ÉTICA, PODER, EDUCACIÓN: PAULO FREIRE Y MICHEL FOUCAULT · 2020. 3. 28. · Michel Foucault son...

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ÉTICA, PODER, EDUCACIÓN: PAULO FREIRE Y MICHEL FOUCAULT OSCAR G. DÁVILA DEL VALLE * Resumen A partir de la fecunda expresión «práctica de la libertad» pre- sente tanto en Freire como en Foucault se explora la convergencia entre ambos pensadores. Los poderes sujecionadores, en la sociedad o en la escuela, son cuestionados por ambos pensadores. La práctica de la libertad es principio ético fundamental (Foucault) y principio de una educación liberadora (Freire). A Ramón Castilla Lázaro y Manfred Kerkhoff, in memoriam «El neoliberalismo enseña al trabajador a ser un buen mecánico, pero no a discutir la estética, la política y la ideología que hay detrás del aprendizaje.» Paulo Freire La educación como práctica de la libertad * Profesor en la Universidad del Sagrado Corazón. Facultad Interdisciplinaria de Estudios Humanísticos y Sociales, Santurce, Puerto Rico. Diálogos, 94 (2013) pp. 060

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    ÉTICA, PODER, EDUCACIÓN:PAULO FREIRE Y MICHEL FOUCAULT

    OSCAR G. DÁVILA DEL VALLE*

    Resumen

    A partir de la fecunda expresión «práctica de la libertad» pre-sente tanto en Freire como en Foucault se explora la convergenciaentre ambos pensadores. Los poderes sujecionadores, en la sociedado en la escuela, son cuestionados por ambos pensadores. La prácticade la libertad es principio ético fundamental (Foucault) y principiode una educación liberadora (Freire).

    A Ramón Castilla Lázaro y Manfred Kerkhoff,in memoriam

    «El neoliberalismo enseña al trabajador a ser un buen mecánico,pero no a discutir la estética, la política y la ideología

    que hay detrás del aprendizaje.»

    Paulo FreireLa educación como práctica de la libertad

    * Profesor en la Universidad del Sagrado Corazón. Facultad Interdisciplinaria deEstudios Humanísticos y Sociales, Santurce, Puerto Rico.

    Diálogos, 94 (2013) pp. 060

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    «No se puede cambiar el sistema educativosi no se transforma el sistema global de la sociedad.»

    Paulo FreireLa alfabetización de adultos y el «inédito viable»

    «¿Puede extrañar que la prisión se asemeje a las fábricas, a las escuelas, a los cuarteles, a los hospitales,todos los cuales se asemejan a las prisiones?»

    Michel FoucaultVigilar y castigar: nacimiento de la prisión

    «Look my dear friends, one thing that I also learned in exile, maybe be the best thing I learned,

    is that I could not continue being sure of my certainty.»

    Paulo FreirePaulo Freire on Higher Education.

    A Dialogue at the National University of Mexico

    I. Introducción

    En la entrada que corresponde al 3 de mayo de 1997 del quintode los Cuadernos de Lanzarote II José Saramago, Premio Nóbelde Literatura, comienza escribiendo: «Ha muerto Paulo Freire,aquel gran y ejemplar brasileño autor de la Pedagogía deloprimido, título que podría ser dado también a su obra completa.»(Saramago 2001: p.375) Más adelante, luego de citar variospasajes entre los que se encuentran dos de los que sirven deepígrafe para este trabajo, se pregunta el lusitano: «Si esto es tan

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    luminoso, tan transparente, tan fácil de comprender, ¿por qué serátan difícil de ponerlo en práctica?» (Saramago 2001: p.376)

    Fue así que nació este texto: como una reflexión en la quetrato de abordar esa no tan fácil dificultad: si es tan luminoso, tanclaro, tan transparente, tan fácil de comprender, ¿por qué será tandifícil de ponerlo en práctica?

    Como profesor en una universidad católica, al momento dereconceptualizar los currículos para los programas de bachilleratocomo parte de un proyecto de revisión curricular, las propuestasde Freire fueron un componente evidente y necesario. Antes de1964, el episcopado brasileño había adoptado su método dealfabetización como fundamento del Movimiento de Educaciónde Base lo que sería la primera causa de su forzado exilio.Posteriormente, el Consejo Episcopal Latinoamericano, aunqueen los documentos de Puebla y Santo Domingo ya comenzaba adistanciarse de la ideología renovadora que le había servido defundamento, en el de Medellín (1968) los teólogos de la liberaciónhabían adoptado íntegramente el concepto Freireano de «educaciónliberadora». De otra parte, varios años después, el filósofo yeducador brasileño, cuando su exilio lo llevó hasta Ginebra, seconvirtió en uno de los consultores de la Sección de Educacióndel Consejo Mundial de Iglesias.

    Aunque la finalidad inmediata de su método es la alfabetizaciónde adultos la relación dialéctica entre conciencia e ideología comopunto de partida de la reflexión freireana muy pronto se convertiríaen el fundamento para un posible proyecto crítico depostalfabetización según el cual habría que cuestionar la validezde la estructura de cualquier sistema educativo más allá de unainvestigación sobre las formas de optimizar su eficiencia. Preguntastales como ¿qué es el ser humano?, ¿cuál es su posición en el

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    mundo? y ¿cuáles son las circunstancias históricas en las que seproducen las conceptualizaciones y el saber desde donde secontestan estas preguntas? son, por lo tanto, algunas de laspreocupaciones que necesariamente habría que atender cuandointentamos problematizar el presente y el futuro de la educación ysus evidentes relaciones con la ética y el poder.

    En lo que sigue supongo como principio evidente que no puedehaber una teoría pedagógica que esté exenta de unaconceptualización del ser humano y del mundo al igual que dealguna definición de la relación entre ambos. Sin embargo, tampocodebe pasar desapercibido que para Freire (así lo dijo muchasveces) no es la educación sistemática la que le da forma a lasociedad, sino que es la sociedad la que configura a la educaciónde acuerdo a las necesidades e intereses de aquellos que controlansus estructuras de poder. Subrayemos esta tesis. Para Freire, y enello estoy totalmente de acuerdo, ninguna sociedad conocida seorganiza sobre la base de su sistema educativo sino que es elsistema educativo el que es creado a partir de las prácticas yformas de pensamiento que constituyen y definen a la sociedadvigente1. Es así, que no podemos adoptar ninguna postura sobrela importancia de la presencia de la cultura y la ética en laeducación sin examinar las relaciones que, a través de ellas,podrían establecerse entre conciencia, sujeto, ideología, ethos,conocimiento y poder tal como se manifiestan en cada sociedad.

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    1 Sin embargo no debemos pensar que para Freire sea imposible una transformaciónde la sociedad desde la educación. De hecho, su metodología de alfabetización deadultos es una metodología de transformación a través de las palabras. De ahí sucáracter revolucionario razón por la cual fue perseguido y tuvo que abandonarLatinoamérica. Esta determinación de la que habla se refiere exclusivamente a lasestructuras pedagógicas tradicionales.

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    «No se puede cambiar el sistema educativo si no se transformael sistema global de la sociedad» dice uno de nuestros epígrafes.Es evidente, como ampliamente lo demuestra Carlos AlbertoTorres en su libro Paulo Freire: educación y concientización,que cuando el brasileño decide radicalizar su pensamientopedagógico en sus escritos posteriores a Pedagogía del oprimidoadopta los conceptos e ideologías que le proporcionan ciertainterpretación del materialismo histórico no tan solo para describirsino también para superar las nuevas configuraciones del poderen la cultura contemporánea.(Torres 1980: p. 59) Sin embargo,Freire nos advierte que no debemos igualar conciencia políticacon conciencia de clase para entonces desde ahí identificar susjustificaciones ideológicas y posibilidades de cambio. Estoequivaldría, añade Torres, a ceder frente a dos concepcionesingenuas de la conciencia y que Freire identifica como graveserrores: la idealista, que postularía la existencia de una concienciacreadora/constituyente de la realidad, y la objetivista, que definiríala conciencia como reflejo de la realidad. En ambos casos, si secae en el error, tendríamos que inferir que al trastocar uno de lospolos de la relación debería observar la consecuente trans-formación del otro, lo que supondría, en la topología de laconciencia definida por Freire, un mecanismo propio de laconciencia que identifica como de «transitiva ingenua». (Torres1980: p.126) Es obvio que para Freire ni la conciencia podríacontener una representación de la realidad al modo de una imagenespecular, ni la realidad es una construcción o constitución de lasubjetividad. Por otra parte, también está muy consciente de queesa relación (ser humano/mundo) está mediada por otra relación:la que existe entre el lenguaje y el pensamiento. Es así que, paraFreire, tal como lo evidencian sus comentaristas más importantes,el analfabetismo, el dato de partida de su «educación liberadora»,no puede ser considerado como un absoluto en sí que debe ser

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    erradicado, una enfermedad que debe ser curada, sino como unepifenómeno que refleja la estructura de la sociedad en un momentohistórico determinado:

    Si en un sociedad [escribe en su Pedagogía deloprimido]2 la teoría pedagógica vigente es unapráctica de la dominación ejercida desde unadinámica estructural, se hace necesario redescubrirel proceso histórico a través del cual se constituyenlas relaciones entre el mundo y la conciencia.(Freire 1988: p. 91)

    Añadamos, que también le parece obvio que para atenderadecuadamente estas relaciones debemos tener el cuidado de noinvertir los mecanismos represivos del poder que, ya que, de locontrario, podrían traducirse, según Freire, en otras formas dedominación supuestas, a su parecer, en cierto tipo de interpretacióny praxis ortodoxa del marxismo clásico.

    Nuestra propuesta en este trabajo es que las herramientasconceptuales que proporciona el pensamiento del filósofo francésMichel Foucault son muy efectivas para precisamente evitar esasustitución de unas formas de hegemonía y dominación por otras.

    Julián Sauquillo, de la Universidad Autónoma de Madrid, ensu libro, Para leer a Foucault, sugiere y demuestra que la«arqueología del saber» y la «genealogía del poder», comometodologías de análisis:

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    2 El contenido de los corchetes incrustados en citas son reflexiones o aclaracionespersonales.

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    ...suponen el reconocimiento de la incapacidad delmaterialismo histórico, el existencialismo, elsicoanálisis freudiano y el estructuralismo paraexplicar adecuadamente las formas de dominaciónde la sociedad disciplinaria moderna. (Sauquillo2001: p.120)3

    Según su cuidadoso análisis de las relaciones entre el binomiopoder/saber y las estrategias de totalización de la normalizacióny el control social, Foucault cuestiona y descarta las distincionestradicionales entre ciencia, teoría e ideología en la medida enque no acepta la existencia de un conocimiento objetivo eindependiente de las prácticas sociales específicas desde dondese construyen (Sauquillo 2001: p.120). De igual forma, sugiereque, para Foucault,

    ...los elementos constitutivos de la conciencia, laindividualidad y la subjetividad se definen desdeun campo de saber y una estructura de poder queoperan como sus condiciones de posibilidad.(Sauquillo 2001: p.172)

    De ahí que también pueda decir que, como lo señala Foucaulttres años antes de su muerte en su ensayo, «¿Por qué estudiar elpoder?: la pregunta por el sujeto»,

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    3 Aunque Freire, en cierto sentido, se reconoce como heredero parcial de esastradiciones conceptuales estaría de acuerdo con esa «incapacidad».

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    ... se hace necesario ofrecer una historia de losprocedimientos de subjetivación del individuo ennuestra cultura, análisis que nos llevará hacia elcuestionamiento del lugar que el sujeto, como dadorde sentido, tradicionalmente ha ocupado en lahistoria del conocimiento. (Sauquillo 2001: p.19)

    Siguiendo de cerca esta interpretación de Sauquillo y aladoptar su conclusión de que «la posibilidad de alcanzar unaarticulación entre la constitución de la subjetividad y el ordensocial» es un problema central para llegar a comprender a Foucault,podemos notar que es una preocupación que Freire comparte. Deotra parte, también podemos identificar otras consideracionessimilares cuando añade que las propuestas foucaultianas de análisisy liberación de las experiencias marginadas (locos, enfermos,escolares, trabajadores, soldados, delincuentes y sexualidadesllamadas desviadas)

    ...muestran los complejos mecanismos de vigilanciay control social que se manifiestan en institucionesmodernas cuyo propósito filantrópico, terapéuticoo educacional parecía, en el pasado, serincuestionable. La cárcel, el asilo mental, la escuela,la universidad y el hospital son solo algunos de loscasos. (Sauquillo 2001: p.140)

    Al igual que con Freire, los altos niveles de su compromisocondujeron a Foucault hacia una activa participación social ypolítica que no tan sólo iba más allá de su interés teórico, sinoque le serviría, en muchas ocasiones, de punto de partida para susreflexiones. Durante el famoso mayo francés del 68 se comprometió

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    con la reforma del sistema educativo como parte del ComitéConsultivo de la Universidades. Este proyecto de reforma fuesustituido muy pronto por la llamada «Ley de orientación» con laque se establecía que la autonomía y la pluridisciplinariedad erancualidades necesarias de la educación superior. Resalta, aún más,su iniciativa para la fundación del Grupo de Información sobrelas Prisiones que promovió una serie de investigaciones con elpropósito de denunciar el sistema opresivo que se vive en todoslos sistemas carcelarios. En los opúsculos publicados por el Grupolos investigadores eran los mismos investigados organizados enel Comité de Acción de los Presos como ejercicio para devolverlela palabra a los sujetos excluidos e iniciar la configuración de loque denominaba como «una filosofía del pueblo».

    Es evidente que más allá del interés por desarrollar una teoríaque sirviese para acercarse críticamente a los mecanismosideológicos desde los que se configuran la realidad político/socialy las formas de pensamiento, ambos pensadores procurabandesarrollar un «ethos» desde donde se pudiesen cuestionar loselementos constituyentes de nuestra subjetividad moral y que,simultáneamente, desafiase los límites impuestos por losmecanismos de poder en nuestra cultura. En este trabajo, damospor supuesto que una teoría filosófica, político/social o pedagógicaque no cumpla con esos propósitos no dejaría de ser más que uninstrumento para prolongar y maximizar lo que Freire y Foucaultidentifican como nuestra condición de sujeción.

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    II. Herramientas conceptuales

    Los comentaristas de la obra de Freire claramente establecenque un acercamiento crítico a su concepto de educación liberadorao dialógica supone un conjunto de relaciones entre tresperspectivas integradas: sus fundamentos filosóficos-antropológicos; la particular relación que establece entre su teoríapedagógica y el desarrollo de su teoría política y sus basesmetodológicas. Para estas perspectivas, a su vez, lasconsideraciones fundamentales a tomar en cuenta serían laidentificación de los mecanismos necesarios para la constituciónde la conciencia y la que llama «vocación ontológica de sujeto».

    Por su parte, el método que Foucault llama genealógico podría,a su vez, interpretarse como la relación entre tres elementosfundamentales: primero, la constitución del sujeto de conocimiento(en la que habría que tomar en cuenta cómo se definen lasrelaciones que establecemos con la verdad), la constitución delsujeto dominado (a partir de la inserción en un campo de poder) yla formación del sujeto ético, (según la relación que establecemoscon las prescripciones morales). En este ensayo, me propongocomplementar las reflexiones freireanas con los resultados de laaplicación de los elementos del método genealógico foucaultianoproponiendo y enfatizando las relaciones entre las siguientescadenas conceptuales: la primera, conciencia/sujeto/palabra/discurso (lo que nos requiere un examen de los elementosmetodológicos y resultados fundamentales de la arqueología delfilósofo francés antes de 1970); y la segunda, poder/dominio/norma/ideología, cadena cuyo análisis corresponde a los escritosgenealógicos desde y posteriores a su lección inaugural al Colegiode Francia en diciembre de 1970 y que fuera publicada con eltítulo de «El orden del discurso».

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    Es conocido que Freire destaca tres elementos esenciales ensu definición de conciencia. Primero, la conciencia es concienciade sí en tanto que conciencia de un objeto que la trasciende,conceptualización que hereda del existencialismo de Jean PaulSartre en El ser y la nada4 (1943); segundo, su objetividad, queradica en su intencionalidad (ser conciencia de algo o de otro); ytercero, la manera en que conciencia y mundo se configuranmutuamente en una relación dialéctica.

    De acuerdo a los tres elementos de esta definición, para Freire,una conciencia reflexiva es una conciencia existenciada. Añadeque esa conciencia existenciada, más allá de convertirse en uninstrumento perceptivo-cognoscitivo del sujeto, supone, también,que la experiencia es el punto de procedencia del conocimientoal igual que el enlace entre la conciencia y el mundo. (conciencia-experiencia-mundo). Aunque ese mundo es y sigue siendo, paraFreire, el referente absoluto de la palabra, el poder del lenguajeva más allá de su capacidad descriptiva o representativa porquela conciencia, en su esencia intencional, no tan solo emerge delmundo sino que al problematizarlo lo convierte en objetivo(objeto) y lo va construyendo para el conocimiento. Esprecisamente ese movimiento de la conciencia el que constituyeal ser humano como sujeto, que se define, por lo tanto, comoinconcluso; como búsqueda permanente en esa relación. Es así,que la definición que Freire ofrece sobre los procedimientos queconducen hacia la concientización como un acto de conocimiento,no podrían interpretarse sin tomar en cuenta su dimensión ética:es filosofía de la praxis: es, simultáneamente, acción y reflexión.

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    4 También podría estudiarse en «El existencialismo es un humanismo» (1946).

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    De ahí que, siguiendo esta concepción Freireana, podamosasignarle a la palabra una función performativa-pragmática: comosignificante del mundo/objeto, lo crea en el momento en que lohace presente a la conciencia como objeto de conocimiento.Dreyfus y Rabinow demuestran cómo Foucault, inicialmente,coincidiría con esta función performativa pragmática de la palabra.Sin embargo, dirán que parece asignársela no a la palabra sino asu concepto de «enunciado». Una nota al calce en su libro MichelFoucault: más allá del estructuralismo y la hermenéutica, dacuenta de una carta de Foucault a John Searle del 15 de mayo de1979 en la que declara:

    En lo que se refiere al análisis de los actos dehabla estoy en un completo acuerdo con suscomentarios. Estaba equivocado al decir que losenunciados no eran actos de habla, pero tenía elpropósito de subrayar el hecho de que losobservaba desde un ángulo diferente al suyo.(Dreyfus, Rabinow 2001: p. 73)

    El acto de habla o «speech act» según el análisis de Searle yAustin incluye las ideas de que el habla es una conducta gobernadapor reglas y condiciones desde las cuales se producen los actoslingüísticos. Si la arqueología, según Foucault, lleva el propósitode descubrir y poner en evidencia las prácticas a través de lascuales se constituye el objeto y se logra la objetivación, debe,también, entonces, poner en evidencia las condiciones deposibilidad históricas del sujeto que pretende conocer.

    Nótese, sin embargo, que para Freire, a diferencia de paraFoucault en este conjunto de relaciones, la conciencia, en suintencionalidad se convierte en condición de la representación,

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    de la reflexión y de la praxis. Es decir, la conciencia tendría queconcebirse como un a priori a pesar de que, aparentemente, esuna conclusión que Freire quisiera evitar.

    Por ello sugerimos que el análisis de Foucault sobre lasrelaciones entre la constitución del sujeto, el discurso, el saber yel conocimiento (análisis arqueológico en sus primeras obras ygenealógico en sus escritos posteriores) alcanza resultados quepueden ser usados para complementar los propuestos por Freire.

    Por su parte, «tomar la palabra», diría nuestro filósofo de laeducación, ya supondría, en la opinión de Foucault, la estructuraque desde el lenguaje se establece como los límites de laexperiencia posible. No debemos olvidar que para Foucault lasciencias producen no tan solo sus propias normas de verdad sinoque también construyen sus propios objetos de conocimiento; esdecir, simultáneamente establecen unas metodologías deinvestigación al igual que las condiciones necesarias de los quepodrían ser considerados como objetos de su conocimiento.

    En Las palabras y las cosas: una arqueología de las cienciashumanas (1966) Foucault parece vincular la constitución de lasubjetividad y las delimitaciones de sus experiencias a prácticashistóricas contingentes. Por lo tanto, más allá de la dialécticaconciencia-mundo, propuesta por Freire, parece ser que para elfrancés la conciencia está sujeta a unos contenidos que son ajenosa su reflexión y que serán los que delimitan todas sus actividadesen cualquier momento histórico. A esta especie de a priori históricoFoucault lo llama «episteme», concepto que en los trabajosposteriores a 1970 sustituye por uno más abarcador: el de«dispositivo». Un dispositivo incluiría todo conjunto de relacionesde poder, normas sociales, reglas de jurisprudencia y

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    procedimientos de exclusión que son necesarias para hacer posibleel ejercicio de una práctica discursiva. Así lo define en Laspalabras y las cosas:

    Son los códigos fundamentales de una cultura querigen su lenguaje, sus esquemas perceptivos, suscambios sus técnicas, sus valores y la jerarquía desus prácticas. Un orden empírico a partir del cuallas palabras son enunciadas y se articulan discursosfilosóficos y científicos. (Foucault 2001: p. 5)

    El concepto de «palabra» según Freire que podríamos ampliarcon el de «discurso» de Foucault son ambos, por lo tanto, prácticasdel habla controladas en su producción por las estrategias de poder.Es así que, como veremos, Foucault puede concluir que el sujetono es el creador o autor del discurso sino que su creación remitea una serie de prácticas, discursivas y extradiscursivas que lodeterminan histórica y geográficamente.

    Tratemos de no perder de perspectiva lo que me parece quesea el aspecto más importante de este análisis. Para Paulo Freire,tomar la palabra es el primer paso para encaminarse hacia unacto de liberación. Para Foucault, sin embargo tomar la palabrano deja de ser un acto del habla que sigue estando determinadopor factores discursivos y extradiscursivos. Aunque el oprimido,según Freire, y el excluido, según Foucault, son ambos, según losdescriben, seres condenados al silencio, seres sin voz, su liberacióno su inclusión va a depender de los resultados de lo que el filósofofrancés llama «la analítica del poder».

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    III. Técnicas, estrategias, dispositivos

    En lo dicho hasta aquí, tanto Freire como Foucault identificanefectivamente la importancia del ejercicio del poder, no tan solopara la constitución de la subjetividad y el conocimiento sinotambién para la configuración de aquellas instituciones yrelaciones sociales desde las que se generan y sostienen losdiferentes mecanismos de opresión y exclusión. Es por ello queambos llegan a considerar la misma interrogante: ¿cómo podemospromover nuevas formas de conciencia y de subjetividad paratrascender lo que a todas luces es un ejercicio normalizador yrepresivo?

    Para Freire, la pedagogía desde la que se justifica la que definecomo «educación bancaria» corresponde a sociedades «cuyadinámica estructural conduce a la dominación de las conciencias».De ahí, entonces, la necesidad de transformar las situacionesconcretas desde las que se genera esta opresión. Para elloconsidera necesario tomar como punto de partida un análisis críticode las formas en que la ideología desfigura la conciencia. EnPedagogía del oprimido Freire identifica cuatro elementoscomponentes de cualquier ideología. Primero, su opacidad, encuanto que impide la verificación del contenido social real;segundo, su función de convalidación y legitimación a partir deesa ocultación; tercero, su función práctica, ya que permitearticular una serie de pautas y sistemas de conducta; y cuarto, sufunción de servir de fundamento y factor unificador del edificiode la estructura social vigente. En otro sentido podríamos decirque, para Freire, toda ideología es un conjunto de representaciones,valores y esencias que reflejan la manera en que los agentes deuna formación social determinada viven sus propias condicionesde existencia.

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    La consecuencia inmediata de estos elementos delfuncionamiento teórico y práctico de cualquier ideología es elproblema fundamental para Freire: las clases oprimidas adoptany reflejan una conciencia que no es la suya; una conciencia quedescribe como «imbuida de la ideología de la clase dominante».(Freire 2005, p. 86) De tal forma, la conciencia dominadora sehaya habitando en la conciencia dominada. Si analizamos estefenómeno en términos freudianos, diríamos que el dominadointroyecta al dominador y, por lo tanto, quiere ser como él5. Deacuerdo a estas relaciones, el conocimiento se convierte en uncontenido como imposición de una conciencia sobre otra. De talforma, podemos convertir la educación en un bien de consumosegún el cual el currículo es el producto que se vende y que, porlo tanto, debe estar ajustado a los deseos y valores de la sociedadque la convierte en mercancía. Así, terminamos adoptando lasrelaciones de oferta y demanda en las instituciones educativascomo criterio de excelencia administrativa-pedagógica.

    Por otra parte, la realidad opresora desde la que opera elpoder se constituye en mecanismo de absorción, en fuerza deinmersión para preservar la situación de la que aparentemente sebeneficia la conciencia invadida. La opresión producesubjetividades que no logran relacionarse con los hechos delmundo lo que para Freire supone, simultáneamente, unamitificación de la conciencia de la realidad que, como añade, estambién una mitificación de la realidad de la conciencia. No esextraño, entonces, por mencionar un ejemplo, que encontremos

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    5 Este fenómeno puede verse descrito en su procedimiento en el análisis freudianode la formación de la conciencia moral tal como se presenta en «El malestar en lacultura».

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    estudiantes que quieran imitar las formas de vida del opresor.Desean ser partícipes de aquellos mismos beneficios y estilos devida que interpretan como la norma en su campo profesional o deestudios. Según el análisis que ofrece Carlos Alberto Torres ensu libro Paulo Freire: educación y concientización:

    Los refractarios a esta cosificación/mitificación dela realidad y de la conciencia se convierten eninadaptados, rebeldes o desajustados. Son, los queno han podido ser normalizados por la realidad.(Torres 1980: p. 79)

    Según Iván Illich, en su libro de 1970, Deschooling Society(Descolarizar la sociedad), al que Freire, en momentos siguemuy de cerca, los nuevos sistemas tecnológicos que estánsustituyendo las metodologías pedagógicas tradicionales, sontambién poderosos recursos de condicionamiento social. En sulibro presenta suficiente evidencia para demostrar que losopresores también se apropian de la tecnología como instrumentoadicional para alcanzar sus objetivos.

    Un primer acercamiento a las complejidades de la analíticadel poder, según Foucault, nos permite descubrir cómo susresultados afinan y complementan los resultados alcanzados porFreire. Habría que evitar establecer una relación de reflejo,precisamente la que Freire parece establecer, entre las queFoucault identifica como las condiciones de la existencia externay los conceptos, métodos y enunciados de las formacionesdiscursivas. Sabe que una práctica exclusivamente políticamodificará los sistemas de formación del conocimiento pero notransformaría los métodos de análisis ni las redes conceptualesque los forman. Foucault prefiere situar la ideología en el espacio

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    desde el que se condiciona el conocimiento, idea que hereda deLouis Althusser, de quien fuera discípulo, y para quien la ideologíaes, siempre, conocimiento mediado e interesado.6

    En Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión (1975),demuestra cómo, con la aparición de la individualidad moderna,irrumpe un sistema general de vigilancia y control centralizado.La prisión, ejemplo que usa, no es solo un mecanismo de reclusiónsino «una estrategia de totalización del control y la normalizaciónsocial» (Foucault 1975: p. 142). Forma parte, por lo tanto, de unproyecto social más amplio para establecer un ordenamiento queni siquiera tiene que recurrir a mecanismos de exclusión paraestablecer y garantizar un control absoluto. Y es así porquedebemos tomar en cuenta que, para Foucault, en la época modernael poder dejó de ser, exclusivamente, una práctica represiva paraconvertirse en una práctica productiva que opera sobre laindividualización y la subjetivación a través de los que llama«dispositivos» tales como la familia, la sexualidad, el trabajo, laescuela y la universidad, entre otros.

    Nos dice en Vigilar y castigar:

    Hay que dejar de describir los efectos del poder entérminos negativos, cómo el poder excluye, reprime,rechaza, censura, oculta, enmascara. En realidad, elpoder produce; produce realidad, produce esfera deobjetos y de ritos de verdad. El individuo y elconocimiento que de éste se pueda tener procedende esa producción. (Foucault 98: p. 102)

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    6 Me refiero al análisis que ofrece Althusser en «Ideología y aparatos ideológicosde Estado», ensayo de 1969.

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    Parece hermanarse, entonces, con el concepto de técnica comoaparece en Martin Heidegger. La esencia de la técnica, segúnHeidegger, es el ordenamiento por el ordenamiento mismo con elpropósito de acrecentar la flexibilidad y el rendimiento. Por lotanto, en la sociedad disciplinaria que describe Foucault no es elsujeto el que posee poder sino que es el poder el que crea alsujeto y produce lo real.

    IV. Ethos y liberación

    No debe sorprendernos que en los últimos años cada vez quequiere hablarse de las disciplinas humanísticas, la ética o lasteorías pedagógicas como fundamento y promotoras de la culturasiempre se plantea el mismo problema: su aparente crisis odesventajas frente al acelerado desarrollo del conocimientocientífico y tecnológico. Desde los orígenes de la modernidad,éste último se ha convertido en el paradigma de la objetividad yla racionalidad al igual que como valor fundamental parasupervivencia en los países que participan del más reciente procesode industrialización. No debe sorprendernos tampoco que elcriterio valorativo que siempre se sugiere sea el de la utilidad yeficacia en las culturas de consumo que definen e imponen unaconcepción del sujeto para sostener un proyecto de vida en unmundo neoliberal globalizado. Mucho menos debe sorprenderque muchos de nuestros intelectuales dediquen su esfuerzo enasignarle algún carácter instrumental, preventivo o curativo paraciertos males sociales, crisis de valores o, según Foucault, «crisisde controles».

    La ética, o las disciplinas humanísticas o las teorías de lapedagogía no son medicamentos para atender un mal social.

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    Diagnosticar la realidad es tan solo uno de los elementos que loscomponen. Deben ser, decía Jaques Derrida, modos de vida y dereflexión cuya característica primordial no sea otra más que elreconocimiento y la promoción de una libertad incondicional parala interrogación. Interrogación, inclusive, de sí mismas7.

    Paulo Freire y Michel Foucault nos obligan a dirigir esa infinitainterrogación no solo hacia los conceptos desde los cuales,tradicionalmente se había definido lo humano y lo social, sinoque también nos sugieren una práctica filosófica que se acerca alos principios básicos para una ética de la liberación.

    ¿Cuáles serían los resultados de esa interrogación?

    Parecería obvio concluir que desde Freire y Foucaultquedarían cuestionadas las que se han llamado las mayoresconstrucciones y figuras filosóficas, por lo tanto pedagógicas, denuestra cultura: ser, sujeto, razón, identidad y conciencia. Para elpensamiento latinoamericano, tal como lo señaló (por ejemplo)Arturo Rico Bovio de la Universidad Nacional Autónoma deChihuahua, «el proyecto de la modernidad supuso, para una granmayoría, un proceso fundamentalmente deshumanizante». Elcuestionamiento propuesto anunciaría el inicio del final de eseproceso y el punto de partida hacia una posible configuración dediscursos y prácticas no hegemónicas. Ante el Simposio que llevóel título de «500 años de historia en América Latina, Sentido yProyección» celebrado entre el 20 y el 22 de octubre de 1988,Luis Guillermo Lumbreras sugiere que:

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    7 Me refiero al análisis que ofrece Althusser en «Ideología y aparatos ideológicosde Estado», ensayo de 1969.

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    …el desarrollo de la conciencia debe enmarcarsedentro de las condiciones reales de la existencia yse nutre del patrimonio acumulado por quienestuvieron que enfrentar y avanzar históricamentedentro de esas mismas condiciones, autogenerandosus propias soluciones o incorporando creati-vamente aquellas descubiertas por otros. (Zea1991: p.105)

    Este llamado según Lumbreras hace evidente

    …la inviabilidad de las totalizaciones culturales,de los llamados «grandes relatos» que privilegianla homogeneidad cultural y la consecuente exclusiónsocioeconómica, científica y tecnológica de unagran mayoría para comenzar a tomar en cuenta laposibilidad de múltiples definiciones de iden-tidades en constante transformación y sensibles asus contextos desde perspectivas históricas quedetecten sus particularidades. (Zea 1991: p. 109)

    Sabemos que aquella pretensión universalista comofundamento de una interpretación evolucionista unilineal, encuentrauna posible justificación historiográfica en el concepto de «historiauniversal» tan vigente durante el siglo XIX y, a su vez, tan presenteen cierto tipo de interpretación de las llamadas culturas eidentidades nacionales como instrumento para intentarhomogenizar de manera unilateral la diversidad que compone acualquier sociedad.

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    No es de extrañar, por ejemplo, que en sus Lecciones sobre lafilosofía de la Historia Universal, Hegel encuentre las causas deuna supuesta «ruina de las culturas de América» a partir de que,en su opinión, se trataba de culturas naturales que perecerían tanpronto como el espíritu se acercara a ellas.

    América se ha revelado siempre y sigue revelándoseimpotente en lo físico como en lo espiritual. Estospueblos de débil cultura perecen cuando entran encontacto con pueblos de cultura superior y másintensa. (Hegel 173)

    Para Hegel, América se convertía en el país del porvenir sininterés para el «filósofo que no es dado a hacer profecías» (Hegel173). Este mal llamado futuro suponía, según el alemán, lasustitución de «lo que es» por «lo que se quiere que sea»(Hegel 173).

    Es por ello, que Enrique Ubieta Gómez, del Centro de EstudiosMartianos de La Habana, señala la necesidad de reconocer lasganancias ineludibles de la mal llamada posmodernidad8. En elTercer Congreso Internacional de Filosofía Latinoamericana nosdice que:

    …ese reconocimiento explícito de los límites de unamodernidad desde la que se había negado la alteridadsegún la cual el otro (los negros, los hispanos, lasmujeres) se había convertido en un objeto equi-

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    8 Mejor tardomodernidad, concepto que adoptó de Carlos Rojas Osorio.

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    parable a la naturaleza; desde la autorreflexiónescéptica que supone el posmodernismo se podránrescatar las zonas de racionalidad antes discri-minadas. (Rodríguez Alle 1996: p.159)

    Desde una perspectiva latinoamericanista este cuestionamientode todo universalismo no debe interpretarse como la crisis detodos los paradigmas sino como el cuestionamiento de laimposición de uno en particular: el de la modernidad- racionalista–capitalista– blanca y patriarcal. Tanto para Foucault como paraFreire la propuesta no puede ser la de eliminar las relaciones depoder, eventualidad para ambos imposible, sino la de no permitirlas relaciones de dominación.

    Pablo Guadarrama, de la Universidad Central de las Villas enSanta Clara, Cuba, sugiere que:

    En cuanto que la pureza de la cultura dominantesupone la fagotización del otro, su entrar en crisisimplica el reconocimiento de ese otro negado.Entendida así la posmodernidad es la mismamodernidad que se ve obligada a reconocer en símisma aquellas otredades que había pretendidodesconocer. (Guadarrama 1989: p 92)

    De hecho, ya desde 1976 Enrique Dussel sintetizaba la filosofíade la liberación como:

    …filosofía posmoderna, popular, feminista, de lajuventud, de los oprimidos, de los condenados dela tierra y de la historia. (Dussel 1985: p.14).

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    El Grupo Latinoamericano de Estudios Subalternos (GLES),dirigido por Walter Mignolo, en su Documento Inaugural llega aidentificar esta negación de la Otredad como la causa de uncolonialismo epistemológico que define como el conjunto derepresentaciones del Otro que se hace desde la práctica del poderrelativizando todas las formas de pensamiento alterno queconsidera como material etnográfico o folklórico pero nunca comodiscursos alternativos al discurso eurocéntrico o etnocéntrico.

    Con esta universalización de un discurso filosófico humanísticoy científico monogenérico se desarrolló también una particularconcepción de sujeto. Un sujeto que se establece como poderhegemónico primario desde el momento que se convierte entrascendental y constituyente. Un sujeto que es sujeto y objeto desu propio conocimiento y que queda fuera de todas lascontingencias empíricas.

    En 1989 como secuela de las «Primeras Jornadas Germano-Iberoamericanas de Ética» que se habían reunido cuatro añosantes en Argentina, se programó en la Academia Católica de laArquidiócesis de Friburgo, el Encuentro «La filosofía de laliberación: fundamentos de la ética en Alemania y América Latina».El propósito, según el prólogo que escribe Raúl Fornet Betancourta la publicación en que se recoge el diálogo, era «comparar yconfrontar dos posiciones éticas representativas de dos modelosfilosóficos culturalmente distintos en cuanto su origen». Karl-OttoApel, uno de los exponentes de la Escuela de Francfort, claramenteseñala que:

    …como no existe una dimensión trascendental dela intersubjetividad, el otro que debería presu-ponerse como co-sujeto del conocimiento al no

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    tener función trascendental no tiene otro remedioque constituirse como objeto del y sujeto tras-cendental. (Apel 1992: p. 44)

    Por eso, concluye en esa ocasión, un diálogo intercultural noresulta obvio y tendrá que permanecer más como un proyecto quecomo una realidad.

    Enrique Dussel nos recuerda que:

    La filosofía de la liberación había nacido comoel intento de pensar la revelación del otro comoexterioridad, es decir, como una «exterioridadtrascendental del otro». Sin embargo, tambiénañadía que un nosotros que supere el solipsismodel sujeto cartesiano no es suficiente para laconstitución de un pensamiento latinoamericano.Ese otro, tendría que convertirse en condición deposibilidad; un otro al que se le reconoce una otraracionalidad que cuestiona constantemente lacentralidad del yo trascendental. (Apel, Dussel,Fornet 1992: p. 16)

    En palabras de Yamandú Acosta, (Uruguay), un otro que:

    Nos obligue a privilegiar la especificidad de lasdistintas realidades que se pueden llegar a traducircomo universal concreto sin cometer los erroresque hasta hoy han prevalecido, a saber: el universalabstracto y la hiperbolización de lo nacional/regional. (Rodríguez Allen 1996: p.229)

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    Desde un punto de vista de la antropología cultural, como elque sugiere en María Dolores Juliano (1986) la cultura popular, apesar de haberse interpretado como subcultura específica bajo lacultura dominante, por su mera existencia desmiente la pretensiónuniversalista de la cultura oficial. No es folklore ni cultura demasas, ambos conceptos obviamente originados por la culturadominante.

    Es cultura que genera su propio sistema lógico y quele permite explicar conceptualmente su entorno;conceptualización que, aunque de menor extensiónde referencialidad, al hacer una lectura directa de supropia experiencia, pueda establecerse comopropuesta alternativa desde la que se crearíanconocimientos con diversidad de formas, contenidosy enfoques y con diferenciaciones de género, clases,culturas y etnias. (Juliano 1986: p 42)

    Tanto para Freire como para Foucault una propuesta ética-educadora-liberadora cabal tendría que plantearse el problemade cómo impedir la hegemonía de una ideología en particular.9Freire, al igual que Foucault, llega a hablar de una «arqueologíade la conciencia» como primer momento de un proyectopedagógico, definida como «la necesaria identificación de losestados de la conciencia que impiden la liberación del sujeto»(Freire 92: p. 27). Los pasos subsiguientes serían la tematizacióny la problematización. En la segunda, la tematización, seidentifican los mecanismos de codificación y decodificación del

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    9 Parto del supuesto de que así como es imposible superar la presencia del poderen todo tipo de relación, lo es también el pensamiento fuera de todo tipo de ideología.

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    sistema que han sido usados para para derivar los temasgenerativos. En la tercera, la problematización, se busca lasuperación de la visión ingenua por una crítica capaz detransformar el contexto vivido. Así se alcanzarán las «situacioneslímites» de donde surge el «inédito viable», como frontera entreel «ser» y el «ser más». (Freire 92) Para el «pensamiento ingenuo»,lo importante es acomodarse al presente normalizado ynormatizado, es decir, el objetivo generalizado que la adminis-tración de la educación superior, salvando las excepciones, haimpuesto sobre los programas académicos. Es evidente, que elproceso propuesto por Freire supone que antes de la lectura de lapalabra tiene que darse una lectura del mundo. A partir de eseestudio de la realidad específica del educando surgen los temasgeneradores sometidos posteriormente a la problematización desu práctica de vida10. Es así que la acción educativa debe sersiempre un acto de creación y de resignificación de los sentidosestablecidos. Sin embargo, ni para Freire ni para Foucault, unaposible liberación puede darse exclusivamente en el campo delconocimiento sino, que debe traducirse necesariamente en unaactividad en el campo social y político. De ahí que Freire, porejemplo, siempre señalase que era «sustantivamente político yadjetivamente pedagogo».

    En su Pedagogía de la esperanza, de 1992, reconoceabiertamente la influencia de los estudios althusserianos sobre suanálisis de la escuela, evidentemente también la universidad, como

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    10 En la presentación que Nita (Ana María Araújo Freire, segunda esposa dePaulo Freire) escribe para Pedagogía de la indignación, el libro que Freire preparabapara publicación al momento de su muerte, cuenta cómo para su compañero escribirera «un ejercicio epistemológico» arraigado en una «vocación ontológica de humanidad».

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    reproductora de la ideología dominante. (Freire 2002: p. 92) Enlos diálogos en la UNAM de 6 años antes mencionaba, de formaanáloga, que la escolarización, tanto en las escuelas como en lasuniversidades, de acuerdo a una necesidad pragmática, lleva elpropósito de reproducir un concepto de ciudadano marcado poruna visión promotora de la injusticia entre las clases, las etnias ylos géneros. Sin embargo, para Freire ninguna de las dossituaciones son esenciales o irremediables. La tarea ético-políticadel «educador crítico» sería, entonces, siempre la de cuestionar ytransformar estos procesos reproductores que son también lasbases de los procedimientos hegemónicos de representación. Elproyecto sería el de comenzar a abrir los espacios necesariospara la reconstitución de subjetividades, de una multiplicidad devoces que constituirán la experiencia, el conocimiento y laconciencia, fuera de una ética compulsiva y un «ethos» delconsumo. (Freire 94: p 16)

    Wilhelm Schmid en un estudio muy detenido y cuidadoso dela ética foucaultiana demuestra que son dos los conceptos clavesen su fundamentación: el arte de vivir y la estética de la existencia.El primero de ellos, el arte de vivir, queda definido según unareflexión y una praxis que obligan a una constante formación ytransformación del sujeto. Un sujeto que, según Foucault, seconstituye con las que llama las técnicas del yo. No es, por lotanto, según Schmid, un sujeto instalado en la identidad sino lapropuesta de un yo múltiple que encuentra su coherencia en unestilo de existencia, es decir, se transforma en una estética de laexistencia. El sujeto debe orientarse en el ámbito de las relacionesde poder y elaborar prácticas no configuradas normativamentepor las relaciones de poder dominantes. (Schmid 2002: p. 255)

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    En su hermoso libro Schmid demuestra cómo en contra de unade las concepciones comunes de la ética tradicional, entendidacomo la deducción a partir de un conjunto de principiosestablecidos como universales, para Foucault la ética se transformaen un ‘ethos» que tiene como punto de partida (podríamos decirque en un modo muy freireano como se demuestra en su métodode alfabetización de adultos) la reflexión sobre el individuo y suexperiencia. (Schmid 2002: p 274)

    Por lo tanto, podríamos decir que tanto para Freire como paraFoucault el punto de partida para la ética es siempre una doblelectura: una lectura e interpretación del mundo y uncuestionamiento de los procedimientos de constitución de laconciencia. Para ambos es necesaria una actividad y una reflexiónque se oponga a las consecuencias de una razón instrumental alservicio de las estrategias o dispositivos de dominación. Estaética aunque no imposibilita la existencia de una normativa sítendría que impedir el sometimiento de la conciencia bajo unanormatividad hegemónica. Sería una ética que haría imposible lasolidificación de las relaciones de poder en situaciones dedominio; una ética que nos haría resistentes a todo tipo decodificación universal o totalitaria. Las consecuencias políticasde este proyecto se traducirían evidentemente en una verdaderapraxis de la libertad.

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