Muerte Canario
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8/19/2019 Muerte Canario
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Librodot La Muerte del Canario Horacio Quiroga
L L I I B B R R O O ddoott..c c o o m m
LA MUERTE DEL CANARIOHoracio Quiroga
Rubia, un poco delgada -no mucho- las mejillas arrebatadas en un rojo vivo de
camelia, la alegría de Blanca era el encanto de la casa. us carcajadas, !ue habían conservado
de la ni"e# ese ligero timbre de cristal !ue tiene la vo# de las mu"ecas, eran siempre
inopinadas$ la madre hacía severas se"as % el padre perdonaba sonriendo.
Quince a"os. &e ni"a había sido en'erma. (lo &ios sabe lo !ue habían su'rido los
padres, los pobres padres !ue velaron cuarenta noches seguidas, con los ojos roji#os. )na
en'ermedad caprichosa para la cual el mismo m*dico era torpe en su diagn(stico.
+ así transcurrieron los cuarenta días de martirio, con ine'ables esperan#as a veces,
agravamientos sbitos en otras horas, como a!uellos del in'austo de setiembre, cuandoBlanca hubo de morir. /ero salv(, % %a crecida no se presentaron las perturbaciones !ue temía
el m*dico.
0s así como Blanca llenaba toda la casa con su vo# poderosa de se"orita plena de
salud.
1hora bien, Blanca tenía novio. 23h, no ha% !ue enorgullecerse de haberlo adivinado4
5/or !u*, si no, a!uellas risas sbitas !ue la echaban en bra#os de su mam6, bes6ndola cinco
minutos seguidos7 5+ a!uellas triste#as !ue sus padres no veían, pero !ue eran bien ciertas,
puesto !ue ella misma me las cont(7
/ero no ha% !ue pensar en el nombre del a'ortunado doncel$ dir* solamente !ue era
alegre, mu% alegre, vistoso como el manto de los príncipes, % pe!ue"o, tan pe!ue"o !ue todo
el mundo hubiera reído conoci*ndolo. 0ra... era... dir* de una ve#8 era un p6jaro, sí, mis
se"ores, un canario, un canario de lo m6s impertinente !ue se puede dar.
9iguraos !ue enamoraba a Blanca cantando, % cantaba aturdidamente, % la miraba, %
se colocaba de per'il, e hinchaba la garganta, % piaba dulcemente, todo como un gran
seductor, el lindo vanidoso.
21%4 Blanca se enamor( de *l. 2/obre primo 9elipe !ue tenía !ue perder toda
esperan#a4 :o renegu*is sin embargo de Blanca, por!ue la ni"a bien inocente era. 5C(mo es
posible vivir con el cora#(n tran!uilo cuando oímos !ue una persona canta para halagarnos7
í, persona, por!ue nadie hubiera podido convencer a Blanca, a pesar de sus !uince a"os, de
!ue los canarios no 'ueran personas. 1dem6s, ella sabía !ue en el teatro los tenores cantan
siempre para las se"oritas, % los tenores son tan bellos !ue hacen ciertamente llorar cuandomueren$ 2% tan enamorados4...
1sí pues, como el canario era tenor % la ni"a lo oía siempre, un amor sin límites los
cobij( en un íntimo secreto. 0l canario guardaba para Blanca sus m6s puros trinos$ la ni"a
guardaba para el canario la m6s 'resca hoja de lechuga.
0l tenorcito se desvelaba a veces esperando !ue las visitas se 'ueran para saludarla a
solas$ entonces batía las alas, se al#aba en sus patitas, inclinaba airosamente la cabe#a %
cantaba. 23h4 el pícaro seductor, 2!u* bien conocía a la ni"a4 0lla, en e'ecto, transportada de
amor, apo%aba los labios en la jaula$ % la hermosa boca % el pi!uito rosado se juntaban, se
suspendían en el tiempo, deliciosamente. Luego se apartaban, % el canario !uedaba largo rato
tr*mulo, latiendo apresurado su cora#oncito.
0n verdad, en verdad es preciso decirlo8 era demasiada ternura para una avecilla. 0lamor de Blanca le abrasaba, sus lindos ojos eran asa# pe!ue"os para desahogar su emoci(n
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llorando. Cantaba tristemente para advertir a Blanca c(mo la alegría de sus amores le era
'atal$ % la ni"a, o%*ndose llamar, acudía de nuevo, % el pobre pi!uito rosado se abismaba otra
ve# en la ardorosa boca de su amor, 2pobre pe!ue"o enamorado4
1sí 'ue como un día muri(, abatido de muchos días atr6s, el novio de Blanca. Relatar
el desconsuelo de *sta es imposible. :i caricias, ni promesas de viaje, nada pudo distraerla de
su dolor.-;amos, mi hija -concluía por decirle gravemente su madre-, s* un poco m6s sensata,
!ue %a no eres una criatura.
Blanca, redoblando el llanto, callaba. 5C(mo era posible decir a mam6, por m6s buena
!ue 'uera, !ue había perdido a su amor, el orgulloso cuanto desventurado tenorcito7
Ciertamente, la madre debía cansarse. 1un!ue la desesperaci(n había pasado, Blanca
!ued( sumergida en una honda triste#a. 0n su cuarto, 'rente a la jaula 2a%4 vacía, donde vivi(
todo lo !ue en este mundo 'ue su amor, dejaba pasar las horas con la vista perdida !ui*n sabe
en !u* ensue"os de mejor dicha, el cuello envuelto en negra cinta de luto, cinta de raso negro
!ue llevaba en la garganta, por la memoria de la m6s dulce, llena % conmovedora vo# !ue en
este mundo hi#o latir el cora#(n de una apasionada doncella.
Blanca no era %a la misma. &ulce, sí, condescendiente, tambi*n, pero ni un beso, allevantarse, para mam6.
-5Qu* hacer, amigo mío7 -pregunt( un día la se"ora al padre. -:o s* -replic( *ste-. La
chi!uilla es terca, % cuanto m6s nos empe"emos en distraerla, m6s se abstendr6 de
complacernos. 0n ltimo caso, llama a 9elipe. Los chicos son h6biles, % probablemente har6
entrar en ra#(n a Blanca.
-5Crees7... -sonri( la madre.
-:ada cuesta probar -conclu%( el padre encogi*ndose de hombros. 21h 9elipe, 9elipe4
+o le compade#co de veras.
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-presaba hondo
desconsuelo.
Blanca se ri(, % esta ve# ech6ndole los bra#os al cuello % acogi*ndose a su boca8
-:o canta m6s.
?