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I TEMAS SOBRE DESARROLLO ECONOMICO

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I

TEMAS SOBRE

DESARROLLO ECONOMICO

EL DESARROLLO ECONOMICO:SU SIGNIFICADO Y SU POLlTICA •

Al comenzar esta exposición, surge de una manera in­mediata una pregunta concreta: ¿Qué se entiende por desarrolloeconómico? ¿En qué consiste esta idea que tan frecuentemente seutiliza y que con tanta profusión usa la literatura económica con­temporánea?

Sin embargo, sí intentamos contestar adecuadamente a ta­les interrogantes y acudimos a la ya numerosa bibliografía sobreel tema, no dejaremos de sentimos perplejos ante la extraordina­ria variedad de opiniones e interpretaciones que nos salen al paso.

Por ello consideramos que, antes de abordar los proble­mas específicos del desarrollo económico es necesario dar un pa­so atrás, y examinar críticamente el tema para interpretar conexactitud cuál es el fenómeno económico que nos proponemos es­tudiar.

El mérito de haber sido el primero en analizar el desa­rrollo como un fenómeno económico que tiene su propia dinámi­ca, sus leyes y su problemática específica, corresponde, sin duda,al profesor Schumpeter. En su obra maestra, titulada Teoria deldesenvolvimiento económico y publicada en 1911, es decir, hace

... Conferencia dictada en la Ciudad Universitaria, bajo los auspicios de laFacultad de Humanidades y Educación. Caracas, noviembre de 1955.

Sobrctiro de El Trimestre Económico, vol. xxiii, nO 2. Abril-junio de 1956,México, D.F.

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más de 40 años, dicho profesor puede reclamar para sí el haberplanteado por primera vez el problema del desarrollo como unproblema específico de la teoría económica y el haber presenta­do, además, una solución que ha influido sobre las bases y el de­senvolvimiento ulterior de toda la teoría económica.

Sin embargo, el enfoque de Schumpeter es algo distinto-y, se puede decir, más amplio- del que se aplica al problemageneralmente hoy día y del que aplicaremos en el curso de nues­tra exposición. Para Schumpeter el desarrollo económico abarcael fenómeno de la elevación de la economía capitalista de un ni­vel dado a un nivel superior, y se refiere -en consecuencia- atodas las economías, incluso las más modernas, siempre que exis­tan ciertas condiciones básicas que hagan posible y determinen eldesarrollo. El objeto de estudio, para él, es el desarrollo estruc­tural de la economía capitalista, un proceso que, sin embargo, nose realiza en forma continua, similar al crecimiento constante queobservamos en el mundo orgánico, sino en forma discontinua ycon la periodicidad que conocemos bajo el nombre de "ritmo co­yuntural". De este modo, la teoría de Schumpeter es, al mismotiempo, teoría del desarrollo estructural y teoría de la coyunturade las economías capitalistas en general.

Si comparamos el concepto de desarrollo que encontramosen la obra de Schumpeter con el enfoque del problema que pre­valece hoy, sobre todo en la literatura anglo-sajona, observamosun cierto cambio en la perspectiva y, además, una limitación delproblema en comparación con el planteamiento de Schumpeter.

El tema de análisis ya no es tanto el desarrollo de la eco­nomía capitalista como tal, sino el desenvolvimiento de ciertasáreas de la economía capitalista -áreas que llamamos general­mente "subdesarrolladas"- y el proceso de asimilación de dichasáreas al nivel de las zonas económicamente más desarrolladas.Con este enfoque se toma como punto de partida la estructura ydiferenciación interregionales de la economía mundial de nuestrotiempo.

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Al proceder así, observamos de inmediato que rigen losmás diversos criterios para delimitar lo que se consideran áreas"desarrolladas" y áreas "subdesarrolladas". En efecto, hay casosen que algunos autores se limitan a conceptuar determinadas regionesdel mundo (por ejemplo, Estados Unidos, Europa Occidental) co­mo áreas desarrolladas, mientras que otras (como ciertas zonas deAsia. Africa, parte de América. etc.) aparecen clasificadas comosubdesarrolladas, sin explicarnos las razones para hacer esta di­ferenciación.

En otros casos. el criterio aplicado parece ser más sis­temático. Por ejemplo. Buchanan y Howard Ellis en: Approachesto Economic Development utilizan como norma para determinar elgrado de desarrollo la duración media de la vida en diferentesáreas del mundo. Consideran. como es lógico. países desarro­llados a aquellos en donde es más prolongada la expectativa me­dia de vida. estimando como subdesarrollados a todos los demás.

También hallamos en numerosas ocasiones que los paísesdesarrollados se identifican como eminentemente industrializados,frente a los no industrializados o agrícolas, que precisamente porello se incluirían entre los de escaso desarrollo.

Desde luego. sin embargo, hay que reconocer que el cri­terio más ampliamente admitido y quizás más equilibrado -a pe­sar de las limitaciones que luego veremos- es el de tomar comoíndice de desarrollo económico el del ingreso nacional per cápi­ta o ingreso promedio por habitante. O sea. el que resulta dedividir el ingreso nacional total de un país por el número de ha­bitantes, abstracción que nos permite suponer que, repartido pro­porcionalmente el ingreso nacional total entre todos los habitan­tes. a cada uno habría de tocarle una determinada participaciónvalorable en dinero. Así, algunos autores definen el área sub­desarrollada como aquella que ofrece a sus habitantes un produc­to final de consumo y bienestar material, apreciablemente infe­rior al que ofrecen las economías de naciones más desarrolladas.

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En suma. según esta definición. un país subdcsarrollado sería sim­plemcnte lo que en lenguaje llano dcnominaríamos un país "pobre",

Como hemos dicho. el criterio del ingreso medio per cápi­ta parece ser el más generalmente admitido como índice para de­terminar el grado de desarrollo económico. Por ejemplo. el in­forme de las Naciones Unidas titulado Medidas para fomentar eldesarrollo económico de los países insuficientemente desarrolla­dos (1951). dice al respecto: "Hemos tenido algunas dificultadespara interpretar el término de 'países insuficientemente desarrolla­dos' ... Lo usamos para referirnos a países en los cuales la rentareal per cápita es baja si la comparamos con los ingresos realesper capita en los Estados Unidos de América. Canadá. Austria yEuropa Occidental".

A pesar de todo ello. y como veremos, las críticas quepueden hacerse al criterio del ingreso per cápita son numerosas.Comencemos por observar que la comparabilidad entre diversosingresos nacionales es susceptible de discusión desde el punto devista de la capacidad de compra de las distintas monedas. Así, alhacer una reducción a una unidad común -supongamos dólares­se obtienen cifras difícilmente comparables. ¿Es que toda unidadmonetaria tiene en sí misma la capacidad de compra que refleja­ría su tipo de cambio con las demás divisas? Sería por ello cier­tamente aventurado afirmar que nuestro bolívar refleja la capaci­dad de compra interna que se derivaría de su tipo de cambio conel dólar norteamericano. Este hecho se prestaría a conjeturas y en­foques diversos.

Otra dificultad se presentaría en la comparabilidad de bie­nestar que proporcionan los ingresos monetarios. en relación a lasnecesidades que deben cubrir. En efecto: ¿Puede compararse elingreso personal de un sueco, cuyo ingreso monetario habrá deproveer a la necesidad de calefacción exigida por un clima ex­tremadamente septentrional, con el ingreso nacional de un ve­nezolano que vive en el trópico y se halla exento de esta nece­sidad? He aquí pues, otro problema. Y como éste podríamos con­tinuar citando otros muchos.

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No obstante, acaso resulte conveniente -antes de seguiradelante- observar qué resultados alcanzaríamos si aplicáramos elcriterio del ingreso medio o per cápita a algunos casos en con­creto. Esto nos ayudaría a puntualizar el estudio del problema.

Partiendo de las últimas cifras publicadas sobre ingresonacional y población, y reduciendo los diversos ingresos per cá­pita a una unidad común que identificamos con el dólar, obte­nemos las siguientes cifras:

Grupo de paises con más de500 dólares per cáplta

Estados UnidosSueciaAustraliaInglaterraFranciaVenezuela

Grupo entre 100 y 500 dólaresper cápita

ItaliaCubaEcuadorMéxico

Grupo de menos de 100 dólaresper cápita

PerúThailandiaIndia

Ingreso medio anual per eapltaen 1951-1953 (en dólares)

1,8471,016

909852699517

302292148143

966358

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En la anterior enumeraci6n s610 hemos escogido, para noalargar excesivamente la lista, algunos países que nos permitanpresentar la cuesti6n desde un ángulo crítico. Un rápido examende estas cifras nos permite hacer varias observaciones.

Entre ellas advenimos, como algo notable, que Venezue­la -la cual ha venido siendo considerada hasta ahora como unárea subdesarrollada, y cuya economía hemos calificado los ve­nezolanos mismos de semicolonial en algunas ocasiones- tengaun ingreso per capita que la coloca en el grupo superior a los 500d6lares anuales, o sea, entre los países más desarrollados econ6mi­camente, si no a la altura de Estados Unidos y Suecia, por lomenos al nivel de los países más desarrollados de Europa oc­cidental.

¿Habríamos de decir, entonces, que Venezuela es un paísya desarrollado a un nivel parecido a Francia o a otros países deEuropa occidental? Observemos desde ahora que entre Venezue­la y Francia existe en cambio una fundamental diferencia en cuan­to a la densidad de la poblaci6n: la de Venezuela es de 5.6 ha­bitantes por km-, mientras que la de Francia es de 77.6.

En el grupo segundo de países cuyo ingreso per cápitaesinferior a 500 dólares (aunque superior a 100) se destaca, porejemplo, el caso de Italia (unos 300) junto al de México (143) yEcuador (148). ¿Nos basaríamos en tales cifras para afirmar queestas naciones están en un estadio de subdesarrollo parecido? Nopodríamos hacerlo, pues son muchas y de gran magnitud las dife­rencias que distinguen a estos países. Ya se ve que no nos esposible comparar el estado econ6mico de Italia, que en algunosaspectos muestra un gran desarrollo industrial, pero cuyos pro­blemas derivan de una sobrepoblaci6n (densidad 153 habitantespor km2) con el caso de México (densidad 14.6 habitantes porkm2), país de poca densidad de poblaci6n; y, hasta cierto punto,poco industrializado. Es decir, el subdesarrollo en cuestión sepresenta en cada caso como unfenámeno de naturaleza muy distinta.

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Y, finalmente, en el último grupo de países con ingresoper cápita inferior a 100 dólares, hallamos agrupadas a nacionesde problemas económicos tan diversos como la India (densidad137 habitantes por km") y Perú (6.9 habitantes por km2), cuyasdiferencias de densidad de población son tan fuertes como las quehemos señalado en el caso anterior, y hasta mayores.

En consecuencia, puede deducirse del anterior análisis queel criterio de comparar ingresos per cápita -admitiendo que lacomparación pudiera hacerse con plena exactitud- no es suficien­te para orientarnos claramente a fin de alcanzar una distinciónprecisa entre área desarrollada y subdesarrollada. Podríamos con­venir sin duda alguna en que la clasificación resulta en ciertosentido provechosa, pero no deberíamos adoptarla -en ningún res­pecto- como un criterio único e indiscutible.

Desde luego, no es nuestro propósito aquí una nueva teo­ría completa de 10 que entendemos por desarrollo económico, ysólo, en todo caso, se pretende hacer algunas observaciones cons­tructivas, para contrarrestar la posición crítica que hemos adop­tado hasta ahora. No está demás recordar aquí que si las ideas dedesarrollo económico han sido puestas de moda por la recienteliteratura económica anglosajona, hace ya más de 25 años -alre­dedor de 1930- el viejo maestro Wagemann había publicado unlibro titulado Estructura y ritmo de la economía mundial. en elque daba una clasificación de las diversas regiones del mundo,tomando como base la relación entre población, territorio y dis­ponibilidad de capital, y el cual es un precedente para el enfoquede los problemas de desarrollo. Esta clasificación acaba de serrepetida por el mismo Wagemann en su reciente obra publicadaen Chile, La economía mundial, y es indudable que nos propor­ciona una guía excelente para tipificar según un criterio de in­tensidad económica las diversas regiones del mundo, teniendo encuenta la relación entre densidad de población y empleo de ca­pital. Según dicha clasificación, se consideran países "protoca­pitalistas", los que tienen poca densidad de población y usan po­co capital; "neocapitalistas", aquellos que cuentan con escasa den-

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sidad, pero usan intensamente el capital; "semicapitalistas", losque muestran una fuerte densidad de población, pero empleancapital en pequeña escala; y "plenocapitalistas" los que tienenelevada densidad de población y emplean mucho capital. En con­secuencia, clasificaríamos como países plenocapitalistas, o muydesarrollados, a los Estados Unidos e Inglaterra; Neocapitalistas,o desarrollados, en época reciente a países como Venezuela, Ca­nadá o Australia; semicapitalistas a los que quedaron desde hacetiempo en estadio de desarrollo incompleto, como la India y Chi­na; y protocapitalistas a territorios todavía sin desarrollar como elSudan o el interior de África.

Desde luego, ya se puede ver que con estas ideas tenemosmás posibilidad de orientamos y de analizar el problema del de­sarrollo económico a que nos estamos refiriendo. puesto que cadapaís queda así mejor ubicado dentro de las peculiares caracterís­ticas de su desarrollo económico. Así, por ejemplo. en el casoconcreto de nuestro país, Venezuela, tendríamos que si bien apa­rece como un país desarrollado desde el punto de vista de suingreso per cápita, de más de 500 dólares por habitante, habría deconsiderársele Neocapitalista o susceptible de ulterior desarrollo,si se tiene en cuenta que la densidad de población es baja, mien­tras que el empleo de capital es intensivo. Venezuela requiere laaplicación de métodos altamente mecanizados en la industria y enla agricultura, debido al alto nivel de la remuneración del traba­jo, consecuencia, a su vez, de la relativa escasez del factor tra­bajo, lo que da, por tanto, un alto ingreso per cápita. Así la po­sición de Venezuela en el mundo económico queda ahora muchomás delimitada: aunque es un país que ha alcanzado unos nivelesde ingreso o bienestar material, que se pueden considerar comoaltos, debe avanzar -sin embargo- hacia otras etapas de mayor in­tensidad económica, hacia un aumento de la densidad de pobla­ción, invirtiendo al mismo tiempo los capitales necesarios a fin decontinuar empleando intensamente los métodos de alta mecani­zación en la actividad productiva.

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Otros países se clasificarían también con mayor acierto siaplicáramos el criterio que estamos comentando. Así los casos deItalia o la India, por ejemplo, podrían explicarse al observar quela gran densidad de población o la reducida disponibilidad decapital, en relación al número de habitantes, obligan a mantenermétodos de trabajo en los que predomine el uso de mano de obra,10 que influye poderosamente en que su ingreso per cápita sea re­lativamente pequeño.

En definitiva, y de acuerdo con los elementos de análisisque hemos venido señalando en el curso de los anteriores ra­zonamientos, podríamos decir que los indicadores o índices quehemos de tomar para determinar el grado de desarrollo o estadioeconómico en que se halla un país, deberían ser:

a) La densidad de población, o número de habitantes porunidad territorial.

b) La intensidad de empleo de capital en las actividadesproductivas, o coeficiente de capital por unidad de pro­ducto.

El ingreso nacional per cápita debería considerarse, por 10tanto, como una consecuencia del juego de estos elementos y nocomo su premisa.

Quizás convendría destacar igualmente otros elementosmediante los cuales pudiera complementarse la determinación delgrado de desarrollo, y hacer hincapié, por ejemplo, en la dis­tribución efectiva del ingreso nacional entre los habitantes, o seaen la mayor o menor nivelación de los ingresos entre la pobla­ción. Pero con ello entraríamos en un problema de distribución ode política social, que requeriría una consideración más detenida.

Creemos, sin embargo, que con los elementos aportadosanteriormente, podemos realizar un examen más certero de losproblemas del desarrollo, y que dichos elementos nos permitendescribir también con mayor precisión lo que debe ser una políticade desarrollo económico.

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Pasemos a examinar ahora los fines y sentido general deuna política de desarrollo económico, teniendo en cuenta las con­sideraciones ya expuestas. Más adelante examinaremos los mé­todos e instrumentos concretos de la misma, tratando de aplicaralgunas de sus enseñanzas al caso de Venezuela.

De lo que se dijo anteriormente resulta que la definiciónde desarrollo o subdesarrollo tiene que hacerse en función de di­versos indicadores, de cuyo conjunto podremos obtener un cua­dro completo del estadio económico en que se halla un país. Deaquí que podamos anticipar desde ahora que a nuestro juicio noexiste una sola clase o fórmula de política de desarrollo económi­co, sino que ésta debe adaptarse a la situación particular en que seencuentre cada economía nacional.

En cuanto a la finalidad general de este tipo de política, yahemos visto que consiste en elevar, o por lo menos mantener, elingreso per capita de la comunidad, al mismo tiempo que se am­plían y ponen en explotación los recursos potenciales del país y sehace éste habitable a una amplia masa de población. como ya seha dicho, deben cumplirse las dos condiciones señaladas para po­der hablar de una política de desarrollo económico; y, en el cursode eta exposición, haremos constante referencia a ambos aspec­tos del problema.

Digamos desde luego que, para elevar el ingreso per cá­pita de una comunidad, no hay otro camino que proveerla de ca­pital, o sea realizar inversiones, las cuales deben hacerse con cri­terio objetivo y realista. Hoy disfrutan de creciente boga todas lascuestiones que surgen en torno al problema de la inversión, des­de que Keynes -para citar sólo el nombre más saliente- puso derelieve la función de este elemento como motor de la actividadeconómica. Ha surgido así una posición intelectual en relación ala economía moderna, que se distingue fundamentalmente de laposición clásica. Mientras que esta última apoya todas sus reco­mendaciones en la suposición de que las leyes de mercado igua­laría automáticamente la creación de capitales -o sea el ahorro-

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COI\., la realización efectiva de los actos de inversión, hoy parti­mos del criterio de que se puede dar primacía a la función activade invertir, ya que no siempre el ahorro creado se transforma eneste movimiento activo, e incluso se puede esperar que el mismoacto de in,<ersión arrastre el ahorro necesario. En el fondo se tra­ta más de una diferencia de perspectiva que de análisis.

Sin embargo, esta diferencia o, mejor dicho, la nueva po­sición teórica ha influido esencialmente sobre el planteamientodel problema del desarrollo económico. Pensamos ahora que elmanejo del ritmo de inversiones puede servir no solamente paraestabilizar la actividad económica a corto plazo, o sea, mantenerel nivel de ocupación, sino también para aumentar el empleo decapital y elevar el nivel de vida, o sea, para el desarrollo económi­co, y creemos que el Estado, el Gobierno o los organismos pú­blicos, pueden y deben -con una política adecuada- mantener oaumentar el volumen de inversiones, bien haciéndolo directamen­te o bien promoviéndolas por medios indirectos.

Si lo anterior puede considerarse como la expresión ge­neral de lo que llamaremos una política de desarrollo económico,debemos apresuramos a manifestar que evidentemente sería de­masiado simple dejar la cuestión en estos términos. Son muchoslos problemas a cuya solución necesitamos enfrentamos antes dellegar a articular, a concebir, una política acertada de desarrolloeconómico, adaptada a cada país o a cada economía nacional.Sería desde luego, excesivamente prolijo tratar de enumerarlostodos, por lo cual vamos a examinar sólo algunos de los prin­cipales.

Podríamos decir que entre los problemas básicos que hade plantearse una política de desarrollo, surgen los siguientes:

a) ¿Cómo se puede determinar cuantitativamente el vo­lumen global de inversión?

b) ¿Qué clase de inversiones hay que realizar para queredunden efectivamente en un progreso efectivo delpaís?

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Vamos a examinar por separado cada una de tales cues­tiones. El volumen global de inversión que un país o un sistemaeconómico están en capacidad de ejecutar, tiene que relacionarsenaturalmente con aquella parte de recursos o rentas que puedadejar de consumir, para poder dedicarlos a crear bienes produc­tivos o bienes de capitalización. Es decir, tiene que relacionarsecon el ahorro, ya anterior o posterior al acto de invertir. Esto noes más que las conocidas ecuaciones de que ahorro =renta - con­sumo, y que renta = consumo + inversión, por lo que ahorro =inversión. Queda entendido que, al hacer esta afirmación, pres­cindimos por el momento de las ayudas o préstamos de capitalesque pueda recibir un país "subdesarrollado", provenientes del ex­terior, pues ya esto no depende de sus propios medios.

Claro está, sin embargo, que en sistemas económicos co­mo los nuestros -Ios del mundo occidental- en unas economías demercado todo el complejo de decisiones acerca del gastar, aho­rrar, invertir, etc., se realiza con autonomía para cada individuo,empresa o entidad, por separado y por motivos meramente per­sonales. La cuestión de que estos actos se conjuguen en un re­sultado armónico y puedan ser influidos o encauzados hacia el ob­jetivo de lograr un nivel adecuado de inversión es el problema dela política de desarrollo que comentamos. En este sentido dichapolítica se enfrenta básicamente con un dilema, no siempre fácilde resolver: si se fuerza o impone ahorro a la comunidad (conmétodos fiscales, monetarios, etc.), a fin de liberar los capitalesnecesarios para invertir, se corre el peligro de reducir las posibi­lidades de consumo de la población, bajando, por tanto, el nivelde vida y restringiendo los mercados a las inversiones produc­tivas que se están realizando; si por el contrario se mantiene unalto nivel de ingreso real per cápita se afronta el riesgo de au­mentar sólo el gasto de consumo, sin que queden libres capitalespara invertir. Cualquiera de estos peligros significa impedir el de­sarrollo económico: en primer caso, porque se frustran las in­versiones realizadas, ante un nivel de vida demasiado bajo; en elsegundo caso, porque tales inversiones no llegan a poder efec­tuarse.

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Ya se ve que no es fácil romper esta "barrera" para llegara una política que, siendo una transacción entre los dos caminos.logre al mismo tiempo los fines perseguidos. Es una cuestión dematiz el adaptarse a las condiciones económicas de cada país,para determinar si se puede llevar a cabo una política de ingresosaltos (altos sueldos y salarios), educando a la población en lapráctica del ahorro; o si se realiza una política de ingresos bajos,con objeto de que la economía pública o las empresas privadasobtengan los medios necesarios para hacer inversiones. Desde lue­go, es muy difícil una solución que conjugue al mismo tiempo unalto nivel de ingresos y de consumo, con un alto nivel de in­versiones. ya que frecuentemente ci resultado final de esta polí­tica es la inflación, la cual puede destruir todo 10 logrado.

Es difícil determinar cuantitativamente qué nivel debe te­ner la inversión con respecto al producto social, para asegurar unbuen nivel de desarrollo. Repetidamente. por ejemplo, la Comi­sión Económica para América Latina de las Naciones Unidas hahecho referencia a esta cuestión. Ultimamente 1 comprobaba quela relación entre producto social e inversión -en promedio. para elconjunto de América Latina- había pasado de 17.5% en 1952, elpunto mayor en estos últimos anos a 14.9% en 1954. Con estedato podríamos decir que un grado de desarrollo caracterizado porun porcentaje de inversión respecto al producto social, que fuerasuperior a aquellas cifras, sería perfectamente satisfactorio. Co­mo veremos, afortunadamente, Venezuela de encuentra en estosúltimos anos en dicha situación.

Examinaremos ahora el segundo de los problemas a quenos hemos referido anteriormente, o sea el de la clase o direcciónde las inversiones que deben realizarse. para que éstas redundenen progreso o desarrollo económico de un país. Al entrar en estecampo hemos caído en el problema de la productividad de lasactividades económicas, que es probablemente una de las cues­tiones más difíciles que tiene planteada la teoría.

1. Véase Estudio Económico de América Latina, 1954.

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Es obvio -acaso estaría demás la insistencia en ese tema­que invertir para fomentar el desarrol1o económico no quiere de­cir simplemente gastar dinero, aunque ello sea en bienes perma­ncntcs, o en actividades de producción. Es necesario previamenteasegurarse de la productividad de lo que se va a crear. Esta, co­mo norma, tiene que ser alta o susceptible de ser elevada, por lomenos, al mismo nivel que las demás actividades que existan enel país y que las actividades similares en el exterior. La conocidanorma de la economics of welfare (economía del bienestar) de queel producto social no es óptimo mientras la productividad mar­ginal de los factores sea desigual, tiene aplicación en este caso.En efecto, siempre sería posible transferir recursos, cuya produc­tividad marginal sea inferior, a otro empleo de productividad mar­ginal superior.

En un conocido libro de Mandelbaum sobre La industria­lización de las regiones atrasadas se sostiene una tesis a la queconviene hacer referencia ahora. En ella se afirma que, en lospaíses agrícolas, cualquier inversión de tipo industrial aumentasiempre la productividad total, porque tiene como efecto el trans­ferir mano de obra agrícola a la industria. Y aunque la actividadindustrial en cuestión fuera poco productiva, provocará un au­mento de la productividad agrícola, ya que esta actividad tieneque rendir el mismo producto con menos mano de obra. Es decir,un aumento de la industrialización implicará al mismo tiempo unaumento de empleo de capital en la agricultura.

Como puede verse, esta tesis tiene in mente condicionesde países sobrepoblados, con una alta proporción de su poblacióndedicada a la agricultura. En estos casos la tesis de Mandelbaumes probablemente cierta y nos daría una norma acerca de la con­veniente dirección de las inversiones en países de este tipo: es de­cir, la inversión industrial, cualquiera que sea su productividad.

Sin embargo, el problema se presenta en forma distinta enpaíses de poca densidad, en los que no hay una masa de pobla­ción agrícola previa para hacer las transferencias de población

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previstas. Es más, en este caso el camino de la industrializaciónpuede anular la actividad agrícola por falta de la mínima pro­porción de factor trabajo y puede despoblar el campo. Por lotanto, en países subdesarrollados con menor densidad de pobla­ción no se puede aplicar -sin más- una política de inversionesindustriales, olvidando el papel de las actividades agrícolas.

En estos casos resulta difícil, pues, establecer una normageneral acerca de la dirección de las inversiones. Habría que es­tablecer, en cualquier caso, las condiciones de mercado, de dis­ponibilidad de materias primas, de mano de obra especializada,etc., para asegurar una explotación eficaz' que no sea una cargapara la economía. Es decir, una explotación que pueda vivir yprogresar sin subvenciones, remunerando los factores del mismonivel que señale el mercado, y a ser posible, sólo con nivelesbajos de protección aduanera.

Es evidente que en un sistema económico subdesarrolla­do no siempre es posible alcanzar este desiderátum, y muchasveces hay que pasar por períodos de subvención, de superpro­tección y de otras ventajas en favor de las actividades produc­tivas. Pero es muy importante hacer notar que estos fenómenoss6lo pueden admitirse, como hechos transitorios hasta lograr la"mayoría de edad" de la actividad de que se trata. Si esto no selogra, se corre el peligro de ir creando un sistema económico debaja productividad, que en definitiva se traducirá en un bajo ni­vel de vida y en la paralización completa del proceso de creci­miento o de desarrollo.

Vamos a hacer ahora, en esta última aparte, unas brevesconsideraciones en torno al desarrollo económico de Venezuela,utilizando algunas de las ideas que derivan de lo dicho anterior­mente. Claro está que estas observaciones van a tener un caráctermuy general, ya que no es posible en este momento emprenderuna descripción más detallada.

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El tipo de política adecuada al desarrollo económico denuestro país, que se caracteriza por un alto nivel de ingreso percápita, pero por una densidad de población baja, debería ser tal,que pudiera aumentar esta población, sin disminuir al mismo tiem­po, sino antes bien elevarlo, el actual ingreso por persona. Esdecir, en dos palabras, que nuestra política de desarrollo podríacaracterizarse por "invertir y poblar".

Alrededor de la cuestión de la política de inversiones sehan planteado anteriormente dos problemas fundamentales: el delvolumen de inversión total y el de la clase o distribución de talesinversiones. Desde luego se puede decir que en los últimos años,y posiblemente durante algunos más, Venezuela ha tenido resuel­to en forma razonablemente satisfactoria el problema de disponerde un volumen adecuado de capitales para invertir.

No hace falta insistir en que, por el hecho de tener el paísun sector productivo de tan alta eficacia como la industria petro­lera, ha sido posible disponer de amplios excedentes de capitalespara invertir, sin que a pesar de ello haya tenido que presionarsehacia abajo el nivel de vida de la población. Antes bien, se hapodido aumentar en los últimos años,

Por tanto, los excedentes o márgenes, procedentes de laindustria petrolera, en su mayor parte, han sido transformados porla vía del Estado o de la economía privada en un volumen con­siderable de inversiones. Aunque quizás no fuera necesario apor­tar cifras. baste decir que en los últimos años hemos podido de­dicar a inversión alrededor de Bs. 3.000 millones anuales, o seaque la rclacíón entre la inversión bruta total y el producto tcrri­torial bruto, incluyendo en ambos casos a la compañías petrole­ras, fue, por ejemplo en el afio 1953, del 22.6%.

Si recordarnos que esta misma relación se situaba en losúltimos años para la América Latina en un promedio de 15 a 18%,hemos de convenir en que la posición de Venezuela en este sen­tido es positivamente satisfactoria. Dejemos, pues, establecida di-

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cha conclusión en cuanto a esta faz del problema del desarrolloeconómico.

El segundo aspecto de la política de desarrollo, que se re­fiere a la clase y distribución de la inversión en Venezuela, apare­ce como un asunto mucho más problemático. Sobre todo porqueno nos hallamos sólo en un proceso, que presenta problemas muypeculiares, y cuyas consecuencias sólo veremos más adelante. Sinembargo, hagamos algunas reflexiones en tomo al mismo.

El hecho de que el impulso básico de nuestro desarrollohaya procedido de una industria como la petrolera, que tiene unaalta productividad y que empica intensivamente el capital, haceque las demás actividades que puedan iniciarse en este país de­ban presentar características similares. La igualación de remune­raciones de factores en el mercado, nos lo impone así. De modo,pues. que en algunos aspectos hemos de saltar de una economíaprimitiva y prccapitalista, a las formas más complicadas de su­pcrcapitalismo, prescindiendo de estadios intermedios y de evo­luciones graduales y orgánicas. Nuestra economía crece a saltosy. en consecuencia, nuestro porvenir económico dependerá de lahabilidad para adaptamos a tan peculiares condiciones.

Por tanto, toda nueva actividad en el país debería carac­terizarse por un empleo intensivo de capital o por métodos muymecanizados. Pero al mismo tiempo, como país de poca densidadde población, nos hallamos sólo con mercados relativamente peque­ños que no siempre permiten obtener las ventajas de la produc­ción en gran escala. Tenemos, pues, en nuestro sistema una con­tradicción interna. que sin duda puede perjudicar nuestro crecimien­to. Hemos podido, por ejemplo, consolidar industrias como lasdel cemento, cerveza o caucho, donde se ha podido aunar un altogrado de mecanización con un mercado adecuado al tamaño míni­mo de estas instalaciones. Pero es evidente que por el momentoexisten muchas industrias de alta mecanización que sería difícilintroducir en nuestro país por la inexistencia de un mercado con­sumidor apropiado.

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Por ello creemos que una norma esencial de nuestra po­lítica de desarrollo tiene que consistir en crear mercados. es de­cir. aumentar la población. incorporarla a la marcha general denuestro desarrollo y crear masas de consumidores. Uno de los as­pectos de esta política es ciertamente el fomento de la inmigra­ción, pero otros sería la apertura de nuestras grandes zonas delinterior y la incorporación de su población en un gran mercadonacional. No hay duda. por tanto, que todo el esfuerzo oficial quese ha venido haciendo en la dotación de vías de comunicación in­ternas, puede ser considerado como una inversión de una alta pro­ductividad social. En este mismo sentido se hallarían dentro de lalfnea de política recomendable, las inversiones dirigidas a la "colo­nización interior" del país. mientras que indiscutiblemente son de­saconsejables las que tiendan a una excesiva concentración depoblación en una sola zona.

En este momento. tendríamos que decir que la distribu­ción de las inversiones en Venezuela es muy desigual, incluso entérminos relativos. Así nos lo demuestran, por ejemplo. las es­tadísticas sobre distribución per cápita de consumo de luz y ener­gía eléctrica, que es un excelente indicador de la intensidad eco­nómica. Estas muestran una reducida región costera central comoel Distrito Federal y el estado Aragua, tiene en 1954 un consumoper cápita de 602 kwh y 503 kwh respectivamente y algunasregiones limítrofes a las anteriores, como Carabobo y Miranda,tienen consumos superiores a los 100 kwh. En cambio. todo elresto del país, con excepción del Zulia, muestra consumos muyinferiores a los 100 kwh. Esto nos indica indiscutiblemente unaconcentración grande de las actividades económicas y un desa­rrollo económico muy desigual.

En definitiva. la cuestión de la clase y distribución de lasinversiones. debe ser encauzada dentro de los lineamientos ge­nerales de una política de desarrollo dirigida por el Estado. adap­tada a las necesidades del país. Una vez dentro de este marco.hemos de confiar en que la iniciativa privada. guiada por las le­yes del mercado. hará las inversiones más productivas. tanto des­de el punto de vista privado como social.

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Quizás deberíamos añadir, para terminar esta exposición,que el desarrollo económico de Venezuela ha llegado a la "ma­yoría de edad" y que, de consiguiente, los problemas que se nosvan planteando son más y más complicados que los que hemosdejado atrás. Mantengamos la esperanza de que nuestra genera­ción habrá de contar con capacidad amplia y recia voluntad pararesolverlos.

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UNA ESTRATEGIA PARA EL DESARROLLOECONOMICO y SOCIAL DE VENEZUELA *

INTRODUCCION

El mundo actual está arribando a un punto crítico. pro­vocado por un conjunto de factores. entre los cuales merecen des­tacarse los siguientes: de una parte. la revolución científica ytecnológica que ha influido considerablemente en la capacidad dela sociedad para proporcionar un volumen creciente de bienes yservicios y. por la otra. las consecuencias inevitables de este pro­greso están llevando al hombre contemporáneo a una toma deconciencia en cuanto a la naturaleza humana del desarrollo in­dustrial. La creencia según la cual el crecimiento económico en­traña un progreso absoluto. está siendo cuestionado por ampliossectores del ambiente científico. político y empresarial.

La complejidad de los mecanismos económicos de nues­tros días exige que estemos estudiando continuamente el pano­rama de los acontecimientos nacionales e internacionales para pe­netrar en la realidad de los problemas que confronta la sociedaden que vivimos. Una observación de la coyuntura de la economíamundial. pone de relieve la agudización del conflicto entre lospaíses industrializados y las economías en vías de superación. Lareciente reunión de la Comisión de las Naciones Unidas para elComercio y el Desarrollo permitió comprobar las tensiones y ri­validades existentes entre estos grupos de países .

* . Trabajo de incorporación. como Individuo de Número, a la Academia deCiencias Políticas y Sociales de Venezuela. Impresos Garamond. Caracas1975.

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El nacionalismo, como fuerza que cohesiona y a vecesexacerba el espíritu de los pueblos está cobrando un empuje inusita­do. Del lado de las economías evolucionadas, el sentimiento nacio­nal se encuadra con una estrategia política diseñada para fortale­cer los desarrollos internos del sistema productivo. La crecienteexpansión de las naciones industrializadas ha provocado un proce­so de crecimiento hacia afuera de sus economías nacionales, hil­vanando un intrincado entrelazamiento de espacios económicosen un marco mundial. El nacionalismo, para las naciones en proce­so de expansión y modernización de sus estructuras es casi unaestrategia para la supervivencia, una voluntad de no dependen­cia, una afirmación de autonomía, un sentimiento de soberanía yhasta de xenofobia.

En el siglo pasado, una concepción optimista del mundosuponía que los conflictos entre naciones se resolverían satisfac­toriamente, luego de que las sociedades avanzaran hacia proce­sos democráticos y donde cada una pudiera disfrutar de plena li­bertad. Los acontecimientos bélicos de este siglo ponen en tela dejuicio la viabilidad de una coexistencia armoniosa entre las Nacio­nes-Estados. La gran guerra de los años catorce tuvo como ori­gen los conflictos de nacionalidades y su consecuencia fue la ex­tinción de los decadentes y moribundos imperios multinacionales.El triunfo del socialismo en Rusia y la aparición de la URSScomo uno de los centros del poder mundial, con repercusionesulteriores en China y en toda Asia, cambiaron gradualmente lacorrelación de fuerzas de la vieja diplomacia tradicional de Eu­ropa. Sin embargo, el fin de la guerra no puso a término losantagonismos subyacentes puesto que los nuevos Estados que sur­gieron no pudieron evitar una guerra más desvastadora aún, pro­vocada y llevada a su extremo por un régimen totalitario.

No es posible sostener sensatamente que hemos superadoel peligro. La faz del mundo cambió sensiblemente después de lasegunda guerra, no solamente por el advenimiento de EE.UU. y laURSS. como grandes potencias, sino también por el proceso dedescolonización en Asia y en Africa, que determinó serios que-

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brantos para el imperio económico y diplomático de la Gran Bre­tafia y de Francia, Bélgica y Holanda. El enfrentamiento entrepaíses industrializados y economías con crecimiento y desarrolloretrasados será' desde ahora el origen de graves tensiones en elpanorama político mundial. Como nos asegura el eminente eco­nomista F. Perroux "unas economías y unas sociedades occiden­tales en crisis están en contacto con las economías y sociedadesen crisis de los países de ultramar: los endurecimientos en lasformas habituales no parecen tener más probabilidades en nues­tro caso que el suyo". 1

Los estudios objetivos de la evolución de la sociedad con­temporánea dan base para sostener que los conflictos señaladosno pueden ser removidos por las voluntades políticas porque susorígenes reflejan diferencias muy profundas en la modalidad decada bloque de países. Por ello, la igualdad a mediano plazo en­tre naciones que partieron unas y otras de situaciones muy dife­rentes, se toma casi imposible de realizar. Es más, las proyeccio­nes que se han hecho sobre las posibilidades de ambos grupospermiten suponer que las disparidades económicas continuaránsiendo asimétricas.

El progreso social y económico es hoy por hoy el objeti­vo primario de las naciones en vías de superación. Sin embargo.la noción de progreso es un concepto extraordinariamente com­plejo y admite de hecho diversas interpretaciones válidas parapolíticos, economistas y otros estudiosos de las ciencias sociales.Implica. en una cruda aproximación, un mejoramiento de las con­diciones materiales de la existencia. Para una parte considerablede la humanidad, el progreso social se sitúa al nivel de satis­facción de las necesidades más elementales: alimentación, vivien­da, vestido y salud. En los países donde éstas han sido colmadas.el progreso social se identifica en términos de bienestar, de con­fort, de satisfacciones de necesidades cuantitativas y cualitativas.

1. Perroux. F.: "La economía del siglo XX", Ediciones Ariel, Barcelona, 1964.

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Las sociedades evolucionadas viven bajo la ilusión de laabundancia prometida y a fuerza de concretar su atención en lacapacidad tecnológica ilimitada de las economías industrializa­das, creen romper con el pasado. La difusión de esta filosofía dela historia ha tomado cana de ciudadanía después del singularmejoramiento de los niveles de vida en los países del mundo oc­cidental iniciado a finales de los años cincuenta. El objeto es pro­ducir más y mejor conforme a la fijación de una tasa de crecimien­to adecuado. Para el logro de este propósito se analizan los me­canismos del desarrollo y se confían a la productividad la po­sibilidad de acelerar la producción de bienes y servicios a nivelescada vez más eficientes. Simultáneamente, se espera de la cien­ciay de la técnica un potencial de progreso casi ilimitado quefacilite la fabricación de máquinas, el aprovechamiento más ra­cional de los recursos naturales, la transformación de la agricul­tura, el desarrollo de nuevos procesos químicos.

Análisis recientes sobre las perspectivas de la humanidadpara finales de este siglo han producido documentos inquietantesque aparentemente intentan fundamentar profecías pesimistas so­bre el devenir económico mundial. En los informes de los científi­cos agrupados en el Club de Roma se ha tratado de explorar se­riamente las perspectivas del progreso humano sobre la base deexaminar las interrelaciones entre crecimiento de la población,desarrollo industrial y agrícola, utilización de los recursos na­turales y del deterioro del medio ambiente. Tesis fundamental deeste calificado grupo de trabajo es considerar que las tendenciasmundiales del crecimiento económico apuntan hacia un virtualagotamiento de los recursos naturales no renovables y hacia undeterioro de Ia calidad de vida; y, para evitar el colapso de laeconomía mundial es necesario adoptar un conjunto de políticasencaminadas a lograr un estado de crecimiento nulo de la so­ciedad.

Un enfoque opuesto al del Club de Roma ha sido la res­puesta a los pesimistas y desesperanzados vaticinios sobre un po-

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sible colapso de la humanidad 2, El replanteo de la problemáticadel crecimiento económico mundial considera que las crisis noson nada nuevo en la sociedad humana y que más tarde o mástemprano el hombre encontrará las soluciones apropiadas que con­frontará en el futuro. Si en el pasado se confió exageradamente enla abundancia de recursos naturales y materias primas, hoy he­mos cambiado significativamente nuestra apreciación de los he­chos y por ello es posible prever que el progreso podría conti­nuar ininterrumpidamente. La crisis energética que irrumpió abrup­tamente a finales de 1971, ha originado una toma de conciencia anivel mundial acerca de la necesidad de adoptar patrones de con­sumo moderados para preservar por mucho más tiempo este va­lioso recurso natural.

¿Estamos subestimando el problema de la escasez de ali­mentos, energía y materias primas? ¿O por el contrario hemosdramatizado la significación de un problema cuya eventual agu­dización es predecible para los próximos decenios? La crisis dehoyes una crisis global porque afecta la complejidad de los siste­mas que gobiernan el comportamiento de las sociedades humanasy la existencia de la vida en la tierra depende del equilibrio detodo sistema ecológico. En general, los estudios sobre el futuropresuponen consideraciones objetivas y subjetivas. Estas últimasestán referidas a la incertidumbre de muchos acontecimientos, es­pecialmente cuando éstos se refieren a las conductas y preferen­cias de grupos humanos de los más diversos patrones culturales.

El crecimiento acelerado de la población mundial puedeilustrar la viabilidad de las proyecciones que se adoptan basadasen esquemas de comportamiento del pasado. En efecto, si las ten­dencias actuales se mantienen, a mediados del próximo siglo seregistraría en un solo afio un aumento de población aún superior ala población total en los primeros 1.500 años de civilización cris­tiana. La proyección de la población a largo plazo es un juego

2. Ver Mesarovic, M., y Pestel. E.: "Mankind al the turning point"; E.P.Dutton & Co. New York, 1974.

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matemático en abstracto y la comprensión de los fenómenos so­ciales nos sugieren que la tasa de crecimiento demográfico nopodrá mantenerse por mucho tiempo porque una mejor organi­zación social de la humanidad procurará una reducción delibera­da o espontánea del ritmo de expansión demográfica.

Este trabajo se propone examinar los rasgos más caracte­rísticos de la economía venezolana así como los complejos pro­blemas que deben ser superados para lograr un ritmo más ace­lerado de crecimiento. El examen de la estrategia del desarrollodel país se aborda con el análisis del perfil de la estructura delsistema productivo con miras a detectar los estrangulamientos ydeformaciones que se observan en el grado de eficiencia de lossectores técnicos de producción.

Desde un punto de vista doctrinario, el estudio de nuestrodesarrollo social y económico queda enmarcado dentro de un con­cep-o dinámico de la sociedad cuya producción material desean­sa sobre dos pivotes fundamentales: el funcionamiento de mer­cados descentralizados y autónomos y la vigencia del régimen depropiedad privada.

Vemos el proceso expansivo de la economía nacional co­mo una secuencia de impulsos propagadores de flujos de activi­dad y el mantenimiento de mecanismos acumulativos. Se con­sideran relevantes las inversiones del capital fijo para desenca­denar incrementos en la capacidad del sistema productivo, pero almismo tiempo se asigna una alta prioridad a la aptitud de la fuer­za de trabajo para combinar los recursos productivos y obtenerniveles satisfactorios de eficiencia productiva.

La evolución histórica de la economía de Venezuela y lacircunstancia de que el Estado venezolano ejerce una preeminen­cia considerable como centro de donde fluyen los impulsos econó­micos de mayor alcance espacial y temporal, configuran un mar­co de preferencia que debe ser tomado en cuenta para diseñar einstrumentar el esquema general de la política económica. Cree-

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mos que es posible y deseable lograr un equilibrio fructífero en laparticipación del Estado, los trabajadores y la empresa privadapara la consecución de los grandes objetivos de la transforma­ción social y económica del país.

Si es necesario destacar el elemento más dinámico paraacelerar el ritmo de desarrollo de Venezuela, tendríamos que men­cionar a la calidad y eficiencia de los recursos humanos que pue­den canalizarse hacia las actividades productivas. En este senti­do, cabe concentrar el mayor de los esfuerzos en inculcar a losvenezolanos una inclinación al trabajo disciplinado y construc­tivo y una voluntad adecuadamente orientada y estimulada paraencauzar una acción innovadora en todo el ámbito del quehacerhumano. Tales son las fuerzas motrices y renovadoras que nece­sitamos para superar la mentalidad del subdesarrollo.

DINAMICA DEL DESARROLLO

En los últimos veinte afios las economías latinoamerica­nas han registrado un crecimiento apenas satisfactorio, en ningu­na forma comparable a la evolución de otras naciones que se handesarrollado a un ritmo extraordinario, como es el caso del Ja­pón. Cuando se observa retrospectivamente el desenvolvimientode nuestra economía, apreciamos la fuerza propulsora que cons­tituyó el petróleo para expandirlas en todos sus niveles, espe­cialmente por la vía del gasto público, pues el Estado ha sido elcentro receptor de los beneficios de la explotación de los hidro­carburos. El crecimiento económico de los demás países latino­americanos se ha generado en virtud del desarrollo de las ex­portaciones minerales o agrícolas, combinado con una expansiónde la producción interna de bienes de consumo, como resultadológico de una política de sustitución de exportaciones. Con todo,enfrentamos en estos días un desafío de contornos incalculablespara lograr el fortalecimiento de la estructura productiva y parael mejoramiento de los niveles de vida de la población.

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El sistema económico y social, sobre el cual descansa to­do el proceso de producción y distribución de los bienes y ser­vicios, ha estado cuestionado por muchos sectores por su limita­da capacidad para resolver los estrangulamientos que dificultanun rápido crecimiento de nuestra economía. Por una parte, somostestigos de las crecientes desigualdades que se advierten entre lospaíses industrializados y nuestras naciones, aún en la etapa deldespegue hacia el crecimiento autosostenido.

Desde la terminación de la segunda guerra mundial laseconomías muy evolucionadas han consolidado sus estructuras pro­ductivas, al tiempo que los países con insuficiente grado de de­sarrollo económico han dado muestras de progresar débilmente,apenas para satisfacer las necesidades materiales que se originanpor el crecimiento demográfico.

La expansión permanente de las grandes potencias y elcarácter mundial, que cobra cada día más vigencia de las rela­ciones comerciales internacionales, han desencadenado una proyec­ción hacia afuera de los espacios económicos, al punto de que enmuchos casos sus intereses financieros juegan un papel prepon­derante y decisivo en el acontecer de las actividades comercialesy económicas de las naciones en vías de desarrollo. El creciente eincesante flujo de capitales y mercancías entre los países desa­rrollados y las economías traumatizadas por problemas comunesenraizados en arcaicos e ineficientes módulos operativos, pareceque sirve de fundamento a la tesis de que no podemos avanzarhacia un progreso acelerado e independiente sin el concurso de laayuda extranjera. Evidentemente, es preciso reconocer que loscapitales foráneos son necesarios para el desarrollo de ciertos sec­tores de la economía y que la tecnología foránea, es un instru­mento fundamental para modernizar nuestro equipamiento indus­trial y para desarrollar nuevas industrias no sólo en el campo me­talúrgico y petroquímico sino también en textiles, automóviles,medicamentos, máquinas-herramientas e incluso en la agricultura.

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El futuro de nuestras naciones estará determinado por elgrado de madurez institucional conforme al cual actuemos dentrode la vida social y económica de nuestra patria y por la forma máseficiente y adecuada como combinemos los recursos humanos dis­ponibles con el acervo de capital y tecnología que tengamos anuestra disposición para impulsar la producción nacional.

Por otra parte, cabe agregar que con la disponibilidad su­ficiente de estos recursos y con su combinación óptima no estágarantizado un proceso propagador que empuje los niveles de ac­tividades hacia flujos más altos para incrementar la oferta de bie­nes y servicios que requiere la sociedad tanto de inversión comode consumo. Debe asignarse una alta prioridad al fortalecimientoy estabilidad del marco institucional dentro del cual se desen­vuelve la acción económica de la Nación. Este marco institu­cional no sólo debe entenderse como la estabilidad de las ins­tituciones políticas solamente, sino que debemos incluir tambiénel Estado de Derecho y las instituciones jurídicas que presupongael imperio de las leyes justas: el funcionamiento armónico delrégimen educativo; la disciplina económica y financiera de un sis­tema acoplado a los engranajes del desarrollo; la existencia deuna conciencia colectiva en la clase empresarial que garantice unadistribución justa y razonable del producto social entre el trabajoy el capital.

Cuando se examinan las voluminosas estadísticas que pro­porcionan los organismos internacionales, así como las que prepa­ran nuestros propios gobiernos, observamos los complejos y de­licados problemas que dificultan un rápido crecimiento econó­mico: La tasa de desarrollo de nuestras economías, apreciadas enconjunto. apenas llega al 2% anual, porque a pesar de que entérminos reales aumentamos la producción nacional en un 5% oun 8%, debemos reducir esta tasa en un 3,5% para tomar en cuen­ta el explosivo crecimiento demográfico que afio tras afio incre­menta el número de personas que hay que alimentar, proporcio­nar educación, vivienda, salud y empleo. Este crecimiento pobla­cional, que es autónomo e incontrolable, milita indudablemente

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contra todo esfuerzo colectivo, encaminado a superar las grandestensiones sociales que padecemos hoy en día al observar el pa­norama de nuestra economía.

Cuando señalamos que el crecimiento real per-cápita seefectúa a la tasa media del 2%, este progreso, aunque modesto,lleva implícito un esfuerzo colectivo de restringir a niveles adecua­dos el consumo para dejar una parte significativa de la produccióncomo ahorro transformado en bienes y equipos de toda clase des­tinados al proceso productivo. La tasa de inversión de los paísesde Europa occidental es superior al 20% del producto nacionalbruto y con dicha tasa estas economías nacionales están crecien­do en conjunto alrededor del 3,5% anual.

Los esfuerzos realizados por la empresa privada de nues­tro país no son de ninguna manera desestimables. A pesar de queno hemos logrado organizar un proceso industrial y comercial efi­cientes' comparable a los elevados niveles de productividad de laseconomías avanzadas, es necesario destacar que la tasa de in­versión de Venezuela es satisfactoria, puesto que la misma al­canzó a un 27% del PTB hasta finales de los años cincuenta, dis­minuyendo su dinamismo en años recientes a tasas inferiores del20%.

Para aumentar anualmente la producción nacional de .bie­nes y servicios entre 5 y 7%, necesitamos destinar más del 15%aproximadamente del PTB, para incrementar el acervo de bienes(fe capital, lo cual nos está revelando que necesitamos invertir tresunidades de capital para lograr el incremento de una unidad en elproducto. Esta importante relación nos indica la exigencia ma­terial que representa el esfuerzo del crecimiento económico y lasdificultades que se presentan en nuestras estructuras financieraspara promover el ahorro interno necesario para destinarlo a lacreación de bienes de capital.

Aún en el mejor de los casos posibles, de lograr una tasade desarrollo adecuada, surge otro problema que tiene a mi juicio

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igual o mayor relevancia: Y es el tipo de desarrollo más con­veniente para cada país; porque es indudable que c1 logro de ere- ,cicntcs nivc1es de producción nacional es una condición nece­saria pero no suficiente para el progreso y el bienestar de lospueblos. Es mucho más importante la composición del productonacional bruto en bienes y servicios esenciales, para el país, quebienes y servicios que contribuyen escasamente al desarrollo ma­terial y espiritual de la Nación.

Me estoy refiriendo a la estructura del PTB en los tres sec­tores básicos: el primero en la agricultura y la explotación de re­cursos minerales y orgánicos; la industria y, finalmente, los ser­vicios. Creo que muy poco ganamos para el desarrollo en tantoorientamos los esfuerzos productivos hacia la creación de servi­cios en detrimento del desarrollo industrial. La gran mayoría delas economías latinoamericanas no han logrado aún un desarrolloindustrial satisfactorio. Este sector mantiene una participación rela­tiva entre el 18 y 25% del PNB en tanto que el resto del ProductoSocial Latinoamericano se distribuye en servicios y producciónagrícola y minera, y en el. caso particular de Venezuela. en ex­tracción de hidrocarburos que representa la quinta parte del PTB.

Conviene apuntar que el crecimiento de la economía perse no puede ser una meta deseable para el país, a menos que di­cho crecimiento esté acompañado de un énfasis en el desarrollodel sector secundario con el cual no sólo se amplía la base desustentación de la economía, sino que un crecimiento orientadohacia la industrialización nos hace menos vulnerables a las in­fluencias de las economías industrializadas, a la vez que permiteintroducir un flujo permanente de nueva tecnología en las in­dustrias nacionales.

Se ha subrayado el carácter decisivo que revisten las in­versiones para acrecentar la producción nacional, pero en el fu­turo va a ser necesario introducir un cambio fundamental en laforma de valorar la importancia relativa de los recursos econó­micos de que disponemos. En efecto, la clave para impulsar la

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economía nacional deberá centrarse en el hombre. Gran parte denuestros atrasos y problemas son debidos a la insuficiente pro­ductividad de los recursos humanos.

En los últimos veinte años hemos apreciado cómo, en laseconomías altamente industrializadas, se ha producido un cambiode enfoque al evaluar el aporte de la fuerza de trabajo en el creci­miento económico. La adición de los esfuerzos del trabajo nopuede medirse desde el ángulo puramente cuantitativo. Hoy endía, al'reexaminarse este problema, se ha podido establecer que elaspecto cualitativo del capital humano es un factor determinantepara el progreso material de la comunidad.

Antes de 1960, el mayor énfasis en el estudio del proble­ma del crecimiento se concentraba en el capital material y en suacción para promover la intensificación de la actividad econó­mica. El papel que desempeflaba el hombre en este proceso decrecimiento era relegado a una mera consideración de costo den­tro del mecanismo de producción de bienes y servicios. El me­joramiento en la calidad del esfuerzo humano en sus diferentes ni­veles, o sea, el gerente, el investigador, el empleado o el obrero,no se ha tomado en cuenta como elemento decisivo para lograruna mayor capacidad de producción de bienes y servicios.

Esta forma de apreciar la importancia relativa de los re­cursos que intervienen en el proceso de nuevos bienes, nos in­duce a asignar una primerísima importancia a la educación y,sobre todo, a la formación profesional, en el marco de las ac­tividades materiales del hombre. En la medida en que mejoremosla preparación y aptitudes de nuestra fuerza de trabajo, estaremossituándonos en una posición más favorable para encarar con éxi­to los estrangulamientos y dificultades que demoran el avancesocial y económico de nuestras naciones. Por ello, los fondos fi­nancieros que se destinan a la educación y al adiestramiento técni­co, en todas sus manifestaciones, deben ser cuidadosamente pla­nificadas con el propósito de vigilar su aprovechamiento.

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El nivel de productividad de los recursos humanos no esni remotamente comparable al de los países desarrollados; sinembargo. dedicamos cuantiosos recursos al mejoramiento y ca­pacitación de la gente. pero no apreciamos con suficiente clari­dad los rendimientos obtenidos con esa inversión. Por eso. cabepreguntarse ¿Estamos sobreinvirtiendo en el desarrollo de los re­cursos humanos o debemos continuar aplicando crecientes flujosde dinero para incrementar quizás insuficientemente las aptitudesde la fuerza de trabajo?

Considero de vital transcendencia prestar la debida aten­ción a los indicadores básicos de los recursos humanos. Una altaprioridad debe asignar el Estado a la planificación de estos re­cursos porque el futuro de Venezuela dependerá en gran parte dela forma como se incremente cuantitativamente y cualitativamen­te el capital humano de la Nación. Los limitados recursos finan­cieros disponibles para la educación del pueblo deben ser admi­nistrados con la mayor prudencia y con criterio racional. pues losresultados que pueden obtenerse con este tipo de inversión sonrealmente sorprendentes. En países avanzados se ha podido in­vestigar el impacto de la educación en la producción. La ins­trucción que se proporciona en un año de educación primaria au­menta la productividad de un obrero en un 30% aproximadamen­te en tanto que el trabajador analfabeto puede aumentar su pro­ducción individual en un 15%, con el aprendizaje de un año en lafábrica. Generalizando, podemos afirmar que un año de escola­ridad bien aprovechado puede significar una aptitud hasta tresveces mayor que la obtenida con un período igual de adiestra­miento dentro de la empresa.

Necesitamos, pues, incrementar rápidamente el nivel deinstrucción de la población porque necesitamos más ingenieros,técnicos. operarios. médicos. administradores y en general reque­rimos de una mayor proporción de la población con instrucciónsecundaria.

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Estamos convencidos que el progreso material y espiri­tual del país depende en mayor grado de los esfuerzos propios quede la ayuda extranjera. La tecnología foránea es indispensablepara el desarrollo, pero el aprovechamiento de esta tecnología nopodría llevarse a cabo si no es asimilada adecuadamente por elequipo humano. La movilización de los recursos internos con­jugada con un mejoramiento en la calidad y aptitudes de la fuer­za de trabajo produciría mayores efectos positivos en el impulsode las actividades económicas que una transferencia tecnológicamal orientada.

Creo que existe un consenso entre la mayoría de políticosy empresarios en tomo a la idea de que mayores son los bene­ficios que derivan las naciones proveedoras de ayuda económicaque los países que la reciben; de allí que me atreva a sostener quela asistencia económica foránea no es indispensable para impul­sar el desarrollo nacional. De esta afirmación no debe inferirseque las inversiones extranjeras deben ser erradicadas de Vene­zuela, sino que éstas deben ser recibidas en las áreas más con­venientes al desarrollo del país que constituyan un factor com­plementario pero no decisivo para impulsar las economías nacio­nales. El desideratum económico se encuentra en nuestra capaci­dad para asimilar conocimientos y en nuestro dinamismo paraproducir bienes. Confiar en una ayuda condicionada, de las eco­nomías dominantes, es claudicar como naciones. Por eso, nuestrafilosofía para el crecimiento autosostenido de los pueblos, en tran­ce de mejores niveles de vida, estriba en la movilización de losrecursos internos y el desarrollo de los recursos humanos.

En estos días hemos podido observar el desequilibrio ge­neral que ha provocado la nueva crisis del dólar. Allí tenemos unaprueba de que las economías dominantes al proyectar al exteriorsus desajustes internos llevan consigo una secuela de efectos no­civos que deben ser absorbidos con resignación por las nacionesdel mundo. Afortunadamente, los países con crecimiento retrasa­do, al provocar crisis o desequilibrios internos, no arrastran tras sía las economías desarrolladas, porque de lo contrario los orga-

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nismos internacionales se apresurarían a imponer medidas profi­lácticas para restablecer el equilibrio. Nuestros desajustes econó­micos. por muy pequeños que sean sus efectos sobre las eco­nomías desarrolladas, no pueden ser toleradas por éstas, en tantoque los desequilibrios y errores de las econom ías dominantes nosólo deben ser aceptadas con resignación por nuestros países sinoque incluso deben realizar esfuerzos de cooperación para absor­ber la cuota parte que se nos asigna en esa cooperación.

La clave del progreso de Venezuela está en manos de susdirigentes; gobernantes, empresarios y trabajadores tienen la gra­ve responsabilidad de definir un mejor destino para la comuni­dad. Este progreso no podría lograrse sin el concurso decidido ymancomunado de todos. Nuestros mayores desvelos deberán con­centrarse en el desarrollo de los recursos humanos y ello implicatal vez reexaminar a fondo la integridad del proceso educativopara adecuarlo a las necesidades de cada país. En el campo de laproducción material debemos orientar los esfuerzos productivoshacia aquellas áreas que representan las mayores alternativas enfunción de los objetivos sociales de la comunidad. Es preciso reo­rientar la producción hacia las industrias dinámicas que conlle­van un proceso acumulativo creciente y que induzcan a aumentosdel acervo de equipos, maquinarias, edificaciones y obras de in­fraestructura física. de tal suene que una parte sustantiva del Pro­ducto Nacional esté representado en este tipo de bienes. La acu­mulación de equipos y maquinarias debe estar determinada' porlas necesidades industriales del país, cuidando de que la selec­ción de las tecnologías sea la más conveniente a los interesesnacionales.

En el orden social es preciso promover una mayor par­ticipación de los sectores marginados de la economía para que segenere un orden más justo. En este sentido es preciso subrayar laimportancia de una política de empleo que se oriente hacia una in­corporación creciente de la población económicamente activa yque en su impacto expansivo contribuya a una más adecuada dis­tribución del ingreso.

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Todos estos objetivos de grandes proyecciones sólo pue­den alcanzarse con la activa e integrada actuación del Sector Gu­bernamental.

Es preciso insistir que si nuestros gobiernos entran en con­flicto con los propósitos del desarrollo, no podrán lograrse lasmetas deseadas. El Sector Público debe realizar grandes esfuer­zos hacia la organización y sistematización de todo su campo deactuación. El impacto que tiene el Sector Público en la economíano debe desestimarse en ningún momento, pues el mismo no sóloregula poderosamente el comportamiento de los agentes econó­micos sino que hoy en día está desplegando una intensa actividaden áreas de operación tradicionalmente atendidas por la iniciativaprivada. El Sector Público debe ajustar su conducta a patrones deracionalidad y eficiencia ya que ha sido en el pasado, y podría seren el futuro, una fuente-dispendiosa de recursos productivos.

Los complejos problemas del subdesarrollo y estanca­miento de nuestras economías pueden ser enfrentadas resuelta­mente sólo a partir del momento en que tomemos conciencia deque el progreso material depende de nosotros mismos.

PERSPECTIVAS A LARGO PLAZO DE LAECONOMIA VENEZOLANA

Un eminente economista inglés, John M. Keynes, cuyoaporte a la ciencia económica en la primera mitad de este sigloconstituye una ruptura con la tradición ortodoxa clásica, dijo encierta ocasión en tono sarcástico que el análisis de los problemaseconómicos deben ser efectuados en un enfoque a corto plazoporque a largo plazo todos estaremos muertos. Este punto de vis­ta no debe interpretarse como un criterio adverso al estudio de losprocesos económicos a largo plazo, pero refleja el espíritu de loscientíficos sociales del período que precedió a la segunda guerramundial.

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Después de la gran depresión de los años treinta, la preo­cupación fundamental de políticos y economistas se centraba enel diagnóstico de problemas coyunturales que requerían solucio­nes inmediatas. Veinticinco años son, para el economista. la eter­nidad. coma 10 ha mencionado el economista italiano Luigi Amo­roso.

Han sido profundos los cambios que se han introducidodesde ese entonces en el modo de analizar los problemas de lasociedad actual. En años recientes hemos observado el florecimien­to de una nueva técnica de prever los acontecimientos futuros me­diante la prospectiva económica. Esta visión prospectiva se jus­tifica por la necesidad de explorar con la necesaria anticipación laprobable evolución de los hechos económicos. Vincular y encon­trar los puntos de contacto entre la coyuntura actual con una vi­sión temporal más amplia de la economía nacional es una maneramás objetiva de examinar los desequilibrios y cuellos de botellaque impiden encauzar las fuerzas del desarrollo.

Las proyecciones a largo plazo permiten dibujar un mar­co apropiado para la formulación de la política económica. Avizo­rar el futuro mediante la adopción de un conjunto de hipótesis yparámetros facilita el camino que conduce al conocimiento de laestructura de la sociedad y a comprender en su integridad la in­terdependencia entre sus variables.

Es necesario partir de la premisa inobjctable de que nues­tra capacidad de previsión es limitada, situación que asume con­tornos más dramáticos por nuestro modo de vida proclive al despil­farro y a emular patrones de consumo de economías muy evo­lucionadas. La política de crecimiento a largo plazo plantea pro­blemas claves para el desarrollo ulterior de la sociedad venezo­lana que debe ser objeto de un enfoque técnico y que se ajusta aun esquema de disciplina económica para superar puntos de con­flictos del aparato productivo. Definir con claridad el futuro cur­so de acción de las fuerzas económicas más relevantes es un pun­to de partida mucho más valioso que no tener ninguna idea sobre

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el camino por recorrer. Es de desear, pues, que los grupos diri­gentes de nuestro país se preocupen por las grandes tareas denuestro proceso económico para los próximos 25 años,

Para una apreciación a largo plazo de la economía vene­zolana es preciso examinar en conjunto el panorama de los acon­tecimientos mundiales, ya que un país 'como Venezuela, con ac­tivo comercio exterior y que requiere el concurso de la tecnolo­gía foránea para la modernización constante de su industria, nopuede concebirse como un espacio económico aislado. En efecto,las interdependencias en el mundo actual determinan que la eco­nomía nacional en crecimiento desborde el marco territorial so­bre el que vive un conglomerado humano, y configura un apro­visionamiento de factores cuya movilidad es crecientemente com­pleja en las fronteras. A veces los espacios económicos y losespacios políticos no coinciden y generalmente entran en con­flicto. Por ello, las políticas económicas autárquicas no puedenser sino un concepto del pasado porque el progreso técnico y ladensidad y complejidad del tráfico mundial de bienes y serviciosobligan a armonizar la política económica interior con las fuer­zas cambiantes e impredecibles del escenario mundial.

Las anteriores consideraciones sugieren la convenienciade examinar si existen posibilidades de superación de la crisisactual que confronta el sistema basado en la libre iniciativa y enla propiedad privada. Trabajos recientes de economistas han es­grimido la tesis de que más que una recesión o un movimientocoyuntural, el capitalismo confronta una crisis estructural pro­funda, parecida a la del período 1914-1945. En apoyo de estepunto de vista se alega la incapacidad del sistema para que susindustrias matrices continúen el proceso de innovación y expan­sión susceptibles de garantizar una elevada tasa de rentabilidad dela inversión (industria petrolera y automotriz). La supuesta deca­dencia de las industrias que generan capital fijo y bienes de con­sumo durable, se atribuye a las masivas inversiones que requie­ren la infraestructura física de sociedades que reclaman un me­joramiento significativo de la calidad de la vida. Por otra parte, se

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arguye que las industrias deben operar a niveles de costos cre­cientes. como resultado de absorber desperdicios que se produ­cen por la existencia de un mercado que es esencialmente mono­polístico.

Como quiera que este modelo supone el mantcrnrrucntodel pleno empleo y el incremento del ingreso real de los tra­bajadores, una caída de los beneficios empresariales provocaríauna agudización de las tensiones sociales y. a la postre. el colap­so del sistema capitalista.

Esta concepción pesimista del proceso de la economía mun­dial alcanza su expresión profética al esbozar una situación a fi­nales de este siglo en la que los sectores industriales moderni­zados están concentrados en el seno de las economías dominan­tes, en tanto que la periferia sería marginada. Hechos recientespermiten refutar el enfoque precedente. Las conquistas logradaspor los países miembros de la O.P.E.P. dan pie para suponer unproceso de readaptación de las economías industrializadas a lanueva situación creada por políticas adecuadamente concertadasde los países del Tercer Mundo; y para asegurar precios remu­neradores de las materias primas procedentes de los países concrecimiento retrasado. Es razonable pensar que los agotamientosprevisibles de los recursos naturales, la dependencia de los paí­ses industrializados del suministro seguro de materias primas y ladependencia tecnológica de los países en vías de desarrollo con­figuran una nueva realidad en el mundo que determina la nece­sidad de llegar a equilibrios más justos y racionales que sirvan asu vez para establecer las bases para un progreso permanente dela humanidad.

A nuestro modo de ver. las crisis de las economías in­dustrializadas pueden ser interpretadas como nudos en el largocamino del progreso material de la sociedad.

Ciertamente que el proceso inflacionario y la escasez ener­gética han contribuido a acentuar dicha crisis. pero no menos

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cierto es que ya se vislumbran soluciones para atenuar los efec­tos de ambos. Por una parte, cabe apuntar que el encarecimientodel petróleo está provocando ajustes en los patrones de consumopor parte de los países industrializados y es probable que en eltranscurso de varios años los progresos de la técnica hagan posi­ble el aprovechamiento de nuevas fuentes de energía (hidrógeno,esquistos, energía solar) o costos de producción más competiti­vos de las fuentes tradicionales (carbón, gas natural).

No creo que esté planteado a largo plazo el colapso delcapitalismo. En los últimos diez años, los países industrializadoshan vivido en condiciones de casi pleno empleo, situación que hacontribuido considerablemente a mejorar los niveles de la vida dela población. Y es obvio que al satisfacerse las necesidades bá­sicas, el patrón de consumo de estas sociedades se modifica paraajustarse a los nuevos esquemas de preferencias de los consu­midores quienes ahora desean un mejoramiento de la calidad de lavida. Es esperable por tanto que el capitalismo sabrá adaptarse alas situaciones que surjan en el futuro, porque el sistema ha mos­trado una asombrosa capacidad para adaptarse al cambio social.

En este contexto, es curioso señalar que las profecías deMarx, podrían realizarse a la manera inversa de su razonamiento.Según esta abolición sólo es factible en el seno del capitalismo.El Ingreso Nacional es distribuido entre salarios y beneficios. Pa­ra desaparecer aquél sería necesario que el Ingreso Nacional seaabsorbido por el beneficio. Teóricamente, esto es factible si la to­talidad de la producción procediera de las máquinas capaces defuncionar indefinidamente sin requerir de trabajo humano. No ha­brán asalariados, sino rentistas que vivirían del producto del ca­pital, luego, la abolición del asalariado vendría a ser un triunfodel capitalismo y no de la desaparición de éste.

Dentro de un escenario de tipo mundial deben ser consi­deradas las perspectivas a largo plazo de la economía venezolana.

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La modernización del aparato productivo se inició a co­mienzos de los años cuarenta, inducida por el auge de la ex­plotación petrolera. Este impulso dinámico hizo posible que en eldecenio 1950-1'956, el Producto Territorial Bruto de Venezuelaaumentara axuna tasa anual del 7,9% (a precios constantes), pro­duciéndose posteriormente una desaceleración del crecimiento eco­nómico al registrarse un aumento anual del PTB de apenas 5,2%para el período 1960-69. Durante el período más reciente quecubre los años 1968-73, no se aprecian signos inequívocos de unaexpansión más dinámica de la producción nacional, como puedeapreciarse en las cifras siguientes:

Año Tasa de aumento Tasa de aumento Tasa de aumentoanual del PTB* anual de la población del PTB per-cáplta

1969 3,5 3,5 O

1970 7,2 3,5 3,71971 4,5 3,5 1,01972 5,5 3,5 2,01973 5,9 3,5 2,4

* En términos reales

Fuente: Banco Central de Venezuela

Al promediar el incremento del PTB por persona en elperíodo indicado se obtiene una tasa del 1,8% anual, es decir quepara duplicar ese nivel del producto social por persona sería ne­cesario que transcurrieran unos 39 años. Obviamente, esta pers­pectiva no puede ser una meta deseable para el país ya que su­pone un mejoramiento modesto de los niveles de vida, habidacuenta de la capacidad financiera que tiene Venezuela para su­fragar holgadamente los componentes externos de grandes pro­gramas de inversiones. La interpretación de este proceso de debi­litamiento de nuestro desarrollo recae sobre el hecho de que sehan debilitado las fuerzas que han inducido el crecimiento econó­mico del país a raíz de auge de la industria petrolera en los úl­timos treinta años.

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En una fase inicial, la propagación de los impulsos mul­tiplicadores de la industria petrolera fue canalizada a través delgasto público, lo que provocó un aumento considerable de las im­portaciones de bienes de consumo. Luego se inicia un procesogradual de sustitución de importaciones con producción indus­trial interna, fundamentalmente concentrada en los sectores queproducen bienes de consumo masivo (alimentos, vestido, calza­do, farmacéutica y bienes durables, vivienda y vehículos auto­motores). La corriente de importaciones sufrirá posteriormente uncambio sustancial en su composición. En efecto, en la fase siguien­te se registrará un incremento considerable en la importación demáquinas, equipo y materias primas y disminuirá sensiblementela importancia relativa de los bienes de consumo en la corrientede importaciones. Consiguientemente, el sector secundario de laeconomía (industria manufacturera, construcción y electricidad)experimentará una expansión acelerada al punto de rebasar la ta­sa de crecimiento del PTB, adoptando de esta forma el papel másdinámico de la economía. Este dinamismo está dando muestra, enestos últimos años, de estar llegando a sus máximas posibilida­des por lo que en el futuro inmediato no es posible asegurar unaexpansión industrial equiparable a la de años precedentes en vir­tud de la pérdida de impulso del proceso de sustitución de impor­taciones y por la estrechez del mercado interno.

El modelo de desarrollo a largo plazo de la economía ve­nezolana supone una expansión cuantitativa de las variables ma­croeconómicas, pero conservándose sin grandes modificacioneslas características estructurales de la misma.

Lógicamente, este modelo debe ser desestimado ya quepara lograr un proceso de crecimiento más acelerado es precisoreordenar las actividades productivas en base a cambios gradua­les, pero profundos, que deben ser aplicados al sistema econó­mico. Este cambio estructural supone la modificación de los coe­ficientes o parámetros de las variables fundamentales de la eco­nomía nacional. De lo que queda expuesto, puede colegirse que espoco probable que el crecimiento espontáneo de la economía de

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lugar a un proceso de desarrollo más dinámico que lleve a du­plicar la tasa de crecimiento de la última década, para acrecentarel producto social que asegure una elevación sustancial del nivelde vida de la' población, al mismo tiempo que proporcione elmáximo volumen de empleo de la fuerza de trabajo y se promue­va un creciente ritmo de formación de capital.

Un aspecto clave en la concepción de este desarrolle alargo plazo, es la orientación del proceso de inversiones. Estasdeberán realizarse de tal manera que proporcionen el mayor pro­ducto social durante una serie de períodos, en vez de adoptarcriterios estrechos que procuran armonizar con las aspiracionesinmediatas de la población. A largo plazo, el futuro de Venezue­la depende del grado de acierto que se tenga acerca de la elec­ción de las inversiones que contribuyan a expandir el sistema pro­ductivo.

Aparentemente, la racionalidad de las inversiones planteala necesidad de distinguir entre inversión autónoma, que es obradel Estado y de las empresas innovadoras, y la inversión indu­cida que es la consecuencia de un incremento del Producto So­cial. Estas últimas son las que se llevan a cabo al producirse unaampliación de la demanda. Los centros industriales requieren dela instalación de industrias complementarias y de vías de trans­porte adicionales y otras obras de infraestructuras. Pero es con­veniente tomar en cuenta que en los países en proceso de trans­formación, el crecimiento de las actividades no se encuentra igual­mente repartido entre las industrias y las regiones. Dado el de­sigual desarrollo regional de Venezuela, la política de desarrollo alargo plazo debe responder al objetivo de un crecimiento equi­librado, es decir, la pluralidad de inversiones de nuevos polos deactividad para utilizar en forma eficiente las disponibilidades derecursos regionales, fundamentalmente de la fuerza de trabajo lo­cal. Si bien corresponde al Estado adoptar la estrategia para eldesarrollo a largo plazo y la promoción del crecimiento acelera­do mediante la ejecución de programas de inversiones autóno­mas, es la empresa privada la que está llamada a ser el vehículoidóneo para el progreso social.

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Entendemos este progreso como la propagación bajo unesquema operativo eficiente y en un ritmo óptimo del procesocreativo de nuevas actividades económicas en el cual participeactivamente toda la comunidad.

CARACTERISTICAS ESTRUCTURALESDE LA ECONOMIA VENEZOLANA

De acuerdo con el modelo de desarrollo de las economíascon crecimiento retrasado, Venezuela presenta aún los perfiles deuna nación en vías de transformar sus estructuras productivas.

Los estudios económicos comparativos destacan tres ca­racterísticas esenciales del subdesarrollo, que conviene precisar.De una parte, las sociedades en esta etapa permanecen inarti­culadas, presentándose la yuxtaposición de dos sectores: uno mo­derno y otro rezagado. La insuficiencia de comunicaciones y deinfraestructura, así como la complejidad de los grupos étnicos quelas integran, son las razones que explican este dualismo. En segun­do término, las economías subdesarrolladas se mantienen en unestado de dependencia con naciones industrializadas. Su comer­cio exterior, su desarrollo tecnológico y su expansión industrialestán subordinados todavía a las decisiones e influencias forá­neas. Finalmente. estas sociedades no proporcionan a todos susciudadanos un nivel de vida satisfactorio en cuanto a las nece­sidades vitales.

Este enfoque de las características del subdesarrollo esuna simplificación de la realidad porque el subdesarrollo comofenómeno global no puede ser aprehendido de la utilización dealgunos conceptos socio-económicos y políticos. sino de la com­binación de una amplia gama de elementos que permitan con­figurar una comprensión más cabal de este fenómeno. Desde estepunto de observación, las características comunes en el conjuntode países en situación de atraso social y económico son las si­guientes:

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Sub-alimentación crónica (menos de 2.500 calorías dia­rias por persona).

Elevada tasa de crecimiento demográfico (3% anual).

Explotación inadecuada de los recursos naturales.

Elevada proporción de la fuerza de trabajo en la agri­cultura y baja productividad de ésta.

Industrialización débil Ymal estructurada.

Hipertrofia y parasitismo del sector terciario.

Situación de dependencia económica con países indus­trializados.

Elevado índice de desempleo y de sub-empleo.

Desigual distribución del ingreso.

Analfabetismo muy acentuado.

Poca cohesión en la integración nacional.

Desigual desarrollo nacional.

Lento crecimiento de los recursos productivos.

Inadecuado crecimiento del Producto Social per ca­pita.

.Las peculiaridades del proceso histórico del desarrollo eco­nómico de Venezuela permiten confirmar que la mayor parte delas rigideces que condicionan el progreso sostenido del país hansufrido una transformación significativa a partir de los años cua­renta y, obviamente, que la industria petrolera ha sido desde en-

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tonces el factor dinámico por excelencia que ha facilitado el pro­ceso acumulativo de formación de capital, ampliación del Pro­yecto Social y mejoramiento de las condiciones de vida del ve­nezolano. Como en las economías que perfilaron su renovación afinales del siglo pasado, durante los últimos treinta años hemospresenciado una transformación gradual de la economía nacionalque se ha operado como resultado de un constante aumento de lacantidad y calidad de los recursos productivos, no sólo en lo queatañe a los instrumentos técnicos sino también en el nivel decapacitación de los recursos humanos.

El comportamiento y evolución de la economía venezo­lana en estos últimos años puede examinarse sistemáticamentemediante el análisis de su estructura económica. Ciertamente queel flujo global del producto, de inversión, de ahorro, de consumo,no facilitan la comprensión de una economía dualista como lavenezolana. Sin embargo, el estudio de los cambios que se hansuscitado proporciona una idea aproximada de las transformacio­nes que se han producido en la estructura de la economía quesirven para extraer conclusiones útiles para adoptar un esquemade política económica general, que tenga por objetivo introducircorrectivos apropiados para superar los estrangulamientos y en­trabamientos que dificultan una movilidad más acentuada de losrecursos disponibles.

El sistema productivo puede ser abordado mediante el aná­lisis de los factores que participan en la actividad económica, laelección de las técnicas que intervienen en cada proceso y laclasificación de la producción material, según el tipo de productofinal obtenido. De acuerdo con este enfoque, la economía nacio­nal está integrada en tres sectores técnicos:

a) Sector Primario, donde la fuerza de trabajo se aplicasobre recursos naturales (agricultura, industria extrae­tiva).

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b) Sector Secundario, que procesa las materias primas através de sucesivas transformaciones mediante el em­pleo de equipos y maquinarias (industria manufactu­rera, construcción, electricidad yagua).

e) Sector Terciario, que agrupa una gama diversa de ac­tividades que hacen posible la distribución final hastael consumidor de la producción (comercio, transpor­te, comunicaciones y servicios).

La comprensión de los cambios que se han suscitado encuatro décadas de crecimiento económico de Venezuela puedefacilitarse al examinar la producción generada por cada sector enfunción de la fuerza de trabajo utilizada. El perfil de las estruc­turas económicas de las naciones desarrolladas muestra al sectorsecundario en una etapa muy avanzada de desarrollo como seevidencia por el volumen de mano de obra que absorbe y por suparticipación al producto social. Este desarrollo es el testimoniomás elocuente del dominio del hombre sobre los recursos na­turales, al transformar éstos en un flujo creciente de bienes deproducción y de consumo de todas clases y que son instrumentospara el progreso material y social.

El Sector Terciario acusa un crecimiento prominente a me­dida que la economía rebasa ciertos límites de desarrollo y su im­portancia llega a superar al propio sector secundario porque al sa­tisfacerse las necesidades materiales básicas para toda la pobla­ción, el aparato productivo se concentra en la producción de ser­vicios menos esenciales.

Los desequilibrios estructurales se aprecian cuando un sec­tor absorbe una desmesurada proporción de fuerza de trabajo encomparación con su contribución al Producto Nacional. Obser­vemos las cifras representativas de la economía venezolana en loque se refiere a su perfil estructural:

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Al examinar la evolución del PTB Yde la fuerza de traba­jo cabe apuntar el elevado crecimiento experimentado por el paísdurante el lapso 1950-1960, disminuyendo el impulso expansivo apartir de esta última fecha. El proceso de crecimiento económicofue inducido fundamentalmente por el aumento en el ritmo deproducción petrolera, la cual favoreció una acelerada tasa de acu­mulación de capital, no sólo en el aparato productivo sino en lainfraestructura física cuyo financiamiento estuvo a cargo del Es­tado, el cual percibió cerca del 80% del valor retomado de laindustria petrolera.

En lo que atañe a la composición del Producto Social, essignificativo mencionar que la agricultura si bien aumentó sen­siblemente el producto por persona ocupada, continúa aún ab­sorbiendo más de la cuarta parte de la fuerza de trabajo y con lacual apenas contribuye al 6,3% del PTB de Venezuela. Obvia­mente que al comparar el producto por persona ocupada en estesector se pone de manifiesto el bajo nivel de productividad que seobtiene con las actividades agropecuarias.

El sector petrolero con menos del 1% de la población ocu­pada, genera más de la quinta parte del PTB, en tanto que laagricultura con la cuarta parte de la fuerza de trabajo apenas sobre­pasa el 6% del PTB.

Con todo, es de mencionar como un aspecto positivo eldesarrollo del sector secundario durante el lapso examinado, elcual en 1950 apenas contribuía con el 16,5% del Producto So­cial, incrementando esta participación hasta el 20,2% en 1973, noobstante que en este año el PTB del sector petrolero experimentóun incremento considerable como consecuencia de la escalada delos precios internacionales de los hidrocarburos. Es importantedestacar que el Producto Indusirial por persona ocupada pasó deBs. 7,6 millones en 1950 a Bs. 18,4 millones en 1970.

No obstante, la expansión del sector secundario en losúltimos tres decenios, cabe mencionar que la limitada califica-

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ción de la fuerza de trabajo impidió asegurar una tasa más eleva­da en el crecimiento de la producción de este sector. Por otraparte, no puede subestimarse el flujo creciente de mercaderías deorigen extranjero que competían con las manufacturas locales. Esrazonable pensar que la baja de los costos de transporte entrepaíses y el efecto demostración o asimilación del modelo de con­sumo de economías industrializadas debieron debilitar el procesode industrialización.

El sector terciario de la economía muestra la caracterís­tica típica de una economía hipertrofiada al absorber exceso demano de obra para un conjunto de actividades que no pueden con­siderarse como polos motrices del crecimiento como son el co­mercio y los servicios.

En efecto, en 1950 este sector absorbía el 36,3% de lapoblación ocupada y veinte afias más tarde, dicha participación sehabí.. elevado a 46,7%. En los países industrializados el sectorterciario está muy desarrollado y en él trabaja más de la mitad dela fuerza de trabajo. Tal desarrollo constituye una evolución ló­gica del sistema capitalista, ya que un elevado nivel de ingresoper cápita supone que han quedado satisfechas las necesidadesbásicas de la población, y, por tanto, se produce un aumento en lasatisfacción de otras necesidades a través de una gama de ser­vicios (educación, servicios públicos, entretenimientos, turismo,comunicaciones, servicios financieros, etc.). El caso venezolanodonde el sector pecuario tiene una importancia relativa compa­rable a las economías avanzadas debe ser interpretado de otramanera. En efecto, en vista de la saturación del sector primario ylos bajos niveles de vida que existen en el área rural se crea unatransferencia de población potencialmente activa hacia las ciuda­des, en donde una proporción significativa de esta población obtie­ne un empleo remunerado en el sector terciario. De allí, la ab­sorción de empleo de este sector por encima de los niveles ra­zonables. El proceso de urbanización de Venezuela ha sido en losúltimos treinta afias una fuerza de atracción poderosa de pobla­ción rural que ha emigrado de sus comunidades de origen atraí-

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das \por los altos salarios que se pagan en las ciudades. Es desubrayar que la ausencia de una política de desarrollo regionalequilibrado explica el violento éxodo rural que provocó una de­sarticulación del crecimiento urbano, al punto de que en 1970 lapoblación urbana representaba más del 75% de la población total.

El economista D. F. Maza Zavala.' al analizar los rasgoscaracterísticos de la economía venezolana, ha señalado que el pro­ceso de sustitución de importaciones no fue la consecuencia dedesequilibrios de nuestra balanza de pagos sino el resultado deuna expansión del mercado interno. Agrega que la dinámica delcrecimiento de las economías latinoamericanas apunta hacia unasituación crítica. En el contexto de su análisis, Maza Zavala pre­cisa los siguientes fenómenos del desarrollo:

a) El estrangulamiento del crecimiento económico surgepor el debilitamiento secular del sector externo tra­dicional y por la pérdida de impulso del proceso decrecimiento hacia adentro (producción para la deman­da interna).

b) Pese a la política encaminada al fomento de nuevasexportaciones no es tarea fácil la remoción de los obs­táculos crecientes a las exportaciones no tradiciona­les. La UNCTAD no ha logrado metas significativas dealcances prácticos y los países industrializados (prin­cipalmente los EE.UU.) se hacen más proteccionistasen perjuicio de las economías latinoamericanas.

e) Se acentúa la doble desintegración de las economíaslatinoamericanas porque se consolidan los enclaves econó­micos de origen externo y por la dinámica del neo­capitalismo interno. provocando los conocidos margi­namicntos sociales.

3. Maza Zavala, D.F.: "Consideraciones sobre la economía venezolana en susituación actual y en su perspectiva estática"; Ediciones Cabimas, 1971.

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d) Se profundizan las raíces estructurales del desperdi­cio y la distorsión de los recursos productivos.

e) La nueva acometida imperialista intenta fortalecer sudominio sobre el sector primario, al extender su con­trol sobre la industria y actividades claves del sectorterciario.

Este enfoque si bien destaca con precisión y claridad losentrabamientos que impiden un crecimiento más rápido de laseconomías en proceso de desarrollo, constituye una visión está­tica del problema y concentra el énfasis de su análisis en las in­fluencias distorsionantes de los países con espacios económicosdominantes.

Pareciera que el modelo de desarrollo de las economíasdel Tercer Mundo seguirán el patrón histórico de los países in­dustrializados. No es válido atribuir una recurrencia permanentede los mecanismos que vienen operando en los últimos deceniosen la esfera de la economía mundial que han hecho posible undesbordamiento de los centros económicos dominantes hacia laperiferia, representada por los países con estructuras económicasde evolución retardada.

La nacionalización de la industria del hierro 'y próxima­mente la nacionalización de la industria petrolera dejarán atrásuna etapa histórica por la dependencia de nuestra economía a losintereses de los países dominantes. Estas acciones de política econó­mica son pasos trascendentales para el disfrute de la soberaníaplena de Venezuela. Pero, es preciso señalarlo, mediante estasacciones no quedan expeditos los caminos que conducen a uncrecimiento autónomo y acelerado de nuestra economía. En ade­lante. no sería muy sensato estrechar el horizonte espacial de nues­tras vinculaciones económicas. Nuestra industrialización continua­rá dependiendo del progreso tecnológico y de los mercados de lospaíses industrializados. más aún si tomamos en cuenta que nues­tra industria clave deberá continuar siendo tan eficiente como hoy,

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