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Tema 7 El Paleolítico superior medio: El Solutrense José Manuel Maíllo Fernández 1. Introducción 1.1. Presentación El Solutrense es el conjunto industrial que corresponde, en la Península Ibérica, al Paleolítico superior medio. Resulta uno de los periodos más enigmáticos y controvertidos del Paleolítico superior. Esto es debido a que tanto los momentos de inicio y finalización están sujetos a polémica y que las piezas características de estos momentos, las puntas foliáceas (realizadas mediante retoque plano), suponen, en algún caso, elementos de gran sentido estético. La primeras noticias sobre este periodo se documentan en Francia en 1834, siendo reconocida como industria en 1864 a partir de los trabajos realizados en la zona de Les Eyzies (Francia) por Lartet y Christy. La determinación estratigráfica, entre el Gravetiense y el Magdaleniense, fue enunciada por el abate H. Breuil en 1912 y posteriormente confirmada por D. Peyrony tras sus excavaciones en Laugerie- Haute en 1938. En la Península Ibérica destacan los trabajos realizados, en un primer momento, por el Conde de la Vega del Sella y Hernández Pacheco en Asturias y H. Obermaier o H. Alcalde del Río en la actual Cantabria y, en un segundo momento, por F. Jordá, J. Carballo o J.M. Barandiarán a mediados del siglo XX, poniendo al descubierto los yacimientos más importantes de esta región como ocurre en el caso de El Castillo, Hornos de la Peña, Morín o Altamira en Cantabria; Peña de Candamo, Las Caldas, Cova Rosa, El Cierro en Asturias o Bolinkoba, Ermittia, Aitzbitarte IV y Coscobilo en el País Vasco, mientras que en las últimas décadas del siglo XX debemos destacar los trabajos de síntesis de Mª. S. Corchón, M. de la Rasilla o L. G. Straus. En la región 1

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Tema 7

El Paleolítico superior medio: El Solutrense

José Manuel Maíllo Fernández

1. Introducción

1.1. Presentación

El Solutrense es el conjunto industrial que corresponde, en la Península Ibérica, al Paleolítico superior medio. Resulta uno de los periodos más enigmáticos y controvertidos del Paleolítico superior. Esto es debido a que tanto los momentos de inicio y finalización están sujetos a polémica y que las piezas características de estos momentos, las puntas foliáceas (realizadas mediante retoque plano), suponen, en algún caso, elementos de gran sentido estético.

La primeras noticias sobre este periodo se documentan en Francia en 1834, siendo reconocida como industria en 1864 a partir de los trabajos realizados en la zona de Les Eyzies (Francia) por Lartet y Christy. La determinación estratigráfica, entre el Gravetiense y el Magdaleniense, fue enunciada por el abate H. Breuil en 1912 y posteriormente confirmada por D. Peyrony tras sus excavaciones en Laugerie-Haute en 1938.

En la Península Ibérica destacan los trabajos realizados, en un primer momento, por el Conde de la Vega del Sella y Hernández Pacheco en Asturias y H. Obermaier o H. Alcalde del Río en la actual Cantabria y, en un segundo momento, por F. Jordá, J. Carballo o J.M. Barandiarán a mediados del siglo XX, poniendo al descubierto los yacimientos más importantes de esta región como ocurre en el caso de El Castillo, Hornos de la Peña, Morín o Altamira en Cantabria; Peña de Candamo, Las Caldas, Cova Rosa, El Cierro en Asturias o Bolinkoba, Ermittia, Aitzbitarte IV y Coscobilo en el País Vasco, mientras que en las últimas décadas del siglo XX debemos destacar los trabajos de síntesis de Mª. S. Corchón, M. de la Rasilla o L. G. Straus. En la región mediterránea debemos destacar los trabajos de J. M. Corominas en la zona del Serinyà en Girona y de J.M. Pericot en el yacimiento de Parpalló, así como a E. Ripoll con sus excavaciones en Cueva Ambrosio, mientras que en las últimas décadas tenemos que destacar los trabajos de V. Villaverde, J. Mª. Fullola, J. Jordá o J. Fortea en yacimientos como Parpalló o Mallaetes.

Uno de los debates más interesantes, vinculado a la visión difusionista tan en boga durante una parte del siglo XX, sobre el solutrense es el relativo a su origen. Frente a la hipótesis del origen francés, válida en la actualidad para la región cantábrica, se mantiene la hipótesis de un origen local para esta cultura, no como único foco

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originario, y que estaría representado por Mallaetes y Parpalló, los cuales presentan niveles de Solutrense inferior y de, tal vez, el Protosolutrense de Portugal. Más abandonada parece la corriente historiográfica que mantenía un origen norafricano para el Solutrense ibérico, poniendo en relación las puntas de aletas y pedúnculo del solutrense superior ibérico con las piezas pedunculadas del Ateriense del norte de África. Ésta hipótesis, bastante bien refutada, es tomada en cuenta, hoy día, por algunos investigadores como el belga M. Otte.

La característica técnica más relevante de este periodo es el empleo del retoque plano, generalmente invasor, para la elaboración de puntas líticas. Las diferentes morfologías que adoptan dichas puntas líticas van a ser la base para la clasificación tripartita de este periodo. Así el Solutrense se divide en inferior, medio y superior. El solutrense inferior caracterizado por las puntas de cara plana de retoque unifacial; en el Solutrense medio predominan las hojas de laurel de retoque bifacial; mientras que para el Solutrense superior se constata una regionalización en la tipología de las puntas; así en la región cantábrica destaca la punta de muesca y la punta de base cóncava; mientras que en el resto de la Península la punta de aletas y pedúnculo, en una primera fase y la de escotadura y retoque abrupto en un momento posterior.

1.2. Dispersión geográfica

Como ya hemos apuntado en el apartado anterior, el Solutrense se distribuye por toda la Península (Figuras 7.1 y 7.2). Sin embargo, debemos realizar una diferenciación en tres grandes focos: la región cantábrica, la región mediterránea (desde Gerona hasta Cádiz) y Portugal. Quedaría excluída la zona central de la Península ya que el número de yacimientos es demasiado exiguo y disperso, aunque algunos de ellos de importancia en Aragón (Chaves) y Madrid (El Sotillo).

Existe una diferencia patente entre el Solutrense cantábrico y el del resto desde un punto de vista tipológico (sobretodo a partir del Solutrense superior) siendo denominado este último, por algunos autores, como Solutrense ibérico o extracantábrico. También las secuencias estratigráficas son diferentes. Así, el Solutrense cantábrico comienza con el Solutrense medio al que sigue un Solutrense superior, terminando la secuencia con un Solutrense terminal o en proceso de “desolutreanización” dependiendo de los autores consultados. Mientras que en el resto de la Península sí disponemos de un Solutrense inferior (tanto en la región mediterránea como en la Estremadura portuguesa), un Solutrense medio, uno superior y una etapa final denominada Solutrense evolucionado o solutreogravetiense.

<aquí figura 7.1.tif>

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<Figura 7.1: Figura 7.1. Mapa de dispersión de los principales yacimientos solutrenses de la Península Ibérica. 1. Abauntz; 2.

Leginpea; 3. Abrigo de la Aceña; 4. Olga Grande Sul; 5. Cueva de las Avispas; 6. El Sotillo; 7. L’Arbreda; 8. Reclau Viver; 9. Chaves; 10.

Corral Blanc; 11. Pla de la Pitja; 12. Balsa de la Dehesa; 13. Mallaetes; 14. Parpalló; 15. Cova Benito; 16. Barranc BLanc; 17. R. Bubó; 18. EL

Palomar; 19. Cueva Ambrosio; 20. P. Cubillas; 21. Nerja; 22. El Higuerón; 23. Bajoncillo; 24. Chorrito; “5. Fontanilla; 26. Peña Prieta; 27. Vale Almoinha; 28. Salemas; 29. Vale Comprido; 30. Anecrial; 31.

Cladeirao; 32. Buraca Grande.>

<aquí figura 7.2.tif><Figura 7.2: Dispersión de los principales yacimientos solutrenses

cantábricos><NOTA: Componer apaisado para facilitar su visión>

La mayoría de los yacimientos con niveles pertenecientes a este momento histórico están localizados en cuevas o abrigos, como ocurre en la región cantábrica y la fachada mediterránea, mientras que en el interior apenas sí existían evidencias de ocupación. Esta situación, ligada más a un proceso de selección en la prospección arqueológica que a un hiato en la ocupación geográfica, llevó a algunos autores a plantear hipótesis sobre la ausencia de población en el interior de la Península Ibérica. Sin embargo, esta hipótesis se ha visto refutada con la aparición de yacimientos al aire libre en Portugal como puede ser Vale Almoinha en la Extremadura portuguesa o los recientemente excavados de Olga Grande Sul en el valle del Côa, por poner unos ejemplos.

En este momento, el número de yacimientos solutrenses aumenta en relación al periodo que comprende el Auriñaciense y el Gravetiense. Según el estudio que L. G. Straus ha realizado para la cornisa cantábrica durante el Solutrense la relación entre el número de yacimientos y el número de milenios en los que discurre este periodo es de 11 frente a los 1,3 del periodo precedente. Este aumento en el número de yacimientos arqueológicos, junto al hecho de que en algunos de ellos sólo existen ocupaciones solutrenses lleva a este investigador, entre otros, a plantear que dicho aumento esta ligado al crecimiento demográfico en este periodo, ligado, a su vez, con la rigurosidad del clima en Europa, lo que obliga a la población humana a refugiarse más al sur (al estar el norte ocupado por los glaciares). Dentro de este marco, la Península Ibérica jugó el papel de refugio.

2. Cronología

El método de datación empleado en la actualidad para datar este tecnocomplejo es el del carbono-14, debido, sobre todo, a la crisis que

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han sufrido otras disciplinas utilizadas con anterioridad para conocer el marco cronológico como la palinología o la sedimentología.

En el estado del conocimiento actual sobre el Solutrense observamos las tres regiones que ya hemos apuntado en el apartado anterior. Cada una de ellas, como veremos, presentan una cronología propia para la seriación de este tecnocomplejo.

Para la Cornisa cantábrica las dataciones más antiguas que disponemos para el Solutrense medio, al no encontrarse aún Solutrense inferior, corresponden al yacimiento de Las Caldas (Asturias), con dataciones de 19.480 260 B.P. para el nivel 12 base; 19.510 330 B.P. para su nivel 16 o 19.030 320 B.P. para el 12 techo. Por tanto podemos decir que comienza entorno al 20.000 o un poco después (figura 7.2).

Para el Solutrense superior también debemos tomar como referencia el yacimiento de Las Caldas ya que en él encontramos las dataciones más antiguas y más modernas para este momento entre 19.390 260 B.P. y 18.310 260 B.P. Existen dataciones de otros yacimientos que concuerdan con las obtenidas para Las Caldas, como ocurre con las del nivel V de Cueto de la Mina o el nivel VIII de Aitzbitarte IV, como se puede comprobar en la figura 7.2. Resultando comprendido el Solutrense superior en una horquilla de 1.000 o 1.300 años (19.400-18.300 B.P.).

<aquí figura 7.3.word><Figura 7.3: Cuadro de las dataciones radiométricas del solutrense

peninsular.>

Por último, para el Solutrense terminal o en proceso de desolutreanización disponemos de dataciones en su inicio, estando su final entorno al 17.000 B.P. Según las dataciones de Las Caldas, Chufín o el nivel 12 de La Riera.

En la región mediterránea sí encontramos una fase inicial del Solutrense que se puede ubicar en torno a los 21.500-21.000 B.P. dentro de unas condiciones climáticas generales frías y secas a partir de los datos obtenidos en los yacimientos de Mallaetes y Parpalló.

Pese a que durante el Solutrense medio aumenta el número de yacimientos, la disponibilidad de dataciones no aumenta en la misma dirección y sólo disponemos de las efectuadas en Mallaetes y en Cueva Ambrosio, descartándose por anómalas las de la Cueva de Nerja. Así, el inicio de esta fase estaría entorno al 20.000 B.P. según las dataciones obtenidas en Mallaetes (nivel Va).

Para el Solutrense superior ibérico se ubica cronológicamente entre los 18.000 B.P. y los 16.000 B.P. según se desprende de las dataciones de Mallaetes, Parpalló, Cueva Ambrosio o L´Arbreda (figura 7.3).

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Por último, el Solutrense superior evolucionado se ubica, según los yacimientos, entre el 17-16.000 B.P.

Para el interior de la Península, tan solo disponemos de la datación de Chaves (Huesca) que nos ofrece un 19.700 310 B.P. para el nivel C1, caracterizado dentro del Solutrense superior.

En Portugal encontramos una fase correspondiente al Protosolutrense, fase que será tratada con detalle más adelante, en la que el límite inferior lo marca el final del Gravetiense local, alrededor del 22.000 B.P. y dura entorno a un milenio.

Como veremos más abajo, no existen yacimientos del Solutrense inferior en Portugal. Por lo que el Solutrense medio está centrado alrededor del 20.500 B.P en la región; mientras que el Solutrense superior se encuadra entre la fecha anterior y los 18.000 B.P. o 16.000 B.P. según los diferentes investigadores (figura 7.3).

3. Caracterización industrial

La industria lítica y, en menor medida, ósea correspondiente al Solutrense presenta una falsa homogeneización tecno-tipológica debido, en parte, a la importancia que presentan las puntas de proyectil como base para su periodización. nos obliga a estudiarlas de manera independiente.

3.1. Cornisa cantábrica

Como ya hemos comentado, no existe por el momento ningún nivel arqueológico correspondiente al Solutrense inferior en esta región, por lo que la secuencia Solutrense comienza con el Solutrense medio, que no presenta un elevado número de yacimientos. Por otro lado, la mayoría de ellos se localizan en la zona centro-occidental de la región cantábrica.

Se caracteriza por los siguientes elementos (figura 7.4):a) La industria lítica presenta unas dimensiones considerables en

comparación con periodos posteriores, siendo este hecho muy patente en las puntas de proyectil.

b) Los elementos tipológicos que van a caracterizar este momento son las hojas de laurel realizadas con retoque bifacial invasor y, en menor medida, las puntas de cara plana también con retoque invasor.

c) Las industrias presentan poco porcentaje de hojas u hojitas ya que los esquemas operativos están destinados a la obtención de lascas voluminosas, siendo muy escasas las hojitas de dorso.

d) La industria ósea se caracteriza por varillas gruesas sobre asta de sección plano-oval como las halladas en Las Caldas 17 y que podrían ser reminiscencias del gravetiense según S. Corchón. Son comunes también las azagayas irregulares de base cónica o redondeada, los cinceles, alisadores, tensores y punzones.

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<aquí figura 7.4.tif><Figura 7.4: Materiales líticos y óseos típicos del solutrense medio cantábrico. 1-6, Hojas de laurel: 1,3. El Castillo; 2. Camargo; 4. El

Pendo; 5. Bolinkoba D; 6. Altamira. 7-8. Azagayas. 7. Las Caldas; 8. Bolinkoba E (según Straus, 1983 y Corchón, 1994).>

En el Solutrense superior disponemos de un mayor número de yacimientos. Se caracteriza por los siguientes elementos (figura 7.5):

a) Los utensilios típicos de esta fase son las puntas de muesca, que relacionaría la región con el suroeste de Francia. Como comentábamos arriba aparecen también utensilios nuevos que independizan las diferentes regiones; en la región cantábrica es la punta de base cóncava. Se trata de una punta con retoque invasor y bifacial, cuya base es cóncava, a diferencia de las hojas de laurel que son triangulares o convexas. Continúan, aunque ahora de menor tamaño, las hojas de laurel.

b) Aumenta el uso de materias primas diferentes al sílex, sobre todo la cuarcita, que resulta la materia prima única para la confección de puntas de base cóncava.

c) La industria lítica presenta unas dimensiones menores con respecto al periodo precedente. Además, los esquemas operativos están orientados en mayor medida a la obtención de hojas y hojitas, con lo que la laminaridad de los soportes retocados es mayor que en el Solutrense medio.

d) Existe una industria ósea muy variada. Las azagayas de sección cilíndrica u oval, con aplastamiento central inciso o las cilíndricas en bisel simple decoradas con motivos lineales son las más representativas. También encontramos varillas de sección plano-convexa, lisas en su cara interna de base aplanada y adelgazada por recortes. En momentos finales hacen su aparición las azagayas cortas de amplio monobisel que preludiarían para S. Corchón el Magdaleniense arcaico.

<aquí figura 7.5.tif><Figura 7.5. Materiales del solutrense superior cantábrico. 1-6. Puntas

de muesca. 1. Altamira; 2. Atxurri; 3-4. Cueto de la Mina E; 5-6. El Pendo. 7-8. Puntas de base cóncava de Las Caldas. 9, 11-12. Azagayas con aplastamiento central inciso; 10. Azagaya con monobisel decorado. Todas de Cueto de la Mina E (según Straus, 1983 y Corchón, 1994).>

Los colgantes también son muy comunes, destacando los aplanados, perforados, recortados e incisos sobre láminas de hueso, asta o marfil. Como elemento novedoso debemos mencionar la aparición, en momentos tardíos de este periodo, de la aguja.

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El final del Solutrense en la región se denomina Solutrense terminal o en proceso de desolutreanización se estaría caracterizado por la casi desaparición de los útiles típicos solutrenses (ahora de menor tamaño), el uso de la cuarcita aumenta como materia prima predominante, el aumento de las hojitas de dorso y, por ende, el mayor uso del retoque abrupto frente al plano.

3.2. Región Mediterránea

En esta región encontramos dos yacimientos como son Parpalló y Les Mallaetes en los que encontramos niveles correspondientes al Solutrense inferior. Ello viene definido por la aparición de piezas con retoque plano que rompen con los conjuntos industriales gravetienses, definidos por el retoque abrupto y que se encuentran en los niveles inferiores de dichos yacimientos (figura 7.6). Esta definición industrial está corroborada por unas dataciones también antiguas como ya hemos visto más arriba. Los datos aquí expuestos llevan a algunos autores a plantear un foco originario del Solutrense en la región mediterránea, concretamente en la comarca de La Safor ya que allí se localizan los dos yacimientos citados. Sin embargo, otros autores, son más cautos a la hora de valorar dichos datos, ya que se trata en uno de los casos de un yacimiento excavado por niveles artificiales realizado hace años (caso de Parpalló) y de un pequeño sondeo estratigráfico (Mallaetes).

<aquí figura 7.6.tif><Figura 7.6. Puntas líticas del Solutrense Inferior mediterráneo. Cueva del Parpalló: 1-3. Puntas de cara plana (tramo 7,25-7 m.); 4. Punta de

cara plana (tramo 7,25-6,25 m); 5. Hoja de laurel (7-6,75 m.); 6-8. Punta de cara plana (6,5-6,25 m). Les Mallaetes: 9. Punta de cara plana

(según Muñoz, 2000).>

Este foco originario no supone que sea el único existente, ya que se propone un origen polifocal del Solutrense, es decir, diferentes regiones podrían haber llegado a las mismas respuestas tecnológicas en momentos cronológicos similares. Otros autores complementan esta hipótesis con la posibilidad de que el proceso de solutreanización (que en definitiva es el dominio y uso del retoque plano y de los morfotipos líticos asociados al Solutrense) no estuviera aún desarrollado en estos primeros momentos. Se apoyan para ello en la ausencia, en el Solutrense inferior, de las hojas de laurel, morfotipo que será ampliamente usado y difundido durante la etapa posterior, no sólo en la región mediterránea, sino en todas las regiones a las que llega el Solutrense en la Península Ibérica.

Pese a lo escaso de los restos arqueológicos, tan sólo dos niveles de los yacimientos ya citados, podemos caracterizar el Solutrense inferior de la región valenciana con los siguientes elementos:

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a) El morfotipo característico va a ser la punta de cara plana que marca la ruptura con el periodo gravetiense anterior mediante el uso del retoque plano frente al abrupto.

b) Predominan los raspadores frente a los buriles.c) Desaparece, casi en su totalidad, el utillaje realizado sobre

hojita.El Solutrense medio está mucho mejor representado en la región

mediterránea, no sólo en número de yacimientos, sino en extensión geográfica, al encontrarse desde Valencia hasta Andalucía oriental. Para este momento los yacimientos más relevantes son Mallaetes, Parpalló y Barranc Blanc en Valencia, Cueva Ambrosio en Almería y la cueva de Nerja en Málaga.

Las características definitorias de este momento serían (figura 7.7):

a) Empleo de las hojas de laurel como elemento tipológico más característico. El empleo de éstas no impide que aparezcan en los conjuntos industriales puntas de cara plana, típicas del momento anterior, pero lo hacen en menor proporción.

b) Las piezas típicamente solutrenses presentan porcentajes más altos dentro del conjunto de los útiles líticos que en los momentos anteriores. Así, por ejemplo, en Parpalló representan algo más del 15 %; mientras que en Cueva Ambrosio va a llegar hasta el 22,2 %.

c) Los raspadores siguen siendo más numerosos que los buriles. Aparecen en estos momentos, con cierta importancia, los útiles compuestos, sobretodo los raspadores dobles.

d) El utillaje sobre hojita sigue siendo prácticamente inexistente.

<aquí figura 7.7.tif><Figura 7.7. Piezas típicas del Solutrense medio mediterráneo (según

Muñoz, 2000).>

El periodo más interesante y más complejo en la región mediterránea es el Solutrense superior, tanto por la variedad tipológica, como por las diferentes periodizaciones propuestas.

Existen actualmente dos propuestas referidas a estos momentos del Solutrense superior. La primera hipótesis aboga por una diferencia neta entre dos fases caracterizada la primera por las puntas de aletas y pedúnculo seguida de otra con las puntas de escotadura y retoque abrupto. Esta última se denomina solutreogravetiense siguiendo las propuestas realizadas en su día por L. Pericot y modificada más adelante por diversos autores.

La segunda hipótesis encuadra todo el Solutrense ibérico a partir de la propuesta realizada por J. Fortea y F. Jordá en 1976 y que adopta una división tripartita de este periodo en Inicial, Pleno y Evolucionado. El Solutrense Inicial (o Solutrense A) se corresponde con el Solutrense

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inferior caracterizado por puntas de cara plana (como ya vimos más arriba);el Solutrense Pleno (o Solutrense B) se relacionaría con el Solutrense medio con hojas de laurel, casi desaparición de las puntas de cara plana y aparición discreta de las puntas de aletas y pedúnculo. Por último, el Solutrense Evolucionado (o Solutrense C) finalizaría la seriación, dividiéndose a su vez en tres fases (I, II y III) y se correlacionaría con el Solutrense superior. Las fases corresponderían a los momentos de auge de los diferentes morfotipos. Así el Solutrense Evolucionado I correspondería al momento en el que predominan las puntas de aletas y pedúnculo; el Solutrense Evolucionado II al del apogeo de las puntas de escotadura y retoque abrupto y, por último, el Solutrense Evolucionado III correspondería a la lenta desaparición del complejo solutrense (figura 7.8).

<aquí figura 7.8.word><Figura 7.8. Cuadro de periodificaciones según diferentes autores, del

solutrense mediterráneo (según Muñoz, 2000).>

El primer momento del Solutrense superior ibérico estaría caracterizado por los siguientes elementos a partir de las secuencias de referencia para este momento como son la cueva del Parpalló y Cueva Ambrosio (figura 7.9):

a) El morfotipo característico es la punta de aletas y pedúnculo, realizada de forma bifacial y cuyas técnicas son la percusión directa con percutor blando y la presión. La morfología de este tipo de punta de proyectil le confiere una alta eficacia en la actividad cinegética. Este morfotipo ha pasado a la bibliografía científica como el elemento iconográfico más representativo del Solutrense ibérico sobre todo tras su reconocimiento por algunos investigadores franceses, como D. Sonneville-Bordes, F. Bordes y J. Tixier, tras su visita a Cueva Ambrosio. Por otro lado, la distribución geográfica de las puntas de aletas y pedúnculo abarcan la totalidad de la Península Ibérica a excepción de la cornisa cantábrica.

b) Las puntas de cara plana tienden a desaparecer. Aparecen las puntas de escotadura y retoque abrupto (también denominadas puntas de tipo mediterráneo) que preludian los morfotipos característicos de la etapa inmediatamente posterior. Se mantienen las hojas de laurel.

c) El porcentaje de raspadores sigue siendo superior al de los buriles. Aunque ya existen yacimientos donde esta diferencia no es tan acusada como Barranc Blanc o Cueva de Los Ojos (Granada) o están igualados como en la Peña de la Grieta (Jaén).

d) Reaparece el utillaje sobre hojita, sobretodo las hojitas de dorso con porcentajes apreciables.

<aquí figura 7.9.tif>

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<Figura 7.9. Materiales del Solutrense superior mediterráneo. 1. Hoja de laurel, Cueva de los Ojos (Granada); 2-9. Puntas de aletas y

pedúnculo Cueva del Tajo de Jorox (Málaga). (según Muñoz, 2000).>

El segundo momento en el que puede dividirse el Solutrense superior ibérico es el denominado solutreogravetiense. Estaría caracterizado por los siguientes elementos (figura 7.10):

a) El morfotipo característico es la punta de escotadura con retoque abrupto. Este tipo de punta evidencia la marcada idiosincrasia regional en contraste con el modelo característico no sólo francés y cantábrico, sino con las fases anteriores de la región mediterránea ya que renuncia en su elaboración, de una forma total, al retoque plano, que desaparece en esta fase a favor del retoque abrupto. Este hecho, llevó a algunos investigadores a ligarlo con el Gravetiense, tan arraigado en la región en el periodo anterior.

b) Las hojas de laurel y las puntas de aletas y pedúnculo descienden en su porcentaje en la mayoría de los yacimientos.

c) El porcentaje de los raspadores sigue siendo mayor que el de los buriles, aunque existen casos en los que ya no es así y en los que encontramos la proporción inversa, como ocurre en el yacimiento del Pantano de Cubillas.

d) El utillaje sobre hojita se eleva considerablemente, siendo en todos los yacimientos superior al 10%.

<aquí figura 7.10.tiff><Figura 7.10. Materiales del solutreogravetiense. Puntas de escotadura y retoque abrupto: Cueva Ambrosio (nivel II): 1-14. Cova del Parpalló:

15-22 (según Muñoz, 2000).>

3.3. Portugal:

En Portugal, según los trabajos llevados a cabo por J. Zilhão, existe un foco originario del solutrense, que estaría caracterizado por una etapa denominada Protosolutrense. Esta fase proviene del sustrato Gravetiense local.

Así, la secuencia comenzaría por el Gravetiense Terminal caracterizado por la abundancia de hojitas de dorso truncadas, por hojas de retoque magdaleniense y el empleo del cuarzo en menos de un 15%. Posteriormente, existe una fase de transición en la que encontramos una caracterización mixta entre la fase anterior y la posterior. Así, estos conjuntos contienen puntas de Vale Comprido (útil característico del Protosolutrense), las hojas presentan retoque marginal y son raras las hojitas de dorso, mientras que el empleo del cuarzo está entorno al 30%. Por último, el proceso culminaría en el Protosolutrense propiamente dicho, el cual está caracterizado por la

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abundancia de puntas de Vale Comprido, por hojas de retoque marginal, la desaparición casi total de las hojitas de dorso, el descenso del empleo del cuarzo en la producción lítica y el uso de hojitas en estado bruto, es decir, sin retocar.

Los esquemas operativos de producción lítica del Protosolutrense son tres según se ha podido identificar en el yacimiento de Vale Comprido-Encosta. Los tres esquemas están orientados a la obtención de diferentes soportes. En primer lugar, el esquema operativo destinado a la obtención de puntas de Vale Comprido y que resulta una innovación de este periodo que comienza en la fase intermedia arriba definida. Se trata de núcleos de tendencia piramidal tallados mediante la técnica de la percusión directa con percutor duro a partir de un único plano de percusión liso. Los soportes obtenidos son hojas o lascas laminares de morfología triangular y con talón espeso que, posteriormente, se elimina mediante retoque. Este tipo de puntas resulta el elemento más característico del Protosolutrense, como ya se apuntó arriba y cuya finalidad sería la de servir como punta de proyectil (Figura 7.11).

<aquí figura 7.11.tif><Figura 7.11. Esquema de la confección de puntas de Vale Comprido del Protosolutrense portugués (modificado a partir de Zilhão, 1997).>

Otro de los esquemas operativos está destinado a la obtención de soportes alargados para ser empleados como cuchillos. Se consiguen a partir de núcleos de morfología prismática explotados mediante percusión directa con percutor blando. Este tipo de esquema, de tradición Gravetiense es muy abundante en la fase intermedia, pero es menos común en el Protosolutrense “pleno”.

Por último, la obtención de hojitas se realiza a partir de esquemas operativos de tipo raspador carenado, realizados éstos a partir de lascas extraídas exclusivamente para este fin.

Sin embargo, este Protosolutrense portugués ha sido fuertemente criticado en base a dos elementos. El primero de ellos es la escasa similitud de la punta de Vale Comprido con los diferentes tipo de puntas solutrenses, tanto en morfología, como, sobretodo, en el uso del retoque plano. El segundo es de carácter cronoestratigráfico y es el hiatus existente entre el Protosolutrense y el Solutrense medio en la región, ya que cabría esperar una fase intermedia entre el Protosolutrense y el Solutrense Medio, es decir, un Solutrense Inferior.

Por tanto, los yacimientos de referencia para el Solutrense medio son Vale Almoinha y Casal do Cepo. A partir de ellos se puede caracterizar el Solutrense medio por los siguientes aspectos (Figura 7.12):

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a) Las hojas de laurel son muy abundantes. El subtipo más representado en los yacimientos portugueses es el que presenta la base convexa.

b) El empleo del cuarzo prácticamente desaparece a favor del sílex y otras rocas afines.

c) Los raspadores carenados y en hocico se rarifican.d) Las puntas de cara plana presentan en su fase final de

realización el característico retoque plano solutrense, así como un retoque plano inverso en la cara bulbar. Resultando muy diferentes a las puntas de Vale Comprido.

e) La producción lítica de hojas está orientada a la obtención de soportes laminares cortos y estrechos. Para ello, la explotación del sílex se efectúa mediante esquemas operativos con núcleos de morfología prismática y gestión bipolar.

f) Para la elaboración de las hojas de laurel, el esquema operativo es sensiblemente diferente. Los soportes habitualmente empleados para la confección de este tipo de piezas son bloques o por grandes lascas extraídas especialmente para confeccionar este tipo de soportes. Las hojas de laurel son sometidas a ciertos pasos realizados de forma casi sistemática en estos yacimientos, por ejemplo en Vale Almoinha está presente en un 90% de las hojas de laurel. En primer lugar, se realiza un tratamiento térmico del soporte que mejora las condiciones físicas para la talla. En un segundo paso, se realiza una preforma mediante percusión directa con percutor blando y se finaliza la pieza mediante la técnica de la presión.

<aquí figura 7.12.tif><Figura 7.12. Materiales del Solutrense medio de Vale Almoinha. 1,3.

Raspadores; 2. Muesca; 5. Buril sobre fragmento de hoja de laurel; 4, 6-8. Hojas de laurel (según Zilhão, 1997).>

A la hora de caracterizar el Solutrense superior tenemos una serie de problemas ya que no existen muchos yacimientos con colecciones lo suficientemente amplias. La mayoría son conocidas a partir de pequeñas muestras como Almonda u Olga Grande Sul, existen, también, algunos yacimientos con ciertos problemas estratigráficos como ocurre en Salemas o en los que los estudios son incompletos como el caso de Caldeirão. Con este panorama, pocos son los conjuntos lo suficientemente representativos como para caracterizar esta fase, tan sólo Olival da Carneira en Rio Major dispone de una colección óptima.

Pese a estos inconvenientes, el Solutrense superior en Portugal se puede caracterizar por los siguientes aspectos (figura 7.13):

a) Las puntas líticas típicas son de tres tipos: de muesca como en la región cantábrica, de muesca con retoque abrupto y de aletas y pedúnculo como en la mediterránea.

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b) Los útiles retocados sobre hojita vuelven a ser abundantes en los conjuntos líticos.

<aquí figura 7.13.tif>< Figura 7.13: Materiales del Solutrense superior de Olival da Carneira.

1. raspador ojival; 2. Raspador plano sobre hombrera; 3. Raspador sobre lasca; 4. Hojita con muesca; 5. Hojita denticulada; 6-8.

Fragmentos de puntas de muesca. 9. Frag. de punta de escotadura y retoque abrupto; 10. ¿Punta de pedúnculo lateral? (según Zilhão,

1997).>

Uno de los aspectos aún no discernidos en el Solutrense portugués es si existe un solutreogravetiense como en la región mediterránea. Como ya vimos al tratar la zona mediterránea, las puntas de escotadura y retoque abrupto están presentes, de forma discreta, en este Solutrense superior. Es por ello, que pese a disponer de algunos yacimientos de este tipo de punta lítica se plantee la duda de si formaría parte de una fase independiente (solutreogravetiense) o si esas puntas corresponden a momentos del genérico Solutrense superior.

En este sentido, la región mediterránea aporta un dato interesante concerniente a la tipometría de las puntas de escotadura y retoque abrupto. Así, las puntas que aparecen en el Solutrense superior presentan unas dimensiones mayores que, las más abundantes, de la fase inmediatamente posterior del solutreogravetiense como ocurre en Almonda, Carneira o Salemas. En relación con este dato, y siguiendo los trabajos de J. Zilhão, en la cueva de Caldeirão, los niveles del Solutrense superior no presentan puntas de escotadura y retoque abrupto. Sin embargo, en los niveles superiores de la misma cueva aparecen tres ejemplares, todos ellos de dimensiones más reducidas (figura 7.14).

<aquí figura 7.14.tif>Figura 7.14. Puntas de escotadura y azagayas del solutrense superior

portugués. 1. Azagaya de sección circular con ranura longitudinal (Caldeirão, nivel Fa); 2. Azagaya monobiselada (Buraca Grande); 3, 5. Puntas de escotadura y retoque abrupto (Salemas y Caldeirão, nivel Eb); 4. Punta de muesca de tipo cantábrico (Salemas), según Zilhão,

1997.

La industria ósea, escasa en estos contextos, aporta datos de interés a esta cuestión. En Buraca Grande, apareció una azagaya, casi completa, corta y de sección circular (Figura 7.13). Dicha azagaya estaba monobiselada en su base, ocupando ésta más de un tercio de la misma. Este tipo de pieza tiene sus paralelos más claros en la cueva de Parpalló en los tramos correspondientes al solutreogravetiense. Por

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otro lado, en el nivel Fa de Caldeirão (Figura 7.13), existe también una azagaya de sección circular y con ranura longitudinal, cuyo paralelo más directo está en el nivel I de Cueva Ambrosio, también en contexto solutreogravetiense.

Por todo ello, y pese a lo escaso y fragmentado del registro arqueológico podría existir una fase correspondiente al solutreogravetiense en Portugal.

3.4. El interior de la Península Ibérica

Pocos son los datos disponibles para el interior de la Península Ibérica en este periodo histórico. En Madrid, destaca la cuenca del río Manzanares, área rica en yacimientos arqueológicos, aunque primero las intervenciones antiguas y la edificación de la propia ciudad después, no han permitido un conocimiento más completo. Destaca, pese a todo, el trabajo realizado sobre el yacimiento de El Sotillo que reveló un interesante conjunto solutrense. Noticias algo más breves son las proporcionadas para el yacimiento de El Palomar (Yeste, Albacete) en cuya prospección en superficie apareció una punta de aletas y pedúnculo. Este tipo de yacimientos se antojan vitales para el conocimiento de la comunicación entre la Meseta y la costa mediterránea.

Sin duda, los datos más completos los ofrece la cuenca del Ebro con los yacimientos de Abauntz (Navarra) y Chaves (Huesca). Ambos yacimientos corresponderían a un Solutrense superior. Abauntz en Navarra, presenta puntas de muesca con retoque plano, correlacionando el yacimiento con el Solutrense cantábrico (figura 7.15).

<aquí figura 7.15.tif><Figura 7.15. Puntas de escotadura y muesca de Chaves y Abauntz

(según Utrilla y Mazo, 1994).>

El otro yacimiento, Chaves, presenta un importante número de puntas de escotadura y retoque abrupto. La datación obtenida para este nivel es de 19.700 B.P. Esta datación, probablemente demasiado antigua, es dada por válida por algunos investigadores al relacionar este yacimiento, no con la vecina vertiente mediterránea peninsular, sino con la región del Languedoc en Francia y con el tecnocomplejo denominado Salpetriense. En todo caso, tampoco se descarta una posible influencia mediterránea. Si se acepta la primera hipótesis, la influencia tiene que venir del Solutrense superior y nunca del solutreogravetiense ya que el estudio métrico de las puntas de Chaves relacionan estas, desde un punto de vista métrico, con las puntas del Salpetriense y no del Solutrense ibérico (Figura 7.15).

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4. Subsistencia

Pese a que la caracterización de los grandes tecnocomplejos del Paleolítico se llevan a cabo a partir de los restos de la industria lítica y ósea, la subsistencia puede ser considerada como el factor más importante en las prioridades cotidianas de estas sociedades cazadoras-recolectoras, ya que permiten llevar a cabo el objetivo principal de éstas: la supervivencia. Una vez obtenida ésta se desarrollan el resto de subsistemas que forman parte de la cultura de los diferentes grupos humanos.

La amplia variedad de productos que formarían parte de la dieta de los humanos que vivieron en el Solutrense se ve restringida severamente, desde un punto de vista arqueológico, debido a la conservación diferencial de los mismos. La mayor parte de los restos recuperados son óseos por lo que se otorga mayor importancia a los alimentos de origen animal. Sin embargo, no debemos descartar el papel, también protagonista, que debieron poseer los vegetales, el pescado, los moluscos o los insectos, como ocurre en los grupos de cazadores-recolectores actuales.

En la región cantábrica, la base alimenticia estaba compuesta por el ciervo, principal taxón en la mayoría de yacimientos. Aunque en algunos yacimientos, como Bolinkoba o Ermittia (País Vasco) fue la cabra el mayoritario, debido a la ubicación de estos yacimientos, muy próximos a roquedos. No existen demasiados restos de bóvidos y son poco frecuentes también el rebeco, el jabalí o el reno.

En la región mediterránea debemos diferenciar entre Cataluña y el resto de Levante. En la primera región destaca el caballo como taxón dominante, seguido del ciervo y los bóvidos, estando muy poco representados la cabra montés y el sarrio.

En Levante la cabra domina en yacimientos como Parpalló y Mallaetes, seguidos del ciervo o el caballo. Mientras en el Solutrense final encontramos mayor número de bóvidos.

El espectro de especies representadas en los yacimientos puede no ser un reflejo de los biotopos existentes en las regiones donde se ubican éstos. En este sentido, para algunos autores como Straus, el Solutrense se caracterizaría por la diversificación y especialización en la caza.

Esta especialización vendría dada por la caza de animales como la cabra, con un hábitat muy específico, o el jabalí y que no serían cazados por los neandertales. Sin embargo, como ya hemos visto, conocemos algunos yacimientos del Paleolítico medio en donde este tipo de especies, que evidencian una especialización en la caza, son buscadas de forma recurrente como Esquilleu en Cantabria o Zafarraya en Málaga.

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Por otro lado, la diversificación estaría justificada, no solo en la obtención de especies animales antes nada o poco representadas en los yacimientos, sino en la aparición de restos alimenticios de otra naturaleza. En este sentido debemos citar la aparición de restos de moluscos, tan frecuentes en momentos finales del Paleolítico, sobre todo de lapa (Patella vulgata) y bígaro (Littorina littorea), como ocurre en La Riera en Cantabria, con un transporte desde la línea de costa de unas dos horas. Restos de pescados, concretamente salmón, han sido documentados en yacimientos como La Riera (Asturias), Chufín o El Mirón (Cantabria).

Por otro lado, algunas especies animales recuperadas exceden la mera necesidad alimenticia. Así, la caza de carnívoros podría estar justificada por la obtención de su piel. Este podría ser el ejemplo de los zorros.

Pero no todos los restos óseos que aparecen en un yacimiento arqueológico, sobre todo en cueva o abrigo, son de aportación antrópica. Son numerosos las especies animales que habitan en estos lugares cuando la ocupación humana es menos frecuente. Los más destacados son los carnívoros como hienas, zorros, lobos y osos, cuya actividad no solo pueden aportar los restos óseos de sus presas, sino que pueden llegar a alterar la disposición de los niveles arqueológicos ya depositados al remover el sedimento para confeccionar sus cubiles. Es paradigmático, en este sentido, la actividad llevada a cabo por los osos cuando hibernan en el interior de las cuevas. Pero además, otras especies pueden ser los responsables de aportaciones menos evidentes. Las cuevas y abrigos son también refugio de numerosas rapaces como águilas o búhos que cazan sus presas y pueden consumirlas en sus apostaderos dentro del yacimiento. De esta manera, se unen al registro arqueológico restos de especies como aves y roedores de las que son responsables las rapaces, bien de forma directa o mediante egagrópilas. Es por ello, por lo que es imprescindible realizar estudios tafonómicos completos para conocer la naturaleza y origen de los restos óseos de un yacimiento. En un paso posterior, cuando esta primera incógnita queda resuelta, el estudio de las marcas de corte y aprovechamientos de los restos nos pueden ayudar a comprender los aspectos económicos y de aprovechamiento ligados a la actividad cinegética en los yacimientos.

Intrínsecamente ligado a la subsistencia y relacionándolo con la industria lítica, debemos tratar, aunque brevemente, las técnicas cinegéticas empleadas en el Solutrense. La caracterización del Solutrense está, como hemos visto ya, muy ligada a la sucesión, aparición y reemplazamiento de diferentes tipos de puntas de proyectil, lo que ha disparado los estudios sobre el empleo de unos u otros métodos cinegéticos.

Los métodos “tradicionalmente” empleados en las artes cinegéticas consistían en usar estas herramientas como picas (en las

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que el cazador aguanta el impacto de la presa) o propulsándola con la fuerza de los brazos. Estas herramientas serían las denominadas lanzas o venablos.

Sin embargo, en el Solutrense queda atestiguado el empleo de otras herramientas que favorecen la caza. En primer lugar, debemos hablar del propulsor. Está compuesto por un fuste de unos 20-30 cm. de longitud con una terminación en gancho en donde se apoya el venablo que va a ser lanzado. El propulsor puede estar realizado en diferentes materias primas como asta o hueso, aunque no debemos descartar la madera, ya que resulta más económica y fácil de trabajar. El gancho, por su parte, puede estar o no realizado en la misma materia que el fuste, estando algunos profusamente decorados. En la Península Ibérica son muy escasos los restos de este tipo de herramientas, destacando el fragmento recuperado en El Castillo (Cantabria).

El gesto de lanzamiento es similar al que se ejecuta con una jabalina sin propulsor, pero mejorando sensiblemente las condiciones del mismo, ya que se aumenta la palanca realizada, al aumentar también el tamaño del brazo gracias al propulsor. Este tipo de método sería efectivo a unos 25 metros, pero experimentalmente se han conseguido “marcas” entorno a los 75 metros. Sin embargo, el empleo del propulsor necesita de movimientos coordinados, complejos y violentos, que podrían poner en alerta a la potencial presa (figura 7.16).

<aquí figura 7.16.tif><Figura 7.16: Propulsor y modo de aplicación.>

Por su lado, el arco sería la primera “máquina” conocida, ya que la fuerza deja de imprimirse con el brazo y pasa a acumularse en la cuerda del arco al aumentar la presión en la misma a medida que se va tensando. La ventaja del arco frente al propulsor es que gana en rapidez, facilidad de manejo y precisión en el disparo.

El uso del arco en el Paleolítico estaba atestiguado a partir del Mesolítico. Sin embargo, recientemente, F. J. Muñoz ha planteado la hipótesis de su empleo a partir del Solutrense superior en la región extracantábrica. Éste se apoya en la aparición en la región de las primeras puntas susceptibles de ser proyectiles. A partir de un estudio morfométrico realizado sobre las puntas de aletas y pedúnculo y de escotadura y retoque abrupto, se concluyen que dichos soportes reúnen todos los condicionantes para ser empleadas como puntas de proyectil de arco. Éstas no superan los 35 mm de longitud lo que las hace menos vulnerables a las fracturas por impacto, además ninguna pesa más de 5 gr, lo que las hace aptas desde el campo de la balística (figura 7.17).

Además de estas condiciones intrínsecas es vital, para el buen funcionamiento de esta estrategia, el método de enmangue entre la punta y el astil. Conocidas son las técnicas para enmangar las puntas de aletas y pedúnculo, como de muesca de tipo cantábrico, en donde el

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pedúnculo marca el diámetro mínimo del astil, mientras que las aletas en una y la muesca en la otra funcionarían como tope entre la punta y el astil. Resulta interesante observar como la punta de aletas y pedúnculo deja de emplearse más allá del Solutrense superior, pese a ser el morfotipo más empleado en toda la Historia, ya que es el modelo copiado en metal y que vuelve a ser utilizado a partir del Neolítico (Figura 7.16). Una vez colocada la punta en el astil se fija mediante colas compuestas de resinas, ocre y ceniza y se sujeta con cordel de origen vegetal o animal (cuero, tendones, etc).

Este abandono, sin duda, debe estar condicionado por el empleo de una sistema más económico y eficaz como puede ser el ofrecido por las puntas de escotadura y retoque abrupto. Estas piezas se enmangan en un astil previamente apuntado. Las puntas irían en el extremo distal del astil y paralelas al eje longitudinal, con el lado del retoque abrupto como elemento activo del enmangue. Este sistema permite crear variantes con dos, tres o cuatro puntas en aspa, lo que mejoraría la calidad balística del venablo. En momentos posteriores, las puntas de escotadura y retoque abrupto serían sustituidas por las hojitas de dorso (figura 7.17).

<aquí figura 7.17.tif><Figura 7.17. Diferentes tipo de enmangues de puntas líticas

solutrenses.1. Puntas de muesca cantábrico; 2. Puntas de aletas y pedúnculo; 3. Puntas de escotadura y retoque abrupto. (según Muñoz,

2000; Geneste y Plisson, 1990).>

5. Estructuras de habitación

Los restos arqueológicos que pueden ser atribuidos a estructuras de habitación son bastante escasos en los yacimientos con ocupaciones solutrenses en la Península Ibérica. No se han documentado estructuras de habitación, como agujeros de poste que indicarían el lugar en el que irían enclavados dichos postes para formar una estructura entrelazada que sustentara una cubierta, probablemente de pieles o ramas.

Sí se han documentado otro tipo de elementos que evidencian una estructuración del espacio habitado como ocurre con los hogares o estructuras de combustión. De las que se han documentado en la Península destacan el hogar de la Riera (Asturias) y los dos de Cueva Ambrosio (Almería). El correspondiente a La Riera corresponde al nivel 7, presenta unos 25 cm de profundidad y 80 cm de diámetro máximo (figura 7.18). En la parte superior aparecieron numerosos restos de huesos y conchas. En otros niveles de la misma cueva han aparecido otros hogares menores, como ocurre en el nivel 11, en donde se excavaron hasta tres estructuras de combustión. Son numerosos, a su vez, los lentejones de carbón y ceniza cuya deposición no corresponde a

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la elaboración de hogares, sino a la deposición de las sucesivas barridas de los hogares ubicados en el vestíbulo de la cueva.

<aquí figura 7.18.tif><Figura 7.18. Hogar de La Riera (según Straus, 1992).>

Los dos hogares de cueva Ambrosio se encontraron en el nivel II que corresponde al Solutrense superior evolucionado o solutreogravetiense. El primero de ellos, denominado estructura grande presenta un diámetro exterior de 79 cm, mientras que el interior es de 52, 5 cm. El segundo, conocido como estructura menor presenta un diámetro exterior de 58 cm, mientras que el interior es de 28,5 cm. Ambos son del tipo denominado hogar plano y están delimitados por bloques de caliza en una estructura circular. La interpretación desarrollada para cada uno de ellos es diferente. En la estructura mayor, las actividades realizadas estarían relacionadas con actividades de talla, a raíz de la gran cantidad de restos de talla líticos que se encontraron. En la estructura menor, las actividades estarían relacionadas con la cocina debido al gran número de restos faunísticos asociados a la misma. Es importante constatar a su vez, una plaqueta de caliza con manchas de ocre, el cual se machacaba sobre dicha superficie. El trabajo del ocre cerca de hogares ha sido puesto en relación con la elaboración de las colas necesarias para el enmangue de las puntas de proyectil.

6. Restos humanos

No existe una gran evidencia fósil de los protagonistas de este momento de Paleolítico. En la cornisa cantábrica son escasos los mismos entre los que debemos citar los dos fragmentos craneales y el molar hallados en los niveles 7, 14 y 16 respectivamente de La Riera (Asturias), un diente en el nivel 3 de Cueva Morín (Cantabria) o la falange y el molar de la cueva del Buxu (Asturias).

En la región mediterránea debemos tener en cuenta el posible enterramiento de la Cueva de Nerja (Málaga), que aunque fue excavado en los años sesenta del pasado siglo, presenta una gran importancia por lo escaso de este tipo de manifestaciones. En principio, se hallaron los restos de cuatro individuos: tres adultos (uno femenino y dos masculinos) y uno infantil, que según estudios posteriores podría corresponder al Magdaleniense. En las nuevas excavaciones en la Sala del Vestíbulo de la Cueva de Nerja se recuperaron los restos de un pie humano. Estos restos según los excavadores del yacimiento podrían corresponder a un individuo de género femenino. Las dataciones realizadas en el yacimiento la encuadran en una horquilla temporal bastante amplia ya que transcurre desde los 17.940 200 B.P. del nivel NV8 y los 12.130 130 B.P. del NV7. El mayor problema existe a la

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hora de correlacionar los enterramientos encontrados en los años sesenta con los restos humanos encontrados en las nuevas intervenciones. Debido a que la primera excavación no fue todo lo meticulosa que cabría desear, junto a una azarosa biografía de los restos perdidos en parte tras un incendio en la Universidad de Barcelona donde estaban depositados, hacen casi imposible conocer la verdadera naturaleza del registro arqueológico.

Otros restos humanos correspondientes al Solutrense, en la vertiente mediterránea de la Península Ibérica serían el cráneo del nivel correspondiente al Solutrense Inferior de Cova Beneito o el enterramiento de la Cueva del Parpalló, descrito por Pericot en 1942 y que correspondería a la misma fase que el anterior.

7. Bibliografía

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