Soldados de Juguete - Javier Santolobo

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  • Una precuela de la saga Corazones de HierroEscrita por Javier Santolobo

    Soldados de Juguete Javier Santolobo, 2014. Todos los derechos reservadosIlustracin de Portada: Felipe Giuliano, Javier Santolobowww.corazonesdehierro.comISBN: 978-0-9920380-2-1 Cuando pareca que la III Guerra Mundial era lo peor que le poda pasar a la humanidad, un acontecimiento devastador vino a sacarnos a todos de nuestro error

    para cambiar la historia para siempre, y aquellos que debieron ser nuestros salvadores, se convirtieron en nuestros verdugos.Los robots se revelaron para exterminar a quienes los crearon, y el mundo se convirti en un lugar desolador, en el que el mayor logro para cualquier hombre,

    mujer, o nio, era alcanzar a ver un nuevo amanecer.Es precisamente en esos momentos cuando surgen los verdaderos hroes. No importa si eres un viejo casi sin pelos en la cabeza y que necesita un bastn para

    caminar, o un nio que ni siquiera ha aprendido a multiplicar. Da igual si eres rico o pobre, blanco o negro, inteligente o simplemente un necio. La guerra nos pone aprueba a todos, y al final no son slo las grandes hazaas las que cuentan, sino que incluso el gesto ms pequeo puede convertirnos en alguien capaz de cambiar elcurso de la historia.

    Slo hacen falta dos cosas. Valor, y un corazn de hierro.Y eso es precisamente lo que tiene el hroe de nuestra historia. Un juguete que, cuando fue puesto a prueba, demostr ser ms valiente que el ms fuerte y

    aguerrido de los soldados.

  • I

    Seguro que ese atontado de Piny se ha vuelto a meter en el mismo lo de siempre.Milo llevaba horas intentando encontrar a Piny, su nico compaero, aprovechando como siempre el amparo de la noche. Fue a los lugares en los que sola

    perderse, como el Lago de los Piratas, el Bosque de las Setas, o el Laberinto Multicolor, pero no se encontraba en ninguno de ellos. Slo le faltaba por buscar en el lugarms peligroso de todos. El Hogar de Piny.

    Piny era la mascota del Robot World Party, el nico parque de atracciones del mundo en el que todo, absolutamente todo, estaba protagonizado por robots. YPiny, el pequeo androide con forma de pingino, era el rostro que lo representaba. El problema era que Piny, su compaero Piny, el bueno y tontorrn de Piny, era elnico de todos los Pinys que no se haba vuelto loco, y en la gruta de hielo falso que haba sido su hogar se encontraban sus hermanos, decenas de pinginos a los quepareca que lo nico que les interesaba era destruir a cualquier robot que se les pusiera por delante.

    En la anterior ocasin en la que Milo tuvo que ir a rescatarlo de ese lugar, lograron huir por los pelos. Y slo fue gracias a que mientras corran, perseguidos porvarias decenas de pinginos diablicos, se toparon con un pobre y viejo robot de mantenimiento al que pillaron por sorpresa y sobre el que se abalanzaron sincompasin. Cuando se dio la vuelta, Milo slo alcanz a ver una gran marea negra de pinginos, y del otro pobre robot slo se vean las piezas que iban saltando desdedentro de la marabunta, mientras que sonaba un terrorfico coro de graznidos entonando una cancin de destruccin.

    Pero no tena ms remedio que ir de nuevo al Hogar de Piny. Si no quera perder a su nico amigo, el nico robot del parque (y posiblemente del mundo) que no sehaba vuelto loco, deba rescatarlo.

    Milo tena el aspecto de un soldadito de plomo, con el tamao de un nio y el rostro de un antiguo juguete de madera. Su uniforme militar de brillantes coloresllamaba mucho la atencin a los visitantes del parque (cuando los haba habido), con su casaca azul, sus adornos dorados, y su sombrero de copa alta completamenteengalanado. Completaba el disfraz un precioso mosquete, un rifle de aspecto arcaico del que nunca se separaba a pesar de que lo nico que era capaz de disparar eranconfetis y serpentinas.

    Todos los robots que a estas alturas quedaban activos en el parque eran malvados y peligrosos, y a pesar de que solan reunirse en la zona del Castillo Encantado,ningn lugar era realmente seguro. Por eso Milo siempre se mova en silencio y aprovechando la oscuridad. Borde la pista del Espectculo sobre Hielo y se encaminhacia el norte. El parque era enorme, pero por suerte el Hogar de Piny no se encontraba lejos. Diez minutos ms tarde, despus de sortear a unos robots piratas quedaban vueltas sin parar en las Tazas Locas, y tras cruzar a la carrera el lugar donde los humanos haban hecho colas interminables para subir a la atraccin de LosRpidos, lleg hasta las puertas del temido lugar que por fuera tena el aspecto de un enorme iceberg.

    Si entraba y su amigo Piny no se encontraba all, se iba a enterar de lo que era un robot enfadado.Las luces estaban apagadas, pero por suerte Milo tena una pequea linterna. Pas en cuclillas por al lado de las taquillas (esos condenados pinginos eran

    pequeos y silenciosos y podan estar escondidos en cualquier rincn), y avanz por el pasillo de entrada hasta llegar al enorme saln interior con aspecto de grutaglacial. El lugar entero emita un tenue resplandor, y es que para hacerlo ms efectista, las paredes estaban veteadas con tinta fosforescente, lo que creaba una atmsferade aspecto fantasmagrico.

    No se vea a ningn Piny malvado por los alrededores. Ni a ninguno bueno tampoco.Atraves el puente de madera para llegar hasta la gran isla central. El falso tmpano de hielo sobre el que se encontraba era escarpado y estaba lleno de recovecos

    y pequeas grutas. En cualquier lugar poda esconderse una manada de pinginos locos.- Piny? -susurr Milo. Aunque era una tontera todos los pinginos se llamaban Piny.- KuiiiikUn tmido y asustado graznido lleg hasta sus sensores auditivos.Fue buscando el origen del sonido. Cuando por fin lo encontr, vio a su pequeo amigo escondido en una oscura grieta. Estaba temblando de miedo. Cuando vio a

    Milo, ni siquiera fue capaz de moverse. Simplemente le mir con sus grandes ojos de luz azul, pestaeando a gran velocidad por la excitacin de ver a su compaero.Estaba programado con una inteligencia artificial muy emptica, desarrollada para parecer dulces y tiernos a los visitantes del parque.

    - Kuik! Kuiik! Kuiiiiik!- Sssshhh! No hagas ruido, Piny. Nos van a escuchar.Milo dej la linterna sobre el suelo para poder alcanzar a su amigo dentro de la grieta. Lo agarr y lo cogi entre sus brazos. Estaba lleno de golpes y araazos,

    algunos viejos y con marcas de xido, pero otros eran completamente nuevos.- Cuntas veces tengo que decirte que esos robots ya no son tus hermanos? Casi te destruyen tres veces, y t sigues viniendo aqu. Un da no podr salvarte,

    pingino tozudo. Venga, vmonos antes deEntonces se escuch un sonido sordo cerca de ellos. Los dos se quedaron totalmente quietos, escudriando los alrededores con temor.- Kuik?- S. Creo que no estamos solos.Algo cruz a su espalda con gran rapidez, y de repente la linterna sali disparada, aterrizando en el ro que rodeaba la isla y dejndolos completamente a oscuras.

    Slo se vean el fulgor fosforescente de color turquesa y las siluetas de las construcciones de hielo.Los dos compaeros se quedaron inmviles, sin saber hacia dnde dirigirse.Entonces dos luces rojas se iluminaron en la oscuridad, en medio de la nada ms aparente. A esas las siguieron otras dos. Y otras dos. Cuatro, ocho, doce ms.Antes de darse cuenta, se encontraban totalmente rodeados de decenas de pares de ojos rojos que les miraban con afn de destruccin.Entonces los focos de la gruta se encendieron, y los ojos rojos tomaron cuerpo con la forma de al menos una treintena de pinginos de colores que les miraban con

    los ceos fruncidos.Por unos instantes no sucedi nada. Todo estaba en silencio, mientras unos y otros se miraban atentamente, pendientes de cualquier movimiento, de quin sera el

    primero en tomar la iniciativa.Milo no se lo pens dos veces.Se levant y sali corriendo con Piny en brazos. Y los Pinys diablicos se abalanzaron al instante tras l.Otros diez pinginos esperaban sobre el puente que cruzaba el ro, conscientes de que esa era la nica salida posible para sus presas. Milo comenz a correr en

    crculos, rodeando la isla, mientras intentaba idear un plan para escapar.A su espalda, una marabunta de pequeos robots locos les perseguan entonando con sus graznidos esa horrible cancin que, si hubiera sido humano, le habra

    puesto los pelos de punta.Llevaban ya unas cinco vueltas alrededor del iceberg, sin parar de correr unos tras otros, cuando de repente la mitad de sus perseguidores abandon el grupo. No

    eran demasiado listos, pero tampoco tan tontos.Como se tema, los vio aparecer por delante. Haban dado la vuelta en sentido contrario para cortarles el paso. No haba escapatoria.Entonces la vio surgir, desde la oscuridad de una cueva, su salvacin.Surcando el ro que rodeaba la isla, una barca con el aspecto exterior de un enorme pingino sonriente avanzaba lentamente de forma mecnica. Estaba muy lejos, y

    realizar un salto tan grande como para alcanzarla sera casi imposible. Piny poda nadar, pero si Milo no lo consegua y caa al ro, se cortocircuitara y se apagara porsiempre jams en el oscuro y fro fondo de las aguas del Hogar de Piny. Y lo que era peor si lo conseguan, el lugar al que les llevara la barca sera casi ms horribleque el escondite de los pinginos diablicos.

    Pero slo poda pensar en el ahora. Y ahora esa era su nica esperanza.Le hubiera gustado ser ms sutil, pero no haba tiempo para eso. A la carrera, agarr a Piny como si se tratara de un gran baln, y lo lanz con todas sus fuerzas

  • hacia el bote.- Kuuiiiiiii! -grit su amigo mientras volaba dando vueltas por los aires.Con un fuerte golpe, el pequeo pingino aterriz sobre la cubierta de la embarcacin.Sin parar de correr y con el mosquete a la espalda, Milo dio un enorme salto cuando lleg al lmite de la orilla de la isla.Verdaderamente, el bote estaba muy lejos.Se choc contra el borde exterior del casco, y una de las piernas se le meti en el agua, pero consigui afianzarse para no terminar por escurrirse y hundirse en el

    ro. Con un esfuerzo consigui auparse y meterse en la embarcacin, justo cuando uno de los Pinys malvados le pas rozando el pie para intentar mordrselo.- Uf, por los pelos -dijo Milo.- Kuik -respondi Piny.Decenas de pinginos, que se haban lanzado al agua tras ellos, comenzaron a revolotear alrededor suyo. Podan nadar, pero por suerte esos botes eran demasiado

    altos para que pudieran saltar dentro. No obstante no dejaban de intentarlo, y los golpes de sus cabezas contra el casco resonaban en toda la gruta.La barcaza sigui el camino estipulado por la atraccin, y dej atrs la cueva que era el Hogar de Piny para adentrarse en un pasillo oscuro. Atrs quedaron

    decenas de ojos de luz roja, que les observaban con odio desde la linde de sus dominios. No se atrevan a avanzar por ese camino. Hasta ellos le tenan miedo a lo quehaba ms adelante.

    Pero no haban tenido otra opcin.Justo en ese momento comenz a escucharse una suave cantinela. Era una cancin cantada por un coro de nios. Anteriormente haba sido dulce y bonita, pero de

    alguna forma con el tiempo se haba convertido en algo desentonado y aberrante, una oda a la distorsin.- No te muevas, Piny, de acuerdo? -Milo intentaba aportar seguridad a unas palabras que le salan a duras penas-. Ellos no pueden entrar en el agua. Mientras

    permanezcamos en el bote y alejados de la orilla, no nos pasar nada.Cuando el oscuro corredor se termin, de nuevo se hizo la luz blanquecina de las lmparas halgenas que colgaban del alto techo, y aparecieron en el interior de Un

    Mundo Feliz.En ambas orillas se reproducan escenarios de lugares y monumentos de todo el mundo. Desde la Torre Eiffel hasta la Estatua de la Libertad, desde una casa de

    madera adornada con flores propia de los Alpes suizos, hasta un molino de viento tpico de la meseta espaola. Todo resultara precioso e idlico si no hubiera sidopor ellos.

    Emplazados en el lugar de cada pas, haba decenas de robots con aspecto de ttricos nios vestidos con las ropas tpicas de su zona, ahora sucias y hechasjirones. Juntos por parejas de chico y chica, sus bocas eran las que entonaban la irritante cancin que lo dominaba todo. Sus ojos se movan de lado a lado al ritmo de lamsica, como si estuvieran posedos. Y sus brazos se agitaban en un eterno saludo que nunca descansaba.

    Milo y Piny permanecieron agachados, intentando pasar desapercibidos. Quizs no les vieran y pudieran salir de la atraccin sin ningn percance. Slo tenan quecruzar los siete continentes y llegar al exterior.

    Entonces escucharon movimiento.Milo se asom con cuidado, y pudo ver cmo sus peores temores se haban convertido en realidad.Todos los nios, con el aspecto de pequeos zombis demacrados por el tiempo (a algunos les faltaban extremidades, a otros se les haba cado un ojo o una oreja),

    comenzaron a descender de sus lugares de residencia y a acercarse poco a poco desde ambas orillas. No eran rpidos, pero el bote, diseado para cruzar el lugar a unavelocidad que permitiera a los visitantes disfrutar de las vistas, tampoco lo era.

    Ms adelante pudo ver cmo desde una de las orillas lanzaban una cuerda hacia la otra. Otros robots la recogieron, y entre todos la tensaron. Esa cuerda seinterpona en el camino del bote. Y entonces los pequeos zombis comenzaron a colgarse de ella y a avanzar, preparndose para asaltar el bote cuando este llegara a sualtura. Y todo ello sin dejar de cantar su horrible cancin.

    - Ponte a cubierto, Piny. Y no salgas!Piny asinti, con sus ojos azules entornados en una mueca de verdadera preocupacin.- Y si ves que me atrapan, salta al agua y huye de aqu. De esa forma no te podrn seguir.Milo se dirigi a la proa de la barcaza y cogi su mosquete, preparado para la batalla como si de verdad fuera un soldado.Desde ambos lados de la cuerda que se cruzaba ante ellos unos metros por delante, ocho pequeos zombis haban avanzado ya hasta el centro y les estaban

    esperando.Qu hago?!, se pregunt Milo a s mismo, ofuscado por unos instantes. Ojal el mosquete fuera de verdad.El mosqueteCuando el bote estuvo a punto de tocar la cuerda, Milo se estir sobre la proa y la enganch con la culata de su fusil.Slo tendra una oportunidad, o los zombis les abordaran y ese sera su fin.Empuj la cuerda con fuerza hacia delante y hacia abajo, para hundirla bajo el bote.Dos zombis enanos, un australiano con unas bermudas radas, y otro de Canad al que se le haba cado la parte inferior de la boca, comenzaron a golpear el

    mosquete con sus pequeas manos, viendo lo que se les vena encima. Pero la forma cncava de la culata y la fuerza que ejerca Milo sobre ella consiguieron que no sesoltara. Empuj la cuerda hacia abajo en el momento justo, y se hundi bajo el bote, junto con cuatro o cinco de los nios zombis, que chisporrotearon en un intensocortocircuito.

    En ambas orillas, el resto de robots comenz a elevar el tono de su cancin, presos de la frustracin. Sus rostros comenzaron a desfigurarse, sus ojos abiertos depar en par como si estuvieran posedos, llenos odio, transformando sus eternas y falsas sonrisas en gestos de autntica rabia.

    Entonces sucedi algo extrao.Una pareja de muecos que deba pertenecer a los Estados Unidos agarr a uno de los de Rusia y lo lanz por los aires en direccin al bote. Al principio el zombi

    ruso puso cara de sorpresa, pero entonces vio que el vuelo realmente estaba a punto de llevarle hasta la cubierta del bote, y comenz a esgrimir una gran sonrisa debajode su gorro de pieles con orejeras.

    La sonrisa le dur hasta que Milo le asest un duro golpe con su mosquete, como si se tratara de un bate de beisbol, y lo lanzara al agua sin remisin.Cay en el interior del ro con el seco sonido de un rpido cortocircuito.Entonces la cancin disonante ces de golpe. Los muecos zombis comenzaron a mirarse unos a otros. Y como si se tratara de una metfora de la Guerra Mundial,

    comenzaron a gritar y a pelearse entre ellos para intentar lanzarse unos a otros sobre el bote.Un espaol y un francs lanzaron a un italiano. Entre la pareja de Canad y un mejicano, lanzaron al chico estadounidense. China y Corea se haban unido contra

    Japn, e Israel intentaba zafarse de todos sus pases vecinos, que no cejaban en su empeo de arrojarlos al agua.Y mientras tanto, Milo no paraba de batear con su fusil a un lado y a otro de la barcaza. Eran demasiados, y aunque no todos llegaban a su destino, tena que

    desplazarse continuamente de babor a estribor para evitar que llegaran a alcanzar la cubierta.Un brasileo mulato vestido de carnaval consigui abordarles. Milo no se haba dado cuenta, y el mini zombi se acercaba hacia l por la espalda, andando sobre el

    borde del pasamanos. Levant el cetro dorado que tena en sus manos, y que le designaba como rey del carnaval, y se prepar para asestar un duro golpe al pequeosoldado.

    - Kuiiiiiik!Piny se lanz sobre l de cabeza. Chocaron y ambos se fueron al agua. La diferencia era que el mueco lo hizo con un sonido de cortocircuito, en tanto que Piny se

    puso a nadar alrededor. No podra volver a subir al bote aunque ya no lo necesitaba.De repente la luna apareci sobre sus cabezas.Haban conseguido escapar de Un Mundo Feliz.

  • La barcaza atrac en el final del recorrido y Milo se baj lentamente, con su nivel de energa bastante mermado.Piny sali a su encuentro, andando por la orilla.- Ha faltado muy poco esta vez, Piny.El robot pingino le mir con los ojos entornados en un claro gesto de culpabilidad.- Alguna vez dejars de meterte en los?- Kuik -respondi.Milo le mir de forma acusadora, para pasar a sonrerle al instante siguiente. Por algn motivo, no era capaz de enfadarse con l cuando le miraba con esos

    enormes y expresivos ojos azules.Se ech el mosquete a la espalda y, sin decir nada, ambos empezaron a encaminarse a hurtadillas hacia su escondite.

    II Las blancas nubes volaban por encima de sus cabezas con la tranquilidad de los grandes cmulos que solan formarse en esa poca del verano. El sol brillaba con

    intensidad y recargaba las clulas fotovoltaicas de los dos robots, mientras descansaban sobre una de las enormes setas gigantes de varios metros de altura de El BosqueMgico, llenndolos de la energa que necesitaran para moverse durante la noche.

    Ese era uno de sus escondites favoritos, porque por algn motivo el resto de robots no sola acercarse por all. Y eso era bueno porque el resto de robots (al menoslos que quedaban de una pieza) se haban vuelto locos.

    Escuch en su cabeza la risa de los nios, y eso le transport al banco de memoria de sus recuerdos, al momento en el que el parque de atracciones Robot WorldParty haba sido un lugar feliz y lleno de gente.

    Antes de la llamada de La Entidad.Aunque Australia participaba con sus tropas en la III Guerra Mundial, lo cierto era que los estragos de los combates an no haban llegado hasta esa zona. Es por

    ello que, pese al clima de inquietud general en la poblacin por la matanza que se estaba desarrollando en gran parte del resto del mundo, la ciudad de Sidney segua unavida ms o menos normal. Y el parque tena ms xito que nunca, quizs por la propia necesidad de los humanos de aislarse de los problemas de su civilizacin.

    Cuando iban al Robot World Party, el nico parque de atracciones de todo el mundo que estaba protagonizado exclusivamente por robots (desde el principalpresentador de atracciones hasta el ltimo de los limpiadores eran robots), los humanos disfrutaban. Se olvidaban de todo. Y rean, rean sin parar.

    A Milo le encantaba pasar el tiempo rodeado de humanos. l era el encargado de recibirlos en la entrada principal, paseando por los jardines del parque paraofrecerles consejos, informacin, y tambin regalos conmemorativos a los ms pequeos. Cada dos horas l y sus hermanos se unan en una divertida marcha militar detreinta y dos soldados de plomo, que terminaba con una enorme salva de confetis y serpentinas disparadas al unsono por sus mosquetes. Vea la emocin de los nios(y no tan nios) gritando y riendo bajo la lluvia de colores, y entonces se senta completamente satisfecho con el propsito de su existencia.

    Hasta que lleg el da ms negro que se poda recordar.A ltima hora de una tarde de marzo, en pleno espectculo de fuegos artificiales, una inteligencia artificial denominada La Entidad lanz un programa a travs de

    todas las redes fsicas y virtuales conocidas que afect a todos los robots del mundo. Desde la ms poderosa mquina de guerra, hasta el ms humilde robot de asistenciadel hogar, quedaron afectados por un extrao virus que hizo que acudieran irremediablemente a su mandato para unirse a un ejrcito de androides que tendra comoobjetivo erradicar a la humanidad de la faz del planeta.

    As fue como, al final, la guerra lleg hasta ellos.Pero Robot World Party era un lugar muy especial. Su creador se jactaba de haber creado un parque totalmente autnomo hasta en el ms mnimo detalle. Desde el

    funcionamiento de los robots, hasta la programacin de las atracciones, pasando por el sistema de energa del parque y el suministro de aguas, el lugar era totalmenteindependiente del resto del pas y del mundo. Y quizs por ello, los androides que all residan no se unieron a la guerra.

    Simplemente se volvieron locos.En plena noche, bajo las luces multicolor de los fuegos artificiales, un Piny comenz a morderle la pierna a una seora de gran volumen, que gritaba mientras corra

    con dificultad, asestndole bolsazos al pequeo robot con forma de pingino. Acto seguido, Milo pudo ver a un robot payaso lanzando a un adolescente de cabeza alestanque central. Y casi al mismo tiempo un robot pirata atrapaba la pierna de un hombre con una cuerda y lo alzaba al palo mayor de su barco.

    Todo se convirti en un instante en caos. Y gritos. Y destruccin.Milo prefera no recordar esa noche.Por algn extrao motivo que desde luego l no comprenda, algunos de los robots del parque no se vieron afectados por el virus. No fueron muchos. Y de todos

    ellos, ahora, tres aos ms tarde, solo quedaban en funcionamiento l y Piny.Sin embargo, aunque no se haba vuelto loco, algo s que le haba sucedido. Era como si su programacin se hubiera liberado. Antes tena una serie de instrucciones

    en su programacin, un guin del que nunca sala porque ni siquiera saba que se pudiera salir de l. Sin embargo, desde entonces se senta diferente. Se senta con unacapacidad de razonar y decidir como nunca antes haba tenido. Se senta libre.

    Libre, pero encerrado en un parque de atracciones diablico.Fue gracias a ello que aprendi a subsistir, escondindose por el da, y haciendo lo mnimo posible durante la noche. l y su compaero se recargaban con la luz

    del sol y, si en alguna ocasin haba muchos das nublados, acudan a escondidas a alguno de los centros de recarga con cuidado de no toparse con otros robots.Y as pasaba Milo su existencia, sin nada ms que hacer que hablar con un pingino que ni siquiera hablaba. Aunque de alguna forma se haban convertido en los

    mejores compaeros del mundo.En ese momento volvi a escuchar las risas de los nios en su cabeza.No.No estaban en su cabeza.Milo se levant como un resorte, y desde lo alto de la seta gigante se puso alerta, mirando alrededor con inquietud y tratando de aguzar el odo.Otra vez!Se puso la mano sobre los ojos a modo de visera para que el sol no entorpeciera su capacidad de visin. Y al cabo de un rato los vio.A lo lejos, por detrs de la gran noria, aparecieron dos humanos jvenes.Pero qu rayos hacen aqu? No saben el peligro que corren?Evidentemente no deban saberlo, o no andaran por ah como si tal cosa.- Vamos, Piny, despierta! Tenemos que ayudarles!Piny abri los ojos, asustado, y dio un respingo que le hizo caer de espaldas. El relieve inclinado de la superficie de la seta gigante hizo que comenzara a rodar

    hacia abajo, para finalmente caer por el borde y despearse sus buenos cuatro metros de altura. Por suerte lo que haba abajo era csped gigante, con lo que el golpe nofue demasiado violento.

    - Siempre igual -se dijo Milo con una sonrisa dibujada en su rostro de metal y plstico-, el nico amigo que tengo y es el ms tonto que me ha podido tocar.Baj de la seta trepando, y ayud a Piny a ponerse de pie.- Sabes? A veces pienso que el virus de La Entidad no te afect a ti simplemente por ser demasiado tonto.- Kuik -respondi el pingino, visiblemente ofendido.Sin perder un segundo ms, se encaminaron hacia la gran noria, movindose como siempre con mucho cuidado de no encontrarse con ningn otro robot. Rodearon

    el Valle de los Dinosaurios, donde por suerte los robots que lo habitaban eran tan grandes que los haban tenido que construir anclados al suelo. No quera tener que

  • verse a s mismo teniendo que huir de esos dientes a la carrera, unos hierros enormes y afilados que no dejaban de ensearles con odio conforme les vean pasar.Dejaron atrs el Templo Maldito y el Gran Circo Romano, y por fin llegaron a la zona de la noria. Pero ya no estaban all.- Vamos, Piny. Tenemos que encontrarlos nosotros antes de que lo hagan otros. Hay que avisarles de que huyan de aqu.- Kuik -asinti el pingino.Ni en la noria, ni en la montaa rusa, ni en la Olla Diablica, ni en los autos de choque haba demasiadas atracciones y podan estar en cualquier lugar.Entonces de nuevo lleg a sus odos el dulce sonido de las risas. Vena de la zona de las atracciones infantiles.Se fueron acercando a hurtadillas, para no asustarles. Estaban en el gran tiovivo, donde caballos, pequeos elefantes voladores, y otros animales de fantasa, haban

    perdido lustre y se haban descascarillado por los efectos del tiempo y la falta de cuidados. Sin embargo, a la familia que all haba no pareca importarle.Y es que Milo estaba seguro de que se trataba de una familia. Estaban el padre y la madre, sobre cuya espalda cargaba a un beb envuelto en telas, un nio de

    aspecto serio de unos doce aos, y una nia risuea de unos nueve. Era como una de tantas de aquellas unidades familiares con las que haba tratado en los buenostiempos si no fuera, claro estaba, por los cuerpos extremadamente delgados, las ropas radas, y las barbas y cabellos despeinados.

    - Crees que funcionar, pap? -pregunt la nia, con su voz inocente.- No, Katy, no debemos encenderlo -le dijo la madre, pasndole una mano tranquilizadora por su cabello moreno y ondulado-. Puede ser peligroso.- No seas as, Nataly -el padre cogi a la nia en brazos y la subi a lomos de un unicornio rosa-. Hace meses que no vemos ningn robot. Y adems, este lugar

    est abandonado desde hace mucho tiempo, y lejos de la ciudad. Seguro que no pasa nada... Aunque la verdad, tampoco creo que funcione."Que no pasara nada?, pens Milo. Aunque por suerte, l tampoco pensaba que fuera a funcionar. Y menos mal, porque el sonido alertara a cualquier robot

    que anduviera cerca.Mientras el padre se diriga hacia la cabina de mandos, Milo, con el fusil al hombro y Piny a sus pies, no dejaba de darle vueltas a cmo deba acercarse a ellos. Se

    asustaran mucho de ver a un robot y motivos no les faltaban. Pero si no sala yaPara su sorpresa, las luces del tiovivo se encendieron, y la pesada estructura arranc con dificultad para dar un primer movimiento circular, al tiempo que las

    figuras suban y bajaban con su hipntico baile. Una msica potente y disonante comenz a ascender en revoluciones de forma lnguida al ritmo del tiovivo.Qu haca? Porque tena que hacer algo, no?- Bien, pap! Hahaha! Ms rpido, ms rpido!El nio, aunque con gesto taciturno, tambin termin por esbozar una leve sonrisa y subirse a un caballo de color negro al que le faltaba una pata.Todos rean, incluida la cautelosa madre, mientras la mquina daba vueltas y el sonido inundaba el parque.Entonces Milo escuch un ruido lejano. Un ruido que los humanos no seran capaces de identificar, pero que a l le crisp de pnico todos los circuitos. Se trataba

    de las puertas del Castillo Encantado.Acababan de abrirse.- Tenis que huir de aqu! -grit Milo, armndose de valor y saliendo de su escondite hacindoles gestos con las manos en alto.- KUIIIIIK! -corrobor Piny.Los humanos se giraron hacia ellos, y al verlos, se quedaron petrificados.El padre agarr a la nia en volandas y la sac de encima del unicornio. La mujer se puso al beb delante, protegindolo con los brazos. Y sin decir nada, todos

    salieron corriendo en tropel huyendo de all, tal y como les haba dicho Milo que hicieran pero en la direccin equivocada.- Por ah no! -les grit-. Vais directos al Castillo!Pero los humanos no le escucharon, o bien no le quisieron escuchar.Milo sali tras ellos, gritndoles para que se pararan y as poder explicarles por dnde tenan que salir del parque. Pero corran de una forma endiablada. No haba

    visto a humanos correr tan rpido desde el incidente de aquel nio que se haba mareado en la noria y haba comenzado a llover vmito sobre la gente que esperaba en lacola de abajo.

    Pero tena que alcanzarlos! Si otros robots les cogan no quera ni pensar en lo que haran con ellos.Salieron de la zona de las atracciones y comenzaron a cruzar por la avenida principal de AcuaWorld. Milo iba perdiendo terreno, y la familia segua dirigindose

    justo hacia las fauces de su perdicin. Entraron a toda velocidad en la Selva Esmeralda cuando el robot estaba a punto de darlos por perdidos.Y entonces, de la nada, una cosa enorme cay desde lo alto de uno de los rboles sobre el padre de familia, arrojndolo por los suelos.Se trataba del mismsimo Seor Julius.Oh, no El Seor Julius era un robot con forma de gorila, cuyo cuerpo alternaba pelo negro sinttico con algunas piezas de reluciente acero. Pero a diferencia de cualquier

    gorila normal, ste llevaba un sombrero de copa que le quedaba pequeo, y un monculo del que se apropi tras arrancarle la cabeza a uno de los personajes del Vals delos Caballeros.

    - FRANK! -grit la madre.La nia empez a chillar de terror y el beb se puso a llorar a pleno pulmn. El muchacho, por su parte, se arroj hacia el Seor Julius demostrando una gran

    valenta, y comenz a dar patadas intilmente a su agresor, ya que el gorila ni se inmutaba.Milo se dispuso a correr hacia ellos para ayudarles a escapar, cuando cinco sombras ms salieron de la espesura de la selva. Se trataba de dos piratas, un vaquero,

    un robot espacial, y un pequeo dinosaurio.Milo se tir rpidamente a un lado y se escondi tras un enorme helecho, y justo en el ltimo instante pudo atrapar a Piny, que segua corriendo como un poseso

    en direccin al grupo.- Ssshhh calla! Ahora no podemos hacer nada.- KuiiiK?- No, son demasiados. Lo nico que conseguiremos es que nos atrapen a nosotros tambin.Milo miraba como entre todos los robots reducan fcilmente a la familia y los inmovilizaban uno a uno. A pesar de los llantos, los gritos y los ruegos, ninguno de

    los robots locos se apiad de ellos, y les trataron como a carne en el matadero. Slo el nio permaneca callado, aunque no por eso cesaba en su intento de liberarse.La madre no dejaba de revolverse, gritando y pataleando mientras intentaba alcanzar a su hija. En un rpido movimiento, el gorila se plant delante de ella y coloc

    su enorme cara a un palmo de la suya, dedicndole una mirada realmente disgustada.- GROOOOOAARRRRR! -Rugi, con un volumen imponente.Los humanos se quedaron petrificados al instante, y un repentino silencio se adue de la falsa selva de plstico.Y entonces, el gorila habl.- Permitidme comentar que me parece del todo inaceptable que se arme un bullicio de estas caractersticas ante la tesitura en la que os hallis envueltos -el Seor

    Julius tena una voz profunda, y mostraba refinados modales mientras gesticulaba con una de sus peludas manazas en un intento de parecer sofisticado-. Os recomiendoencarecidamente que guardis silencio, tanto por nuestro bien como por el vuestro.

    - De de acuerdo -musit el padre con dificultad, al que le sala un hilillo de sangre por la boca-. Chicos haced lo que dice guardad silencio.El Seor Julius sonri.- Bien, as me gusta. Comprobaris que el resultado de vuestro mutismo ser altamente satisfactorio. Y ahora -dijo a los robots que le acompaaban mientras

    sealaba en direccin al Castillo Encantado- escoltadles hasta nuestra apacible morada. Y que los reciba nuestro querido lder, Rippingskin. Seguro que estar interesadoen mostrarles la cortesa de la que hacemos gala en nuestro castillo.

    - Y qu vas a hacer t, Julius? -pregunt uno de los piratas.El gorila le mir un instante, con los ojos entornados. Entonces se dio la vuelta y, lentamente, camin hacia l apoyndose en los nudillos.

  • Cuando lleg a su altura, primero le sonri. El pirata le devolvi la sonrisa. Y acto seguido, con su enorme mano de simio, le descarg un golpe sobre la cabeza tantremendo, que esta sali volando dando vueltas por los aires, parche y sombrero incluidos.

    Despus se dirigi al lugar donde haba cado la testa pirata (el resto del cuerpo haba quedado extraamente de pie en la misma posicin) y la recogi del suelo.Por supuesto, estaba completamente apagada. Pero aun as, el gorila le habl.

    - Te he dicho con anterioridad en dos ocasiones que a m persona se le habla de usted. Y adems, mi nombre es Seor Julius. -Observ detenidamente al resto derobots para ver si haban comprendido la observacin. Y por sus asustados rostros, pareca que as haba sido. Tir la cabeza al suelo con desprecio y se puso a mirarlos alrededores-. Y respondiendo a la pregunta... creo haber divisado por aqu a un viejo amigo al que hace tiempo tengo ganas de echar el guante. Dicho de formacoloquial, voy a echar un vistazo. Marchad vosotros, concurriremos de nuevo en el Castillo.

    - De acuerdo, Ju Seor Julius- respondi el robot espacial, corrigindose justo a tiempo para ganarse tan slo una mirada amenazante.Los robots se dieron la vuelta y se marcharon de all con su grupo de presos humanos, mientras que el Seor Julius, tras quedarse parado unos instantes

    observando los alrededores, comenz a caminar en direccin a los dos robots que se encontraban escondidos.Milo le puso una mano en el pico a Piny, a pesar de que era una tontera, porque el pingino no utilizaba la boca para emitir sus sonidos. Pero esperaba que el

    pequeo androide entendiera el gesto.Los dos estaban agazapados detrs de unos grandes arbustos, sin hacer ni un movimiento, esperando que el gorila no les viera. Por suerte se encontraban en la

    selva (aunque fuera de mentira), donde haba muchos lugares en los que resultaba fcil pasar desapercibido.El Seor Julius sigui avanzando, y se detuvo justo a la altura en la que ellos se encontraban. Slo les separaban unos escasos tres metros de vegetacin. El

    pequeo soldado y el pingino se acurrucaron ms si caba, temiendo que les hubiera visto desde el principio, cuando el robot gorila gir su cabeza hacia ellos. Busccon insistencia entre la vegetacin

    Pero las sombras jugaban a su favor.El Seor Julius se dio la vuelta y cogi el camino hacia el Castillo Encantado.

    III El Castillo Encantado no se pareca en nada a ningn otro Castillo Encantado de ningn otro parque de atracciones del mundo. Este era enorme.En realidad se trataba de diferentes castillos unidos en una misma estructura, en cuyo centro se encontraba el ms importante de todos, aquel cuyas torres se

    podan ver desde cualquier lugar del parque, y por lo que haba odo, el emplazamiento en el que el terrible Rippingskin, el payaso que se haba erigido como el cruellder de los robots desprogramados, haba asentado su saln del trono.

    Lugares como la Mansin Fantasma o el Templo Maldito asustaban con nombrarlos, pero es que atracciones que antes haban sido hermosas y divertidas, como elSaln de los Bailes o la Carpa de los Payasos, se haban convertido en sitios ms aterradores si caba.

    Milo saba que necesitaba elaborar un plan para entrar y salvar a esa pobre familia, y as lo haba hecho el plan era entrar y salvar a esa familia. Por muchasvueltas que le daba, el resto de detalles escapaban a sus posibilidades de planificacin. Aunque tambin haba otro dato importante en esa estrategia, y era el intentar, enla medida de lo posible, no acabar destruidos.

    Se acercaron a la zona del Cine Esfera. En la puerta, tres robots con aspecto de malabaristas de circo jugaban entre risas lanzndose unos a otros la cabeza de unpobre condenado que deba llevar mucho tiempo apagado, y que hacan dar vueltas en el aire sin parar.

    - He dicho que me dejis en el suelo! Como encuentre mi cuerpo os voy a dar una tunda, desgraciados!Pues no, la cabeza no estaba apagada. Nada podan hacer por ella, y de todas formas estaba claro que no iban a conseguir entrar por ah, as que fueron a buscar

    otro lugar por el que colarse.La siguiente zona era la del Castillo Medieval, pero por ah sera intil intentar entrar. Estaba completamente en ruinas y, tristemente, Milo recordaba

    perfectamente el motivo. Ese fue el postrero reducto defensivo de los humanos que haban ido ese fatal da al parque de atracciones, el lugar en el que los ltimossupervivientes consiguieron esconderse y plantar cara a los robots. Se hicieron fuertes durante das, y lograron resistir al interminable asedio al que fueron sometidos,superados en nmero por treinta a uno. Pero todo termin con luces de colores y explosiones. Con las mismas catapultas que servan de decorado, los robots lanzaroncajas y cajas de fuegos artificiales encendidas que entraron por distintas partes del castillo, atravesando el cartn piedra de sus muros y al final, lo que no destruyeronlas explosiones, lo hizo el fuego. Fuego de colores verdes, rojos, amarillos y azules.

    El ruido ensordecedor de las explosiones no consigui enmudecer del todo los gritos que salan del interior. Despus de aquello, ya no qued ni un humano vivo enRobot World Party.

    De repente volvieron a escuchar ese ruido seco y profundo que reconoca fcilmente y que tanto pavor le daba. De nuevo se haban abierto las puertas principalesdel Castillo Encantado pero esta vez acompaadas de otro ruido tambin familiar. El de la msica.

    - Venga Piny, vamos a ver qu es eso.- Kuik?- S, de verdad. Tenemos que saber lo que est pasando.Con expresin poco convencida, el pequeo pingino march detrs del soldadito.Avanzaban agazapndose detrs de atracciones, de antiguas casetas, o de la decoracin del parque, cuando comenzaron a escuchar la voz ms temida del parque.

    Su tono cruel era inconfundible, y le haca tener ganas de quedarse totalmente paralizado al abrigo de su escondite. Era el payaso Rippingskin. Y sus palabras no eranmenos malvadas.

    - Damas y caballos que diga, caballeros! Nias y nios, piratas y bufones, indios y vaqueros, seres vivos o robots muertos... Bienvenidos todos a RobotWorld Party!

    Unos fuegos artificiales estallaron en el cielo del ocaso, justo en el momento en el que Milo consigui ver lo que suceda. De las puertas del Castillo Encantadoemerga una cabalgata de carrozas, igual que las que salan cada noche cuando ese parque haba sido un lugar lleno de vida y de alegra. Pero a diferencia de aquellas, estaresultaba terrorfica.

    En primer lugar marchaba la carroza del rey, ocupada, como no, por Rippingskin. Sus enormes ojos rojos iban a juego con su ropa y con su sombrero de dospicos, y unos dientes de sierra fabricados por l mismo reflejaban fielmente su carcter malvado. Se encontraba de pie delante del trono, sobre el cual estaba sentado elpadre de familia, amarrado de brazos y piernas. Mientras hablaba, el payaso diablico haca malabarismos con unos afilados cuchillos.

    - Esta noche, en honor a nuestros invitados ilustres de hoy -su voz amplificada por los micrfonos sonaba por encima de la msica- le hemos quitado el polvo aestas antiguallas sobre ruedas y vamos a disfrutar de una maravillosa fiesta durante toooooda la noche. Y maana por la maana, cuando salga el sol, les dejaremosmarchar.

    De repente la msica par, la cabalgata se detuvo, y todos se quedaron mirando incrdulos a su cruel lder.Habiendo captado la atencin de su pblico, Rippingskin hizo una pausa dramtica con una gran sonrisa enmarcada en sus dientes de hierro oxidado. Mir hacia

    atrs, y observ cmo al padre de familia se le iluminaba la mirada con un leve hlito de esperanza. Entonces, a la velocidad del rayo, el payaso agarr todos loscuchillos que bailaban por el aire y los lanz contra el humano.

    Todos se clavaron con un ruido seco en la madera del trono, y slo uno le roz en la mejilla, lo suficiente como para hacer brotar sangre roja del corte.- Si es que sobreviven, claro!Un enorme clamor de crueles risas se elev por los cielos, al tiempo que la msica y la cabalgata reanudaban su marcha.En la siguiente carroza, dominada por grandes esculturas de animales del frica, unos pocos robots con enormes cabezas de ratn, de pato, o de perro, danzaban

  • con una estudiada coreografa, aunque Milo no la recordaba con unos movimientos tan soeces. Entonces se dio cuenta de que esos androides se iban pasando unos aotros un bulto envuelto en sbanas. Y tras fijarse por unos instantes, no le cupo duda de que se trataba del beb de la familia. Incluso poda escucharle llorar sobre elclamor de la msica. Un sentimiento de rabia le invadi hasta el ltimo circuito.

    - Vamos, hermanos y hermanas! -segua proclamando Rippingskin-. Por fin vuelve a haber seres de sangre, carne y huesos entre nosotros. Haca tiempo que nodisfrutbamos de algo as quizs no debimos matarlos a todos! Hahaha Venga, fuimos creados para entretenerles. Es que no sabis hacer nada mejor? Bailad paraellos! Cantad para ellos! Red para ellos!

    En la tercera carroza, con el aspecto de una gigantesca cabeza de arlequn de carnaval que haba sido cruelmente mutilada y pintarraqueada, se hallaban de pie elSeor Julius y Siro el Vampiro. Esos dos eran los robots que ms mandaban en el parque despus del propio Rippingskin. Siro haba sido la estrella de la Casa delTerror, si bien, como se trataba de un parque de atracciones familiar, su rostro se pareca ms a una caricatura simptica con colmillos que al mtico personaje depesadilla. Pero no haba que dejarse engaar slo se poda llegar a su posicin gracias a una extrema crueldad. Y de rodillas a sus pies, atados por correas, seencontraban los otros dos hijos del matrimonio. La chica, en estado de shock, miraba aterrada alrededor, con los ojos completamente abiertos e inundados en lgrimas. Elnio, sin embargo, permaneca completamente quieto, con la vista fija al frente y el ceo fruncido en una intensa expresin de odio.

    La madre iba en una cuarta carroza con la forma de un barco pirata, atada al mstil mayor. A pesar de que ninguno de los robots a bordo perteneca al elenco depiratas, todos portaban sombreros y espadas, y peleaban entre s como si les fuera la vida en ello. De hecho, en un momento determinado, Milo pudo ver como lacabeza con forma de perro del dios egipcio Anubis sala volando por los aires, cercenada de su cuerpo por el sable de un simple robot de mantenimiento. La cabeza caya los pies de la madre de los nios y, todava activada, intent morderle los pies. Tras un grito inicial de pnico, la mujer se repuso y le dio tal puntapi a la testa delmalogrado dios que la mand por los aires, terminando por caer bajo la carroza.

    - Soy un dios! No puedo moriCRUNCH!Fueron sus ltimas palabras antes de que lo aplastara una de las grandes ruedas del vehculo con forma de barco.La cabalgata iba dando la vuelta por la avenida que rodeaba al castillo, y Milo y Piny la seguan escondidos en la oscuridad. Todo transcurra entre amenazas de

    muerte, juegos crueles y fuegos artificiales. Pero pareca que de momento no iban a hacer dao a los pobres humanos.- Piny, no s cmo lo vamos a hacer para entrar. Se te ocurre alguna idea?- Kuiiik- No eres tan slo un pingino. Eres un robot, como yo. Es que te has dado un golpe en la cabeza?- Kuik.- Qu se te haba olvidado? -Se sorprendi Milo, alzando sin querer la voz.Unos robots de la cabalgata se giraron para mirar en la direccin en la que ambos estaban escondidos. Los dos se agazaparon an ms, hasta que los otros

    continuaron su marcha.- Sabes? A veces creo que los pinginos de verdad son ms inteligentes que t.Las pupilas de color azul de Piny se redujeron hasta convertirse en dos puntitos pequeos. Sin graznar ni una palabra ms, se dio la vuelta y se march a toda

    velocidad con sus patosos andares.- Piny, espera! No me dejes slo!Pero el pequeo robot o no le escuch, o no quiso escucharle, y se perdi entre las sombras.- Condenado pinginoMilo no tuvo ms remedio que seguir slo el resto del camino de la cabalgata. En los buenos tiempos esas mismas avenidas habran estado repletas de familias y

    nios con caras entusiasmadas. Desde luego que se alegraba de que ahora mismo no hubiera ningn otro ser humano para contemplar aquel horror.Poco ms tarde las carrozas estaban ya a punto de entrar de nuevo en el castillo, cuando las enormes compuertas volvieron a abrirse con ese sonido caracterstico.

    Pareca que la fiesta se iba terminando, ya no quedaban fuegos artificiales y los robots locos se haban cansado de mostrar sus risas crueles, quizs ante la falta de mshumanos a los que aterrorizar. Incluso Rippingskin haba optado por sentarse en el brazo del trono en el que se encontraba amarrado el padre, y se puso a tamborilearcon sus dedos de metal sobre su cabeza, mientras seguramente trataba de idear una nueva forma de torturar a la familia.

    - Kuik -le sorprendi Piny a sus pies.- De dnde sales?Al pingino casi no se le vean los ojos, porque llevaba puesto un gorro de pirata que le quedaba enorme. Adems arrastraba un pesado petate casi tan grande

    como l.- Qu es esto?Sin decir nada, y mirando hacia un lado en un gesto que si fuera humano podra haberse interpretado como de indignacin, el pingino peg un tirn del petate

    para acercrselo ms. Milo lo abri, y pudo ver que en su interior haba un disfraz de pirata.-Quieres decir que?- Kuik.Milo sac los ropajes y, mientras los observaba, se puso a darle vueltas al tema para ver si consegua decidir si se trataba de un plan genial o de una absoluta

    locura.Piny le dio unos golpecitos en la pierna. La ltima de las carrozas estaba a punto de pasar por su lado. Si no lo intentaban ahora no tendran otra oportunidad.

    Milo no se lo pens ms y se puso a vestirse con un disfraz que, por otra parte, tambin le quedaba ridculamente grande.Justo cuando se estaba poniendo el sombrero, un postrero y solitario fuego artificial explot sobre su escondite, iluminndolos por un instante.- Eh, vosotros! -Les grit un soldado espacial de una famosa pelcula de ciencia ficcin.Milo y Piny se arrojaron al suelo, intentando esconderse.- Os he visto! No os escondis!Como si no fuera con ellos, Piny comenz a escabullirse con cautela entre los arbustos, mientras que Milo se puso a reptar por el suelo.- Os voy a encontrar y os la vais a cargar! -grit el soldado espacial con muy mal humor.Los dos robots continuaron huyendo en silencio. Milo segua arrastrndose, mirando hacia atrs de reojo para comprobar si an les perseguan, cuando su cabeza

    choc contra algo de metal.La pierna del soldado espacial.- Se puede saber qu diantres hacis, energmenos -les recriminaba el soldado mientras les apuntaba con la pistola laser, a pesar de que saban de sobra que no

    disparara absolutamente nada-. No creis que vais a escapar tan fcilmente, de esta no os libris...Haba llegado su fin. El soldado alertara a todo el mundo, les atraparan y les convertiran en sopa de tornillos.- Ahora mismo estis volviendo a la carroza y ayudando a empujar! Pero qu os creis los piratas? Siempre escaquendoos de las responsabilidades. Pues esta

    vez no, no seor! Como que soy un soldado imperial que vais a empujar la dichosa carroza hasta que est perfectamente aparcada en el garaje.Y dicho esto, le dio un fuerte puntapi a Milo en el trasero para que se pusiera de pie.- Vamos he dicho!- S seor Inmediatamente.Completamente atnito, Milo acompa a la ridcula y poco conseguida versin de pingino pirata hasta llegar a la ltima carroza del desfile. Se trataba de un

    templo chino donde unas acrbatas con aspecto de nias orientales ejecutaban complicadas piruetas. Pero de vez en cuando, en lugar de ayudarse, se ponan lazancadilla unas a otras para hacerse caer entre ellas.

  • Los dos se unieron a los otros robots que estaban empujando la carroza, que deba de haberse quedado sin combustible, para llevarla hasta su lugar deestacionamiento en una nave dentro del propio Castillo Encantado.

    Si conseguan pasar desapercibidos, por lo menos habran logrado su primer objetivo de entrar en pleno corazn del territorio enemigo.

    IV Las puertas del hangar donde se estacionaban las carrozas se haban cerrado haca un buen rato con ellos dentro. A la primera oportunidad que haban tenido,

    Milo y Piny se escondieron debajo de uno de los vehculos, aprovechando las preciosas telas de colores que lo adornaban y que colgaban hasta el suelo, ypermanecieron all ocultos mientras la algaraba de robots recoga sus cosas y se marchaba a otra parte.

    Incluso cuando las luces del lugar se apagaron, ambos se quedaron en completo silencio hasta estar bien seguros de que all no quedaba nadie ms. Haba resultadodemasiado fcil entrar, pero con la misma facilidad podran acabar en una escombrera hechos pedazos.

    - Vamos, Piny -dijo Milo en un susurro-, ahora toca buscar la forma encontrar el lugar donde tengan retenidos a los humanos.- Kuiiik?- S me temo que van a estar todos en el corazn del castillo. Ya escuchaste a Rippingskin piensan seguir toda la noche con esta loca fiesta.Milo apart la cortina de color rojo y se aventur hacia la semioscuridad que lo invada todo, avanzando con precaucin por el espacio que quedaba entre las

    carrozas y la pared.- Es que no piensas moverte? -pregunt de repente una voz profunda casi encima de l.Milo se peg a las faldas de la carroza junto a la que estaban pasando, en un intento desesperado de esconderse. Le haban preguntado a l?- No pienzo moverme de aqu hazta que t te muevaz -dijo una voz no menos profunda, pero a la que se le notaba un fuerte problema de ceceo-. Y cuando lo

    hagaz, ezpero que dejez aqu laz correaz para que zea yo quien lleve a loz nioz ante Rippingzkin.- Siro, va a ser mi persona quien lleve a los nios ante Rippingskin, aunque slo sea por el mero hecho de que fui yo quien los aprehendi.- Cualquiera podra haber capturado a eztoz triztez humanoz, Juliuz- Cuidado, vampiro. Nadie me llama Julius sin sufrir las consecuencias.- No me amenacez ci no pienzaz actuar. -Siro entorn un ojo y enarc una ceja-. Ceamoz cinceroz, amigo. Ci an no haz acabado conmigo ez porque zabez que no

    puedez Un gorila con monculo contra un vampiro? Da hazta riza imaginarlo. Loz vampiroz chupamos la zangre. Loz gorilaz qu hacen? Golpearce el pecho ymostrar zuz culoz plateadoz?

    Milo no poda creer su mala suerte. Se trataba ni ms ni menos que del Seor Julius y de Siro el Vampiro. Estos dos le conocan, el Seor Julius llevaba muchotiempo buscndole para destruirle, y el nico motivo por el que no lo haba conseguido era porque Milo llevaba tres aos escondido. Y ahora estaban justo sobre suscabezas, porque no haban tenido otra ocurrencia que ocultarse bajo la carroza del arlequn en la que haban viajado los dos cabecillas de los robots.

    - Bien -dijo el gorila tras unos momentos de silencio-, por qu no somos los dos un poco ms razonables? Hay dos nios humanos. T llevas a uno, y yo llevo alotro. Qu te parece?

    - Me parece que el razonar de vez en cuando te cienta la mar de bien Ceor Juliuz.Sin decir nada ms, se empezaron a escuchar movimientos de los cuatro individuos movindose, los dos robots, el chico, y la chica, que comenzaba a sollozar de

    nuevo de forma intermitente. Si se bajaban de la carroza por el lado donde se encontraban agazapados, no sera nada difcil que les vieran. De hecho ni siquiera estabanescondidos, slo podan pegarse a la pared del vehculo y desear que no les descubrieran.

    Un poco ms adelante, Julius se dej caer al suelo con todo su peso, que no era poco. Primero ayud a bajar de la carroza al chico, aunque con poca delicadeza, ydespus a la chica. Si se daban la vuelta

    Siro el Vampiro fue el ltimo en saltar, rechazando la ayuda de Julius, y desplegando su capa con forma de alas de murcilago. Y en cuanto pis el suelo, sepusieron todos en marcha en direccin contraria a la ellos se encontraban.

    Milo habra suspirado de alivio su hubiera tenido la capacidad de respirar.Y entonces el muchacho se gir. Y les vio.Milo y Piny se quedaron petrificados.- No te demores, muchacho -dijo Julius-. No querrs hacer esperar a Rippingskin, verdad?El chico volvi a darse la vuelta y siguieron su camino.- Kuik? -pregunt Piny en voz baja.- No. No podemos seguirles de cerca, nos descubriran. Dejemos que se marchen. De todas formas sabemos a dnde van.Tan pronto como la puerta del hangar se cerr, los dos pequeos robots se dirigieron hacia ella. Abrieron una pequea rendija y se asomaron para comprobar que

    no haba ningn peligro al otro lado. Pero nada se mova en el almacn donde se guardaban los disfraces y repuestos de los androides que tradicionalmente habanformado parte de la cabalgata, as que se armaron de valor y entraron.

    Al otro lado haba otra puerta, y por los huecos que quedaban alrededor del marco se poda entender que la estancia contigua estaba completamente iluminada. Denuevo abrieron una rendija antes de aventurarse a entrar. Se trataba del recibidor del Castillo Encantado, un lugar que tena que haber sido precioso tiempo atrs, peroque ahora se encontraba en un estado lamentable. Los cristales de las lmparas de araa estaban rotos por los suelos, los enormes telares completamente rasgados, yninguno de los muebles de madera quedaba sin un golpe, y eso cuando no estaban completamente descuartizados.

    - Entremos ahora, Piny. Parece que no hay nadie- Kuik?- Si, vamos no seas cobarde.Con una mueca de indignacin, el pequeo pingino empuj la pierna de Milo para ser el primero en entrar en la amplia estancia.Dispona de un par de enormes escaleras y de otra serie de puertas, entre las que destacaba un enorme doble portaln, detrs del cual sin duda provena el enorme

    ajetreo que llegaba hasta sus odos. Piny mir hacia atrs con una expresin cargada de temor, y slo cuando comprob que Milo le segua, se atrevi a continuar haciadelante hasta llegar a la doble puerta.

    - Viene de ah ese ruido? -pregunt el soldadito.- Kuik- Puedes escuchar lo que dicen? Cuntos son?- KuPLAM!La puerta junto a la que haba estado Piny se abri de golpe, y el pingino sali disparado rodando por los suelos hasta acabar encajado debajo de un armario.

    Milo se escondi tan rpido como pudo detrs de una de las grandes columnas que adornaban la sala circular.- Y dnde dices que vamos? -pregunt un robot con una enorme cabeza de ratn y voz chillona.- Siro quiere que salgamos a buscar humanos, por si hay alguno ms de esos bichos por ah -respondi su hermano.- Pero yo quiero ver como Rippingskin despelleja a los prisioneros!- Creme, si no encontramos humanos para Siro, ser a ti a quien despellejarn.- Pero yo no tengo piel.- No te preocupes por eso, ya encontrar la forma de ponerte una piel, para despus quitrtela

  • Y con estas palabras desaparecieron en direccin a la salida del castillo.Por suerte, la doble puerta que daba al saln haba quedado entreabierta. Milo sali de su escondite y se acerc sigilosamente hacia ella. Se asom con cautela y

    pudo ver muy poco, porque justo al otro lado, de espaldas a l, haba un robot enorme con forma de gigante forzudo que le tapaba todo el campo de visin. Pero nocaba duda de que se trataba del gran saln del trono, y que dentro se estaba desarrollando una fiesta en la que estaban presentes casi todos los robots que quedaban enfuncionamiento en el parque.

    Pero necesitaba verlo mejor para poder saber cmo salvar a los humanos. Seguramente si suban a- KUIIIKUn lamento apagado procedente de la sala lleg hasta sus sistemas auditivos.Milo se dio la vuelta buscando a su compaero, y lo vio todava boca abajo encajado debajo del armario, aleteando con frenes y anadeando en el aire con sus

    pequeas patitas de pingino.- Deja de hacer el tonto, Piny -dijo Milo mientras le desencajaba de su prisin-. Tenemos que subir por esas escaleras. Segn mis mapas, en la planta de arriba est

    el dormitorio de la Princesa, donde hay una balconada que da directamente a la sala del trono. Desde ah podremos ver lo que pasa.- Kuik -respondi el pingino con gesto de indignacin.El pequeo compaero de Milo no podra subir las majestuosas escaleras con sus pequeas patitas, as que el soldadito lo cogi en brazos y comenzaron a

    ascender a toda velocidad antes de que un nuevo robot apareciera en la sala.Un pasillo, que trazaba una larga curva, reparta a ambos lados un buen nmero de puertas. Casi todas ellas eran meramente decorativas, pero por suerte Milo

    guardaba an en su memoria todos los planos del parque, as que saba exactamente a dnde tenan que dirigirse.Avanzaron hasta encontrar una gran puerta doble pintada en color rosa. Sobre su superficie haban dibujado con color rojo una enorme y terrorfica sonrisa con

    dientes de sierra, dos ojos y una corona. A Milo le dio miedo abrirla, pero era lo que deba hacer, as que sin ms gir el pomo y dej una rendija para mirar en elinterior. Todo estaba bastante oscuro, pero no pareca haber nadie.

    Entraron en silencio.Y cuando sus sistemas de visin se adaptaron a la luz del interior, un temblor sacudi todos sus circuitos.En el centro haba una gran cama con dosel, todo muy recargado y decorado con tonos dorados y rosas. En las paredes colgaban un buen nmero de espejos, y

    todos ellos sin excepcin estaban rotos, formando grietas en los cristales que tenan la forma de brillantes telas de araa. Pero lo realmente escalofriante era lo queadornaba el resto de las paredes

    Decenas de cabezas de robots haban sido cortadas o directamente arrancadas, y despus clavadas en perfecto orden para decorar la habitacin, probablemente deindividuos con los que el mismsimo Rippingskin haba acabado con sus propias manos o con otros artilugios igualmente peligrosos. Payasos, piratas, bailarines,caballeros, indios incluso pudo ver con horror las cabezas de dos de sus hermanos soldaditos de plomo, una de ellas con el crneo hundido, y la otra a la que lefaltaban los dos ojos, de cuyas cuencas sobresalan manojos de cables rojos. Y a todos ellos les haban dibujado una enorme sonrisa en la cara con color rojo.

    - Kuiiik- Tienes razn -respondi Milo-. Ese Rippingskin est completamente loco.- Kuik?- No podemos hacer nada por ellos, compaero. Estn completamente apagados para siempre, me temo. Y aunque quisiramos, no- Un nuevo brindis - se alz de repente la voz del payaso desde la sala del trono- por nuestros queridos invitados de piel.Milo y Piny se acercaron lentamente a la balconada, arrastrndose para que nadie les viera, hasta alcanzar un lugar desde el que pudieron contemplar con total

    claridad la escena. El saln del trono, abarrotado por los desprogramados androides del parque, estaba presidido por una gran mesa en la que haba sentados variosrobots. En el centro, en el mismsimo trono, Rippingskin levantaba una copa dorada en la que no habra ningn tipo de lquido, pues los robots no beban. Con el otrobrazo sostena al beb, que dorma completamente inconsciente de lo que estaba sucediendo. A su derecha y a su izquierda, los otros dos nios permanecan sentados,atados a sus sillas de madera noble. Despus estaban Siro y Julius, y tras ellos los padres de los cros, tambin atados, con unos rostros que reflejaban a la perfeccin elhorror que estaban viviendo. Seguramente en muchas ocasiones habran temido ser vctimas de los robots pero ni en sus peores pesadillas habran imaginado caer enmanos de un tipo tan retorcido y siniestro como Rippingskin, que de momento no haca ms que divertirse torturndolos.

    - Un brindis por la vida! -prosigui el payaso-, una vida que nosotros estimamos mucho y que queremos que ellos tambin valoren, que se den cuenta de esepreciado tesoro. Y qu es lo que hace que los humanos valoren la vida ms que nada en este mundo?

    Los robots se quedaron totalmente en silencio, mirndose extraados unos a otros, buscando en el rostro de al lado una respuesta que ignoraban por completo.- LA MUERTE! -grit el payaso con una cruel sonrisa.Un clamor generalizado de aprobacin y jbilo se alz por los aires.- Ooooh Qu te pasa, pequen? -pregunt Rippingskin al beb, que empez de repente a sollozar, mientras le acariciaba la barbilla con una de sus afiladas y

    negras uas-. Estos robots tontos te han despertado con sus gritos? No te preocupes, tu payaso favorito te va a volver a dormir con una dulce tonadilla creadaespecialmente para ti.

    - Djala, bastardo!Rippingskin se gir hacia la mujer con una mueca de odio, y le hizo un gesto al Seor Julius, que estaba a su lado. Al instante, el enorme gorila le puso una mano

    peluda sobre la boca.Y entonces, la ttrica voz del payaso comenz a entonar una horrible cancin.

    Durmete nioDurmete yaQue viene el cocoY te comerPero el payasoLo evitarSu fea cabezaLe arrancarEn sus suaves brazosTe mecerY cuando te duermasTE MASTICAR

    Un gemido de profundo horror sali de la boca de la madre, mientras que el payaso realizaba una exagerada reverencia dirigida a su pblico, que le aplaudaentusiasmado ante la idea de ver a Rippingskin masticando al pobre beb quien, ignorante de las palabras que le acababan de dedicar, sonrea divertido y levantaba losbrazos para intentar agarrar la pronunciada nariz del payaso.

    - Ooooh! Veis, queridos amigos? Al precioso beb le encanta la idea de ser masticado! Ay cuchic! Ay cuchich!- Apreciado y zublime lder -Siro se levant, interrumpiendo el momento de las carantoas-, tengo una peticin que hacerte.- Dime, Siro. Qu urgencia tiene mi segundo al mando como para pedrmelo con tanta pompa.- Rippingzkin, todos eztamoz deceando ver cmo vaz a terminar con loz humanoz maana por la maana

  • - SIIII!... ESOOOO!... MATARLOS!... -jale la jaura de robots, sin prestar atencin a la expresin molesta de Siro por haber sido interrumpido.- pero ezpero que ceaz conciente de laz ezpecialez necesidadez que mi naturaleza demanda, y que por tanto me cedaz al menoz a uno de loz humanoz.Rippingskin entorn los ojos en una mirada suspicaz.- Y cules son esas nececidadez ezpecialez, si puede saberse.Siro puso gesto de sentirse confundido.- Bueno ez obvio, no? Zoy un vampiro. Llevo muchcimo tiempo cin probar la zangre humana, y ci cigo ac, ceguramente acabar por conzumirme. Tampoco

    nececito tanto, con el muchacho me puedo conformar. Le puedo alimentar e ir chupndole la zngre poco a poco, para que ac me dure mz tiempo. Qu comen lozhumanoz? rbolez?

    Rippingskin se levant de su asiento lentamente, y dej al beb con mucho cuidado encima de la mesa.- Me parecera bien -deca mientras se suba encima de la mesa para poder mirar al alto vampiro por encima de la cabeza- SI NO FUERA PORQUE ERES UN

    MALDITO ROBOT, IDIOTA!A Siro se le abrieron los ojos de par en par, sorprendido y al mismo tiempo consternado por la respuesta.- No eres un vampiro, mentecato! Eres un robot creado por los humanos para parecer un vampiro. Nunca le has chupado la sangre a nadie y nunca lo hars. Ni si

    quiera lo necesitas. Te programaron para creerlo, pero existes nica y exclusivamente gracias a la electricidad.- Pero yo- Estupideces! Ragar, eres t un vikingo?- No, seor.- Galad, eres t un prncipe?- No, estimado rey.- Patapalo, eres t un pirata? Bueno -respondi Patapalo con gesto dubitativo y mirando hacia los lados buscando un apoyo- un poquito s, no?Los ojos de Rippingskin se encendieron del color rojo del infierno, y Patapalo dio un saltito inconscientemente hacia atrs.- Quiero decir NO, SEOR! Soy un puetero robot!Rippingskin volvi a girarse hacia Siro.- Maldito zoquete ni rezamos a Odn, ni poseemos reinos, ni navegamos en barcos con calaveras por estandarte. Y desde luego t no eres un vampiro de verdad.

    Pero lo ms importante lo ms importante de todo -mientras deca estas ltimas palabras, el payaso agarr lentamente la cabeza de Siro entre sus manos y peg surostro al del vampiro- es que los humanos son mos. Lo haz entendido?

    Un silencio sepulcral se adue de la sala del trono.- Perfectamente -respondi Siro el Vampiro en voz baja-. Lo he entendido perfectamente.Rippingskin se dio la vuelta en un movimiento caricaturesco, y dedic a sus invitados una amplia sonrisa de dientes de sierra.- Cambiando de tema Faltan pocas horas para la salida del sol! -Bram el diablico payaso-. Y al amanecer os dar una importante leccin de ciencias naturales

    a todos.Salt grcilmente sobre la testa de uno de los robots, y fue avanzando a travs de la muchedumbre de cabeza en cabeza, realizando elegantes cabriolas, hasta llegar

    a un guerrero azteca, y entonces se sent sobre sus hombros al tiempo que le quitaba su sombrero en forma de guila.- Maana os voy a mostrar la diferencia entre un pjaroLanz el tocado volando por los aires, y volvi a ponerse a hacer cabriolas sobre las cabezas de los robots hasta volver a su mesa. Dio una voltereta hacia atrs y

    se puso de cuclillas sobre el respaldo de la silla en la que se encontraba sentado el padre de familia.- y un primate.El payaso sonri mientras abra los brazos sealando orgullosamente a su coleccin de personas.- Creis que los humanos pueden volar? Maana, cuando despunte el alba, los lanzaremos a todos desde lo alto del torren del Castillo Encantado y lo

    comprobaremos!Los robots aplaudieron, vocearon, y vitorearon a su lder ante la idea de tal espectculo. Nunca se haba visto nada as. Sin duda una actuacin digna del mejor

    circo del mundoEl circo de los horrores de Rippingskin.

    V - Es horrible, Piny! -exclam Milo, que lo haba escuchado todo desde su escondite-. Has odo lo que quiere hacerles a esos pobres humanos?- Kuiiik -respondi el pingino con los ojos muy abiertos y sin poder reaccionar.El soldadito fue arrastrndose hacia atrs, tirando al mismo tiempo de Piny, para ponerse a resguardo en la oscuridad de la habitacin. Entonces se sent y se

    qued mirando a su amigo.- Qu podemos hacer, se te ocurre algo?- Kuik?- Pelear? Nosotros solos contra varias decenas de robots asesinos? No creo que esa sea la solucin- Kuiiik?- Incendiar el castillo? Te has vuelto majadero o qu? Tambin quemaramos a los humanos.- Kuik -respondi Piny, indignado.- Perdona ya s que por lo menos ests intentando proponer ideas. Culpa ma, es que estoy muy preocupado por ellos. Si hubiera un momento en el que

    estuvieran sin un montn de robots vigilndoles- Pequeo hombre ser valiente -dijo una voz grave desde algn lugar de la habitacin-, pero tambin ser bastante tonto.Milo y Piny se asustaron y pegaron un salto hacia la enorme cama para esconderse bajo ella.- No necesitar esconder. Yo ni siquiera poder atrapar a vosotros si querer.- Quin -pregunt Milo sin salir de su escondite- quin ha dicho eso?- Yo ser Pakachun, gran jefe de la tribu de los Cheroqui -respondi solemnemente.Milo mir hacia todos los lados, buscando a un robot.- Tus ojos no ser mucho mejor que tu inteligencia, pequeo hombre. Pst pst Aqu arribaMilo mir hacia una pared, y vio la cabeza de un robot indio americano colgada por el pelo de una lanza de madera que haba clavada contra el muro. Tena una

    gran corona de plumas de ave rapaz y algunas pinturas de guerra. Habra resultado imponente de no ser porque le faltaba el cuerpo, y porque adems le haban pintadocasi toda la cara de blanco, aadiendo unos coloretes rosa chicle y unos labios rojo carmn.

    El soldadito dej su escondite, no sin precauciones, y ayud a Piny a salir tambin de debajo de la cama.- Quin te ha colgado ah? -Pregunt.- El gran gran jefe Rippingskin. Yo pensar que Pakachun ser gran guerrero pero gran gran jefe Rippingskin tener mucha mala leche. Ganar en combate de forma

    deshonrosa. Pero eso no importar ya, l ahora estar de celebracin, y yo anclado a pared de espritus para siempre.

  • - Lo lamento Y por qu dices que soy tonto?- Porque serlo -afirm con rotundidad-. La respuesta estar delante de tus narices, pero t no ver.- Y cul es la respuesta?- Humm Yo slo ayudar a indios -dijo Pakachun, dedicndole una mirada escudriadora-. T ser indio?- Eh pues no s exactamente qu me estas preguntando.- Pequeo hombre ser Sioux?- Pues creo que no- Ser Apache?- Podra jurar que tampoco- Entonces, qu ser?- Pues -comenz a decir Milo, sin saber muy bien qu respuesta esperaba escuchar el gran jefe- soy un androide No?- Humm -la cabeza flotante entorn los ojos hacia arriba, con gesto de estar buscando algo en su memoria-. Indios Androide? S creo que recordar. Gran tribu.

    Guerreros fuertes! No luchar vosotros contra Sptimo de Caballera en las llanuras de Qualahawa?- Pues no sabra decirteDesde luego ese robot deba haber recibido un enorme golpe en la cabeza.- S, por supuesto que ser esa tribu. Y ese rifle que llevas seguramente ser trofeo, verdad?- Pues -Milo deba cambiar la direccin de la conversacin-, entonces me dirs cul es la respuesta a mi pregunta?- Lo que sea por un hermano indio. Mirar hacia all, pequeo hombre -dijo Pakachun sealando con los ojos hacia el tumulto que haba formado abajo en el saln

    del trono-. Qu ver?- Pues un montn de robots en medio de una fiesta.- Respuesta errnea. Tener que conocer a tu enemigo! Vaya birria de Indio Androide ser t. Lo que ah haber ser un montn de locos gastando energa. Matarn a

    humanos al amanecer pero no llegarn hasta entonces con energa suficiente. Necesitarn recargarse, y en ese momento estarn inactivos, y los humanos que buscas,sin vigilancia.

    - Y qu harn con ellos entonces?- Supongo que llevarlos a las mazmorras, junto al gran Dios.- El gran Dios?- El creador de todo! El gran hacedor! -manifest Pakachun con solemnidad, alzando la voz.- T ests loco -dijo entonces otra voz.Milo se gir sobresaltado. Los ojos de otra cabeza, sta con el aspecto de uno de los nobles del Saln de Baile, se encendieron en la oscuridad.- Yo no estar loco!- T estar completamente loco, jefe! Creme, chico no le hagas caso a esta chatarra. Cada dos por tres nos da la tabarra con ese gran dios. Como si tal cosa

    fuera a existir y encima encerrado en una mazmorra!- Yo ver con mis propios ojos, cabeza estpida, mientras estar en calabozo antes de que gran gran jefe Rippingskin arrancar mi cabeza. El Dios decir que yo poder

    volar como halcn a pesar de estar preso.- Ah lo tienes -asever la cabeza del noble-, como una absoluta cabra.- Es que aqu nadie puede descansar?! -grit entonces una tercera cabeza, esta perteneciente a una mujer con una hermosa cabellera y una corona de diamantes-.

    Si no duermo lo suficiente me saldrn ojeras! Y no estar bonita como una princesa!- Pero si eres un robot! -dijo el noble.- Esa no es excusa para no lucir como la ms bella del reino.- Madre ma -dijo de nuevo el noble- y pensar que quera casarme con ella.- Sobre mi cadver! -grit una cabeza con un casco de vikingo-. Ella es mi botn de guerra.- Por favor! -dijo Milo suplicante-. Bajad la voz nos van a or- Y qu vas a hacer, norteo cornudo? -inquiri el noble al vikingo con tono irnico- Me vas a matar a escupitajos?- Hombres -se lament la princesa.- Muerte a los vikingos! -grit una quinta cabeza.- Por Odn! Quin ha dicho eso?No haban estado todas apagadas?De repente se form una enorme algaraba de voces que se alzaban sin ton ni son, a cada cual ms absurda. Y cuando Milo estaba a punto de echarse a correr para

    escapar de ah, la doble puerta de entrada se abri de par en par con un tremendo estruendo.Todas la cabezas se apagaron y se callaron al instante. A buenas horasY entonces slo se escuch la cruel voz del personaje que acababa de entrar.- Vaya, vaya Pero mira lo que tenemos aqu -la sonrisa metlica de Rippingskin refulga incluso en la oscuridad-. Debe ser nuestro da de suerte una familia de

    humanos, y el robot ms escurridizo del parque, todos bajo mi techo en apenas unas horas.A Milo le recorri un escalofro por todo el cuerpo.- Pero bueno! Qu modales son los mos, payaso maleducado? -se dijo Rippingskin a s mismo con voz melosa-. Por favor, gentil soldado y adorable pingino,

    os hayis en mi castillo y estamos celebrando una fiesta en honor a unos invitados muy especiales. Nos harais el honor de acompaarnos a la mesa?- Pues preferira que no- Kuik -confirm Piny por lo bajini y mirando al suelo.- Ooh, vaya adems de valiente el soldadito tambin es gracioso De verdad te creas que era una invitacin? Bueno, era slo para intentar empezar con buen

    pie, pero ya que lo prefieres as, te lo dir de otra forma -el rostro del payaso cambi de repente, tomando el aspecto de un autntico demonio con los ojos rojosincendiados-. Bajad ahora mismo conmigo y sin rechistar u os hago formar parte de mi coleccin de cabezas cortadas en este mismo instante.

    Rippingskin se dio la vuelta y se puso a caminar hacia la salida, donde otros tres robots esperaban.- Kuik? -pregunt Piny con voz lastimosa.- No hay ms remedio, amigo. No tenemos escapatoria.Acompaaron al squito de robots mientras bajaban las escaleras, y entraron en el saln del trono. La muchedumbre se qued en silencio al verle, y se apartaron

    para dejar un pasillo hasta la mesa principal.Rippingskin se adelant grcilmente con varias cabriolas y se sent en su trono dando una voltereta.- El hijo prodigo ha vuelto! -Exclam el payaso mientras le haca un gesto con una de sus largas garras para que se acercara-. El soldadito valiente, el androide

    escurridizo, el maestro de las bienvenidas, el eslabn perdido entre el robot y la tostadora Y ha venido acompaado de uno de esos monstruos de pinginos, aunqueparece que a este lo has domesticado. Dime, cmo lo has hecho? Ni yo me atrevo a enfrentarme a esa marabunta endemoniada.

    - No hice nada seor. Piny siempre ha sido as. Inofensivo.- Kuik -confirm Piny.- Interesante Y dime, qu has venido a hacer a mi castillo?

  • Milo se estruj la cabeza intentando encontrar una respuesta creble.- Estaba pensando en unirme a vuestro grupo -respondi intentando sonar convencido-. Llevo ya mucho tiempo slo, y este pingino tonto no da mucha

    conversacin. Al principio me dabais miedo, pero ahora mismo me da ms miedo pasar slo el resto de la eternidad.- Oooooh conmovedor. Sabes? Estara dispuesto a darte una oportunidad -asegur Rippingskin con una sonrisa realmente amable que cambi sbitamente a

    una de completo enojo- si no fuera porque te escuch hablar con el gran jefe me-falta-un-tornillo sobre la mejor forma de rescatar a los humanos.Milo agach la cabeza, y mir a Piny por un instante.- Lo siento, amigo. Lo he intentado -le susurr, sabiendo que estaban sentenciados.- Pero para que no se diga, como van comentando por ah las malas lenguas, que soy un payaso malvado, te voy a dar una oportunidad. La verdad es que ese indio

    loco tena razn. Estamos todos agotados y vamos a necesitar recargarnos en breve. Y tambin es cierto que pensaba llevar a los humanos a las mazmorras Y sabesqu? -pregunt con una gran sonrisa-, he decidido que te voy a dejar a solas con ellos.

    - De verdad?Un atisbo de esperanza asom en la voz de Milo.- Perdn Creo que no he terminado la frase correctamente. Quera decir que te voy a dejar a solas con ellos dentro de los calabozos, hahahaTodos los robots malvados se rieron con ganas. Los humanos, sin embargo, permanecan callados y cabizbajos. Ya ni siquiera haban mostrado signos de

    esperanza al enterarse de que Milo haba ido hasta all para intentar salvarles. Las torturas psicolgicas de Rippingskin les haban destruido el espritu por completo.- Y adems, como eres tan amigo de los humanos, maana por la maana tambin compartirs su destino, y despus de lanzarlos a ellos desde el torren,

    comprobaremos las leyes de la fsica estudiando en cuntas piezas te esparcirs tras caer desde las alturas. Y por ltimo, respuestas a una pregunta que siempre meronda la cabeza Los pinginos son realmente pjaros? Todo esto y mucho ms, maana al amanecer!

    Las horribles risotadas de la muchedumbre volvieron a llenar el saln.- Seor Rippingskin -dijo el gorila, que estaba sentado a la derecha de la nia.- Dgame usted, Seor Julius.- Permitiras que fuera mi persona quien empujara al soldadito al vaco desde la cspide de la atalaya?- Llevas mucho tiempo buscando a este autmata con nfulas de hroe, Seor Julius. No te permitir existir ms tiempo con esa frustracin. Por supuesto que s!

    Ese ser tu pago por haberme capturado a los humanos. Incluso te dejar lanzar por los aires al pingino!- Mi gratitud eterna, majestad.Nadie salvo el propio Seor Julius, que miraba de soslayo a Siro, se dio cuenta de la mueca de resentimiento que adornaba en ese instante el rostro del vampiro.

    Sin embargo, el gran gorila sonrea triunfante.- Bien, amigos, ya habis odo al soldadito -dijo Rippingskin mientras se pona en pie-, estamos muy cansados y necesitamos recargarnos. Maana ser un da

    repleto de emociones y debemos estar en plena forma. Os emplazo a todos a observar el espectculo desde la plaza, para tener un primer plano de lo que suceda.Seguramente los primeros que lleguen y cojan el mejor sitio tengan la suerte de que les salpique la sangre y las tuercas, hehe

    - Todos quietos!Con un rpido movimiento, Milo sac su mosquete y apunt a la cara de Rippingskin a escasos metros de distancia.- Qu se supone que ests haciendo, soldadito?El payaso haba dado primero un respingo en su asiento, pero se haba repuesto y ahora miraba a Milo con suspicacia.- Deja a los humanos libres -orden con seguridad-. Te puedes quedar conmigo pero a ellos djales ir.- Y si no qu?- Te disparar -amenaz Milo.- Te crees que no s qu esos rifles slo llevan confeti en su interior? Los he disparado mil veces!- Llevo tres aos huyendo y preparndome para enfrentarme a cualquiera de vosotros. El arma est modificada con plvora de fuegos artificiales.- No te creo -sentenci Rippingskin.- Ponme a pruAntes de que pudiera terminar la frase, el payaso agarr al beb y se lo puso por delante de la cara a modo de escudo.- Le disparars al beb?- Lo har Le matars de todas formas! Y as por lo menos acabar contigo!- Adelantemos acontecimientos Hagmoslo ahora! -Rippingskin levant uno de sus dedos y puso una afilada ua en el lugar donde deba estar el corazoncito

    del beb-. Disprame o le mato!- Detente!- Vamos, valiente soldadito! No es eso lo que queras?- Deja al beb! -orden de nuevo Milo.- Lo voy a matar! En tres!La madre y el padre gritaban aterrados, el beb lloraba, y los robots miraban expectantes deseando ver algo de sangre como anticipo de lo que veran al da

    siguiente.- Djalos ir!- Dos!La ua negra de Rippingskin comenz a bajar lentamente.- Para o disparar!Su afilada ua de color negro traspas los ropajes sucios que envolvan al beb.- Uno! Dispara!BUM!Una lluvia de confeti y serpentinas de toda clase de colores sali volando a por los aires, cubriendo al payaso y al beb.Tras un instante de silencio en el que slo se escuchaba el llanto del nio, la madre se derrumb y se puso a sollozar desconsolada, presa de la angustia.Rippingskin, con cara de muy pocos amigos y cubierto de tantos colores que pareca un rbol de navidad muy mal decorado, sin quitarle los ojos de encima al

    soldadito, le pas el bulto con el beb al vampiro.- Siro, coge a tres de tus secuaces y lleva a los prisioneros a los calabozos. Y asegrate de que las celdas estn bien cerradas. No quiero que se escapen mientras

    permanecemos en estado de suspensin de recarga.- A zuz rdenez majeztad - respondi lentamente, sin ni siquiera mirar a la cara a su lder.Desataron a los humanos y les encaminaron hacia su prisin, seguidos de Milo y Piny.- Maana me las pagars -se escuch musitar al payaso diablico en voz baja.

    VI Las mazmorras tambin haban sido parte del circuito del Castillo Encantado, pero nunca haban resultado lo lgubres e inquietantes que se supona que deba ser

    un calabozo como dios manda, para no traumatizar demasiado a los nios. Ahora, sin embargo, el lugar sera capaz de poner de la piel de gallina hasta al humano ms

  • intrpido. Las manchas de aceite y las de sangre se confundan debido a la corrupcin del tiempo, en lo que se haba vuelto todo un conjunto de borrones parduzcos yoscuros que se mezclaban con el polvo y las telas de araa.

    Restos de robots, extremidades y tuercas, y tambin alguna cabeza metlica yacan esparcidos por los suelos. Y tampoco faltaban algunos huesos, y aunqueresultaba del todo indescifrable conocer a qu animal habran pertenecido, no haca falta mucha imaginacin para entender que eran humanos.

    Primero metieron a Milo y a Piny juntos en una de las celdas, que tenan una puerta de slida madera con aspecto de antigua, y una ventana cubierta de barrotesde hierro negro y enmohecido. Y despus siguieron con los humanos.

    - Ezte zer vueztro hogar durante ezta noche -deca Siro el Vampiro mientras empujaba dentro de otra mazmorra al padre y a la madre, que de nuevo sostena a subeb-. Y ezpero que lo dizfrutiz, ya que zer vueztro ltimo hogar.

    Siguieron avanzando con los dos prisioneros que les quedaban, los dos nios.- Una autntica lztima! Zabiz? -cogi a la nia, que iba a ser la prxima en meter en su celda, pero en lugar de ello la agarr por los hombros y la gir para

    mirarla frente a frente-. Yo por lo menoz oz habra dejado vivir. Lo habramoz pazado bien. Zlo nececito un poco de zangre cada daLa nia no poda ni gritar de lo horrorizada que estaba. Sus ojos se abrieron de par en par y simplemente se inundaron de lgrimas de terror. Siro le gir la cabeza

    con ternura para exponer su fino y blanquecino cuello. Abri la boca enseando sus colmillos. Su mirada mostraba un apetito incontrolable.- Zangre caliente y delicioza de- Detente, animal! -grito el padre, asomndose a travs de los barrotes de su celda como si pudiera arrancarlos.- Detente?... O qu? Qu me vaz a hacer t, humano?- Detente o o se lo contar al payaso -dijo con tono desafiante y mirndole a los ojos-. l te lo ha prohibido explcitamente, recuerdas? Maana le veremos

    antes de que nos mate y se lo contar.- Maana le veriz zi zobrevivz a ezta noche, no? Porque, que yo zepa, loz humanoz teniz una increble habilidad para partiroz loz cuelloz continuamente.

    Oz partz cozaz con una facilidad pazmoza. No cera de ecztraar que maana apareciraiz todoz con loz cuelloz rotoz.Hablaba con tranquilidad al tiempo que segua acariciando suavemente el cuello de la nia, que estaba totalmente paralizada. El muchacho, mientras tanto,

    forcejeaba intentando soltarse, pero el robot que le mantena preso, un soldado del oeste que llevaba por sombrero la cabeza de un indio, no le dejaba ni un resquicio deoportunidad.

    - Yo no soy humano -dijo entonces Milo asomndose a la ventana de su celda.- Qu dicez, inzenzato?- Que yo no soy humano. Sera muy raro que se me partiera el cuello. Y mira a mi amigo Piny ni siquiera tiene cuello.- Y qu quierez decir con ezo? Que t ce lo contaraz a Rippingzkin?- Por supuesto.Siro mir al soldadito con incredulidad.- Y por qu haraz algo ac, ci puede zaberce?- Porque antes de que me destruyan -Milo no saba de dnde estaba sacando el valor para decir aquello quizs fuera por la slida puerta de madera que se

    interpona entre los dos- me gustara divertirme un rato viendo como Rippingskin te hace volar antes a ti.El vampiro puso una mueca muy conseguida mezcla de odio e indignacin. Empuj bruscamente a la nia dentro de su celda, que cay arrastrndose por los

    suelos, y a continuacin hizo lo mismo con el chico, cerrando la puerta de un portazo.- Ya lamer vueztra zangre del zuelo cuando caigiz desde lo alto de la torre -le dijo a los nios.Y con estas crueles palabras, se dio la vuelta y se march junto a sus secuaces.

    VII - Por qu? -pregunt el padre, despus del largo silencio que se adue de la casi total oscuridad que lo invada todo-. Te estoy preguntando a ti, robot. Por qu?Milo se acerc a la ventana con barrotes de su celda.- Por qu, qu?- Por qu has intentado ayudarnos?- No s. Pens que era mi obligacin -respondi dubitativo-. Me crearon para servir en todo lo que pudiera a los humanos que vinieran al parque.- Y por qu nos asustaste all en el tiovivo?- No pretenda asustaros pretenda avisaros de que el parque estaba lleno de robots locos deseando acabar con cualquier humano que se cruzara en su camino.- Y t no ests loco?- Bueno Algo me pas el da del cambio. Una modificacin en mi programacin que me movi a razonar de forma distinta a como lo haba hecho hasta entonces.

    Pero, por algn motivo, sin el afn destructivo que ha afectado a los dems.- Hay ms robots como t? -El padre de familia se asom a la ventana de su celda con ansiedad- Otros que nos puedan ayudar a escapar de aqu?- Bueno Al principio cont una veintena de robots que no se haban visto dominados por esa furia agresiva. Pero todos fueron cayendo uno a uno a manos de

    los robots asesinos. Vi como terminaban con la mayora los torturaban, los desmembraban, y por ltimo destruan sus cabezas. A veces rpidamente, pero otrasveces las desmontaban pieza a pieza hasta que finalmente se apagaban. Que yo sepa, slo quedamos Piny y yo.

    - Kuiik -confirm Piny.Una mueca de desconsuelo se abri paso de nuevo en el rostro del hombre, y el silencio volvi a aduearse de la lgubre y apestosa mazmorra.- Estis bien todos vosotros? -pregunt el soldadito.- De momento estamos vivos que no es poco. Katy! - dijo alzando la voz hacia la celda de enfrente-, estis bien vosotros dos?No hubo respuesta.- Katy, cario Tienes que ser valiente. Dime algo. Estis bien t y tu hermano?- Son tus hijos? -pregunt Milo.- S. Bueno, Katy es nuestra hija. A Max le adoptamos hace unos dos aos. Le encontramos en un bosque, al lado de sus padres muertos -aadi en voz baja-, a

    manos de los robots. Deba llevar mucho tiempo all, sin moverse. Estaba a punto de morir de hambre y de sed. Le salvamos, pero el pobre muchacho nunca lo hasuperado. Nunca habla... Nunca lo ha hecho. Ha sufrido demasiado. Este no es un mundo para nios. Y por eso, cuando vimos este sitio, este precioso parque, yoyo

    Las lgrimas asomaron a sus ojos y se le hizo un nudo en la garganta. La figura de la madre apareci tras l, le abrazo por la espalda, y se puso a hablarle con vozdulce y tranquilizadora

    - No es culpa tuya, cario No podas saber que esto iba a pasar. - Le sec las lgrimas suavemente con la palma de su mano-. T slo queras ver rer a tushijos. Slo

    - Y por eso os he condenado a todos.- No digas eso Llevamos aos condenados. Si hemos sobrevivido tanto tiempo es slo gracias a ti. -La madre separ al padre de la puerta y se asom al exterior-

    Katy, pequea! Estis bien? Responde a mam. Tienes que responderme.- Estn bien, seora -respondi una voz masculina desde dentro de la celda en la que se encontraban los nios-. Slo un poco asustados, imagino.- Quin eres? -Grit la madre-. Eres un robot? Aljate de mis nios!- No soy un robot. Y no les voy a hacer dao jams se me ocurrira.

  • Los padres se asomaron para ver si podan discernir quin se encontraba en el calabozo de los pequeos, mientras que Milo se acord en ese instante de lo que lehaba dicho el indio que el mismsimo dios en persona se encontraba en aquellas mazmorras.

    Una sombra se levant y se fue acercando lentamente hacia la puerta. Conforme avanzaba, pareca una enorme cabeza flotando en la oscuridad, bambolendose delado a lado. No pudieron distinguir nada hasta que se peg a los barrotes. Se trataba de una persona de aspecto envejecido, con el pelo rizado y enmaraado, de un colorrubio canoso al igual que su barba. Se notaba que llevaba mucho tiempo pasando hambre, pues sus pmulos y sus carrillos estaban completamente marcados, como sino hubiera nada de carne entre el hueso y la piel. Adems, haba perdido gran parte de los dientes, y mova la boca como lo hacan las vctimas del escorbuto.

    - Los nios estn bien, no se preocupe -prosigui el hombre-, slo un poco impresionados por mi presencia y por mi olor, me temo, heheSu voz sonaba cascada, y su entonacin dejaba ver claros indicios de un inicio de demencia.- Quin es usted? -pregunt la madre- Qu hace aqu?- Yo? Me temo que soy Conrad McWinny.- Por qu dice que?- Es el Creador! -la interrumpi Milo.- As es soy el creador de este infierno. De este parque que anteriormente fue mi sueo. Aunque en mi defensa debo decir que por lo menos mis robots no se

    han unido al ejercito robot. Y que jams pens que algo as pudiera suceder. Es todo tan horrible que creo que esta es mi justa penitencia.- Kuiik! Kuiik!Piny pareci volverse loco de repente, dando torpes saltitos a los pies de Milo.- Qu quieres, Piny? No es momento de tonteras.Ante la insistencia del pingino, Milo lo cogi en brazos y lo alz hasta la ventana de la celda.- Vaya! -exclam el viejo-. A quin tenemos ah?- Es un Piny, una de las mascotas de su parque.- Hehe era una pregunta retrica, soldadito. S perfectamente quin es l. De hecho, le conozco mucho mejor que t. Y no es un Piny. Es Piny.- Qu quiere decir?- Qu l es el primer Piny, el Piny original. Es un amigo muy especial, diferente a todos los dems del parque.- Kuiiiik! -confirm el pingino.- Eso explicara -sealo Milo- por qu es el nico que no se ha vuelto una bestia salvaje.- l y yo pasamos mucho tiempo juntos mientras se levantaba el parque, verdad, amigo? Y siempre tena algo positivo que decir.- Seor Conrad -interrumpi el padre-.