MOBILIARIO DEL ESPACIO PÚBLICO

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NACIONAL FACULTAD DE ARTES MAESTRÍA EN HÁBITAT El mobiliario del espacio público en los barrios de origen informal como medio de inclusión en la ciudad El caso de la localidad Ciudad Bolívar en Bogotá Henry Enrique García Solano

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NACIONAL

FACULTAD DE ARTESMAESTRÍA EN HÁBITAT

El mobiliario del espacio público en los barrios de origen informal como medio

de inclusión en la ciudad El caso de la localidad Ciudad Bolívar en Bogotá

Henry Enrique García Solano

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NACIONAL

FACULTAD DE ARTESMAESTRÍA EN HÁBITAT

El mobiliario del espacio público en los barrios de origen informal como medio de

inclusión en la ciudad El caso de la localidad Ciudad Bolívar en Bogotá

Henry enrique García SolanoTrabajo de grado presentado para optar al título de Magíster en Hábitat - Estudios en vivienda

Directora: Cecilia Henríquez de Hernández

Co-director: Carlos Alberto Torres Tovar

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Rector Moises Wasserman Lerner

Vicerrector sede BogotáFernando Montenegro Lizarralde

DecanoJaime Franky Rodríguez

Director del Centro de Divulgación y MediosAlfonso Espinosa Parada

Coordinador Académico Maestría en HábitatCarlos Alberto Torres Tovar

NACIONAL

FACULTAD DE ARTESMAESTRÍA EN HÁBITAT

© Universidad Nacional de Colombia Sede Bogotá Facultad de Artes Maestría en Hábitat Bogotá, Colombia, 2009 ISBN: 978-958-719-504-0

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A mis hijos Fabián Camilo y Julián Enrique, por haber sopor-tado tantos fines de semana sin encuentro y juego… A mi madre

Ana Sofía y familia, a todos por el apoyo incondicional y sacrificios presentes en el camino del conocimiento.

AgradecimientosUn especial agradecimiento a todas las personas y entidades que de una u otra manera colaboraron con su trabajo, ayudas, aportes teórico y prácticos y a la Dirección de Investigación, Sede Bogotá –DIB–, por la financiación para desa-rrollar este proyecto.

A los profesores Cecilia Henríquez, Carlos Torres Tovar, Mercedes Castillo y a todos los amigos y amigas de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, Maestría en Hábitat y a la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, sedes Tunja y Duitama, que me han acompañado en los escenarios del enseñar y del aprender.

A los diseñadores industriales Cesar Jiménez y Ricardo Bohórquez, por haberme asesorado con sus charlas y visiones. Agradecer las sugerencias y recomendaciones de los jurados diseñador industrial William Vásquez y arquitecto René Carrasco.

A las entidades del Distrito, el Instituto Distrital de Recreación y Deporte –IDRD–, Instituto de Desarrollo Urbano –IDU–, Departamento Administrativo de Defensoría del Espacio Público –Dadep–, Instituto para la Economía Social –IPES– por la información suministrada como el inventario de espacio público y vías, archivo de imágenes y planos de la localidad Ciudad Bolívar y al señor Al-berto Castro, coordinador de la Fundación Marista para el Desarrollo Educativo y Social –Fundemar–.

A las personas que ayudaron en la recolección de información e imágenes, los estudiantes de noveno semestre de sociología Cristian Camilo Bernal y Johana Cruz –aplicación de instrumentos de recolección de información–, a la estudiante de noveno semestre de arquitectura Caren Uribe –digitación de georreferencia de los proyectos analizados–, a los señores Arbey Cruz y Julio Becerra –manejo de gráficos e imágenes–, a la señora María Cecilia Vélez, vendedora informal, y a los líderes comunales de los barrios Jerusalén, Juan Pablo II y Estrella del Sur de la localidad Ciudad Bolívar.

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Índice

Índice de figuras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

Índice de cuadros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

Índice de tablas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6

Índice de fotos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8

Capítulo 1 Relación hábitat y espacio público colectivo . . . . . . . . . . . .10

1 .1 Concepto de hábitat humano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .10

1 .2 Política publica y espacio público en barrios de origen informal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .14

1 .3 Programa de mejoramiento integral de barrios –PmIb– . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .16

1 .4 Espacio público colectivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .19

1 .5 mobiliario urbano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22

1 .6 Configuración barrial entre lo formal y lo informal . . 25

1 .7 Renovación urbana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26

Capítulo 2Desde la ciudad informal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28

2 .1 Concepto de hábitat humano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29

2 .2 Fase de diseño de instrumentos . . . . . . . . . . . . . . . . . .31

2 .3 bogotá y la Localidad Ciudad bolívar . . . . . . . . . . . . . .34

2 .4 Localidad No . 19, Ciudad bolívar . . . . . . . . . . . . . . . 39

2 .5 Descripción de las UPz Jerusalén y Lucero . . . . . . . . . .57

2 .6 el espacio público en las UPz Jerusalén y Lucero . . . . .61

2 .7 Proyectos de estudio en barrios de origen informal . . 63

Capítulo 3Espacio público en barrios de origen informal . . . . . . . . . .71

3 .1 El sistema de espacio público de permanencia y de movilidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .71

3 .2 Evolución histórica del espacio público en bogotá . . . 82

3 .3 El espacio público - precariedad o calidad de vida . . . 89

Capítulo 4El mobiliario del espacio público en barrios de origen informal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92

4 .1 La norma urbana en relación con la homogenización del espacio público y su mobiliario . . . . . . . . . . . . . . . . . 92

4 .2 mobiliario urbano institucional . . . . . . . . . . . . . . . . . 93

4 .3 Formas de habitar el espacio público . . . . . . . . . . . . . 100

4 .4 Presencia del mobiliario urbano no institucional . . . . 109

Capítulo 5La participación y la inclusión a la ciudad . . . . . . . . . . . . 118

5 .1 Participación y construcción social del hábitat . . . . . . 118

5 .2 El barrio normalizado . Su avance en el desarrollo interno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121

5 .3 Ganancias en el derecho a la ciudad . . . . . . . . . . . . . . 121

5 .4 Espacio público, un sentido de inclusión y participación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123

Capítulo 6Ciudad, cultura y mobiliario urbano . . . . . . . . . . . . . . . . 129

6 .1 mobiliario urbano institucional como derecho a la ciudad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129

6 .2 mobiliario urbano móvil no institucional, generador de interacción social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130

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6 .3 mobiliario urbano y cultura ciudadana . . . . . . . . . . . . 132

Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134

bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137

Infografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140

Anexos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141

Anexo 1 . Caso Favela-barrio-brasil . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141

Anexo 2 . Programa de mejoramiento integral de barrios subnormales, Primed, medellín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142

Anexo 3 . Ley 388 de 1997, instrumentos de intervención en diversas escalas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143

Anexo 4 . División territorial - PoT de bogotá, Distrito Capital . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 144

Anexo 5 . organigrama de la Alcaldía mayor de bogotá . . 145

Anexo 6 . Ficha de observación del contexto del espacio público de uso colectivo en la localidad No . 19, Ciudad bolívar, bogotá . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 146

Anexo 7 . Ficha de observación cualitativa, cuantitativa y técnica del mobiliario urbano institucional en la localidad No . 19, Ciudad bolívar, bogotá . . . . . . . . . . . . . 147

Anexo 8 . Ficha de inventario del mobiliario urbano no institucional en la localidad No . 19, Ciudad bolívar, bogotá . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148

Anexo 9 . Cartografía del espacio público de uso colectivo y su mobiliario en la localidad No . 19, Ciudad bolívar, bogotá . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149

Anexo 10 . Ficha de observación de modos de habitar –uso y apropiación– del espacio público de uso colectivo en la localidad No . 19, Ciudad bolívar, bogotá . . . . . . . . . . . . . 150

Anexo 11 . Sondeo de opinión a los usuarios del espacio público de uso colectivo en la localidad . . . . . . . . . . . . . . . . No . 19, Ciudad bolívar, bogotá . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151

Anexo 12 . Encuesta a líderes del barrio de los proyectos estudiados en la localidad No . 19, Ciudad bolívar, bogotá . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 152

Índice de cuadros

Cuadro 1 . Periodos históricos de la política habitacional latinoamericana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .17

Cuadro 2 . Selección de barrios de origen informal como estudio de caso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .31

Cuadro 3 . Inventario general de parques en la localidad Ciudad bolívar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 126

Índice de figuras

Figura 1 . Dimensión conceptual (capítulos I y II) . . . . . . . .27

Figura 2 . mapa de bogotá con UPz que tienen barrios de origen informal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29

Figura 3 . Programas UN-Hábitat . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35

Figura 4 . Ciudad de bogotá, D .C . Localidad Ciudad bolívar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .37

Figura 5 . Planes estratégicos PoT, 2004 . bogotá, D .C . Ciudad Sur . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38

Figura 6 . Localidad No . 19, Ciudad bolívar . . . . . . . . . . . 40

Figura 7 . Porcentajes de clases de vías existentes suelo urbano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45

Figura 8 . Pirámide poblacional de la localidad No . 19, Ciudad bolívar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48

Figura 9 . Densidad poblacional de las localidades del Distrito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48

Figura 10 . mapa estratificación de la poblaciónpor estratos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50

Figura 11 . Necesidades básicas insatisfechas . . . . . . . . . . . .51

Figura 12 . Cobertura de servicios públicos . . . . . . . . . . . . 53

Figura 13 . Cantidad de personas por equipamiento . . . . . .54

Figura 14 . Trazados de vías en la localidadCiudad bolívar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56

Figura 15 . UPz No . 70, Jerusalén . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58

Figura 16 . UPz No . 67, Lucero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59

Figura 17 . Espacio público de la UPz Jerusalén . . . . . . . . .61

Figura 18 . Espacio público de la UPz Lucero . . . . . . . . . . 62

Figura 19 . muestra de estudio . Sectores del barrio Jerusalén . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64

Figura 20 . Entorno inmediato del barrio Jerusalén . Sector bellavista la Y . Proyecto: calle peatonal y escaleras . . . . . . . 65

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Figura 21 . Entorno inmediato del barrio Jerusalén . Sector Tanque - Laguna . Proyecto: Parque vecinal Tanque - Laguna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66

Figura 22 . Entorno inmediato del barrio Jerusalén . Sectores Pradera y La Esperanza . Proyecto: Parque vecinal . Parque Puente del Indio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .67

Figura 23 . muestra de estudio . barrios Juan Pablo II y Estrella del Sur . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68

Figura 24 . Entorno inmediato del barrio Juan Pablo II . Proyecto: plazoleta Cultural Juan Pablo II o plazoleta (parque) El Sapo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69

Figura 25 . Entorno inmediato barrio Estrella del Sur . Proyecto: parque múltiple y de bolsillo La Amistad . . . . . 70

Figura 26 . Parques y zonas verdes localidadCiudad bolívar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .76

Figura 27 . Evolución histórica del espacio público . . . . . . . . en bogotá . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86

Figura 28 . Simulación del tratamiento de los distintos espacios públicos de permanencia y movilidad: vías vehiculares, calles peatonales, alamedas y plazas . . . . . . . . .87

Figura 29 . Tratamientos del espacio público en los barrios de origen formal e informal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88

Figura 30 . Presencia de los símbolos de la ciudad en el espacio público de los barrios de origen informal . . . . . . . 89

Figura 31 . Proyección de producción de espacio público para bogotá en metros cuadrados por habitante . . . . . . . . 89

Figura 32 . Calidad del entorno físico del espacio público y el tipo de actividades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90

Figura 33 . Dimensión del espacio público (capítulo III) . . .91

Figura 34 . Clasificación de objetos que conforman el mobiliario urbano institucional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95

Figura 35 . maneo en el espacio público . . . . . . . . . . . . . . 110

Figura 36 . La chaza en el espacio público . . . . . . . . . . . . . 110

Figura 37 . La caseta en el espacio público . . . . . . . . . . . . . 111

Figura 38 . Centro comercial popular . . . . . . . . . . . . . . . . 112

Figura 39 . La feria temporal en el espacio público . . . . . . 112

Figura 40 . mobiliario para la venta informal en el espacio público . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113

Figura 41 . Localización de los programas dirigidos a los vendedores informales, incluidos los barrios de origen informal de Ciudad bolívar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114

Figura 42 . Procesos formales e informales en el uso y la apropiación del espacio público . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 116

Figura 43 . Dimensión del uso y la apropiación del mobiliario urbano (capítulo IV) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117

Figura 44 . Líneas de acción y áreas de intervención PmIb . bogotá, D .C . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 120

Figura 45 . Formas de participación de la comunidad . . . . 123

Figura 46 . Dimensión de la participación, la gestión y el mantenimiento del espacio público . . . . . . . . . . . . . . . . . 128

Índice de tablas

Tabla 1 . Áreas de intervención . UPz priorizadas . . . . . . . 30

Tabla 2 . Instrumentos normativos para la comunidad . . . 36

Tabla 3 . Extensión y tipo de suelo por localidades . . . . . . .41

Tabla 4 . UPz de la localidad Ciudad bolívar . . . . . . . . . . 43

Tabla 5 . Centralidades de Ciudad bolívar . . . . . . . . . . . . 44

Tabla 6 . Clasificación de áreas urbanas localidad Ciudad bolívar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45

Tabla 7 . Relación de parques por tipos existentes en la localidad Ciudad bolívar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45

Tabla 8 . Áreas existentes en la localidad . . . . . . . . . . . . . . . Ciudad bolívar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45

Tabla 9 . Población de la localidad No . 19, Ciudad bolívar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .47

Tabla 10 . Población y densidad por UPz . . . . . . . . . . . . . 49

Tabla 11 . Viviendas y hogares por UPz . . . . . . . . . . . . . . . 49

Tabla 12 . Población por UPz según estrato socio-económico, 2002 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50

Tabla 13 . Necesidades básicas insatisfechas . . . . . . . . . . . . 52

Tabla 14 . Equipamientos por UPz . Localidad Ciudad bolívar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55

Tabla 15 . Características de la UPz Jerusalén . . . . . . . . . . 60

Tabla 16 . Características de la UPz Lucero . . . . . . . . . . . . 60

Tabla 17 . metros cuadrados de zona verde por habitante . bogotá, D .C . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .74

Tabla 18 . Parques y zonas verdes por tipo . Localidad Ciudad bolívar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75

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Índice de fotos

Foto 1 . Espacio público de movilidad . Panorámica calle peatonal y escaleras en bellavista la Y . Escaleras . . . . . . . . 78

Foto 2 . Espacio público de permanencia . Panorámica parque vecinal Tanque - Laguna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79

Foto 3 . Espacio público de permanencia . Panorámicas parque vecinal Puente del Indio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80

Foto 4 . Espacio público de permanencia . Panorámica plazoleta Juan Pablo II (parque El Sapo) . . . . . . . . . . . . . . .81

Foto 5 . Espacio público de permanencia . Panorámica del parque de bolsillo La Amistad, barrio Estrella del Sur . . . .81

Foto 6 . Panorámica . mobiliario urbano institucional de la calle peatonal y escaleras . barrio Jerusalén . Sector bellavista la Y . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .97

Foto 7 . Panorámica . mobiliario urbano institucional del Parque vecinal Tanque - Laguna . barrio Jerusalén . Sector Tanque - Laguna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98

Foto 8 . Panorámica . mobiliario urbano institucional del parque vecinal Puente del Indio . barrio Jerusalén . Sectores Pradera y La Esperanza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98

Foto 9 . Panorámica . mobiliario urbano institucional de la plazoleta cultural Juan Pablo II (parque El Sapo) . barrio Juan Pablo II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99

Foto 10 . Panorámica . mobiliario urbano institucional del parque múltiple y de bolsillo La Amistad . barrio Estrella del Sur . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99

Foto 11 . Actividad de recorrido en el espacio público, calle peatonal y escaleras . UPz No . 70, Jerusalén . . . . . . . 100

Foto 12 . Actividad de recorrido en el espacio público, parque vecinal Tanque - Laguna . UPz No . 70, Jerusalén . 101

Foto 13 . Actividad de recorrido en el espacio público, parque vecinal Puente del Indio . UPz No . 70, Jerusalén . barrio Jerusalén . Sectores Pradera y La Esperanza . . . . . . 101

Foto 14 . Actividad de recorrido en el espacio público, plazoleta cultural Juan Pablo II (parque El Sapo) . UPz No . 67, Lucero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102

Foto 15 . Actividad de recorrido en el espacio público, parque La Amistad . UPz No . 67, Lucero . . . . . . . . . . . . . 102

Foto 16 . Forma de uso y apropiación del espacio público y su mobiliario . Calle peatonal y escaleras . UPz No .70, Jerusalén . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103

Foto 17 . Formas de uso y apropiación del espacio público y su mobiliario . Parque Tanque - Laguna UPz No . 70, Jerusalén . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 104

Foto 18 . Formas de uso y apropiación del espacio público y su mobiliario . Parque vecinal Puente del Indio . UPz No . 70, Jerusalén . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105

Foto 19 . Formas de uso y apropiación del espacio público y su mobiliario . Parque El Sapo . UPz No . 67, Lucero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106

Foto 20 . Formas de uso y apropiación del espacio público y su mobiliario . Parque La Amistad . UPz No . 67, Lucero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107

Foto 21 . Apropiación ambiental en el espacio público de los proyectos de las UPz No . 70, Jerusalén y la UPz No . 67, Lucero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 108

Foto 22 . mobiliario urbano no institucional en el espacio público de los proyectos, UPz No . 70, Jerusalén . . . . . . . 114

Foto 23 . mobiliario urbano no institucional en el espacio público de los proyectos, UPz No . 67, Lucero . . . . . . . . . 115

Foto 24 . Deterioro del espacio público . . . . . . . . . . . . . . . 125

Foto 25 . momentos de un programa de sensibilización social en el uso del espacio público . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127

Foto 26 . Símbolos de la ciudad utilizados en el espacio público y su mobiliario urbano institucional . . . . . . . . . . 133

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Los estudios sobre la construcción de la ciudad lati-noamericana de las últimas décadas, muestran que se ha dado una transformación del territorio ace-lerada y desordenada, dentro de los cuales Bogotá, D.C., no es la excepción. Esto ha dado origen a dos modelos de ciudad, uno formal estructurado y pla-neado bajo una normativa definida y, otro informal, espontáneo que surge sin ninguna planeación y que presiona a la ciudad por su inclusión en la infraes-tructura de servicios que ofrece.

La ciudad informal, conformada en su gran ma-yoría por barrios de origen ilegal, inicia la construc-ción de la vivienda de forma precaria, en terrenos adquiridos por invasión o compra. Como parte de una secuencia, la organización comunitaria actúa autónomamente y va extendiendo su acción hacia las instancias administrativas, en la búsqueda del reconocimiento por parte de la ciudad y dirigido a la normalización de los barrios, la articulación con las redes de servicios y la obtención de las dotacio-nes propias de la ciudad, hasta llegar incluso al nivel de exigir el reconocimiento del derecho a la ciudad, la inclusión plena en ella y los servicios correspon-dientes a una ciudad formal.

El objetivo de esta investigación es evaluar el espa-cio público de uso colectivo y su mobiliario, en los ba-rrios de origen informal de un sector de la localidad de Ciudad Bolívar en Bogotá, como factor de inclusión a la ciudad y de mejoramiento del hábitat urbano y de culminación en los procesos de normalización, legali-zación y obtención de servicios administrativos.

La investigación focalizó su observación en los procesos de autoconstrucción y autogestión, lide-rados por los mismos habitantes y sus organizacio-nes, en los barrios de origen informal que lograron la intervención de la administración de la ciudad mediante el Programa de Mejoramiento Integral de Barrios. A través de estos procesos se alcanzó el diseño y construcción del espacio público de reco-rrido, de permanencia, de conectividad por infra-estructura vial y la dotación del mobiliario urbano

correspondiente y homologado al de la ciudad for-mal. Este proceso contiene una gran riqueza en la dinámica de las actuaciones de los habitantes y sus organizaciones comunitarias, concretadas en un núcleo de interrelaciones entre la ciudad formal y la ciudad de origen informal, como actores iguales en la continua construcción-reconstrucción de la ciu-dad y con resultados efectivos en la normalización y el consecuente aporte a la planeación de la ciudad y a las políticas públicas.

Otro aspecto importante en este trabajo es el espacio público con déficit cuantitativo y cualita-tivo tanto en los índices de las áreas destinadas a espacio público como en el del mobiliario urbano en los barrios de origen informal y, también, sobre su exclusión de la política sobre espacio público del Distrito, siempre orientada a la ciudad formal.

Sobre los logros alcanzados por estas comunidades en relación con la producción de espacio público y su sostenibilidad y con los procesos de normalización, se encontró que estos barrios tienen organizaciones comunitarias institucionales locales, que interactúan con las organizaciones del nivel de ciudad para pro-yectos conjuntos, que relevan a la administración distrital del seguimiento, veeduría, orientación y asig-nación de personal para el control sobre el desarrollo de los proyectos aprobados, ejecutados y en curso. Con estos logros indicativos de inserción en la ciudad formal, se evidencia una diferencia sustancial con la precariedad de los inicios de los asentamientos.

La comprensión del hábitat humano desde la vi-sión compleja, ha llevado a que diversas disciplinas empiecen a estudiarlo, para generar un conocimien-to teórico más sistematizado en sus diversas escalas de territorio: la región, la ciudad, la localidad, el barrio, la calle, la vivienda y su entorno el espacio público, sus equipamientos y su mobiliario.

Los conceptos que guían la investigación con-formaron una gama que cubre los conceptos de hábitat, barrio, espacio público y apropiación, obte-nidos de varios autores entre los que están Enrique

Introducción

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9 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

Leff, Julio Carrizosa, Michael de Certeau, Amos Rapoport, Jordi Borja, Christopher Alexander, Jan Gehl, Francisco Leonel y Mauricio Hernández. En relación con el tema del mobiliario urbano están Jean Baudrillard, Fernando Martín, Pilar Del Real, Pablo Páramo y Mónica Cuervo. Otro aspecto que se exploró fue la inclusión a la ciudad, participación y mejoramiento integral de barrios, aspecto que se trabajó con autores como Carlos Torres, Gerardo Pisarello, Francisco Leonel, Paula Peyloubet, Gus-tavo Romero y Fabio Velásquez.

El desarrollo de la propuesta de esta investigación se apoyó en el trabajo de campo en dos UPZ de la localidad Ciudad Bolívar: UPZ Lucero en los barrios Juan Pablo II y Estrella del Sur y UPZ Jerusalén en el barrio Jerusalén. En cuanto al espacio público fue-ron objeto de observación los siguientes proyectos: el parque La Amistad en el barrio La Estrella del Sur; la plazoleta (parque) El Sapo en el barrio Juan Pablo II en el primer sector, el parque El Puente del Indio, los sectores Pradera y La Esperanza, el parque Tanque - Laguna del sector Tanque - Laguna y en el sector Bellavista la Y, la calle 69 sur y el parque.

El eje central de observación fue el de las inter-venciones de la Alcaldía Mayor en la generación de espacio público en los aspectos de conectividad, de movilidad, de permanencia, parques vecinales y de bolsillo. El acercamiento se hizo a partir de un reconocimiento de los proyectos desarrollados y proyectos en curso del Programa de Mejoramiento Integral de Barrios. Se diseñó un instrumento para la recolección de los datos obtenidos en las salidas de campo que incluían el trazado físico-espacial, el mobiliario, el estado del mobiliario, así como la condición de la infraestructura de todo el espacio público. También se hizo un registro fotográfico de las actividades realizadas en el espacio público, en

diferentes días de la semana; el registro fotográfico abarcó el estado de mobiliario urbano y de la infraes-tructura. También se hizo registro fotográfico sobre los aspectos ambientales a partir de la observación de sus condiciones actuales. Una labor importante fue la de entrevistar a los líderes comunitarios quie-nes contribuyeron con información para aclarar los periodos y los procesos de consolidación en los di-ferentes barrios.

Otra reflexión que se pudo construir fue sobre el papel de la disciplina del diseño industrial, que se hizo a partir de los objetos o productos que se desarrollan en función de las necesidades y prefe-rencias de la comunidad, objetos que configuran el mobiliario urbano. La riqueza del diseño industrial, con la amplitud de propuestas de mobiliario urba-no, ha requerido de continuos ajustes hasta llegar a la estandarización de tipologías funcionales y a la selección de materiales resistentes que, por estan-darizados que estén, aplican apropiadamente para amoblar el espacio urbano tanto de la ciudad formal como de la ciudad informal, con lo cual se logra otorgarle un carácter de unidad a toda la ciudad.

La evolución en la construcción y consolidación de la localidad Ciudad Bolívar y sus barrios da inicio desde los años cincuenta. El Concejo de Bogotá lo reconoció como asentamiento con la creación de la Alcaldía Menor de Ciudad Bolívar, mediante el Acuerdo No. 14 de 1983. Este último hecho fue determinante para que esta localidad se integrara como suelo urbano al Distrito, como localidad del Distrito denominada Ciudad Bolívar.

Todo lo anterior, suscitó el interés por conocer estos procesos propios de nuestras ciudades en la perspectiva de que este conocimiento puntual pue-de apoyar los estudios comparativos con otros ejem-plos de ciudades latinoamericanas.

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1.1 Concepto de hábitat humano

El siguiente texto pretende establecer, para el pro-yecto de investigación, un escenario conceptual y teórico sobre las formas de apropiación y la frecuen-cia de uso del espacio público de uso local y sobre el mobiliario producido en barrios de origen informal dentro del Programa de Mejoramiento Integral de Barrios –PMIB–. Surge por la inquietud de enten-der cómo los habitantes significan su territorio y construyen un lugar como espacio social, a partir de reconocer las formas de habitar, usar y apropiar el espacio, como actos de recorrido o permanencia.

Es a partir de estos comportamientos y acciones en el habitar, que los habitantes de los barrios de origen informal, desarrollan de forma individual y/o colectiva en el entorno próximo de la vivien-da un espacio público de uso colectivo -la calle, la plaza o el parque-, al cual se integran los antiguos residentes, los nuevos residentes, los visitantes y los transeúntes. Si este espacio público y su mobiliario están ordenados y dispuestos para su uso, se logra su resignificación a partir de las dinámicas sociales y culturales propias de la población que allí reside y toda la que hace uso del mismo. De lo contrario, no genera demanda de uso ni identidad social.

Los procesos y dinámicas tanto de uso como de apropiación del espacio, que los habitantes de barrios construyen y reconstruyen en su cotidianidad median-te sus formas de percepción del territorio y a través de

la experiencia de habitar el espacio público y el mode-lo de ciudad que se expresa en esta realidad, son los aspectos que convocan para su análisis desde la pers-pectiva del hábitat. Lo anterior se entiende mediante la noción del hábitat humano, como la consolidación del asentamiento humano dentro de los límites del es-pacio urbano habitado, a partir de la relación entre los habitantes de la vivienda y su entorno y que es necesa-rio aprehender como una realidad. Leff, propone el há-bitat como “el lugar en el que se construye y se define la territorialidad de una cultura, la espacialidad de una sociedad y de una civilización, donde se construyen los sujetos sociales que diseñan el espacio geográfico apropiándoselo, habitándolo con sus significaciones y prácticas, con sus sentidos y sensibilidades, con sus gustos y goces” (Leff, 2000: 240-243).

Si se piensa, como Armando Silva (2003), que la multiplicidad de formas en que la ciudad y el ciu-dadano van construyendo su modo de ser urbanos y en pos de favorecer el análisis de los modos de apro-piación y de habitar, se puede jerarquizar la noción de hábitat en tres dimensiones, que son: lo físico (lo material), lo social (la relación con el otro) y lo subjetivo1 (la percepción individual).

CAPÍTULO 1 Relación hábitat y espacio público colectivo

“(...) Salíamos a bailar en las casetas populares o íba-mos a ver películas mexicanas, siempre en el centro o en el sur de la ciudad, por esos barrios obreros donde ni de milagro se asoma la gente conocida que puede llevar el

chisme, tú sabes que del norte al sur de Bogotá hay más distancia que de aquí a Miami (...)”

Laura Restrepo. Delirio (2004: 111).

1 Esta dimensión de lo subjetivo estaría enmarcada en la relación de las acciones individuales, con el contexto y la influencia normativa que tiene dicho contexto sobre los modos de significar una realidad.

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1.1.1 Lo físico (lo material)

En primera instancia, puede entenderse la construc-ción de un soporte físico, es decir, el espacio público de uso colectivo en los barrios de origen informal, como el elemento tangible donde se evidencian las interacciones de las personas que lo habitan y sus re-laciones con el entorno. Estas acciones a través de proyectos urbanos generan transformaciones físico-espaciales del territorio, cuyas escalas territoriales como unidad básica física están dadas por la vivien-da como un par de hábitat (casa + entorno). Estas transformaciones al paisaje urbano que llevan inevi-tablemente a una consolidación física del hábitat, se producen con el esfuerzo colectivo de la entidad bá-sica de la sociedad llamada familia, que busca, como objetivo central, tener un lugar para su espacialidad social y cultural, aunque tradicionalmente las perso-nas consideran su hogar como símbolo de seguridad y al exterior como el espacio donde aparece el peli-gro. La familia es una comunidad que actúa en esas variadas maneras del ser humano.

En pos de los intereses familiares, la consolida-ción física del hábitat tiene como objetivo hallar ese lugar para su espacialidad social y cultural, a través de la transformación del ambiente. Se debe entender la noción de ambiente, entonces, como algo mucho más amplio que el espacio natural: “Ambiente es una idea compleja (...) empezamos a entender ambien-te como el dominio de lo físico-cultural en donde la gente se ocupa de todas las actividades y respuestas que componen la urdimbre de la vida humana en sus numerosos patrones históricos y sociales” (Berleant, citado por Carrizosa, 2001: 21).

Cuando las personas tienden a considerar su hogar no solo como un espacio habitable sino también como un núcleo de su vida social, incluso como símbolo de seguridad la apropiación familiar del territorio, el espa-cio público se asimila a un espacio secundario y perifé-rico, un contorno donde se relaciona con los otros.

La sumatoria de los asentamientos familiares y de habitantes permanentes, con sus distinciones so-ciales y culturales, constituyen la unidad urbana de-nominada barrio, que es un componente histórico esencial de la ciudad. El barrio, como organización colectiva, se configura a partir de la lucha por sa-

tisfacer las necesidades cotidianas y de sociabilidad de quienes lo habitan y que, a la vez, los impulsa a la interacción con los habitantes de otros barrios y sectores del territorio urbano general, en el orden social, cultural, económico y político.

Desde esta perspectiva espacial urbana, la vi-vienda se convierte en una posibilidad de conexión con el entorno barrial y con la ciudad. Es así como el espacio físico del barrio, al ser habitado por el ser humano, se carga de significado con lo que se transforma en un producto para la convivencia so-cial como forma de apropiación local a través de los recorridos y en sus espacios de permanencia, que influyen en el proceso de socialización revirtiendo, en la práctica, en un conjunto de acciones que la comunidad genera en esos lugares con lo que se establece una experiencia cotidiana con el entor-no, que es el hábitat generado y apropiado por ellos mismos. Michael de Certeau, para quien la noción de barrio está directamente relacionada con la pre-sencia de los habitantes y sus interacciones dice: “El barrio puede entonces entenderse como esa porción del espacio público en general (anónimo, para todo el mundo) donde se insinúa poco a poco un espacio privado particularizado debido al uso práctico coti-diano de este espacio” (Certeau et al., 1999: 8).

Este concepto de hábitat no es ajeno a las for-mas de habitar territorios informales de la ciudad que, para este caso particular de Ciudad Bolívar, se-rían las unidades urbanas básicas de origen informal denominadas barrios.

Estos barrios de origen informal se definen por sus características físico-topográficas, por el tipo de terreno y por la clase de suelo que conllevan a loca-lizaciones en zonas de riesgo y, particularmente, a construcciones sin estudios técnicos, por fuera de la planeación urbana. La dinámica del crecimiento de la ciudad informal ha llevado a la población a cons-truir y consolidar su hábitat con niveles mínimos de calidad y con necesidades básicas insatisfechas. De esta población se puede decir que vive y habita en condiciones de vulnerabilidad. Es así como estos barrios se convierten, para la población de bajos in-gresos, en la opción, casi obligada, para poder tener derecho al suelo urbano.

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1.1.2 Lo subjetivo (la relación con el otro)

En segunda instancia, se encuentra la espacialidad social de la población, donde ellos mismos se asien-tan y transforman el lugar, dando un valor intangi-ble a los asentamientos mediante las interacciones que se generan en sus manifestaciones socio-econó-micas y culturales.

Estas interacciones y retracciones entre los diver-sos actores (comunidad, institucionalidad y el sector privado), presentes en los barrios de origen informal, generan unos patrones de conducta, un repertorio de reglas de uso del espacio, como un componente pragmático que puede incluir actores atípicos (los violentos), que vulneran dichas reglas y se ponen por fuera del control social. Todo espacio construi-do suscita patrones sociales que van a depender de la funcionalidad establecida por la composición es-pacial y la dotación de objetos básicos para los fines establecidos. En esta vía estaríamos en la perspectiva propuesta por Romero con su definición de lengua-je de patrones, el autor menciona que este lengua-je “Define el conjunto de disposiciones de espacios que tiene sentido en una cultura dada y trasmite las reglas de combinaciones posibles, al tiempo que enseña a construir combinaciones que satisfagan las reglas” (Alexander, citado por Romero, 2004: 71). Nos hallamos entonces ante un proceso en el que los habitantes y el espacio se determinan en un doble proceso de retroalimentación que transforma las mo-dalidades de habitar y de estar en el lugar. Las necesi-dades físicas adquieren también un sentido cultural; el espacio es atravesado por la cultura como reper-torio de normas, valores y creencias; los objetos a su vez se alinean como una especie de inventario que le da fuerza al contexto para influenciar la interacción. Sobre este proceso Romero nos dice que “patrón se refiere a las características comunes o invariantes, de los espacios donde suceden los acontecimientos (...), se refiere a una ley morfológica que establece un conjunto de relaciones complejas en el espacio (posi-ción, dimensión, vistas, materiales, iluminación, co-lores, asoleamiento, etcétera)” (Romero, 2004: 71). Formas espaciales que marcan tendencias culturales propias de sus habitantes, sin un orden aparente, pero que generan identidad al barrio.

El espacio físico al ser puesto en relación con los habitantes, es decir, en interacción de uno con el otro, genera un espacio vivencial. De este modo, el espacio que parece caótico se traduce en acciones que pueden aparecer como inciertas, de tal modo que las regulaciones, con su margen de estrategias, no pueden cubrir todo este tipo de acciones. Esto se puede comprender mejor mediante la noción de “ecología de la acción” de Morán (2000: 79), así como en la perspectiva de Bollnow, donde se define que el “espacio vivencial” que “Se caracteriza por su falta de homogeneidad (...) no hay direcciones axia-les equivalentes, susceptibles de ser giradas arbitra-riamente, sino direcciones determinadas, señaladas, que están dadas necesariamente por la relación del hombre con el espacio” (Bollnow, 1969: 49).

Como objeto de estudio para esta investigación se seleccionaron, para la observación, los barrios de origen informal de Ciudad Bolívar donde fue crea-do espacio público con dotación de mobiliario ur-bano, por parte de la administración de la ciudad. El diagnóstico físico y socio-económico ofrecido por la Alcaldía Mayor de Bogotá del 2004, llamado Recorriendo Ciudad Bolívar dice que: “esta localidad tiene un peso importante en el Distrito Capital, al ser la cuarta localidad con mayor población, supe-rada tan solo por Kennedy, Engativá y Suba, y al presentar la mayor cantidad de población viviendo en la pobreza (97.447), medida por NBI en térmi-nos absolutos” (Alcaldía Mayor, DAPD, 2004b). En este punto el marco teórico es confrontado por la realidad del suceso social, como se ha dicho, las necesidades sociales y humanas se ven reflejadas en el uso del espacio físico, en un proceso de retroali-mentación entre lo social y lo físico.

Sin embargo, como ya se ha mencionado tam-bién, la planificación de estrategias que regulen las interacciones, a veces no puede satisfacer sincró-nica y armónicamente todas las funciones, proce-sos y resultados, como idealmente se espera de un estado de equilibrio social. De esta forma, en la dimensión social los factores económicos, es decir, las necesidades, causan un impacto en el modo de habitar y de asentarse. A esto se refiere Rapoport. El autor propone que “todo asentamiento humano está

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conformado por dos espacios: uno físico y uno social, el grado de calidad del territorio va a depender de la cobertura de uno con relación al otro” (Rapoport, 1978: 26). Aunque se debe tener en cuenta que la cobertura deja abierta la posibilidad de encontrar asentamientos humanos que no siempre cumplan con esta condición, dicha calificación está dada por el nivel de cobertura de uno en relación con el otro. A esto el autor agrega que “si es total el espacio es ameno y acorde a las necesidades tanto sociales como físicas, pero, si es parcial o nula no habrá correspondencia entre las necesidades y de-seos de la comunidad”.

1.1.3 La percepción individual

Como tercera instancia, están las distintas mani-festaciones y prácticas de uso del espacio público y de su apropiación, que cada habitante elabora de manera subjetiva con el ánimo de reconocerse al evocar su cultura o su forma de ser o estar ahí, que llevan de manera colectiva a superponer estos espacios mentales, mediante su experiencia vivida como ciudadano, es decir, las percepciones que los habitantes construyen en su realidad de mundo.

Para Guattari (2000), la comprensión del mun-do, como un ambiente humano desde una perspec-tiva ecológica, está dada por procesos tangibles e intangibles en el territorio-barrio. Estos procesos tienen un carácter indivisible, es decir, que para su validación se requiere superponer las acciones de los habitantes sobre el entorno, de lo cual se extra-pola en la estructura dinámica: una ecología social, una ecología natural y una ecología subjetiva. Estos procesos ecológicos condicionan a los habitantes en sus comportamientos de uso y en la forma de apropiación del espacio y los llevan hacia el espacio público de uso colectivo en los flujos individuales y en grupo, tanto de permanencia como de recorri-do. Sin embargo, estos no se manifiestan de forma lineal y gregaria, solo se perciben en procesos diná-micos a través de flujos temporales no repetitivos en la cotidianidad que, Alexander designa como: “patrones de acontecimientos, que están goberna-dos por las acciones humanas y no humanas que allí se repiten” (Alexander, 1981: 13). El territorio

no solo es transformado por acciones humanas, los eventos naturales también lo pueden transformar.

En este sentido Certeau dice: “(...) un indivi-duo que nace o se instala en un barrio está obliga-do a darse cuenta de su entorno social, o insertarse para poder vivir en él (...) ‘Lo que obliga’”. Estos acontecimientos son regulados socialmente por los mismos habitantes quienes establecen formas o ma-neras de ser y de estar en el barrio. El mismo autor dice que la práctica en el barrio “es una convención colectiva tacita, no escrita, sino legible para todos los usuarios a través de códigos del lenguaje y del comportamiento; toda sumisión a estos códigos, como toda trasgresión, es inmediatamente objeto de comentarios: existe una norma, es bastante dura para jugar el juego de la exclusión social frente a los ‘excéntricos’, los que ‘no son / proceden como nosotros’” (Certeau et al., 1999: 14).

Bajo estas condiciones, el barrio viene a ser no solamente una unidad urbana física, sino un esce-nario de expresión de las capacidades y luchas de los habitantes por un lugar de vida colectiva. Sego-via establece que “(...) el espacio del barrio como el lugar más cercano y común de lo público para los habitantes de la ciudad. Es el de encuentro cotidia-no, de cara a cara, de personas de distintas familias, en particular para los habitantes de bajos ingresos” (Segovia y Oviedo, 2000: 81).

Visto lo anterior la definición de barrio de origen informal, a partir del contraste entre la reflexión conceptual y la realidad observada, lleva a entender por “barrio de origen informal”, aquel asentamiento auto-producido por iniciativa de los habitantes sin ningún control normativo o técnico, ni ajuste a la normativa del desarrollo urbano en lo arquitectóni-co y físico-espacial.

Ahora bien, el resultado de esta producción de hábitat tiene grandes deficiencias cualitativas y funcionales, tanto en la vivienda como en el espa-cio urbano y público, aunque cuenta con un valor agregado de participación a partir de la organiza-ción comunitaria de sus habitantes para dicho fin. Esto le otorga un impulso vital a la dinámica de pro-ducción y consolidación del territorio y, a su vez, actualiza la noción de barrio de origen informal: se

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habían mencionado las condiciones de vulnerabi-lidad de los habitantes pero no se había señalado que este componente comunitario dota a la pobla-ción de una suerte de creatividad en la producción y apropiación. Creatividad que no solo surge de las necesidades, sino también de la solidaridad que hace compartir los saberes populares.

Estas dinámicas de construir y transformar las tramas urbanas del territorio informal, cuya adap-tación es necesaria porque no hay otra opción, se alejan de pensar en la ciudad formal desde una lógica centro -periferia; cambia el paradigma y se ajusta al de una ciudad descentralizada o policén-trica en procura de consolidar nuevas centralidades territoriales y sociales, acordes con los referentes de unos puntos cardinales marcados por diferencias geográficas, sociales, culturales y económicas; así como también, acordes con los diversos patrones de apropiación y de transformación que los habitan-tes aplican sobre la ciudad. Todo lo anterior, bajo el control de las disposiciones de lo institucional que conllevan negociaciones, dentro de las cuales la ciudad informal ha tenido que adaptarse y ceder ante el “derecho a la ciudad”, ya sea por la norma, por los procesos ambientales, por el desarrollo urba-no, por la desigualdad de condiciones o por diversos intereses, pero que siempre promueve el aumento de la segregación socio-espacial de esta población.

La noción de hábitat urbano requiere precisar escalas de compresión en el espacio físico y en el espacio social. En lo físico tiene que ver con lo construido en el mundo real, es decir la vivienda, la calle, el barrio, la localidad y la ciudad. En lo so-cial con la percepción que tienen los habitantes de lo ambiental, de su entorno físico y de la construc-ción mental que el individuo hace de su territorio y aplica para ello el espacio del comportamiento, de la acción, del uso y de su necesidad: “(...) el co-nocimiento, el comportamiento y las distinciones perceptivas se unen en la mente del individuo, pro-duciendo el esquema socio-espacial del barrio (...) Cuando hay congruencia socio-espacial hay barrio” (Rapoport, 1978: 163).

Es así, que para entender las causas observables del establecimiento de los barrios de este tipo, se

podrían señalar, primero, a las migraciones de po-blación del campo a la ciudad por procesos de des-plazamiento forzado a causa de la violencia de los actores armados y del narcotráfico, y segundo, a la dinámica económica informal de las familias de bajos ingresos que impone barreras de entrada a la ciudad formal y exclusión en el acceso a la infraes-tructura de los servicios urbanos.

1.2 Política publica y espacio público en barrios de origen informal

A partir del análisis anterior, se hace necesario eva-luar las acciones institucionales de los últimos diez años, periodo tomado para esta investigación. Las directrices del orden internacional como la Decla-ración Universal de los Derechos Humanos por la ONU, que pretenden mitigar o hacer desaparecer la pobreza y marginalidad de la condición humana. El enfoque se centra en atender a la población mun-dial que se encuentra en estas condiciones, entre otros, en los países en vía de desarrollo marcados por la aparición de los asentamientos informales, precarios y marginados. Luego, con el Pacto Inter-nacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, deciden formular programas y acciones, entre los cuales cabe destacar el programa de la UN-Hábitat con Hábitat I (1976), Hábitat II (1996) y, los más recientes, como el Foro Mundial Social y Urban21, entre otros, para atender a la población en condiciones de habitabilidad vulnerable.

En este sentido los derechos y las acciones, con-llevan dentro del concepto hábitat una evolución en su definición, comprensión y complejidad, es decir: derecho a un techo (casa), derecho a una vivienda adecuada (casa + entorno) y, de este, a un derecho a la ciudad. Este último, aún en la mesa de discusión como lo indica el informe titulado Estudio de concep-tualización para el mejoramiento integral de barrios en Bogotá, D.C., 1972-2006 (Torres et al., 2006).

“Derecho a la vivienda y derecho a la ciudad. El derecho a la vivienda, un derecho intrínseco al ciu-dadano, reconocido en el documento de Hábitat I en Vancouver 1976 y en muchos documentos de las Naciones Unidas, estaba ausente, sin embargo,

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en el borrador de la Agenda de Hábitat que debía discutirse en la tercera y última conferencia prepara-toria realizada en Nueva York en febrero. El debate, enfrentando la oposición de Estados Unidos, Japón y también Brasil, centró en el derecho a la vivien-da toda la atención de la Conferencia. En Estambul, rectificado y ampliado en su concepción, subyace la inquietud si el derecho a la vivienda logra además proyectar fehacientemente los necesarios puentes de acuerdo a las necesidades de un mundo urbanizado. El derecho a la ciudad o al espacio público, por ejemplo. Estos temas presentes en documentos y declaraciones de ONG durante el proceso preparatorio, no estuvie-ron presentes en los debates oficiales de Hábitat II, ni tampoco en sus papeles” (Torres et al., 2006: 127).

En Colombia, aunque hubo política pública2 con programas que buscaban la erradicación de la po-breza y el mejoramiento de barrios que marcó una ruptura más retórica que real. A partir de la Consti-tución Política de 1991, con la reforma hacia un Es-tado Social de Derecho, se hace el reconocimiento legal y se crea un escenario de inclusión de la comu-nidad en la planeación participativa del territorio. Adicionalmente el cambio de concepción de la pro-piedad, hacia aquella que establece que los bienes de interés común priman sobre los bienes privados.

La ciudad formal bajo la lógica de la racionalidad capitalista y el control de las economías globales, impulsa la dinámica del ordenamiento y crecimien-to urbano, a través de una política pública que lleva a la ciudad a expandirse sobre las zonas periféricas donde, en alguna de estas áreas periféricas, se en-cuentra localizada la ciudad informal. Este hecho ha dado a la Administración de la ciudad, la opor-tunidad de reconsiderar la noción de suelo urbano y adecuarla para la agenda política que busca con-trarrestar la pobreza urbana mediante tres ejes de acción: la producción de vivienda, el mejoramien-to barrial y la renovación urbana. Lo anterior, con base en una oferta de instrumentos tales como le-yes, decretos, acuerdos y resoluciones, en diferentes ámbitos, desde lo territorial, lo ambiental, lo urbano y sus diversas escalas, hasta la unidad de vivienda.

“Estas disposiciones legales para el Mejoramiento In-tegral de Barrios se reconocen desde el año 1990 dos

tipos de ámbitos. Por una parte el nacional en el cual enumeran las leyes más importantes relacionadas con las políticas de hábitat y vivienda: la Ley 9 de 1989; la Ley 3 de 1991 o Ley de Vivienda, mediante la cual se crea el Sistema Nacional de Vivienda de Interés Social, se establece el subsidio familiar de vivien-da, y se reforma el Instituto de Crédito Territorial –ICT–; la Ley 99 de 1993 o Ley del Ambiente, por la cual se creó el Ministerio del Medio Ambiente, se reordena el sector público encargado de la gestión y conservación del medio ambiente y los recursos na-turales renovables y se organiza el Sistema Nacional Ambiental –SINA–; la Ley 142 de 1994 o Ley de los servicios públicos domiciliarios, por medio de la cual se establece el régimen de los servicios públi-cos domiciliarios en Colombia; la Ley 152 de 1994 o Ley Orgánica del Plan de Desarrollo; la Ley 388 de 1997 de Ley de Ordenamiento Territorial que ya se ha venido indicando, que después de 9 años de su aprobación, no se tiene un balance real de sus logros y resultados en el propósito de la generación de una noción más estratégica frente a los procesos referen-tes a la estructuración regional y territorial del país. Se ha manejado de manera localista y fragmentada lo que impide una visión de conjunto. Con la Ley 400 de 1997 se adoptan normas sobre Construccio-nes Sismo Resistentes en Colombia (...) En el orden local, referido al Distrito Capital se encuentran ele-mentos y disposiciones legales que atañen al mejora-miento integral de barrios en el Estatuto Orgánico de Bogotá (1992), el Acuerdo 6 de 1990, el Decreto 619 (2000), el Decreto 469 (2003) y el Decreto 190 (2005). El Decreto 124 de 2002, por medio del cual se le asigna a la Caja de Vivienda Popular la coor-dinación del Programa de Mejoramiento Integral de Barrios. Así mismo, la creación de Metrovivienda (1999)” (Torres et al., 2006: 66).

Los instrumentos mencionados facultan al De-partamento Administrativo de Planeación Distrital para proyectar más suelo de expansión y buscar es-trategias para vincular la ciudad con los territorios de la región. Lo cual incluye, a la vez, las zonas urbanas periféricas, con lo que se busca ejercer sobre ellas un

2 Una política pública se presenta bajo la forma de un programa de acción gubernamental en un sector de la sociedad o en un espacio geográfico (Meny y Thoenig, 1989: 130).

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mayor control económico y social. Además, integrar la recuperación de la estructura ecológica principal de la ciudad al vincularla con la región, con el fin de garantizar su sostenibilidad y desarrollo futuro.

El reconocimiento por parte del Estado de la configuración de los asentamientos humanos desde la informalidad, al menos desde lo normativo, ha hecho que se de, en la práctica, la concertación de acciones; en lo político, a través de los planes de desarrollo de los diferentes gobiernos; en lo finan-ciero, con la ayuda del crédito internacional y, des-de la normativa urbana, con una organización que estructure un modelo de ciudad como un territorio integrado y sostenible.

1.3 Programa de mejoramiento integral de barrios –PMIB–

1.3.1 Antecedentes

El concepto de Mejoramiento Integral de Barrios se trata en la década de los noventa en el abordaje al problema de los asentamientos informales de la política habitacional en los países del tercer mundo. Para el caso latinoamericano, esto se refleja en la for-ma de intervenir estos asentamientos, con el fin de mejorar las condiciones de vida de sus pobladores. Como elementos que sirven de comparación con el caso de Bogotá y concretamente con la Localidad de Ciudad Bolívar están, desde la perspectiva am-plia del Banco Mundial y de los diversos gobiernos nacionales, los de la Favela-Barrio en Brasil, Chile-Barrio en Chile, Promeba en Argentina, Programa Hábitat en México, Programa Mi Barrio en Perú, entre otros, y desde la perspectiva más próxima, en el contexto nacional, está el programa Primed desa-rrollado en la ciudad de Medellín.

Como resultado de un recorrido por la ciudad latinoamericana, a partir de sus condiciones físico-espaciales de consolidación, se destacó la marcada diferencia socio-económica entre los diferentes gru-pos sociales que la conforman lo que se reflejaron en los contrastes y fragmentación que la caracte-rizó. Razones, éstas, que obligaron a tomar medi-das de control en su planeación urbana, con una mirada integral de inclusión, para entender la con-

solidación del hábitat humano complejo y dinámi-co que poco a poco emergía. Es decir, se buscó no mirar la ciudad como una sumatoria de casas y/o barrios autónomos. En esta perspectiva es impor-tante analizar dos casos, uno internacional y otro nacional, para tener una idea del contexto del pro-grama PMIB en los distintos escenarios para llegar a su comprensión.

Caso Favela-Barrio, Brasil. Este caso del panora-ma internacional dio parámetros al programa PMIB para lo que sería su metodología y su gestión dado que fue una práctica exitosa de intervención para los asentamientos informales. Debido al aprendizaje que los distintos actores sociales lograron, sirvió de base para ponerlo en marcha en otros contextos in-ternacionales. Al respecto, el informe Favela-Barrio ilustra sobre cómo fue el proceso de desarrollo y los elementos conceptuales logrados (ver anexo 1).

El proceso para llevar una política pública urba-na a un territorio marginal e informal logró la con-certación de los diversos actores sociales: Estado, sector privado, organizaciones no gubernamentales y sobre todo el nuevo agente de la población de las fa-velas beneficiadas, con el rol que vino a desempeñar su inclusión y su participación, lo que dio bases para abordar la forma de planear e integrar un modelo de gestión e instrumentación de la ciudad. Ante todo se abrió el debate al reconocer la diferencia físico social de la ciudad, donde su proceso de construcción de-bió ser concertado entre la hegemonía de un orden dominante y la coexistencia de múltiples condicio-nes socio-culturales y económicas.

Las acciones que asumieron las administracio-nes locales, no fueron hechos aislados sino por el contrario vinieron acompañadas de políticas de un orden superior, tanto nacional como internacional. En este sentido, el cuadro 1 provee una síntesis de la política habitacional en Latinoamérica desde 1950 hasta la aparición del PMIB.

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cuadro 1. Periodos históricos de la política habitacional latinoamericana

Décadas de los cincuenta y sesenta

Década de los setenta Década de los ochenta Década de los noventa

Primera generación de políticas:Erradicación de los asentamientos espontáneos, soluciones masivas “llave en mano” realizadas por grandes empresas constructoras.

Segunda generación de políticas:Promoción de soluciones alternativas como consolidación de asentamientos informales, lotes con servicios, vivienda evolutiva, etc. Realizadas por ONG con la participación de pobladores.

Superposición de ambas generaciones de políticas: Construcción de conjuntos habitacionales a escala y acciones habitacionales “alternativas” con mayor participación de gobiernos locales, organizaciones intermedias y de base.

Nueva generación de políticas: Propiciadas por organismos internacionales de crédito y desarrollo en el marco de los PAE orientados a contrarrestar los problemas físicos del hábitat con un abordaje “integral” de la pobreza.

Fuente: http://arq.unne.edu.ar/publicaciones/comunicaciones06/ponencias/mejoramientobarrial.pdf (s.f.)

subnormales, mediante la institucionalización de un modelo de planeación y gestión que garantice la continuidad de las acciones, la promoción de la par-ticipación comunitaria, el mejoramiento de la in-fraestructura barrial y las viviendas, la legalización de la tenencia del suelo y la mitigación del riesgo geológico”. Los logros de Primed se destacaron por lograr una alta ejecución de acciones simultáneas en un corto plazo: legalización de predios, cons-trucción de vías y senderos, construcción de equi-pamiento comunitario, como plazoletas y puntos de encuentro, liceos, escuelas y centros de salud y el mejoramiento de vivienda.

Los dos casos expuestos –Favela-Barrio, en Bra-sil, y Primed, en Medellín– definen el marco de ac-tuación de las intervenciones integrales:

1. Permiten potenciar las acciones comunitarias que tanto los territorios informales como sus barrios,

2. Cumplen con el propósito general de desarrollo, 3. Permiten generar las transformaciones físico-espa-

ciales de integración socio-espacial del asentamien-to, con la dinámica urbana de la ciudad formal.

Colombia no estuvo ajena a esta dinámica de política pública urbana. Para el contexto nacional y teniendo como antecedentes las condiciones de violencia por las que ha pasado el país, fue preci-samente Medellín, con sus territorios informales, el escenario seleccionado por el gobierno nacional para aplicar el Programa de Mejoramiento Integral de Barrios, propuesto a manera de experiencia pilo-to que, luego, se replicó en otras ciudades del país.

La propuesta de Primed3 en Medellín. Debido al crecimiento de la población, causada por la migra-ción del campo a la ciudad, por las olas de violencia que ha vivido nuestro país (partidista en los años cincuenta, del narcotráfico en los ochenta y de grupos armados en los años noventa), en la ciudad de Medellín surgieron asentamientos informales con condiciones habitacionales precarias en las co-munas nororientales, zonas de difícil acceso y con pobre aprovisionamiento de servicios urbanos que tuvieron el agravante de la creación de grupos de seguridad privada insertados en guetos marginados. La administración de la ciudad, con el apoyo na-cional, tuvo que plantear una política pública ur-bana para abordar este problema, que se tradujo en el Programa Integral de Mejoramiento de Barrios Subnormales, Primed (de intervención), cuyo ob-jetivo fue “Mejorar la calidad de vida en los barrios

3 En la publicación Programa Integral de Mejoramiento de Barrios Subnormales –Primed–, Medellín, Antioquia, se ilustra el proceso de desarrollo del programa (ver anexo 2).

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El tratamiento urbanístico de inclusión física y social de barrios de origen informal se estructura mediante unas líneas de intervención que guían las acciones de los distintos actores sociales para realizar y definir el programa de mejoramiento in-tegral de barrios mediante proyectos colectivos. Es la respuesta a los problemas de la estructura urbana-habitacional en las zonas informales para descentralizar las responsabilidades de los actores, a partir de potenciar el nuevo rol de las comunida-des intervenidas, bajo la metodología de participa-ción social del Programa de Mejoramiento Integral de Barrios –PMIB–.

Desde esta perspectiva, para el proyecto de investigación, se hace un rastreo de las diferentes interpretaciones del PMIB en la ciudad de Bogotá, D.C., en diferentes escenarios de reflexión y planea-ción independientes, es así como dentro del Depar-tamento Administrativo de Planeación Distrital. El PMIB se define en la norma urbana como: “(...) un tratamiento que orienta las acciones en los sectores que tuvieron un origen informal o ilegal para in-tegrarlos adecuadamente a la estructura urbana de la ciudad por medio de su mejoramiento integral o de actuaciones tendientes a su regulación” (DAPD, 2007a: 22). Lo anterior se entiende como el pro-cedimiento que la administración establece para intervenir el suelo urbano que no tuvo planeación, ni control del Estado desde de su formación. A su vez, el tratamiento propone dos modalidades de in-tervención: una complementaria, la cual corrige las deficiencias en espacio público, vías y dotaciones en estos barrios y, la otra reestructurante, para com-pensar la carencia de vías, dotaciones y espacio pú-blico desde una reorganización general del barrio, para normalizar su vida urbana.

Por otra parte, el grupo de investigación de Proce-sos Urbanos Informales de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, en su informe final Estu-dio de conceptualización para el mejoramiento integral de barrios en Bogotá, D.C., 1972–2006, define el Progra-ma de Mejoramiento Integral de Barrios como:

“Un modelo de intervención estatal orientado a realizar derechos ciudadanos de los habitantes ur-

banos, mediante el desarrollo de acciones sosteni-das en el tiempo, que contribuyan a complementar el desarrollo urbano en áreas con alta vulnerabili-dad social y física, desde una perspectiva integral en tanto se afectan de manera simultánea, distintas dimensiones en los planos individual y colectivo, relacionadas con el bienestar humano de hombres y mujeres. Busca mejorar unas condiciones materiales y sociales en términos de calidad de vida para po-blación de estratos socioeconómicos 1 y 2, tomando en cuenta las relaciones básicas existentes entre la comunidad y su territorio; haciéndolas partícipes en la gestión de su propio desarrollo, generando su re-conocimiento e integración de manera productiva en el modelo de ciudad formal, a partir de la inter-vención barrial, zonal y local.“Conceptualmente, hacemos referencia a que se trata de un modelo de intervención estatal, en el que des-de una perspectiva de derechos, pretende garantizar básicos vitales para los habitantes urbanos, residentes en unidades barriales caracterizadas con críticos ni-veles de pobreza, excluidas de la prestación y acceso a los servicios urbanos, pero además, aquellas en las que sus asentamientos han sido caracterizados como de desarrollo incompleto.“Se define como unidad de intervención el barrio, sin determinar la escala y a la vez, involucrando la Unidad de Planeamiento Zonal, como la localidad, como dimensiones urbanas válidas, en función del tipo de problema (...) la intervención en calidad de sujetos activos y propositivos, incidiendo en la de-terminación sobre su futuro, en los planos, política, económica, ambiental, cultural y social.“(Derechos civiles y políticos – derecho a la vida dig-na y derecho a ser ciudadano con derechos plenos y a la igualdad) y colectivo (Derechos económicos, so-ciales y culturales y los del medio ambiente, así como el marco dado por el Derecho de los pueblos) de ma-nera simultánea relacionadas con su bienestar.“Finalmente, el enfoque propuesto implica la cons-trucción de parámetros de sostenibilidad que no sólo abarquen el ámbito de la intervención física, sino que le apuesten a parámetros de sostenibilidad financiera y ambiental, pero también política de los modelos de intervención y de los mecanismos de participación, como de las apuestas por la construcción de sujetos, gestores de su propio desarrollo mediante la genera-ción de múltiples capacidades al afectar ámbitos bá-sicos vitales para su bienestar.

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“A partir de la formulación conceptual, definimos entonces que los ámbitos a intervenir (...) serían los siguientes:“Socio económico: Orientado a garantizar la producción y reproducción individual y colectiva de la comunidad.“Ambiental Territorial: Deberá generar procesos de identidad en torno al territorio y la construcción de un sentido de hábitat entre la comunidad y la institu-cionalidad, a partir de la construcción un sistema de espacialidad pública.“Cultural: Promoverá la construcción de vínculos, interacciones y redes sociales, como la construcción de convivencia y seguridad ciudadana, a partir de la interrelación con las otras dimensiones propuestas y a partir de la construcción de infraestructura que in-cida en los planos individual y colectivo.“Político: Se orientará a promover la capacitación de la comunidad y la democracia, en el marco de la descentralización y los procesos organizativos de la comunidad” (Torres et al., 2006: 154-155).

Para la administración de la ciudad, un aspecto central del PMIB, es desarrollar programas con base en políticas sobre lo público como bien común en los aspectos de mejoramiento y recuperación de estos espacios urbanos, es decir, proyectos de recu-peración, producción y mantenimiento sobre el es-pacio público de uso colectivo y su dotación. Este mejoramiento barrial en el espacio público se en-tiende a partir de dos componentes: uno cualitativo, percepción del ambiente y nivel de funcionalidad del espacio urbano construido y el otro de calidad habitacional, manera en que se vive, usa y habita la vivienda y su entorno (en esto juegan un rol impor-tante las instituciones que abarcan diversos ámbitos en lo social, lo físico y lo ambiental). Además, este espacio, como un crisol complejo de regionalismos de variados espectros entre lo rural y lo urbano, es la mezcla heterogénea de modos de habitar y de ser en el mundo. Estas interacciones reflejan impactos de índole diverso y contradictorio, pues se asume que cualquier intervención que la administración realice en un sector del territorio barrial, aumenta la calidad habitacional. Por otra parte, los habitantes asumen comportamientos urbanos dentro de lo formal, es de-cir procesos de legalización y de propiedad del suelo, inclusión en la contabilidad tributaria y de pago de

los servicios públicos y urbanos, sin dejar de lado las otras dimensiones que hacen parte del hábitat, tales como lo socio-económico, lo cultural y lo ambiental.

La Caja de Vivienda Popular, entidad encarga-da de asumir el desarrollo del programa MIB, fija como objetivo “Adelantar las acciones necesarias que faciliten el mejoramiento de la infraestructura barrial, servicios públicos, equipamientos comuni-tarios, espacio público, accesibilidad y la regulación urbanística”, a partir de las acciones de planeación de la ciudad y, sobre todo, desde el mejoramiento del hábitat urbano, en la perspectiva de elevar las condi-ciones del nivel de calidad de vida de la población de los barrios informales para un desarrollo urbano inte-grado, para lo cual se convocan acciones conjuntas y el esfuerzo de diversos actores: el Estado (Distrito), lo territorial, lo privado y la comunidad barrial.

Además, la política urbana del Distrito se articu-la con programas complementarios de mejoramiento del espacio público y de la infraestructura de servicios comunitarios. Promueve y revitaliza las dinámicas de participación comunitaria en la ejecución de procesos de reforma urbana, para convertirlas en el detonante de acciones integradoras en las dinámicas de la ciudad informal hacia la formalización. El documento Conpes 3305 determinó, a partir de presentar la caracteriza-ción del sistema urbano colombiano y la situación ac-tual de las ciudades, los lineamientos para optimizar la política de desarrollo urbano: impulsar la renovación y la redensificación urbana, mejorar las condiciones de los asentamientos precarios, promover medios de generación, mejoramiento y sostenibilidad del espacio público, mejoramiento de la movilidad en las ciudades, prevención y mitigación de los riesgos ambientales ur-banos, mejoramiento de la calidad de las áreas de ex-pansión urbana y realización de un ajuste institucional y normativo en esta materia para el país, es decir, se apuesta por lo público, por la noción de ciudad-región y por lo ambiental.

1.4 Espacio público colectivo

En cuanto a lo público es importante remitirse a Borja, quien aborda el problema desde la relación de ciudad-ciudadanía:

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“… los proyectos y la gestión de los espacios públi-cos y de los equipamientos colectivos son a la vez una oportunidad de producir ciudadanía (...) su distribución más o menos desigual, su concepción fragmentadora o articuladora del tejido urbano, su accesibilidad y su potencial de centralidad, su valor simbólico, su polivalencia, la intensidad de su uso social, su capacidad de crear empleo, la importancia de los nuevos públicos de usuarios, la autoestima y el reconocimiento social, su contribución de dar sentido a la vida urbana (...) son siempre oportunidades que nunca se deberían desaprovechar para promover los derechos y deberes (políticos, sociales, cívicos) cons-titutivos de la ciudadanía” (Borja, 1998: 10).

Para esta investigación se define el espacio pú-blico como espacio físico urbano de uso público como bien común y no como espacio público de uso privado.

“En el artículo 239 del Decreto 190 de 2004 se rede-fine el sistema de espacio público y se establecen sus componentes así:“El espacio público, de propiedad pública o privada, se estructura mediante la articulación espacial de las vías peatonales y andenes que hacen parte de las vías vehiculares, los controles ambientales de las vías ar-terias, el subsuelo, los parques, las plazas, las fachadas y cubiertas de los edificios, las alamedas, los antejar-dines y demás elementos naturales y construidos defi-nidos en la legislación nacional y sus reglamentos”4.

El Decreto 1504 del 4 de agosto de 1998 en su artículo 5 trae las siguientes especificaciones: “Áreas articuladoras del espacio público y de encuentro, ta-les como: parques urbanos, zonas de cesión gratuita al municipio o distrito, plazas, plazoletas, escenarios deportivos, escenarios culturales y de espectáculos al aire libre”.

El espacio público alude a la propiedad privada del mismo, cuando se trata de las fachadas, antejar-dines, culatas por ejemplo, mientras que el espacio social se refiere al uso comunitario del espacio pú-blico como hábitat.

Las políticas públicas urbanas, de llevar el espa-cio público a los asentamientos de origen informal, como un factor de inclusión a la ciudad, actúa bajo

el reconocimiento del Derecho a la ciudad5 que tienen los habitantes de estos barrios. Esto definirá usos y costumbres en su territorio-barrio y se ex-presará en la apropiación tanto del espacio público como del mobiliario urbano, generando un hábitat que mejora la calidad de vida.

En el capítulo II de las Cartillas del espacio públi-co No. 1 (Alcaldía Mayor de Bogotá, Veeduría Dis-trital, 2005), al respecto del espacio público, se dice que: “Es el conjunto de áreas, bienes y elementos que son patrimonio común y que se destinan a sa-tisfacer las necesidades culturales, de movilización, de acceso a un ambiente adecuado, de integración social y de recreación de la comunidad. En tanto que su propiedad está en manos del Estado, su uso y acceso es un derecho de todos”.

Esta definición da un listado de los servicios urba-nos que la ciudad le ofrece al ciudadano en respuesta a su exigibilidad de un derecho. De otra forma, el es-pacio público de uso colectivo, como noción, invita a considerar el espacio urbano desde tres dimensiones: una mental, una social y una física. Leonel lo describe así: “El espacio público como acontecer de significa-dos, es expresión combinada de tres aspectos interre-lacionados. En términos de Soja: espacio percibido (cosas en el espacio), espacio concebido (represen-tación del espacio imaginario, reflexivo y simbólico) y espacio vivido (lugar de estructuras individuales y de experiencias y de acciones colectivas)” (Soja, citado por Leonel, 2005: 62). Al trascender las di-mensiones y vincularlas al territorio-barrio de origen informal, hay que ser cautelosos pues lo conceptual no siempre tiene sincronía con la realidad de estos territorios. Por así decirlo, las acciones que la admi-nistración hace en la construcción, recuperación y sostenibilidad del espacio público, son recibidas con cierto recelo y las prácticas sociales y culturales de la cotidianidad comunitaria se ven atrofiadas por el uso y apropiación del espacio.

4 http://www.idu.gov.co/sist_vial/index.htm 5 Este derecho se propone en los eventos de Foro Social Mundial

2001 y en el Foro Global Urbano 2002, bajo el disfrute equitativo de la ciudad, dentro de los principios de sustentabilidad y justicia social que tienen los ciudadanos que la habitan.

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La primera de esas dimensiones, la de lo físico, como elemento próximo y palpable, lleva a enten-der los componentes del espacio público colectivo, como un área local que se encuentra vinculada a una red o redes urbanas, que complementan la fun-ción de la ciudad y cuya selección esta jerarquizada por unas necesidades comunitarias que demandan espacio para el encuentro, el ocio, la recreación y las actividades económicas de sobrevivencia. Estas áreas se estructuran por zonas de recorrido y per-manencia, donde se armonizan la naturaleza del lugar y la transformación artificial que el hombre le introduce para satisfacer una serie de necesidades físicas, sociales y espirituales que se reflejan en unas mejores condiciones de habitabilidad del barrio. Se debe agregar que estas necesidades colectivas de la población se llevan a la práctica en el espacio públi-co y, a la vez, son mediadas por la dotación y pre-sencia de los elementos urbanos: vías, mobiliario, infraestructura, paisaje.

La segunda dimensión, lo social, contribuye a consolidar las relaciones entre el individuo y su am-biente y a que se den situaciones de contacto o no contacto, entre las persona que se encuentran en un espacio. El resultado de estos contactos gene-ra procesos de prosémica6 del habitante, visitante y usuario del espacio público, al posibilitar acciones y prácticas de interacción y retracción. Esos procesos de prosémica avalan la consolidación del espacio como generador de lugares aptos para la conviven-cia, los encuentros y desencuentros en las prácticas sociales como individuales de sus habitantes en la cotidianidad, y el intercambio de las pautas que de-terminan la cultura ciudadana,.

Al respecto Borja afirma que:

“El espacio público supone pues dominio público, uso social colectivo y multifuncionalidad. Se carac-teriza por su accesibilidad, lo que le hace un factor de centralidad. La calidad del espacio público se po-drá evaluar sobre todo por la intensidad y la calidad de las relaciones sociales que facilita, por su fuerza mixturante de grupos y comportamientos, y por su capacidad de estimular la identificación simbólica, la expresión y la integración culturales. Por ello es con-veniente que el espacio público tenga algunas calida-

des formales como la continuidad del Diseño urbano y la facultad ordenadora del mismo, la generosidad de sus formas, de su imagen y de sus materiales y la adaptabilidad a usos diversos a través de los tiempos” (Borja, 1998: 6).

La última dimensión, la mental, implica más el carácter subjetivo que el espacio público colec-tivo sugiere al momento de habitarlo, en el uso y la apropiación del mismo, que puede ser grato o si, por el contrario, les es ajeno o indiferente. Carácter subjetivo que los habitantes perciben a través de las sensaciones, afectos, apegos o arraigos, para cons-truir así, a través de las significaciones que surgen en la cotidianidad de los patrones de acontecimien-tos que allí suceden y que se reafirman en las prácti-cas sociales, culturales y de ocio, valores simbólicos de su territorio.

Por otra parte, en estos barrios, el espacio públi-co está condicionado por la función urbana como lugares de encuentro y socialización que determi-nan unos intereses comunitarios en la construcción de ciudad, pues es allí donde los diversos actores dejan entrever la gestión pública de la comunidad, la educación de la ciudadanía, la espiritualidad del individuo, el intercambio económico y el bienestar comunitario. Este espacio público se organiza como una trama urbana de índole social, la cual tiene su máxima expresión como lugar de “centralidad ba-rrial”. Una centralidad clara es condición funda-mental para organizar la vida colectiva del barrio. Sus calles, plazas y parques se caracterizan por la concentración de equipamientos de uso colectivo, por la densificación de las actividades de diversa índole que allí se desarrollan en los actos de recorri-do o permanencia y porque vincula varios edificios significativos de la comunidad, entre ellos el salón comunal, el colegio y la iglesia.

6 Hall, en su libro “las dimensiones ocultas”, nos ilustra sobre la ca-tegoría de la distancia, en este sentido la organiza de acuerdo a la separación que los sujetos asumen en la interacción con los demás. Logra, además, determinar unas dimensiones en relación con lo íntimo, personal, social y público a partir de la cercanía o de la lejanía. Y de acuerdo con estas distancias el sujeto, o mejor, los sujetos manifiestan comportamientos sociales de conocimiento o de indiferencia entre ellos.

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Esta evolución de lo urbano, de lo público y de lo político, crea el escenario para el ejercicio del de-recho a la ciudad, el cual se transforma y se redefine según las necesidades contextuales de la sociedad y específicamente de los grupos humanos en estos asentamientos de origen informal.

Siguiendo con Borja:

“… el espacio público sostiene dos reflexiones. La primera porque en él se manifiesta la crisis de ciu-dad o de urbanidad, siendo un punto sensible para impulsar políticas de hacer ciudad en la ciudad. Y la segunda porque las nuevas realidades urbanas plan-tean nuevos retos al espacio público: la movilidad individual generalizada, la multiplicación y la espe-cialización de las nuevas centralidades y la fuerza de las distancias que parecen imponerse a los intentos de dar continuidad formal y simbólica a los espacios públicos. Reivindicando el papel integrador de la es-tructura urbana y a la vez de los proceso sociales que en él los habitantes mantienen a través del ejercicio del derecho a la ciudad (...)” (Borja, 1998).

Velásquez, bajo esta noción de reivindicación de los derechos del ciudadano es el espacio público colectivo, como escenario de concertación y nego-ciación de los procesos sociales que la ciudad cons-truye y transforma según los intereses y conflictos propios de su época y de los distintos grupos socia-les, dice que el espacio público:

“Es un bien común por excelencia (...) señala dos dimensiones: la tangible y la intangible. La tangible, es una visión espacialista y territorial que define el espacio público como un lugar: la ciudad es un gran espacio público y es necesario construir espacios de encuentro, plazas, calles, parques en donde podamos encontrarnos. La intangible, plantea que la ciudad es espacio público no por los lugares físicos –aunque éstos juegan un papel importante– sino porque brin-dan oportunidades para encontrarnos en los espacios sociales para dialogar e intercambiar, incluso, para tramitar los conflictos” (Velásquez, 2006).

Para los sectores con barrios de origen informal, el espacio público se constituye en el espacio social, es decir, una prolongación del ámbito doméstico.

Aparecen múltiples formas de vida colectiva: recrea-ción, trabajo, movilidad y de prestaciones de ayuda y solidaridad, que relaciona a los vecinos con la vida privada de cada familia. Sus viviendas se desbordan sobre el espacio público colectivo, expulsados sus habitantes por el hacinamiento y la insalubridad del espacio interior que ofrece la vivienda. Muchos de sus vínculos sociales se dan en el lugar público. Este lugar se anima desde el diseño urbano que ofrece, además, una dotación en mobiliario que en algunos casos no es coherente con las necesidades locales, pues muchas veces son modelos que se aplican de manera iterativa para lograr la imagen homogénea del espacio público de la ciudad formal.

En cierta medida, la dinámica del derecho a la ciu-dad que los ciudadanos exigen, hace que se promueva la disminución en el déficit cuantitativo y cualitativo del espacio público colectivo del barrio, la localidad y por ende de la ciudad; es lo que sucede a través del Programa de Mejoramiento MIB que la administra-ción desarrolla sobre el espacio público barrial. A su vez, la ciudad aplica lo normativo y ejerce el control del espacio público en las comunidades de origen in-formal, en su proceso de inclusión a la ciudad total.

Esto lleva a mirar las acciones de la administra-ción en la planeación y consolidación de los escena-rios del espacio público y sus complementos, el tipo de dotación en mobiliario urbano como elemento mediador para el consumo del espacio público y el desarrollo de las prácticas ciudadanas.

1.5 Mobiliario urbano

En la Cartilla del espacio público (1993) del Departa-mento Administrativo de Planeación Distrital y la Sociedad Colombiana de Arquitectos, se define el mobiliario urbano como: “Todos aquellos elemen-tos que prestan un servicio al cotidiano discurrir de la ciudad y que pese, a su reducido tamaño, transpa-rencia y liviandad, son compatibles con la fluidez y continuidad espacial del espacio público y, que por tanto, merecen ser adecuadamente ubicados en él, para prestar un mejor servicio a los ciudadanos”.

En este sentido, la mediación que el mobiliario urbano hace entre los habitantes y el servicio del

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espacio público, donde los objetos de uso colectivo consolidan su configuración espacial según la distri-bución y el tipo de mobiliario urbano dotado para el uso y la apropiación, determinan comportamientos, percepciones e interacciones en los individuos que los habitan.

Al respecto Baudrillard (1968) escribe: “(...) la pregunta de saber cómo son vividos los obje-tos, a qué otras necesidades a parte de las funcionales, dan satisfacción, cuáles son las estructuras mentales que se traslapan con las estructuras funcionales y las contradicen, en qué sistema cultural, infra o trans-cultural, se funda su cotidianidad vivida. Tales son las preguntas que me hago aquí. (...) sino de los pro-cesos en virtud de los cuales las personas entran en relación con ellos, los objetos, y de la sistemática de las conductas y de las relaciones humanas que resul-tan de ello” (Baudrillard, 1968: 2).

Además de los comportamientos tanto indivi-duales como colectivos que sugieren los objetos –mobiliario urbano–, también definen un paisaje urbano, para Martín: “Los objetos son la mejor referencia para orientarnos; para identificar entre quiénes estamos, qué papel entre los roles debe-mos representar o qué tan insólito y hostil es el ambiente…” (Martín, 2002: 27). Es decir, el espa-cio público colectivo responde a un fin dentro de la estructura de la trama urbana como es el de la conectividad entre los diferentes territorios y es-pacios urbanos que la ciudad va consolidando y construyendo, para el logro de la movilidad entre la residencia y el lugar de trabajo; son los obje-tos, que de acuerdo con su disposición espacial de manera lineal o agrupada, los que le comunican a los ciudadanos si el espacio público es un lugar de recorrido o un lugar de permanencia.

Tal vez, la dotación de estos objetos en los barrios de origen informal, sea un reconocimiento, que la ciudad formal, dentro de la estructura física, social y cultural, provee a los habitantes. Los procesos de integración urbana y los escenarios institucionales para la participación comunitaria, contribuyen a garantizar y afianzar las redes sociales de los barrios y, por ende, la cultura ciudadana.

La apropiación de los espacios públicos colecti-vos en el hábitat informal, les otorga un verdadero carácter público mediante las luchas reivindicato-rias, los procesos de gestión desde la comunidad, la construcción de los espacios urbanos, el uso y, finalmente, por el significado y lo que representan para los habitantes los lugares y el mobiliario urba-no. El significado del espacio público se manifiesta mediante las formas de apropiación ejercidas por los habitantes, las diversas prácticas de la cotidia-nidad diaria, los intereses individuales y colectivos y las interacciones de los diversos grupos sociales de la comunidad. Así mismo, el mobiliario urbano, es elemento esencial dentro de este proceso social, de hacer propio su lugar de asentamiento barrial. La apropiación del espacio que se establece a través de la conexión entre el espacio urbano y las expe-riencias de la vida de los habitantes desde su movi-lidad o permanencia y el valor asignado al espacio público colectivo es, precisamente, lo que matiza la cultura de los habitantes.

Porque al dotar su territorio-barrio de estos es-pacios urbanos y colectivos se tiene entre ellos, por ejemplo, la construcción de una calle que se con-vierte en la continuidad de su espacio doméstico. Luego la construcción de un parque, zona verde o plaza, donde se consolidan los lugares colectivos y de refuerzo en su sociabilidad, espiritualidad y ocio. Esta significación que los habitantes le dan al espa-cio, es la que interesa para este estudio: ¿quiénes lo usan?, ¿para qué lo usan?, ¿cómo ven a los otros en ese uso?, ¿con qué frecuencia hacen uso y que les representa o simboliza?

Según el Decreto 1504 de 1998, en su artículo 5, “El espacio público está conformado por el con-junto de elementos constitutivos y complementa-rios”, establece entre ellos el mobiliario urbano, su función por tipologías y especifica el tipo de objetos que conforman el mobiliario urbano. La disposición y la morfología espacial de los diversos lugares pú-blicos colectivos, condicionan el sistema del espacio público para su uso, desde su misma localización y ubicación, para el desarrollo de las actividades indi-viduales y colectivas que se crean, hasta la determi-nación de comportamientos, usos y apropiaciones

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de los espacios que se institucionalizan a partir de los ritmos y de las redes sociales y comunitarias, de manera espontánea, como acontecimientos tempo-rales. En este sentido, Santos define al sistema de objetos, como “aquello que el hombre utiliza en su vida cotidiana, sobrepasa el contexto doméstico y, presentándose como un utensilio, también constitu-ye un símbolo, un signo (...) Es algo independiente y móvil (...) Son doblemente mediadores porque se sitúan entre el hombre y la sociedad, entre el hom-bre y su situación material” (Santos, 2000: 80)

Por otra parte los objetos como utensilio son portadores de signos que codifican y significan una comunicación de acuerdo al contexto cultural. Se constituyen en símbolos que la comunidad acoge como propios, por ejemplo, el escudo de la ciudad, los colores de la bandera de Bogotá y la imagen corporativa de la ciudad o, mejor, la imagen urba-na institucional que la ciudad utiliza como medio para hacer expresos los símbolos del poder domi-nante, lo cual, a su vez, genera un sentido de in-clusión a la ciudad.

La aprehensión que los habitantes hacen del es-pacio público y de su dotación de objetos-mobiliario se convierte en una de las formas de apropiación del espacio, uso y consumo. Hernández lo “entien-de como el acto de ejercer control sobre un entorno particular, en relación con la ocupación, la defensa y el sentido de pertenencia a un espacio. La apro-piación del espacio se lleva a cabo con procesos de ‘acción transformación’ sobre el entorno en donde la persona y la colectividad transforma el espacio” (Hernández, 2005: 189).

A través de la dotación de mobiliario urbano que la administración de la ciudad provee en las obras e intervenciones en el sistema del espacio público, surgen procesos de construcción social del hábitat que establecen formas o estrategias de sustentación y apropiación del espacio, porque la ciudadanía lo demanda y lo requiere para la función y servicio ur-bano en los diversos sectores. En la investigación, el mobiliario se ha dividido en dos categorías:

Una primera categoría es la del mobiliario urba-no institucional que es dado por la administración distrital para dotar el espacio público, se caracteriza

por ser un elemento fijo y racionalizado, que es re-sultado de una normativa y responde a una función o a varias funciones en el espacio urbano, tales como las recreativas, de ocio o de movilidad peatonal. En estos espacios se amenizan y organizan las acciones de los habitantes sobre su territorio-barrio ya sea a partir de actos de recorrido o de permanencia.

La otra categoría es el mobiliario urbano no ins-titucional que es producido por los mismos habitan-tes de los barrios de origen informal. Lo hacen con el propósito de mejorar su condición económica, y por qué no decirlo, para sobrevivir mediante la actividad productiva de rebusque, Esta condición de informalidad en el empleo, dentro del cual desa-rrollan habilidades creativas basadas en sus saberes, les permiten dar uso al espacio público colectivo, a través de un objeto urbano móvil y transitorio claro está integrándolo al espacio público y complemen-tándolo con el mobiliario urbano institucional.

Con esta aparición de objetos en el espacio pú-blico la mirada no solo es físico-espacial y funcio-nal, sino que transciende a otras dimensiones como la técnica, la cultural y la ecológica. Al respecto Baudrillard (1968) afirma. “Cada uno de los obje-tos prácticos está ligado a uno o varios elementos estructurales, pero, por lo demás, todos huyen con-tinuamente de la estructuralidad técnica hacia los significados secundarios, del sistema tecnológico hacia un sistema cultural. El ambiente cotidiano, es en gran medida, un sistema ‘abstracto’: los múl-tiples objetos están, en general, aislados en su fun-ción, es el hombre el que garantiza, en la medida de sus necesidades, su coexistencia en un contexto funcional” (Baudrillard, 1968: 6).

En este mismo sentido Martín explica:

“Los objetos ‘locales’ comunitarios, aquellos en los que la colectividad reconoce sus hábitos y sus capa-cidades; aquellos con los que identifica sus creencias, y practica una manera peculiar de uso. Si un diseño nos complace, si nos es útil, es porque de algún modo somos parte de la comunidad para la que fue creado: en nuestra mente resuena el sentido de alguna de las metáforas que el objeto encierra, y podemos, además, adaptarnos sin mayor dificultad a sus funciones utili-zándolas como una prótesis.

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25 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

“El objeto, de cualquier modo, entrañable o ajeno, adoptado o impuesto, siempre es singularizado: en su manipulación y significados se ejerce un modo impersonal, una experiencia, una historia particular de vida; en él (en cada uno de los objetos) nuestra percepción reconoce el reflejo de las creencias com-partidas dentro de alguna de las comunidades a las que pertenecemos, y también de nuestra biografía” (Martín, 2002: 14).

En relación con los autores anteriores es inte-resante destacar que los objetos definen el paisaje urbano del espacio público y, como portadores de símbolos, los vuelven parte del espacio urbano inte-gral. Son elementos, tales como las vallas informa-tivas peatonales ubicadas en los parques o plazas y que se identifican por el escudo de la ciudad, que la comunidad abstrae como símbolo de inclusión a la ciudad. Ellos les potencian dicha inclusión a la ciudad como ciudadanos, en procesos pedagógicos y formadores de la cultura urbana, Cabe resaltar el tratamiento en el diseño espacial que se hace en el espacio público, para personas ciegas o discapacita-das en cuanto a su ambientación, acabados, tipos de piso, sendero peatonal.

La ciudad formal ha reglamentado la homoge-nización de los elementos constructivos y comple-mentarios del espacio público y los ha extendido a estos territorios informales, potenciando al mobilia-rio urbano institucional como portador de los signos de ciudad. Además vincula otros servicios urbanos, que el Distrito desarrolla en estas comunidades ba-rriales, como las rutas alimentadoras del sistema de transporte masivo de TransMilenio y los programas sociales de sensibilización para el uso y el disfrute de los espacios públicos colectivos.

1.6 Configuración barrial entre lo formal y lo informal

Son dos los espacios reales presentes en la configu-ración barrial, uno formal y otro informal, ellos se dilatan y se contraen en una tensión producto de los intereses de las comunidades que los habitan, definen los diferentes matices del paisaje urbano, donde se manifiestan en su consolidación y cons-

trucción, marcadas diferencias físicas y de nociones de mundo, que responden a sus necesidades tanto individuales como colectivas. A partir de las con-diciones sociales, económicas y culturales y de las acciones institucionales y las respuestas de los ha-bitantes, se hacen evidentes la fragmentación y la diversidad de la ciudad, como espacio totalizador en el que se expresan e interactúan.

Esto se evidencia en el momento de pensar la ciudad desde la perspectiva de su formalización y para ello logra proponer y desarrollar en el POT proyectos estratégicos urbanos (Plan Borde Occi-dental, Plan Centralidad Las Delicias y El Ensueño y el Plan Usme), cuyas acciones estructurantes bus-can dar ánimo al fortalecer la imagen o imágenes de la ciudad en el paisaje urbano físico y social don-de las instituciones diseñan políticas para integrar los espacios mediante acciones de control y regu-lación, previamente concertados en algunos casos o impuestos en otros. Esas intervenciones urbanas han actuado como un resorte de integración; como resorte presiona a la ciudad por construcción y do-tación, pero a la vez las comunidades presionan a la ciudad para su conservación y control social sobre los bienes públicos que ella misma consolida al ha-bitarla y establece acciones de crecimiento contro-lado en sus bordes urbanos y entre las dinámicas urbanas de las dos territorialidades imperantes has-ta este momento.

La institucionalidad de la ciudad, en la medida que habilita o redesarrolla y articula a la estructura urbana los barrios de origen informal en la estruc-tura urbana, mediante procesos de normalización y ampliación en la cobertura de los servicios públicos y del acceso a programas urbanos, como es caso del Programa de Mejoramiento Integral de Barrios, es-tablece, en gran medida, la claridad sobre la inclu-sión de los mismos a la ciudad. Posibilita acciones de mejoramiento en los territorios localizados en zonas de riesgo físico y con población vulnerable, intervenir los espacios públicos como elemento es-tructurante para la conectividad y la movilidad de los habitantes, para facilitar el intercambio de ser-vicios y de productos urbanos y para brindar así, el acceso del suelo urbano a esta población.

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26 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

Pero a la vez, son las normas e instrumentos de gestión las que facultan estas acciones de planea-ción urbana y permiten reflexionar en torno a estos territorios. El cómo y el para qué intervenir estos territorios, para la adopción del nuevo espacio y la manifestación de la construcción del hábitat social en dichas concertaciones, bajo la noción de una mejora de la calidad residencial y urbana que la ciu-dad está dispuesta a ofrecer y construir, desde los escenarios que la institucionalidad ha generado a la comunidad beneficiada.

La construcción simbólica y afectiva sobre estos barrios es un derecho existencial del ser humano, es decir, que se mejore su entorno respetando las dinámicas socio-culturales propias de estos asenta-mientos, hecho que amerita la participación de los diversos grupos sociales que hacen parte de tanto de la ciudad informal como de la formal. Condicio-nes que buscan reivindicar una distribución de los servicios urbanos de forma equitativa, aunque para ellos es la culminación de logros y luchas por un lu-gar digno de vida ciudadana. Lo anterior no es otra cosa que el reconocimiento del derecho a la inclu-sión en la vida de la ciudad, que hasta el momento se les había negado.

1.7 Renovación urbana7

El Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial de Colombia, establece que “Los proce-sos de Renovación Urbana tienen como propósito central la recuperación de zonas construidas que se encuentran degradadas, con el fin de revitalizarlas y redireccionar sus funciones en el tejido urbano agotado, antes que urbanizar los valiosos y escasos suelos naturales o agrícolas. Este último, ha sido el patrón del modelo de desarrollo expansionista que ha dominado la conformación de contextos urbanos dispersos que presentan las ciudades colombianas de tamaños medianos y grandes, principalmente”8.

En este proceso, Abramo (2006) propone el con-cepto de ciudad compacta-ciudad difusa, donde lo que busca la renovación urbana es dar un orden en la trama de la ciudad con el fin de responder a unos fines impuestos por la administración que buscan

responder a las necesidades de los intereses econó-micos y a los niveles de productividad que la mis-ma ciudad exige en relación con las demandas de servicios. Esto vincula los diversos territorios, tanto formales como informales donde, en estos últimos, las acciones tienen el propósito de formalizarlos y dejar en claro su control estatal.

De esta manera, diversas entidades a cargo de la promoción o el estudio de diversos tipos de inter-venciones, aplican la renovación, la rehabilitación, el redesarrollo o la remodelación. En la interven-ción de los barrios de origen informal dentro del Programa de Mejoramiento Integral de Barrios, se aplican la modalidad de tratamiento urbano de redesarrollo o remodelación urbana que implica la “transformación de un área o parte de la ciudad, más o menos grande, que afecta al trazado viario y a las construcciones existentes. Implica el derribo de las edificaciones anteriores, un nuevo diseño del trazado viario y una nueva trama parcelaria sobre la que se levantan edificios de nueva planta (...). Los objetivos de la remodelación urbana son variados, desde el saneamiento de espacios de difícil habitabi-lidad, la modernización de espacios con usos obso-letos o la apertura tradicional de grandes vías”9.

Lo anterior busca darle una continuidad al proceso de urbanización con el ánimo de consolidar y comple-tar las obras para lograr el nivel estándar de espacio público que la ciudad viene desarrollando y que para la ciudad informal se hace evidente en la consolidación y producción de ese espacio. Primero como elemento estructurante de la compactación de la trama urbana y segundo como el escenario de abarcar el mejoramien-to de la calidad espacial de la ciudad para una mayor cobertura de la población en condiciones de pobreza, población de mayor concentración en estos barrios.

La renovación urbana es un proceso necesario en la historia de las ciudades que no se puede descono-cer porque los espacios cumplen funciones tempo-rales y se deben adaptar al cambio de los tiempos.

7 Insumos teóricos, tomados del documento colectivo estudiantes 3° cohorte presentado en la asignatura Taller III (Renovación Urba-na), Maestría en Hábitat. 2007. Universidad Nacional de Colom-bia. Sede Bogotá.

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27 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

Las ciudades se urbanizaron a grandes velocidades y en la mayoría de los casos las estructuras no res-pondieron a esos cambios ni tampoco a la necesidad de modernizar la infraestructura y los equipamien-tos. La renovación urbana, además, le permite a la administración de la ciudad determinar y ajustar en esos espacios la dotación urbana, según los índices de demanda en cuanto a los equipamientos que estos territorios necesitan para su desarrollo colectivo.

8 Minambiente. Proceso de Renovación Urbana. (s. f.). Colombia. http://www.minambiente.gov.co/.

9 ZOIDO et al., Tomado de la página web de INVI: 321–322.2000 (http://www.planregional.cl/info/default.asp?a=12&op=0&idinfo=94&idseccion=2)

En síntesis, la figura 1 ilustra los conceptos cla-ves del presente capítulo; con su estructura articu-lada en tres ejes o dimensiones de análisis: barrios de origen informal, espacio público formal y habitante, los que convergen en las intersecciones de cada di-mensión del derecho a la ciudad y la inclusión (social y física), para entender cómo el acto de habitar lo pú-blico tiene una expresión en el uso del mobiliario, en el paisaje urbano y en el hábitat urbano.

Figura 1. Dimensión conceptual (capítulos I y II)

Mejoramiento Integral de Barrios

Mobiliario y paisaje urbano

HABITAR lo público

Habitante

espacio público -formal

barrios de origen informal

Participación ciudadana

Uso y apropiación del espacio

Programas sociales de sensibilidad

Programas de mantenimiento y sustentabilidad

Inclusión social

Inclusión física

Política urbana y normatividad

Instrumentos de gestión

Participación población vulnerable

Derecho a la ciudad

Planeación participativa

Hábitat humano localidad Ciudad Bolívar

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

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El presente capítulo pretende hacer una descripción del desarrollo que ha tenido el espacio público de la ciudad de Bogotá, particularmente en los barrios de origen informal de la localidad Ciudad Bolívar.

Se toma como base de este trabajo, la informa-ción sobre la política pública urbana desarrollada en las instituciones a cargo de la administración y gestión del espacio público, lograda mediante el fortalecimiento de los procesos de sistematización y consolidación y aplicada en acciones como el di-seño de instrumentos, programas propuestos y pro-yectos ejecutados en la temática del espacio público y la dotación de mobiliario urbano, en las diferentes escalas territoriales definidas por el Distrito para

su planeación urbana que son la ciudad, las loca-lidades, las unidades de planeamiento zonal y los barrios. Dentro de estos procesos de mejoramiento barrial y de habitabilidad se optó por hacer un reco-nocimiento al Programa de Mejoramiento Integral de Barrios, como un elemento estructurante del nuevo orden territorial para la ciudad, claro está, en la ciudad informal. Lo anterior llevó a proponer una metodología de corte cualitativo-cuantitativo, para elaborar un análisis y evaluación del espacio público y su mobiliario en barrios de origen informal en la localidad Ciudad Bolívar.

Con el fin de dar una orientación al lector de cómo fue la selección de los barrios objetos de estudio para

CAPÍTULO 2El espacio público de la ciudad de Bogotá.

Desde la ciudad informal

“(...) el grupo que le tocaba hablar sobre los barrios, llevó a un viejo curtido en su rostro, vivaz en los ademanes y

gestos, de una seguridad imperturbable. Los muchachos que debían exponer lo leído, dijeron: nosotros no hablaremos

sino que él lo hará en nombre de nosotros, don Guillermo aquí presente, porque él es nuestra memoria en estas lomas.

Don Guillermo contó o narró en forma maravillosa, su experiencia de cinco o siete barrios que él había invadido,

de cómo esos barrios comenzaron a fundarse cuando se les bautizó con el nombre escogido por la mayoría de los habi-

tantes; de cómo se habían construido, de cómo había sido la primera noche de una familia cuando llegaba con sus cosas

y armaba una casa de cartón o de tela asfáltica, dormía y soñaba por primera vez en habitación propia; noche de

fundación y regocijo familiar; de cómo los habitantes para poder llegar al terreno que habían comprado, cambiado por

un electrodoméstico o invadido a la fuerza, debían pasar por retenes establecidos por la policía y, a su vez, cómo ellos

debían pagar los impuestos a la policía para pasar legal-mente sus enseres; en fin, todo ese proceso social y humano que consiste en construir una vivienda propia, en una zona

geográfica asentada en inmensas rocas. Hoy en día, son barrios con vías de comunicación, con agua y luz (...)”

Arturo Alape (2006: 24).

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29 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

el proyecto de investigación. se describen los aspectos concernientes a la caracterización del espacio público de uso colectivo y su mobiliario en barrios de origen informal por fases:

2.1 Concepto de hábitat humano

2.1.1 Objetivos

Con el propósito de estructurar los elementos nece-sarios para la evaluación del espacio público de uso colectivo y su mobiliario en los barrios de origen informal, se establecieron los siguientes objetivos:

- Caracterizar el espacio público de uso colectivo en proyectos del Programa de Mejoramiento Integral de Barrios –PMIB– de las UPZ Jerusalén y Lucero.

- Determinar el tipo de mobiliario urbano institucio-nal y mobiliario urbano no institucional presente en los proyectos del Programa de Mejoramiento Inte-gral de Barrios en la localidad de Ciudad Bolívar.

- Hacer un sondeo de opinión sobre la percepción que tienen del espacio público, de su mobiliario y el uso actual del mismo los habitantes de los sectores involucrados en este proyecto.

- Igualmente y en la misma perspectiva hacer un sondeo de opinión a líderes comunales de estos sectores y a funcionarios del Instituto de Re-creación y Deporte –IDRD–.

2.1.1.1 Universo de observaciónAl contextualizar el medio natural de las condiciones del hábitat de los habitantes de barrios de origen in-formal, se tiene en cuenta el contraste entre ciudad formal y ciudad informal. La administración de la ciu-dad formula el programa PMIB a partir del diagnóstico de las condiciones espaciales y su déficit cuantitativo y cualitativo en vivienda y estructura urbana. Según datos de Planeación Distrital, para el año 2001 la ciu-dad sumaba un total de 944 barrios de origen informal en 26 Unidades de Planeamiento Zonal –UPZ– (ver figura 2 de las UPZ con barrios de origen informal).

Figura 2. Mapa de Bogotá con UPZ que tienen barrios de origen informal

26 UPZ (POT)14 UPZ PRIORIZADAS

CIUDAD FORMAL

BARRIOS DE ORIGEN INFORMAL

Fuente: Caja de Vivienda Popular (2005). Resumen ejecutivo. Programa de mejoramiento integral de barrios. Alcaldía Mayor de Bogotá D. C.

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30 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

El Distrito decidió iniciar las acciones del Pro-grama de Mejoramiento en las UPZ con mayor índice de prioridad de atención en diferentes pro-yectos, en las UPZ con condiciones críticas; fueron catorce las beneficiadas. En la tabla 1 se muestra el listado en orden de prioridad en cada localidad

de la ciudad, con población vulnerable SISBEN 1 y 2, su impacto –población beneficiada, la cober-tura– superficie en ilegalidad, la búsqueda en la continuidad en intervenciones distritales, garantía de la accesibilidad y mitigación del alto riesgo en estos territorios.

Tabla 1. Áreas de intervención. UPZ priorizadas

Localidad Prioridad % UPZ No. de barrios No. de habitantes

Ciudad Bolívar 1 67 Lucero 56 228.212

2 69 Ismael Perdomo 36 90.084

Usme 3 57 Gran Yomasa 63 118.444

4 52 La Flora 14 16.523

Kennedy 5 82 Patio Bonito 39 107.092

Suba 6 71 Tibabuyes 24 95.108

Chapinero 7 89 San Isidro Patios 5 8.311

Ciudad Bolívar 8 68 El Tesoro 36 54.503

Santa Fe 9 96 Lourdes 22 59.166

Bosa 10 84 Bosa Occidental 143 166.262

Usaquén 11 9 Verbenal 41 51.148

San Cristóbal 12 32 San Blas 35 95.685

Rafael Uribe 13 55 Diana Turbay 26 70.228

Ciudad Bolívar 14 70 Jerusalén 3 64.994

TOTAL 541 1’221377

Fuente: Caja de Vivienda Popular (2005). Resumen ejecutivo. Programa de mejoramiento integral de barrios. Alcaldía Mayor de Bogotá D. C.

Para establecer el universo del proyecto se partió de la definición de Romo (1998:48) “como el con-junto de elementos a los cuales se desea extrapolar los resultados de la muestra. Todos los elementos de la muestra son homogéneos en cuanto a su defi-nición”. Lo anterior se precisa para la observación del espacio público de uso colectivo y su mobilia-rio en dos categorías, una de recorrido y la otra de permanencia. Se determinan los espacios públicos de recorrido como senderos, calles peatonales, escaleras o alamedas y espacios de permanencia

como parques o plazas; son intervenciones locales realizadas por la administración distrital como me-joramiento del espacio urbano de la ciudad, en la localidad Ciudad Bolívar.

La localidad Ciudad Bolívar se estructura en su división política y espacial por nueve unidades de planeamiento zonal (ver tabla 4). El marco muestral, según Romo (citado en Cáceres, 1998: 44) “permi-te realizar una selección de elementos, asegurando la posibilidad de que todos pueden ser elegidos”. Lo anterior permite concluir para el desarrollo del

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proyecto, que se deben tener en cuenta únicamen-te UPZ con barrios de origen informal que cuenten con espacio público construido por la administración de la ciudad en la localidad Ciudad Bolívar. Según el documento Recorriendo Ciudad Bolívar (Alcaldía Mayor; DAPD, 2004b), para 2004 existen más de 200 barrios censados con estas características. Romo también, clasifica el marco muestral en dos tipos de marco: un marco lista y un marco área. Se decidió tomar el primero el cual “representa los territorios geográficos que ocupan los integrantes de una po-blación”, que para nuestro caso viene a estar confor-mado por la población de las UPZ de la localidad de Ciudad Bolívar que fueron beneficiadas en el Pro-grama de Mejoramiento Integral de Barrios. Solo se intervinieron cuatro de estas UPZ: Jerusalén, No. 70; Ismael Perdomo, No. 69; Lucero, No. 67, y San Fran-cisco, No. 66, entre estas se seleccionaron dos por ser las UPZ que tuvieron intervención físico-espacial en el periodo entre 1995 y 2007, en proyectos de movili-dad y espacio público con dotación de mobiliario.

Como resultado de la consulta de la información se encontraron la UPZ No. 70, Jerusalén, y la UPZ No. 67, Lucero, con la creación y consolidación de esce-narios públicos de uso colectivo como vías peatonales, senderos, escaleras, andenes, plazoletas y parques.

2.2 Fase de diseño de instrumentos

2.2.1 Diseño estadístico de la investigación

A continuación se describe el conjunto de técnicas estadísticas que permitieron la observación y el aná-lisis de las poblaciones de las UPZ objeto de estudio; para el caso en referencia la información necesaria se recopiló a través de observación directa y encuestas de opinión realizadas a habitantes de los sectores.

- Unidad primaria de muestreo: una UPZ de la lo-calidad Ciudad Bolívar beneficiada con el Pro-grama de MIB.

- Unidad secundaria de muestreo: proyectos de PMIB desarrollados en una UPZ de Ciudad Bolívar.

- Unidad de observación: plazoletas, calles, par-ques, habitantes de cada proyecto de PMIB. Con base en lo señalado anteriormente, se selec-

cionaron los siguientes barrios pertenecientes a la UPZ No. 70, Jerusalén: barrio Jerusalén en los sectores Tanque - Laguna, Bellavista - La Y, sectores Pradera y La Esperanza; y de la UPZ No. 67, Lucero: barrios Es-trella del Sur y Juan Pablo II (ver cuadro 2, la relación de las UPZ, los barrios y el tipo de proyecto).

Cuadro 2. Selección de barrios de origen informal como estudio de caso

UPZ Barrio Obra Programa Descripción

Jerusalén Jerusalén sector Bellavista la Y.

Pavimentación de la malla vial. Escaleras

Obra por tu Lugar. IDU

Construcción y adecuación de la malla vial y peatonal

Jerusalén sector Tanque - Laguna.

Parque vecinal “Tanque”

Obras con saldo pedagógico. DAACD

Construcción y recuperación del parque

Jerusalén sectores Pradera y La Esperanza.

Parque vecinal El Puente del Indio

IDRD Malla de espacio público (alamedas, etc.)

Lucero Juan Pablo II Plazoleta cultural “ parque El Sapo

Bogotá Historia Común

Parque con media torta

Estrella Sur Parque de bolsillo y cancha múltiple La Amistad

Obras con saldo pedagógico. DAACD

Construcción y recuperación del parque.

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

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2.2.2 Formulación y elaboración de instrumentos para la medición de variables

Se determinó efectuar la recolección de datos en los proyectos, midiendo las siguientes variables:

Variable: Espacio público de uso colectivo en un barrio de origen informal.

- Tipo: se refiere al espacio público de libre acceso en los barrios seleccionados.

- Actividad: describe el uso del suelo urbano don-de está implantado el proyecto.

- Grado de consolidación: es el nivel de construc-ción que presenta el proyecto.

- Escala del lugar urbano: se establece por el área que tiene cada proyecto.

Variable: Dotación y clase de mobiliario urbano.

- Clase de mobiliario urbano: se definió en seis tipologías. Ambientación espacial, servicios comerciales, información y comunicación, or-ganización y protección, reposo y ocio, salud e higiene. En cada una de ellas se evaluaron los siguientes aspectos.

- Dotación: describe los objetos que configuran el mobiliario institucional instalado en el espacio público estudiado.

- Posibles usos: establece cuáles son los usos predominantes de los objetos de mobiliario institucional.

- Estado: considera el grado de cuidado o dete-rioro de los objetos de mobiliario institucional. Distribución del mobiliario urbano: caracteriza como es forma espacial en que se dispone el mo-biliario urbano.

- Ubicación espacial: establecer donde se localiza el mobiliario urbano en el espacio público y el in-ventario del mobiliario urbano no institucional.

Variable: Uso y apropiación del espacio público co-lectivo –modos de habitar– en los sectores objeto de este estudio.

- Tipo de población: describe cuáles habitantes hacen uso del espacio público.

- Quiénes lo habitan: diferencian quienes usan el espacio como recorrido o permanencia.

- Frecuencia de uso: con qué intensidad se da el uso del mobiliario.

- Flujo de transito: niveles de transito de los habi-tantes según franjas horarias.

- Días de semana: cuáles son los días y frecuencia de uso del espacio público.

- Espacio de recorrido: cuáles son los trayectos más utilizados.

- Espacio de permanencia: identificación de las áreas más utilizadas en uso y apropiación. - - Formas de apropiación física: las huellas del uso en el mobiliario.

- Formas de apropiación ambiental: aseo, mante-nimiento de la zona verde.

- Formas de apropiación social: tipo de activida-des se realizan.

- Medios de control social en el espacio: institu-ciones y organizaciones que vigilan el espacio público.

- Mantenimiento del espacio público: formas de recuperación del mobiliario urbano.

Es importante anotar que los proyectos de espa-cio público y de movilidad observados, presentan características particulares en cuanto a las condi-ciones espaciales y topográficas de cada sector, es decir, el terreno no es homogéneo pues se encontró que unos fueron construidos en un espacio llano y otros en un espacio con pendiente.

2.2.3 Métodos de recolección

El método de recolección de la información de algunas de las variables descritas anteriormente respondió a la aplicación parcial de cuestionarios a los habitantes en las zonas de influencia de los proyectos y estaba diri-gido a conocer las opiniones, vivencias y experiencias sobre las intervenciones de mejoramiento barrial en su vida cotidiana. También se aplicó la observación directa y participativa de los estudio de caso, para en-tender el uso y la percepción que los habitantes tienen del espacio público colectivo y su mobiliario urbano.

Toma de fotografías y soportes gráficos para es-tablecer las formas de uso del mobiliario urbano en

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diferentes momentos del día (mañana-tarde) y días de la semana (laborales o festivos).

Revisión y comprensión de la política urbana del espacio público a nivel nacional y local mediante la revisión documental en las instituciones encarga-das de la administración y gestión.

Aplicación de entrevistas a los diversos actores so-ciales tales como líderes comunitarios y coordinadores del Programa de Mejoramiento Integral de Barrios para conocer su opinión sobre los impactos y transforma-ciones sociales en el espacio público y su mobiliario.

2.2.4 Instrumentos de medición

Para recoger la información correspondiente al espacio público se utilizó el cuestionario 1, para

mobiliario urbano se aplicó el cuestionario 2; para uso y apropiación del espacio se aplicaron los cues-tionarios 3, 4 y 5 (ver anexos 6, 7, 8, 9, 10) y los cuestionarios del sondeo de opinión a los líderes y representantes o personal de las instituciones distri-tales (ver anexos 11 y 12).

2.2.5 Grupo operativo de campo

Para la recolección de información se conformó el siguiente grupo de trabajo para esta investigación: el investigador principal, un auxiliar de investigación, un habitante de la localidad Ciudad Bolívar. Se tra-bajó con una ficha técnica (ver a continuación) y el registro fotográfico de los proyectos seleccionados (ver capítulos dos, tres, cuatro y cinco).

Ficha técnica para la recolección de información.

Planeación de la recolección de información

Barrios

Jerusalén sector Tanque - Laguna

Jerusalén sectores Pradera y La Esperanza.

Jerusalén sector Bellavista la Y

Juan Pablo II Estrella Sur

Día corriente lunes martes miércoles jueves viernes

Hora de observación De 8 a.m. a 1 p.m. o de 2 a 6 p.m.

Día festivo sábado domingo sábado domingo sábado

Hora de observación De 8 a.m. a 1 p.m.

A quienes A los habitantes que estén haciendo uso del espacio público de uso colectivo y su mobiliario en el momento de la observación

No. de instrumentos aplicados

Cinco encuestas de opinión por sección de observación

fecha de los días de observación

8 dic.28 ene.2 feb.4 feb.9 feb.

27 nov.2 dic.4 dic.9 dic.29 ene.3 feb.5 feb.10 feb.

28 nov.1 dic.5 dic.8 dic.30 ene.2 feb.6 feb.9 feb.

29 nov.2 dic.6 dic.9 dic.31 ene.3 feb.7 feb.10 feb.

30 nov.1 dic.7 dic.8 dic.1 feb.2 feb.8 feb.9 feb.

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34 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

2.3 Bogotá y la Localidad Ciudad Bolívar

La ciudad, máxima expresión de la organización del territorio, se transforma para responder a las necesida-des del hombre. La ciudad presiona el diseño de planes estratégicos para la normalización y conectividad del territorio; los grupos sociales que la habitan definen e imponen, en su temporalidad, miradas que apoyan y dan sustento a las consolidaciones y rediseñan los hábitats en construcción y los perfiles de ciudad ideal.

El espacio físico de la ciudad está ordenado por escalas territoriales y espacios que se articulan y pue-den configurar monumentalidades; a través de ellos se escribe y se reescribe, a manera de un palimpsesto, historias de quienes la han habitado, la habitan y la habitarán. En este proceso solo quedan vestigios edili-cios del espacio urbano, entre composiciones anacró-nicas de volúmenes y vacíos que vinculan las acciones y prácticas socio-culturales de sus habitantes. Estos espacios logran consolidar y cargar los lugares de signi-ficado y de identidad, todo ello expresado a través del uso y apropiación del espacio urbano, como un matiz de patrones y acontecimientos cotidianos en cuyas tramas urbanas, sociales y productivas se desarrollan, como humanos, los habitantes de la ciudad.

Los poderes y las instituciones encargados de ad-ministrar la poética de la ciudad, la piensan como un espacio de planeación y gestión de lo urbano, a través de la política pública. A la vez, lo político se define como la modelación de las acciones urbanas sobre el espacio geográfico y las adaptaciones socia-les de los individuos que la habitan, en los actores sociales dominantes para precisar el control físico, social y económico de los grupos dominados. En este ejercicio se concibe la ciudad como un espacio descentralizado a partir de una jerarquía de niveles en su administración y control, definiendo su orden normativo de acuerdo con los usos del suelo urbano que se desarrollan en ella.

Este común denominador en la construcción de la ciudad entre lo formal y lo informal y de la dinámica urbana es visible en la evolución de la ciudad latinoa-mericana. Lo informal creció de manera exponencial en la segunda mitad del siglo XX, pero en la actuali-dad para su construcción y consolidación se toman ac-ciones correctivas sobre lo que le dejó a la ciudad ese

proceso urbano, tanto en lo formal, con procesos de renovación urbana como en lo informal, con procesos de mejoramiento o redesarrollo de lo construido.

Esta dinámica fragmentaria y aislada en los dos frentes de crecimiento y evolución, halló un punto de equilibrio –al menos en su intensión– determina-do por organismos internacionales que en su veeduría impusieron políticas de acción sobre el hábitat para los grupos vulnerables, bajo conceptos de integración social, dignidad del ser humano y calidad en su ha-bitabilidad. Este reconocimiento también constituyó un proceso de aprendizaje y experimentación de ac-ciones que se desarrollaron en otros contextos y que se pusieron en marcha en compromisos reivindicatorios de derechos para la población vulnerable de la ciudad informal. Es así como UN-Hábitat lideró programas ante los Estados miembros buscando acciones que be-neficiarán a sus diversos grupos sociales (ver figura 3). Estos programas estatales inicialmente se dieron como acciones de asistencialismo hacia la comunidad y lue-go mediante un proceso de participación y empodera-miento desde la comunidad.

Desde esta perspectiva, la ciudad formula accio-nes urbanas que se estructuran, bien sea desde la replicabilidad de casos exitosos como el de Favela–Barrio, en Brasil, y los desarrollados en escenarios nacionales como el Primed, que sirven de sustento para su aplicación en las zonas informales de la ciu-dad que precisan intervenciones físicas y sociales de diversa índole, o bien de acuerdo a las establecidas en el POT de Bogotá (Decreto 190 de 2004) que propone una mirada con un carácter más integral y amplio de estas acciones. Esto rompe con el en-foque tradicional, es decir, con las orientaciones sectoriales del viviendismo y permite la inclusión de otras dimensiones y escalas como la territorial y la urbana; además, propone el concepto de cen-tralidades, buscando la intervención urbanística mediante operaciones estratégicas y el desarrollo de instrumentos de regulación normativa basados en la “escala intermedia” (reglamentación de las UPZ). Todo lo cual permite ver el tratamiento de mejoramiento integral como un proceso complejo de acción concertada y continua de los gobiernos distritales, según se muestra en la tabla 2.

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35 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

Figura 3. Programas UN-Hábitat10

Derecho universal de Derecho a la vivienda Derecho a la ciudad derechos humanos Vancouver 1976 Estambul 1996 Foro social mundial 2001 1948 Foro global urbano 2002 TECHO VIVIENDA CIUDAD Concebido como el Concebido como el Usufructo equitativo derecho al techo en derecho a una vivienda de la ciudad dentro de los condiciones de digna en asentamientos principios de salubridad humanos sustentables sustentabilidad y justicia social

(Dentro del derecho *Localización y condiciones *Suelo, servicios publicos a la salud) de entorno vivienda, movilidad

*Estructura *Tenencia equipamiento, espacio publico físico

*Servicios publicos *Infraestrucutra de *Convivencia y seguridad servicios *Asociación y participacion *Equipamiento basico *Transporte y movilidad decisoriade la casa *Transparencia e informacion *Trabajo y respaldo economico *Espacio

Fuente: UN-Hábitat.

10 En los documentos consultados los autores citan el programa como ONU-Hábitat, UNO-Hábitat, UN-Hábitat. Para este texto se adoptó UN-Hábitat.

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Tabla 2. Instrumentos normativos para la comunidad

Periodo Normatividad Plan de desarrollo

Enfoque conceptual

Programas Área de intervención

Población atendida

Inversión en Us $

73/79 ––– ––– ––– Piduzob fases I y II ––– 635.000 hab.

85 millones crédito BID

84/94 Ley 9/ de 1989, Constitución del 1991

––– ––– Ciudad Bolívar 11.000 ha 1 millón hab.

285 millones crédito BID

95/97 Ley 388 de 1997, POT

Formar ciudad

Estrategia de formación de cultura ciudadana

Obras con saldo pedagógico 96–00, MIB SUR con Bogotá 97–07

––– ––– –––

98/00 Acuerdo 619 POT Distrito, Acuerdo 18 de 1999, crea el Departamento Administrativo de la Defensoría del Espacio Público –Dadep–

Por la ciudad que queremos

Mejorar y fortalecer las relaciones que se establecen entre las comunidades, usando como medio, la construcción y rehabilitación de los espacios públicos de los barrios. Promover la gobernabilidad local.

Acciones para la convivencia 98–00, desmarginalización de barrios 98–01, Programa Institucional y comunitario Ciudad Bolívar 98–01, MIB 00–

1700 ha 700.000 hab,

500 millones recursos propios

01/03 Bogotá para vivir todos del mismo lado

Estrategia para construir territorios equitativos e incluyentes

Proyecto de servicios urbanos para Bogotá 03–06, Obras con participación ciudadana 03–08

––– ––– –––

04/07 Plan Maestro de Espacio Público

Bogotá sin indiferencia

Programa Sur de convivencia 06–

––– ––– –––

Fuentes: Escallón y Lemus (2004). Obras con saldo pedagógico “metodología de planeación y gestión participativa a escala zonal”.

Escallón y Lemus (2003). La informalidad urbana en la producción de la ciudad. Mesa VIS.

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Esta noción de ciudad no ha sido regular y unifor-me para sus pobladores, sino que su consolidación, su planeación y su distribución espacial en servicios y funcionamiento urbano, han estado sujetos a los intereses económicos del grupo de poder; lo cual trajo consigo la conversión del espacio urbano en una manifestación de segregación y exclusión sobre grupos de habitantes. Estas tensiones fragmentaron las dinámicas de producción arquitectónica y de es-

tética urbana, la ciudad se conformó entonces desde dos categorías: una lo “formal” de la ciudad, como una espacialidad donde se polarizó el acatamiento de normas y racionalidades tecnoburocráticas, y la otra, lo “informal” de la ciudad como una espaciali-dad que fue ignorada y dejada al ritmo de sus nece-sidades, libertades y capacidades de sus pobladores, sin el control de planeación urbana ni los rigurosos procesos técnicos para su construcción.

Figura 4. Ciudad de Bogotá, D.C. Localidad Ciudad Bolívar

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

En las acciones urbanas y sociales, en el caso de la ciudad de Bogotá, D.C., y específicamente en la loca-lidad No. 19, Ciudad Bolívar, no ha sido la excepción. Los procesos de ordenamiento territorial para el distri-to y el Programa de Mejoramiento Integral de Barrios,

los planes estratégicos metropolitanos y regionales su-mados a los proyectos de cada UPZ, contribuyeron a consolidar y completar el desarrollo de la ciudad sur, con el fin de hacerla más eficiente, se determinó un perfil para este sector de la ciudad (ver figura 4).

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Esta integración no es solo física a escala de lo-calidades dentro de la ciudad, sino que implicó una visión más amplia que se perfiló como integración ciudad-región. Esto obligó a hacer un rastreo de los planes estratégicos que propone el POT, donde se vislumbraron una serie de proyectos estructurantes que buscaron consolidar a la ciudad en el orden in-ternacional, nacional y local. En estas dos últimas escalas de integración los planes estratégicos tuvie-ron, por una parte, un impacto de orden urbano, social y de conectividad con la región y, por la otra, consolidar centralidades periféricas que vinieron a soportar las demandas en servicios, funcionalidad e institucionalidad para la localidad Ciudad Bolívar.

Los planes estratégicos de la ciudad propuestos para la localidad son:

• Plan Borde Occidental. Para desarrollar la cen-tralidad de Bosa - Kennedy, de carácter regional,

a través de la conectividad con los municipios del occidente de Bogotá, D.C. (ver en figura 5 el número 1).

• Plan Centralidad. Las Delicias y El Ensueño. De carácter urbano, para la conectividad con la in-fraestructura de la ciudad formal, donde se inte-gra y consolida el desarrollo de la ciudad sur (ver en figura 5 el número 2)

• Plan Usme. Para desarrollar el proyecto Ciuda-dela Nuevo Usme, de vivienda de interés social con carácter regional, para la conectividad con la salida al Llano (ver en figura 5 el número 3)

Estos planes estratégicos permiten la construc-ción de servicios de dotación y de conexión vial a cada una de las zonas de intervención, bajo el con-cepto de descentralización administrativa, servicios e infraestructura funcional de la ciudad, según se muestra en la figura 5 (en los números 1, 2 y 3).

Figura 5. Planes estratégicos POT, 2004. Bogotá, D.C. Ciudad Sur

Fuente: Elaboración de este trabajo con base en el Plan Centro de Bogotá. DAPD. 2006.

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En otras palabras, esta integración determina una sinergia entre las escalas del territorio así: región-ciudad-localidad y viceversa. Uno de los proyectos observados, parque vecinal de los sectores Pradera y La Esperanza, denominado por la comunidad “El Puente del Indio”, es elemento de consolidación, de desarrollo urbano y de integración a la ciudad, por-que articula la población del sector Pradera con la de otros sectores de la UPZ Jerusalén y de la localidad (ver Alcaldía Mayor; DAPD, 2001). Además, es evi-dente la apropiación del espacio público dentro de un amplio espectro de uso intensivo recreacional. Así pues, la intervención en el espacio público generó un impacto en las prácticas sociales y culturales de los habitantes de la localidad, no solo como parque con dotación de recreación activa, sino porque, además, recupera parte de la estructura ecológica de la zona del Zanjón de la Muralla. Por otra parte, la alameda fluye como un corredor, por ser un sitio para el paso de un barrio a otro o lugar de encuentro y, a la vez, de referencia espacial “hito” en la UPZ Jerusalén y la localidad Ciudad Bolívar.

De la misma manera, los planes estratégicos buscan vincular a la localidad con el desarrollo pla-neado de la ciudad y su fortalecimiento de conecti-vidad con la región, consolidando procesos urbanos en el territorio y proyectos a través del intercambio de productos y servicios entre los diversos sectores de la sociedad en su área de influencia.

2.4 Localidad No. 19, Ciudad Bolívar

La localidad No. 19 Ciudad Bolívar está ubicada al sur de la ciudad y limita, al norte, con la localidad de Bosa; al sur con la localidad de Usme; al oriente, con la localidad de Tunjuelito y Usme, y al occiden-te, con el municipio de Soacha (ver figura 6).

Como antecedente histórico de la transformación urbana de la localidad Ciudad Bolívar, se tiene un pro-ceso de consolidación como asentamiento territorial forjado por la acción humana, con sus percepciones particulares de cada época en cuanto al uso y apropia-ción espacial. En tiempos prehispánicos fue un territo-rio con características selváticas, rica en fauna y flora y lugar de comunidades indígenas. En la época colonial

se transformó en territorio de grandes haciendas admi-nistradas por los delegados de la corona española, una de ellas fue La Mana, que posteriormente se denominó La Fiscala. A comienzos del siglo XX, se dio inicio a lo que ahora es un territorio de urbanización informal, a través de procesos de parcelación y loteo urbano.(Ver Figura 6, siguiente página)

Este proceso de urbanización se puede dividir por décadas y en relación directa con el proceso de con-solidación de la ciudad de Bogotá –es decir la Sabana de Bogotá– marcado por una historia política y social particular sobre el territorio que determinó la migra-ción de la población de bajo ingresos hacia la zona topográfíca de laderas. Durante la primera década del siglo XX se empiezan a conformar los primeros barrios; hacia la década de los años cincuenta, como producto de la violencia bipartidista, se dio la aparición y con-solidación de los barrios de la parte baja, cuya calidad no ofrecía un nivel de asentamiento normal; luego, en la década de los años ochenta, comienza la conforma-ción de barrios en la parte media de la montaña, con la población desplazada por la violencia del narcotráfico y de los grupos guerrilleros; en la década de los años noventa la avanzada de la población desplazada por la violencia del paramilitarismo tuvo su asentamiento en la parte alta de la montaña.

Puede observarse que este proceso se da por migración forzada de población rural, además de la migración intraurbana de población pobre de la ciudad formal. Ellos encuentran en este territorio la forma de localizarse y rehacer su vida cotidiana bajo dinámicas informales de vivienda y de economía. Los terrenos de la zona urbana de la localidad de Ciudad Bolívar están situados a una altitud de entre los 2.400 y los 3.100 metros sobre el nivel del mar

La localidad de Ciudad Bolívar tiene una extensión total de 12.998,46 hectáreas. Para 2002 se clasificaban como suelo urbano 3.237,87, como suelo de expan-sión 204,65 y como suelo rural 9.555,94. Después de la localidad de Sumapaz y Usme, Ciudad Bolívar está clasificada como la localidad más extensa, como la se-gunda localidad con mayor porcentaje de área rural y como la quinta localidad con mayor cantidad de área urbana. En la tabla No. 3 se pueden ver las áreas de suelo según sea esta rural, urbano o de expansión.

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Figura 6. Localidad No. 19, Ciudad Bolívar

Fuente: Elaboración de este trabajo con base en la aerofotografía localidad Ciudad Bolívar. Google Earth. 2008.

La localidad fue creada con el primer Plan de Ordenamiento Territorial del Distrito Capital de Bogotá –POT–, adoptado mediante el Decreto 619 del 28 de julio de 2000 (revisado y modificado por el Decreto 469 de 2003 y compilados en el Decreto 190 de junio 22 de 2004). El POT estableció un or-den al territorio y propuso la proyección de la ima-gen deseable de la ciudad y del espacio que la rodea. En este sentido implicó una mayor compresión del espacio urbano y de las dinámicas socio-económicas que allí se sucedían, buscó establecer otras dimen-siones tales como la estructura ecológica principal, las áreas protegidas y los suelos de expansión, entre otros. Para Ciudad Bolívar se estableció una división

territorial del área urbana con una división política en tres sectores condicionados por la topografía y las dinámicas sociales en la explotación del territo-rio y localización de los barrios: el sector A que está conformado por terrenos que originalmente fueron un lugar de explotación de materiales para la cons-trucción y en donde están los barrios Juan Pablo II y Juan Pablo II 2do y sector de La Estrella del Sur; el sector B que está conformado por predios utilizados antes como canteras; el sector C que estaba confor-mado por terrenos baldíos, actualmente es el sector de la localidad con mejor infraestructura urbana y servicios donde están los sectores barriales que in-tegran la UPZ Jerusalén (ver anexo 4).

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Tabla 3. Extensión y tipo de suelo por localidades

Localidad Área total (ha)1

Área rural Área urbana Área de expansión

Suelo rural

Áreas protegidas

Total Suelo urbano

Áreas protegidas

Total Suelo de expansión Áreas protegidas Total

Usaquén 6.531 – 2.720 2.720 3.245 277 3.522 107,17+146,06* 37 290

Chapinero 3.899 – 2.664 2.664 1.037 198 1.235 – – –

Santa Fe 4.488 – 3.803 3.803 591 94 685 – – –

San Cristóbal 4.816 – 3.187 3.187 1.425 204 1.629 – – –

Usme 21.556 9.239 9.068 18.307 1.496 568 2.064 818,34+64* 303 1,186

Tunjuelito 1.028 – – – 752 276 1.028 – – –

Bosa 2.392 – – – 1.699 230 1.929 229 234 462

Kennedy 3.857 – – – 3.275 331 3.606 106,85+46* 98 251

Fontibón 3.326 – – – 2.976 76 3.052 39,06+6,64* 228 273

Engativá 3.556 – – – 3.073 366 3.439 – 117 117

Suba 10.055 1.931 1.210 3.141 5.568 465 6.033 421,87+379,24* 79 880

Barrios Unidos 1.190 – – – 1.008 181 1.189 – – –

Teusaquillo 1.421 – – – 1.222 199 1.421 – – –

Los Mártires 655 – – – 646 9 655 – – –

Antonio Nariño

494 – – – 472 21 493 – – –

Puente Aranda

1.724 – – – 1.685 39 1.724 – – –

La Candelaria 184 – – – 184 – 184 – – –

Rafael Uribe 1.310 – – – 1.221 89 1.310 – – –

Ciudad Bolívar

12.998 5.574 3.982 9.556 2.645 593 3.238 174.73+19.04* 11 205

Sumapaz 78.096 31.284 46.812 78.096 – – – – – –

TOTAL 163.575 48.029 73.445 121.474 34.219 4,219 38.438 1896.71+660.98* 1,106 3,664

Fuente: Alcaldía Mayor de Bogotá y DAPD (2002). Plan de Ordenamiento Territorial. Decreto No. 619.

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42 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

Con la visión de integrar el territorio con la es-tructura de la ciudad, no solo en lo físico sino en lo socio-económico, el POT definió unas piezas urba-nas para el Distrito: “El Centro Metropolitano, Los Tejidos Residenciales Norte y Sur, Ciudad Norte y Ciudad Sur: albergan las zonas de periferias estruc-turadas tanto por el mejoramiento y consolidación de los barrios incompletos existentes, como por las nuevas áreas de expansión urbana, estas sí ordena-das, que se incorporarán paulatinamente a la ciudad y Borde occidental. La localidad de Ciudad Bolívar

se encuentra localizada en la pieza urbana Ciudad Sur”. (POT, Bogotá, 2000) (ver anexo 4).

La localidad Ciudad Bolívar, bajo los lineamien-tos del POT, fue organizada territorialmente en ocho UPZ (ver tabla 4), de las cuales cinco son de tipo 1, residencial de urbanización incompleta; una es de tipo 2, residencial consolidado; una de tipo 8, predominantemente dotacional, y una de tipo 4, destinada al futuro desarrollo de la localidad. Las UPZ Jerusalén y Lucero pertenecen al tipo 1 –resi-dencial de urbanización incompleta–.

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43 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

Tabla 4. UPZ de la localidad Ciudad Bolívar

UPZ Clasificación Extensión UPZ (ha)

% No. Manzanas

Superficie de

manzanas

Suelo de expansión Áreas sin desarrollar en suelo urbano

Suelo urbanizado

Áreas Protegidas Suelo de expansión

El Mochuelo Desarrollo 321,14 9,33 10 2,50 - -

25,81 295,33

Monte Blanco

Predominantemente Dotacional

790,49 22,96 62 26,78 0.88174,73+19.04* -

113,61 472,23

Arborizadora Residencial Consolidado

326,97 9,50 277 109,66 - - 51,85 275,12

San Francisco

Residencial de Urbanización Incompleta

182,34 5,30 473 105,20 - - 5,44 176,90

Lucero Residencial de Urbanización Incompleta

581,61 16,89 1,509 274,45 - - 65,71 515,90

El Tesoro Residencial de Urbanización Incompleta

223,10 6,48 460 99,78 - - 35,80 187,30

Ismael Perdomo

Residencial de Urbanización Incompleta

554,89 16,12 1,154 296,65 - - 25,89 529,00

Jerusalem Residencial de Urbanización Incompleta

461,98 13,42 777 122,98 - - 78,54 383,44

Total 3.442,52 100 4,722 1,038 10,88 193,77 402,65 2.835,22

Fuente: Alcaldía Mayor de Bogotá y DAPD (2002). Plan de Ordenamiento Territorial. Decreto No. 619.

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44 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

En Ciudad Bolívar se localizan cuatro centralidades, que se clasifican como se indica en la tabla 5.

Tabla 5. Centralidades de Ciudad Bolívar

Nombre Clasificación Superficie (ha) UPZ

Las Delicias Escala zonal 70,38 Arborizadora

El Ensueño Escala zonal secundaria 26,12 Arborizadora e Ismael Perdomo

San Francisco Escala zonal secundaria 4,62 San Francisco

Casa de Teja Escala zonal secundaria 6,88 El Tesoro y El Mochuelo

Fuente: Alcaldía Mayor de Bogotá y DAPD (2002). Plan de Ordenamiento Territorial. Decreto No. 619.

sus equipamientos urbanos comparándolos con las demás 19 localidades urbanas del Distrito, la pre-sentan como la que tiene una mayor carencia e in-suficiencia de equipamientos por persona, pues solo hay 0,73 equipamientos por cada 1.000 personas. Esto refleja una situación originada por la falta de planificación en el desarrollo de gran parte del área urbana de la localidad, debido a la existencia y de-sarrollo de asentamientos de origen ilegal que están en vía de legalización y regulación.

Para el propósito de esta investigación, Ciudad Bolívar es la segunda localidad en tamaño por hec-tárea (22.909,63 ha) del total del área territorial de Bogotá (14%) y el sistema de espacio público construido está catalogado en la mayor parte de su territorio como rural, superada en este sentido, úni-camente por la localidad de Sumapaz. Se encuen-tran algunas zonas de áreas protegidas, entre éstas hay áreas de manejo espacial nacional, áreas prote-gidas del orden distrital, áreas protegidas del orden nacional y regional, corredor ecológico de ronda, reserva forestal distrital y santuario distrital de fau-na y flora. Dentro de las áreas protegidas de suelo urbano se encuentra que, aproximadamente un 2% de las hectáreas de la localidad, están protegidas y la mayor parte de las mismas se refieren al corredor ecológico de ronda.

En la localidad Ciudad Bolívar el 14,2% del te-rritorio corresponde a suelo urbano (3.253,45 ha), en la siguiente tabla se encuentra la clasificación de áreas urbanas en la localidad.

En los planes estratégicos que requiere la ciu-dad para establecer una articulación e integración urbana, las centralidades se ordenan por escalas de actuación, así:

De escala zonal Las Delicias, por ser la que ocupa más área de suelo urbano y además porque tiene una presencia importante en la localidad; para aprove-char su localización sobre la autopista Sur, se proyec-ta la ubicación futura de equipamientos y servicios de escala zonal y urbana dentro de ese sector de la lo-calidad. Los terrenos de esta centralidad articulan las localidades Ciudad Bolívar, Bosa y Kennedy, además permite la conectividad de la localidad con la escala regional a través con el municipio de Soacha.

La centralidad El Ensueño, por su parte, constituye una zona de centro importante para Ciudad Bolívar, donde se pueden ubicar equipamientos de escala zo-nal, como colegios, bibliotecas, CAI, centros cultura-les y unidades de atención en salud de primer nivel.

En el POT, los sistemas generales son las infra-estructuras urbanas, los espacios libres y los equi-pamientos que tejidos como una red, conectan y soportan funcionalmente las actividades urbanas ge-nerando un adecuado funcionamiento de la ciudad, a través de ellas se relacionan las localidades. Los componentes básicos de esta red son el sistema vial, el sistema de movilidad, el sistema de acueducto, el sistema de saneamiento básico, el sistema de equipa-mientos y el sistema de espacio público construido.

En cuanto a la composición y consolidación del sistema general de la localidad Ciudad Bolívar,

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45 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

Tabla 6. Clasificación de áreas urbanas localidad Ciudad Bolívar

Clasificación de áreas urbanas

Extensión en m2

Porcentaje de participación

Áreas de manzanas 16´893.500 51,9249%

Lotes 6´671.100 20,5047%

Parques 1´173.300 3,6063%

Plaza 0 0,0000%

Zona verde 100 0,0003%

Vía peatonal 3.000 0,0092%

Vías locales 5´646.700 17,3560%

Vías arterias 536.700 1,6496%

Vía ferrocarril 9.400 0,0289%

Áreas protegidas 1´600.500 4,9194%

Fuente: Alcaldía Mayor de Bogotá y DAPD (2005). Plan Maestro de Espacio Público.

En lo referente al área destinada al uso de par-ques (1’202.500 m2) es posible encontrar diferentes tipos de áreas según la escala de conectividad con la trama urbana y la región: parque metropolitano (0%), urbano (36,81%), zonal (8,43%), vecinal (53,56%) y de bolsillo (1,19%). En la tabla 7 se es-pecifica la participación de cada uno de los parques existentes en la localidad con respecto a la ciudad (ver tablas 6 y 7).

Tabla 7. Relación de parques por tipos existentes en la localidad Ciudad Bolívar

Relación áreas de parques existentes en la localidad y áreas de parques

existentes en la ciudad

Porcentaje

Metropolitano 0,00%

Urbano 22,88%

Zonal 4,47%

Vecinal 5,57%

De bolsillo 5,13%

Fuente: Alcaldía Mayor de Bogotá y DAPD (2005). Plan Maestro de Espacio Público.

La cantidad aproximada de hectáreas destinadas a vías en la zona urbana de la localidad es de 619.58, que equivale a un 7,04% de lo que está destinado a áreas de vías existentes en el suelo urbano para toda la ciudad de Bogotá. Las hectáreas destinadas a vías peatonales solo llegan a 0,3 del total. En la figura 7 se ilustra el porcentaje de las clases de vías existentes en la localidad.

Figura 7. Porcentajes de clases de vías existentes suelo urbano

0%

10%

20%

30%

40%

50%

60%

70%

80%

90%

100%

Serie1 91.1493% 8.6634% 0.1517% 0.0484%

Vías Locales Vías arterias Vías ferrocarril Vía peatonal

Fuente: Alcaldía Mayor de Bogotá y DAPD (2005). Plan Maestro de Espacio Público.

A continuación se especifica la participación de cada una de las vías existentes en la localidad con respecto a la ciudad (ver tabla 8).

Tabla 8. Áreas existentes en la localidad Ciudad Bolívar

Relación de áreas de vías existentes en la localidad y vías

existentes en la ciudad

Porcentaje

Vías locales 8,417%

Vías arterias 2,906%

Vías ferrocarril 1,514%

Vía peatonal 0,164%

Fuente: Alcaldía Mayor de Bogotá y DAPD (2005). Plan Maestro de Espacio Público.

En Ciudad Bolívar, la longitud aproximada de alamedas con construcción terminada es de 1,51 ki-lómetros aproximadamente. Lo anterior deja ver la

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46 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

situación precaria y caótica del espacio público de uso colectivo en la localidad como producto de su desordenado proceso de urbanización. De hecho, en los sectores de barrios de origen informal el concep-to de espacio público es prácticamente inexistente: el espacio es de quien primero lo ocupe. Existen además otros sectores en los que las calles no están delimitadas y no se cuenta con andenes, ni sardineles para los ha-bitantes. En la construcción de las vías para la movili-dad, en las que vinculan a las viviendas con el barrio y a éste con las otras UPZ y con la localidad, solo se han privilegiado las vías vehiculares, olvidando así la población que se desplaza peatonalmente. Lo mismo ocurre con las áreas destinadas para los parques o zo-nas verdes que terminan siendo, en la mayoría de los casos, zonas de paraderos de rutas de transporte ur-bano, zonas de estacionamiento para los vehículos de la localidad o zonas de botadero de basuras; en pocos casos la población los marca al dotarlos con mobiliario urbano improvisado para su disfrute como zonas de recreación activa.

El desarrollo social de la localidad Ciudad Bolívar, como se mencionó en los antecedentes, se da acorde con las secuencias de la transformación del territorio en los asentamientos de la población. Las acciones para la construcción del hábitat de Ciudad Bolívar fueron tomando, poco a poco, unas dimensiones incontrola-bles en lo social, lo económico, lo ambiental y sobre todo de inseguridad, problemática que la administra-ción distrital, vino a reconocer en los años ochenta. En 1983 se emiten dos acuerdos del Concejo de Bogo-tá, el 11 y el 14. El primero define el marco jurídico y administrativo de lo que en ese entonces se denominó el Programa BID Ciudad Bolívar, y el segundo crea la Alcaldía Menor de Ciudad Bolívar. Luego, con la Ley 9a de 1989 o Ley de Reforma Urbana, los gobiernos cuentan con herramientas de gestión y planeación para frenar la crisis municipal –planes de gobierno para el desarrollo socio-económico y de obra–.

En la década de los años noventa se dieron pasos importantes para la conformación y funcionamiento de las localidades de Bogotá, entre ellos están el Acuerdo 6 de 1990, que adoptó un estatuto de ordenamien-to físico, con el propósito de articular las acciones y planeación de las instituciones distritales; la reforma

a la Constitución Política de Colombia de 1991 en su artículo 322, organiza a Bogotá como Distrito Capital “(...) además establece la división del territorio en lo-calidades con la correspondiente asignación de com-petencias y funciones administrativas” y concluye que “A las autoridades distritales corresponderá garantizar el desarrollo armónico e integrado de la ciudad y la efi-ciente prestación de los servicios a cargo del Distrito; a las locales, la gestión de los asuntos propios del terri-torio”; luego, en 1992, con la Ley 1ª. se reglamentaron las funciones para las corporaciones comunitarias de las Juntas Administradoras Locales, de los Fondos de Desarrollo Local y de los alcaldes locales y se deter-minó, también, la asignación presupuestal; ese mismo año, mediante los acuerdos 2 y 6, el Concejo Distrital definió el número, la jurisdicción y las competencias de las juntas administradoras locales; bajo esta nor-matividad, Ciudad Bolívar se constituyó como una lo-calidad que, conservando sus límites y nomenclatura, sería administrada desde ese momento y en adelan-te por el alcalde local y por la Junta Administradora Local, compuesta por once ediles, elegidos todos ellos por voto popular; el Decreto Ley 1421 de 1993 “por el cual se dicta el régimen especial para el Distrito Capi-tal de Santafé de Bogotá” conocido como el Estatuto Orgánico de Bogotá., determinó el régimen político, administrativo y fiscal bajo el cual operan hasta hoy las veinte localidades del Distrito y replanteó las reglas de juego y las relaciones de poder. Con base en la nor-mativa anterior se definió el organigrama de gobierno para la localidad (ver anexo 5).

La población actual de la localidad se incremen-ta a partir de la década de los años setenta, por fac-tores externos de índole nacional, producto de los desplazamientos forzados a causa de la violencia. La tabla 9, permite observar la evolución histórica de la población en la localidad estimando un creci-miento del 106% entre el año de 1973 y el año 2000 siendo un territorio atractivo para la población de bajos ingresos y de pobreza. Estos datos hacen parte de los censos11 nacionales de 1973 y 1993.

11 Los censos de población permiten recopilar, evaluar, analizar, pro-yectar y publicar datos relativos a los habitantes de un territorio en un momento determinado, reflejando con claridad la situación demográfica, económica y social de la población.

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Para 2002 se estimaba una población resi-dente de 628.672 habitantes para la localidad de Ciudad Bolívar, que representan el 9,5% del total de población de Bogotá. Según el DANE y

el DAPD, en el censo de población 1993, y com-parando la encuesta de calidad de vida de 2003, la población del Distrito representa el 15,4% de la población del país.

Tabla 9. Población de la localidad No. 19, Ciudad Bolívar

Población Población en miseria

año Número de habitantes Grupo atareo Número de habitantes

1973 *44.770 **44.770 < 1 año *** 1.996

1985 227.035 227.035 1–4 años 12.810

1990 283.542 283.542 5–9 años 15.638

1991 295.257 10–14 años 11.728

1992 314.540 307.746 15–24 años 13.891

1993 320.757 > = 65 años 998

1994 334.645

1995 358.836 349.366

1996 368.767

1997 398.520

1998 441.737

1999 443.329

2000 474.297 459.107

Total 1.990 57.061

Fuente: Localidad No. 19, Ciudad Bolívar. Agendas locales ambientales. 2000.

En el diagnóstico realizado para el informe Re-corriendo Ciudad Bolívar (Alcaldía Mayor; DAPD, 2004b) se presenta el siguiente análisis a los datos estadísticos consolidados para el año 2002.

“La composición por edad de los habitantes de Ciu-dad Bolívar muestra una localidad con una población en su mayoría joven, en donde el 33,6% es menor de 15 años y tan sólo un 2,7% es mayor de 64 años; esto significa que existe una alta dependencia econó-mica, pues 57 habitantes de la localidad dependen económicamente de cada 100 habitantes en edad económicamente productiva. La fuerza de trabajo de la localidad está representada por 433.915 personas, que corresponden al 63,7% de la población local.

“La composición por género muestra que el 48,1% de los habitantes son hombres y el 51,9% son mujeres, lo que quiere decir que dentro del total de la pobla-ción hay 93 hombres por cada 100 mujeres, cifra que varía entre 101 hombres por cada 100 mujeres en los primeros años de vida hasta 70 hombres por cada 100 mujeres entre los adultos mayores” (Alcaldía Mayor; DAPD, 2004b: 35).

Otra interpretación de las características de la población por género y edad surge de la pirámide poblacional (figura 9) presentada en el Boletín Cen-so General –perfil localidad Ciudad Bolívar– Bogotá. 2005, donde se evidencia que, en los primeros años

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48 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

de vida es similar el nacimiento y el crecimiento de personas de los dos sexos en Bogotá, se empieza a ver una diferencia con mayor número de mujeres desde el rango de los 20 a 24, además la población se ve aumentada debido al asentamiento de parejas jóvenes con hijos pequeños, fenómeno que se ha dado en la localidad a partir del año de su creación, en 1983. Así mismo, los grupos de edad entre 15 y 24 años presentan un crecimiento explicado por una migración hacia la localidad, reciente y selectiva, de mujeres cabeza de hogar con niños pequeños.

Figura 8. Pirámide poblacional de la localidad No. 19, Ciudad Bolívar

Fuente: DANE. Boletín Censo General - Perfil localidad Ciudad Bolívar, Bogotá, 2005.

Del mismo modo, las medidas de densidad12 de población permiten entender el nivel de aglomera-ción, concentración o hacinamiento en que vive la población. Al mismo tiempo permite observar la calidad del proceso de urbanización, si se entiende que la relación área urbana –área amanzanada es un indicador muy aproximado de la relación espa-cio público– espacio privado de la ciudad y de cada localidad en particular.

En este sentido, los estándares internacionales en la distribución de espacio privado y espacio pú-blico recomienda una proporción 50% por 50%, lo anterior da una idea de la calidad de habitabilidad en la ciudad en este aspecto y permite hacer una comparación de la segregación físico-espacial en-tre las localidades. En la figura 9, se presentan las densidades de población para el área urbanizada del Distrito Capital y sus 19 localidades urbanas;

12 Se define por la cantidad de habitantes en una unidad de superficie terrestre dada; en este caso la unidad es la hectárea (ha).

la localidad de Ciudad Bolívar, que tiene un total de 2.835,22 hectáreas urbanizadas, presenta una densidad promedio de 222 habitantes por hectárea, siendo la sexta localidad con mayor densidad den-tro del Distrito.

Figura 9. Densidad poblacional de las localidades del Distrito

90103

117

142 147 149 149 150 154166 169

201 204222

243

298 302 301 307

0

50

100

150

200

250

300

350

Teus

aqui

llo

Cha

pine

ro

Fon

tibón

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e

Usa

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Bos

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San

Cris

tóba

l

No.

de

hab.

por

loca

lidad

Fuente: Alcaldía Mayor y DAPD (2004b).

La tabla 10, presenta la cantidad de población que se estimó para la localidad, el área de suelo ur-bano y las densidades de población para las UPZ de Ciudad Bolívar en 2002. Aunque estos estimativos indican que Ciudad Bolívar es una localidad muy densa en relación con los promedios de la ciudad y se describen en el mismo orden de la tabla. Con ma-yor densidad de población se encuentra la UPZ San Francisco (491 hab/ha) seguida por la UPZ Lucero (444 hab/ha) y UPZ Jerusalén (205 hab/ha) superan la densidad promedio del Distrito (190 hab/ha). Por otra parte, cabe decir que las UPZ que tienen mayor área de suelo urbano sin desarrollar son Jerusalén (78,5 ha) y Lucero (65,7 ha).

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Tabla 10. Población y densidad por UPZ

UPZ Población 2002

% Total (ha)

Áreas sin desarrollar en suelo urbano

Suelo de expansión Suelo urbano

Densidad suelo

urbanizado

El Mochuelo 6.600 1,05 321,14 25,81 295.33 22

Monteblanco 790,49 113,61 174.73+19.04+10.88 471,76

Arborizadora 66.749 10,62 326,97 51,85 275,12 243

San Francisco 86.844 13,81 182,34 5,44 176,90 491

Lucero 229.216 36,46 581,61 65,71 515,90 444

El Tesoro 43.844 6,97 223,10 35,80 187,30 234

Ismael Perdomo 113.780 18,10 554,89 25,89 529,00 215

Jerusalén 78.429 12,48 461,98 78,54 383,44 205

Por fuera de UPZ 3.210 0,51

Total 628.672 100% 3.442,50 402,65 2.835,22 222

Fuente: Alcaldía Mayor; DAPD (2004b).

Tabla 11. Viviendas y hogares por UPZ

UPZ Población 2002 Vivienda Hogares Personas hogar Hogares vivienda

El Mochuelo 6.600 488 1223 5,4 2,5

Monteblanco – – – – –

Arborizadora 66.749 12.587 16.163 4,1 1,3

San Francisco 86.844 12.121 20.239 4,3 1.7

Lucero 229.216 37.597 52.481 4,4 1,4

El Tesoro 4.844 6.514 10.064 4,4 1,5

Israel Perdomo 113.780 22.930 28.853 4,2 1,2

Jerusalén 78.429 15.766 17.485 4,5 1,1

Fuera área UPZ 3.210 655 747 4,3 1,1

Total 628.672 108.699 145.254 4,3 1,3

Fuente: Alcaldía Mayor; DAPD (2004b).

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De igual forma, las medidas de densidad como viviendas/ha, hogares/ha, hogares/vivienda, déficit de vivienda y habitantes/hogar, son indicadores di-rectos e indirectos de la habitabilidad en las vivien-das y del grado de hacinamiento.

Esta situación se explica en las tablas 10 y 11 en parte por los altos índices de densidad de las UPZ No. 67, Lucero, con respecto a la UPZ No. 70, Jeru-salén. Lo dicho anteriormente, ilustra sobre la cali-dad de la habitabilidad en las viviendas, sin olvidar el gran número de barrios de origen informal que las conforman.

De igual modo, la población de la localidad se encuentra estratificada por sus características socio-económicas y se clasifica así: estrato 1: bajo-bajo, es-trato 2: bajo, estrato 3: medio-bajo. Según la tabla 12, muestra la población residente en la localidad, el 59,7% está clasificada en el estrato 1 y el 35,7% se encuentra en el estrato 2, lo que implica que más del 95% de esta población vive en condiciones de pobreza, siendo Ciudad Bolívar la localidad con más personas en condiciones de pobreza por estratos en relación con el total de su población, situación que solo es superada por la localidad de Usme. Las UPZ Lucero, El Tesoro y Jerusalén tienen la mayor canti-dad de población en estrato 1.

Figura 10. Mapa estratificación de la población por estratos

Fuente: Alcaldía Mayor; DAPD (2004b).

Tabla 12. Población por UPZ según estrato socio-económico, 2002

UPZ Estrato 1 Estrato 2 Estrato 3 Total

El Mochuelo 6.224 376 6.600

Monteblanco

Arborizadora 44.166 22.583 66.749

San Francisco 13.549 73.295 86.844

Lucero 179.435 49.781 229.216

El Tesoro 40.498 3.346 43.844

Ismael Perdomo 58.713 48.764 6.303 113.780

Jerusalén 73.848 4.581 78.429

Por fuera de UPZ 3.210 3.210

Total 375.477 224.309 28.886 628.672

Fuente: Alcaldía Mayor; DAPD (2004b).

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51 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

En la figura 10 y la tabla 12, se observa la estra-tificación de la población en la localidad por los es-tratos 1, 2 y 3. Otro indicador de las condiciones de habitabilidad de la población, es el de Necesidades Básicas Insatisfechas –NBI–13 que permite determi-nar el nivel de las características socio-económicas de la localidad, el cual mide la pobreza y la calidad de vida de los ciudadanos.

Como se observa en la tabla 13, según el indi-cador NBI, en 2003 Ciudad Bolívar tiene la mayor población en situación de pobreza y miseria dentro de las veinte localidades del Distrito con un total de 97.447 personas en esta condición. La localidad presenta, además, el porcentaje más alto de pobla-ción (16,2%) viviendo en pobreza en relación con el total de su población, ocupa así el primer lugar, mayor al promedio del 12%, mientras para Bogotá esta proporción es 7,8% .

En relación al porcentaje de personas en miseria según el NBI, Ciudad Bolívar en proporción, con una población de 17.931 corresponde a un 3%, con el que ocupa el segundo lugar mayor al promedio del 2%, mientras el total de población de Bogotá, D.C., en estas condiciones es de 77.182 que corres-ponde al 11%.

En relación al porcentaje de hogares en pobre-za según el NBI, Ciudad Bolívar en proporción con una población de 19.860 corresponde a un 12,8%, con el que ocupa el primer lugar, mayor al promedio del 10%, mientras el total de población de Bogotá, D.C., en estas condiciones es de 108.012 que co-rresponde al 5,6%,

En relación al porcentaje de hogares en miseria según el NBI, Ciudad Bolívar en proporción con una población de 3.328 corresponde a un 2,1%, con el que ocupa el primer lugar, mayor al promedio del 1%, mientras el total de población de Bogotá, D.C., en estas condiciones es de 12.740 que corresponde al 0,7% (ver tabla 13).

Figura 11. Necesidades básicas insatisfechas

Fuente: Alcaldía Mayor; DAPD (2004b).

13 Recorriendo Ciudad Bolívar (Alcaldía Mayor y DAPD, 2004b: 43). el indicador de Necesidades Básica Insatisfechas –NBI–, considera que una persona o familia vive en la pobreza cuando en sus condiciones de vida se cumple al menos una de las siguientes características:

- Hogares que habitan en viviendas inadecuadas: tiene en cuenta las carencias físicas que pueden tener las viviendas.

- Hogares que habitan en viviendas sin servicios básicos: en este punto se analizan las carencias de servicios de agua potable y elimi-nación de heces.

- Hogares en hacinamiento crítico: son los hogares que, habitando en la misma vivienda, tienen más de tres personas ocupando un mismo cuarto de manera permanente.

- Hogares con alta dependencia económica: hogares donde por cada persona económicamente productiva hay más de tres personas de-pendientes de ella y donde la persona cabeza de hogar no tiene más de dos años de educación primaria aprobados.

- Hogares con ausentismo escolar: son aquellos donde por lo menos hay un menor de 7 a 11 años, pariente del cabeza de hogar, que no asiste regularmente a un centro de educación formal.

- Hogares en situación de miseria: son los que tienen dos o más de las características antes descritas.

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Tabla 13. Necesidades básicas insatisfechas

Localidad Población Personas en pobreza

% en pobreza Personas en miseria

Porcentaje en miseria

Usaquén 441.131 17.324 3.9 0,0

Chapinero 135.895 2.150 1.6 0,0

Santa Fe 126.014 16.117 12.8 1.954 1,6

San Cristóbal 488.407 77.284 15.8 16.121 3,3

Usme 252.817 37.291 14.8 5.367 2,1

Tunjuelito 225.511 20.965 9.3 2.380 1,1

Bosa 525.459 51.135 9.7 7.946 1,5

Kennedy 898.185 81.523 9.1 13.583 1,5

Fontibón 284.449 19.243 6.8 0,0

Engativá 796.518 29.994 3.8 1.157 0,1

Suba 805.245 22.808 2.8 4.613 0,6

Barrios Unidos 178.704 6.234 3.5 73 0,0

Teusaquillo 155.841 313 0.2 0,0

Los Mártires 101.755 5.166 5.1 586 0,6

Antonio Nariño 104.120 3.104 3.0 0,0

Puente Aranda 288.890 10.620 3.7 1.122 0,4

Candelaria 26.892 2.418 9.0 274 1,0

Rafael Uribe 422.969 35.142 8.3 4.075 1,0

Ciudad Bolívar 602.697 97.447 16.2 17.931 3,0

Total 6.861.499 536.278 7.8 77.182 1,1

Fuente: Alcaldía Mayor; DAPD (2004b).

En la figura 11, se muestra la georreferencia en la localidad de Ciudad Bolívar al 2001, según NBI. Ciudad Bolívar es una de las cuatro localidades de Bogotá consideradas críticas por tener las más altas proporciones de población pobre identificada me-diante los tres indicadores de pobreza menciona-dos antes. Por esta razón es una localidad hacia la cual se ha planeado prioritariamente la inversión social y física del Distrito. En este sentido Bogotá, en la última década ha logrado avances significa-tivos a través de una mayor inversión social y de obras, en la provisión de bienes y servicios sociales

y de servicios públicos por parte del Distrito bajo el Programa de Mejoramiento Integral de Barrios.

Según el informe Recorriendo Ciudad Bolívar del DAPD: “Cabe destacar que en el periodo com-prendido entre el 2001 y el 2003 se ha presentado una reducción significativa de la pobreza, medida bajo este indicador. De esta forma, en el Distrito en su conjunto la pobreza se redujo de 13,4% a 7,8% durante el periodo, mientras que en la lo-calidad de Ciudad Bolívar la reducción alcanzó los 9,9 puntos porcentuales, al pasar de 26,1% de población en pobreza en 2001 a 16,2% en 2003,

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una reducción de casi 4 puntos mayor a la distrital. Esto se manifiesta en la reducción de la cantidad de personas de la localidad con NBI, según los re-sultados de la encuesta del Sisben y del Índice de Necesidades Básicas Insatisfechas” (Alcaldía Ma-yor; DAPD, 2004b: 44).

En cuanto a la infraestructura de los servicios públicos y la cobertura a las viviendas de la Locali-dad presentan el siguiente porcentaje de conexión según la figura 12.

Figura 12. Cobertura de servicios públicos

98.793.5 94.5

8682.2

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

100

Porcentaje

Energía

Eléct rica

A lcantarillado A cueduc to Gas Natura l Te léfono

Por

cent

aje

Fuente: DANE. Boletín Censo General 2005 –Perfil localidad Ciudad Bolívar– Bogotá.

En Ciudad Bolívar, el 98,7% de las viviendas tie-nen conexión a energía eléctrica y el 82,2% tienen conexión telefónica.

En este sentido cabe resaltar el proceso de construc-ción y fortalecimiento de los servicios públicos instala-dos en la localidad, como lo expresa un líder comunal.

“Si así es el proceso pues ha sido lento pero unifica-do en la comunidad. Aquí los servicios empezaron a llegar en 1984, llego el agua, ya después entro el servicio de la luz anteriormente aquí nosotros no te-níamos el servicio del agua ni el servicio de la luz, ni servicio de alcantarillado legalizado, porque era el alcantarillado que nosotros habíamos construido. Pues la comunidad para los desagües de los baños supuestos que teníamos, la mayoría eran letrinas. Ya en 1984 entro el servicio de acueducto entonces empezaron a crear las nuevas redes de alcantarilla-do. Ya a finales del 84 principios del 85 empezaron

la extensión de redes de la luz, ya las nuevas líneas telefónicas llegaron en el año 92 y 93 empezaron las nuevas líneas telefónicas domiciliarias porque an-teriormente contábamos con unas líneas que eran contadas en cada sector, que eran unos teléfonos públicos comunitarios. Esos ya prestaban el servicio de llamar al vecino por medio del perifoneo. O sea se necesita el señor fulano de tal tiene una llamada en el salón comunal, entonces ya la gente llegaba a ese teléfono. Pero eran contadas las líneas telefóni-cas, ya en el 91 en el 92 empezaron a llegar las líneas domiciliarias ya en el año 97, 98 se llego a lo que fue el gas domiciliario”. Fragmento transcripción de las entrevistas a líderes comunales. Es importante resaltar que el impulso de una

comunidad organizada, teniendo como sumatoria las necesidades colectivas que de ella se manifies-tan, viene a definir la producción y transformación del hábitat social en primer momento y luego la del hábitat urbano; es a través de estos escenarios, que las luchas y reivindicaciones expresadas en las demandas que los grupos sociales pueden generar dinamizan acciones sobre la localidad. En esta medida, el espacio de la ciudad se hace comple-jo cuando no cuenta con la cantidad y calidad de la vivienda y las vías de movilidad para sus habi-tantes, así como también, se hace necesario cubrir una serie de dotaciones y equipamientos, entre otros, la educación, la cultura, el culto, la salud, la seguridad y el bienestar, para el desarrollo de los habitantes como seres humanos.

La localidad en relación con la ciudad es la más rezagada. No es extraño que ocupe el primer lugar en deficiencia, el diagnóstico muestra un factor que da un equipamiento por cada 1.361 habitantes, comparada con la localidad de Chapinero donde por cada 39 habitantes se tiene un equipamiento. Se debe por tanto, tener una actitud diferente ante esta población, no en el sentido de segregarlos, sino en adelantar proyectos para revertir estos indicado-res y para lograr la redistribución de los servicios y la funcionalidad urbana para el bienestar. En la figura 13 se muestra el factor que tienen 19 locali-dades del Distrito.

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Figura 13. Cantidad de personas por equipamiento

3992 104

177 195276 291 340

529 554642

720 736 749

925 9381012

1231

1361

0

200

400

600

800

1000

1200

1400

1600

Cha

pine

ro

Teus

aqui

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San

Cris

tóba

l

Usm

e

Bos

a

Ciu

dad

Bol

ívar

Fuente: Alcaldía Mayor; DAPD (2004b).

Así mismo, no hay que olvidar que este proceso de ordenamiento y de la forma en que se distribuye en el territorio, es el resultado de lograr en primera instancia una vivienda, luego los servicios públicos, y por último de dotación de espacio público y mo-biliario, determinada por los intereses colectivos de los habitantes para logar la noción de barrio, pues es la escala física y social la que los integra, los identifi-ca y los hace seres sociales y urbanos. Mientras tan-to la noción de ciudad es externa, lejana y ajena.

Esta percepción del territorio, al zonificarlo de acuerdo con las dinámicas imperantes en la so-ciedad contemporánea y su modelo del desarrollo capitalista, lo producen y lo expanden, pero no in-cluye otras escalas que los técnicos de planeación urbana manejan y trazan en el espacio urbano.

Bajo esta diferencia de lectura del espacio urba-no, en escala y necesidades, se producen tramas densas, en unos casos de vivienda y en otros de servicios y equipamientos que, la mayoría de las veces, no concuerdan con el sentir de las comuni-dades. En este sentido, en la tabla 14, se muestra la diferencia de dotación de equipamientos entre las UPZ de la localidad.

De igual forma, otro equipamiento es la malla vial o de movilidad con la que cuenta la localidad. Esta se clasifica según el ancho de vía y su conec-tividad con la red vial de la región, la ciudad, la urbana y el barrio; funcionalmente permite el des-plazamiento bien sea vehicular o peatonal de los habitantes. Esta movilidad está condicionada por las características geográficas del territorio que, como se mencionaba anteriormente, es de ladera con pendientes muy pronunciadas, lo que causa la dificultad para su trazado y para el cumplimento de las normas técnicas; como resultado, al igual que el espacio público son áreas estrechas y con un alto riego geológico por la inestabilidad del terreno. (Ver Tabla 14, siguiente página)

El sistema vial está compuesto por cuatro tipos de malla: la malla arterial principal, la complemen-taria, la intermedia y local. Todas se relacionan con las escalas territoriales de región, urbana, zonal y barrial; su relación es funcional en sus diferentes jerarquías y por sus intersecciones.

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Tabla 14. Equipamientos por UPZ. Localidad Ciudad Bolívar

UPZ Población Total equipamientos

Equipamiento por cada 1.000

habitantes

Educación

Bienestar social

Salud Cultura Culto Recreación y deporte

Servicios urbanos

El Mochuelo 6,600 1 0,15 1 – – – – – –

Monte Blanco – 1 – – – – 1 – –

Arborizadora 66,749 47 0,70 18 7 9 3 8 – 2

San Francisco 86,844 85 0,98 28 8 28 13 5 – 3

Lucero 229,216 117 0,51 38 11 23 34 6 – 5

El Tesoro 43,844 39 0,89 11 8 4 7 9 –

Ismael Perdomo

113,780 102 0,90 32 15 25 14 8 1 7

Jerusalén 78,429 62 0,79 19 8 15 9 10 1 –

Fuera de UPZ 3,210 6 1,87 4 – 2 – – – –

Total 628,672 460 0,73 151 57 106 81 46 2 7

Participación %

– 100.00 – 42,48 12,20 23,09 16,56 1,53 0,44 3,70

Fuente: Alcaldía Mayor; DAPD (2004b).

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El sistema de movilidad se define para la loca-lidad así:

La malla arterial principal: es la red de vías de mayor jerarquía que soporta la movilidad y el ac-ceso metropolitano y regional, establece la inte-gración ciudad-región. Las vías con este carácter son las avenidas Alameda del Sur, Bosa, Ciudad de Villavicencio y Jorge Gaitán Cortés y la aveni-da del Ferrocarril del Sur, las cuales garantizan la conexión del centro metropolitano con las áreas de vivienda en suelo urbano y de expansión. Las avenidas Boyacá, del Sur y circunvalar del Sur, las avenidas Camino a Pasquilla y autopista al Llano, y la avenida del Ferrocarril del Sur, que conectan los municipios aledaños con la aveni-da Longitudinal de Occidente y con la avenida Circunvalar del Sur. Por su parte, la Autopista al Llano comunica a la ciudad y a Ciudad Bolívar con la zona oriental del país.

La malla arterial complementaria: articula opera-cionalmente a la malla vial principal y la malla vial intermedia; permite la fluidez del tráfico interior de los sectores conformados por la malla vial princi-pal y determina la dimensión y forma de la malla vial intermedia, que se desarrolla en el interior de la localidad. Esta malla es de soporte básico para el transporte privado y para las rutas alimentadoras de los sistemas de transporte masivo, Bogotá cuenta con un sistema masivo de transporte público Trans-Milenio el cual ofrece una alternativa eficiente de movilidad, articula y vincula diferentes sectores del Distrito. Para la localidad Ciudad Bolívar, cuenta con un terminal del sistema, Portal Tunal y siete rutas alimentadoras, las cuales prestan los servicios de distribución hacia los diversos sectores Candela-ria, San Francisco, Sierra Morena, Paraíso, Tesoro, Juan José Rondón y San Joaquín. La avenida Cami-no de la Horqueta y las avenidas Bacatá, Mariscal Sucre, Tunjuelito y San Francisco.

La malla vial intermedia: está compuesta por una serie de tramos viales que se tejen con la retícula que forman las mallas arteriales principal y com-

plementaria, sirviendo como una alternativa de circulación y permitiendo el acceso y la fluidez de la ciudad a escala zonal. La malla vial local, está conformada por los tramos viales barriales, cuya principal función es la de permitir el acceso a las unidades de vivienda. En la figura 14, se muestran los trazados de vías en la localidad.

Figura 14. Trazados de vías en la localidad Ciudad Bolívar

Fuente: Alcaldía Mayor; DAPD (2004b).

Estas vías son las que permiten a los habitan-tes movilizarse, pero su estado y grado de cali-dad constructiva muchas veces no corresponde con el uso intensivo y el tránsito de carga. Bajo las condiciones mencionadas y considerando la gestión comunitaria que, a través de las juntas de acción comunal y de las juntas administrado-ras local, desarrolla cada barrio, hay zonas donde las vías deben ser mixtas (vehicular y peatonal) en ciertos tramos, hay tramos inconclusos o solo

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existe la calzada sin ninguna especificación téc-nica, es decir, que se trata de vías destapadas sin demarcación de su perfil según jerarquía, ni tra-zas de diseño de andenes o franjas de circulación peatonal, ni en la calzada y en los separadores y, tampoco, de amoblamiento en cada uno de los frentes de las viviendas,

Por último, los parques y zonas verdes de la ciu-dad se clasifican en siete tipos: de bolsillo, vecina-les, zonales, urbanos, metropolitanos, ecológicos y regionales. En este sentido, la infraestructura para la localidad está conformada por el espacio público para recreación y deportes, las zonas verdes y los parques. Actualmente Ciudad Bolívar tiene dos instalaciones deportivas, el polideportivo La Es-tancia, que se localiza en la UPZ Ismael Perdomo y el polideportivo que se ubica en la UPZ Jerusalén. Según la base de datos del IDRD14, cuenta además con 295 espacios entre zonas verdes y parques, que suman 1’220.975 m2, lo que equivale a 1,9 m2 de zona verde por habitante. En comparación con las otras localidades, este indicador es el segundo más bajo y resulta significativamente inferior al prome-dio del Distrito (4,8 m2/hab).

Con base en lo anterior, la Oficina de Pla-neación de la localidad, detectó una carencia de espacios recreativos y deportivos que llevó a la alcaldía local a incidir para “mejorar la calidad de vida de la población, a través de la ampliación y/o mejoramiento de estos espacios, insuficientes en la localidad”. Por eso uno de los ejes estruc-turante del Programa de Mejoramiento Integral de Barrios es la intervención en la producción y recuperación del espacio público en los barrios de estrato 1 y 2 debido al índice bajo de metros cuadrados por habitante. Este es un indicador de calidad de bienestar que el barrio, la UPZ, la localidad y la ciudad ofrecen al habitante para su desarrollo social, espiritual y económico. Ade-más, al comparar con el estándar internacional de 10 m2/hab este índice no se cumple, pues los 4,8 m2/hab que Bogotá ofrece a sus habitantes es-tán por debajo del 50% del rango exigido y en la localidad es mucho más bajo. La administración distrital busca revertir la deficiencia de espacio

público y de zonas verdes en la proyección de proyectos para ser desarrollados hasta 2019.

2.5 Descripción de las UPZ Jerusalén y Lucero

Esta descripción se hace con la reglamentación que el Distrito dispuso para las UPZ de Jerusalén y Lucero, junto con la planeación y desarrollo por parte de la comunidad de la localidad (ver figuras 15 y 16).

La Alcaldía Mayor de Bogotá, D.C., a través del Decreto No. 151 de 12 de mayo de 2006 regla-mentó la Unidad de Planeamiento Zonal No. 70, Jerusalén, ubicada en la localidad de Ciudad Bo-lívar. Se considera como una UPZ prioritaria para la intervención del Subprograma de Mejoramien-to Integral, porque presenta serias deficiencias de infraestructura, accesibilidad, equipamientos y espacio público. La UPZ Jerusalén se localiza en el borde sur de la ciudad y limita, al norte, con la UPZ Ismael Perdomo; al sur con la UPZ San Fran-cisco y suelo rural de la localidad; al oriente, con la UPZ Arborizadora, y al occidente, con el muni-cipio de Soacha. Hace parte del área de influencia de la Operación Estratégica río Tunjuelo - Centra-lidad Danubio y la Operación Estratégica Eje de Integración Sur - Centralidad Delicias Ensueño, que buscan promover las actividades económicas y de servicios en la escala urbana y regional. En la tabla 15 se muestran los datos característicos de la UPZ No. 70, Jerusalén.

14 Datos consolidados por el Instituto Distrital de Recreación y De-porte –IDRD– y el DAPD, Subdirección de Desarrollo Social, en el 2002. Actualmente esta información está siendo sistematizada por IDRD y el Departamento Administrativo de la Defensoría del Espacio Público –DADEP–.

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Figura 15. UPZ No. 70, Jerusalén

Fuente: Elaboración de este trabajo con base en planos urbanos del DAPD. Bogotá.

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Figura 16. UPZ No. 67, Lucero

Fuente: Elaboración de este trabajo con base en planos urbanos del DAPD. Bogotá.

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Tabla 15. Características de la UPZ Jerusalén

UPZ Jerusalén

Extensión 461,98 Ha

Clasificación Residencial de urbanización

incompleta

Áreas sin desarrollar en suelo urbano 78,54 ha

Suelo urbanizado 383,44 ha

Superficie zona verde y comunal 31,98 ha

Número de manzanas 777

Superficie de manzanas 122,98 ha

Número de barrios 27

legalizados 4

Población 78.429 hab

Densidad poblacional 205 hab/ha

% de participación población en la localidad

12,48

NBI

Población en pobreza

Población en miseria

Número de viviendas 15.766

Hogares 17.485

Personas/hogar 4.5

Hogares/vivienda 1.1

Estrato 1 73.848 hab

Estrato 2 4.581

Fuente: Alcaldía Mayor; DAPD (2004b).

La Alcaldía Mayor de Bogotá, D.C., mediante el Decreto No. 440 de 30 de diciembre de 2004 re-glamentó la Unidad de Planeamiento Zonal No. 67, Lucero, ubicada en la localidad de Ciudad Bolívar. Se considera como una UPZ prioritaria para la inter-vención del Subprograma de Mejoramiento Integral porque presenta serias deficiencias de infraestructu-ra, accesibilidad, equipamientos y espacio público.

La UPZ No. 67, Lucero, se localiza en el borde sur de la ciudad y limita, al norte, con las UPZ Jerusalén

y San Francisco; al sur con las UPZ Tesoro y Mo-chuelo; al oriente, con la localidad de Tunjuelito, y al occidente, con suelo rural de la localidad. También hace parte del área de influencia de la Operación Es-tratégica río Tunjuelo - Nueva Centralidad Danubio río Tunjuelo, que buscan la recuperación ambiental del río Tunjuelo, la dotación de equipamientos a es-cala urbana y promover las actividades económicas y de servicios. En la siguiente tabla 16 se muestran los datos característicos de la UPZ No. 67, Lucero.

Tabla 16. Características de la UPZ Lucero

UPZ Lucero

Extensión 581.61 ha

Clasificación Residencial de urbanización

incompleta

Áreas sin desarrollar en suelo urbano

65.71 ha

Suelo urbanizado 515.90 ha

Superficie zona verde y comunal 22.77 ha

Número de manzanas 1509

Superficie de manzanas 274.45 ha

Número de barrios 69

legalizados 52

Población 229.216 hab

Densidad poblacional 444 hab/ha

% de participación población en la localidad

36,46

NBI

Población en pobreza

Población en miseria

Número de viviendas 37.597

Hogares 52.481

Personas/hogar 4,4

Hogares/vivienda 1,4

Estrato 1 179.439 hab

Estrato 2 49.781

Fuente: Alcaldía Mayor; DAPD (2004b).

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2.6 el espacio público en las UPZ Jerusalén y Lucero

Una de las escalas urbanas es el barrio, el espacio ur-bano más próximo y a la vez íntimo de las acciones del habitante; allí hay un reconocimiento de lo espa-

cial y de lo social y se configura como escenario para el desarrollo comunitario. Lugar donde se consolida el gestor social flexible y ámbito eficiente para los fi-nes que los habitantes establecen como prioritarios desde sus deficiencias y necesidades humanas.

Figura 17. Espacio público de la UPZ Jerusalén

Fuente: Elaboración de este trabajo con base en planos urbanos del DAPD. Bogotá.

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La reglamentación de la UPZ No. 70, Jerusalén, considera que “En términos del sistema de espacio público, la UPZ cuenta con 6,2m2 de zona verde por habitante, sobre el promedio de la ciudad que corres-ponde a 4,7 m2 por habitante y que se eleva por efecto de la zona de reserva ecológica del Distrito Capital; en relación al sistema de movilidad, se cuenta con 24,9% de malla vial arterial construida y el 70,8% de la malla vial local construida (...)” (ver el Decreto No. 151 de 12 de mayo de 2006, por la cual se reglamenta la Uni-dad de Planeamiento Zonal No. 70, Jerusalén, ubicada en la localidad de Ciudad Bolívar, p. 2).

Lo anterior, ofrece una idea del perfil de canti-dad de espacio público y de movilidad como ventaja para la UPZ, pero no hace ver la calidad de los mis-mos. En la figura 17 se muestra una porción de zona verde la cual representa tres parques de carácter metropolitano y zonal (parque metropolitano Ar-borizadora Alta, parques zonales Arborizadora Alta y Las Brisas - Zanjón de la Muralla y parques veci-nales y de bolsillo), en este sentido, es importante desarrollar estrategias de sostenibilidad y manteni-miento de las zonas verdes de la UPZ como poten-cial de calidad de bienestar para su población.

Figura 18. Espacio público de la UPZ Lucero

Fuente: Elaboración de este trabajo con base en planos urbanos del DAPD. Bogotá.

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Del mismo modo, la reglamentación de la UPZ Lucero considera que “En términos del sistema de espacio público, la UPZ cuenta con 0,92 m2 de zona verde por habitante, sobre el promedio de la ciudad que corresponde a 4.7 m2 por habitante; en relación al sistema de movilidad, se cuenta con 1,52% de ma-lla vial arterial construida y el 1,61% de la malla vial local construida (…)” (ver el Decreto No. 440 de 30 de diciembre de 2004 por la cual se reglamenta la Unidad de Planeamiento Zonal No. 67, Lucero, ubicada en la localidad de Ciudad Bolívar, p. 2).

Estos indicadores hacen ver la desequilibrada dis-tribución en el uso del suelo urbano que tuvo la UPZ ya que primó la conformación de vivienda, dejando de lado el resto de funcionalidad y de dotación de los servicios urbanos. En la figura 18 se muestra una baja porción de zona verde, representados por dos parques de carácter zonal (parque zonal Meissen, parque zonal Tanque El Volador y parques vecinales y de bolsillo).

Con lo anterior se muestra una clara diferencia entre la UPZ No. 70, Jerusalén, y la UPZ No. 67, Lucero, en cuanto al nivel de bienestar para sus habitantes, que están sujetos a la disponibilidad de

los metros cuadrados de zona verde por habitante. Situación originada en el tipo de proceso de conso-lidación de los territorios con un alto grado de satu-ración constructiva y la simultánea imprevisión de una proyección de zonas verdes para cada barrio. En las figuras 17 y 18 se ilustra el grado de densificación de vivienda y del reflejo que ofrecen las tablas 15 y 16, de caracterización, tanto de la densidad de pobla-ción, como el número de barrios desarrollados.

2.7 Proyectos de estudio en barrios de origen informal

2.7.1 UPZ No. 70, Jerusalén

En la UPZ No. 70, Jerusalén, uno de los barrios de origen informal que la conforma es el barrio Jerusa-lén. Este barrio ha tenido una consolidación singu-lar pues se ha desarrollado por sectores. Para esta investigación se mantuvo la caracterización por sectores pues estos expresan la desigual consolida-ción del barrio aparejada a su topografía irregular (ver figura 19).

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Figura 19. Muestra de estudio. Sectores del barrio Jerusalén

Fuente: Elaboración de este trabajo con base en planos urbanos del DAPD. Bogotá.

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65 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

a. Barrio Jerusalén. Sector Bellavista la Y. Pro-yecto: calle peatonal y escaleras Sector con nuevos andenes en la parte de la dia-gonal 69 sur, construcción en concreto de un im-portante tramo de una calle vehicular restringida,

con especial diseño de las tuberías de aguas ne-gras y lluvias para dar solución a su localización en la parte alta de la ladera. El drenaje lo forman rejillas en concreto y canales en este mismo ma-terial (ver figura 20).

Figura 20. Entorno inmediato del barrio Jerusalén. Sector Bellavista la Y. Proyecto: calle peatonal y escaleras.

Fuente: Elaboración de este trabajo con base en planos urbanos del DAPD. Bogotá.

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b. Barrio Jerusalén. Sector Tanque - Laguna. Proyecto: parque vecinal Tanque -Laguna Este sector, desde su aparición en los planes de ocupación y de vivienda urbana, cuenta con va-rias modificaciones a nivel físico. Actualmente, luego de muchos procesos de relleno y adecua-

ción, cuenta con un área importante que tiene dos canchas deportivas, un parque de bolsillo, unos lugares planos para recorridos y estancias, andenes con escalones y rampas. Una vía vehicu-lar llega por la iglesia y es convertida en peatonal (ver figura 21).

Figura 21. Entorno inmediato del barrio Jerusalén. Sector Tanque - Laguna. Proyecto: Parque vecinal Tanque - Laguna

Fuente: Elaboración de este trabajo con base en planos urbanos DAPD. Bogotá.

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c. Barrio Jerusalén. Sectores Pradera y La Espe-ranza. Proyecto: parque vecinal Puente del IndioEste proyecto presenta una vía peatonal-andén, allí encontramos elementos de mobiliario que incluyen

árboles con sus respectivos protectores, bancos en concreto con y sin espaldar metálico, canecas de basu-ra distribuidas a ambos lados de la alameda que comu-nica la parte oriente con la occidental (ver figura 22).

Figura 22. Entorno inmediato del barrio Jerusalén. Sectores Pradera y La Esperanza. Proyecto: Parque vecinal. Parque Puente del Indio

Fuente: Elaboración de este trabajo con base en planos urbanos DAPD. Bogotá.

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68 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

2.7.2 UPZ No. 67, Lucero

Figura 23. Muestra de estudio. Barrios Juan Pablo II y Estrella del Sur

Fuente: Elaboración de este trabajo con base en planos urbanos DAPD. Bogotá.

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69 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

a. Barrio Juan Pablo II. Proyecto: plazoleta cultural Juan Pablo II o plazoleta (parque) El SapoLa plazoleta del parque El Sapo es un proyecto que está siendo redefinido estructuralmente, en estos momentos se adelanta un proceso de pavimenta-

ción, construcción de andenes y redes de alcanta-rillado en tres calles adyacentes a la plaza. Durante las observaciones se registró tráfico de maquinaria, señalización preventiva y materiales de construc-ción sobre la plaza y la carretera (ver figura 24).

Figura 24. Entorno inmediato del barrio Juan Pablo II. Proyecto: plazoleta Cultural Juan Pablo II o plazoleta (parque) El Sapo

Fuente: Elaboración de este trabajo con base en planos urbanos DAPD. Bogotá.

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b. Barrio Estrella del Sur. Proyecto: parque múl-tiple y de bolsillo La AmistadPara acceder a Estrella Sur hay dos rutas de alimen-tadores de TransMilenio que acercan al parque; en sus calles cercanas se puede conseguir transporte

para otras zonas. El proyecto se encuentra ubicado en la parte superior de una ladera alta, sus calles se distribuyen entre el concreto y la tierra. Encontra-mos zonas muy reducidas de área verde y un solo árbol (ver figura 25)

Figura 25. Entorno inmediato barrio Estrella del Sur. Proyecto: parque múltiple y de bolsillo La Amistad

Fuente: elaboración de este trabajo con base en planos urbanos DAPD. Bogotá.

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71 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

En este capítulo se aborda la temática del espacio público que se proyectó y desarrolló en los barrios de origen informal bajo las prioridades del Programa de Mejoramiento Integral de Barrios, y que se hizo a partir de la dimensión físico-espacial de cada barrio, con el propósito de llevar calidad de bienestar a los habitantes en el espacio urbano como un indicador de inclusión física a la ciudad. Este ejercicio busca dar sentido y hacer viable el modelo de ciudad que se establece en la norma, a partir del orden formulado en el POT, del desarrollo de las cartillas del espacio público (1993 y 2005), complementado en el Plan Maestro de Espacio Público. En consecuencia, pre-tende formar una imagen homogénea del espacio colectivo de la ciudad, desde las acciones de Planea-ción Distrital y la coordinación de las diferentes insti-tuciones encargadas de su administración y gestión.

El tratamiento estético, espacial y funcional del espacio público se evidencia en los procesos de par-ticipación y concertación con la comunidad configu-rando un paisaje urbano característico en cada sector. Como bases para su diseño están la recuperación de la estructura ecológica principal, las zonas verdes, la

integración del sistema de movilidad en sus diversas escalas y el uso dominante entre lo activo y/o pasivo que requiere el espacio público, según las dinámicas naturales de los grupos sociales que habitan estos espacios. En este sentido Rapoport remite a “tres elementos esenciales en la definición de un barrio: características socio-culturales, la situación de servi-cios y actividades, y la forma física y su simbolismo” (Rapoport, 1978: 160). Elementos que contribuyen a que los habitantes lean el nuevo paisaje urbano a partir de sus ritmos y patrones en el ideal de ciudad instituida –casi siempre el ideal de ciudad es impues-to por los poseedores del conocimiento técnico–.

3.1 El sistema de espacio público de permanencia y de movilidad

Entre los elementos que estructuran a la ciudad bajo un nivel de servicios y funcionalidad urba-na para su desarrollo social y el mejoramiento de calidad de vida de sus habitantes están el espacio público y la movilidad. Son componentes insepara-bles y complementarios a la vez, que actúan en las diversas escalas de configuración y de planeación

CAPÍTULO 3Espacio público en barrios de origen informal

“la recuperación del espacio público, creación de espa-cios de recreación que desafortunadamente los primeros

habitantes del barrio no pensaron en dejar zonas para crear esos espacios entonces hubo mal planteamiento de

parte de las personas que empezaron a crear el barrio, por que todo se fue llenando de lotes y no hubieron espacios donde se fueran a crear parques, escuelas,

nada, todo se lleno en su totalidad (...) ahora sí se está construyendo un parque, pero parques no como vemos el

del puente del indio (...)”.Fragmento de una entrevista a un líder comunal

de la UPZ No. 70, Jerusalén. Ciudad Bolívar. Bogotá. 2008.

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72 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

donde las acciones incluyen, de cierta manera, un pensamiento global e integral del territorio: la lo-calidad, la UPZ y el barrio. Es precisamente el Plan de Ordenamiento Territorial para el Distrito el que definió una serie de sistemas generales que apoyan y determinan el uso del espacio urbano.

“El Decreto 190 de junio 22 de 2004 por medio del cual se compilan las disposiciones contenidas en los Decretos Distritales 619 de 2000 y 469 de 2003, define en el artículo 18 los componentes de la estructura funcional y de servicios (...) Los sis-temas generales son las infraestructuras urbanas, los espacios libres y los equipamientos que, tejidos como una red, conectan y soportan funcionalmen-te las actividades urbanas generando un adecuado funcionamiento de la ciudad. Los componentes bá-sicos de esta red son: Sistema movilidad, Sistema de transporte, Sistema de acueducto, Sistema de sa-neamiento básico, Sistema de equipamientos, Siste-ma de espacio público construido” (Alcaldía Mayor; DAPD, 2004b: 17)15.

Son precisamente los sistemas de espacio público y de movilidad los que conforman la noción de espa-cio público de uso colectivo y que centran el interés de esta investigación. En la localidad Ciudad Bolívar los sistemas generales de espacio público y de mo-vilidad presentan una condición caótica como pro-ducto de su desordenado proceso de urbanización y consolidación en el tiempo; de hecho, en los sectores de barrios de origen ilegal, el concepto de espacio pú-blico es prácticamente inexistente: el espacio urbano es de quien primero lo ocupe. Existen además otros sectores en los que las calles no están delimitadas y no cuentan con andenes, ni sardineles para el ha-bitante. Adicionalmente, las zonas verdes, las áreas de parques y de plazas no fueron considerados en el loteo en algunos de estos barrios, y si lo fueron, no se respetaron para esta función.

En tal sentido un líder comunal explica el proce-so de construcción y consolidación del espacio pú-blico de su sector, cuyos apartes que se transcriben literalmente a continuación:

“… la recuperación del espacio público, creación de espacios de recreación que desafortunadamente

los primeros habitantes del barrio no pensaron en dejar zonas para crear esos espacios, entonces hubo mal planteamiento de parte de las personas que em-pezaron a crear el barrio, porque todo se fue llenan-do de lotes y no hubieron espacios donde se fueran a crear parques, escuelas, nada, todo se lleno en su totalidad (...) ahora sí se está construyendo un par-que, pero parques no como vemos el del Puente del Indio (...) Hubieron sectores que nos quedamos, en el caso de nosotros, Bellavista, no tenemos salón co-munal nada, nosotros, por ejemplo, nos quedamos sin salón comunal porque no hubo una planeación y no se pensó a futuro como iba a ser el desarrollo del barrio, todo el mundo llegó, se posesionó, levantó su casa y no se pensó qué iba a ser a futuro; habían zonas verdes y llegaba el que lo necesitaba y sacaban 4, 5 lotes y ya (...) Nosotros, por ejemplo, digamos arriba en Bellavista estamos tratando de recuperar. (...) pero pues ha sido un proceso de veinte pico de años (...) allá no se tuvo en cuenta que tocaba dejar espacios, pero hoy, ya hay dos espacios que se están tratando de recuperar que ya son proyectos que están en es-tudios de diseño”.

Esta reflexión establece cómo el uso del suelo urbano es en gran medida para vivienda, aspecto que caracteriza este tipo de desarrollo en la ciudad informal. Este proceso de urbanización sin control en la planeación, en el diseño y en la funcionali-dad urbana, ha generado, tanto en la estructura vial como en la del espacio público, niveles ele-vados de déficit en cantidad de vías, sus anchos y demarcación, producidas según el tipo de trama urbana y vías de carácter vecinal y barrial que no se ajustan a las características técnicas requeridas. Lo mismo ocurre con las áreas de zonas verdes, parques y plazoletas. Por otra parte, son espacios dejados a la suerte, sin una demarcación o manejo paisajístico, lo que en manos de los oportunistas del mercado informal de tierra, se presta para que sean ofrecidos para la venta y, peor aún, si tienen algún tipo de barrera natural son vistos como es-pacios residuales y se convierten en depósitos de desechos o basuras domésticas.

15 El subrayado es nuestro.

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El urbanista Le Corbusier (1993), dentro de una visión funcionalista proponía, en los años treinta del siglo pasado, que la ciudad se debía planear bajo cuatro funciones: habitar, recrear, trabajar y circular. Se proponían como primeras estrategias para reformar los territorios de los barrios obreros con el fin de mitigar el creciente malestar en las ciudades industriales. Allí, los sistemas de espacio público y de movilidad se correspondían con esa idea funcionalista, el primero de carácter recreati-vo, para el ocio y el encuentro, el segundo con un carácter de circulación y de recorrido. Estas fun-ciones harían que en el discurrir cotidiano de los habitantes en la ciudad, se fortalecieran las accio-nes humanas en procesos más amables y por ende más solidarias en la construcción de la sociedad y en la consolidación del territorio.

Aplicado a la realidad cotidiana contribuiría a organizar un territorio y al grupo humano que la constituye como comunidad, en otras palabras, se-rían espacios urbanos que posibilitarían el diálogo con los otros, el intercambio, así se construiría la sociedad en la mediación del conflicto. Sus resul-tados apuntarían a lograr la pertenencia, el arraigo de la cultura –cultura ciudadana– y la identidad del colectivo barrial.

Este planteamiento corresponde a la idea de pla-nificación de la ciudad moderna, pero su aplicación a las realidades urbanas derivó en dos lógicas que fueron apareciendo en el territorio, por una parte lo formal o reglamentado y por otro lo informal por fuera de la norma. Browne considera como un pro-ceso de correspondencia a la idea de ciudad.

“En un extremo estaría el discurso del new urbanism, centrado en el control de la forma y la imposición de principios que determinan la vida urbana, a través de lo que algunos teóricos llaman un “código urbano”: un instrumento de regulación que plantea la forma única de la ciudad determinando desde la silueta de las ventanas al tamaño de sus barrios. Mientras tanto, en el otro extremo habría discursos como el de las Edges cities de Joel Garreau, que hablan de la

ciudad que aparece espontáneamente y cuya forma a diferencia de la ciudad tradicional derivaría del azar: en vez de calles hay carreteras y en vez de veredas hay estacionamientos. Lo curioso es que ambos mo-delos de ciudad, por opuestos que parezcan, emergen indistintamente por todos lados” (Browne, Lamar y otros, 2001: 2).

En este sentido la ciudad informal se manifies-ta construyéndose y consolidándose con una di-námica desordenada y desconectada de la ciudad formal –diseño del técnico en planeación urba-na–. Por otra parte, hay que considerar las ca-racterísticas topográficas del territorio donde se construyó la localidad. Ellas corresponden a una superficie, en una gran proporción de su área, a ladera media y alta y una pequeña en terreno pla-no. Las labores de construcción en condiciones de ladera, de difícil solución en los asentamien-tos informales, se facilitan para la ciudad formal gracias a las obras de infraestructura. Lo anterior sugiere que en la ciudad formal los sistemas fun-cionales y de servicios están determinados por la morfología del territorio. Esto lleva a preguntar-se cuáles son las áreas aptas para espacio público que tiene la localidad Ciudad Bolívar y cómo es-tán distribuidos en la relación ciudad-localidad, UPZ-barrios.

En concordancia con el sistema de espacio público, según el diagnóstico (Alcaldía Mayor; DAPD; 2004b: 68) que el distrito realizó en la loca-lidad en cuanto a parques y zonas verdes, se puede encontrar que “cuenta con 295 zonas verdes y par-ques, que suman 1´220.975 metros cuadrados, lo que equivale a 1,9 m2 de zona verde por habitante. En comparación con las otras localidades, este in-dicador es el segundo más bajo y resulta significati-vamente inferior al promedio del Distrito (4,8 m2/hab), que comparado con el estándar internacional de espacio público de 10 m2/hab, es aún muy infe-rior”. En la tabla 17 se presentan los estimados de participación de superficie de espacio público por localidad en la ciudad.

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Tabla 17. Metros cuadrados de zona verde por habitante. Bogotá, D.C.

Localidad Parques actuales Población 2002

m² de parque y Z.V. x hab

Parques propuestos Total parques m² parque y Z

Cant. Área (m²) Cant. Área (m²) Cant. Área (m²)

Teusaquillo 115 1´597.028,68 126.125 12,66 1 97.180,86 116 1´694.209,54 13,43

Usaquén 276 4´817.133,76 439.341 10,96 1 1.996,10 277 4´819.129,86 10,97

Barrios Unidos 111 1´787.922,92 176.552 10,13 – – 111 1´787.922,92 10,13

Santa Fe 85 1´028.380,76 107.044 9,61 1 2´416.390 ,07 86 3´444.770,83 32,18

Fontibón 149 2´447.401,33 300.352 8,15 – – 149 2´447.401,33 8,15

Engativá 525 5´033.45133 769.259 6,54 – – 525 5´033.451,33 6,54

Chapinero 141 609.096,37 122.991 4,95 – – 141 609.096,37 4,95

Antonio Nariño 66 446.064,85 98.355 4,54 – – 66 446.064,85 4,54

Tunjuelito 73 865.694,20 204.367 4,24 1 149,536,65 73 865.694,20 4,24

Suba 390 3´119.156,80 753.593 4,14 – – 391 3´268.693,45 4,34

San Cristóbal 253 1´764.554,08 457.726 3,86 – – 253 1´764.554 ,08 3,86

Puente Aranda 305 1,073.753,43 282.491 3,80 2 100,169,19 305 1´073.753,43 3.80

Kennedy 535 3´242.864,11 951.330 3,41 – – 537 3´343.033,30 3.51

Rafael Uribe Uribe 251 1´104 .474,15 385.114 2,87 4 5,161,285,31 251 1´104.474,15 2.87

Usme 174 683.935,62 259.189 2,64 – 178 5´845.220,93 22.55

Los Mártires 52 217.022.62 95.541 2,27 – 52 217.022 ,62 2.27

Bosa 202 915.337.37 450.468 2,03 4 433,585,71 206 1´348.923,08 2.99

Ciudad Bolívar 295 1´220.975.32 628.672 1,94 5 115,350,14 300 1´336.325,46 2.13

La Candelaria 16 35.254.20 27.450 1,28 – 16 35.254,20 1.28

TOTAL 4,014 32´009 .501,90 6´635.960 4,82 19 8´475,494,03 4.033 40´484.995 ,93 6.10

Fuente: Alcaldía Mayor; DAPD (2004b).

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Este espacio público resulta de la sumatoria de todos los posibles escenarios que la ciudad y, sobre todo la localidad, ofrecen a los habitantes para su recreación y movilidad. En la taba 18 figuran el total de áreas de parques y zonas verdes que están localizados en Ciudad Bolívar, clasificados por tipo

de parque según la escala: de bolsillo, vecinales, zo-nales a urbanos. Los parques vecinales (de barrio) representan el 54% del total de parques y zonas ver-des de la localidad, aportan 1,1 m2/hab al índice de parques y área verde que, incluyendo los parques zonales propuestos, suman un total de 2,1 m2/hab.

Tabla 18. Parques y zonas verdes por tipo. Localidad Ciudad Bolívar

Tipo Cant. Área total (m2) % Población2002

m2 de parque y zonas verdes por habitante

Act

uale

s BolsilloVecinalesZonalesUrbanos

29258

62

19.553,69659.186,3178.593,27

463.642,05

1,6053,986,43

37,97

628.672628.672628.672628.672

0,031,050,130,74

Subtotal 295 1´220.975,32 100,00 628.672 1,94

Prop

uest

os Zonales 5 115.350,15 628.672 0,18

Total 300 1´336.325,47 628.672 2,13

Fuente: Alcaldía Mayor; DAPD (2004b).

Estas proporciones del espacio público tienen un tinte difuso y limitado por el grado de saturación de usos urbanos dados al suelo de la localidad –don-de prima lo residencial– logran mimetizar las zonas verdes y los espacios para la recreación y el disfrute en la localidad. En la figura 26 se ilustra la distribu-ción de los parques y zonas verdes de la localidad.

Ante este balance de las condiciones actuales en materia de espacio público, se puede ver la preca-riedad en cuanto al área y la calidad constructiva de los espacios asignados para uso público en la locali-dad. Los antecedentes en la aparición de los barrios hacen suponer que son deficientes en el manejo de la calidad de paisaje urbano y de integración local. En este sentido son de gran importancia las acciones del Programa de Mejoramiento Integral de Barrios al desarrollar la tarea de proyectar intervenciones

para minimizar parte de la precariedad cualitativa y cuantitativa con la producción y recuperación de las zonas verdes y la construcción de los diversos espacios públicos en las diferentes zonas de la loca-lidad (ver figura 29).

Estos proyectos pretenden no solo cambiar la es-tética urbana, sino que además promueven activi-dades de encuentro o recorrido, actos de recreación, cultura, espiritualidad, comercio, salud y solidari-dad, a través de ellos, construir sociedad y modelar patrones que abanderen procesos de producción de un hábitat social, propio del lugar. El ajuste urba-no que el territorio logra, no es un proceso aislado de las políticas urbanas, sino que además integra a todos los actores, las instituciones, la comunidad y, además, el mercado inmobiliario, responsables de este cambio de imagen de ciudad.

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Figura 26. Parques y zonas verdes localidad Ciudad Bolívar

Fuente: Alcaldía Mayor; DAPD (2004b).

Así mismo, la revisión y la mirada a la localidad debe ser más holística, integrando otros sistemas generales como el sistema de movilidad, el cual está conformado por dos grupos, uno vial peatonal y otro vial de transporte. En este sentido el diagnóstico de la localidad, junto con la reglamentación de cada UPZ establecen políticas y estrategias en cuanto a espacio público y vías de acceso tanto peatonal y vial. Como presenta la reglamentación de las UPZ estudiadas en el artículo 1, literal A.

“Políticas y estrategias. Adelantar acciones urbanís-ticas que permitan consolidar la estructura urbana, a partir de la definición de áreas con modalidad de Intervención Reestructurante. Además precisa las acciones en el espacio público y en la estructura de funciones y servicios:

“Para la UPZ No. 70 Jerusalén. En relación con el espacio público. Generar, construir recuperar y mantener el espacio público, mediante proyectos de gestión local y urbana. Fortalecer la estructura interna del espacio público en armonía con la di-námica particular de los sectores. Garantizar el mantenimiento del espacio público, mediante for-mas de aprovechamiento que no atenten contra la integridad, uso común y libre acceso. Realizar las intervenciones para la consolidación del Parque Metropolitano PM 23 Arborizadora Alta, los par-ques zonales PZ 62 Arborizadora Alta y PZ 77 las Brisas - Zanjón de la Muralla, los parques vecinales y de bolsillo, así como los corredores ecológicos via-les asociados a la malla vial arterial que están pro-yectados. Aprovechar paisajísticamente el potencial ecológico de la UPZ y de su entorno para reafirmar el espacio público como lugar de convivencia, desa-rrollo cultural y comunitario.“En relación con la movilidad. Mejorar la conecti-vidad entre la UPZ y el área sur de la ciudad, me-diante las inversiones de proyectos de construcción: avenida Jorge Gaitán Cortes, avenida Alameda del Sur, avenida Mariscal Sucre, avenida Circunvalar del Sur. Mejorar los niveles de movilidad y accesibilidad al transporte público, mediante corredores de movi-lidad local –CML– Consolidar un sistema integral de movilidad a partir del sistema de transporte masivo (Portal Tunal - rutas alimentadoras) y los modos al-ternativos de trasporte como la bicicleta en las ci-clorrutas de las avenida Ciudad de Villavicencio y avenida Jorge Gaitán Cortes. “Para la UPZ No. 67 Lucero. En relación con el es-pacio público. Generar, construir recuperan y mante-ner el espacio público, mediante proyectos de gestión local y urbana. Fortalecer la estructura interna del espacio público en armonía con la dinámica particu-lar de los sectores.“En relación con la movilidad. Mejorar la conectivi-dad entre la UPZ y el área sur de la ciudad en pro-yectos: avenida Boyacá, avenida Alameda del Sur, avenida San Francisco, avenida Camino a Pasquilla y avenida Tunjuelito. Mejorar los niveles de movili-dad y accesibilidad al transporte público, mediante corredores de movilidad local –CML– Consolidar un sistema integral de movilidad a partir del sistema de transporte masivo (Portal Usme - rutas alimentado-ras) y los modos alternativos de trasporte como la bi-cicleta en las ciclorrutas en corredores ecológicos de

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77 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

rondas Quebrada Limas y Quebrada Peña Colorada, Caño La Represa o Zanjón de la estrella”16.

Estas reglamentaciones no solo consideran las acciones urbanas en la UPZ correspondiente sino que proyectan la integración con la localidad y la ciudad, que se da en la avenida Alameda del Sur y en el espacio público con la articulación de los par-ques metropolitanos y zonales. Tiene el propósito de construir una ciudad incluyente en lo físico de tal manera que favorezca el orden social y cultural de la comunidad. Estos proyectos muestran en al-gunos tramos del trayecto su propuesta de conecti-vidad; en otros casos, aunque no estén construidos, sí se encuentran en proceso de concertación con la comunidad de los barrios afectados por este tipo de obra. Esta situación se comprobó en el trabajo de campo hecho en la localidad.

En este sentido se puede decir que la apropiación de la ciudad por parte de los habitantes se da en las transformaciones físicas y sociales a partir de los controles que ellos asuman para lograr el desarrollo de sus capacidades y libertades que le imprimen al espacio en las maneras de recorrerlo y permanecer en él a partir de las dinámicas cotidianas que estén dispuestos a vivir en las temporalidades del uso, se-gún las escalas de necesidades humanas tales como trabajar, recrear, transitar y socializar con otros gru-pos humanos para la construcción de redes comu-nitarias y solidarias en los espacios públicos y su red de movilidad.

Otro elemento evaluado fue el de la adecuación y construcción de las vías de tránsito para las ru-tas alimentadoras de TransMilenio. Éstas tuvieron que ajustarse a los anchos de vía existentes en las siete rutas alimentadoras llamadas Candelaria, San Francisco, Sierra Morena, Paraíso, Tesoro, Juan José Rondón y San Joaquín. Prestan servicio a estos sectores y se convierten en una alternativa eficien-te de transporte para los habitantes de la localidad. En la actualidad tienen como punto de llegada o de salida el portal del Tunal y está en proyecto la conectividad con el portal de Usme.

Con base en este diagnóstico y con en el desa-rrollo del Programa de Mejoramiento Integral de

Barrios se hicieron las primeras obras que vincu-lan a la localidad con las escalas de ciudad, región, metropolitana y dentro de la localidad en sus dife-rentes tipos de vías. Otro punto de atención es el de las condiciones topográficas que hacen difícil el acceso vehicular en algunos sectores con pronun-ciada pendiente que obliga a considerar otro tipo de movilidad como la vía peatonal y las escaleras.

Las primeras obras físicas de estos proyectos ha-cia mediados de los años ochenta y por solicitud de la comunidad fueron vías vehiculares, no se con-templó el diseño de andenes.

Un vecino del sector señala:

“(...) que en las vías que se intervinieron hace 10 años eso en la última etapa de pavimentación, que sirvie-ron de acceso vehicular, esas quedaron sin andenes. Entonces la última etapa de pavimentación que se logró con el IDU es que terminando la recuperación de las calles que estaban totalmente destapadas se arrancaría una etapa de recuperación del espacio público que es crear andenes aunque tengan que re-ducirse las calzadas (...) hay metro y medio, dos me-tros, para tener un buen corredor peatonal pero no lo construyeron el diseño salió fue por la vía vehicular, pero nunca se pensó en que había una comunidad, que había unas personas, que había niños, que había colegios, que está el CAMI y que son personas que necesitan del espacio peatonal”.

Es de anotar que el proceso de consolidación que la localidad ha tenido en el tiempo es mayor en comparación con la concepción de la agrupa-ción de una escala intermedia de territorio como la UPZ en la planeación de la ciudad. La UPZ está conformada a su vez por los barrios tanto forma-les como los informales, desde luego estos últimos han tenido que asumir e iniciar un proceso de re-conocimiento ante y por parte del Distrito, accio-nes de regulación y legalización de los predios de la vivienda y de su entorno.

16 Reglamentación UPZ Jerusalén, pp. 5-9 y Reglamentación UPZ Lucero, pp. 4-7.

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Como se mencionó en un capítulo anterior, la construcción de ciudad y de política del hábitat se hacía predio a predio, lo que llevó a un desgas-te político y económico. Esta visión de un proce-so más individual que colectivo, hacía imposible atender las demandas de cada grupo familiar por parte del Estado. Devino, entonces, un cambio de concepción para abordar el problema de pre-cariedad de las condiciones habitacionales de la población, mediante acciones y programas más integrales, en los que se buscaba, además, que su beneficio fuera más colectivo y equitativo, lo cual llevó a demandar mejoramientos en los espacios públicos de uso colectivo. Sin embargo, por razo-nes estratégicas de las políticas de la ciudad el área de intervención se direccionó hacia la construc-ción del entorno de la vivienda y no incluyó a la vivienda en sí. En este caso y por los intereses de la investigación y la cobertura de la misma se de-terminó la selección de una muestra de proyectos (descritos en el capítulo anterior) desarrollados en el Programa de Mejoramiento Integral de Barrios, que ilustra la morfología urbana de los proyectos de espacio público observados según los sistemas generales funcionales y de servicios de la ciudad en lo referente al espacio público de permanencia y de movilidad. Tienen la siguiente descripción:

3.1.1. En la UPZ No. 70, Jerusalén

Sector Bellavista la Y. Calle vehicular restringida con nuevos andenes en la parte de la diagonal 69

sur; construcción en concreto de un importante tramo de una calle vehicular restringida, con espe-cial diseño de las tuberías de aguas negras y lluvias ya que se encuentra en la parte alta de la ladera media. El drenaje lo forman rejillas en concreto y canales en este mismo material. Los elementos de mobiliario urbano con mayor presencia son las barandas en los andenes de las casas para identi-ficar los bordes de nivel con la calle debido a la pendiente que se insinúa. Unas secciones de es-calera y terrazas comunican dos tramos mediante una depresión en la vía construida en concreto. El suelo contiene placas tope roles.

Hay un parque que está rodeado por secciones de calles sin construcción y que tiene un andén en las mismas condiciones en donde aparecen distin-tos desechos. Una vía vehicular en concreto. Un tramo de vía peatonal, modificado recientemente, su suelo en ladrillo con bordillos en concreto y con jardineras que no han sido terminadas. La cancha deportiva está rodeada por una reja en malas con-diciones y piso en concreto.

A sus alrededores se encuentran un colegio, un jardín infantil, una casa comunitaria en don-de se atiende a la población de la tercera edad, y algunas tiendas. Predomina la actividad resi-dencial. Por medio de unas escaleras se comuni-ca con la parte plana del sector en donde queda ubicado el barrio Candelaria la Nueva, que pro-vee de transporte urbano y de comercio a la zona (ver foto 1).

Foto 1. Espacio público de movilidad. Panorámica calle peatonal y escaleras en Bellavista la Y. Escaleras

Fuente: Esta investigación. Bogotá, 2008.

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Foto 2. Espacio público de permanencia. Panorámica parque vecinal Tanque - Laguna

Fuente: Esta investigación. Bogotá, 2008.

Las instituciones que resaltan en el contexto son la iglesia con su casa cural al respaldo, un colegio distrital, una pequeña empresa de reciclaje, dos tiendas y una bicicletería. Los objetos de mobiliario urbano presentan un desgaste excesivo por la intensidad del uso y muchos elementos como las canecas, las rejillas para el agua llu-via, las rejas protectoras y el juego infantil presentan de-terioro que disminuyen su funcionalidad (ver foto 2).

Sectores Pradera y La Esperanza. Parque vecinal Puente del Indio. El parque es un nodo que vincula el parque zonal –PZ– 77, Las Brisas - Zanjón de la Mu-ralla y el PZ 62, Arborizadora Alta. No está definido como un parque de carácter zonal pero en la práctica y como nodo articulador adquiere dicho carácter. Este proyecto presenta una vía peatonal-andén que cuenta con elementos de mobiliario, árboles con sus respecti-vos protectores, bancos en concreto con y sin espaldar metálico, canecas de basura distribuidas a ambos lados de la alameda que comunica la parte oriental con la oc-cidental. La amplitud de este lugar ha propiciado el uso de mobiliario no institucional como puestos de venta ambulante. Otros elementos como juegos infantiles se ubican cerca del parque de bolsillo, de las bancas y jardi-neras en ladrillo que tienen zonas verdes. Las alamedas y andenes se conjugan con escaleras para comunicar los distintos niveles encontrados en varios trayectos.

Sector Tanque - Laguna. Parque vecinal Tanque - Laguna. Desde sus comienzos en los planes de ocupa-ción por parte de los habitantes del barrio se estableció como área para parque, debido a que era una laguna. Se cuentan varias modificaciones a nivel físico. Prime-ro el secado, luego los procesos de relleno y por último la adecuación como terreno plano para la construcción del parque. Actualmente cuenta con espacios impor-tantes los cuales contienen dos canchas deportivas, un parque de bolsillo, unos lugares planos para recorridos y estancias con mobiliario urbano como bancas y se-paradores, andenes con escalones y rampas. Una vía vehicular llega por la iglesia y se transforma en vía pea-tonal, las calles adyacentes están construidas en con-creto, el piso que se instaló en la plaza es de concreto y ladrillos, rejillas para aguas lluvias en ladrillo las cuales presentan deterioro, una cuantas jardineras –no todas con árboles– alineadas con relación a los andenes, una dotación de diez bancas muy cerca de la cancha de mi-crofútbol y junto al parque de bolsillo, ubicadas estas últimas en forma de ángulo recto.

Otro mobiliario más variado incluye líneas de bo-lardos que separan las canchas de los andenes y otros más impiden el tránsito de vehículos. Tres canecas de basura en mal estado, casi inservibles, y postes de luz en las esquinas y en uno de los extremos hacia el norte junto al parque y las canchas, una cruz metálica.

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Foto 3. Espacio público de permanencia. Panorámicas parque vecinal Puente del Indio

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

3.1.2 En la UPZ No. 67, Lucero

Barrio Juan Pablo II. Plazoleta Cultural Juan Pablo II. Esta plazoleta, también denominada por la comunidad como parque El Sapo, nombre que proviene de la escultura en cemento de un sapo en escala 1:1000 aproximadamente, es un proyecto que está siendo complementado estruc-turalmente. Actualmente se adelanta un proce-so de pavimentación, construcción de andenes y redes de alcantarillado en tres calles adyacen-tes a la plazoleta. Durante el trabajo de campo se registró el tráfico de maquinaria, señalización preventiva y materiales de construcción sobre la plazoleta y la vía.

La plazoleta está construida en concreto con re-mates en ladrillo y pequeños desniveles en forma semicircular tienen doble función que conducen a las instalaciones del salón comunal y sirven de gra-dería para espectáculos. En los costados se encuen-tra mobiliario institucional alineado que incluye tres bancos en concreto, dispersos en el lugar unos

En cuanto a la recreación, hay una cancha de fútbol y baloncesto, parque de bolsillo infantil y un área en la que hay barras para realizar ejercicio fí-sico. Se encuentran, además, señales informativas para los peatones y algunas más para los conducto-res; la iluminación igualmente cubre ambas áreas, algunos postes distribuidos en el parque y sus al-rededores proveen la iluminación. Las bancas se encuentran distribuidas en forma circular, lineal y aglomeradas en diversos tramos. El proyecto está totalmente terminado pero se encuentra material de construcción en abandono. Hay presencia ins-titucional en colegios distritales, jardín infantil, un CAI (centro de atención inmediata) de policía y también tiendas comerciales, muy cerca, en la par-te alta que conduce al parque, hay una importante área comercial y residencial.

Por la avenida Alameda del Sur se puede conse-guir transporte para otras partes de la ciudad y una ruta de alimentadores del sistema TransMilenio que tienen una parada en este lugar y en la parte alta tiendas comerciales (ver foto 3).

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diez árboles con protectores artesanales, postes de energía y luz en las esquinas y el centro, un teléfono público de la ETB, un hidrante y parlantes de co-municación de la Junta de Acción Comunal sujetos al poste de iluminación. En la actualidad se reti-raron las canecas pues el uso fue adecuado por los habitantes para las basuras.

Algunos otros elementos de mobiliario son un asta y un poste en madera que se utiliza para practicar competencias durante las festividades que celebran la fundación del barrio 20 de Julio; dos esculturas, una en metal y otra en concreto construidas por los habitantes y mobiliario urbano no institucional que no hay en los otros lugares, como una antigua caseta comercial en una de las esquinas. En sus alrededores encontramos una di-versidad enorme de actividades desarrolladas por iglesias católica y grupos cristianos, colegios, pa-naderías y cafeterías, tiendas de alquiler y de ser-vicios, cervecerías, droguería y mercado, comedor comunitario del distrito y biblioteca comunitaria. Por allí transita una ruta de transporte público y, muy cerca, se encuentra transporte y conexión con Transmilenio, como también una zona comercial adyacente. Otro parque se construye en el mismo barrio y uno más se encuentra a pocas cuadras de El Sapo (ver foto 4).

Foto 5. Espacio público de permanencia. Panorámica del parque de bolsillo La Amistad, barrio Estrella del Sur

Fuente: esta investigación, 2007.

Barrio Estrella Sur: parque múltiple y de bolsillo La Amistad. Para acceder a Estrella Sur hay dos rutas de TransMilenio que dejan pasajeros cerca al parque; en sus calles cercanas se puede conseguir transporte pú-blico para otras zonas. El proyecto se encuentra ubica-do en la parte superior de una ladera alta, algunas de sus calles se encuentran con acabados en concreto y otras están destapadas o en tierra. Encontramos zonas muy reducidas de área verde y solo un árbol.

Foto 4. Espacio público de permanencia. Panorámica plazoleta Juan Pablo II (parque El Sapo)

Fuente: Esta investigación. Bogotá, 2008.

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La inclinación del piso establece dos niveles en altura. En el superior el piso es en ladrillo y fun-ciona como parque de bolsillo con juegos infantiles (parcialmente inservibles) y una caneca. Hay total ausencia de lugares de reposo. Este nivel se comu-nica con uno inferior por medio de una escalera en ladrillo y concreto en el que se halla la cancha deportiva para baloncesto y/o microfútbol con un banco en concreto a uno de sus costados, se en-cuentran muros delimitadores y rejas que protegen los techos del entorno.

En sus cercanías hay unas pocas tiendas, el hos-pital de Vista Hermosa, el Instituto Educativo San Juan Bosco y la UPA de La Estrella, además, un parque de encuentro juvenil con un recinto en don-de se hacen muestras de cultura, de tribus urbanas y murales para grafitos (ver foto 5).

3.2 Evolución histórica del espacio público en Bogotá

Las acciones que la administración de la ciudad proyecta y construye en el espacio urbano están de-terminadas por la normativa que se establece para cada tipo de proyecto. En este sentido existen unos trazados viales para el tipo de vía según la escala de integración y movilidad que se dé en ellos –sistema vial para localidad– y la forma del espacio público y su funcionalidad en dotación y carácter todo conte-nido en la Cartilla del espacio público.

Este carácter normativo tuvo su aplicación en la ciudad formal como elemento estructurador, y que para la ciudad informal se aplica ya no como elemen-to estructurador sino como un elemento de reorde-namiento y ajuste del espacio urbano con atributos urbanísticos y paisajísticos que vinculan los territo-rios de la localidad y de la localidad con la ciudad.

Históricamente el espacio público estuvo en manos de los ordenadores de la imagen de la ciudad que definió la ciudad colonial, a comienzos del siglo XX la ciudad de los estratos medios y en la actuali-dad interviene en los sectores populares.

En cuanto al espacio público, en la historia de Bogotá consignada en la Cartilla del espacio público (1993) se describen las siguientes temporalidades.

En el periodo entre 1536 y 1800 los elementos estructurantes del espacio público estaban dados por la calzada para movilidad y las plazas (Perilla, 2007) como puntos focales de las actividades públi-cas, el mercado y las actividades de intercambio. El uso de la calle no solo era el sendero para recorrer y el camino de los caballos, sino también el paso de la procesión, del ejercito victorioso, del nuevo funcio-nario, del sepelio y de las desgracias. En la imagen de la ciudad se evidencia una estructura continua de su arquitectura y diseño, determinado por la manzana, las fachadas, las calles y plazas de manera compacta. Al finalizar este periodo y como nuevo elemento constitutivo del espacio público aparece la alameda como lugar de paseo en los límites entre lo urbano y lo rural. Las alamedas se adornan con la presencia de vegetación, de árboles y flores, un acercamiento del hombre con su entorno natural.

En el periodo entre 1800 y 1936 se busca dar un nuevo orden a la ciudad tanto en arquitectura como en los lugares públicos. Es la búsqueda de una identi-dad nacional en un país independiente. La ciudad va a poblarse de nuevas referencias urbanas con las es-tatuas que se levantan en homenaje a los héroes de la independencia. En este periodo la plaza colonial re-cibe cambios en su patrón de diseño, pues se viste de prados y flores lo que la convierte en plaza-parque, se piensa en el espacio urbano como agente activo del bienestar comunitario, del disfrute estético. Son las personas prestantes de la ciudad las que conforman la “Sociedad de Embellecimiento –hoy de Mejoras y Ornato–” que tiene como propósito el trabajo y la reforma del espacio público y se hace eco del diseño urbano europeo que tuvo gran influencia en la ciu-dad. El crecimiento de la ciudad y de sus vías princi-pales establece la demanda de una nueva urbanística con parques, alamedas y la noción de avenida como paseo, constituida por una calle ancha con principio y final claramente definidos y rematados visualmente con objetos simbólicos como estatuas y árboles, ban-cas y postes de alumbrado que ya conforman el mobi-liario urbano. El pasaje comercial, que existe desde la ciudad colonial, es un lugar de recorrido y encuentro de los peatones aprovechando las potencialidades de la calle continua.

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En el periodo entre 1936 y 1950, entre la ciudad del siglo XIX y la ciudad moderna que propugna por la modernización del Estado con la creación de ins-tituciones y dotaciones en salud y educación, entre otras, se destacan los aportes de Karl Brunner, quien inmerso en un discurso higienista trabaja la ciudad como hecho integral, donde la estructura urbana está compuesta por el área exterior común o espacio público y los elementos que lo paramentan y defi-nen, usualmente son de carácter privado. Los nue-vos desarrollos van a adoptar, bajo tal concepción, la imagen de la ciudad jardín. Es así como la nueva avenida arborizada, los parques de barrio y los par-ques urbanos junto con la aparición del antejardín como zona de transición entre el edificio privado y el marco envolvente de lo público, transforma la ima-gen de la ciudad. Las nuevas pautas técnicas exigen las normas urbanísticas para la construcción de un espacio público amable y generoso.

En 1933 se propone el Plan de Ensanche para Bo-gotá a través del cual se introducen elementos de la ciudad compacta para articular el casco urbano co-lonial con los núcleos dispersos consolidados como barrios los cuales asignan gran importancia a la natu-raleza y a los cuerpos de agua como elemento ordena-dor y generador de espacio público. El damero colonial no contempló en su diseño la estructura natural del territorio, las rondas de los ríos nunca fueron pensadas ni explotadas como elementos generadores de espacio público, lo que las convirtió en desagües de la ciudad. En este plan la arborización se utiliza como elemento ambiental que le imprime identidad a los recorridos tratados como paseo para el peatón con amplios ande-nes, mobiliario urbano y generosos antejardines.

Para el inicio del periodo entre 1950 y 1980 se acababa de crear, en 1948, la Oficina del Plan Regu-lador de Bogotá –OPRB–, que contrata los servicios del arquitecto urbanista Le Corbusier para que di-señe un Plan Director de Bogotá, que responda a la dinámica de crecimiento de la ciudad. Su propuesta busca integrar los elementos paisajísticos de la ciu-dad con las redes jerarquizadas de vías –regla de las 7 vías y la teoría del sector– que privilegian el centro cívico con una calle principal de eje comercial ele-gante, paseo cotidiano y forum para la ciudad.

La Oficina del Plan Regulador de Bogotá – OPRB–, junto con los planificadores Wiener y Sert, encargados de desarrollar y dar normativa a los planteamientos de Le Corbusier, dejan de lado elementos estructurales de la imagen de la ciudad propuesta por Le Corbusier –Plan Piloto– donde el centro se concebía como una ciudad dentro de la ciudad con la coexistencia de todas las actividades. A cambio se instrumentaliza, con más claridad, la ciudad bajo los preceptos de la modernidad funcio-nalista: se divide en zonas de actividades específicas administración-gestión, vivienda, industria, despla-zamiento y recreación. Ideología que va a ser defini-tiva para la noción que regirá el espacio público.

El desarrollo industrial propulsa el automóvil que se convierte en el elemento organizador de la estruc-tura urbana. Los planes viales se superponen mecáni-camente y en ocasiones violentamente sobre el tejido privado y público de la ciudad. Estos planes viales van a imponerse como modelo en las ciudades colombia-nas, lo que significó una reducción importante del es-pacio público recreativo, ambiental o peatonal, como fenómeno concomitante al aumento, cada vez más notorio, del flujo de vehículos privados. Hay cambio de escala: manzana-barrio versus malla vial.

En 1954 se crea el Distrito Especial. Este cambio de categoría política de Bogotá conlleva la anexión a la ciudad de seis municipios circunvecinos de la sabana. Mientras tanto en la ciudad, dentro del concepto de zonificación, la arquitectura moderna no enmarca el espacio urbano, pues éste se vuelve abierto e indefinido en pos de consolidar la ciudad como un gran parque. Estas áreas perdieron la condición definida de la calle paramentada, pues los edificios sueltos y aislados produ-jeron un paisaje urbano confuso, disperso y peligroso. El espacio público se integra en distintos usos en el mismo conjunto de construcciones, dentro del cual se recrean la manzana, la plaza y la calle en una escala peatonal. El edificio suelto se maneja como un símbolo, que genera su propio espacio público individual y olvida la conti-nuidad de la calle y la relación general con la ciudad.

En los años sesenta surge, en el trazado urbano, la modalidad de los remates de calle, que se ubican al fondo de vías sin salida; su función era la de restringir el acceso a ella solo para sus habitantes. Su tamaño re-

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ducido, con amoblamiento limitado a algunos juegos infantiles, anticipa el proceso posterior de ghetización de la ciudad y va a generalizarse, más adelante, con la aparición y propagación del conjunto cerrado.

La ciudad contemporánea y metropolitana co-rresponde al crecimiento desbordado de Bogotá a una ciudad de difícil manejo, opresiva y deshumani-zada que le ha tomado ventaja a los procesos plani-ficadores. La contaminación ambiental, las basuras y el vertimiento de residuos en ríos y quebradas, las invasiones que el sector informal hace en calles y plazas son factores que, sumandos a la urbanización paulatina de los cerros y de la periferia, van dejando una estela de deterioro sobre el espacio público de la ciudad que, además, se ha convertido en escena-rio de múltiples factores negativos.

El Estado comienza a ejecutar acciones remedia-les para mejorar la calidad del espacio de uso público, en 1968 el “plan muelas” realiza obras sobre las prin-cipales vías y construye espacio público peatonal.

En el nivel macro se proyecta el Programa de Zo-nas Verdes Recreativas y Campos Deportivos Popu-lares que busca dotar a la ciudad de amplias zonas de recreación, de las cuales carecen las capas medias y bajas de la población de la ciudad. Estas zonas de recreación se localizan estratégicamente en los lu-gares de mayor densidad poblacional. Los parques metropolitanos empezaron a tener serios problemas y deficiencias por falta de mantenimiento, de defini-ción en el diseño, dotación de mobiliario y uso inade-cuado. En el norte se destinan grandes zonas verdes para clubes privados que hoy constituyen reservas ambientales muy importantes, no obstante su carác-ter sigue siendo restringido para el uso colectivo por parte de los habitantes de la ciudad.

En lo referente a la planificación, se presentan progresos y retrocesos en el interés por el espacio pú-blico en cuanto a su mejoramiento y amoblamiento. Dentro del estudio de desarrollo de Bogotá Fase II que dio origen al Acuerdo 7 de 1979 del Concejo de Bogotá, D.C., con el que se crean las cesiones tipo A para las nuevas construcciones, como medio de producción y generación de metros cuadrados de espacio público donde un porcentaje es entregado por los particulares a la ciudad; también plantea el

control ambiental en los componentes del plan vial, así como la peatonalización de calles no necesarias para el transporte automotor.

El Acuerdo 7 de 1979, de zonificación, reglamentó con preeminencia el espacio privado dejando de lado el espacio público de uso colectivo. La ciudad, con esa norma, privilegia el espacio público de movilidad vial. La pérdida y el deterioro del espacio público de uso colectivo llevaron a la búsqueda de alternativas de se-guridad y mantenimiento por parte del sector privado con el cerramiento de zonas verdes, designadas como áreas de cesión tipo B, que quedaron administradas por los conjuntos cerrados y eran para uso público restringido; adicionalmente, algunos parques públicos entraron en ese proceso de cerramiento.

Otro factor determinante es la transformación de la dinámica comercial de la ciudad, en la cual el centro comercial sigue una estrategia muy semejante a la del conjunto cerrado: el comercio se sustrae de la calle y del tejido tradicional urbano para nuclearse con carácter exclusivo bajo el modelo estadouniden-se del mall, una infraestructura creada en función del automóvil. A este tipo de espacios públicos –semipri-vados– (Auge, 1995) los denomina “los no lugares”, por sus características impersonales en la socializa-ción de los habitantes y la exclusión de grupos socia-les no deseados en este tipo de espacios.

A mediados de los años ochenta surgen esfuerzos mayores para revitalizar y rescatar el espacio público de uso colectivo y el DAPD propone el Plan Centro, que busca el mejoramiento de la imagen de la ciudad a través de una obra pública puntual y el uso de las rutas vehiculares como ciclovías durante los domingos y días festivos. Por otra parte se emprenden proyectos en di-versas escalas para el rescate del espacio público ligados a la renovación urbana, la conservación del patrimonio arquitectónico y a la protección y recuperación de los recursos ecológicos y naturales de la ciudad. Tales ini-ciativas son promovidas por entidades y corporaciones cívicas con resultados precarios, pues son realizadas sin coordinación con las entidades encargadas de la admi-nistración y gestión del espacio público.

El desarrollo del Plan Centro se concentró en la zona histórica de la ciudad, mediante acciones urbanas a corto plazo por medio de proyectos que

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vienen a articularse gradualmente entre sí y que buscan marcar tendencias ya establecidas en luga-res populares públicos. Pueden entenderse, enton-ces, como proyectos pilotos con acciones conjuntas entre las instituciones de la ciudad para consolidar una imagen homogénea en torno al manejo del pai-saje urbano y público de la ciudad (ver figura 29).

La complejidad de un fenómeno que presenta factores como la escasa cultura urbana y ciudada-na y la inexistencia de una verdadera planificación integral con participación de todos los actores en búsqueda del bien común, explica las incoheren-cias de las normativas urbanas y la indolencia esta-tal para lograr un proceso prospectivo acorde a las necesidades y procesos sociales que deben darse en el espacio público de uso colectivo.

Los problemas de tránsito automotor y la conges-tión, la ocupación de antejardines, la invasión y satu-ración de las zonas públicas por la economía informal,

el deterioro causado por la proliferación de usos in-adecuados sobre la áreas residenciales, las basuras, la contaminación y el deterioro de las zonas de reserva ambiental, llevaron, en 1992, a la conformación del Taller Profesional del Espacio Público, con el obje-tivo de dar orden en diferentes niveles al tema de espacio público. Se propuso, entonces, el inventario del patrimonio colectivo, el planeamiento y diseño de los componentes del espacio público según su tipo y la definición del mobiliario urbano necesario para los diversos espacios, el delineamiento del trazado de andenes integrando las zonas para el mobiliario, las zonas verdes y las zonas de tránsito peatonal así como el trazado de las ciclorrutas.

La síntesis que se presenta a continuación sobre la evolución histórica del espacio público en Bogotá (figura 27), como ya se dijo, fue tomada de las cartillas del espacio público (1993 y 2002), del POT de Bogotá (2004) y del Plan Maestro de Espacio Público (2005).

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Figura 27. Evolución histórica del espacio público en Bogotá

Fuente: elaboración de este trabajo con base en las cartillas del espacio público (1993 y 2002), POT Bogotá (2004) y el Plan Maestro de Espacio Público (2005).

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De lo anterior puede concluirse que se dio una producción de espacio público de uso colectivo pero sin manejo sostenible ni mantenimiento físico, que los procedimientos constructivos así como la selección de materiales para su construcción hasta este momen-to solo han sido proyectos aislados y acordes con las capacidades financieras y de gestión en cada uno de ellos. Muchos proyectos no lograron su construcción y consolidación total, quedaron, por tanto, como pro-yectos inconclusos debido a exploraciones estéticas muchas veces con base en modelos foráneos, donde las formas de uso cotidiano y dinámicas locales no co-rresponden con las expectativas de la población be-neficiada. Además, la administración de la ciudad no manejó el concepto de sustentabilidad de los proyec-tos, pues no hay manejos preventivos para el deterioro del espacio público y su mobiliario. En el documento técnico del Plan Maestro de Espacio Público se propo-nen cuatro modelos de ciudad: la ciudad diseñada, la ciudad de barrios, la ciudad planeada y, por último, la ciudad ordenada que está aún en proceso de interven-ción y definición y tan solo podría ser terminada según su vigencia para el año 2010.

Dentro de los parámetros propuestos en el POT, la planeación del espacio público es sometida a un

consenso entre los diversos actores sociales –parti-cipación activa sobre todo de la comunidad benefi-ciada– y se basa en entender las necesidades urbanas colectivas en cada sector informal (aspecto que inte-resa a esta investigación) y que tiene mejoramiento del hábitat. Además no se piensa en una sumatoria de proyectos aislados sino que incluye decisiones integrales que articulen los hechos urbanos dotacio-nales y de servicio como una red nodal del espacio público de uso colectivo entre los sectores y zonas que componen la ciudad. Se hace manejo de las di-versas escalas que lo conforman, produciendo una imagen homogénea de construcción, selección de materiales y acabados como quedó propuesto en la Cartilla del espacio público para Bogotá, publicada en 2004 (ver figura 28).

Todo lo anterior generó un modelo para la planeación de los futuros proyectos, en el cual se estandarizaron medidas, materiales, acabados y es-pecificaciones técnicas en los referentes que con-forman el espacio público colectivo, así como para los perfiles viales. La estandarización favorece las intervenciones puntuales ya sea de mantenimien-to o de reparación sin tener que afectar toda la obra pública.

Figura 28. Simulación del tratamiento de los distintos espacios públicos de permanencia y movilidad: vías vehiculares, calles peatonales, alamedas y plazas

Fuente: Alcaldía Mayor y Veeduría Distrital (2005).

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En la actualidad se han publicado dos cartillas del espacio público para Bogotá que aportan la no-ción de espacio homogéneo, aséptico, estandarizado y con alto valor estético en el diseño minimalista,

17 El diseño universal hace referencia a la inclusión de todo tipo de usuario sin importar su edad, género, nivel de educación y condi-ciones físicas corporales.

controlado, regulado y, sobre todo, en el manejo de la noción de diseño universal17 con elementos para las personas discapacitadas por visión y por movili-dad, entre otros (ver figura 29).

Figura 29. Tratamientos del espacio público en los barrios de origen formal e informal

Fuente: esta investigación, 2008.

En relación con los materiales de construcción hay que considerar los avances técnicos de pro-ducción, niveles de resistencia y en los acabados. Otros elementos son claves para la estandarización y la presentación, tales como los procesos de im-permeabilización o inmunizado de materias primas como la piedra, la madera, el hierro, el vidrio, el acero y de los materiales compuestos como el con-creto. Al respecto Baudrillard hace referencia a la materia y la forma (...) “Materiales nuevos para afir-mar el estilo de nuestra época –sigue diciendo el cartel publicitario–. Después de la edad de piedra y de la madera, en materia de muebles vivimos en la era del acero” (Baudrillard, 1968: 192), en este sen-tido un ejemplo de ello son los parques de bolsillo, con mobiliario fabricado en metal, con una pintura que muestra colores primarios y secundarios, que contrasta con la arquitectura del suelo que es en materiales arenosos y tonos grises combinado con zonas asfálticas.

En la dimensión política se instaura y se produce una serie de instrumentos, normas e instituciones con el compromiso de gestionar, de hacer eficiente, sustentable, producir y mantener el espacio público

físico construido y la construcción de espacio públi-co nuevo para llegar a la demanda internacional de 10 m2/hab.

A partir de la Ley 9 de 1989, la Constitución Política de Colombia del 1991, el POT del Distrito 2004 se dieron avances significativos en la gestión de manera sectorial que organizo la definición de funciones y objetivos de entidades tales como: el Instituto Distrital de Recreación y Deporte –IDRD– (parques), el Instituto de Desarrollo Urbano –IDU– (obras de movilidad), La Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá –EAAB– (humedales), Fondo de Ventas Populares –FVP–, hoy Instituto para la Economía Social –IPES– (ventas informa-les), el Departamento Administrativo del Medio Ambiente –DAMA– y el Jardín Botánico (zonas verdes) y el Departamento Administrativo de De-fensoría del Espacio Público –Dadep– (sistemati-zación del inventario del patrimonio colectivo).

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Estas instituciones son las encargadas de autorizar y hacer la interventoría tanto de los componentes físicos como de las acciones en el desarrollo de los programas de sensibilidad social y del manejo nor-mativo para ajustarse la producción y sostenibilidad del espacio público físico construido.

Como un indicador del manejo de la imagen ho-mogénea y de la presencia de la ciudad en el espacio público, están los símbolos de la ciudad como el es-cudo y los colores de la bandera –amarillo y rojo– que son incorporados en los elementos dinámicos como es el sistema de transporte masivo y en los elementos pasivos como son las vallas de informa-ción y señalización y los contenedores de basuras que recuerdan a los habitantes que su lugar es Bogotá (ver figura 30).

Figura 30. Presencia de los símbolos de la ciudad en el espacio público de los barrios de origen informal

Fuente: esta investigación, 2008.

3.3 El espacio público - precariedad o calidad de vida

La Oficina Local de Planeación de Ciudad Bolívar registró una carencia de espacios recreativos y de-portivos en la localidad, lo que llevó a la Alcaldía local a formular la propuesta de “mejorar la calidad de vida de la población, a través de la ampliación y/o mejoramiento de estos espacios, insuficientes en la localidad”. Por eso uno de los ejes estructurales del Programa de Mejoramiento Integral de Barrios es la intervención en la producción y recuperación del espacio público en los barrios de estrato 1 y 2 por encontrarse en un rango bajo en la proporción de metros cuadrados de espacio público por habitante, en relación con la ciudad (4,8 m2/hab) y con el están-dar internacional (10 m2/hab) (ver figura 31).

Figura 31. Proyección de producción de espacio público para Bogotá en metros cuadrados por habitante

19973.67 m2/hab.

20044.02 m2/hab.

201010 m2/hab.

2Estándar Internacional de hábitat Naciones Unidas de 10 m /hab. de Espacio Públicoen la ciudad.

Proyección de producción m2/hab de Espacio Público para Bogotá

Fuente: elaboración de este trabajo a partir de una presentación en PowerPoint del Dadep (2004). El espacio público patrimonio colectivo.

Los usuarios vecinos al igual que los visitantes a cada uno de los proyectos, utilizan y privilegian los andenes y alamedas para el tránsito a pie, ellos resal-tan sus condiciones favorables de seguridad y, por lo mismo, condenan que los invadan con objetos que impiden la movilización. Las arterias vehiculares son concebidas exclusivamente para el uso de los auto-móviles y el sistema de transporte público. Estas vías son consideradas como peligrosas para el peatón, pero son lugares necesarios para el servicio de transporte y para el desempeño las actividades comerciales.

La ciudad produce y transforma el espacio pú-blico como escenario para el contacto social comu-nitario de encuentro y son los habitantes de cada barrio los que a través de las actuaciones tanto negativas como positivas o neutras demuestran las formas de uso y apropiación espacial.

La gestión, administración y construcción del espa-cio público gana autonomía y busca opciones de con-servación y mantenimiento, para facilitar la renovación y el cambio del mobiliario urbano institucional. El ca-rácter estandarizado del mobiliario minimiza el tiempo de ejecución de las obras de reparación, renovación o reubicación en el espacio lo que reduce sus costos.

La calidad en el espacio público no solo debe ser vista desde una perspectiva física sino que debe tras-cender a la escena de la calidad de las relaciones so-ciales que les provee y les permite el espacio público

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90 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

a los habitantes de los barrios y de la localidad. Para la anterior afirmación se toman como base las cate-gorías de necesidades de los espacios urbanos exterio-res planteadas por Gehl, para las cuales propone una cualificación física de los espacios públicos en pro de la consolidación y calidad de actividades comunitarias de los habitantes, al respecto este autor dice: “un buen entorno hace posible una gran variedad de actividades humanas completamente distintas. (...) Cuando la ca-lidad de las zonas exteriores es buena, las actividades opcionales se producen con una frecuencia creciente. Además, a medida que aumentan los niveles de acti-vidad opcional, el número de actividades sociales se incrementa sustancialmente” (Gehl, 2006: 19).

En la relación con lo físico, es preponderante po-tenciar las actividades opcionales, pues son ellas las que facultan la producción y generación de las activi-dades sociales que consolidan la producción social del hábitat y, por supuesto, las formas de habitar el espa-cio público donde los habitantes, desde los espacios de movilidad y los espacios de permanencia, perciben su realización comunitaria. No hay que olvidar cómo el Programa de Mejoramiento Integral de Barrios recal-ca, de manera permanente, la necesidad de elevar la calidad de vida de los habitantes urbanos a través de las acciones sostenibles y perdurables en el tiempo, al vincular a la comunidad en procesos de apadrinamien-to de los espacios públicos construidos (ver figura 32).

Figura 32. Calidad del entorno físico del espacio público y el tipo de actividades

Representacion gráfica de las relaciones entre la calidad de los espacios exteriores y el indice de aparicion de

actividades exteriores

Calidad del entorno fisico

Baja Alta

Actividades necesarias

Actividades opcionales

Actividades resultantes (sociales)

Fuente: Jan Gehl, 2004.

Se puede decir como conclusión que los espa-cios de movilidad y los espacios de permanencia en el espacio público de uso colectivo en los pro-yectos observados dentro del PMIB, se consideran como escenarios para el desarrollo de prácticas y ocupaciones por parte de los habitantes en sus rea-lizaciones comunitarias como el encuentro para el diálogo con el otro. Los espacios públicos le ofre-cen al habitante la garantía de la extensión de la vivienda como complemento del hábitat integral e integrador, escenario para la mediación de conflic-tos internos y externos de la comunidad, a fin de garantizar calidad de bienestar. Las prácticas están ligadas a los ritmos del tiempo durante la semana y los flujos están determinados por la presencia de equipamientos urbanos que llevan a animar el uso y apropiación de los mismos, a la vez, que están con-dicionados por otras dimensiones como la económi-ca, la cultural y la ecológica.

En síntesis, la figura 33 ilustra los conceptos cla-ves del presente capítulo, mediante una estructura articulada en tres ejes o dimensiones de análisis: barrios de origen informal, espacio público formal y habitante, ellos convergen en las intersecciones de cada dimensión Derecho a la ciudad e inclusión (so-cial y física), para entender cómo el acto de habitar lo público tiene una expresión en el uso del mobilia-rio, en el paisaje urbano y en el hábitat urbano.

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Figura 33. Dimensión del espacio público (capítulo III)

Mejoramiento Integral de Barrios

Mobiliario y paisaje urbano

HABITAR lo público

Habitante

espacio público - formal

barrios de origen informal

Uso y apropiación del espacio

Programas sociales de sensibilidad

Programas de mantenimiento y sustentabilidad

Inclusión social

Inclusión física

Derecho a la ciudad

Planeación participativa

Hábitat humano localidad Ciudad Bolívar

Fuente: esta investigación, 2007.

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92 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

El presente capítulo tiene como objetivo hacer una descripción de cada espacio público con su dotación de objetos que definen una configuración urbana y paisajística del territorio y de las formas de apro-piación y uso del mobiliario urbano en los barrios de origen informal; apropiación y uso del espacio, determinado por los procesos sociales de los habi-tantes en su cotidianidad.

La configuración del mobiliario urbano obedece a criterios funcionales de acuerdo con los propósitos definidos para el espacio público según su tipología, es decir, el parque, la plaza, la alameda, la ciclovía y los diversos perfiles de la vía vehicular, peatonal o escaleras. Aunque no siempre se instalan los mismos objetos ni tampoco en su totalidad, es de esperarse que el amoblamiento responda a un planteamiento lógico que responda a las dinámicas y a los procesos de cada uno de los espacios y a las actividades de las comunidades beneficiarias de los mismos.

En este sentido se trata de ilustrar las formas de ha-bitar-apropiar el espacio público y cómo los habitantes transforman el uso del espacio público de acuerdo con necesidades urbanas explícitas en lo físico e implícitas en las reglas de uso de los espacios públicos, en lugares de donde desarrollan sus hábitos cotidianos.

4.1 La norma urbana en relación con la homogenización del espacio público y su mobiliario

Lo mencionado en el capítulo anterior sobre las fa-ses de construcción y producción del espacio pú-blico de la ciudad, establece un modelo ideal que, en última instancia, pretende homogeneizar la ciudad con elementos racionalizados y estandariza-dos, establecidos en los procesos de formalización a través de la norma que legitima su concepción. En la figura 27 que muestra la evolución histórica del espacio público en Bogotá, en particular el ítem ciudad ordenada, se resalta la creación de los Pro-grama de Mejoramiento Integral de Barrios con los que se busca un uso más racional de los exceden-tes de producción en procesos que reivindiquen la distribución de los espacios públicos y su dotación de mobiliario urbano en los diversos sectores de la ciudad. Todo ello, con el ánimo de consolidar el territorio urbanizado y por urbanizar, a partir de la dinámica urbana que institucionaliza la política y la técnica como un tratamiento espacial de la ciudad. “El espacio público funciona como plataforma don-de se instalan los objetos que corresponden al mo-biliario urbano. Por ello, este espacio debe contener

CAPÍTULO 4El mobiliario del espacio público en barrios de origen informal

“La mayoría de los diseños que usamos –enormes como la ciudad o diminutos como un microprocesador, voluminosos como una casa o planos como un cartel– son los productos de actividades como la arquitectura,

el urbanismo, la ingeniería y el diseño gráfico, textil, artesanal o industrial. Los objetos son elaborados por ar-

tesanos a través de los muchos oficios conocidos, o bien por obreros y técnicos que forman parte de la produc-

ción fabril; nacen en el taller familiar o en la industria, de la inventiva popular o del ingenio profesional (...) un objeto siempre será la expresión legítima de un modo de

vivir y ver el mundo”.Fernando Martín Juez (2002: 23)

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respuestas a las necesidades individuales y sociales de la comunidad, haciéndose cargo de las necesida-des generales indiferenciadas de todos, a través de una oferta homogénea, y de las necesidades especí-ficas de cada uno, con una oferta heterogénea” (Del Real, 2002: 2).

La lógica espacial de la ciudad que se constitu-ye no solo en lo formal sino en el reconocimiento y luego en el reordenamiento de lo informal, mues-tra los diversos hábitats urbanos y los habitantes que viven en ellos, como procesos que se comple-mentan pero que a la vez devienen en tensiones que moldean la imagen urbana entre lo homogé-neo y lo heterogéneo.

Históricamente el tratamiento de la continuidad urbana de la ciudad ha recaído en el manejo del pai-saje urbano, el espacio público, su expresión arqui-tectónica y el mismo mobiliario urbano instalado.

Al contrario de lo que se piensa, el manejo del paisaje urbano por parte del habitante, no se genera aislado de los procesos urbanísticos impuestos en estos barrios de origen informal dentro del proceso de globalización que se va imponiendo y a los cuales se ve abocada la ciudad, sino que están enmarcados en las distintas relaciones de tipo global con otros territorios en escalas más amplias, es decir, paráme-tros y modelos de ciudad internacional:.

“La globalización puede promover la estandarización y uniformidad de productos y diseños. Ello a su vez, puede favorecer la reducción de costos y mayor efi-ciencia en la producción de objetos. Sin embargo, este criterio debe ser relativizado. Los modelos que se reproducen, como de gran universalidad, generan distintas prácticas y usos, revelando la existencia de necesidades locales diferenciadas. Esto se debe a dos causas: que un mismo objeto no se inserta de igual forma en contextos distintos, y que algunos rasgos de dichos objetos se distorsionan en las réplicas.Lo anterior puede dar lugar a cierta desconfianza en los habitantes de los lugares donde estos objetos son replicados. Esta conducta refleja que para el diseño, sin desconocer el avance tecnológico, no se debe ig-norar la comprensión de los contextos donde se si-túan los nuevos objetos, y los rasgos y capacidad de aprehensión, de los individuos que usarán los objetos ofrecidos” (Del Real, 2002: 3).

La imagen que la ciudad adquiere en muchos de los casos es dialéctica: imagen de ciudad formal versus imagen de ciudad informal; están entre la formalidad que busca ajustar urbanísticamente a estos barrios informales a la norma y la regulación urbana. Desde esta perspectiva las formas del pen-samiento también hacen huella en la manera en que se piensa, o mejor, se diseña y moldea el terri-torio; dichas concepciones se expresan en el deber ser de la planeación urbana versus el pensamiento del saber popular que se sustenta en la necesidad humana de querer lograr un espacio urbano dentro de las posibilidades que le permite la ciudad.

Este juego de poderes está sujeto a las normas rectoras que, como ya se ha mencionado, son la que buscan acuerdos, coordinan instituciones en torno a la gestión y administración del espacio público, la producción de instrumentos de gestión y participa-ción, sobre todo para la comunidad beneficiada con la transformación del hábitat. El reconocimiento de la población vulnerable, con derechos y debe-res urbanos implica un paso hacia la inclusión de los asentamientos de estos pobladores a la ciudad, aportándoles para su usufructo un espacio público dotado con mobiliario urbano.

4.2 Mobiliario urbano institucional

La gestión y la planeación en el diseño del espacio pú-blico deben contemplar temáticas como el paisaje, la estructura ecológica, el grupo social y las dinámicas so-ciales que allí se desarrollen. Además, en las interven-ciones debe tenerse en cuenta el tipo de dotación del mobiliario urbano, en el sentido de que corresponda con las solicitudes de la comunidad, y de que satisfaga la deuda física y social de la ciudad informal.

Los objetos que conforman el mobiliario urba-no deben tener tres condiciones para lograr su efi-ciencia y funcionalidad dentro del espacio público: definir con base en la norma, la franja de amobla-miento; ubicar los objetos estratégicamente; y per-mitir y asegurar la fluidez y continuidad espacial de la ciudad. Los objetos del mobiliario urbano insti-tucional también influyen en los procesos de cons-trucción de la ciudad.

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“(...) los elementos físicos del ambiente contribuyen a facilitar el aprendizaje de las reglas de conducta, ya sea porque estos elementos arquitectónicos sir-ven como señales de las conductas esperadas, como oportunidades para el aprendizaje de la ciudad, o porque facilitan la apropiación o creación de nue-vas reglas para el lugar, generando nuevos lugares públicos no planificados. Las bancas en las aceras y parques contribuyen a la interacción social, o las escaleras que fueron diseñadas para acceder a un edificio pueden colaborar a la apropiación de éstas para que los peatones fatigados se sienten a descan-sar, reflexionar, ver gente pasar o comer” (Páramo y Cuervo, 2006: 27).

El mobiliario urbano, como conjunto de objetos que se organizan en el espacio público de la ciudad, cuenta con funciones en lo formal, lo práctico y lo simbólico; estas funciones, a partir de las prácti-cas esperadas en los contactos que la comunidad beneficiada desarrolle en la cotidianidad, deben ser entendidas, interpretadas y apropiadas por los habitantes. Los condicionamientos espaciales que impone la ciudad, buscan ordenar y promocionar el lenguaje urbano previsto por la administración, bajo los códigos vigentes como escenario para la producción, consumo y control del suelo urbano.

Cada uno de estos objetos está dispuesto para el uso y apropiación física de la comunidad urba-na en cada uno de sus roles sociales o culturales. Además, el papel integrador del espacio público y su dotación de mobiliario durante el uso, ha de tener un carácter inclusivo para todo tipo de po-blación o usuarios sin importar el género o la con-dición: la ergonomía para los niños, adecuación a la capacidad corporal de los ancianos; facilidad para ser utilizado por personas con discapacidad visual, auditiva o de movilidad; la claridad y sen-cillez para aquéllos con bajos niveles de educa-ción o de extranjeros con diversas procedencias o variado para personas de todas las condiciones económicas. A este propósito se contribuye con el manejo de objetos homogéneos que produzcan

coherencia y calidad de imagen para la ciudad, en lo físico y lo social. Desde esta perspectiva de inclusión Páramo y Cuervo rescatan el trabajo de Tonucci (1997): “la ciudad ha sido pensada, pro-yectada y valorada tomando como parámetro a un ciudadano promedio con las características de adulto (...) propone al niño como parámetro. Se supone que, cuando la ciudad esté más adaptada a los niños, será también más apropiada para to-dos” (Páramo y Cuervo, 2006: 31).

El Taller del Espacio Público y Planeación Dis-trital, con base en la normatividad, en los aspectos técnicos, constructivos, funcionales y dimensiona-les para el diseño de los espacios públicos y su do-tación de mobiliario y teniendo como parámetro la última fase del proceso histórico del modelo de ciudad (figura 27), procedieron a ordenar y cla-sificar en tipologías los objetos que conforman el mobiliario urbano institucional, a saber:

De ambientación espacial: estos objetos buscan hacer más ameno y agradable el espacio urbano para el habitante, además dan identidad al lugar.

De servicios comerciales: son objetos que permi-ten un intercambio comercial en un espacio reduci-do normalmente entre unos pocos habitantes.

De información y comunicación: estos objetos per-miten suministrar información normativa, orienta-tiva y posibilitan procesos comunicativos, dentro del espacio urbano barrial o un sector de la ciudad particularmente.

De organización y protección: permiten la delimi-tación y ordenamiento del espacio urbano al dife-renciar y regular las áreas peatonales y vehiculares, en las que se tiene como prioridad proteger y pre-servar la integridad del habitante y la calidad del espacio público.

De reposo y ocio: son objetos para el descanso, re-poso y ocio de los habitantes, que contribuyen para la configuración de los espacios de permanencia.

De salud e higiene: estos objetos facilitan el depó-sito de residuos y desechos de la actividad humana y no humana en el espacio público (ver figura 34).

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95 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

Figura 34. Clasificación de objetos que conforman el mobiliario urbano institucional

Fuente: Elaboración de este trabajo con base en el Decreto 1504 del 04 de agosto de 1.998.

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96 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

Continuación figura 34. Clasificación objetos que conforman el mobiliario urbano institucional

Fuente: Elaboración de este trabajo con base en el Decreto 1504 del 04 de agosto de 1.998.

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97 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

Esta clasificación de mobiliario urbano deter-mina formas de uso y de apropiación del espacio público por parte de la población. Cualifica el há-bitat según las prácticas sociales desarrolladas por la comunidad, en los recorridos o en la permanen-cia en la cotidianidad de los habitantes. Como ejemplo negativo de cómo influye el mobiliario en las condiciones de habitabilidad del barrio, se refiere el caso de la plazoleta del barrio Juan Pa-blo II: fueron instaladas canecas como dotación de mobiliario, frente a esto la comunidad próxi-ma al lugar las usó para desechar las basuras do-mésticas y no las generadas en la plazoleta; como resultado, la Junta de Acción Comunal retiró las canecas, hecho que impidió que estos objetos cla-sificados en la tipología de salud e higiene fueran utilizados por toda la comunidad.

En los proyectos observados y analizados se en-contró la siguiente distribución de los objetos del mobiliario urbano.

4.2.1 Proyectos UPZ, Jerusalén

Barrio Jerusalén Sector Bellavista la Y Proyecto: Calle peatonal y escaleras. El mobiliario predominante, por ser un terreno en pendiente, son las barandas de seguridad para los habitantes que transitan entre estos distintos niveles (ver foto 6).

Barrio Jerusalén, sector Tanque - Laguna. Proyecto: Parque vecinal “Tanque - Laguna”. En este espacio público el mobiliario urbano se caracteriza por contar con bancas, bolardos y mallas de protección, para diferenciar las zonas de actividades deportivas y las zonas pasivas de contemplación del paisaje del barrio. Cuenta con una serie de jardineras para la ar-borización de zonas verdes. Debido a que este lugar fue originalmente una laguna, cuenta, además, con un sistema de rejillas para la recolección de aguas lluvias. El piso que predomina es de losetas de ladrillo y losetas de concreto y la franja de losa táctil con textura para ciegos; el manejo de bordillos y vados para las bicicle-tas o las sillas de ruedas (ver foto 7).

Foto 6. Panorámica. Mobiliario urbano institucional de la calle peatonal y escaleras. Barrio Jerusalén. Sector Bellavista la Y

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

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Foto 7. Panorámica. Mobiliario urbano institucional del Parque vecinal Tanque - Laguna. Barrio Jerusalén. Sector Tanque - Laguna

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

Foto 8. Panorámica. Mobiliario urbano institucional del parque vecinal Puente del Indio. Barrio Jerusalén. Sectores Pradera y La Esperanza

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

Barrio Jerusalén, sectores Pradera y La Esperanza. Proyecto: Parque vecinal Puente del Indio. Es quizás el proyecto más integral en cuanto a dotación y dis-tribución de mobiliario urbano, las características del espacio urbano hacen que sirva de nodo, ya que vin-cula otros espacios públicos con zonas verdes y con la recuperación de la estructura ecológica del sector. Además la conservación de obras anteriores, como el monumento del acueducto en piedra, conocido como “El Puente del Indio”. Así mismo ofrece a los habi-tantes una serie de objetos que muestran varias de las tipologías y con su funcionalidad, tanto para los mo-mentos de recorrido como de permanencia; de recrea-ción activa con la instalación de canchas deportivas, zonas de juegos y de recreación pasiva con terrazas para visualizar el paisaje; bancas, canecas, luminarias peatonales, barandas y protectores de árboles, entre

otros. El piso que predomina es de losetas de ladrillo, losetas de concreto y la franja de losa táctil con tex-tura para ciegos; manejo de bordillos y vados para las bicicleta o las sillas de ruedas (ver foto 8).

4.2.2 Proyectos UPZ No. 67, Lucero

Barrio Juan Pablo II. Proyecto: Plazoleta cultural Juan Pablo II o parque El Sapo. En este espacio público la dotación de mo-biliario urbano está dada hacia la ambientación espa-cial con dos esculturas que la misma comunidad ha elaborado en memoria de los procesos de violencia y muerte de un grupo de jóvenes habitantes del sector. Por sus características funcionales de plazoleta y del relieve del terreno fue concebida como una media torta y se dispone de manera periférica el mobiliario que está compuesto por bancas, protectores de árbo-

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99 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

les, un hidrante para carro de bomberos y un poste en la parte central de la plazoleta para las luminarias peatonales y los parlantes comunitarios. El piso que predomina es de loseta de concreto en forma circular y con niveles que sirven como bancos para las activi-dades culturales que se desarrollan (ver foto 9).

Barrio Estrella del Sur. Proyecto: Parque múltiple y de bolsillo La Amistad. La configuración de este espacio público tiene una característica en el manejo espacial debido a la pen-

diente que tiene el terreno y que marca dos zonas de recreación activa, una baja con cancha múltiple (con mallas de protección sobre la viviendas vecinas) y otra alta con un juego infantil y barandas de seguridad que sirven de elementos de apoyo en los momentos de uso de la cancha en los campeonatos del barrio; cuenta con dos canecas, el piso que predomina es de losetas de ladrillo y losetas de concreto con el manejo de bor-dillos, cuenta con una zona verde utilizada como zona de contemplación del paisaje y de las actividades de-portivas (ver foto 10).

Foto 9. Panorámica. Mobiliario urbano institucional de la plazoleta cultural Juan Pablo II (parque El Sapo). Barrio Juan Pablo II

Foto 10. Panorámica. Mobiliario urbano institucional del parque múltiple y de bolsillo La Amistad. Barrio Estrella del Sur

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

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4.3 Formas de habitar el espacio público

En este aspecto se consideraron los dos momen-tos en los cuales los habitantes viven y hacen pre-sencia en el espacio público: uno de recorrido, acto de caminar, y otro de permanencia, acto de actividades de encuentro, teniendo como base las actividades externas en el espacio urbano en las que Gehl considera el acto de caminar por parte de los habitantes en cada uno de los ba-rrios, y que corresponde a cumplir las actividades necesarias o funcionales. En esta investigación se observó que en los días corrientes de la semana el uso y apropiación del espacio público tenía su mayor actividad para realizar los desplazamientos a los lugares de trabajo, estudio y los mandados cotidianos; mientras que los fines de semana el recorrido se mostraba más pausado y contempla-tivo porque priman las actividades opcionales de recreación y ocio que derivan en el desarrollo de actividades sociales de encuentro, tales como la práctica de algún deporte, la realización de un bazar, la congregación en ritos de culto o la cami-nata de la familia al parque y sobre todo los niños haciendo uso de los juegos infantiles.

4.3.1 Espacio público de movilidad - recorrido

El mejoramiento del sistema de movilidad en los ba-rrios de origen informal ofrece a las personas tranqui-lidad y seguridad en sus caminatas, la comodidad de pavimentos en las calles y el tratamiento en los par-ques para circular sin obstáculos. El acceso al espacio público18 está dado para todo tipo de persona aunque tenga limitaciones físicas pues los andenes están pro-vistos con la franja de losa táctil de alerta (adoquines dispuestos paralelos al trazado del andén que poseen una serie de relieves para los discapacitados visuales), con vados para las bicicletas y las sillas de ruedas. En el caso de vías peatonales en terreno pendiente se cuen-ta con escalones y niveles de descanso para hacer más cómodo el recorrido; otro elemento que ayuda a la movilidad es la dotación de luminarias tanto peatona-les como vehiculares para el tránsito en las horas de la noche. De ahí que se evidencia gran flujo de personas no solo para caminar sino para el desarrollo de otras actividades como el juego en la calle por parte de los niños, los recicladores y el servicio de aseo para el op-timizar los procesos de recolección de desechos.

Las siguientes imágenes ilustran los recorridos y la calidad en los diferentes barrios (ver fotos 11, 12, 13, 14 y 15 y figura 22).

18 Decreto 1538 de mayo 17 de 2005. “Por el cual se reglamenta entre otras, el diseño, construcción, ampliación, modificación y en gene-ral, cualquier intervención y/o ocupación de vías públicas, mobilia-rio urbano y demás espacios de uso público”.

Foto 11. Actividad de recorrido en el espacio público, calle peatonal y escaleras. UPZ No. 70, Jerusalén

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

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Foto 12. Actividad de recorrido en el espacio público, parque vecinal Tanque - Laguna. UPZ No. 70, Jerusalén

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

Foto 13. Actividad de recorrido en el espacio público, parque vecinal Puente del Indio. UPZ No. 70, Jerusalén. Barrio Jerusalén. Sectores Pradera y La Esperanza

Fuente: Esta investigación. Bogotá, 2008.

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Foto 14. Actividad de recorrido en el espacio público, plazoleta cultural Juan Pablo II (parque El Sapo). UPZ No. 67, Lucero.

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

Foto 15. Actividad de recorrido en el espacio público, parque La Amistad. UPZ No. 67, Lucero

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

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103 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

4.3.2 Espacio público de permanencia

En el acto de permanencia se concretan las activi-dades opcionales y sociales que los habitantes desa-rrollan en los espacios públicos de parques, calles, plazoletas y vías. Si se habla de la influencia que tienen estos espacios públicos de los barrios de ori-gen informal de Ciudad Bolívar sobre las comuni-dades allí asentadas se puede ver que surgen de la interacción entre los espacios y objetos y las condi-ciones de uso del habitante. El uso de estos espa-cios está en estrecha relación con las actividades desarrolladas por los habitantes, muchas familias de la localidad encuentran agradable compartir ex-periencias y valores en estos lugares, al desarrollar actividades deportivas, la niñez necesita frecuentar estos espacios para su proceso de socialización. Los espacios de permanencia hacen que las personas puedan sentirse parte de un colectivo a través de la dignificación y recuperación del espacio público de calidad, donde se manifiesta la diversidad cultural y el aprendizaje de la tolerancia. (Borja, 1998) sostie-ne que el espacio público es un escenario donde se suaviza las diferencias económicas y sociales.

El espacio de identificación de los vecinos, el es-pacio público, entraría a ser parte de un escenario para las relaciones de poder que comparten quienes lo usan. Se debe recordar que lo público es el espa-

cio por excelencia reclamado para alcanzar el poder y el reconocimiento del ser humano como ser social. También es el espacio de los animales domésticos y de toda una gama de objetos que conocemos como mobiliario urbano.

El uso y apropiación del espacio público no se da de manera uniforme y homogénea en los diver-sos espacios observados, sino cada uno de acuerdo con sus características topográficas, con la calidad espacial y con la dotación en mobiliario. Pero, sobre todo, por la satisfacción del logro al intervenirlo y vivirlo, claro está, bajo las normas implícitas esta-blecidas por la comunidad o los agentes de control sobre el mismo; que se activan a partir del momen-to de habitarlo, porque allí el ser del hombre se expresa: “(...) experiencia del lugar en un espacio determinado es necesario identificar el rol de quie-nes utilizan dicha área y la función que le dan, sus concepciones y actividades. (...) el rol ambiental puede referirse a los comportamientos esperados en un peatón, un feligrés, un espectador o un vende-dor” (Páramo y Cuervo, 2006: 42).

Las siguientes imágenes ilustran las modalidades de permanencia de los habitantes en el espacio pú-blico, vistas desde el uso y la apropiación del mobi-liario urbano institucional (ver fotos 16, 17, 18, 19 y 20 y figura 22).

Foto 16. Forma de uso y apropiación del espacio público y su mobiliario. Calle peatonal y escaleras. UPZ No.70, Jerusalén

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

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104 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

A partir de las mejoras del entorno de la vivien-da, éste provee a los habitantes usos diferentes de los funcionales de caminar o transitar la calle peatonal; un espacio de estar para los niños, motiva a las fami-

lias a renovar las fachadas de las vivienda; en otros momentos se aprovechan las condiciones climáticas para tomar el sol, ver y oír a las personas que transi-tan por allí tranquilamente con total confianza.

Foto 17. Formas de uso y apropiación del espacio público y su mobiliario. Parque Tanque - Laguna. UPZ No. 70, Jerusalén

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

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105 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

Foto 18. Formas de uso y apropiación del espacio público y su mobiliario. Parque vecinal Puente del Indio. UPZ No. 70, Jerusalén

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

En este parque la oferta de acontecimientos de-pende de las opciones que los habitantes esperan encontrar o producir en las zonas de permanencia y de la variedad de espacios acordes con su gama de mobiliario urbano: “(...) las zonas de estancia más populares se encuentran junto a las fachadas de un espacio o en la zona de transición entre un espacio y el siguiente, donde se pueden ver ambos espacios a la vez” (Gehl, 2006: 163).

Lo característico del parque El Puente del Indio, es que se trata de un punto nodal que vincula dos parques zonales, Brisas Zanjón de la Muralla y Ar-borizadora Alta. Gehl dice: “(...) un estudio sobre los lugares de estancia preferidos en las zonas recreativas de Holanda, el sociólogo Derk de Jonge menciona el efecto borde. Hall en su obra La dimensión oculta habla de tener en cuenta el manejo de las distancias espaciales y el nivel de contacto entre las personas.

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Christopher Alexander resume así las experiencias relativas al efecto de borde en las zonas de borde si el borde falla, el espacio nunca llega a animarse”, refi-riéndose a que los habitantes se ubican en el espacio público del borde hacia el centro (Gehl, 2006: 164).

Obsérvese en las imágenes cada momento con los usuarios, sus formas de relacionarse, las activida-des recreativas, económicas, de culto. Donde cada objeto del espacio público es usado y resignificado (ver fotos 16 y 17).

Este espacio público conocido por la comunidad como parque El Sapo, permite, gracias a sus carac-terísticas de plaza, el desarrollo de múltiples activi-dades organizadas por la Junta de Acción Comunal como asambleas, presentaciones culturales y lúdicas,

bazares y la fiesta de fundación del barrio el 20 de Julio. Es un lugar de encuentro y socialización, donde se convoca a los habitantes del barrio a participar de los eventos, además de representar, a través de escul-turas que hacen alusión a un evento trágico para la comunidad, parte de la memoria histórica del barrio. Es un sitio acogedor para la población infantil para la lúdica y la práctica deportiva en la zona plana de la plaza. Otra característica importante es la de una ca-seta-quiosco de comidas, elemento de dotación cuya función es la de ser una “central de comunicación” en los procesos de información para el barrio, además sitio frecuentado por los habitantes del sector por lo que se ha convertido en un lugar de encuentro y ca-maradería cotidiana (ver foto 19).

Foto 19. Formas de uso y apropiación del espacio público y su mobiliario. Parque El Sapo. UPZ No. 67, Lucero

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

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Foto 20. Formas de uso y apropiación del espacio público y su mobiliario. Parque La Amistad. UPZ No. 67, Lucero

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

4.3.3 Apropiación ambiental

Una de las actividades comunitarias que integran y promueven la apropiación del espacio, es la del or-nato de la calle y de la limpieza de las alcantarillas. Debido a que la zona es de ladera, la comunidad procura tener las alcantarillas destapadas para evi-tar problemas en la época de lluvias. Al respecto, un líder comunal dice:

“Yo por lo menos la realizo dos veces en el año, se hace en marzo o abril y se hace la otra en el mes de

noviembre, se hace esa clase de integración; la gente en estas jornadas participa aportando y apoyando. Sí, porque por lo menos hay gente que físicamente no participa pero colabora, por ejemplo, con una bolsa para la basura, colaboran con una peinilla, con un azadón, con una pala es para las zonas verdes donde no hay Aseo Capital que son los encargados de las zo-nas verdes, entonces cuando esas zonas están aban-donadas se recurre siempre a las jornadas de aseo, entonces ya viene a veces por ejemplo se olvidan de la cuestión del mantenimiento de las alcantarillas, las rejillas y eso se hace por medio de la comunidad de

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integración en la cuadra nosotros de 4 o 5 vecinos que nos reunimos y hacemos mantenimiento de las dos rejillas de la cuadra sin necesidad de que haya una jornada de trabajo, una jornada de aseo, o sea como cada junta tiene su comité de trabajo, su comi-té de deportes, entonces hay veces que se programa por medio del comité y a veces se programa simple-mente como decir bueno vamos a hacer esto hoy y de pronto se saca una cerveza ,se saca una gaseosa y se comparte con los vecinos, sirve de integración y sirve de recuperación, y de embellecimiento para el mismo

espacio (...) Entonces esa integración viene con las entidades; ahorita en noviembre hice una integración con las entidades, estuvo el Acueducto ayudando a destapar las alcantarillas, la Policía Comunitaria, la Contraloría, el Hospital de Vista Hermosa, salud pú-blica; con ellos lo hice, porque se levantó una epide-mia de ratones tremenda (...) se hizo esa integración con el fin de que por parte de la Alcaldía Mayor y local vinieran y se trasquilaran las zonas verdes y de-jar listo para que se hiciera una fumigación, desinsec-tación y a la vez una ratinización (...)”.

Foto 21. Apropiación ambiental en el espacio público de los proyectos de las UPZ No. 70, Jerusalén y la UPZ No. 67, Lucero

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

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Además del deterioro natural que genera el uso del espacio público y su mobiliario, también existe un deterioro por vandalismo de la misma comunidad. El Distrito, con una visión integral del Programa de Mejoramiento Integral de Ba-rrios, ha previsto acciones de mantenimiento y diseñado programas en la perspectiva de hacer sustentable en el tiempo un espacio público en óptimas condiciones, a través de las instituciones encargadas de la gestión y administración del es-pacio público (sobre estos aspectos ver figura 45, formas de participación de la comunidad en la gestión de mantenimiento y sustentabilidad del espacio público y su mobiliario).

Durante el tiempo de observación realizado en los barrios se evidenció que el uso del mobi-liario urbano también es complementado con la presencia de otros objetos de mobiliario no ins-titucional, es decir, por fuera de la norma que rige para el amoblamiento del espacio público. Ese mobiliario no institucional usualmente des-tinado al comercio, dinamiza el espacio urbano y resignifican, de alguna manera, el carácter del lugar. Sin embargo, se traduce en dificultad para la intervención administrativa de la ciudad pues tiene que entrar a considerar un nuevo grupo po-blacional, que muchas veces no habita los barrios estudiados pero que desarrolla actividades econó-micas en sus espacios públicos. “(...) este tipo de actividades expresa una necesidad de estímulo, dondequiera que haya gente (en los edificios, los barrios, los centros urbanos, las zonas de recreo, etcétera) por lo general es cierto que las personas y las actividades humanas atraen a otras perso-nas. La gente se siente atraída por la gente. Se juntan y deambulan con otras personas y tratan de situarse cerca de ellas. Las nuevas actividades empiezan en las proximidades de lo que ya está sucediendo” (Gehl, 2006: 31).

La aparición de estos objetos que conforman el mobiliario urbano no institucional, es producto de las necesidades básicas insatisfechas y del problema estructural de acceso al empleo formal de la pobla-ción de bajos recursos. La población desempleada opta por el trabajo informal.

4.4 Presencia del mobiliario urbano no institucional

Al abordar este aspecto de la investigación se hizo su-gestivo hacer un levantamiento histórico de la apari-ción de los objetos que complementan el mobiliario urbano institucional. Este levantamiento histórico tiene la particularidad de basarse en la información ob-tenida a través de entrevistas realizadas a personas vin-culadas a la venta ambulante desde los años sesenta.

La aparición y desarrollo de la actividad de ventas ambulantes, está vinculada a la dinámica de migración de la población del campo a la ciudad y que formó un solo frente con el desplazamiento forzado de los cam-pesinos por la violencia liberal-conservadora. Este fe-nómeno social se dio desde mediados del siglo XX y estuvo motivado, además de lo señalado, por la bús-queda de mejores condiciones laborales y de calidad de vida. Al no cumplirse estas expectativas se generó un excedente de mano de obra que no pudo acoger el empleo formal “(...) la industrialización, en este caso, generó más expectativas que empleos (...) permite concluir la precariedad del aparato industrial de Bogo-tá, especialmente en cuanto al desarrollo tecnológico, a la división social del trabajo”. (Acevedo, 2005: 86-87). Ante la falta de empleo formal en las instituciones del Estado y la industria, la población desempleada se vio obligada a generar nuevas formas de ingreso para su subsistencia a través del desarrollo de alternativas comerciales que conllevó el surgimiento de activida-des económicas independientes y propias.

Cronológicamente, las ventas ambulantes, pre-sentan las siguientes modalidades: el maneo, la cha-za, la caseta, el centro comercial popular, la feria temporal en el espacio público y la formalización de algunos de los objetos del mobiliario urbano no institucional de carácter transitorio.

La aparición de los objetos que conforman el mobiliario urbano no institucional y de la venta ambulante se dio de la siguiente forma.

Maneo. Aparece hacia los años cincuenta del siglo XX con la presentación de productos comestibles para la venta. Actividad designada como “maneo” por quienes comenzaron a practicarla, constaba de una especie de maletín, canasta o caja donde quedaban

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expuestos los productos al momento de ser abierta. El material de construcción original del artefacto para la venta fue la madera, hoy en día son objetos produ-cidos industrialmente por procesos de inyección de plástico y ofrecidos por empresas del sector formal a los impulsadores de venta en los centros comerciales o de calle. Fue característica de los años cincuenta y actualmente se ha retomado en la venta ambulante sobre las vías vehiculares y semáforos (ver figura 35).

Chaza. Surge en los años sesenta. Como modelo se tomó la caja de provisiones que se colgaba al cuello el vendedor que rondaba los teatros de cine. Evolu-cionó al colocar la caja sobre un mueble rodante más grande y que permitía al vendedor descansar en un asiento. Su desarrollo más reciente alcanza estructu-ras de ruedas que hace más fácil el desplazamiento

sobre el espacio público y a la vez permite tener ma-yor cantidad de productos tanto en almacenamiento como en exposición. De acuerdo con los sectores para la venta su propietario busca negociar un lugar para guardar el mueble. Este mueble en un comienzo era construido en madera, luego su manufactura paso a tener una estructura de metal o plástico reforzado y, por último, se reciclan estructuras rodantes tales como coches de bebé, carros de mercado o en el mejor de los casos su construcción es la sumatoria de componen-tes conseguidos en las chatarrerías. En cuanto al color de su acabado es el del material seleccionado, aunque hubo un compromiso de institucionalizarlo al pintar los colores de la bandera de Bogotá: amarillo y rojo. Otro elemento característico de esta época fue el catre o lonas que aún es utilizado en mercados temporales como el mercado de pulgas (ver figura 36).

Figura 35. Maneo en el espacio público

1950 maneo

EVOLUCION HISTORICA DE LAS TIPOLOGIAS DE OBJETOS QUE CONFORMAN EL MOBILIARIO URBANO NO INSTITUCIONAL EN BOGOTA

* Fuente: La investigación. 2008

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

Figura 36. La chaza en el espacio público

1960 chaza

EVOLUCION HISTORICA DE LAS TIPOLOGIAS DE OBJETOS QUE CONFORMAN EL MOBILIARIO URBANO NO INSTITUCIONAL EN BOGOTA

* Fuente: La investigación. 2008

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

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La caseta. Aparece en los años setenta. Era una estructura que conformaba un espacio cerrado de pequeñas dimensiones, por lo general estaba construida en lámina metálica con aberturas para ofrecer el servicio de venta, contaba con dota-ción de muebles como anaqueles y asientos, y de energía eléctrica (pirata) para conectar aparatos de cocina como greca, vitrina-calentador, nevera y, también, radio. La caseta era estacionaria y, en muchos casos, anclada al piso del espacio público. Esta última condición obligaba a ubicarla sobre andenes amplios; al no existir una norma sobre la ubicación y distribución por cuadra, se origi-nó una saturación de estos objetos que ocasionó malestar en la ciudadanía por congestión en los espacios destinados a la movilidad peatonal, a la vez que generaban inseguridad para los transeún-tes. Los escenarios más conocidos fueron los de la calle 10a, calle 19, el sector de San Victorino y los barrios 7 Agosto y Restrepo, entre otros. Se destaca el uso de los colores amarillo y rojo.

La aceptación de las casetas llevó a que la in-dustria de las gaseosas las donara con la condi-

ción de vender exclusivamente el producto de la empresa patrocinadora. La estabilidad generada por la permanencia en el espacio público, favo-reció el surgimiento de asociaciones gremiales como el caso de Sindicato Nacional de Unidad de Comerciantes Menores –Sinucom–, con per-sonería jurídica 3523 de noviembre 20 de 1974 y con vocería ante el Distrito (ver figura 37).

Centro comercial popular. Apareció en los años ochenta, como respuesta jurídica y administrati-va de la administración distrital a la proliferación de casetas en el espacio público de la ciudad y sus consecuencias, como el obstáculo que significaron para el comercio formal al obstruir el ingreso de los clientes, la restricción y deterioro del espacio pú-blico, la inseguridad y la producción de basuras. Se seleccionaron edificaciones de tres o cuatro pisos que fueron adaptadas para la reubicación de todo el grupo de los vendedores ambulantes. La propuesta dirigida a los ciudadanos fue que en vez de comprar en la calle se comprara en centros comerciales for-males de carácter popular (ver figura 38).

Figura 37. La caseta en el espacio público

* Fuente: La investigación. 2008

1970 caseta

EVOLUCION HISTORICA DE LAS TIPOLOGIAS DE OBJETOS QUE CONFORMAN EL MOBILIARIO URBANO NO INSTITUCIONAL EN BOGOTA

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

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Figura 38. Centro comercial popular

* Fuente: La investigación. 2008

1980 centrocomercialpopular

EVOLUCION HISTORICA DE LAS TIPOLOGIAS DE OBJETOS QUE CONFORMAN EL MOBILIARIO URBANO NO INSTITUCIONAL EN BOGOTA

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

Figura 39. La feria temporal en el espacio público

* Fuente: La investigación. 2008

1990 feria urbana temporal

EVOLUCION HISTORICA DE LAS TIPOLOGIAS DE OBJETOS QUE CONFORMAN EL MOBILIARIO URBANO NO INSTITUCIONAL EN BOGOTA

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

dotación de carpas en sesión por un tiempo máximo de un mes (ver figura 39).

Mobiliario para la venta informal. Para el año 2000 la política distrital y las entidades encargadas de la administración y gestión del espacio público incluyeron, como parte del mobiliario urbano ins-titucional la caseta o quiosco permanente para la venta callejera, con el fin de vender en edificios y espacios privados de uso público se propuso la chaza o módulo de venta. Estas soluciones tienen un dise-ño aún está sujeto a la crítica (ver figura 40).

Feria urbana temporal. Estas ferias se crearon en los años noventa como solución a la proliferación de vendedores ambulantes en los sectores de mayor concentración humana, la saturación de los centros comerciales populares, la reaparición de la chaza y la aparición de la exposición de productos sobre el piso en tela o lona de forma cuadrada o rectangu-lar llamada “cuatro puntas”. La administración de la ciudad en la búsqueda de cambiar su modelo de planear, organizar, controlar, normalizar y construir el espacio público para lograr uno más integral, pro-puso la creación de ferias temporales junto con la

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Figura 40. Mobiliario para la venta informal en el espacio público

* Fuente: La investigación. 2008

2000 mobiliariourbanoinstitucional

EVOLUCION HISTORICA DE LAS TIPOLOGIAS DE OBJETOS QUE CONFORMAN EL MOBILIARIO URBANO NO INSTITUCIONAL EN BOGOTA

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

19 El subrayado es nuestro.

La evolución de los medios para la venta ambu-lante no ha solucionado el problema de la presión que ésta hace sobre el espacio urbano, cuando lo invade y lo satura con los objetos que hemos cla-sificado como mobiliario urbano no institucional y que se encuentran dispersos en varios sectores de la ciudad; esto ha determinado que instancias superiores a la administración distrital y del resto del país consideren la venta ambulante como un componente urbano. En este sentido, la Sentencia T–772 de 2003 de la Corte Constitucional expone y presenta una descripción y clasificación de la acti-vidad de venta informal dada en el espacio público y los objetos que se utilizan en cada una de ellas.

“(...) de conformidad con el grado de afectación de di-cho espacio público que representa su actividad. Así, existen tres grandes grupos: a) vendedores informales estacionarios, que se instalan junto con los bienes, implementos y mercancías que aplican a su labor en forma fija en un determinado segmento del espacio público, excluyendo el uso y disfrute del mismo por las demás personas de manera permanente, de tal forma

que la ocupación del espacio subsiste aun en las horas en que el vendedor se ausenta del lugar, por ejemplo, mediante una caseta o un toldo; b) vendedores infor-males semi-estacionarios, que no ocupan de manera permanente un área determinada del espacio público, pero que no obstante, por las características de los bienes que utilizan en su labor y las mercancías que comercializan, necesariamente deben ocupar en forma transitoria un determinado segmento del espacio pú-blico, como por ejemplo el vendedor de perros calien-tes y hamburguesas, o quienes empujan carros de fruta por las calles; y c) vendedores informales ambulantes, quienes sin ocupar el espacio público como tal por lle-var consigo, es decir, portando físicamente sobre su persona los bienes y mercancías que aplican a su labor, no obstruyen el tránsito de personas y vehículos más allá de su presencia física personal”. Descripción dada en la Sentencia 772 de 2003 Corte Constitucional19 (ver fotos 22 y 23).

Por otra parte, mediante programas se viene organizando espacialmente en la ciudad la ubi-cación de los vendedores informales en la ciudad (ver figura 41).

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Figura 41. Localización de los programas dirigidos a los vendedores informales, incluidos los barrios de origen informal de Ciudad Bolívar

Fuente: IPES

Foto 22. Mobiliario urbano no institucional en el espacio público de los proyectos, UPZ No. 70, Jerusalén

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Fuente: Esta investigación. Bogotá, 2008.

Foto 23. Mobiliario urbano no institucional en el espacio público de los proyectos, UPZ No. 67, Lucero

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

Las interacciones en el espacio público y su dota-ción de mobiliario en los barrios de origen informal generan un proceso dinámico entre la formalidad del espacio y la informalidad de las acciones y ac-tividades que los habitantes desarrollan en la co-tidianidad como prácticas sostenidas. Cada grupo social representa y simboliza las diversas formas de habitar, uso y apropiación del espacio, significando y resignificando lo que representa los procesos de formalidad e informalidad, en el uso y apropiación del espacio público, en los barrios de origen infor-mal (ver figura 42).

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Figura 42. Procesos formales e informales en el uso y la apropiación del espacio público

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

Sobre el objeto transgresor/atípico que conforma el mobiliario urbano no institucional es necesario enfatizar que es de diseño y producción individual, que es un objeto único, resultado del saber popular, construido a través de la aplicación de procesos ar-tesanales, y ajustado a la solución de necesidades particulares. Estas necesidades particulares también buscan soluciones a través de objetos de producción fabril pero que se desempeñan en la ciudad con el carácter de móvil, de uso transitorio del espacio pú-blico del que se ha hablado.

Se puede concluir que la producción del espa-cio público y de su dotación de mobiliario urbano, en los barrios beneficiados con el Programa de Me-

joramiento Integral de Barrios, no excluye las ac-tividades que los habitantes desarrollan, sino que los provee de espacios con objetos para el uso. De acuerdo con sus necesidades y prácticas llegan a expresar, a través de otros objetos urbanos no ins-titucionalizados, la sobrevivencia urbana según sus condiciones particulares y sus capacidades indivi-duales y colectivas, como complemento al habitar y a la construcción de escenarios para liberar mo-mentos del disfrute y de la satisfacción.

En síntesis, la figura 43 ilustra los conceptos claves del presente capítulo con su estructura ar-ticulada en tres ejes o dimensiones de análisis: barrios de origen informal, espacio público formal

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y habitante, los que convergen en las interseccio-nes de cada dimensión Derecho a la ciudad e in-clusión (social y física), para entender cómo el

Figura 43. Dimensión del uso y la apropiación del mobiliario urbano (capítulo IV)

Mobiliario y paisaje urbano

HABITAR lo público

Habitante

espacio público -formal

barrios de origen informal

Hábitat humano localidad Ciudad Bolívar

Participación ciudadana

Uso y apropiación del espacio

Inclusión social

Inclusión física

Instrumentos de gestión

Participación población vulnerable

Derecho a la ciudad

Planeación participativa

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

acto de habitar lo público tiene una expresión en el uso del mobiliario, en el paisaje urbano y en el hábitat urbano.

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En este capítulo se describen los procesos de participa-ción que bajo el Programa de Mejoramiento Integral de Barrios fueron desarrollados y se explica cómo in-fluyeron en la noción de inclusión a la ciudad como un derecho exigible. La transformación espacial repre-senta el mejoramiento del hábitat, pero debe recalcar-se que para que suceda la apropiación y el uso de estos espacios, se requiere de la participación de los ciuda-danos, que son quienes conocen sus necesidades y las maneras de solucionarlas, las cuales son reconocidas en la forma como ellos leen el espacio urbano y tejen las prácticas sociales, culturales y económicas al ser los forjadores de buena parte de la ciudad. El proceso de participación comunitaria inicia su proceso en la forma de negociar y tomar decisiones colectivas a través del empoderamiento, que la gobernabilidad del territorio les provee en normas, programas e instrumentos.

5.1 Participación y construcción social del hábitat

El significado del término participación es tan ancho como profundo, lo que implica hacer una

precisión para abordarlo. Precisión que debe darse desde una perspectiva reivindicatoria de la forma de gobierno local e instrumental, atinente a la producción social del hábitat como elemento ar-ticulador de las acciones provistas en el Programa de Mejoramiento Integral de Barrios. La partici-pación significa “la colaboración de personas que persiguen objetivos que ellos mismos han plantea-do, implica el trabajo colectivo de varias personas tanto en la determinación de objetivos como la definición de los caminos para llegar a ellos. (...) Es la aceptación y reconocimiento del ‘otro’; asi-mismo, es una manera de integrar a los procesos de planeamiento y diseño las distintas maneras en que la población percibe su realidad, jerarquiza sus necesidades, define lo que aspira y aporta una in-formación importante sobre la manera de lograr los resultados” (Romero, 2004: 34).

La participación se entiende como la confluencia de intereses en un escenario público con un fin, que para el caso debe ser más colectivo que individual, éste requiere de un reconocimiento a los procesos sociales que la misma comunidad ha construido en

CAPÍTULO 5La participación y la inclusión a la ciudad

“En este sentido es posible asumir los diferentes principios: el principio de inclusión, que garantiza la participación de todos los afectados potenciales por

las consecuencias de lo que se debate; el principio de igualdad, que garantiza que todos pueden participar en

unas condiciones de total simetría en acceso de informa-ción, ausencia de presiones y posibilidades de expresión; y el principio de reciprocidad, conforme al cual todos los

interese (sic) deben ser considerados por igual y estar abiertos a la revisión argumentativa. Así pensado, su validez gravita en el carácter dialógico experimentado

como legitima acción comunicativa, procedimiento para definir un verdadero encuentro de saberes basado en la comprensión trascendental sobre condiciones de vida y

constelaciones de intereses homogéneos”. Francisco Leonel (2005: 130).

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la trama de redes locales con los distintos actores que interactúan en la localidad, como el Estado y los grupos de poder, así como el mercado inmobi-liario, que moldean su acción y materializan una realidad concertada. Este proceso determina que los actores, sobre todo la comunidad, emprendan prácticas pedagógicas para desarrollar y empoderar su rol, para construir y asumir la responsabilidad de-legada en la participación.

“(...) generar una capacidad de negociación y de ge-neración de consensos para la toma de decisiones dentro de relaciones asimétricas de poder (...) en compartir con el Estado la responsabilidad solidaria en la cohesión social, coherencia urbana, prestación de servicios públicos, en superar el papel de simples beneficiarios de las medidas gubernamentales y en la búsqueda de medios para reducir costos. (...) La capacidad de participar en la toma de decisiones co-lectivas, lejos de ser una realidad, es un derecho por el cual hay que luchar. Lograrlo requiere un largo trabajo de base, de promoción y organización social” (Romero, 2004: 37).

Entonces, de esta manera, la participación se convierte en un instrumento que permite la inter-vención y organización de la población en procesos de producción social del hábitat y en la construc-ción de ciudadanía, es el ámbito donde se provee la base para dar los pasos y formar los escenarios que le permiten a la comunidad hacerse garante de derechos y deberes dados en la Constitución Polí-tica de Colombia20 y en los reglamentados por el Distrito21. Se hace a través de las instituciones en-cargadas de la administración y gestión del espacio público, a partir de los programas y proyectos que vinculan al actor comunitario mediante el desa-rrollo de instrumentos y espacios de concertación para la producción y consolidación de su territorio. Lectura posible en la flexibilidad y dinamismo de la participación local.

Aquí el espacio público se amplía a una nueva dimensión, más allá de lo físico, que compromete las acciones de la comunidad que lo necesita y pro-duce porque sustenta el escenario de consolidación de sus prácticas cotidianas e identidades.

“(...) espacio público del hábitat popular, adquiere su verdadero carácter público a través de las luchas, la construcción, la gestión y finalmente a través del uso y significado que este representa para los habitantes. El significado del espacio público se manifiesta a tra-vés de las formas de apropiación ejercidas por los ha-bitantes, en donde las diversas prácticas diarias, los intereses individuales y colectivos y las interacciones de la comunidad son elementos esenciales de este proceso… la apropiación se establece a través de la conexión entre el espacio y las experiencias de la vida de las personas (...) el valor asignado al espacio pú-blico está matizado por la cultura de los habitantes” (Hernández, 2005: 195).

Estos elementos posibilitan pensar en un futuro urbano con dignidad. Esta dignidad se lograría con el reconocimiento de los procesos iniciados en la informalidad y con la construcción de una visión integral e integradora de una ciudad humanizada y equitativa en las diversas dimensiones de lo físico, lo ambiental, lo económico y social, acompañada de acciones conjuntas basadas en modelos repli-cados en otros contextos y apropiados con las di-námicas propias de cada barrio. Esto ofrece, desde la perspectiva social y como eslabón articulador de procesos complejos de lo urbano, económico y cul-tural, oportunidades de inclusión a la ciudad.

Este acceso a la planeación y transformación del hábitat, se inició para lograr, en materia de infraes-tructura, ambiental, social y política, la reivindica-ción en la distribución de las acciones de la ciudad. Por ejemplo, el Programa de Mejoramiento Integral de Barrios, definido como una estrategia en el Plan de Ordenamiento Territorial para abordar la proble-mática de la población vulnerable y en condiciones de miseria urbana, social y económica, creó el esce-nario y los procesos para la participación comunita-ria en el tema de transformar su territorio y a la vez vincularlo espacial y socialmente a la ciudad, como un derecho bajo tres órdenes: vivienda, servicios

20 La Constitución Política establece en los artículos 79 y 38 la parti-cipación como derecho reconocido en la sociedad Colombiana.

21 El Plan de Ordenamiento Territorial establece en el artículo 59 polí-ticas y estrategias de participación social para la planeación urbana.

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públicos y entorno. Así mismo, la integración de la gestión, planeación y coordinación interinstitucio-nal contribuyó al fortalecimiento local, con base en metodologías de trabajo que permiten coordinar la operatividad de los diversos grupos de trabajo de las comunidades, desde el comité de cuadras y las jun-

tas de acción comunal hasta la red de organizacio-nes zonales. La figura 44 ilustra las líneas de acción y áreas de intervención del Programa de Mejora-miento Integral de Barrios en Bogotá e incluye las estrategias de participación ciudadana, a través del desarrollo del capital social del territorio.

Figura 44. Líneas de acción y áreas de intervención PMIB. Bogotá, D.C.

Fuente: http://www.cvp.gov.co/programaspmib2.aspecmecanismos.

La estrategia plantea como elementos de la es-tructura de intervención la manera de abordar la dimensión social del programa, primero, a los nú-cleos de participación ciudadana como escenario de concertación y diálogo para la toma de decisio-nes que contribuyan a satisfacer las necesidades urbanas, segundo, un orden territorial acorde con el modelo de ciudad y con un hábitat social digno que integre, no solo las acciones del Distrito sino que empodere a la comunidad de forma autónoma y desarrolle sus capacidades de gestión territorial, fomente el trabajo colectivo y el control social, a fin de generar una cultura urbana.

El proceso de construcción del hábitat pretende abrir un canal de diálogo articulador entre el saber profesional y el saber popular, por cuanto el primero, muchas veces está desinformado de lo que pasa en las áreas sobre las cuales va a centrar su intervención. Sin este diálogo, las intervenciones no son apropiadas por la población y no hacen posible la sustentabilidad y el mantenimiento de los proyectos, costos que, poste-riormente, deben asumir las instituciones como ejer-cicios fallidos. Es la coparticipación la que valida un proceso de repartición equitativa de responsabilidades en la toma de decisiones, de acuerdo con las tempora-lidades de la evolución y la transformación del barrio.

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5.2 El barrio normalizado. Su avance en el desarrollo interno

Las acciones que el Distrito diseñó para la norma-lización de los barrios de origen informal, llevaron a su normalización jurídica y espacial, en aspectos como la titulación de predios, el inventario de las áreas de cesión urbana en vías y espacio público y el reconocimiento de la estructura ecológica princi-pal. Fue un proceso complejo, debido a la ausencia de datos y planos urbanos causada por el mismo ori-gen del barrio, como proceso de informalidad urba-na el cual no contempla la norma en su planeación. Como resultado se ha logrado tomar acciones co-rrectivas en lo urbano, lo jurídico y lo social para asumir el reto de organizar el suelo urbano de la ciu-dad informal. Al respecto, un líder comunal entien-de el proceso de normalización como un derecho a la titulación y legalización del barrio.

“(...) pero entonces fue un proceso grande, una lucha grande, y estamos camellando en eso porque no se ha logrado que el 100% de la gente se meta en un proceso de titulación masivo (...). Entonces es un proceso difí-cil cuando usted empieza a crear una conciencia en la comunidad para decir tenemos que meternos porque es que eso no lo va a dar el Estado (...) si nosotros no lo luchamos, si no entramos en un proceso de titulación en una demanda legal, no lo vamos a adquirir; desafor-tunadamente ése es el inconveniente que se ha visto, pero el barrio está legal, se ha podido adelantar el pro-ceso de titulación, el de pavimentación y todo por la legalización. (...) llegó planeación y de todas formas no se pudo sacar más terrenos donde había zonas verdes, pues se quedaron como zonas verdes y el espacio públi-co pues como espacio público (...) Escaleras, alamedas, corredores peatonales y las calzadas se redujeron de un tamaño que tenían donde quedaron vías vehiculares restringidas precisamente para darle un mejor espacio al peatón porque antes no se pensó en eso o sea ahori-tica con la nueva reglamentación ya vienen los diseños adecuados para crear un espacio público”.

La administración distrital acogió los espacios que la comunidad estableció como espacios públicos y zo-nas verdes, y ajustó y flexibilizó la norma para lograr la formalización en cuanto a las medidas, áreas y especi-ficaciones técnicas de los trazados viales y de espacio

público, así se respetó la forma del asentamiento. Todo ello, claro está, no cubre a los predios localizados en áreas destinadas a los planes estratégicos de la ciudad buscan evitar la construcción de vivienda en zonas de riesgo, recuperar los suelos de protección ecológica y establecer el trazado de zonas previstas para una co-nectividad futura, siendo las únicas situaciones, don-de el bien colectivo prima sobre el individual, para las que el POT22 establece procesos de expropiación (ver planes estratégicos, figura 5, los números 1, 2 y 3).

En relación con este proceso de normalización de barrios, esta investigación encontró que el barrio Jeru-salén está aún en proceso de legalización y que si no cumplen con todo este proceso, el distrito no puede realizar acciones de mejoramiento. En este sentido la actividad comunitaria ha logrado acciones reivindica-torias por el mejoramiento de su hábitat como es el caso del sector Bellavista la Y, donde con esa acción se logró promover proyectos de pavimentación de vías.

Un proceso de mejoramiento barrial, tal como se ha descrito, no se realiza de un momento a otro, pues requiere de la acción participativa de los diver-sos actores lo cual implica, en ocasiones, largas ne-gociaciones y consensos que deben primar antes que la imposición de transformaciones y proyectos en un territorio: “(...) una oferta participativa en dos cate-gorías: participación argumentativa y participación-acción; siendo la segunda en la que ‘participar’ es interactuar con otros para definir cursos de acción” (Velásquez et al., 2003: 22).

5.3 Ganancias en el derecho a la ciudad

El desarrollo de los procesos de mejoramiento lleva, de por sí, un reconocimiento a la lucha de los habi-tantes de una comunidad por hacer valer el derecho que tienen como ciudadanos por lograr un mejor ma-ñana, una mejor condición de habitabilidad y, por ende, un estar urbano más digno y humanizado. Al mirar proporcional y porcentualmente las acciones que construyen la ciudad, éstas son ganancias que

22 El POT contempla en los artículos 30, 52, 54 y 455 acciones de expropiación para generar suelo urbano y el desarrollo de planes estratégicos o parciales.

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llevan al reconocimiento de logros, hechos a pulso, buscados y conseguidos para un proyecto de vida comunitario y social de una comunidad, frente a la reticencia del poder político distrital que, en cierta medida, los mantiene marginados y excluidos.

En el ámbito de los derechos, el “derecho a la ciudad” es un nuevo eslabón surgido de las formas de vida de la población en pobreza, en miseria y más vulnerable de la ciudad. En respuesta a ese derecho a la ciudad, el Estado debe, como primera instan-cia, proveer y garantizar las condiciones de respeto por la vida y la libertad en el orden individual; en segunda instancia, los derechos sociales, culturales y políticos; y en tercera instancia, el derecho a la ciudad. Los dos últimos son de orden colectivo.

“Un derecho colectivo de los habitantes de las ciu-dades, en especial de los grupos vulnerables y desfa-vorecidos, que les confiere legitimidad de acción y de organización basada en sus usos y costumbres, con el objetivo de alcanzar el pleno ejercicio del derecho a un estándar de vida adecuado. (...) Es el ejercicio ple-no de la ciudadanía, que liga el derecho a la ciudad al ejercicio de los derechos y libertades fundamenta-les vinculados a la idea de ciudadanía, así como a la creación de condiciones para la convivencia pacífica, solidaria y respetuosa de las diversidades” (Pisarello, 2003: 88-89).

Con base en la política pública, y a través del Programa de Mejoramiento Integral de Barrios, el Distrito debe crear unas condiciones encaminadas a garantizar que los habitantes de barrios de origen in-formal sean reconocidos como ciudadanos de la ciu-dad. Al respecto un líder comunal manifiesta que:

“Se siente uno bien porque es una comunidad re-conocida, (...) pero si hay un reconocimiento, si a mí me instalan el agua, pues a mí me tienen que co-brar, entonces ya me viene a reconocer la Empresa de Acueducto de Bogotá; a mí me llega el impuesto predial, planeación distrital me está reconociendo como un ciudadano más, si a mí me conectan la luz, me va a llegar un recibo donde dice Harvey Cruz tiene una línea de luz y le vamos a cobrar, me están reconociendo; me están cobrando por un servicio que me están dando, pero al mismo tiempo me están

dando un reconocimiento de que existo en algún lu-gar de Colombia, en algún lugar de Bogotá, en algún lugar de Ciudad Bolívar existo, yo lo sentí como un reconocimiento”.

Pero el derecho a la ciudad no solo tiene que ver con el mejoramiento del barrio como enlace con la estructura urbana dominante, sino que trasciende hacia la dimensión del acceso social y económico, es decir, a la libre movilidad de la población por la ciudad sin el señalamiento de otros grupos sociales. En ese sentido, faltan acciones que mitiguen la se-gregación y la desconfianza sobre los grupos menos favorecidos dentro del modelo de desarrollo urba-no, social y económico de la ciudad. Precisamente éste puede ser el talón de Aquiles de este derecho, pues las acciones pueden llegar a contribuir a la se-paración de los grupos sociales que conforman la ciudad, los unos al norte y los otros al sur; promo-viendo la formación de guetos urbanos.

Igualmente, la apuesta de la ciudad debe ser ge-nerar espacios públicos que, con calidad de vida ur-bana, brinden escenarios con nuevas experiencias de reunión, esparcimiento, movilidad y expresión entre los habitantes a fin de que éstos se reconozcan e identifiquen en la diversidad, como grupos autó-nomos y participativos en la construcción de un há-bitat más equitativo y social. Se trata de construir espacios humanos para potenciar el encuentro con los otros, pues estar en la ciudad implica acciones de supervivencia, así sea de forma temporal, con-dición producida por el espacio público como un organismo social vivo.

La mayoría de la población de bajos recursos ha-bita la ciudad a través del uso, la apropiación y el aprovechamiento económico del espacio público, cuando busca formas de sobrevivencia. De esta ma-nera el mobiliario urbano institucional y paralelo a él, el mobiliario urbano no institucional transitorio que genera recursos, también va paralelo a la norma pero se sustenta como hecho humano. Montenegro y Saldarriaga sitúan “al espacio público vinculado a un proceso de desarrollo humano centrado tanto en la posibilidad de conocimiento como en la utilidad práctica del mismo” (citados por Leonel, 2005: 63).

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5.4 Espacio público, un sentido de inclusión y participación

El espacio público recuperado y construido en la últi-ma década en los barrios de origen informal y, en ge-neral, el de la ciudad, ha tenido una gestión proactiva en su concepción y tienen dos factores a destacar, es-tos factores son la sustentabilidad y el mantenimiento. Para su operatividad requieren procesos de coordina-ción que implican la participación de actores institu-cionales (tales como el Departamento Administrativo de Planeación Distrital –DAPD–, el Instituto Distrital de Recreación y Deporte –IDRD–, el Departamen-to Administrativo del Medio Ambiente –DAMA–, el Departamento Administrativo de Defensoría del Espacio Público –Dadep–, el Instituto de Desarrollo Urbano –IDU–, Instituto para la Economía Social

–IPES–, la comunidad beneficiada y, sobre todo, la población vulnerable. El sostenimiento del espacio público le permite a las instituciones promover accio-nes con planes y programas sociales de sensibilización sobre el reconocimiento de la importancia de los espa-cios públicos, en cuanto al uso y la apropiación de los mismos, con el fin de fomentar el control social desde la comunidad. Este diálogo se da de forma vertical, ini-cialmente desde las instituciones hacia la comunidad, luego se hace recíproco y retorna de abajo a arriba, en el momento en que son atendidas las solicitudes de mantenimiento y sensibilización social y la población del mismo sector se vincula para su apropiación. En la figura 45 se representan estas acciones, las institu-ciones y las formas de participación de la población vulnerable y de la comunidad barrial.

Figura 45. Formas de participación de la comunidad

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

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Tanto el paisaje como los hechos urbanos que se generan en la ciudad no son estables en el tiem-po sino que cumplen con un ciclo de vida útil, de-terminado por la intensidad, el nivel de esplendor o decaimiento del paisaje, del mobiliario y/o de la sociedad que allí reside. Son los mismos habitan-tes los que asumen el mantenimiento del espacio público, según el grado de compactación social, solidaridad y comunidad. A partir del derecho ganado –derecho a la ciudad– se debe orientar a la comunidad en el deber de cuidarlos como pa-trimonio colectivo a partir de nuevas formas de relación espacial e interacciones sociales que po-tencien su preservación, debe ser capacitada para darles un adecuado uso como vía a la apropiación de la ciudad. El artículo 160 del POT establece la política sobre el patrimonio construido y el ar-tículo 277 establece el mantenimiento, dotación, administración y preservación del espacio público en las diferentes escalas de parques urbanos.

Los programas de mantenimiento del espacio público son responsabilidad de la administración distrital, asumida por las entidades que la repre-sentan; éstas, a su vez, incorporan dentro de la forma de gestión y administración, labores tales como la recolección de desechos urbanos y domés-ticos, la recuperación a través de mantenimiento preventivo o correctivo tanto de lo físico del espa-cio y su dotación de mobiliario como de las zonas verdes. El proceso de sostenibilidad de las obras debe ser asumido a través de la coordinación de las entidades del distrito y de los ciudadanos, usufruc-tuarios y beneficiarios a manera de un pacto social de sostenibilidad. Este pacto, para ser llevado a la realidad, requiere también de un compromiso de sostenibilidad de los procesos de organización so-cial e institucional y de la formación ciudadana, involucrando la participación social y comunita-ria. Hay que desarrollar un sentido de pertenecía

por el lugar y de corresponsabilidad en relación con los proyectos ejecutados en la ciudad. En la foto 24 se ilustra cómo el espacio público de los proyectos observados presenta niveles diferentes de estados de deterioro, procesos de recuperación y momentos de recolección de desechos sólidos.

Las acciones que se desarrollan en los escenarios y espacios públicos apoyan al distrito en cuanto ofre-cen bienestar y una imagen de ciudad que se per-fila hacia el modelo establecido, así como hacia las políticas públicas que dan orden y embellecimiento. Por otra parte, la norma dispone la coherencia e in-tegración social en búsqueda de hacer una ciudad humanizada, mediante la capacitación del ciudada-no en comportamientos urbanos, la construcción de una sociedad cohesionada, el reconocimiento de sus capacidades y libertades en cuanto a la apropiación y uso de su territorio para, así, empoderar a la comuni-dad barrial en la forma de entender la ciudad.

Como lo señala el coordinador del Programa So-cial de Parques para las localidades Ciudad Bolívar y Usme del IDRD:

“Fundemar [Fundación Marista para el Desarrollo Edu-cativo y Social] es una fundación marista para el de-sarrollo educativo y social que está encargada, a través del convenio 0112199, de manejar la parte de manteni-miento, construcción de parques y el programa orienta-dor de parques. La actividad de Fundemar es velar por toda la parte social; en este caso tenemos el programa de ayudantes de mantenimiento y el programa de orien-tadores que son personas en situación de vulnerabilidad y pobreza; ellos se encargan de manejar este tipo de con-venios y manejar la escuela de formación de este tipo de personas. En este momento la Fundación, para el pro-grama de orientadores, cuenta más o menos con unos 300 orientadores. Cada 5 meses los capacita formándo-los como mejores ciudadanos para que ellos ayuden al mantenimiento y a la sostenibilidad de los parques por parte de la comunidad”.

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Foto 24. Deterioro del espacio público

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

El Departamento Administrativo de Defensoría del Espacio Público –Dadep–, es la entidad distrital responsable de la sistematización del inventario del espacio público de la ciudad. La entidad cuenta con la Cartografía Base Convenio 219 IDRD-DACD, donde

se referencian los parques con que cuenta la locali-dad Ciudad Bolívar. El Dadep lleva un control del in-ventario de las cesiones de espacio público entregado como certificado de pertenencia al Distrito; las cesio-nes aún en proceso de entrega así como las que están

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en proceso de certificación y otras que se hallan en in-vestigación no reciben atención del Distrito pues ésta es solo para los espacios públicos que aparecen como

certificados. Un elemento estructurante, es el presu-puesto asignado al programa23 y el otro es el manejo de la base de datos de la Dadep (ver cuadro 3).

23 Según entrevista con personal del Departamento Técnico del IDRD, solo se intervienen los espacios públicos (parques, plazas o plazoletas) que están certificados en el inventario para su recuperación, mante-nimiento o programas sociales de uso del espacio público, mientras que los que aparecen como no certificados o en proceso de investiga-ción no tienen atención alguna por parte de la entidad.

Cuadro 3. Inventario general de parques en la localidad Ciudad Bolívar

División Administración de Escenarios Inventario general de parques Ciudad Bolívar

Parques de bolsilloCódigo Nombre Dirección Estado certificado

19-208 Desarrollo Jerusalén (sin dirección) Investigado no certificado

19-506 Desarrollo La Estrella del Sur Calle 73ª sur con carrera 18F costado suroccidental costado sur de la calle 73ª entre las carreras 18D Bis y 18F

certificado

Parques vecinales

19-057 Desarrollo Arborizadora Alta Entre calle 75 y calle 73 sur, con carrera 42 costado norte

certificado

19-109 Desarrollo Juan Pablo II Entre calle 68 sur y Diagonal 68 B sur, con carrera 18Q y carrera 18P Bis

Certificado

19-177 Desarrollo Jerusalén (sin dirección) Investigado no certificado

Fuente: IDRD (2007). Documento digital del inventario general de Ciudad Bolívar, suministrado por el IDRD.

Fundemar trabaja con una cobertura total en la ciudad, aunque no lo hacen en todos los parques. A partir del inventario de la Dadep, la fundación orga-niza el programa de trabajo en una matriz de evalua-ción bajo tres ejes: el primero, sobre aspectos técnicos, donde se evalúan el estado de la infraestructura, la demanda de uso y el histórico de intervención; el se-gundo, sobre aspectos sociales, donde se evalúan el nivel de apropiación y el impacto; el tercero, sobre as-pectos institucionales, donde se evalúan las acciones coordinadas del IDRD con otras entidades distritales y el plan de gobierno distrital. Esta evaluación da prio-ridad al trabajo que se desarrollará en los parques cer-tificados, los otros no tienen beneficios del programa y, por lo tanto, presentan un nivel de deterioro mayor, pues no está programada la sensibilización ni el man-tenimiento preventivo o correctivo que requieran.

Sobre las acciones desarrolladas, el coordinador de Fundemar señala:

“(...) nosotros estamos en 19 localidades entre las cua-les, en este caso, manejo la parte de Ciudad Bolívar y Usme; nosotros como el programa de mantenimiento y construcción de parques se dio a la tarea de hacer su mantenimiento en los diferentes escenarios que tiene el Instituto Distrital para la Recreación y el Deporte, en este caso los parques vecinales y parques zonales de Bogotá, inclusive también los parques de bolsillo que es la clasificación que se le ha dado a los parques”.

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La labor de la fundación transciende al manteni-miento de lo físico del espacio público e incide en el proceso de sensibilización social del uso del parque que busca integrar a la comunidad que se beneficia del mismo. El grupo de trabajo de la fundación está cons-tituido por dos cuadrillas: la primera se encarga del mantenimiento y la segunda realiza las actividades de acompañamiento para promover el cambio en la cul-tura del uso y apropiación de los parques. El objetivo

central de ese acompañamiento es el de desarrollar el sentido de pertenencia de los habitantes del barrio al liderar procesos de reconocimiento por el lugar, don-de se vivencian experiencias de respeto y solidaridad de la comunidad, al reconocer, en primera medida, al otro u otros. Estos acontecimientos generan hábitos de bienestar en un espacio construido, mantenido y sustentado por los actores sociales que se sienten par-tícipes del proyecto social de la ciudad (ver foto 25).

Foto 25. Momentos de un programa de sensibilización social en el uso del espacio público

Fuente: Esta investigación. Bogotá, 2008.

En este sentido, el coordinador de la funda-ción expresa:

“(...) hasta el momento ha sido una fortuna muy grande que la Alcaldía Mayor de Bogotá, la Secretaría Distrital de Integración Social y el Instituto Distrital de Recrea-ción y Deporte hayan creado este programa [de orienta-dores], porque ha beneficiado a muchas comunidades, no solamente en el sentido de mantenimiento de los parques o sostenibilidad por parte de la comunidad, no metiendo dinero sino en el cuidado y mantenimiento del parque y en enseñar a cada comunidad, a los niños, a los jóvenes, a los adultos mayores a que ellos mismos manejen sus propios espacios y lo cuiden (...) La cons-trucción de valores con este programa también ha sido

muy importante porque vemos muchos casos aquí en Bogotá o en la localidad que yo manejo; hemos mira-do que a través de las actividades que desarrollamos la familia se involucra con su hijo, eso ha sido muy impor-tante (...) Lo que hacemos es el mantenimiento en la infraestructura, de lo que es el mobiliario, las canchas múltiples, los juegos infantiles y todo lo que tiene que ver en cuanto a espacios públicos y al mantenimiento de parques. Seguidamente llega a operar el programa de orientadores para que la gente cuide y vele por lo que es el mobiliario del parque, para que la comunidad tenga un sentido de pertenencia y tenga una sensibilización para el uso y el adecuado manejo de todo lo que es el mobiliario, tenemos los juegos infantiles, muchas veces los jóvenes manejan mucho el vandalismo; en lo que es

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los columpios, las barras, pelan todo lo que está en pin-tura, porque, como sabemos, el Plan de Ordenamiento Territorial en Bogotá tiene una sola infraestructura en todos los partes a nivel distrital, entonces tienen los mis-mos colores, algunos con unas canchas múltiples otros con cancha de microfútbol, de baloncesto, patios, don-de la gente pueda tener una sana recreación y esparci-miento cuando tenga su tiempo libre”.

Al desarrollar programas de inclusión social, no solo de la comunidad que hace uso del parque, sino de la po-blación vulnerable, el Distrito hace un reconocimien-to barrial y comunitario y genera espacios de contacto social y cultural. Proceso que, por una parte, reconoce los derechos y el desarrollo humano que debe ofrecer la ciudad y, por la otra, hacer participes a estas comunida-

des de la transformación de la cultura urbana. Cultura urbana entendida como orientadora de la potenciali-dad que se puede lograr al pensar, no como individuos sino como seres sociales, de los cuales depende cual-quier asentamiento humano, para hacer historia, cuya huella es legada a las generaciones futuras.

En síntesis, la figura 46 ilustra los conceptos cla-ves del presente capítulo, con su estructura articulada en tres ejes o dimensiones de análisis: barrios de origen informal, espacio público formal y habitante, los que convergen en las intersecciones de cada dimensión derecho a la ciudad e inclusión (social y física), para en-tender cómo el acto de habitar lo público tiene una expresión en el uso del mobiliario, en el paisaje urbano y en el hábitat urbano.

Figura 46. Dimensión de la participación, la gestión y el mantenimiento del espacio público

Mobiliario y paisaje urbano

HABITAR lo público

Habitante

espacio público -formal

barrios de origen informal

Hábitat humano localidad Ciudad Bolívar

Programas sociales de sensibilidad

Programas de mantenimiento y sustentabilidad

Inclusión social

Inclusión física

Política urbana y normatividad

Instrumentos de gestión

Participación población vulnerable

Derecho a la ciudad

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

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En el presente capítulo se muestra cómo los símbolos de la ciudad hacen presencia a través del mobiliario urbano institucional en el hábitat del espacio públi-co, símbolos que contribuyen a modificar en los ha-bitantes la imagen de la ciudad como el espacio físico en el cual habitan. Estos símbolos van articulando los espacios según su funcionalidad y las múltiples actividades que se pueden dar: encuentro, ocio, in-tercambio, conflicto-conciliación, expresión, control social y otros que los pobladores reglamentan para habitar los espacios, para resignificarlos. Espacios comunitarios que, aunque son intervenciones como obras públicas propias del desarrollo de la ciudad, guardan sus vivencias, sus pactos y, en últimas, su esencia de habitantes de ciudad.

Entre otros símbolos de carácter urbano e ins-titucional, están la imagen corporativa de cada periodo de gobierno de la administración distrital, elementos que simbolizan la presencia de la admi-nistración en proyectos físicos y sociales que son los empleados en las ejecuciones de los proyectos de la administración. Por último, la presencia del medio de transporte masivo, TransMilenio, como elemen-to que estructura la ciudad en torno al espacio pú-blico contemporáneo, estrechamente relacionado por los bogotanos con la conexión de los sectores

consolidados de la ciudad y los sectores margina-dos, asunto que dio lineamientos para las acciones descentralizadas de la administración, como garan-tía de un nuevo pacto social incluyente y equitativo dentro del Plan de Ordenamiento Territorial.

6.1 Mobiliario urbano institucional como derecho a la ciudad

El desarrollo de proyectos de mejoramiento físico y social en la ciudad y sobre todo en los sectores con bajo índice de calidad y cualidad urbana, impulsó obras físico-espaciales y programas de acompaña-miento a los habitantes de los barrios de origen informal que forman parte de la consolidación de la ciudad. Este desarrollo llevó a proponer un planeamiento y ordenamiento urbano que logró evidenciar el derecho a la ciudad, del que, un componente básico, es el mejoramiento, recupera-ción y preservación del espacio público. Propuesta que entiende el espacio público como un escena-rio que abarcara a toda la población sin distinción ni diferencia, un espacio abierto, inclusivo e inte-grador de las diferentes prácticas cotidianas que todos los habitantes expresan y simbolizan en sus actos de recorrido y permanencia.

CAPÍTULO 6Ciudad, cultura y mobiliario urbano

“Al final de la tarde, cuando empieza el paseo, el número de paseantes es pequeño y consiste sobre todo

de padres con niños y personas mayores que caminan de arriba y abajo por la plaza.

Poco a poco, a medida que anochece y sale cada vez más gente, primero desaparecen los niños y después los

ancianos. Más tarde, a medida que crece la muchedum-bre, muchos adultos de mediana edad y otras personas

se retiran del bullicio. Llegada la noche, cuando la plaza está abarrotada, prácticamente, sólo la gente joven de la

ciudad sigue yendo y viniendo entre la multitud”.Jan Gehl (2006: 147).

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Además, el espacio público, en este sentido, viene a representar la plataforma donde se insta-lan los objetos –mobiliario urbano– con base en las diferentes tipologías funcionales y como porta-dores de significado que articulan las prácticas que les posibilita un uso –uso universal– y, por ende, una forma de apropiarlos. Una amplia gama de ob-jetos configuran la dotación del mobiliario urbano, ofrecen un bienestar producto de la permanencia, son cualificados a partir de una serie de actividades tales como el encuentro, el intercambio, la recrea-ción, el juego, los rituales y otras expresiones. Estas actividades generan procesos sociales con sentido de pertenencia y de comunidad y, a la vez, identi-dad colectiva, como el derecho al goce del espacio público, según la forma que asuman los habitantes al habitarlos: “(...) los habitantes de los sectores po-pulares, así como luchan por un espacio privado, también luchan por el derecho al espacio público” (Hernández, 2005: 198)

El derecho a la ciudad no solamente debe ser en-tendido como un componente físico-urbano, sino como redes e interacciones sociales condicionadas por las temporalidades de vivencias que la consoli-dan y que se acumulan en historias como reconoci-miento de las diferencias y homogeneidades de los grupos que la conforman.

“(...) el camino para una comprensión de la ciudad y de su conservación se basa en el reconocimiento de la diversidad de ésta como creación cultural y par-ticipativa de los grupos heterogéneos que viven en ella y que expresan sus costumbres, modos de vivir, valores, en síntesis sus propias identidades. (...) basa-do en el reconocimiento de la diversidad cultural se debe considerar que parte del patrimonio material, social, económico y cultural ha sido generado por los sectores populares” (Peyloubet, 2006: 9).

En la esfera de lo público, la producción social del hábitat en los barrios de origen informal está condicionada, de cierta manera, por la garantía de un nivel de calidad estética de la dotación de mo-biliario urbano institucional. Este nivel precisa o distorsiona la imagen que los habitantes perciben de su entorno próximo y la capacidad de generar

calidad en los procesos sociales entre los habitantes que lo usan y apropian. Se convierte así en un le-gado o patrimonio barrial y cultural, entendido este como la construcción material-simbólica y de los valores otorgados a los espacios-lugares con base en las prácticas sociales que allí se producen.

“(...) el lujo del espacio público y de los equipamien-tos no es un despilfarro, es justicia. Los programas públicos de vivienda, infraestructura y de servicios deben incorporar la dimensión estética como prueba de calidad urbana y de reconocimiento cívico. Cuan-to más contenido social tiene un proyecto urbano, más importante son la forma, el diseño, la calidad de los materiales (...) La estética del espacio público es ética” (Borja, 2003: 125).

Lo anterior incluye, además, el reconocimien-to no solo de las instituciones del Distrito como proveedoras de objetos para el uso colectivo o in-dividual de los ciudadanos sino, también, la con-sideración del derecho a la ciudad, como producto de los contactos sociales que legitiman un escena-rio productivo o laboral de la población vulnera-ble. Esta materialización deja el registro de cómo se construye el derecho al usufructo de los espacios públicos –calles, plazas, parques– razón de ello son el uso de los espacios de permanencia o transitorios en las prácticas cotidianas. La comunidad reivin-dica su autonomía como escena permanente de la imagen que envuelve a la ciudad.

6.2 Mobiliario urbano móvil no institucional, generador de interacción social

La construcción de la ciudad no solo compete a las instituciones de la administración. Es, además, un espacio que convoca e invita a los grupos sociales, ya sea a partir de la política pública o de los demás sectores que manifiesten interés por participar de manera equitativa en el manejo de las responsabili-dades, de las utopías en proceso, de los beneficios y logros obtenidos en la acción participativa entre la Administración y los barrios informales: “(...) un es-pacio social complejo con interrelaciones entre sus

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pobladores que forjan comunidades urbanas com-partiendo rasgos de igual identidad cuya construc-ción colectiva se basa en la conjunción del saber, de las habilidades y voluntades que deben conservarse y protegerse” (Peyloubet, 2006: 9).

La aparición del mobiliario urbano móvil no ins-titucional, cuya característica es la acción humana a partir de temporalidades fugaces, de cosecha, de sobreproducción, en correlación con acontecimien-tos sociales, culturales o de coyuntura, permite el desarrollo de actividades no programadas o nor-malizadas en el proceso urbano de la ciudad. Es-tos comportamientos generan regularidades y roles que se integran a las actividades de la comunidad que las sustenta. Es por ello que “la gente se siente atraída por la gente” en palabras de Gehl: “Donde-quiera que haya gente (en los edificios, los barrios, los centros urbanos, las zonas de recreo, etcétera) por lo general es cierto que las personas y las activi-dades humanas atraen a otras personas. Se juntan y deambulan con otras personas y tratan de situar-se cerca de ellas. Las nuevas actividades empiezan en las proximidades de lo que ya está sucediendo” (Gehl, 2005: 31).

En cada uno de los proyectos analizados, la pre-sencia del mobiliario urbano móvil no institucional en el espacio público, estaba determinada por los ritmos que la comunidad desarrollaba en el barrio: “(...) otra manera de verlo sería que cualquier so-ciedad establece a través de la cotidianidad y su relación con el entorno unas conductas que se ven enriquecidas por símbolos característicos, como manifestación de particularidad en una cultura” (Certeau, 1999: 17).

En términos de Alexander, como patrón de acontecimientos en la vida de los habitantes de un barrio de una cualidad sin nombre, se entiende:

“El carácter global de nuestra vida está dado por los acontecimientos que se dan una y otra vez. (...). De igual manera, en un sentido general es verdad que cualquier sistema, cualquier aspecto de la vida de una parte del mundo está esencialmente gobernado por las situaciones, humanas o no humanas, que allí se repiten. (...) Es la esencia que caracteriza a ciertos lugares trascendiendo la apariencia estética a otros

valores de seguridad, paz, donde el ser humano dis-fruta al habitarlos” (Alexander, 1981: 66).

Cuando las prácticas están sujetas al discurrir y a la estabilidad del tiempo y del espacio de lo social se da la amenidad del espacio público. Desde la cultura de la venta callejera o la venta al paso, el mobiliario urbano móvil no institucional lidera ritmos que res-ponden a dinámicas inestables del acaecer humano sobre el territorio, a manera de procesos, según los patrones dados por el habitante, que no segregan sino, por el contrario, valoran esta actividad de la venta callejera, hecho que pregona significados que permean a la comunidad.

En cada proyecto estudiado se observaron con-diciones propias de los espacios dados por diferen-cias topográficas o por el “estar” en las actividades practicadas: contemplación, usufructo, recreación activa y pasiva, manifestación cultural o de culto y encuentro de las personas, sin importar sus condi-ciones de edad o género.

Habitar un espacio y cargarlo de significados, es un punto de apoyo para el programa de sensibili-zación social que busca generar empoderamiento y sentido de pertenencia en los habitantes de los barrios beneficiados con el PMIB. Este proceso de acompañamiento es encargado por la administra-ción a grupos de acción social, como la Fundación Fundemar que desarrolla los programas de sensibi-lización en los proyectos de espacio público cons-truido y plantea estrategias de mantenimiento y sostenibilidad con la participación de la comuni-dad. En estas y otras acciones, como el buen uso, el cuidado del espacio, la conservación y el control, se apela a símbolos particulares de la comunidad y generales de la ciudad.

El coordinador de Fundemar manifiesta:

“De pronto, más que una entrega simbólica, es entre-garle a la comunidad su parque a través de activida-des. Nosotros no, de pronto el Instituto, yo hablo con sentido de pertenencia hacia el Instituto, ahí hay una división de promoción de servicios que se ha hecho en ciertas comunidades para que se firme un acuer-do ciudadano en los parques, para que la comunidad tenga un sentido de pertenencia; digamos que es una

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entrega simbólica para que hagan un buen uso de los espacios públicos; la entrega simbólica se hace con la de división de recreación, se hace una serie de ac-tividades como festivales de parques, ha habido un auge muy grande de estos festiparques, porque le dan alegría a la comunidad; llegar y ver que su parque está bien bonito, está pintado, bien organizado y que la comunidad participe de la serie de actividades y eventos donde van grupos musicales, donde van re-presentantes de las instituciones, donde hacen una serie de actividades, un festival de pueblo, en fin para toda la comunidad.“En este momento tengo un parque que hace cuatro años lo pusimos donde personas consumían drogas, la comunidad no respondía por esos parques; es el parque que está denominado con el código 19021, al lado del Colegio Lara Bonilla, donde primero que todo se involucraron las personas integrantes de la junta de acción comunal (...) porque son personas que creyeron en el programa, ayudaron y ayudan en el programa a que la comunidad haga el buen uso de su parque. En este parque vemos que van los niños, los jóvenes, los adultos, no hay ningún tipo de basu-ra, la comunidad no saca las basuras a su parque o sea tiene un sentido de pertenencia, se apropiaron completamente de su parque. Desafortunadamente en este momento tenemos que retirarnos del progra-ma o de allí porque ya la gente tiene un sentido de pertenencia hacia su parque”.

La transformación del espacio es un proceso que implica un acompañamiento y la participación de todos los actores, no solo locales sino de las insti-tuciones y organizaciones de la ciudad para que lo apadrinen, ordenen la forma y den las normas de uso, hasta que se convierta en un espacio propio de la comunidad.

Dentro de las comunidades hay habitantes que reconfiguran el espacio público y complementan el mobiliario urbano institucional con un mobiliario urbano móvil, no institucional, para actividades económicas de subsistencia.

Al respecto el coordinador de la fundación ex-plica:

“Es comprometerlos, yo lo que hago es decirles a las personas que están a cargo, mire a través de esto, us-tedes tienen que manejar un diálogo, una comunica-

ción, tienen que ser asertivos en el momento de darles la información. Cuando yo llegue a este parque estaba la señora que vendía las arepas, el señor o la señora sostiene una familia, yo no puedo llegar a decirle se-ñora retírese del parque, más bien le digo, si usted va a utilizar aquí este pedacito, manténgalo aseado limpio, tenga una caneca. La misma junta de acción comunal y la misma autoridad competente ha permitido eso. En el programa se orienta, se dan las ideas a la comunidad y la comunidad es la que toma la determinación”.

6.3 Mobiliario urbano y cultura ciudadana

Los objetos que conforman el mobiliario urbano institucional, se convierten en la oferta que la ad-ministración distrital dispone en el espacio público para el uso por parte de la ciudadanía y por tanto son portadores de signos, símbolos e imágenes de legitimidad en la ciudad, es decir estar en orden con ella como institución controladora y regula-dora de las interacciones que el ciudadano realiza. Mediante el uso del mobiliario urbano se apropian los contenidos y valores como parte de la identidad de la ciudadana, como sello de sus pactos sociales y culturales, esa dimensión que es la cultura urbana.

“(...) es un conjunto de símbolos, valores, actitudes, habilidades, conocimientos, significados, formas de comunicación, formas de organización social y bie-nes materiales, que hacen posible la vida de una so-ciedad, permitiéndole transformarse y reproducirse” (Bonfil Batalla, 1991: 128).

Lo anterior implica el reconocimiento y la acep-tación de lo diverso, es decir, en el consenso de ho-mogenización a partir de la heterogeneidad de los grupos que la conforman, el espacio se convierte en un legado de matices que producen una urdimbre social, espacial y política. Así, cada uno de los pro-yectos analizados responde a los intereses y nece-sidades de cada barrio; sus habitantes, de acuerdo con sus referentes asumen, usan y se apropian del espacio y su dotación como elementos de la ciudad, lo que muestra uno de los tantos matices forjado-res de la cultura ciudadana. No solo como soporte de los símbolos de la ciudad sino como grafismos de comportamiento ciudadano: mantener limpio el

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espacio, transite por…, cuide su mascota, nuestro escudo, nuestra bandera, entre otros.

En el Programa de Mejoramiento Integral de Ba-rrios también se hace uso de la estrategia de comu-nicación, la cual está acompañada de la utilización de símbolos y objetos –mobiliario urbano– con el propósito de reforzar el mensaje publicitario institu-cional y para fomentar la construcción y consolida-

ción de imaginarios que propicien un ejercicio más sano de inclusión y equidad social.

Entre los objetos simbólicos24 se encuentran aque-llos que pretenden crear una identificación con la ciu-dad y con la calidad de ser ciudadanos de Bogotá. Esos elementos contienen el amarillo, color característico de la imagen corporativa de Bogotá, el amarillo y rojo de la bandera y el escudo de la ciudad (ver foto 26).

Foto 26. Símbolos de la ciudad utilizados en el espacio público y su mobiliario urbano institucional

Fuente: esta investigación. Bogotá, 2008.

Otro gran símbolo que identifica a la Bogotá integral y humana está en el sistema de transpor-te masivo TransMilenio y sus rutas de transporte de buses alimentadores; sus trazados y paradas se convierten en puntos de referencia para la ubi-cación de los individuos, son, a la vez, elementos que dividen la localidad y que permiten una vi-

24 Acuerdo 19 de 2003, usos de los símbolos de la ciudad.

sión general de la zona por su fácil identificación. Así muchos otros objetos exteriores se convierten en imágenes reconocibles y transmisibles con las cuales se fortalecen los vínculos entre la ciudad y su administración.

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Conclusiones

dundado en el mejoramiento de la calidad de vida en términos de servicios públicos y sociales básicos.

Adicionalmente, el estado general de las vías no es bueno aunque se han construido tramos nuevos. La localidad tiene problemas de conectividad vehi-cular por las condiciones topográficas de ladera, lo que ha forzado a buscar la cobertura de conectividad a través vías peatonales y escaleras. En las zonas que permiten infraestructura vehicular se ha logrado la integración al sistema de transporte masivo Trans-Milenio, lo cual ha dado soluciones efectivas al pro-blema de movilidad de los habitantes. Todo esto cobra sentido en la investigación en la perspectiva de la normalización de estos barrios y a partir de ella con su articulación con la ciudad y sus servicios.

Esta investigación encontró que los proyectos de espacio público adelantados por la alcaldía a través del Programa de Mejoramiento Integral de Barrios, tienen una alta demanda de uso y que realmente son espacios que propician la sociabilidad. La ca-racterización que se hizo de estos espacios públicos permite destacar algunos de ellos que serían ejem-plo para reproducir en otros sectores de Ciudad Bo-lívar o de la ciudad en general. El Puente del Indio es uno de los espacios públicos de mayor tamaño en esta localidad, su entorno es un punto importan-te por el asentamiento de instalaciones educativas, administrativas, áreas deportivas, de organizaciones barriales, de culto y policiales. Este espacio públi-co contiene, además zonas de recreación pasiva y activa, alamedas, juegos infantiles e integra una construcción que forma parte de la historia anterior a los asentamientos barriales, es un antiguo acue-ducto conocido como Puente del Indio. También vincula la cañada de una antigua quebrada conoci-da como el Zanjón de la Muralla, que el POT iden-tifica como componente de la Estructura Ecológica Principal y que en los programas de vías peatonales se tiene en marcha la construcción de un sendero que lo bordea y protege.

Ciudad Bolívar es la localidad que, comparada con el total de la población, tiene menor dotación de mobiliario en el espacio público y presenta el se-gundo indicador más bajo de parques y zonas ver-des por habitante: 1,94 m2/hab (el índice óptimo es de 10 m2 de espacio público por habitante). La localidad presenta también un complejo problema de espacio público, pues el desarrollo urbano no planificado condujo a que el espacio público fuera prácticamente inexistente en los sectores en los que predominan los asentamientos de origen informal. Al respecto, aunque las intervenciones de la alcal-día distrital, si bien no han suplido las deficiencias señaladas –y tampoco lo ha hecho en el resto de la ciudad–, sí ha puesto en marcha proyectos que han contribuido al aumento de este indicador en varios sectores de esta localidad.

La localidad tiene una densidad poblacional superior a la densidad promedio del Distrito. Los mayores niveles de densidad por UPZ están concen-trados en la UPZ San Francisco y la UPZ Lucero. A raíz de este estudio podemos concluir que los nive-les de densidad están asociados a las condiciones de bajos ingresos de la zona y a las características de su desarrollo urbano.

Ciudad Bolívar presenta la mayor población en situación de necesidad básica insatisfecha. El estado de pobreza alcanza el 16,2% de la población total del Distrito y el estado de miseria, el segundo lugar, con el 3,0% de la población distrital. Estos datos de 2002 no incluyeron los asentamientos sin legalización. La mayor parte de la localidad está concentrada en los estratos 1 y 2. Esta investigación observó que la orga-nización comunitaria y sus líderes han sido un motor para la normalización de los barrios, ellos lograron que la administración distrital legalizara un total de 146 barrios en el año 2002, que corresponde a un total de 63.051 lotes y comprenden un área de 1.176 ha. Esto la ubica como la localidad con mayor área y número de lotes legalizados en el Distrito y ha re-

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El parque Tanque - Laguna, por sus dimensio-nes, permite el desarrollo de actividades comuni-tarias con los niños de los dos colegios del lugar, lideradas por la parroquia. A pesar de sus dificul-tades en el mantenimiento de alcantarillado y dre-naje y de que aún no ha sido entregado en cesión al Departamento Administrativa de Defensoría del Espacio Público, este escenario tiene una alta demanda y ocupación, particularmente de niños y jóvenes, algo muy significativo desde la perspectiva de que Ciudad Bolívar es la cuarta localidad con mayor población joven, pues concentra el 9,5% de la población menor de edad del Distrito, equivalen-te al 58,3% de la población total de la localidad.

Tanto los habitantes vecinos a cada uno de los proyectos como ajenos a ellos utilizan y prefieren los andenes y alamedas para el tránsito a pie, debido a sus condiciones favorables de seguridad, por lo cual condenan generalmente su invasión por objetos que impiden la movilización. Las arterias vehicu-lares son concebidas exclusivamente para el uso de los automotores, son peligrosas para el peatón, no obstante, son consideradas necesarias para el trán-sito del servicio público de transporte y el traslado de mercancías para las actividades comerciales.

Otro aspecto que destaca esta investigación es que cuando se hacen intervenciones en el espacio público cercanos de las viviendas los habitantes se sienten motivados para invertir en la recuperación y mejoramiento de las fachadas de las casas, como se evidenció en Jerusalén sector Bellavista la Y.

La ciudad produce y transforma el espacio públi-co como escenario para el contacto social, comuni-tario y de encuentro. Los habitantes de cada barrio son los que, a través de las animaciones tanto ne-gativas, positivas o neutras, demuestran las formas de uso y apropiación espacial. En esta investigación se pudo observar un alto grado de satisfacción en los habitantes al percibir el mejoramiento de secto-res deprimidos o que obstaculizaban el acceso a la vivienda. Los cambios físicos de los lugares incenti-van el buen ánimo de las personas. Los entrevista-dos comparten la idea de las enormes ventajas que generan los espacios públicos en cuanto a la convi-vencia y el intercambio social. El espacio público es

concebido como un lugar que fomenta los diferen-tes encuentros y actividades entre las personas.

Esta investigación constató la importancia del mobiliario urbano institucional y sus símbolos como un elemento articulador de estos barrios de la localidad Ciudad Bolívar como parte integrante de Bogotá. Otra particularidad que se encontró es que los símbolos de la ciudad: el escudo, la bande-ra y los colores emblemas del Distrito, se consti-tuyen en iconos que significan la pertenencia a la ciudad. Lo mismo puede decirse del diseño unifi-cado del mobiliario urbano institucional y sus ma-teriales, gracias a que no se establecen diferencia entre los que se instalan en los espacios públicos de la ciudad formal y los de los asentamientos de origen informal. Igualmente, el mobiliario urbano móvil no institucional no enfatiza las diferencias, pues se encuentra en distintos lugares de la ciudad de origen formal o informal.

Una reflexión citada en la introducción pero que, por su importancia, se justifica recalcarla como una conclusión relevante de este trabajo es el aporte hecho a partir de la disciplina del diseño industrial al crear una variedad de propuestas de mobiliario urbano, que ha requerido ajustes hasta llegar a la estandarización de tipologías funcionales y a la selección de materiales resistentes, algo que ha permitido amoblar el espacio urbano tanto de la ciudad formal como de la ciudad informal, dando unidad a la ciudad.

Considerar el comportamiento comunitario resulta bastante complejo, por cuanto debería re-currirse a posibles imaginarios que se construirían sobre los espacios públicos y su mobiliario urbano. Esta investigación pudo observar que la población, a través de sus organizaciones comunitarias, ejerce control social sobre los espacios públicos de uso co-tidiano y sobre el mobiliario urbano institucional, que considerados el principal foco de cohesión de una comunidad. Organizaciones más específicas y cualificadas –el caso de Fundemar– actúan como pares de entidades del Distrito, son veedores del desarrollo de los proyectos hasta la entrega, por su parte, a la comunidad barrial, para que ésta asuma su responsabilidad social frente a estos.

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Como conclusión general podemos afirmar que el espacio público de uso colectivo y su mobiliario urbano institucional, producto de la intervención administrativa del Distrito en los barrios de origen informal, sí actúa como un elemento de integra-ción de estas poblaciones con la ciudad, y propicia la consolidación de un sentido de pertenencia a la

comunidad barrial lo que, a su vez, se convierte en un resorte de inclusión a la ciudad. Entre los signi-ficados intrínsecos de este proceso están lo físico-espacial, las organizaciones comunitarias –de la más simple a la más compleja– y el empoderamiento de los habitantes con la proyección de los imaginarios de ciudad dentro de su hábitat humano.

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141 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

Anexo 1. Caso Favela-Barrio-Brasil

La Alcaldía de Río de Janeiro creó el Programa Fa-vela-Barrio como instrumento para la integración urbanística y social entre los cariocas, para revertir el cuadro de degradación urbana que generalmente acompaña el asentamiento habitacional espontá-neo de los grupos de baja renta en las metrópolis de los países del Tercer Mundo.

El Programa Favela-Barrio es parte integrante de la Política Habitacional de Río de Janeiro, institui-da en 1993. Su principal objetivo es la implantación de mejoras urbanísticas, incluyendo las obras de in-fraestructura urbana, la accesibilidad y la creación de equipamientos urbanos, con la finalidad de obte-ner resultados sociales, a través de la integración y transformación de la favela en barrio.

El cambio esencial que se establece en la década de los noventa, en las intervenciones de la alcaldía, es contraponerse a la idea de subsanar únicamente el déficit habitacional existente, sustituyéndola por la noción de superación del déficit urbano a través de la “producción de la ciudad”. Es decir, sustituir la acción aislada de construir casas, por la organización de una estructura urbana, donde los estratos de po-blación excluidos de los servicios públicos se integren a la dinámica funcional y vital de la ciudad (formal).

Las principales acciones para integrar las áreas de favela al tejido urbano de la ciudad formal, son:

a. Complementar o construir la estructura urbana principal.

b. Ofrecer condiciones ambientales que permitan la lectura de la favela como un barrio de la ciudad.

c. Introducir los valores urbanísticos de la ciudad formal para su identificación como barrio: calles, plazas, mobiliario y servicios públicos.

d. Consolidar la inserción de las favelas en el pro-ceso de planeamiento de la ciudad.

e. Implantar acciones de carácter social, como construir jardines de infantes, incentivar pro-

gramas de generación e incremento de renta y capacitación profesional, fomentar actividades deportivas, culturales y recreativas.

f. Promover la regularización urbanística y el otor-gamiento de títulos de propiedad de los terrenos.

Esta iniciativa promovió una nueva relación del saber técnico con las áreas pobres de la ciudad, lo que permitió la utilización del conocimiento como un medio para introducir mejoras en la vida de es-tas comunidades.

Otro hecho importante fue que las transformacio-nes urbanísticas y arquitectónicas estuvieron acom-pañadas por una acción de contenido social que hoy permanece en la favela. El primer elemento significati-vo de estas transformaciones fue el Puesto de Orienta-ción Urbanística y Social –POUSO–, donde la alcaldía estaba representada por un arquitecto y un asistente social, y contaba con la colaboración de agentes co-munitarios para orientar a los habitantes en las posi-bles intervenciones en los espacios públicos y privados. El segundo fue la creación de centros de formación profesional para artesanos y técnicos, y tele-aulas para la educación a distancia de jóvenes y adultos, como una forma de generar empleos en la favela, ambos es-tuvieron coordinados por la Secretaría Municipal de Trabajo. El tercero fue el apoyo a la formación de coo-perativas y locales para organizar el sector comercial de la comunidad. Con la regularización y titulación de la propiedad de los terrenos y la disponibilidad de infraestructuras, la favela dispuso de servicios públicos (educación, salud, deporte, saneamiento básico, reco-lección de basuras, teléfono, correos, agua, gas, etc.), que la identificaron como ciudad “formal”.

Antecedentes históricos de las intervenciones en las favelas. La favela, a lo largo de la historia de Río de Janeiro, fue considerada predominantemen-te como un componente indeseable de la estructu-

25 La mayor parte de lo incluido en los anexos son citas textuales.

Anexos25

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142 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

ra urbana. Es una visión que está presente desde principios de siglo, a partir de las intervenciones del alcalde Pereira Passos (1903-1906), hasta el Plan Agache en los años treinta. Su importancia y par-ticipación en el contexto de la ciudad, era percibi-da y asumida únicamente para controlar la higiene pública y las epidemias. Asimismo, con motivo del desorden urbano y de la marginación de su pobla-ción, las políticas de gobierno dirigidas a las favelas se orientaban hacia su erradicación de las áreas cer-canas a la ciudad “formal”.

Cuando, en los años cuarenta, la favela comienza a revelarse como un núcleo importante de oposición política, el Estado pasa a replantear sus propuestas y sus relaciones con ella. Es en esta fase que surgen algunos proyectos para la mejora de las viviendas y las condiciones higiénicas en los cerros, para preve-nir epidemias y contaminaciones en los barrios de la ciudad “formal”. Mientras tanto, la articulación de esta última con la ciudad “informal” (favelas), no existía. No se había puesto empeño en la mejora, desarrollo y transformación de los espacios públicos de la favela, que seguían siendo tratados a la mane-ra de “guetos”, desvinculados de la ciudad.

La política gubernamental en los años sesenta y setenta, basada en la creación de nuevos con-juntos habitacionales y erradicación de las favelas, no tuvo éxito. El programa de la Alianza para el Progreso, desarrollado con la ayuda económica de los Estados Unidos, tuvo un alcance limitado: se construyeron algunos ejemplos escasos de nuevos conjuntos residenciales.

Las estructuras urbanas y arquitectónicas que identifican las funciones sociales, no deberían ser distintas en la ciudad formal y en la informal. El Programa está fundado en la premisa de que la inte-racción de valores culturales y funcionales en el es-pacio urbano debe ser accesible a toda la población. El simbolismo y los significados formales y espacia-les creados por el saber profesional contemporáneo, no pueden constituirse en un privilegio de las mino-rías que habitan la zona “noble” de la ciudad – más densa y más rica – asentada a lo largo de la costa (...)”. Fuente: www.fau.ufrj.br/prourb/cidades/fave-la/favelabarrioES.rtf

Anexo 2. Programa de mejoramiento integral de barrios subnormales, Primed, Medellín

El origen de la experiencia. La Consejería Presi-dencial para Medellín, creada en 1990 por el Go-bierno Nacional para garantizar el desarrollo de la Política Nacional de Paz del gobierno Gaviria y para buscar la pacificación y reconciliación de la vida ciudadana en Medellín, una de las ciudades mas agobiadas por la violencia, convocó a varias institu-ciones a formular un proyecto para canalizar unos recursos del gobierno alemán cuyo resultado fue un diagnóstico de las principales necesidades de las zo-nas periféricas y una propuesta de intervención con una visión democrática e integral que involucraba a varias instituciones. El entusiasmo por esta aso-ciación tuvo mucho que ver con los resultados de la Consejería que había acumulado experiencias en la ciudad sobre la intervención en zonas periféricas sin perder la mirada global. El diagnóstico tuvo en cuenta tres antecedentes como marco de referencia de la alianza: el mejoramiento barrial de Moravia (1983), primera experiencia municipal y nacional de rehabilitación semi-integral de barrios margi-nales; el deslizamiento de Villa Tina (1987) a raíz de lo cual se dotó a la ciudad de Medellín de una metodología para la determinación y manejo de los riesgos geológicos y el Plan de Acción Social 1990-1992, política de gestión municipal integral para la atención de los barrios populares.

La magnitud de un problema en crecimiento. En 1993 había en Medellín 70 asentamientos subnor-males, 87 en 1997 y, actualmente, 104 ubicados en ocho sectores que albergan 12% de las viviendas de la ciudad (21.000 aproximadamente). La totalidad de estos barrios oscila entre los estratos 1 y 2, es de-cir, bajo-bajo y bajo, los que en su mayoría exceden los promedios de la ciudad: 4,2% y 34,5% respecti-vamente.

En 1997 estos barrios albergaban unas 250.000 personas (14% de la población total) con una pro-yección al 2003 de 300.000 personas con bajas con-diciones de habitabilidad, pues todos mostraban características deficitarias con respecto a la vivien-

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143 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

da, los equipamientos comunitarios, los servicios públicos y sociales, además de los promedios más altos de muertes violentas, primera causa de morta-lidad en toda la ciudad (24,7%).

La solución a un problema en crecimiento. Para dar solución al problema descrito se requería una in-tervención integral que implicaba cambiar la mane-ra de ejecutar y gestionar de las distintas entidades encargadas de legalizar tierras, reubicar viviendas, adecuar la infraestructura y dotar de equipamien-tos. Significaba imprimirle a la gestión municipal un proceso de planificación concertado que integrara áreas, actores y acciones para invertir en la misma zona con una visión de futuro a corto, mediano y largo plazo.

Se creó para tales fines el Programa Integral de Mejoramiento de Barrios Subnormales Primed. El interés de los integrantes del Primed se concretó en el objetivo general de mejorar la calidad de vida de los barrios subnormales mediante instrumentos que garantizaran la continuidad del programa, en el ob-jetivo superior de contribuir a unificar la ciudad por medio de la integración de los barrios subnormales y lograr la convivencia pacífica y en los objetivos espe-cíficos de planificación y gestión, participación comu-nitaria, mejoramiento de los barrios, de las viviendas y reubicación de algunas de ellas, legalización de la tenencia y mitigación del riesgo geológico.

La estructura contó con una coordinación inte-rinstitucional responsable de comprometer la volun-tad y los recursos físicos y humanos para la ejecución de las actividades, una coordinación interinstitu-cional para manejar los asuntos administrativos y de seguimiento, coordinar acciones con las oficinas zonales encargadas del recurso humano, concertar y planear con la comunidad y determinar los reque-rimientos para el avance de las obras, según los co-mités por cada uno de los objetivos en cada zona de intervención, todos con participación comunitaria.

La variedad de los aportes. La disimilitud de los so-cios integró riquezas intelectuales, financieras, técni-cas, pedagógicas, capacidad de gestión, coordinación y convocatoria, conocimiento territorial y esfuerzo

físico para beneficiarse mutuamente. Con estos dis-tintos aportes se han recogido ganancias para todos: el Estado ha ganado en gobernabilidad, credibilidad, planeación y capacidad de gestión; en racionaliza-ción del gasto público; construcción del tejido social y aprehensión de ella, abreboca para un proyecto ciudadano. Las ONG aumentaron su eficiencia e insertaron su cotidiana pedagogía ciudadana en un escenario con presencia del Estado. Las comunida-des ganaron en calidad de vida, empoderamiento y gestión, empleo, solidaridad para la reconstrucción del tejido social, inversión efectiva de sus exiguos recursos, reconocimiento de sus derechos y deberes, conciencia ciudadana, convivencia vecinal y territo-rial y búsqueda de la democracia. La cooperación in-ternacional ha ganado porque sus donaciones tienen resultados tangibles y mayores probabilidades de re-cuperar otras inversiones por las mejores condiciones de gobernabilidad y presencia estatal.

“La estrategia ha logrado aumentar la eficiencia de la administración municipal, intervenir de forma más democrática, acercar al Estado y a los sectores pobres, instaurar un proceso de aprendizaje entre actores, revertir zonas de riesgo a usos para espacio público e incluso viviendas, cambiar la mentalidad de los funcionarios en cuanto a las intervenciones puntuales, descentralizar algunas dependencias de la administración municipal y lograr reconoci-mientos nacionales e internacionales…” (Programa Integral de Mejoramiento de Barrios Subnormales Primed. Medellín, 1999: 2-4).

Anexo 3. Ley 388 de 1997, instrumentos de intervención en diversas escalas

A partir de la Ley 388 de 1997, de Desarrollo Te-rritorial, se dispone de una serie de instrumentos que permiten acciones de intervención en diversas escalas territoriales de la ciudad con proyectos es-tructurantes que la consoliden. Buscan generar un crecimiento urbano controlado, a partir de definir usos del suelo urbano para incentivar las inversio-nes del sector privado: “En el abordaje de los ins-trumentos de planeamiento priman las decisiones de mayor jerarquía y de incidencia más amplia en

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144 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

el territorio, se constituyen en directrices y orienta-ciones para las de menor alcance”.

De escala superior. Se cuenta con el marco nor-mativo nacional (Constitución Política, Ley 388 de 1997, y el Decreto Reglamentario 2181 de 2006, del Ministerio de Ambiente Vivienda y Desarrollo Territorial), y su antecedente es la Ley 9 de 1989. Con estas normas se orientan las directrices para la elaboración de los planes de ordenamiento muni-cipales y distritales y sus instrumentos de planea-miento.

De escala intermedia. Están los planes maestros, que es una forma de terminar en letra menuda de hacer el ordenamiento de la ciudad, actualmente el Distrito ha abordado la aprobación de diecisie-te planes, pero los más fundamentales en relación con los instrumentos de planeamiento son de los de movilidad, servicios públicos, equipamiento, es-pacio público, residuos sólidos y estacionamiento. También en esta escala intermedia se encuentran los planes zonales que se orientan a precisar la es-tructura urbana del territorio sobre el cual actúan, las características de las infraestructuras, el sistema de espacio público, los equipamientos colectivos propios de la escala.

De escala menor: Se encuentran los planes parcia-les de desarrollo, de consolidación, de renovación urbana, de conservación, de mejoramiento inte-gral, también se encuentran los planes directores para parques, planes de implantación, planes de regularización y manejo, planes de ordenamiento y también se encuentran las normas urbanísticas y/o fichas reglamentarias en la escala de la UPZ

Anexo 4. División territorial - POT de Bogotá, Distrito Capital

Según el POT de Bogotá, se considera que: “El sue-lo urbano del territorio distrital lo constituyen las áreas que por contar con infraestructura vial, redes primarias de energía, acueducto y alcantarillado, hacen posible la urbanización o edificación”.

Se definen como piezas urbanas grandes territo-rios que integran el área urbana, los cuales se dife-rencian entre sí por la intensidad y distribución de los usos sobre su tejido, las formas en que éstos se manifiestan y la dinámica que generan en relación con su composición geográfica. Una escala interme-dia para planeación y gestión es la de las Unidades de Planeación Zonal –UPZ– (DAPD, Plan de Or-denamiento Territorial, Decreto 619 de 2000, Tí-tulo V, Capítulo 2, Bogotá, D.C.: 296), vínculo que ofrece un canal de acción y de comunicación en-tre la escala mayor ciudad y la menor barrial. Cada UPZ está conformada por un conjunto de barrios que mantienen una unidad morfológica o funcional y que se localizan en las zonas de suelo urbano y suelo de expansión. Su objeto es ser un instrumento de planeación, a escala zonal y vecinal, que desarro-lle las políticas generales del POT con respecto a las condiciones específicas de un conjunto de barrios.

El POT ha definido unas zonas de centralidad, las cuales son núcleos urbanos localizados alrede-dor del centro metropolitano y en la periferia de la ciudad, que hacen parte de la estructura urbana y tienen como fin ordenar funcionalmente las áreas residenciales, permitiendo la descentralización de actividades y la generación de nuevos subcentros. Se definieron para coordinar el control del territo-rio y de las dinámicas socio-económicas que se con-centran en la localidad a través de las actividades urbanas de soporte, como el comercio, los servicios y los equipamientos regionales, urbanos o zonales complementarios a la vivienda, bajo el concepto de la descentralización de las funciones administrati-vas, buscando convertir estos espacios representa-tivos y de referencia urbana para los ciudadanos y para empoderar la autonomía de las localidades en su papel de construcción de ciudad.

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145 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

Anexo 5. Organigrama de la Alcaldía Mayor de Bogotá

Fuente: Alcaldía Mayor de Bogotá.

ALCALDIA MAYOR DE BOGOTA

SECRETARIA DE GOBIERNO

ALCALDIA LOCAL CIUDAD BOLIVAR

GRUPO NORMATIVO Y JURIDICO

UNIDAD DE MEDIACION Y CONCILIACION

CASA DE JUSTICIA

INSPECCION 19E

SECRETARIA

ASESORA DE OBRAS

SECRETARIA

ASESORIA JURIDICA

INSPECCION 19A

SECRETARIA

SECRETARIA

OFICINA DE QUEJAS Y RECLAMOS

ALMACEN

INTERVENTORIA

PLANEACION

JAL (SECRETARIA)

ULATA

CO NTABILIDAD

PRESUPUESTO

ASESORIA JURIDICA

NOTIFICACIONES

GRUPO ADMINISTRATIVO Y FINANCIERO

SECRETARIA GENERAL DE INSPECCIONES

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146 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

Anexo 6. Ficha de observación del contexto del espacio público de uso colectivo en la localidad No. 19, Ciudad Bolívar, Bogotá

PROYECTO FECHA DEL PROYECTO FECHA DE INAUGURACIÓNBARRIODIRECCIONTRAMO ENTRE Y

ausencia presencia cantidad residencial comercial industrial institucional mixto árboles jardines cesped otro

enconstrucci

construidoterminado

en cambio de uso

cuál fue el cambio

enabandono urbano zonal vecinal

adoquin cesped concreto ladrillo rejillas otro

FECHA ELABORADO POR

parque de recreación activa

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA. Sede Bogotá. Facultad Interdisciplinar de Posgrados. MAESTRÍA EN HÁBITAT- Estudios en vivienda.LOCALIDAD # 19 CIUDAD BOLIVAR - BOGOTÁ

FICHA DE OBSERVACIÓN CUALITATIVA DEL CONTEXTO DEL ESPACIO PÚBLICO DE USO COLECTIVO

OBJETIVO GENERAL: Evaluar en los barrios de origen informal de un sector de la localidad de Ciudad Bolívar en Bogotá, el espacio público de uso colectivo y su mobiliario como factor de

inclusión a la ciudad y de mejoramiento del hábitat urbano como culminación en los procesos de normalización, legalización y obtención de servicios administrativos.

Proyecto de Investigación "El mobiliario del espacio público en barrios de origen informalde como medio de inclusión a la ciudad-El caso de Ciudad Bolivar en Bogotá-

parque de recreación pasivavía peatonal/anden

FECHA DE INAUGURACIÓNLADERA-ALTALADERA-MEDIAPLANO-LADERA

TIPO DE ESPACIO PÚBLICO alamedaciclovía

vía vehicular y/o restringidaotro

escalerasparque de recreación activa

alamedaciclovía

Clase de material del piso construido

ciclovíaescaleras

TIPO

vía peatonal/andenvía vehicular y/o restringidaotro

parque de recreación pasiva

Tipo de consolidación

escaleras

otro

ESPACIO PUBLICO DE USO COLECTIVO

OBSERVACIONES

parque de recreación activaparque de recreación pasivavía peatonal/andenvía vehicular y/o restringida

TIPOalameda

Escala del lugar urbano

Uso del Suelo Urbano del contextoFísico-Espacial Zonas Verdes

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147 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

Anexo 7. Ficha de observación cualitativa, cuantitativa y técnica del mobiliario urbano institucional en la localidad No. 19, Ciudad Bolívar, Bogotá

PROYECTO

ausencia presencia protección estetica urbaniluminar otro bueno regular deterioro abandono reticular radial lineal aglomerado anden/vía peavía vehicular vía peatonal parque zonas verdes otroalcorque/rejilla de arbolesesculturasfuentesjardinerasluminaria peatonalluminaria vehicularmuralesparasolespergolasotro

ausencia presencia exhibición venta almacenamie otro bueno regular deterioro abandono reticular radial lineal aglomerado anden/vía peavía vehicular vía peatonal parque zonas verdes otroquiosco periódicoquiosco floresquiosco mercadoquiosco turisticootro

ausencia presencia informar publicitar /pro orientar otro bueno regular deterioro abandono reticular radial lineal aglomerado anden/vía peavía vehicular vía peatonal parque zonas verdes otrobuzonescabina de teléfonocarteleras locales mogadoresreloj/informadores de temperaturaseñalización peatonal señalización vehicularotro

ausencia presencia controlar/concseparar/privat vigilar otro bueno regular deterioro abandono reticular radial lineal aglomerado anden/vía peavía vehicular vía peatonal parque zonas verdes otrobarandasbolardosmurospasamanostope de llantas/vadosvalla protectoraestacionamiento para bicicletasparadero de busparquímetroprotector de arbolessemaforoscamara de TV para transitohidrantessirenastorre de vigilanciaotro

ausencia presencia sentarse/acos recreación ac descanso otro bueno regular deterioro abandono reticular radial lineal aglomerado anden/vía peavía vehicular vía peatonal parque zonas verdes otrobancosbanquetascanchas deportivasgimnasiojuegos infantilesmuebles de lustrabotassillasotro

ausencia presencia recolectar facilitar la dispclasificar otro bueno regular deterioro abandono reticular radial lineal aglomerado anden/vía peavía vehicular vía peatonal parque zonas verdes otrobaño públicocanecas/papelerascontenedor para selección de basurasotro

BUENO - B. presencia de todos los componentes y del buen estado de la pintura del mobiliario en el espacio público de uso colectivo y apto para su usoREGULAR - M. no se observa mantenimiento preventivo en los componentes ni en la pintura, pero aun es posible el uso del mobilirio del espacio público de uso colectivoMALO -M. no se observa manteniento correctivo de los componentes rotos o averiados, ni de la pintura, por lo tanto no es posible el uso del mobilairio del espacio público de uso colectivo

FECHA ELABORADO POR

* Esta ficha se aplica en el espacio público que abarca el Barrio en particular objeto de estudio y su relación con otros Barrios de la UPZ** Fuente: DECRETO 1504 del 4 de agosto de1998. Artículo 5. El espacio público esta conformado por el conjunto de los siguientes elementos constitutivos y complementarios

de organización y protección

distribución espacial localización espacialTIPO DE MOBILIARIO Objetos

TIPO DE ESPACIO PÚBLICO DE USO COLECTIVO

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA. Sede Bogotá. Facultad Interdisciplinar de Posgrados. MAESTRÍA EN HÁBITAT- Estudios en vivienda.LOCALIDAD # 19 CIUDAD BOLIVAR - BOGOTÁ

FICHA DE OBSERVACIÓN CUALITATIVA, CUANTITATIVA Y TÉCNICA DEL MOBILIARIO URBANO - INSTITUCIONAL-

OBSERVACIONES

VÍA PEATONAL/ANDEN VÍA VEHICULAR/RESTRINGIDA

distribución espacial

de salud e higiene

posibles usos estado físico

de reposo y ocio

distribución espacial localización espacial

posibles usos estado físicoTIPO DE MOBILIARIO Objetos

distribución espacial localización espacial

de información y comunicación

TIPO DE MOBILIARIO Objetos

TIPO DE MOBILIARIO Objetos

distribución espacial localización espacialposibles usos estado físico

distribución espacial localización espacial

de servicios comerciales

posibles usos

de ambientación espacial

TIPO DE MOBILIARIO Objetos

posibles usosFísico-Espacial

localización espacial

ALAMEDA CICLOVÍA ESCALERAS PARQUE DE RECREACIÓN ACTIVAPARQUE DE RECREACIÓN ACTIVA

TIPO DE MOBILIARIO

Físico-EspacialObjetos

DOTACIÓN DE MOBILIARIO URBANO INSTITUCIONAL

Físico-Espacial

Físico-Espacial

Físico-Espacial

estado físico

estado físico

Físico-Espacial

posibles usos estado físico

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148 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

Anexo 8. Ficha de inventario del mobiliario urbano no institucional en la localidad No. 19, Ciudad Bolívar, Bogotá

artesanal producto indutrial bueno regular deterioro abandono reticular radial lineal aglomerado anden/vía peatonal vía vehicular vía peatonal parque zonas verdes otro

BUENO - B. presencia de todos los componentes y del buen estado de la pintura del mobiliario en el espacio público de uso colectivo y apto para su usoREGULAR - M. no se observa mantenimiento preventivo en los componentes ni en la pintura, pero aun es posible el uso del mobilirio del espacio público de uso colectivoMALO -M. no se observa manteniento correctivo de los componentes rotos o averiados, ni de la pintura, por lo tanto no es posible el uso del mobilairio del espacio público de uso colectivo

1. de ambientaciónespacial 2. de información y comunicación 3. de organización y protección 5. de salud e higiene

6. de servicioscomerciales

FECHA ELABORADO POR

* Esta ficha se aplica en el espacio público que abarca el Barrio en particular objeto de estudio y su relación con otros Barrios de la UPZ

FICHA INVENTARIO DEL MOBILIARIO URBANO - NO INSTITUCIONAL-LOCALIDAD # 19 CIUDAD BOLIVAR - BOGOTÁ

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA. Sede Bogotá. Facultad Interdisciplinar de Posgrados. MAESTRÍA EN HÁBITAT- Estudios en vivienda.

TIPO DE MOBILIARIO URBANO

OBSERVACIONES

posibles usosTIPO DE

MOBILIARIO observaciones

TIPO DE ESPACIO PÚBLICO DE USO COLECTIVO

VÍA VEHICULAR/RESTRINGIDAPARQUE DE RECREACIÓN ACTIVA

INVENTARIO ANÁLISIS DEL DISEÑO AL MOBILIARIO URBANO -NO INSTITUCIONAL-

ALAMEDA ESCALERAS

localización espacialCualidad

PARQUE DE RECREACIÓN ACTIVA

distribución espacialObjeto

estado físico

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Anexo 9. Cartografía del espacio público de uso colectivo y su mobiliario en la localidad No. 19, Ciudad Bolívar, Bogotá

área para dibujo área para dibujo

FORMA URBANA localización tramo de Espacio Público de uso colectivo PLANTA DE UBICACIÓN Mobiliario Urbano (institucional y espontaneo) en el tramo

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Anexo 10. Ficha de observación de modos de habitar –uso y apropiación– del espacio público de uso colectivo en la localidad No. 19, Ciudad Bolívar, Bogotá

infantil adolecente adulto tercera edad discapacidad transeunte reciclador indigente limosnero vendedor amb otro lunes martes miercoles jueves viernes sabado domingo horas alamedaciclovíaescalerasparque de recreación activaparque de recreación pasivavía peatonal/andenvía vehicular y/o restringidaotro

RECORRIDO

comercio ludicaactividaddeportiva

actividadrecreativa servicio otro horas en el día mañana tarde noche todo el día ocasional otro alto medio bajo

alamedaciclovíaescalerasparque de recreación activaparque de recreación pasivavía peatonal/andenvía vehicular y/o restringidaotro

desechos de construcción

basurasdomesticas

orden y limpieza otro reforestación cuidado de jar otro

contaminaciónvisual

contaminación sonora

contaminación ambiental otro

alamedaciclovíaescalerasparque de recreación activaparque de recreación pasivavía peatonal/andenvía vehicular y/o restringidaotro

actividadproductiva

actividad de servicios otro descanso transito otro información reunión rituales grafitti otro

alamedaciclovíaescalerasparque de recreación activaparque de recreación pasivavía peatonal/andenvía vehicular y/o restringidaotro

seguridadprivada otro alarma habitantes otro

policiaauxiliar

policiamotorizado

agente de policia

agente de transito

alamedaciclovíaescalerasparque de recreación activaparque de recreación pasivavía peatonal/andenvía vehicular y/o restringidaotro

otrocarro de basura alcaldia JAC

alamedaciclovíaescalerasparque de recreación activaparque de recreación pasivavía peatonal/andenvía vehicular y/o restringidaotro

FECHA ELABORADO POR

* Esta ficha se aplica en el espacio público que abarca el Barrio en particular objeto de estudio y su relación con otros Barrios de la UPZ

TIIPOS DEL ESPACIO PUBLICO DE USO COLECTIVO Y SU MOBILIARIO

organismo de seguridad

MANTENIMIENTO INSTITUCIONAL DEL ESPACIO PÚBLICO DE USO COLECTIVO

después de una obra públicay/o privada

mantenimientocorrectivo

mantenimientopreventivo

FICHA DE OBSERVACIÓN DE MODOS DE HABITAR-USO Y APROPIACIÓN- DEL ESPACIO PÚBLICO DE USO COLECTIVO

PROYECTOFECHA PROYECTO FECHA DE INAUGURACIÓN

recreaciónFORMAS DE APROPIACIÓN SOCIAL

culturaleconómicaTIIPOS DEL ESPACIO PUBLICO DE USO

COLECTIVO Y SU MOBILIARIO

DÍAS DE LA SEMANA

Proyecto de Investigación "El mobiliario del espacio público en barrios de origen informalde como medio de inclusión a la ciudad-El caso de Ciudad Bolivar en Bogotá-

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA. Sede Bogotá. Facultad Interdisciplinar de Posgrados. MAESTRÍA EN HÁBITAT- Estudios en vivienda.LOCALIDAD # 19 CIUDAD BOLIVAR - BOGOTÁ

BARRIO PLANO-LADERA LADERA-MEDIA LADERA-ALTA

OBJETIVO GENERAL: Evaluar en los barrios de origen informal de un sector de la localidad de Ciudad Bolívar en Bogotá, el espacio público de uso colectivo y su mobiliario como factor de inclusión a la ciudad y de mejoramiento del hábitat urbano como culminación en los procesos de normalización, legalización y obtención de servicios administrativos.

DIRECCIONTRAMO ENTRE Y

PERMANENCIAFRECUENCIA DE USO EL ESPACIO PÚBLICO DE USO COLECTIVO Y SU MOBILIARIOESPACIO PARA

TIIPOS DEL ESPACIO PUBLICO DE USO COLECTIVO Y SU MOBILIARIO

TIIPOS DEL ESPACIO PUBLICO DE USO COLECTIVO Y SU MOBILIARIO

TIPO DE POBLACIÓN QUE USA EL ESPACIO PÚBLICO COLECTIVO QUIENES HABITAN EL ESPACIO PÚBLICO

TIIPOS DEL ESPACIO PUBLICO DE USO COLECTIVO Y SU MOBILIARIO

FLUJO DE TRANSITO DE HABITANTES

TIIPOS DEL ESPACIO PUBLICO DE USO COLECTIVO Y SU MOBILIARIO

institucional comunidad

aseo zonas verdes

MEDIOS DE CONTROL SOCIAL DEL ESPACIO PÚBLICO DE USO COLECTIVO

condiciones ambientalesFORMAS DE APROPIACIÓN AMBIENTAL

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151 El m o b i l i a r i o d E l E s p a c i o p ú b l i c o E n l o s b a r r i o s d E o r i g E n i n f o r m a l c o m o m E d i o d E i n c l u s i ó n E n l a c i u d a d

Anexo 11. Sondeo de opinión a los usuarios del espacio público de uso colectivo en la localidad No. 19, Ciudad Bolívar, Bogotá

vía peatonal / andenvía vehicular ¿Por qué?parque de recreación pasivaparque de recreación activaescalerasciclovíaalameda

bueno regular malo si noambiental - aseo contaminación visualseguridad contaminación sonora-ruidofuncionalidad contaminación oloresvisual otraajuste normativa de discapacidad físicailuminaciónaccesibilidad

¿Por qué?

¿Por qué?

¿Por qué?

sino ¿Cuál?

Qué lo trae a este barrio:

años ¿en dónde?

0 a 67 a 1314 a1718 a 2930 a 49

6. ¿le parece importante del espacio público de uso colectivo y su mobiliario?

9. Vive en el barrio

SONDEO DE OPINIÓN A LOS USUARIOS DEL ESPACIO PÚBLICO DE USO COLECTIVO

OBJETIVO GENERAL: Evaluar en los barrios de origen informal de un sector de la localidad de Ciudad Bolívar en Bogotá, el espacio público de uso colectivo y su mobiliario como factor

de inclusión a la ciudad y de mejoramiento del hábitat urbano como culminación en los procesos de normalización, legalización y obtención de servicios administrativos.

Proyecto de Investigación "El mobiliario del espacio público en barrios de origen informalde como medio de inclusión a la ciudad-El caso de Ciudad Bolivar en Bogotá-

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA. Sede Bogotá. Facultad Interdisciplinar de Posgrados. MAESTRÍA EN HÁBITAT- Estudios en vivienda.LOCALIDAD # 19 CIUDAD BOLIVAR - BOGOTÁ

1. ¿para usted qué es el espacio público de uso colectivo y su mobiliario urbano?

2. ¿Cuál de estos espacios públicos de uso colectivo usa,recorre o frecuenta más?

3. ¿Cuál es su percepción del espacio público de uso colectivo y su mobiliario?

4. ¿Cuál de los elementos que se encuentran en el espacio público de uso colectivo y su mobiliario le es más significativo?

5. ¿Qué beneficios o desventajas tiene el uso del espacio público y mobiliario de uso colectivo?

10. Cuanto tiempo ha vivido en el barrio

7. ¿genera satisfación a usted el uso del espacio público y su mobiliario ?

8. ¿considera el servicio del espacio público y su mobiliario como bienestar permanente?

11. Qué edad tiene

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Anexo 12. Encuesta a líderes del barrio de los proyectos estudiados en la localidad No. 19, Ciudad Bolívar, Bogotá

Proyecto Nombre del lider:

BarrioBarrial

deportiva 1

iglesia 2

JAC 3

maestros de colegio 4

otra 5

¿Cuál? 6

si 1 no 2

¿Por que?

Si No1 2

1 2

si 1 no 2

Nunca Antes 1 Cada Mes 5

Uno sola vez en elpasado

2 Cada 15 días 6

En pocas OcasionesAnteriores

3 Cada Semana 7

Cada Año 4OcasionesEspeciales

8

bazares 1 recreación 5

brigada de salud 2 religiosas 6

cultural 3 otra 7

deportiva 4 Cual (es)

si 1 no 2

Parque 1 Anden 5

Plaza 2 Acera 6

Jardin 3 Mobiliario Urbano 7

si 1 no 2

Parque 1 Anden 5

Plaza 2 Acera 6

Jardin 3 Mobiliario Urbano 7 ¿Cada cuando?

Posterior Aclaración

¿Para usted es importante el espacio público? Observaciones

ENTREVISTA A LIDERES DEL BARRIO DE LOS PROYECTOS ESTUDIADOSLOCALIDAD # 19 CIUDAD BOLIVAR - BOGOTÁ

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA. Sede Bogotá. Facultad Interdisciplinar de Posgrados. MAESTRÍA EN HÁBITAT- Estudios en vivienda.

Proyecto de Investigación "El mobiliario del espacio público en barrios de origen informalde como medio de inclusión a la ciudad-El caso de Ciudad Bolivar en Bogotá-

Información General

Entidad

. ¿a qué tipo de entidad barrial pertenece? Observaciones

1. Consideración y Uso del Espacio Público

2)¿Qué considera ud. que es espacio público?

1,32 Cuales:

1,34 ¿La entidad hace mantenimiento o conserva algun espacio público de uso colectivo? 1,36 ¿De que forma mantiene o Conserva?

Según su opinion, el espacio público en el barrio es:

Suficiente

Adecuado

1,11 ¿La entidad Realiza o ha realizado actividades en el espacio Público?

1,12 ¿con que frecuencia? Observaciones

1,21 ¿Que actividades Realiza o Promueve la entidad?Observaciones

1,31 ¿La entidad administra algun espacio público de uso colectivo? 1,33 ¿De que forma administra?

1,35 Cuales:

2. Percepción sobre espacio público y mobiliario urbano

2)¿Qué considera ud. que es Mobiliario Urbano?