Ildefonso Cerdà y La Geografía Catalana

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  • 7/25/2019 Ildefonso Cerd y La Geografa Catalana

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    lldefonso erda

    y

    la geografia catalana

    p r

    RAM ON GRAU

    Y

    FERNNDEZ

    Palabras clave

    Cerdd Zldejonso; geograja catalana; geografia urbana; historia de la geo-

    grafia;

    positivisme

    El objetivo de este articulo es, simplemente, otorgar un lugar en la historia

    de la geografia al ingeniero del siglo

    XIX

    Ildefonso Cerdi. Al proponerlo como

    clsico para nuestra disciplina no hacemos sino dejar constancia escrita de una

    idea bsica en nuestra actividad docente durante el decenio que acaba e intentar

    subsanar una importante omisin en las reconstrucciones recientes de la historia

    de la geografia en Catalua. Una breve incursin en el pensamiento de Cerdi,

    situado en su contexto histrico propio y en relacin con el desarrollo modern0

    de la geografia humana, permitir apuntar algunos de 10s limites de 10s esque-

    mas vigentes en la interpretacin de la geografia catalana y contemplar esta tra-

    dicin intelectual con un espiritu ms abierto.

    lldefonso erda en su contexto histrico

    Al hi10 de tres cen tenarios -el de la aprobac in del plan pa ra el ensan che

    y la reforma interior de Barcelona, celebrado en 1959, el de la publicacin de la

    Teoria general de la urbanizacin, en 1967, y el del fallecimiento del autor de

    amb os trabajos, en 1976-, la figura de Ildefonso Cer di ha ido desperta ndo un

    gran inters en nuestro pas y fuera de 61; una curiosidad verdaderamente inusi-

    tada tratndose de un cientfic0 social espaol del siglo XIX Ese inters, que se

    tradujo en forma de conferencias, exposiciones

    y

    actos pblicos de diversa indole,

    ha dejado como estela perdurable una serie de investigaciones documentales y

    de exegesis del pensamiento urbanstic0 de Cerdi, una reedicin de su obra prin-

    cipal -cuyos fragmentos ms brillantes ha n sido luego traducidos a otros idio-

    mas- y, al men os, dos ambiciosas monografias Estap , 197 1; Soria, 197 9) que

    han establecido las lneas fundamentales de la biobibliografia cerdaniana.

    Sin entrar en una crnica detallada de esa tarea de aos ni trazar un balance

    completo de 10s resultados obtenidos hasta el momento, 10 cua1 escapa a nuestras

    posibilidades en este articulo, subrayaremos la persistente dificultad en pronun-

    ciar juicios ajustados sobre Cerdi

    y

    su obra; dificultad derivada, a nuestro enten-

    der, de una cierta ineficacia de 10s esfuerzos desplegados para situar al personaje

    en su contexto histrico preciso.

    El recuerdo de Cerdi, que, pese a que se ha insistido tanto en el olvido de

    que fue vctima, estaba asegurado por la permanencia de su proyecto de 1859

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    amon rac

    como marco para la expansin barcelonesa y tambin por la influencia de sus

    formulaciones en la colectividad de 10s ingenieros espaoles, ha sufrido ms por

    la prdida de contacto de sus intrpretes con el mundo de ideas y de problemas

    en el que se movi nuestro a utor qu e por desconocimiento simple de sus mritos;

    de tal manera que en esa deformacin han tenido su parte 10s apologetas 10

    mismo aue 10s detractores ms encarnizados.

    En efecto, ante la insoslayable notoriedad d e la contribucin cerdaniana al

    diseo de la ciudad, 10s urbanistas catalanes y espaoles han oscilado, de acuerdo

    con el vaivn de las ideologas y con las necesidades de su propia actividad profe-

    sional, entre la critica malintencionada y la alabanza desmedida. Pues bien: mien-

    tras la primera actitud atribuia la pretendida banalidad de la idea urbana de

    Cerdi a su calidad de hombre sin raices, ajeno a la vida orgnica de la sociedad

    en la que actuaba (Puig i Cadafalch, 1927), la segunda ha hecho de 61 un mago,

    autor de anticipaciones literalmente incomprensibles (Bohigas [I9631 se hace eco

    todava, por ejemplo, de la ingenua sorpresa del automovilista del siglo xx ante

    10s chaflanes del Ensanche). En ambos casos, como desarraigado o como profeta,

    Cerdi aparece como un personaje excntrico, desligado de su propio ambiente.

    La ausencia de elaboraciones espafiolas que expliquen la posibilidad histrica de

    Cerdi en la Espaa del siglo XIX se traduce, luego, en la evidente incomodidad

    que caracteriza a 10s primeros intentos de insertarlo en la historia internacional

    de las ciencias sociales (Choay, 1970).

    Al buscar una explicacin razonable para el fenmeno Cerdi, 10s eruditos

    modernos, conscientes de la magnitud europea del personaje, han rechazado la

    mezquindad del debate local barcelons, encadenado a la materialidad del En-

    sanche, y, sin que el10 se siguiera lgicamente, han tendido a minimizar el papel

    de Barcelona en su trayectoria intelectual: ((Es necesario que C er di deje de ser

    de una vez por todas un pequeo personaje de la historia local de Barcelona>>

    (Arturo Soria en El Ciervo, 1976, n. 179, p . 17) . Como alternativa a esa inter-

    pretacin (>,onsiderada intrnsecamente reductora, ha ido emer-

    giendo en 10s Gltimos lustros una visin que, partiendo de la otra esfera de in-

    fluencia de Cerdi, subraya su formacin en la madrilea Escuela de ingenieros

    de caminos como pieza clave para entender sus opciones profesionales y polticas,

    su originalidad y el tono cosmopolita de su pensamiento (Estap, 197 1, pp . 39-62).

    A

    nuestro juicio, el nfasis en la formacin madrilea de Cerda en detri-

    mento de su teniprana, larga

    y

    profunda relacin con Barcelona es una falsa

    alternativa que deja sin cumplir, en gran parte, el objetivo perseguido, esto es:

    insertar histricamente al urbanista cataln. Preciso es recordar algunos hechos

    que ya hemos consignado en otros escritos: que Barcelona, por su importante

    desarrollo manufacturero, se sita, ya en pleno siglo XV III , la cabeza de las luchas

    por la modernizacin de la sociedad espaola (G rau y Lpez, 1974); que la ciudad

    vive a partir de la introduccin de la manufactura las tensiones y 10s problemas

    tpicos de las ciudades industriales modernas (Arranz y Grau, 1970; Grau, 1970

    y 1973); que a raiz de la crisis del modelo de sociedad preirtdustrial la capital

    catalana ha conocido el despliegue en su seno de una alternativa al sistema urba-

    no medieval (Lpez y G rau, 1971 ) a travs d e una serie de etapas bien caracteri-

    zadas: absolutismo puro, reformismo ilustrado, liberalismo ( Gr au, 1979 a); que

    en relacin con el afloramiento d e esa alternativa ha surgido un a tradicin d e ana-

    l i s ta ~ el fenmeno urban o modern0 qu e culmina, despus de 1835, en figuras

    como Monlau, Pi i Arimn, Madoz y Figuerola, introductores del mtodo esta-

    d s t i c~ Grau y Lpez , 1979 d

    y

    e); que paralelamente se ha ido produciendo la

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    erday la Geografia catalana

    asimilacin de 10s grandes movimientos de la cultura internacional que han con-

    tribuido a la configuracin del programa de las ciencias sociales: ilustracin,

    romanticismo y positivisme (G rau y Lpez, 1979 b, c y

    f ;

    y que, habiendo hallado

    en la industrial Barcelona mejor acogida que en el resto de Espaa, esos movi-

    mientos han suscitado en ella respuestas tan ambiciosas como las de Capmany y

    Balmes (Gra u y Lpez, 1979 a), que han hecho d e la propia ciudad un argumento

    en pro del progreso.

    A la vista de todos estos precedentes -que com prend en el am plio aban ico

    que va de las concretisimas medidas municipales sobre la alineacin de calles al

    vasto prog ram a sociolgico-histrico de Jaim e Balmes-, Cerdd se nos apare ce con

    un significado bien dif-erente al que ha tenido pa ra la mayoria de 10s urbanistas

    que d e 61 se ha n ocu pado; esto es

    Grau, 1979 b, p. 587).

    La vida de CerdB est profundamente insertada en la Barcelona de su tiem-

    po, una ciudad a la que retorna siempre, que es motor de su pensamiento

    y

    desti-

    nataria primordial de sus programas (Grau, 1974).

    Nacido en 1815 en el seno de una familia filoliberal del campo cataln,

    Ildefonso Cerdh llega a Barcelona en 1832 para estudiar matemticas y arquitec-

    tura y va a permanecer en ella hasta septiembre de 1835, coincidiendo su estan-

    cia con un momento histrico de particular dramatismo para la ciudad por la

    confluencia del resurgirniento industrial

    y

    la mecanizacin con la gran epidemia

    de clera y con el derrumbe del antiguo rgimen y el estallido de la revolucin.

    La identificacin personal con la lucha de quienes quieren resolver las contradic-

    ciones existentes med iante la liquidacin d el rgimen absolu tista -opcin clara-

    mente expresada en un documento de agosto de 1835 publicado en la revista

    2C. Construccin de la ciudad 1976, n. 6-7, p. 11- inaugura un compromiso

    que Cerdh va a mantener, sin fluctuaciones, hasta el final de sus dias. La inme-

    diata marcha a Madrid, en septiembre, le evita la vivencia directa de la degrada-

    cin del movimiento liberal barcelons durante 10s aos siguientes,

    y

    este aleja-

    miento es, probablemente, la clave para entender su posterior fidelidad al espi-

    ritu progresista de 1835 en contraste con la involucin de otrcs intelectuales

    catalanes de su tiempo.

    Despus de 10s aos de estudio en la Escuela de ingenieros de caminos, ca-

    nales

    y

    puertos de Madrid (1836-1841)

    y

    tras ocho aos de ejercicio profesionalcomo ingeniero destinado sucesivamente a diversas provincias del levante espa-

    fio1 (1841-1849), en 10s cuales destacan su primer contacto con el ferrocarril en

    Nimes (1844) y su intervencin en la construccin de carreteras en torno a B,ar-

    celona (Carrera Pujal, 1961, IV, pp. 270-277), Cerdh renuncia a su cargo de

    funcionari0 itinerante en 1849 para instalarse en Barcelona y poder concentrar

    sus esfuerzos en el estudio de la problemtica urba na mode rna,

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    8 Ramon rau

    Destaca su actuacin en 10s dos periodos de participacin de su grupo en el

    gobierno del Estado -1854-1856 y 1868-1874-, una actuacin m is abierta que

    la del conjunt0 de su partido en temas tales como el movimiento obrero (inicia-

    tiva personal destacada, como miembro del Ayuntamiento y de la milicia nacional,

    en las negociaciones para resolver la huelga general d e 185 5) y la cuestin catalana

    (parlamento en las Cortes de 1851

    y

    opcin federalista durante la Repblica

    como vicepresidente y despus presidente de la Diputacin Provincial de Barce-

    lona). Al mismo tiempo, ir produciendo las distintas piezas que componen su

    magno proyecto urbanstic0 para Barcelona, desde el plano topogrfico de la zona

    que va a ocupar la nueva cidad (1855)

    y

    10s anlisis detallados de la urbe barce-

    lonesa -con la muy innov adora Monografia estadstica de la clase obrera de Bar

    celona en 1856 hasta las diversas versiones de su plan de ensanche y reforma

    (1855-185 9) y la larga serie de escritos complementarios: la memoria del proyecto

    aprobado en 1859, el plan econmico (C erd i, 186 0), la justificacin de la novedad

    form al de 10s chaflanes (Cerdh, 1863 a), el proyecto para la coordinacin d e las

    lineas frreas con el puerto (C er di , 1863 b )

    y

    algunos otros proyectos, conocidos

    s610 vagamente, como un p lan p ara la urbanizacin de la m ontaa de M ontju'ic, de

    1873 (Estap, 1971, p. 253).

    Aparte otros trabajos, relacionados conceptualmente con 10s anteriores pero

    no referidos a la urbe barcelonesa, como son el plan para la reforma interior de

    M adrid -inmediatamente posterior al de ensanche de Barcelona- y la labor

    cartogrfica emprendida desde la Diputacin y orientada, segn parece, a una

    reordenacin del territori0 provincial desde una perspectiva federalista, la gran

    obra de Cerdh es la famosa

    Teoria general de la urbanizacin

    (1867), que reco-

    pila y refunde parte de 10s escritos e investigaciones relativos al proyecto barce-

    lons. A la vez que coronacin de una trayectoria cientfica individual, esa magna

    obra es la sntesis perfecta de un siglo de esfuerzos de 10s intelectuales catalanes

    para aportar a la cultura europea un enfoque propio en el campo de las ciencias

    sociales. De ese profundo enraizamiento en la realidad histrica de la Barcelona

    industrial, una Barcelona que ha recibido el influjo de la ilustracin y del roman-

    ticismo y que est viviendo el albor de un nuevo racionalismo, derivan el denso

    trasfondo positivista de la empresa cerdaniana y su notoria originalidad a escala

    internacional.

    La ciencia de la urbanizacin como geografia humana

    Los dos gruesos volmenes de la Teoria general de la urbanizacin compren-

    de n tan s610 la primera de las cuatro partes q ue hab ia d e desarrollar: I. , dedica-

    da al anlisis del hecho urbano en su esencia originaria y en su desarrollo hist-

    rico, como mtodo para ((hacer comprend er y tocar, si asi cabe decirlo, la causa

    primordial de ese malestar profundo que aflige a las sociedades modernas ence-

    r r a d a ~ n las grandes ciudades,); 2. , consagrada a exponer (cel sistema o teoria que

    deberia aplicarse con provecho para extirpar el mal, teoria que consiste en la

    exposicin de 10s principios generales cuya aplicacin habria de conducirnos a una

    urbanizacin perfecta>>;

    3. ,

    encargada de aeducir la rigidez de 10s principios

    tericos a una conveniente elasticidad que 10s hiciese practicables, tiles y prove-

    chosos por medio de reglas prcticas,,, y 4. , consistente en la aplicacin de todo

    el10 al caso de Barcelona (Cerdh, 1867,

    I ,

    pp. 16-17).

    Un cierto ma lentend ido acerca del significada de la palab ra

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    Cerda y la Geografia catalana

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    Cerdh ha conducido a la idea de que la parte esencial de su obra nos es descono-

    cida y ha impulsado a 10s eruditos modernos a una bsqueda que, si bien ha dado

    frutos apreciables (vase el catlogo de las obras y proyectos de Cerdh elaborado

    por Soria, 1979, pp. 206-223), no ha satisfecho la gran esperanza de hallar las

    partes inditas de la

    Teoria general de la urbanizacin.

    Dado que aqu el trmino

    eviste ante todo el sentido etimolgico de ejemplar o ideal visible, s610

    de manera mediata el de conjunto de normas de valor absolut0 que presiden la

    proposicin del modelo urbanistico y mucho menos el de cuerpo de leyes cienti-

    ficas -aunque Cerdh, como buen positivista, entend iera que las leyes cientficas

    son normas de actuacin-, podemos afirmar que la prdida no ha

    sido tan

    grande.

    En efecto, 10s arquitectos y urbanistas que han intentado desentraar el mo-

    delo subyacente al plan de ensanche barcelons han avanzado, sin du da, u n buen

    trecho en el anlisis de la erdaniana (vanse sobre todo 10s trabajos de

    Salvador Tarrag y su equipo en

    Ildefonso Cerda 1815-1876). Catlogo de la

    exposicin conmemorativa del centenari0 de su muerte

    Barcelona, 1976, y en la

    revista 2C. Construccin de la ciudad n. 6-7, enero 197 7). Por otro lado , el es-

    crito en defensa d e 10s chaflanes (Cerdh, 186 3 a) , qu e son, junto con la manzana

    de casas aisladas, la gran innovacin de la utopia cerdaniana, es una muestra mis

    qu e significativa de la minuciosidad y del carcter de las justificaciones q ue deb ian

    constituir el texto de la segunda parte de la obra. En cuanto a la tercera, el tam-

    bin citado plan econmico (Cerdh, 1860) es, seguramente, el centro de la pro-

    puesta para llevar la utopia al terreno de la realidad.

    Por muy valioso que sea en si mismo el modelo urbano propuesto en la se-

    gunda parte, por muy adecuadas que sean las medidas de orden practico para

    no entrar en conflicto con 10s intereses de la propiedad, por muy profunda

    y

    ori-

    ginal que sea la diferencia establecida entre utopia y plan urbanistico, a nuestros

    ojos todo el10 cobra su verdadera dimensin cientfica a la luz de la primera parte

    de la o bra, q ue lleva el titulo, rico e n resonancias positivistas, de .El segundo de sus volmenes comprende la

    exposicin en forma estadstica, escasamente comentada, de 10s resultados de la

    investigacin sobre Barcelona, divididos en contenido o poblacin, continente o

    espacio urbanizado, y funcionamiento es decir

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    Ramon Grau

    co, estabilidad/cambio- equivalente a la dualidad entre desarrollo del individuo

    y desarrollo de la sociedad trazada dentro del concepto de civilizacin por Guizot

    1828), conecta con dos visiones contrapuestas del proceso histrico -progres0

    cons tante a nivel d e las vias, degradacin co nstan te a nivel de las casas-, con

    dos mtodos de trabajo -mtodo deductivo para el tratamiento de 10s efectos de

    la tcnica, mtodo an altic0 pa ra el d e 10s efectos de la especulacin- y con dos

    propuestas urbanisticas: la red viaria ortogonal con chaflanes en 10s cruces y la

    manzana abierta que permite el retorno a la idea de la casa rodeada de natu-

    raleza.

    En la legitimacin de la practica urbanstica por razones de coherencia hist-

    rica y en su promocin al rango de actividad cientifica, Cerdi se alinea en la

    amplia corriente del urbanismo racionalista

    y

    su pensamiento anuncia, a veces

    en el mismo detalle de las metforas, a autores como Ebenezer How ard 189 8)

    y Le Corbusier 192 5). Pero si la exigencia de una planificacin de 10s asenta-

    mientos humanos consistente con las caracteristicas de la sociedad industrial

    moderna 10 acerca a 10 que ha sido el pensamiento central de una tradicin inte-

    lectual que cuenta con un siglo y medio de existencia, Cerdi supera a 10s movi-

    mientos regeneradores de la arquitectura desarrollados durante el primer tercio

    del siglo xx -entre el positivismo y el neorromanticismo- y a 10s socialistas ut .

    picos de la primera mitad del siglo X X -herederos de la ilustracin- por su

    armonia entre 10s principios ilustrados y el historicismo romntico en 10 que no

    dudamos en calificar como una de las grandes sntesis del positivismo y que se

    caracteriza por fun dam enta r aquella doctrina en 10s c

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    Cerda

    y

    la Geog rafia catalana 8

    estudio que, a partir de Ratzel y sobre todo en manos de autores como Schlter

    y

    Sauer, se ha convertido en el nervio de la geografia cultural y de toda la geogra-

    fia histrica mod erna Sauer, 19 41). La consideracin del paisaje human izado

    ccimo un documento histrico con sentido inequivoco le permite construir una

    historiografia propiamente arqueolgica, cuyo primer fruto son las grandes perio-

    dizaciones extraidas por inferencia y segn una determinada concepcin de la na-

    turaleza hum ana. Por mucho que sorprendieran a un Puig i Cadafalch 1927), las

    rbricas histricas creadas por Cerdi para la historia de la habitacin humana y

    de la tcnica del transporte siguen el mismo procedimiento que, en la misma

    poca, estaba siguiendo la escuela arqueolgica danesa al crear las hoy indiscuti-

    bles tres edades de la prehistoria vase en Dan iel, 1967, pp. 90-1 08) y son el

    1116s exacto paralelo de 10 que estaba realizando por 10s mismos aos Fustel de

    Coulanges par a la civilizacin clsica y a partir d e la tcnica filolgica 18 64 ).

    Siendo el trmino

    urbe

    -con sus derivados- u n neologismo em plead o por

    CerdB para rehuir las dificultades derivadas de la palabra ciudad, que implica una

    cierta categoria, la ciencia cerdaniana no s610 supera 10s insalvables escollos para

    llegar a una definicin precisa del objeto de la geografia urbana -0bstcu1os

    contra 10s que lucha denodadamente pero sin grandes resultados un Pierre Geor-

    ge 1969)- sino que adquiere un alcance m is general sin perder por el10 rigor.

    En efecto, a partir de la definicin inicial de 10 urbano como la cornbinacin de

    la necesidad de albergue y del instinto social, Cerdi establece un programa que

    coincide, incluso en ms de un detalle, con el de la primera de las tres partes que

    comprende la geografia humana segn Jean Brunhes: 10s hechos de la ocupacin

    improductiva del suelo Brunhes, 1910) .

    Ms all de esta identidad de planteamientos con el gran clsico de la geo-

    grafia francesa, la idea de una ciencia del hombre en tanto que habitante viene

    a coincidir tambien con el ncleo de la definicin de la geografia desarrollada

    a partir de Demangeon vase en Le Lannou, 1 949). A Cerdi le separa, en

    cambio, de la geografia humana clsica francesa la voluntad pragmtica que se

    expresa tan brillantemente en la transparente relacin que existe entre el plan

    de

    ensanche para Barcelona y 10s textos de la Teoria general e la urbanizacin

    este espiritu positivista, que se complace en la cuantificacin, tan divers0 del

    afn ms puramente acadmico de 10s neorromnticos y tan prximo a desarrollos

    ms recientes de nuestra disciplina, confiere, sin duda, a Cerdi otro inters que es

    fcil compren der si se examina el lugar q ue 10s primitivos del urbanismo -Owen,

    Ledou x, Fourier, Ruskin, Morris, Ho wa rd, etc.- ocupan en la monografia de

    Claval sobre la evolucin de la geografia hum ana Claval, 1964 ).

    Cerda y la historia de

    la

    geografia catalana

    A

    pesar de 10s mltiples atractivos geoprficos de la obra de Cerdi, que

    10s estudiantes de geografia han sabido captar perfectamente a 10 largo de 10s

    aos 70, promoviendo incluso actos en homenaje al urbanista cataln que conta-

    ron c on la intervencin del entonces rector de la U niversidad de Barcelona, Fabin

    Estap, 10 cierto es que ni las ltimas revisiones de la historia de la geografia

    catalana, estrictarnente con tempo rneas del resurgimiento del inters colectivo por

    nuestro aut or Casassas, 1974 y 197 7 a; Carreras, 197 9), han sabido incorporar10 a

    la lista, no demasiado nutrida ni muy brillante, de

    10s pioneros de la geografia

    en nuestro pas. El hecho, ancdotas al margen, es representativo de la debilidad

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    8

    Ramon

    Grau

    de las interpretaciones vigentes de la historia de la geografia catalana y expresa a

    la perfeccin la escasa virtualidad de la tradicin local en el progreso actual de

    la disciplina.

    En efecto, en la medida e n que toda reconstruccin histrica d e una tradicin

    intelectu al es una ope racin -perfectamente honorable- enca minada a la legiti-

    macin de unas prcticas determinadas, la historia de una disciplina expresa el

    sistema de valores de quienes la van estableciendo. Si en la prctica cientfica se

    producen cambios metodolgicos es lgico, y deseable, qu e se produzcan revisiones

    de la propia tradicin a la bsqueda de refuerzos para la innovacin, pues en caso

    contrario se crea una prdida de estabilidad y de densidad en el comportamienlo

    de la comunidad de cientificos. Pues bien: en la actualidad, la historia de la geo-

    grafia catalana permanece, en 10 esencial, atada a esquemas de interpretacin que

    hunden sus raices en las opciones metodolgicas caractersticas del primer tercio

    del siglo xx.

    La confluencia de 10s esfuerzos para organizar la geografia en relacin con

    el movimiento de renovacin pedaggica y de la recepcin del historicismo fran-

    cs de la escuela de Vidal de La Blache, cuyo mensaje resulta tan adecuado a la

    misin que el nacionalismo cataln otorgaba a la geografia, configura 10s aos 20

    y 30 como una poca brillante en la evolucin de la geografia catalana. La pervi-

    vencia de la peculiar actitud intelectual introducida a principios de siglo por el

    movimiento noucentista, que impuls6 la modernizacin y la consolidacin institu-

    cional de nuestra disciplina como la de otras ramas de la cultura cientfica, es

    funcin sobre todo de las dificultades sufridas posteriormente por el pas, que

    se han expresado con toda crudeza en el campo de la geografia. Los agresiva-

    mente ((modernos>>ntelectuales y polticos noucentistas, que. de hecho, aprove-

    charon para su magna tarea de organizacin cultural una buena parte de 10s

    trabajos desarrollados en Catalua durante la segunda mitad del siglo

    x ~ x ,

    ueron,

    sin embargo, unos fervientes partidarios

    v nt l lettre

    de la teoria bachelardiana

    de la coupure pistmologique que arrojaron al limbo de la preciencia la cultura

    decimonnica -muy especialmente la con tribuc in del positivismo a las ciencias

    sociales- y crearon la impresin de que la verd adera cultura cientfica empezaba

    en Catalua con el Novecientos, a partir de la importacin de modelos europeos

    y en ruptura con la tradicin local.

    La persistencia de 10s criterios noucentistas durante la larga postguerra de

    1939, que bloquean un a apreciacin verdade ramente comprensiva de la cultura

    geogrfica anterior a 10s aos 20, se manifiesta por doquier, de tal manela que, a

    pesar de la escasez de trabajos especficos sobre el pasado disciplinar, no resulta

    difcil descubrir sus huellas en 10s escritos de la mayoria de 10s gegrafos ca-

    talanes.

    Las inayores oportunidades para explayar esa actitud se presentan en el

    tratamiento de la figura seera de Pau Vila, reconocido unnimemente como el

    creador de la geografa moderna en Catalua. Una frecuente operacin, destinada

    a magnificar al gran clsico de nuestra geografa regional e innecesaria por la

    propia magnitud y oportunidad de su contribucin, consiste en presentar su figura

    destacada contra el oscuro fondo de un supuesto desierto cultural donde la geo-

    grafia est6 literalmente ausente. Y cuando, por ejemplo, resulta imposible silen-

    ciar las aportaciones del excursionismo surgido e n pleno siglo XIX, e llega a alterar

    la secuencia cronolgica de las manifestaciones de la cultura geogrfica para situar

    a Pau Vila en la base de todas

    ellas: < A Catalunya, sota el mestratge de Pau

    Vila, form at a l escola francesa , i a qu i molts dels gebgrafs actuals deuen la voca-

  • 7/25/2019 Ildefonso Cerd y La Geografa Catalana

    9/15

    erda y la Geografia catalana 8

    ci, el moviment progressa aviat; i , com tants d altres aspectes cultura ls d e la

    nostra R enaixenca, a travs de l excursionisme pren una rapida volada . .) I aviat

    des de les guies excursionistes i dels butlletins dels centres locals comencen les

    descripcions de les comarques catalanes. Alguns anys ms tard, aquest sentiment

    comarcalista serveix de base a un projecte de divisi territorial), (Sol Sabaris,

    1958,

    I ,

    p. 12) .

    Despus de una serie de prospecciones en la cultura cientifica del siglo XIX

    entre las que destaca la de E nric Lluch ( 19 61 ), hoy tienden a sostenerse opiniones

    menos parciales. Asi, Casassas rectifica al propio maestro acerca del carcter pio-

    nero de su empresa: c< malgrat aquesta afirmaci de Pau Vila, sembla que hom

    pot assegurar que, tot i que s innegable el pes dels models dels nous corrents

    geogrhfics, la primerenca introducci i rapida acceptaci, a Catalunya, de tot el

    que representaven les monografies comarcals fou afavorida pels precedents que

    existien?) (Casassas, 1977 a, p . 116).

    Pero esta evolucin de las opiniones, no compartida probablemente por

    todos 10s gegrafos activos hoy en C atalua, no ha llevado, e n g eneral, a un a com-

    prensin mis profunda de 10s trabajos geogrficos anteriores a Vila, que son con-

    siderados a 10 sumo como <

  • 7/25/2019 Ildefonso Cerd y La Geografa Catalana

    10/15

    8 Ramon

    Grau

    de la monografia sobre Barcelona elaborada por Ildefons0 Cerdii. La seguridad

    acerca de la validez definitiva de 10s propios mtodos y actitudes determina, en

    primer lugar, el finalismo que es perceptible, por ejemplo, en numerosos escritos

    de Sol6 Sabaris y en 10s de Casassas, con su periodizacin de la escuela catalana

    de geografia en tres fases -

  • 7/25/2019 Ildefonso Cerd y La Geografa Catalana

    11/15

    Cerda y la Geografia catalana

    8

    10 cua1 h a suscitad o, com o es lgico, la floracin de version es muy difer ente s, desd e

    las de 10s corifeos del neopositivismo en expansin Schae fer, 19 53) hasta la

    critica sociolgica de 10s radicales Cape l, 197 7), pasand o por las defensas tardias

    de la ortodox ia historicista de la pregue rra Meynier, 1 969 ) y por las rns diversas

    form as de eclecticismo Wrigley, 1965; Claval, 1977).

    Aunque la extrema diversidad de 10s planteamientos pueda originar actitudes

    escpticas acerca de la posibilidad de llegar a un conocimiento objetivo, tal plu-

    ralidad puede ser considerada tambin, a la luz de la experiencia general de la his-

    toriografia, como una condicin necesaria para el surgimiento de una visin hist-

    rica menos unilateral y rns comprensiva que las derivadas de una situacin de

    monopolio del pasado disciplinar por parte de una sola opcin rnetodolgica. La

    posibilidad de producir y difundir visiones alternativas otorga a la historia de la

    ciencia una funcin rns estimulante que la de reafirmar una ortodoxia cualquiera

    y que consiste en favorecer la asimilacin de la pluralidad inherente al proceso

    cultural. La confrontacin del gegrafo encuadrado en una determinada escuela

    con proposiciones diversas que se han podido formular en algn momento del

    desarrollo de la cultura cientifica, examinadas de manera comprensiva y no sim-

    plemente caricaturizadas, determina una adhesin rns matizada a las propias

    convicciones y una mayor apertura a 10s planteamientos ajenos.

    La diversidad metodolgica perceptible a escala internacional se da tambin

    a escala local catalana, con las restricciones lgicas que imponen la dimensin

    modesta

    y

    10s contornos indefinidos de la comunidad cientifica y sus dificultades

    institucionales crnicas. El esfuerzo desarrollado en seguir el movimiento interna-

    cional de renovacin metodolgica y tcnica no ha tenido, hasta ahora, un reflejo

    adecuado en la revisin de 10s esquemas de interpretacin histrica de la disci-

    plina y

    en la revalorizacin de las contribuciones de la tradicin local de acuerdo

    con las nuevas directrices cientificas, como ya hemos mostrado.

    El esfuerzo reciente desarrollado por Carreras 1979 ) para introducir una

    visin alternativa de la historia de la geografia catalana se ha concentrado en dos

    puntos: intentar colocar las manifestaciones de la cultura geogrfica local rns

    citadas dentro de una periodizacin homologable con 10s esquemas manejados

    in

    ternaciona lmen te -etapa precientifica, ambientalismo, posibilismo y poca con-

    tempornea- e incluir informacin sobre la evolucin de 10s ltimos lustros, con

    referencias al cuantitativismo y a la geografia radical. Pero la inspiracin del

    esquema histrico en el de Claval 196 4) y el man tenim iento d e 10s juicios sobre

    la produccin local formulados antes del inicio del movimiento de renovacin

    rnetodolgica que ha dado lugar al actual pluralismo de opciones no s610 dejan

    incompleta la revisin de la geografia catalana sino que llevan, en buena lgica,

    a la conclusin de que una reinterpretacin de esa tradicin es del todo irrele-

    vante dado el nuevo rumbo de la disciplina.

    En efecto, la impresin dominante es que, de hecho, toda la tradicin geogr-

    fica catalana se sita en la linea del historicismo y que, por tanto, la renovacin

    metodolgica no puede tener otras fuentes significativas que la literatura cienti-

    fica producida fuera de nuestro pas. La realidad de este divorcio creciente entre

    la cultura local y la nueva ciencia espacial, capaz de provocar en la practica de

    la geografia una fuerte discontinuidad a nuestro parecer indeseable, ha sido, desde

    luego, una idea ampliamente difundida

    y

    fomentada por la misma agresividad de

    10s escritos clsicos de la crnueva geografia,, anglosajona, con su inmenso aparato

    bibliogrfico, compuesto por titulos casi siempre desconocidos en nuestras lati-

    tudes, y por 10s meritorios csfuerzos locales por incorporarse a esa corriente, que

  • 7/25/2019 Ildefonso Cerd y La Geografa Catalana

    12/15

    8

    Ramon

    Grau

    llevaron a un ritmo de produccin de traducciones y de articulos dedicados

    a

    divulgar aquellas ideas mucho ms intens0 que el desplegado, por ejemplo, en

    relacin con la instauracin del neorromanticismo.

    Esa impresin de ruptura irreversible con la tradicin, que fue muy vvida

    sobre todo hasta 1975 y que la misma descomposicin de la ccnueva geografia)>

    europea y americana se ha encargado luego de mitigar, anim en Catalua la pol-

    mica en torno a 10s cambios metodolgicos y produjo, entre otros frutos, las

    incursiones de amplio vuelo de maestros como Vili Valenti

    1

    971 y 1973) y Sol

    Sabars (1975) en la historia internacional de la geografia. Si bien el tratamiento

    del problema metodolgico sin referencias a la tradicin catalana parece confir-

    mar, de modo indirecto, la irrelevancia de esta ltima en la nueva etapa histrica

    abierta por la irrupcin del

    neopositivisme,

    la actitud transaccional y ponderada

    de esa linea de reflexin abre nuevas perspectivas para la reconsideracin hist-

    rica de la geografia catalana a travs del afloramiento de una serie de ideas prc-

    ticamente inditas en nuestra cultura, como son la afinidad entre geografia regio-

    nal y mtodos tradicionales por una parte y entre geografia general

    y

    nueva Teo-

    grafia por la otra, la probable complementariedad de 10s enfoques enfrentados, la

    posibilidad de llegar a una sntesis superior o, incluso, la viabilidad del sosteni-

    miento de una pluralidad metodolgica en geografia (Vili Valenti, 1973, pgi-

    nas 44-47).

    El reconocimiento del papel histricamente positivo de una y otra corriente

    retorna a la introspeccin histrica su papel clave para asegurar un progreso equi-

    librado de la disciplina, ahora con un sentido ms abierto que el que tuvo para

    10s posibilistas de 1920 o para 10s cuantitativistas de 1960, y exige, a nuestro

    juicio, proyectar ese ponderado criteri0 sobre la cultura catalana de 10s ltimos

    siglos para alcanzar una imagen ms plena y enriquecedora del desarrollo de la

    temtica geogrfica. Una imagen donde tenga su lugar, por ejemplo, Ildefons0

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    Resum: lldefonso Cerda et la Gographie catalane

    La Gographie catalane actuelle prsente un dcalage entre la diversit des pratiques fa-

    vorise par l impact du no-positivisme et des courants radicaux et la persistance des crit tres

    no-romantiques en la reconstruction de la tradition gographique locale, ce qui se rsout

    dans une subvaloration des apports du positivisme du XIXkme sikcle. Aux yeux des futurs

    gographes, chaque jour un peu plus loigns de l esprit avidalien,, la partialit de la vision

    historique qui en rsulte menace de convertir cette tradition culturelle en quelque chose de

    vraiment peu intressant.

    Au point de vue des derniers dveloppements de notre discipline, une des plus impor-

    tantes apportations catalanes est, sans aucune doute, le travail d Ildefonso Cerdl (1815-1876),

    auteur d un programme de science sociale ambitieux, centre sur la rsolution de la croissante

    contradiction existente entre une socit dynamique, ne de la rvolution industrielle, et l es-

    pace inflexible lgu par les civilisations pr-industrielles. Synthkse d une trajectoire qui part

    d une vision purement technocrate pour atteindre une vaste assimiliation de l idal positi-

    viste d une science sociale, la c(Thorie gnrale de l urbanisation, (1867) nous offre: une

    dfinition de la science concernant l urbanisation qui est l quivalent la dfinition classique

    de la Gographie humaine en tant que science de l homme-habitant; une thorie historique

    de l espace dduite du paysage humanis moyennant l acceptation du principe de la Gch-

    nique celabore par les gologues; une application

    1

    l analyse locale des

    tchniques cartographiques et statistiques conformes aux meilleurs travaux internationaux

    raliss jusqu alors; enfin une solution audacieuse face au problkme des relations entre tudes

    de cas, dification des thories et applications des conclusions de la science visant l organi-

    sation de la socit.

    Abstract: lldefonso Cerda and the Catalonian Geography

    In the Catalonian geography of today there is a perceptible disalignement between the

    diversity of practice favoured by the impact of neo-positivism and radical currents and Ihe

    persistent predominance of the neo-romantic criteria in the reconstruction of the local geo-

    graphic tradition, which results in a subestimation of the contributions of the positivism

    of the XIX century. The partiality of the resulting historical vision threatens with the con-

    version of that cultural tradition to irrelevance in the eyes of the new generations of geo-

    graphers, moving away from the avidalian* spirit more and more.

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    Cerda y la Geografia catalana

    9

    From the point of view of the latest developments in our discipline, it is possible to

    emphasize, among the catalan c ontributions the work of Ildefons0 Cerdh 1815-1876), the

    auth our of an ambitious program me of social science centr ed on the solving of the grow ing

    contradictions between the ever increasing dynamism of the society born of the industrial

    revolution and the inflexible space left by the pre-industrial civilisations.

    A

    synthesis of a

    personal development from a purely technocratic view to a wide assimilation of the positi-

    vistic idea of a social science, the General The ory of Urbanizationn 1867) offers: a defi-

    nition of the science of u rban izatio n wh ich is equivalent to the classical definition of hum an

    geograph y as a science of inhabiting-m an; a historical theory of space deduce d f rom th e

    sarne hum anised scenery thro ugh the ado ption of th e principle of stratigraphic tech niqu e

    produced

    by

    the geologists; an application to the local analysis of cartographic techniques and

    statistics along the lines of the best interna tiona l worlts of the mo ment; an d a very audacious

    solution to the great prob lem of the relation betw een th e study of cases, the edification of

    theories and th e application of the con clusions of the science to the organization of society.