LA PREVENCIÓN DE ACCIDENTES LABORALES: DILIGENCIA, RÉGIMEN …

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- 3423 - ESTUDIOS LA PREVENCIÓN DE LOS ACCIDENTES LABORALES: DILIGENCIA, RÉGIMEN JURÍDICO E IMPUTACIÓN DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL (1) ESTHER MONTERRROSO CASADO Doctora en Derecho Profesora en Derecho Civil Universidad Autónoma de Madrid SUMARIO: I. Introducción.—II. La diligencia exigida en la actividad laboral. A) La prevención del daño. B) La previsión del daño.—III. Régimen jurídico de responsabili- dad.—IV. Criterios de imputación de la responsabilidad civil—V. La concurrencia de culpas y la culpa exclusiva de la víctima.—VI. Bibliografía. I. INTRODUCCIÓN Recientes resoluciones judiciales en materia de seguridad y salud laboral han alarmado a la opinión pública al absolver a las empresas de responsabilidad en la vía penal o mantener la existencia de la culpa exclusiva de la víctima en la vía civil. Esta actitud se produce en una situación agudizada por el aumento de la siniestralidad laboral (especialmente en los sectores de los servicios, construcción e industria), a pesar de la protección de los trabajadores garan- tizada por el la Constitución, el Estatuto de los Trabajadores, diversas Directivas de la Unión Europea, la Ley General de Seguridad Social, y, fundamentalmente, la Ley de Prevención de Riesgos Laborales y los Reglamentos en materia de seguridad en el trabajo. 1 tn La elaboración de este artículo ha sido posible gracias a la financiación de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid y del Fondo Social Europeo. Boletín núm. 1974-Pág. 5

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ESTUDIOS

LA PREVENCIÓN DE LOS ACCIDENTES LABORALES:DILIGENCIA, RÉGIMEN JURÍDICO E IMPUTACIÓN

DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL(1)

ESTHER MONTERRROSO CASADO

Doctora en DerechoProfesora en Derecho Civil

Universidad Autónoma de Madrid

SUMARIO: I. Introducción.—II. La diligencia exigida en la actividad laboral. A) Laprevención del daño. B) La previsión del daño.—III. Régimen jurídico de responsabili-dad.—IV. Criterios de imputación de la responsabilidad civil—V. La concurrencia de culpasy la culpa exclusiva de la víctima.—VI. Bibliografía.

I. INTRODUCCIÓN

Recientes resoluciones judiciales en materia de seguridad y salud laboral han alarmado ala opinión pública al absolver a las empresas de responsabilidad en la vía penal o mantener laexistencia de la culpa exclusiva de la víctima en la vía civil. Esta actitud se produce en unasituación agudizada por el aumento de la siniestralidad laboral (especialmente en los sectoresde los servicios, construcción e industria), a pesar de la protección de los trabajadores garan-tizada por el la Constitución, el Estatuto de los Trabajadores, diversas Directivas de la UniónEuropea, la Ley General de Seguridad Social, y, fundamentalmente, la Ley de Prevención deRiesgos Laborales y los Reglamentos en materia de seguridad en el trabajo.

1 tn La elaboración de este artículo ha sido posible gracias a la financiación de la Consejería de Educación de la Comunidad deMadrid y del Fondo Social Europeo.

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El objeto de este trabajo se centra fundamentalmente en el análisis de la responsabilidadcivil de la empresa y del trabajador en la prevención de los accidentes laborales; situacióndistinta a la penal, ya que ante idénticos casos no siempre será posible apreciar la existenciade un reproche hacia la empresa que constituya un ilícito penal. Para analizar dicha responsa-bilidad será necesario determinar la diligencia exigible, el régimen jurídico de responsabilidadaplicable y los distintos criterios de imputación de la responsabilidad en los accidentes detrabajo.

II. LA DILIGENCIA EXIGIDA EN LA ACTIVIDAD LABORAL

Existe un comportamiento exigido a todas las partes implicadas en los accidentes labora-les: la prevención por parte del empresario y la adopción de medidas de protección por eltrabajador. Ahora bien, al resultar el interés protegido diferente en uno y otro caso, la diligen-cia en la actuación del empresario y del trabajador no será juzgada en igual posición, cuandoquien crea el riesgo es el empresario.

La Ley de Prevención de Riesgos Laborales 31/1995, de 8 de noviembre; la Ley de Re-forma de su marco normativo 54/2003, de 12 diciembre; su Reglamento, aprobado por el RealDecreto 39/1997, de 17 enero; y demás normas que la desarrollan inciden en la actuaciónpreventiva del empresario y la previsión del daño con motivo del desempeño de una actividadlaboral. Por lo tanto, nos encontramos ante dos conceptos, prevención y previsión, claves paragenerar responsabilidad.

1. La prevención del daño

La Ley de Prevención de Riesgos Laborales entiende por «prevención»: el conjunto deactividades o medidas adoptadas o previstas en todas las fases de actividad de la empresa conel fin de evitar o disminuir los riesgos derivados del trabajo (art. 4). Precisamente, esta pre-vención de los riesgos se fundamenta en el poder de organización y dirección del empresariopara adoptar tales medidas.

a) La prevención del empresario

Existe una extensa normativa legal que contempla las obligaciones de prevención delempresario, cuyo pilar fundamental se encuentra constituido por la Ley de Prevención deRiesgos Laborales, que, en su capítulo III, bajo la rúbrica «Derechos y obligaciones», estableceel derecho del trabajador a la protección eficaz en materia de seguridad y salud en el trabajo,y el correlativo deber del empresario frente a los riesgos laborales; del que forman partelos derechos de información, consulta y participación, formación en materia preventiva,paralización de la actividad en caso de riesgo grave e inminente y vigilancia de su estadode salud (art. 14). Además, la Ley establece no sólo el derecho a una protección eficaz enmateria de seguridad y salud en el trabajo, sino que impone al empresario el deber de proteger

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a los trabajadores frente a tales riesgos, garantizando su seguridad y salud mediante la adopciónde cuantas medidas sean necesarias.

Este deber del empresario, desarrollado en los artículos 15 a 28 de la Ley, incluye lossiguientes: a) la acción preventiva, que incluye evitar los riesgos, evaluar los riesgos que nose puedan evitar, combatir los riesgos en su origen, adaptar el trabajo a la persona, tener encuenta la evolución de la técnica, sustituir lo peligroso por lo que entrañe poco o ningún peli-gro, planificar la prevención, adoptar medidas que antepongan la protección colectiva a laindividual y dar las debidas instrucciones a los trabajadores, debiendo, además, prever lasdistracciones o imprudencias no temerarias que pudiera cometer el trabajador (art. 15); b) laadecuación de los equipos de trabajo para garantizar la seguridad y la salud de los trabajadoresal utilizarlos, velando por el uso efectivo de los mismos cuando, por la naturaleza de los tra-bajos realizados, sean necesarios (art. 17); c) la información respecto a los riesgos para laseguridad y la salud en el trabajo y de las medidas y actividades de protección y prevenciónadoptadas (art. 18); d) la formación del trabajador de manera teórica y práctica, suficiente yadecuada, en materia preventiva, tanto en el momento de su contratación como si se producencambios en las funciones (art. 19); e) la información de la exposición a un riesgo grave e in-minente con ocasión del trabajo y de las medidas adoptadas o a adoptar, dando las instruccio-nes necesarias para que en tal caso el trabajador pueda interrumpir su actividad (art. 21); f) lavigilancia periódica de la salud de los trabajadores (art. 22 y 23); y la protección de lostrabajadores especialmente sensibles a determinados riesgos (art. 25), de la maternidad(art. 26), de los menores (art. 27) y de los trabajadores temporales (art. 28)(2).

Además, en consonancia con los principios de la Ley, a la luz de su artículo 6, y de lasdiversas Directivas de la Unión Europea sobre seguridad y salud laboral, nos encontramos conuna serie de Reglamentos laborales, en determinados ámbitos generales, por ejemplo, sobreseñalización de seguridad y salud en el trabajo (RD 485/1997, de 23 de abril), o acerca de losrequisitos mínimos de los que se han de dotar los lugares de trabajo (RD 486/1997, de 14 deabril); así como en determinados ámbitos concretos, por ejemplo, en lo relativo a la manipu-lación manual de cargas por el trabajador (RD 487/1997, de 14 de abril), en materia de utili-zación de equipos con pantallas de visualización (RD 488/1997, de 14 de abril), respecto a laobras de construcción temporales y móviles (RD 1627/1997, de 24 de octubre), sobre la pro-tección de los trabajadores en los buques de pesca (RD 1216/1997, de 18 de julio), en las ac-tividades mineras (RD 1389/1997, de 5 de septiembre), respecto a la protección frente a losriesgos derivados a la exposición a agentes biológicos (RD 664/1997, de 12 de mayo), a laexposición de agentes cancerígenos (RD 665/1997, de 12 de mayo), a riesgos químicos(RD 374/2001, de 6 de abril) o sobre el riesgo eléctrico durante el trabajo (RD 614/2001,de 8 de junio)<3).

Esta protección del trabajador exige una actuación en la empresa más allá del cumpli-miento de la normativa de prevención de riesgos laborales, debiendo incorporar medidas

(2) Para un análisis detallado de las obligaciones legales del empresario en la seguridad y la salud en el trabajo, véanse: ALAR-CÓN CARACOEL, M. R.: «LOS deberes del empresario respecto a la seguridad y salud de sus trabajadores», en AA.VV., La prevenciónde Riesgos Laborales, Aranzadi, Pamplona, 1996, pp. 108 y ss.; CAMAS RODA, E: Las obligaciones del empresario en la normativade prevención de riesgos laborales, La Ley, Madrid, 2002, pp. 35-218; CARRERO DOMÍNGUEZ, C: «La nueva regulación en prevenciónde riesgos laborales: una solución de retoque», Temas Laborales, núm. 73, 2004; GONZÁLEZ-POSADA MARTÍNEZ, E.: «Derechos ydeberes en la Ley de Prevención de Riesgos Laborales», Tribuna Social, núm. 73, 1997; o MUT GONZÁLEZ, R: «La organización delservicio de prevención de riesgos laborales. Obligaciones y responsabilidades», Relaciones Laborales, II, 1997.

• <3> Véase el exhaustivo análisis de CAMAS RODA, F.: Las obligaciones del empresario en la normativa de prevención de riesgoslaborales, op. cit., pp. 229-320.

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preventivas efectivas en consonancia con el centro de trabajo, la actividad específica desarro-llada por sus trabajadores y la naturaleza de los riegos divisados(4). En este sentido, la evalua-ción de los riesgos constituiría la principal obligación de la empresa(5). Del mismo modo, seránecesario proporcionar una correcta y suficiente información e instrucción a los trabajadoresacerca de tales riesgos con el objeto de evitar los daños.

En consecuencia, en primer lugar, se trata de una obligación de medios, no de resultado(que supondría evitar el accidente laboral), es decir, el empresario debe evaluar los riesgos ysuministrar todas las medidas adecuadas de vigilancia y protección de la salud de los trabaja-dores, tomando en consideración la actividad y circunstancias concretas en la que se desarro-lla el trabajo(6); y en segundo lugar, se trata de una obligación de máximo: no sólo debeadoptar las disposiciones normativas, sino todas aquellas que puedan evitar el accidente(7). Deesta manera, será, incluso, posible apreciar culpa empresarial ante la ausencia de medidaspreventivas para evitar distracciones o excesos de confianza, aunque no se aprecie una falta demedidas de seguridad®.

b) El cumplimiento por el trabajador de las medidas de prevención

Aunque recae sobre el empresario la obligación y el deber de prevenir los riesgos labora-les, garantizando la seguridad de los trabajadores mediante las medidas de seguridad apropia-das, el trabajador debe adoptar tales medidas, pudiendo, en caso contrario, cargar con el resul-tado dañoso (por ejemplo, en el supuesto de lesiones sufridas por no utilizar el casco protectorproporcionado por el empresario)(9). Por lo tanto, el trabajador se encuentra obligado a cola-borar en materia de prevención de riesgos.

En este sentido, la LPRL establece en su artículo 29 un elenco de obligaciones de lostrabajadores, disponiendo que «corresponde a cada trabajador velar, según sus posibilidades ymediante el cumplimiento de las medidas de prevención que en cada caso sean adoptadas, por

(4) La Ley de Reforma de su marco normativo 54/2003, de 12 de diciembre, destaca en su artículo 2 el deber del empresariode realizar la prevención de riesgos laborales mediante la integración y un seguimiento permanente de la actividad preventiva en laempresa, que permita perfeccionar de manera continua las actividades de identificación, evaluación y control de riesgos. Además, elartículo 2 del Reglamento de los Servicios de Prevención dispone que la acción preventiva exige «en primer término, el conocimientode las condiciones de cada uno de los puestos de trabajo, para identificar y evitar los riesgos y evaluar los que no puedan evitarse»,con el fin de planificar la actividad preventiva puesta de manifiesto.

<5) Véase LÓPEZ ROMERO GONZÁLEZ, M. R: «La organización de la prevención en la empresa: los servicios de prevención»,Actualidad Laboral, núm. 37,1997, p. 903.

® Defiende que nos encontramos ante una obligación de medios la doctrina social mayoritaria, véanse CAMAS RODA, R: Lasobligaciones del empresario en lanormativa de prevención de riesgos laborales, op. cit., p. 60; LUQUE PAKRA, M.: La responsabilidadcivil del empresario en materia de Seguridad Social y Salud Laboral, Consejo Económico y Social, Madrid, 2002, pp. 22-24; SALAFRANCO, T. y ARNAU NAVARRO, R: Comentarios a la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, Tirant lo Blanch, Valencia, 1996, p. 79,entre otros. La postura contraria es mantenida por CALVO GALLEGO, R J.: La obligación general de prevención y la responsabilidadcivil o contractual del empleador, Aranzadi, Pamplona, 1998, pp. 55 y ss.

<7) «Siempre y cuando el coste de una unidad más de precaución no sea superior a la probabilidad de una unidad más de daño»(CARRASCO MARTÍN, J., YAZAGRA MALO , A.: «Responsabilidad empresarial por accidentes laborales causados por cintas transpor-tadoras (Comentario a la STS, 1", 6.11.2002)», núm. 176, InDret 4/2003, p. 9). En sentido contrario, SALA FRANCO consideraque si el empresario cumple con «todas las obligaciones exigidas por la concreta normativa vigente, no existirá responsabilidad»(«El deber empresarial de protección al trabajador en materia de seguridad y salud laboral», en Derecho y Salud, vol. 4,núm. 1, 1996, pp. 14 y 15).

<a) En este sentido, por un lado, el artículo 15.4 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales establece que «la efectividadde las medidas preventivas deberá prever las distracciones o imprudencias no temerarias que pudiera cometer el trabajador» y, por otro,el artículo 16 exige una evaluación de los posibles riesgos con el objeto de eliminar, reducir o controlarlos.

í9) Sostiene MEDINA ALCOZ «la existencia de una carga en el dañado consistente en la necesidad de velar por sus propios intere-ses, de modo que si no lo hace, soportará las consecuencias negativas derivadas de su conducta: pechar con el daño que se ha causado así mismo» (La culpa de la víctima en la producción del daño extracontractual, Dykinson, Madrid, 2003, p. 131).

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su propia seguridad y salud en el trabajo y por la de aquellas otras personas a las que puedaafectar su actividad profesional, a causa de sus actos y omisiones en el trabajo, de conformidadcon su formación y las instrucciones del empresario». En este sentido, deberán utilizar ade-cuadamente, en consonancia con su naturaleza y los riesgos previsibles, los medios con losque desarrollen su actividad (máquinas, aparatos, herramientas, sustancias peligrosas, equipos detransporte) y los equipos de protección y dispositivos de seguridad facilitados por el empresario;así como informar de cualquier situación de riesgo para la seguridad y la salud (art. 29.2).

Ahora bien, cuando nos encontremos ante trabajadores con una especializada cualifica-ción profesional, nos encontramos ante un «deber» añadido: desempeñar dicha actividad conuna mayor diligencia (que le será exigida), pues esta especialización profesional constituye unelemento relevante en la valoración de su conducta(10).

Por lo tanto, en principio, cabe entender que los propios trabajadores serán también res-ponsables de la seguridad en base a su libertad individual a la hora de adoptar las medidas deprevención(11). Ahora bien, será necesaria una formación, información e instrucción del traba-jador en la adopción de tales medidas, ya que de lo contrario no sería posible hablar de auto-nomía responsable del mismo. También debe tenerse presente que el trabajador se encuentra,en la mayoría de las ocasiones, ante una posición débil frente al empresario a la hora de recla-mar su seguridad personal y condiciones de trabajo. Cuestión distinta será la negativa injusti-ficada del trabajador (previamente informado e instruido) a adoptar tales medidas, que podrádar lugar a una concurrencia de culpas o, incluso, ala culpa exclusiva de la víctima, en funciónde las circunstancias del caso. Si bien, la obligación principal del empresario impedirá queresulte exonerado siempre de responsabilidad al encontrarse facultado a prohibir al trabajador,que visiblemente incumple tales medidas, la realización de sus funciones e, incluso, a efectuarsu despido.

2. La previsión del daño

El factor de la previsión del daño, considerado desde la actividad normal del hombremedio, es un requisito imprescindible para generar responsabilidad civil. Antes de detenernosa analizar la previsión de los accidentes laborales, en primer lugar, debemos diferenciar entreprevisión y probabilidad, dos términos que en ocasiones llevan a la confusión. La previsióndel daño es un dato objetivo, puesto que siempre es posible verificar que va a suceder, por loque se requiere la adopción de determinada conducta para evitar el daño. La probabilidad, sinembargo, es subjetiva porque sólo es posible anticipar que puede suceder. En este sentido, laprevisión se encuentra conectada a la idea de la causalidad adecuada, en el sentido de que setrata de un acontecimiento apropiado para producir un daño concreto. En segundo lugar, de-bemos tener presente que la previsión de los daños se encuentra en consonancia con nuestrocontexto social. Por tanto, la evaluación de la previsión del resultado dañoso debe realizarseteniendo en cuenta las específicas circunstancias que rodean al supuesto. Ante una situaciónde peligro debe evaluarse cómo debería el mismo ser observado por un empresario en la mis-

llu> En el ámbito de los accidentes laborales enjuiciados civilmente debe valorarse la experiencia del trabajador accidentado(STS, 1 .*, de 6 de noviembre de 2001). En la misma línea, véanse las SSTS, 1.", de 31 de octubre de 1998,9 de julio de 1999 y 12 defebrero de 2004.

<u) En este sentido, no es posible exigir «una vigilancia férrea e ininterrumpida de cada miembro del equipo por otro que sededicara en exclusiva a dicha función, en un grado casi rayano con la coacción física y, desde luego, impropio de lo que debe consi-derarse razonable entre trabajadores cualificados y experimentados» (SSTS, 1.a, de 31 de diciembre de 2003).

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ma situación, recordando, claro está, que cuando se trata de actividades empresariales peligro-sas la diligencia exigida será mayor.

Por ello, debe tenerse en cuenta, por un lado, que cuando nos encontremos ante riesgosque no sean razonablemente previsibles, no es posible apreciar culpa alguna del empresario,quedando liberado de responsabñidad civil en la producción de los daños; sin perjuicio de laresponsabilidad objetiva de la Seguridad Social existente en materia de accidentes de trabajo.Por otro lado, no debemos olvidar que este deber de previsión del daño no es sólo exigible alempresario, sino también al trabajador cuando, ante una situación conocida y previsible, suconducta ocasiona el accidente laboral. Precisamente, es esta previsión la que posibilita laexistencia de su conducta negligente. De manera que resulta suficiente para que exista negli-gencia que el sujeto dañador hubiera sido capaz de anticipar la existencia del peligro. Así,existen acontecimientos que no ofrecen dudas respecto a la previsión, por ejemplo: a) res-pecto al empresario, si no proporciona cascos protectores a sus empleados; o b) en cuanto altrabajador, si omite la utilización del casco protector: es previsible que si se desprende uncascote y golpea al trabajador le cause lesiones. Más complicado resulta afirmar la existenciao no de previsión del daño en otros supuestos donde, por ejemplo, se aprecia una falta deatención en la realización de su actividad.

Por lo tanto, cuanto mayor sea la previsión del accidente laboral, mayor deberá ser laprevención del empresario. De esta manera, existe diligencia en la prevención cuando «utili-zándose todos los medios razonablemente posibles, el daño no es previsib»(I2).

El. RÉGIMEN JURÍDICO DE RESPONSABILIDAD

La cuestión que se plantea a continuación será determinar si el régimen jurídico de res-ponsabilidad derivado de la vulneración del empresario de la obligación y el deber de preven-ción y protección de los riesgos es contractual o extracontractual(13). Mientras que un sectordoctrinal sostiene que dicha vulneración genera una responsabilidad civil extracontractual041,otros defienden su responsabilidad contractual(15).

Ahora bien, no se discute tanto que la responsabilidad pueda calificarse como extracon-tractual o contractual, sino si se trata de una responsabilidad civil o laboral. En este sentido,nos encontramos con una posición dispar que ha ocasionado dos posturas contradictoriasacerca de la jurisdicción competente para dirimir la responsabilidad del empresario con ocasióndel accidente de trabajo. Por un lado, el artículo 42 de la Ley de Prevención de Riesgos Labo-rales declara la responsabilidad administrativa, penal y civil del empresario por los daños yperjuicios derivados del incumplimiento de sus obligaciones en materia de prevención de

^m CARRASCO MARTÍN, J, y AZAGRA MALO, A.: «Responsabilidad empresarial por accidentes laborales causados por cintastransportadoras (Comentario a la STS, 1.a, 6.11.2002)», op. dt., p. 8, con cita, en este sentido, de la STS, 1.a, 4 de octubre de 2002.

íl3) Sin perjuicio de la responsabilidad penal que pueda existir en su caso por vulneración del artículo 316 del Código Penal,la responsabilidad administrativa derivada de los artículos 11,13 y 42 de la Ley de Infracciones y Sanciones en el Orden Social, y dela Seguridad Social, en virtud de su artículo 123.

<14) Véase MARTÍNEZ LUCAS, J. A.: «La objetivación de la responsabilidad civil empresarial derivada del accidente de trabajoo enfermedad profesional» La Ley, núm. 4887,1999, p. 1; CEBRTÁN DOMÍNGUEZ, E.: «Responsabilidad extracontractual derivada delos accidentes de trabajo: puntos críticos», Actualidad Laboral, núm. 3,1999, p. 61; o REGLERO CAMPOS que sostiene la compatibilidadde ambas jurisdicciones («Responsabilidad del empresario por accidentes de trabajo: jurisdicción competente y título de imputación»,Revista de Responsabilidad Civil y Seguro, Asociación española de Abogados especializados en Responsabilidad Civil y Seguro,núm. 10, 2004, p. 15).

05) p o r todos, LUQUE PARRA, M.: La responsabilidad civil del empresario en materia de Seguridad Social y Salud Laboral,op.cit.,p. 86-91.

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riesgos laborales; y , en la misma línea, el artículo 127.3 del Texto Refundido de la Ley Gene-ral de la Seguridad Social establece que «sin perjuicio de la prestación laboral que se originea cargo de la correspondiente Entidad Gestora o Mutua Patronal, si la prestación ha tenidocomo origen supuestos de hecho que impliquen responsabilidad criminal o civil de algunapersona, incluido el empresario, el trabajador o sus derecho habientes podrán exigir las indem-nizaciones procedentes de los presuntos responsables criminal o civilmente». Por otro lado,sin embargo, el artículo 2, apartado a) de la Ley de Procedimiento Laboral atribuye a la juris-dicción social el conocimiento de las cuestiones litigiosas promovidos «entré empresarios ytrabajadores como consecuencia del contrato de trabajo».

Precisamente, la interpretación de dichos preceptos, junto con el contenido de la LeyOrgánica del Poder Judicial(1S), suscitó un intenso debate entre la Sala Civil y Social del Tri-bunal Supremo sobre la jurisdicción competente en estos supuestos de responsabilidad delempresario(I7). De esta manera, la Sala de lo Social sostiene como doctrina consolidada sucompetencia jurisdiccional cuando la responsabilidad del empresario deriva de la infracciónde las normas laborales o contractuales, por encontrarse el enjuiciamiento del hecho causantedel daño dentro de la «órbita de lo pactado» (SSTS, 4.a, de 15 de noviembre de 1990, 24 demayo y 27 de junio de 1994, 30 de septiembre de 1997, 2 de febrero, 23 de junio y 10 de di-ciembre de 1998,17 de febrero de 1999, 2 de octubre de 2000 y 8 de abril de 2002)™. Pos-tura mantenida (a pesar de alguna excepción) por la Sala de Conflictos de Competencia (Autosde 23 de diciembre de 1993,4 de abril de 1994,10 de junio de 1996,21 de diciembre de 2000y 23 de octubre de 2001); aunque no constituya doctrina jurisprudencial (SSTS, 1.a, de 22 deabril de 2003 y 4 de diciembre de 1995).

La Sala de lo Civil, aunque compartió este criterio en algunas sentencias (SSTS de 2 deoctubre de 1994, 24 de diciembre de 1997, 10 de febrero, 20 de marzo, 23 de julio y 24 deoctubre de 1998,11 de febrero de 2000, entre otras), ha continuado afirmando la competenciadel orden jurisdiccional civil para conocer de la responsabilidad del empresario frente al tra-bajador por los daños y perjuicios sufridos durante el desempeño de su trabajo, por su carácterespecífico, concretado en el artículo 9.2 LOPJ, «si bien precisando que para ello la demandahabría de fundarse en los artículos. 1902 ó 1903 CC y no en la infracción de medidas de segu-ridad en el trabajo» (SSTS de 18 de noviembre y 18 de diciembre de 1998,10 de abril y 30 denoviembre de 1999,7 de julio y 26 de mayo de 2000,2 de julio y 8 de octubre de 2001,26 deabril y 15 de julio de 2002 y 22 de abril, 21 y 29 de julio, 1 de octubre y 31 de diciembrede 2003, 29 y 12 de abril de 2004, entre otras)(19); manteniendo además la compatibilidad de la

uw El artículo 9.2 y el 22.3 de la LOPJ, declara, respectivamente, la vis attractiva de la jurisdicción civil y su competencia enmateria de obligaciones extracontractuales; mientras que atribuye la competencia a la jurisdicción social los artículos 9.5 respecto alas reclamaciones en materia de seguridad social y 25.1 en cuanto a los derechos y obligaciones derivadas del contrato de trabajo.

"" Debate jurisprudencial avivado especialmente por la doctrina social, véase, entre otros, CALVO GALLEGO, F. J.:«Responsabilidad civil y orden jurisdiccional competente: ¿el final de una prolongada discusión? (Comentario a las SSTS de 11 defebrero, 6 y 26 de mayo de 2000)», Arandazi Social 13/2000; CASADO DÍAZ, S.: «Accidentes de trabajo: cúmulo de responsabilidadesy competencia jurisdiccional», Aranzadi Civil 2/2000; o LUQUE PARRA, M.: La responsabilidad civil del empresario en materia deSeguridad Social y Salud Laboral, op. cit., pp. 194-200; aunque también por civilistas como SERRANO ALONSO, E.: «La responsabilidadcivil nacida de accidente de (rabajo», Actualidad Civil, núm. 1,1999, pp. 1 y ss.

(18) En la misma línea se pronuncian las sentencias de los Tribunales Superiores de Justicia (Sala de lo Social), entre lasmás recientes, del País Vasco, de 25 de marzo de 2004; de Murcia, de 23 de junio de 2003; o de la Comunidad Valenciana, de17 marzo de 2003.

(19) A modo de ejemplo, la STS, I.1, de 29 julio de 2003, en un supuesto donde se produce el fallecimiento por descargaeléctrica de un trabajador, que levantaba postes metálicos para una línea aérea de alta tensión en mal estado y sin cumplir con la alturapreceptiva, entiende que al exceder la producción del daño de la órbita del contrato de trabajo la competencia corresponde al ordencivil por su carácter específico. Del mismo modo se pronuncia la STS, 1.a, de 21 julio de 2003, relativa al accidente acontecido alaplastar una presa la pierna de trabajador que la desmontaba.

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indemnización laboral y civil conforme al artículo 127.3 de la Ley General de la SeguridadSocial (SSTS de 29 y 2 de abril y 11 de marzo de 2004, entre las más recientes). En este sen-tido, por ejemplo, las SSTS, 1.a, de 22 de abril de 2003 y 29 de abril de 2004, recogiendo lajurisprudencia anterior, reafirma la competencia de la jurisdicción civil por su carácter residualy extensivo «de un hecho realizado en los quehaceres laborales, lo cual excede de la órbitaespecífica del contrato de trabajo». De esta manera, la jurisprudencia realiza una interpretaciónextensiva del artículo 1902 CC, calificando de daño extracontractual los acontecidos fuera dela órbita específica del contrato laboral derivados de la conducta negligente del empresario.Ahora bien, con una matización al respecto: que «la demanda no se funde en el incumplimien-to de las obligaciones del empresario derivadas del contrato de trabajo sino en la culpa extra-contractual del artículo 1902 CC» (SSTS, 1.a, de 29 de abril de 2004, que recoge las de 26 deabril y 15 de julio de 2002,7 de julio de 2000,10 de abril y 30 de noviembre de 1999, entre otrasmuchas). Esta exigencia consiste más en una limitación de carácter procesal que de fondo.

La postura más adecuada para resolver esta cuestión residiría en determinar si realmentese produce o no una vulneración de las «obligaciones» del empresario, expuestas en su nor-mativa, entendiendo que en el supuesto de que así se produzca nos encontraremos ante unaresponsabilidad contractualp0), y cuando no exista dicha obligación, sino que estemos ante unavulneración del «deber» genérico de protección (es decir, ante la falta de adopción de las me-didas necesarias para evitar el accidente, que exceda de la exigencia contractual), su incum-plimiento generará responsabilidad extracontractual(21). En este sentido, aunque exista unarelación contractual, es posible determinar la responsabilidad del empresario utilizando elcriterio del artículo 1902 del Código Civil cuando el empresario ha adoptado las obligacioneslegales relativas a la prevención de riesgos, pero sin embargo causa un daño al trabajador in-terviniendo culpa o negligencia. Por esta razón, la competencia del orden civil sólo se estima-ría admisible en cuanto la responsabilidad exigida se fundamenta en la aplicación de lo dis-puesto en los artículos 1902 y 1903, ya que de invocarse culpa contractual la pretensión tendríasu cauce ante la jurisdicción social(22). En este sentido, cuando la acción deriva únicamente delincumplimiento de las obligaciones del contrato se genera culpa contractual, y como tal ha deconsiderarse la vulneración de la LPRL(23). Por ello, resulta preciso distinguir si nos encontra-mos ante un «deber» de protección frente a una «obligación» contractual de protección altrabajador; aunque, en la práctica, se observe un esfuerzo de los demandantes por alegar lavulneración de los artículos 1902 y 1903 CC para de alguna manera etiquetar el daño sufridode extracontractual(24).

°°> Sin embargo, la jurisprudencia civil suele conocer de los daños ocasionados por el incumplimiento de las obligacionescontractuales del empresario. Véase la crítica de LUQUE PARRA, M.: La responsabilidad civil del empresario en materia de SeguridadSocial y Salud Laboral, op. cit., p. 77.

(21) Posición no compartida por toda la doctrina social, para LUQUE PARRA sólo se aplicaría la responsabilidad civilextracontractual en los supuestos de «causación de daños que no tengan relación alguna con el puesto de trabajo» (La responsabilidadcivil del empresario en materia de Seguridad y Salud Laboral, op. cit, p. 203).

(22) Lo decisivo para la competencia de la jurisdicción social apuntan las SSTS, 4.a, de 30 de septiembre de 1997,2 de febreroy 23 de junio de 1998; y las SSTS, 1.a, de 19 de julio de 1989,2 de octubre de 1994,26 de diciembre de 1997 y 24 de octubre de 1998es que el daño se impute a un incumplimiento laboral y no civil entendido como la infracción de una norma, estatal o colectiva.

(23> Así, por ejemplo, la STS, 1.a, de 11 de febrero 2000 establece la responsabilidad contractual al incumplir la empresa elcontrato de trabajo existente entre las partes, «al no observar las normas establecidas en materia de Seguridad e Higiene en el Trabajo(no facilitando al trabajador demandante gafas o pantallas protectoras)». En las misma línea, véanse las sentencias, de la misma Sala,de 26 de mayo de 2000, de 11 de febrero 2000, de 2 de octubre de 1999, o los Autos de la Sala de Conflictos de 30 de noviembrede 1999 o 21 de diciembre de 2000.

(24) Práctica que rechaza YZQUIERDO TOLSADA («Responsabilidad civil por accidentes de trabajo», en REGLERO CAMPOS, R:Tratado de responsabilidad civil, 2.a ed., Aranzadi, 2003, p. 1498) quien sostiene que es la jurisdicción social la que deberá conocerde la responsabilidad civil del empresario en los accidentes laborales (pp. 1500 y 1501).

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Ahora bien, el extenso elenco de obligaciones legales (que, como hemos visto, llega aexigir incluso una actuación más allá de éstas en consonancia con los posibles riesgos) con-duciría a que fueran mínimos los supuestos que quedaran bajo el manto de la jurisdicción civil.Por este motivo, se observa que la jurisprudencia extiende este supuesto y restringe la inter-pretación de las obligaciones surgidas en la órbita de lo pactado; de manera que le permiteaplicar la responsabilidad civil extracontractual (en ocasiones, aunque exista un incumplimien-to de dicha normativa laboral) para lograr un resarcimiento del daño en favor de la víctima(25).En la actualidad, el reconocimiento de la compatibilidad de la indemnización civil y laboralha ocasionado la aceptación de la competencia del orden civil para conocer de la culpa delempresario (fundada en los artículos 1902 y 1903), permitiendo a la víctima recibir una in-demnización por todos los daños efectivamente sufridos a pesar de la relación contractualexistente(26). De ahí que existiendo vulneración de las normas de seguridad en el trabajo lajurisprudencia más actual no estime la excepción de incompetencia de jurisdicción(27).

La razón principal para admitir la competencia del orden civil para resolver estos supues-tos, entiendo que no es fruto de la falta de claridad de la norma, o del alegado carácter residualy extensivo de esta jurisdicción, sino de orden práctico: por un lado, la responsabilidad civilextracontractual posibilita la reparación íntegra del daño causado (incluyendo el daño moral),y, por otro, el criterio de imputación del daño resulta más restrictivo en ésta que en la legisla-ción laboral. Esta garantía del principio de reparación íntegra debería permitir al demandanteelegir la jurisdicción que mejor pueda satisfacer sus intereses; y la práctica de nuestros tribu-nales demuestra que es precisamente esta vía la más utilizada para resolver las cuestiones deresponsabilidad del empresario en los accidentes de trabajo. De hecho, esta competencia dejurisdicción es aceptada en múltiples procesos por la empresa demandada, que no alega lafalta de competencia del órgano decisorio en supuestos en los que existe un claro incumpli-miento de la normativa laboral (así sucede, a modo de ejemplo, en las SSTS, 1.a, de 27 y 25de mayo, y 2 de febrero de 2004, entre las más recientes).

IV. CRITERIOS DE IMPUTACIÓN DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL

Para que prospere una acción de responsabilidad civil extracontractual contra el empre-sario por el accidente laboral acontecido se requiere acreditar: (1) la existencia de una acciónu omisión del empresario o sus dependientes en su actividad preventiva; (2) un daño productode esa acción u omisión, sin que resulte suficiente con la mera creación de una situación depeligro(28); (3) una relación de causalidad entre el daño y el hecho que lo ocasionó; y (4) unaconducta antijurídica o imputable subjetivamente al empresario. Mientras que para que surjauna responsabilidad civil contractual es necesario, además, que exista una relación contractualentre ambas partes. Ahora bien, mientras en la responsabilidad contractual, la jurisdicción

i») Véanse, por ejemplo, las SSTS, 1.a, de 2 de marzo de 2000 y 12 de julio de 1999.0 8 Respecto a la compatibilidad de ambos procedimientos y responsabilidades, véanse las SSTS, 1.", de 29 de abril y 11 de

marzo de 2004, 31 de diciembre, 1 octubre y 22 de abril de 2003, 31 de diciembre y 4 dé marzo de 2002, 14 y 28 de noviembrede 2001, 7 de julio de 2000, 30 de noviembre y 18 de diciembre de 1998, 19 de diciembre de 1996, 5 de diciembre de 1995, entremuchas otras.

071 En este sentido, REGLERO CAMPOS mantiene la compatibilidad de ambas jurisdicciones apuntando razones de economíaprocesal y ía ausencia de una norma clara y expresa sobre ía delimitación de competencias y sobre la calificación de lo que supone unaccidente laboral («Responsabilidad del empresario por accidentes de trabajo: jurisdicción competente y título de imputación», op.cií.,p. 12-15).

<28) LUQUE PAREA, M: La responsabilidad civil del empresario en materia de Seguridad Social y Salud Laboral, op. cit., p. 46.

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laboral aplica la responsabilidad objetiva a toda explotación económica(29), en el orden civilconfluyen dos criterios de imputación de la responsabilidad extracontractual: una subjetiva yotra objetivada para aquellas actividades que generan un riesgo cualificado. Detengámonos aanalizar dichos criterios en función de si el accidente de trabajo se produce en el desarrollo deuna actividad generadora de un riesgo normal o peligroso.

En los accidentes acontecidos ante riesgos laborales normales rige la responsabilidadextracontractual por culpa o negligencia, consagrada en el artículo 1902 del Código Civil, queestablece una responsabilidad civil subjetiva asentada en la causación de un daño intervinien-do culpa o negligencia. En cuanto a las obligaciones contractuales, dicho presupuesto vieneexigido por el artículo 1101, en consonancia con la Ley de Prevención de Riesgos Laborales,que establece la obligación del empresario de garantizar la seguridad y la salud de sus traba-jadores, generando responsabilidad por culpa la falta de adopción de las medidas adecuadas.Por lo tanto, en ambos casos, para que el empresario responda debe haber actuado antijurídi-camente o el daño le debe ser imputable subjetivamente.

La interpretación del artículo 1104 del Código Civil -que define la culpa o negligencia- através del incremento del deber de diligencia exigida en la prevención del daño exige una di-ligencia más alta que la del mero cumplimiento de las disposiciones reglamentarias para evitarel resultado dañoso. Por eso, la jurisprudencia atribuye la responsabilidad al empresario en lossiguientes supuestos: (a) cuando comete una imprudencia grave, es decir, una vulneración dela legislación dictada en materia de seguridad y salud en el trabajo, por ejemplo, de la Ley dePrevención de Riesgos Laborales<30); (b) si existe una omisión de su diligencia conforme a lascircunstancias del caso concreto, de las personas, tiempo, lugar(31); (c) si se produce la falta dela diligencia exigible a un «buen empresario»(32); y, en consonancia con el parámetro anterior,(d) si se vulnera el deber de cuidado y atención para evitar el accidente laboral, puesto que ladiligencia exigible comprende no sólo las prevenciones y protecciones legales, sino ademástodos aquellos que la prudencia imponga para evitar ese daño(33).

No es suficiente, por lo tanto, que el empresario cumpla con las disposiciones legales enmateria de seguridad en el trabajo, sino que debe ajustar su actuación a: las circunstanciaspersonales de tiempo y de lugar, a la diligencia exigible a un buen empresario, y a las preven-ciones y protecciones que la prudencia imponga para evitar ese daño. En este sentido, se tratande obligaciones de máximo, es decir, «el empresario debe tomar todas aquellas precauciones quepuedan evitar un resultado dañoso previsible, y no sólo las establecidas en la normativa»(34). Por

os" Véase ALARCÓN CAEACÜEL, M. R : «Los deberes del empresario respecto a la seguridad y salud de sus trabajadores», op.cit.,p. 112.

°°> SSTS, 1.a, de 12 de julio de 1999, 2 de marzo de 2000 y 17 de abril de 2002, sin perjuicio de la más que discutibleexistencia de responsabilidad civil extracontractual en estos casos. Si bien, dicha infracción normativa no implica por sí sola existenciade culpa civil si no se demuestra la existencia de una relación de causa a efecto (STS, 1.', de 27 de abril de 1992).

(31) Amén del sector del tráfico o el entorno físico y social donde se proyecta la conducta (STS, 1.a, de 2 de abril de 2004, querecoge las de 19 de diciembre de 1992,28 de octubre de 1988,17 de julio de 1987,2 de abril y 17 de diciembre de 1986,1 de octubrede 1985 y 23 de marzo de 1984).

(32) En esta línea, la jurisprudencia señala que «en un área donde no es posible al legislador la concreción de la variadísimagama de los mecanismos ante la imposibilidad de seguir el ritmo de creación de nuevas maquinarias, basta con que se violen lasnormas genéricas o deuda de seguridad, en este sentido de falta de diligencia de un prudente empleador» (SSTS, 4.a, de 26 de marzode 1999 y 28 de febrero de 1969; y STSJ de Murcia, Sala de lo Social, de 23 de junio de 2003 y 23 de diciembre de 2003).

ra Véanse las SSTS, 1.", de 29 de abril de 2004, 17 de octubre de 2001 y 21 de marzo de 2000.041 CARRASCO MARTÍN, J. y AZAGRA MALO, A: «Responsabilidad empresarial por accidentes laborales causados por cintas

transportadoras (Comentario ala STS, 1.", 6.11.2002)», op. cit, p. 9, matizando: «siempre y cuando el coste de una unidad más de precauciónno sea superior ala probabilidad de una unidad más de daño». Con cita de las SSTS, 1.a, de 21 de marzo de 2000,11 de junio de 1997, y STS2.a, 29 de julio de 2002, que atribuyen la responsabilidad a la empresa por no adoptar las medidas de seguridad oportunas.

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lo tanto, si el accidente pudo haberse evitado mediante la adopción de las medidas materialesy humanas de seguridad oportunas, el empresario responderá por el resultado dañoso aconte-cido (35>.

Respecto a la prueba, aunque, como regla general, corresponde al demandante la cargade la prueba de la base fáctica de la relación de causalidad y por ende las consecuencias de sufalta (STS, 1.a, de 6 noviembre 2001), no faltan resoluciones que invierten la carga de la prueba,señalando que corresponde al empresario la prueba de haber actuado diligentemente (STS, 1.a,de 23 de diciembre de 2002) o que exigen la prueba a la parte que se encuentra en mejorescondiciones de realizarla (STS, 1.a, de 17 de julio de 2003); criterio éste que no sólo seríaadecuado aplicar cuando el empresario tenga facilidad probatoria, sino cuando se ha produci-do un resultado desproporcionado entre la actividad y el daño(36).

La jurisprudencia justifica la responsabilidad por riesgo como contrapartida al beneficioderivado de una actividad peligrosa, debido a la compensación de los beneficios que esa acti-vidad genera, por la que resulta beneficiado el sujeto causante del daño(37). De esta manera, nosólo adapta el concepto de culpa incrementando el deber de vigilancia y protección del empre-sario, sino que le requiere un agotamiento de la diligencia cuando el desarrollo de la actividaddesempeñada implica un riesgo. Este incremento del nivel de diligencia por encima del regladose debe a la insuficiencia, en muchos casos, de estas normas para evitar el accidente laboral(38).Por lo tanto, en lugar de aplicar los parámetros de la responsabilidad por culpa, se estableceun criterio de responsabilidad cuasiobjetiva y una inversión de la carga de la prueba, ampara-do en el axioma de que quien crea el riesgo con una actividad lucrativa debe asumir sus con-secuencias.

Ahora bien, existen dos criterios jurisprudenciales a la hora de aplicar esta teoría en elámbito laboral: la primera se aplica a todo riesgo laboral, mientras que la segunda distingueentre riesgos anormales y los simples azares normales en la actividad laboral(39).

Ante una mera situación de riesgo generado por la actividad empresarial, un sector juris-prudencial aplica la responsabilidad por riesgo y la inversión de la carga de la prueba a losempresarios cuando no han adoptado las medidas necesarias para evitar los daños derivadosde esa situación, independientemente de la calificación de dicho riesgo. Las SSTS, 1.a, de 8 denoviembre de 1990,7 de marzo de 1994, 25 de octubre de 2000,17 de octubre de 2001 y 22de abril, 1 de octubre y 30 de diciembre de 2003, y 29 de abril de 2004 son exponentes de estapostura. Ahora bien, cierto es que si no se imputa la responsabilidad conforme al tradicionalprincipio del la culpa en sentido estricto tampoco se realiza por la mera producción del resul-

lJ5) En este sentido, «el incumplimiento de las medidas normativamente previstas convierte ipso fado al empresario eninfractor; pero el cumplimiento de todas ellas no le inmuniza automáticamente de toda responsabilidad, si se demuestra que algunamedida era racionalmente necesaria y no fue adoptada» (ALARCÓN CARACUEL, M. R.: «LOS deberes del empresario respecto a laseguridad y salud de sus trabajadores», op. cit, p. 108).

P® En este sentido, la STS, 1.', de 2 de abril de 2004 recoge esta doctrina del daño desproporcionado, correspondiente a laregia «res ipsa loquitur», que se refiere a una evidencia que crea una deducción de negligencia. En el mismo sentido, se pronuncianlas SSTS, 1.a, de 29 de junio de 1999 y 9 de diciembre de 1998.

í37) Señalan las SSTS de 16 de febrero y 31 de octubre de 1988 y 20 de enero de 1992 que esta solución cuasiobjetiva se adopta«a modo de contrapartida del lucro obtenido con la actividad peligrosa».

^ En este sentido, si las garantías adoptadas no han evitado el previsible resultado dañoso es que no resultaron suficientes(STS, 1.a, de 17 de octubre de 2001).

09> En este sentido, «el TS diferencia los supuestos de actividades profesionales que implican un riesgo considerablementeanormal (es decir, medios de trabajo peligrosos) de aquellos otros que no implican tal riesgo: existe, pues, un control cuantitativo delas actividades peligrosas, y no de las no peligrosas» (CARRASCO MARTÍN, J., y AZAGRA MALO, A.: «Responsabilidad empresarial poraccidentes laborales causados por cintas transportadoras (Comentario a la STS, 1.*, 6 de noviembre de 2002)», op. cit, p. 4).

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tado dañoso. En este sentido, se continuará exigiendo para apreciar la responsabilidad civilalguna manifestación de culpa del empresario, aunque sea mínima, en la falta de previsión(40).Así, si las lesiones sufridas por el trabajador no hubieran sido debidas a la falta de adopciónde medida alguna, la empresa quedará exonerada de responsabilidad civil (STS, 1.a, de 6 denoviembre de 2002). De esta manera, la llamada «objetivación» de la responsabilidad extra-contractual del empresario<41), producto del cambio social y el aumento de los riesgos, noconstituye una auténtica responsabilidad objetiva, pues ésta obliga a resarcir a la víctima a todoaquel que se beneficia de una explotación que implica riesgos para terceros.

La falta de uniformidad del criterio apuntado se constata en otras resoluciones, más abun-dantes, que, en presencia de riesgos laborales normales o razonablemente previsibles, nieganla objetivación de la responsabilidad civil, la aplicación de la responsabilidad por riesgo y lainversión de la carga de la prueba (SSTS, 1.a, de 31 de marzo de 2003, 16 de octubre y 6 dediciembre de 2001, 8 de octubre de 1998 y 8 de marzo de 1994, entre otras), manteniendo queno siempre es posible la aplicación de este principio de la responsabilidad por riesgo(42), sinoúnicamente respecto «a aquellas actividades de la vida que impliquen un riesgo considerable-mente anormal en relación a los estándares medios» (SSTS, 1.a, de 12 de febrero de 2004,24de septiembre y 6 de noviembre de 2002, 2 de marzo de 2000, 19 de mayo de 1999, 23 dediciembre de 1997 o 20 de marzo de 1996). Por lo tanto, únicamente en los casos de actividadespeligrosas se toma como fundamento la teoría del riesgo, estableciendo una responsabilidadobjetiva atenuada(43); término criticable, teniendo en cuenta que el fundamento de la demandase basa en el artículo 1902 CC. A este respecto, constituyen un riesgo considerablementeanormal, en relación con los estándares medios, las actividades peligrosas que se encuentranenumeradas en el Anexo I del Reglamento de Servicios de Prevención de Riesgos Laboralesy en el artículo 8 del Real Decreto 216/1999: por ejemplo, entre estas actividades se encuentran«las obras de construcción, excavación, movimientos de tierra y túneles, con riesgo de caídade altura o sepultamiento, que se realizan bajo condiciones de trabajo peligrosas»(44). Así, noexiste duda de que, por ejemplo, como dice la STS, 1.a, de 22 de abril de 2003, las actividadesde explotación minera, «por efecto de la propia peligrosidad que es inherente a las laboresrelativas a la producción y el mantenimiento en el interior de las minas, crean evidentes riesgospara los operarios que desarrollan dichos trabajos, y no basta al empresario con el cumplimien-to de los reglamentos y demás disposiciones legales que obligan a la adopción de garantías

m> A pesar de la corrección o atenuación del criterio subjetivista del artículo 1902 del Código Civil y la tendencia a objetivizarla responsabilidad extracontractual, con base en el principio de responsabilidad por riesgo e inversión de la carga de la prueba, lajurisprudencia continúa requiriendo la necesaria concurrencia del elemento culpabilistico al eventual responsable del resultado dañoso(SSTS, 1.", de 31 de marzo de 2003, 6 de noviembre de 2002, 6 de noviembre y 13 de diciembre de 2001, entre muchísimas otras).

<41> Véase LÓPEZ MUÑOZ, R.: «La objetivación de la responsabilidad extracontractual. Su consideración en la recientejurisprudencia del Tribunal Supremo», RGD, núm. 652-653,1999, p. 67.

(42i Esta postura alerta de que no siempre resulta aplicable la teoría de la creación de riesgos o la inversión de la carga de laprueba debido a que «la competencia de la jurisdicción civil para conocer de una indemnización añadida a la propia del régimen deseguridad social se justifica ciertamente por el principio de la reparación íntegra del daño, pero por eso mismo exige atender muyespecialmente al elemento de la culpa del empresario o sus empleados, único modo de evitar la confusión de planos con el ámbitoobjetivo y cuantitativamente prefijado característico de la Seguridad Social» (STS, 1.a, de 31 de marzo de 2003, que recoge lasresoluciones de 8 de octubre de 2001 y de 18 de noviembre de 1998). En este sentido contrario, GÓMEZ POMAR sostiene que «lainversión de la carga de la prueba no limita su campo de aplicación a los sectores de «riesgo» o de «objetivación de la responsabilidad»,sino que opera con carácter más general como presunción (rebatible por prueba contraria) de culpa del causante de cualquier daño y comoconsecuencia, en principio, de cualquier clase de actividad» («Carga de la prueba y responsabilidad objetiva», InDret 1/2001, p. 1).

(43) Se niega, así, la existencia de una responsabilidad objetiva absoluta (véase la STS de 23 de diciembre de 2002, que recogelas de 15 de diciembre de 1996, 30 de diciembre de 1997, 20 de mayo y 28 de noviembre de 1998 y 17 de octubre de 2001).

m CARRASCO MARTÍN, J. y AZAGEA MALO, A: «Responsabilidad empresarial por accidentes laborales causados por cintastransportadoras (Comentario a la STS, 1.", 6.11.2002)», op. cit, p. 5.

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para prevenir y evitar los daños, pues si estas medidas no han ofrecido resultado positivo, y,como en el caso del debate, el daño se ha producido, se revela su insuficiencia, la falta de al-guna precaución y lo escaso de la diligencia empleada». También aplica la doctrina de laresponsabilidad por riesgo la STS, 1.a, de 29 de abril de 2004 en un discutible supuesto dedesprendimiento de tierra acontecido al abrir una zanja para colocar las tuberías de la red desaneamiento en una calle.

Ahora bien, este criterio no es aplicado por la Sala de lo Social, puesto que ante esta ju-risdicción rige la responsabilidad objetiva de la Seguridad Social en los accidentes laborales,por lo que «debe desvincularse el concepto de riesgo de la actividad productiva» (STS, 4.a, 13dejuliodel999).

Por otro lado, resulta imprescindible para atribuir la responsabilidad al empresario laexistencia de nexo causal entre dicho riesgo y el daño en ambos tipos de responsabilidades, yaque este requisito es indispensable tanto en presencia de una responsabilidad subjetiva comoobjetiva. En este sentido, la jurisprudencia mantiene la necesidad de una prueba rigurosa dedicha relación causal (SSTS, 1.a, de 9 de julio de 2003,22 de abril y 23 de diciembre de 2002,y 17 de octubre de 2001).

Por último, resulta preciso considerar si el análisis económico del derecho puede resultareficaz para valorar el riesgo. Este análisis en principio nos ofrece una herramienta para deter-minar cuándo resulta racionalmente exigible la adopción de una medida de prevención noexigida normativamente, y para determinar la responsabilidad en función de la disuasión oprevención del número y gravedad de los accidentes, obligando al empresario a asumir suscostes cuando se prueba que se encuentra en mejores condiciones para evitar los mismos (porlo que el empresario promoverá la adopción de precauciones para evitar dicho resultado).Además, debido a que el incremento del nivel de la actividad empresarial ocasiona un incre-mento proporcional del daño esperado, la prevención general (o método de mercado) deja enmanos del empresario elegir si renuncia o no a beneficiarse de determinada actividad, selec-cionando su nivel de diligencia y tomando en consideración la utilidad obtenida con el riesgode ocasionar un accidente. Resulta posible constatar que esta comparación de los beneficiosderivados de la reducción del daño y el coste de prevención del accidente es implícitamenteutilizada por nuestros tribunales en algunos casos. En este sentido, por ejemplo, la STS, 1.a,de 18 de marzo de 2003 a la hora de atribuir la responsabilidad considera los costes del incre-mento de la diligencia del empresario para evitar el daño respecto a sus obligaciones de segu-ridad e higiene y de prevención de riesgos laborales, estableciendo que la instalación de unmecanismo de seguridad hubiera evitado el daño de la actividad laboral (calificada, además,por el Anexo I del RSPRL como peligrosa). De esta manera, los costes y beneficios puedenser tenidos en cuenta para valorar si el riesgo resulta permitido o no.

V. LA CONCURRENCIA DE CULPAS Y LA CULPA EXCLUSIVA DE LA VÍCTIMA

En el sistema general de responsabilidad, el trabajador asumirá las consecuencias dañosasproducto de su propia culpa en la causación del daño, por lo que su actuación negligente leprivará de todo o parte del resarcimiento por el daño sufrido (en función del comportamientodel empresario). Por ello, debemos realizar dos consideraciones, la primera respecto a la cau-sación del daño y la segunda en cuanto a la culpa del trabajador.

En primer lugar, aunque la víctima es siempre «causa» en sentido estricto del daño sufri-do, no es suficiente dicho motivo para privar o reducir su reparación, sino que es necesario que

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exista una actuación culposa que le sea imputable(45). Por lo tanto, es necesaria una relacióncausa-efecto entre la conducta y la producción del daño. De manera que para que el trabajadorencuentre reducida la cuantía de su indemnización debe haber contribuido culposamente alresultado dañoso.

En segundo lugar, respecto a la culpa, resulta preciso aclarar que sólo podemos hablar deculpa de la víctima en «sentido impropio» porque no se infringe el deber de conducta respec-to a tercero, sino el mandato de atender a su propio interés(46). Por otro lado, debe tenerse encuenta la débil posición del trabajador en la prevención de los accidentes, ya que queda a suarbitrio decidir la maquinaria a utilizar, el tipo de trabajo o la forma de realizarlo; posiciónagravada por las desfavorables consecuencias laborales que supone para un trabajador denun-ciar las condiciones de seguridad de la empresa. Y, en último lugar, resulta preciso que seanresueltas las interrogantes sobre la especialización profesional y la existencia de informaciónadecuada y suficiente acerca de la prevención de los riesgos laborales. En este sentido, porejemplo, la STS, 1.a, de 21 julio de 2003 tiene en cuenta, por un lado, la cualificación profe-sional del trabajador a la hora de determinar su negligencia y, por otro, si la empresa impartióo no las instrucciones necesarias para evitar el peligro y supervisó su tarea, pues esta especia-lización no excluye dicha obligación, por lo que la culpa de la víctima no alcanza «un gradotan alto como para eliminar la relevancia causal de la culpa empresarial».

A) La concurrencia de culpas

La prueba de la contribución negligente de la víctima a la causación del daño sufridoproduce, en consonancia con el artículo 1103 del Código Civil, una moderación de la respon-sabilidad empresarial y la aminoración de la cuantía indemnizatoria del trabajador en funciónde dicha contribución. De esta manera, cuando, unido a la falta de diligencia del empresario,las pruebas revelen una omisión del deber genérico de protección por parte del trabajadorpodrá apreciarse una concurrencia de culpas. Así lo estima, por ejemplo, la STS, 1.a, de 17 deabril de 2002 en un supuesto en el que el accidente fue debido a la falta de las oportunas me-didas de seguridad e higiene en el trabajo y a la conducta imprudente del trabajador «que, te-niendo a su disposición los medios para evitar el riesgo, realizaba su trabajo omitiendo losmismos y sin el debido cuidado»(47).

A sensu contrario, cuando resulte probado que la actuación del empresario no intervinocausalmente en el resultado quedará exento de responsabilidad(48). Por lo tanto, en el supuestode que exista una única actuación negligente que recae por entero en el trabajador, nos encon-tramos ante una acción unilateral derivada de un hecho propio. Así lo declara, por ejemplo, elAuto del Tribunal Supremo de 23 octubre de 2001, que considera que el accidente se produjopor culpa exclusiva del accidentado, que se cayó, probablemente debido a un tropiezo, debajode las ruedas de la grúa, resultando atropellado, sin que hubiera incumplimiento alguno de lasmedidas de seguridad por parte de la empresa ni culpa del conductor del vehículo(49). Ahorabien, antes de alcanzar esta conclusión, debe tenerse en cuenta que la negligencia del trabaia-

(45> Véase DE ÁNGEL YAGÜEZ,R.: Tratado de responsabilidad civil, Civitas, Madrid, 1993, pp. 751-864.(46) Respecto al «principio de autorresponsabilidad», véase el exhaustivo análisis de MEDINA ALCOZ, M: La culpa de la

víctima en la producción del daño extracontractual, op. cit., 2003, pp. 132-137.(47) Sobre la coacuiTencia de culpas en los accidentes de trabajo véanse también las SSTS de 21 de febrero de 2002,21 de abril

de 1998, 24 de noviembre de 1997 y 15 de marzo de 1995.(48> Véanse, por ejemplo, las SSTS, 1.a, de 9 de julio de 2003, de 22 de abril de 2002 o de 6 de noviembre de 2001.<4" Aunque es necesario realizar una matización en este caso: la falta de responsabilidad del empresario no se debe a una

ausencia de culpabilidad, sino de causalidad.

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dor no excluye siempre la de la empresa cuando, como hemos visto, ésta pudo prever el acci-dente. Así lo entiende la STS, 1.a, de 15 de marzo de 1995.

Además de la concurrencia de culpas entre el trabajador y el empresario es posible queconcurra la culpa de otros sujetos junto a ambos o uno solo. Por un lado, la culpa de los fabri-cantes, importadores o suministradores de maquinaria, equipos, productos y útiles de trabajoen los supuestos en los que resulten inseguros o no se hayan facilitado la información correc-ta sobre: su utilización, el tipo de riesgo al que van dirigidos, el nivel de protección frente almismo y la forma correcta de su uso y mantenimiento; en virtud del artículo 41 de la LPRL,en consonancia con el artículo 1 de la Ley 22/1994, de 6 de julio, de Responsabilidad Civilpor Productos Defectuosos. Estableciendo, en su apartado segundo, una correlativa obligaciónpara el empresario: el que dichas informaciones seanfacilitadas a los trabajadores en términosque resulten comprensibles para los mismos. Por otro lado, es posible que concurra la culpade otro trabajador distinto a la víctima. En este caso, resulta de aplicación el artículo 1903.4del CC, que establece la responsabilidad de la empresa en el caso de daños ocasionados porsus trabajadores(50). E, incluso, aunque las funciones en materia de protección y prevenciónhayan sido conferidas a los trabajadores o a otras entidades el empresario no quedará exone-rado de responsabilidad (sin perjuicio de las acciones que pueda ejercitar posteriormente,conforme con facultad que le confiere el artículo 1904 del CC y el 14.4 de la LPRL). Por lotanto, todo empresario, sea persona física o jurídica, responde de los daños causados por susempleados, presumiéndose que el personal se encuentra realizando su actividad, salvo que laempresa pruebe lo contrario.

Ahora bien, debe tenerse en cuenta que cuando concurra, junto con la actuación negligen-te del trabajador, la creación de un riesgo agravado derivado de una actividad peligrosa, esefactor deberá ser tomado en consideración si presenta idoneidad suficiente como para producirel daño. Diferente es el supuesto en que la creación de ese riesgo incide en la actuación negli-gente del trabajador. Supongamos que el trabajador, pese a la advertencia a su superior o alpropio empresario, se encuentra compelido a realizar determinada conducta, por ejemplo,subir a un andamio desprovisto de protección o utilizar una maquinaria defectuosa, entonces,la responsabilidad recaerá sobre el empresario. Por otro lado, el que la víctima no observe ladiligencia precisa para realizar su labor no elimina la negligencia de la empresa cuando faltaal deber objetivo de cuidado, consistente en que el trabajo se desarrolle en condiciones que nopropicien esos resultados lesivos (STS, 1.a, de 21 de febrero de 2002). Del mismo modo acon-tecerá si el empresario no comprueba que los trabajos se realizaban por personal cualificado,ya que se considera como un elemento suficiente para crear el riesgo la ausencia de cualifica-ción profesional de un trabajador para el desarrollo de la actividad empresarial (SAP de Tole-do de 14 de mayo de 2000). En este sentido, a la hora de atribuir la responsabilidad al empre-sario es distinto que el trabajador cuyo comportamiento ocasiona el resultado dañosoacontecido sea una víctima ajena a la actividad desarrollada que se trate de una víctima cuali-ficada y experimentada profesionalmente (véase la STS, 1.a, de 6 de noviembre de 2001).

B) La culpa exclusiva de la víctima

La culpa exclusiva de la víctima supone que el resultado dañoso no resulta imputable alempresario presuntamente suieto a una responsabilidad, sino a la víctima del daño (STS, 1.a,

M para u n a mayor análisis sobre la responsabilidad derivada del artículo 1903.4 del Código Civil, véase SIERRA PÉREZ, I;Responsabilidad del empresario y relación de dependencia, Moníecorvo, Madrid, 1997.

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de 12 de febrero de 2004). La jurisprudencia aprecia la existencia de dicha culpa en los su-puestos en los que el trabajador incumple la normativa o las órdenes explícitas de la empresa,cuya omisión ocasiona el daño (SSTS, 1.a, de 11 y 12 de febrero de 2004, 31 de diciembrede 2003,4 marzo de 2002, de 16 y de 22 de noviembre de 1999, entre otras). Del mismo modo,también descarta la existencia de una culpa concurrente de la empresa tanto cuando la víctimautiliza la maquinaria indebidamente (SSTS, 1.a, de 5 de mayo de 2003 y 4 de octubre y 6 denoviembre de 2002) como cuando el accidente es ajeno a la utilización de la máquina genera-dora del riesgo (STS, 1 .a, de 31 de marzo de 2003, donde se produce el atropello del trabajadoral interponerse imprudentemente en la trayectoria habitual de una máquina-pala que manio-braba hacia atrás). También los tribunales toman en consideración para exonerar de responsa-bilidad a la empresa si el accidentado se encontraba perfectamente cualificado para el come-tido profesional que ejercía (SSTS, 1.a, de 31 de octubre de 199¿, 9 de julio de 1999 o 12 defebrero de 2004) (5«.

Ahora bien, para determinar si la víctima debe soportar o no la totalidad del daño, enprimer lugar, debemos tener presente el tipo de actividad desarrollada por la empresa, pues enel supuesto de actividades calificadas como peligrosas existe una acción causal concurrentederivada de la creación de un riesgo agravado imputable al empresario, por lo que no resultaposible afirmar que el daño sufrido por el trabajador sea debido únicamente a su negligencia,que deberá ser objeto de valoración, salvo que nos encontremos ante situaciones dolosas o deinexistencia de un nexo causal. En este sentido, hemos visto que dicho riesgo representa unfactor determinante. Esta razón nos debe llevar a ser cautos a la hora de estimar la existenciade una culpa exclusiva de la víctima en estos casos. Por otro lado, la culpa exclusiva de lavíctima debe ser acreditada, en esos casos, rigurosamente por el empresario, es decir, es nece-saria la prueba contundente de que el accidente laboral se debió única y exclusivamente a laconducta del trabaj ador. Además, debe tenerse en cuenta para la apreciación de esta excepciónla necesidad de que la empresa acredite la diligencia exigida conforme a lo expuesto en elsegundo epígrafe de este trabajo y que el accidente fue debido a una actuación exclusiva de lavíctima.

En los supuestos en los que efectivamente consta acreditada que la acción del propio traba-jador es la única causa del daño, la jurisprudencia entiende que no es posible entonces aplicar ladoctrina de la inversión de la carga de la prueba ni la teoría de la creación del riesgo(52). Ahorabien, en ocasiones se incurre en una confusión: la actividad generadora de un riesgo existe conindependencia de la existencia de una actuación negligente o no de la víctima. Nos encontra-mos, en definitiva, ante un problema de ausencia de causalidad, que es la razón por la que noresulta aplicable este principio. En este sentido, la creación de riesgo por parte de la empresano es el único factor determinante de la responsabilidad, sino que debe existir una relación decausalidad entre el accidente producido y la culpa del empresario (SSTS, 1.a, de 9 de julio de 2003,de 22 de abril de 2002 y de 17 octubre 2001). Cuestión distinta es que nos encontremos anteun supuesto de falta de prueba de la causa del accidente. En tales casos, un sector jurispruden-

°" En la STS, 1.", de 31 de octubre de 1998 el accidente sobrevino por culpa exclusiva de la víctima, técnico de profesión(que desatendió su función de desactivar la tensión eléctrica para proceder al examen de sus componentes); en la STS, 1.a, de 9de julio de 1999, la víctima era experto en el manejo del tractor, que realizó una operación imprudente: intentar arrancar del suelouna piedra de grandes dimensiones por medio del arado, considerando que el dueño de la finca no tenía que dar instrucción algunaal mismo, que conocía el manejo del tractor y la operación que pretendía realizar; y en ]a de 12 de febrero de 2004, la víctimacualificada profesionalmente que ejecutó la obra vulneró las normas del buen hacer en la construcción e incumplió las órdenesexpresas del encargado de la obra.

(52> SSTS, 1.", de 31 de marzo de 2003, 26 de mayo de 2000, 15 de marzo de 1995, 11 de febrero de 1992, 18 de febrerode 1991 y 18 de abril de 1985.

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cial exonera de responsabilidad al empresario, sosteniendo que el accidente producido porcausa desconocida impide apreciar la existencia de culpa del empresario(53). Ahora bien, seríapreciso previamente determinar el criterio de imputación de la responsabilidad del empresarioya que en el supuesto de actividades calificadas como peligrosas opera una responsabilidadobjetivada, por lo que no sería factible llegar a la misma conclusión, pues se le exige al empre-sario la carga de la prueba sobre la inexistencia de vínculo causal entre su conducta y el resulta-do daño para liberarse de su responsabilidad, sin que se pueda justificar la misma en el descono-cimiento de la exactitud y relevancia de los hechos intervinientes en el nexo causal.

Son, por tanto, diversos los requisitos necesarios para apreciar la culpa exclusiva deltrabajador, que permita exonerar de responsabilidad al empresario: por un lado, una conductanegligente del trabajador, sin que sea suficiente para que el empresario quede liberado deresponsabilidad el que exista culpa solamente de la víctima, sino que además la misma debeconstituir la única causa del accidente, lo que significa que la conducta negligente del trabaja-dor sea exclusiva y excluyente; y, por otro lado, que sea irreprochable la conducta del empre-sario o sus dependientes en la causación del daño. De ahí que no resulte acertado que algunassentencias exoneren de responsabilidad al empresario en un accidente en el que no cumple lasmedidas de seguridad, aunque la actuación del trabajador sea imprudente, pues es el empresa-rio quien genera el riesgo<54).

Teniendo en cuenta todas estas consideraciones, resulta elevado el número de resolucionesen las que los tribunales resuelven a favor de la empresa, exonerándola de responsabilidad.Esta estimación posee un alto grado de dificultad en las actividades laborales peligrosas don-de el riesgo, como hemos visto, representa un factor determinante a la hora de atribuir la res-ponsabilidad al empresario.

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caí SSTS, 1.a, de 23 de diciembre de 2002, de 6 de noviembre de 2001 y de 13 de junio de 1996, incluso cuando existeresponsabilidad laboral de la empresa (como acontece en las SSTS, 1.a, de 31 de diciembre de 2002 y 27 de abril de 1992).

t54) En este sentido, por ejemplo, compárese los diferentes criterios y resoluciones de las SSTS, I a , de 7 de abril de 2002 y 27de abril de 1992, en el supuesto de caída del trabajador de un andamio que carecía de seguridad.

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