Sabat - Chile en monte, valle y mar. Sonetos chilenos

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Escritos algunos en 1952, la mayoría en 1954 y otros pocos en 1957 el libro incluye los setenta y cinco sonetos dedicados a escritores y escritoras, amigas y amigos chilenos por el poeta uruguayo Carlos Sabat Ercasty (1887-1982)

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    EDICIO 1 ES SCOl'l'8

  • C A R L O S S A B A T E R C A S T Y

    Poeta, escritor, conferenciante y pedagogo uruguayo. Nacido en Montevideo en 1887. Profesor de castellano y literatura en las Escuelas Normales y las Escuelas Industriales de su ciudad natal. Al retirarse de la docencia oficial en 1944, fue objeto de un homenaje patrio en el Colegio Nacional Jos Pedro Valera . Miembro fundador de la Academia de Letras del Uruguay. Catedrtico de Literatura, desde que ella fuera creada, de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de Montevideo. Catedrtico de Literatura del Instituto de Estudios Superiores del Uruguay. Presidente, por segunda vez, del reputado Ateneo Nacional del Uruguay. Presidente, desde hace un decenio, del Instituto Uruguay Israel. Premio Nacional de Literatura (Ministerio de Instruccin Pblica del Uruguay) en 1953.

    Profesor de las Escuelas de Verano (Santiago y Valparaso) de la Universidad de Chile. Conferenciante en distintas Universidades e Instituciones culturales de Mxico, Cuba, Guatemala, Costa Blca, Ecuador, Brasil y Paraguay. Delegado del Uruguay a los Congresos de Academias de la Lengua en Ciudad de Mxico, de Escritores Martlanos en La Habana y de Filosofa en Quito.

    Public su primera obra, el volumen lrico Fantheos , en 1917. En 1921, sus Poemas del Hombre : Libro de la Voluntad , Libro del Corazn , "Libro del Tiempo . En 1922, sus Eglogas y Poemas Marinos , como su famoso cuarto "Poema del Hombre , el Libro del Mar . En 1923 y 1925, otros dos conocidos volmenes de poesa: Vidas y "El Vuelo de la Noche . En 1929, edit Los Juegos de la Frente (prosas) y Los Adloses , sonetos. En 1930, el ensayo crtico sobre Julio Herrera y Reissig y el quinto volumen de los Poemas del Hombre : el "Libro del Amor . En 1933, su gran poema Lrida". En 1935, el poema dramtico "El Demonio de Don Juan . En 1937, el sexto Poema del Hombre , la hermosa Sinfona del Eio Uruguay . En 1938, Mximo Gorkl (ensayo critico), el Himno a Rod y la "Oda a Rubn Daro . En 1939, Geografa: En el Ro Cebollati . En 1940, la Oda a Luis Gil Salguero , el Cntico desde mi Muerte y su vibrante "Verbo de Amrica: Discurso a los jvenes . En 1941, Artemisa , poemas. En 1944, el Romance de la soledad y el ensayo El espritu de la democracia . En 1945, su difundido Himno Universal a Roosevelt y al ao siguiente, el popular "Himno a Artigas . En 1947, "Las Sombras Difanas (sonetos), la Oda a Eduardo Fabini y el sptimo volumen de los Poemas del Hombre : el Libro de la Ensefiacin . En 1948, su octavo Poema del Hombre , el "Libro de Eva Inmortal; el primero de sus "Retratos del Fuego , el titulado "Antonio de Castro Alves ; el ensayo Unidad y dualidad del sueo y de la vida en la obra de Cervantes", y el primer volumen de su Libro de los Cnticos , el Cntico de la Presencia . En 1952, el poema dramtico Prometeo . En 1953, su noveno Poema del Hombre , el Libro de Jos Mart y el segundo de sus Retratos del Fuego , una semblanza de la poetisa Mara Eugenia Vaz Ferrelra. En 1957, aparecen su retrato en prosa de El Charra Veinte Toros" y los Sonetos del Ecuador . Durante este ao, el fecundo escritor ha lanzado las prosas de Lucero, el Caballo Loco y su tercer retrato del fuego, dedicado al Filsofo Carlos Vaz Ferrelra.

    CHILE EN MONTE, VALLE Y MAR

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    en monte, valle

    y mar

  • S A B A T E R C A S T Y

    El Comit de Publicaciones del Instituto Chileno-Israeli de Cultura, ha elegido este libro de poemas sobre Chile para iniciar su actividad propiamente editorial, bajo los auspicios del Instituto, pero en lgica autonoma de programa y escogimiento. De organismo consultivo, pasa el Comit a ser voz directa y ampliada de la interaccin cultural de Chile y Medinat Israel. No de otra manera se explicara la aparente audacia de lanzar al pblico un libro como ste, an siendo su autor quien es: una de las expresiones ms altas de la potica hispano-americana de hoy, a la vez que el Presidente del Instituto Uruguay-Israel en Montevideo. Pocos editores arriesgaran publicar entre nosotros los sonetos con que un poeta americano ha querido interpretar la Naturaleza, el Hombre, el Destino, la loca geografa , la diferenciada personalidad nacional de la Repblica de Chile.

    El Comit de Publicaciones lo ha hecho, e iniciado con ellos, con los sonetos que componen Chile en monte, valle y mar, las Ediciones Scopus.

    Largo, casi interminable, seria hablar de Carlos Sabat Ercasty y de su rotunda poesa. Ya el uno y la otra constituyen incitante materia de ensayo para los estudiosos de las letras americanas y espaolas. Casi medio siglo de intensa labor literaria, cuarenta y dos obras entregadas al pblico, ms de cincuenta inditas. Y ms de ocho lustros de vigorosa docencia oficial y universitaria, de viajes y conferencias por la Amrica nuestra! Todo ello bastara para establecer el esfuerzo y el tesn creadores d este poeta de inspiracin csmica y robusto oficio verbal. Pero aun ms singularizadora de la persona y la obra de Sabat Ercasty es, en s mislna, su propia poesa. El tono, el vigor, el vuelo, la altura filosfica, el poderoso lenguaje, la aspiracin sideral, la infinitud de una temtica que excava en el Hombre para horadar el Universo. Una poesa titnica y solitaria. De aquellas que marcan un hito perdurable en cualquiera literatura o poca. Que ponen trmino a un perodo esttico y abren paso al siguiente y a cuantos pueden venir tras l. Que lo hacen por su propia estructura

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  • formal v los materiales lricos con los cuales trabajan. Que hurgan en las oscuras entraas del Hombre y extraen de i su llameante delirio, su ansia agnica de rastrear mas y ms en el misterio del Universo.

    Digamos ahora, que este poeta, de raz y estirpe cosmognicas, es tambin, consecuencialmente, un hombre de su pas y su tierra americana toda, un panteista, si, pero que escudria la Naturaleza en funcin del Hombre Y aun ms: que llega hasta el encuentro de su huella en el tiempo histrico. Un poeta de Amrica y para America. Un fuerte poeta, de epicidad irremediable, que gira entre el Dante y Juan de Patmos ms que en la rbita de Homero, del Tasso o de John Milton. No porque se les asemeja o haya querido inspirarse en ellos. Es que lo plutnico del suelo americano, el vendaval de fuerzas telricas que por lo bajo lo aginan V se transmite al hombre sobre l nacido, son en Sabat Ercasty, como en Walt Whitman, esencia y expresin igualmente incontenibles.De all de su capacidad de videncia y profeca apenas contenidas en un verso desbordado y enfatico, ae grandilocuencia gnea y cierta condicin de c o r a l i gua, es que el verso de Sabat Ercasty se eleve como un ligante a una torre, en la poesa continental. De al]ii jue algunos crticos Zum Felde y Luis Alberto Sanch z, otros hayan considerado excesivo su verbalismo poetico y torrencial y hasta oscuro su lenguaje lirico. De all que el socilogo y poltico argentino Alfredo L. Palacios escr- biera a Sabat Ercasty: Sintese, al leer sus versos, la impresin del jadear y el esfuerzo del Pegaso lrico, repechando ^ Parnaso No porque no sean fluidos,, sino porque impone Ud. al lector un aliento cada vez mas grande y ^ m p re renovado. Y de all que Luisa Luisi, una de las grandes de in nrvp^ i urueuava su meior conocedora y exgeta, naya juzgado*penetrantemente^ -'-En este poeta, todo desparece ante la fuerza tumultuosa e indomable que se apodera de l mismo v por su intermedio, de nosotros; y todo lo avasalla y todo lo arrastra en el torrente de su propia grandeza.' En estos momentos de exaltacin poetica, se siente a la razn que pierde pie en el misterio

    Entre ellos, como entre quienes han profundizado en la obra de Sabat Ercasty, la Luisi es quien mejor ha expresado aquello de inexpresable Prometeo que rompe sus cadenas para volar con las alas de Icaro , que distingue e tre todas a la gran poesa del maestro montevideano.

    Cul de ellas, ahora? La balbuciente de Pantheos o la ya formada y majestuosa de Eglogas y Poemas Ma-

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    nnos? La de los primeros, y clebres Libros del Hom- br? ' nei-de -a Voluutad, el le Corazn, el del Tiempo el to "r t a r, J 1 u . M jS- f , f,enul:, d- Vidas , o la del filosfico rapto Urico d

    da la Noche? La cincelada y profunda poesa de los 61 sonetos y la Confesin, que componen como Interludios al modo antiguo, el bello libro Los Adioses?

    y decir de sus poemas dramticos, El Demoniorfrla ^ rtP In11! / el Pr0mete ? Qu del gran poema L- tprto de i S hlm,p0S a Rodo y a Artigas, del Himno Uni- versal a Roosevelt , de las Odas a Salguero o a Fabini, de los poemas de Artemisa, del Romance de la Soledad

    Io.s sonetos de Las Sombras Difanas ! Qu de laH?}npr0^ia 1 5 10 UruSuay. del Libro de la Enseacin, del Libro de Eva Inmortal, del Libro de Jos Mart ltimos de la mascula serie de Poemas del Hombre ! Qu de, esosi Retratos del Fuego ! Qu de sus ensayos crticos sobre el poeta Basso Maglio, sobre Julio Herrera y Reissig

    ,eI Mximo Gorki de las errancias y las multitudes, sobre la Unidad y dualidad del sueo y de la vida en la obra de Cervantes ! Qu de la repujada, heroica casi sinfnica prosa de El Charra Veinte Toros, estampa reciente, perdurable, del indio guaran! Todo ello exigira libro por libro, un comentario siquiera marginal. No caben por desgracia, en estas contadas lneas. Como tampoco la perspectiva, a la distancia, de sus Sonetos del Ecuador aquellos en que Sabat Ercasty sinti, cant, dibuj, pint interpreto al Ecuador doble del serrano y el costeo.hpi E^ ?pS 0net?.s. dieron el ao ltimo, la medida, otra vez,

    i fuego potico y la inspiracin americana de Sabat Ercasty. Tambin de su novedad. Pues nadie haba osado, antes que el, pintar en murales lricos de gran enverga- dura, todo un pas americano. awvpTT^0 s!, ,el Ecuador. Tambin otros, el Per, Bolivia ron r ? wCUba Guatemala han sido pintados en verso,' i:rL Pa e da opulencia de color y de forma, de arrebato . y mala ruterpretativa, por este infatigable poeta que IncT inri SU1 M ntcvideo natal, pero siente y canta como su- Caribe d la Amenca deI Continente, la del Centro, la del

    Ahora cabe a Chile la fortuna, en mayor escala toda-dno^sonenfs r? ^ atado> y hasta biografiado, en setenta y y mar * L s QUe comPonen Chile en monte, valle

    Tres dimensiones fundamentales del pas sin duda Y aun cuando slo retratan la Zona Central y no ?e asomen

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  • al Norte Chico o columbren las pampas desrticas de Ta- rapac y Antofagasta, o tampoco lleguen hasta el Sur verde y forestal, o naveguen por los archipilagos chilotes, los canales del Aysn y las soledades y ventisqueros de Magallanes y Tierra del Fuego, no por ello deja el libro de aprisionar con potica taumaturgia ciertas esencias vitales de la tierra y el hombre de Chile. El ttulo mismo lo indica. Y an cuando no todos los sonetos canten o interpreten ste o aqul tipo de paisaje y su consiguiente reflejo humano, no pocos de ellos, una tercera parte a lo menos, sacan a flor de piel, como ciertos retratos alongados en profundidad inasible, el alma encerrada, el interior estremecimiento, la explicacin intrnseca del paisaje y su habitante. Algo as, como el desfile, en cuadros temblorosos, de la montaa, el ro, el litoral, el valle frutal, la cordillera nevada, la llanura agrcola, la soledad campesina, el embrujo de la isla y el arrecife, la magia de la mujer chilena, el indefinible conjunto de la tierra y del hombre en sntesis de correspondencia y destino: todo ello, lo que distingue a un pas y ha sido hecho por l, todo ello late y efervesce en estos Sonetos chilenos de Carlos Sabat Ercasty.

    Escritos algunos en 1952, la mayora en 1954, y otros, pocos, en 1,957, los setenta y cinco sonetos, dedicados a casi otros tantos escritores y escritoras, amigas y amigos chilenos del poeta uruguayo, se engarzan, a manera de perlas de palo diferente, en un collar de exaltacin lrica del suelo y el pueblo de Chile. Tarea que slo pudo haber acometido, sin temer a los desmayos y altibajos inevitables, los preciosismos de intento parnasiano e inspiracin borboteante, un poeta del vuelo, la vastedad y el bro de Carlos Sabat Ercasty. Pues ha visto y ha dicho, en lenguaje propio, con ardida elocuencia, cosas y aspectos de Chile que pocos, muy pocos chilenos, prosistas ms que todo, rara vez poetas, han sabido decir o ver con parecidos fidelidad y vigor.

    Tal vez si sea ste el mejor reconocimiento que puede hacerse de Chile en monte, valle y mar : un libro destinado a perdurar entre los retratos literarios de toda ndole que, desde D. Alonso de Ercilla y Ziga hasta el da de hoy, se han trazado, en verso o prosa, de esta austral Repblica nuestra.

    Manuel Eduardo Hbner

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  • CHILE EN, ALMA

    A Samuel A. Lillo

    En palabras-abismos, quin lograra decirte, Chile, slo en lo indecible, en un modo de voz, puro y sensible, mas dnde lo inefable se alcanzara.

    Quin tu reconditez muda apresara, quin hurtase tu estrella inextinguible, quin diera tu emocin inaprehensible, quin tu fugacidad ideal lograra.

    Porque te excedes, mximo, al donarte, y el ojo espiritual ni llega a verte, y eres t quien te das y no terminas.

    Y no hay arte de asirte y de apresarte, ni hay el modo absoluto de tenerte, y no se agotan tus profundas minas.

    4 de enero de 1954.En Valparaso.

    Universidad Santa Mara.

  • ANTE UN RIO DE LOS ANDES

    A Hermelo Arabena Williams

    Galopa el ro y fuga de la montaa al llano.Salta por verticales cataratas, y mueve los peascos hundidos entre la espuma leve, o modela las guijas con invisible mano.

    Trae desde la nieve un mensaje lejano, tal vez la voz nocturna de la sombra en la nieve, la voluntad del astro, el rayo que conmueve la austera soledad, en el silencio arcano.

    Me arrodillo en las ondas- Bebo el licor del mundo. Sumerjo los odos debajo del oleaje.Busco el roce viviente, la evasin indecible.

    Y es igual que ser ro este tacto fecundo, el vertimiento csmico entre el agua salvaje, y el ir desde los montes al mar inextinguible.

    16 de enero de 1954.A orillas del Aconcagua.

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    EL MAR ESCULTOR

    A Roque Esteban Scarpa

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    De amar la tierra virgen, labras, mar, sus riberas, les abismas tus golfos, esculpes tus bahas, cincelas tus peascos, tallas las geometras de los acantilados, y las puntas roqueras.

    Desde aqu te contemplo bajo sombras austeras, o en las albas purpreas, las noches y los das, vasto escultor del mundo que los oleajes guas curvando en un abrazo las orillas enteras-

    Es el puerto. Es el seno de amor que t le abriste, la tierra seducida que tu potencia embiste, la eternidad paciente del trabajo y del arte.

    Detrs de los poblados el sol desaparece, y cuando ya en la bruma el agua vibra y crece, hay mil ojos elctricos que tiemblan al mirarte.

    17 de enero de 1954. Costas de Valparaso

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  • RACIMO Y FLOR

    A Ral Silva Castro

    Fu all, tras de la orilla del tajante Aconcagua, y fu por los viedos de racimos dorados, en las horas calientes que ruedan por los prados cuando respira el valle con su aliento de fragua.

    Yo estaba en la ribera. Hervorosa iba el agua. Muga el toro bronco. No araban los arados.Los taciturnos bueyes rumiaban sosegados, y entre rudos peascos sombreaba la patagua.

    Y entonces vi su cuerpo entreabrir los parrales, y vi cmo sus pechos frutales se encendan, y vi entre los sarmientos sus manos presurosas,

    y vi cmo sorba los jugos tropicales, y vi los dulces vinos que en sus labios ardan, y todo fu racimo embriagando sus rosas.

    18 de enero de 1954.En unas vias de Chile.

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    ABRAZO Y MUERTE

    A Juvenal Hernndez

    Una, mil, y millones, en veces incontables, entre espasmos gozosos, las olas han venido.La acantilada orilla vibra un nervioso ruido, y el arrecife besa los muslos insondables.

    Les velan las espumas los senos impalpables, las ebrias cabelleras y el sexo enardecido, mas ellas se desgarran el peplo desceido, y suben al deseo las curvas insaciables.

    Van a morir de pronto. Taja el destino el plazo. Corrieron el ocano sin saber el abrazo, y, virginales, urgen la posesin radiante.

    Y est enhiesto el amor con sus hambrientas bocas, y arden el ebrio instinto las anhelantes rocas, y cada ola muere, crispada, en el amante.

    Baha de Valparaso. 1.9 de enero de 1954.

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  • LAS TRES IMAGENES DEL MONTE

    A Gabriela Mistral

    La montaa potente del Ande, al medioda, desde los combos valles, atnito, contemplo Es en la luz vital un encendido templo, y es sobre el horizonte una muda energa.

    Otra vez la mir. El ocaso la unga.Su orgullo era mi orgullo, su ejemplo era mi ejemplo. Aun en su roja piedra mi roja arteria templo, y su punta de llamas es mi fiebre y mi gua.

    Y ahora es en la noche la montaa fantasma.Su soledad heroica me estremece y me pasma y su frente de hielo resplandece ms bella.

    Oh monte espiritual, cuyo extremo, en la altura, bebe en la copa negra la luz sagrada y pura, como bebe mi sed la ebriedad de la estrella!

    En los Andes chilenos.12 de enero de 1954.

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    a n t e l a s o l a s

    A Angel Cruchaga Santa Mara

    Ola que el corazn del mar promueve, vengo a crear mi tiempo en tu latido, solos estn mis ojos y mi odo, mi enhiesta llama y mi profunda nieve.

    Dame tu fuerza con tu espuma leve, tu golpe en el roquedo estremecido, lu espasmo azul, al arenal ceido, y *-u arnor que a morir de amor me atreve.

    Dame en el huracn tu misma vida, los titanes ocultos de tu pecho, el ebrio canto que tu herida vierte.

    Y dame, sobre el signo de tu herida, en el cristal de tu marino lecho, amar las rocas con mi propia muerte.

    Julio de 1952.Sobre un peasco del Pacfico

  • VALLE DE CHILE

    A Roberto Meza Fuentes

    Valle de Chile, yermo en el verano,

    horno de sol entre la cordillera, donde el agua del Maipo se aligera, arteria viva en el rojizo llano.

    Aqu algn toro de mujido arcano, all el ramaje con la enredadera, o el jardn, todava en primavera, o el labrador con su silencio humano.

    Y por caminos quietos, al ocaso, en su alazn de rumoroso paso, lento de soledad, el campesino.

    Y cuando ya la noche. . . una guitarra, un canto que en el pecho se desgarra, un amor, un sollozo, y un destino.

    20 de Julio de 1954. Cercanas de Santiago.

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    EL VUELO

    A Marcial Arredondo

    Sobre el orgullo de la cima, el vuelo. Eltrico zumbido del alaje, llamas de medioda en el plumaje, la garra tinta en el primor del cielo.

    Nunca en alas de fiebre ms anhelo, ni en corvo pico ms fatal coraje, ni en la mirada ms pasin salvaje, ni ms abismo en el cerleo velo-

    Del deseo y del arco de la cumbre es viva flecha que el espacio hiende, o de la Tierra el prometeano grito.

    Crea su soledad, arde en su lumbre, y bajo el sol, que su pupila enciende, lo mira el hombre, y bebe el Infinito.

    21 de julio de 1952. Santiago de Chile.

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  • EN EL PACIFICO

    A Pablo Neruda

    Entre la leve espuma, junto al mar, lo hube un da, oh fino caracol combado como el cielo, profundo, sombra y mar, la gracia lo cea, y era un tejido esmalte su nacarado velo.

    Lo tom como un tacto de sol y meloda, y lo so viviente, con el vital anhelo, suave de femenina suavidad, pareca el dibujo del ala en el goce del vuelo.

    Lo levant, suspenso, al pozo del odo, y escuch la volupta de su oculto sonido, y aquel modo velado de ola en que se vierte.

    Y so una memoria musical del abismo, lo efmero que vuelve a crecer de s mismo en el clamor del ser que sube de la muerte.

    22 de enero de 1954.En una playa de Valparaso.

    ORGIA TRAGICA

    A Marta Brunet

    Destreza y luz del rayo. Vibra el Ande. En el timbal del monte el aire truena. Cncavo el valle cmbalos resuena, y bajo el vivo fuego el eco expande.

    Relmpagos la nube brue y blande, y el viento del pavor desencadena, el huracn los bosques desmelena, y el riesgo de morir, hace ms grande.

    Ruedan peascos en las crespas faldas. La selva crispa locas esmeraldas y el cndor se desgarra estremecido.

    Luego, en la soledad, el alto cielo, astrales ojos, indecible anhelo, y un monte mudo con el pecho herido.

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    22 de enero de 1.954.En un flanco del Ande.

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  • TORNALUNA

    A Olga Acevedo

    Luna en el borde lrico del mar indefinible, plateada ola, plateada orilla, luz plateada, tornaluna de perlas en la roca mojada, tornaluna en la onda de marfil inasible.

    Adentro del reflejo tornaluna sensible.Hervor de tornaluna bajo la marejada.Sutil afinamiento de la guija enlunada, toque del iris leve sobre el lampo intangible.

    Cosa de irreal fantasma entre luna y sonido, de desdoblada noche y de espectral sentido, cuando el velo ilusorio cubre las almas solas-

    Y el mar ya sin el mar, la espuma sin la espuma, la arena sin la arena, y en la nevada bruma, el telar de los sueos desde el cielo a las olas.

    19 de enero de 1954. Luna llena en la

    baha de Valparaso.

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    LA ARAUCARIA

    A Eduardo Barrios

    Esta araucaria sola, en mil brazos abierta, sube su cono vivo por la ideal geometra.Crculo sobre crculo aguza su armona, y, vertical, gobierna la soledad desierta.

    Un enigma de nmeros en el ojo despierta su limpia arquitectura, su arcana simetra.Y evoca al dios oculto en la Tierra sombra, y a la mano segura bajo la gleba incierta.

    Dominando su savia, cien aos ha crecido.Cuando, bajo su sombra la abrazo, estremecido, escucho por su tronco un extrao mensaje.

    La raz la levanta como el sueo a la idea, y una infinita fuente misteriosa la crea...Oh, pensamiento verde que hipnotiza al paisaje!

    En campos de Chile.24 de enero de 1954.

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  • ORACION COSMICA

    A Julio Amagada

    All, entre dos montaas, otra montaa sube, la del cndor que bebe los vagos infinitos, la del brusco torrente de rfagas y gritos, la que besa, ms alta, los pechos de la nube.

    Su nieve nacarada entre mis manos tuve, y le so a su piedra no revelados ritos- Divino templo csmico de inescrutables mitos cuyas claves secretas entre mis sombras hube!

    La noche, en rozamientos msticos, la acaricia. Con voces sobrehumanas le vierte la delicia de su dios, y la unge de su armona arcana-

    La incendia el alba en xtasis, la tornasola cielo, dcil a los matices, el instante es su velo, y slo hacia los astros una oracin emana.

    En la cordillera.25 de enero de 1954.

    PEON DE OCASO Y NOCHE

    A Benjamn Subercaseaux

    Fu en un pen cribado de flautas y de notas. Se bruan las nubes en la llama salvaje... Detuve, como un canto que se trunca, mi viaje, y acost las pupilas en las aguas remotas.

    En el ocaso gualda so doradas flotas, mas en tal soledad mi vida era un ultraje.Sufr, como un repudio, el clamor del oleaje, y humill hasta la piedra mis plegarias ignotas.

    Agnico amatista diluy el horizonte.La peregrina niebla vend al herido monte y al peasco inmutable lo ennobleci la bruma.

    Sueo sobre los seres, sueo en la lejana...! Un sueo indefinible las distancias un a ...! Slo velaba mi alma, con la ola y la espuma!

    En un pen de la costa Chilena.24 de enero de 1954.

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  • DIONISOS

    A Baldomero Lillo.

    Aqu lleg Dionisos oculto en el sarmiento, la vid griega en la hispana vid renovada est, ebrio el mito en la rueda del ao cobra aliento, y cuando estalla el brote el dios renace ya-

    Danza entre los racimos el perfumado viento, la luz sobre los pmpanos como una mano va, y al ardor del esto en el valle opulento siento la humana sed que el fruto arrancar.

    Dionisos, ya es la hora purprea de la aurora. Golpea sobre el sueo para anunciar tu hora, levante a la doncella la chispa de tu voz.

    Mrale los racimos bermejos en las manos. Fermenta ya, fermenta los delirios humanos, y en cada vaso vuelca tu dulzura de dios.

    En el camino de Valparaso a Santiago. 16 de enero de 1954.

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    ALSINO

    A Eleazar Huerta.

    Alsino, astral hermano de Ariel, y dulce hermano, por el vuelo y el cielo y el anhelo divino.Redimiste en el ala tu terrestre destino, y rozaste los astros con tu celeste mano.

    Abanic tu alaje al monte soberano, de los astros bebiste el impalpable vino, tu frente ar en la nube un surco diamantino, y ore tu pluma el viento caliente del verano.

    Pero fuiste la carne del hombre, y regresabas- Con amor de la gleba a tu gleba tornabas, y tras el rapto, hendas en el polvo, tus huellas.

    Tal la grandeza heroica que extraamente hubiste. Volver siempre a la Tierra sublimemente triste, t, que con hoz de alas, segaste las estrellas!

    Ante un ave marina en la baha de Valparaso.

    26 de enero de 1954.

  • ES MAS

    A Enrique Molina

    Aqu la tierra es ms. Tiene la cosa de no saber qu fuerza y qu delirio. Va desde las montaas hasta el lirio, y desde los desiertos a la rosa.

    No impide el cndor a la mariposa, no se teme la rabia del martirio, ni el velo delicado extingue a Sirio, ni turba el mar la gracia numerosa.

    Y est en la piedra el nervio inescrutable pronto a vibrar en su desgarramiento,y estn los ros brios en su herida,

    y en nieve terca el monte inexpugnable.Y est la raza en goce y en tormento fatal, en las esfinges de la vida.

    Valparaso.4 de febrero de 1954.

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    UN ARRABAL

    A Jos Santos Gonzlez Vera

    La turbia noche encinta, grvida de misterio.Los hombres con su esfinge. Perros bajo la luna.Una mujer perdida de sombras. Es la una en el reloj marchito del hondo monasterio.

    rOh, barrio desolado de abismo y cautiverio!Cinreas las casuchas, y la calzada, bruna.Un grito, un parto sbito, una vida, una cuna, y una quemante llaga de acritud y cauterio.

    Cundo entr a este arrabal de nocturna miseria?Voy con mi soledad cortando su laceria y entreveo los lechos adheridos al muro,

    y los cuerpos tragados por el sueo o la ira, y la humosa taberna, entreabierta, me mira con asco, porque sufro su resplandor impuro.

    14 de febrero de 1954.En un arrabal de Santiago.

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  • UNA FRENTE DEL ANDE

    A Juan Guzmn Cruchaga

    Esta frente del A n de...! Cul es su pensamiento cuando el alba le enciende la niebla que la azora, o cuando en el crepsculo la altiva piedra llora, o cuando a medioda la quema el fuego lento?

    Y cul, cuando le ruge el huracn violento, y cul, cuando en la brisa se desliza la aurora, o cuando irrumpe el cndor que en sus heridas mora, o desangra torrentes su fluir turbulento?

    Esta frente del A n d e ...! En ella hinqu mi odo, en ella el corazn dramtico hizo nido, en ella hund mis nervios para robar la idea.

    Y me abraz a su noche y la oprim en su sombra, y entonces slo dijo lo que jams se nombra la terrible potencia de abismo que nos crea-

    En la cordillera.1,3 de enero de 1954.

    28

    EL AMOR DE LA NUBE

    A Guillermo Feli Cruz

    Aqu me estoy mirando, embebecido,

    una nube, y no ms, en el paisaje.

    Es casi un sueo en el fragor salvaje del monte y del torrente enardecido.

    Se pliega a los roquedos, cual tejido manto, y les seduce su coraje, quieta en los bloques ha olvidado el viaje, y, femenina, besa el torso herido.

    Qu bien culmina su blancura leve en el rugoso pecho del gigante y en el desesperado sufrimiento!

    Dulzura tierna en la llagada nieve,

    ella puede volar sobre el instante,

    mas con llanto de amor enfrena al viento!

    10 de febrero.Desde un balcn. Santiago.

    29

  • EL LAGO ENTRE LOS MONTES

    A Manuel Rojas

    Entre los montes curva el valle reposado su silencio amatista. Cae el cereal maduro. Vertical es la hora y arde en el aire puro.En la flor de la vega vibra el enjambre alado.

    Azul, de orilla a orilla, el lago enamorado le abre a la luz del sol su suave tajo oscuro. Las cumbres minerales nimban su gesto duro y deshielan zafiros en el cristal turbado.

    Los predios, y el abrazo mudo de las montaas, el trigal en espigas, el cielo tenso y vivo, los rboles, las aves hierticas, la pea,

    el oleaje de brisa de las rubias campaas, todo penetra el alma del lago sensitivo, pupila del paisaje que, como el hombre, suea!

    En Chile.Sin fecha recordada,

    AVES SOBRE EL MAR

    A Luis A. Ramrez Cid

    Las mismas, desprendidas del arco de la aurora, altas saetas sobre el temblor de la baha, pulsndoles las alas el ritmo y la armona, regresan sobre el borde de la nocturna hora.

    A veces, cuando el viento o el rayo las azora, con el vuelo abatido sesgan la espuma fra, o en las inmensas calmas, con caliente energa, su pecho entre las nubes vibra como una prora.

    Tales, cual de un peasco, con el ala encendida, las ideas levantan sus matinales ansias, pero jams retornan hacia la frente alerta.

    Pensarlas es perderlas en la insondable huida sobre el enigma eterno de sombras y distancias, por el callado mar de la noche desierta.

    Mirando las gaviotas de la bahade Valparaso. 29 de enero de 1954.

    31

  • LA CIUDAD

    Para Toms Lago

    Ver la ciudad ciendo la concha azul de olas y en celestes perfiles sus crestas en el cielo, ver sobre la baha las gaviotas en celo, y en la montaa, casas profundamente solas.

    Muros rubios de sol, techumbres amapolas, anchos portales verdes y callejas en vuelo hacia las pardas cumbres. Y el azuloso velo que circunda las torres con sutiles aureolas-

    Vertiginosas ruedas- Lentas cabalgaduras. Vidrieras cual los ojos y casonas oscuras de coloniales paces, y el henchido mercado.

    Y por las noches, luces que trepan las barriadas, estrellas al silencio vagamente bajadas, y un campanario mstico con su reloj sagrado.

    En una loma. Al borde de Valparaso.26 de enero de 1954.

    32

    EL ROTO

    A Armando Solari

    A veces le dilata su albur una maana, y la hora dadivosa le brilla una moneda, o soando senderos por las campaas rueda, o le vuelve a los labios una cancin lejana.

    Entre los arrabales, bajo una estrella hermana, o en el linde sombroso de una clara arboleda, sin saber la esperanza que hasta en su horror le queda olvida los destinos como una carga vana.

    Es de Dios, y del viento, del azar y del mundo.Slo es l cuando mueve su paso vagabundo.Ms que triste, es fatal. Ms que vivir, transita.

    Lo he visto por las rutas bajo todos los soles, en los ojos errantes una llama de alcoholes, y un desdn indecible en su calma infinita.

    En Chile. Sin lugar ni fecha recordados.

    33

  • La m u e r t e d ia f a n a

    A Juvencio Valle

    Esa vez era un cndor como nunca. Su alaje como nunca, pulsaba la potencia del vuelo.Ms que mi propia idea, penetraba en el cielo, ms que mis grandes ansias, sublimaba su viaje.

    Era en un medioda flamgero y salvaje.Entre el sol y la tierra, ningn posible velo.El ave hacia el azul exasper su anhelo, ebria de luz y goce, de llamas y coraje.

    Como en una suprema tentacin de la altura, crisp su frente roja la valiente locura por no ceder al mpetu de su volar sediento.rrt

    Hasta que arrebatada de espasmo y de agona, muri sin una sombra, difana de alegra, igual que en el delirio se trunca un pensamiento-

    18 de febrero de 1954.Santiago de Chile.

    34

    LA ROCA VIVA

    A Daniel de la Vega

    Este rido islote de soledad huraa que en el ocaso viste claridades de oro, y vibra por la noche, con las olas, a coro, y de sal cristaliza su crispacin extraa,

    aunque niegue la vida el fro de su entraa es de la vida misma su mgico tesoro, ciudad innumerable ante la cual me azoro por los seres que en ella la onda mece y baa.

    Mariscos olorosos entre algas sumergidos, metlicos cangrejos, mejillones asidos al ptreo borde, y musgos, y liqenes hilados

    por las marinas ruecas, y asterias como mundos, y esos bancos de peces que pasan, errabundos, frotando con la escama los pulidos costados.

    En un islote de labaha de Valparaso.2 de enero de 1954.

    ' I

    35

  • EL OJO DE AGA

    Para Israel Roa

    Ojo de agua en abierto crculo de arreboles, sutil, movible y tierno bajo la brisa leve, vivo espejo que tiemblas cuando el ala te mueve, o si en la noche casta profundizas los soles.

    Te bordean rosados y curvos caracoles, te caen finos ptalos de cobalto y de nieve, y tu paz delicada, que hasta a la luz conmueve, la vigilan las cumbres de imperturbables moles.

    Oh, profunda corona de montes impasibles, recia inmovilidad que contrasta, imponente, con el enrulamiento de tu agua primorosa!

    Ah, que siesta la siesta de tus ondas sensibles, cuando roza la rfaga la pupila inocente y danzan las montaas en la cuenca amorosa!

    En una comba entre montaas.19 de enero de 1954.

    36

    INSCRIPCION EN LA MONTAA

    A Humberto Daz Casanueva

    All, donde del rayo la piedra fu partida, una fuente le mana, una sensible fuente.Ya el contorno del monte humaniz una frente y el agua es pensamiento donde el rayo fu herida.

    Oh, milenaria angustia de la pasin vertida! Desgarrada la arteria de abismo, en un torrente filtra de las entraas y cae a la pendiente, y su dolor fecunda las horas de la vida.

    Pensar... un rayo viene al pecho, y es la idea.Y un rayo al corazn, y la idea es el canto.Cumbre del hombre, fuente del hombre en el martirio!

    Nos hiende el mismo fuego y el mismo fuego crea.Su castigo es la flor: Himno, jbilo, llanto, y en su llama estn juntos el huracn y el lirio!

    En la cordillera.20 de enero de 1954.

    37

  • ZARPA UN BARCO

    A Tula

    Es la hora inclinada del ocaso. La hora de la campana hmeda y mgica del mar, cuando en los horizontes la lejana llora y sobre el mar del agua la bruma es otro mar.

    Zarpa un barco del muelle. De la popa a la prora suean los pasajeros los caminos del mar.Y una luz, casi alma, sus vanos ojos dora, y la esperanza vuela como un viento del mar.

    Unos erigen sueos que nunca se supieron, otros crean el oro en islas que no vieron, otros levantan alas que fugan sobre el mar,

    otros urgen ardientes amores, y palpitan, o en futuros azares quimeras precipitan. . . mientras yo slo veo el humo sobre el mar!

    Puerto de Valparaso.25 de enero de 1,954.

    38

    ESTRELLAS Y CUMBRES

    A Beatriz Cohen

    Todas, en transparencia mstica, parpadean, vibracin del deseo en la calma infinita, corazones sin tiempo en donde Dios palpita, madres universales que la noche procrean.

    Como en un trance exttico los abismos sondean y queman en el alma una voz inaudita.Una tras otra irrumpen a la nocturna cita y desde el horizonte las montaas otean.

    En el telar divino traman hondos mirajes, y rutilan los mitos soados por los hombres o fatalizan raros azares con sus lumbres-

    El labrador las cifra con familiares nombres, y mientras estremecen sumergidos paisajes, siembran sus profecas en las mgicas cumbres.

    En una ruta del Aconcagua.25 de enero de 1954.

    39 )

  • EL ANDE NACIENTE

    A Carlos Frndez Saldas

    Sueo el da y la noche, cuando la cordillera vertebr sus delirios, incendi sus entraas. Sueo los crecimientos, la crispacin entera, el huracn, el polvo, el fuego, las montaas.

    Sueo el mar azorado, la dentada ribera, los desgarrados bloques, las csmicas hazaas.Sueo el pulso telrico, la candente cimerade las cumbres, y el trueno por las mudas campaas.

    Sueo cmo, de pronto, brincaron los torrentes, y el agua, repentina, precipit sus fuentes, y los ros araron sus bramadoras rutas.

    Sueo los rojos gnesis, las llamas creadoras, la lbrica ufana, las sangrantes auroras, y un Dios enardeciendo las fuerzas absolutas.

    En un desfiladero de los Andes.1? de febrero de 1954.

    40

    NUPCIAS DE MAR Y CIELO

    Para Alone

    Baha, tu baha, Valparaso! Veo cmo a las sombras msticas y a las constelaciones las hurta el mar profundo, de nocturnas pasiones, en un arrobamiento de csmico deseo.

    Sobre el agua hay un lrico y amoroso aleteo, el ocano arquea difanas pulsaciones.Vaga un oleaje lento, fugan hmedos sones, y la noche y el mar estrechan su himeneo.

    Adentro, en la baha, naufragados cristales sorben de las estrellas los besos inmortales y en tlamos de algas los astros son amados.

    Cae un polen celeste a los sexos marinos, y aquella danza hundida de los mundos divinos es como si soasen los abismos callados.

    Baha de Valparaso. 1? de febrero de 1954

    41

  • TIERRA DE CHILE

    A Vctor Domingo Silva

    Largamente el sabor de tu tierra he gustado, ' color de los sonidos y susurro en colores, tactos de leve aroma o de espesos olores, sensacin en el pie de musgos y de prado.

    Am mi voluntad el hierro del arado cuando arrancaba al lodo profecas de flores, bes los rubios trigos, los frutos tentadores, y me oprim a los rboles con goce apasionado.

    Y me sent en el polvo vital, que todo crea, en los torrentes locos que sangra la montaa, en la simiente hermtica y en la gleba encendida,

    en la raz de sombra y el ala que planea, y tendido de boca en la fecunda entraa la abrac en un abrazo que fu toda la vida!

    En una ladera de los Andes.31 de enero de 1954.

    42

    EL ORGANO AZUL

    A Antonio de Undurraga

    Es el poeta-msico. Y su ola es el encanto. . .No s qu inspiracin la mueve hasta la orilla- Mientras triza alabastros y en las arenas brilla, mece en la curva enorme su melodioso canto.

    Y cuando el huracn, oh enloquecido espanto!, destroza con su trueno la rapsodia sencilla,y en mpetus las playas y las peas humilla, an es msica el grito, la imprecacin, el llanto.

    Organo azul del astro, tus flautas y tus bocas, oh mar, me han adherido a tus desnudas rocas por baarme en el verbo colosal de tu aliento.

    Y por la noche, a veces, en tus horas ms bellas, espejo de la bveda, me viertes sus estrellascon una voz tan difana, que el otro abismo siento.

    En la baha de Valparaso.3 de febrero de 1954.

    43

  • OCASO Y CALMA

    Para Jos Miguel Vicua L.

    Lento violeta, gradacin morada, plidas y brumosas lejanas, tras los navios, tiernas agonas, y la luna flotando, hipnotizada.

    La flecha del alcin, fuga, dorada. Matices y oscilantes melodas.El mar amortiguando sus porfas, y la exnime vela, desmayada.

    En la baha, un aire sin aliento.En el humoso muelle, un velo fino. En la torre, un repique y una hora,

    ms la callada pausa del momento. Y en la plaza el humano torbellino cuando la tarde, sumergida, llora..

    4 de febrero de 1954.En el puerto de Valparaso.

    44

    SIEMBRA ASTRAL

    Para Alejandra Victoria

    Estar aqu, terrestre, fiel, desnudo, el alma sin las nieblas, desvelada, en la gleba recndita y sagrada y en el peasco luminoso y rudo.

    Ver lo que el ojo rstico no pudo, y sentir la simiente enamorada, ahondar en rayos la pasin callada bajo el volcn adormecido y mudo.

    Sorber la savia y apresar la vida, quemar la sed en la montaa hendida, descender a las madres del torrente,

    hundir el pie, y en sus grabadas huellas,verter, alucinado, las estrellasque vuelan en la noche de la frente.

    4 de febrero de 1954.Valparaso.

    45

  • A Pablo de Rokha(

    Arando, arando montes, yo lo vi al medioda, sudorosa la frente, insobornable el brazo, los surcos se cimbreaban en un caliente abrazo, y la montaa madre, como un sexo, se abra.

    Nunca fueron ms difanas la luz y la armona, nunca entre tierra y hombre ms oprimido lazo.Los mutilados bueyes, fatales al hachazodel destino. El acero, entre el humus, se hunda-

    Y fu el trigal, y la hoz hambrienta, y el molino, y la harina de luna en su polvo divino, y el pan de cada da en la mesa sagrada.

    Oh, labrador del Ande, oh, sembrador sencillo!Por tus montes arados, hermano, en t me humillo, y te estrecho la diestra profundamente honrada!

    EL LABRADOR DEL ANDE

    16 de enero de 1954.En la ruta de Quillota a Santiago.

    EL HERMANO CIEGO

    A Augusto Iglesias

    Sentado en su banqueta, y en sus abismos, ciego, me detuve al mirarlo, todo en la luz del da- Su prpado vedado, como un hielo, dola, y su enorme tristeza volaba como un ruego.

    Viejo de viejos aos, en su violn plaa, o descansaba el arco con tedioso sosiego.Le vert en el platillo mis monedas, y luego me perd de su turbia y vaga meloda.

    Y fu despus la noche. Y el violn sollozaba, lod o era igual. El hombre, tras el hombre, pasaba sin saber el horror de la luz impedida.

    Mir el vedado prpado con extrao reproche, y ante la inmensa sombra donde abism la vida extravi mis preguntas, ciegas bajo la noche.

    26 de enero de 1954.En una calle de Valparaso.

  • PIEDAD DEL MONTE

    A Rafael Maluenda

    Enorme, enorme, oh monte de torsos colosales, cndores que te envuelven en crculos supremos, roquedales hendidos de erizados extremos, tajos de luz y sombra en tus llagas fatales.

    Y tenaces heridas, y fuentes inmortales, y crespas selvas lbricas donde nos detenemos del terror de la orga vital, y nos volvemos hacia la luz que brue las cspides ideales.

    Fuerza de Dios, geoplasma, generadora esencia, anonado en tu piedra mi efmera conciencia y ante tu eternidad mi humildad se arrodilla!

    Templo de Dios, tremendo, y altar de su grandeza, al rendirse en tu ara mi callada tristeza, oh piedad, junto a m, vibra una lorecilla!

    3 de enero de 1954. A los pies del Maipo.

    48

    EL CENICERO MARINO

    A Juan Godoy

    Junto al vino fogoso, junto a la uva dorada, curva de mar, la concha se hasta de ceniza. Por momentos la punta de fuego se desliza y empaa los dibujos de su piel nacarada.

    Con qu misterio mgico su lnea fu creada, cmo su movimiento delicado me hechiza. Hermana de la rosa, su perfil hipnotiza, y evoca el labio azul en su boca besada.

    Me voy, slo por ella, a los cantos marinos, a las hermanas algas, a la orilla espumosa, a las islas calientes, abrazadas y amantes,

    a los lucidos peces de juegos cristalinos, a los oleajes ebrios, a la sal rumorosa...Y llora la ceniza los fecundos instantes!

    15 de enero de 1954.En un fign de Valparaso.

    49

  • HERMANO EL CAMPESINO

    A Paz Astoreca

    Hermano, el campesino, que la ciudad ignoras, vengo a saber tu vida, vengo a vencer mi muerte, vengo para mirarte desde mi ciega suerte, vengo a cambiar mis horas por tus divinas horas.

    Dame tu despertar en las puras auroras,Hazme como tu mano, que las semillas vierte, incendia entre tus llamas mi voluntad inerte, dame la ingenuidad de los dones que adoras.

    Ya el plomo de los tedios adormeci mis ros, y el saber que no s me desgarra los bros y me trunca el latido vital, que ni lo siento-

    No bebo, y tengo sed ... Hermano el campesino, muero por un orgullo que me ensombra el destino, y te envidia en sus ruinas mi pobre pensamiento.

    7 de febrero de 1954. Chile, En el valle central.

    50

    ESTIO

    A Y. Pino Saavedra

    La maana es de forjas crepitantes y ardientes, herreros gigantescos, de msculos calientes, tal, los montes en brasas trepan el medioda.

    En las cumbres, el aire, de fuego se dira. Muerde sobre las rocas y sorbe los torrentes. Hornos de luz, los valles fecundan las simientes, y zumba junto al ro la maraa bravia.

    A veces, sobre el campo, un corcel encendido, una mano de bronce que el galope apresura, una llama de sangre en las brisas de llama.

    El ojo montaraz otea estremecido, y ansiosas, las miradas entran a la blancura del hogar, y el deseo quema en lo que ms ama.

    14 de febrero de 1954. En una quebrada, cer

    ca de Santiago.

    51

  • Y TAMBIEN SON HOMBRES...

    A Hugo Goldsaek

    Al borde de la noche, junto a las carreteras, sus laxos cuerpos yacen vinosos y durmientes, el alcohol les derrumba las arterias ardientes y los empolva el polvo de la brisa y las eras.

    Duermen abandonados en las horas postreras de la tarde, tendidos, bajo sombras clementes, besadas por estrellas sus insondables frentes, hasta que se despiertan con las horas primeras.

    Nada piden al mundo sus destinos fatales.Son como son las olas. El azar los levanta, el azar los acuesta, el azar los domina.

    Ignoran los abismos, desprecian los ideales.Mas a veces el hondo silencio los espanta, y en el vaso sondean una cosa divina...

    27 de febrero de 1954.

    52

    HOMBRE Y RIO

    Para Arinda Carvajal Briones

    Te bebo en el durazno y el racimo dorado, y en la campana verde de la licuosa pera, bebo el agua en la savia que alz la primavera y la fundida nieve del monte deshelado.

    Te sorbieron races en el lodo sagrado, y entraste a los frutales con tu gracia ligera, y me vas por la sangre cual por una pradera y en sus bruidas chispas vibras enamorado-

    Te escucho en los recnditos odos de la entraa como si me trajeras la voz de la montaa, como si me taeras cristales de tu fuente.

    Me vuelves al sentido de tu belleza pura, y al sentirme en mi carne me siento en la natura, y hombre y ro creamos una sola corriente-

    )

    6 de febrero de 1954.A orillas del ro Aconcagua.

    53

  • IDENTIDAD COSMICA

    Para Amanda Labarca

    Adherido a la piedra del monte, fui tan suyo, que me sent de monte en un humano olvido.Nervios de la montaa vibraban en mi odo, y me asom a otra msica que no es la que yo fluyo.

    An vivo esos recuerdos, an ese canto intuyo, an al tacto terrestre m tacto est adherido, an tengo amor de roca, an ardo transfundido, y hasta soy el torrente y, entre las guijas, huyo.

    No es memoria del hombre esta memoria inmensa, ni es con mi pensamiento que mi cabeza piensa, y es como ms abajo del ser manifestado.

    Dentro de las races de la montaa andina Descend a las races de la Tierra divina, y escuch un corazn como nunca escuchado.

    8 de febrero de 1954.

    54

    SANTIAGO

    A Virginia Cox de Huneeus

    Al amparo de doble cordillera y por nevados montes vigilada, desde el avin la contempl, abrasada por un sol de caliente primavera.

    La luz, de la ciudad era besada como por una rosa que se abriera, y cual si el hondo azul dos veces fuera no s qu cosa azul fu la llegada-

    El ro, al penetrar desde su valle, era tambin una viviente calle sin el olvido de su propio nombre.

    Y toda la ciudad algo tena, mezcla de conmocin y meloda, y un abismo de amor, todo del hombre!

    7 de enero de 1954.En la ciudad de Santiago.

    55

  • LOS PERROS DE LA SOMBRA

    A Enrique D)ano

    He visto por las noches tus perros vagabundos, oh ciudad, por las noches, y en todos los caminos, cuando en la soledad iba urgando destinos con un paso de sombra bajo los claros mundos.

    A veces me apresaban sus ojos errabundos como si interrogasen, misteriosos y finos, o indecibles, velaban los ecos mortecinos o aullaban en portales brumosos y profundos.

    Recortados en niebla sus perfiles cansados, ante los muros pardos apenas dibujados, eran tan de la noche como la noche misma.

    Uno escuch una vez, tan hondo su ladrido,que an me tiembla una angustia que viene del odoal pavor de la sangre, y en la sangre se abisma.

    13 de febrero de 1954.En Santiago, hacia los suburbios.

    56

    CERRO DE SAN CRISTOBAL

    A Enrique Espinoza

    Cerro de San Cristbal, t, y Santiago...Si la ciudad es nave, t, su vela.Cuando castillo, t, su centinela, y t, proa en bonanza o en estrago.

    Si la noche es sortlega, t, el mago.T, la potencia que el clamor anhela,t, en el hombre si el hombre lucha o vuela,t, en el suplicio cruel o en el halago.

    Altura, y cielo, y salto en las distancias, expandes centelleos y fragancias o dispersas palomas en el viento-

    Y eres raz, y piedra, y frente, y cumbre, y cuando es huracn la muchedumbre, t, la roca cuajada en pensamiento!

    12 de febrero de 1954.En Santiago, al medioda.

    57 )

  • NOCHE MISTICA SOBRE LOS ANDES

    Para Isaac Echegaray

    Oh noche, nunca vista para mis ojos viejos, y vista entre los montes, oh altura arrebatada!El alma casi cielo, por los astros tocada, la frente casi estrella, sobre helados espejos.

    Noche en que nunca estuve tan arcano y tan lejos, sobre una cordillera de asombros, la mirada, cuando toda mi vista fu en noche trasmutada, y era un desprendimiento volar en los reflejos-

    Y era la noche andina!... Oh afinamiento leve, oh vertimiento mstico, oh pureza de nieve, oh puntas de los montes, oh extticos pilares!

    Era como una msica mirar, desnudo, el cielo, y era ms que una msica atravesar el velo, y transfundido en Dios, hundirme en otros mares!

    8 de febrero de 1954. Sobre la cordillera.

    58

    EL TEMPLO

    A Juana Ferrer

    He visto, cuando el ojo de luz vence la cumbre, volar desde los montes las alas diagonales, y escuch los enjambres vibrando en los parrales, y en cada brizna el beso matinal de la lumbre.

    Ojo del sol!, la selva, en verde muchedumbre, queda abierta al latido de tus llamas sensuales, arden en tus miradas las corolas pradiales, y no hay espiga o fruto que tu amor no deslumbre.

    Eres como un arquero de aljaba innumerable, dardos, de tus pupilas viertes, inagotable, mientras creas la curva potente de tu vuelo.

    Desde el cnit, tu riego fecunda las campaas.El cristal de tu templo se apoya en las montaas, y en xtasis, la Tierra, es un altar del cielo!

    17 de febrero de 1954. A orillas del Mapocho.

  • ARIEL Y LA ESTRELLA CHILENA

    A Ttila Albert

    Ariel, entre los rboles, ya rozando la sierra, eriges, bronce vivo, en radiante erguimiento, tu cuerpo como un ala que sube el pensamiento sobre el oscuro polvo de la quemada tierra.

    Crea para los hombres el ideal, y la guerra del alma contra el lodo. Mueve el divino viento, las purificadores rfagas, y el violento chasquido de tu rayo, que a Calibn aterra.

    Mustrale por la noche a la ciudad, tu cielo, urge bajo las sombras el prodigioso vuelo de tu canto, y la brasa de amor, fecunda y bella.

    Y al volver, con la mano de luz purificada, agita la bandera de Chile, desplegada, y con tu propio fuego dibjale tu estrella!

    1

  • CHILE EN ALTO Y HONDO

    A Ricardo Latcham

    Como si te creases en alma, cun te afinas, perfil de mar y monte en declives vivientes, flecha que va enhebrando luminosos torrentes entre evadidos hielos y mareas divinas-

    Desde las albas cumbres hacia la mar inclinas las franjas de los valles y las colinas rientes. Te acarician las flores, y tu mismo las sientes cual ecos del metal de tus radiantes minas.

    Cuna donde las albas sus puros hijos crean.Tajo del rayo csmico que las frentes sondean para asir las simientes de futuras auroras.

    Innumerable verso que se esculpe en los montes.

    Proa de Dios que viaja vedados horizontes.Vuelo de la esperanza que idealiza las horas.

    10 de julio de 1952. En el Cajn del Maipo.

    62

    UNA OFRENDA PARA PEDRO PRADO

    A Orestes Plath

    Pedro Prado, gentil que con buriles espirituales, tallas tu armona, y te das en matiz y en meloda sobre un leve declive de marfiles;

    y de las rosas, macerando miles, urges la esencia que en tu afn porfa, cmo en el verso cifras tu alegra mientras labras acsticos perfiles.

    Mas esas fiestas, llantos no impidieron, y en el diamante del primor vertiste de tierna sangre la doliente gota,

    y en tus joyeles, a la vez, ardieron bruidos oros y nostalgia triste, cristal de sol y sollozada nota.

    3 de julio de 1952. En Via del Mar.

    V - 63

  • YO LA SENTI VIBRAR

    A Julio Moneada

    Yo la sent vibrar, profunda y ^delicada, ya al final del extremo de la delicadeza.En mstica vertiente baaba mi cabeza trayndome su msica levemente exhalada.

    Era en la medianoche recndita y callada, era sobre una cumbre de amor y de belleza, haba un sueo cndido en la naturaleza, y era una rosa de alma la tierra enamorada-

    Yo la sent vibrar... Era una estrella... Arda como un ojo infinito que suea su misterio.

    Por instantes el alma su mensaje beba.

    Todo estaba entreabrindose al invisible imperio.Y desde el pozo exttico de la luz, lentamente, un idioma de esencias me escriba la frente.

    8 de febrero de 1954. Sobre una roca de los Andes.

    64

    EL AMOR DE LA LUNA

    Para Pedro Pacheco

    En roco de luna la montaa se vela.Qu lenta palidez, qu molinos nevados, qu harina de silencio en los picos helados, qu nube de alabastro sobre las faldas vuela!

    Por momentos mi anhelo ser la montaa anhela, emerger como un sueo a los celestes prados, sentir la luz de plata en los bordes plateados, y brumar la asperza que el sol brue y cincela-

    Oh, tremenda fatiga de ser el alto monte, crispada soledad que hiela el horizonte, cuerpo de la energa para el viento y el rayo!

    Qu dulce amor de luna es toda su esperanza, cuando en la noche mstica la blanca luz avanza y teje en las heridas el tul de su desmayo!

    17 de febrero de 1954.En una noche andina.

    65

  • L BIO MAPOCItO

    Al nio Mapocho Domnguez

    Tajo en el valle y tajo en la montaa, herida de cristal en verdes prados, lquida voz entre los arbolados, viviente alfanje de fecunda hazaa.

    Peinas tu cabellera en la espadaa, hierves la luz en los acantilados, y con azules pasos agitados hiendes en dos la soledad huraa-

    Incontenible, de las cumbres llegas

    a la ciudad, que enamorado riegas

    aunque te fuerce la ondulante orilla.

    Bronces y platas vibras en la tarde, entero el sol en tus espejos arde, y estrellas brota tu nocturna arcilla.

    11 de febrero de 1954.En Santiago.

    66

    MUJER CHILENA

    Paira Patricia Morgan

    Mujer, toda en la flor, toda en la estrella, surco de campo y miel de la manzana, espiga de la luz en la maana, y en toda noche precursora huella.

    Cuanto tu mano toca, Dios lo sella, y por su amor, la tierra es ms lozana. Pulsa su sangre una virtud arcana, y es ms la claridad cuando est en ella.

    Tiene de la montaa el albedro; del cielo, el vuelo; del torrente, el bro; de la rosa, el primor maravillado.

    Si va, todo de rayos el camino, abre el heroico pecho a su destino como se abre un volcn apasionado.

    13 de febrero de 1954.En Santiago. Plaza de Armas.

    67 )

  • l a r o s a a s t r a l

    Para Milln Rossel

    Transidos y plegados los ptalos del da, a la terrestre flor baja la noche pura.En el dormido abismo se anega la escultura del astro, y los paisajes hunden su meloda.

    Oh, nufragos anhelos de la calma sombra, oh vuelos impedidos en la fatal clausura, oh niebla indiscernible por la pendiente oscura, y en valles y montaas, brumosa lejana!

    Apretada en su centro est la rosa inerte- La corola se hiela bajo una breve muerte, mas urge su esperanza y encela las auroras.

    Pronto ser la luz de pnicos amores,la flor, vuelta al deseo, se abrir en los colores,y el sueo de vivir fecundar las horas.

    18 de febrero de 1954. Hacia santiago. En un

    sendero nocturno.

    ANGELICA

    Para Anglica

    Anglica, que sueas, juvenil y graciosa, en la linde del mar tus intangibles naves, que cuando piensas vuelas de tu frente tus aves, y cuando amas creces una divina rosa, '

    no abandones tus vuelos de abeja y mariposa, ni del ensueo olvides las primorosas claves, ni tus horas alegres las tornes horas graves, ni fugue en tu emocin la estrella prodigiosa.

    Vive tu alba en la gloria floral, oh Primavera!Danza tus aos verdes en la verde pradera.Juega con las imgenes-y corre en la ilusin.

    Si alguna vez se hiela el agua de tu ro, si la nieve te angustia o te hiela el hasto,quema en el sol de Arauco tu rojo corazn!

    23 de enero de 1954. Valparaso. Universidad

    Santa Mara.

    69

  • CUANDO LA CUMBRE PIENSA

    Para Olympia F. G. de Rocuant

    Como un crneo es el monte sobre la tierra erguido. El arco de su frente vibra bajo los vientos.En la sombra nocturna enormes pensamientos vuelan, cndores mgicos que abandonan su nido.

    Quema la cima heroica, como un hielo encendido. Arden bajo la tierra los prensados cimientos.Hay un espasmo de hombre en los bloques violentos, y en el torrente ansioso, que fuga, incontenido.

    La noche inmensa mueve su rueda prodigiosa. Apoyando sus crculos en la esfinge sombra, suben constelaciones sobre invisibles huellas.

    Suben rozando el monte, el ala silenciosa,Orion, la Cruz, el Toro, oh pura geometra...!Es como si la cumbre slo pensara estrellas!

    70

    18 de febrero de 1954. En la noche. Ante una

    montaa de Chile.

    NIEVES ETERNAS

    Para Carlos Vicua

    Sobre montes de orgullo, oh nieve irreductible en una eternidad de desafo y muerte, yerta desolacin sobre la roca fuerte, blasfemia de la nada bajo el cielo impasible...

    Acrecienta el invierno tu perfil. E imposible de destruccin, subsistes con tu blancura inerte bajo los anchos soles, cuando la llama vierte su vital energa en tu bloque insensible.

    Veo sobre las cumbres tu radiante coraza.La muerte, agazapndose en tu silencio, abraza las puntas del planeta. Fatal, te pertenece

    el tiempo, y en edades de un signo irrevelado, mientras cae la vida y la ceniza crece, t cubrirs el polvo del sueo aniquilado.

    10 de marzo de 1954. Ante las heladas cumbres.

    71 }

  • TODO CHILE

    Para Matilde Ladrn de Guevara

    Este naciente sol sobre la cordillera, esta abierta pupila sobre el alba de fuego, este riego de luz sobre el helado riego, estas potencias vivas en la hora primera-

    Este valle que suea la rubia primavera, este ro que baja la nieve al lodo ciego, el alma de los bosques en extasiado ruego, y el surco estremecido por la espiga que espera.

    Y aquel mar de la innmera orilla. Y el oleaje que golpea el roquedo con su trueno salvaje, y el cndor con el crculo imperial de su vuelo. . .

    Todo es Chile: su valle, su torrente, su monte, el ocano, el ave que centra el horizonte, y en el hombre del surco, todo el azul del cielo.

    1952. A Orillas del Maipo.

    HERMANDAD DEL RIO

    A Mara Molina de Garca

    Maipo, con tu corriente, intuyo mi corriente. Contempl tu trabajo de siglos, tu potencia manando de las fuentes del Ande, la violencia con que abriste tu cauce inextinguiblemente.

    Te vi sobre las rocas hirviendo tu torrente como si te pensases con humana conciencia, y cuando te recuerdo, desde brumosa ausencia, an escucho el fragor de tu pecho potente.

    Bajas desde la nube a fecundar la tierra.Aras el bloque rispido del monte y de la sierra. Creas el canto, y puro, te das al mar divino.

    Tambin traigo mi oleaje del cielo y las montaas, y fecundo la herida que sangra en mis entraas, y mientras muero, vierto mi voz en el camino. . .

    1952. En el camino que bordea el Maipo, hacia la cordillera.

    '} 73

  • DANZAD, JOVENES TRIGOS

    Para Mario Osses

    Danzad, jvenes trigos, es la fiesta de la apretada espiga, ya fecunda.La tierra aguarda, mgica y profunda, la simiente en el valle y en la cuesta.

    El sol rutila en la nevada cresta, y en esperanza la planicie inunda. Como a un pecho vital, la luz circunda la pubertad de la montaa enhiesta.

    Los surcos otra vez sern labrados- El acero hendir los rubios prados, y volveris, espigas danzadoras,

    cual otra vez llegasteis del divino amor, que mueve el impulso del destino en la arteria incesante de las horas-

    1954. En las praderas de Quillota.

    74

    VOLUNTAD CON ALAS

    Para Arturo Soria

    Oh, voluntad con alas, cndor de alto linaje, gusto soarte heroico y en vuelos no volados, soberbio creador de orgullos indomados, los ojos de relmpago en la frente salvaje.

    Sordo al grito terrestre y al venenoso ultraje, hiendes, proa de fuego, los espacios callados, y el corazn, sublime de colores gozados, un doble incendio pulsa en tu violento alaje-

    Ebria de sus imperios dardea tu cabeza el escudo flamgero de potencia y belleza que sobre las montaas broncea el claro cielo,

    y en el ardor del oro solar del medioda, no sueas ms que el libre rayo de tu alegra, el pensamiento vivo en la ebriedad del vuelo.

    1952. En un camino de los Andes.

    75

  • PLEGARIA AL OCEANO

    Para Fidel Araneda Bravo

    Busco del viejo ocano la amistad venerable, la sal y la onda azul y el rumor legendario, la esperanza violenta del pen milenario, y la isla que pregona su fuerza inalterable.

    Amo sus anchos vientos y su pulso implacable, su fiebre fra y loca, su crepitante himnario, y adoro su silencio, profundo y solitario, cuando en brumosa calma suea el sueo inmutable.

    Oh mar, oh mar inmenso donde mi horror olvido, grandeza que devora todo el dolor vivido y que en amargas olas extingue mi amargura!

    Oh mar, donde tu msica poderosa se vierte, dame un bloque sagrado para esconder mi muerte, y este inmortal amor que inmortal me tortura!

    Febrero de 1954.En costas del Pacfico.

    76

    PLEGARIA PARA EL ALBA

    A Olga Arratia

    Oh dulces besos de oro, oh labio de la Aurora, cuando labra en la inmensa desolacin del mundo el vaso de armona, delicioso y profundo, donde la luz sonre, donde la sombra llora.

    Alba de las montaas vitales, quema y dora, y arde en el ala enrgica del cndor errabundo, y en la rosa caliente, y en el rbol fecundo, y en el rstico arado y el hacha de la prora.

    Ah, qu resurreccin, qu savias revividas en los pnicos valles de lujuriosas vidas!Qu jbilo, qu amor para las cosas bellas!

    Alba, ven a mi frente, besa esta frente ma, arranca de mis ojos la nocturna agona...!Y virteme en la sangre tus hurtadas estrellas!

    1952. En Melipilla.

  • NATURALEZA

    Para Stella Corvaln

    T que vas, toda pueblo y toda raza, el pie en el polvo frtil, decidida, en naturales mpetus la vida, por los senderos que el esfuerzo traza;

    t, que ningn engao te disfraza, la entraa por el germen encendida, en esperanza toda estremecida, pura con los trigos y la hogaza;

    t, de racimo, y tierra, y sol, y mieles, a los instintos, los impulsos, fieles, toda de luz tu santidad materna;

    t, en mi dolor la herida detuviste, y sin decirme nada, me dijiste la verdad de la sangre ruda y tierna.

    1954. Limache

    . 78

    EL RIO MAULE

    Para Manuel Eduardo Hbner

    Te vi bajar violento de las cumbres altivas, tajo en la piedra rgida de la inmvil montaa,hijo de las heridas profundas de su entraa y te vi desgarrndote las aguas convulsivas.

    A tu caudal se unieron otras corrientes vivas, Trabajaste tu cauce con implacable saa.Turbio tu azul, rugas en las rocas tu hazaa, y tu tronar volaba en las selvas esquivas.

    Al fin entraste al valle de maternal anchura. Tu cuerpo se hizo difano, reflejaste la altura, fecundizaste el lgamo y los prados vitales.

    Ancho como un otoo llegaste al mar divino.Y ante la enorme rueda del Ser y del Destino, te arrojaste al Ocano de ritmos inmortales.

    1952. En las laderas del Descabezado.

    79

  • ANTE LOS CARACOLES DE PABLO

    Para el mar de Chile.

    Una tarde, en los Guindos, oh fraternal Neruda, goc el bosque marino de tus mil caracoles.Fu escuchar los ocanos y fu adorar los soles y fu ceir la msica hasta la sangre muda.

    Nunca un iris ms difano entr a la luz desnuda, nunca vi en las auroras ms vivos arreboles, jams en las montaas de tropicales moles esa orga de formas en la gracia menuda.

    Tu mano era la mano de un Neptuno celoso que en la ms fina gruta sus creaciones besa, y ante el color se embriaga y el mismo mar olvida.

    Cuencas anaranjadas, voluptas en reposo,cavidades de ncar, perfiles de turquesa...

    *

    Y las curvas, las curvas sensuales de la vida!

    Febrero de 1,954. En Santiago.

    80

    EXTASIS

    A Carlos Vergara Bravo

    Sobre ardientes montaas, el infinito cielo, un horizonte difano, una inmortal pureza del aire delicado de aroma y sutileza, y un ebrio azul de espritu para el humano anhelo.

    Cada monte es un templo, y cada cima, un vuelo, cada perfil, un signo de la Naturaleza.La tierra bebe el sol y vibra en su belleza, y hay entre cielo y tierra un amoroso celo.

    All estoy, en la inmensa beatitud del encanto, en exttica llama, en limpidez divina, uno, en esa Unidad suprema de las cosas.

    A instantes, me estremece un frentico espanto, a instantes, en un xtasis todo mi amor culmina, a instantes, de la sangre, se me derraman rosas!

    Febrero de 1954. Junto al Aconcagua.

    81

  • PLEGARIA A GABRIELA MISTRAL

    Para Juan Gmez Millas

    T, Gabriela Profunda, mujer de cordilleras, fraternal a los ros, cordial a las montaas, t, que en humanidad quemaste tus entraas y en las selvas nocturnas arrasaste las fieras.

    T, la Madre Infinita que acun primaveras, la Dulce Virgen Madre de las tiernas hazaas, t, Gabriela Inmortal, que al sediento acompaas como acompaa el ro a sus verdes laderas. ..

    Ven a nos, de tu muerte. Unge en nos tu mensaje.Te aguarda el Ande trgico en su roca salvaje y te espera el ocano de apasionadas olas.

    Ven, Gabriela Profunda, cuando sangre la herida.Ven, como un viento mgico. Ven, cuando est una vida inmensa de dolor, sobre las cumbres solas.

    14 de Abril de 1957 En Montevideo.

    82

    LA ETERNA MADRE

    Para Carlos Ren Correa

    Oh, resurreeta madre, Tierra arcana, irrumpes verde y briosa en primavera, es agua y es torrente la nevera, y es de diamante la montaa cana!

    Vuela encendida el guila araucana, el semental desata su carrera, el toro muge, la vacada espera, se enracima la vid, la savia mana.

    El labrador camina los trigales, los rboles en flor suean la fruta, el vino est, por la raz, trepando,

    y hay un monte de curvas colosales, seno terrestre cuya piel disfruta la luz del beso que lo est quemando.

  • I N D I C E

    Prlogo 5 Sabat Ercasty

    Samuel A. Llllo 9 Chile en almaHermelo Arabena Williams 10 Ante un rio de los AndesRoque Esteban Scarpa 11 El mar escultorRal Silva Castro 12 Racimo y florJuvenal Hernndez 13 Abrazo y muerteGabriela Mistral 14 Las tres Imgenes del monteAngel Cruchaga Santa Mara 15 Ante las olasRoberto Meza Fuentes 16 Valle de ChileMarcial Arredondo 17 El vueloPablo Neruda 18 En el PacificoMarta Brunet 19 Orga trgicaOlga Acevedo 20 TornalunaEduardo Barrios 21 La araucariaJulio Arrlagada 22 Oracin csmicaBenjamin Subercaseaux 23 Pen de ocaso y nocheBaldomero Lillo 24 DlonlsosEleazar Huerta 25 AlsinoEnrique Molina 26 Es msJos Santos Gonzlez Vera 27 Un arrabalJuan Guzmn Cruchaga 28 Una frente del AndeGuillermo Feli Cruz 29 El amor de la nubeManuel Rojas 30 El lago entre los montesLuis A. Ramrez Cid 31 Aves sobre el marToms Lago 32 La ciudadArmando Solarl 33 El rotoJuvencio Valle 34 La muerte difanaDaniel de la Vega 35 La roca vivaIsrael Roa 36 El o jo de aguaHumberto Diaz Casanueva 37 Inscripcin en la montaaTula 38 Zarpa un barcoBeatriz Cohn 39 Estrellas y cumbresCarlos Prndez Saldias 40 El Ande nacienteAlone 41 Nupcias de mar y cieloVctor Domingo Silva 42 Tierra de ChileAntonio de Undurraga 43 El rgano azulJos Miguel Vicua L. 44 Ocaso y calmaAlejandra Victoria 45 Siembra astralPablo de Rokha 46 El labrador del AndeAugusto Iglesias 47 El hermano ciegoRafael Maluenda 48 Piedad del monteJuan Godoy 49 El cenicero marinoPaz Astoreca 50 Hermano el campesino

  • A Y. Pino Saavedra 51Hugo Goldsack 52Arinda Carvajal Briones 53Amanda Labarca 54Virginia Cox de Huneeus 55Enrique Dlano 56Enrique Espinoza 57Isaac Echegaray 58Juana Ferrer 59Ttila Albert 60Jorge Hbner Bezanilla 61Ricardo Latcham 62Orestes Plath 63Julio Moneada 64Pedro Pacheco 65Nio Mapocho Domnguez 66Patricia Morgan 67Milton Rossel 68Anglica 69Olympia F. G. de Rocuant 70Carlos Vicua 71Matilde Ladrn de Guevara 72Mara Molina de Garca 73Mario Osses 74Arturo Soria 75Fidel Araneda Bravo 76Olga Arratia 77Stella Corvaln 78Manuel Eduardo Hbner 79El mar de Chile 80Carlos Vergara Bravo 81Juan Gmez Millas 82Carlos Ren Correa 83

    EstoY tambin son hombres...

    Hombre y ro Identidad csmica

    SantiagoLos perros de la sombra Cerro de San Cristbal

    Noche mstica sobre los Andes El templo

    Ariel y la estrella chilena La aurora sobre el Ande

    Chile en alto y hondo Una ofrenda para Pedro Prado

    Yo la sent vibrar El amor de la luna

    El ro Mapocho Mujer chilena La rosa astral

    AnglicaCuando la cumbre piensa

    Nieves eternas Todo Chile

    Hermandad del ro Danzad, jvenes trigos

    Voluntad con alas Plegaria al ocano

    Plegaria para el alba Naturaleza

    El ro Maul Ante los caracoles de Pablo

    ExtasisPlegaria a Gabriela Mistral

    La eterna madre

    DE IMPRIMIR

    EL 4 DE NOVIEMBRE DE

    1958

    EN LOS TALLERES GRAFICOS DE

    PRENSA LATINOAMERICANA S. A. CALLE ROOT 537

    SANTIAGO DE CHILE BAJO LOS AUSPICIOS DEL

    INSTITUTO CHILENO-ISRAELI DE CULTURA Y CON EL SELLO DE

    EDICIONES

    SCOPUS

  • Instituto Chileno - Israel de Cultura

    COMITE DE PUBLICACIONES:

    OLGA ARRATIA

    JULIO BARRENECHEA

    JOSE PABLO DOMINGUEZ

    MANUEL EDUARDO HUBNER

    ROBERTO MEZA FUENTES

    ASTOLFO TAPIA MOORE

    CARLOS VERGARA BRAVO

    OBRAS PUBLICADAS:

    ASI CRECE ISRAEL

    por el profesor Astolo Tapia Moore, 1950.

    PROBLEMAS DEL DESARROLLO ECONOMICO DE ISRAEL

    por el Profesor Felipe Herrera Lae, 1956.

    ASPECTOS GENERALES DE LA UNIVERSIDAD DE JERUSALEM

    por don Julio Ortzar Prado, 1957.

    ARQUEOLOGIA EN TIERRAS DE LA BIBLIA por el Profesor Jos Pablo Domnguez C., 1957.

    UNIVERSIDAD Y VIDA EN ISRAEL Fisonoma de un pueblo en su tierra

    por Ana Albala-Levy, 1958.

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