Literatura monstruos Cono Sur

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Literatura. Monstruos. Cono Sur. Jose Monteiro Lobato. Elias Castelnuovo. Larvas. Urupes

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Nombre: Nicols Romn GonzlezFiliacin institucional: Candidato a Doctor en Estudios Latinoamericanos, Centro de Estudios Culturales Latinoamericanos, Universidad de Chile.Ttulo de la Ponencia:

Esttica y poltica: la categora del monstruo en la narrativa de Argentina, Brasil y Chile.Integrado en Cap 1 Arg y Bra.

No es por lo tanto la ausencia de limpieza o de salud lo que vuelve abyecto, sino aquello que perturba una identidad, un sistema, un orden. Aquello que no respeta los lmites, los lugares, las reglas. La complicidad, lo ambiguo, lo mixto.Poderes de la perversinJulia Kristeva

Palabras claves: monstruo, esttica, biopoltica, Jos Monteiro Lobato, Elas Castelnuovo.

El siguiente trabajo propone una relacin entre la monstruosidad y la narrativa escrita en Argentina, Brasil y Chile a comienzos del siglo XX. Nos interesa este perodo porque durante l se organizaron prcticas y saberes propios de la docilizacin del sujeto, en un contexto de modernizacin, adems, se comienzan a generar nuevos relatos sobre la nacin en los pases del Cono Sur. El nuevo desafo de la poca es generar, con colores propios, una teora de la identidad de los sujetos que integran lo nacional y los dispositivos que sujeten a estas poblaciones.En este contexto la narrativa relacionada con la monstruosidad se vale de la representacin de los dispositivos de poder normalizadores y sus efectos en los sujetos, ponindolos en escena transformados, por medio de la exageracin o refraccin de las consecuencias del saber y el poder. Sobre esa base, queremos identificar de qu manera los personajes monstruosos son una respuesta y una propuesta frente a los diferentes mecanismos que los inscriben en una cartografa de la subjetividad. Preliminarmente, comprendemos la deformidad del monstruo como una violencia a la razn, que provoca un desafo a la taxonoma y una escisin de los cuerpos que importan. Para demostrar esta propuesta utilizaremos definiciones de la monstruosidad al amparo de la biopoltica y la esttica romntica, cuyo conceptos nos permitirn leer las narrativas de autores como: Horacio Quiroga, Elas Castelnuovo y Jos Monteiro Lobato. Con este ejercicio de lectura comparada buscamos relacionar narrativa, subjetividad y monstruosidad para vincular el contenido de esta reflexiones con una definicin de la identidad de lo humano.

Estado del artePara abordar la literatura de monstruos queremos paritr desde los anlisis de la literatura fantstica. En cuanto a estos estudios (Knig; Morales), ellos subsumen el problema de la narrativa monstruosa dentro de la categora de lo fantstico. El aporte de este punto de vista radica en el abordaje de este fenmeno en el modernismo literario, como la consumacin de una literatura autnoma, moderna -en trminos culturales- y realizada por sujetos que se aproximan al mundo del agro en crisis desde el punto de vista urbano. Como primer punto, en estos estudios se destaca la relacin entre modernidad y literatura. En segundo lugar, se evala la influencia del cosmopolitismo y el nacimiento de diversos crculos intelectuales autnomos que producen una literatura sobre el mundo agro embestido por la modernizacin industrial. En tercer lugar destacan que, a pesar de la ambientacin rural de los relatos, la perspectiva de estos supera las expectativas de esa visin de mundo para situarse en la selva y el campo como motivos de preocupacin de un individuo que escribe desde la ciudad y se preocupa de lo rural desde una sensibilidad esttica urbano-moderna (Knig). A su vez, en esta visin, la naturaleza (Morales) es el lmite de la cultura y un suplemento de lo humano, una realidad excedente que rodea la condicin del sujeto. En este contexto, se representa la crisis de aquel mundo cclico dominado por las ideologas agrarias regidas por principios metafsicos como Dios, la religin, y los ciclos naturales. La crisis de la naturaleza como horizonte bloqueado por las pulsiones de la modernidad genera que esta se convierta en una dimensin enrarecida y mortfera (Morales). Segn nuestra mirada, la monstruosidad se hace cargo de las contradicciones sociales de manera autnoma: es una experimentacin de la forma enmarcada en una sensibilidad esttica.

Monstruos y anlisis.Mi lectura trata de posicionarse en el campo de los monstruos, no ya como una versin de lo fantastico, sino como una posicin que descubre sus articulaciones biopolticas y sus tramas epistmicas. Los monstruos que quiero analizar estn en el cuento El atolladero/Boca-Torta (1918) de Monteiro Lobato, cuyos hechos ocurren en una fazenda del Brasil y Larvas (1931) de Elas Castelnuovo, que ocurre en una colonia infantil.En especial, me gustaran indicar que los monstruos son ndices de diferentes tipos de subalternidad (raza, gnero, infancia) y su representacin tiene que ver con los discursos que tejen esos cuerpos y sus imgenes literarias. En estos textos la irrupcin de las deformidades tensiona las referencias a los sujetos y los deseos. Principalmente, las operaciones discursivas que se ven trastocadas y estn relacionadas con la premisa: un cuerpo es igual a un sujeto, cuya identidad se basa en la oposiciones binarias entre lo humano y no humano, lo humano y lo animal, el sujeto y la naturaleza, de las que podemos desprender polmicas que organizan la cultura latinoamericana, tal como los binarismos campo/ciudad y civilizacin/barbarie. Si una oposicin binaria funda una identidad, en este contexto, los monstruos hacen una violencia a esa identidad por medio de su indistincin que condensa la oposicin entre sujeto y cuerpo, o bien, entre humano y animal. Ellos vuelven porosas, inestibales y deformes la distincin de las identidades. El monstruo aproxima aquellos dos trminos que se repelen en una tercera posicin que es aberrante, de este modo, acentan su capacidad de ser otros por medio de la transformacin de aquello que se pretenda estable, o bien, son la opacidad fulgurante frente a aquello que se pretende correcto. a)En el caso del cuento de Monteiro Lobato, Boca-torta (torcida), la asfixia del ambiente ya no solo determinar la conducta de los sujetos, sino que exacerbara su perversidad y deformidad. La narracin comienza con la descripcin pedaggica sobre el uso de los nombres de santos para nombrar ciertas localidad y artculos de uso comn en el Brasil. Costumbre que es heredada de los portugueses que arribaron el siglo XV. Aquella prctica recurrente solo ser interrumpida cuando hay un hito geogrfico destacado, cuya figuracin inevitable pasa a denominar al lugar completo. En este caso, el espacio donde ocurre la accin es la fazenda llamada El atolladero, que se encuentra prxima a un lodazal en el que han muerto animales y personas. La narracin que ocurre en este espacio del lodazal es sobre la joven Cristina hija del dueo de la fazenda en el momento de ser visitada por su novio Eduardo. Justamente en esta visita corre el rumor de que el cementerio ha sido profanado y ha aparecido el cuerpo de una joven desenterrado y agredido sexualmente. Segn las voces del cura del pueblo quien ha perpetrado el sacrilegio ha sido Boca-torta, un sujeto deforme que habita fuera del pueblo a orillas de un monte. Esta es su descripcin: Boca tuerta es la mayor curiosidad de la fazenda. Hijo de una esclava de mi padre, naci el infeliz, deforme y horripilante, como no se recuerda otro. Un monstruo! De tan feo huy del mundo y hace aos que vive solitario, metido en el monte, de donde raras veces sale y solamente por la noche. El pueblo cuenta de l horrores: que come criaturas, que es brujo, que tiene parte con el diablo... todas las desgracias de la comarca van por cuenta suya. (Monteiro 82)

Todas las sospechas de las profanaciones caen encima de Bocatorta aparentemente por su composicin corporal y su condicin racial. l es castigado con un exilio autoimpuesto no solo por ser negro hijo de una esclava, sino que su condicin de exclusin es extrema debido a que su fisonoma no corresponde con la de los sujetos que habitan la fazenda. Dentro de la narracin, a propsito de la singuralidad de la condicin corporal de Bocatorta, Eduardo, el prometido de Cristina, de profesin bachiller de origen urbano, sugiere que para l es necesario conocer al monstruo, puesto que las habladuras que giran en torno suyo no son ms que elucubraciones realizadas por el cura. El bachiller argumenta que el sujeto exluido es vctima de la desigualdad, la pobreza y la ignorancia. Ante esto, la familia decide visitarlo para corroborar la hiptesis de Eduardo que es recelada frreamente por Cristina, quien durante su infancia fue atemorizada por la figura de Bocatorta. Su rechazo es inmediato y la afecta notablemente, debido a que se enfrentara a sus peores pesadillas de nia donde era perseguida ciegamente por el monstruo sin poder pedir auxilio debido a que perda la voz mientras escapaba. El hacendado descree de los rumores y se interna con su familia en la espesura del mato hasta llegar a donde habita el monstruo. La casa es un escenario degradado sin contencin: No tena aspecto de vivienda humana la cueva del monstruo. A manera de paredes, palos a pique apenas unidos entremediados de ramas secas. Por techo, sujetos con piedras chatas, manojos de paja ahumada y podrida [...] La entrada era un agujero por donde apenas pasara un hombre a gatas (Monteiro 89). La casa se condice con la imagen que se tiene del monstruo que habita exiliado del pueblo, el lugar donde vive est por debajo de los peores jergones, su casa est ms cerca de ser un corral de animales que una habitacin humana. El espanto comienza cuando el hacendado, Juan Lucas De Moura, reclama la presencia del sujeto:El horror se haba personificado en l, abultado, sobre todo, en la monstruosa deformacin de la boca. No tena labios y las encas anchas, violceas, con raros troncos de dientes bestiales, hincados al azar, aparecan crudas, como enorme llaga viva. Y torcida, puesta a travs de la cara, en una mueca diablica, resumiendo lo que de feo puede componer horripilante. Aun cuando se les estampase en la boca cuanto fuese preciso para dar a aquella criatura el colmo de la asquerosidad, la naturaleza malvada fue ms all, dndole piernas combas y unos pies deformados que ni remotamente recordaban la forma del pie humano [] ... todo en el rompa el equilibro del cuerpo humano, como si la teratologa se hubiese ensaado en crear una obra maestra. (Monteiro 90)

El monstruo aparece con normalidad fuera de su vivienda y sus espectadores al verlo quedan perplejos. El Bachiller que no puede concebir la existencia de un sujeto tan horripilante recomienda que es mejor volver a casa sin mediacin. Despus de visitar a Bocatorta, al momento de regresar se precipita la accin que resuelve la tensin del relato. Cuando la hija del hacendado vio al monstruo qued fuertemente afectada: Cristina sinti en ese momento un escalofro nico que le sacudi todo el cuerpo, como si lo convulsionase una corriente elctrica. Al da siguiene amaneci febriciente (Monteiro 91). Al octavo da de fiebre, la hija de la familia fallece y el Bachiller pierde a su prometida. Agregar reflexin sobre el contagio y la enfermedad *La forma ms obvia (en todo caso las ms a mano, la ms legible) para ir ms all del tipo social, poltico, literario, cultural (la unidad de clasificacin), es metaforizar la enfermedad (cuyo principio est dado por el monstruo) y los terrores que convoca, ese terror que paraliza, viola la ley, a la que le quita la voz (el principio de clasificacin) y amenaza con un contagio imposible de contener. (Link Enfermedad y cultura 250)

.* Link, Daniel. Enfermedad y cultura: poltica del monstruo. Literatura cultura y enfermedad. Wolfgang Bongers y Tanja Olbrich (comps.). Buenos Aires: Paids, 2006.

Despus de la muerte de la joven su novio entra en un fuerte estado de melancola y desesperanza, sin poder olvidarla se dirige al cementario en la noche y contempla la cruenta escena que descrea respecto de la profanacin, esta vez siendo perpetrada en el cuerpo sin vida de Cristina, perturbado frente a la escena l contempla: Un cuadro horroroso presentndoseles de golpe: un cuerpo blanco, desnudo, inerte, yaca en el suelo, y liado a l, un bulto vivo, negro como un pulpo (Monteiro 97). Frente a la situacin Eduardo regresa a la casa relatando lo sucedido. Finalmente: El padre de Cristina lanz un rugido de fiera, y como fiera mal-herida se lanz sobre el monstruo. La hiena, malgrado la sorpresa, escap al bote y huy. Y cojeando, tambaleante, semidesnudo, tropezando con las cruces, salvando sepulcros con agilidad inconcebible en semejante criatura, Boca-tuerta salt el muro y huy, seguido de cerca por la sombra gemebunda de Merimbico. (Monteiro 97)

Por ltimo, para asesinar a Bocatorta, el hacendado lo lanza en el lodazal. Eduardo en el suelo pasmado no puede hacer nada frente a la situacin. No puede resguardar el descanso de su novia muerta ni tampoco puede hacerse parte de la venganza. Su figura asombrada escucha a lo lejos los gritos sordos que vienen del atolladero, la trampa en que va a morir al monstruo en un beso fatal con la tierra que lo traga. El bachiller inoperante no se puede sobreponer a la situacin, la contempla desde lejos, como un tercero, su posicin relacionada con el saber lo excluye de la solucin vengativa que toma el hacendado con el monstruo. La inoperancia del Bachiller, viene a representar la posicin de la letra o el saber ilustrado frente a un conflicto que est fuera de sus mrgenes de aplicacin, al contemplar la deformidad del cuerpo de Bocatorta comprende que ese cuerpo no es aprehensible dentro de los lmites de lo humano que el conoce y, por lo tanto, lo rechaza. Las formas de representacin en la fazenda son dicotmicas y excluyentes y, al momento de atraerse se anulan. Con esto quiero decir que el cuerpo degradado del monstruo se opone al cuerpo puro de Cristina, su oposicin radical no genera un dilogo sino que la anulacin de ambos. Ella muere fulminada por la abominacin que no resiste, es vctima de un contagio, y el monstruo es asesinado vctima de la familia de la joven. En ese cuadro de oposiciones corporales la letra, encarnada por el Bachiller, no tiene un rol activo en la solucin de la tensin. Su posicin queda perpleja frente al despliegue de una solucin que atasca esta situacin en el atolladero. En este cuento de Monteiro Lobato el lodazal contamina las relaciones sociales y las vuelve ajenas a una accin que pueda desprender a los sujetos de su entorno. El Bachiller, como sujeto mvil que viene e impugna la lgica del campo se atasca frente a la deformidad del monstruo que fulmina la pureza de Cristina arrastrndola hacia su trampa de necrofilia. Esta concepcin abiertamente dicotmica entre el cuerpo horrendo y el cuerpo puro se anula cuando ambos elementos son aproximados, aunque la peor parte la tiene el hijo de la esclava, el negro, que vive excluido del pueblo, pero que retorna de su exclusin como la vuelta de lo reprimido.La misin letrada de superar las diferencia entre el campo y la ciudad se dificulta con la irrupcin del monstruo. La funcin del saber de identificar fracasa frente a aquello que no es identificable y es impotente frente a la contaminacin y la deformidad. Por otro lado, el discurso religioso al que se opone el bachiller, sustenta las creencias de Bocatorta como una alteridad radical. Cristina es una pieza y una vctima de ese discurso, ya que su pureza y bondad por s misma no soportan la degradacin del monstruo.

b)Los recursos de contaminacin e indistincin de los monstruos se oponen a un discurso de identidades estables y no pueden ser contenidos por la accin del discurso letrado. Los monstruos son muestras de una exlusin que se deforma y que en los marcos reguladores del saber ya no es reconocible. Nuevamente en Larvas (1931) est presente el tema de la exclusin y el saber. El narrador de estos cuentos es un profesor que en cada captulo relata su relacin con diferentes nios recluidos en esta prisin de infantes que rene a los abandonados y los delincuentes.Ellos no son solamente vctimas de la marginacin, sino que son protagonistas de la atrocidad, estn degradados a un punto de ser irredimibles y son prisioneros de los de factores de una estructura social que los produceAntes de llegar al reformatorio, los nios pasaban por muchas sentinas policiales donde aprendan el abecedario de todos los vicios. Dificilmente vena un chico normal. De cien, ochenta eran anormales. Ms o menos retardados. Ms o menos idiotas. Melanclicos o suicidas. El conjunto de aquellas cuatrocienras criaturas, concentradas en aquel establecimiento correccional, pareca un cementerio donde la degeneracin errante y annima sepultaba piadosamente el alma de sus pecado. (Castelnuovo 135)

La deformidad de los chicos se ve reforzada por su exclusin, ellos no tienen la capacidad de circular por otros espacio que no sean los muros de contencin del reformatorio que los mantiene marginados en la provincia de Buenos Aires. La sociedad se libera de estos muchachos y los excluye en ese espacio ciego, ellos son un exceso o un excedente: Muchas personas crean que aquella colonia era un torno de expsitos o un receptculo de inmundicias. No haba ms que aproximarse a la puerta de la cloaca y arrojar el bulto en el interior. Despus, disparar (Castelnuovo 203). La degradacin del relato en voz del profesor describe un espacio donde la degradacin es la norma y rehabilitacin algo imposible. El reformatorio es un lugar en el que los marginados viven en la indistincin. El poder los excluye y los encierra para que sus cuerpos sean degradados, no para que sean productivos. Si la funcin del profesor en este contexto es promover la influencia del saber, su autoridad se sumerge en la noche negra de la perversin. Los nios son los actores del vicio en los relatos del profesor.--Los nios del reformatorio no solo son abandonados, son monstruos irredimibles como Mandinga, el protagonista del relato del mismo nombre. Este nio, cuyo apelativo es una manera popular de referirse al diablo, es parte de la banda de los suicidas al interior de la correccional. Su asepcto y conducta tienen una perversidad diablica:Mandinga posea, sin duda, la imaginacin ms apretujada y tenebrosa de un bicho. Su aspecto, asimismo, era el aspecto de un bicho inmundo y repugnante. Tena las cejas muy pobladas, la tez amarilla y las pestaas rspidas. Toda la extensa superficie de su crneo estaba revestida por un pelo tupido e hirsuto cuyas puntas emergan del casco como las lianas de un pantano. Entre las cejas y el arranque del cabello apareca un lingote de carne arrugada y tumefacta: era la frente. (Castelnuovo 138)

Mandinga era hijo de un coronel ebrio y su hija de quince aos. Viva en el orfanato junto con su hermano gemelo Moto y merodeaban por los subterrneos y baos del reformatorio. El comportamiento del nio azuzaba la curiosidad del padre Lucas, sacerdote que se inclinaba por las personalidades ms perversas del orfanato, este trataba de entender cmo operaban los pensamientos del nio, por qu se mostraba indolente y cmo llegaba a ser uno de los recluidos ms perversos. La tensin se incrementa debido a que Mandinga en un juego de militares castiga a su hermano por desobecerle lo fue empujando con las rodillas hasta introducirlo en el cuarto de bao donde lo cerr con llave. Antes de clausurar la puerta, naturalmente, abri la lluvia (Castelnuovo 149). Moto muere fulminado por una enfermedad. Mandinga despus de la muerte se vuelve impenetrable, una sombra de lo que fue, si su comportamiento antes era perverso ahora se ha vuelto errtico. No expresa ni dolor ni arrepentimiento, lo que despierta la intriga del padre Lucas. Este piensa que el nio muestra algo diferente, pero no se convence de que esta actitud logre un cambio en su comportamiento: El sacerdote no poda ignorar que a Mandinga le ocurra algo, pero en qu consista? Es que le haba alcanzado a l tambin la gracia de Dios? (Castenuovo 152) . El sacerdote lo acosa para que se muestre acongojado, lo insta a llorar, lo persegu lo acompaa, acta como si debiese contenerlo. Si la muerte de Moto hace de Mandinga un sujeto fro y extrao, un pequeo monstruo con su propia moral, lo que ocurre despus en el cuento recrudece la imagen temible de los reclusos de la correccional. Una vez muerto Moto, llega un nio de ocho aos hurfano. Mandinga se hizo cargo del nio sin padres, lo protegi del resto de la colonia infantil, le mostr los espacio que frecuentaba con Moto hasta que una noche, el desconocido desapareci y al da siguiente se lo encontr muerto en el stano. Estaba amordazado con una servilleta y le faltaban los dos ojos. Aun con las cuencas vacas, el rostro de la criatura no haba perdido su aspecto angelical (Castelnuovo 154). Toda la atencin del crimen del nio pequeo fue puesta sobre Mandinga, a este se lo recluy en una sala de castigo para presionar la confesin del crimen. En su celda desnudo y aislado es sometido a torturas y aun as no muestra la menor intencin de responsabilizarse de lo ocurrido.El sacerdote, consternado, busc a Mandinga para que manifestase su arrepentimiento. La sola expresin de dolor hara que el nio pudiese purgar la muerte de su hermano que lo llev a deshacerse del pequeo nio hurfano; aunque, la insistencia del cura no persuadi al joven acusado de ser el doble homicida. El padre Lucas no poda contener la angustia de estar frente a un sujeto que ante a las peores atrocidades se mostraba impasible. Finalmente, el clrigo renuncia a que Mandinga sea un alma redimible y lo acusa directamente. En su celda lo interpela como un asesino sin recibir ninguna respuesta, salvo el juego mecnico del sujeto haciendo bolas de pan hasta que: De repente, el nio volte la cabeza y lo mir con un cinismo atroz, al tiempo que sonri como una babosa. Sus labios se replegaron sin hacer ruido lo mismo que un gusano de albaal [canal o conducto que da salida a las inmundicias]... el padre Lucas sinti que algo asqueroso se introdujo en su cerebro y le revolvi bruscamente las ideas. Una ola de furor satnico le sacudi el cuerpo. (Castelnuovo 158)

Finalmente, el cura no obtiene nada salvo su propia desesperacin frente a Mandinga que se ha vuelto impenetrable. Este no muestra ningn rasgo de arrepentimiento, no tiene ninguna intencin de comunicarse con los adultos que lo tienen recluido, no acusa ninguna inquietud de reinscribirse en el espacio del reformatorio. Mandinga es indiferente ante la brutalidad de su castigo, en l no se puede distinguir un acto de voluntad comunicable ni asimilable a las conductas de los otros nios del reformatorio, ni menos se arrpiente para recibir el perdn y reingresar al crculo de los redimidos. La corrupcin de Mandinga en este ambiente nefasto ha hecho que su voluntad se vuelva indistinguible, pero no irreconocible, en l los rasgos de la condicin humana son ciegos y oscuros, impenetrables, una consecuencia de su reclusin funesta. El encierro neg la capacidad de cualquier dialogo posible y la renuncia a expresar cualquier tipo de palabra, como la del arrepentimiento. El nio monstruoso se resiste a reingresar a la esfera del lenguaje, que le fue anteiormente negada al ser un prisionero de la correccional. Los nios del reformatorio son vctimas de la exclusin del poder. El rechazo y el aislamiento en que viven los degradada al punto de no hacer distinguible su humanidad. Estos infantes monstruos son ajenos al saber religioso y pedaggico. El sacerdote es incapaz de reconocer lo que ocurre en el reformatorio en su cdigo y el profesor interviene sin tener resultados. Se decepciona hasta vacilar y preguntar al director Acaso creo yo en la salvacin de estas almas? -dije yo a un cretino que se chupaba el dedo [el director]-. Acaso estas almas son almas degradadas o envilecidas por el ambiente? No ve que son almas sin alma? Que nunca han tenido alma? Que Dios no ha puesto en ellas jams el soplo divino? (Castelnouvo 229). A pesar de que esta no es la postura final del profesor, su protesta reconoce la condicin liminar de los nios convertidos en monstruos, enrostrndole implcitamente la responsabilidad al director. Finalmente, los nios del reformatorio estn fuera del alcance del saber que detenta el profesor.El discurso letrado representado por el profesor es incapaz de hacer frente a la degradacin monstruosa de los nios. La capacidad de disponer a esos sujetos bajo un cdigo productivo que estabilizar su conducta en funcin de la reinsercin social es un objetivo imposible de lograr en un espacio viciado. Las normas de convivencia al interior del recinto correccional no son normas ntidas, sino que son la traduccin de la opacidad social de la misma condena. Es decir, la deformidad de los nios es la deformidad de las medidas discplinarias aplicadas a sus cuerpos. La identidad en estos sujetos est expuesta a la contaminacin, la exclusin y la degradacin. El profesor como funcin de la ciudad letrada se corroe y manifiesta una dbil resistencia frente al estado viciado de la convivencia al interior del centro de reclusin. El discurso pedaggico no alcanza a cumplir su promesa civilizatoria y fracasa en la marisma infesta de la degradacin moral.

6.- Conclusiones En estos cuentos, en general, la monstruosidad es una ruptura con la representacin estandarizada de los sujetos, que se vuelve una forma liminar de representacin ms all de lo imaginable, una deformidad, que segn la capacidad de quien la contempla se vuelve inaprehensible. En ese sentido, lo monstruoso es un suplemento de sentido que se transforma en una opacidad reveladora de los mecanismos coercitivos. La refraccin propuesta por lo monstruoso es la imagen de las consecuencias de estos dispositivos represivos como un exceso. El monstruo ofrece la articulacin del sujeto en las claves de su deformidad.Esa condicin le provee una identidad problemtica que los hace ser inaprehensible por los discursos del saber. Los monstruos no son asimilados por los personajes que representan el mundo letrado en las narraciones. Sus cuerpos se constituyen sobre la base de la analoga, su proximidad con el entorno contaminado los degradada y los vuelve agentes de contagio. Su deformidad no tiene un paso atrs y el ambiente tanto el reformatorio como la fazenda exacerba las transformacin de su perversidad. Las contaminaciones por la proximidad de lo viciado se enfrentan a las identidades estables y desafan los presupuestos de la voluntad de dominio del sujeto por sobre el cuerpo. En este caso, el cuerpo tiene un potencia mortfera indmita, los sujetos se transforman y ya no se distinguen por ser alguien, por tener una identidad, pues ya se han convertido en lo otro, oponiendo su carga semntica analgica que se estanca hasta la deformidad. Aunque, en ese contexto la irrupcin de la letra tiene el objetivo de reforzar la pedagoga de las identidades, su fracaso es palpable en la incapacidad de reconocer los trnsitos de los sujetos o de los elementos corrodos de sus composiciones corporales. El resultado adverso del saber, representado por el Bachiller y el profesor, ocurre ante a la indistincin provocada por el ambiente, la degradacin, la contaminacin, la reclusin y las dems operatorias de proscripcin de los cuerpos no deseados. El avance de la letra hacia la inclusin tropieza con los escollos de la marginacion y el tratamiento inhumano de las diferencias sociales y raciales. BibliografaCastelnuovo, Elas. Larvas. Buenos Aires: Biblioteca Nacional, 2013.

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