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LOS TRASTORNOS DEL COMPORTAMIENTO, ENTRE EL PENSAMIENTO Y LA ACCIÓN* Adela Abella** El título de este simposio invita a considerar los trastornos del comportamiento y su tratamiento desde un punto de vista particular: entre el pensamiento y la acción. Este tipo de pato- logía puede en efecto ser comprendida como un fracaso del pensamiento, de la mentalización, con el resultado de una ten- dencia, en el niño y en el adolescente al igual que en el adulto, a la expresión del conflicto fundamentalmente a través de actuaciones comportamentales. La consecuencia grave de este fracaso de la mentalización es que el comportamiento y la acción, privados del efecto modulador y regulador del pensa- miento, tienden a adoptar formas extremas y violentas, con fre- cuencia peligrosas para el sujeto y para su entorno, sin valor adaptativo y que finalmente resultan dañinas para el desarrollo del individuo. Pero el problema es más complejo. Esta concepción clá- sica de una oposición entre pensamiento y acción se ha enri- quecido posteriormente con la idea de la existencia de otro tipo de relación entre ambos términos. Así, se han descrito en la clínica pensamientos que son utilizados como una forma de 47 CUADERNOS DE PSIQUIATRÍA Y PSICOTERAPIA DEL NIÑO Y DEL ADOLESCENTE, 2007; 43/44, 47-70 * Ponencia presentada en el XX Congreso Nacional de Sepypna que bajo el título “Entre el pensamiento y la acción: abordaje terapéutico de los trastor- nos de conducta en el niño y en el adolescente” se desarrolló en Badajoz del 25 al 27 de octubre de 2007. Reconocido de interés científico-sanitario por la Consejería de Sanidad de la Junta de Extremadura. ** Psiquiatra Psicoanalista. Dirección e-mail: [email protected]

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LOS TRASTORNOS DEL COMPORTAMIENTO, ENTRE EL PENSAMIENTO Y LA ACCIÓN*

Adela Abella**

El título de este simposio invita a considerar los trastornosdel comportamiento y su tratamiento desde un punto de vistaparticular: entre el pensamiento y la acción. Este tipo de pato-logía puede en efecto ser comprendida como un fracaso delpensamiento, de la mentalización, con el resultado de una ten-dencia, en el niño y en el adolescente al igual que en el adulto,a la expresión del conflicto fundamentalmente a través deactuaciones comportamentales. La consecuencia grave deeste fracaso de la mentalización es que el comportamiento y laacción, privados del efecto modulador y regulador del pensa-miento, tienden a adoptar formas extremas y violentas, con fre-cuencia peligrosas para el sujeto y para su entorno, sin valoradaptativo y que finalmente resultan dañinas para el desarrollodel individuo.

Pero el problema es más complejo. Esta concepción clá-sica de una oposición entre pensamiento y acción se ha enri-quecido posteriormente con la idea de la existencia de otrotipo de relación entre ambos términos. Así, se han descrito enla clínica pensamientos que son utilizados como una forma de

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* Ponencia presentada en el XX Congreso Nacional de Sepypna que bajoel título “Entre el pensamiento y la acción: abordaje terapéutico de los trastor-nos de conducta en el niño y en el adolescente” se desarrolló en Badajoz del 25 al 27 de octubre de 2007. Reconocido de interés científico-sanitario por laConsejería de Sanidad de la Junta de Extremadura.

** Psiquiatra Psicoanalista. Dirección e-mail: [email protected]

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acción y acciones que tienen la finalidad fundamental de tras-mitir una comunicación. Se trata por ejemplo de la palabra queintenta no comunicar sino influenciar al otro, hacerle algo,hacer que el otro sienta algo o que el otro haga algo. Así, lapalabra que hiere o que calma o que seduce: en el fondo, másacción que palabra.

A la inversa, ciertas acciones tienen fundamentalmente unvalor comunicativo, son acciones que dicen lo que el niño o eladolescente no puede expresar verbalmente. Comportamien-tos que son en realidad peticiones de ayuda, o intentos decomunicar sentimientos de tristeza, de ira, de amor.

Actualmente los estudios empíricos sobre los resultados dela psicoterapia dan por aceptada su eficacia en el tratamientode buen nombre de patologías psíquicas, entre ellas preci-samente los trastornos del comportamiento del niño y del ado-lescente. No es de este aspecto de lo que voy a tratar. La pre-gunta que quisiera plantear concierne la naturaleza del procesopsicoterapéutico con este tipo de pacientes. Es decir: ¿cómoaparecen los trastornos del comportamiento en el curso deuna psicoterapia?, ¿qué valor toma en este contexto preciso lo que el niño o el adolescente dice o hace? Paralelamente¿cómo interviene y qué efecto tiene lo que el psicoterapeutadice o hace? En otros términos, ¿cómo se expresan, qué valortoman el pensamiento, la palabra y la acción en el contexto deuna psicoterapia, de qué forma pueden ponerse al servicio delcambio psíquico o, al contrario, entorpecerlo?

ACCIÓN Y PENSAMIENTO EN EL PENSAMIENTO PSICOANALÍTICO

En la historia del pensamiento psicoanalítico acción y pen-samiento aparecen en una doble relación: a veces comoopuestos, otras veces como interdependientes.

Freud propone considerar el problema del origen del pen-samiento en relación con la existencia de dos tipos de funcio-

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namiento mental, el primero bajo el dominio del principio deplacer, el segundo supeditado al principio de realidad (Freud,1910-11). El primero reposa fundamentalmente sobre la ac-ción, el segundo sobre el pensamiento. La creación de pensa-mientos aparece así ligada a la ausencia de satisfacción y esposible gracias al fracaso de la realización alucinatoria deldeseo. Es decir, confrontado a la frustración, el bebé alucina lasatisfacción, de forma que el pensamiento llena el vacío de lagratificación esperada con una representación. La idea implí-cita es que necesitamos imaginar, pensar sólo aquello que estáausente.

Un aspecto importante de esta conceptualización freudianaes el hecho de que se sitúa en el contexto de la noción de unestado inicial de narcisismo primario. Con estos términos aludeFreud, bajo la influencia de las concepciones neurofisiológicasde la época (Manzano, 2007), a un estado hipotético en el queel bebé ignora la existencia de un mundo externo. Así, sepuede decir que el modelo freudiano inicial se sitúa en lo quese ha llamado una “psicología de una persona”: el origen delpensamiento puede ser entendido en términos de la maneracomo el individuo gestiona, al interior de sí mismo, en circuitocerrado, entre él y él, la frustración de sus necesidades.

Los autores post-freudianos han insistido sobre el rol delobjeto en el proceso del origen y desarrollo del pensamiento.La reflexión psicoanalítica ha pasado así gradualmente a seruna “psicología de dos personas”. Según esta manera de ver,el pensamiento se desarrolla por y en la relación.

En esta línea de desarrollo teórico, Melanie Klein aportauna noción fundamental. Se trata de la idea de la existencia deuna relación de objeto desde los primeros estadios de la vida(Klein, 1932). La noción de un narcisismo primario es reempla-zada por la idea de que toda experiencia, tanto del bebé comodel adulto, esta contextualizada por una relación, es decir, queel sujeto vive cada una de sus experiencias como vinculadas a un objeto. Esto implica la existencia, desde un principio, de

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representaciones, incluso si éstas son inicialmente rudimenta-rias y primitivas. Estas representaciones iniciales se enriquece-rán posteriormente, de forma gradual, a través del intercambioentre el sujeto y el objeto por medio de múltiples identificacio-nes proyectivas e introyectivas.

En esta conceptualización la noción de ausencia no desa-parece. Por el contrario, esta noción mantiene una importanciafundamental pero opera de una manera diferente. La ausenciano interviene ya en la creación del pensamiento sino en sudesarrollo posterior. Es decir, las representaciones, presentesdesde el principio y conectadas de entrada con el objetoadquirirán su independencia, su verdadero carácter de símbolodespegado del objeto inicial a través y en la medida en que elsujeto se separa del objeto. El modelo inicial se ha transfor-mado. En este nuevo modelo la ausencia, o más precisamentela capacidad de tolerarla, interviene en un segundo momento:los pensamientos se originan en y por la relación de objetopero adquieren su carácter específicamente mental, se con-vierten en verdaderos símbolos en la medida en que se despe-gan del objeto.

La dificultad de este proceso reside precisamente en quese sitúa al interior de una relación de objeto. Así el proceso dedesarrollo del pensamiento se ve estrechamente vinculado a lacomplicada gestión de la relación con un objeto que es simul-táneamente amado y odiado y del que es extremadamente difí-cil separarse y hacer el duelo. Asistimos aquí a una paradoja.Esta paradoja reside en el hecho de que es precisamenteaquello que permite un determinado proceso lo que le plantealas mayores dificultades a dicho proceso. El enemigo está encasa. Dicho más precisamente, la relación de objeto permite eldesarrollo del pensamiento, y al mismo tiempo su mayor difi-cultad reside precisamente en los avatares de dicha relaciónde objeto. De esta forma, en este modelo, los fracasos en eldesarrollo del pensamiento, sus inhibiciones o su carácterdemasiado concreto –las ecuaciones simbólicas– derivan de

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los conflictos. Más exactamente, tienen su origen en las defen-sas frente a los diversos conflictos inherentes a la relación pro-fundamente pulsional y ambivalente que el sujeto mantienenecesariamente con el objeto.

Winnicott aborda la cuestión desde un punto de vista dife-rente. La noción fundamental es aquí la de “creado-encon-trado” (Winnicott, 1951). La idea de base es que el pensamien-to se origina cuando el objeto necesitado por el bebé coincidecon el objeto presentado por la madre. Este encuentro se rea-liza en lo que Winnicott llama el área de la ilusión. El bebénecesita algo, la madre se lo ofrece: de la conjunción entre unanecesidad y la presentación del objeto capaz de satisfacerlanace su representación. Aquí también, la ausencia no inter-viene más que en una segunda fase. Una vez el pensamientoformado, cada vez que el niño siente una necesidad, el pensa-miento correspondiente será evocado. El aspecto decisivo aquíes que, por la fuerza de la realidad, este pensamiento evocadoen la mente del niño coincidirá algunas veces con la presenciareal del objeto en el exterior pero no siempre. De esta forma, através de la ausencia, a través de la experiencia de desilusión,el pensamiento se irá desligando progresivamente del objetooriginal. Es decir, el encuentro en lo que Winnicott llama el áreade la “ilusión” entre la necesidad y el objeto que la satisface daorigen, crea el pensamiento; y el desencuentro entre el pensa-miento y la realidad externa correspondiente, la “desilusión”,permite el desarrollo de dicho pensamiento.

Bion da un paso más. Este autor modeliza el funciona-miento mental de dos maneras particularmente sugestivaspara la clínica (Bion, 1962). La primera consiste en ver estefuncionamiento a imagen del sistema muscular: la mente tratade expulsar, de evacuar las experiencias frustrantes. Se tratade un funcionamiento rudimentario al servicio del principio delplacer. El segundo modelo recurre al aparato digestivo: con-frontado a la inevitabilidad de la frustración, el aparato mentalno tendrá otro remedio que tratar de modificar la realidad,digerirla y trasformarla –ya se trate de la realidad externa o

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interna–. Este segundo modelo de inspiración digestiva seaplica por tanto a un funcionamiento más evolucionado, capazno sólo de tener más en cuenta la naturaleza de la realidadsino de influir sobre ella, de intentar transformarla.

En este vertex, pensamiento y acción no aparecen comoopuestos sino que van de la mano: el pensamiento no es sólouna manera de representar la realidad ausente, sino una formade transformar la experiencia. El pensamiento se acompañapor tanto de una acción sobre el objeto. Dicho de otra manera,la oposición importante no recae ya entre pensamiento y ac-ción como formas alternativas y excluyentes sino entre un pen-samiento que es acción evacuativa y un pensamiento quetoma valor de acción transformativa.

El aspecto común entre el modelo Bion y los otros mode-los post-freudianos reside en la idea central de que esta evo-lución se realiza a través de la relación con el objeto. Es decirque lo significativo no es sólo, ni siquiera fundamentalmente, elhecho de que el objeto aporte la satisfacción de una necesidaddel sujeto. A través del concepto de la capacidad de reveriematernal Bion introduce la noción de la importancia del pensa-miento y de la acción del objeto. Bion proporciona así unmodelo explicativo de la naturaleza del aparato de pensar pen-samientos y de la génesis de la función alfa. Muy brevementeresumido, por el término de función alfa Bion entiende el pro-ceso de transformación de elementos sensoriales y emociona-les brutos, cuyo carácter concreto les aparenta a cosas capa-ces de ser expulsadas pero no pensadas, en productos máselaborados que tienen ya el carácter de pensamientos. Segúnesta lógica, lo que permitirá al bebé desarrollar su capacidadde pensar y construir sus pensamientos no es otra cosa que lacapacidad de la madre de recibir, contener y desintoxicar lasexperiencias emocionales brutas del bebé, devolviéndole unproducto más elaborado, más “pensado” y más “pensable”que el bebé puede asimilar y utilizar.

Más recientemente, los estudios sobre el desarrollo tempra-no han aportado cierta confirmación experimental à estos últi-

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mos desarrollos. Por una parte estos estudios han mostradocómo el bebé nace en efecto con una serie de competencias ycómo influye activamente, desde los primeros días de su vida,en las personas que le rodean. Otros estudios se han centradomás particularmente en el rol de la interacción en la estructu-ración del pensamiento. Su resultado ha sido mostrar cómo elpensamiento se crea y se estructura no en oposición a la ac-ción sino como consecuencia de la acción. Así Stern (1995) de-fiende la idea de que para poder construir sus pensamientos,el bebé necesita la presencia de un objeto sobre el cual puedaactuar. El contacto con el objeto, la posibilidad de poder mani-pularlo, de explorar sus características y sus respuestas, es loque permite al bebé construir una representación de dichoobjeto. La ausencia del objeto interviene secundariamente,suscitando la evocación del pensamiento. La idea fundamentales aquí la de una interdependencia genética entre pensamientoy acción, y por tanto entre la creación del pensamiento y larelación con un objeto sobre el que es posible actuar.

De manera muy resumida se puede decir que todos estosmodelos post-freudianos comparten la idea de base de la ne-cesidad de dos fases en el proceso de desarrollo del pensa-miento: una primera fase en la que es imprescindible la presen-cia y la intervención del objeto, seguida de una segunda faseen la que el elemento fundamental es la capacidad de tolerarsu ausencia. Se podría decir que todos ellos heredan del mo-delo freudiano la idea de la necesidad de la ausencia del objetoy que la innovación decisiva es el hecho de anteponer a estafase de necesaria ausencia una fase de obligada presencia.

MODELOS PSICOANALÍTICOS DE PROCESO TERAPÉUTICO

Lejos de revestir un interés meramente académico, estasdiferentes maneras de concebir el origen del pensamiento y surelación con el objeto, con la acción, están íntimamente ligadasa la manera en que comprendemos tanto el desarrollo del niño

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como la acción terapéutica de la psicoterapia. En efecto, hayuna interdependencia entre el modelo de desarrollo temprano,explícito o implícito, y el modelo de acción terapéutica, explí-cito o implícito. Esta interdependencia deriva del hecho que elproblema del desarrollo mental y el problema de la maneracomo la psicoterapia puede promover el cambio psíquico seresumen a la cuestión de cómo concebimos la manera comoel individuo construye su relación consigo mismo y con losotros, cómo el individuo se conoce y conoce su entorno, quéactitud adopta ante la realidad externa e interna y cómo inten-ta transformarla. Dicho en otros términos, cómo simboliza y/ocómo integra.

Actualmente disponemos de varios modelos diferentes queintentan explicar el desarrollo del niño y del adolescente aligual que el proceso de una psicoterapia. Cada uno de estosmodelos determina la manera de comprender la relación esta-blecida entre el terapeuta y el paciente y, lo que es más impor-tante, marca un estilo de escucha y de intervención diferentespor parte del terapeuta. Cada uno de estos modelos privilegiaciertas hipótesis sobre la naturaleza del cambio psíquico y, apartir del momento en que influye en la actitud del terapeuta,hace pesar ciertos riesgos y ciertos límites sobre el trabajoterapéutico. Es también posible que haya diferentes procesosterapéuticos y diferentes tipos de efecto terapéutico, por ejem-plo unos más profundos y estables, otros más sintomáticos ypasajeros.

Antes de pasar a discutir una viñeta clínica, voy a intentarresumir brevemente los principales modelos de proceso tera-péutico actuales.

Según uno de estos modelos, se trata en la psicoterapia de levantar las represiones instaladas en la infancia con objetode remplazarlas por nuevas represiones más adaptadas quepermitan una gestión pulsional más adecuada para cada indi-viduo. Es decir, el objetivo es recuperar el pasado para modifi-car la manera de comprenderlo, para pensarlo, para mentali-

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zarlo de una manera mas adecuada. La idea de base es quetodos sufrimos de nuestro pasado. En una versión mas re-ciente de este punto de vista el acento recae sobre los hipoté-ticos traumatismos sufridos durante la infancia, traumatismosque se supone dejan como cicatriz fundamental un defecto derepresentación. Como consecuencia, se trata en la psicotera-pia de reconstruir los traumatismos antiguos con objeto depermitir su mentalización.

Dicho de manera resumida, es como si el terapeuta dijeraimplícitamente a su paciente, niño o adolescente: “cuando erasmás pequeño, como consecuencia del conflicto entre esta pul-sión y esta prohibición superyoica, estableciste esta represión”o bien “cuando eras más pequeño sufriste de este trauma-tismo de tal manera que tu capacidad de pensarlo fue corto-circuitada”. Es decir, este modelo tiende fundamentalmente ala recuperación del pasado, incluyendo en dicho término loque podríamos llamar “pasado ausente”. Me refiero aquí, se-gún la formula winnicottiana, a aquellas experiencias que elniño no tuvo pero que se piensa hubiera debido tener.

Una de las posibles derivas de este modelo es una con-cepción ortopédica o reparativa del proceso terapéutico:según esta forma de pensar la psicoterapia debe ofrecer alpaciente aquello que le faltó cuando niño. Lo más frecuente-mente, esta reparación se entiende en términos simbólicos: setrata de ofrecer una cierta escucha, una cierta presencia quepermitan al niño o al adolescente vivir las experiencias que lefaltaron. Otras veces, se entiende que el terapeuta debe sumi-nistrar a su paciente las representaciones que el paciente nopuede elaborar. Estamos en un modelo deficitario: el pacientesufre de la falta de algo necesario, lo que debe hacer el tera-peuta es proporcionárselo.

Según el segundo modelo, lo fundamental no son tanto las experiencias concretas vividas durante la infancia, sino la manera como el sujeto las ha comprendido, lo que ha he-cho de ellas y como las ha conservado. Llamamos fantasma

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inconsciente (Hinshelwood, 1989) a esta huella dejada por lasexperiencias de la infancia tal como han sido vividas a travésde la pulsionalidad del sujeto. Se les podría describir en tantoque paradigmas relacionales complejos que caracterizan elmundo interno de cada individuo. O dicho de otra manera, entanto que conjunto de pulsiones, angustias y defensas queconfiguran las relaciones de objeto características de un indivi-duo dado.

Lo importante en este modelo es que se considera queestos paradigmas relacionales se mantienen activos en el pre-sente con enorme vitalidad y potencia, de forma que determi-nan no sólo las expectativas del individuo y la manera comopercibe la realidad que le rodea sino su actitud y su comporta-miento hacia dicha realidad. Dicho de otra manera, estos para-digmas relacionales inconscientes no representan únicamentela huella del pasado sino que influyen en el contenido real dela experiencia actual. Son en cierta manera “pensamientos enacción”, pensamientos que influyen fuertemente no sólo ennuestra percepción de la realidad sino que tienen la capacidadde suscitar ciertos tipos de realidad. Es decir, que influyen tam-bién en el contenido y la naturaleza de la realidad. En conse-cuencia, se podría decir que no sufrimos tanto de nuestropasado como de los modelos relacionales que hemos cons-truido a partir de dicho pasado, modelos que se mantienen ex-tremadamente potentes y activos en la actualidad. Este mo-delo no hace ya tanto hincapié en el déficit como en el conflicto.

Como consecuencia de esta poderosa vitalidad, estosparadigmas relacionales complejos se encarnan y actualizannecesariamente en las relaciones actuales del sujeto, entreellas, y con particular transparencia, en la relación transferen-cial. De aquí una actitud terapéutica que retoma la recomenda-ción de Freud en 1914 de tratar la enfermedad del paciente “nocomo un acontecimiento del pasado sino como una formaciónactualmente activa”. Es precisamente esta actividad en el pre-sente la que nos ofrece la posibilidad de ponerlos en evidenciaen y a través de la relación entre el terapeuta y el paciente.

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El objetivo de la terapia, según este modelo, será la com-prensión y posterior transformación de dichos fantasmasinconscientes. Desde este punto de vista lo que el terapeutadice implícitamente al niño o al adolescente es lo siguiente:“nuestra relación nos muestra la forma en que entras en rela-ción con tu entorno, lo que esperas y lo que suscitas”. En estemodelo, más que la recuperación del pasado el objetivo es latransformación de los paradigmas relacionales construidos porel individuo sobre la base de sus experiencias pasadas tal ycomo han sido vividas a través de su pulsionalidad.

Un tercer modelo de proceso terapéutico se ha desarrolladoa partir de los años 70, particularmente en Estados Unidos,pero no únicamente. Se trata del modelo constructivista e inter-subjetivo, el cual propone una aproximación hermenéutica yrelativista a la comprensión del funcionamiento mental (Leary,1989, 1994). Según esta concepción, existen diversas versionessobre una realidad dada, todas ellas dependientes del punto devista particular del sujeto. Ninguna de estas versiones puedeaspirar a una mayor legitimidad: la única diferencia entre ellasreside en su utilidad para el sujeto. A partir de este punto devista, lo importante son los nuevos estilos relacionales desarro-llados entre el terapeuta y el paciente y la construcción de nue-vas narrativas que autorizan una mejor adaptación a la realidad.

Este modelo se apoya los estudios del desarrollo tempranoque muestran la relación entre la creación de pensamientos yla acción. La consecuencia de esta idea es concebir el cambioterapéutico como resultado de la interacción, aquí y ahora, delpaciente y del analista, incluyendo en la interacción las res-puestas del analista así como sus contribuciones espontáneas.Según esta manera de ver, lo que permite el cambio es laincorporación de estas nuevas representaciones relacionalesen la memoria implícita, y no la interpretación de representa-ciones inconscientes, basadas en la ausencia.

En alguna variante de este modelo, y bajo la influencia deBion, el acento recae más específicamente sobre el desarrollode la capacidad alfa a través de la gestión de las experiencias

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emocionales que surgen en la sesión. Dicho de manera esque-mática, en estos modelos constructivistas, la consigna delterapeuta seria: “lo importante no es tanto ni lo que se havivido ni los paradigmas relacionales que uno ha construido,sino la manera como se entra en relación en el momentoactual. Se trata por tanto de desarrollar relaciones más sanas”.O bien, en su versión bioniana, “lo importante es la manera enque uno es capaz de metabolizar la experiencia actual” a tra-vés del pensamiento.

A cada uno de estos modelos corresponde una maneradiferente de entender el proceso psicoterapéutico y una actituddiferente por parte del terapeuta. Así, en el modelo centrado enlas represiones establecidas y/o los traumatismos vividos en lainfancia, el terapeuta recurre con frecuencia a la reconstruc-ción de un pasado fantasmático o real. En el modelo queintenta favorecer la transformación de los fantasmas incons-cientes, el útil terapéutico por excelencia es la interpretaciónde los aspectos clivados. Finalmente el modelo que persigue eldesarrollo de la capacidad de pensar del paciente o el esta-blecimiento de nuevas relaciones hace con frecuencia hinca-pié en lo que aporta de nuevo el terapeuta –se habla aquí deco-construcción o de co-pensamiento–.

UNA VIÑETA CLÍNICA

Os propongo ahora intentar desarrollar estas ideas conayuda de una viñeta clínica. Se trata un niño de 9 años, quevoy a llamar Mateo. En el momento en que se sitúa la viñetaque voy a relatar yo llevaba viéndole desde hacía 2 años arazón de tres sesiones por semana. Mateo presentaba gravestrastornos del comportamiento desde su primera infancia.Durante el primer año sufrió de insomnio pertinaz y a partir delsegundo de terribles crisis de cólera frente a frustracionesbanales. A pesar de ser un niño inteligente, sus capacidadesde aprendizaje se veían seriamente perturbadas por su agita-

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ción, su comportamiento provocador y su tendencia a hacersistemáticamente todo lo prohibido. Sus disputas con sus pa-dres y hermana eran constantes, se peleaba violentamente conlos otros niños y sufría de repetidos accidentes. Debido atodos estos problemas había sido integrado en una instituciónespecializada, donde su comportamiento continuaba siendode una extrema violencia. A pesar de todo, había logrado esta-blecer relaciones cariñosas con varios educadores, era un niñoentrañable al que los adultos se apegaban fácilmente.

La historia de Mateo era particularmente difícil. Adoptado ala edad de 4 semanas junto con su hermana gemela, ambospadres adoptivos habían encontrado serias dificultades paraentenderse con los niños. El padre se refugiaba en el compor-tamiento rígidamente severo con el cual él mismo había sidoeducado, comportamiento que era incapaz de considerar críti-camente. La madre tenía tendencia a adoptar una actitudsumamente demostrativa de desconsolada víctima, y parecíaobtener gran satisfacción de sus quejas constantes y de inva-riable tonalidad dramática. Sintiéndose constantemente des-bordada por los niños, había encontrado la siguiente solucióncada vez que Mateo gritaba más de la cuenta: tirarse al sueloy fingirse muerta. Maniobra que resultaba, explicaba la madrecon orgullo, decididamente exitosa: Mateo se callaba inmedia-tamente y se precipitaba aterrorizado hacia su madre conobjeto de reanimarla.

El conflicto entre ambos padres era crónico y violento. Losservicios de protección de la infancia habían intervenido variasveces en respuesta a inadecuaciones educativas flagrantes,tales como dejar a los niños todo el día solos en casa durantelas vacaciones escolares mientras los padres trabajaban.

La viñeta clínica que voy a relatar tuvo lugar al final delsegundo año de psicoterapia. Mateo llega directamente de lainstitución donde ha pasado el día. Ya en la sala de espera me doy cuenta de que está furioso, fuera de sí y rojo de rabia,incapaz de controlarse. Una vez en mi despacho, se pasea

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como fiera enjaulada, dando patadas y gritando una letanía deinsultos dirigidos a un compañero de la institución, Iván. Detoda esta sabrosa sarta de insultos, que sobrepasan amplia-mente mis conocimientos en francés sobre la materia, retengosobre todo que Iván es un “inútil”. Yo le escucho tranquila-mente, sin interrumpirle. Al cabo de un largo rato, Mateo pare-ce comenzar a darse cuenta de mi presencia. De repente, seinterrumpe bruscamente, me mira con fijeza durante unos se-gundos, luego sonríe ampliamente y me dice: “Estás pen-sando. Y yo sé en qué piensas. Piensas que si digo que Ivánes un inútil es para consolarme, para que el inútil sea él y noyo”. Luego, después de una breve pausa añade: “Ya me lohabías dicho una vez”. Inmediatamente, ya calmado, se sientay comienza a dibujar. El resto de la sesión transcurre pacífica-mente, Mateo me cuenta su problema con Iván y pasa luego aotras cosas.

DISCUSIÓN

¿Cómo se puede entender esta breve viñeta clínica?El primer elemento importante me parece ser el paso

desde un modo de acción a un modo de pensamiento o, si seprefiere, desde un pensamiento evacuativo a un pensamientotransformativo. En efecto, lo más llamativo en esta secuenciaes la manera en que Mateo pasa bruscamente de una forma defuncionamiento a otra. En la primera parte de la sesión, Mateose muestra violento, agitado, incapaz de utilizar el pensamientopara calmarse y digerir –“mentalizar”– la experiencia penosaque acaba de vivir con Iván. Está tan invadido por sus afectosque no puede entrar en relación conmigo. En esta parte de lasesión, Mateo es todo acción, no tiene sitio para pensar, sólopara evacuar. Es un funcionamiento fundamentalmente proyec-tivo y de carácter concreto, operativo, que recurre masiva-mente al comportamiento. Sus palabras tienen escaso valorcomunicativo, Mateo parece usarlas fundamentalmente comoproyectiles destinados a desviar su frustración hacia el exterior.

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Bruscamente, aparece otro Mateo, capaz de pensar concierta distancia, que puede entrar en relación con el otro yponerse en su lugar, capaz de imaginar lo que el otro piensa yde recordar cosas que han sido dichas previamente. En estemomento, Mateo puede utilizar la relación y la memoria pararestablecer su continuidad y su estabilidad interna. El placerque experimenta Mateo en la recién adquirida capacidad depoder pensar y digerir la situación penosa, deriva probable-mente del restablecimiento de su sentimiento de continuidadinterna y de la experiencia de lograr un cierto dominio de lasituación.

El segundo aspecto importante es que esta evolución sesitúa al interior de la relación con el terapeuta. Las palabras deMateo hablan en este sentido: “sé lo que estas pensando, yame lo has dicho una vez”. Se podría decir que Mateo es ahoracapaz de entrar en relación con el otro, de aceptar lo quepiensa que el otro le envía y de utilizarlo para transformar unaexperiencia emocional penosa en un pensamiento consoladory por tanto en parte agradable. Sus palabras tienen ahora fun-damentalmente un valor comunicativo. Una vez esta experien-cia transformada, digerida, Mateo puede calmarse y pasartranquilamente a otra cosa, manteniéndose en la relación.

A un nivel más teórico, ¿cómo sería posible conceptualizareste cambio? Según los diversos modelos de que hemoshablado se ofrecen varias posibilidades. Se podría pensar porejemplo que esta micro-evolución desde el pensamiento haciala acción es el resultado de un trabajo de representación queha sido previamente realizado por el terapeuta y que Mateo hapodido luego incorporar. En efecto Mateo retoma y hace suyauna interpretación previa del terapeuta como lo indican suspalabras: “ya me lo habías dicho una vez”. Desde este puntode vista se podría comprender la terapia como un dispositivoanti-traumático en el sentido de que el espacio terapéuticopermitiría el desarrollo de una capacidad de simbolización inhi-bida por los supuestos traumatismos precoces. En efecto,

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sabemos que los padres han tenido por momentos comporta-mientos groseramente inadecuados.

También se podría pensar que lo fundamental no es tantola representación particular que el terapeuta ha ofrecido al niñosino la capacidad de pensar de que éste ha hecho prueba a lolargo de la terapia. En las palabras de Mateo: “estás pensandoy yo sé en qué piensas” se puede ver una alusión a una iden-tificación del niño con la capacidad de contención y de reveriedel terapeuta. La terapia habría así permitido desarrollar lacapacidad alfa del niño. Lo que sabemos de los padres noshace en efecto sospechar que estos han podido carecer confrecuencia de la necesaria capacidad de escucha y de desin-toxicación de las experiencias emocionales brutas del niño.

Desde una perspectiva intersubjetiva, se podría aducir quelo fundamental en este proceso ha sido el aprendizaje de nue-vas maneras de entrar en relación y de “estar con” el otro.Dicho de otra manera, en lugar de pelearse y gritar, Mateo haaprendido que es más eficaz pensar y hablar. O bien se podríaavanzar la hipótesis de que lo fundamental es la elaboraciónde una nueva narrativa que permite al niño situarse en el pre-sente de una manera más coherente y adaptada. Esta nuevanarrativa podría consistir aquí, por ejemplo en equiparar las cri-sis de cólera con intentos de auto-consolación. En esta lógica,esta nueva narrativa podría permitir al niño comprender sus cri-sis de cólera, darles un sentido y en consecuencia facilitar aMateo una mayor tolerancia y control de sus rupturas de con-tinuidad interna.

Pienso que en la terapia de Mateo han intervenido proba-blemente, en diferentes medidas, estos diversos mecanismos.Sin embargo, en mi opinión ninguno de ellos puede explicaraisladamente el cambio terapéutico de manera satisfactoria.Por otra parte en estas aguas se corre el gran riesgo de unaconcepción ortopédica, reparativa de la psicoterapia. Segúnesta manera de ver, la función de la psicoterapia sería compen-sar los fallos del entorno del niño, suministrarle lo que le faltó

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en un principio. Dicho de una manera más caricatural y algoprovocadora, se podría concebir la psicoterapia como elintento de proporcionar al niño unos padres sustitutivos mejo-res que los que ha tenido, por ejemplo unos padres que le per-mitan simbolizar o que incluso simbolicen por él. Desde mipunto de vista, este fantasma –ser mejores padres que los ver-daderos padres– conlleva una grave amenaza de colusión conlos fantasmas inconscientes del niño, así como importantesriesgos de sugestión y seducción. Voy a intentar desarrollarestas ideas un poco más.

CONCLUSIONES

Desde mi punto de vista, el elemento fundamental de estamicro-evolución en Mateo viene indicado por el siguiente seg-mento de su frase: “Si digo que Iván es inútil es… para que elinútil sea él y no yo”. Me parece que estas palabras revelan deforma transparente la toma de conciencia de un movimiento deproyección en el niño. Mateo parece entender que una partede sí mismo, la parte “inútil” ha sido depositada en Iván. Per-cibe igualmente que es él mismo quien ha hecho este traspasoy las razones que lo han motivado: “para consolarme… paraque el inútil sea Iván y no yo”.

De esta forma, durante esta secuencia, el movimiento pro-yectivo es así parcialmente y momentáneamente corregido porun movimiento opuesto de integración. Mateo puede recuperarla parte “inútil” de sí mismo. Dicho de otra manera, su fan-tasma inconsciente puede comenzar a modificarse. Este fan-tasma evoluciona desde su formulación original: “son los otroslos que son inútiles y me persiguen” a una versión más inte-grada: “no quiero ver que el inútil soy yo”. Al tener menos ne-cesidad de depositar este aspecto descalificado de sí mismoen el exterior, se siente menos perseguido y su rabia dismi-nuye. Ya no ve necesariamente la realidad habitada por losaspectos malos de los que quiere desprenderse y contra loscuales tiene que defenderse. Ahora puede ver el exterior –su

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terapeuta incluido– como menos amenazadores. Esto que lepermite entrar en contacto con el otro y mantener una relacióntranquila y de intercambio mutuo. De esta forma, durante lo quequeda de sesión Mateo puede liberarse del paradigma relacio-nal extraordinariamente coactivo que le impulsa regularmenteno sólo a percibir la realidad como “inútil ” y amenazadora, sinoa actuar de manera que la realidad confirme sus expectativas.

Se puede pensar que esta transformación se acompaña delos mecanismos de que hemos hablado antes: desarrollo de lasimbolización, identificación con la capacidad alfa del tera-peuta, establecimiento de relaciones más adaptadas, creaciónde narrativas menos deformadas. Si embargo hay aquí unmatiz importante. Se puede hacer la hipótesis de que todosestos procesos son más bien consecuencia de la transforma-ción del fantasma inconsciente y del movimiento integrativo.Podrían ser así considerados como efectos colaterales, comoacompañantes bienvenidos pero jerárquicamente subordina-dos a un elemento de importancia mayor. Este elemento nosería otro que la transformación del paradigma relacionalinconsciente que determina de manera general la actitud deMateo frente al mundo.

Dicho de otro modo, todos estos efectos –desarrollo de lasimbolización y la capacidad alfa, aprendizaje de nuevas acti-tudes relacionales, desarrollo de narrativas más adaptadas– noserían tanto la causa del cambio psíquico como su consecuen-cia. La modificación del fantasma inconsciente predominantede Mateo atenúa el sentimiento de persecución. Como conse-cuencia, Mateo puede instalarse más tranquilamente en la rela-ción con el terapeuta e identificarse con la capacidad de éstepara pensar y con su actitud receptiva y contenedora. Al estaralgo más integrado, su funcionamiento simbólico o si se quieresu capacidad alfa, se enriquece, puede ver la realidad de unamanera más justa y pensarla con el fin de transformarla. Estole permite establecer un nuevo tipo de relación con el otro,más adaptada y realista. Igualmente se puede decir que la dis-

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minución de la persecución le permite elaborar una narrativamás tranquilizadora con un efecto narcisistamente restaura-dor. Es decir, todos estos mecanismos serían posibles comoefecto, como consecuencia de la transformación integrativadel fantasma inconsciente.

Esta concepción del cambio terapéutico como ligada fun-damentalmente a la transformación del fantasma inconscientetiene una larga tradición en el pensamiento psicoanalítico. Así,por ejemplo, Bion liga el desarrollo de la capacidad alfa en elniño no sólo con la capacidad de reverie de la madre sino conla intervención de la pulsionalidad y de los fantasmas del niño.Basta recordar la descripción bioniana de las situaciones enque este desarrollo fracasa. En estos casos Bion considera laintervención de fallos en la capacidad de reverie de la madre,pero insiste en que en ningún caso este fracaso reside única-mente en la madre. Siempre hay una participación personal delniño. Más precisamente, Bion describe la situación en que laenvidia del niño, su fantasma inconsciente, le impide aprove-char las capacidades de reverie existentes de la madre.

Finalmente querría decir dos palabras sobre la intervencióny el papel del terapeuta. Hemos visto que el fantasma incons-ciente puede ser considerado como un paradigma relacionalcomplejo de naturaleza inconsciente, una especie de modeloreducido que determina la manera en que el sujeto entra enrelación con sus objetos. Uno de los aspectos más importan-tes de esta teorización apunta al hecho de que estos fantas-mas se mantienen extraordinariamente vivos y activos en elpresente, de manera que influencian grandemente las expecta-tivas y la actitud del sujeto hacia su entorno. De esta forma, lanaturaleza de estos fantasmas, de estos clichés relacionalesinconscientes, tiene repercusiones importantes no sólo en lamanera como el individuo percibe la realidad, sino en lo que el individuo suscita de parte de la realidad. Dicho de maneraresumida, si consideramos una persona que está bajo el influjode un fantasma de persecución, como es frecuentemente el

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caso en los trastornos del comportamiento, esta persona nosólo va a tener tendencia a interpretar la actitud de los otrospreferentemente en términos de persecución, sino que va acomportarse de manera en que suscitará fácilmente que losotros le persigan.

La consecuencia de esto en el espacio terapéutico es queel paciente va a tender inconscientemente, pero con extraordi-naria potencia a configurar la relación con el terapeuta segúnsu fantasma inconsciente. Así, para seguir con el mismo ejem-plo, una persona perseguida tenderá a crear una situación depersecución en el tratamiento. Esto puede ocurrir típicamentesegún dos modalidades fundamentales: en la primera el perse-guidor será depositado en uno de los dos miembros de lapareja terapéutica, unas veces será el paciente el que persi-gue, otras el terapeuta. En la segunda modalidad, el persegui-dor es evacuado al exterior y la pareja terapéutica se encuen-tra unida para luchar contra dicho perseguidor externo. Estesegundo caso puede dar la engañosa apariencia de una buenarelación entre el terapeuta y el paciente y ambos pueden sen-tirse satisfechos de su colaboración sin percibir la colusióninconsciente. El problema es que esta colusión no hace sinoreforzar la proyección y el clivaje del paciente. El problema nose resuelve, se desvía al exterior y corre el riesgo de reforzarsey cronificarse.

La gran dificultad para evitar este tipo de falsa soluciónreside en el hecho de que el terapeuta sufre presiones impor-tantísimas que tienen un doble origen. Por una parte, estaspresiones vienen del paciente, son las que acabamos de des-cribir en términos de actualización del fantasma inconsciente.El terapeuta tiene con frecuencia tendencia a adaptarse o a“corregir” a través de su actitud las dificultades del pacientecon el fin de disminuir su sufrimiento. Este tipo de presionesson con frecuencia las más fáciles de ver.

Pero por otra parte, el terapeuta experimenta también pre-siones que se originan en sus propias necesidades emociona-

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les, en particular las de naturaleza narcisista. Así, puede ocu-rrir que el terapeuta necesite sentirse bueno o que el pacientele vea como bueno. Bajo el influjo de esta necesidad personal,le resultará al terapeuta mucho más difícil resistir las presionesdel paciente hacia una relación de complicidad inconsciente.De aquí pueden derivar potentes efectos de sugestión yseducción mutua, que pueden permanecer totalmente incons-cientes, ser racionalizados y finalmente hipotecar seriamente lapsicoterapia.

El comportamiento de Mateo durante la terapia era ilustra-tivo de estas presiones. Así, se puede pensar que la nueva cri-sis de cólera de Mateo al principio de la sesión de la que os hehablado suscitó en mí un sentimiento de inutilidad. Algo deeste sentimiento se transparenta en mi ocurrencia contra-transferencial en esta sesión, cuando los insultos de Mateoevocan en mí el pensamiento de mi insuficiencia, mi “inutili-dad” lingüística en la materia. Esta ocurrencia contratransfe-rencial representa así probablemente un intento por mi partede aligerar humorísticamente el peso de los sentimientos deincapacidad que Mateo despierta en mí, más precisamenteque deposita en mí. Prefiero sentirme lingüísticamente dismi-nuida en el terreno concreto del insulto que inútil en tanto queterapeuta.

Estas presiones de Mateo eran constantes. Ante su vio-lencia y su provocación, era inevitable que yo me sintiera confrecuencia tentada de asumir una actitud rígida y coactiva,similar a la que Mateo reprochaba a su padre. En otras ocasio-nes por el contrario el riesgo era de infligirle una culpabilidadinsoportable a través de una posición de victima masoquistasimilar a la de la madre. Hay que decir que Mateo me empu-jaba sutil y eficazmente en estas dos direcciones. Pero quizásla tentación mas acuciante era la de colocarme en la posiciónde figura parental idealizada, la buena terapeuta que sabe tra-tar al pobre niño mejor que sus padres. Una vez comprendi-do esto, resulto más fácil identificar el valor de un fantasma

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contra-transferencial particularmente importante. Así, ocurría aveces que yo me sorprendía pensando durante la sesión en lainadecuación de los padres, echándoles la culpa de los horro-res que Mateo y yo vivíamos en el momento presente.

Lo interesante es que la aparición de este fantasma en micontratransferencia me permitía tomar conciencia de la reac-tualización en la sesión de una situación en la que Mateo hacíaque el adulto se sintiera inútil, incapaz e inadecuado. De estaforma, este fantasma reparativo del terapeuta: “yo soy másadecuado, mejor que los padres” o “yo debo ser más ade-cuado, mejor que los padres” era así el equivalente del movi-miento proyectivo identificado en la viñeta clínica que os hecontado: “que sean ellos y no yo, los inútiles”. Así, la teoríatraumática del terapeuta puede vehicular y racionalizar unmovimiento proyectivo, en el que la responsabilidad es atri-buida al exterior en lugar de ser examinada en el aquí y ahora.El problema es que, cuando el terapeuta se deja llevar por unmovimiento evaluativo de este tipo pierde la posibilidad deidentificar el fantasma inconsciente que está actuando en esepreciso momento, y por tanto pierde la posibilidad de ayudar asu paciente a comenzar a transformarlo.

Pienso que este tipo de complicidades inconscientes detipo defensivo que consisten en idealizar y falsificar la relaciónterapéutica no puede sino entorpecer la transformación pro-funda de los paradigmas relacionales inconscientes del pa-ciente. Compartir con el paciente la ilusión de que el terapeutay el paciente pueden mantenerse encerrados en una idealizadaburbuja de bondad y de relaciones sanas mientras que losdemás, como diría Mateo, son unos inútiles, no puede sinoentorpecer el proceso terapéutico. En estos casos de colusióninconsciente en torno a la idealización de la relación terapéu-tica, la terapia puede parecer a primera vista más fácil y la rela-ción más constructiva puesto que los conflictos son evacua-dos al exterior. Se pueden así evitar momentos dolorosos en laterapia como consecuencia de re-introyecciones de lo proyec-

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tado con los consiguientes sentimientos de responsabilidad,culpa e inadecuación personal. Pero el precio a pagar por estacolusión inconsciente es con frecuencia sumamente elevado.Este precio consiste con frecuencia en un reforzamiento de losclivajes y las defensas. No es raro que este tipo de complici-dad, al fortalecer momentáneamente las defensas, resulte enmejorías superficiales y sintomáticas. Paralelamente, sin em-bargo, se reduce la posibilidad de momentos de integración ycambio psíquico como el de esta viñeta. En mi opinión se pue-de aspirar a un cambio psíquico profundo y duradero funda-mentalmente a través de la repetición de momentos integrati-vos como el que he expuesto de la terapia de Mateo.

En resumen, me parece que, en la psicoterapia de los tras-tornos de comportamiento, es fundamental una determinadaactitud del terapeuta que evite las actuaciones y que permita asu paciente identificar y modificar sus paradigmas relacionalesinconscientes. Como consecuencia de la integración de losaspectos anteriormente clivados, se producirán cambios en lacapacidad de simbolización del niño que le permitirán pasargradualmente de un funcionamiento predominante según unmodo de acción a un funcionamiento más evolucionado segúnel modo del pensamiento. El niño y el adolescente podrán asíestablecer un mayor contacto con la realidad, mejorando lascapacidades relacionales y la autoestima, todo lo cual contri-buye a una mejor salud psíquica y una mayor calidad de vida.

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