Macias

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El duende Es uno de los mitos más populares y difundidos en América. Según la creencia, hay dos tipos de duende: uno juguetón y otro malévolo. Por lo regular, el duende es bajito y rechoncho, con aspecto juvenil y usa trajes brillantes o de color vivo para llamar la atención. A menudo protege su rostro con un sombrero de alas grandes de paja. Este tipo de duende vive en el espesor de los bosques, sobre los árboles. Cuando quiere molestar apela a la ociosidad, escondiéndole el dedal a las amas de casa, el hilo y la aguja; y al jornalero, ocultándole el azadón, el machete, el barretón, o la pala. En la cocina esconde el molinillo, la mano de moler, bota el agua de las ollas, sala la sopa. En las habitaciones esconde los zapatos, las medias, la ropa o apaga la luz; destiende las sabanas de la cama y tira las almohadas al suelo. Del duende juguetón se dice que ríe a carcajadas en los cielos rasos y toca flauta recostado contra los troncos de los árboles. Al duende malévolo le gusta hacer ruidos insólitos que causan terror o espanto; se posesiona de las casas ajenas y las atormenta: tira piedras, verdaderas lluvias de piedra contra sus techos y paredes. Ensucia las comidas con estiércol, quiebra los platos, bota o dobla las cucharas, persigue a las muchachas adolescentes, las pellizca, les toca las nalgas, les coge los senos y se las aprieta hasta hacerlas llorar; las muerde, las empuja y las hace caer. A los niños les chupa la sangre mientras duermen, les pega y les hecha agua en la cara. Este tipo de duende es peligroso cuando está enamorado y no es correspondido, o cuando tiene rival. Si esto ocurre, le raja la ropa a su pretendiente, la asusta a medida noche, la chuza con alfileres, la hace caer de la cama y la golpea. Al contendor lo asusta cuando va de visita, presentándosele como un sapo enorme o una culebra gigantesca, a mitad del camino. Si la novia le brinda un fresco, se lo derrama en la camisa; si enciende un cigarrillo, le quema la boca; si trata de sentarse le quita el asiento para que se caiga y si está de pie le golpea las rodillas para tumbarlo. En fin, si nada de esto ocurre hace que la novia le lleve la contraria en todo hasta que se termine la relación. En muchas regiones se cree que el duende es un alma que se fue de este mundo si ser bautizada. Las brujas

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El duende

Es uno de los mitos más populares y difundidos en América. Según la creencia, hay dos tipos de duende: uno juguetón y otro malévolo.Por lo regular, el duende es bajito y rechoncho, con aspecto juvenil y usa trajes brillantes o de color vivo para llamar la atención. A menudo protege su rostro con un sombrero de alas grandes de paja. Este tipo de duende vive en el espesor de los bosques, sobre los árboles. Cuando quiere molestar apela a la ociosidad, escondiéndole el dedal a las amas de casa, el hilo y la aguja; y al jornalero, ocultándole el azadón, el machete, el barretón, o la pala. En la cocina esconde el molinillo, la mano de moler, bota el agua de las ollas, sala la sopa. En las habitaciones esconde los zapatos, las medias, la ropa o apaga la luz; destiende las sabanas de la cama y tira las almohadas al suelo. Del duende juguetón se dice que ríe a carcajadas en los cielos rasos y toca flauta recostado contra los troncos de los árboles.

Al duende malévolo le gusta hacer ruidos insólitos que causan terror o espanto; se posesiona de las casas ajenas y las atormenta: tira piedras, verdaderas lluvias de piedra contra sus techos y paredes. Ensucia las comidas con estiércol, quiebra los platos, bota o dobla las cucharas, persigue a las muchachas adolescentes, las pellizca, les toca las nalgas, les coge los senos y se las aprieta hasta hacerlas llorar; las muerde, las empuja y las hace caer. A los niños les chupa la sangre mientras duermen, les pega y les hecha agua en la cara.

Este tipo de duende es peligroso cuando está enamorado y no es correspondido, o cuando tiene rival. Si esto ocurre, le raja la ropa a su pretendiente, la asusta a medida noche, la chuza con alfileres, la hace caer de la cama y la golpea. Al contendor lo asusta cuando va de visita, presentándosele como un sapo enorme o una culebra gigantesca, a mitad del camino. Si la novia le brinda un fresco, se lo derrama en la camisa; si enciende un cigarrillo, le quema la boca; si trata de sentarse le quita el asiento para que se caiga y si está de pie le golpea las rodillas para tumbarlo. En fin, si nada de esto ocurre hace que la novia le lleve la contraria en todo hasta que se termine la relación.

En muchas regiones se cree que el duende es un alma que se fue de este mundo si ser bautizada.

Las brujas

“Que las hay, las hay; pero no hay que creer en ellas”, se dice popularmente. De ellas se afirma que son mujeres hechiceras que tienen pacto con el diablo y que acostumbran viajar emprendiendo vuelos por las noches, a través de sus senos que convierten en alas, o simplemente viajan en palos de escobas y canastos, porque durante el día les está prohibido hacerlo. Para poder volar es menester que no coman sal, pues las que lo hacen corren el peligro de desplomarse de las alturas.