SUPLEMENTO CULTURAL06 - HP 269 :: ¿Qué fue la Revolución?

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Comunicante Comunicante Comunicante VIERNES 21 DE NOVIEMBRE DE 2014 SUPLEMENTO CULTURAL 06 Cuando se detuvo la economía de Durango La Revolución fue un momento cultural que permite entender el Durango contemporáneo, pues resultó fundamental en el cambio y estancamiento de su ritmo de crecimiento Paulo Coehlo: ¡A por él! Al brasileño le gustan las obviedades, de esas que son muy obvias: “Lo que ahoga a alguien no es caerse al río, sino mantenerse sumergido en él”. Es obvio, pues, exponerlo Ricardo Bonilla Pág. 6 Daniel Azdar Pág. 8 La Revolución es, quizá, el periodo histórico de México más rico en contrastes. Más allá de la visión maniquea de “buenos contra malos”, hay quienes “pensaron la Revolución”; otros hicieron la historia: o gestándola o sufriéndola ¿Qué fue de la Revolución? Por: Juan Lorenzo Simental Págs: 4 y 5

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SUPLEMENTO CULTURAL06 - HP 269 :: ¿Qué fue la Revolución?

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ComunicanteComunicanteComunicanteVIERNES 21 DE NOVIEMBRE DE 2014 SUPLEMENTO CULTURAL 06

Cuando se detuvo la economía de Durango

La Revolución fue un momento cultural que

permite entender el Durango contemporáneo, pues resultó

fundamental en el cambio y estancamiento de su ritmo de

crecimiento

Paulo Coehlo: ¡A por él!Al brasileño le gustan las obviedades, de esas que son muy obvias: “Lo que ahoga a alguien no es caerse al río, sino mantenerse sumergido en él”. Es obvio, pues, exponerloRicardo Bonilla Pág. 6 Daniel Azdar Pág. 8

La Revolución es, quizá, el periodo histórico de México más rico en contrastes. Más allá de la visión maniquea de “buenos contra malos”, hay quienes “pensaron la Revolución”; otros hicieron la historia:

o gestándola o sufriéndola

¿Qué fue de la Revolución?Por: Juan Lorenzo Simental Págs: 4 y 5

“Por José Revueltas sentí el amor que siente el discípulo por el maestro. Me pedía que lo tratara como a una persona normal, como a un compañero. Me daba a entender: no me mires como maestro, no soy maestro, no soy nada. Todo eso me con-movía. (…) Al principio me sorprendieron sus pesadillas. De pronto, en la noche oía

que en la cama de junto un hombre estaba bailoteando y aullando. Le agarré los pies, se flexionó y me dijo: ‘No te preocupes, Martín, eso me sucede siempre’. Eran las pesadillas de un hombre que cargaba un mundo encima…“Me enseñó a escuchar, a pensar, sin decírmelo. Era un hombre muy generoso, en el sentido sartriano. La libertad

y el hombre por encima de todo, era su principio básico. Revueltas todo lo hizo bajo el principio de ‘todos somos iguales’…“A Revueltas lo hizo su contacto con el pueblo, con La Merced, los merolicos, los cantantes, los tríos, las putas, los miserables, los indios, a los que amó tanto. (…) Amaba esa parte de México que nadie

ama, que nadie conoce.“Era un bebedor dionisiaco, se divertía, cantaba, era feliz. No tenía sentido melodra-mático. Era una enciclopedia viviente. Me enseñó que cualquier libro te podía dar una enseñanza. Eso cambió mi vida”. (“Era un payaso a la manera de Tolstói”, Martín Dozal Jottar; Letras Libres, octubre de 2014).

Ricardo Flores Magón, junto a su hermano menor, Enrique, y otros liberales, el 5 de febrero

de 1903 colocó en el balcón de las oficinas de “El Hijo de El Ahuizote” un crespón negro en

señal de luto y la frase “La Constitución ha muerto”, refiriéndose a la Constitución de 1857, por lo que una vez más fue encarcelado. Murió

el 21 de noviembre de 1922… y de ver lo que hacen hoy los autonombrados “anarkos”, se

volvería a morir. (Fuente: Wikipedia).

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La Efeméride

Director Editorial / Juan Lorenzo Simental Editor / Ricardo Bonilla Editor / Daniel Azdar Diseño / Grupo Editorial HADEC

Por los cien años de José Revueltas (20 de noviembre de 1914)

El 25 de noviembre es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. La fecha se eligió para conmemorar a las hermanas Mirabal, tres activistas políticas que fueron asesinadas en 1960 por orden del dictador dominicano Rafael Trujillo. Hasta un 70% de las mujeres sufren violencia en su vida. (Fuente: ONU).

Nomás por hablarde algo…

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“No me importa morir mañana. He vivido, en toda la extensión de la palabra”, Freddie Mercury (murió el 24 de noviembre de 1991).

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La Revolución es, quizá, el peri-odo histórico de México más rico en contrastes, donde, más

allá de la visión maniquea de “buenos contra malos” y la simpleza de “ricos contra pobres”, hay hechos detrás de los cuales se esconde la voluntad de hombres que quisieron que las cosas ya no fueran igual.

Y entre ellos, hubo los que “pensa-ron la Revolución” y dieron destino a los acontecimientos. También están los que solo se dejaron llevar por la “Bola”, pero unos y otros hicieron la historia: o ges-tándola o sufriéndola.

Por eso, reducir la Revolución a la perspectiva de una visión única es una tarea ingenua, pues la historia se va tejiendo a través de los actos humanos, de las decisiones y de las consecuencias.

¿Sigue vigente la Revolución?, ¿qué significa hoy para los mexicanos? Para Enrique Krauze, la Revolución terminó por convertirse en el “gran mito del siglo XX mexicano”, no solo por la traumáti-ca experiencia de los años de guerra, el atractivo romántico de sus caudillos, el vértigo destructivo que llegó hasta 1940 o el impulso constructivo que comenzó a apuntar desde 1920, sino por un rasgo específico: su originalidad cultural.

Como la planta del maguey, la Rev-olución nació y se nutrió de la tierra y la sangre de los hombres nacidos de la tierra: los que soñaron con un México distinto y los que, como dijo Demetrio Macías, el personaje central de “Los de abajo”, relato magistral so-bre la Revolución de Mariano Azuela, fueron como una piedrita que, apenas comienza a rodar cuesta abajo, ya no se pueden detener.

La Bola en DurangoDurango, la Tierra de los Alacranes, fue cuna también de la Revolución. Aquí nacieron hombres que dejaron su huella y que fueron regando su sangre y, como una respuesta a la proclama maderista o por iniciativa propia, entraron a la lucha.

Hay un documento por demás inte-resante que da fe del “primer hecho

de armas” en Gómez Palacio. El siguiente párrafo está tomado

de una copia fiel del original:

“Núm. 49 de C. Lerdo el 21 de Noviembre de 1910 Recibido en Duran-go 48-384 Dgo. H.D. 6:30 p.m. H.R. 6:49 Sr. Juez Distrito –Urgente-

“En la mañana de hoy hubo encuen-tro a balazos entre maderistas y soldados resultando algunos muertos y heridos. Jefatura no ha consignado caso y se tiene noticia de que no trata de hacer consig-nación suplico se me diga practicó o no averiguación.

“El Juez Primero de Letras –Inocen-cio Leal se recibió a las siete de la noche de su fecha y se dio luego cuenta conste. Nava”. (“La Revolución en Gómez Pala-cio Dgo.”; UJED, Archivo Histórico del Estado de Durango).

Además de este, hay innumerables textos que dan cuenta de lo que sucedió en el estado. En uno de ellos (“It Is Most-ly History, Now: Military Aspects of the Maderista Insurgency in Cuencamé, Durango, México, 1910-1911”; Thomas Fairbairn, Hacienda de las Cruces, Du-rango; diciembre 1 de 1910) se narra el siguiente suceso:

“El gran mito del siglo XX mexicano”,

“Los de abajo”, “El llano en llamas” y “Cartucho”, testimonios

magistrales de la Revolución

Sin las mujeres, los hombres no habrían aguantado tanto

tiempo en la Bola

El movimiento armado de 1910 fue causa y origen de afanes literarios, entre ellos destaca la obra de Nellie Campobello

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VIERNES 21 DE NOVIEMBRE DE 2014

Por: Juan L. Simental

trales que retrataron la realidad nacional a través de los ojos de la gente sencilla del campo y de aquellos que miraron desde adentro a la primera revolución del siglo XX.

Hay tres escritos fundamentales para meterse en la vida de quienes hicieron la Revolución, la gozaron y la padecieron: “Los de abajo”, de Mariano Azuela; “El llano en llamas”, de Juan Rulfo, y “Car-tucho”, de la duranguense Nellie Cam-pobello.

Afirma Jorge Aguilar Mora: “‘Cien años de soledad’ no hubiera sido posi-ble sin ‘Pedro Páramo’ y ‘Pedro Páramo’ no hubiera sido posible sin ‘Cartucho’”. A continuación una muestra de la obra de Nellie Campobello, a través del relato “Cuatro soldados sin 30-30”:

“Y pasaba todos los días, flaco, mal vestido, era un soldado. Se hizo mi amigo porque un día nuestras sonrisas fueron iguales. Le enseñé mis muñe-cas, él sonreía, había hambre en su risa, yo pensé que si le regalaba unas gordi-tas de harina haría muy bien. Al otro día, cuando él pasaba al cerro, le ofrecí las gordas; su cuerpo flaco sonrió y sus labios pálidos se elasticaron con un ‘yo me llamo Rafael, soy trompeta del cerro de La Iguana’. Apretó la servilleta contra su estómago helado y se fue; parecía por detrás un espantapájaros; me dio risa y pensé que llevaba los pantalones de un muerto.

“Hubo un combate de tres días en Parral; se combatía mucho. ‘Traen un muerto –dijeron-, el único que hubo en el cerro de La Iguana’. En una camilla de ramas de álamo pasó frente a mi casa; lo llevaban cuatro soldados. Me quedé sin voz, con los ojos abiertos abiertos, sufrí tanto, se lo llevaban, tenía unos balazos, vi su pantalón, hoy sí era el de un muerto”.

Soldaderas, mujeres de valor

Sin las soldaderas “no hay Revolu-ción mexicana: ellas la mantuvieron viva y fecunda, como a la tierra. (...) Sin las soldaderas, los hombres llevados de leva hubieran desertado”.

Elena Poniatowska, en su libro “Las soldaderas”, hace justicia a esas mujeres que llevaron la peor parte de la Revolu-ción: las vivanderas, comideras, chimis-

“Carentes en absoluto de organi-zación militar, los tres o cuatro mil hom-bres formaron en columna de dos en fondo, (...) empuñando cada soldado su arma de combate, con las que se hubiera podido formar interesante museo, pues eran rifles, escopetas y pistolas de todas marcas, de todos calibres y de todas las épocas, y los que no portaban armas de fuego, empuñaban algún machete, pu-ñal, lanza o cuando menos, un moral con bombas de dinamita.

“Cada soldado iba cargado de medal-las, reliquias, escapularios e imágenes de los santos de su devoción, en cuadros o retablos, colocados sobre el pecho o atados al sombrero, con gran peligro para el devoto campesino, a pesar de la potencia milagrosa de la imagen, pues daba seguro blanco para los disparos del enemigo”. Pastor Rouaix, mayo de 1911.

La literaturaLa Revolución mexicana fue el argu-mento central de obras literarias magis-

coleras, juanas, cucarachas, argüenderas, mitoteras, busco-nas, pelonas y huachas, entre muchos de los términos que les asignaron.

Con un destino menos ideal del que se canta en los cor-ridos, las valentinas “con sus enaguas de percal, sus blusas blancas, sus caritas lavadas, su mirada baja, para que no se les vea la vergüenza en los ojos, (...) paradas o sentadas junto a su hombre, nada tienen que ver con la grandeza de los po-derosos. Al contrario, son la imagen misma de la debilidad y de la resistencia. Su pequeñez, como la de los indígenas, les permite sobrevivir”.

¿Sigue vigente?Daniel Cosío Villegas afirmó en 1947 algo que debiera mo-tivar la reflexión personal: “la Revolución ha muerto”, dijo, y es una tesis que otros han seguido repitiendo. Hoy, ¿la Rev-olución ha muerto?

Afirmar que ese parteaguas de la historia nacional es solo el conjunto de las muchas escaramuzas armadas que costaron cerca de dos millones de vidas, es cercenar de tajo el espíritu de los que se fueron a la sierra a echar bala y a dejar la vida, para que la de otros fuera más justa. Claro, también están aquellos que, de golpe, quisieron hacer mejor su vida y echarse pesos a la bolsa.

Pero dejar atrás la Revolución es como negar la infancia, en la que se aprende y se madura, y no es que se trate de pro-poner el culto a la Revolución, sino solo tener presente que en 1910 hombres de carne y sueños, de aciertos y de errores, heroicos y ruines, sembraron una semilla cuyo fruto pleno aún está pendiente.

Esa es la tarea ahora: reconocer los adeudos y completar, a través de las leyes, la transformación de este México que merece una suerte mejor.

“El gran mito del siglo XX mexicano”, Enrique Krauze

Sin las mujeres, los hombres no habrían aguantado tanto

tiempo en la Bola

El movimiento armado de 1910 fue causa y origen de afanes literarios, entre ellos destaca la obra de Nellie Campobello

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En 1913, fuerzas revolucionarias comandadas por Calixto Contreras, Tomás Urbina, Domingo Arrieta y Orestes Pereyra destruyen estructura comercial

Por: Ricardo Bonilla

L a Revolución Mexicana representa uno de los principales movimientos que cimbraron la vida del país a ini-

cios del siglo XX, desde aquel México en desarrollo con Porfirio Díaz, al levanta-miento armado que dejó más de un millón de muertos.

En el estado, la Revolución constitucio-nalista fue un momento cultural que per-mite entender el Durango contemporáneo, ya que resultó fundamental en el cambio y estancamiento de su ritmo de crecimiento.

De lograr ese florecimiento económico en el Porfiriato, con la llegada del tren, de los capitales, infraestructura para detonar el desarrollo, el comercio y equipamiento urbano; con la revolución maderista, tras la renuncia de Porfirio Díaz y Francisco I. Madero que asume la Presidencia, a la que siguió su asesinato por Victoriano Huer-ta, Durango forjó un capítulo de estanca-miento económico.

De acuerdo al historiador Javier Gue-rrero Romero, tras este suceso, Victoriano Huerta pide a todos los estados, munici-

pios y Congresos que lo reconozcan como el nuevo Presidente de México.

No obstante, en la capital duranguense el alcalde Silvestre Dorador y el diputado Pastor Rouaix no lo hicieron, además del alcalde de Cuencamé, lo que motivó su en-carcelamiento y la toma de Durango por las fuerzas federales en febrero de 1911.

Con ello, surgen nuevos levantamien-tos en el norte del país, comienza la Revo-lución Constitucionalista.

En Durango surge la Defensa Social con dos mil activos –creada con hijos de hacendados, grandes adinerados, comer-ciantes- considerados soldados chocolate por su inexperiencia en las armas, para proteger a la ciudad de la invasión revolu-cionaria. Se unen a mil 500 federales, 400 rurales, que lucharían contra ocho mil re-volucionarios.

El 17 de junio atacan a las 11:00 de la noche la ciudad de Durango Calixto Con-treras, Tomás Urbina, Domingo Arrieta y Orestes Pereyra para recuperarla de las fuerzas federales.

Destrucción de actividad económica

En su andanza, destruyeron la estructu-ra comercial de la ciudad, siendo la única devastada de esa manera. Roban, asaltan, destruyen con granadas los grandes co-mercios; fueron quemadas 24 grandes tien-das; más de 60 fueron robadas y destruidas pero no alcanzadas por el fuego; además, 100 casas saqueadas.

Para los federales, por una mala defen-sa de la ciudad, como para los revolucio-narios ante esa barbarie que no hubieran querido mostrar fue “un suceso vergonzo-

Cuando se detuvo la economía de Durango

so”, que inclusive se ha querido olvidar de la historia nacional.

Con este movimiento, las colonias ex-tranjeras emigraron, al igual que los gran-des capitales que dejaron a Durango en el olvido.

Luego, vinieron dos decisiones políti-cas de Pastor Roiuax en 1913: prohibir el regreso de aquellos que se marcharon en la Revolución, a pesar de que sus familiares permanecían en la ciudad, provocando el abandono de la ciudad al decidir recoger a sus familias.

Fuga de grandes capitales

Después, Pastor decidió dejar ir a todos los que decidieran marcharse, fugándose grandes capitales.

Como parte de esa emigración, el histo-riador también menciona a emblemáticas familias, como los Revueltas, los Bracho, Dolores de Río, que salieron huyendo ante las consecuencias de la toma de Durango.

A ello se suma, la epidemia de 1918, donde se perdió el 10 por ciento de la población; luego el movimiento cristero (considerado un movimiento contrarrevo-lucionario) donde Durango fue partícipe con el apoyo de grupos conservadores. La Cristiada.

El olvido y un quiebre en el ritmo de crecimiento de Durango fueron sus gran-des consecuencias. En 1910 la ciudad con-taba con una población de 32 mil habitan-tes; en 1949, 33 mil, con un evidente rezago en su desarrollo.

VIERNES 21 DE NOVIEMBRE DE 2014

Revolución Mexicana

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Alba del Campo, una de las mayores exponentes de las artes escénicas duranguenses

Por más de cuatro décadas, la actriz,

directora y maestra de teatro dio vida e

identidad a la cultura local

Por: Ricardo Bonilla

C on dos baúles de vestuario, recuer-dos y una gran trayectoria teatral, la actriz, directora y maestra Alba del

Campo permanece como una de las figuras más representativas del teatro que dieron identidad a Durango. Por más de cuatro dé-cadas protagonizó diferentes puestas en es-cena, apropiándose de la memoria de miles de personas que aún la recuerdan.

Desde en 1962 con “Lito” Oloño y la rea-lización de tres comedias mexicanas, comen-zó una aventura que aún no termina; luego formó su propio grupo teatral y creó con En-rique Mijares “Teatristas Durangueños AC”. La vida cultural de aquella época no podría eludir su nombre.

Aunque se ha apartado de la vida cultu-ral, destaca que actualmente los grupos de teatro no perduran por la falta de recursos; se han hecho varios intentos, pero no han trascendido, señala.

Sin embargo, reconoce que para ser una buena actriz o gran actor de teatro se requie-re una amplia preparación, “estudiar mucho, no lanzarse a lo Quijote a conquistar al mun-do, se requiere trabajo”.

El 5 por ciento de una carrera de éxito es el talento, pero el 95 por ciento restante es de puro tesón, expresa.

El teatro que hizo brillar a Durango

VIERNES 21 DE NOVIEMBRE DE 2014

Con orígenes familiares que datan del siglo XVIII, con el Conde del Campo y Mar-qués del Valle de Súchil, Alba del Campo recuerda la cultura que se desarrollaba an-tes de que existieran dependencias guber-namentales responsables de promover la creación.

En el sexenio de José López Portillo se puso en servicio la Casa de la Cultura de Du-rango, en una iniciativa que alcanzaría todo el país para hacer de la cultura un rubro más ciudadanizado.

A la par, conjuntamente con Don Evo-dio Escalante, su esposo Chalío Salas Ceni-ceros–músico-, Enrique Salas – reconocido guitarrista clásico-, Ricardo Arzac, Manuel Salas, entre otros, conformaron la Casa de la Cultura AC, dispuestos a trabajar también la cultura en forma independiente. “Logramos grandes espectáculos, como traer a Rosaura Revueltas”, afirma. “Sesionábamos en la casa de Don Evodio

Escalante, en mi casa, en La Trinidad con Ricardo Arzac, hasta en la ex Hacienda La Ferrería”, expresa Alba del Campo.

La maestra del Campo basa su deseo en el teatro “porque me deslumbraba”; partici-pó y obtuvo reconocimientos a nivel nacio-nal; posteriormente fue la maestra de teatro en la Casa de la Cultura actual. “Para entrar como maestra de teatro hice una Pastorela Medieval”, dice.

Con 84 años de edad, la maestra Alba del Campo ahora se encuentra en su librería ubicada en la escalinata de la Biblioteca Cen-tral del Estado, donde también está su Patio de Comedias del Calvario.

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Una obviedad suya, de esas que son muy obvias: “Lo que ahoga a alguien no es caerse al río, sino mantenerse sumergido en él”

Por: Daniel Azdar

Doy crédito a las re-des sociales cuando sarcásticos adminis-

tradores de páginas literarias critican, qué digo critican, destrozan; qué digo destro-zan, masacran; qué digo ma-sacran: liquidan y resucitan a gente como Paulo Coehlo para volver a liquidarla a tra-vés de ácidos comentarios y divertidos memes.

Lo mismo me tumba de risa un crítica seria y precisa de Jorge Martí o Abad Facio-lince sobre la obra de Coehlo que unos cuantos memes en Facebook haciendo alusión al pecado de su obviedad.

Yo quise ser parte de esto. Así que ¡a por él!, pues.

En un artículo que Jor-ge Martí tituló ‘Las ventajas de no leer a Paulo Coehlo’, asegura: “Sus libros están es-critos desde la vanidad de quien está convencido de haber encontrado respuestas trascendentales”.

Y es verdad. Yo, en mi afán de divertirme un poco a cos-ta de las resbaladas frases de Coehlo que administradores de superación personal y de-más paginillas usan, publiqué una que decía: “Cuando quie-ras algo, mantén los ojos bien abiertos (…) Nadie acierta su objetivo con los ojos cerra-dos”; a la imagen le adjunté lo siguiente: “eso no es verdad, don Coehlo, ¿y la gente que quiebra la piñata con los ojos vendados, y la que le pone la cola al burro?”.

Leí El alquimista porque dijeron que era un plagio y una versión extendida (por extendida me refiero a llena de paja) de aquel fantástico cuento que leí en la prima-

ria, compilado en mi libro de Español Lecturas

que aún guardo en

casa: ‘Historia de dos que soñaron’. Lo leí por pura curiosidad y sí: no es más que eso.

Para la revista GQ, un tal José Manuel Ruiz escribió un artículo llamado ‘Por qué crí-ticas a Paulo Coelho si todo lo que dice es verdad y bonito’. El textillo es tal que honesta-mente no supe, cuando lo ter-miné de leer, si era el trabajo honesto de un admirador del brasileño o un texto tan sar-cásticamente bien logrado –por un verdugo del mismo– que cumplió su cometido: no saber si decía la verdad o no. En él, el supuesto autor dice: “(Coehlo) es brasileño, una nacionalidad con fuertes connotaciones festivaleras, y tiene mucho más mérito ha-ber encontrado la sabiduría estando rodeado de caderas bamboleantes”; ‘carajo’, pensé cuando terminé de leer eso.

Y hay que ver cómo lo defienden en Facebook, ras-gándose las vestiduras, las clásicas señoras burguesas sin quehacer por las tardes: “Hay que leerlo después de una buena comida, para hacer la digestión”.

Y yo pienso: la literatura es otra cosa. Se lee con ham-bre, con el estómago vacío (¡no después de una buena comida!), cansado, harto, jo-dido, sin amor. Pero en fin…

Nota del autor: Sigues tú, Dan Brown; y también tu: Carlos Cuauhtémoc Sánchez. Se les ha perdonado la vida hasta próximas ediciones.

Paulo Coehlo: ¡A por él!

“Escritor rudimentario, de pensamiento pobre y muy elemental en sus recursos lingüísticos”,

Abad Faciolince

¿Hay más burlas que críticas fundamentadas?

Siempre sé tú mismo,pero si puedes ser Batman, mejor sé Batman, que está más mejor

Paulo Coelho

¡Cómo se antoja un chicharrón preparado, acá, bien servido con su aguacate, cueritos, col, lechuga, jitomate, crema, queso y un chingo de salsa Valentina!