LIAHONA AGOSTO 2001

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LIAHONA LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS AGOSTO DE 2001

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LIAHONALA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS � AGOSTO DE 2001

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LIAHONALA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS D ÍAS � AGOSTO DE 2001

VÉASE LAPÁGINA 10

VÉASE LA PÁGINA 6

S E C C I Ó N G E N E R A L2 MENSAJE DE LA PRIMERA PRESIDENCIA: “¿QUIÉN SUBIRÁ AL MONTE DE

JEHOVÁ?” PRESIDENTE JAMES E. FAUST

8 LAS PALABRAS DEL PROFETA VIVIENTE

10 CÓMO NUTRIR EL ESPÍRITU ÉLDER DALLIN H. OAKS

25 MENSAJE DE LAS MAESTRAS VISITANTES: EL FORTALECIMIENTO DE LA FAMILIAMEDIANTE LA NOCHE DE HOGAR

30 ANCLADOS EN LA FE Y LA DEDICACIÓN ÉLDER M. RUSSELL BALLARD

42 VOCES DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS: LA CAUSA Y EL REINOSEDIENTO DEL AGUA VIVA VÍCTOR MANUEL CABRERA SIEMPRE PRESTO AL SERVICIO HUANG SYI-HUA MI LLANTO CESÓ ELIANA MARIBEL GORDÓN AGUIRRE

48 CÓMO UTILIZAR LA REVISTA LIAHONA DE AGOSTO DE 2001

S E C C I Ó N P A R A L O S J Ó V E N E S6 PARA SIEMPRE Y TRES DÍAS MÁS

REBECCA ARMSTRONG Y ELYSSA RENEE MADSEN

20 “¡ESTO ES LO QUE ANDABA BUSCANDO!” RODOLFO BARBOZA GUERRERO

22 PREGUNTAS Y RESPUESTAS: ¿CÓMO PUEDO PREPARARME PARA RECIBIR MIBENDICIÓN PATRIARCAL?

26 CÓMO GANÉ LA GUERRA TRISHA SWANSON DAYTON

29 LOS PROFETAS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS HABLAN SOBRE EL ESTUDIO DE LAS ESCRITURAS

41 PÓSTER: ¿TODO TE SALE MAL?

A M I G O S2 TIEMPO PARA COMPARTIR: LOS CENTINELAS EN LA TORRE

DIANE S. NICHOLS

4 DE AMIGO A AMIGO: ÉLDER L. TOM PERRY

6 RELATOS DEL NUEVO TESTAMENTO: JESÚS PERDONA A UNA MUJER; JESÚS MANDA AL VIENTO Y A LAS OLAS

10 ÉL CUIDA SU IGLESIA ANGIE BERGSTROM

13 PARA TU DIVERSIÓN: TENGO MUCHOS TALENTOS JENNIFER CLOWARD

14 FICCIÓN: EL VALOR DE ANA BEVERLY J. AHLSTROM

EN LA CUBIERTAEl profeta José cumple con su asignaciónpara predicar, por Sam Lawlor.Cubierta posterior: El grupo de Lucy MackSmith parte de Nueva York hacia Ohio,por Sam Lawlor.

CUBIERTA DE AMIGOSIlustrado por Brad Teare.

VÉASE AMIGOS,PÁGINA 10

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COMENTARIOS..

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LIAHONA, agosto de 2001Vol. 25, Número 8 21988-002Publicación oficial de La Iglesia de Jesucristo de losSantos de los Últimos Días, en el idioma español.

La Primera Presidencia: Gordon B. Hinckley, Thomas S. Monson, James E. Faust

El Quórum de los Doce Apóstoles:Boyd K. Packer, L. Tom Perry, David B. Haight, Neal A. Maxwell, Russell M. Nelson, Dallin H. Oaks, M. Russell Ballard, Joseph B. Wirthlin, Richard G. Scott,Robert D. Hales, Jeffrey R. Holland, Henry B. Eyring

Editor: Dennis B. NeuenschwanderAsesores: L. Lionel Kendrick, Yoshihiko Kikuchi, John M. Madsen

Administradores del Departamento de Cursos de Estudio:Director administrativo: Ronald L. KnightonDirector de redacción: Richard M. RomneyDirector de artes gráficas: Allan R. Loyborg

Personal de redacción:Editor administrativo: Marvin K. GardnerAyudante del editor administrativo: R. Val JohnsonEditor asociado: Roger TerryColaboradora de redacción: Jenifer GreenwoodEditora ayudante: Susan BarrettAyudante de publicaciones: Collette Nebeker Aune

Personal de diseño:Gerente de artes gráficas: M. M. KawasakiDiseño artístico: Scott Van KampenDiseñadora principal: Sharri CookDiseñadores: Thomas S. Child, Randall J. PixtonGerente de producción: Jane Ann PetersProducción: Reginald J. Christensen, Kari A. Couch, Denise Kirby, Kelli Pratt, Rolland F. Sparks, Claudia E. WarnerPreimpresión digital: Jeff Martin

Personal de subscripción:Director de circulación: Kay W. BriggsGerente de distribución: Kris T. Christensen

Coordinación de Liahona: Enrique Resek

Para saber el costo de la revista y cómo suscribirse a ellafuera de Estados Unidos y Canadá, póngase en contactocon el Centro de Distribución local o con el líder del ba-rrio o de la rama.

Las colaboraciones y los manuscritos deben enviarse aLiahona, Floor 24, 50 East North Temple, Salt Lake City,UT 84150-3223, USA; o por correo electrónico a: [email protected]

Liahona (un término del Libro de Mormón que significa“brújula” o “director”) se publica en albanés, alemán,amarik, armenio, búlgaro, cebuano, coreano, checo,chino, danés, esloveno, español, estonio, fidji, finlandés,francés, haitiano, hiligayanón, holandés, húngaro, iloko,indonesio, inglés, islandés, italiano, japonés, kiribati,letón, lituano, malgache, marshallés, mongol, noruego,polaco, portugués, rumano, ruso, samoano, sueco, taga-lo, tailandés, tahitiano, tongano, ucraniano y vietnamita. (La frecuencia de las publicaciones varía de acuerdo con el idioma.)

© 2001 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los dere-chos reservados. Impreso en los Estados Unidos deAmérica.

Para los lectores de México: Certificado de Licitud detítulo número 6988 y Licitud de contenido número5199, expedidos por la Comisión Calificadora dePublicaciones y revistas ilustradas el 15 de septiembrede 1993. “Liahona”© es nombre registrado en laDirección de Derechos de Autor con el número252093. Publicación registrada en la DirecciónGeneral de Correos número 100. Registro del S.P.M.0340294 características 218141210.

For readers in the United States and Canada:August 2001 Vol. 25 No. 8. LIAHONA (USPS 311-480)Spanish (ISSN 0885-3169) is published monthly by TheChurch of Jesus Christ of Latter-day Saints, 50 East NorthTemple, Salt Lake City, UT 84150. USA subscription priceis $10.00 per year; Canada, $15.50 plus applicabletaxes. Periodicals Postage Paid at Salt Lake City, Utah, andat additional mailing offices. Sixty days’ notice required forchange of address. Include address label from a recentissue; old and new address must be included. Send USAand Canadian subscriptions and queries to Salt LakeDistribution Center at the address below. Subscription helpline: 1-800-537-5971. Credit card orders (Visa,MasterCard, American Express) may be taken by phone.(Canada Poste Information: Publication Agreement#1604821)

POSTMASTER: Send address changes to Salt LakeDistribution Center, Church Magazines, PO Box 26368,Salt Lake City, UT 84126-0368.

MASHA ZEMSKOVA ES FUENTE

DE INSPIRACIÓN

No puedo describir la felicidad que mebrinda la revista Liahona (en portugués).Una de las partes que más leo es la secciónpara los niños, Amigos, pues me asombranlos testimonios y las experiencias de unosniños tan pequeños y extraordinarios.

Les escribo para agradecerles el artículode la sección De amigo a amigo, acerca dela niña Masha Zemskova, de Rusia, delejemplar de octubre de 1999. Durante lamisión he tratado de enseñar, fortalecer ybrindar ayuda siempre que puedo. No obs-tante, a veces no siento que estoy ayudan-do o percibo que la ayuda que ofrezco notiene ningún efecto y me desanimo. Mesentía así cuando leí sobre Masha. Cadafrase me dio la fortaleza que necesitabapara continuar con mi trabajo.

Élder Lourenço Ferreira Da Silva, Misión Brasil Brasilia

ILUSTRACIONES INSPIRADORAS

Estoy profundamente agradecida porlas hermosas ilustraciones de la revistaLiahona (en alemán). Algunas veces estoytan agobiada que no tengo la fuerza ni laconcentración necesarias para leer. Sin em-bargo, las bellas ilustraciones de la revistaLiahona son siempre una fuente de fortale-za e inspiración para mí.

Hazel-Rose Lankmayer, Rama St. Johann-Pongau, Estaca Salzburgo, Austria

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UN EJEMPLAR DE LA REVISTA

LIAHONA ESCRITO PARA MÍ

Mis padres siempre me han animado aleer la revista Liahona (en portugués), perono lo hice sino hasta que me mudé paraasistir a la universidad. Al encontrarmesola pude pensar mejor en mis prioridadesy tomé la decisión de empezar a leer cadames la revista Liahona de principio a fin.Cuando recibí el primer ejemplar, hubomomentos en los que sentí que lo que esta-ba leyendo había sido escrito específica-mente para mí. Las palabras eranalentadoras e inspiradoras, y sentí alEspíritu Santo testificar de su veracidad. Apartir de ese día espero con gran ansia lallegada de cada ejemplar.

Evelyn Monteiro Lee Hin, Barrio Barão Geraldo, Estaca Castelo, Campinas, Brasil

LA VOZ DEL PROFETA FORTALECE

MI TESTIMONIO

Las hermosas enseñanzas y consejosque he leído en la revista Liahona (en ton-gano) han bendecido grandemente mivida. La leo y luego comparto lo queaprendo con mi familia. Sé que mi testi-monio sería débil si no escuchase la voz delprofeta.

Mele K. Peni, Barrio Reno 4 (en tongano), Estaca Reno Norte, Nevada

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MENSAJE DE LA PRIMERA PRESIDENCIA

“¿Quién subiráal monte de

Jehová?”

Al percibir y ver la

belleza impresionante del

templo, visualizamos y con-

servamos en el recuerdo

las infinitas bendiciones

que recibirán muchas per-

sonas gracias a él.

por el presidente James E. FaustSegundo Consejero de la Primera Presidencia

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En el Salmo 24 se halla la pregunta: “¿Quién subirá al monte de

Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo?” (Salmos 24:3).

Creo que encontramos la belleza y santidad de “su lugar santo”

al entrar en los magníficos templos de Dios. Bajo la profética inspiración del

presidente Gordon B. Hinckley, estamos viviendo la época más grandiosa de

la edificación de templos. Casi cada semana del año pasado se dedicó un

nuevo templo, y en un mes se dedicaron hasta siete. Nunca antes en nin-

guna época, la edificación de templos se había llevado a cabo en tan gran-

de escala. Los fieles Santos que pagan sus diezmos y ofrendas lo han hecho

posible, y cada uno de ellos recibirá bendiciones eternas por su fidelidad.

Asimismo, los que participan de las bendiciones del templo también serán

eternamente bendecidos.

Cada templo es una inspiración, es magnífico y bello en todos los aspec-

tos, pero el edificio en sí no bendice. Las bendiciones de la investidura y

demás ordenanzas divinas —que abarcan aquello que no es de este mundo,

como las llaves del sacerdocio— se reciben mediante la obediencia

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y la fidelidad a la autoridad del sacerdocio y a los con-venios realizados.

Al percibir y ver la belleza impresionante del templo,visualizamos y conservamos en el recuerdo las infinitasbendiciones que recibirán muchas personas gracias a él.No obstante, debemos recordar que hay líderes y santosfieles en partes del mundo que todavía carecen de unsantuario donde recibir las ordenanzas santificadoras ypurificadoras del templo. Éstos son presidentes de esta-ca, patriarcas, miembros de sumos consejos, obispados yotros líderes del sacerdocio, así como una multitud desantos fieles, aún sin investir y que por encima de tododesean sellarse a sus amados padres, cónyuges e hijos.Tenemos la bendición y la responsabilidad de ayudarlesa recibir las bendiciones del templo. Los futuros templosserán en cierta forma una santificación de nuestra de-voción y esfuerzos en la edificación del reino de Dios ennuestros días.

En medio de la magnificencia y el esplendor de lostemplos modernos, haríamos bien en detenernos un mo-mento y reflexionar en aquellos trabajadores sin camisani calzado que construyeron los templos de Nauvoo y deKirtland. Cada templo que se erige hoy día es una reivin-dicación de José y de Hyrum Smith, y el triunfo de ellosy de todas las personas que sufrieron la desolación, las pa-lizas y los asesinatos de manos de los crueles tiranos de lospopulachos que forzaron a los primeros miembros de laIglesia a ir hacia el oeste.

Salió triunfante el pequeño Sardius Smith, un niño denueve años que en la masacre de Haun’s Mill, el 30 de oc-tubre de 1838, se deslizó bajo los fuelles de la herrería enbusca de refugio, y que al ser descubierto fue muerto a ba-lazos. Triunfó el obispo Edward Partridge (1793–1840),quien fue sacado de su casa y arrastrado a la plaza del pue-blo por hombres brutales y desalmados que derramaronbrea caliente sobre su cuerpo y la cubrieron de plumas.

En los templos del Señor aprendemos obediencia y sacrificio; hacemos votos de castidad y de consagraciónde nuestra vida para propósitos sagrados; es posible limpiarnos y purificarnos, y que nuestros pecados sean

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lavados a fin de poder ir al Señor tan limpios, blancos ysin mancha como la nieve recién caída.

“¿Quién subirá al monte de Jehová?” Podemos vi-sualizar las casi innumerables multitudes de elegidos,devotos y creyentes que vendrán al sacro santuario deDios a procurar sus bendiciones. Al entrar en sus san-tos salones, Nefi nos recordará que “el guardián de lapuerta es el Santo de Israel; y allí él no emplea ningúnsirviente, y no hay otra entrada sino por la puerta; por-que él no puede ser engañado, pues su nombre es elSeñor Dios” (2 Nefi 9:41).

A medida que los Santos vayan a los sacrosantos salo-nes de lavamiento y unción y sean lavados, serán limpiosespiritualmente; y, al ser ungidos, serán renovados y re-generados en alma y espíritu.

Podemos visualizar las incontables parejas jóvenes ybellas que vendrán a unirse en matrimonio. Vemos cla-ramente el gozo indescriptible en sus rostros cuando sesellan entre sí y les es sellada, mediante su fidelidad, labendición de la sagrada Resurrección, con el poderpara levantarse en la mañana de la PrimeraResurrección revestidos de gloria, inmortalidad y vidaeterna. Podemos ver las innumerables familias rodean-do el altar, todos vestidos de blanco, con sus cabezasreclinadas y sus manos entrelazadas durante el sella-miento, como si hubiesen nacido en el nuevo y sempi-terno convenio. Podemos ver el ejército de jóvenesangelicales, con la alegría y la avidez de la juventud,asistiendo a la casa del Señor con asombro y admira-ción para bautizarse por los muertos.

Podemos visualizar las innumerables huestes celestia-les de aquellos cuya odisea eterna quedó suspendida yque están a la espera de que se haga la obra vicaria porellos, incluyendo la purificación del bautismo, las santasbendiciones de la investidura y la exaltadora bienaven-turanza de los sellamientos. Podemos ver familias bai-lando, clamando y sollozando de gozo al reunirse en lavida venidera.

Estamos agradecidos por la existencia del poder sella-dor que ata en el cielo lo que se ha atado en la tierra, y

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Al pensar en el mandamiento de permanecer en lugares sagrados, debemos recordar que, con excepción del

templo, los lugares más sagrados y santos de todo el mundo deben ser nuestros propios hogares.

expresamos gratitud y veneración a nuestro grandioso yhumilde profeta, quien posee todas esas llaves.

“¿Quién estará en su lugar santo?” Ruego que hayauna mano de socorro para aquellos que han flaqueado enla fe o que han transgredido, para traerlos de regreso.Después de arrepentirse por completo, tendrán una ne-cesidad especial de la parte redentora de la investidura.Deseo que puedan saber que sus pecados no serán recor-dados ya más.

Al pensar en el mandamiento de permanecer en lu-gares sagrados, debemos recordar que, con excepcióndel templo, los lugares más sagrados y santos de todo el mundo deben ser nuestros propios hogares, los cuales deben estar consagrados y dedicados únicamen-te a propósitos santos. En nuestros hogares debe en-contrarse toda la seguridad, el amor fortalecedor y lacompresión amable que necesitamos de forma tan desesperada.

“¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará ensu lugar santo?

“El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha ele-vado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño” (Salmos

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24:3–4). Pues “la santidad conviene a tu casa, oh Jehová,por los siglos y para siempre” (Salmos 93:5). �

IDEAS PARA LOS MAESTROS ORIENTADORES

1. Qué gran bendición es vivir en esta gran época de edi-ficación de templos.

2. Es bueno reflexionar en aquellos trabajadores sin ca-misa ni calzado que construyeron los templos de Nauvoo yde Kirtland.

3. Hay muchos miembros que aún no viven cerca de lostemplos; todos los miembros de la Iglesia tienen la respon-sabilidad de ayudarles a recibir las bendiciones de la casadel Señor.

4. Las bendiciones del templo se reciben mediante laobediencia y fidelidad a la autoridad del sacerdocio y a losconvenios sagrados.

5. En los templos aprendemos acerca de la obediencia,el sacrificio, la castidad y la consagración de nuestra vida apropósitos santos.

6. Con excepción del templo, nuestros hogares debenser los lugares más sagrados y santos, dedicados también apropósitos santos.

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Para siempreyTRES DÍAS MÁS

Por muchos años mis padres con-

cluían las cartas que seescribían entre sí, ytambién las que es-

cribían a mi hermanay a mí, con las pala-bras “Te amo parasiempre y tres días

más”. Esta expresiónreflejaba nuestra espe-ranza de que podíamosestar juntos para siem-pre. Esa esperanza sehizo realidad cuando

nos sellamos en elTemplo de Mesa,

Arizona.

por Rebecca Armstrong,como le fue contado a Elyssa Renee Madsen

DESPUÉS DE ENCONTRAR EL EVANGELIO, NUESTRA FRASE ADQUIRIÓ VERDADERO SIGNIFICADO.

Era un 14 de febrero cuandome arrodillé ante el altar delTemplo de Mesa, Arizona,

con mi hermana Jennifer, mi padre ymi madre. Tenía 15 años y había sidomiembro de la Iglesia por un año. Loque un año atrás sólo había sido unameta, ahora era una realidad.Estábamos a punto de ser selladoscomo familia por el tiempo y la eter-nidad.

Veintiún años atrás, mis padres,que aún no eran miembros de laIglesia, se casaron mediante una ce-remonia religiosa. El ministro les dijoque su matrimonio sería “hasta quela muerte los separe”, pero mis pa-dres pensaban que el matrimoniodebía ser eterno. Ellos concluían lascartas que se escribían entre sí, y másadelante las que escribían a Jen y amí, con las palabras “Te amo parasiempre y tres días más”. Era su ma-nera de decir que tenían la esperan-za de que estaríamos juntos parasiempre.

No fue hasta que papá empezó atener problemas de espalda que co-nocimos a un miembro de la Iglesia.Un terapeuta que ayudaba a papácon ejercicios para la espalda empezóa hablar a mis padres acerca delEvangelio y poco a poco tuvieron interés y pidieron conocer a los misioneros.

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La primera reunión a la que asisti-mos fue una conferencia de estaca, eltema de la cual era el fortalecimien-to de la familia. Para mamá, quehabía estado buscando maneras dehacer que nuestra familia se unieraaún más, la conferencia fue una res-puesta a sus oraciones.

Mis oraciones también fueroncontestadas. Después de que los mi-sioneros nos invitaron a bautizarnos,empecé a orar para saber si la Iglesiaera verdadera. Al leer en Juan14:26–27 acerca del don del EspírituSanto y a no tener miedo, supe queera verdad.

EN LAS AGUAS

El 11 de febrero de 1996, nuestrafamilia completa se bautizó. Habíamosestado asistiendo al barrio tan sólounas pocas semanas, de manera quenos asombramos cuando docenas depersonas asistieron a nuestro bautismocomo muestra de apoyo.

Mi familia se puso la meta de se-llarse en el templo tan pronto comofuera posible, por lo que empezamos aprepararnos para ir al templo, hacien-do hincapié en el trato de los unos conlos otros y con el Salvador. Nuestra re-lación como familia se volvió más es-piritual a medida que estudiábamos lasEscrituras y orábamos juntos.

Yo procuraba leer todo lo que los

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profetas habían escritoacerca del templo.También seguí el consejode mi líder de las MujeresJóvenes y empecé a ofreceroraciones de “agradeci-miento”. En lugar de pediral Padre Celestial las cosasque deseaba, me concentrabaen darle gracias.

EN EL TEMPLO

En el día de nuestro sellamientome desperté muy emocionada. ¡Éseera el día! Cuando llegamos al tem-plo, Jen y yo paseamos por el exteriormientras nuestros padres recibían susinvestiduras. El tiempo era perfecto.Parecía que las flores se habían abier-to para nosotros.

Finalmente llegó la hora de queJen y yo, vestidas de blanco, nos reu-niéramos con nuestros padres en elcuarto de sellamiento. Recuerdo sen-tir asombro por el brillo, la pureza

y la belleza que irradiaba todo. Al arrodillarnos en el altar, fijé la miradaen los espejos y vi las imágenes denuestra familia extendiéndose sin fin.Sentí al Espíritu testificar que nuestrafamilia podía estar junta para siempre.

Cuando salimos, tras el sellamien-to, nos sorprendimos nuevamente alver la cantidad de personas quehabía ido a darnos su apoyo.

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No fue sino hasta unos díasdespués que nos dimos cuenta de quenos habíamos sellado exactamente unaño y tres días después de nuestro bau-tismo. Repentinamente, la expresiónde las cartas de mis padres “te amopara siempre y tres días más”, adquirióun significado totalmente nuevo. Sudeseo se había hecho realidad, y ahorapodíamos ser una familia eterna. �

Rebecca Armstrong es miembro del

Barrio Universidad de Tucson 1, Estaca

Tucson Norte, Arizona.

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Las palabras del Profeta viviente

R E F L E X I O N E S Y C O N S E J O S D E L P R E S I D E N T E G O R D O N B . H I N C K L E Y

LA CAUSA DE DIOS

“Ésta es la causa y el reino de Dios.Ésta es Su obra restaurada en estosúltimos días, preservada del mundo através de los siglos para salir a la luzen ésta, la dispensación del cumpli-miento de los tiempos, cuando todolo que perteneció a las dispensacio-nes anteriores se ha reunido en una,cuando las cortinas de los cielos seabrieron y el Padre y el Hijo se apare-cieron a un joven y hablaron con él.No existe nada semejante en todo elmundo; no existe otra causa igual.Ésta es la Iglesia y el reino del Padre.Crean en ella; acepten sus enseñan-zas; sean obedientes a sus consejos;trabajen en ella; den su fortaleza yenergía y proporcionen los mediospara hacerla avanzar, y el Señor lesbendecirá y traerá a sus vidas un gozocomo el que jamás han conocido”1.

HUMILDAD

“Sean humildes. No debe haberlugar para la arrogancia, la vanidadni el egoísmo en nuestra vida.Tenemos una obra que hacer y cosasque lograr… ‘Sé humilde; y el Señortu Dios te llevará de la mano y darárespuesta a tus oraciones’ (D. y C.112:10). Cuando me preguntan cuáles mi versículo favorito de lasEscrituras, respondo que tengo mu-chos; y éste es uno de ellos. ‘Sé hu-milde; y el Señor tu Dios te llevará

de la mano y dará respuesta a tusoraciones’ ”2.

¿QUÉ HARÁ ESTA IGLESIA POR

LOS HOMBRES?

“¿Qué hará esta Iglesia por loshombres? Cada hombre digno puedeposeer el sacerdocio de Dios y hablaren Su nombre, aun el Salvador delmundo. Qué bendición tan preciosa,maravillosa y magnífica es, mis her-manos, el poder hacerlo.

“Ofrece la bendición del gobiernoen la Iglesia; el poder, la autoridad yel don de dirigir los asuntos de ésta,y al hacerlo se desarrolla el liderazgoy la fortaleza de la personalidad paraascender por encima de las cosas or-dinarias de la vida y caminar comohijo de Dios en la autoridad de Su di-vino sacerdocio. Esto es lo que laIglesia hará por los hombres. Lesdará la oportunidad de servir, ense-ñar, crecer de diversas formas, leerlas cosas preciosas que el Señor harevelado y hacerlas parte de su cau-dal de conocimiento”3.

¿QUÉ HARÁ ESTA IGLESIA POR

LAS MUJERES?

“¿Qué hará esta Iglesia por las mu-jeres? Agregará dignidad, perspectivay una actitud a su vida que no pue-den obtenerse de otra manera. Seconvertirán en miembros de la gran-diosa organización de la Sociedad de

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Socorro, una organización de cuatromillones de miembros, con su propiapresidencia, su mesa directiva, susplanes de estudio y su gran obra hu-manitaria, cosas éstas tan importan-tes, bellas y maravillosas y queproporcionarán desarrollo a su vida yles darán nueva perspectiva, actitud y propósito”4.

¿QUÉ HARÁ ESTA IGLESIA POR

LOS NIÑOS?

“[Esta Iglesia] ayudará a los niñosa ver a sus padres bajo una nueva luz,una nueva perspectiva. Ellos cultiva-rán en el corazón respeto y amor porsus padres. Cuando el Evangelioreina en el hogar, hay paz, amor, ar-monía, crecimiento y desarrollo. EstaIglesia alentará a los niños en la di-rección de la educación”5.

MANTENGAN LA FE

“Veo a hermanos y hermanas —no muchos, me siento agradecido dedecirlo— que sirven en la Iglesia convalentía, que aparentemente aman alSeñor y procuran hacer Su obra, peroque al ser relevados del servicio, dealguna manera se debilitan y no lo-gran mantener la fe… Caminen conintegridad; sean fieles en la tormentay en la calma, en la riqueza y en la po-breza, en la juventud y en la vejez.Ésta es la obra del Todopoderoso…Dios ha hablado desde los cielos

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“Cuando el Evangelio reina en el

hogar, hay paz, amor, armonía,

crecimiento y desarrollo”.

declarando la verdad de ésta, Suobra, y no existe una voz más grandeque la Suya. Su Hijo ha hablado alhombre en la tierra y ha declarado Suidentidad, Su realidad, Su grandiosoy divino lugar en el plan de Su Padrecomo Redentor y Salvador delmundo. Y esas verdades perduraránmientras la tierra exista. Mantenganla fe en esas grandes y sagradas ver-dades… Perseveren hasta el fin yDios bendecirá y coronará sus díascon dulzura, paz y amor”6.

EL FUTURO DEL REINO

“Lo que hemos visto [en laIglesia] en el pasado simple-mente señala hacia un fu-turo admirable, glorioso ymaravilloso. Creo que nin-gún hombre que vive ahorapuede comprender lo que laIglesia será en el porvenir. Nohay ninguna razón para que nosiga creciendo. Debe seguircreciendo. Debe avanzar haciasu propósito consumado y el desti-no que el Señor le ha señalado.Nuestro trabajo es simplemente se-guir avanzando”7. �

NOTAS1. Conferencia regional, Oahu, Hawai,

22 de enero de 2000.2. Reunión con la juventud y jóvenes

adultos solteros, Spokane, Washington, 22 de agosto de 1999.

3. Reunión, Cairns, Australia, 26 deenero de 2000.

4. Reunión, Cairns, Australia, 26 deenero de 2000.

5. Reunión, Cairns, Australia, 26 de enero de 2000.

6. Conferencia regional,Oahu, Hawai, 23 de enero de2000.

7. Entrevista con ChurchNews, 2 de noviembre de1999.

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ProcurarDebemos recordar la

enseñanza de Nefi de

que los misterios de

Dios, el alimento espiri-

tual más selecto,

no puede comprenderse

“a menos que

uno [recurra] al

Señor”.

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por el élder Dallin H. Oaksdel Quórum de los Doce Apóstoles

Cómo nutrir el

E S P Í R I T U

Dios se revela a Sí mismo yrevela Sus verdades eternas a los que procuran, sirven y escuchan Sus enseñanzas con humildad.

Sabemos que nuestros cuerpos físicos requieren de nu-trientes para sostener la vida y mantener la salud física ymental. Si se nos priva de esos nutrientes, nuestra vitali-dad física y mental se debilita y tenemos la condición lla-mada desnutrición. La desnutrición produce síntomastales como reducción de las funciones mentales, trastor-nos estomacales, pérdida de la fortaleza física y deteriorode la visión. La buena nutrición es especialmente impor-tante en los niños, cuyos cuerpos en desarrollo puedendañarse fácilmente si les faltan los nutrientes necesariospara un crecimiento normal.

Nuestros espíritus también necesitan nutrirse. Asícomo hay alimento para el cuerpo, también hay alimen-to para el espíritu. Las consecuencias de la desnutriciónespiritual son tan dañinas para nuestra vida espiritualcomo la desnutrición física lo es para nuestro cuerpo físi-co. Los síntomas de la desnutrición espiritual incluyen lareducción de la capacidad de digerir alimento espiritual,la pérdida de fortaleza espiritual y el deterioro de la visiónespiritual.

Existen algunos principios importantes que debemoscomprender para asegurarnos de que nosotros y nuestroshijos no sufriremos la desnutrición espiritual.

Sabemos que las principales fuentes de alimento es-piritual son: la oración, el estudio

de las Escrituras, la asistenciaa reuniones inspiradoras, el

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canto de los himnos de Sión, el servicio ennuestros llamamientos, el ayuno, el partici-par de la Santa Cena y hacer otros conve-nios, tales como los del templo. Tambiénsabemos que algunas experiencias puedeninterferir en la asimilación del alimento espi-

ritual, de la misma forma que ciertas sustancias dañinaspueden interponerse en la obtención de la nutrición físi-ca necesaria que proviene de los alimentos físicos. Porejemplo, todo lo que aleja al Espíritu del Señor, como lapornografía, las malas palabras o la ira, nos impedirá ob-tener la nutrición espiritual que necesitamos de las expe-riencias que normalmente serían efectivas comoalimento espiritual. Algunas sustancias físicas, tales comolas prohibidas por la Palabra de Sabiduría, son dañinastanto para el cuerpo como para el espíritu. Debemos ase-gurarnos de que nuestros hijos tengan suficiente alimen-to espiritual y que estén protegidos de las influencias queimpidan que este alimento sea asimilado como nutriciónespiritual.

CÓMO NUTRIR A LA NUEVA GENERACIÓN

El que los padres reciban suficiente nutrición espiri-tual, ¿garantiza que sus hijos también la tendrán? Sibien es cierto que algunas características físicas son he-reditarias, la experiencia nos enseña que una fe fuertey la espiritualidad no pasan automáticamente de unageneración a otra. Consideremos el ejemplo del reyBenjamín, uno de los grandes maestros del Libro deMormón, que enseñó la pureza del Evangelio a una generación con un efecto tan profundo que ya no tenían “más disposición a obrar mal, sino a hacer lobueno continuamente”. Ellos experimentaron en sus

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corazones lo que denominaron “un potente cambio”(Mosíah 5:2). Pero esa maravillosa fe y espiritualidadno pasó automáticamente a su posteridad. LasEscrituras registran:

“Y aconteció que había muchos de los de la nueva ge-neración que no pudieron entender las palabras del reyBenjamín, pues eran niños pequeños en la ocasión enque él habló a su pueblo; y no creían en la tradición desus padres.

“No creían lo que se había dicho tocante a la resu-rrección de los muertos, ni tampoco creían lo concer-niente a la venida de Cristo.

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“Así que, por motivo de su incredulidad no podíanentender la palabra de Dios; y se endurecieron sus corazones.

“Y no quisieron bautizarse ni tampoco unirse a la igle-sia. Y constituyeron un pueblo separado en cuanto a sufe, y así quedaron desde entonces, en su estado carnal einicuo, porque no querían invocar al Señor su Dios”(Mosíah 26:1–4).

De manera similar, alrededor de cien años después, laspoderosas enseñanzas del profeta Samuel el Lamanitacausaron que muchos creyesen. No obstante, a medidaque sus hijos fueron creciendo, las Escrituras dicen que sedesviaron y que el pueblo empezó “a decaer en cuanto asu fe y rectitud, por causa de la iniquidad de la nueva ge-neración” (3 Nefi 1:30).

Quizá ustedes hayan visto entre sus conocidos algunosejemplos similares de padres que son fieles pero cuyos

hijos, en su mayoría, rechazan la fe de sus antepasa-dos o no sienten nada por ella. Yo lo he visto y he

meditado sobre sus causas.En su primer mensaje al cuerpo estudian-

til y del profesorado de la UniversidadBrigham Young, el élder Merrill J. Bateman,de los Setenta, en su papel de presidente de

esa institución, recordó a los asistentes unprincipio primordial: “Los hijos de Dios son

más que intelecto y cuerpo. El intelecto se aloja en un espíritu que también debe ser educado. Las ver-dades sagradas o superiores que se relacionan con elespíritu son las verdades fundamentales… y se centranen Jesucristo como el Hijo de Dios… quien dio Su vida por los pecados del mundo” (“A Zion University”,en Brigham Young University 1995–96 Speeches, 1996,pág. 126).

Todos sabemos que el Señor ha dado el mandamien-to a los padres que tienen hijos en Sión de enseñarles a comprender los conceptos fundamentales delEvangelio: la fe en Cristo y las doctrinas del arrepenti-miento, el bautismo y el don del Espíritu Santo. Si lospadres no hacen esto, el pecado recae sobre sus cabe-zas (véase D. y C. 68:25). Dos años después de esa

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revelación, el Señor dio el mandamien-to a los santos de “criar a [sus] hijosen la luz y la verdad” (D. y C. 93:40)y luego recalcó la importancia de esemandamiento al aplicarlo directa-mente a Sidney Rigdon (1793–1876)y Frederick G. Williams (1787–1842),quienes apenas habían sido llamadoscomo Consejeros de la PrimeraPresidencia. Al presidente Williams le dijo:

“No has enseñado a tus hijos e hijasla luz y la verdad, conforme a los man-damientos; y aquel inicuo todavía tienepoder sobre ti, y ésta es la causa de tuaflicción.

“Y ahora te doy un mandamiento: Siquieres verte libre, has de poner tu pro-pia casa en orden, porque hay en tucasa muchas cosas que no son rectas” (D. y C. 93:42–43).

Creo que todos los padres deben recordar esta impor-tante verdad: si no enseñan a sus hijos la luz y la verdad,el inicuo tendrá poder sobre ellos.

A LA MANERA DEL SEÑOR

Al meditar en las maneras de evitar la desnutrición es-piritual y de pasar la fe y la espiritualidad de una genera-ción a otra, he llegado a la conclusión de que lo másimportante que podemos comprender de este asunto esque las verdades espirituales, lo que las Escrituras algunasveces llaman “los misterios de Dios”, deben enseñarse ytransmitirse a la manera del Señor y no a la manera delmundo. Esto se manifiesta una y otra vez en lasEscrituras.

Cuando Lehi intentó explicar su visión a sus rebeldeshijos mayores y exhortarlos a que siguieran los manda-mientos de Dios, éstos pusieron sus palabras en tela dejuicio. El joven Nefi, quien acababa de tener la gloriosavisión clarificadora que había buscado, escribió que supadre había hablado “muchas grandes cosas que eran di-fíciles de comprender, a menos que uno recurriera al

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Señor; y como eran duros de corazón,no acudían al Señor como debían” (1 Nefi 15:3). Debemos recordar la en-señanza de Nefi de que los misterios deDios, el alimento espiritual más selec-to, no puede comprenderse “a menosque uno [recurra] al Señor”.

Existen otros ingredientes impor-tantes. El profeta Ammón dio esta re-ceta primordial: “Sí, al que searrepiente y ejerce la fe y produce bue-nas obras y ora continuamente sincesar, a éste le es permitido conocer losmisterios de Dios” (Alma 26:22).

¿Por qué es importante conocer losmisterios de Dios? El presidenteSpencer W. Kimball (1895–1985) explicó:

“De todos los tesoros de conoci-miento, el más vital es el conocimiento de Dios: de suexistencia, poder, amor y promesas…

“Si pasamos nuestra vida mortal acumulando conoci-miento secular de manera que excluimos lo espiritual es-taremos en una callejón sin salida, ya que esta vida escuando el hombre debe prepararse para comparecer anteDios; éste es el tiempo para fomentar la fe…

“El conocimiento secular, con la importancia quetiene, nunca podrá salvar las almas ni abrir el reino ce-lestial” (The Teachings of Spencer W. Kimball, editado porEdward L. Kimball, 1982, pág. 390).

El conocimiento de Dios y de Su plan de salvaciónes el tipo de conocimiento que salva, y es el tipo de co-nocimiento que sólo se puede obtener a la manera delSeñor.

Dios se revela a Sí mismo y revela Sus verdades eter-nas, el alimento espiritual que las Escrituras llaman elpan de vida y el agua viva, a aquellos que procuran, sir-ven, obedecen Sus mandamientos, y esperan y escuchanSus enseñanzas con humildad. El estudio y la razón sonapropiados para empezar el proceso, pero “las cosas deDios no se pueden aprender únicamente mediante el

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estudio y la razón. A pesar de sus usos esenciales y be-neficiosos, los métodos del estudio y la razón son insu-ficientes para acercarse a Dios y comprender lasdoctrinas de Su Evangelio. No podemos conocer lascosas de Dios mientras rechacemos o dejemos de utili-zar el método indispensable que Él ha señalado paraque las aprendamos. Las cosas de Dios deben apren-derse a Su manera, mediante la fe en Dios y la revela-ción del Espíritu Santo” (Dallin H. Oaks, The Lord’sWay, 1991, pág. 56). Únicamente de esta manera pode-mos obtener la comprensión, la nutrición y el poder es-pirituales necesarios para enseñar y transmitir la fe y eltestimonio.

El aprendizaje del Evangelio se inicia, por lo general,con el estudio y la razón; sin embargo, lo que he podidoobservar hasta ahora es que los métodos intelectuales porsí solos no son eficaces para transmitir la fe duradera y la

espiritualidad profunda de una persona a otra o de unageneración a otra.

El Libro de Mormón contiene muchas muestras deesto. Por ejemplo, pocos años antes de la venida deCristo, “el pueblo empezó a endurecer su corazón, todossalvo la parte más creyente de ellos… y empezaron a con-fiar en su propia fuerza y en su propia sabiduría…

“Y empezaron a raciocinar y a disputar entre sí, di-ciendo:

“No es razonable que venga tal ser como un Cristo”(Helamán 16:15, 17–18).

A continuación, las Escrituras concluyen: “Satanáslogró gran poder sobre el corazón del pueblo en toda lafaz de la tierra” (Helamán 16:23).

La manera del Señor para enseñar las verdades delEvangelio se explica en la revelación dada en 1831 yque ahora se publica como la sección 50 de Doctrina yConvenios. Aquí se nos enseña que no basta con ha-blar o enseñar la verdad; debemos enseñar las verdadesdel Evangelio “por el Espíritu, sí, el Consolador que fueenviado para enseñar la verdad” (versículo 14). ElSeñor vuelve a recalcar esta verdad vital advirtiéndo-nos que si predicamos o enseñamos el Evangelio “de al-guna otra manera, no es de Dios” (versículo 18). Deigual modo, el Señor declara que si “la palabra de ver-dad” (versículo 19) se recibe “de alguna otra manera,no es de Dios” (versículo 20). Finalmente, el Señor in-dica que Él ha explicado estos principios “para que se-páis la verdad, a fin de que desechéis las tinieblas deentre vosotros” (versículo 25).

Por supuesto, podemos pasar por alto esas instruccio-nes y tratar de enseñar el Evangelio a nuestros hijos o

investigadores a la manera delmundo, mediante el estudio y larazón, sin el testimonio ni la enseñanza del Espíritu. Pero los resultados no son los mismos. Sinos desviamos de la manera del Señor, renunciamos a Sus pro-mesas. El presidente BrighamYoung (1801–1877) explicó la

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importante diferencia que existe entreuna conversión basada en el intelectoy una conversión basada en el testi-monio espiritual cuando dijo:“Muchos aceptan el Evangelio porquesaben que es verdadero; están conven-cidos por juicio propio que es verdade-ro; una vigorosa explicación lospersuade y, al razonar, son impulsadospor lógica a admitir que el Evangelioes verdadero. Lo aceptan y obedecensus primeros principios, pero nuncaprocuran ser iluminados por el poderdel Espíritu Santo; con frecuencia,tales personas terminan alejándose delcamino” (Enseñanzas de los presidentesde la Iglesia: Brigham Young, 1997, pág.87).

También están aquellos cuyo enfo-que intelectual hacia las cosas del espíritu les ha deja-do espiritualmente desnutridos y vulnerables a lasdudas y a los recelos. El presidente James E. Faust,Segundo Consejero de la Primera Presidencia, ha suge-rido la forma en que tales personas pueden procuraruna mayor espiritualidad: “Su fe se puede fortalecer sisiguen su criterio intuitivo y los sentimientos más no-bles y puros de su alma” (Reach Up for the Light, 1990,pág. 29). Nótese cómo emplea el presidente Faust eltérmino sentimientos. Las cosas espirituales, al igual quela conversión y el testimonio, vienen en gran parte me-diante sentimientos, o sea la iluminación del Espíritu.Aquellos que procuran o están satisfechos con unaconvicción intelectual viven en un habitáculo espiri-tual edificado sobre la arena. Para ellos y para sus hijos—si ésa es toda la herencia que los hijos reciben—,dicho habitáculo será eternamente vulnerable. Lascosas de Dios, incluso la conversión y el testimonio es-pirituales, deben ser transmitidos a la manera delSeñor, “por el Espíritu”.

En respuesta a las preguntas de un escéptico acerca de la Resurrección, el profeta Alma dio esta gran

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explicación de los misterios de Dios:“A muchos les es concedido conocer

los misterios de Dios; sin embargo, seles impone un mandamiento estrictode que no han de darlos a conocer sinode acuerdo con aquella porción de supalabra que él concede a los hijos de loshombres, conforme a la atención y ladiligencia que le rinden.

“Y, por tanto, el que endurece su co-razón recibe la menor porción de su pa-labra; y al que no endurece su corazónle es dada la mayor parte de la palabra,hasta que le es concedido conocer losmisterios de Dios al grado de conocer-los por completo.

“Y a los que endurecen sus corazo-nes les es dada la menor porción de lapalabra, hasta que nada saben concer-

niente a sus misterios; y entonces el diablo los lleva cau-tivos y los guía según su voluntad hasta la destrucción.Esto es lo que significan las cadenas del infierno” (Alma12:9–11).

Enseñamos y aprendemos los misterios de Dios me-diante la revelación de Su Santo Espíritu. Si endurece-mos nuestros corazones a la revelación y reducimosnuestro entendimiento a lo que podemos obtener por elestudio y la razón, estamos limitados a lo que Alma llamó“la menor porción de la palabra”.

EL PODER DEL EJEMPLO DE LOS PADRES

A medida que procuramos transmitir la fe y la nutri-ción espiritual a nuestros hijos, pocos métodos son más eficaces que el ejemplo de los padres. La oraciónfamiliar, las enseñanzas y el testimonio de los padres,tal como en la noche de hogar, son poderosos transmi-sores de valores religiosos. De igual manera lo son elguardar el día de reposo, el pago del diezmo y el servi-cio misional.

Hace más de cien años, el presidente George Q.Cannon (1827–1901), Primer Consejero de la Primera

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Presidencia, recordó a los padres el siguiente principio. Siellos enseñan principios correctos y los ponen en prácti-ca mediante el ejemplo apropiado, “a medida que loshijos crecen, recordarán el ejemplo y los preceptos de suspadres. El paso de los años agregará peso a todo lo que[los padres] hayan dicho y hecho” (Gospel Truth, selec-ciones de Jerreld L. Newquist, 1987, pág. 383). He vistola verdad y el poder de este método al reflexionar en elejemplo de mis padres.

Entre las cosas más importantes que los padres puedenhacer por sus hijos está el brindarles un ejemplo digno yoportunidades de tener experiencias religiosas personales.Los estudios estadísticos realizados a miembros de la Iglesiaen Norteamérica muestran que el ejemplo de los padres esel factor más importante para moldear la conducta y lascreencias de la juventud. Estos estudios también muestran

que las experiencias familiares son los métodos más pode-rosos para influir en la conducta religiosa, superando engran manera el efecto que tienen las actividades de laIglesia. Las prácticas religiosas familiares observadas du-rante la adolescencia de los jóvenes son indicadores im-portantes de los valores y lasconductas que éstos seguiránal llegar a la madurez.

El mismo efecto semanifiesta cuando loseruditos estudian alos que se han “aleja-do” de la Iglesia.Cuando la familia es re-ligiosa en sus ideales yprácticas, la proporción de

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jóvenes que permanecen activos en la

Iglesia por el resto de su vida es cuatroveces mayor a la de aquellos que cre-cieron en familias que no son religiosas.

Nada de esto es sorprendente, peroinvita a la reflexión. Pensemos en laresponsabilidad que los padres asumencuando abandonan las prácticas reli-giosas familiares o cuando siguen con-ductas que no recomendarían a sushijos. Además, los métodos y las expe-riencias espirituales no son suficientespara transmitir la fe y la espiritualidad.Los padres que no dan a sus hijos unbuen ejemplo ni experiencias religiosaspersonales positivas, están arriesgandoseriamente la transmisión de la fe y laespiritualidad a la nueva generación.

Los padres pueden enseñar más eficazmente mediantelo que sus hijos les ven hacer. El ejemplo de mis padresque tuvo mayor influencia en mí fueron las expresionesde fe en Dios de mi madre, su apoyo absoluto y la faltatotal de crítica a los líderes de la Iglesia, y su fiel pago delos diezmos, aun en los tiempos difíciles.

Voy a describir tres ejemplos de padres que puedendar a los hijos la nutrición espiritual que los sostendráa lo largo de la vida.

Levi M. Savage fue un pionero Santo de los Últi-mos Días llamado a establecerse en el este deArizona. Año tras año, trabajó fielmente en el áreaque le fue asignada. Finalmente, después de criar a

su gran familia, deseaba un poco de descanso. Nopidió que se le relevara de su misión, pero permitió

que su hijo se pusiera en contacto con el presidenteJoseph F. Smith (1838–1918) en Salt Lake City para ha-

cerle saber que a la edad de 70 años el hermano Savageaún estaba “haciendo las labores diarias en la PresaWoodruff, caminando 9,5 kilómetros [6 millas] de ida yde regreso a su lugar de trabajo”. El emisario preguntó siel hermano Savage había cumplido con su misión y sipodía ahora ir a vivir a otro lugar, y añadió que “él tiene

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el deseo de quedarse si pensamos quees lo mejor para él”. El Presidente de laIglesia indicó que el hermano Savagedebía “considerarse libre de vivirdonde él quisiera”.

Después de recibir dichas instruc-ciones, el hermano Savage permanecióallí por un tiempo hasta que se huboconstruido la nueva presa “para llevarde nuevo el agua al valle”. Sólo enton-ces Levi Savage se sintió relevado deldeber impuesto por los líderes del sa-cerdocio en 1871, cuarenta y siete añosatrás (citado en Nels Anderson, DesertSaints, 1942, pág. 359). ¡Qué legado defe y servicio para la herencia espiritualde su posteridad y de otras personas!

Mi segundo ejemplo también proviene de la época delos pioneros. Cuando los Santos necesitaban gran canti-dad de trapos para procesarlos en la fábrica de papel, laPrimera Presidencia pidió a los obispos que patrocinaranuna colecta de trapos en los barrios y asentamientos. En1861, el presidente Brigham Young llamó a GeorgeGoddard, un fiel miembro de la Iglesia, a una “misión detrapos” a fin de promover dicha obra.

El hermano Goddard comentó: “[Este llamamiento]fue un duro golpe para mi orgullo… Después de ser co-nocido en la comunidad por muchos años, como comer-ciante y subastador, ahora se me vería en las calles, yendode puerta en puerta, con una canasta en un brazo y uncostal vacío en el otro, pidiendo trapos por las casas. Quégran cambio tuvieron las cosas… Cuando el presidenteYoung me hizo la propuesta, la humillante perspectivacasi me aturdió, pero después de unos momentos de re-flexión recordé que vine a este valle entre las montañasdesde mi país natal, Inglaterra, con el propósito de obe-decer la voluntad de mi Padre Celestial, mi tiempo y mismedios deben estar a Su disposición. De manera que diuna respuesta afirmativa al presidente Young” (citado porLeonard J. Arrington en Great Basin Kingdom, 1958, pág.115).

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Por más de tres años, GeorgeGoddard viajó desde Franklin, Idaho,en el norte, hasta el Condado deSanpete, Utah, en el sur, visitandocientos de casas. Los domingos predica-ba lo que llamaban “sermones de tra-pos”. Al final de su misión de tres años,había reunido más de 45.000 kilogra-mos de trapos para el proyecto delpapel. Fue un trabajo humilde peroesencial para el progreso de su comuni-dad, y le fue asignado por la autoridaddel sacerdocio.

Mi tercer ejemplo es más actual. EnTongan Saints: Legacy of Faith [Santostonganos: Un legado de fe], el presiden-te de la Universidad BrighamYoung–Hawai, Eric B. Shumway, com-parte una experiencia que tuvo cuandoera un joven misionero en Tonga y unafiel familia tongana que vivía en extremapobreza le invitó a cenar. El hermano Shumway escribe:

“La familia Kinikini no tenía ni sembradíos ni anima-les en Tongatapu, excepto una bandada de patos que conel tiempo se redujo a un patito. Cuando esa noche mesenté en el suelo del círculo familiar, cuatro pequeñosniños observaron a su madre colocar pedazos hervidos defruto del árbol del pan frente a cada uno de nosotros.Luego, colocó un patito recién hervido en mi plato. El as-pecto y el aroma de ese manjar impresionaron de mane-ra visible a los niños, quienes estaban calladamentesentados con las manos entrelazadas sobre las piernas.Era obvio que el patito era para mí.

“ ‘No me lo comeré yo solo’, dije al [hermano] TevitaMuli. ‘Lo compartiremos’.

“Antes de que empezara a partirlo, Tevita Muli me in-terrumpió rápidamente, ‘No, se lo comerá usted solo. ¡Espara usted!’

“ ‘Pero, ¿y los niños?’ repliqué.“ ‘Ellos no lo quieren’, continuó. ‘Para ellos es un

honor que se lo coma usted. Un día ellos estarán

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orgullosos de decir a sus hijos que nocomieron kiki (carne) para que un sier-vo del Señor pudiera comer y estar sa-tisfecho’ ” (1991, pág. 10).

Ejemplos de padres como ésos brin-dan la nutrición espiritual y fomentanla fe en los hijos y en otras personas.Ése es el tipo de enseñanza que edificatestimonios y transmite la fe y la espiri-tualidad a la siguiente generación.

LA NUTRICIÓN DEL CRECIMIENTO

ESPIRITUAL

Las palabras de Jesús a la mujer sa-maritana en el pozo de Jacob nos recuer-dan la diferencia que hay entre las cosasmundanas y las cosas celestiales, entre lanutrición física y la nutrición espiritual.“Cualquiera que bebiere de esta agua,volverá a tener sed”, dijo a la mujer,“mas el que bebiere del agua que yo le

daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daréserá en él una fuente de agua que salte para vida eterna”(Juan 4:13–14).

Jesús utilizó con frecuencia los ejemplos familiares delalimento y la bebida para enseñarnos Sus lecciones. Dijoen las bienaventuranzas: “Bienaventurados los que tie-nen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”(Mateo 5:6). La relación inspirada del Libro de Mormónrevela el medio espiritual mediante el cual se cumple estapromesa: “…porque ellos serán llenos del Espíritu Santo”(3 Nefi 12:6; cursiva agregada).

En el Libro de Mormón también aprendemos que elparticipar de los emblemas sacramentales —el pan y elagua— es uno de los medios por los cuales se puede lo-grar esto: “El que come de este pan, come de mi cuerpopara su alma; y el que bebe de este vino, bebe de mi san-gre para su alma; y su alma nunca tendrá hambre ni sed,sino que será llena” (3 Nefi 20:8).

De igual modo, Juan relata lo que dijo Jesús: “Yo soyel pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre;

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y el que en mí cree, no tendrá sed jamás”(Juan 6:35).

Cuando pensemos en la manera de enseñara nuestros hijos las cosas del Espíritu, o sea,cómo darles el agua viva y el pan de vida, de-bemos entender que se debe hacer a la mane-ra del Señor y no a la manera del mundo. Elélder Bruce R. McConkie (1915–1985), delQuórum de los Doce Apóstoles, escribió:“Se necesita un criterio especial para pro-bar cualquier cosa en el ámbito espiritual.Ninguna investigación científica, ningunapesquisa intelectual, ningún proceso inqui-sitivo conocido por el hombre mortalpuede probar que Dios es un ser indivi-dual, que todos los hombres serán levan-tados de la inmortalidad y que las almasque se arrepienten nacen del Espíritu…Las verdades espirituales pueden pro-barse solamente a través de medios es-pirituales” (The Millennial Messiah,1982, pág. 175).

Los métodos intelectuales —el es-tudio y la razón— son esenciales paranuestro progreso hacia la vida eterna,pero no son suficientes. Pueden prepararla vía, pueden preparar la mente para reci-bir el Espíritu; pero lo que las Escrituras lla-man conversión, el cambio de mente y de corazón que nosda la dirección y la fortaleza para avanzar en forma de-terminada hacia la vida eterna, se obtiene únicamentepor el testimonio y el poder del Espíritu Santo.

El presidente James E. Faust enseñó esta misma ver-dad cuando nos instó a nutrir lo que llamó “una fe sim-ple y calmada”, observando que algunas veces “nospasamos el tiempo satisfaciendo nuestros egos intelec-tuales y tratando de encontrar todas las respuestas antesde aceptar ninguna”. Continúa diciendo: “Todos estamosen la búsqueda de la verdad y el conocimiento. La nutri-ción de una fe simple y calmada no nos limita en la bús-queda de crecimiento y logro. Por el contrario, puede

A G O S T O

intensificar y acelerar nuestro progreso” (Reach Up for theLight, pág. 15).

Las verdades y el testimonio del Evangelio se reciben del Espíritu Santo mediante la búsqueda a tra-vés de la oración, la fe, el estudio de las Escrituras, uncomportamiento digno, el escuchar la guía y el consejoinspirados, conversaciones serias con personas de fe, y el estudio personal reverente y la tranquila reflexión.Es por estos medios que nutrimos el alma y se hace re-alidad la promesa que se da en 3 Nefi, de que seremos“llenos del Espíritu Santo” (12:6). �

De un discurso pronunciado en el Colegio Universitario Ricks el

13 de febrero de 1996.

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por Rodolfo Barboza Guerrero

“¡Esto es lo que andaba buscando!”

Desde que era niño en Lima,Perú, tuve cierta inclinaciónpor las cosas de Dios. En miniñez asistí fielmente a la igle-sia a la que pertenecía mi fami-

lia y pasé parte de mi juventudcantando en el coro de esa iglesia.

Pero cuando tenía 17 años, un día me encon-traba orando en la iglesia y un sentimiento de incerti-dumbre vino a mi mente. Un punto particular de ladoctrina hizo que me preguntara si me encontraba en ellugar correcto.

Esa noche leí gran parte del Nuevo Testamento, ytambién fui a visitar a un vecino que era miembro de otraiglesia y juntos leímos la Biblia y encontramos respuestas

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para algunas de las preguntas doctrinales que habían em-pezado a inquietarme.

No me fue difícil ver que había estado en el caminoerróneo, pero no era fácil encontrar la verdad. Asistí avarias reuniones religiosas, leí numerosos artículos quehablaban de Dios, pero ninguno despertó en mí dema-siado interés. Mientras tanto, continué leyendo elNuevo Testamento. Tenía mucho interés en saber de lasovejas “que no son de este redil” que Jesús mencionó enJuan 10:16.

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Por casi un año me consideré cristiano pero no me afi-lié a ninguna denominación específica. Estudiaba en uncentro tecnológico y la religión era un tema de conversa-ción frecuente. Un día escuché una conversación entreun joven Santo de los Últimos Días y un miembro de otraiglesia. La certeza en la voz del Santo de los Últimos Díasy el poder de sus palabras me impresionaron. Lo únicoque había escuchado acerca de los mormones era queéstos eran un grupo de vaqueros. No conocía bien a nin-gún mormón y no había ningún edificio de la Iglesia SUDen el área.

Más o menos en esos días me encontraba esperandoen el consultorio de un médico cuando me fijé en que lajoven sentada a mi lado abrió un libro con una cubiertaazul. El texto del libro estaba escrito en columnas, comola Biblia. Sentí curiosidad de saber si era la Biblia, perotambién tenía deseos de continuar la revista de historie-tas que estaba leyendo.

Dirigí la vista al libro azul y leí una palabra en la partesuperior de la página: Alma. Hice un pequeño esfuerzopor recordar si había leído ese nombre en la Biblia y con-tinué leyendo la revista. Sin embargo, me sentía atraídohacia ese libro misterioso y nuevamente dirigí la vistahacia él.

Cuando la joven se percató de mi interés, le preguntési el libro era la Biblia. Ella contestó que no y me pre-guntó a qué iglesia pertenecía. Le dije que a ninguna de-bido a que no sabía cuál era la verdadera.

Esa noche no pude dejar de pensar en el extraño libro.No sabía su nombre porque la joven sólo dijo que era dela iglesia mormona. Le hablé a mi amigo Ghersi sobre elincidente y se ofreció a conseguirme un ejemplar. Pasaronvarias semanas y una tarde me dio un libro sin cubierta ycon las páginas muy gastadas. Todo lo que dijo fue: “Aquíestá el libro”.

Esa tarde abrí el libro y leí el testimonio de José Smith.Sentí que era lo que había deseado saber; el sentimientose volvió más fuerte cuando leí acerca de la visita delángel Moroni. Incapaz de contener mi emoción, me le-vanté de la silla y exclamé: “¡Esto es lo que andaba

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buscando! ¡Ésta es la verdad!”. Leí los primeros capítulosde 1 Nefi muy lentamente y sentí que los entendía cómonunca antes había entendido un libro.

A pesar de mis esfuerzos, no pude encontrar un cen-tro de reuniones de la Iglesia. Ghersi me ofreció ayudapero no logré averiguar la dirección del edificio más cer-cano. Mientras tanto, él me prestó algunos folletos quetenía.

Finalmente, un día que caminaba cerca de mi casa, viun edificio en construcción. Un rótulo decía: “La Iglesiade Jesucristo de los Santos de los Últimos Días”. Era elmismo nombre que aparecía en los folletos.

Meses más tarde, cuando terminó la construcción, mihermana Haydee y yo fuimos al edificio. Dos misionerosnos saludaron y les hablé de mi experiencia con el Librode Mormón y de mi deseo de convertirme en miembro dela Iglesia.

Durante las charlas les comenté a los misioneros mipreocupación por las ovejas del otro redil y ellos me pi-dieron que leyera acerca de la visita del Salvador a lasAméricas, particularmente Sus palabras en 3 Nefi15:16–21, y en ese momento supe que finalmente habíaencontrado la respuesta. Dos semanas después de haberterminado las charlas con los misioneros, mi hermana y yonos bautizamos en la Iglesia que yo tanto había buscado.

A continuación me preparé para una misión y un añomás tarde recibí el llamamiento para servir como misio-nero en la Misión Perú Lima Norte. En la misión testifi-qué que lo que había recibido no me lo reveló “carne nisangre” sino “mi Padre que está en los cielos” (Mateo16:17).

Hoy, muchos años más tarde, sigo compartiendo mitestimonio con el mundo, debido a que sé que ésta es laverdadera Iglesia del Señor. Él nos ha bendecido a mí y ami esposa con un matrimonio en el templo y con tres be-llos hijos, y estamos todos muy felices sirviendo en SuIglesia. Mi gratitud hacia el Señor nunca podrá igualarSu misericordia hacia mí. �

Rodolfo Barboza Guerrero es miembro de la Rama Huascar,

Estaca Lima Central, Perú.

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Estas respuestas se dan como ayuda y orientación para los miem-bros de la Iglesia, y no como doctrina religiosa.

PREGUNTAS Y RESPUESTAS

¿Cómo puedoprepararme para recibirmi bendición patriarcal?La mayoría de los jóvenes de mi edad ya han recibido su bendición patriarcal. Siento que quizá también yo debería recibir la mía, pero no estoy seguro de estarpreparado. ¿Cómo puedo prepararme? ¿Cómo sé cuándo es el momento apropiado?

LA RESPUESTA DE LIAHONA

Muchos miembros de la Iglesiadesean saber cuándo se debe recibirla bendición patriarcal. La personaque recibe esta bendición debe tenerla edad y la madurez suficientes paracomprender su significado e impor-tancia.

No existe una edad específicapara recibir la bendición, no obstan-te, ésta es de gran ayuda cuando ne-cesitas tomar decisiones importantespara el futuro. Es apropiado recibir labendición antes de servir una mi-sión, de ir al servicio militar o de mu-darte de la casa de tus padres. Tuobispo o presidente de rama puedeayudarte en esto mediante su criterioe inspiración para saber cuándo ex-tender una recomendación para labendición patriarcal.

El llamamiento del patriarca es unllamamiento para recibir revelación,pues ellos dan bendiciones bajo lainspiración del Espíritu Santo. Estasbendiciones indican tu linaje en lacasa de Israel y pueden incluir bendi-ciones, promesas, consejos, amones-

taciones y advertencias. Por supues-to, el cumplimiento de las bendicio-nes prometidas depende de tufidelidad.

Más importante que el tiempo o laedad a la que un joven o un nuevoconverso reciba esta bendición, es lapreparación de la persona, la cual selogra mediante el vivir cada día demanera digna. Te preparas cada vezque oras, estudias las Escrituras, sir-ves, obedeces, etc. También te prepa-ras al aprender las doctrinas básicasdel Evangelio. Si no estás seguro deque estás lo suficientemente prepara-do, ora y ayuna a fin de pedir laayuda necesaria para lograrlo. Sihaces tu parte, el Señor te hará sabercuándo es el momento apropiado.

Cuando desees la bendición pa-triarcal y te sientas preparado para re-cibirla, solicita una entrevista con tuobispo o presidente de rama, y cuandoél perciba que estás espiritualmentepreparado, te extenderá una recomen-dación. A continuación, debes con-certar una cita con el patriarca. Si no

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hay un patriarca que sirva en tu árealocal, puedes hacer otros arreglos através del presidente de estaca o demisión. Cuando vayas a recibir la ben-dición, ponte ropa de domingo y vecon un espíritu de oración. La bendi-ción patriarcal se da en privado, sinembargo, los miembros de tu familiainmediata pueden estar presentes,particularmente tus padres.

Después de recibir la bendiciónpatriarcal se te dará una copia im-presa, y a medida que la estudies conoración, el Espíritu te ayudará acomprender niveles adicionales designificado. Este registro sagrado ypersonal es confidencial y no debecompartirse con personas que nosean de tu círculo familiar.

El repasar la bendición puedeayudarte durante los momentos difí-ciles, debido a que es una expresióndel amor que el Señor tiene por ti, ypuede ayudarte a comprender, me-diante el Espíritu, tu propio y mara-villoso potencial y las bendicionesque el Señor desea darte.

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Valentina Pyura-Pototskaya

Luisa Fernanda GuerraHernández

Ivan Hoe Taumoe‘anga

Maaike van Andel

Valéria Cristina RibeiroCustódio

El presidente Gordon B. Hinckleyexplica: “Espero que nosotros, los líde-res, instemos a los que son lo suficien-temente maduros para comprender laimportancia de la bendición patriarcalpara que reciban una. Considero mibendición patriarcal como una de lascosas más sagradas de mi vida. La ben-dición patriarcal es una cosa única, sa-grada, personal y maravillosa que se da a cada miembro de esta Iglesia que es digno de ella” (“Pensamientos inspi-radores”, Liahona, agosto de 1997, pág. 5).

LAS RESPUESTAS DE LOS LECTORES

La bendición patriarcal es uno delos dones más grandes que nos hadado nuestro Padre Celestial. La ma-nera de prepararnos es mediante laoración, el ayuno, la lectura y medi-tación de las Escrituras, y la obedien-cia a los mandamientos de Dios y alas enseñanzas de Sus profetas. ElSeñor te ayudará a saber cuandoestés preparado.Valentina Pyura-Pototskaya,

Rama Donetsk Tsentralny,

Distrito Donetsk, Ucrania

La bendición patriarcal es nuestrapropia guía personal. Antes de reci-birla debemos meditar fuertementeen nuestro corazón, debemos ser fie-les a nuestro Padre Celestial, puestoque la bendición patriarcal nos dicelo que Él desea de nosotros y tam-bién las bendiciones que nos prome-te a cambio.Luisa Fernanda Guerra Hernández,

Barrio Martí,

Estaca El Molino, Ciudad de Guatemala,

Guatemala

A G O S T O

Sé que soy un hijo del PadreCelestial. Por lo tanto, es importanteque procure fielmente Sus bendicio-nes. Y sé de éstas gracias a mi bendi-ción patriarcal. Para estar preparadoespiritualmente puedo pedir ayuda ami obispo, a mi presidente de estacay a mis padres. También puedo orarfielmente en busca de ayuda.Ivan Hoe Taumoe‘anga,

Barrio Navutoka 1,

Estaca Nuku‘alofa Este, Tonga

Recibí mi bendición patriarcalcuando tenía 16 años de edad.Empecé a sentir interés por recibirladurante una lección acerca de labendición patriarcal, interés queluego se convirtió en deseo. Nuestropatriarca habló en una charla fogo-nera y en ese momento supe que es-taba preparada.

Al orar, ayunar y estudiar lasEscrituras, el Espíritu Santo nospuede indicar cuándo estamos pre-parados. Mis padres también meayudaron a tomar esa decisión.Maaike van Andel,

Rama Zwolle,

Estaca Apeldoorn, Países Bajos

Cada vez que oía de la bendiciónpatriarcal, recibía confirmación desu veracidad y en mi corazón crecióun deseo muy grande de recibir estabendición del Señor. Traté de hacertodo lo que aprendía en las reunio-nes de la Iglesia y pedí guía a mi obis-po como preparación para estabendición.Valéria Cristina Ribeiro Custódio,

Barrio Itapoã,

Estaca Vila Velha, Brasil

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Caroline Lopes Reboucas

Élder William Enrique García Torres

Hermana Estela Zuleta Chávez

Michelle M. Littaua

La bendición patriarcal es unmensaje de tu Padre Celestial parati; te da un mejor entendimiento denuestra misión en la tierra. Cuandooramos con fe, nos estamos prepa-rando. Ayunar y cultivar pensa-mientos y sentimientos buenos noshacen más dignos de recibir estemensaje especial de Dios. Él cierta-mente te ayudará a saber cuandoestés preparado.Caroline Lopes Reboucas,

Barrio Tijuca,

Estaca Andarai, Río de Janeiro, Brasil

Estoy sirviendo una misión y mibendición patriarcal me ayudamucho. Es como la Liahona que guióa Lehi y a su familia. Cuando estoydesanimado, leo mi bendición pa-triarcal y ésta me llena de gozo.Élder William Enrique García Torres,

Misión Ciudad de Guatemala Central,

Guatemala

Debemos prepararnos espiritual-mente para recibir nuestra bendiciónpatriarcal mediante el estudio de lasEscrituras, la oración al PadreCelestial y el vivir a la manera que Éldesea que vivamos. Debemos serlimpios en palabra y pensamientopara ser dignos de la compañía delEspíritu Santo. Como resultado, elEspíritu dará testimonio a nuestrocorazón y sabremos que estamos preparados.Hermana Estela Zuleta Chávez,

Misión San José, Costa Rica

L I A

¿Cómo me puedo preparar?Puedo ser digno al guardar los man-damientos de Dios. Puedo estudiarlas Escrituras y sostener a los líderesde la Iglesia, y también puedo magni-ficar el llamamiento que tenga.

Si haces estas cosas, es hora dehablar con tu obispo o presidente derama para recibir una recomenda-ción. La fórmula es simple: dignidad.Michelle M. Littaua,

Barrio Tuguegarao 4,

Estaca Tuguegarao, Filipinas

Si nuestros lectores desean hacer queesta sección de PREGUNTAS y RES-PUESTAS sea más útil, pueden contes-tar a la pregunta que aparece acontinuación. Sírvanse enviar sus res-puestas antes del 1 de octubre de 2001a: QUESTIONS AND ANSWERS10/01, Liahona, 50 East North TempleStreet, Salt Lake City, UT 84150-3223, USA. Pueden escribir con letrade imprenta o a máquina, y hacerlo ensu propio idioma. Para que se tome encuenta su respuesta, tengan a bien in-cluir su nombre, edad, dirección, elnombre de su barrio o rama, y de su es-taca o distrito. Si es posible, incluyanuna fotografía suya, nada de lo cual lesserá devuelto. Se hará una selección re-presentativa de todas las respuestas. �

PREGUNTA: Algunos de mis amigosdicen que yo no creo en el verdaderoJesucristo porque soy miembro de laIglesia, y nada de lo que digo les hacecambiar. ¿Qué puedo hacer?

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EL FORTALECIMIENTO DE LA FAMILIA MEDIANTE LA NOCHE DE HOGAR

MENSAJE DE LAS MAESTRAS VISITANTES

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“H agan sus noches de hogar…”,dice el presidente Gordon B.Hinckley. “Recuerdo cuan-

do se inició este programa. Yo teníacinco años de edad y mi padre dijo:‘el presidente [Joseph F.] Smith nosha pedido que tengamos noches dehogar’. Y lo hicimos. Al principio nofue fácil. Estábamos más prestos areír y juguetear que a estar quietos.Pero lo hicimos. Ahora veo los frutosen mi propia familia y en las familiasde mis nietos y en las familias de misbisnietos. El principio de la solidari-dad familiar conlleva una convicciónde su veracidad” (“Las palabras delprofeta viviente”, Liahona, abril de1999, pág. 18).

NOCHES DE HOGAR EFICACES

La noche de hogar fomenta elamor y la unidad en las familias, in-vita al Espíritu y ayuda a los miem-bros de la familia a fortalecer sustestimonios y a resistir las tentacio-nes. Para la mayoría de las familias,la noche del lunes es el mejor mo-mento para tener la noche dehogar. En esa noche no seplanean reuniones ni activi-dades de la Iglesia para quelas familias puedan juntarse yfortalecerse mutuamente, a lavez que aprenden y ponen enpráctica los principios delEvangelio.

La noche de hogar puedeincluir una oración familiar,

instrucción del Evangelio, himnos ocanciones de la Primaria y una acti-vidad familiar. El material de la lec-ción se puede encontrar en muchosrecursos de la Iglesia, incluso lasEscrituras, Principios del Evangelio(artículo 31110 002), el Manual desugerencias para la noche de hogar (ar-tículo 31106 002) y las revistas de laIglesia (véase la página 48 de esteejemplar de Liahona). En la noche dehogar se pueden incluir actividadestales como un consejo familiar, lalectura de las Escrituras, una activi-dad recreativa, la planificación y eje-cución de un proyecto de servicio,un programa familiar de talentos oun refrigerio especial.

“La noche de hogar nos da laoportunidad de enseñar el Evangelioa nuestra familia”, dijo el élderMerlin R. Lybbert, mientras servíacomo miembro de los Setenta. “A lospadres de un niño de cinco años les

preocupaba cómo enseñarle el en-cuentro de Nefi con el inicuoLabán…

“Cuando aquel niño, mi nieto, searrodilló a orar esa noche junto a sucama, sus palabras demostraron quehabía comprendido y estaba dis-puesto a aplicar esa enseñanza. ‘Yayúdame, Padre Celestial, a ser obe-diente como Nefi, aun cuando seadifícil’ ” (La condición especial delos niños”, Liahona, julio de 1994,pág. 36).

BENDICIONES PARA TODOS

Cualesquiera que sean nuestrascircunstancias, somos bendecidoscuando participamos en las nochesde hogar. “La noche de hogar es paratodos”, declararon el presidenteSpencer W. Kimball (1895–1985) ysus consejeros. “Es para familias conpadres e hijos, para familias con unsolo padre y para padres que no tie-nen hijos en casa. Es para grupos deadultos solteros y para los que vivensolos o con compañeros de habita-ción” (Family Home Evening, 1976,pág. 3).

Por casi noventa años, los profe-tas nos han aconsejado que tenga-mos la noche de hogar. Los profetasde hoy nos imploran que fortalezca-

mos nuestras familias mediante lanoche de hogar semanal. En la medi-da que sigamos su consejo seremosbendecidos al saber lo inspirado quehan sido sus palabras. �

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Todo iba mal en mi vida.

Mi cuñado me sugirió

que empezara a leer el

Libro de Mormón treinta

minutos al día, y muy

pronto me di cuenta de

que las cosas pequeñas

empezaban a mejorar.

Cómo gané la guerra

Estaba perdiendo una batalla en la que no sabía que estaba luchando, pero alguien me brindó la armadura.

por Trisha Swanson Dayton

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Durante mi segundo año desegunda enseñanza, mivida empezó a descarriar-

se. Iba a la Iglesia sólo para calmara mis padres y no porque quisiera.Al final del año nada iba bien, ni enla escuela, ni en el trabajo y muchomenos en casa.

Un día fui a la casa de mi herma-na. En ese tiempo su esposo, Gerry,estaba en el obispado. Empecé acontarles todas las cosas que esta-ban mal en mi vida, y después deescuchar pacientemente, Gerry mesugirió que empezara a leer el Librode Mormón treinta minutos al día.Había probado muchas cosas peronada había funcionado, así que de-cidí intentarlo. Gerry me prometióque si realmente me esforzaba porleer treinta minutos al día duranteun mes, las cosas empezarían a mejorar.

Empecé a leer esa misma noche.Pensé que era la media hora máslarga de mi vida. El día siguiente fueun día normal, no sucedió nadagrandioso ni terrible.

No obstante, cambiar requieretiempo. La semana siguiente fue unasemana difícil. Echaba de menos esa

A G O S T O

media hora de sueño adicional, peroseguí leyendo. Muy pronto me dicuenta de que las cosas pequeñasempezaban a mejorar.

Luego recibí la bendición másgrande que pude haber tenido, aun-que no me di cuenta de inmediato.Tuve la oportunidad de ir a Irlanda atrabajar durante el verano. Cuandopartí llevaba dos semanas leyendo elLibro de Mormón, así que decidícontinuar con la prueba en Irlanda yleer cada día.

Mi vida comenzó a cambiar de unmodo drástico. Empecé a amar lascosas que había detestado. Sentíamucho deseo de ir a la Iglesia en lapequeña rama en Irlanda. Obtuveuna perspectiva más positiva de lavida y mi testimonio empezó a crecerrápidamente.

Un día escribí en mi diario: Hoytuve un día maravilloso. Me levanté yfui a la Iglesia a las 10:30. Tuvimosnuestra conferencia de rama. ¡Fue lareunión más espiritual a la que jamáshaya asistido! Creo que nunca habíasentido el Espíritu tan fuertemente.Las personas de Galway son las másamables, generosas y rectas que he co-nocido. Me dan fortaleza. Están

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Page 30: LIAHONA AGOSTO 2001

Gana la batalladeleitándote

El élder Russell M. Nelson, delQuórum de los Doce Apóstoles,

enseña: “Si marchamos ‘adelante[deleitándonos] en la palabra deCristo, y [perseveramos] hasta elfin… [tendremos] la vida eterna’[2 Nefi 31:20]. Deleitarse en lapalabra significa más que sóloprobar; deleitarse significa sa-borear. Nosotros saboreamos lasEscrituras al estudiarlas en un es-píritu de agradable descubrimien-to y de fiel obediencia. Cuandonos deleitamos en las palabras deCristo, quedan grabadas ‘entablas de carne del corazón’ [2 Corintios 3:3]. Se convierten enparte integral de nuestra natu-raleza” (“El vivir mediante la guíade las Escrituras”, Liahona, enerode 2001, pág. 21).

Mi hermana me explicó que se es-

taba llevando a cabo una guerra

por mi alma y que yo era la única

que podía ganarla.

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firmemente arraigadas en el Evangelioy aprendo mucho de su ejemplo. Creoque ésta es la primera vez que sé ysiento con absoluta certeza que elEvangelio es correcto y verdadero.

La lectura del Libro de Mormónya no era una tarea obligada, era algoque deseaba hacer cada día.

Mi estadía en Irlanda terminó yregresé a casa. Sabía que el enfren-tarme a mi vida familiar y a mis vie-jas amistades sería un gran desafío.

Sin embargo, cuando llegué a casano fue tan difícil como pensé. Mamáy yo estábamos de acuerdo en mu-chas cosas y aprendí a amarla contodo mi corazón. A medida que lasasperezas en mi hogar empezaron adesaparecer, también cambió la si-tuación con mis amistades. Dejé desalir con mi viejo grupo de amigas yempecé a reunirme con un grupo dis-tinto. Éste fue un cambio difícil, perotuve mucho apoyo. Mi vida habíadado un giro completo.

A través de todo ese proceso, re-cibí ayuda de las Escrituras y de mihermana. Ella sabía cuándo lascosas se ponían difíciles y me escri-bía notas de aliento. Me dio unabrújula para que recordara los

L I A

cambios que estaba efectuando enmi vida e instarme a continuar en ladirección correcta.

Unos meses más tarde, apenaspodía encontrar tiempo y el estudiode las Escrituras se volvió cada vezmás corto. Mi brújula se había empa-ñado.

Mi hermana me escribió estas pa-labras: Sabes, Trish, siento que estás enuna gran guerra por tu alma, y aunquequisiera estar contigo cada día en elfrente, y aunque trate de luchar por ti,anoche me di cuenta de que tú eres laúnica que puede ganar la guerra. Eresla única que puede ponerse cada día laarmadura con la lectura del Libro deMormón.

Una vez más me volví a lasEscrituras, aumentando el tiempo atreinta minutos diarios, y las cosasvolvieron a cambiar.

Sé que cada día libramos una ba-talla por nuestra alma. Satanásdesea apoderarse de nosotros, perotenemos las armas para hacerle re-troceder. Sé por experiencia que lalectura diaria del Libro de Mormónnos ayudará a situarnos en la direc-ción correcta, pues a mí me ayudó.Tengo un testimonio del poder delas Escrituras y de todo lo que pue-den hacer por cada uno de nosotros.Acepta el desafío y descúbrelo por timismo. �

Trisha Swanson Dayton es miembro del

Barrio BYU 200, Estaca 18, Universidad

Brigham Young.

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Page 31: LIAHONA AGOSTO 2001

Los profetas de los Últimos Días hablan sobre el estudio de

las Escrituras

JOSÉ SMITH (1805–1844), PRIMER

PRESIDENTE DE LA IGLESIA

“Declaré a los hermanos que el Librode Mormón era el más correcto de todoslos libros sobre la tierra, y la clave de

nuestra religión; y que un hombre se acercaría más aDios por seguir sus preceptos que los de cualquier otrolibro” (Enseñanzas del Profeta José Smith, págs. 233–234).

BRIGHAM YOUNG (1801–1877),

SEGUNDO PRESIDENTE DE LA IGLESIA

“Nosotros consideramos la Biblia…como una guía… que señala un deter-minado destino. Ésta es una doctrina

verdadera, que proclamamos con firmeza. Si observansus doctrinas y se guían por sus preceptos, este libro losllevará a donde podrán ver como son vistos, a dondepodrán conversar con Jesucristo, recibir la visitaciónde ángeles, experimentar sueños, visiones y revelacio-nes, y entender y conocer a Dios por sí mismos”(Enseñanzas de los presidentes de la Iglesia: BrighamYoung, 1997, pág. 130).

JOSEPH F. SMITH (1838–1918), SEXTO

PRESIDENTE DE LA IGLESIA

“Veo demasiadas personas de nues-tro pueblo que son mucho más versa-das en los libros que han escrito

algunos de los escritores más conocidos que en lascosas de Dios; no saben cosa alguna de la esencia ver-dadera del Evangelio de Jesucristo, no saben ni com-prenden cosa alguna de los ritos del sacerdocio ni delos principios del gobierno que Dios ha revelado a los

hijos de los hombres para mantener el reino de Dios enla tierra; saben más de novelas que lo que saben de laBiblia, del Libro de Mormón y de Doctrina yConvenios, sí, mucho más” (Enseñanzas de los presi-dentes de la Iglesia: Joseph F. Smith, 1998, pág. 47).

SPENCER W. KIMBALL (1895–1985),

DUODÉCIMO PRESIDENTE DE

LA IGLESIA

“He descubierto que cuando des-cuido mi relación con la Divinidad,

cuando parece que ningún oído divino me escucha yque ninguna voz divina me habla, estoy lejos, muylejos. Pero si me sumerjo en las Escrituras, la distanciase acorta y la espiritualidad vuelve. Me encuentroamando más intensamente a aquéllos que debo amarcon todo mi corazón, mente y fuerza, y al amarlos más,se me hace más fácil seguir su consejo” (The Teachingsof Spencer W. Kimball, editado por Edward L. Kimball,1982, pág. 135).

GORDON B. HINCKLEY (1910–), DECI-

MOQUINTO PRESIDENTE DE LA IGLESIA

“[El Libro de Mormón] salió comouna voz que clama desde el polvo, pro-cedente del cerro de Cumorah, para ir

al mundo como una declaración de la divinidad delSeñor… Lleva implícito en él una inspiración, unpoder magnífico de contemplar. Es más que un merolibro; es algo que llega al corazón de aquellos que loleen con cuidado y con espíritu de oración”(“Pensamientos inspiradores”, Liahona, agosto de2000, pág. 5). �

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ANCLADOS EN

LA FEY LA

DEDICACIÓNpor el élder M. Russell Ballarddel Quórum de los Doce Apóstoles

La fe, la obediencia, la gratitud y el sacrificio de nuestros antepasados son los regalos que podemos legar a nuestros hijos.

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EN UN DISCURSO PRONUNCIADO ANTE MILES DE PERSONAS

EN NAUVOO EN ABRIL DE 1844, EL PROFETA JOSÉ SMITH

HABLÓ DE LA IMPORTANCIA DE EMPEZAR CON UN ENTENDIMIENTO CORRECTO DEL

CARÁCTER Y LOS DESIGNIOS DE DIOS, Y DIJO: “SI EMPEZAMOS BIEN, ES FÁCIL SEGUIR

MARCHANDO BIEN; PERO SI EMPEZAMOS MAL, PODEMOS DESVIARNOS Y SERÁ DIFÍCIL

VOLVER A ORIENTARNOS” (ENSEÑANZAS DEL PROFETA JOSÉ SMITH, PÁG. 424). AL CON-

SIDERAR LO QUE SE NOS AVECINA A NOSOTROS, A NUESTRA FAMILIA Y AL REINO DE

DIOS, ¿ENTENDEMOS PLENAMENTE LOS DESIGNIOS DE DIOS EN NUESTRA VIDA?

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En 1920, el hermano Marion G. Romney asistió a unaconferencia de la Estaca Fremont en el Tabernáculo deRexburg. Mi abuelo, el élder Melvin J. Ballard, delQuórum de los Doce Apóstoles, era la autoridad presi-dente. Debido a que el hermano Romney tenía 23 añosde edad y a las difíciles circunstancias económicas de sufamilia, él no había considerado la idea de servir una mi-sión.

Años más tarde, el 15 de octubre de 1963, el élderRomney, por entonces miembro del Quórum de los DoceApóstoles, explicó su experiencia: “En la época en que megradué, planeaba ir a la Universidad de Idaho en otoño.Tenía la intención de jugar al baloncesto y al fútbol ameri-cano, y prepararme para ser entrenador. A fines de agosto,asistí a una conferencia de estaca [y] me senté en la prime-ra banca al extremo este de los asientos del coro, directa-mente al norte del púlpito. Al escuchar intensamente conmis ojos fijos en el perfil del [élder Ballard], vino a mí, porel poder del Espíritu, el irresistible deseo de ir a una misión.En ese instante abandoné mis planes de convertirme en en-trenador. En noviembre salí a una misión en Australia”(discurso pronunciado en una reunión espiritual en elColegio Universitario Ricks el 15 de octubre de 1963).

En su camino a Australia, el élder Romney fue a SaltLake City, donde mi abuelo lo apartó como misionero, ledio consejo y, entre otras cosas, le dijo: “Uno nunca daun mendrugo al Señor sin recibir a cambio una barra depan” (citado por F. Burton Howard, Marion G. Romney:His Life and Faith, 1988, pág. 66). Marion G. Romneynunca olvidó esa frase.

Al procurar entender la obra que el Señor desea quecumplamos, podemos considerar la situación actual de al-gunos países. A diferencia del pasado, cuando muchosadultos podían contar con el progreso continuo dentro deuna ocupación particular hasta la jubilación, los cambiosy los reveses profesionales son cada vez más la regla enlugar de la excepción. Por un lado, vemos el crecimientode una economía mundial y el paso acelerado de los avan-ces científicos y tecnológicos. También vemos la propaga-ción del terrorismo, el aumento excesivo de las pandillas

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y el crimen, y el odio étnico que causa que naciones ente-ras se desintegren. Ciertas fuerzas poderosas de la socie-dad están atacando los valores del Evangelio, destruyendofamilias y minando los principios y la integridad de algu-nos líderes empresariales y gubernamentales.

Podemos anticipar con certeza algunas oportunidadesemocionantes y maravillosas en los años venideros. Noobstante, cada vez será más y más difícil seguir siendo unfiel seguidor de Jesucristo. Creo que los futuros seguido-res de Cristo enfrentarán adversidad y persecución aúnmás intensas que las que hemos visto hasta hoy.

¿Qué rumbo seguiremos en el futuro? ¿Cuál será nues-tra brújula en medio de las tormentas de la vida? ¿Cuálserá el ancla que evitará que nos alejemos del curso quenos llevará a la vida eterna?

Busco las respuestas de estas preguntas en la vida delprofeta José Smith; de su madre, Lucy Mack Smith; y deotros hombres y mujeres valientes que establecieron loscimientos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de losÚltimos Días.

LA DEFINICIÓN DEL RUMBO: EL PROFETA JOSÉ SMITH

El nombre de José Smith es muy querido por todos losfieles Santos de los Últimos Días. Su nombre es especial-mente querido para mí y mi familia porque tenemos labendición de tener a su hermano mayor Hyrum comonuestro ancestro.

Con frecuencia pensamos en ese día de 1805, sola-mente dos días antes de Navidad, cuando el profeta JoséSmith nació en una casa humilde en las onduladas coli-nas de Vermont. Han pasado más de 195 años desde esenacimiento. El 27 de junio de cada año recordamos el díaen que José y Hyrum fueron martirizados en la cárcel deCarthage. Al enfrentarnos a nuestros propios desafíos enlos años venideros, siempre debemos recordar la perseve-rancia de José Smith ante la fuerte tribulación y oposi-ción para sacar adelante la Iglesia restaurada deJesucristo.

Me gusta mucho la experiencia que el presidenteWilford Woodruff relata del mensaje que el Profeta dio a

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los élderes durante la preparación de la marcha delCampamento de Sión en 1834: “Un domingo por lanoche, el Profeta pidió a todos los que poseían el sacer-docio que se reunieran en una pequeña cabaña que ser-vía de escuela. Era una casa muy pequeña, quizá de unos4,2 metros [14 pies] cuadrados. Ahí estaba todo el sacer-docio de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últi-mos Días que se encontrabaentonces en la ciudad deKirtland, y quienes se habían jun-tado para ir al Campamento deSión. Ésa fue la primera vez que via Oliver Cowdery, o que lo oí ha-blar; y también la primera vez quevi a Brigham Young, a Heber C.Kimball, a los dos hermanos Pratt,a Orson Hyde y a muchos otros.No había apóstoles de la Iglesia enese tiempo excepto José Smith yOliver Cowdery. Cuando nos reu-nimos, el Profeta llamó a los élde-res de Israel para que dierantestimonio de esta obra. Todos losque nombré hablaron, así comomuchos otros que no nombré die-ron su testimonio. Cuando concluyeron, el Profeta dijo:‘Hermanos, he sido grandemente edificado e instruidocon sus testimonios esta noche, pero quiero decirles anteel Señor, que lo que ustedes saben concerniente al desti-no de esta Iglesia y este reino se puede comparar al co-nocimiento de un bebé en brazos de su madre.Realmente no lo comprenden’. Me sorprendí. Luego dijo:‘Esta noche sólo ven a un puñado de hombres con el sa-cerdocio, pero esta Iglesia se extenderá por América delNorte y del Sur, y se extenderá por todo el mundo’ ” (enConference Report, abril de 1898, pág. 57).

Los Artículos de Fe aparecieron por primera vez enuna carta que José Smith escribió al señor JohnWentworth, editor de un periódico de Chicago. En lacarta a Wentworth, con fecha de 1 de marzo de 1842,

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José Smith escribió una visión del destino de esta Iglesiaen una profunda profecía: “El estandarte de la verdad seha izado. Ninguna mano impía puede detener el pro-greso de la obra: las persecuciones se encarnizarán, elpopulacho podrá conspirar, los ejércitos podrán juntar-se, y la calumnia podrá difamar; mas la verdad de Diosseguirá adelante valerosa, noble e independientemente,

hasta que haya penetrado entodo continente, visitado todaregión, abarcado todo país y reso-nado en todo oído, hasta que secumplan los propósitos de Dios, yel gran Jehová diga que la obraestá concluida” (Nuestro Legado,pág. 145).

Han pasado 17 décadas desdela organización de la Iglesia en1830. Hemos tenido más de 170años para observar lo que ha suce-dido con el cumplimiento de estaprofecía. La verdad de Dios ha lle-gado a las naciones a pesar de lapersecución y la oposición. Se hanprovocado persecuciones, se hancombinado populachos, se han

formado ejércitos y se ha difamado con calumnias.La Iglesia inició su primera década con sólo seis

miembros, y las “manos impías” hicieron todo lo posiblepor detener la propagación del Evangelio y por destruir laIglesia desde sus principios. José Smith supo muy prontola forma en que se combinaban los populachos.

En la historia de la Iglesia leemos: “Algunos residen-tes de Hiram, Ohio, expresaron sus sentimientos con ac-ciones de populacho dirigidas directamente en contradel Profeta y de Sidney Rigdon. Estimulados por el alco-hol y ocultos tras rostros ennegrecidos, una pandilla demás de dos docenas de hombres sacaron a José de sucama durante la noche del 24 de marzo de 1832. Lo aho-garon hasta que perdió el sentido y luego le arrancaronlas ropas, le arañaron la piel, le arrancaron el cabello y

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luego cubrieron su cuerpo con brea y plumas. Forzaronentre sus labios un frasco de ácido nítrico, golpeándole lacara y quebrándole un diente. Mientras tanto, otrosmiembros del populacho arrastraron a Rigdon fuera de sucasa, tirándolo de los pies y golpeando su cabeza en elsuelo congelado, lo cual lo dejó delirante por varios días.Los amigos del Profeta pasaron la noche quitándole la

brea para que pudiera cumplir con su asignación [de pre-dicar] en la mañana del domingo. Dirigió la palabra auna congregación que incluía a Simonds Ryder, organiza-dor del populacho” (James B. Allen y Glen M. Leonard,The Story of the Latter-day Saints, 1976, pág. 71).

Ryder era un converso que se alejó de la Iglesia debi-do a que el profeta José había escrito mal su nombre; apa-rentemente él pensaba que un profeta tenía que saberescribir sin cometer faltas.

Más adelante, los santos descubrieron trágicamenteen Misuri la forma en que se forman los ejércitos del ene-migo. En 1838, el gobernador de Misuri, Lilburn W.Boggs, expidió la tristemente célebre “orden de extermi-nio” (véase History of the Church, 3:175). De allí resultóla horripilante historia de Haun’s Mill (véase History ofthe Church, 3:182–187).

En medio de todas esas tribulaciones, José dijo: “Elinfierno podrá derramar su ira como la lava ardiente

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del Vesubio o del Etna o la más terrible de las monta-ñas ardientes, y sin embargo el ‘mormonismo’ perdura-rá. Dios es su autor. Él es nuestro escudo. Por Élrecibimos nuestro nacimiento. Fue por Su voz que senos llamó a una dispensación de Su Evangelio en elprincipio del cumplimiento de los tiempos. Por Él reci-bimos el Libro de Mormón; y es por Él que permanece-

mos hasta el día de hoy; y por Él permaneceremos, siacaso es para nuestra gloria; y en Su omnipotente nom-bre estamos resueltos a soportar las tribulaciones, comobuenos soldados, hasta el fin” (Enseñanzas del ProfetaJosé Smith, pág. 164).

DEDICADOS A LA CAUSA: LOS PRIMEROS MISIONEROS

DE LA IGLESIA

A pesar de la intensa oposición en contra de los es-fuerzos por erigir el estandarte de la verdad, se aparta-ron 597 misioneros durante la década de 1830, yalrededor de 20.000 conversos se unieron a la Iglesiadurante esa primera década. Los misioneros enseñarony bautizaron a personas en la mayor parte de losEstados Unidos, y tanto Canadá como Gran Bretaña seabrieron para la predicación del Evangelio, cuyo men-saje penetró dos continentes y empezó a extenderse portres países.

Debemos comprender que los

primeros miembros de la Iglesia

tuvieron éxito al enfrentarse a toda

oposición debido a que tenían una

fe inquebrantable para abrir sus

bocas y declarar la verdad, y de-

bido también a que llevaban con

ellos la poderosa espada del

Espíritu del Señor.

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Lorenzo Snow fue un gran misionero. Había sido miem-bro de la Iglesia por menos de un año cuando salió a suprimera misión en 1837. Él nos relata sus primeras expe-riencias al predicar el Evangelio con estas palabras:

“Viajé alrededor de 48 kilómetros [30 millas] y cuan-do el sol estaba a punto de ocultarse hice la primera soli-citud de alojamiento para la noche presentándome comoun élder ‘mormón’, y se me rechazó; luego otro, y otrosmás, hasta la octava solicitud, cuando fui finalmente ad-mitido a pasar la noche. Me fui a dormir sin haber cena-do y salí en la mañana sin desayunar.

“La primera reunión que tuve fue en el vecindario de mitío, de nombre Goddard, cerca de la sede del gobierno delCondado de Medina, Ohio. Se avisó al pueblo y se reunióuna congregación respetable. Fue una prueba difícil en-frentarse a ese público en la capacidad de predicador, peroyo creía y sentía la certeza de que el Espíritu de inspiraciónme guiaría y me daría elocuencia… [Y así fue,] pues bauti-cé y confirmé en la Iglesia a mi tío, a mi tía y a varios de misprimos” (citado por Eliza R. Snow Smith en Biography andFamily Record of Lorenzo Snow, 1884, pág. 16).

Hermanos y hermanas, debemos comprender que losprimeros miembros de la Iglesia tuvieron éxito al enfren-tarse a toda oposición debido a que tenían una fe inque-brantable para abrir sus bocas y declarar la verdad, ydebido también a que llevaban con ellos la poderosa es-pada del Espíritu del Señor (véase D. y C. 27:16–18).Ellos recordaban su convenio bautismal de “ser testigosde Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todolugar… aun hasta la muerte” (Mosíah 18:9).

En 1839, algunos miembros del Quórum de los Doce sa-lieron en misiones a Inglaterra bajo circunstancias muy difíciles:

“Wilford Woodruff y John Taylor fueron los primerosen partir. Wilford, en Montrose, llevaba varios días conescalofríos y fiebre. Su pequeña hija, Sarah Emma, que seencontraba gravemente enferma, era atendida por ami-gos que contaban con alojamiento más apropiado. El 8 deagosto, se despidió tiernamente de [su esposa] Phoebe ycaminó hacia la ribera del río Misisipí. Brigham Young lo

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llevó al otro lado del río en una canoa. Cuando JoséSmith lo encontró descansando cerca de la estafeta decorreos, Wilford dijo al Profeta que se sentía más comosujeto de la sala de disección que como un misionero…

“Les llevó el resto del mes a los élderes Woodruff yTaylor, que viajaban juntos, para llegar hastaGermantown, Indiana…

“Al llegar a Germantown, John Taylor estaba tan gra-vemente enfermo que le era imposible continuar…

“Permaneció enfermo, algunas veces al borde de lamuerte, por alrededor de tres semanas. No obstante, suoptimismo era tenaz, como lo sugiere la dulce carta queescribió a [su esposa] Leonora, con fecha de 9 de sep-tiembre [de 1839]:

“ ‘Me preguntarás cómo voy a continuar mi jornada…No lo sé, pero algo que sí sé es que existe un ser que vistelos lirios del campo, que alimenta a los cuervos y que meha hecho comprender que todas estas cosas serán añadi-das; eso es todo lo que necesito saber. Él me postró en unlecho de enfermo y me siento satisfecho, Él me levantóde nuevo y me siento agradecido. Detuvo mi camino yme siento contento… Si me hubiese llevado, habría es-tado bien. Él me ha preservado y es aún mejor’” (JamesB. Allen, Ronald K. Esplin y David J. Whittaker, Menwith a Mission, 1837–1841: The Quorum of the TwelveApostles in the British Isles, 1992, págs. 67–70).

ANCLADO EN LA FE: HENRY BALLARD

No sólo los apóstoles del Señor de los primeros años seaferraron al ancla de la fe en el Señor Jesucristo. Muchoshombres y mujeres siguieron un rumbo similar de dedica-ción y servicio gracias a un firme testimonio del Evangeliorestaurado y una visión del destino de la Iglesia.

Diez años después de que John Taylor y WilfordWoodruff llegaron a Inglaterra, mi tatarabuelo, HenryBallard, conoció La Iglesia de Jesucristo de los Santos delos Últimos Días gracias a un miembro fiel:

“Henry tenía sólo diecisiete años cuando se unió a laIglesia [en 1849]… Durante los meses del invierno de1849, viajó a London News, una pequeña comunidad…

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al norte de Londres, para vivir con su hermano George[quien] estaba casado… y tenía un próspero negocio decarruajes en el área. Ellos tenían mucho que ofrecer aHenry… principalmente cosas materiales. George fuesiempre muy amable con Henry, y al ser once años mayorque él, sentía la necesidad de protegerle y cuidar de subienestar. El incidente siguiente así lo demuestra.

Muchos hombres y mujeres

siguieron un rumbo similar de

dedicación y servicio gracias a

un firme testimonio del

Evangelio restaurado y una

visión del destino de la Iglesia.

“Era un domingo por la tarde y Henry acababa de re-gresar de la iglesia. George, deseoso de saber lo que hacíaHenry, le preguntó dónde había estado. ‘En la iglesia’,respondió Henry. George, que había asistido a la iglesia yno había visto a Henry preguntó: ‘¿Qué iglesia?’. ‘La igle-sia mormona’, dijo Henry con franqueza. Asombrado yboquiabierto, George se preguntó en voz alta por quérazón, en el nombre del cielo, había asistido a la ‘detesta-ble’ iglesia mormona. ‘Porque pertenezco a ella’, replicóHenry. A continuación, Henry dio su testimonio de laveracidad de lo que él creía era la única iglesia verdade-ra. George, no convencido, se enfureció.

“George regañó a Henry muy severamente y le dijo quehabía cometido la mayor equivocación de su vida. Henryse mantuvo firme pero temía lo que su hermano mayorfuera a hacer.

“Cuando George se dio de cuenta de que no conseguía

nada, buscó la ayuda de su ministro religioso. Durante

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tres días trataron de persuadir a Henry de que cambiarade idea. Se turnaban en oración en un esfuerzo para sal-var a Henry. Éste se mantuvo firme en su convicción, sintitubeos ni dudas. El Espíritu Santo le había dicho que laIglesia era verdadera y no se atrevía a negarlo.Convencido de que ningún argumento o razón… haríacambiar de idea a Henry, George optó por otro método.

“De la misma manera que Satanás tentó a Cristo,George tentó a Henry, o intentó hacerlo. Le ofreció elmejor carruaje de toda la ciudad de Londres. Le daría uncochero que lo llevase y complaciese todos sus caprichos.Henry sería un caballero y llevaría ropas finas, guantes decuero y sombrero de seda.

“¿Cómo podía Henry negarse a recibir la hospitalidadde la lujosa casa de George por el tiempo que él quisiese?Henry no tendría que trabajar nunca, a menos que lo de-sease. Una parte del negocio sería suyo y nunca tendríaque volver a vivir en la pobreza, como su padre y su madrevivieron toda la vida. Ninguna religión equivaldría a per-der todo esto. Lo único que George pedía a Henry era queolvidara la ‘tonta creencia’ del mormonismo.

“Al igual que [el profeta] José Smith, Henry guardó lafe. Su testimonio y fortaleza de carácter prevalecieron.

“George estaba iracundo. Echó a Henry de su casa,

para siempre. Henry se fue, con un corazón afligido por

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haber defraudado al hermano que amaba, un hermanoque había sido muy bueno y generoso. Henry nunca vol-vió a verle en esta vida” (Henry Ballard: The Story of aCourageous Pioneer, 1832–1908, editado por Douglas O.Crookston, 1994, págs. 4–6).

Tres años más tarde, en condiciones de extrema pobre-za y prácticamente sin posesiones materiales, HenryBallard se embarcó en un viaje de 63 días de Liverpool aNueva Orleans; tomó un barco hacia Winter Quarters enOmaha, Nebraska; y caminó toda la jornada hasta Utah.Llevó un rebaño de ovejas a través de las llanuras parapagar su viaje. Más adelante, Henry recordaba su llegadaal valle de Salt Lake. “En octubre, cuando llevaba las ove-jas cuesta abajo por la entrada del cañón Emigration, vipor primera vez el valle de Salt Lake. A la vez que me re-gocijé por ver la ‘tierra prometida’, sentía gran temor deque alguien me viera. Me escondí detrás de unos arbustostodo el día hasta el anochecer debido a que mis harapos nocubrían mi cuerpo y tenía vergüenza de ser visto. Al ano-checer, crucé el campo hasta una casa donde brillaba unaluz, cerca de la entrada del cañón, y toqué la puerta tími-damente. Afortunadamente, un hombre abrió la puerta yla luz de la vela no alumbraba mi cuerpo, de manera quelos otros miembros de la familia no me vieron. Le imploréque me diera ropa para cubrir mi cuerpo desnudo y pudie-se continuar con mi jornada y encontrar a mis padres. Seme dio ropa y al siguiente día continué mi camino y lleguéa Salt Lake City el 16 de octubre de 1852, con un granagradecimiento a Dios por haber llegado a salvo a mi futu-ro hogar” (citado en Henry Ballard, págs. 14–15).

A propósito, la historia de Henry indica que una de lasprimeras investiduras vicarias que efectuó en el Templode Logan fue a favor de George, su hermano mayor.

AVANZAR CON LA CONFIANZA PUESTA EN DIOS:

LUCY MACK SMITH

La madre del profeta José, Lucy Mack Smith, es ungran ejemplo de fe y dedicación inquebrantables. En unaocasión, se encontraba viajando de Nueva York aKirtland, Ohio. Su relato de un incidente en Buffalo,

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Nueva York, ilustra su fe en los profetas del Señor y en elEvangelio restaurado:

“[En Buffalo] encontramos a los hermanos deColesville, quienes nos informaron que llevaban una se-mana detenidos en ese lugar, esperando que el canal denavegación se abriera [ya que se encontraba bloqueadopor el hielo]. También [supimos] que el señor Smith y

Hyrum se habían ido a Kirtland por tierra, para poderllegar el 1 de abril.

“Pregunté [a los hermanos de Colesville] si habíandicho que eran ‘mormones’. ‘Naturalmente que no’, con-testaron, ‘y ni siquiera usted debe mencionar palabra al-guna acerca de nuestra religión porque no obtendríamosni una casa ni un barco’.

“Les dije que yo iba a decir con certeza quién era; ‘y ade-más’, continué, ‘si sienten vergüenza de Cristo, no puedenesperar bendiciones; y ya verán si no llegamos a Kirtlandantes que ustedes’ ” (Lucy Mack Smith, History of JosephSmith, editado por Preston Nibley, 1958, pág. 199).

A continuación, Lucy Mack Smith buscó y encontróal capitán Blake, quien estaba dispuesto a llevar al grupode Lucy en su barco. “Al llegar [al barco], el capitánBlake pidió a los pasajeros que se quedaran a bordo desdeentonces, como era su deseo, para que estuvieran prepa-rados llegado el momento de partir; al mismo tiempo,envió a un hombre para que midiera la profundidad delhielo, quien, al regresar, informó que éste llegaba a una

La madre del profeta José, Lucy Mack Smith,

es un gran ejemplo de fe y dedicación inque-

brantables. En la actualidad necesitamos her-

manas con esa misma fe.

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altura de seis metros, y que en su opinión debíamos per-manecer en el puerto por lo menos dos semanas más”(History of Joseph Smith, pág. 202).

La mayoría de los santos que viajaban con Lucy MackSmith supusieron que tendrían que permanecer allí porun largo tiempo y muchos de ellos murmuraron y se que-jaron. Al escuchar y ver la reacción de éstos, la madredel Profeta respondió: “ ‘¿Dóndeestá su fe? ¿Dónde está su con-fianza en Dios? ¿No se dan cuen-ta de que todas las cosas fueronhechas por Él, y que Él gobiernalas obras de Sus propias manos? Sitodos los santos aquí reunidos le-vantásemos nuestros corazonesen oración a Dios para que nosabriese el camino, ¡qué fácil seríapara Él romper el hielo y que pudiésemos continuar nuestrajornada!…

“ ‘Ahora, hermanos y hermanas, dirijamos todos nues-tros deseos al cielo, para que el hielo se rompa y poda-mos continuar nuestro viaje, y como vive el Señor, seráhecho’. En ese momento, se escuchó un ruido, como ungran trueno. El capitán gritó: ‘Todos a sus puestos’. Elhielo se partió dejando sólo el espacio suficiente para elbarco… El ruido del hielo y los gritos y la confusión delos espectadores presentaban una escena verdaderamen-te terrible. Habíamos pasado justamente por la aberturacuando el hielo se volvió a cerrar y los hermanos deColesville se quedaron en Buffalo, sin poder seguirnos.

“Cuando dejamos el puerto, uno de los espectadoresexclamó: ‘¡Allí va la compañía “mormona”! Ese barco vahundido en el agua 23 centímetros más de lo normal, yverán como se hunde por seguro’. De hecho, estaban tanseguros que se fueron directamente al periódico e hicie-ron que se publicara que nos habíamos hundido; de ma-nera que cuando llegamos a Fairport leímos la noticia denuestra propia muerte.

No debemos tom

olvidar el precio qu

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por el establecimie

Iglesia verdadera

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“Tras nuestro milagroso escape del embarcadero deBuffalo, reunimos a la compañía y oramos juntos paraofrecer nuestro agradecimiento a Dios por su misericor-dia” (History of Joseph Smith, pág. 203–205).

En la actualidad necesitamos hermanas con una fe in-quebrantable semejante a la de la madre del profeta JoséSmith.

ASEGURANDO EL FUTURO:

NUESTRO LEGADO DE FE

¿Por qué he tomado de las pá-ginas de la historia estos ejemplosde testimonios inquebrantables delos primeros miembros de laIglesia? Lo he hecho por estarazón: siempre debemos recordarla gran bendición que es el perte-necer a La Iglesia de Jesucristo delos Santos de los Últimos Días.No debemos tomar a la ligera ni

olvidar el precio que nuestros antepasados pagaron gus-tosamente por el establecimiento de la única Iglesia ver-dadera sobre la tierra.

Vivimos en un mundo que necesita el Evangelio. Untestimonio firme y una vida llena de servicio para edificarel reino de Dios sobre la tierra nos salvarán eternamente.

¿Cómo podemos nosotros, como Santos de los ÚltimosDías, asegurarnos de que estamos realizando una contribu-ción significativa al fortalecimiento de la Iglesia del Señor?Si nuestro testimonio y nuestro servicio pueden igualar alos de los fundadores de la Iglesia, el mañana será seguro yfuerte. Ruego que sus ejemplos nos den el valor para quesiempre seamos fieles y firmes en nuestras mayordomías alservicio de Dios, nuestro Padre Eterno. Recordemos las pa-labras del profeta José Smith: “Si empezamos bien, es fácilseguir marchando bien” (Enseñanzas, pág. 424). Debemosvivir guiados por este legado de fe y pasarlo a nuestros hijospara que la Iglesia siempre tenga hombres y mujeres fielesque continúen preparándose para la Segunda Venida denuestro Señor Jesucristo. �

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¿TODO TE SALE MAL?

A todos nos suceden situaciones embarazosas.

Limpia si puedes, pide disculpas si es necesario

y continúa disfrutando de la vida.

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La causa y el Reino

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VOCES DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS

En la oración intercesora, Jesucristo se dirigió al Padre y resumió todo lo quehabía enseñado a Sus discípulos: “Y esta

es la vida eterna: que te conozcan a ti, el únicoDios verdadero, y a Jesucristo, a quien has envia-do” (Juan 17:3). ❦ Jesús enseñó que llegamos aconocer al Padre a través de Él, y que venimos aÉl al recibir a Sus enviados para que nos enseñen(véase Juan 12:44–50; 13:20). Con estefin, el Señor estableció Su Iglesia, elreino de Dios en la tierra; y los santosse edifican y perfeccionan con elservicio que brindan y reciben eneste reino. ❦ “Ésta es la causa y el reino de Dios”, testifica el

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presidente Gordon B. Hinckley. “Ésta es Su obrarestaurada en estos últimos días… No existenada semejante en todo el mundo… Ésta es laIglesia y el reino del Padre. Crean en ella;acepten sus enseñanzas; sean obedientes a susconsejos; trabajen en ella; den su fortaleza y ener-gía y proporcionen los medios para hacerla avan-zar, y el Señor les bendecirá y traerá a sus vidas

un gozo como el que jamás han conocido”(véase la pág. 8 de este ejemplar). ❦

Tal y como ilustran los siguientes re-latos, los que entran en el reino ysirven fielmente a su Rey median-te el amor y el servicio a Sus hijosreciben gran gozo.

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Sediento del agua vivapor Víctor Manuel Cabrera

Cuando era niño, nunca se meenseñó a leer la Biblia. Iba a la

iglesia los domingos, pero no contri-buía con nada ni sentía nada a cam-bio. Estaba desilusionado con mireligión. Recuerdo haber tenido se-rias discusiones con mi madre por unobjeto de metal llamado Santísimoque mis padres adoraban. Ellos espe-raban que yo también lo adorara y nopodía. Busqué una mejor alternativa,deseando encontrar a Dios y saber si

realmente existía. Tenía sed de cono-cerle y de conocer Sus palabras, perono podía encontrar lo que buscaba.

Hubo momentos en que estuvecerca de calmar mi sed. Cuando tuvepor primera vez entre mis brazos a miprimera hija, sentí que Dios realmen-te existía. Muchos años más tarde,cuando nació su hermana, tuve elmismo sentimiento. Una vez le co-menté a mi prima que sentía en mi

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corazón que de alguna manera meiba convertir en un sacerdote con la verdadera autoridad de Dios, a loque ella me respondió que eso eraimposible ya que yo tenía una familiapor la cual velar.

No obstante, la mayoría del tiem-po sentía un inexplicable cansancioen mi alma. Estaba espiritualmente

Los jóvenes estaban empapados

de pies a cabeza. Abrí la puerta

del taxi y les grité: “¡Suban! Voy a

Monterrey”.

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sediento y no encontraba un lugardonde saciar mi sed.

En abril de 1994 estaba viviendoen la ciudad de Monterrey, México,ganándome la vida como taxista. Undía había llovido por varias horas y elagua caía de las laderas de las mon-tañas. Después de conducir bajo lalluvia durante horas, me encontrabaen un pueblo pequeño a unos ochokilómetros de Monterrey. Eran alre-dedor de las 9:30 de la noche, casi lahora de irme a casa, cuando de re-pente vi a dos jóvenes caminando.Llevaban pantalones oscuros y cami-sas blancas y estaban empapados depies a cabeza.

Abrí la puerta del taxi y les grité:“¡Suban! Voy a Monterrey”.

El más alto, que tenía la tez muy clara, contestó: “No tenemosdinero”.

“No les cobraré”, repliqué.Al conducir, conversamos. Me

preguntaron si podían compartirconmigo un mensaje acerca deJesucristo. Acepté y les di mi dirección.

Cuando llegué a casa, desperté ami esposa y le dije acerca de los dosjóvenes. “Qué coincidencia”, dije.“Uno es mexicano y el otro nortea-mericano, y los dos se llaman Élder”.

“Élder quiere decir misionero”,contestó mi esposa, que sabía unpoco acerca de la Iglesia.

Sentí que algo pasaba dentro demí. Esos jóvenes habían dejado unsentimiento de exquisita maravilla

en mi corazón. Sentí que estaba apunto de encontrar el agua que cal-maría mi sed.

Los misioneros fueron a nuestracasa y me sentí feliz al escucharlos.Dos semanas después, me bauticé.Mi esposa se bautizó cuatro mesesmás tarde. Mi hija mayor había es-tado recibiendo instrucción religio-sa en la escuela y cuando fue a LaIglesia de Jesucristo de los Santos delos Últimos Días por primera vez,me dijo: “Papá, ¡esto es muchomejor que lo que estoy aprendiendoen la escuela!”; y ella también sebautizó.

En diciembre de 1995 nos sella-mos como familia en el Templo de laCiudad de México D.F., México, poresta vida y por la eternidad. Ahorami familia disfruta de armonía, paz yfelicidad. Sabemos a quién adora-mos, de dónde venimos y a dóndevamos. Amamos la palabra sagradade Dios, particularmente el Libro deMormón, y amamos Su Iglesia, LaIglesia de Jesucristo de los Santos delos Últimos Días. A través de estosdones, hemos encontrado la fuentede agua viva de la que habló elSalvador a la mujer samaritana:“Mas el que bebiere del agua que yole daré, no tendrá sed jamás; sinoque el agua que yo le daré será en éluna fuente de agua que salte paravida eterna” (Juan 4:14).

Víctor Manuel Cabrera es miembro del

Barrio Mirador, Estaca Roma, Monterrey,

México.

L I A H O N A

44

Siempre presto al serviciopor Huang Syi-hua

M e bauticé el 14 de diciembrede 1974 en Shih Lin, Taiwán,

y aunque tenía 70 años de edad y elagua de la pila bautismal al airelibre estaba casi congelada, sólosentí calidez.

Después de ser bautizado y confir-mado, el presidente de la rama meordenó al sacerdocio y me pidió quevisitara a los miembros. En ese tiem-po había alrededor de cien miembrosen la rama y sólo veinte asistían a laiglesia. Visité obedientemente a losmiembros cada mes y la asistencia ala iglesia rápidamente ascendió amás de ochenta.

Aunque era maravilloso tener unamayor asistencia, ésta presentaba unproblema, pues nos reuníamos en unpequeño edificio cerca de la calleChung Cheng y no había espaciopara todos los que deseaban ir. Así esque nos mudamos a un edificio másgrande en la calle Chung ShanNorte. Aunque el recinto era másamplio, no teníamos suficientes sillasy en ese tiempo era difícil obtenermateriales a través de los canalesnormales de la Iglesia. Nos sentimosbendecidos cuando un miembrocompró cien sillas y las donó a nues-tra capilla. También compró unpiano para reemplazar el viejo y es-tropeado órgano que habíamos en-contrado en el edificio.

Aún teníamos otro problema: no

Page 47: LIAHONA AGOSTO 2001

Por días busqué a un carpintero

que pudiera construirnos un púlpi-

to, pero no pude encontrar a nin-

guno. Finalmente, decidí hacerlo

yo mismo.

había púlpito. Al orar para sabercómo obtener uno supe que una es-cuela primaria local tenía maderaque podíamos utilizar. Por días bus-qué a un carpintero que pudieraconstruirnos un púlpito con la made-ra, pero no pude encontrar a ningu-no. Finalmente, un sábado decidíhacerlo yo mismo. Nunca había car-gado objetos tan pesados y no podíacreer que lo hubiera terminado enun día; no cabe duda que Dios meayudó. El púlpito estaba listo parautilizarse al siguiente día. Todos losmiembros estaban sorprendidos,

pero no tanto como yo. A mí me pa-recía un milagro

Desde que me uní a la Iglesia nohe dejado pasar un día sin servir dealguna manera. Como resultado, mivida ha sido bendecida con gozo, sa-tisfacción y riqueza espiritual. Antesde unirme a la Iglesia, mi cuerpo es-taba débil, pero ahora me sientofuerte y saludable a pesar de queestoy envejeciendo. Tengo la oportu-nidad de servir en el Templo deTaipei, Taiwán. Estoy agradecido portodas las bendiciones de Dios, espe-cialmente por el Libro de Mormón

A G O S T O D E 2 0 0 1

45

que contiene palabras de gran belle-za. Sé que el estudio del Libro deMormón nos brinda fortaleza espiri-tual y nos ayuda a enfrentarnos a losdifíciles desafíos de nuestro tiempo.También sé que el servir a Dios, sinimportar cuál sea nuestro llama-miento, nos trae una multitud debendiciones. Algunas veces hasta su-ceden milagros.

Huang Syi-hua es miembro del Barrio Pei

Tou, Estaca Taipei Este, Taiwán.

Mi llanto cesópor Eliana Maribel Gordón Aguirre

Desde que era muy joven, queríaser útil, ayudar a los demás y

estar cerca de Jesucristo, pero nosabía cómo hacerlo. Al crecer, mideseo aumentó y empecé a buscarmaneras de servir a Dios a través demi religión.

Con el tiempo asistí a un interna-do en Riobamba, Ecuador. Conocí ala madre superiora de un convento,nos hicimos amigas y me convencióde que me hiciera monja. Tomé losprimeros votos y me convertí en no-vicia.

Durante los siguientes seis años,oré cada día al Padre Celestial paraque me ayudara a conocerle mejor.

Page 48: LIAHONA AGOSTO 2001

Por alguna razón, me sentía cómodaorando a Él directamente en lugar depor medio de intermediarios, comose me había enseñado. Sabía que alconocerle, podría conocerme a mímisma. También podría ver a otroscon una perspectiva más cristiana yconsecuentemente servirles como Éldeseaba. Aunque oraba con fervor,sentía un vacío inexplicable. Estevacío se hizo tan grande que decidídejar el convento.

Un día, cuando el obispo estabade visita, le hablé de mi decisión. Élme pidió que meditara y orara en cuanto a ello. Lo hice y sentí con más fuerza que mi decisión eracorrecta. Sabía que si esperaba hastatomar los votos solemnes, lo cual pa-saría en un año, sería aún más difícilretirarme. Tendría que pedir el con-sentimiento del Papa, no sólo el delobispo.

La siguiente vez que hablé con elobispo, le informé de mi decisión ypidió que solicitara mi retiro por es-crito. Con el tiempo mi carta le llegó.Estaba sorprendido porque pensabaque no iba a continuar mi solicitud.Cuando me concedió el retiro de losvotos, me despedí de las monjas,agradecida por el bien que habíaaprendido y experimentado, y me fuien paz.

Al menos pensé que iría en paz,pero me enfrenté a insultos y recha-zos. Se circularon especulaciones calumniosas en cuanto a las razonespor las cuales había dejado el

convento. Frustrada y llena de senti-mientos de inutilidad, me llené deconfusión y decidí lo peor, quitarmela vida.

El 21 de noviembre de 1995mientras vagaba por una calle, conpensamientos de suicidio en lamente y lágrimas rodando por lasmejillas, pasé por el edificio de unaiglesia. Tratando de ocultar las lágri-mas y buscando alivio a mi dolor,entré al edificio. Adentro, había untablón de anuncios. Me sorprendí alver una imagen amable y cálida delSalvador, acompañada de palabrastan sencillas y comprensibles que mesentí cautiva al instante. Ése era elCristo que había estado buscando.Sin darme cuenta, mi llanto cesó.

Unos minutos más tarde, unaamable mujer me preguntó si nece-sitaba ayuda. Sin saber qué decir,dije bruscamente: “¿De qué trataesta Iglesia?”. Ella empezó a expli-carme y repentinamente las lágri-mas volvieron a fluir. Le dije,avergonzada, que necesitaba unaamiga. En ese momento, su esposose unió a nosotras y les dije de mipesar. Ellos me dijeron que conocí-an a un Amigo que tenía todas lasrespuestas, Jesucristo, y me invita-ron a aprender más acerca de Él ydel plan de nuestro Padre Celestial.Acepté sin titubear.

Durante 10 días me reuní con esaamorosa y gentil pareja de misione-ros. Nunca me presionaron, simple-mente compartieron sus testimonios

L I A H O N A

46

y me enseñaron. También compartie-ron conmigo uno de los regalos máshermosos que podemos recibir, ElLibro de Mormón: Otro testamentode Jesucristo. Lo leí, lo estudié y pusea prueba la promesa de Moroni(véase Moroni 10:3–5). El EspírituSanto me testificó que el Libro deMormón es la palabra de Dios. Loque habían sido misterios para mí setornó en claridad. Sabía quién era elSeñor y cómo servirle. Dos hermanasmisioneras me enseñaron las charlasy me bauticé el 3 de diciembre de1995.

Siento agradecimiento por todoslos que me brindaron la luz delEvangelio. Doy gracias a los miem-bros que compartieron su amor, supreocupación y la calidez de sus ho-gares. Sobre todo, estoy agradecida ami Padre Celestial, que contestó misfervientes oraciones. Aunque aún notengo todas las respuestas, sé dóndebuscarlas. Sé que las palabras de Nefison verdaderas: “Porque el que condiligencia busca, hallará; y los miste-rios de Dios le serán descubiertos porel poder del Espíritu Santo” (1 Nefi10:19). �

Eliana Maribel Gordón Aguirre es miem-

bro del Barrio La Ofelia, Estaca La Ofelia,

Quito, Ecuador.

“¿De qué trata esta Iglesia?”, dije

bruscamente. Una amable mujer

empezó a explicarme y le dije,

avergonzada, que necesitaba

una amiga.

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Page 50: LIAHONA AGOSTO 2001

TEMAS DE ESTE NÚMEROAdversidad.................................41, 42Apóstoles .........................................F2Bendición patriarcal.........................22Conversión ............................6, 20, 42Ejemplo....................................30, F14Enseñanza ........................................10Espíritu Santo ..................................10Estudio de las Escrituras ............26, 29Fe...............................................10, 30Historia de la Iglesia ........................30Libro de Mormón.......................20, 26Maestras visitantes ...........................25Noche de hogar .........................25, 48Nuevo Testamento, relatos ........F6, F9Obra misional ..................................42Orientación familiar...........................5Paternidad........................................10Perdón .............................................F9Preparación......................................22Profetas .........................8, 29, F2, F10Pureza ................................................2Relaciones familiares ...................2, F4Seguridad .........................................F2Servicio......................................42, F4

Talentos ....................................F13Templos y obra en el

templo...................................2, 6Testimonio..........................F10Trabajo.................................F4

Valor ...................................F14

Cómo utilizar la revista Liahonade agosto de 2001

IDEAS PARA ANALIZAR� “ ‘¿Quién subirá al monte de Jehová?’ ” página 2: Analicen las ben-

diciones que están disponibles para los que reúnen los requisitos para en-trar en la casa del Señor. Luego, hagan la pregunta que cita el presidenteJames E. Faust: “¿Quién subirá al monte de Jehová?” (véase Salmos24:3–4).

� “Cómo nutrir el Espíritu”, página 10: El élder Dallin H. Oaks expli-ca que algunas personas tratan de entender el Evangelio únicamente me-diante los métodos intelectuales del estudio y la razón. ¿Por qué no essuficiente el enfoque intelectual del Evangelio?

� “Anclados en la fe y la dedicación”, página 30: El élder M. RussellBallard nos habla de su tatarabuelo, a quien se ofreció una vida de lujossi dejaba la Iglesia. Él rechazó la oferta y en su lugar eligió realizar el di-fícil viaje a Salt Lake City, donde llegó en harapos ydesvalido pero fiel a su testimonio. ¿A cuánto estádispuesto a renunciar por su fe? ¿Hay algunacosa que no esté dispuesto a sacrificar si elSeñor lo requiere?

� “Él cuida Su Iglesia”, página F10: Algunosniños son demasiado pequeños y algunos conver-sos son demasiado nuevos en la Iglesia comopara recordar a más de un profeta.Analicen el proceso que el Señor utili-za para elegir a un nuevo Presidentede la Iglesia y el proceso que podemosutilizar para saber que él es real-mente el profeta escogido delSeñor.

L I A H O N A

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SOLICITUD DE ARTÍCULOS DE JÓVENES¿Cómo obtuvo su testimonio del Evangelio de Jesucristo? Invitamos a los jóvenes a enviar ideas,

relatos y experiencias en cuanto a cómo obtener un testimonio a Liahona, Floor 24, 50 East North

Temple Street, Salt Lake City, UT 84150-3223, USA; o por correo electrónico a: CUR- Liahona-

[email protected]. Tenga a bien incluir su nombre completo, años, dirección, número de teléfono,

así como el nombre del barrio y de la estaca (o de la rama y del distrito) a los que pertenezca.

Page 51: LIAHONA AGOSTO 2001

AmigosPARA LOS NIÑOS DE LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS � AGOSTO DE 2001

Page 52: LIAHONA AGOSTO 2001

“Y la voz de amonestación irá a todo el pue-

blo por boca de mis discípulos, a quienes he

escogido” (D. y C. 1:4).

TIEMPO PARA COMPARTIR

LOS CENTINELAS EN LA TORREpor Diane S. Nichols

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.

§Imagina que estás en una montaña muyalta y que miras hacia el valle que se en-cuentra abajo. La vista es diferente de la

que se ve desde abajo, ¿no es cierto? Desde abajo, sóloves las cosas que están cerca de ti; pero cuando estásarriba, puedes ver cosas que están muy distantes.

Durante la vida del Salvador en la tierra, los agricul-tores cultivaban la uva en grandes campos llamadosviñas. Las uvas eran muy valiosas. Algunas veces ibanladrones a las viñas para robar o destruir los cultivos.Los agricultores sabios construían torres elevadas fuerade sus viñas y contrataban centinelas de confianza paraque estuvieran en las torres y vigilaran que no hubierapeligro. Los centinelas podían ver más allá de las viñas ypodían avisar a los que estaban abajo cuando se aveci-naba el peligro. Cuando esto sucedía, los otros trabaja-dores tenían tiempo de prepararse a fin de proteger las viñas.

Nuestro Padre Celestial nos ha dado “centinelas”: losprofetas y apóstoles. Ellos han sido llamados por nuestroPadre Celestial para cuidarnos; nos avisan de los peli-gros que se avecinan, tales como las tentaciones y lasinfluencias malignas; y nos dicen cómo nos podemosdefender de esos peligros.

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los ÚltimosDías está guiada por un profeta, que es el Presidente dela Iglesia. Él y sus dos consejeros forman la Primera

A M

Presidencia de la Iglesia. También tenemos DoceApóstoles a quienes sostenemos como profetas, vi-

dentes y reveladores. Ellos no están en una torre,pero reciben inspiración de nuestro Padre Celestial

para saber de los peligros que nos acechan. Nos ense-ñan a enfrentar esos peligros mediante el cumplimientode nuestros convenios y la obediencia a los mandamien-tos. Escuchamos su consejo durante la conferencia gene-ral y también podemos leer sus palabras en la revistaLiahona. Los profetas y apóstoles son los centinelas actua-les en la torre. Si prestamos atención a sus palabras, esta-remos seguros.

InstruccionesRecorta la página 3 de la revista y pégala sobre una

cartulina gruesa. Recorta la rueda. En la cubierta deeste ejemplar de Amigos, recorta la ventanilla que tieneal hombre adentro y el área debajo de él (véase la ilus-tración). Adjunta la rueda a la parte trasera de la cu-bierta con un sujetador de metal a través de los puntosnegros. Al girar la rueda, verás las ilustraciones de losDoce Apóstoles actuales en la ventanilla superior de latorre de la cubierta. Debajo de cada ilustración hay algoque el Apóstol nos ha advertido que debemos hacerpara protegernos de las influencias malignas del mundo.

Ideas para el Tiempo para compartir1. Invite a un poseedor del Sacerdocio de Melquisedec

para que represente al rey Benjamín. Pídale que expliquequién era el rey Benjamín, en qué época vivió y quién era su pueblo (véase Mosíah 2–5). Pídale que enseñe algunos de

I G O S

2

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los principios que el rey Benjamín enseñó cuando hablódesde la torre (véase Mosíah 2:17; 2:20–22; 4:15–16).Separe los niños en grupos y dé a cada grupo una referenciadel discurso del rey Benjamín. Pídales que lean los versículosy que analicen lo que pueden hacer para seguir esa enseñan-za. Invite a cada grupo a compartir las cosas que harán

para seguir al rey Benjamín. Testifique delas bendiciones que se reciben cuandoobedecemos a los profetas.

2. Pida a los niños que digan algunasde las cosas que el profeta nos ha

Sé unjemplo.

Confía

en tu

Padre

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Estudia las

Escrituras y

palabras

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M. Russell Ballard

Ilustración

pedido que hagamos. Escriba las respuestas en la pizarra.Prepare rótulos con varias notas musicales grandes con el tí-tulo de un himno o canción junto a cada nota, el cual coin-cida con algunas de las enseñanzas que es probable que semencionen. Elija una nota y tararee o pida al pianista quetoque las primeras notas de la canción, para que los niños laadivinen. Analicen con cuál enseñanza coincide la cancióny coloque la nota en la pizarra junto a la respuesta apropia-da. Canten la canción y pida a los niños que digan de quémanera pueden seguir el consejo del profeta. �

Da gran impor-

tancia a la

noche dehogar.

Utiliza tu tiem

-

po sabia-

mente.

Aprende a

servir y a per-donar a los

demás.

Obedece los

mandamien-

tos de Dios.

Sigue a los

líderes de la

Iglesia.e

las

de

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Dallin H. Oaks

Russell M. N

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B. H

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L. Tom Perry

Boyd K. Packer

Sigue las im-presiones delEspíritu.

Page 54: LIAHONA AGOSTO 2001

Élder L. Tom Perrydel Quórum de los Doce Apóstolesde una entrevista realizada por Kellene Ricks Adams

DE AMIGO A AMIGO

Abajo a la izquierda: De joven

(a la izquierda en la fila de atrás)

con su familia. Abajo a la derecha:

En el cañón Logan. Arriba a la de-

recha: La abuela Sonne frente a

la granja y el granero familiar.

ILU

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L.

Aunque vivíamos en la ciu-dad de Logan, Utah, mipadre, L. Tom Perry, desea-

ba que sus hijos tuvieran el mismotipo de experiencias que él tuvo alcrecer en una granja. Teníamos unpatio muy grande, con una tía quevivía a un lado de la casa y mi abue-lo al otro. Los tres patios se convir-tieron en nuestra granja, la cualincluía un huerto, un área de pasto,un granero y campos de alfalfa.Aprendimos a cortar la alfalfa conuna guadaña, a secarla y luego a al-macenarla en el granero.

Cultivábamos el huerto, le quitá-bamos la maleza y lo regábamos.Algunos de los recuerdos más queri-dos de mi niñez son de cuando rega-ba con mi padre. Nuestro turnoempezaba a las 2:00 de la mañana,así que papá y yo poníamos unatienda en el patio y nos acostába-mos alrededor de las 9:00 de lanoche. Poníamos el despertador ynos levantábamos a las 2:00 paraabrir el agua. Luego, nos levantába-mos cada media hora hasta las 6:00para cambiar el rumbo de ésta.Durante mis primeros años, papá yyo pasamos muchas noches regandojuntos. Es una gran experiencia elestar con tu padre de esa manera.

También tengo muchos buenosrecuerdos de cuando cuidaba de lavaca de la familia con papá.

Limpiábamos el granero, alimentá-bamos a la vaca y la poníamos ensu compartimento. Luego, yo lesostenía la cola mientras papá laordeñaba. Se aprende gran discipli-na cuando uno posee una vaca.Hay que ordeñarla todas las maña-nas y todas las noches. Hay que or-deñarla en verano, invierno,primavera y otoño. Algunas vecesno me gustaba mucho la vaca, enparticular cuando su cuidado in-terfería con algo que realmente de-seaba hacer. No obstante,desarrollé amor por el trabajo ytuve muy buenas conversacionescon papá acerca del bautismo, lasordenaciones al Sacerdocio, losamigos y otros temas importantes,mientras hacíamos nuestras tareas.Yo amaba ese tiempo que pasabacon mi padre. Él es uno de loshombres que más admiro y respeto.

A M I G O S

4

Papá también enseñó a sus hijosdesde muy corta edad a trabajarpara el Señor. Yo tenía seis meses deedad cuando él fue llamado comoobispo y sirvió como tal por diecio-cho años. Él nos hacía participar desu trabajo en la Iglesia. Recuerdoque yo llenaba el fogón en el centrode reuniones durante el invierno ytambién limpiaba la nieve. Nos pa-sábamos los veranos limpiando eltecho de la capilla y trabajando en el patio.

Cuando yo tenía como seis osiete años, papá me pidió que

Page 55: LIAHONA AGOSTO 2001

ayudara a mamá con unos registrosfinancieros de la Iglesia. Ella reci-taba los números y yo apretaba losbotones de nuestra vieja máquinacalculadora, tiraba de la manivelay luego le leía los números paraque ella los comprobara. Recuerdoque llevaba la vieja calculadora dela casa al centro de reuniones; enel invierno la llevábamos en un tri-neo y en el verano utilizábamosuna carretilla.

Mi padre no era un hombre emo-tivo. Una de las pocas veces que levi llorar fue cuando lo relevaroncomo obispo. Él amaba el servicio alSeñor y ayudó a desarrollar en todossus hijos gran satisfacción al ayudara los demás. Se aseguró de que ensu llamamiento en la Iglesia partici-para toda la familia y nos acercaralos unos a los otros.

Gracias a su ejemplo, desarrollégran aprecio por el trabajo y por elservicio al Señor. Amo a mi padre yestoy profundamente agradecido porél y por las muchas cosas que meenseñó mediante la palabra y elejemplo. �

Nuestro turno empezaba a las 2:00

de la mañana, así que papá y yo

poníamos una tienda y nos acostá-

bamos alrededor de las 9:00 de la

noche.

Page 56: LIAHONA AGOSTO 2001

RELATOS DEL NUEVO TESTAMENTO

N.

JESÚS PERDONA A UNA MUJER

A M I G O S

6

Un fariseo, o sea un líder judío, pidió a Jesús quecomiera con él. Jesús fue a su casa y se sentó a la mesa.

Lucas 7:36

Una mujer que era pecadora vivía en la ciudad. Ella supo que Jesús estaba comiendo en la casa del fariseo y fue allá.Lucas 7:37

ILU

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A G O S T O D E 2 0 0 1

7

Llorando, se arrodilló a los pies del Salvador y los bañó con sus lágrimas. Luego, secó Sus pies con sus cabellos y losbesó. También le puso un perfume con un aroma suave en los pies. El fariseo la observó. Él sabía que la mujer erapecadora y pensó que Jesús no debía dejar que ella lo tocara.

Lucas 7:38–39

Page 58: LIAHONA AGOSTO 2001

A M I G O S

8

Jesús le dijo al fariseo que la mujer tenía muchos pecados pero que se había arrepentido de ellos. Ella amaba muchoal Salvador y tenía fe en Él. Él le dijo a la mujer que sus pecados le habían sido perdonados y que ya no estuvieratriste.

Lucas 7:47–48; D. y C. 58:42–43; James E. Talmage, Jesús el Cristo, 1975, págs. 277–278

El Salvador sabía lo que estaba pensando el fariseo. Jesús señaló que la mujer le había lavado los pies con sus lágri-mas, los había secado con sus cabellos y les había perfumado. Sin embargo, el fariseo no le había dado agua para quese lavara los pies ni aceite para ungir Su cabeza, como se acostumbraba hacer con los huéspedes.

Lucas 7:44–46

Page 59: LIAHONA AGOSTO 2001

RELATOS DEL NUEVO TESTAMENTO

JESÚS MANDAAL VIENTO Y ALAS OLAS

A G O S T O D E 2 0 0 1

9

Jesús y Sus discípulos estaban en una barca en el Marde Galilea, y Jesús se durmió. El viento empezó a so-plar y las olas comenzaron a llenar la barca de agua.Los discípulos tenían miedo y despertaron a Jesús.

Lucas 8:22–24

El Salvador se levantó y mandó al viento que dejara desoplar y a las olas que se calmaran. El viento dejó desoplar y el mar se calmó.

Lucas 8:24

Jesús preguntó a los discípulos por qué tenían miedo.Les dijo que debían tener más fe. Ellos querían saberqué clase de hombre era Jesús que hasta el viento y lasolas le obedecían.

Lucas 8:25

Page 60: LIAHONA AGOSTO 2001

por Angie Bergstrombasado en un hecho real

Él cuida SuIglesia

Mamá reunió a todos los niños de la familia unamañana. Nos dijo que el presidente HowardW. Hunter había estado enfermo y había falle-

cido. Nos sentimos tristes porque el presidenteHunter era nuestro profeta y le amábamos.“¿Quién será nuestro nuevo profeta?”, preguntó

Erik, mi hermano menor.“El Quórum de los Doce Apóstoles se hará cargo

hasta que se elija otro profeta”, respondió mamá. “Perorecuerden, Jesucristo está a la cabeza de esta Iglesia.No nos quedaremos sin profeta”.

“¿De verdad?”, pregunté. “¿Vamos a tener un nuevoprofeta?”.

“Por supuesto”, dijo mamá. Ella me explicó quecuando un profeta fallece, los miembros de la PrimeraPresidencia regresan a sus puestos en el Quórum de losDoce Apóstoles, y con la guía del Señor, los Apóstolesreorganizan la Primera Presidencia. Mamá también ex-plicó que la Iglesia sigue el modelo establecido por elSeñor. Cuando el Señor llama a un nuevo Apóstol, ésteavanza gradualmente en antigüedad en el Quórum de

A M I G O S

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COMPOSICIÓN ELECTRÓNICA POR CLAUDIA E. WARNER; IZQUIERDA: LA SEGUNDA VENIDA, POR HARRYANDERSON; DERECHA, DESDE ARRIBA: ILUSTRACIONES POR ALVIN GITTINS, GEORGE M. OTTINGER, A. WESTWOOD, H. E. PETERSON, LEWIS A. RAMSAY, ALBERT E. SALZBRENNER, CHARLES J. FOX, LEE GREENE RICHARDS, ALVIN GITTINS, SHAUNA CLINGER, DAVID AHRNSBRAK, JUDITH MEHR, JUDITH MEHR, Y WILLIAM F. WHITAKER.

Page 61: LIAHONA AGOSTO 2001

Gordon B. Hinckley

José Smith John TaylorBrigham Young

Heber J. Grant

Joseph F. Smith

David O. McKayGeorge AlbertSmith

Joseph FieldingSmith

Spencer W. Kimball

Harold B. Lee

Ezra Taft Benson

Howard W. Hunter

Wilford Woodruff Lorenzo Snow

los Doce Apóstoles. Cuando muere el Presidente de laIglesia, el Apóstol de mayor antigüedad se convierte enel nuevo Presidente de la Iglesia. Mamá dijo que noobstante, debemos orar para saber por nosotros mismosque el nuevo Presidente de la Iglesia ha sido escogidopor el Señor.

Poco después de la muerte del presidente Hunter, re-cibí una llamada de mi amiga Molly, que no es miembrode la Iglesia.

“Angie, escuché la mala noticia de tu profeta”, dijo.“Mi papá y yo estamos muy preocupados por ti. ¿Qué va a hacer la Iglesia ahora? ¿Va a desaparecer?”, me preguntó.

Casi se me cae el teléfono de lo sorprendida que estaba.

“Por supuesto que no”, dije, recordando las palabrasde mamá. “El Señor nos ha prometido que siempre tendremos un profeta”.

“¿Quiere decir, que simplemente van a elegir a unnuevo profeta?”, preguntó Molly. “¿Acaso no ne-cesitan que un ángel baje a declarar que él esel profeta?”

“Creo que Dios escogerá a otro profeta.Jesucristo está a la cabeza de la Iglesia”, dijecon una sonrisa porque sabía que era cierto.

“¿Pero cómo sabes que el nuevo profetaha sido escogido por Dios?”, preguntó.

Ella no entendía que podemos orar a nues-tro Padre Celestial para averiguar. Pero yo sabíaperfectamente lo que iba a hacer. Oré parasaber. Justo después de terminar mi oraciónesa noche, sabía que el Señor cui-daría de Su Iglesia.

Unos días más tardese anunció que elnuevo Presidente de laIglesia era el presiden-te Gordon B.Hinckley.

Page 62: LIAHONA AGOSTO 2001

A M I G O S

12

Desde que fue sostenido como

decimoquinto Presidente de la

Iglesia, el presidente Gordon

B. Hinckley ha viajado por

todo el mundo enseñando el

Evangelio a la gente.

Levanté mi mano unas se-manas más tarde durante laconferencia general para soste-ner al presidente Hinckleycomo profeta. Y en los añosque han pasado, he continuadolevantando mi mano para sos-tenerle. Le sostengo en todo loque dice y hace. Estoy agrade-cida porque el presidenteHinckley haya sido llamado porDios para ser nuestro profeta.En verdad, el Señor no nosdeja solos. �

Angie Bergstrom es miembro del

Barrio BYU 51, Estaca 1, Universidad

Brigham Young.

con Brigham Young como presidente del quórum,presidió sobre la Iglesia en los siguientes tres años y medio.

“Luego, en la ribera del río Misuri, en WinterQuarters, el 5 de diciembre de 1847, el Quórum delos Doce Apóstoles se reunió en concilio… BrighamYoung, Presidente del Quórum de los DoceApóstoles, fue unánimemente sostenido por losmiembros de ese cuerpo como Presidente de laIglesia… Esta acción creó una nueva PrimeraPresidencia, la cual fue posteriormente sostenida porel voto unánime de los Santos…

“Este procedimiento para instalar a una nuevaPrimera Presidencia de la Iglesia, revelado en formadivina por el Señor, y apoyada por los miembros, seha seguido hasta el presente. La Primera Presidenciaserá sostenida ‘por la confianza, fe y oraciones de laiglesia’ (D. y C. 107:22)” (“A Prophet Chosen of theLord,” Ensign, mayo de 1986, pág. 8). �

En la conferencia general de abrilde 1986, el élder David B. Haight,del Quórum de los Doce Apóstoles,explicó el proceso por el cual se

llama a un nuevo Presidente de la Iglesia. Él dijo:“Cuando un Presidente de la Iglesia fallece,

¿cómo se escoge a un nuevo presidente?“En 1835 el Señor dio una revelación en cuanto a

este asunto, la cual dispone de la secuencia organiza-da. La revelación estipula que el Quórum de los DoceApóstoles es un cuerpo igual en autoridad que laPrimera Presidencia (véase D. y C. 107:24). Esto sig-nifica que cuando el Presidente de la Iglesia muere, laPrimera Presidencia se disuelve y el Quórum de losDoce se convierte automáticamente en el cuerpo quepreside la Iglesia. Este modelo se estableció con lamuerte del primer Presidente de la Iglesia, José Smith.

“Después del martirio del profeta José y su her-mano Hyrum en 1844, el Quórum de los Doce,

FOTO CORTESÍA DE CHURCH NEWS.

Cómo cuida el Señor Su Iglesia

Page 63: LIAHONA AGOSTO 2001

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muchostalentospor Jennifer ClowardILUSTRADO POR ELISE BLACK.

PARA TU DIVERSIÓNDIBUJAR

LEER

SONREÍR

MOSTRAR AMOR

DEPORTES

SERVIR A LOS DEMÁS

CANTAR

DAR ABRAZOS

MÚSICA

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Cada uno de nosotros tiene talentos y todos

estos talentos son importantes.Disfruta de este juego con tufamilia y habla de los talentosque posee cada miembro de lafamilia.

Instrucciones: Desprende estapágina y pégala a una cartulinadelgada. Recorta las tarjetaspor las líneas punteadas y coló-calas en una bolsa de papel.Pide al primer jugador quesaque una tarjeta de la bolsa yque haga mímicas del talentopara que los otros jugadoresadivinen el talento que está re-presentando. El que adivinecorrectamente saca otra tarjetay hace las mímicas. Repite eljuego hasta que se hayan selec-cionado todas las cartas. �

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EL VALORpor Beverly J. Ahlstrom

FICCIÓN

EL VALORde Ana

“A“A presúrate, Teresa”, gritó Ana por encima del hombro a su herma-na mientras corrían por el camino.

“¡Me estoy apresurando!”, gritó Teresa, a sólo tres pasos detrásde ella. Riéndose, llegaron al estacionamiento de la tienda de jardinería delseñor Morales. Sin aliento, entraron bruscamente por la puerta hacia el ricoaroma de la tierra abonada y las plantas húmedas y en crecimiento.

“Hola, niñas”. El señor Morales sonrió al levantar la vista. “¿Vinieron atrabajar?”

“Sí, por favor”, dijo Ana. “Hoy y mañana también, si nos necesita.Queremos ganar dinero para comprarle un regalo a mamá”.

Al principio de la primavera, el señor Morales solía pagar a los niños delvecindario para que le ayudaran a transplantar las plantas de los semilleros.“¿Dónde está su prima Brenda?”, preguntó.

“Fue a ayudar a la abuela”, dijo Teresa.“Vengan conmigo”. El señor Morales las llevó a uno de los largos y

bajos invernaderos. “Ahora estamos trabajando con las petunias y necesi-tamos mucha ayuda”.

En el invernadero había mesas largas cubiertas con pequeñas petu-nias. Juan, Tomás y Enrique ya estaban trabajando y se reían muy fuertemente.

El señor Morales se quedó el tiempo suficiente para asegurarse de que lasniñas supieran lo que tenían que hacer y comprobar el trabajo de los niños.“Estoy muy contento de que los cinco hayan podido venir”, dijo al salir.

La tierra abonada se sentía desmoronadiza y húmeda en los dedos deAna al separar cuidadosamente las plantas. Teresa trabajaba junto a ella,llenando cada uno de los pequeños recipientes con tierra y plantando laspetunias. Por un rato nadie dijo una palabra.

Luego, Enrique tocó a Juan con el codo y le dijo algo al oído. Juan soltóuna carcajada y luego dijo algo al oído de Tomás. Tomás explotó en risas.Luego, Enrique dejó de hablar en voz baja y empezó a decir malas palabrasen voz alta.

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Los dedos de Ana empezaron atemblar y se sintió mal. “Cómo qui-siera que Brenda estuviera aquí”,susurró al oído de Teresa.

Teresa asintió. “Yo también”.Brenda sabría qué hacer. Ella eratan valiente como Nefi.

La semana anterior, Ana yBrenda caminaban a casa de

regreso de la escuela con otrasniñas y alguien empezó a cantar deuna manera muy tonta. Todas serieron y empezaron a cantar de lamisma manera. La siguiente can-ción la cantaron de una maneraaún más tonta, subiendo mucho lavoz y luego bajándola. Era diverti-do hasta que una niña empezó acantar “Soy un hijo de Dios” de lamisma manera, lo cual ya no resul-tó divertido para Ana, quien esta-ba teniendo el mismo sentimientoen el invernadero.

Pero Brenda supo qué hacer.“No nos burlemos de las cancionesde la Iglesia”, dijo suave y amablemente.

Las otras niñas parecieron sor-prenderse por un momento; luego,una niña empezó a cantar la can-ción de la manera correcta.

Pero Ana no era como Brenda yno sabía qué hacer. Tenía miedo deque si le pedía a los niños que

dejaran de hacer lo que estaban ha-ciendo, lo hicieran aún peor.Estaban diciendo palabras que Anasabía que no eran correctas.

Se volvió hacia Teresa, quien seestaba mordiendo los labios y estabaa punto de llorar.

“¿Nos vamos?”, murmuró Ana.“Pero yo quiero comprarle

algo bonito a mamá”, dijo Teresasuavemente.

“Yo también”, dijo Ana.“Además, el señor Morales dijo quenecesitaba nuestra ayuda”.

Teresa asintió con la cabeza yparpadeó dejando caer dos lágrimasen sus mejillas. Ocultó los ojos paraque Enrique, Juan y Tomás no vie-ran que estaba llorando.

Ana se acercó más a ella. Estabamuy enojada. ¡Si Brenda estuvieraaquí! pensó. ¡Si yo supiera quéhacer!

Se le vino una idea al instante.Suavemente empezó a tararear su

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himno favorito. Cuando Teresa es-cuchó las primeras notas, se volvióhacia Ana sorprendida. Luego son-rió. Al final del himno, las dos esta-ban tarareando suavemente.

Los niños aún estaban diciendomalas palabras, pero Ana ya no es-taba enojada. Ella y Teresa tararea-ron “Soy un hijo de Dios” un pocomás fuerte, y al final de cada can-ción, Enrique estaba un poco máscallado. Ana, cobrando valor, lesonrió y empezó a cantar una can-ción de la Primaria. Teresa cantócon ella y sus voces hacían un

A M

dulce eco en el invernadero y losniños se callaron poco a poco.

Ana y Teresa aún estaban can-tando canciones de la Primariacuando el señor Morales se asomóuna hora más tarde. “Suena muybien, niñas”. Se acercó a la mesa.“Han hecho muy buen trabajo. Yacasi está oscureciendo, es hora de ira casa. Estoy contento de que quie-ran regresar mañana, ya que siem-pre necesito ayuda”.

Quitándose la tierra de lasmanos, los niños

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siguieron al señor Morales fuera delinvernadero y hacia la luz del atar-decer. Enrique, Juan y Tomás pasa-ron corriendo junto a Ana y Teresa.

“Bebés”, murmuró Enrique alpasar. Ana le sonrió nuevamente.

El aire era fresco, pero las niñasno sentían frío.

“Me siento cálida y feliz”, dijoTeresa, viendo al cielo color rosa.

“Yo también”, dijo Ana.“¡Corramos a casa!” �

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Profeta del Señor, por David Lindsley“Y ha traducido el libro, sí, la parte que le he mandado; y vive vuestro Señor y vuestro Dios,

que es verdadero” (D. y C. 17:6).

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Los primeros miembros de la Iglesia, incluso el profeta José (en lacubierta) y su madre, Lucy Mack Smith (en la ilustración de la

cubierta posterior), vivieron anclados en la fe y la dedicación. Susvidas nos pueden servir de modelo. El élder M. Russell Ballard expli-ca: “Que sus ejemplos nos den el valor para que siempre seamos fielesy firmes en nuestras mayordomías al servicio de Dios, nuestro PadreEterno”. Véase “Anclados en la fe y la dedicación”, página 30.