paleocritiana siglo iii-vi

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Historia de la Construcción La Construcción Paleocristiana 181 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ARQUITECTURA PALEOCRISTIANA LA ARQUITECTURA DEL CRISTIANISMO Casi todos los tratadistas de la Historia de la Arquitectura coinciden en establecer en sus trabajos, un capítulo dedicado a la Arquitectura Paleocristiana o del Cristianismo Primitivo. La razón de ello puede encontrarse, no tanto en la importancia de las propuestas e innovaciones arquitectónicas de este período, como en el hecho de que el Cristianismo elige a la basílica como edificio que, en principio, respondía a sus necesidades asamblearias (ecclesia) y poco más tarde, cargándola de algunos requerimientos funcionales de carácter religioso hace que, como iglesia o catedral, se constituya en la pieza fundamental de la sociedad. Como dijimos al estudiar la basílica romana, este iba a ser el edificio de mayor proyección de dicha arquitectura; pasaría de manera inmediata al Cristianismo y de aquí a la arquitectura bizantina, a la musulmana, a las catedrales medievales y, también, a las iglesias renacentistas. Desde la Historia de la Construcción, son dos los argumentos fundamentales que nos lleva a mantener un capítulo dedicado a la Construcción de la Arquitectura del Cristianismo. Por un lado, nuestro deseo de estudiar la construcción edilicia o edificatoria desde la evolución de las formas arquitectónicas y de sus técnicas constructivas, sin pérdida de continuidad y sin ausencia de ningún período determinante. Por otro lado, la construcción romana había llegado a un grado de desarrollo tecnológico tal, que sólo estudiando la etapa que ahora emprendemos, lograremos comprender la construcción desarrollada en los períodos bizantino y posteriores, y justificar el hecho de que durante más de mil años, desde aquella refinada arquitectura clásica, la construcción no sólo no encontró innovaciones considerables sino que, por el contrario, sufrió un retroceso notable, al menos en Occidente. Pero para las nuevas etapas históricas, la iglesia habría de ser el edificio fundamental de la organización social y la pieza clave de la arquitectura, y aunque en el período Paleocristiano, la basílica no es sino la basílica romana cristianizada, que con ligeros cambios (reduce sus exedras a un sólo ábside posterior e introduce el nártex que ya estaba en la basílica de Majencio), soportó bien una concepción estructural nueva, principalmente en el gótico, donde desaparece la cúpula del crucero que se había recuperado en el románico y que volvería a aparecer en el renacimiento. Lo cual no debe sorprendernos pues es lógico que el cruce de dos naves, cubiertas a dos aguas, encontrara soluciones constructivas distintas. El año 305 Constantino, que residía en Constantinopla, fue llamado por Galerio a Britannia (Inglaterra) y un año más tarde fue proclamado "Augusto" en York por las tropas de dicho general. Designado para oponerse a la tiranía de Majencio, lo derrotó en la batalla del Puente Mulvio, el 28 de Octubre del año 312, después de haber tenido un sueño en el que, según él mismo escribió en una carta dirigida al obispo de Africa en el año 314, se le presentó el signo de Cristo sobre el sol radiante. El año 313 Constantino y Licinio se reúnen en Milán y tras un acto de reconciliación, acuerdan ambos emperadores,

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Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

LA CONSTRUCCIÓN DE LA ARQUITECTURA PALEOCRISTIANA

LA ARQUITECTURA DEL CRISTIANISMO

Casi todos los tratadistas de la Historia de la

Arquitectura coinciden en establecer en sus

trabajos, un capítulo dedicado a la

Arquitectura Paleocristiana o del

Cristianismo Primitivo. La razón de ello

puede encontrarse, no tanto en la

importancia de las propuestas e

innovaciones arquitectónicas de este

período, como en el hecho de que el

Cristianismo elige a la basílica como edificio

que, en principio, respondía a sus

necesidades asamblearias (ecclesia) y poco

más tarde, cargándola de algunos

requerimientos funcionales de carácter

religioso hace que, como iglesia o catedral,

se constituya en la pieza fundamental de la

sociedad. Como dijimos al estudiar la

basílica romana, este iba a ser el edificio de

mayor proyección de dicha arquitectura;

pasaría de manera inmediata al Cristianismo

y de aquí a la arquitectura bizantina, a la

musulmana, a las catedrales medievales y,

también, a las iglesias renacentistas.

Desde la Historia de la Construcción, son

dos los argumentos fundamentales que nos

lleva a mantener un capítulo dedicado a la

Construcción de la Arquitectura del

Cristianismo. Por un lado, nuestro deseo de

estudiar la construcción edilicia o

edificatoria desde la evolución de las formas

arquitectónicas y de sus técnicas

constructivas, sin pérdida de continuidad y

sin ausencia de ningún período

determinante. Por otro lado, la construcción

romana había llegado a un grado de

desarrollo tecnológico tal, que sólo

estudiando la etapa que ahora

emprendemos, lograremos comprender la

construcción desarrollada en los

períodos

bizantino y posteriores, y justificar el hecho

de que durante más de mil años, desde

aquella refinada arquitectura clásica, la

construcción no sólo no encontró

innovaciones considerables sino que, por el

contrario, sufrió un retroceso notable, al

menos en Occidente. Pero para las nuevas

etapas históricas, la iglesia habría de ser el

edificio fundamental de la organización

social y la pieza clave de la arquitectura, y

aunque en el período Paleocristiano, la

basílica no es sino la basílica romana

cristianizada, que con ligeros cambios

(reduce sus exedras a un sólo ábside

posterior e introduce el nártex que ya estaba

en la basílica de Majencio), soportó bien una

concepción estructural nueva,

principalmente en el gótico, donde

desaparece la cúpula del crucero que se

había recuperado en el románico y que

volvería a aparecer en el renacimiento. Lo

cual no debe sorprendernos pues es lógico

que el cruce de dos naves, cubiertas a dos

aguas, encontrara soluciones constructivas

distintas.

El año 305 Constantino, que residía en

Constantinopla, fue llamado por Galerio a

Britannia (Inglaterra) y un año más tarde fue

proclamado "Augusto" en York por las

tropas de dicho general. Designado para

oponerse a la tiranía de Majencio, lo derrotó

en la batalla del Puente Mulvio, el 28 de

Octubre del año 312, después de haber

tenido un sueño en el que, según él mismo

escribió en una carta dirigida al obispo de

Africa en el año 314, se le presentó el signo

de Cristo sobre el sol radiante. El año 313

Constantino y Licinio se reúnen en Milán y

tras un acto de reconciliación, acuerdan

ambos emperadores,

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La Construcción Paleocristiana

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persecución de los cristianos (Edicto de Milán). No obstante, el año 324 y antes de

trasladar la capital a Bizancio, Constantino

se enfrentó y derrotó a Licinio en

Hadrianópolis. De todas formas, Constantino

que había promovido la construcción de un

gran número de basílicas y logrado la

aceptación del Cristianismo, no fue

bautizado hasta poco antes de morir, lo cual

ocurrió el Domingo de Pentecostés del año

337 en Nicomedia, en la zona Asiática del

actual Estambul. Su cadáver fue trasladado

a Constantinopla y enterrado junto a la

Iglesia de los Apóstoles. El Concilio de Nicea

fue convocado y clausurado por Constantino

el año 325, con el fin de declarar al

cristianismo, religión oficial del Estado

frente al arrianismo.

Políticamente, resulta paradójico que el

emperador Teodosio I, que fue un hábil

militar, serio en su carácter y formación,

hombre obstinado en reforzar el Estado y el

último gobernante que mantuvo el control

sobre todo el Imperio, fuese a dividirlo, al

morir en Milán en Enero del año 395, dando

a Arcadio, de 18 años de edad, las

provincias de Oriente y a Honorio de sólo 10

años, las de Occidente. Sobre todo cuando

en las provincias de Occidente se sabía que

el Imperio tendría que sostener grandes

luchas con los bárbaros del Norte. De

hecho, pronto

terminó cayendo bajo los Visigodos y poco

más tarde quedó sometido al Imperio o

Reino Ostrogodo.

Augustine, escritor del siglo IV explicaba

que "la conversión del mundo romano al Cristianismo ha sido extremadamente fácil"

y lo argumentaba esforzándose en

considerar la extensión del viejo Imperio y el

tiempo que el paganismo había estado

incorporado a la cultura romana. Lo cual, no

entra en contradicción con lo expresado por

Gibbon, que describió las dificultades que

tenían que afrontar los primeros cristianos

que desearon mantener su fe pura y tomar

parte en la vida regular de la sociedad

romana.

Después de dicho evento, Primer Concilio de

Nicea, Roma se convirtió en el gran centro

cultural del Cristianismo y una gran número

de basílicas, se construyeron por todo el

Imperio, para alojar a las grandes

congregaciones. En oposición con los

templos de los períodos anteriores, la

apariencia tanto externa como interna de la

basílica paleocristiana no fue un factor

determinante, la capacidad era lo primero y,

la construcción de las mismas, parte de una

premisa de utilidad económica.

A pesar de todo, como ya apuntamos, no se

puede hablar de un arte nuevo, y hacerlo

del

Cristianismo es lo mismo que hablar de un

arte romano tardío. El Cristianismo de este

período tomó prestado los temas del arte

pagano, cambiando el sentido de sus signos.

Al fín y al cabo, el cristiano de la época fue

tan "romano" como lo eran los paganos;

estuvo educado en el mismo entorno,

hablaban el mismo lenguaje y se entrenaron

en los mismos oficios.

Formas auténticamente híbridas aparecen

en todo el arte y en toda la arquitectura del

Occidente cristianizado. Ello, con las

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La Construcción Paleocristiana

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connotaciones locales de los estilos

regionales y haciendo casi imposible

reconocer un estilo propio o encontrando

más de media docena de estilos

arquitectónicos, o peculiaridades que

podían definirse como del arte del

Cristianismo. Como consecuencia, hay gran

divergencia entre los historiadores a la hora

de fijar la amplitud del período entendido

como Cristianismo. Unos señalan que lo más

lógico es iniciar el estudio en el momento en

que hay que refugiarse y protegerse de las

persecuciones, en tanto que otros señalan la

conversión de Constantino como el

momento inicial del mismo. Algunos dicen

que no hay arquitectura propiamente de

esta etapa, mientras que otros mantienen el

estudio hasta el siglo VIII. Los más

cautelosos lo llevan hasta el año 500,

momento en el que los bárbaros reinan en el

Imperio de occidente.

El período que definimos para el estudio de

la construcción de la Arquitectura del

Cristianismo, abarcará en Occidente hasta

el año 554, cuando después de todas las

reconquistas de Justiniano, se consolida el

Reino Bárbaro de Rávena, ciudad que desde

el año 402 había sido la capital del Imperio

de Occidente. En Oriente, el estudio lo

llevaremos hasta el año 395, momento en el

que los movimientos arquitectónicos y sobre

todo las formas constructivas, impusieron

un giro y una forma de arquitectura que

podemos definir como Bizantina y que

terminaría, en tiempo de Justiniano,

invadiendo casi todo el territorio que había

ocupado el Imperio Romano de Oriente en

los momentos más importantes del mismo.

1.- EDIFICIOS Y CONSTRUCCIONES.

Desde que se iniciara la cristianización de

Roma por San Pedro y San Pablo, hasta la

conversión de Constantino, el Cristianismo

vivió etapas que se han denomidado como

de Iglesia Perseguida o de los mártires;

Iglesia Clandestina o de las reuniones en

casas cedidas por algún romano

acomodado que había sido cristianizado;

Iglesia Aceptada o período en que el propio

cristianizado deseaba mantener su

militancia en secreto y en la que el

funcionario cristianizado renunciaba a sus

cargos administrativos o públicos en razón a

su fé; y por último, Iglesia Oficial y

favorecida por Constantino y por sus

sucesores. En consecuencia los lugares o

espacios que tuvo que aceptar para sus

encuentros, actos funerarios o celebración

de su liturgia, fue cambiando de carácter y

proporciones en función del grado de

libertad o reconocimiento de dichas etapas

y del número de miembros con que contó

cada congregación. Los espacios o edificios

donde realizaron sus celebraciones fueron:

"las catacumbas", "las casas de reunión",

"las basílicas", "los baptisterios" anexos a

las basílicas, a su transepto, o incorporados

al nartex de ellas, y "los martyrium" o

mausoleos que quedaban incorporados a las

catacumbas o a algún cementerio cubierto.

2.- LAS CATACUMBAS.

Como hemos visto en el capítulo anterior las

necrópolis romanas se situaban al pie de los

caminos y, según las ampliaciones de la

cerca, extramuro o intramuro, cercanas a

las puertas de la muralla. En la Roma

Imperial se había establecido o generalizado

para la clase social alta, el inhumado en

enterramientos familiares, en tanto que para

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La Construcción Paleocristiana

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la clase baja, y dada la gran población

alcanzada, era la incineración y depósito de

las cenizas en urna funeraria, de tradición

etrusca, la forma impuesta de

enterramiento. Pasado el siglo II surgen en

Roma conflictos entre el Estado y la

Comunidad de Cristianos, por razón de los

enterramientos. Por un lado los cristianos

que habián aceptado de la tradición hebrea

la inhumación para sus difuntos, se negaban

a enterrarlos en los cementerios paganos.

Por otro lado, el altísimo valor que había

tomado el suelo en Roma, obligó a que el

Senado se planteara sacar las necrópolis

fuera de la ciudad, extramuros. Por ello

ofreció y autorizó, para dicho fín, el uso de

canteras cuyas galerías de extracción de

tufa habían sido abandonadas. Como ya

hemos visto, la tufa era una piedra blanda de

extraer y de uso generalizado en las obras

de cimentación de los edificios romanos.

Los cristianos aceptaron de buen grado el

ofrecimiento, y durante un período de

tiempo, Figura 279: Planta y sección (parcial) de

la Catacumba de San Calixto en Roma.

no muy largo, enterraron a sus difuntos y

mártires en estas catacumbas (kata-kumba).

Para ello, abrían nichos horizontales en las

paredes de dichas galerías, de una longitud

próxima a 6 pies y 1½ pies de altura. La

profundidad del mismo no superaba los dos

pies y se cerraban con losas pétreas o se

tabicaban con ladrillos dejando un retallo

como repisa. Estas fosas se localizaban a

distintas alturas y, generalmente, bien

alineadas tanto vertical como

horizontalmente.

Los cristianos ampliaron la red de estas

galerias, e incluso crearon cámaras o

criptas (oscura), a modo de pequeñas salas

en las que tenían lugar algún banquete o

actos de culto funerario, pero todas estas

galerias eran perfectamente conocidas por

el Estado y estaban registradas

oficialmente, como cementerios. Los foseros

que trabajaban en la apertura de las

catacumbas y que oradaban los nichos, eran

obreros asalariados de Roma, aúnque en

algúna ocasión, el estado, reclamó a la

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La Construcción Paleocristiana

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Comunidad Cristiana, la contribución

económica a estos trabajos. Por todo lo

anterior, hay que descartar que las

catacumbas fueran lugares de grandes

concentraciones, y más aún, que éste fuera

el refugio lógico frente a las duras

persecuciones

Figura 280: Formas de ampliación vertical de

la galería de una catacumba.

de Decio o de Dicocleciano. Además, a

diferencia de las tumbas etruscas, en las

catacumbas, dado el amplio desarrollo de

superficies de evaporación frente al escaso

volumen interior, el ambiente era poco grato

y la humedad relativa altísima.

Estas galerias o pasillos eran muy estrechas

y raramente superaban el metro de anchura,

incluso en las citadas cámaras no podían

acomodarse para el banquete funerario más

de treinta personas. Las galerias que

constituían una larga y compleja red de

pasillos, sensiblemente ortogonales, se

remataban o cubrían con bóvedas de cañón.

En algún caso, encontramos catacumbas

que mantienen galerías en dos plantas o

niveles, y en otros caso, se excavaba el

suelo para ampliar su altura. Con igual

frecuencia se optaba por rellenar la parte

baja, ya utilizada, con el material resultante

de la excavación de la parte superior que se

ampliaba. Todo esto en función de la

facilidad o dificultad que presentara la roca

para ser excavada.

Desde el punto de vista de la arquitectura,

las catacumbas no muestran gran interés, y

para la construcción, éste no va más allá de

algunas bóvedas labradas en la roca, como

es el caso de la famosa Cripta de los Papas

en la Catacumba de San Calixto en Roma,

del trazado de las ampliaciones de sus

galerías y poco más allá de las

decoraciones, pinturas murales y

tratamiento de los acabados interiores de

algunas de ellas. En razón de estos trabajos,

debe destacarse la Catacumba de

Pretestato, cerca de la Puerta de San

Sebastiano, que dispone de magníficas

bovedas de cañón perfectamente trazadas y

ordenadas, revestidas con estuco y

decoradas con pinturas. Igualmente se

tratarón las bóvedas vaídas de las

Catacumbas de Domitila al pie de la Vía

Apia, cuya decoración símetrica, en base a

pinturas sobre estucos, es esplendida.

Siendo Roma el lugar donde las catacumbas

fueron más frecuentes, no fue la única

ciudad donde los cristianos enterraron a sus

muertos en estos hipogeos. Así, se

encontraron catacumbas en Nápoles,

Siracusa, Dura Europa y Alejandría. La

categoría o renombre de las catacumbas

estaba en función del martir allí enterrado, y

era ésta la razón que ocasionaba el deseo

de familias enteras de ser enterradas cerca

del mártir objeto de su devoción. En Roma

son de reseñar las de: San Calixto, San

Pánfilo, San Sebastiano, Pretestato,

Domitila, Nicomedes en la Puerta Pía, Santa

Inés, igualmente en la Puerta Pía, San

Hipólito y Cinaca, ambas en la Puerta de San

Lorenzo, San Marcelino y Prieto al Este de

Roma, entre otras.

Figura 281: Interior de la galería de una

catacumba.

3.- LOS PRIMITIVOS "MARTYRIUM".

Es posible que este tipo de construcción no

la estemos situando, atendiendo a la

cronología, en el lugar correspondiente, no

obstante, hemos creido conveniente tratarlo

en este punto por su vinculación al uso de

enterramiento y, en cualquier caso, para

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La Construcción Paleocristiana

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definirlo terminológicamente, pues

conociendo su sentido, al usarlo en puntos

posteriores, no tendremos que detenernos a

hacerlo en ellos. Los martyrium (memoriae)

eran construcciones o simplemente lugares

donde había sido enterrado un mártir o

donde se guardaba una reliquia o cualquier

testimonio de la fe cristiana.

Estos lugares se constituían en centros de

congregación y peregrinaje, y por ello se

han construido muchas basílicas e iglesias

cristianas, albergándolos o colocándose

sobre ellos mismos. Sin duda, el más notable

de todos los martyrium, en razón al mártir

allí enterrado, fue el de San Pedro, sacado a

la luz en el siglo XVI bajo el suelo de la

basílica que Constantino mandó levantar en

honor del Santo, en el mismo lugar que hoy

ocupa en el Vaticano. Todavía podemos

contemplarlo debajo del altar mayor de la

gran Basílica de San Pedro levantada por

Bramante. Muchas otras tumbas fueron

encontradas junto al edículo, en la primitiva

San Pedro, ya que estas grandes basílicas

eran, además, cementerios cubiertos y lugar

para los banquetes.

Quizás sea La Santa Cruz de Jerusalén en

Roma, uno de los pocos ejemplos de los

primeros "martyrium" que debamos citar

por tener algún interés desde el punto de

vista de la construcción y sobre todo,

porque se proyecta bajo un programa libre y

propio, que como tal, refleja la jerarquía de

las funciones deseadas para las capillas

palatinas. Esta organización no es otra que

la que tomaron las pequeñas iglesias que

habrían de surgir más tarde, como modelo

de la propia jerarquización de la Iglesia

Cristiana. Esta martyria o capilla, se obtuvo

por la remodelación introducida por

Constantino el año 324, a instancias de

Elena, madre del Emperador, en una de las

amplias salas rectangulares del Palacio de

Sessorio. Este palacio había sido levantado

hacia el año 200, en la Colina Palatina. Dicha

reforma se realizó con el fin de lograr una

capilla privada que alojara la reliquia de la

Vera Cruz, traída desde Jerusalén por la

propia madre de Constantino. Tras esta

remodelación, el espacio quedó subdividido

por medio de dos muros virtuales o abiertos

por arcos de medio punto sobre

Figura 282: La Santa Cruz de Jerusalén, en Roma.

pares de columnas con pedestales

unificados y basa tórica. A esta sala se le

incorporó un gran ábside y se le dotó de un

estrecho nártex lateral, cubriéndose ambos

espacios mediante bóvedas falsas, situadas

bajo la cubierta existente; el primero, con

bóveda de cuarto de esfera y el segundo con

medio cañón vaído y contínuo. También se

generaron martyrium en las salas o

cubículas de las catacumbas y fuera o

próximas a ellas. Estos enterramientos que

motivaban y daban sentido a la

conmemoración y a la congregación de

fieles, fueron frecuentes tanto en Roma,

como en Jerusalén, Antioquía y en todo el

territorio donde el Cristianismo tuvo

presencia significativa. Algunos de ellos

adquirieron dimensiones y proporciones

mayores y fueron objetos de obras de gran

dignidad, tomando la calificación de

mausoleos, relicarios, capillas o santuarios.

4.- CASAS DE REUNIÓN.

Mucho antes de la publicación del edicto de

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Milán, el Cristianismo hubo de ser admitido

como un hecho social en Roma. Para la

segunda mitad del siglo II, la Iglesia había

pasado de perseguida a admitida y buena

parte de la población había sido

cristianizada. Muchos funcionarios habían

abandonado su puesto en la Administración

por pertenecer a dicha comunidad, otros

altos cargos lo mantenían en secreto y un

gran número de estos se mostraban, al

menos simpatizantes.

Los cristianos habían de reunirse en grupos,

dos veces al día; al alba, para orar y a la

caída de la tarde para las ofrendas y para la

partición del pan. En Jerusalén esta liturgia

se ofrecía en el templo, y en Atenas en

cualquier lugar adecuado del ágora o de la

calle. En Roma, para la fecha citada en el

párrafo anterior, desde luego estaban

prohibidas estas manifestaciones públicas,

pero fundamentalmente fue la prudencia de

los cristianos y su deseo de no delatar a los

muchos convertidos que lo mantenían en

secreto, lo que hizo que estos actos se

mantuvieran en total reserva. Para entonces

muchas casas de romanos acomodados,

cristianizados o simpatizantes, ofrecían sus

casas como "casas de reunión" y de

prácticas de caridad.

Evidentemente, no podemos hablar de

arquitectura propia del Cristianismo, y

mucho menos de la construcción de la

misma, hasta después del reconocimiento

de Milán. Que no surgieran construcciones

antes se debió más a razones económicas

que a motivos de clandestinidad. No

obstante no podremos enlazar con la

basílica como edificio fundamental de esta

arquitectura, sin hacer la presente

referencia a la "casa de reunión". Se dice

que la distribución de la planta de la casa

romana o pompeyana, que hemos dibujado

en el capítulo anterior, se ajustaba bien a la

organización de la Iglesia y a la celebración

de su liturgia. Aunque también es posible

que fuese el edificio el que fuera

conformando a la liturgia y a la propia

estructura de la primitiva Iglesia romana, ya

que en ningún caso las casas sufrieron

reformas por razón de acomodarse al

desarrollo de dichas funciones, y cuando las

tuvieron, fue para disponer de

Figura 283: Organización funcional de la Iglesia

y su adaptacióna las Casas de Reunión y a la basílica.

mayores posibilidades para practicar la

caridad. El atrium venía bien para la reunión,

la predicación y la lectura de cartas; el impluvium era ideal para el bautismo y el triclinium, para el acto más importante, "la

partición del pan", que era realizado y

presidido por un "presbítero" (el anciano) y

al cual no podían asistir los no bautizados o

catecúmenos.

5.- LA BASÍLICA CRISTIANA.

El origen de la basílica romana puede estar

en el propio foro o, a través de este, en la

estoa griega donde, como ya vimos, fue el

pórtico su elemento ordenador. Ya en la

basílica, éste rodeó al espacio central

descubierto, que pronto se cubrió para

quedar iluminado superior y lateralmente. El

pórtico quedaría incorporado y reducido a

una alineación de columnas o soportes

laterales, que separaba la nave central, de

mayor altura, de las naves laterales. Así lo

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veremos desde las primitivas basílicas

romanas hasta las iglesias actuales.

La exedra, que aparece o se incorpora a la

basílica romana por pura necesidad de

funcionalidad administrativa, señalando el

lugar que había de ocupar el magistrado

encargado de administrar justicia, y que

pronto pasó a formar parte de casi todos los

edificios romanos, termas, mercados, etc.,

se reduce a un único ábside en la basílica

cristiana.

A Constantino, que fue promotor de un gran

número de basílicas y hombre inquieto con

capacidad de grandes iniciativas, se le

atribuye que fuera quien, intuyendo la

proyección de la nueva religión, entendiera

que dicho edificio fuese la construcción

adecuada para el culto del Cristianismo. Los

obispos romanos o primeros Papas de la

Iglesia, que veían a la basílica como una

construcción de claro origen pagano y que

tenían puestos sus ideales en el Templo de

Salomón de Jerusalén destruido por Tito,

debieron sacrificar muchas ilusiones, pero

aceptaron de buen grado las dádivas y

ofrecimientos del Emperador.

La basílica se prestaba bien a la

organización jerárquica que había tomado

la Iglesia desde los primeros tiempos, pues

desde el año 220, la Iglesia se organizaba

con un obispo en cada centro metropolitano,

en Roma, Éfeso, Alejandría, Cartago,

Antioquía, etc., y para el año 250 ya se había

establecido una perfecta organización

parroquial. Así, en la basílica, el Obispo

podía emplazarse, rodeado de su clero

mayor (presbíteros) en el ábside y en el

crucero. Los diáconos o clero menor podían

ocupar la cabecera de la nave central y los

brazos del transepto, dejando la gran nave

central para los fieles (bautizados). Por

último, el nártex y la parte posterior de las

naves laterales eran ocupados por los

catecúmenos o neófitos.

La basílica cristiana respondió al esquema

de un edificio de planta longitudinal,

reuniendo un número impar de naves, tres o

cinco, en la que la nave central es la gran

sala de reunión, disponiendo de una

amplitud próxima al doble de las colaterales

y a la que se le anexionaba, en su cabecera,

un ábside de dimensiones considerables.

Las naves menores o paralelas, se

separaban de la central por series o

alineaciones de columnas. Recorriendo

transversalmente a las naves se anteponía

un nártex que, frecuentemente se

adelantaba a la fachada del edificio,

constituyendo uno de los pórticos que

conformaban el atrio. A veces se

acompañaba del "transepto" o crucero,

creando un espacio que se interponía entre

el ábside y las naves. En ocasiones, también

dispuso de "matroneum", lugar para las

mujeres, situado sobre las naves laterales.

Menos frecuente fue la "bema" o tribuna que

se constituía por una parte elevada del

ábside, del transepto o parte de éste.

Figura 284: Apunte de la organización espacial

de la basílica paleocristiana.

No obstante, diversos cambios se dieron en

la basílica cristianizada en su evolución,

hasta encontrar su definición como iglesia

de las etapas posteriores. Estos cambios

que se irán observando en el desarrollo del

estudio, fueron motivado por los requisitos

litúrgicos, por la disposición económica de

la congregación u obispo que la financiara, y

por las formas constructivas locales e

incluso por la disposición de los materiales,

ladrillo, piedra, madera u hormigón.

Los cambios fundamentales respecto a la

basílica romana habían sido, entre otros, la

reducción de los distintos ábsides a uno

sólo. La localización de la entrada, que

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La Construcción Paleocristiana

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hasta entonces se emplazaba en el costado

o lado mayor de la construcción, pasó a

situarse en el lado menor y opuesto al que

ocupó el único ábside. Este acceso se

realizaba a través del nártex, el cual, aunque

en algún caso quedó integrado dentro del

edificio como podemos ver en Santa Inés

Extramuros, en el mayor número de ellos,

quedó antepuesto a la fachada frontal. El

ábside que había pasado a formar parte de

casi todos los edificios romanos, termas,

mercados e incluso de la vivienda, al

quedarse detrás del crucero y presidido por

el gran arco triunfal que daba paso al

tabernáculo, tomando un mayor

recogimiento, quedó como un elemento

patrimonializado por el edificio religioso.

Figura 285: Principales focos del Cristianismo.

Desde que se promulga el edicto de Milán,

hasta la fecha fijada como final del período

que hemos señalado para nuestro estudio,

muchas basílicas fueron construidas en

Roma. No obstante, pocas de las que aún se

conservan nos ayudan a tener una visión

real de lo que fueran aquellas primeras

construcciones. La etapa renacentista y

también la medieval, se encargaron de

repararlas o reconstruirlas para incluirlas en

la arquitectura del momento y sin ninguna

preocupación, salvo casos excepcionales,

de recuperarlas para devolverlas a su

primitivo estado. De estas fuertes

transformaciones son ejemplos notables

San Juan de Letrán, en

Figura 286: Planta de la Basílica de

San Juan in Laterano.

Roma y San Pedro en el Vaticano, que nada

tiene que ver con la vieja basilíca.

El mismo año que se proclamó el edicto de

Milán (313), Constantino regaló al obispo,

(Papa San Melquiades), el Palacio del Cónsul

Sextus Lateranus, que había sido confiscado

por Nerón para Palacio de los emperadores

"Domus Faustae", y que fue cedida por

Constantino para residencia del Obispo de

Roma. Junto al Palacio, en el lugar que

habían ocupado los cuarteles de caballería,

se levanto San Juan in Laterano o Basílica

Lateranense. Las obras debieron coincidir

con la construcción del arco de triunfo de

Constantino, aunque fue consagrada por el

Papa Silvestre I en el año 324, y finalmente,

dedicada a San Juan de Letrán.

Se tuvo como la madre de todas las

basílicas. Tambien fue conocida como

Basilica Constantiniana y desde hace buen

tiempo es la catedral de Roma. Por el lujo

interior que alcanzó debió ser objeto de

múltiples donaciones. Fue expuesta a todo

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Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

tipo de saqueos y salió totalmente dañada

del terremoto del año 896. Ha sido

reconstruida varias veces y estado sometida

a las intervenciones de arquitectos como

Giovanni di Stefano. En 1645 Francesco

Borromini, a quien se debe el lujosísimo

barroco que hoy lucen las naves, la

reconstruyó dejando enterradas las

columnas originales en el interior de las

regias pilastras actuales. De Alessandro

Galilei (1735), es la actual y gigante fachada

corintia. El largo y alto transepto es

consecuencia de una intervención medieval.

Figura 287: Interior de San Juan in Laterano,

según el fresco realizado por Dugeht.

Con todo, el aspecto que hoy presenta poco

tiene que ver con la construcción

constantiniana. Un fresco de 1650 ha

inducido a muchas equivocaciones al

presentarla como una construcción con

arcos en su nave central. El grabado de

Dugeht se tiene como el documento más fiel

y válido. No obstante, todas estas

reproducciones son reconstrucciones

hipotéticas realizadas después de

producirse su ruina y por ello, han de

observarse con recelo.

La construcción del tiempo de Constantino

disponía de 5 naves que alcanzaban una

longitud de 75 metros, y cuyas amplitudes

eran de 17 metros para la nave central, en

tanto que las laterales se aproximaban a los

8 metros. Un prolongado transepto que

sobrepasaba, en longitud, el ancho total de

las naves, se interponía, transversalmente,

entre ellas y el ábside. San Juan in

Laterano

Figura 288: Fachada actual de San Juan de Letrán.

tomó para sus muros la típica fábrica

romana, que se conformaba por un núcleo

de hormigón encerrado, en toda su

envolvente, por una hoja de fábrica de

ladrillo. Este muro exterior de la basílica

constantiniana, con un espesor de 1,70 m.

sobre una cimentación que alcanzó los 10 m.

de profundidad, es todavía una obra gruesa

para la delgadez que habría de caracterizar

a la construcción de la basílica

paleocristiana.

Quince grandes columnas de marmol rojo

separaban la nave principal de cada una de

sus dos colaterales y 22 columnas de menor

diametro, de mármol verde, colacadas sobre

altos pedestales, separaban las naves

laterales entre sí. Sobre las primeras, un

arquitrabe soportaba al muro de la nave

central en cuya parte alta se abrían grandes

ventanas, las cuales se resolvían mediante

arcos de medio punto, para iluminar este

espacio. Sobre las columnas menores, el

muro intermedio descargaba por medio de

arcos de medio punto de muy corta luz.

Sobre el grueso muro exterior, también se

abrían ventanas, resueltas de la misma

forma que se han descrito para la parte alta

del muro de la nave central.

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Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

Interiormente debió ser muy lujosa, no sólo

por sus magníficos capiteles corintios,

traídos probablemente de edificios romanos

arruinados, sino porque todo el muro estaba

decorado con hermosas placas de mármol,

de variados colores. Igualmente se trataron

las enjutas de los arcos de la arcada

intermedia, que estaban aplacadas con

mármol veteado en verde (serpentina).

Como seguiremos viendo, toda la

arquitectura de Constantino, estuvo

marcada por el colorido y la riqueza interior.

El baptisterio de Constantino, de planta

octogonal, levantado por el Papa Sixto III y

que se localiza en el costado derecho de la

basílica y al que volveremos a referirnos al

estudiar los edificios de plantas rotondas, se

salvó exteriormente, del maquillaje barroco.

Pero para entender mejor a la construcción

de la basílica paleocristiana es mejor tratar

de hacerlo en San Pablo Extramuros y

fundamentalmente en otras basílicas

menores como en Santa Inés Extramuros,

Santa María del Trastevere o en La Santa

Sabina, en Roma, y más tarde, en San

Apolinar in Classe, en Rávena.

Santa Inés Extramuros fue construida por

Constantino el año 324 y remodelada por el

Papa Honorio I, hacia el año 625. En la

primera mitad del siglo VIII se le incorporó el

campanario, y hacia el año 1520 la bóveda

del ábside y su embocadura o arco triunfal,

fueron decorados con valiosos mosaicos. No

obstante, es un buen ejemplo de basílica

pagana convertida en iglesia cristiana que

conserva sus trazas originales, incluso su

tribuna debió ser incorporada al

cristianizarse, siendo una de las primeras

basílicas que tomaron, en razón de la

liturgia, a este elemento elevado o "bema"

como propio. Su consideración es

importante porque junto a San Lorenzo

Extramuros es de las basílicas que

dispusieron de planta alta en las naves

laterales, es decir, "matroneum". También

es singular su planta por no disponer de

transepto ni de nártex. Aunque las funciones

de este último podían encontrar respuesta

en el espacio alternativo que crea el pórtico,

que se dispone a la entrada y que comunica,

por su planta alta, a los matroneos de ambas

alas entre sí.

La nave central toma una longitud de 22,50

metros y una anchura de 9,70 metros. Sus

dos únicas naves laterales, así como el

pórtico que se opone al ábside tras superar

la fachada principal, toman un ancho

cercano a

Figura 289: Planta de Santa Inés Extramuros.

los cuatro metros. El ábside es semicircular

de gran diámetro y corta altura y se cubre

con bóveda de cuarto de esfera. Su arco de

embocadura se decoró con una franja o

arquivolta pintada, que contiene una

inscripción latina. En las enjutas se sitúan

plafones o platos con escudos, y aún se

prolonga el muro por encima de este gran

arco para recibir, en este paño superior, un

magnífico fresco, muy bien conservado.

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Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

Figura 290: Interior de Santa Inés Extramuros. Ocho columnas de diámetro importante y

altura considerable, sin duda traídas de

edificios más antiguos, constituyen cada una

de las dos arquerías que separan, en la

planta baja, la nave central de las laterales.

Estas columnas están estriadas y se

adornan con capiteles corintios. La

distancia media que separa a los ejes de las

mismas es de 2,83m. por lo que los arcos

que descargan sobre ellas son de muy

pequeña luz. Estos arcos de amplios

intradoses, se decoran con arquivoltas muy

planas, como en la Santa Sabina. También

se adornan, los frentes de los espacios entre

arcos "enjutas unificadas", con grandes

medallones colocados a eje con las

columnas.

Figura 291: Santa Inés. Bóvedas de aristas.

Otras tantas columnas, lisas y de menor

diámetro resuelven la galería alta. Aquí, los

capiteles son jónicos y para resolver las

diferencias de longitud de los fustes, y tener

una misma cota de arranque de los arcos, se

emplazan sobre estos capiteles, unas veces

delgados ábacos, y otras disimulados

cimacios tronco piramidales invertidos,

poniendo de manifiesto que la construcción

paleocristiana por razones de pobreza

económica, tenía que aprovecharse de

todas las donaciones que le vinieran de

derribos o de edificios arruinados, paganos

y no paganos. En esta arquería alta, los

arcos disponen de modestas arquivoltas y

enjutas unificadas, rehundidas. El espacio

entre estas columnas de la planta alta se

cierra o defiende con bajos pretiles, y por

encima del pequeño friso que corona a los

arcos, se abren ventanas al exterior,

cerradas por celosías. Estos huecos que

iluminan la nave central se sitúan a eje con

las claves de los arcos de las descritas

galerías.

Figura 292: Vista interior, desde el matroneo.

Santa Inés Extramuros.

Desde el punto de vista de la construcción,

también esta pequeña basílica nos ofrece la

posibilidad de señalar puntos interesantes

de la tipología constructiva que ahora

estudiamos. Así, en la planta baja de las

estrechas naves laterales vemos como éstas

se cubren con pequeñas bóvedas de aristas

ligeramente rectangulares. Lo más

interesante de ellas es que, dado que la

arquería es incapaz de recibir los empujes

horizontales propios de dichas bóvedas,

éstas se encuentran atirantadas por

elementos metálicos que unen la cara

posterior de los arcos, a la altura de sus

arranques, con el muro de fachada.

Page 13: paleocritiana siglo iii-vi

Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

Igualmente ocurre en el pórtico que se sitúa

detrás de la fachada principal.

La cubierta se soporta mediante armazones

de madera. La nave central se resuelve con

armadura de pendolón muy simple, de la que

ahora cuelga un bellísimo artesonado plano,

acasetonado con grandes relieves y

dibujando, en su parte central, una cruz

griega o de brazos iguales. En las naves

laterales el armazón es triangular, de una

vertiente y también aquí nos ofrece otra

singularidad constructiva, ya que baja su

tirante inferior hasta empotrarse por debajo

de los riñones, en los arranques de los arcos

de la galería, con lo cual, han de quedar

vistos y localizarse a eje con las columnas o

apoyos del arco.

El campanario añadido en la fecha citada

anteriormente, es de base cuadrada, con

cuerpo o caña de ladrillo muy sólida. En el

cuerpo alto dispone de dos pisos perforados

por tres huecos de ventana, resueltas con

arcos de medio punto, en cada cara.

Pero volviendo a las grandes basílicas y

manteniendo la cronología, hemos de

reseñar las características que definieron a

San Pedro de Roma y a San Pablo

Extramuros, cuyos muros adquirieron

alturas de considerable importancia.

5.1.- EL MURO EN LA BASÍLICA

PALEOCRISTIANA.

Desde el punto de vista constructivo, el

muro de la basílica paleocristiana, es el

elemento que mantiene todas las claves

necesarias para el entendimiento científico,

no sólo del valor constructivo de esta

arquitectura, sino que es la pieza capital

para comprender el sentido arquitectónico

de este período de la Historia de Occidente.

Definiendo a esta construcción, el autor de

un texto reciente, dice:

"Se trata esencialmente de dos importantes

muros paralelos, de una gran longitud y

ningún tipo de arriostramiento entre ellos,

como no sea la techumbre de madera,

simplemente superpuesta y ejecutada a base

de vigas de madera de importantes

dimensiones y escuadrías,... ...Se trata de una

obra de poca calidad, de estética algo

descuidada, como si de una construcción

provisional se tratara,... ..., y con el

aprovechamiento de materiales y elementos

constructivos de otros lugares, sin la más

mínima preocupación por el aspecto

unitario." (J.A.Tineo).

Que duda cabe, que en ésta breve reseña

encontramos aspectos que atienden, no sólo

al carácter constructivo y de la propia teoría

de la arquitectura, sino que también, estos

renglones encierran manifestaciones que

atienden al sentido, e incluso a la postura

del cristiano de la época, ante el edificio que

alojaba u ordenaba lo que era su razón de

ser.

Es evidente que la construcción explica

excesivas cosas y que sólo hay que arañar

en los muros para encontrar respuestas a

muchas cuestiones por conocer. Al muro de

la basílica cristiana no podemos observarlo,

y ni muchos menos tratar de comprenderlo,

desde la misma óptica con la que mirábamos

a un pílono egipcio, ni con la que lo

hacíamos respecto al Panteón de Roma, ni

siquiera con la que apreciábamos la Basílica

de Majencio. No se trata de ningún alarde de

potencia, se concibe como un elemento

funcional, necesario para soportar la

cubierta, y se tiene como una pared de

espesor mínimo, logrado con gran esfuerzo,

sin una técnica cualificada ni estereotipada

y con una economía precaria. No se puede

estar subordinado a la magnificencia de los

grandes sillares, se trata

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Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

Figura 293: Condiciones de estabilidad del muro

en la basílica paleocristiana.

de una pantalla, a la que no se le faculta

para absorber empujes de la estructura de

la cubierta y mucho menos de bóvedas, por

ello cuando ésta aparece como hemos visto

en Santa Inés Extramuros o como veremos

en Santa María la Mayor, serán de

dimensiones mínimas y, desde su origen,

requerirán de atirantamientos.

Una excepción importantísima, propia de la

primera iniciativa del emperador, es San

Juan de Letrán, donde el muro es puramente

romano con el núcleo de hormigón envuelto

en la fábrica latericia, pero eso pertenecería

pronto a la Historia y cuando los obispos

quisieron proponer nuevas construcciones,

tuvieron que aceptar que a una economía

endémica corresponde una construcción

endeble. Por ello, si en esos muros,

realizados con argamasas de cal o ladrillos,

sin ningún tipo de control, ni calidad, a los

que el enlucido de cal y el estucado tendrían

que proporcionarle solidez, se le quiere

encontrar algún alarde, esto tenemos que

buscarlo en su desmesurada altura y en su

exagerada esbeltez.

De cuanto aquí hemos expuestos son

buenos ejemplos San Pedro en la Colina

Vaticana y San Pablo Extramuros. Las dos

grandes basílicas, cada una en su tiempo,

debieron mantener la atención de todo el

orbe cristiano. No obstante, si queremos

percibir la rotundidad que el muro impuso en

el espacio central de la basílica cristiana, es

mejor acudir a la ya mencionada Santa

Sabina o, en Rávena, a San Juan

Evangelista.

Las excavaciones llevadas a cabo durante la

década de los cuarenta del presente siglo, y

realizadas a 22 pies debajo del altar mayor

de la actual Basílica de San Pedro, han

venido a revelar que en el siglo II se levantó

un martyrium sobre la tumba del Primer

Apóstol, que había sido enterrado en un

lugar difícil de un cementerio pagano,

probablemente e intencionadamente, en un

rincón o lugar apartado. Este lugar,

identificado como la tumba de San Pedro, se

daba por supuesto desde el siglo XVI.

El Papa Silvestre I debió convencer

firmemente a Constantino de que aquel

lugar era la verdadera tumba del Príncipe de

la Iglesia, pues, tanto uno como otro, se

empeñaron en la empresa de levantar, el

año 330 una gran martyria o sala de

banquetes que acogiera a la gran

peregrinación que, de todos los lugares,

llegaban a venerar al apóstol. Así, ambos

decidieron construir la enorme basílica, con

la imposición de que la tumba debía de

quedar en el transepto y en la embocadura

del ábside. El lugar más santificado del

Cristianismo Occidental.

Figura 294: Planta de la primitiva Basilíca de

San Pedro de Roma en la Colina Vaticana.

Todo ello, a pesar del irregular declive de la

vertiente de la colina Vaticana, lo cual

suponía un enorme trabajo y un coste

desmesurado en obras de explanación y de

cimentación. La vieja Basílica de San Pedro

en el Vaticano, fue diseñada,

probablemente, tomando como modelo a la

Basílica Ulpia del Foro de Trajano. Con unas

dimensiones que tanto en largo como en

ancho, y también en altura, eran similares a

las que alcanzaría, diez siglos más tarde,

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Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

una catedral gótica.

La cimentación, constituida como uno de los

muchos muros de contención encargados

de conformar y contener la gran

explanación, tomaba un espesor próximo a

los 4,00 metros y estaba conformada

exteriormente por ladrillos que encerraban

un núcleo constituido por una argamasa

cementícia (hormigón) superior a los 2,40

metros de ancho. La explanada quedaba

excavada por su parte superior en una

altura de desmonte de la colina, próxima a 3

metros y se conformaba por un relleno, por

su parte mas baja, que alcanzaba una cota

muy igual a la del desmonte antes citado. A

este punto, el más bajo de la explanada, se

accedía mediante una escalinata de treinta y

cinco peldaños. Sobre la cimentación que

acabamos de describir se alzaban los

altísimos muros, cuya cota de coronación o

de arranque de la cubierta era de 34 metros.

Más adelante veremos como estos muros,

en San Pablo Extramuros, también altísimos,

no superaron los 28 metros. Igual que de

San Juan in Laterano, lo que sabemos de

San Pedro de Roma, es a través de algún

fresco y de reproducciones de mosaicos y

grabados.

La primitiva basílica que al principio sirvió

como sala de banquetes funerarios y de

peregrinación, fue demolida, en los primeros

años del siglo XVI, por Julio II para construir

el actual templo, levantado por Bramante y

Miguel Angel. Esta construcción,

nuevamente, debió resultar muy cara y

requerir delicados trabajos en su

cimentación, pues la presencia de fallas en

el suelo de la Colina Vaticana eran notorias.

Durante estos trabajos, se comprobó que

todo el suelo estaba ocupado por

enterramientos y que la basílica en sus

orígenes, había funcionado como lugar de

banquetes y como cementerio cubierto.

A pesar de la altura que hemos citado para

el muro que separaba la nave central de sus

naves colaterales, la basílica era de una sola

planta, es decir, sin matroneos. Disponía de

cinco naves y ocupaba una superficie de

120x66 m2.; la nave central tomaba unas

dimensiones próximas a los 96x24 m2., y

cada una de las dos laterales que

componían cada ala, disponían de una

nachura muy próxima a los 10 metros. Los

dos grandes muros que separaban la nave

central de sus dos inmediatas paralelas,

descargaban sobre sendos pórticos,

constituidos por 23 columnas y

entablamento, en tanto que los muros que

separaban, entre sí, a las naves de un mismo

ala, lo hacían sobre una arquería de igual

número de soportes, a través de 24

pequeños arcos de medio punto. Una

característica importante de esta basílica,

fue su transepto tripartito, sin otra

compartimentación que una pantalla de

columnnas que creaba pequeñas capillas en

los extremos de cada uno de sus brazos.

También gozó San Pedro de Roma de la

característica principal de la basílica

propuesta por Constantino, el enorme

contraste entre el desinterés por el aspecto

exterior del edificio y el gran colorido y

riqueza del interior del mismo. Las columnas

que oscilaban entre 1,18m y 2,50m. de

diametro, eran de distintos colores; mármol

verde veteado (serpentina), granito rojo,

granito gris e incluso un mármol amarillo

que era conocido por "giallo antico". Estas

columnas estriadas, lucian baquetones

verticales, inter-estrias, en su tercio inferior.

Las mismas disponían de capiteles corintios

y sin duda fueron traidas de otros edificios

más antiguos.

Figura 295: San Pedro en el Vaticano

según un dibujo de 1470.

El edificio, a diferencia de San Pablo

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Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

Extramuros, era parco en iluminación, pues

las once ventanas que se abrían en cada

muro para iluminar la nave central, eran

pequeñas y estaban situadas muy altas. Con

todo, y a pesar de la gran altura que tomó su

nave central, el ritmo de sus columnas, sus

proporciones y el ambiente que generaba el

transepto iluminando el espacio

comprendido entre el arco triunfal y el

ábside, debía constituirse un espacio muy

armonioso.

La nave central se cubría con un armazón de

madera, resuelto a dos aguas, mediante

pares y dobles tirantes. Los empujes

horizontales tenían que ser anulados dentro

y por la propia estructura de cubrición, pués

como hemos dicho, los muros no podían

recibir, en su coronación, empujes. Por ello

y en este caso, se establecía un tirante o

puente a la altura del tercio superior del

cuchillo y, al mismo tiempo, mantenía el

clásico atirantado inferior, que se constituía

por dos tirantes paralelos. Estos armazones

se distanciaban muy poco, unos de otros.

Las naves se cubrian con techos planos,

salvo las dos extremas que lo hacían con

una bóveda falsa muy liviana, de medio

cañón.

En la basílica, las dos grandes paredes que

separaban la nave principal de las laterales,

que paralelamente le acompañaban, se

abrian o aligeraban tomando columnas, para

comunicarla con los espacios constituidos

por dichas naves paralelas. Como hemos

visto tanto en San Juan de Letrán como

ahora en San Pedro Extramuros y como

podemos ver en Santa Maria la Mayor y en

Santa María in Trastevere, el muro

descargaba en las columnas a través de un

sistema adintelado constituido,

formalmente, por un completo

entablamento. Otras veces, como también

hemos visto en Santa Inés Extramuros y

como podremos ver en la enorme San Pablo

Extramuros o en la Santa Sabina, el muro

descargaba en las columnas a través de un

sistema de arcos de medio punto.

En todos los casos la distancia intereje entre

las columnas siempre fue pequeña y a pesar

de que el modelo primero que debió inspirar

a Constantino fuese la Basílica Ulpia, no

puede decirse que la basílica cristiana se

limitara al sistema de "basílicas

adinteleladas" sino que esto debió quedar a

gusto de los constructores o arquitectos, de

manera que, como acabamos de decir, con

igual frecuencia se sirvieron del sistema

adintelado como del sistema de arcadas. No

obstante, en las basílicas de cinco naves, el

muro que separaba las naves laterales entre

sí, casi siempre tomó el sistema de arcos

sucesivos, para descargar las acciones

gravitatorias del muro sobre las columnas.

Muchas veces se ha repetido, y se repetirá

en adelante, que el muro exterior de la

basílica paleocristiana era una obra

descuidada "aglomerar ladrillos sin ninguna preocupación", esta frase entrecomillada se

puede leer en cualquiera de los textos de la

Historia de la Arquitectura que trate de este

período. Esta afirmación es cierta si se limita

a las primeras basílicas cristianas

construidas en Roma. Veremos como Milán

tiene otra forma de tratar y aparejar la

fábrica de ladrillo y como el mausoleo de

Galla Placidia en Rávena es una joya de la

construcción en ladrillo. Del mismo modo

veremos que en las provincias Romanas de

Africa, el muro seguiría siendo de piedra y,

aunque fue labrado con mayor libertad,

mantuvo una dignidad que sobrepasaba la

lógica falta de control, propia de la obra

tardía romana.

Figura 296: Interior de la Basílica de San Pablo

en un grabado de 1750, del arquitecto G. B. Piranesi.

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Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

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5.2.- LA ESTRUCTURA DE LA CUBIERTA EN

LA BASÍLICA CRISTIANA.

Roma era maestra en la construcción de

puentes y en densas y complejas

estructuras de madera; no obstante, el

hormigón que les había ofrecido la

posibilidad de la construcción abovedada,

les adentró en el desarrollo este tipo de

cubrición. Con ello, el armazón estructural

había ido perdiendo importancia mecánica

al permitírsele el apoyo sobre dichas formas

pétreas abovedadas. Ahora, el muro

entendido como pared mínima e inmediata,

apoyada en una columnata más o menos

articulada, incapaz de absorber esfuerzos

distintos a los gravitatorios, les obligaba a la

recuperación de una estructura liviana, pero

capaz de anular, en sí misma, los empujes

derivados de toda cubierta inclinada. Por

ello, estos armazones debían estar

fuertemente atirantados.

Evidentemente, esta estructura no era

nueva ni supuso ningún planteamiento de

alternativas posibles, y muchas basílicas

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Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

romanas habían dispuesto de ella. Como

cuchillo estructural, e incluso como

armadura de pendolón perfectamente

desarrollado, que controlaba el peso del

tirante, la conocíamos, desde el siglo III

a.C., en el Bouleuterion de Mileto. No

obstante, del mismo modo que si

quisiéramos encontrar el sentido

arquitectónico del espacio de la

arquitectura paleocristiana, habríamos de

encontrarlo en el muro y en su sentido de

direccionalidad y dramatismo que impone en

dicho espacio interior, igualmente, si

tratásemos de buscar un elemento

constructivo en el que la construcción

paleocristiana hubiera volcado todo su

esfuerzo y aportado determinantes de

evolución, tendríamos que encontrarlo en

las armaduras de la cubierta. El ritmo

propuesto por el muro a través de los

elementos de su columnata, es potenciado

por la cubierta, hasta adentrarnos en el

místico recogimiento que se establece a

partir del arco triunfal, en su penetración

hacia el tabernáculo.

Las formas que estas cerchas o cuchillos a

dos vertientes tomaron para la nave central,

fueron: las de "simple pendolón" y las de

"doble péndola". Las primeras se

acompañaban de un solo "jabalcón" a

cada

Figura 298: Planta de San Pablo Extramuros

(380).

lado del citado pendolón central, trabajando

a compresión y con descarga muy baja para

apuntalar al "par" lo más cercano posible a

su punto medio. En muchos casos y

dependiendo del ancho de la nave, el tirante

era doble, es decir, se constituía por un par

de palos que marchaban paralelos y a la

separación que le marcaba el grosor del

par, que quedaba prisionero entre los

elementos del tirante, en su encuentro con

el muro.

En las de doble péndola, este par de

elementos verticales trabajaban a

compresión y descargaban en el tirante en

puntos que dividían, a la longitud del mismo,

en tres partes iguales. En los puntos de

descarga de las péndolas, se colocaba, en la

cara inferior del tirante, una "zapata" para

reforzarlo. En este mismo tipo de cercha,

además del tirante inferior, se establecía un

atirantamiento interno mediante un puente o

nudillo, localizado a un tercio de la altura del

armazón. Este elemento horizontal que unía

y arriostraba a los pares de la armadura, lo

hacía justo en el punto de arranque de las

péndolas. En todos los casos, la entrega en

el muro del cuchillo o armadura, se

reforzaba o apoyaba mediante un "can"

prolongado o zapata de cabeza, con el fin de

acortar la luz de flexión del tirante.

Aunque buena parte de estas estructuras de

cubierta están ocultas por magníficos

techos o artesonados planos, que cuelgan

de ellas desde la etapa renacentista, en su

estado original eran vistas y todos los

tirantes y zapatas de entrega, así como las

vigas longitudinales que servían para colgar

de ellas las lámparas, se decoraban

profusamente con "pan de oro" o se

pintaban con colores brillantes y dorados.

Entre las que hoy nos muestran sus

armaduras vistas, citaremos sólo algunas de

las más bellas, así se muestran: la Basílica

de la Santa Sabina y la de Santa Inés, que

son de pendolón simple y tirante de sección

transversal cuadrada; San Apolinar in

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Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

Classe y San Juan Evangelista, en Rávena

que son de doble péndola con zapatas de

refuerzo; San Lorenzo de Roma también

muestra magníficos armazones vistos. Sin

duda, la mejor estructura de cubierta, por su

organización, integración espacial y

dimensiones, la debió lucir San Pablo

Extramuros, pero hoy se encuentra

reconstruida y tapada por su esplendido

artesonado renacentista.

San Pablo Extramuros fue fundada por el

Papa Valentiniano I hacia el año 380, y no se

terminó y consagró hasta 60 años más

tarde. Se levantó sobre un mausoleo del

siglo I. En él se guardaban los restos del

Apóstol, emplazado en el camino que

comunicaba Roma con Ostia. A esta gran

basilíca debió servirle como modelo de

proyecto San Juan de Letrán, aunque el

arquitecto cambió el entablamento o sistema

adintelado por una columnata con arcos de

medio punto. El 15 de Julio de 1823, un

sobrecogedor incendio, tras una

sorprendente explosión, la arruinó casi por

completo. Afortunadamente Pio IX, en 1854

decidió reconstruirla respetando la imagen

original y aunque hay quien la ha calificado,

"como una reconstrucción de equivocada interpretación", puede decirse que es de las

pocas en las que su reconstrucción partió

de la premisa de recuperar su estado

primitivo. Cuando quien la analiza hace

algunas abstracciones de algunos

elementos y decoraciones facilmente

identificables, comprueba que refleja bien,

lo que debieron ser las grandes basílicas

cristianas y, junto con San Clemente y Santa

María in Trastevere, ambas en Roma,

constituyen los ejemplos que mejor y más

fielmente pueden hablarnos de la basilíca de

aquel momento de la historia de la Roma

cristianizada. En Santa María in Trastevere,

igualmente, sí uno se abstrae de los finos

mosaicos de Pietro Cavallini y otras

decoraciones, es fácil imaginar a la basílica

cristiana con su arco triunfal y ábside, con

tribuna.

San Pablo de Roma fue la segunda de las

basílicas mayores, sólo superada por San

Pedro en el Vaticano, disponía de transepto

con doble "bema" o tribuna y en ella se situó

el baldaquino que guarda los restos del

apóstol. Las dimensiones totales de su

planta superan los 97x64 m2., midiendo la

superficie de su nave central 82x21 m2. y las

naves laterales, dos en cada ala, alcanzan

un ancho muy próximo a diez metros,

respondiendo así a la relación normal de

que, el ancho de la nave central fuese el

doble del ancho de las naves laterales.

Figura 299: San Pablo Extramuros. Fachada.

Cuarenta grandes columnas lisas de granito

gris de Baveno y diámetros próximos a

1,10 m., soportan al muro que separa la

nave central de las laterales vecinas. El

muro alcanza una altura de 24 m. y descarga

sobre arcos de medio punto de muy corta

luz, ya que apenas superan los dos metros

de vano entre columnas, tras estrangular

sus estribos o apoyos en el capitel corintio

que los recibe. Los fustes aunque traidos de

edificios antiguos son de sorprendente

uniformidad y se coronan con magníficos

capiteles corintios, ligeramente desiguales.

Los muros que separan a las naves laterales

entre sí, descargan sobre igual número de

columnas, de diámetro algo menor, pero

manteniendo una arquería de igual

categoría, aunque con capiteles corintios

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Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

idénticos. Esto último ha permitido asegurar

que dichos capiteles fueron expresamente

labrados para esta antigua basilíca.

Los arcos se decoran con arquivoltas poco

saledizas y en el entablamento se emplaza

un friso cargado con medallones de

mosaicos que retratan a los Papas. El arco

triunfal conserva una decoración compuesta

por un espléndido mosaico del siglo V. Las

arquerías

Figura 300: San Pablo Extramuros. Interior.

de las naves laterales, como hemos

apuntado, disponen de capiteles corintios,

todos iguales y hechos expresamente para

esta basílica. En base a la perfección de los

mismos, puede decirse que se inicia aquí un

renacimiento de las formas, el orden y el

refinamiento romano. El cual, se reafirmará

en otras basilícas posteriores y, claramente,

en Santa María la Mayor.

Siempre fue singular el magnífico grado de

iluminación de San Pablo Extramuros, pues

los grandes ventanales que se sitúan en la

parte alta del muro de la nave central, a

ritmo con la arquería, en vanos alternados,

uno sí otro no, con sus finas placas de

alabastro, tamizan una luz de sorprendente

calidad. Estos huecos están enmarcados

por pilastras corintias.

De estas ventanas, se ha dicho que San

Pablo Extramuros, antes de la

reconstrucción, tuvo siempre vidrieras

pintadas, es posible que no fuese esto así y

que en origen, dado el alto precio que tenía

el vidrio en el siglo IV, naciera con dichas

placas de alabastro y que el arquitecto de la

reconstrucción tratase de ser fiel a la

versión antigua, sobre todo, porque ya en el

siglo XIX, le hubiese sido más fácil colocar

vidrieras emplomadas. El grabado de

Giovanni Piranesi, que muestra ventanas

sobre todos los vanos de la arquería, es

posible que esté equivocado, ya que todas

estas reproducciones son siempre

reconstrucciones hipotéticas.

La cubierta de la nave central de San Pablo

Extramuros que quedó totalmente destruida

debió ser magnífica, a juzgar por la

estructura que mostraban las naves

laterales y el material que pudo

aprovecharse. Se resolvía mediante

armazones de doble péndola, con puente y

atirantamiento inferior de doble viga

descansando sobre zapatas saledizas. Las

dos naves laterales que componen cada una

de las alas, mantenían un sólo faldón

soportado por pares, acostados sobre

cerchas triangulares en la primera nave, y

apuntados por jabalcones en la nave más

exterior. Hoy todas estas armaduras están

cubiertas por magníficos techos. El

artesonado de gran relieve y de ricos

lacunarios o casetones de palos dorados

sobre fondo blanco, que hoy luce la nave

central, es elegantísimo. En el claustro

barroco de San Pablo Extramuros "Claustro de los Vassallettos", se puede contemplar

una armadura de madera que nada tiene que

ver con las de la Basílica, pero que mantiene

una calidad acorde, por estar junto a él, y no

desmerecer la categoría de la del templo.

El elemento que más dificultad presenta en

estas estructuras de armazones, es sin duda

el tirante. Para él había que seleccionar la

madera más duradera, la menos pesada y la

más resistente al fuego y a los agentes

xilófagos. Cualquier otro elemento puede

ser sustituido sin demasiados problemas,

pero la eliminación temporal del tirante era

bastante difícil. Ningún otro elemento del

cuchillo ha de

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Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

Figura 301: San Pablo Extramuros. El

Claustro.

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Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

alcanzar una dimensión mayor que la del

tirante y el empalme de estos palos,

trabajando a tracción, requiere la unión

más cuidada y el uso de cortes y ajustes en

forma de rayos de Júpiter, así como el

enfundado por cordal o por bridas y

horquillas metálicas. En las estructuras de

pendolón esta unión ha de quedar lejos de la

horquilla de dicho elemento vertical; y en las

de doble péndola, lejos de la unión o

descargas de estas en el tirante, por ello

estas uniones no fueron frecuentes en los

armazones de la basílica.

Figura 303: Algunas singularidades en las primitivas

armaduras de cubierta de las grandes basílicas.

El tirante solía dimensionarse con una

sección transversal próxima al cuadrado y

con una amplitud, para el lado mayor o

vertical de dicha sección, que oscilaba entre

un 1/35 y un 1/39 de la longitud del tirante.

La distancia a las que se colocaban entre sí,

los armazones de la cubierta, era la misma

que mantenían las columnas entre ellas, y

respecto a su posición, unas veces

aparecen colocados sobre la vertical de las

columnas o machones, y en otras ocasiones,

se colocan sobre la vertical de los puntos

medios de los espacios intercolumnios o

clave de los arcos. Pero en todos los casos,

dicha distancia mantiene el ritmo y la

separación fijada por las columnas, la cual

raramente superaba los dos metros y medio.

Las maderas que se usaron fueron siempre

maderas muy secas y probadas, lo cual no

era difícil de lograr ya que procedían de

otros edificios antiguos. Con todo, la mejor

madera que se podía usar era el cedro, pero

esta procedía de Oriente Próximo y era muy

escasa. En sustitución de ésta, se prefería el

enebro que procedía de Creta y de otras

islas de aquella parte del Egeo, el cual

tampoco era muy abundante. Lo más

frecuente era encontrar el abeto inferior, el

pino y el larigno de la vertiente adriática de

los Apeninos y de la Toscana. El larigno era

la más escasa de estas últimas citadas y las

mejores o más apreciadas eran las de las

zonas de Ancona y Pesaro.

6.- ARQUITECTURA DEL CRISTIANISMO,

VERSUS ROMANA TARDÍA.

Desde el año 326 Constantino había

trasladado la capital del Imperio a Bizancio y

desde el año 353, Milán se había constituido

en la Residencia Imperial en Occidente, para

poco más tarde terminar siendo la capital

del Imperio de esta parte del mundo romano.

Para las fechas citadas, tiempos de

Teodosio I, estamos ya en los comienzos del

siglo V, y si nuestro estudio atendiese a la

pura cronología, a estas alturas de la

Historia, deberíamos trasladarnos a Milán o

quizás a Rávena. Pero como tratamos de

estudiar al edificio en razón de su tipología

edificatoria, seguiremos analizando un poco

más la basílica, de planta rectangular y

muros de relativa esbeltez, manteniendo

nuestra atención en Roma.

Aunque la manía de trasladar su residencia,

por parte de los emperadores romanos, a

puntos lejanos de la vieja Roma, próximos a

los límites del Imperio, terminaría

dispersando esfuerzos y provocando, o al

menos favoreciendo, la caida del Imperio de

Occidente, sin embargo, todos estos

soberanos miraron a la desmesurada y vieja

Roma como la Ciudad Eterna de la que

nunca debían desvincularse. Lo cierto es

que Roma terminó siendo una ciudad

políticamente arruinada, desordenada

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Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

socialmente y su capitalidad, se mantenía

gracias al floreciente cristianismo y más

concretamente a la fuerte cabeza visible que

allí había constituido su Iglesia, como

consecuencia de los sacrificios de San

Pedro y San Pablo.

Durante los sesenta años que duró la

construcción de San Pablo Extramuros,

muchos cambios se habían experimentado

en Roma en el aspecto político, social y

religioso, otros en la concepción

arquitectónica de sus edificios y algunos en

la construcción de los mismos. Las

influencias, como punto de encuentro de

muchos viajeros, llegaban desde Milán, que

también surgía como foco importante del

Cristianismo donde se construía con una

ejecución sobria y refinada.

A través de Rávena llegaban las influencias

de Bizancio y de Alejandría, donde se

sintetizaba la arquitectura de traza romana y

la construcción en piedra, que persistía en

las provincias romanas de Africa. Las

nuevas tendencias y aspiraciones para la

nueva iglesia, entendida como edificio, se

iban conformando como síntesis del nuevo

pensamiento cristiano. Todo ello hace que

las grandes basílicas concebidas como

martyrias, salas de banquetes y cementerios

cubiertos, construidas a la sombra de los

materiales procedente de derribos y

edificios ruinosos, queden al margen para

dar paso a edificios de menores

proporciones, más controlados y de

programas más ceñidos a la nueva liturgia.

Este renacimiento o retorno a la mejor

construcción romana, desarrollada en

tiempo de Trajano, se hace notorio ya en los

capiteles y naves laterales de San Pablo

Extramuros, y se manifestó más claramente

en Santa María la Mayor y en La Santa

Sabina. Esta operación fue el objetivo

principal de Sixto III que implicó en este

concurso a los mejores arquitectos del

momento, siendo el mejor ejemplo de este

"Renacimiento Sixtino" el Baptisterio

Lateranense, propiciado por dicho Papa.

Santa María la Mayor, emplazada en la

Colina Esquilina, fue fundada hacia el año

352 por el Papa Liberio en el lugar donde

cayó una importante nevada, en verano. Por

ello fue levantada y es conocida, también,

como Santa María de las Nieves. Fue

reedificada por Sixto III en el año 432. La

fachada actual es de Ferdinando Fuga, pero

afortunadamente el barroco de la fachada

no pasó de aquí y su interior refleja bien lo

que fue la basílica cristiana del siglo V.

A pesar de tratarse de una basílica de sólo

tres naves debió servirle de modelo San

Pedro de Roma. Completamente

arquitrabada, sobre las columnas lisas, de

su nave central, dotadas de basa ática y

capiteles jónicos, se alza un entablamento

clásico compuesto por tres platabandas en

su arquitrabe, friso de poca decoración y

una marcada cornisa de canes o

mensulillas. Antes del arco triunfal, la

columnata se abre con sendos arcos

laterales, que sobrepasan a la altura del

friso, para comunicar la nave central con las

cabeceras de las naves laterales. En la parte

alta de este muro se resaltan pilastras, de

traza trajana,

Figura 304: Interior de Santa María la Mayor.

las cuales nacen del entablamento, de

manera que conforman o encuadran

cuarteles coronados por arcos de medio

punto, en los que se alternan ventanas y

mosaicos. Las citadas pilastras corintias,

son completas y disponen de basa sobre

basamento, fuste estriado con baquetón en

el tercio inferior y capitel corintio de volutas

muy resaltadas. Sobre dichas pilastras, se

sitúa un tímido friso de poca decoración y,

por encima de éste, se repite la cornisa de

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Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

canes que resolvía el encuentro del muro

con la cubierta. Hoy, esta cornisa enmarca

el encuentro de dicho muro, con el

magnifico artesonado plano de dorados

lacunarios. En los muros de las naves

laterales extremas se adelantan soportes,

que se reducen a pilastras después de

resolver los nichos bajos que contrarrestan

a las pequeñas bóvedas de aristas que

cubren a estas estrechas naves laterales.

Dichas bóvedas de aristas, son de plantas

rectangulares y quedan atirantadas por

elementos metálicos que se anclan en los

arcos fajones que definen a las citadas

bóvedas. Santa María la Mayor con su planta

que evoca a la basílica de origen pagano

está clasificada, junto con La Santa Sabina,

como el mejor exponente del renacimiento

que venimos describiendo. Por su

refinamiento interior, esta primitiva basílica

está considerada como la más hermosa de

todas ellas.

La Basílica de la Santa Sabina fue

construida algo antes que Santa María la

Mayor y que San Lorenzo Extramuros, hacia

el año 425, y quedó situada en el Aventino.

Junto con San Clemente y con la citada

Santa María la Mayor, muestra claramente

que el renacimiento sixtino se ocupó,

fundamentalmente, de la ejecución

cuidadosa, de la utilización de materiales

nuevos (no procedentes de derribos) y del

uso de elementos labrados para el propio

edificio; es decir, atendió más a la

recuperación de las técnicas y calidad

constructiva que a otros parámetros

ideológicos más profundos.

Figura 305: Interior de La Santa Sabina.

En La Santa Sabina, como venía ocurriendo

en toda la arquitectura del Cristianismo

Primitivo contrasta la sencillez de la planta y

la sobriedad del exterior de la construcción

en ladrillo, con el refinamiento y la riqueza

que mostró su interior. En San Clemente, la

fachada, con su nártex antepuesto, se

mantiene muy igual a la de San Pablo

Extramuros y, se supone, que también a la

primitiva San Pedro de Roma.

Figura 306: Detalles de la arquería de la

Santa Sabina (Roma 432).

San Lorenzo Extramuros a pesar de tratarse

de un conjunto que enmarcaba a dos

iglesias unidas por sus ábsides, como vimos

en los templos romanos de Venus y Roma, y

de disponer de matroneos, mantiene, al

igual que todas las que ahora reseñamos, su

identificación con las primitivas basílicas

cristianas nacidas de inspiración pagana.

En las tres naves de La Santa Sabina y

fundamentalmente en los elementos que

componen su ordenada arquería, se

respiran los aires más puros de la

arquitectura romana, la cual hemos definido

como aquella que tiene lugar una vez

superada la influencia helenística. La

arquería compuesta por arcos de medio

punto, hábilmente peraltados, dan lugar a

alfices y enjutas bien definidas. Sus

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Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

columnas corintias estriadas de carácter

puramente romano con baquetonado del

tercio inferior del fuste y basas dobletóricas

sobre pequeño basamento cuadrado y

capiteles corintios, disponen de trazado y

formas muy romanas. Pero todo ello no es

más que una recuperación científica del

lenguaje clásico romano, aunque es

frecuente que La Santa Sabina siempre se

haya puesto como modelo singular de la

Arquitectura del Cristianismo.

7.- LA CONSTRUCCIÓN DE LA BASÍLICA

CRISTIANA EN LAS PROVINCIAS

ROMANAS.

Roma que había violentado a sus provincias

en materia de impuestos, fue enormemente

liberalizadora y generosa maestra en

materia de edificación. Por ello, los pueblos

no debieron esperar a los tiempos

decadentes para mostrar sus peculiaridades

y técnicas constructivas locales. En

consecuencia, no hubo cambios

significativos en la forma de construcción en

las provincias romanas, durante el período

señalado como "Arquitectura del

Cristianismo" que no fueran debidos a la

crisis económica o a las corrientes

funcionales de la nueva basílica. De todas

formas la represión económica se hizo notar

de manera más dura en Roma que en el

resto del Imperio.

Como hemos hecho en Roma, en estas

provincias romanas sólo citaremos, de las

muchas basílicas que se construyeron por

todo el mundo cristinizado, los ejemplos más

notables, según nuestro parcial punto de

vista; y sólo algunas de ellas, serán

analizadas someramente. Ello, en razón a la

limitada extensión que este capítulo debe

ocupar en esta pequeña Historia de la

Construcción, en la que no podríamos ni

enumerar todas las construcciones de las

que existen restos arqueológicos. Tampoco

ello aportaría demasiado a nuestro objetivo.

En las provincias africanas muchas

ciudades fueron cristianizadas y adquirieron

un gran protagonismo durante los siglos IV y

V. Tipasa, Djemila y Tebessa en Numidia

(Algeria) se manifestaron como

relevantes

Figura 307: Basílica de Hermópolis (Egipto).

núcleos religiosos de la costa de Mauritania;

Cartago y Túnez lo hicieron en Bizacena

(Tunisia); Cirene en Cirenaica y Alejandría

en Egipto, fueron los centros religiosos de

las provincias africanas de Oriente. En

Egipto, donde la planta de la basílica se hizo

más pequeña y la construcción más sólida y

compacta, fue frecuente que desapareciera

el transepto y que se conservara el nártex.

Las naves laterales se prolongaban hasta

que el ábside quedaba flanqueado por dos

cámaras laterales. Tanto en Egipto, como en

Siria y en Creta, que durante este período

fue más provincia africana que de la costa

del Egeo, el ábside se constituyó trilobulado.

La iglesia levantada hacia el año 435 en

Hermópolis es el mejor ejemplo de ello. En la

Basílica de Deir-el-Abiad, pueden

observarse, mejor que

Figura 308: Monasterio Blanco en Deir-el-Abiad.

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Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

en ninguna otra construcción, no sólo las

connotaciones locales de traza y diseño,

sino también las técnicas constructivas

egipcias más tradicionales.

En la citada basílica, conocida como el

Monasterio Blanco y levantada a mediados

del siglo V, podemos ver la regia

elaboración de los potentes muros en

esviaje, coronados con nacelas y labrados

con sillares de piedra caliza, de dimensiones

importantes y colocados a hueso. La planta

quedó conformada por nártex y cuerpo

basilical de tres naves. El transepto

desaparece o se funde con el ábside para

abrigar un santuario trilobulado. Cambios

idénticos pueden observarse en Cirenaica y

en las otras provincias citadas. No obstante,

en estas provincias romanas del Norte de

Africa fue el nártex el elemento que resaltó

las particularidades locales, mostrándose

cerrado por muros y no porticado como se

resolvió en otras latitudes.

En todo el Africa cristianizada la

construcción fue una prolongación de la

construcción pétrea, en su más pura traza

romana. Las plantas se trazaban

geométricamente perfectas, como Roma

había enseñado y exigido. Así, se trataba a

la piedra con las mismas leyes de

estereotomía, aunque, en general, la fábrica

se labrara ahora con sillares más pequeños.

De esta forma, aunque se sacrificaba la

grandiosidad del Imperio, se lograba una

escala humana nueva y se disponía de

mayor facilidad de manipulación de los

sillares. Esta fábrica constituida por sillares

pequeños o medianos, se reforzaba con

cadenas de bloque mayores que, en

ocasiones, se unían mediante grapas.

La piedra fue siempre la caliza local e

incluso los capiteles, que fueron siempre los

elementos más transportados de toda la

construcción romana y que en otro tiempo

venían de canteras próximas a Roma, eran

ahora de labra local. En contadas ocasiones

se recibieron capiteles y fustes de

Constantinopla.

Recordemos que el muro de la basílica

paleocristiana, en Roma, tenía vocación de

esbelta pared y que, en ocasiones, los

historiadores para expresarse más

rotundamente, la han calificado de

"cartulina" dispuesta para servir de soporte

a pinturas y mosaicos. Con igual intención,

podemos decir que en Siria y en Oriente

Próximo el muro tomó la función virtual de

cortina que, secuencialmente, dividía el

espacio mediante paños sucesivos. En

Africa, donde el helenismo se había

purificado hasta manifestarse toscamente e

imponer sus connotaciones locales, el muro

se levantó fuerte y pesado, y por lógica

razón de la climatología, se abría con

ventanas más pequeñas que las que eran

normales en las basílicas constantinianas.

Quizás la nota más diferenciadora de las

basílicas cristianas de Africa, es la

ocupación de la boca del ábside por una

columnata de tres arcos que descargaban al

arco triunfal del santuario, el cual tomaba

aún mayor recogimiento. Este tríptico

columnario estaba presidido por una grada

y, en él, el arco central era claramente de

mayor diámetro. Esta solución de apeo de

arcos mayores fue aceptada con gusto por

Constantinopla y la veremos, con total

frecuencia, en la arquitectura bizantina y

otomana.

Figura 309: Solución de apeo del gran arco

mediante arcos menores.

En Siria y en su provincia vecina de Fenicia,

donde Palmira, Antioquía y la Tripolitanía

libanesa se constituyeron como núcleos

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Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

fundamentales del Cristianismo, el transepto

se conformó con cellas en sus extremos, es

decir, tripartito, y las naves laterales se

prolongaron más allá del transepto para

cerrar la cabecera de la basílica mediante

tres ábsides paralelos. Fueron frecuentes

las iglesias en forma de cruz, como muestra

la planta de la Martyria de San Babilas en

Antioquía, junto a la ciudad antigua. De

todas formas es el área donde se han

conservado menos construcciones, e

incluso los restos arqueológicos excavados

son pocos y parciales. La planta es también

pequeña y los muros gruesos y sólidos, de

hecho se labraban con sillares de mayores

dimensiones de las que hemos señalado en

Africa del Norte y con un núcleo enripiado.

La construcción es mediante arcos y se

introduce la bóveda e incluso la cúpula de la

que eran buenos maestros por tradición y

vecindad

Figura 310: Planta de San Babilas en Antioquía.

"persa-sasánida". Ellos fueron los que

devolvieron la técnica, ya evolucionada, de

la cúpula a Bizancio.

El enorme conjunto sirio de Qal't Siman,

definido como martyrium con planta de cruz,

se conforma por cuatro basílicas

ortogonales que se unen a través de crucero

octagonal de pura traza romana con dobles

columnas y grandes arcos con arquivoltas

de espléndida labra y dimensiones. Una de

estas basílicas de tres naves mantiene el

nártex, otra el triple ábside y las otras dos

podrían, en el conjunto hacer,

funcionalmente, las veces de un transepto

prolongado.

Figura 311: Planta del enorme conjunto

desarrollado en Qal't Siman. Final del siglo V.

Figura 312: Detalle de la construcción en piedra.

En el Conjunto de Qal't Siman.

En el período final de la etapa de

Constantino, en la provincia romana de

Palestina y sobre los Santos Lugares se

construyeron muchas martyrias. Casi todas

fueron rotondas u octagonales, de planta

unitaria, y cuyos restos incompletos

pertenecen a la arqueología. En ocasiones

se ha tratado de justificar, con razones

locales o de localización geográfica, estos

cambio en la forma de la planta respecto a

los martyrium romanos, pero es posible que

no haya que buscar otra motivación que la

de que las dos grandes obras de

Constantino, en estas latitudes,

respondieron a plantas de este tipo y que,

probablemente, estos edificios sirvieron de

modelo, en el área, a otras construcciones.

Los Lugares Sagrados de Palestina, junto

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Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

con Roma, congregaban peregrinaciones de

todo el mundo cristianizado, por lo que

Constantino, quizás a instancias de Elena,

su madre, que había encontrado la Santa

Cruz, hizo construir, en el Gólgota, un

conjunto de edificios en el que además de

una basílica de cinco naves, se emplazaba la

gran Rotonda de la Anástasis (resurrección)

o del Santo Sepulcro. Se trataba de una

construcción levantada en el lugar donde

Cristo había resucitado y donde se acogiera

el Sepulcro Santo. Constantino decidió

construir, tanto el referido conjunto como la

Basílica de la Natividad en Belén. Esto debió

coincidir, con el momento en que él

trabajaba o proyectaba, con los arquitectos

más audaces e innovadores del momento la

construcción del Baptisterio Lateranense y

el mausoleo de su hija Constantina

"Mausoleo de Santa Constanza". La

invitación de Constantino a la construcción

de estas obras con cargo al Estado, debió

llevar consigo ideas sobre las formas y

categoría que pretendía para estos edificios,

por lo que es posible que los arquitectos

partieran de las mismas premisas, e

introdujeran la nueva forma en las citadas

construcciones. Pues no es difícil relacionar

y enlazar al Santo Sepulcro con Santa

Constanza, de la que trataremos más

adelante al estudiar el edificio rotondo. Igual

paralelismo puede establecerse entre el

Baptisterio Lateranense (aunque este no

fuese construido hasta bastante más tarde)

y la cabecera octogonal de la Basílica de

Belén. No obstante, el parentesco más

profundo de la forma de dicha cabecera de

la Basílica de Belén lo podemos encontrar

en el Mausoleo de Diocleciano en Spalato.

El Santo Sepulcro se constituía por un muro

curvo, formalmente muy potente, que

encerraba un circulo de 33 m. de diámetro y

que estaba labrado en piedra local, con

grandes sillares. Su planta definía un

deambulatorio, con tres pequeñas exedras

sobre sus ejes ortogonales, que circulaba

Figura 313: Plano, de 1683, del Santo

Sepulcro.

Figura 314: Rotonda y Basílica de la Anástasis

en el Gólgota (Monte Calvario), año 326.

alrededor de una arquería también rotonda y

sobre la cual corría un matroneo. Ambos

espacios se cubrían con bóveda de cañón.

La citada arquería se constituía mediante

ocho soportes que definían una cruz griega

(de brazos de igual longitud) y, entre ellos,

cuatro juegos de tres columnas, que se ha

dicho representaban a los apóstoles. Esta

construcción rotonda se veía cizallada por

una fachada plana, y sobre el espacio

central rotondo de dos niveles de arquerías,

se elevaba un muro a modo de tambor en el

que se habrían grandes ventanas que

iluminaban cenitalmente al mismo. El edificio

debió coronarse con una bóveda

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Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

hemisférica; no obstante, la bóveda es

posible que fuese reemplazada por una

cubierta cónica con lucernario central,

según muestra el grabado de 1609 de J.

Callot, que aparece en los

Figura 315: Rotonda de la Anástasis. (Grab.

de J. Callot).

textos de Richard Krautheimer. De todas

formas el conjunto fue motivo de muchas

remodelaciones y la planta de su basílica

aún es motivo de grandes especulaciones.

El sepulcro de Cristo quedó alojado en un

baldaquino central "Baldaquino de

Constantino", y la construcción, que gozó de

todas las subvenciones de Constantinopla

como capital del Imperio, quedó terminada

el año 351. Los arquitectos que trabajaron

en la obra primera fueron, el sirio Zenobio y

Eustacio de Constantinopla.

La Basílica de Belén fue construida hacia el

año 333 y se conformó por un edificio de

planta cuadrada de unos 29 m. de lado, que

alojaba un cuerpo basilical de cinco naves

longitudinales, y un octógono en su

cabecera, que sustituía al ábside, a la vez

que interrumpía al bajo transepto. Desde

una amplia explanada se accedía a un atrium

rectangular y a un nártex, que a modo de

propíleo se anteponía a la basílica. El

octógono tenía cubierta piramidal con

apertura cenital y, en el suelo, se abría un

hueco protegido por una barandilla por

donde se asomaban los peregrinos para

mirar la cueva del Nacimiento. Esta

construcción fue ampliada, en tiempo de

Justiniano, prolongándose

longitudinalmente en ambos sentidos. En

esta reforma desapareció el octógono

transformándose en un presbiterio

trilobulado, es decir, tomó tres ábsides; de

esta forma, los dos laterales se enfrentaban

entre sí, definiendo un transepto rematado

por dichas exedras. Definida así, la

construcción actual es más propia del

período de Justiniano que de la etapa de

Constantino, a pesar de que es una de las

pocas basílicas calificada como "basílica

constantiniana".

Figura 316: Basílica de la Natividad en Belén. Más tarde, volveremos de nuevo a esta

construcción de Belén para precisar

algunos detalles de su construcción y en

razón del interés que, desde el estudio del

edificio de planta o espacio central,

mantiene su cabecera rotonda.

Desde Tarso a Thesalónica, en toda la costa

de Asia Menor y El Egeo, la fecunda labor de

San Pablo junto con el traslado de la capital

del Imperio a Constantinopla, hizo que un

gran número de ciudades como Éfeso,

Nicea, Pérgamo, Mileto, Corinto y las dos

citadas inicialmente entre otras,

encontraran en el Cristianismo una nueva

sabia de resurgimiento. En todas estas

ciudades se levantaron grandes iglesias y

monasterios, cuya construcción atrajo a un

gran número de arquitectos y constructores.

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Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

Figura 317: Planta de Santa Tecla en Meriamlik,

(entre Tarsus y Perge), en Turquía.

Entre tanto, la planta basilical sufrió

importantes transformaciones. Sobre las

formas heredadas de Occidente, se fueron

recogiendo las lógicas iniciativas de la gran

actividad constructiva y las influencias y

corrientes que llegaban de las otras

provincias de Oriente. Así, fue frecuente la

pérdida del transepto, como vemos en la

basílica adintelada de San Juan de Estudio,

en Constantinopla y en la de Acheiropoietos,

en Salónica. También aparece la

prolongación de las naves laterales para

componer cámaras, con ábsides o sin ellos,

en sus fondos, a uno y otro lado del ábside

de la nave central, como ocurrió en la

planta, de magnífico trazado, de Santa María

de Éfeso; y no fue extraña la planta en cruz o

de espacio unitario de la primitiva Santa Sofía, levantada por Constantino cerca de

su palacio en Constantinopla,

probablemente semejante al Santo Sepulcro

del Gólgota, y desaparecida tras un

pavoroso incendio que la destruyó por

completo. Estos fueron los factores

innovadores más importantes en la

construcción de la basílica en el Imperio de

Oriente.

Otros cambios dignos de reseñar fueron: la

implantación de la cúpula en el centro del

edificio, como en la ya citada iglesia de

Éfeso; la introducción del ábside de

influencia cretense y asiática que quedó

inscrito en un macizo que exteriormente se

manifestaba poligonal, como en San Sergio y

San Baco, en Constantinopla, cuya

construcción se había iniciado ya en el

ocaso del siglo V; y por último, la

generalización del uso de la mampostería

pétrea de pequeños sillares,

horizontalmente fajeada y ordenada por

verdugadas de ladrillos. Dicha forma de

reforzar las fábricas, se había desarrollado

en el Norte de Africa y en Tripolitania, y fue

muy frecuente en Creta y en toda la Costa

del Egeo. Este aparejo, definitivamente

aceptado, fue empleado en la construcción

de la muralla de la nueva capital del Imperio,

en la que aún podemos verla y percibir la

presencia romana en el Estambul actual.

Pero con todo, nos hemos puesto a las

puertas de la construcción de la

arquitectura bizantina. Por ello, tras reseñar

brevemente la basílica de San Demetrio en

Salónica (Thesalónica), nos volveremos a la

provincia lombarda de Aemilia y a la italiana

Flaminia para emprender el estudio de la

construcción en Milán y en Rávena

respectivamente.

La Basílica de San Demetrio en Salónica era

la más grande e importante de las

construidas en el Imperio de Oriente hasta

el final del siglo V, y a pesar de la

reconstrucción de que fue objeto como

consecuencia del gran incendio que tuvo

lugar en los primeros años del presente

siglo, responde al prototipo de basílica

cristiana de su tiempo y es la mejor

representación de la arquitectura

protobizantina, en esta parte del Imperio.

Dispone de cinco naves, con dobles

matroneos, y su transepto tripartito se

acompaña con un deambulatorio que

confiere, a su planta, forma de cruz.

El escalonamiento que presentan las

cubiertas de cada una de las naves, le

proporciona una magnífica iluminación. A

ello contribuye también el gran ábside, que

se manifiesta totalmente calado por amplios

ventanales.

Los muros, toman espesores relativamente

importantes y descargan en amplios

soportes, mediante arcos que dibujan

dovelas alternadas. Entre dichos pilarones,

se emplazan grupos de tres o cuatro

columnas que contribuyen a la descarga de

dicho muro. Sobre los capiteles, se colocan

potentes cimacios troncopiramidales, bien

marcados e

Page 31: paleocritiana siglo iii-vi

Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

Figura 318: Planta y detalle formal y constructivo

del muro en San Demetrio, en Salónica.

invertidos, para lograr superar el ancho del

intradós del arco o espesor del muro y así,

transmitir las carga al capitel y a la columna.

De esta forma, un recurso constructivo que

media, mecánicamente, entre la recogida

del descenso de las cargas que proceden

del ancho muro hasta su descarga en la

columna, se convierte en uno de los

elementos compositivos básicos de la

arquitectura bizantina.

En San Demetrio los arcos se atirantan

exclusivamente en el plano en el que se

introducen los empujes, es decir, en el plano

definido por la arquería. Los doce metros

que tiene de amplitud la nave central, se

cubren con una sencilla estructura de

madera, de "parhilera" par, hilera y tirante,

es decir, sin pendolón, jabalcón, ni nudillo.

En cambio sí luce pequeñas mensulillas o

canes en el apoyo de cada armazón en el

muro. Las naves laterales se cubren

mediante faldones a una vertiente de pares

"a la molinera o en cobertizo".

8.- LA CONSTRUCCIÓN DE LA

ARQUITECTURA PALEOCRISTIANA

EN MILÁN Y EN RÁVENA.

Milán había sido, desde el año 353,

residencia imperial y poco tiempo más

tarde, el año 373, arrebató a Roma la

capitalidad del Imperio. No obstante, sólo

disfrutó de esta condición, algo más de dos

décadas, pues Teodosio, tras dividir el

Imperio, trasladó la capital a Rávena.

Durante este tiempo Milán y Tréveris se

convirtieron en los principales centros de la

Iglesia, pero fue Milán la que se manifestó

como el foco más atractivo de la producción

arquitectónica del momento. Arquitectos de

muy diversos lugares acudieron a la ciudad

y, en consecuencia, surgieron plantas de

edificios con matices notoriamente

diferentes. No obstante, en concordancia

con las aspiraciones de este nuevo centro

imperial y capitalino, se desarrolló una

Arquitectura Monumental que encontró

mayor carácter de uniformidad en las

formas y modos de construcción que en

cualquier otro factor de diseño y

composición.

Sin duda, la Iglesia de San Lorenzo fue la

construcción más importante levantada en

Milán durante el siglo IV, no sólo por el

volumen de obra que la construcción

representa sino por la categoría

arquitectónica del conjunto. No obstante,

nosotros dejaremos aquí a esta veterana e

inmensa construcción a la que volveremos

más tarde, en razón de la morfología de su

cuerpo básico, al estudiar el edificio de

planta central. Mientras tanto, seguiremos

examinando otras edificaciones ligeramente

más tardías, pero cuyas plantas, se

desarrollan más cercanas al modelo

basilical que aquí estamos estudiando.

Page 32: paleocritiana siglo iii-vi

Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

Figura 319: Detalle del aparejo del muro

en San Simpliciano en Milán.

Además de la iglesia que acabamos de citar,

se construyeron, en Milán, otros edificios

religiosos, todos ellos de magnífica

construcción y entre las que cabe destacar

la Basílica de las Santas Vírgenes, más

conocida por San Simpliciano por haber sido

levantada por este obispo. Esta, dispone de

planta de cruz latina de amplias

dimensiones, con nártex, transepto

prolongado y crucero ochavado. Sus muros

están aparejados con una magnífica fábrica

de ladrillo, dotada de fuertes pilastras

unidas y coronadas por arcos ciegos,

constituidos por una sola rosca de ladrillos,

presentadas a tizón y bien recortadas en su

trasdós a modo de disimuladas arquivoltas.

Estos arcos toman diámetros o luces

ligeramente superiores a la distancia que

separa una pilastra de sus contiguas, lo que

hace que el arranque de los arcos aparezca

como estrangulado, ya que es algo menor el

ancho de dichos arranques que el de las

pilastras en las que se apoyan. Aunque la

construcción no sea el mejor ejemplo de

orden compositivo, si lo es en cambio, para

la magnífica ejecución a que se llegó en la

obra de fábrica de ladrillo, de tradición

milanesa.

La Basílica de Santa Tecla, excavada hace

apenas treinta años en la actual Plaza del

Duomo delante de la catedral gótica, era de

grandes dimensiones como todas las

iglesias de Milán, disponía de cinco naves,

transepto con tribuna, y un gran ábside que

debió ampliarse y triplicarse en la etapa

medieval. El transepto no se manifestaba al

exterior, ya que sus alas quedaban

enrasadas con el muro lateral de la basílica.

Otras grandes iglesias debieron construirse

en Milán, entre las que no pueden dejarse de

enumerar San Nazario y San Juan de Conca.

La constante que presidió a la construcción

milanesa, fue la potencia de los muros de

sus construcciones, gruesos en sus

dimensiones y serios en su aparejo,

constituidos por fábricas de gruesos

ladrillos con juntas finas (poco mortero) y

cuidadísima labor. Estos, se acompañaban

de resaltos verticales o pilastras "bandas lombardas o lesenas" y arcos ciegos y de

descarga, empotrados o enterrados en la

propia fábrica como vimos en el Panteón de

Roma.

Con todo, y desde nuestra óptica

constructiva, lo más importante fue la

escuela de albañilería que se creó en Milán,

la cual irradió su influencia por todas las

provincias del norte. Ella, dejó buena

muestra de su hacer en Tréveris, Colonia y,

definitivamente, constituyó la base de la

construcción de todos los edificios de

Rávena.

El año 402, Honorio traslada la capital del

Imperio de Occidente de Milán a Rávena.

Esta ciudad situada en el Adriático, que

había sido subsidiaria de Milán y que había

tomado gran protagonismo comercial y

religioso por su magnífica situación

geográfica, se había constituido en el enlace

entre los dos imperios. Desde el punto de

vista de la arquitectura, Rávena fue el mejor

baluarte y la ciudad receptora de las

propuestas que se gestaban en Bizancio y

en las costas del Egeo. No obstante, en lo

relativo a las formas y técnicas edificatorias,

mantuvo siempre la tradición constructiva

milanesa.

Pero fue Gala Placidia, hermana de Honorio,

quien hace que hacia el año 425, Rávena

alcance su momento de mayor esplendor.

Ello se mantendría, al menos hasta la

reconquista de Justiniano (527), aunque

hacia la mitad del siglo V, fuera ya

arquitectónicamente conquistada por el

bizantinismo, lo cual se manifiesta de

manera clara en tiempo de Teodorico (490).

Para nuestro estudio, el mayor interés

radica en que, con algunas modificaciones

medievales y renacentistas, dispone de un

gran número de edificios, bien conservados,

de esta época. No obstante, la ciudad se ha

ido hundiendo paulatinamente y esto ha

hecho que los edificios hayan cambiado

sensiblemente su altura y, en cierto modo,

su aspecto inicial. También aquí, dada la

corta extensión de nuestro trabajo, sólo

reseñaremos los edificios más significativos,

desde nuestro particular punto de vista.

Page 33: paleocritiana siglo iii-vi

Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

La Iglesia de la Santa Cruz promovida por la

hermana de Honorio hacia el año 420, fue

reconstruida en la Edad Media, eliminándose

su transepto y construyéndose en su lugar

una gran torre, no quedando casi nada de la

edificación primitiva, la cual también perdió

su nártex. Sin embargo el Mausoleo de Gala

Placidia, que fue levantado el año 425 junto

al ala izquierda del nártex de la citada

iglesia, se conserva casi intacto, a pesar de

haber sufrido grandes inundaciones.

San Juan Evangelista levantada también por

Gala Placidia hacia el 425, muestra tanto en

su planta como en sus arquerías elementos

nuevos que la separan de la tradicional

basílica de occidente o latina. Hoy no

dispone de transepto y las naves laterales se

prolongan más allá del arco triunfal que

constituye la boca del ábside, creándose

cámaras laterales paralelas al eje de esta

gran exedra poligonal, según el modelo de

las costas del Egeo. Dicho ábside esta

totalmente perforado por ventanas,

resueltas con arcos de medio punto y

separadas por delgadas columnillas

pétreas, igual que vimos en San Demetrio en

Salónica. También esta iglesia se ha hundido

más de dos metros respecto a su cota

inicial.

Figura 320: Influencias en San Juan

Evangelista, Rávena. En el interior, los muros que definen a la

nave central se mantienen sin ninguna

decoración, con ausencia de cornisas y

arquivoltas en la arquería, lo que potencia la

pureza de dicho muro que resulta más

esbelto y prolongado, sobre todo al

comparar su altura con el ancho de la nave.

A ello contribuye también, el hecho de que

su estructura de cubrición se presenta vista,

luciendo unas perfectas armaduras de

madera de doble péndola. La arquería de

buenas luces y proporciones, se constituye

por columnas de fustes lisos de distintas

alturas y añadidos. Dispone de tímidas

basas dobletóricas y pequeños capiteles

corintios muy abiertos, que se adornan con

diminutas volutas sobre las diagonales,

siendo estas pequeñas formas jónicas muy

prolongadas en su vuelo. Sobre dicho

capitel, el cimacio troncónico se manifiesta

ya como una pieza muy decorada, que se

adelanta al intradós de los arcos, resultando

una composición de "capiteles dobles",

propio de las provincias orientales.

Figura 321: Detalles de algunos capiteles

de la arquitectura paleocristiana.

El exterior muestra una fábrica de ladrillo,

que tanto en su perfecta ejecución como en

la composición y labra de todos sus

elementos, pone de manifiesto su fidelidad a

la tradición milanesa. Así podemos ver las

pilastras o bandas verticales de refuerzos

colocadas en las esquinas de sus muros

exteriores, del mismo modo que los altos

muros de la nave central se acompañan de

estas bandas resaltadas y coronadas por

arcos ciegos, en cuyos fondos o tímpanos se

abren las ventanas superiores.

Es probable que nos hallamos detenido más

de lo deseable en esta iglesia basilical, que

ha tenido una nueva reconstrucción

después de la Segunda Guerra Mundial,

pero hemos querido resaltar la dicotomía

existente, a partir de este momento, en la

arquitectura de las iglesias de Rávena entre

el diseño y la técnica. El primero recoge las

nuevas tendencias que llegan del Imperio de

Oriente, a través de Constantinopla, en tanto

que la segunda mantiene su herencia fiel a

Page 34: paleocritiana siglo iii-vi

Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

las reglas de la construcción de Milán.

Figura 322: Interior de San Apolinar Nuevo. Rávena.

Otras iglesias de Rávena como El Santo

Espíritu, Santa Agueda y San Apolinar

Nuevo, iban siendo colonizadas en su planta

y en su interior por los elementos de la

arquitectura del Imperio Romano del Este.

En la basílica de San Apolinar Nuevo (495),

levantado ya en tiempo del Rey ostrogodo

Teodorico, además del "doble capitel" y de

las arquivoltas decoradas se introduce,

abundantemente, el "opus vermiculatum o musivum", donde los ricos mosaicos de sus

muros muestran una larga procesión de

apóstoles y reflejan, con gran pureza, la

traza y riqueza de la decoración bizantina.

En San Apolinar in Classe (535), levantada

también por el mismo rey arriano, que había

pasado su juventud en Constantinopla como

rehén y que nada incomodó al Cristianismo,

la riqueza de la decoración musivaria se

centra en el ábside. Sin embargo tanto en

San Apolinar Nuovo como en San Apolinar in

Classe podemos ver, en el intradós de los

arcos, una recuperación de la decoración

lacunaria, o de los encofrados romanos en

artesón, que ya vimos tanto en el Panteón

como en la basílica de Majencio y, más

tarde, en todos los techos de madera de las

basílicas romanas que hemos visto en

puntos anteriores de este mismo capítulo.

Figura 323: Interior de San Apolinar in Classe.

Antes de retroceder en el tiempo para pasar

al estudio de la planta o del espacio unitario

de los edificios rotondos o poligonales que

demandaron los baptisterios y otras

construcciones, es importante, desde el

punto de vista de la técnica constructiva,

hacer constar otro hecho notorio de la

construcción desarrollada en Rávena. Ello

fue la construcción de la bóveda por medio

de roscas horizontales de elementos

cerámicos o anforillas.

Esta técnica que consistía en la creación de

elementos curvos lineales, introduciendo la

parte trasera de una anforilla en la

embocadura de la siguiente, ya había sido

utilizada, como nervaduras radiales de

bóvedas, por la construcción doméstica

romana. Para ello, se usaron las pequeñas

vasijas que habían servido para la

distribución del vino o del aceite usado para

el cuidado de los gladiadores.

Figura 324: Decoración lacunaria, introducida

en el intradós de los arcos.

Esta misma forma constructiva también

había sido usada, mucho antes, en el

Próximo Oriente, y es probable que a

Constantinopla llegara de Asia, como

Page 35: paleocritiana siglo iii-vi

Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

técnica Sasánida. Pero en Rávena, la

novedad puede radicar en que se fabricaron

unos ladrillos cerámicos tubulares con

forma de trompetillas, exprofeso para la

construcción de estas cúpulas y bóvedas.

Pero ya la veremos más adelante, al abordar

el estudio de las construcciones concretas

donde fueron usadas para cubrir su espacio

central.

9.- EDIFICIOS PALEOCRISTIANOS DE

PLANTAS ROTONDAS O POLIGONALES.

Es evidente que la basílica de planta

rectangular, era el edificio principal y capaz

de dar respuesta a las necesidades

funcionales que planteaba el Cristianismo,

incluso, a su principio básico de

direccionalidad hacia el Santuario. Los

edificios rotondos y poligonales, que debió

apetecer, en principio, más a Constantino y

a la creatividad de sus arquitectos, que a

otros motivos propios de la Iglesia, estaban

llamados a resolver algunas de las funciones

periféricas de la nueva religión. Por ello,

estos se emplazaron, en un principio, junto a

las basílicas, las cuales, seguían

constituyendo el edificio principal de

cualquier conjunto.

Establecer una larga cadena para justificar

la evolución del edificio rotondo, desde el

espléndido tholo de Micenas hasta el tardío

San Esteban Redondo (final del siglo V),

como suelen hacer los historiadores, es

realmente fácil. Nosotros, no iremos más

allá del Panteón (templo de todos los

dioses), para encontrar el modelo apetecible

por los arquitectos para la reproducción del

edificio de panta circular. Tampoco iremos

más allá de la Domus Aurea o de la Minerva

Médica para el edificio poligonal, que los

arquitectos de Bizancio desarrollarían hasta

proporciones monumentales y, cuyos temas,

ampliarían con numerosas e ingeniosas

variaciones.

Redondos u octagonales, tomaron las

funciones de martyrias, baptisterios,

mausoleos y todos aquellos usos, que

requerían focalizar la atención en un punto

central. Era lógico que surgieran propuestas

en base al espacio unitario desarrollado en

el Panteón de Roma, donde encontramos la

"unidad absoluta" y que más tarde estos

edificios ampliarían sus programas hacía

capillas privadas, iglesias palatinas e

incluso catedrales, como podemos

comprobar en la enorme San Lorenzo,

levantado al final del siglo IV y que fue

catedral arriana de Milán.

Figura 325: Edificios notables de planta circular.

Los dos ejemplos más notorios de planta

rotonda de la arquitectura paleocristiana,

que debieron servir de modelo de otras

posteriores, datan del tiempo de

Constantino. Ellos son, la Rotonda de la

Anástasis o del Santo Sepulcro, en

Jerusalén, a la que ya hemos hecho

referencia y la Iglesia de Santa Constanza,

en Roma. Esta última es la pieza más

refinada de estas construcciones. Fue

construida hacia el año 349 por Constantino

para mausoleo de su hija Constantina. Doce

pares radiales de columnas lisas, con

preciosos capiteles compuestos y cimacios

o entablamentos estrangulados, también

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Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

radiales, reciben a la magnífica arquería

de

Figura 326: Planta y sección de Santa Constanza

(Roma).

ladrillo, que constituye el núcleo central

rotondo. Estos arcos, que gozan de un

amplio intradós, están trazados en esviaje y

muestran, en sus dobles roscas, un

exquisito aparejo visto.

Por detrás de esta columnata discurre un

deambulatorio cubierto por una bóveda de

cañón contínuo que está, toda ella,

decorada por mosaicos y contrasta la

oscuridad de este espacio con la magnífica

iluminación de que dispone el espacio

central. Este último se cubre con una

perfecta bóveda hemisférica, que también

se reviste con cuidadosos mosaicos.

Finalmente, en la planta baja, un peristilo

exterior y perimetral desemboca en el nártex

lubulado de la iglesia.

La bóveda del espacio central debió

construirse de la misma forma que la de la

Minerva Médica que, para el año 320, se

encontraba en construcción muy avanzada

(construcción romana tardía). Esta última

bóveda se constituyó por amplios nervios de

ladrillo según la direccion de sus meridianos

y una argamasa de hormigón en recuadros o

casetones, sin señalar, reforzados y

cortados por fajas o verdugadas

horizontales de dos hiladas de grandes

ladrillos, colocados en planos según la

dirección de los paralelos de la cúpula.

Lo más significativo en Santa Constanza es

que, el muro del espacio central con su

columnata, visto desde el interior, se

muestra como el de una basílica en la que

las naves laterales son simuladas por el

deambulatorio que hemos descrito en el

párrafo anterior.

Figura 327: Santa Constanza. Detalle del

aparejo de la arquería.

El muro curvo del edificio redondo sólo

permitía que, concentricamente con él, se

desarrollaran columnatas a uno u otro lado

del mismo. No se prestaba bien, ni al

encuentro de las naves de la planta de cruz,

ni resolvía el cruce de la nave principal con

el transepto de las plantas basilicales. Por

otro lado, la bóveda era la cubrición lógica

de estos espacios centrales y su

construcción no presentaba grandes

dificultades, ni para la planta cuadrada de la

que ya se conocían las soluciones

ochavadas mediante pechinas o trompas, ni

para la planta poligonal. Por tanto, no ha de

extrañarnos que, desde los tiempos

tempranos de la Domus Aurea de Nerón

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Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

(cuadrado ochavado), la planta poligonal

aparezca como propuesta frecuente en la

construcción romana tardía (Minerva

Médica, polígono de diez lados), ni

sorprendernos de que, los arquitectos

de Constantino

Figura 328: Iglesia de Santa Constanza de Roma.

Vista del interior.

encontraran en el octógono soluciones

válidas para las plantas de sus edificios.

Constructivamente, la planta octagonal es la

consecuencia lógica de bajar a la

cimentación las ochavas del edificio. Este

ochavado, se lograba mediante trompas o

pechinas, cuando se pretendía cubrir la

planta cuadrada con bóvedas hemisféricas.

Quizás el modelo más inmediato que

pudieron encontrar los arquitectos de la

etapa paleocristiana fuera el Mausoleo de

Dioclesiano en Spalato, el cual recoge toda

la tradición de los mausoleos de la

antigüedad oriental.

El Baptisterio Lateranense fue construido

por Constantino, hacia el año 315, junto a la

basílica de San Juan de Letrán. En los

comienzos de siglo V fue remodelado por

Sixto III, para su incorporación al

renacimiento propiciado por el citado Papa.

El grabado de Lafréri muestra como el

octógono central, que inicialmente se cubría

por medio de faldones piramidales sobre

una ligera estructura de madera, pasó a

cubrirse más tarde mediante una bóveda

gallonada, probablemente, tras la reforma

sixtina. Este espacio central se constituyó

por una columnata coronada por

Figura 329: Edificios notables de planta poligonal.

arcos peraltados sobre un dintel anular que

le sirve de arriostramiento, y un

deambulatorio cubierto con bóveda de

cañón circunda al altísimo cuerpo central.

Este espacio, se ilumina mediante grandes

ventanales, situados bajo la citada bóveda

de gallones.

Muchos edificios tomaron el octógono para

desarrollar su planta y otros lo usaron para

resolver el encuentro o cruce de sus naves o

de las cabeceras de las mismas. Nosotros

sólo haremos ligeras referencias de

aquellas, que por sus formas constructivas o

por su significación, nos van a mostrar el

camino o la evolución hacia la construcción

de la arquitectura de Bizancio, a la puerta de

la cual nos encontramos al estudiar la

construcción de los edificios de Rávena.

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Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

Así, el martyrium de Qal'at Si'man, modelo

de la construcción pétrea de grandes

sillares desarrollada en Siria, toma la planta

octagonal para resolver el encuentro de las

cuatro naves basilicales que conforman la

planta en cruz del conjunto.

La planta de cruz presenta al cuadrado

como la solución más inmediata del espacio

central o de cruce de las naves, así lo

podemos ver en la Martyria de San Babilas,

construida en Antioquía el año 379 y desde

luego en el ya citado Mausoleo de Gala

Placidia en Rávena. Pero fueron muy pocos

los casos en los que encontramos el prisma

cuadrado elevándose

Figura 330: Planta y Sección del Baptisterio

Lateranense.

limpiamente hasta la cubierta, pues la

cubrición de este espacio con armadura de

madera en pabellón no estaba bien

desarrollada, y en cualquier caso, debajo de

la estructura de madera de estos espacios

centrales, los romanos siempre utilizaron la

bóveda hemisférica, gallonada o de

revolución. Por esta razón nos encontramos

con mayor frecuencia el octógono

resolviendo la parte alta de estos cuerpos

de crucecería.

En el Mausoleo de Gala Placidia

encontramos el espacio central cuadrado

cubierto con una bóveda de media naranja

resuelta sobre arcos

Figura 331: Sección del Baptisterio Lateranense

según el grabado de Lafréri.

fajones, y constituye uno de los ejemplos

tempranos de esta forma constructiva, que

desarrollaría con gran frecuencia la

construcción bizantina. Esta pequeña

edificación levantada nada más terminarse

la construcción de la Iglesia de la Santa

Cruz quedó adosada al nártex de la misma,

conformando una planta en cruz cuyo brazo

mayor quedaba en prolongación del citado y

desaparecido nártex.

La mayor importancia de este grato

mausoleo puede radicar en la cantidad de

factores que en el confluyen, vemos la

tradición constructiva de la construcción

milanesa, la concepción de la planta de

espacio central e

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Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

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Figura 332: Mausoleo de Gala Placidia.

Rávena.

interiormente, es predecesora en occidente

de la arquitectura de Bizancio. Muchas otras

peculiaridades notables pueden

encontrarse en el estudio de esta pieza de la

arquitectura de Rávena.

Sus muros son sobrios, aparejados con

gruesos ladrillos y tendeles delgados de

morteros de cal, se refuerzan con resaltos

verticales y arcos ciegos del mismo modo

que pudimos verlos en San Simpliciano en

Milán. Sobre los muros que limitan los

brazos de la cruz de su planta se alzan

frontis clásicos con molduras bien cuajadas

y elaboradas con el mismo tipo ladrillo. Las

naves de los brazos de la cruz se cubren con

bóvedas de medio cañón sobre arcos

directores, en tanto que el

Figura 333: Planta y sección del Mausoleo

de Gala Placidia, en Rávena.

cuerpo central, que sobresale ampliamente

por encima de las naves de los brazos, se

cubre con una bóveda de media naranja

sobre arcos torales. Esta, se conformó con

una fina hoja (tabicada) de ladrillos

colocados en hiladas horizontales y que

presentan su tabla hacia el intrados de la

bóveda, la cual, es capaz de soportar un

amplio relleno, aligerado por anforillas,

hasta formar el asiento de la cubierta de

cuatro aguas (pabellón), con que se cubre

este cuerpo central.

Con todo la bóveda más interesante, por su

originalidad constructiva, de las construidas

en Rávena, es la que cubre el espacio

central de San Vital. Ella, se construyó

mediante la

Figura 334: Interior del Mausoleo de Gala Placidia.

técnica de anforillas o trompetillas que

hemos descrito en el punto anterior; es

decir, por medio de piezas cerámica

tubulares y huecas "trompetillas" que se

enchufaban entre sí, creando roscas

horizontales continuas a modo de espirales.

También se utilizaron vasijas aligerantes

para el relleno de los senos de los triángulos

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Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

curvilíneos que, a modo de pechinas,

quedaban por debajo de la clave de los

arcos torales. Pero a esta iglesia bizantina

volveremos en el próximo capítulo.

Volviendo al Mausoleo de Gala Placidia, en

el interior, no sólo por su decoración de

ricos mosaicos que debió llegarle algo mas

tarde, sino por el irregular y descuidado

trazado de los arcos, puede observarse

claramente la influencia de la arquitectura

que se estaba desarrollando en

Constantinopla y en las ciudades del Egeo.

Es singular el nacimiento de los pilaretes

sobre los que arrancan los arcos torales

superiores, los cuales se adelantan, a modo

de mensulillas, en los cuatro rincones.

Como hemos dicho anteriormente, la

cubierta del cuerpo central se resuelve a

cuatro aguas sobre la bóveda de ladrillo ya

descrita, en tanto que las naves de los

brazos se cubren a dos vertientes sobre

bóvedas de medio cañón. En estas naves,

sobre los muros de fondo, se abren

pequeñas ventanillas cuadradas. En todos

los faldones de las cubiertas se usa la teja

cerámica como material de acabado.

Finalmente es de reseñar que el pavimento

actual del mausoleo se encuentra cerca de

metro y medio por encima del suelo que

inicialmente tuvo la construcción, ya que

como, toda la ciudad, esta pequeña capilla

ha ido hundiéndose a lo largo de su historia.

En la Iglesia de la Natividad, construida en

Belén en tiempo de Constantino, el cuerpo

octagonal constituía la cabecera de la nave

central de la basílica. Este cuerpo que

suplantaba al ábside, adquiría el verdadero

sentido de planta central que siempre

mantuvo esta forma geométrica, y permitía

que el suelo quedara perforado, en el centro

del octógono, para la contemplación de la

gruta del Nacimiento. Se trataba de una

construcción pétrea, también de grandes

sillares, que dispuso de magníficos

mosaicos en su pavimento y que se cubría

por faldones sobre una estructura piramidal

de madera, en cuyo vértice, se abría un

óculo para proporcionar iluminación cenital

a la construcción y a la Cueva de Belén.

Figura 335: Basílica de Belén. Planta de

la construcción constantiniana.

Ya hemos hecho referencia a la espléndida

construcción que constituyó la Iglesia San

Lorenzo en Milán, y volvemos a ella en razón

de la enorme creatividad y receptividad de

los arquitectos que debieron concentrarse

en esta ciudad, en la época en que era la

capital de Occidente y centro de primer

orden de la nueva Iglesia. Esto se manifiesta

en el estudio de su planta, que a primera

vista puede entenderse como una planta

cuadrada tetralobulada, pero que

estructuralmente, evidencia un núcleo

octogonal adintelado descargado por arcos

y cuajado dentro del cuadrado, de manera

que es capaz de contrarrestar todos los

efectos de pandeo y empujes que puede

introducir el pesado cuerpo superior. A éste

fuerte núcleo se adosan amplios ábsides,

originando una planta cuadrilobulada que

recuerda a la Villa Adriana, y que debió

recoger las influencias que llegaban de las

Costas del Egeo y del Próximo Oriente.

Figura 336: Planta de San Lorenzo. Estructura de

Page 41: paleocritiana siglo iii-vi

Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

ochavas a partir del cuadrado. Milán.

Esta lectura de la estructura ochavada fue la

que invitó a los arquitecto del siglo XII, a

cambiar el cimborrio cuadrado que disponía

el edificio, por el cuerpo octogonal que hoy

se eleva bajo la cúpula. La construcción

responde a la apreciada obra de ladrillo y

albañilería que se desarrolló en Milán. Como

ya hemos descrito en puntos anteriores, se

trataba de una construcción de muros muy

sobrios aparejados con gruesos ladrillos,

delgados tendeles de mortero de cal y

cuidadísima ejecución. Estos, quedaban

reforzados y adornados por pilastras o

lesenas y arcos ciegos enterrados en la

propia fábrica, para control mecánico del

acomodo del asentamiento de los ladrillos y

arriostramiento del conjunto de dicha

fábrica en el muro.

Esta estructura de ochavado del cuadrado,

sirvió de modelo a los baptisterios que, bajo

planta cuadrada con transición al octógono,

se construyeron en Rávena, como podemos

ver en el Baptisterio de los Ortodoxos

levantado el año 400, y más tarde en el

Baptisterio de Riva San Vitale levantado en

el lago de Lugano, al NO. de Milán hacia el

final del siglo V, y en la propia Iglesia de los

Santos Sergio y Baco levantada en los

comienzo del siglo VI, en Constantinopla;

pero otra vez nos hemos introducido en el

tiempo y estilo bizantino.

Para entonces ya se había iniciado la

construcción, en Rávena, de San Vital, había

muerto Teodorico, rey arriano que había

mantenido cordiales relaciones con Roma y

Constantinopla, y Justiniano, que reinaba en

el Imperio Bizantino y que había logrado

sofocar levantamientos como los de "Nika" y

otros disturbios internos, e incluso

apaciguar las contiendas contra los persas,

decide reconquistar buena parte del Imperio

de Occidente. Recupera Italia de los godos,

parte de España de los visigodos y parte de

Africa de los vándalos. Establece el

"Exarcado de Rávena" o título de Estado

Bizantino y capital de Occidente para dicha

ciudad y hace de ella el momento más

brillante de su historia. El Imperio de

Oriente, en el que Justiniano había logrado

su mayor esplendor y había hecho de

Constantinopla una rica, próspera y gran

Figura 337: Vista de la enorme Iglesia de

San Lorenzo, levantada en Milán a finales del

siglo IV.

ciudad, permanece hasta 1453 en que

Constantinopla es tomada por los turcos

otomanos.

10.- CONSIDERACIONES FINALES EN

RELACION CON LA CONSTRUCCION

PALEOCRISTIANA Y CON SU ENTORNO

SOCIAL Y CONSTRUCTIVO.

A lo largo de cuanto hemos expuesto en los

puntos en que hemos dividido este estudio,

hemos reiterado insistentemente la pobreza

creativa, denunciada por los historiadores,

al referirse a este período de la historia de la

arquitectura. Del mismo modo nos hemos

expresado al referirnos a las formas o

sistemas constructivos desarrollados para

la construcción de sus edificios. No

obstante, es importante recordar que no

estamos hablando de un "pueblo" nuevo, ni

de un área geográfica distinta, como ocurría

cuando pasábamos de la arquitectura

mesopotámica, a la griega o a la egipcia;

sino que, en este caso, se trata del mismo

pueblo, que ocupaba las mismas provincias

del imperio romano. Por ello, lo fundamental

radica en comprender el fenómeno que

introdujo el Cristianismo en dicho territorio,

Page 42: paleocritiana siglo iii-vi

Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

y de entender en qué momento o situación

se encontraba, el mismo, cuando esto

ocurre.

Los límites del Imperio se habían

consolidado y los movimientos y tendencias

no emanaban ya, ni de la conquista militar, ni

de la cabeza del Estado. Las comunidades

cristianas, enraizadas en el pueblo, eran el

motor y el origen de todos los movimientos

migratorios. Pero este pueblo que

desdibujaba las fronteras provinciales bajo

una religión común y que tenía que resolver

y satisfacer sus lógicos problemas

cotidianos, había fundamentado su razón de

ser en la práctica religiosa, en el culto a Dios

y, también, en la exaltación y veneración de

sus mártires. Por ello todos los esfuerzos

estaban dirigidos hacia el edificio religioso.

Observado esto desde nuestra visión

particular de la construcción, se observa

ahora una arquitectura claramente utilitaria

e impulsada por el pueblo. Así, la basílica

vista desde su exterior, no es más que un

edificio útil, constituido por naves adosadas

de la forma más simple e inmediata.

Por otro lado, Roma, desde el tiempo de Sila,

había desarrollado un auténtico magisterio

de la ciencia de la construcción y que, en

base a la organización gremial de los oficios

que intervenían en la práctica edificatoria,

había logrado que la construcción fuese la

actividad más creadora y prolífera de todas

cuantas se desarrollaban en su vasto

territorio. Pero hacia la segunda mitad del

siglo III, el Estado, había abandonado

notablemente la construcción de nuevos

edificios, al menos en el entorno de Roma.

Con ello, la industria de la construcción

quedó muy desmantelada y

consecuentemente, se produjo la pérdida de

un gran número de oficios. En estas

condiciones, esta nueva construcción

"tardo-romana", que es promovida desde

organizaciones no estatales, organizada con

el auxilio del emperador o sin él, tuvo como

primer objetivo hacer realidad la

construcción de sus edificios. Ella trata por

tanto, de responder a un programa de

Figura 338: San Apolinar in Classe, donde

puede observarse la sencillez de su aspecto exterior.

necesidades, carente de alardes

grandilocuentes y cargada de gran

simplicidad constructiva. En consecuencia,

afirmar que no existen innovaciones ni

investigación sobre las formas de

construcción de este período de la historia

de la arquitectura romana, al menos hasta la

etapa de Rávena, es algo que no ha de

causarnos sorpresa ni hacernos pensar que

se trata de un período carente de interés

intelectual.

También se trataba de una construcción que

no contaba con los presupuestos

inagotables que caracterizó a la obra

romana de los tiempos de las grandes

recaudaciones del Estado. Por el contrario,

debía centrarse en una economía mínima,

sujeta a donaciones y, al menos al principio,

debía abastecerse de las edificaciones

romanas arruinadas que, previa

autorización, pudieran demoler, retirar y

acopiar sus materiales de derribo. Por ello,

el esfuerzo creativo se agotaba en la

búsqueda, limpieza y combinación, hasta

hacer coincidir en alturas y proporciones,

de los elementos constructivos de posible

aprovechamiento.

No obstante, lo que más se acusa en estas

construcciones es la pérdida de la magnífica

organización desarrollada en la ejecución de

la obra romana y la ausencia del orden en la

materialización de las operaciones y oficios,

al que se había llegado en la construcción

de los siglos precedentes.

En las provincias romanas de Africa y Asia

Menor, es donde mejor pueden notarse

Page 43: paleocritiana siglo iii-vi

Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

estas consecuencias de la decadencia del

Imperio. La construcción respondía a la

misma forma y trazado de la construcción en

piedra, pero la ausencia de abastecimiento

de los elementos fundamentales, los cuales

eran tomados, en etapas anteriores, como

pautas de referencia de la calidad y de

modelo a seguir, propiciaba ahora una

pérdida en el rigor, aún cuando esto llevaba

a una obra más fresca, local y próxima al

pueblo. Las consignas y ordenes de Roma

aparecían con menos fuerza y, esta falta de

control y caída de la calidad puede palparse,

como acabamos de decir, en la obra

africana de este período.

Quizás el factor compositivo que siempre

presidió a la construcción paleocristiana,

que está presente tanto en la basílica como

en los edificios rotondos y poligonales, y que

sería bastante injusto desposeerla de su

propiedad intelectual es la

desmaterialización, del conjunto y de todas

sus partes. A ésta, se había llegado a través

de los signos y se hace patente, de forma

rotunda, en el muro. Si este elemento no

estuviera suspendido por columnas pulidas

hasta el extremo, y oradado por las grandes

ventanas que se abren en su parte alta, la

percepción del espacio interior sería

radicalmente distinta. En la basílica

cristiana, la ligereza es tan latente como lo

era el monolitismo en la obra romana.

Figura 339: Transennas o celosías con las que

se cerraban las ventanas.

No obstante, admitiendo los problemas de

organización que acabamos de señalar, es

lógico pensar que tras un largo período de

floreciente actividad constructiva, debió

existir un gran número de operarios que, por

tradición, debían conocer bien,

determinados oficios. No es menos evidente

que las magníficas armaduras de las

cubiertas, habían sido realizadas por

carpinteros de buen oficio. Igualmente

ocurre si consideramos los espléndidos

aplacados pétreos que revistieron el interior

de las basílicas y de los baptisterios.

Recordemos que desde el tiempo de

Constantino, el interior de la basílica se

significaba por el enorme colorido que

introducían los aplacados marmóreos y que

las ventanas se cerraban con magníficas

celosías "transennas", labradas en placas

de alabastro, mármoles o madera. Otro

tanto podríamos decir de los soladores, con

solo detenernos a contemplar los

espléndidos pavimentos que aún lucen la

iglesias de San Lorenzo y de San Pablo, en

Roma.

Figura 340: Detalle de tratamientos de

algunos pavimentos.

Tampoco puede tomarse la coincidencia de

algunos signos como una aceptación de los

mismos, ni como una falta de creatividad.

Las desmaterialización de los signos

paganos a que hemos hecho referencia

anteriormente, no debió ser nada fácil, dado

el fuerte arraigo que ello suponía en la

sociedad romana y la compleja lectura e

interpretación de la narración alegórica

"parábola" de la nueva religión. Así, hacer

comprender que a partir de un momento, el

racimo de uvas deja de significar a Baco

para simbolizar a la sangre de cristo, o que

el pez representa al Salvador,

Page 44: paleocritiana siglo iii-vi

Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

no debió ser algo inmediato, ni desprovisto

de imaginación.

Finalmente, y con el fin de apreciar mejor la

importancia de este período de la historia de

la edificación, ha de tenerse, al mismo como

fundamento consecuente de la continuidad y

evolución de la historia de la cultura de

Occidente y que, si ha sido difícil establecer

los límites entre la Arquitectura Romana y la

Paleocristiana, mucha más dificultad se

tiene para separar a ésta última, de la digna

Arquitectura Bizantina.

Page 45: paleocritiana siglo iii-vi

Historia de la Construcción

La Construcción Paleocristiana

181

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COMPENDIO DE LOS DIEZ LIBROS DE ARQUITECTURA

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HADRIEN ET L'ARCHITECTURE ROMAINE

Stierlin, Henri

Office du livre.

Suiza 1984

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Tomo I. La Cittá, il territorio, L'impero.

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Funzione simbolica. Storica urbana

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EL PRIMER ARTE CRISTIANO.

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MANUAL DE HISTORIA DEL ARTE.

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HISTORIA DEL PUENTE EN ESPAÑA.

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ACUEDUCTOS ROMANOS EN ESPAÑA.

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Richard Krautheimer

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EARLY CHRISTIAN CHURCH ARCHITECTURE.

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EARLY CHRISTIAN AND BYZANTINE ART.

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THE ART OF DURA-EUROPOS

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Clarendon Press. Oxford 1973

Page 49: paleocritiana siglo iii-vi

Historia de la Construcción

La Construcción Romana y Paleocristiana

227

INDICE:

V.-LA CONSTRUCCIÓN ROMANA

LA CONSTRUCCIÓN EN ROMA Y EN SU IMPERIO. ............................................................ 111

1.- CARACTERÍSTICAS DE LA CONSTRUCCIÓN ROMANA. ............................................. 112

2.- LAS FABRICAS Y SUS MATERIALES. ............................................................................. 114

2.1.-OPUS CAEMENTICIUM. .................................................................................................... 115

2.2.-LAS PIEDRAS EN LA CONSTRUCCION ROMANA. ....................................................... 115

2.2.1.- Opus Siliceum. ............................................................................................................... 116

2.2.2.- Opus Cuadratum. .......................................................................................................... 117

2.2.3.- Opus Incertum. .............................................................................................................. 117

3.1.-EL MURO EN LA CONSTRUCCIÓN ROMANA. .............................................................. 122

3.3.-LA BÓVEDA DE CAÑÓN CIRCULAR. .............................................................................. 123

4.- LA CASA ROMANA. ............................................................................................................ 127

4.1.-LA CONSTRUCCIÓN DE LA CASA ROMANA. ............................................................... 129

4.2.-LA CUBIERTA DE LA CASA ROMANA. ........................................................................... 131

4.3.-LA CASA DE PISOS. (INSULAE). ..................................................................................... 132

4.4.-VILLAS Y PALACIOS (DOMUS)........................................................................................ 133

5.- EL TEMPLO Y LA BASÍLICA. ............................................................................................ 134

5.1.-EL TEMPLO ROMANO. ..................................................................................................... 135

5.2.-LOS TEMPLOS ROTONDOS (THOLOS). ........................................................................ 138

5.3.-EL PANTEÓN. .................................................................................................................... 141

5.4.-LA BASÍLICA. ..................................................................................................................... 148

6.- ARCOS DE TRIUNFO. ........................................................................................................ 152

7.- CONSTRUCCIONES PARA LOS ESPECTACULOS. ....................................................... 153

7.1.-EL TEATRO. ....................................................................................................................... 154

7.2.-EL ANFITEATRO. ............................................................................................................... 158

7.3.-EL CIRCO. ........................................................................................................................... 164

8.- LAS TERMAS O BAÑOS PÚBLICOS. ............................................................................... 165

9.- LAS OBRAS PÚBLICAS EN LA CONSTRUCCIÓN ROMANA. ....................................... 168

9.1.-CALZADAS ROMANAS. .................................................................................................... 169

9.2.-PUENTES Y ACUEDUCTOS. ............................................................................................ 171

9.3.-LA PROPUESTA ROMANA PARA UNA CIUDAD NUEVA. ............................................. 176

10.- EL PAPEL DEL ARQUITECTO Y EL ENTORNO TECNOLÓGICO

Y SOCIAL DE LA CONSTRUCCIÓN EN LA ROMA IMPERIAL. ...................................... 178

VI.-LA CONSTRUCCIÓN DE LA ARQUITECTURA PALEOCRISTIANA

LA ARQUITECTURA DEL CRISTIANISMO ............................................................................. 181

1.- EDIFICIOS Y CONSTRUCCIONES. ................................................................................... 183

2.- LAS CATACUMBAS. ........................................................................................................... 184

3.- LOS PRIMITIVOS "MARTYRIUM". .................................................................................... 186

4.- CASAS DE REUNIÓN. ........................................................................................................ 187

5.- LA BASÍLICA CRISTIANA. ................................................................................................. 187

5.1.- EL MURO EN LA BASÍLICA PALEOCRISTIANA. .......................................................... 193

5.2.- LA ESTRUCTURA DE LA CUBIERTA EN

LA BASÍLICA CRISTIANA. .................................................................................................. 196

6.- ARQUITECTURA DEL CRISTIANISMO. VERSUS ROMANA TARDÍA. .......................... 202

Page 50: paleocritiana siglo iii-vi

Historia de la Construcción

La Construcción Romana y Paleocristiana

227

7.- LA CONSTRUCCIÓN DE LA BASÍLICA CRISTIANA

EN LAS PROVINCIAS ROMANAS. ..................................................................................... 205

8.- LA CONSTRUCCIÓN DE LA ARQUITECTURA PALEOCRISTIANA

EN MILÁN Y EN RÁVENA. ................................................................................................... 211

9.- EDIFICIOS PALEOCRISTIANOS DE PLANTAS

ROTONDAS O POLIGONALES. .......................................................................................... 214

10.- CONSIDERACIONES FINALES EN RELACION CON LA

CONSTRUCCION PALEOCRISTIANA Y CON SU ENTORNO

SOCIAL Y CONSTRUCTIVO. .............................................................................................. 221