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PROYECTO DE INVESTIGACIÓN LA CONSTRUCCIÓN DEL SUJETO ESTUDIANTE Y DEL SUJETO DOCENTE DESDE LA LEY GNERAL DE EDUCACIÓN JAVIER FERNANDO DÍAZ JIMÉNEZ UNIVERSIDAD INCCA DE COLOMBIA FACULTAD DE CIENCIAS PEDAGÒGICAS

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PROYECTO DE INVESTIGACIÓN

LA CONSTRUCCIÓN DEL SUJETO ESTUDIANTE Y DEL SUJETO DOCENTE DESDE LA LEY GNERAL DE EDUCACIÓN

JAVIER FERNANDO DÍAZ JIMÉNEZ

UNIVERSIDAD INCCA DE COLOMBIA

FACULTAD DE CIENCIAS PEDAGÒGICAS

PROGRAMA DE LICENCIATURA BÁSICA EN HUMANIDADES LENGUA CASTELLANA E INGLÉS

2013

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El hecho de estar aquí frente a mí mismo pensando y reflexionando sobre el ser estudiante y por qué no sobre mi propia labor docente, a eso que algunos llaman vocación, yo la llamo responsabilidad. En pocas palabras la experiencia de más de once años de estudio atropellan mi mente y bajo la mirada de un análisis sobre ella, más me parece estar haciendo un inventario innecesario de anécdotas que no tienen sentido y vuelve la pregunta sobre ese sujeto estudiante que era, soy y seré, pero que bajo la responsabilidad del tiempo y de la apropiación de un discurso, de unas habilidades y de pensar en un futuro, me parece sumamente conveniente entonces echar un vistazo a mi profesión y a mi sitio de enunciación con la mirada de lo que otros esperaban de mí.

Todos esperan algo de ti e influyen determinantemente dentro de tu vida, es impajaritable, somos un producto que tiene retazos genéticos y sociales, culturales, expresados en la corporeidad, en la personalidad etc, pero esa esencia de la que hablaban los griegos, ese ser profundo tuyo, esa esencia que te hace tú mismo y no otro es algo misterioso, difícil de estudiar y quizás de entender.

En este sentido, hay algo un poco más fácil de identificar son esa prácticas sociales en las que yo como actor y a su vez mis contemporáneos, somos gracias a esa influencia recibida por más de once años en la escuela o colegio, llámese como se quiera, luego universidad y por supuesto los medios a los cuales somos avocados independientemente de nuestro consentimiento, es por eso que la construcción del sujeto supone una complejización de esa esencia. Es así como el yo no es yo sin el otro, el discurso no lo es sin una institución y asì muchas relaciones de poder que crean vínculos poderosos que atan la esencia del sujeto, por ejemplo en varios pueblos de la antigüedad el hombre, era plenamente identificado como la figura de autoridad y de ello se encargaba la sociedad y la familia, de brindarle un estatus que lo ponía por encima de su propia fuerza. En otro ejemplo, la mujer padecía de la formación sumisa y obediente estímulo de una recompensa en la vida eterna, o quizás sea más claro el ejemplo de la cristiandad, cuando dentro de los pueblos aborígenes predominó una teología occidental, desde las categorías europeas en un continente totalmente distinto. De esta manera el discurso y la

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construcción de sujeto entonces, se formaron a partir de refuerzos sociales, de leyes creadas para tal fin, con la segura intención de ayudar y no la de perjudicar, con la perspectiva de responder a las necesidades de la sociedad particular, a un tiempo y a un espacio concreto.

Ese análisis que en muchas oportunidades es inexistente o muy superficial, carece en ocasiones de elementos como la subjetividad que el entorno crea tácitamente, pero que acompaña todo un conjunto de valores significaciones y normas, es entonces y retomamos lo anterior una respuesta a la sociedad y a su urgencias, pero la lectura sobre estos signos de los tiempo corresponderán a un “estar al día” con las verdaderas necesidades de la sociedad y del sujeto. Aún más complejo es entonces preguntarse por el tipo de subjetividad de los actores o sujetos de la sociedad que está esperando ser ella misma. Definitivamente cada individuo es un universo distinto, pero que en la práctica ha sido formado bajo esa dinámica determinante de tiempo, lugar, historia y necesidades.

En mi caso, estudié bajo cierto ideales, fui formado bajo lo que mis padres consideraron que era lo correcto y esa misma formación estaba permeada de lo que otros pensaron que para mí y para mis compañeros estaba bien, un política pública, desconocida para la mayoría e inexequible para otros tantos. Esto obedece entonces a un estado de cosas que se construyen en el tiempo, que se viven en el presente y que se forjan con fuego en el espíritu o quizás como en el mármol con cincel.

Los estados nacieron como una respuesta al decaído imperialismo. La mayoría de los Estados modernos se desarrollaron según el proceso enunciado, pero algunos se vieron corrompidos por las élites locales, que dificultaron su formación al ver su constante pérdida de poder. En éstos casos el Estado resultante se vio mal o poco estructurado, tornándose débil en relación a los que lograron constituirse satisfactoriamente. En aquellos que el proceso se desarrolló sin muchos problemas, el rey se convirtió en la máxima autoridad y se crearon instituciones políticas, económicas y militares. Nuestro país es un estado heredero de la filosofía moderna, de la revolución humanística y que se consagra como respetuoso de la vida y de la educación, al grado de derecho inalienable e irrenunciable. En su estructura todos los estados buscan un objetivo de sus ciudadanos, ellos eligen para su contexto cultural soluciones prácticas y eficaces para construir la identidad nacional, desde la base de la subjetividad de sus ciudadanos. Colombia adopta leyes que regulan todo lo que debe regir, aquello que es manejable y que no roza con la libertad del otro. Es un estado social de derecho, que bajo la figura de laicismo forma a sus ciudadanos, los defiende y protege.

Pero en este caso en el que nos ocupa, vuelvo a pensar que muchos años después frente al análisis de mi propia subjetividad y a la de los muchos estudiantes con los que comparto un espacio vital, de encentro, de socialización en el orden académico y sobre todo vivencial. Ellos mismos bajo qué parámetros están siendo formados y a su vez cómo las políticas están influyendo en esa esencia personal de cada estudiante. Aunque se tratara de una simple transmisión de conocimientos, ya el enfoque que el maestro da

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a ese conocimiento es un aporte positivo o negativo al estudiante, y ahora si lo vemos desde el punto de vista de la normatividad, que me exige hacer de este muchacho una persona capaz y apta para la labor técnica, para la praxis de lo inmediato y cuantificable, estamos hablando de una lógica diferencia en la forma de construirse desde su subjetividad, desde esa capacidad de ubicarse en medio de lo que recibe y con la opción de ubicarse en un punto o en otro, en eso consiste la libertad. Pero si la educación como derecho, y en la medida de las posibilidades gratuita, es decir no se restringe a nadie, qué tipo de subjetividad está formando al docente y al estudiante de nuestra época, inmerso dentro de un tiempo y un espacio, qué me ha tocado a mí de este discurso.

La escuela es el centro de discusión y desde la cual se pretende entender a la juventud que se forma, para eso ponemos un ejemplo claro que acaece dentro de la ley que estamos poniendo de manifiesto, el PEI, como forjador de un tipo de subjetividad, por ejemplo hay colegios que se asumen sus procesos formativos como “gerentes de su proyecto de vida” otros como “Trascendentes y transformadores” “Sujetos críticos y democráticos para una nueva sociedad. Asumiendo con ello que la subjetividad es posible formarla desde allí en la medida en que el Ministerio de Educación entiende que el PEI es la carta de navegación de las escuelas y colegios, en donde se especifican entre otros aspectos los principios y fines del establecimiento, los recursos docentes y didácticos disponibles y necesarios, la estrategia pedagógica, el reglamento para docentes y estudiantes y el sistema de gestión.

Según el artículo 14 del decreto 1860 de 1994, toda institución educativa debe elaborar y poner en práctica con la participación de la comunidad educativa, un proyecto educativo institucional que exprese la forma como se ha decidido alcanzar los fines de la educación definidos por la ley, teniendo en cuenta las condiciones sociales, económicas y culturales de su medio.

El proyecto educativo institucional debe responder a situaciones y necesidades de los educandos, de la comunidad local, de la región y del país, ser concreto, factible y evaluable.

Lo que expongo desde estas palabras que como lo indique anteriormente, nacen más de la reflexión personal, que de una teórica, veo con agrado que tiene un eco profundo en autores como Michel Foucault, Estanislao Zuleta, Paulo Freire, entre otros, los cuales deseamos ver desde el fondo una transformación del discurso de la escuela, del aula, pero por encima de ella, al generador del discurso, aquello que convierte al estudiante en un autómata y al docente en un automatizador, en una ley que prefiere una promoción del mal menor, a perder esfuerzos por el verdadero aprendizaje de niños que lo necesitaría. Es allí donde caben perfectamente las siguientes preguntas ¿existe una manipulación consciente o inconsciente del sistema para crear y formar qué tipo de sujetos desde las aulas? Y cómo las políticas públicas realmente obedecen a un tipo de propósito formador subjetivo e identitario de los ciudadanos, cuando la vemos desde este ángulo: “Es el conjunto de principios, propósitos y estrategias concertadas, orientadas a promover la existencia de condiciones de vida dignas para toda la sociedad. Es concertar y crear condiciones institucionales, económicas y sociales, para alcanzar

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fines y propósitos que correspondan a los intereses y aspiraciones del conjunto de la sociedad”

Comprendiendo y asumiendo que la subjetividad podemos entenderla entendida como el reconocimiento del punto de vista del sujeto en el cual estamos creando un paradigma, y más aún una forma de entenderse desde las categorías de subjetividad como la propiedad de las percepciones, argumentos y lenguaje basados en el punto de vista del sujeto, y por tanto influidos por los intereses y deseos particulares del mismo. Su contrapunto es la objetividad, que los basa en un punto de vista intersubjetivo, no prejuiciado, verificable por diferentes sujetos.

La compañía y el servicio de otras disciplina compaña el punto de vista subjetivo desde el cual se quiere estudiar y presentar en claro la pregunta por el sujeto maestro y estudiante que está formada la política pública, como por ejemplo la sociología nos dice que la subjetividad se refiere al campo de acción y representación de los sujetos siempre condicionados a circunstancias históricas, políticas, culturales, un campo de análisis para pretender buscar la esencia de esa pregunta por el sujeto y por el rumbo que lleva.

En resumen, así como los gobiernos buscan responder al tipo de ciudadano que necesita su país y a la subjetividad de que hacen parte este trabajo de investigación pretende ver y estudiar ¿Cuál es el tipo de subjetividad que se está formando de la ley general de educación en el sujeto maestro y el sujeto estudiante?

Objetivo General Identificar cual es el tipo de subjetividad que se está formando desde la ley general de educación, teniendo en cuenta que dentro de la misma ley se establecen políticas que enmarcan el quehacer pedagógico.

Objetivos específicos: 1. Establecer el concepto que tiene la ley general de educación del sujeto

estudiante y el sujeto docente.2. Analizar la importancia y el papel que otorga la ley general de educación a los

estudiantes y maestros con relación a las necesidades y exigencias del deber ser de la educación.

3. Presentar de acuerdo con la ley general de educación y otros decretos, relacionados, con ella un perfil de los sujetos activos de la educación.

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MARCO TEÓRICO

La investigación es un espacio de control efectivo para hallar la solución a un problema. Problema que puede llevar consigo mismo varias categorías de análisis, puesto que al diversificar y desglosar dicho pretexto de investigación se amplía significativamente y dentro de ellos hay unos más urgentes que otros y que están pensados para encaminar la investigación y con ella desarrollar las temáticas que envuelven en este caso a la pregunta por la subjetividad del sujeto estudiante y del sujeto educador. Es desde el aula y la escuela, en varios lugares de enunciación, en que los postulados de la subjetividad se apoyan que para este trabajo he pensado presentar la categoría del sujeto desde su procedencia etimolológica, pues la concepción del término aunque ha cambiado y se usa indistintamente se ve afectado desde este elemento, para conocer así lo que significa también la subjetividad, pasando incluso por la necesaria, según mi punto de vista, aclaración sobre el concepto de persona. Así cada uno va aportando una parte necesaria a nuestro desarrollo bajo la perspectiva de una lógica del ser y de la esencia subjetiva construida e influenciada desde los parámetros de la ley. Pero no sin antes hacer

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también aclaración sobre la libertad en la educación, concepto acompañado desde la interpretación de Foucault, autor que trabajó ampliamente este tema.

1. ¿Qué es Sujeto?

Sujeto, en filosofía, hace referencia a un ser que es «actor de sus actos», en el sentido de que su comportamiento o conducta no son meramente «reactivas», sino que aporta un plus de originalidad que responde a lo que solemos entender por decisión o voluntad.

Suele añadirse también la capacidad de un conocimiento inteligente, lo que quiere decir que es capaz de conocer la realidad como objeto, es decir, tal cual es, con independencia de las condiciones propias del conocimiento subjetivo. Este es el concepto de sujeto cognoscitivo.

Debe tenerse en cuenta que las traducciones de la palabra española sujeto (que tiene la etimología latina subiectus palabra latina la cual es un participio pretérito o pasado de la palabra subiicĕre sub= debajo iectare=arrojar, poner, y por esto subiicĕre en latín originalmente significa someter) por la etimología se entiende que en cuanto adjetivo en español sujeto significa a algo o a alguienpropenso o expuesto a algo o a alguien; también sujeto es según el DRAE en su tercera acepción una persona tácita o innominada -por ejemplo cuando se ignora su nombre o cuando no se quiere hacer una declaración de la misma- ; según la 2ª acepción del DRAE (2011) sujeto es un tema, una materia o un asunto sobre que se habla o escribe. Muy al estilo griego el sujeto es substancia, tal y como lo definió Boecio de la persona.

Boecio es un filósofo del siglo VI, y a quien se atribuye la primera definición técnica de persona: substancia individual de naturaleza racional. Boecio también dio una definición de supósito: substancia individual de naturaleza completa. En la definición de persona Boecio habla de naturaleza racional en vez de naturaleza intelectual, debido a que se refiere en primer término a la persona humana. Se trata de una diferencia terminológica sin importancia, porque todos entienden que la definición debe referirse al carácter intelectual de la naturaleza.

La definición de Boecio incluye el concepto filosófico de substancia, por lo que, a fin de comprenderla debidamente, será necesario entrar en unos pocos tecnicismos filosóficos. El concepto de substancia ―al margen de precisiones filosóficas― es del acervo común; y así, decimos que un asunto o un negocio son de mucha substancia, o que un alimento es muy substancioso. Los filósofos, en cambio, de una manera técnica, contraponen el concepto de substancia al de accidente. También el concepto de accidente ―al margen de precisiones filosóficas― es del acervo común; y así, decimos que alguien sufre un accidente.

Pero sujeto es la interiorización más profunda del ser Aristotélico y Platónico, sujeto es la esencia última de la racionalidad.

1. ¿Qué es subjetividad?

El concepto de subjetividad está vinculado a una cualidad: lo subjetivo. Este adjetivo, que se origina en el latín subiectivus, se refiere a lo que pertenece

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al sujeto estableciendo una oposición a lo externo, y a una cierta manera de sentir y pensar que es propia del mismo.

En este sentido, puede afirmarse que la subjetividad es una propiedad opuesta a la objetividad. Mientras que la primera se sustenta en la opinión y los intereses propios del sujeto, la objetividad implica tratar a los conceptos como si fuesen cosas, de manera distante y con la menor implicación personal posible.

La diferencia entre la subjetividad y la objetividad es clara al analizar distintos textos. Aquellos que explicitan la opinión del autor son subjetivos; los que intentan limitarse a los datos concretos y fácticos son objetivos

2. Subjetividad y verdad

Con el título general “Subjetividad y verdad”, se trata de iniciar una búsqueda sobre los modos instituidos del conocimiento de sí y su historia: ¿cómo ha sido establecido el sujeto, en diferentes momentos y contextos institucionales, en tanto objeto de conocimiento posible, deseable o, inclusive, indispensable? ¿Cómo se han organizado en determinados esquemas la experiencia que es posible hacer de sí mismo y el saber que se forma acerca de eso mismo? ¿Cómo esos esquemas han venido a quedar definidos, valorizados, recomendados, impuestos?  

Es claro, que en una investigación así no pueden servir de eje principal, ni apelar a una experiencia originaria, ni el estudio de las teorías filosóficas del alma, de las pasiones o del cuerpo. El hilo conductor más útil parece ser lo que podríamos llamar “técnicas de sí”, es decir, los procedimientos, como existen indudablemente en toda civilización, que se les propone o prescribe a los individuos para fijar su identidad, conservarla o transformarla en razón de un cierto número de fines, y, esto, gracias a relaciones de dominio de sí sobre sí o de conocimiento de sí por sí mismo. En suma: se trata de recolocar el imperativo del “conocerse a sí mismo”, que nos parece tan típico de nuestra civilización, en la interrogación más amplia y que le sirve de contexto más o menos explícito: ¿qué hacer de sí mismo? ¿qué trabajo operar sobre sí? ¿Cómo “gobernarse” ejerciendo acciones en las que uno mismo es el objetivo de las acciones, el dominio a que se aplican, el instrumento de que se sirven y el sujeto que actúa? ((Anuario delCollège de France: Hist. de los sistemas de pensamiento)

La  historia de la subjetividad fue abordada estudiando las particiones practicadas en la sociedad en nombre de la locura, la enfermedad, la delincuencia, y sus efectos sobre la constitución de un sujeto razonable y normal; se la había abordado, igualmente, procurando relevar los modos de objetivación del sujeto en saberes del tipo de los que conciernen al lenguaje, el trabajo y la vida. En cuanto al estudio de la “gubernamentalidad”, respondía a un doble objetivo: hacer la necesaria crítica de las concepciones corrientes del “poder” (más o menos confusamente pensado como un sistema unitario, organizado en torno a un centro que es a la vez su fuente, y al que su dinámica interna lo lleva a extenderse siempre más); pero analizarlo como un dominio de relaciones estratégicas entre individuos o grupos- -relaciones en que se juega la

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conducta del otro o de los otros y que recurren a procedimientos y técnicas diversos según los casos, los cuadros institucionales en que se despliegan, los grupos sociales, las épocas. Los estudios publicados sobre el encierro y las disciplinas, los cursos consagrados a la razón de Estado, el volumen en preparación –con la colaboración de A. Farge- sobre las órdenes de detención en el siglo XVIII conforman elementos en este análisis de la “gubernamentalidad”.

3. . Sujeto y libertad

Como es bien sabido, Michel Foucault, en los últimos cinco años de su vida, trabajaba intensamente para elaborar una historia de la sexualidad que en realidad encubría un proyecto de mayor alcance directamente vinculado con el proyecto nietzscheano de construir una genealogía de la moral. Se trataba de rastrear más allá de las prohibiciones y de las restricciones morales, más allá de la tan manida represión capitalista, las figuras históricas que en Occidente vincularon al sujeto con la verdad y que se vieron desplazadas, recubiertas, encubiertas o negadas por nuevas racionalizaciones cuando el cristianismo se impuso —e impuso-—- una determinada verdad sobre el sujeto. Este titánico proyecto intelectual resulta incomprensible si no se tiene en cuenta que toda la obra de Foucault gira en tomo a un compromiso apasionado en defensa de la libertad. Es el problema de la libertad el que en realidad atraviesa sus primeros trabajos destinados a desvelar la estructura profunda de las relaciones de saber.

El resultado es una ontología histórica de nosotros mismos en relación a la verdad a través de la cual nos constituimos en sujetos de conocimiento. Se podrían englobar todos esos incisivos análisis foucaultianos (Foucault, 1994) bajo la rúbrica de una arqueología de las ciencias humanas. Pero el problema de la libertad presenta también una vinculación directa con las relaciones de poder que atraviesan los cuerpos para grabarse en las conciencias. De ahí ese trabajo minucioso y gris propio del genealogista destinado a construir una ontología histórica de nosotros mismos en relación al campo de poder a través del cual nos constituimos en sujetos que actúan sobre los otros. Vigilar y castigar y Microfísica del poder son quizá los más claros exponentes del intento de Foucault de tematizar las relaciones de poder. En fin, el problema de la libertad concierne a lo que somos, a lo que hacemos y a como nos percibimos, tiene que ver directamente con nuestros comportamientos y sentimientos, lo que explica que Foucault haya centrado los esfuerzos de los últimos años de su vida en elaborar una ontología histórica de nosotros mismos en relación a la ética a través de la cual nos constituimos en agentes morales. En todos esos terrenos Michel Foucault asumió de forma ejemplar un claro compromiso intelectual. El presente libro entra de lleno en este proyecto de trabajo más propiamente consagrado a la genealogía de la moral al que el pensador francés dedicó un especial esfuerzo intelectual. Se trata de un proyecto inconcluso —ya que se vio truncado por la muerte-—- por lo que ha de ser retomado y ampliado mediante un trabajo necesariamente colectivo.

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¿En qué puede consistir la ética de un intelectual? —se preguntaba Foucault en una entrevista realizada por François Ewald—, para responder acto seguido que, a su juicio(Foucault, 1994), la razón de ser de los intelectuales estriba precisamente en un tipo específico de agitación que consiste sobre todo en la modificación del propio pensamiento y en la modificación del pensamiento de los otros. El papel de un intelectual, afirmaba, no consiste en decir a los demás lo que hay que hacer. ¿Con qué derecho podría hacer esto? Basta con recordar todas las profecías, promesas, exhortaciones y programas que los intelectuales han llegado a formular durante los dos últimos siglos y cuyos efectos conocemos ahora. El trabajo de un intelectual no consiste en modelar la voluntad política de los demás; estriba más bien en cuestionar, a través de los análisis que lleva a cabo en terrenos que le son propios, las evidencias y los postulados, en sacudir los hábitos, las formas de actuar y de pensar, en disipar las familiaridades admitidas, en retomar la medida de las reglas y de las instituciones y a partir de esta re-problematización (en la que desarrolla su oficio específico de intelectual) participar en la formación de una voluntad política (en la que tiene la posibilidad de desempeñar su papel de ciudadano). No es extraño que a partir de ese cuestionamiento radical, que implica la modificación del propio pensamiento y del pensamiento recibido, Foucault haya tratado de proporcionarse y de proporcionarnos nuevos materiales para fundamentar una nueva ética de la existencia.

¿Era necesario retornar a Sócrates y Platón o al mundo romano de los estoicos para fundamentar esta nueva ética? ¿Al desplazar la mirada a la Antigüedad griega y latina no se produce un distanciamiento, y por tanto una renuncia a comprender el presente? ¿No hay en el trasfondo del propio proyecto foucaultiano de problematización de la subjetividad un cierto elitismo vinculado a un cierto esteticismo? ¿Por qué realizó Foucault este enorme esfuerzo de erudición que le obligó a dar un tan largo rodeo por la historia?

8. Etimología

8.1 Vocabulario A partir de las concepciones etimológicas podemos encontrar también una construcción de sujeto y las implicaciones de su concepción moderna o actual.

- Docente

Etimológicamente, “docente” es el participio de presente del verbo latino doceo “enseñar”, una antigua formación causativa que significaba, literalmente, “hacer que otro repita → hacer que otro aprenda  → enseñar” (ya sabemos que la mejor forma de aprender algo es repitiéndolo una y otra vez), o “hacer que uno sea apropiado en algo“, relacionado esto último con el verbo defectivo decet.

- Maestro

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Es la forma patrimonial de la antigua palabra latina magister, concretamente de su acusativo magistrum, con el significado original de “el más mejor → jefe” —permítaseme decirlo así, como más adelante justificaré— respecto a algo (cf. Inglés master “amo, señor”); así, magister equitum “jefe de la caballería”, etc. De aquí está clara la evolución semántica: el “más mejor” o el jefe de una escuela ha de ser forzosamente el maestro, ya que sabe más que sus alumnos. También está clara la relación con el uso en expresiones como la manida “¡música, maestro!”, en la que el tal maestro no es que sea docente de la música, sino que es “el más mejor” de los músicos presentes.

La forma magister está construida sobre la raíz de magis “más”, de donde también “máximo”, “magno”, etc. Sobre esta raíz, que ya por sí misma tiene un significado de superioridad, se añade un sufijo -ter de origen contrastivo-comparativo (cf. dexter, sinister “derecha, izquierda“: “derecha” es, efectivamente, antónimo de “izquierda”): de ahí la aberración de “el más mejor”.

- Profesor

Es un sustantivo de acción derivado del verbo profiteor “hablar delante de la gente”, compuesto por el proverbio pro- “delante de” y el verbo fateor “hablar” (cf. “fama”; “eufemismo: algo dicho bien para ocultar una realidad fea”; “confesar: decir algo, normalmente perjudicial para el que la dice”).

Nuevamente, es fácil suponer la evolución semántica de la palabra: aquel que habla delante de los alumnos es el profesor.

- Alumno

Son aquellos que aprenden de otras personas. Etimológicamente, alumno es una palabra que viene del latín alumnus, participio pasivo del verbo alere, que significa ‘alimentar’ o ‘alimentarse’ y también ‘sostener’, ‘mantener’, ‘promover’, ‘incrementar’, ‘fortalecer’. Se dice de cualquier persona respecto del que la educó y crió desde su niñez, aunque uno puede ser alumno de otra persona más joven. De hecho, al alumno se le puede generalizar como estudiante  o también como aprendiz.

- Estudiante 

Se refiere a un sustantivo masculino que se refiere al educando o alumno dentro del ámbito académico, que estudia como su ocupación principal. Es aquella persona que estudia, aprende de distintas materias dependiendo de un nivel de la escuela. El uso actual de la palabra estudiante proviene de la edad media Es resultado de una deformación del significado de la palabra latina "studere" y su sustantivo “studium”.

9. Sujeto y libertad Sujeto de Foucault en sus escritos va elaborando una teoría respecto al poder que se deriva del análisis de prácticas e instituciones específicas (la sexualidad, las cárceles),

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cuestionando la  concepción ampliamente aceptada hasta esa época (y en la actualidad) de un poder poseído por algunos, estático, depositado. Estas cuestiones abiertas encaminadas frente a la consecución y construcción de una subjetividad derivada de la ley, en nuestro caso sobre la ley 115, ley general de Educación, Foucault asume que “Finalmente no entiende por poder un sistema general de dominación ejercida por un elemento o un grupo sobre otro, y cuyos efectos, merced a sucesivas derivaciones, atravesaría el cuerpo social entero” (Foucault, 1976:97) 

El poder es una relación entre distintas fuerzas, implica siempre más de un punto y es posibilidad continua de movimiento. Por lo tanto, el poder es producción constante. Ese poder que se asume desde la categorización de nuestra legislación particular colombiana en la que el poder adopta una postura y unos parámetros sobre los sujetos y ellos desde allí se reconocen, lo que es lo mismo decir en este trabajo unos se asumen otros enseñan a asumir esta subjetividad. A su vez, el poder está presente en todos, lo que significa que todos tenemos poder, que viene de todos. Poder que, al estar en continuo movimiento, al ser producción es pura posibilidad de creación. La educación en sí desde el paradigma tradicional es un ejercicio de poder, pregunta afrente a esto ¿cómo nos asumimos el ejercicio de poder en nosotros mismos?  

Deleuze (1987) en su libro Foucault, resume la noción de poder de este autor tomando tres ideas fundamentales: “El poder no es esencialmente represivo (puesto que incita, suscita, produce); se ejerce más que se posee (puesto que sólo se posee bajo una forma determinable, clase, y determinada, Estado); pasa por los dominado tanto como por los dominantes (puesto que pasa por todas las fuerzas en relación)” (Deleuze, 1987:100) 

Decir que el poder pasa tanto por los dominantes como por los dominados abre también la pregunta respecto al carácter ascendente o descendente de éste. Foucault postula que el poder no es eminentemente descendente como se había pensado hasta es momento (en tanto es poseído por un monarca o gobernante que entrega o utiliza el poder para un pueblo, o lo mismo visto dentro de la familia, poder de un padre para administrar su familia). El poder, al pasar por todos, al estar en todos es tanto ascendente como descendente, y señala Foucault, es  fundamentalmente ascendente (Ibáñez, 1982) en tanto son las fuerzas locales las que han instalado y permitido un cierto orden de relaciones, que además se mantiene en tanto las fuerzas que ascienden así lo “deciden”. 

De esta manera, a modo de conclusión, de esta primera parte, podemos definir que nuestro proyecto se encamina desde la categoría del sujeto, respondiendo a la pregunta sobre su propia identidad, la pregunta de su etimología nos lleva comprender que es producto de una necesidad, pero que en todas ellas, siguiendo a Foucault, es un ejercicio de poder, vertical y jerárquico, ya que sujeto es aquel que es aquel que está por debajo de, ahora a este se suman el sujeto sin luz al que hay que iluminar, al sujeto que debe ser reconocido como un ignorante, una tabula rasa, o quizás sea hoy dentro de la concepción de la ley general de educación, esa relación de poder frente al profiteur en

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donde un sin luz a uno que hay que instruir, un docente, el dicente forje el espíritu y el alma de un que no tiene nada más que hacer que estar de frente al dicente.

Las relaciones poder dentro de la formación del sujeto generan un conflicto interno que se ha sabido mantener en la obligación y en la obediencia, ya que la reproducción de un modelo y de un arquetipo es mucho más cómodo que la asimilación de un problema, hacerlo eje de investigación o quizás un simple paso adelante para la fijación de una consciente de reflexión, Qué está formando entonces el discurso del maestro y del estudiante en su propia configuración subjetiva.

ESTADO DEL ARTELos paradigmas cambian, entran en vigencia nuevas expectativas, nuevos principios, incluso las bases de la cultura cambian. De esta manera la educación se ha transformado y la ley en general que tiene sobre sus hombros la obligación de actualizarla y de hacerla dialogar desde la cultura actual la interpreta y responde de manera que sea efectiva para la formalización de procesos de investigación bajo la mirada de su actualización. Los sujetos protagonistas asumen dichos parámetros, en este caso la correspondiente ley general de Educación, Ley 115, para la cual vivimos en un proceso de cambio constante. Parafraseando la mima ley ella construye su visión desde La educación como: un proceso de formación permanente, personal, cultural y social que se fundamenta en una concepción integral de la persona humana, de su dignidad, de sus derechos y de sus deberes.

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La Ley señala las normas generales para la regulación del Servicio Público de la Educación que cumple una función social acorde con las necesidades e intereses de las personas, de la familia y de la sociedad. Se fundamenta en los principios de la Constitución Política, es decir de reconoce como garante sobre el derecho a la educación que tiene toda persona, en las libertades de enseñanza, aprendizaje, investigación y cátedra y en su carácter de servicio público.

De conformidad con el artículo 67 de la Constitución Política, define y desarrolla la organización y la prestación de la educación formal en sus niveles preescolar, básica (primaria y secundaria) y media, no formal e informal, dirigida a niños y jóvenes en edad escolar, a adultos, a campesinos, a grupos étnicos, a personas con limitaciones físicas, sensoriales y psíquicas, con capacidades excepcionales, y a personas que requieran rehabilitación social.

Así pues el resultado de nuestra investigación me lleva a pensar si esta construcción de sujeto responde a las necesidades de la sociedad Colombiana del siglo XXI. Para esto ponemos en consideración tres estudios sobre esta ley, aportes que me ayudarán a sustentar este cambio y estos énfasis que se derivan de la ley y de la visión sobre ella en otros autores, para presentar mis propias conclusiones.

La ley es clara al definir desde sus inicios qué espera de la educación en nuestro país afirmando lo siguiente:

“Artículo 5.- Fines de la Educación

1. De conformidad con el artículo 67 de la Constitución Política, la educación se desarrollará atendiendo a los siguientes fines:

2. El pleno desarrollo de la personalidad sin más limitaciones que las que le imponen los derechos de los demás y el orden jurídico, dentro de un proceso de formación integral, física, psíquica, intelectual, moral, espiritual, social, afectiva, ética, cívica y demás valores humanos;

3. La formación en el respeto a la vida y a los demás derechos humanos, a la paz, a los principios democráticos, de convivencia, pluralismo, justicia, solidaridad y equidad, así como en el ejercicio de la tolerancia y de la libertad;

4. La formación para facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan en la vida económica, política, administrativa y cultural de la Nación;

5. La formación en el respeto a la autoridad legítima y a la ley, a la cultura nacional, a la historia colombiana y a los símbolos patrios;

6. La adquisición y generación de los conocimientos científicos y técnicos más avanzados, humanísticos, históricos, sociales, geográficos y estéticos, mediante la apropiación de hábitos intelectuales adecuados para el desarrollo del saber;

7. El estudio y la comprensión crítica de la cultura nacional y de la diversidad étnica y cultural del país, como fundamento de la unidad nacional y de su identidad;

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8. El acceso al conocimiento, la ciencia, la técnica y demás bienes y valores de la cultura, el fomento de la investigación y el estímulo a la creación artística en sus diferentes manifestaciones;

9. La creación y fomento de una conciencia de la soberanía nacional y para la práctica de la solidaridad y la integración con el mundo, en especial con Latinoamérica y el Caribe;

10. El desarrollo de la capacidad crítica, reflexiva y analítica que fortalezca el avance científico y tecnológico nacional, orientado con prioridad al mejoramiento cultural y de la calidad de la vida de la población, a la participación en la búsqueda de alternativas de solución a los problemas y al progreso social y económico del país;

11. La adquisición de una conciencia para la conservación, protección y mejoramiento del medio ambiente, de la calidad de la vida, del uso racional de los recursos naturales, de la prevención de desastres, dentro de una cultura ecológica y del riesgo y la defensa del patrimonio cultural de la Nación.

12. La formación en la práctica del trabajo, mediante los conocimientos técnicos y habilidades, así como en la valoración del mismo como fundamento del desarrollo individual y social;

13. La formación para la promoción y preservación de la salud y la higiene, la prevención integral de problemas socialmente relevantes, la educación física, la recreación, el deporte y la utilización adecuada del tiempo libre, y

14. La promoción en la persona y en la sociedad de la capacidad para crear, investigar, adoptar la tecnología que se requiere en los procesos de desarrollo del país y le permita al educando ingresar al sector productivo. (Ley General de Educación)

Estos principios enmarcan fundamentalmente la persona, la dignidad que brinda la educación y la promoción social sobre la cual hay amplísima literatura. La Finalidad de la Educación en Colombia es atender al pleno desarrollo de la personalidad, teniendo presente la formación la adquisición, el desarrollo, el acceso, el estudio y la promoción de los valores y principios de cada individuo para la vida. En este orden de ideas entendemos que La Sociedad y La Familia, juegan un papel fundamental y clave dentro del proceso de la Educación y que la primera debe colaborar en la vigilancia y cumplimiento del servicio y la segunda, recordemos que es el núcleo fundamental de la sociedad y por ende es la primera responsable de la educación de sus hijos (Enriquez).

Ahora bien, la educación en nuestro país se clasifica en Educación Formal y Educación no Formal, en esta oportunidad hablemos de Los Niveles de la Educación Formal, por esta entendemos es la que se imparte en una secuencia regular de ciclos lectivos que conducen a grados y títulos, costa de tresniveles, que son: Preescolar, Básica y Media, la Educación Preescolar es la que se imparte de 0 a 6 años, ofrecida al niño para su desarrollo integral, seguida de la educación Básica que se comprende de nueve grados, cinco de primaria y cuatro de básica secundaria y la educación Media con una duración de dos años, todas estructuradas en torno a un currículo común conformado por áreas del conocimiento; estos niveles tienen por Objeto formar a

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educandos capaces de asumir con responsabilidad y autonomía su propia historia de vida proporcionando una formación ética y moral que fomente prácticas democráticas y desarrollando una sana sexualidad entre otras, formación que se va sumando a la construcción de la sujeto frente a su cotidianidad y la relación de poder que hay en la educación misma. Por esto esta clasificación de nuestro sistema escolar, que no tiene màs interés que proporcionar una formación de radicalidad en los conceptos de nivelación de frente a lo que el sujeto es.

Como lo dije en el párrafo anterior estos niveles se encuentran estructurados en un currículo conformado por unas áreas del conocimiento las cuales son: Ciencias Sociales, Ciencias Naturales, Educación artística, Educación ética y valores humanos, Educación física recreación y deporte, educación religiosa, Humanidades en lenguas castellana e idiomas, Matemáticas y Tecnología e Informática.

Además de todas las anteriores, las Instituciones Educativas deben contar con una organización bien estructurada para que la prestación del servicio pueda ser aprobada, organización que se inicia con la construcción del Proyecto Educativo Institucional el cual debe definir todas y cada una de las gestiones que se realizan en el plantel tales como la administrativa, la académica, comunitaria y financiera. En la gestión académica encontramos los Planes de Estudio los cuales están constituidos por un conjunto de áreas obligatorias (Enriquez), otras fundamentadas y unas últimas optativas, todas con sus respectivas asignaturas, estos deben establecer los objetivos por niveles, grados y áreas, metodologías, tiempos, recursos y criterios de evaluación.

Para cumplir con los avances requeridos, todas las gestiones de la institución son evaluadas y a su vez los resultados arrojados por las mismas son utilizados para cumplir con metas propuestas, estas Evaluaciones se realizan de las siguientes maneras.

· Anuales: Son las evaluaciones institucionales donde recopilamos todos y cada uno de los puntos de partida y las líneas bases de las diferentes gestiones.

· Por semestres: Generalmente se le realiza a docentes para ver que estamos haciendo y cómo vamos para alcanzar los objetivos propuestos.

· Por periodos: es más utilizada para notar los resultados académicos de los estudiantes y poder aplicar correctivos académicos.

Esto denota que la investigación en Colombia sobre el sujeto educando y el educador, el estudiante y el profesor tiene como finalidad decirse y afirmar desde sus discurso que no hay nada más certero que poner las relaciones bajo la complicada formulación de las materias y más de allá no responde, un sujeto discente y otro receptor, que a la larga está creando la conciencia de que el estudiante no requiere otro discurso que el académico y de él dentro del aula, se desprenden otros tantos.

En la misma línea se inscribe la investigación titulada LAS POLÍTICAS EDUCATIVAS Y EL MAGISTERIO COLOMBIANO Henry Bocanegra Acosta** Universidad Libre, Bogotá, D.C., quien hace un repaso por los diferentes ámbitos de la

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educación en los años ochenta y en el que aparece algo nuevo frente al sujeto, esta vez del sujeto maestro.

BibliografíaBUSTAMANTE ZAMUDIO, Guillermo (2006). A propósito de los estándares. Pedagogía y saberes N. 24, enero – junio. Universidad Pedagógica Nacional. P. 43 – 57.

CAJIAO, Francisco (2004). La concertación de la Educación en Colombia. Revista Iberoamericana de Educación N. 34, enero – abril. España. P. 31 – 47. http://redalyc.uaemex.mx/pdf/800/80003404.pdf

CASTILLO GUZMÁN, Elizabeth; HERNÁNDEZ BERNAL, Ernesto; ROJAS MARTÍNEZ, Axel Alejandro (2005). Los etnoeducadores: esos nuevos sujetos de la

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educación colombiana. Revista Colombiana de Educación N. 48. Universidad Pedagógica Nacional.

FECODE (Federación Colombiana de Educadores). Revista Educación y Cultura.