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La inculturación vista desde la espiritualidad ignaciana P. Juan Manuel Granados, S.J. UniversidadJaveriana , Colombia La espiritualidad ignaciana es una espiritualidad de la encarnación en el mundo y en las culturas del mundo de hoy! . La encarnación es el mejor modelo que se en- cuentra en los Ejercicios Espirituales de lo que se ha denominado inculturación del Ev angelio. Inculturarse hoy significa mirar el mundo con los mismos ojos de Dios . La encarnación según los E.E. de San Ignacio La contemplación de la encarnación (E.E. 101-109) en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio tiene co mo objetivo moti v ar a la persona que hace los ejercicios a iden- tificarse con nuestro Señor Jesucristo (conocimiento interno del Señor E.E. 104) Y estimular el seguimiento decidido del mismo Señor. La contemplación como tal es un tríptico muy bien logrado . San Ignacio invita al ejercitante a moverse en tres escenas diferentes: La primera escena tiene como prota- gonistas principales las personas de la Trinidad y se desarrolla "arriba ", la segunda escena se desenvuel ve en la tierra y tiene como personajes a los hombres, la tercera se desenvuelve en Nazaret y sus personajes son la Virgen María y el ángel Gabriel. San Ignacio quiere que el ejercitante no sólo se mueva comparativamente entre las tres escenas , sino que le invita a entrar en cada una de ellas: Primero a ver a cada uno de sus protagonistas , segundo a oír lo que dicen y tercero a mirar lo que hacen . Podría- mos decir que se trata de un tríptico en tres tiempos. La contemplación de la encarnación enseña al ejercitante a mirar el mundo con la misma mirada de Di os. Esta contemplación funciona como un lente de gran alcance que enfoca cada vez con mayor precisión la colab oración humana en el proyecto de 129

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La inculturación vista desde la espiritualidad ignaciana

P. Juan Manuel Granados, S.J. UniversidadJaveriana, Colombia

La espiritualidad ignaciana es una espiritualidad de la encarnación en el mundo y en las culturas del mundo de hoy! . La encarnación es el mejor modelo que se en­cuentra en los Ejercicios Espirituales de lo que se ha denominado inculturación del Evangelio. Inculturarse hoy significa mirar el mundo con los mismos ojos de Dios.

La encarnación según los E.E. de San Ignacio

La contemplación de la encarnación (E.E. 101-109) en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio tiene como objetivo motivar a la persona que hace los ejercicios a iden­tificarse con nuestro Señor Jesucristo (conocimiento interno del Señor E.E. 104) Y estimular el seguimiento decidido del mismo Señor.

La contemplación como tal es un tríptico muy bien logrado. San Ignacio invita al ejercitante a moverse en tres escenas diferentes: La primera escena tiene como prota­gonistas principales las personas de la Trinidad y se desarrolla "arriba", la segunda escena se desenvuelve en la tierra y tiene como personajes a los hombres, la tercera se desenvuelve en Nazaret y sus personajes son la Virgen María y el ángel Gabriel. San Ignacio quiere que el ejercitante no sólo se mueva comparativamente entre las tres escenas, sino que le invita a entrar en cada una de ellas: Primero a ver a cada uno de sus protagonistas, segundo a oír lo que dicen y tercero a mirar lo que hacen. Podría­mos decir que se trata de un tríptico en tres tiempos.

La contemplación de la encarnación enseña al ejercitante a mirar el mundo con la misma mirada de Dios. Esta contemplación funciona como un lente de gran alcance que enfoca cada vez con mayor precisión la colaboración humana en el proyecto de

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Dios para los hombres. Esta contemplación confronta la voluntad, el pensamiento y el afecto humano con la realidad de los hombres que descienden al infierno.

La encarnación según el Evangelio de Lucas

El Evangelio de Lucas y los Hechos de los Apóstoles fueron elaborados con la técnica narrativa de la synkrisis, la cual se define como una técnica que pone en paralelo: narraciones, personajes, e incluso libros2

. La narración de la encarnación en el Evan­gelio de Lucas es un ejemplo de esta técnica. El anuncio del ángel Gabriel a María se encuentra en paralelo al anuncio del mismo ángel hecho a Zacarías, de hecho los dos anuncios se introducen con la fórmula "no temas" (Lc 1,13.30). El nacimiento de Juan está en paralelo con el nacimiento de Jesús y el cántico de María del Magnificat está en paralelo con el cántico de Zacarías, comúnmente llamado "el Benedictus".

La técnica de la synkrisis lucana así vista se presenta entre personajes: entre María y Zacarías, entre Jesús y Juan. Otros ejemplos importantes de paralelismo entre perso­najes son Pedro y Pablo en el libro de los Hechos de los Apóstoles, y entre Jesús y Pablo al interior del díptico lucano. La técnica de lasynkrisis también se da entre narracio­nes, como ya se ha visto, por ejemplo, entre la narración del anuncio a Zacarías y a María. Otros ejemplos son las narraciones de milagros de Pedro y Pablo en el libro de los Hechos, así como sus discursos inaugurales.

¿Qué nos dice el paralelismo de personajes preSEnte en la narración del anuncio a María? Este paralelismo se puede llamar antitético. A la antigua alianza simbolizada por un sacerdote en funciones se le opone una mujer humilde que con su obediencia inaugura la nueva alianza. No sólo la oposición de género sino la oposición de acti­tudes en este caso revela la novedad del anuncio lucano.

Los textos del anuncio del nacimiento dE Juan y de Jesús contienen elementos típicos de las narraciones de anuncio veterotestamentarias. Estos anuncios se distinguen claramente por la fórmula "concebirás, darás a luz un hijo y le pondrás por nom­bre .. . ", fórmula que en ocasiones aparece condensada, y en otras ocasiones expandi­da. Ejemplos en Jueces 13,4 la mujer de Manóaj. En 1 Samuel1,20 Ana la madre de Samuel.

La genialidad del díptico lucano y de la técnica del paralelismo no se puede conside­rar simplemente cuestión de estilo o de estética narrativa. Los paralelismos en Lucas funcionan como una "catapulta" abierta al futuro. El proyecto inaugural de jesús (Lc 4,16-21) se cumple con Pablo y queda abierto a todos los seguidores de jesús que como Pablo anuncian con su propia vida la Buena Nueva a los pobres. La nueva alianza no se cerró con María, sino que queda abierta a todo hombre y mujer, que como María, aceptan con humildad, fidelidad y obediencia lo que se le es dado como voluntad de Dios.

El relato de la anunciación en el Evangelio de Lucas, así como la contemplación de la encarnación en los Ejercicios Espirituales evidencian la centralidad de la persona de María en el proyecto de la redención humana. Ahora bien, tanto el texto del Evan­gelio como el de los Ejercicios se refieren a una realidad más profunda, ellos dos nos hablan de la iniciativa divina, de su pasión por el género humano, de su "abajarse" hacia la realidad humilde y frágil de los hombres. La iniciativa de Dios comenzó con la elección de Israel, sin embargo, esta iniciativa no terminó allí, sino que llegó a plenitud con María. Esta mujer humilde, que cree en las promesas hechas a Israel pueden cumplirse todavía en ella, fue quien pennitió dar curso abierto a la historia de la salvación. Al "abajarse" divino corresponde el "dejarse" llevar humano, el de­j arse conducir en fidelidad al Espíritu dado a lo largo de la historia.

La técnica de lasynkrisis evidencia la función proléptica de cada relato. En este caso, el relato de la encarnación remite al lector a las promesas hechas a Israel (e.d. a la voluntad divina de salvación para todos los hombres), cuyo alcance no llega a su fin con la persona de María, sino que evoca la instauración definitiva del Reino ("Éste será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de su padre David; y reinará sobre la casa de jacob para siempre, y su reino no tendrá fin". Lc 1,32-33).

Tanto el texto del Evangelio como el de los Ejercicios nos dibujan de esta fOnTIa vectores de comprensión. Uno "vertical" entre la iniciativa divina y la colaboración humana, y otro "horizontal" de carácter más histórico entre las promesas hechas a Israel yel advenimiento del Reino. La synkrisis, así vista, nos permite desglosar los planos contenidos en el texto, que muy curiosamente son los mismos planos que nos presenta el texto de los Ejercicios. (Divino, humano e histórico). Un ejemplo del mismo procedimiento en la narración y contemplación del nacimiento de jesús) .

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La noción de mundo y de cultura

La contemplación de la encarnación en los Ejercicios Espirituales enseña al ejerci­tante a ver el mundo con los ojos de Dios, e.d. con los mismos ojos de la Trinidad. De este "mundo" que contempla la trinidad se dicen varias cosas: que está lleno de hom­bres y que ellos descienden al infierno (E.E. 102. 106,2. 108) . Se dice también que su matiz distintivo es la diversidad, "así en trajes como en gestos, unos blancos y otros negros, unos en paz y otros en guerra, unos llorando y otros riendo, unos sanos y otros enfermos, unos naciendo y otros muriendo (E.E. 106) .

La expresión "baj ar al infierno" significa en el lenguaje de San Ignacio aislamiento. Realidad que se opone a la soledad. Mientras la soledad puede ser ocasión de encuen­tro profundo y fructífero con el Padre, el aislamiento pone la persona al margen de su relación con Dios y con los hombres. Pues bien, la contemplación de la encarnación nos coloca, como en una buena película, a seguir la trama paralela a este mundo, se trata de contemplar la misma realidad pero desde una perspectiva distinta.

La Santísima Trinidad no ve hombres que mueren y se hieren mutuamente, ellos ven hombres enceguecidos, que mueren y van camino hacia el aislamiento. Oír a la Tri­nidad hoyes desafiante: "hagamos redención" (E.E. 107). Lo que hace la Trinidad es obrar la encarnación. Mientras en una escena los hombres en tanta diversidad, mue­ren, se matan, se aíslan, blasfeman, en la otra escena la Trinidad los mira con ojos de bondad.

La noción de mundo es una de las nociones más escurridizas ante las cuales nos encontramos hoy. ¿Qué es el mundo? Kant en la Crítica de la Razón Pura, cuando se encontró con las antinomias de la razón pura, no tuvo otro remedio que postular la idea de mundo para dar coherencia al conjunto de fenómenos externos. La noción de mundo hasta hoy sigue siendo intangible, un postulado, un marco de referencia que nos permite explicar fenómenos dispersos. Lo genial de nuestro mundo moderno, es que él se constituye en la medida que nosotros lo constituimos. El hombre crea reali­dad en la medida que la determina, en la medida que la nombra. La noción estática de mundo creado no nos funciona hoy más, estamos ante un mundo que se constitu­ye por medio de la interacción de nuestros lenguajes. La noción de "mundo" puede ser tanto el objetivo del mercado mundial como también el objeto de la redención renovada, y la constitución de éste sólo se da por medio de la interacción de los suje­tos que lo determinan como mundo.

Con la noción de cultura ocurre algo muy similar que con la noción de mundo. Se trata de una noción escurridiza. Bajo el concepto de "cultura" se agrupan hoy los elementos más diversos y no susceptibles de clasificación (cultura de masas, cultura indígena, cultura posmoderna, cultura gay) . El término simplemente alude a la frag­mentación de los componentes de mundo. La cultura es un fragmento menor de la realidad mundo. La cultura es lo que me proporciona identidad en el espacio del fragmento, es la expresión de tal identidad, y el conocimiento de la misma.

La noción de inculturación

Paul Virilio en uno de sus escritos refiriéndose a la noción de mundo decía que si el mundo moderno se caracterizaba por el control del espacio, el mundo posmoderno se caracteriza por el control del tiempo. La lógica del mundo que nos tocó vivir es la lógica del control de espacios cada vez más amplios en tiempos más breves, desde espacios cada vez más reducidos y en tiempos microscópicos se controlan espacios cada vez más universales. La consigna es velocidad y dominio. Este es el mundo que nos toca vivir. La cultura que nos tocó vivir se desliza cada vez más hacia el espacio de lo transcultural.

Inculturarse hoy significa mirar este mundo que nos tocó vivir y esta cultura que recibimos con los mismos ojos de Dios.

Mirar el mundo y sus fragmentos de identidad en su diversidad significa hoy respetar la diferencia. Tal vez una empresa o multinacional miren el mundo como un objeti­vo comercial, como un consumidor que hace parte de los índices del mercado, la mirada del hombre o la mujer invadidos por la espiritualidad ignaciana, por el con­trario no tiende a unificar bajo el tamiz de un solo interés o del propio interés, sino que es la mirada respetuosa de la diferencia, de la diversidad de cada persona, de su situación, así como de la diversidad de cada cultura. No puede mirarse con respeto otra cultura si no se le permite ser en la interacción, e.d. si no se reconoce su lengua, si no se reconocen sus creencias. Cualquier comunicación humana debe conceder al otro por lo menos la capacidad de interacción.

Mirar el mundo de hoy con la mirada de la Trinidad significa también mirar a los hombres que caminan hacia el aislamiento progresivo. Los hombres que hieren, matan

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y van hacia el infierno (E.E. 108) , son los hombres de hoy que en su diversidad social (ricos, pobres, sabios o ignorantes), cada vez se encuentran más lejos de sí mismos, de los demás y de Dios. A pesar de ello, la mirada de la Trinidad es optimista, ellos están enceguecidos, en el fondo no son responsables por "el hambre de relación" en la que viven. La comunicación rápida e instantánea que vivimos en el fondo es un desafío para las relaciones en profundidad. Reconocer la diferencia no me conduce necesariamente a una comunicación conmigo mismo con los demás o con Dios, hace falta aún un paso o salto riesgoso hacia el desposeimiento de sí.

Mirar el mundo de hoy no sólo significa reconocer la lógica con la cual se desenvuel­ven las relaciones, significa moverse a actuar, tomar decisiones. La decisión de la Trinidad fue "hagamos redención" (E.E. 107). A esta iniciativa corresponde el diálo­go del ángel y María, él se desempeña como legado, ella se humilla y recibe la gracia. Tomar partido por los hombres del mundo y de la cultura de hoy significa paradóji­camente ser legado y mensajero de la voluntad de redención que Dios sigue teniendo para el mundo, voluntad que pasa por el respeto humano a la diferencia pero que invita a cualquier hombre a salir de su asilamiento progresivo. Tomar partido por los hombres del mundo y de la cultura que nos tocaron vivir significa también humillar­se y recibir todo como gracia, porque sólo los hombres y mujeres que viven de esta forma pueden traducir en lenguaje inteligible la iniciativa de redención divina. Mi­rar, paradójicamente, significa optar decidir, dejarse mover y conmover por la bon­dad e iniciativas divinas y por la necesidad del género humano.

Encarnación e inculturación

Cuando comencé este escrito me encontré con la disyuntiva de hablar del discerni­miento como método eficaz de inculturarse y de descubrir a Dios en el mundo de hoy. Sin embargo, como ya se han dado cuenta, lo que brotó desde muy adentro de los textos ignacianos y evangélicos fue la importancia de la contemplación. No creo que la contemplación se oponga al discernimiento de espíritus. Sin embargo, todo parece indicar que el instrumento más adecuado con El que contamos los enamorados de la espiritualidad ignaciana para inculturarnos en el mundo de hoy y para ver este mun­do con los mismos ojos de Dios es la contemplación.

La contemplación de la encarnación es quizá el mejor ejemplo de inculturación que encontramos en la espiritualidad ignaciana y también en el Evangelio, sin embargo,

la encarnación no puede considerarse así no más la "inculturación" del Hijo. Dicho con otras palabras, inculturación no es lo mismo que encarnación. Sin embargo, el análisis de la contemplación de la encarnación y del relato de la anunciación nos han mostrado los rasgos constitutivos y derroteros de la inculturación vistos desde la espiritualidad ign2.ciana. La encarnación es un concepto mucho más amplio que la inculturación, ella consiste en que el verbo se hace carne y viene al mundo Qn 1,1-18). La inculturac~ón consiste en que el Evangelio de Jesús (no entendido como un contenido, son como su misma persona) se amalgama con la cultura que encuentra a su paso. La noción de entrar en el mundo como tal es más englobante y genérica que la de mundo, así mismo lo es la noción de encarnación con respecto a la noción de inculturación.

¿Qué aporta la espiritualidad ignaciana a la inculturación del Evangelio hoy?

La espiritualidad ignaciana nos enseña hoya ver nuestro mundo y nuestra cultura con los mismos ojos de Dios, nos enseña a dej amos guiar por el Espíritu, para que sea él quien señale lo que es propio de Jesús y lo que no en el mundo de hoy. Dejarse guiar por el Espíritu del resucitado significa ver la realidad con los mismos ojos de Dios (e.d. verlo en su diversidad, en su realidad de aislamiento, verlo como necesita­do de sanación) .

Ver el mundo en su diversidad, significa verlo desde la propia identidad, reconocerlo en su diferencia supone la aceptación de la propia cultura. Significa también ver el mundo como parte de un proyecto abierto, como parte de un proyecto de humanización no ajeno o superpuesto a los hombres. Entrar en el mundo no significa reemplazar su cultura por la mía o por otra mejor, sino evidenciar lo mejor o más humano que hay en ella. En la encarnación lo divino no se sobrepone a lo humano, sino que se establece como un diálogo armónico entre voluntades, o como colaboración para un proyecto mayor dado. La inculturación del mensaje del Evangelio hoy no se puede concebir como la superposición de lo divino y bueno sobre lo humano y malo, sino como la sincronía armónica entre las dos voluntades. La inculturación del Evange­lio, al igual que la encarnación, funcionan cuando los hombres se dej an conducir por el Espíritu, cuando ven la propia realidad con la ilusión con que los mira Dios.

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Ver el mundo en su realidad de aislamiento significa mirar las heridas del género humano, la realidad del mal que desborda las responsabilidades particL lares, y no justificarla como mal menor o bien aparente. Ver la cultura y las cultJJras en su realidad de aislamiento significa nombrar los poderes que suprimen o ignoran la identidad. Ver el mundo como necesitado de curación sig:1ifica estar dispLesto entrar en conflicto con las sombras que ocultan la homogeneización de las culturas. La espiritualidad ignaciana le dice al "ignaciano" de hoy que la única llanera de inculturar el Evangelio hoy consiste en dejarse conducir por el Espíritu, pIra que sea él quien señale lo que hay de Dios en el mundo y en las culturas en las qJe nos tocó vivir. Sólo el ignaciano que contempla puede identificarse con Cristo, sólo quien contempla puede mirar con los mismos ojos con los que le mira Dios.

Notas

La espiritualidad se define en sentido amplio como lo concerniente al ámbito del espíritu, ella consiste en dejarse guiar o llevar por el Espíritu. Lo propio o distintivo de la espiritualidad ignaciana es su ser cristocéntrica. Lo típico del "ignaciano", así visto, es dejarse conducir en todos los espacios de su vida por el Espíritu manifestado en Cristo Jesús. Poco a poco los jesuitas, a pesar de muchas resistencias, nos vamos convenciendo que la espiritualidad ignaciana no es un patrimonio privado ni exclusivo de la Compañía de Jesús. La espiritualidad se puede definir como un conjunto de disposiciones interiores que ponen a la per­sona en comunión con Dios (por ejemplo los Ejercicios Espirituales) y que se concretizan en una disciplina institucional (por ejemplo las Constituciones) , estos dos elementos constitutivos de cualquier espiritualidad son inseparables. Esta manera de concebir la espiritualidad interroga la participación institucional (en instancias de poder) de los laicos comprometidos con la espiritualidad ignaciana e instituciones jesuíticas. El análisis de la función narrativa del paralelismo (synkrisis) en el díptico lucano ha sido propuesto y explicitado por]. Aletti. Véase: ].N. Aletti, JI Racconto come Teologia Studio narrativo del terzo Vangelo e del libro degliAtti degliApostoli, Roma 1996. Del mismo autor: El arte de contar a jesús, Sígueme .

.'\ La historia de Navidad ... Está presentada en una partitura de música, en la que deben leerse al mismo tiempo las notas de la línea superior y las notas de la línea inferior. Las notas de la línea inferior describen el paso de una multitud de viajeros. Es una pequeña ciudad abarrotada de gente, que llegan juntos para inscribirse en el censo; por eso hay escasez de alojamientos, acompañada de todos los in­convenientes que de ello se derivan: precios de alojamiento elevados, y falta de compasión hacia los económicamente débiles. Entre estos, se encuentra una mujer embarazada, próxima a dar a luz, por lo cual tiene que refugiarse en un establo, y del cual tendrá que huir rápidamente con el niño recién nacido, por­que están amenazados de ser víctimas de la "gran política". Todo esto es como un bosquejo de lo que se "juega" en nuestra vida humana y que está entrelazado en la gran historia de los tiempos. Tan de la tierra y huma­na es la melodía de las notas en la línea inferior. Pero no contienen la melodía completa.

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Por eso en la línea superior de notas, cantan los ángeles, por eso encima está abierto el cielo, y el que no lea al mismo tiempo las notas de las dos líneas: superior e inferior, no ha entendido la partitura. En ella suenan las dos juntas: que Dios, todo humano y cercano a nuestras vidas, viene, y que para Él nada de lo humano le es ajeno, y que de la misma manera irrumpe en otras "regiones" de nuestra vida. Por eso hay esa dependencia de arriba y de abaj o; de ahí, la partitura de dos líneas: el nacimiento en el establo y el aleluya de los ángeles.