Revista x edición 3

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Revista Edición 3 - Marzo 2014 La Solidaridad Revista La Solidaridad Edición 3 - Marzo 2014

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Revista

Edición 3 - Marzo 2014La Solidaridad

Revista

La SolidaridadEdición 3 - Marzo 2014

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Autores:Francisco Andres FloresJuan Ignacio SalgadoPablo Martín ScaringiCecilia López PuertasNora PflugerJuan Pablo Olivetto FagniCristian Daniel CamargoCobertura de eventos: Manuela CardosoColaboradores:Daniel Rojas DelgadoJavier CamargoILUSTRACIÓN DE TAPAnicolas Pedroza

Asistente de producciónFlorencia SalinardiProducción:Grupo Filocalia.

Encontranos en:revsita-x.blogspot.com

Email:[email protected]

CONTENIDO

Marzo 2014 - La solidaridadLa Plata, Buenos Aires, Argentina.

Editorial 3

“El club no se acerca a una escuela, y las escuelas tam-

poco se acercan a los clubes” 4

Cuando la solidaridad

es puro cuento. 7

Humor por Cris. 8

Que bonita vecindad 9

MARÍA: soledad y solidaridad 11

Solidaridad, para que, si al final la vida sigue igual… 12

Cien años de solidaridad 14

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Se suele afirmar que una virtud es un “hábito”, es decir, no una buena acción que realizo una

vez al año, en la súbita inspiración de un solo instante, sino un modo de actuar cotidiano y permanente, que configura mi personalidad.

Así como no soy una persona generosa únicamente por haber tenido, en algún momento perdi-do de la vida, un gesto caritativo con un hermano, tampoco puedo llamarme “solidario” sólo porque hace unos meses me emocioné al ver por televisión a las vícti-mas de una inundación o de un terremoto y les envié víveres, si después, en mi accionar cotidiano, soy egoísta, mezquino, incapaz de interesarme en lo que no sea mi propia comodidad.

Debemos pasar de una solida-ridad afectiva, la que nos mueve cuando sentimos el dolor de un amigo o cuando nos enteramos de una desgracia que nos podría haber ocurrido a nosotros, a una solidari-dad efectiva, la que nos involucra en la ayuda a la sociedad entera y nos mantiene perseverantes en el compromiso con las grandes cau-sas de la humanidad.

En una época de violencia y de problemas emocionales causa-dos por el aislamiento y el miedo, nuestra solidaridad continua será para muchos un estímulo para la apertura al otro, los vínculos sanos y la confianza.

SER SOLIDARIOS, AHORA… Y SIEMPRE

EDITORIAL

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“El club no se acerca a una escuela, y las escuelas tampoco se

acercan a los clubes”Liz Vargas, ex directora de la escuela 56, nos cuen-ta su experiencia de conformar una red de institu-ciones que promuevan y protejan los derechos de

los niños.

Estoy muy contento de poder compartir con us-tedes, las experiencias y reflexiones de aquellos

educadores que dan la pelea por construir estructuras de vida.Liz Vargas se recibió de maestra en el año 1987, algunos años des-pués estudió psicopedagogía, y en el 2003 realizó la licenciatura en educación en la Universidad Vir-

tual de Quilmes. Además realizó muchos seminarios y talleres sobre las ciencias sociales y el ambiente. 17 años de docencia, y otros en los gabinetes (hoy equipos de orienta-ción). Desde el 2006 al 2011 fue vicedirectora en la escuela nº56, y desde el 2011 hasta estos días fue directora en dicha escuela. Pero próximamente trabajará como di-rectora en la escuela 120.

En su función directiva en la escue-la “Almafuerte”, se puso como ob-jetivo llevar a delante un proyecto pedagógico desde la institución, a partir de un fuerte trabajo con toda la comunidad educativa. Y se en-contró con muchas cuestiones ad-ministrativas y organizativas que llevan tiempo y energías, pero aún así llevo adelante una propuesta pedagógica construida por toda la escuela.Para ese proyecto educativo los ejes fueron: identidad, ambiente, nuevas tecnologías, atravesados todos los ejes por los derechos de los niños. Sostenido y fundamenta-do por la ley de promoción y pro-tección de los derechos del niño, el proyecto abordó las problemáticas como el contrato con las familias, “vos imaginate que cuando yo lle-gue a la 56 a la semana tenía un pi-quete de padres, para que echemos a un chico de la escuela, a las dos semanas ya tenía un discurso de-lante de todos los padres, diciendo que ningún chico iba a ser echado, y hoy los padres te hacen piquete si perseguimos a un pibe. Fue todo un cambio tremendo…” afirma Liz con una serenidad que mantiene a lo largo de la entrevista. En el pro-yecto pedagógico del Almafuer-te, se trabajo la implementación del nuevo diseño curricular, y se abordó fuertemente la convivencia entre los miembros de la escuela. El diagnóstico de los docentes era que los alumnos no sabían poner en palabras lo que les pasaba. Hoy ante un problema de convivencia se hace una asamblea áulica.Todas estas cuestiones serán desa-rrolladas en profundidad en futu-ros textos. Pero en esta ocasión les compartiré las cuestiones referidas al trabajo en red entre institucio-

POR JUAN PABLO OLIVETTO FAGNI

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nes, o como me parece más preci-so: la construcción de estructuras de vida.J: Estuve chusmiando el blog de la escuela http://escuelapri-maria56.blogspot.com.ar y ahí vi algunas cuestiones que me llamaron la atención. ¿Qué es y que hace la Mesa Multisectorial Oeste? L: Esa la creamos nosotros… yo te digo, la 13.298 prevé, ante una vulneración de derechos de una niña, niño, adolescente, instancias previas a las judiciales, pero para eso tiene antes que (hace una pau-sa) en las escuelas no puede des-conocerse esa ley, y nosotros crea-mos una Mesa con 20 escuelas, empezamos a trabajar con Marta Bedio, abogada, gente amiga que conocemos de la militancia social; trabajamos los dos paradigmas, es-cribimos un objetivo de la Mesa, hasta que a fines del 2011/inicios del 2012 las inspectoras de psico-logía reorganizaron las escuelas, y cada escuela tenía un lugar a don-de ir. Una Mesa que no existía, ha-bía que crearla. Y nosotros ya ha-bíamos hecho por zona, ¿no?. Por que decíamos que una de nuestras líneas de acción era: “comparti-mos objetivos, compartimos tam-bién los niños”. Por ejemplo, en la Mesa Multisectorial que estaba el CPA (Centro Provincial de Aten-ción) de la Cumbre, estaba el Cen-tro Vecinal “El Triunfo”, teníamos alumnos que iban al CPA o padres que iban al CPA por sus hijos, o chicos que iban al taller de huerta en El Triunfo, nosotros compartía-mos a los chicos y compartíamos las problemáticas…J: Así que esa mesa la conforma-ban, la escuela, como otro tipo de instituciones…

L: Si, salitas de primeros auxilios, ¿viste las municipales? Eh… cen-tros vecinales, clubes. Estaba bue-no, pero bueno, un poco después se diluyó, porque, bueno, como todo. Viste cuando uno está coor-dinado… La cuestión es que la es-cuela 56 siguió trabajando en red con las instituciones cercanas y era más operativo y era más rápido, que esperar la reunión de la Mesa. Y la Mesa bueno, tuvo su función, hicimos una cadena de mails, hi-cimos un recursero, que bueno el recursero me quedo en la escuela ahora que lo pienso (risas) por-que… viste, había un montón de instituciones en toda la zona oeste para trabajar, te venía la mama a decir “mirá, yo trabajo hasta las 5, y por eso de la una hasta las 5 no sé donde mandar al nene”. Vos aga-rrabas el recursero, y bueno, vos tenés un club de futbol acá. Hablá-bamos con el referente, “¿puede empezar?, ¿cuándo?”. Entonces al nene le quedaba a 4 cuadras, no había que cruzar avenida. Buscá-bamos qué lugar, por lo menos la madre trabajando, sabía que una o dos horas el hijo estaba en el club, o estaba haciendo alguna actividad en algún comedor, apoyo escolar ¿viste?J: También en el blog ví que el Diagnóstico Participativo de 2011 (que es una asamblea con docentes, alumnos, auxiliares, las familias), se dijo que no ha-bía propuestas barriales como otra alternativa educativa para los chicos. Y se llego a varias conclusiones. Una: que había que hablar con las autoridades del Club Las Quintas y el Club Alberti L: Intentamos muchas veces hacer red con esos dos clubes, nunca lo

logramos. Hicimos invitaciones a los actos, les mandábamos “señor presidente, la escuela 56 lo invita al acto”.Con las Quintas se había empezado a armar ahora una bi-blioteca, y bueno, quedaron ma-mas, porque también ese trabajo de red, lo hacen las madres, porque uno no puede estar en todos lados, y entonces dos mamas se habían encargado de hacer red con el Club Las Quintas, y bueno siempre que iban estaba cerrada la biblioteca. Así que no pudimos hacer red.J: ¿Y por qué? ¿Las institucio-nes no están acostumbradas a trabajar así?L: Yo creo que las instituciones tra-bajan con los chicos que se acercan al club, el club no se acerca a una escuela, y las escuelas tampoco se acercan a los clubes. Yo la otra vez estaba con, hace unos años atrás, toda la movida de 17 y 72. Con La Grieta, con El Galpón, y le decía a la escuela 58 “¡que bueno!” Y me decían: ah no, nosotros no conoce-mos el galpón. ¡Y están en frente! Eso te estoy hablando hace unos años atrás, ahora si. […]En los clubes necesitas gente com-prometida, no en todos los clubes tenes a una Soledad Odello, a un Matías Torres, ahí tenés además a toda la Juventud Guevarista, que impulsa un montón el traba-jo con los chicos, la murga, uno de los chicos nuestros salió a flote gracias a la murga, después hubo más problemas, pero lo que quie-ro decir, es que es raro que en un club ofrezcan más que un servio; uso de la biblioteca, prestamos de libros [...] Por ahí el club de fútbol infantil, por ahí es más que el club así de barrio. El entrenador que prepara a los chicos de futbol, ese está más presente en lo que es la

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red. Muchas veces hemos trabaja-do hasta por teléfono, decirle mirá, tenemos un problema con tal y tal, ¿vos podrás hablarlo también en fútbol? Y es más referente el entre-nador que el padre. El padre era un golpeador, entonces vos recurrís a otros referentes.J: ¿Y qué otro tipo de instituciones integran la red?L: Cuando armamos la Mesa, he-mos trabajado con salitas siempre que era necesario, con el Hospital de niños. Siempre que hay un niño que está con otra institución, tra-tamos de establecer la red, el con-tacto, y casi siempre se hace a tra-vés de los equipos de orientación escolar, los que antes se llamaban gabinetes. […]Y otras de las redes que se tratan de trabajar, es con los estudiantes avanzados de la universidad, los que se están por recibir de maes-tros, o con chicos recién recibidos que están haciendo su tesis. Trabajamos con la cátedra de sobe-ranía alimentaria, el colectivo tinta verde, todos contactos de afuera, no es que te los trae la inspectora.Y siempre tratamos que la gente que viene de afuera siepre inten-tamos que la gente se sostenga en algo que la escuela estaba ha-ciendo, porque antes era al revés, venían con la idea de afuera y la incluían, y por ahí no tenía nada que ver con nosotros.Y otra cosa es que tenes un pro-cedimiento burocrático que hacer con cada persona que entra a la escuela.Estaría bueno que se ejerza la red entre escuelas, pero todavía falta para eso.J: Es otra forma de pensar la insti-tución…L: El mayor obstáculo es ese, el

pensamiento, las concepciones que subyacen y que están muy arrai-gadas, y que uno las tiene obvio, muchas veces viene uno nuevo y te descoloca.J: Hoy nos íbamos a encontrar en la escuela, pero por la cuestión del paro estamos acá en tu casa. ¿Qué opinión tenes de la medida de ha-cer paro? L: Yo creo que es la escuela públi-ca la que está en crisis, más allá del salario que es una miseria, aunque es verdad que en los últimos años está mejor que años anteriores. Pero todavía decimos con orgu-llo que el presupuesto nacional de educación es del 6%. Ahí ya parti-mos de un error.Normalmente los maestros están siempre tildados de vagos, que laburamos 9 meses, que tenemos 3 meses de vacaciones, que no es así. Nos ponen en esta situación de opresión a días de que empiecen las clases sabiendo que lo que más le molesta a un docente es tener que hacer paro. Te dicen “¿por qué no peleaste en enero?”. En enero no te atienden. Nosotros incluso en diciembre cuando nos fuimos, en la última asamblea de Suteba, el gobierno provincial se había comprometido con el frente a te-ner paritarias a partir del primero de febrero. No es educación, es un compromiso con la niñez, con la escuela pública. Vos fijate que es-tán cerrando las casitas de los ni-ños, porque no están pagando las becas.Hay un discurso político-progre-sista que no coincide con la reali-dad, y ante no tener argumentos, te difaman. Entonce el maestro es el vago, “¿Qué quieren los maestros, que trabajan 4 horas?”. Como si fuese tan importante la cantidad.

Terminan optando por esto de ha-cer las paritarias en un marco que no es de paritarias, con un minis-tro de trabajo que está al lado del ministro de gobierno, que se jun-tan para firmar una conciliación obligatoria. Es un giro a la derecha prácticamente. La opresión ante el trabajador, porque el presentimos que quieren instalar ahora, es para que no hagan más huelga. […]Me parece que el conflicto docen-te, es la conclusión de otros pro-blemas previos que tienen que ver con el presupuesto, con una volun-tad política de qué lugar ocupa la educación en un país, la salud. No puede ser que salud y educación tengan menos del 7% de presu-puesto. Más vale que va a haber conflicto. Y se va a seguir soste-niendo, porque los maestros no tienen ganas de empezar. Luchas conseguidas por años, por ejemplo que se quite el presentismo como suma en negro. Nosotros tenemos un 60% de sumas en negro en el sueldo. Que eso vos sabes que cuando va a previsión no aporta. Esta jodido, porque tenes una di-rigencia sindical mayoritariamente oficialista.J: Y entonces, ¿qué es lo que te lle-va a seguir apostando por la edu-cación?Y que se yo… Me parece que apostar a un país mejor, como di-cen las princesas “por la paz mun-dial” (risas). Para mi es un desafío, y además pensar que puede haber un mundo mejor, donde quepan muchos mundos. Siempre pensan-do en la justicia social, los chicos son merecedores de la inclusión, y va más allá de estar adentro de la escuela.J: Muchas gracias Liz.

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iTe invoco, ¡oh, Solidaridad!, mientras escribo esto en una servilleta, a la espera de que venga la moza. Siento que eres

una de esas de esas palabras que se gastan al usarla, como un signi-ficante vacío. Aunque tampoco me gustaría llamarte la Innombrable, ni convertirte en una palabra pro-hibida, de las que la academia dice que son muy malas. Por esa razón prefiero simplemente denominar-te, de ahora en más, palabra X, y así seguir evitando tu erosión. Lle-ga la moza y le pido una milanesa de carne con papas fritas. Luego abro al azar un libro que traje:—¿Dónde están los hombres? —prosiguió por fin el principi-to—. Se está solo en el desierto…—También se está solo con los hombres —dijo la serpiente. Sí. Las páginas doradas de la gran obra que Antoine de Saint-Exupéry publicó en 1943, la del niño que vino del asteroide B 612, aborda mil temas: la soledad, la palabra X, la amistad, la vani-dad y 996 más. En el fragmento citado, la visión de la serpiente transmite cierta idea de frialdad en el trato con la gente. Por mi par-

te, interpreto que el poeta español Miguel Hernández dice algo simi-lar —aunque más bien se refería al amor de la pareja— en el poe-ma “Mi cuerpo”: “¡Qué triste un cuerpo solo!” Pero empecemos a hablar en positivo. Punto y aparte. “Todos para uno y uno para todos” podría sintetizar el ideal de la palabra X. Se trata del lema famosísimo de “Los tres mosque-teros”, que el francés Alejandro Dumas (padre) publicó como no-vela por entregas en 1844, en un periódico. A partir de allí, se han producido más de una decena de películas basada en esta historia, desde la versión muda de 1921, la serie animada “D´Artacán y los tres mosqueperros” de 1981 o “Barbie y las tres mosqueteras” de 2009. En fin: me aburro de esperar, pero lo menos ahora tengo un vaso de gaseosa que burbujea frente a mí. Dicen los que dicen que la palabra X bien entendida comien-za por casa —es recomendable que sea en la propia—. ¿Conocen la historia del matrimonio Stone, que tuvo que irse de unos días de su casa y se la dejaron a cargo a

Cuando la solidaridad es puro cuento

En lo cotidiano y en la literatura, solidaridad, compa-ñerismo, favor interesado y amistad se funden y se confunden. ¿Son lo mismo? Algunos ejemplos nos muestran cuándo deja de ser lo que debería ser para

convertirse en lo que nos conviene que sea.

POR DANIEL ROJAS DELGADO

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los Miller? “Vecinos” (1976), así se llama el relato del estadouni-dense Raymond Carver en el que Bill Miller, en una de sus visitas a la casa de los Stone para dar de co-mer a la mascota y regar las plan-tas…Miró por la ventana, y después se movió lentamente por cada una de las habitaciones considerando todo lo que se le venía a la vista, cuida-dosamente, un objeto a la vez. (…) Finalmente entró en el dormitorio, y la gata apareció a sus pies. La acarició una vez, la llevó al baño, y cerró la puerta. No hace falta decir que también abrió armarios y demás… Ya les decía que la palabra X está devaluada, y la puede usar cual-quiera para referirse a cualquier cosa, en cualquier revista. Por otra parte, quien no quiere que le cie-rren ninguna puerta es el magnate británico Joseph Lewis, dueño de una porción de paraíso con lago cerca de la localidad de El Bol-

són, hacia la frontera con Chile. El periodista argentino Gonzalo Sánchez publicó dos libros en los que investigó sobre los dueños de las tierras del Sur. En uno, “La Patagonia vendida” (2006), el in-tendente Oscar Romera le decía de Lewis: Usted no sabe lo que es este gringo, un tipazo. Viene, me pregunta qué necesito. Va a las escuelas, regala videocaseteras, ropa, comida. Fulbo [pelotas] para los pibes. Hay que mandar a un pibe a Buenos Aires para operarlo, paga todo y lo enviamos. Donó los dos camiones para los bomberos. ¿Cómo no le vamos a agradecer? Se dice mucho de él, pero son mentiras (…). Si alguien viene y te dice que te quiere regalar un ca-ballo, ¿te vas a poner a mirarle los dientes?¡Con razón que al británico le di-cen el tío Joe! Se me termina la ga-seosa y tengo más hambre. Agarro otra servilleta y sigo escribiendo:

la solidaridad ̶… digo eso, la X, también es compañerismo, huma-nidad compartida, que no se puede ejercer en solitario. En eso estoy cuando veo que la moza trae la milanesa y las papas. Le miro los dientes: parece honesta.—¿Qué es para usted la palabra X? —le digo.—¿Cómo?Comienzo a ponerle sal al plato y le repito la pregunta.—¿Y cuál sería la palabra X? —responde.—No puedo… decirla… se deva-lúa —le hablo con la boca llena, porque el primer bocado ya ingre-só—. Es una palabra que se gasta fácil.Me mira con cierto desconcierto, se va silenciosa y más tarde vuel-ve con un diccionario viejo y me pregunta:—Fíjese acá si la encuentra. Igual estaba en un cajón. Hace mucho no se usa.

Humor por Cris.

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- Comenzaré por el principal, el Chavo.El chavo vive en un barril, no tie-ne familia y solo ostenta un grupo reducido de gente amiga, vive de la limosna y de lo que consigue limpiando vidrios en la calle.Mi amigo, sufre en carne propia la adicción por las tortas de jamón, él las consigue en una cocina de su ciudad-donde poco se vigila y donde mucho pasa-, se vuelve loco

por ellas. La policía lo ve siempre y de vez en cuando le hacen algu-na visita. El chavo, suele hacerle mandados al comisario para así comer más tortas o incluso algún refresco de tamarindo. El comisario es un hombre de bien, que se supo ganar su comisaria, la mejor de todas, la que queda en el centro de la ciudad, cerca del tea-tro y de la plaza. Como por arte de magia se cuenta que sabe hacer

Que bonita vecindad

desparecer muchas cosas o hacer que aparezcan en otro lado-. Pero bueno, no me voy a detener en el policía, él ya tendrá su espacio en estas hojas.

Vuelvo al chavo…Este pibe sabe que tiene acceso a la vivienda, sabe también que las leyes y el mundo de los grandes legisladores de Washington le han otorgado de-rechos por su sola condición de ni-ñito, esto lo sabe porque, amén del barril, se ha juntado con revolucio-narios de verdad que le han leído la norma, que le afirmaron que la Constitución los ha receptado y hasta incluso, que establece esa prerrogativa liberal de la propiedad y el acceso a la vivienda digna. Él gracias a Dios lo sabe todo, como dije, estos revolucionarios tienen un taller y de ahí salen los futuros rebeldes.Como verán, mi compañero vive de la limosna, sobrevive el día a día trabajando para poder zafar. No pudo conocer a sus padres, ve en la esquina su grupo de referencia y en la vecindad un lugar de inte-gración.

- El señor Barriga.El Sr. Barriga es un gran empre-sario, tiene la inmobiliaria más grande e importante de la ciudad, con sus amigos saben jugar al golf, ir de fiestas en fiestas, ellos están contentos porque se dan cuenta que pueden manejar los precios de los alquileres. Se podría decir que son los garantes del art.14 bis C.N., los referentes del art.17 C.N. y quienes pueden colaborar para que vos o yo podamos tener nues-

El chavo es un personaje que vive en la conciencia y en la mente de cada uno de nosotros, todos alguna vez han visto a la vecindad y se han reflejado en al-gún personaje o reído de él, por ello, decidí describir con gratitud ese consorcio de propietario que juntos

conforman una bonita vecindad.

POR PABLO MARTIN SCARINGI

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tra casa o alquilar nuestro primer departamento.No obstante ello, cuando conviene el Sr. Barriga permite la deuda o es permisivo en el pago de la ren-ta. Eso generalmente ocurre cuan-do observa la posibilidad de entre-gar a un amigo o conocido algún departamento sin ocupar.Es muy amigo del intendente, con él se diagraman los nuevos planes de urbanización y se aceptan, con una buena ordenanza, la construc-ción donde no se es permitido.

- Doña Florinda.Es la madre de Kiko, es soltera y cobra una pensión derivada. Se ha mantenido con la fuerza que una mujer puede hacerlo, apostando por su familia y creciendo día a día en el amor.Florinda, sufrió el deceso de su marido y padre de Kiko durante el embarazo, su madre y sus amis-tades le recomendaban el aborto, ella siguió a pesar de todo. Hoy demuestra ser una excelente mu-jer, trabajando y tratando de ser ejemplo de lucha, verdadera lucha de mujer, lucha por la vida.

- Kiko.Es el hijo de Florinda y amigo del chavo. A pesar de su realidad trata siempre de ayudarlo, sin embargo, su condición-de niño bien- a veces lo hace renegar y pelearse con su amigo.Es explorador de Don Bosco, vive esperando los sábados y domingos para compartir con ellos y sus ani-madores excelentes fines de sema-na, ahí entendió su realidad y se pudo acercar a la fe.

- Don Ramón.Este hombre es desocupado como

el chavo, vive de mendigar y ocu-pa el inmueble que habita con su hijita. El Sr. Barriga le permite esto a cambio de colaborar en la causa del intendente y de su orga-nización política “10 de diciem-bre”.Es fanático del fútbol y participa de la barra brava de su equipo, con ellos van a la cancha de local o visitante, manejan los estaciona-mientos y venden entradas, la que comparten con el líder más una colaboración al comisario.

- Doña Clotilde.Jubilada del Ministerio de Edu-cación, cobra una jubilación pe-queña en relación a lo que percibe un empleado en actividad, quizás será porque su gremio-una gran central gremial- siempre cierra los salarios “en negro”.

- El Profesor Jirafales.Hoy por hoy, el “profe” no puede dar clases porque fue acusado de abuso sexual, un juicio iniciado por unos padres con dos elevacio-nes a juicio y que lleva más de 6 años sin resolver. Este maestro, convencido de su inocencia, su-fre el desempleo y el desamor de Florinda, quien enterada de lo que ocurrió, lo dejó de invitar a tomar su taza de café.

- El cartero.Algunos dicen que murió y otros afirman que no, todavía sigue siendo un misterio.Hasta aquí algunos de los inte-grantes de la vecindad, segura-mente no entendiste nada. Pero sencillamente lo que quise descri-bir son algunas de las situaciones cotidianas que se dan en la socie-dad. Creo que no podemos seguir

mintiéndonos y dejando pasar lo ocurre:El negocio de las inmobiliarias imponiendo precios y manejando las sumas de dinero que manejan, los poderes políticos atrás de cada uno de sus actos.La policía, no toda, vive envuel-ta en un manto de sospecha, mu-chas veces convive con el delito y hasta a veces lo genera. Sigue en mi memoria Luciano Arruga y Miguel Bru como así también, los “chavos” que día a día sufren su persecución.Los jubilados, que si bien es cier-to que su condición ha mejorado, continúan perdiendo espacios y quedando a la cola de los reclamos salariales.Las barras bravas y las organiza-ciones políticas que viven de la pobreza y las mafias.Los chavos, nuestros pibes, en el medio de toda esta mierda. ¿Cuán-to más tenemos que trabajar para ayudarlos? ¿Cuánto más esfuerzo hay que hacer para colaborar con su vida? Ellos, como todos los de-más, merecen de nuestro compro-miso. La solidaridad que preten-demos debe ser concebida como un compromiso serio por el otro, debe permitirnos ver la realidad en la que vivimos y denunciarla, no podemos estar callados ante las injusticias, no podemos acos-tumbrarnos, debemos gritar, como Pepino: ¡La mafia es una montaña de mierda!

La solidaridad es un compromiso por el otro y una lucha constante por contar la verdad. La verdad para mí es Dios, es la cruz y la re-surrección, es la solidaridad de un Dios que se hizo hombre y vivió por nosotros.

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Mucha imaginación ha corrido, en teólogos y novelistas, sobre la posible sensación de

“soledad” de María, la Madre de Jesús, después de que el Ángel le anunciara que había sido elegida para dar a luz al Salvador del mun-do, en condiciones indudablemente extraordinarias. Más de uno se ha preguntado si no se habrá sentido extrañamente distante de las otras mujeres, alejada de sus parientes y amigas, como una chica “rara” y distinta… Es verdad que María debió experimentar la so-ledad que puede sentir una joven sencilla a quien Dios llama, de pronto, a una mi-sión irrepetible y excepcio-nal. Pero esta soledad suya no fue aislamiento, sino in-terioridad, unión con Dios, conciencia profunda de su des-tino. Fue hace años, en un libri-to del sacerdote trapense Bernardo Olivera, llamado “Catecismo ma-riano contemplativo”, que encontré por primera vez la expresión “so-ledad solidaria”, referida a María. Decía el autor: “María es relación con Dios hacia los hombres, su so-ledad es el rostro interior de su so-lidaridad, su soledad es solidaria”.Entre los pocos –pero significa-tivos- episodios que la Madre de Jesús protagoniza en el Evangelio,

hay uno que me impresiona profun-damente: “En aquellos días María partió y fue presurosa a un pueblo de las montañas de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isa-bel” (Lucas 1, 39-40). Subrayo lo de “presurosa”. Porque no se trata de una prisa oca-sionada por ansiedad.Imaginemos la circunstancia: Ma-ría aca- ba de en-

MARÍA: soledad y solidaridadDesde su vocación tan especial de Madre del Salvador, que pudo haberla hecho sentir “sola” entre las mujeres, la vida de María es ejemplo de solidaridad con todo el géne-

ro humano.

terarse de su elección para ser Ma-dre del Señor y al mismo tiempo, ha recibido la noticia del embarazo de Isabel, su prima ya mayor, a quien se pensaba incapaz, por su edad, de concebir un hijo, y que estaba “en su sexto mes”. Y María no se encie-rra ni un instante en ella misma: al contrario, se pone de inmediato en camino para ir a atender a su prima,

que seguramente necesitará ayuda.Cuando Isabel saluda a María como la Bienaventurada, Ella entona un canto de alabanza a Dios (el Magni-ficat), en el que expresa sin ninguna duda su solidaridad con los pobres y con su pueblo: “exaltó a los hu-mildes” (Lucas 1, 52), “se acordó de Israel… de Abraham y de su descendencia para siempre” (Lucas 1, 54-55). Aunque este episodio se conoce en la tradición cristiana como la Visitación, María no se queda sólo de visita una tarde: San Lucas, médico de profesión, señala que permaneció con su prima “tres meses”, es decir, todo lo que faltaba para que naciera el niño que Isabel esperaba, y que recién entonces “se volvió a su casa” (Lucas 1, 56).

Consideremos qué profun-da tiene que haber sido la unión entre Isabel y María durante esos tres meses, a pesar de que cada una estaba de algún modo sola con su propia mi-sión única e intransferible. María sería la Madre del Re-

dentor; Isabel, la de Juan el Bautista, el Precursor de Jesús.

Pero ambas estaban hermanadas en una maternidad que no podría

jamás quedarse en los límites de una ternura egoísta, sino que debía abrirse a la generosidad y al servi-cio a todos los hombres. También nosotros, cuando nos sintamos solos bajo el peso de nuestra vocación, de nuestras deci-siones, de nuestras responsabilida-des, entendamos que esos dones y compromisos se nos han dado para bien de todos y sepamos abrirnos a los demás, en “soledad solidaria”.

POR NORA PFLÜGER

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Ser Solidarios está de moda. Todas las grandes empresas, los clubes más im-

portantes, los actores y futbo-listas más famosos participan activamente en cuanto evento solidario se haga. El número de ONGs solidarias crece de manera exponencial todos los días. Los jóvenes de todas par-

tes se alistan en campañas y proyectos solidarios para ocu-par su tiempo libre. Sin lugar a dudas la Solidaridad está de moda. Es mucho el trabajo que se hace en beneficio de los más necesitados, cada vez son más los que se preocupan y partici-pan desde donde pueden y con

Solidaridad, para que, si al final la vida sigue igual…

lo que pueden para hacer de este mundo un lugar más justo. Y eso es una buena noticia. Los pobres hoy están en el centro de la escena. Las ideologías, las religiones, las políticas, todo parece estar diri-gido en el beneficio de los más necesitados, de los sin techos,

“Qué has hecho con tu mano, Dónde guardas Dónde escondes la bendición Que hay en tu palma abierta.”

Matilde Alba Swann

POR JUAN IGNACIO SALGADO

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de los marginados. Pero pare-ce que algo debemos estar ha-ciendo mal, porque la pobreza y el hambre siguen siendo una realidad y un problema sin so-lución en todas partes. Los es-fuerzos se multiplican pero los problemas no disminuyen. Con esto no quiero decir, que no valga la pena el esfuerzo. Siempre vale y siempre sirve el trabajo he-cho en beneficio del prójimo más necesitado. Pero no es solo importante el trabajo que hacemos, también importa, y mucho, el Por qué lo hace-mos. He aquí el meollo del asunto, y de la respuesta que demos dependerá el Éxito de nuestra empresa. Para que la solidaridad no se vuelva un simple asistencialismo, para que el esfuerzo no se convierta en un dar limosna solamente que nos permita disfrutar con cierta paz de nuestra vida con-fortable, el acto solidario debe ser necesariamente un acto de amor, que el único fin que per-siga sea el Bien del Prójimo. Porque si no todo el bien que podamos hacer con nuestras campañas y proyectos se mar-chitara antes de florecer, sin dar fruto. Y el mundo seguirá andando y el que no se subió se embroma. Pero es imprescindi-ble entonces, para que esto no pase decidir y ponernos de acuerdo en dos cosas funda-

mentales. Primero, debemos aclarar que es el Bien, porque ese será nuestro Norte. Y en segundo lugar debemos saber Quién es el Prójimo, porque él es el motivo de nuestro esfuer-zo. En los tiempos que co-rren donde el relativismo pa-rece ser la doctrina dominante ponernos de acuerdo en el bien que buscamos es tarea imposi-ble, y por eso difícilmente lle-guemos a alguna parte. Así, mientras tanto, cada uno camina y trabaja en pos de una Utopía diferente, en muchos casos opuesta, pero para col-mo de males cada paso que avanzamos en pos de nuestra Utopía, esta se aleja dos, como dice Eduardo Galeano, y sigue siempre inalcanzable en el ho-rizonte. El escritor uruguayo se pregunta entonces, “¿para qué sirven las Utopías?”, y se responde de una manera muy simpática, “sirven para seguir caminando”, y esto es una res-puesta muy linda en la teoría, pero que en la práctica termina irrevocablemente, a la larga o a la corta, en la desesperación o el abandono de la pelea. Y en ese momento uno se vuel-ve sínico o práctico, es decir, o tira la toalla porque ya no hay más remedio, o hace lo que puede sin despeinarse de-masiado porque al final no im-porta demasiado, el mundo no cambiará. Pero también hay quie-

nes gastan su vida en trabajar por quien lo necesita, con vio-lenta prescindencia del mañana, entregando todos sus esfuerzos en que el paso por esta vida de todos los que se cruzan por este camino sea una experien-cia de encuentro y esperanza. Y pienso irremediablemente en la Madre Teresa de Calcuta en este momento, que paso cada minuto de su vida acompañan-do y haciendo todo lo que es-taba a su alcance por dar una mano a cada persona que Dios le puso delante. Y aunque no podía solucionar los problemas importantes del mundo empe-zó, haciendo lo que estaba a su alcance, una casa hogar adonde llevar a los moribundos de las calles para que pudieran morir en paz y con dignidad. Yo no sé cuál de estas dos ma-neras es más efectiva, pero estoy seguro de cual es más alegre. Porque al final el por-venir siempre está por venir, y el pasado ya paso, entonces el único tiempo que poseemos es el presente. Para que la Solidaridad no se convierta en una cascara vacía sigamos el ejemplo de la Madre Teresa que decía siem-pre, “Voy a pasar por la vida una sola vez, por eso, cualquier cosa buena que yo pueda hacer o alguna amabilidad que pue-da hacerle a algún ser humano, debo hacerla ahora, porque no volveré a pasar por aquí.”

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La lluvia comenzaba a tejer su negro manto sobre La Plata mientras yo, regre-sando de Bolivar, inten-

taba entrar a la ciudad infructuo-samente. Por calle 44 un coro de voluntades cada vez más alarma-das se atascaba y, en el frágil refu-gio del auto, revolvían el dial para

saber qué sucedía. Las radios, sin embargo, repetían la misma músi-ca de siempre. Hacia el horizonte los autos, inmóviles, respiraban jadeando la humedad de la lluvia, perfectamente quietos en una pos-tal rara e incomprensible. Al lado de la ruta un patrullero pintaba de celeste el aire espeso, sin saber qué

Cien años de solidaridad

hacer… sin decir nada… tan atóni-to como todos.Hubo una pausa, como un bache de tiempo, como si la naturaleza respirara hondo antes de emitir su sentencia irrevocable. Créanme o no, lo percibí. Percibí la pendiente sensible del terreno hacia la ciudad jeroglífica, el agua implacable, las

La inundación, la literatura, los muertos, la solidaridad, la mezquindad y el heroísmo.

“…porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportu-nidad sobre la tierra.”

(G. G. Márquez, “Cien años de soledad”)

POR FRANCISCO ANDRES FLORES

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autoridades impávidas, los ciuda-danos inermes, el terreno aplastado de cemento, la autopista opresiva, la refinería sofocante … todo con-fluyendo, como un oscuro presa-gio, sobre la ciudad de La Plata. En un raro rapto de lucidez salté la rambla y regresé, retomando la ro-tonda para buscar la 520. Acababa de comenzar, sin saberlo, la más oscura noche de los platenses.

Inundación. La ciudad, asaltada por el agua, poco a poco empieza a tomar con-ciencia del dramatismo de la situa-ción. Dora, en su casa de La Loma, revisa la compuerta que debería evitar el ingreso del agua pero pa-rece que falla. No entiende por qué llaman “La Loma” a un barrio que parece un pozo y se inunda siem-pre. Negro, su perro fiel, observa inquieto, con el fino instinto de los animales, el avance inexorable del agua. En algún momento los celulares dejan de funcionar, y la comuni-cación con los familiares se vuel-ve prácticamente imposible: nadie sabe dónde están sus seres que-ridos, o si están bien… En Los Hornos, Jorge trata de calmar a su nieto cada vez más nervioso por la crecida. El niño quiere ver a su madre, quien vive cerca, y deciden salir para allá: lo lleva en brazos en medio de una calle ya inunda-da. La corriente se vuelve más impetuosa y la vereda cede bajo sus pies; desesperados, se toman de una reja para evitar el arrastre tremendo de la corriente y allí que-dan, peleando con el agua. Unos vecinos les tiran una soga: el niño, más ágil, la alcanzará; su abuelo, en cambio, tendrá dificultades para

asirla y mantenerse en la reja….A unas cuantas cuadras de ahí, mis azorados acompañantes y yo alcan-zamos la 520: no está mucho mejor que la 44, pero al menos está vacía. El agua sube desde el Sudeste e inunda una mano pero, con la ram-bla como dique, la otra está transi-table, así que manejo a contramano durante cuadras hasta alcanzar la 137. Allí vemos a las familias con el agua hasta el pecho sacando a sus niños en los hombros. Los que pueden saldrán a pie, o subirán al techo para pasar la noche, pero no todos tendrán esa suerte. En medio de la lluvia, como una aparición, o como un ángel, aparece un tractor: yo, imposibilitado de entrar calle abajo por la altura del agua, lo ce-lebro con bocinazos. Será uno de los tantos héroes anónimos de la jornada que sacará vecinos durante horas.En Tolosa la crecida es implacable y no da tiempo a nada. Antes de que terminen de subir las cosas al cuarto de arriba, Josefina y su fa-milia se dan cuenta que el lugar más elevado deberá ser, no para las cosas, sino para ellos mismos; más tarde abrirán las puertas también a los vecinos y pasarán la noche hacinados en el primer piso. No todos los vecinos de la cuadra con-seguirán un refugio elevado.

Literatura. La frase que encabeza este relato es, probablemente, la conclusión más famosa de la literatura hispa-noamericana. Cierra el libro “Cien años de soledad”, y abre una mul-titud de preguntas e interpretacio-nes. Entre todas ellas, el autor del libro nos da la clave:“Nadie ha tocado el punto que a

mí más me interesaba al escribir el libro, que es la idea de que la sole-dad es lo contrario de la solidari-dad y que yo creo que es la esencia del libro” ( González Bermejo, Er-nesto. “Ahora doscientos años de soledad”, en García Márquez habla de García Márquez, Bogotá: Ren-tería Editores, 1979, Pág. 55. Lo que García Márquez llama poé-ticamente “soledad”, tal vez po-dríamos llamarlo, en términos más sociológicos, “individualismo”. El autor es aún más explícito: “…aquí hay un concepto político: la sole-dad considerada como negación de la solidaridad, es un concepto político” (ídem). En esa frase, G. G. Márquez nos afirma claramente que no se refiere a la soledad como estado de ánimo o sentimiento, sino a la soledad como negación del otro, como indiferencia a las necesidades y problemas de los demás, como pretensión de auto-suficiencia, como vivir encerrado en uno mismo; y, sobre todo, como construcción de una sociedad que no es solidaria. El correlato polí-tico es claro: la “soledad” de los Buendía arrastra en su drama a su entorno, a la naturaleza y a la ciu-dad; García Márquez lo dice clara-mente: “la frustración de los Buen-día proviene de su soledad, o sea, de su falta de solidaridad, la frus-tración de Macondo viene de ahí, y la frustración de todo, de todo, de todo” (ídem). Muchos han visto en ésto una crítica a la autosuficiencia del hombre moderno, y creo que es cierto en gran medida. Creo tam-bién que hay algo más profundo aún que nos dice García Márquez: que cualquier intento social o po-lítico que no se construye con el reconocimiento del otro, que no es

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sensible a las necesidades del otro, en fin, que niega la solidaridad, es un proyecto condenado a la frus-tración, un proyecto que no tendrá “una segunda oportunidad sobre la tierra”.

Inundación II. Macondo, frustrada ciudad idíli-ca, desaparece en un remolino de viento. La Plata, ciudad laberínti-ca, se debate aún en el remolino de la inundación. Pasamos rezando el puente de la 137 sobre el arroyo El Gato y alcanzamos el extremo Oes-te de la ciudad. El paisaje es dan-tesco: oscuridad absoluta, gritos y bocinas, multitud de autos atasca-dos sobre la 32, cuadras totalmente anegadas… solo el Estadio Único permanece encendido: su luz tes-taruda le pelea a la oscuridad de la noche, insuficiente sin embargo para la magnitud del drama. En el Distribuidor un enjambre de autos huye a contramano de la ciudad, en una secuencia apocalíptica que no olvidaré nunca. Del otro lado, los que no pueden salir o prefirieren esperar a que pare, se refugian en sus autos. Para algunos, su auto será su tumba. En Villa Elvira el arroyo Maldo-nado se lleva casillas enteras. La lluvia es culpable de la inundación, pero la desigualdad social es previa a la lluvia. La vida precaria de los pobres los vuelve más vulnerables a todo, incluso a la indiferencia del Estado. Los municipales recién se acordarán de este barrio dos días después, cuando aparezcan las cá-maras. En Villa Alba, Maxi ayuda a los vecinos a escapar del agua. Sacará a decenas de ellos. Maxi es mo-reno, robusto, de melena “marado-

niana”, y habitualmente pide en la puerta de San Ponciano; pero esa noche se olvidará de sus carencias y estará sin dormir por ayudar a otros.Como se cortó la luz y las comu-nicaciones no andan, muchos se enterarán recién al otro día de la catástrofe: saldrán a trabajar y encontrarán una ciudad sitiada. Otros, en cambio, pasarán toda la noche precariamente refugiados y casi sin dormir. Otros no verán el amanecer.

Mezquindad y heroísmo. Al fondo de la diagonal 73 el sol levanta su luz tímida sobre la ciu-dad, pero el nuevo día no termina de quitarse de encima la noche an-terior. La ciudad es un caos. Los mecanismos del Estado, en todas sus formas, están ausentes. El amiguismo y el acomodo, versión aparentemente inocua de la corrup-ción, muestran en la mañana triste su cara más cruda, su consecuen-cia mortal de insensatez e inope-rancia. La mayoría de los muertos murieron abandonados. En la tele el gobernador se prepara para un discurso de ocasión, sabe que tie-ne que salir a hablar, pero no sabe qué decir: su capital está inundada y llena de muertos; y, lo peor, sin asistencia efectiva del gobierno. Los asesores de siempre, confi-dentes de la mezquindad, le reco-miendan que reconozca que hay muertos (para no quedar en orsai) pero que no diga cuántos. Él duda: al fin y al cabo algún principio le queda, o al menos eso cree. Los asesores insisten: no conviene dar la cifra impresionante que cono-cen para no alarmar a la población y generar pánico… nadie quiere

eso… (la peor mentira siempre es la que se cree necesaria y pretende ser un bien para el engañado). El gobernador al fin cede al argumen-to de los mezquinos y sale en TV minimizando las víctimas. Se arre-pentirá toda la vida de ésto. El día apenas acaba de comenzar.Mientras el Estado se esfuerza más por ocultar sus miserias que por cuidar a la gente, de a poco un ejér-cito silencioso de vecinos comien-za a organizar la ayuda. Crece como una marea más grande que la misma inundación, más impetuosa, y lentamente colma las institucio-nes y las iglesias. En su mayoría jóvenes, se vuelven los protagonis-tas de la jornada: se multiplican en cadenas humanas, en incursiones para rescatar gente o para llevar ayuda, en detectar necesidades… A medida que los medios de co-municación se hacen eco, el drama conmueve al país y las donaciones llegan desde todos lados. Los días se hacen eternos trabajando desde la primera hora hasta la madruga-da. En el Banco de Alimentos se descargan enormes camiones que llegan de Buenos Aires, y se re-parte la mercadería en autos y ca-mionetas particulares. A veces los voluntarios llegan a destino, otras veces son desvalijados en el cami-no por barras o punteros políticos que acaparan la mercadería. En Caritas San José no hay descanso: a toda hora se asiste a familias y se revisa, centro por centro, la enor-me red de solidaridad que se teje para que ningún barrio quede sin ayuda. No importa el color políti-co o religioso: todos reciben lo que precisan; y si no hay, se consigue. En Tolosa la Cruz Roja multiplica brazos y esfuerzos, y en todas las

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dudo de las buenas intenciones de nadie, pero pienso nuevamente en el genial libro de García Márquez: no se puede ser un “solidario soli-tario” (o viceversa). La persona o grupo que pretende ser “solidario en solitario”, en realidad no hace más que expresar su soberbia y su pretensión de parecer mejor que el resto. Porque la solidaridad es una expresión de sensibilidad so-cial y comunitaria más allá de las diferencias. Cuando pase el tiem-po y se alejen las cámaras, sólo los verdaderos comprometidos queda-rán trabajando; el monopolio de la solidaridad se esfumará y las pe-cheras naranjas dejarán de ayudar para volver a poner multas en las calles.En Caritas San José, Esteban va y viene frenéticamente. Lleva ór-denes de envío desde la organiza-ción central a la puerta, y vuelve corriendo con nuevas necesida-des. Ese día todo está desbocado y no entiende aún por qué. Entra al salón de los organizadores a los empujones, llega a la mesa de tra-bajo abriéndose paso sin mucha elegancia y, junto a la mesa, choca bruscamente sin querer a una seño-ra que estaba de espaldas. Se hace un silencio que no entiende; él, le-vanta la vista: acaba de chocar con la Presidenta de la Nación. Este-ban intenta una disculpa, pero ella contesta: “No importa, estabas tra-bajando”. Esteban extiende sobre la mesa el nuevo mapa de necesi-dades, y ella se inclina para mirar: por primera vez en mucho tiempo la Presidenta disfruta lo que hace. Ella lo sabe bien: siempre le gustó más la trinchera que los escritorios, y por un momento lamentará tener que codearse cotidianamente con

burócratas egoístas y mediocres que solo miran su ombligo. No puede creer cómo, a algunos de los suyos, se les escapa la tortuga tan fácilmente... Los retará, en públi-co y en privado, pero la suerte está echada. La política, una vez más, impondrá indefectible su danza mezquina de presiones e intereses y marcará el compás de los meses siguientes en los cuales, cuando las aguas bajen, parecerá que nada ha sucedido. Otra vez, muchos di-rigentes preferirán sus alianzas de poder a la justicia, sus compromi-sos partidarios a su compromiso con el pueblo, la mezquindad al heroísmo.Para la gente común la batalla es otra y no importa el brillo de las cámaras: cuando éstas se apagan, ellos siguen igual trabajando hasta altas horas de la noche. La soli-daridad de la gente mantiene, en medio de la tempestad, una llama encendida de esperanza.

Muertos. Todos lo oímos, todos lo percibi-mos, en los barrios, en los comen-tarios boca a boca, en los susurros temerosos de los testigos… dece-nas de muertos, cientos, escondi-dos en la morgue, o flotando en la ribera del río, o arrastrados sin mi-sericordia por el arroyo, gritando en la penumbra, sin documentos que prueben su existencia, o con certificados falseados para encu-brirlos… Los supuestos testigos eran gente creíble, los relatos con-sistentes, las ausencias en las listas oficiales notorias… y sin embargo no se investigó seriamente desde el Ejecutivo. La Justicia, en cam-bio, tuvo intentos encontrados que aún se debaten en su esquizofrenia

parroquias y clubes sucede lo mis-mo. A medida que pasan los días la ayuda crece, y la gente común le da al poder una lección silenciosa pero inolvidable.En el Pasaje Dardo Rocha en cam-bio se concentra la solidaridad “oficial”. Tratan de borrar el pa-pelón de haber mentido descarada-mente, en una red social, cuando afirmaron que el intendente esta-ba ayudando y en realidad estaba de viaje. Allí sí hay camiones en abundancia y custodia policial. Lo mismo sucede en los centros cultu-rales y barriales subsidiados por el Estado, sea municipal o provincial. La discriminación es evidente. La ayuda será enviada, pero a los pun-teros de siempre. En algunos lu-gares se obliga a usar una pechera partidaria para colaborar. Sucede que algunas personas o grupos se consideran los herederos del com-promiso social y solidario en la Argentina, y parece que cualquier intento fuera de ellos no es váli-do… es el “monopolio de la soli-daridad”. Se ve en los intentos de algunos de aparecer como los úni-cos en ayudar; se ve en los grupos partidarios que “copan la parada”, por las buenas o por las malas; se ve en la solidaridad con bombos y platillos de los canales oficiales… Esto no es exclusivo de grupos po-líticos: en algunas parroquias hay grupos o personas que, acostum-brados a manejarse como si fueran los dueños, pretenden manejar la situación según sus criterios y ur-gencias, llevando adelante una so-lidaridad caudillista y personalista que, lejos de colaborar en la com-pleja labor de asistencia, termina disgregando la ayuda y malogran-do la correcta distribución. No

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legal. Los reclamos de gobiernos limítrofes por sus ciudadanos su-puestamente desaparecidos nunca encontró eco: si no tenían docu-mentos, nunca existieron… La re-ferencia a “Cien años de soledad” me resulta inevitable. Recuerdo el episodio del tren de los muertos: hay una protesta sindical, el ejérci-to reprime con balas, y luego carga los muertos en un tren para hacer-los desaparecer. José Arcadio Se-gundo es subido en el tren, incon-ciente, confundido con un cadáver; él se despierta, ve los cientos de muertos apilados…(“los muertos hombres, los muertos mujeres, los muertos niños…”) y salta. Salta para escapar y regresar a Macondo, pero en el pueblo nadie le creerá y será tomado por loco. Los parale-lismos son increíbles. El párrafo siguiente es una pintura cruel de nuestra realidad latinoamericana, tan acostumbrada a muertos que desaparecen y mentiras oficiales:“La versión oficial, mil veces re-petida y machacada en todo el país por cuanto medio de divulgación encontró el gobierno a su alcance, terminó por imponerse: no hubo muertos, los trabajadores satisfe-chos habían vuelto con sus familias, y la compañía bananera suspendía actividades mientras pasaba la llu-via…” (Gabriel García Márquez, “Cien años de soledad”).

Solidaridad.Según el compendio de Doctrina Social de la Iglesia, la Solidaridad es una virtud moral y un principio social. Como “virtud moral” es “la determinación firme y perse-verante de empeñarse por el bien común” (Compendio de DSI, 193). Pero ante todo, afirma el compen-

dio, debe captarse “en su valor de principio social ordenador de las instituciones”, según el cual las “estructuras de pecado… deben ser superadas y transformadas en estructuras de solidaridad” (ídem). Creo que en relación al último as-pecto tenemos, como sociedad, una gran deuda pendiente: no alcanza con compadecerse, o con ejercitar la solidaridad personal o grupal, hay que comprometerse para cam-biar las estructuras opresivas que transforman a nuestra sociedad en algo intrínsecamente injusto. El pensar que la solidaridad es algo propio de las ONGs es otra tram-pa del sistema para mantener sus desigualdades e injusticias, y para perpetuar los privilegios habituales y mezquinos. Compadecernos de las desgracias, pero no comprome-ternos para cambiar las estructuras injustas que permiten esas desgra-cias, es una grave omisión.En cuanto al primer punto (la So-lidaridad como virtud moral) es innegable su presencia en multitud de conciudadanos nuestros, de toda edad, creencia y extracción social. Esto es un motivo de esperanza: que en oposición al típico “héroe solitario” del caudillismo perso-nalista, podamos hablar, hoy, de innumerables y anónimos “héroes solidarios”; personas que en medio de la catástrofe sostuvieron, con su entrega y testimonio, la esperanza de los que sufren.

Conclusión. A Dora la encontraron arrodillada junto a la puerta. Tal vez intentó escapar y no pudo… tal vez reza-ba… Negro, su perro, sobrevivió porque pudo treparse a la mesa. Al abuelo Jorge lo buscaron desespe-

radamente durante horas, pero al fi-nal se confirmó la más triste de las noticias. A Josefina la vi unos días después: me mostró en el colegio unas fotos de su casa con más de dos metros de agua. Un mes des-pués fallecía de neumonía, como tantas otras personas que sufrieron fatalmente, en su salud, las conse-cuencias de la inundación. Tenía apenas 16 años. Nunca el Estado se esforzó por prevenir la crisis de salud que la catástrofe implicaba, como tampoco de blanquear su verdadero alcance. Josefina jamás entrará en las estadísticas oficiales de las víctimas. Maxi, héroe en Villa Alba, sigue trabajando con su carro. Su familia aún pide en la puerta de San Ponciano, y no cobró ningún subsidio por la inundación. Las desigualdades sociales, para él y para miles de argentinos, persis-ten, y son más constantes e inten-sas que la lluvia. Sobre la ciudad, sin embargo, siguen lloviendo sub-sidios (siempre acaparados conve-nientemente), y espectáculos gra-tuitos, y robots destapa-cañerías… ¿Son espejismos, escapismos, o síntomas de nuestra indefectible condena a cien años de soledad?Escribo para no olvidar. Para ca-nalizar el dolor y la bronca. Y tam-bién para encender una esperanza, o un deseo: 100 años de solidaridad. Quiero creer que la luz encendida en la catástrofe por esos miles de héroes solidarios nos puede salvar de la condena de Macondo. Que si cien años de soledad son una condena, tal vez este año de soli-daridad pueda ser el comienzo de una bendición para las generacio-nes futuras. Tal vez, así, tengamos una segunda oportunidad sobre la tierra.

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POR EVENTOS

“El martes 25 de Marzo se conmemora el Día Mundial del Niño por Nacer y para ce-lebrarlo se realizan diferentes actividades en muchísimas ciudades del planeta. La gente de buena voluntad sale a la ca-lle para manifestarse a favor de la vida y la familia, y se niega a rendirse ante una cultura de la muerte que busca, ensayando una falsa piedad, justificar lo injustificable, el asesinato de los niños inocentes en el vien-tre materno. Este 25 de marzo salgamos a la calle, hagamos lío, digamos Sí a la Vida, porque “Lo úni-co necesario para el triunfo del mal es que los buenos no hagan nada.” decía Edmund Burke.Si estas en la Ciudad de La Pla-ta te invito a Rezar el Rosario por la Vida en Plaza Moreno el Martes 25/3 a las 20 Hs.Y el Domingo 30 de Marzo no podes perderte la 9º BIcicle-teada por la Vida que Organiza Elegimos la Vida, a las 15:30 Hs en Plaza Moreno, una ver-dadera fiesta para toda la fami-lia, donde ademas se hará una colecta de pañales para el Htal de niños Sor María Ludovica.Hoy más que nunca digamos Si a la Vida. “

25 de Marzo - Día del niño por nacer

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VIDASIa la