizos del sigloxvi~i) para designar -y esto es bastante interesante- la postura de quienes qiierían, frente a abusos redes o posibles del soberano, liacer valer los derechos originarios, esos famosos derechos originarios que los pueblos anglosajoiies habriaii poseído antes de la invasión normanda (ya les hable de esto Iiace dos o tres afios).l4 Eso es el radicalisnio. Y consistía,

l4 VCase Michel Foucaulr. '7ifir~f d/fcndrr L? roci¿f!. -Co.nau Colbzt dcFmnct, 1975-1976 e<]. de Mailro Berrnni y Aierrandro Fontana, Piris, GallimardiSeuil. col. Ha~ires grudcr. 1997, clñsc dcl 4 dc fcbrcro de 1976, pp. 84 y sr. [trad. -p.: Dtf¿nder L? rocicdad. Curro rn rl Col& dc /I.-unrr (1975-1970, Rurnas Aires, Fondo de Culiiira Ecoriómica, 2000, pp. 74 y sr.] (por cnroiices Foucaulr no uriliu la palabra"radicalismo").VCanrc asimismo Inr obrar de Chririopher Hill, qiic Foucaiilr conocia miiy bien (verse "Siruaci6n del curso". dc Alcrrandrn Fonrana y Maurn Rcrrani, en ibid, p. 262 [rrad. esp.: ¡bid. p. 2591).

por 10 tanto, en Iiacer valer los derechos originarios, en el sentido de que el derecho público, en sus reflexiones históricas, podia señalar los derechos fundamentales. Ahora, en el radicalismo ingles, la palabra "radical" va a desig- nar la posición que consiste en plantear de manera continua al gobierno, a la gubernanientalidad en general, la cuestión de su utilidad o falta de utilidad.

Dos caniinos, pues: el camino revolucionario, articulado esencialniente con las posicioiies tradicionales del dereclio público, y el camino radical, articulado esencialniente con la nueva economía de la razón de gobernar. Dos caminos que iinplican dos concepciones de la ley porque, de un lado, en el ca- mino axiomático revolucioiiario, si se quiere, ;cómo se concebirá la ley? Como l a expresión de una voluntad. Habrá entonces u n sistema voluntad-lcy. Encontramos el problema de la voluntad, claro está, en el corazón misiiio de rodos los problemas de derecho, lo cual autentifica aún más el Iiecho de que esta problemática es fundamentalmente jurídica. La ley se concibe, por lo tanto, como la expresión de una voluntad, de una voluntad colectiva que mani- fiesta la parte dcderecho que los individuos han aceptado ceder y la parte que pretenden reservarse. En la otra problcmática, el camino radical utilita- rista, la ley va a ser concebida como el efecto de una transacción que separa, por un lado, la esfera de intenrención del poder público, y, por otro, la esfera de independencia de los individuos. Y a t o nos lleva a otra distinción también muy importante, y es que, por un lado, vamos a tener una concepción jurí- dica de la libertad: todo individuo posee originariamente, para sí, cierta libertad de la que cederá o no una parte determitiada; y por otro lado, la liber- tad no se concebirá como el ejercicio de una serie de derechos fuiidamciita- les, sino que se la percibirá simplernente como la independencia de los gober- nados con respecro a los gobernantes. Tenemos, por lo tanto, dos concepciones absolutamente heterogeneas de la libertad, una concebida a partir de los dere- chos del hombre y otra percibida sobre la base de la independencia de los gobernados. Yo no digo que el sistema de los derechos del hombre y el sisrenia de la independencia de los gobernados son dos sistemas que se penerran, sino que tienen un origen liistórico diferente y conllevan uiia I ie t~ro~eneidad, . una disparidad que, a mi entender, es esencial. En relación con el problema

actual de lo que se denomina derechos Iiumanos, bastaría coRver dónde, en que país, de qué manera, en qué forma se los reivindica para advertir que, de vez en cuando, sc trara en efecto de la cuestión jurídica de lbs derechos del

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CLASE DEL 17 DE ENERO DE 1 979 63

lioiiibre, y en otros moiiieiitos se trata de esa otra cosa que, coii referencia a la gubernameiitalidad, es la afirmacióii o la reivindicación de la iiidcpenden- cia de los gobernados.

Dos caminos para constituir en el derecho la regulación del poder público, dos concepciones de la ley, dos concepcioiies dc la libcrtad. Digamos que esta niisiiia ambigüedad caracteriza el liberalisrrio curopeo dcl siglo ~c e incliiso del siglo xx. Y cuando hablo de dos catniiios, cuando digo dos vías, dos coii- cepciones de la libertad, del dereclio, no quiero decir qiic se trate de dos s i c temas separados, ajenos, incompatibles, contradictorios, rotalmeiite excluycnrcs eiirre si; me refiero a que hay dos procedimientos, dos colierencias, dos mane- ras de obrar, si se quiere, heterog6neas. Y lo que es preciso rccordar es que la heterogeneidad nunca es un principio de exclusión o, si lo prefieren, la hete- rogeneidad jamás impide la coexistencia, ni la unión, ni la conexión. Digarnos que es justainente ahí y en ese tipo de análisis donde se hace valer, donde es menester hacer valer, bajo la pena de caer en el sirnplisrno, una Iógica que no sca dialéctica. Pues la Iógica dialéctica, iqii6 es? Y bien, cs una lógica que hace intervenir términos contradicrorios en cl elcmento de lo homogérieo. Por ni¡ parte, l a propongo sustituir esta Iógica de la didictica por lo que llamar6 una Iógica de la estrategia. Una Lógica de la esrracegia no hace valer drminos con- tradictorios en u n eleinento de lo horriog6iieo que promcte su resolucióri en una unidad. La hiiicióii de esa Iógica de la estrategia cs establecer las coriexio- nes posibles entre drmlnos dispares y que siguen dispares. La Iógica de la estra- tegia es la lógica de la,coiiexión de lo heterogérieo y no la lógica de la homo- geneización de lo contradictorio. ~ecliacenios, pues, la Iógica de la dialectica y craretiios de ver (bueno, es lo que intentaré mostrarles en el curso) cuáles son las conexiones qiie pudieron iiiaritener unidos, que pudieron hacer con- jiigaise la axioniática fundamental de los derechos del honibre y el cálculo urilitario dc la independencia de los gobernados.

Quería agregar algo respecto de este tenia, pero me parece que me exteri- &r[a demasiado; entonces, ine ocuparé de ello más adelante.' A partir de

El, a r e puiiro, Michcl Foucaulr pasa ripidamcntc lar pp. 18-20 del nianurcñro: "Eiicunirariamos i~iuchor cjcmplos dc ello, desde luego, en el disciirso de los revoluciona-

rios norreameriwnos. Y el penrñmicnro revoliicioiiario cal vez sea prccirameiiie eso: pensar en foriiia aimultdlica la utilidad dc la independrricia y la axioiiiárica dc las dcreclios (Revolución Norrcamciicaia).

esto, querría simpleniente regresar por un instante a lo que les decía al cotiicii- zar acercadel mercado; eli fin, este es un punto al cualvolverC luego.'5 De todos modos, lo que quiero destacar ahora cs que, entre esos dos sisrcnias heterogé- iieos -el de la axioiiiática revolucionaria, del derecho público y los dercchos del hombre, y el camino empírico y iitilirario que, sobre la base de la neceia- ria limitación del gobierno, define la esfera de independencia de los goberna- dos-, hay por supuesto una conexióri, uiia conexión incesante, toda una seric de piierites, pasarelas, junturas. Vean, por ejemplo, la historia del derecho de propiedad.' Pero w muy evidente (de esto les hablar6 en el curso) que uno de los sistemas se mantuvo y fue fuerte, y el otro, por el contrario, retrocedió. El que se sostuvo y fue fuerte es, claro, el canlino radical, que corisistla en procurar definir la limiracióii jurídica dcl poder público en tériniiios dc utilidad guber- . namental. Y es esta línea de pendierire la que va a caracterizar no sólo la his- toria del liberalismo europeo propiaiiieiite dicho, sino la historia dcl poder público eri Occidente. Y por coiisiguicnte, el problema de la utilidad, de la uti- lidad individual y colectiva, de la utilidad de cada uno y de todos, de la utili- dad de los iiidividuos y la utilidad gcneral, será en defitiitiva el gran criterio de elaboración de los líinitcs del poder público y de formación de un derecho

[p. 18 bis] Los conreniparincos rinrier8n'pcrfccraincnre esa Iiererogcneidad. Bentham, Dumonr, los Derechos del Hoinbre. Y desde hace dos siglos sigucsicndo sensible, porque nunca fue poriblc cnconrrar uiia verdadera calierc,icia y equilibrio cnrrc esos proccdiiiiic~irar. Dc una manera masiva, y no sin vueltas, la regulación del padcr público en réri~iinos de urilidad se

irnponc a la arioniática de la sobcrariíñ eii rfrniiiias dc dercclios origiriarios. La urilidad colec- tiva (m& que la volunrad colectiva) corno ejc general del arrc dc gobernar.

[p. 191 Línea de pcndicnte gcrieral, pcro que ano Imria la otra. Tanto mctios ciiniiio quc aciertan a producir efecror similares, autiqite, sin duda, no ci poriblc superpoxierlor. Pucs la axio- iiiirica de la soberanía se ve cn la necesidad de riiai.c:ir con tnnra iiirensidad los dcrcclios iliiprcs- cril>ziblcs que, de hecha, es imposible cnconrrar lugar cri ella para un arrc dc gobermr y el cjer-

cicio dc un podcr público, a menos que coiirriiup jiiridicairiciirc y dc irianeia iaii fi~cire al robenlio conia voluntad colccrivaque Csrc r cdum a la piirñ idcalidad cl cjrrcicio de los dcrcchos fundam.rntdcr. Oriente torali<ario. Pcro cl radicalismo de la urilidtd. a partir dc la dirtincióii urilidad individud/utilidad colectiva, iaaiibifn deberá hacer prcvalcccr la utilidad general sobre

la urilidad individual y, por corisiguieiire, rcducir al infinira la independcricia de los gobernados. [p. 20) Oricntc de la gubcrnamenrdidad i,idefinidameiitc exrcndida." " V&sc infiin, clase del 28 dc marzo de 1979, pp. 316 y ss.

Michcl Foucaulr agrcga: loverán fitncion~r muy bien cn los dos lnnkzbrn iirarzdiblr], y fuii-

cianar dc manera [pgkbm i>mt<dibb].

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66 NACIMIENTO DE LA UIOI'OLR'lC.4

del s i g l o m ~ e incluso de coiniciizos dcl siglo Xviii, en el fondo, cuando el sobe- rano castigaba d s a era la verdadera razón del suplicio-, iritervenia en cierto modo de riianera individual o, en todo caso si sc quiere, iiitewenía físicarrien- te sobrc el cuerpo mismo del individuo y eso era lo que le daba el derccho de suplicio, y el derecho de suplicio público: manifestación del propio sobcrano sobre alguien que había cometido un crimen y que, al cometerlo, había lasti- mado desde lucgo a una serie de personas, pero había atentado contra el sobe- rano eii el cuerpo mismo de su poder. Y ése era el lugar de formación, de jiis- tificacióii, el fuiidainento iiiismo del suplicio.

A partir del siglo m11 ([como] surge con claridad eii Beccaria)," el famoso principio de la suavidad de las penas -está claro, dig<rnoslo una vez más, q ~ i e

esto no se refiere a ningún canibio en la sensibilidad de la gente-, ese priiici- pio de la nioderación de las penas, en el fondo, si se quisiera analizarlo mejor de lo que yo lo lie hecho, jen quC se basaba? Pues bien, scría lo siguiente: se ha interpuesto entre el crimen, por una parte, y la auroridad sobcrana que tiene derecho a castigarlo, y llegado el caso a castigarlo con la muerte? La del- gada película fenom~riica de los intereses que son de aliara en iiiás lo único sobre lo cual la razón gubernamental puede tener influjo. Y de golpe se plan- tea la idea de que cl castigo debe calcularse en función, claro, de los intereses de la persona ~erjudicada, de la reparación de los daiios, etc. Pero el castigo ya no debe enraizarse más que en el juego de los intereses de los otros, el entorno, la sociedad,>.rc. ¿Es interesante castigar? ;Cuál es su interés, qué forma debe adoptar el castigo a fin de que sea interesante para la sociedad? ¿FA interesante aplicar suplicios, o lo interesante es reeducar? jY reeducar cbiiio y hasta que punto, y con quC cosro? La inserción de esta película fenoménica del interk en ciianto constituyente dela única esfera o, niejor, la única superficiede iiiter- vención posible del gobierno es lo que explica esas mutaciones que deben referirse, como ven, al reordenamiento de la razón gubernamental.

En su nuevo régimen, el gobierno es eii el foiido algo que ya no debe ejercerse sobrc súbditos y sobre cosas soinetidas a través de &tos. Ahora, el gobierno se ejercerá sobre lo que llamar república fenomknica de

" Cerare tleccaria. Dcrdélia ndrrp~iirex, crrad. dc M. Chcmllier, Gincbra. Dror, 19G5, § 12, p. 24: "Biir des c1i;itimeno"; vtasc Michcl Foucnult, Survrillrr apunir , op. rir, pp. 106-134: "La douceur des peiiies".

CLASE DEL 17 DE ENERO DE 1979 67

los intereses. Pregunta fuiidamentil del liberalisnio: (cuál cs el valor de titili- dad del gobicriio y de todas sus acciones en unasociedad doiide lo que deter- iiiiiia el verdadero valor de las cosas es el iritercainbio?* Pues bicti, creo qiie ahí se esbozan las cuesliones decisivas del libcralisnio. El liberalismo planteó en ese punto la cuestión fundameiital del gobierno, y el problema pasaba por saber si todas las formas políticas, econóinicas, etc., q ~ i c se quisicroii oponer al.liberalisnio pueden escapar efectivamente a esa cuestión y a la for- mulación de esta cuestióii de ~itilidad de un gobierno en uii rkgiinen en que el intercanibio determina el valor de las cosas.

Michel Foucaulr ngrega: Valor de urilidad del gobierno freiire a un risrciiia en que c l

iiitcrcambio Jercrniiiia EI vcrdadcro valor de las cosas. iCóino es eso posible?

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Clase del 24 de enero de 1979

Los rasgar especif;cor del arte liberal de gobernar (11): 3) Elpro- blema del egrrilibrio europeo y l f l ~ relacioner internncionaler - El crilc%clo econdmico y político en el mercantilirmo. Elprincipio de la libertadde mercado según lorf;siócratary Adam Smith: nacimiento de un nuevo modelo europeo - La aparicidn de tina racionalidad gubernamental ampliada a ercah mundial. Gemplos: h cuerhdn del derecho del mar; lor proyector d e p a z p e ~ e t u a en el siglo m111 - Los principios del nuevo arte liberal de gobernar: trn 'kanrralirmo gubernamental': laprodtrccidn de la libertnd- Elproblema del arbi- traje liberal. Sus instrumentos: 1) In adminir~acidn de los riergor y la puesta en práctica de mecanismor de seguridad; 2) los controles dirciplinarios (elpanoptismo de Bentham); 3) las politicas in!er-

vencionistar - La administraridn de la libertady sur cririr.

LA VEZ PASADA tracé de especificar algunas de las caracrerísticas que son, a mi juicio, fundamentales del arte liberal de gobernar. Hablé ante todo del problema de la verdad económica y la veridicción del mercado, y luego del problema de la liinitación de la guberiiarnentalidad iiiediaiite el cálculo de utilidad. Ahora querrla abordar un tercer aspecto que tambikn me parece fundamental, el de los equilibrios inteniacioiiales, es decir, Europa y el espacio internacional en el libe- ralismo.

Como recordarán, el aiío pasado, al referirme a la razón de Estado,' prociirk mostrarles que había algo así como un equilibrio, un sistema de contrapesos

' Vhse Michcl Foucault, Simn,riri, trniroirr. poptzhtior,. Courr nu Col!&< dc Frnncr, 1977- 1978. ed. de Michel Senellart, Parls, Gallirnard/Seuil. cal. Hñurcs Crudcr. 2004 [trad. esp.:

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70 NACIMIENTO DE LA BIOPOI.fTlCA CLASE DEL 24 DE ENERO DE 1979 71

entre lo que podríainos llamar los objetivos ilimitados en el interior misino del Estado y, por otro lado, los objetivos liniitados en el exterior. Objetivos iliiiii- tados en el iiiterior por el ~iiecanisnio mismo en que consiste el Estado de policía, es decir, una gubernaiiientalidad cada vez mis sostenida, inás acen- tuada, más fina, más tenue, uiia reglamentacióri sin líniites fijados a priori. Objetivos ilimitados por ese lado y objetivos limitados en el exterior, en la iiiedida en que cnconrramos, en la Cpoca misina de constitución de esa razón de Estado y de organización de ese Estado de la búsqueday la organi- zación real de algo que se denomina balanza europea y cuyo priiicipio es el siguiente: procurar que no haya iiiiigún Estado que se iiiipoiiga lo suficiente sobre los demás para ser capaz de reconstitiiir en Europa la unidad imperial; procurar, por consiguiente, que no baya un Estado que domine a todos 10s demás, que niiigúnEsrado tenga sobre todos sus vecinos una superioridad suficiente para poder imponerles su dominacióii, erc. El lazo cntre esos dos ineca- nisnios -cl de objetivos ilimitados, el Estado de y el de objetivos liiiii- tados, la balanza europea- se deja vcr y se wmpreride con iiiucha facilidad en

la medida en quc, en efecto, si bien es cierro que el h t a d o de policía o, si lo prefieren, los mecanisnios internos que orgaiiizaii y desarrollan al infinito el Estado dc policía tienen como raz611 dc ser, finalidad y objetivo el fortaleci- iniento del propio Estado, cada Estado, por lo tanto, tiene por blanco su for- talecimiento infiniro;es decir, un aumento de poder ilimitado con respecto a los otros. Para decirlo con claridad, la competencia, en el que es el riiejor eii el juego de la conipetencia, va a introducir en Europa una serie de desigualdades, unas desigualdades que irán incrementándose y serán sancionadas por un dese- quilil>rio en la poblacióny por ende en las fuerzas militares, y se Ilcgará enton- ces a esa famosa situación inipcrial de la que el equilibrio curopeo, desde el Trarado de Westfaiia, quiso liberar a Europa. I'ara evitar cso sc establecela baiaiiza.

De una iiianera más precisa, en el cálculo mercantilista y el inodo como cl K:: -

iiiercanrilisnio organiza el cálculo económicopol~tico de las fuerzas, se ve con claridad, eii efecto, que es itiiposible evitar -al menos si la pretensión es impe- dir el resiirgimieiito de una configuración imperial- un equilibrio europeo. Así es: para cl mercantilismo, la competciicia entre Estados supone que todo

Srgr~ridad, rrm'to~o,pobiación. Cuno rn clColligrdeFmncc (1977-1978). Buenos Aires, Fundo de Culrura Econóniica, 20061.

aquello mediante lo cual uno de ellos se enriquece ~ u e d a , y a decir verdad deba, sacarse de la riqueza de los otros. Lo que uno adquiere debe quitarlo a otro; sólo es posible enriquecerse a expensas de los deiiiás. Eii otras palabras, para los inercantilisras -y éste es, a iiii entender, un aspecto importante-, el juego cconórnico es un juego de siirna cero. Y es iin jucgo de suma cero sencillariieiite a causa de la concepción y la prictica -nioiietarista, por lo deiiids- del mercaii- tilismo. Eri el mundo Iiay cierta cantidad de oro. Y coiiio el oro es lo que define, mide y coiistiruye la riqueza de cada Estado, es obvio que cada vez qiie uno de los Estados se enriquezca, lo hará apropiándose de una parte de la reserva común y, en consecuencia, eiiipobrecerá a los demás. El carácter monctarisra dc la politica y el cálculo mercaiitilisra implica, por consiguiente, la imposibi- lidad de concebir la competencia coino no sea eii la forma de un juego de suma

2 cero y, entonces, de enriquecimiento de unos a cxpcnsas de otros. Yjusramen- tc para evitar que en ese juego de sunia cero haya un solo ganador, será iiieries- ter, dcsde tina cstricra lógica económica -para impedir cse fenómeno. esa consecuencia política dc la comperciicia as1 definida-, establecer uiia especie de cquilibrio que permita interrumpir de alguna manera el juego eii un moniento dado. Es decir: cuando las distancias entre los jugadores anienacen ser dcnia- siado importantes, se detendrá la partida, y precisamente en eso coiisiste el equilibrio europeo. Es exactaniente -bueno, hasta cierto punto- cl problema pascaliano:' ;qué pasa cuando en un juego de suma cero se interrumpe la par- tida y se reparten las gaii;iricias entre los participantes? La intcrrupcióti del jucgo de la competencia a traves de la diploinacia del equilibrio europco: eso es lo

' V6asc eíra fáriiiula dc un pluinífcro de law, cn cl Mrntrr d<Fra;rni>rrdc abril de 1720, con refcrrricia al co,iiercio exterior: "Habirual<iienrc. una sólo puedc ganar si oiro picrdr" (cirado por Cathcriric Larrerr, Linvr~t~ion dt 1;ironornirouXVIIf riicb, París, PUF, col. Uviathan. 1972, p. 102, accrm dc la concepción mcrcanrilisn dcl conicrcio exterior). ' Michcl lioucaulr alude al mCrodo dc Viiculo raciotid del arar cxpuesra por Pzcd en 1654

y, más prccisamcntc, al problema dc la "proporción de l u GItirnas o lar primeras parcidas": "en

un juego de n partidas, quC regla pcrmirc dcteriiiinar la fraccióti de dinero del arro que cativiciic cnrrcgar 11 jugador A si el jucgu sc dcricBc j u r o nnrrr dr rri concltuidn" o 'iurro drrprdh dtgnnnda hprimrmpartidn" (Carhcrine Chcvalley, Paca1 Conringrncr crprobnbiliti~, París, PUF, col. Philosopliics, 1995, p. 88). Vease Blaise Pascd, cartas a Fcrrnar dci 29 dc jiiliu y cl 24 dc agoíiu

dc 1654, cn E~m~compl i trr , cd. de L. Lifuma, París, Scuil, 1963, pp. 43-49 [trad. <p.: Obra: pmmirnmr.pmuinciabr. rrrritol cinrr$co~, opzúcu(ory carrm, Madrid, Alfaguara. 19811

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CLASE IIEL 24 DE ENERO DE 1979 7 3

que iinplicaii, por necesidad, la concepción y la práctica monetarisra de los niei-cantilistas. $te es el punto de partida.

Aliora bien, ¿que va a pasar en esa mitad del siglo mil de la que les hablo y en la qiie trato de identificar la formación de una nueva razón giibernameiital? Las cosas desde luego serán iiiuy diferentes en esa niieva razón de Estado o esa razón del meiior Estado que encuentra en d mercado, entonces, su veiidicción básica, y en la utilidad, sil jiirisdicción de hecho. En efecto, para los fisiócraras, pero por otra parte también para Adam Siiiirh, la libertad de ineicado puede y debe fiincionar de tal nianera qiie. gracias a ella, se establezca lo que llainaii pre- cio natural o buenos precios, etc. En todo caso, ese precio natural o ese buen precio siempre será rentable, pero ¿pata quién? Para el vendedor, pero tambien para el comprador; para el coinprador y el vendedor a la vez. Vale decir que los efectos benéficos de la coinpeteiicia no se repartirán en forma desigual y nccesa- riaentre uno y otro, en provedio de uno y a expensas deotro. En cambio, el juego legítimo de la competencia natural, esto es, de la competencia en estado libre, iio puede sino redundar en un doble beneficio. 1.a oscilación del precio en torno del valor, esa oscilación que, como les mostré la vez pasada, según los fisiócratas, según Adam Smith;estaba garantizada por libertad de mercado, pues bicn, pone en funcionamiento un mecanismo de enriqueciniiento mutuo. Máxima ganancia para el.vendedor, mínimo gasto para los compradores. Eiicontrairios entonces esta idea, que se situará ahora en el centro del juego económico tal como lo definen los liberales, a saber, que de hecho el enrique;imiento de un país, conio el de un individuo, sólo piiede establecerse efecrivainente a largo plam

' y mantenerse gracias a un eiiriquccimiento mutuo. La riqueza de mi vecino me iinporra para nii propio enriquecimiento, y no en el sentido en que los mer- caririlistas decían que el vecino debe tener oro para comprarme mis productos, lo ciinl me permitirá empobrecerlo a la vez que me enriquezco. Es preciso que mi vecino sea rico, y lo sera en cuanto yo me enriqueua graciy a mi comercio, mi comercio muruo con 61. Por consiguiente, enriquecimiento correlativo, enri- quecimiento en bloque, enriqiiecimiento regional: o toda Europa será rica o toda Europa será pobre. Ya no hay más torta por repartir. Se ingresa a la era de tina Iiistoricidad económica que estará gobernada por un enriquecimiento, si no indefinido, al meiios reciproco por obra del juego mismo de la competencia.

Creo que aquí comienza a perfilarse algo muy importante y cuyas conse- cuencias, como bien saben, distan de haberse agotado. Se perfila algo que es una

nueva idea de Europa, tina Europa que ya no es en absoluto la Europa impe- rid y carolingia más o meiios heredera del Imperio Roinano y referida a estruc- turas políticas niuy especificas. Y tampoco es ya la Europa clásicade la balanza, del eqiiilibrio entre las fuerzas establecidas de tal manera que la f ~ i e m de uno jamás se imponga sobre otro de un modo demasiado determinante. Es unn Europa delenriquecimiento colectivo, una Europa como sujeto económico colectivo que, c~ialquiera sea la competencia que se produzca entre los EStados o, mejor, a rraves de la competericia misma que se da entre los Estados, debe avahzar por un camino que será el del progreso econóinico ilimitado.

Esta idea de un progreso que es un progreso europeo es, creo, un rema fiin- damental en el liberalismo y, conio verán, en el fondo provoca un coiiipleto derrumbe de los temas del equilibrio europeo, aun cuando no los haga desa- parecer del todo. A partir de esta concepción fisiocrática y de la perspectiva de Adam Smith, liemos salido de una concepción del juego económico como uii juego de suma cero. Pero, para que el juego económico ya no sea un juego de suiiia cero, es menester además que haya entradas permanentes y contiiiuas, En otras palabras, para que esa libertad de mercadoque debe asegurar el eiiri- qiiecimienro reciproco, correlativ6, más o menos simultáneo de todos los pai-

ses de Europa pueda actuar, para que esa libertad de mercado pueda desenvol- verse así según un juego que no es de suma cero, es preciso convocar alrededor de Europa y para todoel continente un mercado cada vez más extendido y, eii definitiva, la totalidad misma de lo que en el mundo puede ponerse eii el mer- cado. D e tal inodo, entonces, se invita a tina mundialización del mercado desde el momento en que se postula como principio, y rambiin como obje- tivo, que el enriquecimiento de Europa se alcance no gracias a la pobreza de unos y la riqueza de otros, sino por [un] enriquecimiento colectivo, y además indefinido. El carácter indefinido del desarrollo económico de Europa y, en con- secuencia, la existencia de un juego de suma no igual a cero, implica desde luego conlocar a todo el inundo en torno de Europa a intercambiar, en un mercado que'será el mercado europeo, sus propios productos y los productos europeos.

No quiero decir con esto, d u o está, que por primera vez Europa piensa en el mundo o piensa el mundo. Qiiiero decir, simplemente, que es quizá la pri- mera vez que Europa, en cuanto unidad económica, sujeto cconóiiiico, se presenta así al mundo o lo piensa coino su ámbito económico posible y nece- sario. Es la priinern vez que Europa, creo, se muestra a sus propios ojos conio

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74 NACIMIENTO DE LA BIOPOL~TICA CLASE DEI. 24 DE ENEItO DE 1979 75

u11 ámbito que debe tener el inundo por nicrcado indefinido. Ya no codicia simplemente todas las riquezas del mundo que relucíari en sus suetios o sus percepciones. Ahora se encuentra en un estado de enriquecimiento perrnaiienre y colectivo eii virtud de su propia competencia, siemprc que cl mundo eiitcro constituya su mercado. En suma, el cálculo de una balanza europea en la época del mercantilismo, la época de la razón de Esiado, la época del Estado de policía, etc., era lo que permitía bloquear las coiisecuencias de un juego eco- nómico que se concebía como finito.* Ahora, la apertura de un iiiercido inuiidial va apermitir que el juego económico no sea finito y, por consiguiente, que se eviten los efectos conflictivos de un mercado finito. Pero esta apertura al mundo del juego ecoiióiiiico iniplica desdc luego uiia diferencia de iiarura- leza y cstatus entrc Europa y el resto del planeta. Es decir que por un lado Europa y los europeos seriqlos jugadores y, piics bien, el iiiurido será la apuesta. El juego csrá en Europa, pero la apuesta es el niundo.

Me parece que aqiil tenernos tino de los rasgos fundamentales de ese nucvo arte de gobernar que se ajusta al problema del mercado y de sii veridicción. Por supuesto; los inicios de la colonización no están allí, en esa organización o, e11 codo caso, esa reflexión sobre la posición recíproca del mundo y Europa. La colonización había comenzado mucho tiempo atrás. No creo tampoco que allí se sitiie el cornieiizo del impcrialisnio en el sentido inoderiio o coiitciiiporáiieo del terniino, pues la formación de ese nucvo imperialismo se constata'proba- blemente más ádelante, en el siglo m. Digamos, no obstante, que allí tene- mos los inicios de un nuevo tipo de cálculo plarietario eri la práctica guberna- mental curopea. Y rne parece que podríamos encontrar unos cuantos signos de esa aparición de una nueva forma de racionalidad planctaria, de esa aparición de un nuevo cálculo de dimensiones mundiales. Me limito a cita; algunos.

Tomen, por ejemplo, la historia del derecho del mar en el siglo miir, el hedio de que, en términos de derecho interriacional, se procurara pensar el mundo o al menos el mar como un espacio de libre coinperencia, de libre circulación y, por ende, como una de las condiciones necesarias parala organización de un mer- cado niundial. Toda la historia de la piratería, la &mera conio fue a la v a uciii-

El manusairo agrega, en la p. 5: "al dcrener la partida cuando las ptididas y las pancias de las diferenm participaiites se alejan demasiado de la situacióii inicial (problema pascaliano de la interrupción dc la partida)".

zada, alentada, combatida, eliiiiiiiada, etc., podría aparecer asirnis~iio corno uno de los aspectos de esa elaboración de uii espacio planetario en función de una serie de principios de dcrecho. Digaiios que hubo uiia juridización del mundo que debe pensarse eii téhrninos de organización de uii riicrcado.

Un ejeiriplo más del surgimiento de una racionalidad gubernarnerital cuyo horiwiite es cl planeta entero: pues bien, los proyectos de paz y organización intirnacional en el sig16xviii. Si tomaiiioslos que existíati, pues los hubo desde el siglo M I , nos daremos cuenta de que, en esencia, todos esos proyectos de paz se articularori justamente con el equilibrio europeo, es decir, el balaiice exacto de las Fuerzas recíprocas entre los diferentes Estados, entre los diferen- tes ~ s t a d o s imporrant'es o entre las diferentes coaliciones dc Estados impor- tantes o entre los Estados,irnportantes y una coalición de pequetíos Estados, etc. A partir del siglo XVIII, la idea de paz perpetua y la dc orgaiiización interiia- ciorial se articulan, creo, dc una maiiera muy distinta. Lo que se invoca como garantía y fundaiiiento de una paz perpetua ya no es tanto la limiracióii de las fuerzas internas de cada Estado sino, más bien, el carácrcr ilimitado del mer- cado externo. cuan to iiiás grande sea el mercado externo, nienos fronteras y límites tendrá y m i + se garantizara con ello la paz perpetua.

Si tomamos, por ejcniplo, el texto de Kant sobre el proyecto de paz perpe- tua quedata de 1795,~ de los mo$eiitos finales del siglo XVIII, ericoiitranins u11 capltiilo que se titula "La garantía de la paz perpetua".' ¿Y cómo concibe Kant esta garantia de 1; paz pcrpctua? I'ues bien, se pregunta: en cl fondo, ;qué es lo que garantiza esta paz perpctua a través dc la hisroria y nos promete que algún día podrá efectivaiiiente tornar forma dentro del honibre?jla voluntad de los hombres, su eiitcndimierito rccíproco, las coiiibinacioiies políticas y diplo- niáticas que Iiayaii podido trazar, la orgariización de derechos que hayan esia- blccido eiilre ellos? Nada de eso. Es la naturaleza,' ací como en los fisiócratas

' Immaiiuel Kain, Zum ru,*cn F~icdcn, K6riigsbeig, Friedrich Nicoiavius, 1775;Akadeciiie, Aiisgabc, Berlin, G. Reimer, 1912, t. wii, pp. 341-386; trad. fr.: f io j~rdrpa~xp~rp¿n~c/ /e , trad. de J. Gibclin, ed., París, Vrin. 1984 (Foucaulr uriliwba la primera ediciilii de rsin irrduc-

cid", aparecida cn 1948) [trad. esp.: Lzpnzprrprtun, Madrid, &pasa-Calpc, 17991. ' /bid. (ed. francesa), prinier suplemento, "De la garanrie dc la paix perp¿tuclle", pp. 35-48. "b;d., 1,. 35: "E1 &aranre qiic proporciona Sra rrgr<"dnd[ganniíal es ni más ni meiios que

la gran artista lKünrt/crinl. la Natunlc~.a (untura dncdoln rcnzin), bajo cuyo ciirso mccáiiicu V E ~ O S brillar la firialidad.

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76 NACIMIENTO I)E LA HIOPOL~TICA

era esta la que garantizaba la buena regulación del mercado. ¿Y cómo garantiza la natiiraleza la paz perpetua? I'iies bien, dice Kant, es muy simple. La natura- leza tiene, de todos niodos, cosas absolutamente maravillosas, porque ha logrado, por ejemplo, dar vida no sólo a aniindcs sino incluso a gente en paises imposi- bles, completanieiite quemados por el sol o congelados por hielos ereriios? Y bien, pese a rorlo hay gente que vive en ellos, lo cual demuestra que no hay iin solo Iiigar del mundo donde los hotnbres iio puedan vivir.8 Pero para que pue- dan vivir, es menester además qiie puedan aliiiientarse, que puedan producir sus aiiinentos, que formen eii corijunto una organización socid [y] que puedan iiiter- cambiar siis productos entre ellos o con los hombres de otras regiones. Ia natu-

- raleza ha querido que el inundo entero y toda su superficie quedaran librados a una actividad econólnica que es la de la producción y el intercambio. Y a par- tir de ahí, la naturaleza prescribió al hombrc una serie de obligaciones que son para él, a la vez, obligaciones jurídicas,' pero que ella [le] dictó en cierta forma a escondidas, que ella de alguna manera marcó a fuego eii la disposicióti misnia de las cosas, de la geografía, del clima, etc. ¿Y cuáles son esas disposiciones?

En primer lugar, que los hombres, en forma iiidividual, puedan tener entre sí relacioties de intercambio basadas en la propiedad, etc., y es esto, esta prescripción, este precepto de la naturaleza, lo qiie los liombres retomarán c,ori el cniácter de obligaciones jurídicas, y teiidremos así el derecho civil.'0

Eii segundo lugar, la naturaleza quiso que los honibres se distribuyeran a travis del mundo en regiones distintas y tuvieran entrc ellos, en cada una de esas regiones, relaciones privilegiadas que no tendrlan con loshabitantes de las

' Immanuel Kaiir, Rojrtdrpn ir..., op. (ir , pp. 38 y 39: "Qucen los frías desierrosa lo largo de 10s Gires glaciales crezca aún el iiiurgo qiie el reno busca bajo la nieve, para servir n su vcz

dc dimetiio o vehiculo al osriaco y al ramoycdo; o qixc los dericrros de arena salina produzcan nmbi6ii el ~amrllo, qiie, en cierro modo, parece creado para perrnirir rccorrerlns I fin dc qiie iio pcrinanezcan inurilizados: he aqui algo quc p es digno de admira~i6n".

Ibid., p. 38: "[La primera dirporici6n pravisoria de la naruralcu consirre] cn haber prc- visro que Ins hombres pudicnli vivir en todos los Iiiprcs del miiiido'.

' Ibid.: "[la rcrccra dirposici6n provisoria dc la naruralera consirrc en] haber obligado [a los hntiibrcs] [...] a encablar relaciones mis o menos legales". Micliel Foucaulr omire el medio par el cual, segiin K a l i r , la naruraleza logró rus fines (tanto cl poblamieiira de regiones inhar- piralarias como el esrablecimicnro dc lazos jurídicos): la guerra.

' O Ibid., p,>. 43-46

CLASE DEL 24 D E ENERO D E 1979 77

demás zonas, y este precepto de la naturaleza fue retornado por los honibres eii términos de derecho al constituir Estados, Estados separados uiins de otros y que mantienen entrc sí una serie de relaciones jurídicas. Eso será el derecho internacional." Pero además, la naturaleza quiso que entre esos Estados exis- tieran no sólo relacioiies jiirídicas que garantizaran la independencia, sino tam- bién relaciones comerciales que atravesaran las fronteras estatales y, por consi- guiente, transforinaran en porosas, de alguna manera, las independericias jurídicas de cada Esrado.12 Esas relaciones comerciales recorren el mundo, así como la naturaleza quiso y en la medida misina en que quiso quc el mundo entero estuviese poblado, y esto constituirá el derecho cosmopolita o el dere- cho comcrcial.Y este edificio del derecho civil, derech; internacional, derecho cosmopolita no es otra cosa que la recuperación por parre del hombre, con la forma dc obligaciones, de lo que había sido un precepto de la na tu ra l e~a . '~ Puede decirse [entonces] que el dcrecho, en cuanto retoma el precepro natu- ril misino, podri prometer lo en cierto modo ya esraba esbozado desde el primer gesto de la naturaleza cuando pobló el mundo entero:' algo parecido a la paz perpenia. La paz perpetua está garantizada por la naturaleza, pesa gnran- tía se manifiesta en el poblamiento de todo el mundo y la red de relacioties comerciales qiic se tienden a través del planeta. La garantía de la paz pcrpetua es, en efecto, la planetarización comercial.

Habría que agregar muchas cosas, sin duda, pero eii todo caso responder de inmediato a una objeción. Cuando les digo que en ese pensamiento de los

" @id, pp. 46 y 47; "La idea del dcrecho dc genrer rupanc la separación [Ab~ondrnind de muchor'Errados vecinos, independicnrcs unos dc orros".

'' -id, pp. 47 y 48: "AS¡ como la Nnruralm separa rabiamcntc a pucblar quc la voluntad dc wds Escado, fund6ndorc incluso en los principios dcl derecho dc gcnrcs, querría de buena gtna rcuiiir por la arrucia o la vialriicia bajo su daminaci6n, así la niisiiia Naturaleza tambikn une, por otra parrc, a pueblos qilc la noci6n dc derecha coimopolira no habria protegida con- rra la violencia y Iñ guerra, por medio dc su mutiio intcr6s. Sc trata del rrpínni ~omrrcial que es inconipariblc coiilñ giicrra y que rardc o remprano re apodera dc cada pueblo".

l 3 Ibid., p. 43: "[la Naturalelal proporciona la garanrin de que aquello que el hombre dcbt- ría hacer según 1s lcycr de la libertad, pcro no hace, lo hard ilidudablemente sin que su liber- rad sufra por ello. gracias a una coacción dc la Naruralna y de conformidad con los rrcr aspcc- ros del derecho púhlico: drrrcho civil dccccho drgtt~rcry drncho comtopolirn".

Micliel Fouuulr agrega: ao promete ya.

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78 NACIMIENTO DE LA BlOPOLlTlCA ClASE DEI. 24 DE ENERO D E 1979 79

fisiócratas, de Adani Siiiitli, de Kant, de los juristas del siglo xvil l , tenel! los la ional,

manifestación de una nueva forma de cálculo político a escala internac n o pretendo decir de ningún iiiodo que por ello'desaparem cualquie. r otra

forma de reflexión, cálculo y análisis, cualquier otra practica gubernam ental.

Pues si bien es cierto que cn esa época se descubre algo así cotiio u11 me rcado

mundial y planetario, si se afirma en ese momento la posición privilegia da de "oca Europa con respecto a ese mercado niundial y también sc afirma en la 1- enri-

la idea de qiie la competencia entrc Estados europeos es un factor del queciinieiito coiiiún, claro está -la historia lo prueba por todos lados-, e so no

neta- quierc decir, sin embargo, que se ingrese a una era de paz europea y pld rización pacífica de la política. Después de todo, con el siglo x i x entrai nos a

-0116- la peor epoca de la guerra, las tarifas aduaneras, los proteccionismos c í micos, las economias nacionales, los nacionalismos políticos, las [más] gran- des guerras que el mundo haya conocido, etc. Creo, y esto es lo que d uería

inostrarles, que eri ese momento aparece sinipleinente cierta forma de refle- rra de ui611, aiiáliiis y cálculo, cierta forma d c anáiisis y de cálculo que se intep

algún modo a prácticas políticas que pueden obedecer perfecrameiite i Otro

tipo de cálculo, otraecónomíade pensamiento, otra práctica del poder I3dstaía con ver, por ejemplo, lo que pasó cn el momento del Tratado de Vicna de

%ep~e&e&ei*~~uetenern~sb\\ama<k~>tat~bn m h r\ara&ebvqeL durante tanto ticmpo se Iiabia buscado en los siglos xv i i y w i r i , a salidr, una balanza europea. ;De que se trataba efectivamente? Pues bien, sc trata ba d e poner fin a lo que se había presentado, coii Napoleón, como la rcsurrccciÓ" de la idea iniperial. Porque esa es, en verdad, la pradoja histórica de ~ a ~ " ~ ~ ~ ~ : si en el plano desu políticainterior -y esto es notorio en las in tc rvenc io~?~~ que hacía en el Consejo de Estado y la manera de reflexionar sobre su propiP p 5 - cica gubernanie~ital-'5 Napoleóri es manifiesta y completanietire hostil laldea

" Congreso qiic reunió en Viclia, de septiembre dc 1814 u junio de 1815, a las srandcs paiencias aliadas contra Francia (Rusia, Gran Brcrana, Ausrria y Prusia). La intcndión estabircer uiia paz duradera lucgo dc las guerras napolcónicas y rehacer e1 mapa p o ~ f ' ~ ' ~ de Eiiropa. Vtasc Charles K. Webstcr. Thhr C~on~rc~~ofViennd, 1814-1815, Lmddrcs y ~ue@*'''~, H . MilfordlOxford Univcrrir)> P r w , 1919; rccd. Lotidres,Tharnes and Hudson, 1963' ,

" Véansc Alfrcd Marquiscr, NnpoGoit ~t¿nogmphi¿nu ConrcillZrat, Parir, H . ~ h d " P ' ~ " ~ 191 3; Jean Bourdori, Nnpolioirnu ConreilL&or, norar y acra? inCdiiac de J e a n - G u i l i ñ i i i i ~ ~ ' * ~ ~ ' ~ '

secrerario gcncial del Consejo dc Errada, Paris, Bmger-Levraulr, 1963; y Charle> Duiai'"' ""-

de un Estado de policía, y su problema concreto consiste en saber c6nio liini- tar desdc adentro la práctica gubernamentd," puede decirse en cambio que en su política exterior es :ibsolutamentc arcaico, en la inedida en que quiso reconstituir d g o seiiiejaiite a la configuración imperial contra la cwd se había levantado toda ~uropadcsde el siglo m i . A decir verdad, parece que la idea imperial de Napoleón -si es cierto que se la puede reconstruir, pese al pas- moso silencio de los historiadores sobre el tema- respondía a tres objetivos.

Primero (y esto es algo que les dije elaño pasado, nie parecc),17 el imperio, en tdrminos de política interior -si se juzga de acuerdo con lo que los liistoria- dores y juriistas del siglo xvi i i dccían del imperio carolingio-," era la garantía de las libertades. Y se oponía a la nioriarquía, no como un plus de poder sino, al contrario. corno un tiietior poder y una menor guberiiainentalidad. Y por otro lado, el imperio era una mancra -probable~iieiite a partir de lo que coiisriruía el carácter ilimitado de losobjetivos revolucionarios, es decir, revolucionar el

drr sur k Coztrcil d'gtat n<rpol¿onicn, Paris, PUF, 1947; Lc Foncrionncmr»t du Conrril altar ,rnpol¿onirrz, Gap, Impr. 1.ouis Jcan. col. Bibliothkqiie de I'Uiiiversirt d'Aix-Maraiille, 1954, serie 1, y "Napoléon c t le Coiiseil d'trar pciidant la sccondc moiriC dc I'Empire", en EtrtdC, rr Bocumrnrr di< Conrrild%nr, núm. 22, 1969, pp. 269-285.

"Vease la enrrcvista dc 1982, '"Espace, s,avaii e: pouvoir", trad. del inglO (original: '"Spacc, . '-mubdogc~rlcpuvG ; e i i c 5 ~ z n ' ~ ; i r i a i ~ d ~ 2 ~ S J L i : c i N L : ~ L i ! ~ r Í ~ ~ . U > ? ~ ~ u r y ? Z 7 ~ ~ ~ n a a . esp.: "Espacio, saber y poder", en Pz~nro dr Virrn, 25 (741, dicicmhre dc 20021, donde Foiicaulr explica que Napoleón se sitúa "en el punto de ruptura eritrc la vieja organimcióii del Eriada dc policia del siglo m11 l...] y las formas del Errado rnodcrno, qiic el invcnró". Sin embargo, cii

Survcilkr rr Ptorirsituaba aúii al pcrsonajc napolcónico "eii el punto dc unión dcl ejercicio man6rquica y ritual de la sobcranln y el ejercicio jerárquico y perniancnrc dc la disciplina inde-

finid2 (p. 219; véase la cica exrraida de Jcan-Baprisrc lieilhard, Erpoi4 da mor$ &J loir rom- porant It codr drprocidure criminrllc~ Paris, s . e . , 1808, p. 14).

" Michel Foucault no aborda este puiito eii cl curso de 1978 sino eii el dc 1976, i l f i u r d'ndn la rociftf. "Courrnu ColligrdrFronrr, 1975-1976; ed. dc Mauro Bcrniii y Alesrandro Fontana, Parls, G~llimardISeuil, coi. Hautcs ctudcs, 1997, clase dcl 3 de marzo dc 1976, pp. 179-18 1 (a panir de Jeai-Baptisce Dubos, f f i ~ t o i n ririqzrr de l'¿mblllnncnt h & monarrhic fronfdisc dorir ks GauLr,Parú. Huari, 1734) (trad. esp.: D4ndcr [a rocichd Curro rti clCofbgc rzíFrancr (1975-197Q, Buenos Aires, Fondo de Cultura Econóinica, 20001.

l a Véasc, por ejemplo, Gabricl dc Mably, Obrrrvorion~ w r l%liinnire dr Frd'ranre, Ginebra, Compagnic des libraires, 1765, libro viii, cap. 7: "i[ ... 1 apareccri etiirc iiosoiros u n nuevo Carlomagno? Debcmos desearlo, pero iio podctnos esperarlo" (en Gabriel dc Mably, Srrr L? rhio-

rir dupar<voitpolitiqur, tcxror escogidos, Pnris, &irionr raciales, 1975. p. 194).

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80 NACIMIENTO DE LA ~IOPOL~TICA CLASE DEL 24 DE ENERO DE 1979 81

muildo entero- de retornar ese proyecto revoliicioiiario que acababa de irrum- pir eii Frmcia en 1792-1793, y de reroniarlo eri la idea -arcaica, en aquel rieinpo- de una dominación iniperial heredera de las formas caroliiigias o de la forma del Sacro Imperio. Esa mezcla entre la idea de uii imperio que inreriorrnenre garantiw libertades, de iin inilierio que sea la formalización europea del proyecto revolucionario ilimitado y, por últin~o, de un imperio que sea la reconstitiición de la forina caroliiigia o alemana o austriaca del iniperio, todo eso representa la especie de leonera que constirii).e la polirica imperial, la de Napoleón.

El I>rol>lenia delTrataclo de Viena era, por siipuesro, volver a cerrar en cierto modo esa falta de limitación iinl>erial. Era, desde luego, restablecer el eqiiili- brio europeo, pero, en el fondo,'coii dos objetivos diferentes: el austríacoy el iiiglés. ¿Cuál era el objerivo austríaco? Pues bien, reconstruir un equilibrio euro- peo en la forma antigua, la de los siglss,x~ii y xvilr. Hacer las cosas de tal modo que eii Europ? ningíiii país pudiese imponerse sobre los otros. Y Austria estaba absolutamenre compromerida con iin proyecto de esas caracterísricas, en la medida en que, al estar compuesta por una serie de Estados diferentes enrre sí y sólo organizados a la rnanera del viejo Estado de policía, iio tenia sino uri gobierno adiniiiistrarivo. Esa pluralidad de Estados de policía en el cota- zón de Europa implicaba que, en el forido, cl propio continente se configurara según el anriguo esqucmi de una mulriplicidad de Estados de policía cquili- brados entre sí. Europa debla conformarse a imagen de Austria para que la pro- pia Ausrria pudiese subsistir tal como era. Y en esa medida, puede decirse que para ~e t re rn ich" el cálculo del equilibrio europeo era aún y siempre el cálcu- lo del siglo xviii. Por el coiirrario, para Inglaterra,' ;que era el equilibrio euro- peo que buscó e impuso de común aciierdo con Austria en elTratadqdeViena? Era una manera de regioiializar'Europa, de liiiiitar, claro, el poder de cada uiio de los Estados europeos, pero para dejar a Inglaterra el papel político y econó- mico de mediador económico enrre el conririente y el mercado mundial, a fin de niundializar de algiin modo la economía europea a travh de la mediación,

19Klcnieiiz Wcnvl Nepomiik Lorhu. priii0pc de Mcncrnich-Wnncburg. Ilaniadn Mertcrnidi (1 773-1859), ministro de Rclacioncr Eneriorcs dc Aurrria durantc 91 Congreso de Viena.

W i~ian~ircriro precisa. en la p. 10: "Cñrrclrcagli' [l-leiiry RobenSrcwart Carelreagh (1762- IR22), minisrro rory de Relaciorics Exrcriorcr de Gran Breraña de 1812 2 1822, que tiivo un

psPd tscncial duranre el Congreso dcVirna al poner Frcno a lar ainbicioncr dc Rusia y I'riisia].

relevo del poder económico inglés. Aquí hay entonces u i i ~ l c u l o muy dis- to del equilibrio europeo, fuiidado sin duda en ese principió de Europa conio ;ión econ6mica particular frente a, o dentro de, un mundo que debía cons- uir para ella un mercado. Y el cálculo del equilibrio europeo hccho por ustrial* en ese misnio Tratado de Viena es del todo diferente. Advertiráti, es, que dentro de una realidad histórica única podemos iiiuy bien eiicori- r dos tipos de racionalidad y d e cálculo político enteramente distintos. Me he demorado eii esras especiilaciones. y aliora querría, antes de pasar al

álisis del liberalismo actual en Alemailia y en Arnirica, resutnir un poco lo e les decía acerca de esos rasgos fundamenralcs del liberalismo; del Iibera- moo, en todo caso, de cierto arte de gobernar que se perfila en el siglo xviii. Procuré, entonces, destacar tres rasgos: veridicción del niercado, limitación

ir el cálculo de la utilidad gubernamental y, aliora, posición de Europa mo región de desarrollo ecoiiómico iliinirado coi1 respecto a un mercado undial.'Esro es lo que llamé liberalismo.

;Por qu6 Iiablar de liberalismo, por qu t hablar de arte liberal de gobernar, ando es muy evidente que las cosas que mencioiié y los rasgos que traté de halar indican, en el fondo, un fenómeno mucho mis general que la pura y -np1edoctrina económica, la pura y simple doctrina política o la pura y sim- e elecci6ri económico política del liberalismo en sentid? estricto? Si vamos I poco más lejos y retomanos las cosas desde su origen, veremos que lo que .mcteriza ese nuevo arte de gobernar del que les hable serla más bien el natu- lismo que el liberalismo, en la medida en que, en efecto, la libertad aludida Ir los fisiócratas, por Adam Smith, erc., es mucho más la espontaneidad, la iecánica interna e intrínseca de los procesos económicos que una libertad rídica reconocida corno tal a los iiidividuos. Y aun en Kant, que, a pesar de ido, iio es tan economicista -por el contrario, se trata mucho más de un jurista-, rmos visto que la garantía de la paz perpetua no es el derecho sino la narura- za. D e hecho, lo que coniienza a dejarse ver a mediados del siglo XVIII es algo :mejante a un naturalismo Y sin embargo, creo que puede ablarse de liberalismo.También podría decirla -pero, en Fin, yavolveré a eswZ0 ue esre natiiralisnio que a mi juicio es básico o en todo caso originario en ese

' Michd Foucaulr. lnglatcrn. 20 Mich~! Foucaulr no vi,elvc a roca' el rema durintc cl curso.

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82 NACIMIENTO DE IA BIOPOI.~TICA

arte de gobernar aparece con muclia claridad en la concepción fisiocrárica del despotismo ilustrado. Ya lo retoniar.4 con mayor extensión, pero, para decirlo en pocas palabras, cuando los fisiócratas descubre11 que hay, efectivamente, me-- nisiiios espoiitátieos de la ecoiioinía que todo gobierno dcbe respetar si iin quiere provocar efectos opiiestos y basta contrarios a sus objetivos, {qué consecucn- cias deducen? ¿Que es tiecesario dar a los hombres la libertad de actuar como quieran? ¿Que los gobiernos deben reconocer los dereclios naturales, fuiida- mentales, esenciales de los individuos? ;Que el gobicrno dcbc scr lo mcnos auto- ritario posible? E n absoluto. Lo que los fisiócratas deducen de ello es que el gobierno tiene el deber de conocer esos iiiecatiisnios econóiiiicos e11 su iiarura- lcza íntima y compleja. Y una vez que los conoce, debe, claro está, comprome- terse a respetarlos. Pero respetarlos no quiere decir que va a dotarse de una base jurídica respetuosa de las libertades individuales y los derechos hndaiiicntales de las personas. Querrá decir, seiicillamente, que va a armar su polltica con un conociiniento preciso, continuo, claro y distinto de lo que sucede en la socie- dad, lo que pasa en el mcrcado, lo que pasa eii los circuitos ecoiióniicos, de modo que la limitación de su poder no provcndrá del respeto por la libertad de los individuos, sino siinplemente de la evidencia del análisis ecoiióiiiico que cl

sabrá respetar." El gobicrno se limita por la evidencia, no por la libertad de losindividuos.

Por lo tanto, lo que vernos aparecer a mediados del siglo xviii es mucho más un naturalismo que uii liberalismo. Peio creo, no obstante, que podemos utilizar la palabra "liberalismo". en la medida.eri que la libertad está, de todos modos, en el centro de esta práctica o de los problcmas que se le plantean. En cfecto, me parece necesario ponerse de acuerdo. Si se Iiabla de liberalismo con refereiicia a ese nuevo arte de gobernar, esto no quiere decir* que se =te pasando de un gobiernb que era autoritario en el siglo m i l y principios del siglo m i 1 1 a uii gobierno que se vuelve más tolerante, laxista y flexible. No quiero decir que no sea así, pero tampoco que sea así. Me refiero a que una proposición corno esa no puede tener, a mi juicio, demasiado sentido Iiistórico o polirico. No

'' Sobre erra evidencia como principio de rutolimitñcióii gubcrnameiiral, "Case Michcl Foucaulr, S!n<rirC, rrrriroim. .., op. cit., clase del 5 de abii de 1978, p. 361 [trad. esp.: ~&widod rerritorio. .., op. cit., p. 4041.

Michcl Fai~caulr agrega: no dcbe entcodcise.

CLASE DEL 24 VE ENERO DE 1979 83

decir quela cantidad de libertadauiiientó entre principios delsiglo xvii iy, diga- mos, el siglo xo<. Y no lo dijc por dos razones, una dc hecho y orra de método y de principio.

Una de hccho, porque jtiene muclio sentido decir, o simplciiiente pre- guntarse, si una inonarquíá administrativa como, por ejemplo, la que cono- ció Francia en los siglos xv i i y XVIII, con,todas sus grandes inaqiiinarias pcsa- das, torpcs,sin flexibilidad, con los privilegios esratutarios que estaba obligada a reconocer, coi1 la arbitrariedad de las decisiones puestas en manos de unos y otros, cori todas las lagunas de siis instruiiientos ... tiene algún sentido decir que esta nionarquía adininisrrariv;~ perinitía iiiás u meiios libertad que un r4gi- meii liberal, digamos, pero que se atribuyera la tarea de hacerse cargo cii forma continua y eficaz de los individuos, de su bieiiestar, su salud, su tra- bajo, Su iiianera de ser, su manera de coiii1~'ortarse y hasta su manera de inorir? No creo, entonces, Que tenga muclio sentido calibrar la cantidad de libcrtad

e entre un sistcnia y otro. Y no se advierte qué tipo de demostracióri, qiié tipo de calibre o medida podría aplicarse.

Y esto nos conducc a la segunda razSn, que a rni entender es inás funda- mental. Es que rlo dcbe considerarse que la libertad sea un universal que prc- senre, a travb del tiempo, una cons.umacióii gradual o variaciones cuantirati- vas o aniputaciones iriás o nieiios graves, ocultainieiitos más o iiienos importantes. No es uii universal que se particularice con el tiempo y la geo- grafía. La libertad no es una superficie en blanco que renga aquí y allá y de tanto en tanto casillas negras iriás o nicnos numerosas. La libertad iiuiica es otra cosa-pcro ya es mucli+ que una relación actual entrc goberii:iiires y gober- nados, una relacióii en que la medida de la "dcniasiado poca"* libertad cxis- rente es dada por la "aún más"" libertad qiie se deiiiaiida. De manera que, cuando digo "liberal","' no apuriro entonces a una foriiia de gubernameiita- lidad que dcjc más =asilleros en blanco a la iibertad. Quicro decir otra cosa.

Si empleo el término "liberal" es ante todo porque a t a práctica guberna- mental que comienza a csrablecerse no se conforma con respetar tal o cual libertad, garantizar tal o cual libertad. Más profundairiente, es consumidora

' Enrrc comillas en cl manurcriro, p. 13. -+ Etirre comillas en el maniiscri~u, p. 13.

# * e Entre coniillastn cl inia<iuscriro, p. 13.

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84 NACIMIENTO DE LA BLOPOI.~TICA CLASE DEL 24 DE ENERO DE 1979 85

de libertad. Y lo es en la medida en que sólo puede funcionar si hay efectiva- rnente una serie de libertades: libertad de mercado, libertad del vendedor y el comprador, libre ejercicio del derecho de propiedad, libertad de discusión, even- tualniente libertad de expresión, etc. Por lo tanto, la nueva razón gubernamental tiene necesidad de libertad, el nuevo arte gubernamental consunie libertad. Consume libertad: es decir que está obligado a prodiicirla. Está obligado a p~oducirla y está obligado a organizada. El nuevo arte gubernamental Se pre; scntará entonces como adminisrrador de la libertad, no en el sentido del iinpe- rativo "sé libre", con la contradicción inn~ediara que puede plantear. El libera- lisino no formula ese "se libre".El-Iiberalismoplaiitea simpleinente losiguiente: voy a producir para ti lo que se requiere para que seas libre. Voy a procurar que tengas la libertad de ser libre. Y al mismo tiempo, si ese liberalismo no es tanto el imperativo de la libertad como laadministracióri y la organización de la'; con- diciones en que se puede ser libre, verán con claridad que en el corazón mismo de esa práctica liberal se instaura uiia relación problemática, siempre diferente, siempre móvil etitre la producción de la libertad y aquello que, al producirla, amenaza con limitarla y destruirla. El liberalismo, tal como yo lo entiendo, ese liberalismo que puede caracterizarse como el nuevo arte de gobernar confor- mado en el siglo xviii, itnplica iri sii esencia uiia relación de producción/des- trucción [con]* la libertad [...l.** Es preciso por un lado producir la libertad, pero ese mismo gesto implica que, por otro, se establezcan limitaciones, con- troles, coerciones, obligaciones apoyadas en amenazas, etcétera.

Hay ejemplos de ello, como es obvio. La libertad de comercio es necesaria. p o r supuesto, pero jcómo podrá ejercersela concretamente si no se controla, no se limita, no se organiza toda una serie de cosas, de medidas, de prevencio- nes, etc., que eviten los efectos de la hegemonía de un país sobre los otros, una hegemonía cuyo efecto sería justamente limitar y restringir la libertad de comer- cio? Esa es la paradoja con que van a tropezar todos los paises europeos y los Estados Unidos desde principios del siglo XIX, cuando, convencidos por los eco- nomistas de fines del siglo anterior, los gobernantes quieran hacer reinar el orden de la libertad coniercial y se topen con la hegemonía británica. Y para salvar la

Manuscrito, Michel Foucault: con rcrpccro a. " Pasaje inaudible en la grahaci6n: l...] una relaci6n [...] de canrumolanulaci6n de la

liherrad.

libertad de comercio, los gobiernos norteamericarios, por ejeniplo, que sin embargo se valieron de ese problema* para rebelarse contra Inglaterra, cstable- cerán desde comienzos del siglo XIX tarifas aduaneras proteccionistas para poner a salvo una libertad de comercio que la hegemonía inglesa compromete, Lo rnisti~o sucede coi1 la libertad de mercado interno, claro, pero además es iiece- sario, para que haya mercado, que no sólo hay1 un vendedor sino tanibién un conlprador Necesidad, por consiguiente, si hace falta, de sostener el mercado y crear compradores por medio dc mecaiiismos de asistencia. Para que haya libertad de mercado interrio no debe haber efectos monopólicos. Necesidad de una legislación antimonopolista. Libertad del mercado de trabajo, pero es pre- ciso asimisnlo que haya trabajadores, un número baitante grande de trahaja- dores, lo suficientemente competentes y calificados, y que carezcan de arrnas políticas para que no puedan ejercer presión sobre el mercado laboral. Y aquí tenemos uiia especie de bocanada de aire para una enorme legislación, titia enorme cantidad de intervenciones gubernamentales que serán la garantía de la producción de la libertad necesaria, precisamente, para gobernar.

A grandes rasgos, si quieren, la libertad de comportamiento en el regimen liberal, en el arte liberal de gobernar, está implicada, se la invoca, se ln nece- sita y va a servir de regulador?, pcro además es preciso producirla y organizarla. Por lo tanto, la libertad en el regimen del liberalismo no es un dato previo; no es una zona prefabricada que haya que respetar o, si lo es, sólo lo es parcialmen- te, regionalinente, en tal o cual caso, etc. La libertad es algo que se fabrica a cada instante. El liberalisiiio no es lo que acepta In libertad, es lo que se pro- pone fabricarla a cada momento, suscitarla y producirla con, desde luego, [todo el conjunto]"* de coacciones, problemas de costo que plantea esa fabricación.

¿Cuál va a ser entorices el principio dc cálciilo de ese costo de producción de la libertad? El principio de cálculo, por supuesto, es lo que llamamos segu- ridad. Es decir que el liberalismo, el arte liberal de gobernar, se verá forzado a determinar con exactitud en quC medida y hasta qué punto el interes iiidivi- dual, los diferentes intereses, individuales en cuanto divergen unos de otros y evenmalinente se oponen, no constituyen un peligro para el interes de todos. I'roblema de seguridad: proteger el inreres colectivo contra los intereses indi-

' Michcl Foitcault: de la lihcrrad de comercia ** Conjcnira. I'alahras inaudihles.

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8 6 NACIMIENTO DE LA BIOIJOLfTICA

viduales. A la inversa, lo mismo: habrá que proteger los intereses individuales contra todo lo que pueda aparecer, en relación con ellos, como una intrusión procedente del interés colectivo. Será menester además que la libertad de los procesos económicos no represente un peligro, un peligro para las empresas, un peligro para los trabajadores. Y la libertad de estos últirnos no debe con- vertirse eii un peligro para la cmpresa y la produccióri. Es necesario qiie los accidentes individuales, todo lo que puede suceder en la vida de aIgui&i; sc trate de la enfermedad o de lo que llega de todas maneras y quc es la vejez, no constituyan un peligro tanto para los individuos como para la sociedad. En resuiiien, a todos esos imperativos -velar por que la mecánica de los iritereses n o genere peligros, ya sea para los individuos o para la colectividad- dcbcn res- ponder las estrategias dc seguridad que, en cicrto modo, son el reverso y la con- dición misma del liberalismo. La libertad y la seguridad, el juego entre uiia y otra, es eso lo que está eii el corazón mismo de esa nueva razón gubeinamcn- tal cuyas características generales les he presentado. Libertad y seguridad: esto animará desde adentro, para decirlo de alguna manera, los problemas de ¡o que Ilaniaréla economía de poder propia del liberalismo.

En líneas gcnerales podeiiios decir lo sigiiienie: en el antiguo sisteiiia polí- tico de la soberanía había entre el soberano y el súbdito toda una serie de rela- ciones jurídicas y económicas que cotnpromctían y hasta obligaban al primero a proteger al segundo. Pero, en cierto sentido, esa protección era exterior. El súb- dito podía pedir a su soberano que lo protegiera contra el etieiiiigo cxterno o contra el enemigo interno. En el caso del liberalismo las cosas son muy distin- tas. Lo que debe asegurarse ya no es úniwrnenre esa suerte de protección cxte- rior del individuo. El liberalismo participa de uiimecanismo en el que tendrá que arbitrar a cada instante la libertad y la seguridad de los individuos alrede- dor de la noción de peligro. En el fondo, si por un lado (es lo que les decía la, vez pasada) el liberalistno e; un arte de que en lo hindaiiiental mani- pula los intereses, no puede -y ésta es la otra cara de la moiieda- manipularlos sin ser al misino tiempoel administrador de los peligros y de los mecanismos de ~e~uridadllibertad, del juego seguridad/liberrad que debe garantizar que los iridividuos o la colectividad estén expuestos lo iiienos posible a los peligros.

Como es natural, esto entraña una serie de consecuencias. Puede decirse que, después de todo, la divisa del liberalismo es "vivir peligrosamcnte". "Vivir peligrosaiiiente". esto es, que los individuos se vean a perpetuidad en una situa-

CLASE DEL 24 DE ENERO DE 1979 87

ción de peligro o, niejor, estén condicionados a experinientar su situación, su vida, su presente, su futuro, como portadores de peligro. Y esa especie de estí- iiiulo del pcligro va a ser, creo, una de las principales iniplicaciones del libera- lisnio. En efecto, en el siglo xix aparece toda uiia educación del peligro, toda una cultura del peligro que es muy diferente de esos grandes sueños o esas gran- des anieiiazas apocalípticas como la peste, la muerte, la guerra, de las qiie se , alinierit'iba'la irriaginacióh Política y cosmológica de la Edad Media e iiicluso del siglo XVII. Des:iparición de losjinetes del Apocalipsis y, al contrario, apa- rición, surgimiento, invasión de los peligros cotidianos, peligros cotidianos per- petuanieiiie animados, reactiializados, puestos en circulación, entonces, por lo que podríamos Ilainar la cultura del peligro en el siglo ~ u c y que tiene toda una serie de aspectos. Tómese, por ejemplo, la campaña de coinienzos de csc siglo sobre las cajas de ahorro;22 véase la al~aricióii de la literatura policial y el interks periodístico por el crimen a partir d c inediados del siglo XIX; véanse todas las campañas relacionadas con la enfermedad y la higiene; miren tam- bien todo lo que pasa en torno de lascxualidad y del miedo a la degeiiera~ióo:~' degeneración del individuo, de la familia, de la raza, de la cspccie liuinaria. Por último, venios en todas partes esa estimulacióri del temor al peligro que cn cierto modo es la condición, el corrclato psicológico y cultural interno del liberalisino. No hay liberalismo sin ;ultura del peligro.

La segunda coiisecuencia, claro, de ese liberalismo y del m e liberal de gober- nar a la formidable extensión de los procedimientos de control, coacción y coer- ción que van a constituir la contrapartida cl contrapeso de las libcrrades. He insistido bastante cii el hechode que esas famosas grandes rkciiica disciplina- rias que se hacen cargo del comportaniieiito de los individuos diariamente y hasta en el ~iiás fino de los detalles son exactamente contemporáneas, en su desa- rrollo, en su explosión, en:su diseminación a rravés de la sociedad, de la era de

. .

"La primera caja de ahorro, coiicebida como un reirledio preventivo de la iniprcvisi6ri de las clases inferiores, sc hnd6 en Parir eii 1818. Viasc Robcrr Castcl, LerAf¿rdmorphorrrd~ h q ~ ~ t i o n rocialr, I'arir. Fayard, 1995; recd. Paris, Gallirnard. col. Folio Esrair, 1999, pp. 402 y 403 [trad. esp.: LN mrtamo$~ir & Li cucrridn rocinl Bucnos Aires, Paidds, 19971.

Vease Michcl Foucaulr, LrrA>iomnu. Courr au ColOgr de Francr, 1974.1975, d. de Valerio Marchetti y Anronella Salomoni, Parlr, Gallirnard/Seuil, col. Hauter gtudes, 1999, del 19 de marro de 1975. pp. 297-300 [trad. ?p.: Lo, anomnh. Curro en c l C0Il2~c drFrs;cr (1974-19751. Buenos Aires. Fondo dc Cultura Econdmica. 2000, pp. 292-2951,

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las liberta de^.'^ 1.ibertad econóinica, liberalisino en el seiirido que acabo de decir y tPciiicas di~ci~liiiarias: tambi6ti aqiií las dos cosas están perfectamente ligadas. Y ese famoso panóptico que al principio de su vida, bueno, en 1792-[17]95, Bentliam preseriraba como el proccdimierito mediante el cual iba a poderse, en el interior dc determinadas iiistitticioiics corno las escuelas, los talleres, las prisiones, vigilar la conducta de los individuos y aumentar la rentabilidad y basta la productividad de sii actividad,25 al final de su vida, en el proyecto de codificación general de la legislación inglesa,2"o prescntó como la fóriniila

" Sc iecordard quc, cl ano mrcrior, FouCaulr corrigiá su análisis previo de las rclacioner cnrre récriirar disciplii?ariasy lihcrrades individiinlcr (vtaseMichcl Fo:aiicaulr, Simriti, rmiroirc .... op. cir, dase del 18 de enero de 1978, pp. 49 y 50 [rrad. esp.: Seguridad, ttrritoeo ..., op. rir, pp. 70 y 711). El prercnre placiieo sc inscribe en la prolongación de esa recriiiiici6n. quc hace de la libcr- rad "cl wrrelaro [...] de los dirposirivos de seguridad".

F i oportuno rccordaiquccl panóptico ocarn de iiirpecci6n no consriruye un nicro modelo deorgaiiiracián penirenciaria. sino "la idcadc un nuevo principio de conrtrucci6n" capazdcapli- carre a toda clase de errsblcciiiiicnrar. Vtarc cl iirulo completo de In primera Cdicióri: Pnnopricon. or rhr Inrprrtiorr-Hotirr Coiztirining, rhr idra "fa nru~principlr ofconinr<rtion qplirablr io i q rorr nf rrtnblirlimtrir, in uiliicliprrron, ofnny drrcriptio>i a,r to be krpr iindrr iniprciion; nnd inpnrricu- Ihr rop~nirenrialll>y-h~urr~, pri~otts, hotlirr ofindirrrv siork-hotucr. por-hower, r.mnn~rfirtori~r, d. hourri, kzurnnor, ho rpk l . andrrhool; ioirliapkzn odnpredro rhrpriizriplr, Diihlin,Thom~s Byrne, 1791 (T/x \W~rk~ofj Brnthnm =d. de Jolili Howring, Ediinhilrgo, W.Tair, 1843. r. iv, pp. 37-66) [rrad. esp.: El'IPn»dprico, seguido de "El ojo del poder", ciiirevirra con Michel Foucaulr, Madrid, Ediciniics de la Piqueta, 19891. Vtase la rraduccinn rraricera de M. Sissiing dc lar 21 crrtar puhlicadis cn Duhlín y Londres en 1791, que constituyen la primera parrc del Pandpnco, en

Jercmy Benrham, LrPanoptiqur, París, Belfond, 1977, pp. 97:168 (sohrc todolar arras 16 a 21). El rirulo de la rradiiccibn francesa de 1791 (que no incluyc lar carras) era menos explicito: Panopriqur. Mlmoin rur rin noaurnt<prin"paporir ronrtruire dri rnoiiom dinjotrrion, cr nommi- mrntdt, mnironrdrforc, París, Imprimeric narionalc, 1791. Vtase Michcl Foucaulr, Le Pouvoir p'ychinBqtrr Courrau CoII~c&finnrr. 1973-1974, d. de Jacques Ingrange, París, Gallimard/Scuil. col. I-lñutes~rudcr, 2003, dasc del 28 de navieilibre dc 1973, pp. 75 y 76 [trad. esp.: Elpode priqr<iAwico. Ctmo en rl C ~ l l > ~ c d r h n c r (1973-1974). Fonda dc Cultura Económica, 20051,

''Sin duda, Foiicrilli se reficrc al ~ o ~ t i n ~ r i o r u ? / ~ o r L . induido cn Jcrcmy Bcnthk; Thr ~ o l k s . . ., v. cit., t. ix, 1849 (reed. ñ cargo deFrrdcrickRosen yJames I-lendenon Burns, Oxford, Clarcndon P m , 1983). aunque no se rnie, propiamcnre hablando. druns codifiaci6n dela lcgklacibn ingles. En efecto, en crc libro, cuya ginesir rc remonra a la dtcada de 1820 ("tase Cod$crntion Ropornl Addwiird ro AllNnrioni Pmji~ivg Lib~ml Opinioni, Londra, J . M'Crccry, 1822) y cuyo ~prinier volumcii apñreci6 en IR30 (Conrtimtionril Codrfor Urr ofAllNntionr nndGoucrnmrnrr Pmfssing Libtml Opinioi~ Londrcr, R. Hcward), Benrhñm dcrarrollá su reoria dcl gobierno liberal.

del gobicriio en su totalidad, diciendo: el panóptico es la fórinula misma de un gobierno liberal," porque, cn cl fondo, ;que debe hacer un gobierno? Debe dar cabida, por supuesto, a todo lo que puede ser la mecánica natural de los co~n~or tamientos y la producción. Debe dar cabida a esos myanismos y no debe tener sobre ellos, al menos en primera instancia, ninguha otra forma de intervención salvo la dc la vigilancia. Y el gobierno, limitado eti principio a su fiiiición de vigilancia, sólo deberá intervenir cuando vea que algo no pasa como lo quiere la mecánica general dc los coinportamienros. de los inter- cainbios, de la vida económica. El panoptismo no es uiia iiiecánica regional y limitada a instituciones. El panoptismo, para Bentham, es sin duda uria fór- mula política general que caraCteriza un tipo de gobierno.

La tercera consecuencia (la segunda es la conjunción entre las disciplinas y el liberalismo) es la aparición, tambien en ese nuevo arte de gobernar, de rneca- nismos cuya función consiste en producir, insuflar, incrementar las libertades, introducir un plus de libertad mediante un plus de control e intervención. Es decir que en este caso el control ya no se limita a ser, como en el caso del panop- tismo, el contrapeso necesario a la libertad. Es su principio motor. Y en este punto encontrariarnos asimismo muchos ejemplos, aunque sólo fuera, entre otros, lo que pasó en Inglaterra y los Estados Unidos durante el siglo XX, digamos en la decada de 1930, cuando, con el desarrollo de la crisis económica, se advirtieron de inmediato no sólo sris consecuencias económicas sino sus consecuencias

"Al parecer, la fase no es de Bentham. pero traduce la inrerpretacihn basranrc libre que

Foucault Iiacc de su pcnramic~iro ec?n6mico politico luego de 181 1 (fecha del fracaso del pro- yecto de pan6ptico). En apariencia, Foucaulr efwnia aqui una slnrcsis entre la disrincihn ngrnáu'non agcnrla. n r i u veces recordada en el cuno (danrc clases del 10 de enero, mpm. p. 28; 14 de febrero, infia p. 163, y 7 de mano de 1979. infm, p. 230), y cl principio de inspecci611, es decir, de vigilancia, aplicado al gobierno. En cl Conrriturionlrl Co&, no obstante, es el gobierno mismo cl que consriruye cl objero de esa inspecci6n por parre del "tribunal de la opini6n pública" (vtasc ya Michcl Fouc~ulr, Le P ~ i ~ v o i r p ~ ~ c h i n r N ~ r r a ; . . , op. cit, clasc dcl 28 dc ~ioviembie de 1973, p. 78, con rcfcrenciaa la democrarizacián dil ejercicio del poder regiin CI dispositivo del panhprico: hincapit cn la visibilidad, no cn cl control por medio de la "publicidad".) I'or otra

psrrc. no exisrc la ccrrua de que Rentham. ranio cn sur escritor ccon6micos como en el Conrtiti<tionn/ Codr. rc mucrrrc partidario del h i m - f i i r r econ6mic0, cama lo sugierc aqui Foucaulr ("tase L. J . Humc. "Jeremy Bentliam and thc ninercenth-cenrury revolurion iti goverli- inenr", eii Thr HirroricnlJournal 10 (3), 1967, pp. 361-375). Cor6jeiire, no obrrantc. los rponre acta definidos en el texto dc 1801-1804 (véase mpm, clasc del LO de cncrn de 1979, nora 9).

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políticas, y se vio en ellas un peligro para ciertas libertades consideradas funda- iiientales. Y la política del welfarepuesta en vigencia por Roosevelt, por ejem- plo, a partir de 1932," era una manera de garantizar y producir, en una situa- ción peligrosade desenipleo, más libertad: libcwd de trabajo, libertad de consumo, libertad política, etc. ;A que precio? Al precio, justamente, de toda una serie dc intervenciones, intervenciones artificiales, voluntariaas, intervenciones econó- micas dircctas en el mercado que constituyeron las niedidns fundamentales del welfare [y] que desde 1946 -e incluso, por otra parte, desde el principio- serian caracterizadas coino amenazas, en si mismas, de iiii iiuevo dcspotisnio. En ese caso las libertades deniocráticas sólo se garantizan poi inedio dc un iiiterven- cionismo económico denunciado coino u i ~ a amenaza para ellas. De modo que llegamos, si se quiere -y este es otro punto quc tanbiéii Iiabrá que tener pre- sente-, a la idea de quc cse arte liberal de gobernar, en definitiva, introduce de por sí o es víctima del interior [de]' lo que podriatnos llamar cnsis de guberna- nientalidad. Se trata de crisis que pueden deberse al auniento, por eje~iplo, del costo económico del ejercicio de las libertades. Miren, por cjetnplo, los textos de la [liila~er$?~ de los idtimos años y verán que se intentó proyccrar en el plano ecoiiómico del costo lo que habían constituido los efectos de la libertad polí- tica. Problema, por lo tanto, crisis, o si lo prefieren conciencia de crisis, a partir de la definición del costo económico del ejercicio de l., libertades.

Podernos tener otra forma de crisis que, por su parte, se deberi a la infla- ción de los mecanisnios compensatorios de la libectad. Es decir quc para el ejer- cicio de ciertas libertades, como, por ejemplo, la libertad de mercado y la legislación antirnonopolista, podremos constatar el surgimiento de una corta- pisa legislativa que los participantes en el mercado cxperimentarán coiiio uri

SC rrara, desde luego, del progrania cconórnico y social de lucha conrra la crisis - 1 N w por Frinklin D. Roorevclr inmcdiaramcnte despues dc su clecci6ii como prc-

~ i d ~ ~ r e de los Lrados Uriidos en noviembre dc 1732. ' Michcl Faucauli: por. l9 Micliel Foucault: "la Tricanrincnnl". Creada cn 1973, la Trilarerñl Commission que

rcuniñ a repicrentaiites dc America del Norte (Errados Unidos y Canadá), Europa y rl Japón, cenia par ~hjcrivo el fortaleciiiiieiito de ia coopcracióri ciirre eras tres grandes zonas frente a los iiucvnr desafiar del Final del siglo. "Tricontinenral", en cambio. u el nombre de la conferencia convocada por Fidcl Casrro en La Habana de dicicmbrc de 1965 a eiiero de 1966, a fin de pcr- i i i i r ir cl debarc entre lar organilacioncs rcvalucianarias del Viejo y el Nuevo Mitndo.

exceso de inte~encionismo y un exceso de coacciones y coerción. En uii nivel mucho más local tenemos lo que puede aparecer como revuelta, iiiiolcrancia disciplinaria. Por últiiiio, y sobre todo, tenemos procesos de obstrucción que Uevan a los mecanismos productores de la libertad, los mismos que se han invo- cado para asegurarla y fabricarla, a generar de hecho efectos destructivos que se imponen incluso a10 que producen. Ése es, si se quiere, el equivoco de todos eso$ diipositLvos que podriamo; calificar de "liberógenos",* todos esos dispo- sitivos destinados a producir la libertad y que, llegado el caso, corren cl riesgo de producir exactamente lo contrario.

En eso consiste'precisarnente la crisis actual del liberalismo, es decir que el conjuiito de los niccanisiiios que dcsde los años 1925, 1930, inceiiiaron pro- poner fóriiiulas económicas y politicas que dieran garantías a los Estados coii- rra el comunisnio, el socialismo, el nacionalsocialisrno, el fascismo, csos iiicca- nisnios, garantías de libertad, establecidos para producir ese plus de libertad o, en todo caso, para reaccionar ante las amenazas que pesaban sobre ella, fue- ron en su totalidad del orden dc la intervención económica, es decir, dc la obstrucción o, de uii modo u otro, dc la iiitervericióii coercitiva en el donii- nio de la práctica econónlica. Si se trata de los liberales alemanes de la Escuela de Friburgo a partir dc 1927-1 1 9]303' o dc los liberales iiorteamericanos actua- les llamados libertarios?!. tanto en un Caso Como en otro, el elemento a partir del cual hicieron sii análisis, lo que sirvió como puiito de aiiclaje de su pro- bleiria, es el siguiente: para evitar csa nienor libertad que ciitraiíarla el pasaje al socialismo, al fascisiiio, al nacionalsocialisino, se establecieroii iiiecaiiisiiios de inrervciición económica. Miora bien, csos mecaiiisiiios de intervención eco- nóriiica jno introducen precisaniente, de manera subrepticia, tipos de intcr- vencióri?, jno introducen modos de acción que son cii sí riiisiiios al menos tan coniproinetedoresparn . .. La libertad corno esas formas políticas visibles y manifiestas que se quierc evitar? En otra? palabras, l a intervenciones del tipo de Keynes estarán indudable y absoliitamente en el centro de esos diferentes debates. Puede decirse que alrededor dc Keynes,32 alrededor de la polirica

' Enrrc catiiillas cn el niaiiurcrito. 10Véasc i n z clases del 31 dc cncro y dcl 7, el 14 y el 21 de fehrcro de 1779. " V h e i+, daser del 14 y e1 21 dc mano de 1979. "Véasc infrn, clase dcl31 de enero de 1979, iiora 10.

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económica inrervencionista que se perfeccionó entre 1930 y 1960, inmedia- tamente antes e inmediataiiiente después de la guerra, todas esas intervencio- nes indujeron algo que podemos denominar crisis del liberalismo, y es esa cri. sis del liberalisnio la que se nianifiesta en una serie de nuevas evaluaciones, nuevas estimaciones, nuevos proyectos en el arte de gobernar, formulados en Alemania antes de la guerra e inmediatameiire despues de esta, y formulados en Norteariitrica en nuestros dlas.

Para resu~iiir o concluir, me gustaria decir lo siguiente: si bien es cierro que el niundo conteinporáneo, o, en fin, el mundo moderno desde el siglo XVIII, fue atravesado sin cesar por cierta'cantidad de fenómeiios que podemos llamar las ctisis del capitalismo, jno podría dec&etambién que &stieroi lar crisis del liberalismo, que no son, desde luego, independientes de esas crisis del capitalismo? El problema de la decada de,1930 que mencioriaba hace un raro es sin duda la prueba de ello. Pero la crisis del liberalismo no es siinplemente la proyecci6n lisa y llana, la proyección directa de esas crisis del capitalismo en la esfera de la política. Podemos encontrar las'crisis del liberalismo cn conexión con las crisis de la economia del capitalismo. Podemos encontrarlas, asimismo, cronol6gicamente desfasadas de esas crisis: y de todas formas su manera dc manifestarse, la manera de niaiiejarlas, las reacciones que suscitan, los reordenamientos qiie provocan iio pueden deducirse sin mis de las crisis del capitalismo. Es la crisis del dispositivo general de gubernamentalidad, y me parece que podríamo; hacer la historia de las crisis de ese dispositivo tal como se iiitrodujo en el siglo XGII.

Eso &entonces lo que tratar.! de hacer este año, para lo cual, en cierto modo, tomar6 las cosas retrospectivamente, es decir, a partir de la manera como, durante estos últi~nor treinta años, sc po'stularoii* y formularoii los elementos de esa crisis del dispositivo de giibernamentalidad.' e [intentar.!]** recuperar enton- ces, en la historia del siglo m, algunos de los elemenros . . que permiten escla- recer el modo como se ixperikenta, se vive, se practica y se formula actual- inentc la crisis del dispositivo de gubernamentalidad.

' Michel Poucaulr agrega: o se rom6 concicncin. " Michcl Faucaulr: inccnrar

Clase del 3 1 de enero de 1979

la fobia al Esta& - Cuestiones de mbtodo: sentido y objehvos de la puesta entre parintesis de una teoría del Estado en el andlisis de los mecanismos depoder - L a prácticasgubernamentaks neoliberales: el liberalümo akmán de lor anos 1348-1962; el neoliberalismo nortea- mericano -E l neoliberalismo aíemdn (I) - Su contexto político eco- nómico - El Consejo Cientifico corrvocado por Erhard en 1947. Su programa: Iiberacidn &preciosy limitacidn áe lu intmenrionesgirber- namentaks - El camino medio +nido por Erhard, en 1948, entre la anaryuíay el'Etado termitan- SI< hbksignif;cacidn: a) elrerp~to de la libertad económicacomo condición de la representatividadpoli- tica del Estado; b) la instih6ción de la libertadecondmicn como incen- tivo para Lz formacidn de una soberanía política - Carácterfirnda- mentalde lagi~bernamentalidadakmana contempordnei: la libertad económica, fi~ente de legitimidadjurtdica y de consenso político - El crecimiento económico, eje de una nueva conciencia histórica que permite la ruptura con elpasado - La adhesión de la Democracia ~ristiaha y el SPD a la política liberal - 1-6, principios liberales de gobierno y la ausencia de racionalidadpbernamental socialista.

TODOS DEBEN CONOCER, desde luego, a Berenson, el historiador del arte.' Ya era casi centenario, es decir que no estaba ya demasiado Icjos de la muerte,

' Bernard Berenran (1865-1959): coleccionirra, experto ycririco de arce norreamcricano de origen liruano. cspccialiwda en la plticura del Renacimiento irdiano. Autor dc Thr Jtalian Pninrrrr ofrhr R e ~ i c ~ n n c c , hndrrr, Phaidon Press. 1953 [trad. =p.: ío~pinrorrritnlinnor dclRtnarimiozto, Barcelona, Argos, 19541; Urawingr of rhr Flotenrinr Pninrrrr, Chicngo, Univerrity of Chicigo Prcrr, 1970; y de uii lil>ro de mcucrdor. Skrrchforn Scrf-Pomnit, Nueva Yark, Pñnrhcon, 1947.

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CLASE DEL31 DE ENERO DE 1979 95

cuaiido dijo algo asi: "Dios sabe que temo la destrucción del inundo por la bom- ba atómica, pcro hay al tnerios otra cosa que remo tanto: la invasión de la hunia- nidad por el ~stado". ' Creo que aquí tenenlos en la forma mis pura, más decan- tada, la expresión de una fobia al Estado cuyo acoplaiiiiento coi1 el temor atómico es sin duda uno de sus rasgos más constantes. El Estado y el átoiiio, inás aún el i tomo que el Estado, o el Estado que no vale más que el átomo, o el Estado que implica el átomo, o el átonio que implica y convoca iiecesariamen- te al Estado: hay aquí toda una teinática que ustedes deben conocer bien y que, como ven, no es de hoy, porque Bcrenson la forn~ulaba hacia los años 1950-[19]52. Fobia al Estado, entonces, que atraviesa muchos tcmas con- temporáneos y se nutrió, seguramente, en numerosas Fuentes desdc hace mucho tiernpo, ya se trate de la experiencia sovi&tica desde la decada de 1920, de la cxpcriencia alemana del riazismo, de la planificación iiiglcsa de la posguerra, ccc. Fobia al Estado cuyos agentes portadores también han sido muy nume- rosos, pues van dc los prolesores de economia l>olitica inspirados en el neomar- ginalismo ausrríaco3 a los exiliados políticos que, dcsdc los anos 1920, 1925, tuvieron sin duda en la formación de la conciencia política del mundo con- temporáiieó uii papel considerable y que tal vez nunca se hayaestudiado con suficieiite detalle. Habría que hacer toda una historia política del exilio o toda uiia historia del exilio con sus efcctos ideológicos, sus efcctos teóri- cos y sus efectos prácticos. El exilio político de fincs del siglo XIX fue por cierto uno de los grandes agentes de difusión, digamos, del socialismo. Pues bien, creo que el exilio político, la disidencia polít.ica del siglo XX, ha sido por su parte un notable agente de difusión de lo que podrianios llamar aiitiesta- tismo o fobia al Estado. ,

A decir verdad, no querría hablar de manera directa y frontalde esa fobia al Estado, pites en ini opinión es sobre todo uno de los grandes signos de esas cri- sis de gubernamcntalidad que les mencionaba la vez pasada, esas crisis de guber- namentdidad de las que vimos ejemplos en el siglo xvi (les hable de eso el aíio

Coriio aclara Michel Foucaulr, la cica es batanrc librc. El mnnuscrito se limita a decir: "Bercnson: darrucción aróniica, invasidri csraral".

'Sus rnicmbrosson rncncionador más adelanre i t i csta iiiisinadasc: Von Miss, Hayek(v¿uc i n h . noca 11).

ejemplos en el siglo W I I I , toda esa innieiisa, difícil y eriibrolladacrítica del despotismo, de la tiranía, de la arbitrariedad; todo esto manifestaba, durarite la segunda niitad del siglo xviri, una crisis de gubernariieiitalidad. Y bien, así como hubo crítica del despotismo y fobia al despotisrno 4 1 1 fin, fobia aiiibigua al despotismo a fincs dcl siglo xvrri-, cambien hay coti respecto al Estado, en nuestros días, uiia fobia quizás igualmciitc ambigua. En todo caso, querría reto- iiiar este Gioblerna de¡ fktadg, o de la cuestión del Estado o de la fobia al 'htado, a partir del a~iálisis de esa guberriamentalidad de la que ya les Iie hablado.

Y está claro que ustcdcs van a preguntarme, ;a11 a objetarinc: entonces, usted se aliorra una vez más una teoría dcl Estado. Pues bien, Ics responderé: si, me aliorro, quiero y debo ahorrarme una teoría del Estado, como podemos y debemos ahorrarnos uiia rornida iridigesia. Quiero decir lo sigtiieiite: iq~te sig- nifica ahorrarsc uiia teoría del Estado? Si me dicen "en realidad, en los análisis que hace, usted borra la presencia y el efecto de los mecanismos estatdes", eiiton- ces respondo: error, se equivocan o qviereii eqiiivocarse, pues a decir verdad no he Iieciio otra cosa q;c lo opucsto a esa borradura. Y ya se trate de la locura, dc la constitución de esa categ&, de esc cuasi objeto natural que es la cnferme- dad mental, se trate asiriiisino de la organizacióii de una niedicina clíiiica, se trate de la iiiiegraciún de lo's m~caiiisinos y !as tcciiologías disciplinarias dcntro del sis- rema penal, de todas maneras eso siempre ha sido la referencia de la esratización progresiva, fragmentada, por supuesto, pero continiia, de una serie de prácticas, maneras de obrar y, si sc quiere, gubernaiuentdidades. El problema de la estati- 7~ció1i esrá e i el centm mismo de las picguritas que h i procurado)plantc&.

Pero, en canibio, si decir "aliorrarse uria teoría del ~s tado" significa no empe- zar por analizar en si niisnias y por si ~iiisiiias la natiiraleza, la estructura y las futiciories del Estado:ii ahorrarsi una tcoría dci Estad; quiete d+r no tratar de deducir,a p3rtir.de lo,q"e el &tado es coino especie de universal pollrico y por extensión sucesiva, lo que pudo ser el estatus de los locos, los eiiferinos, los niños, los delincuentes, etc., en una sociedad como la nuestra, eiitoiiccs respondo: sí, desdc luego, estoy muy decidido a aliorrarnie esta forma de aná-

'VeaseMichcl Foucauir, SJmnrd, rr~~itoin,poprrlarion. Cor~rrnrr Collr&rdc12m~~ir, 1977-1978, ed. dc Miclicl Scncllarr. Paris. GalliiiiaidlSeuil, cal. Hauta Ptudes, 2004, clase dcl l o dc febrero dc 1978, p. 105 [trad. ap. : Srgundnd, trrniro"~, pobkzcidw. Ctino nt r l Co(Dgc dc Fmnrc (1977- 1778), Bucnos Aires, Fondo de Culrura EEon6mica, 2006. pp. 128 y 1291.

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lisis. La cuestión no pasa por deducir todo ese conjunto de prácticas de lo que pueda ser la esencia del Estado en si misma y por sí misnia. Ante todo, hay que evitarse un análisis seniejantc por la sencilla razón de que la Iiistoria no es una ciencia deductiva, y en segundo lugar, por otra razóii más imporrante, siii duda, y niás grave: el Estado no tiene esencia. El Esrado no es un universal, no es en sí niisnio una f~iente aurónoina de poder. El Estado n o es otra cosa que el efecto, el per61, el recorte móvil de uiia perpetua estatiwción o de perpetuas estatizaciones, de transacciones iiicesantes que modifican, desplazan, trastor- nan, hacen deslizar de manera insidiosa, poco importa, las fueiires de finan- ciainiento, las modalidades deinversión, los centios de decisión, las formas y los tipos de control, las relaciones entre poderes locales, autoridad central, etc. En síntesis, el Estado no tiene entrañas, es bien sabido, no simplemente en cuanto carece de sentimieiiros, buenos o malos, sino que no las tiene en el sentido de que no tieiie interior. El Estado no es nada más que el efecto nióvil de un rkgimeii de guberriamentalidades iiiúltiples. I'or eso propongo analizar o, niejor, reromar y someter a prueba esa angustia por el Esrado, esa fobia al Estado que nie parecc uno d i los rasgos característicos de temiticas habituales de ii~iestra epoca, sin inteiirar arrancar al Estado el secreto de su esencia, como Marx prociiraba arrancar su secreto a la mcrcancía. No se trata de arrancarle su secreto, se trata de ponerse h i e r a y examinar el probleiiia del Estado:inves- tigar el problema del Estado a. partir d c Las pricticas d e gubernamental'~dad.

Dicho esto, en esta perspectiva y en continuidad coi1 el hilo del análisis de la g~ibernamentalidad liberal, querría ver cómo ella se presenta, cómo se piensa, cóino se lleva a la práctica y a la vez se analiza a sí misma; en suma, cóiiio se programa en la hora actual. Les he indicado algunas de las que a mi juicio son, en cierto modo, las características primordiales de la guberna- mentalidad liberal tal como tsta aparece a mediados del siglo m i i . Voy a dar por lo taiito un salto de dos siglos, pues no tengo la pretensióti de mostrar- les, por supuesto, una historia global, general y continua del liberalismo del siglo m r i al siglo xx. Simplemente querría, a partir de la manera misma de programar hoy la gubernameritalidad liberal, tratar de señalar y esclarecer una serie de roble mas que fueron recurrentes entre los siglos xvi i i y m. Si quie- ren, y bajo reserva de cambios -porque, ya lo saben, soy como el cangrejo, me iiiuevo lateralmente-, creo, espero, tal vez, esrudiar de manera sucesiva el problenia de la ley y el orden, h w and ordrr, el problema del Esrado en s u

oposición a la sociedad civil o, más bien, el análisis del modo corpo ha actuado y como se ha hecho act~iar esaoposición. Y entonces, bien, si lasuerte me son-. ríe, llegaremos al problema de la biopolitica y el problema de la vida. I.ey y orden, Esrado y sociedad civil y política de la vida: esos son los tres temas que me gustaría procurar señalar en esta historia amplia y larga, en f n, en esta- historia bisecular del liberalistno.'

Tomemos entonces, si les parece, las cosas en la etapa actual. ¿Cómo se presenta la programación liberal o, como suele decirse, neoliberal en nuestra época? Como saben, se la detecta en dos foriiias principales, con un punto de anclaje y u11 piiuto Iiitático diferentes, digamos: el xidaje alenih que se conecta con la República de Weimar, la crisis del 29, el desarrollo del nazismo, la crí- ricadel nazismo y, por último, la reconstrucción de la posguerra. El otro punto de anclaje es el norteamericano, vale decir, un neoliberalismo que, por su parte, se refiere'i la política del New Dertl a la critica de la polirica de Roosevelt," y que va a desarrollarse y organizarse, sobre todo despues de la guerra, contra el intervencionismo federal, además de los programas de asistencia y otros pro- gramas ¿stablecidos, en especial, por las administraciones demócratas, T r u m a ~ i , ~ Kennedy,8 Johnson,' erc. Entre esas dos formas de neoliberalismo que recorto un poco mediante una cariiicería arbitraria, desde luego, hay un montón de puentes, aunque sólo sea por la existencia del enemigo común, el gran adver- sario doctrinal que es Keynes,Io daro estii, y que harán que la critica de Keynes

En dcfiiiiiiva, Michel Foucaiilt s61o abordard.los dos primeros puntar en lo que iesra de este curro. Vease rupra, clarc del 10 de enem dc 1979, pp. 40 y 41. las razones quc invoca para iurrificar su anlisir. condici6n de inteligibilidad del rercer punto ("una vez quc se sepa que es crc rtgimen gubcrnainenrnl denominada libcralirmo, rc padrd, me parece, caprar que cr la bia- poli~ica"), y su observaci61i, al comienzo de la clarc del 7 de mamo de 1977 (¡?fra. p. 217): '"La aseguro quc, pesca todo, en un comicw,.~ rruveen verdad la inrenci6n dc hablarlcr dc biopo- lírica, pero despuk, como lz cosas ron lo que san. resulta que tcrniinb por hablarles exren-

raiiienrc Acniasiado exrcnramenrc, tal vez- del neoliberalirmo, y además del neoliberalirmo en su forma alcinana". ' Vtare rxpra, p. 90. ' Harry S. Truman (1884-1972): presidente dr los F~rador Unidos de 1945 a 1953.

John F. Kenriedy (1917-1963)' presidenre dr los Estados Unidos de 1961 a 1963. Lyndon B. Jolinson (1908-1773): preridcnrc dc los Erradar Unidos de 1763 a 1967.

' O John Mayjiard Keyncs (1883-1740: econamirta hrirdnico, auror dc A Tz&t on Monry, landrcs y NuyYork , Harcoun. BRCC & CO., 1930 [izad. -p.: Tmtndo drldincm: reorinpumy

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CLASE DEI. 31 D E ENERO DE 1979 101

eii la práctica excepto justamente para Alemaiiia y Bélgica; enseguida nie refe- rir& a ello- una plaiiificación de cada país y cierta coordinación de los distin- ros planes.

Para termii,ar, la tercera exigencia es la coiistituida por objetivos sociales que se consideraron políricamente indispensables para evitar la repetición de lo que acababa de pasar, a saber, el fascismo y el iiazisrno en Europa; en Francia, esa exigencia h e planteada por el CNR."

Estas tres exigencias -recoiistruciión, plaiiificación y, eii líneas generales, socialización y objetivos sociales- implicaban una política de intervencióii, de iiitervc.nci6n eii materia de asignaci6n de recursos, de equilibrio de los precios, de nivel del ahorro ,de decisiones de inversión y una polírica de pleno empleo; en resumen -una vez más, perdón por estas banalidades-, estamos en plena política keynesiaiia. Ahorabieii, un Consejo Cienrífico que se Iiabía formado en la administración alemana de la economía,16 una admi- nistración que existía en la denominada bizona,es decir, la zona angloameri- cana, presentó eii abril de 1948 un informe en el que se planteaba el siguiente principio, formulado de esta manera: "El Coiisejo opina que la función de direcci6n del proceso económico debe quedar cn \a mayor medida posible en

'' El Coorrjo Nacional dc la Resirrencii (Conscil nariaiinl dc la R&israncc, cNn) re naoia

conformado eri la primavera de 1943 para unificar los diversos movimiciiror de resisreiicia, polí- ricam~nrc divididos. Su primer presidenre fue Jean Moiilin, seguido par Gcorges Bidaulr. "Durinre su rcuni6n plcnaria,del 15 de niano dc 1944, todas llegaron a un acuerdo para seguir i~iiidor Iiiego de la ~ibel.ación. La Cirra de la Rerisrencia, qiie fue cl rcrulrado dcesas deii- beracione. discurida y aprobada por las distintas agrupaciones quc compoiiian el CNR, contc- nia un programa social y ccondmico audaz. Elirre orrar rcforniar, reclamaba 'un plan coinplero de rcguridad social. rendienrc a asegurar medios de exirrcncia a rodor los ciitdadanas, en caso dc que Crrns sean incapaces de procurlrselds por cl rrabajo, con i ~ n a adiinisrracidn a cargo de los reprcaciitmrcr dc los intcrcrador y del Estada"' (Henry G. Galanr. Histoirrpoliriq~~r & L? rim- rir¿rociakjinnFnirr. 1945-1952, Parir, Librairie Armand Colin. col. Cahicrr de la Fondarion narioriale dcr rciences poliriquer, 1955, p. 24). V6asc ir&, cclsrc del 7 de mamo de 1979. nora 25,robrc cl plan frlnctr dc rcguridad social cn 1945.

'6Coiisriniido cl 19 dc diciembre de 1947. eseConrcjo Científico (wirrenrrhdjlicherB~irnd erraba cnrnpuesco, par mitades, por representantes dc la Escuela de Friburgo (Walter Euckcn, Franr BDhm, Alfred Müller-Arninck. konhard Miksch, Adolf Lampe, Otro Veir). dc la doc- trina sacialcrirriana. como el jcsuira Oswald voci Ncll-Drculiing. y de In docrrina socialisra, como Karl Schillcr, Gcrhard Wcisscr y llans Perer.

manos del mecanismo de los precios".i7 Resolución o principio que, segiin se supo a posteriori, había sido aceptado por uiianimidad. Y por la mera mayo- ría de los voios de ese orgaiiisi,io, se produce la siguiente coiisecuencia de dicho principio: se pide la liberación inmediata de los precios para [aproximarlos a los]' precios mundiales. En rÉrmitios generales, si se quiere, principio de liber- tad de precios y demanda de liberacióii inmediata. Estamos ante un orden de decisiones, o;,en todo caso, de reivindicaciones -porque ese Consejo Cieiitífico sólo tenía voz consultiva-, un orden de proposiciones que, eii su simplicidad elemental, hace pensar claramenre en lo que los fisiócratas pedían o lo queTurgot podía decidiF en 1774.18 Esto ocurría el 18 de abril de 1948. Diez días des- puk , el 28, Ludwig Erhard" -que no era el responsable de ese Consejo Científico,

" Citado por Franpir Bilger, Ln Peniic iconomiqtre IiiiCrak.. ., op. cir, p. 21 l . Veare Der wirrmrchnfili~hc !tirar brim Biot&su,imchn/trnirten~~m 5 volr., Goringa, Schwara, 1950-1961. ' Michel Foiicaulr: conseguir rin acercamienro reiidrncial a los. '' lnspecrar general de hacienda de 1774 a 1776, durante el rcinado dc Luis XVI, Anne-

Robcrt-JacquesTurgot, de coriformidad con la doctrina dclos economisrasy los fisi6craras, decrer6 la iibetcad del omercio de granos (dci~si6n de sepuembrc de 1774). VCxe Gcorger \Vculcrsse, L? Phyriocrnñrrour le ~niniirire de Eirgotctdr Neckcr (1774-178U, Poitierr, lmprirnciic dii POitou, 1925; reed. Piris. PUF, 1950. Veare Pran~ois Bilger, La Penilr lronomiqur lib/rnle ..., op.'rir. p. 215: "si bieci Erhard no era un hombre dc Fuc el Turgoi d i una doctrina econdiiiin".

'"udwig Erhard (1 897-1977): aairrtiirc y lucgo direcror del Iiisriruro de ObrcrvnCibn Econdmica viiiculada a la Escuela Superior de Comcrcio de Nurcmberg, ic manruvo apritado del narirmn duranrc el Tercer Rcicli y sc consagrd a siis invcsrigacioncs económicas. Dirigib I i adminirrración dc la ccanomla de labirorin a parrir de febrero de 1948. Dipurado demóciara cristiano, conrribiiyó en gran medida alaadhsi6n de l acou (Chrisrlich-Demokratisch~ Unioii) a los principios de la "economía racial de nicrcado". Ya en 1948, en la dccimocuarra reriiiidn plenaria del Carirejo Fxondmico. rraz6 las grandes líneas de la oricnrsción de su poliriu futura (primacla dc la pol1ri:ca moneraria y la polirica dc crccimienra, aliiieamicnro de los precios con

la ofcrra dc mercanclas, rcparro equitativo y gradual dc la pragresidn d d bienrrar). Adcnaucr lo designb ministro de Econoniia en 1951 y sc lo considcra el padre del "milagro ecandmicu (Mrnchafat .~dr) alamdn". V h e Jan Franco&-Poricrr. LnPolitiqi~ciconomiqtr &IXlIrmngnr.. ., op. (ir, pp. 74 y 75. Sobre rus ñscioies ncolibcnles, vtanre Nicolc Pierri, LAllcmngnr dr I'Owert (1945-1969), Paris, seoe, 1987, pp. 44 y 45, y Dennis L. Aark y David R. Gress, Hirrairr de INkmagnr drpuu 1945, I'arls, Robcrr Lallont, col. Douquins, 1992. pp. 199 y 200. Véase sii principd obra, Wohhndfurnllt, Dürreldoif, E o n Verlag, 1957 (rrñd. fr: Id hpiriripotrrrorrr, rrad. dc E Drikre, prcfaóu de Jacques Rueff, Parir, Plon, col. Tribunc libre, 1959) [rrad. esp.: Birnrrrar para rodoi, Barcclniia, Folio, 19961, as1 como Drurrchc Win~chnfi~polirik, drr Wcc dcr

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102 NACIMIENTO D E LA UIOI'OLíTICA CLASE DEL 31 DE ENERO D E 1979 103

pues lo había reunido en su corno, sino de la adiiiinistracióii econóinica de la bizona, o en todo caso de la parte alemana de la adiiiiiiistración ecorióinica de la bizoiia- proiiuiicia en la asaiiiblea de FráncfortZo un discurso en el que rei- tera las coiiclusioiics dc cse i~ifornie.~' Es decir que va a plantear el principio de la libertad de precios y deniandar, de heclio, la liberación gradual de éstos, pero combitia el principio y la conclusión que extrae de él con una serie de consideraciones que son iiiiportantes. Dice lo siguiente: "Es preciso liberar la .. 22 " econotiila de las restricciones estatales . Es menester evitar -agrega- la anari quía y el Estado termita", pues "sólo un Estado que establezca a la vez la liber- tad y la respoiisabilidad de los ciudadanos puedc hablar Iegítiiiianietite en iiom- bre del pueblo".23 Como ven,ese liberalismo económico, ese principio de un

rozinlcir Mnrktwirr~chaJ?, Fráiicforr, Knapp, 1962 (trad. fr.: Ur~rpolitiq~rr de lii6onrinncc;recopi- lacidii dc articular y discunor, 1945-1962, trad. dc L. Maltrc. Paris, Rabcrt Imffonr, 1963) [trad. esp.: Ln rconominsocinldr moado:politira tconómicn dr Alemat~ia. Barcelona, Omega, 19641.

La dcciniocuarra sesión plenaria dcl Conscjo Económico se celcbrd el 21 de abril y iio el 28, como dice Foucaulr; vCuc Fran5ois Bilgcr, Ln Pe>irh économiqr<r Iilémlr.. ., op. cit., p. 21 1.

'' ' 'lkde vol, der 14. Vollvcrsammlung dcr Wiracli&staics dcs Vcreitiigieri Wirrschdugcbict~ ani 21. April 1948 in Fn,ikfurr/Main". discurro tepradiicido en Ludwig Erhard, D e u r x h ~ Wirrrchnfrrpoliiik ..., op. cit , y eii Wolfgaiig Srürzel er o(. (coinps.), Grxtidrrxa zui Sozialrn Mnrkhuirachrift Zrug>r~rnrrizwrihzmdcrrJnhrn oninringrpolirlrlicr Dlkwrion, Bonn. Srurrgarr y Nucva York, Ludwig-Erliad-Stiftuiig, 1981, pp. 39-42.

" Wolfgang Srürzel e rn i (conips.), Grundrtxtr .... op. c i t . p. 40: "Wcnn audi nichr ini Zielc ~ a l l i g einig, so ist dach dic Ibchrung Mar, dic wir einruschlagcii haben - die Dcfreiiitig voli dcr staarlichcn Befchlswiitrchafr, dic allc Mcnrchcn in dar Enwiirdigcnde Jocli cioer alles Leben übcrwucliernden Bürokrarie zwingr" [La dirección quc debciiios tomar es empero clara, si bien no esiarnos del todo coriformcs con cl objcrivo: la liberncióri de la cconamia araral de obcdicncia, que ata a todos los honibrcs al indigiio yugo dc una burocrncia rofo-

para todo lo vivicnre]. Traduccidn frariccsa eri Fraii~uis Bilgcr, Ln Pcnric f c ~ n o > n i ~ ~ < ~ iibi d . . , op. cir.. p. 21 1 ("13 liberación de la econoniia de las rerrricciones esrarales").

/bid,: '"Es siiid abcr wcder die Aiiarchie iioch lier Terinirenstaar ala menschiiche ' kbcnrformrn gecignet. Nui wo Freilieir und Bindung aum vrrpfliditcndcn Gcscewcrdcn, Fiii- der der Sraar dic sirrliclie Rediiferrigurig, im Namen dcs Volkcs zu sprcchen und ru handclii" [NO ron apropiadas como formas dc vida Iiumana ni la anarquia ni el Esrado de rcnnitas. Sólo dondc la libcrtad y cl coinpromiso dcvicnen ley obligñroria, eiicuenrra elEsrado la jusrificaci6n para pronunciarse y acrua cn nombre del pueblo]. Traducción frariccsa cn Frñii~oir Bilgcr, Ln Pm,ic iconomiquc iiblmk ..., o!. cir Coiivcndrla rraducir 7¿nniunrranrpor "Errada dc rcrmi- ras", exprcsi6n ya urili,.nda por Wilhclrn Ropkc cn Ciuitm Humnnn, dc 1944 (véase infrn, clase dcl 7 dc febrero de 1979, iiora 21), con referencia al "peligro colccrivistr", p. 26: "Ertc Errado

respeto de la economía de mercado que había forniulado el Consejo Ciciitífico, se iiiscribc deritro de algo que es iiiuclio más global, un priiicipio según el cual deberían limitarse en general las intervenciones del Estado. Habría que fijar con precisión las froiiteias y los limires de la estatización y reglamentar las relacio- nes entre los individuos y el Esrado. Ese discurso de Ludwig Erhard diferencia de manera muy nítida las decisiones liberales que él se disponía a proponer a la asamblia de Fráncfort, de varias otras experiencias ecoiióinicas que se Iiicieron en esa época y quc vieron la luz, pese al anibieiite dirigista, intervencioiiista y keynesiano de toda Europa. Me refiero a lo que sucedió en Bélgica, donde efectivamente también se iinplementó una política liberal, y lo que pasó en parte, asimismo, en Italia, dunde, a instancias de Luigi ~ i n a u d i , ' ~ que en ese niornento era director del Banco de Italia, se toiiiaron unas cuantas medidas liberales, aun- que en ambos países eran iiitervenciories propiamente econóniicas. En el dis- curso de Erhard y la decisión que propuso en ese moiiiento había algomuy distinto. Se trataba, y el propio texto lo dice, de la lcgitiniidad del Estado.

Si tomamos la frase eii la que Ludwig Erhard dice que es pcciso liberar la econoinía de las restricciones estatales para evitar la aiiarqliía y el Estado ter- mita, pues "sólo un Estado que establczca a la vez las libertades y la respoiisa- bilidad de los ciudadanos puede hablar legltinianienre en nonibre del pueblo", ¿que quiere decir? De hecho, la frase es bastante ambigua, en el sentido de que se puedc, y a tni juicio se deb6, comprenderla en dos niveles. Por una parte, en un nivcl trivial, si les parece, se trata simplemeiite de decir que un Estado que comete abusos de poder en el orden económico, pero de mancra general en el orden de la vida política, viola derechos fuiidamciitales, atenta por cotisig~iiente contra libertades esencides y por eso mismo queda de algún modo despojado de sus propios derechos. Un Estado no pucde desempeñarse con legitimidad si

. .

dc rcrniicas qucvcmos surgir no sólo dcstruyc codo; lur valore y lasconquiscas del progxso que, luego de una rvolucióii de tres milciiias. cansriruycn lo que Ila#iiamas con orgiilla la civiliza- ción occidcnral [...]. sino que, sobre rodo, despoja a la vida de los iiidividuos d~ su verdadero sciirida. quc reside úiiicamciirc en In libcrnd".

"Luigi Eiiiaiidi (1874-1761); profcíor de econoiiila polirica eii Turin y Miláii. Su opori- ción al fascismo y su adhesión al libcralirnio lo obligaron a ei~iigrar a Suiza (1943-1944). Gobernador del Banca d e l d i a (1945). dipurado (1946) y derpuO ~ninisrro dc Hñcicnda (1947); hierlcgido pieridenrcdela república (1948-1955). Vtascsus Lrzioiiidipolirirn econontire.Turin. G. Einaiidi, 1944.

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viola la libertad de los individiios. Queda en ese caso despojado de sus derechos. El texto no dice que esrá despojado de todos sus derechos. No dice que está despojado, por ejeniplo, de sus dereclios de soberanla. Dice que queda despo- jado de siis derechos de representatividad. Vale decir que un Esrado que viola las libertades fundamentales, los derechos esenciales de los ciudadanos. ya no es representativo de éstos. Se advierte, en realidad, a qué objerivo rácrico pre- ciso responde una frase como ésta. Se trata de decir que rio se puede coiisiderar de iiianerarerrospecriva que el Esrado nacionalsocialista, que violaba jiistainente todos esos dereclios, iio había hecho uii ejercicio legíriino de su soberanía: esto. es, eii líneas generales, las brdeiies, las leyes, los reglamentos impuestos a 10s ciu- dadanos alemanes no quedan itivalidados y, de gofpe, no se puede responsabi: lizar a los alemanes de lo que se hizo en el marco legislativo o reglamentario del iiazisnio, pero, en cambio, el Estado nazi quedó y está retrospectivamente des- pojado de sus derechos de represeiitatividad. o sea que no se puede considerar que lo queliizo lo hizo en nonibre del pueblo alemán. Todo el problenia, muy dificil, de la legitimidad y el estatus jurídico que debe ororgarse a las niedidas tomadas [bajo] el nazismo está presente en esa frase.

Pero hay [asimismo] un sentido alavez más amplio, más global y .cambien más sofisticado. De hecho, cuando Ludwig Erhard dice que sólo un Estado que reconoce la libertad económica y, por consiguienre, da cabida a la liber- tad y las responsabilidades de los individuos puede hablar en nombre del puc- blo, tambien quiere decir, me parece, lo sigiiiente. En el fondo, seiiala Erhard, en el estado actual de las cosas -esto es, en 1948, antes de la reconstitución, del Estado alemán, de la constitución de los Estados alemaiies- no es ~osible , desde luego, reiviiidicar, para una Alemania qiie no está reconstriiida y un Esrado alemán que es ~ rec i so reconstruir, derechos histbricos que la historia misma ha declarado caducos. No es posible reivindicar una legitimidad jiirí- dica, en la medidad en que no hay apararo, no Iiay consenso, no hay volun- tad colectiva que pueda manifestarse en una situacibn en que Alemania, por un lado, esrá dividida, y por otro, ocupada. Por lo tanto, nadade derechos

. . . liisróricos, nada de legirimidadjurídiea para fundar un nuevo Esrado alemin.

Pero siipongamos-y es esto lo que el texto de Ludwig Erhard dice de manera implícitn- un marco institucional cuyn n a ~ ~ a l e z a u origen iio importan nlucho, u11 marco instirucional X. Supongamos que ese marco' instirucional X no tiene la función, por supuesto, de ejercer la soberanía, porque justamente en

el estado actual de las cosas nada puede fundar un poder jurídico de coerción, sino la de asegurar la libertad y nada más. No apremiar, enrkces , sino linii- tarse a crear un espacio de libertad, garantizar una libertad y garantizarla pre- cisamente en el iriiliito económico. Supongnmos ahora que en esa institución X cuya función nO es ejercer en forma soberana el poder de apremiar, sino esta- blecer simpleniente un espacio de libertad, los iiidividuos. un número cual- quiera de ellos, aceptan libremente jugar el juego de la libertad económica que dicho marcoinstitucional les asegura. ¿Qué va a pasar? ¿Qué querrá decir el ejercicio niisino de esa libertad, sil ejercicio libre por parte de individuos que no están apreinindos a ejerceila, pero a quienes se da sencillamente la posibi- lidad de hacerlo? Pues bien, significara la adhesión a ese marco, significará el consentimiento dado a cualquier decisión que pueda tomars'e, ;y que pueda tomarse para hacer qué? Para asegurar, jusramente, esa libertad económica o lo que la haga posibl< En otras palabras, la iiistitución de la libertad econó- mica deberá fiincionar o, en todo caso, podrá funcionar de alguna manera coino un propulsor, como un incentivo para la formacióii de una soberanía política. Está claro que a esa frase aparintemeiite trivial de Ludwig Erhard agrego toda una serie de signifitaciones queestán iAplicit& y sólo demostrarAii su valor y su efecto a conririuación. Añado todo el peso de una historia que aún no está presente, pero creo que -trataré de explicarles có~i io y por qué- ese sentido a la vez teórico, político, programático estaba efectivamente en la cabeza, si iio de quien pronunció la frase, sí al menos de quienes escribieron'su discurso.

Me parece que, en efecto, esta idea de una fundación legítima del Estado sobre el ejercicio garantizado de una libertad económica es algo importaiire. Es menester; por supuesto, retornar la idea y su Formulación en el contexto preciso en que la vemos aparecer, y de repente es fácil reconocer una astucia táctica y estratégica. Se trataba de encontrar un paliativo jiiridico para demandar a un régimen económico lo qiie no se podía pedir en forma direc;a ya fuera al dere- cho coiistirucional, al derecho internacional o simplernenre a los socios políti- cos. Para decirlo aún con mayor exactitud, era una estratagema con respecto a los norteamericanos y Europa, porque al garantizar la libertad económica en Alemania, una Alemania qiie comenzaba a reconstruirse y todavía carecía de todo aparato estatal, se daba a los norteamericanos y, digamos, a sus difereiires 1obbies;la certezade que podrían tener con la industria y la economía alenian:~~ las relaciones libres que quisieran. Y en segundo lugar se rranquilizabaa Europa,

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desde luego, fucra la del Este o la del Oeste, al asegurarle que el embrión insti- tucional que eiiipezaba a formarse no representaba de ningún modo los rnis- iiios peligros de Estado fuerte o totalitario que se habían sufrido en años prc- cedentes. Pero al margen de esos imperativos de táctica inmediata, si se quiere, creo que en ese discurso al que aludo se forrnulaba algo que en defiiútiva, auii Fuera del contexto y de la situación inmediata de 1948, iba a seguir siendo tino dc los rasgos fiiiidanieritales de la gubernamentalidad alemana contenipo~ánea:' en la Aleina~iia conteiiiporánea, desde 1948 liasta riuestros días, es dccir, d u r a t e treinta años, no debe considerarse que la actividad económica haya sido sólo una de las ranias de la actividad de la iiación. No debe estimarse quela buena ges- tión económica no tuvo otro efecto ni otro fin previsto y calculado que el de asegurar la prosperidad dc todos y cada uno. D e Iieclio, eri la Alemania con- teniporánea, la economía, el desarrollo económico, el creumientoeconómico produccn soberanía, producen soberanía política gracias ala iiistitución y el juego institucional quc, justamente, hacen fuiicioriq esa ecoiiomía. La economía produce legitimidad para el Fsrado que es :u garante. En otras palabras, y éste es un fenómeno de eiiornie iiiiportancia, no único en la historia, sin duda, pero sin embargo muy singular al menos en nuestra época, la economía es creadora de derecho público. En esta Alemaiiia tenemos perpetuamente un circuito que a de la i n s t i t u c ~ a econóniica al Estado; y si bien existe, claro, un circuito inverso que va del Estado a la institución económica, no debemos olvidar que cl primer elemento de esa especie de pr~pulsor se encuentra en la institución económica. Gknesis, genealogla permanente del Estado a partir de la institución econó- mica. Y cuando digo esto, creo que no basta, pues la cconomía no aporta sólo una estructura jurídica o una legitiniación de derecho a u11 Estado alemán que la liistoria acababa de declarar caduco. Esa institución económica, la libertad eco- nóiiiica que esta iiistitución, dcsde el coniienw, tiene el rol de asegurar y man- tener, produce algo más real, más concreto, aún más inmediato que una legiti- mación de deredio. Produce un consenso pernianente, un conscnso permanente de todos los que pueden apafecer como agentes en o dentro de esos procesos eco- nóinicos. Agentes a titulo de inversores, agentes a título de obreros, agentes a

' Michel Foucault agrega: puesto que Csc es, creo, uno de l o í rasgos crcncialer sobre los cualcs habrá quc reflexionar, y cuya prognniñci6n cs a mi juicio [uno de loa rasgos] hnda - ineiirales de csc ncolibcralisrno alcnidn.

titulo de empleadores, agentes a título de siiidicatos. Todos esos socios de la cconomía, en la medida misma eii que acep ta el juego económico de la liber- tad, producen un coiisenso que es de carácter politico.

Diganios adeiiiás lo siguicnre: al dejar hacer a la gente, la iiistitucióii neoli- beral alemana la deja decir, y la deja hacer en gran parte porque quiere dejarla decir y hacer ¿qué? Pues bien, dejarla decir que es justo dejarla hacer. O sca que la adhesión a ese sistema.libera1 genera como subproducto, además de la'legi- timación jurídica, el conseiiso, el consenso permanente. Y el crecirniento eco- nóiiiico, la produccióii de bienestar gracias a ese crecimierito, va a producir, en foriiia siiiiétrica a la genealogía institución económica-Estado, un circuito ins- titución ccoiióniica-adhcsión global de la a su r6ginicii y su sisteiiia.

Si damos crédito a los historiadores del siglo mi, Max Weber,*' eic., parece : que el eiiriqiieciiiiieiito de un particular en la Alemania protestante de ese siglo

era un signo de la clección arbitraria del individuo por parte de Dios. Riqueza equivalía a signo. ;Signo de qué? De que Dios, prccisaniente, había otorgado a ese iiidividuo su protección y manifestaba así, con ello, la cerieza de una salva- ción que en definitiva nada podía garaiitiz~r en las obras concretas y reales del individuo. No te vas a salvar porque trates de enriquecerte como corresponde, sino: si te Iiai enriquecido efectivanicnte sigiiifica que Dios lia eiiviado a la tic- ., , rra un signo de que alcanzarás tu sdvacióii. El enriquecimiento, por lo tanto, ingresa a uii sistema de signos eri la Aleriiania dcl siglo m ~ . En la Aleniania del siglo xx, aunque el eiiriqueciriiieriro de un particular iio sea el signo arbitrario de su eleccióri por parte de Dios, idc qu6 será signo el enriquecimietiro global? No, claro, de la elección divina, [sino] el signo cotidiano dc la adlicsióii de los individuos al Estado. En otras palabra, la ecoiioiiiía siempre significa, pero de ninguna manera lo Iiace eii el sentido de producir sin cesar o o s signos de la équi- valeiicia y el valor de niercado de las cosas que no tiene nada que ver, eii sus estructuras ilusorias o s~isestructuras dc simulacro, coi1 su valor de uso; la eco- noiiiía produce signos, produce signos políticos que permiten el íuncionainieiito

'' Vease Mñx Wcber, Bicpmrrrrnntilcl>r Ethik i'rzdder "GrirrUdcr X?pirnlfimr<r (1905), rii ~mmmc~t~~i,fiaarz~r~/igio~~~~io~o~it, Tubinga, J. C. B. Mohr, 1920,vol. 1, )>p. 1-236 (rrad.

fr.: L%rhiqurpmrcsinirrr rt í¿rprir drr capiralirmr, rrad. dc J . Chavy, I'aris, Ploii, 1964; iiuevar traducciones con el mismo tlrulo de 1. Kdinowski, París, Flammarioii, col. Charnpr, 2000, y J.-P Grusseiti, I'arís, Gallimrrd, col. Biblio~h&~ue des scicnces huniaiiics, 2003) [rrad. esp.: Ln iricapmtrrrnnrry tl crpipintu drl cnpitalirmo, Bueiior Aires, Hysparnérica, 19781.

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110 NACIMIENTO DE LA BIOPO~.~TICA

de los precios de los aliiiientos; libcracióii gradual de todos los precios, pero, por otra parte, con relativa lentitud. En [19]52, liberación de los precios del carbón y la electricidad que será, creo, una de las úItimas'liberacione$ de pre- cios que se sancionaion en Alemania. Y recién cn [19]53 hay, ahora para el comcrcio exterior, una liberación del tipo de cambio que alcanza iriás o tiieiios una tasa del 80[%], 95%. I'or lo tatito, eri 119152-[19]53, la Iil~eración es un hecho casi consumado.

Otra cosa imporraiire que debe sefialarsc es que csta política de liberación, sostenida en los lieclios de niaiiera más o nienos explícita por los norteameri- canos debido a razones que les mencionaba hace un rato, generó iiiucha des- coiifiaiiza cn los orros ocupantes, esencialriierite en los iriglescs, que estabaii' en pleno periodo laborista, keyncsiaiio, e t ~ . ~ ~ Y en la propia Alemania suscitó una fuerte resistencia, tanto más cuanto que, ni bien se sancionaron 1% pri- meras medidas de liberación de los precios, éstos, por sipuesto, eiiipezaron a subir. Los socialistas alemanes exigieron.la destitución de Erhard en agosto dc 1948. En iioviernbre de ese rnismo aiío, huelga general contra la política eco- nóhiica deErliard y por el retorno a una econornia dirigida. Fracaso de la huelga y esrabilización de los recios en diciembre de 1948.30

La tercera serie de Iiechos iniportaiires para señalar la manen como seins- cribió en la realidad ese prograna del que les hablaba hace un rato consistió en una sucesióii dc adhcsioncs: en primer lugar, adhesión muy precoz de la Democracia Cristiana a pesar de sus lazos con toda una ecotioniia social cris- tiana que no era de tipo muy liberal. Adhesión, con la Democracia Cristiana, de los teóricos cristianos de la economía social y en particular los de Múiiicli, el famoso jesuita Oswald ~el l -~rcuning," enseñaba ecoriomia política en esa

~rdolibcal , el principio rnayor, lulgo d d principio fundamcntd ('Iealiracióri de uii sisieina de Ivecios de comperencia perfecra"). Véase ¡fin, clase del 14 defebrem Jc 1979, pp. 170 y 171).

'' Cliurchill, derrocado cn las clcccioiics d t 1945. hic ruccdido por Clcmcnr R. Arrlcc, jefe dcl Partido lrborisra dude 1935. Su gobierno (1945-195 1) Esruvo marcado por un F u c t ~ c domi- ~ i i o del E~tado sobre la economía (nacionñliracioiicr, plan dc ausrci+ad, seguridad social).

'O Sobre esta huelga gcncral, véase ~ u d G i ~ Erhnrd. Wohirtandfiir nllc, op. "t., pp. 24-32; riad. francesa cit., pp. 15-22.

" Oswald von Nrll-Breutiiiig (1890-1991), r.j . , micmbro del Conrcjo Cicnrifícodcl hliiiisrerio dc Ecoiiomía cnrrc 1948 y 1965. Teórico de un "sacialiama aurénticamertic cris- timo", sobre la base dc las cnciclicas sociales de los Papas León XllI y Pio XI (fue el redactor

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~ i u d a d . ' ~ Adhesión, muclio más iriiportante, por supuesto, de los sindicatos. La primera graii aprobacibn, la rn& oficial, la más rnaiiifiesra, fue la deThcodor B l a ~ i k , ~ ~ que era vicepresidente del sindicato de mineros, al dcclarar que el ordeii liberal constituía una alrcrnativa al capitalismo y al pla~iismo.34 Puedc decirse que esta frase es por con~pleto Iiipócrita o juega ingenuanicnre coi1 niuclias mil>¡- güedades, pues de hecho, al dccir que el orden liberal constituia una alternativa alcapitalismo y al pIanisriio,podrh adverrir todas las disinietrias con que Blaiik jugaba, porque por un lado el orde~i liberal jamás Iiabia pretendido iii prcten- día, en boca del &t;iro canciller Erhard, por cierto, ser una alternativa al capi- talismo, sino una ma~iera determinada dc hacerlo funcionar. Y si es verdad que se oponía al planismo, alguien como Tlieoclor Blank, con su representatividad

dc la enciclica Qtlndrngciimo Anao, del 15 de ,mayo de 1931: vease OswaldvonNcll-Brcunirig, Di* ~ozinle Enzyklika. ErL3ureruirgen zro>i Wclmmddrch~ibr IJaprr Piw'XI i i L r dirgrrclhchaf- tlichc Ordnuna Colonia, Herrnann, 1932); acababa dc publicar Ce~elircha/üordnuiig. Wesenrbild und Ordnrrngrbild dtr k,cnrchlichrn GrrrlLrh4, Nurcmberg, Bambcrg y Passau. Glock 8r L u ~ L , 1947, y (cn colaboración con Hcrmanii Sachcr) h)cirdgtí~< eincrn W~rterburh dcrpolitik, vol. 2, Zurrhrurlirhcn S t ~ t r l r h r e , ~r iburgo de B~.irgoviñ, Merde~ 1948, ari coino varios airiculos (sobre la justicia salarial, el conccpro de pralerariado, etc.) que prolangaba~i la cnsehanla de la cnci- clica Quadmgc~inza Anno. Drmiis L. Bark ,~ David R. C;ress, Histoirt de 1XlIemagne.. ., "p. cit., p. 145 , dicen: "Convencido de la justicia ititrinscca del socialismo, afirmaba qiie cl honibrc modcrna no podía llcvar una vida sarisfactaiia si no parricipaba en la dirccci6n dc su empresa, lo cual no significaba ilriicamentc la cogcstióii sino, a carro plazo, cl coiirrol sindical dc toda la indurrria privada". Vease Franpis Bilge~ La Pmr¿t Cror>omiquc l i b h k ..., op. cit . pp. 248-253 (sobre la combinnción dc coiiipetciicia y de organización corporariva propiciada por Nell- Brcuniiig). Su "adlierión" (riiuy rclariva) re expresa sobre codo cn el arriculo "Ncoliberalismus und kailiolirche ~aziallch;e", cii Patrick M . Boarman (cociip.), Der Chriri und die iazial?

. Mnrktmirnchof Stuttgarr y Colonia, Kolilhanimer, 1955, pp. 101-122. " Fue cn la Johann-Wolfgang-Gocrhe Uiiivcrritat de Friricfort y iio cn Múnich donde

Oswald vonNell-Brcuniiig aciimuló diversos cargos docentcs a partir de 1948. 33Theodor Blank (1905.1972): dipurado dc la CDU, viejo dirigcnrcsiiidical carólico. El 26

dc octubre de 1950, Adcnaucr le cnrregó la dirccció~i dc lo qiie iba a llegar a ser el Miriisrciio de Dcfcnsñ, con el título de "consejero gciicral del caiicillcr federal a carga de las asuntos viaicula- dos con d aumcnta de lar hierras aliadas".

" Vtase ~r in$ais Bilger, La Pcnrir¿conomiqr<c IibCr~lc.. ., op. cit., p. 21 1: "Sindicllisra cris- riano, viccprcsidcnrc del sindicara de miiicrus, acababa dc entrar cii contacto con lar obr- dc la Escuela de Friburgo y habla ñdinitido que el orden liberal constiiula una dteiiiariva valedcrl al capitalisnio y d plariisino, que él rechazaba por igull".

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Evidentemente, para quien piensa en tdrminos marxistas, para quien piensa a partir del marxismo o para quien piensa a partir de la tradición de los socialistas alernaries, lo importante en esas mociones del congreso de Rad Godesberg es la serie de abandonos -abatidonos, herejlas, traicioiies, coiiio lo prefieran- de la lucha de clases, de la apropiacióii social de los medios de produccióii, etc. Lo importante radica en esos abaiidonos; el resto, esas vagas y pequefias salvedades del tipo: hay que apuntar a un orden social equi- tativo, cumplir las condiciones de una verdadera competencia y cosas por el estilo, sólo aparecen, en la perspectiva, insistamos otra vez, de un mar- xismo que fuiicioiia a partir de su propia ortodoxia, coiiio otras tantas Iiipo- cresías. Pero para quien escucha esas mismas frases coi1 otros oídos o.a par- tir de otro background teórico, csas -"orden social equitativo", "condición de una verdadera competencia económican- resuenan d e una iiiancra muy distinta porque indican (y ésta es otra de las cosas que me gustaría explicarles la vez que viciie) la adhesióii a todo un coiijiiiito doc- trinal y programático que iio es una mera teoría económica sobrc la efica- cia y la utilidad dc la libertad de iiiercado. Es adhesióii a un tipo de guber- nameritalidad, que ha sido justamente el medio por el cual laeconomía alemana' sirvió de base al Estado legítiino.

¿Por que esa adhesión de la socialdemocracia alemana, una adhesión, en definitiva, aunque un poco tardía, bastante deseiiwclta a las tesis, las ptácti- cas y los programas del neoliberalismo? Hay por lo menos dos razones. Una, desde luego, qiie es de táctica política neccsaria e indispensable, porque cuaiido el SPD, bajo la Grccción del viejo S ~ h u m a c h e r , ~ ~ mantenía la actitud tradi- ,

o grupos, cs oeccsario romar múltipla incdidas pua preservar la liberad eri el ;(ix?biro de la cco-

nomla. Compcreiicia cii roda la medida de lo posible; planificación, tanta como ;en necerar i~ (hgmrn»~ttfin<l?>mrnL.. , op. rit, p. 11; Dcnnis L Buk y David K. G m . HLmin& 1XUemgnr.. ., op. cit., p. 430). Véax Franpir Bilgci, L? Pcnrfr iconorniqur libhnlr.. ., op. cit.. p. 273.

" K K ~ SSchumadicr (1895-1952): diputado eii el Rcichrtag cntre 1930 y 1933 y prcsi- dente del S P n dcsdc 1932 hasta la proliibición dcl partido un año después, pas6 diez años cn

campos de concenrración dcl rigimcn nazi. En 1945, al rciiisralnr en Hannover la scdc dcl SPU

renacido, dcdai6: "O llcgaiemas a hacer de Alemania un pris sacialirta en el ánibiro cconó- niico y un pais d;mocrdrica en el ámbiro pollcica a dejaremos dcscr uti pueblo alemán" (citado por Dennis L. Bark y David R Grcss, /<i~min & (AlLmngnc ..., op. cit., p. 188).

cional de un partido socialista que [aceptaba], por uiia parre, el Ilaniado régimeii demócrata liberal -es decir, el sistema del Estado, la constitucióii, las estructuras jurídicas-, pero por otra rechazaba teóricanieiite eii esos priii- cipios el sistema ecoiiómico capikilista y, por coiisiguierite, en ese marco jurídico considerado conio suficiente para destacar el juego fundaiiiental de las libertades esenciales se asignaba la riiisión de corregir sirriplementc el sis- tema exisreiite en fuiición de una serie de objetivos remotos, podrán advertir con claridad que el S1.D rio podía tener lugar en cse nuevo Estado económico político riacientc. No podía tener lugar en 41 porque era precisamente lo iiiverso. No sc trataba, [ante todo,] de darse y accptar iin marco juiidico o un marco histórico determinado porque as1 había sido forinado por el Esrado o cierro consenso popular, y lucgo trabajar económicameiite, en su interior, eii pto- cura de unos ciiantos ajustes. Era todo lo contrario. En ese nuevo regimen econóniico político alemán eiiipezaba a darse cierto funcioriamiento ecoiió- tiiico quc estaba en el fundamento niismo dcl Estado, de su existencia y dc su reconociiiiieiito intcriiacional. Se forjaba esc iiiarco econóriiico y sólo después aparecía dc alguna manera la Iegitiiiiidad del Estado. ¿Cómo quie- ren que un partido socialista que se asignaba conio objetivo, al nieiios lejaiio, un régiinen econóniico muy distinto se iiiregrara a ese juego político, habida cuenta de que en cierto modo loi'datos se habíari invertido y aliora'lo eco- ,

nóiiiico era radical con respecto al Estado, eri vez de ser éste el aiitecedentc conio inarco hisrbrico jurídico pira tal o cual decisióii económica? Por lo tanto, para entrar en el juego político de la iiiieva Alcmatiia, era menester que el SI>W adhiriera a csas tesis del rieoliberalisino; si no a las tesis ecoiió- iiiicas, científicas o tcóricas, sí al niciios a la práctica general en cuaiiro prác- tica gubernanieiital de esc iicoliberalisriio. De trianera que el congreso de Bad Godesberg, ese f;imoso congreso de la reiiuncia absoluta a los rcmas inás tradiciori;ilcs de lasocialdeiiiocracia, sigiiificaba por supuesto la ruptura con la teoría marxisra, la ruptura con el socialisiiio rnarxista, pero era al rnisiiio tiempo -y en este aspecto rio era meramente una traición, lo que sólopuede ser, si se quiere, en rdriiiiiios históricos generales- la aceptación de lo que ya coiiienzaba a funcionar coiiio el consenso económico político dcl liberalisino aleniáii. No era tanto renuiiciar a tal o cual parte del programa común a la rriayoría de los partidos socialistas con10 entrar por fin al juego de la giiberna- mentalidad. La socialdeiiiocracia sólo tenía que dar un paso inás: la ruptura

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con el modelo inglés y todas las referencias a la economía keynesiana. Y el paso lo dio Karl Schiller -61, una vez inás- en 1963, al abandonar incluso la fór- iniila "la niayor competencia posible y planificación en la medida de lo iiece- sario". En [19]63 Schiller plantca el priiicipio de que toda planificación, por flexible que sea, es peligrosa para la economía liberal.45 Asunto terniinado, entonces. La socialdeinocracia se ha incorporado rotalmentc al ripo de guber- namentalidad económico que Alemania se Iia atribuido desde 1948. Y entra tan bien al juego que, seis años después, Willy Drandt4%sume el cargo de canciller de Alemania Federal.

fisa es, claro estb, una de las razones y no la menor, pero me parece nece- sario examinar un poco más este problema de la relación del socialismo ale- ináii con la gubernamenralidad neoliberal definida en 1948 por Ludwig Erhard, o al menos por sus famosos consejeros, d e quienes procuraré hablarles un poco más la próxima vez. Puede inteniarse comprender uii poco mejor 10 que pasó y por qué pasó. En efecto, sin duda hay otra razón al margen de esa espe- cie de esrrangulamieiiro táctico en que el Partido Socialisra alemán se encon- rial>a desde 1948. A menudo se dice que en Marx -bueno, es lo que dice la .

gente que lo coiioce- no hay an;ilisis del poder, qiie la teoría delEstado es insu- ficieiite y que es hora de comenzsr a Iiacerla. Pero jacnso es ran inip.ortante con- tar coi1 una teoría del Estado! Después de todo, a los ingleses no les fue tan mal, y en resumidas cuencas, al menos hasta estos últitnos años, se goberna- ron pnsablemente bien sin rcoria del Estado. Doeno, en rodo caso, la última

4'V6arc FiangoisBilgcr, LnP~nrbt~oconomiqirr liúlmlr ..., op. cit. p. 275: "A Fines de 1961, Willy Brandr convoc6 i I proferor Schillcr a deretnprfiar lar funciorirs dc IVirtrehi~frs~enator [rcnador ccotiómico, erro i r . ministro de Econoniia] en Bcrlín Oeste, y 1% opinioii gerirral era que llegaría a ser minisrra dc Economía cn un eventual gobieriio federal socialirra. En rus ntkvar hincionei, Schillcr aplicd dc manera sisremárica una polirica lihcral, y uno de sur íilrimos discursos durante una sesión Cconómicá del s1.n en Erren, en ocrui>re dr 1963, generá una verdadera scnración cn roda Alemania, debido a la afirmacinn exrrcm=damenie clara dc su adlicsión a la ccanomiñ de mercado y cl rechazo categórico de la planificaci6ii, por flexi- ble que finera".

4"Hcrhcrr Krrl Frñhm Brand,, IhinadoWtlly Brandt (1913.1991): diputado del spn en CI Bundcrrag etirrc 1950 y 1957, Iiiego alcalde dc Berliri Ocrre de 1957 a 1966; eri 1966 asumid el cargo dc niinirtra dc Rchciones Exrcriorcr cn cl gobierno dc conlici6n de Kurr Kieringcr y en 1969 fuc elegido cnncillcr

dc las teorías del Estado la encoiirramos en Hobbesp7 es decir, alguien que era a la vez el contemporáneo y el rupporter de un ripo de monarquía de la que los ingleses se desembarazaron justamente en ese momento. Y después de Hobbes está Locke." Locke no hace una teoría del Estado, hace una teoría del gobierno. Por lo tanto, puede decirse que el sistema político inglés jamás fiincioiió, y lo misnio vale para la doctrina liberal, a partir de una teoría del Estado, y ni siquiera necesitb atribuírsela. Se dieron principios de gobierno.

Para rermiiiar, que haya o no una teoría del Esrado en Marx, repito: los mar- xistas deben decidirlo. Por mi parte, dire que lo que falta en el socialismo no es tanto una teoría del Estado sitio una razón gubernamental, la definición de lo que sería en el socialismo tina racionalidad gubernamental, es decir, iiiia medid:^ razonable y calculable de la extensión de las inodalidades y los objeti- vos de la acción gubernameiital. El socialismo se da o propone, en todo caso, una racionalidad Iiisrórica. Ustedes la conocen, no vale la pena decir más. Propone una racionalidad económica. Dios sabe cuánto sc discutió, sobre rodo en las décadas de 1920 y 1930, si esa racionalidad se sostenía o no. Los tieoli- berales de quienes les hable, coino Von Mises, Hayek, etc., negaron en esos años, en particular Voii ~ i s e s , @ que hubiera una iacioiialidad económica del socialismo. Se les respondió, y ya volveremos a este asunto. Digamos que el problema de la racionalidad econóniica del socialismo es una cuestión sobre la quese puede discutir. Sea como fuere, el socialismo se propone una racio- iialidad econbmica así como propone una racionalidad liistórica. También

" ~ h o m a s Hobbes (1588-1679), Lminrhan, Londres, A. Crookc, 1651 (rnd. fr: 1-iiiiathnn, troiti dr kz maii>rr, dc kzfirmc rr dt,pouvoir dr h ripsbliqt<r rrrlCriartiqur ct civilr. Pñris, Sircy, 197 1) [rrad. esp.: Lrviardn o In >nntrrin.fomaypodrr de urrn rrpúúlicn rrlrridsricny civil Bueiios Airea; Fondo de Cultura Ecoii6miu. 19921.

"lohii Lockc (1632-17041, Two ~rnti~t~ofGoumrrn~nr(ercritor hacia 1680-1683). Loiidrs, A. Churcliili, 1690; el primer rrarado fue rraducida al franch por E I.esray (Plrmirr m i d dz, gouutrncmenr riuiL Parlr, PUF, 1998). cl segunda por D. M a z l (Dugoirvrmrrntnt civil Amr- ierdam, A. Wolfgnng, 1691). J . Fyor (E~ra i rur itpot<uoir riuil Parls, PUF, 1953), R. Gilson (Boui>mc trairidugorrvrrnrmrnr civil Paiir,Vrin, 1967) y J.-F. Spirr ( L t SrrondrrnirCdrigou- vcrnrn,t»r, Paris, PUF, 1994) Irrad. cap.: Doi cttxiyor robrc clgobirrno civiL Rarcclana. Plniiera- Agastini, 19951. ,

" Vhrc la o b a dc Ludwig von Mi&, Di t Gm<inruirtrchafi.. ., op. cir (rupra, nora IR de "Sra clase).

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pucdc decirse que posee, ha iiiostrado poseer, técnicas racionales de interven- ción, de intervención adinitiistrativa en ámbitos como la salud, los seguros sociales, etc. Racionalidad Iiistórica, racionalidad económica, racionalidad administrativa: podemos reconocer todas ellas en el socialisnio o, en todo caso, decir que el problema puede discutirse y no es posible eliminar de un plu- mazo todas esas formas de racionalidad. I'ero creo que no hay gubernarrienta- lidad socialista autúnoma. No hay racionalidad guberiiarneiital del'Socialisiiio. De hecho, el socialisnio -y la historia lo ha deinostrado- sólo pucdc llevarse a la prácrica si se lo conecta con diversos tipos de gi~bernamentalidad. Gubernamentalidad liberal, y en ese moinento el socialismo y sus foriiias de racionalidad cumplen el papel de contrapeso, correctivo, paliativo a sus peligros internos. Por otra parte, se puede [reprocharle, como hacen los liberales,]' que él mismo es un peligro, pero en fin, el socialismo vivió, funcionó efecti- vamente -y tenemos ejemplos de ellc- en gubernamentalidades liberales, dentro de ellas y cotiecrado con ellas. Lo henios visto y seguinios viéridolo funcionar en guberiianieiitalidades quc suponen sin duda más de lo que el a50 pasado, como recordarán, llamamos Estado de policía,50 vale decir, un Estado hiperad- ininistrativo, en el cual eritre gubernariientalidad y adinitiistracióo Iiay en cierto modo fusión, continuidad, constirución de una suertc de bloque macizo; y cntonces, en esa gubernarnentdidrtd d e Estado de policía, el socialismo €un- ciona como la lógica interna de un aparato adniinisrrarivo. Tal vezhaya incluso otras guberiiameiitalidades a las cualcs cl socialisnxo sc ha enganchado. Habrá que vcrlo. Pero, en todo caso, no creo que haya por el momento gubetna- mentalidad autónoma del socialismo.

Si les parece, torneiiios las cosas una vcz 1iiá.s desde otro punto de vista y digaiiios lo siguiente: cuando se cruza la frontera que separa las dos Alemanias, la de Heliiiut Schmidt5' y la de [Erich H ~ n e c k e r ] , ~ ~ * ' cuando se atraviesa esa

* Michcl Foucault: los libcralcr Ir reprochan. 'U Véase Michcl Foucaulr. Sdru~rf, fcm'toir~. . .. op. iit., c h c s del 29 de mana y del 5 de

abril de 1978. '' VCasc lupra, clase del 10 de enero de 1977, nota 18.

Erich Honeckcr (1912-1994): designado primer sccrerario eo 1971. luego del retiro de Walter Ulbrichr.

-' Michel Fouuiulr: ya no nic acuerdo c6mo rc Ilarna, pera bueno, na imparta.

frontera, la cuestión que todo buen intelectual occideiiral se plantea es, desde Iucgo, la siguiente: ¿dónde está el verdadero socialisiiio? ¿En el lugar de donde vengo o en el lugar a donde voy? ¿A la derecha, a la izquierda? ;De este lado, del otro lado? ;Dóride está el vcrdadcro socialisirio?' l'ero jacaso tiene sentido preguntarse dónde está el verdadero socialismo? ;No habrfa que decir, eii el fondo,, que el,socialisnio no es más v,erdadero aqui que allá, seiicillaiiieiire porque no tiene que serlo? En fin, lo que quiero decir es esto: dc una manera u otra, el socialisnio está conectado con uiia guberiiarnentalidnd. Aquí está conectado con tal gubertiarneiitalidad, aiiá está conectado con tal otra; aquí y allá da frutos muy disimiles y, al azar, claro, de una rama niás o iiienos iiorrnal o aberrante, los mismos frutos venenosos.

Pero jacaso al liberalismo se le plancca la pregunta que siempre se plantea dentro y respecto del socialismo, a sabcr, si es vckdadero o falso? Un lilieralismb no tiene por qué ser verdadero o falso. A un liberalismo se le pregunta si es puro, si es radical, si es consecueiite, si es mitigado, etc. Es dccir que se le pre- guntá cuáles son las reglas qiic se fija a si niisiiio y córrio compensa los meca- nismos de compeiisación, cómo evalúa los mecaiiisinos de evaluación que ha establecido dentro de su gubernamentalidad. Me parece que si, por el coiitra- rio, tcnenios una inclinación tan jntensa a hacer al socialismo esa pregunta indiscreta que jaiiiás hacemos al liberalismo: "jcres verdadero o falso?", es jus- tamente porque en el primcro falta uiia racionalidad gubernamentd intrínseca y esa [ausencia de] racionalidad guberiiaixieriral, que le es esencial y, creo, hasta el momento iiisuperable, ese problema de la racionalidad gubernamental interna, se sustituye por la relación de conformidad con un texto. Y esta relación de coiiforniidad con un texto o utia serie de textos está destinada a enmascarar la ausencia de racionaiidad gubernaiiienral. Se propone una rpanéráde leer e intcrprctar que debe fundar el socialisino, que debe indicarle cuáles son los límites mismos de sus posibilidades y de su acción eveutual, cuando, e n e l fondo, sería preciso que defiiiicra para si su manera de actuar y su manera de gobernar. La importancia del texro en el socialismo está, me parece, a la altura misma de la laguna constiruida por la falta de un arte socialisra de gober- nar. En consecuencia, bajo todo socialismo real, a todo socialismo llevado a la práctica en una política, no es necesario preguntar: ja quC texto te refieres,

' Michcl Foucaulc repite: ;D6ndc erra el verdadero socialismo?

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lo intercrance es que la &cuela de Friburga iio ac limiró a desarrollar unn reoria cconóniiu, y ni siquiera una doctrina. Rcpcnró roda la relación cnrre cconornia y polirica, cado d arte de gobernar. Y por una bucna rar6n: debió pelearsc con un fenómeno hiscbrico coiisidcrable. E! nazisiiiq, en cfecro, no fucla iiiera acumulaci6n y cristalización de todos los nñciondirmor, diri- gismor, prareccioriismos, planificaciones que Iiabian mmteiiido a raya al iibcialismo" (fi~i del inanurcriro).

Clase del 7 de febrero de 1979

El ~zeoliberalirmo alemdir I,) -Su problema: jcdmo puede la liber- tad econó>nica fundar el Ltado y a la vez limitarlo? - Los tedricos neoliberala: WEucken, i? Bohm, A. Miiller-Armack, E von Hayek - MGY Webery elpmbLma de la racionalidad irracio>zal dpl capi- raiisnzo. Lar rqzrertas dr la Ercueia de fiáiicfirty &'la Ercuekz de Fnburgo - El nnazirmo como campo de adverridad necesaria para la definición del objetivo neoliberal - Lor obstáctrlor a la~olit ica liberal en Alemania des& el riglo XIX: n) la economía proreccio- nista según LNt; 6 ) el rocialirmo de E~tado birmarckinno; c) el ertabhcimieizto de una ecoizomia planificada durante la Primera Guerra Mundial; d) el d i r v m o de tipo keyneriano; e) lapolitica económica del nazionalrociaknio - La critica ireoliberaldel tracio- na~ocialisnto a partir de esor dzfirerttes elemetitor de la historia alemana - Coiwcuencias tedricas: extenrión de erra critica alNew Deal y los planes Beveridge; dirigirme y crecimiento delpoder del Estado; kz marificacidn y h unrformacióiz; efictor del estatisn?~ - El objetivo del neoliberalirino: su novedad con respecto al liberalisnio clhico. La teoría de la competencia pura.

HOY QUERRfA TRATAK de terminar lo que empecé a decirles accrca del neoli- beralismo aleniári de la posguerra, ese neoliberalismo del que somos coiirem- poráneos y en el que estamos implicados de hecho.

Como rccordaráii, procure iiiostrarles cuál era el problema planrcado en el siglo XViii por la cuestión del mercado. Ese problema, en efecto, radicaba en lo siguieiitc: (c60io era posible deiirro de uii Esrado dado, y cuya legiri- midad desde luego no podía cuesrionarse -al menos desde <se punto d e vista-,

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la aplicación eventual de los métodos kcyticsi~nos en Alemania para resolver la c r i s i ~ , ~ mitodos keynesianos que, como saben, propiciaban por entonces en Alemania gente como Lautenbach' o como el doctor Schacht." Eucken se man- tuvo en silencio durante el período nazi,' mientras scguia siendo en Friburgo. En 1936 fu idó unarcvista Uamada Ordo,' y en 1940publicó un libro

' Waltcr Eucken, '"Siaailiche Srrukrurwandluiigrri und die Krisis des Kapiirlisrnus" ["Modifica~iones csrruaurdcs del Esrado y crisis del capitalismo"], en Wrliuiirscbnfrliche~Arcl~iv, Jena, 36 (2). 1932, pp. 297-321.

Wilhclm Laurenbach (1891-1948): vCanrc cn erpccial ru artículo "Auswirkungen dcr unmirrclbarcn Arbc i r sb~s~h f ing" , en Wrr~cl~nfiundStatirrib, 13 (21), 1933, rccd. cn Gonfricd Bombach eral (coinps.), Dcr Kcynriinitirmrrr, Berlín, Spriiigcr, 1981. pp. 302-308, y su obra

pósriinia, Zinr, Kndit t<ndProduhrion, Tubinga, J . C. B. Malir, 1952. "jalmñr Grccly Honcc Sclirclir ( 1 877-1970): en principio prwidciire del Reichrliaiik de

iiovicmbrc dc 1923 a m a m dc 1930, y Iiicgo niinistro de Economía de julio de 1934 a iioviem- bre de 1937. Se opuso a Güring y los gastos en armamenra (vfasc i i 6 4 nata 36 de cara clasc), peroconservó el rlrulodcminisrrosin carrera hzrra 1943.V6ascJcan Ran~ois-Poncec, LdPolitiquc iconnmiqucdt IAIlllcmlignr orddentnlc. Paris, Sirey, 1970. pp. 21 y 22. ' Muy por el cotiirario, Walrcr Euckeii pariicipó a Fiiies de 1933 dc uri iemiriario orgaiii,

zado por el ccorioniist;l Kail Dielil, que reotila n opositaies del nazismo prbcedeiites de diver- sas Iaciiliades (entre ellos el Iiisroiiadoi Gerhnid Kiiier y el tellogu Cleincns Unuer). E u c k ~ ~ re inaniferró rwueltainentc coiirn la política llevadaadcla~ire por Hcideggci dwdc CI rcctorado de la Universidad dc Friburgo. Cofundador, junco con varios rcólagos carólicor y protcsran- res. del Fwibrirgrr Konzil, quc cansriruyó sin lugar a dudas el único grupo dc oposición al nazismo compuesto por univcrrirarios luego de las pagionios de 1938. rom6 parrc duraiirc la guerra de las discurioncr dcl Arbcitrgcmeinschafr Volkwirrschafrrlchrc. coordinado por Erwin voii Beckerarli, cn cl seno dcl Gruppc IV (encargado de las cucsriotier ecoiióniicas) dc la Akadernie filr Deu~cl ies Rcdii hndada por los nazis cii 1933-1934 coi, vkras a geriiianimr el dereclio. El Gruppc 1V se creó cn cnero de 1940. Su organizador, Jens Jcsrcii, que se con-

virtió cn un ferviente opositor al nncioRalsocinlismo, fue ejecutado eii noviembre de 1944 por su participación cn cl complot dc julio contra Hirler. El mismo Gruppe IV, que conrri- ruia un foco aporiror clandcsrino, se disolvib rn m a m de 1943, pero los dcbarcs cnrrc d o -

iioniisras -dedicados czi especial a la ecoriomla dc rrarisici6ri e n el pcriado de la posguerra- prosigiiieroii en un iiiarco privado, deiirro del "circulo de Bcckenili". Eilckei, publicó varios ñirículos durante csa epoca. ~ ¿ a n s e Heinz Ricrcr y Marthias Schniolz, "Tlie idear ofGerman Ordoliberalisiti 1936-1945: pointing rhc way ta a ncw rconamic ordcr", en Thc Europrnn /oirriinlofrh~HHo~yofE~ononzicThou~ht, l (1) . aroñodc 1993, pp. 87-1 14. y R. Klump, 10ri rlie plieiioniciiological toors ...", cn op. cit., pp. 158-160.

Foucault confnnde aquí Iñ fccha de public~cióo del prefacio, firmado por Frmz Bohm, Wdrcr Euckcn y Hans Grorrniai>ii-Docrrh can el tlrulo de "Nucscra rarca", dcl piimcr volu-

l

que lleva el título uri poco paradójico de Grundkzgen der Nntional~konomie,~ cuando en realidad no se trata de economía nacional sino justamente de algo que, en esencia, de manera doctrinal y política, se opone a la economia nacio- nal. Y fue el quien, en torno de esa revista Ordo, bajo su direccióti, constituyó la escuela de economistas que se denominó Escuela de Friburgo o de los "ordo- liberales". Eucken fue, por tanto, uno de los consejeros, y sin duda el priiici- pal, de los asesores científicos convocados por Erhardl%n 1948. Tenemos cnton- ces a Eucketi en esa comisión. También está Franz B¿ihm,Ii que es justamente uno de los juristas de Friburgo, fenomenólogo de formación o en todo caso dis- cipulo hasta cierto punto de Husserl. Este Fraiiz Bohni lleg6 a ser luego dipu- tado en el.Buridesrag y tuvo, hasta la década de 1970, una influencia decisiva sobrc la polftica econóinica de Alemania. En esa misma comisión participa

iiien dc la colección Dir Ordnringder Wirr~chnfrdirigida por esos autores (véase la trad. irigles~ de csc rexro: "The Ordo Mariifcsto o[ 1936", en Alan Peacock y Hanr Willgciodt [comps.l, G c m n y j SocialMnrbet Econoisy: O n g i i ~ a>idEuolution, Londres, Macmillan, 1989, pp. 15-26), y la fcchñ del primer núniero de la revista Ordo, dc 1948. &ra aparcció de 1948 a 1974 eii la foriiia de ui i volulileii aiiual publicado por Hclmur Küpper cn Dusscldorf, y a partir de 1975 par Gusrav Fisdier eti Stutig~rr.

Walter Eucken, Dir Gruizdhgc» drrN"rionnlobonomi, Jcna, Gurrav Fircher, 1940, 2. cd.. 1942; i ad . ingl.: 7i,r Fo~m&tiom ofEronomicr: HLrorjlniid Throry in tlicAnn[yrL ofEco>zomic Rcnlity, trad. de T. W. Hurchiron, Londres. Willia~n Hodgc, 1950 [trad. esp.: Gerriorrerfrin- dnmozraler dr kpoilticn econd>nicn, Madrid, Alianza, 19671.

' O Vfare ritpm, clasc dcl 31 dc cncro dc 1979, nora 19. " Franz Biihm (1 895-1777): asesor jurldico del MiiiisteiodcEcoriurnia enrie 1925 y 1932,

fuc profesor de derecha ei l Iñs ili~iversidadcs dc Ftiburgo y Jeiia de 1933 a 1938, pero tuvo que renunciar debida a su oposición a la pollrica aiitisemita. Luego de la guerra ocupó el cargo dc minisii.~ de Asuntos Culturdcs dc Hrrse (1945-1946) y dcspuCr fue profcsor dc dcrccho civil y ccon6mico cn la Univcrsidad dc Fráncforr. Inrcgr6 la bancada dc la cou (Christlich- Demakra'tir=ht Union) rn el Bundesiag de 1953 a 19G5 y cumplió un papel activo, enrre 1948 y 1977, cii el ConscjoCientifico de la Veriualrung für Wirrrche.fr des Vcrcinigtcn Wirsrscliñftsgcl>ietcs dc Fráncfarr. En 1965 sc convirrió cn ci primer embajador alcmáii cii

Israel. Sus principdcr obras son: lWttbn<xrb r<rtdMonopolko>npj Berlín, C. Heymann, 1933; Dir Ordnimg der WGnrrhofr nLcgc~chirhrlir/lr Ar%gobr und rcchtuch6pfcrirchc LNrtzrng, Stuirgari y Berlín, Kohlli~~iiiiier, 1937; y Wirncl~afi~ordnungz~ndSrnnnurífn~urrg.lÜbinga,J. C. B. Mohr, 1950. Vbse asimisiiio sus Reden r<ndSchrz$~n, Karlsruhe, C . F. Müller, 1960. Jiiciro coii Wñlrcr Euckeii y Hans Grossmann-Docrth fue uno dc los signatarios del "nianiftw~u ardolilicnl" de 1936 (vhre ~uprn, nora 8 dc erra clnsc).

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128 NACIMIENTO DE LA BIOPOL~TICA

, CLASE DEL 7 OE FEBRERO DE 1979 129

Müller-Arniack,12 historiador de la economía y profesor, creo, en Friburgoi3 ([auiique] no estoy del todo seguro), y que escribió en 1941 un libro iriuy inte- resante coi1 el curioso títiilo de Genealogía de 101 ertilor eronómiror," en el cual rrara de definir precisanienre, al margeii de la teoría y la polírica económicas puras, algo que sería, en cierto iiiodo, un arre de gobernar econóniico, de gober- nar económicanierire. y que 41 llatna estilo e c o n ~ m i c o . ~ ~ Miiller-Armack se

l2 Alfred Müllcr-Ariliack (1901-1978): profesor adjunto de ccoriomix cn I i Univciridad de Coloriia desde 1926, abruvo una catedra dc profesor cn Münrrer cn 1940 y volvió a Colonia cn 1950. Se afilió sl Partido Naciniiñlsociilirra eii 1933, a la vez que condenaha so doctrina racial (vease su libro Staorridet irnd Wirtrchaftrordnr<ng in nruen Htirh, Berlín, Junker & Diiiigiliiiupr, 1933), y luego se ale16 de manera gradual en n26,1 de sur canvicciories rcligio- sñs. Ursdc 1952 hasta 1963 sedesempefi6 conio '!irrcror cn d Minirtrrio dcEconomiay sccre- rario de Esrado para los prablernar europeos. con ese rírtilo, cti la redacción del Trarado de Roiiia. Renunció en 1963 para ocupar cargos eii los conrcjor de i>dminiriración de variar grandes empresas. E n miembro, añadidkra, del grupo dc Monr-Ptlerin. creado en Siiiza en 1947, a iniciariva de Friedrich Hayek, con el ohjcrivo de defender la libre empresa, y del que ranibiin formaban parre Ludwigvoii Mircr, Wilhelm R q k e y Milron Fricdrnaii. Vease Frniiqois Bilgcr, La Pezrit Économiqrr Iibiralr . . , op. cir., pp. I I 1 y 112. Priiicil>sles obrar (adcmds de su Gtntdosicder Wirtroli,$rrrilr: v i s e i n f k nota 14 dc esra clase): Winrchajirlri~bun~ r>idMnrkrwirtrrhnjt,, Düsscldorf, Verlag Wirrschafr und Finanrcn, 1946, 2s cd. 1948 [ r r~d . CI~>.: Ecoio>iom/n dirigiday rconomía dr mrrcndo, Madrid, Sociedad de Estudios y Publicaciones, 19631; Diagnort rrnrmr Gegenrua~t. Ztrr Drrrimmung rr~~~~migci~ir~~~~~hichtlichc~ Sra~rdorrtf, Gürcrrloh, Berrelsmann, 1949; y Rrligion rind Wirrrrhafi. Co irr ig~~~/~ic l~r l i c / , r HinrrrgrUndr unrrrer mropdirchrn Ltbrni/orm, Srurrgarr, Kohlhammcr, 1959 [rrad. esp.: El siglo sin Dios, Minica, Fondo de Culrura Ecaiiórnica, 19681.

'' En realidad re trata dc Colonia (veare la rioca anrerior). " Alfred Müllcr-Armack, Grnrnlogir dcr Wirr~chnfrrrrilc ditgri~rc~gt~chirhrlich~,~ Uli~pnin~c

dtr Stonrr- und Wirrrchi1fi~fimrn bir zum Aurgang drr 18. Jalirht~ndrrtr. Srurrgarr, Alfred Kohlhammer, 1941,31 ed. 1944 [trad. esp.: Grvraloglndr lor r1ti101 ~rondniicor. M4rica. Fondo de Cultura Económica. 19671. El autor "iitienraba mascar que la arganiución ccoiiómica de iiiia epoca cr la rradiicción económica de la 'Wllrnnrchnrrrrng'domi~~a~~te" y deello "deducía la necesidad dc construir, luego dc la guerra, tina econom.1 coliformc al nueva 'csrilo de vida que los rlcrnancs prereiidieran adoptar" (Francoir Bilgcr, La Prn~if ieonomiqrtr libinrlc ... op cit., pp. 109 y l 10).

" Esrc conccpro dc "esrilo económico" ( WirtrchajirriiO. que designa la forma rocioecon6- mica global dc uiia sociedad cn una epoca dercrniiiiada, fuc forjado porArthur SpierhaR("Dic allgemeineVolkswirtsdiafrslchrcalsgerchichrlicheThcoric. DicWir<rchahririlc". en S r h m o l h Johrbtrrhfiir Gc~rrzgrbung. Vrrwnltrrng und Wirtrchají im Dcut~cl~en Rcich, 56 [Z], 19321 para

convertirá en secrerario de Esrado de Liidwig Erhard cuando éste sea niinis- rro dc Economía, y sera uno de los ncgociadorcs del Tratado de Roma. Esros son, entre otros, algunos de los personajes de esa comisión cicnrífica.

De hecho, detrás de ellos habría que mencionar a varias orras personas que también han [desempeñado iin papel importante en]' esa iiueva definición del liberalismo, del artc liberal de goliernar. Aiinque no forniaron parte de la coiiii- sión, al menos algunos fiieron en la práctica sus inspiradores; el priiicipal fiie, desde luego, Wilhelm ~ t i ~ k e , ' ~ un economista del período de Weimar y uno de los asesores de ~chlcicher," y [habría llegado a ser] uno de sus miiiisrros si éste no hubiesesido despedido cn bcneficio de Hitler a principios de 1933. Este

profundizar y especificar el conccpro dc "sistema ecoiióinico" (Wiriichafrisy~uml introducido por Werner Sotnbarr en la dtcada dc 1/20 (Dir Ordnrrng drr Wirrrchafirlcbcnr, Berlín. Julius Springcr, 1927, y DirdrriNnriona&kobonomim - Gmhichrr undSysum dnLehre von drr Winschaj, Bcrlíii, Dun&ei & Humblor. 1930). De ese modo. re inscribía parcialmenre en la conriiiui- dad de la problcmáricade la e~cucla histórica alemana, a lavcz qucdaha resrimoniodc iiiia ambi- ci6ri dean~ l i r i r ropológico mas rigiiroso. Esc conccpro cr ohjcro de un examen crítico en Waltcr Euckcn, Dir Glundkfcn rlrrNn&onnl6konomir, op. cir, pp. 71-74. Veare Hanr Mciller, "Wirrschafrrordnung. Wirr~chafrss~iiein und Wirrschafrsrril: cin Vcrgleicl> der ~ciffassuiigen van W. Euckcn, W Sonibart i ~ n d A. Spierhaff", cn Sehmollerrjahrbirch f"r Grrrrzgrbnng. Vrrwnlrrrng undVolkwirrrchnfi Bcrlín. Duncker & Huniblot, 64, 1940, pp. 75-98. En sus

arriculor de las dccadxs de 1950 y 1960, MBllcr-Arrnack utilkm con frecuencia cl ronccpro de rrtilo para definir el programa de acción dc la ccniinmía social de mercado (v tsc , por cjcniplo, "Sril und Ordnung dcr rozialen Maiknvirochafr" [1952], en Wirarhafiordnung iind Wirrrchnfipolirik, Friburgo de Brisgovia, Ronibacli, 1966, pp. 231-242). Viase Sylvaiii Broyer, "Ordnirngirhrorir rt ordolibtralirme: Ics legolis de la rradition". cn Parricia Commiin (comp.), L'Ordolibimlirmr nllrmnnd.. ., op. cit., pp. 90-95. ' Michel Foucaulr: renido iina importancia dirccra sobre. " ~ i l h c l m R6pke (1899-1 960 : profesor deccannmín en la Universidad dc Marburgo harca

su dcrrirución por razones poliricas. Adepro convencida del ncomarginaliimo, en 1930-1931 se lo designó para inregnr i ir in comiri6n oficial desriiiada a ermdiar el desempleo. ~ t a n s c Frangois Bilger, LnPeñrlt/coconomiqur lib!rdc. .., op. cit., pp. 93-103. y ]can Frangois-Poiiccr, L~I>o/iriqrrc irommiqut dr /2l lhmgnt. . . . op eir., pp. 56 y 57.

" Kurt von Schleicher (1882-1934): ministro dc la Rcichnvehr (junio de 19321, llegó al cargo dc canciller luego dc la dimiri6n devoii Papen (diciembre de 1932), pero debió ceder sii lugar a Hirler en enero de 1933. Fuc -trinado par los nazis el añoriguicnrc. Al parecer, Faucaulr confunde aquí a Riipkc y Rüsrow (v6asc infia. nora 23 dc esrs ciiscl. En efccro. es a crrc úlrimo a quien Schlcichcr quería confiar el Miiiisierio dc Economla cn enero de 1933.

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Ropke es tambikn un antikeynesiano y se vio obligado a exilarse en 1933. Fue a E ~ t a r n b u l ' ~ y dcspuis se instaló en Ginebra.'' Por lo deni&, perrnane- ció en esa ciudad hasta el fiiial de su carrera, y en 1950 publicó un pequeiio libro que se Ilaina Orientacidn de hpolltica econdmica alemana,20 con prefa- cio de Adenauer, y que representa en cierto modo el manifiesto ni& claro, más siniple, iiiás tajante de esa nueva econonila política. Habría que agregar otros. Con respccto a Ropke, digo además que escribió durante cl período de la guerra y justo despuPs de ella una especie de gran trilogía que es dc alguna manera la Biblia, junto coi1 los Grundhgen áer Nntionalokonomie, de ese ordo- liberalismo, ese neoliberalisnio, una obra cn tres volúrnencs cuyo primer tomo lleva el título de Gesellcchafrrkrisis (La crisis social de nuestro expre- sión cuyo triste destino en el vocabulario político contempotáiieo deben cono-

'' Donde conociú al sociólogo Alcxandcr Rürrow, tambiéii emigrada (véase iilfra, nota 23 de erra clase).

"En 1937. En csaciudadejerció la docencia en el liistitura de Alros Estudios lnternacioiiales. l ' i~idió asit~iisliio la Socifrf dii Maiir-Püciin (vtase q r a , nora 12 de esta clase) dc 1960 a 1962.

'O Wilhclm ~ o p k e , Irr dir deunrhr Wi.ruchr?firpoiirik rirl~ri~?A»alyrr vnd Kritik, Sturrgarr, Kohlliñmnier, 1950 ("Case Fni ip is Bilgcr, La Penrh irononiiqur libírdc ..., op. ci t . p. 97); rrc-

dirada en Wolfgang Stüml eral (comps.), Gn'ndrewtc ztrr Sneinlcn Mnrkrwirrrcl~nfi Zcugnirrc aiir wci/,,underr Jaljrcn ordnun~poiitircl~cr Dirkuirion, Bonii, Srutrgarr y Nueva York, Ludwig- Erhard-Sriftiiiig, 1981, pp. 49-62.

" Wilhclm Ki>pke, Dir Grrrllrrh~/rrRri~ir drr Gcgrnwart, Erlelibacli y Ziiricli, E. Rcnrsch, 1 9 4 2 , 4 ~ c d . 1945 (trad. fr.: La Cri,cdcnomrrmpr, trad. de H . Faesi y Ch. Rcichard,Neiich8rcl, Ed. de La Baconnitrc, 1945; csta edición dimitia iiumirosas anotacio>ies y el liidice; iccd. Paris, Pnyor, col. ~erit&:blioth&~ue Payor, 1962) [irñd. esp.: Ld crbit~ociczldc rzucsrrn tiempo, Madrid, Rcviara de Occidcnrc. 19471 La obra fue prohibidñ'eli Aleniania poco dcspuks de su ~>iibli- cacibti (vfase el VClkirchc Bcobnrbtrr del 11 dc julio dc 1942). Los otros volúmciies que c m - pleraai la rrilogla iiiciicioiiada son Civirar Humnnn: Gru>,dfia8cn d o Grrrllrchafir- und Winrchi~fvrrfims Erleribach y Zúridi, E. Rentsdi, 1944 (trad. fi.! CivimHumnna otr k~ Qtmriom

fondnmcnrnle~ de b RCfinire íroiromiquc cr ~ocinlr: cnpitalirn~, collectiuirmc, hu»r~a.imc ícono- mique, Zur, sod/rC. /cottomir, riad. de P Basriei, Paris, Librairic de Mfdicis, 1946) [trad. cap.: Civirnr hirmniro: cu~rrioncrfiordnmr~zr~k~ cn kz re/omd & Li ~ocicdady de /a economia Madrid, Rcvirra dc Occidcnrc. 19491, e Intrmlirinnnk Ordni'ng. Erlcnbach y Zúrich, E. Kcntrch, 1945 (trad. fr: h Cornrn~i,iour¿inrrrnatio~~d~, rrad. anónima, Gincbra,.C. Bauiquin, cal. Bibliothlquc du clieval ailé, 1947). En 1945, K6pke piibljcó asiniisnio iin libro sobre la "cuestión alemana",

Die dcrrrrche Frngr(Erleiibach y Zúricli. E. Keritsch), eii el que reconiienda la inanarqula cocis- rirucionnl coiiio forma dc restsblcccr cl R r c h r ~ ~ ~ n r

cer, y que se refcria en foriiia explícita, claro cstá, a La crisis de h s cici~cias euro,t>enrde H~sscrl .~~Taii i l>ikii está Rüstow." Hay un personaje iiiuy iiiipor- taiite, evidentemente, que taiiipoco foriiió parte de la comisión pero cuya carrera, cuya trayecioria, tuvo en dcfiiiitiva mucha iiiiportaiicia eli la defirii- ción del neoliberalisnio conteniporáneo. Sc trata de alguieii procedente de Austria, un austríaco, Voii ~ a y e k . ~ ~ Proviene de Austria, dcl neoliberalisiiio,

, . .

" Edniuiid Hurrcrl, Dic Kririr drr europiircl~cn WirrPnrcho/trn imddir rmn~err>driitnlr Phanommologic, ed. de Walicr Bicmcl. La Haya, Marririus Nijlioff, 1954 (rrad. Fr.: La Crirr d a scicncrr rurop¿r~r~,rr n bpl~ít~nnií~rnlogia r~nnirrndmrrnlr, trad. dc G . Grñncl, París, Gallimard, 1976) [riad. crp.: Ln crNi~ de /m ciencias cr<roprnry hfP~ioinrrrologin nawrndrirtnl: r<nn inrrodrrc- ridn n ln f I lorqf inf i~~o~>rr~~old~icn, Baiccloria, Critica, 19901. Si bicii la obra, cn su vcrsiúii dcfi- iiitiva, pcircnecc a las escriror p6rticitioa de Husrerl, In piirncra partc. que habla constituida el objcco dc das canfcrct>cias proiiunciadñs en Viena y P rqa cn 1935, re publicó cn Belgrado un año dcrpufs, cii la revisia de Arrhur Licbcrr, Pl>iloropbin. posihle. por lo canco, que R+kc conociera csc texro. Sin ciiiliñrgu, no hscc ninguna referencia enplicira a 61. Su fuciiie, o su

refcrcricia iliiplicira, es mis icligiora que filorófica. VCare Ciuirm Hcinrana ..., op. cit. (=d. Tia<>- c u a ) , p. 12: '"~iii lector atcnro dc la ciiclilicn Qtdadragerinto Anrto (1931), cClebre y coii detiia- riada frecueiiciadercunocida, dcrcubrird en ella una FilosoRa social y económica qitc. e" d fondo, llevan la misma conclusi6n [que Ln crijir locinldc nirrrrm rirmpoj". Sobre esta rncidica, "fase Iipra, clase del 31 dc cncro de 1979. iiori31.

'' Aiexander Rüstow (1885-1963): hijo de iiti oficid gciicral priisiaiio, cia pariidnrio de iiii socialismo radical y perreneció a la priiiieia gcnernciúii de la /ugci~d6rtuegrr>ig. Empleado tras la Primera Guerra Mundial ai cl Miiiisterio dr Economia, eii 1924 llcgO a rcr asesor cicnrifico del Vcrein dcurschcr Mnrcliiiienbauanrtaltcn (VUMA, Canfcdcraci6n de Fabricanres Alcmancs dc Maquinarias). Sus roilias ddp poaicibci a favor dc un libcralirmo social lo convirrieraii en el blanca de los comuiiisras y los ii*cioiialsucialisrss. Lucgo de su crilio en 1933, coiisiguiú, gracias a 1% ayuda dc Rupke, ui i puesto de dc Ihistnria ccoiióiiiica y social cii Exrainbul, dolidc vivid hasra 1947. En 1950 sucediú a Alfrcd \Veber eii la cátedra de sociologia ccanómica. Sus princi- pales obras son: Dar W r ~ g ~ n drr Wirr~chnjirlib~ralism~u alr rtligionrgcrchichrliclic~ Pmblem [El fracaso d d liberalismo cconúmico conb probleriis dc Iiisroiia religiosaj. Esrambul, Europa Vcilag, 1945, y su nionumcnral riilogia, O~rrbcriimnrrrng drr Grgenuinrr fDeiermitiaci6~i del Iiigar del presente]. Erlenbach y Zúricli, E. Rriitach; r. i: Urrprtrngdci-Herrrclinfi [Origen de 11. domina- ci6n1, 1950; r. ii: Wegd<rFrrihBr[El camino dc la libertad], 1952, y r. i i i : Hcrnrh4 odcr Fxil>dr IDomii>aUón o libcrtad). 1955;viarc la rcsefia de Carl J . Friedrich, "The poli i id thought ofiico-liberdisnl", eii ThcAmrrirnnPoliricnlScicncrRrvic~u, 49 (2). juniodc 1955, pp. 514-525.

" Friedricli A. von Hayck: iiacido cii Viciiñ el 8 dc mayo dc 1899; esrudia dcrccho y cien- cias politicas en esa ciudad, daiidc sigitc los cursos de ccoiioiiiia polirica de Fric<liicli voci Wicscr (1851-1926) y parricipa en los sciniriarior inforniales oigaiiilados e,> su oficina por Lutlwig

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decirse, para eiqueniatizar de una manera drástica su posición, que enAlem&'lia' a comienzos del siglo XX, actúa a grandes rasgos como La persona que ha des- plazado el problcma de mar^.^' Si éste procuró definir y atializar lo mos llaniar en pocas palabras la lógica contradictoria del capital, el problema de Max Weber y lo que introdujo, a la vez eri la reflexión sociológica, la refle- xión económica y la reflexión política alemana, no es tanto el problema +,la lógica contradictoria del capital como el de la racionalidad irracional de la spcie- dad capitalista. Ese paso del capital al capitalismo, de la lógica de la coPtra- dicción a la división de lo racional y lo irracional, es a i i i i juicio -y vudVO a

ser muy esqueniático- lo que caracteriza el problclna de Max Weber. Y p F d e decirsc en términos generales que' tanto la kcuela de Fiáncfort conio la hiuda d e Friburgo, tanto H ~ r k h c i m e r ~ ~ como Euckeri, retonlaron ese problema siinpleiiieiite en dos sentidos direrentes, dos direcciones diferentes, p ~ r q u i - ~ " forma esqiiemática, otra vez- el problema de la Esciiela de Fráncfort cra deter- minar c u g podrla ser la nueva racionalidad social capaz de definirse y forniarSe coi1 el objeto de anular la irracionalidad económica. En cambio, el desiifra- iiiicnro de esa racionalidad irracional del capi;alisrrio, que era tambijn problema de la Escuela de Friburgo, gente como Euckeii, Ropke, etc., a

intentar resolverlo de otro modo. No se tratará de encontrar, inventar, d$liir la nueva forma de racionalidad social, sino dc definir o redefinir o recupcla' la racionalidad económica que pcrriiita anular la irracionalidad social del talismo. Entonces, dos caniinos, si se quiere, inversos para resolver el probletna. Racionalidad, irracionalidad del capitalismo, yo no sé. El resultado. no obstante, fue el siguieiitc: conio saben, luego del exilio unos y otros vieron a Alemania eii 1945, [19]47 -bueno, hablo de los que se vieroi; Obli- gados al exilio, claro-, y la historia Iiizo que los últimos discípulos de l a ~ 4 ~ ~ ~ ~ ~ de Fráiicfort chocaran en 1968 con la policia de un gobierno que tenía su hente

l7 Sobrela abundanre liieratiirn referida a l'a klaci6n de Weber con Mam, y los pul"0S de vista cnnrradjcrorios que se advierren cn ella, "Case Cathcriiie Collioi-ThCl?nc, '"Mar ~ i ~ ~ ~ ~ ' Sli6rirage de la C ~ n ~ ~ p t i ~ n niar&iialiste de I'hisroire", cn l?tudr~ wibérirnnrr, París, pdF'

Prntiqucs theoriques, 2001, pp. 103-132. '' Max Horkhcimer (1895-1773): cafundadordd lnsritur fürSozialforschung ( ~ n r t i ' ~ ~ ~ ~ ~

liivestig,ciane; Sociales), creada cri Fráncforr cn 1923. quc CI reorgartir6 a parrir dd 1731' Cuando en 1933 cl Ttistiruro Fue clausurado, Hoikheiiiicr dirigió el anexo gincbrino luego,

en 1734, sr insralú eti NuevaYark. Volvió a Alernaiiia cli ahril de 1948.

de inspiración en la hcucla de Friburgo, y dc tal modo se repartieron a uno y otro lado de las barricadas, pues tal Fue en definitiva el dohlc destino, a la vez paralelo, cruzado y antagónico del weberismo eii Aleiiiania.

Si aludí asiniisnio a los pormciiores dc la trayectoria de esas personas que inspiraron la programación de la política neoliberal en Alemania, lo hice por una tercera ra-n, que es sin duda la más importante. Es que la experiencia . . . . .. . nazi estuvo para ellos en el centro mismo de su reflexihii. Creo, no obsraiite, quc para la Escucla de Friburgo el iiazisiiio h e , en cierto modo, cl "camino de Damascon* epistemológico y políticq; cs decir que cl nazismo fue lo que les permitió definir lo que llamaré catnpo de adversidad, el cual debían definir y atravesar para llegar asu objetivo. N proponerse un análisis simplemente estra- tégico de su discurso, de ningún modo exhaustivo, dirCCntonces que en el fondo tciiíaii que hacer tres cosas.

LO primero era definir un objctivo. Como hemos visto, pues lo analiza- mos la vez pasada," ese objetivo consistía en ftiridar la legitimidad de un Esrado a parrir de uii espacio de l iberr~d de los socios ecorióniicos. &e cra cl objc- tivo. Y lo fue en [19148. En el fondo, ya lo era hacia 1925-1930, aun cuando por entonces fuera menos urgente, menos claro y menos nítido.

Eii segundo lugar, no tenían que definir mer:iinerite la serie de adversarios con los cualcs podían tropczar par; alcanzar csc objetivo sino, eii el fondo, cuál era el sistema general con el que podían ihocar en sic búsqueda, esto es, el conjunto que iba del obsiáculo al enemigo, que coristitula en llrieas generales el campo de adversidad con el que debían enfrentarse.

Y la tercera'opetación. para atravesar ese carnpo de adversidad y llegar a su objctivo, era, por supuesto: córno distribuir o redistribuir los recursos coii- ccptuales y téciiicos quc tciiían a su disposicióii. Hoy querría claborar un Foco estos dos últimos puii;os de ese anilisis "estratégico"."

¿Cómo constituyeron su campo de adversidad, es decir, cóiiio encontraron la Iógica global del c6njuiito de los obstáciilos enemigos o adversarios con los que se enfrentaban? En ese aspecto la experiencia del nazismo fue, creo, muy importante. El pensamicríto liberal aleináii, aunque haya sido rclativamcntc

' Enric comillas en d manuscrito. '"6arc ncprn, clase del 31 de enero dc 1779, pp. 104 y 105 " Michel Foucaulr piccisa: clirre coiiiillas.

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136 NACIMIENTO DE LABIOPOLfl'ICA CLASE D E L 7 DE FEBRERO DE 1979 137

discreto, no nació desde luego con la Escuela de Friburgo. Ya hacía arios y arios que genre como Lujo Brenraiio?' por ejeiiiplo, trataba de sostener, man- tener los temas del liberalisino clásico eri una atmósfera que, como es evidente, no le era demasiado favorable. En fornia iniiy esquemática, podemos decir que prdcticamerite desde mediados del siglo x ix , y con una llegada sucesiva al esceiiario de la Iiisroria, habla en Alemania unos ciiantos obstáculos impor- tantes, de grandes criticas al liberalismo, a la politica liberal. Al respecto, esqiie- matizaremos mucho las cosas y diremos:

Iln primer lugar, el priiicipio que en la práctica ya foriniiló Lisr3' en 1840, a saber, que no puede liaber, por lo menos para Alemania, compatibilidad entre uiia politica nacional y una econotnía liberal. El fracaso del Zollvereirri2 en el intento de constituir un Estado alemán a partir de un liberalismo económico

Liidwig Joreph (Lujo)'~rcnrano (1844.1931): rnie!ribro de la joven escuela hirr6rica con-

ducida por Gusravvori Schmnller (1838-1917). J'fnreJoseph A. Scliuinpercr, His~or/ofEconomic Ann(yiir, ed. csrahlccida sabrc la base del manurcriro por Eliwherli Boody Schumperrr, Nucva Yark. Oxford Univcrsity Prerr, 1954 (rrad. fc.: Hi~toirc k Idnelyrr iconomiqur, rrad. y cd. dc Eliuhcrli Boody Schuinpcicr, Robcrt ~ u e h e , lean-~laudc Czaiiava rinl., Rrís, Galliinard, col. Bihlioth+quc des scicncer humairiu, 1983. c. iii, pp. 87 y 88) [rrad. esp.: Hi~ro~dda>iRI i~ irrco- ndmicu, Barcelona, /\riel, 19711. Frnn$oisBilgcr (L~Prnrér écoeotiomiyr« lib¿tnle.. ., op. cit., pp. 25 y 26) lo prcsentacomosCd lhindador del libeialinmodcm5ii": "Propiciaba iin liberalismo qucdebía disringuirre del liberalirnio irigI6r a trav& de iin programa no $610 negarivo sino rarnhitn pori- rivo, particulñiiiicnrr rn d domiiiio socid. El Fxiado, r n conseciiencia. dchia inrcrvenir, y Brenrano formaba parre del 'Vercin fiir Sozialpolirik' fundado par los ~ 0 ~ i a l i r r a ~ de Estado: apoyaba la polírica social implcmenrada par cl lmpcrio y aprobaba la creaci6nde los sindicatos obieror que, a su juicio, perniiria rerrablcccr el equilibrio de hienas cn el mercado dc rrabajo".

3' Friedrich List (1789-1846). Bar nafionnlr Syrrrm drrpolitirchen Ukonomit, Sturrgarr y Tubiiiga, Corra, 1841 (rrid. fr : Sytimtnnrio»nld'hnomi~po/i~iq~~~, rrad. dc H. Richelor. París. Capellc. 1857; reed. París, Gñllimard. rol. Tcl, 1998) [rrad. -p.: Sirrrnrn rinnonn/d< croriomin polítirn: ron clnncxo "Esbozar de rconomie políticn nmrricana'; Mixico. Fondo de Culrura Econámica. 19971. Sobre el paptl de Lirr en la gentris de la "doctrina del prorcrcionismo edu- cado~", vCarc Wilhclm Rapke, La Cri<r de notrr rmpr, op. cir (1945) [rrpm, nora 21 dc esta,

clase], pp. 78-87. " Drr~rrrhrrZollvnrin: iuii6n aduanera dc los Estados alemane roncrciñda cn el siglo xr*

baio la dircccidn de Pruria. Piicrra en marcha en 18 18 v cxrcndida cn 1854 a casi la roralidad ~ ~

de Alemania. coniribuy6 vigororñmenrc a ru transformaci6n en una gnii porencia ccon6- mica. Al rcrpccro, dan re lar noras dc Fo,ucaulr en las úlriniar páginas dcl manuscrito de la clase aiiterior (iupm, 1,. 121).

era en cierto modo la prueba de ello. Y List y sus sucesores plantearon en principio que la econoniia liberal, lejos de ser la fórmula general universalniente aplicable a toda política económica, no podía jamás ser y no era de hecho sino un instrumento ráctico o uiia estrategia en manos de unos cuantos paises pwa alcaiizar una posicióii liegemónica en lo econóiiiico e impérialista eii lo polltico con respecto al resto del mundo. En ttrminos claros y simples, el liberalisino no es la forinageneral que toda politica ecoiiómica debe adoprar. EL liberalis~no es simplcmeiite la política inglesa, la politica de la dominación inglesa. Es, tambitn de una nianera general, la polírica adaptada a una ilación marítima. En esa medida, Alemaiiia, con su historia, cori su sit~iación geogrd- fica. con el conjunto de resrricciones que sufre, no puede proponerse una política econótnica liberal. Necesita una política económica proteccioiiista.

En segundo lugar, el segundo obsdculo a la vez teórico y político con que el liberalisino alemán se topó a fines del siglo XK fue el socialismo de Estado bismarckiano: para que la nación alemana existiera en su unidad, era menes- ter no sólo que estuviera protegida contrael exterior por medio de una polí- tica proteccionista sino tambitn que en el interior se controlara, se parara todo lo que podía comprometer la unidad nacional; de manera general, era preciso reintegrar al proletariado, como amenaza contra la unidad nacional y la unidad estatal, al consenso social y politico. Agrandes rasgos, ése es el tema .. del socialisino de Estado bismarckiano. Segundo obsdculo, por consiguienre, a una política liberal.

El tercer obstáculo fue desde luego, a partir de la guerra, el desarrollo de una economía planificada, es decir, la ttcnica, que Alemania se vio obligada a adoptar debido a su situación durante d conflicto, [consisrente en] organizar una economía centralizada alrededor de un aparato administrativo que tomaba las decisiones esenciales en el orden de la economía, asignando los recursos 'escasos, fijando el nivel de los precios y garantiwndo el pleno empleo. Ecoiioinia planificada de la que Alemania no salió al termino dc la guerra, pues esa pla- nificación luego Fue prorrogada, ya sea por los gobiernos socialistas o por los gobiernos no socialistas. En la práctica, desde R a ~ h e n a u ~ ~ hasta 1933, Alemania

" Wñlter Rarhcnau (1867-1922): indurrrial jildío que, a panir de 1915, re cnurg6 de la organiraci6ii.de la rconomia de giierra alcmana. Minisrra dc Relaciones Exrcriorcs en 1922, hie asesinada por dos iinciondirias dc cnrema dexcha. VLIU Wlhelm Repkc, CiviraHtrmann.. .,

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138 NACIMIENTO DE I A B I O P O L ~ I C A CLASE DEL 7 DE FEBRERO DE 1779 139

vivió en uiia economía que, en todo caso, tenía la planificación, la centraliza- ción cconómica, como fornia, si no constante, al nienos recurrcntc.

Para terminar, el cuarto obstáculo, el últiino en llegar a la escena histórica alemana, Fue el dirigismo de tipo keyiiesiario. Desde 1925, niás o menos [. . .],* en 1930, los keynesianos alemanes conio La~ tenbach , '~ por cjeiplo, dirigen al liberalismo el tipo de críticas que los keynesianos le dirigen en general, y pro- ponen una serie de intervenciones del Estado sobre los eqiiilibrios generales de la ccononiia. D e [nodo tal que, aun antes dc que los nazis tomaran el poder, había cuatro elementos: economía, protegida, socialismo de Fstado, eco- iioniía platiificada, intetvencioncs dc tipo keyiiesiatio. Cuatro elementos que consrituíaii otros tantos cerrojos contra una política liberal, y los escasos pnr- tidarios del liberalismo que exisríaii eii Alern:~iiia habían entablado en toriio de ellos toda una serie de discusiones desdc fines del siglo XIX. Eri cierto iiiodo, sería ese legado disperso, esa serie de discusiones, lo que los neolibera- les alemanes heredarian.

Y6 sC que caricaturizo la situación y que, en realidad, eiitre esos diferentes elementos no había discoiitiiiuidad sitio una especie de pasaje continuo, de red coiitiiiua. Se paió coh toda naturalidad de la ecoriomía protegida a la econo- mía de asistencia. La del tipo Ratlienau, por ejemplo, volvió a utilizarse en mayor o menor inedida desde un punto devista kcynesiaiio a Fiiies de la década de [19]20 y durante la década siguiente. Todo esto tenía vasos con~uiiicatites, claro o t á , pcro no formaba u? sistema. Ahora bien,el aporte del nazisnlo, en defiiiitiva, consistió en la coalesccncia rigurosa de esos dife- rentes elementos, cs decir, la orgaiiiznción de un sistema económico en el cual la ecoiioinía la economía de asistencia, la ecoiioinía planificada y la

,'

o!. <ir (ed. frniiccsa), p. 144, n. 1 corrcspondicnrc a Iñ p. 120: "El eterno saintsimonirmo, que .heredó de su fundador l a idea de un planisnio desp6ric0, se nos aparcce bajo ia figura de Wilrcr Kathciiau; preso él misma de un rrágico desgairainiento, terminó por scr víctima de una ¿poca desgarrada. Fue rambitn lo que más adehiire se llamarla un 'rccnúuata"'. Véasc asimismo Fricdrich Hayek, Thc Roadro .rfdom, Chic2go y Londres, University af Chicaga Prc~rIRourlcdgc, 1944 (rrad. fr.: La Routc dt Ia rcrvirudr, trad. dc G . Bliimberg, París, I.ibniric de Mkdicis, 1946; recd. l'uis, PUF, cal. Quadrigc, 1773, p. 126) [trad. esp.: Gminodrrmidumbrr Madiid,Aiianra, 20001, que subraya la ififlueiicia de sus idcas robrc las decisiones ccon6micas del regimen iiari.

" Una o dos pdabras inaudiblcr. "Véase xuprn, nota 5 dc S t a clase.

econoniía keynesiana constitiiían un todo sólidanieiite unido, ciiyas disciiitas partes estabati ligadas con firnieza por la administración ecoiióiiiica que se había instaurado. Política keynesiana del doctor S ~ h a c h t , ' ~ rclcvada en 1936" por el plan cuatrieiial cuyo responsable era G6rinz" para el cual, además, este se había rodeado dc uiia serie de asesores que eran los de Ratlieiiau." Platiificación qiietenía un doble objetivo: por un lado, asegurar la autarquía económica de Alernaiiia; es decir, un p r~ t~cc ion i sn io absoluto, y por otro, una política de asistericia, todo 10 cual, como es lógico, provocaba efectos infla- cionario~ que la preparacióit para la guerra (se trataba, si se quiere, de iina ecoiiomía niilitarizada) permitía pagar. Todo cso foriiial~:~ una totalidad.

Yo diría quc cl.g»lpe de fuerza teórico, esp'eculativo, de los iieolibcralcs alemaiics frente a ese sistema nazi no fue decir, como dccía la iiiayoría dc la genle en la Cpoca, y por supuesto especidmeiite los keyiiesianos: ese sisteiiia económico establecido por los nazis es una iiioiistiuosidad. Estáii coiiibiiiando elementos que son, de hcclio, Iiererogéncos, que eiicorsetan la ecoiioniía ale- mana dentro dc un arniazón cuyos elernentos son coiitradiciorios cntre si y dis- p a r ~ ~ . El golpe de fuerza de los ordoliberales iio radicó en decir: el nazismo es

" V k c ~xipm, nota 6 dc e r a clase:, . ' Michel Foucaulr: 1934. '6 El plan cuatricnal afirmaba la prioridad absoliira del ierrmc. Sohrc el papel y la.urgani-

ración de In oftcinn del phii cuarrieriñl dirigida por Gtring, "Case Franr I\ieiii~iaiin, Brhrmorh: ThcS~n<c~vrrnndPrncrirr ofNarioizalSocinlirm,Toronto, Oxfaid Uliiverriiy I'iess, 1944 (trad. fr: BClihnotli. Snrrcir~rc etprntiqrrr dtr nacional-~ocinlirmr, rrad de G . Dauvi y J.-L. Boireau, Pails, Payot. col. Critique dc la poliriqiie, 1787, pp. 239-242 [cuadro, p. 2441) Irnd. csp.: Rchrrnorh:prnrnmien~o~nccidn rn elnocionnl-~oriali~m, Mfxico, Fondo de Cultura Econóiiiica, 19831. En lan KersliaG, Nnzi Dirinronbip: I'tablrinr andPrnpraivrs oflnirrprerntion, landics y N u c a York, E. Arnold, 1996 (rrad. fr.: Qukt - t e qizr ir nníirnzr?P,oblimr~ ajrrrpccriurr r l i r r - arpr4rntian, rrad. de J . Carnaud, I>ñrls, Gallimaid, col. Folio Hisroirc, 1917, pp. 113-1 15), re

encanrrará uiia sinresir de los rrabajos iiibr rccierires robrc ese monieciio de la polírica cconó- mica nlcixiana. Vtasc asiniisiiio HGold Janics, Thr Grn>rnn S/r<rirp: IJoIitiir nndE<o~co>lo»iic~, 1924- 1936 Oxfokd y Nueva York, Clarcndoii P~.csslOxfard Uiiivcrsity I'rcsr, 1986. '' Viase Friedrich von 1-layck, la Routr de Lz servitude, op. cit., p. 126: "[Los] escriror [dc

Itathcnaul cootribuycroii iniás que ninguno a dar forma a Iñs opiliiories ecundmicas de roda una gcncración crecida diiranic y dcrputs de la úlrinia guerra en Alemania. Alguiios dc sus colñboradorcs nils cercanos habríaii de formar paire, niás adelanrc,del errado niryur dr laadmi- nirrración del plan cuarricnil de Goritig".

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el producto de una situación de crisis extrema, el punto final hacia el cual se encaminaban una ecoriomia y tina polírica incapnces de superar sus contra- dicciones, y como solución extrema el nazismo no puede semir de modelo alla- lírico a la historia general o, en todo caso, a la Iiistoria pnsada del capitalismo* eii Europa. Los otdoliberales se niegan a ver en el nazisino esa nioiistruosi- dad, esa incolierencia económica, esa solución coiiio último recurso al punto final de la crisis. Dicen: el nazisiiio es una verdad; o mejor: el ~iazismo es el revelador de algo que es sinipleniente el sistema de relaciones necesarias que existen entre esos diferentes eleiiientos. Los rieolibernles dicen: tomen ciial- quieta de esos ele~nentos y Iiagan iiiia economía protegida o bien una inter- veiicióii dc tipo keyriesiano. Comoes obvio, se trata en aparieiicia de cosas dis- tiiiras, pero jnink se podrá desarrollar una sin llegar de uno u otro modo a la otra. Vale decir que esos cuatro clciiieiitos que la historia ecoiióniica y la poli- tica aleiiiann liahíaii presentado de manera sucesiva en el escenario de la accióii gubernamental, esos cuatro elementos, señaian los neoliberales, esrári econó- micamente ligados entre si, y si se implemetita uno no es posible escapar a los otros tres.

Y por inedio de ese esquema y ese principio, estiidian.sucesivamente dife- reiites tipos de ecoiioiiila, por ejemplo, la planificación sovietica. Los neoli- berales que conocían bien los Estados Unidos, coiiio Hayek, retornaron el ejemplo del New Denl, otros se ocuparon del ejemplo ingles y, en no articular, de los ejemplos de la política keyiiesiana de los grandes programas Beveridge puestos en prictica durante la guerra.3s Consideraron todo cso y dijeron: de

Michcl Faiicniili agrega: y dc su hirroria. Designado por Chiircliill en 1940 corno prcridenre de un comire inrciminirrerial cniar-

gñdo dc propoiier mejorasal sisirma inglOde proicccióii social, William Bcveridge (1879-1963) public(l en 1942 un primer informe, SocinlInn<roncrnnd~llirdScÑicrr, Nueva York, Agarlion Press, 1969 [rmd. esp.: hlfor»rc dr LordHeurridgc, vol. 1: Segrrro rocinly irrvicior sfi,rrr, Madrid. Miiiisierio dc Trabaja y Seguridad Social, 19871, cri el cual propiciaha In crcacióv de iin ris- renm iiiiificnda y cciirralir~do de prareccidn rocinl genenlizada, as1 como cl crr~blcciii,ier>io dc un servicio de salud gratuito y acceAible a codos; cn 1944 puhlicó la iegund? parre desu informe, firllE~nploYrnr~~t in n Frcr Socicq, Loiidres, Allen aiid Unwin, 1744 (rrad: fr : Bir rrnunilpour roriiktir r<ticrurifrilibre, trad. de H . Laufenburger y ] . Domarchi, París, Domar-Manrcliresricn, 1945) [riid. esp.: Informe de l . o r d B r v e ~ d ~ t , vol. 2: Plmo r»ipleo rv irnn roc i rkd l ib z , Madrid, Miiiiricrio dcTnbajo y Seguridad Social, 17891, que cortrribuyii cii gran nicdida a popiilariur lar resis kcyncsiai>rs. El priciicr iiiformc nuiica se rradujo complero al fnnc6r; sobre lar rlnrcrir,

todas maneras, podrán ver, en primer liigar, qiie se pusieron en juego los mismos principios y, en segundo lugar, que cada uno de esos elenieiitos va a

atraer los demás. De tal modo, Ropke, en 1743 o 1944, ya no me acuerdo, piiblicó, en una actitud que no carecía de audacia ni de frescura, un análisis del plan Beveridge que, entonces, se había impleinentado en Inglaterra durante la guerra, y dijo a los ingleses: pero lo que están preparando con su plan Beveridge es ni más ni menos qiie el nazismo. Por un lado combaten en el plano militar contra los alemanes, peto desde un punto de vista económico, y por lo tanto político, no hacen sino repetir exactamente sus lecciones. El laborismo ingles los coiidiicirli al iiazisino de tipo alemán. El plan Beveridge los llevará al plan Goring, al plan'cuatrienal de 173G.*31 Y por consiguiente, irikntaton senalar una suerte de invariante económico politica que podtia ideiitificarse eii regímenes políticos tan diferentes como el nazismo y la Inglaterra parlameiitatia, la Uiiibn Sovietica y la Norteamérica del New Deal; plocuraron sciialat esa invariante relaciona1 en esos distintos tegimenes, en diferentes situaciones politicas, y planrcaron el principio de que la diferencia esencial no se daba entre socialismo y capitalismo y no era tampoco entre tal

conienrarior y andlisir publicados en ac idioma durante la dtwdzdc 1940.vhse Nicole Kcnchen, "L'iiifluclice du rnpporr Bcveridgc s u r Ic plan frangaia de rkcurirt rocialc dc 1945". cii R N I , ~ fmnpskr de,~cirncrpoliriqnr, 45 (9, agorro de 1995, p. 571. Vtare Rent Servoise. LePrtmrcr Pbn Bmc"dgey LrSt<ondPhnBrvrridgr, Parir. Domar-Monrchmsrien, 1746. Michcl Foucaulr menciona <i plan Bevcridgc cn divcrrar conlerciicias y enr-vistas. Vtanrc rabic rada "Crirc de Iñ mCdccine ou crircdc I'anrimtdecinc? (1976), en DE, vol. 3, iiúm. 170, pp. 40-42 [trad. esp.: "¿Crisis de la icdicina o crisis dc la anriinedicinñ?", en Obra rrenrinlo; vol. 2: Ernnreginr dt poder, Barcelona, Paidór, 19991, y '"Un sysrtine fin¡ face une demande infinie" (1983). en DE,vol. 4, núm. 325, p. 373 [trad. esp.: "Scguridadsocial: un rirrcma tiniro freiirca una demalida infinirá', en S~lbrry vtrdad Madrid, La Piqucr?. 19911.

Micliel Foucaulr vuciK a decir: 1734. " Willirlm Ropkc, "Das De~erid~eplñn", en SrhwerítNrhrMonarrh~rfi~PoIirik t,ndK>r/o<r,

junio-julio dr 1943. Erra cririca dcl i>la>i Beveridge es resumida por cl propio R6pke eii Civirni Hi<mnnn ..., op. cit. (ed. lraricesa), pp. 226.243 (vtarc infrn, clase del 7,dc (marro de 1977. nnra 5). Como rcriala Keiili Tribe al haccr referencia a erre pasaje del curso, en Snnrrgirr of EcoconoGic Onlrr: Gcrmnn Econontic Birro*nc, 1750-1950, Cambridgc, Cambridge University Prcss, 1995, p. 240: "Thcrc ir romc arrirric liccncc ar work here: lor Ropkr docr iior seem ro

havc cokmirred himrclf in somany words" [Hay aquí alguna licencia arrísrica, pues Rbpkc no habcrlo consignado con canras palabras].

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o cual estructura constitucioiial y tal otra. El verdadero problema era el que mis- tía eiitre una política liberal y cualquier otra forma de intcrveiicioiiismo eco- iióniico, ya adoptara la lorrna relativamciite iiioderada del key"esianismo o la forina drástica de un plan autárquico coiiio el de Alemaiiia. Hay, por lo tanto, una determinada invariaiite que Ilaiiiar, si les parece, invariaiite aiitiliberal, que tiene su propia lógica y su necesidad interna. Eso es lo que los ordoliherales descifraroii en la experiencia del nazisino.

La segunda lección que extrajeron del nazismo es la siguiente. ¿Qué u el .:Y' . . nazismo?, se preguntaron. Eii cseiicia, y ante todo, es cl crecirnierito indefinido de un podcr estatal. A decir verdad, esto -que hoy nos parece uii lugar común- era uii tanto paradójico y tanibiéii representaba cierto golpe de fuerza tcórico o analítico, pues creo que cuando se observa el hiiicioiiarniento de IaNciiiatiia riacionalsocialista lo mínimo quc puede decirse en uiia primera aproxima- ción, por lo menos, es que fue la tentativa inás sisteiiiárica de debilitar al Estado. El nazisiiio es la decadencia del Estado por una serie de razones. Esta caracte- rísticase dejaver, prin~ero, en laatructura jurídicamismade La Alemania nacio- iialsocialisra, porquc, coiiio saben, en ella el Estado liabía perdido su j&aiquía de persona jurídica en la niedida en que, desde un puiito de vista legal, sólo podía definirse coino el instrumento de otra cosa que, por su parte, era el ver- dadero fundamento del dercclio, a saber, el pueblo, el ~ o l k . ~ ' El Elkcii su orga- riización de comunidad, el pueblo como Gcrncii~schafi esto es a la vcz el pi.iii- cipio del derecho y el objetivo úhittio de toda organización, de toda institución jurídica; incluido el Estado. El Estado puede expresar al pueblo, puede expre- sar a la Gemeinschafi, puede ser la forma en la que esa Gemeirischnftva a inani- festarse y al misnio tiernpo a producir sus actos, pero no será otra cosa que esa forma o, mejor, que ese instrumento.

Eii segundo lugar, eri el nazismo, de algún modo el Estado es descalificado desde adentro, porque, corno bien saben, cl principio iriteriio de funcioiiainierito de los aparatos, de todos los aparatos, en el nacionalsocialisiiio no era una jerar-

"Sobre la estrucrura juridica del Esrrdo nacionalsacialirra, Fouuuli liabialcido, sobre codo,

las dc Marccl Cor, LA Concrption hitliricnnc du dmir, iesis dc derecho. Toulousc, Ii,ipr

du Comrncrcc, 1938, y de Rogrr Bonnard, LI Dmic rt I%nr rlanr h docrrinr nnrionaCrocidlirrr. París, Librairie de droir cr de jurirprudencc. 1936; 2. cd., 1939 [trad. esp.: El krecho

y rl &rada <ti h dorrrbm nacional-rocialbtn Barcelona, Bosch, 19501.

CLASE DEL 7 DE FEBRERO DE 1979 143

quía de tipo adiiiiiiistrativo con el juego de la autoi-iclad y la responsabilidad característico de la adininistracióii europca dcsde cl siglo m. Ese principio era el Iiihrern~nz, el principio de la coiiducción, al cu;d debíaii rcspoiider la fideli- dad y la obediencia, es decir que en la foriiia tiiisina de la estructura estatal iio debía conservarse nada de la comunicacióii vertical, dc abajo liacia arriba y de arriba hacia abajo, eiitre los diferentes elementos de esa Genzeiizrchaft, eseseE/h.

Tercero y último, la existencia del partido y todo el conjunto legislativo quc ;eguiaba las relaciones eiitre el primero y el aparzito administrativo hacía recaer lo esencial de la autoridad sobre el partido en desmedro del Estado. La destruccióii sis~emática del Estado, o, en todo caso, su reduccióii a la carcgo- ría de piiro y sirnple instrutiiento de algo que era la comunidad del pueblo, quc era el principio del Fülirci; que era la existencia del partido, esa [reducción],* marca con claridad sil posición subordinada.

AJiora bien, para descifrar la situación, los ordoliberalcs rcspoiiden a esto: no se equivoquen. D e hecho, el Estado en apariencia desaparece, en aparien- cia está subordinado, repudiado. N o por ello deja de ser cierto que, si queda subordinado de esa maiicra, es sericillamente porque las formas estatales tra- d i c i o n a l ~ ~ del siglo xix no puedcn hacer frente a esra nueva demanda de esta- tización que, justamente, exigla la politica económica clegida por el Tercer Reicb. En realidad, si uno se asigna ese sisteina económico dcl que Ics Iiabl6 Iiace uii riiomento, necesita, para hacerlo funcionar, tina especie de super Estado, dc supleiiietito de Estad?, que las forn~as organizaciotiales e instituciotiales que hoy conoccnios no puedeii garantizar. D e allí la necesidad, precisaiiieiite, de que ese nuevo Estado se desborde con respecto a las formas conocidas y gcnere esa suerte de suplementos de Estado, iritensificadores del poder estatal tepre- sentados por el tema de la Gemeinrrhaf el priiicipio de obedieiicia al Fülirer, la existencia del partido. Todas esas cosas representan entonces supleiiiciitos de Estado, cn cierto modo uri Estado naciente, instituciones en vías de estatiza- ci6ii, presentadas por los nazis, al coiitrario, como la destrucción del Esta~lo burguCs y capitalista: Y por coiisiguierite, lo que les periiiire sacar otra con- clusión cs que, de Iiedio, entre esa orgaiiizacióii ecotióiiiica de la que les hablaba hace un rato y este crecimiento del Estado, hay un vínculo iiecesario, razón por la cual ningún eleniciito del sistema econóinico puede darse sin que despiiés

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aparezcaii poco a poco los orros tres, y cada uno de esos elcmeiiros exige jus- tamente, para instatirarse y funcionar, d crecimienro del poder del Esrado. La iiivarianre econóniica por una parre y el crecimiento de un poder estatal, atin [bajo] formas aparentemente aberrarires si se las compara con el Estado clásico, son cosas que esrári absolutamente ligadas enrre sí.

Para terminar, el rercer golpe de fuerza que el nazismo permitió efectuar a los liberales con respecto al problema que querían resolver es el siguiente. Esre análisis que los nazis hacían de la sociedad capiralista, burguesa, utilitarista, individualista, pucde remitirse a S0mbarr,4~ en la medida eri qiie e? esre quien, en su rrayectoria entre un ciasi niarwismo [y] tiir cuasi riaiisnio, entre 1900 y 1330, formriló y resumió. .. El mejor resunien está en s i l libro Der de~rtsche So~ialirmris.~~ ¿Qué produjeron la economía y el ~ s r n d o burgiics y capitalista? Una sociedad eii la que los individuos son,arr:~ncados de su comunidad naro- ral y se jtintan eii una forma, de alguna manera, chata y anónima que es la de la iiiasa. El capitalisnio produce las masas. Y por consiguiente, produce lo que Sombarr no llama uacranientc u~iidimensionalidad?~ pero da su definición >recisa. El capitalismo y la socicdad burguesa privaroii i los individuos de Jna comunicación direcra e iiiinediata de unos con orros y los fomaron a comu-

" W'crner Somharr (1863-1941) es una de lar principales reprcrenianrer. junto con Arrhur ipierhoffy M;w Wkbei, de la úlrimñ geneación de la rrciiela Ihistório alemana. Pi6fesor de cco-

mmia en Berlin a parrir de 1917, rii primera gran abra, Drr modrrnr Kapitolirmnr, Lcipzig, Iunckcr 81 Humhlor, 1902 [rtad. crp.: Elopogro delcdpirnl;rmo, Mtxico, Fondo de Culrura :cazi(iriiio, 1940, sc inscribe como una prolongació,i dc lar icris de Man; y le vale una repu- ación deracialirra. Eii 1924 adliirre nl programadela revolución conservadora y en 1933 iiigrcsi. onio rnienibra a la Akademie für deurrchcr Recbi. A dcrpccho dcru adlicsión al priricipio del :ührcr, no suscribe Inr reoriar racialcs i~ncionalrncialirtar. Sus úlrimor libros, incluido Ocuachtr ;oíinli~nirri, serán mal recibidor por el rCgimen. .. .

" Wmcriicr Somharr, Drurícher Soeinlirnrar, Bcrlin-Charlorcniburgo. Biichholz und Weirswaiigr, 1934 (rrad: ingl.; A ~ ~ o c i ~ ~ h i l o i ~ h ~ , riad. de K. F. Geiser, Princeroi? y Londres, srinceloii Uiiiverriry Prerr, 1934) (yad. fr.: Lr Socialirme allrtnnnd: utie rhiorir ttonucllr dr L? 7riir¿, rrad. de C. Welrer. Pnris, I'ñyo;, 1738; recd. con un prefacio de~ l a i i i de Benoisr, l'uisoux. krdt, Col. RCvoliirion conservatrice, 1990).

4 3 VCasc Herberr Marcuse, Onr-DimcnrionnlMnn: Studin in thc idtology ofadvancrdindur~ mnliodctiei. Aosron, Bcacon Presr, 1964 (trad. fr: L'Hommr unidimeniionnrl rrad. dcM. Wirrig, París, Minuit, 1968: rced. Parir, Scuil, col. Painrs, 1970) [rrnd. esp.: Ell>ombr< rnidinzmrionnl Barcelona, Ariel, 19941.

nicarse sólo por intermedio de un aparato adoiinistrarivo y centralizado. Por lo tanto, los [han] reducido a la condición de átomos, someridos a una auro- ridad, una auroridad absrracra en la que no se reconocen. La sociedad capira- lista impuso asimismo a los individuos un tipo de consumo masivo que tiene ftinciones de unifoririacibn y iiorinalización. Por último, esra economía bur- . . guesa y capitalista condenó a los individuos, en el fondo, a no tener entre si otra comunicación que la que se da a traves del juego de los signos y los espec- tá~ulos."~.En Sombart tenemos, de hecho ya desde los primeros años del siglo XX,~' esa crítica que es bien coiiocida y que hoy se ha convertido en uno de 10; lugares comunes de un pensamiento acerca del cual no se conoce muy bien su articulación y su esqueleto, crítica de la sociedad de masas, sociedad del lioiiibre uiiidiiiieiisional, sociedad de la auroridad, sociedadde coiist~tno, sociedad del e ~ ~ e c t á c u l o , 4 ~ exc. Eso es lo que decía Sombarr. Y eso es lo que los nazis, por afiadidura, hicieron suyo. Y en oposición a esa desrruccióii de la sociedad por obra de la economía y el Esrado [capiralisras]," los nazis se pro- pusieron hacer lo que querían hacer.

Pero, diccn los neoliberales, si observamos de hecho las cosas, los nazis, con su organización, su partido, su principio del Führertum, ;qué hacen? En realidad, no hacen otra cosa que acentuar esa sociedad de masas, esa socie- dad de consumo uniformadora y normalizadora, esa sociedad de signos y especráculos. Mireiiioslo que eslasiciedad nazi en su funcionamieiiro misnio. Estamos por completo en el orden de las hasas, las masas de Nuremberg, los

' Manurcrira: "del erpecriculo". " Wrrncr Somban, Lr So&Lmrmrnlhnd.. ., op. rii. (1990), primera parre, "L'erc Ccorioilii-

qui'. capr. 2 ("La rranrformarion de la rocitrC cr de I'erar") y 3 ("La vie rpiriruclle"), pp. 30-60. '' Vtasc Weincr Sombari. Drr modrrnr X?pirnlimiur, op. cir ( t rad . fr.: LXpogic du cnpita-

lirmr, r r i d de S. Jinktltvirch. Parir, Payor, 1932. tcrccra parrc, cap. 53). y Dnr Prolrrnrint, Frincfort, Rütrcr und Lacning, 1906, donde el aiiroi deniincinbn la solcdnd y el desarraigo de los rr+bajadarci, Fruros de la "cra económic~".

""tasa Cuy Dcbord. La Sohe'ri du rprcrriclc, París, Ruclier-Cliñsrei. 1967 [rrnd. esp.: Ln iocirddd del erpectdculo, Barcelona, Pre-Texror, 20001. Los libros de Marcusc y Dehard a los que Foucaulr alude nqul colisririiian las dos grandes refcrericiai de la cririca siriiacionisra dcrde fines de la decada de 1960 ("Case ya la úlrima clase, del 5 de ahril de 1978, del curro prrce- denrcdcMidid Faucaiilr, S¿m+ri. tmiroirr.. ., op. cit., pl>. 346 y 368, n. 15 [trad. esp.: S ~ ~ u r i d . 4 rrmirorio . . ; op. rir, p. 386. n . 151).

'' Mich~ l FOUC~UIC: ~ocialiscas.

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Esrado que entraña el esrablecimieiito rle una administración que funciona de .icuerdo con tipos de racionalidad dcnica, que constituyeri prccisameiite la génesis del nazismo a través de roda la historia del capitalismo desde hace dos siglos o, en todo caso, uii siglo y inedio.

Podrán advertir que los ordoliberales, al hacer este tipo de análisis -esque- iiiatizo, claro esrá, todo lo que dijeron entre 1935 y 1945 o [19]50- y darlo a coiiocer eii los confines de la reflexión política, del aiiálisis ecoiiómico y de la sociología, lanzaron ~ i i i bonito brolote, porque a través de esa clase de estu- dios irrumpieron los tipos de discursos y análisis que son bien conocidos: las criricas tradicionales de la sociedad burguesa, los análisis de la burocracia; el tenia del iiazismo +e todos t'eiiemos en la cabeza, como revelador y punto Tinal de un desarrollo del capitalismo que es en cierto modo Iiistóricamcate iiatiiral; la rcología negativ; del Estado.cpmo nial absoluto; ia posibilidad de abarcar, en una misma crítica, tanto lo que pnsa en la Uiiión Sovittica como lo que pasa en los Estados Unidos, los campos de coiicentración nazis y las ficlias de In seguridad social, etc. Todo eso es muy conocido, y su origen, me parece, se encuentra e11 esa serie de golpes de fiierza teóricos y aiialíticos del ordoliberalisino. .. .

I>ero lo esencial para mí, y en relación.con lo que querría hablarles, rio está allí; está iiiiis bieii en la conscciiencia qiie los ordoliberales extrajeron de esa serie de análisis, a saber: en lo concerniente al carácter defectuoso que se reprochaba a la ecoiioinía de iiicrcado, a los efectos destriictivos quc tradicio-

" "alkenfe se le objetaban, . . el riazismo muestra que n o deben atribuirse en absoluto a elia; la respoiisabilidad, por el coiitrario, debe achacarse al Estado )i eii cierta forma, a los defectos intrínsecos de este y de su propia racionali- dad. Por consiguiente, es menester iiiverrir por completo los aiiálisis. Y en vcz de decirse: dada una ecoiiomía de mercado relativanieiitc libre, j&mo debe el Estado limitarla para que sus efectos sean lo menos nocivos posible?, hay qiie razonar de uiia rnnnera tnuy disrinta. Es preciso decir: nada prueba que la economía de mercado tenga defectos, nada pr.uel>a que tenga un vicio intrín- seco, porqiic rodo lo qiie se le atrihiiyc coino falla y coino producto dc sus defec- tos debe iml>utarse al Estado. Pues bien, tomemos la postura inversa y pida- mos a la economía de mercado muclio más de lo que se le había pedido en el siglo Xviil, porque, ¿que se ~ e d í a a la ,econoinía de mercado en el siglo xviii?

Decir al Esrado: a partir de tal límite, cuando se trate de tal o cual ciiestión y

cruzadas las froriteras de tal doniiiiio, iio iiiterveiidris iiids. Eso no basta, diceii los ordoliberiles. Coino esrá comprobado que de todas formas el Estado es por- tador de vicios intrinsccos y nada prueba que la economía de mercado tam- biCii los tenga, pidámosle a esta últiiiia que sea en sí iiiisiila, no el de limitación dcl Esrado, sino su principio de regulación interna de piinta a punra de su exisrciicia y sii accii>ii. Eii otras palabr3sj e11 lugar de aceptar uiia liber- tad de mercado definida por el Estado y mantenida de algún modo bajo vigi- lancia estatal -lo cual era, en cierta forma, la fórmula inicial del liberalismo: establtzcaiiios uii espacio de libertad económica, circiinscribámoslo y dejé- moslo circiiiiscribir por u11 Esrado que lia de vigilarlo-, pues bien, dicen los ordoliberales, es necesario invertir por completo la fórmula y proponerse la libertad de mercado como principio organizador y regulador del Estado, desde el coniieiizo de su existencia y hasta la última formade sus intervenciories. Para decirlo de otra manera, un Estado bajo la vigilancia del mercado más que un ;iierc:idb bajo la vigilancia del Estado.

Me parece q"e a partir de ahí, en esa especie de inversión que sólo fue posible para ellos sobre la base del aiiálisis que hicieron del nazisnio, los ordo- liberales efectivamente pudieron en 1948 tratar de resolver el problema qiie se les plaiiteaba, a saber: uii Estado que no existe, iin Estado que es preciso llegar a legitimar, un Estado que hay que hacer aceprablc a los ojos de quienes rnás recelnn de él. Pues bien, dPmonos la libertad de mcrcado y tendremos un mecaiiismo que, a la vez, hi~idará el Estado y, al controlarlo, proporcionará a todos los que, tiene11 alguna razóii para desconfiar de 61 las garaiirías que denian- dan. Ahí está, creo, la invetsióii que iiieiicioiiábamos.

Y ahí puede situarse, a mi modo de ver, lo que el neoliberalismo actual tiene de,importaiire, de decisivo. Pues no Iiay que hacerse iluSiones, el neoli-

L beralismo actual no es en absoluto, coino se dice con demasiada frecuencia, el resiirgiiniento,' la recurrericia deviejas formas de ecoiioinía liberal formula- das en los siglos mrI y XX, y que el capitalismo reactiva en nuestros dias por una serie de razoncs que obedeceríari ranlo a si, impotencia, a las crisis que atra- viesa, conio a cierta cantidad dc objetivos politicos o tnás o menos locales y determinados. De Iieclio, en este neoliberalismo actual, aunque tome la forma aleiiiana a In'q~ie me refiero justaiiiente aliora o la (orina iiorteaniericaiia del

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anarcoliberalisnio. lo que está en cuestióii es algo mucho m& importaiiie: saber si en efecto unaeconoinia de mercado puede servir de principio, de forma y dc inodelo para un Estado [de]' cuyos defectos, tanto en la derecha como eii la izquierda, por una razón u otra, todo el mundo desconfía ei? la actualidad. 1-lacer la critica del Estado, seíialar sus efectos destructivos y nocivos: todo el mundo está de acuerdo con esto. Pero dentro de esta crítica de esta crí- tica confusa, por añadidura, pues se la eiicuentra de Sornbart a Marcuse siii .. iiiuchas diferencias, a travCs y eii cierto modo a la sombra de esa crítica, ¿podrá el liberalisn>o transiiiitir su verdadero objetivo, vale dccir, una formalización gctieral de los poderes del Estado y de la orgaiiización de la sociedad sobre 1:i base de uiia econoinía de mcrcado? ¿Puede el mercado teiier un poder concreto de foriiialización para el Estado y para la sociedad? Ése es el problema impor- tante, capital del liberalisiiio actual, y eri esa medida éste represeiita, coii res- pecto a los proyectos liberales tradicionales que vimos nacer en el siglo Xviri, una mutación de enoriiie trascendencia. No se trata simplemente de liberar la econoniía. Se trata de saber hasta dónde podrán extenderse los poderes políti- cos y sociales de iriforinacióii de la econoiriía de mercado. h a es la apuesta. Y bieii, para responder: "sí, la economía de mercado pucde efcctivmeiite infor- rnar al Estado y reformar la sociedad, o rcforrnar el Estado e informar a la sociedad", los ordoliberales llevaron a cabo una serie de desplaz:mieiitos, traiis- fortiiaciones, inversiones en la doctrina liberd tradicioiial, y son esas transfor- rnaciories las que aliora querría explicar un poco.** . '

Eiitoiices, prinicr desplazamiciito, cl del iiirercaiiibio, un desplazamiento que iría del intercambio a la coinpetciicia eii el principio del nicir:~do. I'ara dccir otra vez las cosas de manera muy grosera, en el liberalismo del siglo XVIII, ¿qué elenieiito definía el mercado o, incjor, quC elemento lo describía? Se ID defi- nía y describia a partir del intercambio, el intcrcarnbio librc entre dos interlo- cuto~es que establecen con ese acto uiia equivalencia entre dos valores. Ellnodelo y el principio del inercado era cl intercambio, y la libertad de mercado, la ausen- cia de intervención de un tercero, una autoridad cualquiera, a fortiori la auto-

' Michel Foucault: robe. 1

'^ Michel Fouczulr re inrcrruiiipc eii crc mqmcnro para dccir: Mc doy cueiica dc qur ES rardc, iio sé bien s i eniyezar diora ... ¿Qut quiercn? (Sc trci~chn 'ií"cn rirofd~i.JNa mlr de cinco minuios.

CLASE DEL 7 DE FEBRERO DE 1979 151

ridad del Estado, se ejercía, por supuesto, que ese inercado Fuera válido y la equivalencia, una verdadera equivalencia. A lo suiiio, se pedía al Estado que vigilara la buena marcha del iiiercado, ei decir, que procurara qiie se respetara la libertad de quienes se dedicaban al iiiterc:inibio. El Estado, por lo canto, no debia intervcnir dentro del inercado. Lo que sí se le pedía, en cambio, era qiie iiiterviiiiese eii la producción, eri el seiitj+ de quc cii el fondo, decían los

'econo~~iistas libeiales dc i~~édi:;dos'dcl siglo xviii, lo iiccesario, cuando sc pro- duce algo, vale decir, cuando se invierte trabajo eii algo, [es]* que todo el mundo respete la propiedad individual de lb que se produce. Y en q e aspecto, eii la necesidad dc la propiedad individual para la produccióri, se solicitaba la auto- ridad del Estado. Pero el iiiercado, por su parte, debía ser en cierto modo una plaza despejada y libre.

Ahora bicii, para los neoliberales lo esencial del iriercado no está eii el irirer- cariibio, esa especie de sitiiacióii priiiiitiva y ficticia imaginada por los ecoiio- mistas liberales del siglo x v i i i . Está en otra parte. Lo esencial del inercado está en la competencia. En esto, por lo demás, los iieoliberales no haceii siiio seguir toda una evoliición del pensamiento, de la docrriiia y de la teoría libe- rales cii el transcurso del siglo X ~ X . Prácticarriente, la teoría liberal admite casi

.en todas partes, desde fines del siglo XIX, que lo eseiicial del mercado es la coiri- peteiicia: entonces ya no es la eqiíilaleiicia, sino, al contrario, la desigual- dad.49 Y lo que va a coiistitiiir la base esciicial de una teoría dcl niercado es el problema coiiipetencia/monopolio, niuclio nids que el Problema del valor y la equivalencia. N respecto, por lo taiiio, los ordolibcrales no se diferenciaii en absoluto de lo que fuc la evoliición histórica del peiisainiento libcral. Retornan esa concepcióii cldsica y tambicii el principio dc que la competencia, y sólo la competencia, piiede ásegurar la racionalidad econóniica. ¿Y cómo pucde ase- gurarla? Pues bien, gracias a la foriiiación de precios que, en la inisma medida en que-lray compcteiicia plena y total, son capaces de medir las iiiagiiitiides econóniicas y, por consiguiente, regular las decisiones.

En ese aspecto, con refereiicia'al liberalismo centrado cn el probleiiia de la conipetencia y a la teoría del niercado ccnrrada eri la competencia, los ordoli-

Micliel Foucaulr: hace falca. '9 Véase inza, clase del 21 de fcbicro de 1979, p. 189, In rcfcrcncia niás cxplicira a Walrar.

Marrhall y Wickcll.

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berales van a introducir algo que, creo, [les] es específico.' En efecto, en la coii- cepción, digaiiios, del siglo XIX [y del] siglo m, marginalista y iieomargina- lista de la economía de niercado, se dice lo siguiente: como el niercado sólo puede f~incionar en virtud de la coiiipetencia libre y [oral, es preciso por eiide que el Estado se abstenga de rriodificar la situación de compete~icia tal como existe y qiie se ciiicle iiiuclio de iiirroducir a traves de fen6iiienos de moiiopo- lio, fenónieiios de control, erc., una serie de elemeiitos que puedan distorsio- nar dicha situación de competencia. A lo sunio, debe Literveiiir para impedir que esa competencia sea alterada por tal o cual fenómeno, como, por ejem- plo, el del monopolio. Sigueri obteiiiendoeiitonc'es deese principio de la eco- nomía de mercado la misma consecuericia que se deducía en el siglo xviri, cuaiido dicha ecoiinmía se definía por el iiicercainbio, a saber, cl fairrpz-+¡re. En otras palabras, taiiro para los liberale> del siglo XWII conio para los libera- les del siglo XIX," del principio de la econoniia de niercado se extrae la nece- sidad dcl IaUrez+ire. Uiios lo deducen del intercambio, otros de la cornpe- tencia; pero de todas formas, la consecuencia~lógica, la consecuencia política de la ecotiomía de mercado, es el Inissez+ire.

Y bien, en este punto, los ordoliherales rompen con la tradicióii del libera- lismo de los siglos xvrri y xix. Y dicen: del principio de la competencia como forma organizadora del mercado no se puede y no se [debe]"' extraer el lair- rez-fnirr. ¿Por que! Porque, dicen, cuando de la economía de iiiercado uno' dediice el principio del his~ezlfnire, significa en el fondo que todavía esti cau- tivo de lo que podríamos Ilaiiinr una "ingeniiidad iiai~iralista".**** es decir, el lieclio de considerar que el mercado,'auiiqrie se lo defina por el iiitercambio o '

por la competencia, es de todas formas uria suerre de dalo de la naturaleza, algo que se produce espontáneamente y que el Estado debería respetar en la medida misma en que es un daro de la naturaleza. Pero, dicen los ordolibera- les -y aqui se advierte con iniicha facilidad la infliiencia de Husserl-,lo 4sra es

Miclicl Foucaiilt: quc es, creo, especifico de ellos. " Midiel Fnucaiilr: xx. "' Michel Foiicaulr rcpire: piiede.

...e Enrre comillai en el maliiiscrito. 'O La referencia 3 la reducci6n cidfrica hurrerliana re encuenrra en Walrer,Eucken ya cn

1934, en el nrriculo "War leisrer dic narionalokonomirclie Thcorie?", corno irirro- ducci6n 3 su abra &,oit?pirnlrhcorttirrhr U n t r r r i ~ r h a ~ m , J ~ n a . Fischer, 1934, donde tcoriu por pri-

tina ingenuidad naturalista. Pues, en los lieclios, ;qué es la coinpetencia? No es de ningún modo un dato de la naturaleza. La coniperencia, en su juego, sus mecanismos y sus efectos positivos que podemos notar y valorar, no es en absoluto un feiióriieno natural. no es el resultado del juego natural de los ape- titos, los instintos, los comportamientos, etc. En realidad, la competencia sólo debe sus efectos a la esericia que posee, que la caracteriza y la constituye. No debe sus efectos beii6ficos a una anterioridad natural, un dato natiiral que lleve en su seno. Los debe a un privilegio formal. La competencia es una esencia. La competencia es un eidm." Es un principio de formali~aci6n.'~Tiene iiiia lógica

.interna; posee una estructura propia. Siis efectos sólo se prodiicen si se respeta esa lógica. Se trata, de alguna manera, de un juego formal eiitre desigualdades. No es un juego natural eiitre individuos y comportamientos.

Y así como pata Husserl una estructura formal no se da a la intuición sin - . una serie de condiciones, dcl mismo modo la competencia como lógica eco-

nótnica esencial s61o aparecerá y producirásus efectos de acuerdo con una can- tidad de condiciones qite habrán sido cuidadosa y anificialmente establecidas. Es decir que la coinpetencia pura no es un daro primitivo. No puede sino ser el resultado de un prolongado esfuerzo, y, en rigor, jamis podrá alcanzarse. La co~ii~eteiicia pura debe y n o puede ser más que un objetivo, un objetivo que supone. por consiguiente, una política indefinidaniente activa. Se trata, por lo tanto, de un objetivo histórico del arte gubernamental; no es un dato de la natu- raleza que sea necesario respeta;. En este tipo de análisis encontramos, desde luego, la influencia de Hiisserl -ni hacé falta decirlo- y la posibilidad de arti- cular, un poco a la inaiiera de Weber, la liistoria con la cconornía." Y ellos dicen: pues bien, la teoría económica debe hacer el análisis de esta competencia como

men vnsobrc su mfrodo. un procedimicnrode abstracción q u c s c l l e ~ a cabo por la "Rcdukrian des raisadilich Gegebencn aufreine Falle" ("la reducción dcl daro fácrica a casos (p. 21).

'' Sohrc In iriruición de la esclicia o cidos, cn oposición a Is inriiición empírica, vfare Edmund Hiiiserl, ldiri dirernice~poirr irnrphinomhologi~, rrad. de P Ricmiir, París. Gxllimard, 1950, pp. 19124 [trad. esp.: Idtrti rrlarivm n rrna/rnom~no/o@apt,r y unnjiiorojinfrnomrnoidgic~ Madrid, Fondo deCulrun Económi~~, 19931.

" Vease Frangoir Bilgcr, lo Prnrtr iconomiqwc libirnlr.. ., op. cit., p. 155: "Lar liberales no coniidcran la rcoria de la competencia ~erfecra como una reoría pariblc sino como una reoria normarivs,.un cipo ideal por ciiyo logro cr precisa erfor~arse".

" Vease ixpm, 1,. 107.

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154 NACIMIENTO DE LA RIOPOL~TICA

mecanismo formal, el señalamiento de sus efectos óptimos. Pero lo que sucede realinentc en las socicdadcs quc conocemos nunca se puede [analizar]' sobre la base de esta teoría de la competencia. Sólo es posible analizarlo si se tomari los sistenias históricos reales dentro de los cuales esos procesos ecoiiómicos forma- les actúan, se forman o se deforniari. Y por ende txistc la necesidad de uti mi- lisis histórico de los sistemas que de algún modo cruza, como una horizontzl cruzaría uria vertical, el análisis formal de los procesos ecoiiómicos. La ecoiio- mía analiza los procesos formales, la historia va a analizar los sisteinas que hacen posible o imposible el hincionamieiito de dichos proceso;.54

D e golpe -y ésta es la tercera coiisecueiicia que extraen <le ello-, entre una econonlía de competencia y un Estado, podráii ver que la relación ya no pi~cde ser de deliniitación recíproca de dorniniosdiferenres. No va a existir cl juego dcl mercado al que debe dejarse libre y e1 ámbito donde el Esrado comience a iilrer- venir, pues justamente el mercado, o, mejor, la competencia pura, que es la eseiicia misma del mercado, sólo puede aparecer si es producida;. y si es pro- ducida por una gubernamentalidad activa. Habrá, por lo tanto,.uiia sucrte de superposición completa de la politica gubcrii~meiital y de los mecanismos de ine;cado I.., ajustados a la competencia. El gobierno debe acompañar dc uii extreiiio a orro una economía de mercado. &ta no le sustrae rinda. Al t o n ~ a r i o , scfiala, coiisciruye el índice general sobre el cual es preciso poner la regla que va a definir todas las acciones giibernarnentales. Es preciso gobernar para,el rner- . . , . cado y no gobernar a causa del mercado. Y en'esa medida, se ve que la rela- ción definida por el liberalismo del siglo XVIII queda enteraniente inveitida. . . Un probleiua, entonces: jcuil será el tipo de deliiiiitacióii, o, rncjor, cuál será, en lo coiicernieiite al arce de gobernar, el efecto del' principio gencral de que cl iiiercado es, en definitiva, lo que debe llegar a producirse en el gobierno? Y como en un buen folletín, es esto lo que intentar6 explicarles la vez que viene:

' Michcl Foucaulr: Iiacer. " véase Flanpis Bilgcr, Lo Pciiric /conorniqrir libiralr .... o?. cir, p. 52: "La n~orfologia

cconórniw [aro cs. el análisis ripol6gico de los sirrcmas cconániicos] pmponc, según Wdrer Euckcn, 'iin lazo firme enrrela visión crnplrica dc los nconrccirnicnros históricos y el andisis reórico geiierai, iieccraria para la coniprrnrión de lar relacioncr"'. Sabic la nriiculnción dcl si36-

lisir moifológico dcl marco y el análisis rcóiico dc los procesos ecoiibiiiicos cn el scno de cstc

úlrinii>, véase ibd.; pp. 54 y 55.

Clase del 14 de.febrero de 1979

Elneoliberalismo alem6z (111) - Utilidadde los anilisis hirtóricos con respecto alprerentc - i f i i qué re dirtingue d 11eoli6eralinrzo del libe- ralismo chico! - Su objetivo especifico: cómo ajustar el ejercicio glo- bal klpoderpolítico a los principios de lrna economía de mercado, y lar tranfirmaciones que derivan de ello - La deruinculación entre la economía de mercado y kíspolíticas dt laissez-faire El coloyuio Walter Lippmann (2Ga 3 0 de agosto de 1938) - Elproblema del estilo de la acció~z grrhernamrntal. Trer +mplos:.a) la cr~estión de lo1 n~otzopolios; 6) la ~i~is t idn de lar %ccio~zes conformes': Los fin&- mentor dc la política económica rcgrin Wilter Eucke~z. Acciones regu- ladori y Rccio~zes ordc;~adotar;'c) la polltica' social. La critica ordo- liberal de la economía de bir&ar - L? sociedad como plr~ito de aplicación de lar intrrueiicionesgr~bn~~ati~rnta(es, La Folltica . , de socie-

. " . dad"(Gescllschafts~~olitik) -Primer aspecto de estapolítica: íafor; . . '

malivlcidn de la socicdndscgún el nzodelo de la emprcra - Sociedrrd de empresa y sociedadjudicial, Inr dos -ras dr u71 mismo fenónzeno.

HOY QUEKK~A CONTINUA^ C ~ I I lo que empecé a decirles sobre el neoliberalisiiio aleiiiiiii. Cuando se habla del iicoliberalisiiio, a l e m h o no por otra parte, e11 fin, del neoliberalismo coritemporhco, se obtienen en trw tipos de reSpucitai.

Eii primer lugar, la siguiente: desde el piiiito de vista econóniico, ;que es el neolibcralismo? Nada más que la reactivacióii de viejas teorías econón~icas ya desgastadas.

En scgiiiido lugar, desde el punto de vista sociológico, es cl neolibe- ralismo? No es oira cosa que el elemento a trav6s del cual pasa la instauración de relacioiics cstrictaniciitc iiiercaiitiles eii la sociedad.

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Tercero y último, desde un punto de visra politico, el iieoliberalismo cs sólo la cobertura para una intervención generalizada y adniinistrativa del Estado, tanto más gravosa porque resulta insidiosa y se eiimascara hajo la apnriericia de iin neoliberalismo.

Corno podriin darse cuenta, estos tres tipos de respuesta ponen dc mani- fiesto que el ncoliberalismo en definitiva no es nada en absoluto o, cii todo caso, es nada niás que sieinpre lo mismo, y sienipre lo niismo para peor. Es decir: es Adaiii Smith apenas reactivado; segiindo, es la sociedad inercantil, la misnia que había descifrado y denunciado el libro i de Elcilpitill; y tercero, es la gene- ralización del poder del Estado, vale decir, Solzhenitsyn a escala p1aneraria.l

Adam Smirli, Marx, Solzheiiitsyn, laissez'ire,sociedad mercantil y del espectáculo, universo conceiitracionatio y gulag: Iie aquí, a grandes rasgos, las tres matrices analíticas y críticas con las que suele abordarse el problema del . ,. ncoliberalismo, lo cual, en la práctica, no permite hacer nada eti absoluto con él, como no sea prorrogar una y otra vez el iiiismo tipo de crítica desde hace doscientos aíios, cicii años, diez arios. Ahora bien, me gustaría mostrarles que

' Aleksandr Iraievich Solrheiiitsyn (nacido rn 191 R): escriror ruso, auror dc una obra coii- sidcrable. Enrrc siis libros mds célelircs ic ctienran: Un di" m ln oidn drlvdn Deiirovirb. 1962; Elprimtr címlo, 1968, y Elpdbellón d<lcdnccr, 1968. Eii 1973. In ~>ilblicación en el cxrranjero dcl Arrhipiilnxo Gnlng 1918-1956(rrnd. fr : Arrhiprldu Gotildx, 1918-1951; rrad. deJ. T.afond, J. Joliaiiner, R. Maiichal, S. Oswald e i n i , París, Seuil, 1974) [trad. esp.: ArchlpiiLifo Gulng 19/8-1356 Rarceloni. Plaza y Jantr. 19741. "eiisayo dc investigación lireraria" consñgrada a

la descripcióii minuciosa del univcrra concenrracio~iario aavittico, Ic valió a su auror el aixsro, la pérdida dc In citldadania y Iñ expulsi6n dc la Unión Sovitrica. U libro suscitó en Occidcnre un

vaso debxcsobrela naruraleza represiva del rirrernasavitrico (viasccn especial cl lihia dcAndr6 Glucksiiiarin, Ln Cuiri>riirc rt Ir A4angrur &/m>nmrr EIJ>~ rairrrr iri rap,~om mrrr Pirac, le mar- xiimr rr icr campr dr eonrrim~tion, Parir. Seuil, col. Cambars, 1975 [irad. esp.: la rocinrmy rl dcrmmdor k hombrrr- e n r q o robrtrlfimah, rl ninmi~moy lor inmpor dc conrrtinncidn, Barcclana, Mandrágora, 19771, al que Foucaulr alude en su rcscíia de Mniwt~pt>zrrundel mismo autor, Cn 1977: "De Sralin, lor sabios erlianrados volvían a trepar a Marx como si fuera su drbal. Gliicksmann ruvo el 'lescaro dc volvera bajar hasca'Solrheriirsyn". en DE, vol. 3,'&4. 204, p. 278). En la primera edición dc Vigi&rjca~t~,zr , dc 1975; Foucaulr einple6 la exprcsidn "archi- pitlagii carcelario" (Sr<wril/rr rrprrfrir, p. 304; recd. en la colección Tel, p. 347) en homenaje a Shol7.criirsyn (viare "Qiiestianr A M. Foucaulr siir la gtographic" II7761. cn DE vol. 3, núni.

169. p. 32 ltrnd. crp.: "Prcgunras a Michcl Foucaulr robr? la geografia", en bfirroP1i~i1 drl podrr. Madrid, La Piqciera, 19781). Aqul, cl nombre de ~olzh¿nirr~xi evoca por metonimia el llniversa concenrracio~iario y el gillñg.

el neoliberalisnio es, justamente, otra cosa. Gran cosa o no, no sé, peto si11 duda es algo. Y lo que querría tratar de aprehender es ese algo en sil singularidad.

, Pues si bien es cierto qiie piiede haber unaserie de efectos políticos impottaiites -e incluso puede calificárselos de precio,sos- en el hecho de hacer análisis his- tóricos que se presentan precisamente como históricos y procuran detectar un

' cipo de prácticas, de formas de iiistitución, etc., que tener vigencia y lugar durante algún tiempo y en ciertos sitios, si puede ser importante, des- pués de todo, iiiostrar lo que fue eii un momento dado, no sé, un [meca- nismo delL prisión y ver cuál es el efecto producido por ese tipo de análisis puramente histórico en una situación presente, no es en absoluto y riuiica para decir de niaiiera iiiiplícira. y menos aún de manera explícita, que lo qiie era entonces es lo que es hoy. El ptobleina consiste en dejar actuar el sabcr del pasado sobre la experiencia y la practica del presente. No es de ningún modo para reducir el presente a una forma reconocida en el pasado pero que supues- tamente tiene validez hoy. Esa transferencia de los efectos politicos de un aná- lisis histórico bajo la forma de una simple repetición es sin duda lo que hay que evitar a cualqiiiet precio, y por eso insisto en ese problema del neoliberalisnio para intentar deseniba;azarlo de las criticas que se plantearon a partir de matri- ces Iiistótitas lisa y llanamente traspuestas. El neoliberalismo no es Adam Sniith: el neoliberalismo no es la sociedad niercantil; el neoliberalismo no es el gulag en la escala insidiosa del capitalismo.

;Qué es, por lo tanto, ese neoliberalismo? La vez pasada traté de indicarles al menos cuál era su principio'teórico y político. Traté de.6ostrarles que, pnta el neoliberalismo; el problema no-era pata nada saber -como en el libe- ralisnio del tipo de Adam SAith, el liberalismo del siglo m i i - cómo podía recortarse, disponerse dentro de una sociedad política dada, uri espacio libre que seria el del mercado. El problema del neoliberalismo, al contrario, pasa por saber cómo se piiede ajustar el ejercicio global del poder político a los ptinci- pios de una economía de niercado. En conseciiencia, no se trara de liberar un lugar vacío sino de remitir, referir, proyectar en un arte general de gobernar los principios formales de una economía de mercado. kse es a mi entender el objetivo, y procurC mostrarles que, para lograr hacer esta operación, es decir, saber hasta dónde y en que medida los principios formales de una .&onomía

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ese neoliberalismo que estaban tratando de foriiiular la elpresión muy signi- ficativa de "liberalismo posirivo". Ese liberalismo posirivo es, por lo tanto, un liberalismo interventor. Un liberalisnio del que Ropke, en la Gesellschafirkririr, queva a publicar poco tiempo después del coloquio Lippmann, dirá: "La liber- tad de iriercado nccesira una política activa y extreinadameiite vigilaiite"."Y en todos los textos de los neoliberales encontramos esta rnisnia tesis de que cl gobie$o, en un régimen libcral, es un gobierno activo, un gobierno vigilante, iin gobierno iiirervenror, y con fórniulas que ni el libcralismo clásico del siglo X K ni el anarcocapitdismo iiorteamericaiio contemporáneo podrí.m aceptar. Eucken, por ejcmplo, dice: "El Estado es responsable del resultado de la acti- vidad económica"." Franz Bohiii dice: "El Estado debe doiiiinar el devenir e c o n ó m i ~ o " . ~ ~ Miksch dice: "En esta politica liberal" -la frase es importante-, "bien puede ser que la cantidad de intervciiciones econóniicas sea tal1 grandc como eii una política planificadora, pero lo diferente es su naturdeza".19 Y bien, creo que ahí, en ese problema de la naturaleza de las intervericiones, tenemos

16 Wilhelm Repke, Dir GcsrlLchofrrkri~ir drr Gcrenuiai% Erleiibach y Zúrich. E. Reritsch, 1942; 4'ed. 1945 (rrad. fr.: Ln C ~ i ~ t d c norzrrmpr. rrad. de H . Faesi y Ch. Reicliard. Neudiirel, g d . de La Baconiiitie, 1945: esta edición climina numerasas anotaciones y el indicc; rcid. París, Payor, col. Petitc Bibliorlikqiie Payoc. 1962) [rrad. esp.: LR c ~ i ~ i x ~ocial de > ~ u ~ l t m t,empo, Madrid, Revista d;~ccidciire, 17471. segunda partc, cap. 3, p. 279: "La libertad de mcrcado necesita uiia polírica cconóliiicaactiva y ~xrreiriadamcncevigilanrc. pero también del codo cons- cierirc de sur mirras y de la limiración dc su campo de acrividad, uiia polírica quc nunca aieiira

ln re~iraciún de superar los líiiiites quc Ic asigna un inrcrvcticiunismo co~irorniirra". " Citado sin referencia por Frangois Dilgcr, Ln Pcn~Cc ¿conomiqur libirnlr dnnr lXl(rmape

ro»rcnzporai>rc, P~arlr, Librairic GénCrale de Droir, 1764, p. 182. 18 Fraiiz Behm. Dir O~dnung &r Wirtrchaj nlrgc~chichríichr Atc&nbb twd rrchrrrch5pfeNchr

Leirrrrng, Srurrgarr-Berlft~. Kohihammcr, 1737, p. 10: "La principal eigenciadc iodo sisrciria económico que merczca cse iiombrc cs que la dirección palltica controle la ccqnornía raiiro en su coiijitoro como en sus partes; cs meniester que la polirica ecotiómica del Errado canrr~lc . . inrclecrunl y nintciialm~nrc iodo el devenir económico" (rrad. y cit. por F a n ~ o i r Bilgcr. LnPcn~fc íonorniquc 1ibPmlr.. ., op. cit., p. I 73).

'% paarccer, Foucaulr ~eproduceaquídc manera bastanrc libre uiia fmc de Lconhard Miksch exrraida dc un arrlculo de 1747 ("Die Geldschophirig in dcr Glcichgewichrsrheorie", Ordo, 2, 1747, p. 327) y citada por Franqoia Dilgcr, LnRnileiconoi»iqr<r 1ibCrale.. ., qa. cit., p. 188: "Aun ciiaiido la caiiridad de iiiterveiicioiies corrccrivas que pareceii iicccsarias dcbicia revclarse i a i

grande quc, desde ese punro de visra, ya no hubiera diferenci~cuanrirñciva~ o i i respccro a los dcceos de los parcidarios dc la plaiiificacióii. cl principia aquí cxprerado iio su valoi".

un punto a partir dcl cual podrá abordarse lo que la polírica neoliberal tiene de específico. Para decirlo a grandes rasgos, el problema del liberalismo del siglo x v i i i y principios del siglo x i x e n , coino sabeii, discernir entre las acciones que había que ei1iprci;der y las que no había que enipreiider, entre los áiiibi- tos donde se podía intervenir y los átnbitos donde no se podIa iiitervciiir. Era la división entre agenda y non agenda.20 Posición ingenua a ojos de los neoli-

, berales, cuyo problema no pasa por saber si hay cosas que no pueden tocarse y otras que es legítiriio tocar. El problema es saber cómo tocarlas. Se trata del problema de la manera de actuar o, si les parece, del estilo gubernaniental.

Para insistir iin poco en la definición que dan los iieoliberalcs del estilo de la accióii guberiiaiiiental, voy a tomar tres ejeiiiplos. Seré a la vez esq~ieiná- tico, breve y brutal. Pero ustedes van a darse cuenta de qiie son cosas que coiio- cen, sin duda, justamente porque estaiiios empapándonos en cllas. Querría liniitarme a iiidicarles, dc una manera esquemática, tres cosas: en priiiier lugar, la cuestión del monopolio; segundo, el probleiiia de lo que los iieoliberales llaman acción económiai coriforriie; y tercero, el problema de la política social. Y a partir de ahí procurar6 indicarles algunos de los rasgos que me parecen cspc- cíficos, precisamente, de ese neOliberalisino y que lo oponen en forma absoluta a todo lo que se cree criticar en general cuando se critica su polírica liberal.

En primer término, eritoiices, lii-dcstión de los monopolios: Pcrdónenine uiia vez lnác, esto es niuy trivial, pero creo que hay quc repasarlo, al menos pata reactualizar algunos probleiiias. Digaiiios que en la concepción o en tina de las coricepcioiies clásicas dc la cconomía, el iiioiiopolio se considera iiiia con- secuencia a medias natural y a medias necesaria de la competencia en el tégi- men capitalista, es decir que no se puede dejar desarrollar la competencia sin ver aparecer, al misnio tiempo, Feriómeiios iiionopólicos cuyo erecto prcciso consiste en limit~ir, atenuar y en últiiiia instancia incluso aiiular esa conipe- .tcncia. En su lógica Iiistórico ecoiiómica, por lo tanto, esta sc suprimiría a sí niisiiia; esta rcsis implica, claro está, que todo liberal quc quiera asegurar el fuiicionamienro de la libre coiiipetcncia deberá intervciiir deiirro de los pro- pios mecanisnios ecoiióinicos, aquellos que, justamente, facilitaii, llevan cn su serio y de~eriiiiiiaii el fciiónieno monopólico. Vale decir qiie si se quicre sal- var a la coiiipeteiicia de sus propios efectos, aveces es preciso iiiterveiiir sobre

Véasc mpra, dasc dcl 10 de enero de 1977, p. 28.

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10s niecanismos económicos. Ésa es la paradoja del monopolio para una eco- noniía liberal que planrea el problema de la competencia y acepta, a la vez, la

idea de que esre inonopolio forma efectivanienre parte de la lógica de ésta. Como imaginarán, la posición de los iieoliberales va a ser por supuesto niuy diferente, y su problenia pasará por demosirar que, de hecho, el monopolio, (a tendencia monopólica, no forma parte de la lógica económica e histbrica de la competencia. En la Gerellschafrrkririr, R+ke dice que el nioiiopolio es "un cuerpo extraño en el proceso económico" y que no se forma de manera espontánea.*' En apoyo de esra tesis, los neoliberales presentan una serie de argiimenros que voy a situar úilicameiire a título indicativo.

Primero, argumentos de tipo histórico, a saber, que en realidad el monopo- lio, lejos de sir un fenómeno, para decirIo.de algún modo, final y último en la historia de la economía liberal, es un fenómeno arcaico, y un fenómeno arcaico cuyo principio es en esencia la inrervencióii de los poderes públicos en la eco- noniía. Después de todo, si hay monopolioes en verdad porque los poderes públi- cos, o aquellos que cumplían en esos momentos las funciones, el ejercicio del poder piiblico, ororgaron privilegios a las corporacionrs y los talleres, porque los Estados o los soberanos ororgaroii a individuos o a familias cierros monopolios a cambio de una serie de servicios financieros bajo la forma dc una suene de fis- calidad derivada o enniascarada. Así sucedió, por ejeniplo, con el monopolio de 16s Fugger concedido por Maxixirniliano 1 a canibio de servicios financiero^.^^ Eii resumen, el desarrollo durante la Edad Media de una fiscalidad que era en si misma condición del crecimiento de un ~ o d e r centralizado, provocó la creación de moiiopolios. El monopolio, fenónieiio arcaico y fenómeno de inremención.

" Willielm Riipke, La C ~ i r r de rrotre trmpr, "p. cit., segunda parrc, cap. 3, p. 300: "El iiionopolio no rdln es socidmeiire injusrificable, sino quc represcnra asimismo un cuerpo exrraíio

en el proceso econdmico y un hrno de la producrividñd roral". U Ibid, p. 302:,"Debcnior recordar que, con demasiada frcciiencia. hn sido cl F~rado niismo

cl que, por su actividad Icgirlativa, admiiiisrr?r/va y jurídica. ha crcado lascondicioncs previas para In furmicidn dc monopolios. [.. .] La conipiicidad dcl &cado cr parenre en rodor los casas en que creó cl monopolio mcdianrc una carca de ororgainicnro de privilegios. proccdimieirro a mcnudn urilizado en el caso de los primeros nionopolias dc Eiiropa. Pero ya en wc morncnro, a r a maricrn de icriinr camc~erilabacl dcbiliramirnro del &cado, piicr. miichar vcccr, el gohierno hiiscaba libcrarrc de sus dciidas, como hiw Maximiliaiio 1 cn Alemania, cuando cedid mono- polios a los Fugger".

~ n á l i s i s jurídico, cambien, de las condiciones de fiincionamienro del dere- cho que permitieron 0 facilitaron el moriopolio. :En quC aspectos las prácticas de la herencia, en qué aspectos la existencia de IIII derecho de sociedades por acciones, en qué aspecros, asimismo, el problema de los derechos de patente, erc., pudieron, a causa de un fiincionamienro jurídico, y de ningún modo [por] razones económicas, generar los fenómenos de moiiopolio? En este punto los ncolibenles plantearon una serie de problemas más históricos e iiistituciondes que propiamente ecoriómicos, pero que abrieron el camino a una serie de inves- tigaciones muy interesantes sobre el marco político instirucional de desarrollo del capiralismo, aprovechadas por los norteamericanos, los iieoliberdes norren- mericanos. Las ideas d e N ~ r d i , ~ ~ por ejemplo, sobre el desarrollo del capitalismo, se inscriben exactamente en esta línea abierta por los neoliberales y cuya pro- blemirica aparece con claridad en varias iiitervencioiies del coloquio ~ i ~ ~ n ~ a n n .

Otro arguiiierito para mostrar que el fenómeno monopólico no corresponde de pleno derecho y con todálógica a la economía de la competencia.: me refiero a los análisis políticos sobre el vínculo que hay entre la existencia de una eco- nomía nacional,el proteccionismo aduanero y el iiionopolio. Von Mises, por ejemplo, hace toda una serie de andisis acerca del tema" j. muestra que, por un lado, hay una facilitación del fenómeno moiiop61ico por la fragmentación en mercados nacionales que, al reducir las unidades~económica<a dimensiones relativamente pequeñas, perniireiieii efecto la existencia, dentro de ese marco, de fenónienos de monopolio que no subsisririan en una economía m ~ n d i a l . ~ '

l 3 Douglarr Gc i l Norrh (nacido en 1920), 7hr Rirr ofthr Wrrvrn WorLI A Nrw Economic Hirrory, ecrcriro en colaboracidn con Robcrr Paul Thomar, Cambridge, Cambridge Univcrriry Prerr, 1773 (rrad. fr: rEiror du monde orcidrntnl: unr norrvrllc liirroire Cmizomiqur, rrad. de J.- M. Dcnir. París, Flamniarioii, col. L'Hisroircvivanrc. 1980) [rrad. esp.: Elnacimit>itodrlmi<ndo occidrnrdl. und >ir<cvn hirtorin rro>rdmiro (900-1700), Madrid, Siglo xxi. 19781. Vtase Henri Irpage, Dcmnin Ir capitalirmr, Librairie Geniralc Fran~aise. col. Pluricl. Le 1-ivre de poche, 1978, p. 34 y capr. 3 y 4 [rrad. esp.: Mdona. rlcnpirali~mo. Madrid. Alianza, 19781 (este libro catisriruye una de las fucnrcr uriliradai por Foucault en lar últimas clasw del curso).

v~earc Ludwig von Mises, inrcrvcricidti en Comprr rmdu de, rfanicr di< ro/(oque W~l r t r Lippmaniz.. ., op. r i t , pp. 36 y 37.

'' Ibid,, p. 36: "El proreccianirciio ha fragmcnrado el sisrcina econ6mico en una multitud dc ~ i ic rcad~s disrinror, y al disminuir la magnirud dc lar unidades ccon6micar ha generado 13

crcacidn dc circcle<.

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CLASE DEI. 14 DE FEBIEI<O DE 1979 167

Y de manera m i s positiva, más directa, muestra que el ~oteccioii isnio, deci- dido de he+o por u n Estado, 5610 puede ser eficaz en cuanto sc crean, se gcneran cárteles o inoiiopolios que son capaccs de coiitrolnr la prodiiccióri, la venta al exterior, el iiivel de los precios, e t~ .~"d era, en líneas generales, la política bisniarckiana.

En tercer lugar, desde un punto de vista económico, los neoliberales Iiacen . . notar lo siguienrc. Diccn: es cierto lo que se dice en el análisis clásico cuando se muestra que, en el capitalismo, el aumento necesario del capital fijo cons- tituye un respaldo innegable a la tendencia a la coricentracióri y el rnonopo- lio. Pero, señalan, en prirrier lugar esa teiidcncia a la conceiitracióii no conduce necesaria y faralniciire al monopolio. Hay, desde luego, un punto óptimo de concentración en el que el régimen capitalista tiende a equilibrarse, pero entre cse punto óptimo de coiicentración y el máximo representado por el hecho monopólico Iiay un umbral que no puede franquearse espontáneamente mediante el juego directo de la cornpetencia, el juego directo de los procesos económicos. Hace falta lo que Rüstow llama "ncofeudalidad depredadora",27 que recibe taiiibién "el apoyo del Estado, las leyes, los tribunales, la opiiiión pública"; hace falta esa neofeudalidad depredadora para pasar del óptiino de concentraciónal máxiino moiiopólico. Y además, dice Roplce, de todas maiie- ras, un fenómeno iiioiiopólico, aunque exista, no es estable en sí mismo.2R Vale decir que, a mediano plazo, si no a corto plazo, en el proceso económico siempre se producen ya sea modificacioiies de hierzas productivas, ya sea inodi- ficaciones técnicas, ya sea iiicreinentos inasivos de la productividad o, por último,

Ludwig von Mira, intcrvenciGn eii Compre mtdu dcrrinncrrdu rolhqur Waltv Lippmnnn.. . , "p. tic.: "El proreccionisnio sólo pucde rener resultados cficaccs cn un nicrcada nacional, doiidc la ya rupcra la dcmanda, mcdianrc 1. conrriruci6n de un drrel.apaz de

la la venta al rrreriar y los precios". '7 Alrxaiidcr Rüstow, intervc<icióii en ibid,, p. 41: "La reridriicia a sobrepasar la iiirncjora-

ble airuación económica de la conceiitncióci ~ i o puede ser, como es evidente, uiia rinde?cia dc orden económico, en el scnrida dcl sistema comperirivo. T;s i n r a bicn um rcndcncia niona- polimdon, neofeudal, depredadora, que $10 piiede tener éxiio sin cl apoyo del Estado, dc las leyes, de las irihunalcs, de los magistrados, de la opiiiión pública".

Wilb~liri R4pke, La Criredt ,ionr rrmpr, op. cit., primera pairc, cap. 3, p. 180 y sr.; cl aucor oponc varios argumentas rfciiicos ñ la rcsis de que "d ddesaiiollo iécnico l...] lleva diiec- ranicnrc a Ir unificación cada vcz m6s rceriruada dc lar empresas y lar indurrrias".

la aparición de nuevos mercados. Y rodo eso hace que la evolucióri hacia el moriopolio no pueda ser siiio iiiia variable que actúa diiratite cierto tiempo eiitre otras variables que, por su parte, será11 doiiiiiiaiites en otro momento. Eii su diiiáiiiica de conjunto, la economía de competencia entraha toda uiia serie de variables en la que la teiideiicii a la coricen~racióii siempre es contrarres- t a d a , ~ ~ ~ otras tciideoci.as:, . . . . .

Por último -y sigue siendo Voii Mises quien razona así-," en cl fondo, ¿qué es lo importante o, mejor, lo perturbador en el fenómeno nionopólico con respecto al juego de la economia? ¿El hecho de quc haya un solo produc- tor? Eti absoluto. ¿El lieclio de qiie haya utia sola empresa con dereclio a la venta? En absoluto. Eii verdad, si el inonopolio puede tener un efecto pcrcurbador es

porque actiiasobre los precios; es decir, sobre cl mecanismo regulador de la eco- noiiila. Ahora bien, es mtiy posible imaginar-y en los heclios es lo qiie sucede regularmente- que el prccio del inbiiopolio, esto es, un precio que pucde auinen- tar siii que bajen ni las ventas ni las ganancias. es algo que los propios inono- polios no llevan a la práctica ni pircdcn Iiacerlo, porque si lo Iiicieraii se expoii- drían siempre a la aparición dc un fenómeno competitivo que aprovecharía la existencia de esos precios monopólicos abusivos para contrarestar el monopo- lio. Por coiisiguieiite, si un nioiiopolio qiiiere conservar su podcr de tal, deberá aplicar n o el precio monopólico siti; i r i precio id6iiUco o, cii todo caso, cercano al precio coiripetitivo. Vale decir que actuará como si hubiera competencia. Y entonces no perturba el riiercado, rio perturba el mecanisino de los precios y el inonopolio; pues bicn, eso no tiene iniportaiicia. Al i~ii~letneiitar esa ~ o l í t i c a del coino si"3" competitivo, el nionopolio pone en juego esa estructura quc es tan irnportatite y qiie es el fenómeno determiiianre en la coiiipetencia. Y en esa medida, no es pertiiieiite, eri cl foiido, saber si hay o iio un monopolio.

. . Ludwig von Misa, iiircrvci~ció~i en Compre d r derrtnnresdu coUoqr<r IWzIt~rLipptnnn~r.. .,

op. iii. p. 41.

Sobre esvr política del "como S? (AL-ob I'olitik), ~eoriiada por uno de los discípulos de ~ucken , Leonhard Miksch ( Wrirbriuerb nL Artkabe [La conil>crencia coino deber]. Sriirrgarr y Berlin. W Kohlhnnii~icr. 1037; 2= id. 19471, y que pcr~tiite iio catifuiidir el programa ordoli- beral con la cxigeiicia de r wribii dc la cornpcrc~icia perfecta, vfuire Frai~iais Uilger. Lai'ciiiée ironomiyrtr l>b&,~L ..., o,z t., pp. 82 y 155 y tudo el cap. 3 de la segunda parre, "1-1 poliriqiie Ccononiiquc", pp. 170-206, y jean Frali~ois-Ponmti La Politiqirc Cconorni(lurk IAlk~i~~nrocci- &tale, Paris, Sircy, 1970, p. 63.

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168 NACIMIENTO DE LA BlOPOLfTlCA CLASE DEL 14 D E FEBRERO DE 1979 169

Digo todo esto simplemente para situar el problema tal como los neolibera- les quieren plantearlo. En cierto modo, éstos se liberan del problema de la des- ventaja del monopolio. Pueden decir: como ven, iio hay que inreivenir direcra- meiite eii el proceso económico, porque éste, portador en sl inismo -si se lo deja actuar pleiiameiite- de una estructura reguladora que es la de la coinpe- tencia, jamás se desorden:irá. 1.a caracterlstica propia de la competencia es el rigor foriiial de su proceso. Pero la garaiitía de que &te no se desordenard reside en que, eii la realidad, si se lo deja actuar, no liabrá ningiin elernentn de la coiiipe- tciicia o del iiiisnio proceso econóinico que estC eii condiciones de caiiibiar su runibo. Poi consiguiente, en esenivel la nointetvención es necesaria. No inter- vención, con la salvedad de que es menester, por supuesto, establece; un marco insritucional que impida a la gente, serrate de poderes individuales o de pode- res pítblicos, intervenir para crear el mo~iopolio. Y de tal modo, en la legisla- ción alemana encontramos todo un enorme marco institucional aiitimoiiopó- lico, pero cuya futició~i no es de ningún modo iiitervenir en el campo económico para inipedir a la economía inisma producir el monopolio. Su objeto es impe- dir que los procesos externos inteivengaii y generen el fenómeno monopólico.'

El segundo aspecro importante de ese programa neoliberal es la cuestión d e los acciones conformes." Esta teoría de las acciones confotines, esta progra- mación de las acciones conformes, la ericonrramos eseiicialmente en un texto &e h e , de heclio, una de las grandes cartas de la política alemana coiiteml>orá- iiea. Se trata de un texro póstumo de Euckeii, aparecido en 1951 o [19]52, que se llama GmnArntze der Wirtschnfupolitik (los fundamentos de la política eco- nó~ii ica) '~ y quees, de algún modo, la vertiente practica del texto titulado

. Michcl Faucaiilr deja aqiii dc lada lar pp. 8-10 del ~nanurcriro, dedicadas a la legirlación alemñiia de 1957 contra los cárrelcs.

'' Sobre la diriinci6ii entre lar "accioncs conformes" y lar "acciaoes no conformes", vCarc Wilhclni Ropke, Dir Gcielirehafrr Krisis.. ., op. cit. (51 ed., 1948), pp. 258-264 (trad. francas ir., pp. 205-21 1). y C i v i m ~ Htrmnna, orr lt~qiirrrionrfondn~nrnri?lri d? la riformr (conqmiqrrcrr rocialt: cdpitnlimr, rolltcrivk~nr, bumanirme ¿co~~oniiquc. bar, rociiii. !coronomic, crratl. del? ~asricr, Parir, Librairie de Mtdicir, 1946, pp. 67 y 68 [rrad. esp.: Ciuirnr hz,monr?; nrcrrionrrfunda- mmrakrrn !a rejormn dr Lirocirddydc !a rconomia, Madrid, Rcvirrr de Occidenrc, 19491. Viase FraiiGoir Bilgcr, Lo Pcniiticonorniqtrr lib>rn& ..., op. cit., pp. 190-192 (conformidad "estática" y cmforniidad "dinámica" con rcrpccto al inodcla dc ROpke).

12 Walrcr Eucken, G r u n d ~ a m drr Wiilichnpolitik, Berna y Tubinga, Franckc 81 J. C. B. Mahr, 1952 [trad. esp.: Fuadammrordrpoiirirn rcondnticn, Madrid, Rialp, 19631.

Gnrndhgen d ~ r Nationnlokonomie, publicado unos diez años antes y que era la verrieiite propianieiite t e ~ r i c a . ' ~ En esos Fundamentor depolítica económica, Euckeii nos dice que el gobierno liberal, cuyo deber es mantener una vigilancia y una actividad permanentes, debe intervenir de dos iiiaiieras: en priiiier lugar, mediante acciones reg~iladoras, y segundo, mediante acciones ordenad ora^.^^

Para eiiipezar, las acciones reguladoras. N o hay que olvidar que Eucken es hijo de ese otro Eucken que fue neokantiano a priiicipios del siglo xx y que ganó por eso el Premio Nobel.'" Como buen kaiitiano, Eucken dice:

33Véasr'rirprn, clase del 7 de febrcro de 1979, nora 9. Vtarc asimisiiio Frali~ais Bilgcr. Ln Pmrkiconomiqut libirolc.. ., op. cit.. p. 62: "Dc ral modo. crrc libro es conio el iiverso exacto

dcl ~rirnero; luego de la economia polirica, la polírica, ecanómicá'. )' Esra dirrincidci no re formula de nianera explicira cn los Gn~ndÜm(sobrc ia Om'ntr>rgpoiirik,

vianrcpp. 242 y sr.). Foucadr re apoyaaquí cn Franpis Biiger, LnPtnréréconomiqt<r libirnk.. .. op: cir, p p 174-188.

RildolfEucken (1846-1926): en la Universidad de Basilea cri 1871 y luego en la de Jcna, desde 1874 hasra sri reriro. Ganácl Premio Nobel de Lirenrura en.1908. Entre sus priri- cipnlcr obras rc cuentan Gci~rige Smimrrngm dcr Gqtncunrr, Berlín, Vecleger, 1904 (rrad. fr.: Lrr Gran& rorrrnnri dc lapcnrtr ronrc~nporni»r, rad. de la 4s cd. dc H. Burior y G-H . Luquer, pñla- bras preliminarcr de ciiiilr Bourroux. París, Félin Alcsn, 1912) [rrad.esp.: Lnrgrnndet corrienrcr

drlpo~rnmimto ron»m/>orRnro, Madrid, Daniel Jorro, 1912): Hauprprnblo~rtdnReligio~hihopbir drr Gegcntunrt, Brrlin, Rcuther uiid Reichard, 1907 (rrad. fc: Pmblima rnpitnilxde h p h i h p b i r dr kt rrligion nrr rcmp~prircnr, rrad. de C. Brognard, Latirana, Payor. 1910); y Drr Sinn srid Wcri drr Lrbtnr, Leiprig. Quclle & Meyei. 1908 (rrad. fr.: Lr Senr rr ln vnlrrrr dr !a ?,ir, rrad. de la 3* ed. de M.-A. Huller y A. l.eiclii, palabras preliliiitiiires de Henri Bergson, l'arir, Félix Alcan, 1912) [rrad. esp.: úi uida;ir vd/oryrurign$c~cidn, eii Obra~rrrogidor, Madrid,Aguilai, 19571. El calificativo de "ncnkantiano", tomadnrili duda dc la prercnracidn de F n n p i r Bilger, L11I'mrét kor,omiqur libérde.. ., op. c i t . pp. 41 y 42, define dc manera iniperfccra ru filasofia -una "fila- rofia de la actividad"-. más asociada a la corricnrc del cspiritualismo viralirra, ieíiida dc reli- giosidad y opuesrñ por cnroiices c i i Alemania al inrclecrualismo y cl.cieririiicisino; vense al res-

pecro Gillcs Campagnolo, "Lcr rrair sources philorophiqucr dc la riflcxian ordolib4rale", en

PatriciaCoinmun (comp.), LOidolibérnlirmcnllrmnnd: aru ioun~s rZr l'ironomir s o k l r dr mnvhi Cergy-Poncoise, CikACICICC, 2003. pp. 138-143. El corcjo caii el nrokanrirnio, sugerido aquí por Michel Foucaulr cn lo conccrniciitc a las "acciones regulñdorns". rcmire indudñblcmcnre a la distincidn ei>trr los "c,rincioior cnnsrirucional~s" v los "oririci~ios reculadores" errablecida . , . . . u eii lmmanuel Kaiii, Critiqitrdr la rnirnnpurc, primera diviriáii. libro 2, cap. 2, 3'seccibn, § 3. ("Lcr analogies de la cxptrieilci"). rad. deA.TrLinesaygucr y B. Pacaud, Ocd. , Paris. PUF. 1968, p. 176 [rnd. esp.: Criticn d< L? raed>rpurn, Buenos Aires, Lorada, 19831. ' Siguc una brevc frase pucidmciire inaudiblc: El ticokaniirmo L . . .] lireraturs.

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CI.ASE DEL 14 DE FEiiRERO D E 1979 171

¿cómo debe intervenir el gobierno? Por medio de accioncs reguladoras, es deCLr que debe intecvenir cfectivaineritc en los procesos económicos cuando, Por razones de coyuiitura, esa intervención se iiiipone. Y dice: "El proceso econb mico provoca sienipre ciertos roces de naturaleza pasajera, iiiodificaciones que amenazan con conducir a situaciones excepcionales con dificultades de a&- tacióri y repercusiones más o menos graves sobre los grupos".3G Es preciso e;iio"- ces, sehala, no intervenir sob;c los mecanismos de la econonila dC merc?do' sino sobre las condiciones de este La intervericióii sobre las colidi- cioiies del inercado quiere decir, según cl rigor misino dc la idea kaiitian? de regulación, sehalar, adniitir y dejar actuar -pero para favorecerlas y, de algun riiodo, llevarlas al Iiiiiitc y a la plenitud de su realidad- a las tres tendencias que son caracrerísticas y fundamentales en ese mercado, a saber: tendenciaa la reducción de los cosros, tendencia a la reducción de la ganancia de la empresa y, por último, tendencia provisoria, puntual, al aumento de la ganancia, y? Sea por uiia riduccióii decisiva y iiiasiva de los precios o por una mejora de 1; Pro- d u c ~ i ó n . ~ ' La regulación del mercado, la acción reguladora, debe tomar '" cuenta esas tres tendeticias, en la medida en que son sus propias teiidenci?

Esto quiere decir, para ser claros, que en primer lugar, con respecto ? los -ipal objetivos, una acción regiiladora tendrá forzosamente por finalidad prinr

la estabilidad de los precios, no entendida como fijeza sino como el COI '~ '~ '

heciio, Incita corresponde a Wilheliii Ropkc (como, por lo dc!iiás, lo indica el nlmUs-

criro), Ln Cric dc none tcmpr, op. rir, rcguiida pnrre, cap. 2, p. 243: "Pero hay otra r a p a "O

menos iinportanre.[quc la clabonción y el fortaleciiiiiciira dc la 'tercera vlá], pucr, d e ~ i r ' ~ ,marco pcr&anentc, legal e inrtitucioiial. cl proceso económico provocara sieiiipic cicrtoi,iow dc naruralera pasajera y modificacioiics que amenala" s~qcirar estados de excepción, dificUI"- dcs de adaptación y repercusiones duras sobrc algunos grupos".

3í Viase Walrer Euckcli, Grundrñru ..., ap. cir, libro 5 , cap. 19. p. 336: "D lc utirrsbhafrs- politirche Tarigkeir dcs Sraarcs soilic auf die Gcstaltung der Ordnungrformcn dci Wirl 5ch&

gerichrcr S C ~ I I , niclir auf die Lenkung des Wirtschafcsprozcsses.' [La ncrividad palirico econ6- mica debería esrnr dirigida a la formación dc ordeiiamicncar econóinicos y no a la conddcci6" dcl proceso ecoiióiiiicol.

" S e mara de la "definición liniirariva dc la iaircrvcnción corifornic" rcgún Franr B8ho" ''la '

que no absraculim tres 'rcndcncid fuiidamcntdcs del merado: la tciidencia a la rcduccióii corros, la reiidencia a ladisiiiinución progresiva dc las gatiaiicias dc la enipwñ y la rcndencia k'"- visaria al alu dc esas ganancias en cl caso dc una reducción decisiva dc lar cortos y una mcjD" de la producrividad (F~ngois Bilger, In Pem¿t ¿coizoi>tiqnt l ib /mL ..., op. cit., pp. 190 y 1911'

de la inflación. Y por consiguiente, todos los otros objetivos, al rnargeii dc esa estabilidad de los precios, sólo piiedeii aparecer en scgundo lugar y, en cierto tiiodo, a título adyacente. Nunca, cn ningún caso, pueden tener u11 carácter prin~ordial. E n particular, tilo debcn ser objetivos pritiiordiales el riiaiiteiii- miento del poder adquisitivo, el mantenimiento del pleno empleo y ni siquiera el.~quilibrio en la balanza d e pagos.

Segundo, con respecto a los instrumentos, ¿que quier: decir esto? Quiere decir que se utilizará aiitc todo la politicacrcditicia, cs decir: creación de la tasa de descuentos. Se utilizará el comercio exrerior nicdiarite la reducción dcl saldo acreedor, si se pretende mantener a raya el alza de los precios externos. Se actuará tambien por medio de uiia distiiinución, pero sieiiiprc riiodcrada, de la presión fiscal, si la iiitetici6in es influir sobre el ahorro o la inversión. Pero nunca se ape- l u á a ningún instrurnenro como los que einplea la planificación, a saber, fija- ción de los precios, sosten de un sector del iriercado, crcación sisteniltica de enipleos, itiversión pública; todas esas formas de intervención dcbcn estar rigu- rosaincnte prohibidas eii'berieficio dc los instrumentos de puro mercado quc les mencionaba. En especial, la política neoliberal es perfectamente clara en lo conceriiientc a la desocupación. En tina situación de descrnpleo, y cualqliern sea su lndice, es decisivo no iriterveiiir directamente o en pritiicr 1ug;u sobre 61, como si el pleno empleo debicraséiun ideal polirico y un principio ecoiióiiiico que ec imperioso salvar en todas las circunstancias. Lo que debe salvarse, y sal- varse en primer lugar y ante todo, es la estabilidad de los piecios. A contiriua- ción, esa estabilidad periiiirirá, sin duda, el innnreiiiiiiiciito eficaz del poder adquisitivo y la existciicia de un nivel de eiiipleo niás elevado que eiiuiia crisis de dcsocupacióii, pero el pleno etiipleo tio es un objetivo, e incltiso puede resultar que un índice floraiite dc descmplco sea de absoluta necesidad para la economía. Coino dice Ropke; creo, ¿qué es el desocupado? No es un discapa- ,,. . .. citado ecoiiómico. El desocupado no es una víctinia social. ¿Que es? Un traba- jador cii tránsito. Un trabajador en tránsito cntre una actividad no rentable y una actividad más Hasta aqul lleganlo\ con la i accioiics reguladoras.

Las acciones ordenadoras soii iiiás interesantes, porque de una u otra manera nos acercar] rriás al objero propio. ¿Qué soii las acciones orderiadoras? Pues bien,

' 9 La atribución de esta frase a Ropke parccc errónea. Tampoco sc cncurntrari rasiros de ella EII el coloquio Lippnlann i i i rri la obra de Bilgcr.

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172 NACIMIENTO DE IA BIOPOI.RICA CLASE DEL 14 DE FEBREllO D E 1979 173

Isoii] acciones cuya hncióii es intervenir sobre las condiciones del mercado, pero sobre condicioiies más fiindanienralcs, más estrucriiralcs, más generales qiie las qiie acabo de riienciotiarles. En efecto, nunca hay que olvidar el prin- cipio de qiie el niercado es un regiilador ecniiómico y social general, pero eso no qiiierc decir, si11 embargo, que sea un eleineiiro dado de la naturaleza que pueda encontrarse en la base misma de la sociedad. Por el contrario, en la cum- bre consririiye (les pido perdóri por.decirlo tina vez ~nds) una suerte de meca- nisino fino que es inuy seguro, pero con la condición de que funcione bien y nada lo perturbe. Por consiguiente, la inquietud principal y constante de la intervención gubernanietital, al iiiargen de esos momentos de coyuiittira de los que les hablaba hace un rato, deben ser las condiciones de existencia del mer- cado, es decir, lo que los ordolibcrales llaman el "marc~" . '~

~ Q L I ~ es una polidca de marco? Creo qucel ejemplo aparecerá con claridad si retoniamos uii texto de Euckeii, justaiiiente perteneciente a sus Grundrane, es decir, un texto de 1952 donde aborda el probleina de la agricultura, de la agricultura alernana, aunque, dice, tanibién vale después de todo para la mayo- ría de l a agricult~iras europeas." I'iies bien, dice, en el foiido esas agriciilturas janiás se integraron de manera nornial, conipleta y exhaustiva a la economía tle mercado. Y iio lo hicieron a causa de las protecciones adiianeras que, en toda Europa, dcliniitaton, recortaron la agricultiira del continente, los espacios agri- colas del continente; protecEiones aduaneras que resultaban indispensables debido a las diferencias técnicas y, a la vez y de un modo general, a la insufi-

"Sobre csrñ iioción, "Case Frnngois Bilgcr, Lal'enrnrie Jcoeonomiqiic libiralr.. ., 4". "L. pp. 180 y 181: "Ari como procuran rcrrringirlas intcrvcncioncr rn cl proceso [objero dc las accionm rcgu- ladoml, los 'ordoliberalci saii favarablcs a la exrcnsión dcla actividad del Errado sobrecl marco. Piies el proceso funcionard mejoro peor según el marco esttmcjor a peoi dispucsro. [...] El iniarco es el ámbito propio del Estado, cl doiiiinio pública, donde Csrc puede ejercer plena- mrnre su función 'ordciiadord. Dicho marco conricnc rodu lo qiie no surge dc manera espon- tánea ei, la vida econóniica: así. abarca realidades que. en virtud de la inicrdepedencia general dc los hechor rocialcr. dererrninan la vida ecanóinica o. a In inversa, sufreti sur cfccroi: los sexr humiiios y siis iieceridader, los rcciirsos nirurales, la población activa e iiiacriva, los ionoci- inienrar rfcnicos y cicnrificos, la argaiiiación politica y jiiridica dc la sociedad, la vida inrelcc- ciial, los daros geogrificos. las clascr y grupos rocialcr. la'. csrrucruras mcnralrs, crctrer<.

" Encl mnntlscriro. Foiiwiilr rcnii~eñyiif, dcacilerdocan Fnn~oi r Hilgci. ibid,p. 181, a Walrcr Eiickeri. Gnrndrim.. .. op. d., pp. 377 y 378. Era referencia. dc rodar modos, cc inarcrñ: en esa

rcccióo dc Ir ohn, Euckcii no abord6 csj>ecialmcncc ciicsriona delativas a la agriculri+ra.

ciencia técnica de cada una de esas agriculturas. Diferencias e insuficiencias que 'estaban ligadas a la existencia de un exceso de población que hacia inútil y, en rigor de verdad, inconveniente la interveiición, la implatitación de esos per- feccionaniientos técnicos. En consecuencia, si se pretende hacer funcionar la agriciiltura curnpea en una economia de mercado -cl texto data de 1952-, jqtié habra que hacer? Habrh que actusr sobre datos previos que no tienen un catác- ter econóniico directo, pero condicionan iina eveiiriid economia dc niercado. ¿Será preciso entonces actuar sobrc qué? No sobre los precios, no sobrc tal o cual sector poco rentable para asegurar su sostén: todas esas intervenciones son malas. ¿Sobre qué actuarán las buenas intemenciones?Y bien, sobre el marco. Es decir, primero, sobre la población. La población agrícola es demasiado nume- rosa: será menester, por tanto, reducirla por medio de intervenciones que per- mitan transferencias demográficas, una migración, etc. Tambitn habrá que intervenir en el plano de las técnicas, poniendo'a disposición de la gente una serie de herramientas, perfeccionando técnicamente distintos elementos rela- cionados con los abonos, etc.; intervenir sobre la tkcnica, asimismo, por medio de la formación de los agricultores y la enseñanza que se les iinparta, que les permitirá en efecto modificar las técnicas [agrícolas]. En tercer lugar, modifi- caf también el régimeii jurídico de las e~~loracioiies, en,parricúL~r las leyes sobre la herencia, las leyes sobre el arrendamiento y la locación de tierras, procurar encoiittar la manera de hacer intervenir la legislacióii, las estructuras, la insti- tución de las sociidades por acciones en la agricultura, etc. Ciiarto, modificar, en la medida de lo posible, la distiibución dc los suelos y la extensión, la natu- raleza y la explotación de las tierras disponibles. Para terminar, y en úItir6a instancia, es preciso poder intervenir sobre el clima. 42

. . '' Vtarc Fnncoir Bilgcr, Lo Prnrir iconomiqur LiblmL.. ., op. c i t . p. 185: "Es mcncsrcr pre- para~ la sgrictiltura para el mercado libre, vilanda par qiie rodar las medidas roinadns la accr- qiien a cra mera y no tengan consccuenciar nefarras inmcdiarar sobre lar orror mercados. Para alcanzar el resultado firiñl, el Errado ,,odri inrcrvcnir sobrc los datos anrcr cnunicndor, que determinan la actividxd agrícola: la ocupada rn la agriculiuia, la rtcriica i~~ilizada, el regimen jurídico de lar cxplor~ciot~cs, la ricrra disponible y hasra el clima. erc.". VParc ibid, p. 181, la cica d r Euckcti exrraida de ~ w n d r n n e ..., op. d, p. 378: "Hay limires, sin duda, 2 Ir acción de la politica ccoiiómica robrc los dnror globdcr. Pcro sc pucdc influir sobre cada uno dc cllor. Aun el climn dc un pak p c d c modificarse medianre la intervención humana [Stlbrr dnr Klima rincr Landa k m n dunh m c n ~ i b l i < - h z ~ E i n ~ ~ ~ ~ n urrindm ~rnlrii]]. A forriori otros hc-

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CLASE DEL 14 DE FEBREllO VE 1179 175

Población, técnicas, aprendizaje y educación, r6gimeii jurídico, disl>o~iibi; lidad de tierras, clima: todos ellos, elementos que, conio podrán advertir, "0

son directaineip económicos, no afectan los mecanismos mismos del Frie[- cado, pero para Eucken son las condiciones en las c ides Será posible hacer &n- cionar la agriculturacomo un rriercado, la agricultiira eii un niercado. La idea no es: dado el estado de las cosas, jcómo encontrar el sistema econóniico que pueda tener cn cuenta los datos básicos propios de la agricultura curopca? Sino: visto que el proceso de regulación ecoiióiiiico política es y sólo puede ser el niercado, jcóino modificar esas bascs materiales, culturales, técnicas, jurídicas que están dadas eii Europa? ;Cómo modifica esos datos, cónio iiiodificar ese marco para que aparezca la economía de mercado? Y aquí veiiios algo a [lo volveré dcntro de un rato: eii definitiva, la iiirervcnción gubernamental debe ser o bien discreta en cl nivel de los procesos económicos mismos o hieii, por el contrario, masiva ciiaiido se trata de esc conjunto de datos técnicos, cientí- ficos, jurídicos, demográficos -sociales, en térmiiios generales- que aliora será11 cada vez ni& el objeto de la intervericióii guber~iaiiieiital. Puede advertirs~dc paso que cse texto de 1952 progrania, aunque sea de tina mancra muy tosca, lo que será el iiiercado común agrícola de la década siguieiite. Está expu<sto en 1952. El plaii ~ a n s h o l t " está en Eucken o, bueno, está parcialiiietit6 el1 Euckeii en 1952. Hasta aquí llegatnos con las acciones coiiformcs, acciones coyiiiiturales y acciones ordenadoras eii el plano del marco. Lo quc cllos ]la- iiiaii organización de un ordeii del niercado, un orden de c ~ m ~ e t e n c i a . ~ ' Y la política agrícola europea, en efecto, es sin duda esto: jcótno reconstituif u11 orden coriipetióvo que regule la economía? . . . .

tures, coino b canridad de Ii;ii>icaiires, sur conocimientos y apriiudes. etc: El mayor campo de acción es d ofrecido por cl scxco daro, el orden jurídico y social".

43 Sicco Lceiiderr Mansholr (1908-1795): ~iallrico Iioland6, viccprcsidcnrc (1967-1772) Y luego preridrnte (1772.1973) dc la Cornisióa Eiiropea, que rrahajó d c s d ~ 1946 en la cOnS-

lrilccióci del Beneliw y despuer del Mercado Coiiiúri. Mansholr elaboró dos planes agricolas. el priiiicro i ~ i 1953, coi1 ci propósito de susriruir lar politicas agricolas ~iacion;ilcs por una poli- rica común, y el scyndo cii 1968, eii cl cual propone un programa de rccs<ruciuraciói> de la agiiciilriiiacoi~iuiiiraria ("plan Mansholt"). Vtase el Rd/(porrdcln Cominirrion drr Com7nann~t t~ rrrwpirtlnrr (Phn Monrholt). . ., Bruselas, [Secrcrariada General de la CEE], 1968.

"Sobre a r a noción de "uidcii decoiiiperencia" (IEnbewcrbiordnuny;), vfanse W~lret Euckcn, "Dic Werrbewerbsordnung u i ~ d ihie Vcwirklicliuiig", eii O&. vol. 2, 1949, y cl cuarto libro, del iiiisiiio rirulo, de G~i 'nd~nm.. ., op. cit. pp. 151-190.

Eii tcrcer lugar, tercer aspecto, la política social. Creo que taiiibiéii eii este caso Iiay que ser alusivo porquc no puedo, tanto por razones de tieiiipo conio de capacidad, entrar eii detalles; pero es preci50, no obstante, aceptar unas cuan- tas cosas! si.se quiere banales y fastidiosis, pero que periiiiten identificar algii- nos elementos iriiportantcs. Digamos que en una ecoiiomía de bienestar -la que había programado Pigou4' y que, de una manera u otra, retotnaroii a con- tinuación los econoiiiistas keynesiaiios, el New Deal el plan Beveridge y los pla- nes de la posguerra europea-, ;qué tx una política social? Una política social es, en líneas geiierales, una política que se fija coirio objetivo uiia distribucióti relativameiite equitativa en el acceso de cada iino a los bienes coiisuniibles.

jCónio se concibe esa política social en una cconomía de bienestar? Aiite todo, conio un contrapeso a procesos econóiiiicos salvajes a cuyo respecto se adiiiite que en sí riiisiiios van a inducir efectos de desigualdad y, de manera general, efectos dcstructivos sobre la sociedad. Por lo tanto, naturaleza en cierto modo contrapuntística de la política social con referencia a los procesos eco- iiómicos. Segurido, siempre en titia ecoiiomía de bienestar, jcuál debe ser el priricipal instrumento de la política social! Pues bicn, una socialización de cier- tos eleiiiciitos de consuino; aparición de uiia forma de lo quc se denoniiiia con- sumo socializado o coiisuiiio colectivo: coiisuAo niédico, consuirio cultural, ctc. O sea, seguiido iiistrumentó, uiia transfereiicia dc demeiitos dc ingresos [del] tipo de las asignaciones farniliarcs [...l.' Teicero y Ultimo, eii una eco- nomía de bienestar, una política social es tina política que adiiiite que, cuanto

" Arrliiir Cccii Pigou (1877-1 9!9).: econan!ista brirá~iico quc opuso iiiia ccanoi~iia de bic- nrrrai,'deliliida'por cl crecihirnia ~iláxirno dc las satisfaccian~ individurlcs, a la ecoiioliila dc riqueza. Es autor de Wenlth "lid Wrl/nre, Londres, Mñcinillaii & Co., 1312, obra que, niiiy revisada. rc rccdiró coi, cl rirulo dc Eronomicr of Wc&m, Londrcí, Macrnillaii, 1920 [trad. esp.: la rcnnomin drl bienrrtnr, Madrid, Aguilar, 194G1. Viase Karl Prihrarn, A HGrory ofEconornic Rrnroning, Balrirnorc, Jolins 1-lopkinr Universiry Prcss, 1783 (trad. fr.: La Fondr»trntr dr k~ prnrér iconomiqvt, rrad: de H. P Bernard. Parir, Economica, 1986, pp. 466 y 467: "Concebido como uiiñ reorla positiva 'rcalisiá, el hiciicsrar econóixiico debe esrudinrse cn drrniiios de can-

tidad y rtpario dc los valores. De mancra más o rnrnos axiomática, Pigou supone que -sllvo cii cicrtas ciicu~isrñiicias apccialcs- el bieiiesnr crcce cuando auliierira cl voluriicii del ingreso global real y rrti mejor asegurada la rrgularidad de su flujo. cuando se rcduccn los esfuerzos

pcliosos asociados a su pruduccióri y cuando la disrribucióii dcl dividendo ~iacional rc iiiodi-

fica eii brrieficio de los más pobres"). Succsión dc iriaudiblcr, que rerininan asi: c icrts wrcgoriar, ercCreia.

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CLASE DEL 14 DE FEBRERO DE 1979 177

más fuerte es el creciiiiiento, mayores son, en cierro modo, sus recompensas y, eii compensación, ella debe ser activa, intensa [Y] generosa.

El ordoliberalismo no tardó eii poner eii duda a o s tres priiicipios. Aire todo, dicen los ordoliberales, una politica social, si de veras quiere iiitegrarse a una

econbiniw y no destruirla, no piiede seivirle de coiitrapeso ni debe defi- nirse conio el elemento que compensará los efecros de los procesos econónii- cos. Y en particular la igualación, la relativa igiialacióii, la distribucibii equira- tiva cii el acceso de cada uno a los bienes de consumo, iio puede en ningún caso coiistituir uti objetivo. No puede constituir un objetivo en un sistema en el cual, justamente, la reg~ilación económica, es decir, el mecai~ismo de los pre- cios, no se obtiene en absoluto a trnves de los fenbinenos de igualación sino por un juego de diferenciaciones que es cnracteristico de cualquier mecanismo de conipetencia y se establece a través de 1 : ~ oscilaciones que sólo cumplen su función y sus efectos reguladores siempre que, desde luego, se las deje actuar, y mediatite las diferencias. Eii términos geiierales, es preciso que Iiaya algunos que trabajen y otros que no trabajen, o bien que Iiaya salarios grandes y pcque- nos, que los precios suban y bajen, para que las regiilacioiies acrúcn. l'or con- siguiente, una pollrica social cuyo primer objeto sea la igualación, aun relativa, que se asigiie como tema central la distribucióii equitariva, auii relativa, sólo p~iede ser anrieconómica. Una polirica social no puede fijarse la igualdad como objetivo. Al contrario, debe dejar actuar ladesigiialdad y, como decía.. . ya no sé quién, creo que Ropke: la gente sc queja de la desiguddad, pero quiere decir eso? "La desigualdad d ice - es la misma para tod~s~"~'Fórniula que piiede parecer evideiire, claro está, pero que se cornpreiide cuaiido se coiisidera que para ellos el juego económico, precisamente con los efectos desigualirarios que entraña, es una especie de regulador general de la sociedad al que todos, como es evidente, deben prestarse y plegarse. Por lo ranto, iio hay igualación y, para ser rnL exactos, ranipoco transferencia de ingresos de unos a otros. [Más par- ticularrnente, las transferencias de ingresos son peligrosas, en cuanto afectan la parte de los ingresos que se destina al ahorro y la inversibn.]' Y afecrarla, por . '

" 6 r a f6rniula, cuya atribuci6n rigiir rienda iiicierra, iio sc ciicrienria en ningiino de los crcriror dc Ropke onsulradas por Foucaulr.

Manuscrito, p. 16. Pasaje inaiidiiile en In grabacióci: l.:.] snlire la p x i e dc Ips ingresos una rajada que iiormalmenre re dirigiría al ahorro o la iiiversión.

ende, seria sustraei a la inversión una parte de los ingrcsos y volcarla al consumo. Lo único que puede haccrse es romar dc los iiigresos más elevados una parte quc, dc todas formas, se dedicaria al consuino, o, digamo;, al sobreconsumo, y transferirla a aquellos que, ya sea por motivos de desvcnrajas definitivas o por motivos de incertidumbres compartidas, esdn en una sirunción de subconsunio. Pero nada más. Como ven, entonces, las rransferencias sociales rienen un carác- rer muy limitado. A gandes rasgos, se rrara simplemente de garantizar, no el mantcniiiiiento de un poder adquisitivo, sino un miiiimo vital en beneficio de qiiiencs, de modo definitivo y no pasajero, no puedan asegurar su propia exis- tencia.' Es la transferencia marginal de un mhximo a un mínimo. No es en abso- luto el establecimiento, la regulación que tiende a una media.

Y en segundo ttrmino, el instrumento de esa polírica social, si es posible llamarla politica social, no será la socializáción del consumo y los ingresos. Por el contrario, sólo puede ser una privatización, es decir que iio se va a pedir

. . a la sociedad entera que proteja a las pcrsoiias contra los riesgos, trátese de los riesgos individuales como la enfermedad o cl accidente o de los riesgos colec- tivos como los daños, por ejemplo. Simplemente se pedid a la sociedad, o, mejor, a la economia, que procure que cada individuo renga ingresos lo bas- .. . tanre altos para poder, ya sea direcrarnente y a título individual o por cl niedio colectivo de las mutuales, autoasegurarse, sobre la base de su propia reserva pri- vada, coiitra los riesgos existeiites e incluso coiitra los riesgos de la existencia, así como contra esas fatalidades de la vida que soti la vejez y la nilierre. Vale decir que la política social deberá ser una política cuyo instrumento no será la traiisferencia de Liiia parte de los ingresos de un sector a otro, sino la capitali- zación más generalizada posible para todas las dases sociales, cuyo instrumento será el seguro individual y mutuo y, por último, la propiedad privada. Es lo que los alemanes Ilanian "politica social individual", opuesta a la politica social

s~cialista.~'Se rrata de una individualizacióii de la social, uiia iiidividua- lización por la politica social eri vez de ser esa colectivización y socialización

El mai>iecriro agrega: "Pero como no sc puede definirlo [el i~iiiiinio vical], rcv.( si,, diida el reparro dc las rranrferenciar de consumo porihlcr".

C Vise Fnncois Bilgcr, La P*J¿~ fconomiqr~r I i l h ~ l r . . ., op. o,., p. 198: '"Los 'qrdolibcia- les' no conrldcnii que FI menos 'social' proponer una polirica social individiialisra <lue Lna polirica social rocialirra".

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no ecoiiómico, como el que soñabari los fisi~cratas, '~ es decir, un gobierno que no tiene más que reconocer y observar las lcyes económicas; tio es un gobierno económico, es uti gobierno de sociedad. Y por lo demás, en el colo- quio Lippniaiiri de 1939, alguien, uno de los participantes, siempre a la bús- queda de esa nueva defiiiición del liberalisiiio, decía: ;no podríamos llamarlo "lil~eralisiiio sociológico"?ii En todo caso, lo que quieren hacer los neolibe- rales es un gobierno de sociedad, una política de sociedad. Por añadidura, fiie Müller-Ariiiack quien dio a la política de Erhard la expresión significa- tiva de Ge~ellrcha/i~olirik?~ Es uiia política de sociedad. Las palabras, no obstante, quieren decir lo que [dicen],' y sii trayectoria indica, en efecto, los procesos que pueden. Cuando Chaban, en 1969-1970, proponga, una polí- tica económica y social, la presentará como un proyecto de sociedad, es decir, que liará precisaiiiente de la sociedad el blanco y el objetivo de la priictica

'O Solrre el colicepro fisiocrárico de "gobicrxio ~ronbi~iico", vease Michcl Foucaulr, SPcsriié, Irrriroire, ppopzrlotion. Coim nu Coll?gt dt Frnncr, 1977-1978, cd. de Michcl Senellarr, Parir, Gallirii~rdISeiiil. col. 13tiiies Eruder, 2004, clsrcr del 25 de cncro de 1978, ~i. 88, n. 40, y 10 dc febrero 'Ir 1978, p. 116, i,. 23 lrrad. esp.: Sqr~rirL?d, rmriiorio, pobkzridn, buenos Aires, Fondo dc Culriira Ecnn6iriici, 2006, p. 104, ti. 40 y p. 120, n. 23).

'' Esra expmibn no se encuelirn en la Compir wndir deri!nnicrdir rolloqirc WnlmL$pmonn.. .. op. cit.; sin duda, 1:oucaiiIr la conftnide con la empleada por Lniiis Marlio en ibid.. p. 102 ("libe- ralirnio social": dare ndprn, nota 15 de erra clase). En cambio, si la itriliza W'ilhelm RDpke en Ciuimi Htlmnna.. ., op. rir. (rd. francesa), p. 43: '"El libernliimoal quellegamor [.. .] podria derig- iiarsc como u n libcr;ilirmo rocioldgico frerite al cual sc cnmnhccen las armar forjadas para luchar roiirra cl antiguo lilieralirmo exclurivanieiirc ccon6inicon.

" Veasc Fran~o i i Bilgcr, Ln Pc~lrtifronomique libirolc ..., "p. r ir , p. 1 11 (que no espcci- fica la fuenre). Al parecer, rl rtrmii>o Grrtllrchnftipolirib recien aparece cn los escriros dc Allrrd Miiller-Armack a partir de 1960. Vhse "Die iweiic Phare der soziñlcn Marknvirrschafr. Ilire Erg8,mung diircli dar Lcirbild einei ncvren Gcrellschafrspolirik", 1960, rced. en Alfrcd Müller-Ariiiack. Wir~~chafi~ordn~ingundwirtichafi~poli~ik, op. cit, pp. 267-29 1, y en Walfgang Stiiacl n al. (comps.), Gr<nrI~exrrd t r ro~~lcn Markrwirrrchafi. Ztugnissr oz<rewril,undrnJnl>rrn ordnn»gjoolirirchrr Dirkuriio>i, Bann, Srurrgarr y Nueva York, Ludwig-Erliard-SriFtung, 1981. pp. 63-78, y "Das gcscllschalrspoliriscl~e Lcirbild dcr sorislen ~a;knvirrschafr". 1962, rccd. cn AIfred Müller-Armack, IVirrrchafirordnurrg zrnd Wirrrchnjtrolirik. op. r i r , pp. 293-317. Dicho rérrnino definc cnroiices cl programa, mi el plano dc la polirica interna. dc la segunda fare dc Iñ conrrriicci6n de la economía social dc mrrcndn. ' Michcl Fouoi<ilr: quieren decir.

gubernainental.'3 Y en ese momento se habrá pasado de un sistema de tipo keynesiano, para decirlo a rasgos, que en mayor o menor iiiedida toda- vía había dado algunos colcrazos en la polírica gaullisra, a un nuevo arte d e gobernar, que sería efcctivainente retornado por Giscard." Ese es el puiito de fractura: cl objeto de la acción gubernamental, lo que los aleinaiies Ila- man 'Yie rozinle Umwelt",5s el entorno social.

Pues bien, con respecto a esta sociedad que ahora se ha corivertido en el objeto mismo de la intervencibn gubernamental, de la prdctica guberiiainen- tal, quiere hacer el gobieriio sociológico? Quiere hacer, claro esrá, que el mercado sea posible. Es imperioso que lo sea si se pretende que cumpla su papel de regulador general, d e principio de la racionalidad polirica. Pero ¿que quiere decir esto: introducir la regulación del mercado como principio regulador de la sociedad? ¿Significa la instauración de iiiia sociedad mercan- til, es decir, de una sociedad de mercancías, de consumo, en la que el valor de cambio constituya, a la v a , la medida y el criterio general de los elemen- tos, el principio de comuiiicación de los individuos entre sí, el principio de circulación de las cosas? En otras palabras, ¿la cuestión, en ese arte neoliberal de gobierno, pasa por la normalización y el discipIin&iento de la sociedad a parrir del valor y de la fornia mercantiles? ;No se vuelve corte110 al modelo de la sociedad de iiiasas, la sociedad dc consumo, la sociedad de mercancías,

" J a c q x ~ Chaban-Delmar (1915.2000): primer niiiiirtro duranrelapreridc~icia de Gcorges Pompido~, de 1969 a 1972. Su proyecto de "nueva sociedad". presenrado cn su discurso de arun-

ción del 16 descpricmbrc de 1969 e inspirado por sus dos colaboradorcs. Simon Nora yJrcques Delori, stisciró muchas resistencias eitrre los coriservadores. Al deiiunciar "11 debilidad de niies- rra industria', Chabñn-Dclmas declaraba, en espicial: "Peto aquí la cconomia coincide con la polirica y lo social: En, efecto, el funcionailiienro dcfcctuoro del Esrado y el arcaísmo de nues- trss C S I I U C ~ U T ~ ~ $ S O C ~ ~ ~ C I son otros cantos ( I~P~SCUIOS al dcrarrallo económico que ncceriramos. [.:.] La nueva lcvadura de juvcnrud. de creación, de invcncidn que crrrcmecc nuesrra vieja sociedad piiedc hacer levar la m s a de nuevas formas m& ricas dc demncl.acia y parricipaci6ii. rmro en los organismos sociales como en un Emdo aligerado, dcrccnrraliwdo. Podcn>or pro- ponernos, por ranro, la conrtmcci6n de una nueva sociedad" (frienrc: w,asrcmblee-iiar.fr).

'"aléry Gircard d'Esraiiig (nacido en 1926): elegido presidrnic de la República en ni;ayo de 1974. Vénsc iofrn. clase del 7 dc marro de 1979, pp. 229, n. 20 y 233.

" Expresión dc Alfrcd Müller-Armack, citada por Fran~aifiilger, La Prnrtt éconorni~ur lib!rnlr.. ., op. cii, p. 11 1.VearcAifred Müller-Ariiia&. "Dieziueire Phac. . .", op. (ir. Wollgñng Srüml rr al. [cornpr.]). p. 72.

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la sociedad del espectáculo, la socicdad de los simulacros, la sociedad dc la velocidad que Sotnbart definió por primera vez en 1903?~' No creo, en ver-

1 . dad. No es la sociedad tnercantil la que cstá eii juego cii ese nuevo arte de

' gobernar. No es eso lo que se trata de reconstituir. La sociedad regulada segúii el mercado en la que piensan los neoliberales es una sociedad en la cual el principio regulador no debe ser tanto el intercambio de iiiercancías con10 los mecaiiisiiios de la competeticia. Estos niecaiiisnios deben tener la mayor superficie y espesor posibles y raiiihi6n ocupar el mayor volumen posible en la sociedad. Es decir que lo que se procura obtener n o e s una. sociedad sometida al efecto niercancia, sino una sociedad sonietida a la diiiá- iiiica coiiipetitiva. No una socicdad de supermercado: una sociedad de eniprcsa. El horno l~conornicur que se intenta reconstituir iio es el Iiornbre del intercam- bio, no es el hoiiibrc consumidor, es el Iioiiibrc de la empresa y la produccióti. Llegaiiios entonces a un punto importante al que trataré de volvei un poco la vez que viene. Nos encontramos aqui con toda una serie de cosas.

En prinier lugar, desde luego, el aiiálisis de la empresa, que se había desa- rrollado desde el siglo xrx: análisis histórico, análisis ecoriómico, aiiálisis moral de lo que es una empresa, toda la serie de ~rabajos de Weber,17 S o m b a ~ t , ' ~

'"La fecha dada par Faiicaulr re funda sin duda en las icfereiicias de Soinbarr a sur riaba- jos aiiteriorcs, en Le Socinlinnt allrtnnnd: unr théorie nouvcllr dr b ioriérf, tnd . dc G . Weltcr, París. Payot, 1738; rccd. con un de Alaiii de Beiiaisc, Puise*ux, Pardts. col. RCvolution conscrvatrice, 1990, p. 48, n. 1, a propbsito de los cfecros desrrucrivos dc la "cra cmnlrnica"

sobre "las hombre'; dc nuestro ticmpon en cl ánibiro de Iñ "vida espiiirual": "VCansc mis obras: Drutrrhr Volkruiimchafi (1903) [Di< ~ C I I ~ X C I ~ C Volkrwirtrchafi im 17. Johrhundcq ~ i n d im ~~fiifn»g

der20. Jnhr/>r~ndrrt, Berlín, G. Rondi], DnrPlolrrnrinr(l906) [FrAncToir, Riiiler iiiid Locnigi. Drr Bourgcoir (1 9 13) [Drr BonrgroY. Zur Grir tc~~c~~hi ihrr da modrnicn Wirt~chrzftncn~rhm. Múiiicli y Leipzig, Duncker & Hiioiblorl y Handirr t<ndH<U<n (1915) [Hrindlti undHeLIIii. P,nio&hr Bcrini>r<ngc,~, Múriich y Leipzig, Dunckcr & Humblor]". Véase asiiriismo'Dtr modme fipirnlirmur, Leip7,ig. Dunckrr & Hunibloi, 1902, rcrccra partc, cap. 53 (LXpogér dx rapirn- lirntr, trad. dc S. Jankél6virch, Paris, I'ayor, 1932, t. 11, pp. 404-435: "La dtshumaiiisarion de I'cn~re~rise") [rrad. op.: Ellipogro drlcnpirnlirmo, México, Fondo dc Cultura Económica, 19461. Sobre las diict.ctircs caractcrísricls de la socicdad capitdista desciipras por Foucaulr, véase cn especial Wcriier Sombari. Lc Socinl~mr nllrrnnnd, op. cit.. pp. 49-52 y 56.

"Véase rrtprn, clnsc del 7 de febrera dc 1979, nota 26. Véase Wcrncr Sombart, Dcr modcr»t Kopirnlirnrtu, op. cir., primera parrc. capr. 1 y 2

(I.'/Ipog/cdtr ciipitnlinnr, q. nr, t. i , pp. 24-41: '1.e r81e du chef d'etitiel>rise upiralistc" y "Lcs

S ~ h u n i p c t e r ~ ~ sobre lo que es la erripresa; iodos ellos sostienen efectivaiiieiite en gran parte el aiiálisis o el proyecto neolibcral. Y por consiguiente, si cii la política rieolibcral hay algo seiiiejante a un retorno, 110 es eii verdad cl retorno , a uiia ptictica gube'rnimiental del hir~ei-faire, ni a uiia socicdad niercantil como la denunciada por Marx al comienzo del priiiier libro de El cdpital. El aspecto al que se intenta volver es una especie de éticasocial dc la empresa cuya his- toria politica, ciiltural y ecoiióinica habían procurado hacer Weber, Soiiibart y Schumpeter. Para ser inás coiicreto, si se quiere, en 1950 Ropke escribe un texto que se llarna "Orieritacióii de la política económica aleniaria" y que se p~ibliw. con iikprefacio de ~dei1aucr.b' En ese texto, esa carta, jcuál dice Ropkc que es el objeto de la acción gubernamental, su blanco fiiial, su objetivo últiriio?

nouvcaux diiigeanrs"); Gnurrbni~r~cn, 1: Oqonirnrion trndGrrchichredrr Geu~rrber, 2 L>N Gnocr.b<

im Zcitaltrrdrr Horhkapitnl~mza. Leipzig, G . J . Gosdicn, 1904: 2% cd. rw., Berliii, De Giuyrer, 1929 [trad. esp.: La i>rd&rrin, Barcelotia, Labor, 193 11; y "Dcr kapiralistisclie Uiiteriicliiiiei'. cn A d i v f i i r Sozinl~ui~~tnr~bnfi rrridSoeinlpolirik, 29, 1709, pp. 689-758.

" ~ a s e ~ h ~ c h u m ~ c r e r (1 883-1950): fue cn la Throrieder~i~iruchr?ftIi~h~~~ Ennuickiung(Leipzig, Diincker 81 Humblor, 1912; rccd. Múnich, Dunckci & Humblot, 1934 [rrad. fr: Lo Thioric dcmihli<Ron¿conomi~i<c, rrad. de J.-]. Ansrcrr, París. Libniric Dallor, 1935, con i itia largn inrro- duccióii de Frariqois Perroux, "La pens6e 6coriomiqiie de Jorcph Schurnpete?; reed. 1999, siii la introducción) [trad. csp.: TIorin dcldc~cnvolvimirnro ccondmico, México, Fondo de Cultura Económica, 19761) donde cl autor de la monumental Hirtory ofEcononiic Annlyrir (ed. esrñ-

blccida sobre la base del iiiaiiuscriro par Eliraberh Boody Schumpctcr, Nueva York, Oxford Uiiiveoiiy Press, 1954 (trad. fr.: Himitrdr Iánnlyrc Pconot~iiqur. trad. y cd. de Elimberh Boody Sdiuinpetcr, Ibbcrr Kurnse, ]esti-Claiiile Cñsaliova rt al., París, Gallimaid, col. Biblioilifquc des rcicn&sh"maines, 1983 [aad. esp.: Historia dPInnili~ir~orrórnico, Barccloiia, Aricl, 1971]), expuso por piinicra ver. su concepción dcl creador emprcrxiio que, gracias a su esl>lritu piosicro y sii capacidad de intiovacióii, era el verdadero agente del desarrollo cconómico. Vfasc asimismo au arriculo "Untcriielinier". en Liidwig Elsrer, Adolf Weber y Friedricli von Wicscr (dirs.), H a n d ~ o n r b u r l ~ &r Si~truiitrrnrchafim, Jelir, F. Fischer, 1928, t. wii. Esta tmria de la audacia empresarial cstá en la base de la comprobnci6n pesimista enunciada cn 1942. cn Cnpiwlirm, SocMlinn ntidDn»romq, NucraYork y Londrw, Harpcr & Dmdicrs (trad. Ir.: CipimlLlar. Sorinlirinr rtDhnocrotit, r ~ d . dc G: Fain. Puir, Payor. 1951; vCasc en opccial pp. 179-184: "Le crfpiücule de la foncrioii d'cnrrcprencur") lrrnd. esp.: Cnpitnlismo, ,ocialirmo y drmocrncin, Barcelolia, Folio, 19841, cii cl qiie predice el adveiiimicnro de la econamla planificada. Véase iilfrn, clasc del 21 de febrrro dc 1979, pp. 213 y 214.

Wilhclm Ri>pkc. Irr dir dti<trcht W4rt~chafirpolirik rii/,tig?Analyrr irndKririk, Srurtgarr, Kohlhnmmcr, 1950.

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CLASE DlSL 14 DE FEBRERO DE 1979 185

Pues bien, dice, y enumero los diferentes objetivos fijados: en primer lugar, permitir a cada uno, eii la medida de lo posible, el acceso a la propiedad pri- vada; segundo, redilccióii de los gigaiitismos ~irbaiios, sustitución de la poli- rica de los grandes suburbios por una política de ciudades medianas, reemplazo de la olír rica y la econoinía de los grandes coniplejos Iiabitacionales por iiiia política y una ecorioniía de vivieiidas iiidividiiales, aliento a las pequeñas uni- dades de explotacióii en cl campo, desarrollo de lo que 61 llama iiidiistrias no prolerarias, es decir, los artesanos y el pequeño comercio; rercero, descenrrali- ?.ación de los lugares devivienda, de praducción y de ge&ión, correccióii de los electos de especialización y división del trabajo, recoiistrucción orgánica de la sociedad a partir de las comuiiidades naturales, las faniilias y los vecindarios; y para terminar, de una manera general, organización, ordeoaiiiiento y con- rrol de todos los cfectos ambientales que puedan ser producro de 1:i cohabita- ción de la geiite o del desarrollo de las empresas y los centros productivos. A grandes rasgos se trata, dice Ropke en 1950, de "desplazar el centro de grave- dad de la acción gubernamental hacia abajo"." - .

" WWilhe RRopkc, lirdirdrtriichc Wlmr/,nfi~polirikrichi~? ..., oI>. "t., yen Wolfgntig Srüael ernl (romps.), Gnrndt~~r~zr t rso~n1~~~Mnrkr iu i r t i~hnf i . ... "p. cii , p. 59. Sin embargo, la lista de 1.u ~iiedidas propucrras por Rnpkc no coincide enamnienrc con la cniinieraci6n hecha por Foucaiilr: "Die MnRnahmcii. die hicr inr Auge zu fassen rind [für eiiir grunds5rzlichc Anderuiigroziola- sisclier Griindlageii (Enri~iarsun~ iind Enrl>rolcrarisirrurig)J, brtreííen \.o, allcm die Fürdcmng dcrwirrscliafrlicheri und sorialcn Derenrralisarion i i i i Sinne ciiier die Gebore der Wiriscliaklidikeir beachrcnden Srrcuungdeskleinen und niittlercti Berriebcr, der BcvRolkcru,ignieneilungr.wirchcn Stadr iind Land und nvisclien lndurtrie iind Landwircschñfr, cincr Aufl~ckerun~deiGroRherriebe rind cienei Fijrdcrutig dcr Kl~incigcrirumr der Massen und sonsriger Umsrandc, die dic \'enviirulii~ig des heutigcn GroRsradr- und Iiidusrrinoinaden begünsrigen. isr rnriisrrebcn, das l'rolerariat im Siiine einer freicci K]arrc von Bcziehcrii kur~frirri~cn Lolineinkonimenr ru beseirigen und einc neue Kiarsc van Arbcitcrn zu schaffen. die durch Eigenrum, Il-scrveii, Einhttrung in Narur und Gemeiriichafr, Mirvci.anrworriiiig und ihicn Sifin in ridi relbsc rra-

'gende Arbcir zu rollwcrrigen Bürgcn ciner Gcrellichak freicr Menschcn werdtn" [& medidas qucñquideheci conridcnrie (para un,canibiorusranci.?l dclos hi~idamcnrosso~iológicor [desma- rificaci6n Y dcsprolerarimci6nl) conciernrn anre codo a In ~iomocidn de la dcscenrralirncidn . . ~con6niiui y social, cn cl sentido de una distribiición que ñticnda a lar mandatos de la economía <le Is pequefia y mediana eriipxsa, del rcparro de poblaci6n enric la ciudad y el campo. y entre la industria y la ccoi>omb rural; cn el scnrido dc una divcnilicació~i dc la\ giander empresas, dc la promocidri dc la pequc6.l propiedad propia de lar masar, y dr las deinkcircunsrancias que propi- cieci un arraigo de los actuales n6inad.u de la gran ciudad y dc la ilidiirrria. Debe busursc elinii-

Piies bien, supongo que reconocerán este texto, que ha sido repetido vein- ticinco mil veces desde hace veinriciiico años. Es en efecto lo que ~ ~ r i s t i t ~ ~ y ~ en la actualidad la temática de la acción gubernamental, y sería sin duda falso no ver en el más que uiia coberrura, uiia justificación y una paiiralla detrás de la cual sucede orra cosa. Eii todo caso, es menester intentar tomarlo tal como se da, es decir, coino iin verdadero progrania de racionalización, y de racioiia- lización económica. ¿De qué se trata en este asunto? Y bien, cuando se mira iin poco se puede [desde] luego entenderlo como una suerte de retorno m& o inenos rousseauniano a la naturaleza, algo como lo que Rüsrow, porotra parte, noiiibrabacon una palabra muy ambigua: la I/lta&olitik, ¡a políricn de la vidaj2

nar al prolecariado encendido como una clase libre formada por beneficiarios de ingresos rala- riales a corro plazo y crear una nueva clase de trabajadores que, medinnre la propiedad. lar rcrer- vas, su incluri6n cn la naruialcza y en la comunidad, la corrcrpniisabilidad y una lalior que porte en si misma su scnrido, devengan ari ciudadarios valiorar dc iina sociedad de Iicimbrc libres]. Vtarc el cxtracto de CivitaiHumana.. .. op. cir (rd. francesa. p. 250). reproducido par , Franpis Dilger, La Prnih iconomiqtir libirnle . . . , op. cit.. p. 103 ~dcrplazamieciro del ccnrrn

de gravedad social dc lo alio a lo bajo"). 6 ' R ü ~ c ~ ~ dcljnr asicsra KinlpoLtik. "una polirica dc lavida que no erre csciicialiiicnre orieii-

rada, cania Iñ politica social tradicional, hacia el aumento de los salarios y 12 rcdiicci6n del ricmpo dc rrabajo, sino quc ramc coriciencia de la siruaci6n vira1 de conjunto del rrabajadoi, su siriia- ci6n real, concreta, de 13 inanana a la noche y dc la nociie a la maíialia"; Iñ iiigienc marerial y moral, la sci,saci6n.de linipina, el scnriiiiienro de inregraci6n social, crc., ron a ?u juicio iaii imporralirer coino el salario y el rienipo dc trabajo (cirada por Planpis Bilgci, Ln~chrieéronomi- qi<rlibiral.. ., op. cir., p. 106. que a610 remirc a "un artículo aparecido eii \Kmcl>nFohnc 1VundcrM. Se i raia indudableciieiire dc "SozialeMarknviwcliaft alr Gcgenprognmm gegcn Kotnmuniamur iind Bolrchcwisrnui", cn Alberr Hunold Lcamp.], Win~chafrohnr Wutidrr, Erlcnbach y Zúricli, E. Renwdi, 1953, pp. 97-108). Vtanre rmbitii, del mismo autor, "Sozialpolirikoder Viralpolirk'. en Mirrtibmgtn drr Indr'rrrir- und Handelrknmmrr zu Dormrrnd, 11, rioviembrc de 195 1, pp. 453.459; y "Vitalpolitik gegen Vermarrung', cn Albcir Huriold (comp.), Mnrre iind Dmokmt+ %lkrnirrrchofi/icht Sndirnfiirdnr ~ c h u ~ r ~ I n i n i i r r f i r A ~ ~ ~ n ~ o n ~ ~ ~ n ~ Erlenhadi

'. y Zúricli, E. Rcuirch, 1957, pp. 215-238. Sobre la I/irnlpolirik, en conrrnste con la Sozinlpolitik, vease C. J . Priedridi, "Thc~>alirical rhoughr ofNeo-liberalirm". cn T¡,eAmrricnnPoIincnlSrirnrr Rminu, 49 (2). junio dc 1955, pp. 5 13 y 5 14. Aifrcd Müllrr-Armack vincula lar iiicdidñs rcla- rivar al conjunro del cnrorno ("dic Gesñmtlieit dcr Uiiiwrlt") con la I/iralpoIirik. "Die hier crhobcne Foidemng d ü r k in e w a dcm Wunsche nach ciner Virñlpolirik im Sinrie von Aluander Rürraw enrsprccheii, einer Poliiik, dic jcnseitr des Okononiisclieo aud dic Vinlr Einheir des Mcnrchcn gerichrcr isr" [La prcrctirión aquí elevada podría corresponder dc manera aproximada y confornie a su voliinrad a una pol[rica de la vida en el srnrido dado por Aiexander Riisrow,

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CLASE DEL 14 DE FEBRERO DE 1979 187

Pero ¿qué es esa Vi t~l~ol i t ikde la que Rüstow hablaba y de la que alii tenemos una expresión? D e hecho, como bien advertirán, no se trata de constituir una rrama social eii la que el individuo esté en contacto directo con la naturdeza, sino de consriruir una tratiia social en la que las unidades básicas tengan pre- cisamente la forma de la empresa, pues ¿qué es la propiedad privada si rio una empresa? ¿Qué es una vivienda individual si no uiia e'mpresa? ¿Que es ¡a a d i i - nisiración de esas pequeñas cornuiiidades de vccindario [. . .]* si "o otras taii- ras formas de empresa? En otras palabras, se trata de generalizar, nicdiante su mayor difusión y niulriplicacióri posibles, las formas "empresa", que no deben, justameiite, concentrarse como grandes enipresas a escala nacional o interna- cional o grandes empresas del tipo del Estado. Esa multiplicacióii de la forma "einpresa' dentro del cuerpo social coristi;uye, creo, el objetivo de.la política neoliberal. Se trata de hacer del mercado, de la competencia, y por consiguiente . . de la cnipresa, lo que podríamos llamar cl poder inforniaiite de la sociedad.

Y en esa medida, se darán cuenta de que nos encontramos en la cncruci- jada donde se reactivaii, por supuesto, unos cuantos viejos teiiias sobre la vida faiiiiliar, la col>ropiedad y uri montón de temas críticos que son los que veiiios circular por todas partes contra la sociedad niercanril, contra la uniforrnación a traves del consuino. Y así -sin que haya cn absoluto nada parecido a la recu- peración, palabra que en rigor no quiere decir nada, entre la crítica que se hacia más o menos desde 1900, digamos que en un estilo sombarriano, contra esa sociedad mercantil, uiiiformadora, erc., y los objetivos de la política guberiia- iiiental actual- tenernos una cotivcrgencia exacta. Unos y otros quieren la misma cosa. Siiiipleniente, se equivocan los críticos quc se imaginan, que creen, al denunciar una sociedad digamos "sonibartiana" eritre cotnillas -y me refiero a esa sociedad uriiformadora, de iiiasas, de consurno, dclespect4 S cu 1 o, m.- , estar criticando cl objetivo actual de la polírica gubernamental. crikican otra cosa. Critican algo que, sin lugar a dudas, ha estado eii el horizonte expl.ciro o implícito, querido o no, de las artcs de gobernar de los años [veinte a los años sesenta]." Pero liemos superado esa etapa. Ya no estamos eii ella. El arte de

una polirica que esti dirigida mas allá de lo c u i t i ó ~ i c o a la uiiidrd vinl del hainbre]; cli "Dic zweite Phasc ...". op. cir (Wolfgang Srüacl c r a l [canips.]), p. 71.

Dos o trm palabras iiiñudibles. " Michel Fouuulr: 1920-1960.

,'

goberiiar programado hacia la década de 1930 por los ordoliberales y que hoy se Iia convertido en la programación de la mayoría de los gobiernos en los paises capitalistas, pues bien, esa prograriiación no Liiisca en absoluto la coiis- titiición de este tipo dc sociedad. Se trata, al coiitrario, de alcanzar una socie- dad ajustada iiQ a la mcrcancia y su uniformidad, sino a la multiplicidad y la difcrenciaciiii de las empresas.

Eso es lo primero que quería'decirles. Lo scgundo -aiiiique me parece que en realidad' ya tia tengo tiempo-, la segunda consecuencia de ese arte liberal de gobernar, [soii] las modificaciones profundas en el sistema de la ley y la insti- tuiión. jurídica. Pues de hccho, eritre una sociedad ajustada a la forma de la empresa [...]*y una sociedad eii la que la institiicióii judicial es el servicio público principal? liay un vínculo privilegiado. Ciiatito más mulriplican~os la einpresa, más tn~lr i~l icamos las eiiipresas, más niultiplicamos los centros de formación de algo semejante a una empresa, iiiás obligainos a la acción gubcrnarneirral a dejarlas actuar, más multiplicanios, claro, las superficies de friccióii entre ellas, más niultiplicamos las oportunidades de cuestiones litigiosas y niás n~ultiplica- nios también la iieccsidad de un arbitraje jurídico. Sociedad dc cmpresa y socic- dad jiidicial, sociedad ajustada a la cmpreca y sociedad eninarcada por uiia niul- tiplicidad de instituciones judiciales; son las dos caras dc un misoio fenómeno.

En esto querría insistir un pÓ;Ó la vez que vicne, para desarrollar otras consecuencias, otras formaciones cn el arte neoliberal de gobertiar.**

' Aigulias palabras dc dificil audicióii: a la vcz (;deiisificñda?) y (jmuliiplicada?). " Miihel Faucaulr agrega: Ah sí, sí, esperen, ranibién trriia otra cosa que decirles, pcrdóii.

El seminario debe comcnur el Iiiiies 26. Como rabeli. buciio, los que ruclcti vriiir, esre scini- naria sjeinprc plantea prablcmas. Nornialmeiite un scniiliario es algo en lo que sc puede rraba- jai entre diez, veiiiic.trcinra. Canibia dc iiaruralcra, y p o ; lo ranro de objeko y de Forma,

cuando somos oclierim o cien. Enranccs, tendría uiia pcqii~íia indii-ación qilc Iiacerl«, pñrn qitie- iiu en verdad no se sienrnii diircramenre iritererados. quc tcrigrn a bien ... bueno. Segiiiido, en

esre reminaiio sc trnrari esencialmente del análisis dc lar rransforinaciancs dc los mecanisiiior juridicor y lw inrrirucioiies judicialcs. arícoino del penanniicnto del dcrcclio a fiiies del rigloxiX. Siii cnibargo, la primera clasequet.ría d~dicarlaaal~u~ios prablcinasde riifrod6y, llegado el casa,

r dircurioncs sobre las cosas de las quc hablo aciualoienrc cn cl curso. Enionces, lo que les sugeriría, pero sólo a quienes ticiieii riempa, a qixieiies Ics intcrcsa el aiuiito, erc., si quieren hacerme preguiiias, er, que mc escriban a iu i duraiirc la scmni~ñ. Recibiré las carins cl miércoles próxiilia y el luncs 26 rrarnrf de respan<ler a quienes mc hayati hccho prcgilcitas. %o es rodu.

Y el luiier, sigilieiiic, co el seiiiitiario, hablareinos de lar rcinas de la Iiisraria del de;ccha.

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Clase del 21 de febrero de 1979

Segundo arpecto de la "plítica de rociedad': de acuerdo con lor ordo- liberakr: elproblema del derecho,e» una rocieddd regulnda regrin el mohlo de la economía competitiva de mercado - ~etorno al c06~uio Walter Lippmann -Reflexiones apartir de un texto de Louis Rougier - 1) .La idea de irn orden juddico econdmico. Reciprocidadde Lii rela- cione~ entre losprocesos econdmicory el marco instimcional -Apirerta

: política: elproblema de la ruperuivencia del capitalirmo - Dorpro- . blemas complemenrarior: la teoría de la competencia y el análiris

hirtórico y sociológico del capitalismo - 2) La cuestión drl internen- cionirmo~urídico - Recordatorio histdrico: el fitado de derecho en el riglo xv,/r, en conkarte con el derpotismo y el Estado de policía. Reelaboración del concepto en elrigio XLY: la cuestión de los arbitra-

/;-irn&~&AnmYp~drrp>Ohi~ &pmb///nn&/ozhA~n~k/ y .

administrativos - Elproyecto neoliberal: introdircir lor~rincipior del Estado de derecho en el orden económico -Estado de derecho y planifcación regrin Hayek - 3) El crecimiento de la &anda judi- cial- Conckrrióngeneral: la espec$cidad del nrte neoliberal degober- mar en A h n U I . ElorhlibemIimiofiPn~alpesimirmo deSchumpetm

LA VEZ PASADA trate de mostrarles que en el ordoliberalismo estaba impli- cadala necesidad de una Gerellrchafispo1itik. como ellos dicen, una política . . de sociedad y un intervencioiiismo social a la vez acrivo, múlriple, vigilante y omnipresente. I'or lo tanto, ecoriomía de mercado por un lado, y polltica

social acriva, intensa, intervencionista. Pero además debe subrayarsi con cui- dado que esa política social, en el ordolibcralisiiio. no tiene la funcibn de ser una especie de mecanismo compensatorio destinado a enjugar o anular los

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190 NACIMIENTO D E LA BIOI'OL~TICA CLASE DEL 21 DE FEBREIO DE 1979 191

efectos destructivos que la libertad ecoiiórnica pucda teiicr sobrc l'a sociedad, sobre el tejido, la trama social. D e hecho, si Iiay iritervencionismo social, permanente y iiiultiforme, no se dirige contra la economía de mercado ni cstá a contrapelo de esta sino que actúa, en realidad, a título de cotidición Iiiitó- rica y social dc posibilidad de una econoiiiía de mercado, coriio condiciún para que funcione el mecanismo forrnal de la competeiicia y, por consiguieti- te, para que la regulación que el mercado competitivo debc garantizarpueda ejercerse correctameiite y no se produzcaii los efectos sociales negativos que se generarían debido a la falta de competencia. La G~se1Lchafipolitikrio debe entoiices anular los cfectos atitisociales d e la coiiipetencia, sino los mecanis- mos aoticompetirivos que puedasuscitar lasociedad o, en tpdo caso, que pue- dan surgir en ella.

Eso es lo ;]ue procurc señalar la vez pasada. Y, para dar un contenido a la Gesellrchaftrpolitik, creo que Iiay dos grandes ejes sobre los cuales irisistieron los ordoliberales: por uii lado, la forrnali~~cióii de lá sociedad según el modelo de la eriipresa, y les indiqué la importancia, a la cual volvcrcmos a cotitinua- ciúii,' de esa iocióii de empresa -habría que hacer toda una historia dcl con- cepto a la vez económico, histórico y social del empresario y la empresa coi1 la complera derivacióii de uno a la otra desde fines del siglo m hasta mediados del siglo xx:, forrnalización, por ende, de la sociedad según el modelo de la , eiiipresa; y el segundo aspecto -sobre él quisiera Iiablarles hoy- es la redefini- cióii de la iiistituciún jurldica y de las reglas de derecho que soii oeccsarias en una sociedad regulada a partir y en función de la econonila conipetitiva de iiicr- cado: el problema, en líneas gerieral&, del derecho.

Para situarlo un poco, m e gustaríavolver a ese coloquio Walter Lippmann del queles Iiablé hace oclioo quince dlas, ya no me a c i ~ e r d o ; ~ ese coloquio Walter Lippmann que cn la historia dcl neoliberalisiiio moderno coiiteiiipo- ráneo es un acontccimieiito relativameiite importante porque eii el v.mos el cruce, en las vísperas niisnias de la guerra de 1939, del viejo liberalismo tradi- cional, los miembros del ordoliberalismo alcmán coino Ropke, Rüstow, etc., y geiite coino Mises y Von Hayek, que van a scr los intermediarios cutre esc ordoliberalisiiio y el neoliberalisnio norteamericano que desembocará en el

' Véarc iit/m, pp. 21 1-213. 'Véare ~ t t p r ~ clase del 14 dc Febrero de 1979.

anarcoliberalismo d i la Escuela de Chicago,' Miltoii ~riediiian,' etc. Toda esa gente, entonces, se re~itlió -110 Miltoii Friedman, pero sí Hayek, Mises, que de algún modo van a ser los agentes de traiisniisióri- eii 1939. Y el prcseiita- dor, el organizador del coloquio, era uria persona que corno saben se llamaba Louis Kougier5 y que fue uno de los contados y muy buenos epistemólogos

. . 'Vtase ¡"/?-a, clases del 21 >del 28 ile mano de 1979.

Milroii Fricdmaii (1712-2006): fundador dc la corrie~ire iieoliberd norteainericalia, pre- tiiio Nobel de cconomia en 1976, se Iiiro conocer a fitics dc la dtcada dc 1950 grnciar a sii

rchabiliraciiin dc la tcoria cuanrirariva de la iiiaiisda (la llamada icuria 'iiiuiictarisra"). I'artidario de uii liberdir~no intraiirigeiirc y pririciyal iiirpirador dc la politia ccanómira de los Errados Unidos a parrir de la dtcadn de 1970 (fue arcsor cronórnico dc Nixon y dc Rcagan duranrc Iñs candidaturas de ambos a la piesideiicia), es amor dc muchas obrar. eiitre ellas, CRpitnlir»r nnd Fmcbm, Chicago. Univenity of Chicag" Prcrs, 1962 (rrad. fr.: Cnpirnli~>nr rr Libtrr), Pzrk, Robcrr Laffonr, 1971) [rnd. esp.: Cqir,?lirmoy Cbirrnd, Madrid, Rialp, 19661, donde afirma que'el mecanismo del mercado basca para resolver la mayoría dc loa problemas económicos y sociales de nucrrro tiempo. Véase Hcnri Lepage, Urinniii Ir cnpiralirnre, Librairic Gtntrale Fian<aisc, col. Pluriel. Le I.ivre de pochc, 1978, pp. 373-412: "Milron Fricdman ou la nioir de Keynw" [ind. crp: Mañana, rl cdppirnlir>no, Madrid. Alianza, 19781.

Louir Raugier (1887-1982): auior sobre todo dc Ln Mntiirr rr /&crxi<, ~trivnilr la rhio- ric de IR rebtiuiti er b rhtorir do qi<nnra. París, Gaiichier-Villars, col. Acru;ilités scieiiririqucs, 19 19; Lcr Pnrnlogime, du rnrio>mlixrne. L-rminzr lo thtoric de k connairror>cr, I'aris, FElix Alwli, col. Bibliorli+que dephilosophiccontcmporainc, 1920; LaSmccnurdr~ rhiyitxdiducrim París, Fflix Alcñri, 1921; y L n M n r i P m e r I ~ ~ t r ~ i r , Zaed., I'aris, Gaiiiliier-Villas, 1921. I<epicseiiiante del círculo dcViciia cn Francia, selc habla ciiurgado la orgaiiiaciiiii del gran coloquio interna- ciorial dc filorofia cicnrifica que sc cclcbr6 en París eii 1935. Eti el plano ecoiilriiico y puliiico, habia escrita La icly~riyut d i m o ~ ~ ~ t i q ~ t origintr, r,,rr illurionr, Paris, Flammarioii, 1929 [trad. esp.: La ngbricn dmrnmdrica; rirrorigrizrryrur iltrrionrr. Mtxico, Anrigua Librería Robredo, 19431, rccd. París, Albñtros, 1983 (con picFacio de Nain de Beiioist); y La Mystique rot~i8tiqtie. Biusclas. fiquilibrcs, 1934, y acababa dc publicar LnMy~ri~urr Cmrromiqrrcr. París, Librairie de Medicis, 19381rrñd; =p.: Lnr mirtica~ econdrnica: cdmo ~r hapnrado de kf d~mocmcim Iibrmlcr a lor~siado, mrnlirnrior, Sanrlago de Ciiilc, Ercilla, 19401, ubra cn la ciial se propoliía riiosriar "c6riio las democracias liberales se rraiisíormaii cn regímenes roralirariar por causa de refvriiias sociales dcrconridcradas e i~irerveiicioncs aburivas dc los podera públicos, alcniados por los teúiicor dc la econoiiiia dirigida"; esta úlriina cra a su juicio "la nueva misrica quc geiicra el clima intelccrual propicio al rstablccimicnro dc las dicradurar" (pp. 8 y 9). Vdaiise Mñurice Allais. Lorzir Rougiei, priiiccde lopendc, Laurniñiiri, Fondñrio,, dc LourniariniAssociarion des aliiis de Luurmaiin, 1990 (hil>liagiafíñ en lar pp. 55-71), Y I:raii<uis Dciiord, "Aux origines du !~e~ - l i b f rd i~mc cn Francc. Louis Ruugici cr Ic Collaque Wñlrci Lippmann de 1938". en Le Most~c~nrizrfocinl 195, abril-jiiiiio dc 2001, pp. 9-34.

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CLASE DEI. 21 DE FEBRERO DE 1779 193

frnnceses d e la pregiierra, y a quien en la historia se conoce sobre todo por haber

s ido el inrertiiediario eiirre Pttaiii y Churcliill e n el verario d e [ 1 9 ] 4 0 . ~ Y este Louis Rougier es entonces el orgaiiizador en el verano d e [19]39, e n mayo,

creo, o juriio d e [ l 9]33,7 d e ese coloquio Walrer Lippmaiiii. Rougier presenta

el conjunto del coloquio y de las diferentes inter\lenciones que van a desarro-

llarse, y sil presetitación, debo decirlo, es bastanre notable en lo quc se refiere

a los principios getierales del neoliberalisino. Esto es lo que dice precisamente con respecto al problema ju~ id ico :

El régimen liberal no es únicarnenre el resultado de un orden natural espoii- táneo como lo sosrenian, en el siglo mi!, las nuiiierosos autores de Codts dc la nuntr~; también es el resultado de un orden legal que supone uti inrervcn- cioiiismo jurídico del &rada. La vida económica se desenvuelve[, en efecro,]' en un marco juridico que fija el r c g h e n de la propiedad, de los coniratos, de las patentes de invención, de la quiebra, el esrarus de las asociaciones pro- fesionales y las sociedades comerciales, la moneda y la banca, rodas cosas que no son datos de la natiiraleza, como las leyes del equilibrio económico, sino creaciones coiiiingenres del legislador. No hay enronces ninguna razón para suponcr que las institiiciones legales, hisrbricamente existentes en la Iiora actual, soii de una nianera definitiva y periiiaiienrc lis más adecuadas para la

' Sobrc crrc episodio conrrovenido, vease Robcrr O. Px<ron, 1/icfYFrmicr: OkI Guardnnd Ntw Order 1940-1944, Nueva York, A. A. Knopf, 1972 (trad. fr.: íu liroizct dr VichJ 1940- 1944, rrad. dc C. Berrrand, París, Seuil, 1973. pp. 92 y 73) [trad. esp.: íu &nna dr I/ichy: vicjn girnrdin y »arria ordrn. 1740-1744, B~arcclona, Noguer. 17741: "Las negociacioncr franco- I>riránicar quere dcrarroll~,~ eii Madrid derrpricmbredc 1740 a febrerode 1741 enrre los enha- jadorcs Roberr de La Baume, sucedido luego por Francoir Pierri, y sir Samuel Hoare, soii el verdadero vinculo cnrrcvichy y Londres. Hay pocos aspccros de IJ polkica dc Ptraiti que des-

de la guerra hayal> suacirado ratitas mirrificacioner. Dos inrcrmediñrior oficiosos, Louir Rnilgier, profesor de la Universidad de Bcranpn, y Jacqiier Clievalier, ~iiinisrro de Educaci6n nacional y dcspil6s niiliisiro de Salud, en 1740 y 1741, se jactaron de haber negociada acuer- dos secrcros cotrc Churchill y Ptraiii. Si bici, es cierto que Itoougier esruvo en I.ondier cn sep- rieciibrc de 1940, las anotas del dacumenro que presenra no son dc piifio y lerra <le wini;on Churcliill; como tl prerei~de". Vhsc asimismo Jenn Lacoiirure, De Gaullr, c. i : Lc Rrbrllt, I890-194< Parls, Sciiil, 1984. pp. 453-455 Itnd. esp.: Br Gavllt, B~aicelona, Salvat, 17851.

'El coloquio se celebró rn el lnsrirur inrernarional de cooptrariori intrllecriicllc del 26 al 30 de agosto dc 1938 (vtasc rtiprn, clase dci-14 dc febrero de 1979. noca 3).

Palabras agregadas por Midiel Foucaulr.

salvaguardia de la libertad de las transacciones. La cuestión delmarco legal m b apropiado para el funcionamiento más fluido, más eficaz, más lea! del mercado fue descuidada por los ecoiiamisras clásicas y merecería ser objeto de un Ct~iiro Inrernacionalk Ertudiorpam la RtnovnciDn dtl Liberniiirno. Scr lilieral,por lo ranto, no es en absoluto ser conservador, en el sentido del inaii- tenimienro de los privilegios de hecho resultantes de la legislaci6ii saricioiiada. Es, al contrario, ser esencialmenre progresista en el senrido de una perpetua adaptaci6n del orden legal a los descubrimientos cientificos, los progresos de laorgariización y la ttcnica econ6rnicas, los cambios de estructura de la socie- dad, las exigencias de la conciencia canremporáiiea. Ser liberal no es, como supone el "manchestcriano", dejar que los auromóviles circulen en rodas las direcciones a sii antojo, de lo cual resulrarian atascos y accidentes incesantes; no es, como supone el "planificador". fijar a cada automóvil su hora de salida y su itinerario: es imponer un Cddigo de nlra y admitir a la vez que &re no

es forzosamente el mismo en la época de los transportes rápidos que en el tiempo de las diligencias. Hoy comprendemos mejor que los grandes clási- cos en qu4 consiste una econornia verdaderamente liberal. Es una economía sometida a un doble arbitraje: el arbitraje espontáneo de los consuinidores que se repirren los bienes y servicios que se les ofrecen eii el mercado según sus conveniencias y niediante el plebiscito de los precios y[, por orra parte,]' el arbitraje concertado del Estado que asegura la libertad, la lealtad y la efi- ciencia del

Pucs bien, creo q u e en este texto podemos encontrar u n a serie d e elementos.

Hagamos d e iiiinediaro a u n lado ciertas proposiciones que los ordolil>erales

evidentemente n o admitirían. Me refiero a rodo lo que concierne al carbcter

narural d e los mecanistiios d e la competencia. C u a n d o Rougicr dice que el rCgi-

men liberal n o es sólo el resultado d e u n orden natural, s ino también d e uii orden legal, los ordoliberales, c o m o es obvio, dirían: n o es cierro, el orden natu-

ral, lo que se entiende por orden natural, eri todo caso lo que los ecoriomisras

clásicos o los del siglo xviir entendian por orden natural, n o es otra cosa q u e

' I'alabns agregadas por Michel Foucaulr. " Louir Rougicr dice: "dr los mcrcadas".

Lauir Rougier. intervención cn Compv rrndst d a iianrer dr, rolloquc Wnkrr Lippmnt~n 126-30 noút 1738,. Travaux du Cenrrc inrernarional d'trudcs pour la renovarion du libtra- lisme, prcfzcio dc Louir Rouglcr, Parir, Librairic dc Mtdicir. 1739, pp. 16 y 17.

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CLASE DEL 21 D E FEBRERO DE 1979 195

el efecto de determinado ordeii legal. Dejenios, si lo esos elerneritos que están en la bisagra del libcraiisiiio clásico y el neoliberalismo, o de esta , foriria de neoliberalismo, y pasemos mejor a los elcmeiitos iiiás significativos, tnás propios del iieoliberalismo que encontramos en este texto.

Eii primer lugar, me parece, es iiecesario señalar lo siguiente: se daráii cueiita dc que para Rougicr, coiiio también para losordoliberales, lo juridico no es del ordeii de la superestructura. E ~ t o es: iio coiicibeii que lo jurídicd esté cii una relación dc pura y siniplc expresión o instrumentalidad con respkcto a la eco- iioinía. No es la economía la que determina, lisa y llanamente, uii orden jurí- dico que reiiga coi1 ella tina relacióii de servicio y serviduinbre a la vez. Lo ju- rídico iiiforina lo ecoiióiiiico, y éste no seria 10 que es sin aquél. ¿Y esto qué quiere decir? Creo que podemos 'identificar tres niveles de significación. En primer tériniiio, una significación teórica. La significacióri teórica la venios de inmediato, me da vergüenza insistir: quiere decir que eii vez de oponcr uii elemento económico que sea del orden de lo infia y un elemento jurídico polltico que sea del orden de lo supra, en realidad hay que hablar de iin orden econóniico jurídico. Eii este aspecto, Rougier y los ordoliberaleS se inscriben con toda exactitud en una línea muy importante que es la de Max Weber. Vale decir que, conio éste, se sitúati desde el comienzo eii el iiivel iio de las fuer- zas de producción, sino de las relaciones de produccióii. Y en ese nivel cmpu- ñan con una misma mano, por decirlo de algún modo, la historia y la econo- mía, el derecho y la economía propiamente dicha, y, al colocarse de tal nianera en el plano de las relacioiies de producción, no consideran que lo económico sea un conjunto de procesos a los que se suma un derecho que, con respecto a ellos, esté más o menos adaptado o sea más o menos rezagado. De hecho, lo económico debe entenderse de entrada como un coiijurito de actividades regula- das. Un coiijuiito de actividades reguladas cuyas reglas tieriei niveles, fornias, orígenes, fechas y cronologias inuy difereiitcs. L a s reglas pueden ser un hbziw social, ser una prescripción religiosa, pueden ser una Ctica, un regla- iiieiiro corporativo y asiniisino tina ley. D e todos modos, lo ecoiióiiiico iio es un proceso niccáriico o natural, iio es uti proceso que pueda separarse salvo por abstracción a posteriori, por abstracción formalizante? Lo económico jmás

' Sobrc la '"abrrraccidn aislanrc", condicibn dc la morfología ecoiiómica según Euckeii, dis- rinra de la "abrrmccióii gcncralizanrc" puaiacn juego porWcbcr en la formalización dc los ripas

puede coiisiderarse como otra cosa que uii conjiirito de actividades, y quien dice actividades dice forzosamente actividades reguladas. Este conjunto eco- nómico juridico, este coiijuiito de actividades regiiladas, es lo que Euckeii llaiiie -pero ahora en una perspectiva iiiás ferioiiienológica que weberiaiia- el "sis- t e ~ n a ' . ' ~ ;Qué es el sistema? Y bien, es uii coiijuiiio coiiiplejo que abarca cesos ecoiiómicos ciiyo análisis propiamente económico coinpctc, en cfecto, a una teoría pura y uiia l~ rma l i z~c ión que puedc.ccr, por ejeiiiplo, la formaliza-

.! ción de los mccanishos de coiiipetencia, pero'esos procesos económicos no existeii realinetite en la historia sino en la medida eii que i i i i iiiarco iristitu- cioiial y reglas positivas les han dado sus coiidicioiies de p~sibil idad.~' Eso es lo qile quiere decir históricaiiieiire ese análisis coiiiúii o, eii fin, ese análisis de conjunto de las relaciones de producción.

¿Qué quiere.decir Iiisróricaiiietite? I'ues bien, quiere decir que habría que giiardarse de imaginar que, en un moiiieiiro dado, se dio la realidad pura y sim- pleiiiente económica del capitaiisino o del capital y su acuinulacióii, que, coi1 su necesidad propia, suprimió las antig~i& reglas de derecho, como, por ejein- plo, el derecho de primogenitura, el dcrcclio feudal, erc., y a través de sil lógica y sus exigciicias caracterisUcas y, en cierto modo, su enipujc desde abajo, creó iiuevas reglas más favorables, ya se iratarii del derccho de propiedad, la legisla- cióti de las sociedades por accioncS,el derecho de pateiite, etc. De hecho, no es as1 coiiio Iiay quever las cosas. Es mcnester considerar que históricaniente nos vemos frente a uiia figura, uiia figiirn singular, en la cual los procesos eco- nómicos y el marco institucional se coiivocaroii, se apoyaron, se modificaron eiitre si, modelados en una reciprocidad iiicesaiite. Después de todo, el capita- lismo no fue uii proceso desde abajo que terminó, por ejeiiiplo, coi1 el derecho de priniogenitura. En realidad, sólo se puede coinprender la figura histórica del

idealcr, véase Fran~ais Bilgcr, Lir . . P~~ci>~lrirnnomiqi, iiliirnlidaur iAllcm~giir ronfrmporninr, P ~ r i r , Librairic Généralc dc Droir. 1964, p. 52.

'O Ibid, pp. 57 y 58. " Ibid., p. 58: "La idea fiiiidaiiiciivñl dc Walrer Euckcn, la que Ic pcrmirid resolver la aliri-

nnmia [clirre Iiisroria y rcaiía ecoiiómical, es [la] disrincidti del (niarco que cstd eii la Iiisioria y el proceso que. por ru parte y según ln exprcrióii dc l,coi?h.ard Mikscli, es 'no historia'. El pru- ceso es un ercriio nuevo coiiiiciizo que tambitn riene i i i i riempo, en cicrro niodo uii tiempo iiitciioi. Pera el cuadro, el conjunta de los daras, esrá soiiiciido al tiempo real, iiisr6iico. y c w -

luciona en un rcnrido dcrcrminado".

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capiralismo si, por ejemplo, se tiene en cuenta el papel que cumplió en la prictica ese derecho de primogenitura cn sii formación y su génesis. La histo- ria del capitalismo no puede ser más que una Iiisroria ccoiiómico institiicio- nal. Y de ,&í se deduce toda una serie de estudios de historia económica, de historia jiirídico económica que fueron muy importantes en todo un debate teórico, pero también, y a esto quería llegar, importantes desde un plinto de visra político, porque es muy notorio que el problema de ese análisis teórico e histórico del capitalismo y del papel que eii él pudo desempeñar la institución jiirídica, esa discusibn, tiene una apuesta que, por supuesto, es política.

¿Cuál es esa apuestapolítica?.Pues.bien, es muy simple. Se trata sencillamen- te del problema de la supervivencia del capitalisiiio, la posibilidad y el campo de posibilidades que aún se abren al capiralismo. Puesto que, eii efecto, si se admitc, en una perspectiva si se qiiierede ripo mamista en el scntido amplio, muy amplio del rbrmino, que lo dererminante en la liistoria del capitalismo es la Iógica económica del capital y su acumulación, se comprenderá que de hecho sólo hay uii capiralisino, porque sólo hay una lógica dcl capital. N o hay más que un capitalismo, un capitalismo que se define, precisamente, por la lógica única y necesaria de su economía, y a su resl>ectO puede decirse que tal insri- riición lo favoreció o tal otra lo desfavoreció, y no más que eso. Tenemos un capic'alismo expandido o un capitalisnio con rrabas, pero lo que renemos de todas maneras es elcapitalisino. El capitalisrno que conocemos en Occidente es el capitalismo a secas, iiiodulado sitnplemeiire por algunos elemelitos favo- rables o desfavorables. Y por consiguiente, los actuales callejones sin salida del capitalismo, en la medida en que estan Finalmente, en última instancia, deter- minados por la Iógica del capital y su acumulación, son desde luego callejones sin salida definitivos desde el punto de visra hisrórico. En otras palabras, una

'vez que asociamos todas las figuras hisróricas del capitalismo a la Iógica del capiral y su acumulacióii, el fin del capitalismo queda,inarcado por los calle- jones siii salida históricbs que mucsrra en nuesrros días. . . . .

Pero si, al contrario, lo que los economistas llarnan "cl capiral"* no es de hecho más que un proceso que supone una teoría puramente económica, pero ese proceso sólo tiene y puede tener realidad histórica denrro de uii capi- ralismo que, por su parre, es económico insririiciond, se comprenderá con

Enrre mrnillar en el mñnurcriro.

claridad que el capitalisino histórico que conocemos iio es deducible como la única figura posible y necesaria de la lógica del capiral. D e hecho, tenemos hisrbricamenre ~ i i i capitalisiiio, un capitalismo que posee su singularidad pero que, a través de esta misma singularidad, p e d e dar pie a una serie de transfor- maciones insritucioiiales y por lo tanto económicas, una serie de rrarisforma- ciones económico institucionales que le abren un campo de posibilidades. En el primer tipo de análisis, referido en su totalidad a la lógica del capital y su acumulación, un solo capitalismo, y pronto, por consiguiente, ningún capira- 'lismo en absoluto.En la otra posibilidad, renemos la singularidad histórica de iina figura ecoiiómico institucional frente a la cual, por ende, sc abre, al menos si se tiene cierta perspectiva histórica y un poco de imaginación económica, politica e instirucioiial, un campo de posibilidades. Es decir que, en esta bara- Ila en torno' de la historia del capitalismo, de la historia del papel de la insti- tución del derecho, de la regla en el capitalismo, tenemos en realidad roda una apuesta polírica.

Para retomar el asunro de otra manera, si les parece, jcómo se presentaban las cosnspara los ordolibcrales? Si hacemos un andisis un poco grosero y deci- mos que su problema consistía en deinostrar que rodivia había un capira- lismo posible, qiie el capitalismo podía sobrevivir siemprc qu3se le inventara una nueva forma, y admitimos qiie ese era el objetivo final de los ordolihera- 1cs;puede decirsc que en el fondo ellos debían deiuostrar dos cosas. Debíaii demostrar, en primer lugar, qiie la Iógica propiamente econóinica del capita- lismo, esa Iógica del mercado competitivo, era posible y no contradictoria. Es lo que intentaron hacer; son las cosas que les contaba la clase pasada. Y ade- más necesitaban demostrar que, conlo esa Iógica era en sí misma no contra- 'dictoria y por lo tanto confiable, había en las formas concretas, reales, histó- ricas del capitalismo, un conjuiito de relaciones jurídico econóinicas que eran de tal manera que se podía, por la invención de un nuevo funcionamiento iristitucio~ial. superar efectos -coiitradicciones, callejones sin salida, irracio- nalidadis- ~aracrerísricos de la sociedad capitalista y que iio se debían a la lógica del capitalismo, sino simplemetire a una figura precisa y particular de ese complejo económico jurídico.

Como ven, entonces, esos dos grandes problemas que dominaron la reo- ría ecoiiómica, por una parte, y la hisroria económica, por otra, o la sociología económica, en Alemariia estaban completamente ligados. Un problema: era

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13 la teoría de la competencia. Si los econoinistas de la epoca alra ras,'^ ~ar.ohall , en ~ n g l a t e r r a ~ ~ i c k s e l l , ~ ~ en Suecia, y todos los que los siguieron- atribuye- ron tanta importancia a la reoría de la competencia, era porque <e trataba de determinar si el mecanismo formal del mercado compcririvo era o no Gontra- dicterio, y asimismo de ver en quC medida ese mercado competitivo oondu- cía o iio a fenórnetios capaces de aniilarlo, a saber, el i i io~io~al io . Tenenios ese paquete de problemas, que es si se quiere el paquete de la teoría ecoiióflica. Y adeiiiás tenciiios el paquete conipleto, digamos wcberiaiio, de p rob le~as 'de la historia y la sociología económicas, que no es sino el otro aspecto, !a cori-

" Leoii Walras (1834-1910): aluniiio dc la Eqcuela de Miiias de Parls; luego fiic p a partir dc 1870, se desetiiperió como profesor dc ecoiioinla polirica cn burana. DeSeOsO de coiiciliñr la libre caiiipereiicin y ia justicia social, daboró al misiiio ticnipo que Williar" Jcvnns

(Thcory ~fl~~lNicolEconomy, 1871) y C a l Mcriger (Cn~ndrdmdcr !4/kwirr1cha/t1lrhd~ 1871),~ pcro de acuerdo coi, i ~ n cainirio aúornático quc le era propio, una riucva rcotla del wdor ftiii- dada cn el principio de la utilidad marginal ("revolución margifialisra'dc 1871-1874). 011SC~i~yó i i i i niudclo matemático que posriilaha cl ~om~or r a in in i r a perfcctñmentc "iacioriñl" d~ la totn-

Lidad dc los l~e:eiitcs y que debla dcteiniiriar el equilibrio gcnenl de los preiios y los

intercaiiibios cn un sistema de ca<iipeteiicia pura. I>iincipalcs abras: L%conomirpoliriqtw et la /iirricc, I>arir, Guillaurnin, 1860; Slimrnrr d'iconornLpoliriqucpure, ou Thioric dc 1? richerrr mcinlr. Lamana, Corbaz, 1874.1877 [rrad. esp.: Elemrnmr de r c o ~ r o r n l n p o l l t i ~ a ~ r ~ r ~ , o Zarla dr Li riqriren~ocin¿Ma?iii?i, Ahanm. 1387); T)>ioirr mnrb>>nnfiqur hrln ire)>nrr iqiinL,'iamra.

Corbaz, 1883'; h i d r r dXconomir socialr, Lausnna y Parls, F. RougclR. Pichon cr R. Dumnd- Auzias. 1896; y Erud~, 8dcoconomiepoliriqt<c oppliquie, busana , E Rougc, 1 8 9 R

'' Alfred Marshall (1842.1724): ecoiioiriisii brirlciico, profesor eii Caliihridgc y auroi dc uci rriaiiual, Principlu ofEconomic~, l.alidres, Maciiiillari & Co., 1890 (rrad. fr.: Prinoipc, dCrononzirpolirique, 2 vols., trad. de la 41ed. de E Sauvairc-Joudari, IJarIs, V. Giird ct E. BriPrc, 1906- 1909) [trad. esp.: Principios dr rronomla, Madrid, Aguilar, 19631. EA procura de realiiar l a sinrmir de la cconomia polirica clásica y cl maiginalismo, dcsrac6 la imporrancia del tiempo cama clenicnro crucial del funcionarnicnio dci proceso dc cqiiilibrio (distinción pedo-

dos COTCOI y largos). '""han Giisraf Knur Wickscll (1 851-1926): ecoiiornisra sueca, profcsor de la U,~ivcrsidad

de Se esforzó por supcnr la reorla waliasiatia del cqiiilibrio gericrni coli sui tralinjor

sobre las flucruacioiies del nivel media de los precios. Es autor de Übcr Wm, fipirn[u"dllnrre nnrhdrn neucrcn narionnliko>roinirchc~~ Th'heoNn [Valor, capical y renta.. .], Jcna. Gurrp Fisdicr, 1893; Grldeinr t<ndGüurprcirr, Jcna, Gurrav Fircher, 1898 [rrad. esp.: Lir rnrndcinrrn!~y elnivel de lm prrrios, Madrid, Aorra. 20001; y &rlrrr<wgen übrr Natiannlikonomir ouf Gnindlap de, Mnrginnlprinzipcr, Jena, Giistav Fischer, 1928 [rrad. esp.: LecrionndceconomiapnIirird, Madrid,

Aguilar, 19471 (ninguna dc estar abras sc tradujo al fraiicés).

trapartida de la primera cuestión, y que consiste eii saber si eii efecto se puede identificar en la historia del capitalismo un conjunto econóniico iris~irucio- iial que pueda dar cuenta de su sing~ilaridad y de los callejones sin salida, las contradicciones, las dificultades, la mezcla de racioiialidad e irracionalidad que Iioy se coiistara. Hacer por lo ianto la historia del rol, por cjetiiplo, de la Ctica protestante y de las~prescripcioiies religiosas ligadas a 61, hacer la historia de la &cica protistaiite,i5 por un lado, y Iiacer la teoría pura de la comperencia craii dos aspectos diferentes o dos maneras complcmeiitarias entre sí de plaii- tea1 e intentar resolver en cierto modo el interrogatite de si el capiralisino podía o no sobrevivir. h e es un aspecto, creo, dc las cosas y de esc texto de Rougier, [todas esas] proposicioiies rnediaiite las cuales 61 procura mostrar que el pro-

ceso ecoiiómico no puede disociarsc de un conjunto iiistitucional, dc uii conjunto juddico que no cssiiiiplemente su efecto, no es simplenieiite su expre- sión más o menos'diferida o más o menosajustada, y que en vcrdad se coii- hindc con 61 dentro de un sistema ecoiiótnico, es dccir, a grandes rasgos, de un conjunto de prdcricas ecoiiómicas reguladas.

El otro aspecto dcl cexto que lcs leí hace un rato es lo que podrLamos Ila- iiiar "interveiicionismo jurídico", y quc es la consecuencia dcl priinero. En efecto, si se adiiiire que no esraiiios Frente alcapitalis~no derivado de In lógica .., . delcai~ital, sino a un capitalismo siiigular constituido qor un coni,unto eco- iiómico insririicional, pucs bien, se debe poder intervenir eii ese conjunto, y hacerlo de manera tal que sc invente otro capitalisino. Nuestra tarea no con- siste taiiio en contiiiuai el capitalismo coino en invenkar uiio iiuevo. Pero ;dóiidc y gracias a que podrá producirsc esa irrupción de la innovacióii dentro del capi- talismo? Conio es evidente, eso no ocurrirá por el lado dé las leyes del mer- cado y tanipoco en el mercado iiiismo porque, por defiriición, como lo iiiues- tra la teoría econóniicá;el mercado debe actuar de modo tal que sus mecanisiiios puros sean de por sí reguladores del coiijunto. Por coiisigiiieiite, no toquemos esas leycs del riiercado y procuremos, en cambio, quc las institucioiies sean de

, tal iiiaiiera quc dichas leyes, y sólo ellis, se'etijan en el principio de la regula- ción general y, cii coiisec~icncia, de la regulacióii social. Entonces, ningún iiiter- vencioiiisino econóinico o el niíiiinio de intervencionismo económico y el i i ikimo inteyencionismo jurídico. Es preciso, dice Eucken en una fóriiiula

"V6asc wpm. clase del 31 de ciicro de 1779, nora 25.

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200 NACIMIENTO D E LA BlOPOLITlCA CLASE DEI. 2 1 D E FEBFSRO DE 1979 201

que en mi opiiiión es significativa, 'pasar a un derecho econbmico con~ciente". '~ Y nie parece que esta fbrmula debe oponerse tériiiino a termino a lo que sería la formulación niarxista banal. En esta última, lo económico es sienipre lo que escapó a la concieiicia de los historiadores cuando realizaban sus análisis Iiisróricos. Para Eticken, lo incoiisciente de los liisrnriadores no es tirito lo eco- nómico como lo iiistitucional, o, mejor, no es ranto el iiicoiisciente de los liis- toriadores como el de los ccoiiomistas. Lo que escapa a la teoría económica, lo que a los ecoiioinistas se les escapa en su análisis, es la institucibn, y debe- mos ingresar a un nivel de derecho ecoribmico conlciente mediante el análi- sis hisrótico que rnnstrará en quksenrido y cómo lainstirucibn y las reglas de derecho tienen relaciones de condicioiiamiento reciprococon la economía, para a partir de alli tomar conciencia de las modificaciones que es posible efectuar en ese complejo econóniico jurídico. Un problema, entonces: ¿por dónde se podrá introducir el conjunto de las correcciones e innovaciones ins- titiicionales qiie pcrmiran instaurar, por fin, un orden social econbniicamente ajustado a la ecoiiomia de niercado? ;Cómo llegar a Ip que los ordoliberales Ila- man W i r t s ~ h n f s o r d n u n ~ ~ ~ el "orden de la economía"? La respuesta de los ordo- liberales -y a esto querría dedicarme ahora- consiste e; decir, simplemente, que la innovación institucional que es preciso poner eii práctica en este moineyo es la aplicación a la economía de algo que en la tradición alemana se deno- mina Rechtnraat y que los ingleses llaman rule of law, el Estado de derecho o imperio de la ley. Y será allí, por lo tanro, donde el análisis ordoliberal ha de inscribirse; ya no, en absoluto, en la llnea de la reoría económica de la coni- petencia y la historia sociológica de la economía que serán definidas, la pri-

l6 Al pnreccG la cxpresibn re exrrac dc In sigiiicnrc Frase de Frangnis Bilgcr, I.n Ptnric ¿cono- miquc lib!~ak . . . op. cir, p. 65, a propbriro de la polirica cienrifica preconizada por Euckcn, sobre la base dc su morfalogia económica: "112s refurar la filosofía cvolucionirra, Eiicketi recuerda que In ,mayor parrc de los grupos no re formaron en la historia por una necesidad récnica, sino gracias n la ausencia de un verdadero derecho cconbmico'conscicnre". . ' , '

l7 Sobre esta nacidn de Wirr~chqFrordnnny, véase Walrir Eucken. Dir Grundlagen der NnrionnlJkonomir, Jena, Gurr~v Fisclier, 1940,2"ed. 1942, pp. 57-78; rrad. ingl.: Thr Fonn&tiom of Economia: HirroT nnd Throry in thrAnnlyrir ofEconornie Rmliry. rrad. dc T. W Hurcliiron. Londres, Williani Hodge, 1950 Irrad. esp.: C t ~ e r t i ~ n ~ s f ; n & ~ r n t n ~ ~ ~ l dr Inpolirics cronámirn, Madrid, Alianza, 17671. VCasc igualrncnrc el titulo del libro de Alfrcd Milller-Armack, Wi~o<hafiiodnr<n~ rrrzdWirtichn/irpolitik. Frihiirgo de Brirgovir. Romba~h, 1966.

mera, por Wdras, Wicksell, Marshall, y la segunda, por Max Weber; se ins- cribirá en una linea rnuy distinta de teoría del derecho, teoría del derecho del Estado qiie fiie muy importante en la historia del pensamiento jurídico ale- mán y de las instituciones alemanas.

Dos palabras, si les parece, al respecto. ¿Qué se entiende por Rechtrrtnnr, ese Estado de derecho del que sin duda escucharon hablar muy a menudo. al nienos por la lectura de los diarios del año pasado?18 El Estado de dereclio. Creo entonces que es necesario conienzar de manera muy esquemática. En esto, me ~crdonarán el carictet completameiite despojado y esquel6tico dc lo que voy a decirles. Ea el siglo mir, entre fines de ese siglo y principios del siglo w<, aparece en la teoría política y la teoría del dcreclio alemán la noción de Estado de derecho." ¿Que es el Estado de derecho? Piies bien, en la época se define po; oposición a dos cosas.

'\i~lu;idn a lar poltrnicas surcicadas por la expulri6n de Naus Croissant, el ahogado del grupo Baader? Sohre esre acontccirnienro, cuyas repcrcuripiies cn Francia fueronconsiderahles p8r entonces, vtase Micliel Foucaulr, Ski<rit!, rrrriroirr. popi<lnrion. Cosri ni< Col12gc de Finnrr, 1977-1978, ed. de Micliel Srnellarr, París, Gallirnard/Seuil, col. Hautcs Etudcs. 2004. clase del 15 d i mano de 1978, p. 287, n. 28 (sobre Jcan Gencr), y la "Sir~a<ion du cours", p. 385

. [trad. esp.: Scpridnd, rrnirorio, poblaCidiz. Curro cn rl ~ o l l ¿ ~ r dc Francc (1977-1978), Bueiios Aires, Fotido de Culrura Econdmica, 2006,pp . 306, n. 28 y 4221. Vkasc, por ejchplo, el arriculo de Olivier Wrormrcr, ernbajadar dc Francia en Bonn de 1974 a 1977, "Connrirre . . , ayant dc jugei , en LeMonde, 5 de novicmbredc 1977: "Qu6 queríanAndrc:is Raader y rus m i -

' goi al hacer secuerrrar al schor Schleyer? Anre codo, negociar su liberación por 13. del presidcnie -de la i r rona l y, i l misi im,~iem~o, dcspicstigisr si gobierna fcdcral: de manera ruhsidinria, si csre íiliimo Lo sc prcrraba a ese inrcrcambia, llevarlo a renunciar al 'Ertada dc derecho' icisrau- rado anraíio con d concurro de lar porc<iciar occidenralcr, para volver a un 'Errado' donde la violencia rurriruycra al dcrccho; en iinñ palabra. a un aiiioriiarirrno ccrwno al nazirrn0'.

l 9 VCsc Heini Mohnhaupr. "iiEtar dc droir cn Allcmñgne: hirroirc, norion, foncrion". cn Cdhimdrphi(orophirpoiiriquattjundiqi,t, 24, 1993, en panicular "I.'Ernt de droir", pp. 75 y 76: "L? iiocidn de'Ertado dc derecho en Alemania araba dirigida por tina parte conrra el Fsrado de policla, esdecir, In adminir;racióii en el sentido deun Estado benefauor, y por orn. conrio el Fsrado arbitrario del nbsolurirmo. I n combinacibn de lar palabras dmho y f i t d o him. cn 1798. rii apn- rición par primera v a cn Alemania cn Johann Wilhdm Pererren, quien, bajo cl acuddnima dc Placidur [Lirerimrdrr Smn-Lhm. Ein Wntrrh. val. 1, Esrrasburgo, r. c., 1778, y. 73). carancri- raba con esta fbrtiiula la docrrinñ juiidico fiorbfiw dc l b n r que 61 había rirulado 'la cnrica o la acuela dc la docrriiia del Estado de derecho' Id@ kritirchr odcrdirdrr Srhwk doRrihu-Srmrr-Lehml".

'Viase Michacl Stoll~is, "Rechrrsriar", cii Adalberr Erlcr y Ekkchard Kaufmanii (coi~ips.),

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Eri primer lugar, por oposición al despotismo, entendido como un sis- tem:i que hace de la voluiitad particular o general, por otra parte, del soberano, que en todo caso Iiace de la voluntad del soberano el principio dc la obliga- ción de cada uno y de todos con respecto al poder público. El despotismo es lo que identifica coi] la voluntad del soberano el carácter y la forma obligato- ria de las órdenes del poder público.

Eii segunclo lugar, el Estado dc dereclio taiiibi6ii se oporie a algo difcreiite del despotisiiio y que es el Polizeistaar, el Estado de El Estado de poli- cía es algo difcreiite del despotismo, aun cuando en los heclios concretos uno pueda superponerse a otro o, firialnietite, ciertos aspectos de uiio puedan super- ponerse a ciertos aspectos de otro. ;Que se entiende por Polizeisrant, Estado de policía? Se entiende por ello un sistema cn el cual no hay diferencia de naru- raleza, de origen, dc validez y, por consiguiente, tanipoco diferencia de efecto eiitre, por un lado, las prescripciones generales y permanentes del poder público -en líneas generales, si se quiere, lo que llamaríamos la ley- y, por otro, las dcci- siones coyunturales, transitorias, locales, iiidividuales de ese tnisrno poder público: el riivrl de lo reglainciitario, para decirlo de algún modo. El Estado de policía es el que establece un continuo adniiiiistrstivo que, de la ley gene- ral a la medida particular, Iiace del poder público y de las órdenes emitidas por éste uii solo y el mismo tipo dc principio y le otorga un solo y el mismo tipo de valor coercitivo. El despotismo, por lo tanto, reduce todo lo que puede ser mandato del poder píiblico únicamente a la voluiitad del soberano o, mejor, establece su origen en esta. Cualquiera sea el origen del carácter coercitivo de las órdenes del poder público, el Estado de policía establece un continuo entre todas las foniias posibles adoptadas por ellas.

Pues bien, con respecto al despotismo y al Estado de policía, el Esrado de dereclio represeiitdla dternativapositiva. Es decir que, en primer lugar, el Estado, de derccho se define conio un Estado en el cual los actos del poxer público no pueden tener valor si no se enmarcar1 en leyes que los limitan de antemano. El poder público actúa en el marco de la ley y no puede actuar sino en el niarco de la ley. Entonces, no podra ser el soberaiio, la voluntad del soberano, el princi-

Handwonmbnrhn~rde~~~~cl~tn Rrcl>~~c~chicl,rc. r. N, Beiliri, E. Sdirnidt, col. 367, 1990, y Gschichie drrbfinilicbm Rcclitr in Dcurrchlnnd, t. i, Múriich, C. H. Beck, 1988, p. 326 (trad. fr.: Huroivdu droitprrbliccnAIL>ndgnr, 1600-1800, ttrad. dc Michcl Scncllarr, Riis, PUF, 1798, p. 490).

pio y el origen de su carácter coercitivo. Será la forma de la ley. Donde hay foriiia de la ley, y en el espacio definido por ella, el poder público pucde ser coercitivo con toda legitimidad. Ésa es la primera definición del Estado de dcrccho. Y en segundo t6riiiin0, en el Estado de deredio hay una diferencia de ii:~turdeza, tina diferencia de efecto, una difcrcncia de origen entre las kycs, que son las inedi- das generales de validez universal y en sí niisiiias constituyen actos dc sobcra- nía, y las decisiones particulares del poder público. Eii otras palabras, un Estado de derccho es un Estado en el cual se distinguen, cii su priiicipio, sus efectos y su validez, las disposiciones legales por una parte, cxpresióii de la soberanía, y las medidas adniiiiistrativas por otra. En Iliieas generales, es esta teoría del poder público la que organizó, eiitre fines del siglo xviii y comienzos dcl siglo xix, lo que se denoitiitia teoría del Estado de derecho contra las foriiias de poder y de derccho público que Lncionabaii eii el siglo ,WII.

Esta doble teoría del Estado de dereclio, o en todo caso, si se quiere, los dos aspectos del Estado de derecho -uno cii coritraste con el despotisnio, otro que lo opone al Estado de policía, es lo quc ciicoiitrainos eti iiiia serie de tex- tos del inicio del siglo m. El principal y, creo, el primero que liizo la teoría del Estado de [derccho]' fue Welcker cn un texto que se llama "Los últiiiios principios del derecho, cl Estado y el castigo", dc 1813.~' Doy un pequeño salto adelante para seíialar que e;> la segur id:^ mitad del siglo xix tios eiicoii- traiiios con otra defiiiicióii del Estado dc derecho o, mejor dicho, una clabo- ración riiás profunda del coricepto. En ise nioniento, el Estado dc derecho apa- rece como uii Estado en el cual cada ciudadario tiene posibilidades coiicretas,

* Micliel Foucault: policia. 'O Karl Thcodor \Velckcr, Dir lctzrrri Gründr non Rrrhr, Sranr undstrnfi, Giuseli, Heyer,

1813, pp13-26. V6asc Hcinz kluliiihaupt, "L'grar dc drair ei i Allei~isgric ...", op. cir., p. 78: "[Wclckcr cxpniilal las ciapac siguicrires dcl desarrollo del F~tado: düparismo coino Pktndo dc la sensibilidad, teocracia conio Es~ado de la creencia y, cii coiicepto de desarrollo supremo. el 'F~rado de derecho' canio 'Ertadu dc la ni611'". En la p. 12, el manurcriro aíiade las siguiciires

tcferciicizs: "[Roberrl voii Mohl. crrudios sobrc los Ertrdor Unidas y el derecho Fedcid (Bundt~~rnnrrnchd [= Dnr Bundrr-Sraarrnch~ &r Wrriiiigtcii Srni?rrn von Noni-Ainrrikn, Srurrgarr, J . G. Corra, 18241, Polizriwi~~rnrchqft rrnch dcn Grrtndrntzrn drr Rcdrrrrnatei, 2 vols. [Tubirign, Lauppl, 1832[-18331, y F[ricdriclil J[uliusl Srahl, Phiiolophir dr, Rrchrr [= Bit I'hiimophir da Reclirr nachgrrchicl>riicl>rrAnricbt, 2 vols., Heidelhcrg, J . C. B. ivlohr, 1830-18371 [trad. crp.: Ifisrorin dr lnJilor@n deldrrrrho, Madrid, La F~pafia Moderiia, 18741".

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insritiiciotializadas y eficaces de recurso contra el poder público. Vale decir que

el susodicho Estado ya no es simplemente iiii Estado que actúa según la ley y dentro de su marco. Es un Estado en el que existe un sisrema de derecho, es

decir, leyes, pero ranlbiiii instancias juclicialcs qiie van a arbitrar las relaciones entre los individuos, por un lado, y el poder público, por otro. Es sencillamente

el problema de los tribiinales :iiln~iiiistrativos. Eiiroiices, en toda esa segunda initad del siglo XIX, eii la teoria y la politica alemanas presenciamos el desa-

rrollo de tina serie de discusiones que procuran determinar si el Estado dc dere-

cho es un Estado eii el cual los ciudad:inos pueden y deben tener la capacidad de recurrir, contra el poder público, a cierros rribuiiales especializados de car;ic-

ter administrativo, eiicargados precisnmeiite'de la fuiición de arbitraje, o si, por el contrario, los ciudadanos p~ieden recurrir contra el poder público ante los

tribunales ordinarios. Unos cuantos teóricos, coino G~ie i s t ,~ ' por ejemplo, esti- man que el tribunal adniinistrativo como instancia de arbiriaje entre el Estado

y los ciudadaiios, el poder l>úblico y los ciudndanos, es iiidisliensable para la constitución de iin Esrado de derecho. A lo cual algunos otros, como por ejcinplo, objetan qiie un tribiiiial adininisrrativo, eii la medida cn qiie ciiiaiia del poder público y en el fondo no es sino una de las formas de éste,

iio puede ser uti árbitro válido eiitre el Estado y los ciudadanos: s61o la jiisri- cia, el aparato de Injusticia ordinaria, habida coeiira de que de niaiiera real o

ficticia es independiente del poder público, podría arbitrar entre uno y otros. Tal es, en todo caso, la tesis inglesa, y en todos Ios'aiiAlisis que los ingleses

hacen del rzrle of law, el imperio de la ley [en] esa misma época, [a] fines del

" IKudolf van Gneiar, Dri-Rrcl>riitarzr, Bcrliii, J. Spriiigei, 1872; la segiliida edicióii sr puhlicd con cl titulo de Drr Rrcl>r$sraar und dir I/rrwn/ra>zg~~tricliir in De~rrrrhlnnd, Rerlin, J . Spriliger, 1879. Foiic;iiilr se apoya :iqui en una obra dc Friedrich vori Hayck a 12 que se rrfr- rirá iilrerinriiicrirc, Thr Co>srinrrion ofI-iheq Londres, Rautledgc & Kegan Wiil, 1976, p. 200

13: "Libenlism ind ndiniiiisrrarioci: tlie Rclirrrrnai') (~rad. fr: Ln Conitinirion dehfibrrri, trad. dc R. Aiidouin y J. Gaiello, París, Litcc, col. Liberalie, 1994, pp. 200 y 201) [irad. esp.: Lorfirndnrnenrn,dr kz Iibarrnú, Madrid, Unión Editorial, 19911.

+ Mi~hcl Foiicniilr: Von niilir (maniiscriro: "v. Riihr"). Otro BBhr, B ~ r R ~ c l ~ t i ~ f ~ ~ ~ t . E i n ~ p ~ b l i z i ~ ~ i i i h e S k i e ~ ~ i C~SSCI, Wigzand, 1864; reed. Aalen,

Scienria Verlag. 19G1. Vease Friedrich voii Hayck, Thr Conrriretion ofLibrrry. op. cit., p. 200 (trad. fr.: p. 200),solirr esrn coiicepci6n "justicialisrZ del Rfrhrrrrnor. Con i.cspecra a erre punta, veare Michacl Stollcir, Ge~chichrrdrr~nrlicl~en Rccht~i,~ Un<trrbkznú, c. ii;Múnich, C . H. Beck, 1992. 1,. 387.

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206 NACIMIENTO DE LA BIOPOL~TICA CIASE DEL 21 DE FEBRERO DE 1979 207

valer los principios dc iin Estado de derecho eri la economia era, desde luego, una foriiia concreta de recusar el Es~ado hitleriano, aunque no hubiera sido Cste, sin duda, el aludido eii primera instancia eii esa biisq~ieda de un Estado de derecho ccoiiómico, pues, a decir verdad, lo que se iitipugnaba era todo el Estado de derecho econóiiiico del pueblo,* y de hcclio se lo impugnaba en la práctica hitleriaiia, ya que eii ella el Estado había dejado de ser, justameiite, un sujeto de derecho; el origen del derecho era el pueblo y no e'l Estado, que no podía ser 0 6 a cosa que la insrrumeiitalización de la voluntad popular, lo cual descartaba por completo que pudiese ser sujeto de derecho entciidido como principio de derecho o como una persona jurídica susceptiblede ser con- vocada ante un tribunal cualquiera. Eii realidad, esa búsqueda de un Estado de derecho en el orden econótiiico apunraba a algo muy difereiite. Su blanco craii rodas las fornias de intervención legal eii el orden de la ccononiía quc los Estados, y los democráticos más aúii que los demis, practicaban en esa época, aiaber, la intervención económica lcgal del Estado cii el New Dealiiorteame- ricano y, eii los anos siguiciites, eri toda la planificación de tipo inglés. Ahora bien, ¿que significa aplicar el principio del Estado de derecho en el orden eco- nóniico? Y bien, creo que significa, a grandes rasgos, que sólo podrá haber inter- venciones legales del Estado eri el orden económico si diclias intervenciones Guiiieri la foriiia, y únicamente la forma, de la sanción de principiosforii~a- les. No puede haber otra legislación económica que la formal. Tal es el prin- cipio del Estado dc derecho en cl orden económico.

;Qué quiere decir que las itirervenciones legales deberáii ser formales? Me paiece quc es Hayek quien, en su libro Lorfrrndnmentor de la libertnd;%cjor define lo que había que eiitender por esa aplicación de los principios del Estado de derecho o el ruk oflaw en el orden ecoiióniico. En el fondo, dice 1-Iayek, es muy sencillo. El Estado de derecho, e incluso uiia legislación ecoiiómica for-

Sir El rcnrido de esta exprcri6n es basrancc oscuro. '' Fricdrich voi1 Hayek, Thc Comiin~rion oflibrny, @p. cit. En realidad riu sc tiara de ese

libro. del qiicFoucauliacabadc rornaidgunas refcreiiciar, sino de ThrRoadroSc@om, Chicago y Locidres, Univkrsiry o f Cbicago PrcssIRourlcdgc, 1944 [rrad. esp.: Cnnzino dc ~rrvidtrmbm, Madrid, Alianza, 2000); vCasc la cdicibti francesa, La Rositcdc hrnuirudr, rad. de G. Blumbcrg, París. Librnirir de Mtdicis, 1946; ieed. Paris, PUF, col. Quadrigc, 1993, cap. 6, pp. 58-67: "Le plaiiisnie ei la regle de la lo?, que puede co~ejarse con el cap. 15 de Tlic Co,srrirutian ofLibrrry: "Ecocioiiiic policy aiid rhc rule of iaw" ("Polirique Ccanoniiqiic rr etat de droir").

mal, cs siniplemeiite lo contrario de un plan." !?S lo contrario de la ~lanifica- ción. En efecto, ¿qué es uii I>laii? Un plan ecoiióniico es algo quc ricric iiiia fina-

lidad." Por ejeiiiplo, se procura eri forma explicira el crecirnieiito o el dcsarrollo de uii tipo derermiiiado de corisuiiio, i i r i tipo deteiminado de itiversióii. Se biisca reducir la difcrciicia de ingresos entre distiiiras clases sociales. En suma, uno se asigna ~ieseconómicos precisos y definidos. Segundo, cn uri plan existe siempre la posibilidad, eii función de la existencia misiiia de esos objetivos, de introducir en el momento que se juzgue oportuno correcciones, rectificacio- nes, la suspensión de ciertas iiiedidas, la sanción de medidas alrernativas, según se alcance o no el ehcto previsto. Tercero, en uti plan el poder púl~lico aparece con un rol de decisor económico, ya sea que sustiruy~ a los individuos como principio d e decisión, y por consiguiciite los obligue a hacer esto o aquello, por ejemplo, a no superar tal nivel de remuneraciones, ya sea que cum- pla ese rol decisorio cn cste senrido: que él mismo sea un agente econóinico que va a invertir, por ejernplo, en obras públicas. Eri el plan, por lo tanto, el poder público cuniple el rol dc decisor .19 Para terminar, eii uri plan se supone que el poder público va a poder constitt~ir uri sujeto capaz de dominar el conjonto de los procesos económicos. Es decir que el gran decisor estatal es al misnio tiempo el que tiene una conciencia clara o, eii todo caso, que debe tencr la conciencia niás clara posible de la tótálidad de los procesos ecoiióinicos. Es el sujeto universal de saber cii el orden dc la e c ~ n o m í a . ' ~ ES; es un plaii.

Ahora bien, dice Hayek, si pretendenios hacerlo funcionar en el orden econóniico, el Estado de derecho debe ser todo lo coritrario. Es decir que tcri- d r i la posibilidad de plaiitear una serie de medidas de carácter gciieral, pero

" Fricdrich voii Hayek, La Rouir dr Li rrruirrrdc, op. cit . cap. 6, r>. 59: "El planisiiio eco- ii6inico del tipo colccrivisra iziiioduce naturalilierire el sistema opuesto [al del mk ofLiu1".

Ibid: "[En cl caso del plan,] el gobierno aidcm la urilizaciún de los medios de produc- ci6n con fines dercrminadoj.

'' Ibid: "[La auroridad que elabora los planes] debe resolver coilstanicnieiirc problemas que' no pueden solucionarse con la guía dc principios rlgidor. Al rarnarsus dccisioner, la autoridad cm- tid dcbc csrablecer una jcrarqiila cnrrc las necfsidadcs de las diferrnrcs caregoriar de ciudadanos".

'O [bid., p. 42: "Lo que sugieren en gecieial (10s pñrridarios dcl planismo] ea quc resulta

cada vcz iiiás difícil tener un cuadro calicrriire del coiijiinto del proceso econbniica, razón por la cual es indispensable recurrir a 1% coordinación de un órgano ccnrrnl si nose quiere que lavida social se convierra eii un caos".

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que deberán ser enteramente formales, esto es, nunca ~ o d r á n proponerse uti fin particular. No es el Estado el que debe decir: es preciso que la brecha entre los ingresos disminuya. No es el Esrado el que debe decir: querría que tal tipo de consumo aumentara. En el orden económico, i~iia ley no debe dejar de ser propiainente formal. Debe decir a la gente lo que hay que Iiacer y lo que iio tiay que Iiacer; no debe inscribirse en el marco de una dccisióii económica global. Segundo, tina lep si respeta en el orden económico los principios del Estado de dereclio, debe concebirse a priori.como reglas fijas y no ser jamás corregida en función de los efectos producidos. Tercero, debe definir uii marco dentro del cual cada uno de los agentes econóniicos pueda decidir coii coda libertad, justamente gracias a su conocimiento de que el marco legal fijado para su acción no ha de modificarse. Cuarto, una ley formal es una ley que va a obli- gar al Estado no nieiios que a los orros,y, por consiguiente, debe ser tal que cada tino sepa exactamente cómo sc coinportará el poder público.3i Para ter- minar, y por eso niismo, advertirán que esta concepción del Estado de dere- cho en el orden ecoiiómico excluye, en el fondo, la existencia de un sujeto universal de saber económico que pueda, de algún modo, dominar desde arriba el conjunto de los procesos, dcfiiiir sus fi nes y acuiar en rccinplazo de td o cual categoría de agentes para tomar tal o cual decisión. De liecho, el Esrado debe ser ciego a los procesos econóniicos. No debe suponerse que sabe todo lo con- cerniente a la economía o el conjunto de los fenóiiiinos referidos a ella.'2 En resumen, tanto para el Estado como para los individuos la economía debe ser

" Friedricli von Hayek, La Routrdr io rmuirudr, op. cit., p. 58: "d gobierno a r a obligado en codos sus actor por reglas inmutahler y precrriblecidas, que pcriiiiccn prever coii cerrna quc, cn dcrerminrdas circunsranciar, la auroridad ejcruriva se ejerced de iliia manera dcrerininada'. y p. 59: 'CI gobierno somerido a la regla de la ley se ve cn la iiliporibilidñd dc conrrarrerrar csfuenor individuales mcdianre medidas improvisadar".

" / l i d , p. 42 (la imposibilidad de "rencr una visión ri,ióptica" del conjunco del proccra eco-

ndmicn): "Coino la dcrccnrralizacidn re ha coliverrido en una necesidad debido a que riadic puede I>oiier conicienremcnrc en la balanm indas lis consideraciories relarivas a lar decisioiies dc una caiiridnd tsli graiidc de individuos, es evidente quc Iñ coordinacidti no puede alcanmrse fnedianrc un 'conrrol coriscicnrc', sino iinicamente mcdiarirr los dirpnsirivos quc rransmira~i a c;i<ln ñgcnrc de cjccucidn las inforniacioner qiic ncccriia liara adaprar con cficacia sur dccisio- ncr a las dc los dcmls". Sobre erra ceguera necesaria del Fsradocon respecro al proceso cconó-

mico. vtlsc la lectura que hñcc Foucaiilr dc la "niano invisible" dc Adam Smirh, i n f i , clnrc del 28 de iiirrzo de 1979, pp. 322 y 323.

un juego: un conjunto de actividades reguladas -y volvemos, como ven, a lo que les decía al enipezar-, pero en las cuales las reglas no son decisiones que alguien toma por los demás. Se trata de un conjunto de reglas que determina de qué manera cada uno debe jugar un juego cuyo desenlace, en última iiis- rancia, es desconocido por todos. La ecotiornía es un juego y la institución jurí- dica que la enmarca debc pensarse como regla del juego. El rule of fliw y el Estado de derecho formdizan la acción del gobicrno como un prestador dc reglas para un juego económico cuyos únicos participantes, y cuyos únicos agcntcs reales, tienen que ser los individuos o, digamos, si lo prefieren, las empresas. Un juego tegiilado de empresas dentro de un niarco jurídico insti- tucional garantizado por el Estado: esa es la forma general de lo que debe ser el marco institucional en un capitalismo renovado. Regla de juego econó- mica y no control económico social deseado. Ilayek caracteriza esta definición del Estado dc dereclio en materia económica, o del rule of lnw en materia económica, con una frase que, a mi entender, es muy clara. El plan, dice, que se opone justamente al Estado de derecho o el rule oflaw, "muestra cómo deben encauzarse conscientemente los recursos de la sociedad para alcanzar una meta determinada. El rule of law, por el contrario, consiste en trazar el marco más racional en cuyo interior los individuos han de entregarse a sus actividades conforme a sus planes persona le^".^^ Toniemos si no a Polanyi, que en La Logique de la libertkescribe: "La principal Función de ~ i r i sistema de jurisdic- ción es gobernar el orden espontineo de la vida económica. El sistema de la ley debe desarrollar e imponer las reglas a rraves de las cuales opera el meca- nismo competitivo de la producción y la d i~ r r ibuc i6n" .~~ Habrá, por lo tanto,

El msnurcriro rernirc aqul a RoadofSerfdom (iic). pero la cira es sin duda una adapta- ción basraiiie libre del rcrro. Vtasc Friedrich von Hayck, .b Koz,rrdrInreniin<de. n/. cit., p. 59: "En el primer caro [el rule .fLiui], el gobicino se limita a Fijar las condiciancs eii lar cuales puc- deii explotarse los rccursor exirrenrcr. Toca a los ii>dividuor decidir a qut fin quieren desriiinr- los. En el rcguiido caro [la planificacidn ce~itnlilada], el gahieriio ordena la urilizacidii de los iiredios de produccidn con fines dererminados".

34 ~ ~ i c h a c l Polñiiyi (1891-1976): químico, ccoiiornista y Filósofo de origen húngara (hcr- mana del hisroriador Karl l'olanyi). Fue profcror dc quíniica e n la Universidad de Maiichester de 1933 a 1948 y desde esrc ÚIcimo afia harta 1958 se dwempcñá como profesor de cicncivs sociales cn la misma insririicióii. ia cira coircrpondc a Tl,r Logic o fL ib~rry . Ref7toionr ond R+indcrl, Londicr y Chicago, Uiiiverriry of Chicago P r w , 1951, p. 185, y err6 cxrralda dc Ir

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210 NACIMIENTO DE LA BIOPOI.1TICA CLASE DEL 21 DE FEBFERO VE 1979 211

uli sistema dc leyes como regla del juego, y además un juego que, en virtud de la espontaneidad de sus procesos económicos, manifestará cierto ordcii con- crero. Ley y orden, kzw and order: esas dos nociones, [a las que] rrarart de vol- ver La ptbxima dase y que tuvieron el destino quc se les conoce eii el belisa- miento norte.unericano de derecha, no soii meros eslógaiies para una extrema derecha norreamericaiia porfiada y originaria del ~idwest ." En su o r i ~ ~ ~ ~ , la expresión kzw and ordertiene un sentido muy preciso quc, por otra parte, pdedc. reniontarse basraiire más allá del liberdismo del que leshablo.* Y quiere decir esto: el Estado, el poder público, nunca iiitervendrá eii el orden . econün1ico .

de otra forina que como ley, y dentro de ésta, si ese poder sc liiiiiia en e&.cto a las intervencioiies legales, podrá aparecer algo, un orden económico, 94, a la vez el efecto y el principio de su propia regulación.

G e es el otro aspecto sobre el que quería insistir a propósitodel te+[, de Rougier queles citiliace un rato. Entonces, primero, rio existe elcapital i~ni~ con su lógica, sus contradicciones y sus callejones sin salida. Existe un capit$lisilio económico itisritucional, económico jurídico. Segundo, por eso es perfecrx\h,nt, posible inventar, iniaginar otro capitalismo diferciite del primero, diferellte del que hemos conocido y cuyo principio seaen esencia una reorganización del barco institucioiial en función del principio del Estado de derecho y que batta, consecueiicia, con la totalidad del intervcncioiiisino administrauvo o legal gue

los tStados se atrib'uyeron el direcho de ifnponer, tanto eii la economía pLOt&. cioiiisra del siglo xU< coriio en la economía planificada del siglo m.

El tercer aspecto es lo que forzosanieiite podríamos Ilaniar c r e c i ~ n i e n , ~ de la demanda judicial, porque, eii efecto,, la idea de'uri derecho cuya fbrnla

rrad. fr: La Logrqur dcL? liberr!, inrrod. y trad. de Philippc Nema. Parls. PUF, col. Librc tcbSnge,

1989, p. 229: '"la funcibn principal dcl orden cspontáiieo cxisrcnrc del derccho consiste el, regu- lar el orden csponrlnco de la vida cconómiu. Un sirrcma conrr<ltivo dc dcrcchó dcsar;olla~y garaiiiiia Ins reglas bajo Ins ciialcr actúa el sisrcma romptrifivo de producción y distribucidn. Ningiici sistcina dc mercado funcioiiar siri un marca jiiiidica que ascgiirc podeo

.i adc- cuadas a la propiedad y haga respeiar los canrra~as".

"V.he Mkhel Fouau l i , "Le citron cr Ic laii" (ociubrc dc 1978), en DE, vol. 3, niiii,, 246, p. 698: "Lnw nnd Ordrri no es simplenicriic la divisa del conservadurismo norrcarncric;

,"O, U un inonsrruo par hibridación .. l...] Asi corno se habla del agua o el accirc, hay que deci~

r la Icy o cl orden. Nos t o a extracr de erra in~om~aribilidad 1s Icccioiics para cl futuro".

Micliel Faucaulr agrega: porquc ya en cl siglo XX.. . V;~IC inroncb<so] En fin, brcv e.

gencral sea la de una regla del juego que el poder público impoiie a 10s juga- dores, pero que iio haga niás que imponer a los jugadores, quieiies, por su parte, tienen la liberrad de hacer su juego, implica, por supucsro, una revalo- rización de lo jurídico, pero también una revalorización de lo judicial. Digamos además que, en el siglo xvilr , como saben, uno de los problemas del libcra- lismo había sido el dc reforzar al niáxiriio uii marco jurídico bajo la forma de un sistema general de leyes que se irripiisieran a todos de igual manera. Pero al rnismo tiempo, esa idea de la priiiiacía de la ley que Iial~la sido iaii inipor- tante eii el peiisarniento del siglo X V I I ~ implicaba una reducción considerable de lo judicial o lo jurisl>rudeiicial, Iiabida cuenri de que, en principio, la iiis- titución judicial no podía hacer otra cosa que aplicar lisa y Ilaiianienre la ley. Ahora, al contrario, si bien es cierto que la ley iio debe ser otra cosa que la regla del juego para un juego en el que cada uno es duefio y sefioi; lo judicial, eii cuanto a 61 y por su parte, en vez de quedar reducido entonces a la niera fuiición de aplicación de la ley, va a adquirir una nueva importaiicia y una nueva autoiioiiiía. Coiicretaiiieiite, en esta sociedad liberal donde el verda- dero sujeto ecoiiómico no es el hombre del intercambio, no es el cAnsumidor ni el productor sitio la empresa, en ese régimen económico y social en que la ciiiprcs? no es utia siiiiple iiistitucióri sino uiia iiiaiiera de comportarse en el crihPO /CDB~~;CD -m )a f01m.3 d;); C D B ~ C I C B ~ ~ ~ s~br r la base de plan es,^

proyectos, con objetivos, tácticas, etc.-, pues bien, verán que, en esa sociedad de empresa, cuaiito inás deje la ley en iriaiios de los individuos la posibilidad de comportarse coino quieran cii la forma de la libre eiiiprcsa, cuanro niás se dc- sairolleii en la sociedad las formas múltiples y dinámicas que caracterizan la hiiidad "eiiipresa", más numerosas y grandes serdn al iiiisiiio tietiipo las super- ficies de fricción eiitrc esas diferetires unidades y niás se multiplicarán las opor- tunidades de confl/cto, de,ljtigio., Así conio la regulación económica se pro- duce de maneta espontánea, en virtud de las propiedades foriiiales de la coiiipereiicia, la regulación social, en cambia -la regiilaci6ii social de los con- flictos, de las irregtilaridades de condiicra, de los perjuicios provocados por unos a otros, etc.-, exigirá u11 interveiicioiiisino, un iiirerveiicioiiisnio judi- cial que deberá llevarse a la práctica coino arbitraje eii el iiiarco de las reglas del juego. Al multiplicar las empresas se multiplican las fricciones, los cfectos anibieiirales, y por consiguieiite, a medida que se libera a los sujetos econó- riiicos y se les deja hacer su juego, al tiiisiiio tieriipo iiiás se los libera y apirca

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del estatus de fiincionarios virtuales al que los ataba un plan, y mis se multi- plican, forzosaniente, los jueces. Menos funcionarios, o, mejor, desfunci0n~- rización de esa acción econóniica que los planes acarreaban consigo, mulripli- cación de la d i n h i c a de la empresas y a la vez necesidad de instancias judiciales o, eri rodo caso, de instancias de arbitraje cada vez inds numerosas.

El problenia de saber -pero ésta es entonces iina cucsrión organizacional- si esos arbitrajes deberá11 inscribirse efectivamente dentro de iiistituciones judi- ciales preexisteiites o si, al conrrario, scrd rnenesrer crear otras: uno de los pro- blemas fundaiiientales que se en esas sociedades liberales donde se inulriplican lo judicial, las instancias, las necesidades de arbitraje. Las snlu- ciones varían según los países. Tratar6 de liablarles de ello la vez quc'viene3" con respecto a Francia y los problemas que se plantean en la insritucióii jiidi- cial francesa actual, el Sindicato de 1% Magistratura?' etc. En roda caso, con referencia a la creacióri de una demanda judicial intensificada y mulriplicada, querría liniitarnie a citarles ese texto de Ropke qlie decía: 'Xhora conviene hacer de 10s rribuiiales, niucho más que en el pasado, los órganos de la economía, y confiar a su decisión misiones que hasta hoy se asignaban a las autoridades adinini~trativas".~~ En siima, cuanto inds formal es laley, más amplia es la inter- vencióti judicial. Y cuanto más se formalizan las intervenciones giibernamen- tales del poder público y más.retrocede la intervención adniinistrativa, la jus- ticia tieiide a convenirse, y debe convenirse, en un servicio público omnipresente.

" <'miicíiilr no vuelve a referirse a la ci~eirión~eii la clase sigiiicnie. "En mayo <Ir 1977, Micliel Faucnillr hahia parricipada cn las jornadas de reflexihi del

Sindioio de b Magisri.aruin y discurido la obra Libtrri. librriir, dirigida por Robcrr Badintrr, Paris, Galiimard, 1976; criticó enronceq "el mayor papel asignado por el Parrido Socialirra a los jitecer y al Podci Jiidicial corno media de regulnción social" (Daniel Dcfcrr. "Clironalogie", en DE, vol. l . p. 51). Tras su miierre, csre rexro se publicó en Iñ revirra del sindicato. Jl,rricc, 115, junio de 1984, pp. 36-39 (no figura en Dirr cr /?~r¡tr).

j8 Wilhelm Rijpke, Ln Crirr dc no*< tcntpi, rrsd. dc 1-1. Facri y Ch. Rcichard, Ne~chircl , Cd. dc Ln Iloconni~rc, 1945, scgiii>da parte. cap. 2, p: 253:,"J2qs rribtinales de un pais son l...] la última ciiidadcla de Ir auroridad dcl E s i d o y la roiifianza en el, y niienrrar esa ciudadela icsirra, un gobierno no rsnrá aún en vias de disolución. Seria dcrenblc, por lo rznio, hacer de los rribunoles, mucho más quecn el pasado. losórganos dc la poliriu económica oficial. yrome- rcr ñ su decisión misiones que hasra ahora rccoiifiaban a lar ai~toiidades adniinirrrarivu". R6pke vc eii la jurisdicción norrcaniericanñ de los monopolios, desde la Shcrinan Acrdcl 2 dc julio dc 1890, el ejcniplo que permire "imagiiior una polirica económica jiirirdiccional rcrnejanrcn (ibid.).

CLASE DEL 21 D E FEBRERO D E 1979 213

Terminaré, si les parece, con esta descripción del programa ordoliberal que los alemanes forniularon desde 1930 hasta la fundación y el desarrollo de la economía alemana conreinporánea. De todas maneras, querría pedirles treinta segundos, o,bueno, dos iniiiutos adicionales, para indicarles -¿cómo decir?- un modo de lectura posible de estos probleiiias. El ordoliberalismo. entonces, proyecta una econoinía de mercado competitiva, acoinpaiíada de un iiiter- vencionismo social que, en sí mismo, implica tina rcnovación institucional en torno de la revalorización de la unidad "empresa" como agente económico fun- dameiital..Creo que ahí no tenemos simpleniente la consecuencia lisa y llana y la proyección en una ideología, o en una teoría económica, o en una elcc-

c i ó n de las crisis actuales del capit:ilismo. Me parece que lo que vemos nacer es, por un período tal vez breve o tal vez iin poc?,más largo. algo así como iin nuevo arte de gobernar, o e n todo caso cierta reiiovación del arce liberal de gobernar. Creo que podemos aprehender la especificidad de este arte degobernar, los objetivos históricos y políticos que se asigna -y en esto querría detenerme algunos segundos y despues los liberaré-, si los compara- mos con S ~ l i u m ~ ~ e t e r . ~ ~ En el fondo, esos economistas, trátese de Schumpeter, de Ropke, de Euckcn, parren (ya iiisistí en ello, lo menciono unavez más) del problema weberiano de la racionalidad ; la irracionalidad de la sociedad capi- [alista. Schumpeter, como los ordoliberales, y estos como Weber, creen que Marx, o en rodo caso los marxistas, se equivocan al buscar el origen exclusivo y fundamental de esa raci6nalidadlirracionalidad de la sociedad capitalista en la lógica contradictoria del capital y su acumulación. Schumpercr y los ordo- liberales consideran que no Iiay coritradicción interna en la lógica del capital y sil acumulación, y que, por consiguiente, desde iiii plinto de vista econó- mico y sólo económico, el capitalismo es perfectamente viable.Tales son, a gran- des rasgos, las tesis comunes a Schumpeter y los ordoliberales.

Y aqui empiezan las diferencias. Pues para Schumperer, si bien es cierto que, [en el plano del] mero proceso econóinico, el capitalismo no es contradicto- rio en absoluro, y por ende, si bien en el capitalismo lo económico sieinpre es viable, en realidad, dice Schunipeter, liistórica y concretamente, el capira- lismo no puede disociarse de las tendencias monopólicas. Y esto no es por causa del proceso ecoiióniico, sino por razones que son las consecuencias sociales

"Vease rupm clasc del 14 dc febrero de 1977. nora 59.

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CLASE DEL 21 DE FEBRERO DE 1977 215

del proceso de coiiipetencia, es dccir, el heclio de que la organización niisma de la competencia y su dinámica exijan, y exijaii necesariamente, uiia orgaiii- zacióii cada vez más nioiiopólica. De modo que para Schumpeter el fenómeno monopolístico es un fcnómeiio social, consecuente coii respecto a la dinámica de la coiiipeteiicia, pero no iiilierente al proccso ecoiióiriico de csta iiiisnia. Hay una tendencia a la centralización, hay una tendencia a iiiia iricorporacióii de la econoniia a ceiirros de decisión cada vez más próxinios.a la administración,y,el ~ s r a d o . ~ " Ésta es entonces la condeiia Iiistórica del capitalisnio. Isero no con' deria en términbs de contradicción: condena eii tkrininos de fatalidad Iiistó- rica. Para Schumpeter, el capitalisino no puede evirar esa coiicencración,.es decir que no puede evitar que se produzca, deiirro de su niisiiio desarrollo, una sucrtc de pasaje al socialisnio, o sea -pues tal es la definición del socialisrno para Schumpeter-, "un sistema en el coa¡ unaautoridad central va a poder controlar los medios de producción y la producción misma".4i Ese tránsito al socia-

l lisino se inscribe por lo tanto en la necesidad Iiistórica del capitalismo, no por un ilogismo o una irracionalidad propia de su ecoriomía, sino a causa de la necesidad orgariizacionai y social acarreada por un niercado coinpetitivo. Se pasará entonces al socialismo desde luego con cierto costo político, duro de pagar para Schuinpeter pero, a su juicio, no absoliitamente inipagable, es decir, no del todo insoportable ni incorregible; vamos, por consiguiente, hacia una sociedad socialista cuya estructura política, por supuesto, deberá ser objeto de una gran vigilaiicia y elaboración para evitar determinado precio que, eii llneas generales, cs el t o t a l i t a r i s m ~ . ~ ~ Esc precio es evitable, aunque no sin esfuerzo.

'O Viaac Josepli Sdiumpeccr, Capitalirme, Sociulirme n DCmorratit, rrrñd. dc G . Fain, Paris, Payar, 175 1, segunda parrc: "Le capiralisnic peut-il survivrc? [trad. csp: Gpirolirmo, socixli~rno ydemomcin, Rarcduna, Folio, 17841. Vtaxiac sobre rodo pp. 190-174: "La dcsrrucrian du cadre insrirurionnel de la sociitt capiralirre". . . , .

" Ibid, p. 224: "Por socicdadsocialisra dcsignaremas iici sirieinñ instituciannl cli cl que uria aiitoridad central conrroln los incdios dc pradiiccióo y la producción misriia, o cri CI que. podemos agregar, los nriiorus ccanómicaa dc 1s sociedad incumben. cn principio, d secror público y no al sector privado".

" VCast i b id , uiarra parrc, pp. 310.399: '"Socialisme e< d&mociatif'. VCasc ;abre todo la conclusión, pp. 391 yss., sobrcclproblcma de ladcniocracia en uii rtgimcn rocialiria: "Niiiguria persotiaseiisarapucde contemplarsin aprensión las co~isecucncias de tina nnipliación del mtroda dctriociirica (es dccir, dc ln eslera'politici) a todos las asuriros económicos. Si cree que el

Digamos, a grandes rasgos, que para Scliumpeter la cosa iio será graciosa, pero sucederá. sucederá y, si se presta mucha atención, iio será acaso iaii mala conio cabe imaginar.

Para rcsponder a este análisis de Schumperer -atiálisis del capitalismo y a la vez previsión histórico política-, a esa cspccie de pesitriismo, o, en fin, lo que sc ha denominado pesimisino de Scliumpeter, los ordoliberales, de alguna mancra, lo.rerr>man y dicen:. en primer lugar, no debe creerse que ese costo político que en opinión de Schumpeter Iiabrá que pagar cuando esternos eii un régimen socialista -en resumidas cuencas, esa pérdida de libertad, si se quierc- ha de ser, como él supoiie, aceptable. ¿Y por qué no es aceptable? Porque, de hecho, no se plantean siiiipleinente los inconveoieiites asociados a uiia economía dc tipo plaiiificado. En rcalidad, uri:~ economía planificada iio piiede dejar de ser olíti tic amen te costosa, 6s decir, cobraiie el precio de la libertad. Y, por consiguierice, no hay iiiiigutia correcciónposible. Ningíin dispositivo posi- ble logrará soslayar lo que es la consecuencia política necesaria de la plaiiifi- cacióii, es decir, la pérdida de la libertad. ¿Y por que esa pérdida de la libertad es irievitable en uiia I>laniGcación? Muy sciicillo: porque l i planificacióii itiiplica una serie de errores econóinicos fuiidamentalcs que habrá que reparar kons- tantemciite; y la reparación del error o de la irracionalidad intrínseca a la pla- nificación sólo puede alcanzarse mediante la supresióii de las libertades Fun- daineritales. Ahora b i h , jcóiiio se podrá evitar ese error de la l~laiiificacióti?

i Justamente, liacierid$que esatendencia que Scliutnpeter identificó en el capitalismo -y sohre la que vio con claridad que no era la r.ei,deiicia del pro- ceso económico sino la d e sus consecirencias sociales-, csa tendencia a la orga- nización, la ce~tralización, la absorción del proceso económico dentro del Estado, sea corregida, precisamente, por una interveiicióii social. De ese niodo, la intervención social, la GerrllrchaflrpoliriR, el iiiterveiicionisino jurídico, la definición de un~nuevorrrarco.institucioiia1 de la econonila protegida por

sociaiismo deriiocriiico es un sinónimo exacto dr cra ampliación. esa persona concluiri coii

naturalidad que dicho sistcma csrA condriiado al fracaso. Dc rndas formas, ess conclurión nn sc impone dc mncra inevinhle. [...] la exrcnrión dc lazotia de geitión pública no implica uiia

cxrenrión corrcrpondicnrc de lamna dc gcsridn polirica. Puedc concebirse quc 11 prinicra se amplie hasta absorber todpslos asuntos cconóniicos de la nación, sin que la segunda supere las Frotiieras definidas pos las lirniracionea inhexntcs al merodo democrfi<ico3' (pp. 394 y 395).

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216 NACIMIENTO DE U\ BIOPOL~TICA

una lcgislacióii propiamente fornial como la del ~echtsrtaato el rule ofkzlu, per- mitirán anular, enjugar las tendencias centralimdoras que, eii efecto, son inma- rientes a la sociedad capiralista y no a la lógica del capital: h t o permitirá eiiton- ces mantener la lógica del capital en su pureza y, por consiguienre, hacer funcionar un mercado verdaderamenre coiiipetitivo que no corra el riesgo de caer eri esos fenónienos monopólicos, esos fenómenos de concentración, esos fenómenos de centralizición que han podido coiisrarnrse en la sociedad rnoderiia. Y as[, de golpe, podrán ajustarse una a otra una econoinía de tipo competi- rivo, ta¡ como la definieron o eri rodo caso la problematizaron los grandes teóricos de la economia de la comperencia, y una práctica iristituciond cuya importancia mostraron los grandes trabajos de los historiadores o los sociólo- gos de la economía, como Weber. Derecho, campo iris~itiicional definido por el carácter propiamente formal de las interveiiciones del poder público y des-

, , . . pliegiie de tina econ6min cuyo proceso se ajustari a la comperencia pura: a grandes rasgos, Csa es en opinión de los ordoliberales la oporrunidad actual del liberalismo.

Pues bien, creo que este analisis de los ordoliberales, este proyEcro poli- rico, esta apuesta histórica de los ordoliberalcs han sido muy importantes porque consrituyeron la base misma de In política alemana contemporánea. Y si bien es cierto que existe iin modelo aletniiii que; como saben, asusta mucho a iiiiestros conipatriotas, ese modelo no es el que se invoca a menudo, el del Estado todopoderoso, el Estado de policía. El modelo alemán, el inodelo que se difunde, no es el Esrado de policía, es el Esrado de derecho. Y si les expuse todos esros análisis, no fue por,el mero placer de hacer un poco de historia con- remporánea; fue para tratar de niostrarles que ese iiiodelo alemán pudo difun- dirse, por un lado, en la política econóinica francesa contemporánea y, por otro, también en unos cuantos problemas, reorias y utopías liberales como las ,

que vcnios desarrollarse en los Estados Unidos. Entonces, la vez que viene les hablaré, por una partc, de ciertos aspectos de la politica económica giscar- diana y, por otra, de las utopías liberales norteamericarias.*

' Michel Foiicaiilr agrega: Enroncer, no dar6 la clase cl rniércolcr quc vicne, sirnplcmenre por razones de cansancio y pan recobrar iin poco el alienro. Perd6ncnnie. Rcroiriart el curro deriiro de quince dias. El seminario, elliiries pr6xiino. pero el curro. deiirro de qiiincc diar.

Clase del 7 de marzo de 1.979

Obseruaciones genfrales: 1) El alcance metodológico d<I anlílirir de los micropoderer. 2) La inflación de lafobia a¡ Ertado. Sus lazos con kz critica ordoliberal- Dos tesis sobre el Estado totalitario y el decrecimiento de la gtrbernamentalidad de Ertado en el siglo .YX - Observaciones robre la difusión del modelo alemtín en Francia y los Estados Unidos - El modelo neoliberal alimán y elprqyecto jkncés de una '>conomía'rocial de mercado"- El contexto delparo. a una economía neoliberal en n rancia - ~Lz~olitica rocialfianccsa: el rjmt- plo de la Seguridad Social - La disociacidn enhe lo econdmico y io rocial segrin Gircard d'Ertaing - Eiprovecio de hn tmpuerto nega- iivony sus pbjetiuos socialer y j~olíticor. Pobreza "relatiua"ypobrem 'Nbsnl~rti". La renuncia a Iupolitica depleno empleo:

.ES ASEGURO que, pese a todo, en un coinieiizo tuve en verdad la intención de ~iablarles dc biopolítica, pero después, como las cosas son lo que son, resulta que terminé por hablarles extensamente-demasiado extensamente, tal vez- del iieoliberalismo, y además del neoliberalismo en su forma alemana. Es preciso, no obstante, que me explique u11 poco ante ustedes por, digamos, esa infle- xión en la orientación que quería dar a este curso. Si hablé tan detalladamente del neoliberalismo y, peor aún, del iieoliberalismo en su forma alemana, la razón no era, desde luego, que quisiera describir el bnckgro~rnd histórico o teórico de la democracia cristiana alemana. Si lo hice, no fue tanipoco para denunciar lo que hay be no socialista en el gobierno de Willy Brandt o Helmur Schmidr.'

' Vtarc rrrpra, clarc del 10 dc cncro de 1979, nora 17.

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l 218 NACIMIENTO DE LA BIOPOLíTICA CLASE DEL 7 DE MARZO DE 1979 219

Si me demoré un poco eii el detalle a propósito de esc problema del neoCbe- ralismo alemán, fue ante todo por razones de método, porquc quería, en conri- nuidad con lo que empecé a decirles el ano pasado, ver qué contenido con- creto podía darse al análisis de las relaciones de poder, habida cuenta, por supuesto, y lo repito una vez más, de que el poder no puede considerarse en ningún caso como un principio cn si, ni como un valor explicativo que fuii- ciorie de entrada. El término mismo de poder no hace otra cosa que designar un [ámbito]* dc relaciones que resta analizar por completo, y lo +e propuse Ilainar guberriamentalidad, es decir, la manera de conducir la conducta de los hombres, no es iiiis que la propuesta de una grilla de análisis para esas rela- ciones dc poder.

Se trataba, por lo tanto, de someter a prueba csa noción de giibernamerira- lidad y, cn segundo lugar, ver de que mancra la grilla de la gubcrnaiiientalidad, que puede suponerse que es válida a la Iiora de analizar el modo dc encauzar la conducta de los locos, los cnfermos, los delincuciites, los niíios, piiedc valer, asi- niismo, cuando la cuestión pasa por abordar fenómenos de una escala muy distinta, como, por ejemplo, una polltica econóniica, la administración de todo un cuerpo social, etc. Lo que quería hacer -y ésa fue la apuesta del málisis- era ver en qué medida se podía admitir que el análisis de los micropoderes o de los procedimientos de la gubernamciitalidad no está, por definición, limitado a un ánibito preciso que se defina por un sector de la escala, pero debe coiiside- rarse como un mcro punto de vista, un nietodo de desciframiento que puede ser válido para toda la escala, cualquiera sca su magnimd. En otras palabras, cl análisis de los iiiicropoderes no cs una cuestión de escala ni,& sector, es una cuestión de punto de vista. Bueno. Esa era, si se quiere, la razón de método.

Hay uiia segunda razón por la cual me detiive en los problemas del neoli- beralismo. Es una razón que calificaré de moralidad crítica. En efecto, a i con- siderar la recurrencia de los temas, podríamos decir que lo que sepone en :ues- ti611 en la actualidad, y a partir de horizontes e;tremadanieiite numerosos, cs casi siempre el Estado; el Estado y su crecimietiro indefinido, el Estado y su omnipresencia, el Estado j. su desarrollo burocrático, el Estado con lds gCr- menes dc Fascismo que conlleva, el Estado y su violencia intrínseca debajo de su paternalismo . Eii toda esta temática de la crítica del Estado,

' Michcl Foiicault: r&rmirio.

creo quc hay dos eleinentos que son importantes y que vol\~eiiios a encontrar de una mancra bastante constante.

Eri primer t&rmirio, la idea de que el Estado posee en sí mismo y en virtud de su propio dinamismo uiia especie de poder de expansión, uiia tendencia intrínseca a crecer, un imperialismo cndógcno que lo empuja sin cesar a ganar en superficie, en extensión, en profundidad, en detallc, a tal punto y tan bicn que llegaría a hacerse cargo per completo de lo que para él constituye a la vez su otro, su exterior, su blanco y su objeto, a saber, la sociedad civil. El primer elenieiito que, en efecto, recorre a mi juicio toda esta temática general dc la fobia al Estado es, entonces, ese poder intrínseco del Estado con respecto a su objeto y blanco, quc sería la sociedad civil.

En segundo término, me parcce que cl segundo cleniento que encoiitranios de mancra constante eii esos teinas generales de la fobia al Estado es la exis- tencia de un parentesco, una siierre de continuidad genérica, de implicación evolutiva entre diferentes formas estatales, el Estado adniinistrativo, el Estado benefactor, el Estado burocrático, el Estado fascista, el Estado totalitario, todos los cuales son -scgún los análisis, poco iniporta- las ramas sucesivas de un solo y el inisnio árbol qiie crece en su continuidad y su unidad y que es el gran árbol est:ital. Estas dos ideas veciiias entre sl y que se sostieiieri una a orra -a saber, [primero,] que el Estado tiéiie uiia fuerza de expalisióii indefinida con respecto al objetolblanco sociedad civil, y segundo, que las formas estatales se eiigetidrari unas a otras a partir de un dinamismo específico del Estado- coris- tituycn, a nii entender, uiia especie de Iiigar común critico que encontranios con mucha frecuencia cn la hora actual. Aliora bien, nic parccc quc estos tenlas porieri en circulación cierto valor critico, cierta moneda crítica que podria- iiios calificar de inflacionaria. ¿Por qué inflacionaria?

Ante todo, porque creo que esta teinática hace crecer, y con uiia velocidad que se acelera sin cesar, el carácter intercambiable de los análisis. Desde el rnonierito, en efecto, en que se puede admitir que entre las distintas foriiias estatales existe esa coritiriuidad o parentesco genérico, y puesto qiic se puede atribuir al Estado un.diiiaiiiisino evolutivo constante, resulta posible no sólo apoyar los análisis unos sobre otros, sino remitirlos unos a otros y liacerles per- der la especificidad que cada uno de ellos debería tener. En dcfiiiitiva, un análisis, por ejemplo, de la seguridad social y del aparato administrativo sobre el que esta se apoya nos va a reiiiitir, a partir de algiirios cleslizatnienros

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220 NACIMIENTO DE IA BIOPOL~TICA CLASE DEL 7 DE MARZO DE 1979 221

y gracias al juego con algiinas palabras, al análisis de los campos de concen- tración. Y de la seguridad social a los campos de concentración se diluye la espe- cificidad -necesaria. sin embargo- del aiiálisi~.~ Por lo tanto, inflación, eri cl sentido de que hay crecitniento de la intercalnbiabilidad de los análisis y per- dida de su especificidad.

Esta crítica me parece igualmente inflacionaria por una segunda razón. Y esa segunda razón es que permite practicar lo que podríamos Ilaniar una des- calificación general por lo peor, habida cuenta de que, sea cual fuere el objeto del análisis, sea cual fuere la tenuidad, la exigiiidad del objeto del análisis, sea cual fiiere el funcioiiamiento real del objeto del análisis, siempre se lo puede remitir, en nombre de un dinairiismo intrínsko del Estado y dilas formas últi- nias que ese dinamismo piiede asumir, a algo que va a ser lo peor; pues bien, se puedc descalificar lo menos por lo m$s,y lo niejor por lo peor. En líneas gene- rales, si se qiiierc, 110 es que yo tome el ejcinplo de lo iiiejor, desde luego, pero para situarnos un poco iiiiaginemos, que en u11 sisternacorno el nuestm, el des- venturado desrr~ictor del cscaparare dc un cine va a parar a los tribunales y recibc una condena un poco pesada; siempre encontraremos genre quc dirá que esa condena es el signo de una fascistización del Estado, como si, mucho antes de ciialquier Estado fascista, no hubiera habido condenas de ese tipo, y iiiticho peores.

Tercer factor, tercer mecanismo inflacionario que caracteriza a mi juicio ese tipo de aiiálisis: esros análisis permiten evitar pagar el precio de lo real y lo acrual, en la medida en que, en efecto. en nombre del dinainisnio del Estado, siempre se puede encontrar algo así como un parentesco o uii peligro, algo así como el gran fantasma del Estado paranoico y devorador. En ese sentido, poco importa en definitiva qué influjo se tiene sobre lo real o qué perfil de actualidad pre- senta éste. Basta con encontrar, a rravés de la sospecha y, como diría Fran~ois

Midicl Foucaulr ya se había cxprcsado sobre el rema en r6rininor barranrc cn In eiirrcvista realizada en i~nviembre de 1977 por Robcrr Leforra prop6riro del caro Croisranr (viare Miclicl Foiic~ulr, SJazrir¿, tcwiroirc. poprrkzrion. Corrrr "ti Colbp dt h n c c , 1977-1978, ed. dc Michcl Sciicllnrr, París, Gdlin?ard/Sciiil. col. Haurcs Erudes, 2004, "Siruarion des courr", p. 385 [rrad. esp.: Srguñdnd. ~&~o.pobhci6n. Ci<norndCoU&c&Fmnm(1977-1978). Bucnos Aires, Fonda de Culrura Econdniicx, 2006, pp. 422 y 423]), !ti la que oponla cl argumenio de la Fascirrimción del Esrrdo al analiris dc los problernar reales qiie plantean l a Sociedades dc

seguridad". Veare "Micliel Fo~:oiicaulr: la s6ciirite er l'&x", en DE, vol. 3. fiiim. 213, p. 387.

Ewald, de la "denuncia": algo parecido al perfil fantasmático del Estado para que ya no sea necesario analizar la actualidad. La elisión de la acmalidad [es], me parece, el rercer inecanismo inflacionario que ericontraiiios en esta crítica.

Por último, diré que esta crítica por el mecanismo del Estado, esta crítica del dinamismo del Estado, es iiiflacionaria en la medida en que no efectúa, a mi entender, su propia crítica r i i su propio análisis. Es decir que no se busca saber d e dónde viene realmente esa especie de sospecha anriestatal, esa fobia al Estado que circula hoy en tantas formas diversas de nuestro pensamiento. Ahora bien, me parece que ese tipo de anilisis -y es por eso que he insistido eii el iieolibe- ralismo de las décadas 1930-1950-, esa critica del Estado, esa,6írica del dina- mismo intrínseco y en apariencia irreprimible del Estado, esa critica de las for- mas estatales que encajan unas en otras, se llaman iinas a otras, se apoyan unas en otras y se engendran de manera recíproca; la encontramos ya foriiiulada de niaiiera concreta, perfecta y niuy clara eii los años 1930-1945, esta vez con una localización bien precisa. En esa época no tenía la fuerza de circulación que tiene en nuestros dias. Se la encontraba muy localizada dentro de las elec- ciones neoliberales que se formulabati en ese momento. Esta crítica del Estado poliniorfo, omnipresente, todopoderoso, la encoiirramos en esos años, cuando para el liberalismo o el iieoliberalismo. o, mis precisamente aún, para el ordo- liberalismo alemán, se trataba a la vez de deslindarse de la critica Iceynesiana, criticar las politicas, digamos, dirigistas e inte~ericionisras de tipo New Dealo Frente Popular, criticar la economía y la política nacioiialsocialistas, criticar las decisiones politicas y económicas de la Unión Soviética y, para terminar y de manera general, criticar el socialisiiio. Alli, en ese clima y, si tomamos las cosas en su foriiia más restringida o casi más niezquina, en esa escuela neoliberal ale- mana, hallamos este análisis de los parentescos ncccsarios y de algún modo inevitables de las diferentes formas estatales y la idea de que el Estado tiene en si mismo uiin dinámica propia por la que jamk puede deteñerse en su amplia- ción y en su cobertura de la totalidad de la sociedad civil.

Alusi6n a una convcrracidn en la que Frangoir Ewald, por enronccr ariricnrc dc Fouciulr cn cl Collkge dc Francc. opuso denuncia y aciisñcidn, la primera hecha en nombre mismo dc los principios que denuncia, y condenada por ello a rcr abrrracra, mientras que la segunda, cspccialmeiire apuntada a una persona, compromete mucho amas a qilicli la formula (iiiforma- cid" comunicdn por Frangois Ewald).

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222 NACIMIENTO DE LA BIOPOL~TICA CLASE DEL 7 DE MAIUO DE 1977 223

Qucrria siiiiplemente citarles dos textos que dan testimoiiio de la precoci-

dad de esas dos ideas que nos parecen tan coiiteniporiiieas, tan viva?, tan actua-

les. Citaré la reacción de Ropke en junio-juli;dc 1943, publicada en uiia revista

suiza4 donde criticaba el plan Heveridge que acababa d e difundirse en esos

momenros, y en la que dice esto: conio consecuencia de ese plan Iiabri

cada vez 1116s seguros sociales, cada vez iiiás burocrnciasocial, cada vez más coii- fusión en los ingresos, cada vez m& pcgatiiia de estaiiipillas y sellos, cada vez

más aporLes y conrribiicioiies. cada vcz iiiás coiiceiitración de poder, ingtcso nacional y responsabilidad en las rnanos del Esrado quc, dc todas niarieras, abarca todo, reglamenta toda, concentra y controla tado con el único resul- tado cierta de ejercer sobre la sociedad una acción aún más centralizada. des- tirictya de la clase media, iina acción dc proletarizacióii y estarimción.'

Y exactameiite en la iiiisrria época, en 1943, siempre como reacción a esos pla-

iies de la posguerra que los aiiglonorteamericanos, y sobre todo los ingleses, ela- boraban en esos momentos, Hayek escribia en Inglaterra lo siguiente: "h t amos

en peligro dc corrcr la inisrna suerte que Alciiiaiiia"." 110 lo decia a causa del ricsgo de una invasión alemana, que eii ese momento estaba conjurado, y de

manera definitiva. Correr la misma suerte que Alemania era para Hayek, en

' Willielni Rdpke, "Das Be~erid~cplan". en Schwrizrrirrl~cMonnr~h~cfirPolitik r<nd/(l<lti<r, junio-julio dc 1943.

' En realidad, el párrafo corresponde a Wilhelni Rüpke, Civ im Hf~mann. ou &J qr<criion, fonhmcnrn&~ dr L? rCformr iconomiquc rr rocialc. cnpiralirmc, collc~tivirmr, humnnirti~r ¿&zomi- qur, Era, ~ociltl, ¿ronomir, rrad. <Le 1' Barricr, Pails, Librairic de Médicia, 1946, p. 239 [rrad. csp.: Civita brzrnana: nrrniui lc~jr~zd?tnc~~&&~ en IA rtformn de L?rocird.dydr L2 C C U > I O I ) I ~ R . Madrid, Rcvisra dc Occideoic, 19491. En sus notas, Foucaiilr rcíiala la "critica más derallad.' desarro- llada cn el articulo citado; pcio no re rcmirc dimcranienie a ella. ICepke consagra Iu plgiiias 226-243 dc su libro a la critica dcl plan Bevcridgc y aclara, En una nota de la p. 245: "En arro

lugar meexrendi mássobreel rema [siguela ieFerrncia.4 aiticulo'Das Bcvcridgcplrii<]", y agrega: ''Pero con rcspccro a esrñ cucstión habrl que ~.cciirrir ante tado a la excclcnrc obra del socidlogo carólico (antníio alerndn y hoy daccnrc en los Esrados Unidos) G o t a Bricfi, The Proleinrint,

' Nucva York, 1937". 'Fricdrich van Hayck, ThcHoad to Stfdom, Chicago y Londres, Uriivcisiry of Chicago

Pressllloudedge. 1944 (trad. fr.: La Rotrrc de L? s~rrvirudr, trad. de G. Blurnberg, Parir. Libraitic de Médicis. 1146; ieed. París, IPur, col. Quñdrige, 1993, introducción, p. 10) [rrad. esp.: Camino krrruidz~mbir, Madrid, Alianza, 20001.

1943, ingrcsar a un sistcnia Beveridge, uii sistema de socialización, de econo-

mía dirigida, de planificación, de seguridad social. Por otra parte, agregaba a rnodo de rectificación: no estaiiios exactarriente cerca de la Alemania Iiitleriana, sino d e la Alemania de la otra guerra. Coiiio eii ésra, se prctcnde "[conservar]' con fines productivos la organización montada con vistas a la delensa riacio-

iiad"? Muclios se niegan a "reconocer que el asceiiso del fascismo y el iiazisnio

no Iia sido una reacción contralas tendencias socialistas del periodo anterior, siiio un resultado inevitable de esas niisiuas tendencias"? Por lo taiito, decia

Hayek coi1 refercricia al plan Beveridge, estamos cerca de Alemania -es ver-

dad, decia, de la Alemania guillermina o en todo caso d e la Alemania de la

guerra de 1914-, peto esa Alemania, con sus practicas dirigistas, sus técnicas

plaiiifiwdoras, sus decisiories socialistas, es en reaiidad la que engendró el nuismo

y, de aproximarnos a la Alemania de 1914-119118, nos aproximarerrios asi- misnio a la Aleniania nazi: Los peligeos de la iiivasión aleinaiia distaii dc liaberse

disipado en rorrna defiiiitiva. Los socialistas iiigleses, el laborisiiio, el plan

Bevcridgc: csos seráii los vetdadcros agentes d e la nazificación d e Iriglaterra por complemento, crecirnieiito clela estnrización. Como ven, entonces, todos

estos tenias son antiguos, están localizados, y los tomo segtín sii formiilacióii

d e 1945. Los encontrariamos en 1939, eri 1933 e iiicluso a ~ i t e s . ~ Pues bien, contra esta crítica in'fl<cionaria del Estado, coi>rra esta espccie

de laxismo, ine gustaría, si les parece, sugerirles algunas tesis que en líneas

generales atravesaron lo que ya Ics he dicho, pero querría recapitular u n poco.

En primer lugar, la tesis de que el Estado provideticia, el Estado de bienestar,

' Michel Foucñitlr: considerar. ' Friedricli vori Hayek, Ln Rourc de L? rcrvirude, op cit., p. 10: "Nucrrro pals no se asemeja

a la Aleinnnia dc Hirlcr, a la Alcrnaiiia dc Iñ guerra aciunl. Pcro quienes cstudiaii las corricntcs de ideas apcnar pucdcn dcjar dc comprobar quc hay algo iiiás que un* scrncjanza superficial entrc las rendcncias dc Alemania duranre 11 gucrra precedente y rrñs ella y las verricnrcs ideo- lógicas que imperan hoy en nuestro pais. En la Inglaterra de nuestros días, cunio ~ i o hace niiicl,o cn Alcmaiiia. rc ha resuclro conrcrvar coii Fincr pmducrivas la organizaciúii ino~itada coo Tilics dc dcfcnra nacional". , Ibid., p. i 1: "Son pocos los que csr6i1 dispuestos a reconocer qiie el ascenso del fascismo y el iia7,irnio no Iia sido una reacción coiiin las tendencias socialisras del periodo ajirerior, sino un resuliado inevitable de eras iiiismar teiideiiciar".

Véase supw clñrc dcl7 dc febrera dc 1979, p. 141, la exposición de los mismos nrguinentos por parrc dc Rüpkc cn 1943.

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224 NACIMIENTO DE 1A I B I O P O ~ . ~ ' I C A CLASE DEL 7 DE MARZO D E 1979 225

110 tieiie la misma forma, claro está, ni a mi entender la misina cepa, el niismo origen que el Estado totalirario, nazi, fascista o estalinista. También querría indicarles que ese Estado que podeinos calificar de toralirario, lejos de carac- terizarse por la intensificación y la extensión eiidbgena de los mecariisnios esra- tales, ese Ilaniado Estado toralitario no es en absoliiro la exaltación del Estado, sitio que consrituye, por el contrario, una limitación, una disminución, una subordinación de su autonomía, su especificidad y su funcionamiento carac- terístico. ¿Con respecto a que? Con respecto a algo distinto que es el partido. En otras palabras, la idea seria que el principio de los regímenes toralirarios no debe buscarse por el lado de un desarrollo intrínseco del Estado y sus mecanismos; para decirlo de otro modo, el Estado rotalitario no es'el Estado administrativo del siglo xviri, el Polizeirtaat del siglo xu< llevado al extremo, no es el Estado admiiiistrarivo. el Estado burocratizado del siglo xix llevado al limite. El Esrado toralitario es algo distinto. Esmenester buscar su principio no eii la guhernamentalidad estatizante o estatizada cuyo nacimiento presen- ciamos en los siglos xvii y XVIII, sino jusrameii~e por el lado de una guberria- mentalidad no esratal: en lo que podríanios Ilaniar una gubernameiitalidad de partido. El partido, esa organizncióil muy extraordinaria, muy curiosa, muy iiovedosa, la muy novedosa gibernamentalidad de partido aparecida en Europa a fines del siglo x i x , es probablemente -bueno, eso es en rodo caso lo que tal vez procuraré mosrrarles el año que viene, si sigo teniendo estas ideas en la cabeza-" lo que esto en el origen liisrórico de algo comolos regínieries tolali- tarios, como el nazismo, como el fascisino, coino el estalinismo.

Otra resis que me gustaría proponer es !a siguiente (en fin, es la recíproca de 10 que acabo de decirles): lo que hoy está en cuestión en nuestra realidad no es tanto el crecimieito del Estado y la razón de Estado sino más bien, y niiicbo iriás, sil disminución, que en nuestras sociedades del siglo xx venios surgir en dos formas: una es precisaniente la disminución de la gubernamen- talidad dc Estado por obra de la gubernamentalidad de partido, y, por otro lado, la orra fornia de disminución es la que podemos constatar en regímenes

. .

'%e hecho, rn 19x0 Michcl Foucault rc ciicñmiliard en tina dirección iiiuy disrinra, pues, en concxi6n con la rimlrica d~ Irs clases dr 1978, cansagravd su curso ("Du gouverciemenr des vivancs") d problema dcl eximen decnncicncin y la confesión cn el cristianismo pnmirivo. Vtarc el reriinieii del curso, en DE vol. 4. núm. 289, pp. 125-129.

.como el nuestro, eii los que se intenta buscar una gubernamentalidad liberal. Me apresuro a agregar que, al decir esto, procuro no emitir ningún juicio de valor. Al hablar de gubernameritalidad liberal no quiero, mediante la utiliza- ción misrna del rérmino "liberal", sacralizar o valorizar desde el comienzo ese . . tipo de guberiiaineiiralidad. Tampoco pretendo decir que no sea legitiino, si .se quiere, odiar al Estado. Me parece, sin embargo, que lo que no debemos hacer es imaginarnos que describimos un proceso real, actual y que nos con- cierne, cuando deriunciamos la estatización o la fascistización, el estableci- miento de una violencia estatal, etc. Todos los que participan en la gran fobia al'Esrado, sepan bienque estáti sig~iieiido la corriente y que, en efecto, por doquier se anuncia desde hace años y anos una disminución efectiva del Estado, de la esratizacióii y de la gubernamentalidad estati7iiite y estatizada. No digo de ninguna manera que uno se engañe sobre los méritos o dernéritos del Estado cuando dice "está muy mal" o "está muy bien". Mi problema no es ese. Digo que no debemos engañariios sobre la pertenencia ál Estado de un proceso de fascistización que le es exógeno" y que compete ni~iclio mis a su dismiou- ci6ii y su dislocación. Quiero decir asimismo que no hay que engañarse acerca de la naturale7a del proceso histórico que en nuestros días hace que el Estado sea a la vez tan intolerable y tan problemático. Y por eso, por esa razón, si se quiere, tenía la intencióti de estudiar con un poco de detenimiento la organi-

"Erra resis habla sido la adaptadziorlos mi1;raiiresde Izquierda Prolcraria. VCase La Pmpr modernrr, 310 bis: Nor~uraufi~cirmr. not<vrl&dlmorratic, 1972. Pero la observaci61i de Foi~mulr erra ligada, sobre rodo, a los dcbatcr en rorno de Alemania y el reriorisma que se habían enia- blado por cnraiices. La represión policisl contra la Fracción del Ejtrciro Rojo sc había iiirrnri- fic3do luego del asesinato del presidenre de la arociación pirmnd dcmana, Hwins-Mñrtio Schlcyer, conierido por micmbror del grupo en acrubre de 1977. Algiiiios dias inás tardr, Baader y varias de ~ i i s camaradas ranibicri detenidos fueron cnconrrados rnueiros en su celda de la prisihn dc Srñrnmhcim, cn.Srurcgarr. La tesis oficial de su suicidio fue objeto dc una vehenienre inipugna- ción. Foucauli. si bicn sostcnia a Kiaus Croissaiir, el abogado dc la Fracción dcl Ejercito Rojo que corría el riesgode ser exrradirado dc Fcancia (veare Michcl Foucaiilr, "Va-t-on cxtradcr Kiaur . . Croissant?. en DE vol. 3, núm. 210, pp. 361-365. donde reorila por primcra ver. sin duda, cl "derecho dc los gobernador l.. .]. m& preciso, ni& hirtóricamenrc dcrermiriado que los derechos Ihiimanas" [p. 3621), había roca con quienes, al colisiderar la Alemaniu dc Hclmur Schmidt cnnio uii Esrado fascisriwnre, avdrban la lucha terrorirra. Sobre la actirud de Foucaulr frcnrc ala"cucr-

'ridn alcmani'. vtarc Sooiri. t c ~ ~ i t o i r r ..., op. cit., "Siruñrioii des cours", pp. 386 y 387 [rrad. esp.: Srgu~id?d. rtm'torio ..., op. cit., p. 424 y 4251.

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226 NACIMIENTO DE LA D l 0 P 0 L h ' l C ~

zación dc lo que podríaiiios llartiar el niodelo alemán y su difusión, teniendo en cuenta, por supuesto, que dicho modelo alemán, tal conio trate de descri- birlo y del qiie ahora me gustaría mostrarles algunas de sus formas de difusión, n o es el niodelo taii frecuetiretneiite descalificado, desterrado, vilipendiado, voniirado del Estado bisniarckiaiio en proceso de convertirse en hitleriaiio. El i~iodelo alciiiáii que se difuiide, el iiiodelo alcmáii que está en cuestióii, el modelo alemán que forma parte de nuestra actualidad, quc la estructura y la en su rccorte real, es la posibilidad de una gubcriiamentalidad ncoliberal.

Esta difusión del modelo alemán podría seguirsc de dos maneras. Hoy tra- tar& de Iiacerlo en el caso de Francia, y acaso la vez que viene -si no cambio de opiiiióii, iiisisto- me ocupar& de los Estados Uiiidos. En Francia, lo que podríamos llamar difusióii dcl niodelo alcmáii se hizo eiiforiiia lqiita, iiisidiosa,, ' ,

rechinante y, creo, con tres características. En primer lugar, no hay que olvi- dar que esa difusión del niodelo neoliberal se produjo en Francia a partir de lo que podríamos denominar una gubernanieiitalidad fuerteriiente estatizada, dirigista, administrativa, con todos los problemas que eso implica. En segundo lugar, se procura introducir e implementar ese modelo neoliberal alemánen Francia en un contexto de crisis, crisis económica relativaiiiente limitada al principio y ahora aguda, que consti t~ye a lavez el inotivo, el prctexto y la razón de su iiitrodiiccióii e irnplementación y al mismo tiempo su freno. Tercero y úlrinio, resulta que -por las razones, adeniás, que acabo de mencionar, esa es la tercera característica- quienes constituyen Ips agentes de difusión y de eii práctica de ese modelo alemán son precisamente los administradores del Esrado y los que tieiieri que manejarlo eri ese contexto de crisis. Entonces, a causa de todo eso, en Francia la iiiipleriieiitaciórl del modelo alemán eritrafia una multitud de dificultades y algo %í como una especie de pesadez mezclada con hipocresía, de la que vkremos una serie de'cjemplos. . .

Eii los Estados Unidos, la difusióii del niodelo alemán adopta un kpecto'. muy distinto. Y antc todo, jse puede hablar verdadcraiiieiite de difusión del modelo alemán? Pues el liberalismo, la tradición liberal, la rcnovación perpe- tua de la liberal, fue despii&s de todo una constante en los Estados Uiiidos, y por ello lo que ahora se ve aparecer, o lo que se vio aparecer coino reacción al New Deal, n o es forzosamente la difusión del niodelo alemán. También p e d e considerárselo i i i i Fenómeno absoluraiiieiite endógeno de los Estados Unidos. Habría que hacer toda uiia serie de estudios niás ~recisos sobre

CLASE DEL 7 D E MARZO D E 1979 227

el papel que curiiplieron los eniigrados alemanes eii los Estados Unidos, el qiie cuiiiplió alguicn conio Hayek, por ejemplo. En fin, como sea. Entre el iiiodelo neoliberal aleiiián, formado eseticialiiiciitc alrededor de la gente de Friburgo, y el iieoliberalistno norteamericano, hay un montóii de relaciones históricas si11 duda bastaiitc difíciles de desentrafiar. ,

La scguiida característica dc la difusióii dcl modelo alemán en los Estados Unidos es que, aunque también se da en iin contexto de crisis, sc trata de una crisis muy diferente de la coiiocida en Francia, porqiie si bien es una crisis cconómica, claro, tiene una forma muy disiiiiia y, siii duda, es iiiuclio nienos aguda qiie la íraiicesa. En canibio, se despliega dentro de una crisis política eii la que el problenia de la iiiflueiicia, la acción, la intcrvenciún del gobierno fede- ral, su credibilidad política, etc., ya se había planteado desde el New Deal y con mayor i&ón desde ~ohnson , Nixoni2 y Csrier."

Para termiiiar, la tercera característica de esa difusión dcl neoliberalismo eii los Estados Uiiidos es que la gubernamentalidad neoliberal, en vez de ser, dc alguna manera, propiedad casi exclusiva de las autoridades oficiales y sus asesores, como sucede en Francia, se presenta al nienos en parte como iiiia suerte de gran alterriariva ecoiiótiiico política que toma la forma, en un inoiiiento detcrminado por lo menos, dc un movimiento de oposiciúri política, si no de masas, no obstante expindido con g ~ i i ampliiiid dentro de la sociedad nor- teamericana. Todo eso hace que sea iiiiposible abordar a la vez la difusión del iiiodelo aletiiáti eii Francia y el iiiovimiento neolibcral estadounideiise. Los dos fenómenos no coinciden, n o se siiperponen, aun cuaiido, dcsdc luego, de uno a otro hay todo un sistem?.de ititercambios y apoyos.

Hoy, entonces, qiierria hablarles un poco de lo que podrlainos llamar el neolibcralisiiio en Francia y la existciicia del modclo :ilernáti. A decir vcrdad, durante'mucho ticmpo me seiití un poco incómodo porqiie creo, sinceramen- te, que no -posible leer -pues Ihay que leerlos- los discursos, los escritos, los textos de Giscard, de Barrei4 [o] de sus asesores, siii reconocer dc manera evi-

'' Ridiard Nixon (1913-1994): prcsidcnrc de los F~rador Unidos cntrc 1968 y 1974. " Jamcs Earl (Ilaiiiada finimy) Caircr (iiacido en 1924): presidente de los Esrados Unidas

cncrc 1976 y 1980. " Raymoiid Barrc (iiacido eii 1924): profesar de ciincisr ecoiiúiiiicls, cx director de galii-

ncrc del iiiiiiirrra de liidustiia Jeali-Mnrccl Jcaiioeriny y luego comirioiiado europco en Biusclas

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CLASE DEI. 7 DE MARZO DE 1979 229

deiite, pero simplemente intuiriva, que hay un parentesco que salta a la visra entre lo que ellos dicen y el modclo alemán, el ordoliber:ilisiiio alemán, las ideas de Ropke, Müller-Arrnack, etc. Ahora bien, es muy difícil encontrar sim- pleiiiente el acta de reconociriiiento. la declaración que permita decir: ah, aquí esti, esto es lo que hacen y saben que lo hacen. Era muy diflcil en este último tiempo y casi en estas últimas semanas. Bien, a fines de [13]78, creo que en diciembre de [19]78, apareció un libro de Cliristiati Sroffaes que se llama La GrnndtMrnace indrlrtrieller5 Coino elautor es uno de los asesores m& escucliados del actual gobierno, asesor ecoiiómico especializado en cuestioiies

. . de julio dc 1767 a diciembre de 1972; fue primer rninirrro dc agosto dr 1976 a maydde 1981 y pa'alelanienrerc deseinpcñó como minirrro de Econoniia y Finaw~x agosto dc 1976 a abril dc 1978 El 22 dcsepticmhrc de 1976 propuso i ~ r i plan dc medidas de ausreridad, llamada dcrdc erironces "plan Barre", para comharir la "csratiháción" (bajo crcciniiento y alta inflación) desen- cadcnada con la crisis de 1974. Sobre los priitcipior que i n sp i~ ran erra polirica de liicha conira

la inflación, vbaseRaymond Barre, UncpolitiqrrepourlAucnii, Paris, Plon, 1981, pp. 24-27. VCase asimismo, en csevoluinen (pp. 98-1 14), la npraducció~i de una ciiircviira coi) lean Doisrannar, pt~hlicada cli L'Erpdnrioti dc septicmhre de 1978: "Dialogue sur le libtralisme", en In cual. tras

recusar cl dingnórrico de una crisis del libcralismo. asi como la oposición enrrc erre y el inrer- veiicionismo, asu jiiiciosupriada, Barre dcclnrn: "Si cnricndc por libcralisino econóinico la dnc- rriiia del lai~rtzfoirr-lairr<zpniitr, cnronccr sin lugar a dudas rio soy liberal. Si enciende por

libcnlirmo económico la gcrrión dcrcentralhada de una econonila moderna, que combina a la vez la libertad, en un niarco de responrnbilidrd, de los ceiirror de dcciiidri privados y la i~irer- vecici6n reguladora del &~ado.'cnionces ~puedc coiisidcraiine liberal" (pp. 105 y 106).Tras enun- ciar a conrinuacibii los principios que a ru encender dehcn inspirar la adminirrración de iina

cconomia moderna -libre elección de los agcnrei econ6<iiicar y responsabilidades del Estado en niaieria de regulación global de la acriviilad ccntidmica, dc mmtenimienro de la comperin- cia. de corrección de los cfecror del mercado cn el plano del cmplco. de distribución mas cqui- rariva dc los ingresos-, Bnrri concluye: "$e cs nii lihcraiirmo. No difierc miicho de lo que piensan y Iiaccn los gobiernos sacialdemócraras" (p. 107). ~ u c g o se refiere ei> forma crplicira a la "econaniia social dc inercado", cuyos rerulradar defieiidc frcnre a lar criticar de la Ercucla de Chicago: "el libcralirnio cxaccrbado de la Fscucla de Chicago no inspirar una polirica cfica? (p. 108).

" Chrisrian Sroffaes, La Grandr Mcnaer indrrrrririlr, París, Cdmann-Uvy, cal. Perpecrivcr de I'tcanoiniquc, 1978; cd. aiim.. París, Le Livrc de podie, col. I'lurid, 1979 (cjro dc la 2" cd.). Erre libro, qiie tuvo uiia gran repercusión, sc inrcrihe como prolorigaci6n de Iñ obra de Lionel Sioltru, LImpCmt~indurnicl París, Sruil. 1969: "Sólo un nrrtvo imprmriuo indurtrid rCplica del imperarivo de indusrrializnci6n lanzada hace d i a años, pcrinirirá hacer frcnrc a esta gran ainena7a [del Tercer Mundo en desarrollo y dc los paiscr siipcrindu~rri;ilizador]" (p. 48).

industria le^,'^ pensi que ahí tal vez iba a hacerme mi agosto, pero me decep- cione enseguida porque en la contrarapa del libro, [en] la presciiracióti, se lee lo siguiente: el autor, "tras rechazar la tentación de una transposición apresu- rada de los modelos deniáii y japonés, sienta las bases de uiia política indus- trial o;igind"." Entonces me dije: tampoco esta vez voy a encontrar lo que quiero. Pero lo diverrido, y bastante significativo de las razones obvias pnr las cuales esascosas no pueden decirse, lo curioso, es que si eso está en la contra- tapa del libro, en cambio, en el capitulo de conclusión que resume el con- junto del análisis, el último párrafo, creo, o el anteúltimo, empieza as[, para sintetizar por lo tanto todo lo que se ha propuesto en el 1ib~o:-"En definitiva, se trata en parte del modelo de la economía socMIde mercado" -por fin se Iian pronunciado las palabras-, con la mera salvedad, añade el autor, de "un poco más de audacia revolucionaria que del otro lado del Kin".18 Se trata, dice en efecto StofFies, de coristituir a la vez una economia de niercado eficaz, abierta al mundo, y iin proyecto social avanzado.'9

No se trata de que haga para ustedes el análisis total, globd de la politica de GiscardZ0 o de Giscard y Barre. Por un lado, porque no soy capaz de hacerlo,

'"atido eii 1947, egrerado de la Escucla Polirtcnica e iiigeniero salido de la Fscuela de Minas. dioloniado cn Mamard. Chrirrian Sroffier era eii ese momcnra ~rofesor de ecoliumia indiisrrirl en el Iiisriruro de Esrudios Poliricos dc París y, desde 1978, direcror del Centro de Errudios y Previsi6n creado por AndrC Girnild, minirrro dc Indurrria.

" Chrirtian Sroffaes, La GrandcMcnacr.. .. op. cir, contraporrada: "Tras iccharar la rciira- ción de transponer apreaiiradamenre los modelos alemán y japoncs, el auror sienta las bases de una polirica industrial original quc pcrmira ñccprar cl rero al que se cnfrcnra nucsrro pais. La apuesta: el futuro dc la ccanomia francesa".

'' Ibid.. pp. 742 y 743; lar basrardillas san del aiiror.

'' Ibid., p. 743 (inmcdiaramei>re dcrputr dc la cirn anterior): "Si sc prcrende que las leyes del mercado vuelvan a dar vigor a la csferi ccon6mica. es preciso que, paralclamcnrc, la imagi- naci6n tome una vez mi5 el poder en la esfen colectiva. Al conrrario de lo que se crcuchn decir con démasiada frecuencia. no hay incomparibilidad enrrc una ccanoiiiís de mcrudo eficaz abicrra al mundo y un proyecto social avanzada que se mueva can mucha mayor rapidez pan reducir las derigualdndcr de fortunas, d i ingresar y de ~ ~ o r t u n i d a d c r y, sobre todo, para rcdirrrihuir los podrres cn la empresa y I i vida públiu".

" V d ¿ v Giscard d'Esraing: minirrio de Economis y Finanzas dc 1962 a 1966, duranrc la prcridenci? del geiimd Dc Gaullc, y de 1969 a 1974, duranre la dc Gcorgcr Pompidou; prcri- denrc dc la Rcpúblicx desde mayo de 1974.

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CLASE DEL 7 DE MARZO DE 1979 233

decisiones de inversión que no se liabíaii racionalisado y programado lo sufi- cieritc. Con esa precrisis de fondo, en [19]73 se desencadena lo que se ha dado en llamar crisis del petróleo, que era de Iiecho el encarecimiento del pre- cio de la energía, un eiicarecimieiito que no estaba del todo motivado por la coiistitiicióii de uii cáitel de vendedores en condiciones de imponer un precio demasiado elevado; por el contrario, era simpletnente la disminución de la influencia ecoiióniica y política del cártel de conipradores y la constitución de u11 precio de mercad0 para el petróleo y, de manera general, la energía; o eti todo caso, una tendencia del Precio de esta última a cqincidir con los pre- cios de mercado. Entonces, eii ese coiitextó (perdónenmeel carácter absolu- taniente esquemático dc todo esro) se ve con niucha claridad que el liberalismo ecociómico puede aparecer, y en efecto apareció, como la única vía de solu- ción posible a esa precrisis y su acel<r?ciÓn a causa del encarecimiento del precio de la energía. El liberalismo, esto es, la integracióii total y sin restriccio- nes de la economia francesa a una economia de 'mercado interna, europea y riiuiidial: esa alternativa se presentaba en lugar como la única manera de poder rectificar decisiones de inversión erróne>s que se habían tomado durante el período precedeiite, motivarlas por una krie de objetivos dirigis- tas, recnicas dirigistas, etc.; por lo ranto, el únicomedio de corregir errores de inversión teniendo en cuenta ese nuevo daro queiera la carestía de la energía y que, en realidad, no era sino la constir~icióii de un precio de mercado para ella. La inserción general de la economía francesa en el mercado para rectifi- car los errores de inversión, por una y para adecuarla al nuevo precio de la energía era entonces la solución que parecía caer por su propio peso. .

Ustedes me dirán quc, despues de todo, no hay allí más que un episodio de esas oscilaciones regulares y a veces rápidas que Francia supo padecer desde 1s guerra, digamos desde 1920, entre una politica más bien intervericionista. más bien dirigista, proteccionista, interesada en los equilibrios globales, pre- ocupada por el pleno empleo, y una política libcral más abierta al mundo exterior, más preocupada por los intercambios, la moneda. Las oscilaciones, si se quiere, que marcaron el gobierno Pinay en [ 1 9 ] 5 1 - 1 9 5 2 ~ ~ y la reforma

l3 Antoine Pinay (1891-1794) ejerció la presidencia del Coiircjo, junto con 1s cartera dc Firinrizss, de mino a diciembre de 1952. Se cansagrócon kxiro, duranre rre breve a esta- bilizar el franco, e hizo frerirc al malcsrar social mcdiinrc diversas rncdids de crrabili?~ción.

Rueff de [ 1 9 1 5 8 , ~ ~ rambien representan en este caso inflcxioiies hacia el liberalismo. Ahora bien, yo creo que lo que está en cuestión hoy, y aquello a

lo que la crisis económica, ral como procuré definir muy brevemente sus aspectos, ha servido de pretexto, no se limita a ser una dc esas oscilaciones en 110s de un poco más de liberalismo contra un poco menos de dirigismo. D e hecho, la cuestión pasa hoy, me parece, por la apuesta entera de tina política que sea globalmente neoliberal, y como no tengo en absoluto la iiiteii- ción, insisto, de describitla en todos siis aspectos, sólo querría tornar uno de ellos que no corresponde a la economía propiamente dicha o a la inserción directa e inmediata de la economía francesa en una economia de mercado mundial; querría tomar [esa politica]' en otro aspecto, el de la politica social. En el gobierno actual, en la gubernamentalidad actual que lia estado vir- tualmente iniplicada por la llegada al poder de Giscard y su política, ¿qué es, que podría ser la ~ o l í t i c a social, y hacia dbnde se orienta? D e esto,..etiton- ces, querrla hablar ahora.

Para decir dos palabras acerca de la Iiistoria, otra vez de manera esquemá- . .

tica, señalemos que la ~o l í t i ca social definida'd día siguiente de la Liberación, t.

programada incluso durante la guerra, estuvo dominada en Francia e Inglaterra por dos problemas y un modelo. Los dos problemas eran, primero, el man- tenimiento del pleno enipleo como objetivo ecoiiórnico y social ~riori tario, pues se atribuía a su inexistencia la crisis económica de 1929. Se le atribuían, asimismo, todas Iascorisecuencias políticas que 1; situación había podido tener en Alemania y en Europa en general. Entonces, mantener el len no empleo por razones ecoiiómicas y sociales, y por ende políticai. En segundo lugar, evitar

" El 10 de junio de 1958, Jacqiies Rueff dirigid a Anroinc Pinay, designado rniiiisrro de Finanias y Asunros Económicar por el general De Gaullc, una nora rirulada "~lfmentr pour un prograinmc de rf<iovarian tcoliorniquc cr finaiicBrc", cn la cual propiciaba la "resiauración dc iina nioneda francesa", ~ ~ g í , " SU docrrina del orden fiiiñiiciero, con visrñs a combatir la iriflación. A pesar dc lar reservas de Pinay. era norn ~irvió de base a la creacióti de un comirf dc expertos que sesiond dc scpriernbrc a dicienlbredc 1958, por Rueff, y prcscnró un proyecto de plan de gran ausreridad, rosrenido por DC Gaiille, que fue adoptado a Gncs de diciembre por el Consejo de Ministros. El plan conrcnia rrer decisioncr fundamentales: "unn devaluación eiitrgica, un auincnro dc IS cargas fiscalcs y 1, liberñlilaci6n de las iiircrcambios exteriores" Ucan Lacouturc, Dr Gaullr, c. 11, Parls, Seuii, 1985. p. 6721. ' Michcl Foucault: romarla.

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234 NACIMIENTO DE LA BlOPOLfTICA CLASE DEL 7 DE MAI'JO DE 1979 235

los cfcctos de la devaluacióii, que una política de creciiiiiento Iiacía neceia- ria. Para mantener el pleno empleo y atenuar los efectos de la devaluación, que Iiacia iiiútil el ahorro, la capitalización individual, se Iiabía considcrado la necesidad de llevar adelante una política de cobertura social de los riesgos. Las técnicas para alcanzar esos dos objetivos erari el modelo de la guerra, es decir, el riiodelo de la solidaridad social, que coiisistía en no preguntar a la gente la razón por la que le había sucedido lo que le había sucedido i i i a quC categoría ecoiiómica pertenecía. En nombre de la solidaridad naciorial, la colectividad entera debía hacerse cargo de todas formas de lo que sucedía a un individuo en materia de déficit, accidente o cualquier otro riesgo. Esos dos objetivos y ese modelo explican que las políticas sociales inglesa y fraiiccsa hayan sido políticas de coiisumo colectivo, aseguradas por una redistribu- ción permanente de los ingresos; redistribución permanente y consumo colec- tivo clebíaii recaer sobre el conjunto de la población, pero cori algunos secto- res privilegiados; y eii Fraiicia, la familia, por razones políticas de natalidad, fue considerada como uno de los scctores que era necesario piivilegiar de manera especial, pero cn términos general& se estimaba que correspoñdía a la colectividad eii su corijunto cubrir los avarares de los iiidividuoi. Desde luego, la cuestión que sc plantea a partir del iiiomento en que se fijan tales objetivos y se elige tal modclo de funcionainiento es saber [si] una política como esa, que se presenta como política social, no va a ser al rnismo.tiempo una política económica. En otras palabras, (no va a traer.aparejada, en fornia voluntaria o involuntaria, toda una serie de efectos económicos que amena- zan con provocar coiisecuencias imprevistas, efectos perversos, como suele decirse, sobre la ecoriomía iiiistna y que vari a desorganizar eritorices el sis- tema económico y el propio sistcma social?

Esta prcgunta recibió varias respuestas. Sí, respondieron unos. Una polí- tica coino ésta va a generar, claro, eFectos económicos, pero es precisamente lo que se busca. Es decir que el efecto de distribución de los ingresos y de igua- lacióii de las entradas y los consumos, por ejeniplo, es justamente lo que se procura obtener, y la política social s61o tieiie una verdadera significación si iiitroduce, en el interior mismo del regimen económico, una serie de rectifi- caciones, una serie de riivelacioiies quc la política liberal y los mecanismos económicos no serían capaces de asegurar por sí mismos. Otros responden: para nada, la política que vimos establecerse o que se estableció a partir de

1 9 4 5 ~ ~ no tiene, de hecho, iiiiigún efecto directo sobre la economía, o sólo tiene un efccto tan ajustado, tan conforme a los propios niecatiisiiios de la cconomía, que es incapaz de perturbarlos. Y es iiiuy iritercsaiite ver que cl hombre que esruvo no en el origen de la Seguridad Social cn Francia, pero si en el de su orgariizacióii, o sea, L a r ~ ~ i i e , ~ ' quien concibió su mecanismo en uii'texto d e 1947 o 1948,"' ya no iiic acucrdo, da precisamente esa explica- ción, esa justificacióii de la Seguridad Social. En el iiiomerito iiiisiiio de ins- taurarla, Laroque decía: no se preocupen, la seguridad Social no está hecha para tener cfcctos económicos ni puede tenerlos, salvo que sean benéfico^?^

"'creada por el gobiertio provisorio de la República Frantcsa (ordenai~ ,~ del 4 de ucrilbre dc 1945). dc coiiforniidad coii cl cnliii,roiiiiso del Conrcio Nacional de la Iksisrencia lcl Cliiii. - ,

del que era ri>ieinbioAlexaiidre Parodi, niitiisrro deTiabajo en 1945). la Seguridad Social tei~io la miribii de "libcrai a los trabajador? de Iñ iiicerridiii~ibre con rcspecra al niahanz", grncra- dora dc un:Ienrimicnro de iiiferioridadn y "base real y proriirida de In disrinción de clases". La

'ordenanza Fuc seguida por una serie de leyes hasta niayo dc 1746. Sobrc In géliesin del plan francés dc Seguridad Social,'véaiisr Hcnry C. Gnlant, HNfoircpo[iriqt<c de la Sdcsrir¿rorialr: 1945-1952, pprcfacio dc Pierrc h;oque, I'aris, Hacherte, 1774 (reproducción dc la cdicibii: Paris. Armand Coliii, col. Cahiers de la Fondarioii nationalc des scic~ices politiqiies, 1955, i iú~ii. 76); y N. Kcrrchen, "1:influcnce du rapiiorr BevEridgesur le plaii fraiipis dcséciiriiérociale dc 1745", en R e u i < r f i n p i r r de rcirncepoiiriqrre, 45 (4), agorro de 1795. Sobrc el prograiiia social del CNR, véarc juprn, clase dcl 31 de enero de 1979, nora 15.

l6 Picrre liriiqiic (1707-1 997): juiir>, especialistr cn deredio laboral. Conrcjeru de ktn<lo, director gciierrl dc los scguros rociales en cl Minisrcrio dcTrabajo. cn repricmbrc de 1944 i'aiudi le encniirendó la elaboracióii del plan dc Seguridad Sodal. Laroqm prcsidib CI miniré de Iiis- roria de la Seguridad Social dc 1973 a 1787. Véase Rrvucfrnnpi~r drr &ir6 ~ociniex, número tspccial: Q,raranrrnnidcS~cz~ririior~dlr. julio-aeprierribre de 1985. Enrre 1964 y 1980 fue pre- sidente d r la sección social delconstjo de Estado. '' Picrrc I.aroquc, "La SCcurirC sociale dan5 I'Cconomic franqaisc" (caiilereiicin pronilti-

ciadn en el club Echos elsábndo 6 de iiovieiiihrc de 1948), Parir, Fédérarion iiarionalc dcs org~iiist~ies dc sCcuriré socialc, s. f., pp. 3-22.

/bid, pp. 15 y 16: "Se habla coi, liecuciicia dc lar caigas, pero rara "o,. dcl aporre dc la Seguridad Social a la econornia. Sin crnbrrgo, e c aporte no cs desdchablc. Todo industrial considera normal y ncccsario descontar de rus ingresos lar sumas indispensables prra el maiire-

iiimienro de rus equipos. Ahora bicn, la Seguridad Social rcprmeiira, en una ~iicdida iniuy ñrriplia. el ni;iriie~iimiei>io del capital humano del pals. [. . .] nucsiia eco~ioniia ticcesiia brazos y los iipce-

sitará cada vez iriis. [L..] ka ES "ni de las careas esenciales quc drbc propatierse la Seguridad Social: rumiiiirtrar hombres a la economía francesa. Asi, la Seguridad Social es uri hcmr ereii-

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Y la definía asi: iio es otra cosa qiie una récnica a rravCs de la cual cada uno está "en conaiciories de procurarse en cualquier circiinstancia sil subsisten- cia y la de las personas a su cargo"." ¿Qué quiere decir procurarse sil subsis- teiicia y la subsistencia de las personas a su cargo? Sencillameiite, que ha de establecerse iin mecanismo tal que las cargas sociales sólo se descontarin del salario; en otras p labras , qiie se agregará al salario realiiiente pagado en moneda contante y sonante un salario virtual; a decir verdad, iio se trata de un añadido, sino que en los hechos cada uiio tendrá un salario total, del cual una parte se considerará coino salario propiaiiiente dicho y otra como pres- raciones sociales. Para decirlo de otro rnodo, es el salario iiiismo, la niase sala- rial, la qiie paga las cargas sociales, y ninguna otra cosa. Es una solidaridad que no se impone a los no asalariados en beneficio de los asalariados, sitio "iiiia solidaridad impuesta a la masa de Jos asalariados" en sii prnpio prove- cho, 'para provecho -dice Laroque- de sus hijos y sus rnayo~es".'~ D e modo que iio puede decirse de ninguna manera que esa Seguridad Social va a gra- var la econoinía, la va a estorbar, provocará el aunienro de los precios de cosro de' la ecoiioniía. En realidad, como la Seguridad Social es s61o uiin niariera determinada depagnr algo que iio es otra cosa qiie uii salario, no grava la eco- nomía. Mejoiaún, permite en el fondo no aumentar los salarios y, por con- sigtiienre, tiene más bien el efecro de aligerar las cargas de la economía al apa- ciguar los conflictos sociales y posibilitar que las reiviirdicaciories salariales se:ln inenos agudas y estén nienos presentes. Eso es lo que decía Laroque en

cial de la conrc&acián y el desarrollo dc la mano de obm: en a r e arpicro. ricne una irnporiancia innegable para la econoiriia del

'"ierre Laroque, "La SCcilrir4 socialc...", "p. c i t . p. 6: "La Seguridad Social sc nos pre- senta, eiironces, canio la gnmnrin dad# n cndn uno dc Tiir rn rodm hf cim<nrtnncinr rrrú cnpde

d<pronzrnr. rn rondiciont~dipar, ruiub<i~rc>iriny h d c Impirronmnnr cargo". Lzroquc ya había foimiilado esre principio en 1946 ("Le plan franpir de s6curicC rociale". en Rrvrrefrnnpirr d. nnvaii, 1, 1946, p. 9), y lo repiri6 en los niirmos t&rniii,ar cii 1948 ("De I'~rrurñncc sociale h la reciirirC socialc: I'erp6riencc fian7aise", cn Rrvrrc Uzrrrnnriondcdir nnzioil56 161, 1948, p. 621). Vease Nicolc Kerschcn, "L'infliience du rapporr Beveridge. . " , op. cit. p. 577.

M I1iem Luoque, "La ~ k u r i r i rnciale ...", op "t., p. 17: "cl aunienro de lar cargas sociales ha sido deducido eii su roralidad dc los ralaiior y [.. 1 por sí misrno iio gavó de ningiin modo las precios dc costo de Ir economia. En rollidad, la Segundad Social se liinira 3 rrdirrribuir urin fac- ciónde binasa dcingiesor dclor asnlarizdoe I...] F~tamos cnpreseliciade ui>asolidaridadlmpuc';ra a la masa de los asrlariados para pmvcdio dc sur Ihijor y rus mayahi".

CIASE DEL 7 D E MARZO DE 1979 2 3 i

1947, 1948, para explicar el mecanismo de la Seguridad Social qiie él mismo había perfeccionado.31

Treinta años después, o sea, eii 1976, apareció en la Revuefranraire clei nffairersocinler un informc que es muy interesante porque h e escrito por alum- nos de la ENA [&ole iiationale d'administration] rn concepto de estudio y balance

1. de tres décadas de Seguridad Social?' y esos alumnos hacenla siguienre cons- tatación. En primer lugar, dicen, la Seguridad Social tiene incidencias econó- micas coiisiderables, ligadas, por lo demás, a la inanera misma de definir la base de los aportes. La incidencia. en efecto, afecta el costo del trabajo. A causa de la Seguridad Social el trabajo resulta más costoso. 4 ser el trabajo más cos- toso, es obvio qiieva a haber un efecto restricrivo sobre el empleo y, por lo tanto, un aumento-directo de la desocupación debido a un incremento de ese costo laboral.33 Efecto[, asiniisnio,] sobre la competencia internacional. en cuanto las diferencias de los regínienes de segtiridad en los distintos paises la fdsean en perjuicio de aquellos donde la cobertura social es más completa; es decir que también en este aspecro encontramos un principio de aceleración del desem- pleo.34 Y para terminar, siempre a causa de esa elevación del costo laboral, las

" lb id : "Se purdcinclusa ir mar lejos y prcrender, sin caer en una paradoja, que la Seguridad Social ha permitido un alivio de lascaigas que pesah ribrc la rconomia del paír:al cviinr aumcn- ros salariales auc sin ella hubiescii sido iinoorranrcs v dificilmcnrc cvirablcr".

Rrurrrfion<nirr dri nffnirei roei#lri, iiúmcro rspccial: Prriprctivcr de In iPcuriti ~nrial t , jiilio-septiembre de 1176. Se <rara de una serir dc informes redactadas por los ali~i~irios de In ENA (promoci6n '"Guernid) en el marco de rus seminarios, cada uno dc los cuales se coiicebia como "el errudio mulridircipliiiario de un problema adminisrrarivo con vistas a encontrarle tina roluci6n 'operarivñ'" (G. Dupuis, cn ibid., p. iv). En crrc pirrafo, Foucaulr se basa en el primer informe, "Le Giiaiicrinrnt du rtgimc general de sCclirirC sociale", elaborado por i? Bcgaulr, A. Bodon, B. Bonner, J.-C. Bugcac. G. Chabart, D. Deinangel, J.-M. Grabarrky, P Masscroti, B. Pammies, D. Porrcl-Vinay, E. Rigal y C. Valler (pp. 5-60.

'' Michcl Foucaulr rcrumc aquí, despojlridolo de todos sur rccnicismos, el anilisis dera- rrollidoen laseyndasccción ("Le modede fiiiaiicemenr acrucl dii regirnc general iicrt par neu- trc au regard de I'acrivirt tconomique") de la parte ("La neccsrilt er les priricipes d'une

réfarmc") del informe anres citado, pp. 21-27. El parágrafo 2.3 ("L'incidciicc des cotisarionr sur l'ernploi") concluye con esras palabras: "La barc salarial y el rape de los aportes parecen, así,

desfavonbles al empleo a cono plazo". 3''16id., parágrafo 2.4, ~ ~ ~ 2 4 . 2 7 : "L'incidrnce dcr corisarionr sur la concurren== inrei-

narialiale". Dc todos modos. el informe, si bicn dcsraca que "lar disrorrioncs generadas en la compcrcncia inrcrnacional por rirCcmar diferenies dc financiamicnro de los garros sociales

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CLASE D E L 7 DE MARZO DE 1979 239

coiiceiitraciones iiidustriales, el desarrollo de tipo monopólico y el despliegiie de las multinacionales vaii a acelerarse. Por lo tanto, dicen los autores del informe, la policica de seguridad tiene incideiicias económicas evidentes.

En segundo lugar, esas consecuencias econóiiiicas no sólo aparcccii eti fuiici61i del costo del trabajo y producen un aunieiito del desempleo sino que, por añadidura, la manera misma de poner un tope a los aportes, es decir, la diferenciación entre los porcentajes de estos, esa difcreiicia, generará efec- tos sobre la distribución de los ingre~os . '~ Y sobre la base de un nioiiróii de investigaciones ya realizadas, los autores del informe pudieron mostrar [que, en lugar de que las redistribuciones, a igual salario, fueran]' de los jóvenes a los viejos, de los solteros a quienes tcnian cargas de familia, dc la gente con buena salud a los eiiferrnos, había en los Iieclios, a causa de ese tope de los apor- tes, uria apertura del abanico de los ingresos reales que beneticiaba a los más ricos eri desmedro dc los más pobres. Por consiguiente, decian, la Seguridad Social, tal como Iia funcionado en los últimos treinta aíios, introduce unascrie de efectos pro~iamerite económicos. Ahora bien, "el objetivo de la Segliridad Social n o es ni debe ser de riaturaleza cco~ióinica. Las modalidades de su fiiiaiiciamierito no debcrian desvirtuar la ley dcl niercado y constituir, así, un elemento de la política econóiiiica. La Seguridad Social debe ser ecooómi- cainente neut~a".'%~ui reencontramos, casi palabra por palabra, lo que les

-

~ x ~ c d e l i cumpioincrcr la c~ni~iccirividad de la induarria frnlicesa" (p. 2 6 ) , aclara qiie "csas

disturrioiies son sabrccoml>ciisadns por dos rlcmcnros [la debilidad rclativa dc los gasras socia- Ics y del nivel dc los salarios eii Francia]", y icrmina así: "Eii definitiva. no parece por lo raiiro que la compcrirividad de las empresas francesas se vea debilitada por la imporiacicia de las cargas sociales que ellas soportan; y los arelitados ñ la iicurralidad en la competencia inrcriinciorial qiic resultan dcl sisicma acruñl de lirianciainicnra dc la Segii~.idad Social ric- i ie i i , por otra parie, una compensación suficiciire para rio jurrificar par sl solos una reforma de dicliu sistema".

'' 1: Begault rtnL, "Le financcnicnt du iégime gCnCral...". op. tic, parlgrafo 3, pp. 28-34: "El modo dc financianiieiiio actual dcl itgimcn general agrava las desigualdades saiarialcs eritre

las diferetires caiegorias de asalariados". ' Michcl Foucaulr: que Ins redistiibucioncs, en lugar dc ir a igualdad de salarios. 36 P Begaulr r r n l , "Le financemcnr du rCgimc gtntral...". op. cit., p. 21: "La deducción

efecritnda por el Iiiiaiiciamieiiio dcl réginicn gcneral siipcra el 12% del producto bruro iiireriio y eiirrñíia por cse meco hecha canrecueiicirs ecoiiói~iicas. Ahora bien, cl objcrivo de la Scgiiridad Socid no cr dc naturaleza cconóiiiiu y las modalidades de su finñnciamicnro iio deberían desvir-

dije la vez pasada (o Iiace quince días, no se) acerca de la politica social tal corno la concebian los ordolilieralcs alema~ies.~'

Ahora bicn, esta idea dc una politica social cuyos efectos queden neutrali- zados por completo desde el puiito de visra económico ya la ciicontranios for- mulada con muclia claridad al principio de ese peilodo de instauracióii del rriodelo neoliberal en Fraricia, es decir, en 1972, por el iiiiiiistro de Fitianzas dc cntonces, Giscard ~I'Estaing." En una cornunicacióii de cse aíio (en el mar- co de un coloquio organizado por S t o l é r ~ ) , ~ ~ Giscard dice lo siguiente: jcuá- les son las funcioiics económicas del Estado, de todo Estado moderno? En priiiier lugar, una redistribución relativa de los ingresos; en segundo lugar, un subsidio en la forma dc produccióii de bieiics colectivos; y tercero, uria regu- lación de los procesos ecoiióiiiicos que asegure, señala, cl creciiiiicnto y el pleno empleo.40 Aquí volvenios a encontrar los objetivos tradicionales de la politica económica francesa que en esa época aún no podían cuestionarse. l'ero lo que Giscard sí cuestiona, en cambio, cs el viriciilo cntre esas tres fuiiciones ecotió- micas dcl Estado: redistribucióii. subsidio y regulacióii. Hace notar que, dc hccho, el presupuesto fraiiccs está conformado de tal manera que, en dcfiiii- tiva, las iiiismas sumas pueden servir muy bien para la co~istmccióii de una autopista o destitiarse a tal o cual subsidio de tipo concretaniente ~oc ia l .~ ' Aliora

2 ,

ruar la ley del iiiercado y constituir. así, un elcrncnto de pollrica cconóiiiica. En erre aspecro, la Seguridad Social dcbc ser ~ieutrC.

"Véase iuprn, clarc del 14 de ciiera de 1979. 3 B V t a ~ e rrrpm nora 20 de esra clarc. '' Minirtlre de I'économic ct des finances de Fralicc, fcoiromir rtSocidt¿h~<moinr Renrontw,

intrntniionolrr di< Miniriire de I?conornir rrdafitiancer (Pmir, 20-22juifr 19721, París, Dcnorl, 1972, prefacio de Valéry Giswid d'hraiiig, prcsentacióii dc Lioncl Sioléru. Staléru (nacido eii

1937) era por cnronccs asesor rfcnico del gabincrc dc Giscard d ' h ~ a i l ~ g . F O U C ~ U ~ C CUYO la oportunidad dc verlo con bartaiirc f~curi icia.

'O Ibid., p. 445: "la divrrsidrd de funcioiies dcl Estado que los ccorioiiiisras, desde hace iicttipo; han clasificado en crcr categorías:

1. La Funci6n de rcdisrribución: el Esrado rranrficic dc los mas ricos a los más pobres. 2. La futición dc subsidio: cl hrñdo produce bierics colectivos: educación, salud, aucopisias. 3. La funcidn de regulación: el Errado regula y sosricnc el crecirnictiro y el pleno ei~iplco

mcdiantc su polirica de coyuririlrí'. " Ibid (a coi>riiiiiación de la cita preccdc~ire): "Atiora bicn, si csas tres ruticianer soii bicn

distiiira cn el plsiio icirelcccud, no lo san cii la pdcrica: el niirmo impuesto finaiicia de manen

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bien, prosigue, esa siruación es intolerable. En una política sana, habría que "disociar compleramente lo que correspoiide a las necesidades de la expansión económica y, por otro lado, lo que correspoiide a la inquietud por la solidari- dad y la jusricia En otras palabras, debería haber dos sistemas tan impermeables eiitre sí como fuera posible, dos sistemas a los cuales corres- poridieraii dos tipos de impuestos rlmbidn absoliiraiiente distintos, un irnpiiesto económico y un irtipiicsto social.43 Conio se darán cuenra, por debajo de esta ifiriiinción de principio volvemos a encontrar la idea fundaniental de qiie la economía debe tener sus propias reglas, y lo social, sus objetivos específicos, pero es preciso desconectarlos de tal modo que los mecanismos sociales no per- turben ni liagari niella en el proceso económico y tengan uiia liinitación y, en cierto modo, tina pureza tales que janiAs iiireivengan en ese mismo proceso como una perturbación.

Un problema: ;cómo podrá hacerse funcioiiar semejante disociación entre lo ecoiióniico y lo social? ;Cómo va a poder efecruarse esa desconexión? Tmibikii en este caso, sienipre con referencia al texto de Giscard, vemos cori claridad lo que tste quiere decir. Apela a un principio del que ya les hablé, que es coniún al ordoliberalismo alemáii y el ncoliberalismo norteamericano y que reeiicoii- tramos en el neoliberalismo francés, a saber, que la economía es esencialmente un juego, se dcsarrolla como un juego entrepartennires, quc la sociedad encera debe ser atravesada por ese jiiego econóinico y la función central del Estado consiste eii definir sus reglas y garaiiriza;en efecto su correcta aplicación. ;Cuáles son esas reglas? Deben ser tales que el juego ecoiiómico sealo más activo posi- ble y beneficie, en consecuericia, a la mayor cantidad posible de gente, siin-

indirrinra las autopisras y los dificirs de la Seguridad Social, la misma crogacián sirve a la vez

pira producir con cl fin de anipliar la red fcrrovisria y para subvencionar a las Familiar numr- rosas que viajan en rren".

" Minisr&rc de I'Cconomie er dcr finances de Frincc, fcoconomir rr Sociiti humninr.. .. o!.

cit. (conrinuación de ia cira preccdenre): "Me pregunto si esrn mclrla dc cosas erri dc aciicrdo con la justicin social, y querria aqiil sornerei ;i werrra ietlrxi6n uiin idea personal: ¿no habris qiie disociar lo q ~ c corresponde a las nccrridader dc la expansión económica de la quc incumbe a la inqoierud por la solidaridad y la jiisricia social?".

" l b i d (conriiiuación de la cira piecedenre): '¿Puede iniaginarrc iin rirtcma en que cada ciudadano pague sus impiiesror en dos formar. dirrinras: el impuesto ecanórnico y cl impuesto racial!".

plernente con una regla -y aquí csrar&la superficie de contacto sin penetra- ción rcal de lo económico y lo social- en cicrto modo complementaria e incoii- dicional en el juego, esto es, la imposibilidad de que uno de sus participantes pierda todo y ya iio pueda, a causa de ello, seguir jugando. Cláusula, si se quiere, de salvaguardia del jugador, regla limitativa que no cambia nada en cl desarrollo mismo del jiiego, pero que impide que alguien toral y definitivamente fuera de 61. Una especie de contrato social al reves, por cuanto en el coritrato social forman parte de la sociedad quienes quieren y virtud o efectivamente lo Iian suscripto, hasta el momento enque se excluyen de él. Eii la idea de un jucgo económico cenemos lo siguiente: en el origen, iiadie tuvo interes en formar parte del juego económico, y, por consigiiientc, a la sociedad y la regla del jucgo impuesta por el Estado les corresponde procurar que niiig~ina persona sea exduida de ese jucgo en el que se ha visto atrapada sin querer participar de manera explícita. Esta idea de que la economía es un juego, de que hay reglas del juego de la economía garaiiuzadas por el Estado y de que el único punto de contacto entre [lo económico]' y lo social es la regla de salvaguardia por la cual ningún jugador p e d e ser excluido, la encontramos formulada por Giscard de un modo un poco iiiiplícito, pero no obstante creo quecoii bastante clari- dad, cuando dice en ese texro de [19]72: "Lo que caracteriza la economía de inercado es la existencia de reglas del juego que.perrniten toniar decisiones desceiitralizadas. y esas reglas son las mismas para Entre la regla de la comperencia de la prodiicción y la de la protección del iiidividuo es menester establecer "un juego particular" para que ningún jugador corra el riesgo de perderlo todo;" él dice "juego particular", pero sin dudasería mejor decir "regla particular". Ahora bien, la idea de que debe haber una regla de no exclusión y

' Michcl Foucaulr: la economia. " Minirrkrc de I'tconomic er des fiiiarices dc Frñiici, Zmco>io»nic r i Sorii i i hnmainr.. ., op. r i r ,

p. 439: "La econornia de mercado se uiracrcrim sobre roda por: - l a existriicia de reglar dcl jiiego que pcrrnireii tomar dccisioncs dercenrinlizadar. -el heclio dc que esas reglas son l h mismas para rodos". '' I b i d , p. 444: "habri aúit duranre varios anos iin cnfrcnrnniienro enrrc el inccanisrno de

producción y los mecanirmor dc protección del individuo: csro significa que $610 el Esrado p d r i asegurar cl arbiirnjc cnrrc ambos mcc~nirmor y que rcndrá que inccivcnir cada vci m&, no de manera burocritica sino para fijar Ix reglas dc un jucgo uii poco pairicular, ya qiie nin- guno de lo; jugadores, ninguno de los p~rrici~nrites, dcbc correr el riesgo de perder".

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Como es evidente, este proyecro del inipliesto negativo no tiene, sobre todo en sus formas francesas, el aspecto drásrico que acabo de seíialar, ni el aspecto siiiiplisri que ustedes podríaii imaginarse. Dc hecho, Stoleru y Stoffies conci- ben el impuesto negarivo -en cuanto asignación a los que rienen un ingreso insuficiente para asegurarse cierro nivel de consumo- de una niancra relari- vamenre sofisricada, en la medida en que es necesario, en parricular, procurar que la gcllre no tome esa asignación complementaria como tina suerte de medio devida que les evite buscar trabajo y reinregrarse al juego económico. Entonces, roda una serie de inodulacioncs, de gradaciones, hacen que cl individuo, mediante ese impuesro negativo, renga asegurado derermiii%do nivel de con- silmo, pero con morivacioiies suficieiires o, si sequiere, friistraciones suficientes para que aúii tenga ganas de trahajar y siciiipre le resulte preferible rrabajar a recibir una

, ,. Si les parece dejemos todos estos detalles, aunque son importantes. Querrla

siinplenicnte hacer notar una serie de cosas. Eri primer lugar, la idea de un impiicsto negativo apunta en forma expllcita a una acción; juna acción desri- inada a atenuar que? Los efectos de la pobreza, y $610 ellos. Es decir que el impuesto negarivo de ningiin modo procuraser tina accióii que renga por obje- tivo modificar tal o cual causa de la pobreza. Nunc'a acruará cn el nivel de las determinaciones de la pobreza; ~ ini~lementeei i el nivel desus efectos. Es lo que dice Srolirii cuando escribe: "Para unos, In ayuda social debe estar motivada por las cnrrras de la pobreza'!, y por consiguiente se trata de cubrir, se trara de apuntar a la enfermedad, el accidente, la incapacidad laboral, la imposibilidad de ekootrar trabajo. Vale decir que en esra perspecriva, que es la perspectiva tradicional, no se puedc otorgar asistencia a alguien sin preguntarse por q u i la iiecesita y sin buscai; por ende, podifcar las razones por las cuales la necesita. "Para orros", y la referencia es a los parridarios del imptiesto negativo, "la ayuda social sólo debe esrar motivada por los efecto, de la pobreza: todo ser humano

"V6are Lionel Srolkru, Einm hpauurrrC. ., np. r i i , pp. 138.146: "Lcs incitarians aii r n - wil: cnrnmena dkcournger I'oisivir~?", y p. 206: "Al margen de cualquier orro anñdida admiriir- rrarivo, el sistema del impusro negativo se preocupa par desalentar la ociosidad por medio dc sil tasa de imparici6n. El acicate consirre en procurar que roda pcrronn rcnga siempre intertr en rabajar, y en rabajar m i . , para mejorar su ingreso find. que es la ruma de sus ganai,ciñs y de la arigriaciáii recibida. Esrc acicare es rinro mSr fucrre cunnro quc la asignacián disininuyr con mayor lenritud cuando las gananciar aunirnran, es decir que la rara de imporici6ri es m6r baja".

CLASE DEL 7 DE MAKZO DE 1979 245

-dice Stoliru- tiene necesidades fundanientales, y la sociedad debe ayudarlo a satisfacerlas cuando no logra Iiacerlo por sí solo".'0 D e manera que, en últinia instancia, poco importa la famosa distinción que la gubernamentalidad occi- dental procuró durante ranro ricmpo establecer entre los pobres buenos y los pobres malos, quienes no trabajan por propia decisión y quienes carecen de trn- !>ajo por razones involutitarias. Después de todo, da igual y debédar igual saber por qué alguien cae por debajo del nivel del juego social; ya sea drogadicro, ya sea desocupado volunrario, da absoluraiiieiire igiial. El único problema con- siste en saber si, cualesquiera sean las razones, está o no por debajo o por eiiciina del umbral. Lo único importanre es que el individuo haya caído por debajo de cierto nivel, y en ese momento el problema será, sin mirar iiiás allá y por coii- siguiente sin tener que hacer rodasesas investigaciones burocrdricas, policiales, inqiiisiroriaies, ororgarle una subvención tal qtie el mecanismo por el cual se [le] ororga lo incite aún a volver al nivel del umbral y le d i not ti vos suficieri- res, al recibir la asistencia, para rener ganas, pese a todo, de superar ese nivel. Pero si no tiene ganas, el aiunto después de todo no tiene ninguna importancia y el individuo seguirá recibicndo la asistencia. Ése es el primer punto que, a mi enrender, es niuy importante con referencia a todo lo que la polírica social, una vez mis, había elaborado desde Iiacía siglos en Occidenre.

En segundo lugar, ese impuesto negativo, como ven, es una manera de evi- tar por coinpleto todo lo que en la política social pueda rener efecros de redistti- btición general de los ingresos, es decir, a grandes rasgos, todo lo que se pueda poner bajo el signo de la política socialisra. Si se llama polírica socidisra a una polírica de la pobreza "relariva",* vale decir, una polírica rendiente a modificar las diferencias entre los distintos ingresos, si se entiende la polirica socialista como una polírica én la que se intenre mitigar los efectos de la pobreza rela- tiva debida a una disrancia entre los ingresos de los más ricos y los más pobres, es absoluramente evideiire que la política implicada por el impuesto negativo

'O Ibid. p. 242; vtanrc tambitn pp. 205 y 206: "El irnpucrro negacivo cr [...] rornlnieiire

incompatible con las concepciones rocialcs que quieren saber por qut hay pobreza anrcs de nciidir a mirigarla. [...] Por lo ranro. aceprai cl iinpiicito negativo es accprar unaconccpci6n universalisra dc la pobreza fundada cn la ncccridad de ir cn ayuda de quienes ron pobrcs sin inrenrar saber de qiiikii cs la culpa dc cllo. cs decir, fundada en la riruación y iio en el origen".

Entre comilla en el inanirscriro (p. 25). .

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246 NACIMIENTO DE LA BlOPOLfTlCA CLASE DEL 7 DE MARZO DE 1979 247

es exactanieiite lo contrario de uiia polirica sociaiista. La pobrcza relativa no se iiicluyc de iiiiiguna niariera entre los objerivos de una política social dc esa riaruraleza. El único problema es la "absoluta",* o sea, el umbral por debajo del cual se considera quc la gente no riene un ingreso digno cn cotidi- cioiies de asegurarle un consumo ~uficientc. '~

Por pobreia absoluta, y creo que aquí cs necesario hacer iiiia o dos obser- vaciones, no hay que eiiteiider, desde luego, una especie de unibral válido para la humanidad entera. Esa pobreza absoluta es relativa para cualquier sociedad, y liay sociedades en las que su umbral se situará cii un nivel relativamente alto y otras, generalmente pobres, en las que estará en un nivel iiiucho más bajo. I'or lo tanto, es un unibral relativo de pobreza absoluta. Segundo, podrán advertir -la consecuencia es importante- que se reintroduce la categoría del pobre y la pobrcza que en defiiiitiva, seguramente desde la Liberación, hablan tratado de cancelar todas las políticas sociales, aunque a decir verdad todaslas políticas de I~ietiestar, todas las políticas m& o menos socializaiites o socializadas desde , fines del siglo xix. Uiia política del tipo socialista de Estado a la alemana, una política de bienestar cotiio la había prograriiado Pigou,12 una política de New Deal una politicasocial como la de Francia o Inglaterra despues dela Liberación: todas ellas querían desconocer la categoría del pobre o, en todo caso, hacer que las intcrvenciones ecoiióniicas Fueran de tal manera que no hubiera, den- tro de la población, una división entre los pobres y los nieiios pobres. La polí- tica se situaba siempre en el abanico de la pobreza rclativa, en la redistribucióii de los ingresos entre si, en el juego de la diferencia entre los más ricos y los más pobres. Ahora, por el contrario, tencmos una política que va a definir cierto uiiibral relativo, una vez más, pero cierto umbral absoluto para la sociedad, que dividirá a los pobrcs y los no pobres, los asistidos y los no asistidos.

Elirre comillar cii el manuscrira (p. 25). " ve as^ Linncl Sro lh , Vainrn hpat~vm¿.. ., op. rit.. pp. 23 y 24: "En el prirncr caso [rsto

es, el dc I a p o b m i~brolr<tn], Iiablarenioi de 'nilninio vital', unibral de subsistencia, presupuesto tipo. necesidades clcrncnrales 1. . .]. En cl segundo casa, [esta es, cl dc la pob-ur nhtiual, Iiabla- remos de dhrnircin enrre los iiiBs pbre s y las más ricos, dc nmpliniddel abanica de iiigiesos, dc jerarquíade los salarios y de rlirpnndadt~dc acceso a los biciies colccrivos, y niedireinas coeficienres de desigualdad de disrribución de los ingresos". VCmuise asimismo pp. 241 y 242 y 292: "la fron- cera cnrrc p b r n a abrolura y pobreza rclariva cs la cnirrcnrc cntrc capirdirmo y socialisnio".

"Viare ryora, clase del 14 de febicro dc 1979, nora 45.

La tcrcera característica del iiiipuesto negativo consiste, cotiio ven, cn garari- tizar de algún modo una seguridad gcneral, pero por abajo. Es decir que en el resto de la sociedad se dejarán actuar, precisaiiicnte, los iiiecaiiismos econó- micos del juego, los inecanismos de la coiiipetencia, los mecanismos d e la eiiiprcsa. Por encima del iiiiibral, cada uno deberá ser para si iiiisino o para su familia, en cierta forma, una empresa. Uiia socicdad fnrnializada como la empresa -y torno la empresa competitiva-será posible por encima del umbral, y habrii simpleniente un piso de seguridad, vale decir, la anulacióii de una serie de riesgos a partir de determinado umbral fijado por lo bajo. Tcndremos entonces una que, por el lado del niínimo nivel ecoiióniico, estará en perpetua iiiovilidad entre una asis~eiicia otorgada si se concretan determi- nados riesgos y se cae por debajo dcl umbral, y que será, por el contrario, uti- lizada y utilizable a la vcz si las necesidades económicas lo requieren y las posibilidades e c o n ó n i i c ~ brindan la oportunidad. Será piics uiia especie de población flotante infra y supraliiiiinar, población liriiiiiar que coiistituirá, para uiia cconomia que ha reii~iiiciado justamente al objctivo del pleno empleo, una reserva constanie de mano de obra a la qilc llegado el caso se podrá recurrir, pero a la que también se podra devolver a su estatus en caso de necesidad.

D e modo que en ese sisteiiia -que no se aplicó, insisto, por unas cuantas razones, pero eii el quc pueden ver'cbti iiiucha claridad cuálcs son, en cierto modo, los lineamientos en la polltica coyuntural actual dc Giscard y Barre- tenemos la constitución de una política ecoiióinica que ya no está centrada en el pleno erripleo, que sblo puede integrarse a la econoniía general de iner- cado si renuncia a ese objetivo del plcno empleo y a su iiistrumeiito esencial que es un crecimiento voluntarista. Se renuncia, por lo tanto, a todo eso para integrarse a tina economía de mercado. I'ero esto implica u11 caudal de población flotante, un caudal de poblaci6ii liniiiiar, infra o supraliminar, cii el que los inecanisnios de seguros perniitiráii a cada uno subsistir de detcr- iiiinada manera y hacerlo de tal modo que siempre pueda ser candidato a un empleo posible, si las condicioncs del mercado lo exigen. Es un sistema muy distinto del que utilizó el cal>italismo del siglo xwii o el siglo xix para coiis- tituirsc y desarrollarse, cuando tenia que vérselas con una población caiiipe- sina que podía representar un reserva perpetua de mano de obra. Cuarido la economía Funciona coiiio en nuestros días, cuando la población canipcsiiia ya no puede coiistituir esa suerte de fondo perpetuo de inaiio de obra, es

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248 NACIMIENTO DE LA BIOPOL~TICA

preciso consriruirlo de una manera muy distinta. Y esa manera muy distinta es la de la población asistida, según una modalidad efecrivameiite muy libe- ral, mucho menos b~irocrática, m'ucho menos disciplinarista que un sistema que estuviera centrado en el pleno empleo e impleinentara mecanismos como los de In seguridad social. En definitiva, se deja a la gente la posibilidad de trabajar si quieren y de no trabajar si 110 Existe sobre todo la posibi- lidad de no hacerlos trabajar si no hay intcrks en que lo Iiagan. Se les garan- tiza simplcriiente la posibilidad de exisrericia mínima en cierto umbral, y así podrá funcionar esta neoliberal.

Ahora bien, un proyecro semejante no es orra cosa que la radicalización de los temas generales acerca de los cuales les hable con referencia al ordoli- beralisriio, cuando los ardoliberales alemanes explicaba11 que el objetivo prin- cipal de una política social no era, por cierto, Iiacerse cargo dc rodos los ries- gos que p~~d iesen afectar a la masa global de la población, y agregaban que una verdadera política social debia ser tal que, sin tocar en absoluto el juego económico y, por consigiiienre, dejando que la sociedad se desarrollara coino una sociedad de empresa, se estableciera una serie de mecanismos de inrer- venció11 para asistir a quieiies lo necesiraran eti el momento, y sólo en el morneiito que lo necesitaran.

Clase del 14 de marzo de 1979

Elneoliberalismo norteamericano. Su contexto - Difprenciar entre los neoliberalismor norteamrricanoy europeo - El neoliberalisnzo rrorten- mericano como rej~in~icacidn'global, j;co utópico y rnPtodo depen- samiento -Aspectos de ese neoliberalismo: 1) La teoría del capital humano. Los dosprocesos que ésta representa: a) un adelanto del aná- lisis econdmico dentro de sz~propio dominio: crítica del análisis cB- rico del trabajo en términos delfactor tiempo: b) una extensión del análisis econdmico a dominios considerados hasu entonces como no económicos - La mzitación epistemológica producida por el andlisis neoliberal: delanálisis de lospromor econdmicor alanálisis de la racio- nalidad interna de los comportamientos humanos - El trabajo como conducta econdmicn - Su descomporicidn en capital-idoneidady rmta -Ln redefinicióndel Iiomo ecoiiomicus como empmsariodesímimo -La noción de 'Eapital hrrmano': Sus elementos constitutivos: u) lor eleme~~tos innatosy la nrestidn de la mejora del cnpital humanogené- rico; b) los elementos adyuiridosy elproblema de Información del capital humano (educación, salud, etc.) - Interés de estor análisis: recuperación del problema de la innouacióli social y económica (Schumpeter). Una nupiia concepción de la politicrr de crecimiento.

HOY* Q U E K R ~ COMENTAR a hablarles de lo que, por orra parre, comienza a convertirse en Francia en una cantinela:' el neoliberalismo norreamericano.

A l comicoza dc esta clarc, Michel Foilcriilt anuncia que sc va a '"ver ohligado a ir[rí] a lar once, porque [ricñc] una reunión". 9

% ' Sobre la recepción dc las idear ncolibcraler nortramericanas en Francia a fines dc 11 década dc.1770, vCase, adeni6r de Hcnri Lcpage, Drmrrin b rnpirnlirGr, Librairir GCnCralc

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250 NACIMIENTO DE LA BIOPOL~T~CA CLASE DEI. 14 DE MARZO DE 1979 25 1

De éstcsó1o toniaré, claro, algunos aspectos, los que ser más o irienos pcrriiieiites para el tipo de análisis que les s i~giero .~

Para eiiipezar, algunas banalidades, por supuesto. El neoliberalismo nortea- mericano se desarrolló en un contexto que no es muy diferente del coiitexto cii que se desplegaron el ncoliberalisiiio aleniáii y lo que podriainos llamar neoliberalismo francés. Es decir que los tres elementos contextuales principa- les de ese desarrollo del neoliberalismo norteamCricano fueron ante todo, claro, la existencia del N e ~ u Dealy la critica del New Dealy de la política que cii ter- iiiiiios generales puede calificarse de keyiiesiaiia, inipleiiienrada a partir de 1933-1934 por Roosevelt. Y el primer texto, Fiindamental de ese neolibera- lismo norteamericano, escrito en 1934 [por] Simons,' que fue el padrc de la Escuela de Chicago, es un articulo que se titula "Un progrania positivo para el lais~ez-fnire".~

Fnnvisc, col. Pluiicl. Le Livrc dc pochc, 1978 [trad. esp.: Mntnnn, clcnpirnlirnro, Madrid, Alinnza, 19781, la obra c o l c c r i ~ dr Jcan-Jacques Rara y Florin Afralion (comps.). L%ronomiqur nnou- vic. Virillrr rririqurr rt nouvrllrr anolyn, Parls, Economica, 1977. La aparición del hahia suscirado nunierosos articulas periodisricos, ctirrc los cuales cabe iiiciicionar los de Jenn- Frangois Revel, "Lc Roi esr habillt", cii LEpu~prrrr, 27 dde febrero de 1978; Georgcs Suiicrr, ''Eco- ~ioiiiisres: la nouvelle vagiic", cii Le Poinf, 13 de iiiarw de 1978; Roger Priourcr, "Vive la jiln-

gle!", eii Ir Nouutl Ob~rrvarrur, 1 1 dc abril dc 1978 (este úitimo menciona cl impucsto negativo cnrrc los cariccrivos sociales que re manricncn dcnrio del marco del mercado, y hace mfcrcncia a Lioiicl Srolcru: rohre uno y otro, vfasc ~trpra, char ddel 7 de niaao dc 1979); Bernard Cares, "Lc d4seiichanrcmcnr du monde rc poursuit.. .". cn La Quinuli>rr lin/mirr, 16 de mayo dc 1978: Picrre Diouin. "Fcux croirir sur I'Erai", en ~ i ~ o n d r , 13 'dc mayo de 1978, crc. Varios dc ellos pwenrñn cl augc dc esas ideas en Fraiicia conio una resl>uesia al libro dc Jacqucs Arrali y Marc Giiillauiiie, L;4nri-ironomiqi~e, Parir, PUF, 1972 [rrad. esp.: El nnricrondmico, Barcelona, Labor, 19761, qiie se hacia eco dc las tesis de la Neiu Le/icsradoiiiiideosc (vkasc Heliri Lcpagc, Drmain /t cnpilalirmr, op. cir, p1>. 9-12). VCase ariniirnio la ciitrcvisra 'Quc vculclir les iioilvcliix eco- nomirtcs? L'wrcrr va plus lain avcc J.-J. Rosa", cn L'mmr, 5 dc junio dc 1978.

Adcmás d r lar librar y arriculos cirndos en las notas siguienres, Foucaiilr había lcidr sobre cl rcnia la anrologia de Hcnry J. Silverman (comp.), Amrricon Rdicnl Thought: Thr Libtnaruin Tmdiirio~ Lexiiigtoli, Mas. , D. C. Hcath & Co., 1970, y H. LaumnccMiller (h.). "On thcchicago school ofrcoriomics", en Joumolofí>oliricalEronomy, 70 ( l ) , febrero dc 1962. pp. 6469 . ' Hcnry Calverr Sinions (1889-1946): auror de EconomicP~lic~fir n Frer Socirg Chicago,

Uiiiversiry of Chicago Press, 1948. Sr tiara de i i i i librci: A h i t i u t Progrnmfor Lairreí-Foivc: Somr RopornAfifora LibcrnlEconomic

i'oliry?, Chiwgo, Utiiveniry of Cliicaga Prcrr, 1934; iccdirado coma parrc de Economic Policy for a Fwt Sodrry, op. cit

El segundo eleti?ciito contextual es, desde luego, el plan Ueveridge y todos esos proyectos de iiitervencionismo ecoiióiiiico e iritcrvenciotiismo social que se elaboraron duriiitc la guerra.'Todos esos elementos tan importaiires que podriamos Ilaiiiar, si l& parece, pactos de guerra, esos pactos al cabo de los cuales los gobicriios -esencialiiieiitc el gobierno iiiglés y hasta cierto punto el gobieriio cstadounideiise- decían a la gente que acababa de atravesar uiia crisis económica y social muy grave: ahora les pedimos que se hagan matar, pero les pronietenios que, si hacen eso, coiiservarán sus empleos hasta el fin de sus días. Seria iiiuy iiitcresante estudiar por si mismo codo ese conjunto dc docuriientos, todo ese coiijunto de análisis, prograiiias, investigacioiies, porque me parece, a reserva de error además, que cii definitiva es la vcz que naciones eiiteras hicieron la guerra a partir de un sistenia de pactos que no eran siniplemerite los pactos iiiteriiacionales de alianza entre poten- cias siiio una [eipecie] de pactos sociales al cabo de los cuales [ellas] prome- tían -a los inisiiios a quienes pediaii Iiaccr la guerra y, por lo tanto, hacerse matar- un tipo de orga,nizacióii cconómica, de organización social cti la que la seguridad (seguridad laboral, seguridad con respecto a las enfernie- dades, los diversos ricsgos, segiiridad en el plano de la jubilación) estaría garantizada. Pactos de seguridad en el momento eii que había deiiiaiida de guerra. Y la demanda de guerra por,parte de los gobiernos se duplicó conti- nuaiiiente y desde muy reiiiprano -ya en 1940 hay en Inglaterra rexrvs sobrc cl rema- con esa oferta de pacto social y de seguridad. Contra esc conjunto dc programas sociales, Simons redactó una serie de textos y articu: los criticas, y el más interesaiite es sin duda un artículo que se Ilaiiia "Prograni Beveridge: an iinsyiiipathetic interl>retatioii";6 n o hace falta tradiicirlo, el cítiilo misiiio indica con claridad el sentido de esa crítica.

Eii tercer lugar, el tercer eleiiiento contextual estuvo coiistituido, conlo es obvio, por los programas sobre la pobreza, la educacióii, la segregacióii, que se desarrollaron en Norteamérica desde la adniinistración Truman7 hasta la

' Vfase ruprn, clñsc del 7 dc febrero de 1979, nora 38. Hcnry Calvcrr Siinotis, "Tlie Bcveridgc Progim: an i~iisymparhctic inrerpretrtion", cn

Jonmnl of I'oliricnl Economy, 53 (3). rcpricmbrc dc 1945, pp. 212-233; rccdirado comu cñpi- rulo 13 de H. C. Simons, Ec'cotromir Poliryfor a Fmc Socirg op. cir ' Vease u<pm. clue del 31 de ciicio dc 1979, nota 7.

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CLASE DEL 14 DE MARZO DE 1777 253

admi~iistracióii Johi iso~i ,~ y a rravis de esos programas, claro, el intervencio- riismo del Estado, el crecimiento de la administración federal, etcétera.

Creo que esos tres elemeritos: la polírica keynesiana, los pactos sociales de giierra y el crecimiento de la administración fcderal por medio de los progra- mas ecoiiómicos y sociales, constituyeron el adversario, el blanco del pensa- iiiienro neoliberal; éste apuritó a todo eso, se opuso a todo eso, para forniarse y desarrollarse. Como ven, ese contexto inniediato cs desde luego del mismo ripo del que encontramos, por ejemplo, en Francia, donde el tieoliberalisino taiiibién se definió por oposición al Frente Popular,' a las políticas keynesia- nas de la posguerra [y] a la planificación.

Me parece, no obstante, que entre ese neoliberalisino a la europea y el neo- liberalismo a la iiorreamcricana hay tina cantidad de diferencias macizas. También las conoceinos, saltan a la vista.Ye limito a recordarlas. Anre todo, el liberalisnio norteamericano, en el niomento niismo'de sri formación his- tórica, es decir, muy pronto, ya en el siglo xv i i r , no sepresentó, como en Fraii- cia, en concepto de principio nioderador con respecto a una razón de Estado preexistente, pues, justamente, el punto Iiistórico de partida de la forinación de la independencia de los Estados Unidos esta constituido, al contrario, por reivindicaciones de ripo liberal, reivindicaciones, además, esencialmente eco- n6niicas.1° Es decir que el liberalismo tuvo en los Estados Unidos, durinte el periodo de la Guerra de Independencia, niás o menos el misino papel o un p p e l relativamente análogo al desempeiiado por el liberalismo en Alemania en 1 9 4 8 . El liberalistno entró en juego corno principio fundador y legitima- dor del Estado. No es el Esrado el que se aiitolimita mediante el liberalismo,

#Vease rupra, clase del 31 de cncro dc 1979, nora 7. 'Coalición dc los partidor dc izquierda qiie ejcrció el poder en Francia de junio dc 1936 a

abril de 1738. Bajo la presidencia de Lean Blurn, erc gohierno irnpiirovarias medidas dc reforma social (~ernmi lahoral dc cuarenta Iioras, vacacioncr pagar, naciolializaci6ci de lor ferrocarriles. crcerera).

'OAluridn a los aconrecimicnras que dcrericadcnaron la C;iierra dc independencia (1775- 1783), SOIXC codo el Rorron 71n Períy (16 dc diciembrede 1773), duranre el cual un grupa dc

disfrazados de ixidiar. riraron al niar i ~ n cargarncnro dc rC de la Compafiia de lar Indias, a la qilc el Parlaiiicrira inglb ncnbaba dc abrir lar puerrar del mercado amcriana. El gobierno inglés respondió con una seric de leyes -"inrolcrablc acrs"- que motivaron, cn sep- rieinliie de 1774. la reiiiiión dcl Primer Congreso Conrincnnl en FiiadclGa.

es la exigencia de un liberalismo la que se convierte en fundadora del Estado. fise es, a mi entender, uno de los rasgos del liberalismo nortearnericaiio.

En segundo lugar, el liberalismo norteamericano no dej,ócpor supuesto, dc estar en el centro de todos los debates en América durante dos siglos: ya sea por la política económica, el proteccionismo, el problema del oro y la plata, el bimetalismo; ya sea por el problema de la esclavitud; ya sea por el problema del estatus y el funcionamiento de la institución judicial; ya sea por la relación entre los individuos y los diferentes estados, y entre estos y el Estado federal. Puede decirse que la cuestión del liberalismo Iia sido el ele- mento recurrente de toda la discusión y todas las decisiones políticas de los Estados Unidos. Digamos, si les parece, que mientras en Europa los elemen- tos recurrentes del debate en el siglo XIX fueron o bien la unidad de la nación, o bien si1 independencia, o bien el Estado de dereclio, en los Estados Unidos fue el liberalismo.

Tercero y último, con referencia a ese fondo permanente del dcbate libe- ral, el no liberalismo -1iablo de esas políticas intervencionistas, ya fuera una economía de tipo keynesiano o las programaciones, los programas económi- cos o sociales- se manifestó, sobre todo a partir de mediados del siglo >o<, como una pieza adicional, un elemento amenazante, en la medida en que se procu- raba introducir objetivos que podríamos calificar de socializanres y que, asi- mismo, se inrentaba sentar en el interior las bases de un Estado imperialista y militar. D e ese modo, la critica de ese no liberalismo pudo encontrar un doble anclaje: a la derecha, justamente en nombre de una tradición liberal histórica y económicamente hostil a todo lo que pudiera parecer socialista, y a la izquierda, en la medida en que se trataba de llevar adelante no sólo la crítica sino la lucha cotidiana contra el desarrollo de un Estado imperialista y militar. D e alll el equívoco, lo que [ustedes] ven como un equívoco en ese neoliberalismo norteamericano, pues su acción, su reactivación, se advierten tanto a derecha como a izquierda.

En todo caso, creo que podemos decir lo siguiente: por todas las razones históricas muy banales que acabo de mencionar, el liberalismo nortenniericario no es <amo lo es en Francia en estos días y como lo era aún en la Alemania de la posguerra inmediata- una mera elección económica y política formada y formulada por los gobiernos o en el medio gubernamental. En Norteamérica, el liberalismo es toda una manera de ser y pensar. Es un tipo de relación entre

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gobernantes y gobcriiados mucho más que una técnica de los primeros dcsti- riada a los segundos. Digaiiios, si les parece, que mientras en un país conlo Francia el conteiicioso de los individuos con respecto al Estado gira en toril0 del probleina del servicio y el scrvicio público, en [los Estados Unidos] el contericioso entre los individuos y el gobierno adopta rnis bien la apariencia del problenia de las libertades. Por eso creo que el liberalismo iiorteameri- cano, en la actualidad, no se presenta sola ni totalniente como una alteriiativa

digaiiios que se trata de una suerte de reiviiidicación global, niulti- forme, ambigua, con anclaje a derecha e izquierda. Es asimismo una especie de foco utópico siempre reactivado. Es taiiibién uii tnttodo de pensamiento, uiia gi.illa de aiiálisis econóniico y sociológico. Me refcriré a alguicii que iio es

a

exactamente nortcaiiicricaiio, puesto que se trata de un austríaco dc quicn Iiablaiitos varias veces, pero que vivió cn Inglaterra y en los Estados Utiidos aiites de volver a Aleinaiiia. Es Hayek, que hace algunos años decía: lo que necesitaiiios cs un liberalismo que sea u11 pensamiento vivo. El libcralisnio siem- pre dejó a los socialistas la tarea de fabricar utopías, y el (;ocialisrno debió a esa acrividad utópica o uropizante gran parte de su vigor y de su'dinamisiiio Iiis- tórico. Pues bien, cl liberalismo tarnbiéii necesita una ;iropia. A nosotros nos tocailiacer utopías liberales, pensar scgún la iuodalidad del liberalisnio, en vez , de como una alternativa ttcnica de El liberalismo corno -tilo general d e perr~rrrierrco, análisis e imaginaciórr.

Esos son, si se quicre, algunos rasgos generales que qiiizás permitandistin- guir un poco el neoliberalismo norteanicricano de ese iieoliberalismo que vimos llevar i la práctica en Alemania y eii Francia. ~ustamente a través del niodo de pensaniiento, del estilo de análisis, de la grilla de desciframiento histórico y sociológico, querría poner de relieve dc alguna iiianera ciertos aspectos del neo- liberalismo norteamericano, visto quc no tengo la más iníiiirna intención ni la posibilidad de estudiarlo en todas sus dimensioiies. Me gustaría toiiiar en particular dos elementos que son a la vez mitodos de análisis y tipos de pro-

" Hay aquí, cal YCZ, una rcformulsci6" basranrc libre de las reflexioncr dcsarrollnd~s por Fricdrich A. Hayek cri el cpllogo a Tht Conrrin<rion oflilrrrly. Londrcr, Roi,ilcdgc & Kcgan Paul, 1960; rctd. 1776: "my i aiii nor a conrcivativc", pp. 378 y 397 (trad. Fr.! Ln Conrtirurion dc In Iibrrri, rrad. dc R. Audouin y J . Garclla, París, Lircc, col. Libcralia, 1774, pp. 374 y 375) [rnd. crp.: Lnrfimdnmrnior In librrfmf, Madrid, Uni6n Editorial, 19911.

gratnación, y que me parcceii iiitcresantes en esa concepción neoliberal nor- teainericaria: en primer lugar, la teoría del c;ipital huniano, y segundo, por razo- rics que adivinarán, desde luego, el del anAlisis de la criiiiiiialidad y la delincuencia.

Priiiiero, la teoría dcl capital humano.I2 Me parece que el interes de esta teoría del capital huinano radica en lo siguieiite: el hecho de que tepteselitx dos procesos; uno que podríanios Ilainar el adelanto del análisis econóniico en u11 domiiiio hasta entonces inexplorado, y, segundo, a partir de ese adelanto, la posibilidad de reinterpretar en términos económicos y riada iiiis que eco- iióniicos todo un dominio que, hasta ahora, podía coiisidcrarse y de hecho se consideraba como no económico.

I'ara empezar, un adelanto dcl análisis económico deiitro de su propio dominio, cn cierto modo, pero acerca de un punto en el que, justarnetite, estaba bloqueado o en suspenso, eii todo caso. Los neolibcrales norteatrieri- canos, en efecto, dicen esto: si bien la economfa política cMsica sienipre indicó, y con mucha solemnidad, quc la producción de bienes dependía de tres fac- tores -la tierra, el capital y el trabajo-, es extraño, no obstante, que el tra- bajo haya quedado inexplorado. En cicito niodo fue la págiria en blaiico en la que los econonlistas no escribieron nada. l'uede decirse, desde luego, que la economía de Adam Sniith comiéiíza con uiia reflexión sobre el trabiijo, en la niedida en que la división dc Cste y su especificacióii co~is t i tu~eron para Sniith la clave sobre cuya base pudo erigir su análisis e c o i i ó n i i ~ o . ~ ~ Pero al

"VCasc Flcnri Lcpagc, Demain /e cnpirnlirmc, op. cit., 1'1,. 21-28 y 326-372 (sobre Gary Bcckcr). Algunos caplrulor de cre libra aparccicroo eii 1777 en las columnas dc Riolirh. Eii 10 concernielire al caplriilo dedicado a Becker, el autor remite adernjis al curso dc Jean-Jacqua Rosa, "Théoric micro-&conorniquc", rarís, FNSP, Scrvicc dc Polycopie. 1777. Véanse asiinisnio Michelle Riboud y Fcliciano Hcrnándcz I g l c s k , "La théarie du capiral humain: uii rerour aux classiqucr". en jean-Jacques Rosa y Florin Afialion (cornps.), L'Ecotiomiqt<r rnouuie.. ., op. cit., pp. 226-247. y Micliellc Ril>oild, Accumi<larion dr, inpirn/ht<r7mi~i, Pal.ír, Economica, 1978 (estas obras esra-

baii eii la biiiliorica de Micliel Faizcaiili). '' Vfarc Adam Sinith, Rer l i r r rh~~ rur b nnnrsrr cr Irr cnurcr de In ric/>rrrt da naiionr, París,

Garriier-Flniiiii~arion, 1791 , lihro 1, capr. 1-3, pp. 71-87 [trad. esp.: I»utnigncidii mbrf (n rtnriz- rnIezay cnuinr de In riqrrrul dr /a nocionrr, M6xico. Fondo d c Culriira Ecoii6mica. 17581. Sobrc el análisis que Siiiirli hace del trabajo. d a r c Michcl Foucaulc, Lcr Mor, rr la rhorei, Parls, Galliniard, col. Bihliarhequc dcr rcicticcs Iiumaines, 1766, pp. 233-238 [rrad. crp.: L u p a b - b m y Lu cornr. Unn nrrli<ro/ogin de lar cin~cinr httmannr, Mixica, Siglo ml, 17681.

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226 NACIMIENTO DE LA BIOPOL~TICA CLASE DEL 14 DE M A I Z O D E 1979 257

iiiargen de esta suerte de primer adelanto, de primera apertura, y desde ese momento, la economía política clásica jamás analizó el trabajo rnisiiio, o mejor dicho, se declicó a neiitralizarlo sin cesar, y lo neutralizó mediante su reducción exclusiva al facror tiempo. Así obró Ricardo cuando, con 11 inten- '

ción de analizar lo que era el aumento del trabajo, el fsctor rrabajo, no Iiizo sino definir ese aumento de una manera cuantitativa y de :icuerdo con la variable temporal. Es decir que consideró que el atimenro del trabajo o el caiiibio, el crecimiento del factor rrabajo, iio podía ser otra cosa que la presen- cia eii el mercado de tina cantidad adicional de trabajadores, o sea, la posibi- lidad de utilizar inás horas de trabajo puestas así a disposición del capital.i4 Neutralización, por consiguieiiie, dc la iiaturaleza misma del trabajo, en berie- ficio de la sola varialile cuantirativa de las horas trabajadas y el tiempo de trabajo, y de esa reducción ricardiana del problema del trabajo al mero ani- lisis de la varial>le cuantitativa del tiempo, en el fondo, la economía clásica nunca salió."Y en Keynes, despuCs de todo, encontramos un andlisiz o, mejor, un no aiiálisis del trabajo que no es can ilifercnr;, no es niiicho más elabo- rado que el no análisis del propio Ricardo; en efecto, ¿que es el trabajo para Keynes? Un factor de producción, un factor producror, pero que en sí mismo es pasivo y sólo encuentra utilización, actividad, actualidad, gracias a deter- iiiinada tasa de inversión, con la condición de que esta, conlo es obvio, sea

" Dovid Ricardo (1ii2-1823). Deiprinripri de I'iron~mirpoliri~rtr cr dc limpbi (l817), n p . 1, rección 11, trad. dc M. Conrrancio YA. Fonreyrnud, cn Euvnrcomp12rts, krir , Guillaumiii, col. Colleccion des principaux 6conomistcs. IR47, pp. 14-IG:[trad. esp.: Principiar de trono- miopalíti~ny nibararid,i, Mtrim, Fondo dt Culrura Económica. 19591. Vtasc Michclle Ribaud y ~ ~ l i ~ i ~ ~ o Heriiándcz Iglcsias. " l n rhtarie du capiral Iiumain ...", op. r ir , p. 227: -[En cl

de los cconomisras cláricor,l el aumento del facror rrabajo rradu[cia] iiecrrariamenrc una cantidad adicional de rrabxjndorcr a de horas dc rrabajo por hombre. es decir, un incrc- lnrnro ciianrirariva". Vtanse asimismo las observacioncr de Jacob Miiicci cii su pr610go a la terir de plichelle Riboud, Arcumularion dn capiralhr~mnin, op. rir, p. iii: "La hipóresis sim- plificadon de la I>aii>ogc~icidad del facror trabajo, planteada por Ricardo, gener6 un vacia cuya C D l l E r C U C l l ~ i a fue dejar los errudios dc la csriiicrura de los salarios y el empleo en manos dc Ion I,artidarior del ciifoquc 'inrrirucionalisra' (csrudio dc los tipos de relaciones exirrcnrcr eiirre

lor y la dirccci6n de las empresas), los analistar dc las flucruaciones económicñs y los csradirricor (estadirrica descriptiva)".

0 sobre la rdaci6n rictiipo-rnbajo en Ricardo, vtasr Michcl Fouciulr. Lcr Mor, rt &S cho-

,S, op. cit.. pp. 265-270.

bastante elevada.I6 El problema de los neoliberales, a partir de esa cririca que liaceii de la economía clásica y del análisis del trabajo en ella, en el fondo col,- siste en tratar de reintroducir el trabajo dentro del campo del análisis econó- mico; y eso es lo qiie procuraron hacer Linos cuantos de ellos: eii primer lugar, Theodore Schula," qiiien, durante las décadas de 1950 y 1960, publicó una serie de arríciilos ciiyo balance figura en un libro publicado en 1971 y titulado Inzw~tment in Hrtman Capiral." Mis o menos en los mismos años, Gary ~ e c k e r ~ ~ u b l i c ó un libro con el mismo t~ ru lo , '~ y además tenemos L,"

'~~earcMichelleRihoud y FdicianoHerndndnIglcriar, "La thCoiic dii capital humain.. .", op. ci t , p. 231: "En lo concerniente al andlisis dc Keyncs, errd aún iiids alejado que el de los sicos de la idea dc ilivcrsión en capiral humano. Para el, el faciar trabajo es esencialmenre facror de producción pasiva que s610 ciicuenrra usa si hay una rasa dc iiwersi6n en capiral Rrico lo bastante clcvadi" (Foucaul< subrayó esta última frase cn su ejemplar de la obra, v tuc ~rzpro, nota 12 dc esta clase).

"Thcodore William Schula (1902-1998): profesor de economia rn la Universidad de Chicaga dc 1946 a 1974. Premio Nobel de ccononiia en 1979. Con su anicuio "Thc cmcrgilig cconomic scene and irr rrlarion ro High School Education" (en Francis S. Chñse y Harold A. Andcrrnti [coinpr.], ThrHich Schoolin o N w E m , Chicago, Univcrri~ofChicago Prcrs, l985), abrió el canipo de invisrigación sobre el capiral humano. Vtarc Michcl Beaud y Gilles Dostñler, ~np~nrir iconomi~urd~pupuirK~nrr. Paiis. Seilil, col. Points Economic. 1996, pp.387-390. Véase, en fraric&r, 'l'lieodorc William Scliiilrz, II n'ur dc rirhmt que d'ho~nmei. Invrrrirmnrnt hir»nnin rt

yimliddckpopukriorz, rrad. de]. Clidlali,Paiis, Bonnel, 1983 [trad. esp.: Invirriendo rn lagmn: L? nrnl i jc~~ónp~rronnIcnnio motor económico, Barcelona, Ariel, 19851.

'BTheodore William Schultz, "Capital formarion by cdiiwrion", cn Journal ofPolir;c,zl E~onomy, 68 (6). 1960, pp. 571-583; "lnvesrmenr in huinan capital", en Amr?ican Emnomir Rlvirw, 51 ( l ) , niarco de 1961, pp. 1-17 (rccdicado en la obra ep6nima [citada a conrinua- ción], pp. 24-47); "Rcflccrionr on invcsrment in rnan". cn Jor<rriolofPoliticnlEconomy. 70 (5). segunda parte, ocrubrc de 1962, pp. 1-8; Invtrfmrnr in Humrin Gipitjoiral: Tht Rok ofEdrrrcnnon nndofRtrtard. Nueva York, The Frce Prcrr. 1971.

'9GavBccker (nacido en 1930): docror en ecoriomia por la Universidad de Cliicago (1952), enrefió en Columbia hasra 1968 y Iiiego volvió ñ Chicaga. Fue vicepresideiirr de la Sociiri du Monr-Pklerin en 1989 y premio Nobcl de economia cn 1992. VCase Henri Lcpñge, Drmnin le cnpirnliime, 40. cit., p. 323.

'O GaV Beckcr, "ln~errmenr in human capiral: a thcoretiul analysii', en JosmnlofPoliricd Economy, 70 (5), rcgiiiida parrc, ~cnibrc de 1962, pp. 9-45? esrc arriculo, conridcrahkmenrc icnavado, rc reprodiljo en GaV Bcckcr, Hwmnn (;lpirnl.A ThrorrtirnlnndEmpiricnlAnnlyrir with Spccin(Rfirenrc ro Edtrration, Nueva York. Narioiial Bureau of Economii- Rerearch, 1964; 3' =d.; C h i c s p y Londxr, UnivcrriryofChiugo Prm. 1993, pp. 29.158 ("Invesrnienr

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CLASE DEI. 14 DE MAKZO DE 1979 259

tercer tcxto que es basrante fundamental y ~ i á s concreto, más preciso quc los otros, el de Miiicerz' sobre la escuela y el salario. piil>licado en 1975.22

A decir verdad, csc reproclie que el iieoliberalismo hace a la econoiiiía clá- sica, olvidar el trabajo y no Iiaberlo lieclio pasar jamh por el filrro del atiálisis económico, puede parecer cxtraño cuando se piensa que, después de todo, aun cuando sea cierto que Ricardo redujo por completo el análisis del trabajo al análisis de la variablc 'uantitativa del tiempo, hubo en cambio alguien que sc Ilaiiiaba M.* y que.. . etc. Bien. En la práctica, los neofiberales nunca dEIcikei coi1 M m por rawnes que ral vez puedan considerarse como las del esnobismo econóiiiico, no iniporta. Pero creo que si hicieran el esfuerzo de disciitir con 61, se vería muy bien lo quc podriaii decir a [propósito de] sil análisis. Dirían: es muy cierro que, en el fondo, ~a rx>onv ic r t e al trabajo en el elenienro priii- cipal, uno de los eleiiieiiros esenciales de su análisis. Pero ;qué Iiacc cuando analiza el trabajo? ¿Muestra que el obrero vende que? No su trabajo, sino so fuerza de trabajo. Vende su fuerza de trabajo por cierto tiempo, y lo hace coii- tra un salario establecido sobre la base de determinada situación de mercado que corresponde al equilibrio entre la oferta y la denianda de fuerza de tra- bajo. Y el trabajo hecho por el obrero es un trabajo que crea uti valor, una parre del cual le es arrebatada. En ese proceso, como es sabido, Maix ve la mecá- nica o la lógica inisriia del capitalismo. ¿Y en qué consistc csa lógica? Pues bien, en lo sigiiiciire: ~i trabajo, por todo eso, es"absiracto"'l es decir que el trabajo concreto transforniado en fuerza de trabajo, medido por el riempo, colocado en el mercado y retribuido como salario, no cs cl trabajo concreto; es un rra- bajo que, por el contrario, está amputado de toda su realidad humana, todas

in human capid: effecr on eaining", pp. 29-58, c "lnvcstmenr in human capital: mrcr,afrerurn~, pp. 59- 158) [trad. crp.: Elrn/iiiillhutnnrio: un análirir trdnroy rmplnco nfendofinrl?mr~~nlmmfrtt n 1? edwcncidn, Madrid, Alianra, 19831..

Jac0b Minrer (nacido cn 1922 eii Poloiiia): profesor de la Uiiiveoidad dc Colqmbia. Jacob Miiicci, Schoo/ing, E rpe" rn~cnndEnn i i~ r~ , NucvaYork, Natioiid Bureau af &onoiiiic

RcscarclilColuinbia Uiiiversiry Press, 1974; vfare cambien, del mismo nistor, "l~ivesriiieiir in huiiian capiral and pcisond incoinc distributioii', eii J o r i m ~ l ~ P o l i r i ~ a I f i o n o m ~ 66 (4), agosto dr 1958, pp. 281-302, qucThcodorc William Schuluulifica de "pionccring ~ a ~ c r " (/?iucrnnrnt

it, Ht,>mir Gpirnl , . . , op. cir, p. 46, n. 33). En r rc anicdo aparccc por primera v n 13 hrpresi6n "capid humano" (viasc Midiel Beaud y Gilles Dosralcr, la P& Cconomiqur.. ., op. cit., p. 184).

? Enrrc caniillas cn EL manuscrito.

sus vaiables cualitativas, y jusraiiietire -eso es, en efecto, lo que iiiuestra Maix- la iriecáiiica ecoiióniiw del capitalisiiio, La lógica del api ta l , sólo rcrieiie dcl rrabajo la fuerza y el tiempo. Hacc de 61 un prodiicro de mercado y sólo res- cata los efectos del valor producido.

Ahora bicii, para Mam, diceii los neoliberales -y este es el punto preciso en que su análisis se separaría de la crítica de M m - , ;qui6ti tiene la culpa de esa "abstracc~ói;'?* El prapio capitdismo. Es culpa de la lógica del capital y de su realidad histórica. Los ~iieoliberales, por su parte, dicen: esta abstraccióii dcl trabajo que sólo aparece efectivameiite a través de la variable dcl ricnipo no cs obra del capitalismo real, [siiio] de la teoría ecoiiómica qiie se ha elaborado sobre la producción c'apitalista. La abstracción iio procede de la iiiecáiiica real dc los procesos económicos, procede dc la manera cotiio se ha rcflexioiiado

asica no sobre ella cn la ecoiioiiiía clásica. Y justamente porque la economía cl' ha sido capaz de hacerse cargo de ese aiiálisis del trabajo en su especificacióri concreta y sus modulaciones cualitativas, porque dejó esa página en blanco, esa laguna, ese vacio en su teoría, se precipitó sobre el trabajo toda una filosofía, toda una antropología, toda tina politica cuyo representante es precisamenle M a n . Por consiguiente, lo que debe Iiacerse no es eri absoluto prolongar la cri- tica eri cierto modo realista de Marx cuando reprocha al capitalismo real haber abstraido la realidad del trabajó; hay qiic llevar adelante una críiica teó- rica sobre la iiianera como, en el discurso económico, el trabajo mismo Fue objeto de una abstraccióii. Y, diceii los iieolibei.ales, si los ecoiioinistas vcii el rrabajo de una manera tan abstracta, si dejan escapar su especificación, SUS

modulacioiies cualitativas y los efectos económicos de estas, lo Iiacen, eii el fondo, porque los econoiiiistas clásicos iiuiica contemplaii cl objcto de la eco- nomia en otros tlrminos que los del proceso, el capicil, la inversiln, la máquiria, el producto, etcétera.

Yo creo, no obstante, que eii esre aspecto es menester resituar los análisis neoliberales eii su cotirexto general. D e una i i otra manera, lo que represeiita la mutación epistcmológica esciicial de esos atiilisis neolibci.ales cs quc pre- tenden cambiar lo que constituyó de hecho el objcro, el doiiiinio de objeros, el campo de referencia general del análisis económico. En la práctica, desde Adam Smith hasta principios del siglo a, el análisis ecoiióniico se arribuyó

' Entre ~ornillas eii CI mariiascriro,

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260 NACIMIENTO DE LA UIOI'OLfT1CA

como objeto, en líneas geiierales, el estudio de los mecanismos de produc- ción, los mecaiiisiiiosde intercambio y los hechos de consumo dentro de una cstrucrura social dada, con las interferencias de esos tres mecanismos. Ahora bien, para los neoliberales, el análisis económico no debe consistir eii el estu- dio de esos mecaiiisrnos, sino eri el de la iiatiiraleza y las consecuencias de lo que ellos llaman decisiones sustituibles, es decir, el estiidio y el análisis del modo de asignacióri de recursos escasos a fiiies que son anragóriicos, o sea, fiiies alteriiativos, que no pueden superponerse uiios a otros.23 En otras palabras, tenemos recursos escasos para cuya utilización eventual no conramos con un solo fin o coii fines acumtilativos, sino cqti fi.nes enrre los ciialeses preciso ele- gir, y el punto de partida y el marco de referencia del análisis écorió- mico deben ser el estudio del modo como los iiidividuos asigiiaii esos recur- sos escasos a fines que son excluyentes entre sl.

De ese niodo coiiiciden, o mejor diclio, llevan a la práctica, una definición del objeto ecoiiómico que fue propuesta hacia 1930 o 1932, ya no me acuerdo, por R ~ h b i n s , ' ~ q,uieii, al menos desde ese punto de vista, puede coiisiderarse tambiéii coino uno de los Fundadores de la doctrina ecoriómica neoliberal: "La ecoiiomía es la ciencia del coniportamiento humano, la ciericia del coinpor- taiiiieiiro Iiumano como tina relación entre fines y medios escasos qiie tienen usos que se excluyen mutua~ i i en te" .~~ Coino ven, esta definición de la econo-

'' Vtase Gary Deckcr,-Tl>r Economic Appronci, t o Hi'mnn Bthnvior, Chicago y Londres, Ui,iversiv afChicngo I'rcsr. 1976, p. 4, dandc recusa "(he definirion ofeco~iomics in rcrms of material gonds* [la definición de la cconomia cn rtrniinos dc bienes materiales], en beneficio de la definición "in terms ofscarce mcanr 2nd carnpcring cndr" [en rCrminor de medios erca- ros y fina aiitag6nicor).

" Lord Lionel C. Robbins (1898-1984): economirra iliglts, profesor de la Lvndon School of Economici y auroi sobre todo de una nhra dedicada a la merodoloiin dc la cicncia c c o n b mica: Er~ny o n rhe Ndtzrr nnd Siyn~$cnnec ofEconomir Scirnct, Londres, Macmillan. 1932; icrd. 1962 [rrad. esp.: En~nyorobrr h norurakmy h ri,if;rncidn dr h cirncid rcondrnlo Mtxico, Fondo dc Culrura Ecoriórnicn, 1981). Hosril a las poricioner de Keyries a lo largo dc la crisis de Iñ decada de 1930, modificó su punto de vinra rras rii expcricnciñ como arcror del gobierno bridnico duranre la guerra.

" Ibid (19621, p. 16: '"Ecaiiomics is chc scicnce wliicli srudics hiirnan brliavior as a rcla- rionrhip bcwccii cridr and rcarce incanr which Iiavc alrcitiarive uses" [In ecoiiomía er I i ciencia que errudia el cornportamicnio humano como ona relacióti entre Fines y medios escasos que ric- ncn usos nlrcniarivorl (cirado por Gary Bccker; Th~E~oconomicAppmarh ..., op. cit., 1,. 1, n. 3).

mía no le propone como tarea el análisis de un mecanisnio relaciona1 entre cosas o procesos, del estilo del capiral, la inversión, la produccióii, en el que el rrabajo está insertado hasta cierto puiito sólo como engranaje; le asigna la tarea de analizar iin comporrarniento humano y su racionalidad inreriia. El análisis debe tratar de deseiitrañar cuál Iia sido el cálculo -que 1101 otra parte puede ser irrazoiiable, ciego, insuficiente- por el cual, habida cuenta de la escasez de recursos, uno o tnás individuos liaii decidido destinarlos a cal fin y no a tal otro. La economía, por lo tanto, ya no es el aiiálisis de procesos, es el análisis <le una actividad. Y ya no es entonces el análisis de la lógica histórica de !>roce- sos, sino el análisis de la racionalidad interna, de la prograinación estratégica de la acrividad de los indibiduos.

Y d e repente, ¿qué querrá decir hacer el análisis económico del trnbajo? ;Que querrá decir reintroducir el trabajo en el análisis económico? No quiere decir saber dbnde se sitúa el trabajo entre, digamos, el capital y la prodiic- cióii. El de la reintroducción del trabajo en el campo del análisis eco- nómico no consiste en preguntarse a cuánto se lo compra, qué produce esto desde un punto de vista téciiico o cuál es el valor agregado por el rrabajo. El problema fundamental, esencial o en rodo caso primario que se planteará cuando se pretenda hacer el andisis del trabajo eii terrninos económicos será saber cómo utiliza el trabajador los recursos de que dispone. Es decir que, para introducir el trabajo en el caliipo del análisis económico, habrá qiie siriiarse en la pers- pectiva de quien trabaja; liabrá que estudiar el trabajo como coiiducta econó- niica, como conducta económica practicada, puesta en acción, racionalizada, calculada por la persona misma que trabaja. ¿Qué significa trabajar para el que trabaja? ¿Y a quC sistema de decisiones, a quC sistema de racionalidad obedece esa actividad laboral? D e golpe, a partir de esa grilla que proyecta sobre la actividad laboral un principio de racionalidad estrategica, podrá verse en que sentido y cómo las diferencias cualitativas de trabajo pueden tener un efecto de tipo económico. Situarse, entonces, en el punto de vista del trabajador y hacer, por primera vez, que éste sea en el aiiálisis económico no un objeto, el objeto de una oferta y tina demanda bxjo la forma de fuerza de trabajo, sino un sujeto ecoiiómico activo.

I'ues bien, a partir de esta tarea, jcóino la encaran? Uti Scliultz, un Becker, diccn: en el fondo, ;por que traliaja la gente? Trabaja, desde luego, para con- tar con un salario. Ahora bien, iqut es u11 salario? Un salario es simplemente

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en la medida cti que es una ináqiiina. Es iiecesario, en cotisecuencia, conside- rar cl conjiinto conio un coniplejo máquina/flujo, dicen los iieoeconomistas -todo esto está en S ~ h u l r z - , ~ ~ y como ven, nos encontramos cn las aiitípodas de una concepción de la fuerza de trabajo que deba venderse según el precio de mercado a un capiral que este invertido en una empresa. No es una concep- ción dc la fiierza de trabajo, es una concepci6n del capital-idoneidad que recibe, en fiincióii de diversas variables, cierta renta que es un salario, tina renta-sala- rio, de iiianera que es el propio trabajador quien aparece como si fuera iiiia espe- cie de eiiipresa para sí mismo. Podráii advertir que aquí rencmos, llevado al extremo, el elemento que ya les habla seíidado en el neoliberalismo alemán y Iiasra cierto plinto en el neoliberalismo francis: la idea de que el anáiisis eco- nómico debe reencontrar como elemento de base de esos desciframientos no tanto al individuo, iio tanto procesos omecanisinos, sino empresas. Una cco- nomía Iiecha de unidades-empresas, una sociedad hecha de unidades-empre- sas: este es a la vez el principio de desciframiento ligado al liberalismo y su programación para la racionalización de una sociedad y una economía.

Yo diria que, en algún sentido -y esto es lo que se dice tradicionalmente-. el neoliberalisino aparece en esas condiciones como el retoriio al lmmo econo- n~ic~cr, Es cierro, aiiiique verán que lo es coi1 1111 desplazamiento considerable, porque jqiii es ese hombre económico en la conccpcióii cldsica del homo eco- nomirur! Pues bien, cs el hombre del intercaiiibio, el socio, uiio de los dos socios en el proceso de intercanibio. Y este horno oco~~omirrrs socio del intercambio itiiplica, claro está, un análisis de sil eseiicia, una descomposicióii de sus com- porramientos y maneras de actuar en terrninos de urilidad que se refieren, por supuesto, a una problemkica de las necesidades, ya que a partir de éstas podrá caracterizarse o definirse, o en todo caso podrá hiiidarse, una utilidad que inrro- ducirá el proceso de intercambio. Homo aconornicirr como socio del inter- cambio, teoría de la utilidad a partir de uiia problcmárica de las necesidades: esto caracteriza la coiicepción clásica del homo oconomirus.

En el neoliberalismo -que no lo ociilra, lo proclama- también vamos a eiicoiirrar una teoría del homo economicur, pero en 61 este no es en absoluto iin socio del intercambio. El horno economirus es un empresario, y iin empre- sario de sl tnismo. Y esto es tan cierto que, en la práctica, va a ser el objetivo

'OThwdorc William Schiiltz, Inrirrntnt in Humati Cnpitnl,. ., op. cit. p. 75.

de rodos los anilisis que hacen los neoliberales: sustituir en todo momento el homo reconomicus socio del intercambio por un horno nconomicus empresario de sí rnisrno, qiie es su propio capital, su propio productor, la fuente de [sus] ingresos. No voy a hablarles de esto porque seria demasiado largo, pcro en Gary Becker, jusrainente, encontrarán toda una teoría muy interesante del consumo." Él dice: de tiinguna manera Iiay qne creer quc, en 1111 proceso de intercambio, el coiisiimo s61o consiste en el liecho de que alguien coinpra y hace un inter- cambio inonetario para obtener una cantidad de productos. El Iioinbre del consunio no es uno de los tirminos del intercanibio. Eii la inedida en que con- sume, el hombre del consumo es unproductor. ¿Y que produce? Pues bien, poduce simplemente su propia ~a t i s f acc i6n .~~ Y el consumo debe considerarse como una actividad de empresa por la cual el individuo, precisamente sobre la base de un capital determinado del que dispone, producirá algo que va a ser su propia satisfacción. Por consiguiente, la teoría, el análisis clásico y cien veces reiterado de qiuien por un lado es consumidor, pero tambiénes prodiicior. y en la medida en que es productor por uri lado y consuniidor por otro está de

'' Vtase Gaiy ~ c c k e i (en colaboración con Robcrr T. Micliarl), "On rhc new Theory of Consumcr Bchaviof. cn Swrdirh Joi<rnolofE~~ronomicr. 75, diciembre de 1973. pp. 378-395, r ed . en Thr EconomicAppmnrli .... op. Nt., pp. 130-149. ~bse 'Henr i Lipagc, Drmnin Ircnpi- ralirrnr, op. cit., cap. 8: "ú nouvelle tlitorie du consohinareur (las r~volurions de G. Be&er)". '' Gaiy Bcckcr. Thc Economir Approorh . . , q. cit., p. 134: "chis approncli views as rlie

priin.ll.y objeco of consuiiier choice varioiis enririer, calied comiiiodiries,'from which ririliry is directly abrained. Therr commadirics are praduccd by rhc corisumrr unir irrelf rhroiigli rhe producrivc acriviry ofcombining piirchased marker goodr and servicer wirh rome ofrhe liourr- holdS own rime" [erre enfoque considera como objcrar primnrios de la dccisi6n de corisuma diversar. cniidades denominadas mercancias. dc las que se obtiene una urilidad en forma dirccra. b a r mercanciar son producidas por la unidad misma dc consumo 2 rravCr dc la acrividad prn- ducriva cni>rirtenrc cn combinar bienes y rcrvicior de mercado comprados con parrc del rienipo propio de Iñ cara]. En s i l articulo "ATheory olilie Allocarion ofTirnc", en Ecanomic Joi<rnal, 75(299), scpticmbrc de 1965, pp. 493-517 (reed. en Thr Etonomir Appronc h. . . , "p. eir., pp. 90-1 14) [rrad. esp.: "Una teoría de la dirrrihiición del ricmpo", separara de En<dioiEcondmiror, 911 O, Bahía Blanca, Uiiiversidad Nacional del Sur, enero a diciembre dc 19661, Decker expiiso por primera vcr csrc análisis dc lar funciones dc produccián de lar acrividader dc consumo

(véase Michcllc Riboiid y Feliciano Hernindez Iglesias, "La rhéarie du capital humain ...", op. cir, pp. 241 y 242). VCase H~nri Lepñge, D m i n Ic copirnIUmr, op. cit., p. 327: "En esm pcii- pccriva, el consumidor no cr r61a un scr que consume; es un agcnrc econ6inica que 'produce'. ¿Que produce qut? Sarisfacciancr cuyo consi~iiiidor es tl misma".

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266 NACIMIENTO DE LA DIOPOI.fTICA CIASE DEL 14 DE MARZO VE 1979 267

dgúii iiiodo dividido con respecto a si mismo, todos los análisis sociológi~O~ (pues jamás Iiaii sido econóniicos) del consumo masivo, de la sociedad de coiisunio, etc., no sc sostieiicii y no valen iiada en coinparación coii lo que sería uii análisis dcl consumo en los términos neoliberalcs de la actividad de pro- ducción. Hay, por lo tanto, un cambio completo en la concepcióti del hdmo ~conomicur, aun cuando haya en efecto un retorno a la idca de éste conio gri- Ila de análisis de la actividad ecoriómica.

Se llega por ende a la idea de que el salario no es otra cosa que la remune- ración, la renta afectada a cierto capital, un capital que va a calificarse de cripi- tal I~uniano en cuanto, justaniente, la idoneidad-máquina de la que consti- tuye una reiira no puede disociarse dcl individuo humano que es su portador. 33

Eiitoiices, ¿de qué está compuesto ese capital! En este punto, la reiiitroducción del trabajo en el campo del análisis ecoiióiiiico va a periiiitir, en virtud de una suerte de aceleración o exteiisióii, pasar ahora al análisis económico de de - mentos que, hasta aquí, lo habían cludido por completo. Eti otras palabras, los neoliberales dicen: el trabajo formaba parte coii toda legitimidad del aná- lisis económico, pero el ariáiisis ecoiióiiiico clásico, tal conio se Io encar:~ba, no era capaz de hacerse cargo de ese elemento del trabajo. Bueno, nosotros sí lo Iiacemos. Y dcsde que lo hacen, y lo hacen en los términos que acabd de señalarles, se ven en la necesidad dc estudiar cl modo de constitución y s u - mulacióti de ese capital liuniano, lo cual les permite efectuar anAlisis econó- micos de campos y dominios que son totalmente novedosos.

¿De qué está compucsto este capital humano? Pues bien, está ~ ~ i i i p ~ e s t o , diccn, de algunos clementos innatos y otros adquiridos.34 Hablemos de los ek-'

Vtasc Th~odorc Williain Scliula, lnvcrtmcnr in Ffilrnnn CopirnL.., op. cir, p. 48: "The disrincrive rnark of hurnan capiral ir rhar i r ir a parr of maii. Ir is humnn bccausc ir is crnbodicd in mñii, 2nd cnpirnlbccausc it ir a sourcc offuturc satirfactions, or of furure urriiiigs, at.afboth" [El scllodisrinrivo del capiral hunianoesquccs unapancdcl hombic. Er humnoporqueseen@rna eii el iionibre, y capirnlparqiic es un* hiciirc dcsarirfacciones futuras o saluiar futuras, o dc anibosl (frarc rcpciida cli la p. 161 coii rcfereiicia a la eduilci6ii corno forma de capiral humano).

3 4 ~ ~ a r e Midielle Riboud y Fcliciano HcriidiidezIglesias, "La rhtoriedu capiral humainc ...", op. cit.. p. 235: "Si, como planrea la hipótesis de la teoría del capiral humano, la producrWidad de uii individua depende cn parredc rus capacidades hcrcdadas al nacer y cn parte (más impor- ranrc) de sus capacidades adquiridas por la víz de inversiones, su nivel salarial cn cada p c í l ~ d ~ de la vida variará dirccramcnrc cn funci6n dc las dimerisiaiic; de la rcseiva de capiral huriiaflo de que disponga en esc ~iiomentd'.

nieiitos innatos. Están los que podemos llamar Iiereditarios, y otros que soii simplcmcnte cong4nitos. Diferencias que son obvias, claro está, para cualquiera que tenga el más dihiso barniz de biologla. No crco que hasta el momento se hayati hecho estudios sobre el problema de los elenientos liereditarios del capi- tal Iiuinaiio, pero sc vc coii mucha claridad cómo podría liac4rselos, y sobre todo se advierte muy bien, a través de una serie de inquietudes, preocupacio- nes, problemas, etc., que está naciendo algo qiie ~ o d r i a ser, scgún les parezca, interesante o iiiquietaiite. Eii efecto, en los análisis de esos neoliberales que esnive a punto de llamar clásicos, en los análisis de Schultz o en los de Becker, por ejemplo, se dice claraniente que la constitución del capital huinano sólo tienc iiitcr&s y rcsulta pertinente para los economistas en la medida en que ese capital se constituye gracias a La utilizacióii de recursos escasos, y de recursos escasos cuyo uso es alternativo para un fin dado. Ahora bien, es muy evidente que iio debemos pagar por tener el cuerpo que tenemos ni por nuestra coxis- titución genética. No cuestan nada. Sí, no cuestan iiada; en fin, habría que ver.. . Y es fácil imaginar que algo así pueda suceder (lo quc hago aquí es ape- nas ciencia ficción; se trata de una cspccic de problemática que eti nuestros días empieza a ser corriente).

En efecto, la geiiética actual riiuestra que uiia cantidad niucho más consi- derable de elementos de [lo] que pódíamos irnagi~iar hasta el nioineiito [está] condicionada por el eqiiipamiento genético que hemos recibido de nuestros ancestros. Y permite en particular establecer en cualquier i~idividuo las pro- babilidades de contraer tal o cual tipo dc ciifernicdad a una edad determi- nada, durante un pcr(odo dado de su vida o de cualquier tnaiiera en cualquier momcnto de su vida. En otras palabras, uno de los intereses actualcs de la aplicación de la genética a las poblaciones humanas radica cii permitir reco- nocer a los individuos en riesgo y el tipo de riesgo que corren a lo largo de toda su existencia. Ustedes me dirán: por ahora tia se pucde hacer iiada, riues- tras padres nos hicieron así y punto. Sí, dcsde lucgo, peto desde el iiioiiiciito cri que se puede establecer cuáles son los individuos en riesgo y cuáles son las probabilidades de que la iinióii de individuos en riesgo produzca una persona que Iia de tcner tal o cual caracterlstica coii respecto al riesgo dcl quc será por- tadora, se pucde imaginar perfectamente lo siguicntc: las bucnas constituciones geiiéticas -es decir, [las] capaces de producir individuos de bajo riesgo o cuya tasa dc riesgo no sea perjudicial para ellos mismos, para su entorno o para

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268 NACIMIENTO DE LA BIOPOL~TICA

la sociedad- se van a converrir, sin lugar a dudas, en algo escaso, y en la medi da en que sean algo escaso podrán resueltameiite [entrar], y es lógico que entren, en circuitos o cálculos ecoiiómicos, es decir, en decisiones alternativas. Para ser m k claro, esto querrá decir que, dada iii i co.nstitución geiiktica, si deseo tciier un descendiente cuya consritución sea por lo tiieiios tan bueiia como la rnia o mejor, en la niedida de lo posible, deberé además procurar casarme con alguien cuya constirución genérica tambikii sea bueiia. Y supongo quc advertirán con toda claridad que el mecanisnio de produccióii de los indivi- duos, la produccióii de niños, puede encontrar toda tina problemática eco- iiómica y social a partir de la cuestión dc la escasez de buenas constituciones genéricas. Y si uno quiere tener uii liijo cuyo capital Iiuniano sea clcvado, enten- didosirnplenientc cii ikriiiiiios de elementos innatos y elerne'ntos adquiridos, necesitará hacer una coiiiplera inversión..vale decir, haber trabajado lo sufi- ciente, tciier ingresos suficientes, rener un estatus social tal que le periiiita tener por cbny~ige o coproductor de ese futuro capital humano a alguien cuyo capital propio sea importante. Les digo esto y, en última instaiicia, no se trata en absoluto de iina bronia; es siinplemente una forma de pensainieiito o iina problemática que en la actiialidad se encuentra en estado de

Quiero decir lo siguiente: si el problema de la genérica suscka eii nuestros días tanta inquietud, no creo que'sea útil o interesante recodificar esa inquie- tud coi] respecto a ella eri los términos tradicionales del rácismo. Si se quiere captar lo que hay de p~líticaiiiente pertinenre en el desarrollo actual de la gené- tira, habrá que procurnr aprehender sus implicacioties en el nivel mismo de la actualidad, con las problemáticas rca'les que la situación plantea. Y cuando una sociedad se el problema de la niejori de ;u capital Iiumano en gene- ral, no podrá dejar, de encararo,en todo caso, de exigir la cuesribn del con-

'' Sobre estas cucrriones. vCasc la sexta parrc del libro de Gary Reckei, The Econotnic Appronrh.. ., op. cir, pp. 169-250: "Marriagc, ferriliry, and diebmily". Vianrc asimismoThcodore William Schiiliz, 'New cconnniic approach ro fcrriliry", enJor~rnalofPoIiticalEco~~~m~, Rl (2), segtioda parte, niamo-abril de 1973; y Arleen Leibawirz, "Home itivesrnieiirs in diildren", en JoarnalofPoliriculEc~nomy, 82 (21, segiinda parre, mano-abril dc 1974. Viarire Michelle Riboild y Feliciario Hernindez Iglcsiñs, "La rhiaric du capital humain ...", op. cir , p p 240 y 241 (sobre la elección cnrre "cariridad y "cdidad de lar hijos cn hincióii del capiral humano que quicicn rrnnsrnirir rus pidrcr); y Henri Lepagc, Drmnin lc copirnlirmr. op c i t , p. 344: ''L. rhioric fconomiqur dc lzi d¿niographie".

CLASE DEL 14 DE W O DE 1979 269

tiol, el filtro, el mejoramiento del capital huniaiio de los individuos. en hin- ción, claro, de las uniones y procreaciones que resulten. Y en consecuencia, el problema de la iitilizacióri de la genktica se formula entonces en tér- minos de coristitución, crecimienro, acumulación y mejora del capital humano. &os efectos racistas de la genttica, por decirlo de algún modo, son por cierto algo que debemos temer y que distan de Iiaberse enjugado. Me parcce que ésa es la gran apuesta politica de la actualidad.

Bueno, dejemos eso, o sea, el problema de la inversión y la elección cos- tosa de la constitución de un capital humano genbtico. Si se plantean proble- mas y los iieoliberales presentan nuevos tipos de análisis, es mucho más, desde luego, del lado dc lo adquirido, es decir, de la constitución más o menos voluii- taria de un capital humano en el transcurso de la vida de losindividuos. ¿Que quiere decir formar capital Iiumano, formar, por lo tanto, esa especie de ido- neidad-máquina que va a producir ingresos o, en fin, que va a ser remunerada con un ingreso? Quiere decir, por supuesto, hacer lo que se llama inversiones educativa^.^^^ decir verdad, no hubo que esperar a los neoliberales para niedir ciertos efectos de esas inversiones educativas, ya se rratara de la instrucci6n propiamente dicha, de la formación etc. Pero los neoliberales hacen notar que, de hecho, lo que es preciso llamar inversi6n educativa, o en todo caso, los elementos que participan en la constitucióii de un capital humano, son mucho más amplios, mucho más numerosos que el mero aprendizaje escolar o el mero aprendizaje pr~fesional.~' ¿Cuáles serán los componentes de esa inver- sión, lo que va a constituir una idoneidad-máquina? Experimentalmente, por observación, se sabe que está constituida, por ejemplo, por el tiempo que los padres consagran a sus hijos al margen de las simples actividades educativas pro- piamente dichas. Se sabe perfectamente que la cantidad de Iioras pasadas por

Viarc Hcnri Lepage, Dcmain Ir c~pirolirrnc, 01,. rir., pp. 337-343: "L'itivesrisscrnenr en 'capiral humxin' er les icarrs de salaire".

" V h c la lista de formas de inversi6ii elaborada parlheodore William Sdiulr~, lnvcincnr ir, H m a n Capital. .., op. cit,,p. 8: "duriiig h e par decade, tliere have been iiiiparraiir a d v ~ n c a in economic thinking witli mpccr ta human capital. This ser of iiivesrnients is classificd ay Follo~~~s: sdiooling atid higher eduwrian, an-he-job rraiiiirig, migntian, healtli, 2nd economic informa- rioti" [diini>re la decada pasada, el pcnramicnto económico Iiizn importancm avanccr con rmpcna d capiral humano. h r c caiijuiiro de itivcnioncs re daifica del riguicnrc modo: escolaridad y cdu- wckn superior. wpaciraci6n en d lugar dc rnbajo, migraci6n, salud c informaci6n ccon6micaI.

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una iiiadre de faiiiilia juiito a su Iiijo, cuando éstc aún cstá cn la cuila, será11 muy iniportaiites para la cons,titución de uiia idoneidad-máquina o, si se quiere, de un capital humaiio, y que.el iiifio tendrá muclia más capacidad de adapta- ción si, en efecto, sus padrcs o su iiiadre Le Iian dedicado una cantidad de lloras que si le han dedicado muchas nicnos. Vale decir que el mero tiempo de lac- tancia, el mero tiempo de afecto consagrado por los padres'a susliijos, debe poder analiiarse corno inversión capaz de constituir un capital Iiuniaiio. El tieiiipo que se dedica, los cuidados briiidados, taiiibiéri el nivel de cultura de los padres -pues se sabe justamente que, a igual dedicacióii de tiempo, los padres cultos van a ciiltivar eii el iiiho un capital humano niucho niás elcvado que q~iieties no tienen el mismo nivel cultural-, el conjunto de los estimulos culturales reci- bidos por un niño: todo eso va a coiistituir eleiiieiitos capaces dc formar un capi- tal Iiuiiiano. Se Ilegaá de tal modo a un completo análisis anibieiital, como dicen ,

los iiortcainericaiios, dc lavida del iiiho, que podrá ~dcularse y hasta cierto punto ponerse e11 cifras; cii todo caio, podrá iiiedirse eii términos de posibilidades dc iriversiAii en capital hiiinanoi ; Q ~ i é elementos del ciitorrio del iiifio va11 a pro- ducir capital Ii~iniaiio? $11 qué aspecto t:d o cual tipo dc estiiiiulacióii, tal o cual forma devida, tal o cual rclacióii coi1 los padres, los adultos, los otros podrán cristalizar coiiio capital humano? Bicn, como habria quc ir niás allá, dejo todo esto de lado. Se puede Iiacer de la misrna manera el análisis de las atenciones médicas y, endÍminos generales, de todas las actividades coiiceriiientes :i la salud de los iiidividuos, que aparecen de tal forma con10 otros tantos cleniciitos a partir de los cualcs el capital hilniaiio, eii priiner Iiigar, va a poder mejorarse, y, en segurido lugar, conscmrsc y utilizarse la inayor cantidad de tiempoposible. Es preciso por lo tanto repensar todos los problemas, o, en todo caso, pueden repeiisarse todos los problemas de la protección de la salud, dc la higiene pública, como elementos capaces de inejorar o no el capital humano.

Entre los elcmcntos que constituyen el capitul 1iuin:ino tarnbiéii hay quc incluir la inovilidad, esto es, la capacidad de desplazarse de un individuo, y en particular la i i i igraci~n. '~ Como, por un lado, la migración dcsde Iiiego repre- seiita u11 costo, ya que el individuo desplazado no va a ganar dinero iiiieiitras se desplace, Iiabrá un costo niaterial, pero también un costo psicológico de la

"Sobre este terna, vease la lista de trabajos cirador enThcndore Williain Sciiiilrz, In~iermrrnt ia H f ~ i m z Cnpirnl.. ., op. ( i r , p. 19 1.

CLASE DEI. 14 IIE MARZO IIE 1971 271

iiistalacióii dcl iiidividuo eri su nuevo riicdio. Tambiéri Iial~rá, al iiicrios, un lucro cesante Cn cuanto el de adaptación del iiidividuo no va a per- mitirlc, sin duda, recibir las remuiieracioties qiie teiiia coi1 antcrioridad o las que ha de teiier iiiiavez que se Iiaya adaptado. Eii fiii, todos esos eleiiieiitos iiegativos iiiuestraii ciaraniciitc que la migración es uii costo, ¿y ciiál es su fun- cióii? .Obtciicr uiia. mepra.del estatus; de la i~niurieracióii, etc. Valcjccir que se trata dc una inversión. L; migración es una inversióri, el niigrantc es un inver- sor. Es t i r i empresario de sí rriisino qiic Iiacc uiia scrie de gastos de iiiversióii para conseguir cierta mejora. La iiiovilidad de una población y su capacidad de toiiiar dccisioiics cii csa niatcria, que son decisioiiis de iiiversi6ii para obte- ner una mcjora en los ingresos, permiten reintroducir esos feiiómeiios, no como puros y simples efectos de mecanismos ecoiióinicos que desbordaii alos iiidi- viduos y, de alguna niatiera, los ligaii a uiia inmensa máquina de la qtie iio soii dueños; iio, posibilitan analizar todos esos comportainieiiros eti tCrniinos de empresa individual, empresa de si mismo coi1 iiiversioiics e iiigrcsps.

Ustedes me dirán: ¿cuál es el irite;@s de todos estos análisis? Supongo que perciben las coiiiiotacioiies politicas iiitncdiatas, sin duda rio es necesario iiisis- tir más. Si sóloexistiera ese producto político laretal, podriamos barrer de un pluinaio'y siti la nieiior vacilacióii ese tipo dc aiiálisis o, en todo caso, practi- kar a su rCspccto la lisa y llana actividadde denunci?. Pero creo,quc eso seria a la vez,falso y peligroso. En efecto, ese tipo de análisis pcrinitc ante rodo.revi- sar uri poco una serie de feiióiiiciios iderit,ificados desde Iiace algúii t i e ~ p o , fines delsiglo XIX, y a los que no se dio exactamente el estatus suficiente. Me rcfiero al prob¡ciiia del probeso técnico e indiiso de lo que Schuiiipeter Ila- maba "innovación'>," Schurnpeter . -no . fue cl primero, por otra parte, pero limitéinonos ainfocarnos en él- advirtió que, coiitrarian~entc a las prediccio- nes que Marx y, de iiiaiiera general, la econon~ía clásica liabíaii podido for- mular, la baja terideiicial de la tasa de ganancia sc corregi;~ de niaiicra cfcctiva y permanente. Cooio saben, la doctrina dcl imperialismo, por ejemplo, la de Rosa ~ u x e i i i b u r g o , ~ ~ proponía una interpretacióii de diclia corrección de la

" VCasc rrrprn, clasc del 14 de febrero de 1979, ~iora 57. 'O Vtasc Rosa Luxemburgo (1871-1919) , U i e Akki<muhriori dcr Knpirair. En Beirrngzrrr

okonomircbrn Erkinn'ngdrr I>nprrinliinit,s, Berlín. B . Siiiger, 1913 ( t rad . Ir.: LAcnrwainriort di' cnpitnl, Coiitribution 2 lixplirntinrr dconomiqi<a de l'inipirialir>nr, vol. 1 , trad. de M. Olliviei;

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1 272 NACIMIENTO DE LA BlOPOLfTlCA CLASE DEL 14 DE MARZO DE 1979 273

baja tendencidde la tasa de ganancia. El análisis de Schumpeter consiste cn decir que la inexistencia de esa baja o la corrección de In baja dc la tasa de ganan- cia no se debe simpletnente a un fenómeno imperialista. Se debe, de manera general,* [a] la innovación, es decir, [al] descubrimiento, el desciibrimiento de nuevas técnicas, de nuevas fuentes, de nuevas formas de productividad, y tarn- biéii el descubrimiento de nuevos mercados o nucvos recursos de mano de obra.4i Sea como fuerc, Scliumpcrcr cree que si esa corrección es abso1uran;ente coiisustancial al funcionamieiito del capitalismo, lo es por el lado delo nuevo y la innovación, y por allí buscará entonces la explicacióri de este fenómeno.

este problema de la innovación y en dcfinitiva, por lo tanto, de la baja tendencia1 de la tasa de ganancia, lo que [retoman los ncoliberales],** y no lo hacen como si fuera una suerte de característicaético-psicológica o étito-eco- nóinico-psicológica del capitalisnio, como supone Scliumpeter, cii una pro- blemática no demasiado alejada de la de Max Weber. Dicen, en cambio: no es posible detenerse en ese problema de la innovación y confiar, de alguna manera, en la intrepidez dcl capitalismo o el cstímulo pernianente de la competencia para explicar el fenómeno correspondienre. Si hay innovación, es decir, si se encuentran cosas nuevas, si se descubren nuevas formas de productividad, si hay iiiveiiciones de tipo tecn.ológico, no es más que la renta de cierto capital, el capital humano, o sea, el coiijiinto dc las inversiones que se haii Iiecho en el hombre misino. Y al retomar dc tal modo el problema de la innovación en

Parir, Librairie du rravail, 1935; nueva rrad. dc l. Pcrit, 2 volr., Paris, F. Marpero, 1967) [rrad. esp.: Ln ncumrilaridn ddcapitn.! Barcelona. Oibii, 19851.

" Michcl Foiicault agrega: y el rirúa [utrnpohbrn innrrdibItblr/par orra parrc como iinn care- guria de ese proceso mis general.

" Moror dcl desarrollo (en oposici6n al "circuiro"), Iñ innovacióii, scgiiii Scliumpercr, no rr asiinilñ al mero progrcso del saber tkcnico. Pueden discciirirsc cinco cnregorlñs de innovación: 1) 11 fabiic.ici6n dc i i i i riucvo bicn; 2) la iiitruduccióii de un nuevo mtroda dc prodiicciúii; 3) la aperrura de un nuevo nicrcado; 4) In conquista dc una riitcva fucrice de niarc~.ias primas; y 5) la piicsrn cii iir.4ctica de uii iiucvo inCrodo de organización de la pradurci6n. VCaseJaseph A. Scliuinperei; La i%ior i rd~~~~o lu t ion¿cono~niquc , tiad.deJ.-J. Aiistcrr, l'ñrir, I.ibr;iiricDalloz, 1935, reed.1999, cap. 2 , i i , p. 95. Ilcordcnios que cs la coriccntración del capital ia qiie ticlidr a l>uroct.aiirar In innovacióii, a privar as1 a la empresa de su jusriticaci6n esencial y. coi,

ello, a cuesriotiar la superrivciicis misma del cipitaliimo (véasc rupm, dase del 21 dc fcbrcro

dc 1979, pp. 213-215). " Michel Faiicñiilt: sc siriiaci los andliris de los ncoliberales.

el niarco de la teoría niás general del capital Iiumario, tratan dc mostrar, cori un repaso de la historia de la ecniiomín occidcntal y dc la ecoriomía japonesa desde la década de 1930, que el creciiiiienro -considerable, desde Iiiego- de esos países durante los últimos cuarenta o ciiicueiira años no puede explicarse en absoluto [a partir] de las meras variables dcl análisis clásico, esto es, la tic- rra, el capital y el trabajo entendido en tiempo de trabajo, en cantidad de tra- bajadores y cantidad de hora.. S610 un análisis fino de la composición del capi- cal humano, de la manera como ha aumentado, de los sectores en los que ha crecido y dc los elementos quc se introdiijeron en concepto de inversiones en él podrá explicar cl cricitniento efectivo de esos países.42

Y sobre la base de ese aiiálisis teórico y ese análisis Iiistórico se pueden poner de relieve los principios dc una política de crecimiento que ya no se ajustará sirnplemente al problema de la inversión material dcl capital físico, por una parte, y del número de trabajadores, Lpor otra,] y se tratará cn canibio de una politica de crecimiento centrada en una de las cosas que justamente Occideiiie puede modificar con mayor facilidad, a saber, el nivel y la forma de la inver- sión en capital huniano. Y se advierte con claridad, en efecto, que hacia ese aspecto se orientan las políticns económicas, pero no sólo ellas sino tanihi6ri las sociales, las políticas culturales, las educacionales de todos los países desarrollados. De igual itiaiiera, asimismo, a partir del problema del capital humano, pueden repensarsc los problemas de la economía del Tercer Mundo. Y como saben, aliara se trata de pensar la Falta de despcguc de la eco- nomía tcrccriiiundista no tanto en términos dc bloqueo de los rnecanisnios económicos, sino de insiificiencia de inversión en el capital humano. Y tam- bi6n en este caso se retorna toda una scrie de análisis históricos. El famoso probleina del despegue econlmico dc Occidente en los siglos XVI y XVII: ja qué se debió? ¿A la acuniulacióri de capital físico? Los historiadores son cada vez iriás csctpticos c& respecto a esta hipótesis. ¿No se debió jiistarneiite a la existencia de una acumulacióii, sí -acelerada, adcinás-, pcro dc capital Iiiitnaiio? Así, senos invita a r$cuperar a la vez todo uri esqueiiia Iiistlrico y toda una

'' Sobre los limirer de la clasificación rril>rriiia tradicional -cierra, riabaju y capiral (hnd, LzborandcapiraO-en el análisis del ciccimienro ccofiómico y ru incxpacidrd <le explicar cl "iiiir- teria dc la sbiindancia nioderni", vCasc Theodore Willinrn Schulrz. lrive~rmcrri ir> Humnn Cnpirnl. .., op. cit., pp. 2-4.

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progr3macidii de las políticas de desarrollo económico que pueden orientarse y se orieiitan cfectivameiite hacia esos rilievos caminos. No se trata, por supuesto, de supriiiiir los elementos, las connotaciones políticas que les niencionaba Iiace un rato, sino de iiiostrar qiie esas coniioraciones ~>oliticai deben a la vez su seric- dad, su densidad o, si se q~iiere, su coeficiente de amenaza a la eficacia misma del análisis y de la programación en el plano de los procesos a los, que aliora tile refiero.*,

* Michcl Fouc3iili iiitcrrumpe aquí sii exporicidti y renuncia, por faira de rieinpo, a des=- ,rrullar los úlrimor piintor de la parre final d r la clase ("iCudl es el inreres de esre cipo de análi-

'

s~s?"), relarivor a: a) los ralnlios. b) roda uria serie de proble,iias conccrniciiirs a Ir edticacidn, y C ) las posibilidades de ari.llisis de los cornporratnienrai Fari,iliares. El rrianuscriro termina con erras llnem:

"l'rohleiiiaiizsr de otra manera todos los dominios de la ediicacidn, ia culriirñ, la forniación, de lor qiie se habla apoderado la sacioiogia. No cr que la rociol6gia haya descuidado el arpecro econóniico dc todo eso, pero, para mciierse a Bourdieu,

- ~.c~>roduccidi~ de las relaciones de producci6n: ' ' a "

- la ~ ~ l r u r a coma consolidacidn socid de las diferencias econdmicar. En el andliris nealibcral, en ranro, todos esos rlemcnras se inregnri dircculiiciiie a la cco-

no,iiia y ru crcciinicnro eii la fornia de una cansririicidii de capital producrivo. Todos los problemas de [;la hereiicia?], trnrismiri6n, educacidn, Formación, desigualdad dc

iiivelcs tiarados dcsdc itri punto de visra único como cleriicnros ii~ino~cncirahlrs, cllos ~iiismos reajusrador a su [;vez?], ya no en torno de tina anrropalogla, una Crica o una polirica del rra-

bajo. sirio de una econamla del capital. Y i l individuo cansidcrado Amo iiiia empren, esro a, conio una inversión y i i i i inversor [...l.

Sus condiciones de vida soii la renta de un capiial."

Clase del 21 de marzo de 1979

El ncolibcralirmo tlorteamericnno (11) - La aplicncidn de la gvilln econdmica a lorfinómenor rocialer- Retorno a hproblemdticn ordoli- bernl: los eqi~ivocor de la Gcsellschaftspolitik. La generaliznridri de la forma "empresa" en el campo rocinl. Política económica y Vitalpolitil<: nrin socied,zdpara el mercndo y contra el rnercado - La generalizacidn ilimitada de laforma económira del mercado en cl nrolihrrnlirmo norteamericnno: princil>io de inteligibilidnd de los comportamientos individr<aler yprincipio crítico de lar inter- ~ie~~cionPr~~bernnmentaler - Aprctor del neoliberalismo norteame- ricano: 2) La delincuencia y Inpolíticapennl- Recordatorio hirtóri- co: elproblemn de la reforma del derecho penaln fines delriglo XVIII. Cálculo erondmiro y principio de legalidad. Elpnrnritirmo de ILI ley por la norma en elriglo X E y el nacimiento de fina antropolo- gilr criminal- 13 andlirir rieoliberal: 1) la definición del crimen; 2) IR caracterizacidn del sujeto criminal como homo ceconomi- cus; 3) ln jerarqrría de Iapenn como inrtrzrmenro de enforcemeiit de la ley. El ejemplo del mercado de la droga - Conrecuencinr de erte nnálirir: a) la borradura antropológicn del crirninnl; b) la inua- lidacidn del modelo dirciplinnrio.

IOY QUERR~A HABLAR un poco de un aspecto del rieoliberalismo iiortearneri- ano, la manera como [los neoliberales rior~e~iiiei.icanos]' procuran iitilizar I economía de mercado y sus análisis caiacterísticos para el desciframienro

' Michel Foucault: ellos.

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276 NACIMIENTO DE IA BIOPOI.ITICA ClASE DEL 21 DE MARZO DE 1777 277

de relaciones no niercanriles, el descifi.aiiiieiito de fenómenos que no son estricta y propianiente econóniiios sino lo que se denomina, si se quiere, fenómenos snciales.* Para decirlo con otras palabras, la aplicación de la grilla económica a uii carnpo que en el fondo, desde el siglo x i x , y sin duda piicde decirse que ya desde fines del siglo x v ~ i i , se había definido e11 oposición a la econoiiila, o en todo caso como complenieiito de ésta, aquello que en sí, por sris propias estructuras y sus propios procesos, no compete a la economla, aun c~iando esta misma se sitúe dentro de ese ámbito. Y una vez más, en otros términos, creo que lo que está en juego en este tipo de análisis es el problema de la inversibn de las relaciones de lo social a lo ecoiióinico.

. . . Retoniemos, si les parece, la temática del liberalismo aienián o del hrdolibe-

ralismo. Coino recordarári, según esta concepción -la de Eucken, Ropke, Müller- Arniack, etc.-, el niercado se definía coqqun principio de regulación económica indispensable para la formación de los precios y, por consiguieñte, el desenvol- vimiento adecuado del proceso económico. Con respecto a ese principio del mer- cado como fiinción reguladora imprescindil>le de la ecoiionila, ¿cuál era la tarea del gobierno? Organizar una sociedad, establecer lo que ellos Ilaniaban una Gesellichnfrrpolitik tal que vos Frágiles inecanismos del iiiercado, esos frágiles nieca- nisiiios competitivos, pudiesen actuar y pudiesen hacerlo a pleno y de acuerdo con su es t r i ima propia.' La Gesellichnj%politikera entonces una Gcsellichnfirolitik orientada hacia la constirucióii de un mercado. Era una política que debía tomar en cuenta y a su cargo ciertos procesos sociales para dar lugar, dentro de ellos, a un mecanismo de mercado. Pero esta política de la sociedad, para Ilegu así a cons- tituir un espacio de mercado do!ide los memisiiios competitivos pudieran actuar realmente a pesar de su fragilidad intrínseca, esta Ges~llichnftrpolirik, ¿en qué coiisistía? En una serie de objetivos dc los que ya les he hablado, que eran, por ejemplo, evitar la centralización, favorecer a las medianas embresas, sostener lo que ellos deiioniinahaii eiiipresas no proletarias -S decir, en líneas el artesanado, el pequeño comercio, m.-, mulriplicar el acceso a la tra- tar de siistituir la$ coberturas sociales de los riesgos por seguros individuales y , regular también los múltiples problemas del medio ambiente.

'En cl mxnurcriro, esta clase lleva cl rirulo de "La ccononiiñ <le mercado y las rel~ciories no mercanrilcr".

' Vtac q m . clase del 14 dc febrero de ,1979, pp. 177-1 8 1.

, Como es obvio, esa GereIIrchafi~politik enrrafia cierta cantidad de eq~iivocos

y plantra una serie de cuestiones. La cuestión, por ejemplo, de su carácter pu- ramente optativo y su naturaleza "liviana"' en comparación con los procesos pesados y mucho más reales de la econoniía. El Iieclio, asimismo, de que implica una iiitervencibii, un peso, un campo, una cantidad de intervencioiies extraor- diiiarianiente iiuiiierosas sobre las que podemos preguntarnos si responden, en efecto, al principio de que no se debe iiitervenir en el proceso económico sino en beneficio del proceso económico. Bueno, en fin, toda una serie de cuestio- nes y equivocas. Pero querria insistir en lo siguiente: en esta iden de una Gerellichnftipolitik hay algo que yo llamaría un equívoco económico-ético en torno de la noción misma de empresa, pues ¿qué quiere decir hacer tina Ge~ellichnfispolitikeii el senrido de Ropke, de Riistow, de Miiller-Armack? Quiere

decir, por un lado, efectivamente la fornia "empresa" denrro del cuerpo o el tejido social; quiere decir retomar ese tejido social y procurar qlic pueda repartirse, dividirse, mulriplicarse no según la textura de los individuos, sino según la texrura de la empresa. Es preciso que la vida del iiidividiio iio se iiis- criba como iridividiid dentro de un marco de gran empresa que sería la com- pa6ía o, en última instancia, el Estado, sino [que] pueda inscribirse e" el marco de una multiplicidad de empresas diversas encajadas unas en otras y entrelaza- das. Empresas que, de alguna manera, están al alcance de la mano del indivi- duo, que sor1 bastante limitadas en su tamaño como para que la acción del individuo, sus decisiones, sus elecciones, pueda11 tener en ellas efectos signifi- cativos y perceptibles, y tambiCn son bastante numerosas conio para [que él] no dependa de una sola. Y por último, es necesario que la vida misma del indi- viduo -incluida la relación, por ejemplo, con su propiedad privada, s ~ i fatnilia, su pareja, la relación con sus seguros, su jubilación- lo convierta en una suerte de enipresa permanente y múltiple. Esa reinformación de la sociedad según el modelo de la enipresa, de las eiiipresas, hasta en su textura más fina, es enton- ces uno de los aspectos de la Gesellichcfispolitik de los ordoliberales demanes. 2

' Enrre coinillar en el manuscrito. VC3se Frari(ois Bilgcr. La Penrir iconomiysc libirnlr dan, IXIIcmngnr ronimiporainí, París,

LihrairicGCniralcdc Droir, 1764, p. 186: "La pollricasociolSgica sedescompoiie c...] cii miiclins poliriws parriciilñres muy variadas, las priricipalcs de las cuales son, para esos autores, un orde- iinmieiiro del espacio ecoiiSiiiico, uii c$riinulo a las pcqoeímas y medianas emprerm y, sobrc rada,

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278 NACIMIENTO DE LA BIOPOL~TICA CI-ASE DEL 21 DE MAW-0 DE 1979 279

Ahora bien, ;qué función tiene esa generalización de la fornia "empresa"?* l'or un lado se trata, desdc luego, de niultiplicar el modelo ccotióniico, el modelo de la oferta y la demanda, el modelo de la inversión, el costo y el beiie- Ficio, para hacer de dl un modelo de las rclacioiies sociales, un modelo de la cxisrencia misma, uiia forma de relación del individuo consigo mismo, con el tiempo, con su cntoriio, el futuro, el grupo, la familia. Multiplicar ese iriodelo econóniico, es cierto. Y por otro lado, la idea dc los ordoliberalcs de convertir de este modo a la empresa en el modelo social universalniente gene- ralizado sirve de soporte, en su análisis o su programacióii, a lo que ellos desig- nan coiiio la reconstrucción de toda una serie de valores morales y cultura- les que podriarnos calificar de valotcs "calientes",** jusramente presentados como la antítesis del mecanismo "frío9*** de la competencia. En efecto, con ese esquenia de la empresa se intenta hacer que el iiidividuo, para emplear el vocabulario que era clásico y estaba de moda en la época de los ordolibera- les, ya no estC alienado con respecto a su medio de trabajo y al momento de su vida, a su pareja, a su familia y a su medio naiural. La cuestión pasa por recoiistituir alrededor del individuo puntos de anclaje concretos, reconstitu- ción de puntos de anclaje que' forman lo que Rüstow Ilairiaba ~/iralpolitik.' El retorno a la empresa es a la vcz, entonces, una política económica o una política de ccoiiomizacióii de In totalidad del campo social, de viraje hacia la economía de todo el campo social, pero también una política que se pre- senta o se pre~endc coiiio una Vitalpolitikcuya función será compensar el frío, impasible, calculador, racional, tiiecánico juego de la coiiipetencia propianien- tc ccoiióinica.

La sociedad de empresa con que sueíian los ordoliberales es, por lo tanto, iiiia sociedad para el mercado y una sociedad contra el mercado, una sociedad

uiia dcspiolerarizaciiin de la sociedad gracias al desarrollo del ahorra privado y la mayor dirrri- biici61i posible dcl capital iiacional entre todos los ciiidad;liiar. Al co~iverrir a iodos los ciuda- danos eri capiralirras, al crrablccer un capiralisnin popular, se climitian las ttaras socialca del cn~>irilisino. y ello iiidepcndicciieiiiciire del hecho de la 'salarización' crecicnri ea la cconamia. Uii asalariado igualmenrc apitdista ya no ea uii prolctrrio".

' Enire comillas en cl manuscriro. .. E~itrc cooiillas en el niñiiiiscrita. ,.. Eniie coinillas cn c l nianuscrito. 'Vtasc n<pra, clase del 14 de febrera dc 1979, pp. 184 y 185.

orientada Iiacia el mercado y uiia sociedad tal que los efectos de valor, los efectos de existencia generados por el mercado scaii cotiipensados. i3 lo que decía Rüstow en el coloquio Waltcr Lippmarin del que les hablé hace algún

4 ii tiempo: La economía del cuerpo social organizado según las reglas dc la economla de iiiercado: eso w lo que hay que hacer; sin enibatgo, no por cllo es rnenos cierto que taiiibiéri deben satisfacerse nuevas y crecientes iiecesida- dcs de in teg ra~ ión" .~ Eso es la Vitalpolitik. Un poco antes,Ropke decía lo siguiente: "La compctc~icia es un principio de orden en el don~inio de la eco- nomía de mercado, pero no un principio sobre el cual sea posible levantar la sociedad entera. Moral y sociológicanieiite, la competencia es un principio más disolvente que unificador". Es necesario entonces, a la vez que se establece una polírica tal que la conil~eteiicia pueda actuar en términos económicos, orga- nizar "un marco político y moral", d i c e ~ o ~ k e ~ juii niarco político y nioral que conlleve qué? En primer lugar, un Estado c a p z d e mantenerse 1101 encima de los distintos grupos rivales y de las diferentes eriipresas que compiteti eiitre sí. Ese marco político y moral debe asegurar "una coiiiutiidad no desintegrada" y, por último, garantizar una cooperación eiitre los Iionibres "iiaruralmenre arraigados y socialmente integrados".'

"&&e lupri, clases'del 14 y cl 21 de febrero de 1779. 'Alcxandcr Rüsrow, iiitrrvciición cii Comprr rrndi, derrinnccrdt, collnqur WalrerLipp1nni7n

(26-30 ooúr 1938), Travaux du Ccnrrc inrcniaiioiiñl d'ttudes pour la iCiiovniiuti di, libtrñ- lisme, prefacio dc Loiiis Rougicr, Pnris. Librairie de Mtdicis, 1939, p. R3: "Si, cii iiirerés de la productividad ópriiniñ de la colecrividad y la iiidcpciidcncia iii&iiiia del iiidividuo, se organiza laccononiia de ese cuerpo social de acuerdo can lar rcglas dcla ecoiloinlndr mcrcado, resta saris- faccr nuevas y crecienrcs necesidades de intcgraci6p". ' Wilhelm Rapke, La ~r i r ;dr iinrrr to~zpr, trad. de H. Fnesi y Cli. Reicliard, Neucliatel,

Ed. de La Racotiiiikrc, 1945, segiirida parte, cap. 2, p. 236: "no pidaiiias a Lñ cornpctencia inás dc lo que puedc dar. Sc rrara de uii principio de ordeii y dc dircccióii en el ámbito espe- cifico dc la ecoiiomia de mcrcado y la divisiiiii del trabajo, no dc un principio sobre el cual sea

posible Icvaiitñr la saciedad eiitcra. Moral y sociológicamcnrc es un Principio peligroso, iiils

disolvenic que unificador. Si la compereiicia iio dcbc acii iñr como u n explosivo social ni degenerar al mismo riempo, presupone uri encuadramie,iro canto más fuerte al margcli dc la economia, u n cniico politico y nioral iaiiru mis sólido".

' Ibid.: "un Estada fuerce, que iinpcrc muy por riicima dc los grupos Iiambrieriior de intc- rta. una moral econiiniicñ muy clcvada, una caniilnidad no dcsinregrada de hombres dirpucs- ras a In cuopciación, ~iatuialiiiciitc arraigados y soUñlmcnrc inrcgrados".

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280 NACIMIENTO DE ]A BIOPOL~TICA ClASE DEL 21 DE MARZO DE 1979 281

Ell comparaci6ii coii esta amliigüedad, si se quiere, del ordoliberalisnio ale- ináil, e1 iieoliberalisiiio iiorteamericaiio se presenta, sin duda, con uii carácter radical muclio más riguroso o mucho niás completo y cxliaiisiivo. En efecto, su :liliIiicióii coiisranre es generalizar la fornia económica del inercado. Se Trata de generalizarla en la totalidad del ciierpo social y hasta en el sistema social cotiipleto que, por lo común, no pasa i i i es sancionado pqr intercambios iiione- tarios. Esta getiernlizacióii en cierto modo absoliita, esta generalización ilimi- tada dc la forma del inercado, ciitrari:i tina serie de consecuencias o implica una serie de aspectos, dos de los cuales querria recordar.

En priincr término, la generalización de la forma econónjica del mercado, inás allá de los intercaiiibios monetarios, fiinciona eii el neoliberalismo nortea- miricano coiiio principio de inteligibilidad, principio de tlescifraniieiito de las rclaciories sociales y los comporramient~s iiidividuales. Esto significa que el análisis en términos de economia de mercado o,' en otras palabras, de oferta y deinniida, sei~,ird como esquema capaz de aplicarse a árnbiros no ecotiómicos. Y gracias a ese esquema de análisis, esa grilla de inteligibilidad, podrán ponerse de relieve en procesos no económicos, eri relacioiies no ecoiióniicas, en ccii- portaniienios no ecoiiómicos, una serie de relaciones inteligibles que no habrían aparecido de ese modo: iina especie de análisis economicisra de lo iio econó- 'niico. Eso es lo que hacen [los neoliberales]* para unos cuantos áiiibitos. La vez pasada; con rcferericia a la inversión cn capital liunia~io, les nieiicioné algu- iios de esros problenias. En el aiidlisis que Iiacendel cnyital huniaiio, como recordarán, los neoliberales tratar1 de explicar, por ejemplo, que la relación madre-liijo, caracrerizada concretamente por el tieiiipo que la primera paqa con el Segundo, la calidad de los cuidados qiie le brinda, el afecto qiie le prodiga, la vigilancia con la que sigue su desarrollo, sii educacidn, nosólo sus progre- sos escolares sino tainbikn físicos, no sólo su niaricra de alimeiitarlo sino tain- bikii de refinar la alimentación y la relación alinieiitaria que tiene con el, todo eso representa para ellos, los neoliberales, una inversión, una inversión men- siirable en el tiempo. ¿Y qué va a constitiiir esa inversión? Un capital humano, el c:ipital humano del iiiíio, que producirA una rerira.' ;Y.quk será esa renta? El salario del niño cuando se haya convertido en adulro. Y para la madre, que

Michel Foucaiilr: lo que cllos hacen. 'VC~SC 12 clase anrcriai (14 de !nano dc 1979). pp 267 y 270

ha i~ivertido, ¿cuál será la renta? Pues bien, dicen los neoliberales, una rcnra psíquica, que corisiste en la satisfacción que experimenta al cuidar al niíio y ver que esos cuidados han dado frutos. Es posible entonces analizar en rériiii- nos de inversión, de costo del capital, de ganancia del ciipital iiiverrido, de ganancia económica y ganancia psicológica, toda esa relación que, si se quiere, puede [Ilaiiiarse] relación foriiiativa o relación educaciorial, eti el seiitido muy amplio de la palabra, entre la madre y el hijo.

De la rnisma manera, al estudiar ahora el problema de la naralidad y el carác- ter nítidamente inás rnaltliusiano de las familias ricas en comparación con las familias obres o de las familias mis ricas con respecto a las familias m& pobres -a saber, cuanto más elevados son los ingresos irienos numerosas son las fanii- lias; es una vieja ley que todo el mundo conoce-, los neolibcralcs procuran retomarlo y analizarlo, y dicen: no obstante, el fenóincno es paradójico, por- que en términos estrictamente malthusianos una mayor cantidad de ingresos debería perinirir inás hijos. Y a ello [responden]: aunque, en realidad, ;la coii- ducta malrhusiana de esa gente rica es acaso una paradoja econbmica, se debe a factores no económicos de ordeii moral, de ordeii ético, de orden cultural? En absoliito. Aquí siguen actuando, sieinpre, factores económicos, dado que la gente que cuenta con ingresos altos tiene, como lo prueba la magnirud de sus iiigresos, un capital humano elevado. Y el problema para ellos consiste eii transmitir a sus hijos no t-to una lierericia eii el sentido clásico del término sino ese otro elemento que, tainbikii 41, liga a las gciieraciones entre sí, pero de una niaiiera inuy distinta de la herencia tradicional: la transmisión del capital humano. Transmisión y formación del capital humano qiie iinplicaii por consiguiente, como hemos visto, tiempo dedicado por los padres, atcn- ciones educativas, erc. Una familia rica, es decir, una familia dc ingresos alros y compuesta por elementos que tienen un capital humano elevado, tendrá por proyecro económico inmediato y racional, entonces, la transmisión de un capital humano al menos de igual magnitud a los hijos, y esto implica toda una serie de inversiones: inversión financiera y -también inversión en tiempo de los padres. Aliora bien, esas inversiones no so11 posiblcs si la familia es nuine- rosa. Y, por ende, la necesidad de ttansmirir a los hijos un capital humano qiie al ineiios sea igual [al] que poseían los padres explica, según los iieolibe- rales tiorteaniericanos, el carácter más restririgido de las familias ricas en com- paración con las pobres.

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282 NACIMIENTO DE LA BIOI'OLII'ICA CLASE DEL 21 DE MARZO DE 1977 283

Sieinpre eii csc mismo proyecto dc analizar eii tériiiiiios económicos tipos

de relacioiies que hasta aquí estaban m& en el ámbito de la demografía, la socio-

logía, la psjcologia, la psicología social, siempre en esa pcrspcctiva, los iieoli-

beralcs intentaron analizar, por ejemplo, los fenómenos del matrirnoiiio y lo

que pasa dentro dc uiia parcja, cs dccir, la racionalización propianieiitc cco-

nórnica que constituyc el matriinonio en la existencia de los individuos. Hay

entonces, sobre el tcma, unos cuantos trabajos y poiiencia'; d e u n econoinista-

caiiadiciisc que se UamaJean-Luc Migtiéq y que escribc un texto que, de todos

modos, merece ser leído.'0 N o entraré en el resto dcl análisis, pero Migtié dice

lo sigiiierite:

Una dc las grandcs contribiicioiies recientes del aiiilisis económico [se refiere a los análisis de los ordoliberales; Michel F'aucault] ha consistido en aplicar intcgramentc al sector doméstico el Iiiarco aiialitico reservado por tradición a la enipresa y cl consumidor. [. ..] Sc trata de Iiacer dc la parcja una unidad de producción del niismo tiiodo que 1á empresa clásica. [. . .] En efecto, ;qué es la pareja, si iio el compromiso contractual dc dos partes de suministrar ir~pfiir específicas y coinparrir en proporciones dadas las beneficios del outpzltde las hogares?

¿Qué sentido rieiie el contrato a largo plazo qLc se celebra entre la gente que vivc eii pareja y bajo la forma iiiatrimonial? iCiiil es su jtistificacióii ccoiió- mica, qué es lo que lo funda? Pucs bicn, el hecho de que ese contrato a largo

plazo entre cóiiyugcs permite evitar renegociar a cada iiist?iite y sin cesar los

innumerables contratos que deberían suscribirse para Iiacer fuiicionar la vida

doniéstica." Pásaiiie la sal y yo te daré la pimienta. D e alguna niancra; ese

' Por entonces. Jean-Luc Migut era profesor cn la Escuela Nacional dc Administraciln Pública de Quebec. .

' O Jenn-Luc Migué, "Mé~hodolo~ie 4conainiqiie er écanoniie non marchande", ponencia eii el Congrcso dc Ecoiioniisras de Lengua Francesa (Qiicbec, mayo de 1976), parcialtiienre reproducida cii la R c ~ i u r d ' i c ~ n o i n i e ~ o l i r i ~ ~ r , julio-agosto de 1777 (viasi Henri Lcpagc, Dcmnin /C cnpiraiirmr, Libraiiie Gériérale Fransairc, col. ~iuriel. Le Livrc dc pochc, 1778, @. 224 [rrad. esp.: Mmjnnn. rl cnpirnlirmo. Madrid, Alirrizn, 19781).

" Jcaii-Luc Migii6, "Mérhodologic éconoinique ...", op. cit., cirrdo por Mciiri Lcpage, Dcntoin Ir rqirali~mt, op. cir, [p. 346: "Una de las graiides ca~itribticio~ies recienre del análisis

ccuti6niicu Iha cunsistido rli apliur icitcgrarnciite d sccior d<>tr>ksiico el lmarc6 aiialirico icscr-

tipo de iiegociación qucda resuelta iiiediaiite un coiiiraio a largo plazo que es

el contrato mismo de matrinionio, y que perrnite Iiacer lo que los rieolibera-

les Ilaiiiaii -en fiii, creo por otra parte que no sAn los úiiicos en darle ese

iioiiibre- uiia ecoriotrila en el nivel de los costos de transaccióii. Si hubiera

que cncarar una traiisacción para cada iiiio de esos gestos, habría un costo en

tiempo y, por lo taiito, uii costo cconóniico quc scría absolutamente intolera- ble para los individuos. El contmco de matrimonio lo resuelve.

Esto puede parecer extraíio, pero aqiiellos de ustedes qiie coiioceii el tcxto

dejado por Pierre 1Qviere antes de su muerte, donde describe cóino vivían sus

p a d r c ~ , ' ~ se darán cuciita dc quc, &ti cfccto, la vida iiiatriiiionial de una pareja

de campesinos a principios dcl siglo XIX estaba permanentemente tejida y tra-

mada por toda una seric dc transacciones. Voy a arar tu campo, dice el Iioiii-

bre a la mujer, pero con la condición de que pueda Iiacer el amor cotitigo. Y la

mujcr dicc: iio harás el anior contiiigo hasta que rio hayas aliincntado a mis

gallinas. En un proceso coirio Cstc vemos aparecer una especie de tr:insacción

permanente, con respecto a la cual el contrato d e matrimonio debía cotisrituir

uiia foriiia de eco~ioiiiín global qiie evit:iba la iiecesidad de iiegociar a cada ins- tantc. Y eii cierto modo,' la rclación ciitre el padrc y la madre, entre el hombre

y la mujer, no era otra cosa que el desarrollo coti<liaiio de esa sucrtc de con: .> 8

tractualización de la "ida comúri, j r en ese aspecto los conflictos no eran sino ,,

la actualizacióii del coiitrato; pel.o al iiiisiiio tieiiipo Cste no cumplía su papel:

. . , .

vado po; ;r;idicibii a la cinliresi y el consuniidor. Al Iiaccr de ia parcja uno unidad de prodiic- . .

ci6ii en cl misino concepto que la Ciripiesa clásica, se descubre qiic siis fiindaiiien!os analiticiis son, dc hecho, idénticos a los de éria Como en 2112, las dos partes de In pareja eviran, Gncias

a un coniraro qiic las liga diiianrc largos pcrindns, los corros de irai~sacció<i y e¡ riesgo dcversc p~.ivados c ~ i iodo inoirieiiio de los inpi<tidcl ~niariinionio y, por lo tanto, del orrq~i<tcoi~iún de éstc. En efecto, ;quC es la pareja si no el coiiiiaciiial dc las dos partes de suriiiliis- rrar irprk cspccifcar y compartir cn praparcioiies dadas las beneficias dci or,iyiitdel hogar? h i , cn vez dc involucrarsc cn un proceso costoso para renegociar y supervisar de maneib incc- sanre la iriliunncnblc cantidad de cirir,nm i~iliereo~es 3 los iiircicanibius de la vida doiiiékiica dc iodo los dias, las dos partes fijan en iii; corirniu a larga plar.0 los t6rmiiius geiieralcs dcl . . inrercalnbio que los regirán".

'' Véasc Miclicl Foucaulr (prescniacidn), Moi, Pirrre iliriiirr, nynir t ¿xorg/ giain ni?rc, rnlc

ref<r cr !nonfr)n. . ., Parir, Julliard, col. Arcliiver, 1973 [rrad. crp.: %, Piorr Riiiiiw, hnbiendo drgoll?do n »i i mndre, nii hrn>in>m y mi henwnnn. Un cnio d~pnrriridio drl~iglo xx, Barceluiia, Tusqucis, 19831.

Page 141: Foucault, Michel - El Nacimiento de La Biopolitica

' Michel Foucaulr: cvirado. '' Fuiidadi en 1943, la Amrrican Enrerprise lnrrirurion for Piiblic Iblicy Rcrcarcli (AEI)

ricne su sede en Washington. I'unra dc laliza de la lucha contra 13s regiilacioner, represenra aún hoy, a rraver de rus publicacionrr (libros, ariículor, informes), una de las más imparrziires "itri- nu dc ideas" (rhink rnnkr) del neoconrcrvadiirirmo norreamcricano.

1

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en los hechos, no había [permirido]* el ahorro del costo de transacción que habría debido garantizar. En síntesis, digamos que en esos andisis económicos de los neoliberales tenemos una tentativa de desciframiento en terniinos eco- nómicos de coinportamientos sociales tradicionalmente no econóniicos.

El segiindo uso interesante de esos análisis neoliberales es que la grilla eco- nómica podrd y debe perniitir testear la acción gubernamental, juzgar su validez, permitir objetar eii la actividad del poder público sus ahusos, sus excesos, sus inutilidades, la prodigalidad de sus gastos. En pocas palabra, con la aplicación de la grilla económica raiiipoco se trata, esta vez, de posibilitar la compreiisión de procesos sociale's y hacerlos i~iieligibles; la intencidn es incul- car y justificar una crítica política permanente de la acción política y la acción g~ibernanieiiral. Se trata de filtrar roda la acción del poder público en ternii- nos del juego de la oferta y la demanda, eii terminos de eficacia sobre los datos de ese jucgo, en tdrminos del costo que iniplica esa intcrveiición del poder público eri el campo del tnercado. Se trata, en suma, de consrituir, con res- pecto a la gubernamentalidad efectivaiiienre ejercida, una crítica que no sea simpleinente política o simpleniente jurídica. Es una crítica mercantil, el c in ismoi" ' de una crírica mercantil opuesta a la acción del,poder piiblico. Esro no es un iiiero proyecto en el aire o la idea de un teórico. Eri los Estados Unidos pre- senciamos el ejercicio permanente de esa crítica que se desplegó sobre todo en una institución que, por otra parre, no estabadestinadaaeso, pues se había cre- ado antes del desarrollo de escuela neoliberal, antes del desarrollo de la @cuela de Cliicago. Es una institución que se llama American Eiiterprisc Insritucioni3 y que ahora tiene la fiirición ese~icial de evaluar en términos de costos y benefi- cios todas las actividades públicas, por ejemplo, esos famosos grandes progra- n i a sociales referidos a la educación, a la salud, a la segregación social que la administracióii Kennedy y la administración jolinson iniplementaroii durante

y sobre codo desde el final de la Segunda Guerra Mundial, como, por ejem- plo, la adniinistración paralos alimentos y la salud,* la FederalTrade Commissiori, etc.14 Por lo tanto, criticar de manera permanente, en la forma de lo que podríamos llamar un "positivismo económico", la política gubernainenral.

Al constatar el ejercicio de ese tipo de crírica, no puede dejar de pensarse en una analogía que dejo una vez más como analogía: es la crírica positivista del lenguaje cotidiano. Cuando se considera la manera como los norteame- ricanos urilizaron la lógica; el positivisiiio lógico de la Escuela de Viena, para aplicarlo al discurso, ya fucra por otra parte el discurso científico, el discurso filosófico o el discurso cotidiano, se vetaiiibibn allí una especie de filtracióii, de filtración dc cualquier enunciado en términos de coritradicción, de falta de consistencia, desinsentido." Hasta cierto punto puede decirse que la crítica economicisra que los neoliberales procuran aplicara la política gubernamen- tal cambien consisre en filtrar cualquier acción del poder público en termi- nos de co~itradicción, de faira de consistencia, de sinsentido. La forma gene- ral del mercado se convierre en un instrumento, una herrarnieiita de discriminación en el debate con la administración. En otras palabras, en el liberalismo clásico se pedía al gobierno que respetara la forma del mercado y dejara hacer. Aquí, el dejar hacer se invierte para transformarse en un no dejar hacer al gobierno, en nombre de una ley del mercado que permitirá juzgar y

el decenio [19]60-[19]70. Con ese tipo de crítica tambien se trata de calibrar la actividad de los numerosos orgaiiismos federales establecidos desde el New Deal

' ' Maiiuscriro: "Food and Hcalrh Administrarion". "Entre error arras "arganirmor": la Conrumcr Safety Producr Commisrion, la Occuprrianal

Safccy and Hcalrh Commission, la Civil Acionauricr Board, la Frdcral Communications Commirsion y la Security Exchangc Commirrion (vease Hcnri Lcpagc, Dcmnin L rnpiinliri,~r, v. ", pp. 221 y 222).

" Como lo sugiere un poco m6s adelanre la alusión a la reoría dc los rprrch actr. Foucaulr se reliere aquí de manera implicira a los trabajos de Jolin R. Seaile, elirre 105 rcprcrcntanrcs noircamericanor de la filorofia analitiu. Vtasc infrn, nora 29 de esta misma clase. La conferencia "La philorophie analyrique de la polirique", pronunciada en Tokio el año anterior (DE, vol. 3 , núm. 232, pp. 534-551) Lrrad. crp.: "La filosofia ñnalírica de Iñ polirica", en Obra rrcnrinlri, val. 3 : E~ririrn. íticny hrrmrniutica, Barcelona, Paidós. 19991, oficce arro resrimonio dc su

intertr duranrc eras años poc "la filorofia analítica de los anglonarteameric?nos": "Dcsputs dc rodo, la filorofiaandíricaanglorajona no rc signaln tarea de rrflenionar sobre el ser del lenguaje o sobre 1s ecrrrucnirs profundas dc la lengua; rcflcxiona rccrca del iiso cotidiano qiie sc da a

trra en los difcrcnrcr ripor dc discurso. Para la filorofia anñlitiu anglosajona rc vara dc hacer iin análisi; crírico del pcnramiento a partir de la niancn de dccir las cosas" (p. 541).

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que puede calculárselo en esa época. Pero, en fin, hay una grilla económica que circula por debajo del razonamiento crírico de los reformadores del siglo m i t . Ya he insistido en ello,z2 no vuelvo a tocarlo.

Al filtrar de ese niodo toda la práctica penal a rravb de un cálciilo de uti- lidad, esos reformadores buscaban precisamente un sisrema penal cuyo costo, en todos los seiiriclos qiieacabo de mencionar, fuese cl iiiás bajo posible. Y creo que puede decirse que la soliición esbozada por Beccaria, sosrenida por Benthain y elegida cii definitiva por los legisladores y codificadores de fines del siglo mi1

y comienzos del siglo xix, pues bien, ;que era? Era una solución legalista. Esa gran preocupación por la ley, el principio evocado sin cesar.de que, para que un sistema penal funcione bien, es necesario y, en última instancia, casi sufi- ciente una buena ley, no era otra cosa que iina suerte de voluntad de buscar lo que Ilaniarlamos, jusramente en terminqs ecoiiómicos, la baja del costo de tran- sacción. La ley es la solución más ccoiiómica para castigar bien a la gente y para que el castigo sea eficaz. En primer lugar, el crimen se defiiiirá conio una inftac- cióii a una ley forinulada; por lo tanto, janiás hay crimen ni posibilidad de incriiiiiiiar un acto mientras no haya una ley ~ e ~ u i i d o , las peiias deben ser fija- das, y fijadas de una vez por todas, por la ley Tercero, esas penas del>eti fijarse en In ley misnia según una gradación que responda a lagravedad del crimen. Cuarto, en lo sucesivo el tribunal penal sólo tendrá'que hacer, por lo tanto, una cosa: aplicar al crimen ral como ha sido establecido y probado una ley que determine de antemano cuál es la pena que el criminal debe sufrir en función de la p v e d a d de su delito.23 Mecánica absolutamente simple y en apariencia del todo evidente, qiie constituye la forma mis económica, es decit,la menos costosa y más segura, de obtener el castigo y la eliminación de las conductas consideradas corno nocivas para la sociedad. La ley, el mecanismo de la ley, creo, se rescató a fines del siglo XVIII como principio de econoinía, en el senti- do ariiplio y a la v a preciso de esta palabra, en el poder penal. El hornopenalir,

" VCasc Michel Foucaulr, Surucilltr erpz'nir, P~rfs, Gallimird, col. Bibli~rh&~uc des his- roires, 1975, pp. 77-84 lrrad. esp.: Vigilary cnrrignr Nacimitnro dr lapriridn, MCxico, Siglo xxi, 19761.

Sobre esrar difercrirer arpcmos. vease Michcl Foumulr, "La vtritt er Ics formes juridiqiies" (1974). en DE, vol. 2, núm. 139, PP. 589 y 590 lrrad. esp.: "La verdad y las formar jurfdiw", en Obmr rrrncinlcf. vol. 2: Emnregiar kpodtr , Barcelona, Paid6r, 19991.

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el hombre que es penalizable, el hombre que se expone a la ley y puede ser casrigado por ésta, ese hornopenalir es, en sentido estricto, un horno econornicur. Y es la ley la que permite, justamente, articular el problema de la pena con el problema de la economía.

En los.heclios resulta que, durante el siglo xix, esta ecoiiomla provocó un efecto paradójico. ¿Cuál es el principio, la razón de ese efecto paradójico? Pues bien; una ambigüedad que se debe al hecho de que la ley como tal, como forma general de la economía penal, se ajustaba sin duda a los actos delictivos. La ley sólo sanciona actos, desde luego. Pero, por otro lado, los principios de exis- tencia de la ley penal, o , en otras palabra$, la necesidad de castigar y tarnbiéil la gradación en el castigo, la aplicación efectiva de la ley penal, sólo tenían sen- tido en la medida, claro está, en que no se castigaba un acto, pues es inútil cas- tigarlo; sólo tenían sentido en cuanto se castigaba a un individuo, un itifractor a quien era preciso castigar, corregir, mostrar como ejemplo a otros infracto- res posibles. D e manera que, en ese equivoco entre una forma de ley que define una relación con el acro y la aplicación concreta de la ley que sólo p e d e apun- tar a un individuo, en ese equivoco entre el crimen y el criinitial, vemos cómo pudo bosquejarse una línea de pendiente interna a todo el sistema. Una llnea de pendiente inrerna a todo el sistema, ¿hacia dónde? Y bien, hacia una modulación~cada vez más individualizadora de la aplicación de la ley y por consiguiente, de manera recíproca, u n a problematización psicológica, socio- lógica, antroPológica de aquel a quien se aplica la ley. Es decir que el horno penalír comienza a derivar, a lo largo del siglo XX, hacia lo que podríimos llamar horno criminalir. Y cuando la criminología se constituye a fines del siglo XX, precisamente cien años después de la reforma propiciada por Beccaria y esquematizada por Bentham, cuando el horno criminalirse constituye un siglo despues de eso, se llega en cierto modo al extremo del equívoco, y el horno legalir, el horno penalir, se aborda así a través de toda una atitropología, roda una antropología del crimen que sustituye, desde luego, la rigurosa y muy econhmica mecánica de la ley por una inflación completa: una inflación de saber, una inflación de conocimientos, una inflación de discursos, una mul- tiplicación de las instancias, las instituciones, los elementos de decisión, y todo el parasitismo de la sentencia en nombre de la ley por medidas indivi- duilizadoras en términos de norma. De manera tal que el principio econó- mico de la referencia a la ley y de la mecánica pura d i ésta, esa economla

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rigurosa, inducía toda una inflacióii eii cuyo interior el sistema penal no dejó de atascarse desde fines del siglo xix. sí vería yo las cosas, eii todo caso, ateniendome lo más a lo que pudieraii decir los neoliberales acerca dc csra evolución.

Entonces, el análisis de los neoliberales, que no se preocupan por esos pro- blemas históricos, el ariálisis de los neoliberales, el de Gary Becker-en un arti- culo que se llama "Crimen y castigo" ["crinle et I>uiiitiori"], aparecido en 1768 en el J o ~ r n ~ d l o f ~ o l i t i ~ a l ~ c o n o m ~ ~ ~ consiste en el fondo en retoniar ese filtro utilitario que Iiabia sido el de Beccaria y Bentham. procurando [evitar],' en la medida de lo posible, la seric de deslizarnientor que había provocado el pasaje del homo aconomicur al homo legalii, al horiropcnalis y, por Últitiio, al homo criminalir: atenersc en la niedida de lo posible, gracias a un análisis pura- iiiciitc ecoiióiiiico, a un horno ~econornicus y ver cómo piiede analizarse el cri- nicii, y acaso la criiniiialidad, a partir de ahí; en otras palabras, tratar de neii- t r a l i 7 ~ todos los cfcctos surgidos dcsde el momento en que se -coi110 sucedió con Beccaria y Bentham- repensar los problenias ecoiiómicos y dar- les forma dentro dc un niarco jurídico que Fuera absolutamente adecuado. Para expresarlo de otra manera -tampoco aliora digo lo que cllos dicen, por- que [La historia no es su problema]-," creo quc esos neoliberales podrían seiia- lar lo siguien;e: la culpa, el principio del deslizamiento en el dcrcclYo penal del siglo xvrii , fue La idea de ~ e c c a r i a y de Beiitliaiiide que el cálculo utilita- rio podía cobrar uni forma adecuada dentro de uiia estructura jurídica. Y en el fondo Cse Fue uno de los objetivoso sueños de toda la crítica política y de todos los proyectos de fines del siglo xvi i i , lautilidad que cobraba fornia eri el derecho $el derecho que se erigía cn su totalidad a partir de un cálculo dc utilidad. La historia del derecho penal mostró que esa adecuación no podía alcanzarse. F.s preciso entonces iriantener el problcma del homn k+co>2omicui, sin aspirar a traducir de inmediato esta Iir&bletnltica en los térn~inos y las for- mas de una estructura jurídica.

¿Cómo hacen entonces para analizar o iiiaiitciier el aiiálisis del problema del crimcn dentro dc una problemática cconómica! En primer lugar, dcfini-

24 VCñse ruprn, nota 18 de csra iiiisrnn clase. Conjetura; &bra nmirida.

" Sucesión de palabias dc dilícil audicióii.

ción del crinicii. En su arcículo "Crimen y castigo" ["Crirne et cliitimeiit", Becker lo defiiie así: llaino criiiieri a toda acción que hace corrcr el riesgo

a uii individuo de ser condenado a una pena.Z5 (Algrrnns riim.]Me sorpretide que se rían, porque se trata, con apenas alguna que otra salvcdad, de la defi- nició~i que cl Código Penal frances y, por lo tanto, todos los códigos inspira- dos eri él dan del crimen; supongo que sabe11 cómo define el Código Penal un deliro: el delico es lo que se castiga mediante penas correccionalcs. ;Qué

un cririien?, dice el Código Penal, vuestro Código Penal: lo que se castiga niediante penas aflictivas e i~ i f a inan tcs .~~ En otras palabras, el Código Penal 110 propone ninguna defiriicióri sustancial, ninguna defiriicióii cualitativa,

definición nioral del criiiieri. El criiiieri es lo que se castiga mediante la ley, y punto. Advertirán eiituiices que la defiiiiciúri de los iieoliberalcs es iiiiiy similar: es lo qiie hace correr a un iiidividuo cl riesgo de ser condenado a uiia pena. Es muy siiiiilar, pero con una diferencia, coiiio ven, una difereii- cia de punto de vista, pues el código, a la vez que evita dar iiria definición sustancial del criiiieii, se sitúa en el punto de vista del acto y sc pregunta qu6 es cl acto, cii fin, cóiiio caractcrizar un acto que pucdc calificarse dc crimi- nal, es decir, que se castiga precisaiiieiite como un crimen. Es el punto de vista del acto, una cspecie de caracterizacióri operativa que, de algúii rtiodo, el juez puede utilizar. Deberi coiisiderarsc como crimcii todo acto que cst& punido por la ley. Defiiiición objetiva, operativa, hechadesde cl j>uiito devista del juez. c u a n d o los ncolilierales dicen que el criinen es toda acción que Iiace correr a un individuo cl riesgo de ser condenado a una pena, advertirán simpleinenre que la definición es la niisrria, pero el purilo de vista Iia cambiado.

" k r a frase no está en cl arrículo de Dcckcr. Foucaulr se apoya eii la sínrcsis de los riiibajos dc esrc autor y de Gcurgc J . Srjgler cxpiiesta por FrCdCric Jeiiiiy, "La rhiorie Ccoiioniiyiic du crimc. .'", op. ( i r , p. 298: "Al rechazar. rnciro aquí canio eci los cirros dominios de la teoría eco- nómica, iodo juicio rnoial, el economirra distitiguc las aciivirladcs criminales de las ñciividñdcs lcgirinirs sobre la sola basc del cipo dc riesgo en quc se i~icuric. Las actividades criiiiiiiales so,,

las quc liaccn caricr al individuo que sc entrega a cllnr uii tipo dc riesgo pariiculai: el dcse~.apre- sado y condenado a una pena (multa, drccl, ejccuciún)".

" El arriculo I D dcl Código I>cnal de 1810. que se manruvo cli vigeiicia ei i sus disporicia- ncs esenciala Iiasia 1994, fundaba la dii.isi6n de las iiifraccia~icsioiirravcncioiies, dclitas y crí. iricnes- cn la naruralcza de la pciia dictada. Reservaba la calificación de "crimen" a "la iiifmc. ción qur las Irycs castigaii con uiia peria afliciiv~ o infimnnte".

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Nos sitnanios en la perspectiva de quien comete el crimen o va a cometerlo, y reservamos el contenido mismo de la dcfiiiicióti. Se plantea la siguiente pregunta: ¿qué es el crimen para él, es decir, para el sujeto de una acción, para el sujeto de una conducta o u n c~ni~~or tamiei i ro? Y bien, es lo que Iiace que se arriesgue a ser castigado.

Coino ven, este desplammiento del piinto de vista es, en el fondo, similar a l efectuado con referencia al capital Iiuniaiio y el trabajo. La vez pasada tratC de mostrarles que los neoliberales, al ocuparse del problcnia del trabajo, pro- ciiraban dejar de pensar desde el piinto <le vista del capital, de la mecánica o del proceso económico, para hacerlo desde la perspectiva de quien toma la deci- sión de trabajar. También en este caso se pasa entonces del lado del sujeto individual, pero sin precipitar en él, sin embargo, un saber psicológico, un con- tenido aiitropológico. así conio cuando se Iiablaba del trabajo desde el piinto de vista del trabajador, no se hacia unaanrropologla del trabajo. Sólo se pasa del lado del sujeto mismo en la medida en que -por otra parte, volveremos a este asunto porque es muy importante (les cuento las cosas sencillamente, de uiia manera muy tosca)- se lo puede tomar como el sesgo, el aspecto, la espe- cie de red de inteligibilidad de su.coniporramietito que hace de éste un coni- portamiento económico. Sólo se torna al sujeto en cuanto horno nconomiczii, lo cual no quiere decir que se lo considere ioraltneiite asl. En orras palabras, el abordaje del sujeto como horno rpronorniczir no iiiiplica uiia asimilación antro- pológica clc cualqliier comportarnienro a un comportamiento económico. Quiere decir, siinplenieiite, que la grilla de inteligibilidad que va a propo- nerse sobre el comportamiento de un nuevo individuo es Csa. Y esto tanibiéii ,significa que si el individuo va a llegar a ser gubernarnentalizable,* si se va a poder tener influjo sobre él, será en la medida y sólo en la medida en que es homo nconomicui. Vale decir que la superficie de contacto eritre el individuo y el poder que se ejerce sobre 61, y por consiguiente el i>rincipio de regulación del poder sobre el individuo, no va a ser otra cosa que esa especie de grilla del homo ncoriomicur. El homo nconomicui es la itirerfai. del gobierno y el indivi- duo. Y esto no quiere decir en absoluto que todo individuo, todo sujeto, sea un Iiornbre económico.

Foucault tropieza un poco con erra palabra, y agrega: o gubciiiamcnrd ... bueno, sí, guber- namenraliuble.

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SC pasará entonces al plano del sujeto individual considerándolo como homo economicui, coii esta coiisecueiicia: si el crimen se define como la acción cometida por un individuo al correr el riesgo de ser castigado por la ley, verán que no hay eiitoiices iiiiiguna diferencia entre una infracción al código de circulación y un asesinato Esto quiere decir asiniisrno que el criiiiinal, según esta perspectiva, no está marcado tii es interrogado en abso- l ~ i t o sobre la base de rasgos morales o antropológicos. El criminal es cual- quier Iiijo de vecino. Es una persona cualquiera o , en fin, se lo trata coiiio a cualquier otra persona que invierte en una acción, espera de ella una ganan- cia y acepta el riesgo de una pérdida. Desde ese punto de vista, el criminal no es otra cosa que esto y no debe ser otra cosa que esto. En ese sentido, se darán cuenta de que el sistema penal ya no tendrá que ocuparse de esa reali- dad desdoblada dcl crimen y el criminal. Se ocupará de una conducta, de una serie de conductas que producen acciones, y estas acciones, de las que los actores esperan una ganancia, son afectadas por un riesgo especial que no es el de la mera perdida económica sino el riesgo penal e incluso el de esa misma pérdida ccotióiiiica infligida por un sistema penal. El propio sistema penal, por lo tanto, no rendri que enfrentarse con criniiiiales, sino coii gente que produce ese tipo de acciones. En otras palabras, tendrá que reaccionar ante uiia oferta de criineii.

En esas condiciones, ¿cuál será entonces el castigo? Pues bien, el castigo -y viielvo a referirme a la definición d i Bccl'er- es el medio utilizado para liinitar las cxternalidades2' negativas de determinados Como verán, t an~b ié~ i

"Sobre csre coticepro, inrroducido por lprimcra ver par Arrhur Cecil Pigou en 1920 en su

Eronornicr o,fWeifnrr, Loridrcs, Macmill~i,, 1920 [trad. esp.: Lo reonomín del birnrrrnr. Madrid. Aguilar, 19461, vease Pierre Roranvallon, LnCriie de flrat-providrnrr. París, Seuil, 1984, pp. 59 y 60 Icrnd. esp.: La cririi delErrndaprouider~eia, Madrid, Civicar, 19951; v h i e nsiiiiistiio Yver Simaii, "Le marche cr I'allocñiion des resrources", en lean-Jacqucr Rosa y Flntin Afi;iliori (compr.), L%co>zomiqur rrrrouvir. . ., q. ciz.. p. 268: "Lar cxrGnalidadcr ron los costos y bene- ficios moncrarios a iio monetarios que resillran de los feiiáinenos dc inrerdependencia social. l . . .l Para los rcóricos d i la cconornía del bicnesrar l . . l , las exrernalidader rcflejan cl frncaso del mercado cn el proceso de arignacián de recursos y exigen la incervencián piiblica para reducir la divergencia-elirre los corios ~ocinles y

VCasc Predetic Jrnny, "La rheorie econurniquc du =rime...(>, op. cir, p. 298: "Si el cri- mrn permjrc aliiidividiio qiie la cni~ieir rnñxiinizar su urilidid, no obriaiire genera, en el

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aquí cstainos muy cerca dc Bcccaria o de Beiirliam, de toda esa ~iroblciiiática del siglo xv i i i en la cual, como saben, el castigo se justificaba por cl hecho de que el acto puiiido era nocivo, y por eso misnio se había redactado una ley. El inismo priiicipio dc la utilidad debla aplicarse igualtiieiite a la magnitud del castigo. Se dcbía castigar de tal tiiaiiera que los efectos nocivos de la acción piidiesen aiiularsc o prevenirse. Seguiinos estando, por ende, iiiuy ccrca de la probleiiiática del siglo m r i , pero también en este c a ~ o con uri cambio que es, iiiiportaiite. Mientras la teoría clásica prociiraba simplemente articular uiios con otros los distintos cfectos heterogéneos esperados del castigo, es decir, el probleiiia de la rccupcracióri, que es iin problema civil, el problcma de la criiiiieiida del iiidividuo, el probleina de la prevención coi1 respccto a los otros iiidivi- duos, etc., los neolil>eralcs harán una articulación, una desarticulación diferente del castigo. Y distingue11 dos cosas o, en fiti, iio Iiacen sino retomar, en el. fondo. una probleniática que es corriente eii cl pensamiento o la reflexión jurí- dica anglosajoiia. Diccii: por un lado está la Icy, pero iq!i& es la ley? La ley n o es otra cosa que una prohibición, y la Formulacióii de ésta, por una parte, es desde Iiiego una realidad, una realidad iiistitucioiial. Si se quicre, y con refe- rencia a otra problemática, podríanios dccir lo siguiente: es un speech act que tiene una seric dc c f ~ c t o s . ~ ~ o r lo dcniás, ese misino acto tiene uii costo

plaiio dc 12 colecrividad, cnteriiñlidades negarivas. IJor lo iaiira, es preciso limitar el tiivcl g lohl dc esa actividad o esa industria. Una de las maneras dc limitar las exrernalidñdcs iicgarivas resulralitcs de los crinienes cs dctener a las criiliiiiales c infligirles penas".

" Foucalihace referencia aqui a la rcoría de los actor de habla (sprrrh ncrr) desarrollada Ipor ~ o h n L. Auaiiti, How iñ Do Thinp wiih Wordr, I..ondrcs, Oxford Utiivcrriry Press, 1962 (rrad. fc.: Qt ,andd i r~> c'esrfnirr, rrad. d: G . Laiie, l'aris, Scuil, 1970) [trad. esp.: Cdmo lincrr c o m con

pnkbrnr:pnkbrd,y ~icciotiet, Barcelona, Paidós, 19881: Pcrcr E Strawson, "lnceniion arid can- vclirioninspccch-acts",en Logico-iinguirtirPnp<,x, Loridrc~, Merhuen, 1971, pp. 149-169 [rrad. esp.: "lntcnción y convención en los actos de habli' , en Enrayar ld~ico-lingiit~r¡'co, Madrid, Tccnos, 19831; y Joliii R. Scnrle, Speecl~ Acrr: An Er~ny in á r Philorophy ofLanguagc, Londres, Caiiibridgc Univcrsity P ~ s r , 1969 (irad. fr.: Lrr Acta de lzngoge. Erai dtpliilosophie d t ~ Ion-

g q e . sin meiición de rrad., París, Ikrmannn, col. Savoir: Leriies, 1972, con un importante pccfacio de Oswald Diicrqr: "De Sai~ssiite 2 la philosopliic dii Iñiigigc") [tixl. esli.: Actor de hnbk. E n i n p d e j l l n o j i ~ dellcngunje, hMadiid, CBredra, 2001; ta,iil>iCi> hay rrad. d d prefacio de Ducrot: ''De Saussure a la filosofla del lenguaje", cn Eco (Bogará), 186, 1977, pp. 342-3721, eii el iiiarco de la liiigiiísticn prngindrica dc Witrgensrcin. &ros cuatro auiurcs soii objcro dc uria breve

dctcriiiiiiado, porque la Formulación cle la ley implica i i t i parlaiiieiito, una discusión y una toma de decisiones. Es en efecto uria realidad, pero no es sólo esa realidad. l'or otro lado, teiienios el coiijuiito dc los iiistruiiientos por mcdio de los cuales va a darse a esa prohibición una "fuerza'* red. Como saben, esa idca dc una fuerza de la ley se transmite con una palabra que encoiirraiiios con mucha frecuencia, enforcemei~t, a menudo traducida cotno el "fortaleci- miento" . [,renforcement] , de !a,ky.,No es eso. El ei&rcentent oflaw es más que la aplicacióri de 1:i ley, pites se tr:ira cle toda una serie de iristrunieiitos reales que es obligatorio poner en juego para aplicarla. Pero es ineiios quc el fortaleci- rniciito dc la ley, eii la iiiedida cii quc fortaleciiiiiciito querría decir qiie la ley es demasiado débil y es preciso agregar un pequeño cornplerriento o hacerla iiiás severa. El eilforcei~~ent oflaiu es el coiijuiito dc los iiistruiiieiitos piiestos en práctica para dar a ese acto de prohibición eii que consiste la formulacióii de la ley uiia realidad social, una realidad politica, etcétera.

¿Cuáles vaii a ser esos instrurnentos del nlforcemcnrde la Icy (perdónenme cl neologisnio dc csta traiiscripcióii)? Pues bicn, será la cantidad de castigo pre- visto para cada uno de los crlrneties. Ser:iti la iniporraricia, la actividad, el celo; la idoneidad del aparato encargado de detectar los crímcncs. Serán la iiiiportaticia y la calidad dcl aparato encargado de perseguir a los criminales y aportar las pruebas de que, en efecto:lian cometido el crimen. Serán la rriayor

mención dc Foucaulr cn una mcsa rcdandi realizada en Río dc Jaiieiro en 1973 (DE, vol. 2, núni. 139, p. 631), coiisagrada al "aliilisir del disciirsa coilio fsrrarcgi<. Sobre csta noción de rprrrh nct, vfaiise ranihitii Michcl Foiicaiilr, ~Archiologia di< savoir, Parir, Gallimard, col. Bihliorlitqiic dca scicriccs Iiiiriiairies, 1969, pp. 11 0 y 11 1 [rrnd. csl>.: Ln nrqr<rologin drlrnbrr, MCxico, Siglo m, 19721, y la respuesta dc Foucault a Senrle, coii quicn se carteaba, algunas rcrnaiias después del filial de esre curso: "Eii cuanto al aiiálisis de los acros de Iiahla, csroy com- plciaiiierirc dc acuerdo con sus ohscwacioncs. Mc equivoque! al dccir [rn LA nrq~~eologin ddraher] que los enunciados no cran actos de Iiahla. pero al decirlo quería destacar que los coiisidero desde uii punto de virrs diferente del suyo" (carta del 15 dc iiiayo dc 1179, citada por Hulieri Dreyfus y Paul Rahinaw, h+,cI I;or<cnrrlt: Bíyo,tdS~rz<cir<rnlisnz nttd Hrr>nrtieutirr, Chicago, Universiry of Cliicago I'rcsr, 1982) (trad. fr.: Micl~rlFoucairlt. [hparror<rrphiIor~phi~~,c, trad. de E Diiraiid-Bogaert, París, Galliiriard, col. Uibliorh~qiie des scicliccs huciiaines, 1984, p. 73, n. 1) [trad. crp.: MirbelForrcniilt: mdir nlli del erin~cti<raliitnoy ia hcrnienh<ricil, Biiecios Aircs, Nilcva Visión, 20021.

Entre coniillas eti el iiianuscriro.

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C I A S E DEL 21 DE MARZO DE 1979 297

o ineiior rapidez de los jueces para juzgar, la mayor o iiienor severidad de los jueces eii los márgenes que les fija la ley. Serán, asiinismo, la mayor o iiieiior eficacia del castigo, la iiiayor o menor estabilidad de la pena aplicada que la adniinistracibn penitenciaria puede modificar, atenuar y, llegado el caso, agra- var. Todo este conjuiiro de cosas constituyeel enforrenzrntde la ley, todo lo que, por consiguiente, va a responder a La oferra del crimen como conducta, de la que ya les hable, iiiediante lo quese denomina tina demanda negativa. El cnfor- rentenide la ley es el conjunto de los iristrtimcntos de acción sobre el mercado del crimen que opone a la oferta de este una demanda negativa. Ahora bien, ese e?forrement de la ley no cs, por stip~iesro;ni neutro ni indefinidamente extensible, y ello por dos razones correlativas.

La primera, daro está, es que la oferta del crimen no es indefinida y uni- formementc elástica, es decir que no responde de la misma rnanera a todas las formas y todos los niveles de Ilaldemanda negativa que se le opone. En fin, para decir las cosas de un modo niuy simple: renemos ciertas fornias de crimen o ciertas franjas de comportamiento criminal que ceden con niuclia facilidad a una modificación o a una iiirensificación muy Icve de la demanda negativa. Para dar el cjcmplo más corriente: consideremos tina tienda de graii- des dimensiones eii la que el veinte por ciento de la facturacióii -menciono estas cifras de niaiiera arbitraria- se pierde a caiisa de los robos. Sin muchos gastos iii vigilancia y sin uii enforcement excesivo de la ley, es fácil reducir ese iiúniero al diez por ciento. Eiitre el cinco y el diez por ciento es todavía rela- rivamenre fácil. Pero es muy dificil lograr llevarla por debajo del cinco por ciento, del dos por cienro, etc. Del niisino modo, es indudable que hay una primera franja de crímenes pasionales cuya relativa desaparición es posible si se facilitan los divorcios. Pero hay un núcleo de ese tipo de crlinenes que el Iaxismo en el plano de las leyes de divorcio no cambiará. Enronces, la elasti- cidad, es decir, la modificación de la oferta con respecto a los efectos de la demanda negativa, no es homogénea scgúii las diferentes franjas o los dife- rentes tipos de acción examiiiados.

En segundo lugar, y éste es otro aspectoque está absolutamente ligado al primero, ese mismo rnforrement tiene un costo y externalidades negativas. Tiene un costo; vale decir que exigc una rcinuneración alternativa. %do lo que se invierta en el aparato de enforcement de la ley no podrá utilizarse en otra parte. Remuneración alrernativa, eso es evideiite. Y tiene un costo, o sea

que entraña iiiconvenienres políticos, inconvenientes sociales, etc. Por lo ranro, una política penal no tendrá por objetivo o punto de niira lo que era el objetivo y el plinto de niira de todos los reforniadores del siglo XVIII, cuando perfeccionaban su sistema de legalidad universal, a saber, la desaparición total del crimeii. La ley penal y toda la mecánica pcnal con la que soñaba Beiithaiii debían ser de ral rnanera que, a fin de cuentas, aun cuando en la realidad no pudiera siicedcr, dejaran de existir los crímenes. Y la idea dcl panóprico, la idea de una transparencia, la idea de una mirada posada sobre cada uno de los individuos, la idea de una gradación de las penas lo bastante sutil para que cada individuo en su c<lculo, en su fuero interior, en su cálculo ecoiró- mico, piidiese decirse: no, de todos modos, si cometo ese crimen, la pcna a la que mearriesgo es demasiado importante y, por consiguiente, no lo come- teré. Esa Cspecie de anulación general del crimen que estaba en la línea de mira era el principio de racionalidad, el principio organizador del c.ílculo pcnal en el espíritu reformador del siglo xvrii. Ahora, por el contrario, la polí- tica pcnal debe renunciar de manera absoluta, a título de objetivo, a esa supre- sión, esa anulación exhaustiva del crimen. La penal tiene como prin- cipio regulador una mera intervención en el mercado del criineii y con respecto a la oferta de crimen. Es una intervencióii que limitará esa oferta, y sólo lo hará mediante tina demanda negativa cuyo costo, desde luego, jamás deberá superar el costo de la criminalidad cuya oferta se procure reducir. Ésa es la definición que da Stiglcr del objetivo de unapolítica perial. "El enfor- cement dela ley -dice- tiene como meta obtener un grado de coriformidad a la rcgla del comportaniieiito prescripto que la sociedad cree que puede pro- curarse, reniendo en cuenta el hecho de que dicho enforrementes costoso." Lo dice en el ~ournalof~olitical~ronom~de 1970.30 Como ven, en ese momen- 'to la sociedad aparece como consumidora de comportamieriros conformes,

'%eorgc J. Srigler, "Thc optimum enforcemcni of lawr", op. &t, pp. 526 y 527: "Thc goal of enforcemcric, Ict iir aisumc, ir ro acliieve that dcgree of campliance wirh thc rulc o í prescribed (or prascribed) bchavior rhar chc society belicvcs i r caii ñffurd. There is onc deci- sive reason why rhc society musr forcgo 'cn!iipletc' enfarccmcnr af the rulc: cnforccmcnr is costly" ISupongamos qiic In mera de la imposici6n es alcanzar cl grado de cumplimiento dc la rcgla dcl cohporramicnro prcrcripro (a proscripro) que la sociedad re crec cri condiciones de tolerar. Hay una nr6n decisiva por la cual la sociedad debe cxcluir la imporici6ii "rural" dc la regla: dicha imporici6n cr corrosal.

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CIASE DEL 21 DE MAllZO DE 1979 299

es decir; según la teoría neoliberal di1 consumo, productora de comporta- niieiitos conformes que la satisfacen por medio de cierra inversión. En con- secuencia, la buena politica penal no apunta de ningún modo a una extin- ción del crimen, sitio a un equilibrio entre curvas de ofcrta del crimen y demanda negativa. O bien: la sociedad iio tiene tina necesidad indefinida de conformidad. La sociedad no tiene ninguna necesidad d e obedecer a un sistema disciplinario exhaustivo. Una sociedad está cómoda con cierto lndice de ilegalidad y estaría iiiiiy mal si quisiera reducirlo indefinidanicnre. Lo cual eqtiivnle además a plantear como pregunta esencial de la política penal: no jcómo castigar los crimcncs?, y iii siquiera jcuáles son las acciones que es prc- ciso considerar como crímenes?, sino: ¿qué es lo que hay que tolerar conio criiiieri? O bien: seria irirolerable no tolerar? Es la definición de Becker en "Crimen y castigo". Dos interrogantes, dice: "iCuántos delitos deben per- tnitirse? Y en scgurido lugar: jcuáiiro delincuentes deben quedar iniptincs?"." Eso es la ciiestióii de la penalidad.

En concreto, ja dónde lleganios con est- No se hari hecho muchos aiiáli- sis de ese estilo. 1-lay tino de Ehrlicli sobre la pena de tiiuerte, en el que el autor coticluye que, en definitiva, ésta cs finalniente bastantc útil.32 Pero en fin, dejemos esto. Ese tipo de análisis no me parece ni el inás iiitcresaiitc ni el más eficaz coi1 referencia al objeto que aborda. En cariibio, es indudable que en [otros] ámbitos, y en particular cuando la criminalidad toca niás de cerca

" Gary Bcckcr, "Cri&e alid pui,ishmcnr ...". op. cit, p. 40: "how many offcnmcr should be

pcrrnitred and how many offenders rhauld go irnpiinished?" ljcuánros dcliros dcben bcrrni- tirse y cuánros d/inciieritcr debcn quedar irnpiii~es?]. '

" Ismc Ehrlicli, "Thc dcterrcnr cffcci ...", op. cir., p. 416: "Iti vicw of rhc ncw cvidcnce preseiircd here, oiie cannar rcjccr rhe Iiypothesis thar law cnfarcenieiir activiiicr in gencral aiid cxccurionr in particular do cxcrr a dercrietir effccr an actr af niiirdcr. Srrong infercnces to thc conrrary drawii fiarn carlicr invcsrigations appcar to havc bccii prcmatuic" [En vista de las nuew prucbrs presentada aqiil, nopilede rechazarse la hipóresisdcque las actividades de impo- sición de la Icy eii gcncral y las cjccuciancs en parriciiliir jercen u n cfecro disuasivo sobre los actos criminalcs. Las fucrres inferencia cn seiirido contrario ramadas de invstigacioncr anre-

riorcs parecen haber sido piemarura] (Ehrlich apuntaaqul, en capccial, a los aryrncnroa dcsa- irollados porTliorsrcn Scllin conrra la pina de mucrtc cn su libro Thr DrarhPrnnI9:A Rcport ' r rhr Mo<irlPetiol Code Frqlrrr of rhr Aniericnn Lau, Inrriturr, Filadclfia. Executive Officc, American law Inscirute, 1959).

y rncjor el fenómeno dcl inercado, la discusión de los resultados es, no obs- tante, un poco iiiás iriteresaiite. Como es obvio, es lo que siicede cscncialiiierite con el problema de la droga. que, al ser eii si misma un feriórneiio de mer- cado, stipone un andlisis económico, una economia dc la criiiiiii:ilirlad inucho más accesible, mucho más i~imediata.~' La droga, eiitonccs, se presenta coini> un mercado, y diginos que coi1 referencia a ella, iiiás o ineiios hasta 1970, la polltii;l de enforimnent de la ley aptintalia esciicialiiieiite a reducir su oferta. ;Que quería dccir reducir la ofcrta de droga, la oferta del crimcn relacioiiado con la droga, la delincuencia relacionada cori la droga? Qucria decir, por supuesto, reducir la cantidad dc droga colocada en el rriercado. ¿Y que quería decir redu- cir la cantidad de droga colocada en el mercado? Controlar y desmantelar las redes de refinación, y en segundo lugar, contiolar y desmantelar las redes de distribución. Ahora bien, sabemos perfectamente cuáles fueron los resultados de esa política de la década de 1960. jQuC se logró al desmantelar, nunca en forma exhaustiva , desde luego -por razones que se podrí:iri discutir-, al des- maritclar parcialmente lasredes de rcfiiiacióii y distribución? En primer tCr- iiiirio, aumentó el precio utiirario de la droga. Segundo, se favoreció y forta- leció la situ:ición de nioiiopolio u oligol>olio de unos cuantos grandes vendedores, grandes traficantes y grandes redcs de rcfiiiación y distribución de drogas, y coino efecto iiioiiopólico u oligopófiio hubo un alza de los prccios, eii la medida en que no se respetaban las leyes del mercado y la competencia. Y tercero y último, orro fenómeno eiiionccs más importante eii el nivel de la criiiiiiiali- dad propiaiiiente dicha fue el hecho de qiie el consunio, al trienos en el caso de los drogadictos graves y una serie de drogas, tiene una deniaiida absoluta- mente inclástica, es decir que, cualquiera sca el precio, el drogadicto querrá encontrar su mercaderla y estará dispuesto a pagarla por mucho que cueste. Y esa iiiel;isticidad . . de toda una clase de demanda de drogas hari que la criiiii- rialidad alimente; para dccirlo con claridad, que se niate a algiiieii en la callc para sacarle diez dólares para poder comprar la droga necesaria. De modo que, desdc cse punro devista, la Icgislacióti, el estilu de legislación o, iiiejor, el estilo de ~izforccinenf de la ley quc se había desarrollado durantc la decada de 1960 demostró ser un fracaso serisacioiial.

" Sobrc la cuerrión de ladroga, véase FrCdtric Jciiriy, "La rhtori~éconorniq~e du criinc ...", op. c ir ,pp.315y316.

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300 NACIMIENTO DE LA BIOPOL~TICA ClASE DEL 21 DE MARZO DE 1979 301

Por ello surgió la segunda solucióii que Eatherly y Moore formularon en 1373 en terminos de economía liberal.34 Estos autores dicen: es absolutamente necio querer limitar la oferta de droga. Es preciso desplazar esa oferta Iiacia la izquierda, o sea, para decirlo de manera muy y burda, procurar que la droga sea más accesible y menos costosa, aiinqiie con las sigiiienres modulacioiies y precisiones. En efecto, ;qué pasa en el niercado real de la droga? Eri el foiido, hay dos categorlas de Compradores y demaridantes: quieties comien- zan a consuniirla, cuya demanda es elástica, es decir quepueden arredrarse ante . precios demasiado altos y renunciar a iin consuino que promete muchos pla- ceres pero que iio pueden pagar. Y esd además lademanda inelástica; aque- llos que han de coinprnr de todas mancras y a cualquier precio. Entonces, jen que consiste la actitud de los narcotraficantes? En ofrecer un precio de mer- cado relativanienrc bajo a los coiisumidoces cuya demanda es elástica, es decir, a los priricipiantes. a los pequeños consumidores, y tina vez -y sólo una ve- que éstos se han coiivertido en consumidores habituales, o sea, cuando su denianda se ha rransformado en inelktica, suheii los precios, y las drogas que se les proporcioiiaii en ese nioiiiento resultan tener ésos precios monopólicos extreinadamerite elevados que inducen, por lo tanto, fenómenos de crimina- lidad. jCud debe ser enronces In actitud de quienes orientan la política dc enfor- ceinent de la ley? Pues bien, será menester, al contrario, que los denominados precios de entrada, es decir, los precios para los nuevos consumidores, sean lo niás altos posible, de manera tal que el precio sea en si mismo iin elemento de disuasióii, y que los pequenos consumidores, los coiisuniidores eveiituales, no puedan a causa de i i r i problema de nivel económico dar el paso que los llevc al consumo Iiabitual. Y eii cambio, a aquellos cuya demanda es inelástica, que están dispuestos de todas formas a pagar cualquier c recio. habrá qiie darles la droga al mejor precio posible, es decir, el ni& bajo, para que no esrtn obliga- dos -pues lo liarán de un modo ti otro- a procurarse dinero por cualqiiier iiiedio para corriprnrla; en otras palabras: ara] que su coiisuiiio dedrogas

" Billy J. Eaiherly, "Drilg-law rnforccmenr: rliould wr arrerr puiliers or iircrs?". t i , Journal ofl>oliticn/E~ononomy. 82 ( l ) , 1974. pl>. 210.214; Mark Mnore, "Policies r 6 achicvc discriini- narinii oo rhc cffecrivc ~iricc ofheroin", eri Amtrirdn Ecotzornic Rruinu, 63 (2), mayo de 1973. pp. 270-278. Foucaulr se bñra aquí en la sinresir dc csos arriciilor ~rescnrada por FrtdtricJenny, "La rhcorie 6cononiique dii crimc ...", "p. rit., p. 316.

sea lo menos criminógeno posible. Entonces, hay que dar a los drogadictos drogas a bajo precio, y a los no drogadictos, drogas a precios muy altos. Hay toda uiia política que, por otra parte, se tradiijo como saben en una [actitud]' que no buscaba tarito diferenciar enrre las llamadas drogas blandas y drogas duras como distinguir las drogas de valor inductivo y las drogas sin valor iiidiic- tivo, y sobre todo dos tipos de coiisuino, el elástico y el inelástico. Y de ahí surge toda tina política de enforcemenrde la ley por el lado de los nuevos cori- sumidores, los consumidores potenciales; los pequeños dealerr, el pequeño trá- fico que se despliega en las esquinas; política de enforcernentde la ley que obe- dece a una racionalidad económica que era la racioiialidad de un mercado, con esos elementos diferenciados de los que les hablaba.

¿Qué consecuencias se pueden extraer de todo esto? En primer lugar, borra- dura antropológica del crirnind. Borradura antropológica del criinind, sobre la cual hay que decir con claridad qiie no se trata de la elisión de la escala individual,*' sino de la postulación de un elemento, una dimensión, un nivel de com~ortamiento que puede interpretarse como comportaniiento econó- mico y a la vez controlarse como tal.*** Es Elirlich el que decía, en su artículo sobre la pena capital:

EI carácrer horrible, cruel o patol6gico del crimen no tiene absolurameiite ninguna importancia. No hay razón para creer que quienes aman u odian a

otros son menos "respo~isiwe': nienos accesibles, responden con menor facilidad a los cambios en las ganancias y las perdidas asociadas a su actividad que las personas indiferentes al bienestar de las otro^.'^

Michel Foucaulr: polirica. " El rnnniircrira agrega, p. 19: "iio de tina anulaci6n dc lar iccnologlar rcridienics a influir

sobre el coinporramicnro de lar iiidividiios". .** lbid.: "Un sujcro ccoiióniico es un sujero que, cn seiirido esrricío, brisca coma rca

niariniiíar su bcncficio, optirnizar la relación ganancialperdida; en iin sentido amplio: aquel cuya conducra sufre la itifliiecicia de las ganancias y lar perdidas que sc Ic asocian".

'' Isaac Ehrlich. "Thc dercrmnr effect ...", op. r i t , p. 399: "The ahhorreix. cruel aiid o c a -

sionally parhological narurc of rnurdcr nowirlrstanding, availablc cvidcncc is ar lcasr nor

incoiisisrenr wirh rhesc baric oroooririon: 11) rhar lmurdr; and orher crimcr aeainri rhc ncr- . . . . " ron] ate commirrcd largely ar 3 rcrulr of harc. jealousy, nrid orher inrerpcrroml conflicrs in- valving pccuiiiary aiid non pccuniary morivca or ar a by-product ofcrimer against propcrry; 2nd

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302 NACIMIENTO DE LA BIOI'OL~TICA CLASE DEI. 21 DE MARZO DE 1979 303

E n o t r a s palabras, t odas las d is t inc iones an t e s esrablecidas, t odas las dist incio-

n e s q u e pud i e ro i i i i ~ t r o d u c i r s e c i i t re c r i m i ~ ~ a l e s na tos , crini inales ocasionales,

perversos y no perversos, re inc identes , etc., no t i enen n i n g u n a i inpor tanc ia .

Es preciso adn i i t i r que , de rodas foriiias, p o r patológico, si se quiere , q u e sea

el su j e to eii d e t e r m i n a d o nivel y v i s t o desde dc t e rmi i i ada perspectiva, has ta

c i e r t o p u n t o , eii c ie r ta m e d i d a es rerponsivc a los c a m b i o s e n las g a n a n c i a y las pérdidas; vale dec i r q u e la acc ión pena l debe ser u n a acc ión s o b r e el j uego '

de las ganancias y las perd idas posibles, u n a acc ión amb ien t a l . H a y q u e ac tua r

s o b r c el m e d i o d e l m e r c a d o en q u e el i n d i v i d u o h a c e s u ofer ta d e c r i m e n y e n c u e n t r a u n a denlar ida posit iva o negativa. L o cua l plai i teará el problciiia, d e l

q u e hab l a r é la vez q u e v iene , d e la técnica y d e esa n u e v a tecnología l igada,

c reo , al i ieoliberal ismo, q u e es la tccnologla amb ien t a l o la psicologla a m b i c n -

tnl e n los Es t ados Unidos. Eii s e g u n d o lugar, c o i n o v e n (pe ro t a m b i é n volveré a esto)," lo q u e apa-

rece e n el h o r i z o n t e de u n análisis c o n ~ o éste n o es de i i i ngún m o d o cl ideal

o cl p royec to d e u n a soc i edad exhaus t i va incn t e d isc ip l inar ia en la q u e la r ed

legal q u e ap r i s i ona a los ind iv iduos s ea relevada y p ro longada d e s d e a d e n t r o

p o r inecariisiiios, d igamos , nor ina t ivos . No e s t a m p o c o uiia soc iedad e n la q u e

se exi ja el m e c a n i s i n o de l a n o r n i a l i z a c i ó n gene ra l y l a exc lu s ión d e lo n o '

nornia l izable . Eii el ho r i zon t e dc ese análisis tencii ios, p o r el con t r a r i o , la ima -

ceri , la idea u el t c n i a - f i g r a m a d e u n a soc i edad eri la q u e h a j ~ a u n a o p t i m i -

z a c i ó n d c los s i s te inas d e d i fe renc ia , e n la q u e s e d c j e el c a m p o l i b r e a l o s

2 ) rhat rhc propensity ro pirpcriaic sucli crimcr ir influericed by rhc piasl>ective gainr and los~es a ~ s o c i i t ~ d with thcic ~ o m r n i ~ s i o ~ z ~ ] . [,. .] T h c r ~ is no xason a priori to cxpccr rhar per- sons who hare or love ochcrs are less responrivc ro changes in cosrs aiid gainr associared with activiries rhey iiiay wish ro pursiie rlian pcrsans indifferent roward tlic well-bcingofailicrs" [Por aborrccihle, cruel y ocasionaliiieiiie prtoiógica que scc la naturalczñ del ascsiliaro, las pruebas dispaniblei iio son, al mcnos, incongrueiircr con estas pioposiciaiics bisicas: [ l ) que [el asesi- iiaro y otros deliros conrn lapersona] sc cornereii principalmcnrc como resulrndo del odio, los celos y orros conflicror inierpcrronalc. que implican marivos pecuniarios o iio pccuniarior o conio subproducra de dcliror conrn la propiedad; y 2) que la prapcnsión r perpcrrar csaa dcli- tos esti bajo la iiifluinciñ dc las ganancias y pezdidas presiiiiras asociadas con su comisi6nl. No Iiay 1 priori razoiies para supoiicr que las personas que odian o aman a niras sean mcnos rccep-

rivnr a los cambioscn los cosros y las ganaociasviiiculados a acrividadesquc ellas dcsecn eiiipicn- der qric las pcrronas indifcrcntcr al biciiesrai de los dcmás].

'"ooucaulr no vuelve a tacar esre puriio en las dares siguieiircr.

p rocesos oscilatorios, e n la q i i e s c c o n c e d a to le ranc ia a los i nd iv iduos y las

prác t icas riiinorirarias, e n la q u e h a y a t ina acc ión i io s o b r e los pa r t i c i pan t e s

del juego, s i n o s o b r e las reglas d e l juego, y, p a r a te rminar , c n l a q u e haya iiiia

i i i t c tvcnció t i q u e n o s e a del t i p o d e l a s u j e c i ó n i i i teri ia d e l o s i nd iv iduos ,

s i n o de cipo amb ien t a l . T o d a s estas cosas s o n las que t ra ta ré de desarrollar e n

la p r ó x i m a clase.37*

. . . . . 37 Tampoco la clasc siguknre scrd Ficl a csre anuncia.

El manuscrito coniicne aquí scis fojñs no pagiiiadas quc niirwii uiia ~onrinuidad coii el planrco prcvio:

"Los análisis coino Csrc plantean una scrie dc problemas. 1. En lo conccriiiccirc a la tecnalogia Iiiliiiaiia

Par un lado, un rerroccro masivo coii respecco al sistema iiorniarivo dis~i~liliario. El con-

jitriro cansriruida por un* ecaiiomia dc cipo cal>iialirra c inrtiiucionü poliricas ajusradar n la ley rcnía por corrclaio iitin recnologia del coinporramiciito huii~nna, una 'gubcrnaiiientalidad' individualizadora que ecirrañaha: la cuadríciila disciplinaria, la rcglamenracióii indefinida, la subordinaci6ri/clasi~caci61~, la norma.

[regu>ida'pifgirtal Tomada cn su coiijuiiio, la gubcrnainctitalidad liberal era a la ver lrgalisra y iiormaliladora, y la rcglñtiieliración dircipliiiaria era el inteicainbiador cnrre aiiibor arpccros. Con rada una scrie, desde Iitcgo, de problcrrias relacionados mn

-la auronamía, la [...]ación [isectaiiración?] dc csor cspacios y l . . .] rcdamctirarios - la incarnparibilidad rcrniicial enrrc las'roiinas dc la legalidad y las de la.norm;ilirñci6n. Este coiijiiriio cs EI que =hura rparecc como no iridisl>cnsablel il'or que? Paiquc ia gran

idea de que la ley era el principio dc Ir frugdigñd gilbci.liamental re revela inadecuada: 'la Icq iio uisre como [(priricipia?]. Sr [;pueden rcncr?] r;iiiiarleyes comore qiiicra,

el dcsborde con icspecio a la Icy forma parrc del sirrema legal. - [ttrqcripá@nn] porque la Icy sólo puede funcionar si esri ariborrada par orra cosa que cs

cl conrrapesa. los iniersricias, el complcmei~ro + prohibicióii. Habría que

l . cambiar la cnnccpción de la ley o al mcnas dilucidar ru fuiicióii. Eii otras palabras, no confundir su forma (que sichpre cs prohibir u obligar) y su Función, que debe scr la de regla del juego. la Icy es lo que debe favorecer el juego, aro U, l a [...]aciancs, las eniprc- ras, las iniciativas, lar cambiar. y al permitir a cada uno rcr uii sujcro racional, csro es, mñxirnizar esas fuiiciones de utilidad. 2. y corisidcrai que, cn lugar de complcrncntarla cori uiia reglame~iinciÍ~n, una plaiiificn- ción, una disciplina calcular su hrfircement'

- U dccir que no SE la debe atiborrar coii orra casa, salvo coii lo qiic debe simpieiiieiirc darle fuem;

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Clase del 28 de marzo de 1979

- [rr~nnopdginn] pero dicitndose sin duda qiic esc rnfireemrntes cn el fondo el elemenro principal,

- parquc la ley no existe sin CI, -porque es elistico, -porque ac lo calcular

iC6iiio permanecer en el n<kofkd ;C6mo racionalizar csc c>ifir~c,ncnr, si se rienccn cuenca que la ley mirnia rio ser un principio dc ncioiialización?

-por el cdlcitlo dc los corros . , . -la iitilidad de la Icy - y el costo de su erforcrmenr

- y ]por el Iirclio de que si rio se quiere salir de la ley y dcsviiiuar su verdadera funci6n dc regla de jucgo, la tecnología qiie rerd menester iirilirar no cs la dirciplinz-noriiiali~~~ci6nn cr la accidn sobre el ambienre. Modificar la manera de rcparrir las a r r a s del jucgo, no la mentalidad de los jugadores.

[9uinrapd~i»n] Tcnernos ahí una ndiralizaci6n dc lo qiie los ardolibcralcs aleiiiarics ya hablan definido a propóriro de la acción gubernñniental: dejarel juego económico lo más libre poriblc y Iiacrr una ~errllic1,nfi~oliriib L o s liberaler norreaniericanor dicen: si sc quiere minrcner en el arden dc la ley esa Grirllrclinft~pnfihb, Crra debe coiisiderar a cada uiio como un jugador c iiirer- venir únicamcnre sobre un,smbiclitceii el cual Cl pueda jugar Tecnologlr amhienral cuyas aspec- tos principales san:

- la definici6n en corno del individiio de un ma;co lo basranrc laxo para que t l pueda ~. jugar;

- la posibilidad para el individuo de quc la regulaci6n dc los cfccrar defina su propio I l ,arO;

-la rcgulacióti de los cfrctor ambientales -la ausencia de perjuicio -11 ausencia de absorción

-la auroiiomía de esos crpacior anibientalcr. [rtxrnpdginal No tina individualización uniforniadora, idctirificaroria. jcrarquizarirc, sino

iina ambienralid~d abierta a las alburcr y los fenámenos rranrversales. Latcralidñd. ' Tccnologla del rnedioambicnrc. de los albura, de Iñs libertades de [;juego?] cnrre dcman-

das y ofertas. -Pero ;es =o coiisiderar que csranior antc rujcror naruralcs?" Fnaldrl nmn~irmi~o].

El modelo delliomo ceconomiciis - SIC generalización a toda las formar de comportamiento en el neoliberalismo norteamericano - Análisis econdmico y técnicas comportamentales - El homo ceco- nomicus como ekmento básico de la nueva razdn gubernamental aparecida en elsiglo ~ I I - Elementospara una historia de la noción de homo mconotniciis antes de Walrasy Pareto - Elst&to de inte- rés en Inf;losofhz empirzsta inglesa (Hume) - La heterogeneihd entre sujeto de interés y sujeto de derecho: 1) el carkcter irredurtible del interés en comparación con la voluntadjurídica; 2) la ldgica inversa del mercadoy delcontrato - Segunda innovación con respecto almodelo jurídico: la relación del sttjero económico con elpoder político. Condorcet. La 'mano invisibk"deAdam Smitl7: la invisibilidaddel l m entre la búsqueda de la ganancia indiuidiraly cl crecimiento de la riqueza colectiva. Carácter imposiblcde totalizar del mundn económico. La necernria ignorancia de/soberano - La economía polí- tica como critica de la razdn gubernamental: descalifcacidn de la posibilidad de rrn soberano econdmico en s u dos formas, me'mnti- lista yfisiorrática - L? economía política. ciencia lateral con respecto al arte de gobernar.

HOY Q U E ~ ~ A COMENZAR con lo qtic les explique durante las últimas sema- nas y remontarme iin poco hacia lo que me sirvió de punto de partida al principio del año. La vez pasada trart de mostrarles que en los neoliberales norteamericanos encontrábamos una aplicación o, en todo caso, una tentativa de aplicación del análisis economicista a una serie de objetos, de ámbitos de comportamientos o de conductas, que no eran comportamientos o conductas

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de mercado: el intento, por ejeiiiplo, de aplicar el nnilisis economicista al matri- iiio~iio, a la educación de los hijos, a la criminalidad. Fsto plantea, desde luego, un problema a la vez de teoría y dc metodo, el problema de la legirirnidad de la aplicación de un inodelo economicista serriejantc, el problema práctico del valor heuristico dc ese modelo, etc. Todos esos problemas giran en torno de tin tema o una noción: se trata, claro está, dcl horno aconornicus, el hombre econóniico. $11 qué medida es lcgitiiiio y fecundo aplicar La grilla, elesquema y el modelo del horno aconomiczu a cualquier acror, no sólo ccoiióinico sino .. social en general, en cuanto éste se casa, por ejeinplo, eii cuanto comete un crimen, educa asus hijos, brinda afecto y pasa el tienipo con sus chicos? Validez, por lo tanto, de la aplicabilidad de esa grilla del homo aconomicus. D e hecho, el problema de la aplicación del homo economicussc ha convcrtido hoy eii uno de los clásicos, si sc quiere, de la discusión neoliberal en los Estados Unidos. El backgroundde este análisis, en Ti t i , su texto princc~s, es el libro de Von Mises titulado Hurnan Action,' y sobrc todo alrededor de los años 19GO-[19]70, durante esa dCcada y especialmente en 1962,' encontraremos toda pna ~ e r i e de artículos publicados en cljournal ofPoliticalEconon~y el articulo de Beckcr,' el de ~ i r z n e r , ~ crc6tera.

Este problema del horno aconorniczu y su posibilidad de aplicación nie parece interesante porquc, eii la generalización de su grilla correspodiente a ámbitos que no son inmediata y dircctainetite económicos, creo que Iiay apues- tas de importancia. La m S importante es sin diida el problema de la ideriti- ficación del objcto del análisis económico con ciialquicr conducta, que por supuesto impliaria una asignación óptima de rccursos escasos a fines alter-

' Ludwig Mdlcrvon Miacr, f~uru,nnn~crion:~ Tv#rLc on Econo~~in, New Haven, Yalc Uniwisiry Prcss, 1949; 3'cd.~cv. y corr, chiugo, H . Regnev Co., 1966 y su tnducciún francesa, LAcriori , brrmoinr, rrad. dc R. Audouin, París, I'uF, col. Librc echange, 1985 [trad. -p.: Lnaccidn brlmnna: rrnr& do drconomía, Madrid, Uiiión Editorial, 2001).

' Vtarc robrc codo Jo~~mlofPoli t icnlEconomy, 70 (5 ) . octubre dc 1962. rcgui~da pnrrc, caordinadaporThcodorc Wdliam Schula y dedicada eii su coididad al problenia de la "invcrr- mcnr in humñn beiiigs" [inversión en se is huirianos].

Gary Becker, "Iiivesrmcnc in huinati capital", en Amcrican Econornic Rruicw, 51 ( l ) , iiiano dc 1961.

'Israel M. Kiniicr, "Raiioiial actioii and econornic dieory", eii Joi~nmlofP~liricnlE~onom~,

70 (4), a~osia de 1962, pp. 380-385.

nativos, \o cual es la definicióii 1ii5s general del objeto del análisis ecoiiótiiico tal cotiio la planteó, a graiidcs rasgos, la esciiela tieoclásica.' Pcro dctrás de esa identificación dcl objeto del análisis econóniico con estas conductas que implican una asignación ópritiia de recursos a fines akernativos, eiicotirrariios la posibilidad de uiia generalización del objeto econóniico, Iiasra la iiiclusióii de toda conducta que utilicc medios limitados :i un f i~i entre otros Fincs. Y Ilc-

,gamos a.,esto: acaso el objeto del andlisis económico debe idciitificarse con toda conducta finalista que iiiipliquc, cn lincas generales, una eleccióii estra- tégica de medios, vias e instrumentos; en suma, identificación del objeto del análisis económico con toda conducta racional. Despues de todo, ¿no es la economía el análisis de las conductas racioiiales? ¿Y una conducta racional, cualquiera sea, no supone algo as( coiiio un análisis ecoiiómico? Unaconducta racional conio la que consiste en sostener 1111 razonamiento foriiiai, ¿!lo cs una conducta econótiiica en el sentido que acabamos de definir, es decir: asigiia- ción óptima de rccursos cscasos a fincs alternativos, dado que un razoiiatiiieiito formar consiste en disponcr de cierta cantidad de recursos que son escasos! Y esos rccursos escasos van a coiistituir un sistcnia simbólico, van a ser u n

juego de axiomas, una serie de reglas de construccióri, pero iio cualquier regla de construcción o cualq~iier sistema siriihólico, siiiiplciiientc algunos. Tales rccursos escasos sc utilizarán de niaiicra óptima coi1 un fin de6etriii; nado y alternativo, CII cite caso, una conclusión verdadera y no uiia ;oiiclu- sión falsa, a la cual se procurará llegar mediante ]&'mejor asignacióii posible de esos recursos. En últinia insrancia, por lo tanto, no se advierte por qué no ha de dcfiiiirse toda coiiducta racional, todo comportamiento racional, coino el.objeto posiblc dc u11 análisis econónlico.

A decir verdad, esta definición que ya parece extreriiedameiitc amplia no es la única, y una persona como Becker -si se quiere, ~ i n o de los iieoliberales norteaiiiericaiios más radicales- dice que aun no has;a y que, después de todo, el objeto del análisis ecoiióniico puede exrciiderse incluso más allá de las coii- ductas racioriales definidas y entendidas como acabo de hacerlo; a su juicio, las leyes económicas y el análisis económico pueden muy bien aplicarse a con- ductas no racioiiales, es decir, a conductas que no biiscaii eii absoluto o , en todo caso, no buscan úiiicanieiite optimizar la asignación de recursos escasos

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a un fin determinado.' Becker dice: eri el fondo, el análisis económico puede perfectanienre encontrar siis puntos de aiiclaje y sil eficacia en el mero lieclio de qiie la coiiducta de un individuo responda a esta cláiisula: que su reacción no sea aleatoria con respecto a lo real. Vale decir: cualquier conducra que res- ponda de iiiaiiera sisteniática a modificaciones eii las variables del medio debe poder ser objeto de un análisis econórriico; en otras palabras, cualqiiier con- ducta que, como dice Becker, "acepte la ~ealidad".~El homomnomimses quien acepta la realidad. Es racional toda conducra que sea sensible a modificacio- iies en las variables del medio y qiie responda a ellas de manera no aleatoria y por lo tanto sistemática, y la economía podrá definine entonces conio la cien- cia de la sistematicidad de las respuestas a las variables del medio.

Definicióii colosal que los economistas, desde luego, están lejos de endo- sar, pero que prcseiira una serie de iiitereses. Un interés práctico, si les parece, en la medida en que, cuniido se define el objeto del aiiálisis económico como conjunto de las respuestas sistemáticas de un individuo dado a las variables del iriedio, advertirán que es muy posible incorporar a la economía toda una serie de técnicas, esas téciiicas que hoy están precisamente vigentes y en boga eii los Estados Unidos, y que se denominan técnicas comportanientales. Todos esos métodos cuyas formas más puras, más rigurosas, más estrictas o más abe- rranres, como lo prefieran, encontramos en Skinner; y que no consisten jus-

"lasc Gary Becker, "lrrarioiial hehavior 2nd economic rheary", en JosrnnlofPoiitica! Economy, 70 ( 1 ) . febrero de 1962, pp. 1-13; reed. en Gary Bcckcr, Thr Ecoconomir Approacl, ro

Htonnn Brhnvior, Chicago y Londres, Ui>iversiry of Chicago prGs, 1976. pp. 153-168 [trad. csp.: "Conducra irracional y rroriaccori~iiiica', Drrrchoy Socirdadsegunda erapa. 7 (12), 19971. ' Ibid.. p. 167: "Even irracional decisioii unirr musr rccepr rcaliry and could nor, far cram-

plc. mainrain a choice rhar was no longer wirhin rheir opportuniry rcr. And tliesr sctr arc nor fixcd or don>i~iared hy erraric vrriarioiir, hur are ry~rcrnaricall~ changcd by differenr ~canomic variables" [ A I I ~ las ~ ln idad~s de dccisión irracional deben accpkar la realidad y no pueden, por ejemplo, sostener una elección que ya no corrcspoiida a su colijiinra de oporrunidadcs. Y cror conjunror no son fijados rii crrán doniinador par variaciones crrdricas; antes bien, difcrcnrcr variables cconómicar los modifican de inanera sirremática].

Burrhur Frederic Skiiiner (1904.1 990): psicólogo y pri~oliii~üirra estadaunidcnsc. er uno de los principalcr rcpresenraiitcs de la csciicla conductisrn. Profesor en Harvard dcsdc 1947, ha publicada iiumcroras ohras, entrc ellas. ScrolcrnndHuman Bch,wior, Londres, CoUicr-MacmiUan. 1953 [rrad. csp.: CienOay ro>zdtrrrn hi<nznnn, Uarcclona, Marrincz Roca, 19861; Vtrba!Bchnvior, Englewood Cliffr, Niiruñ Jersey, Prcnrice Hall, 1757 [trad. crp.: Condrrcrn crrbal, Mixico,

tamente en analizar la significación de las conductas, sino en saber, nada niás, cómo podrá un juego dado de esrímiilo[s], a través de los llamados mecanis- nios de refiierzo, provocar respuestas cuya sistematicidad sea posible rlotar, y a partir de la cual puedan iiitroducirse otras variables de comporramicnto; todas esas técnicas comportamentales muestran con claridad que, de Iiecho, la psi- cología entendida de esa manera puede entrar perfectamente en la definicióii de la economía ta l como la plantea Becker. Sobre esas técnicas comportamentales hay alguna literatura en Francia. En el último libro de Castel, Ln rociedadpsi- guiátricn avarrurda, hay un capitulo sobre estas técnicas, y podrán advertir qiie se trata, con toda exactitud, de la puesta en acción, en el marco de tina situación dada -cn este caso iin hospital, una clíiiica psiqiiiátrica-, de méto- dos que son experimentales e implican a la vez un análisisverdaderatnenre eco- nómico del compo;tamiento.'

Hoy querría insistir más bien en otro aspecto. Es que la definición dada por Becker -que, reitero, no es la definición reconocida por el promedio y ni siquiera por la mayoría de los economistas- iio obstante permite, a pesar de su carácter aislado, seíialar cierta paradoja, porque en el fondoel horno aco- nomirur, ral como aparece en el siglo XWiI -y volveré aello eri iin momento-,

Trillas. 19811; y BryondF~ccdomnndDignity, NuevaYork,A.A. Knopf, 1971 (trad. fr.: Par-dch In librrti rr In di,qniré, trad. de A.-M. y M.Richrlli, Paris, Robcrr Laffonr, col..Libert&s 2000, 1972) [rrad. esp.; Mhn!Li dr In libertady kz dignidd Barcclona, Marriiiez Roca, 19861. Hostil a la utilización dc crradirricw, Skinncr conridcn i>ecesario csrudiar las condiicras individuales, "lo ciinl ruoone un domiiiio del ambienre en cl oue se sirúa al ruiero. así como la dererminación . , de medidas de rcspuesra quesean informativas. [ . . .] Cuando un rujerore desplamen su ambiente. algunas de rus condiicras producen en erre modificaciones idcnrificables (lar conringcncias de rducrro). La rspuesra operariva cr una clase de rcrpuerra definida por las conrccuencias quc ricne para el rujcro y cn>iiida en una riri~ñcidii dada sin que dependa caurdmcnrc de un crrimulo dc erra. Un coiirrol riguroso de las coritirigencias pcriiiiie, por lo ranro, rclcccianar conduccis rei- teiablcr" (Encyclpntdin Utlivmnli~, Thesaurur-indcx, vol. 20, Parir, Ency+opaedia Univenalis Fnnce. 1975. p. 1797). La mera burcnda es, cnronces, "la selección de 1s cnnducias pcriinen- tes mediarice la iiianipulacióii de los piogainas dc rchicm" ( ibid). : Franpise Castrl, Robcrr Casrcl y Annc Lovell, !a Sor i i r ip~chin~qraaun~ir ic lc ,riod2!ta>né- ricnin, Rrir. Gmrrcr. 1979, cap. 4 , pp. 138 y 139 [trad. esp.: LnroOtd~?dp~iquidm'crl Bunnmdn: r l

modelo >ionromrricano, Barcclona, Anagrama, 19801, sobre la rerapin compoiraiiieiital (brhnvior mod$iratio>i), inspirada eti lasprincipior del condicioliñiiiieiito (l'avlw) y cl coiidiinistno (nioindike, Skiorici), dcnrra dc un ánibito psiquiátrico (vease asiiiiismo rl cap. 8, pp. 299-3021,

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CLASE DEL 28 DE MARZO DE 1979 313

analizan las elecciones del individuo y uno se pregunta por qiié hizo tal o cual cosa y no tal o ciial otra, jcuál es el tipo de pregunta que piiede plantearse y a qiié elenieiiro irreductible se piiede llegar? Pues bien, dice,

si se pregunta a alguien: ;por qué haces ejercicio?, respoiideri: hago ejercicio porque deseo estar sano. Se le prrgiinrari: ¿por qué deseas esrar sano? Y él va a

responder: porque prefiero la salud a la enfemiedad. En ese momento se le ha de preguntar: ¿por que prefieres la salud a la enfermedad? Responderá: porque la enfermedad es penosa y, por co~isiguiente, no qiiiero estar mal. Y si se le iiiqiiiere por qiik la enfermedad es penosa, él rendd entonces derecho a iio con-

testar, porque la pregiinta carece de seiirido.

El car:icter penoso o no penoso de la cosa coiisótuye en sí mismo uiia razón de la elección m& allá de la cual no se pziede ir. La elección entre lo peiioso y lo no penoso constituye i i i i elenieiito irreducrible que no remite a iiitigún juicio, a niiigúii razonaiiiienro o cálculo. Es uiia especie de tope regresivo en el análisis.

En segundo lugar, ese tipo de eleccióri es intransmisible. Digo inrraiismi- sible no en el sentido de que, a partir de allí, no se pueda susriruir una elec- ción por otra. Podría decirse perfectamente que si se prefiere la salud a laenfer- medad) tambieii se puede preferir esta última a la muerte y, a la sazón, elegir la enferniedad. Taiiibién es evidente que se puede perfectameiire decir: prefiero esrar enfermo yo y que otro no lo esté. Pero, de todos modos, ja partir de que se hará esa sustitución de uiia elección por otra? A partir de mi preferencia y del heclio de que me parecería mis penoso, por ejemplo, saber que otro está enfermo qiie estarlo yo mismo. Y en definitiva, el principio de mi elección será sin duda mi sensación de pena o no pena, de algo penoso o agradablc. Es el fainoso aforismo de Hume qiie dice: cuando me dan a elegir entre un corte en cl mefiiqiie y la iiitierte de otro, al fin y al cabo nada puede obligarme a con- siderar, aunque me fuercen a dejarme cortar el metíique, que ese corte debe ser preferible a la muerte de orro.15

tnfirm~dadtrpcnorn. Si Ilcváir un poco mar lejoíviicrtra indngaci6n y pedir rabcrpor qttirnzón odia lapcnn, cr imposible quc os de jñinár rar6n alguna. Er Cre un f in Úlrimo, nunca relacio: nado con otro objcro".

'' David Humc, A Ftnrirr ofHumnn Narurc (1739-1740). cd. de LEwir Amherst Sclby- Biae , Onford. Clarendan Presi, 1896. libro 11, rcrcera parrc, rccci6n 111: "Whcre a parrion ir

Se rrara, por lo tanto, de elecciones irreductibles e intransmisibles para el sujeto. Ese principio de una elección individual, irreductible, intransmisible, ese principio de uiia elección aron~istica e incondiciorialniente referida al sujeto mismo, es lo que se llama iiiterés.

Creo que lo fiindarnental en esta filosofía empírica iriglesa -que sólo so- brevuelo- es el hecho de poner de relieve algo que no existía en absoluto: la idea de un sujeto de interes, y me refiero a iin sujeto como principio de inre- res, como punto de de un iriterés o lugar de una mecánica de los inte- reses. Desde luego, hay roda una serie de discusiones sobre la iiiecánica misma de esc interés y sobre lo qlie puede desencadenarla: jla autocoriservación, el ciierpo o el alma, la simpatía? Eii fin, no importa. Lo importante es que el inte- 16s aparece, y por priniera vez, como una forma de voluntad, una forma de voluntad a la vez inmediata y absolutamenre subjetiva.

Me parece que el problema y lo qiie va a arrastrar toda la del horno economirur es saber si ese siijeto:del interes así definido, si esa forma de voluntad que se denomina interes, considerarse del niismo tipo que la voluntad jurídica o articulable con ésta. A primera viira, puede decirse que el interes y la voluntad jurídica son, si no del todo asimilables, sí al menos perfectamente conciliables. Y es eso, en efecto, lo que se ve desde fines del siglo xvii liasta un jurista como Blackstone,16 de mediados del siglo m i l :

i~cithcr founded on false supporirioiis, nor chuscs mcans irisufficieni for ilie end, the under- standing w n iieirlier jusiify nor coiidemn ir. Tis not conriary ro reason tu prefer rhe dcsrruc- rion of rhc whole world ro rht scratching of iny finge? [Cuando uiiñ &i6n no se funda en falsas ruparicior,cr ni crcagc medios iiisuficicnres para el fin, el eiirendimicnro no puede jusri- ficarla ni condeoarla. No cr coiirrario a la razón picferir la desrrucci6n del miindo encero r un

rasguño eii iiii dedo] (rrad. f i: 7i+ri<lrh nnrrrrt hr~mninr, rrad. de A. Lcroy, Pñiis,Aubicr, 1946, r. 11, p. 525: "il n'csr parconrraire la rairon dc prCftrer la destrucrion du tnonde cnricr á iine

egrarignuredemon doigr") [rrad. =p.: 7iatndodtInnanimlen humann, Barcelona, Orhis. 1981]. " ~ i l l i a m Blacksrane (1723-1780): jurista conreivador, profesor de dcrccho en Oxford,

doliclc tiivo a Brntham como alumno enrre 1763 y 1764; luego. ñ parrii del F~ngnirnr on Govmmtnr (1776). Benrharn se prescnrá como el "anri Rlacksrone" (HalCvy). Aiiror de los Commenrarin on rhr Lowr ofEnglnnd, 4 vols., Oxford, Clarendon Press, 1765-1769 (rrad. fr.: Commrnrairri~ur Ierloii ang/nirrr, 6 vals., trad. de N. M. Ciiamprt, París, E Didor. 1822). Veanse elie HalCvy, La Formarion du rodi~aliim~philoro~hiqwe, t. 1, 1995, pp. 55 y 56, y Moliamcd El Shakankiri, ia Philmphir jnridique dc Jrrrmy Rrntham, Parls, Librairir gCnt- ralc dc droir cr dc ju r i~~rudence , 1970, pp. 223-237.

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314 NACIMIENTO D E LA BlOPOLfTICA

iina especie de mezcla del aiiálisis jurídico y del análisis en términos dt rés. Por ejcmplo, cuando Blacksrone plantea el problcnia del contrato pIimi- tivo, el contrato social, dice: ;por qué los Iiombres lo han suscripto? Pues bien, lo liicieroii porque tenían interés cn ello. Cada individuo tienc sus iiitereses, pero resulta que en el estado de naturaleza y antes del contrato esos intereses están bajo amenaza. 1'01 lo tanto, para salvaguardar por lo menos alguhOs de ellos, los individuos estiri obligados a sacrificar algunos otros. Se sacrificará lo iiimediito eti beneficio de lo itiiportaiite, y a la larga se diferirá.17 suma, el interés se muestra aquí como un priiicipio coiitiactual empírico. Y la voluntad jurídica que se forma entonces, cl sujcto de derecho que se coiis. tituye a través del conrrato, es en el fondo el sujeto del interés, pero de un iiiterks en cierro modo depurado, calculador, racionalizado, etc. Ahorq bien, coi1 refereilciaa cstc análisis un poco laxo, si se quiere, en el que voluntadjuri- dica e interés sc mezclan y se entrelazan, se engendran uno a otro, b u m e hace notar que no sucede así y que la cosa iio es tan simple. En cfecta, dice Hunie, ¿por qué se suscribe un contrato? Por interés. Uno lo suscribe pot inte- rés porque advierte que, si esti solo y iio tiene un vínculo coi1 los otros, bien, sus iiitereses van a sufrir un perjuicio. Pcro una vez que ha suscripto el contrato,;por qué lo respeta? Los juristas dicen, y Blackstoiie cn parücular dice más o nienos cii esa Cyoca: el contrato se respeta porque una vez"quc los individuos, sujetos de interés, reconocen que es iiiteresaiite suscribirlo, Iq .b];. gación del contrato constituye una suerte de trascendencia con respecto a 1, cual el sujeto está de alguna manera sometido y obligado, de moda que, convertido en sujeto de dcrccho, va a obedecerlo. A ello; Hume respbndc: pero las cosas no son así en absoluto, porquc en realidad, si el contrato se obedece, no es porqriesea un contrato ni porqiiesu obligatoriedad 110s einbar- gue; en otras palabras, no es porque nos hayaiiios convertido de imp*oviso en sujetos de derecho y hai-amos dejado de ser sujetos de interés: Si segi,imOs respetando el contrato es simpleniente porque hacemos cl siguiente ra7,01ia.

"Vdasc Williñni Blacksronc, Co>nmr~rrnrirr.. ., op. cit.! t. 1, pp. 210-214 (buen resumen ,, Mohnmed El Sliakaiikiii, Ln Phiimphirjuridiquc.. ., op. cit., pp. 236.238). Sobre la mezcla dc los piilicipior jurídico y ucilirario en la justificación de la pena cxpuesia por Blacksron<, Elie HalCvy (La For»inrion di< radicnlirmrphilo~ophiqu~, op. eir.. t. i , 1775, 1,. 1 0 0 , que

$,,

parre ve cn ella una falta de coherencia.

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miento: "El comercio coi1 nuestros seniejantcs dcl que obteiierrios ventajas tan grandes no tendría niiiguria seguridad si no respetáramos nuestros coiii- promisos".18 Es decir que si se respeta el coiirrato, no es porque hay contrato sino porque hay interCs en que lo haya. Esto es: la aparición y el siirginiieiito del contrato no sustit~iyeo al sujeto de interés por un sujeto de derccho. En uii cálculo interesado, el primero Iia coiistituido una foriiia, un elemento que va a seguir presentando hasta el fiiial cierto interks. Y si ya no presenta

, ,

ningún interés, nada puede obligarn~e a contitiuar obedeciendo el co t i t~a to . '~ Por lo tariro, interés y voluntad jurídica no se rclevan. El sujelo de derccho no ocupa el lugar del sujeto de interés. Este úlrimo permanece, subsiste y prosi- gue n~ientras hay estriicriira jurídica, mientras liay coiitrato. Mieiitras existe la ley, el sujeto de interés sigue existiendo. Desborda de manera permanente al sujeto de derecho. No es absorbido por éste. Lo desborda, lo rodca, es su condición pcrperua dc hincionainieiito. Entonces, coi1 respccto a la voluii- rad jurídica, el interés constituye uii elemento irreductihlc. Priiner punto.

En segundo lugar, el sujeto de dereclio y el sujeto de interés no obcdcceii de ningún niodo a la misma lógica. ;Qué caracteriza al sujero de derecho? Que

'' David Huriie, "Oí the original conrract": "We rrc bauiid ro obey oilr sovereign, it is said, bccause we Iiave given a racir promisc tu that purposc. Bur why ncc we boiiiid ro obscrve auipramisc? It inusi Iierc be asserred, that the'coliinicrcc aiid intcrcuuise oíiiiaiikind. whicl,

atc of such mighty advñiirngc, u n have no securiry wlien iiieii pay no rcgard to their engagc- iiientr" [Escamar obligados a obedccer a nuestra sobecano, rc dice, porque hertios hecha una l>rorncsa ticira eii cse sentido. Pera ¿por qué csramor obligados a observar iiuesira proinesa? Aquí dehe afirmarse quc el comercio y el inrcrciimbia de la Iiuinanidad, quc rracn iaii enarmc bcnc- ficio, iio pucden disfrutar de seguridrd aiando los hombrcs (no ccsperan rus coriiproniisorl. eii

Qunm mupolitiqae<, crexro ingl& y vcniúci fniicesa enfrciirados, cd. de GCnrd Granel, lOiiloiise, Tmm-Europ-ILpieri, 1981, p. 17 [rad. «p.: "Del corirnroorigiiial", c ~ i E ~ u ~ y o ~ p o l i f i ~ o ~ , Madrid. Tccnos, 19941. Eii la veninn Franccsa publicada con el titulo de "Le i-oiirrar ptimirif", cn fiinir politiqtrrr, trad. aiiúiiinia de 1752, IJarís, Vriii, 1772, p. 343, dice: "Naus devonr &ir, di[-oii, a tnocre rauvciain, prrcc qilc ~nous I'avons racitcineiir proiiiis, rrisir pourqtiai rommis-nous obligCr de gardcr iior proniesses? Ce rnc pcur t i rc que ynrce que le commercc avcc iios sembla- bles, donr nous rcrironr de si gnlid; avanragcr, n'aucunc sOreré d?s quc I'on peur manquer h ses erigngci~icnrr". VCzc asimisnio David Humc, A T n t i ~ c qfHr~mnn Nontrr. op. cit., libro 111,

tercer2 parre, sccci6n viii (trad. fr.: Fniii Ac In nnrrrre l>i<mninc, op. cit., pp. 660.672). l 9 David Humc, Tmit/dr b rinturt htonaine, op. cit.. libro iii. scgunda parrc, sección ix,

p. 676: 'Si el interci~ gencm nnrc todo la obediclicia al gobicrno. la obligaci6n de obedccer dehe cesri cuando cesa el inrer&, cii un grado y uiia cniiridad coilsiderablcd'.

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CLASE DEL 28 D E MARZO D E 1979 317

al principio tiene dereclios narurales, claro está. Pero en un sistema posirivo se convierte en sujeto de derecho cuando acepra al menos el principio de ceder esos dereclios naturdes, de renunciar a ellos, y suscribe uiia limitacibn de esos derechos, acepta el principio de la transferencia. Es decir que el sujero de dere- cho es por definición un sujero que acepra la negatividaa, acepta la renuncia a sí mismo, acepta, de alguna manera, escindirse y ser en cierto nivel poseedor de iina serie de derechos narurales e inniediaros, y en otro nivel, acepta el prin- cipio de renunciar a ellos y se constituye por eso coino otro sujero de derecho superpuesto al pritiiero. La división del sujero, la existericia de una rrascenden- cia del segundo sujcto en relación con el primero, una relación de ncgarividad, de reriuncia, de limitación entre uno y orro, ~vacteriwrán la dialictica o la mecá- nica del sujero de dereclio, y en ese moviinie~nro surgen la ley y el inrcrdicro.

En cambio -y aqui el ati.llisis delos cconomistas va a tocar ese tema del sujero de interés y darle una suerte dé Contenido eoipírico-, el sujeto de inre- rPs no obedece en absoluto a la misma mecánica. Lo que mostró el análisis del iiiercado, por ejemplo, lo que pusieron en evidencia los fisiócraras eii Francia, los economistas ingleses e incluso teóricos como Maodeville,20 es que, en el fondo, eri la mecánica de los intereses jamás se pide a uii individuo que renuii- cie a su inreris. Consideremos, por ejemplo, lo que pasa en el mercado de granos -corno recordarán, hablamos de eso la vez pasada-,21 cuando Iiay una ' coseclia abundante eii 1111 pais y escasez en otro. La legislación habirualinente sancionada en la iiiayoría de los países prohibía la exportación indefinida del trigo del país rico al pais con escasez para que ésta no afecrara al quc tenía dis- ponibilidad. A esro [responden] los eco~iomistas: iabs~irdo! Dejen actuar la mecánica de los intereses, dejen a los vendedores de granos enviar su mercan-

'' Beriiard Mandevillc (1670.1733): aiiraidc la cClebre Thr &blr ofthr &ri. OrPriuarr Kctr, Eublir Brnrjirr(l714), Londres. Wirharr 81 Co., 1934 (rrad. fr.: Ln Foblt rl, obcillrr, ou

l ~ ~ ~ i ~ ~ ~ p r i u ¿ ~ f i n t & bit»pt<blic, trad. dc l.. y P. Carrive, Parir.Vrio, 1990) [rrad. crp.: Lafábuh dt /ni nlejar, o lor uiciorprivndor hown /n prorperidndpiiblira, Madrid, Fatido de Culruca Econ6iiiica, 19971.

" Foucaulr quiere decir "el año parado". VCarc Michcl Fouca~lt, SCnirifi, frnitoirr, popu- L?rion. Courr RU Coll>gc d<I;Tn»<t, 1977.1918, ed. dc Micllcl Scncllnrt, Paris, GallimardISeuil, col. Haiircr Eruder, 2004, clases dcl 18 de enero y del 5 de abril de 1978 [rrad. esp.: Srgi<ridnd, frmitorio, pobhcidn. Guro rn el C0lI2gtdcF1nncr (1977-1.978). Buenos Aircr, Fondo de Ciiltura Ecoii6mica. 20061.

cía a los países donde hay escasez, donde el grano está caro y donde pueden venderlo.con facilidad, y verin que, cuanto más sigan su interés, mejor irán las cosas y habrá una ganancia general que va a constituirse a partir de la inaximización del inreris de cada uno. Y no sólo cada uno puede seguir su pro- pio inrerés, sitio que es preciso quc lo haga, qiie lo siga hasra cl final en procura de elevarlo áI máximo, y enronces se encontrarán los elemeiiros sobre cuya base el iiirerés de los otros no.sólo se preservará sino que incluso se iiicremenrari. En consecuencia, con el hncioiianiieiito del sujcro de interés tal como lo des- criben los cconomistas, renemos una niecánica muy diferenre de esa dialéc- rica del sujeto de derecho, pues es'una mecánica egoísta, una mecdnica que mulriplica deinmediato, una mecánica sin ninguna rrascendeiicia y una mecá- nica en que la voluntad de cada uno va a coincidir de iiianera espontánea y como si fuera involunraria con lavoluntad y el interés de los demás. Estamos mu; lejos de la dialécrica de 1; renuncia, la trascendeiicia y el vínculo volun- tario que enconrramos en la teoría jurídica del conrrato. El mercado y el con- trato funcionan &actamente al revés tino de otro y hay, de hecho, dos estruc- ruras Iieterogineas entre sí.

Pira risiimir esro, podríamos decir que todo el análisis del interés en el siglo xviri, que al fin y al cabo p e d e parecer a primera vista capaz de ligarse sin demasiadas dificultades a la reoría del conrrato, deja ver'en la práctica,

. . cuan+ se lo sigue un poco más de cerca, uiia problemática que a iiii juicio es muy novedosa, muy hererogénea con respecro a los elementos caracrerísticos de ladociriiia del contrato y la doctrina del sujero dedereclio.' De algún modo, en el punto de convergencia entre Yta concepción empírica del sujeto de ¡;ter& y los análisis de los economisras podrd definirse un sujero que es sujero de interks y cuya acción tendrá valor multiplicador y benkfico a la vez eii vir- tud de la intensificación misma del inrerés; esto es lo que carlcteriza al horno ~conomicur. En el siglo xvii i , el horno ~ c o n o r n i c r ~ es, creo, una figura absolu- tamente hecerogenea y no puede superponerse a lo que podríamos llamar el homo juridicur o el horno legnlir, como prefieran.

Me parece que, una vez establecida esa heterogeneidad, es necesario ir más lejos y decir en prime-r lugar lo siguiente: no sólo hay una hererogeneidad

El manurcriio agrcgr, cn la p. 9: "a) Ance todo por un radicnlirmo trnpirico a la ntñriera

de Hum;, b) a conriniiación, por un análisis dc lar mecanirmor del mercado".

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318 NACIMIENTO DE LA BIOPOL~TICA CLASE'DEL 28 DE MARZO DE 1979 319

forinal cntrc el sujeto económico y el sujcto de dcrecho, por las razones 1 U C

acabo d e decirles, sino que a i i i i iriodo de ver, y hasta cierto punto &OmO cotisecucncia, Iiay entre anibos una difercncia esencial eii la relación que man- tienen cori el podcr político. 0, si se quiere, la problcniática del h o d r r eco- nóiiiico plantea a la cuestión del fundamento y el ejercicio ael podfr U"

iiiterrogantc muy distinto del que podían plantear la figura y el elciiienio del hoiiibre jurídico, del sujeto de dereclio. Para conipreiider lo que hay de d i - calnienre novedoso en el Iiotribre econóniico desde el punto de vista del Pro- blcnia del poder y su ejercicio legitiiiio, querría eiripezar por citarles un texto de Condorcet que iiie parece bastante esclarecedor al respecto. La cita c<"r=- ponde a Los progreros del espíritu humano, la novena época. Condorcct dice: dado el interés de un individuo aislado del sistema gcncral dc una sociedad -110 se refiere a que está aislado con respecto a la sociedad (o sea qlle 110

toma a un iiidividuo solo), quiere decir: dado un iiidividuo en la sociedad, pero el interés que se considerará será el d e 61 y sólo el de el-, pues bieilx ese interes propiamente individual de alguien que está dentro del sisreii~a p c - ral, no sólo de tina sociedad sino de las sociedades, exhibe dos características. E n primer lugar, es uii intcrCs que depende de una iiifinidad de cosas. El iiiter6s dc ese individuo dependerá de accidentes de la naturalcza freiite a 10s cuales él no puede hacer nada, ni siquicra preverlos. Deberiderá de acoi'tcc,i- Atn~~os ~Q<<<LDS mk o mt¡-,o=\<)anoh. Ens\n\tsk, e\ ¿t ese\n&iA'~. va a estar ligado a un curso di1 mundo que lo desborda y se le escapa por todas partes. En segundo lugar, la segunda caracteristica es que, a pesar dc todo Y a cambio, "en ese caos aparente -dice Condorcet- vetnos no obstante, PO' una ley general del mundo moral, que los esfuerzos de cada uno para sí ,,lismo. sirven al bicn de todos".22 Esto quiere decir que, por una partc, cada ~ri'o es

l2 ~ ~ ~ ~ - ~ ~ ~ t o i ~ e - N i c o I ~ ~ de Giirar, marqués dc Condorccr (1 743-1794), &qiql<urcdi,n r a b h u hirior;qw~drrprogr~~drlirp~rbumin (17931, novenaCpoca, Parb, Gsrnicr-Flammaiion, 1988, p. 219 [trad. esp.: Borqu+o de rrn cuadro hirtdrico de lorprogrcioi drl rrpiritu bumnno, tvf*drid, Edirora Nncialial, 19801: "iCótiia, en crraarombrosa vaiicdad dc irabajos)~pioduciar, dencce- sidades y recursos, cn csra pavorosa complicación dc inrcrcscs que ligan la rubrisrcncia, c1 bie- tierrar dc iin iiidividiio aislado, al sisrerna ecncral de las sociedades, que lo hacen dcpeidc' rodor los accidenrcs de la naruialcra, de iodos los sucesos de la paliriw, qilc exticziden cfl UCr[O

modo al planera cnrcio ru hculrad de cxpcrimcnrar gozar o privaciones; c6m0, cn cSC caos

almrcncc. vernos no absraiire, en virtud dc iina ley gcneral dcl mundo iiioral, que los es fue~vs

muy depcndirnte de un todo quc es incontrolable; que es iridctcrmiiiado, que es el curso dc las cosas y el curso del mundo. D e alguna tiianera, el acontcci- miento más reriioto sucedido al otro lado del planeta puede repercutir sobre . . . .. . . . ini iRterCs, y frente a todo eso tengo las manos atadas. La voluntad de cada uno, el interPs de cada uno y la realización o no de ese iiitercs están viiicula- dos a una masa de elemeiitos que estiii fucra dcl alcarice de los iridividuos. Al iiiisnio tiempo, el interés de ese individuo, siii que Éstc tampoco lo sepa, siii que tampoco lo quiera, sin q u ~ tampoco pueda coiitrolarlo, estará ligado a toda tina serie de efect'os positivos que liarán quc todo lo que [le] rcsulte lucrativo lo sca tambiPii para los deiiiis. De manera que el hombre ecoiió- iuico qucda siruado así eri lo que podríainos deiioitiinar un campo de itiiiia- ncncia indefinido que, por una partc, lo liga bajo la Foriiia de la depeiideiicia a toda una serie de accidentes y, por otra, bajo la forma de la producción, a la gaiiaticia dc los otros, o liga sil propia ganancia ala producción de los otros. Así, la convergencia de iiirereses duplica y recubre la disparidad indefinida de los accidentes.

El horno rpconomirus está entonces situado en lo que podría llamarse i i i i

doble aspecto involuntario: lo involuntario de los accidentes que le suceden y lo involuritario de la ganancia que produce para los otros siii liabcrlo bus- cado. Está situado asimismo eii un dóblc aspecto indefinido, porque, por uii 'lado, los accidentes de los que depende su interks pertciieccn a un doniiiiio que no se puede recorrer ni totalizar y, por otro, la ganancia que CI va a prodi~cir para los dcniás al producir la suya propia es tarnbi6ii para él un eleriieiito indefinido, un indefinido que no estotalizable. Doblc aspecto involuntario, doblc aspecto indefinido, doble aspecto no totalizable, sin que, iio obstante, esos indefinidos, esos involuntarios, esos incontrolablcs. esos iiitotalizables des- califiqueii i u interés, sin que descalifiqucii el cálculo que Cl puede hacer ]>ara coincidir lo mejor posible coi1 su interés. A] contrario, esos aspectos iiidefini- dos fundan en cierto modo el cálculo propiamente individual que 61 hace, le dan consistencia, le dan efecto, lo iiiscriben en la realidad y lo vincula11 de la iiiejor manera posible con todo el resto del mundo. Teneiiios por lo tanto uii

dc cada uno para si iniismo sirven al bieiicrrar de rodor; y, a pesar del choque cxtcrior de los inrcrescr opuestos, que cl inrci6s coiniiii cxigc quc cada quiin sepa clirendcr cl suyo propio y

sea capaz dc obedecerlo siii rralias?".

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CLASE DEL 28 DE MARZO DE 1979 321

sistema en el que el homo aconomirurva a deber el carácter positivo de su cálcu-

lo a rodo lo que, precisaniente, escapa a este. Llegamos con ello, claro está, al

texto que no se puede evirar y que es el de Adain Smith, el fainoso texto del capítulo 2 del libro IV, donde Sniirh dice (como saben, es el único rexto de La riqiceza de h r naciones en que habla de ese faiiioso asunto):

Al preferir el dxico de la industria nacional al de la industria extranjera, el comer- ciante no piensa sino en obtener personalmente tina mayor seguridad; al diri- gir esa indusrria de rnl manera qiie su prodiicro tenga el mayor valor posible, el comerciante no piensa sino en su propia gai;ancin: pero en éste y en niuchos otros [casos],' una mano invisible lo conduce a promover un f i n que na esta de ningún modo enrre sus iiitenciones." . -

Aquí estanios, por coiisiguiente, en eI"c8razón de esa problemática de la mano

invisible que es, si se quiere, el correlato del homo ~pronomicur, o mejoi, esa

suerte de extravagante mecáriica que lo hace funcionar conio sujeto de inreres

individual dentro de una totalidad que se le escapa y que, siti eiiibargo, funda

la racionalidad de sus decisiones egoístas. i Q ~ ~ 6 es esa niano invisible? Al respecto suele decirse, desde luego, que en

el pensaiiiiento de Adam Smirli la mano invisible se refierea iin optimismo

eci>ii6rnico iiiás o menos meditado. Tanibi4ri se acosrutnl>ra decir que, en esa

mano invisible, es preciso ver algo semejante al residuo de iin pensamiento

teológico del orden natural. Smith sería el individuo que, por medio del con-

cepto de la mano invisible, habría fijado en forma inás o rnciios implícita el

lugar vacío, pero pesc a ello secretamente ocupado, de uii dios providencial que

habitaría el proceso económico, casi como 'el Dios de Malebranche ocupa el

mundo entero y hasta el más mínimo gesto de cada iridividuo a través de una exrensión inteligible de la que posee el dominio absoluto.24 La mano invisible

I'ñlabra omitida por Miclicl Foucaulr. " Adam Smirh, Rrrhmrhe~nzrL? nnn<retrlcr~ai&~drla echcrrrdrr nntionr.Paris, Guillaumin.

1843; cd. rccicnre, Parir, Garnier-Flammarioi~. 1991. libro W , cap. 2, c. 11, pp. 42 y 43. '' Nicolar Malebrñnche (1638-1715): fil6safo y rc6lag0, micmbro dcl Orarorio. Foucaulr

aliidc aquí a 1% resis "ocaionilirra", a teoría de lar "causrs oeaianalcr", iarrenida por Malcbnnche cii variar dc rus obras, entre ellas. Dr Lz mrhrrchr de L? "irir¿(l674), xv ilurtración, en EZZMCI, c. 1, Parir, Gallimard, col. BibliorhCquc de la Pltiade. 1979. pp. 969-1014, y Enrztimrrwr Lz

de Adam Smith se asemejarla al Dios de Malebraiiche, pero en su caso la exten- si611 inteligible n o está poblada de líneas, superficies y cuerpos, sino de corner-

ciantes, mercados, buques, rransporres, grandes caminos. La idea, por consi- guiente, de que hay algo así como una rraiispareticia esencial en ese mundo

ecoiiómico y de que, si la totalidad del proceso escapa a cada uno de los hom-

bres económicos, hay en cainbio u n punto donde el conjunto es complcta-

iriente transparente a una suerte de mirada, la mirada de alguien cuya mano

invisible, según la lógica d e esa mirada y dc lo que esta ve, anuda los hilos d e

rodos los intereses dispersos. Por lo ranto, una exigencia, si n o un postulado,

de transparencia total del mundo económico. Ahora bien, cuando avanzamos un poco más en el texto, ¿qué dice Adam Smith? Acaba de hablar de la gente

que, si11 saber deniasiado por qué ni cómo, sigue su propio inreres, y en defi-

tiiriva,:esa acritiid beneficia a rodo el mundo. Aunque uno sólo piense en su

propio lucro, a la larga toda la industria sale ganando. La gente, dice Smith,

piensa únicamente en su propio l u c o y no en la ganancia de todo el mundo. Y agrega: por lo demás, n o siempre es malo que estq f in ia saber, la ganancia

I

d e rodos, no se cuente en absoluto entre las preocupaciones de estos comer- c i a n t e ~ . ~ ~ "Jamás vi que quienes aspiran en sus empresas comerciales a trabajar

rn¿iaphvriqirrrt k< rc1idion (1688). vil, en ;bid., r..ti, 1992, pp. 777-800 [trad. -p.: Cnnvrrrncionc~ robm L? nitrafljicoy L? r¿ligidn, Madrid, Encuentro, 20061, según la cual ''~610 Dior er verdadera caura. Lo que se designa con cl nombre dc causa narural no cr una caura real y verdadela sino simplcmcnre, si nos iriterera conservar cl (nombre, iiiia causa ocasional, que decide n Dios, como co,isccuencia de leycr gcneralcs, a manifcrr>r de tal mancn su acci6ii. la única eficaz" (Vicror Delbor. "Malebranchc er Mainc de Biran", en R ~ v u c d t rnlrrrphysiqrrr ct dr moral<, 1916, pp. 147 y 148). Erc Dios omnipresenre, aiinque oculro, r s la hientr dc rodas lar mocia- nes indinaciolies acrivar: "Dios. el único cap= de actuar eii nosotros, se oculra ahora a niles- rror ojos; rus obrar no ricnen nada de sensible, y aunque El produzca y canservc rodos los cnrcs, el crpiriiu que busca con ranro ardor la causa de rodas las cosas tropina con difimliadcr p,rn reconocerlo, a pcrar de rnconcrarlo cn rodir los rnornenros" (Nicolar Malebnnche, De L? rrchrrrhr dr la *irir¿, op. rir, xv ilusrraci6n, p. 969). Sobre las hetires teolngicas de la coiicep-

ci6n smichiana dc la'"mano invisible", vease Jacob Viner, Tht Rolr offiovidrncr in rhc Social 0rder:An Er~ny i n ' l n u l l c r t u n l ~ i ~ t o ~ , Filadclfia.Amcrican Philnsopliicd Socicry, 1972. cap. 3: "The invisible Iiand aiid rhe cconoinic order".

"Adani Srnirh, Kcchcrchaiurla natvrrrrIrrcoiu u..., op. cit., i'. 43: "y cl hecho dcquc ese fin no se cuenrc en abrolura cnrx sur intenciones [csro es, las de cada individuo] no sicmprc redunda cn i,n mal mayor pan la sociedad".

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324 NACIMIENTO D E IA BlOPOl~fTlCA CLASE DEI. 28 D E MARZO D E 1979 325

Y Ferguson apela al ejemplo de los establecimientos francés e ingles enAm6- rica y dice, tras analizar el modo de colonización de ambos: los franceses Ile- garori con sus mejores proyectos, su administracibn, su definición de lo que sería más beneficioso para sus colonias americanas. Construyeron "vastos pro- yectos" y esos vastos proyectos jamás pudieron "realizarse sino en idea", por lo qiie las colonias francesas de América se desmoronarori. Los ingleses, en canibio, jcon que llegaron para colonizar Amtrica? ¿Con grandes proyecros? Para nada. Con "visiones de corto plazo". No tenían otro proyecto que La ganancia inmediata de cada uno, o mejor, cada iino sólo tenía en vista el objetivo de corro plazo de su propio proyecro. De repente, las industrias fue- ron acrivas y los estahlecirnientos~fl~recieron.~~ La economla, por consiguienre, la economia enrendida como práctica pero también como tipo de interven- ción del gobierno, como forma de accibn del Estado o el soberano, pues bien, no piiede sino tener una visión'dc corto plazo, y si hubiese un sobe- rano que pretendiera reiier una visión de largo plazo, una mirada global y tora- lizadora, no verla jamás otra cosa que quimeras: La economía política denun- cia, a mediados del siglo mrr, el paralogismo de la totalización política del proceso económico.

Y que el soberano sea, pueda y deba ser ignorante es lo que Adam Smith sefiala en el capítulo 9 del libro iv de La riqueza de /AS naciones, donde aclara perfectamente lo que quiere decir con la mano invisible y la importancia de ese adjetivo, "invisible". Sinjtli dice lo sigiiiente: "Con la condición de no infriii- gir las leyes de la justicia, todo liombre debe poder dirigir su interés y su capi- cal a donde le plaz~a".)~ Por lo tanto, principio del (airrez-fnirc, en todo.caso, cada uno debe seguir suinteres. Y de golpe, dice Smith de uria manera relati-

Adanl Fcrguson. E~dirirr fiirroirc.. ., op. ciL (Desainr). c. 11. rcrccra pare. cap. 4, pp. 27 y 28: "en materia dc comercio y aprovirio~iaiiiienro, el iriierés particular es una guía mis scgi,ra que todas lar erpcculaciones del gobierno. Una naci6n proyecrd errableccrsc cn cl colirinenre srprenrrional dc Amtrica y, can p o u conrideaci6n por la condiicra y las escasar luces de los comercianres, apcld a codos los rcurrns de sus hombres de Errado: orra naci6n dcjd a los par. riciilares la libertad dc pcnsñr por su propia cuenca y de escagcr a voluiirad una poricidti: tscos, con lii cortedad dc su visi6ii y su indurrria activa, consriruyeron iiii esrableciniicnro florecicnre, y los vñsror proyccror de los otros $610 sr realizaron en idea": ed. de Gauricr, p. 241.

32 Adam Smirh, Rtchcrchrrhrrrur /a norur rr Irr cnz<jcr.. .. op. cit. (11)9l), libro lv, cap. 9 , C. 11,

p. 308.

vamenre hipócrita -bueno, soy yo quien lo califica de hipócrita-, el soberano no piiede sino sentirse muy bien, pues queda "liberado de una tarea que no podria tratar de cuinplir -la vigilancia de todos los procesos cconómicos- sin exponerse infaliblemente a ser engaíiado de mil maneras"." Digo "frase hipó- crita' porque también se la puede entender así: si el soberano, que es un Iiom- bre solo y está rodeado de coiisejeros mis o iiienos fieles, se propusiera la tarea infinita de vigilar la totalidad del proceso econóniico, resultaría sin duda enganado por administradores y ministros infieles. Pero la frase significa asi- mismo que, de cometer errores, no lo liará por laiiiera infidelidad de sus tninis- rros o la complejidad de una administración forzosamente incontrolable. Los coinererá, en cierta Fornia, por uiia razón esencial y fundamental. No podría no equivocarse, y por otra parte es eso lo que dice el final de la frase al referirse a esa tarea, esa carga de la que el soberano debe verse liberado, la tarea d e vigi- lar la totalidad del proceso económico: 'para el cumplimietito conveniente de .. 34 esa tarea no hay ninguna sabiduría humana ni conocimiento que basten .

El carácter incognoscible de la totalidad del proceso no sólo rodea la racio- nalidad económica, también la funda. El horno reconomicus es el único oasis de raciondidad posible dentro de un proceso económico cuya naturaleza iiicon- trolable no impugna la racionalidad del comportamiento atomístico del horno recono'min~; al contrario, la funda. Así, el mundo econóinico es opaco por naru- raleza. Es imposible de totalizar por naturaleza. ~sckor i~ ina r i a y definiiivmen- te constiruido por puntos de vista cuya multiplicidad es tanto más irreducti- ble cuanto que ella misma asegura al f i i i y al cabo y de manera espontánea su convergencia. La economia es una disciplina area; es una disciplina sin Dios; es una disciplina sin totalidad; es una disciplina que comienza a poner de mani- fiesto no sólo la inuiilidad sino la imposibilidad de un punto de vista soberano, de un punto de vista del soberano sobre la totalidad del Estado que el debe gobernar.. La economía sustrae a la forma jurídica del soberano que ejercc $11

soberanía en el marco de un Estado lo que comienza a aparecer como lo esen- cial de la vida de una sociedad, a sabe< los procesos económicos. El liberalismo, en su consistencia moderna, se inició precisamcnre cuando se formuló esa incompatibilidad esencial entre, por uiia parte, la multiplicidad no totalizable

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CLASE DEL 28 DE MARZO DE 1979 327

característica de los sujetos dc interés, los sujetos ecoriómicos, y, por otra, la unidad totalizadora del soberaiio j~irídico.

El gran esfueno del peiisamiento jurídico político, en el transcurso del siglo XVIII, para deinostrar que, a partir dc sujetos de derecho individuales, suje- ros de derecho natural, se podía llegar a la constitucióii de una unidad política dcfinida por la existencia de un soberano individual o no, poco importa, pero poseedor por un lado de la totalidad de sus derechos iiidividuales y 4 mismo tiempo principio de la liniitación de estos deiedios, roda esa gran problemá- tica iio se completa eii absoiuro con I:I probleiiiática dc la ecoiiomía. La pro- blemática de la economía, la problemática del interés económico, obedece a una configuración muy distinta, a una lógica muy distinta, a un tipo de razo- n m i e n t o niuy distinto y a u i iara~ional idadmii~ distinta. D e hccho, el mundo

jurídico y el niundo ecoiióinico se presentan, desdc el siglo xviir , conio mundos Iieterogéneos e iiicompatibles. La idea de una cieiicia económico jurídica es rigurosamente iiicompatible y además, en efecto, jamk se realizó. El homo ~conomicur es alguicn que puede decir esto al sobcrano jurídico, al soberano poseedor de dercchos y fundador del derecho positivo sobre la base del derecho natural dc los individuos: no debes, no porque yo tenga dercchos y tú no teliga el derecho de afectarlos; eso es lo que dice el hoinbrc de derc- cho, es lo quc dice el homo juridicur al soberaiio: tengo dcrcchos. te he con- fiado algunos y no debes afectar los restantes; o: tc he confiado mis derechos . para tal o cual fiii. El homo rrco,ionzicr~no dice cso. También dice al sobcrano: no debes, pero ¿por qiis se lo dice? No debes porque iio puedes. Y no puedes eri el sentido de "eres impotente". ;Y por qué crcs impoteiite, por qiié no piie- dcs? No puedcs porque no sabcs, y no sabes porque no puedcs saber.

Estaiiios aquí, entonces, ante un rn0ment0'~ue nie parece importante: cl . . moiiiciiro en que la economía polírica puede presentarse como crítica de la ' razón gubernamental. Ahora utilizo la palabra "crítica" en su sentido propio y

Después de todo, uri poco más adelante Kant debía decir al hom- bre que 110 podía conocer la totalidad del murido. Pues bien, la economía

35 Sobre la intcipicración que cli Sra tpoca Miclicl Foucaulr da a la crlrica kanriana, véase

su confereiicia dcl año anterior, "Qil'csr-cc que la critiqiic?", cn B ~ ~ l l ~ c i n dt h Soriét¿fintiydire drpliilmophir, 84 (2). abril-junio de 1990, pp. 38 y 39 (no incluida eti D i o er {miir) [rrad. clp.: "iQut es la cri~ica? (Cririca y Alrfil?rrrndn, cn Daimo>r, /(evLcd de Fiiorojín 1 1 , 19951.

política había dicho al sobcrano, algiinos decenios antes: tú t:irnpoco conocer la totalidad del proceso ccorióniico. No liay soberaiio en cconomia. No Iiay soberano ccoiiómico. Creo que Cstc cs uno dc los aspectos más impor- tantes de la liistoria del pcnsainieiito ecoiiómico, claro est:i, pero sobre todo de la historia de la razón gubernamcnral. La auseiicia o la init>osibilidad de un soberaiio ccoiióinicoi a la larga, las prácticas gubcrnaiiieiitales, los proble- mas ecoiiómicns; el sociali$mo; la planifitación, la cconoiiiía de bieiiesrar plan- tearán este problcnia a través de toda Europa y todo el mundo moderno. Todos los retornos, todas las recurrencias del peiisarnieato liberal y neoliberal en la Europa de los siglos xix y >o<, representan aún y sienipre cierta iiiaiiera de plaii- tear el probleina de esa iinposibilidad de la existencia de uii sobcraiio ccoiió- mico. Y todo lo que se ponga de maiiifiesto, al contrario, como planificación, econorriía dirigida, socialismo, socialismo de Estado, será el problema de saber si no se puede superar de aigún modo esa rnaldiciói? formulada desdc su fuiidación por la economía política contra el sobcrano ecoiiómico, que es al rnismo tiempo la condición misma de existericin de una economía política: jno puede haber, pese a codo, un aspecto por cl quc sea posiblc definir una sobc- ranía econóniica?

En una escala más pequeíia, iiie pa!ece que la hricióii, el papel esciicial de la mano iiivisible es la descalificación del soberaiio político. Si se la vuelve a colocar ya no a rravés de la Iiistoria del liberalismo de los dos últimos siglos sino cii su contexto inmediato, es muy iiotorio que esta teoría de la inario invisible, entctidida coiiio descalificación dc la posibilidad misnia de un sobcraiio eco- nómico, es la recusacióti del &cado de policíadel que Les hablé el año pasado.'" El Estado de policía, o incluso el Estado gobernado por la razón de Estado, con su política mcrcantilista, cra desde el siglo el esfuerzo heclio, de inanera perfecrainente explícita, para constituir u11 soberario que ya no fuera sobe- rano de derecho o en fundón de un derecho, pero sí Capaz de adininistrar, de administrar por supuesto a los súbditos sobre los cuales ejercía su soberanía, pero también los procesos ecoiiómicos que pueden desenvolverse entre los indi- viduos, los griipos, los Estados. El Estado de policía, el Esrado tal como va a hacerlo funcioiiar la polirica a la vez voluiitarista y mcrcaiitilista de los sobe-

' "ha Midiel Foucault, Séci<i.itC, crrritaire.. .. op. <ir., clases del 29 de iilrr7.0 y 5 dde abril .de 1978.

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328 NACIMIENTO DE LA ~101'01.fT1C~ CLASE DEL 28 DE M A R Z O DE 1979 329

ranos, o en todo caso de algunos sol)eranos de. los siglos xvii y x v i i i como el francés, se apoya sin duda en el postiilado de que debe haber un soberaiio económico. La ecoiiomía política no constituye iilia mera refutación de las doc- rriiias o las prácticas inercantilistas. La econoinía política de Adam Smith no se limita a iiiosrrar Iiasta que punto el inercanrilismo representaba un error t6c- iiico o teórico. La ecoiiomía política de Adaiii Srniili, el liberalismo económico, consririiye una descalificación de ese proyecto de conjunto y, de manera aún inás radical, una descalificacióti de una razón política ajustada al Estado y su soberania.

Es interesante ver con mayor exactitiid; poiotra parte, a qué se opone la teoría de I:i mano invisible. Se opone muy precisamente a lo que decían casi en la misma epoca o, en todo caso, lo que acababan de'decir algunos anos antes los fisiócratas, porque la posiciónude éstos es, desde ese punto de vista, muy interesante y paradójica. Justameiite, los fisiócratas franceses hicieron sobre el mercado y sus mecanismos los análisis de los que ya les hablé varias veces3' y que probabati la iiecesidnd absoluta de que el gobierno, el Estado, el sobe- raiin no iiirervinieran en la mecánica de los intereses por la cual las mercaiicías se encaniiiiaban a los lugares donde encontraban con mayor facilidad com- pradores y el niejor precio. La fisiocracia era, por lo taiito;una critica severa de toda esa reglamentacióii adrniiiistrativa mediante la cual se ejercía el poder del soberano sobre la economía. Los fisiócritas, sin embargo, taiiibieii se apresu- raban a agregar lo siguiente: es preciso dar libertad a los agentes económicos, pero, en primer lugar, debe coiisiderarse que el territorio integro de un país es, cn el Fondo, propiedad del soberano o, en todo caso, que este es copropietario de todas las tierras del país y por consiguiciite coprodiictor: y ese argumento les permitía justificar los impuestos. En consecuencia, el soberniio, en la con- cepción fisiocrática, se va a adecuar de alguna manera, eii principio y en dere- clio -y de hecho, además-, a toda la producción y toda la actividad econó- mica de u11 país, como copropietario de las tierras y coproductor del producto.

Eii segundo lugar, dicen los fisiócratas,la existencia de un Cuadro económico que perniite seguir con muclia exactitiid el circuito de la producción y la cons- titiición de la renta brinda al soberano la posibilidad de conocer con precisión

" Vease Micl iel Foucaulr, SfmNrf. rerriroi e..., o). cit., clarer dcl I R de enero y del 5 dr abril de 1978, y nrpra, clase dr l 17 dc enero de 1979.

todo lo qiie ocurre dentro de su pais, y [cl] poder, por consiguiente, [de] con- trolar los procesos econóniicos. Es decir que el cuadro ecoiiómico va a ofre- cerle un principio de análisis y algo semejante a iin principio de transparencia con respecto a la totalidad del proceso económico. De niodo que, si el sohe- rano deja a los agentes económicos en libertad, es porque sabe, y sabe gracias al cuadro ecoiiómico, lo que pasa y a la vez cómo cs preciso que pase. Por lo tanto, en nombre de ese saber total podrá aceptar libre y racionalnietite. o mejor, deberá &eptar por la necesidad misma de la razón, el saber y la verdad, el prin- cipio de la libertad de los agerires económicos. Por este motivo, entre el saber del soberano y la libertad de los individuosva a haber una segunda adecuación.

Tercero y último, un buen gobierno -jusramenre, el de un soberano que conoce con exactitud rodo lo que ocurre en materia de procesos econóniicos, gracias al cuadro económico- deberá explicar a los diferentes agentes de la eco- nomía, a los diferciites sujetos, cómo pasan las cosas, por que pasan y lo que deben hacer para maximizar su ganancia. Deberá haber un saber ecoiiómico quc se d ihnda con la mayor aniplitud y uniformidad posibles entre los súl>- diros, y diclio saber, cuyo principio se encuentra sienipre en el cuadro econó- mico trazadopor los fisiócratas, será común a los súbditos económicamente bien educados y al sobeiano que sepa reconocer las leyes fiindamentales de la economía. De inodo que en el plano del saber, eii el plano de la conciencia de la verdad, habrá una tercera adecuacidn cnrre el solxrano y los procesos o, al menos, los agentes económicos. Como advertirán, entonces, en los fisiócratas el principio del laissezrfaire, el principio de la libertad necesaria de los agentes econóniicos, puede acertar a coincidir con la existencia de un soberano, un soberano tarito más despótico, taiito menos obligado por las tradiciones, las costuinbres, las reglas, las leyes fundameritales, cuanto que sil sola ley será la de la evidencia, la de un saber bien elaborado y construido que compartirá con los agentes económicos. Ahí, y sólo ahí, tenemos en efecto la idea de una transparencia de lo económico y lo político, de uno con respecto al otro. Ahí, y $610 ahi,podemos encontrar la idea de que es preciso dar libertad a los agen- tes económicos y de que habrá tina soberanía política que recorrerá con una niirada, y de alguna manera bajo la luz uniforme de la evidencia, la totalidad del proceso económico.

La mano invisible de Adam Snlirli es todo lo conrrario. Es la crítica de esa idea paradójica de una libertad económica total y de tin despotisnio absoluto

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330 NACIMIENTO DE LA RIOL>OL~SICA

que habiaii procurado sostctier los fisiócratas en la teoría de la evidericia eco- nóriiica. La mano invisible, cn concrastc, plarirea como principio que eso no es posiblc, que no puede haber soberario en el sentido fisiocrático del tér- mino, que no puede haber dcspotismo en el sentido fisiocrárico del t6rrnin0, porque no puede haber widencia económica. D e modo que, como se darán cuenta, desde el comienzo, en todo caso -si llamamos comienzo dc la ecoiio- mía política a la teoría de Adani Srnith y la tcoría liberal-, la cienciaeconómica nunca sepresentó conlo la línea necesaria de conducta, la programación com- plcra de lo que podría ser la racionalidad guberriamental. La ecoiioniía. poli- rica es sin duda tina ciencia, un tipo de saber, un modo de conocimiento que quienes gobiernan deberán rener en cuenta. Pero la ciencia ccoriómicn no puede ser la ciencia del gobierno y cl gobierno no puede tener la econoniía por prin- ' cipio, ley, regla de conducta o racionalidad interna. La ecoiiomía es una. cieii- cia lateral con respecro al arte de gobernar. Es preciso gobernar con la econo- inla, es preciso gobernar junto a los econoiiiistas, es preciso escucharlos para gobernar, pero la economía no debe ser La racionalidad gubernamental; no es cuestióri de que lo sea, ni es posible.

Creo quc as1 se puede comentar la tcoría de la mano invisible con respecto al problema de la racionalidad gubcriiamentai o el arte de gobernar. Se plan- tea eiitorices un problema: ¿de qué va a ocuparse cl gobierno y cuál será su objeto, si es cierto que el proceso ecoiiómico, la totalidad del proceso econó- iiiico, ?o constituye por pleno derecho ese objeto? Me parece que éste es el lugar de la teoría de la sociedad civil, de la que procurar6 hablades la vez que vicne.

Clase del 4 de abrd de 1979

Elementospara una histovia de la nocidn de homo cecoiioinicus (ir) - Retorno alproblema de la limitacid~z delpoder sobera~zopor la actividad econdmicn - El szirgirnicnro de rrn rruciio campo, corre- lativo del arte liberaldegobcrnar: h sociedad ciuil- I lomo ECO- noiiiicus y sociedad civil: eleinentor i17dirociables de la tecnología gribernamental liberal- Airdlisir de la noción de Iociedad civil': ru cvolució~z de Locke a Fergrr.ron. ElEnsayo sobre la historia dc la sociedad civil de Fergurorr (1787). Las ciratro canrctei-ísticns erertciales de la sorirdad civil re& Fergusoii:I) es rrira constante histórico ~intural; 2) aregtrra la síntesis esponthnea de los indivi- duor;parado~a dellazo eco~~dmico; 3) er una nianizpn-ntanente de , ,. podprpoli~ico; 4) consfitZy el motor de la hirioria -Aparición de un nrrcvo sutenm depe~~antientopolítico - Consecrrencias tedri- ras: a) la cuertidn de lar relaciones entre Estado y sociedad: Inr problemáticas alemana, ingksa yfiancesa; b) d ajrute del ejercicio delpoder: de la sabiduría delprí~tripe a los cálcrrlos racionales de losgobernador - Concluridn general

. . LA VEZ 1,nsAiJ~ me referí en parte al tema dcl horxo nco~ionricw que atravcsó todo el pcnsamicnto ecotiómico y eii particular el pcnsamicnto liberal desde aproximadamciitc mediados dcl siglo xviii. Traté de mostrarles que ese horno ~co~rornicir~ constituia una suerte de átomo irreemplazable e irreductible de interés. Procuré también n~ostrarles que ese átomo de interés no podia super- poiierse, ni identificarse, ni reducirse a lo que cotistituye, en el pensamiento jurldico, lo esencid del siije~o de derecho; que el houio ceco>ioinicus y el sujeto de derecho iio podían, por lo tanto, superponerse y que, fiiialiiieiite, el horno

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332 NACIMIENTO DE LA RIOl'OLfTICA

ocononiic~is no se integra al conjunto del que forma parte según la misma dia- léctica qiie el sujero de derecho con respecto al coiijiinto del que tanibién él forma parte; esto es: el sujeto de derecho se integra al conjunto de los restaii- res sujetos dederecho por medio de una dialéctica de la reiiiincia a sus pro- pios dereclios o la transferencia de estos dereclios a algún otro, iiiientras qiie el horno aronomicm no se integra al conjunto del que forrna parte, al con- junto económico, a rraves de tina transferciicia, [~ina] sustraccióii, [una] dia- léctica de la renuncia, sino de una dialéctica de la iiiulriplicación espoiiiáriea.

Esta diferencia, esta irrediictibilidad del honio nconornimr al sujeto de dere- clio entraña -y también csro traté de mostrarlo la clase psada- una modifi- cación iinportaiite en cuanto al problema del soberano y el ejercicio del poder soberano. En efecto, frente al horno nconomiciis, el soberano no se encuentra en la niisma posición que frente al sujeto de derecho. Este último puede, al iiienos en algunas concepciones o análisis, aparecer como el elemento limi- radar del ejercicio del poder soberano. En cambio, el horno nconomicrirno se conforma con limitar el poder del soberano. Hasra cierto punto, lo Iiace cadu- car. ¿Y en tiornbre de qiie decreta su caducidad? ¿De un derecho que el sobe- rano no debería rocar? No, no es así. Lo hace caducar en cuanto pone de relieve en el soberano iiria incapacidad esencial, una incapacidad firiidamen- tal y central, una incapacidad de dominar la toralidad de la esfera cconóiiiica. Frente a la esfera económica en su conjunto, frente al campo ecoii6mico;el sober;ino no puede no estar ciego. El conjunto de los procesos ecoiióinicos no puede dejar de escapar a una mirada que quisiera ser central, totalizadora y dominante. Digamos además que, en la concepción clásica dil soberano, la vigente en la Edad Metlia e incluso en el siglo xvir, por encima del sobe- rano había algo impenetrable, los designios de Dios. Por absoluto que fuera iin soberano, por señalado que estuviera conio rep'resentantc de Dios en la Tierra, había no obstante algo que se le escapaba y que kran los designios de la Providencia, y él estaba eriglobado en ese destino. Ahora, por debajo del soberano, Iiay algo que se le escapa y i ioen nienor medida; pero ya no son los designios de la Providencia o las leyes de Dios, son los laberintos y rnean- dros del campo económico. Y en ese sentido, creo que el surgimiento de la noción de horno ~pconotriicurreprcsenta una especie de desafío político a la con- cepción tradicional, a la coricepciónjiirídica, absolutista o no, por otra parte, del soberano.

CMSE DEI. 4 DE ABllil. DE 1979 333

Entonces, con respecto a esto, me parece que había -bueno, si las cosas se toman de manera muy abstracta, muy esquemática- dos soluciones posibles. Podemos decir, en efecto: si el homo monornicus, si la práctica econóniica, si la actividad económica, si el conjunto de los procesos de la producción y el intercambio escapan al soberano, pues bien, vamos a limitar geográficaniente, en cierto modo, la soberanía del soberano, y a fijar una suerte de frontera al ejercicio de su poder: podrá afectar todo, salvo el mercado. El mercado, si se quiere, como puerto franco, espacio franco, espacio libre en el espacio gene- ral de la soberanía. Primera posibilidad. La segunda posibilidad es la que encon- tramos concretaniente presentada y sostenida por los fisiócratas, que consiste en decir: el soberano, en efecto, debe respetar el mercado, pero el respeto del mercado no significa que, de alg~ina manera, haya en el espacio de su sobera- nía una 7.ona que no pueda tocar y donde no tenga permitido entrar. Antes bien, quiere decir quc, frente al mercado, el soberano deberá ejercer un poder muy distinro del poder político que ejercía hasta aliora. Frente al mercado y el proceso económico, no deberá mostrarse tanto como el poseedor, en virtud de un derecho cualquiera, de un poder absoluto de decisión. Deberá situarse frente al iiiercado como un geómetra frente a las realidades geomktricas, esto es, tendrá que reconocerlo: recoriocerlo por una evidencia que lo pondri en una posición a la vez de pasividad con respecto a la iiecesidad intrínseca del proceso económico y de vigilancia, y en cierto modo de control, o mejor, de constatación total y pernianente de ese proceso. En otras palabras, desde la perspectiva de los fisi6crata, frente al proceso económico el soberatio deberá pasar, para decirlo de algún modo, de la actividad política a la pasividad te6- rica. Se convertirá en Jgo parecido al geómetra de ese dominio e<onómico que forma parte de su campo de soberanía. La primera solución, que consiste en liniitar la actividad delsoberano a todo lo qiie no correspondaal mercado, pasa por mantener la forma misma de la razón gubernamental, la forma misma de la razón de Estado, y efectuar simplemente una sustracción, la del objeto mercado, el dominio mercado o el dominio económico. La segunda solución, la de los fisiócrats, consiste sin duda en mantener la extensión total de la esfera de actividad d e la gubernamentalidad, pero modificar en esencia la iiafuraleza misma d e la actividad gubernamental, pues se cambia su coeficiente, sc cam- bia su indidador, y deja de ser actividad gubernamental para converrirse en pasi- vidad teórica, o bien eii evidencia.

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334 NACIMIENTO DE LA BIOPOL~TICA

Dc heclio, ninguna de las dos soluciones podía ser otra cosa que una espe- cic de virtualidad teórica jprograinática que no tuvo coiisectiencia real en la historia. Lo que se hizo a partir del problema del honzo lrconornicur, de la espc- cificidad dcl'homo lrconornicur y de su irrcductibilidad a la esfera del dereclio es todo u n [reeq~iilibtadol,* un reordcnamicnto de la razón guberiiaiiieiital. Para scr más precisos, digamos que el problema planteado por la aparición simultánea y correlativa de la problerriática del mercado, el mecalismo de los precios, el horno econonzicus, es el siguiente: el arte dc goberiiar debe ejercerse en un espacio de soberanía -y esto lo dice el derecho mismo. del Estado-, pero el Fastidio, el infortunio o el problema es que el espacio de soberanía revela estar habitado y poblado por sujeros ecoiióiiiicos. Ahora bien, estos sujetos eco- nómicos, si toniamos las cosas al pie de lalctta y captanios la irteductibilidad del sujcto económico al sujeto de dereclio, exigirán o bien la absrención del soberano o bieii que la racionalidad de éste, su arte de gobernar, se inscriba bajo el signo de una racionalidad científica y espcculativa. iCóiiio Iiaccr para que el soberano no renuncie a riinguiio de sus campos de acción, e incluso para que no sc convierta en geóitietra de la econoriiía? ;Cóiiio Iiacerlo? La teoría juri- dica no es capaz de retomar ese problema y resolver la cuestión: cómo gober- nar en un espacio de soberanía poblado por sujetos cconómicos, pues preci- saiiicnte csa teoría jurídica-la del sujeto de dereclio, la de los dereclios natlirales, la de 10s derechos otorgados por coiirrato, la de las delegaciones- no se ajusta y no puede ajustarse (como mostrarles la vez pasada) a la idea iiiecá- tiica, a la designación misma y a la caracterización del horno lrco~zornirur. Por coiisiguiente, ni el mercado en si mismo, en su meciriica propia, iii el cuadro científico de Quesiiay, ni la noción jurídica dc contrato pucdcii definir, deli- riiitar e11 q u t aspecto y cómo los hoinbres económicos que pueblan el campo de la sobcranía seran gobernables.** La goberriabilidad o la gubernamentabi- lidad -perdoiien estos barbarismos- dc csos individuos que, en ctiaiito suje- tos de derecho, pueblan el espacio de la soberanía, pero en ese cspacio son al tiiisiiio tiempo hombres económicos, esa gubernamentabilidad sólo puede garaiitizarse y sólo pudo garantizarse efectivamente gracias al surgimiento de

+ Mi'hel Faucaulr: una rcequilibiaci6n. '* Miclicl Foiicaulr agrega: iba a dccir guberiiamenta ..., si, gohcrnables. Manuscrito: "guher-

nnm~t~tables".

un nuevo objcto, un nucvo doiiiiiiio, un iiuevo caiiipo giic, dc alguna foiiiia, es el correlato del arte de gobernar que sc construye en ese riioiiieiito en fun- cid11 de estc problema: sujcto de dereclio-sujeto ecoiiórnico. Es preciso un nuevo plano de referericia que no será, como es lógico, ni el conjurito de los stijetos de derecho ni la serie de los conierciaiites, los sujetos ecoiióiiiicos o los acto- res cconóiiiicos. Esos individuos que siguen siendo sin duda sujetos de dere- cho, que son tarribién actores ccoiióiiiicos, pero que iio pueden ser "guberna- . , . . nn'&ntables"' en ninguno de los dos conccptos, sólo son goberiiables cii la medida en que se pueda definir un nuevo conjunto que los ciiglobe, a título de suje- tos de derecho y a la vez de actores económicos, pero que no pondrá de relieve simplemente la conexión o la corribiiiación de esos dos elementos, sitio toda otra serie de elementos con respecto a los cuales el aspecto sujeto de dereclio o el aspccro sujcto ecoiiórnico coiistit~iirán,aspcctos parciales, iiitegrables en la misma medida cn que formar1 parte de un conjurito complejo. Y lo carac- terlstico del arte liberal dc gobcrnar es, a iiii parecer, ese iiuevo conjunto.

Digaiiios adernás lo siguiente: para que la gubernamentalidad pueda con- servar su carácter global en la totalidad del espacio de soberanía, para que ya no teriga que someterse a una razón científica y ecoiióniica que imponga al soberano la necesidad de ser un geómetra de la economía o un funcionario de la ciencia econóiiiica, para que iainpuc6 sea menester dividir el arte de gober- nar en dos ramas, cl arte de goberiiar ecoiióiiiicanieiite y el arte de goberiiar jurídicamente, y, en suma, para mantener a la vez la unidad dc ese arte, su gene- ralidad sobre el conjuiito de la esfera de la soberanía, para que ese arte conserve su especificidad y su autoiiotnía con respecto a uiiaciericia ecoiiórnica, es pre- ciso darle una referencia, un dominio de refcrcncia, un nucvo campo de refc- tcncia, una nueva realidad sobre la cual ese arte de gobernar ha de ejercerse, y ese nuevo campo de referenciaes, creo, la sociedad civil.

¿Qué es la sociedad civil? Pues bieti, iiie parece que la noción de sociedad civil, el análisis de la sociedad civil, todo ese conjunto de objetos o elementos que se pusieron de niaiiiesto en el marco de esa noción, es en síntesis un intento de responder al interrogarite que acabo d e mencionar: jcámo gobernar, de acuerdo con reglas de dereclio, un espacio de soberanía que tiene la dcsventura o la ventaja, segúli se prefiera, de estar poblado por sujetos econóniicos? ¿Cómo

* Entre comillas cn cl mrniiscriro

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336 NACIMIENTO DE LA BIOPOI.!TlCA CLASE DEL 4 DE ABIUL DE 1979 337

eiicoritrar una razón, cóiiio encontrar un principio racional para limirar de una manera que no apele al deredio, que no apele a la dominación de una ciencia econóiiiica, iiiia práctica guberiiamentd qtie debe asiimir la heterogeneidad de lo econóinico y lo jurídico? La sociedad civil no es, por lo ranro, una idea filo- sófica. La sociedad civil es, creo, un coiicepro de recnologia gubernamental, o mejor, el correlaro de una recnología de gobierno cuya medida racional debe ajustarse jurídicamenre a tina econoinía cnteiidida como proceso de prodiic- ción e iiirercambio. La ecoiiomía jurídica de una gubernamentalidad ajustada a la econoiní:~ econóiiiica: ksc es el problema de la sociedad civil, y a mi juicio esta sociedad civil -que por otra parte no rardará en llamarse sociedad, rnien- tras que a fines del siglo xwii se la denominaba nación- es lo que va a permi- !:ir a una práctica gubernameiiral y a uii arte de gobernar, a una reflexión sohre ese arte de gobernar y, por lo tariyo<,a uiia tecnología giibernametital, una autoli~nita~ión que no traiisgteda ni las leyes de la economía ni los principios del dereclio, y, tampoco traiisgreda su exigencia de generalidad gubernamen- tal ni la necesidad de una omnipresencia del gobierno. Un gobierno omnipre- sente, iin gobierno al que nada escape, un gobierno que ohedezca las reglas del derecho y un gobierno que sin enibargo respere la especificidad de la eco- nomía, será un gobierno que Iia de administrar la sociedad civil, administrar la ii:ición, administrar la sociedad,' adininistrar lo social.

El homq ~conomirr~s y la sociedad civil son eiironces dos elementos [iiidi- sociables].' El honjn &onómirus es, si se quiere, el plinto abstracto, ideal y putamcnte económico que puebla la realidad densa, plena y compleja de la sociSdad civil. O bien: la sociedad civil es el conjunto concreto denrro del cual es preciso resitii;ir esos plintos ideales que constituyen los Iiombres eco- iiómicos, para adniiiiistrarlos de manera conveniente. Por lo ranro, horno ~conomicusy sociedad civil forman parte del inismo conjunto, el conjunto de la tecnología de la guberiiamentalidad liberal.

Ustedes deben saber con cuánta frecuencia se hace alusión ala sociedad civil, y no simplemenre en el transcurso de estos úlrimos aíios. Desde el siglo X»c, la sociedad civil Fue una referencia constatire en el discurso Filosófico y rainbiin en el disciirso político, como la realidad que se impone, lucha y se alza, que se rel>ela y escapa al gobierno, al Estado, al aparato del Estado o a l a institución.

' Michel Foucaulr: indispeiisablcs.

Creo que es necesario ser niuy prudciire en cuaiito al grado de realidad que se concede a esa sociedad civil. Ésra no es un dato histórico-natural que, en cierta forma, sirva de base pero también de principio de oposición al Estado o a las iiisrituciones políticas. La sociedadcivil no es utia realidad primera e inmediata. Es algo que forma parte de la tecnología gubernamental moderna. &ir qiie forina parte de esta no significa que es su producto liso y llano, y tampoco que no religa realidad. La sociedad civil a como la locura, como la sexualidad. Se rrara de lo que llamar6 realidades de transacción, es decir: pre- cisamenre en el juego de las relacioties de poder y de lo que sin cesar escapa a ellas, de alguna manera en la interfaz de los gobernanres y los gobernados, nacen esas figuras transaccionales y transitorias que no son menos reales por no Iinber exisrido desde siempre, y que en este caso podemos denonihar sociedad civil, en otro caso locura, etc. 1.a sociedad civil, enronces, como elemento de realidad rransaccional eti la historia de las tecnologías gubcrtiamenrales, reali- dad transaccional que nie parece complcramenre correlativa de esa forma misma de teciiología ,gubetnanienral que se denoniina liberalismo, vale decir, una reciiología de gobierno cuyo ohjetivo es su propia autolimitacióri, en la medida misma en que está ajustada a la especificidad de los procesos econóniicos.

Ahora, dos palabras sobre esa sociedad civil y lo que la caracreriza.:Me gustaría tratar de mostrarles, al menos en principio, porque llegamos hoy al final del curso, cómo esta noción de sociedad civil piiede resolver los proble- müs que procuré indicar hace iin motnenro. Entonces, primera observación sobre la sociedad civil -de una banalidad deplorable-: la noción misma cam- bió 1301 conipleto durante el siglo xviii. Prácticamente hasta coniienzos de la segunda mitad de ese siglo, la expresión sociedad civil designa siempre algo muy diferente de lo que va a designar a contiiiiiación. Eri Locke, por ejemplo, la sociedad civil es justamerite una sociedad caracterizada p o i u n a estructura jurídico política. Es la sociedad, el conjunto de los individuos ligados entre sí por un vínculo jurídico y En esta acepción, el concepto de skiedad 'civil no piiede distinguirse en absoluto de la nocióri d e sociedad política. En el ~ e ~ r n d o tratado sobreelgobierno civilde Locke, el capítulo 7 se ririila "De la sociedad política o civil".' La sociedad civil, entonces, hasta aquí sienipre es

' John Incke, Tht S~cond 7katirrof Govmmrnt, Londres, A. Churcl i i l l , 1690, wp. 7: 'Of polirical ar civi l sociery" (rrñd. fr.: Lr Srcondtroiridu gnr<vei-nrnir»r. rrad. dc J.-F. Spitz. París,

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tina socicdad caracterizada por la existencia de u11 vínculo jurídico y político. Pero a partir de la segunda rriitad del siglo ~ ~ i i i , precisarriente en la niisnia época en que se plaiiteaii las cuestiones dc la economía política y la gubcriia- mentalidad de los procesos y los sujetos económicos, la noción va a cambiar, si n o por coinpleto, al menos d e mancra coiisideraLle, y se la revisará de arriba abajo.

D e hecho, por supuesto, en toda esa segunda mitad del siglo xviii, la noción d e sociedad civil se presentará dcsde distintas perspectivas y con difcrcntes variantes. Para simplificar las cosas voy a tornar el rexto que es de tina u otra inanera el más hindaiiieiital, cl texto casi obligatorio eii lo concerniente a la caracterización de la sociedad civil. Me refiero al fanioso texto de Ferguson, traducido al francés en 1783 con el titulo de Essairurl'hirtoiredp In soc i~ téc iv ik ,~ obra próxima, muy próxima a Adain Smith y La riqueza de lar naciones, donde la palabra "nacióii", por lo deiiiás, tiene en Sniith más o meiios el tiiisnio seii- tido que "sociedad civil" en F e r g u ~ o n . ~ Tenemos alli el correlato político o, cn fin, el correlato en términos de sociedad civil de lo que Adam Smith estu- diaba en términos puraniente ecoiióniicos. La sociedad civil de'Ferguson es en efecto cl clemento concreto, la globalidad concreta en cuyo interior fun- cionan los hombres económicos que Smith procuraba estudiar. Querría seña- lar tres o cuatro características esenciales de esta sociedad civil en Fergiison: cii primer lugar, la socicdad civil entendida como coiistantc histórico-natural; segundo, conio principio de síntesis espontánea; tercero, como matriz perma- iieiitc de poder político, y cuarto, como~eleiiiento inotor de la historia.

IVF, COI. Epiméihfc, 1994, p. 56 [rrad. esp.: Scgrrndo trawdo sobre rlgobicrno ciuii, Madrid, Alianza, 19901. WCase ramhi6n rupm, clase del 31 de cncro dc 1977, ,nora 48.)

'VCac mpm, cl~rcdcl28 de mano de 1779, nora 29. Como aclara Cbude Gautier en Adñm Fcigusan, E~rnirur rhirroin d~ L? ~ o ~ i i t é c i ~ i l t , Parls, P U F , 1992, p. 99, e l libro ES en rcdidad tina vcrsi6n considcrablenieiitc aumentada de i ~ i , rexro escrito eii 1755-1756 pcro no publi- c.~do, cuyo rirulo cm Erarisa on Rcji~cmcnr.,

'A l respccro. vtasc Picrie Roran~llon, Lr Gzpiinlirrne wropique: cñtiqur dr ~&obgic iic-

norniqur, Paris, Scuil, col. Sociologie poliriquc, 1979, pp. 68 y 69; rccd. con cl rirulo de La Libiralirmc /conoiniqur. Hirioirr dr I'idlr dr marché, Paris, Scuil, cal. Poinrr Fssais, 1989 Irrad. esp.: Elr~pipitlilirmo ~~tdpiro, Buenos Aires, Nueva Visión, 20061. Foucaulr aclama csre "libra imporranri', aparecido en laprimavcxade 1979, rn cl"Rrsumcn del curso" (vkasr i n h , p. 362). y rai vcz canocia su conreiiido cn cl rnomcnto de dicrar cl cuno.

/'

En prirner término, la sociedad civil como constante histórico-iiatural. Para Ferguson, eii efecto, la sociedad civil es i i i i dato niás allá del cual no hay tiada que buscar. Antcs de la sociedad civil no existe liada o, si existe algo, dice Fergiison, nos resulta absolutamenre iiiacccsible, tan remoto en cl fondo de los tieiiipos, eii cierta forma tan anterior a lo que constituye la Iiuniaiiidad dcl honibrc, que es imposible saber lo que liabria podido producirse, lo que habría podido suceder antes de la existencia de la sociedad civil. Eii otras palabras, no es úrilplaiitearse la cuestión de la no sociedad. Aunque se caracterice esa iio sociedad eii t4rmiiios de soledad, de aisla~iiierito, coiiio si hubiese podido Iiaber hombres dispersos eii la iiaturaleza y sin unión alguna de ningún tipo, o bieii se la describa, conio en Molibes, bajo la forma de la guerra perpetua o la gue- rra de todos contra todos, no obstante -soledad o guerra de iodos contra todos-, todo esto debc situarse en una suertc de trasfondo iiiítico que no sirve para el aiiálisis de los fenómenos que nos incumben. La historia Iiurnaiia siempre exis- ti6 "por grupos", dice Ferguson en la página 9 del primer voluiiien dc su Historia de In sociedad civil! Eii la página 20 dicc: "la sociedad cs tan antigua como el individ~io", y sería tan vano in~aginnr hombres que no hablan entre ellos coiiio iiiiaginar Iioiiibres siii pies ni ~ i ia i ios .~ El lenguaje, la coinuiiicación y por consiguiciite cierta relacióii perpetua dc los hoiiibrcs'cntre si son absolutaiiiente característicos del individuo y la soc;edad, porque ninguno de los dos puedc existir siii el otro. Eii siiiiia, jaiiiás l i~ibo u11 tiioineiito, o eii todo caso es inú- til imaginar un inoniento cii quc se haya pasado de la naturaleza a la histoiia, d e la no sociedad a la sociedad. La condición de la naturaleza hurnaiia consis- te en ser histórica, pues consiste en ser social. No Iiay naturaleza humana que sea disociable delliecho iiiisrrio de la sociedad. Y Fergusoii nicnciona cierto iiiito, cierta utopía nietodológica a menudo repetida en el siglo ~ v i i i : dada una barida de niños a quicncs sc haya dejado educar por sí solos, dice, al niar- gcn de cualquier otra forma de sociedad. Supoiigamos que se eiivía a unos niños

' Adam I:eiguron, Errni n,r l%irto>re de L? ~oci¿ré rivile, IJarls, Librair¡= Mm' Yver Desainr, 1783. t . 1. primera parre. cap. 1 , p. 9: ''h preciso romar la espccic humana por grupos. cal coiiio siernpreexisiió"; vfase Is cdicióii de Gaiiricl; Pat.is, PUF, 1992, 1). 109 [rrnd. esp.: Urz cr~xayo ~ o b r r L? bimrin dr Iri rocirdndrivil Madrid, I~isriruco dc Esriidios l'oliiicos, 19741.

/ b i d (Desaint), r . i , priincia partc, cap. 1, p. 20; cdicióri dcGautici, p. 111: "[En el Iloiii- hit] la socicdadse rcvcla tan ai~rigua como el iiidividuo, y cl uso dc la lengua. raii universal como el de la niano o el pie".

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340 NACIMIENTO DE LA BIOI'OLfTlUl CLASE DEL4 DE ABNL D E 1979

al desierto y se los deja desenvolverse desde sus primeros años, se los deja for- marse solos, sin insrrucción ni guía; pues bien, si volvi6raiiios cinco, diez o qiiince anos desp~i&s, con la condición, desde luego, de que no estuvicscii inuertos, ;qué vcríaiiios? "Veríamos a los miembros de esa pequeña sociedad conier, dormir, moverse en grupo, jugar juntos, forjarse un lenguaje, dividirse, discutir", enta- blar amistades, olvidar por los otros su propia coiiservación." Por lo tanto, el lazo social se forma de inaiiera espontánea. No hay uiia operación especifica que pueda establecerlo o fundarlo. No hay que instaurar o autoiiistaurar la socie- dad. Estamos en ella de todas formas. El lazo social carece de prehistoria..Al hablar de carcncia de se quiere decir que es, a la vez, permanenre e

. ,.. . , . . . indispensable. Permaiieiire iignifica que, por lejos que se p~eda' l iegireri la Iiistoria de la Iiiiriianidad, no sólo se cncoiirrará la sociedad, claro está, sino t;m- bi&ii la naturaleza. Vale decir que el estado de naturaleza, ese estado de tiarura- leza que los filósofos iban a buscar en la realidad o el miro de un sdvajc, no hace falta alejarnos de nosotros mismos [para enconrrarlo], podenios encon- trarlo aquí niismo. En Francia, dice Ferguson, al ig~ial,quc cii el cabo de Riieiia Esperanza, varrios a encontrar el estado de naturalew, pues es Cste el que quiere que el hombre tenga un estado ~ o c i a l . ~ La sociedad esriidiada aun en sus for- mas más complejas, más desarrolladas, el esrado de sociedad en su espesor máxiiiio, siempre nos dirá qué es el estado de natiirileza, porque ese estado

%dam Fcrguron, Eminrr lhirtairc.. .. op. cit. (Dtsainr), t. 1, primcra'pane, cap. 1, pp. 9 y 10: "La hisroria del individuo no es sino el detalle dc sur penramicntor y rus rci>riniicnror con refe- rencia a su especie: rodas lar expcricncias de ese cipo deben haccrsc con sociedidcr enrerñs y no con honibrrs romados por separado. Suporigñmor, no obiranrc, que se liiciera esra con riciacolaniadenifinr rrnslarlador lcjor desii cuna, aquicncsse dejara formar asucaprichn unasocie- dad aparrc. sin inrrruccionrs, sin guía. Hay poderosos motivos pan creer que no nos prescnrarian ~ i i á s que la rcpcrici6ii de las mirmz coi* que ya haii naccido cri cantor lugar- difcrerires dc la licrra. Verlainos a los iniembror de csra pequeña sociedad conier y dormir, moverse en gmpor y jugarjunros, íoijarse un lenyajensu manera, disciirir, dividirse, quercrrcr iinosparaorror losobje- ros mis importantes de la escena, y, al alor dc rus ñiiiisradq y rivalidad-, cerrar los ojos a su pcli- F,TO personal y olvidar la arcncián de sii propiaconsemci6d'; vCasc edici6n de Gauricr, p. 110. ' Ibid (Dcnint), t. i , primera parte, cap. 1, p: 20: "Si se nos pregunra enronccr d6ndc sr

iricurnrra el arado de naruralna, tcspondcremos: está aquí, ya sca que csrcliior en Francia, en el cabo dc Buena Esperamzs o cn el csrrecho dc Mngallaner. Allí donde erre rci activo cjcrcc rus rilenror y acriia sobre los objetos qiic lo rodean, rodas las riruacioner san igualrninre naruri- Ic?; vkarc cdici61i de Gauricr, p. 113.

quiere que vivamos en sociedad. Permanencia, entonces, del estado de natura- leza en el esrado de sociedad, y también caráctcr indispensable dc este último para la naturaleza; es decir que el esrado de naruraleza jamás,puede aparecer en un esrado desnudo y simple. Ferguson dice: "Tanto en el estado salvaje conlo en el estado civilizado vemos a cada paso lasmarcas de la invención de los hombres"! Y añade esta frase que es característica, porque no se rrara de Lin punto de origen; sino de "ti punto de señalización de la posibilidad teórica de una anrropología: "Si el palacio está lejos de la nat~iraleza, no menos lo esrá la choza".' Vale decir que la choza no es la expresión natural y presocial de algo. No estamos más cerca de la naturaleza en una choza que en un palacio. Es sim- plemente otra distribución, otra forma de la complejidad necesaria de lo social y lo natural, pues lo social forma parte de lo natural y lo nat~iral sienilire está veliiculizado por lo social. D c ese manera tenemos, por lo raiiro, el priiicipio de que In sociedad civil es una col~stante históriui-naturd para la Iiumanidad.

En segundo lugar, la sociedad civil asegura la síntesis espontánea de los indi- viduos. Síntesis espontánea, coi1 locual volvemos ii lo que decía hace un momento: nada de contraro explícito, nada de iiniónvoluiitaria, nada de renun-. cia a derechos, nada de delegacióii de derechos naturala a alguna otra persona; en suma, nada de constitución de soberanía mediante una suerte de pacro de siijeción. De hecho, si en efecto la sociedad civil llcva a cabo uiia.síntesis, lo hará simplemente a traves de una adicióii de las satisfacciones individuales en el mismo lazo social. "¿Cómo concebir -dice Ferguson- un público dichoso si los inismos miembros considerados y que componen ese público no son dichoso^?"'^ En otras palabras, reciprocidad entre los elementos 9 el todo. En el fondo, no se puede decir, no se pucde imaginar, no se puede coiicebir que un individuo, sea dichoso si cl conjunto del que forma parte no lo es. Más aún, ni siquiera puede apreciarse con exactitud la calidad de un individuo, su

Ibid (Desainr), t. i , primera paire, cap. 1 , p. 21; v6asc cdicidn de Gaurier, p. 113. Ibid. ( D ~ a i n r ) : "Si u n palacio crri lejos de 1. naruraler~, no menor lo esrd una clioin".

10 Ibid (Dcraint), c. i, pitmera parce, cap. 9. pp. 157 y 158: '"Si el bien público dcbc ui el priricipal objeto dc los individuos, cr igualmente cierta que la felicidad dc &tos cs cl gran

objero dc la sociedad civil. Pues ;c6ma concebir iin público dichoso si rus miembros. conside- rados por separado, tio lo ron?"; vearc cdici6n dc Gautier, p. 158: "jc6mo concebir que iin

pueblo pucdn tener acceso a un bien si rus iniembror, corisidciador por scparzdo, san derdi- chador?.

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342 NACIMIENTO D E LA BIOPOLI'I1CA CLASE DEL 4 D E ABRIL DE 1979 343

valor, su virtud, iio se le puede atribuir el coeficieiite del bien o el mal, si no se lo piensa eii la reciprocidad 0, eii todo caso, si no se lo piensa a partir del lugar que ocupa en el todo, el papel que cumple y los efectos que prodiice en 61. Cada elemeiitó'de la sociedad se aprecia por el bien que produce o genera para el rodo. Puede decirse que uii Iiombrc es bueno, quees uii bieii, que tiene valor, en la iiiedida y sólo eri la riiedida en quc es apto para el lugar que ocupa y donde, señala Pcrguson, "produce el efecto que debe producir'i." Pcro, a la inversa, el valor del todo no es un absoluto, no debe refcrirse al todo y única- inente a 61, sino a cada uno de sus mieiiibros: "Es igualmeiite cierto qiie la felicidad de los individuos es el gran objeto de la sociedad civil".12

Podrán darse cuenta de que no estarnos, entonces, ante i i i i mecanismo o un sistema de intercambio de derechos. Estamos ante un iiiecanismo de mul- riplicacióti itiinediata que tiene en verdad la misma foriila que la ~nu l t i~ l i ca - ción iiiniediata de la ganancia en lamecánica puramente econóniica de 10s intereses. La forma es la misma, pero los eiemcntos y los contenidos son dis- tiiitos. Y eii esre aspecto la sociedad civil puede ser el soportc del proceso eco- nómico y de los lazos ecoiióiriicos y, a la vez, dcsbordarlos y no reducirse a ellos. Pues en la sociedad civil lo que une a los hombres entre si es en efecto una nieciiiica atiiloga a la de los intereses, pero no se trata de iritereses en seiitido estricto, no sc trata de iiitereses econóinicos. La sociedad civil es iiiuclio más que la asociación de los diferetires sujetos económicos, aunque la forma eii que se establece ese lazo sea de manera tal que estos sujetos pueden teiicr

lugar eii 61 y el egoísino puede cumplir su papel. En efecto, lo quc liga los individuos cn la sociedad civil 110 es el máximode ganancia en el inrercani- bio, sino toda una scrie que podríamos llamar de "intereses desinteresidos". ¿En qué consistirán? Pues bien, dice Ferguson, lo quc une a los individuos cii la sociedad civil es el irisrinro, el sentimiento, la siinpatía, las mociones de bene- voleiicia recíproca, la coinyasión y también la repugnaiicia por otras petso-

" Adnm Fergusoil, f iwirur l%iriobr.. .. op. cit. (Dcsñi~ii), t . i, primera liarre, cap. 7, p. 157: "[El hombre] debe sacrificar su dicha, su liberrad, cuando son inconiparibles con el bien de l a saciedad; f l iio cs sino uii Iragn>cnio del rodo y, cii csacondici6n, cualquier elogio que mer- s i i virrud se reduce al clogio nils gcjieral qiie se hacc del miembro dc ~ i r i cuerpo cualqiiicrr, una parre de uii edificio, la pieza de uiia máquina, cuando se dice que son apros para ci Iiigar que ocupan. y que produccn cl cfecro que dchcn producir"; vfajc cdici6ii de Gaucicc, p. 158.

" lbid (Dcrainr) (\,Case rrsprn, nora 10 de csca clase).

nas, la repugriancia por su desdicha, pero eventudmerite incluso el placer que se sentirá ante el inforruiiio de otros individiios de quieiies uno va a apar tars~. '~ Por lo tanto, ésa es la priniera diferencia entre el lazo que une a los sujetos económicos y a los individuos que forinan parte dc la sociedad civil: hay todo un interes no egoísta, todo uii juego de intereses no egoístas, un jucgo de iiitereses desiiiteresados iiiucho 1114s amplio que el propio egoísmo.

, Y la segunda diferenciaigualniente iiiiportanre, quc vemos aparecer al poiier en juego los elementos de Los qire Iiablaba haccuii momeiito, es que el lazo entre los sujetos econóniicos, si se quiere, no cs local. El análisis del niercado prueba, en definitiva, que en toda la superficie del planeta la multiplicación de las ganan- cias será el producto de la síntesis espontitiea de los egoisnios. No hay localiza- ción, no hay rerritorialidad, no hay agrupaniiento singular en el erpacio global del mercado. En la sociedad civil, en cambio, csos lazos de simpatía y de bcne- volencia son, en contraste, correlativos dc lazos -como les decía- de repugnan- cia, de fal~a de adhesión, .de falta de benevolencia con respecto a algiinos otros; vale decir que la sociedad civil se presentará siempre corno uri conjunto limi- cado, u11 coiijiiiito siiigular entre otros. La sociedad civil iio será la hunianidad en general; se tratará de conjuntos, conjuiitos del mismo nivel o de nivel dife- rente, que van a agrupar :I los individuos en unaserie de iiúcleos. Es la sociedad civil, dice Fergusori, la que hacc que el ihdividuo "adhiera al partido de una tribu o una c~munidad" . '~ La sociedad civil no es Iiuiiiaiiitaria, es comuiiitaria. Y es ella, en efecto, la quc veremos aparecer en la Familia, la aldea, la corporación, y la que veremos aparecer eii iiiveles más elevados, desde luego, y hasta en la ilación, la nación en el sentido de Adam Sinitli, [el sentido que se le da]' eii Francia más o menos en la misma época. Esa nación es precisamente una de la? formas mayores, [pcro] sólo una de las forrnas posibles de la sociedad civil.

l 3 VCare Adak Fcrguon, úrnirYrlXirtoirr ..., op. cir., r . i, primera parte, cap. 3: "Des prin- ciper d'union parmi les hommcs", y primrra parre, cap. 4: "Ves princi~cs de guerre cr de dis- scnsion".

" Ibid (Dcsainr), i. 1, primcaparre, cap. 2 , p. 28: "Una parre de las disposiciones [del hoiii- bic] tienen coino objcto su coiiscrvacibn animal y la propagación dc su especie, mientras quc otras ricnden a llcvailo a la sociedad y, al hacerlo romar el dc una tribu o una comuni- dad, lo cotivieiren con frecuericia en enemigo o rival dcl iesro de los hombres"; "Pase ediciún de Gaurier, p. 116.

Michel Foucaulr: rz l conio rc lo cmplca.

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344 NACIMIENTO DE LA BIOl'OL1TICA CI.ASE DEL 4 DE ABRlL DE 1979 345

Dicho esto, verán qiie con respecto a esos lazos -lazos que soti los del ¡tire- rés desintercsado y que adoptan la forma de unidades localcs y de ni\,eles dife- rentes-,' el lazo del interks econóniico está en una posición ambigua. Podrán advertir que, por un lado, el lazo económico, el proceso econóiiiico que uiie entre sí a los sujetos ecoiióinicos, va a tener cabida en esa forma que es la de la ~iiiiltiplicnción inmediata y no la de la retiuncia [a los] derechos. Formalmente, entonces, la sociedad civil será el vehículo del I;izo econóinico. Pero este lazo cumplirá, dentro de esa sociedad civil donde ha de tener lugar, un papel muy curioso, porque por una parte ligará a los iiidividuos unos a otros gracias a la convergencia espoiit4nea de 16s intereses, pero al niismo rierripo será un prin- cipio de disociación. Principio de disociación dado que. con respecto a esos lazos acrivos que son los de la compasióii, la berievolencia, el amor al prójimo, el seiitiniierito mutuo de comunidad de los individuos, el lazo económico tenderá . ,. -al marcar, al apoyar, al hacer en cierra forma iiiás iiicisivo el iiiter4s egoísta de los individuos- a deshacer coiistantemente lo anudado por el lazo espontáneo de la sociedad civil. En otras palabras, el lazo ecoiibinico se instala en la socie- dad civil, sólo es posible por [ella], la ciñe de cierta manera, pero por otro lado la desliace. Y así, en la &ina 50 del primer volumen de la Hirtoria dr h socie- dadcivil, Fergiison dice esto: el lazo enrre los individuos nunca es más fuerte que cuando el individuo no encuenrra un interés directo en 61; nunca es más fuerte que cuando se trata, podría~iios decir, de sacrificarse, por ejen~plo, o de ayudar a un amigo o preferir quedarse con la propia tribu en vez de encontrar abun- dancia y seguridad en orra Esto es niuy iiireresatite y responde con exactitud al elemento definitorio de la racionalidad'económica. El sujeto eco- nómico, cuando ve que ~ u e d e obtener una ganancia si, por ejeni~lo, compra trigo en Canadá y lo revende en Alemania, lo Iiace. Lo hace porque de ese inoda gana, y w n ello, por otra parte, gana todo el mundo. En contraste, los lazos de la sociedad civil llevan a r referir quedarse en la ~ r o p i a comunidad, aun cii:indo se encuentre abiriidancia y seguridad en orra parte. Por lo tanto, "en un

Michel Foucnulr agrega: que (ricncn la apariencia [?]) dc laros coniiinirarios [pnliibrfu dipril audiodn] .

"Adani Fcrguson, &rairailir(Xiirnim .... op. r ir (Desainr). r. i,primera parte, cap. 3, p. 50: "Es ran poco cicrro quc los homhrer s6lo sc aferran a la sociedad cn raz6n dc sus venrajas exle-

riorer, guc por lo conidti profesan su mayor devoción al lugar donde menor enciienrran esas

estado coinercial en que se atribuye a los individuos conocer por experiencia la

magnirud de su interis por la conservación de su país,' es preciso convenir en que el hombre parece a veces aislado y solitario. Ha encontrado un objeto que lo pone eti competencia con sus scmejantes".l6 Por consiguiente, cuanto más se avanza hacia un estado ecoiiórnico, paradójicamente más se deshace el lazo cons- titutivo de la sociedad civil y el hombre más aislado está por el lazo económico que tiene con uno y con todos. h a es por lo ranro la segui~da cnracrerjsrjca de la sociedad civil: una síntesis espontánea denrro de la cual el lazo económico encuentra su lugar, pero que ese mismo lazo económico amenaza sin descanso.

1.a tercera característica de la sociedad civil es que se trata de una matriz per- manente de poder político. En efecro, en esta sociedad civil que en cierto modo representa el rol espontáneo de contrato social, depactum unionir, jcómo Ile- gará a ella el poder!, ¿cuál será el equivalente de lo que los juristas llamaban pac- tum rubjertionir, pacto de sujeción, que obliga a los individuos a obedecer a algunos otros? Pues bien, así como no hace Falra un partum unionis para unir a los individuos en la sociedad civil, no hace falta uiipactum rubjertionir, no soti necesarias la renuncia n ciertos derechos y la aceptación de la soberanía de algún otro para que el poder político aparezca y actúe dentro de la sociedad civil. Hay una formación espontánea de poder. ¿Y cónio se produce esta formación espoiitáriea de poder? Simplemente a través de un lazo de hecho que va a unir entre sí a individuos concretos y diferentes. En efecto, esas diferencias entre los individuos se traducen, por supuesto, en una serie de roles distintos que ellos van a desempeíiar en la sociedad, tareas diferentes que van a asumir. Esas diferencias espontáneas xtan a inducir d e inmediato divisiones del trabajo, y no sólo divisiones del trabajo en la producción sino en el proceso por el cual el grupo toiiia las decisiones de conjunto. Unos van a dar su opinión, otros van

vcnrsjas, y su apego niirica es mis firme quc cilanda rc paga cori rriburor dc iangrc"; "Case edi- ci6ii de Gaurier, p. 123.

* Foucaulr si inrerrumpe aqul porque no logra releer sus propias palabras ("bueno, en fin, vean, el texto dice nids o menor erro, el manurcriro, como los manurcriror de la Edad Media, csrd un poco csrropeado"), pero la cira es eiacta. 'con la salvedad dc una variante rdcbc arri- buirre a los individuos", en ver de "se arribuyc a los individuos").

16 Adam Perguson, Emzirirr I'hirtoirc ..., op. cir (Desñint), t . 1, primera parte. cap. 3. p. 51 (la Uliima frar;e rerrniiia con "yre comporta con ellos coiiio lo liacc con respecto a su ricrra y sil

gñnrdo. dc nciierdo coti la g-lnzncia que cxtm~'%. V¿ZC cdicid~ de Gauticr, p 223.

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NACIMIENTO DE LA BIOPOI.~TICA

familias de esos salvajes de America del Norre] se comportan con toda la

inteligencia, el concierro y el vigor de una nación. Los extranjeros, siii podcr descubrir can exactitud quien es el inagisrrado [...], eiicueiiirari siempre y en

rodo momento un consejo con el cual negociar [ . . .]. Sin policía, sin ley coer- citiva, su sociedad domesrica funciona con orden." :

Por lo tanto, lazo espontáneo y equilibrio espoiiráneo. Siii embargo, jiisraiiiente

porque dentro de ese lazo espontáneo hay otro lazo de las iiiismas caracterís-

ticas pero que es disociativo, como consecuencia de ello, el hecho mismo de la mecánica económica va a introducir i n deseqiiilibrio o este se introducirá,

se creará en fornia espontánea. En ocasioiies, Ferguson invocará el egoísmo

liso y llano. Por ejemplo: "Elprimero -dice- que sc puso bajo el niando de

iin jefe n o sospechaba que daba el ejemplo de una subordinación permanente, que brindaba al hombre arrogaiire un .pretexto para exigir de 61 iiii servicio,

y [al]' hombre codicioso, un pretexto para apoderarse de sus Tenernos aquí, entonces, un mecanismo de disociación que simplemente se

debe al egoísiiio del poder. Pero con mayor frecueiicia y constancia, Fergbson

Iiace intervenir como principio de disociación de los equilibrios espontáneos de la sociedad civil el inreris ecoiióiiiico propiaiiieiite diclio, y la forma misma

adoptada por el egoísmo econóniico. Y explica de esre modo -los reinito a

estos textos que son célebres y famosos- que las sociedades civiles pasaron

regiilarnieiire por rres fases: la fase del salvajismo, la fasc de la barbarie y la . 'O Adaiii Fergusoii, Esrai ricr l'hirtoirr ..., op. rir (Derain!), c. 1, segunda parre, cap. 3,

pp. 237 y 238: "Así, sin ninguna forma fija de gobierno, sin ningún lazo dc unión y par un efccro en el que cl inrtinra parccc tener mayar parte que la razdn. re comportaran con loda la buena inreligencia, el concicrro y el vigor dc lar naciones. Los exrranjcros, sin podcr dcicubrir quien es el magisrrado ni sobre qué base se consriruyc el senado, cncucnrran en codo molnenro un consejo con cl cual negociar y guerreros prontos a combatir. Sin policia, rici leyes caacrivar. sii sociedad donifrrica hiticio~iacon orden; corriimbrcscxcnras dc inclin~cioiiri viciosas son i inn

salvñgiiardiñ ,115s regilra c¿iirn los crímctics que los mejorer csr;iblrciinircitos públicor"; vease edicidii de Gnurier, pp. IR6 y 187.

' Micliel Poucaulr (que modifita un poco la cica): para el. " Adani Pcrguron, f i~fl i i fdr hirtoirt ..., op. <ir (Desailir), r. 1, rrrcrra parte. cap. 2. p. 336:

"El primero qiiesc puso baja el manda deun jefcnosorpediabaquedabael cjeinpla de unasubor- dinacidn pcrmanenre, quc para el hombre arrnganrc sería el picrexro de exigir de él iiii servicio,

y para rl hombre codicioso, dr apaderacrc dc sur porcrioncr",; vfase edici6n de Gaiiricr, p. 221.

CLASE DEL 4 DE ABRII. DE 1979 349

fase de la c i v i l i ~ a c i ó n . ~ ~ iQiiC es lo que caraireriza el salvajismo? Pues bien, precisaniente y ante rodo, cierra forina d e realizacióii, de concreción d e los

intereses o los egoísmos econóniicos. ;Qué es la sociedad salvaje? Es la socie-

dad de la caza, la sociedad de la pesca, la sociedad de la producción natural, sin agricultura, sin ganadería propiamente dicha. Es, por lo tai to, tina socie-

dad sin propiedad, y eii ella eiicoiicranios algunos elemenros, algunos esbo-

zos de subordinación y goh ie rn~ . '~Y luego, con la intervención delos egoísmos

econóniicos, los intereses económicos, que llevan a cada uno a querer rener

su parte, se pasa de la sociedad salvaje a la sociedad bárbara. D e repente hay -iba a decir: una nueva relación d e producción- nuevas instituciones econó-

mico políticas: nianadas que perteiiecen a individuos, pasruras qiie pertenecen

a comunidades o a individuos. Comienza a iristaurarse la sociedad privada,

pero tina sociedad privada que todavía no está garantizada por las leyes, y la sociedad civil adopta entonces la forma d e relaciones de parrón y clieiite,

arno y servidor, familia y esclavo, e t ~ . ~ ~ Y aquí hay por ende, como ven, toda

una mecánica propiamente económica que muestra cómo, a partir de la socie-

dad civil, a partir de l juego ecoiiómico que ts ta hace posible y en cierto

modo abriga en su seno, se ~ r o d u c e toda una serie de transformaciones his- tóricas. El principio disociativo de asociación es también u n pri&ipio de rrans-

forniación histórica. Lo que constituye la unidad del tejido social es al mismo

tiempo lo que se erige en ~ r i n c i p i o de la transformación histórica y el desga-

rramiento perpetuo del tejido social.

" VCasc ibid, segunda y tercera parres. Sobre esta, cuatro etapas del desarrollo social, Michel Foucaiilt había leido en espccial el libro dc Ronald L. Meek. Emnomici n n d l d r o l o ~ a n d Orhcr Elrny, Laiidrer. Clinprnati & Hall, 1967, pp. 34-40 [trad. esp.: Eronorníar idcologiay orroicnro- yor' crn~dios robre d drrarollo drlpcnrnmirnto rcondmiro. ~arcclok, Ariel, 19721.

')Adam Ferguson, fi~airi'rrhirtoin. .., op. cit. (Desainr), t. i, segunda parte, cap. 2, p. 224: "Eiitre las nacioiier que habiraii esas conlaicas a algunas orrñr partcr de las menas ciiliivadir de IaTierra, algunas deben principalmcnre su subsirteiicia a In caza, la pmca o los prodiictos naru- ralm del suelo. Grar se malerrali poco con la propiedad y aprnas re encuentran en ell:e ñlgu- nos csboior dc siibordiiiñcidn o gobierno"; vtasc edicidn dc Gauricr, p. 182.

'' lbid (Desainr), t . i, scgunda parrc, cap. 2, pp. 224 y 225: "Otru [nxioner] poiecii !nana- das y dcrivan roda su subsistencia de las parcuras. h a s sabcn qut ron la pobrcza y la riqilem. Conocen lar relaciones de parrán y ciicnre, amo yrervidor, y re las piirdc clisificar sigún 12 riiag- nirud dc su riqiiem"; vtase edicidn de Giurier, p. 182.

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350 NACIMIENTO DE LA UIOPOL~TICA CLASE DEL 4 DE ABIUL DE 1979 351

Eii la teoría del l~omo aconomicur de la quc Ics Iiablé la vcz pasad:i, [recor- darán] quc cl interés colectivo nacía de un juego iiecesarianiciite ciego entrc los diferentes intereses egoístas. PUcs bien, ahora vainos a ciicoiirrar, con refeerciicia a Ldiistoria, esta iiiisrna cspecic de esquema de la totalidad por la cegucra de cada uno, de la globalidad por la ceguera de cada uno. En sus efectos globales, eti su contiiluidad, en sus foriiias geiieralcs y gccurreiires, salvajes, bárbaras, civilizadas, etc., la historia de la Iiiimanidad no es otra cosa que la foriiia l~erfec tame~tc lógica, descifrable e ideiitificablc, la.seric de foriiiasque se originan en iniciativas ciegas, intereses cgoísras y cálculos que los individuos no haccn sino refe;ir a sí iiiisrnos. Multipliqueii esos cálculos a lo largo del tieinpó, hágaiilos intervenir, y entonces los econoiiiistas dirán: ganancia cada vez más grande para toda la colectividad; Fcrguson, en noni- bre dc la sociedad civil, d i rk transforiiiación perpetua de la sociedad civil. Yo no quiero decir: entrada de la sociedad civil en la historia, porque siempre esti eii ella, sitio: inotor dc la Iiistoria en la sociedad civil. El iiirerés egoísta, y por coiisiguientc el juego económico, introducirá11 eii la sociedad civil esa dimen- si611 por la cual la liistoria ticiie una coiisraiite en ella, y los proce- sos a través de los cualcs la sociedad civil está fatal y necesariamente involu- cr;ida en la historia.

Los hombres [dice Ferguson En la página 336 del pririier valumcn; Michel Foucault], alseguir el impulsa del inomento y procurar remediar los iiiconve- nieiites que experinieiiraii y disfrutar de las ventajas que están a su alcance, llegan a fincs que no eran capaces de prever [...l. Coinii los demis aiiiiiiales, dan libre cursa a su naturaleza sin advcrtir sus.nietas. 1.. .] Scrncjaiites a losvien- tos quellegan de no se sabe quC lugar y soplan alll donde les place, las formas de la sociedad civil sc rciiiitcii a un origen oscuro y lejana.Z5

"Adaiii Fergiisori, E~rairi~r/hirroirr ..., op. cic(Dcsaiiir), c. 1, tercera parte, cap. 2, pp. 336 y 337: "l..ós Iioinl~rcs, al seguir el iciipulso del moincnro y Iprociirai remediar los incoriucnieii- res que expcrirncnran o dish.uirr dc las ventajas quc se preseiiirri a su alcancc, llcga~i ñ lincr que

. cio eran capaces de prever, ni siqui;ra en la iniagiiiñcióii. Y como lor dcnias aiiirnñlcs, dan libre curso a su iiariir;ileza siii advcrrir sii ii5eia. [...] Semcjantcs a los vieiirus que vienen de no se

sabc q u f lugar y suplan allí docidc les place, las fornias de la socicdad se rcmircn a un oiigcr> ascuro y lejano; nacieran anrer que la filosofia, y el insrinin riivo inás partc rn cllas que la razOn";

vfisc cdici6ii de Gaiiiier, pp. 220 y 221.

Eii resuiiien, ctitoiices, los niec;itiismos que constituyen de niaiicra periiinriente la sociedad civil y los que engendran consrantcmeiite la historia en sus foriiias gciierales son los misnios.

Con un análisis como éste -quc iio es, insisto, más que uii ejemplo entre los muy iiuiiierosos análisis que se Iiicicron dc la sociedad civil cn los últiiiios ciiicuenta años del siglo XVIII, o cii todo caso entrc fines de ese siglo y princi- pios del siglo XIX- estanios, creo, frente a 1111 cruce iniportaiite porque, [eii prirncr lugar,] c~niptohanios la abertura dc un :finbito dc relaciones, de rela- ciones sociales, de lazos entre los individuos, que constituyen, más allá del viiiculo puraiiieiite econóniico, iinidadcs colectivas y políticas, sin ser a pcsar de ello lazos jurídicos: ni meramente económicos ni meraniente jurldicos, impo- siblcs de superponer a las estructuras del contrato, del juego dc los derechos coiicedidos, delegados, enajenados, y direrentes tanibiéri, en su naturaleza si no cri su fornia, del juego ccoriómico; csto es lo quc caracterizará a la socie- dad civil. Eii segundo lugar, la sociedad civil es la articulación de la Iiistoria con el lazo social. La historia iio vienc a prolongar, conio uii puro y siniple desa- rrollo lógico, uiia estructura juridica dada en el iiiicio. No es tarnpoco el priii- cipio de dege~ieración que pueda hacer que, con respecto a un estado de natu- raleza o a uiia situación dc principio dada, ciertos feiióiiieiios negativos veiigaii a enturbiar esa traiisparencia originaiia. Hay una creación perpetua de la his- toria sin dcgeiieración, una creación quc iio es una coiiseciieiicia jurídico Iógica sino una forniación constante de nuevo tejido social, nuevas relaciones socia- les, nueva.estructur& económicas y, por consiguictite, nuevos tipos de gobierno. . . Tercero y últiirio, la sociedad 'civil perinice desigilar y mostrar una [vincula- ci6iiI' intcriia y complcja eiitre el lazo social y la relacióii de autoridad bajo la forma del gobieriio. Estos tres elciiientos: apertura de iiii doiiiiiiio de relacio- nes sociales no jurídicas, articulación de la historia cori cl lazo social eti Liiia forma que iio es la de la degencracióii y pertciiencia orgánica dclgobieriio al lazo social y de éste a la foriiia de autoridad, son los que deslindan la noción dc sociedad civil de 1) Hobbes, 2) lioiisseau y 3) Moiitesq~iieu. A mi juicio se entra en uri sistema iriuy distinto de pensaniiento político que es, creo, el peiisamiento o en todo caso la reflexión política interna a iiiia niieva iecnolo-

' Michel Foucault: rclaciúii

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l CLASE DEL 4 DE ABRII. DE 1979 353 352 NACIMIENTO DE U BIOPOLfTICA

gía de gobierno o a iin nuevo problenia planteado a las tecnicas de gobierno, a las recriologlas de gobierno, por el surgimiento del problema económico.

Querría ir ahora muy rápido para terminar, o mejoh para abrir una serie de problemas. Por un lado, podrán ver qiie con la noción de sociedad civil tenemos uii coiijuiito de cuestiones, pioblenias, conceptos, análisis posibles que permiten descartar el problema teórico y jurídico de la coristitiición ori- ginaria de la sociedad. Lo cual no quiere decir, desde Iiiego, que no vaya a plan- trarse el problema jurídico del ejercicio del poder dentro de la sociedad civil: se plaiireará, si, pero en cierto riiodo al revés. En los siglos xv i i y xvi i i se tra- taba de saber cómo podría recuperarse en el origen de la sociedad la fornia juri- dica aue limitara de antemario. en la ralz misma de esa sociedad. cl eiercicio , , del poder. Ahora, al contrario, estamos frente a una sociedad en cuya existen- cia hay fenóincnos dc subordinación y, por lo tanto, fenómenos de poder, y el problema va a ser simplemente saber cóiiio reglanientar el poder. cómo limi- tado dentro de una sociedad donde la subordinación ya actúa. Y así se plan- teará la cuestión que va a recorrer prácticamente todo el pensainiento polltico desde fines del siglo m i i hasta nuestros días: [la de las] relaciones de la socie- dad civil y el Estado. Problema que, por supuesto, no podía formularse de esra manera antes de la segunda mitad del siglo ~ i i i y que ahora sepresentará del siguiente [nodo: Iiay algo que ya está dado y que es la sociedad. ~ Q L I ~ puede hacer el Estado en su estructura jurídica y sii aparato iostitucional, y cómo puede fiincionar con respecto a clla?

Al respecto hay toda unaserie de soluciones posibles qiie tne liinito amen- cionar?%l'Estado puede aparecer como una de las diinensiones y formas de la sociedad civil. Es el tema desarrollado por Jiing-Stilling a fines dcl siglo xvii i ,

cuando dice: la sociedad riene rrcs cjcs, la familia, la casa o el dominio y el E~ tado .~ ' O bien se hará un anáiisis genérico e histórico, digamos, que pode-

'6VPare el ardciilodeManfccd Riedel, "Gesellschafi. hürgcrlicbe", rn Otro Rrunner, Werner Corz y Reiliharr Korcllcck (compr.), Gmhichrlirhc Cnindb'gnfi, c. 11, Srurrgan, E. Klert, 1975, pp. 719-800, urili7ndn por Foiicaulr.

" Johann Hcitirich ]ung-Stiüing (1740-1 817), Die GnrndlrhmhSmUwinhrchaf5 Marburgo, Ncue akademischc Buchhandlung, 1792 (cd. reciente: Koi>igrrein/Ts.. Scripror-Verlag. 1978), p. 680: "Das gesellrchafdicheLcben isr dreifach: 1) bm.iehr es sich aufdie Familie oder aiifdas hsusliclie Vcrhslrnir, 2) auf das Zus~mmenwolinei> der HstiirvXrer odcr auf die bürgerlichc Gescllschafr, und 3) auf das Verhaltnis gegei, die regiereiide Gewalr und ihre Gesem. das isr:

mos encontrar en Bensen, por ejemplo, quien dirk es preciso considerar que la sociedad civil ha pasado sucesivameiite por tres estadios, el de la societlad fami- liar, el de la sociedad civil propiamenre dicha y el de la sociedad de Estado, la sociedad estaral?' O bien, por último, el análisis tipológico que hallaremos en Schlijzcr, que dice: es posible encontrar varios tipos de sociedad. Un tipo abso- lutamente universal, válido a lo largo del tiempo y sobre todo en la totalidad del espacio y la geografía del mundo, esto es, [que] no puede haber sociedad si11 sociedad farniliar Y en la actualidad, agrega, hay un tipo de sociedad qiie es la sociedad civil, que por su parte esti presente en todas las formas de conglo- merado huniano que hoy presencianios. En cu:into a1 Estado, va a caracterizar ciertas formas de la sociedad civil, las que nosotros conocen ios .2~es tá Hegel,

ñuf dic Staarrgcsellschah" [La vida social errriplc: re refiere 1) a la hmilia o a la relacioiies del hogar; 2) al vivir en común por parrc de los jefes dc los hogsies o a la socicdad civil; y 3) a la conducta frente al poder gobernanrc y a sus leyes. csro es, a la sociedad dcl Esndo]; citado por Manfred Riedel, "Gcrellrchafr, bürgcdichc", op. rir., p. 753.

Carl Daxiiel Hciririch Bensen (1761-1805), Sy~rmdrrrrinrn undnnfmdndrrnSran~1chrr JiirJzrri~~rn undff imcrnlirr t~ c. i. Erlangcn, Pdm, 1804: "Unrcre Sraarcn und ihre Bcwohcicr haben nur dlmahlich ihrc jeriige Form erlidrcn. Von der haurliclien Ge~cllsch~fr rückrc nsm- lich das Mfnschcngcschledir mr bürgerliclien und von dicser rur Sraarsgcsellschafi Fort" [Ni>esrros F~radas y sur habiranres han adquirida su forma acrual sólo de manera paularina. A pfiirir de la sociedad hogareha, el gtncro humac~a avanzó, en efccro, a la burguesa, y de esta a la saciedad del krarlol; citado por Manfred Ricdel, "Gescllschafr, bürgcrliche", op. cit., p. 754. '' Aogusr Ludwig vo" Schlorei (1735-1809), Srnri-Anirigen, Goriiigr. iri der

Vanderiliocksclien Biichhandiung, 1792, c. xvii, p. 354: "Allc hishcr bekñnnr gewordenc Mensclienhaiifen olrer, mirrler und i ic~ icr Zeiicn, lebrn in den 3 Arren hSuslicher Gesellschafr. AIle ohnc Aurnahliie Icbeii in biirgerliclier Gcrellschafr, Und bci weitern dic allermcisren, wei>ngleicl> nichr allr, lchcn in Siañrs-Gerellschaft, odcr unrcr Obrigkeit" [Todos los agrupa- ,

mieiitor hiirnanos hasra ahora conocidos de la aritigiiedad, de la Edad Media y dc la moder- nidad viven cn los rrcs ripos dc socicdad hognreíia. Todas, sin crccpción, vivcn cn sociedad civil. Y. por lejos, la gran mayoría. aunque no rodos, viven en la sociedad del Esrado o bajo auroridadl; cirada por Manfred Riedel, "Gcsellrchaft, bürgcrlidie", op. cit., p. 754. Vtase nri- mismo Grorgcr Gurvirch (comp.), TToiridcrociologir, París, PUF, 1958, pp. 31 y 32, consul- tado por Faucaulr: "Por media de tina rimplificación dc las ideas de Leibnir. siis discípulos -Ncr<elbladr. cn prinier lugar- opusieron el rrgimm rocicrarir o bloque de agrupaniientor de ~crividad variada, dc prefcrcncia económica, al rqimr>r ciuirarir o bloque de agrupamicnros locales que ciilminan en cl F~rado. Ese hc el origen dc la oposición enrre la sociedad civil y económica (biirgcr/ich< GrirlLrhaF) y cl Errado. Formulada por primera vez por el hirroriador y'esesradlsrico dcmán A. L. Schlozer, crra oporicióii sirvió de objeta de reflexión a muchas pcn-

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CIASE DEL 4 DE ABRIL DE 1979 355

desde luego -pero n o voy a hablar d e él-, el Estado como concieiicia d e sí y realiwción ética de la sociedad civil.30

Buciio, iio tengo tiempo para insistir en todo eso. Digamos, si Ics parece,

que en Alemania, por u n moiitóti d e razones fáciles d e adivinar, el anáiisis d e

la sociedad civil se liará en términos de oposición y relación [entre] ésta y el

Estado. Janiás se examinará lasociedad civil coino no sea en furición de su capa-

cidad de soportar uii Estado, o sólo se la interrogará en la medida en que el

Esrado es, con respecto a ella, o el elemcnto coritradictorio o, por el coiitra-

rio, el elcmeiito revelador y algo asi coino la verdad por fin realizada. En

Iiiglaterra, el análisis d e la sociedad civil se hará -tanibiéri por razoiies que

adivinarán con facilidad- n o eii términos dc Estado, pues el Estado nunca fue un problema para Inglaterra, sino de gobierno. Es decir que cl problema será

saber: si es cierto que la sociedad civil ya está dada en su totalidad, si es cierto que asegura por si niisiiia su propia síntesis, si escierto que tiene unasuerré '

d e guberiiamentalidad interna, iquC necesidad hay de iin gobicriio coinple- mentario? ¿Es verdaderamente necesario un gobierno para la sociedad civil? Y ésta es la famosa cuestión que Paiiie planteará a fines del siglo xviii y que de

una u otra manera va a recorrer la polirica inglesa al menos hasta nuestro

siglo: después d e todo, ¿la sociedad n o podría existir siii gobierno o, en todo

caso, sin otro gobierno que el creado espoiitáiieainente por ella y sin que ]laya

iicccsidad de institucioiies que de algún modo se hagan cargo de la sociedad civil y le inipongan coacciones que ésta iio acepta? Cuestión que plantea l'aine:

No hay que corifundir sociedad y gobieriio. La saciedad es un producto de nuesrras necesidades, mientras que el gobierrio cs un producto de nuestras debi-

radoics alemanes, franccrcs y britáiiicor duranrc la segunda mirad del siglo mii y la primera mitad dcl siglo xix".

" Georg Wilhcliii Friediich Hcgel, Gn'ndlinicn drrPhi1010phir de, Rcchtr, Licrlin, Lib;airie. '

Nicolai, 1821, rcrccra parte, rccció~i i r , 55 182-256 (trad. fr.: Prinripcr dr Inphiloropbic du dmY rrad. dc R. DcrnthC. Parir, Vrin, 1975, pp. 215-257) [trad. csp: Principiordr b / i l o ~ o j a dridrreiho o derecho narumly citnciapoiiticn, Buenas Aires, Sudamericana, 19751. VCase Manfred Ricdcl, "G~scllschak, bürgcrlichc". op. cit., pp. 779-783, as¡ como Jcan Hyppolirc, "La coii- ceprion hégtlicnnc de I'!h,r", en Cnhicninrrm~~onarudrrociolo~ic, t. 11, 1947, p. 146, y Ucriinrd Quclqucjcu, La Volonri dan, L?pbilorophir dr He& Paris, Scuil, col. L'Ordrc phil~sophi~uc, 1973, a los que itmircn las notas dc Michhcl Fouuislc.

lidades. [...] La socicdad alienra la rclaci6n, el gobierno crca diferencias. La sociedad es un patrono [en el sciiiido iiigles del término, u11 protector; Micliel Foucnult], el gobicriio, iin puiiidor. En todas las circiinsrancias, la sociedad es

una bendición. El gobierno no es, a lo sumo, más que u11 iiial necesaiio, y eri el peor de los casos es intolerable?l

En Francia, el problema no se formulará ~ i i eii los términos irigleses ni cn los

térmiiios alemanes.' Lo que va a plantearse no es tanto el problema "gobierno con respecto a sociedad civil" o cl "Estado con respecto a sociedad

civil". Por razoiies políticas e históricas que tarnbién son coiiocidas, será otra

la iiiaiiera dc plantearlo. Se tratard de la cuestión del terccr estado como pro- blema político, como problema tcórico, como probleiiia Iiistórico hasta iiiedia-

dos del siglo XIX: la idca de la burguesía, en cuanto fue cl elerriento vcctor y portador de la hisroiia dc Francia desde la Edad Media hasta el siglo X X , ) ~ es

'' Thamas L'ainc, Camnlon Srnrr Addrrircd ro rhc Itrliabitnnir of Amrricn.. ., Filadelfia, W. &T. Bradford, 1776 (rrad. Ir.: Stnr coinmun, ouuilrgr ndrt,~inui.A»z/rirnini, precedido dc Thiorir rrpraiiqritdcrdroitrdc Ihoinmr, rrad. dr E-X. laiirlietias, Rcnncr, R. Vara,?, 1793, p. 165) [rrad. csp.: Elrtniido co»izín y otmr crclrror, Madrid, Teciios, 19901. Vfaiise el libro de Harry K Gimca, From WmWi m Welfnm: TlirEr,ohrtiorr of12ibnnlbr>, Sranford, Siaiiiurd ~nivcrsiry PrGs, 1950, p. 44, q t ~ F o u c ~ L ~ I c I ~ ~ ~ para prebarar csre curso, y l'ierrc RoranMlloii, LI Copitnlritne r<ropiqiir, op. cit., p. 144. Si bienTl!oniis Pniiic (1737-1809) cs en verdad de origen briráiiico, coiivieni aclarar, de todas modas, que Common Scnrcsc publicó cararce nieses dcspuér de ru iiistalación cn América y qiic el libro, cscriro asoliciiud dr Bcnjanii~i Franklin, traduce las aspiiacioncs dcl pueblo narrcatiicticano a comienzos ?r la Guerra dc Indcpeiidencia.

Michel Foucaulr sc aparra aqiri del manuscrita, pp. 20 y 21: "En Rancia, e l problcnla se transfirid. mrcs bicn, al debarc sobre la !necesidad dc una

Dcdñracióti dc los Dcrcdios del Hombre. Dcrcslios dcl honihre: iioción complcja que vrhiculim la idca jurtdica de un derecho naru-

ral quqcl pacto poljricu ticnc la funció<? de [p. 211 y la idea de condiciones iciipues- t& par IJ'rocicdad al ~~rado'para permitirle existir y rcconoccrlc una Icgiiimidrd. '

Esra prácricñ dc los derechos del hombrc sc refiere a uria coricepción dc la democracia. Los liberales, según el esquema inglés, opoiidiáii a ello, m á s bien, la idea de quc las libertades san

lo qui una vez quc sc ha delimitado la accián del gobierno. que iio deben fiane coiiio dcrccha 'aniu de la ~ntrada cn polirica', sino alcanmrse, conservarse, ampliarre por t~iedio de rransaccio,ies, gnraniias, un rirrcnia electoral. una al>ii>iósi, ctcéten."

"Veasr Michcl Fou-ulr, "Il/nardiF>idmL?~ociftf."Coarrnir Col!igcdeFrnnre, 1975-1976 ed. d e Mauio Bcrrani y Alessaiidro Fontana, Pnrlr, GallimardlSeuil, col. Hautcs Criides, 1997,

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356 NACIMIENTO DE IA BIOI>OL~TICA

eii el fondo una manera de plantear el problcnia de la sociedad civil y del gobierno, y del poder con respecto a la sociedad civil. Filósofos alemanes, :irialistas políticos eii Inglaterra, hisroriadores en Francia, lo quevainos a encon- trar, creo, es sienipre ese mismo problcnia de la sociedad civil como problema político y reoría política hndainentales.

El otro aspecto, y con esro tertniiiar6 el curso de este año, se refiere a que, desde luego, con la idea de sociedad civil teiicmos tina redistribución o una especie de recentramiento y descentramiento de la raz6n giil>eriiamental de la que ya traré dc hablarles el año pasado. Recordemos, si qiiieren, el problema general. Me parece que, a parrir del siglo xvi, y por otra parte ya en la Edad Media, vemos surgir la cuesrióii [sigiiiente]: el ejercicio del poder, esa prác- rica de un niodo i i otro muy peculiar a l a qiie los hombrcs no pueden esca- par o sólo escapan por momentos, instantes, procesos singulares y actos indi- viduales o colectivos, que plantean al ju'riri'sra y al historiador roda una serie de problemas, ese ejercicio del poder, jcómo se lo puede reglanieiirar y medir en quieii gobierna! Pues bien, digamos de una manera muy geiieral, inuy global, que diirantc largo tiempo la idea de reglaiiieiirar, de medir y por coii- siguiente de limitar el ejercicio indefinido del poder se buscó por el lado de la sabiduría de quien goberriara. Sabiduría, esa era la vieja respuesta. Sabiduría quiere decir gobernar según el orden de las cosas. Quiere decir gobernar según cl conocirnienro de las leyes huniarias y divinas. Quiere decir gobernar de aciierdo con las prescripciones de Dios. Quiere decir gobernar según lo que el orderi general de las cosas diviiias y Iiiimanas puede prescribirnos. En otras palabras, cuando por enroncesse prociiraba seítalar en que debía ser sabio el soberano, cuando se inienrnba saber en que debía consistir su sabiduría, en el foiido se intentaba ajustar el gobierno a la verdad. Verdad del texto reli- gioso, verdad de la revelación, verdad del orden del mundo: &se debía ser el principio de reglamentación, o mejor, de ajiisre del ejercicio del poder.

A partir de los siglos xvr y x v i i -esto es lo que traté de mostrarles el año pasado-, me parece que el ajuste del ejercicio del poder ya no se hace de con- foriiiidad con la sabiduría sino según el cálculo, cs decir, el cálculo de las fuer- zas, de las relaciones, de las riquezas, de los factores de poder. Entonces, ya no

clase del 10 de iiiarro de 1976, pp. 193-212 [rrad. esp.: Defindcrkzrocirdnd. Curro rn d Col&< drPra:rnnct (1975-7976). Riienor Ajrcr, Fondo de Culriiia Econdmica. 2000, pp. 197-2151,

CLASE DEL 4 DE ADNL Di? 1979 357

se procura ajiistar el gobieriio a la verdad, se procura ajusrarlo a la racioiialidad. El ajuste del gobierno a la racionalidad constituye :I mi juicio lo que podríamos llamar las formas modernas de la teciiología gubernameiical. A h o r ~ bieii, ese ajuste a la racionalidad adoptó dos formas sucesivas, y aquí también esque- matizo mucho. La racionalidad que se roma conio vara para ajustar el poder puede ser la racioiialidad del Estado entendido como individiialidad soberaii:i. 1.a racioiialidad gul>ernaiiiental, en ese momeiiro -esramos eri la época de la razón de Estado-, es la racionalidad del soberano mismo, la racionalidad de quien puede decir "yo, el Esrado" ["rnoi, Iztat ' ] . Lo cual planteaba, claro esti, una seric de problemas. Ante rodo, jquién es ese "yo" [moz] e incluso ese "yo" be] que rcfiere la racionalidad del gobierno a su propia racionalidad de soberano qiie maximiza su poder? Y tenemos la cuestión jurídica del con- [rato. También tina cuesrióri de hecho: jcómo se puede ejercer esa raciondi- dad del soberano que pretende decir "yo", cuando se trata de problemai como los del mercado o, de manera general, los procesos econóniico~,rii que la racio- nalidad no shlo selil>ra perfectamente de una forma unitaria, sino que la excluye por conipleto, y junto con ella excluye la mirada desde arriba? D e ahí surge un nuevo problenia, paso a una niteva forma de racionalidad como indicador de ajuste del gobierno. Ahora no se trara de ajustar el gobierno a la racionali- dad del individuo soberano que puede decir 'yo, el Estado", [siiio] a l i racio- nalidad de quienes son gobernados, quienes lo son como sujetos económicos y, en términos más generales, conio sujetos de interés -interis en el sentido más general de la palabra-, [a] la racionalidad de esos individuos en cuanto, para satisfacer esos inrereses eii el sentido general de la palabra, urilizaii iiiia serie rle medios, y los iitilizan conio quicren: esa racionillidad de los goberna- dos es la que dcbe servir de principio de ajusre a la racionalidad del gobierno. Esto es, me parece, lo que caracreriza la racionalidad liberal: cómo regular el gobierno, el arte de gobernar, cómo [fundar]' el principio de racionalización del arre de gobernar en el comportamiento racional de los gobernados.

Ahí está a mi entender el punto de división, la rransfoririacióo importanre que traté de localizar, lo cual siti embargo no significa -lejos de ello- que la racioiialidad del Estado-individuo o del individuo sobera~ io .~ue puede decir "yo, el Esrado" sea abandoiiada. Podemos decir incluso, de manera global, gene-

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ral, que todas las políticas nacionalistas, las políticas estatales, etc., van a ser políticas cuyo principio de racionalidad se ajustará a la racionalidad o, si se quiere, eii otras palabras, al interés y la estrategia de los intereses del indivi- duo soberano o del Estado en cuanto constituye una individualidad sobe- rana. Del mismo modo, podrá decirse que el gobiernoque se ajusta a la ver- dad no es t a m p c o algo que liaya desaparecido. Después de todo, ¿qué es en ' defiiiitiva algo coirio el marxismo, si no La búsqueda de un tipo de gubevia- inenralidad que se ajustará, por supuesto, a una racioiialidad, pero una racio- nalidad que iio se presentará tanto como la racionalidad dc!os intereses guber- namentales sino como la racionalidad de una historia que se manifiesta poco a poco como verdad? Y eri este aspecto vemos en el iiiuiido modcriio, cl que coiioceinos desde el siglo XIX, roda una serie de tacionalidadcs gubernameii- taies que se encabalgan, se apoyan, se rebatcn, se combaten unas a otras. Arte de goberiiar eii la verdad, arte de goberiiar en la racionalidad del Estado sobe- rano, arte de gobernar cn la racionalidad de los agentes económicos y, de una manera más general, arre de gobernar cn la racionalidad de los mismos gober- nados. Y todas esas diferentes artes de gobernar, esas distiiitas iiiarieras de cal- cular, racionalizar, rcgular el arte de goberiiar, al superponerse unas con otras, van a constituir a grandes rasgos el objeto del debate político desde el siglo XIX.

;Qué es la política, en definitiva, si no el juego de esas diferentes artes de gober- nar con sus diferentes ajustes y, a la vez, el debate que ellas suscitan? Es ahí, me parcce, donde nace la política. Bueno, hasta aquí llegamos. Gracias.*

(SiBitr rrrrro algnrabia.) Micl~licl Foucaulr req>oi>de b r c v e m e i ~ ~ ~ a una seric dc preguntarr punrualcs y. cn un momcnro dado, pregunta a su vez a alguien si ticnc "copias riieunografia-

das dc los curros que hice cl año pasado y los años anreriorcs", "porque yo 4 i c e - no tengo iiada".

Kesumeii del curso*

El curso de este año se dedicó finalmente, en su totalidad, a lo que sólo debía ser su introducción. El tema selcccioiiado era, eiitorices, la "biopolítica"; yo entendía por ello la inaiiera como se ha procurado, desde el siglo x~iii , racio- tializar l~s .~ rob lcn ras plaiiteados a la práctica gubernaniental por los fenónie- nos propios de un conjunto de scrcs vivos coiistiruidos como población: salud, higiene, natalidad, loiigevidad, razas. .. Es sabido el lugar crecieiite que esos problemas ocuparon desde el siglo Xix, y se conoce también cuáles fueron las apuestas políticas y económicas que han representado hasta nuestros días.

Mc parcce que no se puede disociar csos problcinas del niarco de ncioiia- lidad política dentro del cual se iiiaiiifestaton y adquirieron su agudcza. Asaber, cl "liberalisino", pues Fue con respec5o"a éste que aqtidios tornaron la apariencia

- dc un dcsafío. En un sistema prcocupado por respetar a los sujetos de derecho y In libertad dc iniciativa de los individuos, jcómo puedc tomarse cii cuenta el fenómeiio 'Í>oblaciónn, con sus efectos y sus problemas esp&cíficos? ;En noiii- bre de qué y de acuerdo con quC reglas se lo puede i~ianejar? El debate susci- tado en Inglaterra a mediados del siglo xx con respecto a la Iegislacióii sobre la salud pública puede servir de ejeniplo.

;Qué hay que entender por "libcralismo"? Me Iie basado en las reflexioiies de Paul Veyne sobrc los uiiiversales históticos y la ncccsidad de poner a prueba

Michcl Foucaillr, "KCsurnC du caurs", publicado eii el Annuairrdu Coll¿gc dc Frnncr,

79'a~lnir . Hirroirc drrryrr)rnrr drprtuéc. nnnir 1978-1979, 1979, pp. 367-372. Recdirada cli

Michcl Fauault, Ditr et ficritr, 1954-1788,4 vols., cd. de Daniel Dcfeit y Frnn~ois Ewald coii la colaboraci6n dc Jacques Lagrangc, Parls, Galliniard, cal. BibliodiPquc dcs rciciiccr hurnai- ncs, 1994; vtase vol. 3, núm. 274, pp. 818-825.

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RESUMEN DEL CURSO 361

un método nominalista en Iiisroria. Y, coi1 la recuperación de una serie de elec- ciones metodológicas ya hechas, no intenté analizar el "liberalismo" como uiia tcoria ni como uiia ideología, y ineiios aún, desde luego, como una manera de "representarse" de la "sociedad", sino como una prkrica, es decir, como una "riiaiiera de acriinr" oricnrada Iiacia objetivos y regulada por uiia reflexión con- tinua. El liberalismo debe analizarse entonces coino principio y método de racionalización del ejercicio del gobierno: uiia racionalización que obedece -y ésa es su especificidad- a la regla interna de la ecoiiomia rnjxima. Mientras que cualquier racionalizacióii del ejercicio del gobierno apunta a rnaximizar sus efectos con la mayor disniinución posible de su costo (eiiteiidido en el sen- tido político no menos que en el sentido económico), la racionalización libe-. ral parte del postulado de que el (no se trata, claro está, de la insti- tucióii "gobierrio", sino de la actividad que consiste en regir la conducta de los hombres en un marco y con iiisrrumeiitos estatales) no podría ser, por sí misrno, su propio fin. No tiene en si su razón de ser, y su mawiinizacióii, aun- que se diera en las mejores condiciones posibles, no debe ser su principio regu- lador. Eii este aspecto, el liberalismo rornpecon,la "razón de Estado'' que, desde fines del siglo mi, buscaba en la existencia y el fortalecimiento del Estado el f i i i capaz de justificar una gubernan~entalidad creciente y reglamentar su desa- rrollo. La Polizri~uirrrnrrhaftdesarrollada por los alemanes en el siglo mii, ya hiera porqiie les faltaha iiiia gran forma estatal o , tarnbikii, porqiie la estre- chez de los rccortcs territoriales les daba acceso a unidades muclio más fácilnieii- te observables con los instrumentos técnicos y conceptuales de la época, se basaba siempre en este principio: no se presta una atención suficiente, dema- siadas cosas se escapan, domiiiios demasiado iiunierosos carecen de regulacibn y reglameiito, el orden y la administración faltan; eii síntesis; se gobierna deina- siado poco. La Polizeizuir~enrch<ffr es la forma adoptada por una tecnología gubernamental dominada por el principio de la razón de Estado, y en cierto niodo, toma en cuenta "con toda naturalidad los problemas de la población, que debe ser lo más iiuiiierosa y activa posible, en beneficio del vigor del Estado: salud, natalidad e higiene encuentran en ella, sin inconvenientes, u" lugar importanre.

Por su parte, el liberalismo está atravesado por este principio: "Sienipre se gobierna demasiaclo" o, al menos, siempre es necesario suponer que se gobierna demasiado. La gubernamentalidad no debe ejercerse sin uiia "crítica". inucho

más radical que una prueba de optiniización. No debe interrogarse únicamen- te sobre los mejores medios de alcanzar sus efectos (o los menos costosos), sino sobre la posibilidad y la legiti~iiidad misnia de su proyecto de alcanzarlos. La sospecha de que siempre se corre el riesgo de gobernar demasiado está Iiabi- tada por la pregunta: ¿por qué, entonces, habrá que gobernar? Eso explica el hecho de que la crítica liberal apenas se aparte de una problemática, nove- dosa en la epoca, de la "sociedad: en nombre de esta sc procurará saber por qué es iiecesirio que haya un gobierno, pero taiiil~ién en quC aspectos se puede prescindir de 61 y en que ámbitos su intervención es inútil o perjudicial. La racioialización de la práctica gubernamental, en términos de razón de Estado, implicaba su maximización en condiciories óptimas, en la medida en que la existeiicia del Estado supone de inmediato el ejercicio del gobierno. La refle- xión liberal no parte de la existencia del Estado para encontrar en el gobierno el medio de alcanzar [aneindre]' ese fin que aquel seria para sí mismo, sino de la sociedad, que rcsiilta mantener una relación complejn de exterioridad e interioridad con respecto al Estado. Es ella -en concepto, a la vez, de condi- ción y f i i i úlrimo- la que perrnitc dejar de plantear el interrogante jcómo

lo más posible y al menor cos to? ,y hacer, en canibio, escn pre- gunta: ¿por qué Iiay que gobernar? Es decir: ¿qué es lo que hace necesaria la existencia de iin gobierno,'y que fines debe perseguir éste, en lo concerniente a la sociedad, para justificar esa existencia? La idea de sociedad es lo que per- mite desarrollar una recnologia de gobierno a partir del principio de que, en sí mismo, éste ya está "de más", "en exceso",** o al nienos que viene a sumarse como un complemenro al que siempre puede y debe preguntarse si es nece- sario y para que sirve.

Eti vcz de hacer de la distincióii entre'Estado y sociedad civil uii liniversaI Iiisrórico y politico que puede permitir examinar todos los sistemas concre- tos, es posible tratar de ver en ella uiia forma dc esquematización propia de una teciiologla específica de gobierno.

E" l a edicibi~ de los Ditr cr &iii. op. r i r , dice nnrndrr [esperar]. .' Gra parte de la frnre, que aqiii es: riparrir di'principr qu'il rrr d42. . .. figiiia en ibjd como 2 pnriir drrp6n"pr ytr'Crnni dcj.. . .

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362 NACIMIENTO DE LA HIOPOL~TICA RESUMEN DEL CURSO 363

No pucdc decirse, por tanto, que el liberalisrno sea una utopía janiás reali- zada, salvo que su núclco se sitúe eii las proyecciories de sus análisis y las crí- ticas que se vio en la neccsidad de formular. No es un sueho que t;Gicza con una realidad y no logra inscribirse en ella. Constituye -y ésa es la razón de su polimorfisnio y de sus recurrencias- un iristrumeiito crítico de la redidad: de una gubcrnanientalidad anterior, de la quc iiitinta deslindarse; dc una guber- namentalidad actual que procura reforniar y racionalizar mediante una dis- iiiinución de sus prereiisiones; y de una gutiernameritdidad a la q i e se opone y cuyos abusos quiere limitar. D e modo que podrciiios encontra el liberalisiiio, en fornias diferentes pero simultáiieas, como esquema regulador de la práctica gubernamcntal y tetiia de oposición a veces radical. El pcnsaniieiito político iiigl&s, a fines del siglo xvii i y en la primera niitad del siglo m, es muy carac- terístico de esos usos múltiples del liberalismo. Y lo son rnás p:irticularmentc aún las cvolucioiies o anibigüedades de Beiirliain y sus partidarios.

Es indudable que en la crítica liberal el mercado corno realidad y la eco- nomía política como teoría tuvieroii un papel de importancia. I'ero, como lo confirmó el importatire libro de P. Rosanvallon,' el liberalismo no es ni su con-

.secuencia ni su desarrollo. El mercado desenipihó más bien, cn esaciítica libe- ral, el papcl de un "test", un lugar de ciperieiicia privilegiada donde se podlan identificar los efcctos del exceso de gubcrrianientalidad e incluso aprcciar su iniportaiicia: el análisis de los mecanismos de la "escasez" o, en líneas m& gene- ralcs, del coniercio de granos a mediados del siglo XVIII tenia cl objetivo de tnostrar a partir de qué purito gobernar era siciiipre gobernar demasiado. Y ya se tratara del cuadro de los Fisiócratas o de la "mano invisible" de Smith, y por 10 tanto de un análisis que apunta a hacer visible, cn la forma de la "cvi- dencia", la formacióii del valor y la circulación de las riquezas o, al cpntrario, de uri análisis que suporie la invisibilidad intrliiseca del lazo entre la bús- queda de la ganancia individual y el incremento de la riqueza colectiva, dc todas nianeras la economía inuestra una incompatibilidad de principio entre

Picrre Rosaiivallon, Lc Cnpitnlirmr utopiqur: critiqut de I'iddologir ¿conomique, Par($, Seuil, col. Socialogic poiiriquc, 1977 lrrad. esp.: EIcnpitolirmo utópico. Buenos Aircs, Nucva

Visión. 20061.

el desenvolviiiiie~ito óptinio del proccso econóiiiico y una tiiainiizacióti de los procediinientos gubernameiitales. Por eso, rnás quc por el juego de los coti- ceptos, los economistas fraiiceses o ingleses del siglo xviii se apartaron del iticr- antilisiiio y el cameralistno, e Iiicieron qiie la reflexión sobrc la práctica eco- nóiiiica escapara a la Iiegenionía de la razón de Estado y la saturación debida a la intervención gubernamental..Al utilizarla como nicdida del "gobernar dcnlasiado", la situaron "en el líniite': de la acción gubernameiital.

Sin duda, el liberalisiiio no deriva más de una reflexión jiirldica que de un análisis econóiiiico. Lo que le dio origen rio es la idea de una sociedad política fundada oi un lazo contractual. Pero, eri la búsqueda de una tccnología libe- ral de gobierno, se puso dc manifiesto quc la regulación a través de la fornia jurídica cqpstitiiía un instrumento muclio más eficaz que la sabiduría o la mode- racióii de los gobcrnantes. (Los Fisiócratas, por su parte, a raíz de su descon- fianza con respecto al derecho y la institucióri jurídica, solían antes bien bus- car esa regulación en el teconocirnieiito que un déspota podía otorgar al poder institucioiialmente ilimirado de las leyes "iiaturalcs" de la economía, que se le iniponlan como una verdad evidente.) El libcrdismo no buscó diclia regula- ción en la "ley" por un juridicistiio que le fuera natural, sino porque la Icy define formas de iiitcrvencioncs getieralcs cxcluyentes de iiiedidas particulares, iiidi- viduales y excepcioriales, y porqu<lá participación de los gobernados en la elaboración de la ley, en un sistcma parlamentario, constituye el modo inás eficaz de economía gubernaniciital. El '!Esrado.de derecho", el Rechrssra~rt, el mle ofhw y la orgariización de un sistema parlamentario "rcalniente rcprcseii- tativo" son por lo tanto, a cotnienzos del siglo XIX, parte integrante del libera- lismo; pero así como la ecoiioniía política utilizada cn un principio como cri- terio de la gubernamentalida¿ excesiva no era liberal ni por iiaturaleza i i i por virtud, e incluso no tardó en inducir acritudes antilibcrales (ya hiera en la NahonaloRonomiede-cimonónica o en las econoiiiías planificadas del siglo XX),

la democracia y el Estado de dereclio no fueron forzosamente liberales, ti¡ el liberalismo necesariameiite democrático o apegado a las formas del detccho.

Mis quc una doctrina más o menos cohercnte, más que una política a la búsqueda de una serie de nietas definidas con mayor o menor precisión, csta- ría tentado de ver eii el liberalisnio una fornia de reflexión crltica sobre la práctica guberiiaineiital; esa crítica puede proceder del interior o del exterior, y puede apoyarse en tal o cual teorla cconómica o referirse a tal o cual sistema

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RESUMEN DEL CURSO 365 164 NACIMIENTO DE LA B1OIIOLfTICX

jurídico sin vinculo necesario y unívoco. La ciiestión del liberalisnid. enten- dida como cuestión del "gobernar deniasiaclo", fuc una de las diniensiorie"ons- [antes de ese fenómeno recienre eii Europa y aparecido inicialnieiite, "1 Pare- cei; en Inglarerra, a saber, la "vida política"; esa ciiestión es iiicluso uiio d? SUS

eleiiieiitos coiistiruyentcs, si es cierto que la vida politica exisre la

prictica g~ibernainental esti liniirada en su exceso posible por el hecllo de ser objeto de un debate pilblico con referencia a su "bien o mal", su "dema"ado o deiiiasiado poco"

Desde luego, no se trata aquíde una "interpreraciónn que se ~reteiida exhaus- tiva, sino dc un lan no de análisis posible, ,el de la "razón gubetnam$ntaY, es decir, de esos tipos de racionalidad que se ponen eri acción en los procedi- niieiiios por cuyo intermedio se dirige la coiiducta de los hombres a través de tina administracibn estatal. Procuré llevar a la práctica u11 análisis ~Onejante con dos ejeinplos contemporáneos, el liberalismo alemán de los añ0s 1948- 1962 y el libernlismo iiort~aniCricano de IaEscuela de Chicago. En aiiibps

el liberalismo se re sentó, en un contexto inuy defiiiido, conin Una cri- rica de la irracionalidad caracterisi ica del exceso de gobierno, y como el r e r ~ n o a uina rccno\og5a h6 go\iierno huga\, según hrrhín 6 A o FranUin.

Ese exceso era en Aleinaiiia el régiinen.de el nazismo, pero, más a116, tambieti un ripo de economia dirigista y ~Ianificada, prodiicto del perí- odo 1914-1918 y la movilización geiiernl de recursos y Iionibres; era $simismo el "socialismo de Esrado". De liecho, el liberalisino aleniiii de la segunda posguerra Fue definido, programado e incluso, hasta cierto punto, apiicado lioinbres que, a parrir de los años 1928-1930, habiaii pertenecido a la Escuela de F r i b ~ i r ~ o (o al menos encontraban en ella una fuente de inspira6i6n) Y Se expresaron más adelanre en la revista Ordo. En el punto de cruce de la filoso- Cia neolcantiana, la fenoiiienologia deHusser1 y la ~ o c i ~ i ~ g í a de M# Weber, cercanos en algunos aspectos a los econoinistas vieneses, inrercsados eri la Come- lación niaiiifesrada en la Iiistoria entre procesos económicos y estructuras jriridicas, hombres como Eucken, W. Ropke, Fraiiz Bohni y Von R ü ~ t o w des- plegaron sus críticas en tres frenres politicos diferentes: socialisiiio 5ovié'ico, nacioiialsocialisnio y políticas intervciicionistas inspiradas por Keynes; pero

se dirigían a lo que consideraban coino un adversario único: un tipo de gobierno económico sistemáticamente ignorante de los mecanismos de inercado, los úni- cos capaces de asegurar In regulación torrnadora de los precios. El ordolibera- lisino, ensu trabajo sobre los remas fiindamentales de la recnología liberal de gobierno, trató de dcfiiiir lo que podia ser una economía de inercado, organi- zada (pero no plaiiificada ni dirigida) dentro de iin marco iiistitucional y jurl- dico que, por iin lado, brindara lasgarantías y limitaciones de la ley y, por otro, asegurara que la libertad de los procesos económicos no produjera distorsio- nes sociales. La primera parte del curso se consagr6 al estudio de ese ordoli- beralismo, que inspiró la eleccióti económica de la política general de la República Federal Alemana en la época de Adenauer y Ludwig Erhard.

La segunda parte del curso se dedicó a algunos aspectos de lo que sedeno- mina neoli6eralismo no;teainericano: el que suele situarse bajo el signo de la Escuela de Chicago y que también se desarrolló conio reacci6iiia ese "gober- iiar deiiiasiado" que a su entender representaban, desde Simons, la políticn del New Deal la planificación de guerra y los grandes programas económicos y sociales implementados durante la mayor parte de la posguerra por los gobicr- nos deniócratas. Como en el caso de los ordoliberales aleinanes, 1:i critica plan- teada en nombre del liberalismo económico se apoya en la autoridad del peli- gro representado por la inevitable seciiencia: intervencionismo ecoiiómico, iiiflación de los aparatos gubernamentales, exceso de adrninistración. buro- craiia, i161aizaii6ii de todos'los mecanismos ile poder, al mismo tiernpo que generación de nuevas distorsiones econóniicas, inducroras de nuevas iiiter-

venciones. Pero lo que despertó la atención de ese neoliberalismo iiortcaiiie- ricano fuc u11 moviiniento compleramente opuesto a lo que encoiitramos en la economia social de mercado de Alemania: mientras ésta considera que la regulación de los precios por el mercado -único Fundamcnto de una econo- mía racional- es tan frágil que es preciso sosterierla, ajusrarla, "ordenarla" a través de una política interna y vigilante de intervenciones sociales (que implica ayudas a los desempleados, cobertura de las necesidades de salud, una polí- tica de vivieAda,'erc.j, ese neoli'beralisnio norteamericano procura más bien extender la racionalidad del mercado, los esquemas de análisis que 6sra pro- pone y los criterios de decisión que sugiere a ámbitos no exclusiva o n o pri- mordialmente ecqnómicos. Así, la familia y la natalidad; así, la delincuencia y la política penal.

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366 NACIMIENTO DE LA BlOPOLfTICA

Lo que debería estudiarse ahora, entoiices, es la manera como los pr?ble- A tec- mas específicos de la vida y la población sc plantearon en el marco de un.

nología de gobierno que, sin haber sido siempre liberal -lejos de ello:, "O

dejó de estar recorridadesde fines del siglo xViri por la cuestión del liberaliSm0,

El seiiiinario ~ c o i i s a g r ó este ano a la crisis del juridico en lo" últimos anos del siglo m. Algunas exposiciones fueron realizadas por FranFoiS Ewald (sobrc el derecho civil), Catlierine Mevel (sobre el dereclio p í ~ b l ' ~ o Y administrativo). Gliane Allo (sobre el derccho a ¡a vida eii la legislacióii iiifdn- ril), Nathalie Coppinger y I'asquale Pasquino (sobre el derecho penal), al ex^"^'^ Fontana (sobre las iiiedidas de seguridad) y FraiiSois Delaporte y ~ n r i e - f l a r i e Mouliii (sobre la policla y la política de salud).

Situación del curso

Dcsde la priinera clase, este curso se presenta como la continuación directa del prccedciite. Al anuiici:tr su intciicióii dc proseguir lo que Iiabia comen- zado a decir el año anterior, Foucault aclara ante todo la eleccióii de niétodo que gobierna su análisis' y luego resume las últimas clases, dcdicadas al gobierno d c la razóii de Estado y a sucrltica a partir del probleina de los granos. Eii el siglo xviii , el priricipio de limitación externa de la razóii de Estado, que coristit~iia cl dereclio, Fue sustituido por uri principio de limi- tación interna, con l i foriiia de la e c ~ n o m l a . ~ La econoinla política, en efccto, lleva cn su seno la exigencia dc una autoliniitación de la razón gubernaiiiental, fundada eii cl conoci~niento del curso iiatural d e las cosas.Matca, por lo tanto, la irrupción de una nueva racionalidad e n el artc de gobernar: gober- nar nieiios, por deseo de ehcacia máxima, eri función de la naturalidad de Io .~~fen~n~c i ios~en c~lpssi<in..~s.~srar~~hirnaii~~~~fdihd1i~~~h.~n.~~~rsfi~e~z~ de autolimitación periiianenie a la cuestión de la verdad, la que Foucault Ilatiia "liberalismo". El objeto del curso es eiitcinces mostrar en qué aspecto éste constituyc la cotidicián de inteligibilidad de la biopolltica:

Con el surgiinieiiia de la economía polirica y la iiitroduccióii del priricipio limi- tarivo en la misma práctica guberiianiental, se efectúa una sustitución impor-

' Enel m?nuscriip del curso, Foucaulr nclaa ciiiles son los efccias polliicas de sus clercio- ncr rnciodológicaa. VParc Michel Foiicaulr, S~e~k t i , remiroirc. poprtlnrio,t. Cofrri nrr Coll>ge de Fmncr, 1977-1778, cd. dc Michcl Sciiellair, Paris, GallimardIScuil, col. Haurm tu des. 2004. clase del8 dc fcbrcro de 1778, pp. 123 y 124, nota [trad. esp.: SrgurirLid, re>7rrorio,poblncidtt.

Curro en c1 Coll>gcdr Fmncc 11977-19781, Buerios Aircs, Fonda dc Cultura Eonóniica, 2006, pp. 144-146, nora "l.

' Eri el manuscrito sabrc el "gahierno" que sirve de iiirroduccióli al seiniii?rio dc 1779, Foucaulr dcrcribc csc pnszjc conio "el graii desplazamiento de la veiidicción jurídica a la vcri- dicci6n cl>istCinica".

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368 NACIMIENTO DE LA BlOI'OL~1'lWI

rnnte o, mejor, u n a duplicación, piics los sujcros de derecho sntire quienes se

ejerce la soberanía polirica aparrcen como una poblaridn que iin gobierno dehe iiiaiiejar.

Allí riene sii piinro dc la línea de orglniz3ción de una 'chiopolí- rica". Pero jcómo no adverrir que s61o hay e n ello una parre de algo mucho mAs gr:tiide, y que [es] esa nueva razón gubernnmrnral?

Estudiar el liberalismo como marco general de la hiopolítica.'

El plan anunciado es el siguiente: estudiar ante todo el liberalisino en su for- niulaci6n original y sus versiones coiitemporáneas, alemana y norteameri- cana, y luego abordar el problema de la polirica de la vida.' En los hechos, sólo se cumplirá la ~ r i m e r a parte de este programa, pues Foucaiilr se ve en la, necesidad de desarrollar su análisis del riroliberalismo aleiiián con más exten- sión de la Ese interés en la e o p o m í a social de mercado no obe- dece únicamente al carácrer paradigmático de la experiencia alemana. Se explica asimisino por razones de "moralidad crítica" frente a "esa especie de laxismo" que constituye, en opinión de Foucault, uua "crítica inflacionaria del Estado" dispiiesta a denunciar el fascisnio en el funcionamiento de los Estados democráticos occidenta les .~s i , la "cues;i6ii alemana" queda situada en el corazón de las cuestiones rnetodológicns, Iiistóricas y políticas que for- tiiari la rraiiia del curso.

La segunda y la rercera clases (17 y 24 de enero de 1777) están consagra- das al estudio de los rasgos específicos del arte liberal de gobernar, tal como se perfila en el siglo xviii. En ellas, Foucault explicita en primer lugar el lazo entre verdad y gubernameiiralidad liberal, a traves del análisis del mercado como

' Michel Poiicaulr, manuscriro dc la primera clare. Vtirc iuprn, clasc del 10 de enero de 1979, p. 39, nora *. ' Ibid., pp. 39 y ss. El plan aqui esbozado rc precisa (y dc rrc modo rc aclara de manera

rcrrorpccriva) m& ndclanrc: vtare nipra clasc del 31 dc cncro de 1979, p. 96 y 97. Vtarc rrqrn, comienzo de la clare del 7 dc marzo de 1979. p. 217: "en un comicnro riivc

en verdad la iiirenciúii de Iiablarlcr dc biopolirica, pcro dcspugr, coma las cosas son lo que son.

rcrulra que terrniiit por hablarles cvrcnramenic Armariado exrensamcnte, tal ver- del ncoli- brralisnio, y además del ncolibcralirmo cn su forma alemana". Vtasr rambiCn el "Resumen del ciirso" de esre volumen. p. 359: "El curro dc erre aíio sc dedicó finalmcnre, cn ru roralidad, a lo qia sblo debía scr sii inrroducci6n".

'Vtarc II~~M. clase del 7 de m a m dc 1979, pp. 220-224.

SlTUAClON DEL CURSO 369

ánibito de veridicción, y precisa las modalidades de limitación interna que ema- nan de él. De ese modo pone de manifiesto dos caminos de limiración del poder público, correspondientes a dos concepciones heterogdneas de la libertad: el caniino axiomático rcvolucionatio, que parte de los derechos del hombre para fundar el poder sobcraiio, y el caniirio radical utilirarista, que parte de la práctica para definir, en tdrnlinos de utilidad, cl límite de com- petencia del gobierno y la esfera de independencia de los individuos. Caminos distintos, pero no excliiyentes entre sí. A la luz de su iiitewcción estratégica conviene esriidiar la historia del liberalismo europeo desde el siglo xix. Y ella tambidn esclarece o pone en perspecriva la manera conio Foucault, a partir de 1777, prob1em:itiza los "derechos de los gobernados" en coniparacióii con la

. . invocación, más vaga y abstracta, de los "derechos del hombre".' En la tercera clase, luego de examinar la cuestión de Europa y sus relacio-

nes con el resto del mundo de acuerdo con la nueva razón gubernamental, Foucault se,retracta se su decisión dc denominar "liberalisino" lo que en el siglo &ri se prese,nta más bien como un naturalismo. La palabra "liberalismo" se justifica por el papel que desempeña la libertad en el arte liberal de gober- liar: libertad garantizada, sin duda, pero también producida por este último, que necesita, para alcanzar,sus fines, suscitarla, promoverla y enmarcarla de manera permanciite. El liberalismo, así, puede definirse como el cálculo del riesgo -el libre juego de los intereses individuales- cornpacible con el interés de cada uno y de todos. Por eso, la incitación a "vivir peligrosamente" implica el establecimiento de múltiples mecariismos de seguridad. libertad,^ seguri- dad: los procedimientos de control y las formas de intervención estatal reque- ridas por esra doble exigencia constituyen la paradoja del liberalismo y estdn en el origen de las "crisis de gubernamentalidad"8 que &te experimentó desde hace dos siglos.

N o sc trata, desde lucga, dc asimilar la problemdrica de las "derechos de los indirociñble del fcnónieno de la disidencia ("Case Michcl Faucaulr. "Va-r-on exrradcr Klnus Croirranr?", en DE, vol. 3, nilm. 210, p. 364), a la problcmárica de Ir indcpciidencia de los gobcrnadar según clcilculo urilirarisra, sino de subrayar una proximidad, quc sin duda no cr ajcm al inccitr que por enrances Foucault maniticrra por cl libcralirmo.

'Vtasc rup& clasc del 24 de enero de 1979, p. 90.

Page 184: Foucault, Michel - El Nacimiento de La Biopolitica

370 NACIMIENTO DE U\ DIOI'OL~TICA SITUACIÓN DEL CURSO 371

Ahora, la cuesiióii pasa eiitoiices por saber que crisis de gubcriiaiiientali- dad caracteriza el mundo actual y qué revisiones del arte liberal de gobernar ella ha suscitado. A esta tarea dc diagnóstico responde, a partir de la cuarta clase (3.1 de eiiero), el estudio de las dos grandes escuclas ncoliberales, el ordolibe- ~alismo alemáii9 y el aiiarcoliber~lisriio nottearneri-o,'' única incursión de Foucault, a lo largo de su eiiseíiaiiza eti el Collkge de France, en el campo de la historia contemporánea. Esas dos escuelas no sólo participan de un mismo pro- yecto de rcfundacióii del liberalismo. Tatiibikii representan dos formas.distiii-. tas de "crítica de la irracionalidad propia del cxceso de gobierno":" uiia Iiace valer la lógica de la competencia pura en el terreno econón~ico, a la vez que encuadra el mercado mediante un coiijuiito de intervenciones estatales (teo- ría de la "polltica de sociedad"), iiiientras otra procura extender La racionali- dad del mercado a ámbitos coñsidcrados hasta ahora coiiio iio ecorióriiicos (teoría del "capital Iiiitiiario").

Las dos últimas clases se ocupan dcl iiacimiento de la idea de horno eco- nomicur, en cuanto sujeto de interés distinto del sujcto d& derecho, eii el pensamiento del siglo xvi i i , y de la noción de "sociedad civil", correlato de la tecnología liberal de gobierno. Mientras el pciisaniiento liberal, en su ver- sión mis clásica, opone la sociedad al Estado, como la naturaleza al artificio o la espontaneidad a la coacción, Foiicault pone en evidencia la paradoja que consiituye su relación. La sociedad, en efecto, representa el principio en cuyo nombre el gobierno libcral tiende a autoliniitarse. Obliga a éste a pre- guntarse sin cesar si no gobierna dhmaslado, y cumple, en este aspecto, un papel critico coi1 respecto a todo exceso de gobierno. Pero constituye asi- mismo el blanco de una intervcnción gubertiaineiital periiianenre, no para restringir en el plano yrictico las libertades fotmalmcntc otorgadas, sino para producir, multiplicat. y garaiitizar esas libertades requeridas por el sistema

' Conlo la bibliograRa fraricesn sobrc cl reina es exirelriadaiiicnte reducida, al margen de la tesis de Fiangoir Bilgrr (LR Prnric ¿coconomiqur libirnl &nr 1;41kmagire co>>umporninr, París, Librairie gtntrale dc droir cr de jurisprudcncc, 1964) dc la que se vale Fouwulr, señalenios la aparición recicnrc dcl coloqiiio L'OrdolibCrnli~me allrmnnd. Atlr~oi<rrer de I'tconomic ~orinlr de rnnrcl~d, dirigido por í'atriciñ Commun, Ccru-l'oncoire, C i i aC lC i~C, 2003.

' O Véase ~u/>m, "Kesuiiicn del curso", pp. 364-366. " Ibid. pp. 362 y 363.

Iiberal.l2 La sociedad, de tal modo, representa al misino tiempo "el con- junto dc las condiciones del ineiior gobierno liberal" y "lasiiperficie de trans- ferencia de la actividad gubernanicntal".'3

"Vtuc la última clase dc Michcl ~oucaul t de Siri~riré, rcnitoirr ..., op. cit. (5 de abril dc 1978, pp. 360-362) [trad. esp.: Srgitridnd, rrrrirorio ..., op. cit.. p p 403-4051, a la cual Foucault rcmitc dc manera impllcitad hablar dr "un gobieriio oiniiiprcseiire [...] que [...] rcrpere la rspe- cifiddad de la economí<, pero que a la vez dcbe "adinii\istrar la sociedad, admi~iisrrar lo social" (n'prn, clase dcl 4 de abril dc 1979;p..336).

'' Manuscriro dc 1981 sabrc "el libcralisrno coma arte dc goberiinr", en cl cual Foucaulr. d remitir al seminario del a" aariterior, rccapiriila sil ~iiilisis del libcralirmo. Ese ziiálisis debe ompniarsc, sobre todo, con el piopoesw por Pierre llasanunllaii, Lr Capapitalirrnr iilopiqi<c cr i -

riqur & lidiologir ¿co»omiqrrr; l'arls, Seiiil, col. Saciologie poliriquc, 1979. pp. 68 y 69 Iriad. ap.: Elrlpiralirmo nriipico, Bucnor Aircs, Nucva Visióii, 2006] (recd. con el rínilo dc DLibimlirmr ¿conomiqr<r Hirmirrdr I'idic dir drnnrhC, I'aris, Scuil, col. Poiiirs Politique, 1989). can el cual a

vccer. parece dialogar (vCarc la referencia de Foucault a estc libro cn el "Resumen del curso", ,-/ira, p. 362). ' Michcl Scriellarr es profesor dc filoroBa polírica cn la Escuela Nor~iialSupcrior de Letras

y Cicncias Hurnanas dc Lyofi. Es auror dc Mochiouilirmr ñ k i r o n &lar, París, PUF, 1989, y Lrr Arrr drgouurnrrr, París, Seüil, 1995. Tradujo asiinismo, de Michñel Srolleis, la Hirtoirt dtr droirpublic r>rAllt»ingnc kz rliioric dn droirpr<blic impirinl t t kz rrrrncr dc kzpolite, 1600-1800, Pails, PUF, 1998.

[La prcscnre "Situacióii del cursa" ha sido cxtraida de la "Siruarion des courr" incluida cn Michel Foucaulr, Sicr'rir!, rcrriroire, popf<kzrioit. Coun au Coll?gc dr Fmncr, 1777-1778, rd. dc Micliel Senellart, l>arls, Gnlli~iirrdIScuil, cal. Hautes firudcs. 2004, pp. 400-403 [rrad. esp.: "Sitiiación de los curros", en Scgruidad, territorio, pobkzcidn. Cvtro en <1 CollEgcdc Frnncr (1777-1778). Biicnos Aiics, Fondo de Cultiin Ecoiióinica, 20061.

Page 185: Foucault, Michel - El Nacimiento de La Biopolitica

Abundancial~casn: 50 n. ('mirrerio de la ahiindariciz moderna" [ ~ ~ h i , i & j ~ ~ ~ ~ ~ i r s o s escxsos): 273 n.; vémr Ilobbins-

Abuso de la sobernnla: 29; vPareExceso. Eucken y el plan Mansholr: 172. Acción penal: arnbienral: -102:

(neoliberalismo iiortearnericano). Acciones ordenador=: tina Po l i t i a

de marco", prefiguración del Mercado Común, Acciones reguladoras

de las -: conrrol de la inflacibn, estabilidad de los prccios: 170): vinrrlnrervencionisrno nenkantiano.

Arnbicxital (recnologia), arnbienralidad: 304 n.

Análisis de lar niicropodcrcs, procedimientos ' ' . de giibernamcnralidad: 218.

Análisis del neoliberalismo (desde el punta de visra de la moralidad crírica): 21 R.

Anarc~ca~iralisrno norreamericano: 132, 162, 179.

Anñrcoliberalisrno (Escuela de Chicago): 149, 191.

Anriesrariarno: 94. Apiraro(s) diplomático rnilirar(es)

y pluralidad de los Estados: 21. "Arbitraje de 10s consiirnidores"; vianrr

Ncolibeialisrno (principios generales del -), Rougier

Arre de gobernar (en la verdad; en la racionalidad del Estado soberaiio, ajlisrado a la razón de Estado, a la raz6t1 guberiiaiiienraI);.G-21; "Ponre Liiniración, Autolimiracióii. Razón gubernaiiiental; (en la mciorialidad de los agenrcs econóniicor): 16-21; (en la racionalidad de los gobernador): 357.

Arte de gobernar cconórnicarncnre y arte de gobernar juridicarnenre; v i ~ n r ~ ~ r n i r a c i ó n , Aurolirnitación, Sociedad civil.

Arte liberal de gobernar (en el siglo XVIII):

69, 81, 90, 124,335; r,¿m 1.iberalisrno (clisico).

Arre neoliberal de gobernar (abandono del sisrenia de tipo ke~nesiano, gestión de la liberrad, doctrina de gobierno como criren'o de la accidn gilbciiiarnenral): 83, 84, 123-129. 154, 157. 187; vC~nre Polirica de sociedad, Fstilo econón~ico,

Erhard, Eockeii, Ropke, Spietlioff. Ai~rolirniración: 7,im~Liniiración.

Diopolitia: 40, 41, 44, 45, 97 n., 217,359.

Page 186: Foucault, Michel - El Nacimiento de La Biopolitica

374 NACIMIENTO DEL ~NDICE DE NOCIONES Y CONCEPTOS 375

Buen precio: 48, 72; ~PnrpFisiócratas.

Cálculo, rnrio gubernamental y prácrica guberiiamenral: 19, 27, 28, 33; vianrt Autulimitación, Utilidad. (-del equilibrio europeo): 80; vdareMetternich. (- mercanrilista): 70, 71. (-penal, principio de racionalidad aplicada al cii?~eii, siglo mi l ) : B 7 . (- planetario, nucvo ripo de): 74.

Campo de adversidad de los ncolibcrales alemanes (el socialismo de Escado bismarckiano; cl dirigisin o kcynesiano; esencialmente, el iiazismo): 135-143.

Capiral (-,lo que hace posible un ingreso scgúii el criterio de la idoneidad); v k r ' í c o r í a del capiral humano. (del - al capitalismo): 134; iiim

Crisis. Capiralisino

( - e iiistirución jurídica): 196. (-y monopolio) [Schuiiipeter]: 213,214. (figuras históricas del -): 196. Véame Historia del capitalismo, Racionalidad, Sociedad.

Capitalización: 177; véase Política social privatizada.

Cotnmon Laux 16 11.

Conipereiicia (- enrrc Estados, principio de liniiracióti exreriia de la razón de Estado): 20-23, 31,41; V C N ~ Li~nitación. (acción reguladora dc los mecanismos de -): 154, 167.

(ausericia de - e inflación): 160 11.; vr. estabilidad de los precios; uimc lliieff (la -, priiicipio [ncolibcral] de rormalización, jiiego fornial entre desigualdades): 15 1 - 1 9 ; vémt Jiicgo; vr. dato dc la naruraleza, tiioiiopolio.

Comparnmieiito(r) . . . . . , , . o S

(- rcoiióiriico del sujeto individual): 292. (racioiialidad interna dcl L humano, objeto dc anáJisis ccoiióiiiico) [Robbins]: 261; vCmrTeoria del capital humano. (sociedad productora, consumidora de - conformes): 297, 298; vPue Neoliberalismo naircamcricaiio.

Conducción (principio de la-, Fiibrc~t~~in): 142, 143.

Conducta: 293. (- econóiiiica, de meicado): 305-307; u!urTcabñjo.

Consumo socializado, colectivo: 175. (-y rcdisrribucióri permanente de Los ingresos): 234; uime Política social

Conrraro: 24, 25. (-, expresi6ii de la voluntad jurídica y del interés) [Hurne]: 313, 314: [según Bla+oiie]: 313, 314. (doctrina del - y sujcto dc derecho): 317. (teoría jurídica del -): 317.

, . control (procedimientos de -): 87, 89,

90; "Pase Liberalismo ( - e intcrvcnción): 89, 90; ?,Pare Inrcrvención.

Crcciiniciito (-de la demarida jtidicial en el Ertado de derecho): 210, 21 1. (-indefinido del Estado, expansioiiisrno endógeno): 218, 219.

Crimen (teoría económica del -: liiriitación de las exreriialidades negativas): 293 n.; vdmeUtilidad.

Crisis (-, contcnro de desarrollo del ncolibcrñlisiiio): 227. (x de gubernamenta!id.ad, del .. ,. dispositivo de gubcrnanieiitalidad): 90-92, 94. 95. ( - dc la cconomía liberal): 90-92, 150. (-del capitalismo): 92. (concieiicia de -): 90. (efectos de -: devaluación, ineficacia de la capitalización individual, desocupaciún, pollrica de pleno empleo y cobertura social): 233, 234; u+> olírica social. . . . ..

Critica (- interiia de la razón gubcrnamcriral): 29; viomt Artc dc goberiiar, Limitación. (-política del saber): 54.

, . Deber ser del Esrado,

deber haccr dcl gobierno: 19. Decisiones surtituibles (naturaleza

y cotisecucncias de las -), objero de análisis de los iieolibeialcs iiorteamcricanos: 260; UI. Adaiii Sinith.

Dereclio(s) , , ,,

(- ~ditiiiiistraiivo eii formación): 63, 64. (- cosniopolira): 76, 77. (- iiitcriiacioiial): 76, 77. (-natural): 25. (-naturales): 58; (limitación de los -:' principio de la tniisfereiicia) IHumcl: 316. (- origiriario[sl): 25, 32, 60, 61.

(-penal [reformadares del siglo xviiil: dlculo utilirario decirro de ucia estructura jurídica, práctica penal scgiin el crirerio de urilidad): 290; "Cm Utilidad. (-público): 24, 25, 56-58. (- eii foriiiació~i): 63, 64. (-soberanos): 35. (el -, priiicipio de limitación interna de la práctica gubcrnamcnrai segúii la raz.6" de &cado): 22-25, 28-30; viamcArte de goberiiar, Liiniracióti, Rarón de Estado. (rcdeFiiiiciúii del - por lar ordoliberales): 190; viur Principio jurídico d d h a d o

Derechordel hombre, derechos Iiuiiiarios: 59, Gl; (axiornática fundamental de los - y cálculo utilitario dc la ilidepeiidencia dc los gobernados): 62.

Dereclior Fuiidameiiralcs: 61; (jiiego coniplejo eiiire - c iiidepeiideiicia de los gobernador): 64, GS.

Dereclios imprcscripriblcs: 24, 59, 63 11.

Desigiialdad (igualdad de la - [neoliberalismol: ahorro e invcrsión): 174-178. (-y cobertura de los riesgos): 177-1 79; vbasc Polític~ social.

Desocupaciúii y plcno empleo en el régimcn neoliberal: 171; vimePolíticn social.

Despotismo (cotic6pcióti fisiocrÁtica dcl -): 81, 82. (crítica del - en el siglo xviii): 95. (el -, podcr sin liinitacióii externa): 31.

Disidencia polirica dcl siglo xx (cxiliu polirico, polltica del exilio): 94.

Page 187: Foucault, Michel - El Nacimiento de La Biopolitica

376 NACIMIENTO DE LA BlOl1OLfTlC~ ' Docrrina liberal rrndicional

y neoliberalisino (desplazariiienros e inversiones: del intercambio a la compcrcncia): 150, 151; vhnre Compcrcncia, Inrercainbio, Liberalisii>o.

Economía (- dc la criminalidad, de efecto oligopólico, aplicada a la droga cii los Estados Unidos): 293. (-de mercado, principio organizador- y regiilador del Esrado [programa ordolibrral]): 148, 149, 152: (-socid de mercado): 101 n.; vPus~arrErliard; 21:. politican del lairrcz-/nirc (-de poder liberal): 86. (- d' irigida, ' ' en Alemania): 137-139; z~Parr Radicnau. (- proteccionista en el siglo xix): 210. (1, - conio juego, juego de empresas): 208, 209. (liberación de la -de las ratriccioncr crnnles): 101-103.

Economía politica: 30-35,40 n., 45. (-y autolimitación de la razón

y limitación del poder público): 30-35, 57, 58; vimc Liiiiitación. (-y distribución de los poderes): 30.

Economicirta (aplicación de la grilla de inteligibilidad - a fenómenos no ecoriórnicos): 276, 280-287, 306; (a los fenóineiios sacialcs): 276; (a los compartamieiiros no econhmicos: la criminalidad): 286.

Enipirismo inglCr: 31 1. Eliipresn: 182-184.

(6rica social de la -1: 183.

(forma "empresa" [inulriplicación de la - dentro del cuerpo socid, objcrivo de la polírica neolibenl; reinforniacióii de la sociedad rcgún el iiiodelo de la -11: 277, 278. (rociedad de -): viart Sociedad. (unidad -) [programa ordolihcrall: 184, 185. 211, 213, 264; uin<rSujero.

Enriquecimienro (- colectivo y - indefinido): 73. (-de Europa): 73. (-del Estado, objeto de la economía política): 31; (-por la polltica de laiirrz'im): 124.

( ~ ~ ~ c a i i i s i n o de - muruo por la libertad de mercado, globalización): 72, 73.

epoca de la razón de Esrado: 60, 74, 356. Gpoca del inercanrilirino: 74. Equilibrio europeo: 70-73, 75, 80, 81. Eqiiilibrios inrernacionales: 69. Era de la polirica: 35. Era de lar lib&rader: 88. Era de tina historicidad económica: 72. Era del gobierno frugal: 44. Espacio

(2 de libertad de los socios económicos y legitimaci&n del Esrado [Aleniania, 1948-1): 135. (- del niercado arerrirorial): t i h t

Fergusan. (claboraci6n de un - planerario): 74,75.

Estado (-hurgues cnpinlisra) [ordoliberales, critica de Sombarr]: 144-146, 150, 190. (-de deredio): vimr Formnlización. (-de justicia): 23. (-de partido): 140-143, 223-225: tiPare Conducción.

(-de policía): 21-25, 55, 74; (ilimiración [de los objerivas internos] de la gubernamenrdidad del -): 55. 56; vr. Iiminclón del arce de gobernar segrin la razón de Esndo. (- económico [ordoliberales]: objetivo de renovación del capitalismo): 149. 192, 193, 202-206. 213; vfnrr Libertad de mercado; r~r. Esrado de policla, i'nrervencioiiismo administrativo. (- totalitario).: "Par Estado de parrido. (-y sociedad civil): 96, 97; uimr Saciedad civil. (arbitraje del -1: 192, 193; vCmr Neolibcdismo. (el -, efecto móvil de un rCgimen de gubernsmenralidadcs rniilriples): 96. (el -, objerivo por coiisrruir): 19-23. (especificidad plurd del -): 20,21. (perdida del estatus dc persoiialidad jurídica del - en cl regimen nacioiialsocialisra): v é m Pueblo.

Esrados (no absorción dc los - en el imperio): 20,21.

Estatización (problema de la -): 95, 96. "Estilo económico", IVirrrrhafrirriI

[Spiethoffl: arce de gobernar económicamente: 128 n.

Estilo gubernamerital del -): 163; véanre Monopolio, Acciones conformes, Política social.

Europa clasica de la baianra: 73. Europa tomo región econ6niica

particular: 80, 81. Europa del enriquccimierito

colecrivo: 73. Europa itnperial y carolingia: 73. Europa y mercado mundial: 78.

Exceso: 34. (-de inrcrvencionismo): 90, 91. (-del gobierno): 29; vPmcAbuso; ur. liniiración, radicalismo, razón guberiiarnental.

Fisiócrarar: 31, 41, 72. 82. Formalización del marco jurídico

ccoiiómico del Estado de derecho: 209.

Frugalidad gribrrnamenral (principio de la -): 303 n.; ~PaseGobirrno frugal.

Genealogía: 51 n. Genealogía de regímenes

veridiccionales: 53. G~s~ILchaji~olirik vlare

Política dc sociedad. Gobierna

(- económico): 31. (-frugal: sisreniñ de la razón

del menor Esrado, siglo xviii): 44.45, 56, 364. (- iiirervcntor): 162. (-según la razón de Estado): 20. 21;

' vc'arcArrc de gobernar (fronteras de la competencia del-): 59.

Gobierno de los hombres: 16, 17, 28, 29. +

(- liberal, criterio dc urilidad del): 67; viare Utilidad.

Gubcrnamenralidad: 32, 45, 46, 55, 61, 62,79, 83, 84, 94-96, 109; véanie Arrc de gobernar, Crisis, Imperio, Estado, Naturaleza. (- alemana 11948.1): 105, 106. (-de parrido]: 224; vénrr Estado totditario. (- erraral inregral): 55; ulmc- y pura ra7.611 de Estado.

Page 188: Foucault, Michel - El Nacimiento de La Biopolitica

378 NACIMIENTO DE 1 fNDlCE DE NOCIONES Y CONCEPTOS 379

(- individualizadora, cn el réginicti capitalisra): 303 n. (- liberal) [según Ttlrgor]: 96, 97; (- neolibcral, ccoiióniico política) [scgiiii Erliard y Schiller]: 96, 97, 108-112, 115, 116. (- moderna): 39 ti.; vPmr Iiidependencia de los goheriiados. (- soualisra): 117-120. (-y cdlciilo dc utilidad): 60, 61, 69; vPmc Urilitarismo. (-y dereclio piiblico): 56-58; vimr l.imiraciÓn. (-y derechos del hombre): 59. (-y liberrld fi~iidaincntal): 28, 29; uimr Bcnrhain. (-y objerivor dc la política): 59. (-y pura razón de Estado): 55, 56. (cosas en si de la -): 65, 66. (dcliiiiitacibii de la -): 59. (priácticas de - y probleiiia del Estado): 96; iiPm Crisis.

Heterogeiicidad: 61, 62. < (-entre doctrina dcl conrnro y

doctrinadel sujeto de derecho): 317, 31 8; v é m Coiirraro (reoria jurídica del -).

Historia de la cconoinia, por cruce del andlisis liistórico dc los sisrcrnas y del aiiáiisis formal de los procesos ecoiiómicor: 153, 154.

Hisroria de la gubertiarnentalidad occidciital: 51.

Historia de la verdad acoplada con una historia del dereclia: 53.

Iiisroria de la veridicción, de los regirnenes de vcridiccióli: 53-55.

Hisroria dcl capitalismo: 195-197. Historia del dcrccho: 53; .!

(-del dcrccho del niñr

cn el siglo mili): 74. 75: (-del derecho de pfopicdñd): 63.

Historia del exilio politico: 94. Historia del 19. I-listotia del individuo: 340 $1.; uémnrc

Fergusuli. . ,

I-lisroria dcl liberdismo eniopeo: 63' 96, 97.

Historia del niercado jurisdiccioiial y luego veridiccional: 51, 52.

Historia del inonopolio: 164 11. Historia del poder público en OccidcnCc:

63, 64. Hisroricisrno: 18, 19; vin~c universala Horno econorninl<: 182, 264-266, 23''

290, 292,293, 306-31 1, 313, 3t7' 319,320,325,326,331-336, 3J7' 350, 370.

Homogc~icizacidii de lo hererogCne? (convci.geiiciñ de intereses): 319.

Imperio: 79, 80; vimeEsrador. Inipuesto negarivo: 242-246. Independencia de los gobernados: 61-63,

65,369. Individualización dc y por la polítiLa

social lordaliberalesl: 177: v i d . . . Políricarucial

Individuo(s): 22, 61, 65, 6G. Iiidividuos-siibdiros (del soberana):

23, 39 n. Inflación: 125 ti.; t,¿nn~cCrisis

ccoiidiiiica, Eiicken. Infl?ción del sabcr: 289. Iiiflacioiiisrrio critico: intercairibiabilidad

de los andlisis [iieoliberalisnio. 1930-19451: 219-221.

Instiiuciones (-de encierro): 52.

(-judiciales): 23-25; (de la primacia de la ley a la priniacia de la -): 21 1.

Instituciones pcnalcs: 52, 53. Intercambio

(-y electo imercancia): 182. (-.y i!rilidad): 64; vintire l!ircrés, ~Libcralismo, Urilitarisino. (del - a la <omperericia [principio " del inercado], dc la equivalericia aladcsigiialdad): 150, 151, 182. (el -, daro de la nart~ralcza): 152, 153.

VPe<cMeicaniilisnio; vr. competencia IrircrCs y voluntad jiiridica (lazo entre -,

e n el siglo XVIII) [Blacl~rone]: 313-315. (cálculo del -, frente a la no rotalizable) [Adani Siiiirlil: 3 19, 320.

Intereses (manipulación de los - iiidividuales y colectivos): 64, 65, 85. 86. (prarcccióii de los - individi~alcs, colectivos, individualesicolectivos)~' ' vinnrclJiligro,~Seguridid, Política social.

lnrervericioncs [del gobieriiu] (probleiiia de la naturaleza de las -): 162, 163.

I n r ~ r v e ~ ~ ~ i o n i ~ m o (de los poderes públicos en la economia): 97-100, 121 n., 142, 144-146, 158-163, 168-170, 179, 180. (-judicial): 21 1; uéarePrograiri~ ordoliberal. (-social ordoliberal. "a titulo de condición histórica y social de posibilidad de iiiia

ecoiioiriín de rncrcado"): 189, 190, 213, 215, 216. (no -político cn cl arnbito ecoiióinica) [neoliberalisnio]: 168.

Irracionalidad ecoiiórnica (anulación de la - por iiiedio dc una nueva racionalidad social) [Escuela dc Frhcforr]: 134.

Irr~cioiialidad social (anulación de la - par mcdio

, . de una redcfiiiicióii de la racionalidad ccoiidniica) [Escuela de Friburi;o]: 134; "Pare Weberismo.

"Juego" (-de la competencia): 70, 7 1. (-de los interesa): 65, 66. (-en el Esrado de derecho): 208, 209.

]uridir~cióri del iiiundo: 75. Jiirisdiccióii y veridicción (cruces enrrc):

52; (jurisdicciones de tipo policial, por ejemplo insririicioiies asilares y peiialrs, y proceso de veridiccióii; pasaje de la prlctica jurisdiccioiinl n

las prdc~icas veridiccionales): 52, 53. Juristas y leginladores

de 1s Revolución Francesa: 59.

Legalista (solución - cn el siglo )(viil): v i m Dcrcclio penal.

Legislación anrimonopolista: 85, 90. Legislación cconóniica (forrnalización

de la -): 58, 206. 207; 01, planificación; oPmcl-layck.

Legitimidad del soberano (coridiciones de la -): 58.

Legitirnidadlilegiriniidnd: 34. I.iberalisnio

(- acrual): 81. (- aletiiAii coiitei~iporáneo): 41. (- dc las fisiácnras): 41. (-de los iiriliraristas ingleses): 41 (- ccon61i>ico y - polltico): 121 n. (-europeo): 61, 62.

Page 189: Foucault, Michel - El Nacimiento de La Biopolitica

380 NACIMIENTO DE LA BIOPOLJTICA fNDICE DE NOCIONES Y CONCEPTOS 381

("- positi\~o"): 161, 162; vPflnrr Iiiierveiiciooismo federal, Ropke (-sociológico) [R6pke]: 180 n.

(-, iirilidad y valor de cnriil>io): 66, 67. (-y biopolítica): 41. (-y cuestión de In frugalidad del gobierno): 45. (-y equilibrio europeo: del juego ecoii6mico de suma cero ,

al enriquecimiento colectivo e indefinido): 72-74; vPase Mercado. ,,, .. (-y exrelisión de los proc~diliilciiras de control): 87. (-y lil~ertad en el siglo xviii, relnción de produccióiildestrucci6ii): 84; ( -y libertades): 41, 61, 81, 82, 85. (-y nariiralisrno, siglo xviii): 81, 82; véame Kaiit, Ada~n Siiiirh (cl - coiiio auroliiiiitacióii de la razón griberiiainerital): 39-41, 66, 67, 69, 81, 82: vénie I.imiraci6n.

Liberrad (-de coniercio): 84. (-de mercado): 72,73, 161 n-.; (-del inciado eii el Esrado de policía: libertad de piivilegins): 124; vCme Políticas del Inirrrz-jair~, (-del mercado y derecho público): 57, 58; (-y legislacióii aiiriiiioiiopolista): 90, 91. (-del comportamienta en el regimen liberal): 85. (- económica íuridadora y gíranre del ~ s t a d o , eii la doctrina neoliheral del gobierno): 132, 149. (- Fiilidnmenral): 28, 29. (- individ~ial, de los individuos): 86-88.

(concepcibii jurídica de la -): 61. (concepciones hererog4iiear, "radical" y ievolucionaria, de la -): 61. (coiisiiin;iciÓii de la -): 83, 84. (costa de praducciónde 12 - en el régimen liberal): 85; (definición del costo eca~ióiiiica dcl ejct.cicio de las -1: 90. (incrementn de Ins -1: 89.

I.ibertad y scgiiridad (el jiiego): 85, 86. Liiiiitacióri: 56.

(-de derecho, exriinseca a la razón de ~srado): 25, 26,29. 30; (-jurídica del poder público, dq1 ejercicio del podcr polirico): 57, 58,63. (-de Iieclio d r l a prdctica giiber~ianicntal): 26-28; (-por el cdlculo de urilidad): 69; (- par la recnificación) [según los ordoliberaler]: 147; vémNarursleza. (- intrínseca a In nz61i gubernainent'al, lirnitaci6n [auto-] del arte liberal de gobernai): 26. 27.

Idniira del dci.eclio de la soberanía: 59.

Ley(es): 61. (-de la aaiuraleia): 33. (- fundarnenraler del reino): 24. (fuerza dc -, rnfommenr oflnrii, r r f i rmen tde la-): 295-301. (individualizaiión de la pricrica de la -): 304 n.; iiCnr~íiibiinnles. (la - en el Estado de dereclio): 208,209.

Ley y orden, Inui nndordm 96, 97, 210. Lógica de la conexión '

de lo heterogeneo: 62. Lógica de la honiogerieizacióii

de lo onrradictorio: 62.

"Maiia invisible" (teoría de 13 iniposibilidad de una soberanía económica, recusación del Estado de policía. descalificación de una razón polídca que re ajuste al E~rndo y sii soberaníx) [Adaili Siiiiili]: 326-330.

"Marco" (-, condición de existencia del rncccado) [ f ~ r n i i l i s i ~ o ordolilieral]: 172. (-de juego): 304 n. (-de la< acciones ordenadoras): 174. (-del Estado ' de derecho): 208,209. (- institiiciolial de In sociedad capitalista) [Schiinipcrer]: 214 n. (- polírico y nioral) [Ropke]; iddrt

I'olírica de marco. VéaseMedio unbienre, Medio. Mecanismos cornpeiisarorios

de la libcrtad (inflacióii <e los -): 90.

Mccaiiismos competitivos (papel regrilador de los - '

en la Geielhchafpolitik): 179; (forrnali7;iciáii de los -): 195.

Mecaiiismos de intervincjóri económica: 91.

Mecanismos de jurisdicción: 52. Mecanismos de seguridadlliberr~d.

dcl juego segiiridad/lil>errad: 86. Medio

(- an~bicntd y forniación ' '

del capital humano): 270; uémcTeoria del capiril hiirnano. (variables del -1: 308-310.

Mrdio arnbieiit=, ambienre, . enrorno: 308 n.; ~PmeSkinner.

(- social, die iozinle Umri,eli: ordct~il~niento del -, "desplazainienro dcl centro dc gravedad de la acción gubernnmcnral lizcia ahnjo"): i 81-184 [Ropke]; vémr Polirica de la.vida

Mercado: 48, 49, 63, 64, 80, 81. (- comperirivn, en la coiitndicción enrre coinperencia y rnonoFoljo): 197, 198. (-europeo, indefinido, mundial): 73-75. (codificación de las prácticas del -, siglas w i - m i ) : 35, 36. (el -: conexión de iin,rCgiiiieii de verdad con la pdctica gubernainental): 55. 56, (el -, lugar de concxibii del intercambio y láutilidad): 62, 63. (el -, lugar de jilrisdiccián, de la j!isricia distributivo): 47, 48. 50, 64, 72. (el -, lugar de veridicción: ,

de formación de verdad, de verdad, principio de vrridiccióti, de verificación y falseamiento): 45-52, 64, 72; riPnrr~an~dillnc. (el -, regulador econhmico y social): 172. (principio ccoiiómico del -dirociado del principio polirico del lnirrfz+irp): 158; "Par Neolibetalisnia alemin. (regulacián del -, priiicipio regulador económico de la sociedad) [economía neoliheral]: 113, 181, 182.

Mercanrilisino: 20, 21, 50. 51, 70,71. Mérodo del condicionarnienro

gubernaiiiental exhai>srivo: 40 11.

Mirodo del residuo jurídico necesario y suficiente: 40 n.

Page 190: Foucault, Michel - El Nacimiento de La Biopolitica

MCrodos de tia~isaccióti: 40 n.; u é m Liberalisino

Moiiarquía adiiiiiiisrrativa: 83. Monopolio

(accióri del - sobrc el riiecanismo regulador de la cconornía, sobrc 10s precios): 167, iG8. (itiestabilidnd del -, juego de variables): 166, 167. (limite dc las posibilidada del -: campo de acciifi mundial) [Voii Mises y lliisrow despuCs de Bismaick]: 165, 166. (pandoja del - en el rdgiiiicii liberal): 163-168; vénnreMises, North, Ropke; vr compereticia. (priiicipio del -): 164.

Maiioyolio y compercncia (relaciones de compatibilidad): 165-IG7.

Nacioiiaiisrno: 121 ~i.; vtareLiit Narurale~~: 33, 34,75-77. Naruraleza (aplicación a la sociedad

de uii esqucma de iacioiialidad ' prolpio dc la-): 147,148.

Naruralcza y ejercicib de la guberiiamcnralidad: 33.

Naturalidad: 33. (-de los objetos): 40 (1.

(- cconóniica): 40 n. Naturalisiiio: 81, 82. Nazisiiio: 138, 139, 146; ~ P m ~ C a n l p o

dc adversidad.' Neoliberalismo (principios generales

del -1: 192, 193; v4acRougier. Ncolibcralistno alciiiiii, urdolibcialisirio:

99, 100, 123-216. (coiidicio~ies del -: aiiiquilacióii del Estado, exigencia de recoiistrucción, 1948.); 99, 100; ~PmOrdolibcrales.

Ncolibeialisiiio fiaiicés (condicioncs: la Libcración) (inicios del -: sisiema de.disoci~ci>" eiiire funcioiies ccoiióiiiicas

y sociales): 240. Ncoliberalismo iioricxmcriuioo: 1 4 9 - ? ~ ~ ;

anariolibcralisko 149, 150, 190, 191. (coiidiciones: desarrollo de un hado ,

impcrialisia y tiiilitar): 253. Ncoiiiargirialisma aiistríaco: 94, 98. Narma (la -): 303 n. ,

Orden (- cconipctiiivo regulndoi de la ecoiiurnia): 174; vJa>rre Comperencia, Programa lihcral. (- ecocióiiiico jyídicoi,cii cl nivel dc las relacioiies de producción): i94; vdnre"Sirtcrnd'. (-natural, siglu xviii): 193, 194.

Orden dc la ecoiiamía (Winichn/i~ordnung), ordeli económico a la ver principio y cfecio de su propia regulación: 200; vlmeOrdolibcralisiiio; m. Estado de derecho, wle of laru

Ordoliberal (prqgran;a), Ord?tungrtlieorit 109 n.; vPmeEuckeii.

Ordoliberales (Escuela de Friburgo): 125-134, 137-140.

Peligro ("no liay liberalisiiio si: cult~"a de¡-"); 86, 87; &e Mccanisiiiui de seguridadlliberrad: 86.

Pluiismo (crliica dci -) [Ropkc]: 111 ",, 140 i i . , 141 n.; véarire Beveridge, Goring, Rarhciiau, Scliacht.

I'leno ciiipleo (-, objetivo de las de sociedad eii tieiiipor dc crisis): 233.

( - e icitrrvciicioiiisi~io del Esrado): 98 n., 100; uéatue IJolítica social. Kcyiics.

Podcr político (ejercicio del - sobre los piiiicipios d c "iin ccotioinía dc ~iierc;~do): 157. 158.

IJodcr real: 23-25. Politic;i(s) . '

(-de Inirier-fnird: 158. (-de marco) [Euckeiil: 172-174. (- ccondlnica '"activa", "vigilznte"): i62 t i . ;

(- econániica pioteccioiiisr;i) ,. [List, iras el fracaso del Zollverein]:

136, 137; (asociada i uiis ecanoniín kcgiicsiaiia) [Ratlieiiau]: 137-139. (- riacionnl y ecoiioniia liberal:

'

piulilcnia dc co~tipatibilidzd): 136, 137. (- social; objetivo. en uiia ecciliornia dc bie~ieíni: '"disrl.ibucióii rclaiivamenrc cqiiitaliva eii el accegq de cada uiio a los bienes coiisiiinibles"): 175; 'vénrzre Coiisuiiio socializado, Inrervencionismo social; v i Ropke. ,

(-social iiidividual: la capiralizacióti): 177; venv Individiializacióii; (-social ordolibcral y -): 137; uPmc Mreiitaiio; (-social individual ). espacio ccon6niico): 177; u é m Ricsgn . (-social privarizada, dc trnlisfcreocia): 179. (-social y crisis: la Seguridad Social en Francia, dcscuento de l& caigas dc la iiiasa salarial): 140 ti., 148, 219.223, 234-240; uéanreIJleno enipleo, Laroqiie; ?ir. pleiio eliipieo. (objetivos dc la -): 65, 74.

I'olírica dc la vida, I/itnlpoiitik [Rüstuw]: 184. 185, 278, 279.

I'olítica de sociedd, GcrrliJclinji/101i,ih (ordolibcral: anulación de los mccanisnios coiiipciiiivos): 175, 176,' 180, 189, 170; (respuesta a una situación de crisis

, Eg"diiiica): 233, 234. Poliiica y economía (bipolaiidad,

disimctrla ccirre -): 37; véme Aire dc goberiiar.

"Precio de proi>orcióii': 48 ir.

"Prccio dc rigor": 48 11.

Prccio justo (jrrrrumpr?tiun>): 46, 47.

"l'wcio iiaiiiral" [Boisg!iilbci-11: 48, 49. "Prccio tiurrnal": 48,49. Priiicipio de la utilidad niargiiiil: 198 n.;

vé,ue Uiilidad: Principio del lniirrz-fniredediicido

de la ecoiio~iiín de nicrcado (librralisiiio cldsico): 152.

I'rinci~io ecoii6inico del niercado disucindo dcl priiiciyiu ~>ollticu del iaisrez'irr (ordolibcralisnio): 152.

Principio jurídico del Estado: 192, 193 [ordaliberalcs]; uéaiae Marco legal, Iiilcrveiicioiiisiiio jurídico.

l'roreccioiiistiio econóiiiico: 136 II., 137; V!R>~IC List, R¿ipkc

I'ueblo (comunidad de -: iiacioiialsocialisra): 142, 143; vP~~rCoiiducci6ii

Racional (nplicacióii de lo -a condi~cras rio

racionales, a las variables del medio) [neoliberalistiio noiteaiiiericaiiol: 307, 308; véacMedio.

Page 191: Foucault, Michel - El Nacimiento de La Biopolitica

384 NACIMIENTO DE LA BlOPOLfTIG4 ~NDICE DE NOCIONES Y C O N C E P T ~ L: -

Racionalidad (-europea: critica del exceso de -) [Escuela dc Fráncforr]: 54. (-irracional de la sociedad capiralista): 134; vinrr M a x Weber (nueva - económica: anulación de la irracionalidad social) [Escuela de Friburga]: 134. (nueva - social: anulación de la irracionalidad económica) [Ercucli de Frdncfort]: 134.

lladicalismo (Inglarerrn): vPanreDercdios origiriarios, Utilitarisnio, Utilidad

Razón de Estado (-según los jurisras): 25. '

(-y Estado de policia, diferencia de objerivos): 23-25. (nueva -): 72.

Razón del menor Esrado: 44. '

Razón giibernamenral: 27-31. (- ~nioderna): 26.

Raión jurídica: 25. Razón liberal: 40 n. Regla del juego, del juego (económico)

enrre la regla de la compctcncia y la proteccióii del iiidividuo, por ejemplo: impiiesto negativo: 241: vém~SrolCru.

Regulación del mercado y pokel mercado: 75,76.

"Regulación interna" (por "rrai>sacciói' enrre goberiianres y gobernador): 26-29.

llevolucionaria (axiomárica): 62, 63. Revuelcas urbanas: 35.

Saber económico [fisiócratas]: 329; vi.

"mano invisible" [Adam Smirli] Sabidiiria dcl prliicipc (principio de

autoliiniracióii de la práctica gubernamental) y "justicia equirariva": 34, 35, 37, 356.

Seguridad: 178. 179; uimtrr Planiamo. Poliriw social.

(esrraregias de -, reverso y coiidición niisina del liberalismo): 86. (libertad y -, juego): 86; véarcInrcrÚ.

"Sisrema" (el) [Etickcnl, orden ecoiióinico jurídico [Rougier], en cl nivel de las relaciones de produccidri: 195; u,. orden natural.

"Sistema económico", W~rtrchafr~.yf*n"' [Soinbarr]: 129 n.

Siruaciaiiisino, crítica situacionirta: 145. Sobrrinia política (ejercicio

dela-): 17. Soberano/súbdiror (sistema

de obediencia): 17,20, 24, 29. Socialismo

(problema de la g~bernamcntplidad 2dcciiada al -): 120. (rriiisito d -) [Schumperer]: $14.

Sociedad capiralirra [rcgún ~omb""]: 144, 145; vr. Estado iiaciorialsocialisra.

Sociedad civil, blanco y objeto de la gubernameiiralidad esrad: 219.

Sociedad de empr;ra (-, no ajustada a la niercancia Y SU, uniformidad siRo a la mulrip~icidad y la diferenciación de lar crnp~c~as): 186, 187. (-y fortalecimienro de la inrcirución judicial): 186, 187. (-y Ktnbolitik) [Rüsrow]: 16% (<e iiiin sociedad romerida al efecto ~iiercalicla a uiia -): 182.

[según Ropke]: 183, 184; vlanrc Schumpcrcr, Sombarr. Webef

Sociedad dc Iñ veloCidad [~oiiibarrl: 181. ,

Sujeco(s) ( - d e derecho): 3 14-316;

(-, limitador del ejercicio del poder robenno): 332. (-de inrcrér): 315, 316; (-de interk individud y "mano invisible"): 320; vinrrTcoria de la "nimio iirvisible". (- ecoiiómico): 301 n.; (- econóinico 'activo") [neoliberalismo norrenmericano]; 261. (- narurales): 304 n. (irreducribilidad del - econóniico al - de derecho): 317, 318. (teoría del -) [Locke]: 31 1.

TCcnicas ~am~orramenrales (inregracidn de las - a la econoinia): 308, 309: viare C~m~orrarnienro.

Teoría del capiral humano (concepción ncolibcral norrcainericana): 255-274.

Teorla del derecho (Rtchmtont, nrlr ofhw) del F~rado: 23, 24. 200-206; vr. rribunalcs adiiiiiiirtrativos; v d m \Velcker.

Teoría del derecho nariiral: 24. Trabajo

(el -, conducra ecaiiómica): 261.

Minccr.

ordoliberal): 205, 212 n., 213

Univcrralcr (la ciiestión de 10s - y del historicismo): 17-19,

Urilidad (cálciilo de -): 69. (principio de la- marginal): 198 n.; viarr Walras.

Urilirarismo, filosofia urilirarista: 33, 61.

Verdad (-, división de lo verdadero y lo Falso): 36, 37. (acnplamieiito serie de prácricas y r4gimcn de -): 37.

Verdad insulares y aurónomor (sirremas de -1: 53.

Vcridicción: vime Mercado.

Weberirino de la Escuela de Friburgo y la Escucla de Fráncforr: 133-135.

Page 192: Foucault, Michel - El Nacimiento de La Biopolitica

Abcille, Louis-Paul: 38 n. Adciiaucr, Konrad: 101 ii . . 11 l ii., 130,

183,365. . . Aftalion, Florin: 250 n.,, 255 1 1 ,

286 n., 293 n. Ailais, Mauricc: 191 n. Allo. filianc: 366. Andcrson, Harold A,: 257 n. Argenson, Reme-Louis de Voycr,

iiiarqiiO de: 29 n., 37.38,41, 121 n Aristóteles: 9. Aron, Raymond: 160. Arrali, Jacqucs: 250 n. ., , ktticc,Tiemenr'h.:'ini n. Auboin, Rogcr: 159 n.

Audegean, Philippe;57 11.

AGrin, John I.angrhaw: 294 n.

Baadcr, hidreas: 201 n., 225 i i .

Badiiiter, Kobert: 212 n. Balir, Otro: 204. Baldwin, John W: 46 11. 'Bark, Dcriiiis L.: 101 n., 109 n., 11 I n.,

112 n., 113 ii., 114 n. Barre, Kaynioiid: 132 n., 227, 228 n.,

229,247. Baudiard, Philippe: 160 n. Raiicher, Picrre: 231 n. Baudin, Louis: 159. Baucr, Clemcns: 126 n.

Banrd, Saitir-Amand: 147 n.

Beaud. Micliel: 257 i i . , 258 n.

Beccaria, Cesare Boiies:ina, marqués de:' 57,66,287-290, 294.

Becker, Gary: 255 ii., 257, 260 ii., 261, 262 n,, 265, 267, 268 n , 286, 290, 291, 293, 298, 306-310.

Beckcrarh, Envin von: 126 n., 178 n. Bcgaulr, l?: 237 n.. 238 n. Bcnoisr, Alaiti dc: 182 ti . , 19 1 n.

Bensen, Carl Daniel Heinrich: 353. Bcnrhani,]cremy: 28,41,58,63 n.,

88, 89,230, 287-290, 294, 297, 313 n., 362.

'b~rei>soii.'bcrnarh:"7~,~A. Bergson, Hciiri: 169 n. Bernholz, Peter:286 n . Bertaiii, Maiiro: 8 n., 24 ti:, 60 n., 77 n. Beveridge, William: 140, 141, 175, 178,

222, 223, 230, 251.~' ~ idau l t , Georges: 100 n. Bicmel, Waltei: 131 n. Dilger, 1:ran~ois: 79 n., 101 ii., 102 ~n.,

l l l n . , 112n., 113n. , 11411., 116n. , 125n., 128 n., 129n., 130n., 136ii., 153 n., 154 ii., 162 ii., 167 ti., 168 n., 169 n., 170 n., 171 n., 172 n., 173 ~i., 177 n., 180 n., 181 n., 185 n., 195 n.,

200 n., 277 n., 370 n. Bisinaick, Otro (O. E. L. Bismarck-

Sdioiihauseri, 1815-1898): 15 n.

Blackstone, Williani: 313, 314.

Page 193: Foucault, Michel - El Nacimiento de La Biopolitica
Page 194: Foucault, Michel - El Nacimiento de La Biopolitica

390 NACIMIENTO DE LA B I O P O L I ' I ~ C ~ fNDlCE DE NOMBRES 391

Halévy, 6lie: 285 n., 31 1 n., 313 n., 314 n.

1-layek, Friedricli A. von: 16 ri., 94 n., 98 n., 99, 117, 128 n., 131, 132 n., 138 ii., 139 n., 140, 160, 170, 191, 204 n., 205 ti.,

206, 207, 209, 222, 223, 227, 254,322 n.

Hegel, Georg Willielm Friedrich: 353,354 n.

Hernándcz Iglesiy: Feliciano: 255 11.:

256 t i . , 257 t i . , 262 n., 265 n.,

266 t i . , 268 n. Hill, Chrisrapher: 60 n. Hoare, sir Sainuek 192 11. I-lobbes, Thomas: 117, 339, 351. Honeckcr, Erich: 11 8 n. Horkheiiner, Max: 134 n. I-Iuisinaiis, Denis: 18 t i .

Humc, David: 311 n., 312 o., 315 n. Hume, L. J.: 89n. , 31 1, 312, 314,317 n. Huiiold, Aiberi: 185 11. Husserl, Edmond: 125, 127, 131, 152,

153,364. Hurchison, Terence W.: 58 II. ,

127 n,, 200 n. liyppolire,Jean: 7, 353 n.

Jarncs, Harold: 139 n. Jaurts, Jean: 120 t i .

Jeanncnay, Jeai;-Marcel: 227 n. Jenny, FrCderic: 286 n., 271 n., 293 n.,

279 n., 300 n. jessen, Jenr: 126 n. Jevons, Williani Sraiiley: 198 11. Jolinsoii, Lyndon B. (presidente

de los F~tados Uriidos entre 1963 y 1969): 17. 227, 252, 284,

Jospiii, Lionel: 243 n. Jung-Stilling, Johann Hcinrich: 352.

Kant. Imnianuel: 75, 76, 78, 81, 167 n., 201 n., 326.

Kaplan, Stcvcn L~urcricc: 46 n., 47 n. Kaufmanii, Ekkeliard: 202 n. Kelsen, I-lsns: 125. Kcnnedy, Jolin Fitzgerald (1917-1763,

presidente de los Estados Unidos cntrc 1961 y 1963): 17, 284 11.

Kerschen, Nicale: 141 t i . ,

235 n., 236 n . Kershaw, Ian: 139 n. Kcyiies, John Mayiiard: 71, 77, 98,

171 n., 256, 257 n., 260 i i . , 364. Kiesinger, Kurt Georg: 112 n., 116 n. Kir~iier, Israel M.: 306. N o n , GCrard: 38 n., 37 11.

Klump, Rainer: 125 ii., 126 n. Kolil, Helmur: 41 n.

Kürner, Heiku: 113 n. Kosclleck, Reinharr: 352 n . Kreiterling, Willi: 113 n. Kuennc, Robcrr: 47 n., .

136 ii., 183 n. Kunr, Picrre-Andr.6 79 n., 159 n.

La Baunie, Roherr dc: 172 ti. Laboulayc, !.?douard; 29 n. Lacourure, Jean: 192 n., 233 11.

Lagrange,]acques: 10 n., 88 n., 359 11. Lampc, Adolf. 100 n. Laroque, Picrrc: 235,236. Larrtre, Carherinc: 71 n. Laurenbadi, Wilheliii: 126, 138. Lavergne, Bcrriard: 159 n. Lefort, Robert: 220 n. Le Gendre (coiiiercianrc): 38. Lcibowirz, hrlecn: 268 ri.

Le Mercier de La Rivihre, Picrrc-Paul: 31 n.

León XIll (Papa): 110 t i .

Lepage, Heiiri: 165 i i . , 191 n., 242 t i . ,

249 n., 250 n., 255 n., 257 n., 265 n 268 n., 269 n., 282 i i . . 285 n.

Lieherr, Archur 131 n . Lippniatin, Waltcr: 159, 160 ~i.,

161 n., 162, 165, 171 n , 180, 190, 192.279.

List, Friedrich: 121 ?.. 136 n., 137 Locke, Joliii: 117, 31 1, 337. Locre, Jean-Guillaume: 78 ii. Lovell, Aniie: 309 n. Luxeinburgo, Rosa: 271.

Mably, Gabriel Boiiiiot de: 79 n. Mnlebranche, Nibolas: 320, 321. Maiideville, Bcrnard: 316. Mansholt, Sicco Leeiidert: 174. Matiroiix, Éticnne: 160 n.

Marclicrri, Valerio: 87 11. Marcuse, Herbert: 144 t i . , 145 ii., 150. Marjolin, Ilobcrr: 160. Marlio, Lotiir: 160 n., 161 n., 180 ri.

Marquiser, Aifxed: 78 n. ., ,

Marshall, Alfred: 48 n.. 151 t i . , 198, 201. Marshall;Gcargc C.: 99. Marx, Karl: 96. 116, 117, 134, 144 n.,

156, 183, 213, 258, 259, 271. Missé, Pierre: 231 n. Masseron, 1): 237 n. Maurice, Florencc (scud6ninio

dc Michcl 1:ouuulr): 18 n. Maurois, Aiidré: 159 11:

~axirnilianb 1 (3459-1.517, eniperador del Sacio lliiperio Roniaiio Gcrmdnico): 164.

McCoy, Drew R.: 44 n. McMurriri, Stcrling: 54 11. Meek, Roiiald L.: 348 n. Mengci, Carl: 98 n., 198 n. Mercicr [?]: 160 n.

Mcrrernicli (Klenienr Wciizel Nepomuk Lotliar, von Merteriiich-Wiiiiiehg, 1773-1859): 80.

Mcvel, Carlieiine: 366. Micliacl, Roberr 1:: 265 ri.

Migué, Jean-Luc: 282.. Aiksch, Lconhard: 100 n., 162,

167 n., 195 11.

Aiiler, H. I.awrence (Ii.).: 250 11. ivlincer, Jacob: 256 ti., 258. Mises, Ludwig Edlervon: 94 ti., 98, 117,

128 i i . , 132 n., 160, 165, 167, 190, 191, 306.

Mitterrand, Frangois: 120 n.

Mohl, Rohert voii: 203 n. Moliiiliaupt, I-lcinz: 201 i i . , 203 n. Müller, Haiis: 127 n. Monresquicu. Charles de Secoiidar,

barón de: 35 1. iMoore, Mark: 300. Moulin, Anne-Marie: 366. Moulin, Jcan: 100 n.

Müllcr-hmack, Alfrcd: 100 t i . , 128, 129, 178, 180, 181 ni., 185 n., 200n., 228,276, 277.

Napolcón: 78-80, Nell-Brcuning, Oswald van: 100 n.,

110, 11 1 1,. Neino, Philiplic: 99 ~ i . . 210 n . Nettclliladt, Daiiicl: 353 n.

Ncuniann, Franz: 139 t i .

Niemclie, Friedrich: 9. Nixon, Kichard (1913-1994, presidcnre

de los Esrados Unidas entre 1968 y 1774): 191 n,, 227.

Nora, Sinion: 181 n. North, 1)ouglass Cecil: 165.

Page 195: Foucault, Michel - El Nacimiento de La Biopolitica

392 NACIMIENTO DE LA BIOI'OLfTICA

Paine. Thoiiiar: 354, 355 n.

Parrro, VilFredn: 31 1. Parodi, Alrxnindre: 235 11.

Pascal, Blaiie: 71 n. Parquino, Parquale: 366. Pavlov, Ivan P: 309 n.

Paxton. Roberr 0.: 192 n.

Peacock, Alan: 127 n., 178 n. Perroux. Fnnc,ois: 98 n., 132 n., 183 $1. Pérain, Pliilippc

(3856-1761, mariscal): 192. Perei; Hans: 100 n. Pererren, Johann Wilhclm

(Placidur): 201 m. Piarier, André: 160 11.

Pitrri, FranFois: 192 n. L'ierri, Nicole: 101 n:, 109 n.

Pigou, Arrliur Cecil: 98 n., 175, 246,293 n.

Pinay, Anroine: 232,233 n. Pía XL (Achille Rarri, 1857-1939,

Papa): 110 n. I'olanyi, Karl: 209 n. Palanyi, Michael: 99 n., 209 n.

Pomniies, B.: 237 n. Popper, Karl: 159 n. Posrcl-Viray, D.: 237'n. Pribram, Knrl: 175 n., 262 n. Priouret, Rnger: 250 n.

Quclquejeu. Bernñid: 3 5 j n. Qiesiiay, Francois: 29 n., 334.

Kabinow, Paul: 295 n. Radiiitzky. Gcrard: 286 n. Rarhenau, Walter: 137-139. Rauler, Gtrard: 54 n. Rcagaii, Ronald (191 1-2004, presidenre

de 10s Lrador Undias entre 1981-1989): 191 n.

Revel, Jeari-Franco¡$: 250 11.

Riboitd, Michclle: 255 n., 256 n., 257 n..

262 n., 265 n., 266 n., 268 11.

Ricardo, David: 256,258. Riedel, Manfred: 352 n., 353 n. Rierer, Heiiir: 126 n. Rigal, E.: 237 n. Rirrer, Gerhard: 126 n. Ilivi&re, Picrre: 283. Robhins, Lionel C.: 260. Rodrigues, Olindes: 147 n. Roosevelr, Franklin Delino (1882.1945,

presidente dc los Errados Unidos): 90,97,250.

Ropke, Willielm: 102 n., 128 n., 129, 130, 131 ii., 133, 134, 136n., 137n., 141, 147 n., 160, 162,164, 166, 168 n., 170 n., 171, 176, 180n., 183, 184, 190,212, 213, 222, 223 ii., 228. 276, 277, 279, 364.

Ros%, Jeaii-Jacques: 250 n., 255 n., 286 n., 293 n.

Rosanvallon, Pierre: 293 n., 338 n., 355 n., 362, 371 n. ,

Rosen, Frederick: 88 n.

Rougier, Louis: 159 n., 161 n., 191-194, 199,210,279 n.

Rousseau, Jean-Jacqucj: 30, 351. Rueff, Jlacques: 101 n., 160, 161 n., 233. Rürrow, Alenandcr: 129 n., 130 n.,

131, 160, 166, 185, 190, 277-279, 364.

Sadicr, Hermann: l l l n.

Saint-Simon, Claude Henri de Rouvroy de: 147.

Saloinoni, Anronclla- 87 n. Salurria: 16 n. Sauvy, Alfrcd: 48 n.

Schachr, Hjalmar Grccly Horacc: 126, 139.

Schiiler, Karl: 100 n., 112, 113 n., 116. Sclileicher, Kurr von (1882-1934,

canciller del Reich alemán): 129. Schleyer, Hxii~is-Marrin: 201 n., 225 n. Sclil~izcr, Augusr Ludwig van: 353. Schrnidr, Hclmut: 41, 118, 202 n.,

217. 225. Schmirr, Carl: 15 n. Schmolle~, G~iistav voii: 125 n., 136 n. Scliinolr, Matthins: 126 n. Schncilin, GCrard: 109 n. Schi>la, Thcodore William: 257, 258 n..

261,262 n., 263 n., 264, 266 n., 267, 268 n., 269 n., 273 n., 306 n.

Schumachcr, Hermanii: 25 n. Schumacher, Honr: 109 n. Schiimachcr, Kurr: 112 n., 114. Schiimpcrcr, Elirabcrh Boody: 47 n.,

136 n., 183 n.

Schumpcter, Joseph A,: 47 n., 48 n.. 5 7 n , 136 n., 183,213-215, 2 6 2 ~ 271, 272.

Searle, John R.: 285 t i . , 294 n., 295 11. Selby-Bigge, Lcwis Amhersr: 312 n. Sellin, Tharrrcn: 298 n. Senellarr, Micliel: 11, 18 n., 48 n.,

202 n., 371 n. Scrvoisc, Renk 141 n. Siegharr, Margucritc A,: 205 n. Silverman. Henry J.: 250 n.

Simon, Yves: 293 n. Simonr, Heniy Calvcrr: 250, 25 1, 365. Skinner, Burrhus Fredcric: 30R, 309 n. Smith, Adam: 41, 57,72,73,78,81,

156, 157, 208 n.,255, 259, 320-324, 328-330, 338, 343, 362.

Smydi, Alberr Henry: 44 n.

Solzheniríyn, Aleksandr Isaicvidi: 156.

Somhart, Werner: 129 n., 144-146, 150, 181-183.

Spiethoff, Arrhur: 128 n., 129 n.. 144 n. Stahl, Fricdrich Juliiis: 203 n. Srephen, Leslie: 16 n. Stigler, GeargeJ.: 286, 291 t i . , 297. Sroffier, Chrisrinri: 228, 229. 242. 244. Sroltru, Lianel: 228 n., 239,

242, 244, 245, 246 n., 250 n. Srollcis, Midiael: 201 n., 204 n., 371 n. Srrawson, Perer Frederick: 294 n. Sriitzci, Wolfgang: 102 n. , 130 n.,

180 n., 181 ii., 184 n.. 186 n. Siiffert, Georges: 250 n.

Thornas, Roberr Paul: 165 n. Tliorndike, Edward L.: 309 n.

Trcilhard,Jeaii-Baprisie: 79 n. Tribe, Keith: 141 n. Truman, Harry S. (1884-i972,

presidente de los Esrndos Unidos entre 1945 y 1953): 97, 251.

Turgor, Annc-Rohert-Jacques: 38 ri.. 101, 109, 121 t i .

Ulbriclir. Walter: 118 n.

Vallet, C.: 237 n. Veir, Otro: 100 ri.

Veyne, Paul: 18 n., 359. Villey, Daniel: 113 i i .

Vincr, Jacob: 321 n. Virgilio: 15 n. Viiillemin., Jules: 7.

Walpole, Honcc:-16 n. Walpole, Roberr: 16, 26, 37. Walras, Uon: 151 n., 198. 201, 31 1 Weber, Adolf. 183 n. Weber, Alfred: 125, 131 n.

Page 196: Foucault, Michel - El Nacimiento de La Biopolitica

Wcber, M&: 107, 125, 133, 134. 144 ri.,

153. 182, 183, 194. 201, 213, 216, 272,364.

Webster, Cliarler K.: 78 n. Weisscnsrein, Charles de: 44 n. Weisser, Gerhard: 100 n. Wclckcr, Karl Theodor: 203. \Vculersse, Gcorgs: 38 I I . , 101 n.

\Vickscll, Juliaii Gusiaf Kiiur: 151 n.,

198, 201. Wiescr. Friedricli von: 98 n.,

131 n., 183 n.

Wdlgerodr, Halis: 127 n., 178 11. Winckelmann, Johaniies: 133 n. Wir~~eiistein, Liidwig: 294 11.

Warmscr, Olivicr: 201 n.

Advertencia .......................... .. .................................................... 7

Curso. Ciclo lectivo 1978- 1979

C h ~ e del 10 de enero de 1979 ....................................................... 15 Cuescioiics de iii6todo - Suponer que los universales iio existen - Resumen dcl curso del año precedente: cl objetivo limitado del gobierno de la razón de Estado (política exterior) y el objetivo ili- mitado del Estado de policía (politica interior) -El dcrccho como principio de limitación externa de la razón de Estado - Perspectiva del curso de esle ano: la ecoiiornia politica coiiio priiicipio dc liiiii- ración jntcrna de la r a z ó , ~ ~ u ~ e i t > a i n c ~ r a l -&uesrageneri d t esta

invesrigación: el a~oplamienro serial de pricticas-régiiiieti de vcr- dad y sus efectos de inscripción eii lo real -;Qué es el liberalisnio?

C h e del 17de enero de 1979 ...................................................... 43 El Iiberalisnio y la puesta en acción de un nuevo arte de gobernar en el siglo xviii - Los rasgos específicos del arte liberal de gober- nar: 1) La constitucióii del mercadocoino lugar de forniación dc verdad y ya 110 exclusivatiictire conio ámbito de jurisdicción - .

Cuestiones de método. Objetivos de las investigaciones eniprendi- das cn torno de la lociira, la penalidad y la sexualidad: esbozo de tina historia de los "reginieiies de veridiccióii" - E I ~ qué debe con-' sisrir una crítica política del saber - 2) El prohlcina de la limitación del ejercicio del poder público. Los dos tipos de solución: el radica- lismo jurídicofrancés y el utilitarisino inglés La ciiestión de la "urili- d a d y la Limitación del ejercicio del poder piiblico - Observacióii

Page 197: Foucault, Michel - El Nacimiento de La Biopolitica

396' NACIMIENTO DE IA BIOPOL~TICA fNDlCE GENERAL 397

sobre el esratus de lo Iieterogéneo en historia: lógica de estrategia contra lógica dialectica - La noción de "interés" como operador del iiiievo arte de gobernar.

Clarc del24 de enero de 1979 ............... ... .............................. 69 Los rasgos específicos del arte liberal de gobernar (11): 3) El problema del equilibrio europeo y las relaciones inreriiacionales - El cálculo ecoiiómico y político en el mercaiitilismo. El principio de la liber- tad de mercado según los fisiócratas y Adam Smirli: nacimiento de iin nuevo rnodelo europeo - La aparición de uiia racioiialidad guber- iiamen~al aiiipliada a escala mundial. Ejemplos: la cuestión del dere- ... cho del mar; los proyectos de paz perpetua en el siglo xviii -Los principios del nuevo arte liberal de gobernar: iin "naruralismo guber- namenral"; la producción de la libertad - El problema del arbitraje liberal. Sus itisrrumentos: 1) la adiiiiriistracióii de los riesgos y la puesta en práctica de mecanisinos de seguridad; 2) los controles disciplinarios (el paiioptismo de Dentham); 3) las políticas inter- veiicionistas - La administración de la libertad y sus crisis.

Ciase de1 31 de enem de 1979 ............... ... ................................ 93 La fobia al Estado - Cuestioiies de mitodo: sentido y objetivos de la puesta entre parknresis de una teoría del Estado en el anaisis de los mecaiiismos de poder - Las prácticas gubern;imentales tieolibera- les: el liberalismo aleniáti de los años 1948-1962; ei neoliberalismo iiorteamericano - Elneoliberalismo alemán (1) -Su contexto polí- tico económico -El consejo científico convocado por Erhard en 1947. Su progrania: liberación de precios y liinitación de las inter- venciones gubernamentales - El camino niedio definido por Erhard, en 1948, entre la aiiarqiiía y el "Estado terniita" - Su doble sigiiifi- cación: a) el respeto de la libertad ec~nómica'coms condicióii de.la representatividad política del Estado; b) la institución de la libertad econóiiiica como incentivo para la formación de una soberanía ticn - Carácter fundamental de la gubernainentalidad alemana con- temporánea: la libertad económica, fuente de legitimidad jurídica y de consenso político - El crecimiento económico, eje de uiia nueva

conciencia histórica que perinitela ruptura con el pasado -La adhe- sión de la Democracia Cristiana y el SPD a la polílica liberal - Los principios liberales de gobierno y la ausencia de racionalidad guber- namental socialista.

Chsc del 7 de febrero de 1979 ..................................................... 123 El neoliberalisino alemán (11) -Su problema: ¿cómo puede la liber- tad económica fundar el Estado y a la vez limitarlo? - Los teóricos neoliberales: W Euckcn, E Bohm, A. Müller-Armack, F. von Hayek - Max Weber y el problema de la racionalidad irracional del capita- lismo. Las respuestas de la Escuela de Fráncfort y de la Escuela de Friburgo - El nazismo como campo dc adversidad necesaria para la definición del objetivo iieoliberal- Los obsticulos a la polirica libe- ral en Alemania desde el sigloxm a) la econoinia proteccionkra segSn List; b) cl socialisino de Estado bisrnarckiano; c) el esrabíecimiento de una economía planificada diirante la Primera Guerra Mundial; d) el dirigismo de tipo keynesiano; e) la política económica del nacio- iialsocialisnio - La crítica neoliberal del nacionalsocialismo a partir de esos diferentes elernenros de la historia alemana - Consecuencias teóricas: extensión de esta crítica al New Denly los planes Beveridge: dirigismo y crecimiento del poder del Estado; la masificación y la uniformación, efectos del estatismo - El objetivo del ne~liberalismo: su novedad con respecto al liberalismo clásico. La teoría de la com- petencia pura.

..................................................... C h e del 14defehrero de 1979 155 El neoliberalismo alemán (111) - Utilidad de los análisis históricos con respecto al presente - ¿En qué se disringiic el neoliberalisrno del liberalismo clásico? - Su objerivo específico: cómo ajustar el ejer- cicio global del poder político a los principios de una cconomia de mercado, y las transforniaciones que derivan de ello - La desvincu- lación entre la econoniia de mercado y las poliricas de Inirrez-faire- El coloq~iio Walter Lippmann (26 a 30 de agosto de 1938) - E l problema del estilo de la acción gubernamental. Tres ejemplos: a) la cuestión de los monopolios; b) la cuestión de las "acciona confor-

Page 198: Foucault, Michel - El Nacimiento de La Biopolitica

398 NACIMIENTO DE LA DIOI>OL~TICA INDICE GENERAL 399

mes". Los fundamentos de la política económica según Waiter Eu&en. Acciones reguladoras y acciones ordeiiadoras; c) la políticasocial. La crítica ordoliberal de la economía de bienestar - La sociedad como punto de aplicación de las intervenciones gubernamentales. La "poli- rica d e sociedad (Gesellrchaftspolitik) - Primer aspecto de esta policica: la formalización de la sociedad segúii el modelo de la empresa

. . -Sociedad de ernpresa y sociedad judicial, las dos caras de un misino feriÓme~'io.

Chre del 21 defebrero dp 1979 ................................................. 189 Segundo a3j>ecto d e la politica de sociedad", de acuerdo con los ordoliberales: el problciiia del derecho en una sociedad regulada segúii cl modelo de la economía competitiva de mercado - Retortio al colo- quio Waiter Lippmann - Reflexiones a partir d e u n texto de Louis Rougier - 1) La idea de uii orden jurldico económico. Reciprocidad de las relaciones entre los procesos económicos y el marco instiru- cional -Apuesta política: el problema de la supervivencia dcl capi- talismo - Dos problemas coinplementarios: la teoria de la compe- tencia y el análisis histórico y sociológico dcl capitalisiiio - 2) L a - cuestión del intervencionisrno jurídico - Recordatorio histórico: el Estado de derecho eii el siglo xviri, en contraste con el despotismo y el Estado de policla. Reelaboración del concepto en el siglox»i: la cuestión de los arbitrajes entre ciudadanos y poder público. El pro- blema de los tribunales admiiiistrativos - El proyecto neoliberal: introducir los principios del Estado de derecho en el orden econó-

' mico -Estado de dcrecho y plaiiificación segúri Hayek - 3) El cre- cimiento dc la demanda judicial - Conclusibn general: la especifi- cidad del arte neoliberal de gobernar en Alemania. El ordoliberaliinio frente al pesiinismo de Schurnpeter.

C.he del7dc marw de 1979 .... .................................................... 217 Obseivaciones generales: 1) El alcance nietodológico del aiiálisis de los micropoderes. 2) La inflación de la fobia al Estado. Sus lazos con la crítica ordoliberal - Dos tesis sobre el Estado totalitario y el decrecimiento de la guberiiamcntalidad de Estado en el sido xx -

Observaciones sobre,la dilusión del modelo alernáii eii-Francia y los Estados Unidos- El niodeloiicoliberal alcnián y el proyccto han- cés de una "econoiiiía social dc mercado" - El contexto del paso a uiia cconoiiiía rieolibcrai en Francia - La política social fraiicesa: el ejemplo de la Seguridad Social - Ladisociación entre lo ecoiiómico y lo socid según Giscard d'Estaiiig 7.El.proyccto de u11 "iinpiicstó negativo" ysus objetivos sociales y políticos. Pobreza "relativa" y pobreza "absoluta':. La retiuiicia a la politica de pleno empleo.

Chre del 14 de marw de 1979 .............. : ................................. 249 El neoliberalismo norteamericano. Su contcxto - Difereiicias entre los rieoliberalismos norteamericano y europeo - El neoliberalismo iiorteairiericario como reivindicación global, foco utópico y método dc pensariiierito -Aspectos de ese neoliberalismo: 1) La teoria del capitd humaiio. Los dos procesos que esta reprcsciita: a) uiia avan- zada del análisis económico dentro de su propio dominio: crítica del análisis clásico dcl trabajo eii tkrininos del,factor tiempo; b) iina extensión del análisis económico a dominios considerados hasta -entonces coino no económicos - La mut;ición epistemológica pro- ducida por cl análisis iieolibeiál:'del aiiálisis de los procesos ec81ió- micos al análisis de la racionalidad interna de los comportaniientos huinanos -El trabajo como conducta económica - Su dcscompo- sición en capital-idoiieidad y reiita - La redefii~icióri del honto eco- nomicr~s comoenipr~sar io d e sí rriismo - I.a'iikcióir dc "capital humano". Sus elementos constitutivos: a) los elementos innatos y la cuestión de la mcjora del capital humano geiiitico; b) los elementos ' adquiridps y elproblema de la formación del capital huinano (edu- cación, salud, irc.)- Interis de &tos &álisis: recuperación del'pro- bleiiia de la irinovacióii social y económica (Sch~rn~eter) . Una nueva coiicepcióii de la polltica de crecimiento:

L Clase del21 de marw de 1979 ....................................................... 275 El neoliberalismo riorteamericano (11) -La aplicación de la grilla eco- nóiiiica a los feiiómeiios sociales - Retorno a la problemática ordo- liberal: los equívocos de la Gerellrcl~aft~politik. La gerieralización de

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400 NACIMIENTO DE LA BIOPOI-RICA ~ N D I C E GENERAL 401

la forma "enipresa" en el campo social. Política cconóinica y Vitalpolitik una sociedad para el mercado y contra el mercado - La generalización iliiiiitada de la forma económica del mercado en el iieoliberalisino norteamericano: principio de inteligibilidad de los comporramicntos individuales y principio critico de las iiiter- vei~ciones guberiiamentales -Aspectos del neoliberalismo nortea- mericano: 2) La deliiiciiencia y la polírica penal- ~ecordarorio his- tórico: el problema de la reforma del derecho penal a fines del siglo XVIII. Cálculo económico y principio delegalidad. El parasi- tismo de la ley por la norma en el siglo XIX yel naciniieriro de tina arirropologíi criminal - El análisis neoliberal: '1) la definiciói del ' '

criineii; 2) la caracterización del sujeto criminal cotiio horno eco- nomicur, 3) la jerarquía de la pena conio ipstrumento de enforcemenr de la ley. El ejemplo del mercado d i la droga - Consecuenciasde este análisis: a) la borradura antropológica del criminal; b) la inva- lidación del modelo disciplinario.

Clase del 28 de marzo de 1979 ....................................................... 305 Elmodelo del horno lpronorninrr- Su generalizacióna todas las for- nias de comportamiento en el neoliberalismo norreaniericano -

. Análisis económico y ticnicas comportamentales - El horno acono- rnicuscomo elemento básico de la nueva razón giibernamental apa- recida en el siglo mil - Elementos para una historia de la noción de horno econorninrsantes de Walras y Pareto - El sujeto de interés en la filosofía empirista inglesa (Hume) - La heterogeneidad entre sujeto de interés y sujeto de derecho: 1) el carácter irreducrible del interés en comparación con la voluntad jurídica; 2) la lógica inversa del mercado y del contrato -Segunda innovación con respecto al modelo jurídico: la relación del sujeto económico con el poderpoll- tico. Condorcet. La "mano invisible" de Adam Smitli: la invisibili- dad del lazo eiitre la búsqueda de la ganancia individual y el cre'ci- mieiiro de la riqueza colectiva. Carácter imposible de totalizar del inundo económico. La necesaria ignorancia del soberano - La eco- nornía política coiiio critica de la razón gubernainental: descali- ficacióii de la posibilidad de un soberano económico en sus dos

formas, mercaiitilista y fisiocrárica - La econoinía política, ciencia lateral con respecto al arte de gobernar.

........................................................... Ciuse del 4 de abrilde 1979 331 Elemeiitos para una historia de la nocióii de homo economicus (11) - Retorno al problema de la limitación del poder soberano por la actividad económica - El surgimiento de un nuevo campo, correla- tivo del arte liberal de gobernar: la sociedad civil - Horno economi- cusy sociedad civil: elementos indisociables de la tecnología guber- nanieiiral liberal -Análisis de la nocióii de "sociedad civil": su evoluci'ók de Locke a Ferguson. El Ensayo robre la historia de kz socie- dad civilde Ferguson (1787). Las cuatro caracterísricas esenciales de la sociedad civil según Ferguson: 1) es una constante histórico natural; 2) asegura la síntesis espontánea de los individuos; para- doja del lazo económico; 3) es una matriz permanente de poder polí- tico; 4) coiisrituye el motor de la historia - Aparición de un nuevo sistema de pensamienro político - Consecuencias teóricas: a) la cues- tión de las relaciones entre Estado y sociedad: las problemáticas ale- mana, iiiglesa y francesa; b) el ajuste del ejercicio del poder: de la sabiduría del príncipe a los cálculos racionales de los gobernados - Conclusión general.

Resumen del ciirso .................. ... .................................................. 359 ........................................................................... Situación del curso 367

fridice.de tiociones y concepro 373 fndice de nombres 387

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h r a edici6ii de Nacinticnro de La biopolihcn, de Micliel Foucaúlr, se reriiiinó de impriiiiir eii

cl mes de jlilio de 2007 en Grafinor S. A,, Lamadrid 1576, Villa Ballcstc~,

Uueiios Aires, Argentina.

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