REVISTA DIEZ, NÚMERO 113

Entrevista con el Profesor José Hugo Campos Guillén Representante legal del Colegio Mariano N. Ruiz, Asociación Civil

Entrevistadora: Dora Patricia Espinosa Vázquez

DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos.

Contenido

5- EDITORIAL:

Conferencia.

6.– ZAGUÁN:

ARENILLA: Las artistas.

8.– PATIO:

Galería: Fotografías de la quincena.

16.– BALCONES:

Casa de Citas

La vida es un destello.

Autor: Héctor Cortés Mandujano.

23.– CORREDORES:

Las manos de “Chapa de Mota”.

Autor: Enrique Robles Solís.

28.– SITIO:

Entrevista con: José Hugo Campos Guillén.

Entrevistadora: Dora Patricia

Espinosa Vázquez.

39.– ACTUALIDADES.

41.– MOJOL:

Amor a la comiteca.


Editor responsable: Alejandro Molinari

Contacto: [email protected]

Monseñor Carlos J. Mandujano García

Fundador del Colegio Mariano N. Ruiz.


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DE LA VIDA

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Comitán, ciudad que habla de vos


Socorro Román Sobrino

es comiteca, tiene una -

Maestría en Arte. Ella

promueve una serie de ac-

tividades culturales que

beneficia a un gran sector

de la población.

El pasado jueves 9 de

febrero impartió la confe-

rencia: El apocalipsis, a

partir de las seis de la tar-

de, en la Sala de Exposi-

ciones, de la Casa Museo

Dr. Belisario Domínguez.

La sala se llenó de perso-

nas ávidas de escuchar las

palabras de la Maestra Román.

Después de radicar en la ciudad de México, durante muchos años, la presencia de

Socorrito ha significado un espacio de luz para nuestra sociedad.

La presencia de muchos comitecos que han regresado a su tierra, después de estar

preparándose en otras tierras, significa abrir ventanas llenas de aire y de aromas ple-

nos. Es bueno que los hijos pródigos regresen y, con su grano de arena, aporten nuevos

vientos a estos cielos que tanto necesitan del talento de sus hijos más preclaros.



Que el lector no se sorprenda: en la foto

aparecen cuatro niñas lindas, un pasillo y

una serie de butacas. Las niñas están vesti-

das como para participar en algún bailable,

de esos maravillosos bailables que se reali-

zan a fin de cursos en todas las escuelas del

país.

Las cuatro niñas sonríen, unas más que

otras, pero todas miran hacia donde siempre

está la línea del horizonte. Martita Alfonzo

está recargada sobre un muro que, por lo

regular estaba húmedo; Geny Martínez, con

el color de traje diferente al de sus compañe-

ras, está en el segundo plano, segura de que

su vestido le ayuda a ser diferente; quien sí

se muestra al centro de la foto es Lupita Re-

yes, porque el moño compite con el ala del

sombrero, en tamaño y en su intento de al-

canzar el vuelo. Marisol Culebro, con su ca-

bello de nido de pajaritos hermosos, está de perfil. Ella, a diferencia de Martita no

tiene dónde recargarse, apenas es un muro de viento el que la detiene.

La foto es bella y significativa por el momento que inspira. ¿Es antes o después

de la actuación? Y la foto es bella porque nos da un cachito de un espacio entrañable

para todos los comitecos de los años sesenta, setenta y ochenta del siglo pasado. El pa-

sillo donde ellas posan es el pasillo donde caminaban los espectadores que acudían al

Cine Comitán. Por esto no sorprende la foto, no sorprenden las caritas de cielos son-

rientes de las niñas; y no sorprenden sus vestuarios porque así, casi igual, vestían las

actrices que actuaban al lado de Jorge Rivero o de Claudio Brook, en alguna película

en blanco y negro del cine mexicano.

Fotografía: Cortesía de Marisol Culebro .


Pedidos a: www.entretejas.com



Se aclara que este viaje no incluye bebidas a bordo.



Hmmm, qué coraje.

Me prohibieron comentar

algo acerca de los

Andadores, quesque

porque mis patitas de

puerco ¡nunca andarían

por ahí!



¡Les dije que circularan con precaución!



Sistema de horca familiar. Se hacen descuentos en “combo” de cinco.



Convivencia de la modernidad con lo antiguo.



Evítenos la pena de rociarlo con gasolina y quemarlo por deudor.



Hace tiempo leí compulsiva-

mente un libro tras otro de

Truman Capote: Otras vo-

ces, otros ámbitos; Desayuno

en Tiffany’s; A sangre fría;

Música para camaleones… e

incluso su gordísimo volu-

men de cartas Un placer fu-

gaz, que es una deliciosa ca-

dena de chismes sobre im-

portantes nombres de la li-

teratura con los que Tru-

man convivió.

Este hombre de Nue-

va Orleans (1924-1984) se

volvió una celebridad con la

invención de lo que llamó la

novela de no ficción (A san-

gre fría es un reportaje pun-

tual, nomás que está recar-

gado en el lenguaje artístico

de un novelista súper dota-

do) y declaró algo que nadie puede discutir.

Dijo de sí mismo, y lo cito de memoria: “Soy

alcohólico, soy homosexual, soy cocainómano

y soy un genio”.

Algunos libros se me pasaron de largo.

Uno de ellos es El arpa de hierba (Anagrama,

1991), que publicó originalmente en 1945. Es

una historia un poco extraña para los temas

que regularmente manejaba Capote (un gru-

po de seres humanos que decide vivir en un

árbol). Para variar, como todo lo de este ar-

tista, me encantó. Su poético título lo explica

la tía Dolly, en el bosque, al narrador (p. 10):

“¿Lo oyes? Es el arpa de hierba, que siempre

nos cuenta algo nuevo… Lo

sabe todo de la gente de la

colina, de los que vivieron

antes aquí. Y cuando noso-

tros estemos muertos, tam-

bién contará nuestra histo-

ria”.

Redondea la idea un

poco después (p. 38): “Pero

el viento somos nosotros…

reúne y recuerda todas

nuestra voces y después las

envía charlando y contando

sus cosas entre las hojas y

los campos”.

***

Sin amor —a todo, a todos,

a cada rayo de luz—, la vida

pasa como un destello.

Jessica Chastain, en El árbol

de la vida

Veo la cinta El árbol de la vida (The Tree of

Life, 2011), que varios críticos han calificado

como poema visual (porque es sensorial, in-

clasificable), del excepcional cineasta Terren-

ce Malick. Aunque hay una anécdota básica,

centrada en las relaciones cotidianas de una

familia (papá estricto, mamá dulce, tres

hijos) en los años 50, ésta se relaciona de un

cuadro a otro con el origen del mundo, los

tiempos prehistóricos, los fondos submarinos,



el crecimiento de las plantas y

los árboles. Somos, cualquiera,

parte del universo. Y a veces se

nos olvida.

La película, que ganó la

Palma de oro en Cannes, pro-

pone la historia total. La pre-

misa aquella de que en una go-

ta de agua están contenidos to-

dos los mares del mundo tiene

aquí una luminosa, espectacu-

lar y emocionante concreción.

A muchos no les gustará (mis

tres acompañantes se durmie-

ron, sin ir más lejos) porque no

es una película común. No importa. Yo quedé

agradecido con Malick y con el cine. La

música es genial, lo mismo que la fotografía

del mexicano Emmanuel Lubezki.

Esa noche, tal vez por el influjo de lo vis-

to, particularmente del final, soñé que leía un

libro frente a una muchacha que se cubría la

mitad del rostro con su largo cabello. Sonreía

ante mis palabras, lo que comenzaba a mo-

lestarme.

Al terminar una frase levanté la cara y

la interpelé:

—Sé por qué te ríes. En esta línea lo he

descubierto: estás muerta.

Su sonrisa se volvía más ancha y escu-

chaba su voz ronquita:

—Muy bien, pero no lo has descubierto

todo, sigue leyendo.

Lo hacía y llegado a cierto punto dije

con una rara emoción:

—¿Estoy muerto, como tú?

Ella reía, con una risa lim-

pia, juvenil.

—¡Claro, estás muerto co-

mo yo!

Di un primer grito y con el

segundo desperté a todos en ca-

sa:

—¡Ayúdame, ayúdame!

***

Dice la introducción de mi

ejemplar (Editorial Época,

2001) que en la escritura de El

mundo feliz, publicada originalmente en

1932, del inglés Aldous Huxley, hay “algo

frío”. No lo creo. Aunque escrita en clave fu-

turista habla en realidad de la humanidad en

todos los tiempos; dice, por ejemplo (p. 19):

“El hombre no está sexualmente maduro a

los trece y no ha terminado su desarrollo has-

ta los veinte años. De ahí proviene, desde lue-

go, el fruto de ese lento desarrollo: la inteli-

gencia humana”.

En la misma línea distópica (un futuro

que no es) de Faherenheit 451, de Bradbury,

el director del Centro de incubación y acon-

dicionamiento, de Huxley, tiene claro que hay

que trabajar desde bebés (con descargas eléc-

tricas que los liguen al horror instintivo) pa-

ra que ya de adultos hombres y mujeres te-

man el contacto con las flores y los libros. Es-

ta humanidad robotizada no debe entregarse

(p. 152) “a las diversiones solitarias”.

En el tiempo pasado, dice el director, los



bebés tenían madre y padre y

esos eran (p. 27) “hechos de-

sagradables, bien lo sé”. Más

aún (p. 39): “El hogar era tan

sórdido psíquicamente como

físicamente. Físicamente era un

vivar de conejos, un estercolero,

caldeado por los roces de la vida

que se amontonaba, hediendo

de emociones. ¡Cuántas bochor-

nosas intimidades, cuántas rela-

ciones peligrosas, insensatas,

obscenas, entre los miembros de

la familia!”

El libro es una invitación a

leer a Shakespeare (el título vie-

ne, de hecho, de La tempestad),

quien es citado profusamente, y además de la

historia de amor hay este apunte sobre la

amistad (p. 167): “Una de las principales fun-

ciones de un amigo es el sufrir (en forma más

suave y simbólica) los castigos que queremos,

y no podemos, infligir a nuestros enemigos”.

La amistad es, por cierto, el sentimiento que

explora la maravillosa cinta Mary and Max

(2009, dirigida por Adam Elliot), una historia

cruda que hermana sentimentalmente a una

niña de ocho años, de familia disfuncional, y

un hombre de 44, con síndrome de Asperger,

con una misantropía a todo lo que da. Lo cu-

rioso es que aunque la película no tiene acto-

res reales (son muñecos de plastilina combi-

nados con stop-motion) escurre mucho más

humanidad que muchas, es mucho más real

que aquellas que intentan retratar la realidad

desde la convención de ac-

tores humanos.

Mi amiga Nadia Vi-

llafuerte, quien me la re-

comendó, dice que la ha

visto dos veces y que como

la protagonista ha llorado

“lagrimitas de felicidad

para guardarse en una

botella”. El final, que no

revelaré, me hizo recordar

la amorosa amistad que

siente por mí, y que es

bien correspondida, mi

prima Natividad. A ella

escribí cartas de niño y

hasta los quince años. Un

día le pregunté si tenía alguna de ésas. Me vio

con fijeza:

—Las tengo todas, ¿para qué las quie-

res?

—Para destruirlas.

—¿Estás loco? ¡Son mi tesoro!

***

Un familiar directo, que ha roto los vínculos

con los suyos, a los que pertenezco, tuvo un

desvanecimiento en el trabajo. Su jefa lo

llevó al hospital y allí el médico le dijo algo

que a nadie gustaría escuchar.

—Lo tuyo es grave. Debo operarte de

inmediato. Habla con tu familia, porque no

podrás valerte por ti mismo.

El hombre dijo:



—No tengo familia.

El médico:

—Esto no es un juego. O te opero ya o te puedes morir en cualquier momento.

¿No tienes hermanos, tíos, sobrinos, alguien que pueda ayudarte?

—No.

—Pues tendrás que firmarme una carta donde te das por enterado de lo que te

dije y decides irte sin que yo te trate.

Firmó el papel que le pusieron enfrente.

Una prima se enteró del asunto y sus hijos hablaron con él y le dijeron que se

harían cargo de los líos que día a día tendría su eventual recuperación.

Lo operaron y lo cuidan ellos. El asunto va pa‟ largo, dos-tres años.

No tengo contacto con él y nunca pensé que tuviera las agallas para enfrentar la

soledad que se buscó, y se ganó, con todas las de la ley. Creo que no me hubiera gusta-

do verlo lloriqueando y pidiendo perdón, tratando de acercarse a los que logró retirar

de sí. Supongo que hubiera yo aceptado con cierta reticencia ir a verlo porque, al final,

podría ayudarle como ayudo a cualquier otro ser humano. No es necesario, él no quie-

re ver a nadie.

Mi mujer, al conocer la historia, me dijo:

—Es orgulloso, como ustedes, y eso no es bueno.

Tal vez no, pienso, pero me gusta esa actitud suya. Morirse en la raya no es mala

cosa. A lo hecho, pecho.

Contactos: [email protected]


4a. calle norte oriente No. 10

Comitán de Domínguez, Chiapas



El fin de semana pasado, en el partido de futbol celebrado en-

tre el Cruz Azul y el Atlante, Emanuel “Tito” Villa metió des-

caradamente un gol con la mano, lo que significó que su equi-

po rescatara un punto y el Atlante perdiera dos. En un princi-

pio, la competencia en el futbol nacional era contra el equipo

contrario y contra el reloj, hoy parece que también es contra

jugadores mañosos y árbitros incompetentes.

Evidentemente Emanuel Villa, no es el único que mete un

gol con la mano, en la historia de nuestro balompié y en el

mundo entero, muchos jugadores han metido goles utilizando

las manos, lo que resulta ilegal, pero siendo el balón redondo y

el mundo también, las ilegalidades en el futbol, están a la or-

den del día.

Resultan memorables los goles logrados con la mano, de

Cuauhtémoc Blanco en el partido América-Sao Caetano en

2004; de Maxime Josse en el partido Rochaux-Olympique en

2005; el de Leonel Messi en el Barcelona-Espanyol en 2007; de

Raúl González en el Real Madrid-Leades Limited en el 2001;

el de Sergio Agüero en el juego Atlético de Madrid-Recreativo

la Coruña en el 2006; el más escandaloso: el de Thierry Henry,

en el partido Francia-Irlanda, que le valió el paso a los galos al mundial de Sudáfrica; y

el más famoso: el de Maradona, en el partido Argentina-Inglaterra, en el mundial de

México 1986, que fue bautizado como la “Mano de Dios”.

Las acciones indebidas de los jugadores cambian los resultados, agravian a los faná-

ticos y seguidores y también a los clubes que se ven “ofendidos” por este tipo de actitu-

des, a todas luces inadmisibles, en un deporte en el que ahora se valen las actitudes his-

triónicas y las trampas. La Federación Mexicana de Futbol se ha negado a implementar

la tecnología en los estadios, como se hace en el tenis por ejemplo. Siendo la herramienta

ideal en los tiempos modernos, muchas injusticias se evitarían y, además, si no se puede

pedir ética profesional a los jugadores, a pesar de los sueldos estratosféricos que deven-

gan, por medio de la tecnología, con repetición de las jugadas, se lograría un juego más

ordenado, menos injusto, menos teatral, que ayudaría a los árbitros a marcar mejor y a

evitar las componendas internas entre los clubes, por el bien del espectáculo y del deporte

nacional por excelencia.



En lo personal, Ciro Gómez Leyva siempre

me ha parecido un conductor sobrado y petulante,

pero finalmente, en este tema, tiene razón, los fede-

rativos de niegan a aplicar la tecnología porque el

fútbol es un negocio descarado de los señores de

pantalones largos, finalmente es una farsa en la

que la gran mayoría de los mexicanos, inconscien-

temente estamos metidos.

Hace muchos años, un grupo de amigos fuimos invitados a jugar futbol a un lugar

llamado “Chapa de Mota”, que se encuentra en el Estado de México. Nuestro equipo lo

conformaban, entre otros, Carlos Apaolaza, Roberto Ramírez, Alfonso Ramírez, Jesús

Bravo, Edgar Quintero, Jorge Pérez, Miguel Román y un servidor. Del otro lado estaban

los muchachos de la preparatoria de ese lugar, ellos, en el primer tiempo, nos dieron una

felpa, aprovechando su condición física, el conocimiento del campo, con pasto largo y

grandes manchones de tierra y sobre todo, la escasa condición de los rivales, de barriga

cervecera.

Al terminar el primer tiempo ya perdíamos 5-0, iniciamos el segundo y por ahí del

minuto 25, nuestro férreo defensa central, mi entrañable hermano Jorge Pérez, tomó el

balón con las manos y suspendió el juego. El asombro de los rivales se hizo notar en la

protesta de éstos, pero el Pérez con su acostumbrada elocuencia les dijo: “ Señores, ya

nos ganaron, en la casa de Macrina (novia de Carlos), nos están esperando con la comi-

da, la barbacoa, el chicharrón, la salda verde, el pulque y las cervezas bien frías, mejor

vonós a comer y allá platicamos.”

Los seguidores del futbol y también sus críticos, buscan comprender su delirio en la

literatura, en las ligas norteamericanas para inmortalizar al héroe, acentúan su ausencia

con un gesto definitivo: su camiseta es retirada de la alineación. En este caso, reconoci-

mos al héroe que concluyó el partido con las manos, apoyándolo en su petición y disfru-

tando las ricas viandas de ese día.


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“El Colegio Mariano N. Ruíz está de fiesta. En esta escuela, ahora rodeada de un paisaje ex-

traordinariamente rico, hermoso -edificada sin molestar a los arbolitos- he tenido el privile-

gio de conocer a grandes personajes que le han dado brillo y el cimiento de lo que ahora se fo-

menta y se dice a través de su prestigio de 62 años”, asegura el profesor José Hugo Campos

Guillén, Director de la Secundaria, Preparatoria, Universidad y el Representante Legal de la Aso-

ciación Civil. “Es una luminaria muy grande de alumnos, de padres de familia, de maestros

que han caminado por este sendero de la educación en Comitán”. Consciente de la importancia

de fomentar actos y valores para construir a un joven, no sólo para terminar una carrera sino para

ser buen ciudadano; el profesor Hugo, responde las siguientes preguntas:

¿Cuándo surge el Colegio Mariano N. Ruíz y cómo ha sido su crecimiento en los distintos niveles?

El Colegio nace en 1950. En el 65 la secundaria. La escuela fue creciendo en el edificio que

está ubicado en San Sebastián y en el 86 se ubica la secundaria en San José. En 1988 la pre-

paratoria se incorpora a la Secretaría de Educación. Donde están las oficinas del padre Luis

Manuel, en San Sebastián, y en el Salón Vanguardia, adjunto a la iglesia, tuvimos el primer

grupo de Preparatoria. Y seguimos caminando. En el año 2008 hicimos todos los trámites pa-

ra obtener el registro legal de nuestra Universidad, que viene siendo la consolidación de todos

los sueños, de todos los personajes habidos y por haber que han transitado por nuestra insti-

tución.

¿Quién fundó esta institución?

El Padre Carlos. Él soñó con un monumento a su maestro Mariano. Para guardar la memo-

ria de este hombre tan ilustre, en lugar de una estatua enorme en la entrada de Comitán como

la del Dr. Belisario Domínguez; al Padre Carlos se le ocurre este monumento viviente y dice

„hagamos una escuela‟. Los dos fueron hombres sabios. El Maestro Mariano N. Ruiz nace

en San Cristóbal de las casas en el año de 1857. Estudió en el seminario. Fue un hombre con

una creatividad y un ingenio sorprendentes. Quienes se detengan en el tiempo a leer un poco

de la historia del Maestro Mariano, se darán cuenta que es inigualable, ¡es un genio! Él viene

a Comitán en su edad más fuerte y funda su escuelita, “La Industrial”, donde ahora está el

Colegio Regina. Pasa el resto de su vida en esta ciudad, demostrando ese amor y vocación al

magisterio. Tenía imprenta, manufactura de cerillos, era un extraordinario pianista. El Maes-

tro Mariano fallece en 1945. Han pasado ya 62 años de la fundación de nuestro colegio; el Pa-

dre Carlos ha de estar muy satisfecho, donde quiera que esté, de ver este crecimiento y sobre

todo, de esa imagen, esa misión y visión que tiene el colegio. Su idea de servicio a la comuni-

dad sigue prevaleciendo.

¿Qué significa para Comitán el Colegio Mariano N. Ruíz?

Lo he comparado como un árbol muy frondoso, como el cedro. Árboles que fueron sembrados

hace mucho tiempo, cuidados y regados. Ha cobijado, ha dado sombra y, sobre todo, ha dado

una imagen ilustre en Comitán. La escuela ha demostrado a través de su prestigio, bien gana-



do a través de la buena voluntad y de los valores de quienes trabajan y han trabajado y de los

alumnos que han desempeñado muy bien su papel. Aquí ocurren milagros, esta es una escuela

de milagros. Todo se conjunta para tener un árbol frondoso, de sabiduría, de conocimiento,

de alegría, que sigue creciendo; sus raíces están bien cimentadas y sobre todo, dando frutos

prodigiosos.

¿Cuándo comienza usted su labor en el Colegio Mariano N. Ruíz?

En 1982 tuve la oportunidad de apoyar a mi cuñado. Cubrí su grupo, un tercero de primaria.

Al siguiente año, pasé a formar parte de esta institución. Comencé dando mis primeros pasos,

bien dados. Hay que aprender a gatear, luego caminar y después correr. Me fui haciendo como

maestro. De ahí tome la coordinación a los tres años de servicio, por algunas habilidades que

notaron en mí para el uso de equipos y manejo de personal. En 1989 asumí la Dirección de Pri-

maria, la cual tuve cerca de quince años con mucho éxito.

¿Qué significa para usted este espacio?

La oportunidad y el privilegio de poder servir. Gabriela Mistral dice: “sirve el sol, sirve la nu-

be, sirve el agua, sirven los arboles, sirven los niños”, entonces nosotros tenemos esa gran posi-

bilidad de servir y servir bien. Aquí me siento fortalecido con todos mis compañeros en esta

gran labor y pues toca hoy dirigirlos y trato de hacerlo con sabiduría, sencillez y liderazgo, de

tal manera que comprometidos todos logremos el objetivo. Es muy satisfactorio estar trabajan-

do a este nivel y aunque fuera el más pequeño, si yo fuera el barrendero te aseguro que barre-

ría la escuela con mucha alegría, con mucha satisfacción y orgullo.

¿De niño se imaginaba en este oficio?

La fortaleza de haber nacido en el seno de una familia sencilla, modesta, pero muy grande,

muy integral; ver a mi padre con la varita dirigiendo a sus estudiantes fue cobijando la idea en

mí, no la trayectoria que me he ganado con mucho esfuerzo, con mucho trabajo, y que no por

eso soy más ni menos que alguien, simplemente soy un servidor como cualquiera. Nunca me

imaginé, en el buen sentido, dirigir este monstruo pedagógico. Hay intereses de estructuras ad-

ministrativas muy diferentes a otras. Es un complejo escolar que requiere de mucha fortaleza.

Todos los días le pido a tata Dios que me ilumine, que nos ilumine con sabiduría, con inteligen-

cia, para tomar decisiones que sean positivas al servicio de la humanidad. Si este fue mi papel,

si este fue mi trabajo, que lo haga con alegría. Siempre quise imitar a estos grandes maestros

que te señalé, porque me enseñaron una frase que es fundamental para los maestros: el amor a

tus alumnos, a tus semejantes; y no porque yo esté imitando o parafraseando a Jesús en sus

mandamientos, pero el maestro que ama a sus alumnos, tiene todo, toda la satisfacción del de-



ber cumplido.

¿Cómo ha sido la experiencia durante estos años en el Colegio Mariano N. Ruíz?

Trabajar en el Colegio ha sido una oportunidad y un privilegio muy importante en mi forma-

ción de vida. Considero que somos pocos los que disfrutamos de nuestra vocación. Yo soy -

maestro de vocación, mi padre fue maestro de vocación. Él nos enseñó desde muy chicos esta

frase: “búscate un trabajo que te guste para que no trabajes”. Y desde muy jovencitos nos en-

señó este sagrado trabajo, este noble trabajo, tal vez el más noble de todos.

¿Qué cree usted que opinaría el Padre Carlos o el Maestro Mariano del desarrollo de este “monstruo

pedagógico” como usted menciona?

Considero que el trabajo se ha hecho bien. Creo que ellos, al igual que yo, se espantarían o se

sorprenderían de ver hasta donde ha llegado el Colegio Mariano N. Ruiz. Alumnos por todo el

mundo. El Padre me decía cada vez que se encontraba conmigo: “yo comencé con 65 mucha-

chitos”, así me decía y ahora tenemos alrededor de 600. De una Primaria Elemental a una Uni-

versidad. Creo que sería muy agradable para ellos caminar por su escuela, por sus ideas y tal

vez, opinar positivamente para que siga caminando y que los jóvenes con todo su entusiasmo

continúen con esta gran misión.

¿Qué les diría a aquellos jóvenes que tienen el deseo de superarse?

Solo hay una condición en este tiempo y eso se lo digo a los jóvenes: estudien, estudien, estu-

dien. No hay otra cosa. El mundo ahora nos exige a competir y a competir bien. Prepararse a

través de la casa, en la formación de valores, de encontrar ahí a los mejores maestros que son

nuestros padres o cuando no lo tienen agenciarse de quien esté cerca y sumado a esto el trabajo

que se hace en las escuelas para formarse. Leer, leer, leer, investigar, de tal manera que entien-

dan que la realidad es tan apremiante para salir adelante, que no alcanzan los títulos de pos-

grado ni doctorado. La vocación, el servicio y el estudio de la mano forman un ser humano so-

cialmente pleno y rico en sencillez, en critica y pues obviamente en conocimientos.

¿Cuál es ahora el compromiso del Colegio?

Nuestra escuela sigue cumpliendo sus metas, sus propósitos y la misión que se le encomendó

desde el primer día por su fundador el padre Carlos. El compromiso es doble, a la medida del

tiempo, la tecnología y todo lo que implica estar atravesando este siglo de las ideas, de la creati-

vidad y del ingenio; pero es doble el compromiso de responsabilidad y sobre todo de calidad.

Demostrar ante la sociedad que el Colegio sigue siendo el que conocieron pero con esa inyec-

ción de calidad. Por ende, la capacitación constante de sus maestros, la reformulación de conte-



nidos, los análisis de todos los planes de estudio. El compromiso es seguir formando

alumnos críticos, reflexivos, participativos. Que lleven esa mochila cargada de valores,

responsabilidad y trabajo a donde quiera que vayan.

El Director Hugo, enfatizó la importancia del servicio a los demás, valor que fomentan día a

día en el Colegio: “A quien viene al Colegio tratamos de servirle lo mejor que podemos;

así lo hace cualquiera de los trabajadores, hermanos nuestros, porque ésta es una gran

familia que cobija los intereses de todos. Todos hacemos nuestro trabajo con alegría”. Y

concluyó con la frase que al maestro Jorge Gordillo Mandujano, hombre que ha dado su vida

también a la docencia, dio como lema de la institución: “Hacer las cosas ordinarias de una

manera extraordinaria”.


Consejo Ciudadano de Cultura

¿Cuándo venís a Comitán a llenarte de luz?



Honorable Ayuntamiento

de Comitán

y

Universidad

Mariano N. Ruiz

¿Te gusta escribir? El Centro Comiteco de Creación Literaria es

¡para vos! Ser parte del Centro no tiene algún costo económico. Lo

auspicia el Honorable Ayuntamiento de Comitán 2011-2012.

Sesionamos los miércoles, a las 5 de la tarde, en la sede del Centro,

frente al Santuario del Niñito Fundador.


Programa del martes 11 de febrero de 2012.

El invitado de honor, Maestro Crispín Günther, llevó un lector de libros electrónicos

y reflexionó acerca de las ventajas de ese elemento tecnológico.

Crónicas de Adobe, una vez al mes, dedica el programa a hablar de libros, autores y

libreros.

El programa dejó la idea de que los libros impresos en papel jamás perderán el

lugar que les corresponde en el imaginario colectivo, pero que los lectores de estos

tiempos bien pueden abrirse a las nuevas tendencias.

En la fotografía: Crispín, Paty, Marisa, Flori y Genaro.

(Marisa y Flori son estudiantes de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación)

Crónicas de Adobe también se escucha por Internet:

www.imer.gob.mx

Los martes, de 3 a 4 de la tarde, hora del Centro de México.



El periodista, escritor e investigador Amín Guillén Flo-

res presentó el jueves 9 de febrero el libro CALEIDOS-

COPIO. La obra más reciente del autor que contiene

los vitrales que existen en la ciudad de Comitán (en lu-

gares públicos y privados).

El acto se efectuó a las doce horas, en el Auditorio

del Centro Cultural Rosario Castellanos.


Por vos, cositía hermosa, soy capaz de comer coimut ¡sin hacer cara de

ish!

Hagamos un batido de tu canip con mi talguat.

¿Querés comprobar cuánto te quiero? ¡Mandame a comer achigüal, y vas

a ver que por vos soy capaz de jocear.

Sos como una tabletía de manía para el hoyito de mi corazón.

REVISTA DIEZ, NÚMERO 113

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