Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

76
U U U N N N I I I V V V E E E R R R S S S I I I D D D A A A D D D N N N A A A C C C I I I O O O N N N A A A L L L D D D E E E L L L A A A P P P L L L A A A T T T A A A F F F A A A C C C U U U L L L T T T A A A D D D D D D E E E C C C I I I E E E N N N C C C I I I A A A S S S J J J U U U R R R Í Í Í D D D I I I C C C A A A S S S Y Y Y S S S O O O C C C I I I A A A L L L E E E S S S Las normas penales en la Constitución Nacional Propósitos, créditos, y límites 1,1. Un integrante crucial del conjunto de normas del país es la Constitución Nacional. Es crucial por la importancia que posee en relación a las restantes normas que lo integran, ya que son las reglas de mayor jerarquía a las que deben subordinarse las restantes. Sin embargo quienes se aproximan al estudio del “derecho penal” no siempre han estudiado a la Constitución Nacional, y al Derecho Constitucional, pese a que durante el desarrollo de los estudios penales habrán de referirse una y otra vez a las normas constitucionales, sobre todo cuando se pongan en cuestión la validez constitucional de ciertas leyes. Pero es importante tener una visión de conjunto de la propia constitución y su estructura, de las reglas de mayor relevancia penal, en especial de las relacionadas con las garantías constitucionales (incluyendo las de los Tratados con jerarquía constitucional), y un panorama actual de la incidencia de estas reglas en las leyes penales. Estos son los propósitos de esta presentación introductoria. De este modo incluiremos: Una presentación de la Constitución y sus principales características. Un esquema de las principales modificaciones introducidas desde su sanción. Una visión sinóptica de su estructura Las normas penales de la Constitución Nacional Un cuadro comparativo de las principales garantías constitucionales Un cuadro introductorio del “estado constitucional” de las leyes penales 1,2. La idea general del trabajo y su estructuración pertenece al Profesor Ernesto E. Domenech. La abogada Valeria Anselmino ha escrito en torno a la Constitución, sus modificaciones, la identificación de normas penales en la C.N. y la elaboración del cuadro sobre el estado constitucional de las leyes penales argentinas (Cuadro I). El esquema gráfico de las normas penales en la estructura de la C.N. fue elaborado por la Abog. Romina Marchioni (Cuadro II). Finalmente el cuadro comparativo de las garantías constitucionales forma parte de

Transcript of Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

Page 1: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

UUUNNNIIIVVVEEERRRSSSIIIDDDAAADDD NNNAAACCCIIIOOONNNAAALLL DDDEEE LLLAAA PPPLLLAAATTTAAA FFFAAACCCUUULLLTTTAAADDD DDDEEE CCCIIIEEENNNCCCIIIAAASSS JJJUUURRRÍÍÍDDDIIICCCAAASSS YYY SSSOOOCCCIIIAAALLLEEESSS

Las normas penales en la Constitución Nacional

Propósitos, créditos, y límites

1,1. Un integrante crucial del conjunto de normas del país es la Constitución Nacional.

Es crucial por la importancia que posee en relación a las restantes normas que lo

integran, ya que son las reglas de mayor jerarquía a las que deben subordinarse las restantes.

Sin embargo quienes se aproximan al estudio del “derecho penal” no siempre han

estudiado a la Constitución Nacional, y al Derecho Constitucional, pese a que durante el

desarrollo de los estudios penales habrán de referirse una y otra vez a las normas

constitucionales, sobre todo cuando se pongan en cuestión la validez constitucional de ciertas

leyes.

Pero es importante tener una visión de conjunto de la propia constitución y su

estructura, de las reglas de mayor relevancia penal, en especial de las relacionadas con las

garantías constitucionales (incluyendo las de los Tratados con jerarquía constitucional), y un

panorama actual de la incidencia de estas reglas en las leyes penales. Estos son los

propósitos de esta presentación introductoria.

De este modo incluiremos:

� Una presentación de la Constitución y sus principales características.

� Un esquema de las principales modificaciones introducidas desde su sanción.

� Una visión sinóptica de su estructura

� Las normas penales de la Constitución Nacional

� Un cuadro comparativo de las principales garantías constitucionales

� Un cuadro introductorio del “estado constitucional” de las leyes penales

1,2. La idea general del trabajo y su estructuración pertenece al Profesor Ernesto E.

Domenech. La abogada Valeria Anselmino ha escrito en torno a la Constitución, sus

modificaciones, la identificación de normas penales en la C.N. y la elaboración del cuadro sobre

el estado constitucional de las leyes penales argentinas (Cuadro I). El esquema gráfico de las

normas penales en la estructura de la C.N. fue elaborado por la Abog. Romina Marchioni

(Cuadro II). Finalmente el cuadro comparativo de las garantías constitucionales forma parte de

Page 2: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

uno general realizado por los Dres. Eduardo Eskenazi, Javier Percow, Claudio Dolce, Gimena

Varela y reformulado por Mariela Porcel de Peralta para esta ocasión (Cuadro III).

1,3. Finalmente es importante tener en cuenta que la selección de normas penales de

la C.N. es, de alguna manera, limitada. Porque la Constitución Nacional configura un conjunto

de reglas completamente relacionadas entre sí. De modo que sólo como punto de partida se

pueden seleccionar algunas.

2. La Constitución

Todo Estado precisa de un derecho fundamental que lo ordene, y está constituido,

está ordenado, cuando tiene una Constitución. Un Estado no constituido carecería de sentido.

El término “Constitución” es usado con suma frecuencia en el derecho y en la política,

elaborándose en torno a él numerosos conceptos. Pero, en general, toda definición o idea de

Constitución, apunta a una doble separación: 1) la del ámbito social en relación con el poder

estatal, y 2) la de las potestades de los diversos órganos que tiene el Estado.

Cualquiera sea el Estado (autocrático o democrático), no se concibe una constitución

que no precise las competencias del Estado y de sus diversos órganos de poder con relación al

hombre y al cuerpo social que él integra, como tampoco se puede concebir que la Constitución

no establezca derechos, obligaciones y garantías de los habitantes con respecto al estado y a

la sociedad que aquéllos forman. Además la palabra Constitución proviene del latín estatutare,

statutum, que significa reglar, establecer, ordenar, regular.

Todo lo expuesto nos coloca en condiciones de definir la Constitución como el

conjunto de normas jurídicas fundamentales referidas a la forma, límites y fines del Estado; a la

organización, competencia, funcionamiento y relaciones de los órganos del poder público y a

los derechos, obligaciones y garantías esenciales de la población, de la persona y de sus

grupos.

De esta manera, una Constitución reúne los siguientes elementos; 1) gobierno: su

forma, organización, funcionamiento y órganos del poder público; 2) competencia de esos

órganos, sus relaciones y controles; 3) fines del gobierno, y 4) derechos, obligaciones y

garantías de las personas y grupos sociales frente al Estado y a los demás hombres1.

1 Zarini, Helio Juan, (1993), Análisis de la Constitución nacional. Buenos Aires, Astrea, págs. 2/3.

En el mismo sentido, véase Badeni, Gregorio, (2004), Tratado de Derecho Constitucional, Buenos Aires,

La Ley, Tomo I, págs. 49 y sgtes. “... El concepto de constitución está integrado por ... tres significados, y la

conjunción de ellos se sintetiza en una organización simultánea de las formas normativas del poder (concepto

jurídico), de su ejercicio y programa (concepto institucional) y de su origen y finalidad (concepto simbólico)...”.

Page 3: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

Definido ya su concepto, podemos enumerar -teniendo en cuenta su tipología-, los

caracteres esenciales que identifican a nuestra Constitución nacional, a saber:

• Escrita o codificada: porque está integrada por una reunión sistemática de normas

jurídicas supremas, escritas en un cuerpo único, en un documento unitario, que se ha

mantenido a pesar de las distintas reformas introducidas al texto originario.

• Formal: dado que es un conjunto sistematizado de normas escritas en un cuerpo

único, que se considera ley suprema porque es producto del poder constituyente, superior al

poder constituido.

• Material: por cuanto sus disposiciones importan la organización y el funcionamiento

real del Estado, de conformidad con la realidad social.

• Rígida, estacionaria o no elástica: porque sólo debe ser modificada por un

procedimiento específico y por un órgano especial (art. 30), que difieren de los legislativos

comunes u ordinarios. Establece, así una distinción entre el Poder Legislativo y el poder

constituyente o de revisión constitucional.

• No es pétrea: la constitución pétrea denominada también eterna o intocable, se

declara irreformable y, en consecuencia, no debe modificarse en lo más mínimo. Esta

característica no se da en nuestra Constitución, porque su art. 30 establece, expresamente,

que ella puede reformarse en el todo o en cualquiera de sus partes.

• Racional - normativa: por cuanto mediante la razón humana y a través de normas

escritas planifica, crea y estructura a priori el Estado. Pero esta característica no está fundada

en puras abstracciones mentales, sino que significa también una vinculación y un compromiso

con todo nuestro pasado y con nuestra realidad social.

• Tradicional - historicista: la Constitución argentina incorpora ideas y principios

preexistentes y hondamente arraigados en nuestro pasado. De esta manera, la ley suprema es

el resultado o la prolongación de la traición, usos y costumbres, que se prolongan y arraigan en

la sociedad durante la trasformación histórica sufrida por el pueblo. Es lo pretérito consolidado

que hizo de nuestra Constitución una creación viva, impregnada de realidad argentina.

• Ideológica: porque contiene creencias, principios, pautas fundamentales y una

filosofía política, que significan una toma de posición valorativa, con la que el sistema

constitucional expresa la idea o representación que tiene de sí mismo y con la cual organiza la

convivencia política de la república. Esa ideología, en lo fundamental, se asienta en la libertad,

la igualdad y la dignidad de la persona humana, en la inviolabilidad de los derechos naturales

del hombre, en la justicia como valor, en el orden y la paz como instrumentos de convivencia,

en la fe en el pueblo como fuente del poder, en el bienestar general como finalidad de un

Estado democrático.

Page 4: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

2,a. La historia de la C.N. y sus modificaciones

Ciertas precisiones iniciales son indispensables.

La Constitución actual es un producto político, histórico cultural, y una brevísima

referencia al proceso de su configuración es muy importante- Presentaremos, ahora, cuando

fue sancionada, y cuando modificada.

Es sancionada en 1853

La fase final del proceso preconstitucional se inicia el 3 de febrero de 1852 con la

batalla de Caseros. La deposición del gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, por

las fuerzas comandadas por Justo José de Urquiza, posibilita la suscripción, el 31 de mayo de

1952, del Acuerdo de San Nicolás. En virtud del mismo, y ratificando el objetivo expuesto en el

Pacto Federal de 1831, las provincias acuerdan en convocar a un congreso general

constituyente para que sancione la Constitución bajo la cual quedarían políticamente unidas.

El 8 de noviembre de 1852, dando cumplimiento al Acuerdo, el Director provisorio de

la Confederación Argentina -J. J. de Urquiza- convoca al Congreso General Constituyente que

comienza a funcionar el 15 de noviembre en la ciudad de Santa Fe.

Dicho Congreso designa una comisión para que presente un proyecto de

Constitución, la que concluye su labor el 20 de abril de 1853. Tras debatir el contenido del

proyecto e introducir diversas modificaciones, el Congreso General sanciona la Constitución el

1° de mayo de 1853, que es promulgada el 25 de mayo de ese año.

Esta Constitución establece la forma republicana de gobierno y la forma federal del

Estado. Rige para la Confederación Argentina de la cual no forma parte la provincia de Buenos

Aires. Con motivo del levantamiento del 11 de septiembre de 1852, Buenos Aires se retira de la

Confederación Argentina y no envía sus representantes al Congreso General Constituyente.

Tal situación se mantiene hasta 18592.

Es modificada...

En 1860

Tras la batalla de Cepeda, donde las fuerzas del estado de Buenos Aires son

derrotadas por los ejércitos de la Confederación, se suscribe entre ambas partes el Pacto de

San José de Flores el 11 de noviembre de 1859. Por el mismo se acuerda la incorporación de

Buenos Aires a la Confederación, y el reconocimiento de potestades de gobierno y legislación a

2 Badeni, Gregorio, ob. cit., págs. 126/127.

Page 5: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

Buenos Aires sobre todas sus propiedad y establecimientos públicos, con la salvedad de las

aduanas exteriores que quedan sujetas a la Nación. También se conviene que Buenos Aires

debe convocar a una convención provincial para revisar la Constitución Nacional de 1853 y

formular las observaciones que su contenido pueda merecerle. Esas observaciones son

sometidas a la consideración de una convención ad hoc convocada por el gobierno nacional y a

la cual Buenos Aires envía sus representantes.

El 5 de enero de 1860 se reúne la convención en Buenos Aires, concluyendo las

sesiones el 23 de septiembre de 1860, sancionándose -de este modo- el texto constitucional

definitivo. Entre las reformas introducidas merecen ser destacadas la facultad del Congreso

para establecer la ciudad capital de la República (art. 3); la supresión de la facultad del

Congreso para revisar las constituciones provinciales (art. 5°); el otorgamiento de la libertad a

los esclavos por el sólo hecho de introducirse en el territorio de la República (art. 15); la

supresión de la cláusula que impide la reforma constitucional por el lapso de diez años (art.

30)3; la incorporación de la referencia al Pacto de San José de Flores (art. 31); la incorporación

de los textos correspondientes a los arts. 32, 33, 34 y 35 que no están en la Constitución

sancionada en 1853; la exclusión de los legisladores nacionales y gobernadores de provincia

del sometimiento a juicio político; la supresión del carácter de cámara de origen que tenía el

Senado en la iniciativa para la reforma constitucional; la supresión de la facultad otorgada al

presidente para detener a las personas sin estado de sitio y estando en sesiones el Congreso;

la supresión de la cláusula que determina la integración de la Suprema Corte de Justicia con

nueve jueces y dos fiscales, dejando en lo sucesivo librada la materia al arbitrio del Congreso;

la supresión de la facultad asignada a la Corte Suprema de Justicia para resolver los conflictos

entre los poderes públicos de una provincia; la incorporación del agregado final que tiene el art.

121 sobre los poderes que se reservan a las provincias al tiempo de su incorporación al

Estado4.

Cabe aclarar que Buenos prosigue siendo un estado independiente que, recién con

motivo del Pacto de San José de Flores, acuerda su fusión conformando la Nación Argentina.

Al quedar constituido, al menos formalmente, un nuevo Estado con todas las provincias, su

organización definitiva concluye en 1860. Éste determina que el proceso constituyente abierto

en 1853, recién queda concluido en 1860 y, por tal razón, suele hacerse referencia a la

Constitución de 1853/60.

3 Badeni, Gregorio, ob. cit., págs. 128/129. “... Si bien el texto constitucional de 1853 establecía que ella

no podía ser objeto de modificaciones antes del transcurso de 10 años, mal puede ser calificada de inconstitucional

la reforma realizada en 1860. La Ley Fundamental sancionada en 1853 tenía plena vigencia en las provincias que

habían formado la Confederación Argentina, pero no en la de Buenos Aires que no se había incorporado a ellas y

cuyas autoridades se negaron a aceptar esa Constitución...” 4 Badeni, Gregorio, ob. cit., págs. 127/128.

Page 6: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

En 1866

El texto constitucional de 1853 establece en su art. 4°, que entre otros recursos, los

fondos del tesoro nacional se integran con los “derechos de importación y exportación”. En el

texto definitivo de 1860 se agrega que la titularidad de esos derechos se extiende hasta el año

1866.

Asimismo, en el texto del art. 75, inc. 1° -entonces art. 67 inc. 1-, se dispone que el

Congreso puede establecer los derechos de importación y exportación. En 1860 se acuerda

mantener la referencia a los derechos de importación, agregando que también puede

“Establecer igualmente los derechos de exportación hasta 1866, en cuya fecha cesarán como

impuesto nacional, no pudiendo ser provincial”.

El 12 de septiembre de 1866 la Convención Reformadora convocada para suprimir,

del texto constitucional, la referencia a la caducidad que se va a operar ese año respecto de los

derechos de exportación, así lo dispone.

El art. 4° de la Constitución recibe el contenido que tiene en la actualidad. En a cuanto

al art. 67 inc. 1 se suprime la cláusula incorporada en 1860 que impone la caducidad de los

derechos de exportación.

En definitiva, y sin límite temporal, el Congreso queda facultado para establecer

derechos de exportación, cuyos fondos ingresan al tesoro nacional, sin que ese gravamen

pueda ser fijado por las provincias5.

En 1898

La Convención Reformadora constituida en Buenos Aires el 24 de febrero de 1898

resuelve modificar los actuales arts. 45 y 100 de la Constitución.

El art. 45, antes de la reforma establece que corresponde elegir un diputado “por cada

veinte mil, o de una fracción que no baje del número de diez mil”.

Considerando que la rigidez de la cláusula conduce a un desmesurado incremento

del número de diputados nacionales, los convencionales deciden que el número de diputados

es de uno por cada treinta y tres mil habitantes o fracción que no baje de diez mil quinientos.

Asimismo, para dotar de mayor flexibilidad al texto constitucional y evitar que la causa de la

reforma se presente nuevamente, resuelven que “Después de la realización de cada censo, el

Congreso fijará la representación con arreglo al mismo, pudiendo aumentar pero no disminuir la

base expresada para cada diputado”.

5 Badeni, Gregorio, ob. cit., págs. 129/130.

Page 7: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

El actual art. 100 de la Ley Fundamental, prescribe la existencia de cinco ministerios y

el ámbito de la competencia de cada uno de ellos: interior; relaciones exteriores; hacienda;

justicia, culto e instrucción pública; guerra y marina.

Sin modificar el “ministerio constitucional” sustituyéndolo por el “ministerio legal”, los

convencionales de 1898 deciden elevar a ocho el número de ministerios, facultando al

Congreso para deslindar “los ramos del respectivo despacho de los ministros”.

La Convención Reformadora de 1898 concluye su labor el 15 de marzo de ese año6.

En 1949

Esta reforma introduce amplísimas e importantes modificaciones en el texto

constitucional, en función de la ideología política que inspira la actuación del régimen imperante

del momento. Tales reformas configuran un cambio sustancial en el sistema constitucional

argentino abarcando, no solamente la estructuración de los órganos gubernamentales, sino

también la fisonomía filosófica del concepto de libertad7.

La ley 13.233, promulgada el 3 de septiembre de 1948, dispone que se declara la

necesidad de reformar totalmente la Constitución, quedando facultada la Convención para “la

revisión de la reforma de la Constitución Nacional, a los efectos de corregir sus disposiciones

para la mejor defensa de los derechos del pueblo y del bienestar de la Nación” (art. 1). Si al

Congreso le corresponde declarar la necesidad de la reforma, debe explicar cuáles cláusulas

son modificadas para satisfacer aquella necesidad. No es el convencional, sino el legislador

quien debe enunciar esa necesidad. Tal es el criterio adoptado con motivo de las reformas

constitucionales de 1866 y 1898.

Al margen de este reparo, la necesidad de la reforma debe ser declarada por los dos

tercios de la totalidad de miembros de cada una de las Cámaras del Congreso. En el senado se

obtiene esa mayoría, pero no es así en la Cámara de Diputados.

Además de estos obstáculos constitucionales, existen serios reparos democráticos

para convalidar la reforma. El primero de ellos es que, el objetivo real de la reforma reside en

permitir la reelección del entonces presidente Juan Domingo Perón. A ello se añade el

autoritarismo gubernamental que se traduce en una serie de hechos concretos8.

En efecto, entre las modificaciones que se llevan a cabo, se agregan dos frases en el

preámbulo. La parte dogmatica se subdivide en cuatro capítulos: I) Forma de gobierno y

6 Badeni, Gregorio, ob. cit., pág. 130. 7 Badeni, Gregorio, ob. cit., pág. 131. “... La concepción autoritaria que inspiró la reforma, la alteración del

régimen democrático constitucional y el incumpliendo de algunos de los requisitos establecidos por el art. 30 de la

Constitución, motivaron que algunos autores tacharan de inconstitucional la labor de los convencionales de 1949...”. 8 Badeni, Gregorio, ob. cit., págs. 131/132.

Page 8: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

declaraciones políticas; II) Derechos, deberes y garantías de la libertad personal; III) Derechos

del trabajador, de la familia, de la ancianidad, de la educación y cultura; IV) Función social de la

propiedad, el capital y la actividad económica. La parte orgánica no sufre grandes

innovaciones: la más importante es la supresión de la prohibición de la reelección del

presidente, que se permite sin limitaciones y sin cambiar el plazo del mandato (seis años)9.

La Convención Reformadora se constituye el 24 de enero de 1949 y concluye con su

cometido el 11 de marzo de ese año.

Es nuevamente puesta en vigencia en 1957

El 16 de septiembre de 1955 se inicia, en todo el país, un movimiento cívico militar,

bajo el nombre de Revolución Libertadora, con el objeto de deponer al entonces presidente de

la República y desarticular el régimen autocrático impuesto. Concluye tres días después con la

renuncia de Perón.

El 27 de abril de 1956, bajo la presidencia de facto de Pedro E. Aramburu, el gobierno

dispone declarar vigente la Constitución Nacional “sancionada en 1853, con las reformas de

1860, 1866 y 1898, y exclusión de la de 1949”.

El 12 de abril de 1957, mediante el decreto ley 3838, el gobierno declara la necesidad

de la reforma constitucional, detalla el temario de la eventual reforma y convoca a la elección

de una convención reformadora.

La Convención comienza a funcionar el 30 de agosto de 1957. Ella ratifica que la

Constitución vigente es la de 1853/60, con las reformas de 1866 y 1898.

Dispone incorporar, dentro del marco de constitucionalismo social, el actual art. 14 bis.

También modifica el actual art. 75 inc. 12, facultando al Congreso para sancionar los códigos

de trabajo y seguridad social.

Debido a los cuestionamientos que se formulan en el seno de la Convención, se

retiran de ella los convencionales de la Unión Cívica Radical Intransigente y los representantes

de algunos partidos políticos conservadores. Al quedar desprovista de quórum, procede a

clausurar sus sesiones el 14 de noviembre de 195710.

Es reformada -por último- en 1994

El 14 de noviembre de 1993, dos importantes figuras de la política argentina, Raúl

Alfonsín y Carlos Menem, arriban sorpresivamente a un acuerdo sobre el contenido que debe

9 Ekmekdjian, Miguel Angel, (1995), Tratado de Derecho Constitucional. Buenos Aires, Depalma, Tomo III,

pág. 239. 10 Badeni, Gregorio, ob. cit., pág. 132.

Page 9: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

tener la reforma de la Constitución. En el llamado “Pacto de Olivos”, concertado sin debate

previo, sin publicidad, sin conocimiento de la ciudadanía y a espaldas de los partidos políticos

que aquéllos representan, quedan especificados los temas para la reforma.

Ese acuerdo es sometido a la Cámara de Diputados que, tras un breve y superficial

debate, procede a su aprobación. Otro tanto hace el Senado, aunque una ligera modificación

respecto de la duración del mandato de quienes integran ese cuerpo. Finalmente es

promulgada la ley 24.309.

La Convención Reformadora comienza a funcionar el 25 de mayo de 1994,

concluyendo su labor con la sanción de las reformas y la redacción del texto constitucional

ordenado, que es publicado en el Boletín Oficial del día 23 de agosto de 1994, entrando en

vigencia al día siguiente de su publicación.

Con la reforma de 1994, la Constitución está integrada por 129 artículos, o si se

quiere 130 con la inclusión del art. 14 bis, estando complementada con 16 disposiciones

transitorias de vigencia limitada hasta que opere la reglamentación o, en su caso, la

operatividad de los arts. 37, 39, 54, 56, 75 inc. 2 y 30, 76, 90, 99 inc. 4 y 7, 100, 101, 114, 115 y

129. A ellas cabe añadir la primera Disposición Transitoria que ratifica la soberanía del Estado

sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos e

insulares correspondientes, que se declaran parte integrante del territorio nacional.

Entre las modificaciones de mayor importancia introducidas a la Constitución Nacional

de 1994, es importante destacar que el capítulo primero del texto original denominado

“Declaraciones, derechos y garantías” -que integra la primera parte-, no puede ser modificado,

pues así lo establece expresamente la ley declarativa de la necesidad de la reforma.

Si bien la Convención considera conveniente añadir algunos “nuevos derechos y

garantías”, lo hace mediante la incorporación de un nuevo capítulo: el segundo de la primera

parte. Así se incluye el artículo 36 que proclama el imperio de la Constitución aún cuando se

interrumpiere su observancia por actos de fuerza, declarando a tales actos como

insanablemente nulos; el artículo 37 que asegura los derechos políticos y afirma que el sufragio

es universal, igual, secreto y obligatorio; y los artículos 39 y 40 a través de los cuales se

incluyen las formas de participación “semidirecta” de la ciudadanía (la iniciativa popular y la

consulta popular).

También se declaran en el artículo 42 los derechos de usuarios y consumidores; y en

el artículo 43 se le otorga rango constitucional a la acción de amparo y al habeas corpus,

admitiéndose -a su vez- el “habeas data”, por el cual se otorga a toda persona la posibilidad de

que pueda interponer acción sumarísima para conocer sus propios datos que figuran en

registros o bancos de datos públicos o privados destinados a proveer información, y en caso de

falsedad o discriminación exigir su supresión y rectificación. Además se protege el medio

ambiente, a través de la incorporación del artículo 41.

Page 10: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

En la organización del gobierno, la reforma fundamental reside en el fortalecimiento

del presidencialismo. Si bien se permite la reelección inmediata (por un solo período

consecutivo), su mandato se reduce a 4 años. Tres son los elementos que amplían los poderes

del primer mandatario: la facultad de dictar decretos de necesidad y urgencia, la posibilidad de

vetar parcialmente las leyes promulgando el resto de su contenido, y por último la delegación

legislativa en el Poder Ejecutivo. Se crea la Jefatura de Gabinete de Ministros, que no es otra

cosa que una especie de ministro coordinador que depende pura y exclusivamente del

Presidente de la Nación, pues no ejerce potestades propias.

Asimismo se le otorga rango constitucional a los tratados internacionales y a los

tratados de integración. El nuevo artículo 75, después de ratificar la potestad de celebrar

tratados, establece que éstos y los concordatos con la Santa Sede “tienen jerarquía superior a

las leyes”. Dispone, también, que diez tratados internacionales sobre derechos humanos (que

incluyen declaraciones universales y americanas sobre derechos humanos, económicos y

sociales, genocidio, discriminación racial, discriminación contra la mujer, torturas, derechos del

niño) tienen jerarquía constitucional. Brinda flexibilidad a la Constitución al admitir que otros

tratados internacionales pueden incorporarse posteriormente a este rango supremo con el voto

favorable de dos tercios de la totalidad de los miembros de cada Cámara. Y en materia de

integración se admite en el inciso 24 del mismo artículo la posibilidad de delegar competencias

y jurisdicción a organizaciones supraestatales en condiciones de reciprocidad e igualdad.

Un cambio de importancia introducido por la reforma es la creación del Concejo de la

Magistratura y correlativamente el Jurado de Enjuiciamiento. En cuanto al primero decide que

sus funciones son las siguientes: a) seleccionar a los postulantes para cargos judiciales; b)

proponer ternas de candidatos; c) ejercer facultades disciplinarias sobre los magistrados; d)

decidir la apertura del proceso de remoción; e) administrar los recursos y ejecutar el

presupuesto de la judicatura; f) dictar reglamentos sobre la organización judicial.

En relación a las provincias que integran nuestra República, también se llevan a cabo

reformas de gran importancia. El art. 75, en su inc. 2, establece que los impuestos directos que

aplique la Nación son coparticipables con las provincias. Asimismo dispone que una ley-

convenio, sobre la base de acuerdos entre la Nación y las provincias, instituirá regímenes de

coparticipación de estas contribuciones, garantizando la automaticidad en la remisión de los

fondos. Del mismo modo, contempla el caso de las “asignaciones específicas”, es decir

contribuciones que se hacen a alguna provincia o que la Nación detrae de la masa de

coparticipación para atender erogaciones propias, como es el caso del sistema previsional, que

es oneroso para las rentas públicas pero magro para sus destinatarios. En este supuesto de

“asignaciones específicas de recursos coparticipables” el inciso 3 del art. 75, exige la

concurrencia del voto de la mayoría absoluta del total de los miembros componentes de cada

cámara.

Page 11: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

Existen además otras reformas interesantes con respecto a las provincias. Por

ejemplo, el artículo 124 prescribe que “corresponde a las provincias el dominio originario de los

recursos naturales existentes en su territorio”. En materia de intervención federal se limitan las

facultades que se atribuye el Poder Ejecutivo para ejecutarlas, estableciéndose que mientras

el Congreso esté sesionando le corresponde resolver la intervención federal, pudiéndolo hacer

el Poder Ejecutivo sólo durante el receso. También se incorpora el principio de autonomía

municipal, expresamente contemplado en el nuevo artículo 123.

Estas son sólo algunas de las modificaciones introducidas a la Constitución Nacional

de 1994. Quedan aún muchas, una simple referencia: el ministerio público, la auditoría

general, la defensoría del pueblo, las nuevas atribuciones del Congreso y del Poder Ejecutivo,

las facultades provinciales de celebrar convenios internacionales, las regiones, la seguridad

social, y otras más.

Es fundamental destacar también, que existieron en el país, largos períodos en los

que la Constitución nacional no estuvo en vigencia y fue sustituida por otras reglamentaciones.

Es decir, entre los años 1930 y 1983 Argentina vive un largo período marcado

fundamentalmente por 6 golpes de Estado (1930, 1943, 1955, 1962, 1966 y 1976) -con

pequeños períodos de democracias débiles-, los que son producidos por las Fuerzas Armadas,

e imponen gobiernos de facto que interrumpen la vida constitucional del país. Ellos son:

• 1930 - 1943: En este período se suceden José Félix Uriburu (1930-1932); Agustín

P. Justo (1932-1938); Roberto M. Ortiz (1938-1942); y Ramón Castillo (1942-1943).

• 1943 - 1946: Pedro P. Ramírez (1943-1944) asume tras el golpe del 4 de junio de

1943 y luego lo reemplaza Edelmiro J. Farrell (1944-1946).

• Entre los años 1946-1955 se restablece la democracia, siendo Juan Domingo Perón

(1946-1955) elegido dos veces como presidente de la Nación.

• 1955 - 1958: Eduardo Lonardi (1955) lidera el golpe contra Perón (Revolución

Libertadora), quien renuncia y se exilia en Paraguay. Posteriormente Lonardi es destituido por

Eugenio Aramburu (1955-1958), quien anula la Constitución de 1949 y reestablece la de 1853.

• Nuevamente en el período que va entre los años 1958 - 1962 se instaura la

democracia, triunfando en las elecciones Arturo Frondizi.

• 1962 - 1963: José María Guido impone un golpe y sostiene un gobierno civil de

facto. Frondizi es confinado en la Isla Martín García.

• Entre los años 1963-1966, se reanuda la democracia, triunfando en las elecciones

Arturo U. Illia (1963-1966).

Page 12: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

• 1966 - 1973: Juan Carlos Onganía (1966-1970) derroca a Illia e instaura un régimen

autoritario. Continúa Roberto M. Levingston (1970-1971), quien es depuesto por

Alejandro A. Lanusse (1971-1973).

• Otra vez se instaura la democracia entre los años 1973-1976. Héctor J. Cámpora

(1973) triunfa y convoca a elecciones. Así Raúl Lastiri (1973) es presidente entre julio y

octubre. Luego regresa Juan D. Perón (1973-1974), y María Estela Martínez de Perón (1974-

1976) asumie la presidencia, tras la muerte de su esposo. En 1975, la presidente es depuesta

por una Junta Militar el 24 de marzo de 1976.

• Finalmente, en el año 1983, se instaura -en forma definitiva y hasta nuestros días-

la democracia, de la mano del presidente Raúl Ricardo Alfonsín.

He aquí una brevísima referencia a las circunstancias históricas y al contenido de

estas modificaciones analizadas previamente.

Fecha Contenido Principales cambios Circunstancia histórica

1853 • Establece un gobierno

federal compuesto por tres

poderes: Legislativo,

Ejecutivo y Judicial

• Reconoce la existencia

de los gobiernos de

provincias con las

facultades que por la

Constitución delega a las

provincias.

• Resuelve las cuestiones

que son motivo de lucha

entre las provincias,

suprimiendo las

desigualdades y

reconociendo los mismos

derechos.

• Reúne las

declaraciones derechos y

garantías comunes a todos

los habitantes, Provincias

y Nación.

• Determina las

obligaciones y facultades

de cada uno de los Poderes

que integran el Gobierno

Federal.

• Establece la línea

divisoria entre las

jurisdicciones

gubernativas de la Nación

y las Provincias.

• El proceso

preconstitucional se inicia

el 3 de febrero de 1852

con la batalla de Caseros.

• El 31 de mayo de

1852, se celebra el

Acuerdo de San Nicolás,

por el cual las provincias -

ratificando el objetivo

expuesto en el Pacto

Federal de 1831-

acuerdan en convocar a

un congreso general

constituyente para que

sancione la Constitución.

• El Congreso General

Constituyente comienza a

funcionar el 15 de

noviembre en la ciudad de

Santa Fe.

• El 1° de mayo de

1853, se sanciona la

Constitución Nacional,

que es promulgada el 25

de mayo de ese año.

1860 Se dispone:

• la facultad del

Congreso para establecer

la ciudad capital de la

República;

• el otorgamiento de la

libertad a los esclavos;

• la incorporación de la

• Tras la batalla de

Cepeda, se suscribe entre

Buenos Aires y la

Confederación, el Pacto de

San José de Flores el 11

de noviembre de 1859, por

el cual Buenos Aires se

incorpora a la

Page 13: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

referencia al Pacto de San

José de Flores;

• la incorporación de los

arts. 32, 33, 34 y 35 que

no están en la

Constitución de 1853;

• la exclusión de los

legisladores nacionales y

gobernadores de provincia

del sometimiento a juicio

político;

• la incorporación del

agregado final del art. 121

sobre los poderes que se

reservan a las provincias

al tiempo de su

incorporación al Estado.

Se suprime:

• las ejecuciones a lanza

o cuchillo que se disponen

en el texto originario de la

Constitución de 1853,

discutiéndose también la

eliminación de la

prohibición de azotes.

• la facultad del

Congreso para revisar las

constituciones

provinciales;

• la cláusula que impide

la reforma constitucional

por el lapso de diez años;

• el carácter de cámara de

origen del Senado en la

iniciativa para la reforma

constitucional;

• la facultad otorgada al

presidente para detener a

las personas sin estado de

sitio y estando en sesiones

el Congreso;

• la cláusula que

determina la integración

de la Suprema Corte de

Justicia con nueve jueces

y dos fiscales, dejando en

lo sucesivo librada la

materia al arbitrio del

Congreso;

• la supresión de la

facultad asignada a la

Corte para resolver los

conflictos entre los

poderes públicos de una

provincia.

Confederación.

• Buenos Aires

convoca a una convención

provincial para revisar la

Constitución nacional de

1853.

• El 5 de enero de 1860

se reúne la convención ad

hoc, concluyendo las

sesiones el 23 de

septiembre de 1860, y

sancionándose el texto

constitucional definitivo.

1866 • El art. 4° de la

Constitución Nacional

dispone que entre otros

recursos, los fondos del

tesoro nacional se integran

con los derechos de

importación y exportación.

• En el texto del art. 75,

inc. 1° -entonces art. 67

inc. 1-, se establece que el

Congreso puede establecer

• Se modifican los arts.

4° y 75 inc. 1° -entonces

art. 67 inc. 1°- de la

Constitución; el Congreso

queda facultado -sin límite

temporal- para establecer

derechos de exportación,

cuyos fondos ingresan al

tesoro nacional, sin que

ese gravamen pueda ser

fijado por las provincias.

Page 14: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

tales derechos

1898 • Por el art. 45 de la

Constitución se dispone la

elección de un diputado

por cada veinte mil

habitantes, o de una

fracción que no baje del

número de diez mil.

• El art. 100 prescribe la

existencia de cinco

ministerios y el ámbito de

la competencia de cada

uno de ellos: interior;

relaciones exteriores;

hacienda; justicia, culto e

instrucción pública; guerra

y marina.

• Se modifican los arts.

45 y 100 de la Ley

Fundamental.

• Por el art. 45 se decide

que el número de

diputados es de uno por

cada treinta y tres mil

habitantes o fracción que

no baje de diez mil

quinientos.

• Por el art. 100 se elevan

a ocho el número de

ministerios.

1949 • Se agregan dos frases

en el preámbulo.

• La parte dogmatica se

subdivide en cuatro

capítulos: I) Forma de

gobierno y declaraciones

políticas; II) Derechos,

deberes y garantías de la

libertad personal; III)

Derechos del trabajador,

de la familia, de la

ancianidad, de la

educación y cultura; IV)

Función social de la

propiedad, el capital y la

actividad económica.

• La parte orgánica no

sufre grandes

innovaciones: la más

importante es la supresión

de la prohibición de la

reelección del presidente,

que se permite sin

limitaciones y sin cambiar

el plazo del mandato (seis

años).

• Primera presidencia

de Juan Domingo Perón.

1957 • Dispone incorporar, el

actual art. 14 bis.

• Modifica el art. 75 inc.

12, facultando al Congreso

para sancionar los códigos

de trabajo y seguridad

social.

• El 16 de septiembre de

1955 se inicia la

Revolución Libertadora,

con el objeto de deponer a

Juan D. perón, quien

renuncia tres días

después.

• El 27 de abril de 1956,

bajo la presidencia de

facto de Aramburu, el

gobierno declara vigente

la Constitución de 1853,

con las reformas de 1860,

1866 y 1898, y exclusión

de la de 1949.

• El 12 de abril de 1957,

mediante el decreto ley

3838, el gobierno declara

la necesidad de la reforma

constitucional y convoca

a la elección de una

convención reformadora,

que comienza a funcionar

Page 15: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

el 30 de agosto de 1957 y

ratifica la vigencia de

aquélla.

1994 • La Constitución se

integra por 129 artículos, o

si se quiere 130 con la

inclusión del art. 14 bis.

Se complementa con 16

Disposiciones transitorias

de vigencia limitada hasta

que opere la

reglamentación o, en su

caso, la operatividad de

los arts. 37, 39, 54, 56, 75

inc. 2 y 30, 76, 90, 99 inc.

4 y 7, 100, 101, 114, 115 y

129.

• Incorpora el Capítulo

segundo referido a los

“Nuevos derechos y

garantías”, entre ellos: el

art. 36 que proclama el

imperio de la Constitución

aún cuando se

interrumpiere su

observancia por actos de

fuerza; el art. 37 que

asegura los derechos

políticos; y los arts. 39 y

40 que incluyen la

iniciativa popular y la

consulta popular.

También se incorporan en

el art. 42 los derechos de

usuarios y consumidores;

en el 43 se otorga rango

constitucional a la acción

de amparo, al habeas

corpus e introduce el

hábeas data; y en el 41 se

protege al medio

ambiente.

• Entre las reformas

efectuadas a la segunda

parte, se fortalece el

presidencialismo; se crea

la Jefatura de Gobierno; se

le otorga rango

constitucional a los

tratados internacionales y

a los de integración; y se

crea el Consejo de la

Magistratura. En cuanto a

las provincias, se dispone

que los impuestos directos

que aplique la Nación son

coparticipables con ellas;

por el art. 124 se establece

que les corresponde el

dominio originario de los

recursos naturales

existentes en su territorio;

y por el 123 se incorpora

el principio de autonomía

municipal. • Otras reformas que se

• El 14 de noviembre

de 1993, Raúl Alfonsín y

Carlos Menem, celebran

el llamado “Pacto de

Olivos”, quedando

especificados en él los

temas para la reforma.

• Ese acuerdo es

aprobado por ambas

Cámaras del Congreso,

promulgándose la ley

24.309.

• La Convención

Reformadora comienza a

funcionar el 25 de mayo

de 1994, concluyendo su

labor con la sanción de las

reformas y la redacción

del texto constitucional

ordenado, que es

publicado en el Boletín

Oficial del día 23 de

agosto de 1994, entrando

en vigencia al día

siguiente de su

publicación.

Page 16: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

hacen: el ministerio

público, la auditoría

general, la defensoría del

pueblo, las nuevas

atribuciones del Congreso

y del Poder Ejecutivo, las

facultades provinciales de

celebrar convenios

internacionales, las

regiones, la seguridad

social, etc.

2,b. El texto constitucional

En este momento es necesario estudiar no sólo las reglas de la Constitución sino las

de un conjunto de Pactos y Tratados Internacionales que, con la reforma constitucional de 1994

forman parte de ella con igual jerarquía que las restantes. Pero es muy importante tener en

cuenta como se estructura la Constitución porque la Constitución es un todo, y es muy

importante registrarlo para luego identificar donde se han incluido normas penales.

2,c. Las Partes de la Constitución

La Constitución esta constituida por dos Partes, que luego se dividen en títulos,

secciones y capítulos.

Primera Parte

Consta de dos capítulos:

• Capítulo I: Declaraciones, derechos y garantías (arts. 1 a 35).

• Capítulo II: Nuevos derechos y garantías (arts. 36 a 43).

A esta primera parte se la denomina “parte dogmática” y es expresiva de una

concepción generosa y humana, pues no sólo establece la esfera de libertad de la persona

frente a los órganos que desempeñan la actividad estatal, sino también define la situación

política de los hombres y grupos sociales en el Estado, sea en las relaciones con el propio

Estado, sea en las relaciones con los demás hombres11.

11 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 13.

A su vez Ekmekdjian, Miguel Angel, ob, cit., Tomo I, pág. 79 sostiene que “... nuestra Constitución está

dividida en dos partes. La primera de ellas, denominada también parte dogmática, contiene también una serie de

preceptos de diversa naturaleza jurídica. Éstos, en su conjunto, tienden a colocar un dique de contención, tratando

de limitarlo, de confinarlo, para evitar que se desboque y desmesure, usurpando así el espacio de libertad. Cabe

Page 17: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

La doctrina suele distinguir conceptualmente, las declaraciones, los derechos y las

garantías. Las declaraciones son enunciados solemnes sobre cuestiones fundamentales;

contienen principios y normas esenciales que se refieren al Estado en su conjunto con respecto

a los demás Estados del mundo, al estado en sí mismo, a las autoridades en general, a las

provincias como entidades autónomas integrantes del Estado y a todos los habitantes12. Los

derechos constituyen facultades o prerrogativas que la Constitución reconoce a sus titulares, ya

sean éstos individuales o grupos sociales; dichas facultades, al recibir la investidura jurídica

que implica su reconocimiento constitucional, otorgan al sujeto activo la posibilidad de exigir

coactivamente su cumplimiento, ya sea frente a los demás individuos o grupos, ya sea frente al

propio Estado13. Las garantías aparecen como instrumentos y procedimientos de seguridad,

creados a favor de los habitantes, para que cuenten con medios de amparos, tutela o

protección, a fin de hacer efectivos los derechos subjetivos14.

Segunda Parte

Consta de los siguientes segmentos:

� Título primero: Gobierno Federal

� Sección Primera: Del Poder Legislativo (art. 44).

• Capítulo Primero: De la Cámara de Diputados (arts. 45 a 53).

• Capítulo Segundo: Del Senado (arts. 54 a 62).

• Capítulo Tercero: Disposiciones comunes a ambas Cámaras (arts. 63 a

74).

• Capítulo Cuarto: Atribuciones del Congreso (arts. 75 y 76).

• Capítulo Quinto: De la formación y sanción de las leyes (arts. 77 a 84).

• Capítulo Sexto: De la Auditoría General de la Nación (art. 85).

• Capítulo Séptimo: Del defensor del pueblo (art. 86).

� Sección Segunda: Del Poder Ejecutivo

• Capítulo Primero: De su naturaleza y duración (arts. 87 a 93).

• Capítulo Segundo: De la forma y tiempo de la elección del presidente y

vicepresidente de la Nación (arts. 94 a 98).

• Capítulo Tercero: Atribuciones del Poder Ejecutivo (art. 99).

afirmar, entonces, que esta parte primera es un baluarte de la libertad. Además perfila todo un proyecto o modelo de

país, mediante el diseño del conjunto de derechos civiles, políticos y sociales... reconocidos en el texto

constitucional, modelo, éste, que los redactores de la Constitución quisieron dejar a la posteridad...”. 12 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 13. 13 Ekmekdjian, Miguel Angel, ob, cit., Tomo I, pág. 80. 14 Zarini, Helio Juan, ob. cit., págs. 14/15.

Page 18: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

• Capítulo Cuarto: Del jefe de gabinete y demás ministros del Poder

Ejecutivo (arts. 100 a 107).

� Sección Tercera: Del Poder Judicial

• Capítulo Primero: De su naturaleza y duración (arts. 108 a 115).

• Capítulo Segundo: Atribuciones del Poder Judicial (arts. 116 a 119).

� Sección Cuarta: Del ministerio público (art. 120).

� Título segundo: Gobiernos de provincias (arts. 121 a 129).

A esta segunda parte se la denomina “parte orgánica” y está destinada a regular la

organización y el funcionamiento del gobierno tanto nacional como provincial15.

3. Normas penales en la Constitución Nacional

Normas penales habremos de encontrar en estas diferentes partes de la Constitución.

Sin embargo al seleccionar estas reglas de contenidos penales es necesario tener

presente que la Constitución forma, en sí misma un todo profundamente relacionado entre sí.

De modo que la selección de una regla de contenido penal no debe perder de vista este tipo de

vínculos, y en más de una ocasión poder comprender por completo una regla constitucional

hará indispensable tener en cuenta y considerar a las restantes.

Muchas de estas normas penales se referirán a garantías y derechos constitucionales.

Otras a las facultades de los diversos poderes nacionales en este tema, o a las atribuciones de

las diversas jurisdicciones.

Ahora sí construiremos un inventario de estas disposiciones penales.

Las garantías constitucionales son de singular importancia.

Para tener un panorama de ellas es necesario formular primero algunas advertencias.

La primera es que las garantías constitucionales no configuran un catálogo cerrado,

porque la propia Constitución prevé la posibilidad de discernir otras garantías no enumeradas

en el texto constitucional. ¿Qué significa esto? Además de los derechos subjetivos

expresamente reconocidos, existe un vasto campo de derechos que, genéricamente, se

denominan “derechos implícitos”. La enumeración constitucional de los derechos y garantías no

es limitativa sino meramente ejemplificativa, ya que en sentido lato existen también los

derechos implícitos que son reconocidos aunque no están expresamente enunciados en la ley

suprema (derechos a la vida, a la integridad física y psíquica, a la dignidad, al honor, al derecho

de reunión, etc.). Los derechos implícitos están formalmente contemplados por el art. 33 de la

15 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 13.

Page 19: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

Constitución Nacional16 y tiene por finalidad evitar que la autoridad pública, los particulares o

los grupos que éstos forman, puedan desconocer derechos y garantías esenciales del hombre,

del sistema republicano y de la soberanía del pueblo, por el sólo hecho de no estar

enumerados formalmente, sea por enunciación imperfecta, por omisión involuntaria, o porque

no pudieron ser previstos cuando se sancionó la Constitución17.

Cabe destacar aquí que la interpretación que de ellos se hace -a partir de este trabajo-

se trata de una interpretación meramente constitucional, es decir, a partir del conjunto de

normas inmerso en la Ley Fundamental. Debemos tener en cuenta que en este sentido también

existen -por parte de otros autores- diferentes interpretaciones.

La segunda radica en que para vislumbrar las garantías es importante leer no sólo la

primera parte de la Ley Fundamental, sino también el art. 75 inc. 22 que integra a la

Constitución el denominado “bloque constitucional” de Tratados Internacionales.

La tercera implica diferencias entre unas y otras garantías:

• Las garantías de los tratados internacionales no modifican las anteriores.

• Las garantías previstas inicialmente en la Constitución sólo pueden modificarse por

una reforma Constitucional que implica primero una ley que la declare y luego una Convención

Constituyente.

• Las garantías de los Tratados pueden ser denunciadas mediante una ley con

mayoría especial en el Congreso, pero también se pueden incorporar nuevas mediante leyes

con mayoría especial

En relación a estas diferencias, podemos hacer algunas aclaraciones.

La Constitución, en su articulado, establece la supremacía absoluta de sus

disposiciones sobre toda ley nacional, tratado y constitución o ley provincial. Asimismo, dispone

16 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 181. “... Este artículo no figuraba en el texto constitucional de 1853 y fue

incorporado como disposición nueva en la reforma ad hoc de 1860, propuesta por Buenos Aires. La importancia de

la incorporación del citado artículo y la finalidad a que está destinado, quedaron señaladas por la comisión de la

Provincia de Buenos Aires que proyectó la norma, al examinar la Constitución de 1853. Sostuvo esa comisión que al

no poder enumerarse en la Constitución todos los derechos del hombre, se establecían los principales, quedando

siempre vigentes lo no enumerados, que se reserva el pueblo...”.

Dicha norma constitucional -art. 33- establece que “Las declaraciones, derechos y garantías que enumera

la Constitución, no serán entendidos como negación de otros derechos y garantías no enumerados; pero que nacen

del principio de la soberanía del pueblo y de la forma republicana de gobierno”. 17 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 181.

Véase -también- Gelli, María Angélica, (2005), Constitución de la Nación Argentina. Comentada y concordada. 3ª ed. ampliada

y actualizada. Buenos Aires, La Ley, pág. 382. Si bien con la reforma de 1994, se otorga jerarquía constitucional a los Tratados

de Derechos Humanos -como asimismo a los que la adquieren con posterioridad-, la enunciación de derechos se extiende de tal

modo que el problema ya no es tanto reconocer derechos no enumerados, sino el de remover los impedimentos que traban su

ejercicio efectivo e impiden el empleo de las garantías.

Page 20: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

la supremacía del derecho federal sobre el derecho provincial, siempre que el primero tenga

sustento constitucional (art. 31 de la Const. nacional)18.

En el orden jurídico de la Constitución, las leyes sancionadas por el Congreso son

inmediatamente posteriores a las disposiciones de la Ley Fundamental y de los tratados

internacionales. A ellas se deben adecuar las normas provinciales, así como también los actos

normativos emanados de los restantes poderes gubernamentales. Pero la validez de esta

condición está supeditada a que las leyes nacionales no alteren los principios, garantías y

derechos regulados por la Constitución (art. 28)19.

Después de la reforma de 1994, nuestra Carta Magna establece expresamente que los

tratados internacionales disfrutan de una jerarquía superior a la correspondiente para las leyes

nacionales (art. 75 inc. 22)20. Este principio no es absoluto cuando se trata de acuerdos

internacionales aprobados por simples mayorías en las Cámaras del Congreso21.

El art. 31 de la Constitución hace referencia a los tratados celebrados con los Estados

extranjeros en su carácter de ley suprema de la Nación.

Al igual que en el caso de las leyes nacionales, la validez constitucional de un tratado

está supeditada a su adecuación a la Ley Fundamental mediante el cumplimiento de dos

requisitos esenciales.

En primer lugar, y en cuanto a la forma, es necesario que los tratados sean concluidos

y firmados por el Poder Ejecutivo (art. 99, inc. 11), para luego ser aprobados por una ley del

Congreso (art. 75, incs. 22 y 24). Una vez aprobado el tratado, el mismo debe ser objeto de

18 Badeni, Gregorio, ob. cit., págs. 182/183. 19 El art. 28 de la Constitución Nacional dispone que “Los principios, garantías y derechos reconocidos en

los anteriores artículos, no podrán ser alterados por las leyes que reglamenten su ejercicio”. 20 Art. 75 inc. 22: “Corresponde al Congreso... Aprobar o desechar tratados concluidos con las demás

naciones y con las organizaciones internacionales y los concordatos con la Santa Sede. Los tratados y concordatos

tienen jerarquía superior a las leyes. La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; la

Declaración Universal de Derechos Humanos; la Convención Americana sobre Derechos Humanos; el Pacto

Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos

y su Protocolo Facultativo; la Convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio; la Convención

Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial; la Convención sobre la Eliminación

de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer; la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas

Crueles, Inhumanos o Degradantes; la Convención sobre los Derechos del Niño; en las condiciones de su vigencia,

tienen jerarquía constitucional, no derogan artículo alguno de la primera parte de esta Constitución y deben

entenderse complementarios de los derechos y garantías por ella reconocidos. Sólo podrán ser denunciados, en su

caso, por el Poder Ejecutivo nacional, previa aprobación de las dos terceras partes de la totalidad de los miembros

de cada Cámara. Los demás tratados y convenciones sobre derechos humanos, luego de ser aprobados por el

Congreso, requerirán del voto de las dos terceras partes de la totalidad de los miembros de cada Cámara para gozar

de la jerarquía constitucional”. 21 Badeni, Gregorio, ob. cit., págs. 183/184.

Page 21: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

ratificación por parte del Poder Ejecutivo para integrar el derecho internacional, lo cual

constituye un requisito para que pase a integrar el derecho interno.

La Constitución equipara los tratados a las leyes en cuanto al procedimiento que

deben seguir las cámaras del Congreso para su aprobación, aunque pueden variar las

mayorías de votos requeridas. Sin embargo, y a diferencia de las leyes, la incorporación de los

tratados al derecho interno requiere además la ratificación internacional del Poder Ejecutivo y,

tratándose de tratados que contienen compromisos recíprocos, también es necesaria la

ratificación del otro Estado contratante22.

En segundo lugar, y en cuanto al fondo, es necesario que el contenido del tratado esté

en conformidad con los principios de derecho público establecidos en las Constitución (art.

27)23. Constituye un grave error equiparar las cláusulas de un tratado a una norma

constitucional al margen del procedimiento estatuido por el art. 30 de la Carta Magna.

Implicaría aceptar que, al concertar y aprobar un tratado, el Poder Ejecutivo y el Congreso

puedan ejercer la función constituyentes.

Como se dijo previamente, en la formulación de un tratado, que es una ley del país,

intervienen en forma complementaria el Poder Ejecutivo y el Congreso: la negociación,

concertación y firma de un tratado son atribuciones políticas y judicialmente incontrolables del

órgano ejecutivo (art. 99, inc. 11). Pero una vez firmado el documento internacional, y aunque

ello es suficiente para tener validez internacional, se impone su aprobación por el Congreso

mediante una ley, como uno de los requisitos constitucionales a cumplir para que integre el

derecho interno.

Si bien el Congreso debe aprobar o desechar los tratados, ello no importa privarle de

la facultad de formular observaciones parciales, enmiendas o reservas al texto del documento,

que son en definitiva las condiciones establecidas por el Congreso para brindar su aprobación

condicional del tratado, sino un rechazo del mismo en la parte observada que es exteriorizado a

través de la sanción de una ley.

Otra cuestión importante para dilucidar es la referente a la operatividad de los tratados

internacionales. Si un tratado o una convención internacional quedan incorporados al derecho

interno, su operatividad se concreta después de su publicación y desde el día que se determine

o, en su defecto, después de los ocho días siguientes al de su publicación oficial (art. 2, Cód.

Civil)24.

22 Badeni, Gregorio, ob. cit., pág. 185.

23 Art. 27 de la Constitución Nacional: “El Gobierno federal está obligado a afianzar sus relaciones de paz y comercio con las

potencias extranjeras por medio de tratados que estén en conformidad con los principios de derecho público establecidos en esta

Constitución”. 24 Badeni, Gregorio, ob. cit., pág. 188.

Page 22: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

En cuanto a la jerarquía de la cual gozan, antes de la reforma, se entiende que los

tratados internacionales se encuentran en igual ubicación jerárquica que las leyes de la Nación.

Pero tal situación varía sustancialmente a raíz de las disposiciones contenidas en los incs. 22 y

24 del art. 75 de la Constitución25.

Pero la jerarquía constitucional de los tratados ya no está equiparada a las leyes del

Congreso, que por expresa disposición constitucional, quedan subordinadas a los primeros.

Si analizamos la norma mencionada -art. 75, incs. 22 y 24-, podemos concluir que:

1.- El manejo de las relaciones internacionales corresponde conjuntamente al Poder

Ejecutivo y al Congreso.

2.- La aprobación de los tratados internacionales es facultad privativa del Congreso,

que puede rechazarlos o aprobarlos. La aprobación de los tratados se formaliza mediante una

ley sujeta al procedimiento contemplado en los arts. 77 a 84 de las Constitución.

3.- Todos los tratados internacionales aprobados por el Congreso, cualquiera sea su

contenido, tienen jerarquía superior a las leyes.

4.- Existen cinco categorías de tratados internacionales, cada una de ellas sujeta a un

régimen constitucional diferente:

a) El primer grupo de tratados y convenciones previstos en el primer

párrafo del inc. 22 son aquellos que no versan sobre derechos humanos ni son

documentos de integración, y son aprobados por la mayoría de los miembros

presentes de cada Cámara del Congreso de acuerdo al quórum establecido por

el art. 64 de la Constitución26. Tienen jerarquía superior a las leyes y su

aprobación por el Congreso no requiere mayorías diferentes a las establecidas

para la sanción de una ley27.

b) El segundo grupo está integrado por las declaraciones, pactos y

convenciones que menciona expresamente el segundo párrafo del inc. 22 y

que tratan sobre derechos humanos. Tienen una jerarquía constitucional

limitada, disfrutando de un rango superior no solamente respecto de las leyes,

sino también de los tratados de integración y de los citados en el punto

anterior28.

El art. 2 del Código Civil prescribe que “Las leyes no son obligatorias sino después de su publicación, y

desde el día que determinen. Si no designan tiempo, serán obligatorias después de los ocho días siguientes al de su

publicación oficial”. 25 Badeni, Gregorio, ob. cit., pág. 189.

26 Art. 64: “Cada Cámara es juez de las elecciones, derechos y títulos de sus miembros en cuanto a su validez. Ninguna de ellas

entrará en sesión sin la mayoría absoluta de sus miembros; pero un número menor podrá compeler a los miembros ausentes a

que concurran a las sesiones, en los términos y bajo las penas que cada Cámara establecerá”. 27 Badeni, Gregorio, ob. cit., pág. 191. 28 Badeni, Gregorio, ob. cit., pág. 191.

Page 23: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

La denuncia de estos tratados por el Poder Ejecutivo requiere previamente de una ley

del Congreso sancionada por el voto de los dos terceras partes de la totalidad de los miembros

de cada Cámara.

c) El tercer grupo de tratados, incluidos en el último párrafo del inc.

22, son aquéllos que resultan aprobados en el futuro por el Congreso y que

regulan derechos humanos. Este tercer grupo es pasible de una división: 1)

aquéllos tratados que son aprobados por el Congreso mediante el voto de las

dos terceras partes de la totalidad de los miembros de cada Cámara, tienen

jerarquía constitucional limitada y se hallan en igual situación que los

documentos internacionales citados en el punto b); 2) aquéllos tratados que,

regulando derechos humanos, son aprobados por el Congreso aunque sin las

mayorías mencionadas en el punto anterior. Basta que la aprobación sea

realizada por la mayoría absoluta de los miembros presentes de cada Cámara

y respetando el quórum establecido por el art. 64 de la Constitución29.

d) El cuarto grupo de tratados, previstos en el inc. 24 del art. 75, son

los convenios de integración que se celebran con Estados Latinoamericanos.

Su aprobación requiere la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de

cada Cámara del Congreso, y una mayoría similar se impone para su

denuncia30.

e) El quinto grupo de tratados, también previsto en el inc. 24 del art.

75, son los convenios de integración que se celebran con Estados que no

merezcan la calificación de latinoamericanos31.

Estos dos últimos grupos tampoco tienen jerarquía constitucional limitada.

Un aspecto fundamental a resolver es si los tratados sobre derechos humanos, a los

cuales la Constitución asigna “jerarquía constitucional”, están o no subordinados a la Ley

Fundamental.

El segundo y tercer párrafo del art. 75 inc. 22 destacan que los tratados

internacionales de derechos humanos tienen jerarquía constitucional aclarando, el primero de

ellos, que “no derogan artículo alguno de la primera parte de esta Constitución” en donde,

precisamente, están enumerados los derechos constitucionales.

Todos los derechos humanos disfrutan de reconocimiento en el articulado de la

Constitución, ya sea en forma expresa o de manera implícita como consecuencia de la cláusula

residual establecida por el art. 33. De manera que es imposible que un tratado añada nuevos

derechos constitucionales, por la sencilla razón de estar ya previstos en la Carta Magna.

29 Badeni, Gregorio, ob. cit., págs. 191/192. 30 Badeni, Gregorio, ob. cit., pág. 192. 31 Badeni, Gregorio, ob. cit., pág. 192.

Page 24: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

Lo que sí pueden efectuar los tratados internacionales es precisar ciertas modalidades

bajo las cuales exterioriza el ejercicio de tales derechos, siempre que ello no conduzca a la

negación o desnaturalización de cualquiera de los derechos constitucionales, violando el art. 28

de la Ley Fundamental32.

Por tal razón, el citado inc. 22 establece que un tratado internacional sobre derechos

humanos, a pesar de tener jerarquía constitucional, no deroga artículo alguno de la primera

parte de la Constitución. Y si no deroga artículo alguno de esa parte significa que su jerarquía

es inferior a la asignada a la Constitución Nacional por su art. 31.

Además, el inc. 22 define claramente cuál es el alcance atribuido a los tratados

internacionales con los vocablos “tienen jerarquía constitucional”. Solamente “deben

entenderse complementarios de los derechos y garantías” que reconoce la Constitución.

El carácter complementario significa que las estipulaciones de un tratado tienen

carácter reglamentario de los derechos enunciados en la Ley Fundamental, que también

pueden emanar de una ley del Congreso aunque, claro está, ella tiene jerarquía inferior a las

prescripciones de un tratado.

Si mediante un tratado de esta naturaleza no es viable la derogación de artículo

alguno de la primera parte de la Constitución, que además de enunciar derechos también

formula declaraciones y principios de organización estatal, significa que los tratados

intencionales sobre derechos humanos, a pesar de tener “jerarquía constitucional”, están

subordinados a una Constitución que no pueden modificar33.

Por otra parte, si se llega a aceptar que esta categoría de tratados está por encima de

la Constitución o equiparada a ella, se habría modificado el art. 30 de la Ley Fundamental que

reserva, de manera expresa, el ejercicio de la función constituyente a una Convención

Reformadora que debe ser convocada por el Congreso34.

Finalmente cabe preguntarse si los fundamentos citados en los párrafos anteriores,

resultan aplicables a los tratados internacionales sobre derechos humanos aprobados con

posterioridad a la reforma constitucional. Se puede entender que no, porque ellos no fueron

objeto de la presunta verificación que efectúa la Convención Reformadora, sino de un análisis

32 Badeni, Gregorio, ob. cit., pág. 193. 33 Badeni, Gregorio, ob. cit., pág. 193. 34 Badeni, Gregorio, ob. cit., pág. 194. “... Un sector importante de [la] doctrina constitucional, considera

que los tratados internacionales sobre derechos humanos previstos en el art. 75, inc. 22, de la Constitución, no son

infraconstitucionales como los restantes. Ellos, junto al texto de la Ley Fundamental, conformarían un sistema o

bloque de constitucionalidad federal. Su análisis no podría ser efectuado al margen de la Constitución porque la

integran complementando sus disposiciones. La eventual colisión entre la primera parte de la Constitución y las

normas de esos tratados internacionales, deberá priorizar los derechos humanos mediante la interpretación. Pero, si

la oposición se manifiesta con la segunda parte de la Constitución, corresponde otorgar preferencia a las normas

constitucionales...”.

Page 25: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

realizado por los órganos legislativo y ejecutivo cuya actuación está sujeta al control de

constitucionalidad del poder judicial; es decir, parece que están en un nivel jerárquico inferior a

los tratados internacionales sobre derechos humanos previstos en el art. 75 inc. 22, de la

Constitución Nacional. Sin embargo, como la norma constitucional permite la denuncia de los

tratados que enumera, sobre la base de una mayoría igual a la requerida para la aprobación de

nuevos tratados sobre derechos humanos, la relación jerárquica se diluye quedando, ambas

categorías, en un plano de igualdad35.

Pero previo a identificar las garantías en el marco de nuestra Ley Fundamental,

conviene hacer una breve referencia a los casos en que ellas pueden ser suspendidas. El arts.

23 de la Constitución Nacional dispone que “En caso de conmoción interior o de ataque exterior

que pongan en peligro el ejercicio de esta Constitución y de las autoridades creadas por ella, se

declarará en estado de sitio la provincia o territorio en donde exista la perturbación del orden,

quedando suspensas allí las garantías constitucionales. Pero durante esta suspensión no podrá

el presidente de la República condenar por sí ni aplicar penas. Su poder se limitará en tal caso

respecto de las personas, a arrestarlas o trasladarlas de un punto a otro de la Nación, si ellas

no prefiriesen salir fuera del territorio argentino”.

El estado de sitio -en tanto implica un quiebre en la normalidad institucional y otorga

facultades excepcionales al Poder Ejecutivo referidas a la libertad de las personas- pone en

tensión el llamado estado de derecho y establece una atenuación del principio de la división de

poderes. En ese sentido cuestiona las bases últimas del sistema político demoliberal fundado

en el paradigma de la separación, independencia y control de los poderes y en la declaración

de los derechos reconocidos y anteriores a la existencia del Estado, ambos instrumentos

garantistas de las libertades personales36.

Según este art. 23, la emergencia está prevista en dos situaciones: conmoción interior

y ataque exterior. La primera de ellas debe contemplarse en sentido genérico y comprensivo de

una gran variedad de situaciones, que afecten o pongan en peligro el ejercicio de la

Constitución o de las autoridades creadas por ellas. El ataque exterior se refiere al peligro de

que se produzca dicho ataque, a la agresión o a la declaración formal de guerra de otro país;

también es compresivo de ataques indirectos provocados desde el exterior, por potencias que

los dirigen y mantienen a través de personeros que viven dentro del país37.

35 Badeni, Gregorio, ob. cit., pág. 195. 36 Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 223. “... El estado de sitio, junto con la intervención federal,

constituyen las respuestas institucionales, regladas por la Constitución Nacional, ante emergencias de carácter

político. Después de la reforma de 1994, se admitieron dos tipos de emergencia, las que dan lugar a la delegación

legislativa (art. 76) y las que autorizan el dictado de decretos de necesidad y urgencia (art. 99, inc. 3)...”. 37 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 150.

Page 26: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

En la distribución de poder establecida en la Constitución de 1853/60 -y mantenida en

la reforma de 1994- corresponde al Congreso declarar el estado de sitio o suspender el

decretado por el Poder Ejecutivo durante su receso, conforme a los arts. 75 inc. 29 y 99 inc. 16.

En caso de ataque exterior, el presidente tiene la atribución para decretarlo por tiempo

determinado y con acuerdo del Senado según lo dispuesto por el art. 99 inc. 16, y por el art. 61

de la Carta Magna.

En cuanto a la suspensión de las garantías constitucionales, el art. 23 de la C.N.

aparece como bastante genérico y falto de precisión, por lo que da lugar a diferentes

interpretaciones. Algunos sostienen que el estado de sitio sólo afecta al hábeas corpus, y

consiguientemente, a la libertad física. Otros afirman que no sólo se suspenden las garantías

de la libertad, sino también todos los derechos individuales.

Al margen de esas distintas interpretaciones, creemos que no puede darse una

nómina abstracta de los derechos y garantías que se suspenden, porque dependen de las

circunstancias de tiempo y lugar de cada caso. Esa suspensión comprende sólo aquellos

derechos y garantías (los demás subsisten) cuyo ejercicio, en cada ocasión concreta que se

presente, puede resultar incompatible con la preservación del orden constitucional que motiva

la declaración del estado de sitio.

Ello habilita el control judicial de razonabilidad de la medida restrictiva de los derechos

y garantías; es decir que corresponde al Poder Judicial el conocimiento de las causas en las

que se cuestiona la razonabilidad de las medidas particulares adoptadas en razón de la medida

que nos ocupa38.

Además, en este punto debemos tener presente que la reforma constitucional de 1994

introdujo dos disposiciones que implicaron nuevos límites legales al estado de sitio. Una de

ellas -el art. 43- constitucionalizó el control judicial de la detención de personas durante el

estado de sitio, exigiendo la resolución inmediata del eventual hábeas corpus presentado.

La restante limitación deriva de la jerarquía constitucional otorgada por el art. 75 inc.

22, a varios tratados sobre derechos humanos. En efectos, la Convención Americana sobre

Derechos Humanos -Pacto de San José de Costa Rica-, contempla la suspensión de las

obligaciones del Estado Parte, establecidas en la Convención por causa de guerra, de peligro

público o de otra emergencia que amenace la independencia o la seguridad del Estado (art. 27

inc. 1). Al mismo tiempo -y ello es lo sustantivo- dispone la no suspensión de derechos

considerados esenciales: derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica; del derecho a

la vida; del derecho a la integridad personal; de la prohibición de la esclavitud y servidumbre;

del principio de legalidad y de retroactividad; de la libertad de conciencia y de religión; de la

protección de la familia; del derecho al nombre; de los derechos del niño; de los derechos a la

38 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 152.

Page 27: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

nacionalidad; de los derechos políticos; ni de las garantías judiciales indispensables para

proteger a tales derechos (art. 27 inc. 2). Esta norma, además de la responsabilidad

internacional que pudiera aparejar su cumplimiento, proporciona una regla de interpretación del

art. 23 acerca de cuáles son las garantías que pueden suspenderse o no durante el estado de

sitio39.

Por último, y en relación a las facultades con las que cuenta el presidente de la Nación

durante el estado de sitio, la cláusula constitucional del art 23 dispone que el mismo puede

arrestar o trasladar a las personas de un punto a otro del país, “... si ellas no prefiriesen salir

fuera del territorio argentino”. Esta facultad es privativa y personal del presidente y no puede

delegarla. Dicho acto tiene que formalizarse en un decreto fundamentado en el que se den

razones de la medida y se individualice a la persona afectada. Lo que no debe hacer el primer

mandatario, es condenar por sí ni aplicar penas, ya que ésta es función judicial que en ningún

caso puede ejercer función (art. 10940). La facultad presidencial cesa cuando concluye el

estado de sitio o cuando el interesado opta por salir del territorio argentino.

Por otra parte, cabe señalar que incumbe a los jueces revisar, en los casos concretos

que les sean sometidos, la razonabilidad con que el presidente de la República usa la facultad

de arresto o traslado conferida por este artículo41.

Ahora sí agruparemos las garantías constitucionales y otras normas penales de la

C.N. discriminándolas en garantías relacionadas con las condiciones de punibilidad y con las

penas -por un lado- y las que se pueden referir a la realización de un juicio para imponer una

pena -por el otro-, es decir, las garantías de tipo procesal.

1. Garantías y otras normas penales vinculadas con las condiciones de

punibilidad.

Las garantías constitucionales aluden a las condiciones que deben ser satisfechas

para que se pueda validamente imponer una pena.

La C.N., además, caracteriza como criminales a cierto tipo de acciones.

39 Gelli, María Angélica, ob. cit., págs. 226/227. 40 Art, 109 de la Carta Magna: “En ningún caso el presidente de la Nación puede ejercer funciones

judiciales, arrogarse el conocimiento de causas pendientes o restablecer las fenecidas”. 41 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 153.

Page 28: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

1.a.) La necesidad de una ley previa (el nullum crimen, nulla poena sine lege).

Establecida en el art. 18 de la Constitución Nacional (“... ley anterior al hecho del

proceso...”), esta garantía se refiere a causas de naturaleza penal. Para que un hecho sea

delito es necesario que exista una pena, establecida por ley, destinada a reprimirlo. Esta ley

tiene que ser anterior al acto u omisión que motivan el juicio.

Si como se dijo, la única que puede ordenar o prohibir es la ley, debemos tener en

cuenta quien es el encargado de dictarla. Esto se vinculada directamente con el principio de

legalidad. Así el art. 75 inc. 12 de la Constitución Nacional dispone que “Corresponde al

Congreso... Dictar los Códigos Civil, Comercial, Penal, de Minería, y del Trabajo y Seguridad

Social, en cuerpos unificados o separados, sin que tales códigos alteren las jurisdicciones

locales, correspondiendo su aplicación a los tribunales federales o provinciales, según que las

cosas o las personas cayeren bajo sus respectivas jurisdicciones…”. Esta cláusula impone que

los códigos que autoriza a dictar al Congreso nacional, sean leyes con imperio en toda la

República. Responde al propósito de obtener, por ese medio, la uniformidad de la legislación

en las materias comprendidas en aquellos. Dichos códigos forman lo que se denomina “el

derecho común” y es la legislación de fondo que rige para todo el país. Entre las leyes

comunes de la Nación figuran los códigos mencionados en este inciso y las leyes que se

declaren incorporadas a aquellos, así como también las que los integran, los modifican o

amplían. Este inciso establece que tales códigos no alteran las jurisdicciones locales.

Concordantemente, el art. 116 regula la competencia de la justicia federal, pero con la reserva

hecha en este inciso. De esas normas surge que: a) las leyes federales son aplicadas por los

tribunales federales; b) las leyes nacionales locales son aplicadas por los tribunales de la

Capital y de los territorios; c) las leyes nacionales de derechos comunes son aplicadas en

jurisdicción provincial por los jueces locales. De esta forma queda a salvo la jurisdicción local:

los Códigos son sancionados por el Congreso para todo el país, pero los aplican los tribunales

de provincia, con sus órganos judiciales y su propia ley procesal (arts. 5 y 122 de la C.N.)42.

Con esto queda definido que es el Poder Legislativo quien a través de una ley se

encarga de dictar las normas penales (Código Penal), lo que significa -como se verá más

adelante- que respecto de esta materia no pueden presentarse -por parte de los ciudadanos-

proyectos de leyes (iniciativa popular -art. 39, C.N.-) como así tampoco, le está permitido al

presidente de la Nación dictar decretos de necesidad y urgencia en materia penal (art. 99 inc.

42 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 282.

En relación a los arts. 5 y 122, véase Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 852, quien al explicar la cláusula constitucional

contenida en el art. 121 -referida al poder que expresamente se reservan para sí las provincias y no delegan a la Nación, sostiene

que “... Dado que el art. 121 está expresado en términos muy generales, la distribución de atribuciones entre el Estado Federal y

los estados locales emerge de varias normas de la Constitución Nacional. En primer lugar, los arts. 75, 99, 116 y 117 contienen

las competencias delegadas en los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, respectivamente. Otras normas, en cambio,

establecen las atribuciones expresamente reservadas por las provincias y la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, los arts. 5°, 75

inc. 12, 122, 129...”. En relación a esto, cabe aclarar que la materia de prensa es una de las facultades reservadas por las

provincias y no delegadas al gobierno federal.

Page 29: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

3°, C.N.). Sin embargo serán las provincias las que deban regular las infracciones cometidas

por medio de la prensa. Y la Provincia de Buenos Aires lo ha hecho.

De esta forma, las personas que obran de acuerdo con lo que la ley permite, están

protegidas contra una norma dictada posteriormente que prohíba y pene al mismo acto43.

Este art. consagra así el principio de la “irretroactividad de la ley penal”44, que admite

una única excepción: cuando la ley posterior al hecho cometido favorece al reo, aunque al

sancionarse ya haya recaído sentencia y el condenado esté cumpliendo su pena (retroactividad

de la nueva ley más benigna)45.

Es decir, la ley que crea un nuevo delito o que establece condiciones más severas no

debe aplicarse a hechos anteriores (irretroactividad de la ley penal). Pero si la ley nueva resta

carácter delictivo a una acción anteriormente reprimida o crea condiciones más favorables, se

aplica inmediatamente (retroactividad de la nueva ley más benigna). Este principio también está

consagrado en varios tratados a los que la República argentina otorgó jerarquía constitucional,

a saber: Declaración Universal de Derechos Humanos (art. 11 ap. 2), Pacto internacional de

Derechos Civiles y Políticos (art. 15 ap. 1), Convención Americana sobre Derechos Humanos

(art. 9°)46.

1.b.) La necesidad de que la acción incriminada no sea una acción privada.

Esta garantía se encuentra en la primera parte del art. 19 de la Constitución Nacional

que reza “Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la

moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la

autoridad de los magistrados...”.

43 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 116.

Véase -además- Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 220. “... La primera frase del art. 18 ‘Ningún habitante

de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso’ constituye una especie

de principio de legalidad, establecido en forma general en el art. 19 de la Constitución Nacional. La norma dispone

que los tipos penales -definición del hecho delictivo- y la sanción correspondiente deben establecerse por ley...”. 44 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 116.

Véase -asimismo- Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 220. “... Además la ley penal, debe ser anterior al

hecho del proceso, con lo cual resulta inaplicable la ley penal más gravosa sancionada con anterioridad a los

hechos...”. 45 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 116.

Véase -a su vez- Gelli, María Angélica, ob. cit., págs. 220/221. “... el derecho a la aplicación de la ley

penal más benigna -al momento de la sentencia o durante la condena- no derivaba de las garantías del art. 18 de la

Constitución Nacional sino del art. 2 del Código penal...”. 46 Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 220

Page 30: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

Se refiere al principio de privacidad, que incluye el derecho a la intimidad47. Esta

intimidad o reserva alude a una órbita de libertad, a un campo personalísimo, a la vida privada

del hombre, donde éste se rige con total independencia y donde el estado o las demás

personas no pueden intervenir o interferir, mientras no se lesionen el orden, la moral pública o

los derechos de terceros.

Esta libertad alude no sólo al fuero íntimo o interno del hombre; comprende también

comportamientos externos que pueden ser conocidos públicamente, pero que hacen

esencialmente a la vida privada48 (por ejemplo: la libertad de elegir el propio plan de vida).

La terminología del precepto “acciones privadas” con los alcances que traen

declaraciones internacionales de derechos del hombre, tiene hoy una enumeración y extensión

mayores que los simples actos internos o “libertad de contemplación” propia de la conciencia

religiosa, pues comprende todos los actos externos del hombre que no importan

quebrantamiento del orden o la moral pública o perjudiquen a terceros49.

En conclusión, esta primera parte de la norma -relacionada con la libertad individual-

protege el derecho a la privacidad e intimidad, que es un ámbito de autonomía individual

constituido, en suma, por sentimientos, creencias, acciones hechos o datos que, teniendo en

cuenta las formas de vida aceptadas por la comunidad, están reservados al propio individuo,

sin que nadie pueda inmiscuirse en esa área personalísima del hombre sin su consentimiento50.

47 Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 247.

Este derecho también se enuncia en el art.15 ap. 1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y

Políticos. 48 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 136 49 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 136.

Véase -en el mismo sentido- Nino, Calos Santiago, (1992), Fundamentos de derecho Constitucional.

Análisis filosófico, jurídico y politológico de la práctica constitucional. Buenos Aires, Astrea, pág. 304 y sgtes. Este

autor señala que el art. 19 de la Constitución Nacional resguarda de la interferencia estatal algo más que la

privacidad, entendida ésta como acciones realizadas en privado. La norma, eje central del principio de libertad

jurídica, no impone una moral privada, ni un modelo de vida, ni un ideal de perfección personal, diseñados por el

Estado. Deja ello librado a la moral, a las convicciones, a los principios religiosos de las personas y de la sociedad

civil. Únicamente interviene, impidiendo o imponiendo conductas cuando éstas ofenden al orden o a la moral pública

o perjudican a terceros o cuando los afectados por las propias conductas aceptan voluntariamente una acción

pública o social sobre consecuencias de aquéllas. 50 Zarini, Helio Juan, ob. cit., págs. 136/137.

Page 31: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

1.c.) La necesidad de que las penas se asocien a Acciones Humanas.

Vinculada directamente con la anterior, esta garantía se halla inmersa en la segunda

parte del art. 19 de la Constitución Nacional: “... nadie puede ser obligado a hacer lo que la ley

no manda, ni privado de lo que ella no prohíbe”.

Aquí se estatuye, el denominado “principio de legalidad” del cual surgen dos

consecuencias51.

La primera se refiere a que únicamente la ley puede prohibir y ordenar. Los hombres

deben conocer de antemano lo que tienen que hacer u omitir y ordenar sus conductas en base

a las leyes. Así pueden actuar con libertad y con seguridad. Y esa certeza debe provenir de la

ley52.

La segunda es que nadie puede ser privado de hacer lo que la ley no prohíbe,

enunciado en el aforismo: todo lo que no está prohibido está permitido o viceversa. El hombre

actúa dentro de una esfera de libertad, en la que está permitido todo lo que no está prohibido

por la ley. Únicamente la ley -como se dijo- puede prohibir y ordenar; ella es el límite al tiempo

que la garantía de la libertad. Pero lo que prohíbe la ley debe ser razonable, justo y

constitucional53.

1.d.) Los delitos constitucionales.

Cuando hablamos de delitos constitucionales hacemos referencia a cuatro normas de

la Carta Magna. El art. 22 contempla el delito de sedición; el 29, la prohibición de otorgar

facultades extraordinarias, suma del poder público y sumisiones o supremacías, el 36, los actos

de fuerza contra el orden institucional y el sistema democrático; y el 119, el de traición a la

patria.

1.- El art. 2254 ratifica, en su primera parte, la forma de gobierno representativa que

establece el art. 1°. Se trata de la democracia representativa elegida por los constituyentes

como forma de expresión de la soberanía popular, que reconoce expresamente el art. 33.

51 El principio de legalidad se encuentra enunciado -también- en los arts. 25 de la Convención Americana

de los Derechos y Deberes del Hombre; 11 ap. 2 de la Declaración Universal de Derechos Humanos; 7 ap. 2 y 9 de

la Convención Americana sobre Derechos Humanos; 15 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. 52 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 137. 53 Zarini, Helio Juan, ob. cit., págs. 137/138. 54 Art. 22 de la Constitución Nacional: “El pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus

representantes y autoridades creadas por esta Constitución. Toda fuerza armada o reunión de personas que se

atribuya los derechos del pueblo y peticione a nombre de éste, comete delito de sedición”.

Page 32: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

Acepta así la teoría del gobierno indirecto del pueblo, que elige a sus mandatarios y deposita

en ellos el ejercicio del poder55.

La segunda parte de este art. es consecuencia de la violación del precitado principio

representativo de gobierno y determina la existencia del delito de sedición. La acción consiste

en atribuirse los derechos del pueblo y peticionar a nombre de éste, vulnerando los

mecanismos representativos, con el intento de quebrar el sistema constitucional y las

instituciones políticas56.

Los sediciosos no sólo pueden ser componentes de alguna de las Fuerzas armadas

(Ejército, Marina, Aeronáutica). El concepto constitucional es mucho más amplio, porque se

refiere a “toda fuerza armada o reunión de personas” que se atribuyen los derechos del pueblo

y peticionan a nombre de él57.

La Constitución habla también del delito de sedición en los arts. 6 y 12758.

2.- El art. 2959 establece una expresa prohibición dirigida en principio al Congreso

Federal y a las legislaturas provinciales, que se extiende a las personas que eventualmente

puedan proyectar o consentir los actos vedados. La norma proviene y tiene su fuente en una

experiencia histórica e institucional que el país que rechaza formalmente: la dictadura legal.

Repele lo que constituye en la historia del país una práctica llegada a su cenit con

Juan Manuel de Rosas60. El 7 de marzo de 1835, la legislatura de Buenos Aires concede al

entonces gobernador Juan Manuel de Rosas “toda la suma del poder público” de la provincia

55 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 146. 56 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 147.

Este delito se encuentra tipificado en el Capítulo II “Sedición” (arts. 229 y 230) del Título 10 “Delitos contra

los poderes públicos y el orden constitucional” del Libro II “De los delitos”, del Código Penal. En este sentido, véase

Donna, Edgardo Alberto, (2002), Derecho Penal - Parte Especial. Buenos Aires, Rubinzal - Culzoni, Tomo II-C, págs.

657/666. 57 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 147.

Véase -también- Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 293. “... El delito tipificado por el art. 22 de la

Constitución Nacional puede ser cometido por alzamientos militares, cívico-militares, civiles que se militarizan o

civiles que sin militarizarse generan violencia callejera y saqueos...”. 58 El art. 6º de la Carta Magna dispone que “El Gobierno federal interviene en el territorio de las provincias

para garantir la forma republicana de gobierno, o repeler invasiones exteriores, y a requisición de sus autoridades

constituidas para sostenerlas o restablecerlas, si hubiesen sido depuestas por la sedición, o por invasión de otra

provincia”; en tanto que el art. 127 establece que “Ninguna provincia puede declarar, ni hacer la guerra a otra

provincia. Sus quejas deben ser sometidas a la Corte Suprema de Justicia y dirimidas por ella. Sus hostilidades de

hecho son actos de guerra civil, calificados de sedición o asonada, que el Gobierno federal debe sofocar y reprimir

conforme a la ley”. 59 Art. 29, Ley Fundamental: “El Congreso no puede conceder al Ejecutivo nacional, ni las Legislaturas provinciales a los

gobernadores de provincia, facultades extraordinarias, ni la suma del poder público, ni otorgarles sumisiones o supremacías por

las que la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden a merced de gobiernos o persona alguna. Actos de esta

naturaleza llevan consigo una nulidad insanable, y sujetarán a los que los formulen, consientan o firmen, a la responsabilidad y

pena de los infames traidores a la patria”. 60 Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 400.

Page 33: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

por el tiempo que, a juicio de aquél, resulte necesario. Esta suma del poder público significa la

concentración en su persona de todas las funciones de gobierno. La Sala de Representantes

de Buenos Aires pasa a ser una ficción y la justicia queda librada a la voluntad del gobernador.

Como consecuencia de ello, se aniquila el sistema republicano y se desconocen derechos y

garantía esenciales.

Esa triste experiencia vivida se refleja en este art. 29, que censura la suma del poder

público y las facultades extraordinarias y compone un tipo penal, al configurar como delito la

concesión de tales atributos omnímodos61.

La Constitución tutela el concepto republicano de la división de funciones y condena

situaciones lesivas para la libertad y la dignidad humanas. Protege, así, la respetuosa

observancia del “Estado de derecho”, oponiéndose a que el gobierno se coloque fuera de la

Constitución, en cuyo caso sólo cabe esperar la anarquía o la tiranía, con sus excesos

represivos.

De la lectura del art. 29, se pueden extraer tres consecuencias: a) prohíbe los actos

que contempla y condena a quienes los formulan (propagan), consientan o firman (los que

prestan conformidad con otorgar o recibir tales facultades)62; b) sujeta a esas personas a la

pena que corresponde a los traidores a la Patria. La traición a la Patria es, a su vez, otro delito

tipificado en el art. 119 -el que se analizará más adelante-, pero sin adjudicar sanción. Como

los arts. 29 y 119 de la Constitución no fijan ninguna pena, la facultad de establecerla queda

reservada al Congreso nacional el cual, en el Código Penal, adjudica la sanción

correspondiente63; c) declara que los actos que prevé son insanablemente nulos, porque sea

nulidad no puede corregirse de ninguna manera.

61 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 164.

Este delito se encuentra tipificado en el Capítulo I “Atentados al orden constitucional y a la vida

democrática” (art. 227) del Título 10 “Delitos contra los poderes públicos y el orden constitucional” del Libro II “De los

delitos”, del Código Penal. Véase -también- Donna, Edgardo Alberto, ob., cit., págs. 463/471. 62 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 164.

Véase -además- Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 338. “... El art. 29 de la Constitución tipifica delitos

institucionales y funcionales, pues los sujetos que están en posición de cometerlos integran instituciones políticas -el

Congreso Federal y las legislaturas provinciales- y pueden incurrir en ellos ejerciendo las respectivas competencia

legislativas, ya sea que propongan los actos vedados o consientan que otros los lleven a efectos, pasiva o

activamente. La norma, al extender la responsabilidad en la concesión de facultades extraordinarias o de la suma del

poder a quienes la formulen, consientan o firmen, incluye los actos emanados del Poder Ejecutivo, por ejemplo, al

enviar un proyecto de ley, o a los magistrados judiciales en el caso en que dicten una sentencia convalidando

facultades extraordinarias...”. 63 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 164.

La pena que establece el art. 227 del Código Penal, por remisión al art. 215 del mismo cuerpo legal, es la

de reclusión o prisión perpetua.

Page 34: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

3.- El art. 3664 de la Carta Magna refleja el paso político del país. Por lo que prohíbe,

muestra el proceso de desconstitucionalización que la República argentina vive entre 1930 y

1983, en el que los golpes de estado y los gobiernos militares y cívico-militares se insertan en

el orden normativo y social como una opción más.

Sintetiza el intento de contener mediante normas jurídicas los hechos de fuerza directa

o indirecta contra el orden institucional, así como la dinámica de la violencia política, y la

necesidad de componer con reglas normativas, los conflictos ideológicos.

Las disposiciones que emanan de los primeros párrafos del art. 36 configuran un signo

emblemático y se sostienen en los principios que proclaman y anuncian el desistimiento de

recurrir en el futuro a la fuerza para dirimir el conflicto político. Por otro lado, la disposición

constitucional recoge los objetivos que a su turno llevan a la sanción de la ley 23.077 de

“Protección del orden constitucional y la vida democrática”, norma que sanciona severamente

el alzamiento contra la Constitución y también penaliza al que amenazare pública e

idóneamente con la comisión de alguna de esas conductas65.

El art. 36, además, hace visible la corrupción administrativa, y dispone medidas-

deberes estatales para combatirla.

En lo que a este trabajo interesa, la norma dispone quitar eficacia jurídica -los califica

de insanablemente nulos- a los actos de fuerza contra el orden constitucional o el sistema

democrático. Establece dos tipos penales: a) ejecutar actos de fuerza contra el orden

institucional o el sistema democrático; y b) usurpar cargos públicos, federales o locales, como

consecuencia de los actos mencionados en a).

Como se advierte, ambas conductas pueden cometerse por habitantes o ciudadanos,

civiles o militares y, también por autoridades nacionales o locales. Los tipos se configuran sean

o no exitosos aquellos actos.

64 Art. 36 de la Constitución Nacional: “Esta Constitución mantendrá su imperio aun cuando se

interrumpiere su observancia por actos de fuerza contra el orden institucional y el sistema democrático. Estos actos

serán insanablemente nulos. Sus autores serán pasibles de la sanción prevista en el artículo 29, inhabilitados a

perpetuidad para ocupar cargos públicos y excluidos de los beneficios del indulto y la conmutación de penas.

Tendrán las mismas sanciones quienes, como consecuencia de estos actos, usurparen funciones previstas para las

autoridades de esta Constitución o las de las provincias, los que responderán civil y penalmente de sus actos. Las

acciones respectivas serán imprescriptibles. Todos los ciudadanos tienen el derecho de resistencia contra quienes

ejecutaren los actos de fuerza enunciados en este artículo. Atentará asimismo contra el sistema democrático quien

incurriere en grave delito doloso contra el Estado que conlleve enriquecimiento, quedando inhabilitado por el tiempo

que las leyes determinen para ocupar cargos o empleos públicos. El Congreso sancionará una ley sobre ética

pública para el ejercicio de la función”. 65 Gelli, María Angélica, ob. cit., págs. 400/401.

Véase en el Código Penal, los arts. 226, 226 bis, 227 bis y 227 ter; y en Donna, Edgardo Alberto, ob., cit.,

págs. 429/467 y 471/477.

Page 35: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

La penalidad prevista remite a lo dispuesto en el art. 29 de la Constitución Nacional

para los “infames traidores a la patria”.

No obstante, este art. 36 contiene algunas precisiones que son sencillas de aplicar. En

primer lugar adiciona a la sanción que necesariamente debe establecerse en una ley especial o

Código Penal, la pena de inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos y prohíbe al

presidente de la Nación usar, con los eventuales condenados, de su atribución para indultar

delitos o conmutar penas (art. 99, inc. 5º de la Constitución Nacional). En segundo término,

establece que las acciones -también las civiles a fin de obtener las reparaciones pertinentes-

son imprescriptibles66.

4.- Por último, el art. 11967 de la Ley Fundamental tipifica el delito de traición contra la

Nación, describiendo las dos acciones que, con exclusividad, lo configuran. Ello significa que

ninguna ley penal puede calificar de traición otras conductas diferentes ni ampliar por analogía

o extensión el tipo definido en la Carta Magna.

En consecuencia, la traición se configura únicamente por: a) tomar las armas contra la

Nación, o b) unirse a sus enemigos prestándoles ayuda y socorro68.

Tomar las armas contra la Nación no incluye el alzarse contra el gobierno, o contra las

instituciones democráticas, pues ello constituye el delito contra el orden constitucional,

sancionado de modo más grave por el art. 36 de la Constitución Nacional.

La típica situación que se contempla en esta norma, es la de la guerra contra la

Nación, aunque no es necesario que ésta sea formalmente declarada.

La segunda alternativa de traición a la Patria se da ante la unión con el enemigo

prestándole ayuda -información, recursos, cobertura logística- aunque no se empleen las armas

contra la Nación -sus fuerzas de seguridad, sitios estratégicos, recursos asignados a la

defensa, servicios esenciales a la comunidad- o dándole socorro -asistir a los enfermos, facilitar

el repliegue o la huida-, aunque la asistencia a los enfermos y heridos puede justificarse en

razones humanitarias o religiosas.

La Constitución no indica quiénes pueden cometer el delito de traición a la Patria, pero

es evidente que todo ciudadano, nativo por opción o naturalización puede incurrir en la

conducta descripta en el tipo penal si se armoniza la disposición del art. 119 con el deber de

66 Gelli, María Angélica, ob. cit., págs. 402/403. 67 Art. 119 de la Ley Suprema: “La traición contra la Nación consistirá únicamente en tomar las armas

contra ella, o en unirse a sus enemigos prestándoles ayuda y socorro. El Congreso fijará por una ley especial la

pena de este delito; pero ella no pasará de la persona del delincuente, ni la infamia del reo se transmitirá a sus

parientes de cualquier grado”. 68 Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 992.

Véase -asimismo- Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 446.

Page 36: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

armarse en defensa de la patria y de la Constitución, que establece el art. 2169 de la Ley

Suprema70.

De todos modos, dado que respecto al sujeto que puede cometer el delito de traición a

la Patria, la Constitución guarda silencio, el Congreso Federal puede incluir a otras personas,

tal como lo hace el Código Penal al disponer sanciones para todo argentino -sin distinguir

orígenes- o para toda persona que deba obediencia a la Nación por razón de su empleo o

función pública, que tomare las armas contra ésta, se uniere a sus enemigos o les o les

prestare cualquier ayuda o socorro. Así, por ejemplo, se encuentran incluidos en la ley penal

los ministros del Poder Ejecutivo a quienes la Constitución Nacional no les exige el ser

argentinos. Por otro lado la disposición penal al establecer que cualquier tipo de ayuda o

socorro hace incurrir en el tipo penal, lo determina con mayor precisión71.

También guarda silencio la Constitución acerca de la sanción que merece el delito de

traición a la Patria, cuestión que delega en la ley común. Por esa razón y dado que no existe

delito sin pena, si el Congreso incumple con su obligación, el tipo penal consagrado en la

Constitución no configura técnicamente un delito. Pero el Congreso sí establece la sanción

respectiva. En efecto, en el art. 214 del Código Penal, dispone para aquel delito una pena de

reclusión o prisión de diez a veinticinco años o reclusión o prisión perpetua y, en uno u otro

caso, inhabilitación absoluta perpetua. Además el art. 215 de ese cuerpo legal agrava la

sanción con reclusión o prisión perpetua, si en la hipótesis constitucional se dan estos casos: a)

si el imputado ejecuta un hecho dirigido a someter total o parcialmente la Nación al dominio

extranjero o a menoscabar su independencia o integridad; b) si induce o decide a una potencia

extranjera a hacer la guerra contra la República; y c) si pertenece a las fuerzas armadas72.

Desde luego, el Congreso puede modificar la sanción establecida y al contrario de lo

que ocurre en el caso de los atentados contra el orden constitucional previsto en el art. 36 de la

Constitución, mantener o no la inhabilitación, tal como lo hace con otros delitos. En el caso del

art. 36, la inhabilitación debe, necesariamente, estar incluida en la sanción.

69 Este art. 21 de la Ley Fundamental dispone que “Todo ciudadano argentino está obligado a armarse en defensa de la patria y

de esta Constitución, conforme a las leyes que al efecto dicte el Congreso y a los decretos del Ejecutivo nacional. Los

ciudadanos por naturalización son libres de prestar o no este servicio por el término de diez años contados desde el día en que

obtengan su carta de ciudadanía”. 70 Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 992. 71 Gelli, María Angélica, ob. cit., págs. 992/993.

El art. 214 del Código Penal establece que “Será reprimido con reclusión o prisión de diez a veinticinco

años o reclusión o prisión perpetua y en uno u otro caso, inhabilitación absoluta perpetua, siempre que el hecho no

se halle comprendido en otra disposición de este Código, todo argentino o toda persona que deba obediencia a la

Nación por razón de su empleo o función pública, que tomare las armas contra ésta, se uniere a sus enemigos o les

prestare cualquier ayuda o socorro”. 72 Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 993.

Véase -a su vez- Donna, Edgardo Alberto, ob. cit. págs. 371/382.

Page 37: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

2. Garantías vinculadas con las penas.

2.a.) La prohibición de la pena de muerte.

Según el art. 18 de la Constitución Nacional “… Quedan abolidos para siempre la pena

de muerte por causas políticas…”. En primer término podemos señalar que la pena de muerte

es una sanción que consiste en la privación de la vida de quien incurre en un hecho típico,

antijurídico y culpable, preestablecido por norma legal.

Es la más radical de las viejas penas corporales o aflictivas, que se ejecutan sobre el

cuerpo mismo del condenado. La Constitución, desde su versión originaria de 1853, la prohíbe

por causas políticas. La dinámica cultural hace que incluso su texto se torne contradictorio si es

interpretado literalmente, pues es dudoso que hoy la pena de muerte sea una pena, dado que

es más adecuado considerarla una forma de tormento. La ratificación de la Convención

Americana de Derechos Humanos y su posterior incorporación en el inc. 22 del art. 75

constitucional, sancionan en el derecho interno la cláusula de abolición progresiva, conforme a

la cual no es posible establecerla para los casos en que no se halla vigente al tiempo de la

ratificación, como tampoco restablecerla en los supuestos para los cuales posteriormente se

deroga, por lo cual se trata de una pena prohibida en la legislación penal argentina, salvo los

supuestos especificados en el Código de Justicia Militar que, correctamente entendido,

tampoco son de pena de muerte sino de necesidad inculpable en situaciones de excepción

terribilísima73

La norma constitucional que analizamos, prohíbe la pena de muerte por causas

políticas. Éstas dependen de los lugares y de los tiempos, de las circunstancias o

acontecimientos del momento derivados de discordias internas en las que, en la mayoría de los

casos, debe presumirse la arbitrariedad originada por pasiones desatadas en la lucha por el

poder político74.

Dicha pena se encuentra conminada en la ley 49 y Tejedor la mantiene, alegando la

carencia de un sistema penitenciario, pero sin descartar su futura abolición. La primera

tentativa formal de abolirla tiene lugar en 1868. El proyecto de Villegas, Ugarriza y García y el

Código de 1886, la mantienen. Ni el Código Tejedor ni el de 1886 establecen el modo de

ejecutarla. El proyecto de 1891 conserva esta pena, y el proyecto de 1906 la mantiene. La

suprime el proyecto de 1916, lo que se mantiene en el proyecto de 1917 y así se sanciona en el

Código de 1921. La dictadura de 1930 impone la pena de muerte por delitos de ínfima

73 Zaffaroni, Eugenio Raúl, (2002), Derecho Penal - Parte General. Buenos Aires, Ediar, pág. 919. 74 Zarini, Helio Juan, ob. cit., págs. 121/122.

Page 38: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

importancia. A esto le sigue la modificación del código por decreto y el sometimiento de civiles

a la justicia castrense. En 1970 el régimen militar de Onganía sorpresivamente la implanta

mediante la ley de facto 18.701, siendo formalmente incorporada al código penal por la ley de

facto 18.953. En esta ley, la muerte es establecida en forma alternativa con la de reclusión

perpetua, a diferencia de la ley 18.701, que la instaura como pena única. Esta reforma es

derogada en 1972, por otra disposición de facto. La dictadura de 1976 restablece la muerte

formal mediante la ley de facto 21.338, aunque nunca llega a aplicarse. Finalmente, es

derogada por el Código Penal75.

Si bien el art. 18 de la Constitución Nacional sólo menciona a las causas políticas, el

problema de distinguir entre delitos cometidos por aquellas causas y delitos comunes, deja de

ser relevante luego de la jerarquía constitucional obtenida por el Pacto de San José de Costa

Rica. La mencionada Convención establece una serie de disposiciones que garantizan el

derecho a la vida y restringen o prohíben la pena de muerte según los regímenes penales de

los Estados parte. Así en el art. 4º, ap. 3, dispone que “No se restablecerá la pena de muerte

en los Estados que la han abolido” y en el ap. 4 que “En ningún caso se [la] puede aplicar... por

delitos políticos ni comunes conexos con los políticos”. Del cruce de estos mandatos, surge que

la República Argentina al no contemplar la pena de muerte en el Código Penal, no puede

establecerla en el futuro sin incumplir las obligaciones que asume al firmar la Convención

Americana sobre Derechos Humanos76.

2.b.) La prohibición de las penas infamantes y corporales.

El art. 18 de la Carta Marga también dispone que quedan abolidos “... toda especie de

tormento y los azotes...”. Es decir, prohíbe en forma expresa las penas que asumen el carácter

de tomento y la pena de azotes. El texto originario de 1853 contempla también las ejecuciones

a lanza o cuchillo, lo que es suprimido en 1860, discutiéndose también la eliminación de la

prohibición de azotes: la primera es suprimida por obvia, pero la de los azotes es defendida

porque aún se considera útil en los Códigos militares. Esta es la razón por la que el Código

Tejedor no admite el castigo corporal77.

En función del inc. 22 del art. 75 está expresamente prohibida la tortura, no sólo en

sentido estricto -cuando se imponga para obtener información- sino en el sentido amplio, o sea,

cuando importe una pena, dado que se le define como un “... acto que inflija intencionalmente a

una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin... de

castigarla por un acto que haya cometido o se sospeche que haya cometido...” (art. 1° de la

75 Zaffaroni, Eugenio Raúl, ob. cit., págs. 920/921. 76 Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 240. 77 Zaffaroni, Eugenio Raúl, ob. cit., pág. 922.

Page 39: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

Convención contra la Tortura, ley 23.338 del 26 de febrero de 1887)78. Por aplicación de la

Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre quedan prohibidas las penas

infamantes o inusitadas (art. 26), por lo cual debe considerarse prohibida la picota y toda pena

que tenga por objeto o importe agregar más descrédito público que el provocado por la

comisión del delito, como pueden ser los trabajo públicos que se asocian a la vieja reclusión, y

algunas formas de trabajos comunitarios que asuman parecidas características. En función de

la Declaración Universal de Derechos Humanos también debe considerarse ilícita la pena de

destierro.

El marco general de las penas constitucionalmente prohibidas lo proporciona la

prohibición de las penas y tratos crueles, inhumanos o degradantes (art. 7 del Pacto

Internacional de Derechos Civiles y Políticos; art. 5 ap. 1 y 2, art. 8 ap. 3 de la Convención

Americana; art. 5 de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre)79.

2.c.) La prohibición de la confiscación de bienes.

El art. 17 de la Constitución Nacional enuncia una serie de garantías del derecho de

usar y disponer de la propiedad. Comienza formulando una declaración de inviolabilidad de la

misma, pero sin definir en qué consiste; establece el principio de legalidad en materia tributaria

y acerca de la restricción de derechos propietarios, con variadas aplicaciones; atribuye al

Congreso la competencia de expropiar, bajo condición de dejar indemne al afectado; reconoce

la existencia y protección de la propiedad intelectual y prohíbe al fisco la incautación de bienes

y a las fuerzas armadas -estatales o no- la requisiciones o la imposición de servicios no

voluntarios de alguna especie80.

Las garantías enunciadas protegen uno de los derechos personales clásicos de la

democracia liberal que está en los orígenes de las luchas libertarias del siglo XVII. En la

República Argentina, después de su consagración constitucional, los derechos propietarios y

contractuales son reglamentados y trasformados en operativos por el Código Civil sancionado

en 1869. En aquella primera reglamentación, el perfil de la propiedad aparece con

características absolutas y, entre las partes, a los contratos se les otorga efecto de ley. Sin

embargo, la incorporación paulatina de varios principios como los de la función social de la

78 Zaffaroni, Eugenio Raúl, ob. cit., pág. 923.

Véase -a su vez- Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 123. “... La cláusula constitucional que comentamos condena la forma bárbara

que se empleara antiguamente para tratar de descubrir la verdad en causas criminales, mediante violencia física ejercida sobre

el imputado. Nuestra Ley Fundamental protege ampliamente a la persona humana contra el castigo corporal, el dolor físico y el

sufrimiento espiritual. También prohíbe el empleo de drogas o de cualquier procedimiento de la técnica moderna que atente

contra la integridad física, psíquica y mental del detenido...”. 79 Zaffaroni, Eugenio Raúl, ob. cit., pág. 923. 80 Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 204.

Page 40: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

propiedad, de la teoría de la imprevisión y la responsabilidad objetiva, acentúan las

responsabilidades y deberes, aun en el ejercicio de los derechos de propiedad81.

Dada la amplitud de la declaración de inviolabilidad de la propiedad en la Constitución

histórica de 1853/60, son los tribunales quienes le dan alcance y contenido, en sintonía con las

reformas constitucionales de 1949 y 1957 que incorporan a la Nación el estado social de

derecho y luego en virtud de la legislación dictada a sus efectos.

La inviolabilidad de la propiedad, como principio formal y declarado, sufre una fuerte

restricción en la mencionada Constitución de 1949. El art. 17, introducido por esa reforma,

dispone que “la propiedad privada tiene una función social y, en consecuencia, estará sometida

a las obligaciones que establezca la ley con fines de bien común”. Pero, en realidad, si se

comparan ambas declaraciones -de la Constitución histórica y de la Constitución de 1949- es

posible advertir que hasta que no se sancionen los límites legales, las múltiples

reglamentaciones que el ejercicio de la propiedad impone -de usar y disponer de ella, sobre

todo de usarla- las fórmulas son vacías e indican poco, acerca de la extensión del derecho. Por

eso, para medir el alcance la propiedad es menester examinar las leyes civiles y comerciales,

los sistemas tributarios, y la protección y seguridades de los contratos celebrados. La

declaración del art. 17, interpretada en sentido amplio y justo con la disposición contenida en el

art. 28, ambos de la Constitución Nacional, operan como un control de las leyes y proporcionan

a los jueces herramientas para aplicar el control de razonabilidad a las normas que limitan el

derecho.

La Convención Americana de Derechos Humanos, llamada Pacto de San José de

Costa Rica -incorporada al art. 75 inc. 22 de la Carta Magna, a partir de la reforma de 1994-

dispuso en el art. 21 que “toda persona tiene derecho al uso y goce de sus bienes” y que “la ley

puede subordinar tal uso y goce al interés social”. La cláusula despierta suspicacias pues está

garantizando el uso y goce, pero no la disposición de la propiedad. De todo modos y aunque el

alcance del reconocimiento de los derechos propietarios es menor en el Pacto de San José que

en la Constitución argentina, el art. 29 de la Convención ordena que ninguna de sus

disposiciones puede ser interpretada de modo de “... limitar el goce y ejercicio de cualquier

derecho o libertad que pueda estar reconocido de acuerdo con las leyes de cualquiera de los

Estados parte...”. En suma, el derecho reconocido en el art. 14 y las garantías disponibles en el

art. 17 de la Constitución Nacional, no pueden ser limitadas por las normas del Pacto.

Asimismo, tanto en esas normas de la Constitución argentina como en la citada de la

Convención Americana, se consagran los derechos de quienes ya tienen propiedades pero no,

estrictamente, el derecho a adquirir al menos una propiedad82.

81 Gelli, María Angélica, ob. cit., págs. 204/205. 82 Gelli, María Angélica, ob. cit., págs. 205/206.

Page 41: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

En lo que aquí interesa -la abolición de la confiscación de bienes-, la confiscatio, del

latín confiscare, de cum, con, y fiscus, el fisco, implica el apoderamiento de los bienes de una

persona o de uno o varios de ellos y su transferencia por lo general al Estado o, en algunos

casos, a un establecimiento público.

Este artículo 17 presenta la expropiación frente a la confiscación. En ambos casos se

priva a la persona de lo que le es propio, pero mientras en la expropiación83 ello tiene base y

sentido jurídico, en la confiscación en cambio posee un sentido de arbitrariedad, de rapacidad.

El artículo comentado suprime la confiscación como pena que se aplica a una persona

condenada por un delito. Sin embargo la interpretación de esta cláusula debe ser amplia: la

confiscación está abolida no sólo del Código Penal sino de toda la legislación argentina.

La confiscación también puede provenir de abusos en la imposición de impuestos,

contribuciones y tasas. En este caso gravan la propiedad, en circunstancias no extraordinarias,

absorbiendo una parte sustancial de aquella. Así se viola la equidad y se afecta arbitrariamente

el derecho de propiedad84.

2.d.) La prohibición de presentar proyectos de ley en materia penal.

El art. 39 de la Constitución Nacional -incorporado en el nuevo Capítulo Segundo de la

Primera Parte- consagra la iniciativa popular como forma semidirecta de la democracia en tanto

promueve la participación de los ciudadanos en las decisiones políticas del país. Dicha norma

establece que si bien “Los ciudadanos tienen el derecho de iniciativa para presentar proyectos

de ley en la Cámara de Diputados…”, los mismos no podrán estar referidos “... a reforma

constitucional, tratados internacionales, tributos, presupuesto y materia penal”.

La iniciativa popular implica el ejercicio de una función pública no estatal mediante la

cual los ciudadanos peticionan, en forma reglada, el tratamiento de un proyecto de ley a fin de

83 Zarini, Helio Juan, ob. cit., págs. 103/104. La expropiación es “... una institución de derecho público e

importa una facultad unilateral por la que el Estado (nacional, provincial o municipal) priva al propietario del bien, por

causa de utilidad pública calificada por ley, previo pago de una justa e integral indemnización… es una limitación al

derecho de propiedad en cuanto se refiere a lo perpetuo del dominio, es decir en relación al tiempo; limitación que

surge de manera forzosa, esté o no conforme el propietario, pues predominan el contenido social de la propiedad y

el valor justicia, que son superiores a los intereses particulares.... El procedimiento expropiatorio puede seguir dos

vías: a) acuerdo entre expropiante y expropiado; b) falta de consentimiento del propietario, en cuyo caso el Estado

debe promover juicio de expropiación contra el expropiado disconforme. El poder expropiatorio proviene de la propia

Constitución; el legislador no ha creado el instituto de expropiación, sin perjuicio de que sancione las

reglamentaciones normativas para aplicarlo en forma efectiva. Según este art. 17, son tres las condiciones

esenciales exigidas para que proceda la expropiación de un bien: a) causa de utilidad pública; b) una ley formal que

la declare; c) indemnización previa...”. 84 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 109.

Page 42: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

lograr la sanción, reforma o derogación de una norma jurídica en la que están interesados85.

Parece que el tipo de norma cuya sanción, reforma o derogación se impulsa, puede variar

según la amplitud que se reconozca al derecho de iniciativa y, en principio, todas las cuestiones

pueden ser proyectadas en una iniciativa popular. Pero en cambio -y aquí viene lo que en

particular nos importa-, el art. 39 de la Carta Magna excluye de ese mecanismo -que obliga al

Congreso a tratar el proyecto- un procedimiento que requiere una mayoría agravada para su

sanción, como la declaración de necesidad de reforma constitucional; un procedimiento

complejo que compromete la responsabilidad exterior del Estado, como la aprobación de los

tratados internacionales; una norma con alto componente técnico, como el presupuesto

nacional; y dos materias de alta sensibilidad, como la tributaria y la penal. La opción restrictiva,

elegida por los convencionales de 1994, quiere preservar de eventuales manipulaciones de la

opinión pública determinados temas que estima críticos86.

2.e.) La prohibición de dictar decretos de necesidad y urgencia en materia penal.

El art. 99 inc. 3º de la Carta Magna -también introducido a partir de la reforma

constitucional de 1994- prohíbe al Presidente de la Nación emitir decretos de necesidad y

urgencia en lo que a materia penal se refiere.

El mismo dispone -en lo que aquí interesa- que “... El Poder Ejecutivo no podrá en

ningún caso bajo pena de nulidad absoluta e insanable, emitir disposiciones de carácter

legislativo. Solamente cuando circunstancias excepcionales hicieran imposible seguir los

trámites ordinarios previstos por esta Constitución para la sanción de las leyes, y no se trate de

normas que regulen materia penal, tributaria, electoral o el régimen de los partidos políticos,

podrá dictar decretos por razones de necesidad y urgencia, los que serán decididos en acuerdo

general de ministros que deberán refrendarlos, conjuntamente con el jefe de gabinete de

ministros...”.

Esto significa que la Constitución prohíbe expresamente al primer mandatario a emitir

disposiciones legislativas, admitiendo sólo el dictado de los decretos de necesidad y urgencia

bajo la condición sustantiva de que concurran circunstancias excepcionales que hagan

imposible seguir los trámites ordinarios previstos para la sanción de las leyes. Sin embargo,

veda su dictado en cuatro materias: penal, tributaria, electoral y sobre partidos políticos. La

prohibición de dictar decretos de urgencia de sustancia penal o tributaria tiene como principio

85 Loñ, Félix R., (1997) “La iniciativa popular”. Revista Jurisprudencia Argentina. Buenos Aires, julio 18 de

1997. 86 Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 443.

Page 43: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

reforzar el principio de legalidad que en esos temas ya está asegurado (arts. 18 y 17

respectivamente)87.

2.f.) Las condiciones carcelarias.

El art. 18 de la Ley Fundamental dispone que “... Las cárceles de la Nación serán

sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida

que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquélla exija, hará

responsable al juez que la autorice”. Esta disposición ha dado lugar a dos interrogantes. El

primero de ellos referido a la finalidad del encarcelamiento y a la posibilidad; o no, de la

supresión de la pérdida de libertad como castigo penal. El segundo, relacionado con el primero,

acerca de si el alcance de la garantía corresponde sólo a los detenidos bajo proceso o debe

extendérsela a los condenados por sentencia firme.

Los constituyentes de 1853 conocían la doble función de la cárcel como lugar de

detención y de guarda de los presos hasta su juzgamiento, y como lugar en el que se hace

efectiva la pérdida de la libertad impuesta por el Estado en calidad de sanción.

Por otro lado, si cabe alguna duda acerca de la extensión a los condenados de las

garantías expresas deparadas a los detenidos mientras duren los procesos, la jerarquía

constitucional de los Tratados de Derechos Humanos y el art. 43 de la Constitución Nacional -

del cual hablaremos más adelante- aseguran esa protección a quienes pierden la libertad como

sanción88.

Las condiciones dignas y habitables con las que deben contar las cárceles, sean éstas

de detención o de cumplimiento de condenas, se extienden a las comisarías en casos de que

deban alojar transitoriamente a los detenidos. La práctica de mantener a las personas

procesadas en estos últimos lugares por largo tiempo no admite ninguna justificación

constitucional. Los gobiernos nacional y provinciales deben construir cárceles adecuadas que

respeten la dignidad de las personas -por imperativo constitucional y de los Tratados de

Derechos Humanos- y la sociedad debe tomar conciencia acerca de cuán necesario resulta

resolver el problema del hacinamiento y degradación carcelaria, por razones humanitarias y por

razones de seguridad de las personas detenidas y de la sociedad89.

87 Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 831. “... Las últimas dos materias excluidas [penal y tributaria],

surgieron de la desconfianza mutua entre los líderes políticos Alfonsín y Menem que convinieron llevar a cabo la

reforma constitucional de 1994. Quisieron, con ello, preservar las reglas del proceso democrático y la competencia

electoral...”. 88 Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 240/241, en especial el art. 2 de la Convención Interamericana para

Prevenir y Sancionar la Tortura y el art. 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. 89 Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 241.

Page 44: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

Cuando hablamos de personas privadas de la libertad ambulatoria, debemos hacer

referencia a la garantía consagrada expresamente en la Constitución Nacional a partir de la

reforma operada en 1994, y que tiene como principal objetivo esa libertad personal ante

detenciones o arrestos ilegales. Ella es el habeas corpus contemplada en el art. 43 de nuestra

Ley Fundamental que -en lo que aquí interesa- dispone que “... Cuando el derecho lesionado,

restringido, alterado o amenazado fuera la libertad física, o en caso de agravamiento ilegítimo

en la forma o condiciones de detención, o en el de desaparición forzada de personas, la acción

de hábeas corpus podrá ser interpuesta por el afectado o por cualquiera en su favor y el juez

resolverá de inmediato, aun durante la vigencia del estado de sitio...”.

Antes de la reforma encontraba su base constitucional en los arts. 18 y 33. En el

primero cuando establece que ningún habitante de la Nación puede ser “... arrestado sino en

virtud de orden escrita de autoridad competente” y, en el art. 33, cuando contempla los

derechos y garantías implícitos. También fue reglamentado por el art. 20 de la ley 48 (ya

derogado) y, posteriormente por el Código de Procedimiento en Materia Penal90. Finalmente se

sancionó la ley 23.098 que regula la acción de hábeas corpus en el orden nacional91.

Esta disposición legal contempla los tipos de hábeas corpus ya consagrados por la

doctrina y la jurisprudencia. El hábeas corpus reparador, para los casos en los cuales ya se

hubiere perdido la libertad física; el hábeas corpus preventivo, para la hipótesis de una

amenaza a la libertad ambulatoria; el hábeas corpus correctivo, que opera ante el agravamiento

en el modo y la forma en que se cumple una detención legítimamente ordenada, y el habeas

corpus restringido, para el supuesto de una restricción indebida a la libertad92.

El habeas corpus clásico protege contra las detenciones y arrestos ilegales. Estas se

producen por falta de causa legítima o razonable en la detención o porque la orden no parte de

autoridad pública o ésta es incompetente. De acuerdo a la ley reglamentaria, la garantía

procede contra acción u omisión, pero siempre de autoridad pública. La cuestión fue discutida

cuando se debatió la ley en el Senado. Y se optó por desestimar el empleo del habeas corpus

ante la detención de personas por parte de autoridad privada (por ejemplo si la retención

proviene de un director de escuela o de una clínica privada o del directivo de una empresa)

pues, esas situaciones encuentran remedio en otras disposiciones del ordenamiento jurídico

como el Código Penal.

El habeas corpus preventivo fue reconocido por el art. 3 inc. 1 de la ley 23.098. Según

la norma, el procedimiento corresponde ante acciones u omisiones de la autoridad pública que

90 El Código Procesal Penal de la Provincia de Buenos Aires contempla esta garantía en los arts. 405 a

412. 91 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 125. 92 Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 226/230.

Page 45: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

impliquen una amenaza actual a la libertad ambulatoria, sin orden escrita de autoridad

competente.

Respecto del hábeas corpus correctivo, sabemos que este art. 18 de la Constitución

Nacional -que venimos analizando- establece una serie de exigencias que deben cumplir las

cárceles de la Nación, para los detenidos, así como la finalidad de la detención, para seguridad

y no para castigo de las personas detenidas. Más allá de la discusión acerca de si la garantía

corresponde a los detenidos sujetos a proceso o también a los condenados, la ley 23.098

dispone la procedencia del hábeas corpus ante el agravamiento ilegítimo de la forma y

condiciones en que se cumple la privación de la libertad (art. 3 inc. 2). En 1994 tal criterio fue

adoptado explícitamente por el art. 43 de la ley Suprema. Las dos suponen que los detenidos

tienen derechos constitucionales -o de raíz constitucional- pese a la detención. Como la ley no

distingue, esos derechos perviven, aun en casos de pérdida de la libertad ambulatoria por

condena firme. Ahora bien, como es sabido todos los derechos constitucionales admiten

reglamentaciones razonables por el juego de los arts. 14 y 28 de la Constitución Nacional. En

consecuencia, señalado el principio, algunos derechos constitucionales de los presos pueden

recibir restricciones más fuertes que las que padecen las personas en libertad, como efecto de

la detención. A partir de la reforma de 1994, la jerarquía constitucional otorgada, entre otros, a

la Convención Americana sobre Derechos Humanos proporciona una protección más. En

efecto, el art. 5°, en especial el inc. 2 de este tratado dice que “... toda persona privada de

libertad será tratada con el respeto debido a la dignidad humana inherente al ser humano...”, en

tanto que el inc. 6 prescribe “... las penas privativas de libertad tendrán como finalidad esencial

la reforma y la readaptación social de los condenados...”93.

Por último, el hábeas corpus restringido procede ante todo acto u omisión de autoridad

pública que sin privar de la libertad, genere hostigamiento o alteraciones a ella94…

2.g.) La seguridad

La seguridad como derecho y como garantía es básica en la Constitución Nacional y

se la puede analizar en el Preámbulo, en el art. 18, en el art. 33 y en los Pactos Internacionales

de Derechos Humanos que han obtenido jerarquía constitucional.

En primer lugar, nuestro Preámbulo habla de “... promover el bienestar general, y

asegurar los beneficios de la libertad para nosotros...”. Y la Ley Fundamental toma a estos

objetivos como móviles fundantes de la misma.

93 Gelli, María Angélica, ob. cit., págs. 425/426. A su vez, la Declaración Americana de Derechos y

Deberes del hombre, otorga similar protección en el art. 25. 94 Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 427.

Page 46: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

Más específicamente la CN alude a la seguridad cuando se refiere a las cárceles en

su artículo 18, prescribiendo que serán sanas y limpias para seguridad, y no para castigo de los

detenidos en ellas.

Por otra parte, la seguridad puede considerarse tanto como un derecho y como

garantía implícitos. Así lo dispone el art. 33.

Es muy importante tener en cuenta que, como se dijo previamente, la seguridad de los

ciudadanos es uno de los principales móviles que se consideraron para legitimar el derecho de

castigar en manos exclusivas del Estado; y que la generalización de los conflictos penales

puede llegar a afectar la estabilidad política.

Los Tratados de Derecho Humanitario, con jerarquía constitucional también garantizan

a la seguridad. Lo hacen al enunciar propósitos, al consagrar explícitamente este derecho y al

limitar los derechos y garantías que consagran.

Por ejemplo, en los propósitos de la Declaración Universal de Derechos Humanos se

establece que “Considerando que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos

humanos han originado actos de barbarie ultrajante para la conciencia de la humanidad y que

se ha proclamado como la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un mundo

en que los seres humanos, liberados del temor y la miseria, disfruten de la libertad de la

palabra y de la libertad de la creencia”.

También la DUDDHH prevé en forma expresa este derecho en el art. 1 “Todos los

seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y dotados como están de razón

y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”; y en el art. 3 “Todo

individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”.

Finalmente la seguridad es aludida como límite de otros derechos de las personas. Así

en la DUDDHH, el art. 29 establece que “Toda persona tiene deberes respecto de la

comunidad puesto que sólo en ella puede ejercer libre y plenamente su responsabilidad. 2. En

el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades, toda persona estará solamente

sujeta a las limitaciones establecidas por la ley con el único fin de asegurar el reconocimiento y

el respeto de los derechos y libertades de los demás, y de satisfacer las justas exigencias de la

moral, del orden público y del bienestar general en una sociedad democrática”. El Pacto de San

José de Costa Rica, al referirse a la correlación entre deberes y derechos, reza en el art. 32

que “1. Toda persona tiene deberes para con la familia, la comunidad y la humanidad. 2. Los

derechos de cada persona están limitados por los derechos de los demás, por la seguridad de

todos y por las justas exigencias del bien común, en una sociedad democrática”

El resguardo y la protección de los DDHH involucra tanto al Estado, los funcionarios

públicos, como los ciudadanos. Por otra parte involucra la seguridad de: 1) la persona

restringida de la libertad; 2) los funcionarios públicos; 3) los habitantes de la Nación.

Page 47: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

Sin embargo la seguridad de las personas detenidas tiene especiales recaudos. Por

un lado, obliga a los Jueces que la ordenaron (art. 18, C.N.) o a las autoridades que la ejerzan

(art. 30, Const. Pcial.); y por el otro, tiene mecanismos de resguardo especiales como el

Habeas Corpus (arts. 43, C.N. y 20 Const. Pcial.).

Por último queremos dejar esbozado que existen factores que pueden afectar

severamente la seguridad. A modo de ejemplo podemos citar -entre otros-: la anomia

generalizada, la proliferación acrítica de leyes, la reiteración contradictoria en las leyes; la

legislación “urgente” y “presionada”; las lecturas arbitrarias de la ley, que se interpreta y aplica

sin demasiados fundamentos y genera incertidumbre, etc. Cabe aclarar aquí que pueden

presentarse muchos más.

En otras ocasiones también puede quedar afectada por las prácticas y en particular

por las que se llevan a cabo en el mundo de los encierros carcelarios. Desde el punto de vista

externo, podemos enumerar: 1) la visión judicial (por ejemplo: el alojamiento inadecuado de las

personas por la desvinculación de las familias, o la imposibilidad de un tratamiento adecuado

para ciertas patologías reiteradas como las adicciones; los traslados frecuentes de los

detenidos que circulan por diversas unidades penitenciarias y las consecuencias que se

derivan de estas peregrinaciones: ausencia de un plan de tratamiento, desarraigo,

desvinculación familiar; las muertes y las lesiones de los detenidos ocasionadas casi

exclusivamente por otros detenidos; el alojamiento en celdas de castigo para asegurar la

integridad física del interno); 2) la visión ciudadana (referida a la inseguridad que diariamente

padece un ciudadano: tal es el caso de los “secuestros virtuales” o de delitos cometidos en

“salidas transitorias” o libertades anticipadas); y 3) la visión de Organizaciones de Derechos

Humanos que han interpuesto acciones legales (como el CELS o la Comisión Provincial por la

Memoria). Finalmente, desde la visión interna podemos mencionar aquello que sucede

cotidianamente en el mundo de las unidades carcelarias.

3. Las normas procesales penales de la CN.

La Constitución impone que para poder aplicar una pena es indispensable un juicio

previo y contiene una serie garantías y regulaciones en relación a estos juicios. Analizaremos

primero las garantías y luego otras regulaciones

Page 48: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

3.a.) La necesidad de un juicio previo.

La norma constitucional -art. 18- dispone que “Ningún habitante de la Nación puede

ser penado sin juicio previo95...”. Este juicio anterior a la pena, es un proceso regular y legal,

tramitado por y ante el juez competente96.

Dentro del campo jurídico, la palabra proceso constituye una secuencia o serie de

actos y de etapas judiciales desenvueltos progresivamente y que se consideran como una

unidad, en vista del fin que los reúne: obtener el pronunciamiento judicial que ponga fin al

proceso juicio.

Ese juicio preciso que exige este art. 18, está formado por actividades, por etapas

progresivas que, siendo materialmente distintas y estando cronológicamente separadas las

unas de las otras, se relacionan en forma tal que no se puede eliminar una etapa sin afectar la

validez de las que le suceden97.

Tales etapas que inexorablemente deben cumplirse en el juicio penal, son: acusación,

defensa, prueba y sentencia. Ellas se vinculan por la unidad del fin que persiguen: arribar a una

sentencia judicial que determine si la conducta humana, objeto de juzgamiento, debe o no ser

sancionada y, en caso afirmativo con qué pena, de conformidad con la ley aplicable ya vigente.

De tal forma la cláusula constitucional analizada garantiza a todos los habitantes del

Estado que, mientras no se tramita ese juicio previo, nadie puede ser penado, porque una

persona sólo es culpable cuando la justicia así lo declara en un pronunciamiento firme, que

adquiere autoridad de cosa juzgada.

Mientras una persona no es declarada culpable por sentencia firme, goza de un estado

o de una presunción de inocencia, aunque con respecto a ella se haya abierto una causa penal

y cualquiera sean las medidas adoptadas durante el proceso98.

95 El art. 11 ap. 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos contemplan esta garantía y establece que “... Toda persona

acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en

juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa...”. 96 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 115. 97 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 115.

Véase -además- Gelli, María Angélica, ob. cit., págs. 225/226. Esto se vincula con el debido proceso legal que constituye una

garantía amplia e innominada, con aspectos adjetivos y sustantivos. El primero de ellos o debido proceso formal incluye el

principio de legalidad, pero no lo agota. En materia penal, resulta imprescindible que, para incriminar una consulta, se sancione

una ley por el Congreso Federal, la que debe establecer el tipo penal y la pena consecuente. Los aspectos materiales del proceso

penal o debido proceso sustantivo habilitan el control de razonabilidad de las medidas restrictivas de los derechos personales,

ordenadas para perseguir el delito. En estos casos en que están involucradas garantías esenciales de la libertad humana el stándar

de control debe ser más estricto, no alcanzando con el examen de la relación o adecuación entre el fin de la norma y los medios

elegidos para cumplirlos. Respecto del debido proceso legal, podemos mencionar otras garantías contempladas en los Tratados

Internacionales, y que se vinculan directamente a él. Ellas son: la prohibición de instancia única (arts. 14, ap. 5 del Pacto

Internacional de Derechos Civiles y Políticos; 8 ap. 2 h de la Convención Americana de Derechos Humanos) y la duración

razonable tanto del proceso como de la privación de la libertad (art. 7 ap. 5 de la Convención Americana de Derechos Humanos). 98 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 116.

La presunción de inocencia se encuentra consagrada en la Declaración Americana de los Derechos y

Deberes del Hombre (art. 26); Declaración Universal de Derechos Humanos (art. 11 ap. 1); Pacto Internacional de

Derechos Civiles y Políticos (art. 14, ap. 2); Convención Americana de Derechos Humanos (art 8 ap. 2 h).

Page 49: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

Pero en el caso de ser condenado, el juez encargado de juzgarlo es quien aplica una

pena -como dijimos- conforme a la ley vigente al momento de cometer el hecho. Entonces, si

es el Poder Legislativo quien -a través del Congreso- dicta los códigos de fondo como es el

Código Penal y en consecuencia es quien determina la escala penal de las figuras

contempladas en dicho cuerpo legal, corresponde, por lo tanto, al Poder Judicial -mediante sus

magistrados constitucionalmente designados- determinar el monto de pena y la aplicación de la

misma.

3.b.) Los jueces naturales.

Cuando hablamos de juez competente podemos referirnos a la garantía de juez

imparcial. Esta garantía tiene en el art. 18 dos protecciones expresas: el derecho a no ser

juzgado por comisiones especiales y a no ser apartado de los jueces designados por la ley

antes del hecho que motiva la causa. Es lo que se denomina la garantía del juez natural y tiene

por fin asegurar la máxima imparcialidad en el juzgamiento de las personas. La otra garantía

deriva del alcance del concepto de imparcialidad, asegurada en las leyes procesales mediante

los institutos de recusación e inhibitoria. La garantía de juez natural impide tanto la creación de

fueros personales -prohibidos por el art. 16 de la Constitución Nacional- como la de comisiones

especiales dispuestas con la finalidad de reprimir hechos sucedidos con anterioridad. Aunque

están conectadas, la prohibición de establecer comisiones especiales y el resguardo del juez

natural constituyen dos situaciones diferentes. La primera se refiere al establecimiento en

particular, para un caso o tipo de casos singulares, de tribunales cuya existencia es accidental

y que concluyen su cometido con el enjuiciamiento de las personas involucradas en esos casos

especiales. El impedimento para que esas comisiones juzguen deriva, también, de las

prohibiciones dispuestas en el art. 29 de la Constitución Nacional en tanto esa norma bloquea

la posibilidad de otorgar al Poder Ejecutivo facultades extraordinarias. Por otro lado, la garantía

de juez natural limita la aplicación retroactiva del cambio de competencia de los magistrados,

aunque éstos conformen instituciones judiciales permanentes, con competencia delimitada por

leyes generales pero que no tienen atribuciones para juzgar el hecho de que se trata, en el

momento en que sucede. En cuanto a la imparcialidad propiamente dicha, es decir a la que

deben tener los magistrados instituidos conforme a la ley, para juzgar casos generales y con

competencia asignada también por normas generales, dictadas antes de los hechos de la

causa de que se trate, varios de los Tratados de Derechos Humanos a los que la reforma de

1994 otorga jerarquía constitucional establecen, expresamente, el derecho a ser oída ante

tribunales independientes e imparciales. La medida de la imparcialidad es una cuestión

problemática que resuelven, en general, las leyes adjetivas o procesales, mediante

Page 50: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

instituciones como la recusación o la inhibitoria. Estas disposiciones y las que ordenan el

proceso penal, organizando la tarea de los jueces intervinientes; admiten el examen de

razonabilidad en tanto esas disposiciones pueden afectar la garantía del juez imparcial99.

En cuanto a los Tratados Internaciones que instituyen esta garantía, podemos

mencionar: la garantía de Juez imparcial: arts. 26 de la Declaración Americana de los Derechos

y Deberes del Hombre; 10 de la Declaración Universal de Derechos Humanos; 14 ap. 1 del

Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; 8 ap.1 de la Convención Americana de

Derechos Humanos. La de juez independiente: arts. 10 de la Declaración Universal de

Derechos Humanos; 14 ap. 1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; 8 ap.1 de

la Convención Americana de Derechos Humanos. Y la garantía de juez natural: arts. 26 de la

Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; 9 ap. 3 y 14 ap. 1 del Pacto

Internacional del Derechos Civiles y Políticos; 8 ap.1 de la Convención Americana de

Derechos Humanos

3.c.) La defensa en juicio.

De acuerdo con el art. 18 de la Constitución Nacional “... Es inviolable la defensa en

juicio de la persona y de los derechos...”100.

Constituye una garantía amplia y significa que todo habitante tiene derecho a ocurrir

ante la justicia o los órganos administrativos, para la defensa de su persona y de sus derechos.

Allí tiene que ser oído, debe contar con la posibilidad de hacer valer sus medios de defensa en

la forma establecida por la ley y de obtener una resolución que debe ser oportuna en el tiempo,

debidamente fundada y justa101.

Está dirigida a proteger la libertad individual y se pone de manifiesto en un conjunto de

derechos. Así el imputado puede o no declarar sin que su negativa signifique presunción en

contra102; declarar cuantas veces lo desee siempre que con ello no intente perturbar la acción

99 Gelli, María Angélica, ob. cit., págs. 226/230.

100 Instituida también, esta garantía, en el art. 11 ap. 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. 101 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 119.

En primer lugar, el derecho a defenderse personalmente y a elegir y comunicarse con un defensor se consagra en el art. 14 ap. 3 b

y d del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; art. 8 ap.2 d de la Convención Americana de Derechos Humanos. En

segundo término, el derecho a ser oído públicamente se halla plasmado en el art. 26 de la Declaración Americana de los Derechos

y Deberes del Hombre; art. 10 de la Declaración Universal de Derechos Humanos; art. 14 ap.1 del Pacto Internacional de

Derechos Civiles y Políticos; art. 8 ap.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos. Finalmente, el derecho a contar con

los medios y tiempo para preparar las defensa, se encuentra en el art. 14 ap. 3 b del Pacto Internacional de Derechos Civiles y

Políticos; art. 8 ap. 2 c de la Convención Americana de Derechos Humanos. 102 Zarini, Helio Juan, ob. cit., págs. 118/119. Como derivado del “derecho de defensa en juicio” aparece la

garantía consagrada también en el art. 18 de la Constitución nacional que establece que “... Nadie puede ser

obligado a declarar contra sí mismo...”. Implica “... un principio de profundo contenido humano, que permite al

imputado de un delito negarse a prestar declaración sin que ello siente una presunción en su contra. Evita, así,

Page 51: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

de la justicia; designar su defensor o que el estado le provea del mismo si no desea nombrarlo

o no está en condiciones económicas de pagarlo; confirmar por todos los medios su inocencia;

acreditar las circunstancias que atenúan su responsabilidad, si la tuviere, etc.103.

En conclusión: mientras no sea resguardada la defensa de la persona y de los

derechos de quien es imputado, no puede haber juicio constitucionalmente válido104.

3.d.) Inadmisibilidad de la persecución penal múltiple (“non bis in idem”).

Se trata de una garantía de seguridad individual, cuyo significado ha sido reconocido

internacionalmente. El pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos en su art. 14 ap. 7

establece que “nadie podrá ser juzgado ni sancionado por un delito por el cual haya sido

condenado o absuelto por una sentencia firme de acuerdo con la ley y el procedimiento penal

de cada país”. En el ámbito americano, la Convención Americana de Derechos Humanos

(Pacto de San José de Costa Rica dispone en su art. 8 ap. 4 que “El inculpado absuelto por

una sentencia firme no podrá ser sometido a nuevo juicio por los mismos hechos”.

Nuestra Constitución Nacional no la prevé expresamente. Sin embargo, con arreglo a

su art. 28, según el cual su enunciación no es limitativa, se lo ha reconocido como una de las

garantías no enumeradas, pero que surgen del sistema republicano y del Estado de Derecho.

Se alude a este principio a través de dos fórmulas lingüísticas de diversa extensión.

Una de ellas, la de alcance más restringido, se refiere sólo a la reacción penal material, a la

colocar a la persona culpable en la disyuntiva de mentir en su declaración para eludir el castigo o acarrearse su

propia condena siendo fiel a la verdad. Además, impide que, con el pretexto de llegar a la verdad, se obtengan

confesiones que se hagan aparecer como espontáneas, empleando tormentos, torturas... u otros procedimientos de

la técnica moderna que disminuyen la capacidad mental y desarticula física y psíquicamente al hombre...”. Asimismo

este derecho a no ser obligado a declarar contra sí mismo ni a declararse culpable, se estatuye en el art. 14 ap. 3 g

del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; arts. 8 ap. 2 g y 8 ap. 3 de la Convención Americana de

Derechos Humanos. 103 Zarini, Helio Juan, ob. cit., págs. 119/120.

Véase -asimismo- Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 238/239. “... Aunque no surge de modo expreso del

texto de la Constitución Nacional, el derecho a contar con un abogado defensor deriva de la defensa en juicio, que

implica la existencia de formas sustanciales en el proceso penal: acusación, defensa, prueba y sentencia. Desde la

primera intervención de todo acusado en el juicio... corresponde que se le informe del derecho a contar con un

abogado defensor, pues la sentencia debe expresar las conclusiones definitivas de la acusación y de la defensa...”.

En los Tratados Internacionales, la irrenunciabilidad a ser asesorado por un defensor se enuncia en el art. 14 ap. 3 d del Pacto

Internacional de Derechos Civiles y Políticos; art. 8 ap. 2 d y e de la Convención Americana de Derechos Humanos. En tanto que

el derecho a la asistencia letrada gratuita se encuentra en el art. 14 ap. 3 d del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos;

8 ap. 2 e de la Convención Americana de Derechos Humanos. 104 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 120.

Otros derechos derivados de la “defensa en juicio” son: el derecho a la información del hecho imputado (arts. 14 ap. 3 a del Pacto

Internacional de Derechos Civiles y Políticos; 8 ap. 2 b de la Convención Americana de Derechos Humanos) y la garantía contra

el doble juzgamiento (arts. 14 ap. 7 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; 8 ap. 4 de la Convención Americana

de Derechos Humanos).

Page 52: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

consecuencia de la perpetración de un hecho punible, llámese condena, pena o castigo. Dicha

forma de regular la garantía se denomina de sentido meramente material. La segunda fórmula

lingüística, de alcance más vasto, impide la múltiple persecución penal; se extiende, por ello,

como garantía de seguridad para el imputado, al terreno del procedimiento penal; por esa

razón, tiene también sentido procesal y cubre el riesgo de una persecución penal renovada,

cuando ha fenecido una anterior o aún está en trámite. El principal efecto de la regla, así

concebida, es impedir, absolutamente, toda posibilidad de establecer el recurso de revisión en

disfavor del imputado absuelto o del condenado por un delito más leve. La fórmula extiende su

influencia al mismo trámite procesal, declarando inadmisible tanto el regreso sobre una

persecución penal ya agotada, cuanto la persecución penal simultánea ante distintas

autoridades105.

Lo que la ley argentina pretende es proteger a cualquier imputado como autor de un

delito o partícipe de él, del riesgo de una nueva persecución penal, simultánea o sucesiva, por

la misma realidad histórica atribuida, única interpretación compatible si se quiere garantizar un

verdadero Estado de Derecho.

Pero, teniendo en cuenta lo dicho, ¿Cuándo existe persecución penal múltiple?

Los juristas, a fin de responder analíticamente a los problemas que el principio plantea,

han requerido la conjunción de tres identidades distintas para dar solución abstracta a la

infinidad de casos posibles. Ellas son:

• Identidad de la persona perseguida: ampara sólo a la persona que, perseguida

penalmente, haya o no recaído sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada, vuelva a ser

perseguida en otro procedimiento penal, que tiene como objeto la imputación del mismo hecho.

Debe tratarse, entonces, del mismo imputado en una y otra persecución penal,

comprendiéndose como imputado la persona que es indicada como autor del hecho o partícipe

en él ante cualquiera de las autoridades establecidas por la ley para la persecución penal106.

• Identidad del objeto de la persecución: la mera identidad personal no es suficiente:

para que la regla funciones y produzca su efecto impediente característico, la imputación tiene

que ser idéntica, y la imputación es idéntica cuando tiene por objeto el mismo comportamiento

atribuido a la misma persona. Sin embargo, no resulta siempre sencillo resolver este extremo.

La regla genérica que gobierna el principio prescinde, en un primer momento, de toda

valoración jurídica del hecho: se mira al hecho como acontecimiento real, que sucede en un

lugar y en un momento o período determinados, sin que la posibilidad de subsunción en

distintos conceptos jurídicos afecte la regla, permitiendo una nueva persecución penal, bajo

105 Maier, Julio B. J., (2004), Derecho Procesal Penal Argentino. Buenos Aires, Editores del Puerto, Tomo

I Fundamentos, págs. 368/373. 106 Maier, Julio B. J., ob. cit., pág. 377.

Page 53: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

una valoración distinta de la anterior. Dos objetos procesales son idénticos y no permiten

persecuciones penales distintas, simultáneas o sucesivas, cuando la imputación consiste en la

misma acción u omisión concreta, aun cuando sólo afirmadas hipotéticamente como ciertas107.

• Identidad de la causa de la persecución: esta identidad se refiere a la jurisdicción de

los jueces, en el sentido de que ambos examinan el hecho imputado con idénticos poderes

jurídico-penales, pero a poco andar, se observa que el concepto no explica, en verdad, el

contenido de lo que se quiere decir. Se trata de delinear ciertos límites racionales al

funcionamiento del principio, en el sentido de permitir la doble persecución penal, cuando la

primera persecución, o una de ellas, no haya podido arribar a una decisión de mérito o no haya

podido examinar la imputación. Se trata de una regla jurídica que impide agotar el caso, bien

inhibiendo la sentencia de mérito, bien impidiendo unificar procesalmente la pretensión punitiva.

No se trata de establecer una identidad por comparación, sino de reconocer excepciones a la

aplicación de la regla, cuando están presentes las identidades requeridas por ella. Estos casos

constituyen un permiso excepcional del orden jurídico, para perseguir más de una vez, a una

misma persona y por un mismo hecho108.

3.e.) La protección del domicilio y el allanamiento.

El art. 18 de la Constitución Nacional establece que “... El domicilio es inviolable...; y

una ley determinará en qué casos y con que justificativos podrá procederse a su allanamiento y

ocupación...”109.

En el domicilio se desenvuelve con plenitud la vida privada del hombre que, en tanto

no afecte el orden y la moral pública ni perjudique a terceros, está sólo reservada a Dios y

exenta de la autoridad de los magistrados (art. 19).

El domicilio protegido constitucionalmente tiene un alcance más amplio que el

domicilio regulado por el Código Civil. Ampara el recinto o vivienda del hombre, donde se

desenvuelve su vida privada, sea móvil o inmóvil, de uso permanente o transitorio (por ejemplo:

la casa, la habitación de un hotel, el camarote de un barco, etc.)110.

Pero esta protección no puede ser absoluta y convertir el domicilio en lugar que

asegure la impunidad de delitos o contravenciones. La ley, pues, debe determinar en que casos

y con qué requisitos puede procederse al allanamiento del domicilio. Por eso se autoriza el

107 Maier, Julio B. J., ob. cit., págs. 380/382. 108 Maier, Julio B. J., ob. cit., págs. 399/401.

109 La inviolabildad del domicilio está consagrada el art. 9 de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre;

art. 12 de la Declaración Universal de Derechos Humanos; art. 17 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; art. 11

ap. 2 de la Convención Americana de Derechos Humanos. 110 Zarini, Helio Juan, ob. cit., págs. 120/121.

Véase -en el mismo sentido- Donna, Edgardo Alberto, ob. cit., Tomo II-A, págs. 299/306.

Page 54: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

allanamiento, con orden judicial, por causas de seguridad pública (por ejemplo; investigación de

delitos, detención de sospechosos, etc.) o por razones de necesidad. En este último caso

podría prescindirse de la orden judicial cuando se trata de prevenir o de evitar un daño mayor o

un peligro inminente (por ejemplo: comisión de un crimen, incendio derrumbe, inundación,

etc.)111.

La orden judicial es condición necesaria, pero no suficiente de la legalidad del

allanamiento, pues aquella debe indicar causa y objetos a requisar. No obstante, la orden

judicial puede dispensarse en caso de mediar consentimiento expreso de quien tuviere derecho

a excluir del domicilio y pueda verse afectado por el allanamiento, dado que la garantía protege

a las personas -con el derecho a no autoincriminarse- y no a los lugares. También puede

dispensarse la orden de allanamiento por imposibilidad de obtenerla, por causa de urgencia o

para impedir un delito quedando sujeto el procedimiento, en esos casos, a un estricto control de

legalidad y razonabilidad por parte del juez112.

La legalidad de los allanamientos está directamente ligada con la exigencia de juicio

previo fundado en ley, como condición ineludible para emitir y aplicar una condena. Juicio que

debe ser regular, es decir, que debe respetar las reglas del debido proceso adjetivo o debido

proceso legal113.

3.f.) La protección de la correspondencia epistolar.

También este art. 18 de la Carta Magna establece que “... la correspondencia epistolar

y los papeles privados...” son inviolables114.

Esta garantía, como en el caso de la anterior, protege la esfera de intimidad o reserva

del individuo, manteniendo el secreto de toda expresión privada de ideas y de sentimientos. Es

una forma de tutela de la libertad personal.

Quedan amparadas así, las cartas, las historias clínicas, los legajos profesionales, las

comunicaciones por teléfono o por radiotelegrafía y cualquier otro medio que se utilice para la

expresión de la libertad de intimidad.

111 Zarini, Helio Juan, ob. cit., págs. 120/121.

Véase -a su vez- Donna, Edgardo Alberto, ob. cit. págs. 336/339, quien enumera las causales de

justificación de ingreso al domicilio, al explicar el art. 152 del Código Penal. 112 Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 235.

Véase -también- Donna, Edgardo Alberto, ob. cit. Tomo II-A, págs. 235/331; y arts. 219, 220, 221, 222 y

223 del Código de Procedimiento Penal de la Provincia de Buenos Aires. 113 Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 236.

114 La protección de dicha garantía se halla consagrada en la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (art.

10); Declaración Universal de Derechos Humanos (art. 12); Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 17);

Convención Americana de Derechos Humanos (art. 11 ap. 2).

Page 55: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

Tal como ocurre con la violación de domicilio, también aquí se trata de un derecho que

el individuo ejerce con amplitud por lo que el Código Penal prevé la pena aplicable a la

violación de secretos.

Esta inviolabilidad no es absoluta. Las leyes pueden reglamentarla, razonablemente,

conforme con las exigencias de bienestar general y del resguardo del orden público. El mismo

art. 18 expresa que “... una ley determinará en qué casos y con que justificativos podrá

procederse a su allanamiento y ocupación...”115.

3.g.) La inmunidad de arresto

La inmunidad de arresto de los congresistas constituye una de las garantías

institucionales de los electores. Se encuentra consagrada en el art. 69 de la Constitución

Nacional116 y tiende a prevenir los arrestos políticos o las persecuciones oficialistas que

intenten silenciar las críticas o neutralizar los controles.

En efecto, esta prerrogativa cubre temporalmente al legislador desde el día de su

elección -aun antes de haberse incorporado a la Cámara respectiva- hasta el de su cese por

los motivos que fuesen117.

Si bien la inmunidad de arresto impide tanto la detención como la prisión preventiva o

la impuesta por condena firme -subsistiendo aun durante el estado de sitio-, sí permite que se

promuevan acciones criminales contra el legislador, siempre que no tengan origen en sus

opiniones como representantes del pueblo o de las provincias. Tampoco impide que se

adelanten los procedimientos de los respectivos juicios en tanto no se afecte la libertad

personal de los congresistas, o sea mientras no se dicte orden de arresto o prisión, ya sea ésta

preventiva o de carácter definitivo118.

115 Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 121.

Véase -además- Donna, Edgardo Alberto, ob. cit. Tomo II-A, págs. 341/381, cuando explica los arts. 153 a

157 bis relativos al Capítulo III “Violación de Secretos”, del Título V “Delitos contra la libertad”, del Libro II “De los

Delitos”, del Código Penal. 116 Art. 69 de la Constitución Nacional: “Ningún senador o diputado, desde el día de su elección hasta el

de su cese, puede ser arrestado; excepto el caso de ser sorprendido in fraganti en la ejecución de algún crimen que

merezca pena de muerte, infamante, u otra aflictiva; de lo que se dará cuenta a la Cámara respectiva con la

información sumaria del hecho”. 117 Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 629.

En el mismo sentido, véase Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 252. “... Este privilegio se mantiene desde la

elección del legislador (no desde su incorporación a la Cámara) y hasta el cese de su mandato...”. 118 Gelli, María Angélica, ob. cit., págs. 630/631.

Véase -a su vez- Zarini, Helio Juan, ob. cit., págs. 251/252. “... El art. [69 de la Constitución Nacional]... no

se opone a la iniciación de acciones criminales contra un miembro del Congreso, que no tenga origen en sus

opiniones como legislador... Tampoco obsta a que se adelanten los procedimientos en los respectivos juicios,

Page 56: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

En suma, y dado que en los sistemas de las repúblicas igualitarias las prerrogativas

constituyen la excepción, e interpretando armónicamente con el orden político el art. 69 de la

Constitución Nacional, surge la regla en virtud de la cual los legisladores tienen inmunidad de

arresto pero no de proceso. Es la solución que instrumentó la ley 25.320119.

Por otra parte, si el legislador es arrestado en el momento de cometer un delito de los

que merecen las penas mencionadas en la Constitución -de muerte, infamantes, o aflictivas- la

inmunidad cesa. No obstante, ordenada y ejecutada la detención, el magistrado debe dar

cuenta a la Cámara para que ésta proceda al desafuero del legislador que, de todos modos,

puede denegar. Lo que no parece razonable es que la Cámara desconozca que el congresista

ha sido hallado in fraganti en la ejecución de uno de los delitos indicados en el art. 69.

El concepto de flagrancia surge del art. 285 del Código Procesal Penal de la Nación y

de su par el art. 154120 en el Código de Procedimiento de la Provincia de Buenos Aires.

Dado que las penas infamantes no existen en el sistema penal argentino -aunque se

refieren a ellas, directamente el art. 29, e indirectamente el art. 119 de la Constitución Nacional-

sólo la comisión delitos da lugar a la detención, pues las penas aflictivas remiten a éstos121.

Esta inmunidad está directamente relacionada con el art. 70 de la Constitución

Nacional que regula el instituto del desafuero y establece que “Cuando se forme querella por

escrito ante las justicias ordinarias contra cualquier senador o diputado, examinado el mérito

del sumario en juicio público, podrá cada Cámara, con dos tercios de votos, suspender en sus

mientras no se afecte la libertad personal del legislador, con orden de arresto o prisión. Vale decir que lo que

prohíbe... es que el legislador sea privado de su libertad física o corporal…. La inmunidad de arresto tiene vigencia,

incluso durante el estado de sitio...”. 119 Gelli, María Angélica, ob. cit., págs. 631 y 636/637. La ley 25.320 (B.O. 13-09-2000) reglamentó el art.

70 de la Constitución Nacional, disponiendo límites precisos a la inmunidad de proceso penal de los legisladores y

manteniendo, con esos lindes, la inmunidad de funcionarios y magistrados judiciales. “... la nueva norma estableció

varias reglas: a) la posibilidad judicial de someter a proceso penal a un legislador, hasta la total conclusión del

procedimiento; b) la habilitación judicial para llamar a indagatoria a un legislador, medida que no es considerada

restrictiva de la libertad. Por lo tanto, en mi opinión, si el procedimiento subsiguiente a la indagatoria implicara prisión

preventiva, ésta podrá dictarse pero no ejecutarse. Tampoco podrá ejecutarse ninguna otra medida que limite la

libertad ambulatoria, salvo que el legislador sea separado de su cargo; c) el legislador puede no concurrir a prestar

declaración indagatoria, en cuyo caso el tribunal debe solicitar su desafuero; d) el legislador imputado de un delito,

aun cuando no fuere llamado a indagatoria puede presentarse ante el tribunal a clarificar los hechos e indicar las

pruebas que puedan serle útiles; e) se prohíbe allanar el domicilio u oficinas del legislador o interceptar su

correspondencia o sus comunicaciones telefónicas sin autorización de la Cámara respectiva...”. 120 Art. 154 del C.P.P.B.A.: “Se considera que hay flagrancia cuando el autor del hecho es sorprendido en el momento de

cometerlo o inmediatamente después, o mientras es perseguido por la fuerza pública, el ofendido o el público, o mientras tiene

objetos o presenta rastros que hagan presumir que acaba de participar en un delito”. 121 Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 632. La ley declarativa de necesidad de la reforma debió incluir la

revisión de esta norma para corregir las penas allí consignadas, sobre todo en lo referido a la pena de muerte luego

de que la República Argentina ratificara la Convención Americana de Derechos Humanos.

Page 57: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

funciones al acusado, y ponerlo a disposición del juez competente para su juzgamiento”. Es

decir, esta última norma es complementaria de la inmunidad de arresto.

Tal como la doctrina y la jurisprudencia lo reconocen en la interpretación armónica de

los arts. 69 y 70 de la Ley Fundamental, la suspensión del legislador es un requisito de la

detención futura o de la convalidación de un arresto efectuado ante la flagrancia del legislador.

Pero no es condición de la iniciación y prosecución del proceso penal contra los mismos

excepto cuando se llegue a la etapa que implique la prisión preventiva de los congresistas.

Otorgar o no el desafuero, constituye una facultad discrecional de cada una de las

Cámaras del Congreso que requiere dos tercios de votos -de los presentes, asegurado el

quórum- para suspender al legislador.

Que la atribución de las Cámaras sea discrecional no significa que pueda ser

arbitraria. El desafuero debe ser motivado y fundado. Es, por otro lado, lo que el mismo art. 70

exige al disponer que las Cámaras examinarán el mérito del sumario -los hechos que abren la

instancia judicial y el derecho eventualmente aplicable- y, por añadidura, en juicio público. Esta

última previsión constitucional desestima la posibilidad de conceder o denegar el desafuero en

sesión secreta y dispone, con ello, un control público sobre la decisión que en definitiva adopte

la Cámara.

Si la Cámara del Congreso no otorga el desafuero, el magistrado debe disponer la

libertad del legislador pues, como se dijo, constituye una prerrogativa de la Cámara de

Legislativa concederlo o no122.

3.h.) La imprescriptibilidad de acciones penales por ciertos delitos

El tiempo extingue la posibilidad de hacer ciertos juicios, y de aplicar ciertas penas,

mediante lo que se denomina la prescripción de las acciones penales y las penas que regula el

C.P. Sin embargo la Constitución Nacional y los Tratados prevén que para ciertos delitos, ni las

acciones, ni las penas se extinguen por prescripción. Es decir son imprescriptibles.

Desde la perspectiva del derecho interno se debe interpretar la imprescriptibilidad de

ciertos delitos como aquella garantía de todo Estado Social, Constitucional y Democrático de

Derecho, en función de la cual, dando cumplimiento a lo establecido en los tratados

internacionales sobre derecho humanitario, y al respeto de la esencia misma de la dignidad de

la persona, los Estados no puede imponer plazo perentorio alguno cuando se deba investigar,

procesar o acusar a individuos que han cometido delitos graves estatuidos en el derecho

internacional como violatorios de los derechos humanos. Lo anterior supone la existencia de

ciertos delitos de naturaleza distinta a los comunes, lo cual es una realidad constatable, pues

122 Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 633.

Page 58: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

así como existen los delitos comunes, también existen los llamados delitos terroristas, delitos

políticos y, en este caso, los delitos contra la humanidad.

El fundamento del instituto de la prescripción, ya se trate de la acción o de la pena, es

la inutilidad de la pena en el caso concreto, tanto desde la perspectiva de la sociedad

(prevención general) como del culpable (prevención especial). En su base operan, pues,

consideraciones de racionalidad conforme a fines, es decir, de falta de necesidad prospectiva

de la pena. La excepción a esta regla está configurada por aquellos hechos que, por su entidad

y significación para la comunidad humana, no dejan de ser vivenciados como gravísimos por el

transcurso del tiempo ni por sus protagonistas ni por los afectados ni, en fin, por la sociedad

toda. Más aún, cuando tales delitos son perpetrados en el seno de un aparato organizado de

poder (paradigmáticamente, la estructura estatal), sus autores actúan contando con la

impunidad de tales ilícitos, la que se expresa, en el caso de la prescripción, como omisión de la

persecución penal por parte del mismo aparato de poder cuyos miembros cometieron los

delitos. Este es el fundamento de justicia política de las disposiciones convencionales en el

ámbito internacional que establecen la imprescriptibilidad de ciertos crímenes gravísimos.

Dicha apreciación establece un fundamento básico de la imprescriptibilidad de los

delitos de lesa humanidad que constituye un pilar que sustenta toda la teoría de la

imprescriptibilidad, esto es, la superposición de la verdad sobre la ignorancia y el olvido; la

supremacía de la persona por sobre la norma, y con ello, en consecuencia, la superposición de

la justicia por sobre la seguridad jurídica y la impunidad.

Como ya se expresó, no es lo mismo un delito o crimen común que un crimen de lesa

humanidad, pues difieren conceptual y esencialmente, pues varían en sus causas y en sus

efectos. Así, bien conocemos y entendemos el delito común, pero por crímenes contra la

humanidad o crímenes internacionales o de lesa humanidad entendemos un término genérico

acuñado por la Comunidad Internacional y que comprende todos los tipos penales de cada

Nación Parte de la misma que reconozcan una violación de los derechos esenciales de las

personas, en las condiciones que se reseñarán. De no ser así, la tipicidad formal exigida en

materia penal haría impracticable la aplicación de los Tratados Internacionales en materia de

Derechos Humanos.

Determinar cuándo procede esta calificación de crímenes de lesa humanidad no es un

tema fácil de dilucidar, pues muchas veces tal calificación se utiliza exclusivamente cuando la

víctima es un activista o dirigente político o el crimen se comete dentro de un contexto político;

sin embargo dicha aplicación es mucho más amplia y no está restringida solo y exclusivamente

a víctimas que ejercen actividad política. Si bien no se pueden enumerar, hay criterios

elementales que permiten determinar su ámbito de aplicación. Por ejemplo, y en relación al

sujeto activo de estos delitos, el mismo debe efectuar cualquier tipo de acción, directa o

indirecta que, cualquiera sea el método que utilice, tenga por objetivo denigrar a la persona

Page 59: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

humana en su calidad de tal para un fin político; sea que viole física o moralmente los derechos

esenciales inherentes a la persona humana, sea que exista una acción directa o prolongada en

tal sentido. En todos estos casos las consecuencias de esta acción tienen una connotación

trascendente al acto en sí, es decir, lo relevante no es lo que se haya hecho o dicho, sino todo

el trasfondo o implicancia de la actividad vejatoria. Hay un desprecio por el ser humano que

trasciende el dolor físico o psíquico de la víctima, y que se prolonga en el tiempo más allá de la

cicatrización de las heridas. El actuar del victimario revela una actitud de superioridad y de

irrespeto, o sencillamente de negación, de la calidad de persona humana de la víctima.

Asimismo, en muchos casos los sujetos activos, en su proceder, se encuentran amparados por

un sistema, de hecho o de derecho, que permite, favorece o garantiza su impunidad; sea que el

sistema funcione como tal, en forma orgánica y sistemática, o bien que dicho sistema se

constituya en la práctica, caso a caso. O bien que el sistema actúe por sí en forma autónoma, o

que el sistema se constituya con la complicidad o colaboración de diversos elementos u

organismos que conducen al mismo fin. Dicho fin no es otro que ocultar, negar o desvirtuar la

realidad y naturaleza del atentado, permitiendo de esa manera el efecto perseguido, estos es,

la impunidad absoluta o relativa, entendiéndose esta última como la inculpación a terceros

ajenos al victimario. Un elemento importante a considerar, entonces, en los crímenes de

impunidad es la supresión institucional, o sea, desde el Estado, de la contingencia de la

punición; es este elemento el que impide que la prescripción pueda correr en estos casos, pues

los supuestos y formas de impunidad hacen que la persecución penal y la pena se vuelven

contingentes y viables en todo tiempo. Así, es el propio Estado, el mismo que debe ejercer el

control de aplicación del "ius puniendi" en pos de la justicia, y con ello del orden público

establecido, el mismo al que se le ha entregado por la sociedad tal misión, es el que ampara la

falta de justicia. El Ius Cogens, por otro lado, le impide a un Estado (resultado natural de la

civilización de las comunidades humanas) que se desbande y extralimite en el ejercicio de sus

potestades, lo cual lo obliga a ser pro-activo en la defensa de los derechos esenciales de la

persona humana, y en dicha misión, está la fuerza moral de la comunidad internacional para

obligarlo a procurar todos los medios necesarios para el esclarecimiento de los hechos que

revistan el carácter de crimen internacional, siendo moral y jurídicamente imposible que se

impida la investigación de dichos crímenes123.

Vinculadas con este tema, existen dos convenciones sumamente importantes para

nuestro país. Ellas son: la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de

Personas y la Convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los

crímenes de lesa humanidad (con rango constitucional a través de la ley 25.778). Por la

123 En este sentido véanse los fallos dictados por la Corte Suprema Corte de Justicia de la Nación en los

casos "Arancibia Clavell" (sent. del 24-VIII-2004), "Espósito" (sent. del 23-XII-20004) y "Simón" (sent. del 14-VI-

2005).

Page 60: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

primera de ellas se establece en su art. VII que “La acción penal derivada de la desaparición

forzada de personas y la pena que se imponga judicialmente al responsable de la misma no

estarán sujetas a prescripción. Sin embargo, cuando existiera una norma de carácter

fundamental que impidiera la aplicación de lo estipulado en el párrafo anterior, el período de

prescripción deberá ser igual al del delito más grave en la legislación interna del respectivo

Estado Parte”. Por la segunda, ya en su Preámbulo se expresa que “... es necesario y oportuno

afirmar en derecho internacional, por medio de la presente Convención, el principio de la

imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad y asegurar

su aplicación universal...”, en tanto que en su art. 1 conviene que “Los crímenes siguientes son

imprescriptibles, cualquiera que sea la fecha en que se hayan cometido...”, y enumera “... a)

Los crímenes de guerra según la definición dada en el Estatuto del Tribunal Militar Internacional

de Nuremberg, de 8 de agosto de 1945, y confirmada por las resoluciones de la Asamblea

General de las Naciones Unidas 3 (I) de 13 de febrero de 1946 y 95 (I) de 11 de diciembre de

1946, sobre todo las "infracciones graves" enumeradas en los Convenios de Ginebra de 12 de

agosto de 1949 para la protección de las víctimas de la guerra; b) Los crímenes de lesa

humanidad cometidos tanto en tiempo de guerra como en tiempo de paz, según la definición

dada en el Estatuto del Tribunal Militar Internacional de Nuremberg, de 8 de agosto de 1945, y

confirmada por las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas 3 (I) de 13 de

febrero de 1946 y 95 (I) de 11 de diciembre de 1946, así como la expulsión por ataque armado

u ocupación y los actos inhumanos debidos a la política de apartheid y el delito de genocidio

definido en la Convención de 1948 para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio aun

si esos actos no constituyen una violación del derecho interno del país donde fueron

cometidos”.

4. Eximentes constitucionales

Hemos expuesto ya las normas constitucionales que imponen ciertas condiciones

indispensables para la incriminación de cualquier delito y acciones que la propia Constitución

considera como delictivas, analizaremos ahora aquellas normas constitucionales que permiten

eximir de pena. Por un lado se prevé la inmunidad parlamentaria. Por otro se establecen la

posibilidad de las amnistías, los indultos y la conmutación de penas.

Page 61: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

4.a.) La inmunidad por la opinión parlamentaria.

Por el art. 68 de la Constitución Nacional se establece que “Ninguno de los miembros

del Congreso puede ser acusado, interrogado judicialmente, ni molestado por las opiniones o

discursos que emita desempeñando su mandato de legislador”124.

Las prerrogativas o inmunidades legislativas nacen ante la necesidad de proteger al

Parlamento de las presiones e interferencias de la Corona a fin de asegurar el ejercicio libre e

independiente de la función legislativa y -a través de ella- proteger los derechos de sus

representados.

Esta norma resguarda de modo absoluto las opiniones de diputados y senadores y

dado ese carácter absoluto, aquella inmunidad penal se extiende a la inmunidad civil por

eventuales responsabilidades pecuniarias que puedan generar sus expresiones y le protege

más allá de la cesación del mandato, desde luego, por expresiones vertidas mientras es

legislador.

En su consecuencia, no cabe el desafuero -es decir la suspensión de los fueros- para

indagar o procesar a un legislador por causa de sus expresiones como legislador, por la

sencilla razón que la prerrogativa de opinión no puede allanarse mientras el congresista integre

la Cámara, y aún después de ello, por causa de sus manifestaciones como parlamentario125.

Las expresiones amparadas por la inmunidad de los legisladores se integran con

cualquier manifestación verbal, escrita o gestual, opinable o no, vertidas por cualquier medio de

comunicación, en la plaza pública, o en el ámbito privado. Se trata de amparar los criterios

legislativos y público-institucionales; su derecho a la apreciación de los actos de otros

gobernantes; la necesidad de clarificar sus propias opciones o rechazar las que considere

agraviantes para los derechos del electorado. En consecuencia, la inmunidad borra las

fronteras entre el estrato que ofrece la Cámara del Congreso -cuando defiende o desestima

proyectos de ley, de resolución o de declaración- y las manifestaciones políticas expresadas en

otros ámbitos, pero en relación o conexión con aquéllas. La prerrogativa tiende a evitar las

obstrucciones en la función legislativa directa o los emprendimientos realizados por el

congresista en ocasión de ella. Se extiende, también, a la reproducción por los medios de

comunicación de las opiniones referidas a aquellas actividades propias de su papel como

representante electoral. No puede ser de otro modo, ya que pesa sobre los legisladores el

124 Zarini, Helio Juan, ob. cit., págs. 248/249. “... Este artículo consagra un privilegio personal de los

legisladores: la inmunidad de opinión o de expresión. En virtud de las trascendentes funciones del Congreso y

siendo un órgano eminentemente deliberativo, la inmunidad de opinión o expresión es fundamental e imprescindible

al legislador para el desempeño independiente de su mandato...”. 125 Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 623.

Page 62: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

deber de informar de sus actos y criterios acerca de las políticas públicas que comparte o a las

que se opone y critica126.

La inmunidad alcanza hasta “el llamado a audiencia de conciliación”, en delitos de

acción privada, (dado que ella constituye) uno de los actos procesales tendientes a

menoscabar las garantías que las prerrogativas constitucionales protegen, pues vincula a los

querellados al procedimiento, sometiéndolos en calidad de sujetos de una acción penal, a la

jurisdicción judicial con las consecuencias que ello implica.

Aunque la misma es absoluta, las respectivas Cámaras del Congreso no pierden la

competencia disciplinaria sobre los legisladores, a fin de preservar el orden, el decoro y la

operatividad del cuerpo127.

La prerrogativa ampara al legislador más allá del cese de su mandato. Ello denota su

importancia y la trascendencia de su objetivo, es decir, de la finalidad de aventar los temores

por una eventual responsabilidad penal o patrimonial, que limite la libertad de deliberación o

restrinja los juicios que la realidad, los demás funcionarios o los ciudadanos le merezcan,

cuando las opiniones enunciadas estén relacionadas con las tareas de la representación

popular128.

Finalmente, cabe aclarar que el art. 1 de la ley 25.320 -reglamentaria de las

inmunidades de legisladores, funcionarios y magistrados- no es aplicable a la inmunidad

consagrada en este art. 68. El art. 5 de dicha ley expresamente se refiere y reafirma la

inmunidad de opinión disponiendo que “en el caso del artículo 68 de la Constitución Nacional,

126 Gelli, María Angélica, ob. cit., págs. 623/624.

Véase -además- Zarini, Helio Juan, ob. cit., págs. 248/249. “... Por esta inmunidad ningún miembro del

Congreso puede ser acusado, interrogado judicialmente o molestado por las opiniones o discursos vertidos en el

ejercicio de sus funciones parlamentarias, aunque no sean pronunciados en el recinto de sesiones. El legislador

también está amparado por opiniones formuladas en el seno de comisiones especiales, en las de investigación

parlamentaria, en despachos, escritos, informes, en los votos que emite, etc….”. 127 Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 627.

Véase -asimismo- Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 249. La amplitud de interpretación que se atribuye a

este art. 68 “... no debe convertirse en abuso de libertad de expresión del legislador, que le permita excesos

verbales, injurias, difamación, ofensas, etc., o total impunidad. Esos posibles abusos cometidos desde una banca

parlamentaria, no constituyen delitos, ni dan lugar a proceso judicial, pero sí pueden comportar desorden de

conducta en el ejercicio de su función y son susceptibles de originar sanciones (corrección, remoción o expulsión)

del cuerpo legislativo... La facultad disciplinaria de la propia Cámara para corregir por desorden de conducta, es el

medio idóneo para contener esas posibles extralimitaciones en resguardo del cuerpo legislativo y para impedir que el

honor de los particulares sea impunemente vulnerado”. 128 Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 627.

Véase -asimismo- Zarini, Helio Juan, ob. cit., pág. 249. “... Este privilegio individual lo protege desde que

se incorpora a la Cámara hasta que termina sus funciones y aun después de su cese, siempre que esas expresiones

hayan sido vertidas durante su mandato y en su desempeño. Pero no lo ampara, por supuesto, más allá de ese justo

límite...”.

Page 63: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

se procederá al rechazo in limine de cualquier pedido de desafuero”. Esto es, se resguarda el

carácter absoluto de la prerrogativa de opinión. En efecto, si el pedido de desafuero debe ser

rechazado in limine, son ociosas las actuaciones judiciales labradas con tal fin, pues la Cámara

legislativa no puede siquiera considerarlas129.

4.b.) La amnistía y el indulto y la conmutación de las penas

Hemos hablado de las facultades del Poder Judicial en la imposición de las penas,

pero la Constitución Nacional alude también a las facultades de otros Poderes para eximir de

ellas o modificarlas. De este modo regula el indulto y la conmutación de penas a cargo del

Poder Ejecutivo y de la amnistía que compete al Poder Legislativo

Por el art. 99 inc. 5, el presidente de la Nación “... Puede indultar o conmutar penas

por delitos sujetos a la jurisdicción federal, previo informe del tribunal correspondiente, excepto

en los casos de acusación por la Cámara de Diputados”.

El indulto significa el poder de perdonar la pena determinada por un juez; aunque sin

borrar los efectos del delito; con los mismos efectos, la conmutación implica el cambio de una

pena por otra pena menor. El indulto sólo procede en oportunidad de haberse dictado una

sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada. Como resulta obvio, sólo se puede conmutar -

modificar- una pena cuando ésta ha sido, por lo menos, ordenada por un juez. No obstante si

están pendientes los recursos judiciales no procedería tampoco la conmutación. La solución

contraria afecta severamente el derecho de defensa en juicio, pues el indulto indica que la

persona favorecida ha cometido un delito -de lo contrario no podría remitírsele o disminuírsele

la pena-130.

Los delitos cuyas penas pueden indultarse o conmutarse son los de jurisdicción federal

o nacional, pero no procede si las penas son impuestas por la judicatura provincial131. La

medida se diferencia de la amnistía no sólo por el órgano que la decreta -en este caso, el

Congreso Federal- sino porque en el indulto y la conmutación de penas, permanecen las

restantes consecuencias de la sentencia en punto a las responsabilidades pecuniarias y a la

reincidencia. En la amnistía, como su nombre lo indica, se olvida del delito cometido, aunque

las conductas permanezcan incriminadas en la ley penal.

Como lo dispone la Constitución, no puede indultarse o conmutarse las penas

aplicadas en consecuencia de delitos comunes o cometidos en el ejercicio del cargo que

hubieren dado lugar a la destitución de los funcionarios, mediante juicio político. Tampoco

129 Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 629. 130 Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 712. 131 Los delitos que caen bajo jurisdicción provincial pueden ser indultados o conmutados por el

gobernador o por la Legislatura, si la Constitución provincial les otorga esa facultad.

Page 64: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

procede a favor de los condenados por alzarse contra el orden constitucional y democrático ni

en beneficio de quienes, como consecuencia de esos actos, usurpen funciones de las

autoridades constitucionales, según lo dispone el art. 36 de la Constitución Nacional132.

La finalidad del indulto no busca reparar los efectos políticos de las sanciones

dispuestas, ni el logro de la pacificación nacional, ni restañar heridas sociales pues para ello

procede la amnistía que es una atribución del Congreso Federal. Con el indulto o la

conmutación se busca reparar situaciones en la que la aplicación escrita de la ley -en los casos

en los que el juez no puede soslayar su empleo porque es constitucional y aplicable al caso-

conduce a injusticias notorias o cuando las circunstancias del condenado requieren soluciones

humanitarias.

En cuanto a la amnistía, el art. 75 inc. 20 de la Constitución Nacional, establece que

“Corresponde al Congreso... conceder amnistías generales”.

Las leyes de amnistía, a que se refiere este inciso, responden a consideraciones de

interés común, de paz y de bienestar públicos, libradas al razonable, prudente y justo criterio

que debe aplicar el Congreso.

La amnistía extingue la acción y la pena si ésta ya hubiese impuesta, y borra la

criminalidad del hecho. Sus efectos son, pues, claros: desaparece la acción penal y la amnistía

alcanza a los procesados, a los penados y a quienes aún no han sido pasibles de proceso.

La doctrina y la jurisprudencia admiten que dicha institución incluye los delitos conexos

a los expresamente amnistiados, que su declaración asume el carácter de orden público y que

puede dictarse de oficio cuando beneficia al interesado sin que se condicione a su conformidad,

aunque se trate de un delito de acción privada133.

4.c.) La imprescriptibilidad de las penas por ciertos delitos

En relación a este punto, debemos remitirnos a lo que ya tratado en el ítem referido a

“la imprescriptibilidad de acciones penales por ciertos delitos”, pues el tratamiento de ambos

temas resulta idéntico.

132 Gelli, María Angélica, ob. cit., pág. 713. 133 Zarini, Helio Juan, ob. cit., págs. 292/293.

Page 65: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

Cuadro I: sobre el estado constitucional de las normas del Código Penal

Tema Razones de

inconstitucionalidad

Cita del Fallo

Arts. 5 y 24 del Código

Penal

Por un lado, se cuestiona la

vigencia de la pena de

reclusión (art. 5, C.P.) y por

el otro, el cómputo de la

prisión preventiva en

relación a las penas de

prisión y reclusión (art. 24,

C.P.)

Si bien lo que se vulnera en

este supuesto el principio de

igualdad contemplado en el

art. 16 de la Constitución

Nacional, el fallo en cuestión

señala que “la pena de

reclusión debe considerarse

virtualmente derogada por la

ley 24.660 de ejecución

penal puesto que no existen

diferencias en su ejecución

con la de prisión, de modo

tal que cada día de prisión

preventiva debe computarse

como un día de prisión,

aunque ésta sea impuesta

con el nombre de reclusión”.

M. 447. XXXIX. Recurso de

hecho. Méndez, Nancy

Noemí s/ homicidio

atenuado. Causa nº 862C.

(sent. 22-2-2005).

Art. 50 del C.P. Reincidencia: se trata de

establecer si el tiempo de

encierro sufrido por una

persona como condenado

antes de cometer un segundo

delito, debe considerarse o

no como cumplimiento

parcial de la primera

condena a los fines del art.

50 del C.P. -conf. al texto de

la ley 23.057-.

Se cuestiona si la prisión

preventiva computada como

sanción en los términos del

art. 24 del C.P., era

equiparable al cumplimiento

de pena al que se refiere el

art. 50 del mismo digesto.

El fallo sostiene que si al

momento de cometer en

prisión el segundo delito, una

persona llevaba cumplido

efectivamente como penado -

desde la fecha de la primera

condena y sin computar el

tiempo de detención y

prisión preventiva- “... un

período de encierro de de 8

años y 11 meses, el que

resulta suficientemente

amplio para considerar que

en la especie ha mediado

cumplimiento parcial de la

condena anterior en los

términos del art. 50 del

Código Penal, lo que

autoriza la declaración de

reincidencia...”.

Mas reciente en el tiempo, la

C.S.J.N. se expide en el caso

“Mannini” haciendo suyo el

dictamen del Procurador

Fiscal que “... al extender el

concepto de pena a encierros

de diversa ratio a los fines

del art. 50 del Código Penal,

los tribunales de la causa

han prescindido sin razón

valedera de la letra de la ley,

consagrando una exégesis

irrazonable del texto

legal…”. Con esto quiso

decir que el tiempo sufrido

por una persona en prisión -

en tanto no exista una

sentencia condenatoria firme

que lo declare culpable de un

delito- no puede tenerse

como cumplimiento de pena

a los fines del art. 50 del C.P.

Gómez Dávalos Sinforiano

(sent. 16-X-1986).

M. 619. Recurso de hecho.

Mannini, Andrés Sebastián

s/ causa N° 12.678 (sent. del

17-X-2007).

Page 66: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

Tema Razones de

inconstitucionalidad

Cita del Fallo

Art. 52 del C.P. Se afirma que la pena de

reclusión por tiempo

indeterminado (art. 52,

C.P.), viola el principio de

culpabilidad, el principio de

proporcionalidad de la pena,

el principio de reserva, el

principio de legalidad, el

derecho penal de acto, el

principio que prohíbe la

persecución penal múltiple y

la prohibición de imponer

penas crueles, inhumanas y

degradantes

En el caso, puntualmente, se

dice que la pena de reclusión

por tiempo indeterminado

prevista en el artículo 52 del

Código Penal resulta

inconstitucional por cuanto

viola el principio de

culpabilidad (artículo 18 de

la Constitución Nacional, art.

9 de la Convención

Americana sobre Derechos

Humanos y art. 15 del Pacto

Internacional de Derechos

Civiles y Políticos).

Gramajo, Marcelo Eduardo

s/ robo en grado de tentativa

-causa N° 1573-. (sent. del

(05/IX/2006).

Cuadro II. Sobre el esquema de la Constitución Nacional.

ART. TEMA

Primera Parte

Capítulo Primero

Declaraciones,

Derechos y

Garantías

Art.1 Forma de gobierno representativa, republicana y federal.

Art.5 Atribuciones expresamente reservadas a las provincias y no

delegadas al gobierno federal

Art.6 Delito de sedición.

Art.14 Derechos reconocidos por la Constitución Nacional.

Art.17 Garantías del derecho de usar y disponer de la propiedad.

Art18 Principio de legalidad. Garantías en causas penales

Art.19 Principio de privacidad, que incluye derecho a la intimidad.

Art.21 Deber de armarse en defensa de la Patria y de la Constitución.

Art.22 Delito de sedición; delito constitucional

Art.23 Estado de sitio: casos en los cuales las garantías previstas en la

constitución pueden ser suspendidas.

Art.27 Necesidad de que el contenido de los tratados estén en

conformidad con los principios de derecho público establecidos

en la constitución.

Art.28 Las leyes nacionales no deben alterar los principios, garantías y

derechos regulados en la constitución.

Art.29 Delito constitucional; prohibición de otorgar facultades

extraordinarias, suma del poder público, sumisiones o

supremacías.

Art.30 Procedimiento estatuido para la reforma de la constitución.

Art.31 Dispone la supremacía del derecho federal sobre el derecho

provincial, siempre que el primero tenga sustento constitucional.

ART. TEMA

Art.33 Este art. contempla formalmente los derechos implícitos.

Page 67: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

Capítulo Segundo

Nuevos derechos y

garantías

Art.36 Delito constitucional; actos de fuerza contra el orden institucional

y el sistema democrático.

Art.39 Iniciativa popular para presentar proyectos de leyes.

Art.43 Límite legal al estado de sitio: constitucionalización al control

judicial de la detención de personas durante el estado de sitio.

Segunda Parte:

Autoridades de la

Nación

Título Primero:

Gobierno Federal

Sección Primera:

Del Poder

Legislativo

Capítulo Primero:

De la Cámara de

Diputados

Capítulo Segundo:

Del Senado

Capítulo Tercero

Disposiciones

comunes a ambas

Cámaras

Art.64 Quórum para la aprobación de tratados y convenciones.

Art.68 Inmunidad por la opinión parlamentaria.

Art.69 Inmunidad de arresto de los congresistas.

Art.70 Desafuero, norma complementaria de la inmunidad de arresto.

Capítulo Cuarto

Atribuciones del

Congreso.

Art.75

inc.12

Códigos que dicta el Congreso Nacional

Art.75

inc.22

Bloque constitucional de Tratados Internacionales que integran a

la Constitución.

Art.75

inc.24

Aprobación de los tratados por parte del Congreso Nacional.

Art.75

inc.29

Corresponde al Congreso declarar el estado de sitio o suspender

el decretado.

Capítulo Quinto

De la formación y

sanción de las

leyes

Arts.77

a 84

Aprobación de los tratados mediante una ley sujeta al

procedimiento previsto en estos artículos.

Capítulo Sexto:

De la Auditoría

General de la

Nación

Capítulo Séptimo:

Del Defensor del

Pueblo

Sección Segunda:

Del Poder

Ejecutivo

Capítulo Primero:

Page 68: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

De su naturaleza y

duración.

Capítulo Segundo

Capítulo Tercero:

Atribuciones del

Poder Ejecutivo

Art.99

inc.3

Prohibición para el Presidente de la Nación de dictar decretos de

necesidad y urgencia en materia penal.

Art.99

inc.5

Atribución del Presidente de la Nación para indultar delitos o

conmutar penas.

Art.99

inc.11

El Poder Ejecutivo concluye y firma los tratados.

Art.99

inc.16

Declara el estado de sitio con acuerdo del Senado.

Capítulo Cuarto:

Del jefe de

gabinete y demás

ministros del

Poder Ejecutivo

Sección Tercera:

Del Poder Judicial

Capítulo Primero:

De su naturaleza y

duración

Art.109 El Presidente no puede por sí condenar ni aplicar penas, esta es

una función judicial.

Capítulo Segundo:

Atribuciones del

Poder Judicial

Art.116 Competencia de la Justicia Federal.

Art.119 Delito constitucional: Traición a la Patria.

Sección Cuarta:

Del Ministerio

Público

Título Segundo:

Gobiernos de

Provincia.

Art.122 Elección por parte de cada provincia de sus tribunales, sus

órganos judiciales y su propia ley procesal sin intervención del

gobierno federal.

Art.127 Delito de sedición: ninguna provincia puede declarar ni hacer la

guerra a otra provincia.

Cuadro III. Sobre las Garantías Constitucionales.

Page 69: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

Garantía Constitucional

Constitución Nacional

Constitución Provincial

Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre

Declaración Universal de Derechos Humanos

Convención Americana de Derechos Humanos

(Pacto de San José de Costa

Rica)

Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos

Convención contra la

tortura y Otros Tratos o Penas

Crueles, Inhumanos o Degradantes

Fuente de producción del derecho penal

75 inc. 12º y 30, 76, 99 inc. 3º, 121, 126 y 32

13

Principio de legalidad

18 10 XXV 11 ap. 2 7 ap. 2 y 9 15

Principio de Reserva

19 25 y 26 15 ap. 1

Principio de culpabilidad

18 y 19

Retroactividad Exclusiva de la Ley Penal más benigna

18 10 11 ap. 2 última

parte 9 15 ap. 1

Page 70: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

Regla de la descripción típica

19 25 y 26

Personalidad de la pena

119 5 ap. 3

Prohibición de tormentos y torturas

18 y 19 12 ap. 3, 32 5 5 ap. 1, 5 ap. 2,

8 ap. 3 7

Regla de la sanción cierta

16 y 18

Derecho del detenido a ser tratado dignamente

18 30 XXV Preambulo 10 ap. 1 5 ap. 2

Inviolabilidad del Domicilio

18 17 y 24 IX 12 17 11 ap. 2

Inviolabilidad de los papeles privados y todo otro tipo de comunicación

18 12 inc. 5ª, 23 XXV 12 17 11 ap. 2

Page 71: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

Orden de especificar los objetos de pesquisa o embargo fundada en hecho punible apoyado en juramento o afirmación

17

Derecho a no ser obligado a declarar contra sí mismo ni a declararse culpable

18 29 14 ap. 3 g 8 ap. 2 g, 8 ap.

3

No hay pena sin juicio previo sustanciado conforme a la ley

18 10 11 ap. 1

Juez imparcial XXVI 10 14 ap. 1 8 ap. 1

Page 72: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

Juez independiente

10 14 ap. 1 8 ap. 1

Juez natural 18 16,18 XXVI 9 ap. 3, 14 ap.

1 8 ap. 1 7

Intereses difusos

41 y 42 28 y 38

Presunción de inocencia

XXVI 11 ap. 1 14 ap. 2 8 ap. 2

Prohibición de instancia única

14 ap. 5 8 ap. 2 h

Privilegio procesal con relación a las personas

69 y 70 73, 74, 79/83, 98, 154, 159,

182/187

Derecho a la libertad

10 I 3 9 ap. 1 y 9 ap. 3 7 ap. 1 y 7 ap. 5

Page 73: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

Derecho a no ser detenido arbitrariamente

16 XXV 9 9 ap. 1 7 ap. 3

Excarcelación y Eximisión de Prisión

21 9 ap. 3 7 ap. 5

Derecho del detenido a ser puesto a disposición inmediata del juez natural

16 XXV 9 ap. 3 7 ap. 5

Derecho a ser informado del motivo de la detención dentro de las 24 horas o inmediatamente

19 9 ap. 2 7 ap. 4

Garantía contra el doble juzgamiento

29 8 ap. 4 14 ap. 7

Page 74: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

Inviolabilidad de la defensa

18 15 11 ap. 1

Derecho a contar con traductor o intérprete

14 ap 3 a y f 8 ap. 2 a

Derecho a contar con los medios y tiempo para preparar la defensa

14 ap. 3 b 8 ap.2 c

Derecho a defenderse personalmente y a elegir y comunicarse con un defensor

170 14 ap. 3 b y d 8 ap. 2 d

Irrenunciabilidad a ser asesorado por un defensor

14 ap. 3 d 8 ap. 2 d y e

Page 75: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

Derecho a ser oído públicamente

XXVI 10 14 ap. 1 8 ap. 1

Derecho a la asistencia letrada gratuita

15 14 ap. 3 d 8 ap. 2 e

Derecho a la información del hecho imputado

14 ap. 3 a 8 ap. 2 b

Page 76: Normas Penales en La Cn. Anselmino. Domenech

Bibliografía

• Badeni, Gregorio, (2004), Tratado de Derecho Constitucional. Buenos

Aires, La Ley, Tomo I.

• Código Penal de la República Argentina, (2009), Buenos Aires, Zavalía.

• Código de Procedimiento Penal de la Provincia de Buenos Aires, Ley

11.922 y modific., Buenos Aires, Scotti Editora.

• Constitución de la Nación Argentina -Textos según reforma de 1994-,

Buenos Aires, Scotti Editora.

• Donna, Edgardo Alberto, (2002), Derecho Penal - Parte Especial. Buenos

Aires, Rubinzal - Culzoni, Tomo II-A, II-C.

• Gelli, María Angélica, (2005), Constitución de la Nación Argentina.

Comentada y concordada. 3ª ed. ampliada y actualizada. Buenos Aires, La Ley.

• Ekmekdjian, Miguel Angel, (1995), Tratado de Derecho Constitucional.

Buenos Aires, Depalma, Tomos I, III.

• Loñ, Félix R., (1997) “La iniciativa popular”. Revista Jurisprudencia

Argentina. Buenos Aires, julio de 1997.

• Maier, Julio B. J., (2004), Derecho Procesal Penal Argentino. Buenos

Aires, Editores del Puerto, Tomo I Fundamentos.

• Nino, Calos Santiago, (1992), Fundamentos de derecho Constitucional.

Análisis filosófico, jurídico y politológico de la práctica constitucional. Buenos Aires,

Astrea.

• Zaffaroni, Eugenio Raúl, (2002), Derecho Penal - Parte General. Buenos

Aires, Ediar.

• Zarini, Helio Juan, (1993), Análisis de la Constitución nacional. Buenos

Aires, Astrea.